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Catecismo
Resumen
3. ENSEÑANZA DE LA IGLESIA
1. El Concilio de Calcedonia
Copyright © 2004. EUNSA. All rights reserved.
4. LA UNIÓN HIPOSTÁTICA
nas de Jesús como nacer, morir, etc. Es una unión estrictamente so-
brenatural y no existe nada semejante en el mundo. Es un misterio
que se realiza por medio de una gracia divina, llamada gracia de
unión, que sobrepasa todo otro género de gracia.
La unión hipostática es indisoluble y permanecerá para siem-
pre, por eso se puede decir con San Pablo: «Jesucristo, ayer y hoy,
el mismo por los siglos» (Hb 13, 8). Es el don más grande otorga-
do por Dios a la naturaleza humana. La naturaleza humana es asu-
mida, no absorbida, por el Verbo, sin ningún cambio real en el Ver-
bo, que es infinito, pero sí cambia la naturaleza humana que es
atraída a la naturaleza divina.
El momento de la Encarnación fue en el mismo momento de la
concepción, es decir, no hay momento en que Cristo haya sido sim-
plemente hombre, pues entonces habría tenido una hipóstasis pro-
pia. Esto no quiere decir que la naturaleza humana no sea íntegra,
sino que tiene todas las características de la naturaleza, pero recibe
la vida de la persona divina. El Verbo no tomó el alma y después el
cuerpo, sino que en el instante de la concepción fue creada un alma
humana que en ese instante recibe el ser de la Persona del Verbo
5. LA SANTIDAD DE CRISTO
bólicas, que no sólo tientan al hombre Jesús, sino que en cierta ma-
nera quieren tentar al mismo Dios como indican los textos. No se
trata tanto de una tentación a pecar, sino una tentación a que cam-
bie el modo de salvar por la vía de la humildad y el amor, que el
diablo no entiende, por la vía del poder. Por otro lado, la sensibili-
dad del Señor es real y más afinada que la de los demás hombres,
por lo que estas tentaciones que vence con inteligencia y fortaleza
le cuestan realmente y muestra el modo de vencer al engaño de to-
da tentación. La cruz será la tentación última y demuestra que el
amor es más fuerte que el dolor, que el pecado y que la muerte sin
utilizar su poder divino.
no abstractos. Así se dice que Dios es hombre, murió, etc., pero se-
ría gravísimo error afirmar que la divinidad es la humanidad, o que
la divinidad murió.
La razón que fundamenta esta advertencia es que no todo lo
que puede aplicarse a la persona de Cristo, puede aplicarse a la
divinidad en general.