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El conejo se caracteriza por tener un cuerpo cubierto de un pelaje espeso y lanudo, de color

pardo pálido a gris o rojizo, que permite su camuflaje para evitar a sus depredadores. Pesa
entre 1,5 y 2,5 kg en estado salvaje. Tiene orejas largas de hasta 7 cm las cuales le ayudan
a regular la temperatura del cuerpo y una cola muy corta. Sus patas anteriores son más
cortas que las posteriores. Mide de 33 a 50 cm en condiciones afables, incluso más en
razas domésticas para carne. Todas estas características que posee esta especie en estado
salvaje pueden variar significativamente según la raza.
Los dientes de un conejo, particularmente sus incisivos, crecen sin cesar. El conejo debe
constantemente desgastar sus dientes con el fin de evitar que se vuelvan demasiado largos
(lo que podría por otro lado herirle).
El conejo es un animal gregario y territorial (territorios de menos de 15 m², en ocasiones
solo uno o dos). En óptimas condiciones de terreno y alimento prefieren vivir en largas y
complejas conejeras o madrigueras. En ellas habitan de seis a diez individuos adultos de
ambos sexos. La jerarquía de dominancia es importante en los machos ya que establece
quién tiene prioridad para el apareamiento.
Animal de hábitos nocturnos y crepusculares, se alimenta desde que anochece hasta que
amanece y pasa la mayor parte del día en sus madrigueras.
Habitualmente son muy silenciosos pero emiten fuertes chillidos cuando están asustados o
heridos. Otros tipos de comunicación son los olores y el contacto físico. Ante la presencia
de un potencial depredador permanece inmóvil intentando pasar desapercibido antes de
huir a la carrera hasta un refugio. Este comportamiento provoca muchos atropellos,
especialmente durante la noche.
Golpean el suelo con sus patas traseras, y lo pueden hacer varias veces dependiendo de lo
exaltados que estén, cuando se enfadan, tienen miedo o cuando las hembras no se dejan
cubrir durante la reproducción.
La abundancia de la especie, se basa, además de en su capacidad reproductora, las crías,
llamados gazapos, nacen sin pelo y ciegos. La madre sólo los visita unos pocos minutos al
día para cuidarlos y alimentarlos con su leche. Los pequeños son destetados a las cuatro
semanas de vida y tanto machos como hembras alcanzan la madurez sexual hacia los 8
meses de edad.
El conejo doméstico constituye una plaga en numerosos países, donde se ha tratado de
controlar su número mediante la introducción deliberada de enfermedades contagiosas.

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