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Christine Greiner
Christine Greiner
Notaciones Abisales
Zettel
Título original Leituras do corpo no Japão e suas diásporas cognitivas
© Zettel 2018
Equipo editor: Florencia Carrizo, Verónica Cohen, Francisco Gorostiaga, Lucio Arrillaga
Diseño y diagramación:
Índice
Agradecimiento
Primeros Mapas
Nacionalismo y Excentricidad
Circuitos Mediáticos
El personaje Hirohito
Acciones
Performativas
Murmullos y reverberaciones
Referencias Bibliográficas
Agradecimientos
Tuve
siempre
curiosidad
en
relación
a
las
culturas
asiáticas
por
el
origen
eurasiático
de
mi
padre.
Sin
embargo,
mi
investigación
comenzó
de
hecho
a
inicios
de
los
años
80
incentivada
por
Haroldo
de
Campos,
Décio
Pignatari
y
Hans-‐Joachim
Koellreutter.
Estoy
muy
agradecida
a
estos
profesores
artistas
que,
enseguida,
me
estimularon
a
mirar
a
Japón,
reconociendo
la
extranjeridad
como
una
posibilidad
de
creación.
Agradezco
también
a
Jo
Takahashi
por
todos
los
proyectos
que
creamos
entre
1995
y
2008,
en
la
Fundación
Japón
de
San
Pablo.
Gracias
a
estos
eventos,
conocí
muchos
artistas
e
investigadores,
incluso
a
Fernando
Saiki
que
me
regaló
un
bellísimo
grabado
que
está
en
la
tapa
de
este
libro
(en
la
edición
brasileña),
intitulado
Corpo
interminável.
Me
gustaría
agradecer
también
a
Célia
Tomimatsu
por
las
clases
de
japonés,
por
los
deliciosos
cappuccino
y
por
la
ayuda
con
la
transliteración
de
los
términos
de
esta
publicación;
a
Michiko
Okano,
por
la
amistad
de
tantos
años
y
la
traducción
de
innúmeras
entrevistas
emocionantes
que
realizamos
con
artistas
japoneses;
y
a
Marco
Sousa
y
Cecília
Saito
les
estoy
agradecida
por
el
apoyo
cariñoso
en
el
grupo
de
estudios
y
en
incontables
proyectos
y
publicaciones
sobre
cultura
japonesa.
Muchos
investigadores
críticos
y
artistas
japoneses
me
ayudaron
desde
mi
primer
viaje
de
estudios
a
Japón
en
1995.
Agradezco
particularmente
a
Kuniyoshi
Kazuko,
Uchino
Tadashi,
Inaga
Shigemi,
Hosokawa
Shuhei,
Kuriyama
Shigehisa,
Igarashi
Yoshikuni,
Heidi
Durning,
Waguri
Yukio,
Morishita
Takashi
y
Rebecca
Teele
Ogamo.
En
Francia,
Isabelle
Launay,
Claire
Rousier,
Christophe
Wavelet
y
Augustin
Berque
me
invitaron
a
cursos,
coloquios
y
seminarios
que
abrieron
caminos
inesperados
a
la
investigación.
En
Estados
Unidos,
Igarashi
Yoshikuni,
de
la
Universidad
de
Vanderbilt,
y
Pedro
Erber,
de
la
Universidad
Cornell
han
sido
excelentes
interlocutores.
Y
en
la
PUC-‐
SP,
donde
esta
investigación
fue
presentada
como
tesis
de
libre
docencia
en
2015,
he
contado,
desde
hace
18
años,
con
la
amistad
y
la
complicidad
de
muchos
alumnos,
compañeros
del
Centro
de
Estudios
Orientales,
orientandos,
colegas
profesores
y
Obras
de
arte
y
lugares,
así
como
nombres
de
autores
y
de
libros,
también
son
citados
en
la
versión
romanizada.
A
veces
tengo
la
impresión
de
que
se
trata
de
una
investigación
sin
fin,
que
se
ha
complejizado
no
solo
en
la
producción
bibliográfica
y
en
mis
actividades
como
profesora
y
orientadora
de
tesis,
como
así
también
en
diversas
experiencias
que
he
tenido
la
oportunidad
de
vivenciar
en
diversos
países
del
mundo.
Entre
todas
las
referencias
que
estudié,
tal
vez
el
butō
continúe
siendo
una
de
las
más
importantes.
No
por
acaso,
mientras
escribía
este
libro,
tuve
la
oportunidad
de
traducir
la
recopilación
de
ensayos
del
filósofo
Uno
Kuniichi,
intitulada
A
Gênese
de
um
Corpo
Desconhecido,
donde
la
obra
de
Hijikata
Tatsumi
y
otros
artistas
como
Mishima
Yukio,
Tanaka
Min,
Jean
Genet,
Antonin
Artaud
y
Clarice
Lispector
sustentan
una
red
subversiva
que
niega
todo
y
cualquier
fundamento
o
base
para
encapsular
al
cuerpo
y
al
arte
en
parámetros
dados.
Tal
vez
sea
este
trazo
de
precariedad,
impermanencia
e
inoperancia
que
me
apasiona.
En
ese
sentido,
mucho
más
que
una
técnica
de
danza,
butō
puede
ser
considerado
un
operador
cognitivo
de
desestabilización
que
alimenta
las
ambivalencias
de
la
vida,
partiendo
de
la
exposición
radical
a
la
muerte.
Hacer
frente
con
este
sesgo
filosófico
del
butō
fuera
de
Japón
significa
mucho
más
que
replicar
modelos
estéticos
o
padrones
de
movimiento.
Así
como
ocurre
con
todas
las
otras
lecturas
del
cuerpo
en
Japón
que
reuní
en
el
libro,
son
puestas
en
cuestión
concepciones
de
naturaleza,
de
experiencia,
de
sujeto
como
flujo,
así
como
un
cierto
pragmatismo
que
se
relaciona
con
el
tiempo
de
modo
inseparable
de
las
espacialidades
y
de
la
lógica
acontecimental
de
la
vida.
Con
el
pasar
de
los
años
llegué
a
la
conclusión
de
que
tal
vez
sea
de
eso
que
se
trata
mi
investigación:
de
percibir
a
Japón
como
a
un
operador
poético
para
sentir
la
vida
en
su
multiplicidad,
y
buscar
modos
de
afrontar
la
alteridad
como
un
estado
de
creación.
Christine
Greiner,
San
Pablo
2018.
1
Delmer
M.
Brown
y
otros
(orgs),
The
Cambridge
History
of
Japan.
v.
1-‐6.
New
York.
Cambridge
University
Press,
1989-‐1999.
IMAGEN CARTA 1
Desde
la
pequeña
terraza,
en
un
departamento
abarrotado
de
libros
y
pilas
de
papeles,
sólo
conseguía
ver
el
cielo
contaminado
y
edificios
en
construcción.
Los
obreros
descansaban
en
la
sombra
y,
por
un
momento,
sentí
envidia
de
aquella
tranquilidad.
Fue
cuando,
súbitamente,
las
colinas
de
Kyōto
atravesaron
mi
pensamiento.
El vacío y el caos en el tiempo de una misma respiración...
Cierto
día,
después
de
vivir
más
de
cincuenta
años
en
Japón,
el
escritor
y
crítico
de
cine
Donald
Richie
(1924-‐2013)
concluyó
que
algunas
personas
se
apasionan
por
la
cultura
japonesa
como
si
fueran
picadas
por
un
insecto
(Japanese
Bug)
y
quedan
intoxicadas
para
siempre.
Fue
lo
que
me
pasó.
Me
di
cuenta
del
significado
inconmensurable
de
Japón
en
mi
vida
una
mañana
de
2004,
cuando
trabajaba
en
mi
estudio
en
el
Centro
Nichibunken
de
Kyōto.
Aquel
día,
al
contemplar
las
montañas
cubiertas
de
niebla
y
sol,
me
di
cuenta
de
que
componemos
nuestra
historia,
poco
a
poco,
y
sólo
así
podemos
reinventar
y
compartir
nuestras
vidas
en
tiempos
y
lugares
diferentes.
En
la
apertura
de
los
capítulos,
hay
fragmentos
de
mis
notas
de
viaje
y
un
breve
resumen
de
lo
que
se
analizará
a
continuación.
Es
importante
subrayar
que
no
se
trata
de
un
panorama
general
de
la
historia
del
cuerpo
en
Japón.
Hice
una
elección
metodológica
para
abordar
algunos
momentos
de
esta
historia,
a
través
de
las
lecturas
del
cuerpo
que
fueron
concebidas
a
partir
de
los
desplazamientos
de
investigadores
occidentales
que
estudiaron
en
Japón
e
investigadores
japoneses
que
transitaron
por
Occidente.
No
fue
nada
fácil
hacer
frente
a
todas
estas
cuestiones.
Al
iniciar
la
redacción
final
de
este
documento
manuscrito,
en
febrero
de
2014,
empecé
a
sentirme
muy
angustiada
y
llegué
a
desmayarme
en
la
estación
Shin-‐Ōsaka.
Ese
día
yo
tenía
en
mis
manos
una
colección
de
textos
de
Lafcadio
Hearn,
uno
de
los
escritores
que
se
aventuró
por
Japón
más
conocidos
entre
los
occidentales.
Cuando
recuperé
la
conciencia
y
junté
todo
lo
que
se
había
desparramado
en
el
suelo,
el
libro
estaba
abierto
en
una
de
las
primeras
páginas
del
prefacio,
en
el
que
Donald
Richie
explicaba
que,
al
final
de
su
vida
y
prácticamente
ciego,
Hearn
concluyó
que
no
pretendía
analizar
cosa
alguna.
No
le
interesaba
trazar
un
perfil
o
definición
de
lo
que
sería
el
pueblo
japonés,
aunque
fue
esta
la
pauta
encomendada
por
la
revista
Harper's,
en
1890,
cuando
fue
enviado
por
primera
vez
a
Japón.
Catorce
años
después,
muchas
cosas
habían
cambiado
y
le
parecía
más
que
suficiente
testimoniar
la
experiencia
de
haber
vivido
allí,
en
aquel
lugar,
con
esas
personas,
sin
buscar
ningún
tipo
de
conclusión.
Atravesé
la
plataforma
amontonada
de
gente,
sintiendo
las
palabras
de
Richie
y
Hearn
pulsando
en
mi
cuerpo
aún
debilitado.
IMAGEN CARTA 2
Las
hojas
del
final
del
otoño
cubrían
el
camino
hasta
la
cima
de
la
montaña
donde
estaba
la
casa
de
té.
Cuando
anochece,
los
murmullos
del
bosque
de
bambú
y
de
los
fantasmas
que
viven
en
el
lago,
se
confunden
con
el
viento.
Primeros mapas
Las
concepciones
de
cuerpo
más
antiguas
en
Japón
se
importaron
de
la
India
y
China.
A
partir
de
la
llegada
de
extranjeros
(misioneros
y
orientalistas),
surgieron
nuevas
posibilidades
de
lecturas.
En
todas
las
prácticas
y
definiciones
hay
referencias
a
dos
nociones
primordiales:
la
impermanencia
y
la
alianza
entre
naturaleza
y
cultura.
Los
dos
sistemas
que
guiaron
las
primeras
concepciones
de
cuerpo
en
Japón
fueron
el
budismo
Mahayana
y
la
medicina
china.
El
primero,
en
cierto
sentido,
sirvió
como
vehículo
de
transmisión
de
las
ideas
del
segundo
e
hizo
del
cuerpo
un
tópico
muy
complejo
y,
desde
el
principio,
culturalmente
híbrido.2
El
primer
principio
se
basaba
en
el
reconocimiento
de
que
la
manifestación
de
un
fenómeno
correspondía
siempre
a
otro.
Tal
correspondencia
podía
ser
mágica
o
sistemática.
Un
ejemplo
de
correspondencia
mágica
sería
entre
una
persona
y
una
muñeca
parecida
a
ella.
Bajo
ciertas
circunstancias,
se
creía
que
todo
lo
que
se
hacía
con
la
muñeca,
la
persona
podría
sentirlo.
En
la
correspondencia
sistemática,
todo
fenómeno
abstracto
sería
categorizado
a
partir
de
dos
(teoría
yin
yang)
o
cinco
2
Durante
mi
cátedra
de
libre,
la
profesora
Darci
Kusano
explicó
que,
en
el
budismo
tradicional,
o
Hinayana,
conocido
como
"pequeño
vehículo",
el
practicante
se
aleja
de
las
actividades
mundanas
y
alcanza
la
iluminación
(nirvana)
por
sí
solo.
En
el
budismo
reformado,
Mahayana,
considerado
el
"gran
vehículo",
hay
una
amplitud
mayor
que
envuelve
la
naturaleza,
los
seres
animados
e
inanimados.
En
este
caso,
el
énfasis
está
en
la
paciencia,
en
la
generosidad
y
en
la
sabiduría
para
romper
el
ciclo
del
samsara
(reencarnaciones).
3
Paul
U.
Unschuld,
Medicine
in
China:
a
History
of
Ideas.
Berkeley:
University
of
California
Press,
1985.
principios
(teoría
de
la
mutación).
Esta
teoría
de
la
mutación
aplicada
a
la
medicina
es
extremadamente
compleja,
teniendo
como
tema
central
la
mutación
de
todas
las
cosas
en
ciclos
propios
en
el
universo,
lo
que
significa
ligar
a
la
tierra
al
cielo
y
a
los
cinco
elementos
(madera,
fuego,
tierra,
metal
y
agua).
Varias
escuelas
de
pensamiento
actuaron
simultáneamente,
constituyendo
un
intrincado
sistema
de
las
coincidencias
metafóricas
que
no
se
detallarán
aquí.
El
aspecto
que
me
interesa
destacar
es
la
indisoluble
alianza
entre
naturaleza
y
cultura
que
se
transmitió
a
los
japoneses,
orientando
las
concepciones
de
cuerpo,
algunas
prácticas
medicinales
y
entrenamientos
artísticos
presentes
hasta
hoy
en
la
cultura
japonesa.
En
este
sentido,
el
segundo
principio
de
la
medicina
china
es
ejemplar.
Parte
de
la
constatación
de
que
fenómenos,
tangibles
o
no,
coexisten
independientemente
y
pueden,
en
determinadas
circunstancias,
ejercer
influencias
unos
sobre
otros.
De
este
modo,
hombres
y
espíritus
compartirán
un
mismo
entorno.
Serían
fenómenos
separados,
sin
relaciones
intrínsecas,
pero
que
podrían
interferir
así
como
los
humanos
establecen
relaciones
con
el
viento,
con
las
comidas
y
con
los
gérmenes.
Estas
relaciones
suelen
ser
temporales
y
recurrentes
en
lo
que
se
refiere
a
los
encuentros
entre
fenómenos
individuales
y
la
suma
de
fenómenos
que
constituyen
el
universo.
En
el
caso
de
las
intervenciones
de
fenómenos
sobrenaturales,
se
destacan
las
negociaciones
con
ancestros,
espíritus,
demonios
y,
en
algunos
casos,
la
generación
de
leyes
trascendentales.
Las
causas
atribuidas
a
fenómenos
naturales
serían
las
comidas
y
bebidas,
el
aire
y
el
viento,
la
nieve
y
las
mezclas,
del
calor
y
frío,
los
parásitos,
virus
y
bacterias,
entre
otros.
Estos
dos
principios
de
la
medicina
china
fueron
fundamentales
para
entender
la
aparición
de
enfermedades
y
todo
el
desarrollo
de
intervenciones
terapéuticas,
aclarando
que
la
medicina
en
China
nunca
fue
sólo
un
sistema
de
técnicas
y
procedimientos,
sino,
una
historia
de
las
ideas.
Como
aclara
Unschuld,4
esta
conexión
entre
prácticas
e
ideas
hizo
imposible
separar
instancias
reconocidas
por
su
fisicalidad
(la
nieve,
por
ejemplo)
de
aquellas
de
naturaleza
espiritual
(ancestrales)
y
social
(crisis
política).
4
Ibid
5
Ibid,
p.12.
Un
caso
ejemplar
eran
los
tratados
del
viento.
Kuriyama
Shigehisa6
afirma
que
para
la
medicina
china
hay
pocas
cosas
en
el
mundo
más
peligrosas
que
el
viento.
Este
puede
causar
dolores
de
cabeza,
vómitos,
calambres,
mareos,
pérdida
del
habla
y
así
sucesivamente.
"Herido
por
el
viento"(shangfeng,
風賞)
un
paciente
puede
volar
de
fiebre;
"derribado
por
el
viento
"(zhongfeng,
中風),
entrar
en
estado
de
coma
repentinamente.
El
viento
también
puede
causar
locura
y
muerte.
Se
puede
decir
que,
en
la
cultura
china,
el
viento
permeó
el
entendimiento
de
casi
todas
las
aflicciones
del
cuerpo
y
los
diferentes
modos
de
comprender
el
mundo
(de
la
medicina
a
la
meteorología),
orientando
también
concepciones
de
espacio
y
tiempo,
poesía
y
política,
la
geografía
y
la
propia
noción
de
sí
mismo.
Kuriyama
indagó,
con
particular
interés,
cuál
sería
la
relación
entre
los
vientos
del
cuerpo
y
los
vientos
del
ambiente,
que
están
presentes
en
diversos
manuscritos
antiguos.
Durante
su
visita
a
nuestro
Centro
de
Estudios
Orientales
de
la
PUC-‐SP,
en
octubre
de
2012,
explicó
que
la
cuestión
de
la
salud
y
de
la
enfermedad,
relacionada
a
la
vida
y
la
muerte,
no
es
la
misma
entre
las
prácticas
asiáticas
y
las
occidentales.
Mientras
que
en
Occidente
es
común
asignar
la
necesidad
de
equilibrio
para
la
obtención
de
la
salud,
en
China
es
mucho
más
importante
formar
parte
del
flujo
que
estar
en
equilibrio.
Es
este
"estar
en
el
flujo"
que
marca
la
relación
entre
dentro
y
fuera
del
cuerpo.
Así,
se
percibe
que
el
cuerpo
no
está
apartado
de
la
naturaleza
ni
del
cosmos.
Los
vientos
han
sido
citados
desde
las
primeras
discusiones
de
la
era
Shang
(siglo
XVIII
al
XII
a.C.)
a
los
clásicos
de
la
medicina
de
la
dinastía
Han
(206
a.C.
a
220
d.C.),
siempre
íntimamente
relacionados
con
la
concepción
del
cuerpo.
Adivinos
de
la
era
Shang
indagaban
si
el
viento
venía
del
este
o
del
oeste,
si
traía
la
lluvia
u
otras
inestabilidades
climáticas.
Para
estos
sabios,
los
vientos
no
eran
sólo
movimientos
del
aire,
sino
que
se
identificaban
con
divinidades.
Muchos
sacrificios
se
hicieron
para
evocarlos.
En
cierto
modo,
los
vientos
se
convirtieron
en
la
expresión
primordial
de
un
espacio
divinamente
ordenado
y
dinámico,
capaz
de
gobernar
las
miríadas
del
mundo
y
la
sensibilidad
de
los
seres
vivos.
Por
lo
tanto,
los
vientos
no
asombraban
a
la
imaginación
Shang
apenas
como
un
fenómeno
meteorológico
vago,
sino
como
vientos
específicamente
localizados
en
el
este
y
en
el
sur,
en
el
oeste
y
en
el
norte.
Esto
podría
orientar
las
acciones
más
propicias
para
quien
necesitaba
cazar
o
para
direccionar
cómo
el
soberano
debería
comenzar
su
caminata.
Ciertas
brisas
agitaban
especialmente
a
los
insectos.
Los
caballos
y
las
vacas
acometidos
por
el
viento
eran
estimulados
a
la
urgencia
del
apareamiento.
6
Kuriyama
Shigehisa,
“The
Imagination
of
Winds
and
the
Development
of
the
Chinese
Conception
of
the
Body”
in
A.
Zito
e
T.
Barlow,
Body,
Subject
and
Power
in
China.
Chicago:
University
of
Chicago
Press,
1994.
Los
chamanes
de
la
era
Shang
hacían
sacrificios
para
apaciguar
a
los
cuatro
vientos
(relativos
a
los
cuatro
puntos
cardinales)
y
una
de
las
razones
por
las
que
actuaban
así,
era
para
evitar
las
enfermedades
vinculadas
directamente
a
la
infelicidad
de
los
antepasados,
orientadoras
de
males
como
dolores
de
cabeza
y
fiebres.
En
el
siglo
VI
a.C.
los
procedimientos
comenzaron
a
transformarse.
En
lugar
de
las
menciones
a
los
ancestros,
se
tomaban
en
cuenta
seis
influencias:
yin
(陰),
yang
(陽
),
el
viento,
la
lluvia,
la
oscuridad
y
el
brillo.
Estas
serían
esenciales
para
el
funcionamiento
del
mundo,
pero
en
exceso
podrían
causar
enfermedades.
Mucho
yin
resultaría
en
enfermedades
frías,
mucho
yang
en
fiebre.
Muy
viento
podría
ocasionar
enfermedades
en
los
miembros.
Mucha
lluvia
acarrea
enfermedades
abdominales.
La
oscuridad
inducía
a
desilusiones
y
el
exceso
de
brillo
a
problemas
de
la
mente.
A
pesar
de
ciertos
patrones
comunes,
había
contrastes
entre
los
tratamientos.
Los
médicos
Shang
estaban
investigando
los
espíritus
sobrenaturales
y
los
Han
analizando
las
fuerzas
de
la
naturaleza,
y
por
esto
surgieron
diferencias
en
relación
a
la
medicina
clásica.
Se
necesita
observar
que
la
medicina
arcaica,
muy
anterior
al
período
pre-‐socrático
occidental,
no
era
una
ciencia
que
observaba
o
manipulaba
el
cuerpo
humano.
La
negociación
más
importante
era
con
los
antepasados.
Solo
en
la
medicina
clásica,
los
estudios
de
la
enfermedad
y
del
cuerpo
se
volvieron
inseparables.
No
despreciaban
la
influencia
del
viento
o
del
frío,
pero
consideraban
que
la
persona
sólo
estaba
predispuesta
a
la
enfermedad
si
el
cuerpo
estaba
vulnerable.
conciencia
distinta
del
cuerpo.
Esta
conciencia
estaría
siempre
relacionada
al
exterior,
pero
no
se
confundía
con
él.
Existe
una
tentación
en
tratar
el
viento
como
una
simple
metáfora,
sobre
todo
cuando
se
identifica
al
viento
con
la
noción
de
cambio
y
de
paso
del
tiempo.
Pero
la
atención
que
los
médicos
chinos
daban
a
la
piel
y
los
poros
muestra
que,
si
queremos
abordar
el
viento
a
partir
de
metáforas,
es
importante
que
no
sean
simplemente
figuras
de
lenguaje,
y
si
metáforas
corporales
o
metáforas
cognitivas.7
Esto
es
debido
a
que
la
imaginación
del
viento
siempre
nació
de
una
experiencia
concreta
de
espacio
orientado
y
lugar
localizado.
La
respiración
personal
siempre
fue
inseparable
de
la
respiración
cósmica.
Así,
la
característica
de
todos
los
vientos
(interiores
y
exteriores
al
cuerpo)
sería
la
de
retener
una
contingencia
caótica
y
la
posibilidad
de
soplar
en
nuevas
e
inesperadas
direcciones.
Siempre
hubo
una
gran
diversidad
de
prácticas
traídas
por
las
comunidades
chinas
expatriadas,
como
fue
el
caso
de
los
rituales
chamánicos
y
de
los
exorcismos
de
demonios,
además
de
muchos
sincretismos
con
la
medicina
occidental
y
otras
culturas
orientales.
Hoy
todavía
existen,
por
ejemplo,
números
escandalosos
de
curanderos
esparcidos
por
ciudades
como
Tōkyō
y
Kyōto.
Mary
Picone8
explica
cómo
la
idea
del
cuerpo
en
Japón
está
bastante
marcada
por
estas
representaciones
que
se
derivan
de
interpretaciones
laicas
o
de
curanderos
populares.
Según
la
investigadora,
estas
pueden
ser
reconocidas
como
fuentes
de
representaciones
"auténticamente
japonesas",
aunque
se
hayan
importado
y
transformado
durante
los
procesos
de
traducción
de
una
cultura
a
la
otra.
7
Dos
autores
que
se
han
dedicado
desde
los
años
‘80
a
estudiar
las
metáforas
cognitivas
en
Occidente
son
George
Lakoff
y
Mark
Johnson.
Han
publicado
libros
y
artículos
en
los
que
proponen
que
metáfora
no
es
sólo
una
figura
del
lenguaje,
sino
que
puede
ser
reconocida
como
el
operador
principal
de
la
cognición,
accionada
por
el
sistema
sensoriomotor.
8
Mary
Picone,
“The
Ghost
in
the
machine:
Religious
Healing
and
Representations
of
the
body
in
Japan”
en
Fragmented
History
of
the
Human
Body.
v.1.
Nueva
York:
Zone,
1989.
separado
de
la
mente
y
la
salud
es
condición
espiritual
y
orgánica.
Pero
al
observar
la
medicina
china,
o
kanpō
(漢
方),
que
sería
la
traducción
japonesa,
Picone
verifica
que
el
holismo
asume
significados
diferentes.
No
se
trata
de
una
relación
causal
entre
estados
corporales
y
factores
externos
o
de
la
idea
de
que
exista
un
todo
que
sea
más
que
la
suma
de
las
partes.
Lo
que
ocurre
es
una
especie
de
contextualización
del
cuerpo
a
través
de
diferentes
estados
simultáneos
que,
a
la
vez,
operan
representaciones
distintas
de
cuerpo.
No
son
representaciones
unívocas,
ni
existen
lazos
causales
entre
dentro
y
fuera
o
entre
la
parte
y
el
todo.
Admitir
que
los
aspectos
o
partes
del
cuerpo
son
pensados
como
interrelacionados,
significa
reconocer
que
es
sólo
un
elemento
en
un
universo
de
relaciones.
El
médico
suele
reconocer
un
patrón
de
desequilibrio
en
un
cuerpo,
pero
nunca
lo
considerará
como
si
fuera
un
todo
compuesto
por
determinadas
sustancias.
Su
descripción
está
más
vinculada
atributos,
flujos
y
acciones.
Las
clasificaciones
son
relacionales
y
no
limitadas
a
los
procesos
fisiológicos.
Se
extiende
a
direccionamientos
del
cuerpo
en
el
espacio,
con
respecto
a
las
estaciones,
colores,
tiempos,
estilos
de
gobierno,
condición
social,
etc.9
9
Yasuo
Yuasa
explica
en
Science
and
Comparative
Philosophy
(Leiden:
E.
J.
Brill
Academic
Pub,
1989)
que
hay
diferentes
maneras
de
tratar
la
noción
de
dualismo.
El
método
cartesiano
buscaba
explicar
cómo
algo
que
no
tiene
extensión
corpórea
(alma)
actúa
sobre
lo
que
tiene
(cuerpo).
En
las
culturas
asiáticas
existen
otras
cuestiones.
Un
ejemplo
que
explicita
la
relación
entre
la
mente
y
la
materia
o
el
alma
y
el
cuerpo,
es
el
propio
entrenamiento.
El
entrenamiento
sería
un
perfeccionamiento
de
la
conciencia
de
las
conexiones
-‐dualismo
en
este
contexto,
tendría
más
que
ver
con
la
especificidad
de
los
procesos
que
ocurren
dentro
del
cuerpo
y
las
especificidades
que
ocurren
en
el
entorno
(el
ambiente
donde
el
cuerpo
está
o,
en
algunas
circunstancias,
el
universo).
Pero
es
importante
notar
que
todo
esto
ocurre
al
mismo
tiempo.
Es
decir:
estos
procesos
(de
adentro
y
afuera)
no
pueden
ser
apartados.
Aquello
que
los
diferencia
es
la
singularidad
de
las
conexiones
y
no
cabe
evidenciar
si
hay
o
no
extensión
corpórea.
Este
tema
será
retomado
más
adelante.
10
Es
importante
recordar
que
en
la
filosofía
occidental,
la
definición
de
sustancia
no
es
unívoca,
así
como
las
explicaciones
para
la
relación
entre
mente
y
cuerpo.
Al
respecto
de
esto,
cf.
Thomas
Janice
(The
Mind
of
the
Moderns,
Rationalism,
Empiricism
and
Philosophy
of
Mind.
New
York:
Routledge,
2009)
y
Paul
Churchland
(Matter
and
consciousness:
A
contemporary
introduction
to
the
philosophy
of
mind.
Cambridge:
The
MIT
Press,
1988).
Como
se
explica
Kuriyama12,
cuando
le
pregunté
sobre
este
tema,
parece
cada
vez
más
interesante
analizar
las
prácticas,
que
los
discursos
sobre
las
prácticas.
Porque
algunas
veces,
incluso
no
intencionalmente,
hay
un
desajuste
entre
ambos.
Un
ejemplo
es
el
del
post-‐parto.
Una
mujer
china
que
se
trata
con
la
medicina
occidental,
puede
no
admitirlo
en
su
discurso,
pero
en
la
práctica,
difícilmente
dejará
de
seguir
la
tradición
china,
que
considera
más
recomendable
no
salir
de
casa
por
treinta
días
y
ni
lavar
los
cabellos,
dado
que
el
cuerpo
se
vuelve
muy
susceptible
en
estas
circunstancias.
Lo
mismo
pasa
con
la
creencia
en
fantasmas.
Una
persona
puede
afirmar
con
convicción
que
no
cree
en
fantasmas,
pero
en
algunas
situaciones
pueden
sorprenderse
sintiendo
miedo
de
ellos.
11
Baruch
Spinoza
consideró
la
sustancia
como
aquello
que
es
a
la
vez
material
y
mental,
lo
que
parece
más
cercano
a
las
concepciones
asiáticas
que
la
explicación
cartesiana.
12
Extractos
de
la
entrevista
se
pueden
leer
en
C.
Greiner,
C.
Saito
y
M.
Souza
(orgs.)
Em
busca
do
Japão
Contemporâneo.
San
Pablo:
Hedra,
2013.
Así,
muchas
concepciones
y
prácticas
cambian
y
otras
se
resisten.
En
la
medicina
china
pre-‐moderna
no
existía
aun
reconocimiento
del
sistema
nervioso.
Sin
embargo,
un
fuerte
desequilibrio
de
sustancias
del
cuerpo
(shen,
神)
podría
considerarse
locura.
Shen
sería
más
que
el
cuerpo
humano,
la
vitalidad
o
la
mente,
una
"deidad
o
espíritu
",
conectando
instancias
distintas.
Se
observa
a
este
respecto
que
el
entendimiento
de
"alma"
nunca
fue
unívoco.
En
las
terapias
religiosas
se
habla
mucho
sobre
el
qì,
algunos
incluso
prefieren
el
nombre
traducido
directamente
del
inglés
que
sería
enerugi.
En
la
era
Han,
se
consideraba
el
"centro"
como
sinónimo
ancestral
de
qì.
Pero
no
es
un
tópico
de
fácil
definición.
En
la
medicina
clásica
china
existen
32
tipos
diferentes
de
ch’i,13
que
pueden
tener
significados
muy
diferentes:
viento,
impacto
ambiental
o
el
menor
componente
de
la
materia.
El
cuerpo
incluye
un
ch'i
innato
y
otros
producidos
por
el
organismo,
que
derivan
de
los
alimentos
que
comemos
y
el
aire
que
respiramos,
entre
otras
cosas.
Un
ejemplo
de
este
proceso
es
el
exceso
de
fuego
en
el
hígado,
que
corresponde
a
la
emoción
de
la
rabia
y
puede
manifestarse
en
forma
de
"enrojecimiento
en
los
ojos".
En
esta
concepción,
los
delitos
de
asesinato,
por
ejemplo,
eran
probables
causantes
de
enfermedades
en
los
ojos.
Hasta
hoy,
muchos
médicos
siguen
utilizando
el
qì
o
ch´i
como
un
concepto
terapéutico.
François
Jullien14
explica
que,
en
la
práctica,
qì
es
un
término
general
y
común
sin
gran
significado
filosófico
y
es
a
menudo
una
fuente
de
confusión.
Algunas
veces,
los
diccionarios
lo
definen
como
posición,
circunstancia,
otras
veces,
como
poder
o
potencial.
Traductores
e
intérpretes
occidentales
tienden
a
atribuir
la
confusión
a
la
insuficiencia
de
rigor
del
pensamiento
chino,
que
es
obviamente
una
visión
orientalista
en
su
dirección
más
peyorativa.
De
hecho,
esto
no
es
un
concepto
unívoco,
pero
es
precisamente
su
ambivalencia
lo
que
parece
más
interesante.
Además
de
migrar
entre
la
estática
y
la
dinámica,
qì
trafica
entre
diferentes
niveles.
Es
un
buen
ejemplo
de
cómo
el
pensamiento
chino
debe
ser
percibido
como
una
realidad
procesual
o
un
proceso
de
transformación.
En
este
sentido,
el
qì
tiene
una
especie
de
potencial
que
no
se
origina
en
la
iniciativa
humana,
sino
en
la
disposición
de
las
cosas,
como
sugiere
Jullien.
En
lugar
de
imponer
el
deseo
a
través
de
significados
de
la
realidad,
para
acercarse
al
qì
es
necesario
estar
abierto
a
una
fuerza
inmanente
prefilosófica
y
a
una
comprensión
pre-‐conceptual.
cuerpo
y
dos
enfoques
principales
para
cada
persona.
La
primera
es
teológica
y
está
ligada
a
la
noción
de
la
divinidad
y
sus
diversos
principios
de
trascendencia,
donde
múltiples
almas
y
espíritus
representan
las
energías
del
cuerpo.
Este
punto
de
vista
depende
de
las
teorías
ontológicas
y
cosmológicos
relacionadas
con
los
sistemas
de
correspondencias
de
la
teoría
médica
y
de
rituales
bien
conocidos
por
los
estudiosos
de
la
medicina
china.
El
segundo
enfoque
es
empírico
y
origina
las
técnicas
de
acupuntura,
la
medicina
con
hierbas,
las
artes
y
las
ciencias
de
China.
Pero
hay
una
tercera
forma
de
ver
el
cuerpo
que
sería
esta
visión
simbólica,
específicamente
taoísta.
Desde
este
enfoque,
el
cuerpo
humano
sería
imagen
del
país.
Esta
propuesta
aparece
en
Chuang-‐tzu
(S.
IV
a.
C).
El
qì,
a
su
vez,
también
necesita
de
formas
de
reconocimiento
que
van
desde
la
guerra
a
la
política,
de
la
estética
a
la
caligrafía,
de
la
pintura
a
la
teoría
literaria
y,
por
último,
de
la
reflexión
histórica
a
una
especie
de
primera
filosofía.
La
noción
de
eficacia
es
explorar
la
propensión
emanada
de
una
configuración
particular
de
la
realidad
a
un
efecto
posible.
Comprende
una
base
común
cuando
se
incrusta
en
el
lenguaje.
Pero
debe
tenerse
en
cuenta
que
esto
no
sería
una
base
estable.
El
lenguaje
tendría
una
intensa
plasticidad
y
albergaría
singularidades
no
homogéneas.
El
qì
no
es
exactamente
una
"comprensión"
de
eso,
pero
le
permite
detectar
su
presencia
y
sentido
lógico
bastante
peculiar,
ya
que
en
este
contexto,
no
toda
lógica
es
racional.
El
arte
o
sabiduría,
de
la
forma
en
que
han
sido
concebidas
por
los
chinos,
dicen
al
respecto
de
explorar
estratégicamente
esta
propensión
que
emana
de
una
configuración
particular
de
la
realidad
afín
de
alcanzar
el
máximo
efecto
posible.
Esta
sería
la
noción
de
eficacia.
Para
comprenderla
es
importante
volver
a
la
noción
de
causalidad,
a
menudo
citada
por
Unschuld
en
su
análisis
sobre
las
estrategias
utilizadas
por
la
medicina
china
en
diferentes
épocas.
En
la
tradición
occidental,
algunos
filósofos
consideraron
la
causalidad
como
una
ley
general
de
comprensión,
establecida
a
priori.
En
el
pensamiento
chino,
Jullien
explica
que
este
principio
no
existe,
ni
siquiera
en
la
interpretación
de
la
naturaleza.
No
se
ignora
la
relación
causal,
pero
siempre
se
refiere
a
una
estructura
de
experiencias
que
suceden
con
impacto
inmediato.
Sin
extrapolación
con
respecto
a
las
causas
y
efectos
extensibles
a
una
razón
de
las
cosas
ocultas
o
a
un
principio
que
hace
hincapié
en
la
realidad
como
un
todo,
o
que
se
establezca
como
una
ley
general
que
se
da
previamente
/a
priori.
Más
que
eso,
se
trata
de
cambios
que
señalan
a
disposiciones
específicas.
