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Neuroestetica Como El Cerebro Humano Con
Neuroestetica Como El Cerebro Humano Con
1
de procedimientos no quirúrgicos que nos ofrecen información fiable de la anatomía y
el funcionamiento del cerebro humano.
Para estudiar la anatomía de un cerebro humano son diversas las técnicas
existentes, destacando la Resonancia Magnética o la PET, entre otras. Son técnicas que
realizan una serie de fotografías del cerebro humano y nos permiten observar la
anatomía del mismo.
Para estudiar la funcionalidad del cerebro, es decir, qué partes del cerebro están
activas mientras el individuo lleva a cabo una tarea, pensamiento o sensación, existe una
técnica llamada Resonancia Magnética Funcional. La fMRI es una de las grandes
revoluciones del siglo XX, con gran desarrollo en el XXI. Clínicamente está resultando
muy útil para el diagnóstico de enfermedades como la hiperactividad, la epilepsia, la
esquizofrenia, entre otras. Pero ¿y artísticamente? He aquí el punto al que deseaba
llegar. Desde un punto de vista de la investigación artística, la resonancia magnética
funcional puede ser de incalculable valor para alcanzar conocimiento empírico de
fenómenos como la belleza o la fealdad.
La fMRI es un tipo de resonancia magnética que presenta las trazas de la
actividad cerebral y su cambio en el tiempo. Lo que hace es medir la respuesta
termodinámica de la actividad neuronal del cerebro. Es decir, no mide directamente las
neuronas, sino que mide la actividad que se produce a su alrededor, el movimiento
sanguíneo existente. Es una de las técnicas de neuroimagen más desarrolladas en el
estudio neurocientífico. El aparato de resonancias es un tubo imantado que sirve para
cuantificar la actividad cerebral al exponer al ser humano a un campo magnético
determinado. Es de gran importancia su carácter no invasivo. Para llevar a cabo un
estudio haciendo uso de la fMRI es necesario el conocimiento de distintas disciplinas
como la física, la psicología, la neuroanatomía, la estadística y la electrofisiología.
2
Cada hemisferio cerebral está dividido en lóbulos y a su vez cada uno de ellos
tiene una especialización. A grandes rasgos, el lóbulo occipital está relacionado con la
visión, el temporal con la audición, las emociones y la percepción visual, los parietales
con la representación tridimensional, los lóbulos frontales están relacionados con la
reflexión abstracta, la moral y otros.
¿Esto qué relevancia tiene en un congreso como este sobre la belleza? La
importancia reside en saber que podemos aspirar a conocer qué regiones de nuestro
cerebro se activan cuando percibimos un estímulo entendido como bello. Y así, estudiar
la vertiente neurológica de la belleza.
Existe una zona de nuestro cerebro llamada amígdala, junto al umbral del
sistema límbico, el más antiguo evolutivamente hablando, frente al más moderno, el
neocórtex. Es en esta amígdala, donde se entiende que reside uno de los núcleos
emocionales de nuestro cerebro. Es el lugar físico de nuestro cerebro en el que, tal y
como afirma el conocido neurólogo indio Vilayanur S. Ramachandran1, podemos
valorar el significado emocional de aquello que estamos mirando.
La construcción y percepción de la belleza debe tener muy en cuenta todos estos
descubrimientos de la fisiología del ser humano. Conocemos cada vez más el
comportamiento del cerebro en procesos de recepción y creación artística, por ello, es
imprescindible empezar a dirigir el estudio de nuestra mirada creadora hacia las
conexiones cerebrales del individuo.
1
Vilayanur S. Ramachandran. Los laberintos del cerebro. Madrid: La Liebre de Marzo, 2008.
Página 24-25.
3
Es evidente, como afirma Ramachandran, que “nuestra respuesta emocional a las
imágenes visuales es vital para nuestra supervivencia, pero la existencia de conexiones
entre los centros visuales del cerebro y el sistema límbico, o núcleo emocional del
cerebro, también plantea otras interesantes preguntas: ¿Qué es el arte? ¿Cómo reacciona
el cerebro a la belleza? Dado que estas conexiones se producen entre la visión y la
emoción y que el arte supone una respuesta emocional estética a las imágenes visuales,
con seguridad dichas conexiones deben estar implicadas.”2 De manera que el vínculo
entre la fisiología y la psicología es una de las principales metas de la neurociencia
cognitiva.
