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Alianza Universidad

Giovanni Sartori
y Leonardo Morlino (comp.)

La comparación
en las ciencias sociales
Versión española
de Juan Russo
y Miguel A. Ruiz de Azúa

Alianza
Editorial
.P-REFACIO:

.,
,,

... -. .:
12 La comparación en las ciencias sociales

otros términos, las respuestas a estas preguntas incumben a todos los PROBLEMAS Y OPCIONES
estudiosos de las ciencias sociales. No existe una lógica de la compa- EN LA COMPARACIÓN
ración exclusiva de la ciencia política y una diferente en la sociología,
en la economía o en otras ciencias sociales. No existen tampoco op- Leonardo Mar lino
ciones y decisiones de un estudioso perteneciente a un sector de las
ciencias sociales que no deban ser asumidas o no sean relevantes tam-
bién para otros científicos sociales. Cuando se compara, los proble-
mas de la explicación y del análisis del tiempo no son exclusivos de la
ciencia política e irrelevantes para las otras disciplinas. La misma in-
vestigación sobre ciertos desarrollos de la comparación, que se han
dado principalmente en ciencia política, sugiere tambien las influen-
cias recíprocas entre las diferentes disciplinas sociales.
Estas son las principales razones por las que creemos que el pre-
sente trabajo es relevante para todos los cultivadores de disciplinas
sociales en diferentes niveles (estudiantes, estudiosos y analistas), ,...
'
1
aunque el volumen haya surgido en el ámbito de la «Rivista Italiana
di Scienza Politica» con ocasión de su vigésimo año, y por lo tanto
los autores de los ensayos son miembros de una específica ciencia
social. De aquí deriva tambien la decisión de titular el volumen La
comparación en las ciencias sociales, en vez de «la comparación en la
ciencia política». Por otra parte, en este aspecto, hemos seguido las ¡ Introducción
f

huellas de un famoso sociólogo, Neil J. Smelser, quien hace algunos


años (1976) publicó un volumen con el mismo título, traducido des- Primer ejemplo: en los últimos quince años la democracia parece
pués (al italiano'é) (1982) por el mismo editor de estos ensayos. haberse afirmado en diferentes áreas del mundo, desde el sur de Eu-
Si el volumen lograra atraer la atención de un público más amplio ropa hasta América Latina y el este de Europa; pero ¿cuáles son las
que el interesado sólo en el análisis político, resurgiendo la importan- democracias que realmente se han consolidado y cómo explicar glo-
cia de la comparación también en otros sectores disciplinarios, habría balmente este fenómeno? Segundo ejemplo: durante 1989 y gran
alcanzado otro -el mas ambicioso- de sus objetivos. Comenzamos parte del año siguiente se han producido las transformaciones en los
analizando los pasos y las opciones elegidas por el comparativista y a regímenes no democráticos en Europa oriental: ¿qué profundos cam-
través de ellos nos introducimos en las diferentes problemáticas desa- bios políticos han ocurrido en aquellos países y sobre todo con un
rrolladas por otros autores del volumen. ritmo tan rápido? Tercer ejemplo: en Italia, durante los últimos cua-
Los compiladores son respectivamente director (Sartori) y codi- renta años el Partido Comunista ha sido más fuerte que el Partido
rector (Morlino) de la «Rivista Italiana di Scienza Politica», en cuyo Socialista; ¿cómo explicarlo? Cuarto ejemplo: frente a los problemas
ámbito ha nacido y se ha desarrollado el debate sobre la comparación de representatividad y de democracia que Italia tiene, muchos políti-
y del cual este libro es su producto final. cos e intelectuales proponen ciertas reformas institucionales; pero
¿qué reformas son las más adecuadas para el logro de determinados
G. SyL. M objetivos, cuáles aumentan las responsabilidades de los gobernantes y
la capacidad de punición de los gobernados o bien logran mayor efi-
cacia decisional o incluso logran la alternativa en el gobierno de parti-
,,. Nota del Traductor. dos o coaliciones partidarias?

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Lm ejemplos pod1 ía11 niuhiplicarsc. No ubsim1e, los propuestos justa1nrme el posterior y decisi"" •PºY" empírico d•do por el con-
arrib.1 deberían ser suficicn tC'~ par.a sostener que: .t) cualquie1·a QOC s-.:1. tml Je los oiros casos sugerir5 cu;) es la hipóte>is más :idecu•da y
d ni,·c) de generalidad de nues1ro prohlcm.1 (muy alto c::n d pri1ncr preÍ<!rihlc. .
cjt•1nplo, rnt>nor l'n el s(:gu1h-lo y rod'1."ía 1n:is bajo en los otros d11'\)> De tal lllodo <¡ue compal'OI' es imporran ce. Hay "'.'ª larga tud1-
b) L'u.dqu icra que se.l ~I interés que nos ri1uc,·1:: . <·xplicarivo (prirncr y ciói\ de ('4.llllp•:tra.;ión explícita, al 1nc11os en el pens.u111cnco occldcn-
'""'''''' cjcrnplo), c-0gnoscirivo (segundo cjcmpln) o con int('nciones tal, comcnz.tndo por l.t fomosa cla<ific:1ci6n de Aristóteles de los regí-
n1.í' t"Xf,lít:itJrneull' apl.ic;iJ:ts. como sucede .:n ti (Uarco; e) ('Ualquicr3 n1enes po líti cos. Pero tJ.rnbién S<' con1pa_ra im~lí~iHunenlt', )' con
que sea el paoto de: ,·ist::1, nláS esrriccan1ente na1:ional (tercer ~- cu.,rco ~u~nci.l de m:tner.i incon~icnte, en la ,·,d.a coud1Jna. f:.n este sen-
cjtm¡•l1is" bien referido J fenómenos más o menos amplios (primer tido co1nparar es el ejercicio b.isico de toda :.t:::ti\'iJ~,d cognos~iti\·a.
y scg,undo ejen1p1os). la cn1l''l~l.1ración es sic:n1pre p.1rticu)anne1nc útil Pero si nos qued,l1nos en esce pun10 perrnanc~éJnOS l·H lo ob~·10~ ya
par.t :' lc<l nZJ.r los objeLivos tl{· estudio y de inves tlgación qui: n()S que lo que.· nos intcr<.·s,, es escnci~linente el co~l)Unto de p:occdun1en-
pl:rnteamos. A prop<hi<o del cercer ejemplo, sók• un cuidadoso an.lli- cos que pern1Ífc n Ja realiz.ació11 de c:on1par.tc1o nes cxplic1t.1~ y con!o;-
sis nos perrnitc exp lit:J r J,\ l'nayor fuerza dl I P:1rtido Con1unist:i c11
1
cientcs e11cienci;' política.
ltJl ia. puesio que en todos los de1mís país<'s europeos pre•·aleccn lus En cst:i rrin·1era ÍJ:Se la ('UC~ti6n 111~$ in1portantc sigue ~i~n_<lo ._:por
partldos socia}jsr:is: en efc1:r~ sólo la con1pJr:t('ión puede pcr1nitirnos qué comparar•. La .1ironu Surorí justamente desde el in1c10 de su
lliscerni r se1ncj.tnza.s y diferencias enttc el caso italiotno y los otro~, wntribuci6n. Y es c\'identc que un> Jdinición gencr.li de compdl'a-
orientando al im·estig•dor hacia un an;íJisis más proíundo de l•s difc- rión, a pesor de su u1ilid,td, es sólo el primer paso '· Lo que se nece-
rci1ci•s. .En Jo que concierne al cuarto ejtmplo, del mismo mod<>, sólo sita es lo indicación do los problemas por •frontar, de la• op<1011cs a
una r11n plia invt>sdgación :..obre !,is cxpcTjr11c i :lS institucionales de los efectU;l l\ de los proced i1nie1~tns ~l seguir cuando busc., nlos rcspues~as
otrclS países penniu: - 111uttl·t is 1nulit11dis- obrencr sugerencias p.1 r:i ·' cucs1io11es ¡·orno las ejemplificad .i s al principio. Si e~ así, el me¡or
.:1cnso iraliano. n1odo de procí'dl'r ~onslscc en asumir co n1pletamcntc el pun~o de
En resun1en, ~uando )C ~frontan aspectos ccncrales del proceso ,·i.sca de ut\ in,·estigador ~· p1·cgunl:trse qué problent.\S }' opc.1ones
cognoscici\·~ corno la cl:tboracióo de nurvas hipt'Sctsis de in\·esiig.1 .. debe afrontar \' qué procedimicnros necesita. El restó de esta unro-
ción y la explicación de 11n fenómeno detcrmin•do, I• comparación ducción tratari de hacer comprender cómo los diforen1cs autores de
nus permite ak•nur result>dos de gran rdcvoncia. Si la dabor.ción este tr<lbajC'I coJectivo han contri buido a responder :-. 1.-.~ cuestiones
de hipótesis es también posible recurriendo .1 otros métodos, lo que plamcadas.
mejor caracte!'iza • Ja cc,mpuación es In posibilidad de control.11· la
hipótesis formulada. M•ls cx;1crnmente. anee wdo, cuando se trntn de
explicar LU1 ienómeno dacio o bien de decidir ctd l es más digna de El problema de la investigación
cons ideraclón de en tre un ~onjunro de hipóce~is todas igual111e1Hc
plausibles, sólo la comp.tr.1ción nos prrmi« drlcnder una hipó<e>is Después de lo que acabamos de exponer, el p~so. siguiente con-
1nás que otra., graciJs al control de n1ás ca5os. Considért>se nueva.. siste en precisar con atención lo pregunta (~· los ob¡ttl\'OS) que debe-
ntcnte el cercer ejen1plo. Efettivarnente, ¿cón10 es posible :1.firn1.1.r rnos afront.tr: qué de-sean1os s.,bcr. d~scribir, explicar o bi~n oon1 ..
que es I• íuerza de 1,, idcolDgfa, la organiz.1ción 1ípica de un P.irtido prc 11der 1.·n J:,s dif~rentes acepcio 11es recordadas por Pnn1:b1anco en
Con1u1LÍsta o J:\s relaciones cs1ab)ecidas 1;:11 el lnLcrinr del siscc1na de c-stc vo lu111<.'l1.
p.Htidos l.1s c.aracterís1 ic.\s q ut: pern1itcn L·xplic.1r la. rn:lyor fuerza de Es1;1 operació n, q ue puede ser definida .com1> la idcm i fic~ción del
los con1u nisras, si nos li111it:11nos a tonsider.lr sólo el e.aso itali:.t11c>? probl(:tl'l :l de ÍO\'t':Stig;ición, ~xib<' !nucho ucmpo y lecturas . E-; bien
Contaremos <'Oll c.lifcrcntcs hipótesis, 1o<las í~u.tlmcnte pl.usibl~s; r
el resuh;ido más prob•ble será la tendeu<'Ía " considerar lodas JCcp- • í:nrrc (l!t.n Cc:fir!cio r:es de: ("t>JTp1r...,:Wri, ,·~¡_s-: l;a. J e ~l.a 1r2di l 1'132. t.l~: -l .:1 í<>n·
t:tl.iles, es decir, la tendencia a l... sobn'éxplic.1ción. Por el co11turio, ,fe I•·> (")1Ü ('I; de d oi c~jt:ns f\.,,~r.: Ul.i. p:-op:ed.i.d•.
t tt'lj i1 ...-.i.6:t
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conocido que las primeras opciones, frecuentemente implícitas, tie-


Leonardo Morlino J 1Prnble=• y opcioocm ¡, wmporncióo

cual es posible llegar a las comparaciones más significativas y, en


1J

nen lugar en este momento. i cualquier caso, el sector que puede jactarse de poseer la mayor tradi-
Indudablemente en esta primera fase se pueden imaginar cuestio- ción de investigaciones comparadas.
nes muy específicas que no exigen recurrir al método comparativo.

