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de Tucumán, prácticamente no hubo capítulo, hasta 1819

2. Los capítulos provinciales: El taller de los


que no fuera conflictivo en mayor o menor medida, con
el campo de batalla enfrentamientos, pedidos de auxilio al virrey, e incluso un espejos: iglesia e
capítulo anulado en 1792. Santa Fe y Buenos Aires se dis- imaginario (1767-
Cada cuatro años se reunían todos los religiosos llamados putaron el privilegio de ser sede del capítulo en casi todas las 1815)
"vocales", para elegir el nuevo provincial y las autoridades de ocasiones, enviando memoriales al gobernador -o en su caso
la provincia. Normalmente los vocales eran los "comen- al virrey- para que el capítulo se hiciera en la ciudad que
dadores" (priores o guardianes en otras órdenes) los ex- ellos defendían. El virrey por su parte siempre se mantenía
Jaime Peire
provinciales, el definitorio de la provincia (una especie de atento a los posibles disturbios, o bien auxiliando a unos u a
consejo de provincia) y algunos otros frailes prominentes con otros, o bien enviando oidores de la audiencia que asistieran
los que la provincia contaba. a los capítulos.10

En realidad, los vocales eran convocados por el provincial, lo Los problemas en las elecciones provinciales en los cuer-
que ya de hecho constituía un problema, puesto que era éste pos religiosos no eran nuevos; un capítulo era un aconte-
quien decidía quién podía votar -y ser votado- en el capítulo cimiento en toda la ciudad, y era costumbre que el nuevo
y quién no. Además, el vicario general, autoridad para todo provincial fuera aclamado por el pueblo, y a veces hasta
el. virreinato del Perú o de México, nombraba un presidente paseado por él, mientras la facción derrotada permanecía
de capítulo, que era el indicado para iniciar el acto, calificar en un significativo silencio.
si los vocales presentes podían votar válidamente, presidir la
elección, verificar que los sufragios se emitieran sin irregula- Pero el capítulo mercedario llevado a cabo en Córdoba en
ridades, y clausurar el capítulo, terminado el cual se nombra- 1766, desbordó la capacidad de la sociedad y de las autori-
ba un nuevo provincial. dades para digerir sus propias contradicciones: el provincial
saliente sufrió un intento de envenenamiento. El presidente
Pero como es lógico, este mecanismo no garantizaba, ni de capítulo, apoyado por el vicario general del Perú se negó
mucho menos, la inexistencia de conflictos: el obispo de a iniciar el capítulo, sabiendo que la mayoría de los vocales
Puebla mencionaba los capítulos de 1764 y 1770 como espe- estaban en contra de su candidato. Salieron a relucir las
cialmente conflictivos, todavía dos décadas después. El armas, el ayuntamiento de Córdoba envió ayuda al presi-
General de la Orden, mencionaba en 1772 que reciente-
mente había debido anular tres capítulos por graves irregu-
laridades, en México, Chile y Tucumán: El Obispo de
9 Cfr. Jaime Peire, op. cit., donde se muestra como en la provincia de
Huamanga se queja de que en 1783 se produjo en esta ciu- México, el clan de la familia Miquiorena, a partir de su dominio del con-
dad un capítulo "escandaloso". En el mismo año hubo un vento de Puebla, había accedido al provincialato, y compraba a los
problemático capítulo en el Cuzco, presidido por un vocales y vendía los cargos. En ese trabajo se comparaba esa
Reformador enviado desde España. En la provincia de Quito situación, con una análoga en la provincia mercedaria de Caracas e
y Santa Fe, el Obispo de Quito mencionaba también un capí- Islas, donde el ex-provincial Dique manejaba la provincia con la ayuda
de cinco sobrinos que había colocado de co-mendadores en los prin-
tulo mercedario donde se organizó un tumulto. En "Caracas
cipales conventos; manipulando las elecciones en los capítulos. Para
e Islas" los capítulos mercedarios también turbaban la paz ver mas situaciones de este tipo -que no sólo se daban en la orden
pública.9 En el Río de la Plata las elecciones tampoco mercedaria- cfr. Jaime Peire, La Visita-Reforma de los religiosos de
resultaban fáciles: aparte del capítulo anulado en la provincia Indias de 1769, Tesis doctoral, Pamplona, 1986.
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dente del capítulo, no obstante lo cual resultó elegido un Tenemos aquí un primer elemento -las lealtades clánicas-
religioso del partido opuesto al vicario general y al presi- que constituye uno de los pilares fundamentales de la inser- El taller de los
dente del capítulo, perteneciente al partido del provincial ción del clero regular en el sistema social colonial y al que espejos: iglesia e
saliente- El resultado de estas controversias, fue que el hay que estar muy atento a la hora de definir los actores imaginario (1767-
presidente del capítulo reunió a sus partidarios y eligió a 1815)
"su" provincial.
10 Es interesante observar cómo se presentan las lealtades en los
El asunto llegó al General de la orden, quien anuló el capí- capítulos provinciales, teniendo en cuenta al mismo tiempo el factor
Jaime Peire
tulo, y proclamó provincial a un tercero- A la vez, el General geográfico; está claro que Santa Fe y Buenos Aires representaban
esferas de influencias distintas, (aunque no absolutamente
pidió al Rey que se extinguiesen los capítulos provinciales
excluyentes). En el capítulo provincial mercedario de 1766 el factor
en América, a causa de los conflictos que generaban, y no geográfico de poder es también decisivo; el Virrey apoya a la facción de
sólo los de la merced, sino los de todas las órdenes. 11 Buenos Aires, mientras que el Vicario General (autoridad residente en
Lima) a la de Córdoba. Otro caso análogo se presenta entre los mer-
cedarios de Caracas é lslas; cfr. Jaime Peire, op. cit. Si tenemos en
3 - Las elites: la emergencia de los conflictos cuenta la estructura jerárquico-familiar y su correspondencia con las
es-trategias de los patriarcas que asignaban los cargos según la mayor
o menor jerarquía de un miembro teniendo en cuenta a la vez el mayor
o menor rango de la ciudad, que nos presenta Lockhart en su "Social
¿Por qué tantos conflictos en una sociedad que a veces se dinamitando Social change" (The Cambridge Latin American History,
supone exageradamente jerárquica e inmóvil? y ¿por qué Cambridge,1983) parece que el radio de influencia de los clanes famil-
justamente en cuerpos donde se esperaba que el orden iares en el Río de la Plata -según el material estudiado- era limitado. Es
debía primar, y dotar de sentido a los mecanismos previstos decir, que estaríamos asistiendo a una fase constitutiva del poder de
estos clanes, que todavía no habían podido asignar miembros de infe-
para que las elecciones fueran llevadas a cabo sin des-
rior jerarquía por su rol o por su edad a ciudades de menor importan-
gastes que afectaran la tan ansiada unidad? Muchos de los
cia, a modo de asegu-rarse cierta hegemonía en el ámbito regional. No
que respondieron a la pregunta del Rey acerca de la supre- era así en otras provincias de la misma orden. Esto mismo sugieren
sión de los capítulos provinciales hablan expresamente de Diana Balmori y R. Oppenheimer cuando muestran la importancia de la
las conexiones que los religiosos tenían con los seglares de familia en la historia urbana: "Era a través de la familia que tenía lugar
fuera, y de las influencias de estas conexiones en los pro- la creación de un núcleo y una ciudad capital, en el sentido social y
económico de una ciudad dominante firme-mente integrada con su 'hin-
blemas capitulares.
terland"'. Autores cit., "Family clusters: Generational Nucleation
inudeation in Nineteenth-century Argentine and Chile", Comparative
Los intereses de los clanes familiares en influir sobre los studies in Society and History, 21, 2,1979, 23 n.1-261.11 -Archivo
capítulos provinciales eran conocidos; las familias de "patri- General de la Nación, Buenos Aires, en lo sucesivo AGN, Virreinato del
cios", como dice el Arzobispo-Virrey de Santa Fe, 12 inter- Perú, 9-17-2-1.
venían en la puja por los cargos: "se sabe vulgarmente la
parte que toman los seculares en las ciudades donde hay 12 El Arzobispo-Virrey al Rey, Santa Fe, 14-6-1783, Archivo General de
Indias, en lo sucesivo AGI, lima 902.
capítulos, interesándose las familias enteras por la incli-
nación a los sujetos, por el parentesco y otras relaciones 13 El obispo de Panamá al Rey, Los Remedios, 19-8-1781, AGI, tima
que siempre traen malas resultas" 13. 902.

