Está en la página 1de 58

Después de

ti

Tania Alvarez Gutiérrez


Después de
ti
 Autora: Tania Solangge Alvarez Gutiérrez.
Primera edición, Diciembre 2020.
Impreso en Trujillo- Perú.
A ti.
Tú que cambiaste la trayectoria de mi vida.

Todo libro ha de hacer pedazos el silencio. Tras la ruptura del mismo llega la
indignación, la rabia, los propósitos de enmienda. Los libros solos no sirven para nada;
los principiantes no aportan nada al mundo sino abandonan la bisoñez o utopía. Todo
buen libro, ha de encontrar un buen lector/a. Muchos de ellos, valientes.
Voy a contarte esta historia desde la perspectiva de la mujer que creyó sostener esta
relación, invencible e infinita, y de la misma a la que se le esfumó todo eso, así como se
esfuma nuestra infancia. Tú tienes tu versión de esta historia y yo sólo estos recuerdos,
y está bien si no hay coincidencias, no mientes ni yo lo hago, sólo somos dos personas
que caminaron juntas y vivieron o experimentaron las mismas cosas desde miradas
distintas.
Y a ti, querido lector o lectora. Te debo confesar que nunca estuve segura de que
escribir exactamente, ya que todo esto inició con la idea terapéutica de liberar
emociones negativas, pero si lo estas leyendo, es porque encontré un mejor fin para
seguir haciéndolo, y créeme que estaré muy feliz y orgullosa de que eso ocurra.
También confieso, que este libro no es para ti exactamente, es para la persona a quien le
dedico este libro, porque en esta práctica, de ir escribiendo he encontrado el medio para
decirle adiós, si hasta después de su graduación, aún yo no haya conseguido enamorarlo.
Ese es mi límite de tiempo, porque fue la promesa que me hice en secreto cuando aún el
postulaba a la universidad. Pero sigue leyendo, me gustaría que lo hagas, estoy segura
que nos encontremos con sentimientos similares y con cosas que nos resulten útiles a
ambos o ambas.
No sé cómo terminará este libro, que dirán las últimas líneas del último capítulo. Sé
cómo quiero y anhelo que “termine” y podría hacerte creer que las cosas aquí concluirán
bien, pero también espero ser transparente contigo… no lo sé, y eso es lo único certero
por ahora. Tengo miedo, miedo de que mis esperanzas no sean lo suficientemente
robustas para mantenerse. Aunque después de todo, todo quedará en tu imaginación.
He estado pensando mucho en si utilizar nuestros nombres o los de otras personas, para
“salvaguardar nuestra identidad”. He considerado estos nombres para ti: Jack, Manuel,
Frank, Alan, Andrew, August o Caleb. ¿Alguno te gusta? Y para mi he pensado en: Lía,
Sofía, Sara, Jamie, Jade, Macarena o Candace. Pero por más que lo pienso, cuando elijo
un nombre que no sea el nuestro no me siento cómoda. Además, tu verdadero nombre es
Luis y bueno seamos sinceros, existen muchas personas llamadas Luis en todo el
mundo. En una búsqueda rápida por Google encontré que existen un total de 199 917
personas con ese mismo nombre. Y como nunca escribiré tus apellidos, será muy difícil
que te identifiquen. Espero no te moleste que haya tomado tu nombre verdadero. ¿Y yo?
Si iba a utilizar el tuyo, tenía que usar el mío también. Ha, pero para los demás
personajes, si he decidido cambiar sus nombres, y espero, si algún día llegan a leer esto,
que les haya gustado el nombre que les elegí.
Todas las historias de amor son diferentes, esta no es quizás la mejor, tampoco la peor,
ni mucho menos la “perfecta”. Sólo es nuestra historia, contada desde mi perspectiva. Y
la escribo porque hay cosas que han ocurrido desde el 17 de enero del 2020 de las
cuáles tú desconoces completamente, y he encontrado en este medio, el más oportuno
para hacerlo. De algunas cosas te sorprenderás, créeme, hasta yo lo he hecho y eso que
yo lo viví. Y si tú, lector (a), te preguntas que pasó el 17 de enero del 2020, y pese a que
más adelante hay un capítulo dedicado a contarte que pasó, te lo resumiré. Ese día
terminamos. Luego de más de ocho años viviendo experiencias juntos, el amor se
“agotó”, para él. Ese podría ser el peor día de mi vida y te cuestionarás porqué, ya que
muchas personas terminan todos los días e incluso tú lector (a), lo habrás hecho alguna
vez. Por eso siento la necesidad de contarte una pequeña parte de nuestra historia y la
decisión que tomé desde aquel día, junto a todo lo que ello conlleva… enamorarlo por
segunda vez o amarme tanto que no haya espacio para él.
Ahora si querido lector o lectora, ahora que ya has entendido de que va todo esto, te
invito a mi baile por el pasado, los capítulos son las canciones en las que fuimos
eternos.
Siéntate, ponte cómodo, ve por una taza de café si así lo prefieres; los nudos en el
estómago, las lágrimas y las risas corren por mi cuenta. Se libre de sentir conmigo y
gracias por estar aquí.
El libro es para él.
Le pertenece.

I
11/12/2011
Todo tiene un comienzo
Este ha sido el capítulo que más he dudado en escribir, por la carga emocional que estoy
segura conllevará hacia mí. Recordar nuestra historia y resumirla en los momentos que
más ocupan mis pensamientos, no es algo fácil. Así que es muy probable que éste, pese
a que es el primer capítulo del libro, sea el último que haya escrito.
Todas las historias de amor tienen un principio, algunas son “amor a primera vista”,
cuando sus miradas se cruzan y entonces saben que están destinados a estar juntos por el
resto de su vida, pero seamos sinceros, eso no siempre termina así. Otras, que se
conocen en el “momento y lugar preciso” y que con el tiempo van construyendo una
amistad tan fuerte que terminan finalmente enamorados. Y otras en las que sólo una
persona terminar enganchada a una “relación” que no es una “relación como tal, pero su
despedida es igual de dolorosa.
Siempre existe ese primer cruce de miradas o aquella vez que la/lo viste y ni siquiera
notaste su presencia. Ese momento que las personas llaman "flechazo" y que recuerdas
toda una vida.
La primera cita, la primera caricia, el primer beso. El “tonto” enamoramiento en el que
no se deja de pensar en esa persona, donde cada gesto, cada hecho, cada palabra te
recuerda a él/ ella. Y que cuando están juntos hace parecer que el tiempo se escapa o por
el contrario se detiene en frente a ellos, riendo, jugando, mirándose…
Y todos en algún momento, hemos experimentado estas emociones, cuando estamos
frente a la persona que nos gusta.
La nuestra tuvo un inicio no tan peculiar, ni tampoco común. Actualmente, las redes
sociales han forjado un gran impacto en nuestras interacciones. Incluso existen
plataformas como en Facebook parejas o Tinder, que se encargan de concretar citas para
conocer a personas cercanas con las que ha habido un interés mutuo. Cuando ha habido
ese interés, se produce el llamado MATCH. Es entonces cuando podrás chatear e iniciar
una conversación. Si una de las dos personas no está interesada, no podrán hablar.
Pero nosotros no nos conocimos en ninguna de estas aplicaciones de exclusivamente
citas, nos conocimos por Facebook, recuerdo que en esos años tenía una fiebre
vespertina por agregar a personas de diferentes lugares, incluso sin conocerlas o tener
amigos en común, lo sé, no lo hagan, es muy peligroso, pero en ese entonces, a mis
peculiares 15 años, les parecía una genial idea. Una de las solicitudes que envié fue a él,
o bueno a ti., Luis. Ya un tiempo después, me contaste que sólo me habías aceptado
porque tenía un singular parecido con una de tus amigas de la primaria.
No recuerdo exactamente como se dieron las cosas los siguientes días luego de que
aceptaras mi solicitud de amistad, pero si que poco a poco seguíamos invirtiendo las
horas de nuestro día en estar conectados hablando. Él tenía una enamorada, preciosa,
pero de otro país y yo, yo también estaba saliendo con alguien en ese entonces, un chico
que probablemente mas adelante sea mencionado y con el cuál nunca llegamos a nada
porque en el devenir de las semanas, me terminé enganchando contigo, me gustaba
pasar tiempo chateando y contándole mis “problemas”. Me sentí feliz el día que terminó
con su “enamorada”, pocas semanas después de eso, yo hice lo mismo, terminé con
Criss, el chico con el que salía. Era evidente que sus intensiones no estaban alineadas a
las mías y era mejor “dejarlo así”.
La forma en la que me pidió ser su enamorada, fue bastante extravagante, fue casi ‘casi’
como si ambos supiéramos que tenía que pasar y yo sólo forcé por mis aquellos
entonces pensamientos patriarcales a que él me lo propusiera.
Por más ilógico que esto suene, pero éramos una pareja sin tan siquiera habernos visto
una sola vez, sólo por fotos en Facebook, pero nada más. Estaba muy tranquila, cuando
de pronto un día mientras estaba en el cuarto de mi abuelita, acostada sobre su cama y
con mi notebook fucsia al costado conversando contigo, que me dijiste “no quiero estar
con alguien que no conozco en persona, hay que vernos”, bueno quizás no con esas
palabras exactas, pero son mis vagos recuerdos haciendo un esfuerzo por recobrar vida
de ese momento.
¿Lo recuerdas?, 3:30 en la puerta del Mall Aventura Plaza, y con el “ultimátum” de que,
si no estaba allí puntual, todo se terminaría. El no sabe todas las emociones que yo sentí
ese día, los nervios de días antes al vernos por primera vez, la ropa que le pedí a mi tía
que elija por mi para verme guapa ese día. Al final me termine decidiendo por unos
pantalones negros y una blusa fucsia, un reloj en la mano, con una bisutería recién
comprada, los zapatos no los recuerdo. Estoy segura de que, si él hubiera escrito esta
parte, me hubiera descrito mucho mejor, ya que tiene una gran capacidad para recordar
las cosas.
Basta decir que ese día nos besamos por primera vez en el cine mientras veíamos el gato
con botas, y sus labios fueron sublimes, suaves, húmedos, estaba igual o más nervioso
que yo, las manos le sudaban, las miradas cómplices que acompañaron los siguientes
besos lo eran todo.
Así empezó esta historia, no cuento sobre la “lasaña” que nunca me pude terminar de
comer. Ese día descubrí que es una de las comidas que no me gustan, y lo comprobé en
las siguientes experiencias de vida con ese plato. Pero no viene al caso, aunque fuese
algo que me lo recordaría durante los siguientes años, cada vez que el momento se
prestaba, claro siempre con humor. Lo mejor de ese día fue ese abrazo que nos dimos
mientras bordeábamos la entrada de aquel centro comercial. El sentirme segura y
tranquila al verlo.
Gracias por aceptar mi solicitud.

II
Pequeños momentos
- 30 de septiembre del 2020

Es 30 de septiembre y estoy aquí en mi mueble sentada. Siento que debo contarte un


poco sobre ellos. Tengo tres muebles, uno grande, otro mediano y uno pequeño dónde
sólo cabe una persona. Están cubiertos por un forro verde recién lavado y debo admitir
que lucen impecables. En el mueble grande usualmente hay tres cojines, pero hoy no, no
hay el de en medio, al parecer lo quitaron para usarlo de almohada. Y aquí estoy yo, en
este pequeño vacío junto a una pequeña jarra de plástico cubierta de 700 mililitros de
limonada fría, porque le acabo de agregar dos cubitos de hielo.
Estoy llorando, hace mucho tiempo que no me sentaba aquí y he de admitir que hace
mucho también que no lloraba así.
Hace unos minutos vinieron a comprar y abrí la puerta de la entrada para entregar el
pedido. Al cerrarla, mi mente volvió en el tiempo, me quede paralizada y me trasladé a
aquellos años, nuestros años; las veces que llegaba a casa después de ti, mientras tú me
esperabas oculto en el baño de la sala. Las veces que quedamos a las 3:00 y llegabas a
las 3:30 o 4:00, mientras yo miraba repetidas veces la hora y caminaba anhelante sin
parar de la sala a la tienda para saber si venías. Ahhh esa sensación de “ya va a venir”,
“ya casi es la hora”, “es tarde, ya debería llegar”, “¿le habrá pasado algo?”, “¿y si no
viene?” “¿debería enojarme?” Y sin importar cuantas veces llegases tarde, siempre las
mismas preguntas. Me enojaba mucho que llegues fuera de la hora acordada, pero
admito que me encantaba que me quites el enojo o que me digas que me veía bonita
molesta…
Es increíble como un pequeño ruido de una puerta cerrándose, te puede provocar tantas
emociones e innumerables recuerdos. Bailando juntos en la cocina, escuchando música
(una tú, una yo), mientas escuchaba tus historias acerca de la universidad. Y las cosas
que hacíamos en el mueble, cuando mirábamos las escaleras cómo cómplices haciendo
travesuras, mientras mi abuelita o mamá yacían arriba. Creo que si cierro los ojos aun
puedo verte allí sentado mirándome, en la silla de la esquina de la mesa de la cocina,
con deseo, con esos ojos preciosos.
Cómo quisiera que en estos momentos estés aquí, mirándome. ¿dónde estás?

30/10/20 Anillos
No sé por dónde empezar, creo que el subtítulo ya te ha transportado a algún recuerdo o
momento.
Nuestro aniversario, recuerdo lo feliz que estábamos ese día, por encontrarnos en el
parque y hacer este intercambio de anillos. Nos fuimos a almorzar juntos antes, cerca de
dónde estaba trabajando. Te sentaste frente a mí y me entregaste una bolsita con una
caja que contenía un collar dorado con tres círculos de ascendente tamaño de color
negro y blanco, junto a un par de aretes que le hacían conjunto, eran preciosos, aún los
conservo.
Si te preguntas en este momento ¿a qué va todo esto?, te explico. Hace unos minutos,
estaba vaciando mi memoria del celular porque, para variar, nuevamente se llenó mi
almacenamiento. Y encontré nuestras fotos, no me he fijado en la fecha ni en la hora en
la que fue tomada porque no pude, pero aquí la tengo, tampoco la he borrado, es uno de
mis recuerdos favoritos.
Siempre quise preguntarte ¿Qué fue lo más bonito de vernos ese día? ¿Qué sentiste
cuando hicimos ese intercambio? Creo que ese día hicimos esta promesa de estar juntos
hasta cuando el amor nos acompañe, y… cuesta decirlo, pero así fue. Nos acompañó esa
promesa hasta que decidimos tomar destinos separados.
Gracias, por ser parte de la historia.

Un mes
04/11/20
1 mes, ese es el tiempo que no te he visto. Se nos cruzaron los pendientes, los exámenes
finales, las clases y ahora el trabajo, y no ha habido tiempo para vernos. Todas las veces
he sido yo quien dice “visita sashina” pero me gustaría que tú lo hagas, ese el motivo
por el que no te dije antes para vernos. Y también quiero confesarte algo, por alguna
extraña razón, me gusta y al mismo tiempo, me enoja cuando me dices “vienes para la
visita sashina”, me hace pensar que sólo quieres que vaya para que Sasha me vea y ella
esté feliz. Y sí, yo sé que es por eso, pero en mis anhelos más profundos deseo que no
sea sólo por eso, sino porque quieres verme. ¿es así como lo pienso? ¿estoy
exagerando? ¿alguna vez “una visita sashina” fue con la intensión de verme a mí
también? ¿nos veremos esta semana?

Remembranza
5/11/20
Faltan 6 días, para que sea 11 de noviembre. Y hace poco he caído en cuenta de ello. Un
11 de noviembre hace 9 años, me pediste que sea tu enamorada. ¿Recuerdas cómo fue?
Fue muy gracioso, porque después de pasar muchas tardes conversando durante horas y
horas me anime a hacerte esta pregunta “¿ya me lo vas a preguntar?”. Era evidente en
ese entonces que queríamos ser una pareja.
Nos elegimos ese día y allí empezó toda esta aventura.

Me corté la uña
18/11/20
Hoy estoy feliz y no, no es porque me corté la uña. Eso sería muy extraño querido
lector/a. Quedamos en vernos a las 9:00 am. Llegué un poco después, no sé si lo notaste,
lo que pasó es que cuando bajé a tomar mi desayuno, para luego salir hacia tu casa, me
di con la sorpresa que no había aún nada listo. Así que tuve que irme corriendo a la
tienda por una bolsa de pan, palta, mientras dejaba a la avena cocinándose en la estufa.
Eso definitivamente salía de mi régimen estricto con la hora y por ende hizo que llegue
un poco tarde.
Pensaba que te habías olvidado, o bueno quizás no olvidado sólo no sé… lo que quiero
decir, es que me tomó por sorpresa que me dieras un regalo y sobre todo que te hayas
tomado el tiempo en pensar que necesito y cuál ese regalo ideal para mí. Eso, eso fue lo
que me hizo muy feliz el día de hoy, y mi parte favorita del día, fue abrazarte. Gracias
por los audífonos, me encantaron. Y si, me hizo olvidar el pequeño accidente que había
tenido hace unos minutos con tu carro “Turbo”, (yo le puse ese nombre).
¿Qué pequeño accidente? Mmmm casi me arranco la uña de la piel, por andar jugando a
las escondidas con Sasha. Y lloré, si y mucho, fue un dolor insoportable. Felizmente
estuviste cerca cuando pasó, y te veías muy preocupado, (“¿que tienes?, ¿qué te pasó?,
por un demonio que rayos te pasa, dime que te traigo, que hago, etc.), fueron muchas de
las cosas que recuerdo me decías mientras yo sólo lloraba y después de un gran esfuerzo
solo dije “agua” y corriste por ella. Fue muy tierno, lo admito, ver cómo te preocupaste
por la salud de mi querido dedo pulgar. Luego fuiste por un curita para mi valiente uña,
que aún seguía aferrada a mi piel. Y, por cierto, que curioso, justo en este preciso
instante, estoy escribiendo con mi pulgar herido envuelto en el curita que me diste.
Hay algo más… cuando saliste de tu casa porque tu tía te llamó, yo tome el envoltorio
del curita y un lapicero que encontré por allí y te escribí un pequeño mensaje que
coloque luego detrás del cuadro que te regale que está en tu sala. Me pregunto, si para
cuando estés leyendo esto, ese mensaje seguirá allí, si lo habrás encontrado antes de
casualidad o si iras ahora a comprobar que sigue allí.

