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Universidad Cristiana ProMETA

1 a los Corintios

Estudiante: Miguel Millán

miguelemg077@gmail.com

LA IMPORTANCIA DE LA ESTRUCTURA EPISTOLAR EN LA


INTERPRETACIÓN DE LAS CARTAS DEL NUEVO TESTAMENTO.
El ser humano, al ser portador de la imagen de Dios, puede y necesita
comunicarse para convivir con otros, desarrollarse como individuo y relacionarse
con su Creador. La forma más expedita de comunicarse con otras personas es la
expresión oral, un emisor transmite un mensaje, a través de la palabra hablada a
otro que escucha y asimila. Sin embargo, el acto comunicativo no se limita a la
cercanía física de las partes que dialogan. Pues, para vencer el obstáculo de la
distancia entre las personas se emplea la expresión o comunicación escrita. La
palabra escrita, según Pinyol y Fraser (2010), “nos permite dejar constancia del
mensaje y relacionarnos con otras personas sin que sea necesario coincidir en el
mismo lugar y en el mismo momento”.
Un canal que ha permanecido a lo largo del tiempo con evolución de estilo ha sido
la carta. En esencia la carta es un medio de comunicación escrita, cuyo contenido
y estilo responden a distintas situaciones o necesidades comunicativas entre el
emisor y receptor. Una carta puede albergar propósitos complementarios como
proveer información y educación, realizar solicitudes o demandas, y mantener el
contacto de una relación, de allí que en la actualidad existan diferentes tipos de
cartas: comerciales, de aprobación, de solicitud, de amor, etc.
En el Nuevo Testamento veintiuna de veintisiete escritos son cartas; y aunque los
eruditos reconocen que no todos los escritos (p. ej. Hebreos, Santiago y las cartas
de Juan) se amoldan completamente al formato epistolar, igual las cartas
representan una gran porción dentro del Nuevo Testamento.
Las cartas no eran nada nuevo en la época de la iglesia, por el contrario, según
las fuentes históricas, la comunicación epistolar estaba tan desarrollada que el
imperio romano tenía su propio sistema de envío, cuál empresa de encomienda,
para asuntos de gobierno. Simplemente era un medio de comunicación que los
apóstoles y líderes utilizaron para ministrar a la iglesia, instruyendo, animando,
advirtiendo y corrigiendo. Las cartas estaban envestidas con la autoridad de sus
líderes, por lo que representaba la presencia física del escritor a pesar de estar
ausente.
Todo texto tiene unas características que lo distinguen, y así como hoy se escribe
una carta con ciertos rasgos que la identifican, los apóstoles y líderes usaron los
elementos convencionales con los que se esperaban que se escribiera una carta.
Con varios descubrimientos de cartas antiguas, el erudito Adolf Deissmann a
principios del siglo XX (1927) se sirvió de esas cartas para compararlas con las del
Nuevo Testamento y poder clasificarlas según sus características. Este esfuerzo
representó el inicio por identificar un formato usado por los escritores bíblicos. El
propósito ha sido entender las cartas bíblicas de acuerdo a su época y no según
los criterios contemporáneos.
Raymond Brown (2002) identifica varios elementos del formato de las cartas del
primer siglo:
1) Fórmula Introductoria: Constaba de tres partes básicas en la que se
identificaba al remitente o remitentes, el (los) destinatario (s), y se
expresaba un saludo, con un trasfondo cristiano y veterotestamentario.
También podría incluirse un cuarto elemento que no es común en el
Nuevo Testamento: recuerdos o deseos de buena salud. Brown explica
que en las cartas del Nuevo Testamento “se expande uno u otro
elemento de la fórmula introductoria aduciendo el elevado estatus y los
privilegios de los cristianos”.

2) Acción de gracias: Aquí la comparación de las cartas bíblicas con la


época es muy inverosímil. Esta acción de gracias a Dios nacía de la
virtud que producía la fe de la iglesia. “A veces algunos temas del
cuerpo de la carta se anticipan en la acción de gracias” (Brown). Según
Marcano (2015) la acción de gracias muchas veces tenía el objetivo de
predisponer favorablemente el corazón del remitente al contenido de la
carta.

