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ESTILO DE VIDA

Perturbadores endocrinos:
¡atención, peligro!
Maeva Destombes | May 30, 2017

© Shutterstock

En Francia no se habla de otra cosa. Invadieron disimuladamente


nuestra vida, ocultos en las sombras. Pero ¿qué sabemos
realmente de estos compuestos químicos capaces de influir sobre
nuestro sistema hormonal?

Pocos candidatos a la campaña presidencial francesa abordaron


seriamente este tema y manifestaron su intención de prohibir “los
perturbadores endocrinos, las nanopartículas y los pesticidas peligrosos”
en la alimentación.

Pero, ¿qué son exactamente estos perturbadores (o disruptores o


alteradores) endocrinos? ¿Qué efectos tienen sobre nuestra salud y
nuestro metabolismo? De ser posible, ¿cómo los evitamos? ¿Somos
conscientes del peligro que representan diariamente, sobre
todo para las embarazadas y los niños pequeños? ¿Los productos
ecológicos tienen menos compuestos susceptibles de perturbar nuestro
sistema hormonal? Os aclaramos las dudas:

¿Qué es un perturbador endocrino?


Según la Organización Mundial de la Salud, un perturbador endocrino es
“una sustancia o una mezcla exógena que altera la/s función/es del
sistema endocrino de un individuo y, como consecuencia, provoca un
efecto nocivo sobre la salud del individuo, de su descendencia o de
subpoblaciones”.

Algunas moléculas químicas presentes en nuestro entorno,


nuestra alimentación, nuestros cosméticos, bloquean por
motivos a veces desconocidos la acción de hormonas sobre sus
receptores o inducen respuestas hormonales inapropiadas.

Entre los perturbadores más conocidos está el Dietilestilbestrol, un


estrógeno sintético que ha causado estragos, ya que los descendientes
(segunda y tercera generación) de personas a quienes se había prescrito
este medicamento habían resultado también afectados. Sin embargo,
durante varias décadas, hasta 1977 en Francia (fecha de su prohibición),
ha sido prescrito para evitar embarazos espontáneos.

Lejos de aprender de los errores, otros medicamentos han reemplazado


(en el pódium de los perturbadores endocrinos) al Dietilestilbestrol, como
es el Depakine (principio activo ácido valproico), un antiepiléptico que
se prescribió en Francia desde 1967 pero cuyo prospecto no empezó a
hacer mención a los peligros para las mujeres embarazadas hasta 2006.

Algunos ejemplos de perturbadores endocrinos


Hay otros perturbadores endocrinos que son bien conocidos: bisfenol (A y
S), triclosán, parabenos, algunos filtros para las radiaciones ultravioleta
(benzofenona-1, benzofenona-3, etilhexil metoxicinamato), BHA, BHT,
ftalatos, siloxanos, alquilfenoles, siliconas, aceites minerales derivados de
la petroquímica, sulfatos, sales de aluminio, formaldehído, tolueno,
PFOA…

Aunque son auténticas bombas de relojería, los perturbadores endocrinos


empezaron a llamar la atención desde 1950. Aunque son nocivos en dosis
elevadas, los estudios muestran también que algunos perturbadores son
perjudiciales también en dosis bajas. Su influencia actúa como un
auténtico cóctel de efectos negativos…

Hay tres periodos vitales que hacen a los individuos especialmente


sensibles: la concepción, la vida intrauterina y la pubertad. Por
tanto, es primordial estar muy atentos durante estos periodos críticos.

Otro producto muy empleado acusado de ser un perturbador endocrino:


la píldora anticonceptiva. Estas hormonas sintéticas perturban el
sistema hormonal (es su razón de ser) bloqueando la ovulación para evitar
un embarazo. Es uno de sus componentes, el etinilestradiol, el que,
asociado a otros componentes inactivos individualmente, resultaría
tóxico. La cuestión levanta polémicas y divisiones.

¿Qué consecuencias tienen para nuestra salud?


Los perturbadores afectan a la función hormonal de los órganos:
tiroides, ovarios, testículos, hipófisis… Pueden modificar la producción
hormonal, minar o impedir la acción de las hormonas.
Las consecuencias conocidas son catastróficas: malformaciones
congénitas, cáncer, autismo, disfunciones intelectuales, pubertad precoz,
disminución de la fertilidad, menor número de nacidos varones, diabetes,
obesidad, trastornos de comportamiento… Son solo algunos ejemplos de
los daños de los perturbadores endocrinos.