Incluso
cuando
la
interpretación
china
de
la
realidad
parece
más
especulativa,
nace
de
la
disposición
de
las
cosas
y
la
participación
de
las
tendencias.
La
propensión
da
la
clave
para
su
actualización.16
16
F.
Jullien,
La
propensión
de
las
cosas,
op.
cit..
17
Y.
Yuasa,
The
Body
Toward
a
Eastern
Mind-‐Body
Theory,
trad.
para
o
inglês
de
Nagatomo
Shigenori
e
T.
P.
Kasulis.
Albany:
State
University
of
New
York
Press,
1987,
pp.
99–109.
nō".
Según
Zeami,
el
primer
paso
para
todo
entrenamiento
(keiko,
稽古)
es
despejar
la
mente,
ya
que
la
forma
del
cuerpo
deriva
de
la
mente,
no
como
su
producto
o
instrumento,
sino
como
una
forma
de
implementación.
La
profundidad
sustancial
considerado
el
ideal
de
la
poesía
waka,
fue
llamado
más
tarde
misterio
profundo
y
oscuro
(yugen,
幽玄).
Este
es
un
estado
que
no
puede
ser
capturado
en
un
esfuerzo
consciente
momentáneo.
Yugen
necesita
ser
construido
e
internalizado
para
emerger.
Así
que
cuando
alguien
pasa
por
un
largo
período
de
formación,
olvidándose
de
la
voluntad
deliberada
de
sí
mismo
y
sumergiéndose
en
el
acto
de
escribir
poemas,
bailar
o
interpretar;
su
modo
de
artisticidad,
finalmente,
puede
"abrirse".
Es
preciso
que
exista
una
correspondencia
entre
el
cuerpo
y
la
formación
artística,
diferente
de
cualquier
otro
tipo
de
formación
no
artística,
teniendo
en
cuenta
se
especificidad
y
la
capacidad
de
cultivar
(shugyō,
修行).
Komparu
Zenchiku18
define
yugen
como
un
modo
de
pensar
cultivado
por
el
performer.
En
este
caso,
el
entrenamiento
tiene
que
ver
con
"convertirse
en
la
cosa
en
sí
misma”,
en
lugar
de
centrarse
en
los
movimientos
específicos
que
serán
performados,
que
por
lo
general
marca
el
inicio
del
entrenamiento.
La
mente
toma
la
forma
del
personaje
y
su
estado
mental
se
manifestará
en
el
escenario
produciendo
el
yugen
de
la
no-‐dualidad
entre
la
mente
y
la
materia.
Es
importante
tener
en
cuenta
que
"la
cosa
en
sí"
es
también
una
representación.
Sin
embargo,
la
referencia
es
el
otro
y
no
el
sí
mismo.
18
Zenchiku
Komparu
en
Arthur
H.
Thornhill,
Six
Circles,
One
Dewdrop.
The
Religio-‐Aesthetic
World
of
Komparu
Zenchiku.
Princeton:
Princeton
University
Press,
1993,
p.
74.
19
Puede
ser
un
enfoque
desafiante
aproximar
esta
noción
de
cultivación
personal,
a
la
práctica
de
los
griegos,
retomada
por
Michel
Foucault
en
su
investigación
sobre
la
estética
de
la
existencia,
la
escritura
y
las
técnicas
de
sí,
desarrolladas
durante
la
década
de
1980.
En
la
antigua
Grecia,
ninguna
técnica
o
capacidad
podía
ser
adquirida
sin
práctica.
No
sería
posible
aprender
el
arte
de
vivir
sin
una
askêsis
o
entrenamiento
de
sí
por
sí
mismo.
Este
principio
fue
particularmente
valorada
por
los
pitagóricos,
socráticos
y
cínicos,
que
implica
la
abstinencia,
la
memorización,
el
examen
de
conciencia,
la
meditación,
el
silencio
y
la
escucha
del
otro.
Cf.
Michel
Foucault,
Ditos
e
escritos
-‐Ética,
Sexualidade,
Política.
Manoel
de
Barros
da
Motta
(org.)
20
Las
discusiones
de
la
última
década
de
las
llamadas
Ciencias
Cognitivas
reconocen
que
la
comprensión
conceptual
nace
de
la
experiencia
del
cuerpo
en
movimiento
(Greiner
2010).
Tales
estudios
rompen
con
el
estereotipo
de
que
todo
el
pensamiento
occidental
es
necesariamente
cartesiano.
Este
tema
será
reanudado
en
el
último
capítulo.
Existen
numerosos
procedimientos
que
ilustran
estas
diferentes
formas
de
ver
y
percibir
el
cuerpo.
En
Occidente,
para
estudiar
las
alergias,
por
ejemplo,
es
habitual
observar
la
característica
de
la
marca
o
mancha.
En
China
y
Japón,
más
importante
que
la
característica
de
la
mancha
es
su
ubicación.
Eso
da
la
clave
de
la
conexión
interna,
para
saber
con
qué
órgano
la
marca
en
la
piel
puede
estar
asociada
o
a
qué
meridiano
está
conectada.
que
parezca,
al
volver
a
los
tratados
de
Hipócrates
(460-‐377
a.C.)
y
a
los
manuscritos
de
Mawangdui
(producidos,
probablemente,
en
el
siglo
II
a.C.)
el
contraste
no
es
tan
evidente.
En
los
textos
hipocráticos
no
se
hablaba
propiamente
de
músculos,
pero
sí
de
la
carne
y
los
tendones.
En
esa
época,
en
China,
las
agujas
de
acupuntura
aún
no
habían
sido
inventadas,
lo
que
podría
ser
una
de
las
razones
para
que
las
prácticas
medicinales
no
se
distingan
tanto
de
la
medicina
griega.
De
todos
modos,
siempre
hay
que
tener
cuidado
con
la
lectura
de
las
representaciones
del
cuerpo,
ya
que
estas
no
deben
ser
encuadradas
por
esquemas
y
conjuntos
de
ideas
fórmulas
vacías
que
simulan
dualidades
de
tipo
holismo
frente
al
dualismo,
organicismo
frente
al
reduccionismo.
Como
explica
Yuasa
Yasuo,24
antes
del
período
moderno
no
había
en
la
filosofía
china
e
un
campo
limitado
de
estudios
equivalentes
a
la
lógica,
que
tradicionalmente
se
definen
en
Occidente
como
ciencia
general
de
la
inferencia.
En
las
Centenas
de
escuelas
del
Pensamiento
(403
a.C.-‐
221
a.C.),
estaba
la
Escuela
de
los
Nombres
(Mingjia
en
chino,
Meika
en
japonés).
Esta
fue
creada
por
Gongsunlong
(traducido
al
japonés
como
Kōsonryu),25
conocido
por
su
teoría
de
que
"un
caballo
blanco
no
es
un
caballo",
ya
que
sería
la
forma
de
caballo
y
un
caballo
blanco,
atributo.
Se
trataba
de
un
debate
para
estudiar
la
relación
entre
el
nombre
y
la
cosa.
Pero
es
importante
tener
en
cuenta
que
el
pensamiento
tradicional
en
China
siempre
se
ha
basado
en
la
ética
y
la
política,
basándose
más
en
la
práctica
que
en
el
razonamiento
lógico,
lo
que
afectó
el
sistema
de
cita.
En
Japón
no
fue
diferente.
Los
estudiosos
que
analizan
los
ideogramas
(caracteres
pictóricos
de
la
escritura
china)
afirman
que
estos
apelan
a
la
percepción
visual
y
son
estos
siempre
ambiguos
y
concisos,
lo
que
sugiere
diferentes
interpretaciones.
El
tercer
patriarca
de
la
Escuela
Tendai,
Zhiyi
(Chigi,
en
japonés)
fundó
una
red
significados
del
budismo
en
China,
que
propuso
"lo
vacío"
como
forma
y
se
basaba
en
la
experiencia
de
la
práctica
del
cultivo
de
uno
mismo
en
lugar
de
la
lógica.
Las
doctrinas
del
budismo
Mahayana,
anteriores
a
las
nuevas
religiones
de
Japón,
consideraban
coherente
que
el
cambio
mental
era
equivalente
a
la
cura.
De
acuerdo
con
Picone26
muchas
escuelas
del
budismo
Mahayana,
adoptadas
por
los
japoneses,
24
Y.
Yuasa,
Overcoming
Modernity,
Syncronicity
and
Image-‐Thinking.
Trad.
para
o
inglês
de
Nagatomo
25
Ibid.
p.
81.
26
M.
Picone,
“The
Ghost
in
the
machine”
op.
cit.,
p.
478.
27
Se
contaban
en
la
época
404
enfermedades,
101
para
cada
elemento.
28
Shigenori
Nagatomo,
Attunement
through
the
Body.
Albany:
State
University
of
Nova
York
Press,
1992,
pp.
79–176.
29
Ibid.
simultáneamente
por
el
pasado,
presente
y
futuro.
El
estar
en
el
presente
no
significa
estar
suspendido
en
el
tiempo,
pero
si
estar
(corporalmente)
consciente
del
flujo.
Del
mismo
modo,
estar
sentado
no
implica
estar
parado,
sería
otra
forma
de
participar
en
el
flujo.30
Los
kimonos
conocidos
en
sánscrito
como
kayasa
(en
la
lectura
japonesa,
kesa,
袈裟)
eran
las
vestimentas
tradicionales
de
los
monjes.
Su
importancia,
explicó
Yamakawa
Aki31
no
era
sólo
en
el
valor
textil,
y
si
el
tipo
de
asociación
con
la
persona
que
lo
vestía.
Esto
se
debe
a
que
había
una
conexión
natural
entre
el
kimono
y
las
historias
de
vida
de
los
dueños
de
la
ropa.
En
este
contexto,
los
kimonos
fueron
considerados
verdaderos
tesoros.
En
la
India,
kasaya
era
el
uniforme
que
distingue
a
los
mendigos
de
otros
ascetas.
La
característica
más
llamativa
de
los
kimonos
era
la
forma
en
que
fueron
cosidos
-‐
pequeños
rectángulos
componían
una
pieza
más
extensa.
El
color
fue
llamado
ejiki
(食
),
por
lo
general
un
tono
marrón
o
negro
azulado.
La
palabra
kasaya
significa
en
sánscrito
un
color
turbio,
refiriéndose
a
la
sombra
que
caracteriza
a
las
ropas.
30
La
noción
de
self
somático
inmanente
y
no
trascendente,
que
se
desprende
de
estos
resultados,
puede
ser
reconocida
en
tres
pensadores
japoneses,
empezando
por
el
monje
budista
conocido
como
Kōbō
Daishi
o
Kūkai
(774-‐835),
seguido
por
el
propio
Dōgen
Kigen
y,
finalmente,
el
filósofo
Nishida
Kitarō
(1870-‐1945)
que,
de
acuerdo
a
Nagatomo,
que
ha
acuñado
el
término
self
somático.
A
partir
de
una
compleja
red
autores
de
la
fenomenología
europea,
el
pragmatismo
americano
(William
James)
y
de
la
meditación
Budista,
Nishida
concibió
una
noción
dinámica
de
individuo
y
de
lugar
dentro
de
un
mundo
relacional.
Para
una
lectura
comparativa
entre
estos
pensadores,
sugiero
una
investigación
minuciosa
de
Nagatomo
Shigenori
(1989:
126-‐192).
31
Yamakawa
Aki
e
Monica
Bethe,
Transmitting
robes,
linking
mind:
the
world
of
Buddhist
kasâya.
Kyōto:
Kyōto
National
Museum,
2010,
p.VI.
32
El
Museo
Nacional
de
Kioto
organizó
la
exposición
Transmitting
Robes,
Linking
Mind,
the
world
of
Buddhist
Kasaya,
de
octubre
a
noviembre
de
2010,
con
700
años
de
producción
de
kasaya,
del
período
Nara
al
Muromachi.
podrían
describirse
como
un
mosaico
subastado.
Fue
la
belleza
del
collage
que
hizo
a
cada
kasaya
especial.
En
Japón,
la
historia
del
budismo
siempre
fluctuó
entre
seguir
estrictamente
las
reglas
y
desviarse
de
ellas.
Un
buen
ejemplo
es
el
período
de
los
movimientos
de
reforma
Kamakura.
El
budismo
se
ha
desplazado
de
la
enseñanza
de
la
ley
de
protección
del
Estado,
hacia
la
enseñanza
de
la
salvación
de
los
individuos
de
todos
los
niveles
de
la
sociedad.
Entre
las
nuevas
sectas
religiosas
de
la
época
estaban
la
de
la
Tierra
Pura
(Jodoshu)
y
el
Zen.
Los
kasaya
de
estos
dos
grupos
expresaron
aspectos
diametralmente
opuestos
y,
en
cierta
forma,
relacionados
con
la
dirección
tomada
por
los
propios
practicantes,
con
el
transcurso
del
tiempo.
Lo
mismo
ocurrió
con
todas
las
demás
sectas.
La
de
la
Tierra
Pura
terminó
descartando
los
valores
para
seguir
con
sólo
la
fe.
El
Sōtō
Zen
y
Risshu
volvieron
a
las
enseñanzas
de
Buda.
El
Daruma
y
Rinzai
Zen
comenzaron
a
seguir
el
budismo
chino,
pero
mantuvieron
distinciones
en
relación
a
las
sectas
Shingon
y
Tendai.
No
es
el
caso
aquí
detallar
las
diferencias
entre
cada
uno
de
estos
grupos,
el
punto
a
destacar
es
que
todas
estas
ideas,
incluso
cuando
distintas
entre
sí,
acostumbraban
a
traducirse
en
los
kasaya,
introduciendo
una
relación
peculiar
entre
el
cuerpo,
la
ropa
y
el
flujo
de
conocimiento.
Es
importante
percibir
que
el
kasaya
nunca
fue
sólo
un
uniforme,
sino
una
especie
certificación
de
la
transmisión
de
la
secta
Zen
y
de
las
actividades
de
la
dinastía
Tang
del
maestro
Heze
Shenhui
(684-‐758).
A
partir
de
entonces,
la
prueba
oficial
de
la
transmisión
del
dharma
(en
japonés,
denpō,
伝
法)
sería
la
propia
vestimenta.
Para
el
discípulo
Zen,
la
relación
con
el
maestro
se
refleja
en
el
acto
de
la
transmisión
del
hábito.
El
kasaya
que
cosió
el
maestro,
el
retrato
y
la
certificación
por
escrito
eran
evidencias
que
aseguraban
la
transmisión
de
la
sabiduría.
Hasta
el
periodo
Heian,
había
dos
tipos
de
kasaya:
una
trama
de
tafeta
y
una
combinación
de
harapos
(tejido
simple
en
colores
básicos
de
hábitos
de
monje).
No
sé
sabe
a
ciencia
cierta,
pero
parece
que
todos
los
kasaya
de
países
asiáticos
siguieron
las
reglas
de
ritsu
para
diferenciar
el
kasaya
de
cualquier
otra
ropa.
Inaga
Shigemi33
explica
que
este
método
también
se
usó
en
otras
situaciones.
Hay
distintas
citas
a
diferentes
representaciones
de
la
sabiduría
más
allá
de
aquella
simbolizada
por
los
kimonos.
Por
ejemplo:
mono
(物)
es
cosa,
kokoro
(心)
es
mente
y
corazón,
koto
(事)
es
material.
Pero
no
es
el
espíritu
que
hace
mono
con
las
manos
(un
objeto
hecho
a
mano,
por
ejemplo),
sino
la
mente
(kokoro)
que
se
cultiva
con
la
mano
que
maneja
mono
(en
este
caso,
la
materia
prima).
En
el
caso
de
kasaya,
al
unir
los
retazos
de
los
hábitos
de
los
maestros,
la
mano
cultiva
la
mente.
Hay
una
serie
de
importantes
intercambios
estéticos
promovidos
durante
todas
estas
fases.
En
un
primer
momento,
la
estética
china
ha
estado
marcada
por
la
simplicidad,
guiando
la
moda
japonesa
minimalista.
En
los
siglos
XII
y
XIII
la
presencia
de
los
conquistadores
mongoles
en
China
trajo
una
especie
de
"extravagancia"
hasta
33
Inaga
Shigemi
(org.)
Questioning
Oriental
Aesthetics
and
Thinking:
Conflicting
Visions
of
“Asia”
under
the
Colonial
Empires.
Kyōto:
International
Research
Center
for
Japanese
Studies,
2010,
p.
76.
34
La
noción
de
trabajo
inmaterial
ha
sido
ampliamente
investigado
por
autores
como
Antonio
Negri,
Michael
Hardt
y
Maurizio
Lazzarato,
entre
otros.
El
trabajo
inmaterial
sería
aquel
cuyo
producto
coincide
con
el
proceso
en
sí
(un
pianista
tocando
el
piano).
Más
recientemente,
este
concepto
fue
cuestionado
por
autores
como
el
propio
Negri,
que
no
identifica
propiamente
un
"inmaterial"
en
los
procesos
de
trabajo,
sino
un
sumergirse
en
la
concreción
específica.
En
el
libro
O
corpo
em
Crise
(Greiner,
2010)
también
cuestioné
esta
cita,
con
el
argumento
de
que
todo
el
proceso
llevado
a
cabo
en
presencia
y
a
partir
del
cuerpo,
necesariamente
tiene
una
importancia
material.
35
Helen
Benton
Minnich
e
Nomura
Shojiro,
Japanese
Costume
and
the
Makers
of
its
Elegant
Tradition.
Vermont:
Charles
E.
Tuttle,
1963.
entonces
inexistente.
Esto
no
afecta
a
los
pintores
chinos,
pero
encanta
a
los
artesanos.
En
Japón,
las
interfaces
con
las
bellas
artes,
especialmente
con
grabados
ukiyo-‐e,
se
vuelven
particularmente
sorprendentes.
No
era
sólo
la
reproducción
de
imágenes
en
tejidos,
sino
la
exuberancia
de
colores.
Otro
factor
importante
que
diferencia
los
kimonos
japoneses
de
los
chinos
era
la
naturaleza
y
el
clima
distintos.
Entre
la
antigua
Pekín
y
Kyōto,
había
diferencias
obvias.
En
Japón,
por
ejemplo,
la
presencia
del
césped
siempre
ha
sido
mucho
más
marcada
que
en
China,
que,
a
su
vez,
tenía
una
mayor
variedad
de
flores.
Se
observa
en
los
kimonos
chinos
la
presencia
de
estas
flores
al
lado
de
dragones
exuberantes,
mientras
que
en
Japón,
los
kimonos
utilizados
en
las
ceremonias,
tenían
casi
siempre
un
solo
tipo
de
flor,
con
no
poca
frecuencia
acompañados
por
el
vuelo
de
las
aves
en
un
solo
color
de
fondo.
36
Hoy
en
día
es
común
que
algunas
tiendas
enseñen
a
vestir
el
kimono,
porque
esta
práctica
se
ha
convertido,
poco
a
poco,
una
actividad
"extranjera"
no
sólo
para
los
turistas
sino
para
muchos
japoneses
Hay,
sin
embargo,
una
posibilidad
de
cambiar
esta
situación.
Durante
el
tiempo
que
trabajé
en
la
Universidad
de
Kansai
Gaidai
en
2014,
yo
tenía
la
impresión
de
ver
más
a
menudo
las
jóvenes
e
incluso
chicos,
usando
kimonos
tradicionales
el
fin
de
semana
en
Kyōto.
En
una
conversación
con
Hosokawa
Shuhei,
del
Centro
Nichibunken,
confirmó
que
en
los
últimos
años,
esto
ha
sido
una
tendencia
evidente,
sobre
todo
en
la
región
de
Kansai,
que
puede
representar
la
revitalización
de
esta
tradición,
a
pesar
de
la
convivencia
con
la
moda
pop
que
ha
marcado
las
últimas
décadas,
especialmente
en
Osaka
y
Tōkyō.
37
Fuera
de
Japón,
el
kimono
también
fue
muchas
veces
utilizado
como
un
accionador
de
subjetividades
e
incluso
como
operador
poético.
En
Brasil,
el
poeta
Haroldo
de
Campos
identifica
similitudes
entre
los
kimonos
de
los
actores
de
teatro
nō
y
los
parangolés
del
artista
brasileño
Hélio
Oiticica,
en
la
medida
en
que
no
solo
visten
a
los
personajes,
sino
que
constituyen
el
cuerpo
y
el
movimiento.
Con
respecto
a
este
tema,
sugiero
la
lectura
de
su
libro
A
Arte
no
Horizonte
do
Provável
(ver
bibliografía).
La
palabra
japonesa
para
naturaleza
es
shizen
(自然).
Explica
Augustin
Berque38
esta
es
la
pronunciación
japonesa
de
la
palabra
china
ziran.
El
término
fue
introducido
en
Japón
con
la
adopción
de
la
civilización
china
en
los
siglos
VII
y
VIII.
En
chino,
ziran
es
un
término
bastante
antiguo
utilizado
por
el
fundador
del
taoísmo
Lao
Tsé
en
el
siglo
VI
a.C.39
Estos
antecedentes
chinos
marcaron
la
civilización
japonesa
desde
sus
inicios,
cuando
no
había
palabras
para
describir
la
naturaleza
en
general.
Sin
embargo,
desde
ese
inicio,
se
observan
algunas
diferencias
importantes.
Si
en
China,
en
cierto
modo,
la
naturaleza
fue
siempre
relativa
al
hombre;
la
cultura
japonesa
mostró
desde
el
Man´yoshu,40
una
gran
familiaridad
con
la
naturaleza
comprendida
en
sí
misma.
Según
Kataoka
Mami,41
shizen
refiere
a
la
naturaleza
objetivada,
incluyendo
el
universo
o
aquello
que
en
japonés
sería
shinrabansho
(la
totalidad
de
la
creación,
森羅万象)
o
tenchibanbutsu
(todas
las
cosasdel
universo,
天地
万物).42
En
el
budismo
Mahayana,
que
también
afecta
a
la
cultura
japonesa
en
términos
de
la
comprensión
de
la
naturaleza,
se
entiende
que
todos
los
seres
conscientes
eran
poseídos
por
Buda.
Cuando
esta
enseñanza
llega
a
Japón
se
interpreta
como
significado
de
que
todas
las
cosas
pueden
contener
a
Buda,
no
sólo
a
los
seres
humanos
sensibles,
sino
también
otros
animales,
objetos
inanimados
tales
como
la
tierra,
montañas
y
ríos.
En
este
sentido,
existe
una
noción
de
la
naturaleza
intrínsecamente
ligada
a
la
religión.
38
Augustin
Berque,
Le
Sauvage
et
l’Artífice.
Les
Japonais
devant
La
nature.
Paris:
Gallimard,
1987,
pp.
171–172.
39
Los
antiguos
chinos
no
distinguían
claramente
verbos,
nombres,
adjetivos
y
adverbios,
así
Ziran
no
sería
un
nombre
propio,
sino
un
estado.
Ziran
no
solo
significaba
específicamente
la
naturaleza,
sino
también
el
universo
o
el
medio
ambiente.
40
Este
es
considerado
el
poema
japonés
más
antiguo,
compilado
en
el
siglo
XVIII,
con
textos
que
datan
del
siglo
IV.
41
Kataoka
Mami,
Sensing
Nature:
Perception
of
Nature
in
Japan.
Tōkyō:
Mori
Museum,
2010
42
En
las
dos
primeras
fuentes
de
mitos
y
fábulas
japonesas,
Kojiki
(712)
y
Nihon
shoki
(720),
hay
descripciones
de
la
oscuridad
del
universo
como
un
ambiente
informe
del
que
emergen
las
divinidades
o
dioses.
La
palabra
shinto
aparece
por
primera
vez
en
el
Nihon
shoki.
En
los
períodos
anteriores
Jomon,
Yayoi,
Kofun
y
Asuka
había
una
serie
de
creencias,
pero
eran
consideradas
como
un
shinto
primitivo.
Antes
de
la
Restauración
Meiji,
los
campos
semánticos
de
estos
dos
términos
se
cubrían
parcialmente.
Es
por
eso
que
shizen
en
japonés
tenía
algunas
connotaciones
que
no
existían
en
el
chino
ziran,
especialmente
con
respecto
a
la
noción
de
azar.
También
es
preciso
tener
cuidado
de
no
forzar
la
identidad
entre
las
nociones
de
naturaleza
y
shizen.
Todo
depende
de
qué
tipo
de
entendimiento
de
naturaleza
está
siendo
considerada.
La
naturaleza
en
Japón
no
fue
entendida
como
objeto
de
cara
a
un
sujeto
(humano).
En
su
lugar,
había
una
tendencia
a
entenderla
como
una
referencia
suprema.
Algunos
términos
más
antiguos
como
tenchi
(天地),
banyu
(蛮勇),
banbutsu
(万物)
shinrabansho
(森羅万象)
y
tennen
(天然)
fueron
utilizados
indicando
una
especie
de
inclusión
de
lo
humano
en
la
naturaleza.
Lo
humano
no
excede
ni
es
superior
a
nada.
Esta
actitud
ha
dado
lugar
a
toda
una
dimensión
estética
relacionada
a
la
naturaleza
y
lo
inseparable
de
la
vida.
Para
entender
mejor
estas
cuestiones
y
el
vocabulario
muy
específico
utilizado
por
Berque
(trayetividad,
ambientalidad),
es
importante
poner
en
contexto
los
términos
a
partir
de
la
investigación
de
Watsuji.
Con
su
obra
más
importante
Fudo
(風
土), de 1935,
Watsuji
Tetsuro
fue
el
primero
que
pensó
en
Japón
una
ontología
43
A.
Berque,
Le
Sauvage
et
l’Artífice,
op.
cit.
44
Es
importante
que
se
tenga
en
cuenta
que
Berque
presenta
una
de
las
posibilidades
de
traducción
de
dichos
términos
y
caracteres.
Como
se
explicará
más
adelante,
su
búsqueda
está
marcada
por
las
lecturas
del
trabajo
del
filósofos
Watsuji
Tetsuro
(1889-‐1960),
uno
de
los
exponentes
de
la
llamada
de
Escuela
de
Kyōto.
heideggeriana
para
cuestiones
geográficas.
Por
lo
tanto,
explicó
el
concepto
de
fudosei
(風土性,
ambientalidad)
y
creó
un
espacio
equivalente
al
concepto
temporal
de
historicidad
(rekishisei,
歴史性).
Watsuji
quería
utilizar
el
fudo
como
base
para
una
teoría
fenomenológica
de
la
humanidad.
El
subtítulo
de
su
libro
es
"un
ensayo
sobre
el
estudio
del
hombre"
que
complementa
la
obra
que
había
sido
su
principal
fuente
de
inspiración:
Ser
y
tiempo,
de
Martin
Heidegger.
45
Opté
por
las
traducciones
de
“ambiente”
y
“ambientalidad”
porque
el
propio
profesor
Berque
durante
una
conversación
me
confirmó
que
considera
al
término
español
ambientalidad
apropiado,
como
equivalente
en
portugués.
No
se
trata
solamente
de
un
lugar
o
entorno
exclusivamente
geográfico,
sino
que
es
simultaneamente
simbólico,
imaginativo,
geográfico,
climático,
etc.
46
A.
Berque,
Du
geste
à
la
cité,
formes
urbaines
et
lien
social
au
Japon.
Paris:
Gallimard,
1993,
p.
94.
47
Pierre
Bourdieu,
Las
Reglas
del
Arte,
Génesis
y
estructura
del
campo
literario.
Barcelona:
Anagrama,
2006.
48
A.
Berque,
El
pensamiento
paisajero.
Madrid:
Biblioteca
Nueva,
2009.
señalaba
Heidegger;49
pero
desde
el
punto
de
vista
de
la
sociedad
y
de
la
naturaleza
se
trata
del
ser
para
la
vida,
tal
como
propuso
Watsuji.
Tales
discusiones
sugieren
que
no
hay
como
apoyar
la
idea
de
que
el
ambiente
(milieu)
sólo
sería
subjetivo
y
el
entorno
objetivo.
El
origen
de
este
tipo
de
abstracción
moderna50
es
múltiple.
Se
debe
en
gran
parte
al
cristianismo
que
ha
hecho
de
la
conciencia
individual
el
lugar
de
lo
absoluto.
Pero
el
pensamiento
que
limita
la
identidad
del
individuo
a
su
cuerpo
animal
se
remonta
a
la
concepción
aristotélica
de
topos
(lugar)
y,
correspondientemente,
a
la
lógica,
también
aristotélica
de
la
identidad
del
sujeto.
En
su
Física,
Aristóteles
define
el
lugar
como
límite
móvil
inmediato
de
la
envoltura
(de
la
cosa).
La
identidad
de
una
cosa
se
limitó
a
ese
"recipiente
inmóvil"
que
es
su
lugar.
No
podía
salirse
de
eso,
en
este
caso,
porque
de
lo
contrario
tendría
otra
forma
y
por
lo
tanto
sería
otra
cosa.
En
el
Timeo
de
Platón,
en
la
jora,
a
diferencia
del
topos
aristotélico,
no
hay
contorno
preciso.
Tampoco
hay
identidad
definible.
Platón
la
evoca
a
través
de
metáforas.
El
génesis
(el
ser
relativo)
y
la
jora
(ambiente)
son
indisociables.
A
partir
de
ahí
puede
concluirse
que
el
lugar
humano
es,
al
mismo
tiempo,
el
topos
de
su
cuerpo
animal
y
la
jora
de
su
cuerpo
medial.
La
ambientalidad
reside
en
el
momento
estructural
topos/jora.
Berque
propone
el
concepto
de
oikoumenê,
término
griego
que
viene
de
oikeô,
habitar.
Por
lo
tanto,
sería
la
misma
etimología
de
ecología
y
de
economía,
es
decir,
el
conjunto
y
la
condición
de
los
ambientes
humanos
configurándose
como
una
relación
a
la
vez
ecológica,
técnica
y
simbólica.
En
el
intento
de
expresar
de
la
mejor
manera
posible
el
término
y
desplazar
la
mirada
europea
que,
hasta
ese
momento,
entendía
la
cultura
japonesa
sólo
en
términos
de
objetos
exóticos
(cerámicas,
arreglos
florales,
kimonos,
etc.),
Isozaki
sugirió
siete
expresiones
sujetadas
al
vocabulario
tradicional
para
expresar
una
particular
forma
de
percibir
la
vida,
revelando
también
una
especie
de
conciencia
de
la
belleza
en
Japón.
Ese
modo
sutil
de
dar
visibilidad
a
ciertas
peculiaridades
de
la
percepción
japonesa
representó
un
cambio
radical
entre
los
investigadores
y
los
artistas
occidentales.
Algunos
ya
habían
leído
el
libro
de
Roland
Barthes,
El
imperio
de
los
signos,
de
1970,
que
se
refería
a
la
singularidad
de
una
cierto
Japón
imaginado.
52
En
el
análisis
de
la
situación
del
emperador
Hirohito
en
el
período
de
la
ocupación
de
Estados
Unidos
en
Japón,
el
tema
de
la
naturaleza
es
propuesto
nuevamente
por
Julia
Adeney
Thomas
(2001).
Esto
se
debe
a
que,
durante
la
visita
del
Emperador
a
Estados
Unidos,
su
imagen
será
identificada
con
la
de
un
defensor
de
la
naturaleza,
desestabilizando
la
presencia
del
enemigo
en
el
país.
El
primer
término
sugerido
por
Isozaki
para
iluminar
nuestra
percepción
era
himorogi
(神籬),
el
lugar
de
dios
que
corresponde
a
la
formación
del
espacio
y
a
la
invención
de
un
espacio
sagrado
y
determinado.
El
segundo
término
era
yami
(闇)
o
las
tinieblas
de
la
noche,
tal
como
las
había
descrito
el
escritor
Tanizaki
Jun'ichiro
en
su
obra
de
1930
Elogio
de
la
Sombra.
Habría
un
camuflaje
detrás
de
la
oscuridad
que
sería
el
modo
como
suele
emerger
el
sentimiento
de
la
belleza.
Entonces,
Isozaki
sugirió
utsuroi
o
el
movimiento
de
la
sombra,
que
sería
la
presentación
de
un
espacio
como
el
momento
de
variación.
Para
completar,
todavía
se
recordaban
los
términos
michiyuki
(
道行き)
o
la
escena
de
fuga
de
dos
amantes
en
el
teatro
tradicional;
suki
(数寄),
una
cierta
extrañeza
o
la
forma
con
que
los
profesionales
de
la
ceremonia
del
té
(chanoyu
茶の湯)
eligen
la
disposición
de
los
objetos
en
función
de
una
estética
particular;
y
hasai
(破砕),
extremidad,
punto,
grado,
escalera,
o
el
encuentro
de
un
espacio
entre
dos
cosas.
Por
último,
la
exposición
presentaba
sabi
(錆),
al
mismo
tiempo
pátina,
serenidad
y
devastación,
un
principio
estético
que
está
en
todo
deseo
instintivo
de
destrucción
y
que
conduce
a
una
catástrofe
final.56
Pasé
años
curiosa
con
esta
noción
de
espaciotiempo
y
la
presencia
inminente
de
la
catástrofe
relacionada
con
la
belleza
y
el
recomienzo,
que
siempre
parecería
existir
de
modo
tan
latente.57
En
cierto
modo,
también
hay
rastros
de
esta
discusión
en
los
tratados
del
teatro
nō
de
Zeami.
La
palabra
ruina
(haikyo,
廃墟)
no
está
directamente
citada
en
sus
escritos
ni
en
las
obras,
aunque
siempre
está
presente
en
los
paisajes
devastados
y
jardines
abandonados
(haien,
廃園).
No
se
trata
de
hablar
53
Haroldo
de
Campos,
Ideograma,
lógica,
poesia,
linguagem.
San
Pablo:
Cultrix,
1977.
54
Hans-‐J.
Koellreutter,
À
procura
de
um
mundo
sem
“vis-‐à-‐vis”:
reflexões
estéticas
em
torno
das
artes
oriental
e
ocidental.
San
Pablo:
Novas
Metas,
1983.
55
Para
aquellos
interesados
en
estudiar
ma,
sugiero
la
lectura
de
la
excelente
tesis
doctoral
de
la
profesora
de
Historia
del
Arte
Asiático
de
la
Unifesp,
Michiko
Okano,
titulada
Ma:
entre-‐espaço
da
comunicação
no
Japão
-‐
um
estudo
acerca
dos
diálogos
entre
Oriente
e
Ocidente,
defendida
en
2007
en
el
Programa
Estudios
de
Posgraduación
en
Comunicación
y
Semiótica
de
la
PUC-‐SP,
bajo
mi
orientación.
Esta
investigación
fue
publicada
como
libro
por
la
editorial
Annablume
en
2012.
56
En
la
discusión
de
la
terminología
estética
de
Japón,
en
el
siguiente
capítulo,
se
propondrán
otras
traducciones
para
algunos
de
estos
términos,
teniendo
en
cuenta
la
lectura
de
estos
caracteres
en
otros
contextos.
57
En
el
budismo,
la
muerte
no
se
opone
a
la
vida,
pero
si
al
nacimiento.
Esto
trae
una
percepción
de
tiempo
que
cambia
nuestra
comprensión
del
envejecimiento
de
objetos
y
personas.
Muriel
Hladick
ha
organizado
libros,
catálogos
y
exposiciones
que
proponen
huellas
y
fragmentos
de
los
aspectos
fundamentales
de
la
estética
japonesa,
centrándose
precisamente
en
las
ruinas
y
las
representaciones
del
paso
del
tiempo.
explícitamente
de
lo
que
quedó
atrás,
y
si
de
un
ambiente
a
través
del
cual
pasó
una
historia
que
ahora
pareciera
existir
sólo
como
vestigio
o,
en
una
terminología
más
reciente,
como
una
huella
performativa.
El
mundo
del
mugenno
(teatro
de
sueño
e
ilusión,
夢幻
能)
de
la
forma,
como
es
desarrollado
por
Zeami,
combina
tres
términos
constitutivos:
el
viaje
(tabi
旅),
el
sueño
(yume
夢)
y
la
ruina
(haikyo
廃墟).
La
ruina
crea
una
distancia
entre
el
espectador
y
el
lugar
de
la
representación.
Es
donde
el
actor
se
abstrae
de
su
existencia
teatral,
es
decir,
su
imagen
se
despega,
separándose
del
aquí
y
ahora.
Zeami
escribió
acerca
de
este
fenómeno
particular
del
dislocamiento
de
la
mirada
(riken
no
Ken,
離見の見),
analizándolo
como
una
mirada
apartada
de
la
propia
mirada.
Para
visualizar
ese
cuerpo
transitorio,
aconsejaba
a
los
actores
a
que
se
observen
a
través
de
la
mirada
del
espectador:
los
ojos
delante
y
la
mente
detrás.
Esta
mirada
creaba
un
espaciamiento.
De
este
modo,
la
mente
del
espectador
reconstruye
el
movimiento
en
su
conjunto.