Bienvenidos a mi cumpleaños
20/11/20
11:59, dicta la hora en mi celular. Mi familia en el primer piso trabajando y yo en mi
cuarto con las luces apagadas y mi muñeca sobre el catre de mi cama, con mi celular en
las manos, chateando contigo teniendo la seguridad que no habías olvidado mi
cumpleaños. El sueño insoportable, pero no tan fuerte como la curiosidad y ganas de
leer tus saludos sashinos de cumpleaños. Debo admitir que cuando me dijiste “un abrazo
del equipo sashino”, me preocupé (¿lo habrás olvidado?)- pensé, pero toda la
incertidumbre se despejó cuando a las 11:59 me enviaste 6 fotos con un cartelito de feliz
cumpleaños y me puse muy feliz, recuerdo que me tapé debajo de las sábanas y grité
bajito emocionada. Y de pronto, las lágrimas, sí, si leíste bien, empecé a llorar porque
no podía contener la esperanza de volverte a enamorar (¿Por qué lo hizo?), me
preguntaba. Pero contuve las ganas de preguntártelo.
Luego de despedirnos, bajé al primer piso a esperar mis respectivos saludos familiares,
pero nada pasó. Estaban muy preocupadas con todos los pedidos que tenían para esa
fecha, así que preferí no molestar e irme a dormir.
A la mañana siguiente, la preocupada era yo, aún nadie de mi familia, ni en el desayuno,
no habían saludado. Y no fue hasta cerca de la hora del almuerzo cuándo dijeron que ya
era tiempo para alistarnos que creo recordaron el motivo de la reunión “mi
cumpleaños”, y los abrazos empezaron a llegar, uno tras otro, el primero, fue el de mi
tía, luego de mi mamá justo antes de salir de casa y finalmente, el de mi abuelita que me
lo dio ya cuando estábamos sentadas en la mesa del restaurante.
Esa tarde fue linda, me sentí muy consentida desde que llegamos, con esa copa de
cortesía de la casa, el almuerzo con platos exquisitos y la torta sorpresa, aunque sin
velas, con los mozos junto a mi familia cantándome feliz cumpleaños. Todo lo disfruté,
aunque admito que anhelaba que, como los anteriores años, pudieras estar presente en la
mesa, te imaginé, pero no fue lo mismo.
De todas formas, y no sólo por las sorpresas o lo que hicimos después, que fue ir a
visitar a mis tíos y pasar hasta la noche juntos preparando pizza, que fue algo que
también disfruté muchísimo. Lo mejor de todo, al final del día había sido ver feliz y
tranquila a mi mamá y reafirmar mi esperanza.

24/11/20
¿Quiero ser madre?
Me siento cansada. ¿hasta cuándo seguiré evadiendo las preguntas de mi familia? Sobre
todo, de mi abuelita, que cada vez me pregunta más por ti, ya que, tu ausencia en tanto
tiempo le ha levantado sospechas. ¿y cómo le digo? Si ni siquiera quiero decirlo. Y hoy
no pude contenerme, hace un momento estábamos cenando y mientras ella hablaba al
teléfono con mi tía, la escuché decirle casi a propósito, como si quisiera que yo
escuchara “aquí ya me rendí, no me dan bisnietos”. (Y no te los daré), fue lo único que
respondí, dejándola en silencio.
Y… me siento extraña, ¿realmente quiero ser madre?, cuándo estábamos juntos
hablábamos mucho al respecto, hasta teníamos los nombres pensados (Axel, como el
cantante de nuestra canción, Nancy cómo tu mamá y yo te sugeriría que sea con doble
N, por Solangge y Enrrique, que salen de lo ordinario gracias a esa G y R extra). Y si, si
quiero ser madre, pero ahora al no sentirte, no me concibo siendo madre con otra
persona, la sola idea termino detestándola y eso, eso sinceramente me está agotando.
Sentir la presión de tu familia, con tan solo 24 años, es abrumador.

Tu fotografía
01/12/20
Hoy mi mamá encontró una foto tuya en mi cámara y lo comentó con mi abuelita.
“esta grande el Lusito, ya se mira mayor, ya no cómo ese niño que vino por primera vez
a la casa, se ha dejado crecer el pelo y le caen los rulos por la cara”- mamá
“se ha vuelto ingrato, ya no viene a visitarnos, pero cuando venga le diré que qué
ingrato es”- abuelita.
“¿qué foto?” “no, no le digas eso” “¿con qué derecho se puede reclamar tu ausencia?”,
“¡que incómodo! “y si admito que está guapo, aunque siempre lo ha sido, de gordo,
flaco, con cabello corto, largo, pero ¿qué respondo?, solo quiero subir a mi habitación,
escribir y olvidar la conversación”. -Pensaba, mientras me retiraba cautelosamente sin
responder a ninguna de sus afirmaciones.

Una caminata sashina


27/11/20
Ha sido un día agotador. Acabo de llegar a casa y me he percatado que he sufrido los
estragos de estar bajo el sol caminando durante algunas horas, además de haber
adquirido un dolor de piernas abrumador. Pero, fuera de todo ello, ha sido también un
día hermoso.
Hoy le tocaba a Sasha su segunda dosis de tratamiento, y ya que con la primera habías
tenido una mala experiencia, inventé un plan al cual llamé muy creativamente,
“cansando a Sasha” para que tenga más predisposición por dejarse inyectar. (cabe
aclarar que ella está de bien de salud, sólo es un tratamiento para controlar la reacción
alérgica en su cuerpo).
Quedamos en encontrarnos a las 9 y de nuevo llegué tarde, ya se está haciendo
costumbre, aunque no sé si lo notaste. Esta vez fue porque leí tu mensaje un poco más
de las 8 y vaya que hice un gran esfuerzo por intentar llegar no tan después de lo
acordado.
Caminamos, y caminamos mucho esa mañana, el plan consistía en cansar a Sasha y para
ello había pensado en llevarla a correr cerca de la veterinaria, pero a ti se te ocurrió que
era una mejor idea ir hasta la playa, Cannes. La idea era emocionante y acepté.
Ese trayecto fue todo un desafío, tuvimos varios obstáculos que sobrepasar, empezando
por diversas razas de perros guardianes que se nos interpusieron, haciéndonos tomar
rutas y caminos diferentes, descubrimos parte de la ciudad perdida de Chan- chan y
hasta saltamos pequeños acantilados, pero llegamos y después de todo pensarás que nos
quedamos mucho tiempo disfrutando de las olas del mar luego de haber pasado por todo
eso, pero no, nos tomamos mucho tiempo en llegar, así que estábamos contra el tiempo
para que llegues a casa a almorzar e ir a trabajar, y a la vez, con el tiempo contado para
ir por la visita al veterinario, así que regresamos.
Ya en el veterinario, las cosas se tornaron algo turbias, Sasha se puso el disfraz de “anti
veterinarios” pero todos nuestros esfuerzos; la caminata, las croque galletas, el hecho de
estar juntos con ella y abrazarla, aplicarle la inyección fuera del consultorio;
contribuyeron para que al final la experiencia sea mucho menos estresante que la
primera y regresamos a casa.
Me acompañaste a tomar el carro y justo antes de subirme me diste un abrazo. No hubo
mejor forma de cerrar esa mañana.

08/12/2020
A tres días de nuestro noveno 11.
Hay cosas inesperadas, que si son positivas pueden cambiar hasta al peor de los días y
otras cambiar un día hermoso o cotidiano a uno dónde te sientes destrozada. Nunca
sabes con que te vas a topar y cómo resultará para ti. Pero, ¿por qué toparte con el
pasado es a veces tan difícil?
No lo esperaba, pensaba que esa conversación había quedado simplemente pausada en
el tiempo y de pronto descubres que estuvo allí en todo momento junto a ti, tan cerca, al
alcance de un click.
Estaba instaurando WhatsApp para mi mamá en el celular que antes era mío y decidí
borrar las conversaciones para dejar el espacio necesario. Mientras hacía esto, casi al
final de todos los chats, encontré uno contigo, decía (gordo nuevo cel) y entré por
curiosidad, con temor, con el corazón anhelante y deprimido, presintiendo lo que me iba
a encontrar. Allí estaban nuestras conversaciones, lo último que nos dijimos fue “mi
amor nos vemos mañana, me compraré un nuevo celular”, no quise leer todo, fue
doloroso y a la vez gracioso, recordar cómo hablábamos, de la luna, las estrellas, el
universo, de las “cositas” que hacíamos, de cómo nos poníamos al vernos. Siempre he
creído que aparte de novios éramos mejores amigos. Y, sinceramente, extraño mucho
eso de nosotros. No quise seguir leyendo, cada vez que mi pulgar escalaba la
conversación, también el nivel de dolor se intensificaba a tal punto de ser imposible
seguir leyendo por que las lágrimas no me lo permitían. Así que, sin pensarlo, presioné
sin soltar sobre tu nombre y luego le di click a “eliminar chat”.
He subido a mi habitación, con las lágrimas aún en los ojos, buscando
desesperadamente este libro para escribir y librarme de esta sensación.
“Mi amor”, “te amo mucho gordita”, ahora esas palabras me parecen tan extrañas,
pareciera que pertenecen a otras personas con su propia historia de amor. Me jode sentir
eso, porque me hace pensar en que en algún momento todo empezó a cambiar para ti y
no me di cuenta.
“A veces llego con tantas ganas y me la pones así de duro, pero luego altoque me la
bajas, me hace pensar que no quieres o que crees que sólo te quiero para eso”- me
escribiste, y leer eso fue desolador, quizás no vale la pena decirlo ahora, pero no lo dije
en su momento así que quiero hacerlo. Si pensé, que me querías para eso, pero nunca
llegué a concebir la radical idea de que “solo” para eso, era tiempos en donde podía
sentir tu amor, sólo que a veces no encontraba las palabras para decírtelo.
Siento tanto muchas de las decisiones que tomé, pero no se puede viajar en el tiempo
para cambiarlas, ahora sólo nos queda el futuro. Y espero sea suficiente para volverte a
enamorar. Somos personas diferentes, el cambio está presente y puede ser ventajoso.
Amaba al hombre que eras, cuando estabas conmigo. Amaba a la mujer que era cuando
estaba contigo y amaba nuestra versión de nosotros juntos.

Un día diferente- 9no “aniversario”


11/12/20
No era como lo pensaba el año anterior, todo es tan diferente. Estos meses me he venido
preparando para hoy. Para que, pese a todo, no la pase tan mal. Pero la verdad es que me
siento sola. Sasha está conmigo estos días y admito que estar junto a ella a hecho más
pasajero el día, aunque igual ha sido desafiante no recordar nuestros momentos y
anteriores aniversarios, algunos con sorpresas en casa de Efraín, otros llenos de colores,
de vida, de manualidades y tesoros escondidos, otros recatados, privados, sólo nuestros,
otros románticos, con intercambio de anillos y promesas…
Pero hoy… hoy es todo lo contrario. Y quizás hasta lo hayas olvidado. Logre colocarte
el día de ayer que nos vimos para recoger a Sasha, un pequeño mensaje detrás del
cuadro de la sala. Allí donde reposan todos lo mensajes que alguna vez quise darte y no
tuve el valor de hacerlo.
No pensaba decirte algo al respecto, pero admito que muero de curiosidad por saber de
que al menos lo recordaste. Se te escuchaba feliz mientras chateábamos, parecía que el
abrumo de los trabajos y demás te han mantenido atento y concentrado en ello.
Estoy sentada, en la mesa de la cocina de esta casa, es tan viaja, con vigas y restos de un
ferrocarril, lleno de agujeros y me acabo de percatar de unas pequeñas cintas colgantes
en la pared… fueron de tu cumpleaños anterior.
Ayer mientras dormía, me acorde de la noche que pasamos juntos mirando una película
completamente romántica y triste, juntos bajo las sábanas, tan felices y Sasha queriendo
trepar por los barrotes de la cabecera. No podía dormir por la alergia así que me distraje
recordando.
Ya falta poco para que termine este día, y admito que quiero que así sea. Quizás el
próximo año, tenga mejor suerte. De todas formas, feliz 9no año de haberte conocido.
Saludos sashinos.

Extraño
22/12/20
El día ha sido bastante extraño. Nos enteramos esta mañana, mientras salí con mamá a
hacer unos pagos al centro, que la mejor amiga de mi abuelita ha fallecido, y no con una
muerte digamos “indolora” o de alguna forma “tranquila”, tampoco por el COVID, que
ha sido la protagonista de tantas muertes estos últimos meses, sino todo lo contrario, ya
que hasta el momento sigue siendo un enigma cómo ocurrió todo, sólo sabemos por lo
que nos contaron sus hijas por teléfono que la encontraron sin vida en casa
desangrándose.
Ya de regreso a casa, vi que Angie me había escrito y justo mientras me alistaba para ir
a casa de Luis y le dije que me escriba y que cuando penas podía, la estaría leyendo,
ignorando por completo de qué se trataba. Ya en casa de Luis y aprovechando que él
salió rápidamente por algunas cosas, abrí los mensajes y la escuché; tan vulnerable,
hecho mierda y desesperada que me llenó por completo de angustia. Había sufrido un
aborto espontáneo y esto probablemente quedará grabado en su memoria.
A tan sólo dos días de navidad, había llevado un pequeño arbolito de navidad para poder
adornarlo juntos, pero la misión se convirtió en una misión imposible por sashina, ya
que le gustó tanto que quería jugar con el a toda costa, incluso así tuviese que escalar
saltando el estante con vasos de vidrio que tiene Luis en su sala.
Nos pasamos el resto de la tarde jugando a las cartas, y yo ganando cómo la mayoría de
veces (risas). He notado que tus brazos están mas firmes, siempre ha sido una de las
partes de tu cuerpo que me encantan, así que ha sido también muy retador no caer en la
tentación.
Cuando llegue a casa esa noche, me senté en el mueble y me quede pensando,
recordando todo habíamos hecho, una sonrisa aparecía en mi rostro cuando recibí un
mensaje tuyo y nos pusimos a conversar… justo esa noche, mientras preparaba la cena,
me preguntaron “¿cómo me había ido?”, todas las veces que regreso de verte me hacen
siempre la misma pregunta así que ya no era extraño y esta vez lejos de incomodarme,
me motivó a escribirte para contarte y preguntarte finalmente, y por supuesto luego de
armarme de valor, si querías venir a mi casa. Automáticamente cuando te pregunté,
bloqueé mi celular, tenía miedo de ver lo que escribías, y a los pocos segundos sonó,
“¿Qué era lo peor que podía pasar?”. Tu respuesta fue muy sencilla, y a vez muy bonita,
tanto que me hizo saltar de alegría, dijiste “Claro, con gusto iré a visitarlas”. Estaba muy
feliz y no sólo por el hecho de que vendrías sino por todo lo que implicaba, aún querías
estar relacionado con mi familia y admito que la idea hizo que una lagrima se escapara
por mi rostro alegre, anhelante, emocionado.
Vino a casa
28/12/20

Jorge
05/01/2021
Ayer salí con Jorge, plan de amigos, aunque igual fue extraño. Fuimos al real, me
acompaño a hacer un cambio de blusa que había adquirido en H & M, una tienda
comercial elegante, y la verdad temía que no me acepten el cambio. Justo eso le
comentaba ayer, cuando me dijo “si quieres, te acompaño”, y acepté, me daba mucha
pereza ir tan lejos a hacer sólo un cambio…
Llegó antes que yo, me estaba esperando en la Upao para bajar caminando hasta el Real.
Por suerte si pude hacer el cambio de blusa por una exactamente idéntica, pero talla M.
Fue muy gentil, amable, guardó mis cosas en su mochila, conversamos mucho después
de eso mientras buscábamos un cuadro para colocar un retrato que él le había mandado
hacer a su perrito, incluso tomamos un taxi para ir al mall a seguir buscando más
modelos, luego compramos cosas para él, le gusta preparar tragos así que le hacían falta
varios insumos.
Platicamos de sus relaciones pasadas, sus esperanzas de encontrar en una mujer ahora y
la verdad me distraje por algunas horas de mi incertidumbre, pero admito que todo el
tiempo te pensé, mientras bajábamos al Real, justo en la esquina, volví a recordar
cuando nos íbamos al parque, la pizza cono, las veces que saliendo del colegio
caminábamos hasta allí, cuando te esperaba en la pileta, las veces que aprovechamos a
ver películas en Cineplanet mientras comíamos chanchita y gaseosa gracias a la
promoción por ser estudiante de la UNT y muchas más cosas.
No he sentido interés por su parte, y hablo de Jorge, de querer algo más conmigo que
una amistad y así esta bien porque yo tampoco quiero eso. A menos, que el hecho de
hablarme todos los días y tratar de buscar sacarme conversación sea una señal con la
cual tenga que tener cuidado, pero si no es así, todo está bien para mí. Hemos quedado
en preparar pizza en su casa mientras vemos un clásico de Harry Potter, (abro paréntesis
para comentar que es un fan empedernido de Harry igual que yo). Y creo que no habría
problema en aceptar, digo después de todo vive con sus hermanos y sus papás, creo que
será divertido.

Se parece a ti
16/01/21
Tiene el cabello ondulado, mirada fija, ojos marrones claro, pestañas risadas, es gordito,
aunque no tanto y tiene un lunar en su mejilla. Es muy respetuoso conmigo y su familia
muy amable, nos pasamos conversando un largo tiempo hoy mientras le enseñaba a
preparar pizza… pero, no eres tú, no es tu piel, no son tus manos perfectas y varoniles,
no es tu olor, ni tu sentido del humor, ni mucho menos esa complicidad que tenemos
cuando estamos juntos y la facilidad con la que me haces reír. Nadie es como tú y esa
idea me encanta y detesto al mismo tiempo, porque se que no puedo ni quiero
enamorarme de otra persona.
Quedamos en la mañana, en Makro para comprar los ingredientes de la pizza hawaiana.
La hicimos desde la base de la masa, incluso la salsa fue casera; algunos tomates
triturados, una cebolla, dos dientes de ajo, aceite oliva para freír y una pizca de sal,
pimienta, comino y orégano en polvo al gusto.
Tuvimos que ir caminando de Makro al mercado del puente para comprar algunas cosas
que nos hacían falta ya que en dónde estábamos, éstas tenían un precio muy excesivo.
No quiso que gastara nada, todo lo pagó él y he de admitir que aproximadamente se
gastó sus 100 soles. La idea de que gasten tanto sin dejarme pagar en absoluto, es
incómoda, pero a tanta insistencia, cedí. Luego fuimos en moto hasta su casa, fue muy
bonito ver como me recibieron. Estaba en la cocina su mamá, abuelita, tía, primos
pequeños y de mediana edad, su hermano y dos perritos que corrieron a saludarme
como si me volvieran a ver después de meses. Nos acomodamos como pudimos en la
mesa de la sala y nos pusimos a cocinar mientras veíamos la maratón de Harry Potter.
Salieron dos pizzas de tamaño regular, era mucho para dos personas, así que, lo
repartimos entre toda su familia y hasta faltó, quedo deliciosa. Su familia me felicitó por
el sabor y textura. Él preparó un trago de ron con pisco y piña, muy rico también,
aunque muy fuerte para mi gusto y lo compartimos entre todos. A las 3 de la tarde tuve
que irme, mi mamá me llamó porque necesitaba ayuda en una decoración y él muy
amablemente llamo a un taxi, el cual llegó en menos de 4 minutos. Nos despedimos con
un abrazo fugaz.
Tan pronto como aceptamos la idea de “enamorarnos”, estamos en desventaja. Cómo lo
indicó Erich Fromm en El Arte de Amar, la expresión “enamorarse” es engañosa.
Implica que algo se hace de manera accidental, sin siquiera intentarlo. En cambio, él
escribe que la experiencia debe llamarse “permanecer en amor” puesto que requiere un
acto de voluntad, de querer enamorarse y por lo tanto hacerlo. Todo es un proceso de
construcción. Y yo he seguido enamorándome de ti incluso después de ti, Luis.

