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Cultos mediáticos | Philippe Le Guern
No hay obras de
culto, sólo el culto
de las obras
Un enfoque constructivista de los cultos mediáticos1
Philippe Le Guern
págs. 13-35
Texto completo
1 Es por el calificativo de "culto" que parte del público y la crítica
hoy designa obras juzgadas de una manera u otra como
"excepcionales", ya sean series de televisión (The Prisoner, X
Files, Friends ...), películas (The Rocky Horror Picture Show,
Pink Flamingo, Titanic, Casablanca ...), novelas (The
conspiracy of fools2 de John Kennedy Toole ; Un mundo muy
pequeño por David Lodge3...) o producciones discográficas
(Elvis Presley, The Beatles, The Velvet Underground4, Joy
Division...). Los libros enumeran así corpus de películas o
series de culto5; el programa de televisión Culte Fiction decreta
que Jimmy Hendrix es "cultissime6"; el periódico Le Monde
describe "Comme à la radio" de Brigitte Fontaine como una
"canción de culto7", etc. La expresión se refiere tanto a los
"clásicos" como a los logros degradados en la jerarquía de los
productos culturales (programas de televisión de los años 70
para niños – Goldorak, L'île aux enfants de Christophe Izard
–, películas gore o psicotrónicas, "nanars" o películas B...); Las
audiencias del culto son extremadamente heterogéneas:
cultura de club de fans con elitismo comunal; fenómenos
generacionales, a menudo específicos de la llamada cultura
"joven"8; Interés mostrado por un público muy numeroso por
una obra, que puede asumir la apariencia de un fenómeno
social como la película Titanic. Pasado al lenguaje cotidiano, el
culto se ha extendido9 y se refiere a una especie de trasfondo
cultural común. Como muestra de esta trivialización del
término, el periódico Libération del 17 de julio de 2000
compara la situación de Queniborough, un pueblo inglés
afectado por la enfermedad de las vacas locas con el "Village of
the Damned, esta película de culto de ciencia ficción de los
años 50 10" mientras que la Liberación del día siguiente,
citando el programa "Turn manège11", evoca con cierta burla
"juegos que se han convertido en culto12 ». También se puede
pensar que Libération, desde este punto de vista, no es un
periódico como cualquier otro; Prestando gran atención a los
fenómenos de moda, ayuda a instituir lugares alternativos de
moda tanto como a descubrirlos.
2 En cualquier caso, designar obras de culto de esta manera no
es una operación neutral; Se asocia con importantes
cuestiones culturales y sociales: incluso cuando las obras
elegidas parecen carentes de legitimidad artística, están
investidas de reivindicaciones de identidad, federan a
miembros de la misma generación en torno a estilos de vida o
gustos comunes, traducen a la fuerza estrategias (op)-
posicionales, parecen unificadoras (reúnen a grupos de
individuos en torno a referencias compartidas) y
simultáneamente distintivas (cada una compromete su
identidad reclamando sus obras de culto). Y que estas obras
sean principalmente de arte popular o industrias culturales y
que la etiqueta de culto sea utilizada en particular por los
aficionados o el público joven debe estar vinculado a las
mutaciones que afectan el proceso de consagración cultural, es
decir, la definición de las obras y su valor.
3 Por lo tanto, el proyecto de este libro partió de la siguiente
pregunta: ¿cómo dar cuenta de una expresión que ahora ha
entrado en el lenguaje cotidiano y está rodeada por un fuerte
halo semántico, pero cuyo desafío parece ser la formación y la
expresión social del juicio del gusto en el campo de las
producciones populares? Nos pareció que detrás del efecto de
moda que disfruta la noción de "culto" – y que constituye,
cuando pasa del lenguaje ordinario al de la investigación, un
verdadero obstáculo para el análisis – el examen de esta
categoría reexaminó las modalidades de consagración en el
espacio de las producciones culturales y mediáticas
contemporáneas.
4 Incluso si las contribuciones reunidas aquí no pretenden
agotar este campo de investigación, sí plantean las siguientes
preguntas: ¿son los cultos mediáticos históricamente un objeto
sin precedentes vinculado a las tecnologías contemporáneas?
