Cuando apenas estaba empezando mi bachillerato y escuchaba que a
los chicos de grados superiores les mandaban a leer Cien Años de Soledad, sinceramente yo me aterraba, porque siempre escuchaba que ese libro era demasiado extenso y que, a medida que lo leías te ibas enredando más. Siempre pensé que este libro era aburrido porque trataba de la historia de un pueblo ficticio situado en Colombia; un pueblo que solo existía en los pensamientos del lunático de Gabriel García Márquez, y siempre dije que nunca en mi vida me leería ese libro, porque, además de que me decían lo largo y tedioso que era leerlo, también me decían que era aburrido y no tenía una trama que, en lo personal, me enganchara inmediatamente. Y yo siempre he sido de las personas que, si no se enganchan al inicio del libro, nunca lo harán. Ahora bien, a medida que iba creciendo (hablando en términos del avance de los años escolares) sentía que poco a poco llegaba el momento de enfrentarme al libro que más detestaba. Y recuerdo haber leído la sinopsis del libro, y sinceramente no me hizo cambiar de parecer: aún pensaba que tenía una trama que vendía muy poco y que no era para nada entretenida, lo cual era muy contradictorio puesto que, literalmente vendió y gusto tanto al público que recibió un premio Nobel de Literatura. Además, mis expectativas no eran tan altas con este libro porque, al leer la sinopsis mencionaban ciertos nombres y me parecieron totalmente anticuados, e inmediatamente que, así como sonaban esos nombres, así eran los personajes. Le tenía demasiada rabia y pavor a ese libro: Simplemente era un libro que sentía que no iba a gustarme y que iba en contra de todo lo que buscaba al momento de leer un libro, y sabía que si en algún momento lo leía, era por obligación, y no por gusto. Mi relación con ese libro era como un chico intentando conquistar a una chica, pero ella, a medida que iba escuchando comentarios sobre él, estaba cada vez más segura de que nunca lo aceptaría. Al llegar al segundo trimestre de décimo, me tocó leer Cien Años de Soledad; pero para mi sorpresa fue todo lo contrario. Debo admitir que, al terminar de leer el primer capítulo y empezar el segundo me frustré demasiado, porque me di cuenta de que no seguía un tiempo lineal. Sinceramente no soy amante de ese tipo de libros en los que inician con un evento del futuro para luego devolverse al pasado, regresar al presente y que terminan haciendo un sinfín de cambios en la cronología de la historia. Sin embargo, después de leer todo el libro e intentar comprenderlo (porque siendo totalmente franca me perdía la mayor parte del tiempo), puedo decir que me llamó bastante la atención la manera en la que Gabo abordó el tema de las relaciones incestuosas. Considero que este es un tema bastante tabú y siempre se mantiene en lo secreto; sin embargo, Gabo lo muestra de una manera común y corriente, que hace parte del vivir de esta familia, y llega a tal punto que de generación en generación se ve aún más acentuada, haciéndose ver como una tradición familiar. Sinceramente este punto me pareció repugnante y no fue de mi agrado porque, además de que entre los mismos familiares tenían relaciones de todo tipo, también en algunas partes del libro se describían esas escenas. Adicionalmente, debo destacar la manera en la que el autor aborda el tema de la soledad, porque a pesar de que, en algún punto de la vida de los personajes parece que todo anda bien y están alcanzando la prosperidad, siempre estarán destinados a la soledad, lo que hace que las generaciones venideras estén condenadas a repetir las mismas acciones, y en consecuencia, sientan la misma soledad de sus antepasados. En resumen, este libro se trata de mucho análisis y atención a cada detalle que se da a lo largo del mismo, porque, aunque no lo parezca, más adelante esos detalles que parecían no ser importantes en realidad le dan una vuelta de ciento ochenta grados a la historia. Cien Años de Soledad es un libro que recomendaría sólo a aquellos que de verdad les guste el análisis, los cambios repentinos en el tiempo y temas abstractos como la soledad, las relaciones incestuosas y cómo incluso en el auge de una sociedad puede ocurrir lo menos pensado, impactando negativamente el rumbo de esta misma; porque nunca más volverá a ser igual.