NOTAS

Estudio:

VERDADES
ESPIRITUALES

Pastor Wagner Leite Bonfim

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 PRESENTACIÓN
La serie de estudios titulada Verdades espirituales es fruto de reflexión sobre cómo podemos
tener una amistad profunda y una plena comunión con Dios.
En general, cuando a alguien se le pregunta - ¿Eres amigo íntimo de Dios? – este suele
responder afirmativamente sin ninguna dificultad. Sin embargo, cuando la misma pregunta es
al revés, es decir, "¿Es Dios su amigo íntimo?", parece que la convicción no es la misma.
Estos estudios se escribieron a partir de esta duda, porque es posible tener una profunda
amistad y plena comunión con Dios, y al mismo tiempo Dios también puede tener una
profunda amistad y plena comunión con nosotros.
Nos demos cuenta o no, las Verdades Espirituales que vamos a estudiar aquí, forman parte
de nuestras vidas y afectan diariamente a nuestra relación con Dios y a la relación de Dios
con nosotros.
Que estos estudios sean usados por Dios para bendecir a todos aquellos que se preocupan
por su vida espiritual.
Que tengan un buen estudio.
Pastor Wagner Leite Bonfim
Campo Grande/MS - Noviembre 2018
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VERDADES ESPIRITUALES
La Santa Biblia, la única, plena y absoluta Palabra de Dios, presenta grandes verdades
espirituales que afectan a nuestra relación con Dios.
Se destacan cuatro verdades espirituales.
VERDAD ESPIRITUAL Nº 1
Dios es santo y no se asocia con el pecado
En primer lugar, debemos reconocer que Dios y sólo Dios es santo.
En la Biblia, Dios afirma muchas veces "Yo soy santo". Y a juzgar por el significado de la
palabra "santo", es decir, apartado, esto significa que no hay otro que sea igual, porque sólo
Dios es auto existente, autosuficiente, inmutable e infinito en poder y perfección. Dios afirma
través del profeta Isaías: "5 Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí. Yo
te ceñiré, aunque tú no me conociste, 6 para que se sepa desde el nacimiento del sol, y hasta
donde se pone, que no hay más que yo; yo Jehová, y ninguno más que yo,". (Is 45,5-6).
Esta auto designación de Dios lo coloca en la posición de Santo. Por tanto, Dios es
absolutamente distinto de todas las criaturas, además de estar exaltado por encima de todas
ellas en majestad infinita.
En Isaías 6:1-13 el profeta ve a Dios sentado en el Trono Celestial, y a los ángeles
proclamando: "Santo, santo, santo es el Señor de los ejércitos; toda la tierra está llena de su
gloria". (vs. 3).
Dios abre las cortinas del cielo y se revela como Santo.
El segundo aspecto que destaca dentro de esta primera verdad espiritual es que así como el
agua y el aceite no se mezclan, Dios siendo Santo, no se asocia con el pecado.
El pecado se define como la transgresión de la Ley de Dios. Veremos esto cuando
estudiemos la siguiente verdad espiritual.
Pero el hombre fue creado sin pecado, lo que le dio el estatus de santo, al menos en el
sentido de que no tenía comunión con el pecado. Sin embargo, su desobediencia trajo el
pecado a si mismo y al mundo, por lo cual perdió su estatus de santo y fue expulsado y
arrojado de la presencia de Dios (Génesis 3:23-24).
El pecado no sólo alejó al pecador de Dios, sino que también trajo el juicio de Dios. Como
resultado, el hombre murió para Dios, porque comenzó a vivir en comunión con el pecado. El
pecador comenzó a vivir para sí mismo (separado de Dios), sin preocuparse de Dios y de su
voluntad. Era como si Dios ya no existiera.
Y desde la "caída" (rebelión contra la voluntad de Dios) en adelante, por supuesto, cada vez
que el pecado aparecía en la vida del pecador, Dios se apartaba.
Josué 7:10-13 registra el episodio en el que Josué muestra una profunda tristeza ante Dios.
En ese entonces, Israel había perdido una batalla y huía de sus enemigos. Era la batalla
contra la ciudad de ‘’Ai’’.
