El Contexto de La Europa Occidental

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EL CONTEXTO DE LA EUROPA OCCIDENTAL

La sociedad europea del 1500 vive en poblaciones rurales o urbanas que mantienen la economía
señorial y la vecindad aldeana. La mayoría de las familias mantiene el tono de vida rural: tiene
un patrimonio con casa y tierras, sobre el que tiene una propiedad limitada y siempre gravada
con impuestos, condición que hace muy dura su vida.
Cuando ejerce artesanías o tratos comerciales, e incluso cuando sus miembros están enrolados
en estamentos especiales como las milicias, sigue siendo la base de su vida el campo y sus
productos.
En los mercados locales encuentra los productos de consumo inmediato, complementarios de su
propia cosecha, y excepcionalmente objetos de lujo en las ferias anuales. Desde el poder le
llegan otros males, como la inflación monetaria, causada por la mayor circulación de la plata,
que dispara los precios. Cuando su economía consigue cubrir la demanda básica, sabe que sobre
su cabeza y su bolsa caen los impuestos, que son numerosos: señoriales, eclesiásticos y reales.
A lo largo del 1500 se produce un fuerte flujo migratorio. Crece la población hasta desbordar los
espacios campesinos y municipales; se producen aglomeraciones urbanas desproporcionadas; se
crean masas de población flotante que desborda la capacidad de acogida de las instituciones
urbanas. Surge así un mundo de marginados, en el que prevalecen enfermos y niños, campo
propicio para el bandalismo y la inseguridad pública. A estas masas no llega el beneficio
económico de las nuevas explotaciones centroeuropeas (pesca, hortalizas y ganadería lanar) y
mediterráneas (vino y aceite) sino su reverso: los víveres imprescindibles (pan y carne) que se
encarecen.
El nuevo mapa comercial de la Europa Moderna, construido por grandes mercaderes y
banqueros al servicio de las Monarquías, especialmente de los mayores dispendios de éstas, que
eran los lujos y las guerras, aísla más al vecino tradicional de aldeas, villas y ciudades, y le pone
frecuentemente ante nuevas exigencias fiscales de sus señores y de sus soberanos que quieren
salvar con impuestos y servidumbres sus insuficiencias económicas en unos estados en los que
la aristocracia es cada vez más económica.
La Iglesia católica que ofrecía asistencia religiosa y social a las poblaciones europeas no está en
condiciones de asumir nuevas tareas. Su presencia física estaba en parroquias rurales y urbanas,
con la base en los templos; con pequeños hospitales y cofradías para la asistencia de los
indigentes; con escuelas que cubrían escasamente la demanda de la clerecía; con una economía
fundamentalmente decimal, es decir, basada en los diezmos y primicias que satisfacían los
fieles. A lo largo de los siglos medievales se había acomodado al sistema señorial como titular
de patrimonios y rentas y grupo social diversificado en estamentos.
La misma Iglesia reproduce en su seno las desigualdades sociales imperantes: prelados señores
que se distinguen como mecenas y columnas de las monarquías modernas; cabildos y
monasterios que conjuntan títulos señoriales y académicos y son semilleros de funcionarios;
conventos urbanos que recomponen su aspecto con vistosidad barroca y albergan comunidades
mayores con frecuencia de más de un centenar de comensales; clérigos y capellanes instalados
en las parroquias y templos que apenas logran vivir de sus modestos beneficios.
Como cuerpo social, la Iglesia católica sufre una apatía social e institucional, que comienzan a
denunciar los grupos inquietos. Sobreabundan los clamores y denuncias, pero no llegan las
iniciativas de cambio. Éstas tuvieron nombre y programa: la Reforma de la Iglesia que alumbró
nuevos horizontes. Bajo esta bandera militaban todos los inquietos del período: ascetas alejados
del mundo; humanistas que soñaban con horizontes de felicidad como Erasmo de Rotterdam y
Tomás Moro; militantes de grupos devotos que lo ponían todo bajo la enseña de la caridad;
reformadores que exigían austeridad y autenticidad, como el cardenal Cisneros.
