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EL TORO CONTRA LA LOBA.

LA GUERRA DE LOS ALIADOS


(91-87 A.C.)
Luis Amela Valverde

EL TORO CONTRA LA LOBA


LA GUERRA DE LOS ALIADOS (91-87 A.C.)

Madrid 2007
Signifer Libros
SIGNIFER
Monografías y Estudios
de Antigüedad Griega y Romana
24

SIGNIFER
v Libros

ILUSTRACIÓN DE LA PORTADA:
Reverso de un denario acuñado en el año 90 a.C. por Papius Mutilus,
con la imagen de un toro corneando a una loba.

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conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser
transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© Propiedad intelectual: Luis Amela Valverde


© De la presente edición: Signifer Libros, 2007
Apdo. 52006 MADRID
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http://signiferlibros.com
ISBN: 84-934612-6-1
978-84-934612-6-3
Depósito Legal: S.1672-2006
Imprime: Eucarprint. Peñaranda de Bracamonte (Salamanca).
ÍNDICE

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

I. LA CUESTIÓN ITÁLICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
II. EL TRIBUNADO DE LIVIO DRUSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
III. EL INICIO DE LA GUERRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41
IV. EL CAMPO ALIADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
V. FUERZAS EN CONFLICTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
VI. AÑO 90 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL . . . . . . . . . . . . . . . 87
VII. AÑO 90 A.C.: FRENTE MERIDIONAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
VIII. UN PRIMER BALANCE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
IX. AÑO 89 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL . . . . . . . . . . . . . . 133
X. AÑO 89 A.C.: FRENTE MERIDIONAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 147
XI. LA LEX PLAUTIA PAPIRIA Y EL FIN DEL CONFLICTO . . . 159
XII. EPÍLOGO. LA GUERRA CIVIL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

ÍNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185
Dedicado a mi madre
Ángela Valverde Valverde
R. I. P.
INTRODUCCIÓN

La Guerra de los Aliados (91-87 a.C.), o Bellum sociale1, conocida también


como Bellum Marsicum2 o Bellum Italicum3, mal llamada Guerra Social4, enfrentó a
Roma con sus Aliados itálicos (socii)5, quienes reclamaban la plena identidad de
derechos, es decir, la ciudadanía romana6. Se trata del conflicto bélico más importante
que conoció Italia7 desde la Segunda Guerra Púnica, y el primero de una serie de
sangrantes guerras civiles que finalizaron con la instauración del Principado de
Augustus.
No hay que engañarse. Se trata de un conflicto civil, no de otra cosa, como
varios autores de la Antigüedad ya manifestaron. Floro lo deja bien patente: “Se puede
llamar Guerra de los Aliados para debilitar su abominable carácter8, pero, si hemos de
decir la verdad, aquello fue una Guerra Civil. Puesto que el pueblo romano se ha
mezclado con Etruscos, Latinos y Sabinos, y lleva una sola sangre tomada de todas, su

1
App. BC 1, 34, 55, 68 y 80; 4, 25. Cic. Font. 41; II Verr. 5, 8. Eutrop. 5, 4, 2; 5, 9, 2. Flor. 2, 6, 1. Front. Str.
1, 5, 17; 2, 4, 16; 4, 7, 41. Gell. 15, 4, 3. Iuven. 5, 31. Oros. 5, 18, 1 y 15; 5, 19, 1 y 3; 5, 22, 2. Plin. NH 3, 70;
33, 20 y 55. Polyaen. 8, 9, 1. Plut. Mar. 32, 5; Sulla 6, 2, 11 y 16-17. Val. Max. 1, 6, 4; ; 6, 9, 6. 8, 6, 4. Vir.
Ill. 75, 6. Cf. Liv. Per. 71, 4.
2
Inscr. Ital. XIII, 1, nº 8; 2 nº 6; 2 nº 8. Cic. Div.1, 99; 2, 54; 2, 59. Leg. Agr. 2, 90. Diod. 37, 1, 1, 3 y 6; 37, 2,
1, 12 y 14. Dion. Hal. 4, 62, 5; 8, 80, 2. Hor. Carm. 3, 14, 18. Iust. 38, 4, 13. Plin. NH 8, 221; 15, 121; 22, 12;
25, 52. Plut. Cic. 3, 2; Luc. 2, 1; Sert. 4, 2; de fort. Rom. 321f. Sall. Hist. 1, 88. Sisen. frs. 5a-5b. Str. 5, 3, 10;
5, 4, 2; 6, 1, 6. Vell. Pat. 2, 21, 1. Cf. Hor. 3, 14, 18.
3
Asc. 14, 22, 73 y 79. Cic. Balb. 50; leg. agr. 2, 80; Off. 2, 75; II Verr. 2, 5. Eutrop. 5, 9, 2. Iust. 38, 4, 14.
Obs. 54 y 57. Oros. 5, 22, 2. Val. Max. 5, 4, 7; 6, 3, 3. Vell. Pat. 2, 16, 4; 2, 17, 1 y 3.
4
Traducir este conflicto como «Guerra Social» es equívoco, porque denotaría un enfrentamiento entre clases
dentro de la sociedad que no ocurrió. En inglés, precisamente, este conflicto se denomina “Social War”.
5
Sobre las relaciones de Roma con sus Aliados, vid: P. A. Brunt, “Italian Aims at the Time of the Social
War”, JRS 55 (1965), 90-109. E. Badian, “Roman Politics and the Italians (133-91 BC)”, DArch 4-5 (1970-
1971), 373-409. F. Wulff Alonso, “Notas para el estudio de la historiografía moderna en el tema de las
relaciones de Roma y los itálicos en el s. II a.C.”, Baetica 6 (1983), 203-215; Romanos e Itálicos en la Baja
República. Estudios sobre sus relaciones entre la Segunda Guerra Púnica y la Guerra Social (201-91 a.C.),
Bruxelles, 1991; Roma e Italia de la Guerra Social a la retirada de Sila (90-79 a.C.), Bruxelles, 2002. Italia
no era una sola entidad unificada bajo la égida de Roma, sino un cúmulo de comunidades unidas a la Ciudad
Eterna mediante tratado. Se la ha intentado definir de varias maneras, como «confederación», «alianza» o
«liga», pero ninguna de ellas ha tenido el suficiente consenso para imponerse. Aparte de Roma y su territorio
propio (el ager Romanus), se encontraban las comunidades latinas (en su mayor parte colonias fundadas
durante la conquista de Italia), y el resto de los Aliados quienes vinculados a Roma mediante tratados
(foedera), que podían ser aequa o iniqua («iguales» o «desiguales»). Sobre este tema, vid: U. Laffi, “Il
sistema di alleanze itálico”, en Storia di Roma. 2. L’impero mediterráneo. I. La repubblica imperiale (Torino,
1990), 285-304.
6
Bellum Marsicum fue el nombre utilizado hasta el s. I d.C., y en el s. II d.C. se popularizó el de Bellum
sociale. Si bien la designación de Bellum Marsicum es la más antigua, Bellum Italicum aparece en los
registros oficiales ya en el año 78 a.C. (CIL I2 588 = RDGE 22).
7
Sobre Italia en esta época, vid: Cl. Nicolet, Roma y la conquista del mundo mediterráneo 164-27 a. de J.C.
1/ Las estructuras de la Italia romana, Barcelona, 1982. E. T. Salmon, The making of Roman Italy, London,
1982. D. Roman e Y. Roman, Sociétés et structures sociales de la Péninsule Italienne (218-31 avant J.-C.),
Paris, 1993. C. Badel y A. Beranger, L'Italie et la Sicile d'Hannibal à Octavien. Textes et documents (218-31
av. J.-C.), Paris, 1994. N. Belayche, Rome, la Péninsule Italique et la Sicilie (de 218 à 31 avant notre ère).
Crises et mutations, Paris, 1994. J.-P. Vallat, L'Italie et Rome, 218-31 av. J.-C., Paris, 1995. J.-M. David, La
romanisation de l'Italie, Paris, 1997. L. R. Johnson, Roma et Italia: from the Gracchi to Cicero, 133-64 B.C.,
Diss. Berkeley, 1997. La frontera administrativa de Italia estaba en principio situada en el río Aesis (act. Esis)
y posteriormente en el Rubico, hasta que en época de Augustus se situó en los Alpes (Str, 5, 2, 10).
8
En otro pasaje, Floro señala que la guerra fue un “¡abominable crimen!” (Flor. 2, 7, 1).

7
cuerpo se ha formado de distintos miembros y constituye uno solo procedente de todos
ellos9; con no menor deshonra se sublevaban los Aliados en Italia que los ciudadanos en
la Urbe10. Por tanto, como los Aliados reclamaron con toda justicia disfrutar los
derechos de una ciudad a cuyo engrandecimiento habían contribuido con sus fuerzas (tal
esperanza les había hecho concebir Drusus por su ambición de poder)11, una vez que
éste fue asesinado por el crimen de sus conciudadanos, idéntico fuego que le consumió
a él inflamó a los Aliados para conquistar la Ciudad por las armas”12. Fue, como indicó
Eutropio, “una guerra absolutamente funesta… cuando habían terminado casi todas las
otras guerras”13.
Este enfrentamiento se integra dentro de los diversos problemas que afectaban
a Roma14 a inicios del s. I a.C. Había pasado de ser una ciudad-estado a un imperio sin
apenas haber cambiado sus instituciones. Antes o después, las consecuencias de este
hecho se harían presentes.
Durante el s. II a.C. las comunidades itálicas descubrieron a su pesar que,
simplemente, eran súbditos de Roma, obligados a participar, por no decir llevar el peso,
en una serie de guerras en las que no tenían ningún tipo de interés ni obtenían beneficio
alguno. Roma pudo a partir del año 167 a.C. pagar a sus soldados sin tener que imponer
impuestos directos a sus ciudadanos, como consecuencia de los ingresos obtenidos por
el botín, las indemnizaciones y las tasas provinciales15; en cambio, los Aliados se veían
obligados a recurrir a sus propios recursos16. A su vez, Roma, ante las dificultades en
alistar reclutas entre sus propios ciudadanos, fue traspasando esta responsabilidad a los
socii, obligados a contribuir cada vez más en mayor proporción en el ejército romano17.

9
Flor. 2, 6, 1.
10
Flor. 2, 6, 2.
11
Flor. 2, 6, 3.
12
Flor. 2, 6, 4.
13
Eutrop. 5, 3, 1.
14
Sobre la situación política e institucional de Roma en esta época, vid: L. Pareti, Storia di Roma e del mondo
romano, III. Dai prodromi della II guerra Macedonia al “primo triunvirato” (170-59 av. Cr.), Torino, 1952.
P. A. Brunt, Italian Manpower (225 BC-AD 14), Oxford, 1971. E. S. Gruen, The Last Generation of the
Roman Republic, London, 1974. R. F. Rossi, Storia di Roma, IV: Dai Gracchi a Silla, Bologna, 1980. N.
Rouland, Rome, democratie impossible? Les auteurs du pouvoir dans la cité romaine, Le Paradou, 1981. M.
H. Crawford, La República Romana, Madrid, 1981. J. M. Roldán Hervás, Historia de Roma. Tomo I. La
República Romana, Madrid, 1981. Cl. Nicolet (ed.), Roma y la conquista del mundo mediterráneo. 264-27 a.
de J.C. 2/ La génesis de un imperio, Barcelona, 1984. S. Tondo, Crisi della Repubblica e formazione del
Principato in Italia. Lezioni, Milano, 1988. D. F. Epstein, Personal Enmity in Roman Politics 218-43 B.C.,
London, 1989. R. Syme, La revolución romana, Madrid, 1989. W. Barbieri (ed.), Storia di Roma. 2. L'Impero
mediterraneo I. La Repubblica Imperiale, Torino, 1990. H. H. Scullard, From the Gracchi to Nero. A History
of Rome from 133 BC to AD 68, London, 19915. D. C. A. Shotter, The Fall of the Roman Republic, London,
1994. A. Piganiol, La conquête romaine, Paris, 19957. J. Bleicken, Geschichte des römische Republik,
München, 19995. A. Dosi, Lotte politiche e giochi di potere nella Roma repubblicana, Milano, 1999. F. Pina
Polo, La crisis de la República (133-44 a.C.), Madrid, 1999. J. M. Arbizu, Res Publica Opressa. Política
popular en la crisis de la República (133-44 a.C.), Madrid, 2000. J.-M. David, La République romaine. De la
deuxième guerre punique à la bataille d'Actium, 218-31. Crise d'une aristocratie, Paris, 2000. D. Roman,
Rome: la république impérialiste 264-27 av. J.-C., Paris, 2000. K. Christ, Krise and Untergang der römischen
Republik, Darmstadt, 20004. E. Deniaux, Rome, de la Cité-État à l’Empire. Institutions et vie politique aux IIe
et Ier siècle av. J.-C., Paris, 2001. M. Le Glay, Grandeza y decadencia de la República romana, Madrid,
2001. L. Hernández Guerra y A. Jiménez de Furundarena, Estructuras sociales y políticas de la Roma
Republicana: Cambios sociales y crisis política (135-88 a. C.), Valladolid, 2004. Sobre el desempeño de las
magistraturas en este período, vid: T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic. Volume II. 99
BC-31 BC, Atlanta, 1952; The Magistrates of the Roman Republic. Volume III. Supplement, Atlanta, 1986.
15
Cic. Off. 2, 76. Liv. 40, 60, 1. Plin. NH 33, 56. Plut. Aem. 38, 1. Val. Max. 4, 3, 8.
16
App. BC 1, 7.
17
Sobre el ejército en esta época, vid: F. E. Adcock, The Roman Art of War under the Republic, Cambridge,
1940. J. Harmand, L'armée et le soldat a Rome de 107 à 50 avant notre ère, Paris, 1967. L. Keppie, The

8
Los Aliados se veían directamente afectados por decisiones políticas tomadas
en Roma sobre las cuales no tenían ni voz ni voto, y poco a poco se fue extendiendo
entre ellos la idea de obtener la ciudadanía romana. Si contribuían al crecimiento y
fortalecimiento del Imperio, debían también participar en los beneficios.
La invasión de los Cimbrios (Cimbri) y los Teutones (Teutoni)18 había dejado
al descubierto las tensiones subyacentes y las divisiones internas de la sociedad romana,
y precipitó el proceso de descomposición política. Este problema, que comenzó a ser
crítico en la primera década del s. I a.C., produjo el deterioro de las relaciones entre
Roma y sus Aliados peninsulares.
C. Marius (cos. I 107 a.C.), importante figura política y militar de primer
orden, vencedor tanto del monarca númida Iugurtha (118-105 a.C.)19 como de Cimbrios
y Teutones, se dio cuenta de ello y simpatizó con la causa de los Aliados. Pero la
cerrazón de los medios dirigentes romanos hizo imposible que las reformas necesarias
fueran realizadas, y ello provocó finalmente el estallido del conflicto.
El asesinato de M. Livius Drusus (tr. pl. 91 a.C.) fue la chispa que encendió la
Guerra de los Aliados. Un gran número de comunidades itálicas ya había efectuado
preparativos militares en caso de ver denegada su demanda principal, que era,
paradójicamente, formar parte como miembros de pleno derecho del estado romano.
Roma obtuvo la victoria militar, pero sólo después de reconocer su derrota
política, es decir, el reconocimiento a los Aliados itálicos del derecho de ciudadanía
romana. La guerra se encontraba prácticamente finalizada en el mes de diciembre del
año 89 a.C., pero en algunos lugares se prolongó hasta el año 87 a.C., e incluso se
podría decir hasta el año 80 a.C., al confundirse con la posterior guerra civil romana.

Making of the Roman Army from Republic to Empire, London, 1984. J. Patterson, “Military organization and
social change in the Later Roman Republic”, en War and Society in the Roman World (London, 1993), 92-
112. Como factor político, vid: P. A. Brunt, "The Army and the Land in the Roman Revolution", JRS 52
(1962), 69-86. H. Boterman, Die Soldaten und die römischen Politik, München, 1968. E. Erdmann, Die Rolle
des Heeres in der Zeit von Marius bis Caesar. Militarische und politische Probleme einer Berufsarme,
Naustadt, 1972. H. Aigner, Die Soldaten als Matchfaktor in der ausgehenden römischen Republik, Innsbruck,
1974. L. De Blois, The Roman Army and Politics in the First Century before Christ, Amsterdam, 1987.
18
Los Cimbrios y los Teutones eran pueblos germánicos que, desde la península de Jutlandia, emigraron hacia
el Sur. En el año 113 a.C. derrotaron a un ejército romano en Noricum, y se dirigieron posteriormente a la
Gallia, donde, más tarde, vencieron nuevamente a los Romanos en la batalla de Arausio (105 a.C.). Marius
derrotó a los Teutones en Aquae Sextiae (102 a.C.) y a los Cimbrios en Vercellae (101 a.C.), cuando ambos
pueblos pretendían cruzar los Alpes e invadir Italia. Sus nombres se convirtieron en arquetipos de los salvajes
septentrionales. Vid: F. Miltner, “Der Germaneneugriff auf Italien in den Jahren 102-101 v. Chr.”, Klio 33
(1940), 289-307. A. Donnadieu, “Le campagne de Marius dans la Gaule Narbonnaise (104-102 av. J.-C.). La
Bataille d'Aix-en-Provenece (Aquae Sextiae) et ses Deux Episodes”, REA 56 (1954), 281-296. H. Caliers,
“Zur Vorstellung der Römer von den Cimbern und Teutonen seit dem Ausgang der Republik. Ein Beitrag zur
Behaundlung auβen politischen Ideologie in Rom”, Chiron 1 (1971), 341-350. H. Last, “Le guerre dell'età di
Mario”, en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 1. Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge,
1973), 137-203. E. Demougeot, “L'invasion des Cimbres-Teutons-Ambrons et les Romains”, Latomus 37
(1978), 910-938. Th. Luginbühl, “Les Cimbres et les Teutons, histoire d'une migration”, Chronozones 2
(1995), 14-29.
19
Sobre este conflicto, vid: M. Holroy, “The Jugurthine War: was Marius or Metellus the Real Victor?”, JRS
18 (1928), 1-20. H. Last, “Le guerre dell'età di Mario”, en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 1.
Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge, 1973), 137-203. J. A. Ilevbare, “Jugurtha. A victim of Roman
imperialism and factional politics”, MusAfr 6 (1977-1978), 43-59. G. M. Paul, A Historical Commentary on
Sallust's Bellum Iugurthinum, Liverpool, 1984. H. Kadra, Jugurtha. Un berbère contre Rome, Paris, 2005.
Sobre las batallas, vid: J. Rodríguez González, Diccionario de batallas de la Historia de Roma (753 a.C.-476
d.C.) [3.386 batallas libradas por los ejércitos romanos], Madrid, 2005. Sobre la marina, vid: D. Carro,
Classica - Storia della marina di Roma. Testimonianze dall’Antiquità. Libro V. La guerre Mitridatiche a
Lucio Lucullo. Roma, 1996.

9
Las noticias sobre este conflicto son bastante numerosas, aunque por desgracia
poco satisfactorias20, e incluso hasta contradictorias entre sí. No es de extrañar que
Roma intentase olvidar este conflicto lo más rápido posible. Fruto de este hecho son los
pocos trabajos dedicados a este tema21.
Únicamente se cuenta con el relato continuado de Apiano22, complementado
con Veleyo Patérculo, el epitomador de Tito Livio y Orosio. La contribución de Cicerón
es interesante, pero menos importante de lo que es habitual en el famoso orador.
Plutarco es pobre y decepcionante. Muchas noticias de valor pueden encontrarse en
Diodoro, Estrabón, Frontino y Plinio el Viejo; algunos detalles son ofrecidos de manera
ocasional por Floro, Dión Casio y otros escritores tardíos23. Por tanto, la pérdida de las
Historiae de L. Cornelio Sisena (119-67 a.C.)24, que contenía una historia detalla del
conflicto es lamentable; los fragmentos que nos han llegado son ocasionalmente
significativos y siempre de difícil interpretación25.
Apiano ya indica que únicamente efectúa un resumen de las acciones más
dignas de mención, en las que se alternaron derrotas y victorias26, el mismo sentir que
Plutarco27. Por tanto, nunca se podrá tener una imagen completa del desarrollo de los
acontecimientos28.
Fuera de las fuentes literarias, no existe mucha información. Pocas
inscripciones ofrecen ayuda, aunque las glandes encontradas en Asculum y otras
poblaciones de sus cercanías son de gran valor por su interés. Asimismo, la iconografía
de las monedas emitidas por los Aliados da a conocer su ideario.

20
Para un recopilatorio de fuentes, vid: A. H. J. Greenidge y A. M. Clay, Sources for Roman History 133-70
BC, Oxford, 19862.
21
Sobre este conflicto, vid: A. Kiene, Der römische Bundesgenossenkrieg, Leipzig, 1845. P. Merimée, Études
sur l’Histoire romaine, Paris, 1897. A. von Domaszewki, Bellum Marsicum, Wien, 1924. A. Bernardi, “La
guerra sociale e le lotte dei partiti in Roma”, NRS 28-29 (1944-1945), 60-99. I. Haug, “Der römische
Bundesgenossenkrieg, 91-88 v. Chr. bei Titus”, WürzJbb 2 (1947), 100-139 y 201-258. E. Gabba, “Le origini
della Guerra Sociale e la vita politica romana dopo l’89 a.C.”, Athenaeum 32 (1954), 41-114 y 293-345;
“Rome and Italy: the Social War”, en The Cambridge Ancient History Volume IX. The Last Age of the Roman
Republic 146-63 BC (Cambridge, 1994), 104-127. E. T. Salmon, “Notes on the Social War”, TAPhA 89
(1958), 159-184. G. de Sanctis, La Guerra Sociale, Firenze, 1976. R. Maradino, “Altri studi sul Bellum
Italicum: l'elenco appianeo delle popolazioni italiche; la operazione militari in Irpinia”, Annali Licei F. de
Sanctis de S. Angelo del Lombardi (1976), 20-31.
22
Sobre su obra en relación a la Guerra de los Aliados, vid: E. Gabba, Appiani Bellorum Civilium liber
primus, Firenze, 1958. D. Magnino, “Le «Guerre Civili» di Appiano”, ANRW II 34. 1 (1993), 523-544.
23
Además, muchas veces las copias de los manuscritos de una misma obra se contradicen entre sí
(especialmente en el caso del epitomador de Livio), lo que agrava la comprensión.
24
Sobre este autor y su obra, vid: E. Candiloro, “Sulla Historiae di L. Cornelio Sisenna”, SCO 12 (1963), 211-
226. E. Badian, “Where was Sisenna?”, Athenaeum 42 (1964), 422-431. G. Barabiano, “I frammenti delle
Historiae di L. Cornelio Sisenna”, en Studi Nonniani, I (Genova, 1967), 67-251. P. Frasinetti, “Sisenna e la
guerra sociale”, Athenaeum 50 (1972), 78-113. G. Calboli, “Su alcuni frammenti di Cornelio Sisenna”,
StudUrb(SerB) 49 (1975), 151-221. E. Rawson, “L. Cornelius Sisenna and the Early First Century”, CQ 29
(1979), 327-346.
25
También entre las obras perdidas hay que tener en cuenta los Commentarii del posterior dictador Sulla, que
jugó un importante papel en el conflicto y que influyeron en autores posteriores, especialmente Plutarco; vid:
G. Pascucci, “I commentarii di Silla”, SU 49/1 (1975), 283-296. L. G. Lewis, “Sulla's autobiography: scope
and economy”, Athenaeum 79 (1991), 509-519. J.-M. Alonso-Núñez, “La autobiografía de Sila”, ACD 40-41
(2004-2005), 95-107. En este mismo sentido hay que citar a L. Licinio Lúculo, el general romano que dirigió
la Tercera Guerra Mitridática, quien escribió en griego una historia de la Guerra de los Aliados (Plut. Luc. 1,
5).
26
App. BC 1, 40.
27
Plut. Mar. 33, 1; Sulla 6, 3.
28
Cf. Liv. Per. 72, 6, indica que no puede entrar en detalle “del envío de tropas auxiliares de estatuto latino y
de naciones extranjeras al pueblo romano y de las expediciones y tomas de ciudades por ambos bandos”.

10
Uno de los problemas de este conflicto es la cronología a aplicar.
Generalmente su desarrollo su inicio se establece en el año 91 a.C., aunque, en realidad,
pocos hechos de armas acontecieron en el primer año señalado; ya las fuentes antiguas
señalan indistintamente el año 91 a.C.29 o el año 90 a.C.30 para el inicio del conflicto.
Otro elemento es su finalización, que tradicionalmente se fecha a finales del año 89
a.C.31, pero, la resistencia de Samnitas y Lucanos se prolonga hasta el año 87 a.C., como
claramente establece Apiano32, yuxtapuesto a la primera guerra civil romana33.
Hasta tal punto, en un fragmento de Diodoro se indica literalmente, que “en
este tiempo la mayor de las guerras, la Mársica, llegó a su fin”34, pudiera fecharse según
F. R. Walton en el año 82 a.C.35 Asimismo, una anécdota sobre L. Cornelius Sulla (cos.
I 88 a.C.), fechada en el año 88 a.C., se desarrolla durante “la Guerra de los Aliados”36.
Así pues, si bien tradicionalmente este conflicto se fecha de los años 91 a 89 a.C., el
presente estudio se extiende hasta el año 87 a.C.
Para finalizar, reproducir las palabras que Diodoro dedicó a este conflicto: “En
todo el tiempo que las hazañas de los hombres han sido transmitidas por la historia
escrita a la memoria de la posteridad la mayor guerra conocida por nosotros fue la
«Mársica», así llamada por los Marsos. Este conflicto superó todo lo que le precedía
tanto en las valerosas hazañas de sus líderes y en la magnitud de las operaciones”37.
“Diodoro declara que la así denominada Guerra Mársica, que se desarrolló
durante su vida, fue más grande que ninguna otra del pasado. Dice que fue llamada
Mársica por aquellos que dirigieron la revuelta, porque ciertamente fueron los Itálicos
unidos los que lucharon contra Roma”38.
“La principal causa de la guerra, dice, fue la siguiente: los Romanos
abandonaron la disciplina, frugal y austera, forma de vida que les había traído tal
grandeza, y cayeron en la perniciosa actividad de la lujuria y la procacidad”39. “La plebe
y el Senado se encontraban en contradicción como resultado de este deterioro, el último
acudió a los Itálicos en busca de apoyo, con la promesa de admitirlos en la muy
codiciada ciudadanía romana, y confirmaron la concesión mediante una ley40; pero
cuando ninguna de las promesas efectuadas a los Itálicos fue realizada, la guerra estalló
entre ellos y los Romanos. Esto ocurrió cuando L. Marcius Philippus y Sex. Iulius
Caesar eran cónsules41 en Roma, durante el curso de la ciento y septuagésima segunda
olimpiada”42.

29
Diod. 37, 2, 2. Eutrop. 5, 3, 1. Liv. Per. 72, 1. Obs. 54. Oros. 5, 18, 1. Plin. NH 33, 55. Cf. Flor. 2, 6, 8.
30
Vell. Pat. 2, 18, 1.
31
Estrabón únicamente la da en dos años (Str. 5, 4, 2), que debe corresponder a los años 90-89 a.C.
32
App. BC 1, 68. Esta última frase de Apiano es importante pues denota que la Guerra de los Aliados
continuó oficialmente hasta el año 87 a.C.
33
Eutropio señala: “Finalmente, al quinto año le puso fin el cónsul L. Cornelius Sulla después de haber
llevado a cabo en la misma guerra muchas hazañas valerosamente, pero como pretor” (Eutrop. 5, 3, 4). El
conflicto finalizaría pues en el año 88 a.C. (Sulla fue realmente pretor en el año 97 a.C.). Asimismo, Orosio
indica que “todavía no había terminado la Guerra de los Aliados, cuando comenzó en Roma la Primera Guerra
Civil” (Oros. 5, 19, 1).
34
Diod. 37, 2, 14. Palabras que L. Pareti atribuye a Posidonio.
35
De hecho, esta parece ser la opinión de Estrabón en un famoso pasaje (Str. 5, 4, 11), vid infra.
36
Val. Max, 1, 6, 4.
37
Diod. 37, 1, 1.
38
Diod. 37, 2, 1.
39
Diod. 37, 2, 1.
40
F. R. Walton considera que esto puede referirse a las propuestas de extensión de la ciudadanía romana del
tribuno Drusus (91 a.C.).
41
Los cónsules, en número de dos, eran los más altos magistrados de la Roma republicana, que daban nombre
al año de su magistratura. En esta época mandaban tropas sólo en situaciones de emergencia y, si bien el

11
“En este conflicto todos los tipos y todas las maneras de sufrimiento, incluido
el asalto de ciudades, sucedieron a los dos bandos durante la guerra, dado que la
Victoria inclina la balanza a su vez a favor de uno u otro, aunque después de
innumerables bajas por cada lado de manera tardía y con dificultad el poder de Roma
fue firmemente establecido”43.

prestigio de la función consular era muy grande, su autoridad política fue disminuyendo, aun así disponían de
considerable poder. Los cónsules, junto con pretores, promagistrados y el dictador, eran los únicos
magistrados cum imperio. Vid: A. Degrassi, Inscriptiones Italiae XIII. Fasti et Elogia, I. Fasti Consulares et
Triumphales, Roma, 1947. E. Badian, “The Consuls, 179-44 BC”, Latomus 27 (1968), 149-156. R. J. Evans,
“Candidates and Competition in Consular Elections at Rome between 218 and 49 BC”, AClass 34 (1991),
111-136.
42
Diod. 37, 2, 2.
43
Diod. 37, 2, 3.

12
I

LA CUESTIÓN ITÁLICA

Como indica E. Gabba, la relación entre Roma y los aliados itálicos llegó a un
punto de no retorno con la propuesta agraria del tribuno de la plebe Ti. Sempronius
Gracchus44, en el año 133 a.C.45 El intento de que el Estado Romano reasumiera el ager
publicus que había sido más o menos ocupado de manera legal por los possessores,
fuesen itálicos o romanos, probablemente implicaba un incumplimiento de los tratados
entre Roma y los estados aliados.
Desde este momento, las relaciones entre la clase senatorial romana y las
oligarquías aliadas de Italia, vinculadas entre sí por las instituciones del patronato y la
clientela46, y que se habían vuelto más estrechas que nunca en el curso de las dos
generaciones posteriores a la Segunda Guerra Púnica, se encontraron gravemente
comprometidas. La aprobación de la ley agraria rompió el equilibro entre ambos grupos
y, con ello, se arruinaba la política efectuada por Roma que le había garantizado la
supremacía, la viabilidad y la aceptabilidad de las elites de las comunidades itálicas en
el contexto mismo de estas mismas comunidades y, por tanto, su posición como
representantes de éstas con Roma.

44
Sobre los Gracchi y su problemática, vid: D. C. Earl, Tiberius Gracchus. A Study in Politics, Bruxelles,
1963. Cl. Nicolet, Les Gracques. Crise agraire et Révolution a Rome, Paris, 1967. H. C. Boren, The Gracchi,
New York, 1968. A. H. Bernstein, The Rural Crisis in Italy and the lex agraria of 133 BC, Ithaca, 1969;
Tiberius Sempronius Gracchus. Tradition and Apostasy, Ithaca, 1978. E. Badian, “Tiberius Gracchus and the
Beginning of the Roman Revolution”, ANRW I 1 (1972), 668-731. J. Molthagen, “Die Durchführung den
Gracchischen Agrarreform”, Historia 22 (1973), 414-458. A. Stockton, The Gracchi, Oxford, 1979. Y.
Schochat, Recruitement and the Program of Tiberius Gracchus, Bruxelles, 1980. H. Rieger, Das Nachleben
des Tiberius Gracchus in der lateinischen Literatur, Bonn, 1991. L. Perelli, I Gracchi, Roma, 1993. R.
Horvath, “The Origins of the Gracchan Revolution”, en Studies in Latin Literature and Roman History VII
(Bruxelles, 1994), 87-116. Ch. S. Mackay, The judicial legislation of Gaius Sempronius Gracchus, Diss.
Harvard, 1994.
45
Sobre este tema, vid: Y. Shochat, “The lex agraria of 133 BC and the Italian allies”, Athenaeum 48 (1970),
24-45. R. A. Bauman, “The Gracchan Agrarian Commission: Four Questions”, Historia 28 (1979), 385-408.
J. S. Richardson, “The Ownership iof Roman Land: Tiberius Gracchus and the Italians”, JRS 70 (1980), 1-11.
S. H. Howarth, “Rome, the Italians, and the Land”, Historia 48 (1999), 282-300.
46
Sobre estas instituciones romanas, vid: L. Harmand, Un aspect social et politique du monde romain. Le
patronat sur les collectivités publiques des origines au Bas-Empire, Paris, 1957. E. Badian, Foreign
Clientelae (264-70 BC), Oxford, 1958. P. A. Brunt, “Amicitia in the Late Republic”, PCPhS 191 (1965), 1-20;
“Clientela”, en The Fall of the Roman Republic and Related Essays (Oxford, 1980), 382-442. J.
Hellegouarc’h, Le vocabulaire latin des relations et des partis politiques sous la République, Paris, 19722. N.
Rouland, Pouvoir politique et dépendance personnelle dans l'antiquité romaine. Genèse et rôle des rapports
de clièntele, Bruxelles, 1979. E. Deniaux, Clientèles et pouvoir à l’époque de Cicèron, Roma, 1993. J.
Spielvogel, Amicitia und res publica. Ciceros Maxime während der innenpolitischen Auseinandersetzungen
der Jahre 59-50 v. Chr., Stuttgart, 1993. M. A. Levi, “Da clientela ad amicitia”, en Epigrafia e territorio,
politica e società. Temi di antichità romane. 3 (Bari, 1994), 375-381. F. Canali de Rossi, Il ruolo dei
«patroni» nelle relazione politiche fra il mondo greco e Roma in età repubblicana ed augustea, Leipzig,
2001. Cl. Eilers, Roman Patrons of Greek Cities, Oxford, 2002. L. Amela Valverde, Las clientelas de Cneo
Pompeyo Magno en Hispania, Barcelona, 2003.

13
La intervención de P. Cornelius Scipio Aemilianus Africanus (cos. I 147 a.C.)47
a favor de los Aliados no fue más que un parche (temporal) al problema planteado. La
disminución de la importancia del tema agrario tras la muerte de C. Sempronius
Gracchus (tr. pl. I 123 a.C.) en el campo político no tenía por qué significar el
restablecimiento de la confianza por parte de los notables itálicos hacia Roma.
En este sentido, no se ha establecido con seguridad si los proletarii de las
comunidades itálicas podían ser elegidos para participar en la distribución del ager
publicus que había sido reanudada por la comisión agraria. De cualquier forma,
indudablemente tendrá como consecuencia un incremento de la tensión social dentro de
las comunidades itálicas, incluidas las colonias latinas.
Como compensación a los Aliados por las pérdidas causadas por la ley agraria,
durante la década de los años 120 a.C. se efectuaron diversas propuestas concernientes
precisamente a la concesión de la ciudadanía romana a éstos, pero que en realidad
únicamente favorecía a los miembros de las clases superiores itálicas. Las propuestas
contenían asimismo cláusulas ofreciendo beneficios alternativos y diferentes privilegios,
como, por ejemplo, el ofrecimiento de la prouocatio (derecho a apelar contra las
decisiones arbitrarias de un magistrado romano) por parte de M. Fulvius Flaccus (cos.
125 a.C.) a los Itálicos que no quisieran la ciudadanía48, o que ese mismo premio
recayese sobre el acusador triunfante en un caso de repetundis.
Tradicionalmente se ha sostenido que el derecho de la prouocatio habría sido
otorgado a los Itálicos con objeto de defenderse de las conductas efectuadas por los
magistrados romanos en las comunidades aliadas49. Más recientemente, con mayor
razón, R. S. Howarth señala que, ante todo, el objetivo era que los Itálicos pudieran
defenderse de la comisión encargada de la aplicación de la reforma agraria.
Para E. Gabba, este tipo de ofrecimientos es una señal de que todavía no existía
una conciencia general del valor práctico de la ciudadanía romana en comparación con
la pérdida tanto económica como de prestigio derivada de la aplicación de la reforma
agraria. Además, Roma era también probablemente muy reacia a extender las funciones
del estado romano como resultado de un aumento del cuerpo cívico.

47
App. BC 1, 19. Schol. Bob. 16. Sobre este tema, J. L. Beness, “Scipio Aemilianus and the crisis of 129
B.C.”, Historia 54 (2005), 37-48. Sobre este personaje, vid: A. E. Astin, Scipio Aemilianus, Oxford, 1967.
48
Val. Max. 9, 5, 1.
49
Aulo Gelio nos ha conservado un fragmento de un discurso de C. Sempronius Gracchus acerca de estas
actividades, que reproducimos por su interés: “Recientemente hemos leído el discurso de Gracchus ‘Sobre la
promulgación de las leyes’, en las que se lamenta sobre M. Marius y ciertos notables de los municipios de
Italia, azotados con varas de manera ilegal por magistrados del pueblo romano, de la manera más odiosa que
es posible. He aquí las palabras que pronunció sobre este asunto: «Recientemente vino un cónsul a Teanum
Sidicinum. Su mujer dijo que quería bañarse en los baños destinados a los hombres. El encargo fue dado al
cuestor de Teanum Sidicinum, M. Marius, de hacer salir a éstos que se bañaban en el establecimiento. La
esposa dio cuenta a su marido que los baños se le han librado con retraso y no estaban suficientemente
limpios. En consecuencia un poste fue colocado en el foro en donde se situó a M. Marius, el hombre más
conocido de la ciudad. Sus vestimentas le fueron rasgadas y azotado con varas. Las habitantes de Cales,
cuando se enteraron decretaron que nadie tuviera intención de utilizar los baños cuando un magistrado romano
se encontraba en la villa. En Ferentinum por el mismo motivo nuestro pretor prender a los cuestores; uno se
tiró desde lo alto de las murallas; el otro fue detenido y azotado con varas»... Del mismo modo en otro pasaje
Gracchus hablaba de esta forma: «Cuál es el desenfreno y la falta de moderación de la juventud, os mostraré
un solo ejemplo. En estos últimos años fue enviado desde la provincia de Asia a uno que en este tiempo
todavía no había ejercido aún ninguna magistratura, un joven realizando función de legado. Se hacía
transportar en litera. Un boyero, un plebeyo de Venusia lo encuentra e, ignorando a quien lleva, pregunta por
broma si ellos llevaban a un muerto. Cuando el otro lo oyó, hizo parar la litera y con las correas a las cuales
ésta está fijada, mandó herir al hombre hasta que éste expiró” (Gell. 10, 3, 2-3 y 5).

14
En cualquier caso, debido en parte como consecuencia de las diversas
propuestas de concesión de ciudadanía50, pero principalmente debido al rápido deterioro
de la situación política general, los Aliados tomaron progresivamente conciencia de la
necesidad de adquirir la ciudadanía romana. Por el contrario, tal solicitud se encontró
con la hostilidad de Roma, no sólo de la clase política (por temor a que toda la
estructura política e institucional del estado romano se derrumbara), sino también de la
plebe, amenazada por la llegada masiva de Itálicos a la ciudad51.
La cuestión volvió de nuevo a primer plano con la propuesta de ley del cónsul
Fulvius Flaccus52, antiguo miembro de la comisión de tierras gracana, de otorgar la
ciudadanía romana a aquellos Itálicos que la solicitasen, idea que quizás ya estuviera en
el aire en un momento anterior, ca. el año 129/128 a.C.53 Como indica Apiano, el
objetivo era hacer de los Itálicos partícipes del imperium, en vez de súbditos, pero nunca
se llegó a votar54. Tampoco tuvo éxito una medida similar de C. Sempronius Gracchus,
en la que se proponía conceder a los Latinos la plena ciudadanía romana mientras que al
resto de los Aliados el ius Latii55.
El fracaso de la propuesta de Fulvius Flaccus desencadenó la rebelión de la
colonia latina de Fregellae (act. Rocca d’Arce) en el año 125 a.C.56, un movimiento que
fue mucho más amplio de lo que se ha creído tradicionalmente.
Fregellae, fundada en el año 328 a.C. en la orilla izquierda del río Liris (act.
Liri, que, al unirse con el río Rapido, da origen al Garigliano), había sido en varias
ocasiones la representante de las colonias latinas en Roma, cuya lealtad había sido
demostrada durante la Segunda Guerra Púnica57. Pero, un hecho a destacar, y
posiblemente causa del estallido de la revuelta, fue el profundo cambio en la
composición étnica de su cuerpo ciudadano.
Durante el s. II a.C., la Italia central, empobrecida, se fue despoblando
paulatinamente con grupos que se dirigieron a la llanura del Padus (act. Po) o a otros
lugares del Mediterráneo. Una noticia aislada, del año 177 a.C., menciona el
establecimiento de 4.000 familias samnitas y pelignas en Fregellae58, atraídas sin duda
por el desarrollo del artesanado lanero, lo que motivó la protesta de sus comunidades de
origen, pues debido a la pérdida de población les sería más difícil cumplir con sus
obligaciones militares hacia Roma.

50
App. BC 1, 34.
51
C. Fannius (cos. 122 a.C.): lo expresó claramente: “«si dais la ciudadanía a los Latinos, ¿creéis que, como
ahora sucede, tendréis sitio en las contiones, en los juegos, en las festividades religiosas, o más bien pensáis
que ellos lo ocuparan todo?»” (Iulius Victor 6, 4).
52
Sobre este personaje, vid: U. Hall, “Notes on M. Fulvius Flaccus”, Athenaeum 55 (1977), 280-288. W. L.
Reiter, “M. Fulvius Flaccus and the Gracchan Coalition”, Athenaeum 56 (1978), 125-144.
53
Como reacción a esta idea, se aprobó la lex Iunia Penna del año 126 a.C., del tribuno M. Iunius Pennus, por
la que se expulsaba de Roma a los peregrini (Cic. Off. 3, 47. Fest. 388. Cf. Cic. Brut. 109), afectando
evidentemente a los Itálicos. Se ha argüido que también una frase de Lucilio podía hacer referencia a esta ley
(Lucilius 1088); contra: F. Wulff Alons, “Notas sobre el mundo itálico en la ideología romana. Lucilio
1088M y Catón el Censor”, Baetica 7 (1984), 211-218.
54
App. BC 1, 21 y 34. Val. Max. 9, 5, 5.
55
App. BC 1, 23.
56
Sobre este tema, vid: P. Conole, “Allied disaffection and the revolt of Fregellae”, Antichthon 15 (1981),
129-140. Sobre la ciudad, vid: F. Coarelli, “I Sanniti a Fregellae”, en La romanisation du Samnium aux IIe et
Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 177-185; “Fregellae, Arpinum, Aquinum: lana e fullonicae nel Lazio
meridionale”, en Les élites municipales de l'Italie péninsulaire des Gracques à Néron (Naples, 1996), 199-
205. G. Battaglini, “La colonia latina de Fregellae, la ciudad y su historia”, en Valencia y las primeras
ciudades romanas de Hispania (Valencia, 2002), 37-56.
57
Liv. 27, 10, 3-8.
58
Liv. 41, 8, 8.

15
Este fenómeno debió de darse en otras colonias latinas, y, evidentemente, en la
misma Roma, pues en el citado año 177 a.C. también las comunidades latinas se
lamentaban de que sus conciudadanos emigrasen a la Ciudad Eterna, a pesar de que el
Gobierno había expulsado anteriormente a los Latinos de ella, en contra del derecho de
éstos al ius migrandi59.
Curiosamente, en contraposición a esta emigración de los habitantes de los
Apeninos, hay que situar la deportación al Samnium en el año 180 a.C., de casi 50.000
familias60 de Ligures Apuanos (Liguri Apuani), concretamente al antiguo territorio de
los Hirpinos, en el ager Taurasinus, en ese tiempo ager publicus, con objeto de repoblar
zonas anteriormente devastadas61. Para A. Barzano, no hay que aceptar las palabras de
Livio, es decir, el traslado no fue una imposición de Roma, sino que sería una de las
condiciones del foedus libremente propuesto por los Ligures, que querían asentarse en
un territorio morfológicamente afín al suyo pero más fértil. Roma estaría a favor, debido
a la drástica disminución demográfica que se registraba en el Samnium62.
Pero, de vuelta a Fregellae, tradicionalmente se ha sostenido que con el
transcurso del tiempo, la población de esta ciudad se habría partido en dos: los colonos
originales poseedores de tierra y la nobleza local latina de un lado, y una masa de
individuos de origen osco, la mayor parte pobres y sin tierras, por otro. La existencia de
la comisión agraria gracana perjudicaba a los primeros y no beneficiaba a los segundos.
La tensión fue tal que se tomó el camino de la rebelión armada. Fregellae explotaría de
manera aislada, sin apoyos de ninguna otra comunidad, sea latina o federada,
posiblemente porque los acontecimientos del año 177 a.C. la habían convertido en
impopular a los ojos de las demás. La aristocracia latina de la ciudad no tenía nada en
común con el resto de la población, ahora de mayoria osca, y entregaría la ciudad a
Roma.
En realidad, como ha demostrado P. Conole, las cosas acontecieron de manera
diferente. Las fuentes muestran que la aristocracia de Fregellae permaneció en la ciudad
y participó en su defensa. Incluso, Q. Numitorius Pullus63, responsable de la entrega de
la comunidad, pasó a la posteridad como sinónimo de “traidor”64, lo que le valió incluso
el desprecio romano65, y acusado en juicio por su participación en este asunto sólo fue
absuelto después de desesperadas peticiones de misericordia66.
Fregellae no estuvo sola en su actitud de desafío. Un discurso conservado en el
Ad Herennium da a entender que, por iniciativa propia de simpatizantes romanos a su
causa, los habitantes de esta ciudad tomaron las armas en contra del dominio de Roma67.

59
Por ejemplo: Liv. 39, 3, 4-5 (187 a.C.); 41, 8, 6-7 y 12 y 41, 9, 9 (177 a.C.); 42, 10, 3 (172 a.C.).
60
Liv. 40, 38, 1-7; 40, 41, 3-4.
61
Cf. Lib. Colon. 235. Sobre este tema, vid: J. Patterson, Sanniti Liguri e Romani, Circello, 1988. A.
Barigazzi, “Liguri friniati e apuani in Livio”, Prometheus 17 (1991), 55-74. A. Barzano, “Il trasferimento dei
Liguri Apuani nel Sannio del 180-179 a.C.”, en Coercizione e mobilità umana nel mondo antico (Milano,
1995), 177 201. A. Luisi, “La presenza dei Ligures Baebiani nel Sannio”, en Coercizione e mobilità umana
nel mondo antico (Milano, 1995), 203-214.
62
Los excónsules P. Cornelius Cethegus (cos. 181 a.C.) y M. Baebius Tomphilus (cos. 181 a.C.) ofrecieron
garantías delante del Senado acerca de la lealtad de los Ligures, que explicaría las denominaciones de Ligures
Baebiani (act. Macchia di Circello) y Ligures Corneliani (act. San Bartolomeo in Galdo, Castelmagno).
63
Su hija, Numitoria, casó con M. Antonius Creticus (pr. 74 a.C.) (Cic. Phil. 3, 17), padre de M. Antonius el
triunviro (cos. I 44 a.C.).
64
Cic. Fin. 5, 62; Phil. 3, 17.
65
Cic. Fin. 5, 62.
66
Cic. Inv. Ret. 2, 105.
67
[Cic.] Rhet. Her. 4, 13.

16
Fregellae formaba parte de un movimiento más amplio68, que sin duda aprovechó el
descontento existente entre las comunidades latinas69, y que se manifestó incluso en
otras localidades aliadas70, al constatarse de forma expresa la participación en la
revuelta de la ciudad picena de Asculum (act. Ascoli Piceno)71.
En este mismo sentido, A. N. Sherwin-White considera que las doce colonias
latinas (sólo conocemos en concreto la de Ariminum)72 con derechos restringidos
deberían su estatuto a su implicación en el movimiento de Fregellae73. Y P. Conole
relaciona este hecho con el hallazgo de un terminus («cipo») gracano en el ager
Gallicus (cerca de la actual Fano, en el territorio de la colonia romana de Pisaurum74),
donde precisamente Ariminum tenía importantes intereses. Asimismo, el Liber
Coloniarum menciona centuriaciones gracanas y asignaciones de tierras en las colonias
latinas de Cales (act. Calvi Risorta) y Suessa Aurunca (act. Sessa Aurunca)75, ciudades
todas ellas próximas a Fregellae.
A lo anterior se ha de añadir además que Cicerón indique que la ciudad de
Capua76 no participó “en las Guerras de los Aliados, como la de Fregellae y la de los
Marsos”77. Señal inequívoca que se trató de un movimiento mucho más amplio de lo
que tradicionalmente se ha reconocido, y que no fue más que una especie de prólogo al
posterior conflicto bélico que estalló en el año 91 a.C.
La revuelta acabó con la destrucción de Fregellae a cargo del pretor78 L.
Opimius (cos. 121 a.C.)79. Posiblemente su acción punitiva pretendía cortar de raíz
cualquier intento de que la sublevación se extendiera, y que las comunidades

68
Obs. 30. Plut. C. Gracc. 3, 1.
69
Asc. 17.
70
Plut. C. Gracc. 3, 1.
71
Vir. Ill. 65, 2. Sobre esta ciudad, vid: U. Laffi, “Storia di Asculum Piceno nell'età antica”, en Asculum, I
(Pisa, 1975), 13-42. G. Conta, Asculum, II, 1. Il territorio di Asculum in età romana, Pisa, 1982. No confundir
con Ausculum (act. Ascoli Satriano), en la Apulia, que muchas veces figura en las obras modernas como
Asculum y se confunde con la ciudad picena, pues también es citada durante la Guerra de los Aliados, aunque
con un papel más discreto.
72
Cic. Caec. 102.
73
Tradicionalmente se han considerado que se trataban de comunidades que habían obtenido la ciudadanía
romana tras la Guerra de los Aliados, pero que habían sido privadas por Sulla del ius connubii, el derecho a
contraer matrimonio válido según la legislación romana, mientras retenían el derecho de comerciar (ius
commercii).
74
CIL I2 719 = CIL XI 6334 = ILLRP 474 = ILS 26. En realidad, se trata de la restauración de un terminus por
M. Terentius Varro Lucullus (cos. 73 a.C.): Vid: G. Paci, “Il cippo di Terenzio Varrone Lucullo (82-81 o 75-
74 a.C.)”, en Fano Romana. Catalogo della Mostra (Fano, 1992), 59-62. F. X. Ryan, “The early career of M.
Terentius Varro Lucullus”, Eos 83 (1995), 141-145.
75
Lib. Colon. 232 y 237. Otro cipo gracano se ha localizado en el Picenum (AE 1958 41 = CIL I2 2935).
76
No hay que confundir la actual Capua (antigua Casilinum) con la antigua e importante ciudad de Capua
(act. Sta. Maria di Capua Vetere), ambas en la región de Campania. Los habitantes de Capua, huyendo de las
incursiones de los Sarracenos, se establecieron en Casilinum en el año 856 d.C. y le dieron su actual nombre.
Sobre esta ciudad, vid: J. Heurgon, Recherches sur l'histoire, la religion et la civilisation de Capoue
préromaine, Paris, 1942. M. W. Frederiksen, “Republican Capua: a social and economic study”, PBSR 27
(1959), 80-130. H. Solin, “Republican Capua”, en Roman Eastern policy and other studies in Roman history
(Helsinki, 1990), 151-162. G. D'Isanto, Capua romana: ricerche di prosopografia e storia sociale, Roma,
1993. M. Pobjoy, “The decree of the pagus Herculaneus and the Romanisation of «Oscan» Capua”, Arctos 32
(1998), 175-195.
77
Cic. leg. agr. 2, 90.
78
Los pretores eran magistrados que se encargaban de los procesos judiciales. También podían tener mando
militar, proponer leyes y ser gobernadores provinciales. Vid: T. C. Brennan, The Praetorship in the Roman
Republic. 2 Vols., Oxford,
79
Asc. 17. Liv. Per. 60, 3. Obs. 30. Val. Max. 2, 8, 4. Vell. Pat. 2, 4, 6. Cf. [Cic.] Rhet. Her. 4, 22 y 37. Un
especialista en represiones, pues fue quien se encargó tres años más tarde de suprimir el movimiento de C.
Gracchus.

17
involucradas no se atrevieran a desafiar a Roma. La lucha fue dura80, hasta que la
ciudad se rindió en deditio81. Posiblemente, el único papel de Numitorius fue negociar
la capitulación.
En sustitución de Fregellae fue fundada en sus cercanías la colonia latina82 de
Fabrateria Nova (act. La Civita en San Giovanni Incarico)83 en el año 124 a.C.84, según
la historiografía tradicional con aquellos ciudadanos de la colonia latina que habían
permanecido leales. O, más bien, posiblemente la población de Fregellae fue vendida
después del saqueo de la ciudad, hasta que poco después fue redimida y reasentada al
año siguiente.
P. Conole relaciona también el cambio de fortuna de Ameria (act. Amelia) en
Umbria85 tras su destrucción por P. Claudius (Nero), quizás el padre de C. Claudius
Nero (pr. 81 a.C.), con la de Fregellae. Ambas, pues, sufrieron las represalias por su
rebelión contra Roma.
La sublevación de una colonia latina, en teoría uno de los baluartes del poder
de Roma en Italia, hizo reaccionar a la clase dirigente romana. G. Tibiletti considera que
fue probablemente a causa de este hecho cuando los magistrados de estas colonias
latinas, a la salida del cargo adquirían ipso iure la ciudadanía romana86.
Para E. Gabba, la compleja situación política puede comprenderse si se ve
como consecuencia del desarrollo económico que afectó a gran parte de la Italia central
y meridional a partir de la mitad del s. II a.C. Evidentemente, hubo variaciones de
carácter regional (las ciudades griegas del profundo sur permanecieron en su
pronunciada decadencia) así como de las desigualdades entre las diversas clases
sociales.
El aumento de prosperidad no es óbice para advertir a su vez la existencia de
una crisis del modelo tradicional de la agricultura itálica, que se estaba transformando
en respuesta al desarrollo del sistema económico. La crisis tuvo graves repercusiones
sociales pues supuso el declive (aunque no total desaparición) del campesinado
propietario independiente.
La arqueología revela una progresión de programas de construcción pública
(especialmente de templos), y la extensión de la influencia de las tradiciones artísticas
helenísticas. El número de santuarios construidos o reconstruidos revela el interés
político de las clases altas en fomentar este tipo de actividad87; en algunos casos, los
enormes recursos económicos fueron suministrados por notables locales que estaban
relacionados de una manera u otra con actividades comerciales, y en el caso del

80
Amm. Marc. 25, 9, 10.
81
Amm. Marc. 25, 9, 10. Liv. Per. 60, 3. Macrob. Sat. 3, 9, 13. Val. Max. 2, 8, 4.
82
No sé conoce explícitamente el estatuto de la nueva comunidad, y muchos investigadores defienden que se
trata de una colonia romana.
83
Seguramente el puerto fluvial de Fregellae.
84
Vell. Pat. 1, 15, 4. No existe evidencia para acreditar su fundación a C. Cassius Longinus (cos. 124 a.C.).
85
Val. Max. 6, 5, 1.
86
Esta teoría es aceptada actualmente, aunque existen algunos investigadores contrarios a esta formulación,
como F. Wulff Alonso.
87
Por ejemplo, el de C. Papius Mutilus, uno de los líderes destacados de la Guerra de los Aliados, responsable
de la erección del más pequeño de los dos templos del santuario de Schiavi d’Abruzzo (Po 34), durante el
conflicto. En los santuarios del Samnium pentro, entre finales del s. II a.C. y la Guerra de los Aliados, se
detecta una gran actividad edilicia: Pietrabbondante, Civitella di Campochiario, Schiavi d’Abruzzo,
Vastorgirardi, S. Giovanni in Galdo.

18
santuario de la Fortuna de la ciudad de Praeneste (act. Palestrina), con conexiones
orientales88.
Al mismo tiempo, la economía monetaria89 se estaba extendiendo incluso a las
áreas más remotas de la península. Este proceso se inicia con claridad, según M. H.
Crawford, en la segunda mitad del s. II a.C., como refleja el ocultamiento de Riccia (ca.
el año 125 a.C.)90, en el territorio de los Hirpinos, evidencia tanto de las actividades
económicas de las clases altas como del incremento de su riqueza. Debe destacarse que
la distribución de los tesoros parece indicar que el principal vehículo de difusión de la
moneda romana en Italia fue el servicio militar a favor de Roma.
Las inversiones de la riqueza adquirida por las clases altas itálicas fue
naturalmente dirigida en su mayor parte a la agricultura, con objeto de hacerla más
moderna y rentable, cuya producción iba destinada al mercado. Esta situación provocó
la total hostilidad hacia las propuestas gracanas, que podía cuestionar este proceso. La
extensión de la prosperidad económica se manifestó igualmente en la explotación de las
provincias91 así como en el incremento del intercambio de mercancías entre Italia y sus
dominios.
Los Itálicos participaron de varias formas en este proceso. Por ejemplo, en la
distribución del botín tomado en tiempos de guerra, como parece reflejar las
inscripciones dedicadas a L. Mummius (cos. 146 a.C.) después de la conquista de
Achaea (act. Grecia)92. Asimismo, la existencia en valle del río Padus (act. Po) de
terrenos pertenecientes a comunidades del centro y sur de Italia93 puede interpretarse
como el resultado de concesiones efectuadas por el Estado romano a cambio de
servicios prestados.
La principal fuente de riqueza para los individuos pertenecientes a
comunidades aliadas era su participación en actividades comerciales en las provincias.
En este campo destacaron miembros pertenecientes a las regiones del Latium y
Campania, aunque también del interior, del Samnium, como los Staii94, quienes se
encuentran documentados en la isla de Delos, el gran emporio comercial de Oriente.
Tradicionalmente se ha supuesto que los Itálicos formaban el elemento
dominante entre los negotiatores en Oriente, pero actualmente se considera, a través del

88
Sobre este importante santuario, vid: F. Fasolo. y G. Gullini, Il santuario della Fortuna Primigenia a
Palestrina, Roma, 1953.
89
Sobre este tema, vid: M. H. Crawford, “Le monete romane nelle regioni d'Italia”, en Les «bourgeoisies»
municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 47-50; “Army and Coinage in the Late
Republic”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 135-137.
90
RRCH 161.
91
El vocablo provincia significa la esfera de actuación de un magistrado. Por tanto, la provincia no tiene por
qué tener forzosamente un carácter territorial, sino ser meramente una tarea determinada. Vid: J.-M. Bertrand,
“A propos du mot provincia: étude sur les modes d'élaboration du language politique”, JS (1989), 191-215. F.
Martín, “Sobre el significado de provincia”, en Vrbs Aeterna. Actas y colaboraciones del coloquio
internacional Roma entre la literatura y la historia. Homenaje a la Profesora Carmen Castillo (Pamplona,
2003), 593-609.
92
CIL I2 627-629 y 631 = ILLRP 327-330.
93
Atella y Arpinum (Cic. Fam. 7, 1, 1; 11, 1, 1).
94
I.Delos 442-443, 403, 1417, 1432, 1443. Vid: E. Deniaux, “Les gentes de Délos et la mobilité sociale à
Rome au Ie siècle av. J.-C.: l’exemple de Marcus Seius et des Seii”, en Les Italiens dans le monde Grec. IIe
siècle av. J.-C.-Ier siècle ap. J.-C. Circulation, activités, intégration (Paris, 2002), 29-39, aunque les da un
origen peligno. Esta familia dedicó su atención al templo A de Pietrabondante (Ve 149, 151-153), así como
del templo B, el más grande del Samnium, en los años anteriores a la Guerra de los Aliados (Po 14, 16), y al
menos dos de sus miembros fueron meddices tutici. [E. Vetter, Handbuch der italischen Dialekte, Heidelberg,
1953. P. Pocetti, Nuovi documenti italici (a complemento del manuale di E. Vetter), Pisa, 1979. Ahora: H.
Rix, Sabellische Texte. Die Texte des Oskischen, Umbrischen und Süd-pikenischen, Heidelberg, 2002].

19
análisis de los nombres de los comerciantes en Delos, que existía un predominio de
ciudadanos romanos; si así fuera, el vocablo griego “Romaioi”, generalmente
considerado como un término amplio que englobaba a ciudadanos romanos, Latinos y
Aliados, era utilizado en realidad con una mayor exactitud95.
Pero, sin embargo, este hecho no modifica la existencia de una comunidad
específica de intereses y de una mentalidad compartida, inmune a las diferencias
jurídicas. Se ha argüido la existencia de conflictos entre los negotiatores (fuesen
ciudadanos romanos o Aliados) y los equites96 romanos, estos últimos implicados sobre
todo en contratos de construcción pública y de abastecimiento militar, es decir, en la
actividad económica y comercial a gran escala, tanto en Oriente como en Occidente,
que habrían sido el embrión de la Guerra de los Aliados, pero no existen pruebas de su
existencia. La “unidad” de los negotiatores fuera de Italia queda claramente atestiguada
por el conocido episodio de la defensa de la ciudad de Cirta (act. Constantine), en
Numidia97, contra Iugurtha.
El Gobierno romano extendía su protección de manera indiferente a ciudadanos
romanos, latinos y aliados itálicos (así como a los provinciales), como figura en varios
puntos de las versiones de Cnidus y Delphi de la lex de provinciis praetoriis del año 101
a.C.98 Precisamente, las ventajas y privilegios que obtenían los Aliados itálicos explica
que diferentes hombres de negocios griegos y orientales adquirieran la ciudadanía de
ciudades de la Magna Graecia99, un fenómeno atestiguado a finales del s. II a.C. y

95
Se puede comprobar, p. e., en Delos. Vid: J.-L. Ferrary, C. Hanseohr y M.-Th. Le Dinahet, “Liste des
Italiens de Délos”, en Les Italiens dans le monde Grec. IIe siècle av. J.-C.-Ier siècle ap. J.-C. Circulation,
activités, intégration (Paris, 2002), 183-239. R. Compatangelo-Soussignan, “Les Italiens à Délos e l'économie
de l'Italie méridionale au IIe s. av. n.è.”, Athenaeum 94 (2006), 167-199.
96
Los equites (sing. eques, lit. «caballero») formaban el orden ecuestre (ordo equester), miembros de la clase
alta que se abstenían de participar en las magistraturas (y, por tanto, de pertenecer al Senado). Se les ha
denominado asimismo «clase media» o «clase de los negocios», pero son términos engañosos, porque dentro
de los equites no sólo hay que mencionar a los publícanos, sino también a los ricos hacendados, a los
profesionales liberales, etc. Sobre este ordo, vid: H. Hill, The Roman Middle Class in the Republican Period,
Oxford, 1952. P. A. Brunt, “The Equites in the Late Republic”, en Second International Conference of
Economic History, I. Trade and Politics in the ancient World (The Hague, 1965), 117-149. Cl. Nicolet,
L’ordre équestre à l’époque républicaine, I: Dèfinitions juridiques et structures sociales, Paris, 1966; L'ordre
équestre à l'époque républicaine, II: Prosopographie des cheveliers romains, Paris, 1974. T. P. Wiseman,
“The definition of eques romanus in the Late Republic and Early Empire”, Historia 19 (1970), 67-83. M.
Stemmler, Eques Romanus. Reiter und Ritter. Begriffsfgeschichtliche Untersuchungen zu den
entstehungsbedingugen einer römischen Adelskategorie im Heer und in den comitia centuriata, Bern, 1977.
U. Hackl, “Eques Romanus equo publico. Ein Beitrag zur Definition des römischen Ritterstandes während der
Zeit der Republik”, en Festschrift Robert Werner zu seinem 65. Geburtstag dargebracht von Freunden
Kollegen und Schülern (Konstanz, 1989), 107-115.
97
Sall. Iug. 21, 2; 26, 1 y 3.
98
Crawford, I, nº 12. Sobre esta importante ley, lex de praetoriis provinciis o lex de Cilicia Macedoniaque,
vid: F. T. Hinrichts, “Die Lateinische Tafel von Bantia und die Lex de Piratis (Zwei Gesetzfragmente des
Volkstribunen L. Appuleius Saturninus)”, Hermes 98 (1970), 471-502. M. Hassal, M. H. Crawford y J.
Reynolds, “Rome at the Eastern Provinces at the end of the second century BC. The so-called «Piracy Law»
and a new inscription from Cnidos”, JRS 64 (1974), 195-220. A. W. Lintott, “Notes on the Roman Law
inscribed at Delphi and Cnidos”, ZPE 20 (1976), 65-82. J.-L. Ferrary, “Recherches sur la législation de
Saturninus et de Glaucia I - La Lex de Piratis des inscriptions de Delphes et de Cnide”, MEFRA 89 (1977),
619-660. A. Giovanni y Z. Grzybek, “La lex de piratis persequendis”, MH 35 (1978), 33-47. G. V. Sumner,
“The «Piracy Law» from Delphi and the Law of the Cnidos Inscription”, GRBS 19 (1978), 211-225. T. R.
Martin y E. Badian, “Two Notes on the Roman Law from Cnidos: A Note on the Text of the Law”, ZPE 35
(1979), 153-167. A. Avidov y O. Timoney, “The lex de piratis praetoris from Delphi and Cnidos: a revised
correlation”, EA 24 (1995), 7-14.
99
Cic. Arch. 5 y 10.

20
principios del s. I a.C., y que no sería más que un primer paso para la adquisición de la
ciudadanía romana100.

Situación de Italia septentrional (según D. B. Nagle)

Para E. Gabba, el hecho que los hombres de negocios tanto Latinos como
Itálicos formaran los grupos políticos que controlaban los estados aliados sólo podía
recalcar la brecha existente entre ciudadanos romanos y Aliados en Italia. Mientras que
en las provincias la distinción jurídica apenas tenía alguna importancia de orden
práctico, los Aliados se encontraban en Italia cada vez más de forma visible sujetos a
Roma y completamente incapaces de poder influir en las decisiones políticas del poder,
que ahora afectaban de forma seria los intereses económicos de las clases altas itálicas.
Los lazos tradicionales entre las clases dirigentes romanas y la nobleza itálica no
pudieron hacer frente a la situación creada y progresivamente se mostraron inadecuados
para lograr una solución.
Asimismo, la asimilación de la conducta de las elites itálicas a las normas
romanas, que había acelerado desde el siglo anterior, no sólo afectaba ya a la lengua y a
la cultura, sino también a los sistemas políticos y magistraturas de las ciudades aliadas,

100
IDélos 1724 (106-93 a.C.). Sobre este tema, vid: E. Deniaux, “Civitate donati. Naples, Héraclée, Côme”,
Ktèma 6 (1981), 133-141. G. Manchinetti Santamaría, “La concessione della cittadinanza a Greci e orientali
nel II e I sec. a.C.”, en Les «bourgeoisies» municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983),
125-136. El más conocido fue el poeta Archias, que se convirtió en ciudadano de Heraclea, gracias a la
influencia de L. Licinius Lucullus (cos. 74 a.C.) (Cic. Arch. 6-8), y posteriormente fue ciudadano romano.

21
cuya evidencia para E. Gabba sería la lex Osca Tabulae Bantinae101, quien la fecha en
un momento un poco anterior a la Guerra de los Aliados, como también efectúa M. H.
Crawford, aunque para J.-M. Lassère es mejor colocarla en tiempos de la restauración
silana. Precisamente, esta asimilación de las estructuras políticas de los aliados a las de
Roma hizo más fácil el camino al proceso de municipalización derivado de la
finalización del conflicto.
Las demandas de la ciudadanía romana habían crecido después del año 123
a.C., entre otras causas debido al evidente declive del papel de los patrones en la vida
política romana. Y es precisamente en este momento cuando se adquirió por individuos
foráneos a Roma el derecho de súplica ante los tribunales, que dio como resultado un
aumento de la retórica forense municipal e incluso itálica102. El cambio en los orígenes
de los acusadores en los tribunales explica la aparición de una escuela de retórica latina
y su supresión en la década de los años 90 a.C., en orden a defender las pautas
tradicionales de integración social y política.
Por otro lado, la amenaza germánica representada por la invasión címbrica del
territorio de los Vénetos (Veneti) en el NE. de Italia habría reavivado los sentimientos
de solidaridad itálicos, que Polibio había atestiguado un siglo antes ante el peligro
céltico. César revela, quizás con algo de exageración, que el peligro germánico era
tenido como real cincuenta años después103.
La concesión (más o menos legal) de la ciudadanía romana a dos cohortes de la
ciudad umbra de Camerinum (act. Camerino), por su valentía en el campo de batalla
durante la Guerra Címbrica (102 a.C.), es una clara indicación del valor dado en este
momento relacionado como una recompensa104. Pero, a su vez, creó un peligroso
precedente.
Precisamente, en los años finales del siglo II a.C., durante los tribunados105 de
L. Appuleius Saturninus (103 y 100 a.C.)106, el problema aliado aparece

101
Crawford, I, nº 13. Sobre esta ley, vid: F. T. Hinrichts, “Die Lateinische Tafel von Bantia und die Lex de
Piratis (Zwei Gesetzfragmente des Volkstribunen L. Appuleius Saturninus)”, Hermes 98 (1970), 471-502. H.
Galsterer, “Die lex Osca Tabulae Bantinae. Eine Bestandsaufnahme”, Chiron 1 (1971), 191-214. L. del Tutto
Palma, La Tavola Bantina (sezione osca). Proposte di relettura, Padova, 1983. M. Torelli, “A New Inscription
from Bantia and the Chronology of the Bantian Municipal Lex Osca”, en Studies in the Romanization of Italy
(Edmonton, 1995), 131-140.
102
Cic. Brut. 167-172, 180, 241-242.
103
Caes. BGall. 1, 33, 4; 1, 40, 5; 2, 4, 2; 2, 29, 4. Vid: A. Pallavisini, “Tradizione e movità nel giudizio di
Cesare sui barbari nel De bello gallico”, en Contributi dell’Istituto di storia antica, I (Milano, 1972), 98-107.
J. F. Gardner, “The «Gallic Menace» in Caesar's Propaganda”, G&R 30 (1983), 181-189.
104
Cic. Balb. 46-47 y 50. Val. Max. 5, 2, 8. Plut. Mar. 28, 3.
105
Magistrados encargados de defender los derechos de la plebe (los ciudadanos no patricios, palabra derivada
de plebs, «masa»). Tenían poder de veto contra las acciones de sus colegas y de cualquier otro magistrado, e
incluso de los decretos del Senado, y podía promover leyes dentro de la asamblea del pueblo. Vid: J. Bleicken,
“Das römischen Volkstribunat. Versuch einer Analyse seiner politische Funktion in republikanischer Zeit”,
Chiron 11 (1981), 87-108. G. Lobrano, Il potere dei tribuni della plebe, Milano, 1982. L. Thommen, Das
Volkstribunat der späten römischen Republik, Stuttgart, 1989. J.-M. David, “Conformismo e trasgressione. A
proposito del tribunato della plebe alla fine della repubblica romana”, StudStor 34 (1993), 49-60.
106
Sobre este personaje y su política, vid: G. Niccolini, “Questioni sul tribunato della plebe: II. Il tribunato di
Glaucia”, NRS 22 (1938), 169-182. H. B. Mattingly, “Saturninus' Corn Bill and the Circumstances of his fall”,
CR 19 (1969), 267-270. E. Hermon, “La loi agraire de Saturninus de 100 av. J.C. et la colonisation latine de la
Narbonnaise”, Iura 23 (1972), 67-103; “La possible application de la deuxième loi agraire de Saturninus dans
la Gaule Narbonnaise”, Iura 26 (1975), 79-98. B. W. Jones, “Senatorial Influence in the Revolt of
Saturninus”, Latomus 33 (1974), 529-535. J. L. Ferrary, “Recherches sur la législation de Saturninus et de
Glaucia”, MEFRA 89 (1977), 619-660; “Recherches sur la législation de Saturninus et de Glaucia. II. La loi de
iudiciis repetundarum de C. Servilius Glaucia”, MEFRA 91 (1979), 85-134. H. Schneider, “Die politische
Rolle der plebs urbana während der Tribunate des L. Appuleius Saturninus”, AncSoc 13-14 (1982-1983), 193-
221. J. Linderski, “A Witticism of Appuleius Saturninus”, RFIC 111 (1983), 452-459. E. Badian, “The death

22
tradicionalmente relacionado de manera inseparable con los proletarii romanos e
itálicos alistados en los ejércitos de Marius, y la necesidad de recompensarlos con
tierras, de acuerdo con la promesa efectuada en el año 107 a.C. La lex Appuleia del año
103 a.C. supuso la distribución de 100 iugera por cabeza de terrenos en Africa107 a los
soldados de Marius, fuesen romanos o aliados108, mientras que los asentamientos de
soldados aliados podían estar relacionados con las ciudades africanas de época imperial
que se denominaban a ellas mismas marianas109. A ella le siguió en el año 100 a.C. una
lex agraria más compleja (si es que efectivamente sólo hubo una), que disponía la
asignación de tierras en la Gallia Cisalpina110 y en las provincias111, por lo que de
manera consciente evitó tocar el ager publicus en el centro y sur de la península itálica.
La misma ley es tradicionalmente recordada como prueba de la fundación
(fuese o no en Italia) de colonias ciudadanas, en las cuales, sin embargo, los Aliados
podían ser admitidos. Marius podía conceder el derecho de ciudadanía romana a tres
individuos cualesquiera (una práctica ya atestiguada en la primera mitad del s. II a.C.), y
de la que conocemos un caso, el de T. Matrinius de Spoletium, un latino que fue
posteriormente acusado ante la quaestio concerniendo a la adquisición ilegal de
ciudadanía (establecida por la lex Licinia Mucia del año 95 a.C.) y absuelto como
resultado de la intervención del propio Marius112.
Los Aliados, es decir los soldados aliados reclutados entre los bajos órdenes,
fueron los beneficiarios de la citada ley junto con la plebs rural, cuya consecuencia fue
despertar la hostilidad de la plebs urbana. Incluso si las previsiones de la lex Appuleia
del año 100 a.C. no fueron puestas en práctica, gran número de aliados itálicos debían
de haber adquirido más o menos de manera legal la ciudadanía romana. La situación fue
tal que los cónsules del año 95 a.C., L. Licinius Crassus y Q. Mucius Scaevola,

of Saturninus. Studies in chronology and prosopography”, Chiron 14 (1984), 98-114. G. Amiotti, “Il processo
a L. Appuleio Saturnino”, en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996), 145-152. F. Cavaggioni, L.
Apuleio Saturnino «tribunus plebis seditiosus», Venezia, 1998. F. Reduzzi Merola, “Tribunus plebis
seditionis”, Index 29 (2001), 199-207.
107
El término “Africa” designaba la costa septentrional del continente africano (a excepción de Aegyptus
[Egipto], que se consideraba incluida en el continente asiático), así como la provincia territorial romana del
mismo nombre, una pequeña franja de tierra en la actual Túnez, con capital en Utica (act. Utique).
108
Vir. Ill. 73, 1.
109
AE 1951 81 (Thuburnica [act. Sidi Ali Belcacem]). CIL VIII 15454 = CIL VIII 26270 = ILS 1334, AE
1908 266 = CIL VIII 26275 = ILS 9405, CIL VIII 26281 (Uchi Maius [act. Hanshir ad Dawamis]). AE 1902
48 = CIL VIII 26181 = ILS 6790 (Thibari [act. Tibar]).
110
En cuanto a la Gallia Cisalpina, si bien en este momento no era una provincia independiente, se
consideraba como un territorio exterior a la Italia propiamente dicha. Sobre este territorio, vid: G. E. F.
Chilver, Cisalpine Gaul. Social and Economic History from 49 BC to the Death of Trajan, Oxford, 1941. G.
Mansuelli, I Cisalpini, Firenze, 1952. R. Chevallier, “Rome et l’Italie du Nord (Problèmes d’histoire et
d’archéologie)”, REL 37 (1959), 132-150; La romanisation de la Celtique du Pô II: Essai d'histoire
provinciale, Paris, 1983. L. Barfield, Northern Italy before Rome, London, 1971. G. Susini, “La Cispadana
romana”, en Storia della Emilia Romagna, I (Bologna, 1976), 103-146. G. Luraschi, Foedus, Ius Latii,
Civitas. Aspetti costituzionali della romanizzazione in Transpadana, Padova, 1979; “La romanizzazione della
Transpadana: questioni di metodo”, SDHI 47 (1981), 337-346. C. Peyre, La Cisalpine gauloise du IIIe au Ier
siécle avant J.C., Paris, 1979. R. Marino, “La provincializzazione della Gallia Cisalpine”, Seia 1 (1984), 165-
182. G. Bandelli, Ricerche sulla colonizzazione romana della Gallia Cisalpina. Le fasi iniziali e il caso
aquileiese, Trieste, 1988; “Le classi dirigenti cisalpine e la loro promozione politica (II-I secolo a.C.)”, DArch
10 (1992), 31-45. F. Cassolà, “La colonizzazione romana della Transpadana”, en Die Stadt in Oberitalien und
ind den nordwestlichen Provinzen des Römischen Reiches (Mainz am Rhein, 1991), 17-44. U. Laffi, “La
provincia della Gallia Cisalpina”, Athenaeum 80 (1992), 5-23.
111
App. BC 1, 29. Cic. Balb. 48. Vir. Ill. 73, 5 (colonias en las provincias de Sicilia, Achaea y Macedonia).
Saturninus estableció igualmente colonias romanas en Eporedia (act. Ivrea) y en la isla de Corsica, y planificó
otras (Cf. Plin. NH 3, 80 y 123. Str. 4, 6, 7. Vell. Pat. 1, 15, 5).
112
Cic. Balb. 48.

23
aprobaron la lex Licinia Mucia, con objeto de excluir del cuerpo ciudadano a aquellos
individuos que habían entrado en él de manera ilegal113.

Situación de Italia septentrional (según D. B. Nagle)

Parece muy probable que esta disposición fue dirigida en particular a los
Aliados pertenecientes a las clases altas, los principes Italicorum populorum, quienes
habían conseguido de una manera u otra adquirir la ciudadanía, muy posiblemente,
como indica E. Badian, gracias al censo del año 97-96 a.C., efectuado por L. Valerius
Flaccus (cos. 100 a.C.) y M. Antonius (cos. 99 a.C.). La situación generada fue tal que
esta ley fue posteriormente recordada como una de las principales causas del estallido
de la Guerra de los Aliados114, y así lo creyó Th. Mommsen. Para H. Last y R. Gardner,
desde la aprobación de esta medida, los Itálicos comenzaron sus preparativos militares.
La quaestio («investigación») fue definida por Cicerón como acerrima115, y se
dijo que la ley provocó la desaprobación general, aun incluso en la Gallia Cisalpina al

113
Asc. 68. Cic. Balb. 48-49 y 54; Brut. 63; Corn. 1 fr. 10; Orat. 2, 257; Off. 3, 47. Sall. Hist. 1, 20. Schol.
Bob. 129. Cf. Cic. Sest. 30. El título de la ley fue de civibus redigundis, y sin duda se refería a la reducción de
aquellos quienes no tenían derecho a la ciudadanía romana a su legal estatuto como Aliados. No existe
fundamento para suponer que la ley expulsó a gente de la ciudad de Roma (Schol. Bob. 129, 11, 10-14) o que
abolió la posibilidad de adquirir la ciudadanía per migrationem et censum (Cic. Balb. 54). Cicerón recuerda un
episodio en el que una multitud en la que pudo incluirse a elementos aliados impidió a M. Aemilius Scaurus
(cos. I 115 a.C.) hablar debido a que habría sido él quien había sugerido la ley a los cónsules (Cic. Orat. 2,
257).
114
Asc. 68.
115
Cic. Balb. 48. También Cicerón calificó a la ley como inútil y perniciosa (Cic. Corn. 1 fr. 10).

24
sur del río Padus116. Sin embargo, para E. Gabba está poco claro si el célebre
comentario de Cicerón117 de que el metus iudiciorum fue una de las causas de la Guerra
de los Aliados ha de relacionarse con este asunto.

116
Sall. Hist. 1, 20, aunque existe problemas en la exacta lectura del texto.
117
Cic. Off. 2, 75.

25
II

EL TRIBUNADO DE LIVIO DRUSO

Los conflictos políticos de la década de los años 90 a.C., marcados inter alia
por los grandes juicios políticos, involucraron grandes temas como la naturaleza de la
política exterior romana en Oriente, y, en particular, la “cuestión aliada”. Ésta volvió al
primer plano en el año 91 a.C., de la mano del tribuno de la plebe M. Livius Drusus118,
hijo de M. Livius Drusus (cos. 112 a.C.), el rival de C. Gracchus durante su tribunado.
El programa político de Drusus había sido elaborado de acuerdo con gran parte
de la clase senatorial, tenía como objetivo principal reforzar y restaurar la autoridad del
Senado119. Esto queda demostrado claramente por el hecho de que fuese considerado un
patronus senatus120, principalmente a través de una ley sobre la composición de los
jurados en las quaestiones perpetuae; que pasaría a los senadores, pero después
(aparentemente) de la introducción dentro del Senado de 300 equites121.
A este fin estaba dirigida aparentemente toda la actividad legislativa de Drusus
que, en una primera etapa, incluyó la aprobación de las siguientes leyes: lex Livia
agraria122, lex Livia frumentaria123, lex Livia nummaria de octava parte aeris argento
miscenda124 y lex Livia iudiciaria125; en un momento más tardío, lo habría de ser la lex

118
Sobre este personaje y su política, vid: M. O. B. Caspari, “On the rogatio Livia de latinis”, CQ 5 (1911),
115-118. C. Lanzan, “Ricerche sul tribunato di Livio Druso il Giovane”, RFIC 40 (1912), 272-292. E. Gabba,
“Osservazioni sulla legge giudiziaria di M. Livio Druso (91 a.C.)”, PP 50 (1956), 363-372; “M. Livio Druso e
la riforma di Sulla”, ASNP 33 (1964), 1-15. E. Weinrib, “The judiciary law of M. Livius Drusus (tr. pl. 91
BC)”, Historia 19 (1970), 414-443; “The Family Connections of M. Livius Drusus Libo”, HSCPh 72 (1968),
247-278. G. Grosso, “Riflessioni su Tacito, Ann. 3.27, su Livio Druso padre e figlio e sul tribunato della
plebe”, Index 3 (1972), 263-267. A. R. Hands, “Livius Drusus and the Courts”, Phoenix 26 (1972), 268-274.
B. P. Seleckij, “Der Gesetzentwurf Drusus' des Jüngeren zur gewährung der Bürgerrechte für die Italiker im
Lichte der Schriften Ciceros (Q. Fr. I, 1; Att. II, 16)”, Klio 58 (1976), 425-437. A. Bancalari Molina, “Gli
interventi degli Italici nella lotta politica romana durante il tribunado di Livio Druso (91 a.C.)”, SCO 37
(1987), 407-437. V. Hackl, “Die Bedeutung der popularen Methode von den Gracchen bis Sulla im Spiegel
der Gesetzgebung des jüngeren Livius Drusus Volkstribun 91 v. Chr.”, Gymnasium 94 (1987), 109-127. B. A.
Marshall, “The Career Pattern of Marcus Livius Drusus”, RFIC 115 (1987), 317-324.
119
El Senado era el organismo consultivo de Roma. Formalmente, era un consejo asesor del magistrado
convocante (generalmente un cónsul) y sus decretos no tenían fuerza legal obligatoria. Si bien no tenía
ninguna competencia propia, en la práctica era raro que un magistrado actuara sin haber efectuado una
consulta al Senado o ignorara su opinión una vez que la hubiera dado. Vid: E. Ruoff-Väänänen, “The Roman
Senate and Criminal Jurisdiction during the Roman Republic”, Arctos 12 (1978), 125-133. Cl. Nicolet, “Le
cens senatorial sous la République et sous Auguste”, en Des ordres à Rome (Paris, 1984), 143-174. M.
Bonnefond-Coudry, Le Sénat de la République romaine. De la guerre d'Hannibal à Auguste. Pratiques
délibératives et prise de décision, Paris, 1989.
120
Cic. Mil. 16. Diod. 37, 10, 1. Cf. Cic. Orat. 1, 24, Liv. Per. 70, 10. [Sall.] Caes. Sen. 2, 6, 4. Vell. Pat. 2,
13, 2.
121
App. BC 1, 35. Liv. Per. 70, 10; 71, 1. Vell. Pat. 2, 13, 2. La propuesta era adversa a los intereses de los
equites y fue combatida por éstos, aunque su intención fue, a decir verdad, imparcial, y en vistas a reconciliar
ambas posiciones opuestas.
122
App. BC 1, 35-36. Cic. dom. 50; leg. 2, 14; 12, 31. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Val. Max. 9, 5, 2. Vir. Ill.
66, 4.
123
App. BC 1, 35. Cic. dom. 41. Liv. Per. 71, 1.
124
Plin. NH 33, 46.

27
Livia de civitate sociis danda126. De acuerdo a la tradición representada por Apiano,
concerniente principalmente al problema de los Aliados, esta última ley sería realmente
la medida cumbre de Drusus127.
Drusus propuso esta rogatio a solicitud de los propios Aliados itálicos, que
resultará ser fundamental y marcará el final del proceso de la demanda de la ciudadanía
romana por parte de éstos128. La petición de la ciudadanía sería, para E. Gabba, ante
todo de naturaleza política y que había aparecido y crecido dentro del seno de las clases
dirigentes aliadas, aunque no era universalmente apoyada, ya que despertó entre algunos
de ellos una oposición frontal129, debido a la posesión del ager publicus. Pero este hecho
no modificó las excelentes relaciones que el tribuno mantenía hasta el momento de su
muerte con varios líderes itálicos, en especial, por lo que se conoce, con Q. Poppaedius
Silo130. El asesinato de Drusus hundió las esperanzas de los Itálicos de obtener sus
reivindicaciones de manera pacífica y fue la señal para iniciar la revuelta.
De cuál era la situación en Roma acerca del tema de la concesión del derecho
de ciudadanía de los Itálicos en este tiempo lo muestra el célebre episodio
protagonizado por M. Porcius Cato Uticensis (pr. 54 a.C.) sobrino de Drusus131.
Seguramente, el episodio es espurio, pues Cato Uticensis nació ca. el año 95 a.C.132,
pero es un buen ejemplo del pensamiento inmovilista romano133.
A casa de Drusus habían llegado unos delegados de los Aliados134 para pedirle
el derecho de ciudadanía, en donde se criaba Cato Uticensis. Q. Poppaedius Silo, en su
condición de portavoz de la delegación, rogó a Cato Uticenses y a su “hermanastro” Q.
Servilius Caepio135, niños a la sazón, si les ayudaría a convencer a su tío. Caepio dio su
conformidad pero Cato Uticensis, con un semblante serio, respondió que no lo haría.
Pese a que Poppaedius Silo insistiera una y otra vez, Cato Uticensis se mantuvo firme
en su posición. Entonces, Poppaedius Silo, exasperado, lo llevó junto a una ventana
(Plutarco) o lo amenazó con llevarlo a lo más alto de la casa (Valerio Máximo), y
arrojaría al niño al vacío si éste no daba su consentimiento. A pesar de las
intimidaciones, Cato Uticensis se mantuvo firme, y el líder itálico desistió de su
propósito, pronunciando una frase que se hizo famosa136.
El episodio es interesante porque para M. Sordi indica que, en la primavera del
año 91 a.C., Drusus todavía no sostendría la reivindicación itálica de obtener la
ciudadanía romana.
Pero no todos los Aliados estaban de acuerdo con el conjunto de proposiciones
efectuadas por Drusus. Según Apiano, los cónsules, de los cuales L. Marcius

125
App. BC 1, 35. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 70, 10; 71, 1. Vir. Ill. 66, 4 y 10.
126
App. BC 1, 35-36. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Vell. Pat. 2, 14, 1.
127
App. BC 1, 35-36.
128
App. BC 1, 35. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Vell. Pat. 2, 14, 1.
129
App. BC 1, 36.
130
Plut. Cat. Min. 2, 1-2. Val.Max. 3, 1, 2. Vir. Ill. 80, 1. Asimismo, Poppaedius Silo conocía a Marius (Cf.
Diod. 37, 15, 3).
131
Cic. Brut. 222; Mil. 16. Plut. Cato min. 2, 1.
132
Cf. App. BC 2, 99. Plut. Cat. Min. 73, 1. Liv. Per. 114, 3. Sall. Catil. 54, 1.
133
Plut. Cat. Min. 2, 1-2. Val. Max. 3, 1, 2. Cf. Vir. Ill. 80, 1. Parece que Cicerón conocía esta historia (Cic.
Att. 16, 22, 1).
134
Valerio Máximo los designa erróneamente como Latinos.
135
Quien sólo figura en la versión de Plutarco.
136
Según Valerio Máximo, la frase fue: «Latinos y Aliados, felicitémonos de que éste sea ahora tan pequeño,
porque si hubiera sido senador, no hubiéramos podido esperar la ciudadanía», mientras que Plutarco: «¡Que
suerte para Italia que éste no sea más que un niño! Si fuera un hombre, creo que no habría un solo sufragio en
nuestro favor en la asamblea del pueblo.

