Primera fotografia historia.

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AUTORES CIENTÍFICO-TÉCNICOS Y ACADÉMICOS

¿La primera fotografía

de la historia?
David Zurdo

S i pensamos en adelantados a su tiempo, una figura aparece en

nuestra mente por encima de todas las demás. Un genio italiano
que nació a mediados del siglo XV y revolucionó el mundo en muchas
disciplinas. Fue artista, arquitecto, ingeniero, anatomista, músico,
inventor Un hombre cuyo único límite estuvo en su propia imagina-
ción. Hablo, naturalmente, de Leonardo da Vinci.

Figura 1. Autorretrato de Leonardo.

Muchas de sus creaciones mecánicas no pudieron llevarse a la

práctica porque, en su tiempo, no había materiales o fuentes de ener-
gía adecuados. Sin embargo, hoy se revelan como perfectamente fun-
cionales. Leonardo da Vinci llenó páginas y páginas con sus diseños
de inventos que parecían imposibles. Los describió con su letra espe-
cular, escrita de derecha a izquierda, en hojas que actualmente forman
parte de valiosísimos códices. Dos de ellos, quizá los más importantes
si atendemos al aspecto técnico, se hallan en Madrid, conservados

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ACTA
¿La primera fotografía de la historia?

à
como auténticas joyas en la Biblioteca Nacional de
España.
La Sábana Santa: un enigma
científico e histórico
En la impronta de la Sábana Santa de Turín, o
Síndone, vemos el rostro de un hombre repleto de
contusiones, con excoriaciones en ambas mejillas,
inflamación de la ceja derecha, un ojo desfigurado, la
boca sangrante, el cartílago nasal roto, el carpo dere-
cho atravesado por objeto punzante, más de ciento
veinte laceraciones en espalda, piernas y hombros,
una herida incisa en el costado
Se trata de un varón adulto, desnudo, con largo
pelo y barba, y con las manos cruzadas sobre el vien-
tre. Su altura, algo más de un metro ochenta. Por su
figura, puede deducirse un peso de unos setenta y
cinco u ochenta kilos, y complexión atlética.

Figura 2. Una bella página de los Códices de Madrid.

Hay quien llegó a decir que la obra de Leonardo

es tan gigantesca que no podía ser un simple huma-
no. Y lo cierto es que no lo era: fue un genio en toda
la extensión del concepto. Detengámonos por un
momento a analizar sus invenciones. Creó máquinas
de todo tipo, sistemas mecánicos de concepto futuris-
ta. Algunos tan sorprendentes como el paracaídas, la
campana de buceo, la cadena de eslabones o el tor-
nillo sin fin. Hizo máquinas voladoras e incluso un
submarino. Quizá, incluso, llegó a inventar la foto-
grafía

Figura 4. El rostro del hombre de la Síndone.

Quienes sostienen que se trata del Sudario que

Figura 3. Caminar sobre las aguas Un milagro
“inventado” por Leonardo.
envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret en el sepulcro
de José de Arimatea, aseguran que ningún artista
pudo realizar una reproducción tan perfecta y detalla-
da de la Pasión, según se relata en los Evangelios.
Otros, sus detractores, muestran dudas razonables o
se oponen abiertamente a ello.
En cualquier caso, la Sábana Santa de Turín es la
reliquia cristiana más venerada y estudiada de todos