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sociales en la competencia por el poder en las corpora- (con el resto de las autoridades provinciales) o bien por las
ciones coloniales, como lo demostrara Brading. 14 Pero la relaciones de parentesco o amistad entre los candidatos y las El taller de los
intervención de las familias y sus estrategias para asegu- autoridades locales. Por eso, las más de las veces, las espejos: iglesia e
rarse un lugar de privilegio en la sociedad, no agotan -ni autoridades quedaban -como dice Hoberman- enredadas en imaginario (1767-
mucho menos- la problemática de los capítulos; es evidente las disputas de las corporaciones y reducidas a una vaga 1815)
que -dada la atención, y casi siempre la intervención de las función de supervisión, intentando resolver sus disputas, en
autoridades como en los demás cuerpos que los borbones un esfuerzo por no perder el control de lo que ocurría. 16
trataron de controlar para sus propios fines- cada capítulo
Jaime Peire
constituía por peso propio un acontecimiento político. De Eso fue lo que sucedió -por ejemplo- en el enfrentamiento
las respuestas al Rey, el General de los Agustinos lo dice de 1766: las autoridades cordobesas auxiliaron a los reli-
con claridad: el mal de estos [capítulos] no consiste en el giosos de la facción cordobesa, que contaba con el apoyo
método canónico de las elecciones, sino en las causas del Vicario General del Perú; pero el Virrey dio su apoyo a
extrínsecas que concurren en América y no en Europa. la facción de frailes bonaerenses, cuyo candidato fue con-
siderado el vencedor finalmente; los miembros del cabildo
"( ...) Los desórdenes y disturbios escandalosos, que se cordobés que habían ayudado a la facción cordobesa
experimentan en las elecciones capitulares en América, fueron encarcelados y luego desterrados. 17
nacen principalmente de que los señores virreyes, gober-
nadores y oidores tienen parte en todos los capítulos
patrocinando a alguno o algunos de los religiosos, que son
los que buscan tales patrocinios para obtener lo que no 14 David Brading, Mineros y comerciantes en el México Borbónico (1763-
merecen" (...) El protector hace la recomendación con el 1810), México, 1975. Un interesante estudio de un caso concreto de
mejor empeño, el provincial y el presidente entran con entrelazamiento de clanes familiares en la segunda mitad del siglo XVIII
temor de no disgustarlo con su negativa; y aunque sean vio- nos lo presenta Jacques Barbier, 'Elites and Cadres in Bourbon Chile",
Hispanic American Historical Review, 52,1972, 416-435. Especialmente,
lados los sagrados cánones, no pueden refrenar al preten-
p. 252. Para ver la proyección de esos clanes en el ámbito político, cfr.
diente por el respeto debido al protector, de quien temen Mary L. Felstiner, "Kinship Politics in the Chilean Independence move-
algún mal que pueda perjudicarles. ment", Hispanic Americn Historical Review, 56, 1976, 80. Como estudio
teórico general. del tema de la familia, el matrimonio y los clanes famil-
"(...) Se conoce claramente ser la protección externa la iares, véase Ph. Aries, Béjin, M. Foucault y otros, Sexualidades
causa principal de los ruidos y disturbios que se experimen- Occidentales, Paidós, 1987, especialmente los capítulos del primero, "El
amor en el matrimonio", y "El matrimonio indisoluble”. También, Jean
tan en los capítulos y que aún cuando se hacen pacífica-
Louis Flandrin, El sexo en occidente, París, Seuil,1981. Un ejemplo
mente, jamás se hacen sin alborotos populares como si interesante sobre interacción entre elites y autoridades en Moutoukias,
fuese de un concurso de cátedras, pues la protección hace Zacarías, "Reseaux personnels et autorité coloniale: les négociants de
que se alegren del feliz suceso los individuos que dentro y Buenos Aires au XVIIIe. siécle ", en Annales,1992,4-5,889-915.
fuera del claustro tienen la conexión. 15
15 El General de los agustinos al Consejo de Indias, Roma, 242-1774,
AGI, Lima 902.
Es cierto que las autoridades gubernamentales intervenían
muchas veces en los capítulos americanos, pero esto no 16 Susan Socolow y Louisa Hoberman, op. cit., p. 325.
era ninguna garantía de imparcialidad, o bien por el interés
político que despertaba la elección de uno u otro candidato 17 Instituto de estudios Americanistas, Córdoba, Doc. n.1454.
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Pero la función de supervisión de la burocracia colonial manejaba con criterio estrictamente económico; me refiero
raramente resultaba imparcial, cómo queda dicho por el a que muchas veces, los criterios sociales primaban sobre El taller de los
general de los Agustinos, y como de hecho sucedió en el el interés comercial; o bien que no era el interés comercial espejos: iglesia e
capítulo cordobés (y en muchos otros); dado el grado de de la orden, lo que fundamentaba la entrega de un crédito imaginario (1767-
integración de las elites locales con las autoridades guber- y el cuidado del principal. Esto es lo que sugiere al obser- 1815)
namentales, a través de los mecanismos de cooptación o var las cuentas detalladas de los conventos, la diferencia de
alianzas. Muchas veces resulta arbitrario distinguir entre porcentaje sobre el principal que los destinatarios de los
burocracia y elite, si se atiende a las conexiones que las censos pagaban. También las abultadas cifras que los reli-
Jaime Peire
unían. Lo que sí parece mas claro, son los conflictos entre giosos perdían al descuidarse los principales, anotándolos
diferentes grupos de la elite (o elites), en los que quedaban pasivamente cómo censos incobrables. Las órdenes reli-
sumergidos los funcionarios. giosas carecían del moderno "agente de créditos", y este
hecho, unido a la fuerte influencia del parentesco y la fami-
Este fluido intercambio entre la burocracia con las elites lia, nos induce a pensar que el "descuido" -que en la
convertía al Virrey, y -en última instancia- al Rey, en el árbi- Reforma General del clero regular (1769-1802) casi todos
tro de estos conflictos en los que frecuentemente el bando los visitadores mencionaban- era más bien aparente.
derrotado buscaba el apoyo, y el bando victorioso la confir-
mación de su victoria. 18 De modo que el resultado del capítulo provincial implicaba
también la posibilidad de acceder al crédito, o quizás a un
Pero las respuestas de las autoridades a la encuesta real, trato más benigno con el deudor, o por el contrario, la frus-
dan pie para pensar que -además de los intereses políticos tración de este acceso, o quizás una mayor exigencia en el
y familiares- un tercer factor se sumaba imbricándose con pago de los réditos, o una vigilancia más estricta del capital
los anteriores haciendo a veces de los capítulos enconados principal. 20
enfrentamientos: las elecciones involucraban una intere-
sante red de intereses económicos a los que no les resulta- A la vez, estos intereses económicos habían penetrado pro-
ba indiferente que ganara uno u otro partido, como afirma- fundamente en la estructura clerical internándose en los
ba el provincial de Quito al decir que los intereses de los claustros, por medio del parentesco, la amistad, el com-
seglares no sólo se dirigían a la elección de provincial sino padrazgo o la clientela, integrando el sistema "político" de
que se "encuentran del mismo modo en las encomiendas, y las órdenes religiosas en el circuito comercial colonial: "los
aún con superioridad de razón, porque los seculares se religiosos para conseguir los empleos se valen en éstos
rozan más con los comendadores, y tienen mayor necesi- reinos de los seglares, éstos no omiten diligencias ni gas-
dad de éstos, que de los provinciales; ya por el manejo de
temporalidades; ya porque parte de éstas,. se reduce a los
réditos de los censos, que, pagan-los propios seculares,- a
los comendadores. 19 18 Para ampliar este tema del dinámico intercambio entre elites y buro-
cracia, y el- tema de la corrupción que va anejo a él, véase Zacarías
Moutoukias, "Burocracia, contrabando y au-totransformación de las
El parentesco, la amistad o el compadrazgo con los miem- elites. Buenos Aires en el siglo XVII", Anuario dei IEHS, III, Tandil, 1988.
bros de las comunidades religiosas, representaba una También H. Pietschmann, Nova Americana, 5, Torino,1985.
importante conexión que implicaba también el acceso al
crédito, y que en las órdenes religiosas no siempre se 19 El provincial de Quito al Rey, Quito, 3-11-1783. AGI, Lima 902.
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tos por crecidos que sean para ganar los vocales para sacar gioso que vivía en medio del lujo, desplazándose en calesas,
provincial proporcionado a sus ideas; conseguido el capítu- comiendo en vajilla de plata, etc.; es de destacar aquí, cómo El taller de los
lo los seglares son los que venden los empleos: para satis- la estructura económica interna de esta orden que el obispo espejos: iglesia e
facer los religiosos estas sumas consumen los caudales de se refiere a todas- reproduce los mecanismos de circulación imaginario (1767-
los conventos. 21 y/o acumulación de la sociedad civil; de hecho las palabras 1815)
con que el obispo define las compras de los cargos, sugieren
Si bien no tengo testimonios de que en todos los sitios fueran fuertes similitudes con las compras de los cargos en los
los seglares los que vendían los cargos, si es posible puestos burocráticos, por entonces teóricamente inexistentes.
Jaime Peire
demostrar que a lo largo y a lo ancho de toda Hispanoamérica
"el soborno de los vocales" como dice la Audiencia de la Estos sobornos -públicamente detestados pero muy fre-
Plata, era algo muy frecuente y constituía otro de los aco- cuentemente practicados- funcionaban no a pesar, sino gra-
modamientos de la sociedad clerical en la sociedad civil, lo
que no debería asombrarnos, dada la existencia de esta com-
