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MARIO GARCÉS, PEDRO MILOS, MYRIAM OLGUÍN, JULIO PINTO,

MARÍA TERESA ROJAS, MIGUEL URRUTIA


(Compiladores)

Memoria para un nuevo siglo


Chile, miradas a la segunda
mitad del siglo XX
A cargo de la edición*
Myriam Okurn

3CO
educación 1/
comunicaciones
LOM P A L A B R A DE LA L E N G U A Y Á M A N A Q U E S I G N I F I C A SOL Presentación

Con frecuencia una de las acepciones que m ás se recuerda de la historia,


es aquella del filósofo rom ano, de que la historia es "m aestra de vida". Sin
em bargo, no hace m ucho tiem po, el teólogo peruano Gustavo G utiérrez nos
ha recordado que la historia tam bién puede ser vista como "m em oria de vida".
Creo que esta acepción se acerca más al sentido del trabajo que a continuación
presentamos.
En efecto, este libro tiene que ver con la "m em oria de la vida" de los
chilenos del últim o cuarto del siglo XX, m em oria de proyectos y sueños de
cambio social que dieron lugar a inéditos procesos de democratización de la
sociedad chilena, así como a graves confrontaciones sociales y a la más exten­
dida violación de los Derechos H um anos de toda nuestra historia republicana.
© LOM Ediciones D ura y conflictiva mem oria la de nosotros, los chilenos.
Primera edición, febrero de 2000 Este libro es el resultado de una invitación a u n im portante núm ero de
Registro de Propiedad Intelectual N° 111. 533 personas -académicos, artistas, dirigentes sociales, estudiantes- para conver­
I.S.B.N: 956-282-222-2 sar sobre nuestra m em oria histórica en el marco del Seminario "M em oria para
u n nuevo siglo" que organizáram os ECO, Educación y Comunicaciones, y el
Diseño, Composición y Diagramación D epartam ento de H istoria de la U niversidad de Santiago, con el apoyo y
Editorial LOM. Concha y Toro 23, Santiago financiamiento de la Fundación Ford.
Fono: 6885273 Fax: 6966388 Para ECO, que ha venido trabajando tem as relativos a la mem oria en el
Impreso en los talleres de LOM ám bito urbano popular desde los años ochenta, esta iniciativa era u na oportu­
Maturana 9, Santiago nidad de proyectar sus aprendizajes a un espacio m ás am plio y diverso, reco­
Fono: 6722236 Fax: 673 09 15 nociendo que la m em oria ha sido perm anentem ente u n recurso y una fuente
del poder identitario de los sectores populares en nuestro país. Para el Depar­
Impreso en Santiago de Chile. tam ento de Historia de la U niversidad de Santiago, esta iniciativa era vista

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también como una oportunidad para establecer puentes y diálogos entre la tar en contra de la sociedad, si la violación de los Derechos H umanos perma­
disciplina de la historia, y las preguntas por la memoria que circulan en la nece en la impunidad?
sociedad chilena de hoy. En una sociedad como la nuestra, se requiere hacer un largo camino de
Cuando pensábamos en esta iniciativa, decíamos que la sociedad chile­ recuperación de la confianza y de elaboración de algún -debemos construirlo-
na llegaba al fin del milenio con ansias de olvido -¿para qué recordar si^el sustento ético-político que permita recrear sentidos colectivos de pertenencia
pasado nos divide? ha sido el argumento más fuerte esgrimido por quienes a la comunidad nacional, y que le otorgue mayor legitimidad y consistencia a
han hecho del olvido una política oficial-, olvidos, algunos, ciertamente la democracia. Poner en común y elaborar nuestra memoria es una manera de
instrumentales, porque es una de las maneras de construir consensos políti­ hacer este camino, admitiendo que la memoria social es selectiva, interpreta el
cos, otros, olvidos desalentados, porque suponen que los chilenos no somos pasado, o como dice Gabriel Salazar en este libro, es hermenéutica. Y por otra
capaces de hacemos cargo de nuestro pasado. El debate durante el Seminario parte, reconociendo también, que en la medida que la memoria elabora senti­
tendió a reconocer las negativas consecuencias de las políticas del olvido para dos, a partir de experiencias relevantes, y contribuye a la configuración de
la convivencia democrática de nuestra sociedad, sobre todo cuando este es identidades colectivas, da lugar a "memorias emblemáticas", como nos pro­
también negación de sujetos sociales y políticos relevantes de nuestra historia. pone Steve Stern, que disputan por influir en la memoria colectiva de la socie­
A pesar de la predominancia de las políticas en favor del olvido, recono­ dad. La lucha por la memoria, en este último sentido, es una lucha con sentido
cíamos también al momento de dar forma a nuestro Seminario, que la memo­ político....
ria circula privadamente por los más diversos intersticios de la sociabilidad Pues bien, este libro recoge algunas de las contribuciones de académi­
chilena, reproduciendo, sin embargo, esas formas tradicionales de la cultura cos, dirigentes sociales, artistas y creadores que aceptaron poner en común sus
política nacional: la separación entre lo público y lo privado, y de la constitu­ memorias de la segunda mitad del siglo XX, en el Seminario "Memoria para
ción de temas innombrables por las siempre vigentes "razones de Estado". La un nuevo siglo" que realizáramos los días 4, 5 y 6 de noviembre de 1998 en
memoria circula, sobre todo como persistencia de los propósitos de cambio dependencias de la Universidad de Santiago.
social y de construcción de un orden más equitativo y democrático para nues­ Nuestra invitación suponía participar por grupos de trabajo en reunio­
tro país. El debate en el Seminario tendió a validar esta última función de la nes previas al Seminario de noviembre. Para estos efectos se constituyeron
memoria, como una contribución para repensar nuestros modos de ser socie­ cuatro grupos de pre-seminarios: Balance de un medio siglo 1950-2000, coordina­
dad, tanto hoy como mañana. do por los historiadores Julio Pinto y Mario Garcés; La memoria y sus significa­
Sin embargo y de todos modos, debíamos hacemos la pregunta, ¿con dos, coordinado por el historiador Pedro Milos; Actores Sociales, coordinado
qué objeto recordar si u n sector de la sociedad nos dice que la memoria divide, por el historiador Miguel Urrutia; y, Arte y creadores culturales, coordinado por
problematiza e incluso amenaza la estabilidad social y política del país? Si las historiadoras María Teresa Rojas y Myriam Olguín. A cada grupo de traba­
bien la pregunta admite diversas respuestas, quisiera quedarme sólo con una jo, que sumaron más de cuarenta personas, le pedimos que elaboraran ponen­
de ellas: una sociedad que ha vivido agudas experiencias de confrontación cias y trabajos que pudieran ser compartidos en el Seminario "Memoria para
social y de violación sistemática de los Derechos Humanos -en nuestro caso, un nuevo siglo".
digámoslo también con claridad, de parte de unos chilenos en contra de otros El Seminario, coordinado por un equipo de trabajo ECO-USACH y bajo
chilenos- no sale inmune de tales experiencias. la dirección de la historiadora Myriam Olguín, se realizó innovando en las
Se trata de una sociedad marcada por las profundas huellas que deja la formas, de tal manera que no sólo hubo 16 mesas de trabajo que congregaron
violencia hecha razón de Estado, y que de no ser elaboradas, inhiben las posi­ a 56 expositores, artistas, cientistas sociales y dirigentes de organizaciones
bilidades de una auténtica democracia. Baste sólo un ejemplo: ¿Qué posibili­ populares, sino que también presentaciones de memoria musical, poética, plás­
dades de respeto a los Derechos Humanos existen en Chile, si nos negamos a tica, escénica y audiovisual.
establecer la verdad y a hacer justicia sobre las diversas formas en que estos Nos acompañaron grupos de estudiantes de música de las Universi­
fueron violados? O como lo han dicho diversos organismos de Derechos H u­ dades de Chile, Católica y Metropolitana, quienes nos hicieron escuchar frag­
manos, ¿qué posibilidades existen en Chile de que el Estado no vuelva a aten­ mentos de obras musicales clásicas y populares que han acompañado a los

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chilenos en la segunda m itad del siglo; estudiantes de teatro recrearon ma­ Alexander Wilde que nos acompañó desde el origen de esta iniciativa en las
gistralmente fragmentos de "La Negra Ester", una de las obras de mayor distintas fases de este proyecto en favor de nuestra memoria.
impacto del teatro chileno de los años ochenta; jóvenes videístas, por su par­
te, presentaron "Fragmentos de Memoria: m iradas desde los jóvenes de hoy", Mario GarcésD.
un trabajo especialm ente preparado para este evento, con el apoyo del Doctor en Historia
FONDART (Fondo para el desarrollo de la cultura y de las artes, del Ministe­ Director de ECO
rio de Educación).
También contamos, durante los tres días de Seminario, con la exposi­ Santiago, mayo de 1999
ción "¿Qué hay en el fondo de tus ojos?", del artista Guillermo Núñez, que
nos enfrenta a dolorosos pasajes de nuestra memoria de la violación de los
Derechos Humanos. Finalmente, en el acto de cierre del Seminario contamos
con la presentación del cantautor Eduardo Peralta, con su obra "Trova y
Memoria".
El Equipo Coordinador del Seminario, ha evaluado muy positivamente
las posibilidades que abrió el diálogo interdisciplinario entre las artes y las
ciencias sociales y también al interior de cada práctica del saber y la expresión.
Especial impacto provocó en este sentido, el saber testimonial de los dirigen­
tes sociales que nos compartieron sus memorias en el Seminario.
Otro aspecto relevante fue la participación juvenil, que se hizo presente
mayoritariamente entre el público asistente y también entre los ponencistas,
tanto tesistas de la carrera de historia de diversas universidades, como de ar­
tistas y creadores, que nos transportaron por nuestra memoria musical y tam­
bién de las imágenes a través del video "Fragmentos de memoria: Miradas
desde los jóvenes de hoy".
Este libro se inicia con la ponencia de Steve Stem, que abrió el debate en
el Seminario ("De la memoria suelta a la memoria emblemática: hacia el recor­
dar y el olvidar como proceso histórico. Chile, 1973-1998"), luego, siguiendo el
orden de los grupos de trabajo, se agrupan las ponencias relativas a: La memo­
ria y sus significados; Balance de un medio siglo; Arte y creadores culturales;
y, Actores Sociales, con una breve introducción y reflexión de los coordinado­
res de cada uno de los preseminarios. Se incorporaron también, hacia el final
del libro, algunas ponencias que no participaron de los grupos previos de tra­
bajo, o que por su carácter más general, como las presentaciones de los tesistas
de historia, nos pareció adecuado presentarlas separadamente.
Agradecemos a todas las personas que participaron con sus aportes al
Seminario y a esta publicación. A nuestros dos invitados extranjeros, el histo­
riador norteamericano Steve Stem y el poeta argentino Daniel Samoilovich
por sus importantes contribuciones. A los jóvenes que animaron con sus pre­
guntas y sus trabajos nuestro Seminario. A la Fundación Ford y en especial a

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De la memoria suelta a la memoria emblemática:
hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico
(Chile, 1973-1998)

Steve J. Stem 1

Introducción
Empecemos con u n ejemplo personal, fuera del contexto chileno, del
tema de las memorias sueltas y las emblemáticas. Todos tenemos en nuestras
vidas una m ultitud de experiencias, y en nuestras cabezas una m ultitud de
memorias más o menos sueltas desde una perspectiva social. Son éstas una
serie de recuerdos para nosotros significativos, y hasta fundamentales para
definir quiénes somos. Pero no tienen mayor sentido -no necesariamente- fue­
ra de un ámbito m uy personal.
En mi caso, por ejemplo, tengo una memoria suelta m uy querida. Como
jovencito de más o menos ocho a diez años, sabía que éramos una familia
económicamente pobre, y que mi mamá divorciada tenía que enseñarnos a
vivir con m uy poco. En San Antonio, Texas, solía hacer bastante frío en las
noches de invierno, especialmente en enero y febrero. No teníamos la plata
ni para com prar más de una estufa,'ni para m antenerla prendida durante
m uchas horas. En las noches, antes de acostarnos, recuerdo, nos acostum­
bram os a sentarnos en el rincón de un pasillo una media hora o una hora con
nuestra querida estufa prendida, calentándonos por la estufa y por el calor
de los cuerpos y del cariño. Es una memoria querida y nostálgica, de cierta
m anera exagerada por la idealización -por no considerar las noches en que el

D octor en Historia, ex director del Programa de Estudios Latinoam ericanos e Ibéricos, del
Departamento de Historia de la Universidad de Wisconsin. Actualmente se desempeña como Profesor
de Historia Latinoamericana y Director de Estudios de Post Grado en la misma Universidad.

