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Teoría del partisano

Esta teoría fue expuesta en las conferencias que impartió en la Universidad de Santiago de
Compostela.

El término partisano es sinónimo de guerrillero, revolucionario, y surge tras la ocupación de


España por parte de Napoleón entre 1808 y 1813.

formuló la teoría del partisano para explicar la importancia de los grupos de resistencia
armados durante la Segunda Guerra Mundial. Esta teoría se basa en la noción de que los
partidarios tienen una relación especial con el territorio en el que operan, lo que significa que
se comprometen más que el soldado regular con el destino de la región en la que operan. Esta
relación es la que los convierte en una forma de resistencia más eficaz en la lucha contra el
enemigo.

Según Schmitt, un partisano no es un soldado regular, sino un individuo armado que se


caracteriza por su irregularidad, telurismo, movilidad extrema y compromiso político. Estas
características permiten al partisano moverse más rápido y con mayor eficacia en el campo de
batalla, lo que significa que puede atacar y defender con mayor rapidez y flexibilidad. Además,
su compromiso político significa que se esfuerza por proteger la región en la que opera de los
ataques del enemigo. Por todos estos motivos, Schmitt considera al partisano como una forma
de resistencia más eficaz que el soldado regular.

El partisano es un soldado, un individuo armado que a diferencia del soldado regular tiene las
siguientes características:

Irregularidad: puede portar armas o no, no ha hecho una carrera profesional, no porta
uniforme, no tiene una función definida.

Telurismo: está vinculado a un lugar determinado, no necesita la logística de una batalla


regular, actúa generalmente dentro de su propia gente que lo ayuda.

Extrema movilidad: tiene una gran facilidad de movimiento en el campo de batalla, no tiene
tácticas establecidas.

Intenso compromiso político: posee un intenso compromiso con su tierra natal, lo cual significa
que distingue a los amigos del enemigo real.

Pensamiento
Schmitt fue uno de los principales ideólogos del Movimiento Revolucionario Conservador de
Alemania. Su teorización se basa en la necesidad de instaurar un poder de «decisión»
adecuado que termine con la lucha de clases, cosa que no es posible en un Estado liberal, en el
cual no se puede justificar la exigencia del sacrificio de la vida en favor de la unidad política.

Schmitt concibe la «acción política» como «decisión» que debe tener la talla de producir un
«mito» que comprometa a los individuos: tal «producción» solo puede resultar de la guerra. El
Estado ya no es el portador del monopolio político, pues se ha visto reducido en importancia a
tan solo una «asociación» más y que no se encuentra por encima de la sociedad.
Schmitt propone una pluralidad, con el Estado como comunidad suprema y más intensa.
Concibe la idea de «comunidad» con «personas esencialmente ligadas» y no una sociedad de
«personas esencialmente separadas». Schmitt mantuvo una polémica con Hans Kelsen acerca
de la concepción del Estado, la defensa de la Constitución y demás formas jurídicas
democráticas.

El concepto de lo político
El concepto de lo político de Carl Schmitt se centra en el estudio de la amistad y enemistad,
entendidas como relaciones entre los grupos humanos. Según Schmitt, la principal
característica de la política es la distinción entre los amigos y los enemigos. Esta relación no se
basa en la lógica de la cooperación y la competencia, sino en la lógica de la guerra y la paz. La
política se refiere a la lucha por el poder, no solo a la cooperación. Para Schmitt, la política es
el arte de la guerra, no el arte de la paz. El concepto de lo político de Schmitt es una teoría
radical de la política, que se centra en el conflicto y la lucha por el poder. Esta teoría se basa en
la idea de que la política es una actividad guerrera, y que los gobiernos deben estar preparados
para defenderse de los enemigos. La guerra, según Schmitt, es una forma de política.

Así, la esencia de las relaciones políticas es el antagonismo concreto originado a partir de la


posibilidad efectiva de lucha. Lo político es, entonces, una conducta determinada por la
posibilidad real de lucha; es también la comprensión de esa posibilidad concreta y la correcta
distinción entre amigos y enemigos. El medio político es, por ende, un medio de combates
concretos.

El antagonismo político es el más intenso y extremo de todos y cualquier otra contraposición


concreta es tanto más política cuanto más se aproxima al punto extremo, el del agrupamiento
basado en el concepto amigo–enemigo. Esta relación tiene las siguientes características:

Sentido polémico. Todos los términos y expresiones políticas poseen un sentido polémico,
tienen presente una conflictividad concreta cuya consecuencia extrema es el agrupamiento en
la polaridad amigo–enemigo (que se manifiesta en la guerra y la revolución).

Sentido político-partidario. En el uso de la polémica cotidiana en el interior del estado, político


es hoy usado a menudo en el mismo sentido que político-partidario, la inevitable carencia de
objetividad de todas las decisiones políticas (reflejo de la distinción amigo–enemigo inmanente
a todo comportamiento político).

La eventualidad en términos reales de lucha. En todo agrupamiento amigo–enemigo siempre


está latente la posibilidad de la guerra. La guerra es un presupuesto siempre presente como
posibilidad real y que determina de modo particular el pensamiento y la acción del hombre,
provocando así un comportamiento político.

El grado de intensidad. Todo enfrentamiento puede extraer su fuerza de los más diversos
sectores de la vida humana, de contraposiciones religiosas, económicas, morales, etc., pero es
verdaderamente político si es lo bastante fuerte como para reagrupar a los hombres entre
amigos y enemigos. El grado de intensidad es el que imprime el carácter político.