pra en el ámbito civil y administrativo y, análogamente con lo
que sucedía en esta esfera, la compraventa de cargos dentro 20 Para ver la diferencia de interés sobre el principal, basta adentrarse
de las órdenes religiosas puede ser considerada como una en una cuenta de cualquier convento; en el caso de los mercedarios de
inversión. En este sentido, el Obispo de la Paz nos orienta México, de quienes el General dice que han perdido "cantidades mons-
truosas" por la vía del "descuidó" de los principales, véase, Biblioteca
crudamente sobre la genera-lización de estas prácticas, cuan-
Nacional de Madrid, en adelante BN, Ms. 2706, f.131. Para ver el caso
do explicaba al Rey "Cansado estoy de oír, desde que estoy de "censos incobrables", el caso de los Betlehemitas de Guatemala es
en este reino, las muchas cosas irregulares y extrañas, que prototípico; también el convento grande de México de la misma orden;
se practican en los capítulos provinciales; siendo lo peor de Véase en estos dos casos, AGI, México, 1683. Se puede seguir la evolu-
todo lo que públicamente se vocea, y es, que por provinciales ción del convento Betlehemita de México desde 1742, y cómo algunos
se eligen, los que más miles de pesos aprontan; y por prela- censos se van perdiendo. 'Testimonio del cuaderno del extracto de
resúmenes mensuales aprobados por el discretorio en los libros de reci-
dos locales, los que contribuyen con mayores cantidades;
bo y gasto ordinario del convento Betlehemítico de Mé-xico desde enero
resultando de esto (...) el gravísimo inconveniente de que los de 1742 hasta 1776" en AGI, México, 1683. El Reformador de los
prelados menores, por ahorrar las rentas de los conventos el dominicos de Quito lo asienta con bastante claridad, cuando trata de
dinero necesario para satisfacer el empeño, que contrajeron reformar estas prácticas en la provincia: "Constándonos que muchos
para entrar a las prelacías; y si las rentas son algo pingües, censos se han perdi-do en todo por haberse deteriorado o perecido las
para hacer bolsillo con que asegurar otras en los capítulos hipotecas, encargamos y mandamos que en adelante se ponga el más
diligente desvelo, en no dar capital alguno a censo sin que preceda
futuros". Es tanta la avidez de dinero, que los religiosos
información rigurosa de la calidad de las fincas e hipotecas y conste ser
debían salir fuera del convento, y a los prelados no les libres y de valor du-plicado, a lo menos a la cantidad del principal que
importaba al contrario, les convenía: "por tener esa boca se entregue, dando, además de esto al cen-sualista fiadores abonados,
menos que mantener". obligándose éstos con sus bienes a réditos y principal en el caso de que
aquel quiebre. La información se hará por escrito valiéndose de sujetos
Este párrafo, además de afirmar que la riqueza en las imparciales, que depongan con lisura y con verdad, y hecha en esta
forma se entregara a los padres de con-sulta, para que cada uno lo lea
órdenes tenía nombre y apellido, más que ser algo institu-
y reflexione", Plan de Visita-Reforma, Quito, 2-9-1778 AGI, Indi-ferente
cional e inmóvil, nos pone en la pista de que, aunque de modo General, 3063.
informal, todo ese dinero entraba a formar parte del circuito
monetario colonial, o a veces quedaba en manos de un reli- 21 El Visitador de Chile y Perú al Rey, Lima 2-2-1775, AGI, Lima 902.
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cias a la estructura jerárquica de las órdenes, ahora utiliza- haber "competencia" por los cargos: cada uno tenía su
da como palanca para estrategias familiares, ya que las lugar, y se confiaba que la elección marcara ese lugar El taller de los
rentas, en muchas de las provincias mercedarias ameri- según la razón; la competencia es considerada perjudicial, espejos: iglesia e
canas -y de otras órdenes también- eran manejadas a dis- pues -se argüía que- detrás de ella estaba la "ambición" y imaginario (1767-
creción, por prelados-caciques que desde el provincialato o el "enconamiento" que hacía que a los que competían no 1815)
el priorato, repartían bienes, créditos, haciendas, arreglán- les importaran los medios para conseguir el puesto que
doselas para eludir los posibles obstáculos que los nece- deseaban, aun en detrimento del "honor" de la orden a la
sarios libros de contabilidad deberían haber constituido que pertenecían, en este caso los mercedarios.
Jaime Peire
para estas prácticas comerciales.
Pues bien, como se proyectaba este "imaginario" en el caso
No resultan del todo incomprensibles estos partidos y de los problemáticos capítulos provinciales?
enfrentamientos en los capítulos, porque, como hemos
visto, no se trataba sólo de elegir determinados cargos, Los conceptos que muestran un repaso atento a las
sino que además, estas elecciones estaban grávidas de respuestas de los funcionarios interrogados resultan claros
otros intereses que hacían a la inserción del clero regular acerca de los margenes conceptuales en que se movía el
en la sociedad profana, revelando un intenso intercambio discurso: por un lado el principal valor a defender era la
entre ellas, que cargaba las elecciones de significados e armonía y la paz pública, como contracara de los temidos
intenciones engarzadas unas en otros, y alineaban bandos "partidos" y parcialidades.
opuestos.
Para concluir de raíz con estos problemas, muchos de los
encuestados proponían la extirpación de los capítulos
4 - El imaginario socio-político: la legitimación del provinciales y las elecciones de las autoridades o bien por
gobierno colonial algunos notables de la provincia, o bien -disyuntiva más
propuesta- proponiendo que los prelados fueran elegidos
directamente por el general de la orden.
Hay una díada conceptual que aparece en un porcentaje
importante de los encuestados; son los conceptos /valores En el extremo opuesto están los que ven en esta proposi-
ARMONÍA-CONCORDIA, v lo que tanto autoridades civiles ción, que es la del general de los mercedarios pero que no
como eclesiásticas, consideraban como su concepto/ dis- resulta agradable -en general- a las autoridades locales, un
valor opuesto: PARTIDOS, BANDOS, DIVISIONES, PAR- inevitable "despotismo" de los prelados o "tiranía", como
CIALIDADES. Los conceptos de armonía y concordia con- existía -dice uno de los encuestados- entre los frailes
ducían al "bien común", ya que estaban guiados por la jesuitas.
"serenidad" y "tranquilidad" que daba el obedecer las reglas
constituidas. Por el contrario, los partidos, los bandos y las Se percibe con nitidez el equilibrio buscado en este imagi-
divisiones, si estaban llenos de "pasión", de "ambiciones" o nario, en donde por un lado, los partidos eran considerados
incluso de "venganza" conducían a los "desórdenes", a los perjudiciales, pero, la disyuntiva a este problema tampoco
"disturbios" y a los "alborotos populares". Estas ambiciones era atrayente por razones de participación legítima en el
no conducían al bien común, sino a su disvalor opuesto: el gobierno de una provincia que a todos concernía; la posibi-
bien de unos pocos. En un marco armónico, no debería lidad del despotismo parece evocar la idea de más conflic-
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tos y tumultos de los que ocurrían con el método del sufra- resultaba precisamente de la pervivencia de cada uno o de
gio. De modo que habría que proceder "de tal manera que cada grupo en ese lugar asignado. El taller de los
tantos votos, sí por su copia disintiesen, suenen al exterior espejos: iglesia e
(nótese la expresión: sonar al exterior, porque la sociedad Así por ejemplo, cuando la comunidad franciscana de imaginario (1767-
es la caja de resonancia de las disensiones) como uno Buenos Aires pedía una ayuda económica al Rey, sutil- 1815)
sólo". Éste que es el laudable espíritu de la uniformidad en mente lo hacía "no en calidad de nobles esclavos a su
los espíritus, aún cuando las opiniones sean adversas, señor, como dice Eliano que son los vasallos, puesto que
debe esperarse de toda convención. 22 esto sería pedir con desconfianza: ocurren si, a un ViceDios
Jaime Peire
en lo temporal, a un Padre de familias, cabeza de sus
El pináculo de este equilibrio -tan sutil- es la armonía, que vasallos, alma de la monarquía, y el corazón de lo corpóreo
es el valor/fin del imaginario. Armonía a la que debía lle- de ella, que todo lo es V. M. cuya real protección de allá
garse no sólo dentro de determinado cuerpo, sino de todos desciende, es padre, cabeza, alma y corazón de sus vasa-
los cuerpos entre sí; armonía que -a la vez- es la única llos en los dilatados dominios de su vasta monarquía." 25
garantía de una jerarquía viable: "Entre todos los objetos
del mando superior de estas provincias que he recibido del En este párrafo se ve plasmado el imaginario orgánico/cor-
Rey, ninguno me merece mayor atención ni procuro con porativo con mucha nitidez; pero hay un detalle que no
más empeño -dice el Virrey Loreto hablando de las elec- debería escapársenos, que hace a la esencia de aquel
ciones de provincial- que el mantener y promover en todos imaginario: la base de la aguda argumentación -dentro de
los cuerpos e individuos de ellos aquella armonía, paz y esa mezcla de seducción y agudeza- es que el Rey DEBE
tranquilidad que hace suave y feliz la dominación, y sin la prestar la ayuda pedida, ya que ellos piden como lo que
cual todo es corrupción y. desorden". 23 son: no esclavos, sino vasallos que esperan del Rey un
trato adecuado - justo, debido- a semejante categoría. Y el
Pero, ¿cómo sería esto posible justamente dentro de un Rey debe hacerlo puesto que cumple una función vicaria:
método de elecciones? En verdad era difícil, pero no
obstante no demasiado utópico, ya que el Virrey lo procu-
raba con tanto empeño, se confiaba en que cada persona 22 Real Audiencia de la Plata al Rey, La Plata, 15-8-1782, AGI, Lima
podía encontrar "su" lugar -cada uno en su esfera, como 902. Con respecto. a la compraventa de cargos, cfr. Juan Carlos
