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Los cerdos empantanados

Pedro cansado de su fama de hombre poco serio, busco un trabajo y lo encontró en una
granja.
Como el granjero ya le había tomado confianza le dio el trabajo de vender un piño de cerdos
en la feria, si los vendía a buen precio se ganaría una mejor comisión. Pedro tomo los cerdos y
comenzó a ir a la feria.

Pedro y el piño de cerdos estaban en rumbo a la feria, pero a Pedro les costaba llevar el piño
de cerdos porque estaban al lado de un pantano. Un rato después apareció un jinete que se
veía que era un hombre de negocios, al ver los grandes cerdos que llevaba le ofreció algunos
billetes de los grandes a Pedro, diciéndole que si seguía el camino a la feria sus cerdos
perderían grasa y perderían su valor. Pedro acepto el trato y vendió los cerdos al precio fijado
por el granjero, pero le pidió las colas de recuerdo porque él había visto a los crecer a cerdos y
les tenía cariño.

Cuando el jinete desapareció por los cerros, Pedro puso las colas de los cerdos en la zona más
dura del pantano para simular que eran cerdos enterrados. Cuando vio que otro jinete se
acercaba otro jinete comenzó a gritar desesperadamente.

El jinete le dijo a pedro que le pasa hombre por dios a modo de saludo. Pedro le conto que un
perro asusto a sus cerdos y estos cayeron boca abajo al pantano y que ahora solo se le veían
las colas.

El jinete recomponiendo la escena ocurrida, y entre frases de consuelo fue averiguando el


tamaño de los cerdos y calculando cuando producirían. Le ofreció un puñado de billetes a
Pedro, el que acepto.

El jinete se fue a galope a buscar gente a la feria para que lo ayudara a sacar los cerdos del
pantano y Pedro contando los billetes se fue caminando a la granja a rendirle cuentas al
granjero.

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