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Introducción:
El actual Fenómeno del Niño agrava el déficit hídrico que ya venía atravesando la región
altoandina central y sur en los últimos años. La falta de precipitaciones, particularmente
pronunciada desde el año pasado, afecta la vida cotidiana y la economía de la población,
incluyendo la producción agrícola, ganadera y el consumo de agua potable.
Variabilidad climática: La variabilidad natural del clima contribuye a las sequías. En algunas
temporadas, las precipitaciones pueden ser inferiores al promedio, lo que resulta en una
menor disponibilidad de agua y condiciones secas.
Bajas precipitaciones: La costa peruana, en particular, es una región árida y desértica con bajas
precipitaciones. La falta de lluvias en estas áreas contribuye a la sequía, ya que la disponibilidad
de agua es naturalmente limitada.
Deficiencia en la recarga de fuentes de agua: La sequía también puede ser exacerbada por la
falta de recarga de fuentes de agua, como los ríos y acuíferos, debido a la reducción de las
precipitaciones y el aumento de la evaporación.
Disminución de caudales fluviales: Durante períodos de sequía, los ríos y arroyos experimentan
una disminución en sus caudales. Esto puede afectar negativamente la disponibilidad de agua
para el consumo humano, agrícola e industrial, así como para la generación de energía
hidroeléctrica.
Descenso del nivel de embalses y lagunas: Los embalses y lagunas, que son fuentes
importantes de almacenamiento de agua, pueden experimentar una reducción en sus niveles
durante períodos de sequía. Esto afecta la capacidad de regulación del agua y puede limitar el
suministro para diferentes usos.
Incremento de la salinidad: La disminución de los flujos de agua dulce hacia los cuerpos de
agua puede aumentar la salinidad en los ríos y lagos. Esto puede tener impactos negativos en
la calidad del agua y en los ecosistemas acuáticos, especialmente en áreas donde la agricultura
depende del agua dulce.
Pérdida de humedales: Los humedales son ecosistemas sensibles a los cambios en los patrones
de precipitación y caudales. La sequía puede llevar a la pérdida de humedales o a la
disminución de su extensión, lo que afecta la biodiversidad y los servicios ecosistémicos que
proporcionan
Escasez de agua para consumo humano: La sequía puede afectar la disponibilidad de agua
potable para las comunidades, lo que puede dar lugar a restricciones en el suministro de agua,
dificultades en el acceso al agua potable y aumento de la competencia por los recursos
hídricos.
Cambios en la calidad del agua: La disminución de los flujos de agua puede aumentar la
concentración de contaminantes en los cuerpos de agua, ya que hay menos agua disponible
para diluir sustancias nocivas. Esto puede tener consecuencias en la calidad del agua y afectar
la salud de los ecosistemas acuáticos y de aquellos que dependen de estas fuentes para el
consumo humano.
Estrés hídrico en los ecosistemas terrestres: La sequía también afecta los ecosistemas
terrestres que dependen de la disponibilidad de agua. La vegetación ribereña, por ejemplo,
puede sufrir estrés hídrico, lo que a su vez afecta a la fauna que depende de estas áreas para
alimentarse y reproducirse.
Pérdida de hábitats críticos: La reducción de los niveles de agua en cuerpos de agua puede
llevar a la pérdida de hábitats críticos, como humedales y zonas de reproducción para peces y
otras especies acuáticas. Esto puede tener efectos a largo plazo en la dinámica de poblaciones
y en la estructura de los ecosistemas.
La sequía en las aguas continentales del Perú no solo representa un desafío ambiental, sino
que también tiene implicaciones directas en la vida de las comunidades, la producción agrícola
y la economía. Abordar estos desafíos requerirá una acción conjunta que incluya medidas de
adaptación, una gestión más eficiente de los recursos hídricos y una mayor conciencia sobre el
impacto del cambio climático en la disponibilidad del agua. La importancia de comprender y
abordar los efectos de la sequía en las aguas continentales del Perú radica en la preservación
de este recurso esencial para la vida y el desarrollo sostenible del país.
El actual Fenómeno del Niño agrava el déficit hídrico que ya venía atravesando la región
altoandina central y sur en los últimos años. La falta de precipitaciones, particularmente
pronunciada desde el año pasado, afecta la vida cotidiana y la economía de la población,
incluyendo la producción agrícola, ganadera y el consumo de agua potable.
El estrés hídrico se agudiza en varias regiones del país. El gobierno peruano anunció a
mediados de septiembre la declaratoria de emergencia por déficit hídrico en 544 distritos del
centro y sur peruano, lo que incluye a las regiones de Arequipa, Cusco, Apurímac, Huancavelica
y Junín. En mayo pasado, las autoridades ya habían declarado el estado de emergencia en otros
131 distritos debido al mismo motivo.
Según la meteoróloga Yamina Silva, investigadora invitada del INTE-PUCP, esta situación no es
nueva y se viene manifestando en los últimos años, pero se ve agravada por la presencia del
Fenómeno del Niño.