·
En este sentido la pregunta que surge termina por sugerir tambien el
método que se ha de usar. En este volumen Sartori recuerda que el ' Conceptos y clases
método estadístico, el histórico y el experimental permiten responder • i

i
a ciertas cuestiones sin necesidad de recurrir al método comparativo. 1_·. 1 Desde el comienzo, al plantear el problema de investigación, y,
Por otra parte, Sartori y los demás autores saben bien que el método lposteriormente, cuando se deciden los casos a incluir o las variables a
comparativo se usa provechosamente con datos estadísticos y análisis '. analizar (véanse los próximos apartados), el aspecto conceptual es
temporales o históricos 2 . Y hasta tal punto es así que, según Ragin y 1crucial. Se trata no sólo de comprender bien lo que se desea estudiar
Zaret (1983 ), las principales formas de comparación son la «estadís- ·~ definiendo propiedades y atributos, sino tambien de clasificar correc-
tica» y la «histórica». Ellas configurarían dos enfoques completa- tamente para identificar las variaciones empíricas del fenómeno en las
mente diferentes de la comparación, derivados, respectivamente, de diferentes realidades. La «lección» de Sartori sobre este aspecto re-
Durkheim y de Weber. Panebianco en su capítulo clarifica el signifi- sulta inequívoca, y lo subraya su contribución: el perro-gato existe
cado de esos enfoques. fundamentalmente por defecto de conceptualización (el «estiramiento
Por otra parte, en los últimos veinte años se han producido pro- ··¿e los conceptos») y de clasificación (exactamente el «mal clasificar»).
gresos y estímulos relevantes para la comparación política como el En la experiencia concreta del investigador no se puede decir si la
método cuasi-experimental, ciertas innovaciones estadísticas o el es- puesta a punto de los conceptos y la clasificación se llevan a cabo an-
tudio de casos únicos. Collier lo pone de manifiesto muy bien en su :1 tes o después de la selección de los casos o del arco temporal que se
contribución a este volumen. ,( ·va a analizar. Simplemente puede suceder una u otra cosa, y con fre-
Si el problema de investigación es tan importante que puede con- 1' ·cuencia se produce un proceso mental de retroalimentación entre da-
dicionar el método usado y, dentro de la comparación, también el en- J tos y teoría. Diferentes autores lo recuerdan en sus escritos.
foque seguido (durkheimiano o weberiano), ¿qué «preguntas» se Son importantes también otros aspectos. Ante todo, las dos fun-
prestan mejor a la comparación? Puede afirmarse que son, ante todo, ciones de la clasificación. La primera se refiere a la puesta a punto
aquellas preguntas más generales que afectan a instituciones, grupos conceptual que permite individualizar los casos comparables. Prestar
sociales, normas, vistas también en sus relaciones y en el contexto en tttención a los casos comparables es otra de las recomendaciones de
que se forman y permanecen. En otras palabras, la macropolítica pa- .ijphart (1971); retomada por Collier en este volumen, y es superfluo
rece ser el terreno preferido por los comparatistas, el campo en el ªUbrayar su importancia.
En este ámbito, estrechamente relacionado al ejercicio clasificato-
2
No es posible, sin embargo, usar el método comparativo junto al estadístico o al rio, está el correcto uso de la escala de abstracción. Sartori le otorga
histórico (siempre que se acepte -no todos los autores lo hacen- la existencia de un 1 un lugar central en su propuesta de cómo comparar. Utilizar la escala

'
método histórico). Defiende lo contrario quien confunde entre método comparativo y
comparación sustantiva, método estadístico y datos estadísticos, método histórico y
~~: ·de abstracción en relación a la clasificación significa trasladarse desde
datos cualitativos referidos a un solo caso: otro problema es si los criterios lógicos que nceptos, clases e hipótesis más generales y empíricamente inclusi-
están detrás de la comparación sean los mismos que caracterizan a la estadística, o bien ·v s a conceptos, clases e hipótesis más particulares y ·exclusivos (o vi-
si los dos métodos sean asimilables. Sobre este punto - véase más adelante- las posi- ' eversa) según precisas reglas de transformación: a mayor extensión o
ciones de los diferentes autores, en este trabajo, son distintas. Quien escribe sostiene inclusividad corresponde menor intención o espacio de los atributos 3 •
que si la única diferencia entre estos métodos se debiese al número de casos (pocos en
la comparación, muchos en la estadística, uno en el método histórico), tal diversidad
tendría -y de hecho tiene- implicaciones profundas en los procedimientos y en los :i Esta relación intensió n/extensión o bien connotación/denotación es recordada

objetivos de la investigación empírica. po r Sartori en su contribución en este volumen y presentada en su ensayo de 1971 .
Problemas y opciones en la comparación 19
18 Leonardo Morlino

El uso de _la escala de abstracción es crucial para la comparación por- Perrera subraya la ejemplaridad de la contribución de Alber (1982), el
que permite efectuar con mayor rigor -siguiendo reglas de transfor- cual usa datos cualitativos y en el control sistemático de sus hipótesis
mación- controles sucesivos de las hipótesis en el mismo nivel de procede justamente per genus et differentiam, reconstruyendo las se-
abstracción para todos los casos en examen, y luego, a diferentes ni- cuencias causales y descartando hipótesis falsificadas por la compara-
veles de abstracción. Permite formular así hipótesis más generales, '· ción entre sus quince casos europeos.
pero frecuentemente menos significativas, o bien, al contrario, articu- Se mencionaba en el parágrafo precedente y ahora lo subrayo vi-
lar las mismas hipótesis, especificándolas a medida que se desciende gorosamente: para llevar a cabo una investigación comparativa resulta
en los detalles de los casos y las variables consideradas aumentan esencial elaborar una estructura teórica o al menos una serie de hipó-
mientras disminuy en los potenciales referentes empíricos 4• '
'. tesis que también pueden obtenerse de estudios precedentes. No obs-
La :eg~~da función ~rincipal de la clasificación se refiere a la pa- .tante, en la medida en que es más rigurosa y consistente la estructura
rametnzac1on: de la lección de Sartori se puede extraer no sólo el rol · teórica, mayores serán las posibilidades de focalizar mejor la investi-
de descripción que puede ser desarrollado por la clasificación y por el gación sobre algunas hipótesis más precisas y de un número más li-
uso de la escala de abstracción respecto del fenómeno analizado, sino , l1litado. Si bien la parsimonia es una virtud que tiene altos costos por
también las potencialidades explicativas de la operación conceptual ,los límites que impone a la investigación, es necesaria en realidad para
por medio de la parametrización. Este problema es uno de los más no extraviar al investigador en largas, y frecuentemente inútiles, listas
espinosos de los encontrados por el comparatista, sobre todo cuando ' de hipótesis, también alternativas. Una buena construcción teórica
se compara entre casos tratados cualitativamente. Si no se quiere re- ~ rienta excelentemente la selección de las hipótesis, la focalización de
cu7rir. al m~s bien débil experimento mental, ¿cómo se puede evaluar . la investigación y permite gastar mejor las propias energías.
la mc1denc1a de un factor dado sobre otro que queremos explicar? Si
estuviésemos en el ámbito estadístico, la operación sería obvia: se pa-
rametriza, es decir, se convierten en constantes todos los otros facto-
res que potencialmente podrían influir sobre el fenómeno que desea-
~os exp~icar. Por ejemplo, si queremos comprender el impacto de la Decidir cuántos y cuáles casos deseamos incluir en la investiga-
diferenoa de sexo sobre el comportamiento electoral, es suficiente . ·ión, es decir, determinar la dimensión horizontal de la comparación
hacer no significativa la influencia de la edad, lugar de residencia o, '. (el espacio), da lugar a decisiones y pasos ulteriores. Con la excepción
incluso, clase social y en el interior de clases determinadas de esta del condicionamiento ocasionado por la elección del problema, éstas
~orma ver las diferen~ias en el comportamiento entre hombres y mu-
· son las decisiones más importantes y, frecuentemente, más difíciles
¡eres. Pero resulta evidente que en el tratamiento estadístico la clasifi- · para el investigador. Respecto de este punto, Collier recuerda la es-
cación desempeña una parte determinante en la parametrización. '!'ategia sugerida por Lijphart (1971 ): aumentar en la medida de lo
Si nos trasladamos al más difícil tratamiento cualitativo, la clasifi- p sible el numero de casos. La razón de la recomendación es clara:
cación y, luego, en el interior de cada clase, la individualización de frecer mayores posibilidades de controlar las hipótesis formuladas o
subclases -y, pues, en este específico sentido el uso de la escala de , bien alcanzar hipótesis mas precisas y localizadas. Desde el punto de
abstracción- desarrollan una función efectiva de parametrización no vista de Lijphart, tal recomendación implica lo siguiente: la lógica de
obstante todos los problemas y las dificultades que se afrontan con- · ndo de la comparación es la misma que la lógica d e la estadística;
cretamente. Brevemente, la clasificación y la escala de abstracción debemos, por lo tanto, buscar variaciones para explicar de modo más
pueden ser útiles para controlar empíricamente hipótesis sobre causas lido y riguroso las relaciones causales; y para hacer esto resulta in-
i' dispensable aumentar los casos considerados. La identificación entre
hipotetizadas y aún por demostrar. En esta perspectiva, por ejemplo,
l,s lógicas comparativa y estadística no es compartida por_qui~n atri-
4 Sobre la importante noción de escala de abstración, ver también Sartori (1971 y
l uye identidad lógica exclusiva a la comparación, r\J bieP' po( quien
1984). ,1dopta posiciones en relación a la explicación, sab,_~i.: .iiom.Qló.gico y
!:_.. • •. ~. • • . ::, . : ;;
20 Leonardo Morlino ~roblemas y opciones en la comparación 21