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los tiempos. Algunos la denominan “Quinto Evange-
lio”, porque entre sus pliegues se han descubierto deta-
lles de la Pasión de Cristo que complementan los rela-
tos evangélicos. Pero el auténtico enigma, aún no
resuelto, es cómo pudo formarse la impronta en la tela.
Si obviamos el milagro como hipótesis, tres son las
teorías más extendidas. La primera afirma que se trata
de una insólita obra de arte. La segunda, que la imagen
fue producida por un cuerpo humano embalsamado,
siguiendo un proceso inusual pero natural. La tercena,
y quizá más inquietante, que se trata de la primera foto-
grafía –o protofotografía– de la que tenemos noticia.
Figuras 5 y 6. La Sábana Santa al completo.
La hipótesis de la formación natural se basa en una
reacción entre los ungüentos del embalsamamiento
con las exudaciones de un cuerpo enterrado aún con
vida. La hipótesis del frotis explica la Síndone como
resultado de someter la tela a la acción de un ácido,
previamente extendido sobre un bajorrelieve. La ter-
cera hipótesis, basada en el hecho de que la Síndone
se comporta como un negativo fotográfico, pretende
demostrar que la imagen se formó por la reacción de
una sustancia fotosensible impregnada en la tela, colo-
cada ésta en el interior de una gran cámara oscura.
à La prueba del Carbono 14
En octubre de 1988, en Turín, una conferencia de
prensa arrojó sobre la Sábana Santa el mayor mazazo
contra su autenticidad. La prueba del radiocarbono,
¿La primera
fotografía de
la historia?
llevada a cabo por tres laboratorios independientes,
dató el lienzo en la horquilla de los años 1260 y 1390.
Es decir, que se trataba de una obra medieval.
Para muchos, esta prueba era lo bastante clara
como para resolver una parte del misterio. Pero des-
ató una agria polémica científica y religiosa. Un epi-
sodio más de la guerra entre ciencia y fe, ya que la
prueba podía haber sido erróneamente interpretada.
Figura 7. Conferencia de 1988, en la que se anunciaron
los resultados de la prueba del radiocarbono.
La Síndone ha sufrido varios incendios a lo largo
de su dramática historia. Ésta y otras fuentes, de tipo
químico o biológico, han podido modificar las condi-
ciones de la tela, hasta el punto de que el contenido
en radiocarbono sea distinto al que le corresponde
realmente por su antigüedad. La validez de la prueba,
así, quedó en entredicho.
à
Historia y leyenda de la Síndone
Los datos más antiguos sobre la existencia de la
Sábana Santa surgieron en el siglo I de nuestra era.
La tradición asegura que los primeros cristianos la
mantuvieron oculta durante varios siglos, hasta que
en el año 525 reaparece en Edessa, ciudad situada en
la actual Turquía. La tradición dice que fue el rey de
esa ciudad quien envió a un embajador a Judea para
convencer a Jesús de que abandonara su tierra y lo
acompañara. No lo hizo, pero sus discípulos le entre-
garon la mortaja tras la Resurrección, que fue venera-
da en un pequeño templo antes de que la impronta
apareciera en ella.
Más adelante, cuando ya sí mostraba la imagen
del cuerpo crucificado, el emperador de Bizancio
reclamó la reliquia. Sus ejércitos tomaron la ciudad en
el año 944 y la condujeron fastuosamente a Constan-
tinopla, donde quedó guardada y custodiada en una
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iglesia que se construyó al efecto. Allí permaneció registros de que fuera la misma reliquia que luego fue
hasta principios del siglo XIII, cuando los cruzados llevada hasta Turín, en Italia. Cuando esto sucedió,
invadieron la capital del Imperio Romano de Oriente. Leonardo da Vinci era ya un afamado artista

Figura 9. Capilla de la Síndone en la Catedral de Turín.

Figura 8. Antiguo fresco en el que se muestra

à Picknett y Prince
Lynn Picknett y Clive Prince son dos escritores
la Síndone en poder del rey Abgar de Edessa. que saltaron a la fama cuando Dan Brown aprovechó
sus teorías sobre Leonardo para escribir “El código
Nadie sabe cómo, pero la Síndone desapareció de Da Vinci”. En su libro “El enigma de la Sábana
Constantinopla y no volvió a aparecer hasta el año Santa” plantearon que el Lienzo de Turín fue la pri-
1356, en la iglesia de Lirey, Francia, una localidad mera fotografía de la Historia. Y para demostrarlo
cercana a París. Su propietaria allí era la familia realizaron por su cuenta diversos ensayos.
Charny, vinculada con las antiguas Cruzadas. La Igle-
sia Católica declaró entonces, a través del obispo de
Lirey, que la Síndone era una falsa reliquia. Pero los
fieles empezaron a peregrinar a ella y venerarla. En
1389, el obispo de Troyes, escandalizado o celoso por
las muchas dádivas de los peregrinos, prohibió su
exhibición pública.
Hasta ese momento, todos los datos son dudosos.
No pueden considerarse genuinamente históricos.
Pero a partir de su cesión a la Casa de Saboya, a
mediados del siglo XV, el seguimiento es ya incontro-
vertible. Desde el siglo XVI, la Síndone se convierte en
el objeto más venerado de la Cristiandad. En ese Figura 10. Los peculiares escritores británicos
tiempo, los papas eran con frecuencia corruptos. En Picknett y Prince.
la cúspide del fervor por las reliquias, cada ciudad
custodiaba sus propios restos sagrados, que atraían a Ellos afirman que el misterio de la formación de la
los fieles y su dinero. imagen no es tal, ya que puede explicarse como la
acción de una sustancia fotosensible sobre el lienzo
Los Saboya la enviaron primero a sus territorios de lino. Para ambos, sólo una persona pudo realizar
franceses, concretamente a la ciudad de Chamberi. ese prodigio técnico: Leonardo da Vinci. Sin embar-
Sabemos que la tenían en su poder, pero no hay go, Leonardo vivió en la segunda mitad del siglo XV y