26/01/21
Siempre o bueno, la mayoría de las veces, me las arreglo para llegar temprano a los
lugares donde he acordado encontrarme con alguien y hoy no fue la excepción.
Digamos que tengo cierto talento para ello.
Quedamos en vernos a las 3 de la tarde, en tu casa. Mire mi reloj, justo después de pasar
la iglesia que esta en la carretera a Huanchaco y con cierta gracia, descubrí que llegaría
antes de la hora. No entiendo, se supone que si salgo 2:20, llego a las 3:00 pm., en
punto, pero por alguna cósmica razón, los dos carros que abordé avanzaban más rápido
de lo usual.
Baje del micro a las 2:50 pm. ¿Y ahora qué haría? Ya me había pasado esto en varias
ocasiones, en alguna de ellas había optado por bajarme antes y eso me hacía ganar algo
mas de tiempo para llegar a tu casa, en otras, había estado dando vueltas por alrededor
de tu casa hasta que sea la hora. Siempre teniendo cuidado de no acercarme mucho para
que Sasha no me olfatee y empiece a llorar, llamando tu atención.
Hoy decidí esperar en el pequeño espacio entre tu casa y madeiras, viendo mi celular
hasta que sean las 3. Y cuando por fin llegó la hora, me acerque a la puerta tu casa.
Sasha me olfateó de inmediato en empezó a ladrar cada vez más y más fuerte, decidí no
tocar la puerta y esperar, ya que los ladridos de Sasha siempre habían bastado. Nada,
pasaron varios minutos y empecé a tocar cada vez con mayor intensidad, me empecé a
preocupar y admito, a enfadar también, ¿Por qué no habrías?, lo único que se me vino a
la mente fue que te habías quedado dormido o… quizás que hayas tenido que salir por
alguna emergencia y se te haya pasado decirme. Volví a tocar, Sasha ahora estaba
llorando y aullando, nada pasaron 20 minutos, decidí que esperaría hasta las 4 pm y si
nadie salía tendría que regresar, la torta que había preparado se estaba entibiando, esta
muy molesta. De pura curiosidad miré de reojo a la casa de tu tía, la ventana estaba
abierta y me acerqué; si habías salido, al menos podía dejar las cosas con ella.
Me acerqué muy sigilosamente y miré que la televisión estaba encendida, luego giré mi
cabeza hacia la izquierda y allí estaba ella, cortando sus ollucos y me estaba mirando
también. “señora Martha, que gusto verla, disculpe que la moleste, sé que está ocupada
pero sólo quería preguntarle si sabe si Luis esta aquí al lado porque estoy tocando y no
abre… había quedado con él hoy”- le dije mientras ella se levantaba rápidamente de su
silla y maldecía diciendo “este Lucho seguro se quedó dormido, voy a llamarle, sino
ahorita te abro yo la puerta de al lado, ve por ahí”.

Escuché a los lejos que te llamó repetidas veces, pero al no obtener respuesta se pasó a
su casa de al lado y me abrió la puerta, “pasa Tania” me dijo mientras Sasha en un
intento frenético por controlar su emoción de verme y porque la señora Martha estaba
allí, se terminó orinando un poco en la entrada, pero limitó sus saltos sashinos.
No me percaté muy bien de lo que hizo o dijo la señora Martha cuando fue a tu cuarto a
verte, pero a los pocos segundos ella salió hacia su casa y tu salías de tu cuarto asustado,
cómo si estuvieras aún en otra dimensión, en otro mundo, y volvías a él muy
lentamente. Admito que era gracioso y mi teoría cierta, pero… también estaba muy
molesta contigo. De haber sido al revés, quizás yo no me hubiera dormido, pero no
podía juzgarte, tú habías estado trabajando mucho y estabas agotado.
No pude evitar mostrar mi enojo, era muy evidente que estaba furiosa pero no quería
decirte nada, no quería estar molesta contigo. Tomé una caja con galletas que había
traído para Sasha y antes de dirigirme hacia la cocina a guardarlas, te entregué el postre
que había preparado un par de días atrás, era una tres leches o bueno dos leches para ser
honesta…
- “oye… discúlpame, pucha me he quedado dormidote, ni he sentido la hora
nada”- me dijiste.
- “ya.”- te respondía y me iba nuevamente lejos de dónde tu estabas.
- “oye… discúlpame pues, he estado cansado estos días he estado quedándome
hasta tarde y encima he estado trabajando” “¿mi tía a abierto la puerta no? ¿ella
ha ido a verme?”- Luis.
- “Ya te dije que ya…, si ella ha ido a verte y despertarte” y me volví a ir a la
cocina disqué a acomodar una bolsa, pero en realidad era para decirme a mi
misma, “carajo ya, sólo se quedó dormido, no pasa nada ya no estés molesta”
- “oye… discúlpame”- Luis
- “ya, ya te dije que ya (risa molesta)”- yo
- “Pero enserio pe’ discúlpame”
- (risa sincera) era bonito ver que sabías que estaba molesta aun cuando decía que
no y entonces me sentí mejor. “ya, esta bien”- te respondí y me senté junto a ti a
conversar sobre lo que acababa de ocurrir.
Esa tarde fue muy divertida y bonita, bañamos a Sasha en el lavadero, entre risas te
moje un poco el rostro y nos jugamos entre nosotros. Hubo muchos abrazos del equipo
Sasha esa tarde, y hasta me animé a colocar mis piernas sobre las tuyas, me daba miedo
ver tu reacción así que directamente no lo hice, pero de reojo vi que te quedaste
mirándome y luego sonreíste. Me encantó tu respuesta así que lo hice de nuevo.
También admito que cuando te abracé pude sentir tus brazos fuertes, más de lo que los
recordaba, disimuladamente los apreté y un gemido interno me hizo sentirte.
Un rato después, estábamos jugando con Sasha y te conté que estaba entrenando por las
tardes. Y fue entonces dónde mencionaste sólo unas cortas palabras que me dejaron
pensando mucho estos días.
- “Ah con razón te veo más…” me dijiste y automáticamente hubo un silencio.
Nos quedamos mirándonos y te vi algo nervioso. Te ayude un poco diciéndote “más…
fuerte, tanto cómo ganarte en fuercitas, comprobémoslo”
Ambos nos reímos, “SIII” dijiste con entusiasmo, pero me quedé pensando en que es lo
que hubieras dicho si yo no hubiera intervenido.
El resto de la tarde también fue muy divertida, estuvimos cantando a todo pulmón y
viendo videos. Empezamos con BRITHAIN’S GOT TALENT, un cantante ciego que
tenía una voz preciosa. Luego algunos botones de oro, la niña ventrílocua, y cabe
mencionar que era la primera vez que escuchabas algo parecido. Seguimos con Kurt
Cobain de YO SOY, y le siguió Bohemia Rapsody, el “Popurrí” de Pandora, que
curiosamente si lo sabías, Julieta Venegas con su “Limón y Sal”, “Me Voy”, y luego
nos pasamos a La Factoría “Todavía”, luego “Nuestra aflicción”, “Los malaventurados
no lloran” y mientras la cantábamos, recordé y te dije que cuando me hiciste escuchar
esa canción por primera vez también me enseñaste otra, sólo que en ese momento no
recordaba el nombre, ahora lo hago, la canción era de PANDA “Matando Memorias”.
Ya casi al final y cerramos porque tenías que conectarte a tus clases, escuchamos a The
Weekend “Save Your Tears”, “Creep - RadioHead”, la cual cantaste a todo pulmón,
mientras yo te escuchaba atenta y algo nostálgica porque esa canción me hace siempre
pensar en ti y en bellos recuerdos juntos, “Bad Guy- Billie Eilish”, Calle 13 –
“Residente” y finalmente, “Latinoamérica”.
Me acompañaste cerca al paradero y regresaste rápidamente a por tus clases. Yo crucé
la pista, no volteé en ningún momento. Ya allí vi que había ocurrido un accidente de
mototaxis y estaban todo un lío. Mi carro llegó unos minutos después y regrese a casa,
sonriendo, feliz, completamente feliz.

04/02/18
Ayer te mentí, aunque bueno no exactamente, sólo omití información.
Ayer fue el cumpleaños de Jorge, me había invitado ya hace unas semanas antes a su
casa para una reunión con su familia y demás amigos cercanos. Yo acepté, y para
ahorrarme regalo llevé cortinas de fiesta y un cartel que decía “feliz cumpleaños”, todo
de la tienda de mi mamá…
Llegué a su casa temprano cerca de las 10 de la mañana y estuve ayudando junto a su
familia en los preparativos, estuvimos un rato conversando en su cuarto sobre unos
problemas que estaba sufriendo la empresa en la que había sido jefe de recursos
humanos. Estaban en reunión virtual debatiendo el cierre general de la corredora de
seguros o nuevas estrategias para intentar salvaguardar los escasos recursos económicos
que la sostenían.
Alrededor de las 12 del medio día, nos pusimos a decorar la casa con lo que había
llevado. De la cocina salía un olor exquisito a cabrito y frejoles recién preparados, que
parecían deshacerse en tu boca sólo con olerlos.
A los pocos minutos, llegaron 3 amigos, dos de ellos eran pareja y estaban muy
acaramelados, demasiado para mis ojos, apenas y podían saludar, y al lado de ellos
estaba César, otro amigo de Jorge. Me senté junto a él y tomé mi celular, entre a tiktok y
me “ocupé”. Aaron y María dejaron de besarse al cabo de unos largos minutos,
felizmente, porque ya era muy incomodo para Cesar y para mi estar junto a ellos, lo sé
porque en ciertos ratos nos quedábamos mirándonos, luego volvíamos las miradas hacia
los tórtolos y nos reíamos.
La hora del almuerzo llegó, en la mesa apareció un pequeño plato de causa de atún de
entrada, luego un plato medianamente grande de cabrito y jugo de maracuyá, más una
perfecta copa con vino tinto dulce. Todo se veía riquísimo, ya no podía esperar por la
probar toda esta exquisitez, pero tenía que esperar al famoso e infaltable brindis de
agradecimiento.
Jorge empezó, tomó su copa de vino y automáticamente, todos hicieron lo mismo.
Inició agradeciendo a sus amigos más cercanos, uno por uno, reviviendo anécdotas de
cómo se conocieron, lo que significa su amistad y de cómo la han mantenido estos años.
Me puse muy nerviosa ¿Qué diría de mí? Apenas y nos conocemos hace un año y no
tenemos tantas anécdotas, aunque también sentía cierta intrigar por escuchar lo que
diría…
- “Y a ti Tania, también gracias por estar presente, nos conocimos hace ya un
poco más de un año por Facebook y empezamos a encontrar cosas en común,
Harry Potter, molestar a Ale (risas), entre otras cosas y se ha ido forjando una
bonita amistad, gracias. Ah y gracias por la sorpresa de la decoración, nunca
nadie ha hecho eso por mí (gestos de lagrimas cayendo del rostro)”.- Jorge.
El “Ah y gracias…”, pudo haberse omitido esa parte, todo iba bien hasta que lo
mencionó, porque desde entonces todos nos empezaron a molestar, “ah primera vez que
alguien hace eso por ti, ya ves, ella no es como tu ex toxica”
- Y ya que ha hablado tan bonito de ti, “especialmente”, ¿creo que te toca decir
también unas palabras no? - Aaron.
¿Qué…? ¿¿¿Por qué???, no quería decir unas palabras, la inspiración no me salía, ¿qué
decir?, me sonroje, ¿Por qué tuvo que decir lo de las cortinas?, yo sólo lo hice para
ahorrarme un regalo y ahora tendría que hablar frente incluso su mamá.
- “ustedes primero que son mas cercanos a él, nosotros llevamos un tiempo de ser
amigos, pero en persona solo unos meses, en cambio ustedes llevan años
conociéndose, creo es lo más justo”- Atiné a decir. Eso me daría un poco más
tiempo para pensar en que decir.
Aceptaron la idea implícitamente y Aaron tomó la iniciativa, luego Cesar, María y
finalmente, su mamá. Y automáticamente, cuando todos hablaron sentí sus miradas
sobre mí, que abrumador, yo solía prepararme antes de dar unas palabras, pero esta vez
no había tenido mucho tiempo, tocaba improvisar.
- “Ok si, ya me animé a decir unas palabras” (Aaron sacó su celular para grabar)
“Bueno… en primer lugar, gracias por la invitación, se que tenemos poco tiempo
de conocernos al menos en persona y quizás ellos conocen una versión diferente
de ti, yo la que conozco, ha sido muy agradable, he disfrutado mucho del
conversar contigo y debatir sobre ciertos temas de emprendimiento o de
psicología. Por lo que he visto eres una persona muy centrada en tu crecimiento
personal y profesional, a la vez de muy persistente cuando de ello se trata. Y
bueno nada, cómo te dije temprano, que mi deseo es ese, verte seguir avanzado y
alcanzando tus metas, gracias amigo.”
- “gracias”, me respondió Jorge mientras me sonreía.”
Volvimos a almorzar inmediatamente luego del brindis, creo todos estábamos muy
concentrados y hambrientos porque hablamos muy poquito en esa pausa. A césar se le
ocurrió conectar sus parlantes a su celular para ir escuchando música.
La tarde y noche fue muy divertida, aunque terminó algo trágica. Empezamos jugando
entre los tres; Jorge, César y yo porque Aaron y María tuvieron que salir por unas horas
a hacer unos trámites. Iniciamos con UNO, era la segunda vez que lo jugaba, y basta
decir que no gane en ninguna de las 7 jugadas de turnos, era frustrante, estaba enfadada,
pero lo disimulaba riendo mucho y haciendo bromas, luego sugerí jugar GOLPEADO,
ese era mi juego, no me podían ganar y lo sabía, y así fue, gané en todas las 5 veces que
jugamos y también era divertido ver sus rostros de frustración y cólera.
Al cabo de unas horas llegaron, Aaron y María, y empezamos a jugar MONOPOLIO,
juego que, por cierto, luego de pasar más de 4 horas, nadie ganó y tuvimos que pausar
porque llegaron las tortas y pizzas, fue muy divertido, risas por doquier, ofertas de
casas, subastas, frustraciones, pero si de quitar todo para colocar la comida se trataba, se
podía pausar el juego, a decir verdad, eso hubiera tenido para mucho rato.
Busque en internet en su celular la canción de “feliz cumpleaños” y de pronto toda su
familia apareció, tíos, primos, abuelitos, mamá, papá, hermano; el cuarto estaba lleno y
empezamos a cantar (happy birthday to you, bis). Luego las respectivas fotos para el
recuerdo primero con su familia y luego con nosotros, sus amigos.
Automáticamente, y luego de que a Cesar se le ocurriera la genial idea de colocar
reggaetón para cenar con su familia, ésta se terminó yendo de a pocos, quedando
nuevamente los 5. Aaron había traído su Jenga. A María y a mí se nos había ocurrido
poner retos en una cajita y quien tumbaba las piezas por ronda tenía que cumplir un
reto.
Jorge estuvo sentado a mi lado en todos los juegos, demás esta decir que era beneficioso
porque tendía a ayudarme, aunque ni con esos refuerzos pude evitar perder 4 veces,
María 4 también, Jorge 2, César solo una vez y Aaron ninguna sola. De a ratos me
tomaba de la mano, aunque fugazmente era extraño, al inicio incómodo, pero como era
sólo segundos le resté importancia, además era para decirme que quite mis manos de la
mesa porque se podía mover y, por lo tanto, perder por sabotaje de juego. Era extraño,
sus manos son muy pequeñas, no rechacé el gesto, aunque cuando entrelazó sus dedos
en los míos, me sorprendió y automáticamente me liberé de forma audaz., también
pensaba en tus manos, Luis, son sin duda mucho más hermosas, grandes y varoniles, ya
sabes que me encantan.

