Está en la página 1de 22

EL IMPACTO DEL GÉNERO EN LAS MIGRACIONES DE LA

GLOBALIZACIÓN: MUJERES, TRABAJOS Y RELACIONES


INTERCULTURALES

Emma Martín Díaz


Universidad de Sevilla
emma@us.es

El impacto del género en las migraciones de la globalización: mujeres,


trabajos y relaciones interculturales (Resumen)

Las migraciones de la globalización deben afrontar una paradoja: mientras que el


capital financiero no encuentra obstáculos, ni tecnológicos ni legales, para su
expansión, las legislaciones de los países desarrollados intentan controlar los
desplazamientos de las personas. Esta realidad condiciona la circulación de las
mujeres migrantes, quienes ven como sus intentos son presentados desde una
perspectiva que niega toda capacidad de agencia social a sus estrategias
migratorias. Pese a todo, la realidad actual presenta una serie de claroscuros
donde las situaciones de explotación conviven con la capacidad de las
inmigrantes para invertir su posición en el proceso de toma de decisiones en el
seno del grupo doméstico y en los ámbitos del parentesco y las relaciones de
género. Al mismo tiempo se consolida la hegemonía de los países receptores en
una situación de "nuevo colonialismo" basado en la transnacionalización de la
fuerza de trabajo y de las tareas reproductivas.

Palabras Clave: Globalización, migraciones, género, redes sociales,


transnacionalismo.

Gender impact in the globalisation migrations: women work and


intercultural migrations (Abstract)

The migrations that take place in the context of globalization have to cope with a
paradoxical issue: on one hand, the financial capital does not find any obstacles
in its expansion, on the other, migratory flows are restricted as never before.
These facts determine the circulation of immigrant women by denying the
capacity of social agency of their migratory strategies. Despite of it, the current
situation presents a chiaroscuro panorama where the situations of exploitation are
mixed with the empowerment of immigrants women, inverting their position into
the making-decisions process inside the domestic group, the kinship, and the
gender relationships. At the same time, the hegemony of receiving countries is
consolidated, provoking a "new colonialism" that is based on the
trasnationalisation of labour and the reproductive tasks.

Keywords: Globalization, migrations, gender, social networks, transnationalism.

El presente artículo está basado en los resultados de la investigación "El papel de


las mujeres inmigrantes en el desarrollo de sus localidades de origen" financiado
por el Instituto de

la Mujer y con el apoyo complementario de la Fundación CENTRA y la Dirección General


de Coordinación de Políticas Migratorias de la Junta de Andalucía.

a) Hipótesis y objetivos

La cuestión de base que determinó la selección del objeto de estudio arranca de la


constatación obtenida a lo largo de nuestras investigaciones anteriores acerca de las
diferentes motivaciones y resultados de los procesos migratorios para las mujeres y para los
hombres. Las políticas migratorias juegan un papel central en estas diferencias, pero no son
los únicos factores, junto a ellos, la economía política de los hogares determina distintas
estrategias que, a su vez, son reformuladas como consecuencia de las políticas de los
Estados emisores y receptores, por la iniciativa individual y por la fuerza de las
comunidades sociales de pertenencia. La experiencia migratoria, como “hecho social total”
involucra diferentes niveles y planos de la realidad social, y está sujeta a las modificaciones
en los modelos económicos y culturales tanto en el ámbito de las prácticas como en el de
las representaciones sociales sobre la migración. Sin embargo, estas prácticas y estas
representaciones tienen diferentes repercusiones para el sujeto según su género, su etnia y
su clase social de procedencia y de inserción.

Sobre esta hipótesis nos propusimos los siguientes objetivos:

 Validar, refutar o matizar la hipótesis de que los procesos migratorios constituyen


una oportunidad para el empoderamiento de las mujeres, propiciando cambios
significativos en el papel de las mujeres en los procesos de toma de decisiones en el
seno de los grupos domésticos de referencia, y, consiguientemente, en la sociedad
local de origen.
 Analizar las estrategias implementadas por las mujeres inmigrantes para alcanzar
los objetivos de su proyecto migratorio en tres niveles: en el seno del propio grupo
doméstico, en la sociedad de destino y en la sociedad de origen, a través del estudio
de su participación en la toma de decisiones en la unidad familiar, su posición en la
red social, su inserción laboral y residencial en la sociedad de destino, el uso y
conocimiento de los recursos existentes en esta última para las mujeres inmigrantes
y las formas específicas que adquiere su vinculación con la sociedad de origen.

Para ello, seleccionamos a los dos colectivos más representativos de la actual inmigración
en España y en Andalucía: los marroquíes y los ecuatorianos, con el objeto de establecer
una comparación entre ambos que nos permitiera responder a las cuestiones planteadas con
mayor grado de eficacia y validez.

b) Metodología:

La metodología a emplear se ajustó a la hipótesis inicial de que los procesos migratorios


tienen diferentes repercusiones para los hombres y para las mujeres. Pretendíamos obtener un
conocimiento de los mecanismos y formas que adquieren las trayectorias migratorias de las
mujeres en el interior de los colectivos a estudiar y su vinculación con las localidades de
origen. Para ello, se realizó un seguimiento de los grupos domésticos, las redes sociales y las
modalidades asociativas en origen y en destino, y su articulación con las estrategias
migratorias, los procesos de inserción social en la sociedad de destino, la inversión de los
ahorros, la participación social de las inmigrantes en los lugares de origen, y su rol en el
proceso de retorno. Se utilizaron los métodos y técnicas de la antropología social, siendo el
trabajo de campo y la observación participante su base fundamental. En este sentido, nos
beneficiamos del conocimiento previo de estas redes y del movimiento asociativo de estos
colectivos, de sus mecanismos de inserción laboral y social, y del conocimiento de las
políticas migratorias y de integración implementadas desde la administración, así como de la
participación de las inmigrantes en las Ongs, sindicatos y otras organizaciones civiles tanto en
la sociedad de destino como la de origen.

La observación participante tuvo un carácter transnacional, realizando un seguimiento de los


procesos migratorios teniendo en cuenta la doble participación en las sociedades de origen y
destino. Esta observación nos permitió tanto la descripción como la explicación de las
estrategias y modelos de participación social, y las readaptaciones de éstos en relación con los
cambios experimentados en el proceso migratorio. Se analizó tanto el ámbito de las prácticas
como el de los discursos, en la medida en que éstos representan, organizan, justifican y
legitiman los procesos de toma de decisiones y las transformaciones sociales que tienen lugar
como consecuencia de estos procesos.

En todos estos campos se priorizó la variable de género y se realizó un análisis de red en la


línea de las investigaciones antropológicas sobre el tema, que cuentan con una sólida y rica
trayectoria iniciada por los estudios de Bott (1956), y que, adaptada al estudio de los procesos
migratorios, ha probado su eficacia en la descripción y explicación del funcionamiento de las
estrategias y la circulación de los recursos entre los miembros del colectivo. En el campo del
asociacionismo, formal e informal, tanto en origen como en destino, se prestó una especial
atención a aquellas mujeres clave en los nodos de la red y a los mecanismos mediante los que
construyen y afianzan su influencia en el colectivo mediante el uso de los canales de
información y gestión de los recursos.

Las unidades de observación seleccionadas fueron la ciudad de Sevilla, en España, Las


poblaciones de Sangolquí (Pichincha) y Guasmo Sur (Guayaquil), en Ecuador y las ciudades
de Tetuán, Larache y la Yebala rural en Marruecos. En el caso de Ecuador se hizo un
seguimiento de las familias de las migrantes seleccionadas, en el caso de Marruecos se realizó
un acompañamiento de las mujeres seleccionadas en su retorno vacacional.

c) Técnicas de investigación
 Análisis y explotación de los datos estadísticos disponibles sobre la emigración en
las sociedades de origen.
 Análisis y explotación de los datos estadísticos sobre la inmigración en España,
prestando una atención especial a las variables de género y de inserción sociolaboral
 Análisis y explotación de los datos estadísticos sobre la inmigración en Sevilla
 Análisis de los datos sobre remesas de los migrantes ecuatorianos y marroquíes
 Revisión bibliográfica de la literatura sobre migraciones, centrada en los estudios
referentes al género, las remesas y el codesarrollo
 Realización de catas etnográficas en la ciudad de Sevilla con el objetivo de conocer
las redes sociales existentes: diversidad de modelos y grado de articulación con el
endogrupo y con la sociedad local. Estas catas se basaron en un trabajo de campo
intensivo de tres meses de duración en las que se entrevistaron a los miembros de
las asociaciones de inmigrantes, al personal de las ONGs de apoyo a la inmigración,
y a los responsables de las políticas migratorias en los niveles autonómico y local.
Se realizó un seguimiento de las actividades desarrolladas por los colectivos
inmigrantes, tanto formales como informales, y se comenzó la observación-
participación basada en la presentación del proyecto y sus objetivos a los miembros
de los colectivos seleccionados.