En la batalla anterior, Dios había concedido a Israel una gran victoria contra Jericó, una
ciudad bien fortificada con una gran muralla protectora tanto en altura como en anchura. Dios
estaba con su pueblo y se encargó de derribar la muralla. Desde allí, los israelitas avanzaron
contra la ciudad y obtuvieron la victoria. Dios les concedió la victoria.
Pero en la siguiente batalla, contra una pequeña ciudad llamada "Ai”, el pueblo de Israel huyó
de sus enemigos porque Dios había estado ausente.
Entonces Dios le dijo a Josué, su líder, que ya no caminaría con y entre el pueblo, porque no
estaban siendo santos como Él, porque habían pecado y se habían condenado ante los ojos
del Señor... En Josué 7:12, Dios dice: ‘’ni estaré más con vosotros, si no destruyereis el
anatema de en medio de vosotros. ’’
Josué, entonces, tiene la responsabilidad de eliminar el pecado de en medio del pueblo ya
que esta era la razón por la que Dios se apartaba y ya no los bendecía.
El pecado no sólo apartaba a Israel de Dios, sino que traía el juicio de Dios.
El profeta Isaías lo entendió y declaró: " pero vuestras iniquidades han hecho división entre
vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no
oír.". (Isaías 59.2).
Pero no sólo el pueblo de Dios en el Antiguo Testamento, Israel, fue abandonado por Dios
cuando el pecado estaba presente, sino que el propio Hijo de Dios, Jesucristo, experimentó
el abandono de Dios, su Padre.
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Esto se puede ver en Marcos 15:22-34, el texto que relata la crucifixión de Jesús. Poco antes
de su muerte, Jesús gritó en voz alta: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?’’
(vs. 34).
¿Por qué abandonó Dios a Jesucristo, su Hijo, en el momento más difícil de su vida aquí en
la tierra? ¿Por qué Dios se apartó de su Hijo cuando estaba siendo crucificado en la cruz?
¿Por qué Dios volcó su rostro hacia Jesucristo, su Hijo Eterno?
La respuesta a estas preguntas es una: Dios no se asocia con pecado, y aunque Jesús no
había cometido ninguna transgresión, estaba cargando con nuestros pecados. Así que Dios
mira a Jesús en la cruz y la carga de nuestros pecados. Por lo tanto, Dios no podía estar con
el. Por eso Dios abandonó a Jesús.
En otras palabras, el pecado alejó a Dios de Jesús, y esto fue el propio juicio de Dios contra
el propio Cristo.
Por eso el abandono de Dios a Jesús fue en sentido de maldecirlo, condenarlo, castigarlo por
el pecado, no por el suyo propio, sino por el pecado de los pecadores. Entonces Dios, el
Padre, descargó sobre su Hijo Jesús toda su ira a causa de nuestros pecados que estaban
sobre él. Vean lo que dice la Biblia al respecto:
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado...". (2 Corintios 5:21).
‘’Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está
escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero) ’’ (Gálatas 3:13).
‘’...más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. ‘’ (Isaías 53.6).
‘’quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero... ‘’ (1 Pedro 2.24).
Jesús fue, en ese momento, como un receptáculo de pecados, aunque él mismo no tenía
pecado ante Dios. Pero como Dios es santo y no se asocia con el pecado, Dios lo abandonó
al ver a su Hijo lleno de pecados, lo que dio lugar a este grito súper agonizante.
Como resumen a todo esto, podemos decir que Dios estaba condenando
Y castigando el pecado en su Hijo Jesús, y esta condena implicaba impotencia, porque Dios
no se asocia con el pecado, y más que eso, Dios condena el pecado con su juicio.
Esta es la primera gran verdad espiritual que debemos saber si deseamos tener comunión
con Dios: Dios es Santo, y así como el agua y el aceite no se mezclan, Dios no se mezcla y
no se asocia con el pecado.
Si esto es verdad, ¿cómo se presenta el pecador ante Dios?
Reflexión: " Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.". (Juan 3.16).
