Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
MÁS CERCA
PRÓLOGO
LIBRO PRIMERO
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
LIBRO SEGUNDO
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
LIBRO TERCERO
Capítulo 29
Capítulo 30
EPÍLOGO
notes
MÁS CERCA
Lamentaciones 3:59
Capítulo 1
—¿Qué sucede?
Lil salió del salón y entró en el vestíbulo, alertada por
los griteríos de su madre. Sabía, sin necesidad de
preguntar, que pasara lo que pasara la causa era su
segundo hijo. Resultaba extraño, pero sabía de antemano
que eso tendría que ocurrir tarde o temprano: que un día
alguien llamaría a su puerta con odio en el corazón y
escupiendo profanidades.
Le resultaba incluso reconfortante poder demostrar de
una ve/, por todas y en boca de un inocente transeúnte que
sus sentimientos por su hijo estaban fundados, que no
carecían de razón de ser.
Lil sabía que Lance era un camorrista y sabía que se
debía a que siempre había permitido que su madre le
solucionara los problemas y actuaba en connivencia para
que se librara de ellos. Eludir el problema sólo había
servido para que esta mujer viniese a su casa, por eso
supo que debía de ser bastante serio para que ella se
presentase en persona. La mayoría de las mujeres no
habrían tenido el coraje necesario para hacerlo.
Aquel día, sin embargo, ella estaba preocupada por la
fiesta de Pat Junior y tenía la barriga más pesada que
nunca. Cuando vio que su madre defendía a su nieto con
todas sus fuerzas, ya no pudo soportarlo más.
—¿Qué sucede? —preguntó Lil con voz firme y con
una vehemencia poco usual.
Janie Callahan, la mujer que estaba en la puerta,
recordó con quién estaba tratando. Estaba tratando con Lil
Brodie, la mujer del hombre al que todos reverenciaban y
temían en igual medida. Lil era una mujer que se había
ganado su sitio y a Janie le caía muy bien, pero hoy sabía
que tenía que ponerse firme. Supo que era necesario que
hablase con ella, no con su madre. Annie Diamond era una
hipócrita que sólo era respetada porque todos temían al
hombre con el que estaba casada su hija. Y bien que sabía
explotarlo. Era una mujer desagradable y odiosa que
siempre estaba utilizando el nombre de su hija para sus
propios fines. Sin embargo, estaba decidida a ponerle fin
porque Janie no estaba dispuesta a soportar más.
A las demás personas les aterrorizaba quejarse de
los hijos de Brodie y, en parte, se debía a que Annie
siempre los protegía, hicieran lo que hicieran. El peor de
todos, sin duda, era Lance. Lance caminaba en la cuerda
floja y era consciente del poder que tenía su apellido.
Lance era un chulo y a los chulos hay que meterlos en
rienda más tarde o más temprano.
Janie Callahan era como cualquier madre que valga
su peso en oro: una mujer dispuesta a enfrentarse a
cualquiera con tal de proteger a sus hijos. Si aquello
significaba tener que enfrentarse a Annie, no sería ella la
que dudase en hacerlo. Y si para eso tenía que enfrentarse
a Lil, pues a ella también. Sin embargo, sabía que Lil era
una persona razonable, una mujer con sentido común; al
menos eso esperaba.
Janie estaba suficientemente enfadada como para
enfrentarse a todos ellos, Patrick Brodie incluido. Sus hijos
necesitaban saber que ella les protegía, necesitaban
sentirse seguros y ella estaba decidida a que así fuese,
costase lo que costase.
—Lil, vete dentro, no creo que estés en condiciones
de tratar un asunto como éste —le dijo la madre.
Lil vio el gesto de confusión que su madre llevaba en
su arrugada cara y la apartó de su camino, con poca
delicadeza por cierto. Ese gesto fue suficiente para
hacerla callar.
A Lil siempre le había gustado Janie y quería saber
por qué venía a su casa armando ese escándalo. Debía de
ser serio porque Patrick Brodie era un hombre muy temido
y sabía que no le habría costado mucho trabajo tomar la
decisión de presentarse en su casa. Lil suspiró
profundamente, preguntándose qué habría hecho su hijo
para que mereciese esa reacción.