Una vez adquirido un conocimiento básico sobre el funcionamiento de las redes sociales y
sus relaciones con las diversas asociaciones e instituciones públicas y privadas se procedió
al diseño de las entrevistas. Para probar su eficacia se seleccionaron una serie de
informantes clave, nodos centrales de sus respectivas redes sociales, y se les realizaron 10
entrevistas en profundidad que nos permitieron efectuar las modificaciones pertinentes al
cuestionario.

 Antigüedad del proceso migratorio


 Tamaño y composición de los grupos domésticos reagrupados
 Tipo de inserción sociolaboral: servicio doméstico, trabajo en ONGs , sindicatos y
administraciones como mediadoras interculturales y otras funciones ligadas a la
prestación de servicios para inmigrantes, prostitución

A partir de estas informantes clave se utilizó la técnica sociológica de la "bola de nieve"


para acceder a otras personas de la red de la informante. A las contactadas por esta vía se
les pedía que nos proporcionaran el contacto con otras dos inmigrantes: una de su propia
red y otra perteneciente a una red social distinta. Estaba prevista la realización de entre 100
y 120 entrevistas, sin embargo, el punto de saturación se alcanzó en torno a las 40 mujeres
entrevistadas. A partir de ese número volvimos a encontrarnos con las mismas redes que ya
habíamos detectado y analizado.

La diversidad de los modelos de redes de los colectivos marroquíes y ecuatorianos obligó a


elaborar diferentes estrategias de investigación de los grupos domésticos de las mujeres
inmigrantes radicados en la localidad de origen. En este campo se seleccionaron mujeres
pertenecientes a las distintas redes detectadas. El criterio de selección fue que el grupo
doméstico en origen fuera dependiente o no de las remesas de estas mujeres. Para el caso de
las mujeres marroquíes se optó por el seguimiento del retorno vacacional mediante el
acompañamiento y la observación-participación de la cotidianidad de estas mujeres, en el
caso de las ecuatorianas se optó por convivir unos días con sus familias. En ambos casos la
observación-participación se complementó con la realización de entrevistas, con un
cuestionario diseñado al efecto que, en el caso de Marruecos, requirió del apoyo de una
licenciada de la Universidad Abdelmalek Essaadi para la traducción/transcripción.

Transnacionalismo y género: el papel de las mujeres en los flujos


migratorios de la globalización

El estudio de los procesos migratorios experimenta una importante transformación en una


doble dirección: en relación con la expansión sin precedentes de los intercambios y flujos
de la producción y las mercancías, de las finanzas y la comunicación, y de las personas y
las ideas que caracteriza el momento actual del capitalismo global, y, unido a estos
fenómenos, la aparición de nuevos planteamientos teóricos en el conjunto de las ciencias
sociales que intentan dar explicaciones de diverso alcance a estas realidades, que si bien no
son nuevas en su conjunto, si adquieren nuevas formas que obligan a los investigadores a
repensar el mundo en el que vivimos. (Appadurai, 1996, Castells, 1997) Esto implica
revisar conceptos claves como sociedad y cultura, en la medida en que han cambiado los
soportes básicos para su análisis: básicamente el territorio y la forma político-
administrativa que caracterizó la entrada de las sociedades en la “primera modernidad” a
escala global, el Estado-nación. (Featherstone, 1990) Contrariamente a lo que preconizaban
las teorías herederas de la Ilustración y del Evolucionismo Científico, en cualquiera de sus
variantes liberales o comunitaristas, la interconexión creciente entre las distintas sociedades
del planeta no ha ido acompañada ni de mayores cotas de riqueza y bienestar para todos los
individuos, ni de una mayor solidaridad entre los productores de las distintas naciones.
Pese a esta realidad, la creación de riqueza ha experimentado un ascenso vertiginoso a
medida que ha ido desvinculándose de su dependencia de la producción y aprovechando las
ventajas de la contracción del espacio y del tiempo que permiten las nuevas tecnologías
para la ampliación del capital financiero. Al mismo tiempo, estos procesos han facilitado la
transterritorialización y la re-territorialización de la producción aprovechando las
oportunidades que presentan para el dumping laboral la diferencia salarial y de las
condiciones de trabajo y de protección social entre las distintas zonas del planeta,
generando importantes conflictos de intereses entre los trabajadores de los distintos países.
Pero también es cierto que la expansión de las nuevas tecnologías de la información y la
comunicación permiten que los trabajadores se beneficien de esa contracción de las
categorías espacio-tiempo, dando lugar a la aparición de desplazamientos masivos a escala
planetaria que intentan aprovechar esta nueva realidad en su propio beneficio. Del mismo
modo, hoy es posible implementar acciones globales de respuesta a las violaciones de los
Derechos Humanos, a las catástrofes naturales, y a la violencia política en cualquier lugar
del planeta prácticamente en tiempo real, favoreciendo el fortalecimiento de las redes
internacionales de solidaridad. (Friedman, 1990) En resumen, podemos señalar que si bien
es cierto que las desigualdades en términos de renta experimentan un ascenso como
consecuencia de los nuevos modelos económicos, también las respuestas, adaptativas o
impugnadoras, a esta situación se han multiplicado. El resultado es el incremento constante
del flujo de personas que se trasladan buscando un lugar que ofrezca las oportunidades que
se les niegan en sus lugares de origen para poder desarrollar sus proyectos, pero también un
aumento significativo del número de profesionales y técnicos que desarrollan sus
actividades en la dirección inversa: de las zonas ricas del planeta a las menos favorecidas,
ejerciendo la solidaridad, o buscando un lugar donde invertir. (Inda y Rosaldo, (2002) En
su conjunto, todos estos procesos ponen el énfasis en dos tendencias claves que caracterizan
el modelo de globalización actual: el incremento de todos los flujos, (Appadurai, 1990) y,
consecuentemente, la creciente interconexión entre las personas y las sociedades. (Martín,
2003)

Las migraciones masivas han seguido unas pautas diferenciadas en relación a la pertenencia
del sujeto a los sistemas de sexo/género, los cuales, a su vez, están en relación con las
distintas culturas étnicas y nacionales presentes en los distintos Estados-nación. (Balibar y
Wallerstein, 1991) Como hemos venido afirmando a lo largo de nuestras publicaciones,
(Martín, 2006a, Martín y Sabuco, 2005) hombres y mujeres desarrollan diferentes
estrategias tanto para la emigración como para la inserción social en los países de
inmigración. Esta diferencia es claramente perceptible tanto en las políticas de inmigración
como en las representaciones sociales que se originan sobre los procesos migratorios.
Como señala Sassen, (2003: 46) “las dinámicas de género han sido invisibilizadas en
términos de su articulación concreta con la economía global. Este conjunto de dinámicas
puede encontrarse en los circuitos alternativos transfronterizos…, en los cuales el rol de las
mujeres, y especialmente la condición de mujer migrante, es crucial.” Y es que las
migraciones transnacionales aparecen como un lugar privilegiado para estudiar la
transformación de los patrones de género. En este sentido, el estudio de la formación de las
unidades domésticas transnacionales arroja datos esclarecedores sobre el empoderamiento
de las mujeres, permitiendo la validación de determinadas hipótesis formuladas por el
feminismo de la globalización al respecto. Permiten observar la creación de nuevas formas
de solidaridad transfronterizas, pero también de nuevas formas de explotación, y las
experiencias de pertenencia y de elaboración de identidad que representan las nuevas
subjetividades femeninas. Volviendo a Sassen (2003: 50) “mujeres e inmigrantes emergen
como el equivalente sistemático del proletariado, un proletariado que se desarrolla fuera de
los países de origen. Además, y por otra parte, las demandas de la fuerza de trabajo del
máximo nivel profesional y gerencial, en las ciudades globales, son tales, que los modos
corrientes de manejar las tareas y los estilos de vida domésticos se vuelven inadecuados.
Como consecuencia estamos observando el retorno de las llamadas “clases de servidumbre”
compuestas en su mayoría por inmigrantes y mujeres inmigrantes”. Una contribución
empírica a este enfoque puede encontrarse en Martín y Sabuco (2006). Para una visión que
combina las aportaciones teóricas con los datos empíricos el trabajo de Martínez Veiga
(2004) constituye un referente imprescindible.