VERDAD ESPIRITUAL Nº 2
El hombre es pecador y está condenado
Esta segunda verdad espiritual se desglosa en dos puntos principales: (1) el hombre es
pecador; (2) el hombre, por ser pecador, está condenado ante Dios.
Vayamos al primer punto: el hombre es pecador.
Una buena definición de pecado se encuentra en 1 Juan 3.4: "Todo aquel que comete
pecado, infringe también la ley; pues el pecado es infracción de la ley."
Según 1 Juan 3.4, el pecado es la transgresión de la ley de Dios. Esto se puede decir de
otra manera: el pecado es faltar al objetivo que Dios nos ha fijado. Así que cuando el hombre
no alcanza el objetivo o la norma de Dios, está en pecado. Y esto puede suceder a través de
pensamientos, palabras, acciones, así como por omisión.
El pecado se convirtió en parte de la vida del hombre cuando nuestros primeros padres,
Adán y Eva, desobedecieron a Dios. Ellos, que eran nuestros representantes ante Dios,
porque hicieron lo que cualquier otro hombre haría, fueron expulsados de la presencia de
Dios, y desde entonces, todos sus descendientes nacieron en pecado.
El rey David, por ejemplo, lo reconoció cuando dijo: " He aquí, en maldad he sido
formado, Y en pecado me concibió mi madre.". (Salmo 51.5).
Y como pecador, el hombre no puede alcanzar la norma de Dios, presentado en 1 Pedro
1.15-16 - una vida de santidad, es decir, estar separado del
Del pecado para vivir santamente para Dios.
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La verdad es que cuando todos los seres humanos son examinados por Dios, para que Dios
identifique y separe a los aprobados de lo desaprobado, ante un estricto "control de calidad",
es decir, para que Dios identifique y distinga a "quien tiene pecado" de "quien no tiene
pecado", todos, sin ninguna excepción, todos son desclasificados.
Ese es nuestro gran problema: todos somos pecadores. 1 Juan 1:8 dice: "Si decimos que no
tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.".
Véase también romanos 3:23.
En segundo lugar: porque el hombre es pecador, está condenado ante Dios.
Esta es una situación muy mala, terrible, horrible para los pecadores.
¿Y por qué es tan grave la situación del pecador? Porque así como el agua y el aceite no se
mezclan, Dios no se asocia con el pecado, y más que eso, Dios trae juicio, lo que significa
que castigará a los pecadores por sus pecados porque son transgresores e infractores de la
Ley de Dios. Por lo tanto, a los pecadores solo les queda la condenación por parte de Dios.
En Romanos 6:23 leemos que "...la paga del pecado es muerte...". Esto significa que los
pecadores reciben la muerte como recompensa por ser pecadores - muerte no sólo física,
sino también espiritual: La condenación eterna este es el juicio de Dios.
Santiago 2.10 dice: " Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiere en un punto,
se hace culpable de todos. Un solo pecado basta para ponernos fuera de la norma de Dios.
Y la consecuencia de esto es bajo su condenación, porque nos hemos hecho culpables - no
hemos pasado el control de calidad de Dios.
Pero, ¿no es esta forma de Dios de tratar a los pecadores muy justa? ¿No está Dios
exagerando? No, porque para relacionarse con Dios, tienes que estar al mismo nivel que
Dios. Dios no compara a un pecador con otro pecador. Dios compara al pecador consigo
mismo.
En Apocalipsis 20:11-15, en una visión que Dios le dio al apóstol Juan, cuando le mostró las
cosas que sucederían ante su trono, podemos ver claramente que los pecadores tendrán
muchos problemas con Dios, porque Dios tiene cada pecado de cada pecador registrado en
los libros a su disposición.
En detalle, veamos que el vs. 12 afirma que hay "libros" ante el Trono de Dios. Y los
pecadores, uno por uno, serán
juzgados por Dios según los pecados registrados en esos "libros". El pecador no tendrá nada
que responder a Dios en ese día para defenderse. Entonces la afirmación de Pablo ‘’y todo el
mundo quede bajo el juicio de Dios;" (Romanos 3.19) se hará realidad.