La Iglesia estaba también presente en las ciudades, teniendo por centros de las comunidades la
iglesia catedral y las colegiatas, por referencia a un grupo de templos y ermitas, la mayor parte
de ellos a punto de convertirse en distritos parroquiales localmente poco definidos. Además en la
mayor parte de las ciudades y villas existían conventos mendicantes que siguieron
multiplicándose y eran centros de más intensa promoción cristiana por su mayor dedicación a la
predicación popular y a la penitencia.
Esta presencia territorial tan limitada de la Iglesia, cercada por las presiones tradicionales del
islam en el Mediterráneo y por el rechazo de la Ortodoxia oriental en los países eslavos, no le
permitió mantener su acción misionera en Asia ni en algunos parajes del Norte de África, tierras
en las que las órdenes mendicantes habían iniciado una original labor misionera en el s. XIII.
Desde 1500 se pone en marcha una nueva iniciativa misional que encuentra acogida en las
nuevas tierras costeras e isleñas en las que se está realizando la colonización portuguesa y
española.
La estructura institucional de la Iglesia católica es la tradicional de la Edad Media. Al frente de
la Iglesia está el Pontificado con su organización fuertemente centralizada y sus órganos de
gobierno que configuran la Curia Romana. Cada Provincia Eclesiástica tiene a su cabeza un
arzobispo que preside jurídicamente las instituciones colectivas como los concilios provinciales
y los tribunales de apelación. Al frente de cada diócesis está un obispo, con jurisdicción
eclesiástica y señorío temporal. Cada parroquia está regida por un cura y varios clérigos
beneficiados, por lo general capellanes.
En las feligresías rurales y urbanas, y en mayor número en los conventos mendicantes hay
cofradías y asociaciones de fieles que fomentan devociones particulares, realizan la beneficencia
con limosnas y frecuentemente con hospitales. El clero se halla inmerso en el sistema beneficial
y fiscal establecido por el pontificado bajomedieval y tiene en la mayoría de los casos una
cultura exclusivamente gramatical, sin adiestramiento teológico y jurídico.
En conjunto, esta clerecía fuertemente jerarquizada y equipada culturalmente, en una sociedad
prevalentemente analfabeta y de cultura oral, impone en todos los campos el tono de la vida y
sus posturas y criterios son claves para entender la vida de la sociedad cristiana en la Edad
Moderna
Un mundo peculiar dentro de la Iglesia lo conforman las corporaciones: cabildos catedralicios y
colegiales; monasterios; conventos. Los cabildos están constituidos por una corporación
numerosa y escalonada en estamentos (dignidades, canónigos, clérigos de coro, capellanes
varios); son capitulares de un importante señorío colectivo y con frecuencia los titulares
mayores o dignidades tienen también su distrito territorial.
Los monasterios que pertenecen mayoritariamente a las antiguas familias religiosas de
benedictinos, cistercienses y premonstratenses se reparten en monasterios claustrales, afectados
por el sistema beneficial y fiscal, y a la vez carentes de comunidades uniformes; y monasterios
observantes, por lo general formando parte de alguna congregación de Observancia que los rige
con criterios jurisdiccionales y centralistas.
Familias religiosas de frailes o hermanos son los Frailes Predicadores o dominicos; los frailes
menores o franciscanos; los frailes ermitaños de San Agustín o agustinos; los frailes servitas; los
frailes carmelitas; las órdenes redentoras de mercedarios y trinitarios, que siguen un régimen
semejante a las órdenes mendicantes y tienen peculiaridades notables, propias de su ministerio
caritativo con los cautivos.
Los fieles cristianos, situados en sus feligresías, donde reciben los sacramentos y contribuyen
con diezmos, primicias y otras cargas a la Iglesia y vinculados en las ciudades y villas a
monasterios y conventos, prosiguen con la misma espontaneidad de los tiempos medievales sus
numerosas corporaciones menores que tienen forma de cofradías y de hermandades con
estatutos propios, con frecuencia al margen de las normas canónicas destinadas a la devoción y
beneficencia, a las honras y sufragios por los socios difuntos y en ocasiones a organizar eventos
comunitarios como las fiestas patronales.
Iglesia y Cristiandad son el binomio que explica el contexto. Es decir, la Iglesia como
institución religiosa bien trabada en sus funciones de gobierno, magisterio y servicio pastoral
con las que conduce a sus fieles; y la Cristiandad, como conjunto de pueblos que tienen en
común el credo y la práctica cristiana, forman la cabeza y los miembros del Cuerpo Místico.