Es ya un lugar común que la globalización económica ha supuesto una feminización de la


pobreza y, consiguientemente, un incremento de las migraciones femeninas. (UNFPA,
2002, 2004) Sin embargo, son menos conocidos los efectos de esta situación sobre las
sociedades en general y sobre las mujeres en particular. (Floro, 2001) Debemos recordar
que el género, como construcción social que organiza las relaciones entre los hombres y las
mujeres, configura patrones diferentes que es necesario tener presente en las
investigaciones sobre las migraciones. (Balbuena, 2004) Metodológicamente, el género no
sería una variable más a tener en cuenta, sino la unidad de análisis central para comprender
en toda su dimensión las repercusiones de las migraciones en el mundo actual y la génesis y
el funcionamiento de las comunidades transnacionales.
Las migraciones femeninas no son un fenómeno nuevo, lo que ha tenido lugar es un
incremento de las mismas y, sobre todo, un mayor interés por su estudio. En la actualidad,
en Europa y en América del Norte, las mujeres representan más del 50% del total de la
inmigración a estos países. Pero esta no es ni la única ni la principal novedad. El hecho más
significativo es el incremento del número de mujeres que emigran siguiendo un proyecto
autónomo que las convierte en las principales proveedoras y cabezas de hogar. (Oso, 1998,
Gregorio, 1998) Conviene detenerse en esta cuestión para comprender la magnitud de la
transformación.

El papel de los Estados-nación en la conformación de los sistemas de sexo-género ha sido


crucial en la definición de las identidades y los roles que hombres y mujeres deben
desempeñar como miembros de la comunidad nacional. Como plasmación política del
proyecto hegemónico de una clase social, la burguesía, que consagraba la subordinación
económica, social y política de las mujeres a los varones, esta dependencia femenina estaba
legitimada sobre el conjunto de unas representaciones sociales que atribuían la toma de
decisiones en el seno de los grupos domésticos al cabeza de familia, otorgando a las
mujeres en exclusiva el rol de cuidadoras. En las obras citadas mas arriba hemos
denunciado la falta de correspondencia entre este modelo ideal y la práctica social, aunque
también hemos reconocido que la fuerza de estas representaciones sociales ha sido
determinante en la conformación y reproducción de las identidades de sexo/género. En el
ámbito de las migraciones, estas representaciones se traducen en varios hechos concretos:
en primer lugar, en la sobrerrepresentación de los varones en los procesos migratorios, con
la consiguiente equiparación entre las estrategias masculinas de migración y la creación de
tipologías de modelos migratorios de alcance universal. No es ajena a esta confusión la
diferenciación existente entre los sectores económicos de inserción de los hombres y las
mujeres migrantes, que facilitan la invisibilidad de estas últimas. El segundo hecho a
destacar es la distinta consideración que reciben los proyectos migratorios de hombres y
mujeres sobre la base de la construcción del género en los Estados-nación. Así, los varones,
cuando emigran, van a buscar el pan que sus familias necesitan, o, si son solteros, a
desarrollar sus proyectos vitales buscando oportunidades que se les niegan en los países de
origen. Sin embargo, esta capacidad de agencia social es negada a las mujeres. Mientras
que la libertad de circulación es un derecho universalmente reconocido para los varones (lo
que implica libertad de emigrar, es decir, de salir de un Estado, pero no de inmigrar, de
establecerse en otro distinto) la emigración de las mujeres es colocada bajo la sospecha en
un doble sentido: por una parte, se les niega esa misma libertad de circulación, por otra, se
les niega también esa capacidad para la agencia social.

Si el varón se desplaza buscando trabajo, está haciendo lo correcto para garantizar el


sustento familiar. Por el contrario, si es la mujer la que busca trabajo fuera de su entorno
familiar está abandonando a la familia, y, por tanto, haciendo dejación de su deber
fundamental: el de cuidadora. (Herrera y Martínez, 2002, Herrera, 2003) No es casualidad
que allí donde la emigración femenina es muy significativa, los poderes públicos y los
agentes sociales enfaticen las repercusiones sobre las estructuras domésticas, siempre en
sentido negativo. La ausencia de la mujer supone, desde esta perspectiva, un factor
desestabilizador que no está presente en el proyecto migratorio masculino. Por otra parte,
tampoco es casual que conforme las migraciones se feminizan aumente la preocupación por
el tráfico de personas. (Casal y Mestre, 2002) Es indudable que las políticas restrictivas y
de control de las fronteras de los estados receptores han provocado un incremento
espectacular de las redes delictivas de tráfico de personas (que también es consecuencia del
incremento de la economía delictiva en el conjunto de la actividad económica global, que
en 1997 Castells cifraba en torno al 20%, aunque este dato pocas veces es tenido en
cuenta), pero debemos ser muy cuidadosos con el sesgo que supone enfatizar la dimensión
trafiquista de las migraciones actuales, ya que, como hemos denunciado en otro lugar,
(Martín, Sabuco y Bredy, 2006) demasiado a menudo el peso de este enfoque vela la
capacidad de las mujeres en el diseño y ejecución de su proyecto migratorio.

El trabajo doméstico: nicho laboral y lastre para la integración social

En la ciudad de Sevilla, como en otras ciudades del Estado español, se están produciendo
una serie de transformaciones en el seno de las unidades familiares que suponen un
incremento muy significativo del trabajo doméstico asalariado. Aunque no son los únicos,
destacaremos tres factores significativos: 1) la incorporación de las mujeres a los mercados
de trabajo, 2) la recomposición de los hogares mediante el incremento del número de
hogares monoparentales y de las “familias reconstituidas”, y 3) el aumento de la esperanza,
y no siempre de la calidad, de vida, y consiguientemente, del número de ancianos
dependientes. Estos factores, aunque inciden en el incremento de la demanda en el servicio
doméstico, no contribuyen a una mejora de las condiciones laborales ni a un mayor
reconocimiento social de esta actividad. La situación de precariedad económica y de no
reconocimiento social determina que las mujeres autóctonas abandonen el sector,
particularmente en su ejercicio por cuenta propia, prefiriendo la contratación en empresas
dedicadas a la externalización de estos servicios. Por otra parte, la cada vez más
significativa feminización de las migraciones ha propiciado una serie de cambios en el
servicio doméstico, (Herranz, 1998, Martínez Veiga, 2000) destacándose una ampliación de
la actividad, que de ayuda complementaria pasa a desempeñarse a tiempo completo. La
progresiva importancia del servicio doméstico como “yacimiento de empleo” incide en la
transformación de las estrategias migratorias, propiciando la prioridad de las mujeres sobre
los varones, ya que para éstas resulta mucho más fácil encontrar un empleo estable.
(Martín, 2006 a) A su vez, la llegada masiva de mujeres inmigrantes permite ampliar el
campo de los servicios domésticos y del cuidado a un mayor número de hogares, que se
hubieran visto obligados a prescindir de estos servicios si la demanda hubiera tenido que
ajustarse a la legalidad laboral, ya de por si precaria, del sector. La doble exclusión de la
migrante: como inmigrante, y, por tanto, extranjera, y como doméstica, y, por tanto, como
“no productiva” conlleva una mayor disponibilidad a trabajar duro por menos dinero, y
convierte sus servicios en asequibles para personas con recursos escasos. Sin embargo, el
colectivo mayoritario, el marroquí, presenta una serie de inconvenientes en relación a la
disponibilidad laboral requerida por el “empresariado doméstico”. En la medida en que
estamos hablando de una “comunidad diaspórica” con unas redes sociales sólidamente
asentadas en destino, muchas de ellas han llegado a constituir un hogar propio en el que
trabajar y tienen familiares dependientes a los que cuidar. Por otra parte, las recién llegadas,
con una red débil y con acuciantes necesidades de trabajar para reagrupar a sus familias o
para mantenerlas en su lugar de origen, tienen que afrontar el importante inconveniente de
la barrera lingüística. Este factor dificulta de manera significativa la relación entre la
empleadora y la empleada, y se superpone a la existencia de diferentes prácticas y
representaciones sobre las tareas domésticas y el cuidado de los hijos. Por último, aunque
no en menor grado, las mujeres marroquíes deben enfrentar los desencuentros que tienen
lugar en relación al uso del pañuelo como marcador corporal de la práctica de la religión
musulmana, que se erige como una frontera cultural entre la empleadora y la trabajadora.

