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Según
Fuentes:
http://es.catholic.net/biblioteca/libro.phtml?consecutivo=66
http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/audiences/index_sp.htm
http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/index_sp.htm
AÑO 2001, Audiencias, Juan Pablo II..............................................................................................................................7
Los salmos en la tradición de la Iglesia..........................................................................................................................7
La Liturgia de las Horas, oración de la Iglesia............................................................................................................11
El alma sedienta de Dios...............................................................................................................................................16
Toda criatura alabe al Señor........................................................................................................................................20
Fiesta de los amigos de Dios.........................................................................................................................................24
La oración de la mañana, para obtener la ayuda del Señor.........................................................................................28
Sólo a Dios corresponde el honor y la gloria...............................................................................................................32
El Señor proclama solemnemente su palabra...............................................................................................................36
El Señor entra en su templo...........................................................................................................................................40
Dios castiga y salva.......................................................................................................................................................44
El salmo 32, un himno a la providencia de Dios..........................................................................................................48
Malicia del pecador, bondad del Señor........................................................................................................................52
El Señor, creador del mundo, protege a su pueblo.......................................................................................................56
El Señor, rey del universo.............................................................................................................................................60
Oración de la mañana en el sufrimiento ......................................................................................................................64
Dios libera y congrega a su pueblo en la alegría.........................................................................................................68
La acción de gracias por la salvación del pueblo.........................................................................................................72
El pecado del hombre y el perdón de Dios ...................................................................................................................76
La grandeza de Dios manifestada en la creación y en la historia................................................................................80
La alegría de los que entran en el templo.....................................................................................................................84
Promesa de observar la ley de Dios..............................................................................................................................88
Himno de victoria por el paso del mar Rojo ................................................................................................................91
Invitación a alabar a Dios por su amor........................................................................................................................95
Un canto de alegría y de victoria..................................................................................................................................99
El cántico de las criaturas ..........................................................................................................................................103
«Tu», Dios
2. Como sucede con frecuencia en los Salmos de «súplica»
dirigidos al Señor para ser liberados del mal, en este Salmo
entran en escena tres personas. Ante todo aparece Dios
(versículos 2-7), el «Tú», por excelencia del Salmo, al que el
orante se dirige con confianza. Ante las pesadillas de la
jornada agotadora y quizá peligrosa, emerge una certeza: el
Señor es un Dios coherente, riguroso con la injusticia, ajeno
a todo compromiso con el mal: «Tú no eres un Dios que ame la
maldad» (versículo 5).
«Yo», el orante
3. En los versículos 8 y 9 de nuestra oración matutina el
segundo personaje, el orante, se presenta a como un «Yo»,
revelando que toda su persona está dedicada a Dios y a su
«gran misericordia». Está seguro de que las puertas del
templo, es decir el lugar de la comunión y de la intimidad
divina, cerradas a los impíos, se abren de par en par ante él.
Entra para experimentar la seguridad de la protección
divina, mientras afuera el mal se enfurece y celebra sus
triunfos aparentes y efímeros.
Por tanto, los reyes de esta tierra no son más que imagen de
la realeza divina: «Tuyo es el reino, Señor». Los potentados no
pueden olvidar el origen de sus bienes: «De ti viene la riqueza
y la gloria». Los poderesoso deben saber reconocer a Dios, el
manantial de «toda grandeza y poder». El cristiano está
llamado a leer estas expresiones, contemplando con
exultación a Cristo resucitado, glorificado por Dios, «por
encima de todo principado, potestad, potencia y dominación»
(Efesios 1, 21). Cristo es el verdadero Rey del universo
El Señor proclama solemnemente su palabra
Miércoles 13 de junio de 2001.
Escribe san Basilio: «"La voz del Señor sobre las aguas" se hizo
eco más místicamente cuando una voz desde lo alto del bautismo
de Jesús dijo: Este es mi Hijo amado. Entonces, de hecho, el Señor
aleteaba sobre las aguas, santificándolas con el bautismo. El Dios
de la gloria tronó desde lo alto con la fuerte voz de su testimonio...
Y puedes entender por "trueno" esa mutación que, después del
bautismo, se realiza a través de la gran "voz" del Evangelio»
(Homilías sobre los Salmos: PG 30,359).
El Señor entra en su templo
Miércoles 20 de junio de 2001.