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el primer cuarto del XVI, de modo que seguiría incum-
pliéndose la datación del radiocarbono, que sitúa a la
Sábana Santa entre mediados del siglo XIII y finales
del XIV.
Los autores británicos van aún más lejos con sus
afirmaciones, ya que sostienen que la impronta
muestra el rostro del propio Leonardo, en una espe-
cie de chanza casi blasfema. Lo cierto es que hay un
parecido razonable, y el genio toscano era muy aficio-
nado a las bromas.
En todo caso, la gran pregunta que se deriva de
todo esto es si en verdad era posible realizar una foto-
grafía rudimentaria con los medios disponibles en la
Edad Media.
à
¡Es un negativo fotográfico!
En 1898, un fotógrafo aficionado, llamado Secon-
do Pia, tomó las primeras placas de la Síndone. Al
revisarlas, para comprobar que estaban bien realiza-
das, se dio cuenta de algo que lo dejó pasmado. La
Síndone aparecía en positivo. La extraña figura, al ser
retratada con la cámara, se convertía en una imagen
mucho más reconocible.
Figura 11. El rostro del hombre de la Síndone
en negativo.
Esto, claramente, se debía a que la Síndone, la
impronta en la tela, se comportaba como un negati-
¿La primera
fotografía de
la historia?
vo fotográfico. Cuando Secondo Pia revisó sus pro-
pios negativos, la vio en positivo y se quedó petrifica-
do con el hallazgo. ¿Cómo podía ser la Sábana Santa
un negativo fotográfico de una época en la que no se
conocía la técnica de la fotografía?
A pesar de ello, la historia nos muestra que los
alquimistas árabes medievales ya utilizaban sales de
plata para realizar adornos decorativos en palacios y
casas señoriales. Estas sales se ennegrecían al contac-
to con la luz y ese efecto resultaba muy apreciado por
los adinerados dueños de las propiedades. Por otro
lado, desde los tiempos de Aristóteles se conoce la
“cámara oscura”. Muchos pintores, entre ellos Leo-
nardo, la usaron para sus análisis de perspectiva. Si
juntamos una sustancia fotosensible con un soporte
(como una tela, por ejemplo) y la cámara oscura,
estamos ante una cámara fotográfica. Ni más ni
menos.
à
Realidad objetiva de la Síndone
El lienzo que forma la Sábana Santa mide exacta-
mente 436 centímetros de largo por 110 de ancho. Se
trata de un tejido de gran calidad y ligereza, cuyo
peso aproximado es de algo más de un kilogramo,
según la humedad ambiental. Fue realizado en un
telar de lizo alto, por más de una persona (lo cual se
nota en la presión diferenciada), según un modelo
denominado “cola de pescado” o “sarga de cuatro en
espiga”. Este tipo de tejido no se conoció en Europa
hasta finales del siglo XIII o principios del XIV, lo cual
es de nuevo coherente con la prueba del Carbono 14.
Figura 12. Sarga de cuatro en espiga.
En cuanto a la figura del hombre que aparece en
la impronta, tanto de frente como de espaldas, mues-
tra deformidades notables: el cuerpo es demasiado
grande en relación con su cabeza; ésta parece incor-
pórea, separada del tronco, y, por fin, los brazos son
demasiado largos para un ser humano normal. Se
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aprecia, además, un acortamiento de la pierna
izquierda que los defensores de la autenticidad han
atribuido a la crucifixión, por haberse situado un pie
sobre el otro al clavarlo en la base de la cruz.
n Altura aproximada de 1,80 metros.
n Cabeza alargada y estrecha.
n Constitución atlética.
n Peso corporal entre 75/80 kilogramos.
En la imagen, la superficie del cuerpo aparece
repleta de marcas que parecen azotes, salvo en la
región del pecho que alberga el corazón. También
pueden apreciarse marcas en las muñecas y en los
pies. En la cabeza hay entre veinte y treinta marcas,
desde la frente al occipucio, así como en las sienes y
la nuca. Se aprecia también una marca alargada en el
costado derecho.
à
Formación natural
Para reproducir de la manera más exacta posible
el embalsamamiento ritual de Jesús de Nazaret, basta
con recurrir a los relatos evangélicos. Sabemos que,
cuando Jesús fue descendido de la cruz, sus discípu-
los envolvieron su cuerpo en una tela y finalmente lo
trasladaron al sepulcro. Allí fue lavado y ungido con
aceites, según el rito judío.
No conocemos otra mortaja que se haya conser-
vado de ese tiempo, y en similares condiciones. La
comparación se hace imposible. Pero, ¿y si el cuerpo
reaccionó con las sustancias químicas del embalsa-
mamiento, y la reacción que se produjo con la tela dio
lugar a la formación de una imagen?
Figura 13. Yves Delage.
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Esta teoría fue enunciada, a principios del siglo
XX, por el médico francés Yves Delage. Realizó ensa-
yos mezclando los aceites con que ungieron a Jesús y
los vapores producidos por la descomposición de un
cadáver. Delage logró reproducir en telas una serie de
manchas relativamente parecidas a las de la Síndone.
Fue el nacimiento de la Teoría Vaporigráfica.
El doctor en medicina Miguel Lorente, autor del
libro “42 días”, también la sostiene. Pero añade una
desconcertante tesis forense: la impronta de la Sába-
na Santa sólo pudo crearse si Jesucristo sobrevivió a
la cruz; algo que, en el siglo I de nuestra era, tuvo que
vivirse como un auténtico milagro.
Los Evangelios refieren que Nicodemo trasladó al
sepulcro de Jesús cincuenta libras de mirra y áloe.
Esas cincuenta libras fueron utilizadas, por una parte,
para lavar y purificar el cuerpo, y por otra parte para
impregnarlo con el fin de favorecer su conservación
tras la inhumación. Luego la sábana fue plegada
sobre la cabeza para envolverlo por completo.
Figura 14. Miguel Lorente.
à Estudio científico de la Síndone
En 1977, dos científicos de las Fuerzas Aéreas de
Estados Unidos someten unas fotografías de la Sába-
na Santa al analizador de imágenes VP-8, desarrolla-
do por la NASA para explorar la superficie de Marte.
Eric Jumper y John Jackson llegan a la conclusión de
que la imagen de la Síndone contiene información tri-
dimensional. Por ello, toman la iniciativa de impulsar
un proyecto científico para el estudio del Sudario de
Turín: el STURP.
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Figura 15. El equipo del STURP analizando la Síndone.
En 1978, la Iglesia permite a sus miembros acce-
der a la Síndone durante cinco días. Tras el proce-
samiento de la información, al estilo CSI, y su estudio
detallado, llegan a la conclusión principal de que la
imagen de la tela es el resultado de una radiación des-
conocida, con una intensidad enorme, liberada de un
modo casi instantáneo. Lo más sorprendente es que
afirman que tal radiación debió ser emitida por el
cuerpo envuelto en la mortaja.
Figura 16. Imagen tridimensional de la Síndone.
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fotografía de
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La imagen es visible porque en ciertas zonas se ha
producido un fenómeno químico, probablemente una
deshidratación de la celulosa, que ha modificado el
propio color de las fibras, sin la intervención de nin-
gún colorante.
A la luz de estos descubrimientos, algunos científi-
cos afirman que la Sábana Santa es realmente la
mortaja que envolvió el cuerpo de Jesús de Nazaret
en el sepulcro. Pero muchos otros ponen en tela de
juicio estas afirmaciones.
à La pruebas del polen
Los Sindonólogos han buscado pruebas que
demuestren la autenticidad del Sudario de Turín. Uno
de sus mejores argumentos es el de los polémicos res-
tos de polen hallados en la tela.
La prueba más famosa la realizó un palinólogo
suizo, llamado Max Frei, que aseguró haber encontra-
do partículas de polen de plantas, hoy extintas, que
corresponden a la región de Judea en tiempos de
Jesús. Pero su profunda fe religiosa hizo que sus estu-
dios quedaran en entredicho. Puede que sólo viera lo
que quiso ver
Figura 17. Max Frei.
à Deformaciones imposibles
El mayor problema con que se han enfrentado los
investigadores de la Síndone se centra en las defor-
maciones que presenta. El hombre de la imagen está
encogido. Si calculamos su altura real, vemos que
alcanza la increíble cifra de más de dos metros. Ade-
más, las partes anterior y posterior no concuerdan del
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todo, ya que medido por la espalda es unos cinco
centímetros más alto.
Si Jesús hubiera sido un gigante en su época –ya
que más de dos metros de altura entonces hubiera
sido como quizá 2,20 o 2,30 de hoy–, seguramente
habría quedado recogido en los textos bíblicos. No
fue así y todas estas deformaciones resultan muy sos-
pechosas. Ello podría llevarnos de nuevo a la idea de
la falsificación o el fraude. Un motivo más para defen-
der la hipótesis de la fotografía medieval.
Una vez más, todo ello coherente con la datación
del radiocarbono. Pero, si la fotografía fue inventada
en las postrimerías del Medievo o en el Renacimien-
to, ¿por qué no se utilizó de nuevo hasta que Niepce
la reinventó en el siglo XIX?
Es de suponer que, en tiempos inquisitoriales, la
Iglesia pudo bloquear cualquiera de estos inventos.
Aunque quizá, a escondidas, alguien más realizó foto-
grafías. En el palacio-monasterio de El Escorial,
encontramos un testimonio indirecto de esta posibili-
dad. Allí se muestran dos óleos del siglo XVI pintados

