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Baile de los Destellos

En los días primordiales, cuando la Tierra se envolvía en la


misteriosa penumbra de la noche, existía un reino celestial
escondido entre las constelaciones y los confines del universo. Este
reino albergaba a seres mágicos conocidos como los "Lumínicos",
criaturas diminutas hechas de pura luz, cuyo único propósito era
llevar la luminosidad a las noches oscuras del mundo.

En el corazón de este reino resplandeciente, reinaba con


majestuosidad Stella, la soberana de los Lumínicos. Inspirada por un
deseo de compartir la belleza de su reino con la Tierra, la Reina
Stella tomó una decisión que cambiaría para siempre la apariencia
del firmamento nocturno.

Con un gesto regio, Stella convocó a sus súbditos, dotándolos de una


magia especial: la capacidad de descender a la Tierra y parpadear
con intensidades diversas. Estos pequeños portadores de luz
emprendieron un viaje mágico hacia nuestro planeta, llevando
consigo la esencia misma de la luminiscencia celestial.

Al llegar a la Tierra, los Lumínicos se dispersaron por los cielos,


comenzando una danza celestial que encantaría a generaciones
venideras. Cada destello de luz era la firma única de un Lumínico, y
en su conjunto, creaban un manto de estrellas que decoraba el velo
de la noche. Algunas estrellas destellaban con la fuerza de una llama
ardiente, otras parpadeaban con la suavidad de una brisa nocturna, y
algunas, caprichosas, cambiaban de color según su estado de ánimo.
Los mortales, asombrados por este espectáculo celeste, interpretaban
las figuras formadas por los Lumínicos como mensajes divinos.
Cada constelación se convirtió en un relato cósmico, un mapa que
guiaba a navegantes y exploradores en sus travesías nocturnas. Los
Lumínicos se transformaron en faros estelares que ofrecían consuelo
y dirección a los viajeros perdidos en la vastedad de la oscuridad.

A medida que las eras pasaban, la danza de los Lumínicos


continuaba, y sus destellos se convertían en las estrellas que hoy
adornan nuestro cielo nocturno. Cada estrella, un vestigio de la
danza mágica de los Lumínicos, lleva consigo la chispa de la
eternidad. El brillo variable y los cambiantes colores de las estrellas
son testigos del espíritu vibrante y la magia eterna de estos seres de
luz.

Así, en las noches estrelladas, el cielo se convierte en un escenario


iluminado por el "Baile de los Destellos", una danza eterna que
conecta el reino celestial con la Tierra. Cada estrella cuenta la
historia de los Lumínicos, seres mágicos que descendieron para
transformar la oscuridad en un espectáculo de luz, brindando
dirección y consuelo a aquellos que se aventuran en la noche. Este
mito, guardián de secretos celestiales, nos recuerda la magia que
yace sobre nosotros cada vez que miramos hacia el vasto lienzo
estrellado del universo.

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