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Historia.- La civilización maya existió por dos milenios antes de la llegada de los españoles en el siglo XVI. Se
expandieron a lo largo de toda Centroamérica y se cree que tuvieron contacto con las civilizaciones que habitaban la
parte norte de Mesoamérica mediante relaciones comerciales.
Muy poco se supo acerca de la manera en la que los mayas vivían hasta hace relativamente poco tiempo, gracias al
avance que se ha logrado en descifrar los jeroglíficos y dibujos que datan de la época.
La historia de los mayas y su avance histórico nunca siguió un camino definido. Con el pasar del tiempo, muchas de
sus ciudades avanzaban tecnológicamente y crecían, para luego colapsar y repetir el proceso nuevamente. La
influencia de cada ciudad para la civilización también variaba dependiendo de la época histórica.
Sin embargo, el período que se expande desde el año 250 hasta el 900 de la era actual fue el más próspero para esta
civilización. Eran regidos por líderes de dinastías, que permitieron un crecimiento poblacional, cultural y artístico
bastante rico, lo que favoreció profundamente a la civilización.
Cuando los españoles llegaron a Centroamérica, los estados mayas tenían un nivel de organización mucho menor al
que una vez alcanzaron, con ciudades descentralizadas y una falta de rumbo.
Legislación maya.- Las leyes de los mayas eran aprobadas por el halach uinic, o líder supremo. En caso de no existir
uno en el momento, el concejo de la ciudad era el encargado de hacerlo. Los jefes locales de las aldeas eran los
responsables de hacer cumplir las leyes.
Las legislaciones no se limitaban al derecho criminal, había leyes para todos los ámbitos de la vida en la civilización
maya. Por ejemplo, las leyes familiares dictaban que las mujeres debían casarse a los 16 o 17 años y era tradición
que la pareja fuese escogida por un tercero.
Por ley, los padres debían educar a sus hijos. Sin embargo, los niños convivían entre sí en dormitorios locales y
regresaban a casa para trabajar con sus padres.
Los mayas legislaron también derechos para la propiedad, y los sistemas se asemejaban a los que se usaron en la
época de la colonia en América. Los nobles tenían tierras en donde trabajaban los menos pudientes, y estos últimos
tenían pequeñas parcelas donde vivían.
Las guerras también tenían sus legislaciones. El jefe de la civilización tenía un líder militar a su lado con quien tomaba
las decisiones en las batallas. Durante la guerra, los jefes locales debían enviar tropas de sus aldeas para luchar
contra otras civilizaciones.
El derecho maya.- El derecho maya era ejercido de manera bastante estricta. Se sabe que no tenían cárceles, y los
crímenes eran castigados severamente, dependiendo de su seriedad.
Una de las razones por las que es tan complicado saber con certeza cómo actuaban los mayas en sus juicios es la
falta de material escrito en estos. Los juicios se llevaban a cabo en público y no se mantenía información acerca de
estos en papel o piedra.
Todos los testigos eran obligados a jurar la veracidad de su testimonio y, según algunos registros históricos, es válido
creer que existían personas que actuaban de manera similar a los abogados de hoy en día. Sin embargo, no se sabe
con certeza si esto fue así.
El juicio era llevado a cabo por el mismo jefe local de la aldea o localidad en la que se llevase a cabo el juicio. Era este
quien evaluaba los acontecimientos, determinaba si existió intencionalidad o no al momento de que se cometiese la
acción y, con base en esto, ejercía un castigo pertinente al acusado.
Delitos mayas.- Bajo el sistema legal de los mayas, los delitos eran castigados con ardua severidad. Asesinato,
violación, incesto, incendios provocados y actos que se consideraba pudiesen ofender a los dioses, eran castigados
con la muerte.
Sin embargo, es importante destacar que el sistema legal de los mayas tomaba en consideración los actos que no
fuesen intencionales.
En caso de definir un asesinato como intencional, el asesino era condenado a muerte, pero si el acto que cometió no
fue deliberado, se le hacía vender un esclavo a la familia perjudicada o proveerle algún bien.
Los robos eran castigados obligando al ladrón a devolver lo que tomó e incluso mediante esclavitud temporal. Si el
ladrón o persona juzgada moría antes de cumplir sentencia, sus familiares la heredaban y debían cumplirla por el
difunto.
Los hogares eran protegidos de los perpetradores, pues no se acostumbraba a utilizar puertas en esta civilización.
Cualquier persona que entrase a un hogar ajeno a causar daño, era castigada con la muerte. De igual forma, los
nobles eran tratados con especial severidad en las sentencias.
Excepciones y perdones.- La legislación maya permitía que todo aquel que fuese condenado por un delito recibiera
el perdón del perjudicado.
