Está en la página 1de 9

TOBIAS FERNON & BASH

BACKSTORY

Fuera de las murallas de Pyrrhic (Selen) se


halla la periferia, donde granjeros,
artesanos y demás gente humilde vive
fuera del refugio de los altos muros. Entre
ellos una familia de herreros. No vivían
para nada mal, tenían trabajo diario
suficiente e incluso a veces algún encargo
más importante de dentro de los muros.
Erich, el hijo mayor, trabajaba a diario
mano a mano con su padre, disfrutando del
oficio y con gran habilidad. Eran muy
parecidos los dos, manos curtidas por el
trabajo manual, de gran envergadura y
espalda ancha por años y años de trabajar
el metal, y una barba oscura y larga que de
no ser por su altura les daría un aspecto de
enano. Pero el padre estaba algo enfermo, y por su edad era incapaz de efectuar tareas
pesadas, por lo que Erich pasó a tomar posesión del negocio familiar.

Un buen día una joven tocó la puerta de la herrería. Era una mujer alta y delgada, de piel
pálida y pecas causadas por el sol de años de trabajo en el campo. Cabello liso y castaño
recogido en una trenza, por la cual asomaba un mechón de pelo blanco. Lucyl era la hija de
uno de los campesinos que vivían en las casas de la zona, la segunda hija de una familia de
numerosos hermanos. Erich y ella jamás habían hablado como tal, pero la gente de la zona
se conocía por lo menos de vista. De no ser por las miradas y risas nerviosas cualquiera
hubiera dicho que no fue más que un encargo cualquiera, pues Lucyl solo necesitaba unas
nuevas herraduras para la mula de la familia. Pero tras esa visita a la herrería llegó otra y
otra, cualquier herramienta que su padre necesitaba reparar ella se ofrecía voluntaria a
llevarla a arreglar a la herrería del jovén Erich.

Por fin tras semanas de excusas cada vez más evidentes decidieron verse fuera de la
herrería… y en resumidas cuentas, al cabo de unas semanas ya estaban prometidos. Su
vida como marido y mujer era humilde pero tranquila. Mientras Erich atendía el negocio
Lucyl se quedaba llevando la casa. Bueno, solo a veces. No era extraño que dejase la casa
patas arriba para pasarse el día pintando, para lo cual tenía un talento increíble. Y así la
casa se fue llenando de lienzos con hermosos paisajes y escenas de la gente del pueblo.
Ambos dedicaban su tiempo a sus pasiones así como tiempo entre ellos; tenían la vida de la
que siempre habían soñado… O casi. Pasaron unos meses y por fin Lucyl quedó
embarazada.
Sin embargo, no todo salió tal y como sus idílicas expectativas. Lucyl cayó enferma en las
últimas semanas del embarazo, y Erich temió perder no solo a su querida mujer, sino a su
futuro hijo también.
Aquella noche fue muy dura. La madre de Lucyl así como su hermana menor estaban
también en la habitación, tratando de bajar la fiebre a la joven. Erich no pudo pegar ojo
durante toda la noche, temeroso de lo que pudiera ocurrir… Ambos lloraron al oír los llantos
del pequeño. Pero la batalla aún no había terminado, pues la vida de la madre aún pendía
de un hilo.

Los días fueron pasando, Lucyl aún en cama, y el pequeño Toby cada día más sano y
rebosante de energía. Se parecía mucho a su madre, más que a su padre. Piel pálida y
nariz respingona adornada con pecas que se enrojecen con las abundantes carcajadas del
pequeño. Los meses pasaron también, y según el bebé iba creciendo, junto con el
característico mechón blanco que también adornaba el pelo de su madre; está sin
embargo, seguía sin mejorar. Erich creó para ella una pequeña silla con ruedas a los
costados que le permitían moverse por la casa pese a no poder levantarse.

Los primeros dos años del niño pasaron, con su


madre en la silla pero con el niño siempre cerca.
Era un pequeño curioso, siempre queriendo
aprender, sobre todo sobre pintura. Lucyl no
podía moverse, pero si podía dibujar, y le
encantaba compartir su pasión con Toby.
Mientras Erich trabajaba en la herrería, Lucyl
recordaba los lugares a los que ya no podría
llegar. Dibujaba las vistas de la colina, a la que
ya no podría volver a subir. Se dibujaba a sí
misma corriendo por la orilla con Toby. O a la
familia entera montando a caballo. Mientras el
pequeño… dibujaba? Bueno, trataba de
hacerlo.

