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“EL PRINCIPE
FELIZ”
DE: Oscar Wilde (Irlanda, 1854 - Francia, 1900)
ADAPTACION LIBRE PARA TEATRO: Rodrigo Sánchez Carbajal

NARRADOR: Cuenta esta historia que los habitantes de una ciudad pequeña
y lejana admiraban a una estatua, una estatua de un príncipe. La estatua del
Príncipe Feliz se encontraba sobre una columna alta, desde donde se
observaba toda la ciudad. Era dorada y estaba cubierta por finas láminas de
oro. Sus ojos eran dos brillantes diamantes, zafiros para ser exactos y en el
puño de su espada brillaba un enorme rubí. El resplandor del oro y los
diamantes hacían que los habitantes de la ciudad admiraran al Príncipe Feliz
más que a cualquier otra cosa.
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VOZ EN OFF 1 (Anciano): ¡Es tan bonito como una veleta!


VOZ EN OFF 2 (Niña): ¿Por qué no eres como el Príncipe Feliz? El Príncipe
Feliz no llora por nada.
VOZ EN OFF 3 (Señor): Mucho me consuela el ver que alguien en el mundo
sea completamente feliz.
VOZ EN OFF 4 (Niños): ¡De verdad parece que fuese un ángel!
VOZ EN OFF 5 (Señora): ¿Y cómo saben qué aspecto tiene un ángel?
¿Cuándo han visto un ángel?
VOZ EN OFF 6 (Niños): Los hemos visto, señor. ¡Claro que los hemos
visto, en sueños!
NARRADOR: Una noche llegó volando a la ciudad una pequeña golondrina.
Sus compañeras habían partido para Egipto semanas antes, pero ella se había
quedado atrás. Voló durante todo el día hasta que llego a la ciudad.
GOLONDRINA: ¿Dónde podre dormir? Voy a refugiarme ahí.
Va debajo de la estatua del príncipe Feliz
GOLONDRINA: El lugar es bonito y es de oro. ¡Tengo una casa de oro!
Comienzan a caer gotas de agua sobre la golondrina.
GOLONDRINA: ¡Qué cosa más curiosa! .No hay ni una nube en el cielo y
sin embargo llueve. Que clima tan espantoso.
Vuelve a caer agua. Son las lágrimas del príncipe
GOLONDRINA: ¿Pero para qué sirve este monumento si ni siquiera me
puede proteger de la lluvia? (Voltea ver al príncipe). Así que esta estatua es la
que moja. ¿Quién eres? No, las estatuas no hablan, que tontería
PRINCIPE: (Llorando) Soy el Príncipe Feliz.
GOLONDRINA: ¡Ah chis! Pero si eres el Príncipe Feliz, ¿Por qué lloras?
Ya me mojaste toda.
PRINCIPE: Cuando yo vivía, tenía un corazón humano y no conocía las
lágrimas, porque vivía en la Mansión de la Despreocupación. Todos los días
jugaba en el jardín con mis amigos y por las noches bailábamos en el gran
salón. Me decía el Príncipe Feliz, y de verdad era feliz. Viví así, y así morí.
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GOLONDRINA: Bueno eso no parece triste, ¿Por qué lloras entonces?