Por ejemplo, el adulterio era considerado un crimen para los mayas. Si el hombre que lo cometió llegó a ser
perdonado por el esposo de la mujer, se le perdonaba la muerte y se le asignaba otro castigo.
Esto también funcionaba así con los asesinos. Si la familia del asesinado perdonaba al ladrón, este debía pagar su
crimen por restitución (otorgando a la familia perjudicada algún bien) y se le perdonaba la vida.
Por eso, este sistema agrícola requería de un amplio territorio. Como consecuencia, las ciudades-estado se hallaban
dispersas, con terrenos libres a su alrededor.
Según algunos especialistas, los mayas habrían desaparecido por emplear los recursos naturales de esta manera. El
consumo "conspicuo" de los recursos naturales causó deforestación y daños en el sistema agrícola. Esto impidió
cultivar la suficiente cantidad de alimentos para mantener a una población que para esa época llegaba alrededor de
un millón de habitantes en toda la Cuenca.
Teresa Eggers - Brass, Historia II, Maipue, Buenos Aires, 2011, pp. 27-28.
Clarín, 17/03/11.
La milpa maya.- El proceso productivo de la milpa tradicional abarca varias etapas, desde la selección y medición del
monte, la roza, la tumba, la quema. la siembra y la cosecha. En cada fase, los milperos piden permiso a los Yuum
k’áaxo’ob para obtener buenas cosechas. Con el paso del tiempo, los cambios de uso de suelo, la introducción de
maquinaria, los sistemas de riego, la siembra de monocultivos (soya, arroz y otros), se han eliminado paulatinamente
una diversidad de rituales, los cuales iban a la par con las diferentes etapas de la milpa: ritual para la tumba de los
árboles, en el que los milperos entregaban la bebida de saka’ (bebida de masa de maíz sin nixtamalizar, endulzada
con miel y aromatizada con semillas molidas de cacao) y esta bebida era ofrecida a los j-xíimbal k’áaxo’ob
(caminantes de los montes) para que retiraran a sus animales que allí habitan y así evitarles algún daño. También
hacían el ritual de la quema en donde entregaban la bebida de saka’, al que nombraban síis óolal (síis-frío, óolal-
energía, ánimo). El objetivo era “alimentar a los vientos para que éstos soplaran fuerte” (ti’al u tséenta’al iik’ ti’al u
taal k’aam iik’). Los milperos concebían que los Yuum iik’o’ob debían de ingerir bebidas frescas que aminoraran el
calor adquirido en el intenso fuego; de este modo, la bebida ofrecida, se le denominada síis óolal (energía fría), la
cual disminuía el bochorno que “los señores vientos” contraían durante la quema.
A la llegada de los conquistadores españoles, el área maya se encontraba dividida políticamente en cacicazgos
independientes que participaban en un vigoroso comercio de larga distancia efectuado sustancialmente por vía
marítima, gracias al cual, mediante la circunnavegación de la península de Yucatán, se enlazaban sitios del golfo de
México con otros del golfo de Honduras.
Pero para que este comercio pudiera efectuarse por las nítidas pero agitadas aguas del Caribe -es decir, un mar
bravo, como lo describen los relatos de los conquistadores- con la eficacia y seguridad que lo convirtieron en un
aspecto determinante en los eventos religiosos y político-económicos de las sociedades mayas del Posclásico, se
requirió de muchos años de experimentación tanto en el diseño y construcción de embarcaciones como en el difícil
arte de navegar, en el cual la pérdida de canoas, cargas y vidas fue seguramente algo común.
Aunque el comercio por vía marítima se realizaba desde fechas tan tempranas como el Preclásico Tardío, periodo en
el cual ya estaban habitados y en desarrollo algunos sitios del continente y de las islas adyacentes, no es sino hasta el
Posclásico cuando la navegación alcanza un gran de arrollo con la llegada a la costa este de grupos mexicanizados
portadores de una cultura marina. Nos referimos a los putunes o itzaes navegantes y mercaderes marinos a quienes
Eric Thompson acertadamente llama “los fenicios del Nuevo Mundo”.
Dicho grupo maya chontal procedía del sur de Campeche y del vasto delta de los ríos Usumacinta y Grijalva de
Tabasco. Establecidos primeramente en Cozumel y en la cabeza de playa de Polé (hoy Xcaret), avanzan después
hacia tierra adentro y conquistan varios sitios, hasta llegar a Chichén Itzá en el año 918 de nuestra era. Un poco
antes, en el 850 d. C., otros grupos putunes procedentes de Potonchán establecen una base comercial en el
estratégico sitio de Altar de Sacrificios, ubicado justamente en donde se unen el río de la Pasión y el Chixoy para
formar el Usumacinta, y desde ahí conquistan Ceibal y llegan hasta Ucanal, casi en la frontera con Honduras y la
cuenca del río Belice. Según Eric Thompson, el resto de los pulunes se establece al sur del río de la Pasión y nombra a
su tierra Acalán, "tierra del pueblo de las canoas". Por lo tanto, el medio natural de transporte de estos grupos
putunes fue a través de l agua, ya fuera por ríos, estuarios y lagunas costeras o mediante un tráfico regular por mar,
circunnavegando la península de Yucatán desde la laguna de Término hasta la planicie de Sula en Honduras.