Un «cántico nuevo»
Precisamente san Basilio piensa en la plenitud final en
Cristo, al explicar así este pasaje: «Normalmente se dice que es
"nuevo" algo inusitado o que existe desde hace poco. Si tu piensas
en la manera sorprendente y superior a toda imaginación de la
encarnación del Señor, necesariamente entonarás un cántico
nuevo e insólito. Y si recorres con la mente la regeneración y la
renovación de toda la humanidad, envejecida por el pecado, y
anuncias los misterios de la resurrección, entonces entonarás un
cántico nuevo e insólito» («Homilía sobre el Salmo 32», 2: PG
29, 327B). En definitiva, según san Basilio, la invitación del
salmista, que dice: «Cantad a Dios un cántico nuevo», para los
creyentes en Cristo significa: «No honréis a Dios según la
costumbre antigua de la "letra", sino en la novedad del "espíritu".
Quien no comprende la Ley desde un punto de vista exterior, sino
que reconoce en ella el "espíritu", canta un cántico nuevo»
(Ibídem).
La palabra creadora
2. El himno, en su pasaje central, está articulado en tres
partes que conforman una especie de trilogía de alabanza.
En la primera (versículos 6-9), se celebra la palabra creadora
de Dios. La arquitectura admirable del universo, como un
templo cósmico, no ha surgido ni crecido a través de la
lucha entre dioses, como sugerían ciertas cosmogonías en el
antiguo Oriente Próximo, sino más bien sobre la base de la
eficaz palabra divina. Tal y como enseña la primera página
del Génesis (capítulo 1): «Dijo Dios...» Y todo fue hecho. El
salmista repite: «Tema al Señor la tierra entera, tiemblen ante El
los habitantes del orbe: porque Él lo dijo, y existió, él lo mandó y
surgió» (versículo 9).
Soberano de la historia
3. El Señor es también el soberano de la historia humana,
como se afirma en la segunda parte del Salmo 32, en los
versículos 10-15. Con una vigorosa antítesis se oponen los
proyectos de las potencias terrenas y el designio admirable
que Dios traza en la historia. Los programas humanos,
cuando quieren ser alternativos, introducen injusticia, mal,
violencia, erigiéndose contra el proyecto divino de justicia y
salvación. Y, a pesar de los éxitos transitorios y aparentes, se
reducen a simples maquinaciones, destinadas a la
disolución y al fracaso. En el libro bíblico de los Proverbios,
se declara sintéticamente: «Muchos proyectos hay en el corazón
del hombre, pero sólo el plan del Señor se realiza» (Proverbios 19,
21). Del mismo modo, el salmista nos recuerda que Dios
desde el cielo, su morada trascendente, sigue todos los
caminos de la humanidad, incluso aquellos que son locos y
absurdos, e intuye todos los secretos del corazón humano.
Dios sublime...
En la primera parte (cf. versículos 2-6) se dice: «Pueblos
todos, batid palmas, aclamad a Dios con gritos de júbilo»
(versículo 2). El centro de este aplauso festivo es la figura
grandiosa del Señor supremo, a la que se atribuyen títulos
gloriosos: «sublime y terrible» (versículo 3). Exaltan la
transcendencia divina, la primacía absoluta en el ser, la
omnipotencia. También Cristo resucitado exclamará: «Se me
ha dado todo poder en el cielo y en la tierra» (Mateo 28, 18).
5. Las palabras que nos sugiere son como un eco del cántico
que resuena en la Jerusalén celestial, donde una
muchedumbre inmensa de toda lengua, pueblo y nación,
canta la gloria divina ante el trono de Dios y ante el Cordero
(cf. Apocalipsis 7, 9). La Iglesia peregrina se une a este
cántico con infinitas expresiones de alabanza, moduladas
con frecuencia por el genio poético y el arte musical,
Pensemos, por poner un ejemplo, en el «Te Deum» del que
generaciones enteras de cristianos se han servido a través de
los siglos para cantar alabanzas y acción de gracias: «Te
Deum laudamus, te Dominum confitemur, te aeternum
Patrem omnis terra veneratur». Por su parte, el pequeño
Salmo que hoy estamos meditando es una eficaz síntesis de
la perenne liturgia de alabanza de la que se hace eco la
Iglesia en el mundo, uniéndose a la alabanza perfecta que
Cristo mismo dirige al Padre.
3. Las dos estrofas del himno demarcan por decir así dos
partes. En la primera (cfr. versículos 1-3), que comienza con
la invitación a rezar: «Dirás aquel día». Domina la palabra
«salvación», repetida tres veces, aplicada al Señor: «Dios es
mi salvación... Él fue mi salvación... las fuentes de la salvación».