à
en blanco y negro.
El frotis con ácido
Una de las teorías clásicas de formación de la ima-
gen en la Síndone, se basa en el empleo de alguna
clase de ácido. Si se impregna un bajorrelieve con
este tipo de sustancia, y luego se cubre con una tela,
basta realizar un frotis para que ciertas zonas del teji-
do, en contacto diferencial con el ácido, se chamus-
quen formando una imagen similar a la impronta de
la Sábana Santa. Una imagen que, además, será un
negativo del bajorrelieve.
En la Edad Media se conocía perfectamente el
ácido sulfúrico –con el nombre de vitriolo–, perfecta-
mente capaz de provocar quemaduras en un lienzo
de lino. Si se usó esta sustancia, u otra similar, la Sín-
done debería reaccionar a la luz ultravioleta. Esto lo Figura 18. Una gran cámara oscura, como la necesaria para realizar
probó el STURP en 1978. Como cabía esperar, las una fotografía de la envergadura de la Síndone.
regiones circundantes a los agujeros provocados por
los diversos incendios que estuvieron a punto de des- Esta técnica, conocida como grisalla, resulta sor-
truirla, resultaron fluorescentes. Pero la impronta no prendente. Hoy tenemos en el imaginario colectivo
reaccionó en absoluto. La conclusión es que no se las imágenes en blanco y negro de las viejas fotogra-
trata de ninguna clase de quemadura. fías y películas. Pero el mundo real es en color. ¿Por
qué alguien, un artista, con toda la paleta multicolor

