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irfo i a í i : ; f.\u -o:j ir.-. • auq • f.m,.. u'Ati ^r • - .5 i.:- ?¡"uyf.

Capítulo 4

Verdad

Cuando se habla del conocimiento, suele pensarse en u n conocimiento v e r d a d e -


ro o en un conocimiento considerado como verdadero, o incluso en u n conoci-
miento falso.
En condiciones sociales sencillas, aun en la vida cotidiana actual, n o encontramos
ninguna diferencia entre el conocimiento y la verdad. Lo que se sabe, es eo ipso u n
conocimiento verdadero; de lo contrario, no es conocimiento. Lo que se afirma
como conocimiento, debe ser afirmado como conocimiento verdadero, porque de
no ser así, se trataría de u n engaño y fraude. La imposibilidad de distinguir entre el
conocimiento y la verdad se asegura mediante la n o r m a de veracidad. La posibili-
dad de diferenciar entre conocimiento y verdad es u n producto tardío de la evolu-
ción. Con la verdad se simboliza la comprobación del conocimiento (retomando
operaciones anteriores), que atiende reconocidas exigencias y sustituye el enfoque
de la veracidad. La evolución de este simbolismo probablemente presupone la escri-
tura, además de ser sugerida por la invención y el consiguiente uso de la escritura.
Eso permite tomar u n a posición nuevamente distanciada frente a textos que presen-
tan el conocimiento, para comprobar la comprobación.
distinguir entre conocimiento y verdad, sólo tiene sentido cuando se presupone
l n
' observador de segundo orden; u n observador que observa a los observadores 1 .
nmero hay que imaginarse lo revolucionario de esta transformación, en compará-
is* 1 c o n lo que antes valía como conocimiento exigente, corno sabiduría. En todas
s
culturas desarrolladas se había producido primero u n a práctica de consejos para
la 3 611 f ° r m a c ' e u n a divinación. En parte, esta práctica había sido u n a causa para
ev
°lución de la escritura, como en China; y en parte había unlversalizado u n a
ra
s )n "
¡ -| que había sido desarrollada con el fin de anotar asuntos domésticos o
ares
j
C a j > como en Mesopotamia 2 . Como resultado, se tenía u n conocimiento espe-
°> altamente racionalizado y complejo, que era capaz de diferenciar entre

' ^ f Ge
2
Cfj T ° r ® e Spoicer Brown, Probability and Sdentific Inference, Londres, 1957, pp. 26ss.
^''-l'-trn e a n " P ' e r re Vernant et al., Divination et Rationalité, París 1974, sobre todo los ensayos de Léon
eers
c h sobre China, y de Jean Bottéro sobre Mesopotamia.
situaciones favorables y desfavorables, y de encargarse de las tareas consultivas tan
to políticas como privadas. Siempre se trataba de encontrar en lo visible los sign 0 s
para lo invisible; parcialmente, y sólo parcialmente, se trataba de pronósticos p a r .
el futuro, y en medida muy reducida, de conocer la voluntad arbitraria de ] a
divinidades. La estructura de este conocimiento y de su práctica se basaba en e i
m é t o d o de llegar, mediante la reducción (reducción de complejidad), a u n a ampl¡ a
ción del conocimiento: mediante la reducción, a la interpretación de signos sele c
cionados para el pronóstico de todas las situaciones vitales. Formalmente, siempj- e
se trataba —y en eso, la práctica se parecía a la escritura; es más, requería de l a
escritura— del acceso a objetos mediante otros objetos o, para citar a j e a n Bottéro-
"elle voit des choses á travers d'autres chases"3. Como enseña la historia de Edipo, Se
integraban formas refinadas de la autoaseguración al estilo deself-fulfillingprophecies-
precisamente el enunciado de la profecía contribuye para su cumplimiento 4 . Y sobre
todo, esta clase de conocimiento verdadero armonizaba con el modo dominante de
la distinción entre cerca/lejos, conocido/desconocido, obvio/secreto, como una for-
ma de la división del m u n d o en un lado interior conocido y un lado exterior desco-
nocido. Sólo ante el fondo de este orden estable del conocimiento resalta la ruptura
que ha surgido al cambiar a una observación de segundo orden. En principio se
m a n t i e n e el método de la reducción de complejidad para la construcción de com-
plejidad. Pero ahora ya no se trata de objetos distinguidos, sino de sujetos distingui-
dos; ya no de una especialización en la lectura de signos, sino de una especialización
en lo que también otros puedan o 110 puedan observar'.
Desde el p u n t o de vista histórico, la causa para establecer u n nivel de observación
de segundo orden, se encontraba en las dudas en la confiabilidad de las percepcio-
nes 6 , y desde los griegos este tema no se ha apartado del filosofar sobre la verdad y
el conocimiento. Para el observador inmediato, el conocimiento siempre es un co-
nocimiento verdadero, de no ser así, no es conocimiento. El observador sólo conoce
u n a clase de conocimiento'. Para él, y sólo para él, los enunciados "x es" y "es

' Symptómes, signes, écritures, en: Vernant et al., op. cit., p. 70-197 (157).
4
Para un ejemplo de China, donde la falta de fe provoca la catástrofe pronosticada, véase Jacques Gernet,
Petits écarts et grands écarts, en: Vernant et al., op. cit., p. 52-69.
5
Habría que estudiar con más profundidad hasta dónde el papel relativamente mínimo y políticamente
bien controlado del oráculo en la polis griega, así como de la escritura alfabética haya sido significativo.
Acerca del tema, véase Jean-Pierre Vernant, Parole e signes muets, en: Vernant et al., op. cit., p. 9-25.
6
Cfr. G.E.R. Lloyd, Magic, Reason and Experience: Studies in the Origin and Developinent of Greek
Science, Cambridge, Inglaterra, 1979, sobre todo p. 126 ss. Obviamente, y de eso Lloyd también esta
consciente, con esa "explicación", sólo se recorre el problema de la explicación. Queda la pregunta ¿cuá-
les características de la sociedad y la cultura griegas explican que estas dudas pudieron ser discutidas: el
alfabeto, la apertura política, la privatización de la religión, la educación controversia en medicina, filos0'
fía, etcétera?
' La clásica diferencia epistéme/dóxa ocupa este sitio, pero además retoma compomentes adicionales, cora0
la diferencia entre el conocimiento estricto y un simple conocimiento de opinión según la medida de disW1'
tos temas u objetos del conocimiento. Al mismo tiempo, el conocimiento de opinión es tratado también
como un conocmiento que se mantiene entre verdadero y no verdadero, y por lo tanto, como un con" 0 '
miento contradictorio. Cfr. Marcel Détienne, Les maítres de vérité dans la Gréce Archaíque, París 1967,
ed. 1979, p. l l l s s .

126
e rdad que x es", son lógicamente equivalentes, es decir, redundantes 8 . Si se preten-
Ac probar si este conocimiento es u n concomimiento verdadero, hay que observarlo
. s ( | e l a distancia, ayudado por la diferencia verdadero/no verdadero 9 . Para este
b s e r v a d o r de segundo orden, existe luego un conocimiento verdadero y u n o no
rdadero —ambos se distinguen del desconocimiento que t ambién p u e d e tener u n
u s e rvador de primer orden. Por ejemplo, sabe que no sabe cuánto dura el recorri-
do del hotel al aeropuerto. El observador de primer orden no tiene posibilidad de
¿ e s i g n a r u n conocimiento no verdadero. Se ayuda mediante u n término especial,
o r "ejemplo el término error; pero que no sirve para convertir el conocimiento
erdadero en un conocimiento no verdadero, sino que simplemente anula el cono-
c i m i e n t o como tal. Sin embargo, las no verdades reconocidas tienen una función en
e j sistema, al delimitar otras investigaciones. Por ello, se requiere una designación
i r a ellas. Dicho con otras palabras, sólo al nivel de la observación de segundo
¡>rden, la ciencia, como veremos más adelante, puede ser diferenciada corno un
sistema. Este sistema remite todas sus operaciones a la diferenciación verdadero/no
v e r d a d e r o ; es decir, a u n esquema de observación de segundo orden.
El que simplemente sabe, puede saber algo sin saber que lo sabe. C o m o obser-
vador de primer orden, interacciona i n m e d i a t a m e n t e con su nicho™. Practica su
c o n o c i m i e n t o realizando diferenciaciones en su m u n d o de objetos. En cuanto cam-
bie al nivel de s e g u n d o orden, sin embargo, debe observar u n m o m e n t o d e
autorreferencia para aceptarlo en su m o d o operativo; p o r q u e en cuanto él se sabe
a sí mismo como alguien que sabe, se sabe como sabiendou. Este doble nivel le
permite comportarse en forma cognitiva incluso frente a los requerimientos d e la
adquisición de conocimiento y del control del conocimiento. No sólo el conoci-
miento universal en un sentido general, sino también el comportamiento espe-
cialmente dirigido a él se convierte en un objeto de la observación que a p r e n d e .
Desde el inicio, en lo que muy tardíamente se llamaría teoría de conocimiento,
existe un rasgo instrumentalista, una reflexión sobre el m e d i o y el fin, ya sea

La controversia acerca de este problema adolece de que no se distingue suficientemente entre la obser-
vación de primer orden y la observación de segundo orden. Cfr. Michael Williams, Do we (Epistemologistes)
" e e d a theory of truth? Philosophical Topics 14 (1986), p. 223-242, por un lado, y Gerald Vision, Modern
^Realism and Manufactured Truth, Londres 1988, p. 9, 12ss, 36ss, 112ss, por el otro.
Yehu^CerCa ' a e v o ' u c i ó n histórica de esta diferencia y de los inicios de una metodología científica, cfr.
< , a Elkana, Die Entstehung des Denkens zweiter Ordnung im klassischen Griechenland, en: ídem,
0 . r °P°l°gie der Erkenntnis, Francfort 1986, p. 344-374; idem., Das Experiment ais Begriff zweiter
nil
lo ng, Rechtshistorisches Journal 7 (1988), p. 244-271.
,\ u ' l o formula Humberto R. Maturana, Erkennen: Die Organisation und Verkorperung von Wirklichkeit:
ii p ute Arbeiten zur biologischen Epistemologie, Braunschweig 1982, p. 36s.
que jj ' e t n °rnento "autológico" surge generalmente en la observación de segundo orden -un fenómeno
*ill ,i ' l r t l ' u '° ' a atendón sobre todo en la lingüística, al hablar sobre el habla. Para una presentación más
Marc g a ' Lars Lofgren, Towards System: From computation to the Phenomenon of Language, en:
(edit), Nature Cognition and System: CurrentSystems-Scientific Research on Natural and
'°er" y S y s t e ms, Dordrecht 1988, p. 129-155. Además, hay que tomar en cuenta que hablar de un "pri-
^ e otr 0 ^SUndo" orden o la diferenciación de los "niveles" correspondientes a su vez sólo es un tecnicismo
& l a ^ e r v a d o r más
que de esta manera destautologiza sus propias observaciones, es decir: que desplie-
or
referencias que también lo incluyen a él mismo.

127
natural, ya sea trascendental. A este nivel de reflexión, sin embargo, las expectatj
vas cognitiva y normativa no se p u e d e n separar por completo. Sí es posible
gran medida neutralizar normativamente los instrumentos. En lugar de ello, ^
se guía p o r su fin. Pero a u n entonces hay que justificar por qué u n o debe esforz a r
se p o r adquirir conocimiento; y esta pregunta se vuelve más aguda en la medj ( i
en que las teorías de reflexión de la era m o d e r n a ya no p u e d e n creer en tende^
cias y energías naturales correspondientes.
Cuando la observación desde este nivel se convierte en un postulado metodológj C o
(según la tradición, primero en filosófico), el observador se p u e d e obligar mediant
u n esquematismo correspondiente a m a n t e n e r este nivel. Entonces distingue Sll
conocimiento de su desconocimiento y, finalmente, en el transcurso de la difere^
ciación de una metodología científica, los enunciados verdaderos de los enunciados
n o verdaderos. Se sobreentiende que sólo p u e d e existir una observación de segundo
orden cuando existe u n a observación de primer orden; y el movimiento científico 10
expresa, no p o r último, enfatizando la investigación empírica.
Simplemente en cuanto a la terminología, estas diferencias nos cuestan trabajo
aun en la actualidad, sobre todo cuando tenemos que distinguir entre el conoci-
miento no verdadero y el desconocimiento. Estas dificultades terminológicas sólo I
indican que nuestra lengua ha sido formada por una sociedad que ya no es la núes- I
tra. Para ella, el conocimiento era implícitamente un conocimiento verdadero, y el
error no era ningún f e n ó m e n o de la misma categoría. También conocemos ya la I
razón para ello. Los errores sólo surgen como faltas, accidentes, opiniones particu- I
lares disidentes, y sólo como casos aislados; mientras que el contexto universal visi- I
ble para todos los seres racionales, en sí, está correcto. Sólo en este m u n d o de ideas, I
hasta la búsqueda p o r bienes moralmente malos podía ser tratada como un error I
(Aristóteles, Tomás de Aquino). Por supuesto, también aquí, los seres humanos po- I
dían observarse unos a otros, pero eso era frente a un m u n d o común para el cual no I
constituye ninguna diferencia quién observa y mediante qué diferencias se observa. I
La simple intención de diferenciar la diferencia conocimiento/desconocimiento I
y verdadero/no verdadero, al implicar u n a autor referencia, r o m p e —como diría I
Gotthard Güntlier— la forma del pensamiento bivalente. Por lo mismo nos dis- I
tanciamos de toda comprensión precientífica sobre la verdad con todo y su bivalencia I
p r e s e n t a d a como ontología, y trasladamos el análisis al nivel de la observación de I
s e g u n d o orden; p o r q u e ésta es para nosotros la condición para la posibilidad de I
u n proceso de diferenciación de la ciencia. La u n i d a d de este sistema, r e p r o d u c i d a I
autopoiéticamente, se encuentra en la diferencia entre verdadero y no v e r d a d e r o ; I
n o en el conocimiento como tal. Para resaltar que eso terminará en una p a r a d o j a , I
llamamos verdad a la unidad de esta diferencia, de m a n e r a que de acuerdo con esta •
terminología existe una verdad:verdadera y una verdad falsa,. Eso es primero 1111
indicio verbal —y evitable terminológicamente— de que nos encontramos ccx ci I
de una fundación en principio paradójica, de todo conocimiento. Retornarem ( , s |
este p u n t o más adelante. Pero primero es útil plantear la problemática d e la fu' 1 '
dación a que se alude en segundo término, para esforzarse por aquello que 1()> I
lógicos llamarían el despliegue de la paradoja m e d i a n t e la fijación de identificad" I
nes libres de paradojas.

128
t- t a n sencillo como infructuoso realizar eso mediante una diferencia de varios
de lógica o de varios niveles lingüísticos —infructuoso porque estas propuestas
jOS
r e r n i t e n a Russell, operan directamente el problema, y porque excluyen dema-
-i -i:J i— enunciativas
posibilidades — i i 1219. Al
razonables AI contrario,
* - t — .,, ^ w en
nos centramos , >r, la
1 •,
s a
' ' de medios de comunicación simbólicamente generalizados, que se presenta exigien-
te
°una validez empírica, y que describe cómo importantes áreas comunicativas de la
• dad se orientan por códigos binarios, diferenciándose m e d i a n t e lo específico de
'""codificaciones. Por lo tanto, la verdad no es ninguna característica de determina-
sllS
objetos o enunciados o cogniciones —acerca de los cuales u n o pueda estar equi-
j o — sino que el término designa un medio de la emergencia de una comunicación
v0Ca
pobable; o también se podría decir: un área de posibilidades improbables en el
cual la comunicación se puede organizar autopoiéticamente bajo condiciones espe-
ciales13. Así que la verdad tampoco es, eo ipso, racional; independientemente de lo
ue eso signifique. Sobre todo no es verificable mediante el indicio de una f u e n t e
(por ejemplo, la razón). Es un símbolo que funciona, lo cual p u e d e observar, y que
hace posible lo improbable, cuando lo logra.
Otros casos para los que vale lo mismo, son por ejemplo poder/justicia, propie-
dad/dinero, o amor 14 . La ventaja de este procedimiento consiste en las posibilidades
empírico históricas comparativas que se obtienen. Sí sabemos que cada codificación
binaria, al ser aplicado el código a sí mismo, conduce a paradojas. Sin embargo,
podemos suponer primero que este problema surgirá en todos los medios de comu-
nicación, no sólo en el caso de la verdad, sino por ejemplo también en el caso del
poder político, codificado jurídicamente 1 5 . Podemos estudiar cómo la comunicación
y la sociedad en diferentes fases de su historia, tratan este problema cuando surge;
o cómo no permiten que surja. Investigamos fenómenos c o m o la invisibilización16 de
la paradoja o desparadojización, primero en su realidad social; ¡como si pudiéra-
mos hacerlo desde el exterior! Si esta investigación proporciona resultados, pode-
mos aplicar estos resultados también a la investigación a la cual se deben, y preguntar
si nuestro procedimiento, de acuerdo con sus propios resultados, puede ser califica-
do como científico.

Cfr l o s
p - alegatos contra tal exclusión ad hoc de las paradojas en J.L. MacKie, Truth, Probability and
Véas ° X : S t u d i e s i n Philosophical Logic, Oxford 1973 (acerca de la teoría de tipos, sobre todo p. 247ss).
Yves
lORcf Barel, Le Paradoxe et le systéme: Essai sur le fantastique sodal, 2a. edición, Grenoble
•sobre todo p. 280s, siguiendo a Douglas Hofstadter.
que 1 k" e S ° P a s a r n o s a ' mismo tiempo los límites de la definición tradicional d e la verdad como adaequalio,
Well P r e s u puesto algo en ambas aplicaciones posibles (adaequatia intellectus ad remy adaequatio ra ad
dC 3 m b o S lados algo que podía
mente '
resistir a la atribución de características. En lugar de ello, simple-
14 l p e n e m o s preguntar por el procedimiento de atribudón mismo.
eStOS
Barcek/
15 E arnor c P a r a ' e ' i s m o s Niklas Luhmann, Macht, Stuttgart 1975 [Traducción al español: Poder,
e s p a f iCf
",naf''o 1r 9n0o5]; °idem.,
m o pasión,
Liebe Barcelona,
ais Passion:1986]; idem., Die von
Zur Codierung Wirtschaft der Francfort
Intimitat, Gesellschaft, Francfort
1982; 1988. al
[Traducción
Reil,t , ' ' estudio ejemplar Niklas Luhmann, Die Theorie der Ordnung und die natiirlichen Rechte,
Parado ' S t ° r i s c h e s Journal 3 (1984), p. 133-149; además idem., The Third Question: The Creative Use of
16
AsTv'" L a w a n d Ijt t? al History, Journal ofLaw and Society 15 (1988) p. 153-165.
s
Pierre r> ®are'> D e la fermeture á la ouverture en passant par l'autonomie? en Paul Dumouchel/Jean-
u
puy (edits.), L'Auto-organisation: De la physique au politique, París 1983, p. 466-475.

129
Es obvio que eso n o es ningún m é t o d o intachable. También aceptamos qn e I
sirve como p u n t o ciego que desparadojiza su propia paradoja al suponerla e l
objeto. Pero no conocemos otra posibilidad mejor. Se p u e d e hacer de otra man i
pero como parece enseñar Godel, no mejor. Sólo queda la posibilidad de realj?, ^
invisibilización de la paradoja lo más transparente posible y de aclarar, por l n
rt e
nos, cuál es el p u n t o ciego que se utiliza. '-
Para resumir: la tradición había comprendido la verdad como la anulación de 1
diferencia. Podía tratarse de la diferencia entre el conocimiento supuesto y u n e
de la diferencia entre ser y parecer, de la diferencia entre el objeto y el conocir,,,
to. Sobre esta base se podía aceptar incluso la renuncia a la determinación de
anulación, y hasta el carácter hipotético de todas las determinaciones de verdad ^
contrario, nosotros partimos de que en la pregunta sobre la verdad se trata de ^
orden previo de otra diferencia, es decir, del orden previo de la diferencia a l a Ve?
universalista y específica entre verdad y n o verdad. Siempre que mediante tal códi
go binario se observe u n a observación, la operación correspondiente es agregada al
sistema ciencia p o r ella producido. El carácter hipotético de todas las determinacio.
nes de verdad no es sino una expresión de esta orientación última según u n código
que deja abierto dos valores opuestos. No es sino una expresión de la autopoiesis de
u n sistema no teleológico que no conoce ninguna finalidad, sino que con cada ope-
ración reproduce también la opción de la aceptación o el rechazo. Y como argumen-
to nos sirve esencialmente la afirmación de que la unidad de tal diferencia no puede
ser observada, o que sólo p u e d e ser observada como una paradoja.

II
En la comprensión cotidiana, es decir, en la comunicación social normal, se parte de
que las comunicaciones que se refieran a la cognición, son aceptadas p o r ser verda-
deras. Por lo tanto, la verdad es u n medio de transmisión exitoso de información.
Eso n o es falso, pero sí unilateral. Al observar la comunicación que utiliza el símbolo
verdad, u n o se coloca en el nivel de la observación de los observadores. Ya no es
posible explicar el supuesto de las comunicaciones con decir que son verdad 17 ; por-
que, ¿cómo hay que determinar, independientemente de u n observador observado,
si algo es verdadero o no? Para el observador de segundo orden, por lo tanto, el
símbolo verdad es u n símbolo de la autoconfirmación del proceso comunicativo ob-
servado y n o algo que podría ser revalidado mediante condiciones independientes.
Es u n símbolo para la capacidad de enlace de la comunicación establecida en e '
proceso comunicativo mismo.
La verdad es, por lo tanto, una designación desarrollada en la comunicación para
fines de la comunicación, una institutionalized labeln. Con designación se determina >'n
m o m e n t o de arbitrariedad. Eso es importante para la siguiente exposición, per°
p o r supuesto no significa que esa designación sea arbitraria y p u e d a ser manejada

" Por ello para la sociología cognitiva no basta ocuparse con opiniones falsas o errores, y de ex plicarlos
tal como si !a explicación de las opiniones verdaderas resultara por sí sola, es decir desde su verdad.
18
Esta formulación en Barry Barnes, Scientifie knowledge and sociological theory, Londres 1974, p- 2-

130
• falliente en cada caso. El término arbitrariedad nos sirve, más bien, como
^ jj C ación para las observaciones y las descripciones. Tenemos que colocarnos
in
u jj3 v e j de la observación de segundo orden y preguntar para quién (para cuál
e lU
e ti ' ( | o r ) esa designación designa algo. Los observadores que han de ser observa-
pt>selA ' en este caso, el sistema comunicativo sociedad y el sistema funcional ciencia
en la sociedad 19 . Resalta en primer lugar que en la práctica científica se
neo de verdad. Se utiliza u n lenguaje que se refiere a esta práctica. Se habla,
liab'' 1 !' , d e hipótesis, experimentos, resultados de la investigación, etcétera;
por e ) i ) 0 debe llevarnos a la conclusión de que el científico no está interesado en
P a t r i a d o la falta de verdad. Sólo que esa diferencia esté ligada a una observación
Ia v t r u l d o orden, y n o es sino en este nivel que el sistema científico p u e d e obser-
SC
^a sí mismo; lo cual, p o r supuesto, n o lo tiene que hacer ni comunicar siempre.
endientemente de lo que se pretenda designar con el término verdad., e inde-
dientemente de cuánto esté restringida la arbitrariedad principal de la diferen-
ciación y I a designación mediante procesos autorregulatorios en el sistema: sólo
dernos obtener información acerca de ello mediante la observación del observa-
dor de segundo orden, en cuanto éste oriente su observación mediante el esquema
verdadero/no verdadero. Todos estos niveles de observación p u e d e n y deben ser
actualizados o p o r t u n a m e n t e en el propio sistema científico (lo cual vale también
para el texto aquí presentado). En todos estos niveles, se trata de procesos de obser-
vación empíricos con sus propias diferenciaciones respectivas, es decir, aun en la
descripción de estos procesos se trata de u n a teoría empírica, si bien ésta debe
responder a altas exigencias teóricas en cuanto a las condiciones autorreferenciales
consideradas, además de tener que realizar sus propias operaciones en u n segundo
y hasta un tercer nivel de observación.
Con esto queda dicho, además, que la verdad es un símbolo comunicativo, utili-
zado con o sin éxito, asociado y aceptado en las comunicaciones, es decir, trasladado
a otras comunicaciones, o no. La verdad misma existe, entonces, como un m o m e n t o
de las operaciones, o n o existe. La verdad misma no es "relativa". Sostenemos que se le
uiiliza y se le debe utilizar exclusivamente de manera autorreferencial. No contiene
referencia ajena alguna, ya que no existe ninguna verdad fuera de la verdad. Con-
trario a una opinión ampliamente difundida, el corte de la referencia ajena y de la
renuncia a todo tipo de teorías de adecuación o correspondencia de la verdad, de
ni
nguna manera implica u n relativismo ni mucho tríenos el anything goes. Sucede lo
c
°ntratio. La verdad funciona como un símbolo utilizado en procesos empíricamen-
e
observables. Sólo sucede lo que sucede. Un observador bien p u e d e preguntarse
P°r qué sucede como sucede. Puede imaginarse, desde puntos de vista por él selec-
c
'°nados, qué podría suceder de otra manera. Puede ver la verdad como u n ente
c
°ntingente. Pero también eso lo tiene que hacer, si no, no sucede. El observador también
P u ede ser el sistema observado, y en el caso de la ciencia que se vuelve compleja en
Asiría, es poco probable que alguien más esté en condiciones de observar de

i. T.1 te
Co or(a cognitiva clásica hubiera remitido en este lugar al hombre, o al sujeto que refleja su
«lición.

131
m a n e r a adecuada. La autoobservación, a su vez, p u e d e ser determinada corno
verdad. Pero también eso tiene que suceder de hecho, o no sucede. Y siempre cua^
do se indaga y se quiere saber por qué sucede, hay que volver a realizar una obsei-
vación de la observación.
I n d e p e n d i e n t e m e n t e de lo que suceda para compensar esta separación del e^
torno, tiene que suceder en el sistema, como vamos a exponer en el siguiente c a pj
tulo, y tiene que ser realizado operativamente m e d i a n t e modificaciones de
utilización del símbolo verdad. La relación operativa que utiliza este símbolo
f i n a l m e n t e , el p r o p i o sistema f u n c i o n a l ciencia— se lleva a sí m i s m o a
autoobservación y, durante el proceso de esta autoobservación, a la adición del síijj
bolo negativo no verdad así como a las posibilidades del trato comunicativo de l as
indecisiones con respecto a la verdad y la no verdad; finalmente, se lleva a sí mism 0
incluso a diseñar proyectos para descubrir la verdad. Todo ello, sin embargo, n 0
altera en nada la situación inicial. Al contrario, de esta manera se propicia menos aún
la formación de una correspondencia con el entorno; porque en el entorno no exis-
te, p o r supuesto, n a d a negativo ni n a d a indeciso. Nuevamente, el sistema observa
m e d i a n t e estos símbolos sólo sus propias situaciones.
Posiblemente, eso exista ya básicamente en sociedades primitivas, en caso de que
se disponga de u n lenguaje y, con ello, de la posibilidad de la autoobservación; de la
comunicación acerca de la comunicación. Sin embargo, únicamente con la difusión
de la comunicación escrita, surge la necesidad de los medios de comunicación sim-
bólicamente generalizados. Sólo con el alfabeto surgen innovaciones terminológicas
ingeniosas que indican la búsqueda de soluciones novedosas para problemas
novedosos. Al mismo tiempo resalta, para el caso griego, que las semánticas para la
política y el derecho, para la amistad y la relación solidaria, para la economía y el
conocimiento, divergen. Si bien se intenta relacionarlos en una ética y una pedago-
gía política, los textos disponibles permiten ver que ya n o es una religión común la
que delimita lo aceptable. ¿Qué f u e lo que sucedió?
El detonador parece estar en los cambios ocasionados por la introducción de la
escritura en el sistema de la comunicación social20. La escritura misma es, en rela-
ción con la comunicación social, u n proceso productor de formas per se, de la disolu-
ción y la r e c o m b i n a c i ó n selectiva. Se disuelve o, m e j o r dicho, se divide el
acontecimiento d a d o en una unidad temporal que consiste en la comunicación oral,
la comprensión simultánea, y la obligación inmediata para decidir entre aceptar o
rechazar abiertamente. En seguida, se p u e d e condicionar la recombinación de 1°
dividido mediante nuevas formas. Contrario a como sucede en la comunicación
oral, en la comunicación por escrito, la información, el acto de comunicar y el act°
de comprender p u e d e n quedar ampliamente separados. Los textos son producid 0 5
considerando una comprensión independíente de la situación. Con eso quedan fu e '

20
Así las tesis aceptadas no sin crítica, de Eric A. Havelock, Preface to Plato, Cambridge, Mass. 1963- Cfr
además Jack Goody/ lan Watt, The Consequences of Literacy, Comparative Studies in Society and History I
(1963), p. 304-345; Jack Goody, Evolution and Communication, The British Journal of Sociology 24 (197Í"'
p. 1-12; idem., Literacy, Critidsm, and the Growth of Knowledge, in: Joseph Ben-David / Terry N. Cl* I
(edits.), Culture and Its Creators: Essays in Honor of Edward Shils, Chicago 1977, p. 226-243.

132
jubién aquellas presiones que obligan a una aceptación inmediata de lo com-
r 3 ' ( jjdo. C o m p r e n d e r y aceptar/rechazar son operaciones separadas. Se dispone
p rCl , m p o para reflexionar, ya que el texto no desaparece como la palabra hablada.
dc o C O requiere de una concentración tan completa como la palabra. Estimula
n i e n t e reflexiones secundarias y críticas. Sugiere u n a observación de segundo
jf* ta ^ causa de la separación del acto de comunicar, y el acto de e n t e n d e r y la
k
t'ición o rechazo del contenido ofrecido se convierten también en dos decisio-
* * P V e s o aumenta cuanto más complejos son los textos. La sospecha de ser la
" e S na de un error o de verse abiertamente engañado, encuentra el tiempo sufi-
v C
? " r e para desarrollarse. Y esta sospecha n o se encuentra bajo la presión de la
Cl(
|" r a C C ión entre los presentes que obliga a expresarla de inmediato, bajo peligro
10
i e r d e r la fuerza de convicción debido a argumentos contrarios.
' " El e f e c t o de la historia cultural de esta distancia que se abre entre el acto de
m u l l i c a r , el acto de entender y la aceptación/rechazo, difícilmente se p u e d e sobre-
valorar. En la comprensión crecen las posibilidades de selección, surge una gigan-
tesca extensión de posibilidades que no comprometen de inmediato. Al contrario,
la aceptación/rechazo reduce esta complejidad a una selección entre dos posibilida-
des que comprometen a quien decide. Primero tiene que haber sido improbable que
uno se decida aceptar una comunicación como premisa del comportamiento siguiente,
si la situación no lo obliga a ello. Y este umbral inhibitorio de una creciente proba-
bilidad de rechazo, ¿no llevará pronto a que la comunicación en sí n o tenga lugar?
Parece haber sido este problema secundario provocado por la escritura que, si
bien no ha sido resuelto, sí normalizado de nueva cuenta mediante los recientes
logros evolutivos, es decir, los medios de comunicación simbólicamente generaliza-
dos. Los medios proporcionan una motivación para aceptar cuando la aceptación se
ha vuelto más bien improbable. El acto de comunicar, el acto de comprender y
aceptar/rechazar son puestos bajo condicionamientos amplios cuya abstracción ayu-
de a superar la inmensa extensión de las probabilidades y la distancia entre la com-
prensión y la aceptación/rechazo, de tal manera que no parezca inútil intentar una
comunicación.
En el ámbito del conocimiento filosófico resalta el surgimiento de una ontología:
»n interés por lo que es y lo que mediante la lógica, igualmente nueva, p u e d e ser
j'erificado. La nueva terminología para ello desarrollada revela un origen social d e
a
Problematización 21 , pero el interés por unas esquematizaciones bivalentes que
,f)
men en cuenta la posibilidad de aceptar/rechazar, es proyectado en el ser y,
' l a v a d o así22. Paralelamente surge un individualismo cognitivo de graves conse-
CUe
ncias para la tradición, que asigna la idea correcta/falsa al alma y no a la comu-

Cf
hac¡a * '' E n i s t Kapp, Der Ursprung der Logik bei den Griechen, Gotinga 1965, para la transición
?.ii,n Andamento en una capacidad del alma —en lugar del discurso. Cfr. también Joachim Kowski,
l ] [ . ] 4 r j ' s t e h e n der logischen Argumentation, Rheinisches Museum für Philologie N.F. 113 (1970), p.
*¡C '
« » < , „ , e s fácil de ver, se introduce así un proceso que encuentra su f l n r o n Hegel, con la de-socialización
e a
' dialéctica a un simple proceso de la designaaón de lo indeterminado.

133
nicación. Parece d e p e n d e r de que la cognición se asigne ahora a la conciencia
m e n t e condicionable, y no a la comunicación que procede de manera d e r n a s j a ' |
persuasiva. Desde entonces, se subestima el carácter social del conocimiento; y
subestimación se mantiene con mayor facilidad en tanto el medio d e s a r r o l l a , ^
haya especializado en la coordinación de la experiencia y no en la coordinación S<;
la acción. ^
Los correlatos ontológicos del medio de comunicación verdad han cambiad
problematización en la pregunta sobre qué es lo que existe materialmente V^
institucionalización del medio, sin embargo, tenía que resolver un problema e n t e r
m e n t e distinto. Tenía que ver con un problema que era consecuencia de la inv e ^
ción y la difusión de la escritura. Tenía que hacer posible la comunicación p e s e
una mayor improbabilidad y, a la vez, abrir el camino para un aprovechamiento d
esta mayor complejidad obtenida. Sólo aparentemente trataba de entender el m l l t )
do como es. En realidad, por lo menos así lo describe la teoría que aquí presenta
mos, surgieron nuevos problemas d e comunicación. En el ámbito comunicativo
ampliado por la escritura, había que desarrollar posteriormente las bases estructu.
rales para la autopoiesis de la comunicación social. Las instituciones que finalmente
podían lograr eso, las llamarnos medios de comunicación simbólicamente generali-
zados, y la verdad es uno de los casos más importantes.

III
¿Qué es un medio? ¿Qué es un medio de comunicación? ¿Qué es un medio de
comunicación simbólicamente generalizado? Si pretendemos tratar la verdad corno
un medio de comunicación simbólicamente generalizado, en primer lugar tenemos
que esclarecer estos términos.
Primero hay que aclarar que no se está hablando de los llamados medios masivos: j
periódicos, televisión, etcétera. Tampoco nos referimos a inst-aciones de técnicas í
de transmisión de todo tipo, por ejemplo cables u ondas de radio. Ya hemos separa-
do el término de comunicación de la idea de una transmisión de noticias. La comu-
nicación produce una forma en un medio, en primer lugar en el medio del lenguaje,
y en todo caso produce algo mediante la forma, que la teoría xlspeech act llamaría
commitments, o Maturana mutual orientation de los sistemas vivos > psíquicos 23 . Por lo
mismo, los medios tampoco son cosas especiales, es decir, no son observables (no se
p u e d e observar la verdad), sino que sólo se pueden deducir mediante la observa-
ción de formas. Eso quiere decir, Finalmente, que los medios como tales, puros, n °
p u e d e n ser reconocidos, a no ser que se observen sus componentes (partículas de
aire, palabras, etcétera) como formas, lo cual, sin embargo, presupone a su vez otro
medio. Al principio de este capítulo hemos determinado que el crmino verdad es el
c o m p o n e n t e de u n a diferenciación que debe ser practicada en el ámbito de la obser-
vación de segundo orden. Si se quiere saber, entonces, qué es la erdad, n o hay que

85
Cfr., resaltando especialmente este aspecto (secundario para riosoros) Terry Winograd /Fernando
Flores, Understanding Computers and Cognition: A New FoundationforDes», Reading, Mass. 1980,
sobre todo p. 76s. (trad. al alemán Berlín 1989).

134
ajgo determinado (por ejemplo las características de determinados enuncia-
observar a este observador para descubrir cómo trata la diferencia verdad/
dos)' ! ' c j a£ i ) para producir las siguientes diferenciaciones (formas).
Uo v e r '^-guientes reflexiones se conectan con dos puntos teóricos, hasta ahora no
24
aC [ 0 s: la teoría de los medios de percepción, de Fritz Fleider , y la teoría de
aC1
r el °". o S j e intercambio simbólicamente generalizados, de Talcott Parsons 25 , Con
111
los ^ a j término medio, la función de enlace bajo la condición de una diferencia-
r eS P C decisiva para ambos puntos de partida. Heider comprende el medio (sus
ci° n j oS s o r l i a luz o el aire) como una gran cantidad de elementos ampliamente
e ern
j ^ c j o S que p u e d e n formarse mediante estructuras estrictamente acopladas. En
aC
°^. e n tido, por ejemplo, se puede v e r el lenguaje como u n medio que permite una
este
cantidad de posibles enunciados, pero que como medio aún no determina
6
¿les enunciados son realmente hablados, registrados y recordados en el medio.
C
El propio Heider parte todavía de la diferencia clásica entre el sujeto y el objeto,
e se supera mediante la percepción. Visto así, su concepto de medio —o con
mayor precisión, la diferencia entre el medio y la forma— toma el lugar de u n a
enorme instrumentación de esfuerzos trascendentales y teóricos o dialécticos para
resolver el problema de la coincidencia entre la cognición y el objeto. Su concepto
de medio muestra empíricamente cómo sucede que a partir de contactos con el
entorno se forman ideas sobre los objetos; p o r así decirlo, a causa de que la luz y el
aire pasen por encima de las irregularidades del entorno, se ajusten a ellas y parti-
cipen las impresiones recibidas a una amplitud muy estrecha de una capacidad re-
ceptora del organismo.
De estos análisis, se p u e d e sustraer la diferenciación m u c h o más generalizada
entre el medio y la forma. Diferenciación entre el medio y la forma no quiere decir
que los elementos acoplados amplia y estrictamente existan necesariamente parale-
la e independientemente unos de otros. El aire es aire, pero sólo es un medio en
tanto transporta sonidos. También la luz es u n medio únicamente para la percep-
ción que sólo puede percibir las formas en la luz, como luz fijada, por así decirlo 26 .
El lenguaje es únicamente u n medio en cuanto se le utilice para decir algo más o
menos determinado. De la misma manera, la verdad sólo es u n medio en tanto nos
permite formular teorías y determinar los enunciados como verdaderos o no verda-
deros. En el ámbito del lenguaje, se sobreentiende la presentación de u n gran nú-
rne
r o de posibilidades no acopladas por el vocabulario y por la disposición de las

Cfr
85 - Dingund Médium, Syposium 1 (1926), p. 109-157.
e
j n trad. al alemán: Stefan J e n s e n (edit.), Talcott Parsons, Zur Theorie der sozialen
smec en
¡n S ' '' > Opladen 1980; además: Jan J. Loubser etal. (edits.), Explorations in General Theory
2°cial Science: Essays in Honor of Talcott Parsons, Nueva York 1976. Part IV (tomo II, p. 448ss).
<je ' a t a observar la forma, que la luz misma hace posible, se requiere por ello de la física. La física habla
tien ^Pwo qué es, entonces, el medio de los rayos? ¿El espacio vado? En alguna parte, en todo caso,
que ''IJe c o ' a P s a r la diferenciación medio/forma, ya que en última instanda la propia diferenciación tiene
s e ^ " v e r t i r s e en una forma para la cual no existe ningún exterior, ningún medio. El concepto del mundo
alio- e et 'tonces paradójico y la física se sirve de metáforas (como por ejemplo "fuente"), que señalan una
no observable.

135
reglas restrictivas de acoplamiento. Además, las palabras pronunciadas n o se gas ta
por ser habladas. El medio existe en determinaciones, pero n o mediante ellas. En
caso de las verdades teórica e ideológica o incluso cotidianamente d e t e r m i n a d ^
siempre existe, por lo menos para la ciencia, una liquidez restante de posibilidad '
de verificación y variación. Retomaremos este terna cuando tengamos que disti^J
guir entre teoría y método. La diferenciación entre el medio y la forma en el sentid
de debilidad y fortaleza, de acoplamientos amplios y estrictos, y en consecuencia \
suposición de una asimetría, es decisiva para la formación de los términos: la form
más rígida se i m p o n e frente al medio más libre, determina lo indeterminado, y e s Q
i n d e p e n d i e n t e m e n t e de si y cómo u n observador juzgue el resultado como bueno
verdadero, racional 27 .
Si se distingue de esta manera entre medio y forma, se diluye prácticamente el
problema clásico de la referencia. Se sustituye como problema. En lugar de la pr e .
gunta sobre qué intentan los pensamientos y significan los enunciados, se presenta
—en caso de presentarse algo— la pregunta mediante qué formas se p u e d e consti-
tuir algo como m e d i o de realización de la forma. La pregunta conceptualizada
semiológica o semióticamente, tiene que ser integrada en una teoría cognitiva que
p a r t e del constructivismo. El vacío que surge se llena con la diferenciación entre el
m e d i o y la forma. La cognición no funciona cuando lo que designa existe tal como
lo designa, o por lo menos aproximadamente al m o d o en que lo hace. La cognición
funciona produciendo acoplamientos en la relación circular entre el medio y la for-
ma. Lo acoplado ampliamente es acoplado estrctamente. Lo predeterminado es
determinado. Es así que la capacidad de disolución temática, que se debe al conoci-
miento mismo, es e m p u j a d a cada vez más lejos, hasta lo invisible, ámbitos inferio-
res al átomo. La química, la física, la biogenética, la lingüística formulan el mundo
como un ámbito para posibles recombinaciones y, en este sentido, ven la evolución
como u n productor de formas que prueba qué procede. El redescubrimiento en los
objetos reconstituye el medio como diferencia con la forma y abre nuevas posibilida-
des para imponer formas; con el término verdad, se designa el éxito obtenido bajo
estas condiciones. Sólo así se p u e d e comprender el enorme éxito de la técnica mo-
derna. No se trata de las consecuencias del descubrimiento de leyes de la naturaleza
hasta ahora desconocidas, sino de una estructura constructiva de relaciones siempre
nuevas entre el medio y la forma.
Lo anterior nos lleva a la pregunta de cómo se acoplan y desacoplan las formas en
el m e d i o de la verdad. Eso lo explica el concepto de la codificación. Retomaremos el
p u n t o detalladamente 2 8 para restringirnos en este m o m e n t o a lo básico. Como toda
forma, el código es u n a forma bilateral con un lado interior (la verdad) y u n o exte-
rior (la n o verdad). La unidad de esta forma sirve de mediador entre el m e d i o y I a
forma. Define (delimita) el medio hacia el exterior. Hay que escoger esta forma
para operar en el medio de la verdad, y no hacer cualquier otra cosa. Al misnio
tiempo, esta forma es una forma abierta que aún no determina qué se acopla y

"7 Cfr. Niklas Luhmann, Kunst ais Médium, Delfín VII (1986), p. 6-15.
28
Cfr. infra, apartado V.

136
únicamente establece una diferencia entre las posibles coordinaciones de los
v e r d a d y no verdad. Por lo mismo, el código como diferenciación debe ser
va' 0 ' e b ¿ 0 aiin en otro sentido: el de los programas del sistema que especifican
difc^' , c o n d i c i o n e s es correcto o incorrecto determinar algo como verdadero o 110
1)3]° ' l ' " r o Y sólo esta diferenciación entre el código y el programa le otorga al
ver' 13 | ( f 0 r m a que designan aquellas operaciones que acoplan y desacoplan el
m e * * j u r a n t e e ¡ continuo proceso de hacer enunciados capaces de contener la
El ámbito en el cual eso sucede, el del conocimiento posible, por lo tanto 110
á nensarse independiente de la codificación. No existe independientemente
p11 ( | e ¡ a producción de verdad. Es producido correlativamente con la constitu-
aIlt<
^de las formas para la producción de formas (precisamente: el código y los
Cl0r
jrnmas), y e s o ] G resumimos en el siguiente enunciado: la verdad es u n m e d i o
codificado-
El sustrato medial de la verdad n o es, entonces, sino la capacidad de disolución
de la ciencia vertida exitosamente en una forma, y que diseña un m u n d o que permi-
te también otras c o m b i n a c i o n e s ; p o r e j e m p l o , un m u n d o m a t e m á t i c o . La
recombinación es, entonces, la ocupación con méritos propios, y la teoría es la for-
ma de un programa considerada actualizable en cada caso, impregnada al m u n d o
por la evolución y la técnica, y que se realiza en el medio gracias a su rigidez (¡v p o r
ningún otro motivo!). Se refleja, al mismo tiempo, que la diferenciación entre el
medio y la forma n o es, a su vez, sino u n a diferenciación, es decir, sólo u n instru-
mento de observación que, si se le utiliza de hecho, queda implantado como forma
en un unmarked, stateM.
Una observación teórica y científica instrumentada así, p u e d e ser observada me-
diante otras diferenciaciones, por ejemplo mediante la diferenciación entre sistema
y entorno, es decir mediante la pregunta: ¿qué sistema en qué entorno observa
precisamente así y n o de otra manera, y se sirve precisamente de éstas y 110 de otras
paradojas? Pero sobre todo hay que insistir en que un medio sólo puede ser observa-
do en el contexto de la diferenciación con la forma, y nunca de manera pura, por-
que eso nos regresaría al concepto tradicional de la materia. Y así como el aire sólo
sirve de medio acústico cuando él mismo no produce ruidos, es decir, sólo sirve
como forma cuando produce ruidos y entonces se llama, p o r ejemplo, viento; así
tai
nbién, la verdad es únicamente un medio si permanece imperceptible y n o pro-
jCe ruidos molestos, por ejemplo, en la forma de una verdad manifestada como
giosa. Pese a ello, en determinados casos, así como se puede observar el aire,
len
se p u e d e observar la verdad cuando se desarrollen formas rígidamente
ner P o r ejemplo, teorías de verdad que, sin embargo, tendrán que presupo-
su
propio medio para poder ser forma ellas mismas.

Clrca
l¡sttlQ de las paradojas induidas, si bien para empezar no tomadas en cuenta, respecto del universa-
G)'aatlv
HviH ^ e ' /r.
e ef
' nentarismo, así como del principio y del fin, cfr. siguiendo
a George Spencer Brown a Ranulph
e
(edit.i A ' r r a n ™oVarela, "Your Inside is Out and Your Outside is In" (Beatles 1968), en George E. Lasker
b pplied S s t e m s a n d
° jeku^ y Cybernetics, t. II, Nueva York 1981, p. 638-641; trad. al alemán en Glanville,

137
En u n texto poco conocido, Parsons formula una idea similar. Según él, la c a r ^
terística de un medio consiste en coordinar elementos diversos mediante una g e í )
ralización, creando así la posibilidad de tratarlo como una unidad simbólica3»
diferencia de Heider, Parsons piensa en dirección opuesta; por así decirlo: piensa ^
dirección kantiana, desde la diversidad dada hacia la unidad. Pero también por **
parece fructífero combinar ambas teorías. Las diferencias amplio/estricto y d i v e ^ 0
dad/unidad son perpendiculares. Al cruzarlas, se produce una teoría general. '
El acoplamiento estricto de hecho p u e d e ser comprendido, según Parsons, C ( ) r | |
la producción d e unidades generales, capaces de m a n t e n e r su unidad bajo divers a °
circunstancias, mientras que el sustrato acoplado ampliamente sucumbe bajo cu a j
quier presión. El concepto de Heider llama la atención sobre lo siguiente: en primer
lugar debe existir u n sustrato medial como la luz, el lenguaje o el dinero. El concep
to d e Parsons muestra que la rigidización no debe ser simplemente una concretización
como huellas en la arena, sino que a su vez puede hacer una aportación a la erner-
gencia de generalidad que p u e d e ser sostenida como unidad y mostrar precisamen-
te u n a alta invariante.
Mediante la combinación de ambos puntos de partida, obtenemos u n sentido
para la alta no arbitrariedad (improbabilidad) de la selección evolutiva. ¿Cómo se
produce ese conjunto maleable, libremente acoplado de elementos parecidos, y cómo
descubre la f o r m a la posibilidad de actualizarse en él? ¿Cómo se produce el aire de
tal m a n e r a que p e r m i t e escuchar y distinguir sonidos? ¿Cómo se producen parásitos
con base en u n sustrato medial, en este caso, oídos y cerebro, que saben aprovechar-
lo? Y ¿cómo, a su vez, bajo condiciones ciertamente excepcionales, las formas obte-
nidas pueden ser nuevamente generalizadas y servir a su vez como sustratos mediales
para la recepción de otras formas, p o r ejemplo como dinero, para mencionar el
caso paradigmático del análisis de Parsons? 31 . Alas preguntas de tipo "cómo", ten-
drá que responder una teoría de la evolución; pero esa presupone a su vez una
comprensión suficientemente compleja de los medios y los sistemas.
La convergencia de las conceptualizaciones de Heider y de Parsons se muestra espe-
cialmente en el caso del lenguaje, que tendrá un significado fundamental para los si-
guientes análisis. El lenguaje es obviamente u n medio en el sentido de Heider, es decir,
un conjunto ampliamente acoplado de palabras y reglas de aplicación, sin que se deter-
mine cuáles enunciados producen sentido volviéndose memorables. El lenguaje es un

50
Citemos aquí el texto: "The concept of médium to us implies that it establishes relations between o r
among diverse and variant phenomena, tendencies, and so on. If this is the case, media rnust be able W
relate to these entities beyond simply dissolving into their diversity. This property of a médium, namely<1S
capacity to transcend and thereby to relate, diverse things, may be called its generality, which varíes by leve'5
of generalization. Logical generalization is oneprimary mode of this... Henee, it can be said that a mediun1
is general and cari serve to facilítate interchanges. Indeed, interchanges are in a sense the mechanisnis, W
which a médium can perform its integrative functions." (A Paradigm of the Human Condition, in Talco'1
Parsons, Action Theory and the Human Condition, Nueva York 1978, p. 352-433 (395).
Véase también la atrevida comparación de agua y dinero en Parsons, op. cit. (1978), p. 400s, siguiendo
a Lawrence J. Henderson, The Fitness of the Environment: An Inquiry into the Biological S i g n i f i c a n c e
Properties of Matter, Nueva York 1913.

138
to medial. Sólo mediante el habla obtiene un sentido determinado. Pero también
^"•gje
sus' en sí de elementos altamente rígidos: no hay que variar ni mínimamente las
coV\ ,lS s i queremos mantenemos en el marco de la comprensibilidad. También Parsons
pa';l.' siguiendo las sugerencias de Víctor Lidz32, el lenguaje como paradigma para
c n>l
° i de los medios simbólicamente generalizados. Para Parsons, el significado del
la ii a m arlo lenguaje consiste en que sin él, las generalizaciones simbólicas (es decir,
u lt;í 1 no estén determinadas por correlatos naturales) no son posibles, y sin la genera-
las q " e imbólica, la constitución significativa de la acción, es decir, la integración de
s:
'ÍZ 'diferentes componentes, tampoco es posible
queremos perdernos en los detalles de la construcción teórica sugerida 33 , sino
• amenté retener cuáles condiciones previas entran en el concepto del medio.
linlC
r r n i n a n t e para la conceptualización no es u n objeto unitario, sino una diferen-
• la posibilidad de que u n sustrato medial quede ocupado por una forma. El
edio coordina esa diferencia y p u e d e hacer posible invariantes así generalizadas,
•e a su vez puedan servir de sustrato medial. Esta teoría presupone que los acopla-
mientos más rígidos se imponen a su sustrato medial, y que en ello de ninguna
manera haya eo ipso una ventaja racional. Justamente p o r eso, la evolución parece
encontrar las posibilidades de reutilizar las formas como medios.
En este mismo sentido, la verdad es, en su sustrato medial, una comunicación
social no determinada. No existe fuera de la sociedad —lo cual no excluye que la
conciencia participe en ella por interpenetración. Se trata, por lo tanto, n o de una
relación de coincidencia entre el pensamiento y el ser o el sistema y el entorno, sino
de una maleabilidad de sí mismo, una autoestracturación del sistema. Los conoci-
mientos que lucen su etiqueta de verdad, lo cual los legitima para seguir siendo
utilizados, son el resultado de una morfogénesis que tiene que crear en el sistema
inismo nuevos sustratos mediales (por ejemplo, metodologías aplicables a casos aún
desconocidos), cuando el conocimiento adquirido debe progresar. Y también para
eso tendrá que valer, si bien bajo condiciones más fuertes y una mayor improbabili-
dad, que el sustrato medial tiene que ser coordinado con la forma que lo malea. En
este sentido, la verdad es, como cualquier otro medio de comunicación generaliza-
do, inevitablemente simbólica.
IV
Los símbolos son mistificaciones" 34 . Las mistificaciones son invisibilizaciones. Las
•nvisibilizaciones encubren las paradojas. Cuando hablamos de medios de comuni-

c
J fr. Víctor M. Lidz, Introduction (Part II), in Loubser etal., op. cit., 1.1, p. 124, 150. Trad. al alemán en
kwbser et al. (edits.), Allgemeine Handlungstheone, Francfort 1981, pp. 7-79.
,jjt " so n os llevaría, entre otros, a la discusión poco provechosa acerca de si Parsons utiliza el lenguaje o el
corno
lo paradigma para la teoría general de los medios, y si uno es compatible con el otro. Véase como
Ver( ...S I e c ' e nte Jan Kiinzler, Talcott Parsons' Theorie der symbolisch generalisierten Medien in ihrem
zuS racheund
Und g P Kommunikation, ZeitschriftfürSozíologie 15 (1986), pp.422-437; idem, Medien
lQs ' ese 'lschaft, Stuttgart 1989. Una contradicción de estos dos paradigmas parece obvia cuando se rebasa
el t< x | ; ' S O S e n unciados de Parsons acerca de la teoría del lenguaje, e introducimos ideas no parsonianas. En
i., ° 'ntentamos, sin embargo, aclarar primero el concepto de medio.
°valis, Fragment 1954, cit. según la edición Ewald Wasmuth, Fragmente, t. II, Heidelberg 1957, p. 65.

139
catión simbólicamente generalizados, encontramos allí un indicio de una fundarti e r )
tación paradójica del conocimiento, pero formulado de tal manera que el sistejjj
de comunicación de la sociedad pueda recibirlo y utilizarlo sin perder el e q u i l i b r é
y q u e d a r bloqueado p o r la paradoja. •
El concepto del símbolo n o debe c o n f u n d i r s e con el del signo, a n o ser n '
u n o se quiera referir a los signos de u n a paradoja. El concepto designa, de a c u e r ^
con su procedencia, la u n i d a d de u n a diferencia, la coordinación de lo separad°
(en p r i m e r lugar: el anfitrión y el inviiado) 3 5 . En el viejo i n u n d o , f r e c u e n t e n ^
te se usa la diferencia misma corno símbolo para el todo: como hendiadyoin. P c r o
¿cómo se explica la necesidad de medios de expresión particulares, especialiy a '
dos en esta función?
Partiendo del origen del concepto, se p u e d e decir: el símbolo p e r m i t e com-
p r e n d e r la reentrada de una diferencia en lo diferenciado p o r ella. Sirve como
signo de la hospitalidad en la mano del huésped. En lo familiar, sirve como signo de
la relación entre lo familiar y lo desconocido 36 . El concepto d e la reentrada (r<?.
entry) —también una especie de encubrimiento de la paradoja— proviene de l a
lógica de George Spencer Brown 37 . Afirma lo no idéntico como idéntico, tratando
la diferencia original como la que reaparece en lo diferenciado 3 8 . Retomando esta
idea para la teoría d e sistemas, se p u e d e hablar de una reentrada de la diferencia
entre el sistema y el entorno en el sistema; o también de un manejo autorreferencial
de la diferencia entre autorreferencia y heterorreferencia. En todos estos casos, el
proceso de disolución de la paradoja se p u e d e describir como tal, es decir, me-
d i a n t e u n a referencia a la paradoja reconocible aún. P r e t e n d e r que se vuelva
o p e r a t i v a m e n t e capaz de enlace y utilizable, requiere la "mistificación", de la
simbolización.
Simbólicamente, la comunicación se designa a sí misma en la u n i d a d de lo
diferente. N o r m a l m e n t e , eso n o requiere ninguna formulación. En la investiga-
ción, los enunciados formulados no son designados especialmente como verdad
— u n artista t a m p o c o a ñ a d e a sus obras el m e n s a j e d e que son bellas39. Las
formulaciones tienen la función de lograr una comprensión con base en la cual se
p u e d a aceptar o rechazar el sentido ofrecido del mensaje. Pero es precisamente
esta diferencia, la que se p r e t e n d e superar m e d i a n t e la simbolización. J u s t a m e n t e
la n o designación de la verdad en la investigación comprueba la función como un
m e d i o simbólicamente generalizado. Pero en su lugar, d e b e quedar claro el con-

55
Cfr. Walter Mi'iri, Symbolon: wortilnd sachgeschichtliche Studie, Berna 1931.
56
Cfr. Niklas Luhmann, Die Lebenswelt -nach Riicksprache mit Phánomenologen, Archiv für R e c h t s
und Sozialphilosophie 72 (1968), p. 176-194.
" Laws of Form, reedición Nueva York 1979.
" Al conocedor resaltará la similitud con el término "différence" de Derrida.
59
Eso ha conducido a discusiones acerca de si realmente existe una diferencia entre enundados como "A
es" y "Es verdad que A es". Ciertamente sf existe una diferencia, pero únicamente para el observador q"e
pretende tematizar el enunciado en vista de la diferencia verdad/no verdad. Cfr. Jürgen Haberma 5 '
Wahrheitstheorien, en Vorstudien und Ergánzungen zur Theorie des komrnunikativen Handelns. Francfort
1984, p. 127-183 (129ss).

140
e n el cual una comunicación es asignada a u n d e t e r m i n a d o medio simbólica-
te%
!°te generalizado 4 0 .
" míe circula en el sistema es, por lo tanto, la referencia explícita o implícita a
f i n a d a s condiciones exitosas de la comunicación. Se pueden encontrar tanto
d c t e fj r mación de la verdad como de la no verdad o en equivalencias semánticas,
en C i m e n t e en una simple suposición. Algo no planeado como afirmación de ver-
° ^ , n a u e d e convertirse en ella cuando una comunicación posterior, m e d i a n t e una
f 1(
'* '' ja> r e f u t e o afirme la verdad. Gomo en todo pensamiento y en toda cornuni-
n una extensión respecto a lo demás que se organiza a sí misma, se mueve en
Ca<
ti<-'Hip°' Y precisamente el simbolismo del medio permite esta relativa i n d e p e n -
e UC
' - (je ] a simple sucesión de las operaciones reales.
Esta explicación general aclara el concepto del medio de comunicación simbó-
l i c a m e n t e generalizado. Al buscar casos en los cuales esté realizado este tipo de

edio, resalta otra característica. Donde sea que se haya d a d o la formación de


medios de este tipo d e fomento comunicativo, la encontramos codificada de ma-
nera binaria, es decir: provista de dos valores opuestos y excluyendo u n tercero.
¿Por qué?
La explicación podrá encontrarse en relación con esta bivalencia con los requeri-
mientos de la autopoiesis de los sistemas funcionales complejos. Estos sistemas n o
interrumpen su actividad cuando hayan logrado sus fines o cuando quede clara que
no puedan lograrse. No son sistemas teleológicos, programados hacia u n fin deter-
minado. Al contrario, la estricta bivalencia está construida de tal m a n e r a que el
sistema continúe funcionando aun con no valores. Ciertamente, los n o valores no
son capaces de enlace, y en el sistema no se puede hacer nada con no valores (con
injusticia, con falta de poder, con no tener); pero la especifiación de los hechos que
cumplen con el no valor, dirige al mismo tiempo lo que es posible pese a ello, o
precisamente a causa de ello. Dicho de otra manera, la bivalencia garantiza frente a
todos los casos posibles, la autopoiesis del sistema. No p u e d e evitar influencias exte-
riores letales, pero sí evita que el sistema proyecte, j u n t o con la especificación de su
propia operación, su propio fin.
En nuestro caso, la ciencia, el medio verdad opera bajo el código verdad/no ver-
dad. Al autoaplicarse este código, se producen las consabidas paradojas. Mediante
'as paradojas hay que pagar prácticamente el hecho de que el sistema intenta asegu-
rar su propia autopoiesis por su propia cuenta. Al encontrarse con una paradoja, de
10
no hay continuidad, el sistema se desequilibra, oscila entre u n o y otro valor y
0cu
p a de ellos hasta que u n o se lo impide. Se ha intentado resolver el problema
e
'as paradojas mediante la prohibición de ciertos enunciados (por ejemplo, "este
^ c i a d o n o e s verdad"). Pero allí se pierde de vista que todo el campo operativo
medio es infectado por la paradoja. Se puede contrarrestar mediante la técnica

Es 1
vfcüjjj ° muestra de manera muy bella la "teoría de la integradón" de Rudolf Smend, convirtiéndose en
de) e 3 ' e e s t a invisibilización del medio llamado poder, de manera "filosófica" (perteneciente a las ciencias
,iiir|(i n t u ) - VéaseVerfassungund Verfassungsrecht(1928), cit. según Staatsrechtliche Abhandlungen und
re
Aufsátze, Berlín, 1955, p. 119-276.

