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Francisco Salamone
La obra del arquitecto Francisco Salamone, un sendero de
cementerios, mataderos y palacios municipales que encarnan el
modernismo en diferentes ciudades y pueblos bonaerenses
Después de egresar del Colegio Otto Krause de Buenos Aires decidió seguir
los pasos de su padre en el oficio de la construcción. Inició sus estudios en
Universidad Nacional de La Plata y los finalizó en Córdoba. En 1917 egresó
con el título de arquitecto e ingeniero.
Su trabajo comenzó en la década de 1930. En Villa María realizó una obra de
pavimentación, un matadero, el parque del cementerio y algunas plazas (en
especial la denominada Centenario). Luego viajó a Buenos Aires para realizar
un trabajo de modernización de la obra pública de los municipios del interior
de la Provincia. Salamone tenía una gran amistad con el gobernador Manuel
A. Fresco quien le encomendó el trabajo de realizar edificios públicos en la
Pampa, dándole total libertad para sus proyectos. El objetivo era fomentar el
crecimiento de algunas pequeñas ciudades y pueblos del interior.
Cementerio de Azul
Cementerio de Azul
29.04.2019
La famosa "Rueda de Salamone" encabeza el cementerio de Saldungaray.Foto: MARCELO MERLO
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ERA HUMANO
También el arquitecto e investigador platense René Longoni prefirió
ajustar la figura de Salamone a la dimensión humana: "No es un
personaje único, ni un águila solitaria, ni el hijo del diablo..., sino
que era el jefe de un equipo muy sólido que comenzó a trabajar
en Villa María y, gracias la singular demanda de obra pública de
los años 30, diseñó y construyó todas estas obras simultáneas
hasta modificar la fisonomía de la Provincia".
Laura Gallina es profesora de Inglés y viaja desde hace cuatro años junto a su
marido, Sergio Minchiotti, por toda la Provincia siguiendo las rutas de
Salamone. Él se encarga de la investigación histórica y ella, de las fotografías,
que después suben a las redes sociales para los seguidores del famoso
arquitecto italiano.
Esta Semana Santa los viajeros acaban de visitar la última obra que les
quedaba pendiente: un Cristo que Salamone diseñó para la ciudad inundada de
Epecuén y que hoy se permanece resguardado en un campo privado en Arano.
"Mi esposo arma las rutas y yo me encargo de las fotos: hace 10 años
recorremos la Provincia. Al ver la obra de Salamone se siente un impacto
fuertísimo, emocionante. Nosotros disfrutamos de todo el proceso, la
planificación del viaje, la investigación histórica, y cuando estamos ahí es
como cumplir un sueño", explica.
"Para hacer este documental estuve seis años recorriendo toda su obra.
Hay algo en el tamaño de la ambición de Salamone que está en su
monumentalidad. Desde que se recibió en el Otto Krause hasta su
graduación como arquitecto e ingeniero siempre quiso hacer grandes
cosas. Dicen que para impresionar a la familia de su mujer, que era la hija
del cónsul británico de Bahía Blanca, que siempre lo ninguneó como un
simple inmigrante italiano. Todo lo que hizo también está marcado por
este intento de mostrar que podía más. Finalmente, estuvo a la altura de
su ambición", conjetura Hilbert.
"Todo empezó en los "90 cuando trabajaba como jurado en los torneos
bonaerenses y tuvimos que ir a Guaminí para un concurso. Al ver el
palacio municipal quedamos pasmados. Era sobrenatural ver esa mole en
el medio de la pampa. Si ahora esas localidades son chicas, imaginate lo
que eran hace 80 años -cuenta el fotógrafo-. Mi trabajo sirvió también para
salvar el patrimonio. Por ejemplo, cuando registré Rauch hallamos sillas
de Salamone arrumbadas en un rincón, listas para ser tiradas, pero
cuando las puse en la muestra, el municipio decidió recuperarlas y
restaurarla, y hoy están en uso".