Desarrollo de la navegación.- Sin embargo, para lograr esto les fue necesario no sólo construir embarcaciones aptas
para la navegación marítima, sino también establecer a lo largo del litoral lugares de apoyo al navegante, como son
los diferentes tipos de puertos, ya fuera aprovechando las características geográficas de los litorales, como en los
casos de las caletas rocosas de los sitios de Xelhá. Xcaret, Chakalal, etc.. las cuales sirvieron como puertos naturales
de abrigo, o modificando la geografía de un lugar mediante la construcción de canales navegables para unir cuerpos
de agua que originalmente no tenían comunicación, como lo hicieron en el caso del canal que une la laguna de
Chunyaxché, frente al sitio de Muyil, con la de Boca Paila.
En zonas aledañas a manglares, utilizaron conchas de caracoles para estabilizar los terrenos y construyeron sacbés-
muelles para facilitar el embarque y desembarque, así como también diques o islotes, en gran parte artificiales. que
se convirtieron en lugares estratégicos para los navegantes. Según Anthony P. Andrews y otros investigadores, el
mejor ejemplo de lo anterior es Isla Cerritos, Yucatán, el propio puerto de los itzaes.
Otro avance técnico de gran importancia fue el diseñare instaurar un sistema de marcaciones, tanto perecederas
como permanentes, que de forma similar a como lo hacen los faros modernos auxiliaran a los navegantes para
arribar con el menor riesgo a su destino, a lo que hay que añadir un código para interpretar las señales y derroteros.
Tipos de canoas
Si se acepta que los frescos de los templos de los Jaguares y de los Guerreros en Chichén Itzá conmemoran la
invasión por mar llevada a cabo por los itzaes -como lo postulan Earl H. Morris, Jean Charlot, Ann Axtel Morris, Eric
Thompson y Clemency Coggins-, podemos asumir que las embarcaciones ahí representadas corresponden a las
utilizadas para la navegación marítima, las cuales se caracterizan por tener la proa y la popa más elevadas que la
línea de borda, lo que significa un avance técnico importante en lo que respecta a las embarcaciones del tipo
monóxilo (hechas de un solo tronco o leño), puesto que las hace mucho más estables y fáciles de maniobrar.
La innovadora utilización de este tipo de canoas por los itzaes parece entonces confirmarse, ya que las otras
representaciones de canoas encontradas hasta la fecha en contexto arqueológico presentan proas y popas planas,
proyectadas hacia el frente y a la misma altura que la línea de borda, como las que aparecen en algunas láminas del
Códice de Dresde y en cerámicas del Petén, así como las grabadas en hueso de venado provenientes del entierro 116
de Tikal, la repujada en uno de los discos de oro recuperados del Cenote Sagrado de Chichén-Itzá y los modelos
provenientes de sitios de Belice, realizados en hueso de manatí, por mencionar las más conocidas. Por sus
características estructurales, este tipo de canoa debió de ser utilizada para la navegación fluvial.
Por otra parte, la gran experiencia adquirida a lo largo de años de navegar tanto en el mar como en ríos, lagunas y
estuarios, permitió a este grupo el perfeccionamiento de una técnica para navegar según las posibilidades y
limitaciones de diferentes ambientes, o hay que olvidar que no sólo se navegó con fines comerciales sino también
con fines religiosos, políticos y sociales.
Bernal Díaz del Castillo, al relatar la expedición de Hernán Cortés, comenta lo siguiente: "...venían muchos indios en
romería a aquella isla de Cozumel, los cuales eran naturales de los pueblos comarcanos de la punta de Cotoche y de
otras partes de tierras de Yucatán; porque, según pareció, había allí en Cozumel ídolos de muy disformes figuras, y
estaban en un adoratorio, en que ellos tenían por costumbre en aquella tierra por aquel tiempo sacrificar" (Díaz del
Castillo, 1983,p.65).
Por su parte, Gonzalo Fernández de Oviedo nos dice: el "señorde aquella isla [Cozumel] que se decía Unopate,
[pasó] á la Tierra-Firme con más de quatrocientos indios en canoas, que yba á las bodas de una hermana suya, que
se casaba en la tierra de la misma Yucatan" (Fernández de Oviedo. 1853. segunda parte, libro XXXII. cap. II. p. 227).