141
de la reentrada41. Entonces sólo se aceptarán como verdad los enunciados cuy a n
verdad quede excluida, y como no verdad únicamente los enunciados cuya verd °
quede excluida. Así, el problema, si no es resuelto lógicamente, sí queda d e s a r m é ' 1
operativamente. Se p u e d e continuar y buscar las condiciones bajo las cuales aci °
ten "verdad" o "no verdad" 4 2 .
Así se entiende p o r qué a Parsons le importa tanto que los medios deban
líquidos y se pasen de m a n o en m a n o (circulation)*3. La analogía con el dinero, corn ^
se ha objetado muchas veces, no es razón suficiente. Tampoco nos basta indic a r i
necesidad de inlerchange en sistemas de acción diferenciados. El problema se pu e c j
pasar a u n nivel aún más fundamental para ver en la simbolización concreta
exigencia de la autopoiesis de sistemas en proceso de comunicación. El símbo]0
debe p o d e r asegurar la capacidad recurrente de enlace de las operaciones subs¡
guientes; de las comunicaciones subsiguientes, sean afirmativas, sean negativas. Tien e
que tener capacidad de memoria, es decir, tiene que p o d e r asegurar memorización
de m a n e r a que las siguientes operaciones pueden probar si operan de manera con-
sistente o no, mediante una aplicación anterior del símbolo. Korzybski habla de la
posibilidad de retener el tiempo 44 . Si nos quedáramos en la paradoja, únicamente el
contrario exacto sería capaz de enlace, y el sistema se pondría a oscilar. El simbolismo
permite, al contrario, el enlace de comunicaciones que sigan más adelante, no sólo,
aunque también, de comunicaciones exactamente contrarias. Despliega la paradoja
y permite la evolución de un sistema.
Aquí surge ya una conclusión de mucho alcance: el medio simbólicamente gene-
ralizado no p u e d e ser reducido a un principio o u n criterio de verdad. Depende de
que pueda traducirse en la forma de una teoría. No p u e d e funcionar sin teoría. No
p u e d e , como ya hemos dicho, ser observado sin teoría. Ciertamente se p u e d e seguir
p r e g u n t a n d o en un sistema ya instalado por su unidad, se p u e d e reflexionar, se
p u e d e n proponer teorías correspondientes, y en este contexto, se p u e d e n formular
criterios de verdad; pero todo eso es siempre un esfuerzo secundario que presupone
la autopoiesis del sistema como going concern. Retornaremos el punto más adelante.
Además tenemos que considerar la posibilidad no eliminable de la negación. En
una diferencia, se p u e d e resaltar el conjunto y lo separado. En el mismo sentido, se

41
Retomaremos el punto en el capítulo 4, VI y en el capítulo 5,11.
42
Los filósofos del lenguaje (entre ellos J ü r g e n Habermas, cfr. Nachmetaphysisches Denken-
Philosophische Aufsátze, Francfort 1988) piensan con frecuencia que la comprensión de una comunicad^®
consiste en que se conozcan las condiciones bajo las cuales es verdad o no verdad (o en Habermas tambi®'
que valga o no de manera análoga con la verdad). De allí se concluye a una estrecha relación entre cuestión1"'
de significado y cuestiones de valor (Habermas, op. cit., p. 142, 147 ss). Nuestro análisis muestra que al"se
trata de un caso excepdonal muy específico que n o vale en general para la comprensión de la comunica^"
lingüística. Presupone una observadón binariamente codificada de segundo orden.
45
Así hasta el más alto nivel de las teorías más abstractas. Véase p. ej. A Paradigm of the Human Cond' 1 ' 0 ^
op. cit., p. 395; Sorial Structure and the Symbolic Media of Interchange, en Talcott Parsons, Social S>^tf'r
and the Evolution of Action Theory, Nueva York 1977, p. 204-228 (206). j
44
Véase Alfied Korzybski, Science and Sanity: An Introduction to non-Aristotelian Systems and Cel'et
Semantics (1933), 4a. ed„ Lakeville, Conn. 1958.

142
paran y se unen generalizaciones simbólicas y diabólicas. Todo intento de simbolizar la
tildad de la diferencia como el todo, es expuesta a la observación diabólica —así
l
" i 0 o de acuerdo con una vieja historia, el intento de observar a Dios c o m o lo que
có puede pensar más grande, mejor, más poderoso, etcétera, fracasó por el pro-
' s e»puede poi" ' - ' --'--—
lemi aa de la
' a diferencia Y terminó en
y terminó en que
que el
el obse
observador se volvió malo: no le quedó
k o„0 Ilaa posibilidad de diferenciarse a sí mismo.
sin r • • . . . .
Cuando se quiere observarla unidad, aparece la diferencia. Quien persigne fines,
r oduce consecuencias secundarias. Un medio de comunicación simbólicamente
Generalizado, que pretende lograr la emergencia de la verdad, funge por eso siem-
\ e como un medio de comunicación diabólicamente generalizado, dejando resi-
duos crecientes de n o verdades. Con lo que se sabe, a u m e n t a desproporcionalmente
| 0 que no se sabe o no se sabe aún. No se trata de una relación cuantitativa ni m u c h o
m e n o s de un equilibrio, sino únicamente de un correlato lógico de la diferencia-
ción- La correlatividad de una generalización simbólica y una diabólica, sólo nos
servirá como marca que se debe considerar considerar cuando argumentemos de-
masiado orientados a la unidad. Cada orientación a u n problema y más a ú n toda
constitución teórica tendrá que tomarlo en cuenta. Si declaramos jubilados a Dios
y al diablo, para tratar en su lugar con improbabilidades convertidas en estructu-
ras —es decir, que se hayan vuelto probables— tenemos que estar preparados para
la reaparición de lo improbable en lo probable, p o r ejemplo, para el caso de normal
acádents.

V
La forma en que este problema se convierte en u n a diferencia que conduce u n a
operación, cubriendo al mismo tiempo la constitución paradójica, la llamamos códi-
go. Los códigos son diferencias mediante las cuales u n sistema observa sus propias
operaciones, diferenciándolos, para el caso de la ciencia, según sean verdaderos o
no verdaderos 45 . Además hay que tomar en cuenta que los códigos binarios estructuran
j-iempre la autoobservación y autodescripción de u n sistema, es decir, que n o son
cua quier tipo de diferencias aportadas p o r un observador externo. Por eso, u n ob-
^ervador externo sólo p u e d e comprender a d e c u a d a m e n t e este tipo d e sistema si
dosS1 ^ f ' U e e l s i s t e m a codifica sus propias observaciones binariamente, obligán-
e a observarse a sí mismo desde el nivel de s e g u n d o orden. O dicho d e m a n e r a
autor C °f CÍSa: m e d i a n t e l a codificación binaria, u n sistema se obliga a procesar la
Est C e r e n c ' a ' y u n observador que n o ve eso, n o c o m p r e n d e el sistema.
e CS r e d i t u a b l e
Xcl u °' cuando la limitación a d o s valores conlleva u n efecto d e
1 Va or d e binar
Parar'f'/ ' i o está en el tercero excluido. Eso se muestra al com-
ualidades q u e carecen de este efecto d e exclusión, p o r e j e m p l o las

P^htssyst 6 C ° m ° c o m P a r a c i ó n P a r a e l sistema legal: N i k l a s Luhmann, Die C o d i e r u n g d e s


>° d i erun ^ Rechtstheorie 17
(1986), p. 171-203; para el sistema educativo: Niklas Luhmann,
J n ° r t h ( L j U n d P r °grammierung: Bildung und Selektion i m Erziehungssystem, en Heinz-Elmar
"lich .o"*)' A 1 1 S e m e i n e Bildung: Analysen zu ihrer Wirklichkeit, Versuche über ihre Zukunft,
iy86
. p . 154-182.

143
diferenciacioens naturales como la de masculino/femenino. Aquí n o liene S e t l
preguntar por un tercero excluido, por lo que se limita a una simple clasificació 'o
clasificación se p u e d e utilizar para determinar diferenciadamente enlaces y ],' '-4
m a r asimetrías. Pero sólo una binarización artificial obliga a la exclusión y, ,,
condición, a la abstracción; y sólo de esta manera se p u e d e formar un códigio f j'
medio que especifica el ámbito operativo de este medio. ^
Por lo demás, vale lo que vale para todas las diferenciaciones, para tod- <
formas bilaterales: que la diferencia marca u n límite que se tiene que cruzar
pretende pasar de un lado al otro —en nuestro caso, de la verdad a la no verd ,
viceversa. El cruce requiere tiempo, ya que no se p u e d e estar de ambos lad 0 o
mismo tiempo 46 . Por lo anterior, la codificación binaria echa a andar una opernr
secuencial y, como su efecto, la formación de un sistema. Además, el cruce del lítn' 1
p u e d e ser condicionado, una posibilidad que se aprovecha para construir, er , e
transcurso del tiempo y mediante las operaciones del sistema, programas compkJ
jos. Los códigos y los programas f u n g e n sin correspondencia alguna en el entorn
del sistema. Entonces, la certidumbre de realidad producida por un sistema para$¡
mismo, tampoco p u e d e originarse en tales correspondencias, sino únicamente en ]a
posibilidad fáctica de realización de las propias operaciones. En la comunicación
que opera de inmediato, los símbolos del código apenas aparecen; sin embargo, son
importantes cuando y hasta d o n d e las operaciones tienen que tomar en cuenta
cómo son observadas. Por lo tanto, n o se trata de normas, sino de formas para
disponerse a ser observado en el mismo sistema.
Mediante u n a codificación binaria, la evolución encontró una forma especial que
produce medios especiales. Los términos código y medio no son introducidos inde-
p e n d i e n t e m e n t e uno del otro. El que la verdad —así como la propiedad, el dinero,
el poder, etcétera— sea un medio de comunicación simbólicamente generalizado,
se d e b e a su codificación binaria. La codificación binaria disuelve prejuicios
ontológicos duplicando las referencias hechas a valores; para nuestro caso, eso quie-
re decir que para lo mismo disponga de un valor de verdad y otro de no verdad. Asi,
los supuestos acerca del m u n d o en el cual se ha comunicado desde siempre, están
desacoplados. Todo p u e d e ser verdad o no verdad, y se tienen que buscar formas
que excluyan coordinaciones arbitrarias, es decir, que protejan contra sorpresas de-
masiado fuertes; en pocas palabras: que puedan formar acoplamientos más estric-
tos. Es obvio que las condiciones formales para desacoplamiento y reacoplarnien 10 '
es decir para la formación de medios y la formación de formas a niveles nuevos, s°n
muy específicos. De lo cual se concluye que sólo p u e d e n practicarse en sistem3
diferenciados especialmente para ello.
Los medios simbólicamente generalizados son, por lo tanto, medios binariarrieif
codificados. Permiten unos éxitos especiales de comunicación bajo la c o n d i c i ó n ^
que u n sistema asigne sus operaciones a tal codificación. La orientación haci a ^
código, en nuestro caso hacia la diferencia verdad/no verdad, obstruye la vista 3

46
La simultaneidad o la reducción extrema del tiempo en la oscilación, ya la conocemos bajo el
de "paradoja".

144

I
cia entre generalización simbólica y diabólica. El código lleva la paradoja,
a l a n z á n d o l a , a una diferencia más manejable que postula una relación de exclu-
51
<lSl _ .. i-mrmreiKIp F1 irififirnn t i n í l r á cpr n n p n r l a y p PTl pl r i p l n r» r
l„vi v D ca y reversible. El infierno podrá ser un enclave en el cielo o por lo menos
d e s t i t u c i ó n del cielo; el diablo es u n ángel caído, pero la verdad no es la n o
liriíi . j a n o verdad no es la verdad. Con esta reformulación ganamos una siinpli-
vefd3 ' (¿cnica de la transición al contrario, es decir del crossing en el sentido de
n
fj caci° g r o w n L a tecnificación se p u e d e forzar hasta el p u n t o en que el código
encer
Sp l i n a relación exactamente lógica. Entonces, y sólo entonces se producen,
¿esig ne j- u e r a u n castigo, paradojas lógicas. En caso contrario se trata de un simple
c0líl
°ro y las paradojas sólo tienen calidad retórica. Ya sea lógico o retórico, en
0 pue c a s 0 S > un problema irrita al observador, y en ambos casos la construcción del
al11
b'l'erna y de su solución conduce a la construcción de orden.
^Técnica, técnico, tecnificación significan en este contexto que la realización es
ible sin una reflexión mayor, pero sobre todo sin consultar al sujeto o al observa-
dor En este sentido, el término de la técnica designa un proceso de descarga. Per-
ite en lugar del regreso a la autorreferencia y la p a r a d o j a del sistema, u n
condicionamiento preciso que con base en esa reducción p u e d e volverse muy com-
ilejo y presentar tareas muy difíciles. Es posible entender los condicionamientos y
ponerlos a disposición para la comunicación en forma de reglas que designen la
asignación correcta del valor positivo o negativo del código, definiendo así también
lo posiblemente no verdadero. En la tradición científica resulta una confusa termi-
nología doble con los términos verdad/no verdad y correcto/incorrecto. Queremos
diferenciar estas diferencias y referimos la diferencia verdad/no verdad al código del
sistema, y por otra parte la diferencia correcto/incorrecto a la regla de la disposición
de los valores positivo/negativo del código 47 . Llamamos estas reglas programas (lo
cual incluye, por ejemplo, inversiones empresariales, leyes jurídicas, programas po-
líticos), y llamamos los programas del sistema científico (programas de investiga-
ción) teorías o métodos. Volveremos más adelante sobre este punto.
A diferencia del uso en la semiótica y la lingüística, no vemos en los valores del
código ninguna regla para operación alguna 48 . La verdad misma n o puede ser
correcta. Los valores del código sólo abren u n espacio de contingencia y aseguran
iue todas las operaciones del sistema podrían sujetarse también a la valorización
contraria; pero no indican cómo haya que decidir. Unicamente aseguran la dife-
renciación del sistema y su independencia frente a premisas naturales; pero n o
conducen el sistema en el sentido de la dirección y la determinación de operacio-
nes
correctas.

a
la ¡de. 3 t e r n a t ' v a es, como sabemos: referir la verdad (no verdad) a la realidad, y la veracidad (no verdad)
difp ren ^.° P ro( lucción por un sujeto. Desde el punto de vista de la teoría de sistemas, sin embargo, ambas
« u t r S O n diferencias internas al sistema,
caso |f t[| e r t o Eco, por ejemplo, llama el código un "sistema de reglas" y trata la codificación binaria como
^°s°tro5;te V é a s e : Einfíihrung in die Semiotik, trad. al alemán, Munich 1972, sobre todo p. 57ss, 129ss.
Usatnos e
^rterh ' concepto lingüístico, sino el cibernético. Véase p. ej. George Klaus/Heinz Liebscher,
U c h de
< Kybernetik, 4a. ed. Berlín 1976, ver Kode.

145
Entonces, todos los intrinsic persuaders (Parsons) —y también aquí existen paral e
los con otros medios simbólicamente generalizados— pierden su significado.
existen posiciones privilegiadas de verdad per se, ni determinados objetos verdad e
ros en sí (como objetos de u n culto a la verdad), ni enunciados singulares con
evidente calidad de verdad, ni términos que contengan u n f u n d a m e n t o ni, fina|
mente, fuentes de conocimiento a las cuales se Ies puede confiar de manera espe c ¡ a ]
la generación de verdad. Dicho de otra manera: 1111 sistema codificado no tien
ninguna posibilidad de conseguir la verdad desde el exterior, mediante input*9, par.(
sujetarse únicamente a un procesamiento de información que valore. Lo que s e g
que a t e n t e como verdad, está constituido en el sistema mismo, y cuando algo a i e r i
ta como verdad, se p u e d e reconocer por ello que se trata de una determinación
valórica interna al sistema, una aplicación del medio simbólicamente generalizado
llamado verdad.
El código binario funciona como unidad de una diferencia. Pero no llama la aten-
ción sobre la unidad de esta diferencia, sino que la deja oscilar entre los dos lados
Cada valor representa, en tanto es él mismo^y no el valor contrario, el todo median-
te esta negación incluida. Quien se refiere a la verdad, excluye la no verdad, tratan-
do así implícitamente todas las posibilidades del sistema. En la operación normal,
u n o se p u e d e ahorrar !a designación de la unidad del sistema. Las operaciones
conllevan siempre la autorreferencia del sistema, designando sus resultados como
verdades o bien no verdades. Para la autopoiesis del sistema, para la producción de la
u n i d a d del sistema, eso es suficiente. Y únicamente muy tarde surge adicionalmente
la necesidad de reflexionar, en el sistema que así opera, sobre la unidad del sistema
e incluir una teoría de sistema en el sistema.
Mediante la diferencia de un valor positivo y u n o negativo en un código deter-
m i n a d o y excluyendo valores terceros, la transición de u n o a otro se facilita; sólo se
trata de la transición al contrario, y n o de la continuación a algo cualitativamente
distinto. Precisamente a causa de esta facilidad, la transición requiere de la regu-
lación. Es demasiado fácil para p o d e r dejarla a la suerte de la arbitrariedad. Vere-
mos que, j u s t a m e n t e p o r eso, en el ámbito del m e d i o verdad, se necesita una
metodología 5 0 .
Mientras una lógica determinada se reconocía como dada, es decir, como correc-
ta u n a vez para siempre, como verdad para la relación h u m a n a m e n t e racional con
la realidad, n o se necesitaban más cuestionamientos con respecto a la diferencia
entre verdad y no verdad. Eso cambia a causa de la abstracción de un concepto de
código que se aplicara también en el caso de otros medios de comunicación. E n t o n -
ces, se tiene que aclarar el sentido de la asimetría de valores positivos y n e g a t i v o s -
¿Qué se representa mediante esta diferencia y, en consecuencia, cómo comprender

49
La epistemología evolutiva llamó la atención sobre las consecuenaas cognosdtivas. Véase Donald •
Campbell, Natural Selection as an Epistemological Model, en Raoul Naroll/Ronald Cohén (edits )-
Handbook of Method in Cultural Anthropology, Garden City N.Y. 1970, p. 51-85: renuncia a c o i n c i d e n ^
exactas, renuncia a conocimientos singulares privilegiados, sobre todo cogniciones a priori, carácter indireC
to de todo conocimiento obtenido.
50
Cfr. Capítulo 5, III.

146
fiilición de una asimetría? Y sobre todo: ¿existe realmente una preferencia a favor
Ia , aij o— n r t c i h v nyven
r positivo ¡'Mcontra
m u t i - del •• ( ivíiideHelalaverdad
i /1.Jnegativo, a favor vprrlarly vcontra
r n n t r alalafalsedad
FakpHaH
-— A^ 1 Z * — c-% AI- v» TT ovrl o /"l ovrv rí oa • /m o o 1 rr/-
n e m o s que aceptar al mismo tiempo que p u e d e ser no verdadero designar algo
* vee rrddaadd,, y que p u e d e ser correcto designar algo corno no verdad?
t e f
v

^ M e d i a n t e la notación de George Spencer Brown se podría distinguir el lado inte-


del lado exterior de una forma: verdad no verdad . La respuesta preferida para
r
*° r . n l ¡ e n t e s reflexiones es la siguiente: el valor positivo representa la capacidad de
l aS ( j c j a s operaciones del sistema; el valor negativo sirve de valor reflexivo . Esta
51

- a e S f¿ dispuesta de tal manera que no dificulta el tránsito de un valor a


sino qne lo facilita, permaneciendo sin embargo asimétrica. Por lo demás, eso
° t r ^ [ l i u e s t r a también la investigación psicológica: es más fácil aceptar las no verda-
des ( l l , e ' a s v e r c ' a < i e s , puesto que compromete menos, y precisamente p o r ello la
iinp' í > n e g a c i ó n de las no verdades 1 1 0 es equivalente psicológicamente a la acepta-
ción d e las v e r d a d e s 5 2 .
C a p a c i d a d de enlace no significa simplemente continuar la comunicación, es decir
la a u t o p o i e s i s del sistema, ya que eso también puede suceder a través de la comuni-
53
cación de las no verdades . Significa además que a partir de una afirmación, mu-
chas otras son accesibles y que se prefieren las reforrnulaciones del conocimiento
("explicaciones") que aumenten el ámbito del conocimiento enlazado para luego
delimitarlo. En una terminología un tanto diferente, se p u e d e hablar también de
redundancia informativa, diciendo así que una información capaz de enlace hace
más probables otras informaciones, es decir, que reduce su valor de sorpresa. C o m o
se puede ver: se trata de una preferencia p o r la comparabilidad, por la sistemática y
por mantener o recuperar estas ventajas, al crecer la complejidad.
El problema de fondo se comprende cuando se vuelve al concepto del conoci-
miento operacional, es decir, el que d e p e n d e del m o m e n t o (supra, Cap. 3). El cono-
cimiento siempre es sólo un conocimiento actual. Está únicamente a disposición en
el momento. Porque cuando no sucede nada, no sucede nada. Precisamente por eso
depende todo de que en cada m o m e n t o se asegure la capacidad de enlace y se
simbolicen los fundamentos sin importar lo inseguro que estén. El medio verdad
simboliza con su valor positivo la capacidad de enlace del conocimiento que se su-

de ' a terminología de Gotthard Günther también se podría formular: una lógica requiere mínimamente
10 "" V a l o r Mre de designadón. Una lógica bivalente dispone por lo tanto sólo de un valor para designar
e
op « ^ P o r ello tiene que comprender el ser como univalente). Cfr. Beitráge zur Grundlegung einer
as, ^° n s ( ahigen Dialektik, Svols., Hamburgo 1976-1980, enespecialvol.il, p. 149 ss„ y vol. III, p. 141 ss.
binarias ' S , ' ^ a c ' o n e s de este tipo permiten reconocer la improbabilidad de las codificaciones estrictamente
"lente '"'* '"^ifaan la relación entre verdad y no verdad y que facilitan la inversión frente a lo psicológica-
Me rif, P r o b a h | e (aun cuando siga siendo insatisfactorio cuando un científico ceda demasiado a una incura-
'lv esti S l d a d de errores y sólo se interese por las no verdades en las teorías de los demás). Acerca de la
•l°les psicológica, véase David E. Kanouse, Language, Labeling, and Attribution, en Edward E.
5s
j ^ j '• Attribution: Ferceiving the causes of Behaviour, Morristown, N.J. 1971, p. 121-135.
0r
'g¡nal ' , m a d a teoría crítica" incluso muestra una denotada preferencia por este camino, aun siendo que
""a t>;i| "te, pensaba encontrar la base de la crítica no en las opiniones equivocadas de los demás, sino en
en sí contradictoria.

147
p o n e en cada m o m e n t o . Presenta una sincronización aparentemente lograda f j
lejos, y enlazado a ésta, permite, entonces, los condicionamientos (los progr a
es decir,
Hprir las teorías
freiría*: y los m
v 1r»« métodos)
p t n H n c ^ de
í i p la utilización
In n 1 i l i 7 a r i ñ n de
/ l a este símbolo.
«íml.rtln
La verdad n o es sino la capacidad de enlace simbolizada, es decir actualj '
disponible, hecho que se p u e d e mostrar especialmente mediante el caso m o d t ' i ^
las ciencias modernas: las matemáticas. Las matemáticas 110 son una represent
j ' o r "i ' C S 301,-5/
Lo logrado por las matemáticas y lo que las matemáticas trasmiten a otras <-,,,
,et
l. j J 1 • . . icia
es u n alto grado de capacidad de enlace para operaciones, en u n a extraña comi'/^'
nbin a
ción de determinación e indeterminación (determinación de la forma e indet "
nación de su utilización) que recuerda el dinero. Precisamente porque renuru 1 ,r'"
la coincidencia con el m u n d o exterior, y además a sus respectivas ilusiones, l a s '
temáticas son capaces de organizar su capacidad de enlace 55 . No son verdad sóul
analíticamente, y menos aún están basadas en una deducción lógica de axiom I
asegurados; son verdad porque logran la mejor operacionalización del símbolo d e
la verdad; una función que se amplía más todavía mediante el cálculo.
El valor reflexivo llamado no verdad, n o hace lo mismo para un m u n d o similar
pero negativo. No afirma ninguna relación positiva con hechos negativos. Sólo
designa la negación de la relación, es decir, u n int.ernum del p r o p i o sistema
cognoscente56. El sentido inmediato de la determinación como no verdad se en-
cuentra en la designación de un error, es decir, en la disolución de un error, ya que un
error reconocido ya n o es tal 57 . "La ley del error es precisamente que se disuelve,
en cuanto se le reconoce como tal." 5s ¿Se disuelve? Otras investigaciones que nece-
sitarían el supuesto e r r ó n e o como premisa, son bloqueadas. Por otra parte, el
bloqueo mismo tiene u n valor. Un error que a su vez p u e d e ser explicado, no sólo
hace p e r d e r u n supuesto conocimiento; sirve además como nivelación retroactiva
de la cognición. Afirma y modifica una construcción de la realidad que garantiza
que lo que primero parezca como diferencia y/o variable, p u e d e ser anclado en
f u n d a m e n t o s cognitivos unitarios y constantes. Por eso, los errores simplifican el
m u n d o , y la caracterización como error es a su vez capaz de enlace, puesto que
b a j o la condición de limitacionalidad p u e d e aumentar la probabilidad de que
otros supuestos sean verdad. Pero sobre todo, u n a posibilidad cognitiva r e v e l a d a
c o m o error es g u a r d a d a y recordada como conocimiento posible. Para utilizar un

54
Quien quiera entender la teoría de la verdad como adecuadón, tendrá que escoger aquí la extrañ»
salida de postular la existencia de objetos matemáticos "ideales" en el exterior de las matemáticas.
55
Así lo ve también Barry Barnes, Interests and the Grówth of Knowledge, Londres 1977, p. 10: "As '°r
mathematical knowledge, we have here a developed set of generally utilisable procedures and represen ta ti°"s
to which no reality can even be said to correspond. It is precisely their extraordinary versality in furtherinS
a vast range of objectives, which results in their widespread use and sustains their credibility as knowledg e '
56
Hasta aquí, parece que se reconoce eso. Cfr. por ejemplo Karl R. Fopper, Objective Knowledge-
Evolutionary Approach, Oxford 1972, p. 46.
57
Cfr.p. ej. Gastón Bachelard, La Philosophie du non: Essai d'une Philosophie du nouvel esprit sdentifil 1 '
París 1940, 3a. ed. 1962, p. 135ss.
511
Así Nicolai Hartmann, Zur Grundlegung der Ontologie, 3a. ed. Meisenheim am Glan 1948, p-5-

148
j g Yves Barel, se le "potencializa" 59 , y es guardada así en una f o r m a a la
10
'flfli* , ¡-egresar posteriormente. Así, se muestra la u n i d a d del m e d i o en la
' ¿ J P 0 ' g a n a r l e algo positivo al valor negativo, y precisamente p o r eso lo
( 3
oS jbil' .. v a ior reflexivo": la no verdad provoca la reflexión sobre la u n i d a d d e la
alTl0>
||3r° entre verdad y no verdad, es decir, sobre la p a r a d o j a del código, y con-
jifere Ilc,a e r a c i o n e s nuevamente hacia la capacidad de enlace.
dlíCe ^ [ . ^ e , eso se establece para el concepto adaecuatio de la verdad. Sin embar-
L í5lia m b i a n a d a , si en lugar de éste se e n t i e n d e el valor positivo corno
n
° ion de la capacidad de enlace. Entonces, el valor negativo, el valor re-
, i s c gura que la capacidad de enlace n o se supone en un lugar inadecuado y
flexil ^ s o breentiende, sino que tiene que ser elaborado en el sistema; es decir,
q" e n ? n puede ser cambiado en el sistema, cuando nuevos acontecimientos o nue-
ia,n
' ivestigaciones induzcan a ello. El valor reflexivo provoca que algo sólo p u e d e
vaS
R e s i g n a d o como verdad, si la posibilidad de ser no verdad, ha sido probada y
^ c h a z a d a ; lo mismo vale en el sentido inverso.
r
También se p u e d e decir lo siguiente: del lado negativo del código, y sólo aquí,
arece la diferencia en la diferencia. Sólo aquí existe la re-entry en el sentido de
Spencer Brown. La verdad designa lo que es. Es a través de la n o verdad como
surge la reflexión sobre su pertinencia. Así, la asimetría de la diferencia se basa en
última instancia, en que sólo de u n o d e sus dos lados p u e d e darse u n a re-entry: al
misino tiempo, el extraño balance del código se basa en que éste n o es el lado
donde se organiza la capacidad de enlace, es decir d o n d e se cumple su v e r d a d e r a
función. Probablemente se trata de u n a forma de solucionar el problema de la
paradoja, que también se p u e d e encontrar en otros sistemas funcionales, p o r ejem-
plo del lado de la no p r o p i e d a d o del no pago en los sistemas económicos; del
lado de la oposición en el sistema político; del lado de la injusticia en el sistema
jurídico. Si eso pudiera mostrarse, entonces se tendría, en esta extraña f o r m a de
la codificación, u n a característica a l t a m e n t e significativa, m e d i a n t e la cual se po-
dría describir la sociedad m o d e r n a .
Si en estas condiciones, la verdad sólo p u e d e pensarse como u n o de los dos
lados de una diferencia, es decir como verdad probada, y a diferencia del uso coti-
diano del término, en cuanto eso sea el caso, también la verdad misma es consti-
tuida indirectamente como reflexiva. Funge en este sentido c o m o u n m e d i o
c
°dificado de la comunicación. Esta reflexión, sin embargo, aún n o p r e s u p o n e
nitl
guna reflexión del sistema. La u n i ó n del m e d i o con la u n i d a d del sistema
®Xlge elementos adicionales. Postula que sólo p u e d e existir una verdad, lo cual
, < U c e a esforzarse p o r la coherencia del conocimiento, p o r la generalización de
c
¡ón' aS ^ ^ I n a l m e n r e P o r I a observación recurrente de la observación y la circula-
n
de la verdad en el sistema.


Yves
£lcrw Barel.
Le paradoxe et le systéme: essai sur le fantastique social, 2a. ed. Grenoble 1989, p. S02s.
to,,lar( x t o del término es la teoría de una "stratégie double" paradójica, mediante la cual una decisión es a la vez
Cotnj: ^ tomada; en nuestro caso: algo es designado como verdad y a la vez la determinación es de tal manera
na
da que la posibilidad de otra decisión también queda confirmada.
149
Mientras que en sociedades más antiguas, la simple repetición f u n g e c I
i n d i c a d o r de la v e r d a d (lo cual incluye el problema del recuerdo, del no %
do) 60 , la codificación binaria limita las posibilidades d e v e r d a d y ofrece rnerj
te esta forma la base para u n a extensión inmensa, gracias a la separación1*111'
common sense. Ante este f o n d o , a partir del siglo XVII se desarrollaron termi
gías sustituías de la verdad, como certitudo, certidumbre, certeza. No se t r a ^ 0 "
la innegable actualidad de las impresiones, ni del hecho que en el m o n t e n / ' ^
la vivencia n o se p u e d e distinguir e n t r e la experiencia en la realidad y l a il u °
d e los sentidos 6 1 ; al contrario, la certidumbre se obtiene ú n i c a m e n t e al prol>
rechazar la posibilidad de la asignación del valor contrario. (Se s o b r e n U e ^
que también aquí es posible equivocarse o cambiar de opinión posteriorrnent 6
La c e r t i d u m b r e en este sentido todavía no garantiza n i n g u n a constancia tem
ral de las cogniciones.)
Así como se p u e d e hablar de omisiones únicamente cuando se espera una acció
también el valor reflexivo sólo se p u e d e practicar bajo determinadas condiciones de
la especificación. En este sentido, el código d e p e n d e de un programa; en el caso de
la ciencia, de una teoría. Sin embargo, n o se formulan enunciados arbitrarios para
esforzarse luego y determinar su no verdad. La no verdad por determinar tiene que
ser interesante, es decir, en caso de ser cierta, tiene que producir una teoría significa-
tiva. En caso contrario, todo sería posible y el sistema 110 tendría suficiente conduc-
ción en su estructura; 110 podría operar como sistema determinado por su estructura
sino dependería en su quehacer de especificaciones externas.
C u a n d o el código para la designación positiva sólo dispone de u n valor, significa
al mismo tiempo que sólo vale para un m u n d o y que todo el conocimiento tiene que
integrarse en esta causalidad universal. En el valor de la verdad, las cogniciones se
condensan en cuanto tienen que ser integradas en una causalidad universal que a su
vez las afirma, dificultando su revocación o bien cargándolas con deseos sustitutos.
La verdad sigue siendo la misma: de comprensión en comprensión, de caso en caso,
de enunciado en enunciado. En este sentido, se le puede designar como valor de
condensación. Para la n o verdad, no vale lo mismo. En su área, nada p u e d e conden-
sarse. únicamente tiene el sentido de borrar una hipótesis de verdad. Dicho de otra
manera: no estamos ante u n antimundo, u n m u n d o negativo hecho con la misma
densidad que el m u n d o de las realidades.
Con u n término perteneciente a la teoría de sistemas, se p u e d e designar el efecto
de u n código instalado también como bifurcación. La adquisición continua de cono-
cimiento toma el camino de la verdad, no de la n o verdad. Independientemente de
cómo se haya tornado la decisión: como consecuencia se producen colecciones de
conocimiento y formas de teoría que tienen carácter histórico y que a c o n t i n u a c i ó n

60
Ernstvon Glasersfeld, Wissen, Spracheund Wirklichkeit: Arbeiten zum radikalen KonstruktivismuS'
Braunschweig 1987, p. 231, lo llama "la pseudo verdad de la repetición".
61
Sobre esta base construye Humberto Maturana su teoría biológica de la cognidón con su primacía ^
la praxis ofliving, que sólo puede ser abierta por vía larga, es decir por la observación y la i n t r o d u c c i ó n
diferenciaciones.

150
s reglas para su propia transformación 6 2 . Si bien el conocimiento p u e d e carri-
fijtfl ' ' j jvía, es necesario poder afirmar por qué fracasa el conocimiento hasta aho-
|,¡;ir 1 0 j 0 o puesto a prueba. Eso significa también que el conocimiento diversifica
aCL
r3 'j' u e r za, dado que d e p e n d e de sí mismo durante el proceso del aprendizaje
a j y s ó l o puede aceptar estímulos exteriores si éstos pueden transformarse
a
C3>i
eStrüCU
ida del conocimiento existente.
cof* r j n c i p i o y pese a que conduce operaciones de este mundo, el código tiene
W/. (a asignación de valores en la indecisión. En esta indecisión consiste su
c l,e
l > i lo cual significa también que la relación entre verdad y no verdad funcione
i" l l ( ' u n catalizador que induce constantemente a probar las informaciones según
C irl
° verdad o no verdad, sin desgastarse en esta prueba. Se podría decir, además,
S n
° un sistema codificado es endógenamente inquieto, irritable, atento, por lo que
^"cciona a estímulos que no son producidos por él mismo, ni tiene la capacidad de
Reverlos. La extensión de la sensibilidad, sin embargo, d e p e n d e todavía de teorías
ue permitan en primer lugar reconocer las informaciones como relevantes para
luego trabajarlas. En todo caso, una morfogénesis de formas de verdad específica-
m e n t e científicas, n o podría iniciarse sin codificación, pese a que la reflexión sobre
este hecho y la formulación de las teorías de verdad correspondientes (la nuestra
inclusive) presupone, naturalmente, que la ciencia haya iniciado y comunique desde
hace mucho la necesidad de obtener claridad respecto a sí misma.
Si desde el código parece arbitrario, o por lo menos indefinido si algo es verdad
o no verdad, entonces esa arbitrariedad (entropía) d e p e n d e de su propia disolución
(neguentropía). En el código, verdad y n o verdad tienen que tratarse estrictamente
igual en cuanto a su probabilidad, si se pretende obtener mediante este código un
mundo en el cual lo improbable debe de ser probable, es decir, d o n d e el orden debe
ser posible y hasta se le p u e d e esperar. Vista en cuanto a su función, la codificación
sirve para el rompimiento de su propia aceptación de entropía y, a continuación,
para la posibilitadón de la información y la morfogénesis de los condicionamientos
estnicturales. Sin tomar en cuenta cómo esté "allá afuera", el sistema codificado
genera un m u n d o propio d o n d e existen orden y desarrollos enlazados. Este m u n d o
propio no se debe pensar isomorfo en relación con otro m u n d o que un observador
superior (¿pero quién?) podría ver e interpretar como real. Pero tiene que funcionar
en
tanto no debe impedir una continuación de la comunicación sistémica y una
continuación de sus estructuras (transformadas o sin transformar). La isomorfía,
P°r lo tanto, se tiene que entender como redundancia interna al sistema, y suficien-
tes
redundancias son condiciones indispensables de la autopoiesis del sistema.
Respecto de todo lo que sucede, el sistema por lo tanto puede decir A o n o A. Én
es a
° ú n 110 hay contradicción. Para el concepto tradicional de conocimiento, la con-

les ^ s t a re lación entre bifurcadón e liistoriddad de los sistemas se resalta también en las ciencias natura-
^ ^ a s e s ° k r e t o d o Ilya Prigogine/Isabelle Stengers, D i a l o g mit der Natur: N e u e Wege
"wissenschaftlichen Denkens, Munich 1981, sobre todo p. 165ss. Cfr. para la trasmisión a investigacio-
' S d e 'as ciencias sociales, Peter M. Alien, Vers une sdence nouvelle des systémes complexes, en Sdence et
ati
que de la complexité, París, 1986, p. 307-340.

151
tradicción resultaba del supuesto de un objeto independiente de los enunciados,
que n o se podía asignar al mismo tiempo A y no A63. Si dejamos de lado este supu e s
to ontológico, el propio código tiene que regular este problema. No permite desj,,
nar enunciados que por una operación del sistema son identificados simultáneamente
como verdad y no verdad. Si, surge un caso así, y eso sucede todo el tiempo, el tern a
requiere de otro análisis; pero no es posible solicitar la decisión del objeto. Posible
mente, esta clase de contradicción actúa más bien para estimular el crecimiento ci e |
sistema.
Un lógico siempre encontrará posibilidades d o n d e los enunciados aplicados p 0 r
el código a sí mismo, aparezcan como paradójicos, sea que conduzcan a antinomias
sea que conduzcan a indecisiones. Las paradojas son figuras inevitables y por l 0
mismo atractivas para la reflexión de la u n i d a d del sistema codificado en este siste-
ma precisamente. Sin embargo, hay que considerar que las codificaciones binarias
se refieren a sistemas autopoiéticos 64 y que estos sistemas operan de manera recu-
rrente, es decir, que p u e d e n constituir operaciones siempre y únicamente mediante
referencias a otras operaciones del mismo sistema. Eso vale sin excepción, es decir,
también para enunciados completos que se refieren a todas las operaciones de un
código, y además para enunciados autorreferenciales de este tipo, según el modelo
clásico d e Creta 65 . Cada operación produce la posibilidad de una siguiente opera-
ción, cada observación la posibilidad de una siguiente observación, cada enunciado
la posibilidad de un siguiente enunciado. Cada enunciado orientado por un código
contiene p o r lo tanto u n m o m e n t o de indefinición (o un espacio vacío) que indica
hacia otros enunciados del mismo sistema, y eso vale aun cuando lo que se deduce
l ó g i c a m e n t e del e n u n c i a d o p a r e z c a t e n e r valor u n í v o c o y c o m p l e t a m e n t e
determinado 6 6 .Un lógico que lo ignora se ve castigado con paradojas. Aquí, u n teó-
rico de sistemas p u e d e encontrar el indicio que mediante el caso de las paradojas se
p u e d e reflexionar acerca de la unidad del sistema.
Resumiendo y para entrar al próximo punto, podemos designar la codificación
binaria también corno una codificación indiferente™. En la lógica, eso significa: princi-

M
Aristóteles, Metafísica 1005 b 16 ss.
64
Tenemos que hacer esta referencia anticipada. Véase Capítulo 5.
fJ
' También los lógicos parten de esto: Véase p. ej. A.N. Prior, On a Family of Paradoxes, Notre Dame
Journal of Formal Logic 2 (1961), p. 16-32: "This oneCretan statement cannot even be madeunless some
other Cretan statement is made (can be made? N.L.) also" (16).
66
Una forma común para este hecho es la del regreso infinito. Sin embargo, este regreso infinito no
puede entenderse como argumento para un sistema no.cerrado. No es sino un indicio para el lugar vacío
operacionalinente necesario, un indicio para el silencio necesario para todo acto de hablar, para la blancura
del papel en el que uno escribe, en pocas palabras: un indicio para un factor simultáneamente necesario en Ia
operación, y no para lo que sólo se produce cuando se ha hecho un esfuerzo largo y continuo.
Véase el término codificación "indiferenciada" (no específica a estímulos [reizunspezifisch]) del siste-
ma nervioso en Heinz von Foerster, Entdecken oder Erfinden: Wie lasst sich Verstehen verstehen?, e n
Hienz Gumin / Armin Mohler (edits.), Einfiihrung in den Konstruktivismus, Munich 1985, p. 27-68 (41)-
Von Foerster muestra que una suficiente insensibilidad con respecto a diferencias del entorno es una c o n d i -
ción para la construcción de un sistema recurrente.

152
¿ e \ tercer valor excluido. Para la teoría de sistemas, la indiferencia lograda es
Pe dición para la construcción de un sistema recurrente operacionalmente cerrado.
C
°°l teoría cognitiva, conduce a un concepto de ciencia estrictamente constructivista
£ n d f j e ninguna manera solipsista). Para la ciencia, el m u n d o es un correlato del
( P ^ v e n consecuencia un correlato de la teoría. J a m á s se le presenta a la ciencia
có'd i""
g° y
mnta de si el m u n d o existe o no. En todo caso se necesita una reflexión acerca
'a , o b s e r v a c i ó n del m u n d o y por lo mismo sobre las condiciones de la operación
a siendo que la realización de la operación actual en este instante es indiscu-
(o se omite). El código permite una reconstrucción de la autor referencia del
• ma de m a n e r a que a continuación sea propia de todas las operaciones del siste-
S1
Las operaciones que no deciden entre verdad y no verdad, siguen siendo posi-
^Jes pero no pertenecen al sistema ciencia.
Estas reflexiones dejan entrever por qué el medio de comunicación simbólica-
mente generalizado de la ciencia tiene éxito comunicativo, es decir, que ayuda a
rebasar la improbabilidad de la aceptación de una comunicación. Lo que permane-
ce improbable, todavía podrá ser designado como no verdad e integrarse así al
sistema. La comunicación codificada se obliga, por así decirlo, a trabajar lo impro-
bable para eliminarlo paulatinamente. Pero sólo con eso, todavía no quedan com-
prendidas suficientemente las condiciones de una comunicación exitosa. El código
es sólo uno de los requerimientos estructurales de la comunicación simbólicamente
generalizada.

VI
En el apartado anterior, se tomó una decisión teórica de amplias consecuencias.
Hemos definido la unidad de aquellas operaciones que comunican acerca de la
verdad, mediante una diferencia: la diferencia entre verdad y no verdad. Eso con-
cuerda con una especificación funcional, lo cual no anula este supuesto inicial de la
teoría de la diferenciación, únicamente lo complementa con otro principio de dife-
rencia: con la pregunta por los equivalentes funcionales. Para aclarar las consecuen-
cias de este p u n t o d e p a r t i d a situado n o en la u n i d a d sino en la diferencia,
intercalamos una breve comparación con las ideas de perfección del tradicional
anhelo por la verdad.
Partimos en primer lugar de que las ideas del m u n d o de las culturas tradicionales
altamente desarrolladas, toman formas cosmológicas, es decir, requieren de una
descripción del todo en el todo, que se presenta corno algo que da sentido y se
en
t i e n d e casi sin excepción de manera religiosa. Para las religiones de la India, por
ejemplo, Brahman es el concepto que describe precisamente eso. La orientación por
Un c
ódigo propio del sistema, permite una separación paulatina de esta forma de
0
°rgar un sentido. El hecho de que eso suceda primero en la religión, específica-
ente en la orientación hebráica-cristiana con un Dios trascendental que no se
Puede representar en el m u n d o (no importa la posición de los sacerdotes de los
j Píos), tiene consecuencias que n o se p u e d e n sobreestimar. La diferenciación de
se
inicia m e d i a n t e una autocodificación, con ayuda de la diferencia entre
SCeil
de dencia e inmanencia, y la improbabilidad de tal logro se p u e d e ver a través
as r
ecosmologizaciones, remoralizaciones, remagnificaciones de la religión que

153
surgen una y otra vez 68 . Sin embargo, la autocodificación de la religión se
e n t e n d e r como una especie de avance (preadaptive advance) para un orden
C|
funcionalmente diferenciado. 4]
T a m b i é n en el caso d e la codificación de la v e r d a d parece afirmarse
autorregulación semántica. Mediante la orientación p o r su propio código, un
ma se vuelve paulatinamente independiente del sentido obtenido a través T ' ^
representación del todo en el todo, del m u n d o en el m u n d o , de la sociedad 6 ^
sociedad. También es vábdo que esa independencia no se p u e d e realizar de
diato, sino que inicialmente es improbable y que sólo en la sociedad funcionalm
diferenciada p u e d a ser formulada. Para la verdad científica, basta que se obten
la confrontación con la posibilidad de no ser verdad, sino n o verdad; pero tanib ^
se sabe siempre que eso quizás satisface la m e n t e geométrica, mas no el corazón6*1
En la medida en que la ciencia utilice su código de hecho y que vista su argum e
tación del logos, este tipo de transformación se vuelve inevitable. La fuerza de con
vicción del conocimiento ya no d e p e n d e de si queda guardado en u n todo, en e¡
periéchon del clásico griego, y que por ello quede delimitado y definido. Su lugar 10
ocupa la confirmación operativa en un sistema codificado binariamente, cuyo en-
torno n o es ningún periéchon, es decir, que no ofrece ningún sostén, pero que por e]
otro lado tampoco es condescendiente.
Vestir la verdad del logos, como se ha impuesto siguiendo la fonetización de la
escritura p o r el alfabeto, n o ha roto, sin embargo, con el contexto cosmológico de la
semántica de la verdad 6 9 . De cierta manera, la escritura se volvió representación ella
misma, y la búsqueda de la verdad inició a su vez la búsqueda de la perfección que
esperaba encontrar su coordinación con el ser. La verdad en el sentido clásico se
entendía p o r ello como verdad perfecta.
Perfección significa en principio únicamente que se ha llegado a la meta de la
búsqueda de verdad, que se ha llegado a su fin y que se ha quedado en la quietud.
Sólo suponiendo escalas de gradación, la perfección es a la vez el superlativo que ya
no es posible superar, y d o n d e hasta el anhelo por algo mejor llega a la quietud.
Aun expuesto como bello, coloreado, hábilmente combinado y degustable, aun como
concepto de coctel, la perfección comprendía, no obstante, algo definitivo. Esta
f o r m a pérfida de pensar tenía que suponer determinadas ideas del m u n d o , sobre
todo suficientes constantes respecto del ser que de hecho servían para lograr que la
cognición encontrara la quietud; además de una concordancia suficiente de racio-
nalidad del m u n d o y racionalidad del pensamiento, es decir u n continuo de raci°'
nalidad que unía el ser y el pensar, y que podía garantizar que el pensar se sintiera
a gusto con la verdad lograda. Tales supuestos 110 excluían ni lo infinito n i lo incog
noscible. Se le podía incluir mediante términos límite que a su vez permitían u^j
especie de perfección de la cognición. La cognición tenía que darse por satisfecha

68
Cfr. con más detalle: Niklas Luhmann, Die Ausdifrerenzierung der Religión, en id eI1 j
Gesellschaftsstruktur und Semantik, t. 3, Francfort 1989, p. 259-357. [C,
69
Cfr. acerca de este punto y del umbral evolutivo decisivo de la imprenta, con más detalle: más ade'aI1H
Capítulo 8.

154
liabía llegado al límite, con lo cual cumplió con su cometido. (Sólo la
er
s $b [ l 0 flerna formará un concepto para los límites absolutos: por ejemplo, la
lC,a
c ¡eí , í i u z; más allá de los cuales empieza lo físicamente imposible.)
cl<
v el° , nC e p t o de perfección de la verdad tenía que considerar la no verdad como
l '11 C ° c t o y no como u n medio técnico para la cognición o como valor reflexivo.
xiti ^ p'escartes, u n a diferencia clara entre no verdad y error no estaba prevista.
-Vi'feS | o t o r g a b a n i n g ú n efecto de satisfacción a la determinación de la no verdad.
\fo se n D podía practicarse por sí misma. Mientras se trataba de lograr la quie-
ta cT1 j a búsqueda del conocimiento al lograr la verdad, la n o verdad únicamente
tud , A n a l i z a r que n o se había llegado a esta meta.
P o d i a ® és de que desde este punto, la ciencia moderna hacía mucho que ya n o
comprenderse, alrededor de 1800 se intentó nuevamente retener el valor
lo menos como una idea a la que u n o podía acercarse aproximadamen-
V
- La perfección se relega a una lejanía en el infinito, aun cuando permanece como
¡¿¿e directrice. No es sino la ruda diferencia entre ser y valer (Lotze) que la lleva a u n
término abrupto. Sin embargo, ésta conducirá a su vez hacia u n camino problemá-
tico que finalizaría con la separación entre las ciencias naturales y las ciencias del
espíritu, en vez de continuar con una nueva reflexión acerca de las condiciones de la
cognición científica sobre los fundamentos transformados.
Comprender la verdad como m o m e n t o de un código significa, por lo tanto, cam-
biar de la idee directrice a la distinction directrice. Como consecuencia, el correlato uni-
versal de la cognición ya no se p u e d e ver en la totalidad de las circunstancias
reconocidas (o que han de ser reconocidas) como verdad, sino que habrá que enten-
derlo corno correlato de la u n i d a d de la diferencia entre verdad y no verdad. El
mundo es para la ciencia únicamente lo que ella tiene que presuponer para p o d e r
distinguir entre verdad y no verdad. El m u n d o es, y eso vale para cualquier sistema
que opere con una diferencia conductora, la unidad de esta diferencia. Es, dicho de
otra manera, el correlato de la paradoja que surge cuando u n código se aplica a sí
mismo y se tendría que decidir si la aplicación de este código tiene que valorarse a
su vez positiva o negativamente. El m u n d o es, formulado nuevamente de otra ma-
nera, el correlato del hecho de que un sistema que observa mediante una diferencia,
110
puede diferenciarse a sí mismo de esta diferencia, a no ser enfrentándose con
u
na paradoja que bloquee, entonces, las próximas observaciones. El m u n d o es el
punto ciego de su propia observación —aquello que no se p u e d e observar cuando
n Se
° ha decidido observar mediante una diferencia determinada. El m u n d o es el
"nmarked state de Spencer Brown.
^i todavía tuviera sentido decir que las cogniciones encuentran un estado de
jl^etud e n u n a idea final, entonces esta idea final sería la paradoja que ya n o per-
e
n i n g ú n m o v i m i e n t o continuo, a n o ser m e d i a n t e u n salto lógico, u n a
)ar
r e ^f adojización.
El problema de ninguna manera es nuevo, es tan viejo como la
e
xion teórico cognitiva. Se trasmite en distintas versiones, p o r ejemplo bajo el
r
ad C C ' e ' c r e t e n s e Epiménides. Pero mientras existan ideas de perfección, la pa-
(J
]a tiene que ser excluida del m u n d o y tratada como una variante del error. Este
defi l l C l ° ' ' a d u r a d o más tiempo que la idea de la propia perfección. Pero si se
e
que realizan u n medio o u n sistema como unidad mediante una diferen-
155
cía, u n o ya no se salva de la pregunta por la paradoja fundamental de la cogni c j - 1
y las teorías de reflexión del sistema científico tienen que ser medidas, considei-. ^'
d o si p u e d e n hacerlo o no. ^

VII
Sólo gracias a la codificación indiferente no referente al entorno; el medio p u
circular. Sólo así p u e d e atender la autopoiesis de un sistema diferenciado y m a r ' 6
simbólicamente cada comunicación que se sirve del medio. Eso no sería p o s i b p ^
los símbolos del medio sólo resultaran de los contenidos de la comunicación Sl
decir, si consistieran como referencia a las circunstancias universales. En este caso ^
código no podría ser binario porque n o existen circunstancias universales negativ^'
y tampoco podría ser universal porque entonces no podríamos distinguir entre c 0
nocimiento/desconocimiento, y verdad/ no verdad. Parsons diría: los símbolos del
m e d i o no deben ser utilizados al mismo tiempo como intrinsic persuaders. Sirven
como símbolos abstractos de la capacidad de enlace, de la definición de la comuni
cación como un m o m e n t o de la producción de otras comunicaciones. Aquella comu-
nicación que designa su referencia significativa como verdad o no verdad, se define
m e d i a n t e su aportación a la autopoiesis del sistema; pero con ello afortunadamente
n o fija el m u n d o sobre el cual comunica. Este efecto de definición se p u e d e enten-
der también como u n ahorro de tiempo, el ahorro del tiempo que habría que inver-
tir si se quisiera repetir el proceso de procesamiento de información que condujo a
la aplicación del símbolo del medio. Desde este p u n t o de vista, la definición no es
simplemente u n compromiso normativo, ni mucho menos el rechazo de otro apren-
dizaje más. Fija, sin embargo, lo que tendría que suceder en caso de que en la
siguiente comunicación hubiera que disolver la definición de nueva cuenta.
Este carácter unívoco de la función de los símbolos del código n o significa que
tienen que expresarse literalmente en cada enunciado. Es más, ni siquiera es nece-
sario que la pregunta p o r la verdad se presente como algo ya definido en todas y
cada una de las comunicaciones. Cada comunicación se sirve de las verdades o parte
de las n o verdades ya definidas, pero entonces sólo se p u e d e ver como u n a instancia
preparatoria. Puede presentar su propio logro en el medio del cuándo o del aún no,
p u e d e formular y reformular problemas, p u e d e elaborar propuestas de estudio o
contemplar todo tipo de signos provisionales. Sin embargo, opera en el campo del
m e d i o verdad únicamente cuando parte de verdades/no verdades teniendo como
fin la definición de estos símbolos. El medio atiende relaciones operativas recurren-
tes. No designa la calidad de objetos o enunciados individuales que exista per se.
Estas condiciones de aplicación no cambian nada con respecto a que la asigna*
ción de símbolos, cuando se presenta, se da de manera unívoca. La codificación n°
tolera ninguna ambigüedad, así como no es posible que la autopoiesis del sistema s e
realice a medias. Toda ambigüedad tiene que ser trasladada a la semántica, a cuy0
contenido significativo se refieren los símbolos; y en este campo se mostrará f r e
cuentemente por medio de la dureza de los símbolos del código, que todavía f 0
queda aclarado suficientemente qué es lo que se pretende designar con ellos. Con1"
vemos aquí, la diferencia entre el código y la semántica es u n o de los factores <lllt
conducen a la continuación de la capacidad de disolución y recombinación. P a l í l

156
c u e s t i o n e s de verdad y empujarlas hacia una decisión, no se debe de j u g a r
» c l a r ' i r entido de la verdad, sino con el sentido de los términos, teorías, enunciados
fc
cofl " j e designarse como verdad o no verdad 70 .
ue h p lado, ambigüedad p o r el otro: dos formas distintas d e tratar
<f l l , L ( 0 r u n
P f ; v a n i e n t e con u n entorno excluido. Mediante la ambigüedad semántica, se
strU
c oD c u e n t a la arbitrariedad en el cierre del sistema y en la exclusión de todos
eI1
tcfitf v a i o r e s del código del sistema. La ambigüedad es, prácticamente, el
los oj- ^ i n t e r n o a la comunicación para lo que en la observación y descripción cae
co r r t | j ^ polos de las diferenciaciones, sobre todo entre verdad y no verdad. La ainbi-
ellt
' i ,(1 corresponde al silencio que n o se pronuncia cuando se habla, o a la blancura
hoja de papel en que se escribe, y representa en el sistema todo aquello que
'nenie existe en lugar de este vacío. La contradicción entre lo unívoco y lo polívoco
^ de ser disuelta así mediante la diferenciación, y entonces es posible evitar ade-
I^ás e ] a s verdades se representen a veces de manera dura y dogmática, y a veces
A m a n e r a blanda y flexible.

VIH
Hasta ahora, hemos hablado poco de lo específico del medio de comunicación ver-
dad. Hemos utilizado la verdad en el marco de las reflexiones generales acerca de
los medios, los símbolos y los códigos como un ejemplo para mostrar que la verdad
es un caso de una teoría más general, y que a su vez tendrá que exigir ser verdadera.
Los medios de comunicación simbólicamente generalizados, sin embargo, sólo apa-
recen cuando en la comunicación social general surgen problemas específicos que
sólo pueden resolverse mediante medios específicos. ¿Pero qué es entonces el pro-
blema específico que conduce al proceso de diferenciación de un medio específico
para la verdad?
Las reflexiones correspondientes presuponen algunos preparativos y u n regreso
al concepto del conocimiento.
Partiendo de exigencias m e n o s diferenciadas al conocimiento, habíamos com-
probado p r i m e r o el esquema de diferenciación cognitivo/normativo y experien-
cia/acción. El conocimiento tiende, según eso, a inclinarse hacia un l a d o de
c
ada una de estas diferencias, sin embargo, no p u e d e ser caracterizado exclusi-
vamente como algo cognitivo, ni exclusivamente c o m o el resultado d e la expe-
rie
ncia. C i e r t a m e n t e eso tiene que ver con la p r e p o n d e r a n c i a del e s q u e m a
^ t i v o conocido/desconocido, que incluye t a m b i é n n o r m a s y acciones. Se
deb' C S a ^ ) e r ' c u a l e s n o r m a s son válidas y se p u e d e saber cómo se quisiera o
Un l e f a a c t U a r - P e r o eso parece cambiar en la m e d i d a en que se diferencia c o m o
¿ p * * 1 * de comunicación simbólicamente g e n e r a l i z a d o p a r a la v e r d a d . Pero,
qué?