à
La hipótesis más probable:
una protofotografía
Como hemos visto, los alquimistas de la Edad
Media conocían diversas sustancias fotosensibles,
algunas de ellas muy comunes. No hubieran servido
a su disposición, pintaría cuadros en blanco y negro?
¿Y ello tres siglos antes de la invención oficial de la
fotografía?
Lo que sí está confirmado por los historiadores es
que, un siglo antes de Niepce, se realizaron varias
pruebas fotográficas, pero nunca pudieron llegar a
fijarse las imágenes.

para realizar una fotografía como las actuales, pero sí
una muy primitiva y rudimentaria. Algunas de estas
sustancias son el bicromato de amonio, el sulfato de
plata y el nitrato de plata. El bicromato de amonio se
empezó a utilizar en Europa desde principios de la
baja Edad Media; el sulfato de plata, aproximada-
mente hacia el siglo XII, o como muy tarde el XIII, y el
nitrato de plata, aún antes, ya que se empleaba desde
la antigüedad como cicatrizante.
à
Una radiación desconocida
Algunos científicos excluyen la intervención
humana en la formación de la impronta de la Síndo-
ne. Como anunció en sus conclusiones el STURP,
creen que es resultado de una intensa e instantánea
radiación, de origen desconocido, que emanó del

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cuerpo envuelto en la mortaja. Eso produjo una rup- en ella. Incluso podría llegar más lejos, provocando
tura de las cadenas de carbono de las fibras de lino. una explosión.

De un modo natural, el cuerpo humano emite
radiación. Ello se debe a que sus tejidos contienen
diversas cantidades de elementos radiactivos, que no
son nocivos para la vida. Aparte del Carbono 14, otro
elemento está presente en una proporción muy supe-
rior: el Potasio 40, que tarda mucho más tiempo en
desintegrarse. Si, hipotéticamente, todo el Potasio 40
de un organismo llegara a desintegrarse de un modo
casi instantáneo, la emisión radiactiva sería más que
capaz de chamuscar una tela e impresionar su imagen
à
Una obra maestra
Sea Leonardo da Vinci u otro genio anterior, lo
cierto es que quien creó la Síndone hizo una obra que
puede calificarse con propiedad de magistral. El enig-
ma de su origen continúa hoy, en nuestro mundo
avanzado y científico. Y eso ya es, de por sí, un autén-
tico milagro.

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