El
gesto
minimalista
no
sería
el
aspecto
superficial
de
las
cosas,
ya
que
la
imaginación
reconstruye
la
totalidad
a
partir
de
los
fragmentos
y
esbozos.
Siempre
hay
una
realidad
latente
y
ficcional
que
caracterizaría
el
momento
que
precede
a
la
aparición
del
actor
principal.
58
En
el
contexto
teatral,
la
noción
de
patrón
se
ha
abordado
a
través
del
kata
(型).
En
los
2000,
los
profesores
y
performers
Jonah
Salz
y
Koizumi
Tetsunori
crearon
un
grupo
de
investigación
en
la
Universidad
Ryukoku
para
estudiarlo.
En
el
teatro
japonés,
el
kata
es
un
patrón
de
pensamiento
y
movimiento
que
genera
el
dominio
de
los
actores
para
la
expresión,
como
un
arreglo
momentáneo
de
conocimientos
ya
existentes,
utilizados
para
la
transmisión
de
las
enseñanzas
y
el
perfeccionamiento
de
los
artistas.
El
kata
también
es
un
término
usado
a
menudo
en
las
artes
marciales.
La
única
manera
de
aprenderlo
es
practicando
como
un
entrenamiento
que
construye
conocimiento.
Existen
inclusive
otras
nociones
que
ayudan
a
reconocer
los
sentidos
de
la
ruina
o
de
aquello
que
pasa
sin
necesariamente
terminar.
El
trazo
(ato,
跡),
la
impermanencia
(mujo,
無常)
y
la
perennidad
de
todas
las
cosas
(shogyo
mujo,
諸
行
無
常),
por
lo
general
son
traducidos
como
las
nociones
occidentales
de
inmaterialidad,
falta
e
insustancialidad.
A
todo
esto,
le
sigue
también
la
descomposición
y
rememoración
(kaitai,
解体).
Por
lo
tanto,
el
desmembramiento
y
rememoración
de
un
edificio
son
comprendidos
metafóricamente
como
la
disección
anatómica
(kaibo
解
剖)
de
un
cuerpo.
La
vida
de
un
edificio
puede
descomponerse
en
cuatro
fases:
el
nacimiento
o
la
aparición
de
su
edificación,
la
duración
propiamente
dicha
(cuando
el
edificio
está
habitado),
los
cambios
y
degradaciones
del
edificio
con
la
erosión
del
tiempo
y
la
ruina
del
edificio.
Pero
nada
de
eso
compromete
la
belleza.
El
gran
japonólogo
Donald
Keene
escribió
exhaustivamente
sobre
esta
cuestión
y
observó
que
una
de
las
características
estéticas
japonesas
es
que
la
belleza
no
desaparece
con
el
paso
del
tiempo,
al
contrario,
se
hace
cada
vez
más
profunda
y
compleja.
Esta
percepción
de
la
vida
siempre
está
vinculada
a
las
observaciones
concretas
materiales.
Ojo
y
mirar
(inseparablemente)
no
son
literales.
La
visión
no
es
tautológica,
porque
lo
que
se
ve
y
se
nombra
es
siempre
algo
que
atraviesa
y
nunca
es
aquello
que
queda.
Berque
reconoció,
desde
muy
temprano
en
sus
investigaciones,
esta
acción
como
una
especie
de
"mirar
que
establece"
o
mitate
(見立て).
Según
la
traducción,
mitate
es
un
procedimiento
de
"estar
en
la
forma
de
cliché
o
como
una
renovación,
de
la
poesía
a
los
jardines
y
paisajes,
teje
el
ambiente
nipones
con
referencias
de
aquí
y
allá,
ahora
y
el
pasado".59
Eso
se
aplica
a
la
transferencia
de
planos
urbanos
Chang'an
a
Heiankyo
o
la
importancia
de
un
modelo
de
gran
avenida
europea
traducida
en
el
barrio
de
Ginza
en
Tōkyō.
Siempre
es
lo
mismo.
Y
todo
es
siempre
diferente.
histórico
o
estacional.
Es
decir,
ocasión
tiene
que
ver
con
la
situación.
La
duración,
a
su
vez,
es
siempre
algo.
Puede
ser
de
un
acto,
de
una
vida,
de
un
mundo...
La
noción
de
tiempo
en
China
no
está
separada
de
la
duración
de
los
procesos.
No
es
abstracta.
Pero
eso
no
significa
que
los
chinos
no
trataron
de
traducir
el
tiempo.
Crearon
calendarios
e
historiografías.
El
tiempo
fue
traducido
al
chino
como
entre-‐momentos
(jikan
時間
en
japonés;
shijian
en
chino),
paralelamente
al
entre-‐espacio
vacío
(kukan
空間en
japonés;
kongjian
en
chino).
Existe
una
especie
de
acuerdo
fenomenal-‐
inmanente
que
los
chinos
han
sabido
expresar
cuando
describieron
que
el
poder
de
oscilación
sería
el
movimiento
de
la
energía
que
se
infiltra
y
dispone
características
y
es
lo
propio
de
la
estación.
Desde
ahí
emerge
el
ser
de
la
estación,
el
cual
es
transindividual
y
transubjetivo.
Una
buena
fuente
para
buscar
acerca
de
este
tema
es
el
diario
Nikutai
(肉体),
creado
en
1947.
Douglas
N.
Slaymaker63
explica
que,
en
cierto
modo,
esta
publicación
señaló
los
cambios
epistemológicos
que
marcaron
el
período,
poniendo
simplemente
en
cuestión
los
"nombres
del
cuerpo".
Nikutai
significaba
carnal
y
resultó
ser
una
referencia
para
traducir
la
noción
de
identidad
que
está
emergiendo
desde
el
nuevo
contexto
de
la
posguerra.
Este
operaba
a
partir
de
tres
ejes
temáticos:
conjuntos
de
obras
que
exploran
el
cuerpo
en
su
fisicalidad;
la
relación
entre
el
cuerpo
y
los
contrastes
con
un
nivel
espiritual;
y,
finalmente,
a
nivel
social,
en
contraste
con
el
cuerpo
político
nacional
o
kokutai
(国体).
Además
del
término
nikutai,
existen
otros
nombres
como
karada
(体)
y
shintai
(
身体).
En
la
pre-‐guerra,
generalmente
se
usa
para
shintai,
aunque
siempre
con
muchos
matices.
Según
Slaymaker64,
el
diccionario
Nihon
kokugo
Daijiten
definía
nikutai
como
el
cuerpo
compuesto
de
carne/músculo
y
ofrecía
karada
como
sinónimo
posible,
pero
al
mismo
tiempo,
calificaba
nikutai
como
"karada
del
deseo
sexual".
En
los
artículos
también
aparece
nikutai
rodosha
(肉体労働者),
que
se
refiere
al
trabajor
obrero.
Shintai
también
se
consideró
sinónimo
de
nikutai,
sin
embargo,
se
refiere
más
a
lo
material
y
lo
físico,
en
lugar
de
lo
carnal
y
sensual.
Aunque,
no
se
puede
considerar
que
sea
una
fisicalidad
bruta,
ya
que
shintai
terminó
siendo
la
palabra
elegida
para
los
discursos
filosóficos,
incluso
aquellos
cercanos
a
la
fenomenología
estudiados,
por
ejemplo,
por
los
investigadores
que
formaron
parte
de
la
Escuela
de
Kyōto
-‐un
movimiento
marcado
por
los
primeros
intentos
de
relacionar
el
pensamiento
de
algunos
filósofos
occidentales
con
cuestiones
asiáticas.
62
Ibid
63
Douglas
N.
Slaymaker,
The
Body
in
Postwar
Japanese
Fiction.
Londres:
Routledge,
2004.
64
Ibíd
Shintai
todavía
aparece
como
el
objeto
sólido
para
el
uso
de
la
ciencia
médica
y
nikutai
como
respuesta
subjetiva
y
emocional
de
un
objeto
vivo.
Por
supuesto,
es
arriesgado
sugerir
una
separación
entre
lo
que
sería
objetivo
y
subjetivo,
ya
que
no
se
trata
de
eso.
Sería
más
adecuado
pensar
en
aquello
que
acentúa:
la
descripción
de
la
fisicalidad
tal
como
el
cuerpo
se
presenta
en
una
circunstancia
específica
o
transformaciones
frente
a
las
experiencias,
objetos,
etc.
Como
se
mencionó
anteriormente,
la
relación
entre
cuerpo
y
mente,
para
los
japoneses,
nunca
fue
reducida
a
una
inserción
de
una
sustancia
no
extensa
dentro
de
un
cuerpo
máquina.
Desde
una
dinámica
muy
particular,
acciones
sígnicas
(visibles
e
65
Katja
Centonze
(org.).
Avant-‐gardes
in
Japan.
Veneza:
Libreria
Editrice
Cafoscarina,
2010,
p.
116.
66
Uno
Kuniichi,
“Corpo-‐gênese
ou
tempo-‐catástrofe
—
em
torno
de
Tanaka
Min,
Hijikata
e
Artaud”
in
A
gênese
de
um
corpo
desconhecido.
Trad.
bras.
de
Christine
Greiner
et
al.
2a
ed.
San
Pablo:
n-‐1
edições,
2014,
pp.
51–61.
invisibles)
se
constituyen
en
el
flujo
entre
diversos
circuitos
del
cuerpo
y
el
ambiente.
Yuasa,
Picone
y
Kuriyama
no
suelen
utilizar
el
término
“signo”
o
“acciones
sígnicas”
como
acabo
de
mencionar.
Sin
embargo,
pensar
en
las
preguntas
planteadas
por
estos
autores
a
partir
de
la
semiótica,
me
parece
bastante
esclarecedor.
La
semiótica,
desde
sus
inicios
en
la
medicina
griega,
especialmente
con
Galeno
también
conocido
como
Claudio
Galeno
o
Galenum
de
Pérgamo
(139-‐199)
presentaba
la
posibilidad
de
analizar
los
diferentes
niveles
de
la
realidad
sígnica
para
el
diagnóstico
de
un
paciente,
ya
que
la
semiótica
médica
incluía
tres
ramas
de
investigación
(anamnesis,
diagnóstico
y
pronóstico).
Entre
finales
del
siglo
XIX
y
principios
del
XX,
las
dicotomías
entre
cuerpo
y
mente,
sujeto
y
objeto,
razón
y
emoción
fueron
desestabilizadas
radicalmente,
sobre
todo
a
partir
de
la
obra
de
dos
grandes
pensadores:
William
James
y
Charles
Sanders
Peirce.
Conocidos
como
algunos
de
los
principales
exponentes
del
pragmatismo
americano
(aunque
Peirce
prefiere
el
término
pragmaticismo).
Durante
mi
doctorado
en
la
década
de
1990,
tuve
la
oportunidad
de
tomar
algunos
cursos
con
el
semiólogo
Floyd
Merrell.
En
ese
momento,
él
me
dijo
que
de
acuerdo
a
su
investigación,
Peirce
tenía
mucho
interés
en
el
budismo
y
al
pensar
en
la
primeridad
(categoría
de
signos
que
existe
como
una
posibilidad),
fue
inspirado
por
algunas
enseñanzas
budistas.
De
hecho,
llegué
a
encontrar
libros
y
artículos
que
tratan
esta
relación
entre
el
budismo
y
algunas
vertientes
del
pragmatismo
americano
o
del
pragmatismo
peirceano,
específicamente.
Resalto,
por
ejemplo,
la
colección
Buddhism
and
American
Thinkers
(1984),
editada
por
Kenneth
K.
Inada
y
Nolan
P.
Jacobson.
Los
autores
comentan
las
obras
de
Peirce,
John
Dewey
y
William
James,
entre
otros.
Richard
P.
Hayes67
también
publicó
específicamente
sobre
el
budismo
y
el
pragmatismo,
analizando,
justamente,
las
elaboraciones
teóricas
de
Peirce
y
William
James.
67
Richard
P.
Hayes,
“Did
Buddhism
anticipate
Pragmatism?”
in
ARC:
The
Journal
of
the
Faculty
of
Religious
Studies,
no
23,
Montreal:
McGill
University,
pp.
75–88.
68
David
Lapoujade,
William
James.
Empirisme
et
pragmatisme.
Paris:
Les
Empêcheurs
de
penser
en
rond,
2007
[Ed.
bras.
William
James.
Empirismo
e
pragmatismo.
Trad.
de
Hortencia
Lencastre.
San
Pablo:
n-‐1
edições,
2015].
69
Ibid.
p.
15.
IMAGEN CARTA
Tōkyō, 2001
La
lluvia
encharcó
las
calles
de
Asakusa.
El
fuerte
viento
volaba
los
paraguas
e
hizo
inútil
cualquier
intento
de
protección.
En la estación de subte, la gente parecía más agolpada que lo habitual.
En
silencio,
una
mujer
consultó
la
pantalla
del
celular
y
luego
enterró
sus
ojos
en
el
suelo.
Nacionalismo y excentricidad
Los
libros
que
analizan
la
historia
de
Japón
tienden
a
enfatizar
las
teorías
de
la
insularidad
(shimaguni-‐ron
島国論)
y
el
aislamiento
nacional
(sakoku
鎖国
).
Se
presume
que
los
mares
abrieron
la
posibilidad
de
comunicación
dentro
del
propio
archipiélago,
pero
no
con
el
entorno,
creando
una
introspección
nacionalista
que
marcó
la
era
Tokugawa
y
fortaleció
la
noción
de
cuerpo
nacional.
El
proceso
de
formación
del
Estado
en
Japón
y
de
sus
élites
tuvo
lugar
entre
los
siglos
II
a.C.
y
el
final
del
siglo
IV.
Durante
esta
larga
fase
de
estructuración
política
y
económica,
hubo
varios
momentos
de
intercambio
con
Corea
y
las
islas
situadas
en
las
proximidades.
Al
mismo
tiempo,
se
desarrollaron
muchos
conflictos,
especialmente
con
la
corte
imperial
china.
período
en
el
cual
Japón
se
encontraba
supuestamente
cerrado,
había
muchas
puertas
de
entrada
a
intercambios
culturales,
algunas
de
ellas
bastante
inusuales.
Si
la
cultura
y
las
artes
de
elite
parecían
menos
receptivas,
todas
las
demás
actividades
y
creencias
populares
eran
susceptibles
al
fluir
de
la
información.
Existen,
por
lo
tanto,
cambios
radicales
en
los
modos
de
ver
(el
tema
principal
de
su
investigación),
impactados
tanto
por
los
estudios
holandeses
(conocidos
como
Ran,
de
Oranda,
o
Rangaku,
literalmente,
estudios
de
Holanda),
como
la
llegada
del
vidrio,
tuberías
y
planeamientos,
como
así
también
principios
de
la
hidráulica,
el
reloj
y
muchos
otros
objetos.
Este
contacto
con
objetos
desconocidos
también
funcionó
como
una
chispa
para
nuevas
habilidades
cognitivas.
Por
lo
tanto,
el
intercambio
cultural
con
holandeses,
y
más
tarde
con
pueblos
ibéricos,
no
debe
ser
interpretado
sólo
en
el
sentido
estricto
de
modelos
estéticos,
políticos
o
conceptuales,
sino
también
en
lo
relativo
a
las
formas
de
vida
y
nuevas
formas
percepción,
formadas
a
partir
del
intercambio
de
objetos,
comida,
costumbres,
etc.
Un
efecto
de
ese
intercambio
era
el
disfrute
entre
esferas
internas
y
externas,
que
no
ponen
en
cuestión
sólo
los
límites
geográficos
y
los
acuerdos
comerciales,
sino
también
la
constitución
de
subjetividades
a
partir
de
la
vinculación
con
diferentes
grupos
(familia,
negocios,
escuela,
etc.),
creando
parámetros
claros
para
la
inclusión
y/o
la
exclusión.
Es
importante
tener
en
cuenta
que
existe
toda
una
terminología
en
japonés
para
describir
la
situación
de
un
individuo
en
relación
con
el
colectivo
al
que
pertenece
(o
no).74
Un
ejemplo
bien
conocido
es
la
relación
uchi/soto.
En
principio
uchi
73
Su
libro
está
ricamente
ilustrado
con
algunas
imágenes
anónimas
y
otras
de
artistas
que
se
han
hecho
famosos
como
Kyoden,
Churyō,
Shigemasa,
Utamaro,
entre
otros.
En
algunos
grabados,
los
objetos
llevados
por
los
holandeses
aparecen
como
parte
de
la
vida
cotidiana:
una
mujer
que
bebe
vino
en
una
copa
occidental,
observando
un
reloj
o
mirándose
en
el
espejo;
hombres
que
manipulan
una
versión
antigua
de
telescopio,
y
así
sucesivamente.
74
Girininjo
(義理人情)
y
honne
tatemae
(本音建て前
o
本音建前)
son
expresiones
utilizadas
para
describir
el
contraste
entre
el
sentimiento
de
cada
uno
y
la
obligación
social.
Se
puede
decir
que
expresiones
ninjo,
honne
y
uchi
se
refieren
a
la
esfera
interior,
de
los
sentimientos
personales;
y
giri,
tatemae
y
soto
se
refieren
al
aspecto
social.
La
expresión
ura
omote
裏表
sería
relativo
a
algo
así
como
"fachada
y
real".
El
término
kejime
estaría
relacionado
con
la
capacidad
de
hacer
distinciones,
que
permitiría
transitar
entre
estas
diferentes
esferas
con
discernimiento.
El
libro
editado
por
Nancy
R.
Rosenberger
Japanese
sense
of
self,
reúne
artículos
de
diversos
autores
para
hablar
de
estos
términos
y
la
noción
de
sí
mismo
para
los
japoneses
(ver
bibliografía).
(内)
se
refiere
a
"dentro"
y
soto
(外)
a
"fuera",
pero
para
algunos
autores,
uchi
puede
ser
una
referencia
al
self
y
soto
a
la
sociedad.75
Soto,
por
lo
tanto,
tendría
una
instancia
de
alteridad,
de
ser
otro.
Uchi
también
podría
estar
relacionado
con
lo
que
es
familiar,
a
la
experiencia
vivida
o
singular,
mientras
que
soto
sería
más
distante,
de
“segunda
mano”,
algo
que
no
se
conoce
de
cerca,
pero
convertido
en
un
conocimiento
general.
Como
ha
sido
ampliamente
estudiado,76
la
política
nacionalista
japonesa,
concebida
y
divulgada
en
el
siglo
XVII,
que
se
ampara
en
los
tres
argumentos
que
acabo
de
mencionar:
la
fuerza
de
lo
colectivo,
la
especificidad
generada
a
partir
de
la
insularidad
de
Japón;
y
la
constitución
del
cuerpo
nacional.
Explica
Carol
Gluck,77
el
período
Edo
o
Tokugawa
no
es
sólo
un
tiempo
histórico,
sino
un
espacio
cultural
de
relecturas
de
tradiciones
(dento
伝統)
teniendo
en
cuenta
la
diferenciación
japonesa,
tanto
en
el
aspecto
positivo
como
el
negativo.
Lo
que
sucede
en
este
espacio
cultural
imaginativo
desencadena
muchos
de
los
autores
que
posteriormente
actuarán
en
el
período
Meiji.
Por
lo
tanto,
Tokugawa
fue
un
refugio
para
representar
una
resistencia
y
en
contraposición
a
todo
lo
que
sería
moderno,
es
decir,
a
los
extranjeros,
en
particular,
occidentales.
Kokutai
es
uno
de
los
temas
más
complejos
del
nacionalismo
de
Japón,
porque
contiene
conjuntamente
a
la
mitología
Shinto
como
a
la
ética
de
confucionista
del
bushido
(武士道).
Esto
se
debe
a
que
la
noción
kokutai
implica
la
religión,
la
moral
y
la
política.
Se
consideró
que
para
mantener
la
estructura
nacional
o
la
institución
imperial;
la
base
nacional
podría
encontrarse
en
el
origen
divino
del
país
y
la
dinastía.
El
carácter
nacional
fue
incorporado
por
las
virtudes
morales
consideradas
indispensables
para
la
unidad
social
y
el
orden.78
Hasta
la
Segunda
Guerra
Mundial,
la
figura
mítica
del
emperador
simbolizó
de
manera
ejemplar
todos
estos
aspectos.
Como
se
sabe,
la
presencia
del
poder
soberano
y
del
nacionalismo
no
era
una
especificidad
de
la
cultura
japonesa,
ya
que
también
están
presentes
en
otras
culturas.
En
1957,
Ernst
Kantorowicz
publicó
en
Estados
Unidos
una
obra
que
se
convirtió
en
la
referencia
para
estudiar
ese
fenómeno:
The
King’s
Two
Bodies
—
A
Study
in
Medieval
Political
Theology
(Los
dos
cuerpos
del
rey,
un
estudio
teológico-‐político
medieval).
En
ese
libro,
el
autor
analiza
la
noción
de
cuerpo
místico
y
político
del
soberano
como
etapa
fundamental
para
el
desarrollo
del
Estado
moderno.
Además
de
todas
las
metáforas
involucradas
en
la
cuestión,
Kantorowicz
se
detuvo
en
los
precedentes
de
la
doctrina
jurídica
de
los
dos
cuerpos
del
rey.
Existía
una
naturaleza
perpetua
por
la
cual
la
dignitas
real
sobrevivía
a
la
persona
física
de
su
portador
("el
rey
no
muere
jamás").
Esta
sería
una
analogía
con
la
teología
política
cristiana,
teniendo
como
referencia
el
cuerpo
místico
de
Cristo
que
asegura
una
continuidad
del
corpus
morale
y
politicum
del
Estado.
El
poder
soberano
tenía
todavía
otra
característica:
la
potencia
absoluta
y
la
eternidad
de
la
propia
imagen.
Es
todavía
en
la
obra
de
Kantorowicz
que
son
indicadas
familiaridades
entre
algunas
prácticas
fúnebres
de
los
reyes
y
la
apoteosis
de
los
emperadores
romanos.
Había
rituales
bastante
específicos.
Después
de
que
el
soberano
muere,
por
ejemplo,
su
imagen
de
cera
era
tratada
como
un
enfermo
de
verdad
que
yacía
sobre
el
lecho.
Los
médicos
llegaban
a
palpar
el
pulso
de
la
efigie
durante
siete
días,
como
si
estuvieran
prestando
cuidados.
Sólo
después
de
este
período
la
imagen
podía
morir.
Sin
embargo,
esta
segunda
muerte,
simbólica,
no
sacrificaba
la
perpetuidad
de
la
dignidad
real,
que
seguiría
preservada
para
siempre.
El
cuerpo
político
del
rey
tenía
características
muy
peculiares.
Él
no
podía
ser
visto
o
tocado
por
cualquiera.
Privado
de
infancia
y
de
vejez,
así
como
de
todos
los
defectos,
le
otorgaba
magnitud
al
cuerpo
mortal.
Por
eso,
explica
Giorgio
Agamben,79
78
Kojin
Karatani,
Origins
of
Modern
Japanese
Literature,
trad.
al
inglés
de
Brett
de
Bary.
Durham
Duke
University
press,
1993,
p.
89-‐91.
79
Giorgio
Agamben,
O
poder
soberano
e
a
vida
nua
I,
trad.
bras.
de
Henrique
Burigo.
2a
ed.
Belo
Horizonte:
Editora
da
UFMG,
2002,
p.
109.
El
caso
del
emperador
japonés
era
semejante,
aunque
contó
con
algunas
particularidades,
ya
que
no
partía
de
la
tradición
cristiana
y
que
sus
metáforas
nunca
se
remiten
al
cuerpo
de
Cristo.
El
concepto
de
cuerpo
nacional,
kokutai,
se
convirtió
en
el
fundamento
de
la
ideología
Yamato,
que
permaneció
intocable
prácticamente
desde
el
año
300
hasta
1945.80
Tsurumei
Shunsuke
explica
que
kokutai
se
trata
de
una
concepción
de
larga
data
que
sirvió
como
un
arma
lingüística
tanto
para
atacar
como
para
defender
la
en
el
período
Tokugawa,
la
realidad
imperial
era
sagrada
y
tenía
en
la
imagen
del
emperador
su
referencia
esencial,
aunque
el
poder
estuviese
en
manos
de
los
xoguns
(将軍),
como
a
continuación
se
explicará.
En
la
era
Meiji,
el
Estado-‐nación
pasó
a
ser
la
autoridad
máxima.
Por
eso,
cuando
los
japoneses
ultranacionalistas
accionaron
el
kokutai,
el
objetivo
era
recuperar
la
noción
de
imperio.
De
cierta
forma,
a
partir
de
ahí,
el
término
pasó
a
incluir
también
al
cuerpo
místico
de
Japón.
El
procedimiento
más
habitual
para
constituir
una
alianza
ikki
partía
justamente
de
la
creación
de
un
espacio
para
encuentros
de
versos.
Estos
serían
los
espacios
de
solidaridad,
donde
las
actividades
artísticas
se
han
convertido
sorprendentemente
vitales
creando
sus
propios
métodos
de
sociabilidad
fuera
de
las
jerarquías
formales
del
Estado.
En
el
periodo
medieval,
las
fuentes
culturales
todavía
se
consumían
y
eran
subvencionadas
por
una
élite
de
religiosos
y
samuráis,
pero
en
la
era
Tokugawa
había
una
popularización
de
muchos
elementos
que
ahora
se
reconocen
como
las
tradiciones
japonesas
más
típicas.
Se
puede
decir
que
es
en
esta
época
que
se
eleva
un
amplio
reconocimiento
de
la
estética
como
conocimiento,
haciéndose
explícito
un
vínculo,
hasta
ahora
poco
apreciado,
entre
la
estética,
el
arte,
la
política
y
civilidad.
82
En
este
contexto,
la
periferia
no
sólo
se
refiere
a
las
comunidades
que
estaban
lejos
del
centro
como
los
Ainu
que
vivían
en
Hokkaido
y
la
gente
del
pueblo
de
Okinawa.
Se
trataba
de
toda
la
población
marginal.
Michael
Werner
(ver
bibliografía)
organizó
un
libro
sobre
la
presencia
de
minorías
en
Japón
con
ensayos
que
analizan
varios
grupos
segregados:
Aino,
burakumin
(部落民),
que
serían
las
personas
consideradas
de
clase
social
baja,
chinos,
hibakusha
(被爆者)
o
sobrevivientes
de
las
bombas
atómicas,
y
los
okinawenses
y
dekasegi,
o
mano
de
obra
barata
de
los
descendientes
de
japoneses
que
emigraron
a
Japón
en
la
década
1980,
en
su
mayoría
desde
América
Latina.
83
El
libro
de
Karen
M.
Gerhart
The
eyes
of
power
(1999)
demuestra
cómo
la
arquitectura
y
las
obras
de
arte
que
marcó
el
período
de
shogunates
fueron
confinadas
dentro
de
los
castillos,
siendo
diseñadas
exclusivamente
en
función
de
los
poderosos.
La
mayoría
de
las
obras
ni
siquiera
podían
ser
vistas
por
la
mayoría
de
la
población,
que
sólo
tenía
acceso
a
la
parte
exterior
de
los
edificios.
84
El
primer
historiador
japonés
en
romper
con
la
visión
tradicional
de
la
historia,
que
se
limita
a
la
visión
de
las
élites,
fue
Tsuji
Zennosuke.
Quien
publicó
en
1915,
una
obra
dedicada
al
poderoso
y
controvertido
político
Tanuma
Okitsugu
(1719-‐1788),
reconociendo
la
turbulencia
del
período
en
que
Tanuma
estuvo
activo.
Pero
Tsuji
no
se
limitó
a
generalidades.
Intuyó
que
algo
nuevo
estaba
empezando
a
surgir,
incluyendo
en
su
obra
un
capítulo
completo
sobre
ikki,
al
igual
que
otros
movimientos
que
se
despliegan
El
aspecto
que
se
destaca
por
Katsumata,
a
través
del
estudio
de
ikki,
es
posible
entender
la
mentalidad
colectiva
que
siempre
ha
mantenido
la
historia
de
Japón.
Así
como
el
etnólogo
Yanagita
Kunio
había
llamado
la
atención
sobre
las
fiestas
religiosas
matsuri
(祭り)
que
representaban
los
aspectos
fundamentales
de
la
cultura
japonesa
y
la
vida
cotidiana;
ikki
informaba
acerca
de
otro
tipo
de
colectividad,
tan
importantes
como
las
religiosas
y
celebrativas.
La
definición
de
Katsumata85
es
bastante
clara:
ikki
serían
las
organizaciones
de
resistencia
a
los
poderes
de
los
señores
y
al
régimen
de
shogun,
constituyéndose
en
grupos
que
tenían
un
objetivo
específico.
de
la
"nueva
atmósfera",
como
fue
el
caso
del
graffiti,
que
representaban
una
crítica
popular
a
las
autoridades
e
injusticias
(ver
Katsumata,
ibíd).
85
H.
Katsumata
e
T.
Iida,
“Popular
culture
and
regional
identity
in
east
asia”,
op.
cit.,
p.
45.
86
E.
Ikegami,
Bonds
of
Civility,
Aesthetic
Networks
and
the
Polítical
Origins
of
Japanese
Culture,
op.
cit.
Por
más
de
que
se
valorice
una
cierta
imagen
del
cuerpo
nacional
y
del
cuerpo
soberano,
las
experiencias
prácticas
apuntaban
a
una
diversidad
más
evidente,
en
varios
sentidos.
Para
identificar
algunos
de
estos
procesos
es
importante
tener
en
cuenta
el
papel
de
algunas
alianzas
estéticas,
como
sugiere
la
investigación
Ikegami.87
De
acuerdo
con
esta
autora,
arte
y
estética
siempre
han
sido
modos
de
compartir
y
una
especie
de
tecnología
de
transformación.
Aprender
a
escribir
y
recitar
poemas,
así
como
otras
formas
de
arte
como
la
danza
y
el
teatro,
eran
entendidos
como
un
proceso
de
transmisión
de
conocimiento
estético
que
no
se
limita
a
los
artistas
profesionales,
sino
como
acciones
sociales
entre
ciudadanos
comunes.
Así,
desde
el
Japón
medieval,
se
observó
que
era
absolutamente
normal
que
un
guerrero,
monje
o
cortesano
se
encanten
con
los
cerezos
en
flor,
recitar
y
crear
poemas
y
canciones.
Aunque
la
actividad
artística
periodo
medieval
ya
se
considerara
fundamental,
es
en
el
período
Tokugawa
que
se
afirma
como
una
esfera
cognitiva
y
espacial
para
la
socialización
de
la
estética
pública.
87
Ibíd
88
Za
fue
el
término
que
se
utilizó
para
la
compañía
de
teatro,
la
familia
o
la
escuela
de
Nō.
Más
tarde,
también
se
hizo
sinónimo
de
teatro,
por
otra
parte,
tal
como
se
utiliza
hoy
en
día
como
Kabuki-‐za
(Kabuki
teatro).
En
el
contexto
discutido
por
Ikegami,
se
trataban
de
las
manifestaciones
artísticas
realizadas
por
profesionales
y/o
gente
común.
89
Ashikaga
Yoshimitsu
era
gran
admirador
de
Zeami,
creador
del
nō
junto
a
su
padre
Kan'ami
Kiyotsugu.
Gracias
al
apoyo
de
esta
shōgun,
el
nō
se
afirmó
como
el
principal
género
teatral
de
la
época.
fortalecen.
Es
este
momento,
el
surgimiento
del
ukiyo-‐e
(grabados
del
mundo
flotante
浮世絵)
y
la
aparición
de
teatros
comerciales.
Las
cortesanas
del
kabuki
eran
también
muy
populares
y
el
aprendizaje
de
la
danza
y
el
shamisen
(三味線)
se
ha
convertido
cada
vez
más
extendido.
Los
tres
focos
principales
fueron
las
ciudades
de
Osaka,
Kyōto
y
Edo
(antigua
Tōkyō).
Los
libros
de
poesía
y
otras
artes
eran
algunos
de
los
objetos
más
valiosos.
Muchos
artistas
llevaron
a
cabo
hasta
la
enseñanza
de
sus
especialidades
en
la
medida
que
la
gente
común
estaba
deseosa
de
aprender
y
valorizaban
el
oficio.
Es
también
en
este
periodo
que
surge
lo
que
se
puede
considerar
una
política
de
la
moda.
A
partir
de
entonces,
la
forma
de
vestir
y
comportarse
ahora
representa
la
identidad
de
cada
uno,
señalando
el
crecimiento
económico
que
ha
realizado
estas
estrategias
viables.
Es
así
que
surge
el
término
iki,
definido
por
el
filósoofi
Kūki
Shuzo90
como
una
especie
de
sinónimo
vocablo
francés
esprit.
En
principio,
iki
sería
una
expresión
en
la
cultura
cortesana
y
del
refinamiento
erótico,
pero
en
el
período
Tokugawa
se
extendió
a
otros
sectores
sociales
refiriéndose
a
un
estilo
de
vida,
la
calidad
interna
y
a
una
propia
elegancia.
Estas
características
también
se
convirtieron
en
un
signo
de
status
político
y
con
diferentes
interpretaciones.
Nakao
Tatsuro91
señala
que
para
el
comerciante
rico,
iki
connotaba
refinamiento,
pero
para
los
trabajadores
de
las
grandes
ciudades,
iki
hace
referencia
a
la
descomposición,
la
lujuria
y
la
sensibilidad
estética
fuera
de
las
reglas
de
la
sociedad.
90
Shuzō
Kūki,
“Iki”
no
kōzō:
hoka
nihen.
Tōkyō:
Iwanami
Shoten,
1979
91
Tatsurō
Nakao
apud
Miriam
Silverberg,
Erotic,
Grotesque,
Nonsense,
The
Mass
Culture
of
Japanese
Modern
Times.
Berkeley:
University
of
California
Press,
2006.
92
En
se
momento,
había
también
otras
redes
comerciales
y
transnacionales
tales
como
la
red
del
ginseng
que
pasó
a
ser
cultivado
en
Japón
tardiamente
(alrededor
de
1716).
Como
explica
Kuriyama
Shigehisa
en
una
conferencia
dada
en
San
Pablo
en
octubre
de
2012,
organizada
por
Cecilia
Saito,
los
primeros
productores
fueron
estadounidenses
y
coreanos.
A
través
del
cultivo
de
ginseng,
los
japoneses
activaron
una
red
comercial
con
China
con
la
finalidad
de
recuperación
de
los
chinos
adictos
al
opio,
que
a
su
vez,
se
habían
convertido
en
adictos
debido
al
interés
de
los
ingleses
en
la
negociación
de
la
Hay
figuras
prominentes
del
mundo
de
las
artes,
del
shogunato
e
instituciones
religiosas
que
eran
considerados
Kijin.
Akinari
Ueda
(1734-‐1809)
autor
de
Ugetsu
Monogatari
(Cuentos
de
la
Luna
y
la
Lluvia)
tuvo
viruela
durante
la
infancia
y
sus
dedos
de
las
manos
le
quedaron
deformes.
Satirizando
su
propia
deformidad,
usó
el
pseudónimo
Senshi
Kinjin
apodo
(el
excéntrico
que
aplaude).
Para
los
budistas,
las
deformidades
del
cuerpo
eran
como
karmas
y
en
el
período
Tokugawa
había
una
tendencia
a
espectacularizarla.
Por
lo
tanto,
algunos
artistas
comienzan
a
utilizar
su
supuesta
excentricidad
como
una
manera
de
proyectarse.
Algunos
son
parte
de
movimiento
bunjin
(文人)
que
incluía
artistas,
generalmente
ligados
a
la
poesía,
la
exportación
de
opio
a
cambio
de
la
importación
de
té,
después
de
haber
perdido
gran
parte
de
sus
reservas
de
plata
que
inicialmente
representaba
a
su
moneda
de
cambio.
93
William
Puck
Brecher,
The
Aesthetics
of
Strangeness,
Eccentricity
and
Madness
in
Early
Modern
Japan.
Honolulu:
University
of
Hawaii
Press,
2013.
94
Ibíd.
literatura
y
las
artes
visuales.
Autores
como
Lawrence
E.
Marceau95
traduciran
bunjin
como
el
movimiento
de
"artistas
libres".
Las
imágenes
del
cuerpo
que
se
constituyen
en
este
momento,
por
ende,
no
son
unívocos.
Hay
al
menos
una
coexistencia
armoniosa
entre
los
cuerpos
sanos
y
poderosos
de
samuráis
y
shoguns
y
las
representaciones
cuerpos
de
los
enfermos,
anormales,
eróticos
y,
especialmente,
subversivos.
Más
que
imágenes
de
artistas
exóticos,
que
a
menudo
se
identifican
en
un
contexto
internacional,
se
puede
decir
que
estas
imágenes
apuntan
a
la
imposibilidad
de
pensarse
en
un
solo
concepción
del
cuerpo
en
Japón,
así
como
la
fragilidad
de
los
modelos
culturales
dados
a
priori.