La llegada de las migrantes latinoamericanas viene a resolver dos de las barreras culturales
citadas: por un parte la religión, pero, sobre todo, elimina la frontera lingüística. Sin
embargo no son desdeñables otros factores que pocas veces se encuentran presentes en los
discursos: la mayor lejanía geográfica –que no cultural, en el imaginario de la sociedad
receptora- de los lugares de procedencia, unido a la mayor debilidad de las redes en un
primer momento de llegada, presenta una serie de ventajas para las empleadoras al ampliar
la disponibilidad de las trabajadoras, quienes, además, deben afrontar en los primeros
momentos el pago de una deuda mucho más importante debido al mayor coste del viaje.

De esta forma, las latinoamericanas pasan a ocupar los primeros lugares en el ranking de
preferencias de las empleadoras, aunque no por ello se ven libres de prejuicios. Así, dentro
de este colectivo tienen preferencia las más blancas sobre las indígenas o las negras. E
incluso dentro del grupo de las mujeres blancas la forma de vestir se convierte en un factor
para la selección de las trabajadoras. No deja de ser curioso que, mientras el uso del
pañuelo se convierte en un estigma para las mujeres musulmanas, llevar ropa demasiado
ceñida o escotada sea también un marcador estigmatizado si quien viste de esta manera es
una mujer inmigrante.

La situación de vulnerabilidad y de estigmatización de la mujer inmigrante es una realidad


constatable empíricamente, como se desprende de los numerosos testimonios recogidos a lo
largo de nuestras investigaciones. Sin embargo, las situaciones de sobreexplotación y de
minorización coexisten y se superponen con los procesos de empoderamiento social de
estas mujeres y la agencia social desplegada para implementar estrategias dirigidas a
alcanzar los objetivos del proyecto migratorio. Incluso en el ámbito de las relaciones
laborales es fácil percibir los mecanismos de resistencia desplegados para contrarrestar las
actitudes y comportamientos que suponen un abuso de poder o que tienen a rebajar la
dignidad de la trabajadora. Así, las mujeres inmigrantes reivindican su papel de madres,
esposas e hijas, es decir, de integrantes de sus propios grupos domésticos y, por tanto,
iguales a las dueñas de las casas en las que trabajan. De esta forma, contestan
simbólicamente lo que perciben como una imposición arbitraria de modelos culturales de
limpieza y cuidado que niegan el valor de sus propios modelos de referencia.

Las mujeres ecuatorianas y su posición en el debate Agencia/Estructura

Si la crisis de 1999 en Ecuador es un factor estructural en la emigración ecuatoriana hacia


España, (Ramírez y Ramírez, 2005) la inserción laboral en el ámbito doméstico determina
las opciones de la migrante en la sociedad de destino al limitar su visibilidad como sujeto
social. Ambos elementos se articulan para imponer una serie de condiciones que, por una
parte, dificultan el empoderamiento de las mujeres, y, por otra, velan los logros alcanzados.
En origen, la crisis económica desestructuró la economía política de los hogares de las
migrantes. Muchas veces esta economía estaba basada en delicados equilibrios en los que
la suma de esfuerzos y de voluntades de las redes de mujeres, tanto familiares como amigas
y vecinas, proporcionaban los recursos, materiales y simbólicos, para la subsistencia.
(Herrera, 2003) La combinación de una inflación galopante con una creciente inestabilidad
política inició el derrumbe de esta forma de vida, sobre la que se habían articulado los
proyectos de futuro de las capas medias y bajas de la sociedad ecuatoriana. Sin embargo,
hemos podido comprobar que la flexibilidad de estas redes, y su dinamismo, fueron capaces
de amortiguar las que, de otro modo, hubieran sido catastróficas consecuencias. Y lo
hicieron sobre la base de readaptarse a la nueva situación mediante la transnacionalización
de las relaciones sociales. (Gurac y Caces, 1998, Herrera, 2004), De esta forma, la red
proporcionó los elementos necesarios para la reproducción social, construyendo puentes y
abriendo caminos por los que circula el dinero, la información, el cuidado y todos los
demás recursos necesarios para la vida. Es precisamente la capacidad de las mujeres para
reconstruir y reafirmar estas redes (Camacho, 2004) y su posición en ellas lo que otorga
sentido a la experiencia migratoria, y demuestra los agujeros existentes en las teorías que
olvidan a los sujetos para centrarse en los hechos. (Goicoechea y Ramírez, 2002, Pedone,
2005)

Son estas redes las que sostienen los proyectos de las mujeres y las que permiten su
empoderamiento, limitando el impacto que el evidente y consciente descenso de clase
supone para las mismas, particularmente en los primeros momentos de su experiencia
migratoria. La frustración que podría derivarse de su inserción en el servicio doméstico,
muchas veces en condiciones de servidumbre, es contrarrestada con una percepción
fundamentalmente instrumental de su actividad. La representación social que se desarrolla
no incluye al trabajo como ámbito de sociabilidad, sino como la herramienta que permite
conseguir los objetivos de reproducción social. La mayoría de las migrantes opta, pues, por
elaborar un discurso pragmático, dibujando una balanza donde la resignación se contrapesa
con los objetivos alcanzados. Frases como: “esto es lo que hay”, o “ya sabíamos a lo que
veníamos” constituyen una parte de la argumentación, la otra parte la constituyen
razonamientos que enfatizan la ganancia económica en términos de diferencia salarial en
origen y en destino. Esta realidad parece reforzar la percepción de que en las sociedades de
la globalización el trabajo pierde centralidad simbólica en la misma medida en que la gana
el salario. (Alonso, 2000) Sin embargo, para muchas de estas mujeres, más importante que
el beneficio monetario son otras cuestiones que a veces no aparecen en este discurso, pero
si en otros momentos, o que son fáciles de observar en el estudio detallado de las
entrevistas. Estas cuestiones hacen referencia a los procesos de empoderamiento
experimentados por muchas, aunque no todas, de las mujeres entrevistadas. Nos referimos a
la autoridad alcanzada en el manejo de los mecanismos de reagrupación familiar y de la
reconstitución de las redes sociales, que pueden acabar con situaciones de dependencia,
abuso y subordinación en origen, o al menos minimizar su impacto. Esta autoridad, unida al
prestigio que conlleva, les permite a su vez generar nuevas cadenas migratorias y de
cuidado en origen y en destino destinadas a afianzar la nueva situación de poder de la
mujer. En este sentido, es interesante destacar que la situación de “jefas de hogar”
(Gregorio, 1998) las coloca en una posición de mayor agencia social y de superioridad
simbólica sobre muchas de las mujeres autóctonas para las que trabajan, invirtiendo la
relación de subordinación existente en el ámbito laboral.
Resulta interesante comprobar cómo a medida que la experiencia migratoria se dilata en el
tiempo y se va accediendo a una situación de mayor estabilidad laboral y de regularización
de la estancia en el país el colectivo ecuatoriano comienzan a cambiar los objetivos de su
proyecto migratorio. (Atienza y Acosta, 2004) Si en un primer momento su meta era
maximizar el ahorro e invertirlo en origen, básicamente en la compra o reforma de la casa
familiar, conforme se produce la reagrupación familiar el esfuerzo se concentra en la
compra de una vivienda en destino. Varios factores contribuyen a este cambio, conectados
con la situación en la sociedad de origen y en la de destino.