—Apártate, madre. Entra Janie y dime qué pasa.
Lil tenía la voz sosegada y se echó a un lado para que
pudiera entrar Janie. Necesitaba resolver el problema,
pero antes necesitaba saber por qué la mujer estaba tan
contrariada. Deseaba saber que había hecho el cabrón de
Lance.
Lil también sabía que debía mostrarse firme frente a
los vecinos, pues de eso también dependía cómo vivían y
cómo sobrevivían. Salió fuera de la casa y miró a las
mujeres que había en la calle. Todas estaban en los
portales, esperando para ver cómo se resolvía ese
pequeño drama, simulando no tener ningún interés en ello.
Lil las miró fijamente, una tras otra, con los ojos inyectados
de sangre y las mandíbulas apretadas por la furia. Sabía
jugar a su juego y lo jugó con un desprecio que resultaba
insultante y amenazador.
—¿Qué cono miráis? —les gritó.
Su voz sonó más dura de lo que había pretendido,
pero tuvo el efecto deseado. Las mujeres se dieron cuenta
de que se habían extralimitado y de que más valía la pena
no cometer ese error de nuevo.
Janie ya había entrado en la casa. Sin embargo, al oír
la voz enfadada de Lil, su valentía de antes desapareció en
cuestión de segundos.
Lil se dio cuenta del miedo y aversión que emanaba
de Janie. Observó cómo sus ojos se abrían de par en par y
cómo se mordía el labio inferior. Imaginaba que había
tenido que armarse de valor para venir a llamar a su
puerta. Sabía que debía de ser algo serio, no la típica
pelea entre chiquillos, ni una de esas travesuras tan
frecuentes en las calles. Janie había venido por algún
motivo y el silencio de su madre le bastaba para saber que
el culpable era Lance.
Lil estaba asustada de saber qué había hecho Lance,
aunque era inevitable que le pusieran en conocimiento de
su última trastada.
—Haz un té, madre —ordenó Lil.
Le sonrió a Janie, se armó de valor y luego dijo con
tranquilidad y una voz amistosa que ya no sentía:
—Pasa al salón, Janie. Resolveremos esto, ¿verdad
que sí?
Janie asintió aliviada, pero vio la forma en que la
miraba Annie y se dio cuenta de que se había creado una
enemiga de por vida.
Cain estaba loco de atar y su sonrisa resultaba tan
falsa como su fastidio. Leonard Baker no tenía ni un solo
momento de felicidad, pero tener que decirle a ese joven
que su hermano estaba buscándole por todo el Smoke le
deprimió aún más de lo normal. Cain debía de ser un
auténtico capullo; él hubiera dado sus colmillos con tal de
tener a alguien como Spider de su lado. Sin embargo,
Cain estaba tan borracho que se limitó a encogerse de
hombros.
Leonard salió de la habitación. Había cumplido con su
obligación del día y ahora deseaba alejarse de este
hombre lo antes posible.
Al oír las malas noticias, los hermanos Williams
empezaron a desperdigarse. Repentinamente, todos
tenían algo que hacer y desaparecieron, dejando a Cain
solo, a sabiendas de que no estaba en condiciones ni de ir
al cuarto de baño por sus propios pies. No se podía
esperar otra cosa de ellos, pues disfrutaban hundiendo a
ese chaval con ellos. Además, Cain no dejaba de
adentrarse por un camino de oscuridad y censura, como si
ése fuese su único objetivo en la vida.
Leonard Baker estaba recogiendo los vasos que
estaban en la terraza del Speiler cuando vio a Patrick
Brodie entrar por la puerta. Habia algunos clientes asiduos
en el bar y Leonard observó cómo lodo el mundo se fijaba
en Patrick sin atreverse a mirarle directamente. Saludó
cortésmente, a nadie en particular, pero todos le
devolvieron el saludo efusivamente. A Leonard se le vino el
ánimo a los suelos y deseó que su jefe no fuese tan
estúpido como para ser la persona que dominara a todo
ese montón de mierda. Se quedaría la mar de contento
cuando a Cain le dieran su merecido.