28
Philippus137 era particularmente hostil a Drusus, fueron capaces de traer a Roma a
grupos de Etruscos (Etrusci) y Umbros (Umbri)138 para que manifestaran su oposición a
los proyectos del tribuno139, presumiblemente en el curso de contiones (asambleas no
legislativas del pueblo)140. Se ha de llamar la atención que si bien Apiano habla en
plural, el otro cónsul del año, Sex. Iulius Caesar, tío del futuro dictador, no participó en
estos hechos o, por lo menos, no figura en las fuentes, lo que ha dado a diversos intentos
de explicación.
Para E. Badian, la no mención de Sex. Iulius Caesar tras el intento de asesinato
en las Ferias Latinas, vid infra, obliga a concluir que estaba en ultramar, mientras
Philippus, su colega, regresó a Roma. Este investigador desconoce si este personaje
volvió con objeto de colaborar durante la Guerra de los Aliados, o permaneció en
alguna provincia, por lo más desconocida, durante varios años y murió allí. En verdad,
Sex. Iulius Caesar volverá a reaparecer en la escena durante el sitio de Asculum.
El momento cronológico concreto de la presencia de Etruscos y Umbros
plantea ciertos problemas, pues si ésta se sitúa a finales del año 91 a.C., las protestas
podrían haber sido dirigidas contra la ley agraria (colonial), como piensan H. Last, R.
Gardner y P. A. Brunt, ya aprobada. Para A. Bernardi, esta ley dañaría los intereses de
los grandes propietarios de tierras de la zona, que valoraban más poseer grandes
extensiones del ager publicus que obtener la ciudadanía romana.
Pero más bien, como han visto entre otros A. Bancalari, E. Gabba y M. Torelli,
la protesta iría contra la rogatio de sociis de Drusus, y estaría protagonizada por la elite
etrusca y umbra, dueños de extensos latifundios tanto privados como en el ager
publicus, debido a su peculiar situación dentro de las estructuras sociables y económicas
de sus comunidades. Las clases inferiores de estas comunidades eran en gran parte
siervos agrícolas, quienes como resultado de la ley de ciudadanía propuesta por el
tribuno habrían obtenido un título de igualdad jurídica y política con sus señores que
habría sido considerado intolerable para éstos141. Por tanto, las clases bajas etruscas y
umbras serían las que darían la bienvenida a la posterior lex Iulia de civitate142.
En este mismo sentido, A. Bancalari indica que la Etruria meridional y la
Umbria143 habían estado objeto de penetración y colonización por parte de Roma desde

137
Sobre este personaje, vid: J. van Ooteghem, Lucius Marcius Philippus et sa familie, Bruxelles, 1961.
138
Sobre este tema, M. Sordi, “La legislazione di Druzo e l'opposizione degli Etruschi”, Aevum 62 (1988), 61-
68.
139
App. BC 1, 36. Quizás, como indica W. V. Harris, porque eran clientes de los adversarios de Drusus.
140
Sobre este tema, vid: F. Pina Polo, Las contiones civiles y militares en Roma, Zaragoza, 1989; “Procedures
and Functions of Civil and Military contienes”, Klio 77 (1995), 203-216.
141
Contra: E. Badian. Existía una situación similar en Vicetia (act. Vicenza), en la Gallia Transpadana,
después del año 49 a.C. J. Heurgon ha argumentado la existencia de diferencias en la estructura de propiedad
y en la naturaleza de la economía agraria de, por un lado, entre Umbria y la Etruria interior, y por otra, la
Etruria costera, a lo que se ha opuesto E. Gabba.
142
App. BC 1, 49.
143
Sobre las regiones de Etruria y su vecina Umbria, vid: J. Heurgon, “L’Ombrie à l’époque des Gracques et
de Sylla”, en Atti del I Convegno degli Studi Umbri. Problemi di storia e archeologia umbra (Gubbio, 1963),
113-131. S. Mazzarino, “La regione umbra nella cultura romana”, en Atti del I Convegno degli Studi Umbri.
Problemi di storia e archeologia umbra (Gubbio, 1963), 227-247. M. Torelli, “Senatori etruschi della tarda
repubblica e dell’impero”, DArch 3 (1969), 285-363, “Osservazioni conclusive sulla situazione in Lazio,
Umbria ed Etruria”, en Società romana e produzione schiavistica, I (Roma, 1981), 421-426; “The Situation in
Etruria”, en Studies in the Romanization of Italy (Edmonton, 1995), 17-42. W. V. Harris, Rome in Etruria and
Umbria, Oxford, 1971. J. F. Hall, The municipal aristocracy of Etruria and their participation in politics at
Rome BC 91-AD 14, Diss. Pennsylvania, 1984. E. Gabba, “Trasformazione politiche e socio-economiche
dell’Umbria dopo il Bellum Perusinum”, en Bimillenario della morte di properzio. Atti del Convegno (Assissi,
1986), 95-104. G. A. Mansuelli, L’ultima Etruria. Aspetto della romanizzazione del paese etrusco. Gli aspetti
culturali e sacrali. Roma, 1988. F. Coarelli, “La romanización en Umbria”, en La Romanización de Occidente

29
hacía mucho tiempo, lo que en cierta medida había favorecido las relaciones entre la
oligarquía local y la nobilitas romana, lo que les había permitido adquirir la ciudadanía
romana antes del estallido de la Guerra de los Aliados. Por tanto, la propuesta de Drusus
lesionaba grandemente sus intereses.
J. Heurgon ha datado para el tiempo del tribunado de Drusus144 la conocida
profecía etrusca de la ninfa Vegoia145, que ésta entregó a Arruns Veltumnus146, un
profeta o príncipe de la ciudad de Clusium (act. Chiusi). Según la profecía, Júpiter
Terminus fue quien estableció la santidad de los límites y la inviolabilidad de la ius
terrae Etruriae, pero alguien, al finalizar el siglo octavo (del cómputo etrusco), por
avaricia, pretenderá desplazarlos; el castigo que se abatirá sobre él y sobre su raza será
terrible. Las consecuencias serían, naturalmente, el asesinato de Drusus y la Guerra de
los Aliados.
Pero esta interpretación no ha sido unánimemente aceptada. Así, por ejemplo,
Th. W. Weinstock sugiere que la profecía se referiría a acontecimientos producidos a
finales del. S. II a.C. Quizás, con más intuición, R. Turcan considera que Arruns
Veltumnus vendría a representar en realidad la ciudad de Volsinii (act. Bolsena), el
centro religioso y moral de la Etruria independiente, y que los hechos referenciados
serían post eventu a la revolución de los servi de esta ciudad en el año 280 a.C.147
Por otra parte, también se conoce por las fuentes que hubo concentraciones de
Itálicos a favor de la legislación de Drusus148. Floro señala que cuando llegó el día de
votar las leyes (no dice cuales, pero anteriormente menciona que son las “gracanas”149),
apareció de pronto tal muchedumbre que “la ciudad parecía asediada por la llegada del
enemigo”150.
Philippus, al prever evidentemente un voto favorable de los comicios, intentó
valerse de su facultad de obrogatio, e impedir la promulgatio (y así la votación) de la
propuesta de Drusus. Su oposición fue superada únicamente mediante el recurso a la
violencia151 de los seguidores del tribuno152.

(Madrid, 1996), 57-68. G. Bradley, Ancient Umbria: state, culture and identity in central Italy from the Iron
Age to the Augustan era, Oxford, 2000.
144
En relación con el fin del octavo siglo del cómputo etrusco, que tradicionalmente se ha situado en el año 88
a.C.
145
Sobre este tema, vid: J. Heurgon, “The date of Vegoia' Prophecy”, JRS 49 (1959), 41-45. R. Turcan,
“Encore le prophétie de Végoia”, en L'Italie préromaine et la Rome républicaine: mélanges offerts à Jacques
Heurgon, II (Roma, 1976), 1009-1019. A. Valvo, “Termini moti, domini e servi in Etruria nel I secolo a.C.
Alcune considerazioni intorno alla cosidetta «profezia di Vegoia»”, Athenaeum 65 (1987), 427-451; La
«profezia di Vegoia», Roma, 1988.
146
Lachmann, Grom. Vet. 1, 350.
147
Flor. 1, 16, 1. Val. Max. 9, 1, 2. Zonaras 8, 7. Pero, ha de advertirse que, A. Valvo ha considerado
recientemente que la elaboración de la «profecía de Vegoia» ha de ponerse en relación con la crisis
republicana.
148
Flor. 2, 5, 7. Liv. Per. 71, 1.
149
Flor. 2, 5, 6.
150
Flor. 2, 5, 7. Este acontecimiento no tiene relación con la marcha de Q. Poppaedius Silo, vid infra.
151
Sobre la violencia en Roma a finales de la República, vid: J. W. Heaton, Mob violence in the late Roman
republic, 133-49 B.C., Urbana, 1939. A. N. Sherwin-White, “Violence in Roman politics”, JRS 46 (1956), 1-
9. A. W. Lintott, Violence in Republican Rome, Oxford, 1968. R. E. Smith, “The Use of Force in Passing
Legislation in the Late Republic”, Athenaeum 55 (1977), 150-174. L. Perelli, Il terrorismo e lo Stato nei I
secolo a.C., Palermo, 1981. F. Metaxaki-Mitzou, “Violence in the «contio» during the Ciceronian Age”, AC
54 (1985), 180-187. L. Labruna, Tutela del possesso fondiario e ideologia represiva della violenza nella
Roma republicana, Napoli, 1986; “La violence, instrument de lutte politique à la fin de la République”, DHA
17/1 (1991), 119-137. J. Dixon, “Violence and politics in the age of Cicero”, Pegasus 40 (1997), 12-15. E.
Pitillas Salañer, “Violencia política y vacío de poder en el marco de la crisis republicana”, MHA 18 (1997), 9-
21. M. Rampazzo, “Ordine pubblico, lotta politica e coercitio in Roma antica”, Index 25 (1997), 491-500.

30
Las propuestas de Drusus se aprobaron, pero faltaba todavía la más importante,
precisamente la relativa a la de los Aliados itálicos, que éstos exigían de inmediato153.
Pero, como no fue posible concederles el derecho de ciudadanía prometido, los Itálicos,
irritados, comenzaron a pensar en la defección154. El epitomador de Livio menciona que
se realizaron numerosas reuniones y conspiraciones, y Livio debió de incluir en su obra
los discursos de los principales notables itálicos en las asambleas que se celebraron con
este motivo155. No es extraño pues, que poco antes de su asesinato, Drusus fuese
acusado en el Senado de ser velut sociales belli auctor156.
La actitud exclusivista de parte de la clase dirigente romana permaneció
inalterable. Para E. Gabba, ésta se vio reforzada por el resentimiento hacia el prestigio
personal que estaba alcanzando Drusus ante los Aliados itálicos, que podía convertirse
ciertamente en un gran poder político si éstos lograban la ciudadanía romana gracias a
los esfuerzos del tribuno157. La oligarquía romana siempre estaba pendiente de que
ninguno de sus miembros pudiera tener un poder superior al resto, como refleja su
posterior postura frente a Cn. Pompeius Magnus (cos. I 70 a.C.)158 o a C. Iulius Caesar
(cos. I 59 a.C.)159.
Esta visión quedaría confirmada por un extraordinario documento,
probablemente utilizado por el cónsul Philippus160 en uno de sus discursos contra
Drusus, preservado en un fragmento de Diodoro (aunque desgraciadamente en griego).

152
Flor. 2, 5, 8-9. Val. Max. 9, 5, 2. Vir. Ill. 66, 9.
153
Flor. 2, 5, 9.
154
Liv. Per. 71, 2.
155
Liv. Per. 71, 3.
156
Liv. Per. 71, 4. En este sentido, los optimates también efectuaron la misma acusación a Drusus (Plin. NH
25, 52). Los optimates (lit. «los mejores») es un término aplicado a aquellos que pretendían mantener la
autoridad del Senado contra las excesos tanto de individuales aristócratas como de la agitación popular. Sobre
los «partidos» en Roma, vid: L. R. Taylor, Party Politics in the Age of Caesar, Berkeley, 1949. J. Mandel,
“The nature of the struggle between the rival camps in the last days of the Roman republic”, RSA 13-14
(1983-1984), 275-311. L. A. Burckhardt, Politische Strategien der Optimaten in der späten römischen
Republik, Stuttgat, 1988.
157
Por lo que se volvió aborrecible para el Senado (Liv. Per. 71, 4).
158
Sobre este personaje, vid: M. Gelzer, Pompeius. Lebensbild eines römers, Stuttgart, 1954. J. van
Ooteghem, Pompée le Grand, Bâtisseur d'Empire, Bruxelles, 1954. G. Mansuelli, La politica di Cneo Pompeo
Magno, Bologna, 1959. S. P. Haley, The role of amicitia in the life of Gnaeus Pompeius Magnus, Diss. Univ.
of Michigan, 1977. J. Leach, Pompey the Great, London, 1978. R. Seager, Pompey. A Political Biography,
Oxford, 1979; Pompey the Great, a political biography, London, 2002. P. Greenhalgh, Pompey, the roman
Alexander, London, 1980; Pompey, the republican prince, London, 1981. G. Antonelli, Pompeo, Milano,
1992. Th. P. Hillman, The Reputation of Cn. Pompeius Magnus among his Contemporaries from 83 to 59 BC,
Diss. Ann Arbor, 1992. R. G. A. Cluett, The Posthumous Reputation of Pompey the Great (Roman Republic),
Diss. Princeton, 1994. P. Southern, Pompey the Great, Stround, 2002. L. Amela Valverde, Cneo Pompeyo
Magno, el defensor de la República, Madrid, 2003. K. Christ, Pompeius. Der Feldherr Roms. Eine
Biographie, München, 2004.
159
Sobre este personaje, vid: M. Rambaud, César, Paris, 1963. J. F. C. Fuller, Julius Caesar. Man, Soldier,
and Tyrant, London, 1965. J. P. V. D. Balsdon, Julius Caesar. A Political Biography, New York, 1967; Julius
Caesar and Rome, New York, 1967. J. Carcopino, Jules César, Paris, 19685. M. Gelzer, Caesar, Politician
and Statesman, Oxford, 1969. F. Grant, Julius Caesar, New York, 1969. S. Weinstock, Oxford, 1971. Z.
Yavetz, Caesar und Caesarismus, Darmstadt, 1978; Julius Caesar and his Public Image, London, 1983. E.
Horst. César. La naissance d’un mythe, Paris, 1981. Z. Yavetz, Julius Caesar and his Public Image, London,
1983. A. Alföldi, Caesariana: gesammelte Aufsätze zur Geschichte Caesars und seiner Zeit, Ann Arbor,
1984. L. Canali, Giulio Cesare, Roma, 1985. Y. Le Bohec, César, Paris, 1994; César, chef de guerre.
Stratégie et tactique de la République romaine, Paris, 2001. H. Oppermann, Julio César. La grandeza del
poder, Madrid, 1994. A. Spinosa, Cesare. Il grande giocatore, Milano, 1994. Ch. Meier, Caesar, London,
1995. R. Étienne, Jules César, Paris, 1997. M. Jehne, Caesar, München, 1997. L. Canfora, Giulio Cesare. Il
dittatore democratico, Bari, 1999. G. Zecchini, Cesare e il mos maiorum, Stuttgart, 2001.
160
Debido a que en una nota marginal del manuscrito donde figura como “el juramento de Philippus”.

31
Se trata del juramento de lealtad a Roma y de apoyo incondicional a Drusus por parte de
aquellos que obtendrían el beneficio de la ciudadanía romana, y que sería prometido por
los líderes itálicos.
He aquí el texto transmitido: «Juro por Júpiter Capitolino y por Vesta de Roma,
y por su progenitor Marte161, y el Sol Indiges, y por la Tierra nodriza de plantas y
animales y asimismo por los semidioses fundadores de Roma y por los héroes que han
contribuido a engrandecer su Imperio, de considerar amigos o enemigos a aquellos que
fueran amigos o enemigos de Drusus y juro que no ahorraré ni los bienes ni las vidas de
mis hijos ni de mis padres, a excepción de si es en beneficio de Drusus y de aquellos
que han prestado este juramento. Si me convirtiese en ciudadano romano por la ley de
Drusus tendré a Roma como mi patria y a Drusus como mi mayor benefactor. Y haré
partícipe de este juramento al mayor número posible de ciudadanos. Y si juro
sinceramente, que ello derive en bien; si juro en falso, todo lo contrario»162.
Ha habido mucha disputa acerca de la autenticidad del pasaje163. H. J. Rose lo
negó al afirmar que las divinidades invocadas en el texto no poseen un carácter latino-
romano y que además no son compatibles con la fórmula de la religión romana164. Pero
A. Bancalari precisa que en realidad el texto de Diodoro refleja un sentimiento romano-
itálico y una exaltación de Roma que ciertamente faltaría si el texto fuera una invención
de los adversarios de Drusus, del propio Diodoro, o de la fuente que utilizó.
El texto parece documentar una conciencia de la necesidad de crear tanto
vínculos religiosos como de otro tipo con los futuros ciudadanos, con el objetivo de
vencer las tradicionales lealtades de carácter local. E. Gabba señala que es significativo
que después de la Guerra de los Aliados el culto a Júpiter Capitolino fuese fundado en
muchos de los nuevos municipio, mientras que muchos santuarios de la Italia central y
meridional, que habían sido los centros de las actividades políticas y religiosas de las
comunidades itálicas, fueron abandonados165.
El santuario más famoso de todos es el santuario federal samnita dentro de
Pietrabbondante166, que erróneamente se ha identificado con la antigua Bovianum
Vetus167. Recientemente se ha identificado este lugar con la ciudad de Aquilonia168,
aunque G. De Benedittis, M. Gaggiotti y A. La Regina la han identificado a esta última
con el oppidum de Monte Vairano.
En el territorio del Samnium pentro, el santuario de San Giovanni in Galdo no
sufrió ninguna destrucción durante la Guerra de los Aliados debido, como indica M.
Cappelletti, a no tener una función política relevante, aunque sufrió una contracción en

161
De Vesta provendría el nombre del grupo étnico de los Vestinos, y de Marte el de los Marsos, dos de los
Aliados itálicos que se sublevaron.
162
Diod. 37, 10, 3.
163
Sobre este tema, vid: H. J. Rose, “The «Oath of Philippus» and the Di Indigetes”, HThR 30 (1937), 165-
181. A. Bancalari, “El juramento de fidelidad de los itálicos a Livio Druso. Problemática en torno a su
autenticidad”, Limes 1 (1988), 115-128
164
Para H. Last y R. Gardner este juramento fue compuesto durante la quaestio Variae.
165
G. Bradley también señala este mismo fenómeno en Umbría, pero lo relaciona con el hecho de que la
construcción de templos en las ciudades durante los siglos III y II a.C. reemplazó de alguna manera las
funciones anteriormente en manos de los santuarios rurales.
166
Sobre este importante santuario, vid: A. La Regina, “Le iscrizioni osche di Pietrabbondante e la questione
di Bovianum Vetus”, RhM 109 (1966), 260-286. M. J. Strazzulla, Il santuario sannitico di Pietrabbondante,
Roma, 1972 (DAIR I). S. Capini, “Il santuario di Pietrabbondante”, en Samnivm. Archeologia del Molise
(Roma, 1991), 113-114.
167
Identificación a través de la interpretación del epígrafe osco Ve 150. A. La Regina ha demostrado la
falsedad de este aserto.
168
Vid: S. Sisani, “Aquilonia: una nuova ipotesi di identificazione”, Eutopia 1, 1/2 (2001). No hay que
confundir esta ciudad con la Aquilonia en territorio hirpino (act. Lacedonia).

32
su actividad. Otros, como el de Civitella di Campochiario y el de Vastogirardi169 fueron
abandonados pero recuperaron su función de culto en el s. I d.C.; éste no fue el caso de
Pietrabbondante, en donde finalizó toda actividad cultual y la zona pasó a pertenecer a
los Socelli, una familia que aparece en un momento posterior en el territorio de
Terventum (act. Trivento), al cual parece pertenecer el santuario en época imperial.
La inestabilidad de la situación aparece reflejada en una serie de prodigios170
(crueles, según Orosio, que aterrorizaban a Roma, y que intimidaron al propio
Drusus171) durante la presentación de la legislación del tribuno, que transmiten
Obsecuente y Orosio172. Pero, la cronología de algunos de ellos no es correcta, pues al
menos se ha podido detectar que uno se produjo después de la muerte de Drusus y otro
en el año 90 a.C. (vid infra en Aesernia). De esta manera, parece ser que lo único que se
efectuó fue reunir una serie de hechos insólitos que sucedieron en uno o dos años y
fecharlos en un periodo mucho más corto de tiempo, para dar una mayor intensidad
dramática.
De esta forma, en torno a la salida del sol, brilló por la zona del septentrión una
bola de fuego acompañada de un gran estruendo en el cielo173. En Arretium (act.
Arezzo), en Etruria, al ser partido los panes en unos banquetes corrió sangre del interior
de los mismos como si saliese de heridas corporales174. En el territorio de la colonia
latina de Spoletium (act. Spoleto) cayó a tierra rodando una bola de fuego, y después de
aumentar de tamaño pareció desplazarse desde el suelo hacia el este y con su volumen
ocultó el sol175. En territorio vestino, durante siete días seguidos, una granizada de
piedras, con mezcla incluso de trozos de tejas, azotó una gran extensión de tierra176. En
Cumae (act. Cuma di Pozzuoli), en la ciudadela, sudó una estatua de Apolo177.
La ciudad de Roma tampoco se libró de los prodigios. En el Circus Flaminius
fue alcanzado por un rayo el templo de la Piedad cuando estaba cerrado178.
Más interesante todavía es la noticia de un terremoto ocurrido en el territorio
de Mutina (act. Modena), transmitido por Plinio, que aconteció en el año 91 a.C.179
Según este escritor, en los escritos de la Etrusca disciplina, figura este portento terrestre
descomunal, pues dos montañas chocaron una contra la otra saltando hacia delante y
hacia atrás con un estruendo inmenso. De en medio salieron llamas y humo hasta el
cielo a pleno día, fenómeno que fue presenciado desde la Via Aemilia180 por gran
número de caballeros romanos, de siervos y de viandantes. En el choque fueron

169
Sobre este santuario, vid: J.-P. Morel, “Le sanctuaire de Vastogirardi (Molise) et les influences
hellénistiques en Italie centrale”, en Hellenismus in Mittelitalien, I (Göttigen, 1976), 255-266; “Gli scavi dell
santuario di Vastogirardi”, en Sannio. Pentri e Frentani dal VI al I sec. a.C. (Campobasso, 1984), 35-41.
170
Sobre portentos, vid: R. Bloch, Les Prodiges dans l'antiquité classique. Grèce, Etrurie et Rome, Paris,
1963.
171
Oros. 5, 18, 7.
172
Obs. 54. Oros. 5, 18, 3. Ambos autores derivan de la información suministrada por Livio.
173
Obs. 54. Oros. 5, 18, 3.
174
Obs. 54. Oros. 5, 18, 4.
175
Obs. 54. Cf. Oros. 5, 18, 6.
176
Obs. 54. Oros. 5, 18, 5 (quien no indica el lugar donde se produce el fenómeno, pero que es idéntico al
señalado por Obsecuente).
177
Obs. 54.
178
Obs. 54.
179
Plin. NH 2, 199.
180
Importante vía de comunicación de la Italia septentrional, que discurría entre Ariminum (act. Rimini) y
Placentia (act. Piacenza), con un total de 281 km, aunque luego se vio ampliada y doblada. La Via Aemilia
ayudó a romanizar rápidamente la Gallia Cisalpina, e incluso una parte de este territorio se llamó Aemilia.
Sobre esta ruta, vid: G. Brizzi, “Problemi cisalpini e politia mediterranea nell'azione di M. Emilio Lepido. La
creazione della via Emilia”, StudRomagn 30 (1979), 381-394.

33
arrastradas todas las casas de campo y perecieron muchísimos animales que estaban en
su interior.
Se ha supuesto que se trataría del mismo fenómeno que sucedió en Rhegium,
en donde un temblor de tierra destruyó parte de la ciudad y de la muralla181. De esta
forma, no se trataría de la población de Rhegium situada en la Magna Graecia (act.
Reggio di Calabria)182, sino de la localidad del mismo nombre, situada sobre la Via
Aemilia (act. Reggio nell’Emilia), cercana a Mutina.
Para M. Sordi, el fenómeno que relata Orosio, en el cual muchos Romanos, que
iban de viaje, vieron que una bola de color de oro bajaba del cielo a la tierra y que,
agrandándose, volvió a ascender desde la tierra a lo alto en dirección a la salida del sol y
que, con su gran tamaño, ocultó incluso al propio sol183 no habría de relacionarse con el
acontecido en el territorio de Spoletium, sino con el que aconteció en la Via Aemilia,
visto por una gran multitud de equites romanos, que serían los mismos que estaban in
itinere. Pero, a nuestro entender, esto es forzar los datos. Asimismo, Estrabón establece
que la Rhegium en cuestión era la situada en Magna Graecia.
Para J. Heurgon, los individuos que observaron el citado terremoto serían
descendientes de la nobleza etrusca que habían obtenido la ciudadanía romana y estaban
en el segundo orden de la sociedad romana gracias a su censo. Y no se trataría más
según M. Sordi que de una maniobra de Etruscos y Umbros opuestos a las medidas de
Drusus, que utilizaban todas sus armas a disposición, en este caso la Etrusca disciplina
y la influencia de los arúspices en la sociedad romana en la interpretación de prodigios y
testimonios naturales184.
A este propósito, de interés la opinión de Cicerón acerca de ciertos prodigios
mencionados por Cornelio Sisena: “Sisenna, después de sostener que este sueño185 se
correspondería desde luego (de manera admirable y al pie de la letra) con los hechos,
sostiene extrañamente (imagino que inducido por algún epicúreo) que conviene no dar
crédito a los sueños. Este mismo Sisenna no se pronuncia, en absoluto, frente a las
apariciones, y expone que, al inicio de la Guerra Mársica, sudaron las imágenes de los
dioses, que fluyó la sangre, que se abrió el cielo, que se oyeron voces (procedentes de
un lugar oculto) que anunciaban peligro de guerra, y que los ratones royeron los escudos
de Lanuvium (act. Lanuvio), cosa sumamente infausta al parecer de los arúspices”186.
Sobre este último incidente vuelve a incidir Cicerón, aunque lo sitúa justo antes del
estallido de la Guerra de los Aliados187, como Plinio, quien señala además que estos
escudos eran ¡de bronce!188.
La oposición del Senado creció mucho más cuando el 19 de septiembre Drusus
perdió a uno de sus más influyentes partidarios, P. Licinius Crassus (cos. 97 a.C.), padre
de M. Licinius Crassus (cos. I 70 a.C.)189, el futuro triunviro. Tradicionalmente, el

181
Obs. 54. Str. 6, 1, 6 (poco antes del estallido de la Guerra de los Aliados).
182
Sobre esta ciudad, vid: D. Castrizio, Reggio ellenistica, Roma, 1995. G. Cordiano, “Nuovi studi su Region
e il suo territorio in età ellenistica”, QUCC 64 (2000), 159-170. D. M. Chilà, “Funzioni militari e commerciali
dei porti di Reggio e Vibo dal I secolo a.C. al II d.C.”, en L’Africa romana. Atti del XIV convengo di studio.
Lo spazio marítimo del Mediterráneo occidentale: geografia storica ed economica, II (Sassari, 2002), 915-
933.
183
Oros. 5, 18, 6.
184
Como el contemporáneo Posidonio testimonia (apud Diod. 5, 40, 2).
185
El sueño de Caecilia Metella sobre Juno Sóspita, vid infra.
186
Cic. Div. 1, 99. Sisen. fr. 5.
187
Cic. Div. 2, 59.
188
Plin. NH 8, 221.
189
Sobre este personaje, vid: A. M. Garzetti, “M. Licinio Crasso”, Athenaeum 19 (1941), 1-37 y Athenaeum
20 (1942), 12-40 y Athenaeum 22-23 (1944-1945), 1-62. T. J. Cadoux, “Marcus Crassus. A Revaluation”,

34
cónsul Philippus pudo persuadir a la asamblea para que revocase sus leyes190, y, poco
después, hacia la mitad de octubre, Drusus fue asesinado191; pero, para M. Sordi,
primeramente se abolirían las leyes aprobadas hacia finales de octubre o incluso en
noviembre, y sólo después sería asesinado Drusus. Sea como fuere, todo aconteció antes
del día 10 de diciembre, en que entraba a tomar cargo el nuevo colegio de tribunos de la
plebe.
La muerte de Drusus representaba el final de las esperanzas itálicas y fue el
factor decisivo que provocó el inicio de la revuelta armada192. Los Aliados vieron que la
única salida era la utilización de la fuerza contra Roma, por lo que, con objeto de formar
una liga con este propósito, comenzaron a intercambiar embajadas, enviar rehenes en
prueba de fidelidad, y efectuar planes en este sentido193, con objeto de preparar el
levantamiento. Precisamente, ésta era la conducta que siempre Roma había querido
evitar, y la razón por la cual efectuaba tratados diferentes con cada uno de ellos, para
evitar la existencia de una unión de intereses.
Los contactos entre los Aliados, al menos entre sus principales dirigentes, ya
deberían estar avanzados. Habían aprendido que actuar de manera individual llevaría a
la repetición de los hechos de Fregellae: la derrota y destrucción de sus respectivas
comunidades194.
Las fuentes mencionan que la muerte de Drusus alentó la guerra que se estaba
preparando195. No es que su asesinato significase automáticamente el inicio de las
hostilidades, sino que, simplemente, los Aliados se habían quedado sin opciones, y sólo

G&R 3 (1956), 153-161. F. E. Adcock, Marcus Crassus, Millionaire, Cambridge, 1966. A. Marshall, Crassus.
A Political Biography, Amsterdam, 1976. A. Ward, Marcus Crassus and the Late Roman Republic, Columbia,
1977. G. Antonelli, Crasso, il banchiero di Roma, Roma, 1986.
190
Asc. 68. Cic. Dom. 41 y 50; Leg. 2, 31. Diod. 37, 10, 2.
191
App. BC 1, 36-37. Cic. Mil. 16. Flor. 2, 6, 4. Inscr. Ital. XIII, 3, nº 74 (in magistratu occisus est). Liv. Per.
71, 4. Oros. 5, 18, 7. Schol. Bob. 117. Sempr. Asellio fr. 11. Vell. Pat. 2, 14, 1. Este asesinato fue ya un
misterio desde la Antigüedad, aunque no faltan los acusados. De esta forma, el cónsul Philippus y Q. Servilius
Caepio (pr. ca. 90 a.C.), este último pariente político de Drusus al haberse casado con su hermana Livia y
luego enemigo implacable suyo (Dio Cass. 38 fr. 96, 3), fueron acusados de estar detrás de la muerte de
Drusus (Ampel. 26. Cf. Vir. Ill. 66, 13, en el que se señala la invidia de ambos hacia Drusus, como última
línea de la vida del tribuno, y posiblemente reflejo de esta acusación), o a sus partidarios Umbros y Etruscos
(Cf. App. BC 1, 36). Por otra parte, Cicerón culpó de su muerte a Q. Varius Severus Hybrida (Cic. Nat. Deor.
3, 81). Séneca sospechaba que se trató de un suicidio (Sen. Bret. Vit. 6, 2), versión que acredita M. Sordi al
haber visto abolidas todas sus medidas, lo que significaba su fracaso político y posiblemente el fin de su
propia carrera. Unas palabras de Cicerón sobre este asesinato muestran el interés en ocultar lo acontecido: “El
pueblo no presentó ningún decreto ni el Senado estableció ningún tribunal de investigación relativo a su
muerte” (Cic. Mil. 16).
192
App. BC 1, 38. Flor. 2, 6, 3. Vell. Pat. 2, 15, 1. Apiano considera además que sirvió igualmente de pretexto
el que se fuera a desterrar a los partidarios de la concesión de la ciudadanía a los Aliados itálicos, pero esto
último es debido a que Apiano sitúa el tribunal formado a partir de la aprobación de la lex Varia antes del
estallido de la insurrección, cuando en realidad el citado tribunal fue constituido después. He aquí las palabras
de Floro acerca de este asunto: “Por ultimo, al intentar implantar las mismas leyes Livius Drusus, mientras
procuraba atraerse la ayuda de unos y otros, no sólo con los recursos que el tribunado le ofrecía, sino incluso
con la autoridad y prestigio del propio Senado y el apoyo de toda Italia, organizó tan devastador incendio que
no pudo resistir siquiera sus primeras llamas y, cuando fue arrebatado por una muerte imprevista, dejó como
herencia a la posteridad la guerra” (Flor. 2, 5, 1-2). A destacar unas palabras de Plinio sobre este particular,
pues dice que todo comenzó por la puesta en venta en una subasta de un anillo que ocasionó la pelea entre
Caepio y Drusus y que fue el origen de la Guerra de los Aliados (Plin. NH 33, 20). Dión Casio señala que
ambos eran grandes amigos y parientes políticos hasta que se convirtieron en acérrimos enemigos uno del otro
(Dio Cass. 38 fr. 96, 3).
193
App. BC 1, 38-39.
194
Cf. [Cic.] Rhet. Her. 4, 13.
195
Plut. Sulla 6, 2 (aunque, el mismo autor, en otro lugar señala que la guerra estalló de manera súbita (Plut.
Mar. 32, 5)].Vell. Pat. 2, 15, 1.

35
les quedaba esa única carta por jugar. La radicalización de la posición de algunos
Aliados es patente incluso antes de la muerte del tribuno.
El siguiente episodio así lo demuestra. Floro dice que la primera medida de la
guerra fue inmolar a los cónsules, Sex. Iulius Caesar, y Philippus, en el monte Albanus
(act. Monti Albani), durante la festividad de las Ferias Latinas, en medio de los
sacrificios y los altares196. Las Ferias Latinas se celebraban normalmente en abril o en
mayo, durante tres o cuatro días, aunque P. A. Brunt, H. Last y R. Gardner consideran
que pudieron realizarse algo más tarde.
Este “sacrilegio”, como califica Floro, fracasó por una traición197. Fue el propio
Drusus quien pondría sobre aviso al cónsul Philippus de la conjura, pese a lo cual fue
acusado de complicidad ante el Senado198, aunque la participación del tribuno en este
episodio parece ser en realidad una invención de la tradición que le glorificaba. Por
desgracia, la memoria histórica ha desvirtuado la realidad, como sucede con su
asesinato.
Evidentemente, los preparativos aliados que se llevaban en secreto, quedaron a
partir de este momento claramente al descubierto. De esta forma, el Gobierno romano
pudo enterarse de lo que estaba aconteciendo199 y tomar sus medidas oportunas para
anticiparse a la rebelión.
Si se considerara que el plan a ejecutar durante las Ferias Latinas es una
fantasía, la marcha de Q. Poppaedius Silo sobre Roma despeja cualquier incógnita. Este
episodio, transmitido por Diodoro, revela que el líder marso Poppaedius Silo200 “se
embarcó en una grandiosa y fantástica aventura”. Reunió a 10.000 hombres que tenían
motivos para desconfiar de las investigaciones judiciales, y con ellos se dirigió a
Roma201, con espadas debajo de las ropas. Su intención era rodear el Senado y así exigir
la ciudadanía; si este procedimiento fracasaba, “devastar el asiento del imperio (léase el
Senado) a sangre y fuego”202.
En el transcurso del viaje se encontraron por el camino a Cn. Domitius203,
quien preguntó a Poppaedius Silo: «¿A dónde vas, Poppaedius, con tanta gente?», a lo
cual el marso respondió: «A Roma, a obtener la ciudadanía, a la llamada de los
tribunos»204, una posible alusión a Drusus.
Domitius replicó que obtendría la ciudadanía con menos riesgo y de forma más
honorable si se dirigía al Senado de una manera que no fuese tan belicosa205. Según
Domitius, el Senado estaba a favor de conceder tal beneficio a los Aliados, si en lugar
de utilizar la violencia se hacía una petición en este sentido206, lo que encaja con el
hecho antes referido de que fueron los propios Itálicos los que pidieron a Drusus que
presentase la propuesta de ley.

196
Flor. 2, 6, 8.
197
Flor. 2, 6, 9.
198
Cf. Dio Cass. 38 fr. 96, 4. Vir. Ill. 66, 12.
199
App. BC 1, 38. Oros. 5, 18, 8. Apiano señala que ello fue debido “a causa de los juicios celebrados en la
ciudad y de las sediciones”. Ya en nota anterior se ha señalado la confusión cronológica del escritor griego
sobre el tribunal instaurado por la lex Varia.
200
En los manuscritos este nombre aparece como Pompaeus.
201
Seguramente el recorrido transcurriría por la Via Valeria.
202
Diod. 37, 13, 1.
203
En el texto el praenomen de Domitius es Caius. Pero como indica F. R. Walton, Caius ni parece haber sido
utilizado por la familia de los Domitii, por lo que preferible corregirlo por Cnaeus. El personaje en cuestión
parece ser Cn. Domitius Ahenobarbus (cos. 96 a.C.).
204
Diod. 37, 13, 1.
205
Diod. 37, 13, 1.
206
Diod. 37, 13, 1.

36
Poppaedius aceptó el consejo de Domitius como algo muy sagrado y,
convencido por ello, regresó a su hogar207. Diodoro indica que gracias a las prudentes
palabras de Domitius se evitó un grave peligro para su patria208, pues fueron mucho más
efectivas que las que pronunció el pretor Servilius en sus tratos con los Picentinos, vid
infra. Pues Servilius no habló a estos últimos como si se tratasen de hombres libres y
Aliados de Roma, sino de una manera despectiva como se hacía con los esclavos, y por
sus amenazas con terribles castigos excitó a los Aliados a tomar venganza sobre él y
sobre los otros Romanos209. En cambio Domitius, hablando con moderación, convirtió
los impulsos de rebeldes briosos en un sentimiento de buena voluntad210.
La marcha de Poppaedius Silo debió de acontecer cuando todavía estaba vivo
Drusus, como señalan H. Last, R. Gardner, P. Frassinetti y L. Pareti, no como E. Gabba,
que la sitúa después de la muerte de Drusus. Si Domitius pudo convencer al líder marso,
desde luego no podía estar muerto el tribuno, debido a que no tendría ningún tipo de
credibilidad211. Además, este encuentro, junto con el incidente de las Ferias Latinas,
sería el que pondría en marcha al Gobierno Romano en tomar una postura defensiva
desde el punto de vista militar.
Un pasaje de la vida de Q. Sertorius (pr. 83 a.C.)212 parece revelador. Tan
pronto como éste volvió de Hispania, fue nombrado cuestor213 de la Gallia Cisalpina,
donde la situación era crítica, debido a que la Guerra de los Aliados estaba a punto de
estallar214. Se le había encargado reclutar tropas215 y proveerse de armas, un cometido
que efectuó con tal entusiasmo y celeridad que, en comparación con la lentitud e
indolencia de otros jóvenes, le valió la reputación de un hombre cuya vida estaba
destinada a grandes acciones216.
Mucho se ha hablado sobre la cuestura de Sertorius, pues no parece que por
aquel tiempo la Gallia Cisalpina fuera una provincia. Quizás debido a la situación
creada, se estableció un “régimen” determinado. Para W. V. Harris, es posible que este
territorio fuera asignado a uno de los pretores del año 91 o 90 a.C. o, incluso, al cónsul
Sex. Iulius Caesar, lo que explicaría su no presencia en Roma durante la crisis de
Drusus217.

207
Diod. 37, 13, 1.
208
Diod. 37, 13, 2.
209
Diod. 37, 13, 2.
210
Diod. 37, 13, 2.
211
Ya se ha citado la relación entre Poppaedius Silo y Drusus.
212
Sobre este personaje, vid: P. Treves, “Sertorio”, Athenaeum 10 (1932), 127-147. A. Schulten, Sertorio,
Barcelona, 1949. D. Gillis, “Quintus Sertorius”, RIL 103 (1969), 711-727. B. Scardigli, “Sertorio. Problema
cronologici”, Athenaeum 49 (1971), 229-270. B. K. Katz, “Notes on Sertorius”, RhM 126 (1983), 44-68. Ph.
O. Spann, Quintus Sertorius and the Legacy of Sulla, Fayetteville, 1987. F. García Mora, “Quintus Sertorius:
propuesta para sus primeros años de actvidad”, SHHA 7 (1989), 85-96; “Quinto Sertorio: 100-98 a.C.:
Triennium sine armis?”, FIl 1 (1990), 237-145; Quinto Sertorio: Roma, Granada, 1991; Un episodio de la
Hispania republicana: la guerra de Sertorio: planteamientos iniciales, Granada, 1991. D. Plácido, “Sertorio”,
SHHA 7 (1989), 97-104. K. G. Rijkhoek, Studien zu Sertorius, 123-83 v. Chr., Bonn, 1992. J.-M. Pailler,
“Fabuleux Sertorius”, DHA 26/2 (2000), 45-61.
213
Los cuestores eran los magistrados más jóvenes dentro de la carrera política romana. Efectuaban múltiples
tareas administrativas, especialmente en la tesorería, y actuaban como ayudantes de los gobernadores
provinciales.
214
Plut. Sert. 4, 2.
215
Estas tropas podían ser tanto mercenarios galos como ciudadanos romanos, que se habían asentado en gran
número en la región.
216
Gell. 2, 72, 2. Plut. Sert. 4, 2. Sall. Hist. 1, 88.
217
Sea como fuere, hay que descartar que Sertorius fuese un quaestor navalis, con sede en Ariminum o
Ravenna, pues este puesto había caído en desuso hacía más de un siglo.

37
Por tanto, no puede defenderse la opinión, entre otros investigadores, de H.
Last, R. Gardner y E. T. Salmon, de que los Romanos fueron cogidos por sorpresa. Otra
cosa es la incredulidad con la que se acogió la envergadura que adquirió la rebelión.
Ciertamente, sorprende en primer lugar la cifra de 10.000 individuos, que,
desde luego, no podía pasar de ninguna manera de forma desapercibida. Se ha dicho que
todos serían efectivamente Marsos (incluso, C. Letta opina que todos ellos eran clientes
de Poppaedius Silo), pero más bien, como indica A. Bancalari, este grupo estaría
integrado, además de Marsos, por otros Itálicos, como Pelignos, Vestinos y Samnitas,
debido tanto a ser etnias vecinas de los Marsos como a que Poppaedius Silo siguió
como uno de los líderes rebeldes incluso después de la propia capitulación de los
Marsos.
La expedición tendría como fin influir en la decisión relativa a la rogatio de
civitate de Drusus, que se tenía que votar en septiembre del año 91 a.C. Por tanto, la
marcha no pudo celebrarse durante la primavera (abril-mayo) como hace P. Frassinetti
(y L. Pareti), que la pone en relación con el intento de asesinato de los cónsules durante
la celebración de las Ferias Latinas.
Para A. Bancalari, quien desasocia la celebración de esta marcha de la lex
agraria (que es precisamente la opinión dominante en la actual investigación),
considera que las investigaciones judiciales de los que habla Diodoro se referirían al
censo del año 92-91 a.C., es decir, a aquellos Itálicos que se habían inscrito
indebidamente como ciudadanos romanos y buscaban ahora la forma de ver sancionado
su nuevo estatuto de forma permanente, ante el temor de una nueva lex Licinia Mucia.
Y precisamente E. Badian considera que esta exhibición era una reacción contra los
procedimientos judiciales de dicha ley, que todavía estaría en vigor, lo que para A.
Bancalari es un tanto difícil de mantener al existir un nuevo censo.
Por el contrario, R. S. Howarth defiende que los protagonistas de esta marcha
no se sentirían agraviados por la lex Licinia Mucia, pues el texto de Diodoro establece
que la investigación se efectuará en un futuro (inmediato). El privilegio ilegal de estos
individuos no sería el de detentar la ciudadanía romana, sino el de ocupar
indebidamente el ager publicus. Por ello, precisamente, reclamaban esta concesión para
no ser desproveídos de sus tierras.
Todavía los censores218 en activo, el ya citado L. Licinius Crassus y Cn.
Domitius Ahenobarbus (cos. 96 a.C.), no habrían todavía dimitido de su cargo, sin
efectuar el censo, debido a sus irremediables disensiones, que se hicieron célebres219. Y,
para A. Bancalari, el episodio de los 10.000 sería precisamente el detonante de tal
renuncia.
Por el contrario, ambos censores fueron los responsables del cierre de las
escuelas de retórica latina220, una medida ciertamente anti-itálica, sobre la base de

218
Los censores (en número de dos) eran elegidos entre los excónsules cada cinco años, cuya función
principal era actualizar las listas de ciudadanos, senadores y equites. También se encargaban de efectuar el
control de ingresos y gastos del estado, conducir ciertos rituales de purificación, etc. Sobre el censo romano,
vid: G. Pieri, L’histoire du Cens jusqu’à la fin de la république romaine, Paris, 1968. T. P. Wiseman, “The
census in the first century BC”, JRS 59 (1969), 59-75. R. Develin, “Patrician censors 218-50 BC”, Antichthon
14 (1980), 84-87. A. E. Astin, “The Censorship of the Roman Republic: Frequency and regularity”, Historia
31 (1982), 174-187; “The Censorship of the Late Republic”, Historia 34 (1985), 175-190. Ja. Ju. Zaborovskij,
“The Roman census in the period of the crisis and collapse of the Republic (102-28 BC)”, VDI 161 (1982),
50-60 [en ruso].
219
Cic. Brut. 162 y 164; Orat. 2, 45 y 3, 10. Cf. Macrob. Sat. 3, 15, 3-5. Plin. NH 17, 1-6. Plut. Mor. 811a.
Suet. Nero 2, 2. Val. Max. 9, 1, 4.
220
Cic. Orat. 3, 93. Gell. 15, 11, 1. Quint. Inst. Or. 2, 4, 42. Suet. Rhet. 1, 1. Tac. Dial. 35, 1. Sobre este tema,
vid: A. Manfredoni, “L’editto De coercendis rhetoribus latinis del 92 a.C.”, SDHI 42 (1976), 99-148. C.

38
defender la tradición romana, el mos maiorum. Para el citado A. Bancalari, Domitius
Ahenobarbus sería el promotor de esta medida, y convencería a su colega Licinius
Crassus con la realización de un censo tolerante hacia los Itálicos que habían usurpado
la ciudadanía romana.
Precisamente, ha de identificarse el personaje que convenció a Poppaedius Silo
de deponer su actitud con Domitius Ahenobarbus, y que todavía continuaba como
censor lo probaría que su palabra era sacra. De esta forma, la teoría de E. T. Salmon de
que Domitius sería uno de los encargados por parte de Roma de efectuar las
averiguaciones oportunas en territorio aliado para conocer la situación de los
preparativos de los insurgentes carece de base argumental221.
Ciertamente, el Gobierno romano, a tenor del desarrollo de los aconteci-
mientos, envió a magistrados o exmagistrados a las diversas comunidades aliadas, para
descubrir si eran o no desafectas222. Apiano indica que se enviaron a las ciudades a
aquellos individuos que estaban en mejor relación con cada una de ellas para que, sin
despertar sospechas, informaran con detalle de la situación223. Será precisamente uno de
estos personajes el que desencadenaría la tragedia.
Por supuesto, las propuestas de Drusus no fueron los únicos problemas que
tenía la ciudad de Roma. La lucha entre las diversas facciones seguía siendo habitual,
aunque por desgracia se dispone de poco a información acerca de la primera década del
s. I a.C. En cualquier caso, el enfrentamiento personal entre C. Marius224 y L. Cornelius
Sulla225 puede ofrecer una idea de cuál era la situación.
Bocchus I, rey de Mauretania, y viejo amigo de Sulla, con el permiso del
Senado, situó algunas estatuas en el Capitolium226. Algunas de las figuras llevaban
trofeos que representaban Victorias, mientras junto a ellas se levantaba un grupo

Calboli, “La retorica preciceroniana e la politica a Roma”, en Éloquence et Rhétorique chez Cicéron
(Vandoeubre-Genève, 1983), 41-99.
221
Para E. T. Salmon, en línea con su teoría, si Domitius Ahenobarbus fue sorprendido en esta misión al inicio
de las hostilidades entre los Marsos, pudo refugiarse en Alba Fucens, lo que evidentemente nunca ocurrió.
222
Según E. T. Salmon, los encargados de este cometido conocidos por las fuentes serían los siguientes:
Domitius Ahenobarbus entre los Marsos (Diod. 37, 13, 1), Servilius y Fonteius entre los Asculani (App. BC 1,
38), L. Scipio y L. Acilius entre los Samnitas (App. BC 1, 41), Ser. Sulpicius Galba entre los Lucanos (Liv.
Per. 72, 4) y L. Postumius (Liv. Per. 73, 2). De cada uno se tratará en su momento, pero solo de Servilius y
Fonteius conocemos que realmente estuvieron realizando esta función.
223
App. BC 1, 38.
224
Sobre este personaje, vid: A. Passerini, Caio Mario come uomo politico, Pavia, 1934; Studi su Caio Mario,
Milano, 1971. R. Andreotti, Cajo Mario, Gubbio, 1940. J. van Ooteghem, Caius Marius, Bruxelles, 1964. P.
Kildahl, Caius Marius, New York, 1968. T. F. Carney, Biography of C. Marius, Chicago, 19702. R. J. Evans,
Gaius Marius. A political biography, Pretoria, 1994. V. Werner, Quantum bello optimus, tantum pace
pessimus: Studien zum Mariusbild in der antiken Geschichtsschreibung, Bonn, 1995.
225
Sobre este personaje, vid: J. Carcopino, Sylla ou la Monarchie Manquée, Paris, 1931. E. Valgiglio, Silla e
la crisi repubblicana, Firenze, 1956. B. Wosnik, Untersuchungen zur Geschichte Sullas, Würzburg, 1963. U.
Laffi, “Il mito di Sila”, Athenaeum 45 (1967), 177-213 y 255-277. E. Badian, Lucius Cornelius Sulla. The
Deadly Reformer, Sydney, 1970. H. Last y R. Gardiner, "Silla", en Università di Cambridge. Storia Antica IX,
1. Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge, 1973), 313-368. A. Keaveney, Sulla. The Last Republican,
London, 1982. F. Hinard, Sylla, Paris, 1985. L. E. Reams, The First Fifty Years of Sulla: A Reassessment,
Diss. Southern California, 1985. P. F. Cagniart, The Life and Career of Lucius Cornelius Sulla through his
Consulship in 88 BC: A Study in Character and Politics, Diss. Texas, 1986. J. Gómez Pantoja, “L. Cornelius
Svlla. 25 años de investigación (1960-85) II. Estado de la cuestión”, Polis 3 (1991), 65-110. H. Behr, Die
Selbstdarstellung Sullas. Ein Aristokratischjer Politiker zwischen persönlichem Führungsanspruch und
Standessolidarität, Frankfurt an Main, 1993. R. Seager, “Sulla”, en The Cambridge Ancient History Volume
IX. The Last Age of the Roman Republic 146-43 BC (Cambridge, 1994), 165-207. W. Letzner, Lucius
Cornelius Sulla: Versuch einer Biographie, Münster, 2000. K. Christ, Sulla, Eine römische Karriere,
München, 2002.
226
Una de las siete colinas de Roma, donde se encontraba la ciudadela.

39
retratando la famosa escena del propio Bocchus entregando a Iugurtha a Sulla227. Para
A. Keaveney, no hay duda de que si bien el propio Bocchus quería congraciarse en
general con los Romanos228, mediante esta actuación, tenía asimismo en mente hacer un
favor a su amigo Sulla, como testimonia Plutarco229, y cuyo objetivo final era preparar
la candidatura de Sulla para el consulado del año 89 a.C.
Marius, el vencedor oficial de Iugurtha, que tenía su propio monumento en el
mismo lugar, se puso furioso al ver mancillado su honor. Con el resurgimiento de la
vieja reclamación de que era Sulla quien había realmente finalizado la guerra de
Iugurtha al serle entregado éste por el monarca mauretano, usurpaba a Marius su propio
triunfo. Por lo tanto, Marius se propuso retirar el monumento a sus ojos injurioso,
aunque tuviera que emplear el uso de la fuerza230. Por su parte, Sulla y sus partidarios
estaban también dispuestos a impedírselo, mediante el mismo método. El asunto iba a
finalizar con un estallido de violencia entre ambos contendientes, pero la insurrección
itálica paralizó cualquier disputa en Roma231.
Finalizada la Guerra de los Aliados, ambos personajes volverán a sus cuitas
personales, esta vez al utilizar como base el mando de la campaña militar contra
Mithridates VI, rey del Pontus (120-63 a.C.), que degenerará en la primera guerra civil
de Roma. Por tanto, el conflicto que iba a desencadenarse a finales del año 91 a.C. no
fue más que una pausa dentro de la contienda interna romana, aunque ciertamente forma
parte de ésta.

227
Plut. Mar. 32, 4; Sulla 6, 1.
228
P. F. Cagniart señala que Bocchus tenía problemas internos con un princeps de su propio país, Magudulsa
(Vir. Ill. 66, 6), en el mismo año 91 a.C., por lo que necesitaba el apoyo romano para mantener su posición.
229
Plut. Sulla 6, 1.
230
Plut. Mar. 32, 4; Sulla 6, 2.
231
Plut. Mar. 32, 5; Sulla 6, 2.

40
III

EL INICIO DE LA GUERRA

La muerte de Drusus soliviantó a los Itálicos, que comprendieron que ya no les


quedaba ninguna esperanza. Una chispa podía encender la hoguera de la guerra en
Italia. Y ésta prendió en la ciudad de Asculum, el antiguo centro del Picenum232, y única
comunidad de esta región que no había sido anexionada al ager Romanus.
Asculum, situada en la Via Salaria233, estaba situada junto al río Truentus (act.
Truento), en la confluencia con su afluente Castellano. Como describe Estrabón, se
trataba de una plaza fuerte con magníficas defensas naturales, debido a que tanto la
muralla que se había levantado sobre la colina en donde se asentaba la ciudad, como las
montañas que la rodean, no eran accesibles para un ejército234. Esto último quedó
demostrado de manera clara y diáfana por el largo asedio que Asculum hubo de soportar
por los Romanos durante la Guerra de los Aliados.
Hasta Asculum se había acercado Q. Servilius235, pretor del año 91 a.C.236
(mejor considerarlo pretor que procónsul237, aunque T. C. Brennan considera que este
título muestra que Servilius se encontraba en una misión extraordinaria, como lo
probaría la mención como legado por algunas fuentes238), que actuaba como
comisionado de Roma en el Picenum con objeto de efectuar indagaciones acerca de los
planes de los Aliados. Durante sus pesquisas, Servilius, recibió noticias239 de que un
joven era conducido como rehén desde Asculum a otra ciudad240.
Servilius se apresuró acaloradamente hacia Asculum241 y amenazó con acritud
a sus habitantes242, que estaban celebrando una fiesta243 o unos juegos244; éstos lo

232
Sobre este territorio, vid: G. Paci, “Per la storia di Cingoli e del Piceno settenrionale in età romana
republicana”, en Cingoli dalle origini al sec. XVI. Contributi e ricerche. Atti del XIX Convegno di Studi
Maceratesi (Macerata, 1986), 75-110; “Romanizzazione e produzione epigrafica in area medio-adriatica”, en
Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente (Zaragoza, 1986), 31-47; “Appunti di storia del
Piceno romano”, en Il Piceno in età romana, dalla sottomissione a Roma alla fine del mondo antico. Atti del
3º Seminari di studi per personale direttivo e docente della scuola (Teramo, 1992), 9-19. Ch. Delplace, La
romanisation de Picenum. L'exemple d'Urbs Salvia, Paris, 1993. L. Pupilli, Il territorio del Piceno centrale in
età romana, Colonnella, 1994.
233
Esta ruta comunicaba Roma con el mar Adriático. En un principio, sólo llegaba hasta Reate, pero luego se
extendió a Amiternum y luego a Asculum hasta alcanzar el mar. Vid: G. Alvina y T. Leggio, “La Via Salaria
dall’età romana al primo Medioevo”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000),
11-29.
234
Str. 5, 4, 2.
235
Para T. R. S. Broughton, fue enviado como pretor o como pretor con imperium proconsular, solución esta
última de H. Last y R. Gardner.
236
Diod. 37, 13, 2. Oros. 5, 18, 8. Vell. Pat. 2, 15, 1.
237
App. BC 1, 38. Liv. Per. 72, 2. Apiano señala que sería el procónsul de aquella zona, pues, al parecer, en
aquella época había procónsules al frente de las diversas partes de Italia. Pero esto no es más que un intento de
justificación de lo que sucedía en su propio tiempo.
238
Flor. 2, 6, 9 (que habla en plural, refiriéndose a Servilius y Fonteius). Oros. 5, 18, 8, aunque menciona que
Servilius era pretor, pero en funciones de legado.
239
Apiano señala que a través de uno de los enviados de Roma, pero en este caso se trata del propio Servilius.
Orosio señala que Servilius había sido enviado como legado (Oros. 5, 18, 8).
240
App. BC 1, 38.
241
Evidencia de que no se encontraba en Asculum, y que da la razón a Apiano de que su cometido era mucho
más amplio que el de vigilar esta localidad picena.
242
Cf. Diod. 37, 13, 2.

41
mataron en la creencia de que había sido descubierto el complot245. También fue
asesinado el legado246 de Servilius, C. Fonteius247.
Tras la muerte de ambos, personajes romanos de rango oficial, no hubo ya
perdón. Los habitantes de Asculum cerraron inmediatamente las puertas de la ciudad248,
y dieron muerte a todos los ciudadanos romanos que estaban entre ellos249 y saquearon
sus pertenencias250. Como indica Floro: “Éste fue el juramento de una guerra impía”251.
Todavía era el año 91 a.C.
Muy probablemente, la celebración de festivales y ceremonias religiosas era
utilizada por los Aliados para reunirse sin despertar sospechas. En el presente caso,
aprovecharían la ocasión para efectuar intercambio de rehenes. Pero, al estar ya
alertadas las autoridades romanas, debían de haber puesto en marcha a una multitud de
espías, que alertarían a Servilius de los tratos que se efectuaban en Asculum, con lo cual
éste procedió inmediatamente. Pero su mal modo de obrar252 hizo estallar a los
habitantes de la ciudad, precipitando el conflicto.
Un pasaje de Diodoro, que si bien no indica en que lugar ocurrió la acción,
muy posiblemente se refiera a los acontecimientos de Asculum. Durante la celebración
de una fiesta, se realizó en el teatro un espectáculo en donde participaban numerosos
Romanos. Cuando un comediante dio desahogo a su indignación, fue muerto por éstos
en el mismo teatro, debido a que no estaba interpretando su papel como la situación
requería253. Posiblemente el actor criticara la política de Roma.
F. R. Walton indica que los Romanos, aunque numerosos, serían una minoría
de la audiencia, pero pudieron actuar con total impunidad. Eso sí, los Aliados presentes
no se iban a quedar precisamente pasivos; de manera inmediata, idearon su propia
represalia.
La ocasión festiva se había visto transformada por el suceso en una enconada
hostilidad entre ambos grupos, Romanos y Aliados, y el pánico se estaba adueñando de
la situación. Pero, como menciona el propio Diodoro254, la Fortuna hizo su aparición en
escena mediante la graciosa figura de un sátiro.
Se trataba de un latino255, llamado Saunius, un bufón con un maravilloso
talento para producir diversión y alegría. No sólo podía fomentar las carcajadas por lo

243
App. BC 1, 38.
244
Flor. 2, 6, 9. Obs. 54.
245
App. BC 1, 38.
246
Los legados (lit. «delegados») eran personas designadas para un mando militar determinado por un
personaje con imperium. También se les utilizaba como embajadores. Vid: B. Schleussner, Die Legaten der
rómischen Republik decem legati und ständige Hilfsgesandte, München, 1973. B. E. Thomasson, Legatus.
Beiträge zur römischen Verwaltungsgeschichte, Stockholm, 1991.
247
App. BC 1, 38. Cic. Font. 41. Vell. Pat. 2, 15, 1. Floro dice que fueron asesinados los legados de la Urbe
allí presentes (Flor. 2, 6, 9). C. Fonteius fue padre de M. Fonteius (pr. 77 a.C.?), el legado de Pompeius
Magnus en la Gallia Transalpina durante el Bellum Sertorianum y, según algunas teorías, relacionado con la
creación de esta provincia.
248
Oros. 5, 18, 8.
249
App. BC 1, 38. Liv. Per. 72, 2. Obs. 54. Oros. 5, 18, 8.
250
App. BC 1, 38. Floro señala al Picenum como una de las regiones que se sublevaron contra Roma (Flor. 2,
6, 5).
251
Flor. 2, 6, 9.
252
App. BC 1, 38. Diod. 37, 13, 2.
253
Diod. 37, 12, 1.
254
Diod. 37, 12, 1.
255
No de un habitante del Latium, sino de un individuo que tenía este estatuto, como se deriva de la propia
acción.

42
que decía, sino incluso provocaba risas a través del más ligero movimiento de aquellos
que le veían. Su natural encanto era así de seductor256.
No es de extrañar que por lo antedicho Saunius fuese bienvenido por los
Romanos en sus teatros con deleite. Pero, precisamente, por ello, los Picentinos, con
objeto de privar a los Romanos de este disfrute y placer, habían resuelto matarlo257. Ha
de suponerse que esta actitud era una respuesta a la muerte del comediante anterior,
como se desprende de lo siguiente.
Saunius, al darse cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir, subió al escenario
poco después de que el actor había sido muerto, y dijo: «Miembros de la audiencia, los
presagios son favorables258. ¡Puede que el mal causado traiga la buena fortuna! Sabed
que no soy (ciudadano) Romano, sino sujeto a las fasces como lo estáis vosotros; ando
penosamente por Italia de un lado a otro, vendiendo mis gracias en búsqueda del júbilo
y la risa. Concederme entonces el mismo trato que a la golondrina, a la cual la
Divinidad ha dado el privilegio de construir su nido sin riesgo en casa de cualquier
hombre. Sería injusto para vosotros traer amargas lágrimas sobre vosotros mismos»259.
El sátiro continuó durante largo rato su parlamento en una vena conciliatoria y
humorística y, gracias a su persuasivo encanto (que le había hecho famoso), engatusó a
la audiencia gracias a su ácido y retorcido humor. De ese modo Saunius escapó del
peligro que le amenazaba260. A parte del hecho anecdótico en sí, muestra un panorama
ciertamente desolador.
Únicamente se puede señalar que este episodio ocurrió en el Picenum, y que
refleja la hostilidad de los Itálicos contra Roma en las vísperas de la Guerra de los
Aliados. Ciertamente, como indica F. R. Walton, es muy tentador situar esta escena en
Asculum, en la asunción que el festival citado es en el que el pretor Servilius y su
legado Fonteius fueron asesinados y los Romanos que estaban en la ciudad masacrados.
También la siguiente anécdota, perteneciente a Dión Casio, podría
corresponder al mismo lugar. Los Picentes261 vencieron a aquellos que no se habían
unido a su rebelión y abusaron de ellos a la vista de sus amigos, mientras arrancaban de
las cabezas de sus esposas el cabello al mismo tiempo que la piel262. Como puede
observarse, nunca mejor dicho, los nervios estaban a flor de piel, y se torturaba a los
prisioneros antes de darles muerte. Esta noticia está refrendada por Obsecuente, al
señalar como “prodigioso” que unos Romanos fueron salvajemente torturados por los
Picentes263.
Las noticias sobre Asculum no finalizan. Diodoro señala que en esta ciudad
había sido puesto en prisión por los Romanos para su confinamiento a un cierto cilicio
de nombre Agamemnon, quien a través de un repentino revés en el que sus cómplices
fueron muertos, había sido capturado con vida, y encerrado en prisión264. Al ser puesto
en libertad por los Picentinos, en agradecimiento, sirvió en el ejército de los
sublevados265. Como tenía mucha experiencia en el bandidaje, invadió el país del

256
Diod. 37, 12, 2.
257
Diod. 37, 12, 2.
258
Una referencia al cadáver, como si éste hubiera sido sacrificado qué deparaba el futuro.
259
Diod. 37, 12, 3.
260
Diod. 37, 12, 3.
261
Asculum era la única comunidad aliada de este pueblo, por lo que todas las menciones deben referirse a
esta ciudad.
262
Dio Cass. 38 fr. 98, 3.
263
Obs. 55.
264
Una anotación interesante, porque su destino sería la crucifixión.
265
Diod. 37, 16, 1.

43
enemigo (es decir, el ager Romanus) con una banda de soldados sus iguales en cometer
fechorías266.
Es evidente que los Aliados buscaban a cualquiera que luchase contra los
Romanos. De forma curiosa, Orosio indica que los jefes máximos de la rebelión eran,
por parte de los Samnitas, Papius Mutilius, y por parte de los Marsos, ¡el jefe pirata
Agamemnon!267.
Ciertamente, la región anatólica de Cilicia era reconocida en la época como
una cantera de piratas, y la denominación de “cilicio” se había extendido a todo aquel
que practicase el “arte” de la piratería268. Por tanto, la información de Diodoro y Orosio
se complementan: Agamemnon, un nombre de clara tradición homérica, era un jefe
pirata que había sido capturado por los Romanos y liberado posteriormente por los
Picentinos. Desgraciadamente, no se puede dilucidar si Agamemnon formó una pequeña
flota para actuar en la costa adriática (así lo plantea E. T. Salmon) o si actuó en tierra
firme en el Picenum (como piensa L. Pareti).
En realidad, parece que en Asculum los ánimos estaban exacerbados debido a
la intervención romana en su comunidad, una práctica que se había incrementando
durante el s. II a.C. Un miliario269 demuestra que un prefecto romano, de nombre Cn.
Statius, actuó dentro del territorio de la ciudad, mostrando de nuevo la potestad de
Roma sobre sus Aliados. Posiblemente, se trate de un hecho muy cercano
cronológicamente al estallido del conflicto, y la actitud del prefecto romano pudiera
hacer comprender la saña con la que se emplearon los Ascolitanos.
No debe olvidarse las causas económicas. D. B. Nagle considera que los
Romanos, quienes estaban en posesión de las mejores tierras y podían poner en práctica
las nuevas técnicas agrícolas con mayor facilidad, se enriquecerían en mayor medida
que sus vecinos, los Picentes, todavía aliados. Esta prosperidad debió de verse como
una auténtica amenaza, y si existió una tendencia entre estos últimos a un aumento de
población, este se canalizaría sin duda en dirección al ager Romanus, en una situación
en la cual se encontrarían sin título legal de propiedad. Ancona (act. Ancona) y
Auxinum (act. Osimo)270, y quizás Firmum, Potentia (act. Potenza Picena), Helvia
Ricina (act. Villa Potenza, cerca de Macerata) y Pausulae (act. San Claudio di
Corridonia), fueron escenarios de la actividad de la comisión gracana en el Picenum.
Ha de recordarse que Asculum participó en el movimiento de Fregellae271, por
lo que es normal que Roma enviara un comisionado (Servilius) para conocer cuáles eran
las intenciones de sus habitantes. Ciertamente, razones no les faltaban. Sólo quedaba
prender la mecha a una situación explosiva, y así ocurrió.

266
Diod. 37, 16, 1.
267
Oros. 5, 18, 10.
268
Sobre la piratería, vid: H. A. Ormerod, Piracy in the Ancient World. An Essay in Mediterranean History,
Liverpool, 1924. A. Pohl, Die Römische Politikund die Piraterie im östlichen Mittelner vom 3. bis zum 1. Jh.
v. Chr., Berlin, 1993. S. Tramonti, Hostes communes omnium. La pirateria e la fine della Republica Romana
(145-33 a.C.), Ferrara, 1994. Ph. de Souza, Piracy in the Graeco-Roman World, Cambridge, 2000.
269
AE 2000 476. Vid: L. Gasperini, “Scoperta di un milliario in territorio di Ascoli Piceno”, Picus 1 (1981),
175-177. G. Paci, “Il milliario repubblicano di Porchiano”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di
studi (Roma, 2000), 343-353. La nueva ruta sería dirigida hacia Firmum o al interior del Picenum.
270
Lib. Col. 226-227.
271
Vir. Ill. 65, 2.

44
La acción tomada por los habitantes de Asculum fue el inicio de la Guerra de
los Aliados272. Desde esta ciudad, la revuelta se extendió por las regiones montañosas
de la Italia central y meridional.
El nombre del conflicto, Bellum Marsicum, deriva su nombre justamente del
grupo étnico de los Marsos, el pueblo que fue el primero en tomar las armas, como
justamente recuerda Diodoro273, así como Estrabón, quien además añade que lo fue
mediante el liderazgo de Poppaedius Silo274, el viejo conocido de Drusus. Si bien la
chispa prendió en Asculum, sin duda hay que atribuir a los Marsos el inicio de la
rebelión abierta.
Los Marsos extendieron la noticia de la rebelión a todas las regiones275 de
Italia. Cuando se comprendió la verdadera escalada de los acontecimientos, el conflicto
fue llamado Bellum Italicum o Bellum sociale.
Este drama tuvo, por supuestos, sus propios prodigios. De esta forma,
Obsecuente menciona que cuando unos Latinos arreaban reses y rebaños desde los
campos a la ciudad, se produjeron muertes de seres humanos por todas partes. Los
rebaños entraron en una estampida tan frenética, que arrollaron a sus dueños, evocando
la imagen de una guerra despiadada; los perros, derramando lágrimas con muchas
muestras de emoción, presagiaban el desastre para los suyos276.
Orosio también describe el mismo fenómeno. Inmediatamente después,
horribles prodigios superaron la atrocidad de este crimen. Efectivamente los animales de
todas las especies que estaban acostumbrados a aguantar dulcemente el trato humano y
a vivir ente los hombres, abandonando los establos y los lugares de pastoreo, huyeron a
las selvas y montes en medio de patéticos balidos, relinchos y mugidos. También los
perros, cuya naturaleza es no poder vivir sin los hombres, anduvieron errantes con
tristes aullidos a modo de lobos277.
El incidente de Asculum sucedió mientras todavía se estaban efectuando los
planes de la sublevación278, por lo que el inicio de la contienda cogió por sorpresa a
unos y otros. En buena lógica, debía de ser la primavera del año 90 a.C., con el buen
tiempo, cuando realmente debían estallar las hostilidades. Este hecho no fue
precisamente beneficioso para los Aliados, que no tenían listos todavía sus preparativos,
y era precisamente la sorpresa el factor más importante de su movimiento, antes de que
Roma pudiera movilizar todos sus efectivos.
Antes del inicio abierto de la contienda, los Aliados, ya en armas, intentaron un
último esfuerzo de llegar a un acuerdo pacífico de sus diferencias con Roma. De esta
forma, enviaron delegados a la Ciudad Eterna para quejarse de que, según las palabras
de Apiano, “habiendo cooperado en todo con los Romanos para que éstos pudieran
lograr su imperium, a la vez no les consideraban dignos de concederles la ciudadanía a
pesar de la ayuda que habían prestado”279.
P. Frasinetti pone un fragmento de Cornelio Sisena en este momento, en el que
se señala que “no encontréis maravilla por el hecho que con voluntad resuelta tenemos

272
Liv. Per. 72, 2. Vell. Pat. 2, 15, 1
273
Diod. 37, 1, 6; 37, 2, 1.
274
Str. 5, 4, 2.
275
Vell. Pat. 2, 15, 1. Apiano también señala (App. BC 1, 39) que, conocida la actuación de los Asculanos,
todos aquellos pueblos que eran sus vecinos “sacaron a la luz sus preparativos de guerra”.
276
Obs. 54.
277
Oros. 5, 18, 9.
278
Oros. 5, 18, 8.
279
App. BC 1, 39.

45
la sola intención de hacer la guerra”280. Justificación ante otros de la decisión de tomar
las armas por parte de los Itálicos.
La respuesta enérgica del Senado fue que, si se arrepentían de lo que había
ocurrido, podían enviar delegados, pero en caso contrario, no281. Ya se había llegado
demasiado lejos. Por tanto, los Aliados, perdida toda esperanza, se aprestaron a efectuar
sus preparativos282.
Como la sublevación aconteció en Asculum muy avanzado el año 91 a.C., no
hubo mucho tiempo para que se pudieran efectuar verdaderas campañas militares en
este año. Pero esto no significa ni mucho menos que imperara la paz. Para E. T. Salmon,
los dos grupos en que se podían dividir a los insurgentes, es decir, el frente septentrional
o “mársico” y el frente meridional o “samnita”, se movilizaron de inmediato en un
esfuerzo de eliminar los obstáculos que barrían sus respectivos caminos hacia Roma, es
decir, las colonias latinas.
De esta forma, es de suponer que la fortaleza de Alba Fucens283 fue atacada en
el frente septentrional “mársico” o mientras que Aesernia lo sería en el frente
meridional284. En cualquier caso, ninguna de estas dos ciudades cayó en este momento.
Los secesionistas tenían que capturar ambas colonias latinas si su objetivo era amenazar
la propia ciudad de Roma, aunque es más que dudoso si en este momento hubieran sido
capaces en este momento de poder tomar la Ciudad Eterna al asalto.
No se han conservado otros detalles concernientes a operaciones militares
acontecidas en el año 91 a.C.285
En la presente exposición se ha tratado, aunque sea de manera somera, la
situación de los Itálicos, y de cómo se llegó a la apertura de las hostilidades. Ahora es el
momento de preguntarse sobre las causas de este conflicto286.
A. J. Toynbee sostuvo que el duro castigo infligido por Roma a las
comunidades desleales durante la Segunda Guerra Púnica, en especial, las
confiscaciones de tierras, acabaron finalmente por provocar el enfrentamiento armado.
Esto no es cierto a tenor de las evidencias existentes. Livio recuerda los grupos étnicos
que se unieron a Hannibal: “Los Campanos, los Atelanos, los Calatinos, los Hirpinos,
una parte de los Apulios, los Samnitas menos los Pentros, todos los Brucios, los
Lucanos y además los Uzentinos y casi toda la costa ocupada por las ciudades griegas,
los Tarentinos, los Metapontianos, los Crotoniatas y los Locrios, y todos los Galos de
Cisalpina”287.
En un principio, sorprende que los Pentros, el alma mater de la resistencia en la
Guerra de los Aliados, no se unieran a Hannibal, mientras que ninguna comunidad
griega se unió a la sublevación itálica. Ciertamente, el problema de la posesión de la

280
Sisen. fr. 10.
281
App. BC 1, 39.
282
App. BC 1, 39.
283
Sobre esta ciudad, vid: J. Mertens, Alba Fucens, I, Bruxelles, 1969; “Alba Fucens”, DArch 6 (1988), 87-
104. F. Coarelli, “Lépide et Alba Fucens”, REA 100 (1998), 461-475.
284
Cf. Liv. Per. 72, 5.
285
E. T. Salmon considera que Veleyo Patérculo indica que no hubo acciones militares en el año 91 a.C. (Vell.
2, 16, 4). Pero este escritor sólo dice que en dos años consecutivos, esto es, años 90 y 89 a.C., murieron en
combate en cada uno un cónsul. Por su parte, L. Pareti considera que en el año 91 a.C. se efectuaron un gran
número de ataques aliados sobre diversos puntos de Italia centro-meridional, pero, que de hecho,
corresponden al año 90 a.C.
286
Sobre este tema, vid: E. T. Salmon, “The Cause of the Social war”, Phoenix 16 (1962), 107-119. D. B.
Nagle, “An Allied View of the Social War”, AJA 77 (1973), 367-378.
287
Liv. 22, 61, 11-12. Cf. Pol. 3, 118, 3. Pero hubo algunas otras comunidades que se unieron a Hannibal, y
que no son mencionadas en este párrafo.

46
tierra está detrás del estallido del conflicto, pero no parece que haya que retroceder tanto
en el tiempo.
Así J. Carcopino288, seguido por D. B. Nagle, atribuye el conflicto a las
intervenciones arbitrarias de los tribunos gracanos, es decir, a los trabajos de la
comisión agraria en cuanto a la delimitación y posesión de la tierra289. Ciertamente,
como indica P. A. Brunt, y actualmente siguen, entre otros investigadores, A. Bancalari
y E. Gabba, no puede negarse que en un principio las razones de los «príncipes de los
itálicos» eran políticas, puesto que pedían el voto, con el cual confiaban en convertirse
en gobernantes en vez de súbditos290. Pero ello se debía fundamentalmente a que las
instituciones que en Roma protegían los intereses de las elites y comunidades itálicas,
tales como el hospitium y la clientela, no habían podido prevenir la aprobación de unas
leyes que eran lesivas para los intereses de los anteriores, pues cuestionaban seriamente
la propiedad (legal o ilegal) de la tierra, su mayor activo.
El sentimiento anti-romano, al que las masas dieron rienda suelta al estallar el
conflicto, como ha podido observarse en el caso de Asculum, puede derivarse de este
hecho. Entre otras causas, que ya hemos citado en la introducción, hay que tener en
cuenta que existía una generalizada crisis económica en varias regiones itálicas, como,
p. e., el Samnium, en contraste con el desarrollo del latifundio y el trabajo servil en
detrimento de la pequeña y mediana propiedad291. Esto puede confirmarse, como indica
A. Mele, por el hecho de que cuando el esfuerzo económico y militar gravaba
fundamentalmente al Samnium, fueron liberados 20.000 esclavos292.
Por supuesto, como señala T. Frank, los Itálicos deseaban escapar de las
arbitrariedades de los magistrados romanos, asegurar un reparto más justo de las cargas
militares y del reparto del botín, una posición más favorable en los tribunales romanos
así como los mismos derechos en el comercio y en el matrimonio. Pero el motivo
profundo de la rebelión es otro.
La tierra, la base de la riqueza y de la posición social, jugó un papel primordial
en el estallido del conflicto, como ha demostrado R. S. Howarth. La defensa del derecho
de posesión ésta, mediante la utilización de su condición de ciudadanos romanos, era el
sentimiento mayoritario de los Aliados293.
Las palabras de Apiano son elocuentes al respecto: “E, incluso, los propios
aliados itálicos, en cuyo interés precisamente planeaba Drusus estas medidas, tenían
miedo de la ley de las colonias, pues pensaban que el agro público romano, que estaba

288
Vid: J. Carcopino, “Les lois agraires des Gracques et la guerre sociale”, BAGB 22 (1928), 3-23.
289
W. Seston critica esta teoría debido a que se basaría en la localización de los termini gracanos, los cuales
habrían sido destruidos por los Itálicos durante la guerra. Pero los datos del Liber Coloniarum, que W. Seston
olvida citar, son bastante expresivos al respecto. Asimismo, ha de recordarse que al menos se conoce un caso
en que un terminus gracano fue restaurado (CIL I2 719 = CIL XI 6334 = ILLRP 474 = ILS 26).
290
App. BC 1, 35.
291
Cf. App. BC 1, 7.
292
Diod. 37, 2, 10. Sobre esclavos y libertos, vid: M. I. Finley, Slavery in Classical Antiquity, Cambridge,
1960. S. Treggiari, Roman Freedmen during the Late Republic, Oxford, 1969. G. Fabre, Libertus. Recherches
sur les rapports patron-affranchi à la fin de la République romaine, Rome, 1981. L. Schumacher, Servus
index. Sklavenverhör und Sklavenanzeige im republikanischen und kaiserzeitlichen Rom, Wiesbaden, 1982. J.
C. Dumont, Servus. Rome et l’esclavage sous la République, Rome, 1987. K. R. Bradley, Slavery and
Rebellion in the Roman World, 140 BC-70 BC, Bloomington, 1989; Slavery and Society in Rome, Cambridge,
1994. J. M. Jorquera Nieto, “Servus, Roma et l’esclavage sous la République”, DHA 19/2 (1993), 65-116. P.
Garnsey, Ideas of slavery from Aristotle to Augustine, Cambridge, 1996. Sobre los esclavos en tiempos de
guerra, vid: N. Roland, Les esclaves romains en temps de guerre, Bruxelles, 1977, que no menciona para nada
este conflicto.
293
Evidentemente, la manifestación de que los Itálicos prefirieran la ciudadanía a la posesión de la tierra (App.
BC 1, 21) es absurda en todos los sentidos.

47
todavía sin repartir y algunos de ellos lo cultivaban por la fuerza y otros en la
clandestinidad, les sería arrebatado de inmediato y que en muchos aspectos se verían
perturbados hasta en sus propiedades particulares”294. La no concesión de la ciudadanía
romana, para defender su derecho y su posesión de la tierra, propició el levantamiento
itálico.
D. B. Nagle, defensor de esta teoría, lo muestra perfectamente. En cuanto a las
pueblos belicosos de los Apeninos Centrales295: Vestinos, Marrucinos, Pelignos,
Frentanos y Marsos habían sido fieles aliados de Roma durante los dos siglos anteriores
al estallido de la Guerra de los Aliados, lo que indica el grado de desesperación que
tenían estas etnias para tomar tan drástica decisión. Pero en este lapso de tiempo el
dominio de Roma se había dejado sentir en sus territorios.
En el s. IV a.C. las colonias de Hadria (act. Atri), Sora (act. Sora) y Alba
Fucens otorgaron a Roma importantes puntos de apoyo en la región y al mismo tiempo
bloqueaban la expansión de los pueblos de los Apeninos en dirección al ager Romanus.
Hadria prevenía los movimientos en el Picenum, Alba cerraba la carretera hacia Roma
por la ruta de la Via Valeria y Sora estaba situada entre las tierras altas y la Campania,
es decir, impedían la libre circulación por las rutas tradicionales que en el pasado fueron
utilizadas por las tribus de las montañas para expandirse en dirección a las más fértiles
tierras bajas.
Para el s. II a.C. la actividad romana en estas regiones se incrementó, como
puede observarse en la realización de nuevas rutas de comunicación296. Posiblemente en
el año 154 a.C. vio la construcción de la Via Valeria a través de los Apeninos en
dirección al Adriático, pasando por ciudades clave como Corfinium y Teate, los centros
respectivos de los Pelignos y los Marrucinos297. Asimismo, la Via Minucia, desde
Corfinium a la costa adriática, probablemente date del año 100 a.C.298
En este mismo sentido, el Liber Coloniarum señala que se efectuaron
asentamientos gracanos en Sulmo y Corfinium y, aunque los hallazgos arqueológicos no
lo corroboran, puede ser plausible. Ambas localidades, ubicadas en el corazón del
territorio peligno, estaban situadas en un fértil valle, en un entorno que corresponde a
otras localizaciones efectuadas por la comisión gracana.
En cuanto a los objetivos de la insurrección, existen dos teorías, ambas
apoyadas por las fuentes antiguas: a) consecución del ius civitatis (tesis desarrollada por
el escritor griego Apiano, y cuyo mayor defensor es E. Gabba); b) una auténtica
reivindicación independentista con respecto a Roma y la consecución de un Estado
federal, como defienden H. Last, R. Gardner299 y C. Nicolet.

294
App. BC 1, 36.
295
Sobre las poblaciones de los Apeninos, vid: E. Dench, From Barbarians to New Men. Greek, Roman, and
modern perceptions of peoples of the central Apennines, Oxford, 1995.
296
Recuérdese el hallazgo de un miliario cercano a Asculum (AE 2000 476).
297
Str. 5, 4, 2. El trazado de Corfinium a Aternum, esta última en la costa adriática, fue restaurado por el
emperador Claudius (AE 1958, 265 = CIL IX 5973) y denominado por ello Via Claudia Valeria, indicando
que la Via Valeria había alcanzado la costa en una época anterior a este emperador297. Pero debe advertirse
que no todos los investigadores están de acuerdo en que la Via Valeria alcanzara las orillas del Adriático en
época republicana
298
La ruta de la Via Minucia es bastante incierta, pero es probable que pueda identificarse con la carretera que
iba desde Corfinium y Sulmo hacia el sur a través del Samnium. Vid: E. Salvatore Laurelli, “La via Minucia.
Note di geografia e topografia antica”, ASP 45 (1992), 7-30. A. Mosca, “Via Municia. Problemi storici e
topografici”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana
(Galatina, 2001), 79-87.
299
El objetivo de los Itálicos sería para estos dos investigadores establecer un estado independiente, y adquirir
la ciudadanía romana era sólo un medio alternativo y no un fin en sí mismo.

48
En primer lugar, es de interés ofrecer la opinión de Veleyo Patérculo, escritor
de época del emperador Tiberius, y descendiente de un notable de Aeclanum que luchó
junto a Sulla en la Guerra de los Aliados300. A pesar de este hecho, considera que la
causa aliada fue fundamentalmente justa. He aquí sus palabras: “Tan terrible fue la
fortuna de éstos, como justísima la causa. Pues reclamaban una ciudadanía cuyo
imperium defendían con las armas. Decían que todos los años y en todas las campañas
militares habían duplicado la aportación de soldados y jinetes y que no habían recibido
el derecho de esa ciudadanía, que gracias a ellos había llegado a tal altura que podía
despreciar a hombres de su mismo origen y sangre como si fueran extranjeros y
extraños”301.
Ante todo, para Veleyo Patérculo los Aliados buscarían la obtención de la
ciudadanía romana, lo que también confirman los testimonios de Cicerón302, Diodoro303,
Justino304 y Orosio305. En este mismo sentido, repetimos las palabras de Apiano, quien
decía que con la propuesta de ley de Drusus los Aliados “se convertirían de inmediato
en gobernantes en vez de súbditos”306.
La siguiente anécdota, transmitida por Diodoro, es ilustrativa al respecto: “Un
cretense vino a ver al cónsul Iulius con una propuesta de traición y le dijo: «Si yo te
permito que venzas al enemigo, ¿cuál será la recompensa que me darás por mis
servicios?». El general dijo: «Te haré ciudadano romano, y serás honrado en mi
estimación». Desternillado de risa por este comentario, el cretense dijo: «A los ojos de
los Cretenses la ciudadanía (romana) es una solemne estupidez. El beneficio al que
nosotros aspiramos, y por el que nosotros deambulamos tanto por tierra como por mar,
por cada flecha que lanzamos307, es por consideración al dinero. Por tanto, yo estoy aquí
sólo para ganar dinero. Concede la recompensa de la ciudadanía a los hombres que
están peleando ahora por ella, y quienes están comprando con sangre esta vana palabra
por la que luchan», El otro rió y le dijo: «Si nuestro intento tiene éxito, te daré mil
dracmas»308.
F. R. Walton considera que por el orden del fragmento en la obra de Diodoro,
el cónsul debe de ser L. Iulius Caesar (cos. 90), más que Sex. Iulius Caesar (cos. 91)309.
Ciertamente, no todo el mundo daba valor a tener la ciudadanía romana. Esta anécdota,
de la que no debe dudarse de su autenticidad, pone de manifiesto que hasta incluso los
extranjeros tenían claro la causa de la Guerra de los Aliados.
Pero no hay que creer que todos los Aliados tuvieran esta misma finalidad.
Para Eutropio, los sublevados reivindicaban la independencia310, mientras que según

300
Vell. Pat. 2, 16, 2.
301
Vell. Pat. 2, 15, 2. Sobre este tema, vid: Ch. d’Aloja, “Velleio Patercolo e la visione italica tra vecchio e
nuovo”, en Epigrafia e territorio. Política e società. Temi di antichità romane VII (Bari, 2004), 213-224. No
por menos reproducir las palabras del poeta P. Ovidius Naso, natural de Sulmo, en el mismo sentido que el
anterior: “Mantua se enorgullece de Vergilius, Verona de Catullus, y yo seré llamado gloria de la nación
pelignia, a la que hizo su propia libertad tomar las armas del honor, cuando Roma tenía miedo y angustia ante
las tropas aliadas” (Ovid. Am. 3, 15, 5-10).
302
Cic. Phil. 12, 27.
303
Diod. 37, 15, 3.
304
Iust. 38, 4, 13.
305
Oros. 5, 18, 2. El término libertas, como indica P. A. Brunt, ha de ser tomado como un equivalente a
civitas.
306
App. BC 1, 35.
307
Se trata pues, de un arquero cretense.
308
Diod. 37, 18, 1.
309
Sobre la presencia de ambos personajes en este conflicto, vid: A. Keaveney, “Caesars in the Social War”,
RhM 126 (1983), 273-281.
310
Eutrop. 5, 3, 1.