El primer reto que me tocó cumplir fue una cucharada de ají molido, sin agua hasta que
lo haya tragado todo. Fue asqueroso más que picante, al menos para mí, por un
momento casi vomito, pero me mentalicé y lo pasé sin tanto problema, luego tuvo que ir
Jorge por unos hielos porque el efecto del ají se sintió unos minutos después, los labios
me ardían, la boca me quemaba, mi estomago también estaba en huelga. El segundo reto
fue salir al balcón y gritar “me he enamorado”, no lo podía creer, no había algo más
vergonzoso que eso, y encima cuando salí al balcón me di cuenta que justo al frente
estaban un grupo de jóvenes, “no no no, no puedo, no puedo, no lo voy a hacer, no
quiero, no no no”- me repetía constantemente y cuando finalmente me armé de valor,
luego de largos minutos, grité a todo pulmón y me escondí lo más rápido que pude, todo
quedó grabado lamentablemente y para colmo de mal, después de gritar un perro se
puso aullar, fue muy gracioso lo admito.
El tercer reto fue una ronda de verdades, cada uno me tenía que hacer una pregunta y yo
tendría que responder con la verdad y nada más que la verdad.
- ¿Estas aburrida de estar aquí con mis amigos? - Jorge
- “absolutamente, no”- yo
- ¿Qué ha sido lo más triste que te ha pasado en una relación? - Aaron.
- “acompañar en momentos difíciles, que aunque no me haya afectado
directamente lo afectaron a él, como la muerte de su mamá y bueno también
cuando mi mamá enfermó, fueron tiempos muy desafiantes para ambos pero nos
acompañamos”.-Yo.
- ¿regresarías con algún ex? - César.
- “Sí…”- yo.
- ¿Lo más loco que hayas hecho por amor? - María.
- “Mmmm pedirle matrimonio en la plaza de armas de Trujillo, aunque fue para
un reto de la universidad… y pese a que fue un día muy bonito por su reacción y
aunque no recuerdo que haya dicho exactamente que sí, fue muy vergonzoso,
todos estaban mirando, nunca lo olvidaré”.- Yo.
Cuarto y último reto que me tocó y admito que esta vez los decepcioné. El reto fue
tomar el zumo de un limón completo. Fue refrescante, después de tanta grasa el
limón cayó perfecto. Todos tomaron sus celulares para grabar mi reacción, pero
estoy tan acostumbrada al limón que me lo tomé como shot y no hice ni una mueca
extraña, la verdad lo disfruté y fui por otro.
El juego termino unos minutos después, cuando María cayó la torre de jenga
perdiendo por 4ta vez, y el último reto que le tocó cumplir fue el mismo que a mí,
una cucharada de rocoto, pero todo terminó cuando se introdujo la cuchara en su
boca; los primeros segundos de efectos, pasables, sabor desagradable y algunos
segundos después estaba vomitando, llorando por el ardor que sintió, tomando agua,
leche mientras su novio trapeo rápidamente su vomito y fue a abrazarla mientras
lloraba. Fue muy conmovedor ver eso y admito que también me dio una pizca de
envidia. Alguna vez también tú me cuidaste así, aunque no por haber tomado o por
algún reto.
Iban a ser las 3 am. y después del llamémosle “incidente de María”, todo se había
vuelto algo tenso, aunque Jorge, César y yo seguíamos pasándola bien, escuchando
y cantando música mientras nos acabábamos una botella de Vodka. Hubo un
momento en el todo paró, me había empezado a sentir mal, de nuevo esa sensación
embriagadora de mareo y de pronto mucho sueño. María y Aaron se quedaron en la
cama de Jorge, él y César en una cama inflable en el mismo cuarto y yo en un cuarto
aparte, el de su mamá, sola, perfecto.
Me prestó un polo viejo y un short, pero me quedé sólo con el polo porque era largo
como un vestido y el short me quedaba tan flojo que no podía pararme sin que se
cayera, además, ¿que había que temer?, me iba a quedar en un cuarto sola. Me
arropó con unas frazadas y salió del cuarto. Volví a mi celular, te había dicho que ya
estaba durmiendo, pero en realidad recién estaba por ir a dormir, pero cómo
explicarte, definitivamente no había pasado nada, pero tener que contarte todo sentía
que era algo quizás tenso. Volví a leer tus mensajes, a ver las fotos de Sasha donde
por error no intensional salían tus manos, (suspiro, pausa). Me quedé dormida.
5:15 am. en mi celular y yo despierta, de pronto ya no tenía sueño. Fui al baño, me
arreglé un poco para volver a ella unos instantes después. Tome mi celular y te
respondí el mensaje que me habías enviado ayer noche antes de dormir, el cual
había leído un par de veces antes de acostarme, pero sin datos para que no te
aparezca como leído. Y de paso se me ocurrió escribirle a Jorge, “hey seguro en la
dormición, yo aquí tan madrugadora como siempre amigo (risas)”, sin pensar que un
par de minutos después o incluso menos, estaría entrando a mi cuarto, o bueno el de
su mamá, y se costaría junto a mí. Cuando hizo eso se me pasaron muchas cosas por
la mente, todo estaba completamente oscuro y si intentaba que pase algo, que haría
yo, estaba hecha un lio. Era no escribirle, pensé sinceramente que estaba
profundamente dormido como sus compañeros de cuarto.
Pero no paso nada finalmente, sólo conversamos y mucho, nos pasamos como 3
horas hablando de negocios, del amor, de la fidelidad, de los sueños, metas de vida y
lo bueno fue que a las 6:30 am. su mamá despertó y estuvo entrando y saliendo a su
cuarto porque éste quedaba justamente al lado de la sala donde estaban las cosas que
aun faltaban lavar. Dentro de todo lo que conversamos hubo un momento en el que
hablamos sobre ti…
- ¿lo extrañas? -Jorge
- Yo por dentro “en cada momento…”, “Si…”- le respondí.
- ¿Qué extrañas de él? ¿los recuerdos o verlo, abrazarlo…? - Jorge
- (risa nerviosa), las dos cosas, todo…
- ¿Y aún tienes comunicación con él? - Jorge.
- Yo por dentro “si supieras que todos los días hablo con él…”, “sí, aún
conversamos y nos vemos por Sasha, o eso creo…”, agregué.
- Entiendo… Mmmm, pero ¿no crees que mejor es no tener contacto con esa
persona? - Jorge.
- (Si supieras cuantas veces lo he pensado, cómo he tratado de imaginar mi vida
sin ti y he fallado en el proceso, incluso la idea, aunque fugaz me ha disgustado
siempre). “supongo que si no quieres nada con esa persona y sabes que estar con
él o ella sería dañino de alguna forma para ambos entonces lo mejor es no tener
contacto, pero si no…”- respondí.
- ¿Entonces aún tienes esperanzas de volver con él? - Jorge.
- Ha pasado más de un año desde entonces… no sé si tener esperanzas sea la
palabra correcta.
A las 8 am., Aaron y María despertaron, tomamos desayuno juntos y nos quedamos
a conversar un rato más en la mesa. Ellos seguían molestándonos, entiendo que
quieren ver a su amigo feliz y con alguien que no sea “la toxica”, como ellos la
llaman, pero esa persona no soy yo. En fin, no dije nada. Me despedí de ellos y de su
mamá.
Jorge me acompaño hasta tomar mi carro y como su casa queda muy cerca de la
gran chimú, pasamos por ahí para enseñarle mi otra casa, hace unas horas le había
estado contando sobre mis planes con ella y sintió supongo curiosidad.
El micro bus pasó apenas llegamos al paradero, me despedí con un abrazo fugaz y
subí al carro.
14/02/21
Catorce otra vez
He tenido días de San Valentín realmente preciosos contigo, y otros, en los que pude
hacer cosas diferentes. Nuestro candado se colocó en un día de estos, una salida en el
mall para ver una película, las risas mientras esperábamos la cola y el conversar al salir
de allí, no ir a ningún lado, o mejor dicho, a todos, pero estar juntos, verte, reír contigo;
eso es lo que más he disfrutado de esta fecha. ¿Y de lo que me hubiese gustado hacer
diferente?, creo que no vale la pena recordar, pero si tienes curiosidad te puedo contar.
Por ejemplo, un 14 que habíamos quedado para comer fuera, nos encontramos en el
óvalo papal, en el grifo, y nos fuimos caminado buscando un restaurante, no dijiste
nada, y eso me hizo enfadar, lo admito. En la mañana de ese mismo día, me había
quedado con mi tía armando una tarjeta de amor para su esposo y estábamos a tope con
la emoción de ese día, así que, el hecho de que no me dijeras “feliz día” me puso de
muy mal humor, luego entendí que yo tampoco lo había hecho, que egoísta fui.
Recuerdo también que no tenías dinero y yo estaba pensando en que iríamos a un
restaurante, así que me enojé, discutimos y empezamos a caminar aceleradamente hasta
que ambos tomamos diferentes caminos, y sin decirnos nada nos fuimos, lejos de ti
volteé a verte y ya no estabas, lloré hasta llegar a casa. Que quejumbrosa fui, de poder
cambiar algo, sería sólo estar y caminar sin rumbo, sólo tu y yo como cuando no
teníamos dinero y nos íbamos a algún parque a sentarnos mientras ponías música en tu
celular, o como aquella vez que nos encontramos cuando salía de trabajar en la
zapatería, también un catorce y nos mofábamos felices de ver tanta gente feliz con
globos, chocolates, peluches. Yo era feliz estando en tus brazos.
El “amor romántico” esta siendo muy criticado actualmente, no consiste en descalificar
las prácticas genuinas y auténticas de demostrarlo, cómo la ternura dentro de una
relación, sino pensar que es la forma “UNICA Y CORRECTA” de hacerlo, de amar.
Esta es sin lugar a dudas una invitación contundente a reconocer nuestro derecho
alrededor del libre ejercicio/ vínculo de nuestros afectos.
Nos han contado que el amor más importante, el único, es el romántico. Que, si ese día
no hay rosas y chocolates, es porque no te ama. Que hay que buscarlo cómo si fuera el
tesoro de la existencia. Nos han contado que hay alguien siempre a nuestra medida,
nuestra “media naranja”.
Hemos aprendido además de manera distinta sobre el amor si socializamos como
hombres o como mujeres en una estructura que presupone la heterosexualidad y la
monogamia para todos y todas.
Así, para los hombres o en su mayoría de ellos, el amor es una especie de rescate de una
vida no centrada, de un hacer lo que “quieres” sin sentido, hasta que alguien te ayuda a
sentar la cabeza.
Y para las mujeres, al contrario, es destino. El amor es lo que te construye, la mujer
amada es la que ha sido capaz de que alguien se fije en ella tanto como para quedarse
más allá del sexo. El amor es, de esta manera, lo que trae “dignidad” al cuerpo
corrompido.
Si el amor romántico no sucede de la manera que nos metieron en la cabeza, entonces
sentimos frustración, enojo, incertidumbre. Nos hace sentir que todo lo que la vida nos
tiene que ofrecer no es suficiente o no es tan válido.
El amor es algo que se construye, una elección de ambos, de compartir junto a esa
persona los días venideros. El amor es aquello que te da la posibilidad de ser.
Todos y todas estamos enamorados, lo estamos porque, a pesar de la mierda y del dolor,
seguimos aquí.
Aunque a veces duela.
Feliz catorce Luis. Te amo.

15/02/21
Tu camisa azul a cuadros

Había llegado a tu casa justo alrededor de la hora que te prometí, entre las 2:30 y las
3:00 p.m. Me abriste la puerta unos segundos después de tocar ligeramente y a
diferencia de las últimas dos ocasiones en las que había ido y te saludaba con un beso en
la mejilla fugaz de “hola”, esa vez no lo hice. Estaba realmente concentrada en
sobrepasar los obstáculos sashinos que incluyen saltos, patadas y muchas olfateadas de
bienvenida, además, esta vez más en particular porque traía en mi bolsón una bolsa de
plástico con sopa para ella, si un arañazo la llegaba a tocar, ésta podría romperse de
inmediato y desparramarse por toda mi cartera; eso sería trágico.
Logré pasar todos los obstáculos y llegué a salvo hasta la mesa de tu sala, cuando de
repente sentí que estabas justo a mi lado y me diste un abrazo mientras me decías “feliz
San Valentín Sashino”, no dije nada, sólo correspondí tu abrazo, las palabras se
quedaron ahogadas y sólo sonreí, me sentía muy feliz.
Llegó el momento de la entrega de pedidos, sopa sashina (listo), atunes (listo), bolsa con
galletas y chocolate (listo), y finalmente, cajita de feliz catorce (listo), estaba muy
nerviosa por la nota que estaba oculta. Desde el día anterior, había dudado mucho si
colocarla o no, que ponerle para que no suene tan evidente que te quiero, y sólo añadí
disimuladamente en la posdata, un pequeño corazón dibujado de forma rápida y torpe al
lado del (acabo de perder mi lapicero azul, gaaaaa ♡).
Lo curioso fue que cuando ibas comiendo uno a uno los chocolates, nunca te percataste
de la nota y no fue hasta cuando casi se estaba terminando que la vista, y muy
curiosamente quisiste leerla de inmediato, me sonroje, dude al principio a tu inesperada
pregunta de (¿puedo abrirlo ahorita?) pero así fue y después de una rápida lectura
levantaste tu mano para chocarla mientras decíamos juntos (por mas sashiaventuras), y
justo en ese momento Sasha nos interceptó con una mordida fugaz (risas). Te veías muy
contento y demás esta decir que precioso.
“Me olvidé algo, y sin eso no puedo regresar a casa. Me tienes que ayudar, por favor.”,
fue la frase que dije unos minutos después de haber llegado a tu casa. Curiosamente me
había olvidado mi chompa en mi cama y no podía regresar a espalda descubierta porque
mi familia se podía dar cuenta del tatuaje que me hice la navidad pasada. Lo recordé
cuando ya estaba abordando el carro hacia Huanchaco, no podía volver, sería muy
peligroso y llegaría tarde.
Felizmente, fuiste a tu cuarto y buscaste entre tus cosas una casaca que vaya un poco
acorde a mí, a mi estilo, que combine con mis jeans, y de admitir que hiciste una muy
buena elección. Era una casaca azul a cuadros con rayas plomas y blancas, tenía dos
bolsillos que quedaban justo a la altura de mis senos, uno a cada lado y botones en toda
la parte delantera. Aún tenía un poco de tu olor, a ropa limpia y lavada, aunque
combinado con el olor de haber pasado meses sin usarse, era efímero pero la idea de que
la habías llevado puesta me resultaba muy reconfortante.
Hacia demasiado calor ese día. La blusa que estaba puesta al ser de gasa me estaba
haciendo transpirar mucho, así que, tuviste una idea, cambiarme con la camisa azul a
cuadros tuya. Era algodón, lo cual hacía evidente al menos para mí, que la idea no iba a
funcionar, ya que me sentiría mas sofocada con la camisa, pero pensar que
disimuladamente me puedas ver mientras me cambiaba, sonaba atractivo, acepté. Tan
pronto me la puse me di cuenta que si la llevaba abierta se veía sexy, o al menos así fue
como me hizo sentir en esos momentos. Te quedaste mirándome, de cabeza a pies
verificando que todo esté en orden, y de pronto, te diste cuenta, que no llevaba
abrochado el primer y segundo botón de la camisa, por lo que se podía ver mi brasier a
través de él. Insististe que me los sujeté varias veces y luego no acceder repetidas veces,
lo hice, todo para que un minuto después me lo vuelta a quitar porque “el calor era
insoportable”. Me desabroché como pude y antes de entrar a la cocina ya tenía todos los
botones afuera, no sé si me lograste ver, quería que lo hagas.
Esa tarde jugamos mucho, tutifruti primero y gané, como siempre (risas), pero perdí
frente a ti en una lucha de (nadie sabe para quien trabaja), justo en el último minuto
cuando me veía triunfar, sacaste la carta ganadora. No pude contener mi enojo, aunque
algo burlesco porque no iba enserio y me acerque a ti para jugar un poco con tu cabello
y cuello. Me pareció ver que te sonrojaste.
Vi mi celular, eran las 4:58, a las 5 tenía que irme porque tenías que prepararte para una
exposición importante. Antes de salir me regalaste un lapicero azul y me acompañaste a
tomar el carro. Nos despedimos con un abrazo, no tan fugaz, puse mis dos brazos en tu
cuello y pude sentir los tuyos en mi cintura, aunque breve, no pude disimular una
sonrisa.
Esa noche dormí abrazada a tu chompa y he admitir que se me antojaron hacer más
cosas con ella que no considero pertinente mencionar por ahora… Espero que, si algún
día lees esto, no te enojes. Me acosté con la misma sonrisa de complicidad y me quedé
dormida al instante.

28/02/21
Hoy viniste a mi casa.
Han sido días retadores para tu familia. Tu tío falleció hace poco y dos días después,
hoy, falleció un primo. Es desconsolante, las cosas deben machar algo tensas por allá.
Estabas realmente precioso. Apenas entraste por la puerta vi que te habías hecho un
corte de pelo diferente, llano de los costados y un poco largo de adelante, resaltando por
completo tus risos. Te veías mas delgado, un rostro reluciente y tus pestañas que me
encantan. Quería bajarte la mascarilla y darte un fuerte beso y abrazo, pero me contuve,
no podía, era frustrante.
La idea era ir al mercado juntos y regresar a cocinar, pero con todo lo que había pasado
apenas dio el tiempo para terminar de cocinar. Además, llegaste algo tarde, si te
esperaba hubiésemos terminado muy tarde y sashina seguiría esperado su comida
hambrienta.
El almuerzo fue arroz tapado de carne molida de res, huevo, aceitunas y pasas,
acompañado con papitas fritas, aunque salieron algo extrañas, y plátano frito. El me
ayudó a cortar las aceitunas y el huevo. Y valió el esfuerzo, porque al parecer te gustó
mucho, no parabas de decir que estaba riquísimo, lo comiste todo rápido, y para mi
sorpresa no le pusiste rocoto, “así ya es perfecto, no creo que necesite algo más que
añadir”, me dijiste y yo me sonrojé, no pude ocultar mi sonrisa de orgullo. Eso me puso
muy contenta, porque debo admitir que en ciertos momentos sentí que te alejabas
cuando me acercaba a ti por cualquier pretexto, fue desconcertante, o quizás haya sido
sólo idea mía.
Te mostraste muy curioso, cuando conversando en la cocina, te conté que solía hablar
mucho con Jafet, un amigo tuyo que sabe construir computadoras. Recuerdo haberlo
visto un par de veces, pero hace tanto tiempo que el recuerdo es efímero. Querías saber
de qué conversaba con él. Era irremediable y abrumadora tu curiosidad. Así que te lo
dije, aunque no completamente. La verdad, es que siempre que hablábamos, era sobre ti,
si estabas jugando Dota o ya no, y en ese entonces sentía mucha intriga por saber dónde
vivías, así que también respecto a ello, aunque nunca de forma insiste ni directa.
Quiero recordar cosas puntuales y pequeñas de hoy. El cuidarme de no tomar agua del
caño, de no comer la papita que se cayó al suelo, cuando te mostré mi cuarto de estudio,
el dulce de limón, el elogio al almorzar, el cuadro que encontré que decía “fuerza payo”
y cuando estuvimos acostados en mi cuarto con Sherlock, ese fue el momento más
retador para mí, porque me moría por acostarte en mi cama y subirme sobre ti. Pero no
lo hice, y tu tampoco. Me gustaría mucho que lo hagas…

02/08/21
“Y lo volvería a hacer, una y otra vez, por sólo verte sonreír”
Tu cumpleaños 24. Y el décimo que celebro contigo.
No tenía pensado ir tan temprano, incluso conversando con su hermana, me sugirió la
idea de dejar el regalo con su tía, pero quería estar para verlo y darle al menos un
abrazo. Todo fue hasta que dijo que a la mañana siguiente tendría que salir a verificar
las instalaciones de su otra casa… A esa hora, un poco más de las 10 p.m. del día
anterior a tu cumpleaños, hice unos ligeros ajustes en coordinación con Ibi, su hermana,
para que me espere antes de salga hacia su trabajo. Así yo podría quedarme con él y
darle la pequeña sorpresa…
Tenia miedo, me aterraba la idea de que te sorprendiera verme allí o que me dijeras que
hacía yo haciendo estas cosas por ti, pero lee el título de este episodio…no me fui
esperando algo a cambio, ni me hice escenas en mi afanosa imaginación, sólo quería
verte feliz.
Ya me había costado bastante trabajo la noche anterior, hablarte y fingir que todo estaba
bien para hacerte creer que aparentemente me había olvidado de tu cumpleaños. Sin
embargo, la idea de que por esa razón te hayas puesto algo triste, me desconcertaba,
pero sólo tenía que aguardar a que mi alarma suene a las 4 para que todo el ajetreo
empiece, y de pronto distraída por los apuros de la mañana, se esfume el tiempo y llegue
el momento de verte despertar.
Estaba tan entusiasmada que calculé mal mi tiempo. Había quedado con su hermana a
las 7:30 a.m. pero ¡oh vaya novedad!, llegué antes y encima cargando las cosas, no me
quedo más que bajar antes del colegio militar y caminar hasta tu casa, quizás así ganaba
algo más de tiempo, y aun haciendo eso, tuve que darle una vuelta entera a tu casa para
que sean las 7:20, una hora algo razonable para al menos avisar que había llegado.
Cuando entré Sasha estaba en la puerta esperándome, organicé todo rápidamente con la
preocupación de que los ruidos te despierten y aproveché cuando Sasha estaba algo
“calmada”, para darle unas pequeñas croquetas que había preparado a base de
zanahorias y harina de avena, una clase rápida de entrenamiento nunca esta demás.
Ibi salió hacia su trabajo un poco antes de las 7:40, y me fui en dirección a tu cuarto. Me
sorprendió mucho ver que estabas con la puerta abierta y te quede mirando, no entré por
completo, sólo me pare frente a tu puerta, tu estabas a un rincón en modo cuclillas hacia
el costado izquierdo, totalmente arropado con tu colcha y entonces me quede así durante
unos minutos, tuve tantas ganas en ese momento de caminar hacia tu cama y acostarme
a tu lado, de bajar entre tu sábana y decirte buenos días sin abrir mi boca, puesto que
ésta estaría ocupada en otros asuntos debajo de ti… pero no lo hice porque hasta la idea
de que me vieras viéndote, podría sonar perturbadora para ti, así que me di media vuelta
y sin pensarlo, cerré tu puerta y luego, unos segundos después de armarme de valor…
toc toc toc.
No abriste al primer toquido, ni al segundo, sino fue que después de muchos intentos
fallidos, despertaste a preguntarme quien era... “¿Qué le digo?” “¿otro gato?”, “¿tu
hermana?”, mi voz te iba a resultar muy familiar así que no dije nada y seguí probando
con tocar la puerta, en algún momento te tendrías que despertar.
Lo demás es historia que ya conoces, le di un abrazo de feliz cumpleaños y te induje
para que vayas a la sala conmigo y veas el desayuno que te preparé, un keke de oreo, un
jugo de fresa, quinua, pan con pollo y algunos bocaditos que compré un día antes en la
pastelería cerca a mi casa, y por supuesto, los dos pequeños obsequios, un monopolio
con ludo y un retrato de Sasha que mandé a hacer unos días antes. Al parecer el hambre
no era tu fuerte a tan tempranas horas, así que no me molestó que no pusieras cara de
quiero comérmelo todo, ni que te entusiasmaras tanto, era muy temprano para darse
cuenta de ello, aunque me hubiera agradado que me invites a desayunar contigo. Unos
cuantos abrazos más y me despedí, todo fue tan rápido y tiempo tan lento que cuando
salí de tu casa aún faltaban 3 minutos para que sean las 8 am. Me hubiera puesto tan
feliz si me hubieras dicho “quédate al menos 3 minutos más”, pero no fue así. Camino
al paradero, dos lagrimas surgieron de impotencia al no haber hecho tantas cosas y a la
vez de alegría porque te vi feliz. Ese rostro me gustaría ver cada mañana al despertar.
Debo admitir que esa fue mi parte favorita del día. Gracias por cumplir años hoy.