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ék
conflicto o el m alestar familiar vencieron a nuestra solidaridad afectiva, o se da, entre la memoria suelta y la memoria emblemática, lo que va definiendo
por no considerar las noches en que el frío mismo conquistó nuestros espíri­ una "memoria colectiva" que tiene sentido para la gente. Podemos precisar
tus-. Esta memoria suelta y personal no está necesariamente dotada de un más.|pé construyen los puentes interactivos entre las memorias sueltas y las
sentido mayor, de un significado social que la ubica en el corazón del imagi­ emblemáticas a partir de coyunturas o hechos históricos especiales, a partir de
nario colectivo. los casos en que una o dos generaciones de gente sienten que han vivido, ellos
Sin embargo, es fácil imaginar cómo, en el contexto de los debates cultu­ o sus familias, una experiencia personal ligada a grandes procesos o hechos
rales y políticos en los EE.UU., se podría articular esta memoria suelta a una históricos, de virajes o rupturas tremendos, que cambian el destinó". ^
mitología colectiva importante, dándole un sentido social que la vuelva más Ahora bien, esta perspectiva nos plantea una interrogante fundam en­
emblemática como recuerdo colectivo. Es fácil imaginar su incorporación en tal: ¿cómo se puede analizar el proceso de ir de la memoria suelta a la m em d4ria
dos marcos de memoria totalmente opuestos. En la cultura estadounidense, emblemática, y viceversa? Para decirlo en otras palabras,f¿c?ómo se va crean­
especialmente en ambientes m uy derechistas, por ejemplo, pesa mucho la idea do, como proceso histórico, puentes entre las memorias sueltas de la gente, y
de lo que se llama en inglés el "self-made man". Es la idea de que una persona las memorias emblemáticas que dan un sentido m ayor y colectivo a algunas de
puede llegar al éxito social y económico por su propio esfuerzo individual, no esas memorias sueltas? Pienso que al contestar la interrogante vamos constru­
por la ayuda del gobierno o de otros, no obstante la pobreza o las desventajas yendo una metodología para hacer la historia de la memoríaVVamos encon­
socio-económicas que le puedan afectar. Se vincula esta idea, además, con otra: trando los instrumentos que nos ayudan a ordenar, trazar, analizar e interpre­
en Estados Unidos se ha creado históricamente una cultura y un sistema social tar la memoria y el olvido como un proceso histórico, a la vez social y perso­
especialmente propicio a este proceso. Por eso, los pobres son los responsables nal, en los tiempos conflictivos y hasta traumáticos. X
de su propia miseria y fracaso, y el Estado y la gente próspera y afortunada no En esta perspectivafía historia de la memoria y el olvido colectivo es un
deben preocuparse demasiado por la justicia social. Sería fácil organizar mis proceso de deseo y de lucha para construir las m em orias emblemáticas,
recuerdos, y mis olvidos personales, dé una manera que incorporara mi me­ culturalmente y políticamente influyentes y hasta hegemónicas.jEs una lucha
moria suelta de la pobreza y el frío, en el corazón de una narración colectiva, para crear ciertos tipos de puentes entre la experiencia y el recuerdo personal
planteando la posibilidad y la normalidad de subir la escala social por el es­ y suelto por un lado, y la experiencia y el recuerdo emblemático y colectiva­
fuerzo de la voluntad individual. mente significativo por otro lado.
También es fácil imaginar una incorporación de m i memoria suelta en
un marco emblemático -para mí mucho más verídico- totalmente opuesto. En Hacia una metodología: dos retos claves
este marco, que pesa más en círculos políticamente liberales y en ciertos círcu­
los religiosos de la cultura norteamericana, la solidaridad socialmente organi­ Para construir una metodología histórica, me parece que hay dos retos
zada y el liderazgo desde el Estado im portan mucho. Son imprescindibles los claves e interrelacionados (1). Por irn lado, hay que conceptualizar y teorizar
programas de ayuda y la conciencia frente a la injusticia social. De otra mane­ más profundamente qué tipo de cosa es una memoria emblemática, y cuáles
ra, se va congelando la estructura de ventajas y desvantajas sociales y se pier­ son los criterios y los procesos sociales a través de los cuales se la construye
den los aportes potenciales de los pobres y los discriminados a la sociedad. con cierta resonancia cultural efectiva..
Será fácil ligar mi memoria suelta de la pobreza y el frío, a una narración de Por otro lado, hay que conceptualizar cuáles son los nudos convocantes
atenciones y becas, y de una conciencia anti-discriminatoria, que iban abrien­ de la memoria y el olvido, para ver con m ayor claridad los actores sociales y
do puertas antes cerradas. En esta narración, el proyecto de extender la demo­ las situaciones que van creando y hasta exigiendo puentes de memoria, ligan­
cracia y el apoyo a la gente socialmente modesta tiene un impacto real en sus do lo suelto y lo emblemático en la sociedad. Hay tres tipos de nudos -nudos
vidas, y los que vivimos bien, hemos sido beneficiarios de la conciencia y las que son grupos humanos, nudos de "hechos y fechas" y nudos que son sitios o
actividades solidarias de otros. restos físicos-, que van convocando múltiples memorias y exigiendo que se
Este ejemplo, personal y fuera del contexto chileno, sirve para introdu­ construyan puentes hacia la memoria y el olvido colectivo.
cir una idea central de esta conferencia: es la relación dinámica, que se da y no

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Las memorias emblemáticas: mayor de los recuerdos, va creando también una forma de organizar el debate,
definición conceptual e histórica en este caso entre la memoria como la salvación versus la traición.
En términos sustantivos o históricos, vale señalar cuáles son las princi­
La memoria emblemática no es una sola memoria, una "cosa" concreta pales memorias emblemáticas que han ido construyendo los chilenos a partir
y sustantiva, de un solo contenido. Más bien es una especie de marco, una de 1973, cuando trataron de definir cómo recordar el significado del once y
forma de organizar las memorias concretas y sus sentidos, y hasta organizar cómo recordar la dimensión más controvertida del gobierno militar: la violen­
cia política masiva que se ejercía desde el Estado. Mi investigación histórica
los debates entre la memoria emblemática y su contra-memoria.
me ha convencido que hay cuatro memorias emblemáticas principales sobre
Por ejemplo, considérese la memoria que ve al once de septiembre de
los temas del once y la violación de los derechos humanos.
1973 como la salvación de u n Chile en ruinas, un país que ya había vivido un
Una primera memoria emblemática es la ya mencionada, la memoria
traum a enorme antes de septiembre de 1973, que lo dejó destrozado. Para al­
gunos, la memoria concreta y personal que encuentra su sentido en este marco como salvación. Sus elementos claves plantean que el traum a fundamental se
puede ser más que nada el recuerdo del problema de la escasez y las colas que ubica en el período antes de septiembre de 1973, que la economía andaba por
un camino catastrófico y lleno de arbitrariedades, y que la violencia se había
les afectaban directamente en una gran ciudad como Santiago. Para otros, la
vuelto peligrosa, llevando al país al precipicio de una guerra civil o una ma­
experiencia concreta puede enfatizar un problema de violencia o amenaza físi­
sacre inminente. El odio que se sentía en las palabras y en el aire, el famoso
ca que les tocó vivir en un fundo en el campo. Para algunos, la memoria como
"Plan Zeta" y las mismas acciones violentistas anunciaron ese peligro inmi­
salvación es una memoria plana y sencilla: Pinochet salvó al país y lo entregó
nente. En este contexto o marco,.lo que hay recordar es por un lado lo catastró­
bien a los civiles en 1990 y punto. Para otros, la memoria como salvación pue­
fico y lo espantoso del período 1970 a 1973, o mejor aún de 1964 a 1973, y por
de adquirir matices más complejos y hasta contradictorios: Al principio, los
otro lado, que el país encontró una solución a problemas m uy profundos -un
militares salvaron al país pero después Pinochet se quedó demasiado tiempo
camino de re-ordenar la economía y la política en forma exitosa, para llegar
en el poder y terminó como un dictador corrupto y desgastado.
nuevamente a una convivencia colectiva- después de 1973. ¿Y la violencia des­
Así es que la memoria emblemática es u n marco y no un contenido con­
de el Estado? O no pasó; o pasó como problema de excesos esporádicos y hasta
creto. Da un sentido interpretativo y un criterio de selección a las memorias
provocados, y no como política de gobierno; o pasó pero era un costo social
personales, vividas y medio-sueltas, pero no es una sola memoria, homogénea
necesario, lamentable pero necesario, para salvar el país. Se construyen puen­
y sustantiva. Los contenidos específicos y los matices no son idénticos ni de
tes entre estas ideas generales por un lado, y lo que se vivió o se escuchó perso­
una persona a otra, ni de un momento histórico á otro. La memoria emblemática
nalmente, o a través de familiares y amigos m uy cercanos, por otro lado.
es una gran carpa en que hay un "show" que va incorporando y dando sentido
Una segunda memoria emblemática, desde una perspectiva 180 grados
y organizando varias memorias, articulándolas al sentido mayor. Este sentido
opuesta, es la memoria como una ruptura lacerante no resuelta. La idea cen­
m ayor va definiendo cuáles son las memorias sueltas que hay que recordar,
tral en este caso es que el gobierno militar llevó al país a un infierno de muerte
dándoles la bienvenida a la carpa y su show, y cuáles son las cosas en cuyo
y de tortura física y psicológica, sin precedente histórico o justificación moral,
caso mejor es olvidarlas o empujarlas hacia los márgenes.
y que aún no llega a su fin. La dictadura no solamente destruyó vidas, las
H asta cierto punto, la memoria emblemática crea también una forma de
destruyó de una manera que no permite la superación para las víctimas y sus
organizar la contra-memoria y el debate (2). Por ejemplo, la memoria como
familiares. Es una memoria emblemática en que el dram a de los que sufrieron
salvación encuentra su contra-memoria en la idea de la traición. Se trata de
la pérdida de sus propias vidas, o de la vida de sus familiares, simboliza una
plantear que eran los militares quienes traicionaron la Constitución y así des­
ruptura de vida no resuelta y tremendamente profunda. Casi transforma a las
truyeron el país y su gente, en vez de salvarlos. O que los ricos acapararon los
personas en una especie de doble-persona. Por un lado está la persona cotidia­
bienes de consumo, creando así una crisis de abastecimiento artificial y una
na, que ordena su vida, recordando los trámites, haciendo el trabajo, saludando a
salvación aparente, falsa, de mentira, pocos días después del once. Por lo tan­
la gente y hablando las conversaciones normales y superficiales de la vida ordina­
to, la mem oria emblemática no es solamente u n marco que organiza el sentido
ria. Pero también hay un interior donde existe la persona profunda, el ser humano

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cuyo punto de partida es la memoria viva y lacerante de la herida insoportable, un Dentro de esta diversidad, la experiencia de vivir una vida de lucha, que
dolor que quita sentido de la vida "normal" cotidiana y sus apariencias tan super­ ponía a prueba la consecuencia y el compromiso con los valores positivos, frente
ficiales. Obviamente, este marco también ofrece criterios de cuáles son las cosas a una realidad de represión y miedo, sirve como una especie de sentimiento
que hay que recordar, y qué es lo que se puede olvidar o poner en un segundo aglutinador. La vida "entre el dolor y la esperanza" es lo que va definiendo un
plano no m uy conciente. cierto sentido en común. El once y el gobierno militar llevaron al país, y especial­
Una tercera memoria emblemática, también crítica frente al gobierno mili­ mente a los no conformes, a un túnel lleno de violencia, prepotencia y grandes
tar, pero un primo en vez de gemelo idéntico de la memoria como la ruptura no miedos, sometiendo a los no conformes a una prueba profunda de sus valores,
resuelta, es la memoria como una prueba de la consecuencia ética y democrática. sus compromisos, su mismo sentido de la vida, y a una lucha dura para abrir
En este marco, la dictadura imponía una vida de miedo y persecución, que puso a una salida del túnel. Obviamente esta memoria emblemática -prima de la me­
prueba la consecuencia de la gente y la sociedad con sus valores, identidades o moria como una ruptura no resuelta- también va definiendo cuáles son las me­
compromisos positivos, éticos y democráticos. La gente vivía una lucha que la morias sueltas que encuentran un sentido mayor, compartido y colectivamente
ubicaba entre la persecución y la reivindicación, o como se decía en un casette significante, y cuáles seguirán flotando en el semi-olvido de las conciencias e
documental hecho por Patricia Verdugo en los '80, "entre el dolor y la esperanza". inconciencias personales.
La memoria se define por ese proceso de lucha, compromiso y a veces auto-descu­ Finalmente, llegamos a la cuarta memoria emblemática, que es justamente la
brimiento subjetivo que vivió la gente no conforme o despreciada por el régimen memoria como el olvido, o mejor dicho, como una caja cerrada. Esta memoria también
, oficial. En un contexto represivo, la gente con valores positivos y la gente excluida es un primo de otra memoria emblemática principal, en este caso de la memoria como
de los beneficios sociales y económicos, tenían que vivir como gente tachada, per­ salvación. La idea central es que el tema del once y de la violencia bajo el gobierno
sonas ubicadas en algún punto del espectro de "subversión", que iba desde los militar puede ser un tema importante, pero es un tema peligroso y hasta explosivo si se
"inquietos", a los "sospechosos", y llegando a los abiertamente "subversivos". abre la caja y se ventila lo que está adentro. Son memorias peligrosas para las vidas
Ese contexto de miedo y represión ponía a prueba los valores, las identidades personales, familiares y colectivas del país. Como el tema no tiene solución y trae tanta
políticas o sociales y los compromisos. conflictividad y peligrosidad, mejor será cerrar lá caja. En aras de la tranquilidad y la
Esta memoria emblemática es sumamente complicada y heterogénea, y reconciliación -sea para que marche el re-encuentro entre familiares, o sea para fomen­
pasa por etapas históricas distintas. Teniendo en cuenta que la misma persona tar la paz y la reconciliación entre ciudadanos de la familia nacional imaginada, o sea
podía vivir múltiples pruebas en distintos momentos, vale dar algunos ejem­ para que un individuo logre la paz psicológica ante su propia historia y trayectoria de
plos para apreciar la heterogeneidad de la memoria como una prueba de valo­ vida- es necesario cerrar la caja. Así esos recuerdos pertenecerán a un pasado que hay
res e identidades. Está, por ejemplo, la memoria como una prueba de la conse­ que superar por la voluntad de superar.
cuencia con los valores éticos. Se trata de gente que se sentía llamada -quizás Básicamente, ésta es la memoria como el olvido, pero se trata de un
exigida- por su conciencia o moral religiosa a hacer algo frente al dram a urgen­ olvido lleno y cargado de memoria. Define lo útil del olvido y define las cosas
te de las grandes violaciones de los derechos humanos. Está también, la prue­ que más vale olvidar (3). Define, también, los peligros y los conflictos insupe­
ba de la validez y de la consecuencia con los valores más directamente políti­ rables que hay que recordar. En esta perspectiva, la memoria como el olvido
cos. Se trata, por un lado, de un cuestionamiento propio de los valores y los no es como una amnesia involuntaria que le pueda pasar a una persona al
caminos políticos antes escogidos por los activistas políticos, especialmente sufrir un choque externo como un golpe a la cabeza o un derrame cerebral. Se
los de la izquierda y la ex-UP, quienes tenían que asumir poco a poco el signi­ trata, más bien, de pegarse a una especie de amnesia voluntaria, una voluntad
ficado del fracaso del '73, y el significado de una represión y una transforma­ más o menos conciente de poner al lado ciertos recuerdos tachados como insu­
ción enorme y duradera que vivía el país en los años siguientes. En los '80 se perables y peligrosos. Define cuáles son las memorias sueltas que tienen un
hizo presente también un tiempo de prueba especial a los jóvenes, una repre­ sentido emblemático justamente porque simbolizan la peligrosidad, y cuáles
sión que ponía a prueba sus identidades, coraje y rabia, rebeldes y democráti­ son las cosas que no hay que recordar y hablar en las esferas sociales compar­
cos. De cierta manera, el ambiente les exigía aprender a vivir perm anentem en­ tidas con otros. Para decirlo en términos concretos: Plantea que es más importante
te, sin querer, una mezcla subjetiva, explosiva, de rabia y deseo, sintetizada en recordar la crisis de góbemabilidad y de miedo que vivió el país durante el Caso Confieras
la pregunta "¿hasta cuándo?".