95
Lawrence
E.
Marceau
e
Takebe
Ayatari:
A
Bunjin
Bohemian
in
Early
Modern
Japan.
Ann
Arbor:
Center
for
Japanese
Studies,
University
of
Michigan,
2004.
96
Elizabeth
Lillehoj
(org.),
Acquisition:
Art
and
Ownership
in
Edo-‐Period
Japan.
Waren:
Floating
World
Edition,
2007.
IMAGEN CARTA
Kyōto, 2005
Era
un
invierno
duro
y
por
eso
entré
en
la
estación
de
subte
para
caminar
a
través
del
subterráneo.
Al
sentir
un
olor
intenso
y
fétido,
me
di
cuenta
de
una
habitación
con
poca
luz
donde
se
refugiaban
decenas
de
ancianos.
No
sé
cuánto
tiempo
pasó
hasta
que
pude
volver
a
sentir
mis
piernas
en
movimiento,
inmovilizado
por
el
temor
de
aquel
lugar
en
el
que
toda
vida
se
desvanecía.
Circuitos mediáticos
El
cinematógrafo
de
los
hermanos
Lumière
llegó
a
Tōkyō
a
finales
del
siglo
XIX,
pero
la
presencia
de
los
medios
de
comunicación
de
masas
se
había
vuelto
más
relevante
a
partir
de
la
década
de
1920,
cuando
surgen
los
primeros
grandes
almacenes,
las
revistas
femeninas
y
el
controvertido
movimiento
ero
guro
nansensu.
La
intervención
de
las
pantallas
en
la
vida
cotidiana
ha
transformado
irreversiblemente
las
percepciones
del
cuerpo.
Con
el
inicio
de
la
Restauración
Meiji,
la
modernización
en
Japón
se
convierte,
antes
que
nada,
en
un
medio
para
la
aceptación
y
la
domesticación
de
occidental
y
sus
teorías
estéticas.
Existe
incluso
un
rito
de
pasaje
minuciosamente
descrito
por
Carol
Gluck:98
97
Para
comprender
el
complejo
proceso
de
constitución
de
la
lengua
japonesa
y
el
carácter
semiótico
de
los
ideogramas,
sugiero
la
lectura
de
la
tesis
doctoral
de
la
profesora
de
UFCE,
Laura
Tey
Iwakami,
"De
la
oralidad
a
la
sistematización
de
la
escritura
-‐
un
estudio
de
los
principios
de
la
comunicación
en
Japón
"(2003);
y
la
disertación
de
la
Tesis
de
maestría
de
la
profesora
de
la
Unifesp
Michiko
Okano,
"El
ideograma
como
metáfora
de
la
cultura
japonesa
y
procesos
de
significación"
(2002).
Ambas
fueron
leídas
en
la
Pontificia
Universidad
Católica
de
San
Pablo,
en
el
Programa
de
Estudios
de
Posgrado
en
Comunicación
y
Semiótica,
bajo
mi
orientación.
98
Carol
Gluck,
Japan’s
Modern
Myths,
Ideology
in
the
Late
Meiji
Period.
Princeton:
Princeton
University
Press,
1985,
p.
42.
A
las
diez
de
la
mañana
del
11
de
febrero
1889,
un
grupo
selecto
vestido
con
ropas
formales
occidentales
y
en
presencia
de
las
autoridades
militares
y
políticas,
al
lado
de
representantes
del
cuerpo
diplomático
de
varios
países,
fueron
testigos
de
la
entrada
del
Emperador
Meiji.
Con
un
uniforme
apodado
por
la
prensa
extranjera
de
generalísimo,
el
emperador
firmó
la
Constitución
del
Gran
Imperio
japonés.
La
promulgación
de
la
nueva
ley
del
gobierno
direcciona
a
Japón
a
una
aproximación
la
política
del
mundo
occidental.
Augustin
Berque
explicó
que
para
comprender
mejor
todo
esto,
no
sólo
en
lo
que
se
refiere
a
los
cambios
políticos,
pero
en
términos
cognitivos,
es
interesante
prestar
especial
atención
a
los
escritos
de
Nishida
Kitaro,
uno
de
los
principales
filósofos
de
la
llamada
Escuela
Kyōto99,
mencionado
brevemente
en
el
capítulo
anterior.
Nishida
acostumbraba
a
afirmar
que
la
lógica
de
lugar
(basho
no
ronri,
場所の
論理)
y
la
de
la
superación
de
la
modernidad
(kindai
no
chokoku,
近代
の
超
克)
fueron
arraigadas
a
la
historia
del
pensamiento
japonés
del
siglo
XX.
No
sin
razón,
este
fue
el
tema
de
un
importante
simposio
celebrado
en
Tōkyō
en
julio
de
1942,
en
el
cual
Nishida
no
puede
participar,
pero
muchos
de
sus
discípulos
estaban
presentes,
divulgando
sus
hipótesis.
Se
puede
decir
que
hubo
una
naturalización
rápida
de
la
tecnología
occidental
y
de
los
sistemas
políticos
en
Japón.
Pero
parecía
una
manera
de
defender
el
país
contra
las
demandas
de
colonización
de
finales
del
siglo
XIX,
lo
que
representa
un
riesgo
inminente,
ya
que
Japón
estaba
abierto
al
resto
del
mundo.
Por
otra
parte,
la
incompatibilidad
con
ciertas
teorías
(por
ejemplo,
el
pensamiento
cartesiano
y
la
física
newtoniana)
y
la
preservación
parcial
de
algunas
jerarquías
producían
una
estructura
social
a
menudo
paradójica.
La
competitividad
fue
muy
estimulada
y,
al
mismo
tiempo,
hubo
la
preservación
de
una
estructura
sobre
protectora
de
familia
japonesa
para
prevenir
el
desarrollo
del
individualismo
y
del
pensamiento
original.
La
crítica
de
este
desarrollo
incompleto
de
la
modernidad
no
es
nueva.
El
novelista
Soseki
Natsume
había
observado
la
superficialidad
de
la
modernización
japonesa
y
la
brecha
entre
la
mentalidad
de
los
intelectuales
y
el
público
en
general.
99
En
Brasil,
Zeljgo
Loparic
organizó
un
simposio
y
un
libro
sobre
el
tema,
titulado
La
Escuela
de
Kioto
y
el
peligro
de
la
técnica
(2009).
Según
Loparic,
Nishida
fue
un
pensador
que
intentó
decir
en
un
lenguaje
occidental,
traducido
al
japonés,
la
experiencia
del
mundo
y
del
sí
mismo
depositado
en
la
tradición
Zen
budista.
El
proceso
de
cambio
de
la
percepción
comienza
en
la
era
Meiji
(especialmente
a
partir
de
la
tercera
década)
y
promueve
una
verdadera
ruptura
epistemológica.
Lo
que
identifica
Karatani
como
descubrimiento
del
paisaje,
es
absolutamente
relacionado
con
esta
nueva
forma
de
ver
y
comprender
la
relación
entre
el
sujeto
y
el
objeto.
Es
interesante
recordar
que
varios
términos
se
refieren
a
estos
procesos
modernización.
Berque
explicó
que
seikaku
(性格)
inicialmente
significaba
"vida",
pero
en
1930
se
asocia
a
las
novedades
diarias,
ropa,
comida
y
hoteles
de
lujo.
La
palabra
kindai
(近代)
podría
ser
modernidad,
con
mayor
énfasis
en
el
aspecto
temporal.
Y
todavía
hubo
modan
que
sería
modernización,
presumiendo
un
mundo
post-‐
tradicional,
sin
fronteras
nacionales
y
con
la
dinámica
del
capitalismo,
que
estaba
emergiendo.
En
cuanto
a
modanizumu,
un
término
estudiado
por
los
autores
como
Minami
Hiroshi,
sería
modernismo
en
dos
aspectos
diferentes:
un
aspecto
más
tecnócrata
y
racional,
y
de
liberación,
que
llega
a
Japón,
especialmente
a
través
del
cine
importado
de
Estados
Unidos.
Kindai
y
modan
con
frecuencia
se
utilizan
indistintamente
y
se
detectan
no
sólo
los
cambios
conceptuales,
sino
en
los
estilos
de
vida.101
100
Zeljko
Loparic
organizó
en
Brasil
un
simposio
y
un
libro
sobre
el
tema,
titulado
La
Escuela
de
Kioto
y
el
peligro
de
la
técnica,
de
2009.
Según
Loparic,
Nishida
fue
un
pensador
que
intentó
transmitir
en
el
lenguaje
occidental,
traducido
al
japonés,
la
experiencia
del
mundo
y
del
sí
mismo
depositada
en
la
tradición
zen
budista.
101
102
De
acuerdo
a
Marilyn
Ivy
(1995:
67),
la
literatura
y
la
etnografía
siempre
se
encuentra
en
el
Japón
moderno,
una
complicidad
con
los
fantasmas,
lo
que
constituye
un
aspecto
que
es,
desde
el
principio
una
desaparición.
103
Massao
Maruyama,
Thought
and
Behaviour
in
Modern
Japanese
Politics.
Londres:
Oxford
University
Press,
1963.
104
Carol
Gluck,
Japan’s
Modern
Myths,
op.
cit.,
p.
257.
105
Yoshikuni
Igarashi,
Corpos
da
Memória,
Narrativas
do
Pós-‐Guerra
na
Cultura
Japonesa
(1945–1970),
trad.
bras.
de
Marco
Souza
e
Marcela
Canizo.
San
Pablo:
Annablume,
2011.
106
De
acuerdo
con
un
relevamiento
realizado
por
Igarashi
(ibíd),
en
1945
se
estimaba
que
el
20%
de
los
internos,
moría.
En
los
hospitales
psiquiátricos,
el
porcentaje
era
aún
mayor.
En
1945,
en
el
Hospital
de
Matsuzawa
en
Tōkyō,
el
41
por
ciento
de
los
pacientes
fallecieron.
En
el
Hospital
de
la
Universidad
Imperial
de
Kyōto,
cerca
del
34
por
ciento
de
las
muertes
y
de
los
pacientes
perdían
en
promedio
un
kilo
por
semana,
con
diarreas
crónicas
107
Sobre
este
tema,
sugiero
la
película
The
Sun
,
2004,
dirigida
por
el
ruso
Alexandr
Sokurov,
que
cuenta
los
cambios
experimentados
por
el
emperador
Hirohito
durante
la
ocupación
de
Estados
Unidos
en
el
Japón
de
posguerra.
108
Naoki
Sakai
e
Meghan
Morris,
Translation
and
Subjectivity,
on
Japan
and
Cultural
Nationalism.
University
of
Minnesota
Press,
2008.
profundiza
significativamente
esta
"no
exterioridad"
de
Japón,
llamando
la
atención
a
la
complejidad
de
las
relaciones
que
no
se
limita
a
los
contactos
con
los
occidentales.
Sostiene
que
a
partir
del
análisis
de
las
relaciones
Japón/Asia,
Japón/Occidente
y
dentro
de
los
propios
circuitos
internos
de
Japón,
hay
una
inseparabilidad
entre
la
política
y
la
economía,
que
particularmente
desde
1853,
buscó
fortalecer
a
Japón
como
nación.109
Tales
conexiones
con
los
extranjeros
integraron
a
Japón
en
redes
globales,
sin
necesidad
de
deshacerse
de
las
especificidades
que
marcaron
su
modo
peculiar
de
crecimiento,
ya
que
hay
algunos
patrones
cognitivos
para
hacer
frente
a
los
dispositivos
de
manera
muy
singular
con
dispositivos
de
poder
y
que
tienen
una
fuerte
estabilidad
en
el
modo
de
actuar
nipona.
Como
señalaron
Ivy,
Sakai
y
el
propio
Dufourmont
frente
a
los
enredos
constituidos
dentro
de
Japón
y
en
las
relaciones
exteriores
con
Occidente
y
otras
culturas
asiáticas,
no
tendría
sentido
estudiar
el
Japón
apartado
de
estos
contextos,
una
vez
que
la
fluidez
entre
los
sistemas
internos
y
externos
están
siempre
en
movimiento,
constituyéndose
unos
a
otros
sin
interrupción.
Como
se
discutirá
a
continuación,
más
allá
de
esta
dinámica
que
relaciona
los
movimientos
políticos,
dentro
y
fuera
de
Japón,
se
constituían
también
un
flujo
impulsado
por
fenómenos
mediáticos.
Estas
fueron
accionamientos
que
instauraron
nuevas
lecturas
del
cuerpo
en
Japón,
tanto
en
el
ámbito
de
las
grandes
ciudades,
como
en
las
representaciones
que
vienen
a
circular
en
los
primeros
vehículos
de
comunicación
de
masas.
En
Japón,
se
acostumbra
decir
que
las
cuatro
fuerzas
más
poderosas
de
la
naturaleza
son:
los
terremotos,
los
rayos,
el
fuego
y
el
padre
(jishin,
地震;
kaminari,
雷;
kaji,
火事;
y
oyaji
親父,
respectivamente).
Como
puede
notarse,
el
poder
del
terremoto
es
tan
grande
que
llegó
a
ser
comparable
con
el
patriarcado
japonés.
Muchas
personas
creen
que
el
temblor
se
origina
en
el
desequilibrio
de
los
cinco
elementos
de
la
naturaleza
causados,
normalmente,
por
el
comportamiento
humano.
En
su
investigación
exhaustiva
sobre
las
representaciones
visuales
del
terremoto
en
Japón,
Gennifer
Weisenfeld110
cita
muchos
ejemplos
de
la
literatura
que
mencionan
las
sacudidas
sísmicas,
que
se
remontan
al
siglo
VI.
En
la
mayoría
de
las
historias,
hay
una
conexión
entre
los
muertos
y
los
vivos,
como
sucede
con
frecuencia
en
las
artes
tradicionales
de
Japón.
Los
que
se
van
de
la
vida,
siguen
muchas
veces
su
trayectoria,
manteniendo
su
vínculo
con
los
vivos,
con
los
lugares
donde
vivían
e
incluso
algunos
objetos
109
No
sin
razón,
como
ha
señalado
por
Watanabe
Hiroshi
(2012),
la
designación
de
los
extranjeros
estaba
cambiando.
Al
principio
fue
tojin
(
唐人),
en
referencia
a
los
chinos
que
vinieron
de
Tang,
pero
también
a
otros
Asiáticos
(coreanos,
por
ejemplo)
y
los
holandeses.
Con
la
apertura
de
los
puertos
en
la
era
Meiji,
se
pasa
a
utilizar
ijin
(異人)
para
los
extranjeros
occidentales
y,
después
de
la
Segunda
Guerra
Mundial,
gaijin
(
外人).
110
Gennifer
Weisenfeld,
Imaging
Disaster,
Tōkyō
and
the
Visual
Culture
of
Japan’s
Great
Earthquake
of
1923.
Berkeley:
University
of
Califórnia
Press,
2012.
personales.
Las
representaciones
visuales
de
los
grandes
desastres
también
ocupan
un
lugar
privilegiado
en
el
arte
japonés
que
sugiere
que,
muchas
veces,
el
desastre
como
un
posible
recomienzo.
Existe
una
extensa
documentación
pictórica
del
terremoto
Ansei
(1856)
y
gran
parte
de
esa
producción
es
anónima,
hecha
por
artistas
comerciales
(gesaku
戯作).
Uno
de
los
grabados
más
conocidos
se
hizo
llama
namazu-‐e
(なまず絵)
es
decir,
imágenes
satíricas
de
un
pez,
citado
en
varias
fuentes
en
la
traducción
al
inglés
como
catfish
(en
español,
bagre).
Estos
peces
se
consideran
la
causa
de
los
terremotos
y,
al
mismo
tiempo,
una
especie
de
mensajeros
del
paraíso.
Los
peces
traen
un
castigo
divino
(tenken
o
tenbatsu
天罰)
debido
a
lapsos
morales,
el
materialismo
excesivo
o
incapacidad
de
liderazgo,
que
serían
algunos
de
los
motivos
más
comunes
para
la
aparición
de
terremotos.
Incluso
en
el
siglo
XIX,
fueron
estos
grabados
impresos
los
que
dominaron
las
representaciones
de
los
desastres.
A
mediados
de
la
era
Meiji,
las
fotografías
de
los
desastres
que
representaban
particularmente
el
terremoto
de
Shonai
de
1894,
fueron
fundamentales
para
convertir
estas
imágenes
en
objetos
de
comunicación
de
masas.
Desde
entonces,
los
terremotos
se
observaron
como
experiencias
visuales
(en
sus
diversas
representaciones)
y,
al
mismo
tiempo,
como
experiencias
de
intensa
fisicalidad.
El
terremoto
Kantō
fue
uno
de
los
más
devastadores
y
sus
consecuencias
bastante
alarmantes.
Como
se
explicó
Weisenfeld,
este
terremoto
ha
cambiado
la
magnitud
de
la
catástrofe,
así
como
sus
representaciones
visuales.111
En
el
caso
del
terremoto
de
Kantō,
dos
semanas
después
de
la
devastación,
el
Osaka
Mainichi
Shinbunsha
publicó
tres
volúmenes
de
fotografías
con
textos
en
inglés
y
japonés.
Además,
fotógrafos
comerciales
y
periodistas
produjeron
una
enorme
cantidad
de
fotografías
que
rápidamente
fueron
dispersadas
y
algunas
incluso
llegaron
a
ser
postales.
Este
material
colaboró
para
hacer
lecturas
de
las
ruinas
que
serían
testigos
de
la
relación
enigmática
entre
los
muertos
y
los
sobrevivientes,
destrucción
y
preservación.
El
material
hacía
explícito
también
la
imposibilidad
misma
de
estas
imágenes
para
dar
cuenta
de
los
acontecimientos,
comunicando
un
vacío
y
un
silencioso
de
cara
a
la
pérdida
y
la
catástrofe.
Como
anunció
Walter
Benjamin,112
toda
fotografía
termina
siendo
inevitablemente
transformada
en
ruinas
de
la
historia.
111
La
autora
utiliza
la
expresión
"escala
de
la
catástrofe"
a
partir
de
la
reformulación
de
Paul
Virilio
que,
en
los
últimos
veinte
años,
ha
estado
estudiando
el
impacto
de
los
accidentes
graves
en
la
humanidad
analizando
la
escala
mediática
medios
de
los
desastres
y
cataclismos
que
enlutan
el
mundo
(ver
bibliografía).
Virilio
está
particularmente
interesado
en
el
impacto
de
ciertos
eventos
que
se
extienden
a
través
de
la
documentación
del
desastre
y
ya
no
se
limita
al
acontecimiento.
112
Walter
Benjamin,
“Sobre
o
conceito
de
história”
in
Magia
e
técnica,
arte
e
política:
ensaios
sobre
literatura
e
história
da
cultura,
trad.
bras.
de
Sérgio
Paulo
Rouanet.
San
Pablo:
Brasiliense,
1994,
pp.
91–
107.
113
Weisenfeld,
Imaging
Disaster,
op.
cit.,
p.
93.
Esta
frontera
borrosa
entre
la
ficción
y
hechos
reales
colaboró
con
intensa
proliferación
imagética
que
marcó
la
producción
mediática
en
Japón,
a
partir
de
la
década
de
1920.
Los
tres
emblemas
más
poderosos
de
la
época
eran
sin
lugar
a
dudas:
los
refugiados
que
perdieron
sus
hogares,
los
peces
y
las
tiendas
de
campaña
temporales
para
los
desabrigados.
La
situación
era
muy
frágil
y,
como
suele
suceder
en
tiempos
de
crisis,
frecuentemente
han
brotado
dos
actitudes
contradictorias:
un
altruismo
comunitario
y
una
tendencia
a
la
corrupción,
que
se
extendía
por
todas
partes
durante
el
proceso
de
la
reconstrucción.
114
Incluso
después
de
que
las
películas
fueron
sonorizadas,
la
figura
narrador
benshi
sobrevivió
para
interpretar
objetos
extranjeros
y
conceptos
para
el
público.
Hasta
1914,
compañías
como
Nikkatsu
y
su
rival
Tenkatsu
produjeron
alrededor
de
catorce
películas
al
mes.
Estos
fueron
los
comienzos
de
la
industria
del
cine
en
Japón.
En
esta
década
de
1910,
también
nacieron
los
primeros
discursos
críticos
sobre
el
cine
con
el
denominado
Movimiento
de
Cine
Puro,
cuyo
objetivo,
según
Gerow,115
era
definir
una
forma
de
cine
socialmente
aceptable
en
el
Japón
moderno.
A
mediados
de
la
década
de
1920,
también
nacen
las
combinaciones
entre
cine
y
literatura
popular,
que
han
logrado
un
gran
éxito.
115
Aaron
Gerow,
Visions
of
Japanese
Modernity,
Articulations
of
Cinema,
Nation,
and
Spectatorship,
18951925.
Berkeley:
University
of
Califórnia
Press,
2010,
p.
9.
116
Aunque
esta
expresión
se
ha
conocido
a
través
de
Okakura,
algunos
historiadores
observan
que
el
pintor
samurai
Satake
Shozan
(1748-‐1785)
fue
el
primero
en
proponer
una
formulación
relacionados
esto,
que
sería:
"Moral
oriental,
técnica
occidental”.
117
A.
Gerow,
Visions
of
Japanese
Modernity,
op.
cit.;
e
Joanne
R.
Bernardi,
Writing
in
Light:
the
Silent
Scenario
and
the
Japanese
Pure
Movement.
Detroit:
Wayne
State
University
Press,
2001.
La
vida
cotidiana
cambió
radicalmente
a
principios
del
siglo
XX.
De
acuerdo
con
Silverberg,118
entre
1914
y
1919,
el
número
de
trabajadores
en
las
fábricas
creció
de
948.000
a
1,7
millones,
y
en
1920,
la
estimación
fue
del
18%
de
la
población
vivía
en
las
zonas
urbanas.
Las
industrias
que
se
desarrollaron
estaban
más
relacionadas
a
la
construcción
de
barcos
y
a
la
industria
textil.
A
partir
de
las
relaciones
comerciales
con
Europa,
Estados
Unidos
y
otros
países
asiáticos;
Japón
pasó
de
deudor
a
acreedor.
Hasta
1922,
Japón
experimentó
un
intenso
período
de
crecimiento
interrumpido
sólo
en
1923,
debido
al
ya
mencionado
terremoto
Kantō,
que
devastó
el
país.
Todos
consumían
en
la
medida
de
sus
ingresos.
Entre
1919
y
1922,
el
nivel
de
consumo
aumentó
de
160%,
como
muestra
el
equipo
de
investigadores
Hiroshi
Minami,
que
fundamentó
buena
parte
de
la
investigación
Silverberg.120
La
cultura
de
118
M.Silverberg,
Erotic,
Grotesque,
Nonsense,
op.
cit.,
pp.
20–28.
119
Hiroyoshi
Ichikawa
apud
Miriam
Silverberg,
Erotic,
Grotesque,
Nonsense,
op.
cit.,
pp.
22.
120
Debo
señalar
que
estos
datos
sobre
el
costo
de
vida
fueron
recogidos
por
la
investigadora
Miriam
Silverberg
(1951-‐2008),
profesora
de
historia
de
UCLA
International
Institute.
Silverberg
escribió
un
libro
y
varios
ensayos
sobre
el
movimiento
ero
guro
nansensu
y
los
cambios
de
la
vida
cotidiana
en
las
primeras
décadas
del
siglo
20
en
Japón.
Ella
ha
sido
citado
muchas
veces
en
este
capítulo
para
haberse
masas
fue
la
creación
de
redes
entre
la
construcción
de
casas,
ropa,
diarios,
libros,
revistas,
cine,
la
incipiente
industria
fonográfica
y
espectáculos
nocturnos.
Esto
fue
todo
vinculado
a
la
ideología
de
estado
y
la
política,
que
alentó
el
nacimiento
de
los
sujetos
consumidores.
Después
de
la
Primera
Guerra
Mundial,
estas
redes
han
encontrado
un
lugar
ideal
para
organizarse:
los
famosos
grandes
centros
comerciales
como
Shirokiya,
Matsuya,
Takashimaya
y
Sogo,
seguidos
por
Daimaru
en
1920,
Isetan
en
1922
y
Mitsukoshi
en
1923.
Se
encontraban
estratégicamente
localizadas,
siempre
cerca
de
las
terminales
de
transporte.
Por
lo
que
incluso
aquellos
que
no
podían
adquirir
bienes
de
consumo,
tenían
acceso
al
menos,
al
cine
y
caminar
a
través
de
los
grandes
centros
comerciales.
Hoy
en
día,
cualquier
persona
interesada
en
la
construcción
de
su
propia
casa
en
el
estilo
arquitectónico
japonés
necesita
recurrir
a
una
serie
de
estrategias
ingeniosas
para
armonizar
determinadas
instalaciones,
tales
como
red
de
energía
eléctrica,
agua
y
luz
con
la
sobriedad
de
los
japoneses
cuartos,
estratagemas
que,
considero,
incluso
aquellos
que
nunca
han
tenido
la
experiencia
de
la
construcción
de
una
casa
son
capaces
de
percibir
al
entrar
en
los
espacios
tradicionales,
tales
como
casas
de
té,
restaurantes
o
posadas.
Para
quienes
quieren
seguir
fielmente
las
costumbres
japonesas,
tales
amantes
de
la
arquitectura
japonesa...
nunca
podrán
evitar
la
instalación
en
sus
hogares,
de
determinadas
instalaciones,
tales
como
calefacción
central,
luz
eléctrica
y
aparatos
sanitarios,
esenciales
en
la
vida
cotidiana
de
las
familias.
En
este
punto,
el
purista
dará
un
tratamiento
a
la
imaginación,
por
ejemplo,
haciendo
que
sea
menos
visible
la
presencia
de
un
teléfono
simple,
relegándolo
debajo
de
una
escalera
o
en
el
rincón
oscuro
de
un
pasillo,
y
si,
además
de
eso
quieren
también
adoptan
otras
medidas,
como
enterrar
el
cableado
en
el
jardín,
ocultar
el
medidor
de
luz
en
el
interior
de
armarios
o
cámaras
al
raz
del
suelo,
u
organizar
los
cables
eléctricos
detrás
de
biombos,
se
corre
el
riesgo
de
ver
tanta
creatividad
convertirse
en
motivo
de
contrariedad
por
exceso
de
cuidado.
En
el
caso
de
lámparas
eléctricas,
por
ejemplo,
la
verdad
es
que
nuestros
ojos
ya
se
han
acostumbrado
a
su
presencia
y
tomar
medidas
inadecuadas
con
el
fin
de
camuflarlas.
Creo
que
es
mucho
mejor
para
mantenerlas
despojadas,
sólo
protegidas
por
pantallas
de
cristal
lechoso
convencionales,
así
se
verá
más
simple,
natural.
Tanto
es
así
que
cuando
voy
de
viaje
por
un
paisaje
al
atardecer
y
veo
por
la
ventanilla
del
tren
una
de
esas
anticuadas
lámparas
provistas
por
una
pantalla
lechosa
que
brilla
solitaria
detrás
del
shoji
de
rústicas
casas
colmadas,
el
escenario
me
parece
poético"
(Tanizaki,
2007:7-‐8).
Además
de
las
transformaciones
en
las
casas,
comienzan
a
surgir
nuevas
líneas
de
tren
privado
para
llevar
a
los
pasajeros
a
los
parques,
de
un
barrio
a
otro,
e
incluso
hacia
convertido
en
una
referencia
clave.
Considero
su
investigación
particularmente
importante
por
traducir
al
inglés,
algunas
fuentes
primarias
consultadas
en
japonés,
como
los
relevamientos
llevados
a
cabo
por
Ichikawa
y
Minami
que
se
acaban
de
mencionar.
Específicamente
en
relación
a
las
revistas
para
mujeres,
la
investigación
de
Sarah
Fredrick
(2006)
también
es
digna
de
mención.
otras
ciudades
para
diferentes
propósitos,
tales
como,
por
ejemplo,
para
ver
las
famosas
obras
de
teatro
Takarazuka.121
En
este
contexto,
el
cine
continuaba
siendo
uno
de
los
más
poderosos
medios
utilizados
por
el
marketing.
La
estimación
era
que
hasta
1926
ya
existieran
1056
cines
en
Tōkyō
para
proyectar
películas
japonesas
y
occidentales.
Es
también
en
esta
época,
el
surgimiento
de
las
canciones
populares
ryukoka
(流行歌).
El
primer
gran
éxito
fue
"La
canción
kachusha",
cantada
por
la
actriz
y
cantante
Matsui
Sumako
(1886-‐1919)
para
la
producción
“Resurrección”,
de
Tolstói.
Las
canciones
populares
se
presentaron
en
los
cafés,
y
en
1933,
ya
había
cerca
de
cuarenta
mil
a
lo
largo
de
todo
Japón.
Las
estaciones
de
radio
también
crecieron
significativamente.
Hasta
1925,
había
estado
en
vigor
el
monopolio
de
la
cadena
de
televisión
estatal
NHK,
y
tanto
en
las
radios
como
en
el
cine,
la
censura
estaba
presente.
No
se
podía
hacer
cualquier
alusión
crítica
al
gobierno
ni
a
la
pornografía.
Pero
a
partir
de
las
redes
no
oficiales,
se
creó,
poco
a
poco,
una
cultura
de
resistencia
que
puede
ser
identificada
en
los
cambios
de
comportamiento
y
como
parte
del
movimiento
conocido
como
ero
guro
nansensu,
que
será
presentado
al
final
de
este
capítulo.
Chicas modernas
121
El
teatro
Takarazuka
merece
una
discusión
aparte
como
un
ejemplo
admirable
de
comunicación
de
masas.
Esta
compañía
fue
fundada
en
1913
y
se
pone
en
escena
hasta
la
fecha,
sólo
por
mujeres.
En
el
contexto
de
la
década
de
1930,
todo
era
la
producción
en
masa,
el
consumo
masivo,
entretenimiento
de
masas,
la
movilización
de
masas
y
la
asimilación
de
novedades
en
masa.
Incluso
el
fundador
de
Takarazuka
era
conocido
como
el
Sr.
Kobayashi
"de
las
masas"
o
el
dueño
más
famoso
del
teatro
de
masas
(
taishu
engeki
大衆
演劇)
(ver
Robertson,
2001:115)
Las
chicas
modernas
eran
conocidas
como
moga
y
los
chicos
como
mobo.
Estos
acostumbraban
elegir
entre
el
estilo
rosa(que
significaba
“disponible
para
placeres
sexuales”)
y
rojo
(adeptos
de
"pensamientos
peligrosos").
Una
de
las
principales
características
de
las
chicas
eran
los
gestos,
en
gran
parte
inspirados
por
las
estrellas
de
cine
estadounidense.
En
lo
relativo
a
su
connotación
mediática,
se
puede
considerar
que,
en
cierto
modo,
eran
construidas
por
la
periodistas
japonesa
que
no
paraban
de
discutir
la
identidad
femenina,
principalmente
durante
la
década
tumultuosa
que
siguió
al
terremoto
de
1923.
El
perfil
de
las
chicas
era
bastante
claro
y
algunos
aspectos
podían
ser
fácilmente
identificados.
Para
empezar,
eran
ellas,
sin
duda,
consumidoras
compulsivas
y
buscaban
siempre
vestirse
de
acuerdo
a
las
últimas
tendencias.
Fumaban,
bebían
y
estaban
totalmente
en
sintonía
con
los
cambios
económicos
y
sociales
que
ocurrieron
en
Japón.
Es
Nii
Itaru,
quien
se
llevaba
todo
el
crédito
por
el
término
modan
gaaru,
después
de
escribir
un
artículo
sobre
el
tema
para
la
Fujin
Koron
(Revista
de
chicas)
en
1925.
Después
del
perfil
propuesto
por
este
periodista,
la
comunicación
de
masas
parece
haber
tomado
su
descripción
como
una
especie
de
modelo,
reafirmando
la
nueva
imagen
femenina,
independiente
y
activa.
Surgieron
muchos
ejemplos
de
productos
mediáticos,
sobre
todo
entre
1925
y
1930,
como
la
serie
de
dibujos
animados
con
una
superproducción
Mogako
to
Mobor,
que
tenía
como
personajes
a
una
chica
agresiva
y
un
chico
pasivo.
En
términos
de
moda,
los
cambios
eran
demasiado
radicales.
Kiyosawa
Kiyoshi
observó
que
ninguna
chica
moderna
llevaba
más
el
obi
(帯)
o
cualquier
otro
componente
del
vestuario
para
ocultar
las
formas
del
cuerpo.
Circulaban
dos
imágenes:
una
mujer
trabajaba
fuera
de
casa
y
la
adolescente
de
clase
media
que
era
una
consumidora
convicta.
Por
eso,
casi
siempre
las
chicas
modernas
eran
caracterizadas
con
ropa
de
moda,
pelo
corto,
piernas
largas
y
nuevos
comportamientos.
Las
fotografías
generalmente
las
documentaba
bebiendo
o
fumando.
En
este
sentido,
fue
necesario
abandonar
algunas
ideas
reincidentes
como
que
las
chicas
modernas
se
vestían
necesariamente
con
ropa
occidental.
La
investigación
de
Kon
Wajiro
muestra
que,
en
principio,
sólo
el
1%
de
las
chicas
tenía
esta
opción.
Es
cierto
que
los
japoneses
se
acercaron
con
entusiasmo
a
la
cultura
europea
en
la
década
de
1920,
pero
la
tentación
de
la
europeización
ni
siquiera
crea
una
pérdida
de
identidad
en
proporción
evocada
por
el
sentido
común
que
insiste
en
la
imitación
de
Occidente
como
el
punto
más
álgido
para
la
modernización
de
Japón.
Al
contrario
de
eso,
desde
la
aproximación
a
la
cultura
europea,
fueron
muchas
veces
resaltadas
las
especificidades.
Como
enfatiza
Marilyn
Ivy122,
lo
más
probable
es
que
la
discusión
sobre
la
identidad
japonesa
no
haya
existido
hasta
antes
de
la
aproximación
con
las
culturas
occidentales.
Por
eso
no
puede
entenderse
apartada
de
los
propios
modos
procesos
de
contaminación
que
advinieron
del
tránsito
entre
Oriente
y
Occidente.
Esto
va
tanto
para
el
análisis
etnográfico,
como
para
la
descripción
de
las
chicas
modernas.
Los
"años
locos"
(les
années
folles)
que
coinciden
precisamente
a
esta
década
de
1920,
llegó
a
ser
conocido
como
un
tiempo
de
abundancia
y
la
subversión
de
las
costumbres
en
diversos
países
del
mundo,
hasta
la
llegada
de
la
crisis
de
1929.
En
Japón,
como
se
ha
explicado,
la
cultura
occidental
representaba
la
novedad
a
ser
"traducida",
llamando
la
atención
en
varios
sentidos
(económico,
político,
artístico,
pedagógico,
etc.)
debido
al
impacto
de
la
Restauración
Meiji,
que
había,
de
hecho,
comenzado
unas
décadas
antes.
Esto
se
debe
a
que
es
importante
tener
en
cuenta
que
la
apertura
a
Occidente
es
oficializada
en
la
era
Meiji,
pero
algunos
cambios
ya
tienen
lugar
en
el
período
Tokugawa,
como
explica
Marius
B.
Jansen.123
Jansen
destaca
los
términos
fukko
(復興)
e
ishin
(
維新),
como
dos
maneras
de
tratar
con
el
pasado:
a
revivir
y
renovar
.
En
el
contexto
de
la
China
de
confucionista,
donde
surgen
estas
formulaciones,
revivir
no
es
visto
de
forma
pasiva
con
una
mirada
nostálgica,
pero
si
con
una
connotación
activa.
El
período
Meiji
está
marcado
por
la
renovación
frente
a
las
oportunidades
que
ofrece
Occidente
y,
al
mismo
tiempo,
la
122
M.
Ivy,
Discourses
of
the
Vanishing,
Modernity,
Phantasm,
Japan,
op.
cit.
123
Marius
B.
Jansen,
The
Emergence
of
Meiji
Japan.
Cambridge:
Cambridge
University
Press,
2006.
apreciación
del
pasado
que
sucede
en
algunos
sectores.
Jansen124
afirma
que
el
final
del
período
Tokugawa
se
mostró
marcado
por
una
gran
diversidad
y
que
la
Restauración
Meiji
lo
que
hizo
fue
acelerar
el
proceso.
Hay
muchos
ejemplos
en
el
campo
de
la
pintura,
la
poesía
y
la
música.
Por
lo
tanto,
es
siempre
difícil
de
calcular
el
momento
exacto
del
cambio.
Casi
siempre
hay
un
cruce
de
diferentes
ejes
temporales,
que
no
siguen
la
lógica
exclusiva
del
progreso
y
el
desarrollo
(pasado,
presente
y
futuro).