decía un religioso- articulándose con los demás individuos Garavaglia, "Algunos apuntes acerca del poder v el estado en la época
colonial", Universidad Autónoma de México, Iztapalapa, s/f,-Inédito. El
y cuerpos, sin estorbar a nadie, lo que evitaría la competen-
Obispo de La Paz al Rey, 7-3-1783, AGI, Lima 902.
cia que, por naturaleza, desestabilizaría el sistema. En la
sociedad colonial, cada uno tenía su ubicación., que cuida- 23 El Virrey de Buenos Aires al Rey, s/f circa 1788, AGN, Orden déla
ba celosamente; por eso se le daba tanta importancia a los Merced, 9-7-2-3.
sitiales de honor -y sus grados de jerarquía- a la hora de
cualquier ceremonia o procesión. 24 Todo esto tenía un 24 Cfr. el interesante estudio de Femando Urquiza, "Etiquetas y conflic-
tos: El obispo, el virrey y el Cabildo en el Río de la Plata en la segunda
hondo significado que hoy puede escapársenos, acostum-
mitad del siglo XVIII" en Anuario de Estudios Americanos, T. L,1, Sevilla
brados a medir la sociedad según una escala estrictamente
1993, apoyado fundamentalmente en Bruno.
vertical y uniforme. No es que en la sociedad colonial tardía
no hubiera superiores e inferiores; nada más lejano al ideal 25 El Virrey de Buenos Aires al Rey,.Buenos Aires, 12-1-1804, AGN,
colonial: pero la garantía de la felicidad en esa escala Orden de la Merced, 9-7-2-3.
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es un ViceDios. Por lo que si miramos el discurso como lo de la Monarquía, entorpeciendo la función articuladora del
que es, un hilo argumental, una argumentación, práctica- gobierno en tanto y en cuanto la "pasión" que había detrás El taller de los
mente el Rey estaba obligado a conceder la ayuda pedida. de las "parcialidades" (palabra por lo demás sugestiva) espejos: iglesia e
empobrecían los vínculos comunitarios resquebrajándolos, imaginario (1767-
Puede parecer trivial que una serie de frailes, hagan esta enervando el sistema social, e incrementando peligrosa- 1815)
declaración de fidelidad, en orden a conseguir algún dinero. mente la entropía social de un sistema político que privile-
Sin embargo, no nos parece tan trivial dados los argumen- giaba la paz, por encima de todo, porque la consideraba un
tos empleados, que incluyen el nombre de vice-Dios "en lo pilar de su legitimidad.
Jaime Peire
temporal" y corazón de la monarquía. Y no parece trivial
tampoco, si tomamos a estos religiosos como el sujeto del Para el Virrey era vital que la dominación fuera "suave" y
discurso: la comunidad franciscana de Buenos Aires, sin "feliz". Estas dos palabras, merecerían un capítulo aparte,
duda estratégicamente importante, en una sociedad que que excede nuestro propósito; pero para decirlo sintética-
funciona corporativamente. mente, y en términos más modernos, desde el punto de
vista socio-político, era esencial que la dominación fuera
Porque: "así, es producida una representación totalizante percibida como lógica, algo natural. Simmel ha señalado
de la ciudad como un 'orden', según el cual cada elemento que una de las causas de la declinación del grupo domi-
tiene su lugar, su identidad y su razón de ser. (...) Designar nante, es la declinación de su legitimidad frente a los súb-
su identidad colectiva es, por consiguiente, marcar su 'terri- ditos, disparando un espiral de violencia o de protesta
torio' y las fronteras de fe, definir sus relaciones con los social; y esto es precisamente lo que Loreto temía. La
'otros', formar imágenes de amigos y enemigos, de rivales armonía entre los cuerpos, era vital también para que el
y aliados; del mismo modo, significa conservar y modelar accionar del gobierno tuviera sentido en la percepción de
los recuerdos pasados, así como proyectar hacia el aro sus los gobernados. 27
temores y esperanzas. 26
Hoberman lo ha señalado con particular claridad: "El modelo
En síntesis, el análisis discursivo del imaginario colonial de sociedad que se cree existía en el período colonial es lla-
tardío, partir de las fuentes que hemos reunido para ello, mado corporativo u orgánico; se contrasta con sociedades
revela hasta qué punto el deseo y el ideal de armonía en el que son individualistas, competitivas y conflictivas. Cada
ámbito socio-político, imponía una uniformidad donde las modelo se identifica primariamente con un filósofo: el primero
facciones, los partidos, carecían de sentido, porque con- con Santo Tomás de Aquino, el segundo con John Locke.
ducirían a la división, o para decirlo más radicalmente, al
caos: el cual en palabras del Virrey, destruiría el sentido de
la dominación, y su significado: el yugo colonial tenía senti- 26 Bronislaw Baczko, Los imaginarios sociales. Memorias y esperan-
do dentro de cierto orden; el orden imaginario dentro de una zas colectivas, Buenos Aires, 1991, p. 28.
Monarquía absoluta, que los franciscanos mencionaban en
su petición. Desde el momento en que el gobierno perdía la 27 Cfr. Allen Grimshaw, Interpreting collective violence: and argument
for the important of social structure. En James F. Short and Marvin
capacidad articuladora de las jerarquías, podría generarse
Wolfgang, Collective violence, pp. 36-46, Chica-go, 1972- Cfr. también,
una situación que lo comprometería políticamente. Los la aplicación qué hace William Taylor de estos conceptos en Drinking,
"partidos", que introducían la competencia, dividían la Homicide and Rebellion in Colonial Mexican Villages, Stanford, 1979,
unidad de las corporaciones, y rasgaban la túnica inconsútil pp. 132-133.
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Para Aquino la sociedad ideal consistía en grupos comple- Todavía una reflexión más al respecto. Desde esta perspec-
mentarios cada uno de los cuales desarrollaba una función tiva, se visualiza con bastante claridad el ámbito específica- El taller de los
específica para el bien común y se relacionaba con otros en mente político colonial que hasta hace no mucho tiempo espejos: iglesia e
forma jerárquica. El equilibrio y la estabilidad eran valorados parecía inexistente. Así, la política aparecía en el escenario imaginario (1767-
más que la competencia y el cambio. La paz social tenía pri- americano de la mano de las revoluciones de la indepen- 1815)
oridad sobre el mejoramiento social. (...) La armonía busca- dencia. Sin embargo, la historiografía más reciente, ha
da en la sociedad como un todo debía existir dentro de los tomado conciencia creciente de que los conflictos políticos
subgrupos también. Se creía que la gente debía verse a sí en América ya existían y que respondían a una dinámica
Jaime Peire
misma más como miembro de un grupo que como indivi- propia, y en consecuencia deben ser estudiados no sólo
duos. Y por consiguiente debían cooperar para beneficiar al como antecedentes de la independencia, sino también
grupo. 28 como fenómenos específicos de la dinámica colonial, lo que
contribuirá a la vez a entender con más nitidez la política
Pero este imaginario, ¿era sólo una abstracción? Cabe pre- posterior. 30
guntarse aún, ¿hasta qué punto esta percepción de la rea-
lidad por parte de las autoridades no era certera?, y ¿hasta
qué punto el fenómeno independentista no fue una respues-
ta a la amenaza de "disolución" de aquel imaginario cuya
28 Susan Socolow y Louisa Hoberman, op. cit., p. 322. La traducción
pervivencia el gobierno colonial no podía garantizar, pues es nuestra.
había perdido su capacidad de articular una sociedad
"viable" o es decir "armónica"? Al reconstruir la independen- 29 Con esto no pretendo afirmar la menor o mayor importancia del ima-
cia, ¿no deberíamos atender un poco más a la percepción ginario en el proceso revolucionario, pero sí asentar que -en mi opinión-
del mundo y a su sentido, desde la óptica del período que es esencial incluir estos temas en el debate sobre las revoluciones
independentistas.
analizamos antes que atender a nuestra propia lógica;
antes que dotarla de sentido nosotros proyectándolo al 30 Cfr. Juan Carlos Garavaglia, op. cit., donde se plantea el tema:
pasado? Aunque es claro que aquí se nos mezcla lo real según el autor, asisti-mos a la inversión del postulado de la histori-
con la percepción de los hechos, y que volvemos al proble- ografía liberal: "la instancia de lo político" seria ahora fundamental. Un
ma del huevo y la gallina, sin embargo, lo que parece cier- buen ejemplo de esto es Jonathan Israel, Race, Class and Politics in
to es que es 'válido atender a las palabras del Virrey Loreto colonial Mexico,1610-1670, Oxford University Press, Londres, 1975.
Además, esta evolución en la historiografía sobre Hispanoamérica con-
para observar -al menos en este caso- cuál era el concepto
verge con lo que sucede a nivel mundial, especialmente en Europa,
que algunos funcionarios del estado tenían de la legitimidad donde el "dial-mat"junto con los Annales, ha evolucionado desde el
de este. 29 Desde esta óptica, la dominación colonial debía interés por los fenómenos económicos sociales hasta el florecimiento
darse a través de un estado que fuera capaz de articular las de una nueva historia política, que Lawrence Stone calificaba ya en el
diferencias y conflictos de los sectores predominantes entre año 1980 como la revancha de Herodoto". Cfr. R. Pillorget, Historia
sí, estructurando un concierto entre los diferentes cuerpos; social de los tiempos modernos, en Valentín Vázquez de Prada,
Charles Carbonell y otros, La historiografia en Occidente desde 1945,
viéndose la metrópoli en la imposibilidad de realizar esto,
y también Charles O. Carbonell, La historiografía en Europa a partir de
su legitimidad quedaba seriamente erosionada, dejando a 1945, especialmente en Francia, en la misma obra, Eunsa,1985. Cfr.
los sectores dominantes avanzar sobre el espacio de legi- también, Mark Poster, Foucault, el marxismo y la historia, Buenos Aires,
timidad que hubiera quedado vacío. 1987, cap. l.

