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En la imagen N° 1 puede apreciarse un panorama de la ubicación geográfica del
bloque 5 de Las Lomas de Urdaneta, rodeado de grandes sectores de viviendas en zonas
no aptas para ese uso espacial o no acondicionado de manera suficiente y segura. En la
imagen N° 2, se aprecia el contraste presente-pasado de esta situación.
Para los años 70, la vida comunitaria en este sector se caracterizó por ser de
mucha participación en actividades públicas colectivas, a pesar de algunos problemas
reinantes en la zona tales como falta de recolección de basura, inseguridad y crecientes
cinturones de pobreza.
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A pesar de las circunstancias, la vida comunitaria era muy activa y de gran
integración y participación en lo cultural (deportivo, recreativo, musical, teatral). La
juventud participaba con entusiasmo en los juegos internos y luego torneos interbloques
de la urbanización en deportes como futbol, volibol, softbol, beisbol. En ellos reinaba la
solidaridad y sencillez, lo que fueron factores positivos para el entonces; muy poca
individualidad. Los eventos culturales fueron también importantes, así como los juegos
tradicionales en lugares públicos: carrera de sacos, de carruchas, bolas criollas, palo
encebado, metras, trompo, carrera de cucharillas con huevos, entre otros.
Mi madre, María de la Luz Calderón, cultora popular de Guarenas, (edo. Miranda)
y mi padre, Liberato Anastasio Alcalá, pescador y cultor de San Juan de Las Galdonas
(edo. Sucre), impulsaron durante veinticinco (25) años las parrandas navideñas de casa
en casa en el sector Las Torres de la parroquia San José, La Silsa, Catia y Lomas de
Urdaneta en Caracas. De ellos adquirí, indiscutiblemente, mi vocación sociocultural
comunitaria, por su integración con vecinos, amistades y el intercambio con otros
cultores, tales como, el señor Alejandro Machado (barloventeño) llamado
cariñosamente “El Tío Alejandro”; la señora María Marrero del bloque 2 de las Lomas,
también cultora barloventeña y su hijo Alexis Marrero; la familia Paredes del bloque 7,
el promotor cultural y deportivo Jorge “Pichón” y otros tantos que conformaron un
listado amplio. Lo cierto es, que las Lomas de Urdaneta fue mi lugar de convivencia por
treinta (30) años y fue formando en mí la vena de las luchas sociales, culturales y
deportivas que hoy me mueven como investigador. Formé parte del equipo de futbol
infantil y juvenil del bloque 5 y fundé, a la edad de once (11) años, el primer grupo
musical infantil de las Lomas de Urdaneta llamado “Venezuela Libre”. La imagen N° 3
constituye una evidencia de esos gratos y aleccionadores momentos de mi infancia.
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En la siguiente imagen observamos una muestra más de lo que era la vida
comunitaria cotidiana de los niños y niñas y de la juventud en la época referida:
Imagen 4. Arturo Rauseo “Pancho Polo” (vecino y amigo del Bloque 5), Integrante
del Grupo Musical Infantil “Venezuela Libre” en plena actuación en la
comunidad.
En la imagen anterior, el joven que canta se destacó como uno de los solistas
infantiles en navidad con un tema popular de Los Tucusitos, grupo musical aún
existente en Caracas-Venezuela. El tema se titulaba “Pancho Polo” por lo que al joven
se le colocó ese nombre como seudónimo. Poco después se destacó como uno de los
grandes futbolistas de las Lomas; hoy en día es entrenador en la comunidad. Estas
vivencias alimentaron mi vocación social.
Mi precoz formación en acciones culturales comunitarias me garantizó algunas
habilidades que pude exhibir al iniciar la educación formal en la escuela Municipal
“Caracas” (bloque 1 de las Lomas), donde cursé mis estudios de primaria, previo
aprendizaje informal en casa de la señora Ana Garcia del bloque 9, piso 2, quien
enseñaba a leer a los niños y niñas de la comunidad. Ello me llevó a iniciar primer grado
con la destreza adquirida. La escuela “Caracas” funciona actualmente en el bloque 5, de
las Lomas de Urdaneta. De joven, fui en ella maestro suplente de todos los grados.
Siendo activista del movimiento Jóvenes en Acción de la Comunidad, logramos
habilitar un local en la PB del bloque 5 donde desarrollábamos reuniones organizativas
para eventos culturales y deportivos, además de gestionar cartas y solicitudes a los entes
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gubernamentales de esa época en búsqueda de reivindicaciones de canchas deportivas y
reparaciones generales de la infraestructura de la comunidad. En estos tiempos, la
represión policial por motivos políticos era fuerte y a los movimientos sociales se les
perseguía y restringía mucho por lo que fuimos objeto de persecuciones y allanamientos
de viviendas y hasta detenciones, solo por pensar diferente. Así surgieron las canciones
de protesta en mí. Alí Primera, nuestra inspiración, así como luchadores sociales de la
época ejecutados injustamente por querer una sociedad mejor y de equidad.
Lo cultural y social se convirtió, para mí, en una herramienta fundamental para las
múltiples luchas ganadas en pro del colectivo. La música fue tomando mayor terreno. A
los 13 años entré a estudiar en el liceo Andrés Eloy Blanco ubicado entre Propatria y la
avenida Cuartel. Allí fundamos la agrupación salsera “Lamento Borincano” conformada
por jóvenes del bloque 1 de las Lomas de Urdaneta, bloque 5 de Propatria, de El
Junquito y Casalta 3, experiencia hermosa que nos ayudó a conocer mucha gente de
diferentes sectores de Catia, Caricuao y Macarao. Definitivamente la música marcó un
hecho trascendental en mi diario vivir. Así se extendió el roce social a otras
comunidades y, sin darme cuenta, fue mi experiencia la que marcó mi formación y un
importante paso para el liderazgo, la acción comunal, la política y lo cultural. Esto se
convirtió en motivación para desarrollar la investigación cuyo resultado presento en este
trabajo.
En tercer año de bachillerato comienzo a ejercer liderazgo como delegado de
curso en los liceos donde estudié. Para el año 1980 ingresé en la UPEL-IPC en la
Carrera de Música; seguidamente en el año 85 cursé estudios de Educación Integral,
simultáneamente con estudios en la UNESR en Desarrollo Cultural y locución en la
UCV. En esta casa de estudios, las experiencias académicas fueron fundamentales.
También estudié música en el Núcleo de Cultura de la UCV con el maestro Eduardo
Serrano y luego en la Escuela José Ángel Lamas y en la Fundación Bigott.
En resumen, todo lo que he vivenciado contribuyó para alcanzar un alto nivel de
desarrollo sociocultural en mi proyecto de vida, desplegando un importante trabajo en la
UPEL-IMPM como Coordinador Musical y director del Grupo Folclórico de la
institución. Hoy, la experiencia informal y académica se conjugan para seguir dando la
batalla del saber y la investigación: cantautor, músico, cultor, locutor, líder comunitario
y miembro de grupos musicales de reconocida trayectoria en el país como Madera y
Sonero Clásico del Caribe. La imagen N° 5 es un testimonio de ello.
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Imagen 5. Mi persona como integrante del Sonero Clásico del Caribe (1999-2018).
En la siguiente imagen (N° 6) se muestra otra evidencia de mi andar artístico
popular, vivencia que fortaleció mi carácter para la presente investigación.
Material para consulta con fines didácticos, enviado por la coordinación del eje Proyecto:
Praxis transformadora. Nov de 2022. Revisado en octubre de 2023