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El Salmo 112 es una continuación del Salmo 111. El primero habla de la magnificencia de las obras
de Dios en su creación y su obra perfecta en nuestra salvación, y el Salmo 112 presenta las
bendiciones que vendrán a los hombres temerosos de Dios y sabios, en contraste con los malvados.
EL objeto de este salmo es dar a Dios todo el honor debido a Su Gracia que es manifestada en sus
hijos”, En otras palabras lo que el salmista quiere mostrar es que el hombre de Dios debe manifestar
el carácter de Dios y que ese carácter no es más que el resultado del temor de Dios que lo hace
sabio conduciéndolo al camino hacia la prosperidad verdadera, porque el que teme a Jehová ordena
su vida deleitándose en su palabra siguiendo el patrón divino.
El temor de Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que pasa progresivamente por
las siguientes etapas:
• Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene el poder de otorgarnos la
salvación eterna o condenarnos eternamente en el infierno.
• Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo que pensamos, decimos y
hacemos, y que El tiene el poder para premiarnos o castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo
cual nos debería motivar a ser cuidadosos y apartarnos del mal
• Un reconocimiento humilde de que El es Dios y nosotros somos Sus criaturas, y por lo tanto, El es
digno de ser temido y reverenciado, esto es lo que manifiesta el salmo 111.
El temor de Dios es aborrecer el mal. Dios no desea que simplemente seamos indiferentes ante el
mal, y mucho menos que guardemos en nuestro corazón una atracción íntima hacia el pecado. Lo
que Dios desea es producir en nuestros corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un
amor por hacer lo bueno.
El temor de Dios inspira al creyente a ser perfeccionado en santidad. En otras palabras, el temor de
Dios nos hace conscientes de nuestra propia pecaminosidad, y de la necesidad que tenemos de que
haya cambios progresivos en nuestro corazón y nuestra conducta, para agradar a Dios en nuestra
forma de vivir.
El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y consagración a Dios. La santidad
no es un llamado a unos pocos, sino un mandato de Dios a todos los creyentes.
El temer a Dios trae como consecuencia una vida justa, sabia y un loor que permanece para siempre.
Solo el hombre sabio es el que puede agradar a Dios, la sabiduría no es mas que el
conocimiento adquirido sumado a las experiencias vividas limpiados por la palabra de
Dios.
El salmo 11 twemina
GOZO Y FELICIDAD
PROPERIDAD INTEGRAL
MISERICORDIOS
1. El hombre de Dios bendecido, vv. 1-3 Despues de ¡Aleluya! cada línea empieza con otra letra
del alfabeto heb. El Salmo 111 termina hablando del temor de Jehová; ahora el salmista describe
la vida del que teme a Dios. Bienaventurado (?ashré H835) también significa “feliz” o “dichoso”.
¡Qué privilegio es conocer al Dios verdadero y ser cuidado por él! Nótese cómo empieza el
hombre de Dios; primero teme a Dios, le ama, es reverente. También se deleita en sus
mandamientos, quiere hacer su voluntad. Este hombre que es bienaventurado pone a Dios
primero en su vida; lo ama y le obedece. Se deleita (v. 1) es la misma raíz que se complacen en
Job 111:2. El que ama a Dios se goza en sus obras y en su voluntad. Su descendencia (v. 2). Lo
que hace una persona no sólo afecta a su propia vida, sino influye en toda su familia y toda su
descendencia. La Biblia pone mucha importancia en la familia; Dios promete bendecir a los
descendientes de los justos. Cada creyente debe ser un instrumento de la bendición de Dios.
Bienes y riquezas (v. 3) indican que Dios provee abundantemente. A la vez, la Biblia muestra que
los justos sufren, a menudo son perseguidos, sufren los efectos de la corrupción de la raza
humana. La Biblia provee una visión equilibrada. Es claro aquí que la fuente de nuestros bienes y
riquezas es la bondad de Dios. Su justicia permanece… (v. 3b) es la misma frase que se usa en
el Job 111:3b. Dios quiere producir en sus hijos su propio carácter. No es sólo un intento de
copiar, es un don, una relación viviente entre la justicia de Dios y la justicia del hombre de Dios.