Los
cambios
de
imagen
de
las
chicas
modernas
no
son
una
excepción,
y
por
más
de
que
se
hayan
sido
fabricadas
por
periodistas
y
vehiculadas
por
diversos
medios
de
comunicación,
también
representan
inquietudes
más
profundas,
que
se
van
dando
a
conocer
poco
a
poco,
conectadas
a
períodos
anteriores.
Es
esta
misma
complejidad
que
marca
el
movimiento
ero
guro
nansensu.
Por
lo
tanto,
parece
más
adecuado
para
analizarlo
desde
sus
propias
experiencias.
Algunos
autores
consideran
que
este
movimiento
surgió
en
la
década
de
1920.
Otros
identifican
su
inicio
en
el
período
anterior
a
la
invasión
de
Manchuria
en
1931,
continuando
los
años
después
del
ataque
a
Pearl
Harbor.
De
todos
modos,
en
todos
estos
momentos,
contrariamente
a
lo
que
sugiere
el
sentido
común
que
reconoce
el
contenido
de
una
manera
peyorativa
a
los
términos
erótico,
grotesco
y
nonsense,
este
movimiento
representa
una
vitalidad
intensa,
en
lo
que
refiere
a
las
fantasías
como
los
nuevos
lenguajes
y
comportamientos.
En
cuanto
a
las
artes
visuales,
la
pintura
considerada
pionera
del
ero
guro
fue
creada
por
Hokusai
Katsushika,
dos
siglos
antes.
Tako
to
Ama
(traducido
no
literalmente
como
"El
sueño
de
la
esposa
del
pescador",
de
1814)
retrataba
un
pulpo
lleno
de
tentáculos
teniendo
sexo
oral
con
una
mujer.
Desde
entonces,
esta
imagen
ha
instigado
la
imaginación
de
muchos
artistas,
como
es
el
caso
de
uno
de
los
iconos
de
la
cultura
pop
Aida
Makoto
que
creó
en
1993,
una
obra
inspirada
explícitamente
en
la
pintura
de
Hokusai:
The
Giant
Member
Fuji
versus
The
King
Gidora.
124
Ibid.
p.
35.
125
Tal
vez
mi
observación
es
más
relevante
en
relación
a
la
presencia
grotesca
y
erótica,
especialmente
en
la
literatura
y
las
artes
visuales,
tal
como
se
documentan,
por
ejemplo,
el
libro
de
Michelle
Li,
Ambiguos
Bodies,
reading
the
grotesque
in
Japanese
setsuwa
tales
(2009);
la
extensa
literatura
sobre
shunga
(春画);
los
grabados
eróticos
japoneses;
y
la
antología
organizada
por
Fran
Lloyd,
Consuming
Bodies:
Sex
and
Consumerism
in
Contemporary
Japanese
Art
(2002).
Aunque,
de
acuerdo
con
Silverberg,
lo
erótico
de
la
época
no
se
limitaba
a
los
grabados
y
puede
distinguirse
en
eventos
urbanos
que
hacen
referencia
a
los
cambios
en
la
configuración
de
las
ciudades
y
los
comportamientos
de
las
personas,
especialmente
las
chicas.
El
grotesco
no
es
lo
que
parece.
No
sería
apropiado
interpretarlo
como
un
ejercicio
estético
probado
por
artistas.
Muchas
veces
era
inseparable,
por
ejemplo,
de
la
privación
experimentada
por
aquellos
que
no
tenían
lugar
para
vivir,
manifestándose
en
los
bordes
de
las
grandes
ciudades.
En
cuanto
al
nansensu,
lejos
de
cualquier
absurdo,
desafiaba
las
relaciones
de
dominación
de
la
cultura,
del
estado
nación
y
de
la
formación
de
clases,
afectando
particularmente
el
campo
de
la
comunicación.
Para
responder
a
esta
pregunta,
hay
que
mirar
más
allá
de
los
libros
y
textos
de
leyes,
extrapolando
las
narrativas
exclusivamente
verbales.
Como
se
ha
señalado
Silverberg,
no
se
puede
dejar
de
lado
las
calles,
los
cafés,
los
cines
y
todos
los
lugares
donde
lo
erótico
grotesco
nonsense
se
ha
convertido
en
una
parte
inseparable
del
Japón
moderno,
con
vistas
a
la
amplia
iconografía
imágenes
que
el
movimiento
viabiliza.
Aunque
el
cuerpo
ha
estado
siempre
presente
como
objetivo
de
las
acciones
y
legislaciones
más
violentas;
estaba
en
las
calles
y
en
los
flujos
de
pasaje
que
sus
transformaciones
se
hacen
evidentes.
Esto
no
quiere
decir
que
el
papel
de
los
medios
126
Gregory
J.
Kasza,
The
State
and
the
Mass
Media
in
Japan,
1918–1945.
Los
Angeles:
University
of
California
Press,
1993.
Por
lo
tanto,
algunas
expresiones
de
los
principales
cambios
se
han
detectado
en
la
proliferación
de
imágenes
(fotografías,
ilustraciones
y
películas)
que
documentaron
el
comportamiento
de
las
chicas
modernas
que
caminaban
por
las
calles
y
se
ilustraban
en
los
medios
de
comunicación
con
frecuencia.
Ellas
podían
ser
vistas
como
camareras,
en
las
páginas
de
revistas
de
cine,
donde
eran
caracterizadas
para
vender
trajes,
como
amas
de
casa
modernas
o,
simplemente,
paseando
por
el
barrio
de
Asakusa,
donde
el
clima
era
de
gran
libertad.
En
ningún
otro
barrio
o
ciudad
en
Japón,
el
erótico
grotesco
nonsense
encontró
una
mayor
receptividad,
especialmente
en
la
década
de
1930.
El
escritor
Kawabata
Yasunari
consideraba
este
término
como
un
calidoscopio
de
lugares
y
movimientos,
incluyendo
comentarios
sociales
de
dibujos
animados,
canciones
de
jazz
y
piernas
de
la
mujer.
Su
obra
Asakusa
Kurenaidan127
es
referencial,
ya
que
describe
con
riqueza
de
detalles
el
clima
de
época,
con
conciertos
de
jazz,
espectáculos
de
vaudeville,
las
chicas
modernas
con
sus
cigarrillos
y
pañuelos,
y
así
sucesivamente.
127
Kawabata
Yasunari,
A
Gangue
escarlate
de
Asakusa,
trad.
bras.
de
Meiko
Shimon.
San
Pablo:
Estação
Liberdade,
2013.
128
Mark
Driscoll,
Absolute
Erotic,
Absolute
Grotesque,
the
living,
dead,
and
undead
in
Japan’s
Imperalism
1895–1945.
Durham:
Duke
University
Press,
2010.
popularizaron,
desde
finales
del
siglo
XX,
la
estrategia
wakon
yosai.129
Driscoll
adhiere
a
la
discusión
propuesta
por
el
sociólogo
japonés
Akagami
Yoshitsuge130
sobre
el
grotesco
dentro
de
una
bio-‐lógica
de
la
vida
que
se
transformó
en
erótico.
Su
hipótesis
es
que
la
modernización
de
Japón
comienza
en
las
zonas
coloniales
y
de
regresa
al
interior
de
Japón.
Sugiere
que
los
recursos
humanos
y
no
humanos
han
sido
"robados"
de
las
periferias
domésticas
y
coloniales
(de
otros
países
asiáticos)
y
es
esta
red
que,
finalmente,
constituye
la
cultura
japonesa,
lo
que
provocó
el
pasaje
entre
kokutai
(cuerpo
nacional
o
esencia
japonés)
y
el
hentai
(変態)
que
en
biología
significa
materia
orgánica
mutante
o
como
el
botánico
e
investigador
de
la
historia
natural
investigador
Minakata
Kumagusu
(1867-‐1941)131
propuso
la
“modalidad
de
la
transformación
humana",
creando
una
analogía
entre
humanos,
plantas
mutantes
y
bacterias.
En
Occidente,
el
término
se
hizo
conocido
para
productos
pornográficos,
producidas
por
animes
y
mangas.
129
Iwabuchi
(2002)
explica
que
wakon
yosai
reemplaza
wakon
kansai
(espíritu
japonés,
técnica
china
和
魂漢才).
Se
refería
a
los
inicios
de
la
cultura
japonesa,
cuando
el
impacto
de
la
cultura
china
todavía
estaba
muy
presente.
130
Yoshikuni
Igarashi,
Corpos
da
Memória,
op.
cit.
131
Driscoll
analizó
las
diferencias
ideológicas
entre
Yanagita
Kunio
y
Minakata
Kumagusu,
el
primero
creacionista
y
el
segundo
darwiniano.
Considera
que
estos
debates
atravesaron
la
década
de
1920,
tratando
las
cuestiones
fundamentales
de
la
cultura
como
el
sacrificio,
la
violencia,
la
alteridad
y
la
evolución.
inevitable
percibir
las
huellas
del
ero
guro
nansensu.
Existen
muchos
ejemplos
concretos,
como
el
caso
específico
del
ero
manga.
En
varias
producciones
de
este
género,
hay
referencias
explícitas
a
las
imágenes
concebidas
en
el
período
Tokugawa
y
a
una
estética
que
se
desata
a
partir
del
cambio
de
imagen
de
las
chicas
modernas.132
Es
fundamental
tener
en
cuenta
algunas
ambigüedades
que
marcan
el
período.
Esto
es
porque,
al
mismo
tiempo
que
hay
un
movimiento
político
revolucionario
en
el
movimiento
ero
guro
nansensu,
las
redes
de
consumo
empiezan
a
proyectarse
como
un
dispositivo
de
poder
con
la
capacidad
de
desencadenar
un
proceso
de
creciente
despolitización.
132
Dos
libros
de
Anne
Allison
pueden
ayudar
a
observar
la
longevidad
de
estos
temas:
Permited
and
Prohibited
Desires,
Mothers,
Comics
and
Censorship
in
Japan
(2000)
y
Millenial
Monsters
Japanese
Toys
and
the
Global
Imagination
(2006).
IMAGEN CARTA
Hiroshima, 2014
"La
bomba
no
sólo
deja
intactos
los
órganos
subterráneos
de
las
plantas,
así
como
los
estimula.
Incluso
parecía
que
el
mismo
avión
que
había
arrojado
la
bomba
también
soltara
una
carga
de
semillas".
Por
supuesto,
estos
jirones
de
vida
no
habían
sido
lanzados
por
el
avión.
Sin
embargo,
los
ojos
de
aquella
mujer
insistieron
en
reinventar
la
vida.
Después
de
casi
setenta
años
es
como
si
ahí,
frente
al
Memorial
de
la
Paz,
todavía
pudiera
sentirla.
Vestigios de la guerra
Japón
se
enfrentó
a
muchas
guerras
y
a
diversas
catástrofes
naturales,
sin
embargo,
en
ninguno
de
estos
episodios,
la
tragedia
se
manifestó
de
manera
tan
abrumadora,
en
las
formas
de
pensar
y
representar
el
cuerpo,
como
después
de
la
Segunda
Guerra
Mundial.
El
período
fue
marcado
por
la
humanización
repentina
del
emperador
y
la
reconstrucción
simbólica
de
las
ruinas.
El personaje Hirohito
Antes
de
la
Segunda
Guerra
Mundial,
el
emperador,
como
todo
soberano,
fue
visto
raramente
por
la
gente
común.
Pero
después
de
1945,
Hirohito
comenzó
a
viajar
por
varias
ciudades
y
fue
sorprendido
por
la
población
algunas
veces.
Su
imagen
en
ruinas
urbanas,
de
acuerdo
a
Igarashi
Yoshikuni133,
representó
a
la
muy
precaria
situación
de
los
cuerpos
japoneses
en
la
posguerra.
Shiba
Ryotaro,
periodista
que
hizo
la
cobertura
de
los
viajes
del
emperador
de
Kioto
en
1950,
observó
que
había
una
sensación
generalizada
de
vacío.
Era
como
si
no
quedaba
nada,
todo
fue
destruido
y
el
emperador
se
quedó
solo
con
todo
el
resto
alrededor
en
ruinas.134
En
cierto
modo,
su
propia
figura
había
cambiado.
Parecía
humanizada
y
liberada
de
las
restricciones
del
régimen
anterior
a
1945,
marcado
por
el
discurso
nacionalista
que
lo
suspendía
del
tiempo
y
lo
distanciaba
de
la
vida
cotidiana.
El
nacionalismo
no
se
había
prohibido,
pero
parecía
reformulado
como
se
ha
señalado
Miryam
Sas.135
De
cierta
forma,
fueron
los
trabajos
experimentales
de
la
época
que
dieron
un
nuevo
marco
a
los
discursos
nihonjinron
(la
especificidad
japonesa,
日本人論
).
En
este
contexto,
la
lengua
japonesa
y
la
imagen
del
emperador
han
sido
siempre
las
referencias
fundamentales.
Para
los
japoneses,
Showa
fue
el
nombre
de
un
emperador
133
Y.
Igarashi,
Corpos
da
Memória,
op.
cit.,
p.
47.
134
Como
se
explicó
Abe
Mark
Nornes
en
"The
Body
at
the
Center",
en
Hibakusha
Cinema
(Broderick,
1996)
The
Effects
of
the
Atomic
Bomb
on
Hiroshima
and
Nagasaki
fue
el
primer
documental
realizado
después
del
lanzamiento
de
las
bombas
atómicas.
Son
2hs45m
que
comenzaron
a
ser
filmadas
en
1945,
terminado
en
1946.
El
trabajo
da
inicio
a
las
películas
conocidas
como
hibakusha
(víctimas
de
las
bombas
atómicas).
A
pesar
de
que
fue
considerado
por
muchos
como
una
mera
acumulación
de
hechos
científicos,
que
eliminó
el
factor
humano,
de
acuerdo
a
Nornes
es
precisamente
esa
la
razón
por
la
cual
representa
el
espectro
de
la
imposibilidad.
Después
de
él,
muchos
historiadores
han
comenzado
a
abordar
la
cuestión,
no
pocas
veces
transformando
el
testimonio
en
narración,
o
viceversa.
En
todos
los
casos,
el
cuerpo
siempre
ha
sido
el
centro
de
la
discusión:
representado
en
su
apariencia
grotesca
o
absolutamente
ausente.
135
Miryam
Sas,
Experimental
Arts
in
Postwar
Japan,
Moments
of
Encounter
Engament,
ad
Imagined
Return.
Cambridge:
Harvard
University
Asia
Center,
2011,
p.
XV.
y
el
de
una
era
que
va
desde
1926
a
1989.
Para
el
mundo,
el
emperador
que
estaba
en
el
poder
durante
todos
estos
años
se
conocía
como
Hirohito.
Sin
embargo,
su
fama
no
se
refería
únicamente
a
las
seis
décadas
en
las
que
fue
emperador,
y
si
sobre
todo
a
los
acontecimientos
que
han
marcado
la
época.
Por
su
longevidad,
la
era
de
Showa
incluye
la
maduración
de
la
modernidad
en
Japón
(era
Meiji),
la
catástrofe
de
la
Segunda
Guerra
Mundial,
el
reconocimiento
de
la
derrota
(asumida
por
el
propio
Hirohito)
y
el
sorprendente
crecimiento
económico
junto
con
los
cambios
de
la
vida
cotidiana
que
se
produjo
después
de
la
devastación
de
la
guerra.
No
es
poca
cosa.
Sin
embargo,
la
característica
más
sorprendente
fue
la
humanización
Hirohito.
El
emperador
Sol
se
había
convertido
en
ser
humano.
Ya
no
es
un
ser
divino
inaccesible,
con
su
fragilidad
confundida
con
las
ruinas
de
las
ciudades
devastadas.
Hasta
la
Segunda
Guerra
Mundial,
el
emperador
nunca
había
sido
fotografiado.
Este
resguardo
era
parte
de
la
preservación
de
su
papel
apolítico.
Además,
hubo
una
connotación
espiritual
muy
fuerte
que
insistía
en
prevalecer.
Un
buen
ejemplo
es
la
primera
decisión
del
emperador
después
de
la
guerra,
es
decir,
el
reconocimiento
de
la
derrota
con
los
Estados
Unidos.
Esta
también
se
consideró
una
especie
de
intervención
divina.
Conscientemente
o
no,
Hirohito
se
mostró
lo
suficientemente
hábil
para
hacer
el
cambio
de
roles.
Como
enemigo
convertido,
pasó
a
hacerse
eco
de
los
deseos
estadounidenses
como
sus
deseos.
Él
sabía
que
necesitaba
a
los
Estados
Unidos
para
protegerlo
y
contó
con
el
apoyo
del
general
MacArthur.
Al
final,
Hirohito
terminó
siendo
considerado
un
títere
de
los
militares
japoneses
y,
por
lo
tanto,
redimido
en
el
resto
del
mundo.
La
fragilidad
de
su
figura
era
reconocida
como
una
metáfora
de
lo
femenino,
explica
Igarashi.136
Al
lado
de
MacArthur,
Hirohito
se
transformó
en
un
personaje
femenino,
una
figura
desamparada,
digna
de
la
condescendencia
del
militar
estadounidense.
El
pronunciamiento
del
emperador
sobre
su
responsabilidad
en
la
guerra
y
el
auto-‐sacrificio,
sólo
fortaleció
su
imagen
dócil.
Cuando
visitó
los
Estados
Unidos
por
primera
vez
en
octubre
de
1975,
la
prensa
estadounidense
lo
saludó.
El
diario
New
York
Times
escribió,
en
ese
momento,
que
Hirohito
tenía
"Un
encanto
tímido
y
que
transmitía
a
los
que
lo
conocían,
un
sentido
de
la
honestidad
arduo,
sincero
y
amistoso".137
En
Los
Ángeles,
Hirohito
fue
recibido
por
todos
los
iconos
más
conservadores
del
cine
como
los
actores
John
Wayne
y
Charlton
Heston.
Una
vez
más
se
puso
de
manifiesto
la
docilidad
y
la
feminidad
del
emperador.
Al
lado
del
corpulento
John
Wayne,
el
contraste
con
su
imagen
menuda
y
frágil
remitió
inmediatamente
a
la
película
El
bárbaro
y
la
geisha,
de
1958.
En
este
gran
fracaso
de
taquilla
del
director
John
Ford,
Wayne
interpreta
a
Townsend
Harris
que
había
negociado
la
apertura
de
puertos
japoneses
a
los
Estados
Unidos
y
durante
su
misión,
se
enamoró
de
una
geisha
delicada,
interpretada
por
Ando
Eiko.
Los
contrastes
entre
Hirohito
y
MacArthur,
así
como
entre
Hirohito
y
John
Wayne,
produciría
por
sí
mismo,
un
ensayo
curioso
en
las
formas
de
representación
del
poder.
Después
de
la
guerra,
el
emperador
decidió
afirmarse
como
un
biólogo
marino,
lo
cual
representó
una
salida
más
habilidosa
frente
a
los
conflictos
derivados
de
la
136
Y.
Igarashi,
Corpos
da
Memória,
op.
cit.,
p.
84
137
Artículo
del
New
York
Times
apud
Igarashi
Yoshikuni,
Corpos
da
Memória,
op.
cit.,
p.
106
derrota
japonesa.
Un
buen
ejemplo
ocurrió
durante
la
mencionada
visita
a
los
Estados
Unidos.
Mientras
que
todavía
se
organizaban
protestas
políticas
contra
el
emperador,
se
deslizaba
en
una
serpentina
atada
a
un
avión
el
mensaje
"Emperador
Hirohito
-‐
por
favor
salve
nuestras
ballenas",
reforzando
así
su
nueva
imagen
de
científico.
No
siendo
parte
de
un
Japón
militarizado
y
armado,
la
nueva
imagen
del
emperador
se
convirtió
en
el
defensor
de
la
naturaleza
y
los
seres
vivos.
Es
lo
que
todo
el
mundo
esperaba
en
aquel
momento:
un
camino
para
facilitar
la
transferencia
del
poder
sobre
la
vida,
para
una
política
que
le
confería
poder
a
la
vida.
138
Massao
Maruyama,
Thought
and
Behaviour
in
Modern
Japanese
Politics.
Londres:
Oxford
University
Press,
1963.
139
Katō
Shūichi,
Tempo
e
Espaço
na
Cultura
Japonesa,
trad.
bras.
de
Neide
Nagae
e
Fernando
Chamas.
San
Pablo:
Estação
Liberdade,
2011.
Kimi
no
na
wa
contó
con
98
episodios
subvencionados
por
la
NHK
durante
dos
años
y
luego
transformada
en
película
en
tres
partes,
de
1953
a
1954,
y
finalmente
publicada
como
novela
en
cuatro
volúmenes.
La
película
trajo
un
cambio
completo
de
la
conducta
reflejada
en
la
moda
y
el
comportamiento.
Los
modos
de
la
heroína,
que
llevaba
pañuelo,
por
ejemplo,
fue
copiado
por
todas
las
mujeres
de
la
época.
El
drama
giraba
en
torno
al
deseo
de
la
heroína
de
recuperar
su
pasado
y,
al
mismo
tiempo,
del
miedo
de
reencontrar
al
héroe.
El
primer
encuentro
de
los
dos
sucede
en
el
Puente
Sukiya,
en
la
parte
baja
de
Tōkyō,
el
24
de
mayo
de
1945,
durante
un
bombardeo
estadounidense.
Ellos
se
salvan
y
prometen
volver
a
encontrarse
seis
meses
más
tarde.
Haruki
le
preguntaba
a
Machiko
cómo
se
llamaba,
no
obstante,
deciden
no
revelar
la
identidad
hasta
el
reencuentro.
Pero
la
tragedia
sucede
porque
Machiko
no
puede
ir
a
su
encuentro
en
el
día
y
el
lugar
indicado,
porque
necesitó
mudarse
con
su
familia
a
las
afueras
de
Tōkyō.
De
ahí
en
adelante,
comienza
la
búsqueda
de
pistas
para
encontrar
a
su
amado
y
termina
siendo
ayudada
por
un
joven
con
quien,
finalmente,
se
casa.
La
relación
Haruki
y
Machiko,
a
lo
largo
de
la
historia,
está
marcada
por
la
imposibilidad
que
prevalece
frente
a
todo
el
sufrimiento
que
afecta
a
sus
vidas.
En
la
novela,
nunca
se
aclara
por
qué
Machiko
se
casa
con
este
otro
personaje,
en
lugar
de
Haruki,
quien
la
recuentra
a
tiempo
para
tomar
otra
decisión.
El
autor,
Kituka
Kazuo,
sugiere
todo
el
tiempo
que
no
es
el
dilema
entre
un
pretendiente
y
el
otro,
sino
que
en
el
énfasis
entre
los
sentimientos
personales
que
conducen
la
pasión
de
Haruki
o
la
educación
de
la
posguerra
que
reafirmó
el
sentido
colectivo,
la
obligación
para
con
los
que
la
habían
apoyado
en
el
momento
difícil.
Por
lo
tanto,
la
historia
es
una
narrativa
acerca
de
cómo
recuperar
algo
perdido,
haciendo
hincapié
en
la
imposibilidad
de
la
reconstrucción.
Todas
las
historias
paralelas
que
suceden
en
el
curso
del
melodrama
se
refiere
a
los
problemas
de
la
época:
la
prostitución
de
las
chicas
para
sobrevivir,
los
pequeños
robos,
el
abandono
de
los
principios
morales
y
así
sucesivamente.
Katsunori,
el
marido
elegido,
representaba
al
destino
que
permitía
el
éxito
en
un
sistema
que
se
organizaba
cada
vez
más
de
manera
burocrática
y
sistematizada.
En
el
período
posterior
a
Machiko,
las
marcas
de
la
pérdida
fueron
identificadas
a
través
de
la
monstruosidad
del
cuerpo.
Las
memorias
se
han
convertido
en
fuerzas
amorfas
destructivas
y
la
película
Gojira
se
convirtió
en
uno
de
los
productos
de
estas
condiciones
históricas
específicas
de
la
mitad
de
1950,
cuando
las
marcas
de
la
pérdida
de
eran
todavía
muy
presentes.
Coincidentemente
o
no,
es
el
propio
Igarashi
quien
señala
que
en
el
puente
donde
Machiko
y
Haruki
se
encuentran
por
primera
vez,
será
destruido
por
Gojira
cuando
vuelva
a
atacar
a
Tōkyō,
reviviendo
la
destrucción
donde
sus
memorias
emergieron
por
primera
vez.
La
monstruosidad
de
Gojira
corporifica
la
devastación.
Hay
referencias
a
la
catástrofe
de
la
bomba
atómica,
pero
no
se
castiga
a
Estados
Unidos,
incluso
porque
el
estudio
de
Toho
contaba
con
colaboración
americana.
Entonces,
lo
que
vence
a
Gojira
es
la
invención
de
un
científico
japonés:
the
oxygen
destroyer.
La
figura
monstruosa
es
la
paradoja
todo
el
tiempo:
representa
al
enemigo,
pero
también
el
alma
de
los
soldados
japoneses
que
murieron
en
el
Pacífico
durante
la
guerra.
La
oscuridad
de
la
película
era
entendida
por
el
crítico
de
cine
Kawamoto
Saburo
como
un
síntoma,
ya
que
el
alma
de
soldados
muertos
todavía
estaba
bajo
el
dominio
del
sistema
imperial
japonés.
Igarashi
llama
la
atención
sobre
el
hecho
de
que
la
residencia
del
emperador
nunca
es
destruida.
Por
lo
tanto,
el
del
entendimiento
de
acción
política
en
ese
momento
era
también
esencial
para
alimentar
las
discusiones
y
conflictos.
Buena
parte
de
la
dinámica
cotidiana,
especialmente
en
las
grandes
ciudades
como
Tōkyō,
había
cambiado
y
la
población
albergaba
sentimientos
encontrados
con
respecto
a
estos
cambios.
Además
del
cambio
de
estructura
de
las
ciudades
y
de
la
moda,
llegó
a
los
hogares
japoneses
la
heladera,
el
lavarropas,
las
ollas
para
hacer
el
arroz
y
la
televisión.
En
1960,
la
oscuridad
se
había
ido
definitivamente
con
el
uso
de
luces
artificiales
en
los
condominios
danchi
(団地
)
que
eran
considerados
los
más
modernos.
Los
nacimientos
y
las
muertes
también
fueron
trasladados
a
hospitales,
una
práctica
que
hasta
entonces
se
consideraban
bastante
inusual
porque
la
llegada
a
la
vida
y
la
partida
eran
rituales
que
siempre
ocurrían
en
el
hogar.
En
los
nuevos
ambientes,
cada
vez
más
limpios,
claros
y
brillantes,
los
restos
de
la
pérdida
parecían
muy
distantes.
que
reconoce
un
poder
de
acción
que
no
sólo
supone
una
pasividad
absoluta,
sino
una
posibilidad
de
ampliar
la
acción
política
de
la
comprensión
de
sí
mismo.
El
Japón
de
posguerra
continuó
viviendo
bajo
la
intervención
de
Estados
Unidos
incluso
después
del
fin
de
la
ocupación
en
el
país
y
eso
es
lo
que
preocupó
a
los
intelectuales,
estudiantes
y
artistas.
Después
de
todo,
las
relaciones
de
poder
se
conservaron,
como
si
hubiera
sólo
un
reordenamiento
de
fuerzas
o,
en
palabras
de
Michel
Foucault145,
que
participó
en
varios
eventos
en
Japón,
a
penas
simplemente
cambios
en
las
reglas
de
la
gobernabilidad
cuyos
ejes
eran
dirigidos
a
las
acciones
del
Estado,
la
justicia
y
la
policía.146
En
1966,
el
interés
de
los
jóvenes
por
ese
tipo
de
discusión
fue
agudizado
con
la
visita
de
Sartre
y
Simone
de
Beauvoir
a
Japón.
La
pareja
fue
apodada
por
los
medios
como
chishikijin
no
bītoruzu
(los
Beatles
de
los
intelectuales).
Muchos
estudiantes
hacían
copias
de
la
obra
El
Ser
y
la
Nada
de
Sartre,
de
1943,
junto
a
libros
de
Ōe
Kenzaburō
y
mangas
de
Yoshiharu
Tsuge,
publicados
en
la
revista
Garo.
Ellos
solían
leer
esas
bibliografías,
escondidos,
colocándolos
detrás
de
los
libros
didácticos,
incluso
durante
las
clases.
Estaban
interesados
en
el
angajuman
(el
término
japonés
para
engagement)
-‐y
el
compromiso
al
que
se
referían
tenía
que
ver
con
discusiones
que
repensaban
los
modos
de
comunicación
entre
sujetos
y
ambientes,
entre
observadores
y
trabajos
artísticos
(filmes,
danzas,
obras
de
teatro,
fotografías,
etc.).
A
finales
de
los
años
1950,
el
diario
Yomiuri
comenzó
a
apoyar
a
los
jóvenes
artistas
inconformes
con
un
cierto
anestesiamiento
que
tornaba
sombría
la
vida
cotidiana
en
Tōkyō.
La
lucha
por
la
supervivencia
era
todavía
tan
intensa
que,
en
general,
parecía
inhibir
pensamientos
críticos
y
reflexiones.
Rompiendo
con
el
riesgo
de
esa
apatía
generalizada,
el
periódico
sponsoreo
las
exposiciones
de
arte
Yomiuri
Indépendant
o
Yomiuri
Anpan,
que
reunían
el
arte
anárquico
emergente
que
se
ocupa
de
objetos,
instalaciones
y
performances.150
La
iniciativa
duró
hasta
1963
cuando,
a
un
mes
la
apertura
de
una
exposición,
el
diario
anunció
que
el
proyecto
fue
cancelado.
Los
grupos
que
participaban
en
el
evento,
se
dispersaron
y
se
dedicaron
a
otras
actividades.
Pero
uno
de
los
jóvenes
más
activos
del
movimiento,
Akasegawa
Genpei,
fue
procesado
y
recibió
una
"visita"
de
la
policía
por
haber
imitado
dinero
en
una
de
sus
provocativas
obras.
Se
había
creado
tres
mil
billetes
monocromáticas
de
mil
yenes
impresos
de
un
solo
lado.
Su
proceso
se
ha
convertido
en
uno
de
los
grandes
ejemplos
de
conflicto
entre
el
Estado
y
los
artistas
de
la
época.
En
cierto
modo,
Akasegawa
empezaba
a
llamar
la
atención
sobre
el
fortalecimiento
económico
creciente
en
Japón,
lo
que
representó
no
sólo
la
aparente
"buena
nueva"
después
de
los
tiempos
difíciles
de
la
guerra,
sino
que
también
señalaba
los
cambios
significativos
en
los
modos
de
vida.
Akasegawa
Genpei
fue
uno
de
los
fundadores
del
grupo
revolucionario
Hi-‐Red
Center.
Propuso
muchas
obras
controvertidas
como
el
Hyper-‐Art
(chogeijutsu,
超芸術)
en
la
que
probaba
transformar
objetos
inútiles
que
se
encuentran
en
la
calle
en
objetos
conceptuales.151
Esa
predisposición
de
los
objetos
para
iniciar
debates
y
149
En
la
introducción
al
libro
Cuerpos
de
la
Memoria,
pp.
24-‐42,
Iragashi
cuenta
detalladamente
la
historia
de
ese
museo
y
sus
significados.
150
Anpan
es
la
abreviatura
japonesa
de
andepandan
que
sería
la
lectura
francesa
“independiente”.
151
Akesegawa
recibió
en
1981
el
destacado
premio
literario
Akutawaga.
Desde
1982
integró
un
grupo
de
fotógrafos
Raika
Domei,
que
explora
las
posibilidades
de
una
antigua
máquina
Leica.
Akutawaga
provocaciones
no
era
raro
en
este
periodo.
Muchos
jóvenes
artistas
japoneses
fueron
inspirados
en
los
objetos
ready-‐made
de
Marcel
Duchamp
y
discutieron
su
papel
y
las
múltiples
posibilidades
de
representación,
más
allá
del
uso
habitual.
Otros
siguieron
el
camino
aparentemente
opuesto,
proponiendo
una
profanación
de
los
objetos
de
arte,
dándoles
su
uso
común.
A
menudo
se
menciona
el
término
francés
objet,
que
en
instalaciones
artísticas
podrían
ser
restos
de
basura,
fragmentos
de
cosas
de
vidrio
o
metal,
partes
aisladas
del
cuerpo
humano
y
todo
tipo
de
creaciones
provocativas
que
exploraron
la
materialidad
de
las
cosas.
Algunos
participantes
del
grupo
neo-‐dadaísta
del
que
formó
parte
Akasegawa.
También
hubo
quienes
optaron
por
la
práctica
akushon
que
tenían
una
empatía
con
la
llamada
action
painting
-‐movimiento
cuya
referencia
principal
era
Jackson
Pollock.
En
el
contexto
japonés,
la
mayoría
de
estas
experiencias
terminó
siendo
clasificadas
como
anti-‐arte.
Es
importante
notar
que
hasta
las
primeras
décadas
del
siglo
XX,
las
redes
con
occidente
fueron
intensas,
especialmente
con
Francia
y
Alemania,
que
inspiraron
vertientes
japonesas
vinculadas
al
movimiento
surrealista,
dada
y
Bauhaus.
Con
Estados
Unidos
el
contacto
se
intensificó
a
partir
del
período
de
posguerra.
Según
Reiko
Tomii,153
estas
actividades
artísticas
que
tuvieron
lugar
entre
1950
y
1960,
sobre
todo
después
de
las
experiencias
propuestas
por
el
grupo
Gutai,
se
presenta
como
anti-‐arte
(Han
geijutsu
反芸術
)
y
como
“no
arte”
(Hi-‐geijutsu
非芸術)
haciendo
un
esfuerzo
real
para
criticar,
subvertir
y
desmantelar
el
arte
(Geijutsu
芸術)
que
se
había
convertido
en
una
institución
moderna
por
excelencia.
Por
lo
tanto,
una
de
las
marcas
de
todas
estas
manifestaciones
fue
la
postura
anti-‐institucional.
Todo
lo
que
pasó
en
este
período
fue
tan
rico
que,
según
la
autora,
ocultaba
casi
por
completo
la
aparición
de
una
nueva
Institución:
gendai
bijutsu
(現代美術
).
Este
nuevo
arte
contemporáneo
no
sería
entendido
como
el
arte
que
se
hace
hoy
en
día,
pero
estaría
vinculado
a
un
tipo
de
arte
que
refleja
la
urgencia
del
momento,
como
ha
señalado
el
representa
hasta
hoy
un
foco
de
resistencia
al
consumismo,
afirmando
la
necesidad
del
arte
comprometido.
152
En
2007
el
Getty
Research
Institute
de
Los
Angeles,
organizó
una
exposición
que
revisitaba
estos
movimientos
y
que
generó
el
libro
Art,
Anti-‐Art,
Non-‐Art:
Experimentations
in
the
Public
Sphere
in
Postwar
Japan,
1950-‐1970,
organizado
por
Charles
Merewether
y
Rika
Iezumi
Hiro.
La
bibliografía
que
documenta
este
período
es
extensa,
y
muchas
veces
se
constituye
en
catálogos
de
exposiciones.
153
Reiko
Tomii
“The
Yomiuri
Independent
Exhibition”
in
Doryun
Chong
et
al.
(orgs.),
From
Postwar
to
Postmodern,
Art
in
Japan
1945–1989.
New
York:
MoMA,
2012,
pp.
116–117.
crítico,
como
dijo
Miyakawa
Atsushi,
que
fue
uno
de
los
organizadores
del
debate
anti-‐
arte
después
cancelación
del
Yomiuri
Anpan.
En
lo
que
refiere
específicamente
a
las
artes
del
cuerpo,
el
período
considerado
más
radical,
comienza
alrededor
de
1950
y
continúa
hasta
la
década
de
1970.
Aunque
hayan
ocurrido
experiencias
revolucionarias
antes
de
esto
(como
las
del
grupo
Mavo,
creado
por
Murayama
Tomoyoshi
en
la
década
de
1920),
muchos
investigadores,
curadores
y
artistas
admiten
la
particular
efervescencia
de
estas
décadas.
En
los
años
que
siguieron,
algunas
actividades
tuvieron
continuidad,
como
es
el
caso
del
butō
y
algunas
experiencias
teatrales
conocidas
como
post-‐Shingeki
(新劇).154
En
esta
nueva
fase,
algunos
procedimientos
utilizados
en
el
periodo
anterior
y
el
método
ruso
Constantin
Stanislavski
(1863-‐
1938)
se
puso
a
un
lado
y
algunos
directores
comenzaron
a
buscar
en
los
propios
teatros
japoneses
tradicionales,
que
buscan
combinar
los
entrenamientos
clásicos
a
los
nuevos
procedimientos
y
discusiones.
Entre
los
grandes
nombres
del
teatro
de
la
época,
se
destacan:
Betsuyaku
Minoru,
Suzuki
Tadashi,
Sato
Makoto,
Kara
Juro
y
Ninagawa
Yukio.
