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Reflexiones críticas de una mujer translesbiana

Publicada en octubre 6, 2016 de AkntiendzPublicado en: Cisexismo, Historias de tortas


trans, Tortas o bollos trans, Transfeminismo

Translesbianidad y translesbianismo (Reflexiones críticas de una mujer translesbiana,)


ensayo de Angie Rueda.

Navegando llegamos a otras voces de lesbianas transgénero y similares, a través de


textos y materiales valiosos aunque por supuesto no conozcamos a sus autoras y así
dimos con este ensayo de Angie Rueda Castillo, activista y académica transfeminista,
funcionaria de derechos humanos, translesbiana de México.
“Ser mujer transexual y ser lesbiana no es cosa fácil. Primero porque te lo dificulta
mucho la heteronormatividad de la sociedad patriarcal dominante, con su dictadura de
sexo-género y sus estereotipos y prejuicios de cómo supuestamente somos las
mujeres y como son los hombres, y de hacia dónde y cómo debe dirigirse el deseo
sexual,” escribe Angie Rueda.

Aquí el enlace su ensayo


http://tejiendovoces.org.mx/articulos-ensayos-y-libros/translesbiandad-y-
translesbianismo-reflexiones-criticas-de-una-mujer-translesbiana/

“Translesbianidad y translesbianismo (Reflexiones críticas de una mujer


translesbiana)

Abril de 2015 ABSTRACT


El objetivo del presente artículo es reflexionar sobre las relaciones entre la identidad
de género y la orientación sexual de quienes somos mujeres trans y que también
gustamos erótica y afectivamente de otras mujeres; los problemas, dudas,
cuestionamientos y desencuentros que enfrentamos en nuestra misma
autoidentificación, en la construcción de las mujeres que somos y queremos ser, y en
la canalización y realización de nuestros deseos eróticos y amorosos hacia otras
mujeres, considerando el desconocimiento, por un lado, y la influencia y el peso de los
roles, los estereotipos y los prejuicios de género y sexuales asociados al sexo de
nacimiento, por el otro.

PALABRAS CLAVE: Identidad y expresión de género, orientación sexual y genérica,


cissexualidad, trans, translesbiandad, transfeminismo.

INTRODUCCIÓN
Este artículo constituye la sistematización y racionalización de experiencias y
reflexiones personales derivadas de mi participación en comunidades de mujeres
trans y mujeres cis que gustamos de mujeres, a fin de avanzar en el mutuo
conocimiento que contribuya a la construcción de la identidad de las mujeres
translesbianas.