III
Sasha
Tenía que dedicarte un capítulo sólo para ti mi bonita, Sasha.
Es muy probable que ya te haya mencionado antes en algún otro capítulo, pero mereces
tener uno sólo para ti. Llegaste a nuestras vidas a fines de Julio del 2019 y desde
entonces, muchas cosas empezaron a ser diferentes.
Siempre habías querido tener un perro (a) de raza Bull Terrier, y ese día mientras venía
en el bus con mi compañera de trabajo, le llegó un mensaje. Un mensaje en el cuál una
alumna del colegio le estaba ofreciendo escoger entre un par de cachorros para adoptar,
su padre era Bull Terrier y aunque de su mamá no conocía su raza, no me importó.
Pensé inmediatamente en ti. En la foto que le enviaron había dos cachorras, una blanca
con ligeras manchas negras en su hocico, el cuál por cierto era ligeramente más grande
que el resto de su cuerpo, de orejas alargadas y patitas cortas y otra con las mismas
características físicas excepto por el color de su piel, ella era marrón, un marrón de
tonalidad canela y tenía algunas manchas blancas en su hocico, patitas y cuello, me
enamoré de ella cuando la vi. Y Lourdes, de la pequeña de color blanco.
Todo encajaba perfectamente, ahora tenía que decirte a ti, pero estaba segura de que te
lograría convencer, también eres muy amante de los animales, bueno más de los perros
y ella sería nuestra. Ambos la cuidaríamos, nos haría ser personas más responsables.
Pero desconocíamos todo lo que íbamos a experimentar, nuevos miedos, sustos,
alegrías, amor, y mi esperanza. ¿Alguna vez has pensado que sería de nosotros si ella no
estuviera? ¿En dónde estaría? ¿Con quienes? ¿la cuidarían bien? ¿hubiéramos terminado
igual? ¿de qué hablaríamos todos los días? Prefiero no dedicarle mucho tiempo a mis
pensamientos haciéndome estas preguntas, porque finalmente, las cosas son como tal
ahora.
Apenas bajé del bus, entré a la casa y me senté en el mueble a escribirte, a contarte y
convencerte. No sé que pasaría por tu mente en ese momento, pero fue “fácil” dijiste
que sí e inmediatamente escribí para confirmar la adopción. Quedamos en vernos al
siguiente día, luego del colegio iría con Sasha a verte. Estaba muy feliz. Por cierto, ¿Por
qué Sasha? Hace unos días te hice esta pregunta y me dijiste que fue el primer nombre
que se te ocurrió. No lo debatimos, en realidad a mí también me encantó.
El día siguiente llegó, la emoción se mantenía, vi aproximadamente unas 20 veces la
hora en el celular. Habíamos acordado que me la entregarían a la salida. Y así fue. El
timbre final sonó y todos se formaron para salir. En la puerta estaba Sasha, tan pequeña
que me arrepentí por unos segundos de haber tomado esa decisión ¿seriamos capaces de
criarla? ¿de enseñarle? ¿tendríamos los medios económicos para hacerlo? Tuve miedo y
a la vez me sentí madura, grande, ya no tenían que cuidarme, sino yo hacerlo.
La abracé, no conversamos mucho con quién me la entregó, al parecer tenía algo de
prisa. Y allí estaba yo parada afuera con ella, entonces recordé que tenía que volver a
entrar para recoger mis cosas y para ponerle un vestido que le había comprado la tarde
anterior. Entramos a mi oficina, se le veía asustada, pero cuando la abrazaba dejaba de
temblar. Nos sentamos unos minutos en la silla, quería mirarla, hablarle, de hecho, lo
hice “bienvenida pequeña, ahora Luis y yo te vamos a cuidar, lo prometo”. Y en ese
preciso momento empezaron a sonar una banda de músicos a todo volumen, había
olvidado por completo que en el ambiente de al lado estaban ensayando y entonces
pasó, se asustó demasiado, tembló, lloró y hasta se orinó. Traté de guardar todas mis
cosas lo más rápido posible, le coloqué el vestido mientras la acurrucaba en mi pecho y
salí casi corriendo.
En la puerta del colegio, empezaste a llamar la atención de todos los alumnos (as). Y
cómo no hacerlo, a muchas personas les gusta los cachorros y estabas preciosa con tu
vestido, aunque flojo, te hizo lucir.
Nos subimos al micro de Huanchaco, una alumna de secundaria no pudo contener su
entusiasmo al verte y me pidió permiso para cargarte todo su tramo del recorrido. Así
fue, te quedaste con ella unas pocas cuadras hasta que bajó y nuevamente continuamos
juntas el resto del trayecto a casa de Luis.
“Madeiras bajo”, dije, mientras los nervios y el entusiasmo me sobrepasaban. Era
evidente que no era raza pura y tuve miedo, pero te conocía y sabía de tu amor por los
animales, seguramente serías amable, y estaba segura que tendrías un vinculo fuerte con
ella, sólo había que esperar.
Camino arriba a tu casa, te vi, estabas esperándonos afuera de tu casa, llevabas un polo
celeste con rayas de color blanco y azul, estabas algo despeinado, los rulos se hacían
notar, y sonreíste al vernos, lo primero que hiciste fue tomarla en tus manos y entramos
juntos a casa.
Algo tímida al principio, pero ese mismo día creo que ella entendió que esa era su casa,
y allí descubrimos dos de sus mejores talentos, “la mordisión” y su amor infinito por la
comida.
No quise dejarte ese día, quería quedarme contigo toda la noche, sabía que tenias miedo,
a que algo marche mal o llore mucho, era muy pequeña. Pero con los días te fuiste
adaptando y adquiriendo habilidades de “papá perruno”, de humano responsable.
Estoy muy feliz de que ella haya llegado a nuestras vidas. Ya ha pasado más de un año,
desde aquel día y definitivamente tengo mucho que agradecerle. Ella ha influido mucho
en nosotros y viceversa. Hasta el punto de tener nuestro propio lenguaje “sashino”.
Tantas experiencias, tantos saltos, mordidas, rasguñadas, sustos y sobre todo tanto amor.
Sin ella, ¿Qué excusa tendríamos para seguir en contacto? ¿nos seguiríamos
escribiendo? ¿nos veríamos?, frecuentemente me hago estas preguntas.

IV
En el hoyo
“El amor puede con todo, me dijo.
¿hablas de capacidad o de destrucción?, pensé.”
Cada vez que pienso en este título, es como si viaja a otra dimensión. A aquella en
donde todo es oscuridad e incertidumbre. Así me sentía, cuando luego del 17 de enero,
no sabía cómo seguir con mi vida ni cómo dejarte de pensar todos los días y a cada
momento.
He cometido muchas estupideces estando en el hoyo, la primera, creer que mi vida se
me escapaba porque tú ya no estabas. La segunda, rogarte, llorar, sentirme en la mierda,
en la desesperanza y angustia, queriendo que todo acabe. Sin ganas de comer, de salir,
de escribir, de nada… permaneciendo con un pésimo humor todo el tiempo. Me pasaba
el día recordándote y llorando. Buscaba anhelante algún video en internet que me diga
que hacer para recuperarte y eso, admito, me tranquilizaba, al menos un corto tiempo.
Es mi peor versión, aquella que no sabía que tenía pero que al parecer había estado
sigilosa esperando su momento para aparecer. Cada vez que pienso en ella, me siento
desconcertada pero extrañamente también agradecida, porque la conocí y porque pese a
las circunstancias en la que lo había hecho, había logrado tomar el control sobre ella
nuevamente. ¿Qué cómo lo hice?, no estoy segura, podría decirte que fue mi familia,
mis amigas, el volver a reconectarme con la lectura, con mis alumnos (as), rodearme y
conocer a personas nuevas, encontrar pasatiempos, practicar nuevos deportes, verme en
el espejo y sonreír… pero sinceramente, lo que más que ayudó fue tomar la decisión de
volverte a enamorar, sin rogar, sin suplicar, creciendo en todos los ámbitos de mi vida,
sintiéndome atractiva, conectando emocionalmente contigo, conversando y disfrutando
juntos, y por sobre todo, teniendo en cuenta que tomaría tiempo, que necesitaba
autocontrol, paciencia, una estrategia, y en cierta parte “superarte”, aunque no me guste
esa palabra. Siendo amigos, mejores amigos y haciendo florecer nuevas emociones en
nosotros. Eso me daba esperanza, y aunque por momentos parecía que esa “peor
versión” quería regresar, no se lo permitía. Finalmente, ¿qué era lo peor que podía
pasar? ¿qué no lo logre? Odiaba pensar en esa posibilidad, pero también la era, al
menos, si eso pasaba, habría sentido que lo di todo, y que incluso yo, me habría
transformado en el proceso.
Me gustaría seguir contándote cómo logre salir del hoyo, pero antes quiero ser sincera
contigo respecto a algo que pasó cuándo aún estaba en él. Ya hemos conversado sobre
esto, y seguramente, no querrás recordarlo. Si es así, puedes saltarte los siguientes
párrafos, porque lo contaré de todas formas, necesito liberarme. Necesito que sepas que
pasó realmente…
Katy y yo habíamos quedado en encontrarnos en casa de Angela. Hace mucho tiempo
que no nos veíamos, así que teníamos mucho de que conversar, y a decir verdad,
también sabía que íbamos a tomar, quizás alguna botella de ron con gaseosa o de tequila
con limón, nunca falta en las reuniones con Katy. Y estaba bien, quería emborracharme,
olvidarme de todo por algunas horas, dejar de pensarte. De hecho, yo fui la que sugirió
encontrarnos.
Y así paso, recuerdo que Angela y yo estuvimos conversando durante unas horas y
luego pusimos una película para ver. Al inicio me concentré en sólo ver y por un
instante sentí que ya no valía la pena emborracharme… Angela tomó su celular y
empezó a conversar con su enamorado, olvidándose que yo estaba a su lado. Te recordé,
me dolió, una pequeña lágrima expresaba lo que sentí en ese preciso instante, y dejé de
mirar la película, me hice la “dormida”, hasta que escuchamos la puerta tocar, Katy
había llegado.
Nos abrazamos, nunca la había abrazado con tanta desesperación. Cómo si un abrazo
fuera todo lo que necesitara en esos momentos, y entonces otra vez, para variar, volví a
llorar, pero al despedirme de sus brazos, intenté apresuradamente secarme las mejillas.
- “Estás guapa cholita”- Me dijo Katy.
- Yo sólo le respondí con una sonrisa.
- “A veces situaciones así sacan a relucir nuestros mejores atributos, ya no llores
tonta” – Agregó.
Nos sentamos a conversar en el mueble durante unos minutos y luego Katy dijo “ya,
¿cómo es? ¿ron o vino?” Las tres coincidimos en ron para mezclarlo con gaseosa.
- “Yo te acompaño”- añadí.
Y entonces nos fuimos juntas a la tienda, era la primera vez que al llegar no tenía
vergüenza, así que la que pidió la botella ese día fui yo, hasta Katy tenía cara de
sorprendida, pero intentó disimular. Usualmente, siempre que comprábamos, yo
esperaba afuera, oculta. Compramos ron y una Sprite, más una cajetilla de cigarros.
Luego regresamos a casa de Angela. Me sentía extrañamente, “mala”, “rebelde”,
valiente y “tonta” por sentirme así, sólo por haber hecho eso.
Estábamos llegando a la casa cuando de pronto vimos cómo a lo lejos alguien llamaba
mi nombre, era Sebastián, el enamorado de Angela. Al parecer ella lo había invitado.
Katy se sentó a mi lado derecho, Angela y Sebastián estaban al frente compartiendo
juntos un pequeño espacio en el mueble. Katy colocó la botella de ron en el centro y
Angela puso música de fondo, algo de reggaetón probablemente, no lo recuerdo.
Iniciamos con rondas equitativas y al cabo de unos minutos, todos nos estábamos riendo
¿de qué?, quizás de algo sin sentido. Angela y Sebastián empezaron a besarse, Katy me
quedó mirando durante unos segundos y me dijo “no los mires”, mejor tomemos sólo
las dos. La abracé y empecé a llorar sin decir una sola palabra. Sólo recuerdo que
empecé a terminarme yo sola y sin esfuerzo la botella, ron puro sin combinarlo con
gaseosa, nunca me ha gustado esa combinación, además, la sensación amarga y efímera
de tener alcohol en los labios era “satisfactoria”. Recuerdo que un par de veces Katy
intentó detenerme, pero no se esforzó mucho así que seguí y cuando se terminó Angela
fue a su repisa para sacar un vino que al parecer había permanecido oculto esperando
ese momento para ser descorchado.
Los recuerdos que tengo de lo siguiente que pasó son como pequeños cortometrajes en
mi memoria. Lo primero que recuerdo, es intentar pararme para ir al baño a lavarme la
cara, y fracasando al instante, cayendo al piso y Sebastián levantándose para ayudarme
a llegar a la puerta del baño. Adentro todo parecía tan pequeño, me miré en el espejo y
me desconocía, las cosas daban vueltas sin parar y entonces lo hice, levanté la tapa del
wáter y vomité todo lo que pude... Lo siguiente, es a Katy a mi lado tratando de hablar
conmigo de algo… No sé cuanto tiempo transcurriría desde ese entonces, pero lo último
que recuerdo, es a Angela con Sebastián abrazándome para llevarme a la cama y
diciéndome “tienes que dormir, ya no vas a tomar”.
Me desperté, eran más de las 10 de la noche, pero había avisado a mi mamá que no
llegaría a dormir ese día, así que eso me tranquilizaba. Tenía la ropa oliendo a vino,
estaba cubierta de sábanas y al lado de la cama había una taza de café humeante. Tomé
mi celular y lo revisé para saber si me habías respondido, pero no. Me incorporé
lentamente y empecé a llamar a Angela, vino casi enseguida.
- “Cholita, has tomado mucho, pero has dormido varias horas, ¿Cómo te
sientes?”- Angela.
- “creo que estoy mejor, aunque me duele un poco la cabeza”- añadí.
- “Alístate, iremos con Sebastián a comer algo, te hará bien”- Angela.
- “Ok. ¿y Katy?”
- “ya se fue, vino a despedirse de ti, pero estabas bien dormida, ha dicho que ni
mas toma contigo, no sabes tomar jajaja”- Angela.
No le respondí nada, supongo que tenía razón después de todo. Y eso era lo más
extraño, odiaba esa sensación de mareo, de vértigo, de reír sin sentido y luego el maldito
dolor de cabeza. De las tres, siempre que solíamos reunirnos, era la que menos tomaba y
recuerdo incluso que en algunas ocasiones no tomaba absolutamente nada.
Me aliste al instante, bueno, que más podía hacer que sólo lavarme la cara, tomarme ese
café, ajustarme los pantalones y sujetarme las zapatillas. En la puerta estaba Sebastián
esperándonos. Me daba mucha vergüenza saber que él me haya tenido que ayudar a
llegar la cama y que me haya visto en ese estado.
- “Oye gracias, no suelo tomar, sólo no sé qué me pasó”- le dije.
- “No descuida, ya Angela me contó todo”- Sebastián.
¿Qué significaba eso? ¿Qué era todo lo que sabía? ¿Qué era lo que Angela le había
contado? ¿Por qué se lo contó? Tenía muchas preguntas en ese instante, pero preferí no
armar ninguna discusión, no tenía ganas.
Fuimos caminando desde su casa al Mall, eran muchas cuadras, a decir verdad, pero
sentir el aire frío en mi rostro, era muy reconfortante. Angela y Sebastián iban atrás de
mí abrazados conversando de algo. Yo, volví a mirar el celular, nada. Llegamos al cabo
de unos minutos, me sorprendí al ver a tantas personas en la sala de comidas de Metro,
parecía que eran apenas la 8:00 pm. Pedimos pizza, y unos vasos de chicha morada.
Sinceramente, comer era lo que mi cuerpo necesitaba, el dolor físico se disipaba, lo
único desafiante era el dolor al recordarte, verte y sentirte caminando a mi lado
abrazados por los pasillos del Mall, riéndonos mientras salíamos por la puerta
transversal y los taxistas nos preguntaban si queríamos ocupar su servicio, de forma
muy insistente.
De sólo recordarlo ahora, se ha dibujado una sonrisa en mi rostro.
Volvimos a casa de la misma forma, caminando, nuevamente esa deliciosa sensación
del aire rozando mis mejillas…
Eran cerca de las 12 de la medianoche, Angela y Sebastián estaban conversando,
Angela reposaba sobre sus piernas mientras se besaban. ¡que incómodo! Tomé mi
celular, y vi unos mensajes tuyos, conversamos unos minutos, no recuerdo de qué,
supongo que te contaba lo que había hecho, lo mal que me puse y que después fui al
Mall. Recuerdo que tú me contaste que estabas en casa de un amigo viendo una
película.
Y pronto, otro mensaje, era Joseph, un amigo de la infancia. De esas ilusiones fugaces
que tienes cuando niño (a) pero que cuándo pasan los años, no te interesan en lo
absoluto. Ese era él.
Me preguntó cómo estaba, y por la confianza que teníamos le conté lo que había pasado
pero que ahora ya me sentía mucho mejor. A decir verdad, Angela, después de todo, me
había cuidado.
- “No se diga más, ahora tomo un taxi y voy para cuidarte”- Joseph
- “jajaja que hablas, no, yo estoy bien, estoy en casa de mi amiga”
- “Claro que no, has estado tomando y tengo que asegurarme que estés bien, ¿por
dónde vive tu amiga? – Joseph.
- “Por la Reniec… pero no vengas, es muy tarde, no voy a salir a esta hora”
*Minutos después…
- “Ya estoy en el taxi, bajaré en la Reniec, sales a verme”- Joseph.
- “¿Es enserio?, ya bueno, pero salir a estas horas es peligroso, no sé por qué has
venido…”
- “Es que ya estaba de camino, porque tenía pensado ir a ver a unos amigos, pero
primero paso por ti, a ver cómo estás”- Joseph.
- “Bueno… me avisas cuándo llegas, para salir”
*Minutos después el celular volvió a sonar.
- “Ya estoy afuera, en la banca de la Reniec”- Joseph.