También leemos lo siguiente en el Salmo 90.8: " Pusiste nuestras maldades delante de ti,
Nuestros yerros a la luz de tu rostro".
Así, Dios, que todo lo ve, dirige su mirada a cada persona individualmente, en un estricto
control de calidad, para identificar si cumplen o no su norma aprobada -la santidad absoluta-
y nadie es hallado aprobado por Dios, porque todos son pecadores.
No debemos olvidar que Jesucristo, cuando fue resucitado en la cruz, recibió el juicio de Dios
sobre él y fue abandonado, maldecido y condenado por Dios. ¿Y por qué Dios hizo esto a
Jesús, su Hijo? Porque Jesús cargaba con nuestros pecados, y Dios no se asocia con el
pecado.
Por lo tanto, si Dios abandonó y condenó a Jesús que no tenía pecado, sino que cargaba con
nuestros pecados, ¿no abandonará, maldecirá, condenará y descargará su ira sobre todos
los pecadores?
Este es nuestro gran e insuperable problema: somos pecadores y condenados ante Dios.
¿Cómo podemos salvarnos de la condenación eterna? ¿Hay alguna solución al problema de
nuestro pecado? ¿Es esta la última palabra sobre nuestra situación ante Dios?
Estas preguntas nos llevan a la siguiente verdad espiritual.
Reflexión: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no
verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él". (Juan 3.36).
VERDAD ESPIRITUAL Nº 3
Jesús es la solución de Dios al pecado del pecador
Hay una solución para el problema del pecado del pecador. Pero esta solución sólo viene de
Dios, y no de ninguna acción humana.
La solución de Dios al problema del pecador es Jesucristo, crucificado. Eso es lo que
queremos entender.
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Cuál es realmente nuestro problema ante Dios, que nos coloca en la condición de
eternamente condenados a sus propios ojos? La respuesta: el pecado. Así como el agua y
el aceite no se mezclan, Dios no se asocia con el pecado y juzgará y condenará a todos los
pecadores.
Por lo tanto, este problema llamado pecado necesita ser resuelto. Es necesario eliminarlo de
la vida del pecador, de lo contrario Dios no podrá recibirlo en su presencia; al contrario, lo
condenará eternamente.
La suciedad se elimina con productos de limpieza específicos para cada tipo de suciedad.
Desarrollados específicamente para cada tipo de suciedad. Pero en este mundo no hay
producto capaz de quitar, borrar, aniquilar o extinguir los pecados.
Dios mira al pecador y lo ve completamente manchado de pecado, y se siente ofendido por
su santidad - el pecador es un quebrantador de la santa voluntad de Dios - así que Dios
vuelve su rostro hacia el pecador y lo condena. La única oportunidad para el pecador es que
Dios lo mire y lo vea limpio y purificado de su pecado. ¿Y cómo es eso posible? Sólo es
posible cuando Dios mira al pecador a través de Jesucristo.
En 1 Juan 3:5 leemos lo siguiente: "Y sabéis que él apareció para quitar nuestros
pecados, y no hay pecado en él.". Quitar los pecados aquí es lo mismo que "sacar los
pecados". Esto significa que Dios puede mirar pecadores y no ver nuestro pecado. Pero esto
solo sucede cuando Dios nos mira a través del sacrificio perfecto hecho en la cruz por su Hijo
perfecto, Jesucristo.
En Hebreos 9:26, leemos que Jesucristo " De otra manera le hubiera sido necesario padecer
muchas veces desde el principio del mundo; pero ahora, en la consumación de los tiempos,
se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el
pecado." (Hebreos 9:28).
Así es como funciona: Cuando Jesús fue llevado a la cruz y murió en la cruz, se lleva
nuestros pecados con él. Él lleva "en su cuerpo en el madero nuestros pecados..." (1 Pedro
2.24) "y la sangre de de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado" (1 Juan 1.7). Así pues,
mediante muerte de Jesús en la cruz, nuestros pecados mueren con él, borrados, eliminados
y exterminados. Jesús es el sustituto del pecador para recibir el castigo en su lugar.