49
Estrabón éstos buscaban la libertad311. Pero las frases de ambos escritores no son
exactamente lo suficientemente determinantes y claras y, por desgracia, son demasiado
breves como para tomarlas como decisivas.
El testimonio de Apiano da la clave de la solución. Al hablar de la concesión
de la lex Iulia (año 90 a.C.), dice que “el Senado decretó, además, que aquellos Aliados
itálicos que aún permanecían en la alianza (romana) obtuvieran el derecho de
ciudadanía, lo cual era precisamente la cosa que más deseaban casi todos”312. El final de
la frase indica claramente que no todos los Aliados tenían el mismo objetivo. Y éste es
el punto clave para que Samnitas y Lucanos prosiguieran el conflicto una vez que la lex
Plautia Papiria concediera a todos los Itálicos el derecho de ciudadanía (89 a.C.).
Apiano, al finalizar su relato sobre la Guerra de los Aliados (que concluye a
finales del año 89 a.C.), dice que “Éstos fueron los acontecimientos en Italia relativos a
la Guerra de los Aliados, que alcanzó sobre todo su máximo apogeo hasta que toda
Italia accedió a la ciudadanía romana, con excepción en un principio de los Lucanos y
los Samnitas; pues, me parece que éstos obtuvieron también después lo que
deseaban”313. Este pasaje pudiera interpretarse de nuevo como el deseo de todos los
Aliados de acceder a la ciudadanía, del que en un primer momento quedaron excluidos
Samnitas y Lucanos, que no depusieron las armas hasta el año 87 a.C.
Pero, la persistencia de Samnitas y Lucanos no se debía a causa de esta
concesión, sino a otra razón. La rivalidad histórica entre Samnitas y Romanos, que en
tres guerras314 se enfrentaron por la hegemonía de Italia, debió de jugar en esta
comunidad aliada (y en la de los Lucanos) un importante papel315.
Veleyo Patérculo recuerda la amenaza de Pontius Telesinus en la víspera de la
batalla de la Porta Collina en el año 82 a.C., en que “iba diciendo que había llegado el
último día para los Romanos y gritaba que había que derribar y destruir la ciudad
[Roma], añadiendo que nunca faltaría lobos que arrebataran la libertad a Italia, si no se
destruía el bosque en que se solían refugiar”316.

311
Str. 5, 4, 2. Aunque “durante dos años se mantuvieron firmes en la guerra, hasta que consiguieron los
derechos comunes por los que habían emprendido la contienda”.
312
App. BC 1, 49.
313
App. BC 1, 53.
314
Primera Guerra Samnita (343-341 a.C.), Segunda Guerra Samnita (327-304 a.C.) y Tercera Guerra Samnita
(298-290 a.C.).
315
Incluso es posible que descendientes de los dirigentes samnitas de esta época fueron los líderes de sus
comunidades en la Guerra de los Aliados, vid infra.
316
Vell. Pat. 2, 27, 2. P. A. Brunt no cree que estas palabras fueran ciertamente pronunciadas, aunque su
análisis está determinado por la creencia de que los Samnitas no buscaban la independencia durante la Guerra
de los Aliados, por lo que menoscaba cualquier testimonio a favor de este postulado. Simplemente, hay que
recordar las palabras de Silio Itálico sobre el rencor de los Samnitas hacia los Romanos: odium renovare ferox
in tempore Samnis (Sil. Ital. 11, 8). Toda una declaración de intenciones. El testimonio de Estrabón tampoco
deja lugar a dudas de la animadversión existente entre ambos: “En la actualidad (los Samnitas) han sido
completamente aniquilados por otros pueblos y, en último término, por Sulla, el que se convirtió en dictador
de los Romanos. Éste, cuando al poner fin a la revuelta de los pueblos itálicos, tras muchos combates, vio que
éstos eran, de hecho, casi los únicos que permanecían unidos y que se mostraban tan próximos a las fronteras
como para marchar incluso contra Roma, trabó combate ante sus propias murallas y, a unos, los despedazó en
el campo de batalla, pues había ordenado que no hubiera supervivientes, mientras a otros, a los que entregaron
las armas, se habla de unos 3.000 o 4.000 hombres, tras conducirlos a la Villa Pública, que está en el Campus
Martius, los encerró en prisión. Tres días después, envió soldados que degollaron a todos y además promulgó
un decreto de proscripción por el cual no cesaría hasta que todo aquel que tuviera nombre samnita fuera
eliminado o expulsado de Italia. Frente a quienes le acusaban por su crueldad desmedida, él decía que había
aprendido de la experiencia que ni uno sólo de los Romanos podría jamás vivir en paz mientras los Samnitas
permanecieran unidos en una nación. De hecho, en la actualidad sus ciudades se han convertido en aldeas,
algunas han sido abandonadas por completo, como Bovianum. Aesernia, Pana, Telesia, contigua a Venafrum,

50
Como indica D. B. Nagle, algunas de las más duras batallas de la Guerra de los
Aliados acontecieron cuando los Pentros y los Hirpinos intentaron romper los dos
círculos concéntricos de fortalezas romanas que habían sido construidas desde el a. IV
a.C. y que limitaban sus movimientos. El primero de estos cinturones fue construido en
el s. IV a.C. y consistía de una línea de colonias latinas distribuidas en un semicírculo
desde Sora en el alto valle del río Liris a Luceria en el lado adriático del Samnium317.
Después de la Tercera Guerra Samnita y la Guerra contra Pyrrhus en el s. III
a.C. nació un segundo cinturón, profundamente situado en territorio samnita y cuyo
reflejo eran las colonias latinas de Aesernia y Beneventum, a las que hay que sumar las
de Venusia y Paestum. Aufidena y una amplia franja de territorio al norte de Aesernia
fue confiscada a los Caracenos, quienes desaparecieron de la historia como grupo
independiente, y el área se convirtió en una praefectura318. Cominium, Atina, Casinum
(act. Cassino) y Rufrae (act. Presenzano), con parte de las mejores tierras del Samnium,
pasaron a manos romanas.
Como resultado de las confiscaciones romanas, las dos tribus más poderosas de
la otrora liga samnita, los Pentros y los Hirpinos, quedaron físicamente separadas una de
otra; en cuanto a las otras dos, los Caracenos parecen haber sido obligados a fusionarse
con los Pentros, mientras que los Caudinos fueron desmembrados y en parte
anexionados, como aconteció con la propia población de Caudium. La Campania
meridional, la escena de muchas duras batallas del conflicto, se encontraba ahora
rodeada por territorio romano, a excepción del área costera.
El tercer estadio del avance romano en territorio samnita se produjo en el s. II
a.C., con posterioridad a la Segunda Guerra Púnica. Los Pentros no se unieron a
Hannibal y parece que no sufrieron pérdidas de su territorio, aunque sufrieron las
consecuencias de las depredaciones del conflicto, y tampoco obtuvieron recompensas;
era éste el papel que precisamente Roma atribuía a sus Aliados. Pero los Caudinos y los
Hirpìnos, quienes habían desertado al campo cartaginés, fueron castigados duramente.
En el área hirpina, el territorio cerca de Abellinum se convirtió en ager publicus, como
también el ager Taurasinus. Los Caudinos perdieron lo que tenían (si tenían) de su
autonomía, y se convirtieron en praefecturae. De esta forma, el segundo cinturón fue
todavía más opresivo: una franja continua de territorio romano, desde el país marso al
Adriático, encerraba y dividía a las dos supervivientes tribus samnitas.
Sin querernos diferir más en el tiempo, a finales del s. II a.C. hubo otra ola de
asentamiento romano en territorio samnita. De acuerdo con el Liber Coloniarum,
terrenos de las poblaciones de Compsa, Abellinum (act. Atripalda)319, Cadatia
(¿Caiatia? [act. Caiazzio] o incluso Calatia [act. Gallazze di Maddaloni]) y Telesia fue
destinado a colonos por la comisión gracana320. Esto está confirmado en el caso de las
dos primeras localidades por el hallazgo de termini gracanos en Rocca San Felice321,
situada entre Aeclanum y Compsa, y E. Pais ha argüido convincentemente que el caso

y quedan otras del mismo tipo, ninguna de las cuales es merecedora de ser considerada como una ciudad. Sin
embargo, dada la gloria y la pujanza de Italia, nosotros nos hemos visto obligados a descender a detalles de
importancia mediana. Beneventum, empero, y Venusia, se han mantenido en buen estado” (Str. 5, 4, 11).
317
Las colonias fueron Sora, Fregellae, Interamna Lirenas, Suessa Aurunca, Cales, Saticula y Luceria, más
dos civitates foederatae, Teanum Sidicinum y Aquinum.
318
Sobre las prefecturas, vid: R. C. Knapp, “Festus 262 L and Praefecturae in Italy”, Athenaeum 58 (1980),
14-38.
319
Posiblemente a su territorio corresponda un terminus gracano (CIL I2 2934).
320
Lib. Colon. 210, 229, 233, 238.
321
CIL I2 643 = CIL IX 1024 = ILLRP 473a = ILS 25a. CIL I2 644= CIL IX 1025 = ILLRP 473b = ILS 25b.
CIL I2 645 = CIL IX 1026 = ILRP 473c.

51
de Telesia también es correcto, e incluso E. Hermon ha defendido la asignación a este
periodo de la colonia Herculia a la población de Telesia. Se trataría de tierras que
pertenecían al ager publicus tras las diversas confiscaciones pero que permanecieron en
manos de sus antiguos propietarios.
Asimismo, en este mismo territorio se han detectado dos miliarios322
pertenecientes a la Via Aemilia, ruta construida durante el s. II a.C. por el cónsul M.
Aemilius Lepidus (cos. 126 a.C.). Además, cerca de Venafrum, un miliario de L.
Cornelius Cinna (cos. 127 a.C.) refleja los trabajos para una sistematización de la Via
Latina323. Como se puede apreciar, se estaba efectuando el mismo procedimiento que
anteriormente se había aplicado a Vestinos, Pelignos y Marsos.
Una importante evidencia de la nueva situación creada es el yacimiento de
Fioccaglia di Flumeri, a menos de 10 km al NE de Aeclanum, en la confluencia de la
Via Appia y la Via Aemilia. Se trata de un centro urbano, sin murallas, de unas 12 ha,
posiblemente un forum. A través de los datos arqueológicos, parece ser una fundación
gracana y fue destruido durante la Guerra de los Aliados, testimonio silencioso como
centro comercial, cultural y administrativo de los nuevos colonos, posiblemente una
praefectura. La construcción de la Via Aemilia vendría, según G. Camodeca, a
comunicar los distintos asentamientos creados por los Gracchi324.
Como indica D. B. Nagle, si alguno de los Aliados tenía razones para sentir un
intenso rencor contra la expansión romana por Italia, los Samnitas son el candidato
perfecto, pues año tras año habían visto sus tierras reducidas una y otra vez por las
expropiaciones. La aparición de la comisión gracana en el mediodía peninsular sólo
podía haber sido recordada como una continuación de la política romana tradicional325.
La aprobación de numerosas leyes agrarias en el periodo anterior de la Guerra de los
Aliados326 explica la facilidad con la cual los Samnitas se unieron a la rebelión.
Del análisis anterior tampoco se escapan los Lucanos. A excepción de la región
costera (en manos romanas), Lucania tenía sólo dos importantes regiones agrícolas, los
valles del Silarus-Tanager y del Aciris. Ambas se vieron afectadas por la política
gracana.
En cuanto al valle del Silarus (act. Sele), su curso inferior se hallaba en manos
romanas, a través de la colonia romana de Salernum (con Eburum [act. Eboli]) y la
colonia latina de Paestum (act. Pesto). El valle del Tanager (act. Tanagro) tampoco se
libró de la colonización romana, como muestran los termini gracanos encontrados en
Atina (act. Atena Lucana)327, Forum Popilli (act. Polla)328, Volcei (act. Buccino)329, Sala
Consilina330 y Sicignano degli Alburni331. De igual modo, en el alto valle del Aciris, la

322
CIL I2 620 = CIL IX 6073 = ILLRP 451 = ILS 5805.
323
AE 1997 401. CIL I2 654 = CIL X 6905 = ILLRP 457 = ILS 5809.
324
Sobre este tema, vid: G. Camodeca, “M. Aemilius Lepidus, cos. 126 a.C., le assignazioni graccane e la via
Aemilia in Hirpinia”, ZPE 115 (1997), 263-270.
325
Sobre las centuriaciones en el Samnium, vid: R. Compatangelo, “Cataste e strutture agrarie regionali del
Sannio”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 139-147.
326
Se ha argüido que la ley de Drusus fue puesta en práctica a través de una inscripción de Vibo Valentia (CIL
I2 3166 = CIL X 44), que daría los nombres de los comisarios encargados de ejecutarla, que estaría ratificada
por el elogium del propio Drusus (CIL VI 1312 = ILS 49). Pero A. Degrassi ha demostrado que en realidad se
trata de una mala lectura del epígrafe, y que nada tiene que ver con ninguna comisión agraria. Vid: A.
Degrassi, “Epigraphica IV”, en Studi su Praeneste (Perugia, 1978), 145-181 = MAL 14 (1969), 111-127.
327
CIL I2 639 = ILLRP 470.
328
AE 1955 190 = CIL I2 2933.
329
AE 1979 196 = CIL I2 2932a.
330
CIL I2 642 = CIL X 289 = ILLRP 471. CIL I2 642a = CIL X 289a = ILLRP 472.
331
AE 1940 132 = AE 1945 25 = CIL I2 2932 = ILLRP 469.

52
población de Grumentum, cuyo territorio llegaba hasta el Sinus Tarentinus (Golfo de
Taranto), y que jugará un papel durante el conflicto, también se vio afectada por la
comisión de tierras gracana de acuerdo al Liber Coloniarum332.
Precisamente, en Lucania, durante la época de funcionamiento de la comisión
gracana, se estaba procediendo a la construcción de la Via Annia333, una extensión de la
Via Appia, que comunicaba Capua con Rhegium a través precisamente del valle del
Silarus-Tanager. Esta ruta proporcionaba un enlace conveniente entre los recientes
territorios donde se habían asentado los colonos romanos y el viejo ager Romanus.
La región de Apulia también se vio afectada por la colonización romana
durante el s. II a.C. Parte de la rica zona de Tavoliere della Puglia, fue centuriada y
distribuida: según el Liber Coloniarum, terrenos correspondientes a Herdoniae (act.
Ordonia), Ausculum (act. Ascoli Satriano), Arpi (act. Arpi di Foggia), Sipontum (act.
Siponto di Manfredonia)334, Collatia y Salapia (act. Salpi di Trinitapoli)335, y quizás
incluso Vibinum (act. Bovino), Aecae (act. Troia) y Canusium, se vieron afectados por
los trabajos de la comisión gracana336, como prueban el hallazgo de dos termini
gracanos337. Al sur del Tavoliere della Puglia, el territorio de Venusia también se vio
envuelto en la misma operación338.
Sin querer entrar en mayor detalle, tampoco la rica región de Campania se libró
de la actuación de la comisión gracana. Simplemente, apuntar como testimonio los
termini gracanos localizados en los territorios de Atella (act. Castellone di
Sant’Arpino)339 y Capua340.
Todo lo anterior viene a mostrar que los Aliados que participaron en el
movimiento insurreccional se vieron afectados, de una manera u otra, por la comisión
gracana. No debe tratarse de una mera coincidencia, como ya se ha señalado.
Por supuesto, en Roma, el estallido del conflicto tuvo sus consecuencias
políticas. Para E. Gabba, el inicio de la Guerra de los Aliados provocó una renovación
del vínculo entre los equites y los tribunos, que había sido debilitado por los
acontecimientos del año 100 a.C., cuando el Senado y los equites se habían unido para
oponerse a los proyectos de Saturninus y sus partidarios.

332
Lib. Colon. 209.
333
Mal denominada Via Popillia.
334
El antiguo puerto de Arpi, convertido en colonia romana en el año 194 a.C. Sobre esta población, vid: M.
Mazzei, “Città romane in Daunia: l’esempio di Siponto”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V
Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 89-99.
335
Salapia fue desapareciendo gradualmente debido a que la laguna junto a la que estaba situada se convirtió
en un pantano insalubre. Las ruinas de la antigua población se encuentran a lo largo de la carretera que
conduce de Zapponeta al distrito de Torre Pietra. De acuerdo a Vitruvio, la vieja ciudad fue abandonada,
debido a que era poco saludable a causa de la malaria, y los habitantes se trasladaron durante el s. I a.C. algo
más de 6 km a un lugar más sano, la act. Foggia, donde se desarrolló un puerto al unirse el Lago di Salpi con
el mar (Vitr. 1, 14, 2). Sobre esta ciudad, vid: E. Gabba, “La rifondazione di Salapia”, Athenaeum 61 (1983),
514-516. L. Marton, “La vecchia e la nuova Salapia: cronologia, topografia, tradizioni”, Patavium 4 (1994),
57-84.
336
Lib. Colon. 210.
337
AE 1973 222 = CIL I2 2933a. AE 1994 533. Vid: V. Bracco, “Un nuovo documento della centuriazione
graccana: il termine di Auletta”, RSA 9 (1979), 29-37. M. Pani, “Su un nuovo cippo graccano fauno”, RIL 111
(1977), 389-400. A. Russi y A. Balbo, “Note storiche sul nuvo termino graccano di Celenza Valfortore”, MGR
5 (Roma, 1977), 225-249. G. Uggeri, “Le divisioni agrarie di età graccana: un Bilancio”, en Dai Gracchi alla
fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 31-60.
338
Lib. Colon. 210, 261.
339
CIL I2 641 = CIL X 3760 = LLRP 468.
340
CIL I2 640 = CIL X 3861 = LLRP 467 = ILS 24.

53
Al inicio del año 90 a.C.341, una ley del tribuno Q. Varius Severus Hybrida, de
origen hispano (de la ciudad de Sucro), estableció una quaestio extraordinaria con
equites como miembros del jurado, con objeto de investigar a los responsables de los
acontecimientos que habían dado como resultado el levantamiento de los Aliados,
mediante la aprobación de la lex Varia342. Debido a que fue la única quaestio que
funcionó durante la guerra343, también fue utilizada sin escrúpulos para finalidades
políticas personales344.
No todos los que fueron condenados mediante la aplicación de esta ley eran
amigos de partidarios de Drusus o de su política. Al menos se conocen el nombre de
seis senadores que fueron procesados, todos ellos relacionados de un modo u otro con la
factio («facción»)345 de la noble346 y prolífica familia de los Caecilii Metelli347, en la que
había militado (al menos durante un tiempo) el propio Drusus. A pesar de ello, esta
facción, al año siguiente, había vuelto a tomar el control del Senado.
El primero de los senadores procesados conocidos, L. Calpurnius Bestia (cos.
111 a.C.), no compareció ante el tribunal y se exilió voluntariamente, pues no estaba
dispuesto a entregarse a sus enemigos348. También aconteció lo mismo con C. Aurelius
Cotta (cos. 75 a.C.), quien se presentó ante el tribunal y, después de hacer una defensa
solemne de su actuación política y de haber vituperado públicamente al orden ecuestre,
salió también de la ciudad antes de la votación349. Ciertamente, las críticas a este tipo de

341
Por error, ciertos investigadores la fechan en el año 91 a.C., debido a Apiano. Cf. Cic. Brut. 304-305.
342
App. BC 1, 37. Asc. 68. Val. Max. 8, 6, 4. A su aprobación, parece que se refiere un fragmento de Cornelio
Sisena (Sisen. fr. 117); quizás se relacionen otros fragmentos de este escritor con esta ley (Sisen. frs. 110-111
y 114-115). Sobre la lex Varia (mal denominada lex Varia de maiestate), vid: E. S. Gruen, “The lex Varia”,
JRS 55 (1965), 69-73. R. Seager, “Lex Varia de Maiestate”, Historia 16 (1967), 37-43. E. Badian,
“Quaestiones Variae”, Historia 18 (1969), 447-491. F. Porrà, “La legge Varia del 90 e quella Sulpicia dell'88
a.C.: il problema degli esuli”, Ann. Cagl. 36 (1973), 13-28. Apiano y Valerio Máximo señalan de manera
errónea que esta ley es anterior al levantamiento aliado, y señalan incluso que fue su causa (App. BC 1, 38.
Val. Max. 8, 6, 4).
343
Asc. 73-74. Cic. Brut. 304. Presumiblemente, debido a que los pretores debían asumir preferentemente
funciones militares ante la situación que suponía la Guerra de los Aliados. T. C. Brennan considera que a
partir de la victoria de L. Iulius Caesar sobre los Samnitas en el año 90 a.C. los tribunales pudieron de nuevo
reasumir sus funciones, como así parece demostrar los antecedentes del caso de A. Sempronius Asellio,
praetor urbanus en el año 90 89 a.C.
344
Apiano claramente establece que era una plataforma de los equites para poder calumniar a sus enemigos y,
como ellos mismos eran los jueces, poder condenarlos y así acrecentar su poder en la ciudad. Cuando el resto
del colegio de tribunos intentó oponerse a esta ley, los equites los rodearon con sus dagas desnudas y la
ratificaron (App. BC 1, 37).
345
En la antigua Roma no se puede hablar de partidos (es completamente anacrónico), sino de factiones o
partes, cuyos miembros cambiaban constantemente y, ante todo, se distinguían por sus líderes. Las facciones
eran ante todo grupos formados por personas relacionadas entre sí por vínculos de parentesco o clientela,
mientras que las partes eran agrupaciones más amplias cuyos miembros estaban unidos por motivos políticos.
Vid: J. Hellegouarc'h, “Factio/partes et la notion de parti dans la Rome républicaine”, REL 43 (1965), 62-63.
P. A. Brunt, “Factions”, en The fall of the Roman Republic and related essays (Oxford, 1988), 443-502. Ph.
Moreau, “Adfinitas. La parenté par alliance dans la société romaine (Ier siècle av. J.-C.-IIe siècle ap. J.-C.)”,
en Parenté et stratégies familiales dans l'Antiquité romaine (Paris, 1990), 3-26.
346
El nobilis era un miembro de la nobilitas (la «nobleza»), es decir, el descendiente de una persona que
hubiera ejercido una magistratura curul (consulado, pretura, edilidad curul).
347
Sobre esta familia, vid: J. van Ooteghem, Les Caecilii Metelli de la République, Bruxelles, 1954. T. P.
Wiseman, “Factions and family Trees”, LCM 1 (1976), 1-3. Sobre su factio, vid: M. Vardelli, “La factio
metellana nei primi anni del I sec. a.C.”, Aevum 52 (1978), 77-84.
348
App. BC 1, 37.
349
App. BC 1, 37. Cf. Cic. Brut. 205, 303 y 305; Orat. 3, 11.

54
jurados, como se había manifestado previamente en el famoso caso de P. Rutilius Rufus
(cos. 105 a.C.)350, queda plenamente confirmado.
Apiano señala que L. Mummius Achaicus (cos. 146 a.C.), el conquistador de
Graecia, fue también procesado por esta quaestio, y cogido vergonzosamente en una
trampa por los caballeros, que le habían prometido absolverle, fue condenado al
destierro y pasó el resto de sus días en Delos351. Para F. Rühl, seguido por E. Gabba, se
trataría en realidad de un descendiente de éste, que llevaba el cognomen de Achaicus,
que habría sido traducido erróneamente por Apiano. En realidad, el personaje en
cuestión es L. Memmius (tr. pl. 91 a.C.)352, como han observado E. S. Gruen y L.
Pareti353.
Por el contrario, otros tres personajes fueron absueltos: el princeps senatus M.
Aemilius Scaurus (cos. I 115 a.C.)354, Q. Pompeius Rufus (cos. 88 a.C.)355 y M.
Antonius (cos. 99 a.C.). Hubo otros muchos juicios356, pero de ellos no disponemos de
ningún dato.
Sólo un año más tarde, en al año 89 a.C., la nobilitas, apoyada por la marcha
favorable del conflicto, pudo suspender la actuación del tribunal durante el transcurso
de la guerra357. Además, pudo participar también en la composición de los jurados del
tribunal ex lege Varia gracias a una ley del tribuno M. Plautius Silvanus, la lex Plautia
iudiciaria358, que introdujo la electividad: cada una de las tribus359 elegía a quince de
sus miembros, sin importar a que clase pertenecían, y de la lista de 525 personas
escogidas los jurados del año debían ser nombrados por sorteo, con lo que los equites
perdieron su monopolio.
Finalmente, el propio Varius360 y su colega en el tribunado, Cn. Pomponius361,
fueron condenados mediante la aplicación de su propia ley362. Una buena prueba de que

350
Athen. 4, 168. Dio Cass. 28 fr. 97, 1-3. Flor. 2, 5, 3. Liv. Per. 70, 8. Oros. 5, 17, 12-13. Val. Max. 2, 10, 5;
6, 4, 4. Vell. Pat. 2, 13, 2. Cf. Cic. Brut. 115; Font. 38; Pis. 95. Rutilius Rufus quiso poner límite a los abusos
de los publicanos, por lo que se ganó la enemistad del orden ecuestre. Por ello, fue juzgado por extorsión, y
aunque inocente, se vio obligado a exiliarse voluntariamente a Smyrna (act. Esmirna) en el año 92 a.C. La
mujer de Rutilius, Livia, era tía paterna de Drusus. Vid: R. Kallet-Marx, “The Trial of Rutilius Rufus”,
Phoenix 44 (1990), 122-139. G. Amiotti, “A proposito dell'immagine di P. Rutilio Rufo”, en L'immagine
dell'uomo politico: vita pubblica e morale nell'antichità (Milano, 1991), 159-167.
351
App. BC 1, 37.
352
Cic. Brut. 304. Cf. Sisen. fr. 44 (Sisen. frs. 47-49 también se refieren a episodios de esta legislación). Sobre
este personaje, vid: T. Ph. Wiseman, “Lucius Memmius and his family”, CQ 17 (1967), 164-167.
353
Contra: E. Gabba.
354
Asc. 22. Val. Max. 3, 7, 8. Vir. Ill. 72, 11. Pero, como establece E. S. Gruen, se trata de dos juicios
diferentes: uno ante el pueblo con Varius como acusador de Scaurus (de quien dijo que había recibido dinero
del propio Mithridates VI) y un segundo bajo la quaestio variana en el que el acusador fue Q. Servilius
Caepio. Sobre este personaje, vid: R. L. Bates, “Rex in Senatu. A political biography of M. Aemilius
Scaurus”, PAPhS 130 (1986), 251-288.
355
Cic. Brut. 304.
356
Cf. Asc. 73.
357
Asc. 74.
358
Asc. 79. Quizás se relacione Sisen. frs. 98, 108, 110 y 114.
359
Los ciudadanos romanos se tenían que inscribir en una de las treinta y cinco tribus romanas existentes,
principalmente por motivos electorales. Su antiguo atributo de tipo étnico había desaparecido hacía muchos
siglos. Sobre las tribus romanas, vid: L. R. Taylor, The Voting Districts of the Roman Republic. The Thirty-
five Urban and Rural Tribes. Rome, 1960.
360
Cic. Brut. 305.
361
Asc. 79. Cf. Sisen. fr. 78. El manuscrito da el nombre de Cn. Pompeius, el cual ha sido identificado con
Pompeius Strabo, como E. Pais, E. S. Gruen, M. Gelzer y R. Seager. Pero esto supondría que el tribunal de la
lex Varia seguiría funcionando en el año 88 a.C. (imposible en los años 90-89 a.C. debido a la participación de
Pompeius Strabo en el conflicto). Por ello, E. Badian considera mejor corregir el manuscrito y leer Cn.
Pomponius, rectificación aceptada actualmente, como, p. e., E. Gabba.

55
la lex Varia tuvo como verdadera finalidad efectuar ajustes de cuentas de carácter
político.

362
Aunque no existe total seguridad en el caso de Pomponius.

56
IV

EL CAMPO ALIADO

La guerra estalló pues en Italia363. Los testimonios de los escritores clásicos son
esclarecedores. Veleyo Patérculo señala que “toda Italia tomó las armas contra los
Romanos”364. Floro se pregunta: “¿Puede haber desgracia mayor? ¿Mayor desastre,
cuando todo el Latium y el Picenum, toda Etruria y Campania, finalmente, Italia entera
se levantó contra Roma, que era su madre y fundadora?”365 Por su parte, Plutarco
señala que “los pueblos más belicosos y más numerosos de Italia se coaligaron contra
Roma, y poco faltó para que no aniquilasen su imperium, gracias a las armas y al vigor
físico de sus soldados, pero también a la audacia y a la admirable habilidad de generales
que igualaban a aquéllos de los Romanos”366.
En realidad, se trata de una exageración. No todas las regiones de Italia
participaron en la sublevación. Los Etruscos y los Umbros, por ejemplo, no se unieron a
la insurrección (al menos, en un primer momento), y Apiano los distingue del resto de
Aliados itálicos367.
Como indica E. T. Salmon, el levantamiento fue un movimiento de pueblos y
tribus de la Italia meridional, cuyo límite septentrional fue, desde la costa tirrénica, la
línea del río Liris desde la desembocadura de este río a su nacimiento y continúa en la
misma dirección hasta la costa adriática hasta alcanzar algún punto al sur de Ancona
(act. Ancona, el puerto más importante del Picenum), como indica Apiano368.
Pero, debajo de este límite, hubo comunidades que no participaron en la
rebelión. Los asentamientos griegos de la costa así como los Mesapios ubicados en el
talón de la península, no se alzaron contra Roma. Asimismo, los Brucios (Bruttii),
situados en el pie, podían difícilmente hacerlo, dado que gran parte de su territorio se
encontraba ahora incluido en el ager romanus369.
El caso de los Brucios es interesante a este respecto. Este grupo étnico, de
ascendencia lucana, habían sido los primeros en apoyar a Hannibal en Italia. Tras la
derrota del general cartaginés, los Romanos, entre otras represalias, según las fuentes, se
negaron a inscribirlos como soldados y no los tenían como Aliados, no los consideraron
como hombres libres y los utilizaron como sirvientes a las órdenes de los magistrados
que iban a provincias370. Además su Liga, con centro en Consentia (act. Cosenza), fue
disuelta, y en su territorio se fundaron durante los años 194/192 a.C. las colonias
romanas de Tempsa (antigua colonia griega de Temesa, act. Piano della Tirena di
Nocera Terinese) y Croton (act. Crotone), y las colonias latinas de Copia (ant. colonia

363
Eutrop. 5, 3, 1. Plut. Mar. 33, 1. Vell. Pat. 2, 15, 1. Salustio indica que “toda Italia desertó en espíritu”
(Sall. Hist. 1, 21).
364
Vell. Pat. 2, 15, 1. También otras fuentes dan carácter general a la sublevación (Flor. 2, 6, 10. Iust. 38, 4,
13).
365
Flor. 2, 6, 5.
366
Plut. Mar. 32, 6.
367
App. BC 1, 36.
368
App. BC 1, 39.
369
Sobre este tema, vid: U. Kahrstedt, “Ager publicus und selbstverwaltung in Lukanien und Bruttium”,
Historia 8 (1959), 174-206.
370
App. Hann. 61. Gell. 10, 3, 18. Cf. Str. 5, 4, 13.

57
griega de Thurii, act. Sibari) y Vibo Valentia (ant. colonia griega de Hipponium, act.
Monteleone). Evidentemente, no tenían formación militar y, por tanto, hubiera sido un
auténtico suicidio sumarse a la causa rebelde371.
Las fuentes literarias han transmitido el nombre de varias comunidades que se
alzaron contra Roma, pero la mayor parte de las veces la información es del todo
incompleta. Un ejemplo: Eutropio menciona como participantes en la sublevación a los
Picentes, los Marsos y los Pelignos372. Pero estos pueblos pertenecen únicamente al
frente septentrional. Nada dice de los Samnitas y los Lucanos, y a la hora de mencionar
a los generales más destacados, lo hace únicamente en relación con los Picentes y los
Marsos373, aunque en su breve comentario está claro que incluye a otros grupos étnicos.
El historiador griego Memnon, que escribió una historia de la ciudad de
Heraclea Pontica, en la costa septentrional de Anatolia, señala que los Romanos
lucharon contra los Marsos, los Pelignos y los Marrucinos374, es decir, que, como
Eutropio, sólo alude a los grupos étnicos de los Apeninos centrales. Como curiosidad,
Memnon sitúa a estos pueblos en el norte de África, cerca de la ciudad hispana de
Gades (act. Cádiz)375.
Algo más completo, el epitomador de Livio menciona a: los Picentes, los
Vestinos, los Marsos, los Pelignos, los Marrucinos, los Samnitas y los Lucanos376. Para
P. Jal, sin duda Tito Livio incluía a los Frentanos y a los Hirpinos entre los Samnitas.
Por su parte, I. Haug señala que quizás los pueblos citados eran los que se encontraban
sublevados ya a finales del año 91 a.C., pues el epitomador de Livio establece que no
todos los grupos étnicos se sumaron a la rebelión a la vez377.
Por su parte, Diodoro cita a: los Samnitas, los habitantes de Asculum, los
Lucanos, los Picentinos, los habitantes de Nola y, como generalización, a otras ciudades
y naciones378; en este listado destaca la ausencia de los Marsos, uno de los pueblos más
combativos y que como se ha indicado dio incluso nombre al conflicto.
En cuanto a investigadores modernos, por ejemplo, H. Last, R. Gardner, R.
Syme y H. H. Scullard, mencionan a: los Picentinos, los Marsos, los Pelignos, los
Vestinos, los Marrucinos, los Frentanos, los Samnitas y los Hirpinos379. Estos
estudiosos se basan en la existencia de una serie de monedas acuñadas por los
insurgentes en la que se observa a ocho guerreros que efectúan un juramento, de
evidente carácter militar380, los cuales representarían a cada uno de los anteriores
pueblos, en el acto de jurar la formación de la Liga anti-romana.
En realidad, los rebeldes también emitieron monedas en las que únicamente
aparecen dos, cuatro o seis guerreros381. Ciertamente, pudieran tratarse de testimonios

371
Extrañamente, W. Seston incluye a los Brucios entre los grupos sublevados, que ninguna fuente antigua,
error debido quizás debido a que los Lucanos al final del conflicto combatieron en el Bruttium.
372
Eutrop. 5, 3, 1.
373
Eutrop. 5, 3, 2.
374
Memnon fr. 21.
375
Memnon fr. 21.
376
Liv. Per. 72, 1. Orosio menciona a las mismas etnias que el epitomador de Livio, a excepción de los
Marrucinos (Oros. 5, 18, 8).
377
Liv. Per. 73, 3.
378
Diod. 37, 2, 4.
379
A. Bernardi menciona a: Marsos, Pelignos, Vestinos, Marrucinos, Picenos, Frentanos, Samnitas, Hirpinos,
Apulos y Lucanos. Por su parte, J.-M. David cita a: Picentinos, Marsos, Pelignos, Vestinos, Marrucinos,
Hirpinos, Samnitas, Apulos, Lucanos, y parte de los Campanos; extraña que no mencione a los Frentanos.
380
Campana 7-82.
381
Campana 83-97

58
que evocarían diversos estadios de la guerra382, como ha defendido A. Valvo, pero no
parece ser éste el caso.

Denario aliado (Syd. 627), acuñado quizás en Corfinium en el año 90 a.C. Anv.: cabeza laureada de Italia a
izq. Rev.: joven arrodillado que sujeta un estandarte y un cerdo, al que ocho soldados (cuatro de cada lado)
dirigen sus espadas. Ø = 19 mm

Estas emisiones, denominadas “del juramento”, están basadas en la


representación de un denario romano acuñado por Ti. Veturius, del año 137 a.C.383, el
cual muestra una escena referente a una primera versión de la historia de las Furculae
Caudinae (las “Horcas Caudinas”), en el que se recordaba el desfavorable acuerdo
efectuado por los Romanos con los Samnitas. Debido a esta circunstancia, A. Burnett
considera que las monedas del juramento aliadas podrían hacer referencia a la traición
cometida por Roma al repudiar posteriormente el tratado firmado con esta ocasión pero,
como señala L. Cappelletti, la escena representaría la ceremonia prevista en el derecho
internacional itálico para el juramento con objeto de concluir los foedera384.
Para E. T. Salmon, la organización de los rebeldes y las disposiciones militares
de los Romanos en el año 90 a.C. parece sugerir que los Aliados sublevados totalizaban
en total un número de doce, que coincidiría con las comunidades que Apiano
enumera385, y que las listas parciales en los epitomadores de Livio y en Diodoro
confirmarían.
Apiano, después de mencionar el levantamiento de Asculum, menciona que
todos sus vecinos sacaron a la luz sus preparativos de guerra: “Marsos, Pelignos,
Vestinos, Marrucinos, Picentes, Frentanos, Hirpinos, Pompeyanos, Venusios, Yapigos,
Lucanios y Samnitas, pueblos todos que ya antes eran hostiles a los Romanos; y
también cuantos otros pueblos desde el río Liris (act. Liri), que en la actualidad me
parece que se considera el Liternus (act. Regi Lagni)386, hasta la parte más profunda del
golfo Adriático se encuentra quien va por tierra firme o bordeando la costa”387. A
continuación efectuamos una breve referencia de cada una de las comunidades
sublevadas.

382
Es decir, que al transcurrir el tiempo, los sublevados se iban rindiendo paulatinamente a los Romanos, cada
vez quedarían menos pueblos en armas.
383
RRC 234/1.
384
A descartar que se trate de la representación del juramento efectuado por los Samnitas integrantes de la
legio linteata (Liv. 10, 38, 1-12), como ha defendido M. Sordi, “Il giuramento della legio linteata e la guerra
sociale”, en I canali della propaganda nel mondo antico (Milano, 1976), 160-168.
385
App. BC 1, 39.
386
Se trata de dos ríos distintos. El error, según E. Gabba, puede deberse a que, en otras fuentes, se aplica el
nombre de Clanis a ambos ríos (cf. Str. 5, 3, 6).
387
App. BC 1, 39.

59
Los Marsos (Marsi)388 estarían nombrados en primer lugar por Apiano al ser
los instigadores epónimos de la guerra. Los Pelignos (Paeligni), los Vestinos (Vestini) y
los Marrucinos (Marrucini) son nombrados seguidamente debido a su larga y poco
común profunda relación con los Marsos en la denominada “Liga Sabélica”389.
Los Asculanos, denominados por Apiano como Picentinos (Picentini, o
también Picentes). Livio y Diodoro les dan asimismo el nombre de Asculanos, aunque
este último escritor, para colmar la medida, también lista los Picentinos de forma
separada. Los Fasti Triumphali establecen claramente que sólo existe un grupo, los
Picentes Asculanos, quienes parecen haber sido los únicos Picenos que se unieron a los
rebeldes.
El término “Picentinos” ha de aplicarse más propiamente a los Picenos que
fueron desarraigados de su patria y transportados a las cercanías de Salernum (act.
Salerno) en el año 268 a.C., con centro en Picentia (act. Picenza di Pontecagnano-
Faiano)390, cuyo territorio fue conocido como el Ager Picentinus. Éstos habían sido
castigados por los Romanos por su alianza con Hannibal, y en vez de prestar servicio en
el ejército, eran utilizados como correos, como por idéntico motivo había acontecido
con los Lucanos y los Brucios391.
Los Frentanos (Frentani) y los Hirpinos (sobre estos últimos, vid infra). Los
primeros son un pueblo considerado como samnita392, pero que no eran miembros de la
Liga de este mismo nombre.
Los Pompeyanos, es decir, los pobladores de Pompeii (act. ruinas de
Pompei)393, una ciudad que tendría en este momento más de 30.000 habitantes según E.
Savino394. Ésta sería el núcleo original de la insurrección itálica en Campania, como
demostraría su posterior punición395 y su transformación en colonia.
Diodoro los denomina como Nolanos, presumiblemente debido a que Nola396
fue la plaza en Campania397 que, más que cualquier otra, se identificó con la causa
rebelde. Sin duda, bajo este epígrafe, debe de incluirse muchas otras comunidades398,
por lo que no es de extrañar que se les mencione también como Campanos (Campani).

388
Sobre esta etnia, vid: C. Letta, I Marsi e il Fucino nell'Antichitá, Milano, 1972.
389
A esta Liga pertenecían los cuatro pueblos citados en este párrafo más los Frentanos.
390
Str. 5, 4, 13.
391
Str. 5, 4, 13.
392
Str. 5, 4, 2.
393
Sobre esta ciudad, vid: H. Nissen, Pompeianische Studien zur Städtekunde des Altertums, Leipzig, 1877. G.
Gatti,“Sull'ordinamento istituzionali di Pompei dopo la conquista romana”, CSDIR 6 (1974-1975), 165-178.
P. Castrén, Ordo populusque Pompeianus. Polity and Society in Roman Pompeii, Roma, 19832. E. Lo Cascio,
“Pompei dalla città sannitica alla colonia sullana: le vicende istituzionali”, en Les élites municipales de l'Italie
péninsulaire des Gracques à Néron (Naples, 1996), 111-123. F. Zevi, “Pompei dalla città sannitica alla
colonia sillana: per un'interpretazione dei dati archeologici”, en Les élites municipales de l'Italie péninsulaire
des Gracuqes à Néron (Naples, 1996), 125-138. E. Savino, “Note su Pompei colonia sillana: popolazione,
strutture agrarie, ordinamento istituzionale”, Athenaeum 86 (1998), 439-461. A. Barbet, Les cités enfouies du
Vésuve: Pompéi, Herculanum, Stabies et autres lieux, Paris, 1999.
394
Pompeii era utilizado como puerto de Acerrae, Nola y Nuceria (Str. 5, 4, 8).
395
Cf. Cic. Sulla 60.
396
Sobre esta ciudad, vid: E. La Rocca, Nola, dalle origini al medioevo, Napoli, 1971. V. Quindici, Nola
antica, Nola, 1984.
397
La palabra Campania parece derivar de la ciudad de Capua, centro de los Campani. Sobre esta región, vid:
J. H. D’Arms, Romans on the Bay of Naples, Cambridge, 1970. M. W. Frederiksen, Campania, Oxford, 1984.
E. Finamore, Dizionario toponomastico della Campania, Rimini, 1994.
398
Para E. T. Salmon ésta es la explicación por la que que Apiano habla de los Pompeiani y Diodoro de los
Nolani. Pompeii había pertenecido tiempo ha a una liga encabezada por Nuceria Alfaterna, en la que también
se incluían Herculaneum, Stabiae y Surrentum

60
Los Venusinos, es decir, los habitantes de la colonia latina de Venusia (act.
Venosa)399. Se trata de la única comunidad con este estatuto jurídico que se unió al
levantamiento.
Los Yapigos (Iapygii), designación que en un principio se refería a un grupo de
pueblos de posible origen ilírico (es decir, no itálico), que ocupaban la actual región de
Puglia: los Daunios (Daunii)400, al norte del río Aufidus (act. Ofanto); los Peucetios
(Peucetii) en el centro; y los Mesapios (Messappii) (o Calabreses) y los Salentinos
(Sallentini) al sur401.
En realidad, la denominación de Yapigios encubre en el presente caso a los
Apulos (Apuli)402, un grupo étnico de origen osco, situado entre los Daunios y los
Frentanos403, que durante el dominio romano dieron su nombre a una región
comprendida entre la costa adriática (incluida las Diomedes Insulae [act. Isole Tremiti])
a los Apeninos, desde el río Tifernus (act. Biferno) a Calabria. Incluye a los habitantes
de las poblaciones de Canusium (act. Canosa di Puglia)404, Salapia, Cannae (act. Monte
di Canne), Ausculum (act. Ascoli Satriano)405 y Larinum (act. Larino)406.
Apiano no singulariza en una ciudad a los rebeldes apulos posiblemente porque
ninguna ciudad tomara la iniciativa. La revuelta se extendió a Apulia cuando los
insurgentes desde otros lugares llegaron aquí y “persuadieron” a gran parte de los
Apulos a unirse a su causa.
Los Lucanos (Lucani)407. Junto a los Samnitas, el último grupo sublevado en
abandonar las armas.
Los Samnitas (Samnites)408, bajo cuyo nombre se agrupan cuatro pueblos: los
Pentros (Pentri), los más importantes y conocidos, los Caracenos (Caraceni409), los

399
Sobre esta ciudad, vid: E. Masiello, Venosa: storia, città, archittetura, Venosa, 1994. No confundir con
otra ciudad del mismo nombre, vid: L. Pedroni, “Strabone V, 4, 11 e la Venusia camposannitica”, Samnium 44
(1991), 194-208.
400
Sobre esta etnia, vid: E. M. De Julus, “L'origine delle genti iapigie e la civiltà dei Dauni”, en Italia omnium
terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano,
1988), 591-650.
401
Sobre estos grupos, vid: F. D’Andria, “Messapi e Peuceti”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà
dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 651-715. M. Lombardi
(a cura de), I Messapi e la Messapia nelle fonti letterarie greche et latine, Milano, 1992. J.-L. Lamboley,
Recherches sur les Messapiens, IVe-IIe siècle avant J.-C., Rome, 1996.
402
Como, p. e., App. Hann. 45. Pol. 2, 24, 11.
403
Str. 6, 3, 8.
404
Sobre esta ciudad, vid: F. Grelle, “Canosa. Le istituzioni, la società”, en Società romana e produzione
schiavistica, I (Roma, 1981), 181-241 y 504-505.
405
Sobre esta ciudad, vid: G. Bonora Mazzoli y A. Rezzonico, “Ausculum: topografia del territorio”, Taras 10
(1990), 109-140.
406
Ciudad que dominaba el valle del río Tifernus, y que en realidad pertenecía a los Frentanos, aunque con la
reorganización territorial de época de Augusto pasó a ser asignada a la Regio II (Apulia). Sobre esta
población, vid: Ph. Moreau, “Structures de parenté et d'alliance à Larinum d'après le Pro Cluentio”, en Les
«Bourgeoisies» municipales italiennes aux IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 99-123. G. De Benedittis,
“Larinum e la Daunia settentrionale”, Athenaeum 65 (1987), 516-521. A. Di Niro, “Larinum”, en Samnivm.
Archeologia del Molise (Roma, 1991), 263-267.
407
Sobre esta etnia, vid: E. Magaldi, Lucania Romana, Roma, 1947. P. Catalano, La Lucania antica. Profilo
storico (IV-II sec. a.C.), Salerno, 1979. A. Pontrandolfo Greco, I Lucani. Etnografia e archeologia di una
regione antica, Milano, 1982. L. Cappelletti, Lucani et Brettii. Ricerche sulla storia politica e istituzionale di
due popoli dell’Italia antica (V-III sec. a.C.), Frankfurt am Main, 2002.
408
Sobre este pueblo, vid: E. T. Salmon, Samnium and the Samnites, Cambridge, 1967. D. Musti, “La nozione
storica di Sanniti nelle fonti greche e romane”, en Sannio. Pentri e Frentani dal VI al I sec. a.C.
(Campobasso, 1984), 71-84. A. La Regina, “I Sanniti”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà dei
Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 299-432; “Safinim. Dal
conflicto con Roma alla tota Italia”, en Il Molise. Arte, cultura, paesaggi (Roma, 1990), 31-53.

61
Caudinos (Caudini, cuyo centro era Caudium [act. Montesarchio]) y los Hirpinos
(Hirpini)410. Apiano posiblemente mencione en último lugar de su listado a los Samnitas
con objeto presumiblemente de ofrecer un efecto de clímax, dado que éstos fueron, de
todos los Aliados sublevados, los más representativos, al ser los más persistentes. La
denominación de Samnitas representa ante todo a los Pentros, así como a Caracenos y
Caudinos que no hubieran sido incorporados al ager Romanus411; los Hirpinos son
mencionados a parte, debido a que habían quedado separados geográficamente de los
anteriores.
Para E. T. Salmon, ocho de las doce comunidades insurgentes son estados
tribales412, lo que vendría a indicar que los Romanos tuvieron más éxito en controlar las
comunidades que estaban urbanizadas. Ciertamente, su política era la de exportar el
modelo ciudadano a todos aquellos territorios que gobernaban.
De esta forma, según la opinión de E. T. Salmon, a partir de A. von
Domaszewski, los insurgentes se agruparían en un grupo sabélico en el área
centroseptentrional y en un grupo sabelio en el área meridional, con seis miembros cada
uno413. Semejante división quedaría reflejada en el orden dado por Apiano de los
insurgentes y es explícitamente enfatizado por Diodoro, quien indica que un grupo, a
veces mencionado colectivamente denominado “Marso”, estaba separado del otro, el
llamado grupo “Samnita”, por las Cercolae414 como se las denominaba415.
Únicamente los Frentanos se encontrarían fuera de lugar (pues desde un punto
de vista teórico deberían haber estado encuadrados en el grupo sabelio), aunque
históricamente este grupo étnico colaboró estrechamente con Marsos, Marrucinos,
Pelignos y Vestinos, por lo que es natural que formara parte del “grupo sabélico”. Un
testimonio indirecto parece indicar que los Frentanos pertenecían al grupo “mársico” de
la Guerra de los Aliados416.
Más bien, en nuestra opinión, la cuestión es ante todo de índole geográfica,
como recoge Estrabón. El geógrafo augústeo indica que los Vestinos, los Marsos, los
Pelignos, los Marrucinos y los Frentanos, habitaban las regiones montañosas que

409
A través de la documentación epigráfica se ha podido comprobar que el verdadero nombre de este grupo
era Carricinos (Carracini).
410
Según Estrabón, los Hirpinos son en su idioma “los lobos” (Str. 5, 4, 12). Sobre este tema, vid: S. Ferrando,
“Sulle tracce del «lupo sannita» con Strabone”, Maia 55 (2003) 511-517.
411
E. T. Salmon excluye de esta denominación a los Caudinos, a los que integra por completo en el ager
Romanus, y que se habrían dividido en municipio. Pero esto no está demostrado.
412
Es decir, no lo eran los Apulos (que estaban divididos en comunidades ciudadanas como puede observarse
por sus acuñaciones monetarias), Asculum, Pompeii (y demás ciudades de Campania) y Venusia.
413
A. von Domaszewski argüye que, como los Pompeyanos, Venusinos y Apulos se unieron de manera
voluntaria a la rebelión, el grupo “meridional” estaría compuesto en realidad por los Lucanos, Hirpinos,
Pentros, Caracenos, Caudinos y unos Samnitas de un cantón diferente que habitarían cerca de Bovianum
Vetus. Este último grupo está basado en el testimonio de Ptolomeo (Ptol. 3, 1, 58), que sitúa las ciudades de
los Samnitas debajo de los Pelignos y los Caracenos. Pero no concurre ninguna evidencia firme para sostener
la existencia de un quinto grupo samnita, a no ser que se considere como tal a los Frentanos. Asimismo, en el
s. I a.C. los Caudinos estaban fragmentados entre sus diversas comunidades y los Caracenos supervivientes se
habrían integrado según E. T. Salmon entre los Pentros.
414
El nombre Cercola (o Cercoli) es desconocido, H. Nissen consideraba que se trataba de la Serra Carracito,
a unos cinco kilómetros al sur del Monte Amaro, la cumbre más alta del macizo de Maiella. J. Carcopino la
sitúa en algún lugar cerca del Monte della Meta. F. R. Walton considera que puede referirse a alguna frontera
natural entre los territorios marso y samnita. Finalmente, H. Last y R. Gardner creen que pudieran ser la
barrera montañosa justo al sur de la villa de Sulmo. Por su parte, L. Pareti considera que el nombre
transmitido por Diodoro está corrupto y que quizás se refiriera a la ciudad de Corfinium, por lo que la división
entre ambos grupos se situaría en el río Aternus.
415
Diod. 37, 2, 7.
416
Cf. Cic. Cluent. 21, por la captura en Asculum de M. Aurius, de Larinum.

62
prácticamente tocan con el mar, todos ellos pueblos muy poco numerosos, pero muy
valientes, como demostraron en la propia Guerra de los Aliados417.
Pero, ha de entenderse la lista de Apiano no reflejaría un estado real de la
situación. E. Gabba y E. T. Salmon indican que ciertas comunidades fueron más o
menos conducidas a la fuerza para ponerse de parte de los rebeldes durante el primer
año de guerra, pues, desde Apeninos centrales, los sublevados ganaron rápidamente
terreno en Apulia y la Campania meridional418. Asimismo, hacia el final del año 90 a.C.
algunos Etruscos y Umbros (cuyas ciudades principales eran Tuder [act. Todi]419 e
Iguvium [act. Gubbio]) intervinieron en la sublevación, pero fue un movimiento
limitado en el tiempo (y en el espacio). Por el contrario, la península Salentina (la
antigua Calabria) permaneció fuera de la guerra mientras que el Bruttium420 únicamente
lo fue al final de la misma, como consecuencia de la intervención de los Lucanos.
En cualquier caso, hay que señalar que incluso en las comunidades enumeradas
anteriormente, no todos sus habitantes se unieron a la revuelta. El vínculo entre los
miembros dirigentes de la sociedad romana y la alta clase itálica explica que muchas
comunidades, algunas aisladas, no siguieran la causa de los sublevados. De esta forma,
la localidad de Pinna (act. Penne)421, el centro principal de los Vestinos, no siguió las
directrices de su grupo étnico422, y Minatius Magius de Aeclanum, bisabuelo del
historiador Veleyo Patérculo, formó una legión en la región hirpinia, con la que prestó
un gran servicio a Sulla en el año 89 a.C.423.
La historiografía reciente ha señalado el hecho que algunas de las gentes
municipales más insignes parecen desaparecer de la vida pública en los tiempos de
crisis, como por ejemplo durante la Guerra de los Aliados o las Guerras Civiles, para
emerger inmediatamente después, incluso más potente que en tiempos precedentes. Esto
ha podido comprobar F. van Wonterghem con los Accavii de Corfinium, y P. Castrén
con los Holconii y los Istaciddi de Pompeii, pero especialmente en esta última ciudad
los Popidii y los Trebii, que participaron activamente, sea en los acontecimientos
anteriores y durante la Guerra de los Aliados, como posteriormente, durante el probable
periodo del interregnum entre la ocupación romana y la colonización silana424.
P. Castrén menciona que muchas familias insignes como, por ejemplo los
Magii de Aeclanum425 y los Sitti de Nuceria426, siguieron el bando romano, así como T.

417
Str. 5, 4, 2. La artificialidad de la división antes mencionada puede observarse en L. Pareti. Este
investigador también divide a los Aliados, que también contabiliza en número de doce, en dos grupos, uno
septentrional (formado por Marsos, Vestinos, Picenos, Pretucios, Marrucinos, Pelignos, Frentanos y Apulos
oscanizados) y otro meriodional (Samnitas septentrionales [Pentros], Samnitas meridionales [Hirpinos],
Campanos y Lucanos). Puede observarse que menciona a los Pretucios, quienes en este momento eran
ciudadanos romanos, y no a los Venusinos.
418
App. BC 1, 42.
419
Sobre esta ciudad, vid: M. Bergamini Simoni, Todi antica città degli Umbri, Assissi, 2001.
420
El antiguo Bruttium corresponde a la actual Calabria, nombre que adoptó después de la invasión
longobarda de la región ca. el año 700 d.C.
421
[Cic.] Rhet. Her, 2, 45. Diod. 37, 19.
422
Para M. Sordi, esta resistencia estaría relacionada con el comentado juramento de Drusus, pero no se
entiende esto si los habitantes de Pinna no habían recibido la ciudadanía romana.
423
Según H. Last y R. Gardner, en Apulia las clases altas opondrían resistencia al líder insurgente C.
Vidacilius (App. BC 1, 42), pero esto es una interpretación sesgada de las fuentes, vid infra.
424
Los Popidii fueron seguramente, como indica P. Castrén, la familia más importante de la Pompeii
prerromana. De esta forma, se tienen documentados un V. Popidius Ep. f., quaestor anterior al año 89 a.C.
(CIL I2 1627 = CIL X 794 = ILLRP 640 = ILS 5538), y a C. Popidius, interrex entre los años 89-80 a.C. (CIL
IV 13, 50, 53-54, 56, 70). Pero ha de advertirse que M. H. Crawford ve muy difícil la existencia de interreges
en Pompeii en este periodo.
425
Vell. Pat. 2, 16, 2.

63
Ph. Wiseman señala el mismo fenómeno para muchos de los clientes de los Pompeii en
el Picenum. También numerosos Apulos que tenían la ciudadanía romana se opusieron a
los rebeldes427.
Pero, hay que tener en cuenta, que la mayor parte del Picenum formaba parte
del ager Romanus, esto es, sus habitantes eran ciudadanos romanos, con lo cual, sería
bastante absurdo que se uniesen a una causa que reivindicase (o, mejor dicho, tuviera
principio en) lo que ya tenían. Y, por ello, es normal y lógico que militasen bajo las
enseñas romanas.
Además, las ciudades marítimas griegas (enfrentadas históricamente con el
elemento osco) y las comunidades de aliados más favorecidas se mantuvieron del lado
romano. Neapolis (act. Napoli), Heraclea (act. Policoro)428 y posiblemente Tarentum
(act. Taranto)429 estaban tan satisfechas con su situación jurídica que pensaron mucho en
acogerse a los beneficios de la lex Iulia de civitate.
Sólo se conocen los casos citados anteriormente, pero sin duda hubo
muchísimos más. Además, dentro de una misma comunidad hubo enfrentamientos
internos de carácter violento, y aún de una posición abiertamente favorable a Roma,
como el ya citado caso de Pinna.
Todas las colonias latinas permanecieron leales, a excepción de Venusia, cuya
participación en la revuelta no es fácil de explicar excepto bajo la suposición de un
marcado cambio en la composición de su población en el transcurso del s. II a.C.,
opinión sustentada por E. Gabba y E. T. Salmon430. A partir del análisis de diversas
inscripciones recientemente descubiertas, puede señalarse que en las colonias latinas de
Venusia, Luceria, Saticula, Aesernia431 y Beneventum, como en el caso ya citado de
Fregellae, buena parte de sus habitantes eran de origen osco.
En la mayoría de los casos, los tradicionales lazos con Roma eran muy fuertes
y había asegurado a los Latinos una posición privilegiada entre los aliados. Como
resultado, las aristocracias locales, ellas mismas en gran medida en posesión de la
ciudadanía romana adquirida per magistratum, presumiblemente no tuvieron gran
dificultad en mantener a sus comunidades leales a Roma432. La política de Roma de
divide et impera funcionó a la perfección, al menos en principio, pues en la segunda
mitad del año 90 a.C. parece detectarse cierta inquietud entre los Latinos.
Los Itálicos aprovecharon los meses del invierno del año 91/90 a.C. no sólo
para obtener tropas bien entrenadas y preparadas, sino también para establecer su propia
organización interna433. Ésta es descrita por Diodoro, que probablemente dependía de la
gran autoridad de Posidonio.

426
Cic. Sull. 58.
427
App. BC 1, 42.
428
Cic. Balb. 21.
429
Sobre esta ciudad, vid: M. Pani, “Sulla costituzione del municipio tarantino”, QMAB 12 (1979), 93-104. E.
Lippolis, “Alcune considerazioni topografiche su Taranto romana”, Taras 1 (1981), 77-114. E. M. De Juliis,
Taranto, Bari, 2000.
430
La muerte del boyero de Venusia a la que nos hemos referido anteriormente (Gell. 10, 3, 5) no es un
indicativo como piensa E. T. Salmon de la oscanización de la población per se.
431
En esta ciudad se ha encontrado un epígrafe que muestra la existencia de Samnites inquolae, bien
estructurados organizativamente mediante cuatro magistri (CIL I2 3201). Debe tratarse de la población
autóctona del territorio, que según A. La Regina, debía de ser más numerosas que los colonos instalados en
ella.
432
Sobre este asunto, vid: G. Tibiletti, “La política della colonia e città latine nella Guerra Sociale”, RIL 86
(1953), 45-63.
433
Sobre este tema, vid: H. D. Meyer, “Die Organisation der Italiker im Bundesgenossenkrieg”, Historia 7
(1958), 74-79. G. Firpo, “Considerazioni sull’organizzazione degli Italici durante la Guerra sociale”, en

64
Diodoro señala que la ciudad más notable e importante fue Corfinium (act.
Corfinio), centro principal de los Pelignos434, elegida como capital común de los
Itálicos435, en su primera aparición en la historia. En esta población se organizó entre
otros símbolos de poder político e imperial, un espacioso forum y una sala del
consejo436.
La elección de Corfinium fue basada en gran parte en consideraciones
estratégicas, ya que, por ejemplo, era el punto final de la Via Valeria437, lugar en donde
convergía la ruta apenínica que utilizó C. Iulius Caesar en el año 49 a.C. Corfinium se
encontraba cerca el punto de unión entre los ríos Aternus (act. Aterno) y Gizio y a poco
más de 4 km del puente sobre este último río, en la proximidad de la actual Popoli438, y
estaba excelentemente situada para ser la capital del movimiento rebelde dado que
estaba ubicada en medio del grupo “mársico”, pero estaba también cerca del grupo
“samnita” a través de una ruta pequeña y directa, aunque no exactamente fácil, a través
de Sulmo (act. Sulmona). Es pues, ante todo, un centro estratégico que un lugar
fortificado.
Corfinium fue rebautizada con el nuevo nombre de Italia439 o Italica440, que iba
a convertirse según Estrabón en la nueva ciudad para todos los Itálicos en lugar de
Roma441. Los sublevados establecieron aquí su cuartel general, en donde reunían a sus
partidarios y elegían a sus cónsules y pretores442.
Según E. T. Salmon, la implicación de la frase de Estrabón sobre la sustitución
de Roma por Corfinium era que mientras Roma era de y para únicamente los Romanos.
Corfinium sería de algún modo representativa de todas las áreas rebeldes, el centro
administrativo de algún tipo de organización federal. Esto enfatizaría claramente la
distinción entre el punto de vista político romano y el sabélico.
Por el contrario, tal carácter lo niegan H. D. Meyer y U. Laffi. En realidad,
mediante la comparación con los concilia de otras ligas o confederaciones de la Italia
centro-meridionales443, la elección de Corfinium tendría una finalidad quizás de carácter
religioso, aunque es difícil de negar que la necesidad pudiera funcionar como órgano
central de carácter político.
En cualquier caso, las palabras de Floro son bastante significativas: “¿Cuándo
el pueblo árbitro de reyes y naciones no pudo gobernarse a sí mismo, hasta el punto de
que la Roma vencedora de Asia y Europa se vio atacada por Corfinium?” 444. Desde
luego, para los Romanos fue todo un acontecimiento que como dueños de todo el

Federazioni e federalismo nell’Europa antica. Alle radici della casa comune europea, I (Milano 1994), 457-
478.
434
Str. 5, 3, 11; 5, 4, 2. Sobre esta ciudad, vid: F. Van Wonterghem, “Nota sulla topografía e l’urbanistica di
Corfinium”, BIBR 44 (1974), 641-650.
435
Diod. 37, 2, 4. Str. 5, 4, 2. Vell. Pat. 2, 16, 4. Sobre las ciudades que optaron a sustituir a Roma como
capital, vid: P. Ceausescu, “Altera Roma. Historie d’une folie politique”, Historia 25 (1976), 79-108.
436
Diod. 37, 2, 4.
437
Str. 5, 3, 11. Ruta que continuaría siguiendo el curso del río Aternus hasta la costa adriática, en Ostia
Aterni (act. Pescara).
438
Cf. Caes. BC 1, 16-23.
439
Diod. 37, 2, 7.
440
Str. 5, 4, 2. Vell. Pat. 2, 16, 4.
441
Str. 5, 4, 2.
442
Str. 5, 4, 2.
443
Se conocen este tipo de organización entre los Ecuos, los Etruscos, los Hérnicos (Hernici), los Latinos, los
Lucanos, los Samnitas y los Volscos (Volsci).
444
Flor. 2, 6, 7.

65
mundo mediterráneo se vieran envueltos en una guerra a las puertas de la mismísima
Ciudad Eterna.
La mención de Diodoro acerca del aspecto monumental que adquirió la ciudad
gracias a los rebeldes ha de ser descartada, según E. T. Salmon, pues no se trataría más
que de una exageración retórica. Corfinium no estuvo mucho tiempo como capital y no
dio tiempo real a embellecer esta población. En cambio, M. Gaggiotti sí ve posible esta
circunstancia. Sea como fuere, por ahora la arqueología no ha podido demostrar o
desmentir las palabras de Diodoro.
Corfinium no sólo era el cuartel general de los sublevados445, sino también un
gran arsenal, pues Diodoro señala que allí se guardaban todo tipo de armas, máquinas y
otros pertrechos de guerra, así como todo el dinero que estaba destinado a este uso y
gran número de víveres446. Mediante este testimonio parece claro que los Aliados
llevaban tiempo preparando su sublevación de manera meticulosa y planificada.
Como ya se ha mencionado, Corfinium fue rebautizada como Italia o Italica,
realmente un nombre rico en simbolismo. Pero, parece ser que la denominación de Italia
no hay que otorgarla a esta ciudad en concreto sino que se trataría del nombre del
Estado, como así demuestra su aparición en las monedas emitidas por los sublevados447,
la expresión más gráfica de su desafío a la autoridad romana, y en las glandes448.

Denario aliado (Syd. 641), acuñado en el año 90 a.C. por Papius Mutilus. Anv.: cabeza de Baco a der. con
corona de laurel. Rev.: toro corneando a una loba. Ø = 18 mm.

Para ciertos investigadores, como A. Burnett, H. Last y R. Gardner, los Itálicos


formarían un estado unitario de nombre Italia, no una federación como tradicionalmente
se ha defendido. El toro sería el símbolo de la lucha contra Roma, representada por una
loba449, en el que en una imagen monetaria aparece corneándola450, viva expresión de
los sentimientos itálicos. Incluso los Romanos se referían a los insurgentes como
tauri451. Como indica E. T. Salmon, los Itálicos debían de desconocer la leyenda argiva
en la que el lobo derrota al toro452.

445
Str. 5, 4, 2.
446
Diod. 37, 2, 4.
447
Campana 1-82 y 104-148.
448
CIL I2 848-853 = ILLRP 1089-1090.
449
Sobre la loba romana, vid: C. Dulière, Lupa Romana, recherches d’iconographie et essai d’interprétation,
Bruxelles, 1979.
450
Campana 98-103. Contra: D. Briquel, que piensa justamente que el toro es el símbolo de la “dimension
federal” de los Aliados.
451
CIL I2 848, 877.
452
Plut. Pyrrh. 32, 4-5. Pausan. 2, 19, 4. Hay que señalar que la utilización de un animal para representar un
pueblo no es sólo una metáfora, sino que tiene una importante carga religiosa.

66
En realidad, como ha visto D. Briquel, el toro no es más que una pálida
imitación de la lupa romana, que, por un lado, venían a referirse a leyendas
relacionadas con el conocido héroe Hércules453 y con las “primaveras sagradas”454, una
institución que había permitido la expansión de las poblaciones de los Apeninos en las
llanuras adyacentes, y que habían barrido a los Etruscos de Campania y a los Griegos de
la Magna Grecia a excepción de unos cuantos enclaves.

Denario de Sex. Pompeius (RRC 235/1c, 137 a.C.): Anv.: Cabeza con casco de Roma a dra.; detrás, jarra.
Rev.: El pastor Faustulus descubriendo la loba amamantando a Romulus y Remus; pájaros sobre una higuera.
Ø = 21 mm. La loba era el símbolo representativo de Roma.
Asimismo, en las monedas aparece la inscripción en latín ITALIA o en osco viteliu455, utilizada de
la misma manera que el epígrafe ROMA en las monedas romanas. Es decir, que ROMA representa la
autoridad del estado que produce las monedas, y no sólo la localización de la ceca, dado que en algunas
acuñaciones romanas no efectuadas en la Ciudad Eterna también llevan esta inscripción456.

Pero, dentro de este estado unitario, no se podía esconder la existencia de otras


realidades, como muestran las monedas escritas en osco con la denominación Safinim457
(Samnium)458. Pero hay que tener en cuenta que esta acuñación se efectuó al final del
conflicto, posiblemente cuando sólo Samnitas y Lucanos, especialmente los primeros,
continuaban la lucha.
Ciertamente, hay que tener en cuenta que existía, de una manera u otra, un
concepto de “Itálico” contrapuesto a “Romano”, no sólo debido a la polarización
ocasionada por el propio conflicto militar. Los propios Romanos reconocieron que los
Itálicos eran una sola y diferente entidad posteriormente a la guerra, como se puede
observar en la conocida moneda efectuada en tiempos del censo del año 70 a.C., en el
que se observa la reconciliación de dos figuras, identificadas por las abreviaturas como
Roma e Italia459.
Como indica A. Burnett, si los Aliados sublevados tenían o no un sentido de
colectividad antes de la guerra (lo que niega E. Gabba), el hecho mismo del conflicto

453
De tradición griega, y que se plasmaría en una emisión monetaria en que aparecen juntos este semidiós y el
toro (Campana 163 = Syd. 631).
454
Ha de señalarse que un lobo condujo el ver sacrum de los Hirpinos (Fest. 93. Serv. ad Aen.10, 785. Str. 5,
4, 12).
455
Pensar en la palabra latina vitulus, “ternero”, con su equivalente umbro, “vitlu”. Por ello, Italia no sería la
“tierra de los toros”, sino la “tierra de los terneros”.
456
P. e., RRC 282/1, efectuada en Narbo Martius (act. Narbonne).
457
Un epígrafe osco de Pietrabbondante también menciona la palabra Safinim (Ve 149).
458
Campana 149-150 = Syd. 639. En el reverso de esta pieza junto al toro aparece la figura del dios de la
guerra, Marte.
459
RRC 403/1.

67
creó o enfatizó esta unidad, necesaria para la dirección de la guerra. Su distinción de
Roma permaneció como una percepción en los dos bandos durante largo tiempo.
En este punto hay que dilucidar que es lo que realmente significaba Italia para
los Aliados y cuál era su organización. Se ha descrito a los Aliados que formaron una
federación, una liga, etc. Pero, como ha señalado G. Firpo, los Itálicos formaron una
liga al antiguo carácter itálico o koiné helenística. Su piedra angular era el
enfrentamiento con Roma, pues ya se ha señalado anteriormente que no todas las
comunidades tenían el mismo objetivo. Este elemento propició posteriormente su
derrota militar, aunque no política.
Diodoro menciona que los Aliados establecieron un senado común de 500
miembros, investidos con la autoridad soberana, de los cuales los más preparados y los
más competentes fueron seleccionados para administrar el Estado y deliberar sobre la
dirección de la guerra460. Se trata de los representantes de las comunidades rebeldes y
seguramente cada grupo étnico tendría sus delegados, pero el número de senadores por
cada comunidad es totalmente desconocido, y debe haberse reestructurado según la
marcha del conflicto.
A través de la descripción de Diodoro no parece claro que existiera un consejo
interno que dirigiera la guerra y, por tanto, mucho menos si era este reducido grupo o la
totalidad del senado quienes elegían a los cónsules y a los pretores. Para H. D. Meyer,
seguido por E. T. Salmon, existía una asamblea principal, presumiblemente consistente
en los hombres en armas de los pueblos constituyentes. Quizás esta asamblea elegía al
Senado, pero Estrabón no menciona para nada a esta última institución. En general
puede suponerse que el senado fue destinado a ser algún tipo de gobierno representativo
que, una vez nombrado, podía ejercer la autoridad soberana confiado a él por la
asamblea.
Asimismo, Diodoro señala que cuando los Aliados habían dispuestos sus
asuntos (“de una manera tan hábil”) y habían organizado un Gobierno, que por la mayor
parte copiaba el consagrado modelo romano, se dedicaron desde aquel mismo momento
a la causa de la guerra de la forma más enérgica posible461. H. Last y R. Gardner
consideran que ha descartarse la afirmación de Diodoro de que los Aliados se dotaron
de una constitución inspirada de Roma y consideran improbable que hiciesen uso del
principio representativo. En cuanto a que copiaron la mayoría de sus instituciones de los
Romanos, lo poco que se conoce deja entrever que pudo ser utilizada como inspiración
por los Itálicos, pero no seguida a pies juntillas, como A. Burnett ha demostrado en el
caso de la amonedación462. En realidad, no existen elementos de juicio para poder dar
una opinión justificada.
Diodoro establece que los miembros del Senado decretaban qué dos cónsules
podían ser elegidos anualmente, así como doce pretores463. Por su parte, Estrabón dice,
recordemos, que en Corfinium elegían a sus cónsules y pretores464. Ciertamente, ambos
escritores utilizan los términos griegos hypatoi y strategoi, empleados usualmente como
los equivalentes de los latinos consules y praetores, y no parece haber mucha duda de
que estos términos fueron los utilizados por los rebeldes, pues en una glans de Asculum

460
Diod. 37, 2, 5.
461
Diod. 37, 2, 7.
462
Por el contrario, E. T. Salmon precisamente utilizaba las monedas como elemento justificativo de las
palabras de Diodoro.
463
Diod. 37, 2, 5.
464
Str. 5, 4, 2.

68
aparece citado el comandante itálico como praetor465. Títulos oscos pudieron utilizarse
en el grupo “meridional” rebelde, como el típico “meddiss” (= meddix).
Para E. Gabba, todo ello no es más que una imitación del modelo romano,
como en otros elementos de su constitución. Pero, como indica E. T. Salmon, en el año
91 a.C. en Roma ni había 500 miembros del Senado ni doce pretores. Ciertamente,
había dos cónsules romanos, pero sus competencia estaban limitadas a la mitad del ager
romanus.
Para E. T. Salmon, siguiendo la teoría primeramente planteada por A. von
Domaszewski, la existencia de dos cónsules únicamente responde no a una imitación
del modelo romano sino al hecho que los insurgentes estaban divididos en dos grupos,
el “mársico” y el “samnita” (y que la guerra se distribuiría precisamente en dos frentes
coincidiendo con esta disposición), y que cada uno tenía un máximo representante.
Asimismo, el número de pretores, doce, respondería al número de pueblos insurgentes,
que anteriormente han sido listado.
Pero, a nuestro modo de ver, intentar adecuar el número de pretores con el
número de comunidades sublevadas es un tanto forzado, pues ya se ha observado que,
en primer lugar, el levantamiento se inicializaría en Asculum y se extendería a partir de
los Marsos en dirección sur, con lo que las distintas etnias se irían integrando de manera
gradual en el levantamiento, con lo que, si fuera así, se habría ido ampliando el número
de pretores (hasta los doce conocidos), o éstos se habrían de haber sido substituidos a
tenor de los grupos tribales entrantes en la rebelión, como Apulos y Campanos.
Además, no deberían tener la misma importancia los Venusinos que los Pentros
o los Marsos, por ejemplo. Los intentos de poder identificar a los pretores de los
diversos pueblos, como los realizados por E. T. Salmon, han sido siempre forzados,
confusos, a veces contradictorios y, desde luego, nada definitivos. No es de extrañar por
tanto que P. A. Brunt descalifique todo tipo de intentos al respecto.
En definitiva, buscar una relación entre pretores aliados y grupos étnicos lo
consideramos un vínculo forzado y que no está avalado por las fuentes literarias.
Según el testimonio de Diodoro, fueron elegidos como cónsules el ya conocido
Q. Poppaedius466 Silo, un marso por nacimiento y primero de su nación, y a C. Papius
Mutilus, de sangre samnita, igualmente un hombre de reputación sobresaliente y logros
en su nación467. Ambos tenían de modo inconfundible nombres sabelios.
Es curioso que Orosio señale que el líder de los Marsos fue el ya mencionado
jefe pirata Agamemnon, del que ya hemos hablado anteriormente, mientras que el de los
samnitas fue Papius Mutilus468. Sin duda una mala interpretación de sus fuentes, Livio o
uno de sus epitomadores, que habría confundido las actuaciones de los diferentes
personajes.
Como muy bien indican E. Gabba y E. T. Salmon, Poppaedius Silo y Papius
Mutilus no sólo serían los cónsules, (itálicos, evidentemente) para el año 90 a.C., sino
también para el año 89 a.C. Se trata de dos conocidos notables, que mantendrían sus
puestos debido a que a rasgos generales habían tenido éxitos en el campo de batalla.
El primero, Poppaedius Silo, había estado en contacto, como ya hemos tratado,
con Drusus. Pero, lo más interesante, es que se diga de él que fue quien inició la
rebelión469. No en vano, Domitius Ahenobarbus lo había detenido en su marcha hacia

465
CIL I2 848 = ILLRP 1089. El epígrafe menciona Itali // T. Lafr(enius) pr(aetor).
466
Esta es la forma correcta, no Pompaedius, como aparece a veces en las fuentes.
467
Diod. 37, 2, 6.
468
Oros. 5, 18, 10.
469
Liv. Per. 76, 6.

69
Roma. Poppaedius Silo era, según las fuentes, dux et auctor belli470, el más considerado
y el más poderoso de los Aliados471, el líder de la revuelta472. Su importancia es más que
evidente.
Más tarde, en la historia, encontramos a un Poppaedius Silo, quien luchó con P.
Ventidius Bassus (cos suff. 43 a.C.), legado del triunviro M. Antonius (cos. I 44 a.C.),
durante su campaña contra los Partos (Parthi) 473 en el año 39 a.C.474 Muy posiblemente
este individuo sería pariente del líder de la revuelta itálica.
De todos los jefes rebeldes de la Guerra de los Aliados, sin lugar a dudas el
más famoso y el más conocido fue el samnita C. Papius Mutilus475 (en osco: g papi g
mútil476). A. La Regina ha podido rastrear el stemma genealógico de su familia. Papius
Mutilus era hijo de C. Pap(ius) Met(elli f.), meddix tuticus477 al menos diez veces478,
gracias a dos sellos procedentes de una oficina latericia de Bovianum Undecimanorum
(act. Bojano)479. No sólo eso, su abuelo, Met. Pap(ius) Num. f. fue también meddix
tuticus ca. el año 160 a.C., y su bisabuelo N. Pap(ius) Met. f. meddix tuticus ca. el año
190 a.C. Esta familia se remonta hasta Brutulus Papius, mencionado en el año 322 a.C.
como vir nobilis potensque480. Parece ser que la familia de Papius Mutilus era originaria
del Samnium septentrional, probablemente del posterior municipium de Aufidena (act.
Castel di Sangro)481, no de Bovianum Undecimanorum, como sugiere E. T. Salmon.
Biznieto de nuestro personaje fue M. Papius Mutilus (cos. suff. 9 d.C.), que dio
nombre a la lex Papia Poppaea, una especie de suplemento de la lex Iulia de Maritandis
Ordinibus. Con este individuo se ha de identificar el adulador del emperador Tiberius en
el Senado conocido para el año 16 d.C.482

470
Flor. 2, 6, 10. “A partir ya de este momento, por doquier, en todas las regiones de Italia, mientras
Poppaedius Silo iba de un lado a otro como jefe y responsable de la guerra, resonaron en pueblos y ciudades
múltiples trompetas de guerra”
471
Plut. Mar. 33, 4.
472
Str. 5, 4, 2.
473
Sobre los Partos y su relación con Roma, vid: J. Wolski, "Iran und Rom. Versuch einer historischen
Wertung der gegenseitingen Beziehungen", ANRW II 9. 1 (1976), 195-214; L'empire des Arsacides, Leuven,
1993. A. Keaveney, "Roman Treaties with Parthia, circa 95-circa 64 BC", AJPh 102 (1981), 195-212; "The
King and the War-Lords: Romano-Parthian Relations circa 64-53 BC", AJPh 103 (1982), 412-428. H.
Sonnabend, Fremdenbild und Politik. Vorstellungen der Römer von Ägypten und dem Partherreich in der
späten Republik und frühen Kaiserzeit, Frankfurt, 1986. J. Wiesehöfer (ed.), Das Partherreich und seine
Zeugnisse. The Arsacid Period: Sources and Documentation, Stuttgart, 1998. E. Choisnel, Les Parthes et la
Route de la Soie, Paris, 2004.
474
Dio Cass. 48, 41, 1-3.
475
Las diferentes fuentes trascriben de forma diversa su nombre: C. Papius (App. BC 1, 40 y 42), Motilus
(App. BC 1, 51), C. Aponius Motylus (Diod. 37, 2, 6). Papius Mutilus (Oros. 5, 18, 10), Papius Mutilius (Vell.
Pat. 2, 16, 1). Sobre su familia, vid: A. La Regina, “C. Papivs C. f. Mvtilvs imp.”, en Samnivm. Archeologia
del Molise (Roma, 1991), 149-152
476
En latín, su nombre completo sería C. Papius C. f. Mutilus.
477
Tradicionalmente éste es el título del magistrado supremo anual de la liga Samnita, en esta época, de los
Pentros. Pero, recientemente, C. Letta considera que el meddix tuticus era una magistratura local.
478
La primera vez ca. el año 130 a.C. y la décima vez ca. 100 a.C.
479
Sobre esta ciudad, vid: G. De Benedittis, Bovianum e il suo territorio: primi appunti di topografia storica,
Roma, 1977 (DAIR VII); “Bovianum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 233-236. Existe
amplias dificultades a la hora de interpretar un pasaje de Plinio: colonia Bovianum Vetus et alterum
cognomine Undecimanorum (Plin. NH 3, 107). De aquí se ha deducido que existían en el Samnium dos
ciudades con el mismo nombre, aunque otros investigadores piensan que se trata de una misma localidad que
cambió de nombre.
480
Liv. 8, 39, 12-14.
481
Sobre esta ciudad, vid: V. Balzano, Aufidena Caracenorum, Roma, 1923. Aufidena era una comunidad
pentra (Plin. NH 3, 107), no caracena (como indica erróneamente Ptol. 3, 57).
482
Tac. Ann. 2, 32, 2.

70
Para finalizar, hay que decir que, descendiente de Herius Asinius, pretor de los
Marrucinos durante este conflicto, fue el famoso político e historiador C. Asinius Pollio
(cos. 40 a.C.). Los Asinii eran originarios de la población de Teate (act. Chieti)483; C.
Asinius Gallus (cos. 8 a.C.), hijo del anterior, amplió el acueducto de Teate484, y el hijo
de éste, Ser. Asinius Celer (cos. 38 d.C.), es recordado en una inscripción de la
ciudad485.
Una de las cuestiones menos conocidas de la Guerra de los Aliados es la
amonedación que los sublevados efectuaron durante el conflicto. Ésta se han agrupado
en 15 series, con 131 cuños de anverso y 153 cuños de reverso, con un total de 182
combinaciones. Se trata de una acuñación importante, mayor que muchas de las
amonedaciones del mundo griego pre-helenístico, aunque muy aproximada a la
producción anual de la ceca de Roma de finales del s. II a.C. La intención de estas
emisiones era tanto afirmar la soberanía del nuevo estado itálico así como proveer a la
financiación del conflicto militar486.
Las monedas itálicas fueron del mismo tamaño, material y peso que el denario
romano. No se pretendía sustituir al numerario romano, tarea imposible dado la cantidad
y el tamaño de su circulación, así como a la forma en declararse la guerra. Pero era un
medio eficaz de transmitir el pensamiento de los Aliados, como lo prueba su
iconografía, posiblemente una expresión autoconsciente de la existencia de un estado
itálico separado. No sólo se puede hablar de las representaciones de los Dióscuros, Italia
o la Victoria, sino que alguno de los diseños es definitorio de la situación existente: el
ya citado del toro itálico corneando a la loba romana.
No ha de extrañar que tras el fin de las hostilidades las monedas itálicas
desaparecieran de la circulación, fundidas sin duda por el vencedor487. No existe ningún
tesoro escondido con una fecha límite más tardía de la década de los años 80 a.C. que
contenga más de 1 o 2 piezas de amonedación aliada, e incluso estas pocas piezas son
probablemente producto de vestigios fortuitos de los propios atesoradores, dada la
diversidad de diseños en las propias monedas romanas.
El diseño utilizado en la amonedación insurgente entra en dos categorías: las
que imitan a la moneda romana y las que son de nueva creación. A. Burnett ha
establecido que de las quince variantes más importantes de esta amonedación, siete
tienen tanto el anverso como el reverso los diseños copiados, mientras otras seis es una
de las dos caras; es decir, de treinta diseños, veinte (dos terceras partes) son derivados
de modelos romanos, aunque el grado de fidelidad es variable488.

483
Catull. 12, 1. Sil. Ital. 17. 453.
484
CIL IX 3018.
485
CIL IX 3017.
486
A. Pagani, “Le monete della guerra sociale”, RIN 4 (1944-1947), 9-34. L. Breglia, “L’oro del giuramento e
i denari romani e italici del I secolo”, Numismatica 13 (1947), 67-79. E. Bernareggi, “Problemi della
monetazione dei confederati italici durante la Guerra Sociale”, RIN 14 (1966), 61-90. A. Campana, La
monetazione degli insorti italici durante la guerra sociale (91-87 a.C.), Modena, 1987. A. Burnett, “The
coinage of the Social War”, en Coins in Macedonia and Rome: Essays in Honour of Charles Hersh (London,
1998), 165-172. Sobre su simbolismo, vid: A. Voirol, “Die Münzen des Bellum Sociale und ihre Symbolik”,
Schweizer Múnzblätter 4 (1954), 64-67. D. Briquel, “Le taureau sur les monnaies des insurgés de la guerre
sociale: à la recherche d'un symbole pour l'Italie”, REL 74 (1996), 108-125. L. Capelletti, “Il giuramento degli
Italici sulle monete del 90 a.C.”, ZPE 127 (1999), 85-92.
487
Sólo se han conservado hasta la actualidad 934 piezas.
488
Por ejemplo, las monedas con una cabeza con casco en un lado y los Dióscuros cabalgando en el reverso
(Campana 1-2) son copiados genéricamente, aunque carecen de un prototipo preciso. Asimismo la escena del
juramento que aparece sobre uno de los dos tipos más comunes (Campana 7-97) es una adaptación de una
escena encontrada sobre monedas romanas, aunque modificando los detalles y el número de figuras presentes

71
Pero si la acuñación de los Itálicos estaba “romanizada” de alguna manera, sin
embargo también presentan sus diferencias, como en la utilización de la escritura osca
(junto con la latina). En este último punto, existen dos alternativas como explicación de
su utilización: la adopción de una lengua y una escritura aparte del latín como un intento
deliberado de diferenciarse en identidad entre Roma e Italia, justo como efectuaron los
Campanos en su revuelta contra Roma durante la Segunda Guerra Púnica o, más bien,
que el uso diferente del latín y el osco en las monedas de los Itálicos es el reflejo de
dónde las monedas fueron producidas.
La evidencia arqueológica ha puesto de manifiesto que no existe una
distribución diferencial de monedas en osco como opuestas a las inscritas en latín, dado
que ambas están igualmente representadas en los dos tesoros con mayor número de
denarios aliados de los cuales tenemos noticias: Hoffman 1870489 y Benevento490.
Además, si bien las monedas usualmente tenían inscripciones en latín u osco en ambas
caras, hay unas pocas que presentan el uso del latín en un lado y del osco en el otro491.
En cualquier caso, existe un consenso de que las primeras emisiones de los sublevados
fueron emitidas en la ciudad de Corfinium y, cuando la capital itálica se trasladó a
Bovianum, en esta última población.