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en 1995, y que es menos importante recordar lo que hizo Contreras como jefe y fundamental" ("a defining issue or moment") para una o varias generaciones
director de la DINA entre 1974 y 1977. De un recuerdo hay que recordar (4). Obviamente, las voces de la memoria del mismo día del once, supieron cum­
concientemente; de otro ya es mejor callar prudentem ente. plir con creces este criterio. Al bombardear La Moneda el 11 de septiembre de
Es en este sentido una amnesia llena de memoria. Obviamente la rela­ 1973, los militares no solamente derrocaron al gobierno de Salvador Allende,
ción con los temas de la im punidad y la complicidad es m uy cercana, si se también dramatizaron la gran historicidad de su obra. Al hablar su discurso
piensa en el deseo de cerrar la caja que se vio entre varios sectores durante y final a través de Radio Magallanes, Salvador Allende no sólo se despidió frente
después del caso Contreras en 1995, y durante el caso de Pinochet en Londres a los que vivieron ese mismo día, logró asumir la historicidad del momento y
en las últim as semanas (desde el 16 de octubre). hablar para la historia.
2. La autenticidad. La memoria emblemática convence más si logra in­
Criterios y procesos (I) corporar alusiones a experiencias concretas reales de la gente, encontrando así
un "eco" real en la sociedad. Por ejemplo, al circular recuerdos sueltos de ob­
Ahora bien, hay una tram pa analítica que limita la validez de lo que he servaciones directas de los cadáveres que flotaron en el Río Mapocho después
presentado hasta ahora. Los términos en que he presentado las memorias del once, cuyo sentido se confirma al descubrir e identificar públicamente los
emblemáticas, hasta ahora, pueden llevamos al error de suponer que se puede cuerpos de varios detenidos desaparecidos en los hornos de Lonquén en 1978,
inventarlas más o menos arbitrariamente, por actos de voluntad caprichosa, y la memoria como ruptura y la memoria como prueba va adquiriendo un ma­
así m anipular a la gente y sus memorias colectivas. Esa manipulación le dirá a yor sentido de autenticidad.
la gente cómo construir los puentes de selección e interpretación de las memo­ 3. La amplitud ("capaciousness"). La memoria emblemática es más efi­
rias sueltas que tienen que ver con los grandes procesos históricos del país. caz cuando funciona como una gran carpa, capaz de incorporar varios recuer­
Pero el proceso de forjar memorias emblemáticas, aunque incluye intentos dos y contenidos concretos y de darle un sentido compartido. La amplitud y la
manipuladores, es mucho más complejo. Las memorias emblemáticas son inven­ flexibilidad ayuda a construir -desde una multitud de experiencias concretas-
ciones humanas, pero no son invenciones arbitrarias. Para evitar caer en la trampa el imaginario colectivo como una experiencia real compartida. Si se enfatiza
de verlas como invenciones arbitrarias, vale precisar los criterios y los procesos demasiado un solo contenido, surge el peligro de una estrechez que excluya a
que van definiendo algunas aproximaciones a la memoria como emblemáticas e la gente. También puede traer una rigidez que transforma la memoria en una
influyentes, como formas de pensar la experiencia que encuentra un "eco" en la mentira obvia, frente a nuevos descubrimientos empíricos.
sociedad y la cultura. Es la dinámica compleja del eco que hace que una memoria 4. La proyección en los espacios públicos o semi-públicos. En la medida
emblemática pueda "convencer" a sectores significativos, dando así sentidos ma­ que las memorias quedan en el ámbito de lo m uy encerrado -como algo com­
yores a varias memorias sueltas. En este contexto más complejo, ^ im p o rta n te partido entre familiares o amigos muy íntimos, o algo que no logra ir más allá
señalar, además, que las memorias emblemáticas son productos del quehacer hu­ de los rumores-, la fragmentación y la semi-clandestinidad imponen barreras
mano y del conflicto social. Nacen y adquieren su influencia a través de los esfuer­ formidables, que im piden construir puentes hacia las memorias emblemáticas.
zos múltiples, conflictivos y competitivos de dar sentido a las grandes experien­ Las memorias emblemáticas potenciales necesitan contar con una elaboración
cias humanas -los grandes procesos, traumas y virajes históricos-. y circulación más o menos públicas, sea en los medios de comunicación públi­
Empecemos con precisar algunos criterios que influyen en la capacidad cos de amplia circulación; o en los espacios de elaboración cultural e intelec­
de "convencer" y así llegar a tener peso cultural. Después pasaremos a los tual como las universidades; o a través de redes semi-públicas de información
procesos. Me parece que hay seis criterios im portantes, algunos más obvios organizadas, por ejemplo, en los clubes de lectores o en las comunidades cris­
que otros y todos interrelacionados entre sí en la práctica, que nos ayudan a tianas pastorales y de base; o en los actos cívicos públicos, desde las grandes
reflexionar sobre la capacidad de convencer. manifestaciones a las acciones relámpago, chicas pero audaces, que provocan la
1. La historicidad. Las memorias emblemáticas importan más si se refie­ publicidad. (Losejemplos del último abundan,si se piensa, por ejemplo, en los actos organi­
ren a un momento de ruptura o de viraje profundo, es decir, fundador de lo que zados desde grupos como el Movimento Contra la Tortura 'SebastiánAcevedo', o Mujeres
viene después. Tiene que ser un momento o un hecho percibido como "histórico Por La Vida.) Si no hay proyección, las memorias potencialmente emblemáticas

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quedan culturalmente arrinconadas como algunos recuerdos sueltos más, per­ reflexión que planteaba el problema de la violencia y de los derechos humanos
sonales y quizás arbitrarios o equivocados, sin m ayor sentido colectivo. como un tema moral que superaba lo político. Se trataba de una insistencia
5. La encamación en u n referente social convincente. Un referente so­ moral, legitimada desde la misma Iglesia de Santiago, y no de una mera oposi­
cial, a la vez concreto y simbólico, que encam a la memoria emblemática, invita ción o maniobra política.
a la gente a identificarse con ella. Si el referente social provoca el respeto y En el caso de la memoria como el olvido o como una caja cerrada, en la época de
hasta la empatia cultural, le da a la memoria emblemática una cierta autentici­ la promulgación de la amnistía de 1978, no había, creo, un referente social tan
dad y una m ayor capacidad de convencer (5). coherente y culturalmente convincente como en los otros casos. Sin embargo,
Este criterio es m uy importante. Si reflexionamos sobre la experiencia h ab ía re fe re n tes -p o r u n lad o , el de los "co m b a tie n te s caíd o s en
chilena en algunos momentos, vamos a reconocer la importancia que tuvieron enfrentamientos" que nadie podía resucitar, y por otro, el de los ciudadanos
los referentes sociales en el proceso de co n stru ir las cuatro m em orias cansados del conflicto-, que querían ya vivir en paz, dejando atrás los odios y
emblemáticas que mencioné antes. Los referentes sociales claves pueden cam­ los excesos del pasado.
biar con la marcha del tiempo, y por eso me refiero sólo a los que tuvieron peso 6. Los portavoces. Finalmente, llegamos a un sexto criterio, imprescindible, sin
en los 70, el prim er período de invención de las memorias emblemáticas sobre el cual todo el resto no puede funcionar. Se trata de los portavoces humanos, compro­
el once y la violencia del gobierno militar. metidos y organizados para compartir memorias, organizarías y proyectarlas, insis­
Veamos. En el caso de la memoria como la salvación, la mujer chilena tiendo en ellas. Son los actores humanos que convocan a la memoria como algo suyo,
digna y respetable, de clase media hacia arriba, que exige solución a los pro­ colectivo e importante, a la vez que van indagando, organizando e interpretando los
blemas de escasez, caos y temor a la violencia, era un referente social clave. recuerdos. Estos nudos humanos se organizan en varias instancias, desde el Estado,
Los partidarios de esa memoria insistieron que el once fue un "pronuncia­ desde las instituciones históricamente establecidas como la Iglesia, los sindicatos o los
miento" y no un "golpe", justamente porque la sociedad chilena, especialmen­ partidos políticos (aunque sean prohibidos en el nuevo orden), y desde los espacios
te las mujeres en nombre de ella, exigían una solución enérgica frente a la ca­ formales e informales inventados en la nueva sociedad, como las agrupaciones de fami­
tástrofe. H asta lograron incorporar la idea de que eran las mujeres de los altos liares de víctimas, los nuevos movimientos sociales y grupos de acción cívica, o la
oficiales militares, quienes exigieron que sus maridos rompieran con la línea cultura informal de la manifestación y la protesta. El tema de los portavoces nos lleva­
de la no-intervención. rá a una mayor reflexión sobre los varios "nudos convocantes de memoria".
En el caso de la memoria como una ruptura no resuelta, quien encam a Ahora bien, sencillamente resumir esta lista de criterios -la historicidad, la au­
el dolor del país es también la mujer. En este caso, se trata de la familiar que tenticidad, la amplitud, la proyección en los espacios culturales públicos o semi-públi-
sufre el peor dolor imaginable, el de perder a un familiar por acción de un cos, la encamación en un referente social convincente, el contar con el respaldo de los
Estado que no sólo mata y secuestra al ser amado, sino que se niega a respon­ portavoces humanos organizados- nos da una idea de cómo las memorias emblemáticas
der al amor y dolor de la mujer con información honesta, sensible y conse­ no son ni productos del azar ni puras manipulaciones arbitrarias. Por supuesto, son
cuente (6). Es un referente social tan poderoso, que provoca no solamente di­ formas de pensar construidas, y en este sentido inventadas por los seres humanos, pero
námicas de simpatía y solidaridad, sino las de una hostilidad feroz. Los que no a la vez tienen que responder, para alcanzar a tener peso, a las experiencias, necesida­
quieren creer o escuchar a las familiares, y que quieren desmentirlas, tienen des y sensibilidades reales de los seres humanos.
que estigmatizarlas como "locas" o "fanáticas". Dentro de la estigmatización,
por supuesto, se p ueden d ar matices. Hay u n espectro que va desde la Criterios y procesos (II)
estigmatización netamente abierta y odiosa, hasta una más paternalista, que
reconoce que perder a un familiar es un dolor personal tremendo.
Pero más allá de aclarar los criterios útiles para conceptualizar las me­
En los 70, el referente social clave de la memoria como una prueba de la conse­
morias emblemáticas y su peso cultural, ¿cómo podemos analizarlas como un
cuencia con los valores, eran los cristianos, de profunda conciencia religiosa, llamados
proceso histórico? Hay u n proceso a través del cual, los portavoces humanos y
por ía fe y la ética a insistir en los derechos humanos fundamentales, y en dar voz a los
sus públicos hum anos potenciales, llegan a aprender como construir sus puen­
testimonios de la "gente sin voz". Era un referente que abrió la puerta a una
tes de memoria y así encontrar su verdad. Es un proceso práctico, una especie

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de aprendizaje en camino, muchas veces en un contexto conflictivo, sobre todo Los nudos de memoria son multidimensionales. Consideremos breve­
para los que tienen que enfrentar no sólo la hostilidad de los partidarios de mente tres tipos de nudos. Primero, por supuesto, están los nudos humanos
otro tipo de memoria colectiva emblemática, sino también la hostilidad esta­ de la memoria: los portavoces ya mencionados. Es imposible imaginar la me­
tal. En este proceso práctico, la gente va aprendiendo los criterios antes señala­ moria como la salvación, sin sus nudos humanos, el gobierno militar y sus
dos, y llega a cum plir o no cum plir m uy bien con ellos. partidarios organizados y expresivos. Imposible imaginar, también, la memo­
Hemos aludido a este tema cuando enfatizamos la importancia de los ria como una ruptura no resuelta, sin el largo recorrido de angustia y lucha
portavoces humanos, comprometidos y organizados para compartir, proyec­ que hicieron sus portavoces humanos, como la Agrupación de Familiares de
tar e insistir en sus versiones de la memoria emblemática, en sus puentes entre Detenidos Desaparecidos y las otras agrupaciones y grupos solidarios con ese
la memoria suelta y la emblemática. Pero se puede enriquecer esta discusión: recorrido. Las cuatro memorias emblemáticas tienen un historia directamente
falta todavía una conceptualización más amplia y multi-dimensional de los ligada a varios nudos humanos que van convocando la memoria.
nudos convocantes de la memoria. La tarea pendiente importa. Al combinar la Pero hay otros nudos también. Un segundo nudo es el de "hechos y fe­
idea de las memorias emblemáticas con la idea de los nudos convocantes, me chas". Se trata de hechos, fechas y aniversarios tan fuertes, que parecen exigir
parece que podemos desarrollar un método de análisis que nos permite ver comentarios, explicación e interpretación -aunque sean comentarios de mentira
con especificidad histórica el proceso de construir puentes de memoria. y desinformación- para ahora y para la historia. Una serie de "hechos y fechas"
Los nudos convocantes de la memoria son los seres humanos y las circuns­ tiene esa mágica convocatoria, desde el mismo once en 1973, hasta los asesinatos
tancias sociales que exigen que se construyan puentes entre el imaginario personal internacionales espectaculares como los de los Prats, los Leighton (en este caso,
y sus memorias sueltas por u n lado, y el imaginario colectivo y sus memorias un atentado que los hirió sin matar), y el caso Letelier y Moffit entre 1974 y 1976,
emblemáticas por otro. Estos nudos imponen una ruptura de nuestros hábitos hasta varios actos dramáticos que encamaron el dolor y la violencia de los '80
más o menos inconcientes, de los reflejos de la vida cotidiana que corresponden al (por ejemplo, la auto-inmolación de Sebastián Acevedo, los casos de los tres de­
famoso "habitus" del sociólogo Pierre Bourdieu (7). Al imponer la ruptura, los gollados y de los quemados vivos, o desde otra perspectiva, el atentado contra
nudos nos exigen pensar e interpretar las cosas más concientemente. Pinochet), hasta la detención de Augusto Pinochet en Londres hace menos de un
La idea del "nudo" es una metáfora inspirada por nuestros cuerpos huma­ mes. También se trata de fechas que tienen tradición histórica y simbólica en la
nos. Piensen un momento en el nudo que se siente en el estómago cuando una cultura, como el 4 de septiembre o el 1 de mayo, o de fechas especiales que se
persona se pone m uy nerviosa, o el nudo en la garganta cuando de repente algo construyen en el camino, como el Día Internacional de la Mujer.
nos conmueve, o el nudo de músculos y nervios tensos que nos gritan el dolor y Los nudos de "hechos y fechas" no sólo exigen memoria, también ofre­
reclaman el alivio después de haberlos sometido a una actividad abusiva. Si pre­ cen una oportunidad para los portavoces hum anos que reclaman y proyectan
fieren, piensen un momento en los nudos positivos: el chorreo de euforia que memoria. Se sienten llamados a responder a la magia de la fecha, y también
sentimos al llegar a un momento mágico; u n momento de concentración mental o llamados a aprovecharla, convocando espacios para forjar y compartir memo­
artística; de superación física o deportiva, o de amor y comprensión humana que ria, en actos que son, a la vez, para los seres hum anos contemporáneos y para
nos lleva fuera de nuestra normalidad. Sean negativos o positivos, estos son nu­ la posteridad.
dos que interrumpen los flujos y ritmos "normales" que constituyen un mundo de Un tercer nudo se refiere a los sitios físicos, que se han enfatizado tanto en los
hábitos y reflejos cotidianos. Rompen la normalidad que no necesita mucho pen­ estudios europeos y de los monumentos históricos (8). Se trata de lugares y restos que
samiento o mucha memoria conciente. Nos exigen pensar, sentir, atender. son artefactos directamente descendientes del gran trauma o viraje histórico, y aque­
En el cuerpo social, los nudos de la memoria también nos exigen pensar, llos que son invenciones humanas "después del hecho": los monumentos, museos, y
sentir, atender. Nos imponen rupturas con los hábitos semi-concientes, nos llevan a memoriales, o las películas o libros que ofrecen un sentir de vinculación profunda con
actividades y pensamientos más concientes, aun si el objetivo es sencillamente conse­ esa historia. Hasta cierto punto, pero con distintos grados de proporción y eficacia, los
guir el alivio y volver a no prestar atención a los nudos. Pensados así, los nu­ sitios físicos tienen que mezclar integralmente los dos aspectos: la condición
dos convocantes de la memoria son a m enudo fenómenos molestosos y con­ de ser los lugares y restos directamente ligados al pasado, y la de ser una cons­
flictivos. Son gritos y griterío. Exigen la atención. trucción o interpretación hum ana posterior, porque hasta el "resto" histórico