Una tarde de otoño de ese mismo año, madre e hijo se encontraban a las puertas de la
casa. Era una tarde como cualquier otra, la brisa soplaba a través de los árboles del bosque
cercano y en las calles solo se oían murmullos a la distancia. Toby estaba haciendo
garabatos en la tierra con un palo mientras su madre dibujaba una pareja de gorriones que
les hacían compañía.

De repente, rompiendo la calma de la escena se oyeron ruidos extraños hacia dentro del
bosque, y las ramas del mismo crujieron. Lucyl miró en esa dirección, cautelosamente, pero
su curiosidad rápidamente cesó y reanudó sus labores artísticas. Toby sin embargo no iba a
dejarlo ser tan fácilmente. Tras unos segundos mirando en dirección a la penumbra del
bosque, se levantó y empezó a andar en esa dirección.
-Toby cariño, no te preocupes por eso, seguro que ha sido algún animal salvaje. Es mejor
no acercarnos mucho por si acaso.- Dijo Lucyl sin despegar los ojos del lienzo.
Pero Toby no paró en el sitio, sino que avanzó más rápido, guiado por su curiosidad. Su
madre levantó entonces la cabeza, viendo como el niño estaba ya cerca de la entrada al
bosque.
-Toby! Ven, porfa. Vuelve.- Dijo mientras dejaba la paleta en el caballete e intentaba
avanzar torpemente con la silla.- Hijo, el bosque puede ser peligroso. Además mamá no
puede seguirte el ritmo. Toby! -Intentó llamar su atención mientras iba perdiendo contacto
visual con el niño. Aceleró todo lo que pudo con la silla, pero según más se acercaba al
bosque más inestable se volvía el terreno. Hasta que enganchada en una piedra, la silla y
Lucyl cayeron al suelo.- ¡Agh! Toby! ¡Vuelve aquí cielo! Tobyyy!

Pero Toby ya no podía oírle ni aunque quisiera. Estaba ya rodeado de árboles, aun
crujiendo por el viento. Lo que sí podía oír era un ruido extraño más adelante. Siguió
avanzando en esa dirección, pudiendo identificar un lloriqueo en la distancia, hasta que se
topó con una pared de tierra y rocas. Unos pasos más adelante se hallaba una pequeña
bola de pelo blanco de la que provenía el sonido. Inconsciente del posible peligro Toby se
acercó a la pequeña criatura, cuyos agudos lamentos se oían ahora perfectamente.

Era una pequeña cría de lobo, Toby no podía


saberlo, pero la criatura no parecía tener más
de unos días de vida, tal vez poco más de una
semana. Su pelaje ya no tan blanco,
manchado por el barro y la sangre, cuyo rastro
veía por encima del acantilado. El niño acercó
la mano a la criatura, la cual por sus heridas y
cansancio no podía hacer más que responder
con sollozos entrecortados. El pequeño lobo
estaba temblando, tanto de frío como de
miedo. Toby se sentó a su lado, apoyándose
en la pared, sin miedo de la herida criatura. Lo
tomó con cuidado y puso en su regazo,
abrazandole y acariciandole gentilmente,
hasta que los llantos del cachorro
disminuyeron . Sin darse cuenta ambos se
quedaron dormidos.

Horas más tarde, cuando ya empezaba a anochecer, y los padres empezaban a perder las
esperanzas de que su hijo volviera sano y salvo si caía la noche, una pequeña sombra
emergió del bosque. Su madre, que aún seguía esperándolo en la entrada de la casa, pegó
un grito lleno de alivió y alegría, mientras se acercaba hacia el niño todo lo rápido que le
permitía la silla.
-Toby! Eres tu! ¡Estás bien! Que alegría… No sabes qué susto nos has pegado a tu padre y
a mi! Ay!! Menos mal que no te ha pasado nada…
-Shhh… Está dormido.- Dijo a su madre cuando esta empezaba a escucharlo, abriendo los
brazos para mostrar el hocico del pequeño lobo.
-Pero cariño… ¿Dónde lo has encontrado? Es solo un bebé, deberíamos dejarlo en el
bosque para que vuelva con su familia…
Toby negó con la cabeza.- Está malito… y su mamá no estaba.
-Pero…
Erich salió de la casa corriendo a abrazar a su hijo, suponiendo que este había vuelto tras
oír las voces de su mujer.
-Toby! ¡Diablos! ¿Dónde andabas? Estábamos muy preocupados…
-Mira papá, está malito…- Dijo enseñando al pequeño lobo que aún traía en brazos.
-Eso…?- Miro a su mujer esperando una respuesta. Pero esta se encoguió de hombros. -Lo
siento campeón pero no podemos quedarnoslo… Es peligroso, lo mejor es que lo volvamos
a dejar en el bosque, que la naturaleza siga su curso… -Dijo, mientras acercaba sus manos
hacia la criatura.
-No! Es mi amigo!
-Pero cariño…-Intentó seguir Lucyl.
-Dejalo, ya hablaremos mañana, se está haciendo tarde y seguro que el muchachito tendrá
hambre- Despeinó a Toby. -Vamos dentro.