489
RRCH 221. Posiblemente Hoffmann 1880 (RRCH 222) sea también una ocultación.
490
RRCH 366.
491
Syd. 636.

72
V

FUERZAS EN CONFLICTO

Como ya se ha indicado, según Diodoro, los sublevados, para la marcha de la


guerra, dividieron Italia en dos partes a partir de las Cercolae492, cada uno al mando de
un cónsul aliado: Poppaedius Silo en el frente septentrional (también denominado por
algunos investigadores “frente mársico”), y Papius Mutilus en el frente meridional (o
también llamado “frente samnita”)493.
El frente septentrional se extendía desde el Picenum a las montañas sobre la
ribera oriental y meridional del lago Fucinus. El otro, el frente meridional, incluía
Samnium, Lucania, Apulia y Campania. Cada uno tenía bajo sus órdenes a seis
comandantes, responsables de un sector particular. Desgraciadamente, no podemos
conocer los nombres de todos ellos, a pesar de los esfuerzos realizados para su
identificación.
En este momento, es conveniente conocer quienes eran los líderes itálicos.
Como puede suponerse, y parece probar el caso de los cónsules, se trataban de notables,
personajes importantes dentro de sus comunidades, que pudieron influir en ellas para
tomar una determinada posición política.
Apiano señala que los aliados itálicos tenían comandantes en jefe en cada una
de sus ciudades, pero que existían otros que se encontraban al frente del ejército común,
y que tenían plenos poderes494. De esta manera, menciona a: T. Lafrenius, C. Pontilius,
Marius Egnatius, Q. Popaedius Silo, C. Papius Mutilus, M. Lamponius, C. Vidacilius,
Herius Asinius y P. Vettius Scato495. Éstos, distribuyéndose de manera igual el ejército,
se opusieron a los generales romanos496. Puede observarse que Apiano no refleja la
posición preeminente de Poppaedius Silo y Papius Mutilus.
Por su parte, Floro (que no es precisamente muy fidedigno) señala que
Poppaedius Silo estaba al frente de Marsos y Pelignos, Afranius de los Latini, Plotius de
los Umbros, Egnatius de los Etruscos y Pontius Telesinus de los habitantes del
Samnium y la Lucania497. Por su parte, Veleyo Patérculo menciona a Q. Poppaedius
Silo, Herius Asinius, Insteius Cato, C. Pontidius498, Pontius Telesinus, Marius Egnatius
y C. Papius Mutilus499.
Hay que señalar que Insteius Cato no existe, pues no aparece mencionado por
ninguna otra fuente. Se trataría en realidad, como ha visto E. T. Salmon, de P. Vettius
Scato500, vid infra.

492
Diod. 37. 2, 6.
493
Diod. 37, 2, 7.
494
App. BC 1, 40.
495
App. BC 1, 40.
496
App. BC 1, 40.
497
Flor. 2, 6, 7.
498
C. Pontilius (mejor que Pontidius) sería para A. von Domaszewski, E. Gabba y E. T. Salmon el pretor de
los Vestinos.
499
Vell. Pat. 2, 16, 1.
500
Como este investigador indica, puede existir cierta confusión, pues un Cato fue cónsul en el año 89 a.C. y
un Insteius sirvió en el staff de Pompeius Strabo (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888).

73
Aparte de los líderes itálicos anteriormente mencionados, pueden citarse a
otros. En primer lugar, el lucano M. Lamponius, un líder importante durante este
conflicto, siguió en activo durante la posterior Guerra Civil, junto con Pontius
Telesinus, y ambos se enfrentaran posteriormente a Sulla501.
Marius Egnatius, un samnita, pertenecería según A. Mele a la gens de los
Egnatii502. Entre los miembros de esta familia se encontraban el famoso Gellius
Egnatius, líder samnita durante la Tercera Guerra Samnita, y dirigente de la coalición
anti-romana en la batalla de Sentinum (295 a.C.) 503, y Ollius Egnatius, que accedió al
meddiciato en el s. II a.C.504.
Pontius Telesinus, dux Samnitium505, perteneciente seguramente a una familia
de Telesia (act. abandonada, entre Telese y San Salvatore Telesino)506, comunidad
perteneciente a los Caudinos, aparece mencionado en los listados de Floro507 y Veleyo
Patérculo508. Posiblemente sea descendiente de Gavius Pontius, el líder samnita que
derrotó a los Romanos en la famosa batalla de las Furculae Caudinae (321 a.C.)509. Pero
E. T. Salmon rechaza la participación de Pontius Telesinus en la Guerra de los Aliados,
al no aparecer citado en ningún episodio en concreto, lo que sí acontece en la posterior
Guerra Civil510. Se ha supuesto que pudo estar al frente de los Samnitas desde la muerte
de Poppaedius Silo (como en un determinado momento considera el propio E. T.
Salmon)511, pero no hay ningún dato fiable hasta su aparición en escena en el año 82
a.C., con ocasión de la citada Guerra Civil512.
Por supuesto, aparte de los personajes anteriormente nombrados, debieron de
haber muchos más. Éste sería el caso de un Statius, víctima de las proscripciones del
año 42 a.C., del que Apiano señala que “Statius el samnita, que había jugado un gran
papel con los Samnitas en la Guerra de los Aliados, y que había sido elevado a la
categoría de senador romano por la brillantez de sus hechos, por su riqueza y por su

501
App. BC 1, 90 y 93. Eutrop. 5, 8, 1. Plut. Sull. 29, 2.
502
Contra: C. Letta. Asimismo se ha conjeturado que podía ser hijo o pariente del M. Marius de Teanum
Sidicinum, que fue salvajemente azotado.
503
Liv. 10, 19, 14; 10, 29, 16.
504
Po 80.
505
Vell. Pat. 2, 27, 1.
506
CIL IX 2234 = ILS 6510.
507
Flor. 2, 6, 6.
508
Vell. Pat. 2, 16, 1.
509
Cf. Ampe. 20, 10; 28, 2. App. Samn. 4. Eutrop. 10, 17, 2. Schol. Bern. 2, 137. Vir. Ill. 30, 1-4. Sobre este
personaje, vid: R. Tullio, “Gavio Ponzio e le Forche Caudine (commento al libro IX di Tito Livio)”, A&R 38
(1993), 1-17
510
Asimismo, considera que Telesia, como otras comunidades pertenecientes a los Caudinos, sería antes del
año 91 a.C. territorio romano, como indicaría el hecho que esta población estaba posteriormente inscrita en la
tribu (electoral) Falerna, mientras que el resto de los Samnitas estaba en la Voltinia, por lo que resultaría
paradójico que Pontius Telesinus participara en la Guerra de los Aliados que pedían la ciudadanía romana
cuando ya tenía tal condición. Más razón parece tener E. Gabba, que considera que se trata de una comunidad
aliada. Las murallas fueron rehechas tiempo después (CIL I2 1747 = CIL IX 2235 = ILLRP 675 = ILS 5328).
511
La mención de un Pompeius (Diod. 37, 2, 14), como comandante de las fuerzas aliadas junto junto a los
dos pretores lucanos en el Bruttium, se ha supuesto que podría designar a Papius Mutilus. Pero la no mención
de Nola, en donde este general samnita tenía su cuartel general, quizás pudiera corresponder ciertamente a
Pontius Telesinus, que reaparece con Lamponius en el año 82 a.C. Podría a su vez referirse a Poppaedius Silo,
aunque anteriormente Diodoro refiere su muerte.
512
App. BC 1, 90 y 93. Flor. 2, 9, 23. Plut. Sull. 29, 1. Vell. Pat. 2, 27, 1-6. A. von Domaszewski sugiere que
Pontius Telesinus fuera responsable de la defección de Pompeii (relativamente cercana a Telesia), pero E. T.
Salmon lo considera muy improbable.

74
linaje…”513. Para E. T. Salmon este personaje podría haber sido el comandante de la
guarnición de su comunidad natal514.
Ni él ni su familia eran desconocidos en el Samnium. Num. Statius, meddix
tuticus m(ortuo) i(n) m(agistratu), mencionado precisamente en un sello de Bovianum
que hace referencia a C. Papius Met. f.515, era hermano de L. Statius, padre de C. Statius
Clarus, al que A. La Regina identifica con el Statius apianeo516. Precisamente a Statius
Clarus se debe en parte la construcción del podio del templo mayor (templo B) de
Pietrabbondante, ca. los años 95-91 a.C.517 C. Letta niega toda relación entre el Statius
de la Guerra de los Aliados y los otros Statii aquí mencionados, pero no existen
objeciones para que pertenecieran todos a una misma familia.
Un hecho muy interesante que ha puesto de manifiesto S. Capini y M.
Gaggiotti es que la falta de trazas de destrucción del santuario de Pietrabbondante
contrasta con el encarnizamiento de la destrucción sistemática del santuario de Civitella
di Campochiario518. Statius, que habría sido hecho senador por Sulla, pudo haber
influido en éste para evitar la devastación del primer santuario citado. De ser cierto,
muestra que las relaciones entre las clases dirigentes romana e itálica no se rompieron
del todo.
A este respecto, para finalizar, se ha de reflexionar sobre las palabras de R.
Syme referente a que la entrada de nuevos senadores en Roma de manos de C. Iulius
Caesar supuso “el desquite y la revancha” de “los pueblos confederados del Bellum
Italicum”. Ciertamente, individuos como C. Asinius Pollio (cos. 40 a.C.) y P. Ventidius
Bassus (cos. suff. 43 a.C.), descendientes de líderes insurgentes, alcanzaron el
consulado. Pero la opinión de R. Syme es exagerada, y la presencia de ambos
personajes ha de encuadrarse en la propia renovación producida por los conflictos
civiles que marcaron el final de la República romana, como lo manifiesta la presencia
en el consulado del primer provincial, el gaditano L. Cornelius Balbus (cos. suff. 40
a.C.). Por el contrario, el primer senador peligno, Q. Varius Geminus, que como tal fue
recordado en un epígrafe519, lo fue en época del emperador Augustus.
Como indican H. Last y R. Gardner, el ejército de los Aliados estaba formado
por los habitantes de los valles oscos y sabelios. Un excelente material de combate,
fortalecidos por veteranos que habían servido bajo los mismos generales a los que se
iban a enfrentar en el campo de batalla520.
Como Roma dominaba el mar, los Itálicos se vieron obligados a únicamente
contar con sus propios recursos. Pero la historia del arquero cretense521 y de

513
App. BC 4, 25.
514
Cf. App. BC 1, 39.
515
Ve 160a. E. T. Salmon se equivoca al confundir a este último personaje con C. Papius Mutilus, el líder
samnita de la Guerra de los Aliados, al ser diferente la filiación.
516
Sobre este personaje y su familia, vid: A. La Regina, “Stazio Sannita”, PP 161 (1975), 163-169. Sobre
diversas familias samnitas, vid: M. Gaggiotti, “Tre casi regionali italici: il Sannio Pentro”, en Les
«bourgeoisies» municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 137-150. E. Campanile,
“Appunti sulla diffusione «orizzontale» delle grandi famiglie sannitiche in età anteriore alla Guerra Sociale”,
Athenaeum 82 (1994), 557-567.
517
Ve 154 + Po 18. Este epígrafe osco es fragmentario, pero según A. La Regina, seguramente contendría la
magistratura de Statius Clarus: meddix tuticus.
518
También los lugares de Fioccaglia di Flumeri y Monte Vairano presentan trazas de destrucción a causa de
la Guerra de los Aliados.
519
CIL IX 3306 = ILS 932.
520
Cf. Diodoro: “Ellos compartían el botín con los soldados, de modo que por obtener el gusto de las
ganancias de guerra los hombres que habían experimentado sus peligros emprenderían la lucha por la libertad
con un corazón alegre” (Diod. 37, 14, 1).
521
Diod. 37, 18, 1.

75
Agamemnon, el pirata cilicio522, hace pensar que los Aliados estaban bien contentos de
servirse, a falta de algo mejor, de cualquier “desesperado” extranjero momentáneamente
desocupado.
Toda la estructura militar que los aliados itálicos habían puesto a disposición
de Roma durante años fue ahora movilizada a favor de la causa rebelde. Su experiencia,
su destreza militar, sus conocimientos de las tácticas, estrategia, logística, todo lo que
habían aprendido en las guerras que habían luchado junto con los Romanos, iba a ser
utilizado en contra de éstos.
A finales del s. II a.C., los Aliados tenían un mayor número de soldados
entrenados que Roma, dado que en los conflictos a partir del año 115 a.C. había
aumentado de manera desmedida las demandas de tropas itálicas. De esta forma, los
sublevados habían contribuido con el mayor contingente de tropas a la “confederación”
romana, un hecho que sin duda no pasó desapercibido para los dirigentes aliados.
Así lo manifiesta Diodoro: “Los Itálicos, que anteriormente habían peleado
muchas veces con distinción en favor del imperio de Roma, estaban ahora arriesgando
su vida para asegurarse el suyo propio, y sus hazañas de valentía fueron mucho más allá
que los actos de sus finalmente vencedores. Los Romanos, por otra parte, estando
comprometidos en la lucha, consideraban una desgracia aparecer como inferior a sus
inferiores”523.
En total, los rebeldes itálicos tenían, según el testimonio de Apiano, además del
ejército propio de cada ciudad524 (es decir, de las tropas necesarias para guarnecer y
defender las poblaciones bajo su control y cuyo número es difícil de calcular), un
ejército común, en el campo de batalla, de unos 100.000 hombres entre tropas de
infantería y caballería525. Su eficacia quedará demostrada en sus éxitos iniciales.
Por su parte, el Gobierno romano comenzó a formar un ejército en la Península
y pedir refuerzos y vituallas de las provincias. El potencial bélico en Italia fue
proporcionado por las regiones romanizadas que tiempo atrás habían sido habitadas de
Sabinos (Sabini) y Ecuos (Aequi), por el Latium, por el ager Campanus y por las
colonias de derecho romano y latino526.
De la fidelidad de las colonias latinas, ejemplarizadas en Alba Fucens y
Aesernia, y de la extraordinaria importancia del ager Campanus como fuente de
abastecimiento y base de operaciones, hay amplio testimonio. Ya decía Cicerón que
Capua “ha estado oportunísima, tanto en los preparativos de la guerra como para
proveer al ejército y alojarlo en sus casas y en su tierra”527, aunque la frase se refiere a
diversos conflictos. Campania envió suministros continuamente, que permitió sustentar
grandes ejércitos528, y el dominio romano de su zona central llegó a ser crucial para el
desarrollo del conflicto, tanto por razones de abastecimiento como logísticas, al impedir
la penetración samnita en dirección al Latium.

522
Diod. 37, 16, 1. Oros. 5, 18, 10.
523
Diod. 37, 22, 1.
524
Literalmente. Habría sido de esperar un término como “comunidad”, pues muchos de los componentes del
campo aliado eran agrupaciones étnicas. Quizás se trate de un error de percepción.
525
App. BC 1, 39.
526
El epitomador de Livio dice que éste en su obra “relata el envío de tropas auxiliares de estatuto latino y de
naciones extranjeras al pueblo romano” (Liv. Per. 72, 6). Además, hay que tener en cuenta el hecho de que
Umbria y Picenum eran territorios tradicionales de reclutamiento, debido a la facilidad de comunicaciones con
Roma.
527
Cic. leg. agr. 2, 90.
528
Cic. leg. agr. 2, 80.

76
Todos los puertos importantes estaban en poder de Roma. Si bien se ha dicho
que desde el principio hasta el final su supremacía marítima nunca fue desafiada por los
insurgentes, existen indicios que esto no fue así, pero que no cambiaron el curso de los
acontecimientos. En cualquier caso, Roma pudo proveerse en las provincias de recursos
humanos y de materiales. Así mismo, podía evitar cualquier intento externo de apoyar a
los rebeldes.
Sicilia suministró “cueros, túnicas y trigo, es decir, vistió, alimentó y armó a
nuestros grandes ejércitos”, señala Cicerón529. Se conocen refuerzos y abastecimientos
militares procedentes de la Gallia Cisalpina530, en donde hemos citado la actividad de
Sertorius531. Contingentes militares llegaron de Hispania532, así como de Numidia y
Mauretania533. Estas aportaciones de tropas son muy interesantes, puesto que sustituían
como auxiliares precisamente a los ahora sublevados.
De Oriente llegó ayuda naval. De esta forma conocemos que la ciudad
anatólica de Heraclea Pontica envió dos trirremes cubiertas las cuales, después de
participar en la guerra y ser elogiada su tripulación por su valor, volvieron a casa en el
onceavo año después de que habían partido534. Asimismo, un documento epigráfico535
honra a tres capitanes griegos por sus servicios durante el conflicto, y que estuvieron
largo tiempo al servicio de Roma.
La importancia que se daba a la marina no solo queda reflejada en el párrafo
anterior. Un Otacilius tuvo un mando naval536, más bien en el año 90 a.C. para E. Gabba
que en el año 89 a.C. como piensa T. R. S. Broughton, de modo que repitió el papel de
un ancestro del s. III a.C., T. Otacilius Crassus (pr. I 217 a.C.). Además, el epitomador
de Livio señala que A. Postumius Albinus (cos. 99 a.C.) estaba al mando de las
operaciones navales cuando perdió su vida delante de Pompeii en el año 89 a.C. 537, vid
infra.
Afortunadamente, entre los fragmentos conservados de Cornelio Sisena hay
varios que hacen referencia a acciones navales. Por ejemplo, se tiene constancia que una
parte de las cohortes se instaló en la costa, junto al mar538; sin duda, se trata de tropas
romanas que vigilaban el litoral, lo que indica que éste podía ser atacado por los
Aliados.
En cuanto al número de efectivos empleados, Apiano indica que los Romanos
enviaron contra los aliados itálicos un ejército de igual número539, es decir, de 100.000
hombres entre tropas de infantería y caballería540, “formado de entre sus propios
ciudadanos y de los pueblos de Italia que aún se mantenían en la alianza con ellos”541.

529
Cic. II Verr. 2, 5.
530
App. BC 1, 42.
531
Plut. Sert. 4, 2.
532
CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888.
533
App. BC 1, 42 y 50.
534
Memnon fr. 21.
535
Senatus consultum de Asclepiade Polystrato Menisco in amicorum formulam referendis o Senatus
consultum de Asclepiade Clazomenio sociisque (CIL I2 588 = CIL VI 588 = IG XIV 951 = ILLRP 513 =
RDGE 22).
536
Sisen. fr. 38. Algunos investigadores han identificado este personaje con el liberto y rhetor de Pompeius
Magnus, L. Voltacilius Pilutus, al suponer la existencia de corrupciones en los manuscritos de las distintas
fuentes. Pero esto ha sido desmentido categóricamente por R. G. Lewis.
537
Liv. Per. 75, 1.
538
Sisen. fr. 22.
539
App. BC 1, 39.
540
Cf. App. BC 1, 39.
541
App. BC 1, 39.

77
Por tanto, en una fase inicial del conflicto, no habían llegado todavía los refuerzos de las
provincias.
Las reservas de Roma, basadas en su posición como poder imperial, eran con
mucho muy superiores a la de los rebeldes y su efecto se habría sentido bastante
rápidamente, aun si el estallido de la Primera Guerra Mitridática, iniciada en el año 89
a.C., había puesto punto final a la llegada de refuerzos desde Oriente.
Para A. von Domaszewski, seguido por L. Pareti y E. T. Salmon, durante la
campaña del año 90 a.C. los Romanos pusieron sobre el campo de batalla no menos de
catorce legiones542, figura tomada con precauciones por P. A. Brunt. Claro que estas
unidades militares estaban compuestas en gran parte por soldados con poco o nulo
entrenamiento militar, que desembocaría en una serie de derrotas pero que no
producirían un daño irreparable. Cada legión, con sus auxiliares, tendría unos 10.000
hombres543, en la que existiría una ratio 1:1 entre ciudadanos romanos y auxiliares
aliados544.
Diferentes son los números aportado por P. A. Brunt. Para los años 92 y 91
a.C., habría un total de seis legiones: tres en Hispania, dos en la Gallia Transalpina, y
una en Macedonia. Con el estallido de la Guerra de los Aliados, las cifras crecen de
manera espectacular. Este investigador calcula la existencia de 19 legiones en el año 90
a.C., 32 en el año 89 a.C. y 17 en el año 88 a.C.545 Los datos ofrecidos por las fuentes
literarias no permiten por desgracia conocer con exactitud el número de unidades
militares legionarias dispuestas para el combate.
Roma no escatimaba en la recluta de soldados. Quienes intentaban escabullirse
eran severamente castigados. Valerio Máximo señala que el Senado no descansó con el
caso de C. Vettienus, quien se había cortado los dedos de la mano izquierda para no
tener que participar en el conflicto546, señal de la virulencia de la guerra. Fue un grave
error de cálculo. No sólo le confiscaron sus bienes, sino que además fue condenado a
cadena perpetua547.
Evidentemente, pasaba todo lo contrario en caso de los héroes. El testimonio de
Sertorius es un buen ejemplo: “Cuando hubo avanzado hasta la dignidad del mando
(legado), no cedió en su audacia de soldado, sino que, manifestando de su mano obras
admirables y entregando su cuerpo sin reservas a los combates, perdió un ojo. No
cesaba de jactarse constantemente de esto: «Los demás», decía, «no llevan siempre a su
lado los premios de su valor, sino que depositan collares, lanzas y coronas. Pero él, en
cambio, conservaba las marcas de su bravura, y todos aquellos que veían mi desgracia al
mismo tiempo constataban su coraje». El pueblo le compensó con los honores
convenientes: al entrar en el teatro le recibían con aplausos y aclamaciones548, honores
que no eran fáciles de alcanzar siquiera para aquellos avanzados en edad y cubiertos de
gloria”549.

542
Cf. App. BC 1, 40. Cic. Font. 43. Pero de estas fuentes no se puede deducir ningún cálculo.
543
Cf. la victoria de P. Praesenteius sobre C. Perpenna (App. BC 1, 41).
544
Por este tiempo, una cohorte estaba compuesta por 500 hombres (App. BC 1, 82). Es decir, que habría
5.000 legionarios y 5.000 auxiliares. Pero hay que advertir que no existe unanimidad entre los investigadores
en este punto.
545
En este punto, conviene recordar las palabras de Th. Mommsen, quien consideraba que para esta época, en
Italia habría unos 500.000-600.000 itálicos contra 400.000 ciudadanos romanos en edad de tomar las armas.
T. Frank considera que para el año 85 a.C. habría en Italia un 1.500.000 de varones libres adultos, cifra
rechazada por P. A. Brunt por excesivamente alta.
546
Val. Max. 6, 3, 3.
547
Val. Max. 6, 3, 3.
548
Cf. Sall. Hist. 1, 89.
549
Plut. Sert. 4, 3-6. Cf. Gell. 2, 72, 2.

78
Puede suponerse el esfuerzo financiero550 que era necesario para pagar y
mantener al ejército romano, que no sólo estaba compuesto de ciudadanos romanos y
aliados itálicos que habían permanecido leales, sino también de contingentes
procedentes de provincias y de reinos dependientes. Si se cogen las estimaciones de M.
H. Crawford sobre el número de cuños de anverso utilizados durante estos años para
emitir moneda, las cifras saltan a la vista: 120 en el año 92 a.C., 677 en el año 91 a.C.,
2.372 en el año 90 a.C., 841 en el año 89 a.C., 807 en el año 88 a.C. y 476 en el año 87
a.C.
A tenor de los datos anteriores, el año 90 a.C. fue clave para Roma. Sólo una
emisión, la de L. Calpurnius Piso Frugi (pr. 74 a.C.)551, representa por sí sola 864 cuños
de anverso (la mayor efectuada en la historia de la República). El propio Erario Público
pronto se vio atrapado en la vorágine de bajas ganancias y altos costes, esto es, la guerra
costaba mucho dinero, demasiado, tanto que rebajaron levemente el contenido de plata
en los denarios, cuya fineza pudo quedar reducida incluso hasta el 80%. Los
magistrados monetales del año 90 a.C. probablemente agotaron cualquier excedente
existente en el Tesoro552, así que en el año 89 a.C. el Gobierno romano se volvió a
buscar fuentes extraordinarias de ingresos.

Denario romano de L. Calpurnius Piso Frugi (RRC 340/1. 90 a.C.). Anv.: Cabeza laureada de Apolo a dra;
detrás, ancla. Rev.: Jinete galopando a dra., con una palma; encima, marca de control V; en el exergo, marca
de control bastón. Ø = 17 mm. Se trata de la acuñación más numerosa de la historia de la República,
evidencia de la importancia de este conflicto. Las combinaciones de cuños dan origen a más de 300
variedades. Una de ellas fue el sanctius aerrium, la reserva del Erario Público de Roma financiada por el
impuesto del 5% de esclavos manumitidos y reservados para la guerra contra los Galos. Para Ch. T. Barlow, la
campaña de C. Coelius Caldus (cos. 94 a.C.) contra los Saluvios (Salluvii)553 dio la excusa necesaria para
utilizar estos fondos, como parece deducirse de las palabras argento publico de la emisión de L. Titurius
Sabinus en el año 89 a.C.554

Otra fuente extraordinaria de ingresos fue la venta de propiedades públicas que


habían sido entregados en propiedad a los pontífices, augures, decénviros y flámines en
los alrededores del Capitolium, “por imperativos de la necesidad”555. Faltaba dinero

550
Sobre este tema, vid: Ch. T. Barlow, “The Roman Government and the Economy, 92-80 BC”, AJPh 101
(1980), 202-219.
551
RRC 340/1.
552
Cf. Oros. 5, 18, 27.
553
Liv. Per. 73, 10.
554
RRC 344/1c y 344/2c.
555
Oros. 5, 18, 27.

79
para pagar el trigo, aunque se consiguió suficiente cantidad de dinero para socorrer
temporalmente la escasez556. Esto probablemente hizo entrar una gran cantidad de
dinero en el Erario Público debido a su situación cerca del centro de la ciudad.
El Gobierno también podría haber recibido fondos a través de la venta del botín
tomado a los sublevados durante el conflicto. Curiosamente, la única información que
ha sobrevivido concerniente a este tema, proveniente de la captura de Asculum, nada
fue a parar al Erario Público557.
Las provincias pagaron probablemente las cantidades normales debidas por
tributación, aunque la provincia más rica, Asia, fue perdida para los Romanos en el año
88 a.C. No se tienen más datos acerca de esta cuestión.
Los sublevados tenían en su campo dos cónsules y doce pretores, seis en cada
frente, cada uno de ellos con su respectiva fuerza militar. Los Romanos responderían,
para E. T. Salmon, con el mismo principio558, pero en lugar de pretores utilizaron
legati559. De esta forma, los cónsules romanos del año 90 a.C., quienes estaban al frente
de las fuerzas romanas560, L.561 Iulius Caesar y P. Rutilius Lupus dirigirían los dos
frentes en que se dividió el conflicto, el primero el frente meridional contra el grupo
samnita mientras el segundo el frente septentrional contra el grupo marso. Como indica
Apiano, los legados “se distribuyeron el país bajo el mando de los cónsules, estos
últimos inspeccionaban todas las zonas, y los Romanos les enviaban continuamente
otras fuerzas por tratarse de una guerra importante”562. Por desgracia, las fuentes
conservadas no permiten, al igual que con los Aliados, efectuar una reconstrucción de
las fuerzas y disposición de cada uno.
A nivel político, en Roma parece haber existido un compromiso entre la factio
Metella y su gran rival en el Senado, el grupo liderado por Marius, posiblemente en
interés de la unidad de acción contra los sublevados. Fueron elegidos como cónsules los
ya citados L. Iulius Caesar y Rutilius, pariente de Marius563 y sin duda causa de su
elección, como representantes de ambas facciones. Pero no sólo eso, sino que los
legados que acompañaban a los cónsules en sus mandos militares parecen que en todos
los casos compartían las ideas políticas de sus respectivos comandantes.
Apiano es quien proporciona la lista más completa de legados (al menos para el
primer año de guerra, el año 90 a.C.), cinco por cada cónsul564. Por parte de Rutilius
menciona a: Cn. Pompeius Strabo (cos. 89 a.C.)565, Q. Servilius Caepio (pr. ca. 90 a.C.),
C. Perpenna (pr. 90 a.C.?), el “famoso” C. Marius (cos. I 107 a.C.), y M. (o M’.)
Valerius Messalla (¿pr. ca. 90 a.C.?); de L. Iulius Caesar, a: P. Cornelius Lentulus (¿pr.

556
Oros. 5, 18, 27.
557
Oros. 5, 18, 26.
558
Cf. App. BC 1, 40. Pero de esta fuente no se puede deducir lo manifestado por E. T. Salmon.
559
Los legados (lit. «delegados») eran personas designadas para un mando militar determinado por un
personaje con imperium. También se les utilizaba como embajadores. Vid: B. Schleussner, Die Legaten der
rómischen Republik decem legati und ständige Hilfsgesandte, München, 1973. B. E. Thomasson, Legatus.
Beiträge zur römischen Verwaltungsgeschichte, Stockholm, 1991.
560
App. BC 1, 39.
561
Apiano le da por error el praenomen Sextus, por confundirlo con Sex. Iulius Caesar, el cónsul del año 91
a.C., en su obra (App. BC 1, 40-42, 44-45).
562
App. BC 1, 40.
563
Diod. 38 fr. 98, 2. Oros. 5,18, 11.
564
App. BC 1, 40.
565
Sobre este personaje, vid: M. Gelzer, Cn. Pompeius Strabo und die Uebertragung der grossen Imperien,
Berlin, 1942; “Cn. Pompeius Strabo und der aufstieg seines Sohnes Magnus”, en Kleine Schriften, II
(Wiesbaden, 1963), 106-138.

80
ca. 90 a.C.?), “hermano del propio Caesar”566, T. Didius (cos. 98 a.C.), P. Licinius
Crassus (cos. 97 a.C.)567, el ya citado L. Cornelius Sulla (cos. I 88 a.C.) y M. Claudius
Marcellus (¿pr. ca. 90 a.C.?)568.
Por su parte, Cicerón recuerda los legados que fueron utilizados en este
conflicto al mando de los diferentes cónsules: L. Iulius Caesar, Rutilius, Porcius Cato y
Pompeius Strabo (los dos últimos los cónsules romanos del año 89 a.C.), con rango
pretoriano: M. Caecilius Cornutus (pr. ca. 91 a.C.), L. Cornelius Cinna (cos. I 87 a.C.),
y L. Cornelius Sulla (cos. I 88 a.C.), sin olvidar a C. Marius (cos. I 107 a.C.), T. Didius
(cos. 98 a.C.)569, Q. Lutatius Catullus (cos. 102 a.C.), y P. Licinius Crassus (cos. 97
a.C.), “hombres que ganaron su conocimiento militar no de los libros de texto sino de
sus operaciones y sus victorias”570.
Entre una y otra lista, puede observarse que no se repiten Caecilius Cornutus,
Cornelius Cinna y Lutatius Catullus, quienes muy posiblemente pudieron participar en
los hechos de armas del año 89 a.C. Esto no debe extrañar, puesto que hubo más
legados, entre ellos, se conoce con certitud a P. Sulpicius Rufus (tr. pl. 88 a.C.)571. Para
Veleyo Patérculo, los generales romanos más famosos en esa guerra fueron: Marius,
Sulla572, Pompeius Strabo, y Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.)573, aunque en otro
pasaje de su obra574 sólo cita a los tres primeros, como así también efectúa Eutropio575.
Como puede desprenderse de las palabras del propio Cicerón, Roma hizo
intervenir como comandantes prácticamente a todos los miembros de la nobilitas que
habían tenido experiencia militar. Apiano indica que “como se estimó que la guerra iba
a ser compleja, y que tenía muchos frentes, se envió a los mejores hombres del
momento como legados de los cónsules”576.
Asimismo, todo romano de buena familia, como el joven M. Tullius Cicero
(cos. 63 a.C.)577, a pesar de su inexperiencia en este campo, se vio envuelto en la guerra;
si bien no se conoce que haya participado directamente en operaciones bélicas, seguro
que tuvo que combatir, y su experiencia fue tal que fue muy consciente que lo suyo no
era el campo de batalla, sino el foro. Otro ilustre orador, Q. Hortensius Hortalus (cos. 69
a.C.), participó también en el conflicto, en el primer año de guerra como soldado y en el
segundo como tribuno militar578.

566
Para E. Badian, quizás hubiera un error del copista, y habría de añadirse en el texto a Q. Lutatius Catullus,
hermano de L. Iulius Caesar, y no proceder a sustituir un nombre pos otro. Pero el texto de Apiano deja claro
que había cinco legados para cada cónsul, por lo que no se puede añadir ningún nombre a la lista. Asimismo,
el citado investigador considera la posibilidad de que también fuera legado M. Antonius (Cic. Brut. 304), pero
únicamente sabemos de éste que estaba ausente de Roma durante el conflicto.
567
A destacar, en primer lugar, que P. Licinius Crassus era el padre de M. Licinius Crassus, el célebre
“triunviro”, que, para E. T. Salmon, podía haber participado como simple mozalbete al lado de su padre
568
Así para E. Badian, H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon. Se trata de un antiguo oficial de Marius, que había
servido con él en Aquae Sextiae.
569
Cicerón da como praenomen Publius. Asimismo, Amiano da en otro lugar como praenomen Marcus
(Ammian. Marc. 27, 4, 10).
570
Cic. Font. 43.
571
Cic. Brut. 304.
572
Sobre la actividad de estos dos personajes en el presente conflicto, vid: M. T. Polidori, “Silla e Mario nei
rapporti della guerra sociale”, Historia 2 (1928), 67-77.
573
Vell. Pat. 2, 15, 3.
574
Vell. Pat. 2, 16, 4.
575
Eutrop. 5, 3, 3.
576
App. BC 1, 40.
577
Cic. Phil. 12, 27. Vid: G. O. Honorato, “La partecipazione di Cicerone alla guerra sociale”, RAAN 24-25
(1949-1950), 415-426.
578
Cic. Brut 304.

81
Para E. Gabba, los cónsules, probablemente solo tenían en principio a su
disposición las fuerzas de un nivel normal para magistrados romanos, pues en el
momento de su elección no se preveía la apertura del conflicto. Pero, como ya hemos
visto, esto no fue así, y las numerosas fuerzas que los Romanos tuvieron a su
disposición en el campo de batalla, a la vez que el testimonio anteriormente citado sobre
Sertorius579, muestran que Roma se estaba preparando para el conflicto.
En definitiva, como señala Apiano, L. Iulius Caesar y Rutilius “partieron al
frente de las tropas romanas, una vez que otros habían asumido el control de las puertas
y de las murallas, según es costumbre en caso de guerra interna y muy próxima”580.
Como señala el epitomador de Livio: “el pueblo tomó el sagum («uniforme
militar»)”581, por un decreto del Senado582.
Con la apertura de la estación de campaña del año 90 a.C., según E. Gabba, la
estrategia de los Aliados sublevados, que había sido planificada previamente, fue la de
tomar la ofensiva en todos los frentes. El objetivo principal era la eliminación de las
colonias latinas y, en general, de todos los enclaves romanos existentes en el territorio
controlado por los insurgentes.
Como indica D. B. Nagle, el doble anillo de fortalezas romanas y latinas
construido para defender el territorio romano contra invasiones procedentes de los
pueblos de la montaña demostró su valor estratégico. En el anillo exterior únicamente
Aesernia sucumbió, y sólo tras un largo asedio. Beneventum (act. Benevento) no parece,
aparentemente, que fuese sitiada. En el anillo interior Venafrum fue tomada, pero
probablemente los Aliados no pudieron sostenerse aquí largo tiempo. Mientras las
fuerzas insurgentes podían moverse de un lado a otro, las fortalezas romanas siempre
constituían una amenaza en su retaguardia y a sus comunicaciones, y permitieron a los
Romanos reconquistar las áreas perdidas como habían hecho en siglos precedentes.
Debe notarse la importancia de la retención por parte de los Samnitas de las ciudades de
Nola y Aesernia hasta la victoria final de Sulla en la Guerra Civil.
Las rutas que los Romanos habían utilizado para penetrar en territorio enemigo
en el curso de la conquista de Italia adquirieron ahora de nuevo una relevancia militar
que parecía haber desaparecido para siempre. La diferencia estribaba en que en este
caso éstas podían ser también utilizadas en sentido contrario, contra Roma, siempre que
los rebeldes pudieran superar los obstáculos representados por las fortificadas colonias
latinas, que recuperaban ahora su función tradicional583.
Para E. T. Salmon, la intención esencial de los insurgentes era la misma que
Hannibal: aislar a Roma y privarla de sus aliados en Italia, para volverla impotente. Con
este fin, el grupo “mársico” en al área centro-septentrional buscó abrir un ancho y fácil
corredor de comunicaciones, si no a Roma, al menos hacia los Umbros y Etruscos,
quienes podían ser inducidos a participar en la insurrección.
Para este propósito no era suficiente para los rebeldes con retener Asculum:
necesitaban asimismo tomar el control de otras fortalezas que les cerraban el camino a
una unión efectiva con sus potenciales aliados del norte. Por lo tanto, plazas claves

579
Plut. Sert.4, 2.
580
App. BC 1, 40.
581
Liv. Per. 72, 3. Vell. Pat. 2, 16, 4: “prenda que se mantuvo durante mucho tiempo”.
582
Sisen. fr. 12.
583
Para H. Last y R. Gardner el hecho de que si bien los Itálicos efectuaron ofensivas contra la Campania
meridional y Apulia, no se pueda descubrir ningún signo de un movimiento concertado contra el Latium y
Roma, sería una señal de que la red viaria romana servía mejor a los Romanos en defensa que no para una
ofensiva aliada. Pero, en realidad, fueron las colonias latinas las que frenaron cualquier ataque contra la
Ciudad Eterna.

82
como Pinna, Firmum y las dos colonias latinas sobre la Via Valeria, Alba Fucens y
Carseoli, se convirtieron rápidamente en los focos de fuertes enfrentamientos.
Ha de tenerse en cuenta la imposibilidad en principio de extender la rebelión
más al norte de Asculum, pues la costa adriática, hasta la Gallia Cisalpina, estaba
cubierta tanto de colonias romanas como latinas. De las primeras. Auxinum, Pisaurum
(act. Pesaro), Potentia, Sena Gallica (act. Senigallia); de las segundas: Aesis, Ariminum,
Castrum Novum (act. Terravecchia di Giulianova), Firmum, Hadria584. Con la
construcción de la Via Caecilia de Amiternum a Hadria en el año 117 a.C.585 Roma no
se encontraba limitada en sus comunicaciones con el Adriático en la Italia septentrional
a la Via Salaria, que precisamente transcurría por Asculum.
Para E. Gabba, los rebeldes podían intentar conquistar y mantener el control
sobre la totalidad de la Italia central y meridional y sobre esta base imponer una
solución de compromiso. Incluso, pudiera ser éste su verdadero objetivo.
Los fragmentos de un discurso conservado en Ad Herennium, posiblemente
declamado durante un caso presentado al amparo de la lex Varia, es interesante en este
contexto. Roma tenía consciencia, aunque de manera exagerada, de la disparidad de
fuerzas existentes en el campo de batalla, y la imposibilidad de una victoria insurgente.
La única explicación posible pues para la sublevación era suponer la existencia de cierta
complicidad de diversos políticos romanos con la causa aliada586.
Roma tenía la gran ventaja geográfica de poseer un sólido bloque de territorio
que incluía la tierra sabina y que cruzaba de un lado a otro la Península. De esta manera,
se separaba físicamente de forma efectiva a los insurgentes de las comunidades umbras
y etruscas, cuya participación era uno de los objetivos insurgentes.
Además, Roma podía movilizar recursos mucho mayores de lo que los Itálicos
podían hacer jamás. Las zonas rebeldes se encontraban entre las más pobres de Italia,

584
Con esta colonia y la anexión del resto de su territorio al ager Romanus, los Pretucios (Praetutii) dejaron de
existir como entidad. Su centro principal era Interamna Praetuttiorum (act. Teramo). Sobre este proceso, vid:
M. P. Guidobaldi, La romanizzazione dell’ager Praetutianus (secoli III-I a.C.), Napoli, 1995.
585
M. P. Guidobaldi retrotrae la creación de esta vía de comunicación a la actuación de L. Caecilius Metellus
Denter (cos. 284 a.C.), pero es una fecha demasiado temprana. Sobre esta ruta, vid: S. Barbotta, “La via
Caecilia da Roma ad Amiternum”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 47-
64. M. P. Guidobaldi, “La via Caecilia: riflessioni sulla cronologia e sul percorso di una via publica romana”,
en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 277-291.
586
“«Estáis viendo, jueces, contra quiénes luchamos. Contra Aliados que solían combatir a nuestro lado y
defendían con su valor y esfuerzo nuestro imperium. Conocen sin duda sus propios recursos y tropas y, por la
vecindad y las relaciones de todo tipo con nosotros, podían igualmente conocer y evaluar todo el poder del
pueblo romano. Cuando decidieron hacernos la guerra, decidme, en qué confiaban para atacarnos, sabiendo
que la mayoría casi absoluta de nuestros aliados permanecería fiel a sus obligaciones, viendo que no disponían
de tropas abundantes, generales expertos, fondos públicos ni, en definitiva, nada de lo que se necesita para
realizar una guerra. Incluso luchando contra algún vecino por una cuestión de fronteras o pensando resolver el
conflicto en una sola batalla, habrían acudido al combate mejor armados y equipados. Mucho menos creíble es
que intentaran con tan pocas tropas apoderarse del imperium que domina el mundo, un imperium que todos los
pueblos, reyes y naciones han aceptado, unos por la fuerza, otros voluntariamente, vencidos por las armas o la
generosidad del pueblo romano. Alguien se preguntará: ‘¿Y los habitantes de Fregellae? ¿Es que ellos no lo
intentaron por su propia voluntad?’. Sí, y precisamente por ello no hubieran debido intentarlo, después de ver
cómo los de Fregellae salieron malparados. La ignorancia hace caer fácilmente en el error a los pueblos que
por falta de experiencia no pueden encontrar precedentes en su historia para cada cuestión. Por el contrario,
los que conocen lo que les ha sucedido a otros pueden fácilmente obtener provecho propio de las experiencias
ajenas. ¿Ningún motivo les indujo? ¿No tenían la menor esperanza cundo empuñaron las armas? ¿Quién
creerá que alguien ha sido tan insensato como para atreverse a atacar el poder del pueblo romano sin el apoyo
de alguna fuerza? Algún motivo, por tanto, debió de existir. Y ¿qué otro puede ser sino el que os digo?»
([Cic.] Rhet. Her. 4, 13).

83
mientras que Roma controlaba a pesar de la defección las regiones más ricas y fértiles,
por no hablar de la Gallia Cisalpina.
Para E. T. Salmon, la ventaja inicial de los Itálicos ocasionó que este conflicto
fuera excepcionalmente sangriento, como señalaron los escritores antiguos, así como las
varias bajas de altos rangos. Eutropio realiza una lista de los caídos ilustres de ambos
bandos: “Fue ésta una guerra absolutamente funesta:587 en ella murió el cónsul P.
Rutilius, y Caepio, un joven noble, y Porcius Cato, el otro cónsul588. Los generales de
los Picentes y Marsos contra los Romanos fueron Ti. Vettius, Hierus Asinius, T.
Herennius y A. Cluentius”589.

587
Eutrop. 5, 3, 1.
588
Veleyo Patérculo recuerda asimismo las muertes de los cónsules Rutilius y de Porcius Cato (Vell. Pat. 2,
16, 4)
589
Eutrop. 5, 3, 2. Los praenomina de Vettius Scato y Cluentius son erróneos, pues en realidad son Publius y
Lucius.

84
La Italia de la Guerra de los Aliados (según E. T. Salmon)

85
VI

AÑO 90 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL

El desarrollo de las operaciones militares sugiere la siguiente reconstrucción de


E. T. Salmon, que sigue la efectuada por A. von Domaszewski. Para la campaña del año
90 el cónsul Rutilus Lupus, un advenedizo cuya falta de experiencia demostró en poco
tiempo que iba a costarle muy cara, avanzó a lo largo de la Via Salaria o de la Via
Valeria y dispuso sus legiones aproximadamente en forma de un arco alargado de Norte
a Sur.
La situación sería la siguiente: en la parte más septentrional estaría Pompeius
Strabo con la legión XI, cerca de Asculum; Caepio, con la legión XII, tomaba posición
cerca de Reate; Perpenna, con la legión XIII, cerca de Trebula Mutuesca (act. Santa
Vittoria di Monteleone Sabino), puede haber estado inmediatamente al Norte de Marius,
éste con la legión XIV; el propio cónsul, Rutilius, tendría su cuartel general con las
legiones III y IV muy arriba del valle del Tolenus, cerca de Carseoli; Valerius Messalla,
estaría con la legión XV, situado al oeste del Lago Fucinus590.
Pero el párrafo anterior no es más que una reconstrucción hipotética, basada en
asumir que cada legado tenía el mando de una legión, teoría que los estudios de J.
Harmand han demostrado incorrecta. Un legado podía tener el mando de varias legiones
o sólo de una cuantas cohortes, por lo cual es imposible efectuar una reconstrucción del
dispositivo romano (o aliado) en este conflicto. En cualquier caso, puede ofrecer una
idea del dispositivo romano591.
Para H. Last y R. Gardner, la campaña septentrional se puede de dividir en dos
partes: una ofensiva contra Asculum, y las operaciones en los Apeninos contra el grupo
“mársico”. Los objetivos romanos eran el aislamiento del Picenum, socorrer Alba
Fucens y atacar Corfinium.
Los insurgentes “mársicos”, aunque a veces no se puede precisar a que grupo
étnico pertenecían, ganaron de forma rápida alguna llamativa victoria en el año 90 a.C.
Los Picentes, ayudados de manera indudable, según E. T. Salmon, por los Vestinos y
quizás otros grupos, hicieron fracasar el intento de Pompeius Strabo de capturar
Asculum, al que rechazaron con fuertes pérdidas.
Pompeius Strabo, quien según H. Last y R. Gardner era un gran propietario de
tierras en el Picenum592 (opinión validada por R. Borgognioni593), calificado por Orosio

590
El número de las legiones deriva de las glandes localizadas en Asculum, vid infra. Pero su distribución es
completamente hipotética.
591
Por ejemplo, L. Pareti ofrece el siguiente despliegue: Rutilius (al que denomina por error Rutilius Rufus) y
Marius estarían acampados cerca del curso del río Tolenus, con el primero situado más hacia el monte y el
segundo más hacia el valle en la vecindad de la Via Valeria, con objeto de liberar Carseoli; más adelante,
hacia Alba, estaba Perpenna; mientras que Caepio estaría acampado cerca de Trebula Mutuesca, con objeto de
vigilar la Via Salaria, que se dirigía al Picenum. Pompeius Strabo estaba situado en el Picenum mientras que
Valerius Messalla en la parte meridional del territorio marso, estaría en el área de influencia de Sora.
592
P. A. Brunt considera que éste y otros comandantes romanos que operaban separados de sus cónsules
(Licinius Crassus en Lucania y Claudius Marcellus en Samnium) efectuaron levas de carácter local.
593
Vid: R. Borgognoni, “Moltiplicazione e trasformazione delle clientele picene nell'età di Mario e Silla:
ipotesi ricostruttiva”, Picus 22 (2002), 15-74.

87
de pretor (como indica T. C. Brennan, en ésta y en otras ocasiones hay que entender pro
praetor o, como en este caso, praetorius) y que tenía el mando gracias a un decreto del
Senado594, sería la persona más indica para ser nombrado comandante en esta región y
vengar la masacre de Asculum. Esta ciudad no sólo era el símbolo del inicio de la
rebelión, sino que esta fortaleza y nudo viario era la plataforma ideal para extender la
revuelta a Umbría y la Etruria septentrional, así como para cerrar a Roma una
importante línea de comunicaciones con la Gallia Cisalpina, es decir, cortar la Via
Flaminia, la gran ruta de Roma hacia la Italia septentrional595. No es extraño que
durante dos años se luchara sangrientamente por esta plaza.
La primera noticia cierta es que, durante los primeros meses del conflicto, los
jefes aliados C. Vidacilius de Asculum596, T. Lafrenius, y P. Ventidius, tras unir sus
respectivas fuerzas, derrotaron a las tropas romanas de Pompeius Strabo597. La batalla
aconteció en las cercanías del monte Falerinus598, al norte (no al noroeste como dice
Apiano) de Asculum, y lo persiguieron hasta la colonia latina de Firmum Picenum (act.
Firmo)599, que se encontraba aguas abajo del río Tinna (act. Tenna).
Orosio indica que Pompeius Strabo fue derrotado por los Picentinos600.
Posiblemente, gran parte de las fuerzas ubicadas al norte del territorio aliado itálico
fueron movilizadas para eliminar la amenaza que representaba las fuerzas de Pompeius
Strabo sobre Asculum.
Como puede observarse sobre un mapa, el territorio de Asculum estaba aislado
de la masa del espacio controlado por los sublevados, al existir en medio ager publicus
correspondiente a la antigua etnia de los Pretucios (Praetutii). Controlar este espacio era
vital para mantener libre no sólo a Asculum sino para tener manos libres en la Italia
septentrional.
H. Last y R. Gardner consideran que la derrota de Pompeius Strabo se
produciría delante de la propia ciudad de Asculum, y consideran que a este momento
pertenece el siguiente texto de Frontino: “Cuando Pompeius Strabo estaba a punto de
asaltar la villa de Asculum, los habitantes exhibieron sobre las murallas a unos pocos
hombres envejecidos y débiles. Habiéndoles lanzando los Romanos fuera de sus
refugios, ellos hicieron una salida y los pusieron en fuga”601. Pero este pasaje puede
corresponder perfectamente al sitio de la ciudad durante el año 89 a.C.
Ciertamente, hay que tener en cuenta la existencia de glandes localizadas en
Corropoli, al este de la ciudad de Asculum, efectuadas por los Itálicos, como figura en
sus inscripciones602, así como otras glandes de letrero no tan legible en Asculum y en

594
Oros. 5, 18, 10.
595
Esta vía comunicaba Roma con Ariminum, donde allí partía la Via Aemilia, con un total de 334 km. Sobre
esta ruta, vid: T. Ashby y R. A. L. Fell, “The Via Flaminia”, JRS 11 (1921), 125-190. P. Fustier, “Notes sur la
constitution des voies romaines en Italie, I: Via Flaminia”, REA 60 (1958), 82-96. A. Esch, “Die Via Flaminia
in der Landschaft. Nachleben einer antiken strasse mit Hinweisen zur Begehung im Gelände zwischen Soracte
und Otricoli”, AW 26. 2 (1995), 85-113.
596
H. Last y R. Gardner consideran que en realidad este personaje era P. Vettius Scato, mientras que otros
investigadores sostienen que P. Ventidius era este mismo Vettius Scato.
597
App. BC 1, 47.
598
App. BC 1, 47. Los manuscritos transmiten Falernus. Quizás por ello J. D. Montagu lo da como un lugar no
identificado. También se ha de señalar la existencia de la localidad de Falerio Picenus (act. Piane di Falerone),
en donde L. Pareti sitúa la batalla.
599
App. BC 1, 47. Cf. Sisen. fr. 27.
600
Oros. 5, 18, 10.
601
Front. Str. 3, 17, 8.
602
CIL I2 848-853 = ILLRP 1089-1090.

88
las modernas poblaciones de Corropoli y Tortoreto603, esta última prácticamente en la
costa, muestran que antes de la batalla narrada por las fuentes hubo un intento de
Pompeius Strabo de atacar Asculum604, pues en una de estas glandes se menciona al
pretor T. Lafrenius605, quien perecerá posteriormente delante de Firmum, vid infra. T. C.
Brennan llama la atención que Orosio menciona esta acción antes de que los Samnitas
eligieran a Papius Mutilus como su líder y los Marsos a Agamemnon (sic).
Por tanto, debe reconstruirse que, a finales del año 91 a.C. o muy a principios
del año 90 a.C., como menciona E. Gabba, Pompeius Strabo atacó Asculum, siendo
derrotado (la cita de Orosio), y en la siguiente batalla aconteció idéntico resultado (el
combate transmitido por Apiano), lo que obligó al comandante romano a refugiarse en
Firmum. Por el contrario, G. Barabino es de la opinión que todos los acontecimientos
narrados en el frente del Picenum corresponden al mes de marzo del año en curso606.
Mucho se ha discutido sobre la identidad de los jefes rebeldes. Para E. T.
Salmon, T. Lafrenius sería el pretor de los Marsos y C. Vidacilius el de los Picenos
(postura adoptada también por P. Frassinetti y L. Pareti), mientras que en el caso de P.
Ventidius se trataría de una mala lectura del manuscrito por el nombre de Vettius Scato
(al seguir a A. von Domaszewski)607, al que considera el pretor de los Pelignos (pero, en
otro lugar, lo identifica como el pretor de los Marsos). Por su parte, E. Gabba piensa que
Lafrenius sería el pretor de los Picenos, al que E. T. Salmon considera en otro lugar el
pretor de los Vestinos.
Como puede observarse, todo son puras conjeturas, basadas en que cada grupo
étnico tendría un único y solo pretor. Apiano indica claramente que C. Vidacilius era
natural de Asculum608. Este hecho podría ser indicio de que este personaje fuese el
pretor de los Picenos609, pero tampoco le da completa fiabilidad. Por el contrario,
Vettius Scato era originario de los Pelignos610, por lo que muy bien pudiera ser el pretor
de este grupo étnico611.
Pero, curiosamente, unos años más tarde, en el año 83 a.C., Pompeius Magnus,
hijo de Pompeius Strabo, durante la Guerra Civil, montó su propio cuartel de
reclutamiento en la ciudad picena de Auxinum, y expulsó de esta ciudad a dos
hermanos, los Ventidii612, líderes locales quienes estaban actuando en nombre del
cónsul Cn. Papirius Carbo (cos. I 85 a.C.)613. Pero, además, entre los prisioneros que
desfilaron para celebrar el triunfo de Pompeius Strabo, se encontraba el ya citado

603
CIL I2 854-855 = ILLRP 1091.
604
A este primer intento G. Barabino intenta asociar un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 30), pero que
puede corresponder a otro asedio.
605
CIL I2 848 = ILLRP 1089.
606
G. Barabino atribuye a un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 42) a las victorias aliadas de Asculum,
Falerinus y Firmum. Pero P. Frasinnetti lo atribuye a la campaña relámpago de C. Papius Mutilus en
Campania.
607
Corrección que había efectuado Th. Mommsen.
608
App. BC 1, 47.
609
Vidacilius es calificado como dux por Orosio (Oros. 5, 18, 21).
610
Macrob. Sat. 3, 11, 24.
611
E. T. Salmon considera en otro lugar que la apreciación de Cicerón de Vettius Scato como dux Marsorum
(Cic. Phil. 12, 27) pudiera únicamente significar que era el comandante de uno de los seis grupos étnicos del
frente septentrional. Pero este mismo investigador señala que un contemporáneo de Cicerón llamado Vettius
Scato nació in Marsis y estaba en circunstancias apremiantes (Cic. Att. 4, 5, 2; 6, 1, 15; dom. 116); pero ha de
señalarse que en Ad Atticum sólo se habla de un tal Vettius mientras que en De Domo de un Scato. El
praenomen de este general era Publius (Cic. Phil. 12, 27), mientras que Eutropio le llama Titus (Eutrop. 5, 3,
2) y Séneca Gaius (Sen. Ben. 3, 23, 5).
612
Probablemente parientes del citado P. Ventidius.
613
Plut. Pomp. 6, 5.

89
Ventidius Bassus614, quien para E. Gabba y R. Syme sería precisamente hijo de P.
Ventidius615. No parece pues existir evidencia que niegue la procedencia picena de este
personaje.
Por tanto, puede señalarse la existencia de dos caudillos de los Picenos
actuando conjuntamente al mismo tiempo. Posiblemente, el estallido del conflicto antes
de lo previsto hiciera que las reclutas de contingentes picenos fuera efectuado por más
de un líder de los sublevados, lo que invalidaría la teoría de E. T. Salmon de que cada
comunidad tuviera su propio (y único) pretor.
De vuelta a las operaciones militares, después de la derrota y huida de las
fuerzas de Pompeius Strabo, Vidacilius y Ventidius se dirigieron con sus tropas hacia
otros lugares616. Vidacilius se trasladará a Apulia, mientras que Ventidius desaparece
del registro histórico. Este movimiento debe de obedecer a las siguientes propuestas: se
consideraba liquidado o anulado el ejército dirigida por Pompeius Strabo, y/o era
necesaria la presencia de los contingentes de Vidacilius y Ventidius en otros teatros
bélicos. Pero, precisamente, la no aniquilación de los soldados de Pompeius Strabo
resultó ser a posteriori la causa de la ruina del frente septentrional aliado.
Por su parte, Lafrenius, con sus fuerzas, puso cerco a Firmum, donde estaba
encerrado Pompeius Strabo617. Este último armó de inmediato al resto de sus tropas,
pero no se atrevió a entablar combate618. Este hecho parece señalar que los soldados de
Pompeius Strabo no estaban armadas convenientemente, quizás por la premura en su
formación y/o reclutamiento. O posiblemente no tenía las fuerzas suficientes para
enfrentarse a los sublevados.
Ciertamente, la presencia de tres ejércitos enemigos, de cuantía desconocida,
pero sin duda superiores a las fuerzas de Pompeius Strabo (cuantificada de manera
gratuita en una legión y sus auxiliares), hizo que la balanza se decantara en un primer
momento a favor de la causa rebelde. El traslado de efectivos insurgentes a otros lugares
cambiará la situación estratégica en el Picenum.
Para E. T. Salmon, sería en este mismo momento cuando los Vestinos atacaron
Pinna, ubicada en la parte oriental de la división de aguas de los Apeninos, pero con la
particularidad de que la facción prerromana se había hecho con el poder. En cuanto a su
resistencia, se decía que el valor de su guarnición fue parejo al de los defensores de
Alba Fucens619. En realidad, como señala G. Barabino, Pinna ya sería atacada (y
tomada) a fines del año 91 a.C. Los insurgentes no podían tolerar tener una plaza tan
importante como ésta tras sus líneas.
Sobre la suerte de esta población, se han producido controversias. Así, para H.
Last, R. Gardner y E. T. Salmon, Pinna caería en manos de los sublevados, mientras que
E. Gabba lo niega. Nada dicen las fuentes directamente sobre ello. Pero una cita de
Valerio Máximo620, en que se defiende la ciudad de tropas romanas parece avalar la

614
Gell. 15, 4, 3. Juv. 7, 199-201. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 65, 3. Sobre este personaje,
vid: A. Massimi, “Publio Ventidio Basso”, Piceno 8/1 (1984), 83-104 y 9/2 (1985), 35-60; “La patria di
Ventidio Basso” en Miscellanea di studi marchigiani in onore di Febo Allevi (Agugliano, 1987), 361-365. G.
J. Wylie, “P. Ventidius - from «novus homo» to «military hero»”, AClass 36 (1993), 129-141
615
Un fragmento de Cornelio Sisena menciona la presencia de un Bassus (Sisen. fr. 46), que G. Barabino
identifica con este personaje.
616
Con esta victoria, el camino se encontraba abierto para que Vidacilius efectuase un rápido movimiento
dentro de Apulia (App. BC 1, 42), vid infra.
617
App. BC 1, 47.
618
App. BC 1, 47.
619
[Cic.] Rhet. Her. 2, 45.
620
Val. Max. 5, 4, 7.

90
opinión de los primeros investigadores citados. De esta forma, se lograba eliminar una
población que podía afectar a las comunicaciones de los insurgentes. Con ésta y otras
acciones los sublevados controlaron una gran porción de territorio de la costa adriática.
Pinna es el escenario donde se documenta uno de los hechos más desagradables
y luctuosos de este conflicto, y que demuestra la dureza de éste y de cualquier conflicto.
Se prefiere dejar la narración en manos de Diodoro: “Las almas de los hombres tienen
en ellos algo de naturaleza divina, mediante la cual de vez en cuando tienen
presentimientos sobre el futuro que les aguarda, y a través de ciertos medios naturales
de tener imágenes de lo que está a punto de ocurrir. Esto es lo que precisamente ocurrió
a las mujeres de Pinna, que lamentaron la calamidad con anticipación lo que les
aguardaba el futuro”621.
“Los Itálicos trajeron a todos los niños de Pinna ante las murallas de la ciudad,
y amenazaron con masacrarlos si la ciudad no se rebelaba contra Roma. Los hombres de
Pinna, sin embargo, ellos mismos se armaron de valor y respondieron que si les
privaban de sus niños ellos fácilmente tendrían otros, probando que ellos eran
verdaderamente leales a la alianza con Roma”622.
“Los propios Itálicos, perdiendo la esperanza en resolver la situación mediante
la persuasión, perpetraron un acto de crueldad incomparable. Trajeron a los niños cerca
de las murallas y les ordenaron que, cuando estaban a punto de ser asesinados,
suplicaran a sus padres que tuvieran compasión de los niños que ellos habían
engendrado, y que sus manos se alzasen hacia el cielo invocando al sol, que vigilaba
todos los asuntos humanos, salvara las vidas de los pequeños niños indefensos”623.
“Los habitantes de Pinna estaba atrapada en un grave dilema. Debido a que
ellos tenían una profunda y sólida alianza con Roma, eran obligados a separarse de sus
inclinaciones naturales y aguantaron ociosamente por el momento como sus niños eran
condenados a muerte ante sus ojos de aquellos que los habían causado”624.
“Su desesperado valor durante la lucha fue tal que dejó a la posteridad ninguna
esperanza de superarlos en la resistencia al horror. Y aunque los sitiadores los superaron
en número muchas veces, los habitantes de la villa compensaron su deficiencia en
número por un exceso de valor”625.
F. R. Walton señala que muy probablemente entre los contingentes itálicos se
encontrarían nativos de la propia Pinna, un hecho que ayudaría a entender cómo tenían
en su poder a los niños de la ciudad. Asimismo, E. T. Salmon también es partidario de
pensar que en la ciudad había una facción pro-insurgente. Sobre la crudeza de la acción,
sobran palabras.
Las batallas más duras y sangrientas del frente septentrional se iban a librar en
la maraña de montañas y valles en torno al lago Fucinus, la fortaleza del grupo
“mársico”626. Su importancia lo manifiesta el hecho de que el cónsul Rutilius y la
mayoría de sus legados estén dispuestos alrededor de este territorio, con la presencia
relevante de Marius.
Aunque los informes de estas campañas sean tan insuficientes que no permiten
situar el lugar de batalla alguna, es natural suponer que se haya estado combatiendo

621
Diod. 37, 19, 3.
622
Diod. 37, 19, 4.
623
Diod. 37, 19, 5.
624
Diod. 37, 20, 1.
625
Diod. 37, 21, 1.
626
En este sentido, han de tenerse presente las palabras de Estrabón: “El lago Fucinus por su tamaño parece un
mar. Cuentan que en ocasiones, su nivel sube hasta las montañas y que, de nuevo, desciende, de suerte que las
zonas pantanosas se desecan y permiten su cultivo” (Str. 5, 3, 13).

91
alrededor y sobre las dos líneas a lo largo de las cuales el grupo mársico podía invadir el
Latium, es decir el valle del Liris superior y la Via Valeria que, entre Carseoli (act.
Carsoli), a 68 km al Este de Roma por la Via Valeria, y Alba Fucens (act. Albe di
Massa d’Albe), corta los Apeninos por el paso del Monte Bove (1230 m)627.
La colonia latina de Alba Fucens, fundada en el año 303 a.C.628, en el antiguo
territorio de los Ecuos, estaba situada en la Via Valeria, que formaba el decumanus de la
propia ciudad, ruta que en época posterior iba de Roma hasta la costa adriática. Para el
geógrafo Estrabón, esta vía comenzaba en Tibur (act. Tivoli) y conducía hasta el
territorio de los Marsos y a Corfinium, y en cuya calzada se encontraban las ciudades
latinas de Varia (act. Vicovaro), Carseoli y Alba Fucens, así como Cuculo (act.
Cocullo)629.
Alba Fucens630 estaba situada en una vieja carretera que conectaba Etruria con
Campania a lo largo del valle del Liris, al estar en el punto de convergencia de este río
con el Himella (act. Imele), al noroeste del lago Fucinus. De esta misma ciudad partía la
ruta que circundaba el lago Fucinus, entre cuyas localidades estaba el centro marso de
Marruvium (act. Civita, cerca de S. Benedetto, Pescina). Se trata pues de un importante
nudo de comunicaciones, de una auténtica plaza fuerte, en donde los Romanos enviaron
ilustres prisioneros para su custodia631, de los que conocemos a: Syphax, rey de
Numidia632; Perseus, rey de Macedonia633 y Bituitus, rey de los Arvernos (Arverni)634.
Sea como fuere, hay que descartar la opinión de J. Mertens acerca de la caída
de Alba Fucens en manos de los Aliados, pues no aparece en ninguna fuente. De esta
forma, el epitomador de Livio, que menciona el asedio tanto de Alba Fucens como de
Aesernia, posteriormente sólo cita la caída de esta última635, por lo que es de suponer
que Alba Fucens permaneció firmemente en manos romanas.
Su vecina Carseoli no le iba a la zaga, pues allí había sido confinado en el año
168 a.C. a Bitis, rey de Thracia, aliado de Perseus636. Pero tuvo peor suerte en la guerra.
Los rebeldes asediaron rápidamente Alba Fucens637 y, dado que el territorio de
Carseoli fue devastado durante el conflicto638 (según H. Last y R. Gardner, o la propia

627
Un fragmento de Cornelio Sisenna que menciona un ataque de los Marsos protegidos con sus escudos
(Sisen. fr.7) es considerado por G. Barandino como una descripción del ataque sobre Aesernia, mientras que
para P. Frasinetti lo sería contra Carseoli o Alba Fucens. Puede deducirse fácilmente la dificultad de situar los
fragmentos del histórico mencionado en un lugar concreto. Otro fragmento del citado escritor menciona un
golpe de mano de los Marsos contra una fortificación (Sisen. fr. 8), pero imposible de dilucidar dónde y de
quién era.
628
Carseoli lo fue muy poco después, en el año 302 o en el año 298 a.C.
629
Str. 5, 3, 11.
630
Ha de señalarse que E. Gabba, L. Pareti y E. T. Salmon, consideran que la guarnición de Alba Fucens había
sido reforzada durante la Guerra de los Aliados con milites Africani (CIL I2 1815 = CIL IX 3907 = ILLRP 146
= ILS 2489) pero esto no es cierto. La instalación de estos soldados en Alba Fucens pertenece a un momento
posterior. Sobre este tema, vid: E. Gabba, “Veterani di Metello Pio ad Alba Fucens?”, Rev. Univ. Complutense
118 (1979), 61-63. L. Amela Valverde, “Veteranos en Alba Fucens (CIL I2 1815 = ILLRP 146)”, SEB 6
(2005), en prensa.
631
En referencia a este hecho, dice Estrabón: “En cuanto a Alba, los Romanos la han utilizado muchas veces
como prisión por estar asentada en las profundidades del país y por sus buenas defensas naturales, encerrando
en este lugar a aquéllos que precisan de una buena custodia” (Str. 5, 3, 13).
632
Liv. 30, 17, 45.
633
Val. Max. 5, 1, 12. Cf. Pol. 36, 10, 3. Recientemente se ha encontrado la tumba del último monarca
macedonio cerca de Alba Fucens.
634
Liv. Per. 61, 6. Val. Max. 9, 6, 5.
635
Liv. Per. 72, 5; 73, 9.
636
Liv. 45, 42, 5 y 12.
637
Liv. Per. 72, 5.

92
ciudad para F. Coarelli y A. La Regina), es indudable que los Marsos bajaron por el
paso del Monte Bove sobre esta fortaleza.
En un principio los Romanos sufrieron una derrota tras otra. Sin duda, con
objeto de hacerse con Alba Fucens según E. Gabba y T. Salmon, P. Praesenteius derrotó
a C. Perpenna. Praesenteius sería para E. T. Salmon un peligno (o un frentano) mientras
que para E. Gabba un marso; como será costumbre, se trata de una atribución totalmente
incierta y gratuita.
Perpenna estaba al frente de un ejército de 10.000 hombres, y al ser derrotado
fueron muertos 4.000 de ellos, a la vez que las fuerzas de Praesenteius se apoderaron de
la mayor parte de las armas de los restantes soldados639. Ciertamente, todo un éxito para
el bando rebelde, del cual, por cierto, no se conocen datos. No es de extrañar que, por
este hecho, el cónsul Rutilius privase a Perpenna de su mando y asignase el resto de su
ejército a Marius640.
Pero la acción más importante fue la gran batalla celebrada el 11 de junio del
año 90 a.C.641 en el valle del río Tolenus (act. Turano)642, en el exterritorio de los Ecuos.
En este enfrentamiento, el ejército de Rutilius fue derrotado por Vettius Scato.
El análisis de H. Last y R. Gardner muestra que si efectivamente la batalla fue
en el Tolenus, pudo acontecer en cualquier lugar apto en todo el valle de Carsioli hasta
la confluencia con el Himella entre Reate (act. Rieti) e Interamna Nahars (act. Terni),
por lo que es tentador suponer que Rutilius tratara de forzar el paso del río Tolenus entre
Carseoli y el acceso al oeste del paso del Monte Bove para cruzarlo con objeto de
socorrer a Alba Fucens.
Orosio indica que Marius señalaba continuamente a Rutilius que sería útil la
dilación de la guerra y la conveniencia de que los soldados bisoños fuesen poco a poco
adiestrados en los cuarteles643. Pero el cónsul no le hizo caso porque pensaba que hacía
esto con segundas intenciones; y, sin tomar precauciones para su ejército, se arrojó a sí
mismo y a toda su tropa a la trampa que le tendieron los Marsos644.
Dión Casio también ofrece la misma historia, pero a la inversa, por lo que E.
Cary cree que el epitomador del historiador griego cometió un error. Marius sospechaba
de Rutilius, a pesar de que era pariente suyo, y, debido a la celosía y a la esperanza de
que fuera nombrado cónsul por séptima vez, como el único hombre que podía traer la
victoria en la situación existente, le ordenó demorarse; sus hombres, decía, tendrían
provisiones aunque ellos se demoraran, mientras que los del otro campo no podrían ser
capaces de resistir por un tiempo considerable, dado que la guerra se efectuaba en su
país645, es decir, en territorio rebelde, más concretamente mársico.
Como se puede apreciar, existía en el bando romano diferencias entre los
mismos oficiales, en este caso quizás debido al deseo de gloria para el vencedor, en este
caso Rutilius, que debía de sospechar de Marius, pues no sin error este último había
expulsado de su mando para su propio beneficio a Q. Caecilius Metellus Numidicus

638
Flor. 2, 6, 11. Es difícil distinguir lo que Floro quería decir. Carseoli es mencionada con otras plazas que
fueron “devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego”.
639
App. BC 1, 41. Se considera que varios fragmentos de Cornelio Sisena pudiera referirse a este encuentro
(Sisen. frs. 24, 25, 32, 33, 37), pero sin certeza absoluta, pues podían pertenecer a cualquier combate
producido en el sector, como el protagonizado posteriormente por Caepio.
640
App. BC 1, 41.
641
Ovid. Fast. 6, 563-566.
642
Oros. 5, 18, 13. Apiano, por error, da como lugar del enfrentamiento el río Liris (App. BC 1, 43),
643
Oros. 5,18, 11.
644
Oros. 5,18, 12.
645
Diod. 38 fr. 98, 2.

93
(cos. 109 a.C.), el padre de Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.), durante la guerra
de Iugurtha, a pesar de que era un protegido suyo. Pero esta vez, los temores de Marius
estaban bien fundados. Como se puede apreciar posteriormente, en este mismo frente el
año siguiente, con otro cónsul como protagonista, las enemistades internas en el campo
romano seguían a flor de piel, y no ha de extrañar que finalmente, una vez encauzada la
Guerra de los Aliados, se iniciase la Guerra Civil. Tampoco en el campo aliado la
situación era un lecho de rosas, como podremos comprobar en el sitio de Asculum.
Rutilius y Marius eran parientes, pero según Orosio no reinaba entre ellos la
concordia. Puede imaginarse lo que podía acontecer entre los miembros de las diversas
facciones en un mismo campamento. Dión Casio lo ilustra con el siguiente episodio.
Rutilius, al sospechar que los patricios que participaban con él en la campaña estaban
revelando sus planes al enemigo, notificó su sospecha al Senado antes de tener una
prueba definitiva, con lo que si éstos ya no estaban bien dispuestos hacia él, de esta
forma se le pusieron aún más en contra646. El problema podía haber sido mucho más
serio, si no se hubiera detectado que algunos Marsos se mezclaban con los integrantes
de la partida romana de forrajeadores y entraban en el interior de las murallas bajo la
apariencia de auxiliares, donde anotaban todo lo que se hacía y se hablaba en el
campamento e informaban a sus mandos. De acuerdo a este hecho Rutilius dejó de estar
enfrentado con los aristócratas647.
Un detalle a destacar es que los espías marsos podían infiltrarse entre las filas
romanas. No en vano habían luchado durantes años conjuntamente, codo con codo, y
ahora estaban en bandos opuestos. Ciertamente, Roma se exponía a una guerra contra
iguales, que conocían todas sus tácticas y estrategias.
Al final, los temores de Marius se vieron plenamente justificados, como se
desprende del relato de Apiano. Rutilius y Marius establecieron puentes sobre el río
Tolenus, a poca distancia uno de otro, para atravesarlo. Vettius Scato, el líder
insurgente, acampó frente a ambos, más cerca del puente levantado por Marius, y puso,
durante la noche, sin ser visto, algunas tropas en emboscada cerca del puente construido
por Rutilius. Al amanecer, Vettius Scato, después de permitir que los hombres del
cónsul lo atravesaran, ordenó atacar a las tropas que tenía emboscadas; la sorpresa fue
absoluta, y los rebeldes pudieron matar a muchos soldados romanos tanto en tierra firme
como en el puente por donde intentaban cruzar. El mismo Rutilius, herido en la cabeza
por un dardo en el transcurso de la lucha, murió poco después648. No sólo pereció el
propio cónsul, sino que fueron aniquilados muchos miembros de la nobleza así como
8.000 de sus soldados649.
Marius, que estaba sobre el otro puente, sospechó lo ocurrido por las armas y
los cuerpos de los muertos que arrastraba la corriente650, indicio de que estaba situado
más abajo del curso del río. Según Apiano, Marius hizo retroceder a las fuerzas
enemigas que tenía frente a él (el grueso debía de estar en la lucha contra las fuerzas de
Rutilius) y atravesando, la corriente, se apoderó del campamento itálico, custodiado éste

646
Diod. 38 fr. 98, 1.
647
Diod. 38 fr. 98, 1.
648
App. BC 1, 43. Cf. Vell. Pat. 2, 16, 4.
649
Oros. 5,18, 12. Floro, entre las desgracias acaecidas a los Romanos, menciona la puesta en fuga de las
tropas de Rutilius (Flor. 2, 6, 12), supuestamente por esta acción, así como su muerte, pero lo confunde y le da
el nombre de Iulius Caesar. Asimismo, un fragmento de Cornelio Sisena parece aludir a este encuentro (Sisen.
fr. 33). Es de destacar la opinión de Obsecuente: la muerte de Rutilius está relacionado con el hecho de que no
se tomó en serio las creencias religiosas, pues al no haber encontrado la protuberancia del hígado en las
entrañas de las víctimas, fue muerto en combate después de perder su ejército (Obs. 55).
650
App. BC 1, 43. Oros. 5,18, 13.

94
por escasas tropas651. Por consiguiente, Vettius Scato tuvo que pasar la noche en el
mismo sitio donde había obtenido la victoria sobre Rutilius, y al amanecer del día
siguiente debió retirarse por falta de provisiones652, al perder su campamento.
Sobre este enfrentamiento, Orosio señala que Marius, recogiendo inmediata-
mente las tropas, atacó de manera inesperada a los vencedores y dio muerte a 8.000
Marsos653. Por su parte, el epitomador de Livio indica que Rutilius combatió con poca
suerte contra los Marsos, y cayó en el transcurso del combate, mientras que entonces
Marius se enfrentó a los enemigos con mejores resultados en batalla regular654.
Marius ganó una importante victoria e hizo retirarse a las fuerzas de Vettius
Scato con graves pérdidas. Ciertamente, se trata de un gran descalabro para la causa
aliada, debido a que los Romanos podían más fácilmente reponer sus pérdidas que no
los rebeldes. De esta forma se pudo evitar que los insurgentes utilizaran la Via Valeria
para marchar sobre Roma.
Pero, en un primer momento, la desazón se apoderó de la Ciudad Eterna, ante
la contemplación de los cadáveres de Rutilius y de muchos otros nobles, que habían
sido enviados a Roma para su entierro655. El cónsul y sus compañeros fallecidos
ofrecieron un triste espectáculo656, pues estaban cubiertos de sangre657, y el duelo duró
muchos días658. El funeral de Rutilius se hizo accesible a todo el pueblo al efectuarse en
el centro de la Urbe659.
A causa de este episodio, el Senado decretó que los que murieran en el
transcurso del conflicto fueran enterrados en el mismo lugar en el que habían perecido
para que, de esta forma, no se produjeran deserciones ni la gente se abstuviera de
ingresar en el ejército, debido a la impresión por el espectáculo causado por la
exposición de los cadáveres de los caídos. Los Aliados, al enterarse de esta resolución,
tomaron la misma decisión para sí mismos660.
Rutilius no tuvo sucesor en su magistratura para el resto del año, pues L. Iulius
Caesar no tuvo tiempo de acudir a Roma para presidir los comicios661. Como puede
apreciarse, el desarrollo de la guerra afectaba al desarrollo normal de las instituciones.
De nuevo en el frente militar, sería en este momento para E. T. Salmon cuando
Carseoli fue tomada y saqueada662, aunque considera a la fuente, Florus, como poco
fiable. La derrota y muerte de Rutilius sin duda trajo el desánimo en las filas romanas, y
pudo ser aprovechado por los insurgentes para lanzar razzias en territorio enemigo.
Quizás fue en este momento cuando también se tomó Sora, en el valle del Liris, vid
infra.
No mucho después, hacia el mes de julio según E. Gabba, Q. Servilius Caepio,
quien había sucedido a Rutilius mediante un decreto del Senado663, fue víctima, al

651
App. BC 1, 43.
652
App. BC 1, 43.
653
Oros. 5, 18, 13.
654
Liv. Per. 73, 4.
655
App. BC 1, 43.
656
App. BC 1, 43.
657
Flor. 2, 6, 12.
658
App. BC 1, 43.
659
Flor. 2, 6, 12.
660
App. BC 1, 43.
661
App. BC 1, 44.
662
Flor. 2, 6, 11.
663
App. BC 1, 44.

95
mismo tiempo que sus hombres, de una trampa planeada por el comandante en jefe
enemigo, Q. Poppaedius Silo, quien había fingido rendirse664.
El epitomador de Livio informa que Caepio, legado de Rutilius, cuando estaba
sitiado, en un momento y lugar desconocidos, hizo una afortunada salida contra los
enemigos, y que, gracias a este éxito665, se le dio un mando equivalente al de Marius666.
Apiano667 señala que tanto Caepio como Marius asumieron el mando del ejército de
Rutilius conjuntamente por nombramiento del Senado, como aceptan A. Keaveney, L.
Pareti, J. Van Ooteghem y E. T. Salmon. Pero el desarrollo de los acontecimientos
indica que el mando recayó sobre Caepio, como así han visto E. Gabba, H. Last y R.
Gardner.
Apiano es el autor que ofrece más detalles sobre la derrota y muerte de Carpio.
Q. Poppaedius Silo, el general que se oponía a Caepio (y, no olvidemos, uno de los dos
cónsules de los Itálicos sublevados), se pasó a éste como si fuera un desertor y le dio
rehenes a dos niños esclavos que llevaba consigo, revestidos con una túnica de bordes
tejidos de color púrpura, como si se trataran de sus propios hijos. En prueba de mayor
garantía llevaba, además, unos panes de plomo recubiertos de oro y plata668.
Poppaedius Silo solicitó que Caepio le siguiera a toda prisa con el ejército a fin
de apoderarse de su propio campamento, mientras nadie se hacía cargo de la jefatura. Y
Caepio, plenamente convencido, le siguió. Cuando Poppaedius estuvo cerca del lugar
donde había preparado la emboscada, corrió hacia una colina como si fuese para vigilar
a los enemigos y dio la señal a sus hombres de atacar. Éstos salieron de su escondite y
dieron muerte a Caepio junto con muchos de sus hombres669. Como indica el
epitomador de Livio, Caepio se volvió temerario, fue envuelto en una emboscada y cayó
con la derrota de su ejército670.
Orosio, de manera resumida, dice que Caepio, arrastrado por los Vestinos y
Marsos a una emboscada, fue aniquilado con su ejército671. Esta cita puede indicarnos
que bajo el nombre de las etnias principales, Marsos y Samnitas, representativas de cada
uno de los dos frentes, se encuentran otras comunidades; en el presente caso, los
Vestinos.
C. Letta señala que algunas citas de autores clásicos da a entender que el
término “Marsos” tiene un valor de carácter metonímico y de resumen para todos los
pueblos sabélicos672. El estadio final de la progresiva extensión de la denominación
“Marsos” quedará reflejado en la aparición de una región y una diócesis “Marsia” en
época longobarda (s. VII d.C.)673 y posteriormente de una guastaldia y de un condado de
los Marsos (ss. IX-XII d.C.) que comprendía territorios pertenecientes a varias
poblaciones sabélicas.
Asimismo, es muy posible que bajo el nombre de Poppaedius Silo (y, p. e., el
de Vettius Scato) se escondan a su vez el de otros subordinados suyos (los “pretores”

664
App. BC 1, 44.
665
Mediante la interpretación de un fragmento de Cornelio Sisena parece ser que el éxito de Caepio se le subió
a la cabeza (Sisen. fr. 50), punto flaco que aprovecharía Vettius Scato. Otros fragmentos de este historiador se
consideran pertenecientes a este encuentro (Sisen. frs. 29, 31, 32).
666
Liv. Per. 73, 6.
667
App. BC 1, 44.
668
App. BC 1, 44.
669
App. BC 1, 44. Cf. Flor. 2, 6, 12.
670
Liv. Per. 73, 6.
671
Oros. 5, 18, 14.
672
Dion. Hal. 1, 89, 3. Hor. Carm. 1, 1, 28. Lucan. 2, 430. Mart. 13, 121.
673
En la Alta Edad Media, el ducado de Espoleto, en cuya parte meridional estaba situado el condado de los
Marsos, ocupaba los antiguos territorios de los Sabinos, Marsos, Vestinos, Pelignos y Picenos.

96
itálicos), por lo que se concentrarían varias fuerzas rebeldes a las órdenes de un solo
jefe, por lo que es difícil por no decir imposible intentar identificar los movimientos de
las distintas fuerzas de combate. Lo mismo acontece en el bando romano: las fuerzas de
Perpenna fueron puestas bajo el mando de Marius, las de Rutilius bajo las de Caepio, y
estas últimas poco después también bajo Marius.
A. von Domaszewski, seguido por L. Pareti y E. T. Salmon, sitúa la batalla
donde Caepio fue derrotado y muerto en algún lugar cerca de Amiternum (act. San
Vittorino di Arischia), a los pies del Gran Sasso, ciudad en donde nació el conocido
historiador C. Sallustius Crispus (pr. 46 a.C.) en el año 86 a.C., sobre la base de la
interpretación de un epígrafe que menciona la presencia de auxiliares de origen
hispano674. Pero, en realidad esta inscripción pertenece al periodo del Segundo
Triunvirato675.
Por su parte, H. Last y R. Gardner consideran que aunque Caepio pudo haber
caído mientras intentó socorrer a Alba Fucens con un movimiento desde el Norte, es
más fácil suponer que la derrota tuvo lugar más cerca de Roma, debido a que en una
inscripción sepulcral localizada en la Via Laurentina, fuera de la puerta de San Paolo, en
Roma, dedicada a miembros de la gens Sergia, se menciona que murieron quom Q.
Caepione est occisus676. Pero, evidentemente, los cadáveres pudieron ser transportados
a la ciudad para su entierro, allá donde hubieren caído. Por su parte, E. Gabba considera
que la derrota de Caepio habría tenido lugar cerca del río Tolenus a principios de julio
del año 90 a.C.
Ciertamente, la derrota anterior de Rutilius habría provocado que los
sublevados tuvieran el campo franco para moverse libremente por el territorio alrededor
del lago Fucinus, lo que sin duda aprovecharían para sentir su presión sobre las
cercanías de Roma y, como se ha dicho, fue el momento del ataque sobre Carseoli.
Sorprende sobremanera esta acción, no sólo por la voluntad de Poppaedius Silo
sino por la inutilidad de Caepio, quien no supo ponerse en guardia vigilando lo más
estrechamente posible a éste, ni sospechar de que un general en jefe entregara a su
ejército, o al menos a una parte de él. Como señala E. Gabba, este tipo de episodios sin
duda no fueron infrecuentes. La competencia entre los distintos líderes romanos por el
ansia de gloria (y, consecuentemente, de poder), llevó a Caepio a su tumba, en el
sentido literal del término.
No es de sorprender que a esta guerra se le denominara Bellum Marsicum. Su
líder, Q. Poppaedius Silo, era el corazón y alma de la rebelión, quien había dirigido a
10.000 de ellos contra Roma antes del inicio de las hostilidades. En el primer año
completo de la rebelión, su general Vettius Scato había conseguido la asombrosa hazaña
de derrotar a cada cónsul romano por separado, y el propio Poppaedius Silo hizo lo
mismo con uno de sus sucesores.
El Senado asignó a Marius el resto del ejército de Caepio677. Marius se estaba
convirtiendo en algo similar a un basurero dedicado a recoger los desperdicios de los
demás, esto es, de los restos de las tropas de comandantes romanos derrotados, pues
primero ve añadida a sus fuerzas las tropas supervivientes de Perpenna, y ahora las de
Caepio que, recordemos, también englobaba las de Rutilius. Posiblemente, en este

674
CIL I2 1860 = CIL IX 4503 = ILLRP 500 = ILS 2488.
675
Vid: L. Amela Valverde, “Una poco conocida inscripción sobre Hispanos en Amiternum (CIL I2 1860 =
ILLRP 500)”, SEB 6 (2005), en prensa.
676
CIL I2 708 = CIL VI 3632 = CIL VI 32991 = ILLRP 969 = ILS 29.
677
App. BC 1, 44.

97
momento sólo existirían dos fuerzas militares romanas operativas en el frente
septentrional (o, al menos, conocidas): la de Pompeius Strabo y la de Marius.
Plutarco ofrece en su vida de Marius alguna información interesante acerca del
proceder de este gran militar pero inhábil político. En cierta ocasión, los Aliados habían
dado ocasión de atacarlos, pero los soldados romanos se habían escondido por cobardía,
por lo que ambos bandos acabaron por retirarse. Marius reunió a sus soldados en
asamblea678: “«Yo me pregunto», dijo, «¿a quién debo llamar más temeroso, a los
enemigos o bien a vosotros? ¿a quién debo llamar más asustadizo, a los enemigos o bien
a vosotros? Pues ellos no parecen ser capaces de ver vuestra espalda, ni vosotros su
cogote»” 679.
Una frase que resume claramente la situación. Ciertamente, el rechazo al entrar
en combate debió de ser más frecuente de lo que nos han transmitido las fuentes,
especialmente durante este conflicto. No se estaba combatiendo contra bárbaros
inexpertos en el arte de la milicia romana, sino contra los antiguos socii del ejército, que
conocían perfectamente sus estrategias, tácticas y movimientos, por lo que cualquier
enfrentamiento podía ser mortífero para ambos lados.
Marius, para evitar cualquier catástrofe adicional recurrió a una sombría
política de contención. Al darse cuenta de que las derrotas romanas eran en gran parte
atribuibles a la inexperiencia de las tropas680, rehusó arriesgarse en combates a gran
escala, sino que prefirió adiestrar y disciplinar a sus hombres. Afortunadamente para él
la época de la cosecha supuso una tregua en la guerra, dándole el respiro que necesitaba
e incluso permitir cierta confraternización entre sus fuerzas y sus oponentes.
Un interesante episodio de este conflicto nos lo ha transmitido Diodoro, y ha de
insertarse en este momento histórico681, que transcribimos a continuación. “Marius
dirigió su ejército al interior del territorio marso682 y acampó encima del enemigo.
Poppaedius Silo, quien había asumido el mando supremo de las fuerzas mársicas,
también avanzó con sus tropas. Cuando ambos ejércitos estuvieron los suficientemente
cerca el uno del otro su extrema beligerancia dejó paso a un sentimiento pacífico683.
Porque cuando alcanzaban un lugar donde ellos podían distinguirse, los soldados de
ambos bandos detectaban muchos amigos personales, refrescaban su memoria de no
pocos antiguos compañeros de armas, e identificaban numerosos familiares y parientes,
en otras palabras, hombres que la ley que controlaba la endogamia había unido en este
tipo de vínculo amistoso684. Debido a que sus lazos comunes les compelían a ellos a dar
voz a saludos amigables, ellos llamaban unos a los otros por su nombre e
intercambiaban exhortaciones de abstenerse de matar a hombres con los que tenían tales
lazos íntimos. Colocando a un lado sus armas, que habían sido puestas en posturas
hostiles de defensa, ofrecieron sus manos en gesto de amistad685. Viendo esto, el propio
Marius avanzó desde la línea de batalla, y cuando Poppaedius Silo había efectuado lo
mismo conversaron el uno con el otro como familiares. Cuando los comandantes habían
hablado largamente de la cuestión de la paz y la ansiada ciudadanía, en ambos ejércitos

678
Plut. Mar. 33, 5.
679
Plut. Mar. 33, 6.
680
Oros. 5, 18, 11. Plut. Mar. 33, 2.
681
E. Gabba lo relaciona con una cita de App. BC 1, 46.
682
El texto original menciona que se trata del territorio samnita. Pero, como indican H. Last y R. Gardner, por
la ubicación geográfica que conocemos de los hechos, debe referirse al territorio marso. F. R. Walton señala
que el error no es de Diodoro, sino de su epitomador.
683
Diod. 37, 15, 1.
684
Diod. 37, 15, 2.
685
Diod. 37, 15, 2.