Eso ; e t l C u b r e
íntica ™ando se mantiene el concepto de código usual en la lingüística, que incluye la
reto
mó es t p C U y o e s 1 u e m a binario es tratado como caso límite de codificación semántica. También Parsons
tr s
° fines P c o n c e p t o , utilizando por ello la diferenda entre code y message demasiado simple para núes-

157
La respuesta será sencilla en c u a n t o hayamos e n c o n t r a d o el p r o b l e m a esr>
cífico que provoca la diferenciación de este m e d i o d e comunicación específ¡
Se t r a t a de o b t e n e r un conocimiento nuevo, no familiarizado, sorprendente, es d( C°'
de s u p e r a r el u m b r a l d e la improbabilidad. La experiencia de n o v e d a d pre,-''"'
p o n e a u n observador que p u e d a detectar u n a desviación de expectativas p j
m i e n t r a s el o b s e r v a d o r n o e n t i e n d a su expectativa e s p e c í f i c a m e n t e c o g n i t j ^ 0
sino d e j e la cuestión d e esta modalización en lo i n d e f i n i d o o incluso la esj
c o m o algo n o r m a t i v o , la desviación lo molestará y buscará u n c a m i n o p ^
r e g r e s a r a condiciones normales. Si se da u n a especificación cognitiva de i*
expectativa o incluso una expectativa curiosa, lo n u e v o se vuelve específi c
m e n t e i n t e r e s a n t e ; y eso se refuerza aun c u a n d o la n o v e d a d n o se experitnent
s i m p l e m e n t e c o m o u n a desviación objetiva, sino que es texnatizada temporal*
m e n t e como diferencia f r e n t e a estados o experiencias anteriores. Entonces Ja
n o v e d a d de la cuestión es un p u n t o de p a r t i d a p a r a buscar u n a explicación' ]a
i m p r e s i ó n de lo n u e v o estimula la b ú s q u e d a p o r un c o n o c i m i e n t o nuevo; y
h e c h o se busca lo n u e v o para estimular la b ú s q u e d a de algo nuevo. Lo emocio-
n a n t e de C o p é r n i c o era no tanto la simple decentralización de la tierra y con
ello del ser h u m a n o , sino más bien la p r o p u e s t a del c o n o c i m i e n t o nuevo como
u n c o n o c i m i e n t o mejor-, y desde entonces, el esfuerzo d e la ciencia ya n o sólo se
dirige hacia el d e s c u b r i m i e n t o de nuevos hechos, sino hacia la innovación del
c o n o c i m i e n t o m i s m o . Este cambio se aligera en c u a n t o el m o m e n t o objetivo de
la desviación pase a s e g u n d o plano y la n o v e d a d se c o m p r e n d a como una rela-
ción p r i c i p a l m e n t e temporal. En el siglo XVII, la noción d e la terminología
novus/novitas, etcétera, se traslada del aspecto circunstancial a u n o temporal. Y
el t é r m i n o originalidad y a no se refiere a la cercanía con el o r i g e n (origo), sino al
c o n t r a r i o , a la desviación.
En la medida en que se especifique este interés cognitivo y temporal p o r lo nue-
vo, el límite que se había aceptado anteriormente y que se refería a los secretos obje-
tivamente inaccesibles pierde sentido. El conocimiento obtenido se convierte en
progreso histórico. Cada vez más, el problema ya n o sólo reside en dar a conocer lo
desconocido, en lo cual todo mundo debería estar interesado, y tampoco en el re-
conocimiento (o-létheid) del conocimiento de hecho conocido, sino en el cambio de
estructuras existentes del conocimiento. El m u n d o siempre es familiar y conocido en lo
cercano. Es decir, si se pretende obtener un conocimiento nuevo, hay que abando-
n a r el conocimiento viejo. Dicho de otra manera, el cosmos como m u n d o es siem-
pre completo. Lo que 110 cabe en él, es rechazado o descalificado como i r r e g u l a r i d a d -
El conocimiento existente se defiende alegando que es el conocimiento. El proble-
m a reside en su resguardo y en su ampliación a algo que en las estructuras e x i s t e n t e s
del conocimiento n o f u n g e como algo desconocido (por ejemplo, países lejanos)-
Por lo tanto es altamente improbable que en este ordén, algo despierte u n Ínteres
de aprendizaje en contra de este orden. Precisamente p o r eso al darse algo así, n °
importa por qué circunstancias casuales, se forma un m e d i o específico para la c ° '
municación de la verdad que no obstante, soporte la comunicación chocante o, p° r
lo menos, no la descorazone ni rechace de antemano. El filósofo dice: todo fluVe-
¿Cómo es eso? ¿También el cielo, también las montañas, también el filósofo misri 10 '

158
L n i i m e r lugar, aun la verdad se forma con la meta de arrancar el conocimiento
í"®1 .,]to u olvidado: como a-létheia'1. Las estructuras específicas de la verdad cien-
, 1o 0 embargo, sólo aparecen cuando se nota una necesidad por tener que ase-
tíflca' a j g D y se cumple sistemáticamente con ella. Parece que este proceso es el que
jrtjr»1 ' n u ,] a tinarnente a precisiones en las diferenciaciones cognitivo/normativo y
| ' a / a c c i ó n , diferenciando así entre otras cosas la ciencia frente al derecho.

e X pectativo cognitivo y normativo tiene que ser distinguido ahora con ma-
0 e i • J a d y hasta los fundamentos del conocimiento, a pesar de que nadie negará
° i r d e p e n d e n c i a en el contexto total de la sociedad. Y lo mismo vale para la
v r

13
' " r i e n d a y la acción.
1 -más, la especificación funcional hacia la obtención adicional de conocimien-
uiere p r e p a r a t i v o s metódicos en contra de la interferencia de acciones e inte-
En asuntos d o n d e se trate de la verdad, ya tan sólo se trata de la experiencia,
f l u y e n d o , por supuesto, la experiencia de las acciones. Eso es necesario porque
' 'lo así (y no por un simple "yo deseo", "yo quiero") es posible superar el shock de la
novedad. Porque la ciencia busca y produce lo nuevo y sorprendente no p o r sí mis-
mo sino para transformarlo en algo esperable. Con el símbolo verdad se comunica
que eso se ha logrado. Se presentan sorpresas con el símbolo adicional: válido para
todos. El descubrimiento es adjudicado de inmediato al mundo. Eso requiere u n a
c o r r e s p o n d i e n t e estilización de la participación personal, de la inclusión del inves-
tigador. No se le festeja como productor, sino como descubridor e inventor. El genio
se da a conocer, aun en el arte y la literatura, precisamente mediante la combina-
ción de novedad y aceptación obligada 72 , tal como si esta combinación fuera tan
rara, tan difícil, que el acceso a ella expresara cualidades especialmente loables,
geniales, y con u n toque irracional, en cuanto la racionalidad de esta f o r m a de
inclusión y trabajo aún n o se haya comprendido 7 3 . Así se presenta una estabilización
extrañamente circular de la asignación. Por u n lado, precisamente el conocimiento
nuevo tiene que convencer como conocimiento, bajo exigencias más severas que las
vigentes hasta ahora, así como las nuevas obras de arte como obras de arte, y bajo

Lo llamativo de una definidón privativa de la verdad en la lengua griega merece ser tomada en cuenta,
^cuentementeha sido vista como desviaaón de lo usual, pero al parecer, no ha sido explicada sufiaente-
'2 p
ej ^ "' e l ^atamiento lexicológico del término genio, se resaltan "novedad" y "extraordinariedad" (p.
]jn e a ~^ n c ydopádie oder Conversations-Lexicon, 5a. ed., Leipzig, Brockhaus 1820, t. 4, p. 130;
des Gens
qy e ° du Monde, t. XII, París 1839, p. 183), y al parecer se supone como un hecho obvio
°bjetiv ° ' ''l"' < : r disparate tenga contenido de genialidad, sino que se tenga que cumplir con criterios
n a a

'5 El
lov ec j 0 l ' t o a ' genio no es una valorización específicamente burguesa, pero sí se trata de una estimadón
r
atiVo°Sadelas viejas ars invenievdi, cruzada con la estratificadón, obligada a abstraerse de su origen corpo-
Se eso
rfa | mismo, para justificar la inclusión, recurre a momentos irracionales. Porque lo racional aún
en
el contexto de las formas predominantes de la diferenciadón social, aportarla algo a la
' '''' c a r ^ c ter transitorio del concepto de genio se muestra, además, en que desde el siglo XVI ya no
p|]Cl P°tencial específico, sino a un ser humano en su totalidad; pero que por otro lado, precisamente
J|Jr
SU<5s l r i s , s te en que el genio nace, y se niega que esta calidad pueda ser adquirida en el contexto
"H*diarite trabajo y educadón.

159
exigencias más severas' 4 ; y por el otro lado, es precisamente en la novedad sorp r '
d e n t e d o n d e p u e d e aparecer la aportación personal. Nuevamente por otro l a d ^ "
que a un autor se le p u e d e asignar personalmente, es nuevo por eso mismo. ' "i
Todo lo que aparece como nuevo, tiene que poder distinguirse de lo que y a i
te. U n a percepción de lo nuevo sólo p u e d e darse tardíamente y sólo con ba^*' 5 '
desarrollos estructurales que le precedan. Es un producto evolutivo tardío. Eso 6(1
más aún cuando se pretende estar en condiciones de distinguir, en la ciencia ^
novedad y equivocación, y en el arte, entre novedad y error. Sin hacer estas diíerenci '"^
nes, no es posible valorar positivamente lo nuevo. Poder valorar la novedad
nuevo, sólo es posible en condiciones históricas y socioestructurales muy específ,0"10 I
Todavía en el siglo XVII, el término de novedades (nouveautés) es utilizado de I
ra peyorativa, p o r supuesto en la religión, pero también en la política 75 . Las conj: I
ciones para una valoración positiva son una complejidad estructural suficiente ) i
aceleración del proceso de cambios estructurales que normaliza lo nuevo, y Utla
diferenciación funcional de la sociedad con interrupciones correspondientes de la
interdependencia, que evitan que las novedades salten de un contexto funcional a
otro, sin ser probadas.
Guando lo nuevo es de interés y es valorado como nuevo, no termina simplemen-
te en u n cambio de valores, como si antes se prefiriera lo viejo y ahora lo nuevo. Más
bien, y allí reside el cambio, es la diferencia entre lo viejo y lo nuevo lo que adquiere un
mayor significado. Esa diferencia es temporalizada, es decir, transformada de la
idea de lo objetivamente conforme o discrepante, a la idea de una continuidad
temporal. Eso no significa de ninguna manera que ya no haya referencias al conoci-
miento viejo. Una mirada a la investigación médica de los siglos XVI y XVII nos
p u e d e convencer de lo contrario. La esencia de la temporalización de la diferencia
entre lo viejo y lo nuevo está en que permite una organización recurrente del proce-
so de investigación, que se remita al pasado y al futuro y lo separe más o menos de
la obligación objetiva de patrones tradicionales del pensamiento. Sólo ahora, como
diferencia frente al conocimiento nuevo, la tradición se convierte en conocimiento
viejo 76 . Pero para obtener u n conocimiento nuevo, siempre se requiere también de
u n a reproducción del conocimiento viejo 77 . Hay que partir del estado actual de la
investigación, y lo nuevo está bajo el difícil condicionamiento adicional que sólo es
aceptable si p u e d e sustituir lo viejo.

74
Cfr. específicamente Niklas Luhmann, Das Kunstwerk und die Selbstreproduktion der Kunst. en-
Hans Ulrich GumbrechVK. Ludwig Pfeiffer (edits.), St.il: Geschichten u n d Funktionen eine f
kulturwissenschaftlichen Diskurselements, Francfort 1986, p. 620-672.
75
"A novüatibus ahstinere", le aconseja Laelius Zechius, Politicorurn sive de principatus adrniriistrati°ne'
Colonia 1607, p. 151, al príncipe. Cfr. también Émeric Crucé, Le nouveau Cynée ou discours d'estat (1623).
CÜ. según la edición de Thomas W. Balch, Filadelfia 1909, p. 151.
76
La diferencia antiqui/modemi tiene un origen bastante anterior que se remonta hasta la época antig113'
Pero hasta la modernidad temprana fue utilizada principalmente de manera retórica, es decir: para oi'de
nar la distribución de alabar y reprender, y no para analizar el espíritu de una época.
'All acquired knowledge, all learning", se dice todavía hoy en día, "consistí of the modification (possiily 1
rejectwn) ofsomeform of knowledge, or dispositiim, which mas there previously". (Karl R. Popper, Objecüve Knowledge'
An Evolutionary Approach, Oxford 1972, p. 71.)

160
'lo c o n ' ) a s e e n u n a P r e c ' s i ó n limitante de la novedad cognitiva y la reducción a
erimentado, y en una exclusión general de normas socialmente obligatorias
lo e ? , F í r n bÍto operativo de la adquisición del conocimiento, se p u e d e n formar n o r -
efl t- ' e ciales que regulen justamente estas operaciones 78 . La exclusión g e n e r a l
rflaS supuesto únicamente para las operaciones, 110 para las personas. De l o s
v»lc P o S s £ espera como siempre la observación del derecho, y ciertas regulaciones
pueden limitar su conducta. También los científicos tendrán que o b s e r v a r
jun _ e c iucadas en la mesa, mientras eso se observe en la sociedad. Lo i m p o r t a n t e
fon113 ^ ^ dependa de eso si los conocimientos en la comunicación contigua seari
eS q l
d o S como verdad o no verdad. Se p u e d e n prohibir las investigaciones en e l
,r3ta
o de la tecnología genética: si de todas maneras se presentan, la violación d e 1 Q
C
'""'ulado por la ley n o tiene ninguna influencia sobre la verdad o la no verdad d e
CS
- r e s u l t a d o s de estas investigaciones. Por lo demás, eso es tan obvio que la exclu-
sión general de normas se malinterpreta casi obligadamente como afirmación d e
u na libertad moral o jurídica. Pero también la codificación moral o jurídica es u n i -
v e r s a l m e n t e aplicable; es aplicable a todo comportamiento según la medida de s u s
ropios programas. Sólo los códigos, a causa de la estrecha relación entre valor y
contravalor, y de la necesidad de excluir valores terceros, son diferenciados f u e r t e -
mente, lo cual conduce a que los programas d e u n código n o valen para los d e m á s ,
y viceversa.
Algo similar vale, por razones distintas, para la diferenciación entre experiencia y
acción. También ésta se agudiza. Porque, cuando se quiere proponer como v e r d a d
un conocimiento nuevo, inusual, difícilmente visible, hay que poner en s e g u n d o
término la acción propia. Porque 110 se p u e d e decir: es verdad porque yo quiero 0
porque yo lo propongo. Eso está relacionado con la pérdida de una autoridad b a s a -
da en un acceso único posible al mundo 7 9 , y con la renuncia de justificar el conoci-
miento de su fuente, del estatus de quien lo propaga o del origen (arché, causa).
Indiscutiblemente, las acciones son necesarias para obtener el conocimiento, p a r a
documentarlo, propagarlo. Indiscutiblemente, también, la selección de temas es u n a
acción donde p u e d a n iniciar influencias, pero también regulaciones normativas ("] a
libertad de la ciencia"). Así que con la complejidad de lo conocible, aumenta t a m -
bién el significado de la acción. Pero precisamente por eso 110 existe ninguna selec-
ción verdadera de u n tema, sino únicamente una selección interesante, u r g e n t e ,
sociopolíticamente relevante, o una selección esotérica, curiosa, privada, etcétera.
ar
a presentar un conocimiento nuevo se necesita, la mayoría de las veces, u n a
Presentación detallada de su biografía, es decir, de la historia de la acción que fia
c
°nducido al conocimiento. De ninguna m a n e r a , la acción se toma como u n nio-
me
n t o causalmente irrelevante. Pero el conocimiento mismo no debe ser asignado a

Yp
,j( | e s o nuevamente, como se ha analizado en varias ocasiones, hasta el comportamiento en condiciones
W 0n , o r a l o r i o y en la cooperación en la construcción del conocimiento. Véase p. ej. Bruno Latour/Steve
0 ar
C ( í | 8 . Laboratory Life: The Social Construction of Scienctific Facts, Beverly Hilis 1979; Karin Knorr-
a
' Fabrikation von Erkenntnis: Zur Anthropologie des Naturwissenschaft, Francfort 1984.
Cfr
- sufra, cap. 2, VI.

161
las acciones del proceso en el que se obtiene el conocimiento 80 . Ciertamente, sie^. 1
son posibles ambas maneras de asignación; pero únicamente mediante la selección
la forma de asignación llamada experiencia, se p u e d e asegurar que la comunica^,-'
se produce bajo la premisa de que los ámbitos de fenómenos de los observadores 11
entrecrucen, cuando no sesobreponen suficientemente 81 .
Esta necesidad de la asignación a la experiencia es asegurada mediante una
ma de observación, dado que 110 se entiende por sí sola y no resulta de la natural "
del objeto o de la naturaleza de la observación. Independientemente de lo qu e *'
individuo piense de sí mismo: cuando la comunicación científica observa la comum
cación científica, tiene que realizar las asignaciones a la experiencia, no a la acción
es decir a los objetos, no a los observadores, y tiene que estilizar la asignación de
acción, si se impone, como crítica del método 8 2 . Por lo mismo, el conocimiento Se
tiene que presentar como algo experimentable, porque únicamente así, únicamente
mediante la asignación al entorno, se puede documentar que el conocimiento es
para todos y que todos los que no interfieran con su propia acción, tienen q Ue
dejarse convencer. Eso se expresa, entre otros modos, mediante la diferencia entre
el contexto de descubrimiento (casual, biográfico, independiente de la acción) y el
contexto del valor del conocimiento.
El conocimiento, en este sentido especial, diferenciado, es por lo tanto el resultado
de u n a regulación que especializa la comunicación para informar acerca de lo
experimentable. Con otras palabras, no debe incluir pretensiones de poder, que es lo
que lo distingue de la política. Bajo esta condición, sin embargo, puede comunicarse
tanto acerca de la vivencia corno acerca de la acción. Las ciencias que tematicen accio-
nes, no quedan ni excluidas ni pierden privilegios. Sólo hay que comprender las accio-
nes bajo el punto de vista de lo experimentable, como algo que existe en el mundo y
que es visible para todos. En la lógica de George Spencer Brown 83 , el procedimiento
aquí necesario puede ser designado como re-entry, como reentrada de la diferencia
entre vivencia y acción en lo diferenciado por ella, en la vivencia. Y entonces se nota
nuevamente que se trata de la disolución de una paradoja.

80
Sin embargo, eso también sucede. Pero entonces, la asignación no es utilizada para producir verdad/no
verdad. Entonces sirve para obtener y reproducir reputación. Véase apartado XIII.
81
En la psicología social, este fenómeno es tratado bajo términos como modelo ABX (Newcomb) °
triangulación (Campbell). Cfr. Theodore M. Newcomb, An Approach to the Study of Communicative Acts,
Psychological Review 60 (1953), p. 393-404; idem., The Study of Consensus, en: Robert K. Merton etal-
(edits.), Sociology Today, Nueva York 1959, p. 272-292; Donald T. Campbell, Natural Selection as an
Epistemological Model, en: Raoul Naroll/Ronald Cohén (edits.), A Handbook of Method in Cultura
Anthropology, Garden City, N.Y. 1970, p. 51-85; idem., Ostensive Instances and Entativity in Languag
Learning, en: William Gray/ Nicholas D. Rizzo (edits.), Unity Through Diversity: A Festschrift for Ludw>?
von Bertalanffy, Nueva York 1973, t. II, p. 1043-1057. ^
82
Un escondite famoso para los científicos sociales es la crítica ideológica. Desde allí pueden criticar
vivencia y referirse a la acción. Itero precisamente por ello es notable que también aquí, según el ideal de Mar"'
hay que basarse en deformaciones de la vivenda causada por los intereses, y no en los fines de la acción, y
sólo así se puede presentar como cienda. Es típico que la tensión se disuelva cuando los fines o los resulta' 0
de la acción son declarados como reprobables para presentar eso como un consenso.
85
Laws of Form, reimpr. Nueva York 1979.

162
tal e S precauciones, el medio verdad obtiene contornos especiales m e d i a n t e
n
C° >s s e distingue al mismo tiempo de otros medios dirigidos a otros problemas.
|(,s c ú ' \ ' ( ) v erdad/no verdad se convierte en una diferencia funcional específica. Los
fl cóí <b a S Ja ciencia sólo son reconocibles y realizables como tales cuando son
p l ^ ^ ' j o s exactamente a este código; como resultado, las operaciones así iniciadas
' ' e n tonces, quiérase o no, al proceso de diferenciación de un sistema fun-
llcCI
c 0 nd ecial. Pero eso n o significa, repito, que surjan contextos, acciones, cornuni-
cioH a ' c n c r e t a s que, según su naturaleza o según su pertenencia a un sistema, n o
ne
L-aci° ' | e n e r un significado jurídico, político, económico, religioso o pedagógico.
p u e < ^ " m e n t e , otros sistemas funcionales regulan con otros códigos y otros progra-
SܻPnis | ) r o pias operaciones, por lo cual, si bien pueden disponer de ellos mismos,
^ ueden disponer de la verdad y la no verdad.

IX
nin la presentación clásica, el contacto de la ciencia con la realidad se realiza
ediante la percepción. Supuestamente, la percepción sustrae del m u n d o lo verda-
dero o al menos sustrae información, y este origen garantiza al mismo tiempo que
se informa, acerca del m u n d o tal como es. Pero entonces sigue existiendo el proble-
ma del engaño. La percepción —¡qué humana!— p u e d e engañar. Pero este proble-
ma ya está tan especificado que se p u e d e ver como un problema específico e inquirir
acerca de las fuentes de error específicas. Sólo a partir de Descartes se le da impor-
tancia para convertirlo en el problema cognoscitivo por excelencia, con lo cual ya n o
puede ser resuelto mediante el regreso a la percepción, sino únicamente m e d i a n t e
el regreso a la autorreferencia del proceso cognitivo.
En realidad, si bien no en el ámbito de la metodología, sí en el de la teoría
cognitiva, queda rebasada así una diferenciación que, no obstante, se transmite has-
ta hoy en día. Aparte de las construcciones p u r a m e n t e formales y analíticas, existe
entonces una m a n e r a especial de conocimiento: el conocimiento empírico. Pero
-qué resulta de esta diferencia y qué resulta de la cuestión del contacto con la reali-
dad de la ciencia, si la verdad se comprende simplemente como un medio para las
construcciones, como u n medio para el desarrolllo y cambio de formas?
Actualmente, nadie negará que p o r lo menos en la ciencia, la percepción sólo es
relevante en el contexto de las teorías, y que sólo se p u e d e observar lo que se p u e d e
esignar mediante conceptos. No tenemos problemas en aceptar esto, pero para la
cu
estión que nos interesa, en nada ayuda. Porque la cuestión es si la percepción
Puede ser comprendida siquiera como lo que transporta las informaciones del exte-
tiar ' n ' e r ' o r ; e s decir, si y cómo hay que imaginarse que la ciencia pueda relacio-
e
mediante operaciones propias con su propio entorno 8 1 . Nuestra meta es negar

Charle ' f ' a n t e a n también exposidones sistémicas anteriores, mediante el modelo input/ouífnU. Cfr. p. ej.
D¡Hen^ MermanAalcott Parsons, The Concept of "Social Systems" as a Theoretical Device, en Gordon J.
^ich0]a° 'f"c'lt•)• C °ncepts, Theory, and Explanation in the Behavioral Sciences, Nueva York 1966, p. 19-40;
Q xfor( j 4s Rescher, Methodological Pragmatism: ASystem-TheoreticalApproach to the Theory of Knowledge,
1977
> p. 189s.

163
que eso suceda. Por supuesto, el constructivismo no se encamina a negar la r e a l i d ^
como se sabe, eso significaría la negación de la posibilidad de las operaciones p r(j '
pias. Mantenernos también la idea, e incluso su nombre: la percepción es un mecajy
m o que transmite el contacto con el exterior al sistema que busca la verdad. *
embargo, tenemos que cambiar la perspectiva en la cual se trata este problema
La verdad es y sigue siendo un medio de comunicación, aun en esta perspectj v
Transmite comunicación y nada más. Para la percepción, sin embargo, es caracter/
tico que no se trata de comunicación. Es un acontecimiento de la Conciencia85. Eso n0" I
conduce a una conclusión importante: En un sistema comunicativo, el contacto con e¡ \
exterior no se transmite en el nivel de sus propias operaciones. O dicho de otra manera- e | 1
sistema opera como u n sistema operativamente cerrado (autopoiético). Sólo pued e
comunicar, sólo puede producir comunicación, mediante comunicación. Por supuesto
p u e d e comunicar sobre las percepciones; pero también ésas son, entonces, cornuni-
caciones y n o percepciones. Un sistema de comunicación (un sistema social) sigue
d e p e n d i e n d o de la conciencia; de la conciencia como u n transformador de la per-
cepción en comunicación. Con eso, la conciencia n o se convierte en el sujeto de l a
comunicación. No es la base de la comunicación. No p u e d e ni adivinar sus intencio-
nes ni controlarla puesto que no dispone de ningún acceso, que no d e p e n d a de la
comunicación, a la conciencia de los demás 86 . Pero para la continuación de la comu-
nicación, es una condición indispensable tanto de manera motora como sensorial.
Quien disponga de conciencia, p u e d e decidirse a comunicar sus percepciones. Eso
p o r supuesto sólo se logra mediante las reglas propias de la comunicación. La per-
cepción n o es transportada en su plenitud de impresiones; no es transportada como
percepción. Además, sólo es un acontecimiento muy breve, y con su aparición se
pierde irremediablemente; cuando mucho puede ser recordada en la conciencia y
ser convertida nuevamente en el objeto de la comunicación. Por esta razón, las
percepciones sólo p u e d e n provocar, pero no causar los cambios en el estado de
conocimiento. O dicho de otra manera: en la ciencia no existen percepciones ins-
tructivas, sino únicamente la comunicación constructiva.
Esta razón es tan importante que queremos presentarla nuevamente mediante
u n a descripción un tanto distinta. La comunicación, aun la comunicación acerca de
las percepciones, siempre es una operación no específica en cuanto a la percep-
ción 87 . Ninguna comunicación p u e d e reaccionar adecuadamente y p u n t o p o r punto
respecto de las percepciones. Este problema puede disminuirse cuando el sistema
comunicativo ciencia induce a la construcción de aparatos de medición y procesa la
recomunicación de los datos de medición. Pero las percepciones preparadas de tal

85
También eso se remite a la relación operativa de un sistema autopoiéticamente cerrado, como hetn
expuesto en el cap. I.
86
Probablemente sí a su cuerpo; pero eso es otra cuestión. Cfr. también Niklas Luhmann. f" j
Wahrnehmung und Kommunikation sexueller Interessen, en Rolf Gindorf/Erwin J. Haeberle (ediB-J'
Sexualitáten in unserer Gesellschaft, Berlín 1989, p. 127-138. ^
87
Algo análogo vale ya para la base neurofisiológica de la percepción consciente. También el cere ^
trabaja con operaciones no específicas respecto de los estímulos, como actualmente ya nadie negará: )
eficacia se basa precisamente en este desligamiento.

164
0 ,r en Ja percepción. Precisamente en este desligamiento se basa la eficacia de
u n icación científica. Incluso se p u e d e decir: la ciencia sólo es posible, porque
la :OTl^cesos de comunicación tienen que darse de manera no específica en cuanto a
los P , r c e p C iones; lo cual de ninguna manera excluye que el señalamiento de las
la* P c i o n e s j u e g u e un papel especial en la comunicación científica.
perc e P c o n f i r m a únicamente la idea generalmente aceptada hoy en día, de que las
°científicas son sumamente resistentes contra la variación de las percepciones
te 0l
. fornies sobre las percepciones 88 . Por supuesto eso no significa que podrían sobre-
e n
' s j n percepciones; pero sí que sobre eso se decide en la comunicación inducida
v vlf
' j a t eoría, y que sólo puede ser decidida aquí. Retomaremos esta idea en el
P
°pítulo sobre la evolución.
C
a causa de la comunicación sobre las percepciones, el trato con las percepciones
tiene que ser regulado, p o r lo tanto, en el sistema de comunicación. Por eso, la
¡encía depende en alto grado de la confianza, es decir de la confianza con que las
89
e r c e p c i o n e s reportadas realmente hayan sido percibidas . Además permite u n a
c o m u n i c a c i ó n acerca de las percepciones; se puede preguntar por las percepciones o
invitar a experimentar percepciones. En este sentido, el propio sistema de comuni-
cación no puede percibir, pero sí conducir los procesos de la percepción.
Además se debe tomar en cuenta que las percepciones son sólo acontecimientos
que con su aparición vuelven a desaparecer de inmediato. El aparato neurofisiológico
(otro sistema autopoiético), por sus pruebas de consistencia, le permite a la concien-
cia recordar las percepciones, es decir, reactualizarlas con la indicación de pasado.
Pero eso no significa que podrían volver a aparecer como percepciones. Sólo se
puede percibir algo nuevo, y únicamente en cuanto la conciencia p u e d a identificar-
la por encima del tiempo. Precisamente este carácter de acontecimiento asegura a
la conciencia la sincronización con su entorno y a la vez el continuo desligamiento,
mediante lo cual se asegura que la conciencia no quede fijada a la impresión obteni-
da y así seguir viviendo únicamente lo que acaba de experimentar. Ya en el campo
de la conciencia, el enlace sistema/entorno sólo queda actualizable como aconteci-
miento, uniendo la indudabilidad de la realidad del m o m e n t o con recuerdos y pro-
yecciones. Y sólo porque eso es así, la conciencia puede participar en la comunicación
ac
erca de las percepciones, y hasta p u e d e percibir que se le invita a percibir.
Cuando en la comunicación se hace referencia a la percepción, se introduce con
a
sola palabra, por decirlo así, una circunstancia altamente compleja en la comu-
C1
°n; una simplificación enorme pero que sólo así p u e d e convertirse en la con-

» Cf
Logi^i r' S ó '° u n t e x t o famoso: Willard van O. Quine, The TWo Dogmas of Empiricism, en idem., From a
"ten ^'.'""^View, 2a. ed., Cambridge Mass. 1961, p. 20-46. El conocimiento científico, se dice en resu-
«9 man-made fabric which impinges on experience only at the fringes" (42).
ex
\'et;es plica, no por último, las consecuencias simbólicas de los escándalos de falsificación, como a
ofi .ithe' e"p.
c
'an iP o r razones económicas o de reputación estratégica. Cfr. William Broad/Nicholas W&de, Betrayers

-r acÜce,
c ü c / " ' h . Nueva York 1982: Daryl E. Chubin, Misconduct in Research: An Issue of Science Polity and
h i e r v a 25 (1987), p. 123-134; Alien Mazur, Allegations of Dishonesty in Research and Their
en b
' y American Universities, Minerva 27 (1989), p. 177-194.

165
dición de las comunicaciones sucesivas. En comparación con la impresión conip^
de la percepción —que sin embargo vuelve a desaparecer rápidamente— la ex r
sión comunicativa permanece forzosamente borrosa. Utiliza palabras, en la ciejj
conceptos, que en el m o m e n t o sólo p u e d e n ser utilizados si son altamente indef ^
dos, y que indican implícitamente algo dicho con anterioridad, textos conoció I
bien algo que se aclarará posteriormente. Mucho más que la percepción, es ent^ °
ees el discurso el que encarna tiempo. Su subdefinición m o m e n t á n e a debe ent •
derse corno salvedad de una aclaración, y es aceptada, p o r así decirlo, corno 1
anticipación crediticia. ***
En este sentido, un informe acerca de lo percibido o lo perceptible puede
usado como indicio de posibilidades aclaratorias, como abreviatura para las c o r n a l
nicaciones sucesivas. Las señales comunicativas de la referencia a la percepción fung e ^
únicamente como indicadores de la realidad, sin poder comunicar la percepción
misma. Así, la comunicación gana, por decirlo de alguna manera, un segundo acce
so a la realidad. No sólo tiene la certeza sobre la realidad en su propia realización en
el sentido de no p o d e r negarse a sí misma, sino además p u e d e construir lo que es
temáticamente irrechazable, mediante una referencia a la continua sincronización
de la conciencia perceptiva con su entorno.
Si se ve desde más cerca, resulta que este tipo de seguro de la comunicación
consiste en que en la interacción entre participantes de una presencia física común,
existe una percepción de la percepción de los demás que no requiere ninguna co-
municación, dado que en ella está integrada toda comunicación. Cada quien escu-
cha lo que él mismo dice, y ve que los demás escucharon lo que ha dicho. Al mirar
algo entre todos (por ejemplo, al ver u n reloj), por lo menos se ve que los demás
ven, si bien no siempre de manera precisa, lo que ven los otros. De allí que en cada
situación resultan factores irrechazables en lo que a la comunicación se refiere, que
luego le p u e d e n servir a la comunicación de fuente de seguridad. En esta situación
se p u e d e partir siempre de algo ya aceptado. Y si eso es así, también se puede
comunicar acerca de situaciones alejadas, bajo la premisa de que se podría construir
una actualidad sincronizada: si tú te fueras a San Francisco, entonces podrías ver el
puente Golden Gate, así como yo lo vería si también estuviera allí.
Este tipo de coordinación anticipada mediante una percepción común y su supo-
sición, n o se ha analizado suficientemente en la teoría de acción sociológica clási-
ca90. Al cambiar la teoría de la acción a la comunicación, por lo menos se puede
tomar en cuenta qué y cómo la referencia explícita a lo que se percibe en común,
funge como fuente de seguridad en la comunicación. Si bien se p u e d e negar l aS
posibilidades de la percepción, no se p u e d e negar que es posible llegar a una deci-
sión sobre esta situación mediante la construcción de situaciones correspondientes
con una percepción sincronizada. Desde luego, es ampliamente conocido que eso
no necesariamente tiene que decidir la disputa como un crucial experiment, sino q l i e
la disputa p u e d e continuar acerca del significado de la percepción. Pero en el coü-
icxto aquí discutido n o se trata de decisiones de la teoría, sino de la situación que l e

Cfr Vr a r
k Abrahamson, lnterpersonal Accomodation, Princeton 1966.
166
c le ) acerca de c ó m o u n sistema comunicativo se ajusta a lo que p r e s u p o n e
ai^fentorno.
¿ort1 s í T nbolos utilizados en la comunicación para asegurar la comunicación m e -
una referencia a la presencia física, la llamaremos mecanismos simbióticos91. La
. « r -' 1 1! J^ » —n 111 /-I yi ii vi n o n íi / n iv/i/^i /i >-i /11 í*nvnn
di i , r l j- icac ión funcional d e medios y códigos requiere d e u n a aseguración diferen-
et
eSp ' |t_ j a ¡-elación con la realidad —en el caso del poder, p o r ejemplo, sobre el
c 3
il de la violencia física 92 ; en el caso del a m o r acerca del control ele la sexuali-
c0tlt
J } p a ra la verdad, el equivalente funcional está en el control d e las percepciones.
(I-"'. a I I i e n t e porque las percepciones p u e d e n ser asignadas al entorno, n o se pue-
P reC ' S a r s u ruido en el sistema. Si bien es el propio sistema el que define cuáles
( e
' , n C j 0 n e s son relevantes y para qué situaciones, con lo cual rechaza casi todo,
Pe es cierto que es precisamente m e d i a n t e esta especificación como constituye
13
a m a y o r sensibilidad y u n a obligación casi inevitable a reaccionar ante la comuni-
cación de percepciones, c u a n d o son relevantes.
Así se explica también la extraña carrera semántica d e la percepción sensorial
lela al proceso d e diferenciación y desarrollo de la ciencia. En p r i m e r lugar, se
¡e ve como un acceso al e n t o r n o que ofrece la verdad siempre y c u a n d o u n o n o se
e q u i v o q u e ; pero además, en los niveles inferiores d e la construcción jerárquica d e la
realidad m e d i a n t e el desarrollo de la ciencia, la percepción es a la vez revalorada y
d e v a l u a d a : se suprime su colocación jerárquica en los niveles inferiores que el h o m -
bre comparte con los animales, y la percepción se convierte en el c o m p o n e n t e
funcionalmente indispensable en la adquisición y validación del conocimiento per
se. Pero al mismo tiempo p i e r d e su antigua cercanía con el conocimiento. Cada vez
más, se le ve ya ú n i c a m e n t e como relevante en f o r m a indirecta, necesaria sólo para
decisiones teóricamente preseleccionadas y maleable operativa e interpretativamente.
Junto con la construcción d e los referentes externos del sistema, con frecuencia sólo
es producida a lo largo del proceso d e investigación 94 . De la misma m a n e r a , el au-
mento de conocimiento se realiza cada vez m e n o s en la p n i e b a inmediata (triol and
error), en el trato directo con circunstancias perceptibles; al contrario, este procedi-
miento es sustituido p o r la fabricación y el m e j o r a m i e n t o d e construcciones, p o r
ejemplo m e d i a n t e la formulación d e leyes naturales que luego son verificadas empí-
ricamente con respecto a sus consecuencias. Continuamos esta marginación d e la
Percepción y la concluimos con la tesis d e que el sistema m i s m o n o p u e d e percibir,
sino que en todo caso se ve estimulado a i n f o r m a r sobre las percepciones, e n caso d e
c u
l e eso tenga sentido en el contexto d e la comunicación correspondiente.

después de esta localización d e la percepción en un área operativamente inaccesible


' l a r a el sistema científico, pero que p o r eso mismo es tratado en el sistema como u n a

91
^ r-f>-tr. Niklas Luhmann, Soziale Systeme, op. cit., p. 337ss; Trad. esp. Sistemas Sociales p. 254 ss.
,ls c fr- Niklas Luhmann, Macht, Stuttgart 1975, p. 60ss; fbder, Anthropos/U.Iberoamericana, Barcelona, 1995.
^ c fr. Niklas Luhmann, Liebe ais Passion: ZurCodierungvon Intimitat, Francfort 1982, p. 31s. y passim.
¡ . C ft. Michael Lynch, Discipline and the Material Form of Images: An Analysis of Sdentific Visibility,
° a l Stndies of Science 15 (1985), p. 37-66.

1(37
realidad, ahora es posible aclarar otros aspectos. Estas a c l a r a c i o n e s se refieren a que opera así, se producen equivalencias con la realidad; p e r o j a m á s se
relación entre el medio verdad y el tiempo, y la historicidad inherente de todo 1 0 ' una representación d e aquello que corno una impresión compacta es percepti-
es producido y reproducido mediante este medio. El locus classicus de esta situaci' u n s olo momento.

el capítulo sobre el esquematismo en la Critica de la razón pura de Kant. A diferen, j'' Cs e sar de que la argumentación científica tiene que realizarse con orden, n o hay una
Kant, sin embargo, partimos de una diferencia puramente temporal: la d i f e r . ' ^ AP ^ i d a para su secuencia —corno es el caso en conciertos de música, desfiles,
reCe a
entre la simultaneidad y la secuencia, y no entre la sensibilidad y la razón. ' funerales y otras ceremonias. La realización de una secuencia tan rígida requiere
Corno hemos mostrado, la percepción tiene la característica de la simultaneidad Í b ^ f i o n e s normativas y no sería posible sin predeterminaciones normativas de los
lo que percibe. Realiza una sincronización entre el sistema y el entorno con respe,,' f >ri reg11' por ello, el discurso científico guarda cierto valor de sorpresa, p o r 1 Q menos
suceso; pero únicamente para la conciencia y, de manera distinta, para el organ¡Sr ^ ^"^arreglo. aun cuando en realidad no tenga nada nuevo que decir, con lo c u a l invita
vivo. Gracias a esta simultaneidad, en el momento no existe ninguna diferencia er ^ rrenáas que, en el caso de una ritualización más estricta, aparecerían c o r n o errores
1
realidad e ilusión, a pesar d e que se podrá ver después, o a fuerza de información prev^ 'parte de las características de la percepción que d e p e n d e de la s i m u l t a n e i d a d , es
se puede saber d e antemano, que uno ha sido o será víctima de una ilusión. De tod e las diferencias sólo p u e d e n ser utilizadas cuando y en cuanto lo d i f e r e n c i a d o

maneras: se ve lo que se ve, aun cuando uno no confíe en sus ojos. ^leda ser observado en ambos momentos, por ejemplo como algo g r a n d e y algo
P, q u e ñ o . La percepción requiere que la diferenciación aparezca como contraste. Lo
Cada adaptación de las impresiones perceptivas en la conciencia racional y más r
e

a ú n toda comunicación acerca de las percepciones está ligada, sin embargo, a una férenciado tiene que estar presente simultáneamente o en u n a consecución inme-
secuencia o periodización temporal. Como operación, por supuesto también tiene diata de unspaciouspresent; de otra manera, la diferenciación pierde su perceptibilidad.
su propia simultaneidad, por ejemplo la casi simultaneidad del acto de comunicary p e eso se ocupa de m a n e r a especial el arte. Puede simultaneizar los contrastes
la comprensión. Pero la periodización, la disolución del sentido compacto en una artificiales e intensificar impresiones compactas o, como en el caso de la música,
serie, sigue su propio orden. Aquí hay que saber distinguir y designar de una mane- mmeritar el espacio temporal de la simultaneidad de tal m a n e r a que aun s o n i d o s o
ra suficientemente precisa para poder construir los enlaces 95 . Por eso, hablar acerca frases que lleguen con u n considerable retraso, puedan formar u n contraste. En la
de las percepciones requiere de tiempo, de mucho tiempo, y sin embargo no podrá percepción natural no sucede que los grises y verdes predominantes se perciban
nunca agotar su objeto, puesto que las percepciones desaparecen irremisiblemente como la ausencia del rojo (y p o r lo tanto Corot, cuando pretendía lograr e s t e efecto,
aun para la conciencia. "La perception est la pensée de percevoir quand. elle est pleine ou tenía que hacer visible en alguna parte un rojo minimizado).
actuelle"96, y precisamente eso no se p u e d e ni perpetuar ni periodizar. La seguridad En cambio, la comunicación aprovecha diferenciaciones para la bifurcación, es
d e la impresión perceptiva general del m o m e n t o se ve convertida en u n retardo del decir la designación de los puntos de partida para comunicaciones subsecuentes 1 0 0 .
juicio 97 , y después d e esta transformación n o podrá ser recuperada jamás 9 8 . En el Se habla de árboles enfermos (a diferencia de ejemplares sanos), i n t r o d u c i e n d o así
camino de la periodización discursiva, bien se p u e d e reflexionar mediante opera- una comunicación que se desvía y que p u e d e condensar u n a historia, f o r m a r u n
ciones nuevas acerca d e la secuencia o del discurso como unidad; se p u e d e manejar tema y estimular comunicaciones subsecuentes. Al mismo tiempo, de esta m a n e r a
la comunicación de m a n e r a recurrente y aplicarla a sí misma o a sus propios resulta- '"do, incluso la comunicación acerca de lo percibido es expuesto a posibles dudas.
dos, y así lo hacen aun las técnicas más novedosas de la cibernética operativa 99 . En el La duda controla la coherencia secuencial del procesamiento operativo d e l a infor-
mación, y no, como se creía en una larga tradición, su correspondencia r e a l acerca
e
la cual no podría proporcionar información ni positiva ni negativamente. La
a
ataca también lo vivido y notificado como algo acabado de percibir, p u e d e ser
95
de f i z a d o y unlversalizado para representar luego únicamente la posibilidad que
U n a idea muy respetada y de gran influenda de la teoría lingüística d e Saussure. Cfr. F e r d i n a n d e
el sistema de comunicación, para continuar la comunicación en c u a l q y i e r cir-
Saussure, Cours d e Linguistique Générale, cit. según la ed. París 1973, sobre todo p. 162.
96 Lo n C 1 3 ' m ' e n t r a s n o s e a obstaculizada como comunicación.
Maurice Merleau-Ponty, Le visible et l'invisible, París 1964, p. 50. Con esta cita sólo queremos indi^í
esta investigación en muchos sentidos básica para nuestro problema. p¡ er ^ f l U e se pierde, o n o p u e d e ser llevado, n o es t a n t o la plenitud del s<>rioi §e
e
97
Acerca de tales internal delays y las inestabilidades consecuentes, cfr. también Donald M. Mac la simultaneidad de la impresión de la percepción. Se sacrifica
Communication and Meaning: A Functional Approach, en F.S.C. Northrop/Helen H. Livingston (eCtI n o un
Cross Cultural Understanding: Epistemology in Anthropology, Nueva York 1964, p. 162-179 (177).
98
Ni siquiera mediante la filosofía, como aclara Merlea^i-Fonty: "Elle est retour sur soi et sur toutes c loo,
mais non pos retour a un immédiat, qui s'éloigne á mesure qu'elle veul l'approcher ets'y fonder" (op. at., p- " ¡¡ apartado V.
observación se dirige no por último contra la sobrevaluaaón fatal de la evidencia tomada de la P erce P C ' < ^¡<> en u n P r e S l 6 n r e P r esenta a su vez la experienda del fracaso de una expectativa de la representación
la fenomenología de Husserl, que ha conducido después al camino problemático de una crítica fenomen 0 tftr'r lo d P ^ n s a m i e n t o que parte aún de la diferencia tempus/aeternitas y que busca en el tiempo es
de la cienda. Y más aún se dirige contra los intentos del idealismo alemán d e buscar la verdad en el 111 "fa^arió m o m e n t á n e a m e n t e
. una representación de la eternidad. Acerca d e esta idea '
para acercarse a ella mediante un lenguaje d e indicios, d e lo simbólico, de lo alegórico. " [ de a p . , e n e l s i íd° x v m - di". Arthur O. Lovejoy, The Great Chain of Being: A Study o f t h r
- History
99 Cambridge, Mass. 1936.
Véase Heinz von Foerster, Observing Systems, Seaside, Cal. 1981.

168 169

i .
valor material, sino u n valor temporal. O dicho con mayor precisión: I a
cación ni siquiera está en condiciones de simultaneizar impresiones ct '
En su lugar p r o d u c e la temporalización de la complejidad en la s u c e s i ' ' ' ' ^ ^
lo diferente. ''l;t(i
La temporalización de la complejidad del m u n d o tiene considerables •
por ejemplo, viendo la capacidad de bifurcación de las operaciones de e i ^ ^ k
exactitud de comunicaciones distintivas. De esa manera es posible precisar ^ V L
desacuerdos. La atención se afina, la actualidad es dirigida por el proces' " ^ t
reproduce. Por otra parte, estos beneficios tienen su precio. La evidencia d I*
ción queda reducida. Lo que en la unidad de la percepción parece claramente' ^ "
algo enlazado, en la periodización es separado. Y no por último, en la ocupacpCo,1)o I
tiempo está la posibilidad de la interrupción, la probabilidad de que algo
ponga, la inseguridad de la continuación posible en el futuro y la probabilid '(j^ I
descubrimiento de errores 102 . En todos estos sentidos, surgen conjuntamente I
diante la periodización, algunas ventajas de la complejidad y algunos probl'e^
novedosos que esperan soluciones novedosas. Los éxitos más importantes que fungí
como fijación de lo logrado y como protección contra las interrupciones, es ded*
que funcionan casi como una equivalencia de la percepción, son indudablemente lj
escritura y la imprenta.
Como se ha indicado con el término bifurcación, la comunicación bajo estas con-
diciones conduce a la construcción de u n a realidad histórica, es decir a una
morfogénesis que sólo se puede comprender en la dependencia de su propia histo-
ria 103 . Eso vale para el intento de u n a observación desde el exterior, pero también
para la autoobservación de tales sistemas, de manera que no debe extrañar que
después de u n desarrollo prolongado en la construcción de complejidad, tales siste-
mas ya sólo p u e d e n describirse a sí mismos, si ello es posible del todo, tomando en
cuenta su propia historia. La sociedad europea llegó a esta fase a finales del siglo
XVIII 104 , y la autodescripción teórico científica de la ciencia parece llegar a este
p u n t o j u s t a m e n t e ahora, con K u h n y otros.
Las reflexiones anteriores permiten una presentación un poco más exacta de esta
circunstancia. Si para todo procesamiento secuencial de comunicaciones se requie-
ren diferenciaciones y descripciones suficientemente claras, la comunicación subse-
cuente se desarrolla (en caso de que n o surjan interrupciones, d i s c o n t i n u i d a d e s y
reinicios) en dependencia, de las diferenciaciones iniciales. Cuanto más radicales sean es

108
En sus implicaciones racionales, estas ideas han sido trabajadas sobre todo por Herbert A.
Véase sobre todo: The Architecture of Complexity, Proceedings of the American Philosophical Society ^
(1962), p. 467-482 (existen múltiples reimpresiones), o idem.; The Logic of Heuristic Decisión Mak'11?' í
Nicholas Rescher (edit.), The Logic of Decisión and Action, Pittsburgh 1967, p. 1-20.
IOS' Véase
1 supra, nota 62. ^
104
A diferencia de Joachim Ritter, Die Aufgabe der Geisteswissenschaften in der modernen Gesellsl~
(962), cit. según idem., Subjektivitat: Sechs Aufsatze, Francfort 1974, p. 105-140, y de algunos de sus 1 ^
pulos, nosotros no vemos aquí ningún proceso compensatorio de una pérdida, sino un nuevo arre» ^
complejidad con la consecuencia de que la tradición ya no obliga a la continuidad y precisamente P° r
conoce, a partir de una conciencia diferenciada, una clase especial de adhesión.

170
jjjás difíciles se vuelven el regreso al punto de la bifurcación y el reinicio;
t0
t 3fi e probar con diferenciaciones como ser y pensar, y objeto y sujeto. En
i1"' plIC s ¡ c ológicos con respecto a evaluación y decisión, se p u e d e hablar en este
'"'^-tft0" P, UI1 anchoring effectm: la determinación inicial reduce la libertad con
1
fltf*10 jos siguientes juicios que se van formando. Rebelarse contra esto es difí-
'' .píCt0 3 n 0 basta con un rechazo únicamente verbal, cuando la comprensión de la
^ ' ^ j ó n vuelva una y otra vez a la antigua diferencia.
L |C
iir)üO ' ^ t j e n e que ver que las diferenciaciones sufren variaciones casi impercep-
11eS
C° ° se mantiene el lado designado con el que se enlaza el conocimiento
"''' eS Ll ero cambiando su término opuesto. Así se pasaba —sin control suficiente
ilK'rl"r' ' r o c e s o de sustitución— de la antigua diferencia entre naturaleza y gracia,
,|e L ' s,e ? x v i I I a naturaleza y civilización, y en el XIX a naturaleza y espíritu; u n a
eIie
' ^jón que señala p o r lo demás que la idea de naturaleza cambia, c u a n d o no
ll>
" - u e f v e , independientemente de la continuidad en las investigaciones teóricas
L
[ aS llamadas ciencias naturales. Acerca de la evolución de las teorías, u n o se
'^forina preferentemente m e d i a n t e la indagación sobre cuáles diferencias deter-
" ¡nan un término. Así, el término sociedad como diferencia de Estado, designa
jl o distinto al término sociedad como diferencia de comunidad, y antes de eso
existía una tradición a la cual le bastaba la diferencia entre sociedades domésticas
v s o c i e d a d e s políticas. Otro ejemplo: n o se habla de lo mismo cuando se sustituye
la diferencia entre sistema y entorno p o r la diferencia entre sistema y m u n d o de
vida, para polemizar luego, con base en estas sutituciones, contra las exigencias
de la teoría de sistemas.
Podemos e n t e n d e r esta d e p e n d e n c i a que m u e s t r a n las designaciones d e la
diferencia de m a n e r a p u r a m e n t e lógica y d e s e n t e n d e r n o s de la historia 1 0 6 . Pero
también se nos ofrece la posibilidad de c o m p r e n d e r la historia d e la ciencia
producida de m a n e r a bifurcada. Un m e d i o como la v e r d a d que p e r m i t e o p e r a -
ciones secuenciales, p u e d e conducir a través de diferenciaciones y designacio-
nes, únicamente a u n estado de conocimiento que d e p e n d e d e ello. Por lo
'anto, la ciencia es histórica. P u e d e c o m p r e n d e r s e a sí m i s m a en la aceptación
de esta circunstancia y e n t e n d e r así su propia contingencia. Pero eso sólo lo
puede hacer con ayuda de u n a autodescripción que r e n u n c i a al s u p u e s t o d e
1 U e s e trata de u n a t r a n s f o r m a c i ó n c o n t i n u a de circunstancias desconocidas en
c
°tiocidas.

XI

°,j 0 s medios de comunicación simbólicamente generalizados se basan en el


1
°> es decir, en la expectativa de que incluye expectativas improbables que serán

105 ,
as
Dat)| variaciones son: framing effect, topical account, comprehensive account, schemes. Véase por ejemplo
o ^ a hnemann/Amos Tversky, Choices, Valúes, and Frames, American Psychologist 39 (1984), p.
3
1065o '
lo hace, como es sabido, George Spencer Brown, Laws of Form, 2a. ed., Londres 1971.

171
canjeables en la comunicación 1 0 7 . "Ser canejable" quiere decir que sean c o m p r e I t o la inflación como la deflación causan u n a p r e s i ó n temporal. Reducen el

das y realizadas, incluso cuando se encuentren con u n a resistencia, por ej e i l i - 1 311 f t e m p o r a l que p u e d e estar entre las selecciones d i r i g i d a s p o r los medios:
c u a n d o colisionan con intereses o vivencias. Eso sólo es posible cuando las e x / ¿ P ^ c a s o de la inflación, a causa de la alta susceptibilidad a perturbaciones (hay
l' 3ra C dir r á p i d a m e n t e medios de convencimiento); y p a r a el caso de la deflación
tivas esperadas f o r m a n u n medio, es decir, se p u e d e n basar adicionalmente en ,
,jiie a n a s e t iene que comprobar de inmediato o hay que d e j a r caer la hipótesis; hay
disponga de u n m e d i o para acoplamientos con capacidad organizativa. No s e ^ 5 *
rq iar la policía d e i n m e d i a t o o desistir de la empresa. P o r ello se p u e d e decir
tanto d e lo que el individuo piense y tampoco cómo él mismo valide sus exn ?[0ll£ • las inflaciones y las deflaciones se vuelven t a n t o m á s inofensivas, y más
vas. El crédito es u n mecanismo social d e la expectativa de expectativas de ot r
u n m e d i o que p e r m i t e acoplamientos y desacoplamientos y, con ello, una >S et| t ^ f cuanto más r á p i d o corre el tiempo.
ción; la confianza en el m e d i o es indispensable cuando se trata de otorgarle c ¡ion"a£!" A m o s t r ó Rainer Baum 111 , el problema i n f l a c i ó n / d e f l a c i ó n tiene que ver
( 0l
a las expectativas d e los demás. Es como crédito que la recurrencia de adelant ' "n con la extensión de los niveles de identidad en los s i s t e m a s sociales. Distin-
taIfl
retrocesos de la comunicación se reintroduce en el proceso de comunicación °SV la identificación d e expectativas según personas, r o l e s , p r o g r a m a s y valores
p a r a recordar la formulación de Parsons: A generalizad médium is a structured expecta • guim0 norms, roles, means). Si estas diferencias están i n s t i t u c i o n a l i z a d a s en la
as well as a symbolic mode of communication to others and. to the actor himself108. dad V las expectativas n o saltan i n e s p e r a d a m e n t e d e u n nivel a otro 112 , tanto
U n h e c h o básico que aparece con todo m e d i o y que f u n d a m e n t a su capacidad d ^"extensión demasiado f u e r t e de estos niveles (inflación) c o m o u n a compresión
crecimiento, tiene que distinguirse de las exageraciones y las subestimaciones U leniasiado fuerte (deflación), son posibles. En el primer c a s o , u n a discusión teórica
exageración la llamamos inflación, u n a subestimación, deflación109. Puede ser q u e ^ ' na inversión en empresas se vuelve autosuficiente, sin t o m a r en cuenta los valo-
posibilidades de crédito sean rebasadas con lo cual se vuelven altamente susceptj res s ocialmente aceptables o lo que se p u e d e esperar de l a s p e r s o n a s , y eso q u e d a
bles a perturbaciones. Repentinas caídas d e ámbitos enteros de confianza pueden muy cerca cuando los códigos específicos de los medios s o n diferenciados. E n el
mostrar que eso es lo que sucedió. Por otra parte, también p u e d e ocurrir que las segundo caso, es en la relación con el valor o con la p e r s o n a , d o n d e se e n c u e n t r a n
posibilidades d e u n m e d i o para la generalización n o son aprovechadas; que el cré- argumentos contra los programas o los roles de la c o m u n i c a c i ó n específica d e los
dito disponible n o se utiliza; que u n p o t e n t a d o n o utiliza el p o d e r disponible para medios. Con u n a diferenciación fuerte, un m e d i o tiende p o r l o tanto hacia la infla-
u n a situación crítica, con lo cual lo pierde; o bien que los puntos de partida de una ción; al recordarle su relevancia social tiende más bien hacia l a deflación. La exten-
teoría n o son aprovechados suficientemente, p o r ejemplo que son formulados de- sión permite u n m e j o r aprovechamiento d e posibilidades e s p e c í f i c a s de los m e d i o s
m a s i a d o cerca de los datos, o cuyas posibilidades de aplicación n o son reconocidos. Si hasta la hipertensión de las posibilidades d e convicción. E n e l movimiento contra-
se quiere hablar d e inflación o deflación, tiene que tratarse de u n a sobrecarga o una rio de la compresión, finalmente, p u e d e n surgir d e s c o n f i a n z a e intervenciones ex-
subutilización de todo el medio, y n o sólo de la extravagancia o del temor de una ternas (éticas, jurídicas) con respecto a las cuales el m e d i o s ó l o se p u e d e ajustar
teoría individual 110 . mediante deflación.
La aplicación de este concepto al caso específico de la v e r d a d d e p e n d e a n t e todo
,le
que se logre distinguir suficientemente los destinos de la t e o r í a d e las inflaciones
0
107
El fenómeno se discutió por vez primera en el caso del public cred.il inglés, alrededor de 1700, sobrt deflaciones, del m e d i o en su totalidad, así como la e c o n o m í a p u e d e distinguir
todo en el ejemplo de la deuda del Estado, a pesar de que el término crédito tenía entonces un sentido más ju"nentos generales en los precios, de aumentos de precios e s p e c í f i c o s del m e r c a d o .
n e caso
amplio. Cfr. Peter G. M. Dickson, The Financial Revolution in England: A Study in the development ° c ' de la verdad, falta u n a equivalencia funcional e x a c t a con la estructura
Public Credit 1688-1756, Londres 1970. En la historia aún no suficientemente investigada del términ°> j^ntitativa de los precios. Por otra parte, aquí se d i f e r e n c i a n también los valores
parece haberse tratado esencialmente de la influencia en las posibilidades de influencia de otros y, s 0 ^ c di
todo, del uso táctico de la jerarquía social. Pero también el encargo de funciones (es dedr lareladónentr^
° g°> de lo correcto o incorrecto de los programas. D e m a n e r a r e l a t i v a m e n t e
todo y el individuo) es designado, en la edad media, con el término creditur. Pero siempre se trata ¿ e
infla s e P u e d e observar que el destino de las teorías g l o b a l e s se recibe c o m o señal
mecanismo social que permite algo que sin él no sería posible. t e a ^ C l o n a r i a o deflacionaria. La teoría de Parsons le dio alas a la sociología m e d i a n -
108 ex
Talcott Parsons/Gerald M. Platt, The American University, Cambridge Mass. 1973, p. 312. ^ pectativas —y luego la decepcionó a tal grado q u e u n positivismo d e datos
105
La generalización de estos términos y su trasmisión a una teoría general de medios simbólica ^ ^ luacio Mantenido volvió a ganar su posición suprema 1 1 8 . T a l e s cambios e n la eva-
Pre
generalizados, es el logro de Talcott Parsons. En la utilizadón para el actual contexto teórico, por sUP ^ n n
° se p u e d e n explicar de manera específicamente t e ó r i c a . La teoría d e Parsons
hay que tomar en cuenta las diferendas de los puntos de partida teóricos. Cfr. sobre todo Parsons/"1'1 ' ¡tí
dt., p. 304ss.; Rainer C. Baum, On Social Media Dynamics, en JanJ. Loubser et al. (edits.), Expl° r a " f i 0 gJ
General Theory in Social Science: Essays in Honor of Talcott Parsons, Nueva York 1976. t. 2, p- 5 7 9 lStjfi<>
110
Mi aplicación de estos términos a la filosofía kantiana de los afios 90 del siglo XVIII sólo sej ^
por el extraordinario efecto de esta filosofía y un tipo de aplicación, que actualmente aparece'1^3 ^ ^
interdisdplinaria. Cfr. Niklas Luhmann, Theoriesubstitution in der Erziehungswissenschaft: ggj,f /,.''' Cf, ' k l a s Luhmann, Sistemas sociales, op. cit. p. 318 ss. (ed. alemana, p . 426 ss.).
X i ^ l j . Smelser, Die Beharrlichkeit des Positivismos in der amerik-anischen Soziologie, Kólner
Philanthropie zum Neuhumanismus, en idem., Gesellschaftsstrukturund Semantik, t. 2, F r a n c f o r t 1 Ur
Soziologie und Sozialpsychologie 38 (1986), p. 133-150.
105-194.

173
172
pocas veces ha sido comprendida adecuadamente, y jamás ha sido rebatida de
ñera apropiada. Sólo ha servido como símbolo para tendencias i n f l a c i o n a r ' ^
fdeflacionarias
t ^ f l a r i n n c i r i a s en
^n la
l^i sociología.
s n r i n l n m ' a Pero
Pprn eso
p i n sólo
í ñ l n muestra
m i l p s t r a las
l a c inflaciones
infloz-inupe o
n defl; lc ¡ 'U
específicas de la disciplina. Fenómenos similares de la ciencia en general se ^
prueban difícilmente, quizás por falta de una atención suficiente para los de ^
líos interdisciplinarios de la teoría, donde podrían cristalizar estimaciones exage^^ 0 '
o tímidas sobre el medio. Se p u e d e reconocer una dependencia de esta situ a - ^
p o r parte de los ámbitos de la sociedad que para la ciencia son entorno por e j e /
de las situaciones actualmente muy discutidas, referente a la formación de una
nión de expertos científicos que es, en última instancia, política 114 . Quizás, el a}*'
riesgo de la investigación científica ya no permite otra posibilidad que el oto r °
miento o la negación del crédito en el ámbito de la sociedad en su totalidad, p j
como hasta ahora eso ha encontrado poca atención, n o p u e d e ser respondido terj^
n a n t e m e n t e en este espacio.

XII
Todos los aspectos del medio de comunicación simbólicamente generalizado llama-
do verdad, hasta ahora discutidos, tienen u n importante supuesto socioestructura!
que tenemos que considerar explícitamente. Se trata de una diferenciación suficiente
entre sistema social y sistemas de interacción, es decir, de la diferenciación entre la totali-
dad de posibles comunicaciones, y la comunicación entre quienes estén presentes.
Ya hemos señalado la importancia de la escritura como detonante del desarrollo de
los medios de comunicación simbólicamente generalizados 115 . Aquí se trata de una
continuación de este argumento. La comunicación escrita ya está bastante liberada
de la necesidad de tomar en consideración la presencia y la reacción inmediata del
otro. Sólo cuando ya n o haya que tomar en cuenta tales reacciones, se pueden apro-
vechar las libertades disposicionales de u n medio codificado binariamente.
En ese sentido, n o se puede pensar en una dependencia unilateral, más bien en
una condición alternativa. Los medios simbólicamente generalizados requieren de un
trato especial de las interacciones y una exclusión o disminución de características
típicas de la interacción. Por otra parte, ellos mismos producen esta condición; porque
las formas correspondientes de interacciones desnaturalizadas sólo se pueden desa-
rrollar cuando los medios ponen a disposición posibilidades de comunicación en laS
cuales pueden basarse en su lugar. En el siglo XVII se vuelve cada vez más claro quelos
intelectuales n o sirven para la interacción social, especialmente no en la corte. Se
muestran demasiado comprometidos con su conocimiento; y como este conocimie11'0
está dado en forma de cadena y una cosa atrae a la siguiente, les falta, como lo exp res3
por ejemplo Jacques de Cailliére, la atención y la sensibilidad necesarias para la socia

114
Véase p. ej. Peter Weingart, Verwissenschaftlichung der Gesellschaft - Politisierung der Wissens 01 '^
Zeitsdirift fúr Soziologie 12 (1983), p. 225-241; Steven L. Del Sesto, Uses of Knowledge and Valllgg3),
Technical Controversies: The Case of Nuclear Reactor safety in the US, Social Studies of Science 13 í1" j7
p. 395-416; SheilaS. Jasanoff, Contested Boundariesin Policy-RelevantSdence, Social Studies of Sd eIlC I
(1987), p. 195-230. '
115
Véase supra, apartado II.

