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Título: El sabor del metal

Una torre en la tarde

A mi padre, Ricardo Manuel Erazo Escobar

Sigo el rastro del zorro,


De la luz en mil versiones.
Un rostro en chispas
Y olor a metal quemado

Era un verso dolido


La velocidad
Contaba con el silencio de las fotos
La línea imaginaria que sigue su paso tras de sí

Mostraba el discurso como una unión de carpintería


Un ropaje sucio que nunca deshonró
Una valentía hecha de consciencia y lógica.

Ahora, las líneas se repiten.


Respiro la noche.
Respiro el derrumbe en soledad,
El ajedrez de imágenes y la mente clara
Él murió y yo respiro el nuevo día
La calma dura y callada.
De lunes a viernes

Llega como llamada por rutina futura,


caminando la rutina pasada.
Esa lentitud sobrevolando
Contándome cada segundo.
Contándome la historia del árbol.
y la columna de acero que creé
con el cálculo del dolor.
Primavera

Eran el puente y los camiones,


El frío
La imagen perpetua, el mandala dorado, rojo y verde
Hace diez años soñé con el diluvio y el lobo que tritura futuros
En la piedra, el aceite
En el fuego y el grito que frenará la realidad con su tiempo colgando
Marchan las órdenes, los teléfonos rojos, y la bestia que sueña con digerir oro y hueso.

Era el ruido blanco, y los jóvenes,


El humo humano y las filas de gente calmando el hambre en el andén,
Era el murmullo de la luz entre los árboles y su sombra.
Vi un zumbido llamando y apuñalando la mentira.
Era el asco.
Era el orgullo ciego de la jerarquía.
Un dibujo imaginario, de una de la mañana, de una calle que flota como una idea
Era el silencio quebrándose en el cielo rosado de la mañana.
Era la muerte despertando.
La posición

Que vuelvan las vidas


Que se despliegue el silencio como un campo
Que la simpleza se proyecte
Las piezas se deslizan, se recogen, ahogan el ruido.
Dos mentes coordinan la derrota.
Dividen el tiempo hasta el punto cero.
Enlazan fractales.
El jaque espera como un presagio.
Afuera, me llaman por mi nombre.
Adentro, se desliza el impulso ciego.
Se trenza el tiempo.
Luego vendrán todos, luego todos los juegos son uno que nunca terminó,
Porque la finitud es un insulto
Y el pasado está secuestrado en la promesa.
Calle 51

Cinco golpes en la mejilla


En el final del parque, en la cascada
La botella que se romperá
La amenaza
La trampa y el laberinto de la intención perdida
La familia por encima, como sustentando un sello de cera
Eran las 5 am cuando lo despedí.
Recuerdo el sueño, como una risa de demonio entre líneas.
Acompañándome como un ladrón ayuda y vigila a un huérfano en el bosque real.
Llegó el día inmerecido, guitarra y roca blanca.

Consigue cinco sombras de risa metálica.


La guitarra se quiebra y la piel estalla entre óxido y sangre.
La muerte le recibe como dos garras escamosas.
Llega el hielo, y la llamada
El futuro debió ser ayer
El día en que me llamaron
Luego, lo olvido como quien olvida la historia de un libro.
Diálogo de la burbuja

Llámenme antes de comer.


Llamen para compartir.
Porque voy para el pozo de la calma fingida,
El sueño, el veneno
Un ojo que me observa detrás de la ventana
Balas detrás de las nubes
Plástico sofocando la piel y la garganta
Llámenme para no dormir
Para no ver murallas de carne, de fuego y vómito negro
Quiero llegar al otro lado
No voy a estar más detrás de la euforia
Cuidado con todo, cuidado con la nube roja que amenaza el tejado
Quiero pensar en un erizo de luz que me permitirá despertar
Que el gato de mirada caustica me deje en paz
Al final despierto y escuchamos las noticias, en medio de vapor y queso.
Detrás de las palmeras, afuera de la ventana,
Vemos el futuro huyendo.
No quiero soñar.
Quiero abrir la ventana y que el presente llegue limpiando el miedo.
Metáfora del ascensor
Mirar es el juego.
Forjar la imagen,
Esperar a que las orquídeas se escurran en racimos,
Que dibujen la silueta y la negación.
En la boca, se siente el espejismo,
En la mano, se aprieta un cuaderno con fuerza.