98
una marea de feliz optimismo lo sumergió todo y todo el encuentro perdió su aire
belicoso y asumió una apariencia festiva. Y en tanto que los soldados686 también habían
instado en conversación privada a la paz, ellos estaban todos alegres de estar aliviado de
la necesidad de masacrarse mutuamente”687.
Para E. T. Salmon, siguiendo a E. Badian, la historia de que Marius departió
con Poppaedius Silo la posibilidad de extender la ciudadanía a los Itálicos no es
convincente. No se entiende la razón de tal aseveración, pues al año siguiente una
conversación parecida la mantuvieron el entonces ya cónsul Pompeius Strabo y el líder
marso Vettius Scato688.
Un aspecto interesante de este episodio es que ambos ejércitos enemigos
fraternizaban, como acontecerá posteriormente en las guerras civiles romanas689, pues
en realidad este conflicto no es otra cosa que un enfrentamiento civil disfrazado. No ha
de extrañar pues que Veleyo Patérculo incluyerá esta contienda dentro de los conflictos
internos de la República.
De vuelta a las operaciones militares, las fuentes refieren una gran batalla en
una tierra accidentada cubierta de viñas, según E. Gabba probablemente al sur del lago
Fucinus o, en otras palabras, en territorio marso, como señalan H. Last y R. Gardner.
Apiano quien transmite la mayor parte de la información, es para E. Gabb un
tanto confuso a la hora de efectuar el relato. Según el escritor alejandrino, Sulla y
Marius derrotaron a los Marsos690, que les habían atacado, y los persiguieron con tesón
hasta el pie de los muros que protegían sus viñedos. Los Marsos escalaron con
dificultad los muros, y ni a Marius ni a Sulla les pareció oportuno perseguirlos más
allá691.
Sin embargo, continúa el relato de Apiano, Sulla, que estaba acampado hacia el
otro lado de los viñedos, al darse cuenta de lo que ocurría, salió al encuentro de los
Marsos, que trataban de huir, y mató a gran número de ellos; hasta el punto de que en
aquel día murieron más de 6.000 y fueron aprehendidas por los romanos un número de
armas mayor aún692, de los que huían.
En cambio Orosio y Plutarco acreditan esta victoria únicamente a Marius. El
primero señala que Marius eliminó a 6.000 Marsos y despojó de sus armas a 7.000693,
mientras que el segundo dice que en una sola batalla mató a 6.000 hombres, en lo que
fue una gran victoria694 Que se trata del mismo enfrentamiento narrado por Apiano lo
demuestra la cifra de enemigos muertos, así como que el número de armas apresadas es
mayor que el de caídos contrarios.
Por su parte, el epitomador de Livio señala que, después de la caída de
Aesernia, vid infra, Marius derrotó a los Marsos en una batalla en la que resultó muerto

686
En el original “comandantes”.
687
Diod. 37, 15, 3.
688
Cic. Phil. 12, 27.
689
Por ejemplo, durante la campaña de Pharsalus en el año 48 a.C., entre C. Iulius Caesar y Cn. Pompeius
Magnus, en el año 48 a.C., las tropas y algunos oficiales de los dos campos enfrentados cruzaban de un lado al
otro del río Apsus y comenzaron a fraternizar, e incluso a confeccionar sus propias acuerdos para una futura
paz. Esta actitud fue animada y estimulada por el primero, quien tenía muy presente que este tipo de contactos
había ayudado a provocar la rendición de las fuerzas pompeyanas en Ilerda. Pero T. Labienus (pr. ca. 59 a.C.)
comprendió de inmediato el peligro, y se prohibió el contacto con soldados del otro bando (Caes. BC 3, 19, 1-
8).
690
App. BC 1, 46.
691
App. BC 1, 46.
692
App. BC 1, 46.
693
Oros. 5,18, 11.
694
Plut. Mar. 33, 3.

99
Herius Asinius, pretor de los Marrucinos695. Como ya se ha comentado, puede
observarse que bajo el nombre de Marsos también se incluía a otros grupos, en este caso
el de los Marrucinos, una seria dificultad para poder seguir los movimientos de los
Aliados itálicos.
Para E. T. Salmon, la participación de Sulla en estos hechos es una fábula, que
deriva de los propios Commentarii del futuro Dictador696, quien, ansioso de magnificar
sus propias hechos y empequeñecer los de su rival, estaba empeñado en cargar a Marius
con la reputación de un general incompetente en la Guerra de los Aliados. J. Carcopino
y J. Van Ooteghem son a este respecto de parecida opinión.
La verdad sería muy diferente según E. T. Salmon. Los insurgentes sin duda
habían extendido cierta alarma y abatimiento en el valle del Liris. Una fuerza itálica,
comandada por un cierto T. Herennius, un general de suficiente entidad como para ser
citado por Eutropio697 se las arregló para llegar a las cercanías de la colonia latina de
Sora698, la fortaleza que defendía el Liris superior. Quizás la frase de Obsecuente de que
los Romanos sufrieron reveses en el Latium por todas partes699 pudiera tener relación
con estos hechos700.
R. Syme considera a Herennius como picentino701, pero, como indica E. T.
Salmon, no es fácil discernir que haría un hombre originario del Picenum en el valle del
Liris y, a cambio, lo hace el pretor de los Venusinos, con el añadido de que no existen
razones geográficas por las que tal personaje no pudiera servir aquí. Evidentemente, es
imposible establecer el origen concreto de Herennius.
Procediera Herennius tanto del teatro de guerra “samnita” o del “mársico”,
debía haber eludido a Sulla, el comandante romano que operaba en la región de
Aesernia, y en su penetración por territorio romano le habría llevado hasta tropezarse
con Marius. Sin embargo, Sulla, para asegurarse que nunca sería acusado de que Marius
era más capaz que él, invirtió los papeles en el episodio: sería culpa de Marius que el
enemigo llegara tan lejos como hasta alcanzar Sora, y fue la destreza de Sulla la que
había reparado la situación; y, para añadir verosimilitud a su descarada pretensión,
plagió audazmente algunos detalles de una batalla celebrada en Faventia por su
lugarteniente Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.) acontecida unos años más
tarde702.
Por contra, ya se ha indicado que H. Last y R. Gardner acreditan mucho antes
el ataque a Sora. Además, E. Gabba, H. Last, R. Gardner, A. Keaveney y Th. Mommsen
consideran que efectivamente Sulla participó junto a Marius en esta acción
Ciertamente, Apiano pudo cometer un error, pero dado que Sulla se encuentra
citado por dos veces en el balance de la campaña del año 90 a.C., es decir, en conexión

695
Liv. Per. 73, 9. H. Last y R. Gardner se equivocan en acreditar a Sulla como el general cuyas tropas
mataron a Herius Asinius. Una descripción del paisaje parece referirse al lugar donde cayó este general aliado
(Sisen. fr. 60).
696
Sobre esta obra, vid: I. Calabi, “I commentarii di Silla come fonte storica”, RAL 5 (1950), 245-302. G.
Pascuccci, “I Commentari di Silla”, StudUrb(SerB) 49 (1975), 283-296. E. Valgiglio, “L'autobiografia di
Sulla nella biografia di Plutarco”, StudUrb(SerB) 49 (1975), 245-281. L. G. Lewis, “Sulla's autobiography:
scope and economy”, Athenaeum 79 (1991), 509-519. J. M. Alonso-Núñez, “La autobiografía de Sila”, ACD
40-41 (2004-2005), 95-107.
697
Eutrop. 5, 3, 2.
698
Serv. ad Aen. 9, 587.
699
Obs. 55.
700
Pero, vid infra, en referencia a una posible sublevación por parte de los Latinos.
701
Cf. Eutrop. 5, 3, 2. Señalar la la existencia de M. Herennius Picens (cos. suff. 1 d.C.), hijo de M. Herennius
(cos. suff. 34 a.C.), a quienes R. Syme considera miembros de la familia de T. Herennius.
702
App. BC 1, 91.

100
con el asedio de Aesernia, vid infra, Sulla puede haber estado al frente de tropas en el
flanco norte del ejército meridional, por lo que pudo perfectamente cooperar con
Marius.
Por otro lado, E. Gabba considera que en realidad en esta operación conjunta
no participó Sulla sino Valerius Messalla, mientras L. Pareti considera a su vez que
quien en realidad participó fue Ser. Sulpicius.
Sulla fue legado de Marius en la guerra contra Cimbros y Teutones703.
Ciertamente, no se tenían ninguna simpatía personal, pero cooperaron contra el enemigo
de Roma704. En tiempos de paz, volvieron a la greña, que abrió las Guerras Civiles en el
año 88 a.C. Por tanto, es muy posible que Sulla acudiera por su cuenta o por demanda
de Marius, y es completamente factible que ambos cooperaran contra el enemigo
común.
La imagen que transmiten las fuentes acerca de Marius no es muy amable con
este personaje, sin duda por obra de su rival Sulla. He aquí por ejemplo la reflexión de
Plutarco acerca de este viejo hombre de guerra, aunque, a decir verdad, en la biografía
de su enemigo Sulla: “Marius no pudo hacer nada importante y sirvió de ejemplo para
mostrar que el valor guerrero exige juventud y fuerza”705. Por el contrario, dice de Sulla
que “efectuó muchas acciones memorables y ganó reputación, entre sus conciudadanos,
de gran general, entre sus amigos, del más grande de todos, e incluso de los propios
enemigos, del general más favorecido por la suerte”706.
Plutarco, en la vida de Marius, señala que: “esta guerra, si bien fértil en
acontecimientos y peripecias de toda índole, valió a Sulla tanto como de reputación y de
autoridad que la hizo perder a Marius707. De hecho, éste se mostró lento en los ataques,
y, en todo, lleno de indecisión y de inercia, sea que la vejez le afectara su actividad y su
eficacia bien conocidas (puesto que ya sobrepasaba los sesenta y cinco años de edad,
que cumplió en el año 91 a.C.), sea, como lo decía él mismo, que teniendo los nervios
enfermos y el cuerpo cansado, no se hubiera cargado de un mando que por un punto de
honor, a pesar de la decadencia de sus fuerzas”708.
Como indican H. Last y R. Gardner, las acciones de Marius desmienten tales
palabras. Fue éste quien salvó a Roma en el frente “mársico”. De su manera de
proceder, Marius se tomaba las cosas con calma709; de esta forma, en una ocasión se
dejó rodear de zanjas sin perder su calma ni su paciencia a pesar de las bromas y
provocaciones del adversario710. Una anécdota que ilustra como los Itálicos habían
aprendido de los Romanos sus estrategias y sus tácticas.
Pero, la victoria de Marius y Sulla no había ni con mucho vencido por
completo a los Marsos. De esta forma, Apiano señala que “Los Marsos, furiosos como
bestias salvajes por esta derrota, se armaron de nuevo y se prepararon para atacar a los
Romanos, que no se atrevían a tomar la iniciativa en el ataque ni a comenzar la batalla.
Y es que se trataba de un pueblo muy belicoso, y dicen que sólo en virtud de este
desastre se había obtenido un triunfo sobre ellos”711.

703
Plut. Sulla 4, 1-2. Vell. Pat. 2, 17, 3. Vir. Ill. 75, 3.
704
Pero, vid: P. F. Cagniart, “L. Cornelius Sulla's quarrel with C. Marius at the Time of the Germanic
Invasions (104-101 BC)”, Athenaeum 67 (1989), 139-149.
705
Plut. Sulla 6, 3.
706
Plut. Sulla, 6, 4.
707
Plut. Mar. 33, 1.
708
Plut. Mar. 33, 2.
709
Plut. Mar. 33, 3.
710
Plut. Mar. 33, 3.
711
App. BC 1, 46.

101
Existía hasta aquel entonces un dicho de que “no había triunfo sobre los
Marsos ni sin los Marsos”712. Una frase que E. Gabba pone en duda su existencia. Por
otro lado, para E. T. Salmon este dicho se habría vuelto corriente en Roma por este
tiempo, si no es que no se acuñó en este momento. Incluso, se ha querido relacionar con
el triunfo que celebró Pompeius Strabo de Asculaneis Picentibus del año 89 a.C., vid
infra, ya que los Marsos podrían incluir, ciertamente, a todos los combatientes aliados
del frente septentrional; pero a nuestro modo de ver no parece ser el caso.
Es muy posible que, como señala Apiano, los Marsos volvieran a la carga,
aprovechando que, vid infra, Sulla partió hacia Aesernia, con lo que Marius estaría solo
con sus fuerzas. Las cosas no fueron entonces tan bien como la anterior vez, pues el
epitomador de Livio señala que Marius combatió contra los Marsos con resultados
dudosos713.
Aquí es cuando P. Jal señala un cambio de palabras de intención irónica entre
Marius y Poppaedius Silo, conservado por Plutarco: “Se dice que Poppaedius Silo, el
más considerado y el más pujante de los enemigos, le dijo: «Si tú eres un gran general,
Marius, desciende para combatir», a lo cual éste le respondió, «y tú, si tú eres un gran
general, oblígame entonces a combatir a pesar mío»”714. En otro pasaje del escritor de
Queronea715 señala estas mismas frases, pero con un par más de apreciaciones: Marius
se encontraba cercado y asediado en una trinchera, aunque se mantenía firme y
aguardaba el momento propicio para atacar a su enemigo; la otra es que este suceso
aconteció durante ¡la Guerra Civil! Este episodio podía situarse tras la entrevista entre
ambos que hemos reproducido de Diodoro, como así piensa E. Gabba716.
La verdad es que si Roma pudo mantenerse en la Italia central fue gracias a la
pericia de Marius, y su última victoria, según L. Pareti, había permitido en otoño del
año 90 a.C. desbloquear Alba Fucens. Marius estaba comprometido con los Marsos,
evitando las derrotas y en al menos una ocasión vencerlos bruscamente. A pesar de la
deplorable situación creada por los reveses sufridos por Perpenna, Rutilius y Caepio,
Marius había de conseguir poner remedio, estabilizar la situación, e incluso invadir
territorio enemigo717.
Como indica E. Gabba, aunque los Marsos no estaban todavía sometidos, la
estrategia romana de abrir una ruta hacia el Adriático para dividir al enemigo en dos era
ahora evidente. El éxito vino solo en el siguiente año; pero en esta área la iniciativa
ahora pertenecía a los generales romanos, quienes estaban en posición de montar
ofensivas desde las bases bajo su control.
Sea como fuere, fue la última participación de Marius en este conflicto. Para E.
Gabba se desconoce la causa por la que fue excluido del mando en el segundo año de la
guerra, ya que los inconvenientes derivados de su edad eran sobrepasados de sobra por
su experiencia.
Según el testimonio de Plutarco, Marius dimitió de su mando so pretexto de
que la enfermedad le quitaba todo vigor físico718. Pero, como indica E. T. Salmon, esto
no le impidió solicitar el mando de la guerra contra Mithridates VI del Ponto.

712
App. BC 1, 46.
713
Liv. Per. 74, 3.
714
Plut. Mar. 33, 4.
715
Plut. Reg. et imp. Apopht. 202 D.
716
M. Le Glay señala que esta entrevista fue inmediatamente previa a la conversación mantenida por ambos
líderes, sobre la base de que Plutarco menciona a continuación que Poppaedius Silo entró en negociaciones,
mientras que los soldados confraternizaban unos con otros. Pero tal pasaje no existe en la “Vida de Marius”.
717
Cf. Diod. 37, 15, 1.
718
Plut. Mar. 33, 6.

102
Sin duda, la política fue la causante de la retirada de Marius. E. T. Salmon
apunta que, como natural del territorio de Arpinum (act. Arpino)719, en vez de romano
de pura cepa, era sospechoso de simpatías pro-itálicas; tanto él como sus soldados
habían congeniado con el enemigo al menos en una ocasión en el año 90 a.C. Quizás,
también, él mismo no estaba muy entusiasmado en continuar sirviendo en una guerra
donde el nombramiento de Caepio (junto a él o más bien por encima de él en el mando)
había demostrado que bajo ninguna circunstancia se le iba a permitir monopolizar la
gloria que se pudiera obtener de este conflicto. Asimismo, el recuerdo de la duplicidad e
intolerancia de Marius con sus iguales militares habían convertido en reluctantes a
cualquier comandante de tenerlo como legado.
Para H. Last y R. Gardner, el partido en el poder no permitió que Marius
siguiera en el campo de batalla. Pero, en un principio, ya se ha comentado que en este
momento existía una concordia entre los políticos romanos para olvidar las disputas
internas hasta que no finalizara el conflicto. Por ello, quizás Marius se retiró, como
mucho más tarde hará Pompeius Magnus después de su primer consulado (año 70 a.C.),
con objeto de lograr una mejor posición para un futuro inmediato, esto es, un mando
extraordinario. Y, ciertamente, las perspectivas en Oriente (léase la guerra contra
Mithridates VI) eran más que palpables.
Pero en el frente septentrional no sólo se combatía en los alrededores del lago
Fucinus. Romanos y Aliados también estaban a la greña en el Picenum. Pero, por
desgracia, las fuentes son confusas. Como se ha mencionado, Pompeius Strabo se había
retirado a Firmum, donde estaba bloqueado por T. Lafrenius. El sitio duró un tiempo
considerable; pero una ciudad tan poderosamente fortificada y ubicada en una sólida
posición natural se convirtió en virtualmente inexpugnable.
Para E. T. Salmon, Ser. Sulpicius Galba (pr. ca. 91 a.C.)720, después de su
huida de los Lucanos, vid infra721, serviría a las órdenes de Pompeius Strabo en
Firmum, puesto que lo encontramos en el frente septentrional, o así se cree de forma
casi unánime722. Extrañamente, H. Last y R. Gardner señalan que este personaje llegó
con refuerzos de la Gallia Cisalpina, quizás por considerar que provenía del norte y no
del sur, o, más bien, por la existencia de glandes localizadas cerca de Asculum con el
epígrafe Gal(li)723, pero la resolución de la abreviatura no es segura724. Por su parte, L.
Pareti cree que Sulpicius Galba estuvo operando contra los Marsos y fue enviado en su
ayuda.
Según E. Gabba y E. T. Salmon, siguiendo a A. Von Domaszeski, antes de la
finalización del año Pompeius Strabo en Firmum fue rescatado por su subordinado
Sulpicius Galba y obtuvo la victoria en una batalla sobre los Picentes, mientras Sex.
Iulius Caesar, el cónsul del año anterior, después de reemplazar a Valerius Messalla, vid
infra, infligió una dura derrota a los Pelignos y entonces unió sus fuerzas con las de
Pompeius Strabo. Desgraciadamente, las cosas no están demasiado claras.

719
De la aldea de Ceraetae (Plut. Mar. 3, 1. Cf. Val. Max. 6, 9, 14).
720
L. Cichorius identificó a Sulpicius Galba con –cius C. f. Ani, el cuarto miembro del concilium de Pompeius
Strabo del año 89 a.C. (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888), postura que han aceptado T. R. S. Broughton,
H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon.
721
Liv. Per. 72, 4.
722
T. C. Brennan considera que esta identificación entre ambos personajes de la Guerra de los Aliados es un
tanto aventurada.
723
CIL I2 864 = ILLRP 1095. Pudiera tratarse del nombre del propio Ser. Sulpicius Galba.
724
Asimismo, otras glandes dan a entender la existencia de una l(egio) Gal(lica) (CIL I2 865), que estaría
formada por ciudadanos romanos de la Gallia Cisalpina (cf. Plut. Sert. 4, 1). Asimismo, una glans pudiera
interpretarse como l(egio) (H)ibe(rorum) (CIL I2 866).

103
En primer lugar, toda esta exposición está basada en una noticia del epitomador
de Livio, quien señala que un Ser. Sulpicius derrotó en combate a los Pelignos725,
diferente a los hechos que narra Apiano, y que se tratará seguidamente, debido a que
este mismo autor también los cita726. Pero la identificación de este individuo no está
clara.
Existe un problema en la lectura del nombre de Ser. Sulpicius, puesto que los
manuscritos únicamente han transmitido el nombre de Sex. Sul., lo que abre todo tipo de
especulaciones que por desgracia son imposibles de dilucidar. A. Von Domazewski, P.
Frassinetti y E. T. Salmon consideran que el personaje en cuestión es Sex. Iulius Caesar,
mientras que N. Criniti, G. De Sanctis, H. Last, R. Gardner y P. Jal defienden la
identificación con Ser. Sulpicius Galba727 más que con P. Sulpicius Rufus (tr. pl. 88
a.C.), como J. L. Beness y H. B. Mattingly.
A su vez, hay que tener en cuenta la opinión de A. Keaveney, quien señala que
Sex. Iulius Caesar estaría durante parte del año 90 a.C. en su provincia consular, pero a
la muerte de Rutilius volvería a Italia a hacerse cargo del frente septentrional, lo que por
un lado desairaría a Marius, causa por la que éste decidió no volver a tomar parte en la
campaña siguiente, y por otro explicaría su presencia en el Picenum. Pero no se puede
establecer con certeza qué provincia gobernaría Sex. Iulius Caesar ni el silencio de las
fuentes (en especial Apiano) al respecto728.
Hacia fin de año, por el mes de octubre para E. Gabba o en el mes de
noviembre según P. Frassinetti, Pompeius Strabo, posiblemente conociendo la
aproximación de Sex. Iulius Caesar, montó una operación para desembarazarse del sitio
que sufría en Firmum. Ha de tenerse en cuenta que E. Gabba considera que Sex. Iulius
Caesar procedía del Norte, o lo que es lo mismo, de la Gallia Cisalpina. Si esto fuera
así, no sería el excónsul el responsable de la derrota de los Pelignos sino Sulpicius
Galba.
Apiano señala que, cuando se aproximaba otro ejército (sin especificar si era
romano o aliado, pero es de suponer que se trataba del de Sex. Iulius Caesar, en opinión
de E. Gabba), Pompeius Strabo envió a Sulpicius (es de suponer que Sulpicius Galba)
para que, dando un rodeo, tomara posiciones detrás de Lafrenius, y él en persona atacó
por el frente729. Muy posiblemente, las tropas de Sulpicius Galba no se encontrarían en
Firmum, sino serían una unidad independiente por lo que pudo situarse en la retaguardia
de Lafrenius sin que este se diera cuenta, al estar pendiente del sitio de Firmum.
Una vez trabado el combate, ambos ejércitos pasaron dificultades, pero
Sulpicius prendió fuego al campamento de los enemigos, y estos últimos, al percatarse
del hecho, huyeron a Asculum en desorden y sin su general, pues Lafrenius había caído
en la lucha. Pompeius Strabo, entonces, se dirigió hacia Asculum y la cercó730. Se había
vuelto la tortilla en el Picenum.

725
Liv. Per. 73, 5. H. Last y R. Gardner piensan en la probabilidad de que los Pelignos sea un error por
Picentes.
726
No parece tratarse de un mismo acontecimiento dividido en dos, como pudiera derivarse del hecho de que
la derrota de los enemigos de Pompeius Strabo fue efectuada mediante una maniobra en tenaza de Sulpicius y
el padre de Pompeius Magnus.
727
Citado en Liv. Per. 72, 4 y ¿quizás? en 76, 2.
728
A. Keaveney critica a E. T. Salmon por su postura de que Sex. Iulius Caesar sucedió al frente de sus tropas
a Valerius Messalla, al no existir confirmación de tal hecho en las fuentes, como sí lo es el de Praesenteius a
Marius (App. BC 1, 41).
729
App. BC 1, 47.
730
App. BC 1, 47. G. Barabino piensa que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera aludir a este fuga de los
Itálicos (Sisen. fr. 34), aunque P. Frassinetti prefiere atribuirlo al episodio de Acerrae (asimismo conjetural la

104
Orosio acredita a Pompeius Strabo la victoria, un duro combate, sobre los
Picentinos731. El epitomador de Livio asimismo indica que Pompeius Strabo derrotó a
los Picentes en combate y los asedió732. A nuestro entender, se trata de la misma batalla
narrada por Apiano, como ya indicó P. Jal.
La maniobra en doble tenaza fue un éxito rotundo para el ejército romano, con
un efecto balsámico para la moral de Roma. Pues, por la victoria de Pompeius Strabo,
para Orosio, los senadores vistieron la banda de púrpura y demás insignias de sus
dignidades, mientras que, cuando empezaron a respirar por primera vez con la victoria
de L. Iulius Caesar, vid infra, sólo tomaron la toga733; mientras que para el epitomador
de Livio, “por esta victoria se vistieron en Roma las togas pretextas y los demás
distintivos de los magistrados”734. Si bien existe cierta contradicción en las fuentes, es
evidente que la hazaña de Pompeius Strabo fue ampliamente celebrada en Roma.
Tal como estaba la situación a finales del año 90 a.C., todo el frente
septentrional rebelde había entrado en colapso. En el Picenum, el ejército aliado había
pasado de sitiadores a sitiados735.
Hacia el mes de diciembre, según E. Gabba, o ya en el transcurso del siguiente
año736, según E. T. Salmon, T. Vidacilius retornó desde Apulia para ayudar a su propia
ciudad, Asculum, y pudo lograr entrar en la ciudad antes que las líneas de asedio
romanas estuvieran completas.
Apiano narra que Asculum era la patria de Vidacilius y, temeroso por su
seguridad, se apresuró en su socorro con ocho cohortes. Envió aviso previo a los
Asculanos con la orden de que, cuando vieran que él avanzaba desde lejos, hicieran una
salida contra los sitiadores, de manera que sostuvieran el combate en dos frentes a la
vez. Los Asculanos, no obstante, dudaron, pero Vidacilius, a pesar de ello, forzó el paso
hasta la ciudad a través de las filas enemigas con las tropas que llevaba consigo, y
censuró a los habitantes por su cobardía y desobediencia737.
La continuidad del relato es ya más delicada. Sex. Iulius Caesar fue investido
por el Senado con el poder proconsular cuando expiró el tiempo de su magistratura,
atacó a 20.000 enemigos mientras trasladaban su campamento, mató a 8.000 de ellos y
se apoderó de las armas de muchos más738. Al prolongarse su asedio a la ciudad de
Asculum739, murió de una enfermedad, y C. Baebius fue designado como su sucesor740.

atribución de Sisen. fr. 21). Asimismo, P. Frassinetti considera que varios fragmentos del citado historiador a
estos hechos (Sisen. frs. 63, 70, 83 y 88).
731
Oros. 5,18, 17.
732
Liv. Per. 74, 1.
733
Oros. 5, 18, 17.
734
Liv. Per. 74, 2.
735
G. Barabino considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera relacionarse con este hecho (Sisen. fr.
54).
736
Para G. Barabino, en el mes de enero del año 90 a.C.
737
App. BC 1, 48. G. Barabino considera que dos fragmentos de Cornelio Sisena pudiera relacionarse con este
hecho (Sisen. frs. 63 y 74).
738
App. BC 1, 48.
739
Se ha especulado que un fragmento de Cornelio Sisena pertenecería al asedio de Asculum o Aesernia
(Sisen. fr. 11), pero, como indica P. Frassinetti, pertenecería más bien a un prodigio, quizás relacionado con el
templo de Juno Sóspita, vid infra. Otro fragmento describe una serie de máquinas de guerra: praeterea
catapultas sedecim, quattuor balistas, viginti plaustra scorpiis ac minoribus sagittis onusta (Sisen. fr. 40), que
G. Barabino considera que pudo pertenecer a la campaña de C. Papius Mutilus en Campania mientras que P.
Frassinetti al asedio de Asculum (quizás Sisen. fr. 41, que menciona de nuevo estas máquinas, también aluda
a la población picena). Sea como fuere, puede observarse que en los ejércitos del periodo también se
utilizaban máquinas de sitio, que los escritores principales conservados no mencionan, pero que no debe

105
La no mención de Pompeius Strabo en estos hechos se debe a que debía estar
preparando su candidatura en Roma al consulado, que consiguió. Indudablemente, su
victoria sobre los Picenos contribuyó decisivamente a su elección741. Por el contrario, E.
Gabba considera que Pompeius Strabo, ya cónsul, estaba empeñado en una campaña
para someter a los Marsos.
Ciertamente, la presencia en Asculum de L. Iulius Caesar en lugar de Sex.
Iulius Caesar, como a veces se ha defendido, es un error, puesto que fue censor en este
mismo año, con el anteriormente citado P. Licinius Crassus742. Además, en el año 87
a.C., L. Iulius Caesar, con su hermano C. Iulius Caesar Strabo Vopiscus (aed. 90 a.C.),
fue asesinado por C. Flavius Fimbria743.

existir duda alguna de su existencia. De aquí la importancia de la conservación de los fragmentos de Cornelio
Sisena.
740
App. BC 1, 48.
741
Se desconoce en qué circunstancias se efectuaron las elecciones, pero no debieron ser las normales de
acuerdo a la situación militar.
742
Cf. Cic. Arch. 11. Plin. NH 13, 5; 14. 16.
743
App. BC 1, 72. Cic. Orat. 3, 10; Tusc. 5, 55. Flor. 2, 9, 14. Val. Max. 9, 2, 2. Sobre este último personaje,
vid: J. Muñiz Coello, “C. Flavius Fimbria, consular y legado en la provincia de Asia (86/84 a.C.)”, SHHA 13-
14 (1995-1996), 257-275,

106
VII

AÑO 90 A.C.: FRENTE MERIDIONAL

Los preparativos romanos en el teatro “samnita” son mucho más difíciles de


establecer. Tal es el escenario que, en este caso, E. T. Salmon prescinde de seguir a A.
von Domaszewski por considerar sus sugerencias como conjeturales y poco
convincentes. Para el primer investigador citado, indudablemente había un cónsul, L.
Iulius Caesar, junto con dos legiones, con los numerales I y II. Bajo su mandato, cinco
legados, cada uno de ellos con su legión respectiva, a saber: Sulla, Didius, Cornelius
Lentulus, Claudius Marcellus y Licinius Crassus, con teóricamente, es de suponer, las
legiones V a X, pero sin poder indicar cual era cual; incluso, en un momento dado, E. T.
Salmon se pregunta si Claudius Marcellus dirigía la legión XX.
Ya al hablar del dispositivo romano en el frente septentrional, se ha indicado
que no se puede establecer el binomio legado = legión. Como se ha advertido, todo esto
no es más que una reconstrucción a partir de los datos existentes, pero que en modo
alguno puede considerarse como concluyente, ni siquiera como aproximado.
Como indican H. Last y R. Gardner, el objetivo básico romano era mantener
las comunicaciones entre Roma, la Campania y la Italia meridional, frenar la difusión de
la revuelta y defender las fortalezas amenazadas por los sublevados.
L. Iulius Caesar sería consciente de la estrategia romana utilizada durante las
Guerras Samnitas, por lo que concentró el grueso de sus tropas en las regiones
fronterizas del Samnium occidental y nord-occidental. Sólo P. Licinius Crassus, al igual
que Pompeius Strabo en el frente “másico”, operaba de manera casi aislada en el
profundo sur.
El valle del Liris y Campania una vez más sufrieron el azote de la guerra de la
misma manera que dos siglos antes. Para E. T. Salmon, Teanum Sidicinum (act. Teano)
puede haber sido la principal base del cónsul y su fuerza militar744, y los legados
pudieran estar situados a una distancia relativamente cercana de esta fortaleza. El curso
de las luchas prueba que esta zona tuvo una alta concentración de fuerzas militares
Algunas de estas tropas estarían sin duda basadas en Capua745.
Por lo que respecta al cónsul L. Iulius Caesar, ante todo debía prevenir
cualquier avance rápido por parte de los insurgentes hacia el Latium o incluso hasta la
Campania septentrional. Al inicio de la estación de campaña buscó desviar la atención y
dividir las fuerzas de los rebeldes “samnitas” al ordenar a su legado Crassus invadir
Lucania.
Pero Crassus estaba en desventaja en terreno montañoso, y M. Lamponius,
pretor de los Lucanos según E. Gabba y E. T. Salmon, dio muerte a 800 soldados del
ejército de Crassus y persiguió a los demás hasta la ciudad de Grumentum (act. San

744
Cf. App. BC 1, 45.
745
Cic. leg. agr. 2, 90.

107
Marco di Grumento Nova)746, en el alto valle del río Acris (act. Agri), ubicada en un
lugar estratégico, en la confluencia del río Acris y del Sciaura.
Una noticia aislada de Frontino señala que Crassus se libró por poco de ser
cercado con todas sus fuerzas747. Posiblemente un acontecimiento relacionado con el
episodio del párrafo anterior.
Diodoro recuerda, en un pasaje aislado, que Lamponius se lanzó en embestida
sobre Crassus, porque creyó que era lo apropiado, “no que las masas deban luchar a
favor de sus líderes, sino que los líderes debían luchar por las masas”748. G. De Sanctis
lo relaciona con el episodio de Grumentum, quizás porque es el único conocido en
detalle. En cualquier caso, la cita muestra que el debate político estaba a la orden del
día.
No tenemos ninguna noticia posterior de Crassus y de su fuerza militar. Para H.
Last y R. Gardner, el esfuerzo samnita en Campania hizo que Crassus no pudiera
disponer de la ayuda necesaria, por lo que la rebelión en la zona oriental de la Italia
meridional se extendió como la lluvia. Esta situación estaría avalada por la caída de
Grumentum, a partir de los lamentos de Floro sobre la suerte de esta ciudad749, aunque
no existe total seguridad de este hecho.
Quizás el hecho de que Ser. Sulpicius Galba, hecho prisionero por los Lucanos,
recuperó de nuevo la libertad gracias sólo a la intervención de una mujer en cuya casa se
hospedaba750, pueda pertenecer a este periodo. H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon
consideran que fue uno de los comisionados enviados por Roma para conocer el estado
de las comunidades itálicas, pero este punto es imposible de dilucidar.
Posteriormente, durante el asedio a Grumentum, dos esclavos habían
abandonado a su señora y se habían pasado al enemigo. Cuando la ciudad cayó, los dos,
de acuerdo entre sí, se precipitaron a la casa de su dueña, y entraron en ella con un aire
amenazador, diciendo a todos los que encontraban que iban a castigar a su cruel señora.
Llevándola, como si fueran a conducirla al suplicio, ellos la pusieron a salvo con una
respetuosa piedad751.
Se desconoce quienes son los responsables del asedio a Grumentum en este
último episodio, pero es posible que la mujer protagonista de este curioso hecho y de la
liberación de Sulpicius Galba fuese la misma. Quizás no se trate más que de dos
fragmentos de una narración de carácter moralizante en la cual la persona que hace el
bien es recompensada (favoreciendo al partido romano, por supuesto).
Mientras, la revuelta itálica se había extendido. Con la victoria sobre Pompeius
Strabo en las cercanías del monte Falerinus752, quedó el camino abierto para que
Vidacilius efectuase un rápido movimiento hacia Apulia, donde se le pasaron
Canusium, la colonia latina de Venusia y muchas otras ciudades753, entre las que

746
App. BC 1, 41. Es muy discutido el estatuto jurídico de Grumentum, del que se ha defendido que fue una
colonia romana de época gracana, aunque quizás más bien fue una colonia latina. Los daños en esta ciudad
ciudad quedan reflejados en dos inscripciones en las que se menciona la reconstrucción de las murallas (CIL I2
758 = CIL X 209 = ILLRP 608 = ILS 5330. CIL I2 770 = CIL X 220 = ILLRP 607 = ILS 5331), fechadas en
los años 57 y 51 a.C. Sobre esta localidad, vid: L. Giardina, “L’abitato di Grumentum in età republicana:
problemi storici e topografici”, en L’espansionismo romano nel sud-est d’Italia (Venosa, 1990), 125-141.
747
Front. Str. 2, 4, 16; 4, 7, 41.
748
Diod. 37, 23, 1.
749
Flor. 2, 6, 11.
750
Liv. Per. 72, 4.
751
Claud. Quadrag. fr. 80. Macrob. Sat. 1, 11, 23. Sen. Ben. 3, 23. G. Barabino señala que un fragmento de
Cornelio Sisena pudiera pertenecer a este hecho (Sisen. fr. 13).
752
App. BC 1, 47.
753
App. BC 1, 42.

108
habrían de citarse: Salapia, Cannae, Larinum, Ausculum. Un mismo suceso acontecerá
en la Campania meridional. Posiblemente, durante su avance, Vidacilius utilizase en
parte la posterior Via Traiana, una antigua carretera prerromana754.
Para E. T. Salmon, Canusium sería la base de los rebeldes en Apulia755.
Asimismo, Venusia se unió muy rápido a la rebelión, porque permitió utilizar a los
rehenes númidas que se encontraban en esta ciudad756, lo que da idea de su importancia
como fortaleza militar, de la misma manera que Alba Fucens.
Algunas otras poblaciones que no se sometieron, fueron sitiadas por Vidacilius
y capturadas757. En ellas se dio muerte a los Romanos insignes que había en ellas, en
tanto que al pueblo llano y a los esclavos Vidacilius los enroló en su ejército758.
Parece evidente que las clases altas itálicas (o al menos una parte considerable)
de estas poblaciones eran pro-romanas, por lo que fueron condenadas a muerte. Para E.
Gabba, el comportamiento de los ejércitos itálicos era tal como el de un bando de una
Guerra Civil. Y, como ya se ha dicho varias veces, en la práctica era lo que estaba
aconteciendo.
Desde un punto de vista estratégico, con la pérdida de la fortaleza de Venusia,
ubicada en la Via Appia759, y de otras poblaciones, quedaron cortadas las comunica-
ciones romanas con la colonia latina de Brundisium (act. Brindisi)760, punto final de la
mencionada vía, y el puerto itálico más cercano a Oriente.
Ante todo, hay que entender que con esta maniobra se aseguraba que el
Samnium no fuese atacado por la retaguardia. Pero existe una razón mayor de fondo.
Como señala M. Gaggiotti, desde un punto de vista económico, el Samnium y la Apulia
se habían convertido en un binomio de economía pastoril y latifundio agrícola desde la
conquista romana en el s. III a.C.761
E. T. Salmon considera que Apiano se equivoca en su relato sobre la campaña
de Vidacilius en Apulia, al considerar que éste actuaría en Asculum picena contra las
fuerzas de Sex. Iulius Caesar, vid infra, no contra las de L. Iulius Caesar en Ausculum
apula (Apiano le da el mismo nombre, Asculum, así como gran parte de los autores
modernos). El verdadero responsable de la rebelión en Apulia sería, según el citado
investigador, Trebatius, que es recordado como líder insurgente, quizás pretor de los
Venusinos (en otro lugar lo recuerda como de los Apulos), en el teatro “samnita” de la
guerra en el año siguiente762. No parece tener razón, y hay que seguir las opiniones de

754
Cf. Liv. 9, 2, 6-8. La Via Traiana sustituyó a la Via Appia en el tramo comprendido entre Beneventum y
Brundisium.
755
Cf. App. BC 1, 42 y 52.
756
App. BC 1, 42.
757
App. BC 1, 42.
758
App. BC 1, 42.
759
La Via Appia era la principal ruta de comunicación de Roma con Italia meridional. En un principio, sólo
llegaba hasta Capua, y posteriormente se extendió hasta Brundisium por Beneventum, Venusia y Tarentum,
con un total de 374 km. Vid: A. Castagnoli, Via Appia, Milano, 1956. M. Humm, “Appius Claudius Caecus et
la construction de la via Appia”, MEFRA 108 (1996), 693-746.
760
Sobre esta ciudad, vid: G. Uggeri, “Il porto di Brindisi in età republicana”, en La Puglia in età
repubblicana. Atti del I Convegno di studi sulla Puglia romana (Milano, 1988), 47-64.
761
Cf. Varro RR 2, 1, 16, que señala que el rebaño que pasa el invierno en Apulia pasa el verano en el
Samnium. Sobre este tema, vid: M. Corbier, “Fiscus and Patrimonium: the Saepinum Inscription and
Transhumance in the Abruzzi”, JRS 73 (1983), 126-131; “La transhumance entre le Samnium et l'Apulie:
continuités entre l'époque républicaine et l'époque impériale”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier
siècles av. J.C. (Naples, 1991), 149-176.
762
App. BC 1, 52. Se ha considerado que Apiano habría escrito erróneamente Trebatius por Marius Egnatius,
como L. Pareti, lo que niegan E. Gabba y E. T. Salmon, porque este último caudillo es mencionado de forma

109
H. Last, R. Gardner y E. Gabba, que no dudan de la veracidad de la campaña de
Vidacilius en Apulia, como ha demostrado A. Keaveney.
De esta forma, la campaña aliada en la Italia adriática se vio coronada con el
éxito. Pero se trata de un frente secundario. Ya hemos indicado que ante todo los
Romanos querían preservar la ciudad de Roma de un ataque aliado, lo que consiguieron
plenamente.
Sin embargo, todavía más importante que los centros apulos estaban las
colonias latinas del sector meridional, que eran las verdaderas fortalezas del dominio
romano en el territorio. Venusia, fuertemente oscanizada, se unió a los insurgentes. Pero
Luceria (act. Lucera) aguantó firmemente para Roma y jugó un importante pero
indefinido papel en las hostilidades763. Beneventum, importante centro de
comunicaciones, también permaneció bajo control romano durante todo el tiempo764.
Sobre Saticula la información es totalmente inexistente, aunque E. T. Salmon supone
que como colonia latina permaneció leal a Roma, así como las vecinas localidades
caudinas, aunque esto último entra ya en el campo de las hipótesis.
Por el contrario, la colonia latina de Aesernia (act. Isernia), fundada en el año
263 a.C., una auténtica innovación en el Samnium desde el punto de vista urbanístico,
figura de manera prominente en los anales de la guerra. Aesernia ocupaba un cerro en el
centro de un valle entre la Mainarde, al noroeste, y el monte Tifernus (act. Cordillera del
Matese), al sur, el macizo que divide el Samnium de la Campania.
El valle donde estaba situada era recorrido de importantes rutas que
comunicaban el Samnium con la Campania septentrional y el Latium (como la Via
Minucia, directa por un lado, de Aesernia a Aufidena y Sulmo, desde donde se
alcanzaba la Via Valeria en Corfinium, y por otro a Bovianum y Beneventum, y desde
este último punto a Larinum). Aesernia dominaba la carretera a lo largo de los Apeninos
que iba desde Corfinium a Beneventum, por la cual los rebeldes del Norte podían
comunicar con el Samnium central y meridional, y de la cual, con una ramificación a
través de Venafrum (act. Venafro)765, a escasos 20 km al sudoeste de Aesernia, podían
amenazar las comunicaciones romanas con la Campania por la Via Latina.
Aesernia, la puerta de acceso al Samnium, había recibido el ataque insurgente
desde el mismo comienzo de las hostilidades, y se convertirá en el punto más candente
del frente meriodional. Como muy bien suponen P. Frassinetti y E. Gabba, muchos
refugiados romanos de Apulia y del Samnium habrían tomado refugio en esta ciudad766.

individual (App. BC 1, 40 y 45). Este mismo investigador se pregunta si Trebatius sería pariente del famoso
jurista C. Trebatius Testa, amigo de Cicero y del sabelio Q. Horatius Flaccus.
763
Para Luceria, vid Diod. 19, 72, 9 (que puede, sin embargo, como cree R. M. Geer, referirse a la Guerra
Civil entre Caesar and Pompeius, en donde jugó un importante papel, pues fue cuartel general del segundo
(Cf. Caes. BC 1, 24, 1. Cic. Att. 7, 20, 1; 8, 1, 1-2; 8, 11a, 4). Pero que Luceria fuera base de operaciones
contra los pueblos vecinos después de su fundación, situación que ha continuado hasta la época del propio
Diodoro hace factible que la ciudad tuviera un papel en la Guerra de los Aliados
764
Para Beneventum, cf. Cic. I Verr. 1, 38 y su scholia p. 169, pero esta cita en realidad se refiere a la
posterior Guerra Civil. Sobre esta ciudad, vid: V. A. Sirago, “Benevento nella secunda regio”, Samnium 57
(1984), 129-134. M. Rotili, Benevento romana e longobarda. L'immagine urbana, Benevento, 1986. D.
Giampola, “Benevento”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 123-
131.
765
Sobre esta ciudad, vid: A. La Regina, “Venafro”, QuadTopAnt 1 (1964), 55-67. S. Diebner, Aesernia-
Venafrum, Roma, 1979. S. Capini, “Venafro e l’alta valle del Volturno”, en Samnivm. Archeologia del Molise
(Roma, 1991), 107-110; “Venafrum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 209-213. S. Capini,
D. Catalano y G. Morra, Venafro, Isernia, 1996.
766
Cf. Sisen. fr. 6.

110
Quizás ya al final del año 91 a.C. o, si no, a principios del año 90 a.C., P.
Vettius Scato se movió en dirección sur, hacia Aesernia767. Posiblemente, seguiría el
curso del valle del alto Liris (el así denominado Val Roveto), en orden a unirse con
otras fuerzas rebeldes según E. T. Salmon. Fuese, Vettius Scato, como ya hemos
mencionado, pretor de los Marsos o de los Pelignos, ha de observarse que la división de
frentes es puramente teórica, y todo va en función de las oportunidades, como
demuestra el caso de Vidacilius.
El cónsul L. Iulius Caesar buscó aliviar la situación, mientras que requirió
ayuda a su legado M. Claudius Marcellus con su legión. Pero en el trayecto, Vettius
Scato derrotó al cónsul L. Iulius Caesar, y dio muerte a 2.000 de sus hombres, y marchó
contra Aesernia, “ciudad del partido romano” como dice Apìano768. Para E. T. Salmon,
la batalla se habría librado cerca de Atina (act. Atina), mientras que para H. Last y R.
Gardner ésta aconteció en el alto valle del Volturnus. El resultado obligó a Iulius Caesar
a retirarse a Teanum Sidicinum.
La victoria de Vettius Scato provocó evidentemente el pánico entre los
defensores de Aesernia, de tal manera que los comandantes de esta plaza, L. Scipio y L.
Acilius, huyeron disfrazados de esclavos. Puede que los anteriores personajes fueran
legados, y el primero quizás pueda identificarse con L. Cornelius Scipio Asiagenes (cos.
83 a.C.). Por otro lado, E. T. Salmon considera que eran inspectores comisionados por
Roma apara conocer la actitud de las comunidades itálicas, que se habrían refugiado en
esta plaza pero, como de costumbre, no existen pruebas de esta hipótesis.
Pero la derrota de Iulius Caesar no tuvo repercusiones inmediatas. Los Itálicos
se vieron en la tesitura de no poder tomar la colonia, y se vieron obligados a emprender
el sitio769, que resultó ser prolongado. Al cabo de algún tiempo, vid infra, redujeron a la
ciudad por hambre770.
En cuanto a la identidad de los sitiadores771, para E. T. Salmon, por su
situación geográfica, únicamente sólo pueden ser los Pentros. Sería lógico que Vettius
Scato y sus tropas marsas después de este suceso se apresuraran a volver a su propio
país, de nuevo siguiendo la ruta del valle del Liris.
En la reconstrucción de E. T. Salmon, la fuerza liderada por Vettius Scato
encontraría a la dirigida por Valerius Messalla en algún lugar al sur de Carseoli y le
derrotaron de forma tan dura que obligó de nuevo al cónsul Rutilius a efectuar un
cambio en sus mandos: transfirió el mando de Messalla al procónsul Sex. Iulius Caesar.
Pero su identidad y su victoria sobre los Pelignos están en entredicho por una posible
confusión en las fuentes, vid supra.
Además, Floro sólo indica que Carseoli, entre otras ciudades, fue devastada por
los asesinatos, las armas y el fuego772, aunque no es nada definitivo. Nada dice de
Valerius Messalla y menos de la presencia de Sex. Iulius Caesar, que no es más que una
reconstrucción, que A. Keaveney niega, pero su alternativa, vid supra¸ tampoco
satisface.
Mientras los Romanos se encontraban en grandes dificultades en el alto valle
del Volturnus, la situación empeoró más todavía si cabe. C. Papius Mutilus, el cónsul

767
Sobre esta ciudad, vid: S. Diebner, Aesernia-Venafrum, Roma, 1979. C. Terzani, “La colonia latina di
Aesernia”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 111-112; “Aesernia”, en Samnivm.
Archeologia del Molise (Roma, 1991), 225-228.
768
App. BC 1, 41.
769
App. BC 1, 41.
770
App. BC 1, 41.
771
App. BC 1, 41. Liv. Per. 72, 5.
772
Flor. 2, 6, 11.

111
del grupo “samnita”, al observar que gran parte de las fuerzas romanas se habían
concentrado en la región de la actual Montagna del Matese, rápidamente invadió la
Campania meridional. Si lograba un éxito completo, podría interrumpir las
comunicaciones terrestres de Roma con la Italia meridional y oriental así como
amenazar el ager Campanus, sostén principal del erario romano y la base de sus
ejércitos en el frente “samnita”. P. Frassinetti fecha esta acción en la primavera del año
90 a.C.
Al principio, el avance de Papius Mutilus se vio coronado con éxito. Para E. T.
Salmon, este general siguió el siguiente itinerario: forzó a Surrentum (act. Sorrento),
Stabiae (act. Castellammare di Stabia) y a los Picentinos, cuyo centro era Picentia773,
quienes estaban atribuidos a la colonia romana de Salernum774 a unirse a la causa
rebelde; saqueó el territorio de Nuceria Alfaterna (act. Nocerna Superiore)775, consolidó
el dominio insurgente sobre Pompeii, y luego hizo lo que Hannibal fue incapaz de
hacer: capturar Nola (act. Nola).
H. Last, R. Gardner, E. Gabba dan los movimientos de Papius Mutilus en
dirección contraria, es decir, primero hacen caer Nola, luego el resto: Stabiae, Salernum
y Surrentum. Por el contrario, Apiano, que es quien ofrece la información más
detallada, menciona en primer lugar y de forma destacada la caída de Nola y,
posteriormente, de Stabiae, Minervium (= Surrentum) y Salernum, esta última sobre la
Via Popillia; estas tres última muestran que Papius Mutilius siguió una ruta costera, a
partir posiblemente de Pompeii, de la que ya se ha comentado que bajo esta ciudad se
esconden los apoyos campanos a la sublevación aliada.
De todas estas localidades, sin duda la que iba a tener mayor importancia para
este conflicto era la de Nola. Ésta estaba situada en un valle entre el monte Vesuvius
(act. Vesuvio) y las primeras cumbres de los Apeninos, sobre la Via Annia, a medio
camino entre Nuceria y Capua, a 30 kilómetros al sudeste de esta última.
Apiano indica que Papius Mutilus se apoderó de Nola a traición776. Éste, tras la
toma de esta ciudad, mediante una proclama, ofreció a los 2.000 soldados romanos que
había tomado como prisioneros en esta localidad que sirvieran a sus órdenes777. Éstos
aceptaron, y Papius Mutilus los enroló en su ejército, pero los oficiales respondieron
con una negativa, por lo que fueron dejados morir por de inanición778. Esta misma
política se aplicó también en Stabiae, Minervium y Salernum, donde Papius Mutilus
alistó tanto a prisioneros como a esclavos779.
Por su parte, el epitomador de Livio dice que Nola780 cayó en poder de los
Samnitas junto con el pretor L. Postumius (¿Albinus?) (pr. ca. 90 a.C.), al que éstos
dieron muerte781, que ha de relacionarse con la noticia de Apiano. Para T. C. Brennan,
Postumius sería un legado al que se le habría concedido un imperium especial debido a
la Guerra de los Aliados, y no un verdadero pretor.

773
Plin. NH 3, 70. Picentia, una de las comunidades que devastadas fueron devastadas por los asesinatos, las
armas y el fuego (Flor. 2, 6, 11.). Pero, desgraciadamente, el pasaje de Floro donde se ofrece esta información
tiende a la confusión. Únicamente señala que esta ciudad fue víctima de la Guerra de los Aliados.
774
Plin. NH 3, 70. Según Estrabón, esta colonia fue fundada precisamente para vigilarlos (Str. 5, 4, 11).
775
Sobre este territorio, vid: E. Esposito, “L'ager Nucerinus. Note storiche e topografiche”, RAAN 59 (1984),
221-241.
776
App. BC 1, 42.
777
App. BC 1, 42.
778
App. BC 1, 42. E. T. Salmon señala que de esta forma se acababa con el mito de la buena conducta de los
elementos sabélicos en la toma de ciudades.
779
App. BC 1, 42.
780
A la que califica erróneamente de colonia.
781
Liv. Per. 73, 2.

112
Para E. T. Salmon, que califica de oscuro episodio la muerte de Postumius, éste
sería otro de los inspectores comisionados por Roma para indagar sobre la actitud de las
comunidades itálicas, que se habría refugiado en este lugar, una postura que parece
apoyar T. C. Brennan. Pero, no nos cansamos de repetir, no existe ninguna evidencia a
favor de ello.
Más interesante, es que Papius Mutilus convirtió a Nola en un gran baluarte
rebelde, y así permaneció no sólo hasta el fin de la guerra, sino hasta el año 80 a.C.
Realmente todo un hito.
No fueron sus últimos éxitos. Según Apiano, cuando se puso a devastar todo el
territorio que rodeaba a Nuceria, las ciudades vecinas se sometieron por el terror782; para
el epitomador de Livio, numerosos pueblos se pasaron al enemigo783. Sea si fue por
voluntad o por fuerza, el éxito de Papius Mutilus fue más que notable.
Pero la exitosa campaña de Papius Mutilus tiene una explicación: Campania
estaba fuertemente oscanizada, por lo que un ejército samnita tenía muchas
posibilidades de ser bienvenido. De las antiguas colonias griegas fundadas en la región,
únicamente subsistía Neapolis784, mientras que la presencia etrusca en la región fue
barrida por completo. Desde el s. V a.C. elementos oscos (provenientes evidentemente
del Samnium) se fueron infiltrando en Campania, que dieron lugar a una liga con centro
en Capua que dio nombre a los Campanos (Campani)785, y otra con centro en Nuceria
Alfaterna, denominada de los Alfaternos (Alfaterni)786. Asimismo, existieron más
comunidades oscas en el territorio campano aparte de las anteriores787.
Ciertamente, esto no significa que automáticamente la población de este origen
se uniera a la insurrección. Esto lo ejemplifica el caso de Abella (Act. Avella), una
localidad cerca de Nola en la vía de Capua a Abellinum, que pagó su lealtad a Roma
con el saqueo por parte de Nola788. A destacar el denominado “Cippo Abellano”789, que
actualmente A. La Regina ha fechado en los años 120-110 a.C. (bajando la cronología
tradicional), que contiene un tratado en lengua osca entre Nola y Abella acerca de la
delimitación territorial de un santuario a Hércules, que pudo tener como modelo la
división gracana del ager Campanus.
Se han planteado ciertos problemas sobre la extensión real del control rebelde
en Campania, en concreto en referencia a la ciudad de Nuceria. A partir de una noticia
de Cicerón, parece ser que esta población estuvo de parte de Roma (como piensa Th.
Mommsen), quizás, como indica E. T. Salmon (y sigue P. Castrén), a incitación de P.

782
App. BC 1, 42.
783
Liv. Per. 73, 3. No es de extrañar, pues, que Floro sitúe a Campania entre las regiones sublevadas contra
Roma (Flor. 2, 6, 5.).
784
En Italia meridional, únicamente permanecían como comunidades griegas Tarentum, Rhegium y Locri
Epizephyrii (act. abandonada, ruinas entre Portigliola y Locri). Estrabón menciona a las dos primeras más
Neapolis como las únicas ciudades de la Magna Graecia que no habían sido barbarizadas (Str. 6, 1, 2).
785
Cf. Str. 5, 4, 3-4. Sobre este grupo étnico, vid: B. D’Agostino, “La genti della Campania antica”, en Italia
omnium terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi
(Milano, 1988), 529-589. L. Cerchiai, I Campani¸ Milano, 1995.
786
Otros investigadores consideran que Auruncos (Aurunci), llamados también Ausones, y Sidicinos
(Sidicini) también pertenecían al grupo osco, más factible en el segundo caso (explícitamente así lo manifiesta
Str. 5, 3, 9; 5, 4, 3), más difícil en el primero, pues se les considera que estarían más próximos a los antiguos
Latinos (Latini). Sobre el primer grupo étnico, vid: A. Pagliara, “Ausonia terra”, RCCM 41 (1999), 173-199.
787
Cf. Str. 5, 4, 11.
788
Gran. Licin. 35, 27. Aunque habría que pensar que, por su cercanía a Nola, militara en el bando rebelde
hasta que la campaña de Sulla en el año 89 a.C. hiciera cambiar de opinión a sus habitantes.
789
Ve 1. Sobre este importante documento, vid: A. Franchi De Bellis, Il cippo abellano, Urbino, 1988; “Il
cippo abellano. Il santuario di Ercole”, en Italici in Magna Grecia (Venosa, 1990) 111-115.

113
Sittius790, el padre del famoso condottiero P. Sittius Nucerinus. El famoso orador indica
que Sittius se mantuvo al lado de Roma cuando sus vecinos y colindantes se sublevaron
contra ella, lo que parece indicar que fue en tiempos de la Guerra de los Aliados, como
señala C. MacDonald. Que se trata de Nuceria es debido a que los Sittii eran naturales
de aquí.
Por el contrario, P. A. Brunt y E. Gabba, a partir posiblemente del testimonio
de Floro, que incluye a Nuceria entre las ciudades que fueron devastadas por los
asesinatos, las armas y el fuego791, concluyen que militó en el bando rebelde792. La
situación geográfica de la ciudad hace virtualmente imposible que hubiera podido
mantenerse en el bando romano. Su situación en la Via Annia, entre Nola y Salernum,
hubiera puesto en graves dificultades a los Aliados y, consecuentemente, se hubiera
debido reflejar en las fuentes las luchas en torno a esta ciudad, como, ciertamente,
ocurren en Acerrae, vid infra.

Denario aliado de C. Papius Mutilus (Syd. 635), del año 90 a.C. Anv.: cabeza con casco a dra.,
quizás representación de Italia; detrás, corona. Rev.: Los Dioscuros a caballo galopando en
direcciones contrarias. Ø = 19 mm.

En cualquier caso, Herculaneum (act. Ercolano)793 y Pompeii se unieron al


alzamiento. De esta última ciudad ya hemos indicado que era la principal comunidad
que se había alineado con la causa rebelde794. Eso sí, como indica E. Gabba, Campania
meridional y Apulia sólo se unieron a la sublevación después de cierta coerción.
Posiblemente de este momento han de fecharse las emisiones monetarias a
nombre de Papius Mutilus, en una de las cuales lleva el título embratur, equivalente al
latín imperator795, unas acuñaciones de claro carácter militar. Posteriormente Sulla
imitará el uso de este título en sus propias amonedaciones de la Guerra Civil796.
Fruto de la marcha de Papius Mutilus es que, cuando lo solicitó, las
comunidades que se habían aliado ahora con los rebeldes le suministraron un ejército de
10.000 soldados de infantería y 1.000 jinetes, y con estas fuerzas Papius puso cerco a
Acerrae (act. Acerra)797. La fortaleza de Acerrae bloqueaba la ruta a Capua, la principal
base romana en el frente meridional y era la pieza clave de la defensa romana, dado que

790
Cf. Cic. Sulla 58. Según J. Heurgon, la amistad de Cicero con esta familia probablemente se remonte a la
Guerra de los Aliados.
791
Flor. 2, 6, 11.
792
E. Gabba dice que es difícil pronunciarse con las fuentes a nuestra disposición.
793
Debido a que en el año 89 a.C. fue conquistada por Sulla (Vell. Pat. 2, 16, 2).
794
Cf. App. BC 1, 39.
795
Campana 86-102. Syd. 640-641. En esta denominación se ha querido ver el título del cónsul osco.
796
RRC 359/1-2; 367/1-5; 368/1.
797
App. BC 1, 42. Según E. Gabba, Papius Mutilus estaría en contacto con Vidacilius en Apulia a través de la
Via Appia por Aeclanum y Venusia.

114
aseguraba el mantenimiento de los enlaces entre Capua y la gran colonia latina de
Beneventum, firmemente en manos romanas.
En este punto hay cierta controversia, puesto que E. Gabba y E. T. Salmon
consideran que el pasaje 45 de Apiano va antes del 42, ambos protagonizados por L.
Iulius Caesar. Por el contrario, H. Last, R. Gardner, A. Keaveney y Th. Mommsen no
aceptan esta solución, opinión seguida en este trabajo al no encontrar razones de peso
para cambiar el orden de la narrativa del escritor alejandrino.
L. Iulius Caesar avanzó, según E. Gabba quizás desde Capua, hacia Acerrae,
con 10.000 soldados de infantería galos798 y tropas de caballería e infantería númidas799
y mauritanos800. Papius Mutilus, para crear el desorden dentro de las filas enemigas,
sacó de su confinamiento en Venusia a Oxyntas801, el hijo de Iugurtha, rey de Numidia,
que se hallaba en esta ciudad bajo custodia romana y, revistiéndolo con la púrpura real,
lo exhibía con frecuencia ante los Númidas que servían bajo Iulius Caesar802. Así
consiguió el objetivo deseado: muchos de ellos desertaron en masa hacia Oxyntas como
si lo hicieran hacia su propio rey803. Ante el resultado, Iulius Caesar envió de regreso al
Africa al resto de los Númidas, por considerarlos poco dignos de confianza804.
Del párrafo anterior se ha de entender que L. Iulius Caesar avanzó con su
ejército, al que debió de añadir a más a más (o tenía como auxiliares) a Galos, Númidas
y Mauretanos. En modo alguno ha de suponerse que éstas eran las solas fuerzas del
cónsul. Lo mismo acontece con las fuerzas de Papius Mutilus: las fuerzas remitidas por
las comunidades campanas vendrían a reforzar a sus propias tropas.
La mención de los Númidas sólo figura en este curioso episodio. No puede
discernirse en qué momento llegaron estos refuerzos desde África, aunque es probable
que al llegar por mar no hubieran participado del desastre del Volturnus. En cualquier
caso, hay que felicitar a Papius Mutilus por la manera de cómo se deshizo del
contingente númida que vino en apoyo de los Romanos.
Sin embargo, el positivo resultado de la travesura de Papius Mutilus fue
contraproducente, pues se embriagó de su propio éxito. Como narra Apiano, atacó con
desprecio a L. Iulius Caesar, y consiguió echar abajo una parte de la empalizada de su
campamento; pero el cónsul romano envió por otras puertas (del campamento) a su
caballería y mató a 6.000 soldados de Papius Mutilus805. Sin duda ambos ejércitos
sufrirían fuertes pérdidas, pero la peor parte se la llevó la fuerza insurgente.
Después de esta victoria, que E. Gabba fecha en el mes de agosto del año 90
a.C., L. Iulius Caesar partió de la ciudad de Acerrae806. Evidentemente, antes de su

798
Cf. Sisen. fr. 29.
799
En esta época, el rey de Numidia era Gauda (105-ca. 88 a.C.), monarca al que Marius había situado en el
trono después de haber vencido a Iugurtha. Sobre Numidia, vid: G. Camps, Aux origines de la Berberie.
Massinissa ou les débuts de l’histoire, Paris, 1960 (Lybica 8); “Les derniers rois numides: Massinissa II et
Arabion”, BCTH(B) 17 (1981), 303-310. Ch. Saumagne, La Numidie et Rome, Masinissa et Jugurtha, Paris,
1966. H. Horn y C. B. Rüger (eds.), Die Numider. Reiter und Könige nördlich der Sahara, Bonn, 1979. A.
Berthier, La Numidie. Rome et le Maghreb, Paris, 1981. W. Huss, “Die Westmassylischen Könige”, AncSoc
20 (1989), 209-219.
800
App. BC 1, 42.
801
Era uno de los dos hijos de Iugurtha, y había sido llevado por Marius en el 104 a.C. durante su triunfo
(Eutrop. 4, 27, 4. Liv. Per. 67, 4).
802
App. BC 1, 42.
803
App. BC 1, 42. Cf. Sisen. fr. 35.
804
App. BC 1, 42.
805
App. BC 1, 42.
806
App. BC 1, 42. Se han atribuido fragmentos de Cornelio Sisena a este episodio, pero son meramente
conjeturales (Sisen. frs. 18 y 37).

115
marcha había sido el ejército de Papius Mutilus el que se había retirado del frente,
presumiblemente, hacia Nola.
Orosio parece referirse a esta batalla cuando indica que L. Iulius Caesar
eliminó a muchos miles de enemigos en un enfrentamiento con Samnitas y Lucanos807,
lo que le valió la proclamación de sus tropas con el título de imperator808. También el
epitomador de Livio señala que L. Iulius Caesar luchó contra los Samnitas con resultado
favorable809.
La mención de los Lucanos entre las filas de Papius Mutilus es de suma
importancia, no sólo porque es un nuevo ejemplo de que debajo de la mención de
“Marsos” y “Samnitas” se pueden esconder otros grupos étnicos, sino que muestra que,
después de la obtención del apoyo entre las comunidades apulas, la dirección del frente
meridional aliado había decidido poner toda la carne en el asador en la región de
Campania. Por ello, las actuales regiones de Puglia meridional y Calabria, los extremos
meridionales de la península itálica, no se vieron afectadas por el conflicto, al menos en
este momento, con lo que los Romanos podían mover tropas y recibir refuerzos por mar
y atacar la retaguardia aliada.
Al enviar el cónsul noticias de las buenas nuevas a Roma, los senadores se
despojaron del sayo, que se habían puesto a comienzos del conflicto, y se volvieron a
poner la antigua honrosa toga810. Ciertamente, a causa de esta victoria, en Roma los
varones se quitaron los uniformes militares811 que habían asumido en su inicio. No es de
recibo esta celebración, pues fue el primer éxito real de Roma en esta guerra.
En el apartado de hechos prodigiosos, hay que mencionar el de Caecilia
Metella812, acontecido en el año 90 a.C. Esta mujer, perteneciente a una de las familias
nobles y destacadas de Roma813, contó que había soñado que Juno Sospita se marchaba
de la Ciudad Eterna, porque sus templos eran profanados con inmundicias, y que ella,
con sus súplicas, había conseguido hacer a duras penas que diera la vuelta; limpió el
templo, manchado por los sucios y sórdidos menesteres de las matronas (incluso había
en él, al pie de una estatua de la diosa, el cubil de una perra con su camada), y después
de celebrar rogativas le devolvió su antiguo esplendor814.

807
Oros. 5, 18, 14.
808
Oros. 5, 18, 15. Imperator es un título otorgado por aclamación de las tropas al general victorioso después
de una batalla. En época del Principado pasará a convertirse en la designación común del emperador
(princeps). Sobre este vocablo, vid: M. A. Levi, “L'apellation Imperator”, RFIC 60 (1932), 207-218. R. Syme,
“Imperator Caesar: a study in nomenclature”, Historia 7 (1958), 172-188. R. Combes, Imperator. Recherches
sur l'emploi et la signification du titre d'imperator dans la Rome républicaine, Paris, 1966. P. M. Martín,
“Imperator - Rex: recherche sur les fondements républicains de cette inéquation idéologique”, Pallas 41
(1994), 7-26.
809
Liv. Per. 73, 7.
810
Oros. 5, 18, 15.
811
Liv. Per. 73, 8.
812
Hija de Q. Caecilius Metellus Balearicus (cos. 123 a.C.), hermana de Q. Caecilius Metellus Nepos (cos. 98
a.C.), y esposa de Ap. Claudius Pulcher (cos. 79 a.C.), y madre de Ap. Claudius Pulcher (cos. 54 a.C.) y el
famoso P. Clodius Pulcher (tr. pl. 58 a.C.).
813
Cic. Rosc. Am. 27 y 147. Fue la protectora de Sex. Roscius Amerinus, al que defendió Cicero en un célebre
juicio en el año 80 a.C. Sobre este caso, vid: T. Kinsey, “Cicero's Case against Magnus, Capito and
Chrysogenus in the Pro Sex. Roscio Amerino and its use for the historian”, AC 49 (1980), 173-190; “The Case
against Sextius Roscius of Ameria”, AC 54 (1985), 187-196. M. Fuhrmann, “Zur Prozesstaktik Ciceros: die
Mordanklage gegen Sextus Roscius von Ameria und Cluentius Habitus”, en Grosse Prozesse der römischen
Antike (München, 1997), 48-61.
814
Obs. 55. Cf. Cic. Div. 1, 4; 1, 99; 2, 136.

116
El resultado fue que a causa de este sueño, el cónsul L. Iulius Caesar hizo
reconstruir por orden del Senado el templo de Juno Sospita815, en todo su antiguo
esplendor, y se celebrarían asimismo ceremonias de purificación. Ciertamente, como
señala P. Kragelund816, la importante posición de Caecilia Metella hizo que el Senado
tuviera buena cuenta de su visión. Además, el templo en cuestión se encontraba en
Lanuvium, un conocido centro de profecía, donde habían acontecido diversos
prodigia817. El significado de la restauración venía a ser una señal de que Roma
pretendía conceder a sus antiguos Aliados la ciudadanía romana, en recuerdo del tratado
del año 338 a.C., al suprimirse la Liga Latina, cuando Lanuvium recibió tal estatuto, y
momento en que Roma adoptó oficialmente el culto a Juno Sospita818.
Tras la victoria cerca de Acerrae, L. Iulius Caesar de nuevo intentó socorrer a
Aesernia (verano del año 90 a.C. según A. von Domaszewski). En esta reconstrucción,
no puede aceptarse la versión de E. T. Salmon de que el cónsul fue duramente derrotado
cuando estaba retrocediendo hacia Teanum Sidicinum.
Esto es lo que se conoce de la batalla, a través de los datos suministrados por
Apiano. L. Iulius Caesar atravesaba con 30.000 soldados de infantería y 5.000 jinetes819
una garganta rocosa820, identificada de manera tradicional con el monte Tifernus821, que
fue atacado de repente por Marius Egnatius822. Rechazado hasta el interior del
desfiladero, el cónsul escapó en una litera, a causa de una enfermedad, hasta un río,
identificado con el Volturnus823, en el que había un solo puente, y, tras perder allí a la
mayor parte de su ejército y el armamento del resto de las tropas, se refugió a duras
penas en Teanum y armó, como pudo, a los que todavía conservaba824. La retirada a
Teanum Sidicinum se produce tras la batalla, no antes.
Fue una gran victoria, puesto que Orosio indica que L. Iulius Caesar, derrotado
en un combate contra los Samnitas, huyó con el ejército deshecho825. Este hecho queda
confirmado por otras fuentes826.
Por el testimonio de Livio827 Marius Egnatius era samnita, es decir, lo que
normalmente quiere indicar un pentro, pero para E. T. Salmon mandaría una fuerza
hirpina y sería su pretor. Tampoco hay que extrañarse si A. von Domaszewski lo hace
pretor de los Frentanos. Como se puede apreciar, y ya se ha indicado más de una vez, es
imposible dilucidar cuáles fueron los pretores de los sublevados y muchos menos
adscribirlos a una comunidad étnica.
Indudablemente, el movimiento de L. Iulius Caesar se produjo tras un
importante acontecimiento: la captura por parte de Marius Egnatius de Venafrum,

815
Cic. Div. 1, 44; 1, 99.
816
P. Kragelund, “Dreams, religion and Politics in Republican Rome”, Historia 50 (2001), 53-95.
817
El último conocido en el año 99 a.C. (Obs. 46).
818
Para P. Frasinetti, la asistencia de la aplacada Juno Sóspita debía favorecer la victoria de L. Iulius Caesar
ante Acerrae.
819
Como indica P. A. Brunt, posiblemente no se incluya en esta cifra los auxiliares, que precisamente se han
citado anteriormente.
820
App. BC 1, 45.
821
Ch. P. Mason prefiere el monte Massicus (monte Mássico). Por su parte, L. Pareti considera que L. Iulius
Caesar avanzaría desde Teanum Sidicinum hacia Allifae (act. Allife), para luego dirigirse hacia Aesernia, por
las actuales localidades de Pratella y Capriati, dejando de lado Venafrum. Sería entre Pratella y Capriati donde
fue sorprendido por Marius Egantius.
822
App. BC 1, 45.
823
Así H. Last, R. Gardner y E. Gabba. Los dos primeros pensaron que la batalla se dio al sur de Venafrum.
824
App. BC 1, 45.
825
Oros. 5,18, 11.
826
Liv. Per. 73, 1. Oros. 5, 18, 14.
827
Liv. Per. 75, 6, que indica que Marius Egnatius dirigía una fuerza samnita.

117
ciudad asentada sobre un promontorio a cuyo pie discurre el río Volturnus828, una
praefectura romana829, a traición830 (como Nola), y dio muerte a dos cohortes romanas
que estaban en ella831 como guarnición. Esta actitud es para E. T. Salmon una represalia
o un intento de que el alzamiento de los insurgentes fuese de carácter irrevocable. Con
esta maniobra, se previno el envío de refuerzos desde Campania a Aesernia, y
posiblemente Iulius Caesar tenía como objetivo recuperar Venafrum.
Aesernia se encontraba ahora bajo duro asedio, presumiblemente por los
Pentros (quizás bajo N. Lucilius según E. T. Salmon832), que serían ciertamente los más
beneficiados por su caída. La horrible experiencia allí vivida quedaría reflejada por el
cognomen Aeserninus dado a su hijo, nacido por este tiempo, de Claudius Marcellus
quien habría asumido el mando de la asediada guarnición.
Pero L. Iulius Caesar, a pesar de sus dos derrotas anteriores, no se amilanó en
lo más mínimo. Desde Teanum Sidicinum, fuese porque según Orosio reunió tropas de
todas partes833, o según Apiano, le llegó con prontitud otro gran contingente de tropas
de refuerzo834, o ambas cosas a la vez (lo más probable dada la gravedad de la
situación), Iulius Caesar marchó en dirección sudeste a toda prisa hasta Acerrae, donde
la ciudad aún sufría el asedio de Papius Mutilus835. De ser correctas estas palabras,
Papius volvió a asediar Acerrae posiblemente aprovechando que el cónsul romano se
había dirigido aguas arriba del río Volturnus (act. Volturno). Sea como fuere, ambos
generales acamparon frente a frente, pero no se atrevían a atacarse el uno al otro por
miedo836.
Curiosamente o, mejor dicho, de manera extraña, finalizó la campaña de
Campania en este año o, como en palabras de E. Gabba, en un empate. No se tienen más
noticias de enfrentamientos bélicos durante este año. L. Iulius Caesar debió partir hacia
Roma, donde tenía que presidir las elecciones837 y, mucho más importante, hacer
aprobar la lex Iulia de civitate, vid infra.
Pero el precio de la liberación de Acerrae fue la caída de Aesernia.
Cuando L. Iulius Caesar dejó Teanum, uno de sus legados, Sulla, efectuó
arduos esfuerzos para ayudar a Claudius Marcellus y la guarnición que se encontraba
sitiada en la colonia latina. Pero todo fue en vano.
Orosio narra que Sulla, con unos efectivos de veinticuatro cohortes838, fue
enviado a Aesernia, donde los ciudadanos y soldados romanos estaban retenidos en
angustioso asedio839, y salvó, mediante un gran combate, y con grandes pérdidas por

828
Str. 5, 3, 10.
829
Festus 262.
830
App. BC 1, 41.
831
App. BC 1, 41.
832
Esta opinión esta basada únicamente en la emisión monetaria aliada de N. Lucilius (Campana 117-118 =
Syd. 642). Sin duda se trata de una acuñación de carácter militar por llevar un nombre personal, pero es
imposible de discernir a que lugar o momento pueda corresponder.
833
Oros. 5, 18, 14.
834
App. BC 1, 45.
835
App. BC 1, 45.
836
App. BC 1, 45.
837
Sobre el sistema electoral romano, vid: S. Demougin, “Quo descendat in campo petitor. Élections et
électeurs à la fin de la République et au début de l'Empire”, en L'urbs. Espace urbain et histoire (Ier s. avant
J.-C. - IIIe siècle après J.-C.) (Rome, 1987), 305-317. J. Granet, “Être électeur à Rome à l'époque de
Cicerón”, Pallas 46 (1997), 327-339. A. M. Suárez Piñeiro, “La reforma del sistema electoral romano durante
el último siglo de la República”, Gallaecia 17 (1998), 425-446. A. Yakobson, Elections and electioneering in
Rome: a study in the political system of the late Republic, Stuttgart, 1999.
838
Oros. 5, 18, 16.
839
Oros. 5, 18, 16.

118
parte de los enemigos, a la ciudad y a los aliados (los que quedaban fieles,
evidentemente)840. Pero no se trata más que de una valoración más que optimista de los
hechos.
Puede observarse que la cifra de veinticuatro cohortes, si consideramos que
todas eran romanas, supone un contingente de más de dos legiones. Pudiera ser que
junto con Sulla hubiera alguno de los otros legados conocidos de L. Iulius Caesar, que
habría quedado eclipsado por la fama y por los Commentarii de Sulla. También L.
Iulius Caesar debió de contar delante de Acerrae con la ayuda de alguno de sus
subordinados. Pero no es posible ir más allá de las suposiciones. Además, ya se ha
señalado que un legado no tenía por qué tener como efectivos una legión, y quizás el
presente caso sea un ejemplo de ello.
E. T. Salmon considera que los esfuerzos de Sulla estarían en relación con una
profecía pronunciada allí, recogida por Plutarco, y que R. Bloch pone como ejemplo de
utilización política de este tipo de manifestaciones. Los adivinos anunciaron que un
valiente hombre, de una figura notable y muy hermosa, tomaría el poder y libraría a la
ciudad (de Roma) de los desórdenes que la agitaban; Sulla declaró que aquel hombre era
él mismo (por supuesto), pues su figura se distinguía especialmente por el color de oro
de su cabellera, y por su bravura, no enrojecía de testimoniar en favor de sí mismo
después de las grandes y hermosas hazañas que había realizado841. Sobre la caída de
Aesernia, por cierto, nada dice; y realmente es lo único que importa.
Pero, en cuestión de prodigios, Sulla y Aesernia tienen también su propio
apartado. Orosio menciona que en territorio samnita, salió una llama por una gran
abertura de la tierra y se la vio subir hasta el cielo842, y Obsecuente que, en Aenaria (la
actual isla de Ischia) salió de una grieta de la tierra una llama que alumbró hasta el
cielo843. En un principio, ambos fenómenos tienen en común el hecho que aconteció y
que ambos se produjeron en el año 91 a.C.
Gracias a Plutarco, que debió utilizar los Commentarii de Sulla, se puede
efectuar una mayor precisión. Éste narra que cuando Sulla había sido enviado a la
Guerra de los Aliados con un ejército, una ancha grieta se abrió en la tierra cerca de
Aesernia844, y de ella brotó un gran fuego y que una llama resplandeciente se elevó
hacia el cielo845. Precisamente, el mismo acontecimiento que Orosio y Obsecuente
describen, y ha de identificarse en uno solo. Fenómenos naturales de este tipo no eran
desconocidos en la frontera noroeste del Samnium, pues se conocen otros incidentes
similares846.
La situación de los sitiados en Aesernia era angustiosa, como nos ha
transmitido Diodoro: “Los habitantes de Aesernia, presionada por el hambre, emplearon
un ardid de algún tipo para conseguir que los esclavos se fuesen de la ciudad.
Efectivamente, su situación particular les condujo a no detenerse ante nada, y a procurar
su propia seguridad a costa de destruir a otros. Sin embargo, los esclavos, al ser

840
Oros. 5, 18, 16.
841
Plut. Sulla 6, 13.
842
Oros. 5, 18, 5.
843
Obs. 54.
844
R. Flacelière y É. Chambry señalan que el problema es que los manuscritos de Plutarco no transmiten
“Aesernia” sino “Laverna”, que es el nombre de una deidad (protectora des los ladrones), pero no el de una
villa o de otro lugar conocido. Pero, por los testimonios de Orosio, quien menciona que el hecho ocurrió en
territorio samnita, donde está ubicada Aesernia, y de Obsecuente (en donde hay que corregir Aenaria por
Aesernia), se trata de esta última ciudad.
845
Plut. Sulla 6, 11.
846
Oros. 4, 4, 3. Sil. Ital. 12, 529.

119
arrojados a un extraño y espantoso apuro, se retiraron y encontraron un remedio para la
brutalidad de sus amos en la consideración mostrada hacia ellos por los enemigos”847.
La decisión no era para menos, porque la situación era de extrema necesidad: “Los
habitantes de Aesernia se alimentaron de perros y otros animales, puesto que las
convincentes necesidades de la naturaleza les llevaron a ignorar todo decoro, y les
forzaron a aceptar la grosera comida que ellos previamente habían rechazado”848.
Cornelio Sisena también ofrece parecido testimonio: “en aquel mismo tiempo los
Eserninos, cercados por una doble fosa y un vallum, consumido el trigo, que fue llevado
de las eras a la ciudad”849.

Denario romano de L. Titurius L.f. Sabinus (RRC 344/2c, 89 a.C.). Anv.: cabeza de Ti. Tatius a derecha.
Debajo del mentón, palma. Rev.: Tarpeia arrodillada entre dos soldados quienes le echan sus escudos; encima,
estrella sobre creciente. Ø = 17 mm. La gens Tituria se hacía descender del rey sabino Tatius. A diferencia
del numerario acuñado por los Aliados sublevados, los magistrados monetales romanos reproducían temas de
carácter particular relacionados con su historia familiar.

Para E. T. Salmon, Frontino, de acuerdo a lo que es en realidad la propia


narración de Sulla, señala que éste se las arregló para liberar la guarnición en Aesernia.
Sulla, sorprendido en un desfiladero cerca de Aesernia por el ejército enemigo al mando
de Duillius850, pidió conferenciar, pero fracasó al negociar los términos de paz. Notando
Sulla, sin embargo, lo descuidado que estaba el enemigo, y lo poco atento que estaba en
hacer guardia como consecuencia de la tregua, marchó de allí por la noche, dejando sólo
a un bucinator (trompetero), con las instrucciones precisas para producir la impresión
de la presencia del ejército tocando las horas, y reunirse con él cuando la cuarta hora
comenzase. De este modo dirigió a sus soldados ilesos a un lugar seguro, con todo su
equipaje e ingenios de guerra851. Quizás a ello haga referencia la alusión de Orosio antes
citada852.
E. T. Salmon, muy crítico con Sulla (le recuerda asimismo la pérdida de Sora),
duda mucho de la veracidad de este episodio, y considera que en su relato personal
intentaba evacuar a la guarnición de Aesernia, pero, como indica A. Keaveney, no

847
Diod. 37, 19, 1.
848
Diod. 37, 19, 2.
849
Sisen. fr. 16. En otro fragmento de Cornelio Sisena parece ser que L. Iulius Caesar estaba confiado en
poder superar fácilmente las fortificaciones erigidas por los sublevados en torno a la ciudad (Sisen. fr. 14).
850
E. T. Salmon identifica a Duillius con el anteriormente mencionado N. Lucilius, pero es de carácter
totalmente gratuito. Asimismo, A. von Domaszewski considera que se trata probablemente del pretor de los
Samnitas. P. Frassinetti considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera referirse a estos hechos
(Sisen. fr. 57), pero G. Barabino considera a su vez que se trata de un acontecimiento civil.
851
Front. Str. 1, 5, 17.
852
G. De Sanctis coloca este episodio después del intento de socorrer a Aesernia, en un momento en que Sulla
intentaba replegarse en dirección a Sora.

120
existe ninguna evidencia de tal pretensión. Apiano no recuerda el episodio, lo que
tampoco lo invalida, aunque este autor recuerda que L. Scipio y L. Acilius, huyeron
disfrazados de esclavos853, por lo que debería haber mencionado esta treta de Sulla. Pero
no hay que negar su autenticidad, pues circunstancias de este tipo debieron de suceder
muchas veces en ambos bandos, pero que sólo se ha conservado para la posteridad en
muy contados casos.
Pero, finalmente, Sulla no pudo evitar la caída de Aesernia en manos de los
Samnitas854, reducida, como se ha dicho, por el hambre855. La ciudad cayó a principios
de fines de año, según H. Last y R. Gardner. Para A. Keaveney, las dificultades de Sulla
para encontrar provisiones en esta zona montañosa ante la llegada del invierno, no pudo
mantener su posición y debió retirarse, por lo que el asedio llegó a su fin.
En Aesernia fue también capturado Claudius Marcellus856, por lo que se ha
supuesto, como se ha indicado anteriormente, que habría quedado como comandante de
la guarnición. Estrabón dice que Aesernia (a la que califica de ciudad samnita) fue
destruida durante la guerra857, pero E. T. Salmon considera que se trata de una
exageración, aunque puede haber sufrido grandes daños.
Aesernia se convertirá, como Nola, en un poderoso bastión insurgente, y así se
mantendría durante toda la guerra. La repercusión de este éxito debió de ser notable en
el bando aliado. La inscripción858 dedicada a la Victoria por dos samnitas, L. Decitius
Mr. f. y Mr. Staius Banti f., seguramente magistrados859, en el templo B del santuario de
Pietrabbondante, parece estar relacionado con estos sucesos acontecidos en el Samnium.
Ha de decirse que los Decitii (conocidos en las fuentes literarias por Decidii),
originarios de Bovianum860, era una gens muy eminente ya en tiempos de la Segunda
Guerra Púnica en la figura de N. Decitius861, y uno de sus miembros, Cn. Decitius,
mencionado como meddix tuticus en una inscripción un poco anterior a la Guerra de los
Aliados en el santuario de Schavi d’Abruzzo862, será posteriormente proscrito863. Sobre
los Staii ya se ha hablado anteriormente.
La caída de Aesernia no parece haber sido seguida por una incursión insurgente
en el Latium o en la Campania septentrional. Por tanto, E. T. Salmon y A. Keaveney
suponen que Sulla se las arregló de alguna manera para contener a los rebeldes y
prevenir que éstos pudieran amenazar a la propia Roma o de atacar a L. Iulius Caesar
por la retaguardia mientras se enfrentaba a Papius Mutilus en Acerrae. Esta hazaña
quizás sea la base según E. T. Salmon de la pretensión de Sulla de haber muerto 6.000
Marsos en los viñedos864, tema ya tratado anteriormente.
Sea como fuere, Sulla comenzaba a dejar entrever sus talentos militares, que
desarrollaría al año siguiente, por no decir durante la Primera Guerra Mitridática o en la
Guerra Civil.

853
App. BC 1, 41.
854
Liv. Per. 73, 9.
855
App. BC 1, 41. Cf. Sisen. fr. 16. Floro incluye a esta comunidad entre las devastadas por los asesinatos, las
armas y el fuego (Flor. 2, 6, 11).
856
Liv. Per. 73, 9.
857
Str. 5, 3, 10.
858
Po 16.
859
El epígrafe es fragmentario.
860
Liv. 22, 24, 12.
861
Liv. 22, 24, 12.
862
Po 34.
863
Cic. Cluent. 161 indica que era samnita.
864
App. BC 1, 46.