Los días fueron pasando, y bueno, con la excusa de esperar a que el lobo se recuperase
para dejarlo marchar. Le pusieron el nombre de Bash, y poco a poco se fue integrando
como parte de la familia. Toby y él se volvieron cada vez más cercanos, dormian juntos,
comian juntos, jugaban juntos… Hasta que se recuperó del todo al de unos meses. Llegó el
momento de volverlo a llevar al bosque, pero ni el niño ni el lobo estaban por la labor de
separarse el uno del otro. Los padres se hubieran opuesto, pero meses de convivencia, y
ver a Toby tan feliz les había hecho ver a Bash como el cuarto integrante de la familia. Más
aún cuando sabían que no iban a poder tener más hijos, y Toby y él se estaban volviendo
como hermanos.

Los años fueron pasando y todo


mantenía una normalidad. Bash creció
muy rápido, al año ya se había
convertido en un hermoso y gran lobo
albino que acompañaba al aún
pequeño Toby allá donde fuese. Se
pasaban las mañanas ayudando a su
padre en la herreria, quién poco a
poco iba enseñando a su hijo los gajes
del oficio, para que algún día este
siguiera el negocio. Ayudaban también
a su madre con las tareas, sobretodo
con las que constaban de llevar y traer
cosas a gente del barrio. Los vecinos
ya se habian acostumbrado a verlos a
los dos corriendo por las calles
cargando botellas de leche o llevando
las herramientas arregladas a algún
campesino. Eran muy apreciados por los lugareños, Toby era un niño muy amable y no
dudaban en parar a ayudar a quien podían echar una mano. Por supuesto tambien
dedicaban gran parte de su tiempo dibujando. El momento favorito del dia para ellos era
cuando estaban los cuatro en el salón. Lucyl y él dibujaban mientras su padre y Bash
disfrutaban del calor de la chimenea encendida.
EL DÍA

Hacía buen tiempo ese día, algunas nuves en el cielo


pero nada que impidiese a los dos hermanos pasarlo
bien mientran atendian unos recados.
-¡Ultimo que llegue es un trol maloliente!- Gritó Toby
mientras corría colina abajo hacia el lago. Bash tardó
un momento en darse cuenta que era una carrera,
pero rapidamente alcanzó al niño y le pegó un
pequeño empujón con el cuerpo.
- ¡Eh! ¡Eso es trampa! - Respondió
el niño, aprovechando que el lobo
se había acercado para agarrarse de su pelaje. Bash soltó un aullido
dramático y se tiró al suelo, llevandose al niño con él mientras rodaban
por la colina hasta perder la inercia.
-Ha estado cerca, pero creo que he ganado yo.- Dictaminó Toby aún
riendose. A lo que Bash respondió con un resoplido resignado y ignoró
su injusta derrota abalanzandose sobre el niño con un ataque a base de
lenguetazos.- Jajajajjaja vale vale, tu ganas, tu ganas.- El lobo se retiró
victorioso, dejando que Toby se reincorporase.