El que teme a Dios hace lo correcto y sus hechos permanecen. 2. El hombre de Dios confiado y
generoso, vv. 4-9 Resplandece (v. 4). La frase también puede ser: “Se levanta (el hombre de
Dios) en la oscuridad, una luz a los rectos.” En tal caso, enfatiza que el hombre de Dios es canal
de bendición a otros. El justo también es clemente y misericordioso (las mismas palabras que
describen a Dios en el Job 111:4b). Así como Dios es misericordioso, el que le sigue siente
compasión por los demás. Este párrafo destaca dos características del hombre de Dios: confía
en Dios y demuestra compasión a los demás seres humanos. Los que prosperan están
propensos a caer en varias trampas; el párrafo indica cómo evitar estas trampas: 1) el egoísmo,
v. 5; 2) el temor, vv. 7, 8; 3) la mezquindad (o avaricia), vv. 5, 6 y 9. El hombre de bien (v. 5) : o,
puede ser “El bien (viene) al hombre que tiene compasión y presta.” El que teme a Dios no
piensa primero en sí mismo, piensa en los demás, como dice Phi 2:4. Nótese el paralelo con el
Job 111:5. En el Job 111:6 se habla del poder de Dios; aquí en el v. 6 dice que el hombre de Dios
está firme. Muchos quieren que su nombre sea recordado largo tiempo después de su muerte; la
mejor manera de lograrlo se explica aquí. La manera de responder a las malas noticias indica el
carácter y la estabilidad de una persona. La respuesta a los temores está en el v. 7b; puede
confiar porque todas las obras de Dios son verdad y fieles (Job 111:7). En el Job 111:8 son
afirmadas; aquí en el v. 8 se usa el mismo vocablo heb.: el hombre de Dios está afianzado. El
salmista tenía en mente la firmeza del justo en la batalla contra los enemigos de Dios, pues,
como dice Pablo, todos los que quieren vivir para Dios, sufrirán persecución. En esta batalla
espiritual el hombre de Dios está firme, confiado y afianzado hasta que vea la victoria. Da a los
necesitados (v. 9). Comparando los dos Salmos vemos que Dios dio todo para redimirnos (Job
111:9), entonces nosotros hemos de compartir con los necesitados. Así, lo que hace permanece.
Muchos malgastan la vida tratando de lograr algo perdurable, pero lo duradero es invertir en las
vidas de otras personas. 3. Contraste del hombre impío, v. 10 El salmista enseña con contrastes.
El que se deleita en Dios recibe “las peticiones de su corazón”, pero para el impío que busca su
propio placer, su deseo… perecerá.
El Salmo 112 es una continuación del Salmo 111. El primero habla de la magnificencia de las obras de Dios,
y el Salmo112 presenta las bendiciones que vendrán a los hombres sabios y temerosos de Dios, en
contraste con los malvados (v.10). Para describir al hombre justo, que no es separado por vivir en la
realidad de un mundo contaminado por el pecado y lleno de adversidad (oscuridad, malas noticias,
enemigos), el autor utiliza una expresión exhaustiva: “Asegurado está su corazón; no temerá” (v. 8 ). A
pesar de no utilizar las mismas palabras del Salmista, esto es lo que desea la mayoría de la gente. Hay
tantos que poseen muchas cosas, pero que carecen de la estabilidad, de modo que se convierten en
esclavos de placeres, ganancias materiales y otros ídolos.
La base para una vida estable y completa se presenta en la introducción de este Salmo, justo después de la
llamada a la alabanza: “Bienaventurado el hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se deleita
en gran manera” (v.1). Él es un (v.2) hombre "recto", generoso, dispuesto a ayudar a los necesitados, que
"presta gratuitamente" (v. 5) y la bendición de Dios está siempre en su vida. Esta descripción anticipa el
Sermón del Monte, donde Jesús establece el estándar establecido por Dios para aquellos que son Sus hijos.
La verdadera generosidad no se mide por el valor o la cantidad de la donación, sino por la actitud con la
que se realiza la entrega. Tenemos el ejemplo supremo de Cristo en Su sacrificio en el Calvario. Mirando a
la ofrenda suprema y obedeciendo Sus mandamientos, llega a ser un “deleite”
Prosperidad del que teme a Jehová
Aleluya.
112 Bienaventurado el hombre que teme a Jehová,
Y en sus mandamientos se deleita en gran manera.