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original, tiene que pasar por un proceso de interpretación cultural para llegar memorias como ruptura y como prueba muy significativo, no obstante la hosti­
a ser reconocido como "resto". lidad y la represión entre 1975 y 1979; se llega, hacia fines de los '70 y principios
Los artefactos o sitios físicos eficaces logran proyectar una vinculación casi sa­ de los '80, a una proyección muy fuerte, coordinada con la promulgación formal
grada con la historicidad. En el caso de la dictadura chilena, muchas veces los m ism o s de la amnistía y la institucionaÜzación del gobierno militar, de la idea de cerrar
cuerpos de la gente han expresado el poder enorme de una vinculación físira y sagrada la caja en aras de un olvido conciente. (Los mini-períodos al interior del período
Cualquiera persona que escucha, o lee, la grabación de las conversaciones en­ 1973 a 1983, se superponen justamente porque era un proceso tan conflictivo y
tre el General Leigh y el General Pinochet en el mismo día del once, se dará contradictorio, y porque en la historia social y cultural especialmente, es nor­
cuenta que los propios militares se preocuparon, desde el prim er día, del po­ malmente erróneo pensar en el "inicio" o el "fin" como un punto fijo y rígido en
der del cuerpo hum ano como nudo convocante de la memoria. No por nada la dimensión tiempo.)
enterraron a Salvador Allende discretamente en Viña del Mar, no por nada En el período que va entre 1983 a 1989, la sociedad chilena pasa a vivir un
destruyeron los hornos de Lonquén y los cuerpos allí descubiertos. Había te­ ciclo de pugnas tremendas para dar nuevas energías, matices y capacidad de
mor frente a la tradición popular de las animitas y las romerías. Había que convocar y convencer a las cuatro memorias emblemáticas heredadas, y así de­
borrar, o por lo menos contener, la magia de los sitios físicos de las memorias finir cuáles campos de memoria serán cultural y políticamente hegemónicas. Es
emblemáticas contra-oficiales (9). la época de grandes desbordes sociales y culturales, una coyuntura cuya sensi­
Para ver el proceso hum ano y conflictivo, a través del cual se van creando y bilidad es de la "no-hegemonía", no obstante ejercer el Estado un poder represi­
probando puentes hacia la memoria emblemática -focándose en el camino una memo­ vo impresionante. Es la época que empieza con el colapso de la hegemonía cul­
ria emblemática influyente, sensible a los criterios mencionados arriba-, hay que fijar tural aparente del gobierno, naciendo un período de protestas enormes, y el
una atención especial en los nudos de la memoria. Es el actuar desde y alrededor de los gobierno vuelve a acudir a acciones represivas masivas y terriblemente brutales.
nudos, en toda su multidimensianalidad -los nudos humanos, los de hechos y fechas, y Termina cuando se agota el dinamismo de la protesta callejera masiva, con un
los sitios y restos físicos- lo que va moldeando en el tiempo las características y el período de grandes campañas publicitarias para convencer, sabiendo justamen­
alcance cultural de las memorias emblemáticas. A partir de estos múltiples nudos, los te que el país de la no-hegemonía tendrá que definirse durante el plebiscito y las
seres humanos van construyendo un sentido de historicidad y autenticidad, una carpa elecciones de 1988 y 1989, respectivamente.
de memoria amplia capaz de incluir a muchos o una carpa chica que invita a pocos, una El período de 1990 a 1998 abre un nuevo ciclo. Comienza abriendo la
proyección pública formidable o marginalizada, un referente social convincente o poco caja de lá memoria desde el Estado gobernado por civiles, aunque civiles hos­
convincente. Los nudos que convocan y exigen, y que coleccionan las memorias, tigados por la herencia del gobierno militar, institucionalizada en el poder real
dinamizan el proceso colectivo de imaginar y luchar sobre la memoria y el olvido. Es -pactado e importante- del sector militar. También se abre la caja desde la so­
un proceso que va inventando y animando las relaciones dialécticas y selectivas entre ciedad civil. El resultado es un enorme respaldo, incluso desde el Estado, a la
las memorias sueltas y las emblemáticas. m em oria como una ru ptura no resuelta, y la memoria como una prueba
Para resum ir en pocas palabras: Creo que las memorias emblemáticas y definitoria de los valores éticos y democráticos. Se ve el nuevo ciclo en todos los niveles:
los nudos convocantes pueden ser dos instrumentos metodológicos, cuya co­ desde arriba, en el trabajo de la Comisión Rettig, el actuar simbólico del nuevo gobier­
ordinación analítica nos permite ver el proceso de crear memoria colectiva en no de Patricio Aylwin, los programas noticieros de Televisión Nacional bajo la direc­
la sociedad en su conjunto. ción de Patricia Politzer y Jorge Navarrete; desde la sociedad civil y la cultura popular,
Para mi investigación del caso chileno, estos instrumentos han sido útiles para en las ventas de libros como Los zarpazos del puma de Patricia Verdugo durante los
conceptualizar una periodización de la memoria y el olvido desde 1973. Por falta de años 1989-1992, en las sensibilidades fíente a nuevos descubrimientos de restos huma­
espacio y tiempo, no puedo presentar y analizar esta periodización en detalle. Tendría que nos, en la capacidad de convocatoria evidente de actos, como el nuevo entierro de Sal­
limitarme a un resumen burdo y minimalista. Veo al período 1973-1983como aquel en vador Allende, o en los raitings de episodios específicos de programas de televisión,
el que se constuyeron las cuatro principales memorias emblemáticas en tomo al com o "Inform e Especial". H acia finales de 1993 se ve la consolidación
once y a la violencia estatal. Se empieza con una proyección m uy fuerte de la hegemónica, en términos culturales, de la memoria como ruptura y como prue­
memoria como salvación durante los años 1973 a 1976; se ve un desarrollo de las ba, en los sondeos. La mayoría de los chilenos, llegando a 1993, definen el

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significado del once no como la salvación del país de una dictadura marxista, de hegemonizar, o de tener influencia más allá de su propio campo de los ya
sino como el colapso de la democracia y el pasar a una dictadura. convencidos. Comienza a tener influencia otro tipo de sensibilidad: "que cada
Pero la hegemonía cultural no es la misma que la hegemonía política, y de hecho el quien recuerde lo suyo".
país vive un sentimiento dramático de fragilidad democrática. Chile no es el país solamente Es una sensibilidad comprensible, que responde a un problema real: el de lo­
de la Comisión Rettig, también es el país del boinazo. Poco a poco, especialmente con la grar la convivencia en una situación de impasse político-cultural sobre temas de
transición al gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se va cerrando la caja de la memoria, fondo, de cierta manera sagrados. Vivir los vaivenes apasionados de una ambivalencia
frente a un impasse político-cultural que parece imposible de superar. Se llega, poco a poco, colectiva tan fuerte, es en sí muy agotador, y puede crear nuevos deseos y fantasías.
a la memoria como una caja casi-cerrada y a una situación paradójica. Desde el En agosto y septiembre de 1998, los discursos alrededor del once y la memoria, empe­
Estado, se trata de reglamentar cuándo y cómo se abrirá esta caja casi-cerrada, zaron a mostrar el agotamiento del ciclo anterior y lo insoportable de seguir con ello
cuya peligrosidad parece exigir cada vez más la prudencia y el control desde arri­ como un nuevo punto de partida. En este contexto se suprim ió el once, se
ba. Desde la cultura y la sociedad, también se ve u n cierto agotamiento frente a habló y polemizó sobre los "gestos" m utuos, se sugirió que quizás con la
una situación de impasse político, y al llamado de nuevos temas políticos y cultu­ ayuda de la Iglesia se podría llegar a tener nueva información sobre el para­
rales. Pero por otro lado, el llamado de la memoria -especialmente desde sus nu­ dero de los detenidos desaparecidos, se celebró el 4 de septiembre en el Esta­
dos humanos, y desde los nudos de hechos y fechas- es tan fuerte, que en la prác­ dio Nacional como una fiesta de jóvenes (no obstante la presencia de los
tica la sociedad parece vivir unos vaivenes chocantes cada cuantos meses. En la "viejos") que querían im aginar una memoria de ideales y alegría. Se sintió
cultura madura de la Concertación, el país parece pasar de la prudencia a la con­ en al aire de septiembre que algo nuevo estaba tratando de nacer, a pesar de
vulsión y viceversa, en un proceso permanente, de mes a mes, sin llegar a una todo, y a pesar de no saber si ese algo iba a ser positivo o nefasto, un avance
resolución estable. Se dan virajes bruscos y chocantes de un olvido más o menos o una trampa.
consciente a la memoria convulsiva, en un proceso sin fin (10). Obviamente, los Con la detención del General Pinochet en octubre, ese sentir de "algo nuevo"
meses de agosto a octubre de 1998 han vuelto a dramatizar esta condición. quedó de lado y el país volvió a la convulsión. Sin embargo, es imaginable -sobre todo
en vista de la política del gobierno frente a la detención, lo agotador de una división-
A manera de conclusión: una reflexión final sin-solución en la sociedad chilena, el acercamiento de nuevas elecciones presidencia­
les, y las dificultades jurídicas y las presiones políticas internacionales para poner fin
al caso- que de alguna manera se vuelva al nuevo ambiente.
Terminamos con una reflexión final que se puede sintetizar en una pre­
Pero aunque comprensible, y hasta necesario y lleno de posibilidades
gunta. Desde la perspectiva de la memoria como u n proceso, ¿a dónde ha lle­
creativas y positivas, es importante también ver los peligros del aire de septiembre
gado la sociedad chilena y a dónde va?
de 1998. En la medida que ese aire toma como su punto de partida el aceptar el
Es una pregunta tremendamente difícil de contestar. Pero se puede decir que
cansancio y el desgaste frente a un impasse político-cultural no superable, veo dos
después del Caso Conteras en 1995, y del fracaso del proyecto Frei para resucitar una
peligros. El primero es que los portavoces de las memorias emblemáticas queden
versión de la Ley Aylwin de 1993, el problema del impasse político-cultural parecía
marginados, encerrados en lo suyo y sin capacidad de llegar y dialogar con los
superar la voluntad y la imaginación colectiva. Se puede interpretar el período de 1973
que no son parte del campo propio. Será un proceso en que se va perdiendo la
a 1998, como un ciclo de pugnas en tomo a las cuatro memorias emblemáticas princi­
capacidad de renovar en términos generacionales, de llegar a un diálogo real con
pales presentadas arriba. Fue un proceso de inventarlas y de pretender una cierta hege­
los jóvenes que no tenían experiencia directa ni del período Frei-Allende, ni del
monía, para que algunas memorias emblemáticas llegaran a desplazar a otras. Pero
período de la dictadura. Se llegará a una frustración tremenda, un proceso de
llegando hacia final de este ciclo, en 1996,1997 y 1998, aunque las pugnas siguieron,
repetir los mismos actos y conceptos recordatorios hasta el desgaste, y llegar a ser
también se desgastaron. Los vaivenes bruscos, de la prudencia extrema a la convulsión
extrema y viceversa, parecían repetirse sin resolución, en un círculo vicioso agotador. presos de una fragmentación cultural que produce la sordera e n te todos.
El segundo peligro, muy relacionado con el primero, es que con esta si­
Las cuatro memorias emblemáticas parecían haber perdido su capacidad de
convencer, o por lo menos influir a los no-convencidos, y esa capacidad era tuación se llegue a un "olvido de hecho". La caja de la memoria colectiva queda­
parte de su sentido. Muchos de sus partidarios empiezan a dejar la pretensión rá casi cerrada, en una cultura que sencillamente acepta que no hay memorias

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emblemáticas convincentes. Solamente quedará una colección de memorias suel­ del siglo XX. Son puentes donde se encuentran la memoria y el futuro en un
tas y medio nostálgicas -un diálogo de sordos en que los viejos se limitarán a presente en camino, un presente que busca el sentido. Y esos puentes, como las
comentar "qué hacía yo el 11 de septiembre", y los jóvenes se limitarán a respon­ Alamedas que mencionó un presidente chileno no muy anónimo, pueden ser,
der "¿qué me importa lo que hacía Ud. el 11 de septiembre?", se acabará con la ¡tienen que ser grandes! Gracias.
dialéctica vital entre las memoria sueltas y las emblemáticas-, y con ella, las con­
diciones para construir y defender algunas normas éticas mínimas pero funda­ Santiago de Chile, 4 de noviembre de 1998
mentales para la convivencia y la identidad colectiva. Las memorias flotarán en
el semi-olvido de los recuerdos personales sueltos, tan insignificantes en lo so­ Nota general y agradecimientos:
cial como mi memoria del calor familiar en los tiempos de frío y pobreza.
El m undo de la sordera m utua y el olvido de hecho tiene su atracción. Las ideas presentadas aquí son reflexiones basadas en una investigación so­
Es el m undo de "cada loco con su tema", en que todos parecen tener libertad. bre el proceso de forjar, cambiar y luchar en tomo a las memorias de la crisis de 1973
Yo creo que una etos de "live and let live" ciertamente es mejor que una cultu­ y la violencia política militar en Chile, durante el período de 1973 a 1998. El análisis
ra autoritaria y rígida, en que falte la tolerancia y se vuelva irónicamente a
detallado y sistemáticamente documentado, con citas de las fuentes empíricas rele­
actitudes de dictadura y autoritarismo. Es más: Creo que hasta cierto punto
vantes, aparecerá en el libro que he empezado a redactar sobre el tema en el año
"live and let live" es una actitud m uy sana y democrática. Pero pasando un
1999. Espero terminar de redactar un primer borrador completo en el año 2000. El
cierto límite, puede traer su peligro. Cada loco con su tema pueda llegar a
título provisional en inglés será: 'The Memory Box of Pinochet's Chile: Truth Struggles
significar cada loco en la burbuja de su auto-justificación. La pregunta clave es
and the Age of Pólice, 1973-1998".
lo siguiente. En el m undo de la sordera m utua y el olvido de hecho, ¿será más
Este ensayo, pues, es una versión preliminar y parte de un trabajo en pro­
difícil prevenir pasar ese límite, sobre todo en los momentos colectivos de gran­
ceso. Su conclusión refleja el "momento" del simposio, principios de noviembre
des tensiones y dificultades? Dicho de otra manera: Quizá la tolerancia desde
de 1998, cuando el caso Pinochet en Londres todavía era una noticia bastante reciente.
la sordera y el olvido, en un m undo sin puentes éntre la memoria suelta y la
Me he beneficiado de varios comentarios, algunos incorporados en esta versión y otros
emblemática, no sea tan tolerante a mediano plazo.
que espero incorporar en una futura versión de este ensayo, o en el libro sobre el tema.
Señalar algunos peligros, sin embargo, no significa una ausencia de contraco­ Quisiera aclarar, sin embargo, algunos cambios o matices que habrá que incorporar en el
rrientes, de potencialidades que van en otra dirección. Siempre es más fácil mirar hacia futuro: (a) un mayor énfasis sobre el valor de las memorias sueltas en sí, para analizar el
atrás para ver lo que murió, y más difícil mirar hacia adelante para ver lo que va
proceso social de memoria y olvido y para entender más plenamente la "caja de la memo­
naciendo. De cierta manera se agotó finalmente el ciclo de pugnas en tomo a las cuatro ria" que se construye; (b) una reflexión sobre la relación entre lo nacional y lo local, o
memorias emblemáticas que definió el período 1973 -1998, y se va abriendo un nuevo regional, en el contexto del problema de las memorias emblemáticas y sueltas; y (c) una
horizonte. No obstante todos los problemas y complicaciones, el mismo retiro del Gene­ reflexión de largo plazo, que incorpora el problema de memoria y olvido en tomo a 1973,
ral Pinochet como Comandante del Ejército y su detención preventiva en Londres por
en el contexto de los procesos de recordar y olvidar otros momentos de gran trauma o
un proceso de crímenes de lesa humanidad, también pueden ser una parte importante
ruptura, como, por ejemplo, el conflicto de 1891.
de ese "algo" que trata de nacer, y cuyo futuro está por hacer.
Quisiera agradecer a todas las personas que han comentado, criticado y
El futuro de la memoria, como el pasado de ella, será hecho por los seres huma­
apoyado la prim era versión de este ensayo, a toda la gente que aportó comen­
nos. Por eso, y no obstante los peligros mencionados, vale la esperanza. El
tarios y sugerencias en el simposio "M emoria para un nuevo siglo" en la
nuevo horizonte puede ser positivo, y lo que da más esperanza son Uds. Mi­
USACH y en un seminario con historiadores y otros investigadores en IDEA,
rando a la heterogeneidad generacional que se ve en esta sala, y que se vio en
en la primera semana de noviembre de 1998 en Santiago; a los colegas presen­
los seminarios y actos preparatorios a este Encuentro "Memoria para un nue­
tes en el Taller sobre la memoria, la represión y la democratización, organiza­
vo siglo", y mirando la participación multi-generacional en muchos de los ac­
do por el Social Science Research Council, CLAEH y la Universidad de la Re­
tos que ha vivido Chile este año, se observa que van naciendo nuevos nudos
pública en Montevideo (16 al 17 de noviembre de 1998); y a Paul Drake, Alicia
convocantes de la memoria. Uds. van a construir sus propios puentes hacia
Frohmann, Mario Garcés, Elizabeth Jelín, Susana Kaufman, Florencia Mallon,
unas memorias emblemáticas del dram a que vivió el país en la segunda mitad