Antes de salir le dije a Angela que, si podía pasar con un amigo a su casa un rato y
al parecer, no le agradó la idea, no me dijo nada y miró a Sebastián. Entendí esa
respuesta cómo un no, y la verdad entendía, era un desconocido. Entonces
inmediatamente después sólo le dije “saldré un rato, unos minutos nada más, y ya
regreso, no demoro nada amiga, me abres la puerta”.
Salí de la casa, tenía frío y miedo, nunca suelo salir sola a esas horas de la noche,
con nadie. Y dentro de mi corazón anhelaba que fueras tú, el que estaría sentado
esperándome afuera de la Reniec para irnos lejos de todo.
Cuando llegué, lo vi de espaldas sentado, con una capucha que le cubría parte del
rostro y las manos dentro de los bolsillos de aquella polera. Traía unos Jeans que no
le favorecían y unas zapatillas algo sucias. Mi corazón se estremeció, no eras tú. Se
levantó apenas me vio llegar y me abrazó cómo si fuera un reencuentro de años. Me
liberé haciendo una especie de danza acrobática, y prefería el frío a estar entre sus
brazos, era embarazoso. No había tenido un día fácil, había estado llorando mucho
últimamente y lo último que quería era más situaciones incómodas.
Recuerdo que le indiqué donde vivía mi amiga y que no quería estar mucho rato
afuera porque era muy de noche, y que sí tenía algo que hacer que lo hiciera. Me
dijo que cerca de dónde estábamos vivía un amigo y que quizás iba a ir a verlo más
tarde pero que igual se quedaría a dormir en un hotel, pues no quería incomodarlo.
En realidad, era muy extraña su historia, pero quién era yo para juzgar sus
decisiones, no le dije nada.
Caminamos hasta un parque cercano, y evoco este recuerdo claramente, me paralicé,
no quería ir al parque, estaba demasiado oscuro y había un callejón.
- “no iremos allí, está todo oscuro”
- “¿tienes miedo? Tieeene miedo (imitando voz infantil)”- Joseph
- “Mmmm, si…”
- “No te preocupes que si estás conmigo estás con…” Joseph.
- “con Dios”- Le interrumpí. “ya me sabía esa frase de memoria, incluso me la
habías dicho tú alguna vez cuando caminábamos. Pero lo diferente, era que
escucharlo de ti me daba seguridad y tranquilidad, de él… una sensación extraña
de alerta.”
Sacó un cigarrillo de sus bolsillos y se lo puso entre los labios, luego tomó su
encendedor y lo prendió. No dijimos nada, me perdí en mis recuerdos nuevamente…
(Nos encontramos en la Volvo y fuimos caminando hasta el parque, me contaste que
casi te habías “muerto”, siempre exagerando las situaciones, porque fumaste un
cigarrillo al revés. Te veías frágil, inocente, bonito…Y luego me transporté a otro
recuerdo, cuando creyéndonos tan rebeldes compramos en una señora un par de
cigarrillos y fuimos a fumarlo juntos a un parque que está por Jano’s.)
Sentí un cigarrillo en mis labios, y de pronto volví a la realidad, eras tú Joseph, no
recordaba que me había estado diciendo, pero me puso su cigarrillo en mí, sentí
asco, con qué derecho, ¿o es que mi silencio le dio cabida a pensar que sí lo quería?
Me retiré el cigarro de los labios como pude y le dije, no quiero ¿por qué lo hiciste?
- “Vamos, sólo absorbe el humo, te ayudará a olvidarte de todo. Y sus palabras de
pronto sonaron a esperanza.
OLVIDARME DE TODO. Eso era exactamente lo que quería, olvidar tus palabras,
cuando terminaste con todo aquel día. Conservé el cigarro. Me dijo “descuida que
no es el que yo prendí, es otro nuevo, sólo para ti”.
Me lo terminé y al cabo de unos minutos me sentí mareada, nunca me había pasado
eso antes, cuando por razones experimentales y ocasionalmente había fumado.
Esto es algo que nunca te conté, esa sensación de sentir que de pronto tus piernas
empiezan a perder peso y se desmoronaban, haciéndote percibir como incapaz de
seguir en pie, sumado a una sensación de vértigo y dónde todo se ve nublado o
borroso.
- ¿Qué cigarrillos son? - Le dije asustada, temiendo haber absorbido algo más que
sólo tabaco.
- “Te ayudarán a estar más relajada”- Joseph.
- “No me siento bien, me siento un poco mareada”-Aseveré.
- “Es normal al principio, pero yo te voy a cuidar”- Joseph.
No quería que me cuide nadie, en realidad, tener que depender de alguien, era lo
último que quería, y menos de él, que me estaba haciendo sentir tan incómoda. Me
abrazo muy fuerte mientras me incorporaba del haber estado sentada y sinceramente
no tenía muchas fuerzas cómo para regresar, ni cómo escabullirme de sus brazos.
Seguimos caminando durante muchas calles, recuerdo ese silencio, ninguna persona
cerca de allí, la oscuridad de la medianoche, sus brazos que aún me contenían por
momentos, y los cuáles sólo por algunos ligeros minutos lograba retirar. Nos
detuvimos frente a un hotel ¿qué mierda haría yo en el hotel con él? Recordé que me
dijo que se quedaría a dormir en un hotel porque no quería incomodar a su amigo, y
entonces sentí un poco más de alivio.
- “Bueno te espero aquí afuera, ve a dejar tus cosas para que me acompañes a la
casa de mi amiga”- Le dije.
- “¿No me vas a acompañar?, no me gusta dormir sólo”- Joseph.
- “¿ahhh?”
No me salían muy fluidas las palabras, y me sentía confundida y asustada.
- ¡No!, le dije en un intento por hablar.
- “Claro que sí quieres” me dijo mientras me abrazaba con fuerza nuevamente y
me llevaba a dentro.
¿Qué se supone que debes hacer una situación así? ¿qué hubieras hecho tú querido (a)
lector (a)? Si yo hubiese leído algo así de otras personas en alguna web, posiblemente
hubiera comentado que lo más lógico era ser más firme, seguir diciendo que no y sino
pedir ayuda. Y, sin embargo, no lo hice, porque el miedo en ese momento me
paralizaba, no tienes idea de lo estúpida y vulnerable que me sentía. Y ¿a quién? ¿al
recepcionista que parecía sonreír ante mi cara de confusión, mareo e incomodidad?
Creo que nunca sabemos realmente cómo vamos a reaccionar sin antes no haber
experimentado algo como esto.
Y lo cierto es que sólo pensé en ti en ese momento, no pensé en correr o en hacer algo
más. Me perdí nuevamente en mis pensamientos, recordando la primera vez que fuimos
a un hotel, lo nerviosos que estábamos y cómo te habías sentido al pedir un cuarto. Y las
posteriores veces que fuimos, dónde disfrutamos tanto de nosotros. Tu rostro de placer
sonriendo y de complicidad, tus labios en mi cuerpo, todo. Y de pronto, otro recuerdo
me trajo de inmediato a la realidad. Nuestro “último” recuerdo en un hotel, tan llorosos,
tan destrozados, tan vulnerables…
- “No quiero entrar contigo, ve a dejar tus cosas y aquí te espero porque no me
siento bien”- Alcancé a decir.
- “Claro que vienes conmigo”- Joseph.
Y me tomó del brazo con suspicacia y fuerza. No dije nada. No tuvimos que subir
escaleras ni nada por el estilo, al parecer había pedido un cuarto en el primer piso y
llegamos a la puerta en segundos.
- “Por favor, entra y deja tus cosas, y suéltame que no quiero entrar ya te dije”-
agregué.
- “¿acaso tienes miedo que te haga algo? No te voy a hacer nada que tú no quieras
que te haga. Sólo entra un ratito mientras guardo mis cosas y eso será todo,
luego te acompaño a casa de tu amiga, tranquila, ¿somos hermanos no?”-
Joseph.
No respondí nada, no dije ni “si” ni “no”. Pero me tomó del brazo nuevamente y esta
vez con más fuerza, haciéndome entrar. Era un cuarto pequeño, sólo había una cama, un
televisor, un cuarto de baño el cual no se los puedo describir porque nunca lo abrí y una
pequeña lampara de mesa color café. Puso el cerrojo o hizo algo con la llave, la verdad
no lo recuerdo tan claro, aún tenía esa extraña sensación de mareo y sólo logre ver que
se acercó hacia la puerta y algo hizo.
Me quedé parada en una esquina de la cama, esperando lo peor, no tenía por qué estar
allí, no tenía cómo salir, no me sentía con la suficiente fuerza de hacer algo más por mí,
y empecé a montarme escenas de lo que pensaba iba a pasarme ahora. Y tuve miedo. Y
fue entonces cuando recordé que aún traía mi celular y lo busqué disimuladamente
mientras el veía en la televisión que canales había.
- “Angela, estoy en un hotel, tengo miedo amiga, no me siento bien y creo que me
han dado algo, por favor, controla el tiempo y sino búscame, no sé dónde
mierda estoy, pero tiene que ser cerca a tu casa.” Le escribí con anhelo de que
me lea al menos, pero no lo hizo. Se había quedado sola en su casa con
Sebastián y salía que la última vez que se había conectado era ese día por la
tarde.
¿A quién más le podía escribir? ¿y si lo hacía, que podían hacer por mí? Si ni siquiera
yo sabía con exactitud mi ubicación. ¿Y a la policía? Cuando probablemente hagan las
pruebas, y descubran que había estado en “estado etílico” y quizás también bajo los
efectos de alguna otra sustancia. Y que, si él no me hacía nada, ¿Qué cargos podía poner
en su contra? ¿Qué me llevo a un hotel sin mi voluntad, pero no me hizo nada? Que
Angela responda era mi única esperanza.
- “Siéntate”- me dijo. Mientras se acostaba en la cama.
- “No… tú me dijiste que ibas a dejar tus cosas y ya las dejaste ¿ahora podemos
irnos?”- agregué.
- “Pero recién acabamos de llegar, sólo siéntate un rato, además yo tengo las
llaves y no te puedes ir así sola hasta tu amiga”-Joseph.
Me senté al borde la cama. Y él se sentó exactamente al lado mío y empezó a hablar.
Me distraje con un espejo que estaba justo al lado de la cama. No lo había visto antes,
era grande, te podías ver a cuerpo completo y entonces imaginé cuantas parejas antes se
habían visto allí, desnudos, anhelantes… y deseé que estuvieras allí y de nuevo volví a
imaginarnos en nuestro hotel dónde el espejo estaba encima de nosotros, encima de la
cama.
- “Me gustas”, esas dos palabras que me regresaron a la realidad de un tirón. “y
me has gustado desde niños, yo sé que tú sentías algo por mí también, tú me has
ayudado y me has comprendido cuando ni mis anteriores parejas lo han hecho, y
desde que nos volvimos a ver no he dejado de pensarte de muchas maneras, sé
que tienes pareja, pero él no se tiene que enterar y tampoco te pienso obligar a
hacer nada que tú no quieras. Mírate, traes un short jean que resalta tus piernas y
ese polo que seguro debajo también tiene mucho que mostrar”- Joseph.
No dije nada, me quedé pensando, me quedé mirándome, lo imagine por unos segundos
besándome y la sola idea me hizo hacer un gesto tan desagradable, sentí asco, nadie me
ha tocado como tú y no quería que nadie lo haga esa noche. Me sentía estúpida por no
responderle nada, y al mismo tiempo, cada vez más mareada y me caí de espaldas en la
cama.
Sólo fueron unos segundos, nunca perdí la lucidez, y lo sentí, era su mano en mi pierna,
y reaccioné.
- ¿qué haces? ¿por qué me haces eso? No te he dicho que quiero algo contigo, y la
verdad me siento muy incómoda y tú tampoco te ves bien, tienes lo ojos rojos y
me estás asustando. Somos hermanos, ¿lo dijiste no?, entonces ya abre la puerta
que mi amiga me está esperando, ya es muy tarde- Agregué cómo si de pronto
volviera a tener lengua y pudiera hablar y decir todo lo que no había podido
responder segundos antes.
Ahora el que no decía nada era él. Pensaba lo peor, pensaba que usaría la fuerza o haría
algo más pero no lo hizo. Se alejó de mí un poco y pude volver a levantarme. Me sentí
fuerte. Y fue una sensación que se volvió a esfumar efímeramente. Me tomó del brazo y
me volvió a sentar.
- “Ya te dije que no haría nada que tú no quieras. Y discúlpame no sé qué me
pasa, tengo que confesarte que he estado tomando y fumando también antes de
venir. Mejor veamos YouTube un rato”- Dijo Joseph mientras sacaba su celular.
Me quedé sentada en esa esquina de la cama mientras colocaba algunas canciones en su
celular. Era rap, lo supe casi de inmediato cuando escuché la voz de cancerbero y otra
vez carajo, otra vez, me distraje con mis pensamientos, recordé las veces que me
dedicabas canciones, de calle 13. Una canción en específico, apareció y era tan real que
casi podía escucharla “hoy el sol se escondió y no quiso salir, te vio despertar y le dio
miedo de morir, abriste los ojos y el sol guardó su pincel porque tu pintas el paisaje
mejor que él…” Se que te sabes la letra, tanto como yo y que la primera vez que la
escuchamos estabas aquí en mi casa y mi abuelita estaba por la cocina, la canción sonó
en la televisión y luego de eso nos besamos con anhelo.
Empezaron a surgir como efecto de los recuerdos, algunas lágrimas, y se deslizaron por
mi rostro con astucia. Joseph me quedó mirando y se acercó a mí, tomó mi rostro con
sus manos y me secó las lágrimas. “perdón, no sé que me pasó hoy mana, tengo que
confesarte que no estaba en mi casa sino fumando mari con unos amigos y creo que eso
me ha afectado, no quiero que te pongas así, esa nunca fue mi intensión y mira, mira
cómo me has puesto, porque las chicas no me suelen decir que no tantas veces” Bajé el
rostro y lo vi, tenía su miembro erecto y entonces me aparte de inmediato y me acerqué
hasta la puerta, mientras le decía “por favor, vámonos ya”
Se ajustó los pantalones y sacó del bolsillo las llaves, abrió la puerta y caminamos a la
salida. Y mientras caminábamos y me sentía traicionada, cómo si acabase de hacer algo
malo, pensando en ti y en lo que pensaría de mi si te contara esto. No nos dijimos
ninguna palabra desde que salimos y hasta que llegamos a casa de Angela, la sensación
de mareo aún estaba, pero no tan fuerte. Y llegamos, estaba justo afuera de la casa de mi
amiga y toqué fuerte y seguidas veces porque nadie respondía a la puerta.
-“Sino te tendrás que quedar conmigo esta noche”- Agrego Joseph mientras se reía.
Toque más fuerte la puerta y salió, era Angela que se estaba frotando los ojos. “perdón
cholita me había quedado dormida”, fue lo único que dijo mientras buscaba sus llaves.
Entre y no me despedí de él, ya adentro lo hice, levantando la mano apresuradamente
mientras cerraba la puerta.
Sebastián ya se había ido lo cual fue un gran alivio para poder hablar con mi amiga sin
tener que medir mis palabras. Pero no le dije nada, no discutí con ella, no encaré el
mensaje que nunca respondió y lo único que hice fue ir al baño. Me quedé mirándome
en el espejo unos segundos y me quebré, me quebré cómo no tienes idea. Recuerdo que
una vez me dijiste que, si yo estuviera mal o triste, lo sabrías y no sabes lo equivocado
que estabas porque he llorando tantas veces, casi seguido, durante meses y creo que
nunca lo supiste y ese día, en ese momento en especial estaba rota, me sentía asqueada
por lo que me lavé la cara, el pecho y los dientes con desesperación. Luego salí del baño
y estaba Angela afuera mirándome y extendiendo sus brazos ¿Qué ha pasado cholita?,
me dijo mientras me quebraba en ella.
Le conté toda esa noche y sentí un gran alivio y cólera al escucharle decir “pero no pasó
nada felizmente” Cuando yo sentía que algo me había pasado esa noche por cómo me
sentía.
Volví a la cama porque era muy tarde y ella se quedó en el mueble. No dormí
absolutamente nada esa noche y no te conté. Me pasé todo el resto de las horas
pensando en si contarte o no para librarme de esa sensación, tal vez, culpa, no lo sé y
era estúpido. Tomé un papel y un lapicero que tenía en mi cartera. Suelo tener siempre
algo dónde anotar porque me gusta escribir. Y llené esa hoja de palabras para decirte
todo lo que paso y omitir algunas cosas por miedo a cómo reaccionarias. Tenía tan
cólera, te culpaba por lo que me había pasado y te odie tanto esa noche por haberme
hecho sentir así, vulnerable, estúpida y frágil. Por no ir a cuidarme tú y no sentir que te
interesara saber cómo estaba.
Al día siguiente, te escribí para vernos, no soportaba estar más así, sentía que la cabeza
me iba a explotar y admito que, por un instante, sólo fugaz, contemplé la esperanza de
que cuando leyeras lo que escribí me abrazarías y besarías, que tonta al pensar en eso.
Cuando bajé del micro, estabas allí, esperándome en la avenida, creo que también
estabas preocupado por lo que te dije o no se si presentías algo así, pero me alegró ver
que me esperabas… Nos sentamos en un espacio de una vereda que está en una pequeña
calle, entre la puerta de un condominio y la avenida. Te veías guapísimo, tú también
habías bajado de peso y tenías una mirada preciosa. Se te escuchaba nervioso, tenso,
preocupado y te leí la hoja, parecías disgustado y sin saber que decir. Yo con tantas
preguntas, buscando respuestas y me dijiste una de las cosas que acabó por completo
ese día con mi esperanza “sigamos sin ilusiones, quiero que hagas lo que escribiste en
esa carta que arrojaste a la playa y quiero que olvides la carta que yo te escribí”, esa
carta dónde me decías que sería mejor que pasen los exámenes, que el dolor de haber
terminado te tenía confundido, y que luego nos daríamos un espacio para ver sobre
nosotros, la carta que leía todas las noches para recobrar el aliento y tener ánimos
efímeros de seguir aquí… Me destrozaste y no sabes cómo, y lo único que recuerdo es
haberte dicho mientras caminábamos de regreso a la avenida para tomar el bus, es “ya
me has lastimado tanto”.

No sé cómo hice para seguir los siguientes días. Esa tarde recuerdo que me fui a casa de
mis tíos, estaba Lucerito y André, verlos me reconfortó tanto, pero nada parecía haber
cambiado entre nosotros. Siempre quise saber que sentiste cuando te leía esa carta y si
pensaste en que lo que me dijiste ese día me lastimaría de esa forma. Sinceramente
ahora te siento diferente a cómo estabas en esos tiempos. Pero por más que te odié,
cuando estaba en el “hoyo”, no hubo un solo día que te haya dejado de amar.
Tengo que parar, no es fácil recordar esto y escribir.
Cuántas veces nos repetimos que tenemos que poder con todo, a veces incluso, nos lo
exigimos. Pero hay días o momentos en los que no se puede con todo, y esta bien. Esta
bien no poder con el mundo en ocasiones, esta bien llorar si es necesario. Sigues siendo
fuerte. Tu fuerza sigue ahí, intacta.
También existe fuerza dentro de la vulnerabilidad, recuérdalo.

