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Emilio Alochis
Universidad Nacional del Comahue
enalochis@gmail.com
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EMILIO ALOCHIS
paciente, del que no parece vislumbrarse conectados por un odio sordo que estalla
posibilidad de mejoría alguna. Rössler, contra los diferentes, los enfermos y los
a cuyas manos han llegado las Memorias desvalidos. Ya se trate de la violencia del
del juez, incluso hostiliza a Schreber ha- padre de Schreber contra católicos, ju-
ciendo que este se enfrente a algunos pa- díos y su propia familia, o la de Rössler
sajes de su propio texto, uno de los cua- contra su paciente, o la del propio Schre-
les es: “¿Elegido por Dios para dar a luz ber -espejo inconsciente de su padre-
una nueva raza de hombres?” (Pheby: contra sus marionetas, esa violencia es
71), una frase inquietante que tendrá ma- una sola.
yor sentido en el decurso de la novela.
Esa violencia está desplegada en un
El asilo acentúa aún más la pesadilla aparato textual cuya lectura es fluida, ya
dantesca que sufre nuestro protagonista, que está depurado de toda pedrería ver-
quien no puede encontrar alivio ni allí ni bal y nutrido de diálogos ágiles que reve-
en el mundo exterior. El vínculo de Sch- lan con precisión las marcas que caracte-
reber con Rössler y Müller le sirve a rizan a los distintos personajes. El cruce
Pheby para alejarse del confort de la es- entre la voz autoral en tercera persona y
tructura clásica que mencionamos más las de los protagonistas reedita las técni-
arriba. Así, comienza a desdoblar su his- cas narrativas a las que nos referimos al
toria, que ya no se enfocará solamente en comienzo, pero sin que ello signifique
el presente de enfermedad de Schreber para Pheby la pérdida de su identidad na-
sino también en su pasado, a través de in- rrativa. Nuestro autor ejecuta la catábasis
termitentes episodios de anagnórisis en de Schreber con gran competencia, den-
los que el juez se verá enfrentado con los tro de un escenario histórico retratado en
fantasmas de un entorno familiar atrave- imágenes perfectamente descriptas.
sado por la irracionalidad y la violencia.
Una infancia de humillaciones, férrea Finalmente, diremos que si bien se
disciplina e intolerancia brutal por todo trata de una historia quizás ingenua-
lo que no se ajusta al esquema de valores mente despolitizada, lo cierto es que Ma-
paterno tendrá ecos en la vida adulta del rionetas narra, a través del derrotero de
juez y, al nivel de claves de lectura, en la la caída de un hombre en el foso de su
construcción alegórica del fascismo ale- mente y de su pasado, foso en el que vi-
mán. ven sus demonios, una hipótesis acerca
del huevo de la serpiente, acerca del
“Hay gente como ustedes, católicos y modo en que algunos vínculos humanos
judíos que se levantan tarde (…) y si les van tejiendo formas de percepción, hábi-
prenden fuego cuando están en la cama, tos y costumbres cuyas consecuencias se
entonces no es culpa de nadie sino de us- despliegan lenta y solapadamente du-
tedes” (Pheby: 147) le dice un joven Sch- rante años, forjando otro tipo de demo-
reber a Herr Zilberschlag, -un judío que nios, colectivos y terribles.
recibe estoicamente, él y su familia, las
imprecaciones del niño- en uno de aque-
llos viajes al pasado. Como señalamos Referencias Bibliográficas
antes, el infierno que azotaría a Europa
años después va asomando de a poco en Pheby, Alex (2019). Marionetas. Buenos
su rostro, reptando en la psiquis colectiva Aires: Cía. Naviera Ilimitada.
de un pequeño grupo de personajes
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Ahrimán, en la mitología persa, es una deidad
que encarna el mal.
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