174
ue Así> I a ciencia se excluye de la reserva donde se cuida aún especialmente la
lC ión y así p u e d e dedicarse más todavía a sus propios asuntos.
• parte, la socialización científica es muy exigente, y de manera muy espe-
P°r \ [ a comunicación de verdades/no verdades científicas, importa sobre todo
c¡fica- c | u z c a la susceptibilidad personal del autor. Eso vale tanto para la polémica
q a e SC rito como para la discusión oral. Porque en primer lugar es obvio que se
por e ' i i n a confirmación de la propia opinión a su refutación. El descubrimiento
err
hiere. La designación como no verdad vuelve inofensivo al error, pero
deu urn herida. Por - eso es bastante - usual. que una opinión
i - i r muestre — también disposi-
,10iaa' a | a explicación, la defensa, incluso la disputa, y hasta sea percibida así. La
ción1 P 1'"' j e uun n eerror e toma
r r o r s se toma comocomo prueba
prueba dedeligereza.
ligereza.YYcomo como elelmedio
medioverdad
verdac tiene
0&* tar basado , „„ en u nn alto
a l t n grado
o r a d o en
e n el
el crédito
crédito y la cconfianza,
v la o n f i a n z a las
l a s pruebas dep errores
nniphas d prrnrps
1 l , e a r a quien se vea afectado, difícilmente aceptables. Pueden terminar en la su-
S n
° n de la credibilidad para los enunciados subsiguientes.
r
P p a r a el desarrollo de la comunicación científica de verdad, es importante enton-
s derogar lo que es normal para introducir u n desarrollo en principio paradójico,
es decir: aumentar la disponibilidad para un conflicto y debilitar los efectos de
descreditización del conflicto. Eso sucede p o r una parte m e d i a n t e la acción discipli-
naria de la interacción, de lo cual el informe de la fundación de la Royal Society es
un ejemplo clásico, y p o r otra parte mediante una extensa escrituración de la comu-
nicación. En ambos casos, se tienen que suprimir efectos sobre otros contextos de la
interacción de los participantes, de manera que la crítica científica no repercuta
directamente en los ingresos o el matrimonio, en la posición social o las amistades
del afectado. Tampoco conduce a la pérdida del derecho de voto o del permiso de
conducir, y permanece fuera del conocimiento de la mayoría de los compañeros de
interacción del afectado. Ciertamente, esta división n o se logra por completo, y
sobre todo la dependencia de la carrera de los descendientes ayuda a crear efectos
de transmisión, lo cual sigue siendo u n o de los problemas n o resueltos en el sistema
científico actual'"; sin embargo, se trata de u n problema m e n o r si se considera lo
que sucedería si la refutación de enunciados científicos terminaran con u n a pérdida
e
a cara en todos los ámbitos de la vida. Por lo menos n o se sabe n a d a acerca de u n
porcentaje extraordinario de suicidos entre los científicos,
de n a cus
* ° n crítica, rica de conflictos al interior de la ciencia no requiere, entonces,
to es
[ ^ P > inevitables en el caso de existir repercusiones sobre otros ámbitos de la vida.
q u ~ n p o r o t r o s p a p e i e s de los afectados y la obligación de tomarlos en cuenta,
en segundo término. Eso es una condición para la discusión científica libre118.

116
La for u n e
P-2l2 Ss des gens de qualité et des gentilhommes particuliers, 1658, cit. según la ed. de París 1664,
U
s e j ° e J e m plo: la extensa polémica de Georg Simmel (académicamente aún inseguro) contra
p Eso sc S ' n C ' Ue s e mencione el nombre del primero.
p"1 CUenta ]C controlar median te la experiencia nada lejana que surge cuando se hace necesario tomar
re a
ser ' ciones políticas de los demás. Un sistema de censura de proveniencia política siempre
"'i°Hes ^"''"dado. El cálculo previo de las consecuencias políticas de la afirmación o la negación de
e u
n efecto de supresión mucho más extenso.

175
Más allá de eso, incluso las abstracciones de una codificación binaria del m e d j
comunicación verdad sólo son realizables bajo esta condición. Sólo así, corno 1^
bién bajo la condición de la entropía social, es posible que los valores verdad
v e r d a d p u e d a n ser colocados de m a n e r a equilibrada, es decir, que t o d o ' M
desequilibrios p u e d a n ser remitidos al resultado propio del sistema científico ^
así, el que pretenda proponer un cambio de verdades aceptadas, p u e d e evit a r
se le trate como a u n simple mentiroso 119 . Sólo así, las diferenciaciones v
verdad y consenso/disenso p u e d e n ser desacopladas y separadas de tal manera
las cuatro combinaciones sean socialmente posibles(!) y p u e d a n ser c o m u n i c a ^
Y sólo así, la comunicación científica p u e d e disciplinarse a sí misma mediar^ ^ I
observación continua de la observación en el m e d i o verdad, de tal m a n e r a en
crítica superficial sea i g u a l m e n t e reprobada como la afirmación superficial
verdades.

XIII
Parte de las características generales de los medios de comunicación sirrilmlicarrien
te generalizados es que no pueden ser vistos como causa de la comunicación corres
p o n d i e n t e o como logros de la misma. Con el mismo o mayor derecho, se les podría
ver también como efectos de una comunicación lograda 120 . Los medios surgen con
las formas que prueban u n acoplamiento más rígido de momentos significativos, es
decir, surgen en la práctica comunicativa. Por lo mismo, toda comunicación esped-
fica de u n medio, tiene que referirse siempre a otras comunicaciones en el mismo
m e d i o para establecer el propio medio. La diferencia medio/forma se produce al
presuponerla y al hacer uso de ella.
Para todos los medios codificados parece valer que desisten de una indagación
retrospectiva religiosa y cosmológica por el origen. Por lo menos desde finales del
siglo XVIII, desde que la pregunta por el origen se ha convertido en la pregunta por
la historia, la infructuosidad de u n mito inicial es obvio. Ni el poder ni la verdad
p u e d e n ser simbolizados mediante una fundación externa. En todo caso, la indaga-
ción retrospectiva p o r las condiciones de las condiciones cada vez más lejanas, se
vuelve rápidamente infructuosa. Por otra parte, no se p u e d e estar sin una construc-
ción sustituía, sin una asignación causal. Estas simplemente tienen que especificarse |
con una moneda perteneciente al propio sistema. El poder, como se sabe, es asigna-
do a los potentados, y de cierta m a n e r a es esperado por ellos. Sólo puede pagar
dinero quien tiene dinero. La verdad, finalmente, es tratada en la práctica comunl"
cativa de este medio tal como si se le debiera a sus descubridores, inventores, con
tructores. C i e r t a m e n t e , n o se niega que estos autores d e p e n d e n a su vez
antecedentes con fuerza constructora, que la casualidad j u e g a el papel decisiv 0
sus biografías, para que puedan estimar qué nuevas ideas son razonables y acep1'1

v . •
119
De ia misma manera como aquel que propone un cambio de ley (lo cual en Atenas aún constitu'11
problema), no se convierte en criminal porque se coloca primero en un estado fuera de la ley. tfi
120
Esta inversión la propone, para el caso del poder, Bruno Latour, The Powers of Association, eI1-' I
Law (edit.), Power, Action and Belief: A New Sociology of Knowledge?, Londres 1986, p. 264-280.

176
e r o todo ello no se ve como su logro esencial. La asignación a personas selec-
t a 8 ' V puntualiza u n lugar detectable, nombrable en la red de las condiciones,
c'oI1|'(,ra u n a causa singular e introduce de tal manera la causalidad en una serie
j-eva. mentalmente circular de sucesos.
fiH1 i p U ede preguntarse ¿para qué? Aun sin una teoría, es obvio que es importan-
u e r quién tiene el p o d e r y d ó n d e está el dinero. Pero ¿para qué se tiene que
te 5il uién haya obviado la verdad, si es posible regirse directamente p o r la verdad
( U tor se le p u e d e olvidar sin perjuicio alguno?
V mirada más cercana, sin embargo, muestra que en toda comunicación trans-
. , „ o r u n m e d i o surge u n problema similar que tiene que ser resuelto, el
¡jjiuda t . . , ,...., , •. . .
jjlérna del observador sobrecargado. TLos medios f o r m a n sistemas dinámicos
ro\)í-
P1 , l C o n teciinientos tienen u n valor de novedad. Hay poco tiempo para ajustarse
» que es actual en u n instante d e t e r m i n a d o y que contiene oportunidades o
3
ligr° s - eso es
a p o r t a n t e regirse p o r símbolos que p e r m i t e n u n a orientación
^breviada. La reputación, p o r ejemplo, otorga crédito. Quien dispone de ella,
itede prestar su nombre, pero también tiene que cuidar ciertas susceptibilidades
con respecto a su uso. Con su firma p u e d e lograr efectos, pero también tiene que
c o n s i d e r a r la posibilidad de u n a avalancha d e demandas de información. En po-
cas palabras, él mismo se convierte en u n m o m e n t o impulsador de la inflación del
m edio llamado verdad.
La reputación requiere concentrar atención y selección, lo que, con gran proba-
bilidad, merece una mayor atención que lo demás. Eso vale siempre que se quiera
institucionalizar causalidades y se pretenda encontrar las condiciones para efectos
específicos (por ejemplo, para una publicación o una carrera científica). Por lo mis-
mo, el sistema tiene que p o n e r a disposición modelos para reducir la arbitrariedad
de la selección de temas, de la lectura, de las citas y de las formulaciones, y precisa-
mente eso sucede en la ciencia mediante el establecimiento de la reputación 121 .
La reputación se otorga a nombres propios, es decir, a artefactos semánticos con
una referencia unívoca, rígida. Los nombres mismos no tienen, precisamente p o r
esa rigidez, ningún significado científico propio. De ellos n o parte —mientras n o
sean cómicos o impronunciables— ningún ruido semántico que pueda influir en la
reputación. Están puestos, por así decirlo, ortogonalmente con respecto a la escala
de la relevancia científica. Desde el punto de vista del nombre existe la misma opor-
tunidad para todos. A través de los nombres también se p u e d e n averiguar, si es
necesario, las direcciones para establecer una comunicación directa con el portador
e a
' reputación. Gracias a este carácter nominal, la reputación tiene una amplia
a
pertura para condicionamientos específicamente científicos, y en eso se basa su
ld
°neidad como código.
Con todo y una racionalidad táctica para aspirar a una reputación, y para el
tumilo o el bloqueo, la credibilidad de la reputación d e p e n d e de que la mano que
tor
ga, permanezca invisible. Si el otorgamiento estuviera controlado por instan-

181
p
ara
V, una revisión de la investigación délos últimos veinte años por lo menos, cfr. Barry Barnes, About
nce
> Oxford 1985, p. 44 ss., 49 ss.

177
cías determinadas, así como se otorga un premio o una orden 122 , todo acabaría artificial de la construcción de este interés por los autores, se puede mostrar con
política. Cuando se toman tales decisiones, son estilizadas como el conocimiento ^Qjnparación histórica. Antes de la introducción de la imprenta, eso prácticamen-
reconocimiento de una reputación ya ganada. La efectividad del mecanismo de ] ^ una ^ C lexisúa.
• . . . El
T71 interés
i n t ^ r w recaía
í-, sobre
—1 llos textos fdignos
l ¡ , m n c ftp
de cpr
ser miarrlarlns
guardados, npero
e r n tní o
o cnt^rí»
sobre
I1(
reputación d e p e n d e por lo tanto del interés por la reputación; la relación con Ja te j l t o r e s. En vista de una cadena ininteligible, a veces más que milenaria de tradi-
decisiones se da en todo caso de manera secundaria y, sobre todo, a través de los ni ] l°s 3 o r a l e s y manuscritas entretejidas, tampoco era posible saber si y con qué conte-
C n
tienen razón para quejarse de ser perjudicados. '° s la cadena de un Gáleo, un Teofrasto, un Platón, un Aristóteles realmente provenía
C o n el r e c o n o c i m i e n t o de la r e p u t a c i ó n , la necesidad de u n a asignación can personas así llamadas. Sólo la reproducción masiva de crecientes cantidades de
sal es colocada en la f o r m a d e u n código lateral del m e d i o v e r d a d y, p o r lo tanto d e ' v o i v i ó necesario, y al mismo tiempo realista, referir los textos a personas
teXt
del sistema científico. T a m b i é n aquí se p u e d e h a b l a r de u n a codificación (3 °tificables123. Por supuesto también antes se honraba a los héroes de la tradición,
diferencia de u n a p r o g r a m a c i ó n ) , p o r q u e todo el m e d i o , y n o sólo u n a part e ' ' " más bien en el sentido de una clasificación de apoyo, o quizás también en el
de la investigación, es e s t r u c t u r a d o así; y p o r q u e el valor de la reputación, s¡ ^ ' t i d o de una denominación casi alegórica de los escritos. Y entonces, los vivos de
SCl
b i e n p a r e c e m á s c l a r a m e n t e deseable que el signo v e r d a d , o p o r lo menos así \ o no tenían ninguna oportunidad para participar. Sólo con la imprenta surgió la
se le p r e s e n t e , en sí m i s m o n o indica n i n g u n a condición de ser lo correcto. Sj e s i d a d de la determinación y estandarización de la autoría, y sólo varios siglos
la r e p u t a c i ó n es asignada o r e c h a z a d a c o r r e c t a m e n t e , se rige según los méritos || eS pués, ya cuando eso se había convertido en costumbre y cuando la aceleración de
científicos. la circulación del conocimiento beneficiaba también, cuando no especialmente, a los
El código de reputación expresa, p o r lo tanto, méritos que se logran especial- autores vivos, se pudo desarrollar un código de reputación.
m e n t e en la ciencia (es decir, n o mediante una promoción financiera o apoyos Las distinciones de personas mediante la reputación son vistas con frecuencia como
políticos) y en torno a la ciencia. Del lado positivo, designa el logro de la comuni- una disñinción, por lo menos como una contradicción de valores en el sistema. Pero
cación primicia del conocimiento nuevo, y del lado negativo la ausencia de tal ¡listamente por eso tiene también una función positiva. Asegura que nadie puede con-
logro. El lado positivo es marcado especialmente, el lado negativo queda sin mar- fundir el código de verdad con el código de la reputación. Son demasiado diferentes y
car y sólo es discutido en círculos especiales y sobre todo a causa de la decepción a pesar de que estén acoplados estructuralmente por las causas [jara el otorgamiento de
de expectativas. El código de la reputación es u n código análogo, n o u n código reputación, no pueden ser reducidos a u n solo sistema binario. Por lo demás, la carga de
digital. Se basa en u n grado mayor o menor de reputación con transiciones difusas, la comunicación del sistema se mantiene baja mediante esta codificación doble, gracias
n o en una alternativa artificial clara. No obstante, es u n código unívocamente a una serie de instituciones, por ejemplo gracias al listado no tenninado de temas con
binario con sólo dos direcciones de valores. No p o r último, esta bivalencia es la los cuales se pueden lograr éxitos de reputación; gracias a la ausencia de toda constancia
que conduce a aquellas exageraciones (o subestimaciones) que luego sirven de de sumas en la cantidad de reputación, si bien la reputación tiene que mantenerse
ayuda p a r a la orientación. La persona u objeto que tenga reputación, tiene más reducida por razones funcionales; gracias a la posibilidad de una jerarquización e
reputación de la que él, ella o ello merecen. indefinibilidad comparada con casos individuales obvios y, no por último: gracias a la
Innumerables instituciones del sistema científico están casi exclusivamente al ser- ausencia de una instancia central de decisión que pueda otorgar o negar la reputación.
vicio del procesamiento de la reputación. Eso se reconoce fácilmente al fijarse en el bien el código de la reputación se basa en u n a asignación causal y controla a
es
significado de los nombres. Las publicaciones llevan nombre, citar a otros es parte ta mediante el control de las publicaciones, su tarea no sólo está en la determina-
C10n
de u n a obligación no oficial de la participación, y los libros contienen, aparte de los de "quién fue" 124 . La función de este código se encuentra más bien en la simpli-
índices de materias, con mucha frecuencia índices de personas, de manera que cada
quien pueda encontrar rápidamente lo que se diga acerca de él o de otros, sin tener
que leer el libro. También las invitaciones y homenajes de todo tipo están ligados a
i24 Ctr ' Michael Giesecke, Der Buchdruck in der frühen Neuzeit, Habilitationsschrift Bielefeld 1988, p. 233ss.
nombres y se practican esencialmente con base en la reputación para su reforzamient 0, Sacio c ls u
' P tas sobre este tema son un efecto secundario no muy bienvenido. Véase las famosas investi-
es decir, para el aumento de la desviación. Al mismo tiempo, este mecanismo si^ e o s " e s a c e r ca de disputas de prioridad, por ejemplo Robert K. Merton. Priorities in Scientifie Discovery: A
también para hacer visible hacia el exterior lo logrado por la ciencia, y para prove er anj m V " t ^ l e S °dology of Sdence, American Sociological Review 22 (1957), p. 653-659; idem., Singletons
los logros de una obviedad que cubre lo que haya sido saltado. Así, nadie se entt'' Pfii|0 'P'es in Scientific Discovery: A Chapter in the Sociology of Science, Proceedings of the American
¡n $c¡('|>'^llca' Society 105 (1961), p. 470-486; idem., Resistance to the Systematic Study of Múltiple Discoveries
de la cantidad de lamentaciones por cada laudatio. de c6rri'1 K u r o pean Journal of Sociology 4 (1963), p. 237-282. A continuación, se discute ahora la cuestión
Keitfj f¡ Se P U e c 'e explicar que se den descubrimientos múltiples aparentemente independientes. Cfr. Dean
'od ¡¡Q . g r i t ó n , Múltiple Discovery and Invention: Zeitgeist, Genius, or Chance, Journal of Personality
H u ^ ftychology 37 (1979), p. 1603-1616, y acerca de lo mismo Augustine Brannigan/Richard A. Wanner,
122
Richard Whitley, The Intellectual and Social Organization of the Sciences, Oxford 1984, da la efl tribu don of Múltiple Discoveries and Theories of Scientific Change, Social Studies of Science
sión, sin tocar directamente el tema, como si existieran tales decisiones de otrogamiento. Eso se orig'"8 ,| ''''' da ia P- 417-435. Como siempre, ninguna explicación debe dejar de tomar en cuenta que en la ciencia
Cot
la ambigüedad del término inglés control. nunicación.

179 i. 169
ñcación de la orientación, en especial en la selección de lo que se tiene que t
cuenta. Eso por supuesto también p u e d e hacerse mediante una especializaci, ' ^ h
vez más cerrada, pero los costos de tal horizonte estrecho son altos, como se s *
reputación acciona como una equivalencia funcional y por lo tanto es Usad ' 6 '<
todo allá d o n d e se p u e d e despertar el interés de ver más allá de los límites H'
narios y temáticos de las propias investigaciones. Visto así, no es ninguna ca~
que la reputación se otorgue principalmente para los logros teóricos, y no p ( /M
m o también para los logros de atención interdisciplinaria. 1 u r
%l
Al fijarse no sólo en la función orientadora, es decir no sólo en el lado pasiv 0
más bien en el activo de obtener reputación, resultan parcialmente otras perspec', "1'1
Precisamente aquí se recomienda la especialización, ya que ésta excluye la comn ^
cia125. En el caso límite, se obtendrá una reputación por ser experto para una cuest^l
para la cual existe sólo un experto. En caso contrario, sin embargo, pesa el hech
que la reputación se otorgue sobre todo para aquellos logros que les ofrecen a su ve^e
otros la oportunidad de obtener, en continuación a estos logros, reputación. Las nove
dades estimadas como condiciones para otras novedades, para ser premiadas, ento
ees, con reputación 126 . Aun respetando la calidad, no se premia tanto el producto finaj
verdad con reputación; son más bien los logros teóricos, las innovaciones de técnicas
de medición o los descubrimientos de fenómenos (por ejemplo, rayos X, láser), qUe
abastecen a otros investigadores con oportunidades para ganar reputación.
La reputación se otorga en primer lugar a autores, es decir, a personas. Pero
también a organizaciones: universidades, institutos, etcétera. Las revistas, editoria-
les, incluso conferencias científicas pueden sacar provecho, por así decirlo, a la som-
bra de la reputación que se otorga en primer lugar a sus autores, participantes
etcétera 127 . La reputación de los editoriales y revistas permite a los autores potencia-
les entregar sus manuscritos por niveles jerárquicamente organizados allá donde se
p u e d e combinar una cantidad máxima de reputación con una aceptación quejusto
es posible lograr 128 . Ningún sistema de reputación podría mantenerse si la reputa-
ción pudiera obtenerse en forma arbitraria o, en muchos casos, absolutamente sin
mérito alguno. Por otra parte consiste en un efecto de exageración, en el supuesto
una vez bueno, siempre bueno. No obstante, este efecto de exageración tampoco surge
sin una base objetiva, ya que la reputación obtenida abre mejores accesos a los m
dios, mejores posiciones, mejores oprtunidades para publicar 129 . Se trata, en otra5

Infon
185
Cfr. C. Nigel Gilbert, Competítion, Differentiation and Careers in Science, Social Science ^, <jel
16 (1977), p. 103-123. Acerca de los problemas relacionados, que tienen que ver con la o r g a n i z a c i j
trabajo, véase Richard Whitley, The Intellectual and Social Organization of the Sdence, Oxford 19 1
186
Así también Whidey, op. dt„ p. 12. ^«a>
12
' Eso se ve claramente en una muy conocida técnica para organizar conferencias, donde se ^
personas renombradas en la lista de invitados o incluso de participantes, para que los demás acu ' (jji
ellos, pese a que los portadores de reputación a la mera hora no llegan porque o bien ni siquier3 ^ í »
aceptado o porque se disculpan. Aquí se especula, por demás, también con bloqueos de común ir;l .0;f
que todos los partidpantes tienen que trabajar bajo la fiedón de estar interesados en el c o n o c i r n
nadie aceptará fácilmente que sólo le importa una ósmosis de la reputación. ^T65
128
Acerca de un comportamiento secuendal, cfr. Michael D. Gordon, How Autors S e l e c t J o u r n a l s - I
the Reward Maximization Model of Submission Behaviour, Sodal Studies of Sdence 14 (1984), p-
1W
Cfr. Robert K. Merton, The Matthew EfTect in Sdence, Science 199 (1968), p. 55-63.

180
Ae un proceso autorreferencial de la condensación de atención, construi-
do a través de estrecheces en el liempo disponible y en las oportunida-
e
v r ' ° ' u |,licar. En muy pocos casos, finalmente, la reputación es destemporalizada,
^ pal"3 r mra del genio (al pricipio n o reconocido), que hubiera merecido la repu-
, ¿n ' a a n t e s de obtenerla, sea en la figura del clásico, cuyas obras habrá que
j 0 como si se tratara de un conocimiento actual, aun cuando su actual
.t,giiir 1 s e haya perdido para la investigación.

u n código secundario, el código de la reputación p u e d e encargarse de


^ o n '°f U nciones orientadoras: despertar o ahogar motivos, dirigir la selección de
iiii'c^a> j y ( \ c publicaciones, y cubrir con ello más o menos la orientación p o r la
pers° na . v e r d a d / n o verdad. Sin embargo, a diferencia del código del deporte 1 3 0 ,
,icl
( ]ifere ^ ( i e | c ódigo primario del sistema. La comunicación acerca de la repu-
nca
ni' ' n 0 s e r en la relación inmediata de las decisiones de selección o para el caso
iaCI n
° ' CI itrevistas sociológicas, tiene que considerar ciertas dificultades de legitima-
-p miede dar únicamente más o menos organizadas mediante cláusulas,
ción y s c 1

XIV
El medio verdad le sirve al comportamiento ciego de la sociedad. Dado que la
131
s o c i e d a d sólo consiste en comunicaciones y sólo observa lo que comunica , n o exis-
te ningún contacto con el entorno al nivel de sus propias operaciones. Por supuesto
,|iie eso no se puede cambiar mediante la ciencia, ya que la ciencia es u n sistema
parcial de la sociedad ligado a la autopoiesis de ésta, a la continuación de la comu-
nicación mediante comunicación. Aun la ciencia puede lograr algo sólo esctructurando
la comunicación.
Con eso, sin embargo, n o queda d e t e r m i n a d o acerca de qué se comunica. A
nivel temático, la sociedad, en cuanto sólo comunica, p u e d e comunicar acerca de
-í misma y de su entorno. Mediante el m e d i o verdad asegura tales comunicacio-
nes de manera específica. Sobre todo la reducción a la f o r m a de asignación d e lo
«perimentado garantiza que la comunicación, sea desviada y p u e d a neutralizar
" a P ar ición como una acción. Su deseo de provocar simultáneamente lo que dice,
es
detenido. Mediante el mecanismo simbiótico de la percepción, la verdad p u e d e
^egurar y aumentar su propia irritabilidad. La diversificación de sus propias es-
ii,.. ' r a s P r o g r a m á t i c a s (teorías) diversifica y aumenta así el alcance de los infor-
^ p e c í f i c o s d é l a percepción, al excluir al mismo tiempo que interfieran otros
Co
tnumeS n
° e n na
d a el hecho de que sólo se comunica lo que se
nica
a i0 ' Pero también aumenta la susceptibilidad e irritabilidad con respecto
'nterr, C 6 0 comunicación social es tratado como entorno, aun como e n t o r n o
00 a
la sociedad.

/¡"Jrts Züíj, ' ' S a nar/perder como código del sistema deportivo, cfr. Uwe Schimank, Die Entwicklung des
r r ( Se sc
|j£ iUv¡c)(? " haftlichenTeilsystem, en Renate Mayntz etal., DifferenzierungundVerselbstandigung:
*Uf Gfr- tajj'p 8 es ellschaftlicher Teilsysterne, Francfort 1988, p. 181-232.
lf t
^olojó ' ' ^'klas Luhmann, Ókologische Kommunikation: Kann die moderne Gesellschaft sich
e
Gefahrdungen einstellen? Opladen 1986.
c
°ntexto, Maturana hablaría de structwral drift.

181
El desarrollo de tal medio se puede comprender también como la t.ransformQ<.
de peligros en riesgos. Ambos términos designan la posibilidad de futuros dafi 0 s '
pensar en peligros, sin embargo, se piensa en daños que aparecerán o no a p a r , A j
ic» I
rán sin intervención propia, mientras que pensar en riesgos es pensar en daños ^ ^
surgirán o n o surgirán como consecuencia de la acción u omisión propia. En i
los ámbitos que la sociedad intenta controlar mediante el desarrollo de medi ( ) s ' l s
' 1- i i : /- d,
comunicación simbólicamente generalizados, los riesgos aumentan (comparado'
eo„
mi
los peligros), porque más y rriás acontecimientos futuros son remitidos a decisr 0tl
propias, o por lo tnenos porque eso es lo que se puede esperar 133
Esta clase de transformación requiere una especificación de los riesgos para
se vuelvan visibles y p u e d a n ser asignados. En el ámbito del medio llamado dinJÍ^ 1
por ejemplo, se trata de inversiones erróneas que ya no reditúan la cantidad ( j'
dinero usada, o que incluso provocan pérdidas. Parte de ello es, en una econonw I
monetaria completamente establecida, el riesgo de m a n t e n e r una propiedad du
rante mucho tiempo sin deshacerse de ella a tiempo, mientras retribuya aún un
valor monetario equivalente bueno. Se añaden los riesgos específicos del préstamo
de dinero y los riesgos del sistema financiero internacional. Todo eso n o tiene nin-
guna relación directa con lo que se localiza como peligro en el entorno del sistema. Y
sin embargo, el m a n e j o continuo del riesgo de la economía monetaria sirve al mis-
ino tiempo para estar p r e p a r a d o para los peligros de todo tipo, corno precaución
para el futuro.
En el ámbito del m e d i o verdad, vale algo similar. Aquí, el riesgo consiste en
confiar en una teoría para investigar en la dirección por ella indicada, a pesar de la
posibilidad de que después resulte errónea. El sistema ciencia se ayuda a sí mismo
al tratar aun las teorías rebatidas como incremento del conocimiento: p o r lo menos
se sabe entonces que así no funciona. Pero como hay u n n ú m e r o ilimitado de posi-
bles teorías, se trata de una información cuestionable. Es más acertado suponer que
la disposición generalizada de enfrentarse a tales riesgos; con lo cual disminuye el
peligro de encontrarse en casos importantes sin el conocimiento comprobado. Por
lo mismo existe sólo u n a diferencia muy general entre lo percibido como peligro y
lo tratado como riesgo. Pero visto en su totalidad, en una sociedad que dirige comu-
nicaciones importantes a través de los medios, la tematización de peligros disminu-
ye y la tematización de riesgos aumenta, con la consecuencia fácilmente observable
de que la sociedad produce más y más miedo de sí misma.
El riesgo propio, sin embargo, es sólo una muy pequeña parte de aquellos riesg05
que se producen bajo efecto de la ciencia. La totalidad de los riesgos tecnológico5
pertenecen a ellos, en parte porque la ciencia participa en el desarrollo de las tecfl°1
logias, pero sobre todo porque crea las posibilidades de observar sus consecuencia 5 ' 1 ]
de medirlas y de advertir acerca de las repercusiones. También la autoobservaci 011

155
Visto así, probablemente no sea casualidad que el neologismo riesgo se introduzca en los ¡'''"j.^
europeos en la medida en que se van diferenciando los sistemas funcionales orientados hacia los u>1 f ¡)|
Para una prueba de esta relación, sin embargo, se requieren aún investigaciones profundas sobre la hi st °
de los términos.

182
tem a económico —y la economía es, j u n t o con la tecnología, por mucho el
sl>
({t;l n l ís importante que produce riesgos para la sociedad moderna— no se pue-
fad o0 1r í actualmente sin la ciencia; en todo caso, no está limitada a la agregación
¡Ic pperteI
^ r e queridos por las compañías o los consumidores para sus propias decisio-
¿e ( j U e s e orienta según la información sobre inflación, déficit de pago y de
,ies. S i n ° a C j ó n de prestaciones, incremento o reducción del producto social bruto,
cot"PenL n l e o o de la subutilización de la capacidad productiva. Aquello que se
del desde ahora como futuros daños y que requiere ser tomado en cuenta, au-
p e r U ' p U es, considerablemente a causa de la investigación científica. También en
'^''sentido, la ciencia transforma los peligros en riesgos, obligando así a que tam-
£Ste
otros tomen decisiones, no sólo ella misma.
^'.'l r i e sgo propio de las comunicaciones científicas se designa sobre todo con el
' ino hipótesis. Con este término, la ciencia reacciona en p r i m e r lugar ante la
tC
n n s t a n c i a de que está ocupada con la adquisición de nuevos conocimientos, y
C 134
s ólo con el recuerdo de lo que ya se sabe . Sin embargo, el problema recae en
ue por eso mismo, las decisiones sólo se p u e d e n tomar en u n ámbito de insegu-
ridad por lo cual ellas p u e d e n resultar erróneas con respecto a sus propios resulta-
dos. P r e c i s a m e n t e eso se capta y se cubre —por no decir encubre— con el t é r m i n o
hipótesis. Sólo se p u e d e investigar en la inseguridad, p o r lo tanto n o p u e d e ser
e r r ó n e a , sino que la crítica se p u e d e relacionar en todo caso con empresas d e m a -

s i a d o estériles (asi bien hay que admitir que precisamente las empresas estériles,

s e g ú n la opinión generalizada, son las que h a n conducido en ocasiones a descu-

brimientos increíbles).
La norma básica de la validez sólo hipotética de todas las verdades requiere de la
constitución de horizontes temporales propios del sistema. El intercambio de teorías y
verdades no es determinado por cómo va el m u n d o , sino p o r cómo va la investiga-
ción. Puede ser que las teorías, simplemente p o r su edad, despierten la sospecha de
estar rebasadas, y p u e d e ser que se vislumbre u n futuro d o n d e se disponga de u n
mejor conocimiento. Pero eso no se p u e d e derivar de los cambios corrientes del
entorno, como por ejemplo de los cambios climáticos o de las fluctuaciones del
;
alor monetario. Por supuesto, eso no quiere decir que los cambios en el entorno de
' a ciencia sean irrelevantes o que n o p u e d a n ser consultados cuando se trate de la
valuación de una hipótesis; pero la duración de la validez de las verdades no está
sincronizada con los acontecimientos en el entorno de la ciencia. Si y hasta qué
punto la ciencia pueda ser sincronizada con su entorno, d e p e n d e de su propia tem-
P° r alidad; y únicamente por eso es científicamente provechoso hacer valer las ver-
d e s sólo hipotéticamente.
as hipótesis de todas las afirmaciones sobre la verdad o la n o verdad significa
mente que la perspectiva de que en un futuro valga quizás lo contrario, n o
Val i U e ' a afirmación. Porque se sabe que u n a determinación contraria sobre los
es del medio sólo p u e d e acontecer en el sistema. Precisamente por ello, las no

Gf
Kfl '. ' Nicholas Rescher, Methodological Pragmatism: A System-Theoretic Approach to the Theory of
dge, Oxford 1977, p. 114ss.

183
verdades son potencializadas como errores reconocidos 135 . Grave sería únicarnejj I Jado, las cuestiones de verdad pierden calidad provocante c u a n d o ya sólo
perspectiva que alguna vez fueran nuevamente la religión o incluso la polftj '¡t ?0 r "" a i,iertamente de construcciones con relación a algo que de todas m a n e r a s
que determinan acerca de la verdad o la no verdad, y mejor que la propia ci' ' _e tí'1''1 eS> y que p e r m a n e c e irreconocible como tal. ¿Dónde encontrará la reli-
Pero mientras se p u e d a contar con una continuidad regulada al interior del sist , • 1
es coi' " r a z ó n para contradecir?
139
. Por el otro lado, el riesgo de la investigación
se garantiza también la consideración del estado actual del conocimiento. Jj^ 1
,¡ói' r 0 de sus resultados, es decir las tecnologías teóricas e isornorfas estableci-
pótesis reconocida en este m o m e n t o como prometedora de buenos resultados * ¡ el r ' L |. lS que funcionen de manera teórico isomorfa, d a n nuevas razones para
de fracasar por nuevos conocimientos; pero tiene que ser ella la que f r a c a s a - 'J"<J
jas y p 0 r jo siguiente si ahora sabemos que con la ciencia, así como con la
tiene preestructurado al mismo tiempo qué es y qué no es lo que la p u e d a }, se .Itera- ' c o n s t l t u j ( j a según ella, se refiere a construcciones que, según se ha
fracasar. Ninguna religión podría aceptar este estilo de aceptar la verdad. I , r C e r teCn
° r o b a d o , funcionan a u n q u e eso todavía n o permite n i n g u n a conclusión en el
de decisión con la cual se afirma actualmente la verdad de la verdad, es compen s 3 c-otfp ¿ e que sea adecuada para el m u n d o ¿no tendríamos entonces justamente
m e d i a n t e la perspectiva a una posibilidad de cambio enorme pero n o a r b i t r ^ £tt
razón para destrivializar 140 la ciencia y volver a verla con cierta preocupación
situada en el futuro. El proceso de diferenciación del medio permite c a m b i a r ' 11113
elación con su relevancia social?
énfasis del simbolismo de la dimensión social a la dimensión temporal. en
g s t a s r e f l e x i o n e s finalmente conducen al p u n t o d o n d e se empiezan a ver las insu-
Esta concesión es al mismo tiempo una descripción para la diferenciación social ncias de un control de riesgo interno al sistema funcional, es decir, las insufi-
la improbabilidad evolutiva del medio verdad, si todo lo que se realiza y todo 1 0 ^ encias en una perspectiva que abarque toda la sociedad. Evitar las inversiones
que
se p u e d e lograr, permanece hipotético. Similar a como en el derecho que ya no se rróneas en colocaciones financieras o en la búsqueda de la verdad conducida p o r la
reconoce sino como derecho positivo, aunque el sentir jurídico difícilmente lo a c e p teoría, es una cosa; controlar las consecuencias de los éxitos, otra. Tales consecuen-
te, todo el conocimiento científico es contingente y d e p e n d e de las condiciones que cias pueden volverse obvias en el entorno interno a la sociedad, pero sobre todo en
limitan las formulaciones y reformulaciones. Eso n o significa que impere la pura el externo. Justamente con verdades que de todas maneras se descubrirán en la
arbitrariedad; pero sí que la domesticación de lo improbable d e p e n d e de condicio- ciencia, ahora o posteriormente, en el propio país o en el extranjero, se p u e d e hacer
nes propias del sistema que a su vez sólo pueden ser cambiadas mediante operaciones un gran daño; sobre todo cuando el sistema político en el ámbito de la tecnología
propias del sistema, y eso únicamente si permite explicaciones (reformulaciones) de bélica y el sistema económico bajo la presión de la competencia se vean práctica-
u n mayor alcance y capacidad de enlace. En este mismo sentido, la verdad es una mente obligados a aprovechar sus conocimientos. No es el lugar para profundizar
marcación específica de la ciencia que, como m o m e n t o de un código, únicamente es en las preguntas que eso abre. En el capítulo 9 retomaremos el tema. En principio
capaz de enlace en este sistema. no parece que algún sistema funcional estuviera en condiciones de calcular racio-
En el entorno social se retoma así la comunicación marcada como conocimiento. nalmente este aspecto del riesgo en la totalidad de la sociedad, y mucho menos de
Se sobrestima la seguridad de este conocimiento y, sobre todo, su confiabilidad evitarlos riesgos correspondientes. Hands o f f , es la divisa favorita en la actualidad.
como base de la acción. Retomaremos este tema más adelante 136 . En eso pueden Pero eso es una posición desde la cual n o se p u e d e dirigir y probablemente tampoco
f u n d a m e n t a r s e las tecnologías, pero la garantía de verdad del conocimiento no sig- bloquear efectivamente los códigos binarios de los sistemas funcionales. Con res-
nifica aún garantía de éxito para la aplicación de las tecnologías. La ciencia sólo pecto a la ciencia, se trata simplemente de no querer saber, de u n rechazo de la dife-
cubre momentos muy específicos del funcionamiento tecnológico, únicamente aquello ^'ficia entre verdad y n o verdad. De acuerdo con los análisis lógicos de Gotthard
er
que corresponde a las teorías comprobadas y es construido en f o r m a análoga > tal rechazo tendrá que volverse operativo en el contexto de la diferencia
rec azo
(isomorfa) a ellas137. Pero la verdad p o r ella marcada ya no es el todo; sino lo inipr0* m ? ^ Y aceptación. Y si para eso existiera una posición social, no se necesita
0
bable. No nos da la bendición, es más, aparentará que es más bien improbable qlie Para prever que aun aquí habrá que tomar decisiones arriesgadas.
se convierta en u n éxito 138 .
C u a n t o mayor sea la probabilidad de que la técnica funcione, tanto más i®1 j
probable es que sus problemas secundarios p u e d a n resolverse, a n o ser que tai»' 'Esta,
Co,lpérnico S 0 ' U C Í Ó n
bién aquí aparezcan logros sociales que transformen lo improbable en proba ble-
del c
°nflicto surge ya en los siglos XVI y XVII, en vista de las ideas teóricas de un
^njarniri°>J un
Galileo. Esta solución fue rechazada justamente entonces por parte de la ciencia. Cfr.
son
• sober, todo> Der Ursprung der Moderne: Vergleichende Studien zum Zivilisationsprozess, Francfort
s^l
JV/ K. A <, p.• 165ss.; idem, Copernicus and the Quest ^ for Certitude: "East" and
— "West", en Arthur
155
S°rCertituH (eciits.), Copernicus Yesterday and Today, Nueva York 1975, p. 39-46; idem., The Quest
Véase p. en este mismo capítulo, aldo. V tifie n < ! a n c ' B
°oks ofScripture, Natureand Conscience, en Owen Gingerich (edit.).The Natureof
5
Véase cap. 9 apdo. III Re"" c on ' SC0Ver y' Washington 1975, p. 355-372.
En alusión a una gran tradición, se podría hablar de analogía machinae. (ecfi^ es P ecto a Friedrich H. Tenbruck, Wissenschaft ais Trivialisierungsprozess, en Nico Stehr/René
158
Por supuesto excluimos el ámbito militar; éste sólo afirma que es más fácil desarrollar tecn° M fe S ^ V ' s s e n s c haftssoziologie: Studien und Materialien, Sonderheft 18 der Kólner Zeitschrift fur
destructivas que aquéllas que habrá que evaluar de manera positiva en el balance neto. Utl
d Sozialpsychologie, Opladen 1975, p. 19-47.
i.
184 169
XV alidad y la construcción 1 4 3 . ¿Pero cómo se explica la diferencia si f u ñ -
Desde la imposibilidad de distinguir entre cognición e ilusión en la operaci a
iré ' c u a n d o se desiste d e toda adecuación del conocimiento y la realidad?

tual, hasta las teorías de reflexión'complicadamente construidas, toda teoría cop^ ^ -e explica el m o m e n t o de la sorpresa que surge c u a n d o se o b t i e n e n
que parte del constructivismo, aun cuando tenga todo tipo de buenos argun, "y có* 1 " ^ e s p e r a d o s en la investigación empírica? 1 4 4
0>
tendrá que considerar una objeción. La llamamos la objeción de la técni r e -,i1ta<
sflt reflexión muestra rápidamente que este argumento no habla en
funciona. Que la técnica funcione, es asombroso en sí, y el asombro no s ' i ^ Un P 1
teoría cognitiva realista. Al contrario, la expectativa provoca una res-
de una
disminuye sino que aumenta cuando se sabe cómo funciona 141 . Cuanto más ar ° ^ f»«
or la cual no se sabe sino que la expectativa se cumple o no se cumple. El
las condiciones, tanto mayor la improbabilidad de que aún pueda convertir s >
,uesta
a pueoe"
hacer afirmar lo que
—— 1
—'
ya sabe: que
1 opera en u n entorno. De nueva
'
probabilidad. Lo mismo vale para una teoría de la verdad p u r a m e n t e operativ-' Cf: se
sistei* i ^ ^ p U e d e observar si la expectativa se cumple o no, ya que también aquí
trata la verdad como u n medio de comunicación con el cual, no obstante se ta
L ueu ' • ^ diferencia construida por él mismo. No aprende n a d a acerca del entor-
lograr la aceptación bastante improbable de una comunicación. También ahora k
u-ata deu ^ ^ acoja o rehuse las expectativas propias del sistema. El sistema
que considerar u n a objeción: ¿cómo se p u e d e explicar, a partir de la simple ac D
°' i siempre sus propias expectativas, el sentido proyectado por él mismo. Lo
ción, que la técnica de hecho funcione?
|' rlU j'^erva y describe como entorno, sigue siendo su propia construcción. Además,
Según una teoría que viene de Bacon y pasa por Hobbes, Locke y Vi co I C Ue
' -ne también la experiencia de que las expectativas comprobadas tienen que ser
objeción se anula p o r lo pronto mediante el hecho de que el ser h u m a n o sólo p U e ^ SC
Itas y reconstruidas, si se les quiere utilizar en contextos distintos, por ejemplo
reconocer lo que él mismo puede producir, aun en el ámbito simbólico de la religj¿^
una mayor profundidad, corno pruebas de la realidad; o si, en el interés de las
y la cultura. Esta teoría es paralela con el dogma de la creación en la teología, donde
i n n o v a c i o n e s técnicas, se pretende hacer sustituciones.
se le asigna a Dios por ser, ante todo, creador, la posibilidad de saber todo. Un
Las expectativas teóricamente seleccionadas son, por lo tanto, instrumentos de
simple paralelo entre imaginar y producir, sin embargo, n o permite saber por qué
r e c o n o c i m i e n t o para algo que permanece desconocido. Si las expectativas se cum-
esta relación con lo producible es vista como condición del saber y que posterior-
plen o se frustran, tiene que tratarse en el sistema de la casualidad, es decir: 110
mente, si se p u e d e decir así, es sustituido por la filosofía trascendental de esta tradi-
ción tan típicamente alemana. Sospechamos que la causa de la relación con la corno algo predispuesto. Es así que tampoco tiene sentido rezar para que Dios haga
productibidad esté en la apertura del futuro, ya que bajo la condición de que el resultar los experimentos. En todo caso, en lugar de la espera de una enseñanza
futuro n o está suficientemente determinado por el pasado, se le puede utilizar para casual, entra una provocación bien preparada; y la coherencia sistemática de las
probar la posibilidad de variaciones. Si el futuro comprueba la construcción, si ofre- teorías asegura adicionalmente que las casualidades p u e d e n ser transformadas fá-
ce u n a respuesta determinada a preguntas abiertas, la probabilidad de no haberse cilmente en éxitos de la estructura.
equivocado es grande; porque podría haber resultado de manera distinta. En eso se En el mismo sentido, los instrumentos técnicos de todo tipo de ninguna manera
inserta la única teoría cognitiva actualmente importante, la del pragmatismo. Esta son imitaciones de la naturaleza, sino construcciones hechas con base en el conoci-
disuelve la autorreferencia circular del conocimiento mediante la expectativa de un miento. Especialmente bajo condiciones modernas, se trata cada vez más de u n a
beneficio que se cumple 142 . ciencia imitada. Su integración en el m u n d o como es, j u s t a m e n t e n o p u e d e basarse
en
una concordancia garantizada mediante el conocimiento. Sólo se trata de u n a
Si sólo se tratara d e tener que comunicarse acerca de cómo se ve lo que eXlst ^
' jm'unicación externalizada. Esto quedó ya formulado en los inicios del concepto y
p o r lo m e n o s se p o d r í a n pensar en ilusiones recíprocas. Pero si se agrega
'tía 1 | r í n ' n o ^chne, con el mito de Prometeo. Pero cuanto más nos alcance el proble-
t e m p o r a l i d a d , la situación cambia. Se establece una expectativa que se cump' e; °
dad' L 'aS consecuenc^as Ia técnica, tanto menos nos convence u n concepto de ver-
se frustra. Se proyecta u n a contingencia. Si la expectativa se cumple y no C UC t r a t e verc a|
vez ' ^ d como una imitación de la realidad. Se produce un reto cada
frustra,
* ' .., la
' " causa n' •o •está
• en la "expectativa
- J- . misma.
— —Se
. ha
» r e t a d o a la ^ con n ' a S ' m P r ° b a b l e de aquello que es y que seguirá siendo desconocido. O dicho
ésta h a d a d o u n a respuesta. En este sentido, también los aparatos técnicos naturaleza-'
p
^ayor precisión: con todos los incrementos del conocimiento, con todo y las
d e n f u n c i o n a r o no. No es la simple construcción la que explica la capacida nicos pl,e
f u n c i o n a m i e n t o . Si éste f u e r a el caso, estaríamos muy bien. Algo en el
e x t e r n o tiene que coincidir al parecer con la construcción, e incluso hay au , desi
A f
8nacicf Barr
y Barnes, Interests and the Growth of Knowledge, Londres 1977, p. 22; además bajo la
cercanos al constructivismo que concluyen que existe u n a especie de sim Philos P r a S m a t i c criterion of predictive success, Mary B. Hesse, Revolutions and Reconstructions in
p 0 p h V of Scien.ce, Brigthon, Sussex, 1980; Michael A. Arbib/Mary B. Hesse, The Construction of
^lity Ca
mbr
Esta"'"jrid8e> Inglaterra, 1986, p. 7.
H ^ C d ^ Pdbram dirigida a Heinz von Foerster, que a su vez le asegura al científico que

L
141
Así Henri Atlan, Á tort et á raison: Intercritique de la sdence et du mythe, París 1986, p- 5 ' e0 , 1 . p rC<i 'nventar sus propias sorpresas. Véase la discusión en Paisley Livingston (edit.), Disorder
142
Representativo el trabajo de Nicholas Rescher, Methodological Pragmatism: A System- P. l»^ -: r '
°ceedings of the Stanford International Symposium (sept. 14-15, 1981), Saratoga, Cal. 1984,
Approach to the Theory of Knowledge, Oxford 1977.

187 i. 169
realizaciones técnicas correspondientes, sólo conocemos lo que conocemos y r¡
que n o conocemos. Así, sobre todo, pero no exclusivamente, los problemas e s p e ° . ^
eos de la realización técnica pueden provocar a su vez la ciencia en el ámbito d<
instrumentos técnicos de la investigación. Además, este intento de realización °
de conducir a sorpresas y al descubrimiento de nuevos temas para la investid PUe- -
No obstante, el desarrollo del conocimiento, y sobre todo bajo los aspectos ( | , tl
verdad, sigue siendo u n proceso recurrente que parte de los propios resultad a
que se adelanta a ellos. El hecho de poder usar pruebas de la expectativa - ^
sól
demuestra la función innovadora de este proceso. Se trata de obtener resultad 0
de incrementar el conocimiento disponible. No se trata de acercarse más al mund
Si eso fuera el caso, justamente esta forma de experimentar sería errónea, ya °
proyecta dos posibilidades donde sólo una puede ser dada. El m u n d o siempre sigjj6
siendo el unmarked state.
Finalmente, ningún argumento teórico cognitivo puede excluir que una tecnol 0
gía sea construida con base en una teoría falsa y que no obstante funcione 145 . Cierta
m e n t e se habrá realizado entonces una relación causal, pero se habrá descrito
e r r ó n e a m e n t e la explicación de su funcionamiento, como p u e d e resultar posterior-
mente. De hecho, la posibilidad de la construcción de instrumentos técnicos no
siempre se remonta a un mejor conocimiento de la naturaleza y la aplicación de sus
leyes, sino a la creciente capacidad para disolver y recombinar de la propia ciencia.
Los avances tecnológicos pocas veces se han logrado sin u n conocimiento científico
p r e v i o y casi n u n c a c o m o u n a simple deducción d e las teorías. Al disolver
prefiguraciones fijas, las posibilidades de una nueva combinación de elementos se
vuelven visibles; con lo cual sólo nos referimos a unidades que aún no pueden o no
requieren ser disueltas y que, como unidades, son de nueva cuenta construcciones
del observador. Dicho de otra manera, en la técnica se trata de experimentar con
espacios combinatorios, se trata de resultados combinatorios. El que funcione cuan-
do funciona, es también aquí el único indicio de que la realidad tolera algo así.
Invertimos, con otras palabras, la suposición acostumbrada: no es la técnica la que
es construida de manera isomorfa con respecto a la naturaleza, sino, en el espacio
combinatorio relevante para cada caso, la naturaleza es isomorfa respecto a lo que
se p u e d e probar técnicamente 146 .
La metodología de tales pruebas de la expectativa, mantiene una relación precisa
con la estructura binaria del código. Permite que la expectativa se cumpla o se frus-
tre. Precisamente esta apertura representa el código en la operación. Y aquí esta
también la razón por la cual, en el curso de la diferenciación de la ciencia, el expe"

145
Véase Trevor J. Pinch/Wiebe J. Bijker, The Social Construction of Facts and Artifacts: or H°w' )4
Sociology of Science and the Sociology of Technology Might Benefit Each Other, Social Studies of Scit"'1"'. g
(1984), p. 399-441 (407). Acerca del origen de este argumento, véase también Michael Mulkay, Knowle 8
and Utility: Implications for the Sociology of Knowledge, Social Studies of Science 9 (1979), p. 63-80 (" ' sS
y Mario Bunge, Technology as applied science, Technology and Culture 7 (1966), p. 329-347 (334ss.)- ^
144
Cfr. p. ej. Peter Janich, Physics -Natural Science or Technology, en Wolfgang Krohn/Edwin T. L3)
Peter Weingart (edits.), The Dynamics of Science and Technology, Dordrecht 1978, p. 2-27.

188
to h a y 3 obtenido u n significado tan central. De eso hablaremos con mayor
I ^ l e posteriormente.
(U*,;1 reflexiones c o m p r u e b a n u n a relación muy estrecha entre la ciencia y la
j p£ ría 14 '. La tecnología es un tipo d e observación que contempla algo bajo el
tec0° ( j e v j s t a de que este algo p u e d e romperse. La diferencia principal es aquí
pi'° t 0 t o 0 , si nos basamos menos en el aspecto de compostura y más en el del
efl te ( |¡ z a je, correcto/deficiente. N o se trata, pues, como se había supuesto muchas
í p r t U ( | e ja ciencia d e u n d e t e r m i n a d o tipo de causalidad (causalidad mecánica),
v e c - e u n c o n t e x t o de la observación que expresa intereses específicos p o r m a n t e -
r o c e s o s regulares aun en el caso de u n a interrupción. El problema recae en la
n£f
fificación de la f u e n t e de interrupción o de los defectos, y esta identificación
' c ' eI1 l D O ne u n a alta tecnificación (simplificación) de los procesos con condiciona-
I' j e n t o S independientes del proceso, inmunes contra posibles repercusiones. C o m o
"! abe, se p u e d e lograr la instrumentación de algo de tal m a n e r a que la diferencia
S
e r dad/no verdad n o tenga ni p u e d a ser identificada m e d i a n t e la diferencia correc-
to/deficiente.
£S obvio, y n o se negará que la tecnología se ha vuelto cada vez más d e p e n d i e n t e
j e la ciencia, así como p o r otra parte, la propia investigación se ha vuelto d e p e n -
diente de la tecnología. Tales interdependencias resultan justamente de la diferen-
cia de las codificaciones. Sin embargo, no tiene mucho sentido separar los dos ámbitos
según lo imponga la diferencia entre teoría y práctica, ya que la relación es de tipo
fundamental y n o surge únicamente al nivel de la formación de u n a teoría, que
luego podrá considerar más o menos los intereses tecnológicos. Con base en n u m e -
rosos análisis de casos empíricos, actualmente p o d e m o s ver cómo se refuta la idea
de que la tecnología era ciencia aplicada14\ Por otra parte, el desarrollo tecnológico
no puede entenderse como u n a especie de distracción de la ciencia de sus propios
intereses, como u n a limitación de su a u t o n o m í a . Otra p r e g u n t a que tiene q u e
contestarse al exterior de la ciencia, es si la tecnología p u e d e ser utilizada al nivel d e
toda la sociedad, políticamente aceptable y económicamente aprovechada. La deri-
vación de tecnologías útiles es un logro de la ciencia, p e r o n o es su función. Es
posible que a causa d e este logro, la ciencia sea estimada, financiada o también
criticada. Esto n o afecta la relevancia interna a la ciencia, d e las pruebas con expec-
tativas tecnológicas en u n a situación que c o m p r e n d e el e n t o r n o del sistema y q u e n o
P er mite ningún contacto directo con este entorno. Y ya n o sorprenderá en este
'""mentó de nuestras reflexiones, que también esta relevancia es u n a relevancia
• Porque la sociedad misma es u n sistema que tiene que operar sin contacto

U
Kre¡). ," t e i n a que en la actualidad encuentra mucho interés. Véase Wolfgang Krohn et al., op. cit.; Rolf
' ° i e Wissenschaftsgesellschaft: Von Galilei zur High-Tech-Revolution, Francfort 1986.
Cerjw ' Rudolf Stichweh, Technologie, Naturwissenschaft und die Struktur wissenschaftlicher
"lis l a " S r h a f t e n ' Kólner Zeitschrift fiir Soziologie und Sozialpsychologie 40 (1988), p. 684-705. Véase ade-
Sc
if-rir,.''"lf* 3 sobre The Interaction of Sdence and Technology, en Barry Barnes/David Edge (edits.),
c
S j ' " ° n t e x t Readings in the Sociology of Science, Cambridge, Mass. 1982, sobre todo la introduc-
^'tigij. ''"'bargo, no aporta mucho si se presenta entonces la relación entre ciencia y tecnología ya no
ra s
'no simétricamente.

189
directo con su entorno. Independientemente de cómo haya que ordenar las con
d o n e s de la actividad: no se puede hablar en ningún m o m e n t o de una "separa c -
de la ciencia y del científico de la sociedad" 149 . ' 0f l
Antes se pensaba en las tecnologías como una especie de producto secundario
la ciencia, y en todo caso se tomaba en cuenta sus propios instrumentos de m e d i '
y observación, ahora también la teoría cognitiva se ve ligada como nunca antes a
investigaciones dependientes de la tecnología. Eso vale de u n a manera rápidai»
te creciente a partir de la invención de procesadores de datos. Desde la lógica y s 1
demostraciones apoyadas por máquinas, pasando por la biología molecular hasta^
neurofisiología, hasta la investigación sobre procesos neurológicos y por supu e s t
hasta la propia teoría de los autómatas, todo lo que, como continuación de la ciber°
nética y el ámbito de investigación sobre la artificial intelligev.ce, signifique actual
m e n t e una aportación a las cognitive sciences y penetre, por lo tanto, en los catrihi,,s
de las teorías cognitivas clásicas o las teorías de la ciencia, todo ello no sería posible
sin procesadores de datos 160 . No es de asombrarse, entonces, que a partir de allí
surja una creciente influencia sobre los conceptos que en las cognitive sciences sustitu.
yen el problema clásico de la relación entre pensar y ser. Justamente con base en las
investigaciones recientes sobre neurología, es innegable que eso no termina en un
concepto reduccionista, con el cual se piensa sustituir las aportaciones de cerebros
p o r máquinas.
Así las cosas, la construcción y el análisis del cómo de las operaciones cognitivas
j u e g a n u n papel mucho mayor que antes y sustituyen más y más la propuesta por el
qué del conocimiento. Las líneas crecientes que se observan actualmente y que acer-
can cada vez más la ciencia y la tecnología, responden exactamente a este modelo.
Siguen una lógica de la evolución, no una lógica de la adaptación cada vez mejor
del sistema a su entorno. De ninguna manera contradicen una diferenciación del
sistema científico, y tampoco el m o d o operativo, autorreferencialmente cerrado, de
este sistema, únicamente cierran más el espacio entre la función y el rendimiento y
ocupan e n o r m e m e n t e la organización para dirigir la selección de los temas y las
prioridades de trabajo 151 . Desde aquí, sin embargo, no se p u e d e concluir que haya
u n a des-diferenciación-, es, al contrario, precisamente la diferencia de los códigos en la
cual se basa este creciente rendimiento. Y es el cierre del sistema, tanto al nivel déla
sociedad como al nivel del sistema funcional para la ciencia, lo que permite tal
crecimiento, actualmente con tendencias al riesgo, de la capacidad de disolución V
recombinación.
Estas reflexiones influyen en el concepto de la tecnología. Tradicionalmente,
concepto se refería a las posibilidades de acción. Con él se remarcaba la libertad d<=
selección y el cálculo de utilidad. No pretendemos cuestionarlo. Sólo desviamos

149
Así Kreibich, op. cit. p. 332, contra una opinión que aparentemente recomienda eso.
150
Cfr. para una visión general, Francisco ]. Varela, The Science and Technology ofCognition: EmeI& I
Trends, fotocopiado, París 1986. ¡glp
Eso podría sugerir, también, abandonar la división organizativa entre ciencia pura y tecnología 1 ¡
el siglo XIX parecía tener sentido. Por lo demás, la Universidad de Tokio parece haber sido la prim e l J
fue fundada con la inclusión de una facultad tecnológica.