PRINCIPE: Ahora que soy una estatua y me han puesto aquí arriba puedo ver
toda la fealdad y toda la miseria de mi ciudad, y aunque ahora mi corazón es
de plomo, lo único que hago es llorar.
GOLONDRINA: Yo pensé que el corazón también era de oro.
PRINCIPE: Allá abajo hay una mujer miserable, llena de arrugas y manos
rojas llenas de pinchazos, porque es costurera. Su hijita está enferma, tiene
fiebre y quiere naranjas. Pero la mujer sólo puede darle agua del río, y la niña
llora. Golondrina, pequeñas golondrina... ¡Por favor! Lleva a la mujer el rubí
del puño de mi espada. Yo no puedo moverme, tengo los pies clavados.
GOLONDRINA: Oye no seas así, yo también tengo problemas, las demás
golondrinas están esperándome en Egipto, vamos a visitar el rio Nilo. Y
pronto dormirán en a la tumba del propio faraón. ¿Tú crees que la tumba del
faraón les anda pidiendo favores? Y eso que tiene más joyas que tú.
PRINCIPE: Pequeña ave ¿Por qué no te quedas una noche conmigo y eres mi
mensajera? ¡La niña tiene tanta sed y su madre la costurera, está tan triste!
GOLONDRINA: Es que no me gustan mucho los niños, se la pasan
tirándome piedras. ¡Claro que nunca le atinan! Las golondrinas volamos
demasiado bien, y además yo vengo de una familia muy rápida. Pero de todas
maneras, es una grosería.
PRNCIPE: Pequeña golondrina. Te los suplico
GOLONDRINA: Ya está haciendo mucho frío, pero me quedare una noche
contigo y seré tu mensajera.
PRINCIPE: Gracias, golondrinita. Date prisa.
La golondrina vuela con la niña que está en su cama con fiebre. Deja el
enorme rubí encima de la mesa, junto al dedal. Después revolotea dulcemente
alrededor de ella, abanicándole la frente con las alas.
NIÑA: ¡Qué brisa tan deliciosa! .Debo estar mejor.
GOLONDRINA: Ahora tendrás todo el jugo que quieras.
NIÑA: Pero ¿Tú quién eres?
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GOLONDRINA: Vengo de parte de alguien a quien le gusta ayudar. Es el


príncipe feliz
NIÑA: ¿Y este diamante? Con esto podremos comprar medicinas y jugo.
Dale las gracias al príncipe y gracias a ti golondrinita por traerlo
Se va
GOLONDRINA: ¡Qué raro! Pero ahora tengo calor y la verdad es que hace
muchísimo frío.
PRINCIPE: Es porque has hecho una obra de amor
GOLONDRINA: Si como no. Bueno, ahora si me voy a Egipto. ¿Tienes
algunos encargos de por allá? ¡Voy a partir ahora!
PRINCIPE: Golondrina, pequeña amiga ¿No te quedarías conmigo una noche
más?
GOLONDRINA: Mañana, mis amigas van a visitar las pirámides.
PRINCIPE: Golondrina, allá abajo justo al otro lado de la ciudad, hay un
muchacho. Tiene que terminar de escribir una obra para el director del teatro,
pero tiene demasiado frío. No hay fuego en la chimenea y el hambre lo tiene
muy cansando.
GOLONDRINA: ¿Hay que llevarle otro rubí?
PRINCIPE: ¡No tengo más rubíes!, pero aún me quedan mis ojos. Son dos
diamantes rarísimos. Sácame uno y llévaselo. Lo venderá a un joyero,
comprará pan y leña y podrá terminar de escribir su obra.
GOLONDRINA: Pero mi Príncipe querido, eso yo no lo puedo hacer.
PRINCIPE: Por favor, haz lo que te pido. Golondrina mis ojos duelen más al
ver tanta tristeza.
La golondrina arranca uno de los ojos del Príncipe y va con el escritor. El
joven tiene la cabeza hundida entre las manos, cuando al fin levanta los ojos,
ve el hermoso zafiro.
ESCRITOR: ¿Será que el público comienza a reconocerme? Porque este
zafiro seguro lo envió algún rico admirador. ¡Ahora podré acabar mi obra!
GOLONDRINA: Que gran noticia felicidades. Yo voy a Egipto
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ESCRITOR: ¿Eres un pájaro que habla?