CUERPO DEL ARTÍCULO


Ser mujer transexual y ser lesbiana no es cosa fácil. Primero porque te lo dificulta
mucho la heteronormatividad de la sociedad patriarcal dominante, con su dictadura de
sexo-género y sus estereotipos y prejuicios de cómo supuestamente somos las
mujeres y como son los hombres, y de hacia dónde y cómo debe dirigirse el deseo
sexual. Es opinión común que los hombres son quienes nacen con pene, testículos,
epidídimo y vasos seminales y mujeres quienes lo hacen con útero, ovarios, trompas
de falopio, cérvix, vagina y vulvai ; que a los hombres les gustan erótica y
amorosamente las mujeres y que a las mujeres les gustan los hombres. La sociedad
tradicionalmente ha establecido esta relación entre sexoii , identidad de género iii y
orientación sexualiv. Relaciones que los estudios científicos sobre el tema han
revelado falsa en su unidireccionalidad. Pero mientras una persona llega a saber esto,
a reflexionarlo y a asumirlo, las dudas derivadas de estas creencias, supuestos,
prejuicios y estereotipos han hecho que muchas mujeres trans v que gustan de otras
mujeres (sean éstas cissexualesvi o trans) nieguen, e incluso traten de combatir, su
verdadera identidad de género y terminen por pensar que al fin y al cabo debían de
ser “el hombre” que la familia, la sociedad y las instituciones les dijeron que eran,
mediante las convencionales asociaciones de sexo a género y a identidad de género y
de sexo/género a orientación sexual, y esto porque, por un lado, nacieron con un sexo
biológico de machos racionales y porque, por el otro, solamente se sentían
eróticamente atraídas por otras mujeres. Ello ha hecho que muchas mujeres trans se
hayan casado y hayan intentado vivir durante años como los hombres que les dijeron
que eran y que debían aceptar ser, perdiendo así gran parte de su vida en un cúmulo
de dudas, frustraciones y tristeza. En el caso de las mujeres transexuales
heterosexuales, con identidad de género femenina y que gustan de los hombres,
éstas no han debido enfrentar el problema señalado arriba, su atracción sexual hacia
los hombres viene a confirmar su identidad de género femenina, a la vez que les deja
en claro que nunca podrán llevar la vida típica de un hombre heterosexual. Su camino
parece estar más claro y ello puede explicar que hagan su transición con menos
dudas y confusiones que las mujeres transexuales que gustan de otras mujeres.
Además, sucede que las mujeres transexuales que se sienten atraídas por mujeres,
pueden haberse enamorado verdaderamente de sus parejas mujeres cissexuales, que
conocieron mientras vivían y desempeñaban el rol de hombres. Esto conlleva lazos
que pueden frenar su transición y el amor ayuda de alguna manera a paliar la
angustia producida por el conflicto de identidad de género en el que han vivido y que
permanecerá aunque sea de manera latente. Claro que las mujeres transexuales que
son heterosexuales también se enamoran sinceramente de sus parejas, pero éstas
son hombres por lo que su relación, antes de su transición, es vista como
homosexual, no como en el caso de la relación de una mujer transexual que gusta de
las féminas y quien previo a su cambio se hubiera casado y tenido hijos. Si la mujer
trans realiza entonces su transición y vive de acuerdo con su identidad de género
femenina, la pregunta típica que se le suele hacer es: “si a ti te gustan las mujeres
¿para que hiciste tu cambio a mujer?”, asumiendo con ignorancia y de manera
prejuiciada que si una persona quiere vivir con el género opuesto al que socialmente
se le asignó de acuerdo con su sexo de nacimiento, en este caso como mujer,
deberán gustarle necesariamente las personas del sexo opuesto, esto es, los
hombres. Porque de esa manera, tal relación es considerada como una relación de
pareja dentro de la norma, es decir, heterosexual. También resulta un problema para
las mujeres trans la reacción de las mujeres cissexuales a nuestra orientación sexual
lésbica. El cuestionamiento de: ¿por qué “cambiar de sexo” si finalmente gustamos de
las mujeres? está muy presente, y mayormente en aquéllas con quienes mantuvimos
una relación de pareja estable y duradera y que no supieron y no acompañaron desde
sus inicios nuestra transición. Las preguntas que ellas suelen hacerse, entonces, de si
no serán ellas mismas también lesbianas, o de con quién verdaderamente tenían
relaciones sexuales, o de quién estuvieron enamoradas, más allá de los
convencionalismo de género, de que su pareja tuviera pene y testículos y de que con
él hubieran procreado hijas/os, suele atormentarlas porque pone en duda, al menos
durante un tiempo después de que conocieron nuestro conflicto de identidad de
género, su heterosexualidad. Una situación particular es la de los hombres
travestisvii , quienes por diferentes razones se trasvisten pero conservan la identidad
de género asociada a su sexo de nacimiento y que mantienen relaciones
heterosexuales con mujeres cissexuales, quienes pueden ser sus esposas y con