Una de las razones tiene que ver con la profunda desconfianza hacia el gobierno y sus
instituciones. (Bretón y García, 2003) Los migrantes ecuatorianos, tanto los hombres como
las mujeres, manifiestan un fuerte pesimismo acerca del futuro del país ya que consideran
que la clase política es la responsable del colapso económico que les llevó a emprender el
proyecto migratorio. La dinámica de corrupción que ha marcado a los gobiernos actúa en
una doble dirección: por una parte, desincentiva el retorno, y por otra afianza el acierto de
la decisión emprendida por los y las migrantes.

Un aspecto significativo de esta cuestión es que la responsabilidad del incremento de las


desigualdades en el país de origen se mantiene en los límites del Estado-nación. Ninguna de
las mujeres entrevistadas hizo alusión a la globalización como factor condicionante de la
actual situación de Ecuador. Para ellas, la crisis es un asunto interno con unos responsables
nacionales. La inscripción de esta situación en un contexto internacional que impone
severas medidas de ajuste como forma de garantizar el crecimiento de la macroeconomía
no es contemplada en modo alguno. En gran medida, este hecho se encuentra relacionado
con la percepción antes citada de una situación de crisis y corrupción en términos de
acontecimientos vividos en los contextos personales y domésticos, y no como el resultado
de modelos económicos de alcance internacional. Así, la visión negativa sobre los políticos
se encuentra fuertemente personalizada, como hemos podido comprobar en los testimonios
aportados.

Sin embargo, aunque la desconfianza en el futuro del país es un elemento desactivador del
retorno como estrategia a corto o a medio plazo, prácticamente ninguna de las mujeres
entrevistadas descartaron el retorno definitivo, aunque fueron muchas las que lo ligaron con
el cese de su actividad laboral. Se produce así una dicotomía entre “país de trabajo” y “país
de vida”, particularmente relevante entre quienes mantienen a sus familiares en Ecuador.
Para quienes han reagrupado a sus familias, o la han creado en Sevilla, Ecuador se
convierte en el paraíso en el que disfrutar, en un futuro muchas veces impreciso, de los
beneficios del duro trabajo desempeñado en las sociedades de destino.

En la medida en que España se va consolidando como “país de trabajo” y la estrategia


migratoria se modifica hacia la reagrupación familiar y la consolidación de la red social,
resulta coherente que la inversión presente también un cambio en la tendencia: del país de
origen al país de destino. En este sentido, la principal inversión es la vivienda en propiedad.
De esta forma, el país receptor se beneficia del trabajo de los y las migrantes en una doble
vía. Por una parte, la inmigración cubre los sectores deficitarios en mano de obra y
contribuye al crecimiento de la demografía y de la productividad de la economía nacional.
Por otra, los salarios de los inmigrantes son reinvertidos en el país de destino en forma de
pequeños negocios o de propiedades inmobiliarias. Esta realidad genera un circuito de
doble extracción de beneficio: como trabajadores y como inversores, que se complementa
con las ganancias que obtiene el estado emisor en forma de remesas y de inversiones,
también en el sector inmobiliario y en el pequeño negocio básicamente. Desde este punto
de vista, es innegable que el inmigrante constituye un importante agente económico tanto
en la sociedad de origen como en la destino.

Sin embargo, esta afirmación debe ser matizada. Aunque la corriente general se manifieste
claramente favorable a estas tesis, no podemos negar que de ellas se desprende un tono
triunfalista que no se corresponde exactamente con la realidad. En primer lugar, porque los
inmigrantes se integran en sectores de muy baja productividad, que son precisamente los
que más crecen en términos de empleo. En esta dinámica, la inversión de los migrantes se
encuentra limitada también a estos sectores, de manera que los negocios emprendidos
suelen generar poco margen para la ganancia y el empleo. Por otra parte, la inversión en la
vivienda se encuentra mediatizada por el alto precio del alquiler y favorecida por la práctica
del realquiler, generando situaciones de hacinamiento y de mantenimiento de la precariedad
habitacional. Además, la inserción de los inmigrantes en el tejido económico y social del
país de destino les lleva a adoptar los mismos patrones de comportamiento que los
nacionales sobre la base de asimilar las pautas de endeudamiento de la sociedad receptora.
En la práctica, se contrae una deuda importante que obliga a grandes esfuerzos y sacrificios
que añadir a los inherentes a la propia experiencia migratoria y que tiene importantes
repercusiones sobre la red transnacional.

El cambio de estrategia detectado está suponiendo un descenso, que todavía no es muy


pronunciado, pero sí significativo, de las remesas que envían los inmigrantes a Ecuador,
haciendo saltar las alarmas en el país de origen de los migrantes. Ante esta situación, la
estrategia del Estado ecuatoriano ha sido reforzar los vínculos de ciudadanía en el seno de
las comunidades transnacionales. Sin embargo, los ecuatorianos residentes en España,
tanto hombres como mujeres, han sido en general muy críticos con esta medida, que
contemplan como un intento de instrumentalización de su voto inspirado por el deseo de las
redes políticas de carácter clientelar de extender sus ramificaciones hasta los países de
inmigración. No es de extrañar esta percepción si tenemos en cuenta el rechazo general que
suscitan los políticos dentro de este colectivo.

En el ámbito de las políticas públicas y del asociacionismo formal encontramos también


diferencias significativas en los comportamientos y en las representaciones sociales de
hombres y mujeres. Estas diferencias están en relación con las discrepancias observadas en
la narración sobre las causas de la crisis en Ecuador. La mayoría de los varones tienden a
desarrollar modelos asociativos dirigidos a reforzar su posición como migrantes, y, por
tanto, ciudadanos del país de origen y miembros de un colectivo desfavorecido en el país de
destino. Coherentemente con esta percepción, su auto-representación, así como sus
acciones, están encaminadas a lograr un reconocimiento político por parte del Estado de
origen y el de destino. La constitución de asociaciones y de federaciones de asociaciones
tiene como fin el conseguir estos objetivos de participación en los procesos de toma de
decisiones, aprovechando el carácter transnacional de su experiencia para la negociación
con ambos Estados. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya mujeres que participen
de forma muy activa en estas asociaciones, sino que la mayoría de ellas prefieren diseñar
otras estrategias de inserción en destino y de vinculación con el país de origen que pasan
por la creación, reforzamiento y modificación de redes de solidaridad femenina. A lo largo
del trabajo de campo hemos comprobado cómo las mujeres ecuatorianas presentan un
mayor grado de conocimiento y de uso de la red de recursos sociales en destino que los
varones, así como que tienden a hacer un uso “feminizado” de las mismas. También hemos
comprobado que muchas de ellas se muestran defraudadas cuando, buscando activar una
solidaridad intragénero que facilite su empoderamiento, se encuentran con que estas
mujeres autóctonas con las que contactan, muchas de ellas miembros de ONGs y de los
Servicios Sociales de las administraciones, han optado por anteponer su identidad nacional
a la identidad de género, llegando incluso a usurpar la voz de las inmigrantes en la
negociación de las condiciones laborales. Como hemos escrito en otra ocasión
(Martín, 2006 a) habrá que preguntarse hasta qué punto la “liberación” de las mujeres
occidentales no va a depender cada vez más de la asunción de su rol de cuidadoras por otras
mujeres provenientes de los países pobres del planeta, dificultando, e incluso impidiendo, la
lucha feminista global por los derechos de todas las mujeres.

Las mujeres marroquíes: redes diaspóricas, religión y género

Hemos optado por definir a la migración marroquí como un proceso diásporico. Aunque en
la práctica resulta complicado diferenciar los términos de migración y diáspora, creemos
que está distinción puede ser operativa para la comparación que nos ocupa. De esta forma,
la realidad nacional marroquí cuenta, desde su conformación, con una “ciudadanía
ausente”, que, si bien no ha sido tenida en cuenta en el proceso de toma de decisiones, si
que ha sido convocada por los poderes del Estado como parte de la comunidad nacional, en
la medida en que sus remesas son muy importantes para la economía de Marruecos.
Además, los migrantes mantienen vivos los lazos con su país básicamente mediante dos
estrategias diferenciadas pero articuladas entre sí: el retorno vacacional y la activación de
redes multinacionales de carácter diaspórico que ponen en circulación información,
personas y bienes, como hemos tenido ocasión de comprobar.