V
Una lectura de cartas
desesperanzadora
“Soy todo lo que no ves
Porque estas demasiado ocupada viendo lo que
parezco. Soy la niña que sigue jugando a que
entiende la vida.”
Hay muchas cosas estúpidas que hice mientras estaba en el “hoyo”. Y hay un capítulo
completo para contarte sobre estas cosas. Pero esta parte, específicamente esta, y el
capítulo de “hechizos” se merecían tener un capítulo entero y ser protagonistas en esta
historia.
Estaba en el colectivo, me dirigía a Trujillo a hacer algunos pagos. Llevábamos ya un
par de meses sin vernos por el estado de emergencia. Te extrañaba mucho, pero creo
que con el tiempo me acostumbre a no verte.
¿Alguna vez has visto en algún poste de la calle, un cartel de amarres de amor o lectura
de cartas, escueto e incluso en muchos casos escrito a mano con mala ortografía? ¿ya te
imaginas por dónde va esta historia?
Durante muchos años, y en múltiples oportunidades vi innumerables carteles con lemas
tan parecidos, muchos artistas de lo místico e inescrupulosos farsantes sacando el dinero
a las personas. Y nunca pensé en la posibilidad de que quizás en algún momento optaría
por una alternativa así. ¿Qué puedo decir? ¿tenía esperanza? Creo que todo lo contrario,
estaba desesperanzada y sólo sabía que quería agotar todas las posibilidades.
El colectivo se estacionó en un semáforo rojo, y leí aquel cartel “Mara la diosa de los
amarres. 100% de efectividad”. Tomé mi celular y apunté el número con anhelo y
entusiasmo, sintiéndome a la vez tan inocente e ingenua. Llegando a casa, escribí al
WhatsApp de Mara. Quien muy amablemente me atendió casi de inmediato.
Concretamos una cita para el fin de semana y no deparé en la dirección, era una zona
casi fuera de Trujillo, cerca a Moche y nunca había caminado por aquellos lugares, pero
no me importó. Por S/. 30.00 soles se incluía una lectura de cartas y luego la
“especialista”, Mara, derivaría lo que fuera necesario. Pero eso lo supe sólo cuando
llegué al lugar indicado, pensaba que el costo era por un “amarre” no por una lectura.
Me sentí estafada y decepcionada.
Para que te hagas a la idea y entiendas un poco mejor, piensa cuando vas al médico.
Primero sacas una cita y si éste encuentra algo “potencialmente peligroso o fuera de su
rango” te deriva con otro especialista. La única diferencia aquí es que el especialista a
quien derivaba, es ella misma, pero a costos mucho más elevados.
Llegó el día, era sábado. No sabia que carro tomar, dónde bajarme, cómo llegar, por que
calles ir. Lo único que tenía era una dirección y una intuición que esperaba me ayudase
a llegar.
Me bajé en el óvalo Mochica y cuando empecé a caminar por donde yo creía que era el
sentido correcto empecé a sentir miedo. No era una zona segura, había muchos jóvenes
en círculos con cervezas en la mano que me quedaban mirando mientras caminaba,
incluso uno se acercó a mí y me dijo “¿A dónde vas sola guapa?”. Que incómodo. Había
muy pocas personas cerca y la idea de no conocer absolutamente nada de dónde estaba,
me aterraba.
Tomé mi celular con mucha cautela. Había capturado algunas fotos de la zona en
Google maps antes de salir de casa. Y al cabo de una media hora caminando en círculos,
llegué. Debo admitir que la casa era muy bonita, tenía un jardín grande afuera, era de 4
pisos, muy elegante, con cerámica y colores que combinaban precioso y un timbre, que
tenía como nombre al lado “Mara”. Nada más, eso era todo, no tenía un cartel gigante
que dijera “Amarres y cosas por el estilo”, lo cual me relajó mucho, porque la idea de
que vieran entrar allí me ruborizaba.
Estaba nerviosa, titubeé un poco antes tocar el timbre. ¿Qué tal que eran otras personas?
¿Qué tal que era un engaño y me podría pasar algo malo? Pero lo hice, y al cabo de unos
segundos me abrió la puerta, quien parecía ser su secretaria. Y en efecto, lo era. No fue
amable, en realidad el trato fue muy déspota. Me dijo que pase, que me siente y que
espere porque Mara estaba atendiendo. Se sentó al frente mío y me quedo mirando de
pies a cabeza sin decir una sola palabra. Luego cómo si por arte de magia hubiese
recobrado el habla, se dirigió a mi para preguntarme si era mi primera vez en una
consulta.
¡Claro que era la primera vez! y sinceramente parecía muy evidente. Finalmente, luego
de unos minutos, la secretaria ingresó a la oficina de Mara y me hizo pasar. Para
empezar, se suponía que Mara estaba atendiendo por lo que imaginé que lo más
probable era que salga una persona de la oficina, pero no había nadie. Quizás Mara no
estaba atendiendo y sólo estaba arreglando su espacio. No había la necesidad de mentir.
¡Wow! El lugar era increíble. Era cómo si de pronto me hubiese trasladado a otra
dimensión escalofriante y astral, tanto que dude en entrar. El cuarto era muy pequeño y
oscuro, había una mesa larga a la derecha llena de objetos de lo que parecían ser vudús,
estaba repleto de velas de todos los tamaños, formas y colores, y a la mano izquierda
una pequeña mesa y una silla de madera color rojo. Al lado opuesto, estaba Mara junto a
su calavera de mano y su manojo de cartas quien muy sonriente me dio la bienvenida.
No era cómo en las películas, de hecho, vestía muy elegante, era rubia, algo mayor,
quizás sus 56 años, tenía muchas pulseras y collares, uñas largas y rojas y en sus dedos
tantos anillos que me empezaba a preocupar que no le circulara la sangre en esa zona.
Tomé asiento, y lo primero que hizo fue recitar estas palabras: “Bienvenida Tania, el
costo de los 30 soles que acabas de cancelar, incluye una lectura de cartas, y una sección
de preguntas al final. La sesión tendrá una duración de 15 minutos. Al final se te
recomendará lo que necesites frente a lo que descubramos en las cartas”. Parecía haber
atendido a muchas personas a través de estos años, por eso es que ya tenía el discurso
grabado. Intenté pensar que eso era algo positivo, pues hacía creer que tenía experiencia
en ello.
Automáticamente después de terminar su discurso y esperar que asiente con la cabeza,
aceptando sus indicaciones, empezó a repartir las cartas. Inició hablando de mí,
diciendo que me veía llorando, que me veía desconsolada y decepciona por alguna
noticia y que ya llevaba unos meses así. Que la razón de ese sentir era de una figura
masculina. ¿Tu pareja? - me preguntó. Sí, le contesté, mi ex pareja y la idea de decirlo,
sonaba extraño. Siguió y lo que dijo a continuación me dejó pensando mucho, creo que
es una de las cosas que más recuerdo de aquella vez…
“Esta persona… mmm… ya no hay hombres cómo él, es respetuoso, honesto, fiel, veo
que te ha amado con todo su corazón, que han estado en momentos muy difíciles juntos
y que han sido los mejores amigos pero que de un tiempo acá, él se ha empezado a
sentir diferente contigo y no entiende por qué, y veo a una tercera persona o algo que se
interpuso”- Mara. ¿Le has sido infiel o él a ti? - agregó.
¡NO! Agregué de inmediato, no lo había sido, la única estupidez que había cometido,
era haberle dicho hace unos años que ya no sentía lo mismo por él, y siento que eso hizo
una gran diferencia en sus sentimientos y por parte de él… no había duda, no hubo un
solo momento que pensara que él me haya podido ser infiel. -Pensé, pero solo dijo que
no con la cabeza.
“Lo veo muy centrado y pensativo en otras cosas laborales. Aún piensa en ti pero no se
explica porque de un momento a otro dejó de sentir lo mismo”. Mara.
“Sentí ganas de llorar en esos momentos, de abrazarlo, de retroceder a ese día dónde
estuvimos sentados frente a la casa de número 666, cerca a dónde dejamos nuestro
candadito, a dónde nos íbamos luego del colegio, de mirarle a los ojos y decirle cuanto
lo amaba.”- Yo.
No me mencionó nada relacionado a mi trabajo, familia, etc. Sólo se centró en la parte
sentimental. Y al final, Mara agregó que por tan sólo 700 soles me podía hacer un
amarre y volver a hacerle sentir lo mismo por mí. Era muy desesperanzador pensar en
que no tenía todo ese dinero y que cobraran tanto por hacer algo con una foto y unas
velas. Agradecí por la sesión y salí casi al borde de las lágrimas. Deseaba tanto que
estés a mi lado en esos momentos y que me des un abrazo, pero estaba sola y en un
lugar completamente desconocido. Si tu hubieras estado allí, estoy segura que me
hubieras dicho que no gaste esa cantidad de dinero. Podía casi oírte decirme, no. Y no lo
hice, no volví a visitar a Mara, ni para otra lectura de cartas. De hecho, los meses
siguientes, la situación económica empeoró aquí en casa y ya hasta había olvidado esa
posibilidad.
¿Pero qué tan difícil es hacer un amarre? ¿Qué tipos de amarres hay? ¿Qué es hacer un
amarre? Cuando llegué a casa, prendí la laptop y puse en YouTube “amarres de amor” y
créeme que la lista fue enorme. Si gustas y si tienes ahora a la mano un dispositivo con
wi-fi, haz tu mismo (a) la prueba y mira. Había un mundo de posibilidades, amarres de
todas las formas y colores, para principiantes y para profesionales. Elegí alguno de ellos
para iniciar y ese mismo día hice el primero…
VI
Las cartas que nunca te
entregué
“Escribo mi mensaje de: vete,
Con la mirada del quédate a mi lado
Y la luz de una llamada perdida.”
Aún conservo conmigo las cartas que nunca te entregué.
He de admitir que ya había olvidado que las había escrito. Lo hice antes de irme a
Ecuador, a finales de febrero y sinceramente a estas alturas, estoy aliviada y feliz de no
habértelas entregado.
La primera que escribí si la leíste y déjame decirte que no fue la única, hubo otras 7
aproximadamente, todas diferentes, de las cuales, solo he encontrado dos. A veces soy
algo despistada, y lógicamente temía que algo así podría pasar, no me sorprende
perderlas, es algo que me suele ocurrir muy a menudo. Seguramente las guardé en algún
lugar seguro dónde nadie tuviera acceso a ellas, sólo que olvidé dónde es ese lugar.
Y respecto a las que encontré, no las transcribiré, ya que, si han permanecido cerradas y
ocultas, creo que será importante respetar ello. Y, además, no tendría ningún sentido
ahora revelar lo escrito.
Hay algo que tienes que saber de la primera, de aquella que seguramente aún conservas
en algún lugar de tu casa. Era para ti, no era para el mar, estaba segura que cuando me
verías arrojarla a la playa, irías tras ella, por eso cuando lo hice me aseguré de que me
vieras hacerlo y camine hacía las piedras haciéndote pensar que estaba distraída y no te
vería recogerla. Tenía la esperanza de que cuando la leyeras algo cambiara en ti, algo
que tuviera efecto sobre la decisión que tomaste, pero no fue así… Por cierto, y abro
paréntesis, ¿Qué hizo que la recogieras? ¿Por qué querías saber que escribí? ¿tu
curiosidad?, siempre he querido hacerte estas preguntas, cierro paréntesis.
Tenía que ser inesperado, distraído y torpe, lo que hiciera para poder hacerte llegar esa
carta sin entregártela directamente, porque no me sentía lo suficientemente valiente para
hacerlo. Días antes de vernos para ir a Cannes por primera vez, fui al colegio y allí fue
dónde la escribí, me senté en mi escritorio junto a mi (Boos Ligth Year), y los recuerdos
aparecieron… “te amo al infinito y más allá, la primera vez que Sasha estuvo allí, las
veces que me quedaba sentaba en mi oficina pensándote o haciendo algún dibujo sobre
nosotros, o incluso las veces que veía la hora repetidas veces con el anhelo que llegase
las 2:30 para ir a tu casa a almorzar juntos y pasar la tarde en tu cama” y de pronto me
sentí abrumada por la tristeza, así que no tuve mejor idea que escribir esa carta.
Al salir del colegio ese día, fui hasta la orilla y me quedé allí sentada durante varios
minutos, recordando las veces que fuimos cómplices con el mar. Cuando quedábamos
en el paradero del micro de huanchaco, o íbamos desde el mall juntos, y luego
caminábamos o corríamos haciendo ejercicio hasta huanchaquito, algunas veces solos,
otras con firulais, otras con los ojos cerrados caminando lento, abrazados o simplemente
sentados a medio camino por el agotamiento, buscando estar lejos de las personas para
besarnos, o cuando hicimos una misteriosa parada en el patio de comidas, aunque no
comimos más que un anticucho y luego nos sentamos juntos para tomarnos una foto, la
cual hasta la fecha conservo con entusiasmo.
Y lloré, al recordar todos esos momentos, dónde éramos tan felices y felizmente no
había personas cerca que lo notaran. Tomé la carta con la intensión de arrojarla al mar y
me adentré, pero no pude, quería que tú la leyeras, entonces retrocedí, me volví a sentar
y me tomé una foto para ponerla camino a casa, en mi estado de WhatsApp. Y fue en
ese momento dónde pensé en que quizás sería una mejor idea dártela, pero de forma
indirecta. Días después hablamos sobre la posibilidad de ir a la playa (Cannes, pero
hasta entonces no le habíamos puesto nombre) y el resto de la historia ya la conoces.
No me dijiste nada en el momento que tomaste la carta, y gracias por no hacerlo porque
no hubiese sabido como lidiar con tus preguntas. No recuerdo muy bien el contenido,
pero si rememoro dos puntos importantes, el primero que te decía que cumpliría mi
promesa de estar bien y ser fuerte, el segundo, que iba a intentar enamorarte, para
empezar una segunda relación nueva, diferente y de no lograrlo que al menos me habré
recuperado yo misma.
Tú también me escribiste una carta, ¿lo recuerdas?, seguramente estas diciendo que sí
en este preciso momento. La recuerdas, pero no la cumpliste y no tienes idea de lo
molesta que estuve cuando fallaste otra vez a tu palabra. Era despiadado, no lo pensaste.
Había estado en aquel entonces “sobreviviendo” gracias a que leía y releía cada línea.
Dónde resaltabas el dolor que sentiste al terminar conmigo y que quizás todo era por la
abrumación de preocupaciones académicas y que terminando el ciclo íbamos a ver que
hacer, que fue egoísta tu decisión y demás cosas Luis. Siento lo que diré a continuación,
pero sí, me sentí tan decepcionada y lastimada cuando de pronto un día simplemente me
dijiste que olvide todo lo que me escribiste. “Destrozada”, así es cómo me sentí en ese
instante, pero mantuve la compostura o eso creo, estabas a mi lado. No sé cómo lo hice.
Pero si recuerdo que cuando llegué a casa de mis tíos, porque para variar era domingo y
a mi familia se le había ocurrido ir de visita, me encerré en su baño a llorar hasta
dejarme caer en la ducha sin aliento. Ahora lo recuerdo y ya no duele tanto, me rio
irónicamente de la persona que era en ese entonces. Pero descuida, yo sé, y estoy muy
segura de ello, que tu intensión nunca fue hacerme daño.
VII
Un plan
“Volver a conectarme contigo fue también parte del plan Cristian, lo siento, por
eso hablaré de ti brevemente”
No sé si ha sido una buena idea, pero algo tengo claro desde el inicio, no quiero ser tu
enamorada, ni mucho menos tu amiga con derecho Criss. Hace unos días me lo pediste
y no sé en qué momento pudiste llegar a concebir esa posibilidad.
Volví a hablar con Cristian unos días después del 17 de enero, yo no lo contacté, es
extraño que tu ex de hace años vuelva a enviarte un mensaje, más cuando pensabas que
lo tenías bloqueado y sobre todo, cuando ahora estas “sin una relación” ¿cómo lo supo?
Pero así fue y dudé, lo admito, en si responderle o no. Fue amable, respetuoso, sólo
quería saber cómo he estado todo este tiempo y entonces respondí. Empezamos a
conectar esporádicamente, siempre lo mismo (¿Qué tal? ¿Cómo estás?, yo bien y ¿tú?, y
fin de la conversación). Semanas después, volvimos a olvidarnos y le resté importancia,
no pensaba en ello, ni siquiera me di cuenta, si no fuera porque meses después volverías
a hablarme, aunque esta vez diferente.
Cuando me compre el plan de “volver a recuperar a tu ex de verdadera seducción”, uno
de los capítulos hablaba sobre la importancia de volver a salir y tener citas con otras
personas, ello ayudaría a no pensar tanto en esa persona y mantendría el camino
enfocado hacia el objetivo, sin ansiedad. Pero era pandemia, salir era difícil y
sinceramente no quería. En estos meses, dos personas me habían invitado a salir, no sé
si con el objetivo de “cita” o simplemente para conversar o hacer algo, y ninguna vez
acepté porque la idea de hacerlo, me desconcertaba.
C: Hola mi princesita
T: Mmm hola Criss ¿mi princesita?...
C: Si, siempre serás para mí, mi princesita.
T: Ok… oye ¿sabes algo de la vacuna que parece que ya llegó al Perú?
C: Salió una página para que se inscriban de forma voluntaria, pero no lo hagas, es
riesgoso, hasta están dando un bono por si te pasa algo, y recuerda que yo aún quisiera
verte.
T: Entonces si suena cómo algo peligroso, no lo haré, sólo era curiosidad.
C: ¿Y cómo has estado? ¿cómo está tu familia?
T: Yo super, estoy cambiando mi rutina y mi familia todas bien, gracias por preguntar.
¿Qué tal ustedes?
C: Bien, bueno ya sabes que vivo sólo, ahora estoy fuera de Trujillo haciendo guardia
en el hospital. ¿y que estás haciendo ahora?
T: Bueno, trabajando en un colegio y atendiendo en terapia de forma virtual…
C: A ver si me das terapia cualquier día cuando regrese a Trujillo, quiero verte ya que
hace tiempo no te dejas ver.
T: Bueno es que no suelo entrar mucho a Facebook
C: ¿Y WhatsApp?
T: Ah… si en WhatsApp si suelo estar más activa
C: Pásame tú número, no molestaré sólo para hablar de vez en cuando.
T: Oh bueno está bien, es el (94…)
FIN DE LA CONVERSACIÓN- transcripción de fb-chat.
Desde entonces, las cosas entre Cristian y yo han ido cambiando, pasó de ser un hombre
amable a ser un pervertido y aunque admito que se siente bien saber que le gustas o
interesas a alguien, no es lo mismo, porque no se trata de la persona que quieres tú.
Cada vez que subía alguna foto a mi estado me respondía con mensajes cómo “así me
enviaras a mí, pero nada”, “hermosa”, “cómo quisiera ser tu alumno para que me jales y
piénsalo muy mal, pero hazlo muy bien, quiero que lo hagas” “¿tienes enamorado?”
“joder cómo sales en la foto, ¿quieres ser mi amiga con derecho?” No respondí ningún
mensaje, porque archivé y silencié su conversación. ¿Por qué no lo eliminé?
Seguramente te has preguntado eso y la respuesta es simple, porque por más tonto que
suene, yo sabía que no aceptaría verlo, y menos, a alguna de sus propuestas, sólo
necesitaba saber que aún soy atractiva. Aclaro, que era un tiempo en el que aún
escarbaba por salir del “hoyo”.
Cada vez que salíamos, siempre antes de irme o al llegar, me mirabas o enviabas un
mensaje diciéndome que hoy me veía hermosa, y eso lo era todo. Esa es una de las
pequeñas cosas que extraño de ti, Luis. He estado comprándome ropa nueva e incluso
vestidos con la esperanza de que me lo digas de nuevo, pero hasta ahora nada, quizás lo
has pensado, pero ¿cómo saberlo? Un día me animé a preguntarte, claro está, no
directamente, pero te hablé sobre mis zapatos “¿están bonitos?”, te pregunté, “sí”, me
dijiste mientras sonreías y yo te contaba la historia de dónde los compré. Otro día me
animé a preguntarte lo mismo, pero ahora sobre el vestido que había llevado puesto
cuando llegué (era color crema, botones desde el pecho hasta los muslos, un pequeño
pasador en la cintura junto a dos bolsillos pequeños, lo había pedido a mi amiga que
ahora trabaja vendiendo ropa y me quedaba algo ajustado por lo que un día antes le
coloqué 4 broches) y afirmaste moviendo la cabeza. No pregunté más y admito que me
sentí estúpida con la respuesta que conseguí, pero traté de restarle importancia. Además,
sinceramente no creo que me compre otro vestido, ese día Sasha salto a recibirme feliz y
terminé con una raspada en toda mi pierna a cambio, no fue su culpa, y admito que
aproveché lo ocurrido para mostrarte mi herida en la pierna, están más firmes desde que
hago ejercicio.