La diferencia, por lo tanto, entre un pecador "no perdonado" y un pecador "perdonado" es
que uno tiene a Jesús y el otro no, porque Jesús se convirtió, en la cruz, en el sustituto para
recibir la ira, la maldición y la condenación de Dios, que caen sobre el pecador perdonado.
Todo esto explica claramente por qué Dios abandonó a Jesucristo en la cruz, es decir, fue a
causa del pecado de los pecadores, que estaban sobre Jesús en la cruz. Jesús declaró
entonces: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Marcos 15.34). Fue en la
crucifixión de Jesús cuando Dios castigó, maldijo, condenó y descargó su ira contra el
pecado de los pecadores. Jesús sufrió todo esto. Leemos en Gálatas 3:13: " Cristo nos
redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito: Maldito
todo el que es colgado en un madero)". El juicio de Dios cayó sobre Jesús en nuestro lugar.
Así que hay una solución para el pecado del pecador. Aunque Dios no se asocia con el
pecado, y aunque Dios ha reservado su ira para condenar a los pecadores con maldición,
Dios ya los condenó cuando Cristo fue levantado en esa cruz maldita.
Esta forma en que Dios trata al pecador se llama "justificación". Dios declara, en
consideración del sacrificio perfecto de Jesucristo en la cruz, que el pecador es justificado de
todos sus pecados. Esto significa que la deuda del pecador con Dios ha sido pagada en su
totalidad por Jesucristo, el eterno y perfecto Hijo de Dios.
Por lo tanto, si la deuda del pecador ha sido pagada y saldada ante Dios, Dios ya no acusará
al pecador ni lo condenará, porque el acto perfecto de condenación ya ha sido realizado por
Cristo y sobre Cristo en la cruz. Así, el "acto perfecto de justicia" de Cristo es aceptado por
Dios y aplicado al pecador, y Dios declara al pecador "justificado de todos sus pecados".
Vea los siguientes textos bíblicos que prueban esto:
“siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo
Jesús,". (Romanos 3.24)
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro.". (Romanos 6.23)
“Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. 2 Porque la ley del Espíritu de vida en
Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.". (Romanos 8.1-2)
Prestemos atención a las palabras "libre" y "gratuito", utilizadas en dos de los versículos
anteriores. Sí, la obra realizada por Jesús en la cruz nos es ofrecida "gratuitamente" - la
salvación es un gran don que Dios da, en Cristo, a los pecadores, liberándolos de la
condenación eterna.
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Por eso, en la persona perfecta de Jesucristo, su Hijo eterno, Dios perdona al pecador todos
sus pecados. Y Dios hace esto únicamente en consideración a la obra de Cristo en la cruz a
favor del pecador, sin costo alguno para el pecador.
Esta es la mayor manifestación de amor que el mundo haya visto jamás. Aunque destinados
a la condenación eterna a causa de nuestros pecados, Dios nos amó en su Hijo Jesús, y
decidió enviarlo al mundo para morir en nuestro lugar y librarnos de la condenación eterna.
Dios nos amó en su Hijo Jesús. Véase Juan 3:16 (reflexión de la primera verdad espiritual).
Pero démonos cuenta de que este Jesús, el Hijo de Dios, no permaneció muerto. Al tercer
día resucitó de entre los muertos, subió al cielo y se sentó a la derecha de Dios
Padre Todopoderoso, y ha prometido que un día volverá a la tierra por segunda vez para
buscar a los salvados y perdonados, que vivirán con él por los siglos de los siglos para
siempre.
Sólo Jesús es la solución a nuestro pecado. Así que necesitamos a Jesús si estamos
interesados en recibir el perdón de Dios y la salvación eterna.
Reflexión: " Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en
Cristo Jesús Señor nuestro.". (Romanos 6.23).
VERDAD ESPIRITUAL Nº 4
La Salvación Implica que el Pecador Crea
en Jesús y Rendirse a Él por Fe
Existe una relación de dependencia entre esta cuarta verdad espiritual y las anteriores.
