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SOBRE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER (extraído de la web Movimiento contra la intolerancia)

Las mujeres han llegado al siglo XXI con una larga lista de cargas a sus espaldas. Problemas de
desigualdad en el trabajo, en el hogar, en la calle... Sin embargo, no es una consecuencia de la
pasividad de la mujer y de su falta de espíritu luchador a lo largo de la Historia.

Si se mira hacia atrás en el tiempo encontramos a aquellas mujeres de la Bastilla o a las que
reclamaban el sufragio universal femenino.

La vida es una continua lucha. Siempre se desea algo mejor y se intenta conseguirlo. Pero no se
debe abandonar la consigna cuando se trata de derechos humanos: falta de libertad, opresión
y marginación. Por eso, las mujeres gritan ahora con una fuerza inusual. Situaciones tan
intolerantes como la violencia doméstica (mejor llamarla de género), el acoso sexual, la
prostitución o el tráfico de mujeres han incrementado el sentimiento de malestar. No sólo
entre las mujeres sino en toda la sociedad.

Gracias a campañas de sensibilización realizadas por diferentes medios de comunicación,


asociaciones, organizaciones no gubernamentales e instituciones políticas, la sociedad ha
tomado conciencia de la gravedad de un problema que antes se escondía en el interior de un
hogar o de un local de carretera.

Los hombres no son agresivos por naturaleza, aprenden a ser violentos. Este es el resultado de
enseñar a los niños a expresar su masculinidad de forma exagerada en su relación con las
mujeres, además de con otros niños y hombres.

Con este poder se quiere controlar a la gente y al mundo que les rodea, pero la mayoría de
estos actos violentos son signos de debilidad, inseguridad y carencia de autoestima, mezclados
con un sentimiento de superioridad y capacidad de dominación (física y/o verbal).

La denominada "violencia doméstica" no debería llamarse como tal, sino violencia de género;
una definición mucho más acertada. La razón está en la persona del agresor y no en el lugar en
que aquella se comete.

La principal causa de esta violencia ancestral es ideológica y proviene de un sistema patriarcal,


con conclusiones tan ilógicas como la inferioridad de la mujer por causas biológicas o
intelectuales. La violencia de género, como es sabido, ha existido desde tiempos inmemoriales,
pero actualmente ha cobrado gran importancia en los medios de comunicación.

En los últimos años hemos podido ver el aumento (o el "descubrimiento" gracias a los medios
de comunicación) de este tipo de violencia, lo que ha llevado a los Gobiernos y a organismos
internacionales a tomar soluciones contra ello. Los Estados tienen el deber de proteger a sus
ciudadanos de todo abuso sobre sus derechos y promover, en consecuencia, las medidas
necesarias para paliarlos.

La representación en la pantalla de comportamientos violentos normalizados contra las


mujeres se asume como algo aceptable. No es que las personas imiten lo que ven en televisión
sino que adoptan actitudes que les llevan a ser agresivas.

La sociedad ha de reconocer el saber acumulado de las mujeres como motor de cambio.


Silenciar a más de la mitad de la población, robarle la historia, desautorizar sus acciones, es
una forma básica de violencia contra todo el colectivo de mujeres.
Los medios de comunicación convencionales y masivos proponen una visión morbosa, sin
aportar soluciones u otra imagen de la mujer, como la que puede darse cuando se asciende de
posición o escala social.

Ahora se transmite la imagen de una mujer que trabaja fuera de casa, es capaz de mantener a
sus hijos, hacer la comida y que tiene tiempo para todo... En conclusión, no se debe jugar con
la violencia de género, ya que los medios de comunicación toman este tema con
espectacularidad para acaparar más espectadores y/o audiencia.

Los traficantes de personas activos en Europa obtienen ganancias anuales de unos 5 mil
millones de dólares. Los traficantes y propietarios de burdeles defienden sus métodos de
trabajo, concretamente obligar a las mujeres a prostituirse, alegando que han incurrido en
gastos para el traslado de las mujeres, y que tan sólo intentan recuperar sus inversiones.

Sin embargo, al ser despojadas de sus pasaportes, las víctimas están atrapadas sin salida,
trabajan ilegalmente en el extranjero, y aun después de pagar sus deudas, no pueden
abandonar la prostitución.

Las movilizaciones en contra de la violencia de género o el tráfico de mujeres cada vez son más
multitudinarias. Además, después de mucho tiempo, han tomado un carácter diferente. Ya no
existe la percepción de que se trataba de manifestaciones feministas luchando por una causa
perdida e, incluso, inexistente.

La sociedad se ha dado cuenta de que existe un problema real y que hay que intentar
solucionarlo entre todos. Quizá "todos" sea una palabra ambigua, pero engloba a cada uno de
los sectores que componen la sociedad. Las instituciones tienen que tomar parte en la medida
que les corresponde, principalmente en el ámbito legal.

Las asociaciones y las organizaciones no gubernamentales ayudarán en la labor social. Pero


¿qué pasa con el resto de la población? Ahí es donde reside gran parte del problema, llegar a
todos los niveles del sistema.

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