VIII
Una oportunidad para
crecer

IX
Hoy te soñé
Hace poco leí un artículo sobre la interpretación de sueños. Hubo un fragmento que me
impactó. Decía que cuándo sueles soñar con alguien muy cercano a ti, era porque de
noche sus almas se encontraban y de verdad podían hacer lo que querían sin
limitaciones. ¿Será posible? Lo que yo creo es que los sueños también pueden ser sólo
anhelos de algo que no tenemos. Aunque disfrutaba pensar que aquello podía ser
posible.

18 de agosto
Tú y yo estábamos sentados en medio de un campo verde precioso, al lado nuestro había
una canasta de fruta llena de manzanas rojas y uvas verdes. Yo tenía el cabello largo y
tú me estabas haciendo una trenza con tanta delicadeza… cómo si éste estuviera hecho
de cristal. Cuando terminaste, me dijiste “espera” y fuiste a un campo de rosas, tomaste
una de color rosado entre tus manos y regresaste para ponérmela en medio de la trenza.
Entonces, volteé, te miré, y nuestros ojos se encontraron durante unos minutos, luego
me besaste y terminamos acurrucados en la hierba.

24 de agosto
Hoy te soñé. Estábamos en una casa, pero no solos, había muchas personas, entre ellos,
mi familia y la tuya. Te acercaste a mi y me dijiste que te habías dado cuenta que me
volvías a querer y nos besamos… durante mucho tiempo y tuvimos ganas de llegar más
allá de los besos. Intentamos salir de casa, pero por alguna extraña razón al salir
tomamos caminos diferentes. Luego recuerdo llegar a otro lugar con mi familia, pero
sabía dónde podías estar y fui corriendo a buscarte, te encontré. Me estabas esperando
afuera de una tienda y al verme te pusiste tan contento. Tomaste mi mano y me llevaste
a un lugar donde estaban tus amigos y una chica. Te sentaste junto a ella, ella se veía
algo triste al vernos tomados de la mano y en eso pasó, me acercaste a tu cuerpo y me
dijiste “ya es tiempo que tengamos un hijo” y me besaste. Todos voltearon a verte, yo
estaba muy feliz, aunque nerviosa y confundida. Bajamos de donde estábamos y te llevé
a un lugar sólo para nosotros, puse mis brazos alrededor de tu cuello y tú los tuyos en
mi cintura y nos besamos con tanto ánimo que de pronto nos vi llorando y sonriendo
mientras nos mirábamos a los ojos.

31 de agosto
Acabo de despertar. Dicen que cuando escribes inmediatamente lo que sueñas, es más
probable que recuerdes detalles precisos. Hoy han sido dos sueños seguidos, pero
ninguno muy diferente del otro.
En el primero, estábamos solos en un cuarto pequeño, parecía de madera y aislado de la
civilización, a lo lejos se escuchaba el canto de unos pájaros y el ruido del viento
soplando en los árboles. Yo permanecía sentada en la cama y tú en el escritorio, en una
silla giratoria pequeña, tan pequeña que apenas cabías en ella. Me sentía muy enfadada
contigo, te había confesado que aún te quería y tú solo te sentaste a revisar tu celular.
Después de unos minutos, y cuando justo me estaba levantando de la cama para irme,
me detuviste, sin levantarte de aquella silla, no sé si por pereza o porque no podías salir,
tomaste mi mano y me miraste a los ojos mientras me decías “durante mucho tiempo me
ha dado cuenta de que también te quiero, incluso estoy escribiendo un libro de física
sobre como mantener el amor, y estará dedicado a ti”. Tenías ese brillo en los ojos que
tanto me fascina ver y esa sonrisa de complicidad que hace mucho no veía. “¿Por qué
no me lo dijiste antes?, fue lo único que te pregunté y no encontré respuesta alguna, no
dijiste nada, sólo te lograste escapar de la silla y te abalanzaste sobre mí, sentí tu
miembro duro, lo olvidé todo, nos besamos con desesperación y desperté.
Me quedé unos minutos despierta recordando el sueño y tratando de volver a dormir
para continuar en el mismo, aunque sabía que era muy poco probable que eso ocurra.
Me dormí casi al instante. En el segundo sueño, estábamos en mi casa, afuera de la
puerta de la tienda, y ya sabes que ésta permanece casi siempre cerrada, pero ese día
extrañamente no. Tomé tu mano y te dije “pasa, no tengas miedo, no vas a contagiarnos
de nada”, y entramos, caminamos por la sala hasta llegar a la cocina y te sentaste donde
siempre te sueles sentar, en la esquina de la mesa de la cocina. Mi abuelita y mi mamá
se sorprendieron mucho al verte, te veías algo incómodo y nervioso. Intercambiaron
algunas palabras, no recuerdo exactamente de qué hablaron porque estaba distraída.
Tomé nuevamente tu mano y le dije a mi mamá que subiríamos a ver una película. Me
quedaste mirando algo sorprendido y aceptaste mi mano sonriendo. Llegamos al cuarto
y apenas cerré la puerta, tomé tu polo entre mis manos y te atraje hacia mi cuerpo, nos
besamos, luego comencé a bajar por tu abdomen con mi lengua, mis labios y desabroché
tu pantalón con cierta torpeza, saqué tu miembro y me introduje en ti…
Cuando desperté, mi cuerpo había reaccionado a los sueños y me sonrojé al recordar
todo lo que hicimos. Miré mi celular, eran las 7:52, prendí el internet y entré al
WhatsApp, había muchos mensajes, pero ninguno tuyo, supuse que estabas en clases,
era lunes. Al cabo de unos minutos, luego de responder como pude los demás mensajes,
entré a nuestro chat, eran 8:12, nos escribimos casi al mismo instante, te dije buenos
días y mandé los saludos respectivos a Sasha, conversamos un par de minutos y luego
nos desconectamos. Sólo pensé, “si supieras todo lo que hicimos” …

20 de setiembre
Hoy fue extraño. Acabo de despertar y creo que soñé con tu mamá. Era muy hermosa y
se le veía feliz. Al inicio cuando sólo se lograba vislumbrar una silueta muy brillosa,
pensé que era un hombre. Tenía el cabello corto y ondulado. Pero cuando me fui
acercando pude verla, tenia las mejillas sonrojadas y llenas de vida, un lunar bajo los
labios y otros al su alrededor, vestía muy elegante y de blanco. Me sonrió, tomó mi
mano y de pronto nos vi, estábamos sentados frente a mi laptop, viendo videos mientras
escuchaba como en un susurro a mi oído “siempre estaré contigo”. Entendí de inmediato
que claramente esa frase no era para mi, sino para que te la pueda decir.
La noche anterior no podía dormir. Sentía la necesidad de conversar con usted, señora
Nancy. Cuando veía lo vídeos de “la médium” llegué a pensar en la posibilidad
esperanzadora de que nuestros seres queridos, aunque fallecidos siempre están con
nosotros. Y eso hacía una considerable diferencia. Tenías que saberlo. O sentía esa
necesidad de hacerlo.
No recuerdo con exactitud todo lo que le dije esa noche, pero de lo que estoy segura es
que lloré, recordando todos los momentos en los que te sentí tan frágil y voluble al
extrañarla, cuando me abrazabas tratando de hallar fuerzas para seguir. Siempre trate de
estar para ti, y tú solías hacer lo mismo. Cuando estábamos juntos no importaba nada,
todos los problemas que podíamos tener, porque en nuestros abrazos parecíamos
encontrar la fuerza necesaria para continuar. Y te agradecí, por cada momento, por cada
abrazo. Y le pedí a Dios y a tu mamá que nunca más tengas que sentirte así. Por eso era
importante para mí mostrarte los vídeos.
Lo último que le pedí fue que, al dormir, me de alguna respuesta en mis sueños…
En dos días te veré. ¿te contare?

14/10/20
Si, otra vez tú apareciendo en mis sueños… pero esta vez fue diferente.
Desde ayer he empezado a sentir la misma sensación de hace años, cuando dabas
examen y yo esperaba muy pensativa, nerviosa y optimista por tu mensaje diciéndome
que te fue bien. “buena suerte, suerte sashina en el examen, energía sashina para
terminar los trabajos”, es lo que te suelo decir, y cómo me gustaría agregar un “te amo,
se que lo harás bien”. Pero no lo hago, me abstengo, sin embargo, creo que es otra
forma de decírtelo.
Se viene una semana retadora, y hoy le pedí a Dios en oración que todo vaya bien para
ti, así que me siento más confiada.
El sueño fue extraño, parecía un recuerdo. Estábamos en mi casa, solos, abrazados en el
mueble, habíamos juntado los dos (el grande y el mediano) y tratábamos de encajar en
ellos, mientras me contabas que diste tu examen pero que tenías miedo de desaprobar. Y
nos quedamos allí, mirándonos, mientras te cobijabas en mi pecho. Desperté.

06/01/2021
¡Carajo! hoy te volví a soñar
Creo que estábamos solos en una especie de isla, alejados del mundo y la civilización,
era una cabaña y el cuarto construido con troncos de árboles y ramas. Te veías precioso,
no traías polo, solo un pantalón jean y una mirada cautivadora, cabello mas o menos
largo y ondulado y unos brazos fuertes. Yo mi batipolo, un short jean pequeño y
apretado. Ambos estábamos jugando en la cama, yo tenía una lista de cosas por hacer
contigo, pero estaba muy nerviosa de que las leyeras, así que no te lo permití, y tú como
siempre por curiosidad te abalanzaste sobre mi para quitarme la lista y entonces nos
quedamos mirándonos, tu encima de mí, y esta vez sin dejar escapatoria a que te bajes,
porque sostuve tus jeas con mis manos, con firmeza y delicadeza, tú de una manera
sigilosa me quitaste la lista.
Ambos sabíamos que éramos ex’s. Pero empezaste a leer y a cumplir con cada cosa que
había escrito. La primera, un beso en la nariz; luego, uno en el cuello; la 3, cosquillas y
así hasta que llegamos a la última… tu pene sobre mi entrepierna. Pensé que no lo
harías, ni nos habíamos besado los labios hasta entonces. Te miré y te dije que no tenías
que hacerlo si no querías, inmediatamente después de decirte eso, deslizaste tus brazos
debajo de mi cintura, nos miramos tan cerca que podía sentir tu respiración agitada y la
mía, y te sentí, estabas duro, y entonces te besé tan apasionadamente que terminé
encima de ti sintiéndote. Esta vez no estaba el polo que siempre ponías para evitar un
contacto directo así que la sensación era especialmente excitante y ¡carajo! Desperté.
De vuelta a la realidad, molesta, mojada, triste por entender que sólo había sido un
sueño más…

15/04/21
Te acercaste a mi sin polo a saludarme, estabas precioso, me puse nerviosa y me
ruboricé al instante, espero no lo hayas percibido. Tus brazos habían tomado una forma
más robusta. No pude apartar mi mirada de ti cuando caminaste en dirección a tu cuarto
en busca de una camiseta. Por mi te hubieras quedado así…

07/06/21
Notas en mi celular
Han pasado muchas cosas estas semanas. No he tenido el ánimo de escribir sobre estas
páginas porque me he sentido muy estancada respecto a ti. Y he tenido días muy
desafiantes, aún me encuentro vulnerable al ver una foto tuya o cuando los recuerdos
retoman su curso en mis pensamientos, y te veo e imagino historias contigo, viajes,
noches juntos; y luego despierto y no estás. Las cosas no han sido igual por más cercano
que te sienta.
He estado saliendo con algunas amigas y amigos, con ellos nada fuera del rango de una
amistad; y la verdad me ha mantenido algo distraída, pero no puedo evitarlo, no puedo
evitar no verte en estos escenarios. Cómo me gustaría salir contigo a hacer otras cosas
diferentes a las de nuestra nueva rutina.
El día que viniste a casa para el cumpleaños de mi mamá, fue muy agradable contar
contigo, eras tú y a la misma vez, no lo eras, porque no te podía presentar a mi familia
como mi novio. Tuve que improvisar una presentación que nunca escuchaste porque la
hice de forma apresurada antes de que llegues, les dije que eras mi pareja pero que
estabas estudiando y no tenías mucho tiempo para quedarte… el sólo decirlo fue muy
extraño, no encuentro hasta ahora una emoción que describa como me sentí. Si no decía
eso, hubiese tenido que sostener una incómoda conversación con mi familia y la verdad
es lo último que quería porque ya estabas a punto de llegar.
Te amo, te lo digo todos los días mientras miro al cielo, cuando subo al techo a dar de
comer a mis perritos. Recuerdo, te imagino, te abrazo mientras le digo a Dios, que sólo
el sabe cuanto te quiero, me seco las lágrimas y bajo las escaleras con mi máscara
favorita de alegría desmesurada.

14/06/21
Impotencia
Estoy sintiendo muchas ganas de llorar en estos momentos. Ya sé que no es algo tan
fuera de lo cotidiano, pero esta vez es peculiarmente diferente… me siento culpable,
como si te hubiera mentido o traicionado y a la vez frustrada porque te estoy extrañando
mucho y no puedo decírtelo. Ayer sufriste un accidente, te caíste del techo al subir por
una inestable escalera y lejos de parecerme un acontecimiento ínfimamente cómico, me
dejó muy preocupada. Me gustaría estar allí, cuidar de ti, ponerte un poco de pomada en
la pierna, estar acostada a tu lado con Sasha viendo una película o simplemente viendo
las horas pasar conversando.
Hoy quedé con Jorge para ver Animales Fantásticos y dónde encontrarlos, y los
Crímenes de Grinderwarld. No lo había visto en mucho tiempo, meses para ser exacta,
pero fue bueno verlo. Cuando llegue a su casa, estaba también su abuelita, mamá y su
hermano mayor. Me saludaron muy afectuosamente y charlamos un poco sobre política
y el proceso de vacunación, dos grandes focos de atención altamente preocupantes
ahora en nuestro país.
Pasamos a su sala a ver las películas, pero el tiempo nos jugó un poco en contra, porque
por cada vez que pasaba algo sustancialmente interesante, pausábamos para debatir al
respecto. Se me antojó un poco del pisco sabor a coco que estaba en la mesa de su
cocina y probamos antes de almorzar.
Un poco más de la 1 de la tarde y su abuelita nos avisó para servirnos la comida, había
preparado unas mollejitas salteadas sin verduras con un poco de arroz y papas
sancochadas. No almorzamos con su familia porque ellos habían bajado a la planta del
primer piso a compartir con los demás miembros recién llegados de viaje. Así que nos
fuimos a la mesa de su cuarto con todo y laptop para seguir mirando. Es increíble cómo
pese a haber visto Harry Potter innumerables veces, siempre teníamos preguntas, dudas
por resolver y comentarios de supuestas teorías respecto a el porqué de tales sucesos.
Todo iba bien, hasta que casi al finalizar la segunda película, puso su brazo fugazmente
sobre mi hombro y fue algo incómodo, aunque no desagradable y caí en la cuenta de lo
mucho que extraño que alguien me abrace con deseo. Y aunque ese pensamiento no
duró mucho, en lo que sí no dejé de pensar, fue en lo mucho que me gustaría que fueras
tú, el personaje principal de este libro, quien estaba a mi costado. Y te pensé mucho
Luis, me imaginé de múltiples formas conmigo, besándonos mirándote a los ojos,
tocándonos y disfrutando de nuestros cuerpos…
Cuando terminó la película, impulsé la idea de salir de casa a caminar al mall o a algún
otro sitio concurrido. Y así fue, ese día vi una correa negra con plomo preciosa y como
no paraba de ver a Sasha dentro de ese arnés, tuve que comprarlo.
Que día para más extraño, espero te recuperes pronto de tu pierna y que me permitas
cuidarte al menos un poco.

21/07/21
Un capítulo se ha escapado de este libro.
Talvez se sentía tan pretencioso o es tan inaudito que no merece estar aquí. En sus
líneas lleva y guarda un gran secreto que hace estallar mis pensamientos todos los días.
Pero si no esta aquí, no vale la pena mencionarlo. Que todos nuestros tropiezos, sean
aprendizajes de vida y que no tengan la oportunidad de volver a esta historia.
Hoy te vi, y ya se que esto va a parecer repetitivo, pero de verdad lucias precioso, con tu
cabello recién cortado, ondulado de la parte de adelante pero no tan corto de los
costados, con unos brazos fuertes, unas manos que me vuelven loca solo de verlas por lo
masculinas y prominentes que son, y demás esta decir de tus 2 hermosos ojos color café
que resaltan debajo de tus pestañas risadas. También mencionaste sobre mi aspecto
físico, que al parecer el gimnasio me ha estado poniendo en forma e hicimos una guerra
de fuerza de brazos para comprobarlo. “un 20% de fuerza contra mí”, y volví a perder,
pero no me importa, siempre es buena excusa hacerlo sólo para poder tener un poco de
contacto.
Pero me molesta, que fastidia pensar en que por mucho esfuerzo que haga te sigo sin
parecer atractiva, que sienta que te alejas de mi cuando yo me acerco. ¿hasta cuándo?
¿hasta cuando voy a fingir que no quiero algo más contigo? A veces, creo que sería
bueno decirlo, pero tengo miedo de que te asustes y alejes de mí. Me asusta sólo
pensarlo, así que sigo en el mismo círculo fortuito que tanto disfruto y detesto.

X
¿Y tú qué opinas?
Realmente pienso que cuando nos hacemos preguntas, no esperamos la “respuesta
correcta”, pero las hacemos con la confianza y esperanza de que habrá una respuesta
que permita que surja mayores y mejores posibilidades.

Es posible que sólo tenga el 1% de posibilidades, pero si tu corazón aun quiere seguir,
esa posibilidad nunca se reducirá al 0%.

Si vas a mirar atrás, agradece tu proceso, no sólo te enfoques en las derrotas o incluso
en los logros. El proceso en sí, es valioso.

Hazte un camino, písalo bien.


Sé fiel a lo que crees, en lo que piensas.
Construye y fortalece tu filosofía de vida.
Encuentra personas que combinen con tu mente, que te hagan crecer.
Y encuentra también personas que diferente a ti, para seguir aprendiendo de ellas.
Elige corazones sanos.
Perdona,
No te atores en el lodo, quédate lo necesario y levántate rápido.
Aprovecha tu tiempo
Ten paciencia,
sueña, sueña mucho,
sueña alto, y lejos… porque esos sueños son los que te mantendrán siempre viviendo,
querida Tania.

También podría gustarte