El juego se repite en orlas,


Como simulación,
Como colección de cristales,
Como peces que liman las palabras.

Cuando regreses seguiré aquí


Sentado en el témpano
Moldeando la escultura
Mirando detrás del cristal
Porque en tu boca se aspira la pausa.

La carretera y el azul
¿Sabías que el cielo es un relato en clave?
Es una porción de futuro que nos mira.
Es el campo de juego.
Es la parálisis mirándose al espejo.
Es un escalón dentro de un sueño .

Era pensar eso o afrontar el peso


Los aleteos de hada cuando me acerco
A las calles ignoradas
A miradas posibles
Solo tengo un posible abrazo
Cuando la vea será como cruzar un puente
Llegar a un templo de cera y cristal
Gravitar entre la risa y el miedo
Terminar, entre besos, en el gris de la mañana
Como los primeros seres del universo.

¿Sabías que las estrellas son poemas revelados luego de morir?


Los pasos del dolor son del mismo material de un recuerdo,
Como el color que se olvidó.
Ni el cielo ni las estrellas perturban. Son lenguaje.
Soy piedra y soy nube.
Mañana regresaré a mi hogar.
El relato y el poema los guardo en el maletín.
Días de Sal

Comienza como un intento cobarde,


Con la luna dentro de cuerpo,
Con el sol flotando resentido.
Detrás está el conteo,
De calor y repetición,
Una voz del futuro,
Que juega con oro y coraje.
Atrás quedó el humo.

Nadie llama hoy.


Solo hay sudor.
El felino de sombra mira y orbita el aura.
Es el bus que repite con mecánica terquedad la ruta.
Es el ojo amarillo que me sigue cuando quiero escapar.
Es la llave en el cerrojo.
Es el sueño dentro de un tambor.
Es la luz fría del atardecer.
Un Dragón
Ahí, está detrás de un amuleto.
De la promesa rota
Un silbido de astro solitario
De un golpe entra en jalea luminosa
En recuerdo de noches
De hojas desorganizándose

Juventud congelada en estaño


Allí, está él vigilando el tiempo,
Contando los días,
Puliendo el mármol de la obra,
Descubriendo el error,
Esperando en el mismo sitio,
Digitando la nada.
Diálogo de Serpientes

Se taladra una grieta,


Girando como veneno que abraza el vino.
Me dijeron que no venían.
Me dijeron que los dientes no se hundían.

Allá, el aire bendice los corredores.


Ellos maldicen el matorral, esperan
Romper el espejo,
Despertar el agua y la noche.

La danza termina
Allí donde la tundra espera con su procesión
Y el páramo aclara las frentes
llámenlos a través del nombre valiente
Su faz se resecó en ardides.
A través del ojal

Ojos esfumándose tras de sí,


Previendo el encuentro dorado,
La soledad y el relato al final del pasillo
Se esconde la caricia de mano a final del aire.
Detrás miro el recuadro que enmarca con lumbre.
La decisión malsana
El recuerdo de todos los dedos juntos.
Su boca dibujando la llama
El resplandor del ahogado
Sigilo entre pasos
Un cerco de astillas que nunca cedió.
El Árbol

La agudeza pérdida me espera


En un cráter de maletines y cansancio
Rondan la risa y el sudor de juventud
La caminata corta hacia otro círculo de columnas de luz
Humo y temor

¿Sabían que el dolor palpitaba dentro de las garras?


De las escamas ocre
Del placer negado en una luz sin espíritu
La vida es breve
Es cuento del olvido que se alarga hasta el otro edificio

A lo largo del pasillo, ella


Al final de las sentencias secretas
Del rumor amarillo y blanco
Olor del relámpago que se aproxima

Más allá de los muros delgados


Se aproxima la alegría sigilosa
Haciendo sentir con sus uñas puntos en la espalda
Abriendo una fisura entre su mundo y mi espera.
Noche

Con serenidad de jardín,


Todo toma forma de acrobacia.
El filo es el ritmo.
La conciencia, ese insecto metálico y rosado,
Tejiendo boleros con sus alas.
El futuro se sabe infinito y se despliega en racimos,
Y el pasado, una raíz blanca,
Algo puro como un hecho,
Viaja hasta el inicio,
Donde danzan las chispas de las espadas.

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