121
VIII

UN PRIMER BALANCE

Para E. Badian, al final del primer año de guerra, ya era evidente el fracaso de
la causa rebelde. La magna populi Romani fortuna865 permitió a éstos sobreponerse de
sus primeras derrotas, y los sublevados, al no poder imponerse en las fases iniciales de
la guerra, perdieron su oportunidad. Roma aprovechó la estación invernal para efectuar
una acumulación masiva de efectivos, con lo que la causa aliada se iba a ver seriamente
afectada.
El testimonio de Diodoro es explícito: “La lucha con los Romanos fue, por la
mayor parte, a ventaja de los Aliados hasta el tiempo que Pompeius Strabo fue elegido
cónsul y tomó el mando de la guerra, y él, junto con Sulla, legado bajo el otro cónsul
Cato, ganó notables victorias, no una sino repetidamente, sobre los Itálicos, e hicieron
su causa añicos. Aún todavía siguieron luchando”866. Ciertamente, el año 89 a.C. será
crucial para el desarrollo del conflicto, pues verá el completo derrumbe del frente
septentrional y la casi aniquilación del frente meridional; sólo los problemas internos de
Roma, que se manifestarán claramente en el año 88 a.C., permitirán la supervivencia de
los últimos restos de los sublevados: Samnitas y Lucanos.
Pero, sin embargo, los éxitos insurgentes del año 90 a.C. habían sido lo
suficientemente sorprendentes y los reveses romanos lo suficientemente serios como
para que etnias de Italia que no se habían unido a la rebelión realizaran una nueva
reflexión. La sorpresa estalló en la estación de otoño.
Apiano señala que “mientras tenían lugar estos sucesos en la vertiente adriática
de Italia, los pueblos que habitaban al otro lado de Roma, Etruscos y Umbros y otros
pueblos vecinos suyos, al conocer estos hechos, se sintieron animados a hacer
defección”867. Un movimiento que aparece confirmado en otras fuentes868.
Razones no faltaban. Como en otras partes de Italia, en Etruria, p. e., se
constata la existencia de asentamientos gracanos en Arretium, Ferentium (act. Ferento)
y Tarquinii (act. Tarquinia)869. La problemática sería la misma que en otras regiones de
Italia anteriormente comentadas.
Se desconoce cuál fue la amplitud de este nuevo movimiento. Por ejemplo,
para P. A. Brunt fue probablemente un levantamiento de carácter indeciso y localizado,
razón por la cual Apiano ofrece pocos datos. Esto último no es en sí concluyente, pues,
por ejemplo, el escritor alejandrino no menciona para nada la caída de Asculum en el
año 89 a.C., un acontecimiento capital, pues gracias a él Pompeius Strabo pudo efectuar
el único triunfo otorgado por Roma durante este conflicto. Por el contrario, W. V. Harris
y E. Ruof-Väänänen piensan que tuvo cierta importancia, aunque quedó rápidamente
anulado por la concesión de la ciudadanía a los sublevados, vid infra.

865
Flor. 2, 6, 13. Sobre este concepto, vid: A. Momigliano, “Livio, Plutarco e Giustino su virtù e fortuna dei
Romani. Contributo alla ricostruzione delle fonte di Trogo Pompeo”, Athenaeum 12 (1934), 45-56.
866
Diod. 37, 2, 8.
867
App. BC 1, 49.
868
Flor. 2, 6, 5. Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17. Cf. Sisen. frs. 94-95. La afirmación de Floro que omnis
Etruria estuviera sublevada es una exageración.
869
Lib. Colon. 215, 216 y 219.

123
Para E. Gabba, entre las comunidades umbras sublevadas se encontrarían las
localidades de Iguvium y Tuder y, entre las etruscas, la de Perusia (act. Perugia), en
base a los fragmentos conservados de Cornelio Sisena870. En uno de ellos se dice que
“después de que esparcidas entre los Iguvinos y los Perusinos la noticia de este
acontecimiento”871, que G. Barabino y E. Gabba interpretan que ambas comunidades
participaron en el alzamiento, valor que niega E. Ruof-Väänänen, quien considera que
estas referencias por sí solos nada prueban. Asimismo, otro fragmento del mismo
escritor indica que “y así el día después alcanza a los legados que vuelven a
Iguvium”872, se refiere para G. Barabino a uno de las medidas tomadas por los Romanos
para pacificar esta población y se trata, con toda probabilidad, de un encuentro romano
con legados umbros en esta ciudad.
Un tercer fragmento de Cornelio Sisena señala que “sin embargo, seguido a un
senado-consulto y a un plebiscito, concede la ciudadanía a los habitantes de Tuder”873.
Sin duda, alude a la extensión de la ciudadanía a esta comunidad, aunque para W. V.
Harris puede aludir también a que ésta participó en el movimiento insurgente. Por el
contrario, L. Pareti considera que sería la prueba de la fidelidad de Tuder, por lo que
fueron recompensados con la ciudadanía.
Para J. Heurgon, Tuder habría obtenido la ciudadanía romana al principio de la
guerra, gracias a la lex Calpurnia, vid infra, o a una posterior, lo que habría motivado la
celosía entre el resto de los Umbros y parte de los Etruscos, que condujo a su
sublevación; todo ello es una reconstrucción artificial, como ha demostrado E. Gabba.
Según P. A. Brunt, la lex Iulia reservaría el derecho a los Romanos de estudiar las
diversas circunstancias de cada comunidad aliada, lo que explicaría que fuese necesaria
una resolución concreta para Tuder (y posiblemente no fuese la única en este aspecto).
Por su parte G. Barabino considera que Tuder participaría en la sublevación, y sería
necesario que su caso volviera de nuevo a ser deliberado al Senado y delante del pueblo.
Finalmente, P. Frassinetti considera que este fragmento no tiene por qué significar que
Tuder participara en la rebelión.
De todo lo anterior, habría que concluir que Tuder habría participado de alguna
manera en el alzamiento umbro, que fue desactivado por la concesión de la ciudadanía
romana a estas comunidades, posiblemente a través de senado-consultos, tal como nos
ha transmitido Cornelio Sisena.
Un dato a tener en cuenta, propuesto por M. H. Crawford, es el siguiente.
Como se ha indicado al principio, los atesoramientos de monedas están relacionados
con individuos que participaron en el servicio militar como auxiliares874. Curiosamente,
en Etruria no se detecta ningún depósito entre los años 146 y 91 a.C., es decir, que sus
habitantes no participaban de forma regular en los ejércitos romanos. Por tanto, si los
Etruscos no participaron en el movimiento insurreccional era por el simple motivo de
que no tenían soldados875.
Pero G. Bradley está en contra de esta teoría, pues sí se documenta la presencia
de Umbros en las filas de los ejércitos romanos. Asimismo, este autor rechaza la teoría
de W. V. Harris de que Etruscos y Umbros no se sumaron a la rebelión debido a que

870
Ciudades citadas respectivamente en Sisen. fr. 94, 95 y 119.
871
Sisen. fr. 95.
872
Sisen. fr. 94.
873
Sisen. fr. 119.
874
M. H. Crawford ha analizado y descartado otras posibilidades para este fenómeno.
875
M. H. Crawford señala que Etruria suministró materiales a P. Cornelius Scipio Africanus (cos. I 205 a.C.)
durante la Segunda Guerra Púnica, mientras que Umbria, Sabinum, los Marsos, los Pelignos y los Marrucinos
le suministraron hombres (Liv. 28, 45, 13-21).

124
ante todo se trataba de un movimiento osco, pues entre los Aliados se encontraban los
Picenos y los latinizados Marsos. Para G. Bradley, el aislamiento de Umbros y Etruscos
con respecto al núcleo de la sublevación por comunidades romanas y latinas, así como
el fácil acceso a ambas regiones desde Roma, al contrario del Picenum, hizo que las
clases dirigentes de ambos pueblos no decidieran participar de manera activa en el
conflicto.
Se ha mantenido que si la rebelión se extendía y consolidaba en Etruria y
Umbria, la situación se hubiera vuelto insostenible para Roma. Las comunicaciones
terrestres con la Gallia e Hispania podían quedar seriamente amenazadas, una gran área
se habría añadido al territorio de los sublevados, con lo que, en Italia, Roma se habría
encontrado entre la espada y la pared.
Pero, sobre un mapa, puede observarse que Etruria y Umbria habían sido
rodeadas prácticamente durante el s. II a.C. por un anillo territorial romano, configurado
tanto por colonias romanas como latinas, y por donde transcurría en su mayor parte la
Via Flaminia876, y su continuación, la Via Aemilia. Por tanto, la sublevación de las
comunidades antedichas no habría supuesto un peligro extremo para Roma.
En cualquier caso, según Apiano, el Senado, temiendo que la guerra los
rodeara por todas partes y fuera incontrolable, ordenó establecer guarniciones en la zona
costera entre Cumae y la ciudad a cargo de hombres libertos. Éstos, entonces, por
primera vez, habían sido enrolados en el servicio militar a causa de la escasez de
soldados877.
Se trata de un hecho de gran alcance, pues fue recogido por el epitomador de
Livio, quien indica que por primera vez entonces comenzaron los hijos de libertos a
servir en el ejército878. Ha de notarse la diferencia de que Apiano habla de “libertos”
mientras que Livio de “hijos de libertos”. En un principio, los libertos proporcionaron
siempre la mayor parte del equipamiento de la flota879, aunque, ya habían sido
reclutados, en periodos de crisis, en las legiones, como en los años 296 a.C.880 y 217-
216 a.C. 881
La noticia de Apiano evidencia que la zona costera entre Cumae y Roma estaba
en un principio desguarnecida. Debe deducirse que la casi totalidad de las fuerzas
romanas estaban en el frente, y con pocas reservas, posiblemente concentradas en las
cercanías de la Ciudad Eterna, para hacer frente a cualquier eventualidad.
Los Romanos, pues, movilizaron rápidamente efectivos adicionales, que
incluían a los libertos, bajo el mando del pretor882 L. Porcius Cato (cos. 89 a.C.), nieto
del famoso M. Porcius Cato Censorinus (cos. 195 a.C.) y tío del conocido Cato
Uticensis. Para T. C. Brennan, quizás aquí se de el mismo caso que en Pompeius Strabo,
aunque quizás fue verdaderamente pretor en el año 91 a.C. y recibió permiso para poder
ser elegido cónsul para el año 89 a.C.

876
Sobre esta importante vía de comunicación, vid: T. Ashby y R. A. L. Fell, “The Via Flaminia”, JRS 11
(1921), 125-190. P. Fustier, “Notes sur la constitution des voies romaines en Italie, I: Via Flaminia”, REA 60
(1958), 82-96. M. Luni, La Flaminia nelle gole del Furlo e del Burano, Urbino, 1993.
877
App. BC 1, 49. Quizás sea en este momento cuando pueda situarse un fragmento de Cornelio Sisena, ya
comentado (Sisen. fr. 40).
878
Liv. Per. 74, 4.
879
Cf. en el año 191 a.C. (Liv. 36, 2, 15), año 181 a.C. (Liv. 40, 18, 7), etc.
880
Liv. 10, 21, 4.
881
Liv. 22, 11, 8.
882
Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17.

125
Asimismo, en un fragmento de Cornelio Sisena se menciona una acción que
tuvo como resultado el incendio de gran número de naves de guerra y de carga883. Como
indica G. Barandino, sin duda la acción se situó en la costa de Campania durante el año
90 a.C., pero no hay porqué forzosamente relacionarlo con este momento concreto.
A pesar de la parquedad de las fuentes, parece que Porcius Cato dividió sus
fuerzas entre él y su legado A. Plotius. El primero venció por su parte a los Etruscos884,
quizás según E. T. Salmon en Faesulae (act. Fiesole), y el segundo a los Umbros885,
aparentemente, según el citado investigador, en Ocriculum (act. Otricoli), que estaba
situada cerca de Roma. Ambas ubicaciones están basadas en la frase de Floro de que
varias comunidades, entre ellas Faesulae y Ocriculum, fueron devastadas por los
asesinatos, las armas y el fuego886. G. Bradley señala que debido posiblemente a la
devastación causada por este episodio, Ocriculum se trasladó desde su ubicación sobre
una colina a un lugar junto al río Tiberis (Tíber) con vistas a aprovechar el tránsito
comercial por esta ruta.
Para H. Last y R. Gardner, el que Apiano no registre estos movimientos es
síntoma de que no fueron importantes. No parece ser correcta esta opinión. El que
inmediatamente se enviaran tropas y que se entablara combate muestra que el
movimiento estaba tomando cuerpo. Además, Orosio señala que ambos generales
romanos lograron la victoria, pero “no sin perder gran cantidad de soldados y con no
pequeño esfuerzo”887. E. T. Salmon lo considera una exageración, pero quizás la rápida
represión de la sublevación (como indica E. Gabba) impidió males mayores.
Pero, a pesar de los combates referidos, la solución a este conflicto no fue de
índole militar, sino política. Se les concedió la ciudadanía a partir de la lex Iulia, que los
Etruscos (y es de suponer que también los Umbros) aceptaron888. Con ello, lograron que
no se pudiera extender la sublevación y únicamente se debiera actuar contra las
comunidades que se habían alzado previamente.
En Roma había quedado de manera patente, incluso para los elementos
dirigentes más recalcitrantes, que, fuese cual fuere el resultado del conflicto en términos
estrictamente militares, no existía más alternativa que conceder la ciudadanía romana a
los Aliados. Durante el transcurso de una conferencia, Vettius Scato repitió de nuevo
que los rebeldes, o al menos sus líderes, luchaban para obtener la ciudadanía romana, no
para provocar su final889. Es decir, que los Aliados, o al menos la mayor parte, se habían
dado cuenta de que no existía otro resultado posible. La guerra, simplemente, era un sin
sentido, y así era comprendida por ambas partes.
Gracias a este razonamiento, hacia el mes de octubre del año 90 a.C., el Senado
romano, mediante un decreto, aprobó la lex Iulia de civitate Latinis et sociis danda,
propuesta por el cónsul L. Iulius Caesar890. Pero, existe la problemática de cuál fue su

883
Sisen. fr. 39.
884
Flor. 2, 6, 13. Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17.
885
Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17.
886
Flor. 2, 6, 11. Ello no quiere decir que ambas comunidades participasen en la rebelión. E. Ruof-Väänänen
considera que hubo un error en la transmisión del nombre Faesulae, y que en realidad se trataría de la
localidad picena de Paesulae, negado por E. Gabba y W. V. Harris.
887
Oros. 5, 18, 17.
888
App. BC 1, 49. P. Frassinetti relaciona dos fragmentos de Cornelio Sisena con esta ley (Sisen. frs. 109 y
118).
889
Cic. Phil. 12, 27.
890
Cic. Balb. 21. Sobre el conjunto de leyes que concedían la ciudadanía romana, vid: G. Niccolini, “Le leggi
De Civitate Romana durante la Guerra Sociale”, RAL 8 (1946), 110-124. W. Seston, “La lex Iulia de 90 av. J.-
C. et l'intégration des Italiens dans la citoyenneté romaine”, CRAI (1978), 529-542. G. Luraschi, “Sulle Leges
de Civitate» (Iulia, Calpurnia, Plauta Papiria)”, SDHI 44 (1978), 321-370.

126
verdadera extensión. Apiano establece claramente que ésta fue una medida destinada a
evitar la aparición de nuevos rebeldes entre los Aliados que todavía eran fieles a Roma,
es decir, al movimiento que había surgido entre Etruscos y Umbros891. Éstas son sus
palabras: “El Senado decretó, además, que aquellos aliados itálicos que aún
permanecían en la alianza obtuvieran el derecho de ciudadanía, lo cual era precisamente
la cosa que más deseaban casi todos892. Así pues, envió (el Senado) este decreto a los
Etruscos, quienes aceptaron encantados la ciudadanía893. Con esta gracia, el Senado hizo
a los fieles, más fieles, confirmó a los que estaban dudosos, y dulcificó a los enemigos
con una cierta esperanza de mediadas similares”894.
Veleyo Patérculo confirma lo mencionado en el párrafo anterior: “Poco a poco,
concediendo el derecho de ciudadanía a quienes no se habían alzado en armas o las
habían depuesto a tiempo, se recobraron las fuerzas”895. Pero, la comprensión del texto
no es fácil, pues la frase qui arma... deposuerant maturius puede traducirse en dos
sentidos completamente diferentes896.
De lo hasta aquí expuesto, no parece haber muchas dudas de que la concesión
de la ciudadanía romana fue otorgada a todos los Latinos y a todas las comunidades
aliadas en Italia que no se habían adherido a la revuelta, es decir, que habían
permanecido leales. La oferta era hecha a la comunidad entera (no a personas
individuales), y ésta, libremente, si aceptaba, debía aprobar un decreto que aceptara esta
concesión antes de que la ley tuviera efecto (fundifactio)897. Algunas de ellas, con un
estatuto realmente privilegiado, como Neapolis y Heraclea, se plantearon seriamente si
acceder a este ofrecimiento898.
Ya más problemático es si la ley contempló que las comunidades que se habían
rendido o que pudieran rendirse (en un tiempo específico predeterminado, pero sin duda
corto) podrían beneficiarse de esta medida. E. Gabba y E. T. Salmon están de acuerdo
con esta propuesta, pero no así H. Last y R. Gardner, que consideran que ésta sería
función de la posterior lex Plautia Papiria (89 a.C.).
Para E. T. Salmon, la extensión de la ciudadanía romana fue el elemento
determinante de la victoria de Roma en la Guerra de los Aliados. No sólo evitaba que la
rebelión se extendiera todavía más sino que también minaba la moral de los que ya
estaban en armas, al considerar que estaban luchando de manera innecesaria, lo que creó
divisiones en el seno de las comunidades rebeldes. Desde un punto de vista efectivo, los
Etruscos y Umbros se convirtieron en ciudadanos de manera inmediata, lo que
significaba añadirlos a los recursos humanos que Roma podía utilizar contra los
insurgentes.
La continuación de la lucha por parte de los sublevados fue debido en parte a
su convicción que la lex Iulia difícilmente podría ser aplicada a aquellos pueblos que se
habían comprometido completamente en la rebelión. Además, en parte, por la sospecha

891
Sobre este tema, vid: E. Ruoff-Väänänen, “The Etruscan and the civitas romana: Problems during the
Years 91-89 B.C.”, en Studies in the Romanization of Etruria (Roma, 1975), 69-83. G. Asdrubali, “Etruschi
ad Umbri nella guerra sociale”, AFLPer 19 (1981-1982), 261-269.
892
App. BC 1, 49.
893
App. BC 1, 49.
894
App. BC 1, 49.
895
Vell. Pat. 2, 16, 4.
896
Por su parte, Aulo Gelio escribió que civitas universu Latio lege Iulia data est (Gell. 4, 4, 3), oración que
puede interpretarse que tal concesión fue efectuada a las ciudades y colonias latinas.
897
Cic. Balb. 21. Cicerón dice que la ley otorgaba el derecho de ciudadanía “a los Aliados y a los Latinos”.
898
Cic. Balb. 21. Finalmente, ambas comunidades aceptaron la ciudadanía romana (Cic. Fam. 13, 30, 1).

127
que, aun si no fuera cierto lo anterior, nunca podría ser instrumentalizado
equitativamente, lo que fue rápidamente confirmado899.
Apiano establece que “Sin embargo, los Romanos no inscribieron a estos
nuevos ciudadanos en las treinta y cinco tribus que existían entonces, a fin de que no
vencieran en las votaciones al ser superiores en número a los ciudadanos antiguos, sino
que los dividieron en diez partes900 y designaron otras tantas tribus en las que ellos
votaban en último lugar901. Y en muchas ocasiones su voto resultó inútil, puesto que las
treinta y cinco eran llamadas antes a votar y sumaban más de la mitad. Y precisamente
este hecho, ya sea porque entonces pasó desapercibido o, no obstante, porque los
Aliados estuvieran conformes con él, al ser reconsiderado después fue origen de otro
conflicto”902.
Por otro lado, Veleyo Patérculo dice que “cuando se había concedido la
ciudadanía a Italia, y se habían incorporado nuevos ciudadanos a ocho tribus, para que
su poder y su número no quebrantaran la dignidad de los antiguos ciudadanos y tuvieran
mayor poder aquellos a los que se les había otorgado el beneficio que quienes se lo
habían concedido”903.
Para E, Gabba, los nuevos ciudadanos serían inscritos en ocho nuevas tribus
(pero, atención, Veleyo Patérculo no menciona la palabra “nuevas”, como especifica E.
T. Salmon) a las treinta y cinco originales. Por el contrario, para W. Seston, los nuevos
ciudadanos serían inscritos en ocho tribus designadas por sorteo por una sola vez. Sea
como fuere la realidad, lo cierto es que la influencia de los recién llegados sería
limitada.
Pero, para mayor complejidad, un fragmento de Cornelio Sisena señala que: L.
Calpurnius Piso ex senati consulto duas novas tribus...904, que H. Last y R. Gardner se
preguntan si se trataría de una concesión de ciudadanía distinta para los que se
distinguieron al lado de Roma, pero se trata de una confusión con una ley del mismo
nombre905. Es incluso posible que esta dos tribus, más las ocho de Veleyo Patérculo,
pudiera dar sentido a Apiano y que se creasen finalmente diez nuevas tribus906. El
principal problema para averiguar su verdadero significado es que se desconoce la fecha
concreta de este decreto.
E. T. Salmon desarrolla la idea de que Veleyo Patérculo, al efectuar un
resumen de lo sucedido, comprime el texto de tal forma que lo que quería dar a entender
es que a posteriori los antiguos rebeldes fueron (que confundiría con el total de novi
cives) inscritos en ocho tribus determinadas, a saber: la Sergia para los Marsos y

899
Sobre este tema, vid: F. Sánchez Jiménez, “La distribución de los nuevos ciudadanos romanos a raíz de la
guerra Social: Nota historiográfica”, Baetica 8 (1986), 261-266.
900
Existe, sin embargo, un problema en la interpretación del verbo dekateúo, que normalmente significa
“decimar o diezmar”, “castigar con la muerte a uno entre diez”, “recibir una décima parte”. E. T. Salmon
señala que es difícil poder interpretar el pasaje como la creación de diez nuevas tribus adicionales, pues
significa dar un nuevo significado e ignora una posterior afirmación de Apiano (App. BC 1, 53); es incierto el
número de nuevas tribus y que quizás esta medida fuera de carácter pasajero y limitada a solo tres años.
901
App. BC 1, 49. Sobre este pasaje, vid: D. M. Lewis, “Appian b.c. I, 49, 214 «dekauteuontes». Rome´s New
Voting Tribes 90-87 BC”, Athenaeum 46 (1968), 273-291.
902
App. BC 1, 49.
903
Vell. Pat. 2, 20, 2.
904
Sisen. fr. 17.
905
Cf. Sisen. fr. 120. Ambos investigadores confunden este decreto con una ley del mismo nombre, vid infra.
906
Para E. Gabba la previsión fue probablemente considerada como transitoria, hasta que pudiera ser posible
ocuparse del complicado proceso de más o menos triplicar el tamaño del cuerpo ciudadano, vid infra.

128
Pelignos907, la Arnensis para los Marrucinos y Frentanos, la Fabia para los Asculanos
(es decir, los Picenos de Apiano), la Galeria para los Hirpinos908, la Menenia para los
Pompeyanos, la Oufentina para los Canusinos (es decir, los Yapigios de Apiano), la
Pomptina para los Lucanos y la Voltinia para los Pentros.
En este mismo orden de cosas, hay que hacer referencia a una lex Calpurnia
(¿relacionada con el decreto del mismo nombre?), también de datación incierta909,
atribuida al tribuno L. Calpurnius Piso Frugi (pr. 74 a.C.)910, relacionada con la
concesión de la ciudadanía romana por méritos contraídos en el campo de batalla911.
Como indica E. Gabba, es difícil conocer la relación entre esta ley y la lex Iulia, pues
esta última tenía una cláusula en el mismo sentido912. Probablemente la lex Calpurnia
sería anterior a la lex Iulia, y esta última recogería las disposiciones de la primera.
De nuevo en relación al tema de la rebelión de Etruscos y Umbros, un dato de
interés lo ofrece Floro, quien, entre los diferentes caudillos de los sublevados (que
anteriormente ya se han mencionado), citaba a: Afranius, por los Latinos, Plotius por los
Umbros, Egnatius por los Etruscos913. Esta cita se ha considerado como un error del
escritor, pues Plotius es innegablemente A. Plotius, el legado de Porcius Cato que
combatió contra los Umbros, a quien Floro atribuye su dirección, y en cuanto a Egnatius
pudiera tratarse de una confusión con el líder samnita Marius Egnatius914.
Para E. T. Salmon, Orosio comete un grave error, al mencionar éste que:
“Efectivamente, Livius Drusus, tribuno de la plebe, al no poder satisfacer en sus
pretensiones a todos los Latinos, a los cuales se había atraído con la esperanza de
libertad, se levantó en armas”915. Ciertamente, se cita a los Latinos, no a los Aliados,
que es de presumir que sería lo correcto.
A pesar de la lealtad de las colonias latinas hacia Roma durante el conflicto (a
excepción de Venusia), P. A. Brunt señala acertadamente que la concesión de la
ciudadanía romana a los Latinos por la lex Iulia muestra que éstos no estaban contentos
con su estatuto jurídico. De vuelta a Floro, al citar las regiones que se sublevaron contra
Roma, menciona entre éstas el Latium916, y asimismo Salustio indica que tanto los
Aliados como los Latinos se rebelaron917.
A pesar de la oposición planteada por P. McGushin, las noticias suministradas
por los escritores antiguos no parecen ser fruto de una serie de casualidades, sino que
algún tipo de problemática debió de existir, posiblemente en el mismo momento que
Etruscos y Umbros decidieron tomar las armas para reivindicar sus derechos918. La
anteriormente comentada frase de Obsecuente: “en el Latium se sufrieron reveses por

907
Como ejemplo, según Plinio, los Marsos acabaron divididos en cuatro municipios: Anxa o Anxanum,
Antinum, Lucus Angitiae y Marruvium, el principal, mientras que los Pelignos en tres: Corfinium, Sulmo y
Superaequum (Plin. NH 3, 106).
908
A excepción de Aeclanum, sin duda por la existencia de elementos pro-romanos como Minatius Magius.
909
Para E. T. Salmon, del año 90/89 a.C. H. Last y R. Gardner en el año 89 a.C.
910
Mejor que L. Calpurnius Piso Caesonianus (cos. 58 a.C.), como han defendido otros investigadores.
911
Sisen. fr. 120.
912
Como lo prueba el hecho de que a la turma Salluitana se le concediera la ciudadanía romana por méritos de
guerra a través de una lex Iulia (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888), que es de suponer que es la aquí
reflejada.
913
Flor. 2, 6, 7.
914
E. Ruof-Väänänen señala que los Egnatii son conocidos en Etruria, especialmente en Perusia, la ciudad
mencionada por Cornelio Sisena (Sisen. fr. 95).
915
Oros. 5, 18, 2.
916
Flor. 2, 6, 5. Las otras son el Picenum, Etruria y Campania.
917
Sall. Hist. 1, 22.
918
En el Latium todavía quedaban comunidades federadas con el estatuto latino (es decir, no eran ciudadanos
romanos), que para G. Tibiletti eran: Tibur, Praeneste, Cora y quizás Gabii.

129
todas partes”919, pudiera reflejar que el malestar de los Latinos por su situación estalló
en abierta rebelión. La lex Iulia calmó los ánimos.
Pero para Roma los problemas no sólo estaban presentes en Italia. Por ejemplo,
en la Gallia Transalpina, C. Caelius, que E. Badian ha identificado como C. Coelius
Caldus (cos. 94 a.C.), venció a los Saluvios (Salluvii), que se habían sublevado (año 90
a.C.)920. Para P. Jal, posiblemente este episodio esté relacionado con la Guerra de los
Aliados, al aprovechar los indígenas las dificultades que tenían los Romanos en Italia.
Ha destacar que la arqueología ha identificado la destrucción para este momento de
varios oppida de la región, entre ellos del santuario de Glanum (act. Saint-Rémy-de-
Provence), lugar de reunión de la confederación saluvia921.
En cualquier caso, el conflicto se fue internacionalizando. Para E. Gabba, fue
quizás en un momento de desesperación en esta fase del conflicto cuando los Aliados
decidieron pedir ayuda a Mithridates VI del Pontus, el cual podía haber conocido a
algunos de sus líderes durante el desarrollo de transacciones comerciales en Oriente. El
rey fue invitado a presentarse en Italia con objeto de apoyar a los rebeldes; sin embargo,
como era de esperar, su respuesta fue evasiva922.
En cuanto a la fecha, P. A. Brunt, H. Last, R. Gardner, E. T. Salmon, y F. R.
Walton optan por el año 88 a.C. En cambio, A. Mastrocinque, B. C. McGing y L. Pareti
son partidarios de datarla a finales del año 89 a.C. El texto de Diodoro en que se
menciona esta representación ante el monarca póntico puede despejar muchas dudas:
“Dado que los Romanos estaban incrementando su ventaja cada vez más, los Itálicos
fueron al rey Mithridates VI del Pontus, cuyo poder militar y medios estaba ahora en su
cúspide, pidiéndole que enviara un ejército a Italia contra los Romanos; porque si ellos
juntaban fuerzas el poder de Roma sería fácilmente derrocado. Mithridates VI replicó
que conducir sus ejércitos a Italia cuando hubiera traído a Asia bajo su dominio, por lo
que él ahora estaba ocupado en esto”923.
El relato continúa con la descripción de que los rebeldes contaban entre sus
filas únicamente a unos pocos Samnitas y Sabelios, que estaban en Nola, y junto a ellos,
unos cuantos Lucanos924, y prosigue con las disputas en Roma por el mando
mitridático925, es decir, el año 88 a.C. Por tanto, ha de situarse la embajada a Mithridates
VI en el año 89 a.C., en el segundo semestre, cuando ya había estallado la Primera
Guerra Mitridática, vid infra.
E. A. Sydenham ha relacionado con esta embajada la emisión de dos monedas
por parte del bando rebelde. En una de ellas, un denario de plata, aparece en su anverso
un busto femenino, identificado como la representación alegórica de Italia, coronado
por la Victoria, mientras que en su reverso figuran dos hombres en uniforme militar,

919
Obs. 55.
920
Liv. Per. 73, 10.
921
Vid: A. Roth-Congès, “Le centre monumental de Glanum, ou les derniers feux de la civilisation salyenne”,
en Marseille grecque et la Gaule. Actes du Colloque international d’Histoire et d’Archéologie et du Ve
Congrès archéologique de gaule méridionale (Marseille, 1992), 351-367.
922
Athen. 5, 1213 = Posid. FGH 87, F 36.50. Diod. 37, 2, 11. Se ha señalado la posibilidad de que a algunos
Itálicos podrían haber huido a Mithridates VI (Cf. Front. Strat. 2, 3, 17, aunque es bastante discutible este
testimonio), a quien podían haber ofrecido sus servicios, como se conoce de otros desertores romanos durante
su largo conflicto con Roma.
923
Diod. 37, 2, 11. Ha de advertirse que el testimonio de Posidonio difiere del de Diodoro, al señalar la
legación itálica tras las «Vísperas Efesianas», vid infra, lo que no parece nada probable.
924
Diod. 37, 2, 11.
925
Diod. 37, 2, 12.

130
dándose la mano, uno de los cuales ha desembarcado de una proa de una nave926.
Vendría a significar la esperanza depositada en la ayuda de Mithridates VI.
En la otra, una moneda de oro, ha sido considerada por muchos especialistas
como falsa debido a que sólo se conoce un ejemplar y hasta el inicio de la Guerra Civil
no se vuelve a acuñar este metal en Italia. Esta pieza imita la tipología de los bronces de
Amisus (act. Samsun), la principal ciudad del reino de Mithridates VI, pero en cuyo
reverso figura en caracteres oscos el nombre de Mi. Ieius Mi. f.927, por lo demás, un
personaje desconocido, que podía haber sido el delegado principal de la embajada. El
objeto de su acuñación sería alagar al monarca póntico.
Sea como fuere, los Itálicos obtuvieron un gran alivio mayor del que podían
esperar con el estallido de la posteriormente conocida como Primera Guerra Mitridática.
La rivalidad entre los principales caudillos romanos por asumir el mando mitridático
originó la primera Guerra Civil en Roma, y que Sulla, el principal azote de los
insurgentes, se trasladara lejos de Italia.
Hay que tener en cuenta este factor. Siempre se ha relacionado la lex Iulia con
el levantamiento de parte de Etruscos y Umbros, pero el inminente estallido de la
Primera Guerra Mitridática pudo desempeñar un papel muy importante en su
aprobación, al cuestionar todo el dominio romano en Oriente.

926
Campana 174-182. Syd. 632-632a.
927
Syd. 643.

131
IX

AÑO 89 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL

La lex Iulia y el inevitable reforzamiento romano durante el invierno del año


90/89 a.C. presagiaba un mal año para los Itálicos sublevados y, ciertamente, no tardó
mucho en manifestarse que la balanza del conflicto había caído de manera inexorable a
favor del lado romano. Los Aliados, decidieron efectuar un desesperado intento para
obtener un importante éxito antes de que la superioridad romana dejara sentir sus
efectos. Para ello, efectuaron una arriesgada apuesta: efectuar una campaña invernal.
Por parte romana, la estrategia a seguir era literalmente arrollar a los
componentes del grupo “mársico” uno por uno, mientras conducían una campaña
agresiva-defensiva en el teatro “samnita”. Con este fin, los nuevos cónsules del año 89
a.C., Cn. Pompeius Strabo y L. Porcius Cato, efectuaron sus operaciones militares en la
zona centro-septentrional928 de Italia. Como en el año 90 a.C., la elección de ambos
personajes a esta magistratura obedecía al pacto entre las diversas facciones: Porcius
Cato representaba a la factio Metella mientras que Pompeius Strabo estaba ligado a los
partidarios de Marius.

Para E. Gabba, la rebelión efectuada en Etruria y Umbria en la parte final del


año 90 a.C. debió de haber sido planeada con los Marsos929. Éstos, ignorantes del rápido
desarrollo de los acontecimientos930, es decir, de la velocidad con que el levantamiento
fue suprimido, o, como dice Apiano, del “cambio de actitud de los Etruscos”931, se
encontraron con un panorama muy diferente al que esperaban.
Apiano establece que los Aliados enviaron en ayuda de Etruria un ejército de
15.000 hombres, a través de un camino intransitable y largo932. Los Marsos estarían
liderados, según N. Criniti, G. De Sanctis, G. Firpo y E. Gabba, por Vettius Scato, pero
éste no aparece mencionado por ninguna fuente.
En pleno invierno933, en el mes de enero del año 89 a.C., la fuerza insurgente se
desplazó según E. Gabba desde la cuenca del lago Fucinus, entre este lago y Corfinium,
en dirección Norte, cruzando los salvajes parajes del monte Fiscellus (act. Gran
Sasso)934, el punto más alto de la cadena de los Apenninus (2912 m). Desgraciadamente
para ellos, Pompeius Strabo, que Apiano indica de forma clara que era ya cónsul, cayó
sobre ellos y mató a 5.000935, es decir, a un tercio de la fuerza enviada. Los restantes se
retiraron hacia sus lares a través de un territorio inhóspito, y en medio de un invierno

928
T. C. Brennan considera que Pompeius Strabo se ocupó del frente septentrional y Porcius Cato del frente
meridional, lo que puede ser correcto desde un punto de vista administrativo, pero no desde el punto de vista
militar.
929
Cf. Liv. Per. 74, 7. Oros. 5, 18, 18, vid infra.
930
Literalmente: “los sublevados en tono al Adriático, cuando aún no conocían el cambio de actitud de los
Etruscos” (App. BC 1, 50).
931
App. BC 1, 50.
932
App. BC 1, 50.
933
Cf. App. BC 1, 50.
934
También pudo tratarse del monte Tetrica (act. Monti Sibillini).
935
App. BC 1, 50.

133
muy riguroso, y la mitad de ellos tuvieron que alimentarse de bellotas, por lo que
perecieron936. Es decir, que a tenor de Apiano, sólo sobrevivió la tercera parte de la
fuerza expedicionaria. Un total fracaso desde todos los puntos de vista.
Posiblemente, la intención de este movimiento era efectuar una masiva
operación combinada. El primer objetivo sería levantar el sitio de Asculum, y
posteriormente descender hasta Umbria, como parece desprenderse del análisis de los
textos transmitidos.

El Picenum (según L. Antonelli)

Para Orosio, ya en el año 89 a.C., mientras Pompeius Strabo sitiaba durante


largo tiempo la ciudad de Asculum, sus habitantes salieron a campo abierto, en donde se
celebró una batalla con durísima violencia, que se saldó con la victoria romana937. Éste
es el único escritor que nos relata una salida de los habitantes de la ciudad contra las
fuerzas de Pompeius Strabo.

936
App. BC 1, 50.
937
Oros. 5, 18, 18.

134
Pero, siguiendo a E. Gabba y E. T. Salmon, y como pone de manifiesto la
continuación del relato de Orosio, este hecho no fue protagonizado por los Ascolitanos
sino por los Marsos. De esta forma, Orosio informa que 18.000 Marsos cayeron en este
combate con su general Fraucus938, y fueron capturados otros 3.000939. Asimismo, el
epitomador de Livio menciona que el cónsul Pompeius Strabo venció a los Marsos en el
campo de batalla940.
La mención de Asculum en estos hechos quizás se deba que la batalla se
celebró relativamente cerca de esta ciudad. Veleyo Patérculo menciona que Pompeius
Strabo junto a Asculum lideró a 75.000 ciudadanos romanos (término literal) contra
60.000 Itálicos, a pesar de que, como indica el escritor, los ejércitos se habían
desplazado a muchas otras regiones941. En esta batalla no sólo se decidió el destino de
Asculum, sino de todo el frente septentrional, pues se trata del mayor acontecimiento
bélico de la guerra en número de hombres.
En Asculum y en sus alrededores se han encontrado varias glandes942 con
numerales de legiones, a saber: IV943, IX944, XI945 y XV946. Es decir, que si estuvieran
completas, sumarían un total de 75.000 hombres, la cifra señalada por Veleyo
Patérculo947. No parece tratarse de una mera casualidad, sino que parece reflejar
fielmente todo el operativo romano en el frente septentrional, que Pompeius Strabo
concentraría en un solo punto948.
Como indica P. A. Brunt, es posible que los fieles auxiliares itálicos, gracias a
la lex Iulia, se habían convertido en ciudadanos romanos, y de aquí la alta cifra de
legionarios participantes en el combate949. Este mismo investigador considera que

938
Fraucus sería para E. T. Salmon el pretor de los Marsos, sucesor del fallecido T. Lafrenius. Pero, de nuevo,
se trata de una afirmación gratuita.
939
Oros. 5, 18, 18. E. T. Salmon parece duplicar este episodio, al relacionarlo asimismo con el intento de C.
Vidacilius de rescatar Asculum.
940
Liv. Per. 74, 7.
941
Vell. Pat. 2, 21, 1.
942
De forma chocante, no se mencionan estas glandes en F. Cancrini y G. Paci, “Il materiale epigrafito di
Ascoli romana: iscrizione viarie e documenti per la storia della città”, en La Salaria in età antica. Atti del
Convengo di studi (Roma, 2000), 91-101. Las glandes son un testimonio de la encarnizada lucha que allí se
dio. Además, en ellas se encuentran breves inscripciones muy interesantes, más desde el punto de vista
humano que del estadístico. Sin duda mensajes como fer(i), feri Pomp(eium), feri Pic(entes), fugitivi peristis,
em tibi malum malo (CIL I2 854-861 y 875 = ILLRP 1091-1094 y 1099), intentaban aumentar la eficacia de
los proyectiles.
943
CIL I2 867 = ILLRP 1096.
944
CIL I2 868. A. von Domaszewski considera que esta legión estaría situada originalmente en la Gallia
Cisalpina, teoría que P. A. Brunt considera infundada.
945
CIL I2 869 = ILLRP 1097.
946
CIL I2 870-874 = ILLRP 1098. Se menciona asimismo a un M. Ruf(ienus) o Ruf(ius), según la
reconstrucción de Th. Mommsen, quizás el comandante de la legión.
947
L. Pareti considera que esta batalla se celebró a finales del año 89 a.C., y la derrota aliada supuso la caída
inmediata de Asculum. Pero es muy difícil defender este aserto, ya que el mismo investigador señala que
anteriormente todos los Apeninos centrales habían caído en manos romanas, y no parece que fuese posible
mantener 60.000 soldados en una ciudad sitiada.
948
Ciertamente, las legiones atestiguadas por las glandes no tenían por qué estar en el mismo sitio al mismo
tiempo, como indica J. Rodríguez González, pero no parece ser el caso.
949
Incluso P. A. Brunt considera que, como aparecen junto a Asculum tropas hispánicas (en concreto, la
Turma Salluitana [CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888]), las legiones allí desplegadas habrían sido traídas a
Italia, en lo que ya no estamos de acuerdo.

135
habría el mismo número de soldados en el frente meridional, aunque esta cifra es una
suposición, probable, pero indemostrable950.
Para H. Last y R. Gardner, el contingente marso que menciona Orosio
pertenecería a la fuerza mencionada por Veleyo Patérculo, que habría sobrevivido a la
batalla, y que sería masacrada por Pompeius Strabo en un paso de montaña. H. Last. R.
Gardner y Th. Mommsen señalan que sería durante el transcurso de esta batalla cuando
Vidacilius entró en Asculum, situación que hemos emplazado en un momento anterior.
Pero lo peor, por decirlo así, para los Aliados, estaba por llegar. Los rebeldes
supervivientes se vieron obligados a emprender una retirada desastrosa cruzando las
montañas cubiertas de nieve. Ya hemos visto el testimonio de Apiano, pero el de Orosio
todavía es incluso mucho más crudo.
Así se expresa el escritor cristiano: “Por otro lado, 4.000 itálicos que habían
escapado a esta matanza, habían alcanzado casualmente, tras reunirse todos en un solo
grupo, la cima de un monte, donde, acosados y agobiados, tuvieron una miserable
muerte producida por el frío de las nieves951. Efectivamente, se les veía con la cara
atónita, tal como ésta había quedado con el terror a los enemigos reflejado en ella, unos
recostados sobre los troncos de los árboles, o sobre las rocas, otros apoyados en sus
armas, pero todos con los ojos abiertos y los dientes descubiertos como si estuviesen
vivos; y, para los que los contemplaban de lejos, no había ningún indicio de muerte,
salvo la larga inmovilidad, la cual evidentemente no puede aguantar largo tiempo la
natural viveza de la vida humana”952. En suma, un espectáculo dantesco, digno de la
serie del pintor Francisco de Goya sobre los horrores de la guerra.
La expedición acabó como una repetición de la batalla de Sentinum dos siglos
atrás: un auténtico fracaso itálico, que otorgaba a Roma la ventaja decisiva. A partir de
este momento, las armas romanas se iban a imponer sin excepción por todos los
escenarios de la Península.
De todos los testimonios anteriores puede deducirse que en la marcha hacia
Umbria-Etruria participó una gran fuerza insurgente, mucho mayor de la que indica
Apiano. Orosio cifra en 18.000 los Marsos muertos, mientras que Apiano indica que
fueron 15.000 Itálicos los que participaron en la expedición. Quizás Apiano o su fuente
tuvieron un error y esta última cifra sería en realidad el número de bajas aliadas en el
enfrentamiento.
Si son ciertos los números de Veleyo Patérculo, la batalla fue la mayor de la
Guerra de los Aliados, y es ciertamente extraño que ningún autor más la señale, a no ser
que se trate, evidentemente, del enfrentamiento narrado por Apiano con motivo de la
citada expedición y del de Orosio sobre la salida de los Ascolitanos.
En el Picenum, todo dependía del asedio de Asculum, en el cual ambos bandos
concentraron todos los hombres disponibles. La lucha por la ciudad había desembocado
en una batalla decisiva que permitirá ahora a los Romanos moverse por sus anchas en
todo el frente septentrional y atacar el núcleo central rebelde.
Pero los esfuerzos militares de Pompeius Strabo durante este conflicto no
deben obscurecer la importancia de sus relaciones con los notables itálicos, elemento
que formaba parte de la reputación de un político romano. El futuro orador M. Tullius

950
Estas cifras no incluyen a los libertos movilizados para la defensa de la costa (App. BC 1, 49) ni las
numerosas guarniciones existentes, como en las colonias latinas aisladas que nunca fueron capturadas:
Luceria, Brundisium, Beneventum, Copia, Vibo Valentia, y Paestum.
951
Oros. 5, 18, 19.
952
Oros. 5, 18, 20.

136
Cicero (cos. 63 a.C.)953, sirvió en su ejército contra los Marsos, y estuvo presente en la
entrevista de Pompeius Strabo y su hermano Sex. Pompeyo (pr. ca. 90 a.C.), el filósofo
estoico, con el líder marso Vettius Scato, que tenía lazos de hospitium con su
antagonista romano antes del estallido de la guerra. Cicerón comentó la ausencia de
hostilidad que caracterizó los parlamentos de ambos954. H. B. Mattingly considera que
este episodio aconteció junto a Asculum (de aquí que se sitúe a Vettius Scato junto en
estos acontecimientos que hemos narrado), pero no existen pruebas de ello.
He aquí el relato del famoso orador: “Recuerdo conversaciones con
crudelísimos enemigos de la patria y con ciudadanos que estaban gravísimamente
enfrentados con la patria. Pompeius Strabo, siendo cónsul, estando yo presente, que era
un soldado novato en su ejército, se entrevistó en un lugar situado en medio de los dos
campamentos con P. Vettius Scato, general de los Marsos. Recuerdo ciertamente que
con motivo de ello Sextus Pompeius, el hermano del cónsul, hombre docto y sabio,
había venido desde Roma expresamente para esa entrevista. Cuando Vettius Scato lo
saludó, diciéndole: «¿Cómo he de llamarte?», éste le respondió: «Querría que me
llamases ‘hospitalario amigo’, pero la necesidad me obliga a que me llames ‘enemigo’».
Había una gran corrección en aquella conversación, ningún temor, no subyacía sospecha
alguna, hasta la enemistad era pequeña. En efecto, no aspiraban nuestros aliados a
arrebatarnos por la fuerza el derecho de ciudadanía, sino a ser acogidos a él”955.
El texto menciona que Sex. Pompeius vino expresamente de Roma para
entrevistarse con Vettius Scato956. Para W. Seston, el episodio, que se fecha a principios
de año, sin duda tenía como objetivo era exponer al líder rebelde las condiciones de la
lex Iulia que, de ser así, tendría alguna cláusula para integrar a los insurgentes que se
rendían. Sea como fuere, no se trató de una negociación, sino de un contacto oficial para
dar a conocer una propuesta.
Mientras tanto el cónsul L. Porcius Cato había tomado el mando de las fuerzas
de Marius957. Como anteriormente su predecesor, llevó a cabo valientemente una serie
de acciones con estas tropas958, con las que efectuó una brillante campaña derrotando en
varias ocasiones a los Marsos959, de lo que Porcius Cato se jactó diciendo que Marius no
había efectuado cosas mayores960, expresión que iba a costarle muy caro. Si ciertamente

953
Sobre este conocido personaje, vid: M. Gelzer, Cicero. Ein biographischen Versuch, Wiesbaden, 1969. D.
R. Shackleton-Bailey, Cicero, London, 1971. D. Stockton, Cicero. A Political Biography, Oxford, 1971. C.
Kumaniecki, Cicerone e la crisi della repubblica romana, Roma, 1972. E. Rawson, Cicero. A Portrait,
London, 1975. W. K. Lacey, Cicero and the End of the Roman Republic, London, 1978. S. L. Utchenko,
Cicerón y su tiempo, Madrid, 1978. T. N. Mitchell, Cicero. The Ascending Years, New Haven, 1979. J.
Guillén, Héroe de la libertad. Vida política de M. Tulio Cicerón. 2 vols. Salamanca, 1981. P. Grimal, Cicéron,
Paris, 1986. A. Gaos Schmidt, Cicerón y su elocuencia, México, 1993. J. M. del Pozo, Cicerón. Conocimiento
y política, Madrid, 1993. Th. Wiedemann, Cicero and the end of the Roman Republic, London, 1994. M.
Bernett, Causarum cognitio: Ciceros Analysen zur politischen Krise der späten Republik, Stuttgart, 1995. J.
Bleicken, Cicero und die Ritter, Göttingen, 1995. M. Fuhrmann, Cicero und die römische Republik: eine
Biographie, Düsseldorf, 19974. N. Marinone, Cronologia ciceroniana, Roma, 1997. E. Narducci, Cicerone e
l’eloquenza romana. Retorica e progetto culturale, Roma, 1997. J. Schmidt, Cicerón, Paris, 1999. F. Pina
Polo, Marco Tulio Cicerón, Barcelona, 2005. C. Steel, Reading Cicero. Centre and Performance in Late
Republican Rome, London, 2005.
954
Cic. Phil. 12, 27.
955
Cic. Phil. 12, 27. P. Frassinetti sitúa un fragmento de Cornelio Sisena en este contexto (Sisen. fr. 112).
956
De esta mención surge la teoría de que la gran fuerza aliada en Asculum fue dirigida por este personaje.
957
Oros. 5, 18, 24.
958
App. BC 1, 50.
959
Liv. Per. 75, 4.
960
Oros. 5, 18, 24.

137
la mayor parte de las fuerzas aliadas habían sido comprometidas en la expedición, su
derrota permitió a Porcius Cato lanzar un exitoso ataque.
Pero, finalmente, las cosas no acabaron bien para el cónsul. Orosio relata que
Porcius Cato, mientras guerreaba contra los Marsos961, junto al lago Fucinus962, “por
ello”963, es decir, por haberse jactado de Marius, fue asesinado por el hijo de éste
durante el transcurso del combate, por lo que dio “la impresión de que se trató de un
asesino desconocido”964.
Este suceso transcurrió durante el asalto al campamento de los Marsos965,
circunstancia que dio a los enemigos la victoria en aquel combate966, al perder los
Romanos a su jefe. El legado de Porcius Cato, C. Gabinius, murió asimismo en el asalto
al campamento enemigo967.
Es de destacar que Floro indica que un Gabinius “dispersó” a los Marsos968.
Quizás se trate de un enfrentamiento anterior, que Porcius Cato se apropió para sí al
ejercer la potestad del imperium.
A partir de Apiano, este hecho ocurrió durante el invierno969. Pero para Ch.
Amidani habría acontecido ya avanzada la primavera, puesto que no se eligió un consul
suffectus que sustituyera a Porcius Cato, y Sulla se encargó del problema suscitado por
el amotinamiento de las tropas de Postumius Albinus, legado de este cónsul.
Es difícil valorar este episodio. Apiano únicamente señala que murió mientras
combatía contra los Marsos970, sin aludir para nada a Marius. E. Gabba señala que la
muerte de Porcius Cato pudo deberse quizás como resultado de una traición. En
cualquier caso, como dice E. T. Salmon, fue de nuevo una nueva proeza de los Marsos,
que dejaban muy claro el por qué del nombre de esta guerra.
Ciertamente, como señala J. Van Ooteghem, ha de tenerse en cuenta que sólo
Orosio menciona el asesinato de Porcius Cato por el joven Marius971. Si el episodio
fuese verídico o circulara en aquel tiempo, éste no estaría precisamente tranquilo por su
posición, y además, esto hubiera sido una buena excusa para los enemigos de Marius
para acabar con él. Por tanto, hay que concluir que el cónsul cayó por la acción enemiga
y no por mano de enemigos políticos
Para E. T. Salmon, la muerte de Porcius Cato quizás estuviera en parte debida a
sus tropas, pendencieras e indisciplinadas, que se ha dicho estaban agitadas por un
cierto C. Titius972 o C. Titinius973. Pero Ch. Amidani señala que las fuentes no indican
que esta actitud llevara a la muerte a Porcius Cato.
Así lo revela un fragmento de Dión Casio: “Cato, cuya mayor parte del ejército
era de la ciudad y algo demasiado vieja para el servicio, en el mejor de los casos tenía
poca autoridad; y una vez, cuando osó reprenderlos porque estaban poco dispuestos a

961
App. BC 1, 50. Liv. Per. 75, 4. Oros. 5, 18, 24.
962
Oros. 5, 18, 24.
963
Oros. 5, 18, 24.
964
Oros. 5, 18, 24. Ch. Amidani considera que Orosio extrajo esta información de los Commentarii de Sulla.
965
Liv. Per. 75, 4.
966
Liv. Per. 75, 5.
967
Oros. 5, 18, 25.
968
Flor. 2, 6, 13.
969
App. BC 1, 50.
970
App. BC 1, 50.
971
Por su parte, G. Barabino alude que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera interpretarse en relación a
este hecho (Sisen. fr. 124), pero es discutible. P. Frassinetti lo relaciona a su vez con los problemas
provocados por C. Titinius, vid infra.
972
Dio Cass. 31, fr. 100.
973
Sisen. fr. 52.

138
trabajar mucho o a obedecer órdenes fácilmente, estuvo a punto ser enterrado bajo la
lluvia de mísiles que ellos le tiraron. Y ciertamente lo habrían matado, si hubieran
tenido abundancia de piedras, pero debido a que el sitio en donde estaban reunidos se
encontraba en cultivo y además estaba muy mojado, no recibió ningún daño de los
terrones de tierra. El hombre que empezó el motín, C. Titius, fue arrestado; había sido
un haragán por el Foro haciendo su vida en los tribunales, y era excesivamente y
desvergonzadamente franco. Fue enviado ya a la ciudad a los tribunales, pero se libró
del castigo”974.
Extrañamente, E. Cary fecha este fragmento en el año 88 a.C., y considera que
el nombre correcto del alborotador es C. Titinius (por el testimonio de Cornelio Sisena).
Ciertamente, sorprende que el instigación de un motín en el seno del ejército romano no
recibiese castigo alguno, pero peor parado acabará A. Postumius Albinus (cos. 99 a.C.),
vid infra, con el mismo resultado. Nuevos tiempos se estaban asomando a las puertas de
la República.
Sea como fuere, las cosas no iban nada bien para los insurgentes por Asculum.
Ya se ha mencionado anteriormente las dificultades de Vidacilius al entrar en la ciudad,
por la dubitación de sus habitantes, a los que reprendió975. Apiano dice que: “Y como no
tenía ya esperanzas de salvar la ciudad, mató a todos los enemigos que, durante largo
tiempo, había mantenido diferencias con él y que, en aquella ocasión, habían hecho
desistir, por envidia, al pueblo de obedecer sus órdenes”976.
“Después, tras haber apilado una pira en el templo y chocado un lecho sobre
ella, celebró un banquete con sus amigos; en medio de las libaciones tomó veneno y,
acostándose sobre la pira, ordenó a sus amigos que le prendieran fuego. Así murió
Vidacilius, un hombre que juzgó un honor morir por su patria”977.
Por su parte, Orosio señala que “En ese mismo día978 combatieron y fueron
derrotados los Picentinos, cuyo jefe, Vidacilius, tras convocar a los más importantes de
los suyos, se suicidó con veneno después de un magnífico banquete y largas copas,
animando a todos a que siguieran su ejemplo; todos alabaron su acción, pero ninguno le
imitó”979. Todo un ejemplo de pragmatismo.
Para E. Gabba, la inutilidad de la lucha debe haber sido manifiesta; pero
Vidacilius dio un paso para provocar la muerte de sus enemigos políticos como acto de
venganza y luego se suicidó. Por su parte, E. T. Salmon considera que las ejecuciones
fueron debidas al derrotismo. Posiblemente, se trate de un poco de todo y ha de verse
este enfrentamiento dentro de la dinámica de la política interna de las elites de Asculum,
en la que una parte, enemistada con Vidacilius, quizás intentara llegar a un
entendimiento con Roma.
Según E. Gabba, el suicidio de Vidacilius aconteció poco antes de la toma de la
ciudad; por el contrario, muy pronto en el año para N. Criniti y E. T. Salmon. Orosio
recuerda su muerte seguidamente después de la derrota marsa en la campaña invernal, lo
que da más crédito a la segunda opción.

974
Dio Cass. 31, fr. 100. Sin duda, este episodio hay que relacionarlo con el siguiente fragmento de Cornelio
Sisena: “un cierto G. Titinius, a quien en menor cantidad parece haber concedido la naturaleza la facultad
mental, en un primer momento se detuvo delante del cobertizo, luego empezó a poner delante del cónsul
excusas y justificaciones” (Sisen. fr. 52).
975
App. BC 1, 48.
976
App. BC 1, 48.
977
App. BC 1, 48.
978
Referencia a la fallida expedición invernal sobre Umbría y Etruria.
979
Oros. 5, 18, 21. P. Frassinetti considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera pertenecer al último
discurso de Vidacilius (Sisen. fr. 98), pero sin pruebas.

139
Cierta incertidumbre, por no decir mucha, existe sobre los primeros pasos de
Pompeius Strabo en el año, eso sí, todo ello antes de la caída de Asculum, acontecida a
finales de año. La fuente principal, Apiano, informa que Pompeius Strabo sometió a los
Marsos, Marrucinos y Vestinos980. Esto concordaría con la noticia del epitomador de
Livio, quien dice que Pompeius Strabo recibió la rendición de los Vestinos981.
Por su parte, Orosio indica que el territorio de Marrucinos y Vestinos fue
devastado en una incursión de Sulpicius, lugarteniente de Pompeius Strabo982.
Asimismo, los jefes itálicos Poppaedius Silo y Obsidius fueron derrotados y aniquilados
en horrible combate por el mismo Sulpicius junto al río Teanum983. Esta noticia estaría
apoyada por el epitomador de Livio, pues señala que el legado Sulpicius aniquiló a los
Marrucinos y tomó toda esta región984.
Para E. T. Salmon, quizás Obsidius fue el sucesor de Herius Asinius como
pretor de los Marrucinos. Pero existe un Obsidius, comandante de un cuerpo de
caballería frentano, que sirvió a las órdenes del cónsul P. Valerius Laevinus en el año
280 a.C.985. Pero a este mismo individuo se le llama Oplacus986 u Oblacus Vulsinius987,
lo que invalidaría para el citado investigador un origen frentano988. Como de costumbre,
en la identificación de los pretores aliados, es una pura conjetura.
De todo lo anterior, puede deducirse que tras la gran batalla de principios de
año, el frente septentrional había quedado expedito para que los Romanos pudieran
penetrar por el territorio de los Vestinos, Marrucinos y Pelignos.
Pompeius Strabo acabó con la resistencia de los Vestinos y su legado Sulpicio,
del que existen problemas de identificación, como ya se ha indicado, se ocuparía de la
de los Marrucinos. El crédito de todo ello a Pompeius Strabo por Apiano es debido a
que Sulpicio era legado y Pompeius Strabo era quien tenía el poder del imperium, es
decir, a quien se atribuía el triunfo.
Pero, otra noticia del epitomador de Livio complica esta reconstrucción, pues
dice que Pompeius Strabo, procónsul, recibió la rendición de los Vestinos y los
Pelignos989. Para decir más tarde, que Asculum fue conquistado por éste990.
Ciertamente, la mención de Pompeius Strabo como procónsul señala que estas
acciones se realizaron en el año 88 a.C. Pero, como anota P. Jal, hay una serie de
problemas al respecto para admitir esta fecha: 1) esta indicación precede a la caída de
Asculum991, que tuvo lugar a finales del año 89 a.C. 2) La rendición de los Vestinos a
manos de Pompeius Strabo ya es mencionada anteriormente992
O bien el epitomador de Livio se equivoca al mencionar a Pompeius Strabo
como procónsul o bien es posible que los Vestinos se rindieran en el año 89 a.C., como
considera P. A. Brunt, y los Pelignos en el año 88 a.C. Los errores cronológicos de esta
fuente son bien conocidos.

980
App. BC 1, 52.
981
Liv. Per. 75, 3.
982
Oros. 5, 18, 25.
983
Oros. 5, 18, 25.
984
Liv. Per. 76, 2.
985
Flor. 1, 13, 7
986
Plut. Pyrrh. 16, 16
987
Dionys. 19, 12, 1-5.
988
Incluso a este último se señala que era de Ferentinum (act. Ferentino).
989
Liv. Per. 76, 3.
990
Liv. Per. 76, 5.
991
Cf. Liv. Per. 76, 5.
992
Liv. Per. 75, 3.

140
Si no es ya de por sí el tema complicado, E. T. Salmon señala que Orosio, si no
realiza una confusión de la muerte de Poppaedius (¿en Teanum Apulum?)993 en el año
88 a.C. por la de Obsidius, que murió en esta acción, quizás la batalla se dio en la
localidad de Teanum994, es decir, en Teate, principal asentamiento de los Marrucinos y
posteriormente su única ciudad.
Otra información, también del epitomador de Livio señala que, los Marsos,
derrotados en varios combates por los legados Cornelius Cinna995 y Metellus Pius,
comenzaron a pedir la paz996. La incertidumbre se vuelve a hacer presente, pues los
nombres de los comandantes romanos son correcciones de los manuscritos997; por ello,
se ha supuesto que quizás en vez de los anteriores fuesen Caecilius Cornutus998, como
A. Keaveney, J. Madden y P. Jal, y L. Licinius Murena (pr. ca. 87 a.C.), como H. Last y
R. Gardner.
E. Gabba es de la opinión que en el verano del año 89 a.C. la rebelión en las
áreas septentrional y central estaba a todos los efectos finalizada, desde el Picenum
hasta las fronteras del Samnium; sólo Asculum y algunas pocas fortalezas seguirían
firmes. Esta fecha es llevada a finales del año 89 a.C. (tras la caída de Asculum), por H.
Last y R. Gardner, mientras que E. T. Salmon la lleva más lejos cronológicamente,
hasta el año 88 a.C.
Más bien, hay que considerar la fecha propuesta por E. Gabba. Quizás la
verdad sea que tras el triunfo de Pompeius Strabo sería muy improbable que existiese
una oposición organizada por parte de los insurgentes, porque la tierra de los Marsos y
de sus vecinos debía de haber quedado privada de combatientes a causa de las duras
pérdidas y especialmente por el esfuerzo de liberar Asculum.
Los Marsos se rendirían a los legados de Pompeius Strabo, Cinna y Metellus
Pius, y entonces ahora sería cuando Sulpicius sometió a Vestinos y Marrucinos. Por lo
demás, cuando los Pelignos se rebelaron contra su jefe P. Vettius Scato (y lo hubieran
entregado a Pompeius Strabo si éste no lo hubiera evitado gracias a la intervención de
un esclavo)999, Corfinum fue abandonada1000. Sin duda, mientras proseguía el asedio a
Asculum, Pompeius Strabo y sus legados combatían contra los pueblos de los Apeninos.
Diodoro establece que, tras las victorias de Cosconius en Iapygia, “acto
seguido, reducido en la fuerza y dejado un simple vestigio de sus números originales, de
común acuerdo abandonaron su capital federal, Corfinium, puesto que los Marsos y
todos los pueblos cercanos habían cedido el paso a los Romanos”1001. La victoria
romana era un hecho, pero no puede precisarse con absoluta seguridad si todo el frente
septentrional había caído.

993
J. D. Montagu considera que la batalla en cuestión fue efectuada cerca de Teanum Apulum, y que el río en
cuestión pudiera ser un tributario del Frentus (act. Fortore), de donde posiblemente derivara el nombre del
pueblo de los Frentanos.
994
Teanum es la forma latina del nombre osco Teate.
995
Cf. Cic. Font. 43.
996
Liv. Per. 76, 4. A estos hechos G. Barandino considera que pertenece un fragmento de Cornelio Sisena
(Sisen. fr. 93), que fecha sin embargo en el año 88 a.C.
997
La lectura es: Marsi quoque a L. Pinna et Caecilio Pinna legatis… Sobre este tema, vid: A. Keaveney y J.
A. Maden, “Metellus Pius: the Evidence of Livy Epitome 76”, Eranos 81 (1983), 47-51.
998
Cf. Cic. Font. 43. Sisen. fr. 20.
999
Macrob. Sat. 1, 11, 24. E. Gabba relaciona este episodio con la gran expedición aliada a Etruria de
principios de año.
1000
E. Gabba la da por capturada, pero ningún escritor antiguo menciona la caída de la capital rebelde. Es de
suponer que así fuera por la lógica del desarrollo de los acontecimientos. Únicamente Diodoro establece que
fue abandonada (Diod. 37, 2, 9).
1001
Diod. 37, 2, 9.

141
Este mismo autor añade que la capital fue establecida “sin embargo, en la villa
samnita de Aesernia”1002. Este último aserto no es cierto, porque los rebeldes trasladaron
su capital a otra comunidad samnita, Bovianum1003. Al caer esta última en manos de
Sulla, es cuando se efectúa el traslado a Aesernia.

Denario aliado (Syd. 627), acuñado quizás en Bovianum en el año 89 a.C. Anv.: cabeza laureada de Italia a
izq. Rev.: soldado (o quizás una divinidad) con lanza y espada mirando a un toro. Ø = 20 mm.

Por su parte, Poppaedius Silo, sin asustarse del hundimiento de la insurrección


en el frente septentrional, o demasiado comprometido como para rendirse a los
Romanos, huyó a las montañas del Samnium, vid infra. En definitiva, Pompeius Strabo,
que estaba al mando del frente “mársico”, pudo aplastar a lo que H. Last y R. Gardner
llaman “la débil oposición del enemigo”, gracias a sus distintos legados.
Un dato a destacar es que los Vestinos, según N. Criniti, E. Gabba y L. Pareti,
fracasaron en forzar a la gente de Pinna en abandonar su alianza con Roma. Pero no es
exactamente correcto, pues gracias al testimonio de Valerio Máximo, Pinna debió de
caer en manos de los Itálicos sublevados. Éste es su relato: “Fue este mismo cariño
(entre padre e hijo) el que, durante la Guerra de los Aliados, armó a un joven de Pinna,
llamado Pulto, con tal empuje tanto físico como moral que, estando al frente de su
ciudad, que estaba asediada, cuando el general romano le permitió ver a su padre,
prisionero y rodeado por las armas de los soldados, y amenazó con darle muerte si no
les permitía irrumpir en la ciudad, él solo salvó a su padre de las manos enemigas. De
este modo, su comportamiento es digno de elogio por doble motivo, porque salvó a su
padre y porque no quiso traicionar a su patria1004. Desgraciadamente, no conocemos
quien era el general romano al mando del sitio.
Poco antes del día 17 de noviembre (sobre esta fecha, vid infra), Pompeius
Strabo logró el máximo éxito en el frente “mársico”: la captura de Asculum1005. El
acontecimiento es de tal magnitud que Floro considera que con él queda acabada la
Guerra de los Aliados: “Por su parte, Pompeius Strabo, tras devastarlo todo a sangre y
fuego, no puso fin a la masacre hasta que con la destrucción de Asculum pudo satisfacer
de alguna forma a los Manes de tantos ejércitos y cónsules y a los dioses de las ciudades
saqueadas”1006.

1002
Diod. 37, 2, 10.
1003
Cf. App. BC 1, 51.
1004
Val. Max. 5, 4, 7.
1005
Flor. 2, 6, 14. Gell. 15, 4, 3. Liv. Per. 76, 5. Oros. 5, 18, 26. G. Barabino relaciona dos fragmentos de
Cornelio Sisena con este hecho (Sisen. frs. 67 y 103), pero, en cuanto al primero P. Frassinetti lo relaciona con
la derrota de Papius Mutilus frente a Sulla.
1006
Flor. 2, 6, 14.

142
He aquí los hechos relatados por Orosio (ha de señalarse que Apiano, al
principal fuente de la Guerra de los Aliados, nada dice de este importante
acontecimiento), que no son precisamente nada positivos para el general romano:
“Pompeius Strabo, entrando en Asculum, apaleó y decapitó a los prefectos, centuriones
y principales de sus habitantes, vendió en subasta pública a los siervos y todo el botín, y
dejó marchar a los demás, aunque desnudos y sin nada; y a pesar de que el Senado
esperaba que le tesoro público recibiría alguna ayuda de este botín, Pompeius, sin
embargo, no entregó nada al necesitado erario”1007.
Ciertamente, en este punto, como indica E. T. Salmon, hay que indicar la
noticia de que M. Aurius de Larinum, fue hecho prisionero de muy joven en Asculum, y
vendido como esclavo1008. El conflicto puede haber ocasionado que muchos Itálicos
fueran esclavizados.
La caída de Asculum, el lugar en donde en primer lugar se había recurrido a la
violencia, ocasionó una intensa impresión en Roma, en donde el día 25 de diciembre del
año 89 a.C. Pompeius Strabo celebró su triunfo1009 sobre esta ciudad1010, el único
conocido de la Guerra de los Aliados: de Asculaneis Picentibus. Probablemente, su hijo
Pompeius Magnus le acompañaría en esta ocasión. Una tradición, posiblemente
apócrifa, señala que P. Ventidius Bassus (cos suff. 43 a.C.), quien triunfó el mismo
sobre los Partos en el año 38 a.C., fue llevado en brazos al ser un bebé entre los
prisioneros en la procesión triunfal de Pompeius Strabo1011.
Una famosa inscripción, conocida como el Bronce de Ascoli1012, fechada el 17
de noviembre (seguramente después de la caída de Asculum1013), recuerda la concesión
de la ciudadanía romana (así como otras distinciones) como premio por el servicio
distinguido a un escuadrón de caballería hispánica, formado por treinta jinetes, la turma
Salluitana1014, procedente del valle del río Iberus (act. Ebro), de acuerdo con las
condiciones de la lex Iulia de civitate (90 a.C.), en el campamento delante de Asculum.

1007
Oros. 5, 18, 26. Pompeius Strabo pasó a la posterioridad con una mala fama debido precisamente a
quedarse con el botín de Asculum (Cf. Plut. Pomp. 1, 4). Posteriormente, su hijo Pompeius Magnus tuvo que
hacer frente a las consecuencias de esta acción, vid: Th. P. Hillman, “Notes on the Trial of Pompeius at
Plutarch, Pomp. 4.1-6”, RhM 141 (1998), 176-193.
1008
Cic. Cluent. 21.
1009
Inscr. Ital. XIII; 1, pp. 85 y 563. El triunfo era una procesión solemne al templo de Júpiter, situado en el
Capitolio, por un general vencedor subido en un carro. En el cortejo se incluían prisioneros, botín e
ilustraciones acerca de la contienda. Los criterios para conceder un triunfo incluían la muerte de al menos
5.000 enemigos durante el curso de la campaña en una guerra declarada a un enemigo exterior. Sobre el
triunfo romano, vid: M. A. Wersnell, Triumphus, Leiden, 1970. E. Kuenzl, Der römische Triumph.
Siegesfeiern im antiken Rom, München, 1988. A. Petrucci, Il trionfo nella storia costituzionale romana dagli
inizi della Repubblica ad Augusto, Milano, 1996.
1010
Asc. 14. Dio Cass. 43, 15,5; 49, 21, 3. Gell. 15, 4, 3. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Sobre este hecho,
vid: F. Sánchez Jiménez, “Triunfo de Asculaneis Picentibus”, Baetica 9 (1986), 255-268.
1011
Gell. 15, 4, 3. Iuv. 7, 199-202. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 65, 3.
1012
CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888. Sobre el «Bronce de Ascoli», vid: N. Criniti, L'epigrafe di Asculum
di Gn. Pompeo Strabone, Milano, 1970; L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo Strabone. Supplemento,
Milano, 1987. H. B. Mattingly, “The consilium of Cn. Pompeius Strabo in 89 B.C.”, Athenaeum 53 (1976),
262-266. J. M. Roldán Hervás, “La turma Salluitana. Caballería hispana al servicio de Roma", Historia 16 110
(1985), 51-60; “El bronce de Ascoli en su contexto histórico”, en Reunión sobre epigrafía hispánica de época
romano-republicana. Actas 1986 (Zaragoza, 1986), 115-135; “Los reclutamientos romanos en el valle del
Ebro, en época republicana”, en Estudio en Homenaje al dr. Antonio Beltrán Martínez (Zaragoza, 1986), 761-
779. L. Amela Valverde, “La turma Salluitana y su relación con la clientela pompeyana”, Veleia 17 (2000),
79-92. F. Pina Polo, “¿Por qué fue reclutada la turma Salluitana en Salduie?”, Gerión 21/1 (2003), 197-204.
1013
Este documento se ha fechado por ciertos investigadores, como G. Niccolini y L. Pareti, en el año 90 a.C.,
pero, por el contexto, es mucho mejor fecharlo al año siguiente, tras la caída de la ciudad de Asculum.
1014
El nombre de esta unidad de caballería procede del lugar donde fue reclutada, Salduie (act. Zaragoza), y
no del supuesto nombre de su comandante.

143
Bronce de Ascoli

El beneficio fue otorgado según el inicio del epígrafe: [C]n. Pompeius Sex. f.
imperator virtutis causa equites Hispanos ceives [Romanos fecit in castr]eis apud
Asculum a.d. XIV K. Dec. ex lege Iulia. Al final se señalan una serie de recompensas a
los jinetes: Cn. Pompeius Sex. f. imperator virtutis caussa turmam Salluitanam donavit
in castreis apud Asculum cornuculo et patella, torque, armilla, palereis, et frumentum
duplex.
Uno de los rasgos más interesantes del Bronce de Ascoli es el hecho de que
contiene una lista de cincuenta y nueve nombres pertenecientes a los miembros del
consilium o consejo, que Pompeius Strabo había consultado antes de otorgar la
concesión de la ciudadanía, y quienes añadían el peso de su autoridad a la decisión. Los
nombres parecen haber estado en orden de rango descendente, al empezar con los cinco
legados, quienes eran todos miembros del Senado. Los siguientes son un cuestor, y
dieciséis tribunos militares u oficiales del general. Le sigue una lista de treinta y tres
tirones, jóvenes hijos de senadores o caballeros, que con un poco más de edad servirían
como oficiales y ahora estaban adquiriendo una valiosa experiencia militar1015. La
nómina se completa finalmente con cuatro centuriones primipilos1016.
En el consejo figuran futuros importantes personajes de la vida política
romana1017: M. Aemilius Lepidus (cos. 78 a.C.); M. Aurelius Cotta (cos. 74 a.C.); Cn.
Cornelius Lentulus Clodianus (cos. 72 a.C.)1018; L. Gellius Poblicola (cos. 72 a.C.); L.
Iunius Brutus Damasippus (pr. 82 a.C.); Cn. Octavius Ruso (pr. ca. 90 a.C.?)1019;

1015
El Bronce de Ascoli ofrece igualmente luz acerca de la relación de Pompeius Strabo con los Picentinos,
pues doce de los tirones de la lista pertenecen a la tribu Velina, hijos indudablemente de las principales
familias de la región, quienes se habían unido al ejército liderado por el que parece ser el hacendado más
importante y poderoso de la zona.
1016
El documento sólo lista a los personajes de consejo de Pompeius Strabo; su rango ha sido deducido
modernamente. Entre los nombres fragmentarios ya se ha señalado a Ser. Sulpicius Galba y, entre los
perdidos, a M. Caecilius Cornutus.
1017
La identificación no es segura al no reflejar el documento el cognomen de los distintos individuos.
1018
Para otros, Cn. Cornelius Dolabella (pr. 81 a.C.).
1019
Más remotamente, pudiera tratarse de Cn. Octavius (cos. 87 a.C.).

144
Pompeius Magnus, el hijo de Pompeius Strabo; Sex. Pompeius, el hermano del propio
imperator; L. Sergius Catilina (pr. ca. 68 a.C.), el protagonista de la “Conjuración de
Catalina”1020.
Precisamente gracias a este documento se ha podido deducir dónde militó
Sertorius durante la Guerra de los Aliados. En un principio, A. Schulten, seguido por B.
R. Katz, consideró que había servido con su antiguo comandante, Didius, en el frente
meridional. Por su parte, Ph. O. Spann pensó que Sertorius había servido con Caepio y
Marius en el año 90 a.C. y luego con Porcius Cato y Pompeius Strabo en el año 89 a.C.,
es decir, en el frente septentrional.
Finalmente, C. F. Konrad señala que, dado que tres individuos pertenecientes
al staff de Pompeius Strabo, a saber: Q. Hirtuleius, hermano de L. Hirtuleius, el
principal lugarteniente de Sertorius, L. Insteius, y C. Tarquitius, aparecerán
posteriormente como oficiales de Sertorius en Hispania, pudiera ser que este último
efectuase lazos de amicitia con los anteriores mientras sirvió en el ejército, es decir,
bajo el mando de Pompeius Strabo, teoría que también apoya P. McGushin.

1020
Sobre este tema, vid: Z. Yavetz, “The failure of Catilina’s Conspiracy”, Historia 12 (1963), 485-499. L.
Hutchison, The Conspiracy of Catiline, London, 1966. N. Criniti, “Studi recenti su Catilina e la sua congiura”,
Aevum 41 (1967), 370-395. A. Kaplan, Catilina, the man and his role in the Roman Revolution, New York,
1968. E. S. Gruen, "Notes on the «First Catilinarian Conspiracy»", CPh 64 (1969), 20-24. E. Manni, L. Sergio
Catilina, Palermo, 19692. J. Vogt, Cicero und Sallust über die Catilinarische Verschwörung, Darmstadt,
1973. Ch. M. Odahl, The Catilinarian Conspiracy, New Haven, 1971. E. J. Phillips, "Catiline's Conspiracy",
Historia 25 (1976), 441-448. A. Schaffer, Catiline and Clodius. A Social Scientific Approach to Two
Practitioners of Civil Violence in the Late Roman Republic, Minessota, 1979. A. T. Wilkins, Villain or Hero.
Sallusts's Portrayal of Catiline, New York, 1994. M. Fini, Catilina. Ritratto di un uomo in rivolta, Milano,
1998.

145
X

AÑO 89 A.C.: FRENTE MERIDIONAL

Las operaciones en el frente meridional para este año son difíciles de precisar
tanto por la parquedad de las fuentes como por la propaganda que rodea a Sulla. Sus
Commentarii aseguraron que sus hazañas en el año 89 a.C. eclipsaran las de cualquier
otro comandante romano. Por supuesto, no hay que decir que todos sus actos fueron
exagerados. Ya se ha visto lo que aconteció con Marius en el año 90 a.C.
Como en el frente “mársico”, las cosas empezaron bien para Roma el año 89
a.C. en el frente “samnita”. Una consecuencia de las victorias de Pompeius Strabo sobre
los pueblos a lo largo de la costa del Adriático fue la sumisión de la Apulia, gracias a la
obra del competente C. Cosconius (pr. 89 a.C.)1021, que recuperó prácticamente todo el
territorio que había tomado Vidacilius el año anterior. Si bien Apiano1022 (seguido por
E. Gabba y T. C. Brennan) menciona que Cosconius fue pretor en este año, T. R. S.
Brougton, P. Jal, E. T. Salmon y G. De Sanctis consideran que sólo fue un legado (y
pretor entonces en el año 78 a.C.).
Según Apiano, Cosconius descendió por la costa desde el Norte,
probablemente desde el Picenum1023, tomó Salapia, a la que incendió1024, y también se
apoderó de Cannae1025. Para el epitomador de Livio, Cosconius junto con un tal
Lucanus1026 vencieron a los Samnitas en el campo de batalla, dieron muerte al
famosísimo general Marius Egnatius y recibieron la rendición de muchas plazas1027.
aunque E. T. Salmon puntualiza que no las más importantes.
Tanto E. Gabba como E. T. Salmon señalan que primero Cosconius derrotaría
y daría muerte a Marius Egnatius (al que E. T. Salmon se pregunta si sería pretor de los
Hirpinos, aunque en otro lugar no lo considera como tal). Pero pudo ser perfectamente
al revés: los primeros éxitos de Cosconius atrajeron la atención de Marius Egnatius, y el
resultado fue derrota de su ejército y la muerte de su general.
La reacción insurgente no se hizo esperar. Cuando Cosconius estaba sitiando
Canusium, sostuvo una severa batalla con los Samnitas, al mando de Trebatius, que
habían acudido en ayuda de la ciudad; finalmente, después de que ambos ejércitos
sufrieran muchas bajas, Cosconius, derrotado, se retiró a Cannae1028.

1021
G. Barabino señala que varios fragmentos de Cornelio Sisena pusieran pertenecer a las acciones
efectuadas por Cosconius (Sisen. frs. 59, 65, 88 y 97), pero es muy hipotético. Por ejemplo, uno de estos
fragmentos lo sitúa P. Frassinetti con la muerte de T. Lafrenius (Sisen. fr. 88), pero si considera que otro se
trate de la batalla entre las fuerzas de Cosconius y las de Trebatius (Sisen. fr. 59).
1022
App. BC 1, 52.
1023
Lo que de ser así muestra como el centro de la sublevación, el territorio de Vestinos y Frentanos habían
quedado abiertos a las tropas romanas, lo que evidencia cómo la balanza del conflicto se decantaba del lado
romano.
1024
App. BC 1, 52.
1025
App. BC 1, 52.
1026
Para E. T. Salmon, Lucanus pudiera ser un personaje pro-romano de Venusia. El nombre podría ser en
realidad un gentilicum y probablemente es un error por Lucanius, quien sirvió en el staff de Pompeius Strabo,
y era miembro de la Horatia, la tribu a la cual pertenecían los ciudadanos de Venusia. Como de costumbre, no
es más que una conjetura.
1027
Liv. Per. 75, 6.
1028
App. BC 1, 52.

147
Puesto que los separaba un río, del cual Apiano no indica su nombre, pero
parece tratarse según E. Gabba del Aufidius (act. Ofanto)1029, Trebatius invitó a
Cosconius a que pasara a su orilla para trabar combate o que se retirara para atravesarlo
él. Ante tal disyuntiva, Cosconius se retiró y, como sería de esperar, atacó a Trebatius
cuando lo estaba atravesando. En tales circunstancias, los Romanos vencieron y
causaron 5.000 muertos a los rebeldes, mientras que el general samnita y el resto de sus
soldados cruzaron el río y huyeron hacia Canusium1030.
Con esta victoria, Cosconius obtuvo una total libertad de movimientos en el
área. De esta forma, recorrió los territorios de las ciudades de Larinum, Venusia y
Ausculum, e invadió el de Poediculos (Poediculi, también denominados Peucetios
[Peucetii]) y en dos días capturó a su población1031. Posiblemente esta última localidad
haga referencia a Rudiae (act. Rusce di Lecce), aunque para G. De Sanctis se trataría de
Arpi, una ciudad que había perdido importancia tras su alineamiento con Hannibal
durante la Segunda Guerra Púnica. Si bien Arpi cuadraría mejor con el resto de
poblaciones mencionadas, está en territorio de los Daunios, por lo que ha de ser
descartada. Por ello, es de suponer que Cosconius, después de someter la zona de
Tavoliere della Puglia, se dirigiera hacia el sur para acometer el total sometimiento de la
Apulia.
Para E. Gabba, esto significa que Larinum, Venusia y Asculum también se
rindieron, lo que es una exageración, pues en ningún momento se dice que tomó estas
poblaciones, y lo que hizo, como bien indica E. T. Salmon, es devastar su territorio.
También P. Jal acredita la rendición de Venusia a Cosconius, pero esta población cayó
en realidad ante Metellus Pius.
La actuación de Cosconius parece haber sido decisiva. Para Diodoro, los
Itálicos siguieron luchando a pesar de que tenían conciencia de que luchaban por una
causa perdida. Pero, después de que Cosconius tomara el mando en Iapygia, fueron
derrotados una y otra vez1032. De esta forma, toda la llanura al Norte de la Via Appia
entre Venusia y Tarentum caería en manos romanas según H. Last y R. Gardner. Pero,
en realidad, el sometimiento completo de Apulia fue obra de Metellus Pius durante el
año siguiente.
Pero no todo eran buenas noticias para Roma en la parte meridional de Italia.
El legado A. Gabinius (pr. ca. 90 a.C.?) cayó durante el asedio al campamento enemigo
después de llevar a cabo con éxito una campaña contra los Lucanos y de tomar por
asalto un gran número de ciudades1033. Para H. Last y R. Gardner, Gabinius cayó en el
asalto a Grumentum, que debió de perderse el año anterior, pues que se recuperó esta
ciudad se deduce de una fuente1034, que asimismo informa de que fue asediada por los
sublevados. Pero para T. C. Brennan, T. R. S. Broughton, J. Th. Graves, P. Jal, E. T.
Salmon y G. De Sanctis consideran que se trata del mismo personaje que C. Gabinius,
que cayó contra los Marsos1035.
Por su parte, Floro, señala que un Carbo dispersó a los Lucanos1036. Esta
noticia la convierte E. T. Salmon en que Cn. Papirius Carbo (cos. I 85 a.C.) fue quien

1029
Por su parte, A. von Domaszewski señala que el encuentro fue en territorio de los Frentanos.
1030
App. BC 1, 52.
1031
App. BC 1, 52.
1032
Diod. 37, 2, 8. Sus acciones parece que fueron efectuadas antes del abandono de Corfinium por los
Aliados (Cf. Diod. 37, 2, 9).
1033
Liv. Per. 76, 1. Th. Mommsen considera que este suceso aconteció en el año 88 a.C.
1034
Claud. Quadrig. fr. 80.
1035
Oros. 5, 18, 25.
1036
Flor. 2, 6, 13.

148
reemplazó a Gabinius, tal como ¡indica Floro!, lo que no es en absoluto cierto. La
identificación de este Carbo no está clara, pues T. R. S. Broughton acredita a C. Papirius
Carbo (pr. ca. 81 a.C.).
Para empezar, Floro no acredita de manera literal a Carbo con ninguna victoria.
Sólo dice que “Cato dispersó a los Etruscos, Gabinius a los Marsos, Carbo a los
Lucanos y Sulla a los Samnitas”1037. Algo importante debió de hacer, aunque las fuentes
supervivientes nada indiquen.
Muy probablemente, pudiera tratarse de dos personajes homónimos, pues un P.
Gabinius fue pretor en el año 88 a.C. También es posible que tras la muerte de Gabinius
su substituto fuera Carbo, tal como indicó E. T. Salmon y así también lo considera E.
Gabba.
Pero, ante todo, las acciones en el frente meridional estuvieron protagonizadas
por Sulla quien, al contrario que su rival Marius, jugó un prominente papel en el año 89
a.C. Al igual que Pompeius Strabo y Porcius Cato, Sulla retuvo la zona en donde había
servido el año anterior, en su caso, en el frente meridional.
Como indica E. T. Salmon, ciertamente, a veces es asumido, como por H. Last,
R. Gardner y Th. Mommsen1038, que Sulla, al estar ambos cónsules sirviendo en la zona
“mársica” en el año 89 a.C., éste estaría a cargo del frente “samnita”, presumiblemente
con un imperium proconsular. Las fuentes, que dependen ante todo de los Commentarii
de Sulla, dan esta impresión: el epitomador de Livio le acredita hazañas efectuadas en el
año 89 a.C. que raramente atribuye a alguien que no fuera un cónsul1039, y Orosio1040
precisamente lo da como cónsul en este año1041, y Eutropio lo individualiza como el
general romano más importante1042.
Más bien, Sulla era un legado en el año 89 a.C.1043, aparentemente del cónsul
Porcius Cato, como señalan Ch. Amidani, J. Th. Graves, A. Keaveney, y E. T. Salmon.
Sería sorprendente que hubiera tenido más alto rango que los dos consulares que servían
en el sur, A. Postumius Albinus1044 y T. Didius, el último de los cuales tenido una
importante experiencia militar a sus espaldas. Fuese cual fuese la situación al final del
año 89 a.C., al comienzo de este año Sulla estaba en una posición subordinada.
La muerte de Porcius Cato dejó a Sulla libre de movimientos. Ha de señalarse,
en cualquier caso, que para T. C. Brennan, Sulla recibiría un imperium consular tras la
muerte de Porcius Cato, lo que explicaría su posición. Pero, más bien, ésta se debió,
como en el caso de Marius en el año anterior, a la fatalidad de la guerra, al morir
Postumius Albinus y Didius, que dejó plenos poderes a Sulla en Campania.
La campaña en Campania no comenzó con buen pie para el bando romano. Un
extraño acontecimiento vino a perturbar los éxitos conseguidos. Durante el asedio de
Pompeii1045, Postumius Albinus, que Orosio define como “un ciudadano tan distinguido
por su nobleza, su moral y la totalidad de sus cargos públicos que había

1037
Flor. 2, 6, 13.
1038
Quines asimismo indican que habría tomado el mando de las fuerzas de L. Iulius Caesar.
1039
Liv. Per. 75, 2.
1040
Oros. 5, 18, 22, que da a Postumius, vid infra, como legado de Sulla.
1041
E. T. Salmon también menciona a Valerio Máximo (Val. Max. 1, 6, 4), pero esto es anacrónico, ya que
relata un hecho acontecido en el año 88 a.C.
1042
Eutrop. 5, 3, 3.
1043
Diod. 37, 2, 8. Liv. Per. 75, 2. Plin. NH 3, 70.
1044
B. Jowett, de manera errónea, diferencia al cónsul del Postumius Albinus que participó en la Guerra de los
Aliados. A. Postumius Albinus sería para E. T. Salmon más probablemente un promagistrado, y el podía
haber sido enviado a Campania a vengar la masacre de su tocayo (¿o pariente?) en Nola el año anterior.
1045
Oros. 5, 18, 22.