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Pedro Milos, Myriam Olguín, Julio Pinto, Maximiliano Salinas, Teresa Valdés, importante en Europa y los EE.UU. Hay una edición excelente en inglés, de
Ximena Valdés y Alex Wilde, por varios comentarios específicos. Estoy espe­ "solamente" tres tomos, editada por Lawrence D Kritzman y traducida por
cialmente agradecido a Tere Valdés por ayudarm e a reflexionar sobre cómo A rthur Goldhammer, bajo el título Realms o f Memory (New York: Columbia
expresar y analizar mejor el tema de la memoria como "prueba". Univ. Press, 1996-1998).
También debo reconocer dos deudas más generales. Primero, tengo una Nora y su equipo son muy iluminadores sobre temas específicos y para
deuda con muchas personas, especialmente aquellos chilenos y chilenas que me ayudaron pensar la metodología, pero considero su marco teórico tramposo, por crear
y enseñaron tanto, a través de la colaboración intelectual y práctica y el apoyo personal, una dicotomía demasiada rígida entre lo que son los ambientes de memoria
durante un año de investigación histórica en 1996-1997. También en este sentido debo viva (milieux de mémoire) y los sitios que cobran sentido como recuerdo históri­
agradecer los apoyos financieros a través de becas del Fulbright-Hays Faculty Research co justamente porque la memoria ha muerto (lieux de mémoire). Creo que este
Abroad Program y del Social Science Research Coundl, y recursos proveídos por la Uni­ marco es de una utilidad limitada para el tema de la memoria de dictadura en
versidad de Wisconsin. países como Chile, entre los '70 y los '90, porque son memorias muy vivas para
Segundo, quisiera reconocer una deuda intelectual con la literatura inte­ una o dos generaciones, y por la relativa escasez de "sitios" monumentales
lectual y artística existente sobre el tema de la memoria, en varios países y regio­ recordatorios culturalmente reconocidos. Una nota parecida de cautela sobre
nes del mundo. Sus sensibilidades, preguntas e ideas me ayudaron a pensar y la brecha entre memoria e historia puede valer para la gran obra, también muy
desarrollar los temas de la memoria emblemática y de los nudos convocantes. El iluminadora, de Yosef Yerushalmi, Zakhor: Jewish History and Jewish Memory
lector que quiera una orientación de esa literatura debe ver la nota 1 abajo. (Seattle: Univ. of Washington Press, 1982).
Es interesante observar en este contexto, que es justamente en el ensayo
1. Para el lector que quiere algunas pistas para leer más a nivel teórico o de Nora sobre las generaciones ("Generation", en Realms o f Memory, tomo 1,
comparativo, debo dar una breve orientación de varios estudios que considero págs. 498-531), donde el mismo Nora desarrolla una visión interactiva más
especialmente iluminadores para historiadores de la memoria. (Dejo de lado sutil entre "memoria" e "historia". Es interesante observar también cómo los
en esta nota bibliográfica a la literatura chilena, por suponer que los lectores sitios en sí pueden catalizar, por lo menos cuando hay memorias generacionales
chilenos y chilenistas conocen bien esa literatura.) vivas, la colección de múltiples memorias colectivas que son a la vez competi­
El sociólogo francés Maurice Halbwachs fue el pionero del estudio de la tivas: ver el estudio de James E. Young, The Texture o f Memory: Holocaust
pluralidad de las memorias y las relaciones m uy complejas que se dan entre Memorials and Meaning (New Haven: Yale Univ. Press, 1993); ver también la
las memorias individuales y colectivas. Ver especialmente Halbwachs, The nueva historia contemporánea de la memoria alemana, por Rudy Koshar,
Collective Memory, Francis J. Ditter, Jr., y Vida Yazdi Ditter, traductores (New Germany's Transient Pasts: Preservation and National Memory in the Twentieth
York: H arper & Row, 1980); cfr. Les cadres sociaux de la memoire (París: F. Alean, Century (Chapel Hill: Univ. of North Carolina Press, 1998).
1925); On Collective Memory, Lewis A. Coser, ed. (Chicago: Univ. of Chicago Puede ser, por supuesto, que en el siglo XXI, Chile y sus países vecinos
Press, 1992). Para trazar el desarrollo profesional de la literatura histórica e lleguen a una mezcla de semi-olvido y distancia generacional que dé mayor
interdisciplinaria sobre la memoria en las décadas recientes, es imprescindible utilidad, para entonces, al marco conceptual de Nora. Mientras tanto, un libro
la revista internacional History and Memory (1989 —), que es de alta calidad. más útil como ejemplo histórico y metodológico de las memorias vivas y
Ver también el núm ero especial de la revista representations, 26 (Spring 1989), y emblemáticas, de un gran traum a generacional es Henry Rousso, The Vichy
el foro reciente en American Histórical Review 102: 5 (diciembre 1997), 1371- Syndrome: History and Memory in France since 1944, A rthur Goldhammer, tra­
1412, sobre historia y memoria, con ensayos teorizantes por Susan A. Crane y ductor (Cambridge, Ma.: H arvard Univ. Press, 1991). Rousso m uestra las diná­
Alón Confino y una reflexión desde la historia obrera argentina por Daniel micas desde los "hechos y escándalos", y también desde la ambición política y
James. El ensayo de Crane es especialmente útil por comparar las perspectivas la creación cultural, que van transformando las memorias influyentes del trau­
de tres grandes intelectuales de la memoria -Halbwachs, Pierre Nora y Yosef ma y de la complicidad, a la vez que refortalecen un interés apasionado y con­
Yarushalmi- desde una perspectiva individual y colectiva a la vez. vulsivo sobre el tema de la Francia de Vichy.
En los últimos años, Pierre Nora y su gran obra colectiva sobre Les Lieux Para profundizar qué significa "recordar" y los procesos subjetivos e inter­
de Mémoire (7 tomos, París: Gallimard, 1984-1992), ha tenido una influencia subjetivos, hay varios trabajos sumamente sugerentes. Para ver cómo el proceso

30 31
de recordar una verdad, necesariamente es también un proceso de interpretar y and Transformation of Political Identity: Leaders of the Chilean Left, 1968-
olvidar, personal, social y generacional a la vez, creando así "capas" de memo­ 1990" (Ph.D. diss., Columbia University, 1996).
ria, es fundamental el ensayo de Elizabeth Jelin y Susana G. Kaufman, "Layers 5. Vale subrayar mi deuda conceptual, en esta discusión, con Muñoz,
of Memories: Twenty Years After in Argentina", Paper for Conference on "H um an Rights and Social Referents".
"Legades ofAuthoritarism: Cultural Production, Collective Trauma, and Global Justice", 6. Hay que aclarar, por respeto al dolor de las personas y a la verdad
Univ. of Wisconsin— Madison, 3 a 5 de abril de 1998; ver también Yosef H. Yarushalmi histórica, que el hecho de que la mujer familiar ha sido un referente social
et al, Usos del olvido: Comunicaciones al Coloquio de Royaumont (Buenos Aires: Edicio­ clave, no significa una ausencia de hombres entre los familiares adoloridos
nes Nueva Visión, 1989), esp. el ensayo de Yerushalmi, "Reflexiones sobre el olvido", 13- por las matanzas, los secuestros y las torturas desde el Estado. Entre las agru­
26. Sobre la verdad colectiva e histórica de las memorias personales y colectivas paciones de familiares que insistieron que el Estado y la sociedad recordaran y
emblemáticas, aun en los casos de narraciones que plantean una falsedad empírica, y asum ieran responsabilidad frente al fenómeno, se encontraban y se encuen­
sobre las implicaciones para el método de la historia oral, ver Alessandro Portelli, The tran hombres, aunque la mayoría de los miembros activos de las agrupaciones
Death ofLuigi Trastulli and Other Stories: Form andMeaning in Oral History (Albany: han sido mujeres. Vale aclarar también que el papel preponderante de la mujer
State University of New York Press, 1991); ver también el ensayo de Daniel James en como referente social simbólico, tampoco excluye que en ciertos casos -pien­
American HistoricOl Review, mendonado arriba. Sobre los distintos matices que se ven sen, por ejemplo, en la auto-inmolación de Sebastián Acevedo- los hombres
al cotejar el testimonio oral de entrevista en video, donde predomina la sensadón de un también pudieran convertirse en símbolos m uy fuertes de un amor familiar
desastre sin límites y sin sentido, y el testimonio literario, donde hay una mayor tenden­ desesperadamente angustiado. Sin embargo, insisto en la importancia de la
cia de anclar d desastre a una narradón de sobrevivenda o superadón, que pueda dar la mujer familiar como el referente social clave.
esperanza de encontrar un sentido, ver el libro brillante de Lawrence L Langer, Holocaust 7. Ver Pierre Bourdieu, Outline o fa Theory ofPractice, trad. Richard Nice
Testimonies: TheRuins o f Memory (New Ha ven: Yale Univ. Press, 1991). (Cambridge: Cambridge University Press, 1977).
Sobre los retos y contextos políticos, y como va cambiando el sentido de 8. Ver los trabajos de Young, Koshar y del equipo de Nora mencionados
lo que es reclamar memoria, y crear puentes en el espacio público, es muy en la nota 1 arriba, y también los estudios que aparecen en la revista History
ilum inador Elizabeth Jelin, "La política de la memoria: El movimiento de de­ and Memory (1989).
rechos hum anos y la construcción democrática en la Argentina", en Carlos H. 9. Sobre las conversaciones entre Leigh y Pinochet, ver Patricia Verdu­
Acuña et al, Juicio, castigos y memorias: Derechos humanos y justicia en la política go, Interferencia secreta: 11 de septiembre de 1973 (Santiago: Editorial Sudameri­
argentina (Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión SAIC, 1995), 101-46, esp. 141- cana, 1998). Sobre Lonquén, una buena introducción es Máximo Pacheco G.,
43. Sobre la importancia de los referentes sociales y los aprendizajes de los Lonquén (orig. 1980, prohibido su venta pública, circulado privadamente; 2da
portavoces, he aprendido m ucho de u n ensayo m aravilloso de Hortensia ed. 1983: Santiago: Ed. Aconcagua, 1983). Sobre las animitas y las romerías y el
M uñoz, "H um an Rights and Social Referents: The Construction of New caso Lonquén, debo agradecerle al Padre José Aldunate (entrevista, 10-1-97)
Sensibilities", en Steve J. Stem, ed., Shining and Other Paths: War and Society in por sus observaciones al respecto, y a la fotógrafa Helen Hughes por compar­
Perú, 1980-1995 (Durham: Duke Univ. Press, 1998), 447-69. tir materiales relevantes de su archivó gráfico.
2. Digo solamente "hasta cierto punto", porque mucho del debate cultu­ 10. La ambivalencia fuerte que provoca el impasse y el agotamiento no
ral que se da es un debate entre memorias emblemáticas rivales, un proceso de term ina con las necesidades expresivas que la gente siente, aun desde la
competencia por una influencia más hegemónica. En este sentido, los portavo­ ambivalencia. Y por supuesto, no termina con las necesidades de exigir solu­
ces de una memoria emblemática, no logran organizar todo el debate relevan­ ciones y plantear las normas básicas en temas de los derechos humanos. Sobre
te desde los puntos de partida de su propio marco de memoria. las necesidades expresivas y sus dinámicas, ver el trabajo sobre "irruptions"
3. Para este punto, vale subrayar lo iluminador de dos ensayos: Yerushalmi, de Alexander Wilde, "Irruptions of Memory: Expressive Politics in Chile's
"Reflexiones sobre el olvido", 13-26; Jelin y Kaufman, "Layers of Memories". Transition to Democracy", ensayo para la reunión de Authoritarian Legacies
4. Un trabajo excelente sobre Chile que muestra claramente la impor­ Working Group, Columbia University y Universidad Torcuata di Telia, Bue­
tancia de lo generacional en este sentido es: Katherine J. R. Hite, "The Formation nos Aires, 27 a 29 de agosto de 1998

32
I Parte
Teoría y memoria
La memoria y sus significados

P edro M ilos

Las ponencias que a continuación se presentan constituyen uno de los


frutos del trabajo que durante tres meses realizó un grupo interdisciplinario
convocado por los organizadores del Seminario "Memoria para un nuevo si­
glo: Chile, miradas a la historia de los últimos cincuenta años". En efecto, como
parte de la metodología de preparación de este Seminario se constituyó un
gru p o de trabajo (o 'presem inario') que tu v o p o r objeto una reflexión
interdisciplinaria (o transdisciplinaria) sobre el tema de la memoria. Este gru­
po estuvo formado por dos psicólogas, un antropólogo, un sociólogo, dos his­
toriadores y un educador.1
Destacamos que estas ponencias constituyen 'uno de los frutos' de ese
trabajo porque efectivamente ellas no recogen -ni tenían por qué hacerlo- el
conjunto de reflexiones, discusiones e intercambios que se realizaron en el marco
del preseminario. En este sentido, tal vez sea pertinente evocar una distinción
que es posible establecer entre historia y memoria, entendiendo la primera
como labor historiográfica que produce relatos sobre el pasado, principalmen­
te escritos, y la segunda como práctica social que elabora recuerdos a partir de
vivencias individuales o colectivas. En esos términos, estas actas forman parte
de la historiografía de nuestro preseminario, reunidas bajo la forma de un li­
bro, mientras la memoria sobre el mismo seguirá circulando por distintos ca­
nales y bajo diversas formas.
En un prim er momento, al grupo se le propuso realizar una reflexión
preferentemente conceptual, que tuviese por finalidad revisar cómo se consti-

Elizabeth Lira, Isabel Piper S., R olf Foerster G., Pedro E. Güell, Gonzalo Cáceres Q., Pedro Milos
y Abraham Magendzo.