Contextualización época
La Alemania del siglo xx fue una época de grandes cambios y conflictos, tanto en lo
político como en lo social. Esto se debió principalmente a la Primera Guerra Mundial,
la Revolución Alemana de 1918, la República de Weimar, el ascenso del
Nacionalsocialismo y la Segunda Guerra Mundial.

En la primera mitad del siglo xx, Alemania pasó por una serie de cambios políticos y
sociales, comenzando con el fin de la Primera Guerra Mundial. Después de la derrota
alemana en 1918, se firmó el Tratado de Versalles el 28 de junio de 1919. Este tratado
estableció una serie de cláusulas que debían cumplirse para garantizar la paz y la
estabilidad en Europa. Estas cláusulas incluían la desmilitarización de Alemania, el pago
de indemnizaciones de guerra a los países ganadores, la reducción de su territorio y la
creación de una nueva moneda. Estas medidas provocaron el descontento
generalizado entre la población alemana.

Esta situación dio lugar a la Revolución Alemana de 1918, que se caracterizó por el
levantamiento de una serie de movimientos socialistas, comunistas y anarquistas.
Estos movimientos lograron derrocar al Imperio Alemán y dieron lugar a la República
de Weimar. Esta fue una república democrática que promovió una serie de reformas
sociales para mejorar las condiciones de vida de la clase trabajadora.

Sin embargo, esta república también tenía que lidiar con la inflación y la crisis del
desempleo que afectaron a Alemania durante el periodo de entreguerras. Además, el
descontento de la población con el gobierno de Weimar contribuyó al ascenso del
Partido Nacionalsocialista de Adolf Hitler. En 1933, Hitler se convirtió en el canciller de
Alemania. Bajo el régimen nazi, Alemania sufrió una represión extrema y fue el
escenario de la Segunda Guerra Mundial.

Por lo tanto, la primera mitad del siglo xx en Alemania fue un periodo de grandes
cambios y conflictos, que culminaron con la Segunda Guerra Mundial. Estos
acontecimientos tuvieron un gran impacto en la historia de Alemania y de Europa.
La segunda mitad del siglo XX representó un momento histórico importante para
Alemania. Esta etapa fue marcada por el fin de la Guerra Fría, el derrumbe del
socialismo y el inicio de una nueva era de desarrollo económico y político.

En los años siguientes, Alemania experimentó una rápida expansión económica y se


convirtió en el principal motor de la Unión Europea. Alemania se reorganizó
políticamente y adoptó un sistema democrático de gobierno. La economía se
desarrolló rápidamente y el país se convirtió en una de las economías más prósperas
del mundo.

La segunda mitad del siglo XX también vio una importante integración de Alemania en
la comunidad internacional. El país se convirtió en un miembro clave de la OTAN y la
Unión Europea. Además, Alemania se comprometió a luchar contra el terrorismo, la
pobreza y la destrucción del medio ambiente.

En la segunda mitad del siglo XX, Alemania se convirtió en una potencia económica y
política importante. El país se ha convertido en uno de los mayores contribuyentes a la
economía global y una figura clave en la política internacional. A pesar de los desafíos
que enfrenta actualmente, Alemania sigue siendo una de las principales economías y
un actor internacional relevante.
Finalmente, La caída de Berlín marca el fin de la Segunda Guerra Mundial en Europa.
La ciudad fue conquistada el 2 de mayo de 1945 por el Ejército Rojo, el ejército de la
Unión Soviética. Esto culminó el largo asedio de la ciudad que había comenzado el 20
de abril. La caída de Berlín significó también el fin del régimen Nazi y la derrota total de
Alemania. Esto a su vez puso fin a la guerra en Europa.

Obras:
Teoría de la Constitución (1928)
Teoría de la Constitución (1928)
La Teoría de la Constitución (1928) de Carl Schmitt sostiene que una constitución es
una forma de gobierno que involucra tres componentes principales: el componente
normativo, el componente político y el componente jurídico. El componente normativo
establece los principios fundamentales de la constitución de un Estado, así como los
derechos y deberes de sus ciudadanos. El componente político se refiere a las
relaciones entre los diversos grupos políticos dentro del Estado, mientras que el
componente jurídico se refiere a la estructura jurídica que soporta la constitución.
Schmitt argumenta que estos componentes son interdependientes y necesitan estar
en armonía para que una constitución sea efectiva. Schmitt señala que una buena
constitución debe tener incentivos para mantener un equilibrio entre los componentes
normativo, político y jurídico, y también incluir mecanismos para hacer frente a los
desequilibrios que puedan surgir. El trabajo también aborda la relación entre el poder
legislativo y el poder judicial, así como la relación entre el Estado y la iglesia. Además,
el ensayo explora los principios del constitucionalismo moderno y la noción de una
"constitución como ley suprema".

El Concepto de lo Político (1923)


El concepto de lo político de Carl Schmitt es un libro clásico de la filosofía política y una de sus
principales obras. Libro fue publicado en 1932 y ofrece una reflexión sobre la relación entre la
política y el derecho. El libro es una defensa del concepto de lo político como una realidad
separada, con sus propias leyes y normas. El concepto de lo político según Schmitt se refiere a
la relación entre el Estado y los individuos, y cómo esta relación afecta el derecho, la política,
la cultura y la economía. Schmitt argumenta que la política es más que una mera aplicación de
leyes o normas, sino que debe ser vista como una entidad separada, independiente de otros
ámbitos de la vida. El libro también se enfoca en la relación entre el Estado y el individuo, y
cómo esta relación afecta la forma en que los individuos interactúan entre sí. El libro concluye
con una defensa del Estado como el garante de la libertad y la justicia, y una crítica de la idea
de la democracia como la única fuente de legitimidad política.

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