Por otra parte, y aunque nuestro planteamiento se encuentra muy alejado de posiciones
esencialistas sobre la “mediterraneidad”, es evidente que la realidad histórica de contactos y
desencuentros entre ambas orillas del “Mare Nostrum” forma parte de nuestro acervo
cultural. En nuestro trabajo de campo en el Rif conocimos a familias orgullosas de sus
parientes que habían servido en el ejército español, que habían trabajado como domésticas
en casas de militares y funcionarios del Gobierno en la época del Protectorado, e incluso
que habían formado parte de la “Guardia Mora” del general Franco, y que estaban felices
de volver a hablar español con nosotras. Muchas más familias nos hablaban con orgullo de
sus ascendientes, que lucharon contra el ejército español. La huella de la presencia española
en la zona es una realidad tan evidente como delicada, como suelen serlo todos los vínculos
coloniales.

La sensación de compartir con estos migrantes y sus familias una herencia común no estaba
ausente, muy al contrario, de nuestra experiencia, intelectual y sensual, en Ecuador. Sin
embargo, al mismo tiempo éramos conscientes, más que nunca, del axioma de Renan
(1882) acerca de que la nación se compone mucho más de olvidos, que de memorias,
compartidos. Ecuador se nos presenta en los textos y discursos oficiales mucho más
cercana, en la medida en que conecta con el “glorioso” pasado colonial. Sin embargo,
Marruecos, y en concreto el Protectorado, refieren directamente a una fractura política entre
la ciudadanía que acompañó la entrada del Estado-nación español en la modernidad, y
cuyas consecuencias se mantienen todavía vivas en la actualidad.

A este factor hay que añadir otro de carácter más general. El colonialismo del siglo XIX fue
legitimado ideológicamente sobre las bases de un “racismo científico” que proporcionó la
coartada de legitimidad que las potencias occidentales esgrimieron para lanzarse a la
empresa de esquilmar los recursos de los territorios conquistados, en un contexto muy
alejado de la tradición humanista del siglo XVI de rechazo de la explotación y genocidio de
las poblaciones indígenas. En este sentido, debemos recordar que sólo muy recientemente
los científicos sociales de las antiguas colonias del Siglo XIX han conseguido hacer oír su
voz en los circuitos científicos internacionales para denunciar la colonización del
pensamiento sobre y en sus países, que ha demostrado tener mayor capacidad de
supervivencia que la colonización política. Esta perspectiva colonial condiciona nuestra
mirada y, también, nuestra aproximación científica a la realidad social de Marruecos,
(Ramírez, 1998, Aixelá, 2000) y, en particular, extiende un velo a través del cual
observamos la situación de las mujeres, la mayoría de las veces sin tomar en consideración
sus propios puntos de vista sobre el tema.

Este velo ha acompañado a las mujeres en sus migraciones, si bien es en los últimos años, y
particularmente a raíz del 11 de septiembre de 2001, (Álvarez, 2002) cuando ha llegado a
constituirse en el símbolo de una sinécdoque que elimina el sujeto-mujer mediante un
proceso de reificación consistente en la construcción de una entidad –la mujer musulmana-
a la que se dota de una existencia superorgánica. Así, las mujeres musulmanas son una
parte indistinguible de la Umma, la comunidad de creyentes. En esta concepción no hay
lugar para el individuo, sea hombre o mujer. El creyente pertenece a una categoría diferente
e incluso opuesta al ciudadano. Adoptando de manera exclusiva la perspectiva Emic de la
Religión musulmana, se acepta que la sumisión a la divinidad que conforma la doctrina
coránica es la regla que rige toda la vida de las personas. Este planteamiento, certeramente
criticado por Rodinson (1981) y por otros intelectuales como Said, (1990) es
particularmente grave para el caso de las mujeres, que son contempladas desde una
perspectiva que aúna la misoginia de las religiones del Libro, la desigualdad de género
presente en tantas sociedades, y no sólo las del Tercer Mundo, y las consecuencias del
subdesarrollo y de la pobreza sobre la subordinación de las mujeres para construir un ser
dependiente y alienado que debe ser liberado, incluso, sin contar con su opinión.

Con esta afirmación pretendemos llamar la atención sobre los riesgos de adoptar posiciones
absolutistas, en las que, bajo la pretensión de liberar a las mujeres musulmanas, se les niega
su condición de sujeto, ignorando los numerosos e interesantes ejemplos de agencia social
desplegados por estas mujeres a lo largo de su vida. (Salahdine, 1991, Nair, 1997, Mernissi,
1998) Queremos traer aquí el razonamiento de Salua, una de nuestras informantes, cuando
al comparar las relaciones de género en Marruecos y en España enfatizaba que la principal
diferencia estribaba en que en Maruecos había unas reglas muy rígidas…que pocas
mujeres, especialmente las mas jóvenes, seguían, mientras que en España el control social
no se basaba en la norma, sino en mecanismos más sutiles de alienación de las mujeres, lo
que dificulta y esconde el sexismo existente.

Sin embargo, no podemos ignorar que la religión sigue siendo en las sociedades
musulmanas la principal fuente de legitimación del control de las mujeres por parte de sus
grupos domésticos y de la sociedad en general. Aunque realizar esta afirmación nos obliga
a precisar las diferentes posturas religiosas existentes y romper la visión reificada y
monolítica del Islam que predomina en Occidente. Las miradas, el control de los vecinos
del que nos hablan las mujeres del Norte y que les obliga a adoptar en sus viajes de retorno
la vestimenta tradicional son un mecanismo diferente al referenciado por las mujeres de las
ciudades del Sur, como Casablanca o Rabat, cuando señalan que “los de las barbas” les
impiden ponerse la minifalda o un escote pronunciado, como estaban acostumbradas a
hacer hasta hace sólo unos pocos años. En este sentido, asumimos la diferenciación que
establece la socióloga iraní Nayereh Tohidi (2006) entre 1) el Islam
tradicional/conservador, 2) el Islam reformista liberal/moderno y 3) el Islamismo
revolucionario o Islam radical.

Como sucedía en el caso de las mujeres ecuatorianas, las mujeres marroquíes se muestran
muy críticas con la situación económica y política de su país. Sin embargo, estas críticas no
están tan personalizadas en la clase política, salvo en algunos casos de mujeres que
participan o han participado en movimientos sociales, tanto en Marruecos como en España.
Una parte de ellas adopta un discurso que es muy similar al de las mujeres andaluzas que
emigraron en los años sesenta del pasado siglo. Este discurso enfatiza el contraste entre la
riqueza natural y potencial de su país y la situación de pobreza, que no de miseria, de sus
habitantes. Sin embargo, las causas de esta contradicción aparecen algo difuminadas:
oscilando entre los gobernantes y el monarca, sin apuntar directamente hacia este último.
Resulta interesante destacar el contraste entre la libertad de expresión de las mujeres
ecuatorianas y la ambigüedad y discreción de las marroquíes, fruto evidente de culturas
políticas muy diferentes.

El fracaso del Estado-nación marroquí para integrar a su población en el mercado de trabajo


nacional es sin duda el factor que impide que el retorno definitivo pueda plantearse como
una opción estratégica por los emigrantes, y también constituye el principal factor
desencadenante de la emigración. Así, la idea de que en Marruecos no hay trabajo se
corresponde con la realidad de unas elevadas tasas de paro en el ámbito urbano, que afecta
en mayor medida a las personas con estudios universitarios. Pero también el medio rural se
ve afectado por la globalización: por una parte, desestructurando la economía política de los
linajes y propiciando la migración campo-ciudad, y por otra, la ruptura del aislamiento de
las comunidades tradicionales propicia el conocimiento de recursos que permiten suavizar
las duras condiciones de vida de estas aldeas. Este hecho es especialmente significativo en
el caso de las mujeres, quienes han tenido que desempeñar las tareas más duras tanto en el
ámbito productivo como en el reproductivo. Muy pocas mujeres del medio rural del Norte
de Marruecos se muestran dispuestas a ir al río a lavar la ropa, a caminar kilómetros para
conseguir leña, a parir a sus hijos sin atención sanitaria, y, en fin, a vivir la vida de sus
abuelas y madres. En gran medida, la afirmación común de que emigran para mejorar su
vida tiene distintas connotaciones según el medio del que se provenga. Aquellas mujeres
que vienen de las capas medias del entorno urbano pueden sentir que su inserción laboral
en el servicio doméstico supone un descenso de clase y una pérdida de status, pero quienes
provienen del medio rural y tienen acceso a la electricidad, el agua corriente y los
electrodomésticos, en ocasiones por primera vez, experimentan una evidente mejora en sus
condiciones de vida que, en términos comparativos, puede ser muy superior a la de andar
por la calle sola o vestirse a la occidental. Como puede comprenderse, estas mujeres no
contemplan la posibilidad de volver al medio en que salieron, y si invierten en la compra de
una casa en Marruecos lo hacen en un entorno urbano en el que puedan garantizarse el
acceso a estos bienes.

