Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Confluencias y
divergencias en las hipótesis estratégicas
Guillermo Iturbide
Hay algo en el joven Trotsky que Alain Brossat llama “concepción sociologista” de la
hegemonía, que luego Juan Dal Maso toma, en el sentido de marcar mucho el ímpetu
del movimiento de masas como la clave del proceso revolucionario, que ponía en el
centro a las clases y al movimiento de masas y su énfasis estaba puesto en el proceso y
subestimaba la organización partidaria centralizada. Rosa Luxemburg tiene una posición
algo parecida en esas primeras críticas. En la polémica con Lenin esta última tenía una
idea de que la organización partidaria y el movimiento obrero en su conjunto son una
suerte de equivalentes, retomando de alguna manera cierta idea del “partido político en
sentido amplio” como la clase en su conjunto, que estaba en algunas formulaciones
tempranas de Marx, que restringía a los comunistas a ser solo la parte más decidida de
ese partido, pero, en estas nuevas condiciones. En Rosa Luxemburg es algo más acotado
y el “partido histórico” pasa a ser el movimiento obrero, que es una parte relativamente
más avanzada de la clase obrera en su conjunto, es decir, su parte organizada aunque sea
económicamente pero conducida y puesta en acción por sindicatos que se consideran
socialistas. En tanto, Lenin planteaba la no identidad entre movimiento obrero y partido,
digamos, retomando el otro polo de la idea de Marx, la de que los comunistas, al ser la
parte más decidida de la clase obrera de alguna manera tienen una suerte de
agrupamiento y un programa propio como el que expresaba la Liga de los Comunistas y
su Manifiesto.
NOTAS AL PIE
[1] “Antes del 9 de enero”, León Trotsky, La teoría de la revolución permanente,
Buenos Aires, Ediciones IPS-CEIP, 2023, pp. 76-77.
[3] León Trotsky, Los primeros 5 años de la Internacional Comunista, Buenos Aires,
Ediciones IPS-CEIP, 2016, pp. 662-663.
[4] Ver centralmente “El fracaso de los dirigentes”, Rosa Luxemburg, Socialismo o
barbarie, op. cit., pp. 545-548.
[7] Dicho sea de paso, el PC alemán en los primeros meses de 1919, tras el asesinato de
Rosa Luxemburg y bajo la conducción de Paul Levi (también parte de la vieja guardia
de la Liga Espartaco), parece tener una visión parecida que pone un signo igual entre las
huelgas y las insurrecciones en la revolución, ver, por ejemplo, la carta de Paul Levi a
Lenin citada en Ben Fowkes, Communism in Germany under the Weimar Republic,
Londres, Macmillan Press, 1984, p. 31.
COMENTARIOS