149
desempeñado”1046, legado1047 responsable de la flota, fue lapidado por sus propios
soldados1048. Para Ch. Amidani, el acontecimiento no se habría producido en enero-
febrero del año 89 a.C., como podría deducirse del texto de Apiano, sino mucho más
tarde.
Un dato a tener en cuenta que esta es la primera vez que se menciona la
utilización de un contingente naval en el curso de esta guerra, que se desarrolla en su
totalidad en tierra1049. Evidentemente, debió de ser utilizada como apoyo del ejército
terrestre. No en vano, Pompeii era un puerto importante1050. Se desconoce si hubo
operaciones navales en la costa del Adriático, que en gran parte estaba en manos de los
sublevados. Mientras, en Campania, sólo pocas poblaciones costeras estaban en sus
manos, por lo que es de pensar que el mando romano priorizase este frente marítimo.
De la muerte de Postumius Albinus, lo que causó mayor indignación fue que
sus soldados negaran a su general la posibilidad de defenderse cuando éste les imploró y
suplicó1051. Dos explicaciones diferentes se dieron a esta acción: el odio de sus tropas
por su intolerable insolencia1052 o, desacreditado por una acusación de traición1053
carente de fundamento1054.
Según E. T. Salmon, la tenaz resistencia de los habitantes de Pompeii hizo que
las tropas romanas sospecharan que su comandante, Postumius Albinus, esta en
connivencia con los defensores, así que lo acusaron de traición y lo lincharon.
Posiblemente, las duras condiciones que Postumius Albinus imponía a sus soldados
hicieron que éstos estallasen y, para justificar su acción, efectuaron tal imputación.
En este punto intervino Sulla1055. Para E. Gabba y A. Keaveney, Sulla se
encontraba asediando Pompeii con la ayuda de la flota de Postumius Albinus. Por el
contrario, G. Gatti considera que los soldados aprovecharon la coyuntura de que Sulla
se estaba enfrentando a L. Cluentius para linchar a su comandante.
En cambio, E. T. Salmon considera, a la vista de los resultados posteriores, al
limitarse Sulla simplemente a tomar el mando (y las tropas) de Postumius Albinus, si la
rebelión no fue instigada por el primero para desembarazarse del segundo. Sin duda,
para este investigador, Sulla en sus Commentarii sospechaba que Postumius era un
traidor, lo que pasó a la literatura posterior, lo que ocasionaría que los miembros de la
gens Postumia se mantuvieran activos contra Sulla.
Un Albinus (seguramente un A. Postumius Albinus, que T. C. Brennan
considera la posibilidad de que fuera un pretor) figura en la batalla de la Puerta Collina
(82 a.C.)1056, al cual E. T. Salmon identifica como un magistrado monetal del año 89

1046
Val. Max. 9, 8, 3.
1047
Liv. Per. 75, 1. Polyaen. 8, 9, 1. Otras fuentes consideran que era legado de Sulla (Oros. 5, 18, 22. Plut.
Sulla 6, 16), como así cree, T. R. S. Broughton, de manera errónea.
1048
Liv. Per. 75, 1 (solo informa de su muerte, no cómo fue producida ésta). Oros. 5, 18, 22. Plut. Sulla 6, 16
(a golpes de bastones y piedras). Polyaen. 8, 9, 1 (con piedras y palos). Val. Max. 9, 8, 3. Para G. Barabino,
quizás un fragmento de Cornelio Sisena pudiera referirse a este acontecimiento (Sisen. fr. 64).
1049
Diversos fragmentos de Cornelio Sisena pudieran pertenecer a las acciones marítimas efectuadas delante
de Pompeii (Sisen. frs. 104-107).
1050
Str. 5, 4, 8.
1051
Val. Max. 9, 8, 3.
1052
Oros. 5, 18, 22.
1053
Liv. Per. 75, 1. Val. Max. 9, 8, 3.
1054
Val. Max. 9, 8, 3.
1055
Sobre este tema, Ch. Amidani, “L'assassinio di A. Postumio Albino e l'assegnazione del comando
mitridatico a L. Cornelio Silla”, Aevum 68 (1994), 89-94. G. Firpo, “Sulla e i Postumii. Un processo
storiografico?” en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996), 153-168.
1056
App. BC 1, 93.

150
a.C.1057. En realidad, M. H. Crawford considera que el magistrado monetal sería hijo del
participante en el combate contra Sulla y lo fecha en el año 81 a.C. De esta forma, no
puede decirse que los Postumii como grupo se opusieran a Sulla.
Según Plutarco, Sulla dejó pasar tal crimen sin perseguir por ello a sus autores.
Se jactó además de su indulgencia, diciendo a quien quisiera oírle que así sus soldados
serían más impetuosos en la guerra, para pagar su falta a fuerza de valor1058. Orosio
indica que Sulla (al que califica erróneamente como cónsul) declaró que “la sangre de
un ciudadano no podía ser expiada sino con sangre de enemigos”1059. Por su parte,
Polieno dice que Sulla no castigó a los asesinos, sino que lo pasó por alto afirmando que
de esta forma se hacían más animosos para la guerra, convencidos de que estaban
obligados a defenderse con una gran hazaña por su gran falta; y, efectivamente,
lucharon con mucho más valor en las batallas, hasta el punto de hacer olvidar su delito
contra Postumius Albinus1060.
Plutarco parece dedicarse a adivinar el futuro, pues escribió que: “se hizo por
este asunto reproches a Sulla, de los que no tuvo ninguna cuenta. Soñaba ya con destruir
a Marius, y, considerando que la Guerra de los Aliados tocaba a su fin, halagaba el
ejército situado bajo sus órdenes, en la esperanza de ser designado como general contra
Mithridates VI”1061. No en vano, el escritor de Queronea considera que Sulla fue el
primer gran demagogo de la historia de Roma1062. Una postura adoptada por Ch.
Amidani.
A. Keaveney propone la solución más correcta a la actitud de Sulla frente a los
amotinados. Muy posiblemente, los oficiales de Sulla pidieron que se castigase a los
sublevados, pero Sulla, que siempre había tratado a sus hombres con cortesía y
moderación, tenía que tener poca simpatía por una persona como Postumius Albinus.
Se trataría para H. Last y R. Gardner de una muestra de la característica
sagacidad de Sulla. No se trataría de una solución para salir de apuros. Mientras estaba
Sulla asediando Pompeii1063, el general aliado L. Cluentius1064 vino a su encuentro. Sulla
consideró imprescindible no poner a sus tropas en su contra si deseaba tener éxito contra
su oponente.
La lucha en Campania se centró por la posesión de Pompeii. De esta forma,
Cluentius, al que E. T. Salmon califica de meddix de la Campania meridional, fijó su
campamento, con gran desprecio, a una distancia de tres estadios de Sulla, que estaba
acampado en los alrededores de los montes de Pompeii1065. Para A. Keaveney, esta
descripción sitúa a Sulla cerca de las estribaciones del Vesuvius, que se extendían a la
sección de la muralla de Pompeii, situada entre las puertas del Vesuvius y la de
Herculaneum.

1057
RRC 372/1-2.
1058
Plut. Sulla 6, 16.
1059
Oros. 5, 18, 23. De esta manera, “el ejército, acuciado por el remordimiento de esta acción, afrontó el
combate de forma tal como si cada uno viera que iba a morir si no vencía”.
1060
Polyaen. 8, 9, 1.
1061
Plut. Sulla 6, 17.
1062
Plut. Sulla 12, 12.
1063
Con el apoyo de la legión de Minatius Magius (Vell. Pat. 2, 16, 2).
1064
G. Colonna lo cree natural de Larinum, a causa de A. Cluentius Habitus, natural de esta ciudad,
protagonista del Pro Cluentio pronunciado por Cicerón, vid: U. Pietrantonio, La guerra sociale, Cicerone e
Cluenzio, Roma, 2000. M. Silvestrini, “Dalla nobilitas municipale all’ordine senatorio: esempi da Larino e da
Venosa”, CCG 7 (1996), 269-282. También E. Gabba relaciona este personaje con los Cluentii de Larinum.
Por tanto, difícilmente puede apoyarse la teoría de E. T. Salmon de que L. Cluentius pudiera ser el pretor de
los Campanos.
1065
App. BC 1, 50.

151
Sulla no toleró la arrogancia de Cluentius y, sin aguardar a aquéllas de sus
tropas que habían salido a forrajear, atacó a Cluentius, pero fue derrotado en esta
ocasión1066. Las prisas son malas consejeras. Pero Sulla, cuando volvieron los que
estaban de forrajeo (que deberían ser ciertamente un número importante), puso en fuga a
Cluentius1067.
Cluentius, visto las circunstancias, trasladó su campamento a una distancia
mayor, mas, al llegar hasta él algunas tropas galas, de nuevo se aproximó a Sulla1068.
Estos Galos pudieran ser tanto de la Gallia Cisalpina (aunque habría que explicar cómo
pudieron aparecer en Campania, quizás por provenir de otra fuerza insurgente) o de
desertores del ejército romano (como piensa G. Barabino)1069.
Como en muchos combates de la Antigüedad, antes de la batalla se produjo un
duelo de carácter individual, relatado por Apiano: “Cuando ambos ejércitos iban al
encuentro, un galo de enorme estatura se adelantó y retó a un duelo a cualquier romano;
y una vez que un mauritano1070 de pequeña envergadura le hubo dado muerte haciéndole
frente, los Galos huyeron al punto llenos de temor1071”. Como señala E. Rawson, parece
ser que duelos entre enormes Galos y pequeños pero victoriosos adversarios son de
rigor para los historiadores del periodo.
Sea como fuere, establecido el combate, éste fue favorable a las armas
romanas. Al quedar rota la línea de batalla de Cluentius, el resto de sus tropas no
permaneció en su puesto, sino que huyeron a la ciudad de Nola en desorden. Sulla les
siguió y dio muerte a 3.000 de ellos durante el transcurso de la persecución. Debido a
que los habitantes de esta población, por temor a que los Romanos no entraran junto con
los derrotados, sólo habilitaron una puerta para que entraran estos últimos, lo que
supuso un auténtico descalabro para el ejército aliado, pues, según Apiano, Sulla dio
muerte a 20.000 insurgentes entorno a la ciudad de Nola, entre los cuales se encontraba
Cluentius, quien cayó luchando con bravura1072.
Ciertamente, en la persecución de un ejército derrotado es cuando se produce
en éste el mayor número de bajas. A pesar de lo aparatoso de las cifras, éstas parecen
ser correctas, pues, de entrada, el ejército de Cluentius desapareció de la escena, al no
tenerse más noticias de él.
Orosio narra la misma batalla, aunque con variantes. En el enfrentamiento
perecieron 18.000 soldados samnitas; y, en la persecución posterior, gran parte de los
integrantes del ejército aliado perdió la vida, incluido su líder Iuventius1073. Ch.
Amidani, A. Lippold y E. T. Salmon consideran que Cluentius y Iuventius son un
mismo personaje1074.

1066
App. BC 1, 50.
1067
App. BC 1, 50.
1068
App. BC 1, 50.
1069
Esta investigadora señala que algunos de los fragmentos de Cornelio Sisena se refieren a la presencia de
estos Galos (Sisen. frs. 61, 71-72).
1070
Para E. Gabba y L. Pareti, quizás más bien un númida.
1071
App. BC 1, 50. Para G. Barabino y P. Frassinetti, algunos de los fragmentos de Cornelio Sisena se refieran
a esta lucha (Sisen. frs. 80, 96, 121). Sobre enfrentamientos de carácter individual durante la República, vid:
S. P. Oakley, “Single combat in the Roman Republic”, CQ 35 (1985), 392-410, siendo el presente
enfrentamiento el nº 25 de su lista.
1072
App. BC 1, 50. Para G. Barabino, un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 73) pudiera referirse a este
combate, aunque P: Frassinetti lo relaciona con la presencia de Sex. Iulius Caesar en el Picenum.
1073
Oros. 5, 18, 23.
1074
De manera indirecta, también P. Castrén.

152
Eso sí, las cifras de 23.000 caídos itálicos (transmitida por Apiano), y sólo un
soldado romano, cifra esta última que indica Eutropio1075, sin duda proceden de los
Commentarii de Sulla, pero nadie se atrevió a decir que Nola siguió en manos
rebeldes1076. En cualquier caso, el éxito obtenido por Sulla supuso que por fin las armas
romanas pasaron a una completa ofensiva.
La narración de Orosio permite indicar que E. Gabba comete un error al señalar
que, mientras Sulla atacaba Nola, Postumius Albinus sitiaba Pompeii. El escritor
cristiano establece claramente que la batalla y posterior masacre junto a Nola se produjo
después del asesinato de Postumius Albinus, como señala A. Keaveney.
Después de su victoria, Sulla pasó a sitiar Nola, pero la ciudad iba a ser un
baluarte rebelde durante varios años. Sea como fuere, el propio Sulla escribió en sus
Commentarii que su ejército le concedió una corona graminea (un honor dado a alguien
que había salvado a sus hombres de un grave peligro) ante Nola, mientras era legado (lo
que significa que no pudo ser durante el año 88 a.C., pues era cónsul), escena que fue
pintada en su villa de Tusculum, que posteriormente fue propiedad de Cicero1077. La
corona debió de ser fruto de su victoria sobre el ejército de Cluentius.
Pompeii no tuvo tanta suerte, y caería finalmente en manos de Sulla1078. Se ha
especulado con que Pompeii se mantuvo independiente hasta el año 82 a.C., momento
en que finalizó la Guerra Civil. Pero, como indica P. Castrén, no parece lógico que Sulla
interrumpiera un sitio que había comenzado de manera afortunada.
Pompeii no parece haber sufrido graves daños durante su ocupación. Sólo la
restauración de las murallas por los primeros duoviri T.? Cuspius y M. Loreius1079
puede considerarse como resultado de la guerra1080. Los famosos agujeros en la muralla
cerca de la Puerta del Vesuvius testimonian uno de los grandes ataques efectuados
contra la ciudad.
A destacar que en Pompeii se habían localizado una serie de inscripciones
oscas parietales (las denominadas “eituns”) que tradicionalmente se habían relacionado
con la Guerra de los Aliados1081, en las que se indicaría el lugar a dónde debían acudir
los hombres movilizados contra los Romanos1082. No obstante, E. Campanile ha
demostrado que se tratan de epígrafes de carácter local pertenecientes a un momento
impreciso del s. I a.C.1083
Previamente, Stabiae cayó el 29 de abril en poder de Sulla, a la que destruyó,
no quedando en tiempos de Plinio más que una granja1084. Puede que sea una
consecuencia de la derrota de Cluentius anteriormente narrada, ya que dejó claramente
la iniciativa en Campania en manos romanas.

1075
Eutrop. 5, 3, 3. El general itálico es denominado A. Cluentius, en vez de L. Cluentius.
1076
Como señala E. T. Salmon, Silio Itálico, en una verso, señala que Sullae non pervia Nola (Sil. Ital. 8, 534).
1077
Plin. NH 22, 12.
1078
Vell. Pat. 2, 16, 2. Pero de esta fuente no se puede deducir que Sulla tomase Pompeii, sólo que la atacó.
Pero todos los investigadores son unánimes en que fue en este momento cuando se conquistó la ciudad.
1079
CIL I2 1630 = CIL X 938 = ILLRP 643 = ILS 6355.
1080
H Nissen consideró que esto aconteció posteriormente a la muerte de C. Iulius Caesar (44 a.C.), pero no es
posible debido a los cargos institucionales que ejercían estos personajes. Sea como fuere, P. Castrén advierte
que quizás pudiera relacionarse con los movimientos del famoso gladiador Spartacus, cuyo ejército destruyó
Nola y que por largo tiempo acampó cerca de Pompeii (Plut. Crass. 9, 6).
1081
Ve 23-28.
1082
Sobre este tema, vid: P. Poccetti, “Riflessi di strutture di fortificazione nell'epigrafia italica tra il II e il I
secolo a.C.”, Athenaeum 66 (1988), 303-328.
1083
Vid: E. Campanile, “Le iscrizioni osche di Pompei attribuite al periodo della Guerra Sociale”, en
L’incidenza dell’antico. Studi in memoria di Ettore Lepore II (Napoli, 1996), 361-375.
1084
Plin. NH 3, 70.

153
Asimismo, Herculaneum cayó ante las fuerzas de T. Didius, apoyado por la
legión reclutada por cuenta propia por Minatius Magius1085, el día 11 de junio1086.
Precisamente el transmisor de la noticia, Veleyo Patérculo, era descendiente de
Minatius Magius (nieto de Decius Magius, que había sido Campanorurn princeps
celeberrimus et nobilissimus vir en época de Hannibal, líder del partido pro-romano en
Capua)1087.
Minatius Magius es descrito como persona “muy célebre y fiel, mostró en esta
guerra tanta fidelidad a los romanos, que con la legión que había reunido él mismo entre
los Hirpinos…”1088. No está muy claro como éste se hizo de esta fuerza militar, pero
para E. T. Salmon la mayor parte de sus miembros serían voluntarios que se habían
establecido en el ager publicus que una vez fue territorio hirpino.
Con su fuerza Minatius Magius penetró en Campania, se unió al comandante
romano T. Didius, y le ayudó a recuperar Herculaneum1089. Providencialmente para
Sulla, según E. T. Salmon, Didius cayó el 11 de junio, primer aniversario del desastre
del río Tolenus1090, y permitió a Sulla incorporar más tropas a las que ya comandaba.
Además, obtuvo también el “cuerpo libre” de Minatius Magius1091.
Según H. Last, R. Gardner y E. Gabba el orden de los acontecimientos sería el
siguiente: primero caería Stabiae, luego Herculaneum, y finalmente, aislada, Pompeii. P.
Castrén da el mismo orden, pero señala, correctamente, que Minatius Magius y T.
Didius fueron quienes ocuparon Herculaneum y Sulla fue quien ocupó y saqueó Stabiae.
La opinión de A. Keaveney sobre que se desconoce cuando cayó Pompeii, si
antes o después de Stabiae, es sorprendente. Sulla, al tomar Pompeii, contaba con la
legión hirpinate de Minatius Magius, que había participado en la captura de
Herculaneum1092.
Por tanto, a la vista de las fechas de las caídas de Stabiae y Herculaneum,
primero caería en manos de Sulla Stabiae y luego Pompeii. Posiblemente, con el
refuerzo de las tropas de Didius y Minatius Magius, Sulla pudo asaltar y tomar Pompeii,
como así indica E. T. Salmon.
Más aún, un fragmento de Cornelio Sisena establece que alguien (no indica
quién) inmediatamente se dirigió hacia Nuceria devastando los campos1093, acción que
G. Barabino atribuye a Sulla mientras éste asediaba Stabiae. En cualquier caso, la
situación romana en Campania había mejorado de forma notable, lo que contribuía
además según H. Last y R. Gardner a mejorar la situación en Apulia y Lucania.
Sulla, ignorando la amenaza que representaba para su retaguardia el dominio
de Nola por parte de los sublevados, tomó la atrevida decisión de invadir el propio

1085
Vell. Pat. 2, 16, 2. Dos fragmentos de Cornelio Sisena hacen alusión a esta ciudad (Sisen. frs. 53-54).
1086
Ovid. Fast. 6, 567-568.
1087
Vell. Pat. 2, 16, 2. Veleyo dice: “Algunos autores y de manera muy brillante Q. Hortensius Hortalus (cos.
69 a.C.) en sus Annales dieron a conocer sus virtudes. El pueblo romano le agradeció cumplidamente su
piedad concediéndole la ciudadanía a título individual, nombrando pretores a sus dos hijos, cuando todavía no
se nombraban más que seis [el número fue elevado a ocho por Sulla en el año 81 a.C. (Cf. Suet. Iul. 41, 1. Dio
Cass. 42, 51, 3. Vell. Pat. 2, 16, 3). A destacar que las nuevas murallas de Aeclanum fueron sufragadas por C.
Quinctius Valgus, patrón del municipio, y por los IIIIviri A. Patlacius y M. Magius Min. f. Surus (CIL I2 1722
= CIL IX 1140 = ILLRP 523 = ILS 5318), hijo este último de Minatius Magius. Valgus era suegro de P.
Servilius Rullus (tr. pl. 63 a.C.).
1088
Vell. Pat. 2, 16, 2.
1089
Vell. Pat. 2, 16, 2.
1090
Ovid. Fast. 6, 567.
1091
Vell. Pat. 2, 16, 2.
1092
Vell. Pat. 2, 16, 2.
1093
Sisen. fr. 56. Cf. Sisen. fr. 55.

154
territorio enemigo. Con Minatius Magius como guía en su avance en el interior del país
de los Hirpinos, Sulla capturó y saqueó Aeclanum (act. Passo di Mirabella Eclano)1094 y
Compsa1095 (act. Conza Della Campania)1096, y con estos éxitos logró forzar la rendición
de este grupo étnico.
La ciudad de Aeclanum, un centro de comunicaciones, ubicado a 24 km al Este
de Beneventum, se encontraba en el valle medio del río Calor (act. Calore), sobre la Via
Appia. Ciertamente era un objetivo apetitoso, sobre todo porque Minatius Magius era
natural de esta ciudad, de donde habría tenido que huir, pues la factio anti-romana era la
que estaba en el poder.
Los habitantes de Aeclanum esperaban, según Apiano, “ese mismo día”, es
decir, el de la presencia de Sulla, la llegada de los Lucanos bajo Lamponius y Ti.
Cleppius1097, que venían en su ayuda1098. Por ello, pidieron a Sulla que les concediera un
tiempo para decidirse1099, si se rendían o no. Evidentemente, ante la aproximación de
Sulla, se había pedido ayuda por parte de los rebeldes que, casualmente, coincidía con la
llegada del general romano.

El territorio hirpino (según E. T. Salmon)

Sulla, que no era ningún necio, se dio cuenta de la maniobra; les concedió una
hora, y entretanto ordenó a sus hombres que apilasen haces de leña seca en torno a las
murallas, que eran de madera, y al pasar el tiempo estipulado, una hora, les prendió

1094
Sobre la captura de esta ciudad se han relacionado varios fragmentos de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 75, 79-
80, 82-85, 89), pero sin seguridad.
1095
Compsa estaba situada en una posición elevada sobre dos colinitas separadas por un pequeño valle, sobre
la orilla derecha del río Aufidus, dominando el valle homónimo, punto nodal de la via de comunicación de la
gente sabélica que atravesaba el valle del Volturnus y del Calor hacia la Lucania occidental y la llanura de
Paestum.
1096
Vell. Pat. 2, 16, 2, quien solo menciona que su antepasado tomó esta ciudad. Pero es de suponer que iría
con Sulla. Por el contrario, nada dice de su participación en Aeclanum, pero era natural de allí y es normal que
participara en la acción.
1097
Estos mismos personajes son los que siguen dirigiendo a los Lucanos posteriormente (Diod. 37, 2, 11).
1098
App. BC 1, 51.
1099
App. BC 1, 51.

155
fuego1100. Los de Aeclanum, llenos de temor, entregaron la ciudad, y Sulla la saqueó por
no haberse rendido voluntariamente sino por la fuerza1101.
Sea como fuere, Sulla perdonó a otras comunidades que se rindieron1102, entre
las que estaría la citada Compsa. Los Hirpinos quedaron completamente sometidos1103,
y los insurgentes vieron como sus comunicaciones directas con Apulia quedaban
cortadas. Pero Sulla iba a continuar todavía con su exitosa campaña.
El sometimiento de los Hirpinos dejó las manos libres a Sulla para atacar a los
Pentros, el verdadero núcleo del Samnium. Su marcha contra éstos no discurrió por
donde el general samnita, Papius Mutilus, le esperaba, controlando entonces los
accesos, sino por otra vía de acceso inesperada, tras dar un rodeo1104.
Este largo desvío de la ruta llevó a Sulla y a su ejército a aparecer al norte1105
de la región, según E. Gabba y A. Keaveney, contrariamente a las expectativas
samnitas. Sería de suponer que desde Aeclanum, Sulla se dirigiera a Beneventum por la
Via Appia y, desde aquí, se internase por Telesia y Saepinum1106, en territorio de los
Caudinos.
Pero en vez de ello, Sulla, en Beneventum, debió proseguir por la Via Appia
hasta la región de Capua-Teanum, y desde allí avanzó hacia el norte del Samnium,
quizás siguiendo el río Volturnus. Apiano informa que al aparecer Sulla de una manera
inesperada, derrotó a los desprevenidos Samnitas y mató a muchos, y los demás
huyeron de manera dispersa1107. El propio Papius Mutilus resulto herido y se refugió en
Aesernia con unos pocos de sus hombres1108. La batalla debió de tener lugar cerca de
esta ciudad, posiblemente entre este punto y Bovianum Undecimanorum, como piensan
E. Gabba y A. Keaveney1109. A consecuencia de esta acción, Sulla destruyó el
campamento de Papius Mutilus1110.
Sulla se dirigió entonces contra Bovianum, el centro de los Pentros1111, que se
había convertido en la nueva capital de los sublevados1112. Se trata de Bovianum
Undecimanorum (act. Boaino), como piensan E. Gabba, A. Keaveney y E. T. Salmon,
mejor que Bovianum Vetus como han mantenido A. von Domaszewski, H. Last y R.
Gardner.
Bovianum tenía tres ciudadelas, desde una de las cuales los habitantes de la
ciudad atacaban a Sulla1113. Una de estas ciudadelas ha sido identificada con la actual

1100
App. BC 1, 51.
1101
App. BC 1, 51. E, Gabba considera que un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 51) pudiera atribuirse
a este episodio.
1102
App. BC 1, 51.
1103
App. BC 1, 51. Liv. Per. 75, 7. Vir. Ill. 75, 6.
1104
App. BC 1, 51.
1105
Más bien, al Oeste, o al Noroeste, como quiere E. T. Salmon.
1106
Sobre esta ciudad, vid: G. Cologna, “Saepinum, ricerche di topografia samnitica e medievale”,
Archeologia Classica 14 (1962), 80-107. J. C. Anderson, “Saepinum. A Samnite and Roman town in the
Abruzzi”, AugAge 2 (1982-1983), 1-8. M. Gaggiotti, “Saepinum”, en Samnivm. Archeologia del Molise
(Roma, 1991), 243-246.
1107
App. BC 1, 51.
1108
App. BC 1, 51.
1109
A descartar Saepinum como considera E. T. Salmon, por la ruta seguida por Sulla.
1110
App. BC 1, 51. A este enfrentamiento parece pertenecer un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 62).
1111
Después de la destrucción de Aquilonia (293 a.C.) y de la conversión en colonias latinas de Beneventum
(269 a.C.) y Aesernia (263 a.C.).
1112
App. BC 1, 51. En esta ciudad se considera que se emitieron las amonedaciones insurgentes Campana 119-
148.
1113
App. BC 1, 51.

156
Civita di Bojano, al lado de Bovianum, la cual, ubicada sobre un monte, domina la
ciudad a sus pies, y fue el núcleo antiguo de la población1114.
Sulla, ante esta situación, envió a algunas de sus tropas para que, dando un
rodeo, se apoderaran de cualquiera de las otras dos ciudadelas que pudieran y le hicieran
una señal con humo. Al alcanzarse este objetivo, y Sulla divisar la señal acordada, atacó
de frente Bovianum (pues desde la ciudadela que controlaba podía, es de suponer,
controlar las posibles acciones a realizar por parte de los Samnitas) y, después de luchar
con denuedo durante tres horas, se apoderó de la ciudad1115.
La caída de Bovianum significó a su vez la de su santuario, Civitella di
Campochiario, a 12 km al sudoeste de la ciudad, en la pendiente del Matese. S. Capini
señala que seguramente el santuario fue objeto de incursiones y saqueos durante el paso
del ejército de Sulla.
La capital rebelde fue movida una vez más, esta vez a la conquistada
Aesernia1116. Pero no parece que la actuación de Sulla finalizase en Bovianum
Undecimanorum, puesto que el epitomador de Livio establece que Sulla derrotó en
combate a los Samnitas y tomó por asalto sus dos campamentos1117, y añade
posteriormente que “Sulla sometió a los Hirpinos, venció a los Samnitas en numerosos
combates, reconquistó varios pueblos y, tras llevar a cabo hazañas tan importantes como
pocas veces las había realizado ningún otro antes de llegar a cónsul, marchó a Roma
para presentar su candidatura al consulado”1118.
Quizás la primera noticia pueda estar relacionada con la actuación de Sulla
contra Cluentius en Campania. Pero la segunda claramente se refiere a su actuación en
el Samnium. En cualquier caso, es a Sulla a quien Floro acredita como el que “dispersó”
a los Samnitas1119, al igual que Pseudo-Victor, que señala que venció a Hirpinos y
Samnitas1120.
Todas estas victorias contra los Samnitas habían tenido lugar según E. Gabba
en el verano1121, entre los meses de julio y septiembre del año 89 a.C.; hacia octubre de
este año, Sulla fue a Roma con objeto de presentarse su candidatura al consulado1122,
magistratura que alcanzó. Como indica Diodoro: “La conducción de los asuntos de
Sulla era eficaz y enérgica, y adquirió fama y prestigio en Roma. El pueblo lo consideró
respetable para ser elegido cónsul, y su nombre estaba en boca de todos como
consecuencia de su valor y destreza militar. En pocas palabras, era muy evidente que era
un hombre que sería llevado a lo más alto de la cima de la gloria”1123.
Para E. T. Salmon, las victorias de Sulla en el año 89 a.C. fueron lo
suficientemente importantes para que ganara las elecciones al consulado para el año

1114
Asimismo, sobre el Monte Crocella, una altura ubicada al sudoeste de Civita, se ha localizado otra de las
ciudadelas descritas por Apiano. Se trata de un pequeño recinto casi circular de obra poligonal, de 110 m de
diámetro y 900 m2 de superficie. Se conserva una cisterna de planta rectangular con restos del revoque
impermeabilizante sobre las paredes. La estructura parece presentar un único acceso, del tipo “puerta a
corredor oblicuo”, pero de menores dimensiones. Esta altura fortificada debió servir de presidio militar con
tareas de vigilancia y, en caso del asedio de la ciudad, de la defensa de la carretera de acceso al arce.
1115
App. BC 1, 51. A la toma de esta ciudad parece referirse dos fragmentos de Cornelio Sisena (Sisen. frs.
86-87, y quizás el 95).
1116
Diod. 37, 2, 9.
1117
Liv. Per. 75, 2.
1118
Liv. Per. 75, 7.
1119
Flor. 2, 6, 13.
1120
Vir. Ill. 75, 6.
1121
App. BC 1, 51.
1122
App. BC 1, 51.
1123
Diod. 37, 25. 1.

157
siguiente, pero considera que se ha exagerado su relevancia. En opinión de este
investigador, si se hubiera conservado una crónica favorable a los Itálicos la situación
no se hubiera presentado tan desigual. Hay que recordar que un cónsul romano había
perecido en el frente septentrional, y tres legados, dos de ellos consulares, en el frente
meridional, y no se había podido recuperar ni Nola ni Aesernia.
Pero el propio E. T. Salmon reconoce sin embargo que la situación en Italia era
mucho menos crítica para Roma. La lex Iulia había logrado mantener fuera de la
rebelión a otros pueblos itálicos así como quebrar la resistencia de los propios
insurgentes. La recuperación de Asculum había finalizados con toda oposición
organizada en el frente más septentrional, y algunos autores clásicos incluso van más
lejos y escriben que la guerra finalizó el día que Pompeius Strabo celebró su triunfo
sobre el pueblo que la había empezado1124. Otros, sin embargo, notan que las
operaciones a gran escala todavía continuaron en las regiones central y meridional en el
año 88 a.C., y se inclinan a finalizar la guerra con la muerte de Q. Poppaedius Silo1125.
Como indica E. Gabba, en la práctica el fin del año 89 a.C. marca el final de la
Guerra de los Aliados. La prolongación del conflicto únicamente se explica por la
propia política interna romana.

1124
Flor. 2, 6, 14.
1125
Liv. Per. 76, 6.

158
XI

LA LEX PLAUTIA PAPIRIA


Y EL FIN DEL CONFLICTO

Con la caída de Asculum, donde la rebelión había comenzado dos años atrás, el
fracaso desde un punto de vista militar de los Aliados era evidente. Pero, de una manera
paradójica, los vencedores debían reconocer y aceptar las demandas de los vencidos,
quienes precisamente habían luchado, y perdido, por lograrlas.
Durante el año 89 a.C.1126 se aprobó una nueva ley en relación a la concesión
de la ciudadanía romana, la lex Plautia Papiria, con objeto de completar la
incorporación de los Aliados dentro del estado romano1127. Fue propuesta por los
tribunos M. Plautius Silvanus, quien había tenido un importante éxito anterior con poner
fin a las actividades de la quaestio ex lege Varia, y C. Papirius Carbo.
La causa de esta nueva concesión no sólo tenía como origen finalizar la
situación absurda que habría provocado la aprobación de la lex Iulia, sino a las
circunstancias derivadas del estallido en el año 89 a.C.1128 de la Primera Guerra
Mitridática1129. Se trata de un conflicto que no se acabará totalmente de solucionar hasta
el año 63 a.C. con la muerte del rey Mithridates VI del Pontus, que finaliza la Tercera
Guerra Mitridática, y que representó la prueba de fuego del dominio romano en Oriente.

1126
Cierto número de investigadores no están de acuerdo con esta fecha, y proponen que fue aprobada en el
año 88 a.C.
1127
E. Badian considera que esta ley fue aprobada a principios del año 89 a.C., pero de ser así, no se
entendería muy bien la resistencia de los componentes aliados del frente septentrional (a excepción,
naturalmente, de los Ascolitanos) durante el año, aunque, ciertamente, la cronología de los acontecimientos es
muy borrosa, como ya hemos indicado. Quizás la muerte de Vettius Scato narrada anteriormente esté relacio-
nada con este hecho.
1128
Tradicionalmente se había situado en el año 88 a.C., pero A. N. Sherwin-White ha demostrado que ésta ya
se inició en el año anterior.
1129
Sobre Mithridates y la Primera Guerra mitridática, vid: Th. Reinach, Mithridate Eupator, Roi de Pont,
Paris, 1890. M. Castagna, Mitridate VI Eupator, re del Ponto, Portici, 1938. A. Duggan, He Died Old.
Mithridates Eupator, King of Pontus, London, 1958. D. Glew, The Outbreak of the First Mithridatic War,
Diss. Princeton, 1971; “Mithridates Eupator and Rome: a Study of the Background of the First Mithridatic
War”, Athenaeum 65 (1977), 380-405. E. Olshauser, “Mithridates VI und Rom”, ANRW I 1 (1972), 806-815.
P. Desideri, “Posidonio e la guerra Mitridatica”, Athenaeum 61 (1973), 3-29 y 237-269. M. Rostovcev y H. A.
Ormerod, “Il Ponto e i suoi vicini: la prima guerra mitridatica”, en Università di Cambridge. Storia Antica XI,
1. Roma: La Repubblica 133-44 a.C. (Milano, 1973), 261-312. A. W. Lintott, “Mithridatica”, Historia 25
(1976), 489-491. A. N. Sherwin-White, “The Opening of the Mithridatic War”, en «Philias Charin»:
Miscellanea di studi classici in onore di E. Manni, IV (Roma, 1980), 1979-1995. E. Olshausen y J. Wagner,
Asia Minor and Black Sea Area. The Epoch of Mithridates the Great (121-63 BC), Tübingen, 1981. D. B.
Shelov, “Le royaume pontique de Mithridate Eupator”, JS (1982), 243-266. B. C. McGing,; The Foreign
Policy of Mithridates VI Eupator, King of Pontus, Leiden, 1986. W. Z. Rubinsohn, “Mithridates VI Eupator
Dionysos and Rome's conquest of Hellenistic East”, MHR 8 (1993), 5-54. L. Ballesteros Pastor, “Mitrídates
Eupator, el último de los grandes monarcas helenísticos”, DHA 20/2 (1994), 115-133; Mitrídates Eupator, rey
del Ponto, Granada, 1996. J. G. F. Hind, “Mithridates”, en The Cambridge Ancient History Volume IX. The
Age of the Roman Republican, 146-43 BC (Cambridge, 1994), 129-164. J. Muñiz Coello, “C. Flavius Fimbria,
consular y legado en la provincia de Asia (86/84 a.C.)”, SHHA 13-14 (1995-1996), 257-275. F. de Callataÿ,
L'histoire des guerres mithridatiques vue par les monnaies, Louvain-la-Neuve, 1997. A. Mastrocinque, Studi
sulle guerre Mitridatiche, Stuttgart, 1999.

159
No se conoce muy bien el contenido de la lex Plautia Papiria, aunque supuso
finalmente la aceptación en general por parte de los Aliados en la ciudadanía romana,
con unas pocas excepciones particulares, notablemente los Samnitas y los Lucanos1130.
Sólo se le atribuye de manera específica una cláusula (y algunos investigadores piensan
incluso que era la única): la extensión de la ciudadanía romana a todos aquellos que
eran adscripti en una comunidad aliada, es decir, habían recibido su ciudadanía de
forma honoraria, estaban domiciliados en Italia en el momento de la aprobación de la
ley, y efectuaban una solicitud al pretor urbano dentro del plazo de sesenta días1131. Esta
ley hacía posible obtener la ciudadanía romana a individuos miembros de estados
aliados que no hubieran aceptado la incorporación a través de la lex Iulia. O, asimismo,
a personajes cuya comunidad se había sumado a la rebelión mientras ellos habían
permanecido leales, como P. Sittius y Minatius Magius.
Para H. Last y R. Gardner, entre otros investigadores, no parece irrazonable
que la ley se aplicara también a miembros de las comunidades aliadas todavía en
rebelión, porque era claramente en interés de Roma, ahora que había aceptado el
principio de efectuar concesiones, intentar dividir y debilitar la fuerza de los rebeldes
con una oferta a breve término que habría estimulado las deserciones antes de retornar a
la estación favorable a las operaciones militares. Por el contrario, este carácter lo niega
P. A. Brunt, al considerar que los rebeldes ya estaban en las últimas cuando se aprobó la
ley.
Es probable, sin embargo, que mientras esta disposición cubrió a los adscripti
en las comunidades aliadas domiciliados en Italia y fue citado por Cicerón precisamente
en este contexto, otros apartados ofrecerían una concesión de la ciudadanía más
generalizada, dejando sólo fuera a Samnitas y Lucanos, todavía en armas (y es gracias a
ellos que la Guerra de los Aliados acabó fusionada con la Guerra Civil).
La lex Plautia Papiria probablemente dejó de lado la aplicación minuciosa de
su contenido, que debería ser resuelto mediante decretos del Senado, algunos de las
cuales aparecen mencionados en las fuentes. La razón fue sin duda que ésta era la única
forma de organizar de manera rápida la adquisición del derecho a voto de los nuevos
ciudadanos.
Eso sí. “Cada pueblo fue inscrito en las tribus de manera similar a los que ya
habían obtenido antes la ciudadanía, a fin de que no pudieran vencer en las votaciones
mezclándose con los ciudadanos viejos, al ser aquéllos más numerosos”1132. Este
problema iba a ser el germen por el que se produciría la primera Guerra Civil romana.
La lex Plautia Papiria no fue la única ley que se aprobó en este año en relación
a la concesión de derechos a los Aliados. Una lex Pompeia de Transpadanis1133,
auspiciada por el cónsul Pompeius Strabo1134, otorgaba el derecho latino a todos los
Aliados de la Gallia Transpadana1135, sin que hubiese colonización de ningún tipo, por

1130
App. BC 1, 53.
1131
Cic. Arch. 7. Cf. Cic. Fam. 13, 30, 1.
1132
App. BC 1, 53.
1133
Vid: G. H. Stevenson, “Gn. Pompeius Strabo and the Franchise question”, JRS 9 (1919), 95-101. U.
Ewins, “The enfranchisement of Cisalpine Gaul”, PBSR 10 (1955), 73-98. Si bien se atribuye esta ley a este
año y a Pompeius Strabo, no existe seguridad completa.
1134
De interés señalar que Pompeius Strabo concedió la ciudadanía romana P. Caesius de Ravenna (Cic. Balb.
50)
1135
En realidad, se concedió a todos los habitantes de la Gallia Cisalpina, pero como la mayor parte de las
gentes de la Gallia Cispadana ya tenían la ciudadanía romana, las fuentes recuerdan sólo la concesión del ius
Latii a la Gallia Transpadana. La aplicación de la lex Iulia significó la promoción de toda colonia latina al
rango de municipium romano, como: Cremona, Piacentia, Bononia.

160
lo que sus líderes ciudadanos podían a partir de este momento obtener la ciudadanía
romana por haber desempeñado una magistratura municipal1136. Esta ficción jurídica
habría originado la existencia de los primeros municipia latinos.
El proceso por el que las instituciones locales fueron moldeadas en las romanas
y fue tan largo que no estaba ciertamente todavía completo para el año 49 a.C., cuando
todas las comunidades recibieron la completa ciudadanía romana. Posiblemente la lex
Pompeia también dispusiera que algunas de las tribus menos civilizadas de las
estribaciones de los Alpes debían ser atribuidas a las ciudades más cercanas ubicadas en
la planicie1137. En cualquier caso la lex Pompeia dejó inmersa la Galia Transpadana en
un proceso de romanización y urbanización que consiguió injertarse en las propias las
estructuras existentes de la sociedad celta.
Tradicionalmente, esta concesión había sido contemplada como la recompensa
a los habitantes de esta región por su fidelidad a Roma durante la Guerra de los Aliados,
al no ser éstos citados entre los rebeldes por las fuentes1138. Pero, E. Gabba ha señalado
que, al margen de las causas por las que no se extendió la plena ciudadanía romana
entre ellos, la masacre del senado de la ciudad de Mediolanum (act. Milán) por parte de
los soldados de un “Cnaeus Pompeius”1139, que hay que identificar con Pompeius
Strabo, implicaría un apoyo de la aristocracia de los Insubres (Insubres)1140 a los
Aliados itálicos y, sin duda, no debieron de ser los únicos en la región. La presencia de
tropas galas entre los rebeldes1141 quizás sugiera que parte de la Gallia Cisalpina apoyó
este movimiento insurgente1142.
Como ya se ha comentado, Pompeius Strabo estuvo muy ocupado en los
Apeninos centrales durante el año 89 a.C. como para desplazarse a un frente secundario
que sería la Gallia Cisalpina. Por tanto, es muy posible que el episodio de Mediolanum
acaeciese en el año 88 a.C. momento en que desconocemos donde estuvo ubicado
Pompeius Strabo y su ejército1143, y cuya presencia en el territorio sirviera para
comenzar a aplicar la ley de su nombre.
Otro acontecimiento relacionado con Pompeius Strabo en la Gallia Cisalpina
fue la restauración de Comum (act. Como)1144, presumiblemente en el año 89 a.C.
(aunque mejor en el año 88 a.C. por las razones antes indicadas). Esta localidad fue
destruida por una incursión de los Retios (Raeti). No está claro si se procedió al
restablecimiento del antiguo oppidum prerromano o a ubicar una nueva población a

1136
Asc. 3. Cf. Dio Cass. 37, 9, 3. Plin. NH 3, 138. Sobre esta forma de adquisición de la ciudadanía, vid: D.
W. Bradeen, “Roman Citizenship per magistratum”, CJ 9 (1958), 221-228
1137
Sobre este tema, vid: G. Luraschi, G.: Foedus, Ius Latii, Civitas. Aspetti costituzionali della
romanizzazione in Transpadana, Padova, 1979.
1138
Cf. App. BC 1, 39. Eutrop. 5, 3, 1. Liv. Per. 72, 1 Oros. 5, 18, 8.
1139
Front. Str. 1, 9, 3. Previamente este acontecimiento había sido atribuido a Pompeius Magnus, durante su
campaña en la Gallia Cisalpina, en el marco de la rebelión de M. Aemilius Lepidus (77 a.C.). Vid: E. Gabba,
“Un episodio oscuro della storia de Mediolanum”, RIL 118 (1984), 99-103.
1140
Mediolanum era el centro principal de este importante grupo étnico.
1141
App. BC 1, 50.
1142
Sobre la historia de Comum vid: G. Luraschi, “Comum Oppidum. Promessa allo studio della strutture
amministrative romana”, RAComo 152-155 (1970-1973), 207-385; “Per la storia di Como antica”, Athenaeum
53 (1975), 338-343. P. Baldaci, “Comum et Mediolanum: rapporti tra le due città nel periodo della
romanizzazione”, en Thémes de recherches sur les villes antiques d'Occident (Paris, 1977), 99-120. G.
Tibiletti, “Per la storia di Comum nel I sec. a.C. ”, RAComo 159 (1977), 137-149. M. Mirabella Roberti,
“Milano e Como”, en La città nell'Italia settentrionale in età romana: morfologie, strutture e funzionamento
dei centri urbani delles regiones X et XI. Atti (Roma, 1990), 479-498.
1143
Generalmente se ha señalado que estaría situado en el Picenum, pero no es más que una mera conjetura.
1144
Str. 5, 1, 6.

161
orillas del lago Larius (act. Como), aunque cerca del anterior, pero se trata de una
prueba tangible del interés de Roma por la región, en una zona de peligro fronterizo1145.
Ante todo, ha de entenderse que la extensión de la ciudadanía romana a toda
Italia, desde el estrecho de Mesina hasta el río Padus, representaba una completa
transformación de la organización territorial, así como su reorganización sobre la base
de los municipia, las subdivisiones internas del estado romano, en las que las antiguas
colonias latinas y las comunidades aliadas debían ahora transformarse. El estado
romano cesó de ser una ciudad-estado y se convirtió desde el punto de vista territorial
en un estado formado por numerosos municipia, aunque sus instituciones políticas
permanecieron en la práctica sin cambios.
A través de los documentos conservados, parece que existieron unas reglas
generales para la constitución de los nuevos municipia, basadas probablemente sobre las
primeras constituciones prescritas para las colonias latinas1146. Entre otras cosas
reglamentaría la inclusión de los nuevos ciudadanos en tribus.
En muchos casos, los territorios de los nuevos municipia habrían sido fijados,
un proceso complejo, pues diversas comunidades tribales aparecen posteriormente
divididas en más de un municipium, quizás un acto de represalia, como se ha supuesto
para varios casos conocidos en la Gallia Transpadana. Incluso, también debió de existir
una serie de criterios generales para efectuar una selección de qué asentamientos se iban
a convertir en municipia, lo que, a su vez, originó un proceso de urbanización1147.
En este sentido, hay que señalar que el Gobierno romano enviaba personas de
su confianza para que constituyeran los nuevos municipia1148, quienes frecuentemente
ya tenían cierta reputación y base de poder local, pero que eran considerados como
políticamente seguros. En algunos casos, en su capacidad como enviados de Roma,
estos personajes habrían formado parte del primer colegio de magistrados locales,
nombrados por el poder central o por sus representantes, sin existir un proceso
electoral1149. Tales enviados estaban facultados para modificar, según su criterio y a
expensas de las condiciones locales particulares y sin referencia a Roma, el texto de la
carta municipal, basada en las reglas generales impuestas en medidas aprobadas a través
de las asambleas romanas1150.
Este proceso fue relativamente lento, pues se inició en el año 89 a.C. y duraba
todavía en época de Caesar, pero las líneas generales del proceso que había de seguirse
fueron fijadas después de la Guerra de los Aliado. No puede excluirse que la lex Plautia
Papiria (o alguna otra ley aprobada no mucho después, quizás bajo Sulla) incluyera las

1145
A pesar del nombre, las localidades de Alba Pompeia (act. Alba) y Laus Pompeia (act. Lodi Vecchio) nada
tienen que ver con Pompeius Strabo. Vid: L. Amela Valverde, “La Galia Cisalpina y la clientela de Pompeyo
Magno”, Polis 14 (2002), 51-78.
1146
Sobre este tema, vid: U. Laffi, “Sull’organizzazione amministrativa dell’Italia dopo la Guerra sociale”, en
Akten des VI. Internationalen Kongresses für Griechischen und Lateinische Epigraphik (München, 1973), 37-
53. M. H. Crawford, “How to create a municipium: Rome and Italy after the Social War”, en «Modus
operandi». Essays in Honour of Geoffrey Rickman (London, 1998), 31-46.
1147
Cf. Vit. 1, 4, 11-12.
1148
Este parece ser el caso de T. Labienus (pr. ca. 59 a.C.) en la localidad de Cingulum (act. Cingoli), ubicada
en el Picenum (Caes. BC 1, 15, 2,). Vid: L. R. Taylor, “Labienus and the status of the Picene Town
Cingulum”, CR 35 (1921), 158-159. N. Alfieri, “Labieno, Cingoli e l’inizio della guerra civile nel 49 a.C.”, en
Cingoli dalle origini al sec. XVI. Atti del XIX Convegno di Studi Maceratesi (Macerata, 1986), 111-130 (Studi
Maceratesi 19). G. Paci, “Per la storia di Cingoli e del Piceno settentrionale in età romana republicana”, en
Cingoli dalle origini al sec. XVI. Atti del XIX Convegno di Studi Maceratesi (Macerata, 1986), 75-110.
1149
Cic. Cluent. 25. Lex Tarentina (CIL I2 590 = Crawford, I, nº 15), ll. 7-14.
1150
Tabula Heracleensis (CIL I2 593 = Crawford, I, nº 24), ll. 159-160.

162
disposiciones más relevantes de este desarrollo, como la anterior lex Iulia habría ya
incluido algunas disposiciones en relación al ejercicio del derecho a voto.
Como indica M. H. Crawford, el hecho que los Fasti conocidos
epigráficamente de Venusia y Caere (act. Cerveteri) comiencen a bello Marsico1151
quizás implique que estas comunidades percibieran una nueva existencia a partir de este
momento.
La ciudad de Roma no se libró de problemas internos, pero se conoce poco
sobre este tema, debido a que las las fuentes se concentran en el desarrollo del conflicto
bélico. Pero hay un hecho que llama la atención: el asesinato del praetor urbanus A.
Sempronius Asellio, durante la celebración de una ceremonia religiosa en honor a los
Dióscuros, el 27 de enero del año 89 a.C.
Como indica Ch. T. Barlow, el crédito en Roma dependía del dinero en
circulación, de la estabilidad de los precios de la tierra, y de la fides1152. El Gobierno
sólo acuñaba moneda para sus gastos y rara vez controlaba el dinero en circulación. La
moneda cubría las demandas normales de la economía, pero no existía reserva alguna y
cualquier presión inusual podía inclinar la balanza entre el suministro de moneda y la
demanda de ésta.
La situación económica no era ya fácil por el año 91 a.C., pues Drusus hizo
aprobar una ley que depreciaba la moneda, al introducir al denario de plata una octava
parte de contenido de bronce1153, aunque no ha quedado reflejado en las monedas
conservadas, quizás porque esta ley fue anulada junto con el resto de la legislación de
Drusus. E. Gabba considera que esta medida parece que sería favorable a la aristocracia
agraria, pues la medida contraria de M. Marius Gratidianus (pr. I 85 a.C.?) fue muy
agradecida por el pueblo1154, aunque en este momento el ordo equester estaría a favor
del régimen instaurado por Cinna.
La Guerra de los Aliados hizo temblar toda la estructura del crédito. Dado que
los ejércitos rebeldes controlaban gran parte del territorio, mucha gente en Roma perdió
las ganancias de sus propiedades y granjas1155. La tierra en manos del enemigo era inútil
como garantía, lo que llevó a que muchos acreedores exigiesen el pago de sus
préstamos. Al mismo tiempo la agitación y la tensión social originaron el acaparamiento
de moneda, lo que a su vez probablemente provocó la caída de precios de la tierra. El
descenso de los precios de la tierra socavó todavía más la estructura del crédito,
mientras que el acaparamiento de moneda causó la desaparición del dinero en
circulación. Los deudores no podían pagar sus deudas ni renegociarlas. Las disensiones
entre acreedores y deudores iban cada vez a más1156. El Gobierno se vio obligado a
intervenir1157.

1151
Inscr. Ital. XIII, 1, nº 8; 2 nº 6; 2 nº 8.
1152
La tierra era la más común forma de seguridad, en parte debido a que su valor no variaba mucho de año en
año. Sin embargo, cuando los precios de la tierra cayeron, la garantía para muchos préstamos disminuyó
rápidamente, lo que forzó a los acreedores a exigir el pago de sus préstamos. La fides, la fe en general en el
eventual pago de los préstamos y en el vigor de la economía, era también la fe del acreedor en su deudor. Si
uno de estos tres supuestos se hundía, el crédito se desplomaba.
1153
Plin. NH 33, 46.
1154
Cic. Off. 3, 80-81. Plin. NH 33, 132. Sobre este tema, vid: M. H. Crawford, “The edict of M. Marius
Gratidianus”, PCPhS 194 (1968), 1-4, E. Lo Cascio, “Carbone, Druso e Gratidiano: la questione della res
nummaria a Roma tra la lex Papiria e la lex Cornelia”, Athenaeum 57 (1979), 215-238.
1155
Cf. App. BC 1, 54.
1156
App. BC 1, 54.
1157
Para E. Badian, Asellio, perteneciente a la nobilitas, más que defender a los propietarios de tierras, quizás
protegiese los intereses de los pequeños deudores, en la misma política que anteriormente Drusus: apoyarse en
la plebe para luchar contra los equites, lo que podría explicar su muerte

163
Asellio, el pretor urbano del año 89 a.C., intentó ayudar a los deudores a través
de un truco legal, al fracasar sus intentos de lograr un acuerdo entre ellos1158. Una
antigua ley1159 prohibía la práctica del préstamo e imponía una multa por este
motivo1160. La maniobra de Asellio fue un duro golpe para los prestamistas
profesionales, quienes sin duda pertenecían al ordo equester. Éstos, irritados por la
renovación de una ley obsoleta, decidieron acabar con el pretor.
Asellio llevaba a cabo un sacrificio en el foro1161 ante el templo de la
Concordia1162, y revestido de los ornamentos sagrados y bordados de oro, propios de los
sacrificios, efectuaba libaciones1163, a favor de Cástor y Pólux, rodeado de la multitud
como era costumbre en una ceremonia de estas características. En ese momento, alguien
arrojó contra el pretor una piedra, señal del inicio de la agresión, por lo que Asellio tiró
la fíale (vaso utilizado para el sacrificio) y se lanzó a la carrera hacia el templo de
Vesta1164.
Mas los prestamistas se adelantaron, cortaron el paso a Asellio hacia el templo
y, cuando se había refugiado en una hospedería, lo degollaron, ataviado aún con la toga
pretexta, alrededor de la hora segunda1165. Muchos de los perseguidores creyeron que se
había refugiado al lado de las vírgenes vestales, y penetraron en aquel lugar, donde
estaba prohibido el paso a los hombres1166. Tal como sucedió, muestra premeditación en
el crimen, y el sacrificio en honor a los Dióscuros ofreció una espléndida oportunidad.
Como indica E. Badian, los Dióscuros eran los patrones del ordo equester por
excelencia. Por ello, muy posiblemente, la “multitud” que rodeaba a Asellio estaría
formada por miembros de este grupo social, que estarían allí por algún tipo de facultad
oficial. Al parecer, fue L. Cassius, tribuno de la plebe, quien dirigió al gentío1167, fuese
en el mismo lugar del crimen o mediante diatribas en contra de Asellio.
El Senado ofreció, por medio de una proclama, una recompensa en dinero a
cualquier ciudadano libre, o la libertad a cualquier esclavo, que aportara pruebas
fehacientes sobre la muerte de Asellio, así como la impunidad para su cómplice. Sin
embargo, nadie aportó ninguna información, pues los prestamistas lo ocultaron1168.
No ha de extrañar que no se encontrara a los culpables. La situación en Roma
era extrema debido al desarrollo de la guerra, por lo que se decidió no echar más leña al
fuego y los culpables quedaron completamente impunes de su crimen.
El gobierno romano no sólo tenía que hacer frente a dificultades en la propia
Ciudad Eterna, sino también en provincias. C. Sentius (pr. 94 a.C.), gobernador de
Macedonia desde los años 93 a 87 a.C., sufrió una derrota combatiendo contra los
Tracios (Thraci)1169, concretamente los Medos (Maedi)1170, antes de que estallase la
Guerra de los Aliados. Pero las cosas no debieron ir mucho mejor, pues de nuevo se

1158
App. BC 1, 54.
1159
Ésta podía ser la lex Genucia de foeneratione (342 a.C.), la lex Iunia (191 a.C.) o la lex Marcia (104
a.C.?).
1160
App. BC 1, 54.
1161
App. BC 1, 54. Val. Max. 9, 7, 4.
1162
Val. Max. 9, 7, 4. Para E. Badian su mención no es más que un efecto retórico y dramático.
1163
App. BC 1, 54.
1164
App. BC 1, 54. Cf. Liv. Per. 74, 8. Val. Max. 9, 7, 4.
1165
App. BC 1, 54. Liv. Per. 74, 8. Val. Max. 9, 7, 4.
1166
App. BC 1, 54.
1167
Val. Max. 9, 7, 4.
1168
App. BC 1, 54.
1169
Liv. Per. 70, 9.
1170
Obs. 53.

164
registran incursiones y saqueos de los Tracios en Macedonia, por dos veces1171, y la
cosa continuará posteriormente1172. Que la fuente sea el epitomador de Livio demuestra
que la cosa debió ser grave.
Una noticia de Orosio, fechada en el año 89 a.C., ofrece algo más de luz: “El
rey Sothimus, entrando en Grecia con gran cantidad de tropas auxiliares tracias, devastó
todo el territorio macedonio y, derrotado finalmente por el pretor Gayo Sentio, fue
obligado a regresar a su reino”1173. La mención dos veces de la condición de monarca de
Sothimus debe tener algún tipo de justificación.
Un fragmento de Dión Casio indica que los Tracios, a instigación de
Mithridates VI, invadieron la región del Epirus y el resto del país hasta Dodona, donde
saquearon el importante templo de Zeus1174. Puede observarse cuál era la situación de
Macedonia en este periodo. Precisamente, la principal misión de los gobernadores
romanos de Macedonia era asumir, después de la supresión de la monarquía nacional, la
carga de proteger los Balcanes de las incursiones endémicas de los Bárbaros1175.
El largo gobierno provincial de Sentius no fue un caso aislado. La necesidad de
los más competentes hizo que se prolongaran los mandos de los magistrados en la
mayor parte de las provincias1176. De esta forma, en Sicilia1177 se prorrogó a C.
Norbanus (cos. 83 a.C.), desde quizás el año 90 a.C. hasta incluso el año 84 a.C.1178,
según T. C. Brennan. La otra provincia insular, Sardinia1179 parece que se encontraba
bajo las órdenes de P. Servilius Vatia (Isauricus) (cos. 79 a.C.), quizás desde el año 92
a.C. hasta el año 88 a.C. (como pretor o pro praetor), año este último en que celebró un
triunfo el día 21 de octubre1180.
Hispania Citerior e Hispania Ulterior1181 estuvieron al cargo de C. Valerius
Flaccus (cos. 93 a.C.)1182, desde el año 92 a.C.1183 al año 83 a.C. al menos1184. Si bien

1171
Liv. Per. 74, 9; 76, 8.
1172
Liv. Per. 81, 3; 82, 5.
1173
Oros. 5, 18, 30.
1174
Dio Cass. 31 fr. 101, 2.
1175
Sobre este tema, vid: L. Amela Valverde, "Sexto Pompeyo, gobernador de Macedonia, y las incursiones
escordiscas ca. 120-100 a.C.", Iberia 7 (2004), 19-38.
1176
Sobre este tema, vid: E. Badian, “Notes on Provincial Governors from the Social War down to Sulla's
Victory”, PACA 1 (1958), 1-18.
1177
Sobre esta provincia, vid: E. S. Jenison, The History of the Province of Sicily, Boston, 1919. A. Holm,
Storia della Sicilia nell’Antichità III, Roma, 1965. M. I. Finley, A History of Sicily: Ancient Sicily to the Arab
Conquest, London, 1968. G. Manganaro, “Per una Storia della Sicilia Romana”, ANRW I 1 (1972), 442-461:
“La Sicilia da Sesto Pompeo a Diocleziano”, ANRW II 11. 1 (1988), 3-89. L. Passafiume, Crisi politica e della
pubblica amministrazione nelle Sicilia del Ie sec. a.C., Palermo, 1977. E. Gabba y G. Vallet, La Sicilia antica
II 2: La Sicilia romana, Napoli, 1980. N. Belayche, Rome, la Péninsule Italienne et la Sicile (de 218 à 31
avant notre ère). Crises et mutations, Paris, 1994.
1178
Cf. Cic. II Verr. 5, 8.
1179
La provincia de Sardinia no sólo incluía la isla de este nombre (act. Cerdeña), sino también la vecina isla
de Corsica (act. Córcega). Roma controlaba estrechamente la franja costera, mientras que el interior, habitado
por diferentes etnias, necesitaba constantemente la participación de las tropas romanas para mantener el
control. Sobre las islas de Corsica y Sardinia, vid: E. Bouchier, Sardinia in Ancient Times, Oxford, 1917. E.
Pais, Storia della Sardegna e della Corsica durante il dominio romano, Roma, 1923. R. King, Sardinia,
Harrisburg, 1975. P. Meloni, La Sardegna romana, Sassari, 1975. O. Jehasse, Corsica Classica. La Corse
dans les textes antiques du VIIe siècle avant J.-C. au Xe siècle de notre ère, Cahors, 19862. R. Zucca, La
Corsica romana, Oristano, 1996.
1180
Este triunfo fue el único, a excepción del de Pompeius Strabo sobre Asculum, que se celebró entre los
años 93 y 81 a.C., es decir, durante la década que vio la Guerra de los Aliados y la Guerra Civil.
1181
Sobre esta región, vid: R. Menéndez Pidal, Historia de España. España romana (218 a. de J.C.-414 de
J.C.), 1: La conquista y la explotación romana; 2: La sociedad, el derecho, la cultura, Madrid, 1982. A.
Tovar y J. M. Blázquez, Historia de la Hispania romana. La Península Ibérica desde 218 a.C. hasta el siglo
V, Madrid, 1982. A. Montenegro Duque, J. M. Blázquez Martínez y J. M. Solana Saínz, Historia de España 3.

165
sólo está atestiguado para la primera provincia, generalmente se admite que tuvo bajo su
mando también la segunda, un procedimiento que volverá a repetirse durante el s. I a.C.,
primero con Pompeius Magnus1185 y luego durante el segundo Triunvirato.
En Africa1186 se encontraba P. Sextilius (¿Rufus?) (pr. ca. 89 a.C.), quizás
desde el año 92 a.C. al 87 a.C., aunque sólo está atestiguado en este cargo para el año 89
a.C. En la Gallia Transalpina1187 y la Gallia Cisalpina, si eran provincias en este
momento1188, estarían bajo el mando de C. Coelius Caldus (cos. 94 a.C.), vid infra,
desde el año 93 al año 87 a.C. según E. Badian.
Asia estaba gobernada durante el año 91 a.C. por L. Valerius Flaccus (cos. suff.
86 a.C.) y en el año 90 a.C. por C. Cassius (pr. ca. 90 a.C.), a quien se le prolongaría el
mando durante los años 89 y 88 a.C., con lo que tendría que hacer frente a la invasión
de Mithridates VI del Pontus1189. La otra provincia anatólica, Cilicia, se encontraba bajo

España romana, Madrid, 1986. J. D’Alarçâo, O domínio romano em Portugal, Lisboa, 1988. L. A. Curchin,
Roman Spain. Conquest and Assimilation, London, 1991. J. S. Richardson, The Romans in Spain: A history of
Spain, Oxford, 1996. J. M. Roldán Hervás y F. Wulff Alonso, Citerior y Ulterior. Las provincias romanas de
Hispania en la era republicana, Madrid, 2001.
1182
Sobre su familia, vid: L. Hayne, “The Valerii Flacci. A family in decline”, AncSoc 9 (1978), 223-233.
1183
Donde sofocó una rebelión de Celtíberos (Celtiberi) (App. Iber. 100).
1184
Incluso se le ha dado como gobernador de ambas provincias hasta el año 81 a.C. Fue durante su gobierno
que se emitió la conocida Tabula Contrebiensis (AE 1979 377 = AE 1983 602 = AE 1984 586 = CIL I2 2951
= HEp 3 415), vid: G. Fatás, "El nuevo bronce de Contrebia", Pyrenae 13-14 (1977-1978), 193-209.
Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) II. Tabula Contrebiensis, Zaragoza, 1980; “Romanos y celtíberos
citeriores en el siglo I antes de Cristo”, Caesaraugusta 53-54 (1981), 195-234. J. S. Richardson, “The Tabula
Contrebiensis: Roman law in Spain in the early first century BC”, JRS 73 (1983), 32-41. P. Birks, A. Rodger y
J. S. Richardson, “Further aspects of the Tabula Contrebiensis”, JRS 74 (1984), 45-73. A. Beltrán Martínez,
“El Bronce de Botorrita: pueblos y cecas”, en I Simposium sobre los celtíberos (Zaragoza, 1987), 43-53.
Sobre su huella en Hispania, vid: C. Crespo Ortiz de Zárate, “Los Valerii de Hispania: la herencia de C.
Valerius Flaccus”, Celtiberia 92 (1998), 231-250.
1185
Vid: L. Amela Valverde, “Pompeyo Magno y el gobierno de Hispania en los años 55-50 a.C.”, HAnt 25
(2001), 93-122.
1186
Sobre el Norte de Africa, vid: P. Romanelli, Storia delle province romane dell'Africa, Roma, 1959. M.
Benabou, La résistance africaine à la romanisation, Paris, 1976. F. Decret y M. Fantar, L'Afrique du Nord
dans l'Antiquité. Des origines au Ve siècle, Paris, 19982. Chr. Hugoniot, Rome en Afrique: de la chute de
Carthage aux débuts de la conquête arabe, Paris, 2000. Y. Le Bohec, Histoire de l'Afrique romaine, 146
avant J.-C.-439 après J.-C., Paris, 2005.
1187
Sobre esta provincia y, en general, sobre la Galia, vid: C. Jullian, Historie de la Gaule III. la conquête
romaine et les premières invasions germaniques, Paris, 1920. O. Brogan, Roman Gaul, Cambridge, 1953. J. J.
Hatt, Histoire de la Gaule romaine (120 avant J.-C.-451 après J.-C.), Paris, 19703. G. Clemente, I Romani
nella Gallia meridionale (II-I sec. a.C.). Politica ad economia nell'età del'imperialismo, Bologna, 1974. Ch.
Ebel, Transalpine Gaul. The emergence of a roman province, Leiden, 1976. J. F. Drinkwater, Roman Gaul.
The three provinces 58 B.C.-A.D. 260, London, 1983. C. Goudineau, “La Galia Transalpina”, en Roma y la
conquista del mundo mediterráneo 264-27 a. de J.C. 2/ La génesis de un imperio (Barcelona, 1984), 547-566;
César et la Gaule, Paris, 1991. A. L. F. Rivet, Gallia Narbonensis: Southern France in Roman Times,
London, 1988. E. Hermon, Rome et la Gaule Transalpine avant César 125-59 av. J.-C., Napoli, 1993. Ch.
Delaplace y J. France, Histoire des Gaules (VIe s. av. J.-C./VIe s. ap. J.-C.), Paris, 1995. G. Soricelli, La
Gallia Transalpina tra la conquista e l’età cesariana, Como, 1995. D. Roman e Y. Roman, Histoire de la
Gaule (VIe s. av. J.-C. – Ier s. ap. J.-C.). Une confrontation culturelle, Paris, 1997. G. Woolf, Becoming
Roman. The Origins of provincial Civilization in Gaul, Cambridge, 2000.
1188
En caso contrario, Ch. Ebel ha especulado que el territorio de la Gallia Transalpina hasta el río Rhodanus
pertenecería a la Hispania Citerior, mientras que el resto a la Gallia Cisalpina o, lo que es lo mismo, a Italia.
Sobre este tema, vid: Ch. Ebel, “Pompey's Organization of Transalpina”, Phoenix 29 (1975), 358-373.
1189
G. V. Sumner, “Governors of Asia in the nineties B.C.”, GRBS 19 (1978), 147-153. F. Coarelli, “Su alcuni
proconsuli d'Asia tra la fine del II e gli inizi del I secoli a.C. e sulla politica di Mario in Oriente”, en Epigrafia
e ordine senatorio, I (Roma, 1982), 435-441. L. De Michele, “Note prosopografiche sui governatori d'Asia tra
il 98 e l'88 a.C.”, Acme 51 (1998), 211-219.

166
Q. Oppius (pr. ca. 89 a.C.) al menos para el año 89 a.C.1190, y posiblemente también
para el año 88 a.C.1191

Denario romano de C. Coelius Caldus (RRC 437/4b, 51 a.C.). Anv.: cabeza del cónsul C. Coelius Caldus a
dra. (posiblemente el abuelo del monetario); detrás, carnyx y espada. Rev.: figura sentada sobre un
lectisternium entre dos trofeos. Ø = 19 mm.
Esta emisión presenta los éxitos protagonizados por el cónsul.

Un dato de interés aportado por P. A. Brunt es que, al inicio de la Guerra de los


Aliados, Roma tenía desplegadas seis legiones en provincias, a saber: tres en Hispania,
dos en Gallia y una en Macedonia. Aparte, existían contingentes militares reclutados en
los propios territorios provinciales, como, p. e., en Asia.
Durante el invierno del año 89/88 a.C.1192 los rebeldes, en su nueva capital de
Aesernia, reorganizaron su grupo dirigente militar. Poppaedius Silo fue nombrado
supremo comandante en jefe y, a sus órdenes, cuatro generales. A. Von Domaszewski y
G. Devoto sugirieron que éstos serían los meddices de las cuatro tribus samnitas. Pero,
como bien señala E. T. Salmon, esto no es cierto: ya hacía tiempo que los Samnitas
habían dejado de estar compuestos por cuatro tribus, y, además, los Lucanos eran ahora
uno de los pueblos rebeldes que todavía estaban en lucha, y es evidente que tendrían su
parte en la dirección de la guerra.
Como indican H. Last y R. Gardner, el conflicto de Roma contra una liga
itálica había finalizado. Ahora sólo permanecían en el campo de batalla los Samnitas (en
realidad, más concretamente los Pentros) con la única ayuda de los Lucanos. Para estos
investigadores, el objetivo era lograr la independencia que habían perdido dos siglos
antes.
Diodoro, el autor que informa de todos estos acontecimientos, no menciona
para nada ningún grupo perteneciente a la Italia central, indicio de que toda actividad
había finalizado allí para el fin del año 89 a.C. Muy posiblemente, las victorias romanas
como la entrada en marcha de la lex Plautia Papiria habría llevado a los Marsos,
Vestinos, Marrucinos y Pelignos a rendirse y a acogerse a la benevolencia romana.

1190
App. Mith. 17.
1191
Cf. App. Mith. 20.
1192
L. Pareti señala que esta reorganización tuvo lugar en mayo del año 89 a.C. Para ello, considera que la
caída de los Apeninos centrales en manos de Pompeius Strabo y sus legados fue muy temprana en el año, y
que nunca Bovianum fue capital de los insurgentes. A parte de los testimonios literarios que acreditan lo
contrario, es difícil de entender porque, de ser esto cierto, Poppaedius Silo no hizo frente a Sulla en su ataque
sobre el Samnium, campaña que tuvo que abandonar para dirigirse a Roma con objeto de presentarse en las
elecciones.

167
El mismo Diodoro comenta que: “Sin embargo, ellos mismos se establecieron
en la ciudad samnita de Aesernia, y se pusieron ellos mismos bajo cinco pretores, uno
de los cuales, Q. Poppaedius Silo, ellos le entregaron el mando supremo debido a su
habilidad y reputación como general”1193.
Para E. T. Salmon, el compromiso adoptado en Aesernia significaría que los
puestos bajo Poppaedius Silo serían repartidos de manera equitativa entre Samnitas y
Lucanos. Diodoro identificaría a la pareja lucana: M. Lamponius y Ti. Clepitius1194.
También nombraría a uno de los dos generales samnitas: Papius Mutilus; el otro no es
identificado, aunque el citado investigador piensa que podría tratarse de Mi. Ieius, al
que ya se ha citado con motivo de la embajada a Mithridates VI aunque, en otro lugar,
apoya la candidatura de Pontius Telesinus.
Pero esta reconstrucción fuerza el relato de los hechos descritos por Diodoro.
Así, los “pretores” lucanos se mencionan en una información de este escritor diferente
de la anterior, y es E. T. Salmon quien relaciona ambas noticias, según su particular
teoría de corresponder dos puestos a los Samnitas y los otros dos a los Lucanos,
mientras que el mando absoluto de la guerra sería confiado al marso Poppaedius Silo.
Además, no parece tampoco adecuada la identificación de Papius Mutilus
(pues en el manuscrito de Diodoro se menciona a un tal Pompeius, vid infra)1195.
Diodoro indica que este personaje estaba junto a los dos pretores lucanos en el
Bruttium, es decir, no en Nola, en donde este general tenía su cuartel general, que los
Samnitas todavía retenían.
Pero, ante todo, Diodoro menciona que había únicamente cinco pretores (no un
cónsul y cuatro pretores). Por tanto, Poppaedius Silo no sería más que un princeps inter
pares, como se manifiesta a la hora de reorganizar la fuerza rebelde.
El citado historiador griego señala que Q. Poppaedius Silo, con el
consentimiento de los pretores, acumuló un gran ejército, de modo que, incluyendo los
hombres que ya tenían, su número entonces totalizó unos 30.0001196. Pero, además,
debido a la necesidad, se procedió a liberar esclavos, a los que les proveyó de armas,
con lo que se reunió no menos de 20.000 hombres (de infantería) y 1.000 de
caballería1197. H. Last y R. Gardner señalan que los Samnitas, en su desesperación,
habían incitado a una rebelión servil, pero esto es una exageración, puesto que en todos
los conflictos de la época se procedía a tomar esta misma medida1198.
En definitiva, los pocos Aliados que quedaban en armas, sin duda los
elementos más intransigentes, que soñaban con una independencia en realidad
inalcanzable, se encontraban en una difícil situación como muestra el hecho de reclutar
esclavos para sus ejércitos. No tenían el control sobre un gran territorio, ni siquiera un
bloque compacto. Pero los acontecimientos que se iban a desarrollar en Roma les
animaron a seguir luchando.
Pocas actividades pueden atribuirse a los rebeldes posteriormente a la caída de
Asculum, siempre pertenecientes al frente meridional. Un curioso relato de Obsecuente

1193
Diod. 37, 2, 9. E. T. Salmon fecha esta disposición en el invierno del año 89/88 a.C., pero mucho mejor en
el año 89 a.C., como hace F. R. Watson.
1194
F. R. Watson hace el comentario de que si, en realidad, en vez de llamarse Clepitius fuese Cleptius,
pudiera identificarse con el personaje del mismo nombre cuyas tropas lucanas (en número de 600 hombres)
sirvieron bajo L. Licinius Lucullus (pr. 103 a.C.) durante la Segunda Guerra Servil en Sicilia. Cleptius es
descrito como un hábil general y un hombre renombrado por su valor (Diod. 36, 8, 1).
1195
Diod. 37, 2, 14.
1196
Diod. 37, 2, 9.
1197
Diod. 37, 2, 10.
1198
Sobre este tema, vid: N. Rouland, Les esclaves romains en temps de guerre, Bruxelles, 1977.

168
ofrece alguna luz: “Cuando Poppaedius Silo desfilaba en triunfo en la ciudad de
Bovianum, a la que había conquistado, dio a los enemigos el preanuncio de una victoria,
porque la entrada triunfal es costumbre hacerla en la ciudad vencedora, no en la
vencida. En el combate siguiente perdió el ejército y la vida”1199.
Para E. T. Salmon, lo anterior, fechado por Obsecuente en el año 88 a.C.,
significa que Poppaedius Silo pudo recuperar, brevemente, Bovianum Undecimanorum
en este año, lo que frena cualquier especulación existente para situar la muerte de este
personaje en el año anterior1200. La recaptura de Bovianum fue posiblemente debido al
estallido de la Guerra Civil en Roma, un conflicto larvado y que sólo se había visto
frenado en su desarrollo por la insurrección itálica1201.
Ciertamente, es muy oscuro qué aconteció con los insurgentes. Apiano indica
que Metellus Pius, sucesor en el mando de Cosconius, invadió la Apulia y venció
también a los Yapigios1202. Poppaedius Silo, al que califica como “otro de los generales
sublevados”, perdió la vida en esta acción y los supervivientes se pasaron, en grupos, a
Metellus Pius1203, información que parece avalar otras fuentes1204.
Por su parte, Diodoro indica que Poppaedius Silo entró en batalla contra una
fuerza romana dirigida por Mam. Aemilius Lepidus (Livianus) (cos. 77 a.C.)1205, con un
resultado decepcionante: mató a unos cuantos soldados enemigos, pero perdió sobre
unos 6.000 propios1206. Pero, según el testimonio del epitomador de Livio, los Itálicos
fueron aplastados por Mam. Aemilius Lepidus (cos. 77 a.C.), perdiendo la vida el
propio Poppaedius Silo1207.
Incluso, como ya se ha indicado anteriormente, Orosio indica que Sulpicius,
lugarteniente de Pompeius Strabo, derrotó y aniquiló en “horrible combate” a las
fuerzas itálicas dirigidas por Poppaedius Silo y Obsidius junto al río Teanum1208. Como
puede comprobarse, las informaciones son dispares en relación a la muerte de
Poppaedius Silo.
Asimismo, para Diodoro, por este tiempo Metellus Pius tomaba por asedio
Venusia en Apulia, “una importante ciudad con muchos soldados”, y tomó además
3.000 cautivos1209. Para E. T. Salmon, los rebeldes capturados aquí y vendidos como
esclavos podrían haber incluido al padre del famoso poeta Q. Horatius Flaccus, natural
del territorio de Venusia, del que se sabe que era hijo de un liberto1210.
E. T. Salmon reconstruye los hechos de la manera siguiente. Q. Caecilius
Metellus Pius (pr. 89 a.C. y cos. en el 80 a.C.), quien había derrotado a los Marsos
cuando Pompeius Strabo estaba enfrentándose a los Vestinos y los Pelignos, se movió al

1199
Obs. 56.
1200
Así, erróneamente, E. A. Sydenham piensa que el triunfo de Poppaedius Silo fue celebrado en el año 89
a.C.
1201
Dos fragmentos de Cornelio Sisena se refieren a un ver sacrum (Sisen. frs. 99-100), pero imposible
discernir si se trata de una digresión histórica o que refleja un hecho protagonizado por los Itálicos en el año
90 a.C. o 89 a.C.
1202
App. BC 1, 53.
1203
App. BC 1, 53. A la muerte de Poppaedius Silo parece corresponder un fragmento de Cornelio Sisena
(Sisen. fr. 102).
1204
Vir. Ill. 63, 1.
1205
Diod. 37, 2, 10.
1206
Diod. 37, 2, 10.
1207
Liv. Per. 76, 6.
1208
Oros. 5, 18, 25. L. Pareti y G. De Sanctus considerarse que en realidad debe tratarse de Trinium (act.
Trinio), identificación que ha de desecharse por considerar que Bovianum es la actual Pietrabbondante.
1209
Diod. 37, 2, 10.
1210
Hor. Sat. 1, 6, 46.

169
sur de Apulia, donde tomó el mando de las tropas de Cosconius, y rápidamente logró
algunos éxitos. Como indican P. Jal y E. T. Salmon, muy posiblemente Aemilius
Lepidus sería un legado a las órdenes de Metellus Pius, y una de sus acciones ocasionó
la muerte de Poppaedius Silo, que se acreditaría a su jefe, Metellus Pius, como la
tradición romana requería.
De todo lo anterior puede deducirse que el número de las fuerzas rebeldes
descritas por Diodoro debían de ser el total disponible por los insurgentes, distribuido
entre los diferentes generales. Poppaedius Silo intentaría remediar la situación en
Apulia, favorable a los Romanos, que permitiría incluso a Metellus Pius dividir sus
fuerzas, una de las cuales, la dirigida por Aemilius Lepidus, derrotaría a la dirigida por
Poppaedius Silo, el cual encontró la muerte. La cifra de pérdidas de éste puede deberse
a que parte de su contingente estuviera formado por esclavos liberados, que no estaban
preparados para participar en una batalla frontal.
La situación aliada era prácticamente ya insostenible. A la derrota y muerte de
Poppaedius Silo1211, que significó la pérdida de Apulia, había que añadir la respuesta
desalentadora de Mithridates VI1212. Diodoro cuenta que: “en consecuencia, los rebeldes
estaban abatidos y en la más completa desesperación, porque ellos solo les habían
dejado a unos pocos Samnitas y Sabelios, que estaban en Nola1213, y, al lado de éstos,
los vestigios de los Lucanos bajo el mando de Lamponius y Clepitius”1214.
Los Lucanos, según H. Last y R. Gardner, campaban a sus anchas por las zonas
despobladas de Lucania. Pero éstos, conscientes de las implicaciones que significaba la
caída de Venusia, al quedar incomunicados de sus aliados Samnitas, se replegaron al
Bruttium1215, una región admirablemente adecuada para las operaciones guerrilleras1216.
Al frente de los Lucanos se encontraban los citados Lamponius1217 y Ti.
Clepitius, y también un tal Pompeius1218, “los generales del resto itálico”1219. Como
indica Diodoro, los Lucanos aprovecharon la coyuntura de que Sulla había partido con
su ejército a Asia para hacer la guerra contra Mithridates y Roma se encontraba
distraída por grandes y sangrientos disturbios intestinos (así pues, el año 87 a.C.)1220. La
intención de los Lucanos era difundir la alarma y el desaliento en todo el Bruttium y, si
era posible, invadir la isla de Sicilia.
La única acción conocida fue sitiar la localidad de Isiae (F. R. Walton) o Tisiae
(E. T. Salmon)1221, fuertemente fortificada, en cuyo asedio persistieron mucho
tiempo1222. Al no poder capturarla, los Lucanos dejaron parte de su ejército ocupado en
la continuación del sitio, mientras que con el resto de sus fuerzas (sin poder cuantificar
de modo alguno) intentaron apoderarse de Rhegium1223 (el trampolín para cualquier

1211
E. T. Salmon supone que en lugar de éste fue nombrado Papius Mutilus, pero es de nuevo una afirmación
gratuita.
1212
Diod. 37, 2, 11.
1213
También Veleyo Patérculo hace mención del “reducto” de Nola (Vell. Pat. 2, 17, 1).
1214
Diod. 37, 2, 11.
1215
Diod. 37, 2, 13.
1216
En cuanto a la cronología, F. R. Watson sitúa este desplazamiento en el año 88 a.C., mientras que H. Last,
R. Gardner y E. T. Salmon prefieren fecharlo a finales del año 88 a.C. o principios del año 87 a.C.
1217
Literalmente L. Aponius. W. B. Donne, y E. T. Salmon y F. R. Walton identifican a ambos personajes.
1218
Ya se ha citado, infra, las dificultades existentes para identificar este personaje.
1219
Diod. 37, 2, 13.
1220
L. Schmitz considera que todo ocurrió en el año 88 a.C., pero la casi total unanimidad de los
investigadores sitúa estos acontecimientos en el año 87 a.C.
1221
“Asia” en el original de Diodoro.
1222
Diod. 37, 2, 13.
1223
Diod. 37, 2, 14.

170
intento sobre Sicilia desde Italia), con la esperanza de que si caía en sus manos pudieran
fácilmente transportar sus tropas a esta isla y lograr someterla1224.
Este último plan se vio frustrado por Norbanus1225, el gobernador de Sicilia.
Éste, al ser informado de la situación, actuó con prontitud, y rescató a los habitantes de
Rhegium1226, a la que los Lucanos habían puesto sitio. Se desconoce si su sola llegada
hizo desistir a éstos de su propósito o tuvo que enfrentarse a ellos militarmente. Sea
como fuere, Sicilia se vio libre de la Guerra de los Aliados.
Cicerón señala a este respecto que “cuando toda Italia ardía con la Guerra de
los Aliados, un hombre ni muy enérgico ni muy valiente, Norbanus, permaneció en la
más completa tranquilidad, pues Sicilia se protegía muy fácilmente por sí sola, de forma
que no podía surgir ninguna guerra de ella misma”1227. Palabras taimadas por no decir
falsas, que hay que insertar en el famoso proceso contra C. Verres (pr. 74 a.C.)1228, pues
Diodoro indica que Norbanus, precisamente como precaución ante una posible invasión,
había acumulado tropas y recursos1229.
Para H. Last y R. Gardner, con el fracaso de los Lucanos ante Rhegium cayó el
telón de la Guerra de los Aliados. Pero, todavía, los Samnitas tenían aún que jugar un
papel en la escena política romana propiciada por la Guerra Civil.

1224
Diod. 37, 2, 14.
1225
“Orbanus” en la única fuente que transmite esta información, Diodoro.
1226
Diod. 37, 2, 14.
1227
Cic. II Verr. 5, 8.
1228
Sobre este tema, vid: Sobre este tema, vid: E. Ciccoti, Il proceso di Verres, Milano, 1895. F. W. Cowles,
Gaius Verres. An Historical Study, Ithaca, 1917. J. van Ootheghem, “Verrès et les Metelli”, en Mélanges
d'Archéologie et d'Histoire offerts à Andre Piganiol (Paris, 1966), 827-835. A. J. Marshall, “Verres and
judicial corruption”, CQ 17 (1967), 408-413. E. S. Gruen, “Pompey, Metellus Pius and the trials of 70-69 BC:
the Perils of Schematism”, AJPh 92 (1971), 1-16. P. A. Brunt, “Patronage and Politics in the Verrines”,
Chiron 10 (1980), 273-289. J. E. Atkinson, “Cicero and the trial of Verres”, Akroterion 37 (1992), 91-97. R.
Scuderi, “Lo sfondo politico del processo a Verre”, en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996),
169-187.
1229
Diod. 37, 2, 14.

171
XII

EPÍLOGO. LA GUERRA CIVIL1230

En Roma fueron elegidos cónsules para el año 88 a.C. dos miembros


prominentes de la factio Metella: L. Cornelius Sulla y Q. Pompeius Rufus. Como ya se
ha indicado, Sulla, uno de los más victoriosos generales de Roma, había sido elegido
por sus cualidades militares más que por sus inclinaciones políticas, pues sus logros en
la Italia meridional durante el año 89 a.C. eran idénticos a los obtenidos por Pompeius
Strabo en el frente septentrional. Pero la elección de ambos daba por finalizada la
concordia que reinaba en Roma entre los diferentes grupos políticos mientras durase el
conflicto itálico, señal que éste se daba por finalizado.
Roma tenía dos graves problemas en el año 88 a.C. El primero era la necesaria
reorganización causada por los levantamientos de la Guerra de los Aliados y la súbita
admisión de un gran número de Itálicos dentro de la ciudadanía romana. El segundo era
la guerra a gran escala en Anatolia1231, protagonizada por Mithridates VI (la Primera
Guerra Mitridática), quien iba a convertirse en el enemigo más peligroso del dominio
romano en Oriente.
Mithridates VI, desde su advenimiento, pero sobre todo después de asumir el
poder de manera real a su mayoría de edad ca. el año 112 a.C., proyectó construir un
vasto imperio en el Pontus Euxinus (mar Negro) desde Crimea hasta el mar Egeo. Casi
lo logró, al anexionarse la Colchis, el Bosphorus Cimmerius y muchas ciudades
ubicadas en la costa del mar Negro occidental, e inmiscuirse en los problemas de otros
estados anatólicos, especialmente de Cappadocia y Bithynia. De esta forma, el monarca
póntico había extendido su control sobre los reinos vecinos, formando y entrenando un
vasto ejército, cuyo número se estimó alrededor de un cuarto de millón de hombres.
Pero si Mithridates VI tuvo en el mar Negro las manos libres, no fue lo mismo
en Anatolia, al chocar con la intromisión de la política exterior romana que, por medio
de delegaciones y comisiones, tanto por la amenaza como, a veces, por el uso de la
fuerza, le obligaba constantemente a retroceder a las fronteras de su reino paterno. Pero
esta política no iba a tener éxito a largo plazo pues, para llevar a cabo el propósito
concebido por Mithridates VI, era necesaria la anexión del reino de Bithynia, estado
fronterizo con la provincia romana de Asia1232. Antes o después, el conflicto abierto
había de estallar.