¿Se analizan estos cultos en términos descendentes (control
por el Estado, la Iglesia, industrias culturales...) o ascendentes
(apropiación, recepción, por ejemplo, según los modelos
descritos por de Certeau...)? ¿Los cultos mediáticos
presuponen análisis internos de las obras (¿existen rasgos
estilísticos específicos de la obra de culto?) o podemos
prescindir de los análisis internos para polarizar sobre los
medios de mediación (cine, televisión, etc.), grupos de
usuarios (generaciones más jóvenes, cultura dominada,
audiencias de fans, grupos constituidos según criterios de
sexo, etnia, etc.)?
5 Cuando un individuo se refiere a sus películas o discos de
culto, ¿qué nos enseña sobre sus gustos y valores, sus
afiliaciones identitarias, sus prácticas culturales? ¿Están los
cultos mediáticos arraigados en la marginalidad, la cultura de
fans segmentada o la contracultura, o existe una industria
cultural de culto con la organización de un mercado? En otras
palabras, ¿participa la cultura de culto en los grandes debates
contemporáneos sobre la construcción de sentimientos de
pertenencia? ¿Ilustra el culto la tesis de la escasez de "grandes
pertenencias" en favor de referencias individuales o tribales?
6 Para tratar de responder a estas diferentes preguntas,
finalmente tuvimos que tener en cuenta al menos dos
objeciones principales: por un lado, según una observación
clásica, la cultura popular sufriría de una identificación
restrictiva del arte con las Bellas Artessolamente.13 En
consecuencia, el uso sistemático del término "culto"
constituiría una especie de distracción indebida dirigida a
atribuir valor estético al arte popular supuestamente
desprovisto de él. Por otro lado, desde un punto de vista
sociológico, podemos pensar que examinar la categoría de
"culto" corre el riesgo de conducir a una enésima versión de la
oposición entre nominalismo (el "culto" es el producto de un
juego de lenguaje) y sustancialismo (hay criterios objetivos a
partir de los cuales podemos establecer que una obra en
particular es o no es culto), Tal investigación en sí misma
condujo a la naturalización de esteconcepto.14
7 Responder a la primera objeción implicaba tener en cuenta los
cambios que afectan a las condiciones de acceso al arte y la
cultura: los procedimientos de apropiación cultural están
estrechamente vinculados a los avances tecnológicos,
particularmente en la "cultura de la pantalla" y en las prácticas
audiovisuales domésticas. Desde este punto de vista, ¿qué
podría revelarnos la categoría de trabajo de culto en términos
de la evolución de las prácticas culturales? ¿No era esto una
indicación, entre otras cosas, de nuevas lógicas de
patrimonialización independientes de las formas tradicionales
de certificación del valor del arte, primando aquí el juicio del
público sobre el de las comisiones de expertos o los críticos de
arte?
8 La segunda objeción en realidad nos invitaba a ir más allá de la
alternativa del nominalismo y el sustancialismo. Esto nos ha
llevado a situar la noción de culto en la misma dinámica que
lleva a convertirla en una representación socialmente
construida a la vez que tiene su propia eficacia simbólica según
el principio de que "podemos decir sin contradicción tanto que
las realidades sociales son ficciones sociales sin otra base que
la construcción social y que realmente existen, como son
reconocidos colectivamente".15
Notas
1. Je remercie tout particulièrement Elsa Lafaye de Micheaux pour la
lecture attentive qu’elle a fait de ce texte et pour les nombreuses
modifications qu’elle a suggérées. Je remercie également Dominique
Pasquier qui a soutenu ce projet d’ouvrage collectif depuis le début.
2. Publié sous le titre original Una confederación de dunas.
3. Publié sous le titre original Small world. Umberto Eco, dans sa préface à
l’édition française de l’ouvrage qualifie ce dernier de culte : « Bien qu’il
n’ait été publié qu’en 1984, ce livre est un livre culte. Les raisons pour
lesquelles un livre devient l’objet d’un culte sont nombreuses et je ne
souhaite pas en débattre ici » (p. 7).