Esta presencia cristiana se da en un contexto social y cultural con muchos elementos antiguos y
modernos que condicionan la vida real de la Iglesia y de los cristianos modernos.
Europa está parcelada en naciones muy desiguales en su entidad y en su prevalencia. Son
monarquías nacionales en proceso de centralización y personalización del poder público a costa
de prelados, nobles, municipios que eran en la Edad Media islas autónomas con lazos flojos
respecto a las monarquías, a las que se acopla ahora la Iglesia, tanto en su clerecía como en sus
fieles, con peligro permanente de ser arrastrada a las confrontaciones que provoca el
nacionalismo en formación.
La visión unitaria de la vida que presenta el monoteísmo cristiano y que quiere traducir en
normas el renacido Derecho Romano de Bologna no podrá sostenerse en este período de
inquietudes crecientes. La Escolástica, como cuerpo orgánico de saberes ordenados a la
docencia, con su típico latín escolar y sus sucedáneos culturales, entre los que destacan la
literatura devota, la predicación y la hagiografía, se ve fuertemente cuestionada por el espíritu
naturalista que se apoya en las ciencias positivas, el racionalismo que pretende absorber toda la
verdad y las formas literarias y artísticas del Renacimiento que pretende recrear los valores
culturales del mundo helenístico-romano.
La escasa definición de la propia Iglesia católica, que no ha logrado concordar el Primado
Pontificio en sus expresiones más absolutas, surgidas del largo proceso de la Reforma
Gregoriana, con las exigencias prácticas de una comunión solidaria de la jerarquía y del pueblo
cristiano. Las numerosas crisis en que se ve envuelta la administración pontificia acarrean
confusiones en la Iglesia. Al producirse el llamado «destierro de Avignon» y su desenlace en el
cisma pontificio, se desencadenan las dudas y la anarquía.
Recuperado el papado del Cisma de Occidente y de las amenazas conciliaristas, no consiguió
dar vida a una nueva eclesiología comunitaria y se configuró definitivamente como poder
monárquico personal y centralizado que hubo de pactar constantemente con las monarquías
modernas. En estas condiciones los sucesivos protagonistas del Pontificado representaron
papeles muy diversos: habilidad diplomática en los tratos políticos; condescendencia forzada
hacia intereses particulares coloreados de religiosidad; legitimación de todo tipo de iniciativas
religiosas, como las reformas en curso, sostenidas por la opinión popular y propiciadas por los
soberanos.
La quiebra más grave del cristianismo en la modernidad es la de la paz cristiana. Cada grupo
cristiano se encastilló en su postura particular, formulando su opción en nuevos credos y
catecismos e imponiendo desde el poder político una ortodoxia de tesis y praxis. La fractura
religiosa agudizó los antagonismos políticos e hizo permanente la polémica doctrinal. La Europa
de bloques antagónicos, políticos y religiosos, duró toda la modernidad. En esta situación el
Pontificado Romano, arbitro natural de las contiendas en Europa y magisterio de la cristiandad,
vio reducido su papel a sólo el grupo católico
1. Contexto Social en Europa Occidental (1500):
- Población mayoritariamente rural o urbana con economía señorial y vecindad aldeana.
- Vida rural predominante, con patrimonio limitado y gravado por impuestos.
- Mercados locales para productos de consumo inmediato y ferias anuales para objetos de lujo.
- Inflación monetaria debido a la mayor circulación de plata.
- Fuerte flujo migratorio y crecimiento poblacional desbordando espacios.
- Surgimiento de masas marginadas, propicias para el bandalismo e inseguridad pública.
2. Cambio en el Comercio y Economía:
- Nuevo mapa comercial impulsado por grandes mercaderes y banqueros al servicio de las
Monarquías.
- Aumento de exigencias fiscales por parte de señores y soberanos.
- Desconexión entre la sociedad tradicional y las nuevas explotaciones centroeuropeas y
mediterráneas.
3. Situación de la Iglesia Católica:
- Limitada capacidad de la Iglesia para asumir nuevas tareas sociales.