quienes hayan creado una familia. Las parejas de estos hombres pueden llegar a
aceptar su expresión de géneroviii femenina, incluso salir juntas ellas dos a reuniones
y fiestas, convivir con las parejas cissexuales de las amigas travestis de su conyugue,
e incluso consentir que puedan travestirse en sus mismos hogares cuando no están
las/os hijas/os, a cambio de tener seguridad, sobre todo, de que: a) su esposo travesti
no desea llevar su feminización más allá, a la transexualidad que incluyera
feminización hormonal y cirugías de reasignación de sexoix; b) su esposo travesti no
se siente atraído erótica y/o afectivamente por otros hombres. Hay que aclarar que
tales relaciones no son realmente lésbicas, porque aun cuando quienes en ellas
participan puedan sostener relaciones sexuales, ambas utilizando vestimentas y
manierismo femeninos, la identidad de género del hombre travesti permanece
masculina y muy probablemente su rol sexual sea únicamente activo. Más allá de
cierto jugueteo, la pareja femenina cis espera ser penetrada por su pareja travesti y
difícilmente consentiría en penetrarla a ella. A las mujeres cissexuales lesbianas
maduras, educadas también en concepciones más convencionales en cuanto a lo
sexual aunque sean feministas, les resulta difícil relacionarse erótica y/o
amorosamente con una mujer transexual preoperada porque no se comparten los
mismos genitales, aun cuando puedan aceptar que también somos mujeres y convivir
con nosotras en un plano de igualdad. Son las generaciones más jóvenes entre
quienes parece darse no solamente una mayor aceptación sino incluso permitirse la
atracción, ya sea erótica y/o amorosa, hacia nosotras, mujeres trans. No es sorpresa,
entonces, que mujeres cis lesbianas se sientan amenazadas por lo desconocido que
se supone representa una fémina trans, particularmente si ambas son ajenas al
activismo LGBTI. Esto sucede debido a la inseguridad, y quizás incluso incomodidad,
que experimentan ante una persona que habiendo nacido como macho de la especie
humana, y quien incluso puede aún conservar genitales masculinos, se vive y
construye como mujer y al mismo tiempo gusta de las mujeres. ¿Qué ideas y
preguntas surgen en una mujer cissexual lesbiana ante una mujer trans que gusta
erótica y/o amorosamente también de las mujeres? ¿Simpatía de género?,
¿reconocimiento y admiración ante lo que viven estas mujeres trans por ser quienes
ellas dicen ser o quieren ser?, ¿gusto, atracción, deseo erótico?, ¿extrañeza ante lo
que podría parecer un contrasentido o una empresa poco prometedora de éxito?,
¿inocultable rechazo ante la presencia de genitales masculinos?, ¿una mezcla de
varias? ¿Se podría llegar a configurar un caso de transfobia? La suposición errónea
de que sólo las mujeres nacidas como hembras humanas pueden ser lesbianas es
antigua y extendida. El translesbianismo es una hebra de la feminidad y las lesbianas
trans, seamos no operables, preoperadas o postoperadas, parte de la diversidad que
tiene la sociedad en general. El problema es que las translesbianas somos sometidas
a un mayor escrutinio de parte de muchas y muchos como resultado del
condicionamiento social tanto biológico-esencialista como heteronormativo No suelen
ser menores nuestros desencuentros eróticos y amorosos con las mujeres
cissexuales bisexuales. Y de nueva cuenta, la cuestión generacional parece tener un
peso importante en la diferente actitud de las mismas hacia las mujeres
translesbianas. Entre las mujeres bisexuales cis maduras que, por su propia
orientación, gustan de relacionarse con otras mujeres en roles sexuales activo, pasivo
o inter, la presencia en nosotras de genitales masculinos les parece indicar que a ellas
toca desempeñar el papel pasivo y a nosotras trans el activo, desconociendo que
después de seis meses de feminización hormonal con antiandrógenos, con el cambio
de la líbido, vienen también la pérdida de erección espontánea y la ausencia de
eyaculación y, sobre todo, que por nuestra identidad de género femenina, en la
inmensa mayoría de las mujeres específicamente transexualesx , nos resulta
absolutamente rechazable adoptar un rol sexual que, lo hayamos desempeñado o no,
nos vincula con ese pasado masculino del que queremos alejarnos lo más posible. La
riqueza de la diversidad erótica puede llegar a plantear que una mujer cissexual y una
trans preoperada, ya asumida y viviendo como tal, se gusten y atraigan en tanto que
las dos comparten el género femenino y manifestaciones de la feminidad mutuamente
deseables, lo que desde el punto de vista de la orientación genéricaxi las hace
homogenéricas, pero que por lo que hace a la orientación sexual, al tener cada una
genitales distintos, resulten entre sí, en términos estrictos, heterosexuales. La
diferencia que puede presentarse, entonces, entre la atracción en función del género y
la que se siente en relación con los deseos, roles y órganos sexuales puede plantear
una incongruencia y un desencuentro. ¿Y qué ocurre cuando son dos mujeres trans