4. Selon Lou Reed, le Velvet est « le seul exemple de groupe culte » in
Lowney (Declan), Curious (documentaire TV), 1993.
5. Voir par exemple Lewis (John E.) et Stempel (Penny), Cult TV, Pavillion
Books Limited, 1993 ou Riou (Alain), Les films cultes, éditions du Chêne,
1998.
6. Culte Fiction, France 2, 21 de julio de 2000.
7. Le Monde, 19 y 20 de agosto de 2001, p. 16.
8. « Avis de film culte », Libération, 14 mai 2001, p. 37. « Le Seigneur des
anneaux sera au menu des trois Noëls prochains et promet d’être aux
jeunes générations de ce début de siècle ce que Star Wars fut à celles de la
fin du précédent : un culte ».
9. « La Volkswagen New Beetle tente de séduire les nostalgiques », Le
Monde, 9-10 août 1998, p. 13. La Volkswagen est culte parce qu’elle suscite
la nostalgie, au même titre que le Solex ou la 2 CV.
10. Libération, 17 de julio de 2000, pág. 7.
11. Il s’agit d’un jeu télévisé à succès des années 80 dont le principe
consiste à réunir des célibataires pour constituer un couple gagnant.
12. Libération, 18 de julio de 2000, pág. 6.
13. Nous sommes conscients des difficultés terminologiques et
conceptuelles liées aux notions de « populaire » et nous renvoyons ici en
particulier au travail de Shusterman (Richard), L’art à l’état vif. La pensée
pragmatiste et l’esthétique populaire, Les éditions de Minuit, 1991.
14. Bourdieu (Pierre), Chamboredon (Jean-Claude) et Passeron (Jean-
Claude) dans Le métier de sociologue, (Mouton, 1973, p. 38) critiquent
ceux qui « organisant leur problématique scientifique autour de termes
purement et simplement empruntés au vocabulaire familier obéissent au
langage qui leur donne leurs objets au moment où ils pensent ne se
soumettre qu’au “donné” ».
15. Bourdieu (Pierre), Razones prácticas. Sur la théorie de l'action, Seuil,
1994, pág. 137.
16. Pour une critique de l’usage de l’analogie dans les sciences sociales,
Passeron (Jean-Claude), Le raisonnement sociologique. L’espace non-
Poppérien du raisonnement naturel, Nathan, 1991, p. 144-154.
17. Benjamin (Walter), « L’œuvre d’art à l’ère de sa reproduction
mécanisée », in Écrits français, Gallimard, 1991, p. 116-192. Pour une
lecture critique de ce texte, voir Hennion (Antoine) et Latour (Bruno),
« L’art, l’aura et la technique selon Benjamin ou comment devenir célèbre
en faisant tant d’erreurs à la fois… », in La querelle du spectacle, Les
Cahiers de médiologie, n° 1, Gallimard, 1996, p. 235-241.
18. Sobre este punto, véase Hennion (Antoine) y Latour (Bruno), ibíd.
19. Moulin (Raymonde), De la valeur de l'Art, Flammarion, 1995, p. 174.
20. Schmitt (Jean-Claude), op. cit., p. 17, 19.
21. Les occurrences de l’expression « culte » sont fréquentes dans l’édition
« Télévision » du Monde : voir par exemple l’édition du 4-10 novembre
1996 consacré aux séries-cultes ou l’édition du 12-18 juin 2000 à propos de
la mise sur le marché des cassettes vidéo de la série Ally McBeal. Voir aussi
« Soupçons sur la série-culte », Télérama, 14-20 décembre 1996. Voir
« Touche pas à mon culte », Marianne, 28 décembre 1998 au 3 janvier
1999.
22. Pasquier (Dominique), Les scénaristes et la télévision. Approche
sociologique, Nathan Université, coll. Fac Cinéma, 1995, p. 101.
23. Dayan (Daniel) et Katz (Elihu), La télévision cérémonielle, PUF, coll.
« La politique éclatée », 1996, p. 15.
