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En aquella noche estrellada, cuando el rmamento se vestía de magia y misterio, una estrella

fugaz surcó el cielo con una estela brillante que capturó la atención de un grupo de amigos.
Estaban reunidos en el campo, compartiendo historias y risas, cuando vieron aquel destello
celestial cortar la oscuridad de la noche. Fascinados por el fenómeno, decidieron seguir el
rastro luminoso de la estrella, guiados por la esperanza de descubrir su origen y su destino.
Así, sin dudarlo un instante, emprendieron un viaje inesperado a través de montañas y valles,
atravesando ríos y bosques frondosos, persiguiendo el fugaz destello que parecía danzar en el
horizonte. Cada paso que daban los acercaba un poco más a su misterioso objetivo, y cada
obstáculo superado fortalecía su determinación.
Después de una larga travesía llena de aventuras y desafíos, llegaron a un claro en el bosque
donde la estrella había caído. En el centro del claro, descubrieron una pequeña esfera de
cristal que brillaba con una luz mágica y envolvía el lugar en un aura de paz y serenidad. La
esfera emanaba un poderoso resplandor que llenaba sus corazones de asombro y admiración.
Al acercarse, sintieron una cálida energía envolverlos, y supieron en ese momento que estaban
frente a algo único y especial. Con temor y reverencia, tocaron la esfera de cristal y, para su
sorpresa, cada uno de ellos recibió un deseo. Pero en lugar de pedir algo para sí mismos,
como hubiera sido lo más natural, decidieron compartir ese momento mágico y pedir felicidad
y paz para todos los seres del mundo.
Y así, con un gesto desinteresado y lleno de amor, la luz de la estrella fugaz iluminó no solo
sus vidas, sino también las vidas de todos aquellos que les rodeaban. Desde aquel día, el claro
en el bosque se convirtió en un lugar sagrado, donde la bondad y la generosidad eran más
valiosas que cualquier tesoro. Y la estrella fugaz, con su fugaz paso por el cielo, dejó un
legado de esperanza y amor que perduraría por siempre.
fi

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