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Gálatas

Capítulo 5:1-4
Programa No. 0630

Gálatas 5:1-4

Continuamos hoy nuestro recorrido de la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas. Y llegamos a una
sección en el libro de Gálatas, de la cual ya dijimos, era una de las principales divisiones de esta
epístola de Pablo. Ya hemos tenido tres divisiones principales después de la introducción. Teníamos
esa sección personal, tan importante en la vida del apóstol Pablo para nosotros, para conocer la
experiencia que él había tenido. Luego nos presenta la sección doctrinal de la justificación por fe. Que
nuestra salvación debe descansar sobre la salvación de Dios y que hay un solo evangelio. Él va a dejar
muy en claro en este quinto capítulo ahora, de esta carta a los Gálatas, que el evangelio solo permite
un camino: Él es el camino. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo,
dado a los hombres, en que podamos ser salvos.

En nuestro programa anterior finalizamos la sección doctrinal. Hoy llegamos a la parte práctica y esta
es la santificación por el Espíritu. La justificación es por fe, y la santificación es por el Espíritu de Dios.
Se nos dice, sin embargo, que el Señor Jesucristo nos ha sido hecho por Dios santificación; es decir,
que Dios nos ve completos en Él. No interesa lo bueno que usted puede llegar a ser, usted nunca puede
alcanzar las normas de Dios. Usted nunca puede llegar a ser como Cristo en esta vida. Y Cristo es el
único del cual Dios ha dicho: Este es mi Hijo amado en quien tengo contentamiento. Francamente
hablando, yo digo que Él es el único del cual Dios podía decir eso. Ahora nosotros hemos sido
colocados en Cristo; el cuerpo de los creyentes, Su iglesia, está en Cristo. Él es la cabeza de ese cuerpo
y es Su cuerpo el que está hoy en el mundo. Deberíamos representarlo a Él.

Ahora el método de santificación de hoy es por el Espíritu y tenemos aquí en esta sección al Espíritu
Vs. la carne. Es una vida que uno hace por sí mismo, una vida cristiana, o alguien la tiene que hacer a
través suyo. Es el método de Cristo el hacerlo a través de usted. Nosotros aquí tenemos la libertad Vs.
la esclavitud. Cualquier sistema legal lo coloca a usted bajo esclavitud. Usted tiene que seguirlo
meticulosamente. Cuando uno maneja un automóvil, por ejemplo, siempre tiene que obedecer las
leyes del tránsito. Si usted llega a una esquina, y aunque sea muy temprano en un día domingo cuando

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quizá nadie está manejando y usted observa de un lado al otro de la calle que va a cruzar pero no se
detiene al llegar a la esquina, aunque allí hay un cartel grande que dice PARE, usted simplemente
reduce un poco la velocidad y cruza la esquina. Ah, pero allí se encuentra un policía de tránsito, y él se
acerca a su automóvil y le pregunta: “¿Ha visto ese cartel?” Y usted le dice. “Sí, vi el cartel, al que no
vi fue a usted”. “Pues bien”, dice el policía, “¿usted sabe lo que quiere decir ese cartel, verdad?” Y
entonces le da a uno una lección allí algo primitiva; quizá le dice: “Pare, quiere decir, pare. Y cuando
usted ve un cartel así, usted tiene que parar. Pero usted, aunque lo hizo lentamente, no se detuvo y
desobedeció lo que ese cartel decía. Y quizá no veía nada malo en hacerlo”.

Como usted puede apreciar, amigo oyente, la ley lo esclaviza a uno. Pensamos que si usted va a
manejar el día de hoy tiene que someterse a la ley porque hay mucha gente por ahí que maneja de
una manera descuidada y no respeta esos carteles y como resultado, causan accidentes. “Pare” quiere
decir “pare”. Usted está de acuerdo con todo lo que le dice el policía, menos con una cosa, que él le
dé una boleta de infracción de tráfico. Usted puede discutir un poco con él, y a veces el policía puede
ver su punto de vista y le dice: “Bueno, hoy no le voy a dar una multa, ya que no había nadie por aquí,
pero la próxima vez que llegue a un cartel que dice PARE, se debe detener usted”. Y uno contesta: “Sí,
voy a hacer eso”. Y después de un incidente como ese, aunque sea un domingo por la mañana, sin
ninguna clase de tráfico por esa esquina, usted se detiene porque el cartel dice PARE. Ahora, eso es
legalismo.