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El hecho de que los capítulos provinciales con la consi- Si del plano del disvalor "partido", "parcialidad" o "facción" -
guiente manipulación de las elites, (clanes familiares, buro- disvalores que hacen referencia a la dinámica de fun- El taller de los
cracia) se hayan mantenido después de la consulta del Rey, cionamiento de los sectores sociales-, pasamos al plano espejos: iglesia e
más que mostrarnos que el gobierno colonial tuviera una antropológico, veremos que el supuesto de estos términos imaginario (1767-
mentalidad de tipo "moderna" -recordemos que los capítu- es la palabra "pasión" o "ambición", algunas veces 1815)
los son una realidad plurisecular dentro de los cuerpos reli- "encono', incluso alguna vez, "venganza". Todos estos tér-
giosos- nos muestra un antecedente importante en la minos son enunciados como el disvalor correspondiente a
manipulación de las elecciones en América Latina durante los sujetos, que sustentan a su correlato en el ámbito
Jaime Peire
el período posterior por parte de las elites, ya acostum- social: los "bandos".
bradas a cierto tipo de participación política, que pisan
sobre terreno firme a la hora de elegir una autoridad deter- Aunque no he encontrado enunciado claramente el valor
minada en el ámbito de una "competencia" limitada; de una que se contrapone a estos disvalores, pienso que los térmi-
participación restringida a ciertos círculos sociales. nos "veneración", "obediencia" son los que más relación
guardan con los disvalores "pasión", etc. La veneración, ya
Pero si la manipulación de estas "elecciones" bien puede sea a las autoridades políticas o religiosas, o la obediencia
ser tomada como un antecedente del modelo posterior de en general a la jerarquía superior, exigía el freno de las
participación política restringida, también parece no menos ambiciones personales, de las pasiones, en pro del bien
importante una investigación sobre la pervivencia de este común del grupo.
imaginario socio-político en el período posterior, que pen-
samos, puede deparar no pocas sorpresas. Es justamente aquí donde-nos parece- un breve análisis
antropológico arroja luz sobre el imaginario, aún cuando
Cuando se detiene la mirada en el significado que tienen sea hipotético. Para una mentalidad clásica, que abrevaba
los enunciados que conforman el imaginario, surge la posi- en las fuentes grecorromanas, y en su posterior adaptación
bilidad de profundizar en sus supuestos antropológicos, y cristiana, el tema del "deseo" era fundamental. De su
sus proyecciones en el ámbito político. planteamiento, dimanaba una imagen teórica de lo que el
hombre debía ser, y también el modo de comportamiento
El hecho de que la existencia de partidos, bandos y parcia- que debía observar. Pues bien: para esta tesis el deseo
lidades fueran considerados como disvalores que con- debía ser regulado; debía ser llevado a su plenitud, por
ducían a la competencia y al concurso, opuestamente al medio de la ética: existía una ética del desear. Más aún: el
desempeño de cada persona en su esfera buscando la hombre llega a su plenitud (con la cual no nace) fundamen-
armonía, el bien común por encima de los intereses de los talmente por la vía del intelecto, de la razón (logos), regu-
particulares, exigía una serie de condiciones que, natural- lando el deseo, ya que "el descontrol del deseo orgánico
mente, aparecen insinuadas en los enunciados (capta- incide sobre el intelecto en la forma precisa de anularlo. 31
ciones elaboradas en determinados campos enunciativos).