Aunque el acceso al trabajo y a mejores condiciones de vida son las motivaciones


principales, no debemos olvidar que fueron muchas las mujeres que manifestaron que su
estrategia migratoria pasaba por alcanzar la autonomía personal. Varias cuestiones
convergen en esta afirmación, que, para ser contextualizada, requiere de un esfuerzo de
precisión. En primer lugar, debemos afirmar que el proyecto migratorio, particularmente
cuando es emprendido como una iniciativa propia, implica cierta dosis de agencia. No
estamos hablando aquí del riesgo para la vida que supone el cruce del Estrecho en frágiles
embarcaciones. Son muy pocas las mujeres entrevistadas que han llegado por esta vía, ya
que la mayor parte de ellas han aprovechado las redes previamente existentes en el lugar de
destino. Pero aunque se cuente con este soporte, es indudable que abandonar el universo
social de referencia nunca es fácil. Un lugar desconocido, un idioma extraño y costumbres
diferentes son realidades que requieren un esfuerzo personal de adaptación, particularmente
en las presentes condiciones bajo las que se desarrollan los procesos migratorios. Por otra
parte, somos conscientes de que las mujeres que accedieron a ser entrevistadas tienden a
presentar un mayor nivel de integración social y un cierto grado de vinculación con las
asociaciones pro y de inmigrantes, lo que imprime un condicionamiento de partida a la
muestra seleccionada. Resulta lógico que en este contexto la mayor parte de las informantes
esgriman como una de las causas principales de su decisión de emigrar el deseo de romper
con los roles tradicionales de madres y esposas, tal y como son aplicados en Marruecos. En
este sentido, es evidente que la religión, al sancionar los roles de género, puede suponer un
lastre para el desarrollo de proyectos vitales que se aparten de los papeles tradicionales.
Pero esta realidad afecta no sólo a las mujeres. A lo largo de nuestras investigaciones
hemos conocido a muchos hombres para los que la inmigración ha supuesto un descenso
en sus posiciones de clase, pero que sin embargo manifiestan haber ganado en autonomía
personal. (Martín, Castaño y Rodríguez, 1999) Conviene recordar aquí que el sistema
patriarcal supone la dominación no sólo de los hombres sobre las mujeres, sino también de
la generación de más edad con respecto a la más joven, aunque es evidente que esta
dominación afecta más a las mujeres que a los hombres al imponer normas muy estrictas al
comportamiento de estas últimas que pueden entrar en contradicción con los deseos de las
mujeres de tomar el control de sus propias vidas. Sin embargo, esta situación de rechazo
del patriarcalismo imperante no presupone forzosamente una ruptura con las creencias
religiosas, sino un cuestionamiento de la forma en que estas creencias son aplicadas en la
vida cotidiana, fundamentalmente por los varones y, sobre todo, por los padres y, también,
las madres del país de origen.

Conclusiones
El estudio de las comunidades transnacionales (Kearney, 1995, Portes, 1997) nos ofrece
nuevas vías de exploración de los movimientos migratorios y de análisis de la participación
de los migrantes en la vida social, política y cultural en la “era de la información”.
(Castells, 1997) Este enfoque incide en que los cambios en los modelos económicos y
culturales deben traducirse en una revisión del marco teórico y conceptual que ha
caracterizado el estudio de los procesos migratorios. (Martín, 2006 b) Particularmente
relevante resulta la reconsideración de los sujetos sociales. Si en el enfoque tradicional las
unidades de análisis centrales eran el individuo, por una parte, y la clase social por otra, la
inclusión de las comunidades transnacionales como unidad de análisis permite dibujar la
complejidad de los procesos y la pluralidad de agentes sociales involucrados. Así, los
estudios sobre los procesos migratorios realizados desde el enfoque neoclásico enfatizaban
el nivel individual de la toma de decisiones planteando el proceso como el resultado de un
análisis racional articulado sobre la evaluación de los costos y los beneficios. Por otra parte,
los estudios centrados en la clase social como el nivel de análisis central (Wallerstein, 1974,
Eades, 1987) dibujan un mundo de estructuras que determinan la acción de los sujetos.
Ambas unidades de análisis son imprescindibles pero insuficientes para entender la acción
de los sujetos sociales en el marco de las sociedades de la globalización. En este marco, la
dimensión transnacional de las migraciones pone en cuestión las definiciones impuestas por
los estados, emisor (emigrante) y receptor, (inmigrante). La condición del sujeto se ajusta a
esta realidad transnacional, y lo que le caracteriza es una suerte de ubicuidad que señala
hacia la idoneidad del término migrante como forma de describir un modelo de circulación
de los sujetos en el que están presentes las personas y sus redes.

El diseño y desarrollo de la estrategia migratoria transnacional y la capacidad de enviar


remesas han sido decisivos para posibilitar el empoderamiento de las mujeres migrantes.
(INSTRAW, 2005) En este ámbito concreto la percepción que tienen las mujeres de su
experiencia migratoria es por lo general muy positiva. Sin embargo, es importante señalar
que para lograr sus objetivos han debido enfrentar obstáculos y realizar importantes
sacrificios personales en mayor proporción que los hombres. Esta realidad coloca en el
primer plano del debate la importancia del diseño e implantación de políticas de igualdad,
tanto en origen como en destino, como forma de superar el significativo sesgo de género
presente en los procesos migratorios, y sus negativas consecuencias para las mujeres
migrantes.

En este sentido, resulta necesario realizar un toque de atención a las políticas de igualdad
que se implementan en los países occidentales. (Young, 2000, de Lucas, 2003) Su énfasis
en la incorporación de las mujeres a la toma de decisiones se basa en una concepción de la
ciudadanía que abre una brecha insalvable entre las personas del mismo género, pero de
distinto origen étnico-nacional. Por otra parte, las políticas de inserción sociolaboral para
las mujeres inmigrantes se diseñan sin cuestionar en absoluto este modelo de ciudadanía
excluyente, lo que sólo puede redundar en el mantenimiento de las desigualdades
intragénero pero también intergénero, al reproducir, con pautas relativamente nuevas, el
modelo hegemónico de dominación. Por otra parte, la reproducción de los roles de género
no es la única consecuencia remarcable de estos modelos de inserción de la inmigración
femenina. Una de las hipótesis con las que estamos trabajando en la actualidad, y que ha
demostrado su validez en nuestras últimas investigaciones, es la de que la circulación de
trabajadoras inmigrantes articula nuevas realidades transnacionales en las que se consolida
la superioridad de los países de llegada mediante la desestabilización estructural de los
países de origen, al provocar una crisis en los modelos de género, y en concreto en la
masculinidad, y una alteración en los patrones de parentesco. (Martín y Sabuco, 2006)

Bibliografía

AIXELÁ, Y. Mujeres en Marruecos. Un análisis desde el parentesco y el género .


Barcelona: Bellaterra, 2000 .

ALONSO, L. E .. Trabajo y posmodernidad . El empleo débil . Madrid: Fundamentos,


2000.

ALVÁREZ, I. La construcción del inintegrable cultural. In J. de LUCAS y F. TORRES


( Eds .) Inmigrantes: ¿Cómo los tenemos? Algunos desafíos y (malas) respuestas . Madrid:
Talasa , 2002.

APPADURAI, A. Disjuncture and Difference in the Global Cultural Economy. In M.


FEATHERSTONE (Ed.). Global Culture. Nationalism, Globalization and
Modernity. London: Sage, 1999.

APPADURAI, A. Modernity at Large: Cultural Dimensions of Globalization. Minneapolis:


University of Minnesota Press, 1996.

ATIENZA, A. y ACOSTA, J. Estudio de caso de Ecuador. Migraciones y desarrollo.