teorías locales, como las que se desprenden de la contribución de Pa- stá, frecuentemente, por debajo de ocho y por encima de los cinco-
nebianco. iete casos. El volumen de Lijphart sobre las democracias (1984) es
Además, la recomendación puede aumentar en vez de disminuir no de los escasísimos ejemplos en los que un autor ha logrado com-
los problemas de la investigación. En efecto, incrementar el número atibilizar aspectos cualitativos y cuantitativos en el ámbito de un es-
de casos supone también aumentar -a veces notablemente- el nú- udio de área con más de veinte casos.
mero de las variables relevantes fuera de las hipótesis que se desea Si, en definitiva, la elección más importante se refiere al número
controlar, las que son llamadas «terceras variables» 5• Por último, el los casos, no debe descuidarse tampoco la consideración de cuáles
aumento de los casos ha hecho mucho más difícil la comparación en sea más oportuno elegir. Por ejemplo, si la pregunta es cuáles son las
el sentido de que recoger datos y noticias para un número elevado de e· ndiciones que favorecen la instauración de la democracia, será ade-
casos es dispendioso, y tal vez imposible. Con este fin, no obstante, c ado elegir casos en los que se haya producido la instauración de-
en años más recientes tales dificultades fueron atenuadas por el ·ocrática para controlar la presencia de las condiciones hipotetizadas
enorme progreso en las comunicaciones, pero tambien más banal- y¡, esperadas, y casos de ausencia de instauración democrática para
mente, por el recurso a investigaciones colectivas en las cuales partici- · p trolar la ausencia de aquellas condiciones. Si, en cambio, la pre-
pan estudiosos de diferentes nacionalidades. En este sentido limitado, 1 nta se refiere a los posibles tipos de instauración democrática, en-
y en cualquier caso, en modo imperfecto y aproximativo en los resul- t J1ces sólo los casos en que ésta se ha producido deberán ser inclui-
tados6, el consejo de Lijphart ha sido escuchado. Por otra parte, a pe- s en el análisis.
sar del aumento de las potenciales unidades nacionales -casi 180 paí- Además la elección de los casos se refiere también a los factores
ses independientes en los años noventa- en esta estrategia de nsiderados comunes y los considerados diferentes en cada can-
aumento de casos todo el tercer mundo ha quedado sacrificado. Ex- to de casos elegidos. Se requiere la aplicación de la conocida cláu-
cluyendo alguna excepción (Diamond, Linz y Lipset, 1988-89), son 1 la ceteris paribus, es decir, justamente que aspectos del análisis pue-
muy escasas las investigaciones comparativas de los últimos veinte d 11 considerarse «pari» o bien constantes y cuáles no 7• En cualquier
años en las cuales se incluyan los países de África o de Asia. e , es oportuno recordar que la elección de los casos, la aplicación
El número de casos no es en absoluto indiferente respecto de los d la cláusula ceteris paribus y el recurso a los cánones de Mill depen-
resultados de la comparación, aun desde otro punto de vista: la elec- d ante todo del diseño de la investigación, de lo que interesa pro-
ción de la profundización de un solo caso, aunque esté sustentado f dizar y de las hipótesis realizadas (véase arriba).
por hipótesis comparadas presentes en la literatura publicada, obe-
dece a ciertas preguntas y objetivos (estudio de caso); la comparación
de dos casos, en especial de los que son muy diferentes entre sí (com-
paración binaria), responde a otras cuestiones y objetivos; el análisis
de tres-cinco países pertenecientes a una misma área geográfica (com- l La definición de cuáles y cuántos casos elegir está inevitablemente
paración de área), responde a otros -y los países escandinavos han vi ulada tanto a la dimensión longitudinal, o sea, a la extensión del
sido con frecuencia objeto de investigación de área-. Después, con p r: do que se quiere considerar (el tiempo) como a las variables que
el aumento del número de los casos, generalmente, se transforma cicle analizar. La elección del tiempo significa en realidad elegir
también el tipo de comparación: se va desde una predominantemente lo ·asos en un momento dado o bien incluir en el análisis diferentes
cualitativa a una predominantemente cuantitativa, y apoyada por el me n entos sucesivos. En la primera hipótesis se realiza comparación
análisis estadístico. La frontera entre los dos tipos de comparación ·;·ónica si optamos por considerar diferentes casos en el mismo
5
El mismo Lijphart se muestra consciente de este problema algunos años después
,,. La cláusula puede ser expresa d a tam b'1én en termmos
, . d e parametnzac10n
. . , d e v:i-
(1975 ); y Bartolini (1987) subraya las implicaciones del problema. 7
6
En efecto, sobre este aspecto ha sido más difícil mantener unidad y coherencia en : b1 ~ extrañas a la hipótesis que se desea controlar. Sobre este punto, véase m~s a. !e-
las investi gaciones comparativas. l .
22 Leonardo Morlino 23

momento; y comparación diacrónica cuando decidimos analizar el !en los procesos de democratización en diversa? áreas. del mundo
mismo caso en momentos diferentes y sucesivos con el objetivo de • u ropa occidental, América del Norte, Aménc~ latina, .~uropa
ver la influencia de ciertos fenómenos acaecidos. También se realiza --iental) y la explicación de diferentes procesos de mstaurac1?n Y d_e
comparación diacrónica cuando se estudian diferentes casos en mo- l.s diferentes democracias consolidadas efectivamente en vanos pa1-
mentos diferentes. 11 s. Bartolini propone soluciones a estos problemas en las cuales se
Con esta distinción, sin embargo seguimos en un ámbito de «es- e· idencia cómo la dimensión espacial y la dimensión temporal (es de-
cuela», en realidad poco útil. Las comparaciones más significativas ci , el uso de casos diferentes y la consideración de un cierto períod.o
son -y han sido- las que han tomado en consideración un período b" n definido) deben utilizarse conjuntamente para un mayor rend1-
mas bien largo, el desarrollo del fenómeno estudiado en el período ento en la comparación. . . .
considerado y para casos distintos, incluso con la puesta a punto de No se debe olvidar, por último, que desde un ámbito c1:1ahtat~vo,
series temporales que se prestan mejor a tratamientos estadísticos. En Si e tipo de comparaciones puede basarse con prove~ho en mves~1ga­
estas comparaciones diacrónicas el punto central es que no se ve un c· -nes históricas ya existentes. En el caso, en camb10, ei:i que dicho
solo «momento» que en cualquier caso sería presupuesto en abs- ti o de investigaciones no existieran, en cuanto -por eJ.emp~o- se
tracto, sino que se quiere observar la mutación en el tiempo a través ieren a años recientes no afrontados todavía por los h1stonadores
de una aproximación de distintos momentos. la época contemporánea, será necesar~o ~e algún modo integr~r lo
El ensayo de Bartolini analiza con justeza este tipo de compara- t e falta con datos cualitativos y cuant1tauvos diferentes, recogidos
ción, que quizá es la que mayor tradición posee en ciencia política y d hoc. Desde este punto de vista el trabajo del comparati.sta se su-
la que ha alcanzado los resultados mas interesantes. Bartolini coloca rpone, hasta el punto de ser poco diferenciable del realizado por
en el centro de su «discurso» adecuadamente el tiempo, agregando las historiador.
premisas de la comparación estadística, tal como ha sido claramente
descrita por Panebianco. Luego considera los tres principales proble-
mas que todo comparatista del «largo período» debe resolver en sus
investigaciones: 1) cómo definir y delimitar las unidades temporales
sobre la base de las que observar el pasado o bien cómo es posible ha- ,¡ Después del espacio y del tiempo, la tercera d.ecisión concre.ta que
cer periodizaciones, es decir, dividir en fases diferentes el tiempo to- , investigador debe asumir :;e refiere a las «v~r;ables » .~ considerar.
mado en examen -como se ha hecho, por ejemplo, en las teorías del " uevamente Collier recuerda otra recomendac10n de L1¡phart: redu-
desarrollo político-; 2) si las relaciones establecidas entre variables - r el número de las variables a analizar. El asunto de fondo también
observadas en el tiempo tienen algo de específico respecto a asocia- quí es el indicado arriba: comparación igual~ estadística. en cuanto a
ciones establecidas entre variables observadas sincrónicamente; y, en ·iterios inspiradores. El número de. ~as prop1eda~es-vana~les p~ede
relación a esta cuestión, el problema relativo a cómo se identifican las r reducido a través de una reducc1on del espacio de atnbutos , es
secuencias temporales entre fenómenos y también fases diferentes; cir acudiendo en concreto a las clases, poniendo los casos y los da-
por último, 3) cómo considerar la multicolinealidad, es decir, la pre- ' · r~lativos en un número de clases reducido gracias a un aumento
sencia de numerosos factores que están fuertemente conectados y se e el nivel de generalidad 9, incrementando de este modo el núm~~o
l , los casos pertenecientes a una cierta clase. De este m~do tamb1en
han desarrollado paralelamente; qué consecuencias tiene esta situa-
ción para el análisis de macrofenómenos generales; y, de aquí, ante 1: precedente recomendación de Lijphart (aumentar el numero de ca-
todo, la oportunidad de estudiar las diversidades en el interior de
aquellos fenómenos en general similares. Por ejemplo, en el ámbito : - • La noción de «espacio de. atributos» es la sugerida por Laz ~~sfeld y Barton
del desarrollo de los movimientos obreros en toda Europa occiden- 195 l ), y se refiere al conjunto de características que atañen y especifican una clase o
tal, explicar las diversidades en términos de características o debili- llll tipo. · ¡ 'b -,
,, Sobre este punto, considérese el próximo apartado, y en especial a contn uc10n
dad/ fuerza de determinados partidos obreros en países concretos. O d~ Sa rtori en el volumen.
1
24 roblemas y opciones en la comparación 25
Leonardo Morlino

s?:) 10 .1;mede apli~arse gracias a esta operación conceptual de reduc- rofundamente analizadas. En este caso ciertas críticas sobre los lími-
c10n. Si, en cambio, hubo un aumento efectivo de los casos analiza- es y sobre la veracidad de las series temporales, la exigencia de pro-
dos, la reducción de las variables compensa el casi inevitable aumento undización e, inevitablemente, la necesidad de acrecentar el número
de las mismas, introducido justamente por el crecimiento de los casos le las variables analizadas para alcanzar una más plena comprensión
empíricos. el fenómeno han resultado favorecidas por lo realizado anterior-
Col!ier sugiere. ,que la r~ducción del espacio de atributos puede ·1ente, siguiendo una estrategia perfectamente acorde con las suge-
ser realizada ta~bien ~ecu:nendo a teorías o bien a hipótesis fuertes , ncias de Lijphart.
co~ apoyo en la rnves~igaciór; con el fin de reducir los factores expli- U na última cosa antes de concluir este apartado: las variables ele-
ca~i~os que es necesano considerar y alcanzar una mayor parsimonia ·das, por pocas o numerosas que sean, son medidas por datos cuan-
teonca. Este aspecto en realidad implica también una ulterior reco- titativos si son variables en sentido propio; de otro modo son defini-
menda.ción de Lijphart (1971), orientar el análisis comparativo sobre clas por datos cualitativos y la variación puede ser identificada gracias
las vanables claves. Desde esta óptica, pues, se está más allá de la an- . la clasificación. A este respecto, Bartolini sugiere que la configura-
terior recomendación, la reducc_ión del es12acio de atributos. Simple- :ón de la comparación se organice a través de una matriz de datos
mente volvemos a sub.rayar la importancia del aspecto teórico, que ;\le permita especificar con mayor rigor tanto las dimensiones tem-
debe ser claramente ubtcado en primer plano. ral y espacial elegidas como las propiedades y las variables sobre
. En esta fase ot:o problema concreto se le plantea al investigador. s que se quiere llevar a cabo la comparación. Con tal procedimiento
Si s~ aumenta e.l numero d: lo~ casos y, cuando es necesario, se alarga - sostiene Bartolini- resulta sustancialmente irrelevante si las varia-
el tiempo considerado y dismmuye el número de las variables anali- ~les son acompañadas por datos cuantitativos o datos soft o cualitati-
zadas, entonces para o~tener un buen resultado el aparato teórico , s. El procedimiento de comparación será el mismo. No obstante,
c?,nceptual del cual se sirve deb~ ~star bie? articulado, la investiga- rego inmediatamente, que en todos los casos, también en la «sim-
c10~ de~e tener unfocus muy defmido y qmzá se puede apoyar en in- le» recolección de «números» estadísticos, mantener el aspecto teó-
vestigaciones precedentes. Cuando no fuese así, es decir, en el caso en co está necesariamente en primer plano, incluso en «alcanzar» un
el que 1:1º sea po~ible disponer de teorías o conceptos estructurados, eterminado número en vez de otro. Una vez más, entonces, tenemos
n.~ hubiese una hteratura de refe.renci~ y se tratase de una investiga- ' e volver a la dimensión teórica.
cron muy «nueva», entonces el mvestrgador estaría inevitablemente
~<empujado» hacia el aumento del número de aspectos a considerar e
r~almente, ~eterminado a disminuir los casos y quizá también el pe~
nodo a exammar.
En realidad, sin embargo, en algún sector ha ocurrido también lo Realizadas las diferentes opciones sobre la dimensión espacial (los
contrar~o. Más exactai_nente, la contribución de Ferrera muestra que , sos por considerar) y sobre la temporal, y formuladas las hipótesis,
h~ segmdo la estrategia opuesta en los estudios sobre el Estado del lle pueden tambien ser sugeridas por un primer análisis comparado
Bienestar, quizá inconscientemente. Para analizar lo que ha sido uno el fenómeno en el que estamos interesados, se llega al corazón del
de los fenómenos más importantes de las democracias modernas, con ;ocedimiento comparativo: el control de las hipótesis. También aquí
el cual se ha buscado dar un contenido sustancial a la democracia en · lección de Sartori es muy clara: el procedimiento de control es el
el mundo occidental, el itinerario de la investigación ha comenzado pecto más importante y distintivo de la comparación. Por esta ra-
con hipó~esis .muy específ~cas y series temporales cuantitativas para, a r.6n debe ser ubicado en el centro de ella. En el caso que se busque
postenon, onentarse hacia estudios cualitativos de los casos indivi- n generalización, más o menos localizada, o que el objetivo con-
duales en los cuales las diferentes relaciones resultaban mejor y más
10
Véase el apartado anterior sobre este punto. 1
1· i ta en lograr una explicación local, según lat sugerencia de Pane-