las que sostienen encuentros sexuales y/o se llegan a enamorar? A esta relación la
llamamos plenamente translésbica o translesbiana. Entre ellas se produce una
atracción homogenérica porque gustan del mismo género, que además en su caso se
relaciona con una identidad de género no asignada socialmente a su sexo de
nacimiento sino que se han autoadjudicado. Sin embargo, por lo que hace a lo sexual,
ellas dos poseen genitales similares… pero de macho humano (pene, testículos) en
lugar de los de hembra racional (vulva y vagina), lo que hace de su relación
translésbica en la cama algo muy particular. La peculiaridad de que ellas dos posean
genitales externos no implica de ninguna manera que haya cópula como la que se
tiene en una relación hetero entre mujer y hombre cissexuales, sobre todo si se trata
de dos mujeres transexuales con castración química testicularxii, por la que sus
genitales de nacimiento dejan de ser funcionales, lo que aunado al cambio de la líbido
y a su propio proceso de construcción femenina puede llevarlas a otras formas de
exploración y disfrute erótico, más cercanas a las que realizan las mujeres
cissexuales lesbianas, incluyendo el gusto por el tribadismoxiii . En este sentido se
presenta, entre otras cuestiones, una definición del rumbo de la construcción de las
mujeres trans (¿qué tipo de mujeres nos sentimos, sabemos o queremos ser?), el que
tiene que ver específicamente con nuestra atracción por otras mujeres, cissexuales o
trans, lo que plantea el tema de los vasos comunicantes entre identidad de género y
orientación genérica, en personas fuertemente ginefílicasxiv, lo que no
necesariamente quiere decir que en todos los casos se haga un culto a la mujer
femmexv sino que la feminidad se toma y vive en una gama de matices. De manera
particular, las mujeres trans vivimos la feminidad de formas que pueden incluir los
extremos de la “reconstrucción biomecánica” del arquetipo de belleza femenina
occidental de Miss Universo y el opuesto de la mujer de talla grande, complexión
robusta y facciones severas. Las mujeres translesbianas representamos en potencia
una transgresión y una “desencialización” más del deseo erótico y del sentimiento
amoroso, que ocupa y se apropia, de diversas maneras, de los lugares y las prácticas
que han tenido a lo largo del tiempo mujeres cissexuales con prácticas sexuales con
otras mujeres cis. Ello no quiere decir que obligadamente la conjunción de nuestra
identidad y expresión de género femeninas con una orientación del deseo hacia otras
mujeres, nos lleve a las mujeres trans a un mayor cuestionamiento del orden
heteronormativo predominante, pero si posibilita hacer preguntas y críticas al mismo y
conducir nuestras vivencias en un sentido de desconstrucción y reconstrucción. El
feminismo lésbico y el transfeminismoxvi podrían contribuir mucho a esta labor. Las
lesbianas feministas, han señalado desde los noventas que el feminismo tradicional
(de la primera ola, de la igualdad) contiene una presunción de heterosexualidad en
sus teorías y prácticas políticas que lo hace heteronormativo. En las últimas décadas,
también muchas personas travesti, transgénero y transexuales nos hemos venido
cuestionando sobre el significado del género, y estamos cambiando nuestras
concepciones acerca del mismo, que anteriormente considerábamos como un hecho
biológico intercambiable con el sexo, encontrándonos en este cuestionamiento con los
planteamientos feministas y demandando que nuestras propias experiencias y
reivindicaciones sean igualmente reconocidas como parte de la lucha feminista. La
existencia misma de las personas trans obliga a las sociedades a replantear sus
puntos de vista convencionales sobre el sexo y el género, que es exactamente lo
mismo que las feministas llevan años sosteniendo. Esta unión entre transgeneridad y
feminismo en el llamado transfeminismo, ofrece, además, una nueva dirección para el
género. En el caso de las personas trans, puede suceder también que las mismas se
asuman como trans y no se definan ni como hombres ni como mujeres. De hecho,
cada vez más, el tema del binarismo de género pesa negativamente y tiende a ser
excluyente, ya que siempre que se habla de género se tiende a pensar en la igualdad
o en la equidad entre los hombres y las mujeres, pero ¿y qué con los demás?, ¿dónde
quedan quienes no se definen como ninguno de los dos o como los dos en una sola
persona? o ¿dónde se ubican quienes han creado su propia definición?
CONCLUSIONES 1) Las mujeres trans lesbianas constituimos también un abierto
cuestionamiento a la concepción heteronormativa que relaciona unilinealmente la
identidad y expresión de género con la orientación genérica y sexual, en la medida en
que nosotras nos construimos como mujeres y al mismo tiempo dirigimos nuestros
deseos eróticos y/o amorosos hacia otras mujeres, cis o trans. 2) La orientación
sexual como categoría para explicar la dirección del deseo puede no ser la más