Llegaron al lago donde les habia mandado su madre a lavar la ropa. Tras algo de trabajo y
habiendose mojado algo más de lo que requería la tarea, recogieron las cosas y se dirijieron
colina arriba hacía su casa. El ambiente estaba tenso, la gente se movía con prisas por las
calles. Se oian murmullos y caras preocupadas. Tob y intentó preguntar a algún vecino a
ver que pasaba, pero no recibió más que alguna variante de “ahora no chico” mientras se
alejaban rapidamente. Los dos hermanos se apresuraron, preocupados por que estaba
causando tal reacción en la ciudad. Hasta que por fin llegaron a la casa.
-¡Chicos! ¡Por fin habeis vuelto! ¡Rápido, entrad!.- Dijo Lucyl cerrando la puerta tras ellos.
-¿Que ocurre? ¿Que le pasa a todo el mundo?
-Están atacando la cuidad- Respondió Erich acariciando a Bash.- Pero no te preocupes,
solo están interesados en el interior de la muralla, deberíamos estar seguros aqui afuera.
-Aún asi, será mejor que no salgamos a la calle por ahora.- Añadió Lucyl.
Toby se sentó en una silla, con Bash a su lado, que apoyó su cabeza en el regazo tratando
de tranquilizar al niño. -Vale…

Un ruido y gritos lejanos rompieron el sospechoso silencio que se había mantenido durante
las últimas horas.
-¿Que ha sido eso? ¿No habiais dicho que no iban a venir aquí?- Preguntó Toby asustado
agarrando el pelaje de Bash con fuerza, el cual bajó las orejas empatizando con el miedo
del chico.
-Shhhh tranquilos, todo va a ir bien- Dijo su padre, cuya voz fue acompañada de mas gritos
y explosiones en la distancia. Lucyl y Erich se miraron preocupados. La madre se acercó a
Toby, le besó la frente y le puso la mano en la cabeza, guiándole.
-Toby, Bash meteros en el compartimento del almacén porfa.
-Pero-
-Shhhh, no te preocupes, haced lo que os digo.- Insistió, mientras los hermanos se dirigian
no muy convencidos a donde sus padres les habían dicho.
-¿Que hay de vosotros? Teneis que esconderos también…
-No te preocupes. Yo no entraría y mamá no puede acceder el compartimento sin poder
andar, nos esconderemos en la habitación, tu tranquilo.- Aseguró su padre mientras le daba
un beso en la cabeza y le ayudaba a entrar por la trampilla del suelo.
-Os queremos mucho, no salgais pase lo que pase- Dijeron mientras cerraban el agujero,
sin dejar tiempo para objetar, dejando a los dos en la oscuridad, interrumpida solo por
pequeños haces de luz que entraban por los huecos de las tablas de madera.

Los minutos pasaban despacio, con espacio solo para estar sentados Toby abrazaba a
Bash con todas sus fuerzas. Los gritos y el estruendo se oía cada vez más fuerte, y con
cada explosión el estómago de Toby se encogía, haciendole cerrar los ojos del miedo.

De repente los ruidos dejaron de venir de lejos. Un gran estruendo acompañado de voces y
gritos que Toby no era capaz de reconocer. Los pasos se iban acercando, hasta estar casi
sobre la trampilla de madera. El niño se puso la mano en la boca, por miedo a que se le
oyera respirar. El lobo se mantuvo alerta mirando a la trampilla y preparado para atacar si
algo salía mal. Los pasos pararon en la trampilla, al oir un crujido que no se daría al pisar
suelo solido. Toby podía oir los latidos de su corazon en las orejas, y el polvo que caia del
techo. La figura se agacho para inspeccionar el suelo, pero cuando estiraba el brazo para
agarrar la argolla un fuerte ruido se oyó en la casa, interrumpiendo sus sospechas.
Más ruidos y gritos siguieron a ese. La mente de Toby quedó completamente en blanco al
oír la voz de sus padres. A su madre sollozando mientras su padre suplicaba que parasen.
Los lamentos de su madre a la que trataban de obligar a levantarse solo para volverse a
caer, acallada por las risas de los hombres que habían entrado en la casa. Todo sonaba
como ruido en la cabeza del pequeño, donde solo oía claramente las voces de sus padres
diciendo “No salgais pase lo que pase”, “No salgais pase lo que pase”, “pase lo que pase”,
“pase lo que pase”, se repetía una y otra y otra vez. Los ojos del pequeño se llenaron de
lagrimas mientras abrazaba a su hermano, el cual apoyaba el peso de su cabeza en el niño,
evitando así que este pudiera intentar levantarse.

