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POEMA DE MIO CID

El gran poema de la poesía épica Castellana, conservado casi íntegramente, es el Mio Cid, de
autor desconocido y escrita a mediados del siglo XII.

Los versos son de medida irregular, divididos en dos hemistiquios, separados por la cesura,
con rima asonante, agrupados en tiradas monorrimas. Mio Cid, como todos los cantares de
gesta, era recitado por los juglares ante un público, por lo que el poeta se dirigía a éste en
varias ocasiones (yo os diré, aquí veréis).

El tema central es el relato de las hazañas heroicas del héroe, Rodrigo Díaz de Vivar, el
Campeador para recuperar el honor perdido y el favor real.

La obra se distribuye en tres partes o cantares:

1.- el destierro del héroe

2.- las bodas de sus hijas

3.- la afrenta de Corpes

1.- El destierro

El Alfonso VI envía al Cid a cobrar las parias del rey musulmán de Sevilla, pero se enfrenta
al conde castellano García Ordóñez, que se venga enemistando al Cid con el rey. Este
destierra al Cid.

El Cid convoca a sus vasallos y estos se destierran con él. Los servidores de Rodrigo le
acompañan en su infortunio, perdiendo sus propiedades y honores para unirse al Campeador.
Lealtad a su señor.

El Cid sale de Vivar y entra en Burgos, ¡Oh Dios, que buen vasallo si tuviese buen señor! En
Burgos nadie le hospeda, sólo una niña de nueve años le dirige la palabra pidiéndole que se
aleje de la ciudad por temor a las amenazas del rey y tiene que acampar fuera de la ciudad

El Campeador es ayudado por un burgalés a conseguir víveres y dinero, construyendo unas


arcas de arena para obtener dinero de los judíos burgaleses.

El Cid se dirige al monasterio de Cardeña, donde están su esposa, doña Jimena, e hijas , de
las que se despide. Jimena se lamenta del desamparo en el quedan las niñas.

El ángel Gabriel consuela al desterrado, anunciándole las victorias del Campeador la última
noche de este en Castilla.

Campañas victoriosas del Cid en Castejón y Alcocer obteniendo con ellas sus primeros
botines. Obsequia al rey con treinta caballos con sus sillas. Destaca la lealtad del Cid con el
rey a pesar de destierro injusto.

Se apodera de Zaragoza, reino musulmán tributario del conde de Barcelona. Este lo


considera un grave ultraje. El Cid trata de calmar al conde, pero no lo consigue y se inicia la
batalla, en la que vence el Cid y gana la espada Colada.

El conde de Barcelona queda prisionero y quiere morir de hambre. El Cid le anima a comer
a cambio de la libertad. El conde se niega , el Cid insiste en que coma prometiéndole de nuevo
la libertad, pero quedándose el dinero que ha perdido el conde. El conde se marcha. Alegría de
los vencedores por el botín ganado.

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