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98 LO QUE DEBE 8ABEB

que con nn poco de discernimiento basta para


darse cuenta de él?
Este mal terrible se ha disculpado, se ha pa
liado de tal modo, que en el ánimo de muchas
gentes ya no está revestido de sus sÑrdidos an
drajos de pecado y de vergüenza, sino adornado
con vestiduras de colores atrayentes.
Hablo de este mal vergonzoso y tan extendi
do: el aborto criminal.
¡Oh, madres! de nosotras depende en gran
parte la lucha contra esta terribie calamidad.
Bstemos persuadidas de todo lo que hay de es
pantoso y criminal en ella y dispongámonos
desenmascararla donde quiera que pueda ha
cerse oir nuestra vOz. ¿No hemos de enseñar á
nuestras hijas que el matrimonio tiene por în
la fundación de un hogar y la educación de los
hijos, y que si no están decididas á realizar ese
fin y á dar á luz hijos cometen un grave peca
do al ligarse con los sagrados vínculos del ma
trimonio?
Todo médico honrado siente que se le aprieta
el corazón cada vez que recibe la visita de una
de estas mujeres, jóvenes ó viejas, ignorantes ó
sin esorúpulos, que vienen ápedirle que les
ayude ácometer un homicidio y probablemente
un suicidio. El aborto es sieapre un pecado
grave, lo mismo cuando lo perpetran las perso
nas íquienes se ha dado en lamar de ebncna
sociedad»,que cuando lo realizan las clases nás
desprestigiadas y envilecidas; ninguna de ellas
se atreverá á llamarse con justicia discípulo de
quel que dijo: <Bienaventuredos los livapios de
00razónls

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