indicada para explicar las relaciones eróticas y amorosas entre mujeres trans, o entre
éstas (específicamente de quienes somos preoperadas) y mujeres cis, porque la
correspondencia en la atracción erótica y/o amorosa por el mismo género y sus
manifestaciones externas, incluyendo las referidas a los caracteres sexuales
secundariosxvii puede no corresponder cuando se considera la presencia de genitales
externos diferentes. De ahí el recurso a la categoría de orientación genérica para dar
cuenta de la atracción erótica y/o amorosa que pone el énfasis en el gusto y el deseo
por el género y no en el sexo, y específicamente no en los genitales de la persona. 3)
Una relación lésbica con la participación de una mujer trans, implica que ésta asuma
su identidad y expresión de género femeninas para relacionarse con otra mujer trans
o una mujer cis, desde su feminidad en construcción, lo que hace que las relaciones
que pudimos sostener con novias, esposas o parejas en unión libre cis, antes de
nuestra transición –aunque ya sospecháramos que no éramos el hombre que se decía
debíamos ser–, no lo sean, porque en esos momentos nos desempeñábamos aún en
los roles sociales y sexual típicos masculinos (particularmente por lo que hace al rol
sexual activo). 4) Las mujeres trans lesbianas enfrentamos comúnmente una
discriminación acumulada por un lado, por una identidad y expresión de género que
no corresponden a los socialmente asignados en función de nuestro sexo de
nacimiento y, por el otro, por nuestra orientación genérica hacia las mujeres. 5) El
transfeminismo constituye una alternativa para entender y reorganizar nuestra
comprensión de las relaciones que existen entre la identidad y expresión de género y
la orientación sexual y de género. CITAS i En realidad desde el punto de vista
anatómico (biológico, cromosómico y gonadal) debería de hablarse no de hombres y
mujeres, sino de machos y hembras de la especie humana o machos y hembras
racionales. Los primeros con cariotipo XY y las segundas XX. ii El sexo biológico se
forma por ocho categorías: genético, cromosómico, gonadal, hormonal, órganos
pélvicos sexuales internos, órganos pélvicos sexuales externos, caracteres sexuales
secundarios, y división sexual del cerebro. iii La identidad de género es la convicción
personal y subjetiva de pertenecer al género masculino o femenino, que es
inmodificable, se establece entre los 12 y 18 meses de edad, no siempre concuerda
con el sexo asignado de nacimiento, y se cobra conciencia de ella entre los tres y los
cinco años. iv La Orientación Sexual establece si una persona se siente atraída
erótica y/o afectivamente por personas del mismo sexo, del otro, de ambos, o de
ninguno. v El prefijo “trans” se refiere a los procesos de tránsito, transición y
transgresión de los géneros y los sexos que vivimos quienes manifestamos una
discordancia entre la identidad de género y el sexo biológico, frente a lo cual
buscamos lograr la concordancia de nuestro cuerpo con nuestra mente, lo que es
posible con los avances científicos, los derechos humanos y el mayor respeto a la
diversidad humana. Por otra parte, el activismo de las personas trans en los últimos
años a nivel internacional, ha preferido la utilización del prefijo trans sobre los
términos elaborados por la psiquiatría y la psicología (travestista, transgénero,
transexual, variante de género, etc.) a fin de despsiquiatrizar y despatologizar la
condición, la identidad, las expresiones y las experiencias trans. vi El prefijo “cis” que
significa “al lado de” o “correspondiente a”, se refiere a que la identidad de género de
las personas corresponde o concuerda efectivamente con su sexo biológico. vii
Travestismo: es una expresión caracterizada por el uso de vestimenta, lenguaje,
accesorios o manierismos que en su grupo social se consideran propios del otro
género. Puede ser una etapa de inicio de la persona transgenérica o transexual. viii
Expresión de género: es uno de los componentes fundamentales de la identidad de
género, es la representación exterior (rasgos físicos, actitudes, ropa, estilos de vida…)
del género que cada persona siente corresponde a sí misma, dentro de un contexto
sociocultural que asigna características y prácticas propias a los géneros masculino y
femenino, y que son consideradas como adecuadas para el hombre y para la mujer en
el imaginario colectivo. Cambia, según la cultura, en el tiempo y en el espacio social.
ix Cirugía de Reasignación (o Reafirmación) de Sexo): conjunto de tratamientos
hormonales y procedimientos quirúrgicos y de otro tipo para feminizar hasta donde la
ciencia lo permite el cuerpo, incluyendo el sexo, de las mujeres trans. En su caso el
procedimiento quirúrgico recibe el nombre de vulvovaginoplastía, que consiste en tres
operaciones (orquidectomía bilateral, vaginoplastía y clitoroplastía) las que pueden
realizarse cada una por separado o juntas las tres, en cuyo caso se trataría de una
intervención de alrededor de siete horas. x Transexualidad: es la condición significada
