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Lectura 3.1

La escasez del agua en


Honduras, una cuestión
paradójica

Ecología
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La escasez del agua en Honduras, una


cuestión paradójica
Honduras genera 2 300 metros cúbicos de agua por segundo. Sin embargo, en
Tegucigalpa, el 35 % de las familias capitalinas no la reciben en sus casas y se
abastecen a través de los camiones cisternas que pasan por sus barrios. Entramos en
el lavandero público de La Cabaña, uno de los vecindarios marginales de Tegucigalpa
donde las madres, acompañadas de sus hijas e hijos hacen todo tipo de malabarismos
para almacenarla en sus hogares.

Honduras presenta unas


previsiones poco halagüeñas:
en abril, el 40 % de los
capitalinos no tendrá agua.
Quienes más lo sufren son los
niños y niñas de los barrios
marginales

UNICEF Honduras
Gloria Isabel viene al lavandero acompañada de su hijo Samuel,
que con cuatro años ya levanta cubos de agua para llevarlos a
su casa.

La Cabaña, Tegucigalpa, Honduras.- Se escucha el sonido del agua como si fuera un


manantial. Estamos en el lavandero público del barrio de La Cabaña, uno de los tantos
de la capital de Honduras que cada día recibe a mujeres, niñas y niños que lavan sus
ropas aquí para ahorrar agua en sus casas. Este líquido, que brota a una velocidad de
2.300 metros cúbicos por segundo en el país centroamericano, se ha convertido en un
diamante en bruto en Tegucigalpa, donde las dos represas que nutren a la ciudad se
han reducido a niveles históricos por la sequía del último año, la falta de conciencia
ambiental y el deterioro de los recursos hídricos.

Honduras vive un estado de emergencia por la escasez del líquido. El resultado es un


férreo calendario de racionamiento y unas previsiones poco halagüeñas: en abril, el 40
% de los capitalinos no tendrá agua. Quienes más lo sufren son los barrios marginales,
que no disponen de sistemas de almacenamiento que bombeen la reserva cuando la
empresa nacional de agua raciona. Además, estos mismos vecindarios, con crisis o sin
ella, forman parte de ese 35 % que se abastece con los camiones cisterna que pasan
dos o tres veces por semana. Gloria Isabel explica, con las manos enjabonadas, que
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no tiene agua en casa y, por eso, “para tomar y cocinar” se la compra a una de las
vecinas adscritas a la red del SANAA que sí la recibe. Para acopiarla hace todo tipo de
malabarismos, desde galones de cinco litros hasta botellas de Coca Cola. El baño y el
aseo de la ropa lo lleva a cabo en este espacio, que recibe el agua de una vertiente
natural y cuya instalación cubre el estado. Viene acompañada de su hijo Samuel, que
con cuatro años ya levanta cubos para hacerlos llegar a su vivienda. “De momento es
muy chiquito, pero cuando crezca un poquito más me ayudará a jalar más”, explica la
mujer, sin levantar la mirada de la tabla donde se afana en borrar las manchas de una
camiseta.

Giorgina y María Fernanda suelen acompañar a Gloria Isabel en el aseo. Las tres son
vecinas y presumen sonrientes de la organización comunitaria en La Cabaña, donde
aseguran que entre todos ayudan a cuidar “el tesoro”: “Aquí nos conocemos. Los
hombres mantienen el lavandero limpio y vigilan para que los taxistas no laven sus
carros, sería un desperdicio. Nosotras somos las que lavamos la ropa”. Algunos de los
hombres del barrio se aglomeran sentados en las rocas que bordean el lavandero
mientras las mujeres trabajan.

Aproximadamente, 500.000 personas en Tegucigalpa utilizan desde hace años estas


alternativas. Sin embargo, pagan el metro cúbico más caro que en un hotel de cinco
estrellas. “Es la inequidad que vivimos en el país. El pobre paga más por el agua. Por
ejemplo, si usted tiene poder adquisitivo y está conectado a la red del SANAA paga
ocho lempiras por metro cúbico de agua –1,30 dólares-. Si usted es un pobre conectado
paga un lempira por un metro cúbico–0,60 dólares-. Hasta ahí se respeta el nivel
socioeconómico. Ahora, si usted vive en una colonia marginal y compra el agua a un
camión, paga más de cien lempiras por metro cúbico –5,30 dólares-. Están cubriendo
el diésel”, argumenta el ingeniero Moncada, ex gerente del SANAA y director del
ERSAP (Ente Regulador del Servicio de Agua Potable).

Bibliografia.
Unicef.https://www.unicef.org/honduras/14243_17190.html.

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