Nos parece adecuado para finalizar este acápite, esbozar 31 Jacinto Choza, Conciencia y afectividad (Aristóteles, Nietzsche,
estos supuestos antropológicos, a modo de hipótesis. Freud), Pamplona, 1978,p.25

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Esta regulación del deseo se daba por medio de la virtud de En este punto nos parece que nuestro esbozo antropológico
la templanza (sofrosyne). La inversión de esta tesis se puede aclarar el tema que nos ocupa: el gobierno colonial. El taller de los
habría producido en el siglo XIX, cuando Schopenhauer En general todo el antiguo régimen, no se conformaba con espejos: iglesia e
invierte los términos y postula una ética basada en el deseo un control exterior de la persona, sino que pretendía exten- imaginario (1767-
sin control; el hombre no es fundamentalmente intelecto, der ese control en la medida de lo posible, a su interioridad, 1815)
sino pulsión; y a ella tiene que atener su modelo de pleni- porque entendía que también la interioridad debía integrarse
tud y su ética; aquí el "pecado" es reprimir la pulsión. Este en aquel orden -en lo posible por voluntad propia, o bien
planteamiento, recogido posteriormente por Freud, quedó practicando la obediencia y la veneración so pena de sub-
Jaime Peire
reflejado en aquella famosa frase del Vienés: "hasta ahora vertir el orden social, a mediano o largo plazo. Para dar una
los hombres han sabido que tenían razón, a partir de mí idea de la preocupación del Monarca en el ámbito hoy con-
sabrán que tienen deseos". 32 siderado como "privacy" podemos observar la "Instrucción
para visitadores reformadores" que Campomanes ideó -y
Llegado a este punto, probablemente el lector se pregunte Carlos III puso en práctica- que estos visitadores que debían
qué tiene que ver todo esto con él imaginario colonial tardío, reformar todas las órdenes religiosas en América recibieron:
los capitulos provinciales y las elites. Pues bien cuando las en ellas se prescribía que en la confesión y en las conversa-
autoridades hablan de los disvalores (pasión) y -sobre todo- ciones privadas, se enseñase como "máxima fundamental
ambición, no hacen otra cosa que registrar un descontrol del del cristianismo" el respeto y la fidelidad al Monarca y sus
deseo que necesariamente desequilibra la persona, y por su ministros. 33
propia dinámica desequilibrará el sistema político cuando
sea trasladado por medio de la integración de los partidos,
en tanto y en otras cosa que registrar un descontrol del
32 Ibídem, p. 20. En realidad, para Choza "la fundamentalidad de la
deseo que necesariamente desequilibra la persona, y por su
dinámica deseante, el primado de la voluntad en la constitución ontológica
propia dinámica desequilibrará el sistema político cuando de lo real en general, y del ser humano en particular, queda establecida en
sea trasladado por medio de la integración de los partidos, el siglo XIII por Duns Scoto, y se mantiene a través de formulaciones muy
en tanto y en cuanto estos no sintonizan con la jerarquía diversas, pasando por Ockham, Descartes, Hume, Kant, Fichte,
cuyo último respaldo -en último análisis- es Dios, y a quien Schopenhauer y Nietzsche (y si se atiende á la influencia sobre estos dos
se debe "veneración y obediencia". últimos, también a Spinoza) hasta llegar al propio Freud." Op. cit., p. 20.