bi, neo, o bien sólo el de describir un cierto fenómeno en más casos y,


uáá, nudm dilmnte' "º""ione' enue un• vmable dependiente
27
26 Leonardo Morlino ·. rob lemas y opciones en la comparación

y más variables independientes, el control de las hipótesis sigue X.- amente ambiciosos. Esto se ha traducido, ante todo, en el _seg~i­
siendo esencial y típico de la comparación. ~iento perfeccionista y utópico de imposibles modelos ~e c1enc1a~
Cuales sean efectivamente los procedimientos concretos que se [ al «exceso de fines» (y de esperanzas) se ha revelado al ~m contr~
adoptan para efectuar tal control se deduce del apartado sobre «con- P.roducente y ha alejado de la comparación a_m~chos estud1~s'?s des1-
ceptos y clases» a propósito de la clasificación, de la escala de abstrac- r' sionados, que no se identificaban con objetivos tan amb1nosos Y
ción, de la parametrización y de la explicación. Por otra parte, e in- abstractos. . . .
tentando ser más precisos, se puede agregar que tales procedimientos i Hoy, después de muchos años de invest1gac10.nes y de expen~~-
cambian en parte según los objetivos cognoscitivos trazados, genera- as no todas negativas, como demuestran muy bren la c_ontnbuc10n
lización o teoría local siguiendo las enseñanzas de Durkheim o de die Collier sobre el plano del método y de todas las ul~enores po~en­
Weber, es decir, según las opciones metodológicas de fondo adopta- ci~lidades de progreso y la contribución ~e Ferre~a a mvel susta~t1vo,
das, e incluso en relación a los contenidos mismos de la investigación. e ta introducción puede finalizar infund1e~do .aliento pa_ra co~tmuar
ppr la vía trazada en las diferentes contnbuc10~es aqu1 publicadas.
Esta vez, sin embargo, con una mayor conciencia de los problemas,
Expectativas, desilusiones y dificultades d las opciones y también de los límites de lo q~,e se puede ~btener,
gracias justamente a la experiencia hecha y tamb1en a los parciales re-
Si todo es así de claro, ¿cómo es posible que la comparación no se 8 " ltados positivos que se han alcanzado.
haya desarrollado más en ciencia política? Esta es la pregunta plan-
teada en el ensayo de apertura por Sartori, y sobre la que retorna Pa-
nebianco. La explicación más elemental es ante todo la sugerida por R ferencias bibliográficas
el primero: comparar es simplemente difícil. La componente teórica
en la comparación es muy destacada y difícil de «manejar»: «quien A '.ber J. (1982), Vom Armenhaus zum Wohlfahrtsstaat. Analysen ~ur Entwic-
navega al azar y sin brújula se arriesga en cada momento a naufragar» . klung der Sozialversicherung in Westeuropa, Frankfurt/Mam, Campus
(Sartori en el ensayo siguiente). Una segunda explicación se sugiere Verlag. · · G p ·
1
. · S (1986) Metodologia della ricerca empzrzca, en . asqumo
en el ensayo de Panebianco: en sustancia, frente a la gran mayoría de B rto lim . ' . 1M r 39 82
- ·! (comp.), Manuale di Scienza della Politica, ~olo~1a, l '-'. mc:i, PP· - ·
estudiosos ideográficos y teóricos, los comparatistas se dividen res- Trad. esp. Manual de ciencia política, Madnd, Alianza Ed1tonal, 1988.
pecto a «qué constituye una explicación aceptable en las ciencias so-
.
D iamon d , L ., J· J· Linz y S.M. Lipset (comps.) (1988 -89), Democracy
R'
zn D_e-
p bl
ciales», en un contexto en el cual el saber politológico es poco acu- . veloping Countries, vol. 2, 3, 4, Boulder (Col.) Lynne 1enner u 1s -
mulativo y su objeto se redefine y se transforma cada vez. Pero tal hers. · · h s
división y la reducida acumulabilidad conducen una vez más a con- , f Id p F A H Barton (1951) Qualitative Measurement tn t e o-
l, z.ars e , · · Y · · '. d ¡ d· D L H D
cepciones diferentes acerca del mejor modo de hacer ciencia política, cial Sciences: Classification, Typologies, an n zces, en · erner Y · ·
que se ponen de manifiesto en el ámbito de la comparación por las Lasswell (comp.), The Policy S~ienc~s: Recent Development zn Scope and
dos estrategias fundamentales (la comparación estadística y la histó- Method Stanford, Stanford Umvers1ty Press. .
rica), indicadas por Ragin y Zaret (1983) e ilustradas por Panebianco
Li . hart A'. (1971), Comparative Politics and Comparatzve Method, en
«American Political Science Review», LXV, PP· 682-693:
en su contribución, o bien por las posiciones de Bartolini, quien (1975), The comp~~able-C~ses Strategy in Comparative Research, en
tiende a poner sordina a las diferencias entre esas estrategias. Quizá Comparative Polmcal Stud1es», VIII,_ PP· 158-177. _
junto a la dificultad de comparar tanto en el plano del correcto uso de ~ 1984), Democracies. Patterns of Ma7oritarian and Consensus G_o,ve~n
los conceptos y de la escala de abstracción (Sartori), como en el que ment in Twenty-one Co-untries, Londres y New Haven, Yale Unners1ty
se refiere a la recolección de datos sobre muchos casos, como a las di-
visiones de los comparatistas (Panebianco), hay también un «exceso .. r~~~sA. (1982), Forme e scopi della comparazione, introducción a la edi-
de fines», en el sentido de proponer objetivos de investigación excesi- ., · ¡· d N . J. Smelser, Comparative Methods
10 11 ita 1ana e
in Social Sczence,
28 Leonardo Morlino

Englewood Cliffs, Prentice Hall, 1976, La comparazione nelle scienze so- COMPARACIÓN Y MÉTODO COMPARATIVO
ciali, Bolonia, Il Mulino.
Sartori, G. (1971), «La politica comparata: premesse e problemi», en Rivista
Italiana di Scienza Politica, I, pp. 7-66.
Giovanni Sartori
- (1984 ), Guidelines for Concept Analysis, en íd., comp., Social Science Con-
cepts: A systematic Analysis, Beverly Hills, Sage Publications, pp. 15-85.
Ragin, C., y D. Zaret (1983), Theory and Method in Comparati'1.le Research:
Two Strategies, en «Social Forces», LXI, pp. 731-754.

Hace ya veinte años (casi) que escribí sobre política comparativa


y sobre el método en que se funda 1 • Escribí por qué era partidario de
ella. Sin embargo, debo admitir que el resultado es hoy enormemente
inferior a las expectativas de entonces. ¿Por qué?, ¿se debe a una so-
brevaloración inicial?, ¿a que hemos tenido abundantes tropiezos en
r el curso del camino?, ¿o se debe a otras razones? Responder estas
cuestiones nos conduce a un balance más general. ¿Dónde estamos?
¿Hacia dónde nos conviene ir? Es un debate a reabrir. En mi escrito,
digamos originario, me preguntaba en el siguiente orden: 1) por qué
comparar; 2) qué es comparable; 3) cómo comparar. Es conveniente
repetir las mismas preguntas en el mismo orden.

Por qué comparar

¿Por qué comparar? Entonces respondía: «La comparación es un


método de control de nuestras generalizaciones ... o leyes del tipo si...

1
«La Politica Comparata: Premesse e Problemi» (1971, 7-66). Es el escrito con el
cual comenzaba la Rivista Italiana di Scienza Politica; y constituía, al menos en la