Conocer la anatomía de nuestro cerebro ya no sólo es útil para salvar vidas, sino
que también puede ayudarnos a entender conceptos tan complejos como el de la belleza.
Por otro lado, sabemos que nuestras neuronas están especializadas. Son distintas las
neuronas encargadas de decodificar el color, que aquellas que se encargan del
movimiento, por ejemplo. Cada neurona o grupos de neuronas tienen una misión, una
razón de ser. Es muy posible que la anomalía o el desarrollo de uno de estos grupos de
neuronas provoque cambios de conducta en el ser humano. Desde la neurociencia, se
considera que ya se sabe suficiente de la visión humana, desde un punto de vista
neurobiológico, como para comenzar a desarrollar estudios neurocientíficos y
conclusiones para alcanzar el conocimiento estético. Se trata de conocer la relación
entre la anatomía y actividad cerebral y el arte.
III. La neuroestética
Desde la neurociencia, se está considerando lícito preguntarse por la existencia
de los universales artísticos. La base original del conocimiento neuroestético es un
sencillo silogismo: la visión depende del cerebro y el arte depende de la visión. Si
aceptamos que efectivamente el arte depende de la visión, tendremos que detenernos en
este preciso sentido: la vista.
En 1998 el reconocido neurólogo Semir Zeki3 dijo que los artistas eran
neurólogos estudiando la mente con técnicas únicas que alcanzaban conclusiones
interesantes pero poco específicas sobre la organización del cerebro.
2
Ibidem.
3
Semir Zeki. “Art and the Brain”. Daedalus 127. No.2 p71-103, 1998.
4
Neurólogos como Zeki y Ramachandrán han sentado con sus investigaciones las
bases de una nueva rama del conocimiento neurocientífico: la neuroestética. Se trata de
conocer qué sucede en el cerebro de un individuo cuando se enfrenta a la creación o
recepción de una obra estética. La creación o la recepción del arte. Y de ahí, la belleza.
Desde la neuroestética se entiende que existen un gran número de estilos
constantes a lo largo del mundo. Partiendo de estos estilos, podemos alcanzar las
características universales de la belleza creada por el hombre. Quizás parezca un
sinsentido que el arte pueda ser racionalizado, cuantificado o incluso popularizado. Es
posible que parezca osado buscar unos universales en la creación de artistas
considerados únicos. Sin embargo, al igual que muchos compañeros procedentes de la
neurociencia, creo que es posible alcanzar los puntos de unión en la creación de obras
muy dispares. Es posible conocer si, al margen del indiscutible papel cultural, el cerebro
de un creador determina cómo es el arte de este creador.
Resulta imprescindible aproximarnos a la disciplina bautizada como
neuroestética para poder alcanzar las leyes universales de la creación artística. Llegados
a este punto, cabe destacar las 10 leyes universales del arte propuestas por el profesor
Ramachandran: hipérbole, agrupación, contraste, aislamiento, resolución del problema
de percepción, simetría, aversión a las coincidencias/punto de vista genérico, repetición,
ritmo y orden, equilibrio y metáfora.
4
Hideaki Kawabata y Semir Zeki. “Neural Correlatos of Beauty”. The American Physiological
Society. J. Neurophysiol 91: 1699-1705, 2004.
5
este respecto. Haciendo uso de la Resonancia Magnética Funcional, el estudio consistía
en averiguar si había áreas específicas del cerebro que se activaban en sujetos cuando
apreciaban pinturas que ellos habían considerado como bellas. Inicialmente, para
alcanzar la concepción de belleza de cada sujeto, se les ofrecía el visionado de gran
cantidad de obras pictóricas que eran clasificadas por cada uno de ellos como bella,
neutra o fea. Posteriormente, se repetía el proceso analizándolo con técnicas de
resonancia magnética funcional. Los resultados de dicha investigación muestran que,
aunque no puede determinarse qué constituye la belleza en términos neuronales, sí se
conoce las zonas de activación o de incremento de la actividad neuronal ante la
percepción de la belleza.