33 'Instrucción para Visitadores Reformadores" sugerida por el fiscal


Pero esto no es todo: aquí reside una de las claves que
Campornanes, acogida por el Consejo Extraordinario, (el mismo que había
legitimaban la "dominación", como decía el Virrey Loreto. decidido la expulsión de los jesui-tas y expuesta por Carlos III en una Real
Para este Virrey, si la autoridad permitía el descontrol de las Cédula de 1769 y otra de 1771, por a que se enviarían reformadores a
pasiones, pronto reinaría el desorden, que pondría en peli- todas las órdenes regulares de América, disponiendo también en este-
gro la vigencia de toda la cadena de valores que hemos continente la reunión de concilios provinciales en todas las arquidiócesis.
AGI, Indiferente General 3040. Véase también para el tema del control de
visto, y la dominación dejaría de ser "suave" para conver-
las conciencias, Dictamen fiscal de expulsión de los jesuitas de España de
tirse en un molesto yugo en el que ya estaría implícito el
P. Campomanes (1766-1767), Madrid, 1977, donde Campo-manes se
ansia de independencia, considerada -por supuesto- como refiere abundantemente al tema de la manipulación de la confesión en los
subversiva del orden establecido, querido y respaldado por jesuitas, como instrumento para inficionar a los fieles católicos de doctrinas
la divinidad. que admitían el tiranicidio, y la resistencia al monarca.

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Si esta hipótesis fuera cierta, podríamos Visualizar el itine- Parecería evidente que al Monarca le convenía la supresión
rario completo de este imaginario, que va desde el compor- de los capítulos, ya que hubiera podido manipular la elec- El taller de los
tamiento íntimo acorde a una ética basada en la regulación ción de los prelados desde Madrid. Pero si esto hubiera espejos: iglesia e
racional del deseo; cosa que resultaba viable gracias a que sido posible, probablemente lo hubiera hecho. Por el con- imaginario (1767-
se entendía que cada persona tendría en cada momento trario, la Corona eligió el camino de la consulta, lo que de 1815)
"su" lugar en la sociedad, sin necesidad de obtenerlo por la nuevo nos lleva a su papel articulador; no sólo de las elites
fuerza o la competencia, sino acomodándose a la situación americanas, sino de las autoridades en general que se rela-
social establecida con la misma naturalidad con que una cionaban con su imperio. De hecho, aunque posteriormente
Jaime Peire
gota de agua resbala por una piedra, hasta acomodarse en los capítulos no fueron suprimidos, el gobierno reivindicaba
algún resquicio de su rugosa superficie. silenciosamente la posibilidad de hacerlo, a la vez que
aumentaba su legitimidad como interventor en los conflictos
que se. producían en las colonias.
5 - Epílogo: ¿consultar para gobernar?
Sólo deseo apuntar una cosa, para terminar: los capítulos
provinciales no fueron suprimidos. No sucedió lo mismo con
La consulta real y el posterior trámite que surge a raíz de otro trámite administrativo que corrió paralelo a este: el de
ésta, permite enfrentar la cuestión desde un punto de vista la supresión de los comisarios generales, máximas autori-
abarcativo, que puede servir a la vez de epilogo. dades para las áreas mexicana y peruana; el trámite resultó
análogo: ante las denuncias de abusos de estos prelados
Es -significativo, que un gobierno fuertemente central- de gran poder, se consultó su supresión y el cargo fue extin-
izador, como lo fue el de Carlos III, se detenga a consultar guido; la intencionalidad política también parece ara en este
a las autoridades que estaban por debajo de él. ¿Por qué caso: el aprovechamiento de conflictos reales para el con-
no suprimió directamente los capítulos provinciales, o trol más directo de las órdenes religiosas, que eran los
decidió por su cuenta, máxime considerando que la iniciati- miembros más -autónomos de la esfera eclesiástica.
va había partido del General de los mercedarios; quien
además sugería que los capítulos provinciales fuesen extin- Pensamos que la diferente resolución del Rey en torno al
guidos no sólo en la Merced, sino también en el resto de las problema de los capítulos provinciales marca de alguna
órdenes? El mismo hecho de que el Monarca consultase, manera cuales eran los límites de la autoridad al otro lado
pone de manifiesto que el asunto era delicado, y no podía del Atlántico. Si las autoridades de las órdenes religiosas
ser decidido desde Madrid,-sin alterar un equilibrio de hubieran sido nombradas desde Madrid, probablemente la
fuerzas ya conocido, para cambiarlo por otro cuyo resulta- Corona se hubiera visto enrolada en aluno de los bandos
do se desconocía. El hecho de que 10 respuestas (sobre que se alineaban en torno a los capítulos provinciales, con-
42) mencionen que de no haber capítulos provinciales se flictos que involucraban a toda la sociedad civil en cada
incurriría en una "tiranía", certifica que si el Rey hubiera caso, cosa que es mencionada por el Rey en la Real Cédula
suprimido motu proprio los capítulos, probablemente esto en que se consultaba a las autoridades. Esto probable-
hubiera generado cierta oposición. Además la mayoría de mente hubiera significado inmiscuirse en problemas de los
las respuestas se inclinaron por la negativa. que ningún rédito político podría obtener; por el contrario,