29
30 Cin v~ nni Sartori Comparación y mét odo comp arativo 31

entonces ... Digo un método de control porque obviamente no es el denominado «Política comparativa» está hoy en día densamente po-
único» \ 1971, ,8). No ~e cambiado de opinión y, entonces, ta mpoco blado por estudiosos que no han cotejado jamás nada con nada, que
descubna la polvora. Sm embargo, con el paso de los a1ios cada vez se no tienen ningún interés en comparar y que son no menos «parro-
habla menos, o directamente no se habla, de la fun ció n de control quiales » que los americanistas (que lo son a ultranza). El estado de la
9ue ti~ne !~ comparaci~n. Przewor~ki llega incluso a sostener que «la cuestión es que la mayoría de los comparatistas USA no compara
mvestigac10n comparativa no consiste en comparacion es, s in o en ex- nada y, a fortiori, nada controla. ¿Cómo se sale? La vía de menor re-
p.licaciones ... El objetivo general de la investigación entre p aíses con- sistencia consiste en fingir que no sucede nada, en declarar que se
siste en entender» (~ ;s7, 35) 2• Pero, y sin llegar al ex tremo de negar puede comparar sin comparar y en callar sobre el control. Probable-
que en la comp_arac10n se deba comparar, lo cierto es qu e la palabra mente Przeworski y los otros están convencidos de que es así. Pero
control es considerada en desuso. Ragin escribe que el saber compa- no es así.
rado «nos da la clave para comprender, explicar e interpretar» (1987, Decía que las explicaciones son dos. La segunda es seria -de na-
35);, ?' Mayer «re~efine» (en el título, en verdad sólo en el título) la turaleza gnoseológica o epistemológica- y se refiere específicamente
pohtica comparativa como un campo, cuyo intento es «construir una al control. Comparar es confrontar una cosa con otra; pero si se am-
teoría explicativa empíricamente falsable » (1989, 12). ¿C ómo 110 estar biciona controlar, entonces la cuestión inmed iata es: ¿qué cosa con-
de acuerdo? Todos queremos comprender, expli car e interpretar. trolamos?, ¿controlamos leyes? Si el término es entendido en sentido
P:ro ¿por que lo lograremos comparando? A menos qu e no se desee fisicalista o siguiendo cánones rígidamente positivistas, entonces es lí-
afu~ar absurdamente que sólo la comparación explica, Przeworski, cito oponerse. En este sentido Marradi (1985, 308) ataca el programa
Ragm, Mayer y otros no nos explican cuál es la razón de ser de que que consiste en «someter a control la validez universal de una "ley"»
por la vfa comparada_ pod~mos conocer. En resumen, la pregunta observando que aquellos que lo suscriben no han «reflexionado seria-
~<por que comparar» sigue sm respuesta. Ahora bien, si la política (al mente sobre el significado del término "universal" (válido siempre y
igual que la sociología) comparativa no posee una función heurística en cualquier lugar) ». Si es así, tiene razón. Sin embargo, el programa
específica, entonces tampoco merece que nos ocupemos más de ella. fisicalista ya fue abandonado. Hoy las ambiciones nomotéticas de las
¿Qué ha ocurrido con el «control»? ¿Por qué no se lo menciona ciencias sociales no son universales (en el sentido omniespacial y om-
ya? Una pr~mera explicación (de dos) es del todo accidental y pura- nitemporal definido por Marradi) y se proponen leyes declaradas
mente amencana. En la estructura didáctica de las universidades esta- law-like, condicionadas con la forma si... entonces. Definamos ley así:
do~nidenses la d:marcación habitual es entre política americana y «una generalización provista de poder explicativo que expresa una re-
po!1t1ca comparauva, donde este último término se utiliza para «otros gularidad » (Sartori, 1984, 11 ). En tal caso diría que se derrumba la
p_aises >'. Y: en general, para uno solo. Por lo tanto quien estudia el pre- objeción episternológica3 •
sidencialismo USA es un americanista, mientras quien estudia sólo el Preciso pues así: parangonar sirve para controlar -verificar o fal-
presidencialismo francés es llamado comparatista. Desafío a cual- sificar- si una generalización (regularidad) se corresponde con los
quiera a que me explique por qué ello es así. El hecho es que el sector casos a los cuales se aplica 4• Se entiende que compararnos por muchí-
3
Marradi (1985 , 31 O) objeta haciendo uso del «problema de Galton»: y afirma que
intenci_ón, un escrito «programático». En efecto , d estacaba que la política comparativa «el paralelismo entre los es tados de dos o más propied ades p odría deberse ... a fenóme-
«s~ ubica e~ el ~entro. de la ciencia política contemporan ea» (ivi, p. 63 ). Sobre la situa- nos de difusión ... por la vía de la conquista, imitación, etc.> . Confieso que no entiendo
c10n de la c1enc1a pol1t1ca en general, ver mi evaluación «Dove va la Scienza Politica» las cons ecu encias perjudiciales de la objeción de G alton. C iertamente, un «contagio»
en Graziano (1986, 98 - 114) ' no advertido nos expone a explicaciones circulares; p ero una vez advertido pu ede in-
2
Que co mp arar no requiera comparación me impresiona en el mismo modo que lo corporarse a la expli cación genética de una regularid ad.
4
hace un contrasent_1do, un absurdo. Y encuentro apresurada, agrego, la tesis del volu - Como se pu ede advertir, esta formulación no nos impon e establecer ex ante a qué
men de Przeworsk1 y Teune (1970, 8) según la cual el objetivo de la investi"ación com- nivel (globalizante, intermedio o estrictamente «regional») generalizar. Es razonable o
parada consiste en «sustituir con nombres de variables los nombres de ~istemas so- en cualquier caso prudente recomendar, como hace Bendix (1963, 539), el desarrollo
ciales ». de conceptos y generalizaciones a un nivel intermedio entre lo que es verdadero en to-
32

simas razones. Para «situar», para aprender de las experiencias de los


otros, para tener términos de parangón (quien no conoce otros países
Giovanni Sartori

1
!,
Comparación y método comparativo

tonces es comparativa en su enfoque». ¿Durkheim, Lasswell y Al-


mond se equivocan? No, pues si se lee con atención dicen que si
33

no conoce tampoco el propio), para explicar mejor, y por otros moti- nuestro enfoque no es comparativo, entonces no es científico. Un
vos . Pero la razón que nos obliga a comparar seriamente es el con- grande «si ... », del cual se debería inferir que todos los «parroquialis-
trol. Consideremos .la proposición «las revoluciones son causadas por tas »,(en USA casi todos los americanistas, y muchísimos comparatis-
privaciones relativas » o bien «los sistemas presidenciales son sistemas tas de profesión, definidos así por incauta definición de la disciplina)
de gobierno fuertes» o bien «los sistemas de mercado postulan la de- no hacen ciencia, son pseudopolitólogos. Debo decir que esta conclu-
mocracia». ¿Verdadero o falso? Para saberlo necesitamos mirar a sión me satisface. Pero no me satisface si implica una descalificación
nuestro alrededor, es decir, controlar comparando. de un enorme número de investigadores. La tesis era (y es) que quien
Queda pendiente el problema de cómo la comparación explícita no compara no hace ciencia; tesis que puede interpretarse así: en la
se relacione con la comparación implícita, y si por esta vía se pueda medida en que hacemos ciencia comparamos, aun de modo incons-
llegar a una comparación inconsciente. El control es más fuerte y ciente. La posición es astuta; no obstante, resulta un embrollo. Una
atendible en la medida en que más se apoya en comparaciones explí- cosa es admitir la comparación «implícita» (que es tal porque es cons-
citas y sistemáticas. Pero es claro que el estudio monográfico de un ciente) y otra cosa es avalar una comparación «inconsciente» y por
americanista puede ser implícitamente comparado. Será así si satisface ello mismo presente y operante por definición. No. El comparatista
la condición que Zelditch (1971, 305) formula técnicamente del si- inconsciente, o subsconciente, no compara nada y no subroga nada.
guiente modo: «la comparabilidad postula un universal lógico común En efecto, en base a la afirmación de que todos somos «inevitable-
a todas las unidades de un universo de comparación dado». Expre- mente comparatistas» ha florecido una lujuriosa selva oscura de hipó-
sado en modo mas estricto, «implícitamente comparado» implica el tesis y de generalizaciones que no son más que patentes necedades
uso de parámetros (perspectiva y proporciones) recabados de casos que no resistirían un momento si fueran expuestas al control compa-
comparables, y el empleo de categorías de análisis no idiográficas, es rativo.
decir, derivadas de alguna teoría general o de algún esquema concep-
tual (framework) generalizante 5•
H as ta aquí, todo bien. Sin embargo, debemos detenernos en la te- Qué es comparable
sis que afirma que todos somos, por fuerza, voluntaria o involunta-
riamente, animales comparantes. La cita obligada es Durkheim (1947, Si comparar no tiene una razón de ser especial, un objetivo espe-
37), quien escribía: «La sociología comparativa no es una rama de la cífico (además del objetivo general de explicar), entonces se puede
sociología, es la sociología misma en la medida en que intenta expli- afirmar que no existe, en sentido propio, una metodología de la com-
car los hechos ». Lasswell (1968, 3) retoma esta afirmación: «El enfo- paración, un método comparado. Al decir de Lijphart (1971, 682), la
que científico es inevitablemente comparativo». Con mayor cautela política comparativa es aquel sector de la ciencia política que se de-
Almond (1970, 254) sostiene: «si la ciencia política es una ciencia, en- fine «mediante una etiqueta metodológica más que sustantiva». Del
mismo modo, Holt y Turner (1970, 5): «en su significado ordinario,
das las sociedades y lo que resulta verdadero en una sociedad. La recomendación es comparativo se refiere a un método de estudio, no a un cuerpo sus-
preventiva, no metodológica.
5 El criterio para distinguir la política comparativa de la que no lo es no lo propor- tantivo de saber». En conjunto digamos que la tesis metodológica ha
ciona el hecho de que se trate de «Un solo caso» o «muchos casos», sino por la diferen- resistido mejor el embate de los críticos que la tesis de que comparar
cia entre estudios incomparables (porque se fundan sobre categorías y parámetros ad es controlar. En efecto, siguen apareciendo libros que declaran y uti-
hoc) y estudios comparables. Se trata de un criterio de fácil prueba: basta mirar la bi- lizan el método comparativo. Pero analicemos más detenidamente
bliografía de apoyo. La mayoría de los estudios monográficos sobre América Latina, esto.
Japón, etc., cita escritos sólo country-specific, con elegancia y, también, sin pudor se ig-
nora la literatura general sobre parlamentos, burocracias, partidos, sistemas electorales Prácticamente nadie (o casi nadie) sostiene que 'e1 método compa-
y todo lo que el autor observa en el país estudiado. rativo ,~ ea una entidad en sí. Obviamente constituye una parte del
, 'Uli Sartori Comparación y método comparativo 35
34