190
1

hacia otro aspecto. Si la tecnología no sólo es un medio para el fin, sino


j o una simplificación artificial, ensayada y probada, entonces no son única-
c (0
0\-)í i S posibilidades no preferidas y por lo tanto no realizadas las que j u e g a n un
p o r t a n t e como sucede en la acción normal (uno no se casa y entonces n o
, 3 p e ' . v además, corno precondición para la instmmentación, es en la simplifi-
a C
' .A r » S - .• i . . j . i. / . . • ' „ J . ». -j J „ i

no obstante permanece real y que actúa a su manera a pesar de toda. Este problema
id'1'' '' c 0 nocido bajo conceptos como heterogonia de los fines (Wundt) o consecuencias
1
'''^rw» n0 anticipadas (Merton). Pero además hay que tomar en consideración
""] i que parece, desde el punto de vista del actor, un asunto secundario, se con-
l l e
'' desde el punto de vista del sistema, en un asunto principal, sobre todo en
b s e r v a c i ó n prolongada. Es así como la sociedad m o d e r n a se ve confrontada
una ° D . „—lx„;—„ i j : i- :
sobre todo en contextos ecológicos, no sólo con la pregunta de si con la técnica se
den obtener mejores efectos de balance neto que sin la técnica, sino cada vez
PU, C0I1 la pregunta de cuánta simplificación que funcione podernos permitirnos, si
se puede contar con que el m u n d o de todas formas seguirá existiendo.
Hasta la fecha falta todavía una conceptualización teórica nueva de la relación
entre ciencia y tecnología, y la investigación especializada se orienta demasiado hacia
la terminología histórica acostumbrada, sobre todo la tradición anglosajona. Una pers-
pectiva prometedora podría ser que la comprensión de la tecnología se relacione con
un concepto constructivista de la ciencia. Tecnología sería, entonces, todo lo que se
puede permitir que siga funcionando en lo dado, con errores reconocibles o interrup-
ciones o necesidades de sustihición, aun cuando el mundo, en el cual eso sucede,
permanezca desconocido en sí. Las tecnologías serían aquella selección de las posibili-
dades combinatorias prácticamente infinitas que se han obtenido por medio del cre-
cimiento de la capacidad disolutiva de la ciencia, y a partir de las cuales se construyen
supuestos acerca del m u n d o como es. No es novedosa la idea. Simplemente vuelve
mas radical lo que se encuentra ya en Bacon, Locke, Vico y otros.
Así no debemos extrañarnos de que una sociedad que se permite la ciencia, tenga
especialmente dificultades para comprender las condiciones bajo las cuales ella como
" Q e d a d es posible y lo será en el futuro. En este mismo sentido, se incrementan las
"Seguridades y las diferencias de opinión entre los expertos, cuando se trata de dar
II"'1 °pirtión razonada sobre aumentos que impliquen consecuencias sociales, y mien-
cia e S t 3 S c o n s e c u e n c ' a s sigan fuertemente dependientes precisamente de la cien-
Vg ' ° r m i s m o no se p u e d e hablar de ninguna manera de u n conocimiento cada
^ o r de lo que hasta ahora se había desconocido. Cuanto más se confíe en este
pu e r j X f ° e n ' a ciencia, tanto más se confía en lo no pronosticable y cuanto menos se
e] t e e s Perar una armonía ecológica adecuada para el m u n d o . Pero precisamente
asi
y sea, es lo que de todas maneras se tiene que traer a reflexión en la ciencia
0
tanto en la sociedad.

Con ,
^IgUjj a s 'as reflexiones anteriores, no se niega que la verdad tenga que ver de
e
' ttm ' r i l a n e r a con el m u n d o y el m u n d o con la realidad. Visto desde el entorno,
tido e s i a u n ¡ d a d de la diferencia principal del código. Visto desde el sistema, el

191
m u n d o es la unidad de la diferencia entre el sistema y el entorno. Ambos r, i
vista convergen, ya que en ambos aspectos se trata del cierre de una rel a c ¡ - "' to $
nicativa como la inclusión en lo excluido. En cada caso se trata de una co l r i l | .Coirr
discontinua, pero no, como en la teoría del sujeto, de lo que constituye l a ().(,"tac¡(
apariencias. El m u n d o n o es ningún sujeto, pero el observador tampoco es^?
del mundo. Observar es, lo repetimos u n a y otra vez, producir una d i f e r ' sllKi,
i. 1£T í 1 r 1
diante una diferenciación que deja fuera de sí' lo
1 i
que n o queda ..„
diferenc v.
He.
ella. En el medio verdad, el sistema comunicativo sociedad constituye e l ' ° '"'f
como una totalidad que incluye todo lo que p u e d e observarse, hasta él rriism""^ 0
este fin, se instala en el m u n d o un sistema de observación que se observa a sí ° • ' ^
que dispone del valor de reflexión llamado no verdad (y que dispone de élT'j ,Srtl°,
manera observable, empírica, de hecho), y que así puede designar algo cuyo c o r r e d
n o p u e d e ser asignado al mundo. Lo excelso justamente de esta diferencia v i^ 0
n o verdad consiste en que es utilizable operativamente, es decir, que funciona
mundo empíricamente (relativo al lenguaje), pero al mismo tiempo no es proyecta/
como diferencia sobre el mundo. La diferencia no presupone ninguna correlaci'°
universal para la n o verdad. El m u n d o incluye y excluye la no verdad, y eso vale
también al aplicarse el código a sí mismo, en la investigación sobre la verdad es
decir al observar la propia paradoja.
Porque la observación no es sino u n a designación distintiva. Eso en principio
habla en contra de la observación de una unidad que n o excluya nada y que incluya
hasta la observación misma. La u n i d a d insuperable que se sustrae a toda observa-
ción, ha sido d e n o m i n a d o Dios y se ha concluido que aquel ángel que intentó obser-
varlo, sólo podía tomar la posición del mal. El intento requería una diferencia no
admitida, se convirtió en diábolon y, el que lo intentó, en diablo.
Pero ¿por qué no había de ser admitida esta diferencia, y p o r qué el diablo habría
de ser malo? Quizás no exista otra solución cuando la sociedad esté involucrada en
su totalidad. Pero m e d i a n t e la diferenciación de u n sistema propio que decida
a u t ó n o m a m e n t e sobre la verdad y la n o verdad, la ciencia intenta salvarse del juicio
moral. Ya la sociedad establece fronteras para poder observar el mundo. La ciencia
repite este proceso en la sociedad. Es decir, se trata de una reflexión repetida, gra-
dual, pero siguiendo el mismo principio: that the parts of the Universe have a hig"&
reflective power than the whole of itl5i. Y sólo en la medida en que las consecuencias
catastróficas de este intento se empiecen a perfilar, surge nuevamente la probaM
dad de u n juicio nuevamente moral de las observaciones científicas.
N o obstante, hay que registrar algo asombroso: que es, siquiera, posible
var u n a u n i d a d m e d i a n t e u n código binario que n o excluye nada (ni siquier?^
observación). Es así como se necesitaba mucho tiempo para p o d e r captar 1° Hj
usual de esta situación. Tanto los términos universales de la tradición (unii' ers )
rerum, etcétera), como sus términos d e verdad (adaequatio) no le hacen justicia .
problema; n o p o r último porque estaban constituidos para considerar a un 1

lis/
152
En la formulación de Gotthard Günther, Cybernetic Ontology and Transjunctional Opera0° jj).
idem., Beitráge zur Grundlegung einer operationsfahigen Dialektik, t. 1, Hamburgo 1976, p. 249-'-® j

192
n t e (externo al mundo) como observador, y por lo ta» tenían que limi-
^ c ^ 1 Cocimiento con la no observabdidad de este obserador. En el m i s m o
' i r 51' c ° e i e S cepticismo se presentaba como el conocimiento ¿tino conocimiento.
c
- ó n n o se cuestionará sino con la diferenciación déla ciencia m o d e r n a
p t * , o significa que haya que cuestionar la religión) 153 . Dae el siglo XVIII, se
s

(1 o 0 * ['servar a su vez la nueva ciencia diferenciada, y el esctpticismo viejo se ve


p ú ^ do entonces p o r la pregunta de si la ciencia siquiera salí lo que es el cono-
cómo éste es posible 154 . A continuación, se p u e d e s t i t u i r la idea d e la
ien
a& ¿ r o p a acerca del mundo y del conocimiento, pero unamente si se apren-
' n t Í ^ 1 a n e j a r una paradoja doble: la p a r a d o j a del m u n d o f t incluye a todo lo
ie 3
-^y a sí mismo, y la paradoja del código de verdad que ' designa a sí m i s m o
A p r o p i a no verdad. El problema se traslada a la observación de las observacio-
v SÜ P
a ja pregunta de cómo un observador observado mana las paradojas que
son obvias para aquél que lo observa.

s
r>
í fj
Rf.|, rrnann U i h h e > Religión nach d e r Aufklarung, Graz 1986. M¡M,, > „u„, c .
)6; -Based Self-Reference, Sociological Analysis 46 ( 1 9 ^ 5 20
'f-153 a r d R ftjpkin, The History o f Scepticism from Erasmus táacarte* 9, „A kt ,, ,
' C ° n I a referencia a C ó n d o r J , Oondillac, Harley, Henry Ho,LTd K ^ e s ) "

193
Capítulo 5

La ciencia como sistema

Con frecuencia, los sistemas son descritos con ayuda del concepto de relación. Esto
hace que la descripción d e p e n d a de u n observador, el cual decide de qué relaciones
va a servirse para la descripción del sistema. La mayor p a r t e de las veces se habla
(equivocadamente, desde u n p u n t o de vista terminológico) de una teoría analítica de
sistemas. En lugar de esta designación utilizaremos aquí el concepto de operación.
Como siempre que se habla de conceptos se trata también en este caso de u n instru-
mento de observación. Se trata, sin embargo, de u n instrumento de observación que
pretende designar una realidad independiente.
El hecho de que solamente u n observador sea capaz de observar la independen-
cia del observador es algo que debemos aceptar como una realidad. Evidentemente,
también la distinción dependiente/independiente de la operación observadora es u n a
distinción realizada p o r u n observador y 110 hay nada en el m u n d o exterior que
pudiera identificarse como una distinción de ese tipo.
La u n i ó n de operaciones da lugar a u n sistema. Una u n i ó n así solamente p u e d e
ocurrir de manera selectiva, porque no todo resulta compatible entre sí. Pero ade-
más, sólo p u e d e presentarse en forma recursiva, puesto que considera la operación
sucesora, suponiendo luego lo que ya ha sido.
Esta situación general p u e d e también observarse cuando las operaciones tienen
lugar bajo condiciones muy específicas. Desde esta perspectiva, los códigos binarios
se especializan precisamente en la formación de sistemas, puesto que con u n o de
sus valores (el positivo) designan la capacidad de conexión de la operación respecti-
va. Sin embargo, una observación más cuidadosa hace aparecer ambas valoraciones
como selectivas. Cuando determinada comunicación señala como verdadera a su
información, se establece una limitación de la arbitrariedad de los mundos posibles.
Pero también se presenta una iniciativa al respecto cuando u n a determinada comu-
nicación anula una expectativa, señalando como falsa a su información. En tal caso,
en efecto, estamos obligados a transformar la expectativa anulada y a preguntar qué
es lo que en su lugar sería verdadero.
Ahora bien, con estas reflexiones n o pretendemos afirmar en forma alguna que el
impulso tenga como efecto que la comunicación siga su curso de manera definitiva
sin oposición. Si ha de seguir su curso, esto debe ocurrir en el sistema. La comuni-
cación sólo puede continuarse bajo la doble condición de selectividad y recursividad
(de otro modo, n o podríamos reconocer ninguna coherencia) y se distingue por e ' de la ciencia, u n resultado con el que la ciencia misma garantiza su propia
mismo de u n entorno en el que algo diferente sería y siguirá siendo posible. 0 t;1< fjnuidad, a pesar de todos los derrumbes de las teorías y las revoluciones paradig-
Podemos suponer que el principio que conduce a la formación de sistemas p 0 s - cas-
u n a especie de anchoring effect (efecto de ancla), o como también se dice, q u e a Ce en esa medida, también prevalece el principio de recursividad. Hasta sus
renta u n frame (marco) en caso de dar lugar a una continuación 1 . * oS fundamentos, la ciencia es el resultado de sus propias operaciones, habien-
Por su parte, la restricción de la arbitrariedad n o es arbitraria. Puede presen t úl° a n z a d o en nuestros días, con la abstracción de su código, una seguridad que
de m a n e r a fortuita o bien ser suscitada por otro sistema. Como principio u ori ^ d° a u e ¿ e transgredir sin ponerse a sí misma en tela de juicio. Todo lo que la ciencia
p u e d e caer de inmediato en el olvido, aunque restrinja lo que pueda ocurrir 0° P u n j c a es completamente verdadero o falso, independientemente de lo que ocu-
conexión con ella y en conexión con esa conexión. Este efecto de ancla hace al ^
°°Ten el sistema.
m e n t e probable que u n a comunicación puesta en marcha de esta manera en al *
podría parecemos, sin embargo, que todo esto es trivial y no particularmente útil.
m o m e n t o se agote y n o se continúe.
a segunda mirada, una mirada sociológica, nos permite ver que la ciencia se
Pero entonces ¿cómo p u e d e asegurarse la continuación de la comunicación
írf^rencia con ello de otros sistemas funcionales. Para ella lo más importante n o es
contra de la probabilidad de u n pronto fin, en contra del agotamiento del tema o d e
la diferencia entre justicia e injusticia, ni la que pueda existir entre gobierno y
los participantes? Nuestra conjetura es que esto ocurre gracias a la abstracción del 111
osición, ni la diferencia entre orientaciones inmanentes y orientaciones trascen-
marco y debido a la vinculación a u n a función social que dejaría sin resolver un
dentales, ni la diferencia entre mejores o peores diplomas en el sistema educativo
importante problema en el caso de interrumpirse la comunicación.
de las escuelas e instituciones de educación superior. Su marco es su propio código,
Una solución de este tipo se encuentra en la codificación binaria y en la atribu-
podo efecto de ancla se remite, independientemente de cómo se haya realmente
ción de ciertos códigos a ciertas funciones sociales. Por supuesto, se trata aquí de un
iniciado, a la diferenciación verdad/falsedad. Esta distinción nos permite referirnos,
producto de u n a evolución social gradual, es decir, de u n logro que, de antemano
en cualquier situación, al todo, así como reactualizar la historia del sistema. El he-
resulta posible única y exclusivamente si otras cuestiones (jurídicas, políticas, econó-
cho de que la ciencia n o se encuentre sujeta por su código a ninguna posición espe-
micas, educativas, religiosas, etcétera) son igualmente susceptibles de u n a solución
cífica es lo que precisamente constituye su probabilidad evolucionista. Es j u s t a m e n t e
adecuada. No es que en algún m o m e n t o nos decidamos a partir de ese momento a
la apertura al m u n d o del principio, que se diferencia marcadamente de otras codi-
comunicarnos y con ello a hacer ciencia de acuerdo con el código verdadero/falso.
ficaciones, lo característico de su identidad. Tal vez a la filosofía, a la teoría de la
Más bien, la abstracción del código es algo que se alcanza paulatinamente en la
ciencia todo esto les resulte trivial porque n o excluye n a d a para la ciencia misma,
historia, bajo la eliminación de connotaciones (sobre todo de índole religiosa y po-
esto es, por no ofrecer todavía ninguna teoría. La teoría de la ciencia puede, en
lítica; es decir, precluding matters of theology and State affairs, tal y como se expresa en
consecuencia, esforzarse por u n a mayor instrucción —en la medida en que las re-
el informe de la fundación de la Royal Academy) que deben ser atendidas por otros
flexiones que estamos elaborando se ofrecen como u n a teoría de la ciencia. Ocurre
sistemas funcionales.
esto gracias a la teoría de la codificación. Sin embargo, tal y como veremos con
Sin embargo, esto n o modifica en forma alguna el hecho de que exista una rela- mayor detalle, esto sólo p u e d e ocurrir por medio de operaciones en el sistema, es
ción empíricamente comprobable entre la función social, la abstracción del código y decir, únicamente gracias a la continuación de u n going concern siempre presupues-
la regularidad de la continuación de la investigación como u n asunto particular de to, esto es, únicamente por medio de la reflexión.
u n sistema especial llamado ciencia. Sólo que nos vemos obligados a preguntar Para un observador abstracto, la utilidad decisiva de esta codificación abstracta
también dentro de una perspectiva histórica p o r aquellas condiciones sociales espe- res
ide en la delimitación, en el rechazo implícito de otros valores y otros códigos, así
cíficas que h a n conducido a este logro: el sistema de la ciencia. ^°rno en el hecho de que esto p u e d a ocurrir sin que haya que fijar las operaciones
En este sentido, la verdad como medio simbólico generalizado de comunicad 011 Esterna.
constituye una condición, y de hecho, u n catalizador en la diferenciación de la cien^ embargo, con todo ello no se cuestiona el hecho de que también resulte váli-
cia como sistema. No es entonces sorprendente que la ciencia entienda y respete , uablar de verdad fuera del sistema de la ciencia. En la comunicación cotidiana
et,los
verdad como u n a idea previamente dada a la que se enfrenta. Pero lo único que> t r .^ a m e n u d o énfasis de esta m a n e r a en la honestidad y sinceridad de nues-
realidad, podemos constatar son relaciones circulares. La abstracción del códig 0 l l a i ^ l r i n a c i o n e s : la verdad a diferencia de la mentira. Tanto políticos como artistas
diferencia directriz que n o es afectada por el cambio de las teorías sólo es p oS1 ^_ tiene n ver a
d d c ° n el fin de llamar la atención y hacerse respetables. La verdad
e
gracias a la ciencia, gracias a la modificación de teorías. La abstracción es u n res la v función de u n símbolo amplificador. Pero solamente la ciencia se ocupa de
af lr a<d codificada. Sólo ella se ocupa de una observación de segundo orden, de la
Cl
fj °n de que los enunciados verdaderos implican un examen previo y el recha-
1
sW za SU e v e
n t u a l falsedad. El símbolo de verdad tiene en la ciencia, en vista del
Estas expresiones tienen su origen en la teoría psicológica de la decisión. Cfr. Kahnemann, D ' I V : I
i. er
D„ "Choices, Valúes and Frames", American Psychologist 39 (1984), pp. 341-350. p e r m a n e n t e m e n t e inconcluso de este examen, u n sentido hipotético.

196 169
II
S e g u r a m e n t e n a d i e p o n d r á e n d u d a e l c a r á c t e r d e sistema recursivamente operati
1
''"> c]
la ciencia 2 . Esta expresión designa un hecho muy sencillo, aunque rico en co^ e
cuencias. Recursividad significa en general (por ejemplo, en las matemáticas) , SSe- e

cación repetida de una operación al resultado de J_ l_


la misma operación previa '
matemática de las relaciones recursivas exigiría aquí una determinación exc] Us 'l;a
precisamente por medio de esa relación 3 . Es evidente que esto no se present a a
n i n g ú n contexto real 4 . Será suficiente decir que dos sistemas recursivamente c en ^
dos son capaces de generar a sus elementos con base tan sólo en una retícula
precisamente de esos elementos. Con ello queda excluido u n tratamiento de u n i ^
des n o generadas p o r el sistema como elementos5.
Es discutible, p o r supuesto, que la cerradura recursiva de u n contexto de elern
tos autogenerados tenga necesariamente que suponer numerosos acoplamientos
estructurales con otras esferas de la realidad; por ejemplo, con los seres humanos
Lo distintivo del enfoque consiste aquí en que la disolución del reticulado recursiv0
interno n o podría ser abarcada por medio de modificaciones estructurales, sino q Ue
terminaría con el sistema —algo que al mismo tiempo implicaría que esta destrucción
sólo puede ser llevada a cabo desde fuera y no precisamente de manera autopoiética—

2
En el sentido de H. v. Foerster: una máquina no trivial. Cfr. "Entdecken oder Erfinden: Wie lásst sich
Verstehen verstehen?" en Gumin, H./Mohler, A. (eds.) Einfuhrung in den Konstruktivismus, Munich, 1985,
pp. 27-68 (44ss).
' Esto es señalado por Klüver, J. en "Auf der Suche nach dem Kaninchen von Fibonacci oder: Wie
geschlossen istdasWissenschaftssystem?" en Krohn, W./Kiippers, G. (eds.), Selbstorganisation, Braunschweig,
1990, pp. 201-229.
4
Esto resulta válido, en general, tanto para conceptos lógicos como matemáticos, esto es, también parala
aplicación de conceptos tomados de la lógica de Spencer Brown (distinción, indicación, condensación, rein-
greso), para conceptos como valor propio, bifurcación, catástrofe, estructuras disipativas. La realidad no se
agota en lo designado por estos conceptos. En relación con esta limitación en el valor explicativo de los
conceptos matemáticos, véase también Gierer, A., Die Physik, das Leben und die Seele, Munich, 1985, PP'
379ss.
5
Quien elige otra opción se acarrea graves (a veces intolerables) cargas explicativas. Esto vale, en estrecha
reladón con Maturana en lo que se refiere al sistema de la denda, por ejemplo para Krohn, W. y Küpper®'
G., Die Selbstorganisation der Wissenschaft, Frankfort, 1989. Si consideramos al hombre individual a 3
manera tradicional como un "elemento" del sistema social de la ciencia, careceríamos de toda base par3
tratamiento de las "relaciones" o "interacciones", puesto que ni unas ni otras son seres humanos. Estarían^
obligados, por lo tanto, a introducir referencias subrepticiamente y a operar con conceptos que no está»
ser
asegurados en el plano de los elementos del sistema. Pues, para decirlo con otras palabras, ningu'1 ^
humano contiene relaciones con otros como parte de su persona, y tampoco puede existir en la forW a _ I
interacciones parcialmente fuera de sí mismo. Pero con lo que ocurre desde el punto de vista físico, q11' ^ I
biológico y psicológico en el individuo y que se exige de los sistemas sociales, careceríamos ignalmente^^s
segundo lugar, de toda explicación para el alto grado de selectividad (tenemos que partir de f r a c c l ° I
minimalistas). De cualquier manera, esta selectividad no es nada que pudiera atribuirse a la autoorgai)'z'lC ^
del individuo (por ejemplo, a sus intenciones). Si pasamos por alto estas consecuencias del p r i n ó P ^ ^ J
forma de la diferencia entre sistema y entorno, introduamos ambivalendas y contradicciones inne"'!",^(yi
Krohn y Küppers (véase nota 5) creen (p. 44) que cada investigador actúa constantemente "en el e o w '
haciendo hincapié en que el investigador es el elemento básico del sistema de la ciencia (p. 31), p a r a
dedr (p.45) que tiene (¿como elemento del sistema?) que introducirse "independientemente del sis (e 1

198
c0n Ia t e s ' s una c ausura
' operativa no se pone en tela de juicio la existencia
1,
..V- c n t o r n o . Por el contrario, se trata de un enunciado acerca de la relación entre
llI
j,, y entorno, de un enunciado sobre el proceso de delimitación (que sólo es
> i s t e I . g n el sistema mismo). Pero no entramos en conflicto con la prueba de Godel
P° S l ' • ningún sistema p u e d e garantizar a partir de sí mismo su consistencia lógica,
de q U ,^ o n trario, lo que hacemos es generalizar y simplificar esta prueba con la tesis
por 1 i concepto de sistema es u n concepto formal, u n o de cuyos aspectos, el
d e l 1 1 ^ s l l p 0 n e otro, a saber, el entorno. Por otra parte, tampoco nos afecta la
s i s t e I " a ^ s h b y acerca de la imposibilidad de una autoorganización que no recurra
i entorno •
El iroblema reside en la determinación precisa del tipo de operaciones con las
e j sistema se cierra, en tanto que estas operaciones únicamente p u e d e n ser
fl
' "(lticidas en el sistema con base en una reticulación recursiva con otras operacio-
nes del mismo sistema.
La recursividad es útil para una cerradura del sistema en un plano operativo,
ro no para evitar relaciones causales entre el sistema y el entorno. Clausura o
cerradura significa aquí que el sistema se encuentra en condiciones de reconocer
como motivos para la modificación de estados propios únicamente operaciones pro-
pias. Pero esto quiere decir que es capaz de rechazar y modificar supuestos acerca
del entorno sólo en relación con operaciones propias y sólo con operaciones pro-
pias, respectivamente 7 .
Los sistemas operativamente cerrados se encuentran , en consecuencia, en u n
punto de partida que es siempre histórico. Pero esto se refiere no sólo a las cambian-
tes condiciones históricas a causa de una modificación de su entorno, sino igual-
mente a los estados propios que en cada caso son codeterminados también p o r
operaciones propias anteriores. Esto significa sobre todo que no siempre transfor-
man del mismo m o d o las causas en efectos (inpuls en outputs) y, por lo tanto, que
operan de manera calculable cuando la función de transformación (la ley) se conoce.
Lo que más bien ocurre es que cada operación se encuentra también condiciona-
da por el estado en el que el sistema se coloca a sí mismo: toda operación se encuen-
tra condicionada p o r las estructuras que en cada caso se generan. Los sistemas
recursivos no son, en consecuencia, pronosticables, esto es, son pronoticables única-
mente cuando son conocidos de manera concreta y en detalle. Para un observador,
esos
sistemas poseen u n funcionamiento que d e p e n d e de un pasado que, sin embar-
8°> se encuentra (¡ojalá supiera cómo!) estrictamente determinado. No se requiere

ase
Sy W. Ross Ashby, "Prindples of Self-Organizing System" en V. Foerster, H./Zopf, W. (eds.), Modern
, ^ ^search for the Behavioral Scientist: A Sourcebook, Chicago, 1968, pp. 108-118.
' "ivi ° t l e n e validez ya en un plano biológico: "Le fonctionnement nail de l'organisme et precede la recontre avec
Aivsi, le systéme immunitaire fonctionne sur lui-méme, en réseaux cycliques, bien avant de rencontrer
exte
¡nter me", constata J.C. Tabary, "interface et assimilation, état stationnaire et accomodation", Revue
i-an C ( ^ n a , e de systémique 3 (1989), pp. 273-293 (290). En comparación con esto, los sistemas que ope-
** de S e , 1 üdo [sinnhaft operierende Systeme] tienen mayores posibilidades de orientarse constantemen-
ftec^ n i t t r do con la diferencia entre referencias internas y externas. Sin embargo, orientarse significa aquí,
"•tiente, realizar una operación propia para modificar un estado propio.

199
de ningún espíritu en la máquina, de ningún principio vital, ni de ninguna est> i sus propias operaciones. La transformación de u n estado a otro supone la
s 1
taneidad irracional. Basta tener presente que los sistemas recursivos exhiben ' ci» l C ¡ a de estructuras determinantes del estado que p u e d e alcanzarse sin que el
isrC
muy pocas posibilidades de inputs y outputs una enorme complejidad que ni n ^ e S ' a s e disuelva, esto es, sin que se desintegre en relación con su entorno.
sistema externo podría calcular debido a que su complejidad, e inclusive el tj ^ ^ ^ t e r m i n a c i ó n no significa entonces que todas las causas de modificaciones pue-
que transcurre desde el surgimiento del m u n d o , resultaría insuficiente 8 . Po k 3 . elegidas y determinadas por el sistema mismo; más bien se refiere precisa-
11 SLl
El problema de la complejidad se perfila así como el problema inicial de da u ' e Ja sucesión de uso y modificación de estructuras d e p e n d e precisamente

observación. Por supuesto, también como el problema inicial de toda observ mentes

que corresponda al mismo tipo que la ciencia en tanto que sistema que obs' ^ i ó n estructuras, teniendo, en consecuencia, que trabajar con el procedimiento
describe el mundo 9 . serva de e S ' ^ | ) r e p r o d u c c i ó n y selección incorporado al sistema mismo,
V
El grado de recursividad incorporada puede, naturalmente, variar. Así, mu t, de I a s ^ s t a m a n e r a , la serie de transformaciones p u e d e también describirse con
nmiimu
máquinas fim/'H^ri'iTi de
funcionan r\ íí minai-i t-til i fiirim
manera relativamente 1 * E. Ul porque la interferenc
calculable, • . „ como u n structural drifi. Lo decisivo es que, i n d e p e n d i e n t e m e n t e de su
lc ^
ia (J MaU . a e independientemente de la complejidad del sistema, la transformación
la recursividad se limita al consumo de energía y al desgaste de material. Sin emh e
di n a I u e s e r entendida como una transformación monovaluada. A single-valued
go, los sistemas de conciencia y los sistemas de comunicación no pertenecen a i tierlt
' nnafion is simply one which... converts each operand to only one transfer10.
tipo de máquinas, sino que todos ellos determinan estructuras propias a través^rfl
^ P u e d e haber, simultáneamente, muchas transformaciones de esta especie, que
resultado de sus propias operaciones, de tal manera que hacen d e p e n d e r no sólo 1
edén observarse recíprocamente de manera bivalente (es decir, con u n m a r g e n de
generación de las estructuras disponibles, sino también su elección a cada instante
*rror y pueden contradecirse mutuamente. A pesar de ello, toda operación indivi-
para la generación de las operaciones actualizadas correspondientes, del resultado
dual —incluyendo la observación—, es algo ejecutado p o r u n sistema estructural-
d e las operaciones recién actualizadas. No obstante, esto n o altera en nada el hecho
niente determinado que no hace sino lo que hace, n a d a más.
de que se trate d e sistemas determinados, de sistemas que operan sin alternativa' y
Podemos formular esto también diciendo que el mecanismo de sobreproducciónj selec-
en todo caso, también de sistemas que p u e d e n ser descritos p o r u n observador (que
ción sólo es aplicable como unidad (esto es, como selección fácticamente realizada).
n o tiene otro remedio, en vista de la e n o r m e complejidad a la que se enfrenta) como
Que esto ocurra así no es algo que se introduzca aquí como una afirmación
si tuvieran la posibilidad de reducir su propia complejidad por medio de una selec-
ontológica acerca del m u n d o real, sino circularmente, como u n requerimiento de la
ción previa.
explicación científica 11 .
Por lo demás, este observador p u e d e ser el sistema mismo, de modo que éste La ciencia se ocupa, p o r su parte, de sistemas estructuralmente determinados. Su
opera a su vez con ayuda de una descripción que se sirve, para la reducción de la objeto lo constituyen precisamente tales sistemas. Partiendo de esta distinción es
complejidad autogenerada, de conceptos como posibilidad, selección, contingen- capaz de distinguir objetos de acuerdo con las especificaciones estructurales que
cia, etcétera. determinan un sistema.
I n d e p e n d i e n t e m e n t e de cómo se encuentren incorporadas en el sistema la obser- La suposición del carácter monovalente de la transformación n o es en todo ello
vación y la descripción (como una operación igualmente determinada en su estruc- otra cosa que el correlato de la bivalencia de la observación de la transformación.
tura), lo característico de u n sistema que opera recursivamente es no sólo la Porque, aun cuando la ciencia pretenda reservarse el segundo valor para designar
sensibilidad para los sucesos del entorno —de hecho, éstos le interesan apenas—, errores, sólo puede caracterizar la realidad que describe de manera monovalente.
sino la sensibilidad para los efectos de su propia operación. 0
tiene sentido decir que la realidad en sí no tendría ningún observador y, en
Los sistemas recursivos operan entonces con base en su recursividad de un mod° c
°nsecuencia, ninguna referencia.
fácticamente pronosticable, al mismo tiempo que determinado de manera estrucW sta
opción postontológica p o n e claramente de manifiesto al mismo tiempo que
ral. La ciencia recursiva constituye, como todo sistema, u n sistema estructuralrnen^ I Se
a
. cie
ncia ninguna otra cosa p u e d e tener validez. Para la ciencia vale, en lo que
determinado: se encuentra siempre únicamente en el estado que ha alcanzado gr»' nüsrn C r e 3 ' a ^ t e r m i n a c i ó n y monovalencia de las transformaciones operativas, lo
°bjeto f ' U e P a r a s u s objetos. De hecho, la ciencia misma es tan sólo u n o de los
0s
de estudio de la ciencia.
i con
De acuerdo con una estimadón que v. Foerster (op.cit. p.47) presenta, una máquina no trivia'
dría, con sólo cuatro inputs y outputs, 102,466 posibilidades de transformación. Desde una p ¡ é ¿ a
teórico-histórica, esto indica que aquí se encuentra el punto de partida para el desarrollo de una a > ^ R SS Ash,J
de segundo orden. Véase Garbolino, P., "A proposito de osservatori osservati" en Genovese, R- e t " , i " *Jiia ° y . An Introduction to Cybernetics, N.Y., 1963, p.14.
di attribuzione: Filosofía e teoría dei sistemi. Ñapóles, 1989, pp. 185-236. ' ' ' " " p e n d e n c i a de este tipo entre concepto objeto de y epistemología n o es en forma alguna
3
C o m o recordar án los sociólogos, Parsons había considerado, por razones muy semejantes, u n a c C ¡ ó » f
^üv eri "y Ve ^ osa - En relación con la cultura griega clásica y el siglo XVII, véase Toulmin, S., Kritik der
a ó n de los sistemas sociales como algo necesario, aunque más tarde confió cada vez más en la coir íi „ o e r 1unft, trad. alemana, Francfort, 1978, pp. 15ss. Lo nuevo aquí es la representación de esta
su propio esbozo teórico. C m u
° ° n hecho, sino como un círculo.

200 i. 169
Todas estas afirmaciones son igualmente correctas c u a n d o también se tom a

w
r grtainente, la comunicación es también un hecho físico en u n medio de aire y
consideración la bivalencia —y en caso dado, la polivalencia de la observación o r lo que resulta igualmente susceptible de interferencias o inclusive de inte-
que, en realidad, también la observación (y esto incluye la autoobservación) es po k^ l llZ ' ^ o n e s físicas. Sin embargo, en cuanto que sistema estructuralmente determi-
únicamente en cuanto que es una operación de la transformación de u n sist rrup ¿ 0 un sistema de comunicación no p u e d e reaccionar en este plano. Lo único que
estructuralmente determinado. La observación no tiene una posición, como la r j , na1 j e hacer es reespecificar él mismo sus estructuras, y esto n o en ocasión de
,edí
sujeto, suspendida libremente fuera de toda realidad. Maturana ha precisado esto i P r f e r e n c i a s físicas, sino a raíz de intervenciones de la conciencia.
caso de la suposición de la vida, sin incurrir con ello en un reduccionismo biológj^ 1 C' < cñplamiento estructural (Maturana) p o n e en relación este sistema con condicio-
Pero, por otra parte, también tiene validez cuando no se parte de una realización h 1 ltamente selectivas y de ninguna manera con todo aquello que p u e d a ser ob-
nCS
vida, sino como es el caso de la presente investigación, de la comunicación. ' do como entorno. En ello reside una condición indispensable de la especificación
El sentido del concepto de u n sistema estructuralmente determinado reside eraciones.
de puede
op
esta circularidad epistemológica con lo que la ciencia se subordina a su propia coi)1 también afirmarse que si cambiamos el sistema de referencia de la descrip-
cepción de los objetos. La explicación científica no es pensada —o sólo lo es en " la conciencia tendría u n acceso privilegiado a la comunicación, puesto que
C1<
caso especial— como atribución causal, sino como descripción de la dinámi c a uélla es la única capaz de influir en ésta. Esto no significa, sin embargo, que la
3<
transformatoria de sistemas estructuralmente determinados. \iciencia sea el agente real de la comunicación, su portador o su sujeto.
Esto significa ante todo que no se incorpora ningún prejuicio que privilegie can La inmensa cantidad de sistemas mentales no constituye sino el m e d i o —por
sas endógenas frente a causas exógenas, ni mucho menos u n a posición solipsista supuesto irrenunciable— en el que la comunicación registra esporádicamente es-
Sería sencillamente absurdo afirmar que los sistemas estructuralmente determina- tnicturas rígidas para poder continuarse.
dos podrían existir sin u n entorno. Y si esto es válido en general, también lo es para Ninguna conciencia individual —y la conciencia no existe sino como conciencia
el caso de la ciencia. individual— p u e d e dominar, controlar o m e d i a n a m e n t e penetrar el hecho de la
La determinación estructural se realiza por medio de u n acoplamiento constante comunicación. Lo único que una conciencia individual p u e d e hacer es desencade-
con las condiciones del entorno (en el caso de la comunicación científica, por ejem- nar, suscitar lo que tiene lugar en el sistema de comunicación, o también bloquear-
plo, con estados mentales de los individuos participantes). Pero ello n o altera en lo, limitarlo, perturbarlo, confundirlo, aunque esto también únicamente en puntos
n a d a el hecho de que el sistema únicamente puede adoptar estados que correspon- muy definidos, es decir, localmente.
d a n a su estructura y que al mismo tiempo sea capaz de transformar estructuras Esto mismo p u e d e afirmarse inclusive de los sistemas de interacción del tipo más
solamente por medio de operaciones propias. simple, es decir, inclusive para diadas, aunque aquí los acoplamientos estructurales
U n observador —para el que esto mismo resulta válido— p u e d e decidir luego si se manifiestan de m a n e r a más intensiva y, sobre todo, de manera más rápida, y
atribuye la transformación al sistema o al entorno. Pero eso es tan sólo una opera- pueden también tener una mayor interferencia.
ción de la determinación de su propio estado. A pesar de ello podemos afirmar que Quien sea de otra opinión en relación con todo esto tendría que ser capaz de
las estructuras de u n sistema estructuralmente determinado sólo p u e d e n ser especi- mostrar cuál de los millones de sistemas de conciencia posee u n a mayor competen-
ficadas por él mismo. Y también podemos afirmar que toda transformación de es- cia (y en qué momento), precisamente debido a sus propios logros y no gracias a u n a
tructuras se adapta siempre al entorno en el que se realiza, pues de otra manera su posición que le ha sido otorgada únicamente por la sociedad como sistema de co-
realización sería imposible. municación.
U n a de las consecuencias más importantes de esta concepción de la ciencia com° De acuerdo con ello, la ciencia es u n sistema estructuralmente determinado de
1111
u n sistema estructuralmente determinado es la determinación simultánea tanto de tipo particular. Pero aparte de esto ¿es también un sistema autopoiético, es decir,
las condiciones a las que se encuentra acoplado u n sistema de ese tipo como de las Esterna que produce él mismo, por medio del entramado de elementos que le
n c
influencias externas a que, a causa de ello, está sujeto el sistema. °nsistencia, los elementos que lo conforman?
La esfera en la que la ciencia (así como la comunicación social en g e n e r a l ) e S Podemos dar u n a respuesta positiva a esta pregunta, con tal que veamos la
diferenciada p u e d e describirse como u n sentido actualizado c o n s c i e n t e m e n t e . A®' j ^""uriicación científica como u n elemento que afirma la verdad y excluye la false-
la ciencia se encuentra acoplada estructuralmente a la conciencia y sólo es susccp11" . (° viceversa, que excluye aquélla y afirma ésta). Tan pronto como el carácter
de ser irritada, interferida o apremiada con motivos variables por la c o n c i e n c i a • Cq °lico de la verdad como medio da origen a u n a cualidad especial d e n t r o de la
""icación social general —que solamente p u e d e ser obtenida en u n a conexión
c
12
U r s i v a con
i '
otras comunicaciones " " mismo sistema— sur-
anteriores y futuras del
Cfr. en particular "The Biological Foundations of Self Consciousness and the Physical Domain of E » s t e n >Ui •
en Luhmann, N. et al., Beobachter: Konvergenz der Erkenntnistheorien?, Munich, 1990, pp. 47-117- " Esterna autopoiético que g e n e r a estos elementos p r e c i s a m e n t e p o r m e d i o

k
C tos
Cfr. Cap. I. Más adelante nos ocuparemos nuevamente de esta idea en relación con cuestioneS ca
c c - elementos mismos, delimitándose con ello del e n t o r n o de otra comuni-
variación evolucionista (véase Cap. VII). ón.

202 203
A ello no se opone el hecho de que el conjunto de las comunicaciones posibl e s e Z a de contenido de la temática representa una especie de garantía para la
imprevisible y abierto en relación con el futuro 14 , con tal que solamente se garant .^•jjdad de continuación de la autopoiesis. Una relación similar existe con la
que en cualquier caso futuro volverán a darse estas presuposiciones, o que u n obs ^ p° sl n S jón social. La comunicación es siempre un hecho social y n o es posible de
vador p u e d a constatar que el sistema ha dejado de existir. Involucra más que u n a conciencia y más que u n a acción aislada. En
otrataedida,
- l a verdad es siempre algo socialmente constituido, y resulta secundaria
La ciencia misma se ha percatado de su propia autopoiesis, si bien ello no l e i
esaJ '* cfión de si se da o n o un consenso.
causado mucha alegría, aunque sí le ha dado, en u n impulso reflexivo para f lr , a
internos que se extiende hasta el presente, la forma de u n problema insoluble. a ^ la r ' r t a m e n t e , la verdad como medio de comunicación tiene la función específica
p o r ejemplo, ocurre que las inferencias inductivas se consideran, desde Hume, com errar un consenso aun en el caso más improbable. Pero inclusive cuando hay
c e
algo n o susceptible de fundamentación; las proposiciones generales relativas a tota° ' e s t o no significa por sí solo que la comunicación veritativa se interrumpa.

lidades como indemostrables, y las leyes universales como algo sobreformulado el c o n t r a r i o , ésta p u e d e mantenerse precisamente gracias a aquél. T a l vez nos
En esa concepción, el problema se presenta como algo defectuoso. Pero el def e c t o ** mucho más p o r aclarar los hechos y por determinar si, a pesar de todo (y
reside únicamente en la formulación del problema mismo. También en este caso l a
£S
a u é m e d i d a ) no hay u n consenso y de lo que tendría que ocurrir para que el

ciencia diferenciada transfiere en primer lugar la dificultad de la dimensión social a Asenso se convirtiera en consenso.
la dimensión temporal: Epagogé (inductio) se llamaba originalmente el proceso d e La autopoiesis del sistema descansa en la socialidad (posibilitada socialmente) de
conducir a alguien, a partir de experiencias particulares, a lo general. la comunicación, en su carácter mediato e inteligible, n o en la concordancia del
En el caso de H u m e , se trata de que el lapso de atención del individuo no basta objeto con el m u n d o externo y tampoco en el consenso. N o sería posible si el siste-
para a p r e h e n d e r todos los casos que en principio resultan posibles en u n tiempo ma no estuviera acoplado estructuralmente con su entorno objetivo y psíquico. Pero
infinito. Si traducimos esto al lenguaje de la teoría de los sistemas autopoiéticos, 10 se i n t e r r u m p i r í a igualmente si estos acoplamientos n o ofrecieran ya ningún tipo de
único que tendríamos sería el carácter no cerrado de la autopoiesis. Todo elemento irritaciones ni de perturbaciones.
se produce solamente como p u n t o de partida para la producción de otros elemen- Como sea, el p a r consenso,/disenso es siempre algo construido p o r un observador
tos; todo fin es al mismo tiempo un principio. Todos los eventos que puedan ser que puede ajustarse a ello. Y, en realidad, habría también mucho que decir en favor
reconocidos como pertinentes sirven a la producción de información por medio de de una temporalización de esta construcción. Su resultado n o es otro que la expre-
información en el sistema. "El conocimiento científico es inherentemente no con- sión de expectativas en relación con la coherencia/incoherencia de u n a comunica-
cluyente", como dice Mulkay 15 . O para decirlo con Heinz von Foerster: "La ciencia ción ulterior".
es u n a máquina histórica que se convierte en otra máquina con cada cambio de La autopoiesis del sistema no requiere de otra cosa que de la continuación de la
situaciones". Podemos percatarnos de ello en las anticonceptualizaciones. El proble- comunicación acerca de verdad y falsedad; es decir, de la continuación d e la comu-
m a de la inducción representa u n a de estas posibilidades; la representación de un nicación en este medio simbólicamente generalizado. Para ello es necesario que
fin último, en el sentido de la teología clásica, constituye otra posibilidad. Pero esto puedan conformarse las expectativas correspondientes. Éstas sirven a cada m o m e n -
n o debiera impedirnos concebir aquello que no puede ser el caso de u n ideal, inal- to como la estructura del sistema. El sistema puede reaccionar a irritaciones psíqui-
canzable, pero a la vez digno de nuestros esfuerzos aproximativos. cas en el nivel de estas estructuras, mientras que en sus operaciones p e r m a n e c e
¿copiado a lo que ocurre simultáneamente en el continuo material físico-químico-
Si consideramos a la comunicación científica como la unidad elemental del siste-
'co-psíquico sobre el que descansa. Los genios p u e d e n morir, las bibliotecas in-
ma autopoiético llamado ciencia, tendremos que extraer consecuencias de largo
de 1 l a r s e ' computadoras pueden perder todos sus datos. Desde la perspectiva
alcance en lo relativo a la discusión de las teorías de la verdad.
do o a u t o P 0 ' e s r s del sistema, el único efecto de todo esto es que éste siga funcionan-
Ya hemos mencionado 1 6 que con todo ello la dimensión temporal se c o n v i e r t e e
algo más importante que la dimensión de los objetos, pues una c o m u n i c a c i ó n n o
Cons
sino u n evento, p o r lo que la cuestión que se plantea es, en primer lugar, la ¡ ^ ecuencia, el concepto de la autopoiesis no nos proporciona p o r sí mismo
determinar si de algún m o d o subsiste, y de ser así, cómo. ^ c
otite XplÍCaCÍÓn s u f l c i e n t e d e la

El hecho de ser capaces de encontrar temas que puedan manejarse en term ^ ciencia, ni mucho menos, u n a fundamentación del
de verdad y falsedad constituye un problema de menor importancia, aunq u tectij-111^0 verdad
* a s teorías científicas. Sin embargo, la conservación de la
rer
iciac autopoiética de la operación constituye la condición mínima de la dife-
011
de la ciencia, con todas las implicaciones que esto tiene.
14
Maturana tendría dudas (según me ha comunicado en una conversaaón) de aplicar el con< V n gú»
autopoiesis en el caso de una cone de este tipo. Por mi parte, no veo que el concepto dé origen a 4 The

169
obstáculo, sino más bien una restricción innecesaria de su alcance. í^^reíipj agreementbetween partidpants, A and B, who agreeor disagreein a conversation, is
15
Mulkay, M„ Science and the Sociology of Knowledge, Londres, 1979. i. «r l, V a ' U e "• cree Pask, G, "Developmentin Conversation Theory: Actual and Pbtential Applications",
16
Véase el Cap. II, III. E
(ed.), Applied Systems and Cybernetics III, N.Y., 1981, pp. 1.326-1.338 (1.331).
205
Todo esto hace necesario abandonar aquellas teorías de la verdad que d e s i g ^ 0 análisis estructural/funcional se aisla innecesariamente ante la tendencia impe-
un estado final feliz (cuando no perfecto), y que hacen derivar de ello una teol 0 , r - je hoy en día de un análisis empírico (biológico, psicológico, sociológico) del
del sistema, ya sea una mayor adecuación o ya sea un mayor consenso. La autopoj^ c e s o de conocimiento en planos elementales y operativos.
es u n principio ateleológico, y la ciencia sólo puede generar verdades y f a l s e d a d p<«
PT°r , teoría de los sistemas autopoiéticos autorreferenciales en su sentido más am-
cuando, por lo menos, continúa conservándose y reproduciéndose en la socie,| ^
. . . j i o exxcluye, sino incluye, los análisis estructural/funcionales. Porque, con toda
como u n sistema autopoiético. P iridad, las estructuras siguen siendo un requerimiento indispensable de la auto-
La tesis de que el sistema de la ciencia se diferencia como un sistema autopoiét'
^esis los sistemas sociales. Pero u n a teoría es capaz de abarcar teóricamente, de
propio p o r medio de una codificación binaria explica también por qué este sisteru°
P 0 l t - i cuenta, normalidad y carácter contradictorio, permanencia y cambio, y adop-
n o p u e d e ser descrito adecuadamente p o r medio de u n modelo input o bien outf, * el punto de vista de observador de observaciones, si hace posible considerar
o sólo p u e d e serlo haciendo caso omiso del problema de la verdad. Este mod e ] tar
ntbien esta función de estructuras.
postula también una binarización del sistema, aunque de otro tipo. Lo que se po s t u ° ta Por lo demás, desde ese p u n t o de vista todas las operaciones del sistema —inclu-
la aquí es que el sistema únicamente tiene dos límites: u n o para el input (variable
• la autoobservación y la autodescripción del sistema— p u e d e n reconocerse como
otro para el output (variable). O formulado en términos de la acción teórica: uñó S1V
| o recursivamente condicionado por el entramado de los elementos con los que el
para los medios y otro para los fines.
s j s t e ma lleva a cabo la reproducción de sus elementos.
La preeminencia de una descripción de este tipo resulta incompatible con l a Sin embargo, la diferenciación de la ciencia no significa en forma alguna que este
preeminencia de una codificación binaria. Es decir, en otras palabras, que única- sistema fuera ahora responsable solamente de una parte de lo existente, de una
m e n t e con una u otra diferenciación podemos iniciar una descripción 18 . Esto expli- porción del mundo. La diferenciación social sigue su propia lógica y no se somete a
ca, entre otras cosas, por qué las descripciones teóricorracionales clásicas, lo mismo un orden de las cosas previo, al que luego pudiera a p r e h e n d e r y explotar. Desde
que las de tipo neoutilitarista o crítico finalistas de la ciencia tienen problemas en luego, la verdad y la ciencia se basan en una reducción, pero ésta no tiene otra
relación con su verdad. función que hacer posible la construcción de una complejidad propia del sistema, a
La teoría de los sistemas autopoiéticos se distingue claramente, además, de una través de la cual y de manera específica, la observación y la descripción del m u n d o
teoría de sistemas con bases estructural/funcionales y, en consecuencia, también en se constituyen luego nuevamente. Se trata de la producción de la apertura por me-
la aplicación al sistema de la ciencia, de los notables análisis de la sociología del dio del carácter cerrado del sistema.
conocimiento llevados a cabo por Robert K. Merton 19 . El análisis estructural/funcio-
Tal vez la consecuencia más importante de esto es que todo lo que para u n siste-
nal dirige su atención preferentemente a los problemas estructurales del sistema de
ma autopoiético representa unidad y diversidad puede reducirse a las operaciones
la ciencia y, aquí nuevamente de manera limitativa, a conflictos de valores y a sus
del sistema mismo. Si bien esto no significa una negación del entorno, la forma con
consecuencias, que se ponen de manifiesto en el comportamiento de los científicos.
la que el sistema se relaciona con el entorno —y éste entendido muy radicalmente
Ahora bien, aunque éste es u n tema de investigación de justificado interés, abarca como unidad y diversidad— constituye u n logro propio del sistema. Esta idea di-
solamente una parte de los posibles problemas. Sobre todo, este enfoque no ofrece suelve el concepto clásico de naturaleza, que también pretendía garantizar que los
ningún acceso a la convencionalidad (¿o tal vez sería más adecuado decirposconvmcw- sistemas cognoscitivos pudieran derivar la coherencia de sus conocimientos, y tener
nalidad.}) del conocimiento científico y, en consecuencia, tampoco un acceso a las Una
garantía de la misma, tomando como punto de partida la unidad de la naturaleza
tesis de que se ocupan los intentos de reflexión del sistema mismo de la ciencia (la concebida como algo externo, y que de esta unidad pudiera inferirirse la regularidad
teoría del conocimiento, la filosofía de la ciencia). de
'os desarrollos 20 .
Aunque los ruidos provengan de fuera, constituye u n logro propio del sistema lo
'!" e pueda entenderse de manera clara y distinta acerca de ellos, lo mismo que el
m
18 ° d o en el que de ellos pueden obtenerse informaciones y el tipo de expectativas
La formulación del texto permite reconocer al mismo tiempo que también la descripción del princip10
requiere de una distinción: con qué empezar y con qué no hacerlo; con una descripción tipo input-ontpwt3 ''" e preparadas de esta o aquella forma, confirman o desilusionan.
con una descripción del tipo closure, según lo expresa F. Várela, "Two Principies for S e l f - O r g a n i z a t i o n • e I 1 Esta idea se registra en el concepto de fact (hecho), si bien esto ocurre única-
Ulrich, H./Probst, J.B., Self-Organization and Management of Social Systems. Insights, Promises, D° ubtS ent
e de m a n u e r a puntual. Lo que todavía para Ludwig Fleck constituía, en los

169
and Questions, Berlín, 1984, pp. 25-32. Esta reflexión muestra, asimismo, que nos servimos de la d i s t i n á ® erri
pos del positivismo lógico, u n descubrimiento, es hoy algo generalmente acep-
como una operación básica. Sin realizar de manera exacta esta operación no podemos ni siquiera obse^ j
el inicio ni la interrupción. Véase al respecto, Glanville, R„ "Distinguished and Exact Lies", en Trapp1'
(ed.), Cybernetics and Systems Research 2, N.Y., 1984, pp. 655-662. Trad. alemana en la obra del nú sltl
autor, Objekte, Berlín, 1985. i.
l
19
Véase, por ejemplo, en alemán, el i m p o r t a n t e volumen Entwicklung and W a n d e l v ° n i eCo ** crítica del principio epistemológico de buscar leyes en la naturaleza (o algo similar) ha encontrado
Forschungsinteressen: Aufsátzen zur Wissenschaftssoziologie, Francfort, 1985. ch ari a ' n,)ié n en la sociología. Cfr., por ejemplo, Boudon, R., La place de désordre: Critique des théories du
gett
>erit social, París, 1984.
206
uentra en condiciones de hacer distinciones, de designar unidades, de obser-
tado 21 . Los hechos ipueden ser microteorías M
que han dejado
J de ser controversiales
x para la Co • f i c
iu objetos, procesos, etcétera. Sin embargo, la observación de un objeto
nidad científica2''. Por lo tanto, en u n lenguaje conceptual algo más elaborado
f o r n i a s ,
lo* v3r q l i e se ha tomado la autorreferencia de ese sistema como p u n t o de partida 2 7 .
dríamos decir también que los hechos representan el m u n d o externo (visto d e
SH u n sistema con la capacidad de distinguir entre autorreferencia y lieterorre-
dentro); que fijan los resultados de las irritaciones del sistema producidas po r (¡J c j a , esto es, para un sistema de la ciencia en condiciones de distinguir entre
acoplamiento estructural del sistema con su entorno. O también podríamos d - I f < )(| ' )S y hechos, la autonomía no coincide con la autorreferencia. La razón de
que el concepto de hecho representa en el sistema el acoplamiento estructural?* c n
° „ que también la distinción entre autorreferencia y heterorreferencia debe
sistema de la ciencia con su entorno, de tal manera que, con ayuda de este conce
r se a cabo con operaciones propias del sistema, esto es, debe ser observado en
para los fines de la comunicación interna, el sistema mismo p u e d e suponer qu^* 0 " eV aeraciones propias del sistema.
encuentra orientado de acuerdo con la realidad y las circunstancias que son pron ^ Ia* ' tanto, la unidad de la distinción entre autorreferencia y heterorreferencia
de su entorno, y p u e d e n olvidarse, a la vez, de que esto sólo es posible gracias S por i
riere de una metarreferencia en la que, al mismo tiempo, desaparezca la distin-
carácter autorreferencialmente cerrado del entramado de las operaciones propi a ^ entre distinción y no distinción, es decir, la distinción entre markedstate y unmarked
en realidad, p u e d e olvidarse de esto, sencillamente porque no es algo que pueda ser £ ^gpencer Brown) 28 . (En realidad, a este respecto nos movemos en esferas sernán-
modificado. ' ( | U e Nicolás de Cusa le había reprochado al concepto de Dios.)
UC
gin embargo, ésta n o es sino otra versión de la imposibilidad de introducir nueva-
III
mente la unidad del sistema en el sistema mismo, o bien una razón para que Epirné-
Un sistema que opera gracias al carácter autorreferencialmente cerrado es un siste-
nides tenga que ser u n cretense o, en todo caso, para que la paradoja que lleva su
m a que opera de manera autónoma 2 3 . De acuerdo con este concepto, la autonomía
n o m b r e tenga que ser algo localizado para que pueda todavía existir algo más (entre
n o es otra cosa que la producción de la propia unidad por medio de las operaciones
otras cosas, el observador de la paradoja). O expresado de otra manera: la autono-
inherentes al sistema 24 . Pero igualmente podríamos decir que los límites de un siste-
mía es un estado de la imaginación que se implica a sí misma un tercer valor lógico,
m a sólo p u e d e n ser trazados por el sistema mismo, no p o r el entorno, que no es
una operación de la auto indicación29.
capaz de operar como unidad 2 8 .
A partir del entorno, otros sistemas pueden observar —lo que nuevamente, no El concepto de u n sistema autopoiético nos constriñe a una ubicación más pro-
ocurre con el entorno— qué es lo que corresponde al sistema y qué no, teniendo funda del concepto de autonomía relativa?0, lo mismo que el tratamiento de la auto-
igualmente, bajo ciertas condiciones, al examinar el entorno del sistema, la capaci- nomía como una variable que cubre todo lo que se encuentra entre la dependencia
dad de ver más que el sistema mismo. Sin embargo, esto n o altera en nada la cir- completa (esto es, entre la indiscernibilidad) del sistema en relación con el entorno
cunstancia de que el sistema mismo define su propia u n i d a d y sus límites y que, en y el aislamiento completo 31 .
consecuencia, únicamente es observable con respecto a estos logros 26 . Pero esto no
quiere decir que u n sistema sólo pueda observar a otro bajo esta perspectiva. Dentro
de los límites trazados p o r su propia autopoiesis y su propia estructura, todo sistema En relación con una concepción correspondiente de «comprensión», véase Luhmann. N., "Systeme
^rsthen Systeme" en Luhmann, N./Schorr, K.E. (eds.), Zwischen Intransparenz und Verstehen: Fragen an
le
Pádagogik, Francfort, 1986, pp. 72-117 ; En español, "Cómo los sistemas comprenden a los Sistemas"
«Sistema Educativo (Problemas de reflexión), U. de Guadalajara/U. Ineroamericana/Iteso, Guadalajara-
die ' « i » , 1993. Cfr. también Kraft, V., Systemtheorie des Verstehens, Francfort, 1989.
81
Vgl. de este autor, Entstehung und Entwicklung einer wissenschafdichen Tatsache: Einfuhrung m
bién 3 (lgj?gj' ^lermont>J.> "Les conditions formelles del'étatautonoine", en Revueinternationalede systémique
Lehre vom Denkstil und Denkkollektiv (1935), nueva edición, Frankfurt, 1980. De él mismo véase tamf"'
PP- 295-314.
Erfahrung und Tatsache: Gesammelte Aufsátze, Francfort, 1983. a c
2/ u Pe Pr 5d 2o4 con Varela, F.J., "ACalculus for Self-Reference", International Journal of General Systems
22
Según Campbell, D.T, "Saence's Social System of Validity-Enhancing Collective Belief Change and the ' " -
ra 1
Problems of the Sodal Sciences" en Fiske, D.W./Shweder, A. (eds.), Metatheory in Sodal Sdences: Pl"
and Subjectivities, Chicago, 1986, pp. 108-135. si r>..SoüX)s mismos nos hemos servido en otras ocasiones de este concepto, que ahora debemos abandonar.
o0 y.
2
' En reladón con este concepto de autonomía, véase Varela, F.J., Principies of Biological Aut°n Einfuhrung in die Wissenschaftssoziologie, Munich, 1974, pp. 30ss, ha acuñado un con-
e
N.Y., 1979. Cfr. también Morin, E., La Méthode, vol. 2, París, 1980. & 1tre autonomía relativa. El concepto constituye aquí [allí] un término medio, por así dedrlo,
24
«The assertíon of the system's identity through its internal functioning and selfregulation», se ^Pesat S | r e ^ e r e n c l a s sistémicas: la sociedad (sistema externo) y la ciencia (sistema interno) que se intersectan.
flts
Varela, F.J., "On BeingAutonomous", en Klir, G.J., Applied General Systems Research: Recent Develop |jr,,(( . cualquier significado que pudiera atribuirse a la elección de referencias sistémicas, personalmen-
Ur
and Trends, N.Y., 1978, pp. 77-84 (77). ' ^/f, rpf. atI 'os no mezclar esta cuestión con la de la autonomía, pues este concepto supone la elección de
>a fef
e r e c: a
25 Con |' " ' sistémica. Estamos obligados, por lo tanto, a hablar de autonomía (de este sistema) en rela-
Véase Pask, G., "Development in Conversation Theory: Actual and Pbtential Applications", en ^
Msif., . s °ciedad, lo mismo que en reladón con la ciencia, pero no debemos unir ambos con una referen-
G.E.(ed.), Applied Systems and Cybernetics III, N.Y., 1981, pp. 1326-1338 (1327): «Computing ^
' ^fX-Q,.. a (r[1enos clara) en el concepto de autonomía relativa. Además, habría que pensar en la tradidón
own their autonomy to computing their own boundaries». ,s¡s: A <u
26
En relación con esto, cfr. Glanville, R„ "The Same is Different", en Zeleny, M. (ed.), A u t o p 0 1 ^ , ^ tono ni J' nsci 1 ue > interpretada desde el punto de la teoría de sistemas, es de la opinión, con relativa
Theory of Uving Organisation, N.Y., 1981, pp. 252-262. Traducción alemana en la obra del m¡ ° sin : ' '' 'l Ue los sistemas ciertamente pueden estar entre sí en una relación autónoma, pero que no
a
Objekte, Berlín, 1988. utónomos en reladón con la sociedad (interpretada como una sociedad capitalista).