por vivir permanentemente en un papel de género que no corresponde con el sexo
asignado de nacimiento y por la discordancia entre la identidad de género y el sexo. A
fin de superar esa discordancia se recurre a la modificación de caracteres sexuales
secundarios y/o primarios pudiendo haber personas transexuales pre-operables,
postoperadas, no operables y quienes no desean operarse. xi La orientación genérica
señala si una persona se siente atraída erótica y/o afectivamente por personas del
mismo género (no necesariamente del mismo sexo), del otro, de ambos o de ninguno.
La diferencia con el término orientación sexual sería, en este caso, el énfasis en los
aspectos socioculturales (género) con exclusión o restando importancia al sexo
biológico y en especial a los genitales. xii La castración química testicular se produce
a base de estrógenos y su principal logro es la atrofia testicular y el bloqueo de la
testosterona por los anti andrógenos recomendados para la reasignación de sexo, de
hombre a mujer o mujer transexual. La castración química es una parte central de la
feminización de la mujer transexual, para dejarla libre de hormonas masculinas. xiii
Tribadismo: hace referencia a una práctica sexual entre dos mujeres en el que se
apoyan los cuerpos y quedan pechos con pechos, vulva con vulva y comienzan a
contonearse, frotándose mutuamente los clítoris hasta lograr el orgasmo simultáneo.
xiv Que gusta de lo femenino y la feminidad como se entienda en su contexto
sociocultural e histórico. xv Lo Femme hace referencia a lo que socioculturalmente se
considera como hiperfemenino para deslindarlo de cualquier manifestación masculina
en las mujeres xvi Transfeminismo: es el movimiento de resistencia y lucha que
entiende el género como la construcción de un sistema de poder, como un dispositivo
y una tecnología que se imponen socialmente para la opresión, produciendo,
controlando y limitando los cuerpos, para adaptarlos al orden social establecido, ante
lo cual se propone modificar, ampliar, alterar y transformar los códigos que rigen
dichas construcciones sociopolíticas. El Transfeminismo supone la aplicación del
discurso trans al discurso feminista y del feminista al discurso trans, se concibe como
una vertiente del feminismo de la diversidad, que puede aplicarse a personas trans,
pero que igualmente sigue siendo válido para el resto de las mujeres, y que recupera
la mayoría de temas de la tercera ola feminista, incluyendo: la diversidad, el cuerpo, la
imagen y la agencia de las mujeres. xvii Los caracteres sexuales secundarios
aparecen en la pubertad (alrededor de los once años), ya que es en esta etapa de la
vida cuando llega a madurar el aparato reproductor, tanto femenino como masculino,
siendo la mayoría de estos caracteres regulados por la hipófisis. Entre los cambios
más significativos en la mujer cissexual se encuentran: la aparición de la
menstruación, el redondeo de las formas del cuerpo, el desarrollo de los senos, la
estrechez de la cintura y el ensanchamiento de las caderas. Las mujeres trans
logramos en alguna medida modificaciones parecidas, dependiendo de nuestra
genética, condiciones de salud y edad en la que iniciamos el tratamiento de
reasignación hormonal, mediante la ingesta de hormonas femeninas (estrógenos,
progesterona) y de antiandrógenos que inhiben los efectos biológicos de los
andrógenos (el principal: la testosterona) en las respuestas normales de los tejidos
corporales, al bloquear los receptores androgénicos, compitiendo con los sitios de
unión en la superficie de las células
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REFERENCIAS Angie Rueda Castillo. 2011. ’Hola, Yo soy Angie’. Testimonio de una
Mujer Transexual, México, D.F.; @rroba Ediciones. David Barrios Martínez y María
Antonieta García Ramos. 2011. Transexualidad. La paradoja del cambio. México,
D.F.; Caleidoscopía. Angie Rueda Castillo. 7 marzo 2015. “Transfeminismo:
Feminismo y Diversidad Sexogenérica. Una convergencia complicada”, en Segundo
Coloquio Día Internacional de la Mujer con Perspectiva LGBT, México, D.F.
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Angie Rueda Castillo, activista, académica, funcionaria de derechos humanos,


translesbiana de México, D.F. Licenciada y Maestra en Sociología, con estudios de
Doctorado en Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana. Promotora de
derechos humanos y no discriminación de la población de la diversidad sexogenérica.
Mujer transexual y transfeminista, es activista de la Colectiva Cuarto Violeta.
Actualmente colabora en la Jefatura de Servicios de Derechos Humanos y
Participación Social del ISSSTE. Ha sido académica en universidades de la Ciudad de
México y de otros estados, escritora del testimonio “’Hola, Yo soy Angie’. Testimonio
de una Mujer Transexual”, @rroba Ediciones, y articulista en publicaciones de
Derechos Humanos.

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