- Presencia física en parroquias, pequeños hospitales, cofradías y escuelas.
- Desigualdades sociales dentro de la Iglesia, con prelados señores y clérigos con modestos
beneficios.
- Iniciativas de cambio, como la Reforma de la Iglesia, lideradas por ascetas, humanistas y
reformadores.
4. Estructura de la Iglesia Católica:
- Fuertemente jerarquizada con el Pontificado, arzobispos, obispos, curas y clérigos
beneficiados.
- Clerecía con cultura gramatical, pero con falta de adiestramiento teológico y jurídico.
- Corporaciones eclesiásticas como cabildos catedralicios, monasterios y conventos.
5. Misiones y Estructura Institucional:
- Limitada acción misionera de la Iglesia en Asia y algunas regiones del Norte de África.
- Iniciativa misional en las nuevas tierras colonizadas por portugueses y españoles.
6. Desafíos y Crisis en la Iglesia:
- Crisis en la administración pontificia, especialmente durante el "destierro de Avignon" y el
cisma pontificio.
- Dificultades para concordar el Primado Pontificio con las demandas prácticas de la
comunidad cristiana.
- Papado configurado como poder monárquico centralizado, pactando con las monarquías
modernas.
7. Fractura Religiosa y Política:
- Quiebra de la paz cristiana con grupos cristianos encastillados en posturas particulares.
- Fragmentación religiosa agudiza antagonismos políticos, persistiendo durante toda la
modernidad.
- Papado Romano reduce su papel a ser el árbitro natural del grupo católico.
LA ROMA DE LOS PAPAS
Roma es en el Renacimiento la metrópoli de la Cristiandad, en la que se dan cita preferente los
monarcas europeos; los mercaderes y banqueros que tienen en la corte romana a su mejor
cliente; los humanistas que conocen la cotización de que gozan en la Roma de papas, cardenales
y aristócratas; los cristianos testimoniales que se afanan renovando el clero, fundando cofradías
y hospitales para indigentes, en particular para los incurables, y consiguen atraer a sus empresas
caritativas a los papas y cardenales más discutidos como los de la familia Medici.
La nueva imagen no cesa de crecer en el s. XVI, cuando el Pontificado encabeza la lucha por la
ortodoxia contra los protestantes; legitima con sus decretos las iniciativas de reforma dentro de
la Iglesia; decide las controversias doctrinales dentro del ámbito católico y juzga las conductas
discutidas mediante el nuevo tribunal del Santo Oficio y la colaboración de las inquisiciones
nacionales y regionales. Roma es la ciudad de los papas. Son los soberanos que encabezan la
cristiandad y presiden la Iglesia católica, adornados de todos los títulos universales de la
teología y de la cultura.
Alejandro VI Játiva (España) 1492-1503
Pío III Siena (Italia) 1503
Julio II Savona (Italia) 1503-1513
León X Florencia (Italia) 1513-1521
Adriano VI Utrech (Holanda) 1522-1523
Clemente VII Florencia (Italia) 1523-1534
Pablo III Roma (Italia) 1534-1549
Julio III Roma (Italia) 1550-1555
Marcelo II Lazio (Italia) 1555
Pablo IV Nápoles (Italia) 1555-1559
Pío IV Milán (Italia) 1559-1565
S. Pío V Alessandria (Italia) 1566-1572
Gregorio XIII Bolonia (Italia) 1572-1585
Sixto V Áncona (Italia) 1585-1590
Urbano VII Roma (Italia) 1590
Gregorio XIV Cremona (Italia) 1590-1591
Inocencio IX Bolonia (Italia) 1591
Clemente VIII Florencia (Italia) 1592-1605

1. Metrópoli de la Cristiandad:
- En el Renacimiento, Roma es la metrópoli de la Cristiandad.
- Punto de encuentro para monarcas europeos, mercaderes, banqueros y humanistas.
2. Papel del Pontificado en el s. XVI:
- El Pontificado lidera la lucha por la ortodoxia contra los protestantes.
- Legitima iniciativas de reforma dentro de la Iglesia.
- Decide controversias doctrinales y juzga conductas mediante el Santo Oficio y las
inquisiciones.
3. Crecimiento de la Nueva Imagen en el s. XVI:
- La imagen de Roma como ciudad de los papas crece en el siglo XVI.
