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Jesús se presenta como el hijo de un carpintero que cumplió la ley de Moisés. Enseñó a través de parábolas sobre los valores del reino de Dios y se mostró como un gran maestro. Murió en la cruz pero Dios lo resucitó, dándole la victoria sobre la muerte.
Jesús se presenta como el hijo de un carpintero que cumplió la ley de Moisés. Enseñó a través de parábolas sobre los valores del reino de Dios y se mostró como un gran maestro. Murió en la cruz pero Dios lo resucitó, dándole la victoria sobre la muerte.
Jesús se presenta como el hijo de un carpintero que cumplió la ley de Moisés. Enseñó a través de parábolas sobre los valores del reino de Dios y se mostró como un gran maestro. Murió en la cruz pero Dios lo resucitó, dándole la victoria sobre la muerte.
Conocemos que Jesús cumplió todo lo que mandaba la Ley de Moisés, pues era una persona como todas las demás. Conocer cómo el día que se quedó en el templo nos enseña que Jesús acepta como misión fundamental de su vida hacer la voluntad del Padre Dios, y que ésta está por encima de los deberes familiares. A través de sus parábolas, Jesús enseñaba al pueblo los valores del reino de Dios. En todas estas enseñanzas, Jesús se muestra como un gran maestro. Los verdaderos discípulos de Jesús escuchan su palabra y la ponen en práctica. Escuchar la palabra de Jesús es encontrar el camino de la salvación. Son bienaventurados los que escuchan su palabra y la cumplen. El mejor evangelio de Jesús fue su entrega hasta la muerte por nosotros y para hacer la voluntad de Dios padre. En su entrega comprobamos el amor que nos tiene. Había enseñado a servir y a amar y Él cumplió en su vida lo que siempre había enseñado. Ése es el camino. La cruz se ha convertido para nosotros en el signo del amor inquebrantable de un Dios que se ha dado por entero a nuestro servicio. Conocemos cómo la muerte en una cruz de Jesús ocasionó la tristeza y la decepción de los discípulos, pues muchos creyeron que el proyecto de Jesús había terminado en un fracaso. Alguno perdió la fe en él, aunque sus hermanos le decían que el Señor había resucitado. Los textos de la resurrección de la mañana del domingo nos trajeron la sorpresa más inesperada: Jesús vivía. Dios lo había sacado de la muerte y lo había establecido como Señor de vivos y muertos. Si Jesús lo dio todo, Dios Padre le dio la vida. Lo sacó de la muerte y del sepulcro y le dio la victoria por los siglos de los siglos. Él ahora vive eternamente a la derecha del Padre.