Ahora, Pablo comienza con una nota de libertad que nosotros tenemos en Cristo, y en los primeros 15
versículos de este capítulo 5, de su epístola a los Gálatas, su tema es: “Salvado por fe y viviendo por la
ley, perpetra la caída de la gracia”. Eso es lo que quiere decir el caer de la gracia, es ser salvo por fe y
luego bajar nuevamente al nivel de la ley para vivir. Vamos a ver esto ilustrado al estudiar esta sección.
Leamos pues, el primer versículo, de este capítulo 5, de la epístola a los Gálatas:

1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud. (Gál. 5:1)

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Ahora, lo que él está diciendo aquí es que nosotros no sólo somos salvos por fe, sino que la ley ya no
tiene ningún dominio en la vida o en la fe del creyente. Nosotros no tenemos que vivir por la ley. Si la
ley entra, o nosotros tenemos que hacer algo, eso quiere decir que Cristo es una maldición. Esa es la
razón por la cual es peligroso hacerlo, amigo oyente. Hemos recibido varias cartas, cuando nosotros
hablamos del tema de los dones del Espíritu, y algunas personas decían: “Ustedes son unos herejes
porque niegan esto”. Debemos decir que nosotros negamos que eso tenga algo que agregar a la
salvación. Cuando usted llega a Cristo, usted recibe todo lo que Él tiene que darle. Es en Cristo que
nosotros tenemos todo, amigo oyente. Y es sólo a través de Él que nosotros tenemos salvación y
también la santificación como podremos observar aquí. Y tenemos libertad en Cristo.

Nosotros no estamos bajo algún pequeño, insignificante sistema legal. Conocemos a muchos
fundamentalistas en la actualidad que se han librado de los 10 mandamientos, es decir, ellos no los
utilizan como una ley de la vida porque pensamos que todos comprendemos que si quebrantamos la
mayoría de esos mandamientos en la actualidad seríamos arrestados por las autoridades locales. No
matarás; no hurtarás. Ciertamente un creyente no hace eso. Pero nosotros hemos sido llamados a un
nivel mucho más alto para vivir. Ese nivel se encuentra donde está la libertad en Cristo Jesús. Yo tengo
libertad en Cristo Jesús y esa libertad es la regla, la norma por la cual yo vivo. Y no es una regla en sí,
sino un principio y es el de complacerle a Él. Mi conducta debería complacer a Cristo Jesús. No
complacerle a usted o a alguna organización, sino complacer a Cristo Jesús. Esa es la libertad que
tenemos en el Señor Jesucristo. Veamos ahora, los versículos 1 y 2; leamos el versículo 1 otra vez, y
pasemos hasta el versículo 2 de este capítulo 5:

1
Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de
esclavitud. 2He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. (Gál. 5:1-2)

La circuncisión era el distintivo de la ley. Y este distintivo indica digamos, a qué organización
pertenece usted; tienen algún distintivo para que usted los utilice. Pensamos que sería muy bueno si
los creyentes utilizaran cierto tipo de insignia o distintivo. No nos agrada personalmente eso y cuando

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vamos a alguna conferencia o convención, bueno, tratamos de evitar la mesa donde están las
personas que colocan los distintivos a los asistentes. En realidad, no nos gusta utilizarlos, pero, quizá
sería conveniente que los creyentes lo hicieran porque puede ser que esa sea la única forma en que
nosotros podríamos identificarnos como creyentes la mayor parte del tiempo. Pablo dice que si uno
se coloca el distintivo de la ley, que es la circuncisión, de nada os aprovechará Cristo, si usted está
contemplando otra cosa que no sea Cristo. Esperamos que usted pueda notar las razones para ello y
hay razones lógicas, buenas, básicas, para todo lo que estamos diciendo. Quisiéramos ilustrarlo con
un ejemplo casero.

“Hace varios años surgió cierta propaganda para un tónico, creo que se lo llamaba ´Hadacol´. Y
creemos que ya ha sido retirado del mercado también. No conocemos todos los detalles pero
pensamos que encontraron que ese tónico tenía el 75% de alcohol, y había mucha gente que lo estaba
tomando. Había muchos creyentes inclusive que lo usaban y decían: “Bueno, esto sí que lo ayuda a
uno, lo hace sentir muy bien”. Y con todo ese alcohol uno puede sentir ese efecto, estamos seguros.
Así es que, ellos estaban tomando este Hadacol. Ahora, supongamos que usted tiene que escribir un
testimonio de que ha tomado Hadacol y se lo envía a la gente que lo produce. Había muchas personas
entonces que estaban haciendo esto. El testimonio podría decir algo así: “Yo he tomado 513 botellas
de su medicina, y antes de haber tomado esa medicina yo ni siquiera podía andar. Ahora yo puedo
correr y casi volar en el aire, la medicina me ha ayudado mucho. Durante el mismo tiempo yo preparé
una medicina de mi propia creación; y también tomé de esa botella. Yo pienso que sería bueno que
ustedes se enteren de esto”.