1230
Los años 88 y 87 a.C. son muy densos en cuanto a acontecimientos. Únicamente hacemos referencia a
aquellos que son imprescindibles para comprender el final de la Guerra de los Aliados.
1231
Se utiliza este término y no Asia Menor, para evitar la confusión con la provincia romana de Asia. Sobre
esta región, vid: Th. Reinach, Trois royaumes de l'Asie Mineure: Cappadoce-Bithynie-Pont, Paris, 1888. D.
Magie, Roman Rule in Asia Minor to the end of the Third Century after Christ. 2 vols., Princeton, 1950. G.
Perl, Zur Chronologie der Königreiche Bithynia, Pontos, und Bosporus. Studien zu Geschichte und
Philosophie des Altertums, Amsterdam, 1968. K. Tuckelt, Frühe Denkmäler Roms in Kleinasien. Beitrage zur
archäologischen Uberleiferung aus der Zeit der Republik und des Augustus, Tübingen, 1979. M. Sartre,
L'Asie Mineure et l'Anatolie d'Alexandre à Dioclétien (IVe siècle av. J.-C./IIIe siècle ap. J.-C.), Paris, 1995;
L'Anatolie hellénistique de l'Égée au Caucase, Paris, 2004.
1232
Designación del antiguo reino atálida de Pergamum, anexionado en el año 133 a.C., y que comprendía la
Anatolia occidental, con capital en la ciudad del mismo nombre (act. Bergama).

173
Roma estimuló a Mithridates VI a utilizar su ejército contra ella mucho antes
de lo que éste mismo había planeado. En el año 89 a.C., M’. Aquillius (cos. 101
a.C.)1233 azuzó al monarca bitinio Nicomedes IV (94-74 a.C.) a atacar al monarca
póntico. El contraataque de este último incluyó la invasión de la rica provincia romana
de Asia en el mismo año 89 a.C., que había sido durante largo tiempo su última meta y,
posteriormente, la provincia de Macedonia (que comprendía la Macedonia propia más
Graecia1234, con capital en Thessalonica [act. Saloniki]).
Mithridates VI se presentó ante Griegos y Asiáticos como su libertador ante el
opresivo Gobierno romano, plasmado por los abusos intolerables efectuados por los
publicanos. Una de sus medidas fue la emisión de un decreto en Ephesus (act. Éfes) por
el cual, en treinta días, todos los habitantes romanos e itálicos de las ciudades de Asia
debían ser asesinados. El número total de muertos fue cuantificado en 80.000
personas1235, una cifra exagerada, pero que da idea de la magnitud del hecho.
La reconquista romana, conseguida de manera parcial por Sulla, finalizó en el
año 85 a.C. mediante un acuerdo calificado sin error de «chapucero» (la paz de
Dardanus [act. Şehitlik Batarya]), que el senado de Roma nunca ratificó y que, en
realidad, no fue más que una tregua necesaria para ambos contendientes. Sulla
necesitaba concentrar sus esfuerzos en regresar a Italia, para finalizar la Guerra Civil,
por lo que la situación en Anatolia quedó en suspenso hasta que se volviera a reiniciar
las hostilidades.
En Roma, uno de los nuevos tribunos de la plebe, P. Sulpicius Rufus1236,
miembro de una importante familia aristocrática, presentó cuatro leyes fundamentales
para la reforma del Estado, siguiendo la estela de Drusus, cuyas proposiciones no era
más que una repetición de sus planteamientos, señal que la Guerra de los Aliados sólo
era un paréntesis dentro de los problemas internos de Roma, que este conflicto ni mucho
menos había resuelto. De éstas, sólo nos interesan para el presente estudio dos en
concreto.
Por un lado planeó un reparto equitativo de los nuevos ciudadanos romanos
itálicos1237. El objetivo era otorgarles el mismo derecho de voto que a los antiguos
ciudadanos (mediante su distribución entre todas las tribus, en vez de únicamente las

1233
Capturado por Mithridates, Aquillius fue torturado hasta la muerte (App. Mithr. 21. Athen. 5, 213. Cf. Cic.
leg. Man. 11; Scaur. 3, 2; Tusc. 5, 14). Vid: G. Amiotti, “La tradizione sulla morte di Manio Aquilio”, Aevum
53 (1979), 72-77. L. Ballesteros Pastor, “Dos apuntes sobre Manio Aquilio (cos. 101 a.C.)”, Habis 30 (1999),
135-141
1234
A excepción de las ciudades y estados libres (al menos, en teoría), entre los que hay que destacar Atenas y
la Liga de Tesalia. La provincia de «Graecia» era designada con el término de Achaia, que correspondía en
principio a la región del mismo nombre (Acaya), debido a que la anexión de gran parte de la península
helénica por Roma fue debida a la victoria sobre la Liga Aquea (146 a.C.).
1235
Memnon 22, 9. Val. Max. 9, 2, 3. Cf. App. Mithr. 22, 58 y 62. August. Civ. Dei 3, 22. Cic. leg. Man. 7 y
11. Dio Cass. 30-35 fr. 101, 1 y 109, 8. Flor. 1, 40, 7. Liv. Per. 78, 1. Oros. 6, 2, 2-3. Plut. Pomp. 37, 4. Tac.
Ann. 4, 14, 2. Vell. Pat. 2, 18, 2.- Plutarco da el número de 150.000 (Plut. Sulla 24, 7), una exageración
probablemente obtenida de los Commentarii de Sulla. Sobre este hecho, vid: G. Amiotti, “I Greci e il
massacro degli Italici nell'88 BC”, Aevum 54 (1980), 132-139.
1236
Sobre el importante papel de este personaje, vid: E. Valgiglio, “Sulla legislazione di P. Sulpicio Rufo (88
a.C.)”, RSC 15 (1967), 163-169. A. W. Lintott, “The Tribunate of Sulpicius Rufus”, CQ 21 (1971), 442-453.
P. Porra, “La legge Varia del 90 e quella Sulpicia dell'88 a.C.: il problema degli esuli”, AFL 35 (1973), 13-28.
Th. N. Mitchell, “The Volte face of P. Sulpicius Rufus”, CPh 70 (1975), 197-204. C. Chapman, “Cicero and
P. Sulpicius Rufus”, AClass 22 (1979), 61-72. A. Keaveney, “Sulla, Sulpicius and Caesar Strabo”, Latomus
38 (1979), 451-460; “What happened in 88?”, Eirene 30 (1983), 53-86. J. G. F. Powell, “The Tribune
Sulpicius”, Historia 39 (1990), 446-460. J. L. Beness, “Sulpicius (tr. pl. 88 BC) and the Pompeii”,
ElectronAnt 1 (1993), s.p. R. G. Lewis, “P. Sulpicius' law to recall exiles, 88 BC”, CQ 48 (1998), 195-199.
1237
App. BC 1, 55. Ascon. 64. Cf. Liv. Per. 77, 1.

174
cuatro tribus urbanas, como estaba proyectado). La cuestión levantaba amplia polémica,
y mostraba que el tema de la integración de los Itálicos en el estado romano todavía no
había sido resuelto.
Por otro, el mando de la guerra contra Mithridates había sido otorgado
mediante sorteo a uno de los cónsules, Sulla1238, que la historiografía tradicional ha
presentado que lo había obtenido de una manera poco ortodoxa por no decir ilegal, al
violar la lex de provinciae consularibus. Sea como fuere, Sulla poseía la ventaja de que
ya había tratado anteriormente con el rey póntico, por lo que estaba perfectamente
cualificado para la misión encomendada1239.
De hecho, como A. Mastrocinque ha visto acertadamente, fue ya hacia el
verano del año 89 a.C. que se decidió que uno de los dos cónsules del año siguiente
fuera el encargado de llevar la lucha contra Mithridates VI1240. Sin duda, esta decisión
influyó en Sulla a efectuar su campaña por tierras samnitas, con un resultado desastroso
para la causa aliada. Por ello, las palabras de Plutarco, dentro de este nuevo contexto,
adquieren un extraordinario significado, pues denotan que Sulla tenía en mente lograr el
mando de la campaña mitridática.
Sin embargo, el influyente Marius consideró que este honor estaba reservado
sólo a su persona, con el añadido de su enfrentamiento particular con Sulla. Marius
buscó la ayuda que le podía ofrecer Sulpicius Rufus, y llegaron a un acuerdo. La escena
política se fue degenerando hasta que, tras violentas luchas callejeras en Roma, entre
viejos y nuevos ciudadanos, se aprobó tanto la integración de los Itálicos en todas las
tribus como que el mando de la guerra mitridática fuese transferido de Sulla a
Marius1241.
Como es natural, Sulla no aceptó el cambio de situación de buen grado, y su
respuesta iba a dejar atónitos a sus rivales. Mientras la situación daba un giro en Roma,
Sulla había vuelto al frente de Nola, donde asediaba esta ciudad1242, que muy
posiblemente se encontraba bajo las órdenes de Papius Mutilus1243.
A pesar del conflicto propiciado por Mithridates, la Guerra de los Aliados
todavía no había llegado a su fin. No en vano, Orosio señala que Sulla “permanecía en
Campania a causa de los últimos restos de la Guerra de los Aliados”1244. Anteriormente,
cuando había dejado en otra ocasión Roma, Sulla obligó a muchos de las comunidades
de las cercanías de Nola a rendir sus personas y sus ciudades1245. Una muestra de la
audacia de Sulla, pues al invadir el Samnium el año anterior había dejado en su

1238
App. BC 1, 55; Mithr. 22. Eutrop. 5, 4, 2. Exsup. 16. Plut. Sulla 7, 1. Vell. Pat. 2, 18, 3. Vir. Ill. 75, 7.
1239
Sobre este tema y su gobierno en la provincia de Cilicia, vid: E. Badian, “Sulla's Cilician Command”,
Athenaeum 37 (1959), 279-303. A. N. Sherwin-White, “Ariobarzanes, Mithridates and Sulla”, CQ 27 (1977),
173-183. G. V. Sumner, “Sulla's Career in the Nineties”, Athenaeum 56 (1978), 395-396. P. Arnaud, “Sylla,
Tigranes et les Parthes. Un nouveau document pour la datation de la propréture de Sylla: Sidoine Apollinaire,
Paneg. Aviti, 79-82”, REA 93 (1991), 55-64. P. F. Cagniart, “L. Cornelius Sulla in the Nineties: A
Reassessment”, Latomus 50 (1991), 285-303. T. C. Brennan, “Sulla's Career in the Ninenties: Some
Reconsiderations”, Chiron 22 (1992), 103-158. J. A. Madden y A. Keaveney, “Sulla père and Mithridates”,
CPh 88 (1993), 138-141. A. Keaveney, “Sulla's Cilician Command: the Evidence of Apollinaris Sidonius”,
Historia 44 (1995), 29-36.
1240
App. Mithr. 22.
1241
Ampel. 40, 1; 42, 1. App. BC 1, 56. Eutrop. 5, 4, 2. Exsup. 17-18. Flor. 2, 9, 6. Oros. 5, 19, 3. Plut. Mar.
35, 5; Sulla 8, 8. Val. Max. 9, 7, 1. Vell. Pat. 2, 18, 6. Vir. Ill. 67, 4; 75, 8. Sobre este tema, vid: T. J. Luce,
“Marius and the Mithridatic Command”, Historia 19 (1970), 161-194.
1242
Vell. Pat. 2, 17, 1; 2, 20, 4.
1243
Las emisiones de los insurgentes Campana 149-182 se ha supuesto que fueron emitidas en Campania
durante los años 88-87 a.C.
1244
Oros. 5, 19, 3.
1245
Diod. 27, 2, 13. Sulla es citado como cónsul, y por la situación del fragmento ha de referirse al año 88 a.C.

175
retaguardia a comunidades en manos del enemigo, aunque en ningún momento podían
haber puesto en peligro la superioridad romana en la zona.
Apiano señala que las tropas de Sulla estaban ubicadas en Capua1246, al cual
envió de vuelta después de asaltar y tomar Roma1247, y desde donde se dirigió a Asia1248.
En realidad, su ejército debería estar rodeando la zona controlada por Nola, aunque su
cuartel general operacional estaría en Capua.
La siguiente anécdota, que si bien E. Badian, T. R. S. Broughton, E. Gabba y
E. T. Salmon fechan en el año 89 a.C., más bien, por el testimonio de Valerio Máximo,
que indica que Sulla era cónsul (durante la Guerra de los Aliados1249), pertenece al año
88 a.C., como sitúa correctamente Ch. Amidani, y vuelve a incidir sobre la futura
Fortuna de Sulla, que ya anteriormente se ha comentado al hablar de su actuación en
Acerrae.
Sulla celebraba un sacrificio en la campiña de Nola, delante mismo del
pretorio, vio que de pronto una serpiente surgió de la parte inferior del altar. Nada más
verla, a instancias del arúspice G. Postumius1250, inmediatamente hizo salir en campaña
a su ejército y conquistó un bien fortificado campamento de los Samnitas, que estaba
situado ante Nola. Esta victoria sería “la base y el comienzo de su futuro gran
poder”1251. Cicero fue testigo directo del prodigio1252, lo que indica que militaba en su
ejército, como pone de manifiesto Plutarco, quien concreta que fue durante la Guerra de
los Aliados1253.
De vuelta al conflicto, Sulla, ante la nueva situación planteada en Roma,
persuadió a sus soldados, pero no a sus oficiales1254 (menos a uno, un cuestor, que E.
Badian identificó con L. Licinius Lucullus [cos. 74 a.C.]1255), de apoyarle en su
propósito de permanecer en el mando, así como de marchar contra Roma y anular la
legislación recientemente aprobada1256. Se trataba de una acción sin precedentes para un
general romano, y la sorpresa fue tal que ni Sulpicius Rufus ni Marius ni el resto de sus
partidarios pudieron hacer nada para frenar esta acción absolutamente inesperada.

1246
App. BC 1, 56 y 64.
1247
App. BC 1, 63
1248
App. BC 1, 64.
1249
Val. Max, 1, 6, 4. Dato importante que indica que todavía en el año 88 a.C. continuaba este conflicto.
1250
Este mismo arúspice es quien, después de examinar el sacrificio de Sulla ofrecido en el campamento de
Nola, le augura la victoria sobre Marius (Plut. Sulla 9, 6).
1251
August. Civ. Dei 2, 24. Cic. Div. 1, 72; 2, 65. Plut. Sulla 9, 6. Val. Max, 1, 6, 4. En la segunda cita de
Cicerón, este mismo se contradice, pues indica que Sulla había tomado la decisión de salir de expedición antes
del sacrificio.
1252
Cic. Div. 1, 72; 2, 65. R. Flacelière y É. Chambry lo ponen en duda, al señalar que Cicero militó en las
filas de Pompeius Strabo como tiro (Cic. Phil. 12, 27); pero esto fue en el año 89 a.C., y en el año siguiente
pudo estar con Sulla. H. B. Mattingly señala que pasaría al ejército de Sulla antes de que finalizara el verano
del año 89 a.C., por lo que es normal que no aparezca en el documento que premia a la Turma Salluitana (CIL
I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888).
1253
Plut. Cic. 3, 2.
1254
Se ha supuesto que entre estos oficiales estarían Q. Hortensius Hortalus (cos. 69 a.C.) y L. Cornelius
Sisenna (pr. 78 a.C.).
1255
Sobre este personaje, vid: M. Villovesi, Lucullo, Firenze, 1939. J. van Ooteghem, Lucius Licinius
Lucullus, Bruxelles, 1959. A. Keaveney, Lucullus. A Life, London, 1992. L. Ballesteros Pastor, “Lucio Licinio
Lúculo: episodios de imitatio Alexandri”, Habis 29 (1998), 77-85; “Aspectos contrastantes en la tradición
sobre L. Licinio Lúculo”, Gerión 17 (1999), 331-343. Lucullus participó en la Guerra de los Aliados, dando
numerosas pruebas de audacia e inteligencia (Plut. Lucull. 2, 1), seguramente como tribuno militar (cf. CIL XI
1832 = ILS 60), en donde conocerá a Sulla y será su mano derecha.
1256
Ampel. 42, 1. App. BC 1, 57. Exsup. 19. Flor. 2, 9, 6. Oros. 5, 19, 4. Plut. Mar. 35, 6; Sulla 9, 5. Val. Max.
9, 7, 1. En el año 49 a.C., en parecidas circunstancias, la situación fue diferente: sólo un oficial, T. Labienus
(pr. ca. 59 a.C.), desertó del ejército de C. Iulius Caesar para no ir contra Roma.

176
El respaldo logrado por Sulla por parte de sus hombres se debía a que éstos
deseaban participar en la campaña mitridática, que ofrecía grandes perspectivas de
tratarse de un asunto fácil y obtener un gran botín. A su vez, los soldados temían que
Marius reclutara otro ejército para este cometido1257.
Este es un acontecimiento histórico realmente importante, pues señala el fin de
la República y el inicio de un período de trastornos y disturbios que finalizará con la
instauración del principado de Augusto. La rivalidad entre las facciones políticas, que se
había paralizado con ocasión de la Guerra de los Aliados, había degenerado hasta
convertirse en un conflicto abierto.
Los dos tribunos militares enviados a Nola1258, con objeto de hacerse cargo del
ejército en nombre de Marius, descubrieron a sus expensas que Sulla se había asegurado
la lealtad de sus tropas y fueron condenados a muerte. Para contener a los Samnitas en
Nola, Sulla dejó un contingente, quizás una legión, al mando de Ap. Claudius Pulcher
(cos. 79 a.C.)1259, con quien estaba emparentado por matrimonio. Después de asegurarse
la retaguardia, Sulla marchó hacia Roma por la Via Latina al frente de seis legiones1260.
En el interior mismo de la Ciudad Eterna se produjo la primera batalla en toda
regla entre ciudadanos romanos1261. Sulla obtuvo una clara victoria, lo que le permitió
conseguir la muerte de Sulpicius Rufus y el exilio de Marius1262 (así como de un buen
número de sus partidarios), y la anulación de sus leyes. Sulla contó en todo momento
con la colaboración de su colega en el consulado, Pompeius Rufus, con quien estaba
emparentado.
Sulla aprovechó la coyuntura para efectuar las elecciones al consulado del año
87 a.C. Los candidatos elegidos fueron Cn. Octavius y L. Cornelius Cinna,
representantes de opciones distintas, por lo que se vieron obligados a prestar juramento
de no alterar las disposiciones tomadas por Sulla1263. Sulla creía tener así firmemente
establecido el gobierno de Roma a su favor, con lo que se dirigió a Capua, donde se
estaba reuniendo la fuerza expedicionaria que debía dirigirse contra Mithridates, y desde
donde partió hacia Graecia1264.
Sulla esperaba que Pompeius Rufus protegiera sus intereses durante su
ausencia de Italia. Con objeto de tener el apoyo armado necesario para ello, se hizo
transferir el mando de las tropas de Pompeius Strabo, ahora procónsul. Pero, como
anteriormente habían efectuado los soldados de Sulla, los de Pompeius Strabo no
parecían estar dispuestos a cambiar de comandante en jefe, por lo que a la primera
oportunidad asesinaron a Pompeius Rufus. Pompeius Strabo se desentendió de la

1257
App. BC 1, 57.
1258
Plut. Mar. 35, 6; Sulla 8, 8. Val. Max. 9, 7, 1. Cf. Oros. 5, 19, 4.
1259
Cf. Liv. Per. 79, 1.
1260
App. BC 1, 57. Plut. Sulla 9, 5. Sobre este tema, vid: H. Volkmann, Sullas Marschauf Rom, München,
1958. B. R. Katz, “The First Fruit of Sulla's March”, AC 44 (1975), 100-125. B. M. Levick, “Sulla's March on
Rome in 88 BC”, Historia 31 (1982), 503-508.
1261
App. BC 1, 58. Cic. Phil. 14, 23. Eutrop. 5, 4, 2. Flor. 2, 9, 6-7. Liv. Per. 77, 1. Oros. 5, 19, 4-5. Plut. Mar.
35, 7-8; Sulla 9, 10-14. Val. Max. 8, 6, 2. Vell. Pat. 2, 19, 1. Vir. Ill. 67, 4.
1262
Amper. 42, 1. App. BC 1, 60. Cic. Brut. 168; Cat. 3, 24; De Or. 3, 8 y 11. [Cic.] Rhet. Her. 1, 25; 4, 31.
Exsup. 20. Flor. 2, 9, 8. Liv. Per. 77, 2. Nepos Att. 2, 1-2. Oros. 5, 19, 6-7. Plut. Sulla 10, 1-3. Val. Max. 3, 8,
5; 6, 5, 7. Vell. Pat. 2, 19, 1. Sobre este tema, vid: T. F. Carney, “The flight and exile of Marius” G&R 8
(1961), 98-121. M. Sordi, “La fuga di Mario nell'88 e gli Etruschi d'Africa”, Klio 73 (1991), 408-412.
1263
Dio Cass. 30-35 fr. 102, 2-3. Exsup. 22. Plut. Sulla 10, 6-7.
1264
App. BC 1, 64. Dio Cass. 30-35 fr. 102, 1. Diod. 37, 2, 13. Eutrop. 5, 4, 2. Plut. Sulla 10, 8.

177
actuación de sus hombres en este asunto, si es que no fue en realidad el principal
instigador, y reasumió el mando de sus tropas1265.
Como es evidente, los acontecimientos anteriormente narrados aliviaron
notablemente la presión militar sobre los insurgentes itálicos. Ciertamente, Pompeius
Strabo todavía tenía un ejército que podía emplearse contra ellos pero como, indica E.
T. Salmon, su mente calculadora, más que marchar contra los restantes rebeldes,
prefería vigilar el pacificado Picenum1266 y, desde allí, tener un ojo fijo en ese territorio
y otro en Roma. No era Strabo (“bizco”) por nada.
Existía en Italia otro procónsul con una fuerza militar propia: Metellus Pius.
Sin duda, sus tropas estaban preparadas para utilizarse de manera efectiva contra los
rebeldes que todavía resistían, como ya había mostrado previamente en Apulia durante
el año 88 a.C. Pero no se conoce ninguna acción de éste en este momento, aunque su
objetivo obvio debería de haber sido los Lucanos situados en el Bruttium.
No mucho después de que Sulla partiera hacia Oriente, ya en el año 87 a.C., los
nuevos cónsules comenzaron a enfrentarse entre ellos. Las diferencias políticas entre
ambos eran más que evidentes. Octavius era un leal partidario de Sulla, mientras que
Cinna favorecía el programa de Sulpicius Rufus aunque, como el anterior, había servido
como legado en la Guerra de los Aliados durante el año 89 a.C.1267
Cinna propuso restablecer la disposición de Sulpicius Rufus de distribuir los
nuevos ciudadanos (y libertos) entre las treinta y cinco tribus tradicionales, para cuyo
fin favoreció la llegada de Itálicos a la ciudad de Roma con objeto de ejercer presión en
este sentido. Pero Octavius no se dejó amilanar y, contra lo que pudiera parecer en un
principio, Cinna se vio obligado a abandonar Roma con sus partidarios, al parecer por
no contar con muchos apoyos en la ciudad1268. Acto seguido, se produjo un nuevo golpe
de efecto en la historia de la República: el consulado de Cinna fue declarado vacante
por el Senado, y el flamen dialis, L. Cornelius Merula, fue nombrado en su lugar1269.
El triunfo de Octavius tuvo una vida muy corta. Cinna había tomado buena
nota de la actuación de Sulla y la imitó, por lo que puso bajo sus miras al ejército que
éste había dejado en Campania bajo el mando de Claudius Pulcher con objeto de vigilar
a los Samnitas de Nola1270, con cuartel general en Capua1271. Cinna, además de noble y
patricio, era un soldado experimentado y, lo más importante, y un legítimo cónsul
electo1272. El resultado fue que pudo convencer a los soldados, mediante soborno, para
que lo eligieran como su comandante1273; con ellos y con nuevas reclutadas se dirigió
hacia Roma1274. Se había iniciado el Bellum Octavianum1275.

1265
App. BC 1, 63. Liv. Per. 77, 8. Val. Max. 9, 7, 2. Vell. Pat. 2, 20, 1. Livio, Valerio Máximo y Veleyo
Patérculo recuerdan de manera explícita que Pompeius Strabo fue el organizador del complot.
1266
La historiografía tradicionalmente sitúa a Pompeius Strabo y su ejército en el Picenum durante el año 88
a.C. Pero, como anteriormente ya se ha comentado, no existe ningún dato que avale tal propuesta, y es posible
que parte de este año estuviera en la Gallia Cisalpina. Ciertamente, piano señala que Pompeius Strabo estaba
“en torno al Adriático” en el año 87 a.C. (App. BC 1, 66).
1267
Cinna había sido probablemente un legatus de Pompeius Strabo (Liv. Per. 76, 4, emendando Pnina por
Cinna).
1268
App. BC 1, 64-65. Cic. Cat. 3, 24; Sest. 77. Flor. 2, 9, 9-10. Gran. Licin. 35, 2. Exsup. 25. Liv. Per. 79, 1.
Obs. 70. Plut. Mar. 41, 1-2; Sert. 7-9. Vell. Pat. 2, 20, 3. Vir. Ill. 69, 2.
1269
Sobre este tema, vid: B. R. Katz, “The Selection of L. Cornelius Merula”, RhM 122 (1979), 162-166.
1270
Vell. Pat. 2, 20, 4.
1271
Cf. App. BC 1, 65.
1272
En cada uno de estas acciones recordaba a Sulla, como sin duda los soldados notaban (Cf. App. BC 1, 65.
Vell. Pat. 2, 20, 4).
1273
Claudius Pulcher siguió siendo fiel al Senado, y acabó finalmente en el exilio (Cic. dom. 83). Lo mismo
aconteció con Metellus Pius (Plut. Mar. 42, 6).
1274
App. BC 1, 65-66. Exsup. 27. Liv. Per. 79, 1. Plut. Mar. 41, 2. Vell. Pat. 2, 20, 4.

178
Ante la situación planteada, el Senado llamó a Pompeius Strabo con la misión
de ayudar a Octavius a defender Roma. Pero éste, aparte de traer sus tropas y situarlas
en las afueras de la capital, no hizo gran cosa. Sus antiguos intereses partidistas lo
hacían propenso a Cinna, pero el Gobierno legítimo estaba justo en el lado contrario.
Por tanto, la actuación de Pompeius Strabo fue ambivalente1276, con vistas a la
obtención de un segundo consulado.
Mientras, Cinna, como Sulla, había marchado contra Roma. Además de
atraerse a los soldados de Claudius Pulcher y reclutar más tropas, como se ha
comentado, había logrado el apoyo de Marius, quien regresó de su exilio en África,
desembarcó en Etruria y levantó una fuerza rápidamente gracias a sus conexiones1277.
Los cónsules1278, ante la situación, sin el apoyo de ningún otro ejército1279, ni
poder acudir a Sulla1280, pidieron a Metellus Pius que acudiera urgentemente con sus
tropas a Roma1281, para lo cual debía negociar una tregua con los Samnitas en los
mejores términos que pudiera1282, y así liquidar la Guerra de los Aliados1283. De esta
forma, M. Antonius (cos. 99 a.C.) junto con los dos Catulli, Q. Lutatius Catullus (cos.
102 a.C.) y su hijo homónimo (cos. 78 a.C.), fueron enviados en misión a Metellus Pius,
cuyo campamento se encontraba ya situado cerca de Roma1284, para que acudiera en
ayuda de la patria1285, urgiéndole a que pusiera fin a las hostilidades con los Samnitas.
Mientras tanto, los Samnitas se estaban aprovechando del vacío causado por la
actuación de Cinna, y no sólo se dedicaban a devastar Campania, sino también las zonas
fronterizas1286. Es a este momento en que E. T. Salmon (seguido por B. Greiner) asigna
el incendio de Abella1287; Granio Liciniano literalmente indica que los habitantes de
Nola avanzaron contra la citada población y la prendieron fuego. Habría que plantearse
si la rivalidad territorial que refleja el “Cippo Abellino” podía tener algo que ver en este
suceso, pues el citado autor indica que no fueron los Samnitas, sino los Nolanos, los que
efectuaron la destrucción de Abella.
De manera simultánea, el Senado había concedido la ciudadanía romana a los
pueblos de Italia1288 (al que seguiría otro decreto senatorial en el año 84 a.C.1289). Sin
duda, se tenía la esperanza que este gesto facilitaría los esfuerzos de Metellus Pius en
lograr un acuerdo con los Samnitas.

1275
Sobre este conflicto, vid: R. Bauman, “The Hostis Declaration of 88 and 87 BC”, Athenaeum 51 (1973),
270-293. B. R. Katz, “The Siege of Roma in 87 BC”, CPh 71 (1976), 328-336. T. W. Hillard, “Death of
lightning. Pompeius Strabo and the People”, RhM 139 (1996) 135-145. Th. P. Hillman, “Cinna, Strabo's army,
and Strabo's death in 87 BC”, AC 65 (1996), 81-89; “The Serpent under the Flower: Pompeius Strabo and Q.
Sertorius, 89-87 B.C.”, en Studies in Latin Literature and Roman History VIII (Bruxelles, 1997), 85-115. M.
Lovano, The Age of Cinna: Crucible of Late Republican Rome, Stuttgart, 1992.
1276
Gran. Licin. 35, 13. Oros. 5, 19, 10. Liv. Per. 79, 3. Obs. 56a. Vell. Pat. 2, 21, 2.
1277
App. BC 1, 67. Diod. 37, 29, 3. Exsup. 27. Flor. 2, 9, 10-11. Gran. Licin. 35, 6. Liv. Per. 79, 1. Oros. 5,
19, 8. Plut. Mar. 41, 3-6; Sert. 5, 1-4. Vell. Pat. 2, 20, 5.
1278
App. BC 1, 68. Para E. T. Salmon, el Senado.
1279
App. BC 1, 68.
1280
App. BC 1, 68.
1281
App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 6.
1282
App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 7.
1283
App. BC 1, 68. Esta última frase de Apiano es importante pues denota que la Guerra de los Aliados
continuó oficialmente hasta el año 87 a.C.
1284
Gran. Licin. 35, 23.
1285
Gran. Licin. 35, 23.
1286
Dio Cass. 31 fr. 102, 7.
1287
Gran. Licin. 35, 27.
1288
Liv. Per. 80, 1.
1289
Liv. Per. 84, 4.

179
Pero los Samnitas eran muy conscientes de la debilidad del Gobierno, y
aprovecharon la oportunidad que se les brindaba. Sus exigencias fueron transmitidas por
Metellus Pius al Senado a través de legados1290, pero fue rechazada por éste, con objeto
de preservar la antigua dignidad del pueblo romano1291, por ser demasiado humillantes
para ser aceptadas.
Los acontecimientos posteriores indican que Metellus Pius se dirigió a Roma
dejando una pequeña fuerza con la misión (imposible) de hacer frente eventualmente a
los Samnitas, al mando de un legado de nombre Plautius1292, quizás A. Plotius, quien
había servido como legado en el invierno del año 90/89 a.C., o Plautius Silvanus,
coautor de la lex Plautia-Papiria del año 89 a.C.
Mientras tanto, Cinna y Marius, fuese por la firmeza de sus convicciones
políticas, o por la falta de escrúpulos, estuvieron dispuestos a aceptar las peticiones
samnitas. A tal efecto, enviaron a C. Flavius Fimbria, y se acordó otorgarles lo que
anteriormente el Senado les había denegado1293.
Los términos fueron los siguientes. Los Samnitas pedían: (1) la ciudadanía
romana para ellos y para todos aquellos que habían desertado a su campo (se incluía así
a los Lucanos); (2) retención de cualquier botín que hubieran tomado1294; (3) regreso de
todos los cautivos y desertores de sus propias filas1295.
Ciertamente, no parece que fuese la petición de la ciudadanía lo que el Senado
encontró imposible de digerir. Serían pues los otros puntos del acuerdo lo que motivó la
negativa de Roma. En cualquier caso, este pacto significó el fin definitivo de la Guerra
de los Aliados.
Sea como fuere, el acuerdo no sería más que letra muerta a menos que Cinna y
Marius lograran el poder en Roma y lo legalizaran. Los Samnitas trataron de que ello
fuera así, y pasaron a la acción (no así los Lucanos, por lo que se conoce), aniquilando
al pequeño ejército que Metellus Pius había dejado en Campania, y en el que pereció su
desafortunado comandante Plautius1296. No se tienen noticias de la utilización de
soldados samnitas por parte de Cinna y Marius en su asalto final sobre la ciudad de
Roma.
La capital fue rodeada y asaltada desde varios lados, y el Bellum Octavianum
llegó pues a su fin1297. A finales del año 87 a.C. Cinna entró en la ciudad y reanudó su
consulado interrumpido y, junto con Marius, se hicieron los dueños del Estado. Como
antes Sulla, pasaron a perseguir a sus enemigos, y un gran número de notables
perecieron, entre ellos los cónsules Octavius y Cornelius Merula1298. Comenzó el
Cinnanum tempus.

1290
Gran. Licin. 35, 29.
1291
App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 7. Gran. Licin. 35, 29.
1292
Cf. Liv. Per. 80, 3. De éste únicamente se sabe que él y su ejército fueron aniquilados por los Samnitas.
1293
App. BC 1, 68. Gran. Licin. 35, 30. Liv. Per. 80, 2.
1294
Hecho que significaba que los Samnitas retuvieron en sus manos Aesernia y Nola, como puede observarse
al menos en los hechos posteriores en esta última ciudad, vid infra.
1295
Dio Cass. 31 fr. 102, 7. Gran. Licin. 35, 29.
1296
Liv. Per. 80, 3.
1297
Previamente, había muerto Pompeius Strabo, y sus tropas parece ser que pasarían a engrosar los efectivos
de Cinna. La muerte “prematura” de Pompeius Strabo hizo que pasara a la historia como, simplemente, el
padre de Pompeius Magnus, como así lo identifican muchas fuentes antiguas (App. BC 1, 40. Asc. 3. Gell. 15,
4, 3. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 15, 3; 2, 21, 1).
1298
Asc. 23. App. BC 1, 71 y 74. August. Civ. Dei 3, 27. Cic. Tusc. 5, 55. Flor. 2, 9, 14 y 16. . Liv. Per. 80, 6.
Plut. Mar. 42, 9; Sulla 12, 13. Tac. Ann. 3, 58, 2. Val. Max. 9, 12, 5. Vell. Pat. 2, 22, 1-2. Val. Max. 1, 6, 10.
Vir. Ill. 69, 2.

180
Los Samnitas se incorporaron como ciudadanos de pleno derecho (cives optimo
iure) en el estado romano, debido a los términos del tratado de paz acordado con
Fimbria y convertidos en ley por el restablecimiento de la legislación de Sulpicius
Rufus1299. Pero E. T. Salmon yerra al decir que un pasaje de Apiano indique esta
circunstancia, puesto que éste señala explícitamente que “Cinna... se apresuró hacia las
ciudades cercanas [a Roma], que no hacía mucho tiempo que habían obtenido la
ciudadanía romana, Tíbur, Praeneste y cuantas se extienden hasta Nola, incitándolas a
todas a sublevarse y haciendo acopio de dinero para la guerra”1300.
El texto en sí no dice que a Nola se le concedió en ese momento la ciudadanía
romana; sólo las que se extienden “hasta” Nola, pero sin comprender a ésta1301. Esto es
lógico, si se atiende a que los Samnitas habían rechazado previamente la concesión de la
ciudadanía romana y que sólo el triunfo de Cinna y Marius les permitió acceder a ella.
Sea como fuere, ciertamente C. Papius Mutilus era ciudadano romano cuando
fue proscrito y murió en el año 80 a.C.1302 Su final es digno de una obra de W.
Shakespeare. Papius Mutilus se vio obligado a huir de Nola1303, al ser declarado
proscrito1304, pues los habitants de esta ciudad habrían hecho lo mismo que los de
Volaterrae (ant. Volterra) al rendirse ante Sulla, es decir, expulsar a los proscritos1305. Al
dirigirse Papius Mutuilus a casa de su esposa Bassia (en osco basías)1306, ésta no le
permitió pasar la noche por su condición de proscrito, por lo que el antiguo dirigente
aliado se suicidó1307.
Papius Mutilus falleció en Teanum1308, pero no se trata de Teanum Sidicinum,
sino de Teanum Apulum (act. despoblada, cerca de San Paolo di Civitate)1309. Gracias al
testimonio de Cicerón, se conoce en esta última localidad la existencia de una Papia1310,
posiblemente su hija, a donde se había dio a vivir después de su divorcio de Statius
Albius Oppianicus, de Larinum1311; gracias a este dato puede conocerse en qué taenum
falleció Papius Mutilus.
Sea como fuere, es interesante tener en cuenta que el epitomador de Livio
señala que cuando Sulla recuperó Nola1312, seguidamente al episodio de la muerte de
Papius Mutilus, éste la sitúa en el Samnium, no en Campania, posiblemente porque

1299
De esta forma, los Samnitas ejecutados por Sulla tras la batalla de la Puerta Collina eran ciudadanos
romanos (Cf. August. Civ. Dei 3, 28-29. Flor. 2, 9, 24. Sen. Clem. 12, 2; Prou. 3, 7).
1300
App. BC 1, 65.
1301
E, Gabba, sin citarlo explícitamente, también presenta la misma idea.
1302
Por error, P. Jal lo fecha en el año 81 a.C.
1303
Gran. Licin. 36, 10.
1304
Gran. Licin. 36, 10. Liv. Per. 89, 9.
1305
Gran. Licin. 36, 9. Cf. Str. 5, 2, 6. Sobre la Guerra Civil en Etruria, vid: A. J. Pfiffig, “Sulla, Etrurien und
das römische Bürgerrechts”, GB 8 (1979), 141-152.
1306
Livio la denomina Bastia, pero el nomen correcto es Bassius, como atestiguan numerosas inscripciones
(CIL IX 1455, 1640-1641, 1763-1765, 1848, 2084, 6282).
1307
Gran. Licin. 36, 10. Liv. Per. 89, 9-10.
1308
Gran. Licin. 36, 10.
1309
Sobre esta ciudad, vid: E. Antonacci Sanpaolo, “Tiati-Teanum Apvlvm. Città e territorio tra II e I sec.
a.C.”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina,
2001), 101-114.
1310
Cic. Cluent. 27.
1311
Curiosamente, se ha conservado un epígrafe procedente de Larinum en el que una liberta de M’. Papius,
quizás un nieto de Papius Mutilus, dio sepultura a su nieto P. Numisius Gallus (CIL IX 6249). Sobre esta
familia, vid: Ph. Moreau, “Structures de parenté et d'alliance à Larinum d'après le Pro Cluentio”, en Les
«Bourgeoisies» municipales italiennes aux IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 99-123.
1312
Liv. Per. 89, 11.

181
debía haber leído varias veces en la obra de Tito Livio que los Samnitas se encontraban
en Nola1313.
Sobre los propios efectos de la Guerra de los Aliados poco puede decirse en
propiedad, pues el inicio inmediato de la primera Guerra Civil hace que los efectos se
diluyan. Pero no faltan testimonios que puedan permitir tener una idea al respecto.
Cicerón dice que fue “dañina”1314; Plinio señala que fue más funesta para las tierras de
Italia que las posteriores guerras civiles1315; Diodoro que fue la mayor guerra1316; Floro
asegura que ni Pyrrhus ni Hannibal causaron tanta devastación1317; Salustio que Italia
fue devastada por el saqueo, la lucha y las masacres1318.

Denario romano de Q. Fufius Calenus y Mucius Cordus (RRC 403/1, 70 a.C.). Anv.: cabeza yugada de Honos
y Virtus a dra. Rev.: Italia a dra. Con una cornucopia da la mano a Roma con un cetro; caduceo alado detrás
de Italia. Ø = 20 mm. La emisión exalta la paz recuperada entre Italia y Roma tras la Guerra de los Aliados,
puesta bajo la protección de las dos alegorías que figuran en el anverso.

Veleyo Patérculo señala que “esa guerra se llevó más de 300.000 jóvenes de
Italia”1319. Un dato que evidenciaría la magnitud de la lucha y la pérdida de población
que sufrió la península Itálica, agravada por los posteriores conflictos bélicos. Pero P.
A. Brunt considera que esta cifra en realidad reflejaría los hombres movilizados para la
guerra: 175.000 por los Romanos por 130.000 por los Aliados, superioridad que sería
uno de los motivos de la victoria romana1320.
Por su parte, Eutropio señala que durante la Guerra de los Aliados y la Guerra
Civil perecieron 150.000 hombres1321. Orosio ofrece la misma cifra en ambos conflictos,
con la salvedad que señala que se trata de Romanos1322.
Si se considera que Apiano señala que en la Guerra Civil perecieron 100.000
jóvenes1323, o soldados según Diodoro1324, P. A. Brunt deduce que en la Guerra de los
Aliados perecieron 50.000 Romanos y 50.000 Itálicos1325, una cifra inferior a las

1313
Cf. Gran. Licin. 36, 9-10.
1314
Cic. Off. 2, 75.
1315
Plin. NH 2, 199.
1316
Diod. 37, 2, 14.
1317
Flor. 2, 6, 11.
1318
Sall. Hist. 1, 23.
1319
Vell. Pat. 2, 18, 3. Por su parte, Obsecuente señala que desaparecieron varios cientos de miles de personas
durante la Guerra de los Aliados y la Guerra Civil (Obs. 57).
1320
Por el contrario, L. Pareti la considera correcta.
1321
Eutrop. 5, 9, 2.
1322
Oros. 5, 22, 2.
1323
App. BC 1, 103.
1324
Diod. 27, 29, 5.
1325
Cifra que considera que en su momento escribió Livio, y que se transmitió al resto de fuentes.

182
pérdidas contabilizadas en las diferentes batallas conocidas1326. Por tanto, es difícil
cuantificar las pérdidas de vidas humanas en el conflicto, aunque sin duda debió de ser
muy elevado para los ratios normales en los que se movía Roma, pues el enemigo
utilizaba las mismas estrategias y tácticas.
Por supuesto, el primer efecto inmediato, y el más importante, fue el que todos
los Itálicos obtuvieran la ciudadanía romana. En este sentido, Estrabón ofrece ejemplos
de ello: “Tiempo después de que los Romanos concedieran el derecho de ciudadanía a
los Itálicos, les pareció igualmente oportuno conceder la misma distinción a los Galos
Cisalpinos y a los Vénetos, además de llamar a todos Itálicos y Romanos”1327. “Así,
aunque hoy día son todos Romanos, no es menos habitual que algunos se refieran a
ellos como Umbros, Tirrenos1328, al igual que en el caso de los Vénetos, Ligures e
Insubres” 1329. “Los Lucanos… en la actualidad son ciudadanos romanos”1330.
Los censos efectuados a partir de entonces muestran la dimensión del
fenómeno. Se registraron 394.336 ciudadanos en el año 115 a.C.1331, 463.000 en el año
85 a.C.1332, y 900.000 en el año 69 a.C.1333 Las cifras muestran que pocos de los nuevos
ciudadanos fueron incluidos en el censo del año 86-85 a.C. Sorprende que uno de los
dos censores de este último fuera Philippus, el rival de Drusus, el hombre que más se
opuso a la concesión de la ciudadanía romana a los aliados itálicos. Para T. Frank, la
gente no quiso registrarse por temor a ser llamados en una leva, pues el conflicto entre
Sulla y Cinna parecía inevitable.
Pero, y más correcto, para P. A. Brunt, la realidad es otra. Si se considera que
los censores de los años 86-85 a.C. fueron el citado Philippus, el enemigo de Drusus,
quien luego posteriormente luchó por Sulla en los años 83-82 a.C., y M. Perpenna (cos.
92 a.C.), quien sobrevivió a las proscripciones silanas e hizo pronto las paces con el
nuevo vencedor, la única conclusión posible es que hubo un deliberado sabotaje al
censo, que es decir lo mismo que perjudicar la política preconizada por Cinna. No sería
hasta el censo del año 70-69 a.C. en que finalmente los Itálicos quedaron registrados
como ciudadanos romanos con derecho a voto, con la participación activa a su favor de
Pompeius Magnus.
En definitiva, como indica Veleyo Patérculo: “Una vez terminada casi por
entero la Guerra Itálica, a falta de unos reductos en Nola, en la que los Romanos
prefirieron conceder la ciudadanía a las poblaciones itálicas, después de haberlas
sometido, con mengua de su propia capacidad militar, que recibir a todos con sus
fuerzas íntegras…”1334. Ciertamente, un resumen certero de lo que fue la Guerra de los
Aliados: un auténtico sin sentido.

1326
P. A. Brunt señala que Apiano menciona un total de 90.000 rebeldes muertos en la guerra en diferentes
combates, pero yerra al contabilizar el encuentro de Sulla cerca de Nola, que en vez de ser 50.000 como él
indica, fueron en realidad 23.000 (App. BC 1, 50), mientras que Cosconius, en Apulia, dio muerte a 5.000
enemigos, no a 15.000 (App. BC 1, 52). Otras cifras son: 6.000 (App. BC 1, 42), 6.000 (App. BC 1, 46), 8.000
(App. BC 1, 48) y 10.000 (App. BC 1, 50), que en total suben a casi 70.000 hombres.
1327
Str. 5, 1, 1.
1328
Etruscos.
1329
Str. 5, 1, 10.
1330
Str. 6, 1, 3.
1331
Liv. Per. 63, 3.
1332
Hierony. 61, 173, 4.
1333
Liv. Per. 98, 3. Otras fuentes dan 910.000 (Phlegon 91, 177, 3).
1334
Vell. Pat. 2, 17, 1.

183
ÍNDICES

ÍNDICE ONOMÁSTICO Caecilius Metellus Nepos, Q. (cos. 98 a.C.): 116


n. 812.
Acilius, L. (leg.): 39 n. 222, 111, 121. Caecilius Metellus Numidicus, Q. (cos. 109
Aemilius Lepidus, M. (cos. 126 a.C.): 52. a.C.): 93.
Aemilius Lepidus, M. (cos. 78 a.C.): 144. Caecilius Metellus Pius, Q. (cos. 80 a.C.): 81,
Aemilius Lepidus Livianus, Mam. (cos. 77 94, 100, 148, 169, 178-180.
a.C.): 169-170. Caesius, P.: 160 n. 1134.
Aemilius Scaurus, M. (cos. I 115 a.C.): 24 n. Calpurnius Bestia, L. (cos. 111 a.C.): 54.
113, 55. Calpurnius Piso Caesonianus, L. (cos. 58 a.C.):
Afranius: 73, 129. 129 n. 910.
Agamemnon: 43-44, 69, 76, 89. Calpurnius Piso Frugi, L. (pr. 74 a.C.): 79, 129.
Antonius, M. (cos. 99 a.C.): 24, 55, 81 n. 566, Cassius, C. (pr. ca. 90 a.C.): 166.
179. Cassius, L. (tr. pl. 89 a.C.): 164.
Antonius, M. (cos. I 44 a.C.): 16 n. 63, 70. Cassius Longinus, C. (cos. 124 a.C.): 18 n. 84.
Antonius Creticus, M. (pr. 74 a.C.): 16 n. 63. Claudius Marcellus, M. ()pr. ca. 90 a.C.?): 81,
Appuleius Saturninus, L. (tr. pl. I 103 a.C.): 22. 87 n. 592, 107, 111, 118, 121.
Aquillius, M=. (cos. 101 a.C.): 174 y n. 1233. Claudius Nero, C. (pr. 81 a.C.): 18.
Archias: 21 n. 100. Claudius Nero, P.: 18.
Asinius, Herius: 71, 73, 84, 100 y n. 695, 140. Claudius Pulcher, Ap. (cos. 79 a.C.): 116 n. 812,
Asinius Celer, Ser. (cos. 38 d.C.): 71. 177-178, 179 y n. 1273.
Asinius Gallus, C. (cos. 8 a.C.): 71. Claudius Pulcher, App. (cos. 54 a.C.): 116 n.
Asinius Pollio, C. (cos. 40 a.C.): 71, 75. 812.
Aurelius Cotta, C. (cos. 75 a.C.): 54. Clepitius: 168 y n. 1194, 170.
Aurelius Cotta, M. (cos. 74 a.C.): 144. Cleppius, Ti.: 155, 168 n. 1194.
Aurius, M.: 63 n. 416, 143. Clodius Pulcher, P. (tr. pl. 58 a.C.): 116 n. 812.
Baebius, C. (leg.): 105. Cluentius, A.: 84 y n. 589, 152, 153 n. 1075.
Baebius Tomphilus, M. (cos. 181 a.C.): 16 n. Cluentius Habitus, A.: 151 n. 1064.
62. Cluentius, L.: 150, 151 n. 1064, 151-152, 153 y
Bassia: 181. n. 1075.
Bitis (rex Thracorum): 92. Coelius Caldus, C. (cos. 94 a.C.): 130, 166.
Bituitus (rex Arvenorum): 92. Cornelius Balbus, L. (cos. suff. 40 a.C.): 75.
Bocchus I (rex Mauritanorum): 40 y n. 228. Cornelius Cethegus, P. (cos. 181 a.C.): 16 n. 62.
Caecilia Metella: 34 n. 185, 116-117. Cornelius Cinna, L. (cos. 127 a.C.): 52.
Caecilius Cornutus, M. (pr. ca. 91 a.C.): 81, Cornelius Cinna, L. (cos. I 87 a.C.): 81, 141,
141, 144 n. 1016. 163, 177, 178 y n. 1267, 179, 180 y n. 1297,
Caecilius Metellus Denter, L. (cos. 284 a.C.): 83 181, 183.
n. 585. Cornelius Dolabella, Cn.: (pr. 81 a.C.): 145 n.
Caecilius Metellus Balearicus, Q. (cos. 123 1018.
a.C.): 116 n. 812.

185
Cornelius Lentulus, P. ()pr. ca. 90 a.C.?): 80, Fonteius, C. (leg.): 39 n. 222, 41 n. 238, 42 y n.
107. 247, 43.
Cornelius Lentulus Clodianus, Cn. (cos. 72 Fonteius, M. (pr. 77 a.C.?): 42 n. 247.
a.C.): 144. Fraucus: 135 y n. 938.
Cornelius Merula, L. (cos. suff. 87 a.C.): 178, Fulvius Flaccus, M. (cos. 125 a.C.): 14-15.
180. Gabinius, A. (pr. ca. 90 a.C.?): 148.
Cornelius Sisenna, L. (pr. 78 a.C.): 176 n. 1254. Gabinius, C. (leg.): 138, 148.
Cornelius Scipio Aemilianus Africanus, P. (cos. Gabinius, P. (pr. 88 a.C.): 149.
I 147 a.C.): 14. Gauda (rex Numidorum): 115 n. 799.
Cornelius Scipio Africanus, P. (cos. I 205 a.C.): Gellius Poblicola, L. (cos. 72 a.C.): 144.
124 n. 875. Hannibal (dux Carthaginorum): 46 y n. 287, 51,
Cornelius Scipio Asiagenes, L. (cos. 83 a.C.): 57, 60, 83, 112, 148, 154, 182.
111, 121 Herennius, M. (cos. suff. 34 a.C.): 100 n. 701.
Cornelius Sulla, L. (cos. I 88 a.C.): 10 n. 25, 11 Herennius, T.: 84, 100 y n. 701.
y n. 33, 17 n. 73, 39-40, 49, 50 n. 316, 63, 74- Herennius Picens, M. (cos. suff. 1 d.C.): 100 n.
75, 81-82, 99, 100 y n. 695, 101, 107, 113 n. 701.
788, 114 y n. 793, 118- 120, 121 y n. 852, Hirtuleius, L.: 145.
122, 131, 138 y n. 964, 142 y n. 1005, 147, Hirtuleius, Q.: 145.
149 y n. 1040, 150 y n. 1047, 151-152, 153 y Horatius Flaccus, Q.: 110 n. 762, 169.
nn. 1076 y 1078, 154 y n. 1087, 155 y n. Hortensius Hortalus, Q. (cos. 69 a.C.): 81, 154
1096, 156, 157 y n. 1109, 158, 162, 167 n. n. 1087, 176 n. 1254.
1192, 170, 173, 174 y n. 1235, 175 y n. 1245, Ieius, Mi.: 131, 168.
176 y nn. 1250, 1252 y 1255, 177-179, 181 y Insteius, L.: 73 n. 500, 145.
n. 1299, 182, 183 y n. 1326. Insteius Cato: 73.
Cosconius, C. (pr. 89 a.C.): 141, 147 y n. 1021, Iugurtha (rex Numidorum): 9, 20, 40, 94, 115 y
148, 169-170, 183 n. 1326. nn. 799 y 801.
Cuspius, T.?: 153. Iulius Caesar, C. (cos. I 59 a.C.): 31, 65, 75, 99
Decitius, Cn.: 121. n. 689, 153 n. 1080, 176 n. 1256.
Decitius, L.: 121. Iulius Caesar Strabo Vopiscus, C. (aed. 90 a.C.):
Decitius, N.: 121. 106.
Didius, T. (cos. 98 a.C.): 81, 107, 145, 149-150, Iulius Caesar, L. (cos. 90 a.C.): 49, 54 n. 343,
152, 154. 80, 81 n. 566, 82, 94 n. 649, 95, 105-106,
Domitius, C.: 36 n. 203. 109, 111, 115-116, 117 y nn. 818 y 821, 118-
Domitius, Cn.: 36. 119, 120 n. 849, 121, 126, 149 n. 1038.
Domitius Ahenobarbus, Cn. (cos. 96 a.C.): 36 n. Iulius Caesar, Sex. (cos. 91 a.C.): 11, 29, 36, 38,
203, 37-38, 39 y nn. 221-222, 70. 49, 80 n. 561, 104 y n. 728, 105-106, 109,
Duillius: 120. 111, 152 n. 1072.
Egnatius: 73. Iunius Brutus Damasippus, L. (pr. 82 a.C.): 144.
Egnatius, Gellius: 74 Iunius Pennus, M. (tr. pl. 126 a.C.): 15 n. 53.
Egnatius, Marius: 73-74, 109 n. 762, 117 y nn. Iuventius: 152.
821 y 827, 118, 129, 147. Labienus, T. (pr. ca. 59 a.C.): 99 n. 689, 162 n.
Egnatius, Ollius: 74. 1148, 176 n. 1256.
Fannius, C. (cos. 122 a.C.): 15 n. 51. Lafrenius, T.: 69 n. 465, 73, 88-90, 103-104,
Flavius Fimbria, C.: 106, 180. 135 n. 938, 147 n. 1021.

186
Lamponius, M: 73, 74 y n. 511, 107-108, 155, 1159, 165-166, 168, 170, 173, 174 y n. 1233,
168, 170. 175, 177.
Licinius Crassus, L. (cos. 95 a.C.): 23, 38-39. Mucius Scaevola, Q. (cos. 95 a.C.): 23.
Licinius Crassus, M. (cos. I 70 a.C.): 34, 81 n. Mummius Achaicus, L. (146 a.C.): 19, 55.
567. Nicomedes IV (rex Bithyniorum): 174.
Licinius Crassus, P. (cos. 97 a.C.): 35, 81 y n. Norbanus, C. (cos. 83 a.C.): 165, 171.
567, 87 n. 592, 106. Numisius Gallus, P.: 181 n. 1311.
Licinius Lucullus, L. (cos. 74 a.C.): 21 n. 100, Numitoria: 16 n. 63.
176. Numitorius Pullus, Q.: 16, 18.
Licinius Lucullus, L. (pr. 103 a.C.): 168 n. Oblacus Vulsinius: 140.
1194. Obsidius: 140-141, 170.
Licinius Murena, L. (pr. ca. 87 a.C.): 141. Obsidius: 140.
Livia: 35 n. 191, 55 n. 350. Octavius, Cn. (cos. 87 a.C.): 144 n. 1019, 177-
Livius Drusus, M. (cos. 112 a.C.): 27. 179, 180.
Livius Drusus, M. (tr. pl. 91 a.C.): 8-9, 11, 27- Octavius Ruso (pr. ca. 90 a.C.): 144.
28, 29 y n. 139, 30, 31 y n. 156, 32-34, 35 y Opimius, L. (cos. 121 a.C.): 17.
nn. 191-192, 36, 37 y n. 211, 38-39, 43, 45, Oplacus: 140.
47-49, 52 n. 326, 54, 63 n. 422, 70, 129, 163, Oppius, Q. (pr. ca. 89 a.C.): 167.
164 n. 1157, 174, 183. Otacilius: 77.
Loreius, M.: 153. Otacilius Crassus, T. (pr. I 217 a.C.): 77.
Lucanus: 147 y n. 1026. Oxyntas: 115.
Lucanius: 147 n. 1026. Papia: 181.
Lucilius, N.: 118 y n. 832, 120 n. 850. Papirius Carbo, C. (pr. ca. 81 a.C.): 149, 159.
Lutatius Catullus, Q. (cos. 102 a.C.): 81 y n. Papirius Carbo, Cn. (cos. I 85 a.C.): 89, 148.
566, 179. Papius, Brutulus: 70.
Lutatius Catullus, Q. (cos. 78 a.C.): 179. Papius, C.: 70, 75.
Magius, Decius: 154. Papius, M=.: 181 n. 1311.
Magius, Minatius: 63, 129 n. 908, 151 n. 1063, Papius, Met.: 70.
154 y n. 1087, 155, 160. Papius, N.: 70.
Magius Surus; M.: 154 n. 1087. Papius Mutilus, C.: 18 n. 87, 44, 69, 70 y nn.
Marcius Philippus, L. (cos. 91 a.C.): 11, 28-32, 475-476, 71, 73, 74 n. 511, 75 n. 515, 89 y n.
35 y n. 191, 36, 129, 183. 606, 106 y n. 739, 111-113, 114 y n. 797,
Marius, C. (cos. I 107 a.C.): 9 y n. 18, 23, 28 n. 115-116, 118, 122, 142 n. 1005, 156-157,
130, 40. 168, 170 n. 1211, 175, 181 y n. 1311, 182.
Marius, C. (cos. 82 a.C.): 14 n. 49, 23, 39, 74 n. Papius Mutilus, M. (cos. suff. 9 d.C.): 71.
502, 80, 81 y n. 568, 87 y n. 591, 92-103, 104 Patlacius, A.: 154 y n. 1087.
y n. 728, 115 nn. 799 y 801, 133, 137-138, Perpenna, C. (pr. 90 a.C.?): 83, 87 y n. 591, 93,
145, 147, 149, 151, 175, 176 n. 1250, 177, 97-98, 102.
179-181. Perpenna, M. (cos. 92 a.C.): 183.
Marius, M.: 138. Perseus (rex Macedonicorum): 92-93.
Marius Gratidianus; M. (pr. I 85 a.C.?): 163 Plautius (leg.): 180.
Matrinius, T.: 23. Plautius Silvanus, M. (tr. pl. 89 a.C.): 55, 158,
Memmius, L. (tr. pl.. 91 a.C.): 55. 180.
Mithridates VI (rex Ponticorum): 40, 55 n. 354, Plotius: 74, 129.
102-103, 130 y n. 922, 131, 151, 159 y n. Plotius, A. (leg.): 126, 129, 180.

187
Pompaedius Silo: 69 n. 446. Pyrrhus (rex Epidorum): 51, 182.
Pompaeus: 36 n. 200. Quinctius Valgus, C.: 154 n. 1087.
Pompeius: 74 n. 511, 168, 170. Roscius Amerinus, Sex.: 116 n. 813.
Pompeius, Cn.: 56 n. 361. Rutilius Lupus, P. (cos. 90 a.C.): 80-82, 84 y n.
Pompeius Magnus, Cn. (cos. I 70 a.C.): 31, 77 588, 87 y n. 591, 91, 93, 94 y n. 649, 95-98,
n. 536, 83, 87 y n. 591, 89, 99 n. 689, 103, 102, 104, 111.
104 y n. 726, 143 y n. 1007, 145, 161 n. 1139, Rutilius Rufus, P. (cos. 105 a.C.): 55 y n. 350.
166, 180 n. 1297. Sallustius Crispus, C. (pr. 46 a.C.): 97.
Pompeius Rufus, Q. (cos. 88 a.C.): 55, 173, 177, Saunius: 42-43.
183. Sempronius Asellio, A. (pr. 89 a.C.): 54 n. 343,
Pompeius Strabo, Cn. (cos. 89 a.C.): 55 n. 361, 163-164.
73 n. 500, 80-81, 88-90, 98-99, 102, 103 y n. Sempronius Gracchus, C. (tr. pl. I 123 a.C.) 14
720, 104 y n. 726, 105-106, 110 n. 763, 123, y n. 49, 15.
125, 133 y n. 928, 134-137, 140-142, 143 y n. Sempronius Gracchus, Ti. (tr. pl. 133 a.C.): 13.
1007, 144 y nn. 1015-1016, 145, 147 y n. Sentius, C. (pr. 94 a.C.): 164.
1026, 149, 158, 160 y nn. 1133-1134, 161, Sergius Catalina, L. (pr. ca. 68 a.C.): 145.
166 n. 1180, 167 n. 1192, 170, 173, 176 n. Sertorius, Q. (pr. 83 a.C.): 37, 38 n. 217, 77-78,
1252, 177, 178 y nn. 1265-1267, 179, 180 n. 145.
1297. Servilius, Q. (pr. 91 a.C.): 37, 39 n. 222, 41 y
Pompeius, Sex. (pr. ca. 90 a.C.): 137, 145. nn. 238-239, 42-44.
Pomponius, Cn. (tr. pl. 90 a.C.): 56 y n. 361, 56 Servilius Caepio, Q. (pr. ca. 90 a.C;): 35 n. 191,
n. 362. 55 n. 354, 80, 83, 96, 98, 102-103.
Pontilius, C.: 73 y n. 498. Servilius Rullus, P. (tr. pl. 63 a.C.): 154 n. 1087.
Pontius, Gavius: 74. Servilius Vatia Isauricus, P: (cos. 79 a.C.): 165.
Pontius Telesinus: 50, 73, 74 y nn. 510-512, Sextilius, P. (pr. ca. 89 a.C.): 166.
168. Sittius, P.: 114, 160.
Popidius, C.: 64 n. 424. Sittius Nucerinus, P.: 114.
Popidius, V.: 63 n. 424. Sothimus (rex Thracorum): 165.
Poppaedius Silo, Q.: 28 y n. 30, 30 n. 50, 36, 37 Spartacus: 153 n. 1080.
y n. 211, 38-39, 45, 69, 70 y n. 470, 73, 74 y Staius, Mr.: 121.
n. 511, 96-99, 102 y n. 716, 140-142, 158, Statius, Cn.: 44
167 n. 1192, 168, 169 y nn. 1200 y 1203, 170. Statius, L.: 75.
Porcius Cato, L. (cos. 89 a.C.): 83, 84 n. 588, Statius, Num.: 75.
125-126, 129, 133 y n. 928, 137-138, 145, Statius Clarus, C.: 75.
149. Sulpicius Galba, Ser. (pr. ca. 91 a.C.): 39 n.
Porcius Cato Censorinus, M. (cos. 195 a.C.): 222, 101, 103 y nn. 720 y 723, 104, 108, 140-
125. 141, 144 n. 1016.
Porcius Cato Uticensis, M. (pr. 54 a.C.): 28. Sulpicius Rufus, Ser. (tr. pl. 88 a.C.): 81, 104,
Postumius, G.: 176. 174-175, 177-178, 183.
Postumius, L (pr. ca. 90 a.C.): 39 n. 222, 112- Syphax (rex Numindorum): 92.
113, 149 n. 1044. Tarquitius, C.: 145.
Postumius Albinus, A. (cos. 99 a.C.): 77, 138- Terentius Varro Lucullus, M. (cos. 73 a.C.): 17
139, 149 y nn. 1040 y 1044, 150-151, 153. n. 74.
Praesenteius, P.: 78 n. 543, 93, 104 n. 728. Titius, C.: 138-139.
Pulto: 142. Titinius, C.: 138 y n. 971, 139 y n. 974.

188
Titurius Sabinus, L. (IIIvir monet. 89 a.C.): Acerrae: 60 n. 394, 104 n. 730, 114-116, 117 y
Trebatius: 109 y n. 764, 147 y n. 1021, 148. n. 818, 118-119, 122, 176.
Trebatius Testa, C.: 110 n. 764. Achaea: 19 y 23 n. 111.
Tullius Cicero, M. (cos. 63 a.C.): 82, 110 n. 762, Acris, fl.: 52, 108.
114 n. 790, 116 n. 813, 137, 153, 176. Aecae: 53.
Valerius Flaccus, C. (cos. 93 a.C.): 165. Aeclanum: 49, 51, 63-64, 114 n. 797, 129 n.
Valerius Flaccus, L. (cos. 100 a.C,): 24. 908, 155 y n. 1085, 156.
Valerius Flaccus, L. (cos. suff. 86 a.C.): 166. Aegyptus: 23 n. 107.
Valerius Laevinus, P. (cos. 280 a.C.): 140. Aenaria: 119.
Valerius Messalla, M. o M=. ()pr. ca. 90 a.C.?): Aequi: 65 n. 443, 76, 92-93.
80, 87 y n. 591, 101, 103, 104 y n. 728, 111. Aesernia: 50 n. 316, 64, 99-102, 106 n. 739,
Varius Geminus, Q.: 75. 110-111, 117-118, 119 y n. 844, 119-120, 121
Varius Severus Hybrida, Q. (tr. pl. 90 a.C.): 35, y n. 852, 142, 157 y n. 1111, 158, 167-168,
n. 191, 54, 55 y n. 354. 180 n. 1294.
Vegoia: 30. Aesis, fl.: 7 n. 7, 83.
Veltumnus, Arruns: 30. África: 17 n. 107, 23, 58, 115, 166 y n. 1186,
Ventidius, P.: 88 y n. 596, 89 y n. 612, 90. 179.
Ventidius Bassus, P. (cos. suff. 43 a.C.): 70, 75, Ager Campanus: 76, 112-113.
90, 143. Ager Picentinus: 60.
Verres, C. (pr. 74 a.C.): 171. Ager Romanus: 7 n. 5, 41, 44, 48, 53, 57, 62 y
Vettius Scato, P: 73, 84 y n. 589, 88 n. 596, 89 n. 411, 64, 69, 83 n. 584.
y n. 611, 93-95, 96 n. 665, 96-97, 99, 111, Ager Taurasinus: 16, 51.
126, 133, 137, 141, 159 n. 1127. Alba Fucens: 39 n. 221, 46, 48, 76, 83, 87, 90,
Veturius, Ti. (IIIvir monet. 137 a.C.): 59. 92 y nn. 627, 630 y 633, 93, 97, 102, 109.
Vidacilius, C.: 63 n. 423, 73, 88, 89 y n. 629, 90 Albanus, mons: 36.
y n. 616, 105, 108-111, 114 n. 797, 135 n. Alfaterni: 113.
939, 136, 139 y n. 979, 147. Allifae: 117 n. 821.
Voltacilius Pilutus, L.: 77 n. 536 Alpes: 7 n. 7, 11 n. 18, 161.
*Amaro, Monte: 62 n. 414.
Ameria: 18.
Amisus: 131.
ÍNDICE GEOGRÁFICO Amiternum: 41 n. 233, 83, 97.
Y ETNOGRÁFICO1 Ancona: 44, 57.
Antinum: 129 n. 907.
Abella: 113-114, 179. Anxa: 129 n. 907.
Abellinum: 51, 113. Apenninus, mons: 16, 48, 112, 133.
Apuli: 58 n. 379, 61, 62 n. 412, 63 n. 417, 64,
69, 109.
Apulia: 109 y n. 761, 110, 114 n. 797, 147-148,
1 154, 169-170, 178, 183 n. 1326.
Los nombres con * son topónimos modernos. En
Aquae Sextiae: 9 n. 18, 81 n. 568.
el trabajo, los nombres tanto personales (a
excepción de los autores) como geográficos están Aquilonia: 32, 33 n. 68, 156 n. 1111.
en latín, mientras que los referidos en grupos Aquinum: 51 n. 317.
étnicos están en español (aunque en este índice sólo Ariminum: 17, 34 n. 180, 38 n. 217, 83, 88 n.
se reflejen en latín), debido a su utilización 595.
asimismo como adjetivos.

189
Arpi: 53 y n. 334, 148. Campania: 17 n. 76, 19, 48, 51, 53, 57, 60, 61 n.
Arpinum: 19 n. 93, 103. 397, 62 n. 412, 63, 67, 73, 76, 82 n. 583, 89 n.
Arretium: 33, 123. 606, 92, 105 n. 739, 107-110, 112, 113 y n.
Asculum: 10, 17 y n. 71, 29, 41 y n. 241, 42, 43 783, 114, 118, 121, 126, 129 n. 916, 149 y n.
y n. 261, 44-47, 48 n. 296, 58-59, 62 n. 412, 1044, 150-151, 153-154, 158, 175 y n. 1243,
63 n. 416, 69, 80, 83, 87 y n. 590, 88, 89 y n. 178-180, 182.
606, 94, 103-104, 105 y n. 739, 109, 123, Campus Martius: 50 n. 316.
134, 135 y nn. 939, 947 y 949, 136, 137 y n. Cannae: 61, 109, 147.
956, 139-142, 143 y nn. 1007 y 1013, 144, Canusium: 53, 61, 108, 147-148.
148, 158, 166 n. 1180, 169. Capitolium: 40, 80.
Asia: 14 n. 49, 66, 80, 130, 166, 170 y n. 1221, Cappadocia: 173.
173 y n. 1231, 174, 176. Capua: 17 y n. 76, 53, 61 n. 397, 76, 107, 109 n.
Atella: 19 n. 93, 53. 759, 112-115, 154, 156, 176-178.
Aternus, fl.: 62 n. 414, 65 y n. 437. *Capriati: 117 n. 821.
Atina: 52-53, 111. Caraceni: 51, 62 y n. 413.
Aufidena: 51, 71 y n. 481, 110. *Carracito, Serra: 62 n. 414.
Aufidius, fl.: 148. Carseoli: 83, 87 y n. 591, 92 y nn. 627-628, 93
Aurunci: 113 n. 786. n. 638, 95-96, 111.
Ausculum: 17 n. 71, 53, 61, 109, 148. Casilinum: 17 n. 76.
Auxinum: 44, 83, 89. Casinum: 51.
Beneventum: 51 y n. 316, 64, 80, 109 nn. 754 y *Castellano: 41.
759, 110 y n. 764, 115, 136 n. 950, 156, 156 Caudini: 51, 62 y nn. 411 y 413, 74 y n. 510,
n. 1111. 156.
Bithynia: 173. Caudium: 51, 62.
Bononia: 160 n. 1135. Celtiberi: 166 n. 1183
Bosphorus Cimmerius: 173. Ceraetae: 103 n. 719.
*Bove, Monte: 92-93. Cercolae: 62, 73.
Bovianum Undecimanorum: 50 n. 316, 70-71, Cilicia: 166.
121, 156-157, 169-170. Cimbri: 9 y n. 18, 101.
Bovianum Vetus: 62 n. 413, 70 n. 479, 156. Cingulum: 162 n. 1148.
Brundisium: 109 y nn. 754 y 759, 136 n. 950. Circus Flaminius: 33.
Bruttii: 46, 57, 58 n. 371, 60. Cirta: 20.
Bruttium: 58 n. 371, 63 y n. 420, 74 n. 511, 168, *Civita di Bojano: 157 y n. 1114.
170, 178. *Civitella di Campochiario: 18 n. 87, 33, 75,
Cadatia: 51. 157.
Caiatia: 51. Clanis, fl.: 59 n. 385.
Calabreses: 61. Clusium: 30.
*Calabria: 61, 63 y n. 420, 116. Cnidus: 20.
Calatia: 51. Colchis: 173.
Cales: 14 n. 49, 17, 51 n. 317. Collatia: 53.
Calor, fl.: 155 y n. 1095. Cominium: 51.
Camerinum: 22. Compsa: 51, 155 n. 1095, 155-156.
Campani: 46, 58 n. 379, 61, 63 n. 417, 69, 72, Comum: 161 y n. 1144.
113, 151 n. 1064. Consentia: 57.
Copia: 57, 136 n. 950.

190
Cora: 129 n. 918. Frentani: 48, 58 y n. 379, 59, 60 y n. 389, 61 y
Corfinium: 48 y nn. 297-398, 62 n. 414, 63, 65- n. 406, 62 y n. 413, 63 y n. 417, 118, 129, 141
66, 69, 72, 87, 92, 110, 129 n. 907, 133, 141, n. 993, 147 n. 1023, 148 n. 1029.
148 n. 1032. Frentus, fl.: 141 n. 993.
*Corropoli: 88-89. Fucinus, lacus: 73, 87, 91 y n. 626, 92, 97, 99,
Corsica: 23 n. 111, 165 n. 1179. 103, 133, 138.
Cremona: 160 n. 1135. Gabii: 129 n. 918.
*Crocello, Monte: 157 n. 1114. Gades: 58.
Croton: 57. Gallia Cisalpina: 23 y n. 110, 24-25, 34 n. 180,
Cuculo: 92. 37, 46, 83-84, 88, 103 y n. 724, 104, 135 n.
Cumae: 33, 125. 944, 152, 160 n. 1135, 161 y n. 1139, 166 y n.
Dardanus: 174. 1186, 167, 178 n. 1266.
Daunii: 61, 148. Gallia Transalpina: 42 n. 247, 78, 130, 166 nn
Delphi: 20. 1187-1188.
Delos: 19-20, 55, 72. Gallia Transpadana: 29 n. 141, 160 n. 1135,
Diomedes Insulae: 61. 161.
Dodona: 165. *Gizio: 65.
Eburum: 52. Glanum: 130.
Ephesus: 174. Graecia: 55, 174 y n. 1234, 177.
Epirus: 165. Grumentum: 53, 107, 108 y n. 746, 148.
Eporedia: 23 n. 111. Hadria: 48, 83.
Etruria: 29 y nn. 141 y 143, 30, 33, 57, 88, 92, Heraclea: 21 n. 100, 64, 127.
123 y n. 868, 124 y n. 875, 125, 129 nn. 914 Heraclea Pontica: 58, 77.
y 916, 133, 136, 139 n. 978, 141 n. 999, 179, Herculaneum: 61 n. 398, 114, 152, 154.
187 n. 1305. Herdoniae: 53.
Etrusci: 7, 29, 34, 35 n. 191, 57, 63, 65 n. 443, Hernici: 65 n. 443.
67, 73, 82, 126, 123-127, 129, 131, 133 y n. Himella, fl.: 92-93.
930, 149, 183 n. 1328. Hipponium: 58.
Europa: 66. Hirpini: 16, 19, 46, 51, 58 y n. 379, 59-60, 62 y
Fabrateria Nova: 18. nn. 410 y 413, 63 n. 417, 67 n. 454, 129, 147,
Faesulae: 126 y n. 886. 155-157.
Falerinus, mons: 88, 89 n. 606, 108. Hispania: 37, 77-78, 125, 145, 165, 167 y n.
Falerio Picenus: 88 n. 598. 1188.
Falernus: 88 n. 598. Iapygia: 141, 148.
Faventia: 101. Iapygii: 59, 61, 169.
Ferentinum: 14 n. 49, 134 n. 988. Iberus, fl.: 144.
Ferentium: 123. Iguvium: 63, 124.
*Fioccaglia di Flumeri: 52, 75 n. 518. Ilerda: 99 n. 689.
Firmum Picenum: 44 y n. 269, 83, 88, 89 y n. Insubres: 161, 183.
606, 90, 103-104. Interamna Lirenas: 51 n. 317.
Fiscellus, mons: 133. Interamna Nahars: 93.
Forum Popilli: 52. Interamna Praetuttiorum: 83 n. 584.
Fregellae: 15-17, 18 y n. 83, 35, 44, 51 n. 317, Isiae: 170.
64, 83 n. 586. Italia: 7 y nn. 5 y 7, 8, 9 n. 18, 14 n. 49, 15, 18-
22, 23 y n. 110, 28 n. 136, 32, 34 n. 180, 35 n.

191
192, 41 y n. 237, 43, 45, 46 n. 285, 50 y n. Marrucini: 48, 62, 124 n. 875, 129, 140-141,
316, 52, 57 y n. 363, 65-66, 67 n. 455, 68, 70 168.
n. 470, 71-73, 76, 78 y n. 545, 82-83, 88, 102, Marruvium: 92, 129 n. 907.
104, 107, 108, 109 n. 759, 110-111, 113 n. Marsi: 11, 17, 32 n. 161, 38, 39 nn. 221-222, 44-
784, 123, 125-126, 128, 130-131, 133, 135 n. 45, 48, 52, 58 y n. 379, 59-60, 62, 63 y n.
949, 148, 158, 160, 162, 166 y n. 1188, 167, 417, 69, 73, 84, 89, 92 y n. 627, 93-95, 96 y
171, 173-174, 177, 179, 182. n. 673, 6, 97 y n. 673, 99-102, 111, 116, 122,
Italia: 66. 124 n. 875, 125, 128, 129 n. 907, 133, 135 y
Italica: 66. n. 938, 136-138, 140-141, 149, 168, 170.
Italici: 11, 13-14, 15 y n. 53, 19-21, 24, 28, 30- *Matese, Monte delle: 110, 112, 157.
31, 37-39, 41, 43, 46, 47 y nn. 289 y 293, 49 Mauretania: 77.
n. 289, 50, 65-68, 72, 76, 82 n. 583, 83-84, Messapii: 57, 61.
88-89, 96, 99, 104 n. 730, 111, 123, 130 y n. *Meta, Monte della: 62 n. 414.
922, 131, 133, 135-136, 142-143, 148, 157, Minervium: 112.
169 y n. 1201, 173, 175, 177, 183. Mutina: 33-34.
Lanuvium: 117 Narbo Martius: 67 n. 456.
Larinum: 61, 63 n. 416, 109-110, 143, 148, 151 Neapolis: 64, 113 y n. 784, 127.
n. 1064, 181 n. 1311. Nola: 58, 60 y n. 394, 74 n. 511, 86, 112, 113 y
Larius, lacus: 162. n. 788, 114, 116, 118, 121, 130, 149 n. 1044,
Latini: 7, 15 y n. 51, 16, 20-21, 28 nn. 134 y 152, 153 y nn. 1076 y 1080, 155, 158, 168,
136, 45, 64, 65 y n. 443, 100 n. 700, 113 n. 170 y n. 1213, 175, 176 y n. 1250, 178, 180 n.
786, 127 y n. 897, 129-130. 1294, 181-182, 183 y n. 1326.
Latium: 19, 42 n. 255, 57, 76, 82 n. 583, 92, Nuceria Alfaterna: 64, 112 y n. 773, 114, 155.
100, 107, 110, 122, 129 y n. 918, 130. Numidia: 20, 77, 92, 115 y n. 799.
Ligures: 16 y n. 62, 183. Ocriculum: 126.
Liris, fl.: 15, 51, 57, 59, 92, 93 n. 642, 96, 100, Ostia Aterni: 65 n. 437.
107, 111. Padus, fl.: 15, 19, 25, 162.
Liternus, fl.: 59. Paeligni: 38, 48, 52, 58 y n. 379, 59-60, 62 y n.
Locri Epizephyrii: 113 n. 784. 413, 63 n. 417, 65, 73, 89, 96 n. 673, 103, 104
Lucani: 11, 39 n. 222, 46, 50, 52, 58 y nn. 371 y y n. 725, 105, 111, 124 n. 875, 129 y n. 907,
379, 60-61, 62 n. 413, 63 y n. 417, 65 n. 443, 140-141, 168, 170.
68, 103, 107-108, 116, 123, 129-130, 148- Paestum: 51-52, 136 n. 950, 155 n. 1095.
149, 153, 155 n. 1097, 160, 167-168, 170- Pana: 50 n. 316.
171, 178, 180, 183. Parthi: 70 y n. 473, 143.
Lucania: 52-53, 73, 87 n. 592, 107, 154, 155 y Pausulae: 44.
n. 1095, 170. Pentri: 46, 51, 61, 62 n. 413, 63 y n. 417, 69, 70
Luceria: 51 y n. 317, 64, 110 y n. 763, 136 n. n. 477, 111, 118, 129, 156, 167.
950. Pergamum: 173 n. 1232.
Lucus Angitiae: 129 n. 907. Perusia: 124, 129 n. 914.
Macedonia: 23 n. 111, 78, 92, 164-165, 167, Peucetii: 61, 148.
171, 174. Pharsalus: 99 n. 689.
Maedi: 164. Piacentia: 160 n. 1135.
Magna Graecia: 20, 34, 67, 113 n. 784. Piceni: 58 n. 379, 60, 63 n. 417, 89-90, 96 n.
*Maiella, macizo: 62 n. 414. 673, 106, 125, 129.
*Mainarde: 110. Picentes: 43, 60, 84, 87, 103, 104 y n. 725, 105.

192
Picentia: 60, 112 y n. 773. 65-68, 74, 76-78, 80, 82 y n. 583, 84, 88, 92
Picentini: 37, 43-44, 58 y n. 379, 60, 88, 105, y n. 631, 93, 94 n. 649, 95, 100-101, 103,
112, 139, 144 n. 1015. 109-110, 112, 115, 123-125, 128, 130, 136,
Picenum: 17 n. 75, 41, 42 n. 250, 43, 44 y n. 138, 140-142, 144, 148, 153, 170, 182-183.
269, 48, 57, 64, 73, 76 n. 526, 87 y n. 591, Rubico, fl.: 7 n. 7.
89-90, 100, 104, 125, 129 n. 916, 136, 141, Rudiae: 148.
147, 152 n. 1072, 161 n. 1143, 162 n. 1148, Rufrae: 51.
178 y n. 1266. Sabini: 7, 76, 96 n. 673.
* Pietrabbondante: 18 n. 87, 32-33, 67 n. 457, Sabinum: 124 n. 875.
75, 121, 170 n. 1208. Saepinum: 156.
Pinna: 63 y n. 422, 64, 83, 90-91, 141. Safinim: 67 y n. 457.
Pisaurum: 17, 83. *Sala Consilina: 52.
Poediculi: 148. Salapia: 53 y n. 335, 61, 109, 147.
Pompeii: 60 y n. 394, 61 n. 398, 62 n. 412, 63 y Salduie: 144 n. 1014.
n. 424, 74 n. 512, 77, 112, 114, 149, 150 y n. Salernum: 52, 60, 112, 114.
1049, 151, 153 y nn. 1078 y 1080, 154. Sallentini: 61.
*Popoli: 65. Salluvii: 130.
Potentia: 44, 83. Samnites: 11, 38, 39 n. 222, 44, 46, 50 y n. 316,
Praeneste: 19, 129 n. 918, 181. 50 n. 316, 52, 54 n. 343, 58 y n. 379, 59 y n.
Praetutii: 63 n. 417, 83 n. 584, 88. 384, 61, 62 y n. 413, 63 n. 417, 65 n. 443, 68,
*Pratella: 117 n. 821. 70, 74 y n. 510, 82, 89, 96, 107, 110, 114,
*Puglia: 61, 116. 116-117, 120 n. 850, 121, 123, 130, 147, 149,
Raeti: 161. 156-157, 160, 167-168, 170-171, 176-179,
Reate: 41 n. 233, 87, 93. 180 y nn. 1292 y 1294, 181 y n. 1299, 182.
Rhegium: 34, 53, 113 n. 784, 171. Samnium: 16, 18 n. 87, 19 y n. 94, 32, 47, 48 n.
Rhegium: 34. 298, 51, 52 n. 325, 67, 70 n. 479, 71, 73, 75,
Rhodanus, fl.: 166 n. 1188. 87 n. 592, 107, 109 y n. 761, 110-111, 113,
Ricina: 44. 120-121, 141-142, 156, 158, 167 n. 1192,
*Rocca San Felice: 51. 175, 182.
Roma: 7 y n. 5, 8 y n. 14, 9-10, 11 y nn. 33 y *San Giovanni in Galdo: 18 n. 87, 32.
41, 13-14, 15 n. 53, 16, 18-19, 21-22, 24 n. Sardinia: 165 y n. 1179.
113, 27 n. 119, 28-29, 32-33, 35-40, 41 y nn. *Sasso, Gran: 97, 139.
233 y 239, 42 y n. 250, 43-48, 49 n. 301, 50 y Saticula: 51 n. 317, 64, 110.
n. 316, 51, 53, 54 n. 345, 57-59, 64, 65 y n. *Schiavi di Abruzzo: 18 n. 87, 122.
435, 66-73, 75, 76 n. 526, 77-80, 81 y n. 566, *Sciaura: 108.
82 y n. 583, 83-84, 88 y n. 595, 91-92, 94-95, Sena Gallica: 83.
97, 101-102, 105-107, 108 n. 759, 110-111, Sentinum: 74, 136.
113 y n. 783, 114, 116-119, 121-123, 125- *Sibillini, Monti: 133 n. 934.
129, 130 y n. 922, 131, 136-137, 139, 142- *Sicignano degli Alburni: 52.
143, 147, 157, 160-161, 163 y n. 1154, 164, Sicilia: 23 n. 111, 77, 165, 168 n. 1194, 170-
165 n. 1179, 167 y n. 1192, 168-170, 173, 171.
174 y n. 1234, 175, 176 y n. 1256, 177-183, Sidicini: 113 n. 786.
185. Silarus, fl.: 52-53.
Romani: 9 n. 18, 11-12, 34, 38, 40, 42-45, 50 y Sipontum: 53.
n. 316, 51 n. 316, 57-58, 59 y n. 382, 60, 62, Smyrna: 55 n. 350.

193
Sora: 48, 51 y n. 317, 87 n. 591, 95, 100-101, Varia: 92.
121 n. 852. *Vastogirardi: 33.
Spoletium: 23, 33-34. Venafrum: 50 n. 316, 52, 82, 110, 117 nn. 821 y
Stabiae: 61 n. 398, 112, 153-154. 823, 118.
Suessa Aurunca: 17, 51 n. 317. Veneti: 22, 183.
Sulmo: 48 y n. 298, 49 n. 301, 62 n. 414, 65, Venusia: 14 n. 49, 51 y n. 316, 53, 61, 62 n.
110, 129 n. 907. 412, 64 y n. 430, 108, 109 y n. 759, 110, 114
Superaequum: 129 n. 907. n. 797, 129, 147 n. 1026, 148, 163, 169-170.
Surrentum: 61 n. 398, 112. Verona: 49 n. 301.
Tanager, fl.: 52-53. Vestini: 32 n. 101, 38, 48, 52, 58 y n. 379, 59-
Tarentum: 64, 109 n. 759, 113 n. 784, 148. 60, 62, 63 y n. 417, 73 n. 498, 87, 89-90, 96 y
Tarquinii: 123. n. 673, 140-142, 147 n. 1023, 168, 170.
*Tavoliere della Puglia: 53, 148. Vesuvius, mons: 110, 112, 151.
Teanum, fl.: 140, 141 n. 993, 169. Via Aemilia: 52.
Teanum Apulum: 141 y n. 993, 181. Via Aemilia: 33-34, 88 n. 595, 125.
Teanum Sidicinum: 14 n. 49, 51 n. 317, 74 n. Via Annia: 53, 112, 114.
502, 107, 111, 117 y n. 821, 118-119, 156, Via Appia: 52-53, 109 y nn. 754 y 759, 114 n.
181. 797, 148, 156.
Teate: 71, 141 y n. 994. Via Claudia Valeria: 48 n. 297.
Telesia: 50 n. 316, 51, 74 y nn. 510 y 512, 156. Via Flaminia: 88, 125.
Tempsa: 57. Via Latina: 52, 110, 177.
Terventum: 33. Via Laurentina: 97.
Tetrica, mons: 133 n. 934. Via Minucia: 48 y n. 298, 110.
Teutoni: 9 y n. 18, 101. Via Popillia: 53 n. 333, 112.
Thessalonica: 174. Via Salaria: 41, 83, 87 y n. 591.
Thraci: 164-165. Via Traiana: 109 y n. 754.
Thracia: 93. Via Valeria: 36 n. 201, 48 y n. 297, 65, 83, 87 y
Thurii: 58. n. 591, 92, 95, 110.
Tibur: 92, 129 n. 918. Vibo Valentia: 52 n. 326, 58, 136 n. 950.
Tifernus, fl.: 61 y n. 406. Vicetia: 29 n. 141.
Tifernus, mons: 110, 117. Volaterrae: 181.
Tinna, fl.: 88. Volcei: 52.
Tisiae: 170. Volsci: 65 n. 443.
Tolenus, fl.: 87 y n. 591, 93-94, 97, 154. Volsinii: 30.
*Tortoreto: 89. Volturnus, fl.: 111, 115, 117-118, 155 n. 1095,
Trebula Mutuesca: 87 y n. 591. 156.
Trinium, fl.: 169 y n. 1208.
Truentus, fl.: 41.
Tuder: 63, 124.
Umbri: 82, 124-127, 129, 131, 183.
Umbría: 18, 29 y nn. 141 y 143, 76 n. 526, 124
n. 875, 125, 133-134, 136.
Utica: 23 n. 107.
*Vairano, Monte: 32, 75 n. 518.
* Val Roveto: 111.

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