El BPA (bisfenol A) es un perturbador que ha estado omnipresente en


los diferentes objetos de nuestro entorno, sobre todo en recipientes
alimentarios, biberones, vajillas de plástico, aunque también en los
recibos de la compra. En Francia, está prohibido su uso en los biberones
desde 2010 y en los recipientes de alimentos desde el 1 de enero de 2015.
No obstante, está autorizado en otros países de la Unión Europea.

Según la Agencia de Seguridad Sanitaria francesa (ANSES), esta sustancia


aumentaría los riesgos de cáncer de pecho no a las mujeres expuestas
durante su embarazo, sino a sus hijas. Provocaría también una pubertad
más precoz. En el caso de los varones, los perturbadores endocrinos
causarían cáncer de próstata, un descenso de la
fertilidad y malformaciones urogenitales.

¿Cómo evitar los perturbadores endocrinos?


Existen numerosas fuentes de exposición a perturbadores endocrinos:
aire, agua, alimentos, embalajes, latas de conservas, cosméticos,
productos del hogar… De modo que pueden entrar en el organismo de
múltiples formas. En la vida diaria, existen mil y una formas de limitar los
perturbadores endocrinos. Algunas precauciones son gestos sencillos,
unos reflejos que adoptar para tener una mejor calidad de vida.

Abrid las ventanas de vuestro apartamento, sobre todo en las


habitaciones, incluso en invierno. Aunque es cierto que hay polución en el
aire exterior, habrá menos que en el aire interior. Un estudio de 2015
realizado en Amiens revela que habría 70 perturbadores endocrinos en el
aire exterior.

Los objetos que decoran nuestras casas emiten moléculas tóxicas a la


atmósfera. Los materiales plásticos flexibles (la cortina de la ducha,
por ejemplo) contienen ftalatos. Los plásticos duros (ordenador,
televisión) y los textiles (cortinas, sofá, peluches…) contienen PDBE o
compuestos polibromados denominados “retardantes de llama
bromados”. Todos estos objetos emiten moléculas químicas
principalmente durante los 3 primeros meses de su fabricación. En la
medida de lo posible, evitad comprar objetos nuevos si hay un embarazo
de por medio. Para la decoración de vuestra casa, pensad en lo “natural”.
Una moqueta de fibras naturales será menos contaminante que una de
fibras sintéticas.

Los productos de limpieza de cualquier tipo también son muy nocivos.


Decid adiós a los detergentes domésticos convencionales (¡y a la lejía!)
que os dan la impresión de tener un hogar limpio y sano; mejor optad por
productos realmente saludables, cuya composición sea más natural.
Vinagre blanco, jabón negro, limón o bicarbonato de sodio son viejas
recetas de abuela que han demostrado su utilidad y su seguridad. Utilizad
productos del hogar con las etiquetas Ecocert o Nature & Progrès,
cuyos criterios son más estrictos que la etiqueta ecológica
europea Ecolabel. Utilizad fregonas y textiles de microfibras que
humedezcáis para atrapar el polvo y evitar así que las moléculas nocivas
se extiendan por la atmósfera.

En la cocina, dad preferencia a los recipientes de cristal mejor que de


plástico. Evitad las latas de conserva, cuyo revestimiento interior se
hace en base a una resina epoxi. En cuanto a los alimentos, buscad en la
medida de lo posible alimentos biológicos de calidad, sobre todo para
los que no se pelan o se comen crudos. Lavad bien las frutas y las
legumbres.

Consumid más productos de circuitos cortos de


comercialización (baja o nula intermediación; cercanía geográfica;
confianza y fortalecimiento de capital social) para evitar los agentes
conservantes que se aplican a los alimentos que necesitan un transporte
y una conservación más larga. Para reducir al máximo vuestra exposición
a perturbadores endocrinos, volved a lo natural…

Para saber más sobre los perturbadores endocrinos

Perturbateurs Endocriniens, une bombe à retardement pour


nos enfants, de Isabelle Doumenc, naturópata. Ed. Larousse, 192 págs.,
15,95€.

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