método de las ciencias sociales en general. D ería ab- 15 -16) sostienen que el método estadístico está sobrevalorado y que
surdo sostener que la lógica de la compar;i ·i n e la ló- «el método comparativo es superior al método estadístico por mu-
gica en general. Pero el árbol del sab er c r · , 1t · chas razones». Sea como fuere, sigue siendo verdadero que frente a
ramas nuevas o más extendidas. La lógica de Joh11 «muchas variables, pequeño N » (Lijphart, 1971, 686) la elección es
tituye la de Aristóteles, pero ciertame nte agr ·g obligada: el tratamiento estadístico no se puede proponer. Y me pa-
partes inéditas. En este sentido, el método omp t rece también verdad, como sostienen Ragin y Zaret (1983, 745), que
método lógico deriva en gran parte de Mili 0 . 1 «el método histórico-cualitativo» no puede ser considerado «una
comparables las manzanas y las peras? Desafí . u, l cruda aproximación a los métodos estadísticos»: los respectivos pro-
der por ciencia infusa, pues aún hoy hay qui en · ductos son muy diferentes. Pero vamos a la sustancia.
nes responden no y quienes no saben qué manzan . ¿Qué es comparable? Regresemos a las manzanas y a las peras.
gir. Pues sobre este punto la respuesta e~ q~te d , in ' d e mpar.at1v~ ¿Son comparables o no lo son? Se trata de un ejemplo fácil. Pero
se justifica y desarrolla como una especialzzacwn d 1 m odo c1ent1- ¿piedras y avestruces son comparables? Probablemente la mayoría
fico (científico-empírico o científico-lógico) en ge ll r. l. responderá no, para ser inmediatamente replicado con la objeción:
Muy diferente es la cuestión de cómo se califiqu al m todo com- para declararlos «incomparables», hemos debido, en algún momento,
parativo y de cómo se lo relacione con otros métodos de control que compararlos. Recomencemos desde lo más simple. Manzanas y peras
serían, según Lijphart, especialmente el método ex¡ erimental, po.r un son comparables respecto a algunas propiedades -aquellas que tie-
lado, y el método estadístico, por otro (1971, 683-85 ). Con ~ste fm se nen en común- y no comparables respecto a otras. De este modo,
puede volver a repetir que todo es comparado y que todos (mclu~~ el manzanas y peras son comparables como fruta, como--c-~me~tibles,
experimentador y el estadístico) parangonan. V e:dadero, p~ro tnv1al. ~ -entidades que crecen en los árboles; pero no son comparables,
La cuestión es que los tres métodos no son equivalentes m, frecuen- por ejemplo, en cuanto a su forma. En principio entonces la pregunta
temente, opcionales 7 • Conservo firmemente !ª
opinión_ ~e q:-1,e « l~s s_iempre se debe formular así: ¿comparable (bastante similar) respecto
ciencias del hombre se valen de cuatro ... técmcas de venficacion. Si- ~qué propiedades o características, y no comparable (demasiado dis-
guiendo un orden de "fuerza de control" decreciente ... son: 1) el mé- tinto) respecto a qué otras propiedades o características? · ·
todo experimental, 2) el método estadístico, 3) el método comparado, ~ f?e lo afi~mado hasta este punto puede concluirse que~().1!1.Eªrar
y 4) el método histórico» (Sartori, 1971, 8 y 8-13 p~ssim). _La duda l,JJlpl.1ca. .~~~m._ila.r. r:A#erenciar en los límites._Si dos entidades son igua-
que tengo es si el método estadístico, cuando es posible aplicarlo, se ·, les en todo, en todas sus características, es como si fuesen la misma
deba preferir a métodos no estadísticos. . . entidad, y todo termina ahí 8 . A la inversa, si dos entidades son dife-
Algunos autores (Frendreis, 1983, 258; y en especial Ragm, 1987, rentes en todo, entonces es inútil compararlas, y del mismo modo
, todo concluye aquí. {Las comp~raciones que sensatamente nos intere-
6 Y más precisamente de sus cánones sob;e la inducción, especialmente el mét~do
san se llevan a cabo entre entidades que poseen atributos en parte
de la concordancia y el método de la d1ferenc1a, qu e Cohen y Nagel reformulan as1: 1) compartidos (~imilares) y en parte no compartidos (y declarados no
«nada puede ser causa de un fenómeno que no subsista como circunstancia en común comparables) · Sigue presente la cuestión planteada por Osgood
para todas las manifestaciones del fenómeno » (1934, P.;s ), y 2) «nada puede ser _causa (1967, 7): ¿cufodo es que lo mismo es en verdad lo mismo, y cuándo
de un fenómeno si el fenómeno no ocurre, cuando ocurre la supuesta causa» (wt, p.
259). El tercer canon de Mili, el método de la variación concomitante, constituye una
es que lo diferente es en verdad diferente? Es una pregunta difícil en
d erivación.
una profesión en la que se repite la cantinela de que las diferencias
' Bien entendido se dan casos en los que el control puede ser tanto cualitativo son todas de grado. Si esto es así entonces el problema de Osgood es
como cuantitativo-es~adístico. La hipótesis es que la cohesión intra-partidaria es una
función directa del grado de competición ínter-partidaria, de t al modo que a m~nor 8
El término entidad se refi~re a cualquier unidad: sistemas enteros, «segmentos»
competición debería corresponder u~ mayor fraccionahsi;io interno en los partidos. subsistémicos (la unidad preferida por La Palombara, 1970), o tambien, por una simple
En este ejemplo la comparación es útil para refmar la h1potes1s de tal modo que se la , característica. Las entidades en cuestión pueden ser cross-country, entre países, o bien
puede controlar correctamente mediante técnicas estadísticas. ' , m in«m,., wdhin w•n<ry, o =bifo m•lti-1~<1.
36 io vanni Sartori Comparación y método comparativo 37

en verdad espinoso . .Pero si aún recordamos el análisis p er genus et la investigación. Tres años después Sempronio reaparece, más bien
differentiam y no desdeñamos las clasificaciones, entonces el pro- deprimido. La hipótesis, admite, no ha sido confirmada: es verdad
blema se resuelve inmediatamente. Clasificar es ordenar un universo que muchos perros-gatos emiten el sonido miau, pero otros muchos
en clases que son mutuamente excluyentes; por lo tanto clasificar es no lo hacen. En cualquier caso, dice Sempronio, en el curso de la in-
establecer similitudes y diferencias. Se entiende que «igual» es una vestigación se me ha ocurrido una hipótesis alternativa: todos los pe-
noción relativa. Con mayor precisión, dos objetos que pertenecen a rros-gatos emiten el sonido bau, bau. Pasan otros tres años, se gastan
la misma clase son mas similares entre sí -respecto al criterio de 100.000 dólares más, y nuevamente la hipótesis es refutada: es verdad
asignación preseleccionado- que los objetos que pertenecen a otras que muchos perros-gatos hacen bau, bau; pero otros muchos no lo
clases, lo que nos deja, en principio, con grados de similitud muy hacen. Sempronio está desesperado, y su director se siente incómodo,
elásticos. La regla de máxima es que mientras menor es el número de no sabe qué más sugerir. Al final le aconseja interpelar al oráculo de
las clases, mayor será la variación (disimilitud) intra-clase. A la in- Delfos. Sempronio llega a la caverna por la noche, y el oráculo se sen-
versa, mientras mayor es el número de las clases, menor es su varia- ' tía cansado. Cansado de articular respuestas sibilinas. Lo escucha, y
ción interna. Si dividimos los estados sólo entre Monarquía y Repú- movido por la piedad le dice: amigo mío, te diré la verdad sin velos· la
blica obtenemos dos clases demasiado heterogéneas para ser de simple verdad es que el perro-gato no existe. '
alguna utilidad. Aun con clases pequeñas los casos clasificados con- ¿Cómo nace el perro-gato? Nace de cuatro fuentes que se refuer-
juntamente no son jamás del todo iguales. Es competencia de quien zan una con otra: 1) el parroquialismo, II) el clasificar incorrecta-
clasifica decidir hasta qué punto sus clases deben ser inclusivas (pocas mente, III) el gradualismo y IV) el alargamiento de los conceptos.
y con redes anchas) o bien discriminantes (estrechas). Por parroquialismo entiendo los estudios de un solo país in
Lo esencial, repito, es que la pregunta «¿qué es comparable?» sea vacuo, que pura y simplemente ignoran las categorías de análisis per-
siempre formulada así: comparable ¿en qué aspecto? En esta óptica t~neci,ent~s a teorí~s generales y .que entonces adoptan con despropó-
peras y manzanas son, en muchos aspectos (propiedades), compara- sito termmos fabncados a medida y, al mismo tiempo, sin medida.
bles. Lo son también, pero menos, hombres y gorilas (por ejemplo, Por ejemplo, Sundquist (1988) titula y desarrolla un escrito suyo
ambos son animales erectos con manos prensiles). Lo son hasta los como «gobierno de coalición en los Estados Unidos». El problema es
hombres y las ballenas (como mamíferos y animales que no pueden que la expresión gobierno de coalición se aplica, en todo el mundo, a
respirar bajo el agua). Se entiende que a medida que se pasa del pri- s~stemas parlamentarios (no a los sistemas presidenciales de tipo ame-
mer al tercer acoplamiento las incomparabilidades aumentan; pero ricano) en los cuales los gobiernos dependen del parlamento y están
hasta aquí no incurrimos en error. Los errores comienzan y se des- constituidos por alianzas de dos o mas partidos. Estas características
arrollan en torno al «perro-gato»; una invención mía que ilustro, para están ausentes en el caso que Sundquist denomina gobierno de coali-
romper el hielo, con una historia imaginaria (pero no tanto). ción. Nace de este modo un perro-gato (todavía peor, un perro-pez)
que muy pronto terminará en los computers y complicará toda la teo-
ría de los gobiernos, correctamente denominados, de coalición.
El perro-gato El perro-pez de Sundquist es un puro y simple error de nombre,
resultado de la ignorancia parroquial. El mal-clasificar conduce a
Sempronio ha llegado por fin a su disertación, al Ph.D. ameri- m?nstruos mas «sofisticados», mas refinados. Piénsese en la etiqueta
cano. Se le repitió hasta el cansancio que su tesis debe ser original y «sistemas monopartidarios » que se utiliza para designar 1) los llama-
que debería girar en torno a una o mas hipótesis. Sempronio investiga dos one party States de los Estados Unidos, Japón y, a veces, a Suecia,
los gatos; pero ¿cómo se hace para ser original estudiando los gatos? Noruega y la India, 2) a México, a los países comunistas pre-1990. El
Piensa y piensa y elige el perro-gato; y su hipótesis es que todos los
perros-gatos emiten el sonido miau, miau. Su director de tesis dice
«interesante», y una fundación contribuye con 100.000 dólares para t, problema es que los primeros casos son -en la conceptualización
propuesta por mí- sistemas de partido predominante que pertene-
oen a contexto' rnmpeti tivo' (Sa<toó, 19 76, 192-201 ); México " un
38 G iova nni Sartori Comp aración y método comparativo 39

sistema hegemónico que permite una competición «limitada» (Sar- P?r ejemplo, Douglas Rae (1971, 93) rechaza concebir el biparti-
tori, 1976, 230-38); mientras los países comunistas son, o han sido, d1smo como una clase o como un tipo, y prefiere hablar de «competi-
sistemas de partido único en el sentido preciso del término, y porque ción bipartidaria» que define del siguiente modo: una situación tal
han prohibido en el derecho, y en los hechos, cualquier otro partido que «el primer partido obtiene en el Parlamento menos del 70% de
(que no fuese, si había, un «partido títere» admitido y ex hibido como los escaños, y los dos primeros partidos obtienen juntos al menos el
fachada). Dejando de lado la cuestión de la terminología, '11 cualquier 90% de los escaños». ¿Es correcto? ¿Cómo lo sabe? Lo sabe porque
caso se trata de tres animales muy diferentes . Si los reuni éramos en ha considerado los sistemas clasificados como bipartidarios y ha he-
uno obtendríamos un perro-gato-tigre. Supongamos que nos interese cho las cuentas. Pero aun así ¿por qué 90 en vez de, imaginemos,
descubrir la causa o causas que conducen al mono partidismo. Hun- 88%, y 70 en vez de, digamos, 68%? No hay razón «razonada» para
tington (1970, 11) hipotetiza que «los orígenes sociales de los siste- establecer los cortes donde los establece Rae, y, por ende, no hay ra-
mas de partido único se adscriben ... a una bifurcació n», es decir, que zón para no variarlos. Variándolos se trasladan los confines del caso
«los sistemas de un partido ... tienden a ser el producto o de una acu- en cuestión y por ello se redefinen y redistribuyen los casos. ¿Poco
mulación de cleavages ... o bien de la prevalencia de un alineamiento mal? No, mal; porque Rae se propone averiguar si existen «leyes» so-
de cleavage sobre otros». ¿Es cierto? ¿Es un error? No lo sabremos bre los efectos de los sistemas electorales; y variando los límites se
jamás, porque ni ésta ni ninguna otra hipótesis podrá jamás pasar la hacen cuadrar o no cuadrar !as leyes. En esta tarea Rae es brillante;
red de nuestro monstruo de tres cabezas. La generalización que quizá pero el punto de principio, o de método, es que las excepciones (y
rige para los gatos no es válida más que en parte para los perros y casi por lo tanto desmentidos) a las reglas son frecuentemente colocadas
para nada para los tigres. El error es aquí de clasificación (no sólo de en los lugares de los cortes, de tal modo que basta variar un poco los
terminología), porque diciendo partido único se recurre a un criterio cut-off points para borrar las excepciones o, viceversa, para descubrir
numérico de clasificación de los sistemas partidarios: y un correcto desmentidos. En lo esencial el «gradualismo» crea animales a sopli-
clasificar que se deriva de un solo fundamentum divisionis, de un dos, que podemos manipular del mismo modo que el gobernador
solo criterio, necesariamente produce clases mutuamente excluyen- Gerry manipulaba las circunscripciones electorales, dando lugar al
tes, clases que no consienten que «uno» y «más de uno» vayan jun- arte -el gerrymandering- que ha inmortalizado su nombre.
tos. Sólo una seudoclase puede consentir que Japón y China, Suecia y Por último, y resumidamente, los perros-gatos son procreados
México, Estados Unidos y Albania puedan ser asignados a un mismo continuamente por el concept stretching (Sartori, 1970, 1034; 1971,
contenedor. 20), el alargamiento de los conceptos. Tomemos el término «consti-
Un ulterior productor de perros-gatos es -decía- el «gradua- tución~. Si el término ha sido estirado hasta el punto de significar
lismo», que a su vez es producto del abuso de la máxima según la cual cualqmer forma de estado, entonces !a generalización «las constitu-
todas las diferencias son diferencias de grado, que pueden extenderse ciones obstaculizan las tiranías » es fuertemente desmentida (mientras
sobre un continuum de más-menos. De este modo no hay sanos o en- resultaría confirmada cuando se refiere a la acepción estrecha o ga-
fermos, sino más o menos sanos-enfermos. Por esta vía, tal vez este- 1 rantista del término). Considérese «pluralismo». Si todas las socieda-
mos en pie, o tal vez nos veamos obligados a estar en cama; frecuen- des son declaradas, en alguna acepción de la palabra, p!uralistas, en-
temente vivimos en casa, pero nos ocurre también terminar en el tonces resulta indemostrable que el pluralismo se relacione con la
hospital. ¿Cuál es la .demarcación, la frontera entre los dos estados? democracia. Considérese «movilización». Si la palabra se amplía
En el ejemplo la respuesta es fácil: hemos inventado el termómetro de · hasta el punto de abarcar tanto la participación como actividad vo-
mercurio en el cual se establece que el punto de división es aproxima- ' luntaria, actuar por sí mismo, como actuar por la fuerza, o hetero-
damente en torno a los 37 grados. Pero en las ciencias sociales no hay movimiento (movilización en sentido propio), entonces tenemos un
termómetro y mucho menos existen «grados naturales» que estable- perro-gato gracias al cual la generalización (verdadera) de que !a par-
cen la discontinuidad del continuo. Aquí los cut-off points, los pun- ticipación caracteriza a la democracia puede ser (falsamente) decla-
tos de división, son arbitrarios, y dejados a la decisión de cada uno. rada falsa. Otro ejemplo de concepto alargado hasta el punto de con-
40 G iovanni Sartori Comparación y método comparativo 41