208 209
El concepto d e u n a autonomía (autopoiética) que reemplaza a tales ideas perjjy 1 par autonomía/heteronomía, sino de independencia/dependencia, cncaminán-
te, a la vez, u n a disolución d e la paradoja que se conjeturaba ya en la afirmación ( j
. n 0 s al mismo tiempo a la afirmación de que, bajo condiciones a ú n p o r especifi-
u n conocimiento científico de la autonomía del conocimiento científico 32 .
el incremento de la independencia p u e d e conducir a un incremento de la de-
A diferencia de ciertas concepciones más antiguas que únicamente se referían a i
pendencia.
autonomía en relación con el nivel de la constitución de estructuras (es decir, litera]
r j j fl sistema de la ciencia surge como u n sistema autonomo cuando, basándose en
mente, de la autolegislación), la producción de los elementos del sistema se in Co
v e r d a d como medio de la comunicación y orientándose de acuerdo con su código
pora ahora con el e n t r a m a d o mismo de los elementos del sistema. El hecho de ai 13
r dad/falsedad, se diferencia en este sentido. Los valores verdad/falsedad p u e d e n
también las estructuras del sistema puedan ser conformadas y variadas solamente p 0 r ve
' t o I l C es asignarse sólo en este sistema, indpendientemente del aspecto que el m u n d o
las propias operaciones resulta entonces una simple consecuencia de la autonomía en
(jo que naturalmente no excluye que en el entorno, por ejemplo, en el arte o
sistemas autopoiéticos constituyen sistemas estructuralmente determinados que o s
mrcn
curso r\ de ensu /Jocawrtll^ J -
desarrollo se determinan en el
a sí mismos a través de su propia estructura. religión, se hable d e verdad en un sentido n o codificado y diverso).
x x ~ ' a » Q único que necesitamos hacer cuando se habla de verdad es inquirir p o r las
La autonomía n o excluye una relación causal entre sistema y entorno, aunqu e
COndiciones bajo las cuales el enunciado en cuestión sería falso. Ello basta para que
tampoco nos dice nada acerca de la complejidad e intensidad de tales conexiones la c o m u n i c a c i ó n en el sistema de la ciencia tenga lugar.
causales 33 . En todo caso, la autopoiesis es una producción (es decir, depende c]e Las c o m u n i c a c i o n e s señaladas como verdaderas o falsas y predeterminadas p o r
causas internas y causas externas, d e causas disponibles y causas n o disponibles) y n o ello, en consecuencia, en sus capacidades de aplicación ulterior son operaciones d e
u n a autocreación a partir de la vida. este s i s t e m a de la ciencia. Es posible que el financiamiento del sistema p u e d a ser
En relación con ello, un observador —al igual que el sistema mismo, en tanto que o r i e n t a d o desde el exterior, que la libertad de expresión pueda reglamentarse polí-
autoobservador— p u e d e prestar mayor atención a las causas internas o a las causas t i c a m e n t e ; las operaciones del sistema pueden ser efectivamente restringidas o, en
externas. Para este tipo de observación (orientada al esquema causal), la autonomía casos l í m i t e , completamente interrumpidas. Es posible que las personas participan-
significa que el sistema sólo es capaz de continuar sus propias operaciones cuando tes den cabida a sus intereses particulares, por ejemplo, a los relativos a su carrera y
tiene la posibilidad de remitirse recursivamente como causas a operaciones propias, reputación. Es posible que las organizaciones transfieran el tiempo disponible para
i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e las condiciones momentáneas del entorno. Por lo demás, la investigación a la docencia o viceversa. Es posible que la opinión pública y, en el
es claro que esto no resulta posible en entornos arbitrarios. Pero si es imposible, y f o n d o , los medios de comunicación favorezcan ciertos temas, restando al mismo
exactamente en la medida en la que ello resulte así, lo único que el sistema puede tiempo resonancia pública a otros. Todo ello p u e d e resultar importante para el
hacer es dejar de existir. éxito de la ciencia, independientemente de la manera en la que se cuantifique. pero
Un observador es capaz, con tal de que sea atento, d e ver simultáneamente la ninguna de estas cosas altera el hecho de que la ciencia, al operar como sistema, lo
autonomía y la heteronomía, así corno de formular condiciones de incremento hace de manera autónoma. En ninguna otra parte p u e d e determinarse con la segu-
para las mismas 34 . Desde el punto de vista terminológico, preferiríamos hablar no ridad específica requerida por la ciencia lo que es verdadero y lo que es falso.
Aunque ciertamente otros sistemas funcionales intervienen en la ciencia cuando
operan en cumplimiento de sus propias funciones y al seguir sus propios códigos, n o
son capaces de determinar por sí mismos bajo las condiciones de la sociedad mo-
®2 En relación con esta forma de paradoja y a su disolución constructivista, cfr. Le Moigne, J.L, "Science
de l'autonomie et autonomie de la science", en Dumouchel, P./Dupuy. ] ,-P. (eds.), L'auto-organisation: De derna lo que es verdadero y lo que es falso (a menos que recurran a una usurpación
physique au politique, París, 1983, pp. 521-536. de esta terminología para fines particulares, con el probable resultado de un ridículo).
" Con ello nos distanciamos también de las concepciones comunes que señalan a un sistema como (relaB En la actualidad, cualquier determinación extracientífica de lo que es susceptible
de
vamente) autónomo cuando es influido más por sí mismo que por el en torno. Para los fines de la investigac v e r d a d y falsedad es ridicula 35 , por lo que cualquier crítica externamente motiva-
científica, la autonomía debe manejarse entonces como una variable que puede realizarse más en la direcci
da de la ciencia debe identificarse como ética36. No podemos ya creer (no importa
de la autonomía que de la heteronomía. La designación como autonomía ha sido elegida de manera en ^ CUan
(unilateral). Esta construcción conceptual choca, además, con los resultados (igualmente empíricos) < ^ deseable nos parezca) que la energía solar pueda transformarse en proporcio-
investigación acerca de la atribución, que han tenido como resultado el hecho de que dependa del observas
en qué medida éste realiza una atribución interna o externa. En el horizonte infinito de la causalidad
siempre para ambas atribuciones suficientes causas, de tal manera que podemos (y debemos) elegir.
54
" En opinión de Lübbe, un efecto de la Ilustración. Véase Lübbe, H., Religión nach der Aufklárung,
De acuerdo con Cornelis, A., "Epistemological Indicators of Sdentific Identity", en Trappl, R-
1986.
Cybernetics and Systems Research 2, Amsterdam, 1984, pp. 683-690. En la pág. 684, por ejemplo, se ^ 56
No es casual que el énfasis que actualmente se hace de una «ética de la ciencia» se encuentre
que «the more a learning system undertakes, starting from theautonomy ofits identity, the more heter""'^
Relacionada con la autonomía funcional del sistema de la ciencia, algo que por sí mismo, por supuesto,
itwill meet», agregándose también que «our modern societies meet many problems that have notapi" ' - 0|
°gra todavía que la ética resulte realmente competente para problemas de este tipo. Cfr., en lugar del
before in the preceding ages. This is a direct consequence of the growth of autonomy of social stee
'^H thinking» usual y a la vez prudente y optimista, Becker, W„ "Moral ais Notration: die trügerische
processes which lead to the discovery of new heteronomy that could not be understood before». 0n
j"nktur der Ethik", Frankfurter Allgemeine Zeitung, No. 270, 20 de nov. de 1986.

169
210

211 i.
ríes económicamente aceptables en energía eléctrica, ni que el sida solamente a f e c t e j
a ciertos grupos, ni tampoco que una modificación de la estructura genética del
h u m a n o sea imposible, ni que el ser h u m a n o haya aparecido corno resultado de
proceso de creación del m u n d o y n o evolutivamente. Podernos orientar los fluj0s ^ '
capital en esta o en aquella dirección. Proceder así no logra nada si la ciencia I
aporta su contribución específica. Y cuando a la ciencia se le exigen programas r |
investigación no elegidos p o r ella misma, resulta mucho mayor la probabilidad d
que en su operación autónoma, esto es, en su operación como ciencia, llegue i ] (
conclusión de que ciertas concepciones son falsas.
Las influencias externas de este tipo afectan no a la autonomía del sistema, sino-i
al grado de la diferenciación, es decir, a la complejidad que el sistema p u e d e alean
zar. Si una investigación se prohibe o no recibe financiamiento, ello puede tener
consecuencias de importancia para el desarrollo de la teoría. Habrá entonces ciertas
cuestiones teóricas que permanezcan como algo imposible de decidir. Una prohibi-
ción de los experimentos con animales vivos puede conducir a que los efectos de
ciertos medicamentos no puedan ser probados y que, a causa de ello, ciertas comu-
nicaciones n o puedan ser señaladas como verdaderas o falsas, sino únicamente ser
consideradas como algo que todavía no se ha decidido. Sin embargo, también esto
es u n a comunicación autónoma del sistema de la ciencia (una comunicación a la que
una referencia a investigaciones ya realizadas puede rápidamente despojar de todo
valor), n o una comunicación política, jurídica o económica. Tanto la determinación
no decidido/no decidible como la evaluación de los gastos de investigación y de los
métodos viables que podrían conducir a una decisión, constituyen u n asunto propio
del sistema de la ciencia, en la medida en que lo importante en tales determinacio-
nes es si son o no verdaderas.
En lo que respecta a los métodos y las temáticas, la autonomía significa que toda
pretensión reconocida ha sido elaborada en el sistema mismo. Por lo tanto, los co-
nocimientos sólo p u e d e n ser justificados circularmente. Es decir, en otras palabras,
no existen las asimetrías fundacionistas, ni el rango social del hablante o del descu-
bridor desempeñan ningún papel 3 ', ni tampoco lo hacen la cercanía de un t e m a a
valoraciones extracientificas (por ejemplo, el valor material o el estado m o m e n t á -
neo de excitación de la opinión pública; el temor de una tormenta, de la p r e s e n c i a
de radioactividad, etcétera; ni la función de apoyo de las creencias religiosas • ^ I
Es necesario observar, sin embargo, que tales delimitaciones n o s u s p e n d e n I

estructura social de la ciencia. No significan en forma alguna que las valoración^ I

i i 1
' En relación con la peculiaridad de esta tradición occidental cfr., por ejemplo, de Sola Pool. ••
Mass Media and Politics in the Modernization Process", en Pye. L.W. (ed.), Communications and ° ¿p
Development, Princeton, N.J., 1965, pp. 234-253 (243ss.). Más adelante veremos que, inclusive en ^^tí»
moderna, el mecanismo de reputación abandona nuevamente mucho de la «indepéndencia de la ^ (
alcanzada. Esto ocurre, naturalmente, con la condición de que se trate de una reputación int'-i"
ciencia. (fr.

En relación con el significado de tales «obstacles épistémologiques» en la historia de la c i c n ' eCtj&


achelard, G„ La formation de l'esprit scientifique: Contribution áune Psychanalyse de la c o n s d e n c e ""J l
París, 1938, red. 1974, v.gr. pp. 2 3ss. y 133ss

212
iales no sean valoraciones sociales, ni que su retórica pueda renunciar a tener
s 39
° t o S sociales . Se trata única y exclusivamente de la delimitación de los puntos
vista que pueden ser considerados y éstos deben constituirse y ser exhibibles en
stema mismo de la ciencia. En la actualidad resulta común que tales puntos de
e S1
} r e C iban una justificación pragmática o instrumental.
V 5,
' \un después de que las referencias externas tuvieron que ser abandonadas, se
or
s có p mucho tiempo salvar, por lo menos internamente, desde la perspectiva
' ' C i s t e r n a , las asimetrías de justificación, por ejemplo, en la forma de u n residuo
e r d a d e s indubitables o de certezas de validez trascendental. Toda afirmación de
te tipo se expone, a su vez, a la observación y a la crítica, por lo que p u e d e conver-
g e P o r s u P a r t e > e n ° b j e t o de operaciones que, de acuerdo con el código del
Ur
teína, pueden disponer de dos valores, verdad y falsedad.
S1
Si a c e p t a m o s la tesis de que el sistema se encuentra definido por su código, p o r
r e f e r e n c i a directriz, y que es solamente de este m o d o que u n a autopoiesis propia
u e d e ponerse en marcha, estamos obligados, al mismo tiempo, a aceptar la
circularidad como forma de la producción de relaciones internas desde la perspec-
tiva del sistema.
Una vez que hemos aceptado esto, podemos perfectamente hablar de d e p e n d e n -
cias históricas y de interrupciones internas de la simetría. Sin embargo, es necesario
observar también que tales interrupciones pueden, a lo más, bloquear de m a n e r a
provisional, aunque nunca definitiva, las resiinetrizaciones. Sólo con base en este
carácter autorreferencial y, por ende, autónomamente cerrado, el interés cognoscitivo
puede ser transformado y concentrado en un interés por u n nuevo conocimiento. Y
es únicamente gracias a esto que la ciencia adquiere la función específica que le
corresponde. Es necesario tener presente el carácter altamente improbable de esta
búsqueda de un nuevo conocimiento.
En primer término, todo habla en contra: el interés en la confiabilidad del cono-
cimiento y, sobre todo, la fijación escrita cuya utilidad consiste precisamente en la
preservación del conocimiento.
Ahora bien ¿cómo podemos partir del conocimiento, si nuestro objetivo es variar
e
' punto de partida? En realidad, es justamente esta improbabilidad evolutativa la
4 Ue explica que si queremos ir más lejos, es necesario tomar ciertas provisiones.
tr
e éstas se encuentra la de una sobreproducción y la de una selección, y para la
r
° ganización de esta diferencia, la de una constitución de u n sistema,
sob 3 ' C t r a ' m P r e s a constituye una condición imprescindible para hacer posible la
jo '"'"aducción de conocimiento y poder distinguir el conocimiento nuevo del vie-
e
' volumen de la oferta. Antes de la imprenta hubiera sido imposible saber
eri
ai ' te cuáles conocimientos eran nuevos y cuáles no. No podernos en forma
Sa
>' 1 a C X C ' u ' r r l u e y a existiera en algún sitio, únicamente con la publicación impre-
eren
cóte ' ' ^ c i a c i ó n de la comunicación científica basada en ella disponemos de u n
10
claro al respecto. Desde entonces, lo que es nuevo es lo que se publica p o r

^Civ
' l9 33) ' l ^ re| fnan, Ch.. "Le stattit social de jugements de vérité", en Revue de l'Institut de Sociologie 13
'PP- 17-23.

213
primera ocasión, independientemente de que alguien más lo hubiese sabido coh justificaciones, se refuerzan las tendencias a la abstracción y diferenciación y
r
anterioridad. oí' atribuciones personales con consecuencias para la reputación 41 .
Citar y discutir otras publicaciones puede, entonces, dentro de los textos publi t g c
vida interior de la ciencia se transforma a consecuencia de este esquema nue-
dos, ser útil para trazar una línea entre lo nuevo y lo viejo. El carácter cerrado r ríe
f observación nuevo/antiguo. Los logros de la ciencia m o d e r n a p u e d e n ser
sistema constituye, p o r lo demás, u n esquema temporal que permite que el origen
^ m en el plano de su relación objetiva directa y de su comprensión funcional,
convierta en algo carente de interés, recompensando al mismo tiempo la creatividad vis
la p r o d u c c i ó n de u n nuevo conocimiento. Sin embargo, en el plano de una
siempre bajo la suposición de que la imprenta (o en nuestros días, la reproduce ' ° rv'aci'ón f j e s e g u n d o orden (en el que esto no p u e d e ponerse en tela de juicio),
C rI1

hectográfica o el almacenamiento de datos) funciona como algo que otorga u n va'h^ j a circunstancia de que, en realidad, muchas estructuras del sistema de la
límite. >e pueden explicarse con ello, concibiéndolas en cuanto explicación n o sólo
La semántica de los conocimientos nuevos parecería haber ofrecido u n apoyo d c en
' u n m e d i o para la obtención de nuevos conocimientos, sino al mismo tiempo
gran utilidad para la diferenciación y el carácter cerrado de u n sistema funcional de COlI1
° c o n s e c u e n c i a s de la utilización de la distinción correspondiente.
la ciencia especializado en la investigación. Ciertamente podemos hablar todavía C
° L a f u n c i ó n científica de producir nuevos conocimientos se encuentra vinculada,
sobre los viejos conocimientos, pero ¿con qué fin? Con el de exponer los conocí t o d a s sus consecuencias estructurales, a su forma de existencia como sistema
mientos propios que se h a n alcanzado con grandes esfuerzos, o también con fines ' u í o p o i é t i c o . No p u e d e ser justificada como hecho antropológico, ni explicada a
relativos a la docencia 40 . La comunicación acerca de conocimientos comunes es útil lartir de la utilidad de u n conocimiento adicional. Constituye más bien u n artefacto
también en términos de la certidumbre de solidaridad de una manera casi tribal \ histórico, aunque, por supuesto, uno que es enteramente susceptible de vincularse a
ello se contrapone una provocación que se localiza en la pretensión de novedad y ¡ o s intereses sociales de uso. La función científica sólo es posible cuando lo novedo-
en realidad, cuando el mercado resulta suficiente, un motivo para la reelaboración so resulta reconocible, motivador, recompensable, independientemente de la curio-
comunicativa de lo nuevo en lo antiguo, del conocimiento no familiar en conoci- sidad p e r s o n a l o de la utilidad o daño social de lo novedoso.
miento familiar.
El hecho de que resulte posible hablar de esta manera de la autonomía de u n sis-
La caracterización de algo como novedoso —en oposición a lo antiguo— es tam-
tema funcional es una propiedad inherente a la estructura de la sociedad m o d e r n a ,
bién, naturalmente, u n a construcción social. En el nivel de una observación de se-
esto es, un hecho histórico sin paralelo alguno en otras conformaciones sociales.
gundo orden, ya no se nos presenta un problema que podría ser objeto de controversia
Las autonomías sistémicas funcionales representan u n correlato de la diferencia-
entre los científicos, a saber: si algo es o no novedoso. Más bien, se trata aquí de la
ción funcional del sistema social, por lo que en nuestra sociedad resultan tan indis-
cuestión de cómo es posible y cuáles son las consecuencias de que el ejercicio cientí-
cutibles como lo eran las cualidades de la nobleza (en oposición a una conducta
fico, la ciencia como empresa, p u e d a observarse a sí misma con el auxilio de esta
moral) en formaciones sociales más antiguas.
construcción temporal. Las posibilidad de que todo esto se encuentra dado por el
Una sociedad funcionalmente diferenciada n o vislumbra ninguna posibilidad de
carácter autorreferencialmente cerrado del sistema. Una oferta de conocimiento se
limitar o relativizar la autonomía de las operaciones codificadas de sus sistemas
evalúa n o solamente de manera objetiva, sino igualmente temporal. Además, en la
funcionales, pues conforma a éstos como sistemas autopoiéticos sometidos a una
m e d i d a en que el constructivismo es aceptado epistemológicamente, se reduce la
función en cada caso específica y además codificada.
suposición de u n a dependencia objetiva, perfilándose también los logros propios de
Resulta igualmente posible (frecuente y característica) una interferencia recípro-
lo innovador.
Esta es la razón por la que se presentan claras diferencias en el grado en que son
Por otra parte, l a construcción nuevo/antiguo conduce a problemas de atribución. ec
nas posibles las operaciones como operaciones políticas, jurídicas, económicas,
Mientras que ni la continuidad, ni la dependencia externa del conocimiento plan- I''-datrágicas, religiosas y científicas. En esta medida, los sistemas funcionales son y
tean problemas de este tipo —la ciencia ve el m u n d o con u n solo ojo, p o r así decir- ( l ^ r r n a n e c e n l r u ' e p e n d i e n t e s y al mismo tiempo dependientes entre sí. Lo que la
lo— en el caso de las innovaciones se presentan problemas de f u n d a m e n t a c i ó n V cja
erenc
iación funcional hace posible es justamente el incremento de la d e p e n d e n -
atribución (¿quién lo propone y por qué?). Es decir, en el curso de l a construcci 0 * 1 cu e l r u ' e pendencia recíproca de los sistemas. Porque es obvio que la investigación
nuevo/antiguo y precisamente a causa de ésta se agudizan los c o n s t r e ñ i m i e n t o s d e 1 es dinero; y es obvio que las barreras legales tienen obligatoriedad para ella; y
10
que puede tener también consecuencias —pensemos en la bomba atómi-
j) políticamente no puedan pasarse por alto.
tnas l d o a tales interferencias, la complejidad alcanzable (diferenciable) de los siste-
40
En cierta medida, esta fundón encuentra su continuación en la manía moderna de una discus'^ < P u ede fluctuar y, con frecuencia, influir ampliamente, tanto en lo que se refiere a
crítica del conocimiento existente. No exige un gran esfuerzo examinar el conocimiento existente y
en él errores o criticarlo desde otros puntos de vista. La fundón real de esta forma de exposidón no resl
en el mejoramiento del conocimiento, sino en la exposición de los resultados de la propia lectura v í i e
propia superioridad. Ca
P- IV, apdo. XIII.

214
172
la fuerza de innovación como a la situación de la teoría. A este respecto resultan ru»ia las propias operaciones requiere tan sólo ser desantropologizada y trasladada del
bles, de manera regional, diversas distinciones en vista de que los intereses políticos, U • sujeto h u m a n o al sistema social de la ciencia. Pero ¿qué ocurre con las limitaciones
situación legal y el poder financiero son también en gran medida —de hecho, much 0 c l i a n d o la teoría lleva a cabo esta transformación? O dicho en otras palabras ¿qué es

más que la ciencia misma— dependientes de las condiciones regionales. lo <l ue a h ° r a resulta necesariamente excluido?
No se trata aquí, en forma alguna, de subestimar la importancia de estos prob| e gs a la vez más y menos lo que ahora se excluye. Por una parte, se excluye menos
mas. En realidad, su significación no p u e d e ser negada o disminuida p o r ningú^ porque ' a c o s a e n S1 misma se difumina en algo simplemente inconstruible que no
tipo d e disposición conceptual. Pero esa significación no se refiere a la autonorní a i „iede ser en forma alguna distinguido ni señalado, por lo que ni siquiera merece el
del sistema, sino que supone precisamente a ésta como una peculiaridad del sistema n o i n b r e de «cosa en sí». Queda excluido aquello que, en caso de incluirse, represen

sobre la que podemos influir desde fuera de alguna manera en lo relativo a volumen taría solamente una duplicidad de los conocimientos con u n índice ontológico.
y complejidad, pero n o en lo relativo a la peculiaridad misma de las operaciones por otra parte, se excluye más, a saber: todo aquello que cae bajo el código binario
que sólo aquí son posibles. ( j e los otros sistemas funcionales. La ciencia no p u e d e fungir como juez; no p u e d e
operar en u n contexto de gobierno y oposición; no p u e d e oponer a la inmanencia
IV una trascendencia, esto es, tampoco p u e d e hablar de Dios. La ciencia puede, natu-
Si aceptamos estas consideraciones sistémico/teóricas como p u n t o de partida y si, en r a l m e n t e , describir con la pretensión de llevar esto a cabo p o r medio de afirmacio-
consecuencia, describimos a la ciencia como u n sistema operacionalmente cerrado, nes verdaderas, con la pretensión de que existan tales codificaciones y de que éstas
codificado de m a n e r a binaria y, por ello, autónomo y autopoiético, el viejo proble- sean utilizadas en la sociedad por otros sistemas funcionales. Sin embargo, se en-
m a acerca de los límites del conocimiento científico, de la finitud o infinitud de sus cuentra también en condiciones, precisamente porque ésta es su tarea, de atribuir
temas se presenta bajo u n a nueva perspectiva. estos códigos a otros sistemas funcionales que no necesitan de las simbolizaciones
U n a teoría que tiene su origen en Kant distingue en relación con este problema correspondientes, ni realizan por sí mismos las operaciones respectivas. La ciencia
entre limitaciones y límites. Las primeras son insuperables, mientras que más allá no puede intervenir en la autopoiesis de otros sistemas, ni puede deponer gobiernos 44 .
de los segundos hay algo que es, en principio, accesible. Las limitaciones son algo La forma de la relación con otras codificaciones que tienen lugar en el m u n d o de
definitivamente excluyente. Los límites finalizan operaciones dentro de u n ámbito la ciencia está estrechamente vinculada al rechazo de este código como la diferencia
demarcado. «En las matemáticas y la ciencia natural, la razón humana ciertamente directriz propia del sistema de la ciencia 45 . Lo que se rechaza n o son, p o r supuesto,
reconoce limitaciones, pero no límites. Esto significa que hay algo fuera de ella los valores mismos (¿cómo podría existir un m u n d o sin propiedades y no propieda-
misma a lo que no p u e d e nunca acceder; pero no significa que ella misma encuentre des, sin belleza y fealdad, sin bondad y maldad, etcétera?). Lo que se rechaza es
u n fin en algún m o m e n t o dentro su desarrollo interno» 42 . únicamente la exigencia de codificar las propias operaciones mediante la distinción
En este sentido, podemos afirmar que aunque la ciencia opera dentro de las de estos valores4®. Por lo demás, el efecto de exclusión es la contraparte exacta de la
limitaciones de lo que p u e d e abarcar bajo las condiciones de la experiencia huma- diferenciación de la autopoiesis especial de las operaciones de código específico y,
na, opera, sirr embargo, sin límites desde el p u n t o de vista de u n avance infinito de desde el p u n t o de vista sociológico, algo que es implicado por la diferenciación
sus operaciones. La ciencia se encuentra ligada—si es que se acepta esta r e f o r n r u l a - funcional del sistema social.
ción— a u n autocondicionamiento que determina las condiciones de su propia po- En correspondencia con la terminología relativa a las pattern variables, esto es, con
sibilidad, y estas condiciones tienen como resultado la exclusión de algo 43 . A pesar Talcott Parsons, podemos describir esto también como una particularidad de la com-
de ello, la ciencia continúa avanzando, agotando un repertorio gigantesco, aunq» e pilación de especificación y universalismo 47 . Mientras que un observador de primer
limitado de temas posibles, dentro de sus expectativas n o se encuentra la de llevar,
en algún momento, tal tarea a su término definitivo. No se trata ya entonces de la
transformación de algo aún desconocido en algo conocido. t»vo , U destitución ministro de educación Schlüter por parte de la Universidad de Gotinga en el año de 1954
^ ugar en el sistema político mismo, tal vez como un resultado de indagaciones y no de una investigación .
Estas ideas representan la reacción de la filosofía trascendental al hecho social e
n e] V é a s e e n relación con ello el significado de la distinción entre rechazo y aceptación del código binario
la diferenciación de u n sistema funcional para la ciencia. La especificación ele ^ ein e i . C O n t e X t o d e ' a lógica polivalente policontextual de Gotthard Günther. Cfr. sus Beitráge zur Grundlegung
estructuras del sistema como condición necesaria de la continuabilidad i n f i n i t a « °P e r a ti°nsfahigen Dialektik, particularmente el vol. O, Hamburgo, 1976, pp. 286 ss.
Gúnther afirma op.cit. p. 287, que «where there is a choiceof valúes offered by p and q the verychoice is rejected».
a una
25 ,, visión panorámica, cfr. Parsons, T.,"Pattern Variables Revisited", American Sociological Review
of
42
Kant, I., Prolegomena zu einer jeden künftigen Metaphysik (1783), paragr. 57, citado según la ed "11 N| y , ' ' PP- 467-483; reeditado en la obra del mismo autor Sociological Theory and Modern Society,
de von. Kirchmann, J.H., Leipzig, 1893. ji- Hes r |''"" • pp. 192-319. La atribución exclusiva de modernidad a combinaciones específicas de combinacio-
45
Según Kant mismo, op.cit. p. 113. la identificación del conocimiento según los criterios de las co0¡lo» tipo c f p a t t e r n
variables ha sido ampliamente criticada. Sin embargo, la idea expresa correctamente qué
ciones de posibilidad de la experiencia con el acceso a las cosas en sí, corno si «quisiéramos observar h bi
principios de la posibilidad de la experiencia para las condiciones generales de las cosas en sí».
* Hd ^ se tsr ucaracterísticas
c t u r a s sub a
y cedenolaalsociedad
carácter moderna.
fáctico de la acción cotidiana en su totalidad, pero sí a las itnpro-

216

L
217
orden p u e d e tenerse a sí mismo constantemente por universal y no desearía exclujj.
nada; u n o de segundo orden puede —sin poner esto en duda— observar la espe c j,
ñcidad de las condiciones de tales universalismos. Por lo tanto, la unidad del univer
salismo y la especificidad no se hace clara sino en el nivel de una observación d e
segundo orden. Otra formulación de este mismo hecho se presenta cuando se afi r
ma que la especificación sobre operaciones de validez universal de un tipo definid
sólo se alcanza a través de los rechazos correspondientes.

V
H e m o s definido la autonomía sirviéndonos del carácter autorreferencialmente ce
r r a d o de las operaciones. Debemos ocuparnos ahora de la elucidación de este con.
cepto. Podemos adelantar nuestra posición al respecto diciendo que la teoría opuesta
afirma una especificación de las condiciones del sistema por medio de inputs en el
sistema en el sentido inclusivo, o bien por medio de la previsión del output (determi-
nación de objetivos, teleología) 48 .
Por el contrario, hablamos de clausura (closure y no de closedness) cuando quere-
mos p o n e r en tela de juicio que los inputs de origen externo p u e d a n especificar las
estructuras del sistema o determinar sus operaciones. A este respecto, la suposición
de u n sistema autorreferencialmente cerrado se distingue de las formas antiguas
del juego del positivismo científico, en particular de las del Círculo de Viena, que
daban siempre p o r sentado que la ciencia debe partir de un "punto que no presupon-
ga nada y que esto puede concretarse en proposiciones ultraelementales (Wittgenstein)
o enunciados protocolares (Carnap) que poseen una sola forma susceptible de un
tratamiento científico.
En oposición a los malentendidos que todo esto sugiere, debemos siempre seña-
lar que la cerradura del sistema no excluye en forma alguna su apertura, sino que
constituye más bien una condición necesaria para que el sistema pueda entrar en
contacto con u n entorno complejo y distante 49 .
Resulta igualmente indiscutible el hecho de que ninguna ciencia p u e d e desarro-
llarse en u n m u n d o enteramente entrópico sin discontinuidades 50 . Sólo en u n mun-

48
Acerca de la distinción de estos dos modos de descripdón, véase Varela, F., " L ' a u t o - o r g a n i s a t i o n : de
l'apparence au mécanisme", en Dumouchel, P./Dupuy, J.-P. op. cit. (ver nota 31), pp. 147-164. Del misn>°
autor, "Two Prindples for Self-Organization", en Ulrich, H./Probst, G . op. dt. (ver nota 18), p p . 1 8 9 - 2 1 ®
(200ss). Bráten, S., "Simulation and Self-organization o f Mind", Contemporary Philosophy 2 d i s c u t e t a r n
bién este problema, así como la dificultad a él ligada de distinguir claramente, de manera c o n c e p t u a l u
empírica) la «organizational closure» y las «perturbations» del entorno. La idea de Varela en r e l a c i ó n c c '
distinguir simplemente dos diversas posibilidades de observar y describir sólo es útil cuando recibí®
indicaciones precisas de cuál de las dos posibilidades ha de elegirse en cada caso. Posiblemente el p r ° "
sólo pueda ser abordado ulteriormente con referencia a un sistema, esto es, aclarando lo que es una op
ción elemental que se presenta internamente para una dase determinada de sistemas. 0
49
Entre los autores que siempre subrayan esto se encuentra Edgar Morin, últimamente, por ejemp' 0 '
La Méthode, vol. 3.1, París, 1986, pp. 206 ss.
50
El argumento se refiere con frecuencia a constandas temporales (por ejemplo, en la «Refutación^
Idealismo» de Kant, Kritik der reinen Vernunft B 274ss: «Toda determinación temporal presupone alg°' , y
tan te en la percepción»). Lo importante es aquí, sin embargo, la discontinuidad objetiva, sin la cual no p°°
mos en absoluto percibir las continuidades temporales (en contraposición con lo discontinuo s i m u l t á n e

218
discontinuo resulta posible, como operación, una distinción con la característica
tomar distancia. No debemos perder de vista, por supuesto, que esto representa
s ólo una descripción con ayuda del concepto de discontinuidad.
ta
'r . ho j e otra manera, si un universo quisiera observarse a sí mismo, estaría
i a d o a diferenciar en sí un sistema cerrado que pudiera distanciarse y designar
como algo. Un continuo sin más es incapaz de una autoobservación. En pala-
( | c gpencer Brown: el m u n d o requiere ser escindido por una distinción, a partir
j ^ l a cual se obtiene la triada constituida por lo inmanente, lo trascendente y el

''"sin embargo, cuando se alcanza una clausura es solamente una cuestión de com-
idad interna determinar qué tan complejo puede resultar el conocimiento debi-
do a las reconstrucciones internas de u n m e n o r número de contactos con el entorno,
esto es, qué tan abierto p u e d e ser el sistema. Cualquier diluvio de estímulos provoca
recisamente la reacción opuesta.
Al igual que el concepto de autopoiesis, también el concepto de clausura se refie-
re a las operaciones de un sistema que se encuentran fácticamente en curso. El
c o n c e p t o no pone en duda el hecho de que el entorno p u e d a influir causalmente en
c | sistema, o más exactamente, que u n observador sea capaz de ver esto último. Lo
único que se afirma es, más bien, que el sistema continúa sus propias operaciones
con ayuda de sus propias operaciones, sin tomar posición en cuanto a si tales opera-
ciones han sido causadas interna o externamente. No se p o n e en duda, p o r lo tanto,
la realidad del entorno, sino que únicamente se afirma que la distinción entre siste-
ma y entorno, lo mismo que la distinción entre causa y efecto—y ambas distinciones
remiten a dos horizontes infinitos, n o p u e d e servir como f u n d a m e n t o operacional
imprescindible, sino que p u e d e n ser practicadas al continuar el sistema sus propias
operaciones con ayuda de sus propias operaciones y a través de ello mismo.
En otras palabras, es necesario haber vivido de hecho, haber pensado consciente-
mente, haber comunicado, si es que ha de plantearse —por parte de u n observador
para el que esto mismo es válido— el problema de qué es precisamente lo que
pertenece al entorno y qué pertenece al sistema y el de si determinadas causas
tienen determinados efectos.
En nuestra opinión esta idea resulta indudable, entre otras cosas porque toda
utilización de la distinción entre sistema y entorno supone una determinación de la
herencia del sistema que f u n g e como p u n t o de partida, y toda utilización del es-
t ^ e i n a c a u s a l supone una selección de las causas o efectos tenidos como pertinen-
' por lo que, en consecuencia, somos remitidos, una y otra vez, a la cuestión de
^ e s el que lleva a cabo esta selección.
q Ue c °ntinuación de las operaciones requiere en cada caso de estructuras, por lo
a c
r t jj °ntinuación de las comunicaciones necesita de expectativas en lo que se
3 c m
El ° ° p u e d e ser la recepción y la elaboración adicional de la comunicación.
r
lü e ' SfCtIla ° P e r a como u n sistema estructuralmente determinado en la medida en
a p o y ^ e la capacidad de llevar a cabo a cada m o m e n t o una elaboración ulterior,
de Oclusivamente en sus propias estructuras. La constitución y actualización
s su
ye, p o n e en cada caso operaciones propias del sistema. Con esto n o se exclu-
ei
nbargo, en forma alguna la posibilidad de que u n observador p u e d a cons-

219
tatar que el entorno influye en el sistema en el plano estructural. El sistema
operacionalmente clausurado, operando de manera estructuralmente d e t e r m í ^
da, pero en el nivel de sus estructuras no es independiente del entorno.
El carácter cerrado no nos dice entonces otra cosa que de la continuación de í j
propias operaciones resulta, de una u otra manera, una condición necesaria par ^
continuación de las propias operaciones y que esto requiere de estructuras qu e * i
p u e d e n construirse y actualizarse precisamente bajo estas condiciones.
En ese contexto, toda operación se encuentra también puntualmente ligada a J
nicho (para un observador, ligada al entorno del sistema), en el sentido de qu e j ! "
es posible simultáneamente con otros eventos que el sistema no podría atribu °
(por ejemplo, la comunicación oral sólo es posible de manera simultánea a proce^ 6
de conciencia, neurofisiológicos, ondas sonoras, etcétera), al tiempo que el sistem*5
se integra constantemente, gracias a ello, con el entorno, aunque de inmediato
vuelve a desintegrarse, puesto que en éste se tendrán otras secuencias de event
que las que se presentan en el sistema).
Es importante describir conceptuahnente con toda exactitud esta compleja situa
ción, si que queremos entender cabalmente el elemento novedoso en el constructhrism0
epistemológico en relación con teorías epistemológicas clásicas idealistas, teoricotrascen-
dentales o teoricosubjetivistas 51 .
Tanto en su forma de funcionamiento como en su contacto con el entorno, la
ciencia es u n sistema real (en relación con lo cual, nuevamente, esta descripción sólo
p u e d e ser la descripción de u n observador, un papel que la ciencia misma está en
condiciones de asumir). La teoría no supone ninguna posibilidad de una posición
«ideal» —en oposición a una real— o extramundana. Por lo tanto, tampoco puede
suscitar la sospecha de u n solipsismo. Más bien lo que la teoría hace es manejar tales
suposiciones como síntomas de intentos —aún insuficientes— de reflexión del siste-
ma en el sistema, ubicándose ella misma justamente en esa función y justamente en
ese sitio. Más tarde retomaremos esta cuestión.
Toda diferenciación y designación es entonces, en primer lugar, una operación
fáctica. Si no p u e d e ser una operación, tampoco p u e d e tener lugar. Esta constata-
ción recorre todas las determinaciones específicas de sentido, puesto que es válida
para todas ellas. El sentido es un m o d o de operación de sistemas e s p e c í f i c o s , 3
saber: de la conciencia y del sistema social, no teniendo lugar fuera de estos sxste j
mas —con tal que n o constituyan u n o para el otro el entorno.
Ahora bien, puesto que los sistemas operativamente ligados al sentido y, sobrfl
esta base, clausurados, son incapaces de dar con la representación de un ento
carente de sentido (tendrían que p o d e r hacerlo ellos mismos), únicamente P u ^
referirse a su entorno de manera interna, esto es, en el medio que l l a m a m o s s ^
do. Esto es válido tanto para cualquier procesamiento que participe del ¡0
como para la utilización de las formas del sentido de lo que sólo es p o s i b l e , 1 ^
negativo, lo alternativo, de la inseguridad, etcétera. Pero es igualmente válido p
las comunicaciones binarias codificadas y, como regla general, para el erflp

51
Volveremos a este punto en el Cap. VII.

220
dios de comunicación simbólicamente generalizados con los que en la comunica-
iUt'í j n t e ntamos superar los umbrales de la improbabilidad.
ció* > r r d j a rgo, la aparición de tales operaciones no representa u n mero becho que
^" iiios que aceptar como algo irrecusable, a no ser que queramos negar el mun-
tei'S' e S t a negación misma lo confirmaría. Se trata, más bien, de un resultado de
do-11 0 iesis de determinados sistemas, analizable de manera exacta, esto es, de-
1» f jc las condiciones que hacen posible un suceso de esta índole por m e d i o
p eIlí ( . x j r ,nes recursivas constantemente renovadas.
^ L° d e c i r l o nuevamente, con ello no se niega el entorno; lo que, p o r otra parte,
^ s e r í a p o s i b l e corno una operación interna. Lo único que se p o n e en duda es el
sólo '
nue operen con sentido, algo que correspondería a la negatividad, a la posibi-
ma
, a j a actividad de diferenciar y designar, a la probabilidad, la inseguridad, la
l e c t i v i d a d , esto es, que corresponda a las modificaciones de sentido que se utilizan
de manera interna al sistema para la ampliación de la capacidad de conexión d e las
- r a c i o n e s , así como para la construcción de una complejidad propia del sistema.
| l eI1 torno no contiene ninguna información. El entorno es como es»52.
P o d e r n o s formular también lo anterior, en consecuencia como sigue: la exclusión
es inclusión63. Sin estos dos aspectos, el concepto mismo de límite no resulta conce-
bible. Y no está nunca de más subrayar y repetirlo: una referencia al concepto signi-
fica una referencia a la observación de la observación.
Esta es igualmente la razón por la que conceptos como ruido, perturbación, irri-
tación, etcétera, desempeñan un papel tan importante en las ciencias cognitivas. Su
función consiste en fijar el problema, p o r así decirlo. El sistema se encuentra ex-
puesto a las influencias del entorno, pero lo único que p u e d e hacer es recibirlas e
incluirlas en los procesos propios cuando p u e d e diferenciarlos de acuerdo con sus
propias operaciones, es decir, percibirlas corno perturbaciones de la autopoiesis,
como obstáculos para una continuación.
Por lo demás, las perturbaciones constituyen construcciones momentáneas inter-
nas de efectos del entorno que todavía no h a n podido ser elaborados como informa-
ciones. Además, al referirse constantemente al sistema, el concepto designa una
cate
goría residual, así como una relación temporal y todo lo que sea objeto de una
x
Periencia, pero que n o resulta aún especificable.
dCe
Con^ Ptamos las consecuencias de este enfoque epistemológico, la relación del
clri
c uento con el m u n d o exterior se presenta como en u n espejo cóncavo, en
arac
Se " i ó n con las concepciones hasta ahora usuales; y si en algún lugar ocurre esto,
ra
j| aquí que se trata, de hecho, de un cambio revolucionario de paradigma.
te,tl
cii' a a ^ l o r a s e había aceptado que el hombre, no importa qué tan independíen-
l a , deriva su contacto con el m u n d o externo a través de su capacidad de

Ster
' P.ñ'j; ' Sicht und Einsicht: Versuche zu einer operativen Erkenntnistheorie, Braunschweig,
2)
^ ^Uibién los postulados relacionados de autonomía e inclusión en v. Foerster, op. cit. (ver nota

221
conocimiento y, sobre todo, a través de sus órganos sensitivos. Queda abierto
concepción el problema de si se podía incurrir en errores o en engaños y
m e d i d a esto podía ocurrir. Lo que ahora debemos hacer es aprender a ver .^é
opuesto: los hombres, o mejor aún, los sistemas vivos, conscientes y cornuni
poseen u n a existencia real en el m u n d o real, pero justamente éste les r
cognitivamente inaccesible 54 . Sll
lta
Conocer n o es, entonces, la producción de contactos con el mundo. Éstos
cuentran siempre dados. El conocimiento descansa en la exclusión de corit ^
p a r a su ámbito propio, en la m e d i d a en que esto resulte compatible a )r 1'° s
autoproducción autopoiética. El conocimiento no es tampoco el instrumento n '' ' a
preparación de acciones, o de conductas o de movimientos corporales particul
Más bien, las acciones surgen como un proceso de atribución en el m u n d o cerrad
y cognitivo del cognoscente, independientemente de qué tan compleja e inaccesibi°
resulte esa realidad para él mismo, y con tal de que se encuentre en condiciones
tolerar la autopoiesis de las cogniciones.
Estas reflexiones generales acerca del carácter cerrado de los sistemas procesadores
de sentido no p u e d e n trasladarse sin más a la ciencia, si es que por ésta hemos de
e n t e n d e r no el aspecto cognitivo del procesamiento de sentido, sino un sistema
funcional particular de la sociedad, diferenciado bajo u n código.
En relación con esto, el carácter cerrado no resulta simplemente a partir del
m o d o de operación del sistema, como en el caso de la conciencia individual o de la
sociedad en su totalidad. La conciencia no puede pensar a partir de ella misma y la
sociedad no p u e d e comunicar a partir de sí misma debido a que el tipo de opera-
ción activado de esta manera constituye por necesidad una operación interna, que
permanece, además, como tal. Sin embargo y en la medida en que dispone de orga-
nizaciones, la ciencia es capaz de establecer una comunicación con su entorno so-
cial, pero n o p u e d e establecerlo con u n a naturaleza extrahumana, ni con una con-
ciencia individual, porque esto es posible sólo como operación social. Pero si esto es
posible ¿en qué reside el carácter cerrado del sistema de la ciencia?
La condición para la cerradura de u n sistema particular para la c o m u n i c a c i ó n del
símbolo verdad solamente podemos encontrarla en la referencia de cada operación
individual del código del sistema. Esto n o significa, sin embargo, q u e en c a d a pr°

54
La conceprión de Maturana acerca de la autopoiesis y la cognición en un solo plano de la consU"Uf^._
de sistemas se opone, más que estimular positivamente, esta idea. Por otra parte, Maturana subraya u
camente que la autopoiesis y la cognidón son recíprocamente inaccesibles. Maturana expresa est0 ' eS te
ejemplo, diciendo que ambas se encuentran en una relación recíprocamente «ortogonal». Como s<'^|11as
enfoque excluye la posibilidad de considerar los «sistemas cognitivos» (¿al espíritu?) corno sis _j e |*
autopoiéticos propios. Toda cognición requiere de algo distinto como sustrato autopoiético. Ap<"" aSn
vida, esto último puede ser conciencia o comunicación, pero en cada caso con otra relación i •espect^j,
propias cogniciones. Cfr. también la crítica de Roth, G., "Autopoiesis und Kognition: Die T h e " .¡(.jle11
Maturanas u n d die Notwendigkeitihrer Weiterentwicklung" en Schmidt, SJ.(ed.), Der Diskurs des
Konstruktivistnus, Francfort, 1987, pp. 256-286. Roth presenta aquí una crítica que hace difícil'''' r0pi>
vía para un análisis de los sistemas de comunicación y conciencia con sus respectivas a u t o p o i e s i s j ms^
debido, entre otras cosas, a que no se distingue suficientemente entre cerebro y conciencia, c o i i c e o
al cerebro sin más una autorreferencia «semántica».

222
tenga que aparecer la palabra verdadero o la palabra falso. La comunica-

É
tífica no consiste de ninguna manera en determinaciones provisionalmen-
rivas de este tipo. Más bien, lo que se quiere decir es que la referencia
t l s e d a d hace posible la relación recursiva de las comunicaciones entre sí,

e se determina de operación a operación. Precisamente en este sentido, el


c o n s t i t u y e el núcleo de un medio. Los recursos retrospectivos y prospectivos
c
^ ^ o s i b l e s , con tal que esto resulte útil a la distribución de los resultados de in-
s011 '' lC¿ón en términos de los valores verdadero y falso. En este orden de ideas no se
ves0*» I l u n C a de vista el código con sus dos valores, esto es, la unidad de esa distinción.
e
P' !. eterna opera con comunicaciones que ciertamente pueden negar el valor de
dad o el de falsedad, pero que no p u e d e n negar la importancia de esta diferen-
SC
si en lugar de esto lo que nos ocupa es la diferencia entre bueno y malo o entre
cia
j ( j a ñino, la comunicación no se efectúa en el sistema de la ciencia.
U
Por s u p u e s t o , esto tiene validez inclusive para el caso de que sean científicos los
, e I ) ella participan. El sistema se reproduce por medio de la atribución de comu-
n i c a c i o n e s a este código. Todas las operaciones para las que esto es válido —y sólo

eUaS__ son operaciones internas del sistema, por lo que es también correcto afirmar
a este respecto que no existe algo correspondiente en el entorno del sistema.
Lina cerradura de este tipo p u e d e alcanzarse exclusivamente a través de una
codificación binaria (y por lo tanto, completa, universal y adecuada al mundo). Si
quisiéramos hacer d e p e n d e r a la cerradura de la consistencia temática, de una rela-
ción teórica o de la pertenencia a una lista de disciplinas, tendríamos que renunciar
a la universalidad y rechazarlas comunicaciones inconsistentes. Pero entonces, en el
contexto del sistema se tendrían constantemente experiencias inconsistentes o de
irresponsabilidad para las que no habría ninguna posibilidad de un tratamiento
comunicativo. Es decir, lo que tendríamos serían comunicaciones truncas y n o sus-
ceptibles de conexión. En esa medida no es una coincidencia que históricamente la
diferenciación de u n sistema de la ciencia no esté sujeta a ningún control jerárquico
(religioso, político o estamentario), sino que elija p o r sí misma sus temas y comuni-
caciones, que requiera de una abstracción metateórica de un código binario, del que
1 rnisr
rio tiempo podemos afirmar que en ninguna otra parte se aplica.
En otras palabras, la unidad del código es un correlato del m u n d o ; requiere la
^presentación de u n sustrato medial, de una unidad que supere la diferencia. Sin
"margo,
este sustrato ya no se encuentra a la disposición del pensamiento m o d e r n o
SCr r e e n t e
Pues ' ' > e s t o e s > n o r e s u l t a ya disponible en su conceptualidad ontológica,
0 ( c
Coilc l" ésta se excluye a u n observador.Se encuentra más bien disponible en un
C ü a J ° de m u n d o que se refiere siempre a la unidad que aún ha de pensarse
div ers S e Piensa en la diferencia, es decir, en u n concepto de m u n d o que resulta
la d e ' S e gún sea el esquema de diferencia y que tiene siempre la misma función:
c
°ncepto último y carente de diferencia.
ttle C a
di,| | de esta manera, la cerradura de un sistema codificado es, en cierta
Uria
"itr aris r' copia de la cerradura del m u n d o , que en su perspectiva resulta
r
'o, Odible. Pero, p o r las mismas razones, es igualmente válido por el contra-
f Ue
' Hc> , U r i s ' s t erria codificado binario —y por ello cerrado— proyecte u n m u n d o
Xclu
ye ninguna cosa que pueda designarse con ayuda de la diferencia direc-
223
triz propia. En ese sentido, el código define un m u n d o y al mismo tiempo defij,
operaciones que a su vez determinan u n sistema que se delimita en el m u n d o p a r
a
poderlo observar.

VI
Las reflexiones anteriores poseen consecuencias de largo alcance para la relac -
entre sistema y entorno y, con ello, también para la «relación objetiva» de la c i e n e ^
es decir, para los ternas clásicos de la lógica y la epistemología.
A m a n e r a de recapitulación, podemos decir que por medio de la pura operaci'
gracias a u n medio especialmente codificado, el sistema traza una línea de demarca
ción con el entorno. El sistema es el productor de su propia unidad y produce igual"
mente, de manera reflexiva o no, u n a diferencia con todo lo que queda excluido L 0 !
que hace posible y sostiene esta operación es solamente, en principio, el acopl a
miento del sistema con las condiciones que no entran en el proceso de la reproduc
ción autopoiética, esto es, que no pueden ser utilizadas de manera recursiva cuando
las otras operaciones resultan posibles. Un observador es el único capaz de enten-
der todo aquello que se encuentra fuera de la delimitación como el entorno del
sistema. Porque, en realidad, cualquier aplicación de la distinción entre sistema y
entorno con el objeto de designar ya sea el sistema o su entorno es siempre una
observación.
Así, el sistema produce una diferencia, pero no forma parte de las necesidades
operativas el hecho de que el sistema adopte esta diferencia como distinción en el
sistema mismo. La autopoiesis requiere solamente de una operación adicional en
conexión con los resultados de las operaciones previas. La distinción entre sistema y
entorno constituye, en general, un logro extra de un observador, mismo que a su vez
se encuentra necesariamente, por supuesto, en un sistema autopoiético.
La cerradura autorreferencial representa entonces una condición irrenunciable
para que la ciencia p u e d a generar identidades propias, esto es, objetos propios.
Únicamente una reflexión de este tipo p u e d e dar a la teoría de sistemas un signifi-
cado lógico y epistemológico contrapuesto a las premisas de la lógica clásica.
En tanto que la lógica clásica hace del principio de identidad su p u n t o de partida,
puesto que parecería que éste resulta imprescindible para su estructura a x i o m á t i c a ,
a nosotros se nos plantea en la actualidad otro problema: ¿cómo se produce la iden-
tidad?; o para decirlo con Heinz von Foerster: ¿cómo se calcula)? 55 .
Evidentemente podemos llegar a identificaciones sólo si se cumplen dos requ'^
tos previos. El primero consiste en dejar fuera ciertas distinciones, por ejemplo '
relativas a la ubicación espaciotemporal. Sin abstracción (aunque no la abstracción
de otros objetos, sino la abstracción de distinciones) no hay identidad. El segu» 0
requisito se refiere a la obtención de una producción recursiva de «valores p r o p ' 0 ^
En otras palabras, la identidad requiere ser identificada en lo ya i d e n t i f i c a d o ^
repetición de la operación de identificar —a pesar de una audaz omisión de c

55 M
Véase también Luhmann, N., "Identitat: was oder wie?" en la obra del mismo autor Sozi°
Aufklarung, vol. 5, Opladen, 1990, pp.14-30.

224
. ^^ debe siempre lograrse, debe ser capaz de condensar lo que se tiene como
ret1*-1 j é n t j c o . Y a diferencia de lo que ocurre en las matemáticas, estos tests recursivos
' t e n e r lugar con otras operaciones en otras constelaciones, aunque en el mis-
n
teína; debe ser, a pesar de las variaciones de contexto, susceptible d e ser
tfl° ' , a do. De este m o d o es como el sistema calcula sus propios valores, identifi-
c
j , i la identidad como un signo para tales valores 66 y organizando a través de
" v a l o r e s las conductas propias.
CÍ U

e s t 0 > , d e t r á s de cada identidad y, por lo tanto, de cada objeto, podemos descubrir


sistémicamente específicos, además de una historia sistémicamente específi-
lo s t e s , s recursivos de las omisiones. A diferencia entonces de lo que ocurre en
3
lógica clásica, no podemos partir de que la identidad para u n a diversidad de
observadores garantiza, a partir de sí misma, por así decirlo, la mismidad de la
° f e r e n c i a de sus observaciones. Con ello n o queremos poner en tela de juicio que
rC
-da haber observaciones que tengan idéntico sentido. Pero en tal caso hemos d e
^ r e j u n t a r n o s gracias a qué entramados recursivos la comunicación y las relaciones
de o b s e r v a c i ó n se igualan en el sentido de la identidad.
Un observador que quisiera señalar estas condiciones operativas de la constitu-
ción y de la variación de identidad se toparía, por supuesto, en última instancia, con
una paradoja. Aquello que se maneja como unidad resulta visible para él como
distinción, puesto que el objeto que ha sido considerado como unidad, no es otra
cosa que una forma definida de la diferenciación de distinciones, es decir, de las que
son importantes desde el punto de vista de la identidad y de las de deben omitirse.
Quien observe a un identificador (tal y como nosotros estamos haciendo con la
ciencia) observa, en realidad, el proceso de hacer invisible y disolver una paradoja
fundamental 6 '. Para el identificador mismo que pregunta qué es lo que es el caso, n o
se presenta esta paradoja. Esta aparece exclusivamente al observar su observación y
cuando nos preguntamos cómo p u e d e calcular identidades. Pero, observando de
esta manera, vemos más de lo que nos resultaría accesible en el plano de la observa-
ción primaria.
Sólo en el plano de la observación de segundo orden —que p u e d e también ella
"usina ser actualizada en el sistema de la ciencia— podemos conocer cómo llega el
Esterna de la ciencia a la identificación de sus objetos. Al mismo tiempo, nuestro
a
nalisis deja en claro que a todo ello subyace una secuencia recursiva de operacio-
> esto es, un proceso histórico. Pero este análisis aclara también que en la realiza-
n
de ese proceso resulta posible u n a construcción cada vez más a u d a z d e
s
con ' omitiendo y añadiendo distinciones, un reforzamiento de lo atípico,
Ue
1 la diferenciación y la cerradura autorreferencial de u n sistema particular
ciencia que para ello es necesaria p u d a n ser aseguradas y conservadas. Sin

v
'^asidp p C a ' res
P e c t o v- Foerster, H., "Objects:Tokens for (Eigen)behaviors", en su obra Observing Systems,
198
"v p ' . P P - 273-285.
lo formula de manera algo distinta en "Notes on an Epistemology for Living Things", en
W ' r n °ta 52), pp. 258-271 (260): «The logical properties of "invariance" and "change" are those of
^t'ons. If this is ignored, paradoxes arise». Sin embargo, esto suena demasiado a un error evitable.

225
embargo, para p o d e r reconocer esto, debemos renunciar al c o n c e p t o ontológico d e
identidad y modificar el análisis pasando de preguntas sustanciales del tipo ¿qué.. 5
a preguntas operativas del tipo ¿cómo...?
Muchas de las investigaciones que ya nos son familiares y de las que en diversas
partes de este escrito nos ocupamos con mayor amplitud p u e d e n resumirse al ref e
rir estas reflexiones a la ciencia como sistema social. Mencionaremos entre ellas a l a s
siguientes: la creciente capacidad de disolución y recombinación que es paralela a ] a
diferenciación del sistema y se da con una abstracción correspondiente de los o b j j
tos; la externalización de las referencias en el proceso de investigación, (la exier
nalización que d e b e resultar cada vez más explícita en la m e d i d a en q u e ] a
investigación d e p e n d e de métodos e instrumentos); los procesos de abstracción
(deletion of modalities) en el paso de una observación inmediata a la preparación de
una publicación; la estabilización de innovaciones evolucionistas por medio de l a
familiarización, en u n contexto más amplio, con el caso límite de una revolución
paradigmática.
Todo ello es trabajo en la condensación y la confirmación de identidad y, en
consecuencia, trabajo en las condiciones para un trabajo adicional en la condensa-
ción y la confirmación de identidad, y equivale a u n reforzamiento de lo atípico
referido tanto a las identificaciones inundanocotidianas (socialmente normales), como
a las científicas.
Estos análisis lógicos, epistemológicos y sociológicos adquieren una nota peculiar
gracias al hecho de que tienen que ser realizados en el sistema mismo de la ciencia.
No existe ninguna otra posibilidad, en vista de que, como es fácil constatar, en el
caso de u n sistema diferenciado de la ciencia —lo mismo que, naturalmente, en el
caso del sistema social— no hay ningún observador externo competente.
Ciertamente n o se excluye de ninguna manera una observación de la ciencia por
p a r t e de la política, la prensa, las iglesias, etcétera. Pero sólo podemos hablar de
una observación competente cuando se toma también en consideración que se trata
aquí de un sistema altamente complejo con 1111 entorno que para él resulta igual-
m e n t e complejo. Volveremos a este p u n t o en el Capítulo VI.I.
Podemos entonces afirmar que n o es posible, desde el exterior, vislumbrar c ó m o
se relaciona la ciencia con su entorno, a no ser que el observador externo estuviera
en grado de considerar tanto la autoobservación del sistema, como aquello que para
éste constituye el entorno. Sin embargo, esto nos obliga, aun en el caso de qllt>
pudiera añadirse un observador externo, a tomar como p u n t o de partida el hecho
de que la única instancia de observación competente de la ciencia es la ciend a
misma provista de la distinción entre sistema y entorno. I
De este modo, lo que para la ciencia constituye el entorno no es otra cosa q i u ; ^
resultado del reingreso de una distinción en aquello que ella misma d i f e r e n c i a - ^
observador percibe la producción de una diferencia entre sistema y e n t o r n o ^
llevar a cabo observaciones apoyado en esa distinción—y percibe, además, q u c
sistema mismo el que introduce en el sistema esa misma distinción con el o b j e , ( j ^
p o d e r observarse con base en ella, lo mismo que para poder designar tanto al en ^
n o como al propio sistema. La observación de u n reingreso de este tipo no e S ' J
embargo, otra cosa que la observación de una paradoja y de su disolución. El •

226
3 dor ve la distinción entre sistema y entorno de manera doble, al mismo tiempo
^ o ella misma y como algo diverso. El observador ve que el sistema se orienta de
c U e r d o con esta distinción y que de otra manera no sería el sistema que orienta sus
3
r a ciones según esta distinción, diferenciándose con ello del entorno. Asimismo,
observador ve que no necesariamente todo lo que para él constituye un sistema
entorno representa también un sistema o un entorno para el sistema. Nueva-
° ente, el observador que observa de esta manera una paradoja y su disolución
y e d e ser él mismo el sistema.
P podemos m a n t e n e r separadas las referencias sistémicas que aquí entran en juego
de hecho, este es el procedimiento con el que acabamos de intentar una clarifica
ción de este fenómeno. Sin embargo, no debemos pasar p o r alto al hacer esto que la
s e p a r a c i ó n es a su vez una operación del sistema mismo de la ciencia, que continúa
la a u t o p o i e s i s de éste y que utiliza, por lo tanto, la diferencia para reproducirse
c o r n o u n i d a d . Desde el punto de vista de lo paradójico y de la disolución de lo

paradójico, la observación misma es también una autoobservación en el sistema de


la c i e n c i a . E n realidad, difícilmente podremos encontrar, además de ésta, otra ins-
tancia interesada en ello.
Los análisis precedentes aclaran entonces lo que se dice cuando se habla del
objeto de la ciencia. En el plano operativo, este concepto designa los temas de la
comunicación científica. Estos adquieren un índice de realidad cuando se refieren al
entorno del sistema, esto es, al carácter fáctico de sus propias operaciones. Como
sabemos, ello no permite una intervención operativa del sistema en una esfera que
se encuentre más allá de sus límites. Todos los hechos son y serán enunciados en el
sistema58. Sólo así es como la unidad de cualquier cosa p u e d e producirse y reprodu-
cirse. Al mismo tiempo, sin embargo, resulta válida una restricción estructural inter-
na al sistema para la aplicación de estos conceptos.
Hemos dado cuenta de estos conceptos recurriendo al esquema autorreferencia y
heterorreferencia, sistema y entorno, que es propio del sistema. Esto nos da la ga-
rantía de que el sistema no confundirá fácilmente hechos y conceptos o enunciados
acerca del entorno con enunciados acerca de sí mismo. Además, la realidad señala
colocando índices a la referencia al m u n d o que el sistema hace, y el m u n d o es, de
, 1 0 > todo lo que se observa con base en la distinción entre sistema y entorno. Los
Jetos simbolizan en el sistema la apertura de éste, en oposición a su cerradura.
. El enfoque del concepto de m u n d o no contradice el de la teoría de los medios,
c Ue
l más bien lo amplía. Para la teoría de los medios de comunicación
a
narnente codificados y simbólicamente generalizados, el m u n d o es siempre la
de l , f ' e diferencia de sus valores de código, esto es, en nuestro caso, la u n i d a d
diferencia entre verdad y falsedad 59 . En la teoría de los sistemas, el m u n d o
tCe
; (tl) como la unidad de la diferencia entre sistema y entorno. Por lo demás, de
t n - o con la diferencia con la que observemos, tenemos u n acceso distinto al
0
mismo que, en cuanto tal, permanece como algo inobserVable en cuanto

* \1
59 eretnos a
Cf este punto en el apartado VIII.
r C a
- P - IV. I .