Amigo oyente, con algo así, sí que se embarra la cosa. Usted no puede decir ahora si fueron las 513
botellas de Hadacol las que lo curaron, o si fue esa medicina que usted mismo preparó. ¿Se da cuenta?
En el momento en que usted pone alguna otra cosa, uno ya no puede estar muy seguro de cuál fue la
que hizo la obra. Así es que, si se le agrega algo a Cristo, tenemos el mismo resultado de nuestro
ejemplo, y eso es lo que Pablo quiere decir aquí.

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Quisiéramos que usted escuche atentamente lo que Pablo dice: Si os circuncidáis, ese es el distintivo
de la ley. Si usted dice que ha hecho algo, o que ha pasado por cierta experiencia y que eso es su
salvación, entonces usted no es realmente salvo porque, de nada os aprovechará Cristo. Él no puede
serle de ningún provecho, porque usted ha preparado su propia medicina, y usted no confió ya
completamente en Él para su salvación. El Dr. Chafer lo decía de esta manera, algo que siempre nos
ha causado impresión; él dijo: “Yo quiero confiar de tal manera en Cristo que, si algún día cuando
llegue a Su presencia Él me pregunta: “¿Por qué estás aquí?”, yo le pueda contestar: “Porque he
confiado en Ti como mi Salvador”. Y entonces Él me dice: ‘Bien, eso es muy bueno, y me alegro de que
hayas hecho eso, pero ¿qué más has hecho?’ “Bueno”, le contesto, “no he hecho nada más”. “Bien”,
dice Él, ‘tú eres presidente de un seminario bíblico, ¿no quieres mencionar eso?” “No, no he confiado
en eso para mi salvación”. “Bueno, tú eres miembro de una iglesia”. “Sí, pero tampoco confié nunca
en eso para mi salvación”. “Ahora, tú has hecho muchas cosas buenas, por las cuales has sido
felicitado, por las cuales has sido exaltado”. “Sí, pero nunca me confié en eso”. Y el Señor Jesucristo
diría: “Bueno, lo siento mucho, pero no te puedo recibir”. Y él dice. “Yo quiero confiar en Cristo de tal
forma que yo pueda decir, lo siento mucho, y me retiro diciendo: Yo solo he confiado en ti como mi
Salvador”.

Amigo oyente, ¿es esa la forma en que estamos confiando en Él hoy? ¿Es esa la forma en la que
estamos descansando en el Señor Jesucristo como nuestro Salvador? Pablo lo expresa de una manera
muy fuerte, diciendo: Yo Pablo os digo. No soy yo quien está hablando sino Pablo. No es nuestra
interpretación propia, sino la de Pablo. Veamos nuevamente el versículo 2:

2
He aquí, yo Pablo os digo que si os circuncidáis, de nada os aprovechará Cristo. (Gál. 5:2)

Es decir, si usted confía en ese distintivo, si usted confía en la ley, si usted confía en cualquier otra cosa
en lugar de Cristo Jesús, entonces no es un creyente. No lo he dicho yo, amigo oyente, por tanto no
nos eche la culpa a nosotros. Ahora, si no es lo que estamos diciendo ahora, esperamos que usted nos
escriba y nos diga qué es lo que dice Pablo aquí. Quisiéramos saber si él quiere decir algo diferente, y

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si así fuera, ¿por qué no lo dijo de otra manera? Esto es lo que él está diciendo. Leamos ahora el
versículo 3, de este capítulo 5 de la epístola a los Gálatas:

3
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. (Gál. 5:3)

Usted se da cuenta que no puede sacar de la ley lo que quiere, especialmente dejar de un lado las
penalidades y gran parte del detalle de la misma. Yo estoy muy contento de no estar bajo la ley. No
estoy bajo la ley para nada. La libertad con que Cristo nos hizo libres. Yo debo confesar que tengo
problemas en complacerle siempre a Él. Estoy seguro de que mi conducta no siempre le agrada. Pero
Él es a quien yo estoy tratando de complacer. No estoy siguiendo ningún sistema legal. Veamos
nuevamente el versículo 3 y pasemos también al versículo 4:

3
Y otra vez testifico a todo hombre que se circuncida, que está obligado a guardar toda la ley. 4De Cristo
os desligasteis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído. (Gál. 5:3-4)