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su "imparcialidad" se hubiera visto seriamente erosionada, En efecto, parecería paradójico que ante la oportunidad que
y, a la larga su función articuladora se hubiera vuelto se le brindaba al Rey con la propuesta del General de los El taller de los
imposible, socavando al mismo tiempo la legitimidad del mercedarios de zanjar la cuestión suprimiendo los capítulos espejos: iglesia e
gobierno colonial. fuera desaprovechada. Sin embargo, si el Monarca hubiera imaginario (1767-
optado por el control directo de las elecciones, esto hubiera 1815)
La decisión final del Rey, sugiere que su entorno político -y equivalido a reprimir los conflictos evitando su explosión en
quizás él mismo- conocían que los conflictos de la sociedad su campo natural de emergencia: "el campo de batalla",
colonial solían reflejarse en los cabildos seculares, en los como lo hemos denominado antes.
Jaime Peire
cabildos eclesiásticos y en los capítulos provinciales, como
espacios políticos donde una elite ya tempranamente móvil Aquí tenemos un ejemplo de emergencia de lo político en
se disputaba espacios de poder, y no sólo el espacio, sino "un espacio de despliegues argumentales en la dimensión
también la legitimidad de la posesión de estos espacios. de lo público, una escena pública". 36 Entendiendo por
espacio público, naturalmente no un espacio público bur-
Es verdad que a estas alturas de la época colonial, ya era gués a la manera de Habermas, sino un espacio público de
la Monarquía quien otorgaba la legitimidad. Y es aquí donde tipo holístico, donde lo político, lo social y lo religioso
vemos que "en el corazón mismo del imaginario social, en aparecen entremezclados, en aquel ámbito donde una con-
particular con el advenimiento y el desarrollo del Estado, se cepción clásica concebía como el lugar en donde la política
encuentra el problema del poder legítimo o, más bien, para arquitectónica debía conseguir la armonía entre los diver-
ser más precisos, de las representaciones fundadoras de sos sectores, salvaguardando al mismo tiempo la unidad en
legitimidad. Toda sociedad debe inventar e imaginar la legi- el único cuerpo de la Monarquía.
timidad que le otorga el poder. Dicho de otro modo, todo
poder debe necesariamente enfrentar su despotismo y con- Pero, la supresión lisa y llana de esta "escena pública", los
trolarlo reclamando una legitimidad. 34 capítulos provinciales, ¿caso no hubiera provocado una
implosión mucho más preocupante? Y en último análisis,
Las limitaciones que existen para definir a la Iglesia como quizás hubiera sido más inquietante aún enfrentar los con-
actor social, aparentemente omnipresente, pero de una flictos reprimidos que eclosionaban en un sector de la
densidad" entitativa como actor social difícil de perfilar
muchas veces, por cuanto contiene en sí mismo otros
actores sociales autónomos que nos pueden hacer equivo- 34 Bronislaw Baczko, op. cit., p. 28.
car 'él sujeto déla acción, nos conduce a la pregunta, en un
nivel más global, acerca de si la legitimidad que el Rey otor- 35 Jaime Peire, Iglesia, poder y Sociedad: Introducción a una etnohisto-
gaba a la jerarquía religiosa no estaba conformada a su vez ria de la Iglesia en Latinoamérica colonial temprana, Luján, en prensa.
por las tantas veces invocada por el Estado: legitimación
36 Ricardo Malfe, op. cit., p. 69, que lo toma desde el punto de vista psi-
por el Papa, en la conciencia de los integrantes de institu-
cológico. Desde el punto de vista histórico, véase Reinhart Koselleck,
ciones eclesiásticas concretas, cuyo accionar social Critica y crisis del mundo burgués, Ma-drid, 1965, de donde lo toma
provenía de su pertenencia a la Iglesia; y sólo después al Habermas, aunque con muchas reticencias, en Historia y crítica de la
Estado. 35 opinión pública, Barcelona, 1981.

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sociedad política colonial que en definitiva contaba con su
propia legitimidad, y prestaba parte de ella al Monarca y sus El taller de los
funcionarios, reasegurando calladamente ante los ojos de espejos: iglesia e
la gente el vínculo entre colonia y metrópoli. imaginario (1767-
1815)

Nota final: además de las fuentes ya citadas, para la


Jaime Peire
elaboración de este capitulo hemos consultado las
siguientes:

- Consulta del Consejo de Indias, 13-8-1777, AGI,


Indiferente General, 3068.

- Consulta del Consejo de Indias, 9-9-1782, AGI, Indiferente


General 3068.

- Consulta del Consejo de Indias, 27-6-1787, AGI,


Indiferente General, 3069.

- Consulta del Consejo de Indias, especialmente dictamen


del fiscal, Madrid, 12-2-1785, AGI, Indiferente General 3069.

- Visitador General de los Agustinos del Perú y Chile al Rey,


28-11775, AGI, Indiferente General 3070.

- Virrey Jauregui al Rey, Lima 16-1-1783, AGI, Indiferente


General 3069.

- "Instrucciones que dejó el Marqués de Castelfuerté", copia


fechada en 1-3-1778, AGI, Indiferente General 3070.

Las respuestas de las autoridades que se mencionan en


este capítulo están tomadas -salvo los casos citados arriba-
de AGI, Lima 902.

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