227
correlato de un concepto carente de diferencia. La integración de los conceptos r j . 1 pespués de lo anterior, el problema de la referencia a la realidad del conocirnien-
i n u n d o p u e d e entonces ser producida sólo a través de la integración de las d i f e r e I surgido como consecuencia de la distinción entre ser y pensamiento y de su
1
cias con las que el m u n d o es observado indirectamente. En la esfera de la obsery ' jjzación como distinción entre objeto y sujeto debe ser reformulada. Dentro de
ción que aquí nos interesa, esta integración se produce de tal manera que decim ^ distinciones, la realidad no puede ubicarse ni del u n o ni del otro lado. Si
/ ' c á n t e n t e resultara real el objeto, el sujeto mismo sería también irreal, por lo que
que el sistema de la ciencia produce la diferencia entre sistema y entorno con ayn,? •
,jbién sería incapaz de conocer. En el caso opuesto, el conocimiento, aunque real,
del código binario verdad/falsedad; y que es de acuerdo con esta diferencia, q U( . a i J fa
s e r í a tampoco tal, sino que constituiría una mera ilusión, porque no existe ningu-
sistema se orienta cuando se observa a sí mismo. '1
° r e a l i d a d reconocible. En ambos casos, el sujeto cognoscente, real o no, sería una
I l

Así, lo que en el lenguaje de la ciencia se llama objeto debe ser pensado enter na 1
e
m e n t e en refencia al m u n d o , aunque sólo en u n contexto de distinciones que ha na da
p o no sólo el sujeto desaparece; la física misma ha disuelto la concepción de
er
posible la transmisión de esa referencia. Esto significa que debemos abandonar ^
concepción de que el m u n d o es la totalidad de los objetos (universitas rerum) q Ue I ma realidad que se nos opone, que todavía Kant, basándose en la física newtoniana,
investigamos gradualmente y que podemos desplazar de manera constante de 10 j había tomado como p u n t o de partida. La pregunta por la realidad no p u e d e plan-
desconocido a lo conocido. tearse tampoco como una pregunta por el m u n d o externo al que tendríamos un
Por otra parte, nuestras reflexiones sugieren el abandono del concepto de repre I acceso empírico, o no tendríamos, de acuerdo con otras opiniones, ningún acceso. En

sentación en la exposición de las teorías de la verdad y de la ciencia, únicamente c u a l q u i e r a de estos casos, el concepto designaría sólo a medias u n problema.
podernos hablar de representación si suponemos algún tipo de isomorfismo estruc- La solución de este dilema es clara: solamente podemos designar como realidad
tural entre los hechos del m u n d o exterior y los conocimientos científicos. Sin em- a aquello que se refiere precisamente a esta diferencia. En la terminología de la
bargo, un isomorflsmo de esta especie no resultaría constrastable en el sentido de teoría de los sistemas esto significa que la realidad es la diferencia entre sistema y
los conocimientos científicos. entorno; y por lo tanto, entorno, en oposición a sistema, y sistema, en oposición al
Si nos aferramos al concepto de representación (por ejemplo, como lo hace Edgar entorno.
Morin) y consideramos posible una especie de analogía,, una suerte de visión objetive Independientemente de lo que esta distinción designe, el objeto de la misma sólo
des choses réelles, terminaremos, como ocurrió en el caso de los conocimientos neuropa- adquiere carácter de realidad en el contexto de esa distinción; es decir, sólo en la
tológicos, topándonos con una paradoja: Toutsepasse come si la realité que nous connaissons contraconceptualidad y no a partir de sí mismo. En otras palabras, en el contexto de
était, á lafois notre et étrangére, totalement familiére et Matemente inconnue "Todo ocurre como la teoría de sistemas, el concepto de realidad designa el correlato de una observa-
si la realidad que conocemos fuera nuestra y a la vez extraña, totalmente familiar y totalmente ción de observaciones que se sirve de la distinción entre sistema y entorno. De
desconocida". La razón de ello es, sin duda, el hecho de que la representación consti- hecho, la pregunta por la realidad refiere ya a este plano de la observación de las
tuye el único acceso al m u n d o exterior, bloqueando el resto de tales accesos. Carcette observaciones. Sin embargo, con esta determinación del concepto de realidad nos
«image», projetée sur le monde exterieur, elle s'identifie totalement á ce monde, c'est-a-dire identifii apartarnos también de la vieja tradición europea que ubicaba la realidad en el con-
totalement ce monde á elle60 "porque esta imagen, proyectada hacia el mundo exterior, se idenn- ta texto de una objetividad natural o sobrenatural. En última instancia, con el pensa-
fica completamente con ese mundo, es decir identifica totalmente ese mundo que le pertenece • • I miento del pensamiento, esta tradición se profundiza a sí misma.
Ligada al concepto de representación se encuentra la concepción de que el siste- De lo anterior se sigue, entre otras cosas, que la ciencia opera bajo la ley de una
m a copia características de su entorno. Sin embargo, tampoco podremos h a b l a r con distinción entre autorreferencia y heterorreferencia, y aprende con el tiempo a evi-
sentido de simulación, pues todo ello supone la existencia de una analogía. En lugar jar la confusión de los hechos con los conceptos, inclusive cuando, y a pesar de que,
de tales conceptos epistemológicos, es necesario traer a colación la idea de que e I j, e P l s temología enseñe que en ambos casos se trata de bienes intelectuales propios.
este
sistema constniye una tenaz complejidad. Con esto se hace cada vez más improba* I sentido, la diferenciación de un sistema autorreferencialmente cerrado au-
ble que el sistema se convierta en algo irritable, perturbable, decepcionable. ®nta tanto la apertura como la clausura del sistema, tanto la dependencia como la
^pendencia en relación con aquello de lo que el sistema mismo se diferencia.
Ahora bien, cuando a pesar de ello se logra continuar la autopoiesis bajo taleS I
dtí ,' a r S° plazo, p o d e m o s esperar que con ello a u m e n t e t a m b i é n la capacidad
condiciones de complejidad, el sistema tiene un punto de apoyo interno en el hceh<J c ls
Ca °lución y recombinación de la ciencia y también, en consecuencia, su
de encontrarse del lado correcto, aunque no puede saber d ó n d e ni cómo, puesto q l ' e I
i ' c ' d a d para las reconstrucciones técnicas que n o descansan en u n a copia de
nunca se encontrará en condiciones de determinar independientemente de su p r ° l

V
at
pió entorno qué es el entorno en sí es el p u n t o fundamental. uraleza.

s
' Morin, E., op. cit. (véase nota 49), vol. 3.1, pp. 107 y 109. anál¡ s i s de Sartre en Merleau-Pbnty, M., Le visible et l'invisible, París, 1964.

228 229
VII
D e n t r o d e u n sistema autorreferencialmente c e r r a d o n o p u e d e h a b e r n i n g u n a of,
Y ' El sistema n o requiere otra cosa q u e lo necesario p a r a la continuación d e la
utopoiesis bajo la condición d e u n a complejidad estructural a l t a m e n t e compleja y
servación susceptible, ella misma, d e sustraerse a la observación. C u a n d o la p r i m t ( ^ |in apoyo externo incontrolable; y p o r esto m i s m o n o a d m i t e n i n g u n a j e r a r q u í a ,
operación ya es u n a observación, esto es, c u a n d o se trata d e u n a designación distj^ f aut
u e S t o que n o p u e d e correr el riesgo d e e n t r a r en contacto con el m u n d o a través d e
tiva, la secuencia d e tales operaciones involucra u n a observación d e la observación .111
u cima y desencadenar con ello efectos d e sí es o no es concentrados. En t a n t o q u e la
Por otra parte, en el p l a n o d e u n a observación d e s e g u n d o orden, es decir, en e j e r a r q u í a , es u n sistema en u n sentido m u c h o más intensivo que lo q u e n u n c a po-
p l a n o d e u n a observación d e la observación, el sistema o p e r a antes d e cualq U j e r dría alcanzarse a través d e u n o r d e n jerárquico 6 5 .
reflexión epistemológica, diferenciándose con esto d e los sistemas que se c o n f 0 r Observemos el efecto a l t a m e n t e selectivo d e la recursividad. Una operación ob-
m a n con comunicar u n conocimiento consciente. El modus de la comunicación e t ) serva algo y lo designa al cómo como x y n o como f C u a n d o otra operación observa
curso n o es la enseñanza, sino la observación, y en el caso d e alcanzarse u n recono- esto, lo único que p u e d e hacer es asentir o rechazar, en ocasiones modificar; p e r o lo
c i m i e n t o , esto se d e b e a que al observar a otro observador, u n observador cree ob- que n o p u e d e es s i m p l e m e n t e hacer cualquier cosa. P u e d e repetir, esto es, conden-
servar lo m i s m o que éste. sar la designación d e la p r i m e r a observación; p u e d e intercambiar la designación, o
E x a g e r a n d o , p o d r í a m o s referirnos a esto como la c o m u n i d a d de la investigación intentar conservar la designación (x p e r o n o a); p u e d e cancelar la designación (y y
c o m o comunicación n o autoritaria o como u n a igualdad practicada. Si buscamos un no x), pero n o p u e d e simplemente llevar a cabo algo arbitrario sin a b a n d o n a r la
criterio d e pertenencia, lo m e j o r que p o d e m o s hacer es orientarnos en el sentido de conexión misma.
los destinatarios d e las publicaciones. En general, se publica para todos los destina- Si resulta posible m a n t e n e r recursivamente en operación u n sistema, p o d e m o s
tarios q u e p u e d a n alcanzarse, y la esfera d e resonancia se llama luego la opinión t a m b i é n esperar resultados n o arbitrarios: condensaciones d e conocimiento que h a n
pública. Para la ciencia es válido u n criterio m u c h o más estrecho y f u e r t e m e n t e limi- s u b s i s t i d o hasta ahora en la observación d e la observación. El sistema fija estados
tativo. Pensemos en lectores que p u e d a n ser también considerados como autores y característicos y adquiere con ello u n a estabilidad dinámica. Además, puesto q u e f u n -
que, en ciertos casos, se hacen presentes con u n a crítica o con u n a acquiescencia ciona, esta última lo hace como algo evidentemente a d a p t a d o , pero que n o se apoya
competentes. en el hecho d e que el e n t o r n o la elige p r e f e r e n t e m e n t e en vista de esta adaptación.
De esto resulta u n a diferenciación d e roles fácticamente practicados: el autor se Recursividad significa tornar el resultado de las operaciones como p u n t o d e par-
esfuerza p o r m o s t r a r la verdad, la n o v e d a d y, sobre todo, la seguridad d e sus cono- tida para la conexión d e otras operaciones del m i s m o tipo. Si eso resulta posible, se
cimientos 6 2 . El lector crítico se esfuerza p o r relativizar la obtención d e conocimien- conforma u n sistema que se encuentra a la búsqueda d e estados característicos en
to 63 . Pero c u a n d o también el lector está obligado a publicar p a r a hacerse presente en una especie de procedimiento abierto y sin u n objetivo d e t e r m i n a d o .
el m e d i o d e la ciencia, el juego d e los roles intercambiados se repite. En esta medi- De acuerdo con esto, las cogniciones constituyen cálculos autorreferenciales que se
da, la regla básica d e toda autopoiesis resulta también válida aquí: todo fin es a la constituyen, a su vez, a partir d e cálculos autorreferenciales sin objetivos específicos 66 .
vez u n inicio. En tanto que igualdad d e la investigación, e n cierto sentido d e mane- No se trata d e ningún tipo de condiciones de éxito de antemano acordes con el
ra atemporalizada, esto se declara n o r m a . Sin embargo, todavía h a b r e m o s de ver entorno. Quien observe esto n o podrá partir d e u n continuo racional que vincularía
que los efectos d e reputación y las disposiciones d e sucesión n o se encuentran en siempre el ser y el pensamiento a partir de u n origen común. Lo único que alguien así
f o r m a alguna excluidas. Más que tales calificativos opuestos a la política o a la orga- debe hacer es suponer que el sistema tendría que suspender su operación cuando el
nización, es necesario p o n e r de relieve otras peculiaridades d e la o b s e r v a c i ó n de entorno impida que opere. Ciertamente, el lenguaje utilizado para ello p u e d e tener el
s e g u n d o orden. El sistema descansa e n la recursividad d e la observación, y obtiene sentido de designar algo no lingüístico. Sin embargo, su sentido operativo es connotativo,
110
gracias a ella u n a estructura que p u e d e funcionar sin posiciones p r i v i l e g i a d a s , sin denotativo y las denotaciones sostenibles resultan no de la cosa en sí misma, sino del

V
f u e n t e s que n o sean transparentes, sin asimetrías fundacionistas, sin f u n d a m e n t a carácter continuable d e la utilización recursiva. Por lo demás, la información n o repre-
Se
nta un input, sino tan sólo la diferenciación de posibilidades de conexión.
d e certeza última y sin centros d e organización. ^
T o d o esto se sustituye p o r recursividad, con la consecuencia d e que el sistern Las operaciones q u e no se realizan d e m a n e r a recursiva (esto es, los eventos ais-
0s
p u e d e aparecer corno u n e n t r a m a d o i n d e p e n d i e n t e d e la reproducción d e sus e ) resultan imposibles en u n sistema de este tipo; n o podrían ser reconocidos
méritos p o r m e d i o d e sus elementos mismos 6 4 .

Esta es también la posición de Goguen, J.A./Varela, F.J., "Systems and Distinctions: Duality and
23162 0r
nplementarity", en Journal of General Systems 5 (1979), pp. 31-43 con la formulación no del todo no
Retomaremos este punto en el Capítulo.6.X. 0Í
65
En relación con el tema seguridad/inseguridad, véase Pinch, TJ., "The Sun-Set: The Presenta"0 flemática: «hierarchy less whole than heterachy»
;
Cfr
Certainty in Scientific Life", en Social Science Studies 11 (1981), pp. 131-158. <1,. "v' F o e I s f e r > H
- °P- cit - ( v e r e ' l' b r o dtado en la nota 56), pp. 31 y 69. En el original inglés se habla
64
Cfr. Rescher, N., Cognitive Systematization, Oxford, 1979. ^Bpmputation».

229
como algo que corresponde a este sistema, ni ser tampoco incorporados. Pero
significa igualmente que ninguna observación puede sustraerse a la observación 5
el sistema, al igual, por supuesto, que la ciencia es estructurado por medio h !
código lingüístico sí/no, en el aspecto amplio de las operaciones posibles, la n e
ción resulta una operación posible. Las posiciones innegables n o existen, debido
que la autopoiesis de la comunicación puede siempre seguir su curso a través de
negación. La única categoría innegable es la de la estar dotada de sentido como ta]*
que afecta tanto lo positivo como lo negativo. Esto significa que una autop 0 ¡ e s j'
dotada de sentido n o p u e d e sino continuarse o interrumpirse.
La instauración del sistema en el plano de la observación recursiva de observaci 0
tres es, en última instancia, la razón por la cual es necesario distinguir en la observa
ción de u n sistema de este tipo (observación de tercer orden) entre enunciados
epistémicos y enunciados de verdad. El enunciado «A es», «se observó que A es» v
«es verdad que A es» adquieren entonces u n sentido diverso 6 '. El primero de estos
enunciados se localiza en el plano de un proceso inmediato de lo que el sistema
considera como realidad. El segundo refleja una observación de segundo orden
esto es, ve la realidad como algo relativo a la observación, únicamente el tercero de
estos enunciados incluye la recursividad del sistema, utilizando con la designación
verdadero el símbolo que sirve para el sistema como operador de la capacidad de
conexión en el caso de una observación recursiva de la observación.
Es precisamente este contexto de la observación, en el marco de u n sistema ope-
rativo que ya se encuentra en operación, el que suscita la constitución de expectati-
vas normativas con el fin de dar seguridad a las observaciones frente a las decepciones.
Aunque la estructura normativa de estos postulados fundamentales, por ejemplo de
la intersubjetividad o del universalismo de las pretensiones científicas de validez no
justifique la existencia y la unidad del sistema, sí extiende y estabiliza el ámbito de
las operaciones a las que tiene acceso.
Con ello, el sistema se hace ultraestable en el sentido de Ashby, es decir, compa-
tible con una cierta diferencia entre comportamiento fáctico y normativo. Pero en-
tonces, las expectativas ya n o necesitan ser modificadas porque el c o n o c i m i e n t o
fáctico se aparta de la norma, con tal de que no se transgredan ciertos valores límite
que hagan aparecer a las normas como algo superado e irreal, como meras normas
pasajeras. En otras palabras, las innovaciones y reconstrucciones pueden ser puestas
a prueba como desviaciones, hasta que hayan condensado suficiente sentido y éxit°
corno para poder ellas mismas aparecer como normas. La diferencia conforme/d eS "
viado hace también posible tolerar un tiempo esta diferencia, llevar a cabo obsen
ciones con su ayuda y, en dado caso, hacer correcciones. Ultraestabilidad sign' ^
entonces precisamente que la flexibilidad del sistema, en lo que se r e f i e r e a

6
' Es importante tener presente y subrayar lo siguiente. La diversidad se da para un observa
tercer, orden. Puede haber, por lo tanto, operaciones enteramente dotadas de sentido en las que q l i e ^ el
lia pueda omitirse, mientras que los enunciados mencionados puedan ser manejados como si ..qíi
mismo sentido. Un argumento que va demasiado lejos en esta dirección se encuentra en Prior, A 1
Spurious Egocentricity" en su obra Papers on Time and Tense, Oxford, 1968, pp.15-25.

232
* —jas centrales, es suficiente como para evitar que cualquier violación clara de las
0
° r I I ias ponga de inmediato en tela de juicio el sentido del contexto y las relaciones
s l l totalidad.
Cll
(Vn esto estamos tocando puntos centrales de la sociología estructural y funcio-
lista de la ciencia, esto es, de una teoría que se había concentrado en la investiga-
11
' de las reformulaciones normativas de las exigencias funcionales 68 . Sólo que
c n
' ° n o S O t r o s no estamos considerando a la estructuración normativa como un mo-
'"^nio primario de la diferenciación e «integridad» de la ciencia, sino como u n o
111
udario. La razón de ello es que la ciencia debe operar ya de manera autopoiética
que en absoluto ha de conferir plausibilidad a las normas expresamente referi-
das a ella.
La función normativa de las condiciones de diferenciación, de las estructuras
c e n trales y, secundariamente, de las formas de la relación con tales normas sólo
íede, una vez que hemos supuesto lo anterior, ser subrayada.
El armazón de tales normas no representa la unidad del sistema en el sistema. Y
difícilmente podremos hablar de enunciados esencialistas con un halo axiológico.
\fás bien se trata también aquí de reformulaciones de la paradoja constitutiva del
s i s t e m a , muy alejados del origen, esto es, de las condiciones bajo las cuales pode-
mos, aun sin conocer el m u n d o exterior, decir que lo conocemos. Es precisamente
debido a esto que u n armazón normativo de esta índole resulta en sí mismo contra-
dictorio, incluyendo a las normas que regulan la ignorancia o tolerancia de las des-
viaciones.
El armazón normativo se extiende también hasta llegar a las trivialidades, p o r
ejemplo, aquellas que deben observarse en interés de la ficción de la igualdad de los
investigadores y que regulan a qué edad resulta adecuado u n volumen con escritos
dedicados a la obra de un autor y a qué edad es todavía demasiado pronto para ello.
Con el auxilio de tales normas secundarias el sistema de la ciencia p u e d e luego
elegir personal en formación y exponerlo a la socialización. De esta manera p u e d e n
desarrollarse tendencias a la profesionalización, y resulta también posible evaluar el
formato científico de personas y publicaciones cuando existe alguna inseguiridad
acerca del juicio de calidad. Todo esto tiene como consecuencia una concentración
del sistema en cualidades promedio y una marginalización de lo extravagante.

c f, i
ir. el trabajo pionero de Merton, R.K., "Sdence and Social Order" (1938); de él mismo: "Science and
et j ' r '" lr Social Structure" (1942), ambos reimpresos en su obra Social Theory and Social Structure, 2 a
de ] ' n c o e . 111., 1957, pp. 537-549 y 550-561. Característico de esta orientación es sobre todo que el lugar
o c i i p ^ 0 1 ^ [Theorieplatz] que nosotros ocuparíamos con el concepto de «diferenciación» se encuentra
ípart^j0 P o r e ' concepto de la «institucionalización de expectativas legítimas». Véase, por ejemplo, el
Socja| ° a c e r c a de «the institudonalization of Scientific Investigation» en el contexto de Parsons, T., The
co trnln y ste m, Glencoe, 111, 1951, pp. 335-345. La crítica a ello se da la mayor parte de las veces en el estilo
^ a v v t h ' ' a < r " ' r a ( ' e teorías funcionalistas. Véase, por ejemplo, Mulkay, M. "Some Aspects of Cultural
s
0c¡0] 'he Natural Sciences", Social Research 36 (1969), pp. 22-52, y del mismo autor: Sdence and the
£ < ° g y o f Knowledge, Londres, 1979, pp. 69ss., o también en Barnes, S.B./Dolby, R.GA., "The Scientific
Tlie EI'H ^ u r o P a i s c h e s Archiv für Soziologie 11 (1979), pp. 3-25. Acerca de la discusión misma: Stehr, N.,
s
earcu ° S S c iences Revisited", en Gastón, J. (ed.), The Sociology of Science: Probleins, Approaches, and
• San Francisco, 1978, pp.172-196.

233
E n el espejo d e las n o r m a s p o d e m o s reconocer lo que es i m p o r t a n t e sin necesj.
dad d e considerar las causalidades empíricas. Podemos vernos a nosotros mismos
p e r o p o d e m o s t a m b i é n ver a los colegas al lado. Podemos d e esta m a n e r a descubrid
c ó m o es que las comunicaciones d e b e n ser estilizadas para p o d e r ser a c e p t a d a s
A p r e n d e m o s a observar y a ser observados. La representación del estado d e activj
d a d f o r m a p a r t e d e ello, al igual q u e evitar la representación d e la perspicacia. [ a
r En otras palabras, la ciencia intenta m a n t e n e r bajo control el i n c r e m e n t o d e la
inseguridad concomitante a u n a u m e n t o d e la complejidad. Sus métodos sirven a la
c o m p e n s a c i ó n d e sus propios efectos. N o p u e d e , p o r lo tanto, en f o r m a alguna
correr el riesgo d e u n a relevancia c o t i d i a n a , ni e n el m e j o r d e los casos: d e
d o s i f i c a c i o n e s homeopáticas (por ejemplo, en la f o r m a d e tecnologías probadas).
U n a consecuencia d e esto es que la ciencia está obligada, sea con medios lícitos o
presentación d e la descondicionalización (desinterés) se n o r m a , al igual que la ilicitud
d e p o n e r esto en tela d e juicio en la crítica. ilícitos a m a n t e n e r s e c o m o sistema, pues es sólo d e esta m a n e r a c o m o p u e d e contro-
lar sus propios límites y concretarse a tenerse a sí misma e n calidad d e interlocutor.
T o d o esto podría parecer, en u n análisis superficial, c o m o u n a particularidad
En la m e d i d a en que en este sentido la ciencia se constituye y construye su propia
tribal en la que p o d r í a m o s reconocer a los autóctonos. U n análisis más cuidadoso
c o m p l e j i d a d , la obtención y elaboración d e información d e b e ajustarse, p a s a n d o d e
muestra r á p i d a m e n t e , sin embargo, que con ello se m a r c a n y protegen las condici 0 .
la obediencia a la autodisciplina. El sistema sólo p u e d e o p e r a r c u a n d o o p e r a c o m o
nes d e u n a diferenciación precaria del sistema d e la ciencia, sin que resulte necesa-
un sistema estructuralmente d e t e r m i n a d o . Lo que se elabora d e p e n d e d e las distin-
rio nombrarlas y exponerlas con ello a u n cuestionamiento. De este m o d o , las normas
ciones que el sistema p o n g a a la disposición para sus propias operaciones. Y cuáles
descargan también a las teorías de reflexión del sistema, que d e b e n ocuparse, por su
sean esas distinciones d e p e n d e a su vez d e los resultados d e operaciones previas.
parte, d e d a r a las n o r m a s u n sentido superior.
Estas reflexiones m u e s t r a n ya n o sólo q u e el sistema requiere d e t i e m p o p a r a la
construcción d e complejidad, sino i g u a l m e n t e que opera en todo m o m e n t o c o m o
VIII
un resultado d e su propia historia.
Si , y e n la m e d i d a en que, la autonomía y la clausura recursiva d e las operaciones
Pero para p o n e r l o n u e v a m e n t e de relieve: esto n o significa que u n proceso d e
del sistema d e la ciencia se e n c u e n t r a n aseguradas, se da u n a modificación del tipo
del conocimiento q u e p u e d e ser p r o d u c i d o e n u n sistema d e esta especie, p o r lo que esta especie sea posible i n d e p e n d i e n t e m e n t e del e n t o r n o del sistema. Y t a m p o c o
t a m b i é n se presenta, en última instancia, u n a modificación del tipo de implementos significa q u e el proceso sea i n d e p e n d i e n t e d e las estructuras del sistema social q u e
cognitivos con los q u e este conocimiento se prueba y modifica. tienen la capacidad d e tolerar o también d e frenar u n a diferenciación, así c o m o los
A h o r a bien, p u e s t o q u e la a u t o n o m í a y la clausura n o p u e d e n verse c o m o varia- efectos d e la misma.
bles, es necesario, o r i e n t a n d o nuestra m i r a d a en u n sentido histórico (evolucionista), Consecuencia d e esto es que el resultado d e u n a evolución d e este tipo (y p o r lo
p l a n t e a r la p r e g u n t a d e si y en qué m e d i d a p u e d e constituirse u n a complejidad tanto, también d e su dirección) se hace visible como a u m e n t o d e la capacidad d e
sistémica sobre esta base. disolución y recombinación 7 0 . Los principios d e esto resultan ya evidentes e n la
N o se trata, p o r lo tanto, d e u n a u m e n t o d e la autonomía y del carácter cerrado, Antigüedad Clásica. Por lo menos d e s d e Platón sabemos q u e u n a operación con u n
sino d e u n a u m e n t o d e la complejidad interior que resulta posible u n a vez que la esquema inquisitivo binario q u e excluya terceras posibilidades obliga a u n a descom-
sociedad ha instaurado ínsulas d e elaboración a u t ó n o m a d e conocimiento. posición y a distinciones adicionales".
Podríamos conjeturar, en p r i m e r lugar, en la perspectiva d e u n a distinción ya Ea pregunta p o r el Ser tiene el m i s m o efecto, con tal que se p l a n t e e b a j o los
i m p o r t a n t e en la A n t i g ü e d a d entre conocimiento seguro (epistemé) y creencia (dóxa) supuestos d e u n proceso lógico. C o m o sabemos, d e s d e Aristóteles, la descomposi-
que el conocimiento científico se diferencia del conocimiento cotidiano debido a su ción del Ser significa categorías-, sólo q u e aquí el efecto disolutorio a ú n n o se h a
alto g r a d o d e certeza. Esta distribución se encuentra también presente en la idea liberado, sino q u e es limitado, ya sea p o r las normas d e la justa proporción y el j u s t o
q u e impulsa al m o v i m i e n t o científico d e la m o d e r n i d a d t e m p r a n a con su doble medio, o p o r la suposición d e u n a coincidencia previa entre la facultad d e conocer y
oposición al d o g m a t i s m o y al escepticismo. Pero ocurre más bien lo c o n t r a r i o . El ' a cosa misma.
conocimiento científico posee un g r a d o m e n o r d e seguridad que el conocirnient 0 La filosofía simula, p o r así decirlo, e n t r e las condiciones sociales que todavía n o
cotidiano. N o r m a l m e n t e , en la interpretación d e las percepciones d e la vida coú1'1,1 permiten u n a diferenciación completa d e u n a ciencia u m v e r s a l m e n t e responsable
na n o se presenta n i n g u n a duda. ' a s posibilidades d e la misma. Es sólo la ciencia m o d e r n a la que logra crear otras
U n a rosa q u e alguien ve es u n a rosa o, p o r lo menos, u n a flor. Algo muy dive1"5 1 condiciones, gracias a su adaptación a u n a diferenciación funcional d e la sociedad.
ocurre con la interpretación d e los resultados d e los experimentos o d e los
científicos 69 . La ciencia contribuye n o a a u m e n t a r la seguridad, sino p r e c i s a m e n t e
i n s e g u r i d a d (dentro d e límites todavía tolerables). . 10
También a este respecto son claras las comparaciones con otros sistemas funcionales. Tanto la codifica-
' e gal del poder político como la economía del dinero conducen a una reconstrucción de las relaciones
, ^ a en terminologías no «naturales», y las quejas relacionadas acerca de la tecnificación, comercialización,
Pl
^ c h i s m o de las mercancías, la legalización, etcétera, pueden también ser objeto de comparación.
' Hoy en día indubitables. Véase, por ejemplo, Mulkay, op. cit., pp. 42 ss. en conexión con Duhel*
' Platón, Sofista 249 E ss.
234
235

L
Es esta ciencia la que hace posible la invención y el aprovechamiento del t e l e s c 1 r jijo unidad ciertos fenómenos, a saber, los sistemas autopoiéticos, únicamente
c
y el microscopio, a pesar de todos los escrúpulos y dudas al respecto que los teju 0 °. e l supuesto de que podemos determinar que se produzcan a sí mismos como
preservadores de conocimiento consignan. La ciencia m o d e r n a «desfigura l 0 s ^ ' dades y determinar cómo es que esto ocurre.
l
chos» 72 , no dejándose seducir por la obstinación de las cosas 73 , y convirtiéndose '"( liando la ciencia se observa en estos sus efectos (y esto podría significar igual-
una science des corps qui n'existentpas74 "ciencia de cuerpos que no existen". ente autoobservación), su proceder se presenta como una reducción de cualidades
111
Se ha dicho también, utilizando u n a formulación diversa tomada de la teoría H ndarias a primarias o, si no lo queremos expresar en este lenguaje ya clásico, de
calor y la ley de la entropía que la constitución de la propia complejidad, su estab S i q u i e r manera como una destrucción de evidencias primarias.
Cl
lización, presupone la producción de desorden en el entorno 7 5 . ' \ h o r a bien, como la sociedad continúa orientando sus comunicaciones de acuer-
Aunque no debemos tomar esta afirmación al pie de la letra, sí podemos decir con las evidencias primarias y no p u e d e prescindir de esta orientación, la ciencia
que a p r e h e n d e la relación existente entre disolución (pretensiones externas) forma en la sociedad a u n m u n d o propio de considerable disolución que n o debe
recombinación (como una reconstrucción internamente controlada). m a n e j a r s e como cotidianamente eficiente. La realización comunicativa de las ope-

El último bastión de la descripción ontológica del m u n d o ha sido sostenido toda r a c i o n e s científicas, desde los experimentos físicos hasta la redacción de manuscri-

vía en nuestro siglo por el llamado positivismo lógico, que creía ver en los elementos o la lectura de libros, se encuentra todavía sometida a estas condiciones de la
siempre adicionalmente analizables de la realidad una base segura para la recons- eficiencia cotidiana, dependiendo en este plano de innumerables factores que n o
trucción del conocimiento, por ejemplo, en los átomos o en las unidades subatómicas pueden aceptarse de manera veritativamente comprobada en la construcción.
o en la activación de ciertos músculos o en las células cerebrales. Questforpunctiform El examen de si las probetas se encuentran suficientemente limpias y el enojo
certainty "La búsqueda d,e la certeza puntiforme" lo llamó Donald Campbell 76 ; simultá- porque ciertos libros en una biblioteca se encuentran en préstamo o no p u e d e n p o r
n e a m e n t e a la idea generalmente aceptada de que tales elementos seguros única- alguna otra razón, ser consultados son parte de la cotidianidad científica, pero n o
m e n t e p u e d e n identificarse en ciertos contextos. Pero esto no significa que la ciencia de la autopoiesis del sistema (de manera análoga a como existen en la célula molé-
sea capaz de fijar la verdad en operaciones elementales (enunciados protocolares o culas que no forman parte del contexto de reproducción de la vida y que n o son
algo similar); significa tan sólo asegurarla a través de una reticulación recursiva de reproducidas por éste).
sus propias operaciones. Por lo demás, la disolución y la recombinación deben ser Sin embargo, esto no contradice la tesis de que se trata de u n sistema cerrado en
vistas más bien como las dos caras de una misma distinción, de tal suerte que única- el plano de las operaciones autopoiéticas, y tampoco es incompatible con la tesis d e
m e n t e estaremos en condiciones de llevar a cabo la disolución en la medida en que que el aumento de la capacidad de disolución y recombinación debe reducirse a la
las posibilidades de recombinación estén a la vista y viceversa. La forma misma de autopoiesis del sistema y no a las acciones cotidianas del científico.
esta distinción no requiere de una base de realidad ulterior —excepto, precisamen- En la medida en que la acción cotidiana sirve para procesar verdades, se encuen-
te, en el caso de las operaciones del sistema de la ciencia. tra esclavizada, por una dirección de sentido dominante, y la cuestión de si las probetas
Por otra parte, la función de la ciencia descansa en una posible reorganización de están suficientemente aseadas se decide, en última instancia, de acuerdo con lo que
lo posible, en una combinatoria de u n nuevo tipo, no en una representación de lo queramos hacer con ellas.
existente, en una mera duplicación de los objetos en el conocimiento. Es posible comprobar empíricamente en un sinnúmero de ejemplos esta relación
entre la
Aquello que la ciencia constata como unidad (por ejemplo, como objeto, corno capacidad de disolución y la capacidad de recombinación. De hecho, en el
sistema, como átomo, como proceso) debe su carácter unitario n o a sí mismo, sino a Movimiento científico de la segunda mitad del siglo XVII se había llegado ya, para-
la ciencia, esto es, al concepto. Esto no impide —y aquí vendrían a colación nuestras e amenté, a una diferenciación de la ciencia de la simbolización de su capacidad
investigaciones— que sea justamente la ciencia a la que resulte importante tratar ^ utoria y de la preocupación p o r los problemas concomitantes. La hipótesis
puscular remplaza al gastado concepto filosófico de sustrato por la suposición d e

V
^ lc ulas no perceptibles, para convertir en u n problema cómo es que podríamos
2 (éd- j C r V a r Y explicar la forma en la que u n cuerpo p u e d e tener cohesión 77 .
237 Défigiire lefait, una formulación tomada del Réve de d'Alambert de Diderot, atado según Oeuvres
de la Pléiade), París, 1951, p. 961. hne
consat d Í S O l u d ó n ' a ^ e a ^ a t o m o > llevada bastante lejos por la física m o d e r n a ,
ltu
" «Cerrarse a la opinión de la vida» llamaba el matemático Ulrich a esto. (Robert Musil, Der Mann " j vicJa ye un ejemplo prominente; la bioquímica de las estructuras genéticas de la
Eigenschaften [El hombre sin atributos], Hamburgo, 1952, p.1244). ^ e s t o e s °tro. La lingüística ha desarrollado, por su parte, su propia terminología,
74
Laurent, A., Méthode de la chimie, 1854, p.X, citado por Bachelard, G., Le Matérialisme ratK""1 es
> un lenguaje propio —que ya no es adecuado para la escuela elemental— al
París, 1953, S a e d „ 1972, p.22 lll3 ,
75
Jacob, F., Die Logik des Lebendigen: Von der Urerzeugung zum genetischen Code, trad. ale'11' j
Frankfurt, 1971, pp.270ss. 229
76 Cfr
Véase "Pattern Matching as an Essential in Distal Knowing" en Hammond, K.R. (ed.), The Psych"
ay, ' ^ 0 ' t o n, J.W., Locke and the Compass of Human Understanding: A Selective Commentary on the
of Egon Brunswik, N.Y., 1966, pp. 81-106 (82).
' Cambridge, 1970, pp. 44 ss., particularmente en lo que se refiere a Boyle y Locke.
que n o podernos a j u s t a m o s cuando reflexionamos acerca de cómo es que nos gy s . robabibdad n o a b o g a entonces por u n a sorpresa constante, corno tampoco lo
ría hablar y qué nos gustaría decir. it'1!! e j principio de la creación continua (creatio continua).
También en la sociología es posible constatar la existencia de desarrollos anál i ello no se quiere n e g a r que el m u n d o sea tal y como es. Pero la cuestión de
gos, sobre todo en lo que se refiere a la disolución y recombinación del concepto ^ ' e s posible que el m u n d o sea como es nos conduce a improbabilidades combi-
acción, gracias a la teoría general de un sistema de acción debida a Talcott Parson ^ i c**' a l igual, p o r ejemplo, que a explicaciones evolucionistas. Esta p a r a d o j a
111
C o n la capacidad de disolución varían entonces las exigencias que se plantean ] -e el acto mismo de conocer. Conocer se presenta entonces a sí m i s m o c o m o
los conceptos, a los cuales se les confían los logros de la recombinación. El Ínter' 3
inC U
' ^ n p r o b a b i l i d a d devenida probable. Si resulta necesario aceptar esto en esta
11113
m o d e r n o en los enunciados de probabilidad encontraría supuestamente aquí srr '_porque de otra m a n e r a n o podríamos obtener ninguna relación objetiva
f,)rn ,a
orígenes. Otro ejemplo de ello serían la sobreelaboración y la generalización q U e e S istiera a la disolución— n o existirá ya n i n g ú n obstáculo para atribuir a la
rresi:
»- c— i.: i i
hacia finales del siglo XVIII experimentó la categoría de proceso' 8 . En ambos cas 0s n cia la autonomía de u n sistema autorreferencial y operativamente cerrado.

se trata d e p o d e r identificar relaciones y contextos que n o se manifiestan sin más en C1


£ s t e r e s u l t a d o p u e d e formularse más a d e c u a d a m e n t e con ayuda del concepto de
la vida cotidiana; es decir, se trata de identificaciones extensivas que se sostienen jad en términos d e un medio d e comunicación simbólicamente generalizado,
aun c u a n d o los m o m e n t o s que ellas resumen n o consistan en nada. para una ciencia e n t e r a m e n t e diferenciada el m u n d o se convierte en u n sustrato
De este m o d o , lo que la ciencia hace se convierte en algo cada vez más depen- x a n i e n t e acoplado que, en hipótesis, esto es, dispuesto a la disolución, p u e d e ser
diente de las pruebas de consistencia interna, esto es, de la memoria en operación. ligado p o r medio de comunicaciones. El m u n d o tiene importancia en cuanto totali-
Desde el siglo XVIII se registra esta modificación en las teorías de la reflexión. No dad s i e m p r e ulteriormente disoluble de todos aquellos elementos que, según sea la
se trata ya de la cuestión de si la referencia a la realidad p o r p a r t e de la ciencia debe referencia sistémica, d e b e n manejarse como algo que n o p u e d e ser analizado, que
disponerse de m a n e r a dogmática o discutirse escépticamente. El lugar de esta dis- n o es s u s c e p t i b l e de descomposición para el sistema. En cuanto sustrato medial, el

cusión es ocupado por la pregunta por las condiciones de posibilidad del conocimiento m u n d o permanece laxamente acoplado, con tal que el sustrato exhiba la contingen-
que trasladamos de u n contexto que es, en primer lugar, teoricotrascendental a uno cia d e t o d o s los vínculos. El sustrato se agota al ser d e t e r m i n a d o provisionalmente
constructivista, que trasladamos de u n contexto teoricoconsciente a u n o teórico social. por las t e o r í a s ; al mismo tiempo, se libera n u e v a m e n t e (sepotencia) cuando todas las

Al f m a l de u n desarrollo conducido a lo largo de experiencias exitosas, se mani- formas teóricas se presentan corno algo válido sólo de m a n e r a hipotética.

fiesta en nuestros días u n a tipología de la ciencia que se asigna a sí misma la relación La comunicación veritativa utiliza esta diferencia entre acoplamiento laxo y aco-
entre disolución y recombinación, vierrdo en ello al mismo tiempo su técnica para la plamiento estricto para hablar en el m u n d o acerca del m u n d o (lo que implica: acer-
obtención de u n conocimiento con lo cual cumple su función. ca de sí misma). De este modo, se produce la paradoja de la improbabilidad d e lo
La ciencia ya no p u e d e concebirse, u n a vez que esto ha sido esclarecido, corno cien- probable, que se traduce y se reformula en operaciones cotidianas.
cia natural. La distinción entre ciencias del espíritu (que deben suponer que el espíntu La totalidad de los eventos de la diferenciación, de la cerradura operativa, de la
se encuentra en otra parte) y ciencias empíricas (que deben suponer que la realidad transmisión medial y el a u m e n t o de la capacidad de disolución y recombinación
está en otra parte) resulta, a partir de ello, obsoleta. Sin embargo, esto último no excluye hace necesaria la concepción de los objetos de la ciencia corno algo contingente.
la posibilidad de recuperar distinciones similares vía la diferenciación disciplinaria. Por una parte, n a d i e dudaría que aquello que es, es tal y como es. Debido a esta
En lugar de tales premisas científicas que suponen siempre la existencia de un "•reconocible facticidad, todas las modalidades, incluida la designación necesario,
observador externo (o externalizado), se hace presente, cada vez con mayor fuerza, pierden su sentido. Recurriendo a u n concepto cuasi teológico, podríamos, en todo
cas
u n a especie de relación de reflejo en la que el sistema de la ciencia experimenta la °, hablar de u n a necesidad supramodal' 9 .
improbabilidad evolucionista propia como u n a improbabilidad del m u n d o . pon°r ' a ° t r a ' , O Í ' a e l a k ° r a c i ó n informativa, toda observación de esta realidad, su-
C( s
En lugar d e los supuestos relativos a la naturaleza, que a pesar de toda la descom- cjf.^ '' tinciones que hacen posible la designación de algo como algo. Estas distin-
s
'ste S S ° n s ' e í l l l ) r e a ' S ° que se hace a sí mismo, esto es, u n a construcción interna al

V
posición aún p o d r í a n sostener lo que daban a conocer, aparece ahora la paradoja
<c
la improbabilidad de lo probable. Pero ¿qué significa esto? °m * que en relación con ello se m a n e j e como información y se conciba
La improbabilidad de que u n a proposición, en cuanto elección entre otras inn*1 s efl as
í y no de otra forma», aceptándose en algún contexto como u n i d a d , d e b e el
merables posibilidades, efectivamente se enuncie es algo inherente a cada prop° s 'amiento obtenido de esta m a n e r a a la observación 80 .
ción, p e r o precisamente a cada proposición como u n a característica complétame 1 1 ^
n o r m a l y, desde el p u n t o de vista estadístico, carente de interés. El principio
Si a
Ent" H, "Ibssibile Logicum", en Philosophisdiejahrbudi der Gorres-Gesellsdiaft 64 (1956), pp.1-21.
re
23978 •dii* ' t>rp,n U ' o s principales antecedentes de esta idea se encuentra con toda seguridad la decisión kantiana
Cfr. en especial Róttgers, K., "Der Ursprung der Prozessidee aus dem Geiste der Chemie". en Af 41
'""Par í,'1' " P o r ' o s resultados sintéticos de la conciencia y, en el marco de la «estética trascedendental», ver
fúr Begriffsgeschichte 27 (1983), pp. 93-157. y a ' tiempo como formas que subyacen a la intuición a priori.

229
Todo lo que para un sistema autopoiético constituye una unidad es tal, gracig s
sistema autopoiético mismo. Por lo tanto, en la concepción objetiva se encuei lt
implicado siempre que algo diferente sería también posible, por lo que toda n e c e ^
dad deberá demostrarse, en concordancia con esto, como u n a contingencia neg l ( |'~
La suposición de un m u n d o en principio contingente ciertamente ha sido h . , a '
plausible por la teología. El m u n d o es para la teología u n derivado de la sup ( ) s ¡ .
de una creación divina del mundo. Sin embargo, no p u e d e ser explicada como I
mera secularización de las ideas religiosas. Para la evolución de la ciencia bien pod^-'
haber representado u n alivio que la teología hubiese realizado aquí un trabajo p r ' 3
vio, aunque la concepción de la modernidad temprana de un conocimiento natu i'
y cierto se oponga precisamente a esto. Por lo menos, no era de esperarse oposi c ¡ó
alguna p o r parte de la teología, en la medida en que ésta había optado firmemente
por las contingencias ontológicas.
Las razones para que el m u n d o se presente ante la ciencia como algo contingente
son, sin embargo, en última instancia, de índole estructural. La contingencia de
todas las realidades aprehensibles del m u n d o interno es u n correlato de la autopoiesis
de la ciencia, o más exactamente, un correlato de la diferenciación sistémica interna
de operación y referencia. En consecuencia, una ciencia enteramente diferenciada
no p u e d e evitar la tesis de la contingencia, a pesar de analizar a la sociedad y ana-
lizarse a sí misma. Lo más que una ciencia con estas características puede hacer es
afirmar, hipotéticamente, asumiendo la carga demostrativa, que bajo determinadas
condiciones ciertas relaciones resultan necesarias tal y como son, puesto que otras
posibilidades —que deben considerarse por un condicionamiento impuesto por el
pensamiento— pueden ser excluidas.

IX
La obtención de conocimiento se da siempre de manera recursiva y sólo así resulta
posible. Esta recursividad permanece como algo ligado a la utilización cotidiana del
conocimiento y, por ende, a la autopoiesis general de la sociedad, en tanto que no se
reconozca u n sistema diferenciado de la ciencia. El conocimiento se constituye y se
transforma en el proceso normal de la comunicación debido a su utilización en
situaciones. Al someterse en su utilización a pruebas de consistencia de la más diver-
sa especie, el conocimiento puede repetirse y refinarse en las diversas s i t u a c i o n e s .
No sabernos cómo, pero sale airoso de las pruebas. Este resultado positivo se
atribuye, en consecuencia, al m u n d o y no encontraremos motivo alguno para disti
guir entre conocimiento y conocimiento verdadero.
Ahora bien, queremos distinguir entre esta recursividad y la r e f l e x i v i d a d . 1
tras que la recursividad designa únicamente a la autorreferencia basal del p r ° ^
autopoiético, el concepto de reflexividad apunta a una distinción de orden supe ^
Llamaremos reflexivo a u n proceso que se aplica a sí mismo o a u n p r o c e s o c 1
misma especie1

81 l l 9 70,PPj
Cfr. Luhmann, N., "Reflexive Mechanismen", en Soziologische Aufklaiung, Vol. I, Opladei
92-112. De él mismo. Sistemas Sociales, op. cit., Cap 11, apdo. 5.

240
i j-ecursividad se encuentra garantizada c u a n d o el proceso aprovecha sus pro-
resultados. T e n e m o s reflexividad c u a n d o el proceso se convierte a sí m i s m o en
i de sus propias operaciones, esto es, c u a n d o [Hiede distinguirse p o r sí m i s m o
(>l'll | r o S procesos. Lo que surge y se reproduce d e m a n e r a autopoiética c o m o uni-
d 6 ' 1 u e d e luego ser observado como u n a u n i d a d agregada, más allá d e lo q u e
d<l( ' n o r m a l m e n t e exigible. La comunicación como continuación d e la comunica-
rá 1 c o m p l e m e n t a , se sobreforma y es orientada p o r la comunicación sobre la
ción s c
\municacion.
j , reflexividad surge con la diferenciación funcional. U n a condiciona a la otra.
cs necesario q u e nos preocupemos d e las condiciones iniciales, pues son poco
s c o m o ocurre siempre en el caso d e logros evolucionistas y causalidades circu-
Como sea, u n a investigación extendida acerca d e la investigación s u p o n e la
Jhferenciación funcional d e u n sistema d e la ciencia. U n mecanismo reflexivo d e
este tipo es también, a su vez, investigación, esto es, autopoiesis del sistema, y se
orienta d e acuerdo con el mismo código y utilizando la misma tipología relativa al
roceso. Ú n i c a m e n t e debido a esto p o d e m o s hablar d e reflexividad.
La i n v e s t i g a c i ó n d e la investigación se distingue, p o r lo tanto, del financiamiento
de la investigación o d e sus informes d e prensa acerca d e la investigación, d e su
o r g a n i z a c i ó n y de su motivación p o r el h e c h o d e p e r m a n e c e r en el m i s m o m e d i o . El
h e c h o de que se trate d e u n a variante d e la autopoiesis del sistema nos dice asimis-
mo que la investigación d e la investigación n o posee u n a estructura teleológica. La
investigación de la investigación n o es t a m p o c o n i n g ú n proceso dirigido a u n fin
d e f i n i d o (si bien u n observador que a f i r m a r a que aquélla tiene el propósito d e mejo-
rar la investigación n o estaría del todo errado). U n a investigación así tiene lugar o
no, e s t a b l e c i e n d o , p o r su parte, verdades y falsedades. Por lo tanto, c u a n d o afirma-
mos que esa investigación orienta el sistema n o queremos decir que proyecte o pro-
duzca estados finales; lo único que hace es restringir, en la m e d i d a en q u e alcanza
una capacidad d e conexión interna, el repertorio d e aquellas operaciones q u e el
sistema p u e d e ejecutar. La orientación n o es otra cosa q u e restricción d e las capaci-
dades d e conexión internas p o r m e d i o d e operaciones e x p r e s a m e n t e diferenciadas
para e l l o , susceptibles ellas mismas d e u n a conexión.
El mayor d e los beneficios del m o d o reflexivo d e orientación reside en q u e el
proceso en curso se convierte, en u n sentido negativo, en algo accesible p a r a sí
Mtsrno. Como ya h e m o s dicho, esto n o significa que p o d a m o s decidir n o investigar,
cas P°damos decidir n o financiar la investigación. Esto resulta evidente e n el
IjJ" ( 'el acoplamiento d e procesos d e diversa índole. S e p a r a r la investigación re-
d e X |' Va s °bre la investigación hace posible u n a evaluación previa positiva o negativa
t'and ^ ° S ^ i d a d e s d e verdad. La investigación misma se considera entonces, to-
co^ 0 c ° m o base u n a perspectiva veritativa, como u n c o m p o r t a m i e n t o empírico y
' e r H(i s " n a c o m u n i c a c i ó n d e u n tipo particular. Y bien p u e d e ocurrir que nos perca-
cUad( e n t o n c e s d e que d e t e r m i n a d o s m o d o s d e proceder son adecuados o inade-
del ¿ f ,' S / 3 a r a c iertos propósitos, sin tener que llevarlos a cabo, esto es, sin d e p e n d e r
ec
otu,7 a n d e r r o r " p r u e b a y error". Entre otras cosas, con esto se da t a m b i é n u n a
u n a aceleración d e la totalidad d e las investigaciones realizadas en el

241
Por medio de la inclusión de procesos reflexivos intermedios, el proceso de inv e j e principio y fin se dé lugar a periodos (por ejemplo, con la fijación de u n
gación está en condiciones de controlar su propia ausencia, esto es, de examinar cióJ1 e J 1 i a s escuelas del sistema educativo o con la fijación de periodos electorales
suposiciones bajo las cuales tiende a tener lugar. Si los procesos de investigación 0 ti
|i°or '' I | S r e i n a político). En cualquier caso, los ordenamientos temporalmente limita-
rren de manera reflexivamente fáctica o no, es por supuesto, una cuestión ernpíj? ¡
eP e V £ S t a especie suponen la existencia de u n observador que los excede en dura-
EnTi rpaliríarl pcfn fí»nrlríi
realidad, esto tendría nna _
que analizarse caso por caso. * imismo
Al • tiempo, podría. "
do8 c C u e es capaz de observar el inicio y el fin (puesto que en el ordenamiento
minarse de esta manera si los temas tratados en el contexto de la ciencia se encuentra
ción y J i ] m e n t e limitado mismo no hay, a pesar de que éste sea diferenciado como
realmente vinculados a una autopoiesis diferenciada y recursivamente cerrada. Si" ^
teiflP or ^^ ninguna posibilidad de observar el propio principio, ni siquiera de re-
PlPmnln
ejemplo, se í»rf>ntíí
acepta mip lr»c más
que los máo inrUrarlnc
indicados r»ari
para 11 ount-aocabo
llevar rok^una • / sobr Pot
n-n»investigación
e i u t e f . n ¡ de sobrevivir como observador al propio fin).
mujeres son las mujeres mismas, o que la investigación sobre los militares realizada las cor 'ente en u n sentido muy incierto podemos fiarnos aquí de los sistemas de
a Por
los mismos militares es la más adecuada; pero si este problema no se presenta p a r a c i e n c i a que operan ya con anterioridad al inicio y que continúan o p e r a n d o des-
t
examen en la investigación reflexiva sobre la investigación, no podemos hablar d su c
° , f | e i f m a l . El desarrollo y la creciente dependencia de ordenamientos temporal-
ciencia diferenciada. Un observador de un sistema que se aborda a sí mismo de P lieS limitados suponen, en general, sistemas de organización con la capacidad de
manera podría sospechar de la existencia de intereses. Por lo demás, esta situaciónesta "bservar, registrar e inclusive suscitar u n inicio y u n fin. En la actualidad esta afirma-
puede modificarse por el hecho de que en los textos publicados se añadan notas a ntío ° ' es v á l i d a inclusive para el fenómeno aparentemente tan frivolo de la moda.
de página que remitan a una literatura calificada. En resumen: un sistema autónomo6 En la medida en que u n sistema hace depender la propia autopoiesis de ordena-
operativamente cerrado y autorreferencial para la ciencia incluye en principio todo m i e n t o s temporalmente limitados, se agudiza el problema de determinar cómo es
aquello que se utiliza en el sistema en el examen que el sistema mismo lleva a cabo u e p u e d e llegarse a u n fin a partir de u n principio, m a n t e n i e n d o con ella en fun-
reemplazando con ello el control social por un autocontrol. Desde Gódely Tarski sabe- c i o n a m i e n t o el sistema, más allá de las limitaciones temporales incorporadas a él.
mos, además, que esto no equivale, desde un punto de vista lógico y semántico, a un Podría ser, aunque no debería ocurrir, que todo termine con el fin de u n periodo
axioma de plenitud. Sin embargo, los temas que podrían exponerse a u n control re- (que la lección no pueda iniciarse nuevamente, debido a que nadie es capaz de
flexivo, pero que se encuentran protegidos del mismo, muestran susceptibilidades que recordar cómo es que algo así se hace; que u n a vez concluido u n periodo electoral
no pueden atribuirse a una incapacidad, esto es, que no pueden atribuirse a una para- no se efectúe ninguna nueva elección porque nadie tome la iniciativa al respecto).
doja que de otro m o d o se haría presente, sino a un intento por parte de sistemas Para garantizar que esto n o suceda se crean organizaciones, por ejemplo, escuelas,
extemos por controlar el sistema de la ciencia y limitar el alcance de la investigación partidos políticos o administraciones estatales, industria de la moda, etcétera. Una vez
autónoma. En este orden de ideas, el mecanismo reflexivo del sistema, es decir, la que tales organizaciones existen, su propia autopoiesis se encarga de que el cambio
investigación de la investigación constituye un enfoque que promete efectos de largo temporal continúe funcionando y que haya una vigilancia al respecto. La totalidad de
alcance y que utilizado apropiadamente hace posible infiltrar el sistema. los eventos se ajusta luego, tendencialmente, a ordenamientos temporalmente limitados.
Las lecciones se efectúan por horas porque sólo así pueden reproducirse en organización.
X Pero si bien la organización se ha inventado como u n recurso para la institución
En general, entonces, podemos constatar que con u n a creciente complejidad del de periodos abiertos o cerrados, se convertirá ahora en u n medio para la extensión
sistema se presenta también u n aumento de la tendencia a temporalizar la comple- de estos tipos de ordenamiento. En la medida en que todo ocurra en términos de
j i d a d , esto es, a ordenarla como una sucesión de lo diverso 82 . Esta posibilidad es ordenamientos temporalmente limitados n o p u e d e tener lugar nada sin una organi-
sugerida p o r la comunicación, pues ésta es, en realidad, a diferencia de la percep- zación. Pero esto n o significa de ninguna manera que los sistemas funcionales sean o
ción, necesariamente u n a operación secuencial ordenada. Sin embargo, son sólo las pudieran ser ellos mismos organizados como unidad. Lo único que esto significa es
sociedades más complejas las que se ven obligadas a llevar a cabo, cada vez en ^Ue, en tanto que complemento del ordenamiento temporal, esto es, p o r así decirlo,
c
mayor grado, una transición de ordenamientos espacialmente limitados a órdenes °tno un observador atemporal, y la organización se convierte en algo imprescindible.
s
temporalmente limitadas. Esta preferencia por los ordenamientos de esta especie se ú i embargo, también en el sistema de la ciencia se dan estos desarrollos estructu-
repite dentro de los sistemas funcionales, en parte en la forma de u n inicio deten» 1 '

V
ra
les y también allí como u n a consecuencia de una complejidad autopoiéticamente
n a d o con u n fin abierto (corno las leyes del sistema legal o las fijaciones de preci°s crec
iente. Los ordenamientos temporalmente limitados se llaman aquí proyectos''1.
en el sistema económico), en parte en la forma de que por medio de la deterUU113

5
Cf
82
Desde una perspectiva histórica, cfr. al respecto Luhmann, N„ "Temporalisierung von Kompile"' Unti\ Stichweh, R-» "Differenzierung des Wissenschaftssystems", en Mayntz, R. et al. Diferenzierung
Zur Semantik neuzeitlicher Begriffe", en la obra de él mismo, Gesellschaftstruktur und Semantik, v<>,1.1' b na Vers .elbstandigung: Zur Entwicklung gesellschaftlicher Teilsysteme, Francfort, 1988, pp. 45-115 (75ss.).
Francfort, 1980, pp. 235-300. Z C r f t ' c a a ' a s limitaciones vinculadas a ello se encuentra también en Mathes, J., "Projekte- nein, danke?"
eit
schrift ffir Soziologie 17(1988), pp. 465-473.