37
tuía el concepto de memoria desde cada una de las disciplinas representadas al olvido. Finalmente Cáceres propuso cinco afirmaciones que comprometían
en el preseminario. Desechada esta alternativa por considerarse que el tiempo los siguientes temas: la pluralidad de memorias; el potencial de la memoria
de que se disponía no era suficiente, ya que suponía realizar una pequeña (o frente a las políticas de olvido; la relación entre memoria individual y memo­
gran) investigación en cada área disciplinaria, se optó por un camino que ya rias agregadas; la relación entre memoria y presente; y la tarea del historiador
tuviese una parte avanzada: com partir las ópticas desde las cuales cada uno frente a la memoria.2
había trabajado o estaba trabajando el tema de la memoria. Se pusieron en En el segundo caso, expresado en la ponencia "Memoria colectiva: entre
común, así, las distintas investigaciones y elaboraciones de cada uno de los la vivencia histórica y la significación", presentada por Pedro Milos, la reflexión
participantes. sobre la memoria tuvo un sesgo más específicamente teórico. Precedida de una
A partir, entonces, de las trayectorias reales que cada uno había seguido visión sobre el peso de la memoria como práctica y recurso social en este fin de
en pos de la memoria como objeto de estudio o trabajo, se fueron conforman­ siglo, se presenta una sistematización de distintas conceptualizaciones sobre la
do tres campos de preocupaciones en el preseminario: uno, que seguía incli­ memoria. Desde aquellas que ubican a la memoria como la expresión de realida­
nándose hacia la vertiente más teórica o conceptual de la memoria; otro, que des sociales y culturales determinadas, hasta aquellas que la conciben como re­
llamaba la atención sobre los procesos a través de los cuales ciertas colectivi­ p resentaciones cu ltu rales de orden sim bólico, se tra ta en general de
dades concretas elaboraban su memoria; y un tercer campo de preocupaciones conceptualizaciones que ponen el acento en la memoria como significación. Sig­
que ponía el acento en el peso de la memoria en el tiem po presente y en las nificaciones que son m uy diversas y que comprometen distintas dimensiones:
perspectivas de futuro de nuestra sociedad. lo individual y lo colectivo, lo objetivo y lo subjetivo, lo pasado y lo presente, lo
De ese modo, pudim os observar cómo desde las distintas aproximacio­ explícito y lo implícto. La presentación termina volviendo al eje de la vivencia
nes disciplinarias reunidas en el preseminario emergían diferentes significa­ histórica reflexionando sobre la especificidad del fin de siglo en Chile.
dos para una misma realidad, la de la memoria de nuestra sociedad. En este
contexto comenzamos a hablar de la m emoria como polifonía y a revalorarla
en tanto que tal. Procesos de construcción de memoria

Memoria: alcances y límites conceptuales En el segundo campo de preocupaciones, aquel referido a los procesos a
través de los cuales se van conformando las memorias, podemos ubicar dos
elaboraciones: la de una de las psicólogas de nuestro grupo y la del antropólogo.3
En el prim er ámbito de preocupaciones, aquellas que podríamos califi­ En ellas se busca ilustrar los modos a través de los cuales los grupos o las
car de orden m ás conceptual, se ubicaron las elaboraciones de los dos historia­ sociedades van constituyendo sus memorias: institucionales algunos, políti­
dores que participaron del preseminario. Se trataba de situar la discusión en cos o narrativos otros, todos comprometen procesos culturales con impacto en
tom o al concepto de memoria, a partir de la reflexión de la historiografía y de las identidades colectivas.
otras ciencias sociales. Junto con establecer las distinciones que correspondie­ En su presentación "Reflexiones sobre Memoria y Olvido desde una
ran, se buscó también hacer claridad sobre términos asociados como olvido, perspectiva psico-histórica"7 la psicologa Elizabeth Lira da cuenta de una
recuerdo y otros.
En un caso, la reflexión se inspiró en el análisis de las distintas memo­
Al momento de la edición de este libro lamentablemente no obtuvimos de Gonzalo Cáceres Q. la
rias existentes en tom o a u n acontecimiento capital como lo fue el 11 de sep­ versión final de la presentación que realizara el 4 de noviembre de 1998 en el Seminario.
tiembre de 1973 en Chile. Bajo el título de "¿Hay memoria(s) más allá de la Agradecemos, en todo caso, sus valiosos aportes tanto al preseminario como al Seminario final.
memoria militante?", Gonzalo Cáceres Q. presentó en el Seminario una serie En este campo habría que ubicar también una preocupación manifestada por Abraham Magendzo
en el marco del preseminario, que refiere al rol del sistema educativo como productor de una me­
de consideraciones sobre la memoria nacional y el peso de las memorias mili­
moria oficial que hasta el momento ha dejado poco espacio para el reconocimiento de memorias
tantes estructuradas a partir del recuerdo del período previo y posterior al diversas, y que por motivos de tiempo Magendzo no pudo traducir en una presentación al Seminario.
golpe militar. Memorias en conflicto, que coexisten con políticas de inducción Esta interesante tarea queda, por lo tanto, pendiente.

38 39
apasionante investigación que está llevando a cabo en conjunto con el his­ tinuidad, legitimando el presente y abriendo o cerrando posibilidades futu­
toriador Brian Loveman sobre el tema de la reconciliación en Chile. Efecti­ ras. En esta perspectiva, las memorias de la dictadura aparecen marcadas
vamente, en esta ponencia se devela cómo, a lo largo de la historia de nues­ por la vivencia de situaciones de violencia, cuyos efectos se proyectan al
tra sociedad, los procesos de reconciliación, posteriores a enfrentamientos presente y parecen cancelar las posibilidades de cambio futuro. La m emo- .
o fracturas serias de los consensos preexistentes, han significado tender ria, asum ida como resistencia al olvido, como recuerdo de un pasado que /
un m anto de olvido sobre los hechos de violencia que han roto la convi­ mientras no sea reparado sigue condicionando el presente, conduce, ajuicio >
vencia social. De este m odo los principales actores políticos parecieran de la autora, a una sihjación de inm ovilidad- Superar la oposición antagóni­
haber aprendido un m odo histórico de resolver los conflictos, que supone ca entre olvidar / recordar supone encontrar una manera liberadora de cons­
negociar el olvido necesario para garantizar la 'p az .social'. Frente a esta truir la memoria, que permita volver a pensar el futuro.
constatación surge una apelación a la memoria, en u n doble sentido: como "La memoria y el futuro: las dificultades de la construcción de tiempo
recuerdo y rechazo al pasado de represión y, tanto o más im portante, como social en Chile" es la segunda presentación que ubicamos en este campo y que
memoria de los proyectos e identidades perseguidas. en el Seminario estuvo a cargo del sociólogo Pedro Güell. Su punto de partida
Por su parte, el antropólogo Rolf Foerster en su presentación titula­ es la dificultad actual de la sociedad chilena para pensar e imaginar el futuro,
da "N arra-m em orias entre los huilliches de San Juan de la Costa", aborda de manera colectiva. Se trataría de un problema de producción social del tiem­
las distintas formas o narrativas a través de las cuales el pueblo huilliche po. Un problema cuya dificultad el autor asocia a la experiencia de haber in­
ha ido elaborando y transm itiendo su memoria. Estas "narra-m em orias", tentado crear futuro en un tiempo ya pasado, cuando era presente. Y eso tiene
como él las llama, encontrarían sus bases en la mitología mapuche-huilliche; que ver con la memoria. Interesa por tanto interrogar la memoria existente
en los m em oriales de la Junta de Caciques; en los relatos autobiográficos; sobre las experiencias anteriores de habernos imaginado como actores del fu­
y, finalm ente, en la poética huilliche. En cuanto a los soportes de estas turo. Desde esta óptica se reconocen cuatro memorias, referidas a tiempos y
elaboraciones, convergen en ellas la escritura y la oralidad. La persistencia actores distintos: la memoria desencantada de los jóvenes que creyeron que el
y densidad de estas distintas form as de construir la m em oria huilliche, regreso de la democracia traería el cambio; la memoria de los padres de estos
perm iten encontrar en ella la principal reserva -o esperanza como sostiene jóvenes que recuerdan su experiencia de imaginar el cambio como la vivencia
el autor- del ser huilliche, de ser reconocido como parte de una realidad de un engaño que tuvo costos importantes; la memoria de las heridas dejadas
m ulticultural. por la dictadura que hacen casi imposible la regeneración de una nueva socia­
bilidad; y la memoria como nostalgia de un pasado, como un sueño hacia atrás,
Memoria, tiempo presente y futuro ante la imposibilidad de soñar hacia adelante.
Polifonía de memorias. Múltiples significados para un tiempo pasado.
Complejos procesos sociales y culturales a través de los cuales las personas,
Un tercer campo de preocupaciones se conforma a partir de aquellas
los grupos, las sociedades van m odelando la significación de su anterioridad,
elaboraciones que situaron la discusión en tom o al tema del peso e impacto de
impulsados por las necesidades del tiempo presente y más o menos orienta­
la memoria en la actualidad, tratando de mostrar cómo las memorias marcan
dos por el futuro que imaginan.
¡; los modos de actuar y de pensar de los sujetos sociales, no sólo en el tiempo
Las ponencias que hemos reunido en esta sección constituyen, a nuestro
j1'presente sino también a futuro.
juicio, un valioso aporte a la comprensión del estado actual de las distintas
i A través de "Memorias del pasado para el futuro", la psieóloga-Isabel
memorias que coexisten en la sociedad chilena y sus significados. Del mismo
/ Piper vincula la memoria colectiva al proceso de traumatización global que ha
m odo que hacen más comprensibles también los silencios y olvidos, impues­
/ vivido la sociedad chilena, tanto durante la dictadura militar como durante el
tos o deseados.
p e r ío d o de pos-dictadura. Concibe la memoria como u n proceso de interpre-
Estos trabajos señalan, por último, no pocas tareas aún pendientes en la
/ tación de los acontecimientos pasados, anclado en las prácticas sociales del
perspectiva de contribuir al necesario diálogo social y debate público que re­
presente. La memoria se ubica, así, entre el pasado y el presente dándoles con­
quiere la sociedad chilena para reconocerse y aceptarse en su diversidad. El

40 41
reconocimiento de la m em oria y sus distintos significados, es una de las
Memoria colectiva:
bases sobre las cuales debe reposar una sociedad democrática. Esa es la cla­
ve de lectura que proponem os para los trabajos que a continuación se pre­ entre la vivencia histórica y la significación
sentan.
Pedro Milos7

I. Una memoria necesaria para un fin de siglo

Pareciera que el siglo XX ya hubiese terminado. Se habla del "siglo cor­


to" para significar que este siglo comenzó con la primera guerra mundial y
terminó con la caída de la Europa del Este. Los últimos años han estado marca­
dos por la incertidumbre, por el llamado y publicitado fin de las ideologías,
por la pérdida de sentidos.
Estamos viviendo una época de transformaciones, en la que el cambio
cronológico de siglo tiende a concentrar las expectativas. Como si tal vez la
magia de vivir un cambio de siglo y de milenio fuese a resolver los problemas
existenciales -espirituales y materiales- que nos agobian.
Frente a esta realidad marcada para muchos por el vacío, la inseguridad
y la pérdida de sentidos, se levanta una respuesta pragmática: la del neo libe­
ralismo. Aquella del modelo cultural en curso, que se sostiene sobre los valo­
res y principios individuales, en que el éxito es el patrón con que se miden las
capacidades y la competencia ha llegado a ser una suerte de mecanismo de
selección natural.
Así, cada uno de nosotros, con sus más o menos capacidades, está lla­
m ado a concurrir al mercado de la vida. Con la incertidumbre de no saber
cómo se cotizarán, cada día, nuestras virtudes, defectos, pensamientos y ac-

E1 autor es Doctor en Ciencias Históricas de la Universidad Católica de Lovaina y se desempeña


actualmente como investigador del Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación, CIDE, y
profesor del Magíster en Historia de la Universidad de Santiago.

42 43
ciones. N adie sabe quién, dónde ni cómo se fija el precio de nuestra existen­ estos otros, el año 2000 no hace más que señalizar la incertidumbre: le pone
cia. Miles de personas no sólo corren el riesgo, por ejemplo, de perder el fecha. Y frente a ello, dos reacciones predom inantes: o dejarse m orir de
trabajo y con ello el sustento material, sino que van perdiendo también la ahistoricidad o bien pensar y llegar a creer que aún es tiempo de sumarse a la
esperanza, los sentidos, los sueños. El m ercado de la vida nos ha ido carrera, aunque no sea más que para tener la sensación de que se tiene un
deshum anizando progresivamente. destino.
Ya no nos reconocemos como seres iguales sino como competidores en Tal como van las cosas, al siglo XXI se va a llegar, parece, mirando hacia
la gran carrera hacia un futuro que, aseguran, será mejor. No para todos, claro, adelante obnubilados por el futuro o m irando hacia abajo, cargados por el
pero para algunos. Apurarse, que las plazas son pocas. Y allá vamos, todos, peso de un presente aciago. Pero muy pocos m irando hacia atrás. Porque el
corriendo con más o m enos desagrado. m irar hacia atrás, pareciera estar muy desacreditado. Corremos el riesgo cier­
En el camino, en la carrera, algunos se han ido despojando de su pasa­ to de llegar al siglo XXI sin memoria.
do para hacer más liviana la marcha. Otros, en el apuro y la sorpresa de la Sin embargo, paradojalmente, es en esa m irada hacia atrás que uno po­
partida, han olvidado de dónde vienen y a dónde van. A muchos en la loca dría encontrar herramientas para enfrentar de mejor manera este siglo XXI,
carrera se les han perdido, tal vez sin darse cuenta, sus valores más precia­ marcado por el exitismo loco de algunos y la desesperanza profunda de mu­
dos. Y no pocos, a veces con algo de angustia, nos aferramos aún a ideas y chos. Un m irar hacia atrás que es, más bien, un m irar hacia adentro, en busca
experiencias pasadas que creemos nos pueden orientar en estos nuevos y de aquello que, a pesar de todo, pareciera indispensable de recuperar y m ante­
desconocidos caminos. ner en el nuevo siglo.
Pero, en general, la carrera hacia el futuro mejor es una carrera que hay
que correrla "livianos de equipaje": está llena de peajes en los que te piden Memoria para un nuevo siglo
muestres tus pertenencias y te dem andan que te deshagas de las que ya no
sirven. Al hacerlo, se corre más liviano, es cierto, pero la liviandad se siente
"Una sociedad o un grupo que pierde la memoria está destinado a des­
también en el alma y term ina pesando más de lo que uno creía. Sobreviene el
sentimiento de precariedad. No hay tiempo de m irar atrás. No es conveniente, aparecer", dice un autor. "Sin memoria no hay identidad", agrega otro. Pero i
tampoco. En el instante que miraste, otro te pasó y ocupó tu lugar. los autores -los buenos en todo caso- no hacen m ás que pronunciar en voz alta /
aquello que la realidad está ronca de mostrar. Es cierto. Crecientemente nos i
estamos habituando a vivir sin memoria, a ir livianos de equipaje.
Significados posibles para el nuevo siglo El problema es que al perder la memoria uno pierde buena parte de los
recursos con que cuenta para hacer frente a la realidad. El llamado a no m irar
En este contexto, el siglo XXI puede tener dos significados. hacia atrás y fijar la vista en el futuro, está hecho por aquellos que ya miraron
Para unos, los mejor ubicados en este fin de siglo, será la fecha que hacia atrás, ya hicieron sus cuentas, imaginaron un futuro determ inado y ne­
cambiará definitivam ente el rum bo de la historia. Será el siglo de la consoli­ cesitan que el resto no mire para atrás, no haga sus cuentas y no discuta, por lo
dación del nuevo modelo cultural y todas sus implicancias económicas, so­ tanto, sus propuestas de futuro.
ciales y políticas. El año 2000, entonces, se nos ofrece como la gran puerta Perder nuestra memoria es perder la posibilidad de imaginar, por noso­
por donde la hum anidad entrará definitivam ente en la era de las autorrutas tros mismos, un futuro diferente. Guardar, mantener, conservar, transmitir y
de la inform ación, de la in tern acio n alizacio n de los m ercados, de la difundir la memoria, no son actos puram ente conservadores -en el sentido
posm odem idad, etc. profundo de la palabra-; por el contrario, son actos necesarios para pensar el
Para otros, sin embargo, la llegada del siglo XXI será la confirmación de cambio y hacerlo posible.
que la nueva hum anidad se olvidó de ellos. Que la puerta, imponente desde la
distancia, se va achicando a m edida que uno se acerca. De que la entrada será
fiscalizada. De que no conocen las palabras clave que aseguran el ingreso. Para