Los estímulos presentados a los sujetos estaban divididos, por otra parte, en dos
categorías: retratos y paisajes. Descubrieron que no existe un centro especializado en la
belleza y otro en la fealdad.
A la simple pregunta de si hay áreas del cerebro específicas que se activan
cuando sujetos perciben algo como bello, obtuvieron respuestas que son, en parte
predecibles y en parte no. Predeciblemente, la visión de un cuadro (que esté clasificado
como bello o no) no activa la zona visual del cerebro completa, sino sólo áreas
especializadas para el proceso y la percepción de esa categoría de estímulo (retrato,
paisaje). Implícito a esta demostración está que una especialización funcional yace en la
base de los juicios estéticos. Con ello, Kawabata y Zeki quieren decir que para ser
juzgado como bello o no, la pintura debe ser procesada por el área especializada en
procesar esa categoría de obra. Predeciblemente también, descubrieron que el juicio de
pinturas como bellas o no, tiene correlación con estructuras cerebrales específicas,
principalmente el córtex orbito-frontal y el córtex motor.
Menos predeciblemente, se encontró que no hay estructuras separadas cuando
los estímulos son percibidos como feos. Los parámetros mostraban que es un cambio de
actividad relativa del córtex orbito frontal y del córtex motor lo que tiene correlación
con el juicio de la belleza y la fealdad y no un cambio en la ubicación de la actividad
neuronal. Que las categorías de juicios de belleza y fealdad no deberían activar áreas
distintas pero sí producir cambios relacionados con la actividad de distintas áreas está
apoyado por pruebas electrofisiológicas previas. Kawabata y otros compañeros
neurólogos enseñaron en 2001 que neuronas simples del córtex orbito-frontal aumentan
mucho más su respuesta a estímulos de aversión que a estímulos complacientes
comparados con el estado neutro.
6
En definitiva, con estas investigaciones sabemos que las percepciones de la
belleza y de la fealdad, según este estudio, activan la misma área cerebral. Los
estímulos bellos y feos regulan la actividad de las mismas áreas corticales. Lo que las
diferencia es la intensidad de activación de las áreas cerebrales. De ello podemos
afirmar que la belleza y la fealdad están mucho más próximas en nuestra percepción
objetiva (cerebral) que en nuestra percepción subjetiva (cultural).
5
Cintia Di Dio, Emiliano Macaluso y Giacomo Rizzolatti. “The Golden Beauty: Brain
Response to Classical Reinaissance Sculptures.” Plos One. Noviembre 2007. Issue 11. e1201,
2007.
7
Fig. 3. Ejemplo de estímulo canónico y estímulos modificados utilizador por Di Dio,
Macaluso y Rizzolatti para su investigación. La imagen original (Doryphoros por Polykleitos)
es la que se muestra en la parte central. Esta escultura obedece a la proporción canónica. Dos
versiones modificadas de la misma escultura están representadas a la derecha y la izquierda.
8
a lo largo del tiempo y del espacio, la otra, la subjetiva, se desvanecerá en el contexto y
la cultura.
6
Celia Andreu. La intertextualidad en el texto cinematográfico. Análisis de El milagro de
P.Tinto. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos, 2008. [Tesis doctoral]. Página 147.
7
Mijail Bajtin. Problemas de la poética de Dostoievski. Madrid: Fondo de cultura económica de
España, 1986. Página 149-150.
9
afirmando que el acto artístico no vive ni se mueve en el vacío, sino que lo hace en una
tensa atmósfera valorativa de indeterminación responsable8.
Siendo atribuido a Julia Kristeva9 el término intertextualidad, debemos entender
la importancia que cobra en la concepción intertextual de la autora, el diálogo existente
entre varias escrituras, procedentes de diversos lugares, como puede ser del escritor en
sí, del destinatario o de los contextos culturales coetáneos o anteriores. La autora afirma
que todo texto se construye como un mosaico de citas y que, además, todo texto es la
absorción y la transformación de otro (u otros) texto. Entiende que junto a esta noción
de intersubjetividad de un texto, es necesario instalar la noción de intertextualidad y
que, de esta manera, el lenguaje poético (entendiendo el artístico) se lee, por lo menos,
como doble.
