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Como desarrollo social se conoce la evolución y el mejoramiento en las

condiciones de vida de los individuos de una sociedad y en las relaciones que


estos individuos mantienen entre sí, y con otros grupos e instituciones que
conforman el tejido social de una nación.

Consiste, como tal, en el desarrollo del capital humano y social de un país, lo


cual abarca aspectos como la salud, la educación, la seguridad ciudadana y el
empleo, y solo se concreta con la disminución de los niveles de pobreza,
desigualdad, exclusión, aislamiento y vulnerabilidad de los grupos más
necesitados.

El desarrollo social es promovido por el Estado desde sus diferentes


organismos e instituciones, que son los encargados de implementar políticas y
programas de protección social para promover la inclusión, y que están
diseñados principalmente para beneficiar a aquellos que viven en las
condiciones más precarias.

Para que el desarrollo social sea posible es importante que haya una gestión
gubernamental eficiente, responsable y comprometida, dentro de un marco
democrático de legalidad y solidez institucional que garantice su aplicación,
eficacia y continuidad.

Así, pues, un país con óptimos niveles de desarrollo social ofrece a sus
ciudadanos una alta calidad de vida en medio de un clima de paz, justicia,
libertad, tolerancia, igualdad y solidaridad, así como la posibilidad de satisfacer
sus necesidades, desarrollar su potencial, y realizarse a nivel personal.

El desarrollo social vendría a ser el paso siguiente al desarrollo económico de


un país; su fin último es el bienestar social.
De acuerdo con James Midgley el desarrollo social es “un proceso de
promoción del bienestar de las personas en conjunción con un proceso
dinámico de desarrollo económico”.[1] El desarrollo social es un proceso que,
en el transcurso del tiempo, conduce al mejoramiento de las condiciones de
vida de toda la población en diferentes ámbitos: salud, educación, nutrición,
vivienda, vulnerabilidad, seguridad social, empleo, salarios, principalmente.
Implica también la reducción de la pobreza y la desigualdad en el ingreso. En
este proceso, es decisivo el papel del Estado como promotor y coordinador del
mismo, con la activa participación de actores sociales, públicos y privados.
El desarrollo social promueve la inclusión social (i) de los pobres y vulnerables
empoderando a las personas, creando sociedades cohesivas y resilientes, y
mejorando la accesibilidad y la rendición de cuentas de las instituciones a los
ciudadanos.
Los esfuerzos en materia de desarrollo social, al involucrar a los Gobiernos, las
comunidades, la sociedad civil, el sector privado y los grupos marginados
(incluidos los pueblos indígenas y las personas con discapacidad), transforman
la compleja relación entre las sociedades y los Estados en acciones concretas.
Los datos empíricos y la experiencia operacional muestran que el desarrollo
social promueve el crecimiento económico y conduce a mejores intervenciones
y a una mayor calidad de vida.

La identidad nacional es el sentimiento de pertenencia a una comunidad


histórica, cultural, lingüística y social, que se corresponde en mayor o menor
medida con algún país, región o comunidad política. Dicho más fácilmente, es
un sentido identitario (de pertenencia), basado en la idea de la nación, es decir,
en oposición a lo considerado ajeno o extranjero.
Entenderemos por identidad «aquella parte del auto concepto de un individuo
que deriva del conocimiento de su pertenencia a un grupo social, junto con el
significado valorativo y emocional asociado a dicha pertenencia
Es decir que la identidad nacional se transmite a quienes nacen en la geografía
de un estado nacional y forma parte de los discursos patrios, es decir, de la
retórica del nacionalismo. Así, permite a los ciudadanos de un país tejer un
imaginario común, o sea, contarse a sí mismos (y a los demás) una misma
historia respecto a sus orígenes y a la cultura que consideran como propia.
La identidad nacional abarca un conjunto distinto de elementos, que pueden
asociarse en conjunto o por separado al “ser nacional” o al conjunto de los
rasgos definitorios de su identidad colectiva. Estos elementos suelen ser:

Idioma. Aunque un individuo puede aprender a hablar tantos idiomas como


desee, siempre habrá uno que maneje con más soltura y con el que se asocie
más profundamente, el cual en principio tendría que ser su lengua materna.
Religión. La religión es una parte importante de las culturas y de los países, los
cuales pueden ser laicos o tener religión oficial, pero son herederos quieran o
no de una tradición cultural vinculada a lo religios
Tradiciones e historia. En esta categoría incluimos diversos aspectos de la
cultura, que abarca desde formas de gastronomía, celebración de rituales
patrios, folklore, relatos tradicionales, proverbios y juegos de palabras, tipos
musicales, preferencias artísticas, y un gigantesco etcétera de valores
culturales heredados.
Símbolos patrios. Se llaman así al conjunto de signos convencionalmente
elegidos para representar a una identidad patria: una flor, un ave, un himno,
una bandera, un escudo, etc.

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