243 229
Lo que hemos comprobado, en general, acerca de los ordenamientos t e m p 0 r
m e n t e limitados tiene particular validez en lo que se refiere a proyectos. La foj-rr
temporal de un proyecto invade todos los ámbitos de la investigación, todas i'*
disciplinas del sistema de la ciencia, convirtiendo a la investigación científica, e r i ^
grado anteriormente desconocido, en algo dependiente de la organización. En 1
resultado parecería como si dependiera de la organización el que la ciencia contin - I
o p e r a n d o autopoiéticamente, porque sólo así puede ser observada, asegur a d a 6
vigilada, como si dependiera de la organización que un proyecto siga a otro. ^1
Desde u n p u n t o de vista puramente cuantitativo, este carácter formal de los p f Q I
yectos resulta dominante, de tal suerte que las organizaciones que se ocupan de 1" '
actividad científica, almacenándola para los fines de una elaboración de datos i
informática no p u e d e n percibir absolutamente nada más. Los cuestionarios q U e |
estas organizaciones distribuyen se proponen como objetivo la unidad proyecto
contienen preguntas acerca del principio y del fin. Las universidades que aún no se
h a n ajustado por completo a ello ofrecen una cierta protección, puesto que todavía
permiten justificar financiamientos relativos a la enseñanza y la participación en el
financiamiento de la investigación.
Aquellos científicos que elaboran un proyecto tras otro desarrollan una flexibili-
dad temática, al igual que una actitud conscientemente competitiva. En realidad,
p o d e m o s conjeturar acerca del optimismo pragmático diagnosticado por Karin
Knorr 84 . En correspondencia con esto, el científico socializado en tales contextos
abstraerá su competencia, presentándola como una especie de capital simbólico
(Bourdieu) que le hace posible el paso de proyecto a proyecto.
Podemos igualmente suponer que esta forma de ordenamiento de proyectos tem-
poralmente limitados tiene un efecto selectivo, separando todo aquello que no sea
susceptible (o sólo lo sea de manera artificial) de integrarse entre el inicio y el fin.
Esto último podría explicar tal vez la ausencia de todo esfuerzo en relación con
u n a teoría de la sociedad en la sociología norteamericana. La teoría de la sociedad
n o es, en efecto, ni con la mejor voluntad, un proyecto, sino simplemente el propo-
sito de la disciplina misma. Por lo demás, valdría la pena proponer u n proyecto
acerca de la investigación de la selectividad de una investigación de proyecto.
Hasta donde alcanza nuestro conocimiento, nunca ha ocurrido esto. Sin embar-
go, la reflexividad del carácter formal del proyecto, esto es, la aplicación a sí misma,
ha logrado imponerse. En la actualidad existen muchos casos de paquetes de pro-
yecto, p o r ejemplo, las esferas especiales de investigación con acceso p r i v i l e g i a d o a los
recursos financieros, aunque también se dan concentraciones constructivas t e m p ' 0

raímente limitadas de otro tipo 85 . Con ello podemos extender las c o n d u c c i o n e s , ü

máticas estrechas de proyectos individuales, podemos también coordinar las inves"

84
Knorr-Cetina, K., Die Fabrikation von Erkenntnis: Zur AnthropologiederNaturwissenschaft, Fran
1984, pp. 63 ss. fher
85
Cfr., por ejemplo el informe de Mayntz, R., "Sozialforschung im Verbund -Ein Beispiel erfolg r " ^
Forschungsorganisation", en Schneider, Chr.(ed.), Forschung in der Bundesrepublik Deutschland: Be¡sP'
Kritik, Vorschlage, Weinheim, 1983, pp. 161-165, al igual que otras contribuciones en este volumen-

244
E. jjes en curso con temas afines, sin tener que renunciar al hecho de que todo
g3c'1' j e t e n e r también un fin.
eSl° ' ( j e i a s razones p o r las que la forma del proyecto resulta atractiva es que hace
I y* 13 c o o r d i n a r organizativamente el sistema de la ciencia y las condiciones eco-
P • L Para la ciencia —que se encuentra ligada al código verdad/falsedad y que
lU
"" l ( untar con éxitos y fracasos— resulta, por lo demás, sugerente considerar los
el)L
d . g t e i n p o r a l e s como algo terminable, en el caso de que las investigaciones n o
Vl
" 'l en muy productivas, de que se refuten las hipótesis o que se presenten temas
r esU j I)te resantes. La economía otorgará más fácilmente recursos financieros adicio-
l S s i existe la garantía de que esto ha de ocurrir solamente por u n tiempo limita-
113
esto es, si es posible determinar de a n t e m a n o una cierta cantidad de dinero.
c o o r d i n a c i ó n ajustada a una limitación t e m p o r a l resulta, por lo tanto, atractiva
a ambas partes, teniendo, además, la ventaja d e no conducir a un cruzamiento
entre medios y sistemas. Una coordinación así traslada, en realidad, la coordinación
a los procesos organizados de decisión. Para la organización misma 110 resulta en
forma alguna problemático operar simultáneamente en el sistema económico y en
e l sistema de la ciencia, pagar (o no pagar) y al m i s m o tiempo estimular investiga-
ciones, evaluarlas, arruinarlas. En la esfera de la decisión acerca de decisiones, e
independientemente de todo ello, la autopoiesis d e la organización se encuentra
asegurada86.

XI
La diferenciación de la ciencia como un sistema a u t ó n o m o operativamente cerrado
de operaciones binariamente codificadas no constituye un hecho solitario de la
autorrealimeión de la ciencia. Puede, por supuesto, describirse de esta m a n e r a en la
perspectiva del progreso científico. La obtención d e capacidades de disolución y
recombinación resulta evidente y p u e d e reconstruirse fácilmente hasta sus origines
desde una perspectiva historicoepistemológica, y a nadie se le ocurriría p o n e r esto
en tela de juicio. Sin embargo, con ello no hemos agotado ni mucho menos los
aspectos que podemos derivar del tema de la diferenciación de la ciencia. La dife-
renciación modifica también el sistema de la sociedad en el que tiene lugar y esto
puede convertirse, a su vez, en un tema para la ciencia.
Ahora bien, esto es posible solamente cuando sentamos las bases de un arreglo de
'a teoría de sistemas correspondientemente complejo. Sigue siendo cierto aquí que
a ciencia sólo comunica lo que comunica, únicamente observa lo que observa y tal
corno lo observa. Esto resulta igualmente válido cuando se ocupa de cuestiones del
Sls
tema de la sociedad que la incluyen.
Al ocuparse de la sociedad como u n sistema diferenciado, la ciencia p u e d e tam-
L
'n ocuparse de sí misma como u n subsistema de ese sistema. La ciencia p u e d e
ob;
servarse a sí misma con sus propias criterios, como si lo hiciera desde fuera y
c
°tnpararse de este m o d o con otros subsistemas del sistema de la sociedad.

Ma tJihmann, N„ "Organisation", en Kiipper, W./Ortmann, G.(eds.), Mikropolitik: Rationalitat,


r
' "nd Spiele in Organisationen, Opladen, 1988, pp. 165-185.

245
Resulta notable, en una comparación historicosocial, la singularidad de la so • 1
dad moderna. Ésta constituye subsistemas sobre la base de las funciones de un si ^
ma de la sociedad, de tal manera que la diferenciación de los subsistemas soci i
primarios se oriente en cada caso a una función. Antes de que este estado se hub ^
alcanzado, la función solamente podía llevarse a efecto en el contexto multifu r i , a
C1
de las comunidades de vida —sobre todo, en las comunidades de casas °tial
a
' parta
mentos compartidos. Esto no significa, retrospectivamente, otra cosa que el apr 0 v
chamiento de las posibilidades.
La sociedad misma ejerce, en cuanto comunidad directriz de la vida, un contr
social, sobre todo en la forma de una regulación moral de estima o desestima por 1°'
participantes. Bajo estas condiciones, las innovaciones derivadas del conocirnient>S
resultaban posibles solamente en u n grado muy limitado, provocando fácilmente la
sospecha de ser útiles únicamente desde la perspectiva de una curiosidad personal
o desde la perspectiva de la tontería.
La liberación de la investigación supone la diferenciación de u n sistema funcio
nal para la obtención de conocimientos susceptibles de legitimarse en su función
misma. Paulatinamente, la ciencia se sustrae a u n control social, aunque mantiene
en principio ciertas reservas en relación con la religión y la moral. Por ejemplo, en
la transición de la Edad Media a la Modernidad representa u n concepto (curiositas)
al que es inherente un reproche. Pero lo que aquí se censura ya no es el afán ilimita-
do de alcanzar u n mejor conocimiento, sino la invasión de terrenos que, de acuerdo
con su propia naturaleza y a la voluntad divina, tendrían que permanecer como
algo secreto y que, p o r lo tanto, n o p u e d e n ser objetos de conocimiento 87 .
El riesgo de la diferenciación de u n sistema funcional particular de la ciencia no
reside en sacudirse las riendas impuestas por u n control social; y tampoco reside en
el peligro de las trasgresiones a la moral 88 . Más bien, reside en la especificación
funcional misma. Sin embargo, en el contexto de una sociedad funcionalmente di
ferenciada, una especificación funcional significa una renuncia a la redundancia 89 .
Las funciones se aseguran una sola ocasión, y p u e d e n satisfacerse una vez dife
renciadas. El único sitio en el que p u d e n satisfacerse es el sistema erigido para ello
C u a n d o la ciencia falla n o podemos recurrir en su lugar a la política, la r e l i g i ó n , »
vida familiar o la educación, porque también estos sistemas se encuentran funcio
n a l m e n t e diferenciados y son competentes solamente en lo que se refiere a su pr°'
pia función. Por lo tanto, la sociedad permanece a merced de la propia dinámica de

8
' En este sentido, la curiositas es, en última instancia, una variante del error, un instinto para la ^
ción de representaciones falsas. Véase, por ejemplo, Wright, T., The Passions of the Minde in <-'ene^rjo
Londres, 1604, Ed. aumentada 1630, reimpr. Urban, 111., 1971, pp. 312ss. (El conocimiento sería n e c e i ^ e
y útil sólo en una cierta medida). Cfr. también Reynoldes, E., A Treatise of the Passions and Faculties o ,
Soule of Man, Londres, 1640, reimpr., Gainesville, Fio., 1971, pp. 497 ss. ^fin
88
Visto desde la perspectiva opuesta, esto quiere decir que no hay ninguna moral a nuestra disp 0 ^.^.
(o por lo menos, ninguna ética producto de una reflexión racional) capaz de juzgar la conducta en con
nes de riesgo. Cfr. Luhmann, N., Die Moral des Risikos und das Risiko der Moral, manuscrito, 1 ¡5d>*
89
Cfr. Luhmann, N., Ókologische Kommunikation: Kann die moderne Gesellschaft sich auf ókol » /
Geafahrdungen einstellen?, Opladen, 1986, pp. 208 ss.

246
sternas funcionales, sin encontrar en ninguna parte de sí misma u n contrapeso
»llS mecanismo de compensación.
o 1,11 0 b t e n c i ó n de conocimiento se logra, al igual que de otros sistemas funciona-
n a r t i r de todas las demás esferas de la comunicación social, a partir de lo
les> :t . y Jeja tras de sí u n conocimiento que sólo p u e d e calificarse como algo
familiar en la relación adecuada con objetos y fenómenos,
i r í a m o s expresar esto diciendo que, bajo tales condiciones, la ciencia constitu-
o r d e n a m i e n t o autosustitutivo. Esto hace posible precisar las condiciones de
vC
^ u c i ó n en el sistema mismo. Las verdades sólo p u e d e n ser sustituidas p o r verda-
sllS
[ l 0 (cuando, por ejemplo, se encuentran amenazadas) p o r exigencias de leal-
^ d ^manifestaciones de simpatía, disciplina escolar o partidista o cohesión familiar.
13
¿ o r n o consecuencia de la renuncia a la redundancia, esto último encierra en sí el
• ao de que en ocasiones a largo plazo una verdad que ahora es cuestionable n o
u e d a ser remplazada. Así, por ejemplo, con el colapso de la astrología se presenta-

ba un vacío que la astronomía era incapaz de llenar, y el d e r r u m b e del marxismo ha


dejado en gran medida abierta la cuestión de cuál teoría de la sociedad podría
90
ocupar su lugar, resultar convincente y proporcionar incentivos para la motivación .

La renuncia a la redundancia y la dependencia de la autosustitución no excluyen,


por supuesto, la intervención de otros sistemas funcionales, esto es, por ejemplo,
que la investigación sea regulada jurídicamente o que se le financie en mayor medi-
da. Ya hemos hablado en su oportunidad de esto; sin embargo, la función propia de
la ciencia, esto es, la decisión entre verdad y falsedad ante la proposición de u n
nuevo conocimiento no resulta afectada p o r todo ello. Esa función se somete o no,
en el sistema mismo de la ciencia, a la condición del carácter determinado de la
estructura, de la autonomía y de la cerradura operativa.
Dicho de otra manera: cuando tales operaciones tienen lugar, tienen lugar como
ciencia; independientemente de quién las ejecute, son observadas, cuando ocurren,
como ciencia y son evaluadas con base en los criterios y los programas teóricos del
sistema de la ciencia. Esto es válido en relación con la investigación universitaria, la
que se hace por afición y la industrial, a todo lo que pueda identificarse como inves-
ügación. Y si la obtención de conocimientos n o p u e d e alcanzarse de manera cientí-
fica, entonces no p u e d e alcanzarse en absoluto.
D e b i d o a esto último, las decisiones relativas a la investigación adquieren u n
s
' g n i f i c a d o considerable. En vista de que no podemos conocer todavía el resultado
apuesto que de otra manera no estaríamos obligados a investigar—, tales decisio-
11 e s
d e b e n ser tomadas en condiciones de inseguridad.
Un riesgo aparece cuando, por razones financieras o inmanentes a la teoría, u n
an de investigación excluye a otro. Puede ocurrir entonces que la vía aparente-
s u t e exitosa no sea seguida, sino que se opte por otra. Esto retrasa, p o r lo menos,

H]0s n esa medida podríamos, en lo que se refiere a la autosustituaón, seguir a Kuhn, aunque no acepte-
Par JU s u P°sidón de que debe haber siempre un sustituto a la mano si es que se quiere desechar un
t^. 'sma. («To reject one paradigma without simultaneously substituting another is to reject science itself»:
' T.S., T h e structure of Scientific Revolutions, Chicago, 1962. p. 79).

247
la comprobación de verdades, y vuelve más probables l o s e r r o r e s de conexión. En
este orden de ideas podría ocurrir asimismo que la investigación tenga que desarro-
llarse bajo limitaciones temporales o financieras que impiden disponer de aparatos
costosos o la aplicación de métodos morosos. Las entrevistas, por ejemplo, se en.
cuentran normalmente sujetas a restricciones de tiempo. Uno sabe entonces, ( [ e
antemano, que tal vez no se enterará de lo que podría enterarse, pero no es posible
saber con antelación para qué resultados resulta de importancia esta diferencia.
No podemos formarnos una idea adecuada de la problemática en torno a estas
consecuencias de la diferenciación funcional sino hasta que nos hayamos percatado
de que la sociedad misma es también un sistema autopoiético operacionalrnente
cerrado que sólo produce lo que produce, a saber, comunicaciones y que continúa
sus operaciones mientras esto sea posible.
A diferencia de lo que la vieja teoría de la evolución permitía como expectativas
un sistema de este tipo 110 es el resultado de una selección debida a la adaptación al
m e d i o y, en consecuencia, algo siempre determinado de antemano por su entorno.
O expresado de otra manera: el sistema no p u e d e estar mejor o peor adaptado y
sobrevivir de acuerdo con ello. El entorno parecería tolerar ciertamente las opera-
ciones del sistema; de otro m o d o no aparecerían en absoluto. Sin embargo, esto no
significa ni que el sistema se esfuerce por una adaptación cada vez más adecuada a
su entorno, ni que el entorno elija preferencialmente los sistemas mejor adaptados 91 .
Nada de esto cambia cuando la sociedad se esfuerza con mayor ahinco por la
verdad, diferenciado para ello, en última instancia, un sistema funcional. En otras
palabras, en el curso de la evolución no se llega a u n a mayor adaptación de la socie-
dad en su entorno, sino que la adaptación sólo se preserva, a pesar de las modifica-
ciones de las estructuras. Pero tampoco se llega, gracias a la ciencia, a una mejor re-
presentación del entorno de la sociedad; en realidad, no se llega en absoluto a una
representación de este tipo.
U n observador podría representarse esto de esa manera e inclusive la autoobser-
vación de la ciencia por parte de la filosofía de la ciencia p u e d e representársele así,
pero esta representación se mantiene nuevamente como una operación interna,
puesto que ningún sistema se encuentra en condiciones de operar en su e n t o r n o
fuera de sus propios límites.
En realidad no existe un punto de vista externo que pudiera sostener una obser-
vación de este tipo desde fuera y que justificara decir que la sociedad se adapta cada
vez mejor (o quizá cada vez peor) a lo que u n observador independiente de ella
concibe como entorno.
En el plano de sus propias operaciones, el entorno permanece como algo inaccesi-
ble para el sistema y es únicamente por esta razón que el sistema tiene la c a p a c i d a d de
producir, relativamente sin perturbaciones y apoyándose en la sensibilidad autopi"0'
ducida que le es propia, suposiciones de una gran complejidad sobre el entorno.

91
Cfr. Maturana, H.R., "Biologie der Sozialitat", en Delfín V(1985), pp. 6-14 (8ss.). Maturana se r e f l u í
más bien, a seres vivos conviviendo, no sólo a comunicaciones. De él mismo Evolution: Phylogenk
Through the Conservation of Adaptation, Manus., 1986.

248
Por lo demás, también la comunicación ecológica constituye una comunicación in-
ferna al sistema, no purliendo ser ninguna otra cosa92. Esto bace posible u n registro
¿ e los problemas y una identificación de las causas de éstos. La sociedad se encuen-
tra en todo m o m e n t o en condiciones de registrar en qué sentido su capacidad fun-
cional usual está amenazada y sus expectativas a futuro adquieren tintes negativos,
ka sociedad está en grado de medir y evaluar, y puede darse a sí misma la voz de
a larma. Sin embargo, todo esto sólo puede hacerlo en cuanto sistema estructuralmente
determinado, y queramos o no, esto incluye en la actualidad la aceptación de los
sistemas funcionales, especialmente cuando las causas de los problemas del entorno
s e atribuyen a estos mismos sistemas.
Es inevitable que en estas circunstancias u n a crítica de la ciencia encuentre ele-
mentos que no provienen de las condiciones de posibilidad del conocimiento defi-
nidas de manera interna a la ciencia, sino que tome como base lo que a u n o le
gustaría tomar como verdadero. Una crítica de esta índole se basa, en parte, en
criterios metacientíficos; por ejemplo, el de u n consenso razonable, que remite igual-
mente, en parte, a consecuencias que han de esperarse en el futuro, y ante las cuales
no p u e d e asumirse una responsabilidad, a pesar de haberse alcanzado conforme a
los cánones de verdad. Pero también en parte esta crítica se reserva un juicio moral
en conexión con la vieja regla —ya válida en el Paraíso— de que no debe hacerse
todo lo que se puede 9 3 .
De esta manera, se p u e d e intentar organizar una resistencia en contra de la cien-
cia y, en última instancia, se puede llegar inclusive a dar al hecho de p o n e r bombas
en las instalaciones de investigación científica la apariencia de ser la defensa de u n
interés justificado.
Todos estos fenómenos son un resultado de una creciente conciencia de riesgo,
pero no son formas de la relación con el riesgo. Todos ellos son suscitados por la
peculiar improbabilidad de la estructura de la sociedad moderna con u n a ciencia
diferenciada; pero n o son operaciones con las que pudiera mejorarse la situación en
lo que respecta a este problema. Las protestas contra la ciencia no modifican en
nada el hecho de que sólo la ciencia es capaz de hacer ciencia. Si el riesgo de este
principio parece alto y si puede tener consecuencias que deban ser objeto de u n
control, entonces la instancia que p u e d e ser activada para ello en esta sociedad —y
es necesario recordar que vivimos en esta sociedad y no en otra— es ese sistema
'tncional en el marco de su propia función.

XII
diferenciación de un sistema especial, operativamente cerrado para la elabora-
c
'°n de cuestiones relativas a la verdad modifica las condiciones de participación del

* Cfr. Luhmann, N., op. dt. (véase nota 86).


^ «Que no todo lo que se puede se debe hacer ni proponerse, sino lo fácil, honesto y provechoso», se dice
Q c W n z o Ramírez del Prado, Consejo y Consejero de Prindpe, Madrid, 1617, reed. Madrid 1958. Como
^ r r e siempre en el caso de los prindpios de la moral, la moral misma se presupone y resulta reemplazable
e
' paso del tiempo.

249
ser h u m a n o , y esto ocurre en lo que respecta no sólo a la participación en la cierlc-
misma, sino igualmente con consecuencias para cada una, en lo que respecta a
inclusión en el sistema de la sociedad en su totalidad.
El conocimiento podía resultar relativamente accesible para cualquier individ tl
en cuanto que se tratara simplemente de conocimiento y de la experiencia concoi n °'
tante. La participación en el m u n d o por parte de cada persona se encontraba '
supuesto, interrumpida, debido al carácter finito de su condición humana, y p 0 /
posición desde la cual, como un ser social, veía el mundo. El conocimiento se correl '
cionaba, en el mejor de los casos, con una estratificación, y en el p u n t o más alto c *
u n conocimiento de la conducta apropiada en relación con las cosas sagradas [)
ello se derivó una autoridad en lo que respecta a las cuestiones sociales, resultado de
u n m e j o r acceso al m u n d o común por parte de los poseedores de conocimiento
esa autoridad no podía manejarse sin una coordinación con el sistema de la difere J
ciación social, con la estratificación de los estamentos sociales. Cada individuo p a r
ticipaba, d e p e n d i e n d o de su posición, esto es, de acuerdo con la parte que él mismo
desempeñaba.
En una sociedad con una ciencia funcionalmente diferenciada, la inclusión es
regulada de una manera completamente diversa. En lo que se refiere a la ciencia, l a
inclusión se encuentra ahora, ella misma, enteramente condicionada por la propia
lógica y la dinámica estructural de la ciencia. Algo parecido ocurre con todos los
demás sistemas funcionales. La inclusión logra determinar quién puede comunicar,
qué p u e d e comunicar, y la autoridad, lo mismo que la reputación dependen de
condiciones internas al sistema. Entre otras cosas, esto significa que la inclusión se
individualiza en un alto grado y que no p u e d e solidificarse en una especie de heren-
cia transmitida oralmente en las familias. Nunca se ha oído hablar de niños Galileo,
Newton o Einstein.
En este marco general de la inclusión específica funcional nos topamos en la
ciencia con condiciones muy específicas 94 . Muchos otros sistemas funcionales dife-
rencian el m o d o de su inclusión con ayuda de las asimetrías de los roles. En la
economía, por ejemplo, tenemos la diferencia entre productor y consumidor. En el
caso del sistema político, la transición al barroco hace significativa la diferencia
entre gobernantes y gobernados. Las mismas asimetrías se presentan en todos los
sistemas funcionales que dependen de una práctica profesional (por ejemplo» el
derecho y la medicina). Lo que en tales casos se diferencia son los roles y antirroles-
(roles de rendimiento), y se diferencian —y en esto reside lo novedoso y l o n ° t a
ble— en oposición a otros roles propios, pero diferentes de los p a r t i c i p a n t e s ; P
ejemplo, en oposición a las membresías confesionales y estamentales.
En el caso de la ciencia, se trata, en primer lugar, de un ordenamiento de las viven aa ^
no de las acciones. En consecuencia, las asimetrías de los roles sólo pueden consti^
débilmente, están siempre sometidas a la reserva de una reversibilidad c o n s t a n t e • ^

94
Cfr. Stichweh, R„ op. cit. (véase nota 83) pp. 94ss. ^ in
95
Cfr. Stichweh, R., Zur Entstehung des modernen Systems wissenschaftlicher Disziplinen: ' 'lV
Deutschland 1740-1890, Frankfurt, 1984, pp. 84ss.

250
modelo d o m i n a n t e de inclusión es el de la igualdad colegial, el de la comunidad
rientífica- E n e s t e modelo se encuentra ciertamente previsto que alguien presente
° n a verdad y alguien la critique. Se plantea la determinación de verdad en relación
ciertos enunciados y se observa luego a los mismos en relación con una reduc-
e n en u n estado d e acoplamiento laxo de las posibilidades de verdad 9 6 .
Con ello, el medio verdad se presenta al mismo tiempo de una m a n e r a rígida.
Q t o d o esto se da en una esfera ideal; en la realidad las cosas son muy diferentes,
competencia crítica se encuentra ligada a la capacidad de proponer u n o mismo
v e r d a d e s9 7
. Podemos así esperar que la propuesta de verdad atraviese p o r una fase

all tocrítica antes de ser formulada. O dicho con otras palabras: que la comunicación
¡erza un control sobre sí misma, de acuerdo con las expectativas de recepción.
La diferenciación desacopla esfuerzos científicos específicos, además de otros va-
lores, normas, prejuicios e intereses sociales. La diferenciación disciplina igualmen-
te la manera en que el individuo permite a su propia persona la participación en la
i n v e s t i g a c i ó n . T h o m a s Sprat creía poder observar entre los miembros de la Royal

S o c i e t y que «they have scaped the prejudices that use to arise from authority, from unequality
ofpersons, from insinuations, from friendships. But above all, they have guarded themselves
agaivst themselves, lest the strengh of their own thought should lead them into error» "han
e s c a p a d o de los prejuicios que antes surgían de la autoridad, debido a la desigual-
dad entre las personas, de las insinuaciones, de las amistades. Pero, sobre todo, se
han cuidado que la fuerza de su propio pensamiento los lleve al error" 98 .
Desde una perspectiva realista esto no significa, naturalmente, que tales factores
110 tengan ninguna influencia sobre la elección de los temas o la formación de opi-
niones. Su efecto es el de causar perturbaciones e irritaciones en la transformación
de las estructuras del sistema. Sin embargo, la investigación misma conduce a que
tales influencias sean debilitadas y eliminadas de nueva cuenta cuando n o sirven
para establecer firmemente estructuras que dirigen el desarrollo autopoiético del
sistema. Este problema encuentra una solución normativa en la autodescripción del
sistema. Por supuesto, esto equivale a decir que también se presentan desviaciones.
En la observación desde el exterior vemos, sobre todo, la improbabilidad de las exigen-
cias, así como el g r a d o en que p u e d e n ser satisfechas, a pesar de la diferenciación.
Las exigencias de participación se sitúan en un nivel correspondientemente ele-
Va
d o ; y la inclusión tiene que afrontar también el grado correspondiente de dificul-
ta
d. La inclusión se m a n t i e n e abierta para todos, pero el amateur que, por lo menos

Con ello nos vinculamos aquí, como será claro, con la distinaón entre sustrato medial v forma. Cfr.
^P-87 4.IH
U
na
tarit discusión análoga se ha planteado, aunque algo exageradamente, en el ámbito artístico, en el que
art
tip 'stas como teóricos del arte han intentado ligar la competenda de los críticos a la capaddad artística
en el campo respectivo.
reecj e History of the Royal-Society of London, For the Improving of Natural Knowledge, Londres, 1667,
r
(-c0t| • Louis-Londres, 1966, p. 92. Ver también pp. 102 ss. Retrospectivamente, por supuesto es posible
de] t o ° c e r daramente las tendencias de la selección de acuerdo con el origen social: la selección deja fuera
4rlr| j, ° a los comerciantes y vendedores. Cfr. Hunter, M.,"Reconstructing Restoration Science: Problems
'tfalls i n Institutional History", Social Studies of Science 12 (1982), pp. 451-466.

251
todavía en la Inglaterra del siglo XIX", se tenía en gran estima, prácticamente
ílf)
tiene en la actualidad n i n g u n a posibilidad.
En lo esencial, el sistema de la ciencia erige, a través d e las publicaciones y ]
comités editoriales, u n a vía propia d e inclusión, en la que, en principio, todos °S
d e n participar, p e r o en la que, en los hechos, pocos r e ú n e n las condiciones ^
para
t o m a r parte. "
Este déficit en lo relativo a la inclusión se compensa con logros técnicos y
prestigio que para la ciencia resulta d e ello. Todo el m u n d o p u e d e sentirse i n c l u i d
con tal q u e participe en estos logros, consuma medicinas con u n milagroso e f e
curativo, utilice la electricidad, vuele o confíe en los productos sintéticos. Sin embar°
go, esta participación se mantiene, en general, como algo pasivo y p u e d e transfoj-
m a r s e r á p i d a m e n t e en u n a aversión a la ciencia (que es, también, u n a forma d
inclusión, con tal que se continúe creyendo en la v e r d a d d e los resultados), cuando
la confianza en las bendiciones de la técnica se desgasta.
El o r d e n a m i e n t o d e la inclusión f u e p a s a d o p o r alto d u r a n t e dos o tres sigl os
d e b i d o a la simbología del sujeto y d e b i d o también a la representación d e la verdad
c o m o u n a certeza intersubjetiva necesaria. Antes del vuelco teoricotrascendental, el
sujeto tenía que pensarse como algo empírico. Sin e m b a r g o y con el objeto de estar
en condiciones d e afirmar la inclusión d e todos se partía en ello d e la premisa no
empírica de u n a participación igualitaria d e la facultad d e la razón. Lo que hacía
q u e los sujetos p u d i e r a n lograr u n a concordancia entre las ideas y los hechos eran
sus dotes antropológicas, entre otras, en particular, la que garantizaba la concordan-
cia d e su conocimiento con las cosas: su common sense "sentido común" 1 0 0 .
T o d o esto podía siempre ser i n t e r p r e t a d o con algo d e reverencia c o m o una ga-
rantía divina d e u n a concordancia entre la razón y la realidad 1 0 1 . El giro teoricotras-

99
En relación con ello disponemos en la actualidad de muchas pruebas: Cfr. por ejemplo, Lankford, J.,
"Amateurs and Astrophysics: A Neglected Aspect in the Development of a Sdentific Speciality", en Socia]
Studies of Science t i (1981), pp.275-303; Morrell, J./Thackray, A. (eds.), Gentlemen of Science: Early
Correspondence of the British Assoaation for the Advancement of Science, Londres, 1984: Rudwick, M.Jt
The Great Devonian Controversy: The Shape of Sdentific Knowledge among Gentlemanly Specialists.
Chicago, 1985; Levine, Ph., The Amateur and the Professional: Antiquarians, Historians and Archaeologisl*
inVictorian England 1838-1886, Cambridge, 1984.
100
El hecho de que la diferendadón de la ciencia produce una mayor «necesidad de limitadón» pue«e
constatarse precisamente en el renovado énfasis en el common sense en la filosofía del siglo XVIII en
Francia y Escoda. Véase en particular Buffier, C., Traité des premiéres vérités et de la source de nos jugetnens'
París, 1724; Reid, Th„ An Enquiry into the Human Mind, Chicago, 1970 y Essay on the Intellectual PoWers
of Man, en Philosophical Works, vol. 1.8, ed. Edinburgh, 1895; Hamilton, W„ Of the Philosophy of Comino»
Sense, reimp. Hildesheim, 1967; Grave, S.A., The Scottisch Philosophy of Common Sense, Oxford, l 9 6 '
Marcil-Lacoste, L/Buffier, C./Reid, Th., Two Common Sense Philosophers, Kingston-Montreal 1982- En
relación con la difusión de esta temática (aunque dejando fuera su rama francesa), véase AlbersriK'V^
Bingen, H., Common Sense: Ein Beitrag zur Wissenssoziologie, Berlín, 1986. Lo que en la discusión eS l .
ficamente epistemológica se presenta aquí es un elaborado intento de colocar la garantía de la coinciden^»
entre conocimiento y objeto (renunciando, con Locke, a la posibilidad de un conocimiento de las e s e n d
con101
el acuerdo entre los seres humanos bajo un único concepto, justificando igualmente dicha g a r a n t í en3 -

Inclusive por el autor de laThérése philosophe. Cfr. Marquis d'Argens, La Philosophie du bon-S ^
ou réflexions philosophiques sur l'incertitude des connoissances humaines, dt. según la ed. de La Haya, 17

252
( j e n i a l se i n d e p e n d i z a d e esto, e m p e ñ á n d o s e , en lugar d e esto, en la reflexión
c eI1 á j e n t e d e las condiciones d e posibilidad del conocimiento 1 0 2 . Sin embargo, esto
C0n>c e todavía u n e l e m e n t o regidativo d e la inclusión, señalando t a m b i é n el p u n -
qQÍ^ 'i i i• i A : „ — >._ i^.-»-» l o í n ^ l n
e l que sólo las condiciones d e posibilidad del conocimiento r e g u l a n la inclu-
to en* la exclusión, esto es, la participación en u n afán cognoscitivo. De allí en ade-
t o j a teoría d e la reflexión del sistema d e la ciencia resulta también regulativa
l3llt
(le el p u n t o de vista d e la participación.
d e í \| c o n c e p t o d e sujeto n o excluye a n a d i e y resulta a d e c u a d o p o r ello c o m o sírnbo-
a r a u n a inclusión q u e ya n o es regulada estamentariamente. Todos somos suje-
^esto es, todos estamos en condiciones d e alcanzar la misma idea q u e nos ligaría
los demás sujetos en la misma concepción d e los objetos. Los c o n t e m p o r á n e o s
C D
° r o n t o s y m e n o s interesados se encontrarían también, desde el p u n t o de vista
^ g n i t i v o y de motivación, c o r r e s p o n d i e n t e m e n t e preparados para observar concor-
d a n t e r n e n t e . D u d a r d e ello implica d u d a r d e la verdad de la propia comunicación.
£n otras palabras, el concepto de sujeto es incompatible con la exclusión d e la inclusión.
Sin embargo, en la estructura autorreferencial d e este concepto se e n c u e n t r a in-
cluida la posibilidad d e llegar a u n a autoexclusión. Gracias a su subjetividad, u n
individuo tiene la facultad d e p o d e r ser u n a persona privada y p e r m a n e c e r c o m o
tal. y la de n o interesarse p o r la ciencia. En esa m e d i d a , el concepto l o g r a también
la inclusión d e la exclusión en la inclusión. Con el concepto de sujeto s e lleva a su
punto final la relación entre inclusión y exclusión. Pero no se pasa d e allí-
Mientras que el sujeto f u n g e como símbolo d e la inclusión, aparece el diablo en la
exigencia de la intersubjetividad. Aquí, la subjetividad ya no significa u n i d a d , sino
diversidad, y con ello se alude también a procedimientos de prueba que: validan el
disenso. En cuanto q u e sujeto, cada persona tiene el derecho a que sus dudas sean
escuchadas. Las d u d a s se evalúan en el contexto d e la intersubjetividad, y se exclu-
yen de la comunicación en los casos límite. N o se discute al escéptico e n su subjeti-
vidad, pero lo que él expresa es considerado como u n a opinión p u r a m e n t e subjetiva
y si su desviación es suficientemente drástica, se le confía a la psiquiatría- Sobre esta
base llegamos también a u n a especificación d e las paraciencias que p u e d e n propor-
cionarnos también, c u a n d o son suficientemente exitosas, conocimientos oficialmente
reconocidos por la ciencia 103 .
La acentuación d e esta referencia vivencial requiere también, finalmente, que n o
re
sulte posible decidir quién juzga las evaluaciones veritativas. La d e t e r m i n a c i ó n d e

Véase el ataque dirigido por Kant en el prefacio a sus Prolegómenos a Toda Metafísica Futura en
f
a de Reid y secuaces, todos los casos hasta ahora habidos y todos los que se ocupan d e e s o s casos hasta
habidos.
-j^ c fr., de entre una amplia observación de segundo orden, Collins, H.M./Pinch, T., Frarries of Meaning:
n '* S °cial Construction of Extraordinary Science, Londres, 1982; Gordon, M.,"How S o c i » " y Distictive is
(l9s "'VR * - , e v ' a n c e a s a n Emergent Science: The Case of Parapsychology", en Social S t u d i e s of Science 12
pp.151-165; Bauer, E.,Kornwachs, K."Randzonen im System der Wissenschaft: Bernerkungen zur
((0?f f"'°nsdynamik unorthodoxer Forschungsthemen", en Kornwachs, K. (ed.), Offeriheit-Zeidichkeit-
PWitat.: Zur Theorie der Offenen Systeme, Frankfurt, 1984, pp. 322-364.

253
verdad o falsedad n o p u e d e descansar en una selección del interlocutor, p 0 f . j
0
menos según la versión oficial del sistema.
En el terreno de la administración y el manejo de la reputación se impon
mecanismos de un carácter marcadamente proteccionista. Un comportamiento ^
cíproco de vinculación es aquí, digámoslo, humano.
Resulta difícil criticar a alguien que nos ha alabado. En realidad, es posible
esta manera alabarse a sí mismo. A pesar de que aceptemos esto, resulta «iim
ble» rechazar a los críticos con el argumento de que no pertenecen al selecto círcu/"
de aquellos a quienes se les concede derecho ajuicio. Estamos obligados a encontr
«errores» en sus argumentos y como eso n o es, en general, demasiado difícil, práct^
camente no es necesario recurrir a formas personalmente referidas de la exclusión
El carácter simbólico/diabólico de la intersubjetiividad oculta el hecho de qu e e
el proceso de la inclusión intervienen filtros de roles y que es necesario un coinp 0 r
tamiento socialmente regulable y controlable de los roles, si es que se quiere alean
zar u n a inclusión. La apertura del sistema se encuentra garantizada por u n a
diversidad de posibilidades de hacerse imposible.
Adicionalmente existe u n mecanismo que complementa esta selección negativa
p o r medio de una selección positiva; se llama reputación. La reputación provee al
sistema de una segunda codificación selectiva, esto es, lo provee de la diferencia
entre mayor y m e n o r reputación 104 . Además, en todos los casos en los que la comple-
j i d a d de los contenidos o el carácter no cerrado de las investigaciones deforma la
visión de la verdad o de la falsedad, podemos aferramos en lugar de esto a la reputa-
ción105.
En esta esfera de la distribución de reputación, el sistema de la ciencia adquiere
ventajas combinatorias de gran significación: en caso de que se presente una gran
riqueza de información, el sistema estará en condiciones de trabajar con una carga
informativa relativamente pequeña, porque únicamente las comunicaciones señala-
das por la reputación son atendidas. El efecto excluyente de la reputación hace
posible desatender y olvidar 106 . En otras palabras, en su relación con el código pn-

104
Véase para mayor detalle el Capítulo 4.XIII.
105
En relación con esto se encuentra la extensa investigación sociológica que en el ámbito linguísUC0
inglés se da significativamente bajo en título de recognition. Se trata, de hecho, de una operadón renirs''
(en oposidón a una repetitiva): de un conocimiento del conodmiento de otro. Cfr. Merton, R.K.. ' 1 1 0 ^
in Discovery", en American Sodological Review 22 (1957), pp.635-659; Hagstrom, W., T h e Scien
Community, N.Y., 1965; Storer, N„ The Social System of Sdence, N.Y., 1966. Acerca del m e c a n i s m o ^
reputadón, cfr. Lemaine, G./Matalon, B./Provansal, B., "La lute pour la vie dans la dté
Revue Fran^aise de Sociologie 10(1969), pp. 139-165; Luhmann, N., "Selbststeuerung der Wissen.« • ^
en su obra Soziologische Aufklárung, vol. 1, Opladen, 1970, pp. 232-252; Jensen, S./Neum 3 ^.-,.
"Methodologische Probleme der Bildungsokonornie", en Zeitschrift fíir Padagogik 18 (1972), PP'^gs5.v
Whitley, R., The Intellectual and Sodal Organization of the Sciences, Oxford, 1984, en especial, PP'
220ss.; Barnes, B., About Science, Oxford, 1985, pp. 44 ss. y 49 ss. /
108
Véase Barnes, op. cit. (p.50, por ejemplo), quien lleva esto hasta su formulación como au" ^ ^ e
dogmatismo: «Sdence must have a low sensitivity to the environrnent and a poor memory: 1110 '^pid'1
information impinging on it, even good, reliable, information, must either fail to register or else '
lorgotten. Sdentist must operate an information filtering systetn with a large rejection rate».

254
• n yeradero/falso, la reputación d e p e n d e de la no identidad y la distancia. Con
ífla e preservan tanto la autonomía como el carácter cerrado, porque sólo la cien-
e'l° * i a reputación que en ella misma es válida y no coevalúa —o en todo caso,
cia c a b o esto de manera irónica— el que un científico también se labre u n a
HeV'1 ' como corredor en atletismo de fondo o como presidente 107 . De hecho, la
rep . misma con el sistema educacional es, a pesar del acoplamiento institucio-
a
| a s universidades, claramente visible: una participación muy comprometida
^la d o c e n c i a en detrimento de la actividad en publicaciones tiene un efecto nocivo
en
ure la reputación. J u n t o con esto se regula la inclusión. Esto ocurre diferenciando,
s
° j m a n e r a que al mismo tiempo se genere exclusión sin d e p e n d e r de principios.
r e sencillamente que muchos esfuerzos no son reconocidos y muchos esfuerzos
compañeros no son recompensados en términos de reputación 108 . Más aún, la
litación tiene el efecto de un autorreforzamiento, es decir, una vez existente
¿ene todas las p o s i b i l i d a d e s d e m e j o r a r .
La a t r i b u c i ó n en lo que se refiere a la reputación p u e d e ser vinculada con el
medio fundamental de la verdad. Y por otra parte, tal atribución j u z g a d e u n a
109
m a n e r a relativamente objetiva o, en todo caso, coherente y convocando consenso ,
si b i e n , e n una especie de retroalimentación tiende a reforzar las pequeñas diferen-
cias. Pero, sobre todo, sirve para la autodirección —para u n a dirección a u t ó n o m a —
del s i s t e m a por medio de la reducción de la complejidad. Las perspectivas en lo que
se r e f i e r e a la reputación influyen mucho más en la elección de los temas del sistema
y en las condiciones bajo las cuales las publicaciones se convierten r á p i d a m e n t e en
110
objeto d e atención, que las condiciones externas .

107
A este respecto, hay una ambivalenda en relación al status del «intelectual» que gracias a su renombre
científico se convierte en alguien conoddo más allá de la esfera de la cienda, teniendo debido a ello influen-
za en la opinión pública. Cfr. Shils, E., "The Intellectual and the Powers: Some Perspectives for Comparative
^nalysis", en Comparative Studies in Sodety and Culture 1 (1958), pp. 5-23, reed. en «The Intellectual and
&e Pbwers» and other Essays, Chicago, 1972, y desde la perspectiva de la institucionalizadón de los roles
Para ' a s definiciones de situación en las sociedades secularizadas, Parsons, T./Platt, G., T h e American
niv
ersity, Cambridge, 1973, pp. 267ss. De esto ha de diferenciarse el porfiado rol asumido por los intelec-
tuales de desplegado de periódico [Zeitungsanzeigeintellektuellen], que sólo tienen la posibilidad de suscri-
c es
' plegado, cuando piensan que les corresponde influir en la opinión pública.
aJa UK r
^Hi ' l ' manera existe un expediente para contrarrestar esto, algo que podríamos describir
Utla
e disminución del radio de la reputación: alguien es visto como un conocedor de..., como un
ije alls ta en..., teniendo con ello una cierta garantía de que su nombre no será omitido cuando se trate
esa
dif medida, lor recursos para la distribución de reputación crecen con la complejidad y la
S, lri;i |" c ' a,) ilidad del sistema. Cfr. Gilbert, N., "Competition, Difierentiation and Careers in Sdence", en
in,.,'' Sc 'ence Information 16(1977), pp. 103-123, tomando como ejemplo la investigación de radares para
fritos.
o f s C °nfirmad o muchas veces de manera empírica. Cfr. Colé, S., "Professional Standingand the Reception
re
ci(.tlt l c Discoveries", en American Journal of Sociology 76 (1970), pp.286-306. La investigadón rnás
S n i i y que incluye una amplio tratamiento de la investigadón es Baumert, J./Naumann, J./Roeder, P.M./
L., Zur institutionellen Stratifiziening im Hochschulsystem der Bundesrepublik Deutschland,
'lo üc"ón n° 16/SuU des Max Plack Instituís fur Bildungsforschung, Berlín, 1987.
r
- en especial Lemaine et al. op. cit.

255
Los ciclos más rápidos y más lentos de difusión se intersectan. Con frecueri, 1;(
ciclo que es demasiado lento no tiene ninguna posibilidad de influir en su én '
debe esperar a u n redescubrimiento p o r parte de algún historiador. Esto r r m é ^
que el mecanismo de reputación se las arregla también con el tiempo, co t)
constreñimientos de velocidad del m u n d o moderno. ' '°s
Es evidente que todo esto no p u e d e tenerse sin que existan también desvetit ' J
La participación resulta gravada por una contradicción entre motivación represen
y real. La elección de temas se convierte en algo que depende de la moda. La mern
del sistema se organiza más con base en los nombres que con base en los contenj j13
objetivos. Otro resultado es también el de las contradicciones referidas a valor °S
nes que deben debilitarse por medio de reglas de comportamiento bastante corroí0
cadas. El mecanismo de reputación contradice la n o r m a de u n a igualdad colé !
Podemos elogiar, podemos pasar por alto, pero no podemos comparar cuando h
blamos de personas.
Sin embargo, finalmente, ni siquiera el mejor de los m u n d o s resulta u n paraí So
y el acoplamiento peculiar entre inclusión y autodirección logrado p o r medio de¡
mecanismo de reputación difícilmente podría sustituirse, en caso de que se derrum-l
bara a causa de u n uso indebido desde el p u n t o de vista interno del sistema, o a
causa de intervenciones externas demasiado fuertes. Esto n o es del todo improba-
ble, en vista de que la reputación supone una confianza en una comunicación nota-
blemente disminuida, que mantiene en este sentido, su sensibilidad.

XIII
Todas las características hasta ahora mencionadas, la autonomía y la cerradura
operativa, la codificación binaria y la inclusión selectiva, y con ello también la suce-
sión de u n gran incremento en la capacidad de disolución y recombinación contri-
buyen a que la ciencia sea un sistema parcial de la sociedad. Esto n o significa
solamente que la ciencia dependa de su entorno social en el sentido de una paz y
u n a protección jurídica garantizadas y la canalización de recursos financieros y lo-
gros educativos; sino, en un sentido de alcances mucho más profundos, significa que
toda operación científica constituye siempre también una operación social, a saber,
u n a comunicación. La realización de la autopoiesis de la ciencia es al m i s m o tiemp0
u n a realización de la autopoiesis de la sociedad.
Un sistema de la ciencia solamente puede ser diferenciado en la sociedad —ñ
mutatis mutandis lo mismo resulta válido para todo sistema funcional. El sistema
la ciencia n o p u e d e nunca ubicarse en una posición fuera de la sociedad para ^ ¡
pués p o d e r observar a ésta. En otras palabras, la diferenciación de la ciencia con
ce a u n a doble intervención de la sociedad en la ciencia, esto es, externa e inte ^
mente, a través de otros sistemas funcionales y a través de la autopoiesis del sis ^
mismo de la ciencia. La constatación de que la diferenciación social hace a los s i ^
mas al mismo tiempo más dependientes e independientes y de que la d i f e r e ° la
ción f u n c i o n a l lleva a su e x t r e m o este i n c r e m e n t o d e la d e p e n d e n c i a ' *
independencia es una formulación equivalente de lo anterior. la
Las relaciones con la sociedad deben entonces verse, a partir del s i s t e m a ^ ^

ciencia, como algo correspondientemente doble. Por una parte, para la s o c i e

256

A
cumple una función específica que sólo ella, en cuanto que ciencia, p u e d e
¿ P j-r Hemos identificado ya esta función como la obtención de nuevos conoci-
cll<
"'ios lU - P° r o t r a parte, la ciencia proporciona tales conocimientos como un servi-
^ t r 0 S sistemas funcionales, o también, como un servicio a la vida cotidiana de
c>° ""rao social" 2 .
jU e I bien, mientras que estamos obligados a describir la referencia funcional
' d o r i o s del m o d e l o d e u n sistema social referencialmente cerrado, sería sufi-
si es que queremos a j u s t a m o s solamente a las relaciones d e servicio o logros,
c*» ' ^ e n u n m o d e l o input/output. Porque en realidad, i n d e p e n d i e n t e m e n t e d e
sar» , , ¡ ,: , : ._ , j i ,_
kf Sa Q se produzca la c e r r a d u r a operativa, la ciencia seguirá d e p e n d i e n d o d e los
c ^ c i o S ¿ e i a sociedad, b r i n d a n d o a ésta i g u a l m e n t e los suyos. I n d e p e n d i e n t
' C de
5eI
de laI a ff o°rr mm aa descriptiva que hayamos elegido, función y servicio se presu presuponen
1
w o c a m e n t e , c o m o ocurre con la cerradura y la a p e r t u r a : los servicios re
^sibles, en efecto, gracias a que u n a función específica sólo p u e d e tener lugar e n el
Eterna funcional.
Pero n o se trata aquí, e n f o r m a alguna, d e dos caras d e la misma m o n e d a . Los
Esternas funcionales se e n c u e n t r a n vinculados d e u n a m a n e r a peculiar —y m u y
diversa d e caso a caso— a la sociedad p o r m e d i o d e u n entrelazamiento d e servicios,
por esta razón, el cumplimiento d e sus funciones tiene t a m b i é n consecuencias p a r a
otros sistemas funcionales.
Con frecuencia, la autopoiesis d e éstos n o nos p e r m i t e la libertad d e aceptar o
rechazar sus servicios, y su drifl estructural (Maturana) se ajusta también con fre-
cuencia a servicios considerables.
Así, la economía difícilmente es capaz d e evitar, desde la perspectiva d e su p r o p i a
lógica, la transformación d e los resultados d e la investigación en producción; si es
que esto p u e d e hacerse en términos d e la economía, la competencia obliga a ello.
De manera análoga, t a m p o c o la medicina p u e d e rechazar las posibilidades científi-
cas que se le ofrecen si es que los efectos d e éstas resultan defendibles d e s d e el
punto de vista d e la medicina.
También la política, con sus p r o g r a m a s d e f o m e n t o económico y p a r t i c u l a r m e n t e
en lo que se refiere a la industria militar, d e p e n d e de tal m a n e r a d e la ciencia q u e
también se ve arrastrada p o r las nuevas posibilidades técnicas que se vislumbran. Lo
fusrno hace la religión c u a n d o n o rechaza como simples absurdos ateístas, conse-
Ulcrici
a del p e c a d o original, las implicaciones de la concepción científica del m u n -

m
otra °dificaría en nada el argumento que acabamos de dar si uno llegara a otras formulaciones o a
ltlfj incepciones a este respecto. El argumento es válido para la diferenciación funcional en general,
^Pendientemente de cuál sea la función de que en cada caso se trate.
pr , / ^ a s e , en relación con esta distinción entre función y servicio, Luhmann, N., "Theoretische und
v0| 3 l s c h e Probleme der anwendungsbezogenen Sozialwissenschaften", en su Soziologische Aufklárung,
' °pladen, 1981, pp.321-334; de él mismo, Funktion der Religión, Francfort, 1977, pp. 54ss; de él y
'"i ty'''' R e f l e x i ° n s P r ° k l e m e e m Erziehungssystem, Stuttgart, 1979, pp.S4ss; de él solo, Politische Theorie
Munich, 1981, pp. 81ss. En estas exposiciones se menciona siempre también una tercera
" c ' a sistémica: la referencia a sí mismo (reflexión). Volveremos a este punto en el Capítulo 9.III.

257
do, y en lugar de ello reinterpreta sus propios textos para que puedan ser corrín
bles con la ciencia 113 . tj.
Resultaría del todo insuficiente explicar tales entrelazamientos y sus consecu
cias s i m p l e m e n t e c o m o efectos d e la ciencia m o d e r n a ; en realidad, son p o r ] () eí>'
nos en igual m e d i d a efectos d e la autopoiesis d e los sistemas funcionales que s e " ^
obligados p o r su propia especificación a admitir conocimientos científicos y a j n ^
porarlos con sus consecuencias estructurales —sobre las que solamente ellos rn Of,
p u e d e n disponer— en el propio sistema. En este sentido, la dinámica d e la sociej Os
m o d e r n a sólo p u e d e e n t e n d e r s e policontextualmente, esto es, solamente a n ad
d e la concepción d e distintas diferenciaciones sistema/mundo.
T o d o esto p e r m i t e a la ciencia p r o c e d e r libremente, esto es, p r o c e d e r d e acuerd
con su p r o p i o código, sus propios programas, con tal que el e n t o r n o n o le repre S e °
te u n obstáculo.
A la ciencia n o le está permitido, sin embargo, elegir la sociedad en la que realiz
su propia autorreferencia; y tampoco le está p e r m i t i d o considerar a la sociedad q Ue
c o m p l e m e n t a c o m o u n objeto al que p u d i e r a observar desde fuera, esto es, coraoun
objeto que p u e d e ser m e j o r a d o d e acuerdo con el avance d e los conocimientos.
El vínculo fáctico d e la ciencia con la realización fáctica d e su propia comunica-
ción la e x p o n e en la sociedad a la sociedad misma. Y así como en el momento en
q u e tiene efecto la percepción es incapaz d e distinguir entre realidad e ilusión
t a m b i é n la operación del sistema d e la ciencia es siempre comunicación social pre-
via a toda distinción entre v e r d a d y falsedad, o p a r a decirlo con el lenguaje de las
escuelas d e latín: est actus entis in potentia prout in potentia114. Esto n o significa, sin
embargo, el constreñimiento a u n a adaptación al e n t o r n o . Porque, en realidad, la
realización m i s m a lleva a cabo lo que luego a u n observador p u e d e representar una
adaptación. La ciencia n o necesita a d a p t a r s e a la sociedad. La ciencia se encuentra
s i e m p r e ya a d a p t a d a , a pesar d e p r o c e d e r de m a n e r a abstracta, crítica y de que
n i e g u e muchas cosas. La ciencia se sirve del l e n g u a j e p a r a hacerse entender, utiliza
la escritura y se encuentra sometida a las necesidades explicativas c o r r e s p o n d i e n t e s " 5 .
La ciencia se e n c u e n t r a familiarizada con infinidad d e convenciones, con las suti-
lezas morales, los señalamientos secundarios en la comunicación, y todo ello es algo
q u e la ciencia p o n e en práctica y a lo cual ajusta semánticamente su discurso habla-
d o y escrito. Pero la ciencia p u e d e fallar precisamente e n este p u n t o .

115
Cfr. entre innumerables trabajos al respecto, Riedl, RJ./Kreuzer, F. (eds.), Evolutionund Mensdienbitó
Hamburgo, 1983.
114
en
Descartes pasa de allí a una lumiére naturelle (Carta a Mersenne del 16 de octubre de 1639, a t
Oevres et Lettres, éd. de la Pléiade, París, 1952, pp.l 1038ss). Nosotros pasamos de allí a independencia
la autopoiesis de la sociedad.
115
Como se pone de manifiesto en la comparación entre modos de comunicación orales y e s c r i t o s .
ello se entiende al mismo tiempo que muchos científicos tienen inhibidones en reladón con la e S l ' ' (¡e
porque n o son capaces de tener presente qué tanto deben saber sus lectores en el momento de la ' e C t U UI1d
sus escritos para estar en condiciones d e seguir al autor. Cfr. Giesecke, M., " « V o l k s s p r a c h e * ^ ¡ n
«Verschriftlichung des Lebens» im Spatmittelalter -am Beispiel der Genese der gedruckten Fachp' ^
Deutschland", en Gumbrecht, H.U. (ed.), Literatur in der Gesellschaft des Spátmittelalters, i
1980, p p . 39-70.

258
r„ ciencia se encuentra ligada, sobre todo, al ducto secuencial d e la coinunica-
que hace d e p e n d e r todo lo q u e en u n cierto m o m e n t o se dice d e lo q u e antes
C f * dicho, o d e lo que después se va a decir. Por lo tanto, ú n i c a m e n t e p u e d e h a b e r
iC c U a n d o se dispone ya de u n a amplia g a m a d e conocimientos y sólo con u n a
c ' e I l t , ' c i ó n d e l problema d e cuáles subespecificaciones del m o m e n t o resultan acep-
eV
í s a e n qué contextos.
n e s a r d e t o d o e s t o , t o d a v í a n o h e m o s m e n c i o n a d o el m á s i m p o r t a n t e
eauisito social d e la ciencia, es decir, la garantía d e la posibilidad d e decir no,
P re a t a n t e ser e n t e n d i d a . S i m p l e m e n t e ya en el p l a n o del lenguaje, la comunica-
s o c i a l se encuentra codificada. Es posible siempre, a d e m á s , en relación con
C
'da Ia comunicación previa, seguirse comunicando, sea aprobatoria o desaprobato-
10
mente- El l e n g u a j e p o n e a su elección, p a r a todas sus posibilidades enunciativas,
rl
p 3 v e r s i ó n positiva «sí» y u n a negativa «no». De la m i s m a m a n e r a y sin p é r d i d a d e
las p o s i b i l i d a d e s d e comprensión, p o d e m o s aceptar o rechazar las exigencias d e
s e n t i d o en el proceso d e comunicación e n curso.

En otras palabras: el código lingüístico duplica, en p r i m e r lugar, las posibilidades


de c o m u n i c a c i ó n , p r o p o r c i o n a n d o con ello, constantemente, u n motivo concomi-
l a n t e de bifurcación. Toda comunicación n o r m a l posee, en relación con esto, u n a
riqueza tal de sentido que n o p u e d e ser objeto d e u n a negación completa en su
decurso ulterior. Es necesario precisar suficientemente a qué se refiere el rechazo; el
resto pasa como algo provisionalmente aceptado.
En una comunicación estructuralmente basada se d a n también, e v i d e n t e m e n t e ,
muchas referencias d e sentido que n o h a n sido examinadas, e inclusive lo q u e p o r
negación p o d e m o s con sentido, rechazar o p o n e r en tela d e juicio se elige e n t r e u n a
infinidad de suposiciones n o controladas.
En realidad, en todas estas circunstancias, la comunicación se e n c u e n t r a a m e r -
ced de premisas sociales, ya p o r el solo h e c h o de llevarse a cabo. Esto n o i m p i d e ,
por supuesto, que p o d a m o s p o n e r en tela d e juicio lo que queramos, p e r o justamen-
te no podemos p o n e r e n tela d e juicio todo. N i n g u n a diferenciación d e la ciencia
es
ta en condiciones d e eliminar estos hechos f u n d a m e n t a l e s d e la autopoiesis d e la
comunicación. Lo único q u e p o d e m o s hacer es precisar las condiciones bajo las
^ales es necesario m a n e j a r el código lingüístico y sus implicaciones en el caso d e la
"ffiunicación específicamente científica, elevándolas al p l a n o d e lo n o obvio.
Todo esto p u e d e estipularse antes d e e x a m i n a r con m a y o r precisión c ó m o h a sido
utl
lizada hasta ahora la reflexión en la epistemología y la filosofía d e la ciencia en lo
C Ue s e
' refiere a esta situación, y qué distinciones h a n resultado importantes en ese
en de
ideas: p o r ejemplo, la distinción entre niveles del lenguaje, e n t r e lengua-
I a r t ificiales y lenguajes naturales, que en última instancia son imprescindibles; o
a (lis
tinción e n t r e ciencia y cotidianidad 1 1 6 .

c0t) ^ s t a última distinción es destruida ya por el hecho de que las investigadones de la sociología del
der ' r n ' e r i t ° consideran la acción dentífica como una acción cotidiana. Cfr. Klüver, J., Die Konstruktion
la Co Zla les Realitat Wissenschaft: Alltag und System, Braunschweig, 1988. Klüver no extrae, sin embargo,
de que la distinción entre cotidianidad y sistema debe abandonarse, sino que continúa
^dola para criticar por insuficiencia las conceptualizaciones de la teoría de sistemas.

259
Nosotros hemos reemplazado aquí esas distinciones por un aparato teórico que
puede reducirse a las distinciones entre sistema y entorno y entre operación y obser-
vación. En el capítulo sobre las teorías de la reflexión del sistema de la ciencia
expondremos con mayor detalle cómo es q u e esta sustitución se lleva a cabo y cuáles
son sus consecuencias.

XIV
Para finalizar este capítulo, mostraremos en pocas líneas el camino que c o n d u c e d e
regreso a la epistemología, y con ello clarificar también el estatus epistemológico d e
la teoría d e sistemas.
Todas las teorías universalistas del conocimiento se reconocen como p a r t e d e su
objeto, d e j a n d o sin efecto la distinción e n t r e sujeto y objeto d e conocimiento, al
igual q u e todas las asimetrizaciones equivalentes; se f u n d a m e n t a n p o r lo tanto, en
u n círculo vicioso.
Todas las teorías d e este tipo están obligadas, en consecuencia, a introducir u n a
f o r m a d e interrupción d e la autorreferencia y a confiar en ella.
A pesar d e parecer paradójico, la teoría d e los sistemas autorreferenciales ofrece
u n a solución elegante a este problema. La teoría reconoce el carácter inevitable del
p r o b l e m a d e la autorreferencia , p e r o e n cuanto que teoría d e sistemas, m u e s t r a al
m i s m o t i e m p o cómo es que éste p u e d e solucionarse. La construcción d e u n sistema
tiene lugar ú n i c a m e n t e debido a que, con la ayuda d e la conexión d e las operacio-
n e s autorreferenciales, el sistema se cierra, es decir, se clausura a n t e el e n t o r n o .
Cualquier observador está entonces en condiciones d e describir el resultado d e u n
proceso d e esta índole sirviéndose d e la distinción entre sistema y m u n d o , e inclusi-
ve el sistema m i s m o tiene la capacidad —con tal que disponga de los e l e m e n t o s
suficientes— d e convertirse en u n observador de esa especie.
Si esto es válido p a r a los sistemas e n general, u n sistema d e conocimiento p u e d e
y d e b e extraer la conclsuión en lo que se refiere a sí mismo. Esto n o significa ni q u e
el e s q u e m a d e observación d e la distinción entre sistema y e n t o r n o se i m p o n g a , ni
q u e o f r e z c a la única posibilidad correcta d e observación. Pero c u a n d o consideramos
a la autorreferencia c o m o p a r a d o j a o como tautología, con la precisión usual e n la
lógica, como u n p r o b l e m a y buscamos su solución, p o d e m o s encontrarla en la teoría
d e los sistemas autorreferenciales. Este p a p e l se asigna n o r m a l m e n t e a u n a teoría
lógica que distinga diversos niveles, p o s t u l a n d o u n nivel adicional p a r a cada u n o d e
los niveles n o susceptibles d e cerradura. Sabemos que esto n o funciona, o que f u n -
ciona sólo como u n a estipulación arbitraria, y sabemos, asimismo, q u e la m e t á f o r a
del nivel n o es explicable sin u n a referencia a otros niveles. La teoría d e los sistemas
autorreferenciales ofrece u n a alternativa a ello. U n a alternativa que n o es impeca-
ble desde el p u n t o d e vista lógico, pero q u e resulta e m p í r i c a m e n t e plausible. Todas
estas razones ofrecen suficiente evidencia argumentativa p a r a atribuir a la teoría d e
sistemas u n a preeminencia organizativa, a pesar d e la existencia d e u n a combina-
ción d e innumerables recursos teóricos acerca d e conceptos c o m o comunicación,
medios, códigos, etcétera.

260

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