Los poetas, según Harold Bloom10, escriben malinterpretando los poemas de sus
precursores. Y es que, desde esta postura, la obra de un creador, como afirma Claude
Lévi-Strauss11, depende de los instrumentos (medios de a bordo) entendidos como
creaciones, con las que pueda contar.
Bien, desde un punto de vista neurocientífico se puede llegar más allá de estas
posturas teórico-filosóficas. Pues, lo que no sabían estos pensadores de la creación es
que la intertextualidad pretende estimular o, sin pretenderlo, estimula gran parte de
zonas visuales presentes en el cerebro. La alusión de unas obras a otras tiene una
repercusión cerebral determinada. Cuando una creación es entendida o clasificada como
bella ya tiene un espacio físico del cerebro donde alojarse, en el espacio de la belleza.
Es un hecho que, de una cultura a otra, la belleza se representa en creaciones muy
dispares, pero el proceso mental que sucede en los cerebros que la perciben es el mismo.
La belleza, así como otras muchas concepciones artísticas, tiene su espacio propio en el
cerebro. Cuando un artista realiza una obra expresa la belleza a través de una constante
búsqueda de “ajás” en las áreas visuales del cerebro del receptor.
8
Mijail Bajtin. Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus, 1989. Página 33.
9
Julia Kristeva habla de intertextualidad en su artículo “Le mot, le dialogue et le roman”. En
Julia Kristeva. Semiotiké. Recherches pour une sémanalyse. Paris: Éditions du Seuil, 1969.
10
Harold Bloom. La angustia de las inflluencias. Caracas, Venezuela: Monte Ávila
Latinoamericana, 1991.
11
Claude Lévi-Strauss. La pensée sauvage. Paris: Plon, 1962.
10
Según palabras de Ramachandrán, el parietal derecho constituye la parte del
cerebro relacionada con nuestro sentido de la proporción artística. Lo sabemos porque
cuando está dañado un adulto se pierde el sentido artístico.
La solución al problema de la estética yace en una comprensión más profunda de
las conexiones entre los más de treinta centros visuales del cerebro y las estructuras
límbicas emocionales.
Con mi propuesta de intertextualidad artística estudiada desde el punto de vista
neuroestético se pretende acercar los alejados mundos de las artes, filosofía y
humanidades al de la ciencia, de manera transdisciplinar tal y como realizan numerosos
investigadores. Deja de tener sentido elucubrar en la nada sobre conceptos que ya
podemos medir, que ya podemos observar científicamente.
Pero no sólo la cultura sirve para la creación artística. Gracias a nuevas técnicas
de imagen cerebral (las anteriormente mencionadas técnicas de neuroimagen), como
hemos dicho, tenemos información de gran interés no sólo en lo que a la anatomía del
córtex cerebral respecta, sino también a sus funciones. Se ha descubierto que existe una
gran similitud básica entre distintos cerebros en lo referente al “centro cromático”
cerebral. Debiéndose tener en cuenta esta similitud, podemos ampliar la investigación
de la creación de la belleza en el arte desde un punto de vista anatómico hasta un punto
de vista subjetivo del individuo creador. La experiencia subjetiva influye en la
configuración cerebral y se atribuyen a ella multitud de diferencias acontecidas entre
cerebros creadores.
La experiencia previa determina la creación posterior. Un gran bagaje de
contenidos textuales (y personales) determina la obra de un sujeto cualquiera. Esta
experiencia previa y estos contenidos se almacenan en un lugar llamado memoria.
11
Y si aceptamos lo dicho hasta ahora, es necesario detenerse en el recuerdo.