Este
último
es
el
más
conocido
por
sus
adaptaciones
de
varios
clásicos
de
la
dramaturgia
occidental,
destacando
el
trabajo
de
Shakeaspeare.155
Las
experiencias
de
todos
estos
artistas
eran
bastante
distintas
entre
sí,
tanto
en
términos
de
procedimientos
y
técnicas,
como
por
ejemplo
en
lo
que
respecta
a
las
cuestiones
principales
que
las
movilizaron.
Algunos
de
los
grandes
nombres
que
formaban
parte
de
este
movimiento,
como
Terayama
Shūji,
fueron
redescubiertos
recientemente.
Terayama
murió
prematuramente
en
1983,
pero
a
partir
del
año
2000
estudiantes
de
teatro
y
artistas
jóvenes
reanudaron
su
trabajo,
proponiendo
remontajes
de
sus
obras
-‐además
de
visitar
el
museo
donde
están
sus
obras,
Terayama
Shūji
Memorial,
y
la
ciudad
de
Misawa,
donde
están
las
principales
fuentes
de
investigación.
Este
interés
de
la
nueva
generación
por
los
artistas
de
la
época
post-‐
Shingeki,
problematiza
la
hipótesis
de
que
la
juventud
japonesa
sea
absolutamente
apolítica
y
que,
desde
la
década
de
1980,
se
interesa
exclusivamente
en
el
consumo
excesivo.
En
el
caso
específico
de
Terayama,
además
de
la
connotación
política
y
subversiva
de
la
obra,
parece
que
hay
un
interés
particular
en
el
hecho
de
que
este
artista
radicalmente
transmediático
(poeta,
videasta,
escritor,
crítico,
dramaturgo,
autor
teatral
de
piezas
radiofónicas
y
performer)
haya
propuesto
la
noción
de
auto-‐
ficción
como
un
punto
de
partida
para
la
creación.
Me
atrevo
a
decir
que
su
concepción
de
arte
y
de
vida
se
guiaban
por
la
convicción
de
que
crear
es,
en
primer
lugar,
construir
una
ficción
sobre
sí
mismo.
Esto,
sin
duda,
es
un
aspecto
que
tiene
que
154
Shingeki
(新劇)
fue
el
término
que
se
utiliza
para
el
teatro
moderno
en
Japón.
El
movimiento
se
inició
en
el
período
Meiji
bajo
fuerte
presencia
y
la
apreciación
de
la
dramaturgia
extranjera,
destacando
nombres
importantes
como
Ibsen
y
Chejov.
Después
de
Shingeki,
angura
(underground)
o
Shogekijo
(pequeño
teatro,
小
劇場)
corresponden
a
los
términos
que
se
utilizan
para
las
experiencias
teatrales
que
se
produjeron
después
de
la
Segunda
Guerra
Mundial,
muchos
de
ellos
cuestionando
tanto
modelos
teatrales
occidentales
como
a
los
clásicos
japoneses.
El
rasgo
común
entre
las
diversas
experiencias
fue
la
apreciación
del
cuerpo
del
actor.
155
David
Goodman
es
uno
de
los
principales
investigadores
que
escribieron
sobre
estos
movimientos
teatrales,
entre
otros
autores
como
Peter
Eckersal,
Uchino
Tadashi,
Miryam
Sas.
Stephen
Barber
y
Thomas
Havens.
Resalto
su
obra
Japanese
Drama
and
Culture
in
the
1960s:
The
return
of
Gods,
de
1988.
ver
con
la
comprensión
del
arte
en
la
época
del
neo-‐pop
que
se
discutirá
en
el
siguiente
capítulo.156
156
La
investigadora
brasileña
Darci
Kusano
está
preparando
un
libro
sobre
Terayama
Shūji,
desde
los
estudios
realizados
en
la
biblioteca
de
la
Universidad
de
Rikkyo,
bajo
la
orientación
de
Uno
Kuniichi.
157
Thomas
R.
H.
Havens,
Radicals
and
Realists
in
the
Japanese
Nonverbal
Artes.
The
Avant-‐Garde
Rejection
of
Modernism.
Manoa
University
Of
Hawaii
Press,
2006.
perfil
político
y
económico
de
Japón,
marcado
hasta
ahora
por
la
pequeña
empresa
y
la
producción
rural.158
A
pesar
de
todos
los
intercambios
con
Occidente
y
las
inevitables
referencias
a
artistas
europeos
y
estadounidenses,
cabe
señalar
que
las
calificaciones
de
la
historia
del
arte
occidental,
no
siempre
son
las
más
adecuadas
para
analizar
las
experiencias
japonesas.
Investigadores
como
Marc
Dachy,161
Sas162
y
Linhartova,163
que
estudiaron
el
surrealismo
y
el
dadá
en
Japón,
observaron
que
en
la
cultura
japonesa
estos
movimientos
fueron
vistos
de
manera
inseparable
e
indistinta,
al
contrario
de
lo
sucedido
en
Europa.
Por
lo
tanto,
los
intentos
de
adoptar
la
misma
cronología
de
la
historia
del
arte
europeo
y
estadounidense
para
Asia,
casi
siempre
que
terminaron
fracasando,
como
también
señala
Inaga
Shigemi:
Demostrando
que
es
posible
resistir
a
este
complejo,
algunos
artistas
japoneses
buscaban
subvertir
todos
los
cánones
(occidentales
y
japoneses)
al
explicar
cuestiones
que
no
refieren
sólo
a
Japón,
sino
a
las
redes
de
conocimiento
que
no
puede
limitarse
a
sus
pasaportes,
ya
que
se
generaron
en
parte
desde
los
intercambios
con
artistas
e
intelectuales
occidentales.
Esta
no
es
una
relación
de
influencia,
mucho
menos
de
imitación,
como
se
diagnostica
en
muchas
encuestas.
Fue
justamente
escapar
de
estas
etiquetas,
que
muchos
han
dejado
junto
a
las
nociones
estancadas
de
identidad
y
la
clausura
de
las
tradicionales
dicotomías
de
Japón-‐occidente
u
oriente-‐occidente,
así
como
la
tendencia
a
la
universalidad
de
las
ideas
que
persigue
a
las
definiciones
de
cuerpo,
como
si
la
noción
biológica
de
organismo
o
especie
humana
asegurara
un
grado
incuestionable
de
universalidad.
Voy
a
volver
a
esta
discusión
al
final
del
libro.
161
Marc
Dachy,
Dada
au
Japon.
Paris:
Puf,
2002.
162
Miryam
Sas,
Fault
Lines
cultural
memory
and
Japanese
Surrealism.
Stanford:
Stanford
University
Press,
2001.
163
Vera
Linhartová,
Dada
et
Surrealisme
au
Japon.
Paris:
Publications
Orientalistes
de
France,
1987.
164
Shigemi
Inaga,
“A
História
da
Arte
é
Globalizada?
Um
comentário
crítico
de
um
ponto
de
vista
do
Extremo
Oriente”,
trad.
bras
de
Marco
Souza
in
C.
Greiner
e
M.
Souza
(orgs.)
Imagens
do
Japão,
op.
cit.
CARTA IMAGEN
Tōkyō, 2011
Después
de
la
caminata,
entré
en
el
cuarto
de
baño
para
darme
calor.
El
agua
caliente
hacía
que
el
calor
subiera
rápidamente
al
rostro.
Las
imágenes
en
tránsito
entre
el
sueño
y
la
realidad,
entrando
y
saliendo
del
cuerpo
para
llegar
a
donde
la
piel
expresaba
su
temperatura
más
febril.
Acciones Performativas
Okamoto
participó
en
esta
comunidad
entre
1937
y
1939,
atraído
por
la
fisura
sacrificial
que
tanto
lo
movilizaba.
La
noción
de
sacrificio
podría
implicar
la
fragmentación
y
la
mutilación
del
cuerpo:
un
grito
de
la
garganta
acuchillado
o
caída
mitológico.
De
la
obsesión
de
Van
Gogh
con
el
sol
a
los
versos
de
Apollinaire,
que
asociaba
rituales
de
decapitación
de
un
toro
hasta
mutilaciones
faciales,
consistían
en
165
Sakai
Takeshi
“Towards
a
Primordial
Life
–
Tarô
Okamoto
in
the
1930’s”
in
Murata
Keinosuke
(org.),
The
Paintings
of
Taro
Okamoto.
Kawasaki:
Taro
Okamoto
Museum
of
Art,
2009.,
p.
155.
166
El
acéfalo
es
una
especie
de
monstruo
arcaico,
presente
en
mitologías
y
bestiarios
antiguos.
Bataille
descubrió
esa
imagen
a
mediados
de
los
años
1920.
Él
investigaba
figuras
divinas
en
piedras
trabajadas
por
los
gnósticos
en
los
siglos
III
y
IV.
La
figura
de
un
dios
egipcio
desprovisto
de
cabeza
trajo
a
Bataille
la
imagen
de
la
personificación
acéfala
del
sol.
En
1936,
concibió
la
revista
Acephàle,
dirigida
por
él
y
André
Masson.
una
cadena
que
partía
del
sacrificio
animal
a
lo
humano.167
Es
probable
que
la
fascinación
de
Okamoto
en
estos
temas,
así
como
por
Bataille,
se
alimentaba
de
ese
umbral.
Más
concretamente,
el
momento
de
pasaje
en
el
que
todo
podría
ser
cuestionado,
incluyendo
la
noción
de
representación.
Su
gran
interés
por
el
arte
abstracto
europeo
tenía
que
ver
también
con
el
contacto
que
trabó
con
varios
artistas
visuales,
entre
los
que
destaca
Pablo
Picasso.
Muy
afectado
por
el
arte
de
Picasso,
Okamoto
buscaba
un
método
de
expresión
particular.
En
1935,
se
interesó
también
por
el
neoconcretismo
de
Kurt
Seligmann,
pasando
a
probar
modos
de
expresar
lo
concreto
y
lo
abstracto
junto
con
la
naturaleza
caótica
de
la
existencia.
En
1938,
Okamoto
estudió
con
Marcel
Mauss,
lo
que
transformó
profundamente
su
manera
de
comprender
la
relación
entre
el
arte
y
la
vida.
A
partir
de
entonces,
Okamoto
pasó
a
buscar
el
ejercicio
de
la
creación
de
manera
más
ampliada,
borrando
las
fronteras
entre
instancias
habitualmente
comprendidas
de
manera
distante.
No
se
puede
afirmar,
sin
embargo,
que
la
obra
de
Okamoto
fuera
pautada
por
la
observación
y
representación
de
lo
que
veía
a
su
alrededor.
Entendía
que
la
pintura
se
constituía
en
la
relación
con
la
tela
en
blanco.
Si
tuviera
alguna
referencia
directa
con
lo
que
era
observado
fuera,
no
sería
arte.
En
el
arte
budista,
no
se
trataba
del
"arte
por
el
arte",
tan
comentado
en
aquel
momento
en
Japón
y
en
Europa,
pero
había
una
cierta
densidad
mágica
que
impregnaba
el
mundo
-‐de
ahí
su
interés
por
la
investigación
de
Mauss,
sobre
todo
cuando
éste
se
refería
a
la
noción
de
"don".
A
Okamoto
también
le
interesaba
una
instancia
de
donación
recíproca,
de
compartir.
Por
eso,
lo
que
más
le
intrigaba
era
la
posibilidad
de
crear
un
ambiente
para
el
arte.
En
este
ambiente,
el
nombre
y
la
firma
del
artista
tendrían
una
importancia
limitada.
Habría
sentimientos
compartidos
(en
ambientes
comunes)
y
estos
sí
serían
relevantes.
167
La
investigadora
brasileña
Eliane
Robert
Morais
profundizó
de
manera
ejemplar
la
discusión
de
las
fábulas
humanas,
la
de
las
fragmentaciones
corpóreas
y
de
lo
acéfalo
en
su
tesis
doctoral
O
corpo
impossível
-‐a
descomposição
da
figura
humana:
de
Lautréamong
a
Bataille
publicada
por
la
editorial
Iluminuras
en
2002.
168
La
montaña
Kōya,
conocida
como
Kōyasan,
es
el
centro
de
uno
de
los
principales
séquitos
budistas
de
Japón,
introducido
por
Kōbō
Daishi
(también
conocido
como
Kūkai)
en
805.
Los
seguidores
de
todo
el
mundo
suelen
peregrinar
por
la
región,
situada
al
sur
de
Ōsaka.
169
Okubo
Kyoko,
"Primitivisme
in
Japanese
Modern
Art:
In
the
Case
of
Taro
Okamoto"
en
Journal
of
Inquiry
and
Research,
en
el
95.
Ōsaka:
Kansai
Gaidai
University,
2012,
p.
1.
A
partir
de
entonces,
el
arte
sólo
tendría
sentido
si
reflejaba
la
radicalidad
de
la
experiencia.
Evidentemente,
eso
no
significa
que
toda
producción
artística
se
haya
convertido
en
el
comentario
o
la
lectura
de
una
"realidad".
En
el
texto
de
1959,
Manifiesto
Avant-‐Garde:
una
visión
del
arte,170
Okamoto
dice
claramente
que
el
mundo
del
arte
no
puede
establecerse
en
la
realidad.
Las
heridas
infringidas
por
el
arte
son
el
resultado
de
un
sufrimiento
que
nace
de
la
fundamental
contradicción
entre
arte
y
vida.
Los
artistas
deben
desafiar
la
realidad
cada
vez
de
forma
más
audaz.
El
arte
de
vanguardia
es
el
arte
que
es
consciente
de
ello.
En
el
caso
de
Japón,
se
trataba
de
romper
radicalmente
con
el
confinamiento
feudal
-‐y
es
por
eso
que
los
especialistas
más
tradicionales
consideraron
la
vanguardia
como
una
herejía.
Ellos
decían
que
el
arte
de
vanguardia
era
difícil,
pero
para
Okamoto,
el
arte
que
no
es
difícil
simplemente
no
existe.
Al
mismo
tiempo,
el
arte
que
no
es
simple
tampoco
existe.
Sólo
esta
ambivalencia
puede
dar
visibilidad
al
caos.
Todo
creador
vive
una
contradicción
entre
la
realidad
(objeto)
y
el
artista
(sujeto).
Sólo
cuando
esta
dualidad
se
diluye
es
que
la
creación
artística
será
posible.
Okamoto
dirá
a
los
jóvenes
artistas
que,
aunque
nombres
como
Picasso
y
Matisse
han
abierto
un
nuevo
campo
de
visión
para
el
arte,
los
jóvenes
no
debían
sentirse
intimidados
por
ellos.
En
cierto
momento,
habría
que
rechazarlos.
El
artista
siempre
tiene
que
hacer
ese
ejercicio
de
contradicción.
Si
el
mundo
parece
llenado
de
tiempo
y
la
gente
no
sabe
qué
hacer
con
esa
abundancia,
cabe
al
artista
a
sofocarse,
sintiendo
la
falta
del
oxígeno
y
encontrándose
con
la
falta
de
aire
y
de
tiempo.
170
Okamoto
apud
Doryu
Chong
et
al.
al.
(org.),
From
Postwar
a
Postmodern,
Art
in
Japan,
1945
1989:
Primary
Documents,
2012.
Al
ser
consultado
acerca
de
su
relación
con
la
obra
de
Okamoto,
el
gran
Yokoo
Tadanori,171
pionero
del
pop
japonés,
comentó:
Okamoto
tuvo
una
larga
vida,
testimoniando
diferentes
fases
de
la
historia
de
Japón:
el
período
de
modernización
del
país,
la
guerra,
el
movimiento
angura,
el
enriquecimiento,
la
subsiguiente
crisis
y
los
primordios
de
lo
que
más
tarde
sería
llamado
cultura
pop.
Apenas
siguiendo
los
presupuestos
de
su
propio
manifiesto,
fue
uno
de
los
artistas
que
anunció
la
promiscuidad
que
marcaría
la
producción
artística
japonesa
entre
los
años
1960
y
1970,
explorando
la
estructura
de
las
relaciones
intersubjetivas
(colectivas,
colaboraciones,
intimidades).
De
acuerdo
con
Sas,172
ésta
podría
ser
considerada
la
ignición
para
pensar
lo
que
serían
los
"encuentros"
entre
diferentes
experiencias.
Los
encuentros
no
ocurren
sólo
entre
personas,
sino
entre
lenguajes,
diferentes
tiempos
y
culturas
distintas.
Por
eso,
no
es
sólo
el
vigor
de
la
obra
de
Okamoto
y
su
frase
excepcional
para
redir
el
arte
que
marcan
un
pasaje
importante
en
la
cultura
japonesa,
pero
también
un
cierto
tipo
de
encuentro
que
su
convivencia
con
Bataille,
Mauss
y
Picasso
instauró,
promoviendo
un
cambio
en
los
modos
de
pensar
lo
que
es
un
sujeto,
una
identidad
y
los
puntos
de
partida
para
la
difusión
de
nuevos
enunciados
del
arte.
Yoneyama
Kunio
era
el
verdadero
nombre
del
bailarín
Hijikata
Tatsumi.
Nacido
el
9
de
marzo
de
1928
en
el
barrio
de
Asahikawa,
en
Akita,
una
región
extremadamente
fría
al
noroeste
de
Japón.
La
mudanza
de
Tōkyō
tuvo
lugar
en
1952.
Los
datos
biográficos
de
Hijikata
son
controvertidos
y
difíciles
de
verificar.
No
le
gustaba
dar
muchas
explicaciones
-‐mucho
menos
justificaciones.El
libro
que
escribió
antes
de
morir,
Yameru
Maihime
(La
bailarina
enferma)
está
más
cerca
de
una
escritura
performativa
171
Yokoo
Tadanori
"Tadanori
Yokoo's
Tarot
Okamoto
Kaigakan"
in
M.
Keinosuke
(org.)
The
Paintings
of
Taro
Okamoto,
op.
cit.
p.
166.
8
M.
Sas,
Experimental
Arts
in
Postwar
Japan,
op.
c.
XII.
172
M.
Sas,
Experimental
Arts
in
Postwar
Japan,
op.
cit.,
p.XII.
activada
por
percepciones
y
fragmentos
de
recuerdos,
que
una
autobiografía
o
un
libro
de
memorias.
Entre
la
segunda
mitad
de
los
años
de
1940
y
el
comienzo
de
los
años
1950,
Tōkyō
estaba
ocupada
por
fuerzas
estadounidenses.
Vivir
sin
dinero
en
ese
momento
significaba
compartir
el
espacio
con
alcohólicos,
drogadictos
y
criminales.
Es
sólo
en
la
segunda
mitad
de
la
década
de
1950
Hijikata
puede
comprometerse
con
la
comunidad
artística
y
comienza
a
aparecer
en
espectáculos
de
danza
creados
por
Oikawa
Hironobu
y
Ando
Mitsuko,
que
tenía
una
academia
de
danza
muy
famosa
en
ese
momento.
Fue
precisamente
en
esa
academia
que
Hijikata
conoció
a
Ōno
Kazuo
y
su
hijo
Yoshito,
socios
importantes
de
los
comienzos
de
la
experiencia
butō.
También
formaba
parte
del
grupo,
Ohara
Akiko,
una
joven
bailarina
que
participó
de
las
primeras
improvisaciones
antes
de
mudarse
a
Brasil,
donde
vive
hace
ya
cinco
décadas
en
la
comunidad
de
Yuba.175
En
1956,
Hijikata
conoció
el
estudio
Asbestos,
de
la
coreógrafa
Motofuji
Akiko,
que
a
en
ese
momento
vivía
con
su
marido
Nobutoshi
Tsuda,
un
artista
con
quien
Hijikata
colaboró
y,
de
acuerdo
con
la
crítica
de
danza
Kuniyoshi
Kazuko,
fue
quien
inició,
de
hecho,
la
formulación
de
una
danza
de
la
oscuridad
(como
sería
conocido
más
tarde
ankoku
butō,
暗黒舞踏).
Segundo
Barber,176
el
estudio
era
financiado
por
el
padre
de
Motofuji,
un
magnate
de
la
industria
del
amianto
(de
ahí
el
nombre
de
173
D.
Richie
Retratos
Japoneses,
op.
cit.
174
Stephen
Barber,
Hijikata:
Revolt
of
the
Body.
Nova
York:
Solar
Books,
2010.
175
A
principios
de
los
años
1990,
estuve
en
la
comunidad
Yuba,
ubicada
en
el
Estado
de
San
Pablo.
Allí,
entrevisté
por
primera
vez
a
Ohara
y
pude
comprender
mejor
algunas
cuestiones
que
guían
las
experiencias
de
Hijikata,
así
como
el
clima
de
violencia
que
marcaba
sus
primeras
improvisaciones.
Después
de
eso,
nos
encontramos
otras
veces
y,
durante
la
exposición
Tokyogaqui,
en
2008,
Ohara
y
Ōno
Yoshito
reconstruyeron
una
de
las
coreografías
de
Hijikata
en
el
Sesc
Paulista.
En
esa
ocasión,
Michiko
Okano
y
yo
también
los
entrevistamos.
176
Stephen
Barber,
Hijikata:
Revolt
of
the
Body,
op.
cit.
amianto).
Asbestos
se
convirtió
en
el
estudio
de
Hijikata
desde
el
momento
en
que
él
y
Motofuji
comenzaron
a
vivir
juntos,
hasta
el
día
en
que
fue
cerrado,
en
octubre
de
2003,
poco
antes
de
la
muerte
de
Motofuji.
Hasta
ese
momento,
tuvo
una
historia
bastante
accidentada
-‐fue
utilizado
como
sala
de
cine,
sala
de
ensayo,
club
nocturno
(Bar
Gibbon)
y
como
teatro.
Otro
gran
artista
francés
que
afectó
de
manera
fundamental
el
butō
fue
Antonin
Artaud.
Uno
de
los
primeros
en
estar
interesado
en
su
obra
fue
el
coreógrafo
Oikawa
Hironobu,
que
había
visitado
París
para
estudiar
mímica.
Oikawa
dirigió
una
compañía
que
se
llamó
Arutokan
(Casa
de
Artaud),
con
la
que
Hijikata
había
colaborado.
Hasta
1965,
El
teatro
y
su
doble
no
se
había
publicado
en
japonés,
pero
el
traductor
de
la
obra
del
Marqués
de
Sade,
Shibusawa
Tatsuhiko,
había
leído
varios
ensayos
sobre
sus
textos
y
poemas.
Así
como
Mishima,
Shibusawa
presenta
muchos
autores
importantes
a
Hijikata
como
Georges
Bataille,
Henri
Michaux
y
Hans
Bellmer.
De
la
obra
de
Artaud,
llamó
especialmente
su
atención
el
personaje
de
Heliogábalo,
de
177
Bruce
Baird,
Hijikata
Tatsumi
and
Butō,
Dancing
in
a
Pool
of
Gray
Grits.
Nova
York:
Palgrave
MacMillan,
2012.
1933.
La
parte
final
del
solo
de
Hijikata
La
rebelión
de
la
carne,
fue
inspirado
por
él;
y
en
1972,
Hijikata
escribió
un
breve
ensayo
titulado
Las
pantuflas
de
Artaud.178
178
A
mediados
de
la
década
de
1980,
Hijikata
recibe
de
regalo
del
filósofo
Uno
Kuniichi
un
cassette
con
la
grabación
de
la
emisión
radiofónica
Para
terminar
con
el
juicio
de
Dios,
recitado
por
el
propio
Artaud.
Uno
había
vuelto
de
una
larga
estancia
en
París
donde
realizó
su
doctorado
sobre
Antonin
Artaud,
bajo
la
dirección
de
Gilles
Deleuze.
En
1984,
Hijikata
se
asocia
con
Tanaka
Min,
que
giraba
en
torno
de
esta
misma
grabación
y,
poco
antes
de
su
muerte,
inició
un
proyecto
con
Uno
tentativamente
en
un
llamado
Experimento
con
Artaud.
Traduje
y
publiqué
el
ensayo
de
Uno
Kuniichi
"Las
pantuflas
de
Artaud
según
Hijikata",
en
la
antología
Lecturas
de
la
muerte,
en
2006.
179
Shibusawa
apud
apud
D.
Chong
et
al.
(org.)
From
Postwar
to
Postmodern,
op.
cit.
180
El
butō-‐fu
era
un
sistema
de
notación
de
movimientos
basado
en
metáforas
que
se
divulgó
en
la
segunda
mitad
de
la
década
de
1990
por
sus
estudiantes
más
importantes,
como
Waguri
Yukio,
que
crearon
el
CD-‐ROM
Butō-‐kaden
(Palabras
del
Butō);
y
Mikami
Kayo,
quien
publicó
sus
anotaciones
en
Utsuwa
to
shite
no
shintai:
Hijikata
Tatsumi
ankoku
butō
gihō
e
no
apurōchi
(Cuerpo
como
recipiente:
un
enfoque
a
la
técnica
ankoku
butō
de
Hijikata
Tatsumi).
En
1999,
se
crea
el
Archivo
Genético
de
Hijikata
Tatsumi,
de
la
Universidad
de
Keiō,
dirigido
por
Morishita
Takashi.
Gran
parte
del
material
está
digitalizado.
Debido
a
estas
inquietudes,
algunas
de
sus
preguntas
estaban
relacionadas
con
proposiciones
de
situaciones
ficticias
e
inusuales,
tales
como:
¿Qué
pasaría
si
fuese
posible
poner
una
escalera
dentro
del
cuerpo
para
bajar
hasta
el
fondo?
Hay
un
punto,
en
la
profundidad
sin
medida,
en
el
que
lo
visible
se
deteriora.
¿La
danza
podría
existir
para
rechazar
este
estado
interno
del
cuerpo?
Y
si
fuera
posible
hacerlo,
¿sería
finalmente
reconocible
que
el
ojo
no
sirve
sólo
para
ver,
que
la
mano
no
fue
hecha
exclusivamente
para
tocar
y
que
todos
los
órganos
no
pueden
ser
restringidos
a
sus
funciones
y
organizaciones?
¿Cómo
comienza
lo
que
no
tiene
ninguna
filiación
y
sólo
se
alimenta
de
lo
abyecto
del
mundo?
Por
eso
es
importante
percibir
que
el
ankoku
butō
no
fue
una
experiencia
aislada,
que
contó
con
la
complicidad
de
otros
eventos
conocidos,
como
el
teatro
angura,
el
arte
de
obsesión,
el
movimiento
anforumeru
(del
francés,
informel),
las
acciones
performáticas
de
los
grupos
Gutai
y
Mono-‐ha,
entre
muchos
otros
eventos
y
experiencias,
a
veces
innombrables.
El
cuerpo
que
danza
butō
fue
concebido,
de
este
modo,
como
un
proceso
inacabado,
perecible,
indistinto
de
los
diversos
ambientes
donde
se
constituye
(calle,
estudio,
campo,
medios
audiovisuales,
etc.).
Hijikata
rompió
la
jerarquía
que
hacía
del
sujeto
alguien
más
importante
que
los
objetos
inanimados
del
mundo
y,
por
lo
tanto,
así
explicita
la
presencia
permanente
de
la
muerte.
Volvió
al
fango
para
experimentar
el
pasaje
de
lo
informe
a
la
forma,
y
viceversa,
en
un
continuum
sin
fin.
Sin
embargo,
cabe
señalar
que
para
madurar
este
proyecto,
era
necesario
entrenarse
en
el
sentido
de
Zeami,
a
sea,
la
construcción
de
un
conocimiento
corporal.
Por
eso
nunca
se
trata
de
cualquier
cuerpo,
pero
si
de
un
cuerpo
cualquiera,
como
ha
explicado
Giorgio
Agamben.181
Esto
se
debe
a
la
traducción
habitual
de
“cualquier”
se
refiere
indiferentemente
a
cualquier
persona.
Sin
embargo,
en
latín
quod
libet
ens
no
es
"el
ser,
cualquier
ser,
pero
si
“el
ser
que,
como
sea,
no
es
indiferente",
pero
algo
que
se
refiere
a
la
voluntad
(libet),
ser
el
cual-‐quiera
de
una
relación
original
con
el
deseo.
La
tensión
fue
la
característica
más
llamativa
y
la
estrategia
más
evidente
para
investigar
el
colapso
del
cuerpo
como
organismo,
para
desafiar
a
sus
hábitos
de
funcionamiento.
Se
buscó
una
calidad
de
tensado,
que
podría
ser
considerado
un
estado
preliminar,
que
muestra
preferencia
en
eliminar
todos
los
movimientos
181
G.
Agamben,
La
comunidad
que
viene,
trad.
en
español
de
José
Luis
Villacañas.
Pre-‐Textos,
1996,
p.?.
182
La
noción
de
inmunización
ha
sido
discutida
por
Roberto
Espósito,
sobre
todo
en
su
libro
Immunitas
(Immunitas,
the
Protection
and
Negation
of
Life,
trad.
al
inglés
de
Timothy
C.
Campbell.
Cambridge:
Polity
Press,
2011).
Según
el
autor,
los
individuos
son
inmunizados
en
relación
con
el
colectivo
en
un
intento
de
sobrevivir.
Sería
el
mismo
mecanismo
de
la
vacunación,
se
interioriza
al
otro
(la
enfermedad)
para
mantenerse
inmunes
a
ella.
ornamentales
y
trabajar
con
fuertes
contrastes
entre
formas
simples.
Los
contrastes
y
tensiones
engendran
la
acción.
Otra
pieza
que
va
a
explorar
diferentes
recortes
del
cuerpo
es
Antai
(Cuerpo
Oscuro).
En
este
caso,
estaba
interesado
en
el
"lado
oscuro"
que
no
sería
una
parte
específica
del
cuerpo
aunque
si
con
la
conciencia
y
el
reconocimiento
de
que
no
todo
lo
que
sucede
en
el
cuerpo
es
controlado
por
la
mente
y
que
"el
tiempo
de
las
sombras
es
como
el
negativo
que
revela
la
lógica".
En
Antai,
Hijikata
juega
con
los
efectos
de
contraste
de
inversión
y
colisión
entre
las
cosas.
Parecía
mostrar
que,
al
exponer
radicalmente
al
cuerpo
aparecería
algo
oscuro.
Sólo
sacando
todo
hacia
fuera
sería
posible
sumergirse
en
lo
más
profundo.
Hijikata
pasó
a
hacer
juegos
violentos
y
a
incitar
a
los
bailarines
a
que
le
hagan
frente
a
las
crisis
que
los
constituye.
La
estrategia
es
permanecer
heterogéneo
frente
a
fusiones
con
la
comunidad,
volviéndose
extremadamente
consciente
de
la
alteridad.
Hijikata
se
mantuvo
fiel
a
esta
actitud
hasta
su
participación
como
coreógrafo
en
la
película
Gisei
(Víctima),
de
Donald
Richie
en
1959.
Fue
una
producción
en
blanco
y
negro,
con
una
escena
de
la
danza
colectiva
en
torno
de
la
cual
un
personaje
es
humillado
y
ejecutado
por
el
grupo,
después
de
convertirse
en
el
escenario
de
todo
tipo
de
materia
abyecta.
La
escena
abrió
nueva
posibilidades
experimentales
para
el
butō
en
el
campo
de
la
investigación
de
la
materia
abyecta
y
de
las
discusiones
de
poder
que
involucran
el
control
sobre
el
cuerpo.
Otro
ejemplo
de
experimentación
para
probar
colapso
del
cuerpo
era
Anma
(también
conocido
como
“El
masajista
ciego
y
una
historia
teatral
para
sostener
el
amor”),
creada
en
1963.
Hijikata
usó
como
espacio
principal
el
proscenio,
dejando
claro
desde
el
principio
que
lo
más
interesante
para
su
experimento
sería
el
"entre-‐
lugar".
Anma
tenía
que
ver
con
el
acto
de
amasar,
de
mantener
los
músculos
contraídos,
y
al
mismo
tiempo,
masturbarse.
Un
acto
de
amor
que
partiría
de
una
imagen
o
una
representación
imaginaria.
Como
si
el
objeto
de
amor
no
podría
tener
una
existencia
concreta,
pero
siempre
habitar
el
territorio
imaginado
donde
nace
el
erotismo,
como
George
Bataille
había
propuesto
unos
años
antes.
Sería
en
esa
representación
imaginaria
que
el
amor
se
realizaría.
Al
partir
de
esa
idea,
Hijikata
desarrolla
diversos
tipos
de
acción
durante
el
espectáculo.
Al
observar
estos
diferentes
ejemplos,
cada
vez
más
se
hace
evidente
que
la
danza
para
Hijikata
era
un
elemento
pervertidor
del
orden
establecido
y
de
los
Desde
la
década
de
1970,
decidió
dedicarse
a
la
coreografía
y
la
sistematización
del
ya
citado
butō-‐fu,
destinado
a
preparar
a
los
jóvenes
artistas.
En
sus
cuadernos
de
creación,
Hijikata
reúne
una
rica
iconografía
de
las
imágenes
creadas
por
varios
pintores
(Klimt,
Picasso,
Wolz,
Schiele,
da
Vinci
y
muchos
otros),
figuras
del
cotidiano
(paredes
resquebrajadas,
cuervos,
atletas,
fotos
de
familia,
etc),
poemas,
onomatopeyas,
naturalezas
muertas,
y
así
sucesivamente.
Es
por
eso
que,
mientras
que
todos
los
términos
(J-‐pop,
otaku,
etc.)
se
utilizan
generalmente
como
sinónimos,
existen
peculiaridades.
Lo
que
es
importante
subrayar
en
este
momento
es
la
hibridación
de
pensamientos
que
se
intensificó
cada
vez
más
en
las
redes
establecidas
entre
Japón
y
otra
países
asiáticos
y
occidentales,
lo
que
genera
una
multiplicidad
de
productos
y,
al
mismo
tiempo,
una
bibliografía
crítica.
Azuma
señala
que
el
término
hihyō
(批評),
generalmente
traducido
como
crítica,
significa
una
especie
de
investigación
generada
en
Japón
y
fuertemente
marcada
por
nociones
de
posmodernismo,
poscolonialismo
y
los
estudios
culturales.
Inicialmente,
las
principales
discusiones
se
articulan
por
la
crítica
literaria,
pero,
a
partir
de
1980,
comenzaron
a
abarcar
todos
los
aspectos
acabo
de
mencionar
y
la
investigación
se
extendió
a
otras
áreas
conocimiento.
Azuma
no
fue
el
primero
en
darse
cuenta.
Ōtsuka
Eiji
y
Miyadai
Shinji
ya
tenían
Construido
sus
teorías
crítica,
aunque
algunos
eran
poco
conocidos.185
Después
de
1990
surgieron
otros
nombres
de
jóvenes
ensayistas
como
Morikawa
Kaichiro.
Murakami
estudió
en
la
Universidad
de
Artes
de
Tōkyō,
conocida
como
Geidai
y
luego
se
encontró
con
un
grupo
de
amigos
que
se
convertirían
en
una
gran
influencia
en
el
contexto
de
las
artes,
como
los
curadores
Hasegawa
Yuko
y
Kurosawa
Shin;
el
184
Hiroki
Azuma,
Otaku
Japan’s
Database
Animals,
trad.
do
inglês
de
Jonathan
E.
Abel
e
Shion
Kono.
Minneapolis:
University
of
Minnesota
Press,
2001.
185
Ibid.
p.
8.
186
Otaku,
además
de
ser
el
adjetivo
a
un
tipo
de
producto
cultural,
destinado
sobre
todo
a
direcciones.
Fue
a
partir
de
1970
que
el
término
se
hizo
más
generalizado,
refiriéndose
a
los
fans,
usuarios
y
creadores
de
anime,
manga,
videojuegos,
películas
de
ciencia
ficción
y
todo
tipo
de
creación
generada
por
computadoras.
Esta
generación
"empollón"
consistió
en
individuos
que
vivían
inmersos
en
el
nuevo
tecnologías.
galerista
Koyama
Tomio;
y
los
artistas
Aida
Makoto
y
Ozawa
Tsuyoshi,
quienes
fueron
los
fundadores
del
grupo
Shōwa
40
nen
kai
(El
grupo
de
1965).
Uno
de
los
primeros
personajes
que
Murakami
creó
es
My
Lonesome
Cowboy,
un
muñeco
inspirado
en
la
obra
de
Andy
Warhol
y
caracterizado
como
superhéroe
de
manga,
desnudo
que
eyacula
con
un
líquido
blanco
exuberante.187
Esta
elección
se
debió
al
hecho
de
que
Murakami
señaló
que
la
masturbación
era
una
actividad
muy
valorada
por
los
otakus.
La
versión
femenina
era
una
muñeca
con
cara
de
chica,
también
de
plástico,
semi-‐desnuda
pero
sin
genitales,
con
enormes
pechos
de
los
cuales
salía
un
líquido
blanco,
una
referencia
a
la
leche
materna.
Su
nombre
era
Hiropon,
como
la
metanfetamina
popular
durante
el
período
de
posguerra.