24. Jost (François), Un monde à notre image. Énonciation, Cinéma,
Télévision, Méridiens Klincksieck, 1992, p. 124. Sur cette question, voir par
exemple Mauger (Gérard) et Poliak (Claude F.), « Les usages sociaux de la
lecture », in Genèse de la croyance littéraire, Actes de la Recherche en
Sciences Sociales, Seuil, n° 123, juin 1998, p. 22 : « Au respect ancien du
livre, dont la rareté faisait le prix, se substituent l’attrait et le respect des
œuvres “rares” […] La quête du salut culturel peut apparaître ainsi dans la
sacralité dont est entouré l’objet livre, dans les manières de lire et dans les
textes de prédilection […] ». Le paragraphe cité s’intitule « objet de culte ».
25. Hoberman (John) et Rosenbaum (Jonathan), Midnight movies, Da
capo, 1991.
26. Telotte (Jean-Pierre), The cult film. beyond all reason, University of
Texas Press, 1991.
27. Eco (Umberto), « Casablanca : cult movies and intertextual collage »,
in SubStance, N° 47, 1984, p. 3-12.
28. Pour une lecture internaliste et externaliste des œuvres cultes, voir Le
Guern (Philippe), « the ideological project between representation and
metaphor : the television example of a “cult-series”, The prisoner », in
Carcaud-Macaire (Monique) (dir.), Sociocriticism. Images, Presses
Universitaires de Montpellier, vol. xii, 1-2, 1997, p. 159-175.
29. Eco (Umberto), Promenade dans les bois du roman et d’ailleurs, (Six
walks in the Fictional Woods), Grasset, 1996, p. 168.
30. Auteurs pris au sens le plus « noble » du terme, qui disqualifie a priori
Ed Wood, John Carpenter ou une série comme Derrick pour prendre un
autre exemple.
31. Interview de Larry Buster Crabe cité in Bourgoin (Stéphane) et
Mérigeau (Pascal), « La série B américaine », La revue du Cinéma, n°
380, février 1983, p. 63. « Souvent les personnages n’étaient même pas
cadrés ; mais cela aurait coûté trop cher de recommencer, alors on s’en
contentait ».
32. Kawin (Bruce), « After Midnight », in Telotte (Jean-Pierre) (dir.), The
cult film : beyond all reason, University of Texas Press, 1991, p. 18.
33. Corrigan (Timothy), « Film and the culture of cult », in Telotte
(Jean-Pierre) (dir.), op. cit., p. 26.
34. Kawin (Bruce), op. cit., p. 20.
35. Selon Christian Bromberger (Passions ordinaires. Du match de
football au concours de dictée, Bayard, 1998, p. 27-34), le passionné se
repère à quelques signes extérieurs qui sont l’investissement (en argent
mais aussi de sa personne), l’insatisfaction et la jouissance, l’expertise, la
solitude et l’expérience communautaire.
36. Pour reprendre une formule de Pierre Bourdieu. Sur l’allodoxia
culturelle, voir Bourdieu (Pierre), La distinction. Critique sociale du
jugement, les Éditions de Minuit, 1979, p. 370 sq.
37. Tulloch (John) and Jenkins (Henry), Science Fiction Audiences.
Watching Doctor Who and Star Trek, Routledge, 1995, p. 134.
38. Le Guern (Philippe), « En être ou pas. Le fan-club de la série Le
Prisonnier. Une enquête par observation », infra.
39. Bourdieu (Pierre), op. cit., p. 321
40. Jenson (Joli), « Fandom as pathology : the consequences of
characterisation », in Lewis (Lisa A.) (ed.), The adoring audience. Fan
culture and popular media, Routledge, 1992, p. 9.
41. Pasquier (Dominique), La culture des sentiments. L’expérience
télévisuelle des adolescents, Éditions de la Maison des sciences de
l’homme, 1999, p. 188.
42. Telotte (Jean-Pierre), « Beyond all reason, the nature of the cult », op.
cit., p. 10 : « The former’s audience is usually the middle-class teenager and
young adult, the 17 to 24 year old group […] ».