Recordemos, entre otras cosas, que el nombre de Isaías
--como el de Jesús-- contiene la raíz del verbo hebreo
«yāša’», que alude a la «salvación». El orante tiene, por
tanto, la certeza inquebrantable de que en el origen de la
liberación y de la esperanza se encuentra la gracia divina.
Dios crea
3. En la segunda parte del Salmo (Cf. Salmo 147, 15-18), Dios
se presenta sobre todo como creador. En dos ocasiones se
relaciona la obra creadora con la palabra que había dado
origen al ser: «Dijo Dios: "Haya luz"» y hubo luz... «Manda su
mensaje a la tierra...» «Manda una orden» (Cf. Génesis 1, 3;
Salmo 147, 15.18).
Dios
En el centro del Salmo se eleva, solemne y grandiosa, la
figura del Dios altísimo (Cf. versículo 9), en cuyo alrededor
se delinea un mundo armónico y lleno de paz. Ante él se
presenta la persona del justo que, según una concepción
muy utilizada por el Antiguo Testamento, es colmado de
bienestar, alegría y larga vida, como consecuencia natural
de su existencia honesta y fiel. Se trata de la así llamada
«teoría de la retribución», según la cual, todo delito tiene ya
un castigo en la tierra y toda acción buena una recompensa.
Si bien en esta visión hay un elemento de verdad, sin
embargo --como intuirá Job y como confirmará Jesús (Cf.
Juan 9, 2-3)-- la realidad del dolor humano es mucho más
compleja y no puede ser tan fácilmente simplificada. El
sufrimiento humano, de hecho, debe ser considerado en la
perspectiva de la eternidad.
El impío
Después de este llamamiento a no apagar nunca el hilo
interior y exterior de la oración, auténtico aliento constante
de la humanidad fiel, el Salmo 91 propone como en dos
retratos el perfil del impío (Cf. versículos 7-10) y del justo
(Cf. versículos 13-16). El impío aparece frente al Señor,
«excelso por los siglos» (versículo 9), que hará perecer a sus
enemigos y dispersará a todos los malhechores (Cf.
versículo 10). Sólo se puede comprender en profundidad
bajo la luz divina el bien y el mal, la justicia y la perversión.
El justo
4. Aparece después la figura del justo, trazada como en un
cuadro con muchos y densos colores. También en este caso
recurre a una fresca y verde imagen vegetal (Cf. Salmo 91,
13-16). A diferencia del impío, que es como la hierba de los
campos lozana pero efímera, el justo se eleva hacia el cielo,
sólido y majestuoso, como una palmera, como un cedro del
Líbano. Los justos son «plantados en la casa del Señor»
(versículo 14), es decir, tienen una relación sumamente
sólida y estable con el templo y, por tanto, con el Señor, que
en él ha establecido su morada.
1. Dentro del libro que lleva el nombre del profeta Isaías los
estudiosos han descubierto la presencia de diversas voces,
puestas todas bajo el patronato del gran profeta que vivió en
el siglo VIII a. C. Es el caso del vigoroso himno de alegría y
de victoria que se acaba de proclamar como parte de la
liturgia de Laudes de la cuarta semana. Los exegetas lo
atribuyen al "segundo Isaías", un profeta que vivió en el
siglo VI a. C., en el tiempo del regreso de los hebreos del
exilio de Babilonia. El himno comienza con una invitación a
"cantar al Señor un cántico nuevo" (cf. Is 42, 10),
precisamente como sucede en otros salmos (cf. Sal 95, 1 y 97,
1).
Azarías, con otros dos fieles judíos, está "en medio del
fuego" (Dn 3, 25), como un mártir dispuesto a afrontar la
muerte con tal de no traicionar su conciencia y su fe. Fue
condenado a muerte por haberse negado a adorar la estatua
imperial.
3. La primera parte del himno (cf. Sal 45, 2-7) está centrada
en el símbolo del agua, que presenta dos significados
opuestos. En efecto, por una parte, braman las olas del mar,
que en el lenguaje bíblico son símbolo de devastaciones, del
caos y del mal. Esas olas hacen temblar las estructuras del
ser y del universo, simbolizadas por los montes, que se
desploman por la irrupción de una especie de diluvio
destructor (cf. vv. 3-4). Pero, por otra parte, están las aguas
saludables de Sión, una ciudad construida sobre áridos
montes, pero a la que alegra "el correr de las acequias" (v. 5).