vertirse en nada es «ideología». En su uso co rriente la palabra no Hasta aquí no hay problemas. Pero el control comparado se re-
tiene más contrario; todo es ideología por definición, sin posibilidad fiere a hipótesis generalizantes, a «leyes» (casi-leyes) respecto de las
de prueba contraria; de este modo el pensamiento-falso y ~a investi- cuales el problema surge de las excepciones. Más precisamente,
gación de la verdad se confunden en una noche posthegcl1ana en la ¿cuándo y cuántas excepciones matan una regla? El problema sigue
cual toda la zoología está constituida por vacas gris es. muy abierto, y si no lo ordenamos entonces todo el comparar
Entonces, con el perro-gato y derivados (perro-tigre, p erro-peral, -tanto en su porqué cuanto en su cómo- corre el riesgo de nau-
etc.) el control comparado se vacía de utilidad. Mientras más produ- fragar.
cimos perros-gatos, menos capaces somos de generalizar y verificar
(o falsificar) sobre cualquier cosa.
Reglas y excepciones

Cómo comparar Repitamos la cuestión planteada en la siguiente forma: ¿en qué


medida una regla puede soportar excepciones? El dicho común de
f
Supongamos que hemos establ_e~ido . q:tJ<:__:ina cosa es claramente
comparable con otra cosa, )( en que aspecto_,,fQ ueda por estable.cer
que las excepciones confirman la regla no está bien dicho; en verdad
se debe decir que la noción de excepción presupone la existencia de
cuál es la estrategia comparativa a adoptar. « fl.. veces el comparatista regularidades; lo que no nos ayuda mucho.
subrayará las similitudes, a veces las diferencias. Prestará atención a Comencemos sosteniendo que si una ley o regla es concebida
las diferencias en los contextos que son similares, o... buscará analo- «determinísticamente», entonces una sola excepción es suficiente
gías en sistemas diferentes» (Dogan y Pelassy, 1984, 127). Parale.la- para refutarla. Pero las leyes de las ciencias sociales no deben conce-
mente se dan dos enfoques: elegir sistemas más semejantes, o bien birse determinísticamente, es decir, siguiendo la fórmula: si está dada
elegir sistemas más diferentes 9 • En el primer caso el investigador la causa entonces está dado el efecto. No: dada una causa no es cierto
compara sistemas «cercanos», es decir, similares en la mayor cantidad el efecto, no es conocido y seguro ex ante. En las ciencias sociales,
de características posibles, lo que le permite dejar de lado un alto nú- siempre he sostenido (1979, 52), no es válida la determinación causal,
mero de variables bajo la cláusula ceteris paribus, es decir, declarán- sino la indeterminación causal. Aquí también se dan causas; pero cau-
dolas iguales. La presunción es que los factores comunes de país~s sas cuyos efectos no son «necesarios» como lo son en las leyes natu-
relativamente homogéneos (las llamadas «áreas», como Europa occi- rales. En efecto, estamos habituados a decir que nuestras generaliza-
dental, América Latina, etc.) son irrelevantes a la hora de explicar las ciones, nuestras cuasi-leyes, son «probabilísticas». Sí, a condición de
diferencias. El ideal sería encontrar entidades similares en todas las que se relacionen con el significado de probabilidad. Si se trata de
variables excepto en una, es decir, excepto en aquella variabl~ que :ios probabilidad en el sentido estadístico y matemático del término, en-
interesa investigar. Por el contrario, en el segundo caso el mvest1ga- tonces estamos haciendo trampas en el juego, porque las leyes esta-
dor relaciona sistemas que difieren en la medida de lo posible, en dísticas son justamente leyes estadísticas; no leyes en el sentido que
todo salvo en el fenómeno que se investiga. En el ejemplo de Prze- nos interesa, es decir, generalizaciones (regularidades) explicantes que
worski y Teune (1970, 35), si las tasas de suicidio son las mismas en- implican un scire per causas, una comprensión fundada sobre causas.
tre zunos, suecos y rusos (en verdad sistemas muy diferentes), enton- Supongamos que la duración media de la vida sea de 66 años, o que la
ces está claro que el fenómeno no se puede explicar por factores frecuencia de los nacimientos femeninos es superior a la de los naci-
sistémicos, factores que deben ser ignorados. mientos masculinos son leyes o probabilidades estadísticas que son
9 Esta última, el most different systems design, es la estrategia reco1?endada por
verdaderas pero que no explican. -Por lo tanto, cuando decimos que
Przeworski y Teune (1970) . Bien. Pero no entiendo por qué esta estrategia debe n ece- las leyes de las ciencias sociales son probabilísticas decimos sólo que
sariamente consistir en «análisis de niveles múltiples» y observar «comportam1entos a son «leyes de tendencia». Lo que no resuelve para nada el problema
un nivel inferior al de sistema» (ivi, p . 34 ). que en verdad debe resolverse: cómo considerar las excepcion,es.
42 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 43

En la medida en que las leyes en cuestión no son deterministas, se escribir (reconcebir), Dante suena bien en inglés y Shakespeare en
deriva que una o pocas excepciones las debilitan pero no son sufi- italiano. En resumen, traducir como creación de auténtica equivalen-
cientes para refutarlas. Establecido esto, supongamos que nuestras le- cia es difícil pero no imposible. En la actualidad está en auge la tesis
yes son del tipo si entonces, donde el «si» está constituido no por de la «inconmensurabilidad de los conceptos» que niega a cualquier
condiciones suficientes, sino (para seguir con el ejercicio mental en efecto esta posibilidad, incluso comparar. Es una tesis que encuentra
cuestión) por condiciones necesarias. En tal caso especificar las con- su apoyo epistemológico en Feyerabend (1975) y que puede formu-
diciones necesarias es especificar cuándo se aplica una ley o no; y larse, respecto de la comparabilidad, así: nuestros conceptos están
aumentar el número de las condiciones necesarias es restringir su ám- tan impregnados de contexto, tan enraizados en su respectiva cul-
bito de aplicación. Para nuestros fines esto significa que las excepcio- tura, historia y localidad, que resultan «inconmensurables» 12 • Pero
nes están en función de las condiciones necesarias en el sentido de como Feyerabend no me provoca ninguna impresión 13 especial, tam-
que son reducidas (eliminables) agregando condiciones adicionales. poco me impresiona la «inconmensurabilidad» extrema, inspirada
La ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos fracasa en la prueba por él. Resulta más verdadera la tesis contraria de que los conceptos
experimental si no se circunscribe con la condición «caída en el va- son generalizaciones camufladas, contenedores mentales que mez-
cío». Por lo tanto un primer modo de afrontar el problema de las ex- clan el fluir incesante de percepciones siempre diferentes y discretas.
cepciones es reducir el ámbito de aplicación de una ley precisando Pero mientras los actuales defensores de la inconmensurabilidad exa-
mejor las condiciones. Otra manera de proceder es reformular una geran, y mucho, Dilthey y Rickert distinguían bien, hace más de un
ley de tal modo que se puedan incorporar las excepciones en su siglo, entre saber ideográfico, típico de la historiografía, y saber no-
misma formulación 10 • Solamente después de haber seguido las dos es- motético, típico de la ciencia natural. Aquí no se erige una prisión de
trategias hasta agotar sus posibilidades, una ley puede ser salvada ex- inconmensurables cerrados en sí mismos a modo de mónadas, sino
plicando las excepciones con argumentos ad hoc, circunstanciales 11 • que se propone una alternativa entre estudio «configurativo» y estu-
Pero en ningún caso una ley puede ser declarada «determinís- dio generalizante; una alternativa que implica pérdidas y beneficios,
tica ... con las excepciones mencionadas» (Riker, 1982, 761). pero que permite también compensaciones recíprocas. La investiga-
ción monográfica y el estudio del caso privilegian la densidad de la
comprensión individualizante, de un Verstehen en profundidad. Por
Inconmensurabilidad y generalidad el contrario la investigación comparativa sacrifica la comprensión-
en-contexto -y del contexto- a la inclusividad y en proporciones
Vayamos a la objeción de fondo: ¿es en verdad posible compa- generalizan tes.
rar? ¿Existe de verdad la parangonabilidad de la que hablamos? Es Llegado al límite se debe elegir. En la práctica las dos vías se pue-
parecido a la objeción que se hace al traducir una lengua a otra. Se- den en algún modo y medida combinar 14 • De hecho el comparatista
gún la máxima los traductores son «traidores». Claro que, en algún
sentido, lo son. Cuando me traduzco a mí mismó me reescribo. Pero 12
Más exactamente, en Feyerabend el contexto es teórico, mientras para los soció-
también he encontrado traductores que mejoran el texto que tradu- logos y politólogos que hoy cabalgan sobre el tigre de la inconmensurabilidad el con-
cen. Si traducir es en alguna medida traicionar y en cierto modo re- texto es fundamentalmente histórico cultural. Sin embargo, sin Feyerabend a las espal-
das la inconmensurabilidad de sus vulgarizadores tendría menos aliento.
13
En Sartori (1984b) la contribución de Kotowski (pp. 403-451) analiza el con-
10
Ambas estrategias son ilustradas con referencia a las «leyes» sobre la influencia cepto de revolución, concepto que debería ser particularmente sensible al «teoreti-
de los sistemas electorales en Sartori (1984a, 16, 31, e passim ). cismo» de Feyerabend: y en cambio no: la mayoría de las características de «revolu-
11 En términos generales sigo a Lakatos (1970, 116), para el cual una teoría Tes fal- ción» resulta compartida entre marxistas y no marxistas. Se puede ver en el volumen
sificada, y entonces debemos rechazarla, «si y solo si otra teoría T' ha sido propuesta citado mis críticas; pero especialmente las notas críticas de Lane (1987).
14
con las siguientes características: 1) T'posee mayor contenido empírico que T ... 2) T' Lo explica bien Bendix (introducción a Bendix, 1964 y 1978). En realidad Toc-
explica el éxito precedente de T ... 3) parte del contenido empírico de T' está corrobo- queville no es exclusivamente idiográfico, y Max Weber juega sobre ambo5 campos.
rado». Sobre ambos, ver Smelser (1976, caps. 2 y 5).
44 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 45

