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Algunos tienen altas barreras de ingreso y fuertes inversiones de capital. En otros salir es un
problema.
No es lo mismo, a pesar de lo que digan los copywriter más inexpertos para ganarse un lugar
en el mercado.
Obtener rentabilidad con un bar o un restaurante no es tan fácil como se ve desde afuera.
Y, además, estamos nosotros los clientes, que somos para darnos de comer aparte.
Organizar un negocio de restauración para producir a tope durante buena parte de la jornada,
requiere de personal experimentado y de ciertas técnicas que los ingenieros industriales
llaman Lean Manufacturing.
Lean en inglés significa magro, frugal, sin grasa, delgado, flaco, ajustado.
A simple vista no lo parece, pero, igual que en un McDonalds, la cafetería de tu barrio utiliza
ciertas técnicas Lean para intentar ganar dinero.
Cobrar una factura de 40.000 euros y pagar al día siguiente a los proveedores, hasta dejar la
cuenta en cero, no es administrar.
Los vascos le dan ese nombre al lugar donde van preferentemente los fines de semana a
comer pollo asado. Funcionan con un sistema de autoservicio y sus bonitas mesas de madera,
largas y continuas, se comparten entre todos.
Ambiente familiar, espacios al aire libre, juegos para los niños y parking para el coche.
La preparación del fin de semana arrancaba los jueves por la tarde. Comenzaban a llegar los
distintos proveedores y, curiosamente, todos cobraban en metálico y salían disparados a su
próximo destino.
Su cervecera era el proveedor de efectivo infalible para que los repartidores pudieran tirar
hasta el lunes. Después enviarían las facturas para contabilizar y se harían los reclamos en caso
de faltantes.
El IVA soportado (compras) era menor y el Impuesto de Sociedades subía sin necesidad.
El cambio de sistema no fue tan sencillo y algún proveedor más terminó cayendo.
Se contabilizan solamente facturas bien hechas, legibles y con todos sus datos. Si llegan dos
días antes de su vencimiento, no hay pago en fecha. Si está emitida por Huevo Loco de Bizkaia
SL, la transferencia se hará exclusivamente a esa mercantil, no a cualquier otro titular.
Al principio teníamos una forma de procesamiento de papeles muy práctica, que consistía
básicamente en clasificar facturas utilizando tres carpetas plásticas de colores:
- LA VERDE para las facturas originales conformadas, que, mensualmente y sin demoras,
se entregaban a la asesoría para contabilizar.
- LA ROJA para las fotocopias en blanco y negro de aquellas facturas conformadas, pero
pendientes de pago. Tenían una inscripción grande en rojo con su fecha de
vencimiento y se ordenaban por la importancia del proveedor.
- LA BLANCA para las facturas originales que, por distintas razones, no se podían
conformar ni contabilizar, hasta aclarar algún asunto o volver a negociar.
Por la razón o la fuerza (como dice el escudo chileno), todos los jueves Román y yo nos
sentábamos a realizar los pagos a proveedores.
PERDÓN, ¿INTERRUMPO?
La primera visita que hicimos para comunicar la implementación de un nuevo sistema fue al
único banco con el que trabajábamos desde hacía más de 10 años. El director de la oficina
pensaba que, debido al poco movimiento existente, la cervecera tenía un par de cuentas
corrientes en otras entidades.
Además, abrimos una cuenta de crédito y comenzamos a negociar un renting tecnológico para
mejorar el equipamiento de la cocina, que es como la sala de máquinas de un submarino.
Poco a poco iba entendiendo que asar pollos era una parte de su trabajo, pero administrar
también.
Los jueves, carpeta roja en una mano y saldo en cuenta en la otra, decidíamos juntos cuánto y
a quién podíamos pagar. Aquellos que debían esperar a la semana siguiente, recibían una
llamada para avisarlos del retraso y dejarlos tranquilos.
No hay nada peor que no pagar y encima esconderse. Todos conocían a Román y eso ayudaba,
porque sabían que era un hombre de palabra.
Se compraba a mejor precio y se pagaba cada siete días, siempre por transferencia y desde la
misma cuenta corriente.
Nueve meses después comenzaron las obras, pero eso ya es otra historia.
Solo necesitas tres carpetas de colores para tener una sencilla organización.
Además, un banco con director a la vista y hacer los pagos cada siete días.
La rentabilidad no es casualidad…