Son dos los símbolos que usa el orante. Ante todo, se evoca
el cuerpo: los exégetas nos dicen que en el original hebreo
(cf. Sal 15, 7-10) se habla de "riñones", símbolo de las
pasiones y de la interioridad más profunda; de "diestra",
signo de fuerza; de "corazón", sede de la conciencia; incluso,
de "hígado", que expresa la emotividad; de "carne", que
indica la existencia frágil del hombre; y, por último, de
"soplo de vida".
"Y era lógico que sucediese así, pues, del mismo modo que
los que miran al Dios vivo reciben en sí mismos las
peculiaridades de la naturaleza divina, así el que se dirige a
la vacuidad de los ídolos llegó a ser como lo que miraba y,
de hombre que era, se transformó en piedra. Por
consiguiente, dado que la naturaleza humana, convertida en
piedra a causa de la idolatría, fue inmóvil con respecto a lo
mejor, congelada en el hielo del culto a los ídolos, por ese
motivo en este tremendo invierno surge el Sol de la justicia
y forma la primavera con el calor del mediodía, que deshace
ese hielo y calienta, con los rayos del sol, todo lo que está
debajo. Así, el hombre, que se había convertido en piedra
por obra del hielo, calentado por el Espíritu y caldeado por
los rayos del Logos, volvió a ser agua que saltaba hasta la
vida eterna" (Omelie sul Cantico dei cantici, Roma 1988, pp.
133-134).
Las bodas del Cordero
Miércoles 15 de septiembre de 2004
3. Por último, el tercer tema del himno es típico del libro del
Apocalipsis y de su simbología: "Llegó la boda del Cordero;
su esposa se ha embellecido" (Ap 19, 7). Como veremos en
otras meditaciones sobre este cántico, la meta definitiva a la
que nos conduce el último libro de la Biblia es la del
encuentro nupcial entre el Cordero, que es Cristo, y la
esposa purificada y transfigurada, que es la humanidad
redimida.
La expresión "llegó la boda del Cordero" se refiere al
momento supremo -como dice nuestro texto "nupcial"- de la
intimidad entre la criatura y el Creador, en la alegría y en la
paz de la salvación.
Del mismo modo que el Señor rige el mundo con justicia (cf.
Sal 35, 7), así también debe actuar el rey, que es su
representante visible en la tierra -según la antigua
concepción bíblica- siguiendo el modelo de su Dios.
2. Si se violan los derechos de los pobres, no sólo se realiza
un acto políticamente incorrecto y moralmente inicuo. Para
la Biblia se perpetra también un acto contra Dios, un delito
religioso, porque el Señor es el tutor y el defensor de los
pobres y de los oprimidos, de las viudas y de los huérfanos
(cf. Sal 67, 6), es decir, de los que no tienen protectores
humanos.
El juicio de Dios
Miércoles 12 de enero de 2005
El guardián de Israel
Miércoles 4 de mayo de 2005.
Por eso, los justos han puesto su causa en manos del Señor y
él no permanece indiferente a esos ojos implorantes, no
ignora su invocación, y la nuestra, ni defrauda su esperanza.
2. Así pues, pasan ante los ojos del orante las acciones
liberadoras del Señor, que tienen su centro en el
acontecimiento fundamental del éxodo de Egipto. A este
está profundamente vinculado el arduo viaje por el desierto
del Sinaí, cuya última etapa es la tierra prometida, el don
divino que Israel sigue experimentando en todas las páginas
de la Biblia.
La primera parte del Salmo (cf. vv. 1-4) tiene como telón de
fondo la tierra del destierro, con sus ríos y canales, que
regaban la llanura de Babilonia, sede de los judíos
deportados. Es casi la anticipación simbólica de los campos
de concentración, en los que el pueblo judío —en el siglo
que acaba de concluir— sufrió una operación infame de
muerte, que ha quedado como una vergüenza indeleble en
la historia de la humanidad.
"Por más grande que sea nuestra admiración por ti, Señor,
tu gloria supera lo que nuestra lengua puede expresar",
canta san Efrén en un himno (Inni sulla Verginità, 7: L'arpa
dello Spirito, Roma 1999, p. 66), y en otro: "Alabanza a ti,
para quien todas las cosas son fáciles, porque eres
todopoderoso" (Inni sulla Natività, 11: ib., p. 48); y este es un
motivo ulterior de nuestra confianza: que Dios tiene el
poder de la misericordia y usa su poder para la
misericordia. Una última cita de san Efrén: "Que te alaben
todos los que comprenden tu verdad" (Inni sulla Fede, 14: ib.,
p. 27).
Dios lo ve todo
Miércoles 14 de diciembre de 2005.