44 45
La memoria: un recurso disponible de allí surge el valor del trabajo; el valor de la justicia; el valor de la solida­
ridad; el valor de la acción colectiva; el valor de la participación política; el
valor de la democracia...
La memoria existe, usémosla. Hagamos que cada grupo o actor social, La memoria, normalmente, está constituida de experiencias que contie­
individual y colectivamente, se interrogue sobre qué es lo que quiere aportar, nen los vínculos entre lo ideal y lo concreto: un recuerdo rara vez es una idea
de su historia reciente, al nuevo siglo. abstracta o un objeto sin sentido. Memoria es significación, es sentido. Y el
Debemos descubrir cuáles son las conquistas m ás preciadas obtenidas sentido, hoy, en la víspera del año 2000, es un recurso valioso.
en los últimos años y que no estamos dispuestos a perder. Reconocer las ideas
que han anim ado nuestro desarrollo y han orientado nuestra existencia.
Que cada cual rememore las experiencias e iniciativas colectivas que II. El concepto de "memoria"
movilizaron sus capacidades creadoras. Que reconstituya las maneras y las
formas en que llevó a la práctica sus expectativas. Que recree los sueños y
esperanzas acuñadas en la soledad del miedo o en la pasión de las luchas. Que En la senda de Maurice Halbwachs
haga el inventario de los deseos aún no cumplidos y que apueste a aquellos
que ve como m ás posibles. Que asuma y comunique los dolores más profun­ Form ado en la escuela del p en sam iento de D urkheim , M aurice
dos que recuerde, así como las alegrías más plenas a lo largo de su existencia. Halbwachs fue de los primeros que en el inicio de los años veinte se interesó
De esta manera, podrá producirse un reconocimiento social de la histo­ en la memoria colectiva como fenómeno sociológico. Su primera obra Les cadres ,
ria reciente, de sus virtudes y de sus limitaciones, de lo vigente y de lo caduco, sociaux de la mémoire, se ha convertido en una referencia obligada, y casi punto
de lo virtual y lo real, de lo afectivo y de lo racional, de lo utópico y de lo de partida, de toda reflexión sobre el tema en el campo de las ciencias sociales.
práctico, de lo deseable y de lo posible. En fin, un reconocimiento social del De manera postuma, en 1950, se publicaron otra serie de sus escritos bajo el
pasado como antecedente y recurso del presente y del futuro próximo. En que título La mémoire collective.
la mem oria individual y colectiva, con sus ritmos, cadencias y conflictos, sea el M. Halbwachs no se interesa en la memoria en tanto que proceso físico
pie de igualdad desde el cual cada uno participa. Todos tenemos memoria, y mental. Lo que le preocupa son los estímulos sociales y culturales que la
todos podem os recurrir a ella. hacen posible. Él define la memoria como una actividad simbólica que supone
De esta m anera podrán emerger -hacerse visibles- valores, prácticas, ac­ ciertos marcos sociales: "No hay memoria posible fuera de los marcos de los
titudes, sentidos, voluntades que han sido parte fundam ental de la historia de cuales los hombres, viviendo en sociedad, se sirven para fijar y recuperar sus
este siglo y que hoy aparecen dism inuidas o deslegitimadas frente al imperio recuerdos"2. El pasado es entonces reconstruido en función de "marcos" que
de un "discurso único". Es a través de esta reemergencia, que los actores que contienen dos aspectos "estrechamente solidarios"; o sea, m arcos que están
dieron vida a esas prácticas y discursos hoy deslegitimados podrán recobrar constituidos de elementos que pueden ser vistos, a la vez, "como nociones
confianza en sí mismos y recuperar grados de protagonismo perdidos. No ne­ más o menos lógicas y lógicamente encadenadas que dan pie a la reflexión y
cesariamente para reproducir sus comportamientos anteriores, sino para aportar como representaciones figuradas y concretas de sucesos y personajes localiza­
su creatividad y su consistencia histórica a las respuestas nuevas que nos exige dos en el tiempo y en el espacio"3. ,
el cambio de siglo. Para levantar alternativas frente a los que creen que todo Halbwachs le reconoce así a esta noción de "marco" una significación
está resuelto y que sólo basta avanzar con el timón m uy firme; como también simbólica: "H ay que renunciar a la idea de que el pasado se conserva tal cual
alternativas frente al desaliento, la pasividad, el conformismo y la pérdida de en las memorias individuales (...). Los hombres viviendo en sociedad usan
tonicidad social.
Entre el prestigio desm edido de lo mercantil y el calculado desprestigio
de las ideologías, hay que situar el valor de la experiencia social. Experiencia a HALBWACHS, Maurice, Les cadres sociaux de la mémoire, París, 1935, p.107. La noción de
“cadres" la hemos traducido por “marcos”, sin estar seguros de dar cuenta de toda su complejidad.
través de la cual históricamente se ha intentado plasm ar las ideas en realidad:
Ibid., p.380.

46 47
palabras de las cuales ellos com prenden el sentido: es la condición del pen­ aquellos aspectos relacionados con la influencia de lo social. Tal es el caso,
samiento colectivo. Ahora bien, cada palabra (comprendida) se acompaña por ejemplo, de Gérard N am er, quien subraya "la idea de que la memoria
de recuerdos y no hay recuerdos a los que no podam os hacerles correspon­ individual es el conjunto de las aptitudes de comprensión afectiva de los
der palabras. Nosotros hablamos nuestros recuerdos antes de evocarlos: es puntos de vista colectivos y la idea de que la pluralidad de las memorias
el lenguaje y es todo el sistema de convenciones sociales que le son solida­ familiares, religiosas, institucionales, puede estructurarse en una jerarquía
rias que nos permite a cada instante reconstruir nuestro pasado"4. donde figura una memoria dominante"7.
Los hechos que se recuerdan son los que tienen una significación, por­ O el de Freddy Raphaél, quien destaca el hecho de que para Halbwachs el
que ellos han sido objetos de un razonamiento. Para Halbwachs, razonar es pensamiento social sea esencialmente una memoria, reconociendo así que sólo
relacionar en un mismo sistema de ideas las propias opiniones y aquellas del subsisten los recuerdos colectivos "que en todo momento la sociedad, trabajan­
¡entorno. La significación de los sucesos y de los hechos no es por tanto univer­ do sobre sus marcos actuales, puede reconstruir". Todo recuerdo pertenece en­
sal: ella está enraizada en el grupo al cual uno se refiere o al cual se pertenece. tonces, a la vez, al pasado y al presente y se encuentra modificado por este últi­
A los recuerdos, Halbwachs les otorga un valor colectivo; el individuo mo^ Entre todas las imágenes que las tradiciones familiares, religiosas, políticas
se recuerda gracias a recuerdos de los otros. La memoria individual existe pero pueden proporcionar a los individuos, no son refrescadas sino aquellas que pue­
ella no es nada sin la memoria del grupo, sin la memoria colectiva. Ejemplos den inscribirse en la praxis de los individuos comprometidos en el presente8.
de memorias colectivas serían las de la familia, de los grupos religiosos, de las
clases sociales, de los grupos políticos.
Diversidad de memorias y prácticas sociales
Al respecto, A. Drouard señala que en los planteamientos de Halbwachs
los recuerdos, "además de su carácter 'colectivo', cum plen una función social:
imponiéndose a los individuos como normas sociales, ellos son uno de los El reconocimiento del peso de la realidad social en la gestación de la me­
instrumentos de la integración social". Y concluye: "en definitiva, la memoria moria es lo que lleva también a aceptar la idea, presente en los dos autores recién
colectiva no es otra cosa que la 'conciencia colectiva' de Durkheim"5. &citados, de que existen diversas memorias. Es lo que se desprende también, por
Efectivamente los planteamientos de Halbwachs son tributarios del pen­ ejemplo, del análisis del libro Le crime et la mémoire9, donde se ve que en relación
samiento de Durkheim en lo que respecta a la superioridad del hecho social a los crímenes contra la hum anidad "no existe una memoria, siempre hay mu\
sobre el hecho individual, como factor de cohesión social. Y en ese sentido, el chas memorias de un mismo suceso. (...) En el caso de Alemania, del análisis de-í
aspecto simbólico que Halbwachs le reconoce a los marcos sociales de la me­ diferentes actores surgen realidades simultáneas y contradictorias..."10.
moria, se refiere a símbolos exteriores a los estados mentales individuales. Se André Ségal, por su parte, habla de una "pluralidad de memorias colecti­
trata de representaciones colectivas que expresan, de algún modo, un estado vas", que habría que identificar y comparar: la rural es muy diferente de la urba­
de grupo social6. Esta filiación "durkheim niana" marcará, a veces con razón y na, la burguesa de la obrera. "Estas diferencias no se limitan a los contenidos
otras sin ella -llegándose en algunos casos a una suerte de estigmatización-, el factuales sino que tocan probablemente el funcionamiento mismo de las memo­
desarrollo posterior de las ideas lanzadas por Halbwachs. rias colectivas y el juego variable de sus componentes según los grupos sociales"11.
Existe consenso, en todo caso, en que el concepto de memoria asociado Esta misma idea de pluralidad es trabajada también por G. Namer cuando señala
a Halbwachs es aquel que enfatiza en los aspectos sociales de su producción y,
por tanto de su recuperación y de su interpretación. NAMER, G., Mémoire collective, mémoire sociale et itinéraire du message de la mémoire, in:
Así, en general, otros autores destacan, del pensamiento de Halbwachs, Bulletin de 1’Instituí du temps présent, N ° 6 ,1981, p.38.
RAPHAEL, F., Le travail de la mémoire et les limites de l’histoire órale, in: Annales E.S.C., N °l,
1980, p. 130.
Ibid., p.377. GROSSER, Alfred, Le crime et la mémoire, París, Flammarion, 1989.
DROUARD, A., A propos de la notion ‘d ’histoire du temps présent’: les cadres sociaux de la POLLAK, M., Compte rendu, Annales E. S. C., N° 5,1990, p. 1264-1265.
mémoire selon M. Halbwachs, in: Bulletin de l’Insütut du temps présent, N ° 2 ,1980, p.40-41. SEGAL, A., Mémoire collective et communicalion de l’histoire, in: B. Jewsiewicki. (sous la direction
Al respecto, ver B. Backzo, Les imaginaires sociaux. Mémoires et espoirs colleclifs, París, 1984, p.24-25. de), Récits de vie et mémoires. Vers une anthropologie historique du souvenir, Paris-Québec, s.d., p. 143.