Los gritos

cesaron y se fueron alejando y el silencio volvió a la casa, pero en la cabeza de Toby


seguía retumbando la misma frase: “No salgais pase lo que pase”. En el silencio y
oscuridad del almacén Bash percibió humo colándose por las rendijas del suelo. Trató de
llamar la atención del pequeño, pero este no respondia, con los ojos lloros fijados en el
suelo. Se incorporó entonces el lobo, abriendo la trampilla con la cabeza, haciendo que el
humo que innundaba la cocina entrase libremente por la trampilla. Salió de un salto y agarró
al niño del cuello de la camisa, este aún no respondía. Tenía los ojos en blanco, dejándose
llevar como si fuera un maniquí, mientras en su cabeza se repetía el mismo mantra… “Pase
lo que pase”.

El animal mordió la manga de la camisa y trató de tirar del niño en dirección a la puerta, la
cual no se veía entre tanto humo. Este dió torpes pasos, hasta que su pie chocó con algo
que lo hizo recobrar los sentidos. Al bajar la vista notó un escalofrio que le subio desde los
pies al ver el brazo de su madre tendida en el suelo. Tuvo que reprimir la arcada al ver sus
ojos sin vida, su cara ensangrentada y malformada por cortes y moratones. Un pitído
innundaba su cabeza mientras se repetiá “Pase lo que pase, pase lo que pase”. Su visión
se desenfocó mientras se tambaleaba e intentaba no perder el conocimiento. Hasta que sus
ojos se posaron en la figura de su padre unos pies mas adelante, ensartado en el pecho
con una lanza, sus ojos abiertos aún en dirección a su mujer. El niño se quedó petrificado.
Incapaz de moverse ni de apartar la mirada mientras el humo de la casa entraba en sus
pulmones y le hacía toser. Bash ladraba, intentando llamar la atención del pequeño que no
respondia. El fuego se seguía extendiendo por la casa, y el lobo empezaba a perder el
conocimiento por el humo. Agarró de nuevo la manga de Toby y salió corriendo por la
puerta, practicamente arrastrando al pequeño.

Se alejaron de las llamas de la casa, desde donde se podía apreciar todo barrio destruido;
casas ardiendo, cadáveres en la calle… Bash lo guió hasta un sitio cubierto de la lluvia que
empezaba a apagar algunas de las fachadas y lejos del ruido que aún se oía en la distancia.
Ahi se tumbó, arropando al pequeño Toby con su cuerpo, protegiéndole del frio de la noche,
hasta que se quedó dormido.
PRESENTE

-Razón de viaje:
·Dibujar lugares lejanos. Igual que su madre dibujaba las cosas que no podía
hacer o a los sitios a los que ya no podía ir por no poder andar, Toby les quiere
enseñar todos los lugares a los que ya no podrán ir porque estan muertos.
·Curiosidad e interés general. Es una persona curiosa que quiere ver mundo y
aprender cosas nuevas.
·No deja de ser un niño, si le dices “Quieres vivir una aventura?” te va a decir
que si. Más aún cuando no hay nada que lo ate a la ciudad

-Habilidades:
·Muy buen dibujante.
·Buen artesano/herrero o algo asi? Lo que haya podido aprender de su padre.
·Agil; chiquitito y esta acostumbrado a trepar arboles y cosas así por diversión.

-Ptsd
·En el día a día no le afecta si no se le triggerea (ex. si le hablan del tema, ve
algo que le recuerda a ello).
·Puede hablar de sus padres sin problema siempre y cuando no le recuerden a
ese dia (ex. puede dibujar y decirte que lo aprendió de su madre, pero igual si ve
a alguien empalado si que podría triggerearse).
·Tiene pesadillas muy tochas (se me ocurre que podría hacerse aquí una tirada
de dados en los descansos y si sale por ejemplo <10 tiene pesadilla y no
descansa bien o algo asi?? Como idea de una mecanica chula?)
·No le ha causado problemas de attachment, sigue siendo un niño positivo y
amistoso.
·Su reacción al miedo/recordar lo ocurrido es bloqueo mental, se queda
paralizado.
·Si pudiera vengarse/odio a los que lo han hecho? No conscientemente. Podría
matarlos, pero disociaría.

-Relación con Bash


·Literalmente hermanos. Juegan, se pican, se pelean… Pero Bash actua un
poco más como hermano mayor (más protector y menos impulsivo, no deja de
ser un lobo adulto frente a un niño)
-Darían la vida el uno por el otro en un abrir y cerrar de ojos.

PADRE
Tiene algo por lo que ha rezado. Puede tener algo que ver con Mirkul. Rezó para que le
trajeran a toby? Es toby realmente humano o hijo de la muerte o algo asi?

FERNON

También podría gustarte