GOLONDRINA: Imagínate yo conozco una estatua que habla, aquí pasan
cosas raras.
ESCRITOR: Como sea gracias. ¿Pero Egipto dices? Felicidades, es
maravilloso
GOLONDRINA: (Gritando feliz por todas partes mientras vuela y baila con
el escritor) ¡Si me voy a Egipto, me voy a Egipto!
Vuelve hacia el Príncipe Feliz.
GOLONDRINA: Ahora si me despido, aun podre ver la esfinge y lo mejor es
que no tendré frio. Prometo que volver en verano.
PRINCIPE: Sé que quiere marcharte ya, pero aun necesito de ti ¿No te
quedarías conmigo otra noche?
GOLONDRINA: Ya es invierno y muy pronto caerá la nieve helada. En
Egipto, en cambio, el sol calienta las palmeras verdes. Y bueno Extraño a mis
amigas, las otras golondrinas. Nunca nos habíamos separado.
PRNCIPE: En la plaza, hay una niñita que vende fósforos, se le cayeron en el
agua y se le echaron a perder. Su padre le va a pegar si no lleva dinero a su
casa y por eso ahora está llorando. No tiene ni zapatos. Arranca mi otro ojo y
llévaselo, así su padre no le pegará.
GOLONDRINA: Puedo quedarme otra noche contigo, pero no puedo
arrancarte el otro ojo. Te quedaras ciego
PRINCIPE: Golondrina, golondrina, pequeña golondrina, te lo suplico.
NIÑA: He perdido todos los fósforos de la venta, estoy realmente perdida
La golondrina quita el otro ojo del Príncipe, vuela hasta el hombro de la niña
y deja la joya en sus manos.
NIÑA: ¡Qué bonito pedazo de vidrio! Con esto ganare dinero para la casa y
repondré los fósforos
GOLONDRINA: Ve dulce niña.
NIÑA: Ya me habían hablado de los milagros y de la gente buena. Muchas
gracias pequeña ave. Continúa así.
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GOLONDRINA: Que bien se siente, tal vez sea mejor que ver las pirámides
La golondrina regresa con el Príncipe.
GOLONDRINA: Sabes, ahora que estás ciego, me quedare a tu lado para
siempre.
PRINCIPE: No, golondrinita .Ahora tienes que ir a Egipto.
GOLONDRINA: Me quedare a tu lado para siempre, dormiré entre tus pies.
Sabes te puedo contar de todos lugares que he visto, nosotras siempre
viajamos y nuestros ojos ven; verdes paisajes, aguas claras, el sol reflejado en
un amanecer lleno de paz. Y nosotras cantando. Es como una canción, todo es
una bella canción.
PRINCIPE: Querida golondrina, me cuentas cosas maravillosas, pero es más
impresionante todavía lo que pueden sufrir los hombres. No hay misterio más
grande que la miseria. Vuela sobre la ciudad, y cuéntame todo lo que veas.
La golondrina vuela y ve miseria
GOLONDRINA: Pude ver a los ricos en sus palacios, mientras los mendigos
están en las calles, los niños que tienen hambre.
PRINCIPE: Mi estatua está recubierta de oro fino llévalo a los pobres. Los
hombres siempre creen que el oro podrá darles la felicidad.
Se comienza a regar oro por toda la ciudad. Podemos escuchar voces de
alegría.
GOLONDRINA: ¡Adiós, mi querido Príncipe! Esta vez sí me voy
PRINCIPE: Me alegro que por fin te vayan a Egipto, golondrinita .Has
pasado aquí demasiado tiempo y mira todo lo que hicimos, dame un abrazo.
GOLONDRINA: No es a Egipto donde voy. Voy a la casa de la muerte. La
muerte es hermana del sueño, ¿verdad? Y también es mensajera.
Cae la golondrina y se quiebra la estatua hasta quedar inmóvil.
Entra el alcalde del pueblo

ALCALDE: ¡Pero qué es esto! ¡El Príncipe Feliz parece ahora un


desharrapado! .El rubí de la espada se le ha caído, los ojos y el oro
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desaparecieron. En una palabra se ha transformado en un verdadero mendigo.


Y hay un pájaro muerto entre sus pies. Será necesario promulgar un decreto
que prohíba a los pájaros venirse a morir aquí.
Aparecen príncipe y golondrina
GOLONDRINA: ¡Príncipe, mi querido príncipe! pensé que jamás te volvería
a ver.
PRINCIPE: Querida amiga. Desde hoy seremos mensajeros desde el cielo,
en este jardín del Paraíso esta avecilla cantará eternamente, y este Príncipe
Feliz velara por la luz de la ciudad.
NARRADOR: Y entonces cuentan desde ese día, los habitantes de esa ciudad
que un ángel encontró las dos cosas más valiosas del mundo para que fueran
mensajeros de bondad y prosperidad en el mundo entero.

OSCURO FINAL

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