debe recoger la información de estudios monográficos y «configura- de relacionar universales y particularidades es organizar nuestras
tivos» así como el especialista de un solo país que ignora el aporte categorías a lo largo de escalas de abstracción regidas por la regla de
comparado se empobrece (y peor). Este aspecto ha sido formulado transformación (tanto en dirección ascendente como descendente)
con nitidez por Lipset (1963, 9-1 O) así: «El analista de la sociedad por la cual la connotación y la denotación de los conceptos está en
debe elegir entre un enfoque primariamente histórico o primaria- relación inversa. De este modo con la finalidad de hacer un con-
mente comparado (... ) pero no puede ignorar el otro. Sin el examen cepto más general -incrementando también su capacidad de via-
de ... diferentes países es imposible saber en qué medida un factor jar- debemos reducir sus características o propiedades. A la in-
dado posea el efecto que se le atribuye en un solo país». versa, con la finalidad de hacer un concepto más específico -y
Hablando metodológicamente, en cualquier caso, la elección en- entonces contextualmente más adecuado- debemos aumentar las
tre individualizar y generalizar es una elección que se impone. Por lo propiedades o características. No me detengo más en este punto
tanto es de interés establecer, siempre en clave de método, cómo con- porque ya he considerado abundantemente la escala de abstracción
vertir o al menos relacionar los dos procedimientos. En un pasaje en otros trabajos. Pero es como predicar para sordos. En parte es
muy citado Verba nos presenta su convergencia como una especie de porque para llevar a cabo transformaciones de objetos se requiere
remolino vicioso, de enroscamiento que termina en estrangulamiento un mínimo de adiestramiento lógico (que cada vez brilla más por su
(de la política comparada). El pasaje merece ser enteramente trans- ausencia). Pero también se debe a que es infinitamente más fácil in-
cripto. «Para ser comparativistas, se nos dice, deben formularse gene- vocar la inconmensurabilidad o bien dejar que los ordenadores lo
ralizaciones o leyes comprensivas (covering laws) que se aplican a to- hagan por nosotros 16 •
dos los casos de un determinado tipo( ... ) Pero ¿dónde están las leyes
generales? Las generalizaciones se decoloran cuando prestamos aten-
ción a los casos individuales. Agregamos variables intervinientes a va- El estudio de caso
riables intervinientes y como los casos son pocos entonces llegamos a
una explicación hecha a medida para cada caso. El resultado termina Antes de concluir debemos detenernos en cómo la comparación
por tener sabor idiográfico o configurativo ... A medida que volvemos se relaciona con el estudio de caso entendido específicamente como
a introducir más y más variables en el análisis con el fin de llegar a ge- case study heurístico, crucial, o también desviante 17 • En esencia el
neralizaciones aplicables a una amplia serie de sistemas políticos, ter- caso se elige expresamente o porque nos resulta útil para generar hi-
minamos por introducir tantas que obtenemos casos únicos» (Verba, pótesis o porque es «crucial» a la hora de confirmar o no confirmar
1967,113). una teoría. Cuando es así es claro que análisis de caso y análisis com-
Todo lo dicho hasta ahora es una muestra de cómo nos hemos parativo son búsquedas complementarias que se refuerzan entre sí.
enredado y hemos enredado todo; el problema es que no da nin- Es también claro que los estudios de caso en cuestión deben ser, para
guna receta para salir. «¿Dónde están las leyes generales?». Obvia- ser tales, implícitamente comparativos. Lo que no quita que el estu-
mente (la pregunta de Verba es retórica) no hay, ni puede haberlas, dio de un solo caso no pertenezca al método comparativo. Un solo
puesto que hasta hoy no hemos aclarado nuestras ideas sobre cómo 16 Una vía allanada por la anotación de Przeworski y Teune (1970, 12) sobre que
formularlas 15, y aunque tuviésemos nna ley en la palma de la mano, «en gran parte los problemas de unicidad versus universalidad son redefinibles como
produciríamos de inmediato un perro-gato. «Agregar variable inter- problemas de medición». Sería agradable; pero no es verdad.
viniente a variable interviniente» resulta ciertamente un modo con- 17
El máximo propugnador del case study es Eckstein (1975). El problema ha sido
traproducente de afrontar el problema. Hace tiempo (Sartori, 1970, discutido también por Lijphart (1971, 1975). Los dos autores divergen más en la termi-
nología que en la sustancia. En efecto, Lijphart insiste sobre el caso hypothesis genera-
1040-45; 1975, 16-19; 1984b, 44-46) propuse que un método capaz ting, mientras Eckstein entiende por «caso crucial» un caso preelegido con la finalidad
le confirmación-no-confirmación de una teoría. Por otra parte, el primero explicita la
15
Desarrollo el punto, en referencia a las leyes de Duverger sobre los sistemas noción de «caso desviante», bien ejemplificada por Lipset (1956), que estudia justa-
electorales, en 1984a, 11-16. mente una «desviación» de la ley de hierro de la oligarquía de Michels.
46 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 47

caso, aun tratándose de un caso crucial, no basta para confirmar una inversa, de los procesos de democratización 18 • Pero también en los
generalización (aunque aumente su plausibilidad) y tampoco alcanza trabajos de más brillo la formulación de las hipó tesis, cuando se hace,
para refutarla (si bien la debilita). Pero mantener la distinción entre es tímida y el control comparativo es siempre suavizado. ¡Qué pena!
case study y comparación no implica en modo alguno que esta úl- Con un mínimo incremento de conciencia y de seguridad metodoló-
tima sea, heurísticamente, superior al primero. Sólo establece que gica podríamos hacer mucho más. Los frutos están a la vuelta de la
cuando se llega al control del conjunto, entonces la comparación es esquina. ¿Por qué no cogerlos?
útil.
¿Es útil, o debería ser útil? Y a en la segunda mitad de los años se-
senta Verba {1967, 113) se preguntaba: «¿por qué con tanto movi- Referencias bibliográficas
miento, ha habido tan poco movimiento hacia adelante? ». Y resP.on-
día: «en parte la respuesta se encuentra en lo áspero [toughness] del Almond, G. (1970), Political Theory and Political Science, ahora en Politi-
problema». Sí, pero sólo en parte. La respuesta entera es que justa- cal Development: Essays in Heuristic Theory, Boston, Little, Brown &
mente porque la comparación hecha seriamente es tough, es difícil, 1
Co.
· Bendix, R. (1963), Concepts and Generalizations in Comparative Sociological
precisamente por ello una disciplina sin disciplina lógica, metodoló- Studies, en «American Sociological Review», XXVIII, pp. 532-39.
gica y terminológica naufraga rápidamente. En los mares cerrados se (1964), Nation Building and Citizenship, Nueva York, Wiley. Trad. esp.
puede navegar aún a ojo. Pero en los mares abiertos -los mares de la Estado Nacional y ciudadanía (1974 ), Buenos Aires, Amorrortu .
comparación- quien navega al azar y sin brújula corre el riesgo, en - (1978), Kings ar People, Berkeley, University of California Press.
cada momento, de naufragar. Se nos dice (lo recordaba al comenzar) Cohen, M. B. y E. Nagcl (1934), An Introduction to Logic and Scientific
que la política comparativa no consiste en comparaciones. Al mismo Method, Londres, Routledge and Kegan Paul. Trad. esp. Introducción a
tiempo nadie nos explica (probablemente porque la «nueva metodo- la lógica y al método científico (1983 ), Buenos Aires, Amorrortu.
logía» ha perdido el lagos y casi se reconoce sólo en la estadística) Dogan, M. y D. Pelassy (1984), How to compare Nations: Strategies in Com-
cómo considerar peras y manzanas y todavía menos el perro-gato. El parative Politics, Chatham, Chatam House.
Durkheim, E. (1947), Les Regles de la Méthode Sociologique, París, Presses
más reciente Verba ( 1985, 28) se consuela escribiendo que «en reali-
Universitaires de France. Trad. esp.: Las reglas del método sociológico
dad las cosas van mejor. .. pero el progreso no nos basta nunca, y el
(1978), Buenos Aires, La Pléyade.
progreso crea nuevos problemas y nuevas frustraciones »; y por ende Eckstein, H. (1975), Case Study and Theory in Political Science, en F. l. Gre-
si «la política comparativa es, y ha sido, desilusionante ... lo es en rela- enstein y N. W. Polsby (comp.), Handbook of Political Science, vol. 7,
ción a las esperanzas ... originarias, no ... en sus resultados efectivos». cap. 3. Reading, Addison-Wesley.
No, no estoy de acuerdo. Feyerabend, P. (1975 ), Against M ethod, Londres, Verso. Trad. esp., Trntado
Verba exagera en la absolución. Claro que tampoco yo debo exa- contra el método: esquema de una teoría anarquista del conocimiento
gerar en la crítica. Mis reservas se refieren en particular al desarrollo (1981), Madrid, Tecnos.
de la ciencia política en Estados Unidos, y a la absurda distinción Fisichella, D. (comp.) (1985), Metodo Scientifico e Ricerca Política, Roma, La
-mencionada al comienzo- entre americanistas y comparatistas, o Nuova Italia Scientifica.
Frendreis, J. P. (1983), Explanation of Variation and Detection of Covaria-
mejor a la absurda interpretación que ha resultado de ello. En Italia tion: The purpose and Logic of Comparative Analysis, en «Comparative
los comparatistas multinacionales, por así decir, no son legiones; pero
Political Studies», XVI, pp . 255-72.
casi todos nuestros politólogos son «implícitamente» comparatistas Graziano, L. (comp.) (1986), La Scienza Politica in Italia: Bilancio e Prospet-
en el sentido de que sus parámetros son comparados. En segundo lu- tive, Milán, Angeli.
gar, y en general, mis críticas se refieren especialmente a la infra-utili-
zación del método comparativo. No sostengo -sería absurdo- que is Me vienen a la mente los nombres de Giuseppe di Palma, Juan Linz, Seymour
no se realizan excelentes trabajos de amplia y explícita comparación. M. Lipset, Arend Lijphart, Leonardo Morlino, Philippe Schmitter. Y ciertamente el
Tal es hoy, por ejemplo, el estudio de las crisis democráticas o, a la elenco debe ser completado.
48 Giovanni Sartori Comparación y método comparativo 49

Holt, R. T. y J. E. Turner (comp.) (1970), The Methodology of Comparative Sartori G. (1970), Concept Misformation in Comparative Politics, en «Ameri-
Research, Nueva York, Free Press. cal Political Science Review», LXIV, pp. 1033-53
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