La
versión
de
Adán
y
Eva
de
Murakami
llamó
la
atención
por
diversas
razones,
una
de
ellas
fue
el
intento
de
tornar
mujer
a
un
icono
para
las
madres
en
una
momento
en
que
la
maternidad
parecía
dejar
de
ser
una
obligación
para
las
mujeres
japonesas.
187
My
Lonesome
Cowboy
fue
rematado
en
mayo
de
2008
por
el
coleccionista
de
arte
François
Pinault
en
una
subasta
de
Sotheby
en
Nueva
York
por
15
millones
de
dólares.
188
Adrian
Favell,
Before
and
After
Superflat:
A
Short
History
of
Japanese
Contemporary
Art
1990-‐2011.
Nova
York:
Bluekingfisher,
2012
p.
8–9.
Warhol,
sino
también
a
Jeff
Koons.
Ni
Murakami
ni
Aida
Makoto-‐
conocido
entre
otras
obras
por
las
relecturas
de
los
grabados
de
Hokusai-‐
son
admirados
por
producir
algo
absolutamente
nuevo,
y
sí,
por
su
uso
crítico
de
lo
que
ya
existe.
Pueden
hacer
esto
desde
diferentes
técnicas
y
referencias
que
van
desde
el
nihonga
(pinturas
japonesas
tradicionales
日本画)
al
manga.
Lo
absolutamente
nuevo
y
original
está
prohibido
en
este
contexto.
Lo
que
existen
son
referencias,
citas
y
intertextualidad.
El
ero
manga,
por
ejemplo,
se
ha
explorado
ampliamente
por
estos
artistas,
así
como
los
grabados
ukiyo-‐e.
Thomas
Lamarre,189
que
junto
con
otros
críticos
consideraron
el
concepto
de
superflat
propuesto
por
Murakami,
uno
de
los
más
impactantes
de
los
últimos
años,
llama
la
atención
acerca
de
su
procedencia.
En
el
catálogo
exposición
Superflat,
del
2000,
Murakami
explica
que
el
punto
de
partida
fue
el
estudio
del
historiador
del
arte
Tsuji
Nobuo,
llamado
Kisō
no
keifu
(Genealogía
de
la
excentricidad),
que
estaba
ligado
a
una
cierta
cultura
del
período
Edo
(o
Tokugawa),
caracterizado
por
curiosidad.
El
término
Kisō
se
utiliza
en
función
a
algo
que
sería
extraño,
fantástico
y
excéntrico,
también
se
entiende
en
el
sentido
de
estar
fuera
del
centro,
como
se
explica
en
el
segundo
capítulo
a
partir
de
la
investigación
de
Brecher.
Lo
que
le
interesa
a
Murakami
y
a
otros
artistas
de
su
generación
es
justamente
esto:
el
hecho
de
producir
fuera
del
centro
y
traer
todo
a
la
superficie.
Habría
en
sus
obras,
por
lo
tanto,
una
desjerarquización
de
capas
de
imágenes
que
atraen
todo
a
la
superficie
que,
al
mismo
tiempo,
lo
vuelve
todo
chato
(superflat).
En
sus
obras
generalmente
no
hay
figura
y
fondo,
ni
un
orden
estipulado
por
los
elementos
presentados.
Así
los
ojos
del
espectador
terminan
en
movimiento
en
forma
de
zigzag
a
través
de
la
superficie
y,
casi
siempre,
lateralmente.
Sería
como
mirar
escaneando
las
imágenes,
sin
elegir
a
un
foco
principal.
Este
sería
el
movimiento
superflat
que,
poco
a
poco,
se
convirtió
en
una
especie
de
marca
de
todos
los
productos
de
la
cultura
neo-‐pop.
Sin
embargo,
algunos
autores
problematizan
esta
tendencia
generalizadora.
Si
bien
se
reconoce
la
importancia
de
superflat,
LaMarre190
es
uno
de
los
investigadores
que
critica
la
soberanía
constituida
en
torno
a
esta
estética,
explicando
que
cada
experiencia
tiene
sus
singularidades.
Por
lo
tanto,
con
respecto
a
los
animes,
por
ejemplo,
el
hecho
de
tratar
directamente
con
el
movimiento
los
haría
diferente
de
otras
experiencias
pop.
Los
animes
serían
muy
eclécticos
y
no
con
poca
frecuencia
conectan
referencias
de
diversas
culturas
y
tiempos
-‐como
el
arte
persa,
chino,
europeo
y
americano-‐,
de
la
combinación
de
diversas
técnicas
de
composición
y
tecnologías;
entonces
no
podrían
considerarse
exclusivamente
superflat.
De
todos
modos,
aun
ante
las
críticas,
hay
unanimidad
sobre
la
importancia
de
este
movimiento.
Si
en
el
siglo
XX,
Edmond
de
Goncourt
había
encontrado
que
el
japonismo
fue
una
revolución
en
el
modo
de
ver
a
los
europeos,
después
del
cambio
de
milenio,
el
neo-‐pop
ahora
representa
un
cambio
radical
más
en
los
modos
de
percibir
(y
recibir)
la
estética
japonesa
fuera
de
Japón.
La
imagen
anti-‐mimética
de
las
obras,
que
siempre
ha
marcado
los
modos
de
representación
del
arte
japonés,
abre
ahora
una
orientación
visual
que,
bajo
el
trayecto
de
las
experiencias
superflat,
resignificó
algunas
convicciones
y
enfatizó
de
manera
descarada
la
propia
artificialidad.
Ya
no
se
trata
de
las
representaciones
distantes
de
la
antigua
estética
japonesa
imaginado
por
los
occidentales,
aunque
muchos
artistas,
inclusive
el
propio
Murakami,
189
Thomas
LaMarre
The
Anime
Machine,
op.
cit.,
p.
11–112)
190
Ibid.,
p.
114–115.
Cuando
se
inició
en
1989,
Murakami
no
tenía
financiación
o
patrocinio.
Llamó
a
media
docena
de
estudiantes
y
amigos
que
accedieron
a
trabajar
a
cambio
de
una
vianda.
En
cinco
años,
había
cuarenta
personas
involucradas.
Un
ejemplo
interesante
es
el
de
Takano
Aya,
que,
a
los
veinte
años,
comenzó
a
trabajar
en
Hiropon
Factory
y
en
1997,
con
apenas
21
años,
hizo
su
primera
exposición
en
Tōkyō,
en
la
cual
vendió
inmediatamente
el
90%
de
su
trabajo.
Lo
que
importaba
a
este
colectivo
de
artistas
era
abrir
caminos
a
una
red
internacional
y
sumar
otros
artistas,
productores
y
curadores.
El
producto
más
preciado
que
Murakami
podía
ofrecer
eran
sus
contactos.
Al
cambiar
el
nombre
del
Hiropon
Factory
a
Kaikai
Kiki,
también
cambia
el
foco
de
su
investigación
y
de
producción.
En
lugar
de
continuar
pensando
colectivamente
el
arte
pop,
los
participantes
comienzan
a
crear
productos
que
ganan
vida
propia.
Son
productos
que
cargan
con
una
singularidad
hábil
para
su
propagación
a
gran
escala.
En
su
manifiesto
Superflat,
de
2000,
Murakami
explicó
que
superflatness
es
un
concepto
que
tiene
sus
especificidades
en
Japón.
Este
aplanamiento
tiene
que
ver
también
con
una
neutralización
en
relación
a
cuestiones
históricas,
al
cuestionamiento
de
la
tradición.
En
ese
momento,
la
metáfora
utilizada
por
Murakami
hizo
referencia
al
debate
del
neurocientista
V.
S.
Ramachandran,
gran
especialista
en
miembros
fantasma
-‐miembros
que
han
sido
apuntados
(piernas
o
brazos),
pero
que
continúan
estando
presentes
en
la
mente
de
quien
los
pierde
a
través
de
la
sensación
de
dolor,
cosquilleo
o
picazón.
Murakami
concluye
que
los
japoneses
vivieron
como
si
hubieran
sido
amputados.
No
han
perdido
las
piernas
y
los
brazos,
pero
estaban
abandonando
gradualmente
algunos
principios
fundamentales.
De
allí
los
síntomas
como
la
infantilización
de
las
nuevas
generaciones,
la
despolitización
y
no
el
compromiso.
Es
como
si
llevando
estas
discusiones
y
síntomas
a
la
superficie,
Murakami
se
vale
de
las
propias
estrategias
del
J-‐Pop
para
reflexionar
sobre
estas
conclusiones
y
propone
constataciones
provocativas
del
tipo:
(1)Las
obras
de
arte
son
productos
para
vender.
(2)El
arte
tiene
precio
(y
no
sólo
valor
simbólico);
(3)
Los
pensamientos
circulan
a
través
de
los
productos
artísticos,
y
su
comercialización
es
una
forma
de
difusión
cognitiva.
(4)
El
arte,
así
como
el
cuerpo,
es
una
mercancía.
Desde
2010,
cuando
comenzó
una
asociación
con
Marc
Jacobs
de
la
Maison
Louis
Vuitton,
la
polémica
entre
arte
y
mercancía
se
vio
más
fortalecida:
¿existiría
esta
asociación
diluida
la
discusión
política
del
manifiesto
Superflat,
o
representaría
precisamente
su
principal
estrategia,
al
explicitar
que
los
dispositivos
pops,
a
su
vez,
están
formados
como
dispositivos
de
poder
que
eligen
superficies
y
alimentan
las
redes
comerciales
descaradamente?
A
mediados
de
los
años
2000,
el
glosario
de
Taschen
Art
Now
tenía
sólo
tres
nombres
representativos
del
arte
japonés:
Murakami
Takashi,
Nara
Yoshitomo
y
Mori
Mariko.
Después
del
cambio
de
milenio,
los
artistas
chinos
se
robaron
la
escena.
191
Ryokan
(
旅館
)
son
posadas
que
recuerdan
la
arquitectura
y
costumbres
de
la
casa
japonesa
tradicional.
IMAGEN CARTA
Osaka, 2014
Desde
1980,
las
redes
del
capitalismo
se
han
extendido
por
toda
Asia,
con
la
creación
de
nuevos
mercados
hasta
ahora
inexplorados.
Diez
años
después,
las
imágenes
generadas
por
los
nuevos
hábitos
de
consumo,
conviven
con
la
inestabilidad
económico
y
emocional
que
se
hizo
del
cuerpo
precario
el
símbolo
de
las
llamadas
"décadas
perdidas".
En
los
últimos
años,
algunos
cambios
que
ya
venían
ocurriendo
poco
a
poco
se
radicalizaron,
ampliando
las
redes
de
comercio
y
de
consumo
-‐incluso
en
los
lugares
más
improbables,
como
en
templos.
Algunos
pasaron
a
vender
productos
de
aromaterapia
y
productos
de
belleza
hechos
a
base
de
hierbas.
Un
templo
shintoísta
en
Sendai
llegó
a
hacer
un
concurso
para
elegir
la
modelo
más
bonita
para
representarlo
en
el
Año
Nuevo.
En
términos
económicos,
el
mercado
de
la
belleza
creció
significativamente.
Si
antes
de
la
era
Meiji
las
amas
de
casa
solían
exfoliar
los
rostros
con
azuki
(小豆)
y
polvo
hecho
de
arroz
nukabukuro
(糠
袋)
usados
para
la
cocina,193
hacia
el
final
del
período
Meiji
ya
se
desprendían
los
primeros
signos
de
la
tímida
industria
de
cosméticos,
como
los
japones
Kaō,
los
cosméticos
de
la
Shiseidō
y
los
dentríficos
Lion.
192
Laura
Miller,
Beauty
Up,
Exploring
Contemporary
Japanese
Body
Aesthetics.
Berkeley:
University
of
California
Press,
2006.
193
Para
más
detalles
sobre
la
diversidad
de
la
estética
masculina,
se
puede
consultar
la
colección
de
ensayos
Men
and
Masculinities
in
Contemporary
Japan:
Dislocating
the
Salaryman
Doxa,
de
2003,
organizada
por
James
E.
Roberson
y
Suzuki
Nobue.
Fue
todo
muy
rápido.
Durante
el
siglo
XX,
Japón
se
convirtió
en
el
segundo
país
del
ranking
mundial
de
la
industria
cosmética,
apenas
detrás
de
Estados
Unidos.
Las
marcas
como
Kose,
Shiseidō,
Kaō,
Kanebō,
Pola
y
la
compañía
francesa
L'Oréal,
dominaron
el
mercado,
sin
hablar
de,
al
menos,
cincuenta
marcas
menores
que
desarrollaron
productos
para
nichos
más
específicos,
como
es
el
caso,
por
ejemplo,
de
la
pigmentación
para
piel
realizada
por
Suzuki
Sonoko,
que
sucedió
a
la
compañía
Tokino
después
del
año
2000.
Hoy,
la
proliferación
de
marcas
y
la
especialización
de
productos
es
casi
incalculable.
Los
productos
y
técnicas
más
concurrentes
implican
el
blanqueamiento
de
la
piel,
el
afinamiento
del
rostro,
el
alargamiento
de
piernas,
tinturas
para
el
cabello
y,
para
el
público
más
joven,
bronceado
artificial.
Hay
especializaciones
que
persisten
y
se
remontan
a
la
estética
clásica,
como
es
el
caso
del
diseño
de
las
cejas
que,
en
la
era
Heian,
solían
ser
depiladas
para
luego
ser
pintadas.
Aún
hoy,
hay
consultoras
para
formatos
y
técnicas
de
moldeo
y
diseño
de
las
cejas
en
barrios
sofisticados
de
Tōkyō,
como
Omotesandō.
No
raramente,
se
puede
incluso
observar
ejecutivos
con
cejas
bien
diseñadas.
Respecto
de
la
estética
corporal,
se
suele
hablar
de
mentaru
esute,
que
significa
"estética
mental",
y
en
seiushin-‐teki
na
mono
(晴雨
心
的
な
物),
que
sería
"asunto
espiritual".
La
noción
de
gambaru,
que
puede
ser
traducida
como
"esfuerzo"
es
una
especie
de
estímulo
para
el
cuidado
de
sí
y
el
autodesarrollo.
Si
antes
del
florecimiento
de
las
industrias
de
cosméticos
la
gran
preocupación
de
las
mujeres
era
la
salud,
la
disciplina
y
el
bienestar,
hoy
la
apariencia
es
fundamental.
Esto
no
significa
que
la
estética
mental
/
espiritual
haya
sido
abandonada.
El
concepto
de
"estética",
de
la
manera
como
se
usa
en
Occidente,
fue
importado
en
los
años
1980
de
Francia
(esthétique)
y
generó
una
industria
de
más
de
400
billones
de
yenes.
Surgieron
nuevos
elementos,
como
la
estética
ortodóntica
y
los
cambios
radicales
del
cuerpo
(prótesis
mamarias,
redondeado
de
los
ojos,
alargamiento
de
las
piernas,
etc.)
Así
como
en
los
salones
femeninos,
los
salones
masculinos
pasaron
a
ofrecer
tratamientos
prenupciales
para
hombres.
En
1999,
el
Tōkyō
Beauty
Salon
fue
el
primero
en
poner
a
disposición
un
paquete
para
los
hombres
que
se
preparan
para
el
Año
Nuevo
(millennium
party
esute).
Las
encuestas
realizadas
entre
2003
y
2004
ya
mostraban
una
receta
de
aproximadamente
cuatro
mil
millones
de
dólares
para
los
194
Para
más
detalles
sobre
la
diversidad
de
la
estética
masculina,
se
puede
consultar
la
colección
de
ensayos
Men
and
Masculinities
in
Contemporary
Japan:
Dislocating
the
Salaryman
Doxa,
de
2003,
organizada
por
James
E.
Roberson
y
Suzuki
Nobue.
La
apertura
de
otras
técnicas
"orientales"
indica
que
las
referencias
estéticas
no
siempre
se
basaron
en
modelos
occidentales,
sino
que
pasaron
a
alimentarse
cada
vez
más
de
las
conexiones
asiáticas
que
ampliaron
el
mercado
de
la
belleza
y
la
moda
pop
para
las
versiones
K-‐Pop
(Corea)
y
C-‐Pop
(China).
Algunas
investigaciones
han
identificado
estas
alianzas
entre
el
mercado
de
la
belleza
y
la
moda
pop
en
Japón.
Según
Kawamura,196
entre
1979
y
1981
proliferaron
grupos
como
el
Takenoko-‐zoku
(tribu
del
bambú)
en
Harajuku,
uno
de
los
barrios
más
"fashion"
de
Tōkyō.
Varios
grupos
formados
por
adolescentes
comenzaron
a
organizarse
con
estéticas
distintas
entre
sí.
Mientras
que
Takenoko-‐zoku
seguía
la
nueva
ola
influenciada
por
la
escena
del
rock
británico,
el
grupo
Karasu-‐zoku
(tribu
del
cuervo)
se
inspiraba
en
grandes
nombres
de
la
moda,
como
Kawakubo
Rei
y
Yamamoto
Yōji.
En
el
barrio
Shibuya,
que
también
se
convirtió
en
un
distrito
de
moda
en
Tōkyō,
surgieron
nuevos
grupos
como
el
Shibu-‐kaji,
que
usaba
un
look
más
casual.
Como
explica
Hirakawa
Takeji,197
antes
de
ser
el
distrito
de
moda
de
Tōkyō,
el
barrio
de
Harajuku
fue
habitado,
poco
después
de
la
Segunda
Guerra
Mundial,
por
familias
estadounidenses
en
lo
que
entonces
fue
llamado
Washington
Heights.
En
1958,
se
construyeron
los
departamentos
centrales
(central
apartments),
luego
ocupados
por
diseñadores
de
moda,
modelos,
fotógrafos
y
artistas
gráficos.
El
lugar
donde
se
encontraba
el
Washington
Heights
fue
transformado
en
la
ciudad
olímpica
(olympic
village)
durante
las
Olimpiadas
de
1964
en
Tōkyō.
Pasadas
las
Olimpiadas,
el
área
comercial
se
volcaba
hacia
la
moda
alternativa
que
comenzó
a
ser
implantada
en
el
barrio,
y
sus
habitantes
se
denominaban
Harajuku-‐zoku
(tribu
Harajuku).
Hirakawa
recuerda
que
hacia
el
final
de
los
años
1970
colaboró
con
una
de
las
más
importantes
revistas
de
moda
japonesa,
la
Ryūkō-‐Tsūshin,
y
que
en
la
época
también
había
un
manual
sobre
cómo
ser
exitoso
en
el
negocio
de
la
moda.
La
primera
sugerencia
era
alquilar
un
pequeño
departamento
en
las
calles
paralelas
a
Harajuku,
un
área
conocida
como
Ura-‐Hara
(la
puerta
trasera).
195
Ciertamente
este
número
debe
haber
aumentado,
aunque
sólo
he
encontrado
informaciones
imprecisas
al
respecto
y
prefiero
citar
los
datos
relevados
por
Laura
Miller
-‐que,
a
pesar
de
estar
desactualizados,
dan
al
lector
una
idea
de
lo
que
viene
representando
la
industria
de
la
belleza
en
Japón.
196
Kawamura
Yuniya,
Fashioning
Japanese
Subcultures.
Nova
York:
Bloomsbury
Academic,
p.
27
197
Hirakawa
Takeji
apud
Tiffany
Godoy,
Style
deficit
disorder
–
Harajuku
Street
Fashion.
São
Francisco:
Chronicle
Books,
2007.
Entre
1960
y
1970,
diseñadores
principiantes,
muchas
veces
con
locales
en
sus
propias
casas,
comenzaron
con
sus
marcas
-‐
por
ejemplo
Milk,
de
Ōkawa
Hitomi,
Nicole,
de
Matsuda
Mitsuhiro,
Comme
des
Garçon,
de
Yamamoto
Kansai,
Y’s,
de
Yamamoto
Yōji,
y
la
marca
pionera
que
precedió
a
todas,
Issey
Miyake,
distribuida
por
el
centro
comercial
Seibu
y
confeccionada
por
la
fabrica
Toray.
La
primera
revista
de
moda
que
celebró
los
jóvenes
diseñadores
fue
An
An,
creada
en
1971,
seguida
por
Non
No.
Años
después,
con
la
llegada
de
las
grandes
boutiques
internacionales,
como
Ralph
Lauren,
Christian
Dior
y
Chanel,
podría
haber
sucedido
una
completa
descaracterización
del
lugar,
pero
la
moda
urbana
japonesa
ya
estaba
fuertemente
fortalecida
para
resistir.
Se
instauró
una
convivencia
entre
todas
las
marcas,
locales
e
internacionales.
La
moda
urbana,
que
surgió
a
mediados
de
los
años
1990,
pasó
a
usar
diferentes
estrategias
y
explorar
el
marketing
de
las
adolescentes.
Sucesivamente,
se
creó
una
interdependencia
entre
industrias
e
individuos
también
en
lo
que
se
refiere
a
estas
tendencias,
nombradas
por
estudiosos
de
la
moda
como
Yawamura,
como
subculturas
de
la
moda.198
Estas
subculturas
no
seguían
necesariamente
la
moda
oficial
(mainstream),
creando
estilos
eclécticos,
con
el
remixado
de
tendencias
diversas.
Algunas
novedades
pasaron
a
ser
ampliamente
copiadas
en
Occidente,
teniendo
como
punto
de
partida
a
las
estudiantes
de
la
secundaria.
Si
en
otros
países
la
moda
parecía
guiada
por
diferentes
grupos
sociales,
en
Japón
las
adolescentes
siempre
tuvieron
un
lugar
destacado.
Así
como
sucedió
en
el
área
de
las
artes
visuales,
como
fue
mencionado
en
relación
a
Murakami
Takashi,
en
la
moda
las
chicas
también
empezaron
a
trabajar
como
creadoras,
productoras,
marquetineras
y
distribuidoras
de
las
nuevas
tendencias.
Esto
diversificó
el
mercado
y
lo
amplió
a
actividades
aficionadas,
que
pasaron
a
tener
un
papel
significativo
en
el
mercado
de
la
moda.
La
distribución
de
comportamientos
de
moda
en
Tōkyō
también
tuvo
un
papel
importante.
Normalmente,
en
ambientes
de
trabajo
y
estudio,
la
gente
suele
vestirse
de
manera
bastante
estandarizada.
Pero
en
algunos
barrios
como
Harajuku
y
Shibuya
crearon
sus
propias
subculturas
y,
en
esos
lugares,
todos
tenían
libertad
para
vestirse
y
crear
singularidades
entre
grupos
de
amigos
(Lolitas,
Góticos
y
Gyaru,
por
ejemplo)
o
alrededor
de
eventos,
como
los
grandes
festivales
de
cosplay,
que
tenían
como
referencia
a
los
personajes
de
animé
y
manga.
Los
cambios
fueron
cada
vez
más
visibles
y,
poco
a
poco,
dejaron
de
estar
vinculados
sólo
a
lugares
específicos
frecuentados
por
adolescentes.
Incluso
los
barrios
como
Ginza
y
Omotesandō,
conocidos
por
albergar
sólo
marcas
sofisticadas,
comenzaron
a
abrir
espacios
a
grandes
cadenas
internacionales
con
un
atractivo
más
popular,
como
198
El
término
subcultura
me
parece
bastante
peyorativo;
sin
embargo,
es
el
modo
en
que
todos
los
autores
que
estudian
este
movimiento
de
moda
joven
de
las
calles
lo
conceptualizan.
En
la
exposición
Future
Beauty,
the
tradition
of
reinvention
in
Japanese
Fashion,
celebrada
del
21
de
marzo
al
11
de
mayo
en
el
National
Museum
of
Modern
Art,
en
Kyōto,
también
se
adoptó
esta
terminología.
Zara,
de
España,
Forever
21,
de
Estados
Unidos,
H
&
M,
de
Suecia,
y
Uniqlo
de
Japón.
Con
ello,
se
rejuveneció
el
público
que
frecuenta
Ginza
y
la
moda
urbana
adolescente,
a
su
vez,
también
comenzó
a
extenderse.
Luego
de
extenderse
bastante
por
Japón,
el
paso
a
otras
redes
asiáticas,
sobre
todo
en
Corea
y
Hong
Kong,
fue
inmediato.
A
lo
largo
de
los
años
1990,
buena
parte
de
la
juventud
asiática
prefería
copiar
la
moda
de
Japón
que
las
de
las
marcas
europeas
y
americanas.199
Con
la
expansión
del
mercado
pop
a
otros
países
asiáticos,
no
sólo
el
consumo,
como
también
la
producción
comenzó
a
diversificarse
y
a
contar
con
la
presencia
cada
vez
más
ostensible
de
coreanos
y
chinos.
Sin
embargo,
es
importante
recordar
la
vanguardia
del
J-‐pop
en
las
redes
mundiales,
ya
que
hasta
el
año
2000,
el
mundo
asiático
de
las
artes
visuales,
de
la
moda
y
de
Internet
podría,
seguramente,
ser
apodado
J-‐World.200
199
No
menciono
aquí
el
impacto
causado
por
los
grandes
diseñadores
japoneses
en
Occidente
porque
este
tema
será
discutido
en
el
segundo
volumen
de
esta
investigación,
sobre
todo
en
lo
que
se
refiere
a
dos
aspectos:
el
modo
como
ampliaron
la
red
comercial
a
partir
de
la
entrada
en
los
grandes
eventos
europeos;
y
desde
el
punto
de
vista
estético,
como
reinventaron
la
tradición
japonesa.
200
El
término
J-‐Pop,
ya
mencionado
en
el
capítulo
anterior,
se
refiere
al
Japan
Pop;
cuando
sugiero
el
término
J-‐World,
me
refiero
a
la
japonización
mundial
de
las
artes
y
los
medios.
201
Iwabuchi
Kōichi,"From
Western
gaze
to
global
gaze:
Japanese
Culturure
presence
in
Asia"
in
Diane
Crane,
Nobuko
Kawashima,
y
Kenichi
Kawasaki
(orgs.),
Global
Culture:
media,
arts,
policy
and
globalization.
Nueva
York:
Routledge,
lanzando
la
cultura
japonesa
al
liderazgo
del
consumo
de
productos
electrónicos
en
el
mundo.
Con
la
privatización
de
las
redes
de
televisión,
la
diseminación
de
Internet
y
el
florecimiento
de
tecnologías
privadas
(no
controladas
directamente
por
el
gobierno),
surge
lo
que
Kogawa
(1984)202
llama
"individualismo
electrónico"
en
buena
parte
del
mundo.
Se
trata
de
un
fenómeno
ambiguo,
a
través
del
cual
los
individuos
aparentemente
tienen
más
autonomía
pero,
al
mismo
tiempo,
están
sujetos
a
otras
formas
de
control.
En
Japón,
los
efectos
del
reconocimiento
mundial
fueron
bastante
positivos
en
varios
sentidos,
pero
poco
a
poco
comenzaron
a
surgir
cambios
en
los
modos
de
vida.
El
individualismo
electrónico
suscitó
otros
comportamientos
como
la
"autonomía
autista",
identificada
justamente
a
partir
del
famoso
walkman.
El
investigador
chino
Chow203
concluye
que
el
walkman
podría
ser
considerado
una
especie
de
sabotaje
silencioso
de
la
tecnología
de
la
colectivización.204
Hay,
por
lo
tanto,
varios
aspectos
que
pueden
tenerse
en
cuenta.
Aquello
que
estos
autores
están
diagnosticando
es
que,
aunque
la
lengua
japonesa
no
es
ampliamente
hablada
y
conocida,
la
cultura
japonesa
ha
pasado
a
afectar
de
manera
significativa
muchas
otras
culturas,
tanto
occidentales
y
asiáticas.
Algunos
de
los
sectores
más
impactados
fueron
la
moda,
la
gastronomía,
el
cine,
y
todo
lo
que
se
refería
a
la
cultura
otaku.
Para
tener
una
idea,
según
una
encuesta
realizada
por
el
diario
Los
Angeles
Times,
en
1996,
Super
Mario
Bros.,
Sonic
y
Pokémon
eran
más
conocidos
entre
los
niños
estadounidenses
que
Mickey
Mouse.
En
junio
del
año
2000,
los
juegos
de
Pokémon
vendieron
65
millones
de
copias,
siendo
que
22
millones
se
vendieron
fuera
de
Japón.
Las
series
de
animación
se
transmitieron
en
al
menos
51
países.
Pokémon
se
convirtió
rápidamente
en
un
artefacto
globalizado
made
in
Japan,
y
no
cesaron
de
surgir
otros
ejemplos.
El
tema
se
ha
vuelto
polémico
en
diversos
sectores,
y
es
importante
notar
que
no
hay
unanimidad
respecto
a
ese
diagnóstico.
Varios
artistas
del
neo-‐pop
japonés
discrepaban
de
la
interpretación
de
que
todo
lo
que
producen
es
absolutamente
inofensivo
y
acrítico.
A
partir
de
un
estudio
sobre
el
Asian
Student
Survey
de
2008,
Katsumata
Hiro
e
Iida
Takeshi,
concluyeron
que
la
circulación
de
productos
pops
por
Asia
da
a
los
usuarios
un
sentimiento
de
identidad
y
pertenencia.
Los
entrevistados
admitieron
que
pasaron
a
sentirse
"más
asiáticos"
al
valorizar
la
nueva
producción
asiática,
desplazando
su
interés
de
las
culturas
occidentales.
No
es
una
tarea
sencilla
explicar
de
qué
se
trata
este
proceso.
Yoshimi,207
por
ejemplo,
ha
estudiado
la
americanización
de
Japón
desde
la
posguerra,
con
un
énfasis
particular
en
la
Disneylandia
de
Tōkyō.
Observa
que
a
partir
de
1980,
América
pasó
del
status
de
símbolo
a
una
especie
de
sistema
invisible,
pero
no
por
ello
menos
presente.
Así,
al
mismo
tiempo
que
el
American
way
of
life
perdió
fuerza
en
Japón
(comparado
a
la
posguerra),
la
escena
cultural
japonesa
no
dejó
de
ser
impregnada
por
una
lógica
de
consumo
capitalista
con
carácter
americano.
Un
buen
ejemplo
es
el
de
los
parques
temáticos.
Joy
Hendry208
hizo
un
extenso
relevamiento
sobre
los
Tēma
Pāku,
que
han
llevado
a
los
japoneses
a
visitar
diversos
países
extranjeros
sin
salir
de
Japón.
De
acuerdo
con
la
autora,
el
antecedente
de
estos
parques
fueron
los
propios
centros
comerciales,
pioneros
en
presentar
todo
tipo
de
producto
extranjero,
de
artefactos
deportivos
a
comidas,
ropas
y
maquillajes,
pero
sobre
todo
comportamientos.
Un
cierto
modo
de
lidiar
con
la
presencia
de
lo
que
es
diferente
a
partir
de
la
posibilidad
de
adquirir
los
bienes
o
simplemente
conocerlos.
La
transición
hacia
los
parques
temáticos,
sólo
evidencia,
con
más
énfasis,
la
internalización
de
esa
lógica
de
consumo
capitalista.
Es
posible
identificar
también
una
relación
con
los
Gaikoku
Mura
o
parques
temáticos
históricos
del
propio
Japón.
Los
famosos
omiyage
(お
土
産),
que
serían
los
recuerdos
típicos,
también
pueden
ser
considerados
otro
ejemplo
del
mismo
fenómeno,
ya
que
muchas
veces
no
son
más
que
se
producen
en
Japón,
como
se
puede
observar,
por
ejemplo,
en
el
antiguo
barrio
Dotombori,
en
Ōsaka,
donde
proliferan
las
pequeñas
tiendas
de
souvenirs
-‐casi
todos
made
in
China,
a
ejemplo
de
lo
que
ocurre
con
redes
internacionales
de
marcas
como
Gap,
Zara
y
Forever
21,
entre
tantas
otras
ya
mencionadas
anteriormente
y
que
a
menudo
se
fabrican
en
otros
países
asiáticos
(Malasia,
Indonesia,
India,
entre
otros).
207
Shunya
Yoshimi,
“Japan:
America
in
Japan/Japan
in
Disneyfication:
the
Disney
image
and
the
transformation
of
‘America’
in
contemporary
Japan.”
in
Janet
Wasko,
Mark
Philips
e
Eileen
R.
Meehan
(orgs.),
Dazzled
by
Disney?
The
Global
Disney
Audiences
Project.
Londres:
Leicester
University
Press,
1999.
208
Joy
Hendry,
The
Orient
Strikes
Back,
a
global
view
of
cultural
display.
Oxford:
Berg
University
Press,
2000.
Sintonizado
con
las
discusiones
de
Jean
Baudrillard,209
Yoshimi
concluye
que
la
caída
de
la
hegemonía
de
Estados
Unidos
reveló,
de
hecho,
un
cambio
en
la
naturaleza
del
poder,
pero
no
su
extinción.
Es
como
si
la
cultura
americana
continuase
ejerciendo
algún
tipo
de
poder
"por
inercia",
es
decir,
un
movimiento
que
sigue
incluso
cuando
la
"causa"
(el
poder
político
y
económico
de
Estados
Unidos)
parece
haber
sido
debilitada.
Reconocer
estos
dispositivos
de
poder
puede
ayudar
a
comprender
los
modos
en
que
se
constituyen
las
nuevas
singularidades
más
allá
de
las
categorizaciones
referentes
a
las
identidades
nacionales
-‐
incluso
porque,
aunque
Yoshimi
se
refiere
a
las
estrategias
americanas,
el
fenómeno
también
se
extiende,
evidentemente,
por
otros
países.
La
referencia
a
los
Estados
Unidos
se
debe
sobre
todo
al
período
de
ocupación
en
la
posguerra,
que
ha
guiado
muchas
tendencias
en
los
años
que
siguieron.
La
presencia
de
los
artistas
japoneses
en
las
grandes
muestras
internacionales
de
arte
comenzó
en
1951,
en
Brasil,
en
la
Bienal
de
Arte
de
San
Pablo.
Al
año
siguiente,
Japón
fue
representado
en
la
Bienal
de
Venecia,
donde,
a
partir
de
1956,
pasó
a
tener
su
propio
pabellón.
La
primera
muestra
internacional
de
arte
realizada
en
Japón
fue
en
Tōkyō,
en
1952,
con
la
participación
de
seis
países
(Brasil,
Francia,
Estados
Unidos,
Italia,
Inglaterra
y
Bélgica).
Inicialmente
denominada
International
Art
Exhibition
Japan,
más
tarde
fue
conocida
como
Bienal
de
Tōkyō.
En
2001,
comenzó
la
Triennale
de
Yokohama,
que
se
convirtió
en
uno
de
los
más
importantes
eventos
de
arte
contemporáneo
del
mundo.
A
partir
de
entonces,
hubo
una
ampliación
cada
vez
mayor
de
las
redes
y
una
reafirmación
de
la
inseparabilidad
del
arte
de
los
contextos
políticos
y
económicos.
209
Jean
Baudrillard,
Symbolic
Exchange
and
Death,
trad.
para
o
inglês
de
I.
H.
Grant.
Londres:
Sage,
1993.
El
arte
asiático
circuló
durante
siglos,
pero
sobre
todo
por
algunos
países
europeos;
como
observa
Melissa
Chiu,210
los
museos
estadounidenses
se
mantuvieron
fuera
de
ese
circuito.
En
2008,
este
escenario
cambió:
dos
grandes
museos
de
Nueva
York
crearon
retrospectivas
simultáneas
de
dos
artistas
contemporáneos
asiáticos.
El
Museo
Guggenheim
abrigó
la
obra
de
Cai
Guo-‐Qìang,
y
el
Museo
de
Brooklyn
hizo
una
gran
exposición
con
las
obras
de
Murakami
Takashi.
En
China,
la
apertura
política
comenzó
en
1978,
cuando
el
régimen
comunista
comenzó
a
abrirse
al
capitalismo
con
Deng
Xiaoping.
Los
responsables
de
estas
reformas
económicas
y
políticas
no
podían
imaginar,
en
aquel
momento,
que
Asia
entraría
de
manera
tan
incisiva
en
el
mercado
global
-‐
en
el
que
se
incluye
el
mercado
de
arte.
El
proceso
no
fue
inmediato,
pero
ocurrió
poco
a
poco
y
de
manera
simultánea
en
mercados
emergentes,
es
decir,
en
Asia,
en
África
y
en
América
Latina.211
Según
Chiu,212
ese
proceso
ya
había
comenzado
algunos
años
antes,
pero
no
todos
percibieron.
En
2005,
Christie's
incorporó
arte
asiático
a
su
catálogo
de
ventas
de
arte
tradicional.
En
2006,
Sotheby
hizo
un
primer
saldo
de
arte
contemporáneo
asiático
en
Nueva
York,
llegando
a
una
receta
de
trece
millones
de
dólares.
En
el
mismo
año,
Christie's
South
Asia
realizó
una
venta
de
17,8
millones
de
dólares,
lo
que
significó
un
verdadero
récord
para
la
marca.