43. Aknin (Laurent), « “I was a regular Frankie fan” : Rocky Horror
Picture Show, mode d’emploi », in Le siècle du spectateur, Vertigo n° 10,
1993, p. 102-105. Il est à noter que le seul élément bibliographique cité par
l’auteur est l’ouvrage de Henkin (Bill), The Rocky Horror Picture Show
Book, Hawthorn – Dutton, New York, 1979.
44. Saada (Nicolas), « “La porte !” Les heures du Grand Rex », in Le siècle
du spectateur, op. cit., p. 106-108.
45. On doit ici prendre en compte le fait que le Rocky Horror Picture Show
s’est imposé, y compris auprès des chercheurs, comme le film culte
paradigmatiquer, en imposant un certain nombre de traits caractéristiques.
Gregory A. Waller, « Midnight movies, 1980-1985 : a market study » in
The cult film : beyond all reason, op. cit., fait à juste titre remarquer
l’extrême diversité des films projetés lors des séances de midnight movies
et susceptibles de devenir cultes, de la comédie aux films-rock.
46. Rosenbaum (Jonathan), in « Le Rocky Horror Picture Show, “cult-
film” », Cahiers du Cinéma, n° 307, janvier 1980, p. 33-38, remarque que
ces rituels « […] représentent un texte en perpétuel changement et
évolution – un ensemble formé de couches qui se déposent à chaque
représentation, consistant à la fois en un catéchisme traditionnel et en une
série de contributions fraîches ou plus fraîches […] ». L’auteur signale à la
fois l’universalité du rituel – accompli pour la même période dans plus de
180 salles à l’échelle des États-Unis – et aussi la façon dont circulent les
significations et les règles de directives locales sur la façon de jouer le culte,
c’est-à-dire du même coup d’interpréter le film.
47. Aknin (Laurent), op. cit., p. 104.
48. Waller (Gregory A.), The cult film : beyond all reason, op. cit., p. 170.
49. Donnat (Olivier), Les pratiques culturelles des Français. Enquête
1997, La documentation Française, 1998, p. 315 : « La tendance à étendre
l’éventail des objets collectionnés, observée chez les Français depuis le
début des années quatre-vingt, ne peut-elle, en effet, être vue comme une
réplique de ce qui se passe dans l’espace public, à savoir une manière de
constituer son propre patrimoine pour résister à la compression du temps
et de l’espace, une tentative de réponse au sentiment de perte de repères
qui en résulte ? ».
50. Gregory (Chris), Decoding The Prisoner, University of Luton Press,
1997, p. 187.
51. L’arrêt sur image est une pratique souvent mentionnée par les fans qui
peuvent faire preuve d’une véritable compétence dans la maîtrise du
langage cinématographique.
52. Bourdieu (Pierre), Raisons Pratiques, op. cit., p. 129.
53. Rosenbaum (Jonathan), « Le Rocky Horror Picture Show, “cult film” »,
op. cit.
54. Frith (Simon), « Souvenirs, souvenirs… », in Patrick Mignon et
Antoine Hennion (dir.), Rock, de l’histoire au mythe, Anthropos, coll.
Vibrations, 1991, p. 250.
55. Frith (Simon), op. cit., p. 248-249.
56. « La Volkswagen New Beetle tente de séduire les nostalgiques », in Le
Monde, op. cit. : « Chez les catégories d’âges à fort pouvoir d’achat et à
influence grandissante au sein de la société civile, le discours nostalgique
fait vibrer une corde particulièrement sensible […] Les marchands de
bonbon réinstallent leurs bassines de fraises Tagada, la “génération
Nutella” est interpellée, les séries-cultes télévisées font grimper l’audimat
et le Solex redevient à la mode ». Donnat (Olivier), dans Les Français face
à la culture. De l’exclusion à l’éclectisme, La découverte, 1994, p. 237, note
à propos de la musique que « le boom musical […] apparaît plus
fondamentalement comme le résultat de la rencontre entre, au cours de la
dernière décennie, d’une certaine réalité sociologique (l’arrivée à l’âge
adulte des générations du boom musical), d’une stratégie commerciale des
maisons de disque (édition en disques compacts des “grands classiques” du
classique mais aussi du jazz et du rock) et d’une volonté politique,
parfaitement symbolisée par la Fête de la musique, de décloisonner et
d’élargir le champ des formes reconnues comme légitimes ». À l’exception
du dernier point – l’intervention des politiques publiques –, l’analyse est
largement transposable à l’univers du petit écran. On peut remarquer en
outre qu’en France, les promoteurs de la culture culte sur le petit écran ont
pu être associés à la valorisation de la culture rock, par exemple Jean-
Pierre Dionnet, ancien présentateur des Enfants du Rock et actuel
présentateur de Cinéma de quartier sur Canal +.
