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Tu voz no está,
solo me acompaña el silencio que grita en mis oídos
a la mitad de la noche, a media soledad.
¿Alguien inventará las cosas que no inventamos?
¿Alguien verá las cosas que nosotros no vimos?
Quizá en algún universo paralelo
nuestra sombra aún se mezcla bajo la luz del sol,
quizá en algún universo paralelo
nuestros sueños están cerca
y no enterrados como en este presente.
Te echo de menos,
en estas noches de mierda cada hora
duele más que la anterior,
el insomnio solo me trae imágenes de lo que fuimos,
de lo que somos, de lo que seríamos.
Me jode saber que llegamos tarde al destino
que queríamos,
que nuestro camino se fue sin nosotros,
me jode saber que eres todos mis deseos
contenidos en un solo frasco,
pero que ahora mi garganta se destroza
al intentar pronunciar tu nombre;
porque dueles,
porque no estás aquí,
porque te echo de menos.
Jes.
Ojalá no sea tarde,
ojalá que en algún cajón de tu cuarto
mi nombre sobreviva escrito en una hoja de papel,
que exista aún esa prueba de que existo para ti
más allá de mis propias fronteras,
ojalá no sea tarde,
que alguna palabra perdida en el vacío
te haga recordarme, aunque sea
efímeramente, de forma fugaz.
Ojalá…
No sé cómo existir,
no sé cómo atravesar las horas
que usaba para esperarte.
No sé cómo vivir;
porque decidí vivir intensamente por ti
sabiendo que vivir no era lo mío,
sabiendo que no tengo intenciones con el mundo.
No sé cómo existir,
ni cómo ni dónde encajar las piezas que me quedan,
no sé si el “todo estará bien”
es una promesa o solo una frase
que permite conformarse
con las migajas de lo que ya no es,
si el tiempo alguna vez
curará algo o sólo me consumirá
lentamente, sin prisa.
Ya no sé cómo existir.