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Domar Al Corazón - El Simbolismo Del Signo Del Compañero (IVS)
Domar Al Corazón - El Simbolismo Del Signo Del Compañero (IVS)
Al iniciarnos se nos quita la venda para poder ver más allá de las tinieblas del mundo profano.
Ahora en el grado de Compañero, debemos abrir los ojos aún más “para ver las cosas como
realmente son en su íntima esencia, bajo la superficie de la apariencia exterior” (A.
Lavagnini). Es decir, no dejar que nuestra visión se ofusque, y por ende nuestro actuar, a
través del velo de las pasiones.
“La actividad del hombre, y el fruto de sus acciones se halla determinado por lo que
él piensa, juzga y ve interiormente. Así, pues, lo que uno hace y como obra en
determinadas circunstancias, lo que elige constantemente (sea consciente o
inconsciente de esta elección), depende de su manera de pensar, de su claridad de
mente, de su juicio y de sus conocimientos […] Por consecuencia, libre albedrío y
libertad individual existen para el hombre en proporción del desarrollo de su
inteligencia y de su Juicio. Para el hombre enteramente dominado o vinculado por
sus pasiones, instintos, vicios y errores, no existen el libre albedrío, como existe para
el hombre iluminado y virtuoso. […] Para quien se esfuerza constantemente en
dominarse y dominar sus pasiones, eligiendo constantemente lo más recto, justo y
elevado, el libre albedrío en el sentido más amplio de la palabra es una realidad”
(A. Lavagnini)
En el Manual del Compañero, Lavagnini nos dice que “El grado iniciático efectivo de cada
uno es el grado de libertad individual conseguido por el yo en relación con sus impulsos
inferiores y las influencias exteriores”. Si queremos seguir avanzando en la senda de la
iluminación y perfeccionamiento, no debemos solamente pasar por la senda de la Masonería,
debemos dejar que la Masonería pase por nosotros.
Domar la bestia de la lengua es cosa fácil, comparado con la enorme tarea de domar al titán
del corazón. Debemos buscar no caer bajo el yugo de un tirano producto de los vicios y las
pasiones, y esforzarnos para que nuestras palabras, o nuestro silencio, sean fruto de la virtud.
¡Es cuánto!
Fuentes:
“Libro del Compañero”, Oswald Wirth
“Manual del Compañero”, Aldo Lavagnini (Magister)
“Los 33 Temas del Aprendiz”, A. Terrones Benites y A. León García