Lo que él está diciendo es lo siguiente: “Si usted, habiendo sido salvado por confiar en Cristo, se está
rebajando a un bajo nivel y viviendo por la ley, entonces ha caído de la gracia. Eso es lo que de la gracia
habéis caído, quiere decir. Pensamos que es algo mal interpretado, mal entendido en el día de hoy.
Había un profesor de un seminario, un teólogo, que decía que el caer de la gracia, era un doctrina que
los metodistas creían y que los presbiterianos practicaban. Bueno, estamos seguros que la mayoría
de ellos, la practican en la actualidad. En realidad, esto no quiere decir, el caer en algún pecado o en
conducta descuidada, y que haciendo eso uno pierda el derecho de la salvación, y que tiene que ser
salvo nuevamente. No tiene ninguna referencia a eso. El caer de la gracia creemos que es lo opuesto
a “una vez salvo, siempre salvo”. Pensamos que esas expresiones son parte de una terminología
desafortunada. El caer de la gracia es explicado por el apóstol Pablo en el resto de este capítulo;
también él da la respuesta allá en su epístola a los Romanos. Pablo en su carta a los Romanos
comienza con el hombre en el lugar de bancarrota total, sin justicia, completamente depravado, inútil,
improductivo. El hombre es un pecador ante Dios. Ahora, al finalizar la epístola a los Romanos usted

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puede apreciar al hombre al servicio de Dios. A él se le pide que haga ciertas cosas. Se le aconseja
realizar ciertas cosas y él está apartado completamente para Dios. Tiene que ser obediente a Dios.
Tiene que ser siervo de Dios.

Hay dos grandes obras de Dios que están entre el hombre en su condición caída y el hombre en el
servicio de Dios. Ahora, ¿cuáles son? La salvación y la santificación. Ahora, la salvación es justificación
por fe, como ya hemos visto. Eso es algo que es de suma importancia. La santificación quiere decir
ahora que usted ya es salvo y ello indica que usted tiene que ocuparse en algo. Quiere decir
simplemente que usted está llegando a un nuevo nivel de vida. Ahora usted ha sido salvo. Creemos
que uno de los engaños más grandes en la vida cristiana es que hoy el servicio es algo esencial, que
usted tiene que ocuparse inmediatamente en algo. Usted sabe que la iglesia primitiva estaba más
preocupada con la vida de la iglesia, y esa vida era un testimonio ante el mundo.

En la actualidad nos hemos olvidado de eso. El mundo de afuera mira a la iglesia y la deja de lado. Y
también mira a los creyentes y nos deja de lado, ¿por qué? Porque, honradamente hablando, nosotros
estamos siempre ocupados allá, repartiendo folletos, importunando a la gente y no tenemos una vida
para respaldar eso. Nosotros necesitamos hoy una vida que pueda respaldar eso y debemos conocer
por experiencia esas cosas. En lugar de tratar de hacer lo bueno tendríamos que vivir agradando a
Dios en todo, presentando un testimonio de verdaderos hijos de Dios. Luego, si lo somos, entonces
vamos a estar haciendo lo bueno, amigo oyente. Creemos que hay más acerca de la santificación en
la epístola a los Romanos y aquí en esta epístola a los Gálatas, que en cualquier otra parte.

Ahora, ¿Cómo hace Dios, bueno, a un pecador salvado? Pues bien Él nos ha dado una nueva
naturaleza. ¿Puede entonces el pecador cumplir con la ley? No, enfáticamente no. Él ha sido llamado
a un plano superior. Ahora, esto no quiere decir que él pueda quebrantar la ley, sino que ha sido
llamado a un plano superior. No hay nada de bueno en la vieja naturaleza. Pablo descubrió eso, y
también descubrió que no hay poder en la nueva naturaleza. Pablo dijo en cuanto a la salvación: Yo sé

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que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien. Pero él también halló allá en Romanos: Porque el querer
el bien está en mí. Y luego él exclama como un hombre salvo, miserable de mí.

Él no está temiendo perder su salvación. Es un creyente más bien derrotado, y Dios da un nuevo
principio. Este nuevo principio que nosotros vamos a encontrar aquí en este capítulo 5, de la epístola
a los Gálatas, es el fruto del Espíritu. Viviendo la vida del creyente por éste método, para algunos
creyentes es algo tan inalcanzable como vivir por allá en la luna. Ellos nunca esperan poder vivir allí,
ni siquiera han oído de eso. Ellos aceptan la posibilidad como una teoría —y estamos hablando de una
vida más allá, en un planeta distante. Debemos decir amigo oyente que esa es la vida que Él quiere
que nosotros vivamos— por fe en la actualidad. Salvos por gracia, nosotros debemos vivir por gracia.
Vamos a ver esto en más detalle, Dios mediante, en nuestro próximo programa.

Nos detenemos aquí por hoy ya que nuestro tiempo ha llegado a su fin. Confiamos en que usted nos
volverá a sintonizar en la continuación de este estudio de la carta del apóstol San Pablo a los Gálatas.
Mientras tanto, deseamos a usted una vida de estrecha comunión con Dios!

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