La
conclusión
era
bastante
evidente:
el
arte
asiático
contemporáneo
se
había
convertido
en
un
gran
negocio.
En
este
momento,
muchos
curadores
y
críticos
comenzaron
a
indagar
si
el
arte
asiático
todavía
necesitaba
el
reconocimiento
del
mercado
occidental.
La
respuesta
fue
afirmativa,
pero
con
salvedades.
Algunos
autores,
como
Inaga
Shigemi,213
insistieron
en
el
hecho
de
que
el
arte
asiático
debía
ser
siempre
definido
y
juzgado
en
sus
propios
términos.
El
curador
tailandés
Apinan
Poshyananda
organizó
en
1996,
en
la
Sociedad
Asiática
de
Nueva
York,
la
exposición
Contemporary
Art
in
Asia:
Traditions/Tensions.
En
el
catálogo,
citó
al
crítico
indio
Homi
Bhabha
para
explicar
cómo
los
procesos
de
aculturación
e
hibridación
en
Asia
no
deben
ser
vistos
como
una
amenaza
o
dilución
de
210
Melissa
Chiu,
Asian
Art
Now.
Nova
York:
Monacelli
Press,
2010.
211
Evidentemente,
la
constatación
de
que
hay
una
ampliación
en
el
mercado
de
arte
para
las
culturas
consideradas
periféricas
no
significa
que
las
relaciones
de
poder
sean
radicalmente
modificadas.
Todavía
existen
jerarquías
evidentes
en
el
mercado
de
arte,
así
como
en
todos
los
demás
sectores
de
la
cultura.
212
M.
Chiu,
Asian
Art
Now,
op.
cit.
213
Shigemi
Inaga,
“A
História
da
Arte
é
Globalizada?”,
op.
cit
214
Bhabha
(O
local
da
Cultura,
trad.
bras.
de
Myriam
Ávila
et.
al.
Belo
Horizonte:
Editora
da
UFMG,
2005)
explica
como
el
proceso
de
colonización
es
siempre
ambivalente
y
no
se
da
de
manera
unilateral.
Hay
una
contaminación
de
ambas
partes
(colonizados
y
colonizadores).
La
neutralidad
de
las
especificidades
culturales
es
imposible,
y
lo
que
más
amenaza
a
los
pueblos
colonizados
es
la
tendencia
a
la
mimesis
de
la
imagen
que
los
colonizadores
hacen
de
ellos
-‐
y
no
propiamente
las
hibridaciones
y
encuentros
culturales,
que
pueden
ser
bienvenidos.
215
Apinan
Poshyananda,
Modern
art
in
Thailand:
Nineteenth
and
twentieth
centuries.
Oxford:
Oxford
University
Press,
1992.
216
Jim
Supangkat,
Indonesian
modern
art
and
beyond.
Indonesia
Fine
Arts
Foundation,
1997.
217
Michael
Sullivan,
Art
and
artists
of
twentieth-‐century
China.
Berkeley:
University
of
California
Press,
1996.
crítica,
sobre
la
expansión
de
la
noción
de
historia
del
arte
(fuera
de
los
parámetros
europeos)
y
sobre
los
llamados
modernismos
asiáticos.
Los
debates
fueron
conducidos
por
autores
como
Gao
Minglu,
Reiko
Tomii,
Wu
Hung,
Young
Min
Moon,
Chaitanya
Sambrani
y
Vishakha
N.
Desai,
entre
otros.
La
exposición
Thermocline
of
Art,
New
Asian
Waves,
diseñada
por
Wonil
Rhee,
Peter
Weibel
y
Gregor
Jansen
para
el
Museo
de
Arte
Contemporáneo
de
Karlsruhe,
en
2007,
también
presentó
obras
y
artistas
de
veinte
países
asiáticos.
La
exposición
propuso
indagaciones
tanto
sobre
cómo
el
arte
contemporáneo
es
entendido
por
instituciones
con
sedes
en
diferentes
culturas,
como
también
sobre
cómo
el
arte
contemporáneo
es
concebido
en
lugares
donde
no
existe
ni
una
tradición
de
historia
del
arte,
ni
clasificaciones
moduladas
en
periodos
específicos
de
tiempo,
cuestionando,
aún,
si
el
llamado
modernismo
es
siempre
considerado
sinónimo
de
hegemonía
occidental.
La
bibliografía
crece
cada
día
y
se
vuelve
cada
vez
más
política,
en
el
sentido
en
que
cuestiona
el
papel
del
arte
contemporáneo
asiático
tanto
en
sus
contextos
locales
como
en
las
redes
internacionales.
La
dependencia
de
la
aprobación
de
los
grandes
curadores
y
de
las
galerías,
de
las
subastas
y
de
los
museos
occidentales
sigue
siendo
importante,
pero
ha
sido
paulatinamente
cuestionada,
con
el
estímulo
a
la
creación
de
nuevos
espacios
fuera
de
las
rutas
ya
estabilizadas
del
gran
circuito.
No
se
trata,
por
supuesto,
de
despreciar
el
mercado
internacional,
sino
de
definir
singularidades
durante
todo
el
proceso,
de
la
creación
a
la
comercialización
de
los
productos.
Se
busca
comprender
de
manera
cada
vez
más
clara
que,
cuando
una
obra
migra,
circulan
también
ideas,
deseos
y
conocimientos.
Es
de
esa
producción
de
subjetividades
que
empieza
a
alimentarse
el
mercado
contemporáneo
-‐lo
que,
evidentemente,
no
neutraliza
todos
los
intereses
comerciales,
los
cuales
siguen
siendo
absolutamente
prioritarios
en
varios
sentidos
y
contextos.
Lo
que
queda
de
estos
procesos
migratorios
no
son
obras
intactas,
como
productos
listos,
sino
accionamientos,
enunciados,
vestigios,
singularidades
y
lagunas.
Todo
esto
ha
intrigado
a
algunos
investigadores,
curadores
y
artistas
japoneses
a
punto
de
señalar
algunos
cambios.
Después
del
año
2000,
pasada
la
ola
de
obsesión
mundial
por
las
artes
japonesas
contemporáneas
en
Nueva
York,
Londres
y
Berlín,
se
creó
una
notable
fuerza
de
movilización,
que
comenzó
a
generar
un
tipo
de
arte
comprometido
en
eventos
-‐sobre
todo
relativos
a
grandes
tragedias
o
algún
tipo
de
dificultad
local.
Los
artistas
que
se
hicieron
famosos
internacionalmente,
como
Aida
Makoto,
empezaron
a
pensar
en
las
políticas
locales,
vinculándose
a
cuestiones
ligadas,
por
ejemplo,
a
las
personas
que
no
tienen
donde
vivir
en
Japón.
Los
festivales
Echigo-‐Tsunami
y
Setouchi
hicieron
muchas
intervenciones
comunitarias,
inventando
nuevos
papeles
para
los
artistas,
entre
los
que
destaca
el
de
los
artistas
activistas.
Entre
los
más
comprometidos
está
Ozawa
Tsuyoshi,
que
comenzó
en
el
mismo
grupo
de
Aida
Makoto
y
Matsukage
Hiroyuki
(el
Showa
40
nen
kai)
y
vino
a
ser
reconocida
por
el
crítico
de
arte
Nicolas
Bourriaud
como
un
ejemplo
de
artista
que
hacía
arte
relacional
antes
del
término
ser
ampliamente
utilizado.
Esto
porque
Ozawa
ha
indagado
hace
algunos
años
el
papel
del
arte,
cuál
es
su
significado
y
cuál
es
su
potencia
de
intervención
en
la
vida.
Artistas
como
Ozawa,
nunca
se
restringieron
a
galerías
y
museos,
pero
buscaron
crear
otras
espacialidades
-‐
y
no
sólo
por
falta
de
oportunidad
en
el
mainstream.
Siempre
hizo
parte
de
sus
proyectos
explorar,
por
ejemplo,
escuelas
vacías,
casas
abandonadas
en
el
campo
o
lugares
en
ruinas.
La generación de los parasite single, hikikomori, working poor y los net-‐café refugees
Desde
1990,
una
extensa
bibliografía,
publicada
dentro
y
fuera
de
Japón,
comenzó
a
analizar
los
efectos
de
la
inestabilidad
económica
que
ha
impactado
a
los
jóvenes
japoneses
no
sólo
desde
el
punto
de
vista
artístico
o
estético,
sino
también
social
y
político.
A
esa
altura,
ya
no
es
posible
restringir
la
crisis
a
la
juventud,
ya
que
una
serie
de
documentos
relevados
por
activistas
japoneses
muestran
que
la
crisis
ha
impactado
a
todos,
incluso
a
aquellos
que
tenían
estabilidad
de
empleo,
pero
acabaron
perdiendo
todo.
Los
diarios,
revistas
y
redes
sociales
pasaron
a
citar
con
frecuencia
una
serie
de
términos
que
describen
diferentes
aspectos
comportamentales
de
esta
inseguridad
generalizada,
sin
perspectiva
de
empleo
o
de
realización
profesional
y
con
un
desgaste
emocional
significativo.
El
fenómeno
hikikomori218
ha
sido
uno
de
los
más
citados,
pues
expone
una
ambivalencia
curiosa:
la
de
la
juventud
superconectada
(en
las
redes
218
Organicé
la
antología
de
ensayos
Hikikomori,
la
vida
clausurada
en
las
redes
(San
Pablo:
Intermeios,
2012)
con
Cecília
Saito
sobre
este
tema.
El
libro
fue
resultado
de
la
investigación
de
postdoctorado
de
Cecilia,
realizada
en
el
Programa
de
Estudios
de
post-‐Graduados
en
Comunicación
y
Semiótica
de
la
PUC-‐SP,
bajo
mi
supervisión
y
beca
FAPESP.
Cecília
ha
sido
pionera
en
este
tipo
de
discusión
en
Brasil.
digitales),
pero
sin
habilidad
para
crear
cualquier
vínculo
comunicativo
o
afectivo,
ya
que
aquello
que
definía
su
pertenencia
a
un
grupo
(escuela
,
familia,
etc.)
se
erosionó,
restando
apenas
la
clausura
y
el
aislamiento.219
Este
tema
ha
llamado
la
atención
de
investigadores
en
todo
el
mundo
porque,
de
hecho,
hikikomori
afecta
a
jóvenes
que
viven
enclaustrados
en
sus
habitaciones,
sin
alimentarse
directamente
y
sin
hablar
con
otras
personas
(a
veces
ni
con
los
parientes)
en
todas
las
culturas.
Aunque
parezca
un
"problema
personal"
o
una
"patología
contemporánea",
ese
fenómeno,
que
no
se
constituye
como
un
caso
aislado,
puede
abrir
el
camino
a
discusiones
políticas
más
amplias
que
cuestionan
los
sentidos
de
las
comunidades,
sobre
todo
a
partir
del
cambio
del
milenio.
En
2003,
Nanette
Gottlieb
y
Mark
McLelland
organizaron
una
recopilación
de
ensayos
que
reflexionan
sobre
la
cibercultura
en
Japón
y
sobre
su
papel
en
la
vida
cotidiana.
Los
autores
no
abordan
particularmente
el
tema
del
hikikomori,
sino
los
cambios
en
los
modos
de
comunicación
a
través
de
Internet.
Según
sus
investigaciones,
Internet
llegó
a
Japón
en
1984,
pero
su
uso
privado
y
comercial
comenzó
a
partir
de
1993.
El
desarrollo
fue
relativamente
lento.
Hasta
1997,
sólo
el
20%
de
los
japoneses
tenían
un
ordenador
en
casa.
Pero
la
gran
revolución
en
la
comunicación
ocurrió,
de
hecho,
con
NTT
DoCoMo,
los
servicios
de
recepción
i-‐mode
para
internet
móvil,
usada
especialmente
en
los
celulares.
La
vida
sin
keitai
(teléfono
celular)
se
volvió
inconcebible.
La
forma
en
que
estas
conexiones
afectan
el
día
a
día
de
los
japoneses
es
muy
variable.
Deai-‐kei
es
un
tipo
de
encuentro
que
puede
ser
presencial
o
no,
pero
es
invariablemente
marcado
por
el
celular.
Meru-‐tomo
son
amigos
de
e-‐mail.
Además
de
los
encuentros
personales,
las
redes
han
alimentado
todo
tipo
de
accionamientos
y
activismo
político,
reuniendo
con
más
facilidad
organizaciones
de
trabajo,
grupos
feministas
o
de
personas
con
problemas
de
salud
(como
personas
con
HIV)
y
así
sucesivamente.
Como
la
recopilación
de
Gottlieb
y
McLelland
ya
tiene
más
de
diez
años,
algunos
comportamientos
que
en
ese
momento
se
consideraron
relevantes
particularmente
en
Japón,
hoy
están
en
todas
partes.
El
aspecto
que
más
llama
la
atención
se
refiere
a
los
modos
de
comunicación,
pero
sobre
todo
a
algunos
efectos
de
la
inestabilidad
que
acomete
el
país.
Otra
situación
recurrente
es
la
de
los
furītā
(free
arbeiter
o
freeter),
que
salta
de
empleo
en
empleo
y
algunas
veces
quedan
tan
descomprometidos
que
creen
que
219
La
reclusión
siempre
existió
en
Japón
(y
en
todo
el
mundo);
sin
embargo,
más
recientemente
ha
habido
una
ampliación
del
fenómeno
que
supera
la
excentricidad
de
los
artistas
e
intelectuales
y
que,
movilizado
por
otros
factores
como
la
inestabilidad
de
los
adolescentes,
invade
la
esfera
de
la
vida
cotidiana.
pueden
escapar
de
las
fuerzas
del
capitalismo.
Algunos
consideran
esta
supuesta
"autonomía"
como
una
postura
de
vida,
aunque
en
ciertas
circunstancias
es
evidente
que
no
se
trata
propiamente
de
una
elección,
sino
de
una
consecuencia
de
la
crisis
que
impide
la
contratación
en
empleos
fijos
y
la
longevidad
de
las
carreras.
ochenta
mil
casas
sólo
en
Kyōto.
Hoy
no
pasan
de
diez
mil
y
no
siempre
es
fácil
reconocerlas.
Hay
también
quien
confunda
el
love
hotel
con
los
hostess
clubs
(cabaret
club
o
kyabaree
kurabu)
que
ofrecen
normalmente
la
compañía
sexual
para
los
sarariiman
(salary
man,
asalariados
que
trabajan
en
oficinas).
En
ese
caso,
las
acompañantes
suelen
ser
extranjeras.221
Los
lugares
donde
se
encuentran
los
love
hotel
cuentan
con
características
específicas,
como
es
el
caso
del
Golden
Gai,
situado
en
el
Kabuki-‐chō,
en
Tōkyō,
en
el
barrio
de
Shinjuku.
Este
espacio
apretado
donde
se
amontonan
bares
y
moteles
es
conocido
como
antiguo
Tōkyō
y,
de
acuerdo
con
Chaplin
y
otros
investigadores
como
Donald
Richie,
puede
ser
visto
como
un
microcosmos
aparte.
Mucho
de
lo
que
sucede
por
allí
es
controlado
por
la
mafia
yakuza,
y
en
los
alrededores
hay
señales
que
prohíben
el
uso
de
cámaras
para
fotografiar
o
filmar.
Pero
no
todas
las
zonas
de
love
hotel
tienen
las
mismas
características.
Uno
de
los
entrevistados
de
Chaplin,222
un
administrador
de
uno
de
esos
establecimientos
en
el
barrio
Shibuya,
contó
experiencias
curiosas,
como
la
de
la
familia
que
iba
con
frecuencia
al
love
hotel
y
llevaba
a
los
hijos
y
amigos
para
disfrutar
de
la
piscina;
o
de
los
jóvenes
que
alquilaron
un
cuarto
para
ver
los
partidos
del
Mundial
de
Fútbol
de
2006.
Es
probable
que
esta
diversidad
de
clientela
sea
también
responsable
de
la
asombrosa
suma
de
dinero
que
el
love
hotel
moviliza
por
año
en
Japón.
Se
estima
algo
en
torno
a
cuatro
billones
de
yenes.
Por
eso,
aunque
estos
hoteles
han
surgido
aún
en
el
período
de
ocupación
de
los
Estados
Unidos
en
Tōkyō,
el
tenor
de
comercio
sexual
no
debe
ser
analizado
sólo
en
función
de
la
presencia
de
los
soldados
extranjeros
y
de
las
necesidades
de
aquella
época.
Además,
como
ya
se
mencionó,
muchos
cambios
ocurrieron
desde
1950
hasta
hoy.
El
hecho
de
que
estos
hoteles
están
particularmente
concurridos
en
las
noches
de
Valentine's
Day,
una
fecha
a
celebrarse
entre
novios
y
amantes,
ya
señala
otros
tipos
de
comportamiento,
no
exclusivamente
ligados
a
los
trabajadores
del
sexo.
221
La
cultura
de
los
asalariados
alcanza
a
diversos
sectores
de
la
sociedad
japonesa,
no
restringiéndose,
evidentemente,
a
los
comportamientos
sexuales.
Para
ampliar
la
investigación
a
este
respecto,
véase
Earl
H.
Kinmonth,
The
Self-‐Made
Man
in
Meiji
Japanese
Thought:
From
Samurai
to
Salary
Man.
California:
University
of
California
Press,
1981.
222
S.
Chaplin,
Japanese
Love
Hotels,
op.
cit.,
p.
182.
realidad
para
una
buena
parte
de
la
población,
se
cuenta
con
una
habilidad
notable
para
improvisar.
Según
Genda,
la
esperanza
necesita
ser
una
acción
colectiva,
y
no
sólo
uno
sentirse
bien
juntos,
que
acaba
no
llevando
a
nada.
Después
de
la
catástrofe
nuclear,
los
comportamientos
se
diversificaron.
En
relación
al
consumo
de
alimentos
provenientes
de
la
región
de
Tōhoku,
por
ejemplo,
había
dos
reacciones
opuestas.
Los
223
Anne
Allison,
Precarious
Japan.
Durham:
Duke
University
Press,
2013
224
Ibíd.,
p.
196
Hay
una
serie
de
relatos
en
el
libro
de
Suzuki
que
discuten
todos
estos
cambios
de
tratamiento
de
la
muerte
en
Japón,
a
menudo
a
partir
de
testimonios
personales.
Esta
colección
me
remitió
a
otro
libro
que
leí
hace
algunos
años:
The
Culture
of
Death,
de
2005,
de
Benjamin
Noys.
Al
inicio,
el
autor
hace
un
análisis
comparativo
entre
las
obras
de
Michel
Foucault
y
Giorgio
Agamben,
explicando
cómo
cada
uno
analizó
las
nociones
de
bios
y
vida
desnuda,
que
en
gran
medida
fundamentan
algunas
de
las
discusiones
más
importantes
acerca
del
poder
sobre
la
muerte
y
del
poder
sobre
la
vida.
Sin
embargo,
en
el
transcurso
del
libro,
Noys
también
plantea
una
serie
de
cuestiones
sobre
los
modos
en
que
la
muerte
ha
sido
tratada
en
la
actualidad.
En
cierta
forma,
hay
varios
puntos
en
común
entre
las
encuestas
de
Noys
y
Suzuki,
lo
que
sugiere
que
algunos
cambios
específicos
son
bastante
locales,
como
prácticas
de
sepultura
y
de
estrategias
de
institucionalización
de
la
muerte;
pero
hay
aspectos
muy
similares
entre
culturas
diferentes,
como
la
higienización
de
la
muerte
en
los
hospitales
(y
no
más
en
casa),
el
acortamiento
radical
del
tiempo
del
duelo,
el
uso
de
tecnologías
para
la
supervivencia
de
pacientes
terminales
y
lo
que
más
interesa
en
el
contexto
de
este
libro:
la
ambivalencia
entre
la
voluntad
de
vivir
y
la
voluntad
de
morir
ante
las
situaciones
de
crisis.225
225
La
investigadora
Célia
Tomimatsu
está
escribiendo
una
tesis
de
doctorado
bajo
mi
orientación,
en
la
que
analiza
algunos
de
los
perfiles
del
director
japonés
Koreeda
Hirokazu
con
foco
en
el
ikigai
(razón
de
vivir),
uno
de
los
temas
abordados
de
manera
recurrente
por
ese
director.
Hirakata, 2014
La
niebla
de
la
mañana
se
filtraba
entre
botellas
de
sake
y
pequeños
callejones
en
los
cuales
sólo
los
partidarios
de
la
vida
singular
del
cuerpo
correrían
el
riesgo
de
entrar.
Sentí
un
escalofrío
al
darme
cuenta
del
abismo
que
existe
entre
las
palabras
que
no
me
atrevo
a
decir
y
las
escaleras
del
nomiya
que
me
traen
de
nuevo
a
la
calle.
Es demasiado tarde...
El
reconocimiento
de
la
centralidad
del
cuerpo
en
los
procesos
de
cognición
hizo
que
investigadores
y
artistas
implosionen
una
serie
de
estereotipos,
subvirtiendo
las
líneas
abisales
entre
Oriente
y
Occidente.
Murmullos y reverberaciones
Un
buen
ejemplo
que
suele
aparecer
en
la
cima
de
esta
larga
lista
de
clichés
es
el
problema
ontológico
cuerpo-‐mente.
Los
libros
de
Yuasa
Yasuo,
citados
en
el
primer
capítulo,
fueron
pioneros
en
el
sentido
de
presentar
diversas
interpretaciones
para
la
relación
entre
cuerpo
y
mente
en
culturas
asiáticas.
Es
provocador
leer
sus
explicaciones
al
lado
de
Materia
y
conciencia,
un
libro
publicado
en
la
década
de
1980
por
el
filósofo
Paul
Churchland
para
estudiantes
de
filosofía
y
neurociencia.
Hay
muchas
posibilidades
de
cruzamientos
interesantes
entre
estas
dos
investigaciones.
Churchland
no
estaba
preocupado
por
ninguna
especificidad
cultural,
pero,
como
Yuasa,
analizó
la
cuestión
del
dualismo
cuerpo-‐mente,
explicando
que
hay
muchos
modos
de
lidiar
con
el
tema
-‐incluso
en
los
casos
en
que
tal
dualismo
persiste
incluso
cuando
se
niega
la
hipótesis
cartesiana
de
la
existencia
de
una
res
cogitans
y
una
res
extensa.
El
hecho
de
que
las
culturas
asiáticas
no
parten
del
pensamiento
cartesiano
ni
tampoco
de
las
proposiciones
de
Aristóteles
y
Platón
no
garantiza,
de
acuerdo
con
Yuasa,
la
inexistencia
de
dualismos.
Sin
embargo,
es
necesario
comprender
algunas
especificidades
y,
en
ese
sentido,
la
cartografía
propuesta
por
Churchland,
releída
a
la
luz
de
Yuasa
(y
viceversa),
ayuda
a
evidenciar
algunas
cuestiones
involucradas
en
el
problema
ontológico
mente-‐cuerpo.
Según
Churchland,226
el
dualismo
de
propiedad
es
un
buen
ejemplo
de
las
dificultades
para
estudiar
tales
cuestiones.
Los
adeptos
de
esta
teoría
la
afirman
que
no
existe
otra
sustancia
involucrada
en
el
proceso
cognitivo
sino
el
cerebro
físico,
lo
que
configuraría,
en
principio,
un
anticartesianismo.
Sin
embargo,
reconocen
un
conjunto
de
propiedades
diferenciadas
de
la
materia
cerebral
como,
por
ejemplo,
la
propiedad
de
sentir
dolor,
de
percibir
el
color
rojo,
de
sentir
deseo,
etc.
Tales
propiedades
no
serían
explicables
a
partir
de
las
ciencias
físicas
naturales;
su
comprensión
dependería
de
epistemologías
amparadas
por
la
noción
de
trascendencia.
De
acuerdo
con
Varela227
y
Danto,228
se
puede
admitir
que
buena
parte
de
las
hipótesis
sostenidas
por
filósofos
fenomenólogos
se
constituye
como
casos
típicos
de
ese
dualismo
de
propiedad;
es
decir,
hipótesis
que
niegan
el
dualismo
cartesiano
pero
que
afirman
lo
que
Danto
definió
como
dualismo
cuerpo/cuerpo
(cuerpo
muerto/cuerpo
vivo)
y
que
Churchland
identifica
como
un
dualismo
entre
algo
que
tiene
fisicalidad
(el
cerebro)
y
algo
que
supuestamente
no
tiene
-‐aunque
este
"algo"
sea
una
propiedad
emergente
de
la
fisicalidad
(un
sentimiento,
por
ejemplo).
En
lo
que
se
refiere
a
las
discusiones
dirigidas
específicamente
a
la
estética,
la
obra
de
Ikegami
Eiko,
por
ejemplo,
llama
la
atención
sobre
algunos
aspectos
cognitivos
de
manera
absolutamente
sintonizada
con
cuestiones
propuestas
por
el
filósofo
Mark
Johnson
en
The
meaning
of
the
body,
aesthetics
of
human
understanding,
(Chicago:
University
of
Chicago
Press,
2007).
En
el
segundo
capítulo
de
este
libro,
el
autor
presenta
la
hipótesis
de
que
la
estética
sería
una
tecnología
cognitiva.
De
acuerdo
con
Johnson,
fue
necesario
atravesar
una
larga
trayectoria
de
discusiones
para
reconocer
el
aspecto
cognitivo
del
arte
y
el
papel
de
la
estética
en
los
procesos
de
cognición.
De
acuerdo
con
el
filósofo,
este
conocimiento
tardío
en
Occidente
se
debe
a
varios
factores:
no
sólo
el
pensamiento
cartesiano,
sino
también
la
obra
de
Kant,
especialmente
Crítica
del
juicio,
de
1790,
que
colaboró
con
la
separación
entre
actos
cognitivos
y
los
actos
no
cognitivos,
a
pesar
de
haber
subrayado
la
importancia
de
la
imaginación
y
su
papel
en
el
rehacer
de
la
realidad.
De
esta
forma,
en
el
siglo
XIX,
la
estética
y
el
arte
acabaron
siendo
reducidas
a
la
producción
de
sentimientos,
mientras
que
la
cognición
fue
excluida
de
todo
proceso
de
creación.
Sólo
en
el
transcurso
del
siglo
XX
surgieron
investigaciones
aptas
para
cuestionar
la
separación
entre
razón,
emoción
y
sentimientos.
Además
de
las
propuestas
de
avanzada
de
John
Dewey,
especialmente
en
su
libro
El
arte
como
experiencia,
de
1934,
otros
estudios
cuestionaron
la
relación
entre
pensamiento
y
sentimiento.
En
el
campo
de
la
historia
del
arte,
Rudolf
Arnheim
afirmó,
en
Visual
Thinking,
de
1969,
que
el
pensamiento
no
231
M.
Picone,
The
Ghost
in
the
machine,
op.
cit.
Todo
esto
se
vería
con
la
comprensión
de
que
el
conocimiento
se
construye
a
partir
del
entrenamiento,
como
ya
decían
el
maestro
de
nō,
Zeami,
y
el
monje
budista
Dōgen,
entre
otros
ejemplos
citados
a
lo
largo
de
este
libro.
El
entrenamiento
propuesto
por
Zeami
a
los
actores
se
refiere
al
trabajo
corporal,
pero
siempre
en
relación
a
algo
o
a
alguien,
o
sea,
valoriza
las
relaciones
del
cuerpo
con
el
ambiente
(escenario,
vestiduras,
público,
etc.).
Se
observa,
por
ejemplo,
la
necesidad
del
suelo
de
madera
lisa
para
el
deslizamiento
de
los
pies.
Sin
esta
condición,
el
entrenamiento
cambia,
ya
que
no
se
refiere
a
un
cuerpo
cerrado
en
sí
mismo,
pero
siempre
a
un
cuerpo
circunstanciado
en
un
ambiente
y
en
una
situación.
232
Guy
Debord,
A
sociedade
do
espetáculo,
trad.
bras.
de
Estela
dos
Santos
Abreu.
Rio
de
Janeiro:
Ed
Contraponto,
1997,
p.
13–18.
Japón
ocupa,
sin
duda,
un
lugar
central
en
esas
discusiones.
Para
la
cultura
japonesa,
la
imagen
es
todo,
y
la
estética
siempre
estuvo
ligada
a
la
discusión
de
la
imagen
y
de
la
representación.
Como
mencioné
en
el
segundo
capítulo,
Puck
Brecher
es
uno
de
los
investigadores
que
trazó
una
especie
de
arqueología
de
la
extrañeza
y
resaltó
las
diferentes
etapas
de
las
conversiones
de
ese
tipo
de
imagen
-‐es
decir,
de
la
imagen
cognitiva
interna
(por
ejemplo,
las
idiosincrasias
personales)
al
accionamiento
estético
y
político
en
el
ámbito
colectivo,
y
viceversa.
A
partir
de
los
años
1920,
con
la
instauración
más
ostensiva
de
la
comunicación
de
masas
(cine,
revistas,
radio,
etc.)
y
la
emergencia
de
las
redes
de
consumo
(fortalecidas
por
los
centros
comerciales
y
las
líneas
de
subterráneos),
se
explicitan
diferentes
niveles
espectacularización
en
las
grandes
ciudades
japonesas.
La
extrañeza
dejó
de
ser
subversiva
para
convertirse
en
un
producto
de
consumo.
Siempre
ha
sido
un
desafío
comprender
qué
se
le
puede
pedir
y
qué
esperar
del
pasado.
Muchos
investigadores
se
negaron
a
pensar
en
las
nociones
de
reconstrucción
y
restauración.
Esto
no
significa
que
la
historia
sea
irrelevante,
pero
si
evitar
la
constitución
de
un
presente
común
para
homogeneizar
el
pasado
y
neutralizar
las
singularidades
de
la
memoria.
En
principio,
muchos
creadores
neo-‐pops
transitaron
por
las
mismas
fórmulas
exitosas
del
mercado,
mimetizando
imágenes
mediáticas
de
estereotipos
sin
ninguna
particularidad,
a
no
ser
la
supremacía
de
la
voluntad
y
del
éxito
individual.
Esto
generó
dos
discusiones
importantes,
tanto
en
Japón
como
en
otros
países
asiáticos
y
occidentales.
La
primera
se
refiere
a
la
relación
entre
los
procesos
de
individuación
y
colectivización;
el
segundo
desemboca
en
una
posible
resignificación
del
término
identidad.
Para
colaborar
con
las
investigaciones
sobre
colectivización
e
identidad,
propongo
una
aproximación
entre
las
investigaciones
de
Watsuji
Tetsurō
y
las
de
Gilbert
Simondon.
Como
expliqué
en
el
primer
capítulo,
de
acuerdo
con
Watsuji,
el
ser
humano
está
constituido
por
dos
mitades
que
conviven:
una
es
el
cuerpo
animal
(individual)
y
otra
el
cuerpo
medial
(colectivo).
Este
vaivén
entre
privado
y
público,
individual
y
colectivo,
estaría
siempre
presente
en
la
organización
de
lo
que
denominó
fūdosei,
y
que
podría
ser
traducido
como
una
especie
de
ambientalidad
o
de
acción
del
ambiente
(clima,
paisaje,
universos
simbólicos,
etc.)
como
elemento
estructural
de
la
existencia
humana.
Gilbert
Simondon,
por
su
parte,
también
estaba
interesado
en
comprender
la
236
Este
debate
sobre
profanación
ha
sido
propuesto
por
Giorgio
Agamben
en
diversas
publicaciones,
incluso
en
el
libro
Profanazioni,
(Roma:
Nottetempo,
2005).
existencia
humana
a
partir
tanto
de
lo
que
reconoció
como
proceso
de
individuación,
cuanto
de
los
modos
como
el
nivel
pre-‐individual
y
la
noción
de
individuo
pasado
se
relacionaban
con
el
colectivo.
El
nivel
pre-‐individual
sería
una
especie
de
impersonal,
rico
en
potenciales
y
nada
estable,
ya
que
se
presentaría
siempre
de
manera
discontinua,
abierta
al
mundo.
El
proceso
de
individuación
corresponde
al
pasaje
de
lo
psicosomático
del
animal
humano
a
la
configuración
de
una
singularidad
irrepetible.
Conforme
Simondon,
no
se
trata
de
un
individuo,
sino
siempre
de
una
individuación
parcial
e
incompleta.
La
experiencia
colectiva
estaría
lejos
de
señalar
el
colapso
de
la
individuación,
pero
sería,
ella
misma,
el
ambiente
propicio
para
la
visibilidad
de
las
llamadas
singularidades,
las
cuales
nunca
se
cierran
sobre
sí
mismas,
sino
que
están
siempre
en
relación
a
algo
o
alguien,
ampliando
la
noción
de
individualidad.
Uno
de
los
aspectos
más
importantes
que,
a
mi
modo
de
ver,
emerge
de
esas
investigaciones,
se
refiere
a
la
política
y
la
ética
que
estos
autores
confieren
a
los
estudios
de
la
relación
entre
individuo
y
colectividad.
Ambos
reconocen
que
toda
interioridad
es,
al
mismo
tiempo,
exterioridad.
La
noción
de
individuo
pierde
su
carácter
inmunizante
y
se
ocupa
de
una
instancia
ética,
presente
en
los
conceptos
de
transindividual
y
pre-‐individual
discutidos
por
Simondon,
así
como
en
la
concepción
de
fūdosei
de
Watsuji.
De
acuerdo
con
estas
formulaciones,
el
ser
es
más
que
una
unidad
y
mucho
más
que
una
identidad.
Es
una
potencia
de
mutación.
Por
eso,
la
no
identidad
del
ser
no
es
sólo
un
pasaje
a
otra
identidad
(que
niega
o
se
contrapone
a
la
primera),
sino
una
incompletud
que
está
siempre
en
movimiento.
A
partir
de
las
lecturas
que
hice
de
estos
autores,
decidí
evitar
encerrarlos
en
las
nociones
estancadas
de
identidad,
que
tanto
criticaron.
Tampoco
me
pareció
adecuado
caer
en
la
trampa
de
la
universalidad
de
ideas
que
encubre
las
definiciones
de
cuerpo,
como
si
la
noción
de
organismo
o
de
especie
humana
asegurare
un
grado
237
Paolo
Virno,
Gramática
da
Multidão,
para
uma
análise
das
formas
de
vida
contemporâneas,
trad.
bras.
de
Leonardo
Palma
Retamoso.
San
Pablo:
Annablume,
2013.
238
Las
teorías
de
Simondon
guiaron
innumerables
discusiones
sobre
el
vivo
y
los
modos
de
vida
singulares
en
autores
como
Gilles
Deleuze,
Isabelle
Stenger,
Paolo
Virno,
Antonio
Negri,
entre
otros.
En
el
caso
de
Watsuji,
sus
hipótesis
han
sostenido
la
discusión
sobre
ecumenismo
y
geografía
humana
propuesta
por
Augustin
Berque,
redimensionando
las
relaciones
entre
Japón
y
Occidente.
Se
sabe
que
el
léxico
político
y
filosófico
que
se
usa
todavía
hoy
para
teorizar
el
poder
y
el
cuerpo,
es
muchas
veces
impregnado
por
vocablos
y
hábitos
cognitivos
establecidos
a
lo
largo
de
los
siglos
XVII
y
XVIII.
Tales
regulaciones
y
prácticas
discursivas
encapsularon
un
supuesto
"pensamiento
occidental"
en
proposiciones
articuladas
casi
siempre
por
autores
europeos.
Sin
embargo,
algunas
redes
cognitivas
se
resbalaron
hacia
otros
modos
de
expresión,
no
necesariamente
verbalizados
ya
menudo
descentralizados
de
los
núcleos
de
propagación
soberana
en
que
parecía
concentrarse
la
constitución
de
poderes
y
saberes.
Durante
algunos
años,
intenté
reconocer
cuáles
serían
los
estatutos
del
cuerpo
en
Japón,
suponiendo
que
habrían
desestabilizado
las
concepciones
clásicas
formuladas
en
la
Europa
de
los
siglos
XVII
y
XVIII.
Sin
embargo,
en
el
transcurso
de
las
lecturas,
fui
abandonando
esa
formulación,
una
vez
que
el
término
"estatuto"
sugiere
un
entendimiento
estable
de
normas
dadas
a
priori,
incompatible
con
buena
parte
de
las
experiencias
con
las
que
me
encontré
en
Japón.
Preferí
trabajar
con
la
noción
de
cadenas
perceptivas,
instigada
por
la
asociación
con
Uno
y
por
algunas
explicaciones
242
La
conferencia
tuvo
lugar
el
7
de
octubre
de
2014.
Okada
habló
sobre
la
trayectoria
de
su
compañía,
Chelfitch,
y
yo
hice
una
breve
presentación
sobre
la
importancia
de
su
obra
en
el
contexto
del
teatro
contemporáneo
japonés.
Bibliografía