Patrick le saludó amistosamente. Nadie podía percibir
en su cara la furia y rabia que le había hecho venir hasta
allí. Abrió las manos como si estuviera en actitud
suplicante y Leonard Baker le hizo un gesto casi
imperceptible, indicándole la habitación trasera. Sabía que
Brodie dispondría de toda la información necesaria incluso
antes de haber cruzado el umbral de la puerta. Era un
juego que llevaba jugando ya muchos años, lo único que
cambiaba era los personajes del culebrón. En esta
ocasión, sin embargo, Patrick Brodie había considerado
conveniente solucionar el problema en público y Leonard
se dio cuenta de que él se podía ver involucrado por esa
razón. Podía convertirse en el villano de la obra o en el
caballero de blanco corcel y armadura, todo dependía de
cómo saliesen las cosas.
Leonard sólo quería ver su paga en el bolsillo y
mandar a tomar por culo los dramas que se producían con
una regularidad deprimente. Estaba sumamente
consternado al ver a dos tipos enormes entrar en el bar
llevando bates de béisbol cuidadosamente enrollados en
cinta aislante. Una vez que el trabajo sucio se terminaba,
los desenrollaban y le prendían fuego a la cinta aislante
para borrar cualquier pista, pudiendo de esa forma utilizar
el bate para futuras ocasiones.
Dos de los clientes habituales se terminaron la copa y
salieron sin despedirse amistosamente, lo cual fue como
una señal para un éxodo generalizado. Nadie hizo la más
mínima pregunta. Todos sabían lo que iba a ocurrir y nadie
quería verse envuelto en una situación como ésa.
Patrick sonrió y Leonard le sirvió un whisky largo
antes de cerrar la puerta y marcharse del lugar. Esperaría
sentado fuera a que ellos saliesen del local y entonces
volvería a entrar. Brodie era el propietario del bar, aunque
no lo dirigiera, y sabía que Cain estaba a punto de
aprender lo que verdaderamente significaba eso.
Leonard se sentó fuera, en su pequeño Hillman Imp y
se lió un cigarrillo. Las manos le temblaban y eso le
molestaba. Arrancó el coche y colocó una cinta en el
casete. La voz de Elvis Presley le sumergió en otro mundo
y deseó con todas sus ganas saber también lo que
significaba tener una noche tranquila y solitaria.
Fin
notes
Notas a pie de página
1 Donald Campbell: Corredor de coches y de lanchas
que batió ocho récords entre los años cincuenta y sesenta.
[N. del T.]
2Helen Keller. Autora, activista y oradora sorda y
ciega nacida en Estados Unidos. [N. del T]
3Debbie I larry.—Vocalista de la banda Blondie. [N.
del T.]
4Larry Graison.—Comediante inglés de los años
setenta y ochenta. [N. del T.]
5Tizer: Bebida hecha en Inglaterra con cierto sabor a
fruta. [N. del T.]
6Marc Bolan. Seudónimo de Marc Feld. Cantante de
glam rock de los años setenta. [N. del T.]
7 Jackanory: Serie de televisión producida por la BBC
para estimular el gusto por la lectura. [N. del T.]
8ICF: International Coach Federation. [N. del T.]
9Mutt y Jeff: En algunos países de habla hispana se
conoce como Benetín y Eneas. Serie cómica dirigida por
Bud Fisher en Estados Unidos. [N. del T.]
10Upton Park: Estadio de fútbol del West Ham. [N. del
T.]
11Ley de Sus: Más o menos es equivalente a la ley de
vagos y maleantes que se aplicó en España durante los
años cincuenta. [N. del T.]
12 Frank Spencer: Comedia producida por la BBC y
escrita por Raymond Allen. [N. del T.]
13 Los días felices y los Fonz: Serie animada de los
años ochenta. [N. del T.]
14 Mounties: La Policía Montada del Canadá. [N. del
T.)
15 Dionne Warwick: Cantante de soul. [N. del T.)
16 I.ana Turner: Actriz estadounidense y símbolo
sexual de los cincuenta. [N. del T.)