- Los papas encabezan la cristiandad y presiden la Iglesia católica.
4. Características del Papado en el Renacimiento:
- Adornados con títulos universales de teología y cultura.
- Participación en la política, la ortodoxia, y la administración de la Iglesia católica.
- Relación con la familia Medici y apoyo a iniciativas caritativas.
LOS DIVERSOS REINOS
El imperio romano germánico era la designación desvirtuada que seguía en uso para designar, en
ese momento, el área de habla alemana. Se trataba de un mosaico de señoríos mayores y
menores y de ciudades libres (aproximadamente 300) que tenían en común la geografía y la
autoridad simbólica del Emperador.
El sistema imperial constaba de un titular del Imperio, en este período un miembro de la dinastía
austríaca de los Habsburgo, elegido en su día por los siete príncipes electores; una dieta o corte
legislativa en la que figuraban los representantes de los estados y ciudades distribuidos en tres
brazos o cámaras de nobles, ciudades e iglesias.
Tres eclesiásticos
 El electorado de Maguncia.
 El electorado de Tréveris.
 El electorado de Colonia.
Cuatro seculares
• El rey de Bohemia.
• El Margrave de Brandeburgo.
• El Conde palatino del Rin.
• El Duque de Sajonia.
Italia es una gran unidad geográfica, religiosa y cultural de este tiempo. En ella hay un único
monarca: el Papa con su magisterio y con su estrategia política que marcan el camino de la vida
italiana. La primera realidad será por lo tanto el Estado Pontificio con su peculiaridad
eclesiástica, religiosa y social. Haciéndole juego hay infinidad de estados en pugna por
sobrevivir. Los más poderosos son Nápoles, Venecia, Milán, Génova, Florencia.
En la Italia del Renacimiento, las ciudades se hacen efervescentes. Son recintos planificados por
la nueva ingeniería, que representa la generación de Juan Battista Alberti, y Leonardo da Vinci o
el Palladio, con espacios bien diferenciados para los grupos sociales que las integran.
La Inglaterra de los Tudor, se consolida como monarquía centralizada desde el último cuarto del
s. XV, con una nobleza disminuida, una burguesía orientada a los tratos mercantiles y vinculada
a la realeza y una lengua unificada que va a prevalecer en las Islas Británicas. En este espacio
isleño la Iglesia no presenta novedades ni apuestas significativas.
El alto clero está tradicionalmente vinculado al trono. La clerecía menor es numerosa y pobre.
El monacato y los conventos conservan su sentido respectivamente regional y urbano. Una
pequeña élite intelectual, siempre propicia a las relaciones intensas con el continente, lleva a
Oxford, a Cambridge y especialmente a la corte de los Tudor y al Parlamento auras
humanísticas.

1. Imperio Romano Germánico:


- Designación para el área de habla alemana.
- Mosaico de señoríos y ciudades libres.
- Autoridad simbólica del Emperador.
- Titular del Imperio de la dinastía Habsburgo.
- Dieta legislativa con representantes de estados y ciudades.
2. Electorados en el Imperio:
- Tres eclesiásticos y cuatro seculares.
- Eclesiásticos: Mainz, Trier, Colonia.
- Seculares: Bohemia, Brandeburgo, Palatinado del Rin, Sajonia.

3. Italia en el Renacimiento:
- Unidad geográfica, religiosa y cultural.
- Monarca único: el Papa, con influencia política y magisterio.
- Estado Pontificio con peculiaridades eclesiásticas.
- Ciudades poderosas en competencia: Nápoles, Venecia, Milán, Génova, Florencia.
4. Ciudades en Italia:
- Efervescencia en ciudades con planificación urbana avanzada.
- Influencia de ingenieros como Alberti, da Vinci y Palladio.
- Espacios diferenciados para grupos sociales.
5. Inglaterra de los Tudor:
- Monarquía centralizada desde el s. XV.
- Nobleza reducida, burguesía comerciante vinculada a la realeza.
- Lengua unificada en las Islas Británicas.
- Estabilidad en la Iglesia con clero vinculado al trono.
- Élite intelectual en Oxford, Cambridge y corte Tudor con influencia humanística.

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