57. Voir par exemple Krémer (Pascale), « le succès retentissant pour les
soirées “Gloubiboulga” dédiées aux 25-35 ans nostalgiques de leur
enfance » in Le Monde, 2/3 juin 2002, p. 10.
58. Canal +, bande-annonce, 4 juillet 2000.
59. Titre d’un article publié dans Le Point, n° 1320, 3 janvier 1998, p. 20 à
22.
60. « “Je ne comprends pas ceux qui trouvent ridicule qu’on puisse
s’enthousiasmer pour une série TV, qui vous le reprochent et finissent par
vous toiser de haut, convaincus que vous resterez à jamais un indécrottable
crétin”, lâche Frédéric, 23 ans, le trésorier du fan-club, par ailleurs étudiant
en histoire à la Sorbonne, à qui la mésaventure est survenue… », cité in Le
Point, op. cit., p. 21.
61. Voir Donnat (Olivier), op. cit., p. 346-350.
62. On trouve par exemple les séries télévisées à la une des Inrockuptibles
(15-22 janvier 2002) qui titre « 20 ans de séries télé. Le petit écran a trouvé
son grand art ». Martin Winckler, par ailleurs lauréat d’un prix littéraire,
place les séries télévisées à égalité avec les meilleurs films et romans (Les
miroirs de la vie, le passage, 2002) et organise sur ce thème un colloque à
Cerisy en 2002.
63. Cette relecture est d’ailleurs alimentée par la diffusion des nombreuses
suites d’anciennes séries cultes du type Mission impossible, 20 ans après
ou par la rediffusion de séries qui étaient déjà présentes il y a plusieurs
décennies (Les mystères de l’Ouest, Chapeau melon et bottes de cuir,
Amicalement vôtre…)
64. « Nous n’avons pas les budgets de TF1 et France 2, mais nous
compensons par un esprit commando » : Nathalie Drouaire, directrice des
acquisitions sur M6.
65. Voir l’exemple de la chaîne Série Club commenté par le journal
L’Express, 9 mars 2000, p. 11 : « Âprement négociées, ces séries déjà cultes
(comme Twin Peaks raflée à Canal Jimmy en 1997) constituent la fine fleur
de la chaîne et concourent à sa renommée ».
66. Sur cette interaction entre les phénomènes cultes et leurs
commentateurs qui en sont aussi pour partie les producteurs, voir Teillet
(Philippe), « Les cultes musicaux. La contribution de l’appareil de
commentaires à la construction de cultes, l’exemple de la presse rock »,
infra.
67. Centlivres (Pierre), « Rites, seuils, passages », in Soudière (Martin
de la) (dir.), Seuils, Passages, Communication, n° 70, 2000, p. 33.
68. Patrick Mignon mène un travail similaire à propos du rock : « Il s’agit
de mettre en cause la catégorie même du rock, en la restituant par rapport
à des enjeux sociaux, à des rapports sociaux, à des conflits ou à des
stratégies dont elle serait l’expression, ainsi qu’en mettant en évidence les
conjonctures et les conditions sociales qui la rendent possible » (« Rock et
rockers : un peuple du rock ? » in Alain Darré (dir.), Musique et politique.
Les répertoires de l’identité, Presses Universitaires de Rennes, coll. Res
Publica, 1996, p. 75).
Autor
Philippe Le Guern
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