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Reflexión del Evangelio del IV domingo de adviento.

Ciclo B
Buenos días, el día de hoy quiero iniciar habiendo una sencilla pregunta de sondeo ¿cómo nos preparamos para
la navidad? ¿ya tienen todo listo para la noche de hoy? Quizá la forma en la que nos hemos preparado ha sido
más material que espiritual, digo esto porque es común que muchos de nosotros nos hayamos preocupado por la
comida, por si ya se hizo el aseo de la casa, por nuestra vestimenta, si nos vamos a poner traje o no, o por si ese
día hará mucho o frio, que quien va a poner la música, etc. pero no nos damos cuenta de que toda nuestras
fuerzas la dirigimos a cosas materiales y perdemos de vista el verdadero adviento, caemos en un “adviento
materialista” cuando realmente deberíamos de vivir un verdadero adviento que prepare nuestro corazón y
preparando nuestro corazón para que Dios construye una casa y more allí.
El día de hoy la liturgia nos dirá cuál es la forma de vivir el adviento como debe de ser. En la primera lectura
escuchamos se centra sobre a profecía de Natán donde a pesar de los intereses personales de David, el Señor le
promete una descendencia que traerá consigo al Mesías quien traerá justicia, paz y concordia.
En la segunda lectura escuchamos a san Pablo proclamar el evangelio que es Jesús mismo, que se ha dado a
conocer para todos y no solo para algunos cuantos, anunciar el evangelio es anunciar la buena noticia de que
Dios se hizo carne, tomo nuestra condición de hombres para elevarnos y ser hijos de Dios.
En el evangelio tomado de san Lucas escuchamos como María, nuestra madre, vive su adviento y podemos
decir que vive el primer adviento con tanto amor, disposición, esperanza y confianza. Dios mandó al ángel
Gabriel para que este le anunciara que iba que sería madre del Altísimo, para esto hay que entender que María
previo a esto vivía su adviento sin saber lo que Dios le tenía preparado para ella, y esto nos muestra su
confianza, dijo esto porque para que El verbo de Dios se encarnará tenía que nacer de una mujer pulcra,
inmaculada, y María es esta mujer, que no solo ha sido preparada por Dios, sino que también ella ha remado
contracorriente para mantenerse pulcra y vivir según lo manda Dios, en razón a este adviento que había llevado
María durante el largo de su vida ella puede decir confianza “Hágase en mí según tu palabra”
Claro, cuando el Angel le dijo que sería madre del Altísimo ella lanza una pregunta “¿Cómo será esto posible?”
no para confrontar a Dios sino para recibir más alegremente a nuestro salvador, de nombre Jesús. También, el
Angel le menciona que su prima Isabel dará a luz a un varón, María al saber esto no decide quedarse con los
brazos cruzados y decide ayudar a su prima con su parto, ella no se fijó en si podía o no, con corazón dispuesto
se puso en marcha para ayudar, lo que a nosotros nos enseña que el adviento también debe de ser una muestra
caridad para con el prójimo.
¿Qué tanto nuestro adviento se ha parecido al primer adviento? El adviento de María es como nosotros
deberíamos de vivirlo, sé que esta noche es ya nace el Niño Jesús pero aun hay tiempo para vivir un verdadero
adviento, por eso te invito a que dejes las cosas materiales atrás, y con el corazón en la mano te pongas en
marcha para reconciliarte con las personas con las que guardas rencores, te dispongas a ayudar a quien lo
necesita, hagas sonreír a las personas y demuestra en actos lo mucho que las amas, y no olvides que el Verbo se
ha hecho carne por ti, por amor. y por favor no vivas una navidad sin navidad, sin nacimiento del niño Jesús,
dispón tu corazón, tus fuerzas y dile al señor “construye una casa en mí para que tú vivas allí” y veras como la
misericordia de Dios es eterna y hará grandes cosas en ti.
Ah, y no olvides darle un regalo al niño Jesús.
Así sea.

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