“La sierra sur ha experimentado un déficit hídrico no solo este año, sino también en años
anteriores”, señala la especialista. Este déficit es particularmente notorio durante la temporada
de lluvias, que en los Andes centrales y sureños suele iniciar en noviembre y termina en abril.
“Este año y el previo este déficit no se ha limitado al pico de precipitaciones entre enero y
marzo, sino que afectó incluso al inicio de la temporada de lluvias”, precisa Silva.
¿Por qué el Fenómeno del Niño afecta las precipitaciones que suelen caer en la región
altoandina central y sur del país? La razón principal recae en el calentamiento del Pacífico
Central, indica Silva.
“Cuando esto sucede se altera la atmósfera y los patrones de viento húmedo que vienen del
este, es decir, desde la Amazonía, se debilitan. En su lugar, hay una entrada de aire desde el
Pacífico, que suele ser más frío y más seco. Esto reduce las precipitaciones en los Andes”,
explica la experta.
Este patrón se ha podido observar durante Fenómenos del Niño anteriores, como el de 1982-
1983, cuando hubo abundantes lluvias en la costa norte y sequías extremas en la sierra sur.
¿Podría repetirse el déficit hídrico en la próxima temporada de lluvias? Las predicciones no son
alentadoras, especialmente si persiste el calentamiento del mar. “Hemos advertido que la
temporada de lluvias enfrentará un déficit debido a estas condiciones oceánicas”, afirma Silva.
Según un informe reciente del Centro Nacional de Estimación, Prevención y Reducción del
Riesgo de Desastres (Cenepred), se esperan lluvias deficitarias en la sierra central y sur
durante el verano del 2024.
Esto podría significar muy malas noticias para la región, que es especialmente vulnerable al
estrés hídrico.
“Todas las fuentes de agua como las aguas subterráneas, glaciares, lagunas y cuerpos de agua
superficiales dependen en última instancia de las lluvias para recargarse. Por lo tanto, si
experimentamos periodos prolongados de escasez de lluvias, estas fuentes también verán
mermados sus recursos hídricos con el tiempo”, advierte Silva.
Según datos arrojados por investigaciones en las que ha participado la meteoróloga, existe una
tendencia a la baja respecto a las precipitaciones en ciertas zonas altoandinas.
“Este fenómeno es evidente en la zona del Mantaro, donde hemos estado trabajando durante
mucho tiempo. Notamos que el periodo de lluvia se está acortando, con una tendencia de
aproximadamente tres días menos de lluvia por década”, afirma la experta.
Infraestructura insuficiente
Ante este panorama, se podrían tomar medidas de prevención, sin embargo, de acuerdo con
Eberth Molina, nuestro país no invierte adecuadamente en la infraestructura necesaria para
enfrentar eventos climáticos como la sequía.
Si bien el especialista resalta que existen algunas iniciativas interesantes que buscan hacer
frente a estos desafíos climáticos, su alcance es limitado.
“Cuando hablamos con las familias y las personas, lo primero que mencionan es la necesidad
de agua, ya que sin ella no se puede avanzar en el crecimiento poblacional, el desarrollo
urbano ni las diversas actividades agrícolas o industriales”, añade el especialista.
Impacto social
En el caso del Cusco, la actual sequía ha impactado fuertemente a las asociaciones de vivienda
en áreas urbanas de la región, que enfrentan problemas para satisfacer las necesidades básicas
de los residentes.
“Estamos experimentando conflictos por el agua debido a que las principales fuentes de
abastecimiento, como la laguna de Piuray y el proyecto Vilcanota, ya no pueden proporcionar
suficiente agua para atender a los más de 400,000 habitantes en la ciudad de Cusco”, afirma el
experto. “Pueblos hermanos están enfrentándose por el acceso a este recurso”.
Además, el especialista indica que la escasez de agua en la zona está provocando un éxodo
masivo de la juventud rural hacia las ciudades y otras regiones, donde muchas veces se
exponen a situaciones peligrosas como la trata de personas y el trabajo en la minería ilegal.
Economía afectada
“Por ejemplo, si alguien tenía antes 20 cabezas de ganado vacuno, ha tenido que vender varias
de ellas y quedarse con unas pocas para obtener algún ingreso”, explica el antropólogo.
Finalmente, Molina hace un llamado a que las autoridades aprovechen y utilicen los
instrumentos de gestión que ya existen para enfrentar y abordar los problemas y desastres
naturales, como la Estrategia Regional de Adaptación al Cambio Climático.
“Esta permite obtener información sobre la situación regional y las acciones que se pueden
llevar a cabo en diversas áreas, como agricultura, población, energía, ecosistemas glaciares y
salud, e identifica quiénes son los responsables de estas acciones. Lamentablemente, no se le
otorga la debida relevancia”, concluye el experto.