3) Cuerpo o mensaje de la carta: El cuerpo es el desarrollo de lo que se


desea comunicar al destinario, es la parte más importante de la carta. El
cuerpo conlleva tres partes a forma de introducción, desarrollo y
conclusión, peo sólo la introducción, obertura, y la conclusión, coda, han
sido las partes del cuerpo formalmente estudiadas.

La obertura del cuerpo epistolar es un enlace o transición a lo que se


quiere desarrollar, generalmente comienza con lo que hay en común
entre el autor y los destinatarios, y se introduce el motivo de la carta
(aunque pueda reiterarse en otros lugares, p. ej., en la coda). Por otro
lado, la coda o conclusión del cuerpo epistolar representa un resumen
de lo que se ha dicho en el cuerpo. Brown afirma que en esa parte se
crea “un puente para una ulterior correspondencia o comunicación”.

4) Fórmula conclusiva: Corresponde a expresiones que indican el final de


la correspondencia. En las cartas del Nuevo Testamento esta fórmula
conclusiva es muy variada y compleja, según Marcano (2015).
Es evidente que los descubrimientos sobre el formato epistolar del Nuevo
Testamento han sido importantes para su interpretación. Sin embargo, ¿de qué
maneras el conocimiento de la estructura epistolar facilita al creyente la
interpretación de las cartas del Nuevo Testamento? En este ensayo, se proponen
al menos dos maneras en qué la estructura epistolar facilita la interpretación de las
cartas.
Primero, proporciona una visión general del corpus. La mayoría de lectores de
las cartas del bíblicas tienden a aislar sus partes por no conocer el formato
predeterminado en que se escribieron. Los lectores modernos buscan sentido
guiados por la división en capítulos y versículos, y no por la estructura natural del
texto. Al hacer esto, es inevitable que se corte y divida la carta como si fueran
varios textos sin conexión, en vez de observar un texto cohesionado.
Los lectores originales leían y entendían las cartas como un todo, de principio a
fin. Si interpretamos las cartas como un texto unificado entenderemos el mensaje
que su autor quiso comunicar.
Segundo, aunado al punto anterior, permite ver una conexión lógica de la
temática. Al mantener una visión general de la carta es más fácil seguir el
desarrollo de las ideas del autor. El intérprete puede entender con más claridad el
cuerpo de la carta, siendo ésta la parte más importante, mientras evita perderse
en lo detalles y presta atención a lo general que da sentido a esos detalles.
Además de que puede detectar información de un elemento del formato que aclara
o amplía otro elemento, por ejemplo, como se mencionó en el caso de la acción de
gracias con el cuerpo de la carta.
Vale la pena mencionar que un estudio eficaz de las cartas necesita de otros
elementos. Sin embargo, la identificación de la estructura epistolar de una carta es
el primer paso para una buena interpretación.
El predicador, maestro, y cualquier cristiano comprometido con el estudio serio de
la Biblia puede y debe estar familiarizado con la estructura epistolar de las cartas
del Nuevo Testamento, no sólo le permitirá ministrar mejor a su iglesia, se
renovará en la Palabra de Dios anunciada en las cartas; se edificará sobre el
fundamento de los apóstoles.
BIBLIOGRAFÍA

Gordon D. Fee y Douglas Stuart, 1985. La Lectura Eficaz de la Biblia. Editorial Vida.

Raymond Brown, 2002. Introducción al Nuevo Testamento, Vol. II Cartas y otros


escritos. Trotta Editorial.

Roger L. Omanson, 2005. Descubre la Biblia I. Sociedades Biblias Unidas.

J. Scott Duvall y J. Daniel Hays, 2008. Hermenéutica: Entendiendo la Palabra de Dios.


Editorial CLIE

Gloria Sanz Pinyol y Alba Fraser, 2010. Larousse Comunicación: Expresión Escrita.
Larousse Editorial, S.L.

Samuel Marcano, 2015. Las Epístolas del Nuevo Testamento: análisis exegético y
predicación expositiva del género epistolar. Notas de clases.

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