Cuando experimentamos la belleza, como cuando experimentamos cualquier otra
sensación, la memoria se pone en funcionamiento para guardar la información
procesada y sacarla cuando sea necesario. En este sentido, los recientes estudios
neurológicos en torno a la memoria hablan de “retenciones de representaciones internas
dependientes de la experiencia a lo largo del tiempo” (neurobiólogo israelí Yadin
Dubai) o de “la capacidad de almacenar informaciones a las que poder recurrir cuando
sea necesario” (neuróloga italiana Constanza Pagano12). El reconocido neurólogo
Christof Koch13 liga la memoria a los llamados qualia: elementos que constituyen la
experiencia consciente (accesibles a través de la memoria). Y es que también existe el
interesante mundo del inconsciente, intrínsecamente ligado a la criptomnesia. Pero este
lo dejaremos para posteriores ocasiones.
12
Constanza Papagno. La arquitectura de los recuerdos. Cómo funciona la memoria.
Barcelona: Paidós, 2008.
13
Christof Koch. La consciencia. Una aproximación neurobiológica. Barcelona: Ariel, 2005.
12
dichos intertextos para entender la presente obra. Por todo ello, la memoria debe ser
tenida en cuenta en la investigación de la percepción de la belleza.
Conclusiones
Hoy el concepto de la belleza debe ser buscado en el cerebro. Sólo él puede
ayudarnos a entender científicamente porqué un cuadro, una película o una canción nos
parecen bellas a unos y feas a otros. Todo ello para entender que la belleza, sea
cinematográfica, pictórica, escultural, arquitectónica, etcétera, tiene una explicación
fisiológica determinada. Poco a poco y gracias a los avances en neurociencias e
intertextualidad, vamos accediendo a dicha explicación.
La belleza comprende una vertiente subjetiva, relacionada con los aspectos
culturales del individuo, y una objetiva, presente en la anatomía y funcionalidad del
cerebro del ser humano. Las modernas técnicas de neuroimagen abren camino para el
análisis de ambas, especialmente la objetiva.
La neuroestética está en posición de hacerse preguntas como ¿qué es el arte?
¿cómo percibimos la belleza? o ¿qué es bello? desde un punto de vista científico.
Bibliografía
Andreu, Celia. La intertextualidad en el texto cinematográfico. Análisis de El milagro
de P.Tinto. Madrid: Universidad Rey Juan Carlos, 2008. [Tesis doctoral].
Bajtin, Mijail. Problemas de la poética de Dostoievski. Madrid: Fondo de cultura
económica de España, 1986.
Bajtin, Mijail. Teoría y estética de la novela. Madrid: Taurus, 1989.
Bloom, Harold. La angustia de las inflluencias. Caracas, Venezuela: Monte Ávila
Latinoamericana, 1991.
Di Dio, Cintia, Macaluso, Emiliano y Rizzolatti, Giacomo. “The Golden Beauty:
Brain Response to Classical Reinaissance Sculptures.” Plos One. Noviembre 2007.
Issue 11. e1201, 2007.
Kristeva, Julia. Semiotiké. Recherches pour une sémanalyse. Paris: Éditions du Seuil,
1969.
Kawabata, Hideaki y Zeki, Semir. “Neural Correlatos of Beauty”. The American
Physiological Society. J. Neurophysiol 91: 1699-1705, 2004.
13
Koch, Christof. La consciencia. Una aproximación neurobiológica. Barcelona: Ariel,
2005.
Lévi-Strauss, Claude. La pensée sauvage. Paris: Plon, 1962.
Papagno, Constanza. La arquitectura de los recuerdos. Cómo funciona la memoria.
Barcelona: Paidós, 2008.
Ramachandran, Vilayanur S. Los laberintos del cerebro. Madrid: La Liebre de
Marzo, 2008.
Zeki, Semir. “Art and the Brain”. Daedalus 127. No.2 p71-103, 1998.
Zeki, Semir. Splendorus and Miseries of the Brain. Love, creativity and the queso for
human happiness. United Kingdom: Wiley-Blackwell, 2009.
Zeki, Semir. “The asynchrony of consciousness”. Proc. Royal Society London. B. 265,
1583-1585, June 1998.
Zeki, Semir. “Artistic Creativity and the Brain”. Science. Vol 293. 6 July 2001.
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