En primer lugar, "Dios es santo y no se asocia con el pecado". En segundo lugar, "El hombre
es pecador y está condenado a causa de sus pecados". En tercer lugar, "Jesús es la solución
de Dios al pecado del pecador". Por lo tanto, la oportunidad del pecador de salvarse de la
condenación eterna es teniendo a Jesús como su Salvador.
La pregunta a responder, entonces, es la siguiente: ¿Cómo puedo tener a Jesucristo como
mi Salvador? La respuesta está en los versículos siguientes.
En Juan 1.12 leemos: "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les
dio potestad de ser hechos hijos de Dios;". La obra de Cristo se realizó en la cruz a favor del
pecador, que lo convierte en hijo de Dios. Por lo tanto, el pecador debe creer en la obra de
Cristo.
Juan 3.16: "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para
que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.". La obra de Cristo se
realizó en la cruz a favor del pecador, que lo libera de perecer, es decir, de la condenación.
Por tanto, el pecador debe creer en Cristo y en su obra en la cruz, entregándose a Él por la
fe.
Hechos 10.43: " De este dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren,
recibirán perdón de pecados por su nombre.". Cristo realizó en la cruz la obra de redimir al
pecador de la condena de la culpa de los pecadores. Por eso, el pecador debe creer en
Jesús.
Piensa, por un momento, en la relación entre un enfermo y su médico: El médico identifica la
enfermedad y escribe una receta para resolver el problema, y también da una muestra
gratuita del medicamento; el paciente cree la palabra del médico, recibe el medicamento
gratuitamente y lo ingiere según lo prescrito, el medicamento trata al paciente y cura la
enfermedad.
¡Qué interesante paralelismo! El pecador tiene una enfermedad llamada pecado que le
llevará a la muerte y a la condenación eterna ante Dios; pero Dios tiene una receta para
quitar el pecado antes de la condenación – Jesucristo crucificado - la medicina está lista y
Dios la da gratuitamente. El pecador sólo cree en la Palabra de Dios, recibe el remedio
gratuitamente rindiéndose a Cristo por la fe. El pecador es declarado perdonado por Dios y
salvado de la condenación eterna, puesto que Jesús ya ha sido condenado en su lugar.
Y así como el enfermo no puede curarse sin ingerir la medicina dada por el médico, así
tampoco el pecador puede ser salvo de la condenación eterna si Jesucristo no forma parte
de su vida.
Así pues, para que un pecador se salve de la condenación eterna, necesita a Cristo y su obra
en la cruz, que ya se ha cumplido. Es gratis, por la gracia de Dios. El pecador tan sólo cree
en la obra de Cristo.
¿Cómo podemos dar gracias a Dios por la obra de Cristo, que resuelve el problema de
nuestro pecado? Lo menos que podemos hacer es consagrarnos totalmente a Él, y desear
vivir totalmente para Su gloria.
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El pecador, por lo tanto, sólo debe creer en Jesús y entregarse a Él por la fe, porque la obra
ya está hecha. Note que Juan 1:12, 3:16 y Hechos 10:43 utilizan el verbo "CREER". Esta es
la respuesta a la pregunta: ¿Cómo puedo tener a Jesús como mi Salvador? ¡Sólo por la fe!
Este "creer" es el acto por el cual el pecador se apropia de los beneficios de la obra de Cristo
en su favor. Y, revestido de la Persona de Cristo, creyendo y confiando en Cristo, el pecador
puede presentarse a Dios sin ningún temor de ser castigado, condenado o maldecido.
Por eso, aunque no sea posible alcanzar la norma de Dios -perfecta y absoluta -, el pecador
que cree en Cristo y se apropia por la fe de su sacrificio en la cruz en su favor cuando se
presenta ante Dios y pasa el rígido "control de calidad", es aprobado por Dios, ya que Dios
ya no ve sus pecados, porque ve a Cristo en él; los pecados, en este caso, quedan
extinguidos y borrados por la obra de Jesús.
Leemos esto en Hebreos 8:12: " Porque seré propicio a sus injusticias,
Y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades.".