Estudio de dos casos particulares: Ecuador y Marruecos .Madrid: Centro de Estudios de
Cooperación al Desarrollo (CECOD, 2004.

BALBUENA, P. Feminización de las migraciones. In PADH ( Ed .). Globalización,


migración y derechos humanos . Universidad Andina Simón Bolívar y Ed . Abya Yala ,
2004, p. 15-24.

BALIBAR, E. Y WALLERSTEIN, I. Raza, nación y clase . Madrid: IEPALA, 1991.

BRETÓN, V. Y GARCÍA, F. Estado, etnicidad y movimientos sociales en América Latina.


Ecuador en crisis . Barcelona: Icaria, 2003.

CAMACHO, G. Feminización de las migraciones en Ecuador. In F. HIDALGO


( Ed .). Migraciones. Un juego con cartas marcadas . Quito: Ed . Abya Yala , 2004, p. 303-
326.

CASAL, M. y R. MESTRE. Migraciones femeninas. In J. de LUCAS y F.


TORRES. Inmigrantes: ¿Cómo los tenemos? Algunos desafíos y (malas) respuestas.
Madrid: Talasa ,. 2002, p. 120-167.
CASTELLS, M. La era de la información . 3 Vol. Madrid: Alianza, 1997.

LUCAS, J. de . Globalización e identidades . Barcelona: Ed. Icaria Antrazyt , 2003.

EADES, J. Migrants, Workers and the Social Order . London: Tavistock , 1987.

FEATHERSTONE, M. (Ed.) Global Culture. Nationalism, Globalization and


Modernity . London: Sage Publication , 1990.

FLORO, M. Gender Dimensions of Financing Development Agenda . Documento de


trabajo. UNIFEM, 2002.

FRIEDMAN, J. Being in the World: Globalization and Localization. In FEATHERSTONE,


M. Global culture. London: Sage Publication, 1990.

GOICOECHEA, A. y F. RAMÍREZ. Se fue, ¿a volver? Imaginarios, familia y redes


sociales en la migración ecuatoriana en España (1997-2000). Iconos, 2002, nº 14, p. 32-45.

GURAK, D. y CACES, F. Redes migratorias y la formación de sistemas de migración. In


MALGESINI, G. Cruzando fronteras. Migraciones en el sistema mundial . Barcelona:
Icaria, 1998.

GREGORIO, C. Migración femenina. Su impacto en las relaciones de género . Madrid:


Nancea, 1998.

HERRANZ, Y. Servicio doméstico y feminización de la inmigración en


Madrid. Ofrim ( suplementos), 1998, nº 3, p. 65-83.

HERRERA, G. y A. MARTÍNEZ Género y migración en la región Sur . Informe de


investigación. FLACSO-Sede ecuado , 2002.

HERRERA, G. La migración vista desde el lugar de origen. Iconos, 2003, nº 15, p. 32-45.

HERRERA, G. Elementos para una comprensión de las familias transnacionales. In F.


HIDALGO (Coord.) Migraciones. Un juego con cartas marcadas . Quito: Ed . Abya Yala ,
2004.

INDA, J. X. & ROSALDO, R. ( Eds .) The Anthropology of Globalization. A reader . MA:


Blackwell , 2002.

INSTRAW. Cruzando fronteras: Remesas, género y desarrollo. Documento de trabajo.


Carlota Ramírez, Mar García Domínguez y Julia Miguez Morais ,. 2005.

KEARNEY , M. The Local and the Global: Anthropology of Globalization and


Transnationalism . Annual Review of Anthropology , 1995, nº 24, p. 547-565.
MARTÍN, E. CASTAÑO, A. y RODRÍGUEZ, M. Procesos migratorios y relaciones
interétnicas en Andalucía. Una reflexión sobre el caso del Poniente almeriense desde la
Antropología Social. MTAS/Consejería de Asuntos Sociales de la Junta de Andalucía, col.
OPI. 1999.

MARTÍN, E. Procesos migratorios y ciudadanía cultural . Sevilla: Mergablum , 2003.

MARTÍN, E. y A. SABUCO. Las mujeres en la globalización: el nuevo tráfico de alianzas


y de mercancías. Revista Latinoamericana de Estudios Avanzados,2006, 24, p. 65-106.

MARTÍN, E., A. SABUCO y E. BREDY. Prostitución femenina e inmigración en Sevilla.


In IV Seminario sobre la investigación de la inmigración extranjera en Andalucía . Sevilla:
Dirección General de Coordinación de Políticas Migratorias, 2006, p. 153-176.

MARTÍN, E. Mercado de trabajo, género e inmigración. In VV. AA. Mujeres inmigrantes,


viajeras incansables . Bilbao: Harresiak Apurtuz .2006a.

MARTÍN, E De las migraciones del fordismo a las migraciones de la globalización,


Europa: 1960-2005". Africa e Mediterráneo, 2006b, nº 54, p. 29-35.

MARTÍNEZ, VEIGA, U. Evolución y clasificación del trabajo doméstico


inmigrante. OFRIM Suplementos, junio de 2000, p. 75-96.

MARTÍNEZ, VEIGA, U. Trabajadores invisibles. Precariedad, rotación y pobreza de la


inmigración en España . Madrid: Ed . La Catarata, 2004.

MERNISSI, F. ONG Rurales du Haut-Atlas. Les Aït Débrouillé. Marrakech: Le Fennec ,


1998.

NAIR, S. Informe de balance y orientación sobre la política. de codesarrollo vinculada a


los flujos migratorios . Traducción a cargo de Katrien de Muynck . 1997.

OSO, L. La migración hacia España de mujeres jefas de hogar . Madrid: Instituto de la


Mujer ,1998 .

PEDONE, C. Tú siempre jalas a los tuyos. Cadenas y redes migratorias de las familias
ecuatorianas hacia España. In HERRERA, G., CARRILLO, M.C . y TORRES, A. La
migración ecuatoriana: transnacionalismo , redes e identidades . Quito: FLACSO-
Ecuador/Plan migración, comunicación y desarrollo, 2005

PORTES, A. Globalization from Below : The Rise of Transnational


Communities . Princeton University , 1997.

RAMÍREZ, A. Migraciones, género e Islam. Mujeres marroquíes en España . AECI.


Instituto de Cooperación con el Mundo Árabe y el Mediterráneo ,1998
Ramírez Gallegos, F. y Ramírez, J.P . La estampida migratoria ecuatoriana. Crisis, redes
transnacionales y repertorios de acción migratoria . Quito: Ciudad/UNESCO/ Abya
Yala /ALISEI, 2005.

RENAN, E. ¿Qué es una nación? Madrid: Ed . Sequitur , 2006 [1882].

RODINSON, M. Los árabes . Madrid: Siglo XXI de España, 1981.

SAID, E. Orientalismo. Barcelona: Ed . Libertarias/ Prodhufi S. A, 1990.

SASSEN, S. Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en circuitos


transfronterizos . Madrid: Traficantes de sueños, 2003.

SALAHDINE, M. (Coord.). L'empl oi invisible au Maghreb . Etudes sur l' economie


parallele . Rabat: Nouvelle Collection Atlas.

TOHIDI, N. Islamic Feminism : Perils and Promises. In Middle East Women Studies
Review , 2002, vol. XVI, nº 3-4, p.13-17.

UNFPA. Estado de la población Mundial 2002 . Ginebra: Naciones Unidas, 2002.

UNFPA. Estado de la población mundial 2004 . Ginebra: Naciones Unidas, 2004.

WALLERSTEIN, I. The Modern World System . New York : Academic Press , 1974.

YOUNG, I. M. La justicia y la política de la diferencia . Madrid: Cátedra, col. Feminismos,


2000.

Referencia bibliográfica:

MARTÍN DÍAZ, Emma. El impacto del género en las migraciones de la globalización:


mujeres, trabajos y relaciones interculturales. Scripta Nova. Revista Electrónica de
Geografía y Ciencias Sociales. Barcelona: Universidad de Barcelona, 1 de agosto de 2008,
vol. XII, núm. 270 (133). <http://www.ub.es/geocrit/sn/sn-270-133.htm> [ISSN: 1138-
9788]

Volver al índice de Scripta Nova número 270


Índice de Scripta Nova Menú principal

También podría gustarte