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La violencia

Compañeros y compañeras, hoy nos encontramos en pleno siglo XXI en uno de los
departamentos más hermosos de Bolivia. Este lugar es un tesoro lleno de cultura y habitado
por personas luchadoras. Nuestra historia está marcada por diversas dificultades que han
moldeado el lugar que hoy llamamos hogar, El Alto. La ciudad más joven, Sin embargo, en esta
ocasión, no vengo a hablar de un hecho histórico, sino de un tema que ha adquirido una
relevancia y seriedad inmensas: la violencia.

Todos hemos experimentado en algún momento el impacto de esta palabra, lo cual nos lleva a
reflexionar si la violencia es parte inherente de la vida misma. ¿Es posible vivir sin ella?
Erradicar la violencia sería como privarnos de una parte esencial de nuestra humanidad. No se
puede. Pero lo curioso viene con que El alto sea uno de los municipios con índices más altos de
violencia y peligrosa del país después de la ciudad de santa cruz. Pasando por hechos que van
desde los asaltos y atracos, pasando por los robos, la violaciones, hasta llegar a homicidios y
asesinatos. A nivel nacional, las estadísticas policiales revelan que la conducta violenta y
criminal se ha incrementado de manera exorbitante, sobre todo a partir del año 2000 en
adelante. Debemos cuestionarnos qué ocurre y qué factores contribuyen a esta situación,
podría ser el crecimiento urbano, la crisis económica, el crecimiento de la pobreza, la falta de
empleos, el incremento de desempleo u otros factores.

Si bien es cierto que la violencia siempre ha estado presente y probablemente siempre lo


estará, no es algo que debamos aceptar pasivamente. Existe la posibilidad de suavizarla, de
reducir su impacto. El punto de partida debe ser nuestros propios hogares, ya que es allí donde
todos nosotros vamos moldeando nuestro carácter y comportamiento, que luego se ver
reflejado en la sociedad.

La violencia se manifiesta en diversos entornos a lo largo de nuestras vidas, ya sea en lugares


públicos, en las escuelas o en nuestros propios hogares. Además, hemos sido testigos de que
algo ha cambiado en comparación con generaciones anteriores. La información llega más
rápido, lo que nos permite ser conscientes de asaltos, denuncias de violaciones, asesinatos y
todo aquello relacionado con la violencia. Si bien siempre ha existido la violencia, notamos que
se ha normalizado, y eso es algo que estamos haciendo mal.

Todos tenemos la capacidad de generar un cambio positivo. Debemos promover la educación


en valores desde nuestros hogares, enseñar a nuestros hijos el respeto, la empatía y la
resolución pacífica de conflictos. Es necesario fomentar modelos de conducta saludable y
establecer relaciones basadas en el diálogo y el entendimiento mutuo. Asimismo, debemos
buscar soluciones integrales que aborden las causas estructurales de la violencia, como la
desigualdad de género, la exclusión social y la pobreza.

Erradicar completamente la violencia puede parecer un objetivo difícil de alcanzar, pero si


cada uno de nosotros asume su responsabilidad y trabaja en su entorno más cercano,
podremos lograr un cambio significativo. No podemos permitir que la violencia siga dañando
nuestras vidas y sociedades. Todos merecemos vivir en un entorno seguro, pacífico y
respetuoso.

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