Y hay algo aún más maravilloso, porque el pecador que cree en Jesucristo y se entrega a Él
por la fe, no sólo pasa el "control de calidad" de Dios, sino que también según Efesios 1.13-
14, recibe un sello de aprobación y este sello es el Espíritu Santo de Dios, que es puesto
sobre los que creen en Jesucristo, y éstos son declarados como propiedad exclusiva de Dios,
ya que Dios los compró para sí a un alto precio, la sangre de su Hijo perfecto y eterno.
Dios presenta a Jesús como la solución para limpiar al pecador de sus pecados; el pecador
se entrega a Jesús por la fe y cree en su sacrificio en su favor. Y una vez que han recibido el
perdón de los pecados, Dios pone su Espíritu Santo.
Pero esta creencia en Jesucristo debe ir acompañada de un auténtico y verdadero
arrepentimiento de los pecados cometidos contra la santidad de Dios, porque debemos
considerar que Jesús fue condenado en la cruz precisamente por nuestros pecados. El
Señor Jesús no pecó y no merecía morir como un condenado. Pero lo hizo en nuestro lugar.
Por eso la llamada a la salvación, hecha por el mismo Jesús, es con arrepentimiento -
" Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino
los enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento.". (Lucas
5.31-32).
¿Y qué significa arrepentimiento? Arrepentimiento significa un cambio de mente, de modo
que los puntos de vista de un pecador arrepentido sus valores, objetivos y comportamiento, y
su vida se centra en Jesús, su Señor y Salvador. Arrepentirse de pecados significa empezar
a vivir una vida nueva en Cristo, porque en Cristo, el pecador se convierte en una nueva
criatura. Mira lo que dice 2 Corintios 5:17:
“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas.".
Según este versículo, la vida de un pecador salvado tiene ahora dos historias, a saber, la
historia antes de que Jesús se convirtiera en parte de su vida, y la historia después de que
Jesús, el Salvador, entrara a formar parte de su vida.
Por lo tanto, para que alguien sea una nueva criatura ante Dios, para convertirse en hijo de
Dios, para ser perdonado por Dios y ser completamente libre de la condenación eterna del
pecado, necesita tener a Jesús en su propia vida. Rendirse a Cristo, por fe, es la respuesta
del pecador que entiende que Cristo es su Salvador personal. ¿Ya lo has hecho? ¿Quieres
hacerlo?
Reflexión: " De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.".
(2 Corintios 5:17).
ORACIÓN DE ENTREGA PERSONAL A JESÚS
¡Oh Dios! Me doy cuenta de que eres santo, puro y perfecto, inigualable, y que no te
asocias con el pecado.
También me doy cuenta de que todos los hombres y mujeres, sin excepción, son
pecadores, incluido yo y es este el motivo de que el Señor me condene y me eche de
su presencia por toda la eternidad.
También me doy cuenta de que esta situación de condena no es la última palabra del
Señor contra mi pecado, porque Jesucristo es la solución a mi pecado, porque murió
por mí en esa cruz maldita; y esto significa que el Señor me ha amado
profundamente, pues aunque yo sólo merecía su condenación, Jesucristo que es tu
Hijo perfecto, que estaba sin pecado, murió en mi lugar y tomó sobre sí mis pecados.
Ante estas verdades, reconozco que necesito a Jesucristo para ser perdonado de
todos mis pecados y recibir la salvación eterna del Señor.
Por tanto, declaro ante el Señor que me arrepiento de todos pecados cometidos
contra su santidad, pecados que Jesús pagó en la cruz; declaro también que deseo
tener al Señor Jesucristo como mi Salvador, que me amó en la cruz y se entregó por
mí.
También reconozco que por mí mismo, por mi propia voluntad, no sería capaz de
comprender estas verdades espirituales, y que sólo una obra sobrenatural de tu
Espíritu Santo me ha dado este entendimiento.
Señor Dios, hago esta confesión porque creo en Jesucristo como mi Señor y
Salvador, y me entrego a él por la fe, convencido de que por su obra en la cruz en mi
favor soy transformado en tu hijo, y soy también una nueva criatura ante el Señor.
En el nombre de Jesús, amén.