48 49
que "toda memoria colectiva resulta del aporte en el tiempo de muchas memo­ cial, pero un poco más alejado de los actores. Se ha hablado de "lugares" y
rias sociales confluyentes o divergentes, jerarquizadas o coordinadas"; él habla de "soportes" de la memoria.
de una "pluralidad de objetos de memoria" y "pluralidad de grupos"12. En el prim er caso, pienso, concretamente, en la producción teórica e
Fierre Nora, por su parte, remite esta diversidad de memorias a un fe­ historiográfica de Pierre Nora, condensada en su obra Les lieuxA eJa mémoire.
nómeno a otra escala, pero de rasgos similares: "Toda la evolución del m undo Allí él define estos "lugares" de la memoria colectiva -que la historia debiera
contemporáneo -su estallido, su mundialización, su precipitación, su demo­ estudiar- en los siguientes términos: "lugares topográficos, como los archivos,
cratización- tiende a fabricar más memorias colectivas, a multiplicar los gru­ las bibliotecas y los museos; lugares monumentales, como los cementerios o
pos sociales que se autonom izan.. ."13. las arq u itectu ras; lu gares sim bólicos com o las conm em oraciones, los
Pero hablar de diferentes grupos sociales que producen memorias di­ peregrinajes, los aniversarios o los emblemas; lugares funcionales, como los
versas, coloca el tema de la relación entre memoria y rol social, es decir, memo­ m anuales, las autobiografías o las asociaciones: estos memoriales tienen su
ria y actores. Quien más explícitamente ha tratado este tema, al calor de una historia". Lugares de la memoria que no debieran hacer olvidar los verdade­
interesante investigación sobre m em oria p o p u lar en una com una de la ros lugares de la historia, aquellos en donde buscar, no la elaboración o la pro­
"banlieue" parisina (Sévres), es Isabelle Bertaux-Wiame. En el curso de su tra­ ducción de la memoria colectiva, sino a sus creadores y dominadores: "Esta­
bajo práctico, rápidamente se vio enfrentada a dos tipos de memoria según dos, medios sociales y políticos, comunidades de experiencias históricas o de
sus entrevistas fuesen con mujeres u hombres, cuestión que ella remite más generaciones llevadas a constituir sus archivos en función de los diferentes
que a un problema de género, a un problema de esferas sociales de acción. usos que ellos hacen de la memoria"15.
Finalmente, ella concluye que "el 'lugar social' es determinante de la estructu­ Como se ve, es una aproximación a la memoria "desde" la historia y
ra de la memoria, considerada en sus aspectos sociales y no una identidad "para" la historia; a través de "lugares" que involucran múltiples dimensio­
biológica que produciría una memoria particular y diferente entre hombres y nes, ya no sólo sociales, sino también institucionales, culturales, territoriales,
mujeres, por naturaleza". (...) "Pensamos haber demostrado aquí que la me­ patrimoniales, geográficas, etc. Para Nora, de acuerdo a Jean Pierre Azéma,
moria urbana es una memoria femenina simplemente porque las prácticas ur­ estos lugares serían un interface entre "memoria verdad" y "memoria históri­
banas son antes que nada prácticas femeninas"14. ca"; la prim era más social y transmitiéndose de generación en generación de
Del mismo modo, siempre a juicio de I. Bertaux-Wiame, el emplaza­ manera colectiva, la segunda más individualizada, reconstituida y sin dejar de
miento social y geográfico que diferencia a los grupos se expresa también a ganar terreno sobre la otra. La importancia de trabajar estos lugares, en el caso
nivel de su percepción de la vida cotidiana. El barrio se constituye en la uni­ de la sociedad francesa, estaría dada por el riesgo de "dilución" que afecta a su
dad territorial de pertenencia principal y la memoria se remite constantemen­ "capital memorial", en beneficio de su "capital histórico", o dicho de otra ma­
te a él. En suma, la memoria cobra su mayor vitalidad cuando se abordan las nera por los efectos del "juego de la erosión diferencial de la memoria"16.
prácticas concretas que la gente se recuerda. A pesar de la am plitud de la noción de "lugar" y de la variedad de con­
tribuciones que la materializan, está verdadera "topografía general de la me­
moria nacional" francesa em prendida por Pierre Nora, queda restringida a los
Los “lugares" de memoria procesos que "operan en el seno de una elite cultivada". Tal es, al menos, la
crítica que Alain Corbin le formula. A su juicio, es riesgoso em prender la histo­
Este tema de las referencias y los emplazamientos de la memoria, tam­ ria de una serie de 'lugares de memoria', "ciertamente a m enudo consagrados,
bién ha sido puesto de otra manera, tal vez ligando más lo simbólico y lo so- pero tal vez vaciados de sus sentidos y arbitrariamente decretados". Corbin
considera que el eje del libro no es el funcionamiento de la memoria nacional
en su diversidad social sino su constitución oficial, en ligazón con la constitu-
NAMER, G., op. cit., p.37.
NORA, Pierre, Mémoire collective, in: La nouvelle histoire, París, Retz, 1978, p.400.
BERTAUX-WIAME, I., M émoires de la vie quotidienne dans une commune de la banlieue NORA, Pierre, Les lieux de la mémoire, (sous la direction de), l.l, París, Gallimard, 1984.
parísienne, in: B. Jewsiewicki, op. cit., p.l 12-121 AZEMA, J. P., Compte rendu, Annales E. S. C., N °l, 1988, p.124-125.

50 51
ción del Estado. Lacónicamente concluye: "el buen viejo Halbwachs y sus na a persona, que liga a diversos individuos (...) sin que no obstante esas rela­
marcos sociales de la memoria fueron olvidados... (...) Uno quisiera, sin em­ ciones adquieran necesariamente un carácter fusional, activo u organizado".
bargo, que los mecanismos de apropiación, de reinterpretación, de circulación En otros términos, si bien la red de sociabilidad pone efectivamente en comu­
social de los elementos de una memoria nacional, fuesen más largamente estu­ nicación diversos relevos, ella no constituye un grupo sino en estado latente,
diados, más allá de los círculos aquí privilegiados"17. virtual. La memoria deviene así inter-conocimiento19.
Eso que Corbin echa de menos en Nora, es lo que, en cambio, sí conside­ Recapitulando: hasta ahora, entonces, hemos visto que además de la
ra Jewsiewicki a partir de la realidad de las sociedades africanas, y que lo hace consideración de la memoria como un proceso social y cultural, de reflexiones
afirmar que los lugares de los cuales se apodera la memoria y donde ella se y representaciones (Halbwachs), ella se especifica en realidades sociales, o ac­
enraíza son múltiples. "Los lugares de culto, sobre todo de cultos territoriales, tores, que dan origen a memorias diversas; memorias que son producidas en
í ,y por extensión los mismos cultos, constituyen espacios donde la memoria diferentes lugares y que cuentan con distintos soportes.
¿trabaja fuera del campo estatal, lo que no quiere decir ignorándolo. Es necesa-
I rio también notar el desplazamiento del campo político. Esos cultos territoria­ Producción de sentidos y semántica
les, mecanismos fundamentales, espacios políticos por excelencia para algu­ (k& r*— ' -ó,-. 'u , : " "
nas sociedades africanas y por tanto lugares donde se inscribe la memoria ofi­ Dado el énfasis que tiende a ponerse en la dim ensión social de la memo­
cial -esa de las instituciones políticas- devienen después de la colonización en ria, surge el temor a que se la reduzca a una suerte de "espejo de la realidad
lugares de memoria popular"18. social": ".. .espejo fiel o deformante, poco importa, pero en todo caso teniendo
En el segundo caso, el de la idea de "soportes", pienso que ella se co­ una relación de duplicación o de reproducción de una realidad dada"20.
rresponde de alguna manera con la de "marcos", en el sentido de que son La misma preocupación que lleva a Jean-Pierre Rioux a poner en guar­
soportes espaciales, temporales o sociales que sirven de referencia para el tra­ dia contra lo que él llama un "defecto" m uy extendido: "pensar que la memo­
bajo de la memoria colectiva. Pero en una dirección menos estática y más ria reproduce o deforma una realidad social dada, subyacente o consciente,
fenomenológica. pero siempre punto de anclaje y de referencia para m edir las 'deformaciones'
En concreto, me parece interesante la elaboración que hacen Pascal o los 'embellecimientos' del recuerdo colectivo"21. Por el contrario, se afirma
Amphoux y André Ducret en relación a un soporte material como es el espacio que "lejos de ser reproducción de la realidad social, es mediación simbólica y
y a un soporte social, como es el grupo. Reconociendo la importancia -a partir elaboración de sentido", aunque no pura producción del imaginario, sino con
de Halbwachs- de estos dos elementos en el anclaje de la memoria, ellos pre­ profundas raíces en la experiencia de la vida22.
fieren trabajar la memoria colectiva en relación a la "espacialidad" y a las "re­ Para Bogumil Jewsiewicki, la memoria se trata de "un campo de pro­
des de sociabilidad". ducción social de sentidQs'Centre lo imfivldual y lo colectivo, entre la persona
Se trata, en el prim er caso, de "ligarse más al movimiento que constitu­ sy-e1~grüpo, cuya principal ventaja es "conducimos al corazón del subjetivo
ye el espacio, que al espacio mismo"; "hacer de la espacialidad un movimiento social e individual". Se trata de "unproceso cuya inteligibilidad perm ite saber
autorreferente de connaturalidad entre espacio y colectividad". Se trata de pa­ cómo la sociedad presente produce un sentido y autoriza una nueva, interpre­
sar del objeto espacio, al fenóm eno espacialidad, de la referencia a la tación de las huellas obtenidas por medio de otros procedimientos de toma de
autorreferencia. Así, la memoria colectiva puede ser "abordada en tanto que
figura de esta autorreferencia". En el segundo caso, lo colectivo de la memoria
se lo buscará menos en los grupos constituidos y más en las "redes de sociabi­ AMPHOUX, P. et DUCRET, A., La mémoire des lieux, in: Cahiers intemationaux de Sociologie,
lidad", que son entendidas como "el sistema de relaciones directas, de perso- vol.LXXIX, 1985, p. 200-201.
PASSERINI, L., Inventaire de la mémoire áTurin, in: Bulletin de 1’Instituí du temps présent, N°6,
1981, p.40.
CORBIN, A., Compte rendu, Annales E.S.C., N °l, 1988, p. 125-133. RIOUX, J.-P, La mémoire collective en France depuis 1945: propos d’étape sur l’activité d ’un
JEWSIEWICKI, B., La mémoirc, in: Ch. Coulon et D.-C. Martin, (éds.), Les afriques politiques, groupe de travail, in: Bulletin de l ’Institut du temps présent, N ° 6 ,1981, p.31.
Paris, 1991, p.63. PASSERINI, L„ op. cit., p.42.

52 53
jjiformación". Un proceso de producción de sentido que pertenece al campo siguen después, en el tiempo, otras que valorizaron el lenguaje sobre todo como
de lo político, en la m edida en que se le otorga una importancia variable a los "extensión formidable de las posibilidades de stockage de nuestra memoria,
hechos23|F p en te de poder cuando se transforma en "lucha por la dominación que puede, gracias a eso, salir de los límites físicos de nuestro cuerpo para ser
, del recuerdo y de la tradición" o de manipulación cuando la memoria deviene almacenada sea en otros, sea en las bibliotecas"30. Sin embargo, será mucho des­
\en "conocimiento privatizado y monopolizado por grupos precisos para la pués cuando el tema del análisis del sentido del lenguaje se pondrá con fuerza.
defensa de intereses creados"24.J En efecto, Jan Vansina, mostrándose opuesto a la corriente sociológica
O bien, como recuerda F. Raphaél, "esa significación que viene no de la durkheimniana y a la idea de memoria colectiva de Halbwachs, y apoyándose
suma de simples elementos sino de la manera en que son organizados", en tanto en Piaget como en otras investigaciones psicológicas, insiste en la im­
referencia a lo que C. Lévi-Strauss llama el "bricolage". Organización de ele- portancia de los códigos. A su juicio, "el código mayor es la memoria semánti­
* mentos que incluye, por cierto, los silencios transformados en olvidos; olvidos ca (...) adquirida durante la infancia y culturalmente determinada"31. Esto se
que son tan significativos como los recuerdos, ya que ellos "testimonian del traducirá, en el campo de las tradiciones orales y de los relatos de vida, en una
trabajo de selección de la m emoria"25. permanente preocupación por la interpretación de los discursos32.
La memoria organizando el olvido, siendo colectiva, a veces, precisa­ Por su parte, B. Jewsiewicki, sostiene que la memoria colectiva es m u­
mente "por la voluntad colectiva de hablar para no decir nada, para tapar con cho más que el conjunto de hechos del pasado, "ella es sobre todo un código
el m urm ullo de la memoria el silencio concertado"26. Olvido significante, en la semántico de memorización, de retención de hechos del pasado"33. De este
medida en que "no es una pérdida total de la memoria sino su desplazamien­ modo, llama la atención sobre el nexo entre el trabajo de la memoria y el len­
to, su marginalización relativa en relación a las formas más inmediatamente guaje, en otras palabras, sobre "el código semántico del recuerdo". Nexo que
políticas de afirmación de una relación con el pasado"27. 0 , volviendo al plan­ queda más claro a la luz de la siguiente metáfora: "si la memoria es una biblio­
teamiento de Le Goff, de relacionar memoria, producción de sentidos y poder, teca, el lenguaje equivale a la capacidad de lectura"34.
se puede afirmar que los olvidos y silencios de la historia son reveladores de Esta valoración del lenguaje y de la semántica, suponen la consideración
los mecanismos de manipulación de la m emoria colectiva28. de un elemento que hasta ahora no hemos abordado explícitamente: las repre­
Ahora bien, este mayor énfasis en la memoria como producción de sen­ sentaciones. Lo abordaremos apoyándonos en dos autores, E. Donato y B. Baczko.
tidos, lleva necesariamente a plantearse el problema de su inteligibilidad, lo Donato hace un símil entre los fragmentos arqueológicos y los elemen­
cual a su vez conduce al análisis del lenguaje. Se entra así al complejo campo tos enterrados en el pasado de la memoria; ambos van a permanecer distintos
de la semántica. y discontinuos a sus reconstrucciones lingüísticas o perceptuales. Son de natu­
De hecho, la relación entre lenguaje y memoria forma parte de los prime­ raleza distinta a la de sus representaciones posteriores. La memoria, entonces,
ros esfuerzos por acercar este concepto a las ciencias humanas y sociales. Es así "no es un simple pasado que puede hacerse presente, ni objetos ordinarios,
como ya en 1922, Pierre Janet en su obra L’évolution de la mémoire et la notion de objetos perceptiblemente identificables". Por el contrario, ellos necesitan, para
temps, "considera que el acto mnemónico fundamental es la 'conducta de relato' ser reconstruidos, "volverse objetos de percepción ordinaria; entonces y solo
que él caracteriza sobre todo por su función social, porque ella es comunicación entonces ellos van a existir como representaciones lingüísticas o pictóricas"35.
a otros de una información, en ausencia del acontecimiento o del objeto que
constituye el motivo de ella"29. A esta relación básica entre relato y memoria, le M ORIN, E. y PIATTELL1-PALMARINI, M ., L’unité de l ’homme. Invariants biologiques et
universaux culturéis, París, Seuil, 1974, p.461, citado en: J. Le Goff, op. cit., p.108.
VANSINA, Jan, Memory and Oral Tradition, in: J. M iller (éd.), African Past Speaks, Folkeston-
JEW SIEWICKI, La m ém oire,.. p .5 9 ,60 y 63. Hamde, Dawson-Archen, 1980, p.263, citado en: B. Jewsiewicki, Le récit de vie entre la mémoire
LE GOFF, J„ Histoire et mémoire, París, 1988, p.175-177. collective et l ’historiographie, in: B. Jewsiewicki, Récits de v ie ..., p.231.
RAPHAEL, F„ op. cit„ p.129 y 133. AMPHOUX, P. et DUCRET, A., op. cit., p.200.
NAMER, G., op. cit., p.36. JEWSIEWICKI, B„ La mém oire,..., p.60.
JEW SIEWICKI, B., La m ém oire,..., p.64. JEWSIEWICKI, B., Prcsentation, in: Récits de vie..., p.3.
LE GOFF, J., op. cit., p.109. DONATO, E., The ruins of memory: arqueological fragments and textual artefacts, MLN, 93,1978,
FLORES, C., Mémoire, in: Encyclopoedia Universalis, p. 12, citado en: J. Le Goff, op. cit., p.107. p.576, citado en: B. Jewsiewicki, Presentation,..., p.4.

54 55
Baczko, por su parte, relaciona representaciones y "dispositivo imagi­ tiempo y el de los historiadores". Temporalidad fluida alterada solamente
nario". Este asegura a un grupo social "un esquema colectivo de interpreta­ por dos o tres conmociones, en un caso; tem poralidad lineal "habitada por
ción de las experiencias individuales, tan complejas como variadas, la codifi­ una causalidad mecanicista" (la expresión es de P. Nora), en el otro38.
cación de expectativas y de esperanzas así como la fusión, en el crisol de una La explicación a este desfase de temporalidades, Moses I. Finley la en­
memoria colectiva, de los recuerdos y de las representaciones del pasado próxi­ cuentra en el hecho de que "somos esclavos de una concepción científica del
mo o lejano. (...) Una de las funciones de los imaginarios sociales consiste en la tiempo como contínuum mensurable, concepción altamente refinada, muy abs­
organización y el manejo del tiempo colectivo sobre el plano simbólico. Ellos tracta y frecuentemente desprovista de sentido en la perspectiva humana or­
intervienen activamente en la memoria colectiva para la cual los acontecimien­ dinaria". En general -agrega Finley- el tiempo no es sentido como una canti­
tos cuentan a m enudo menos que las representaciones imaginarias que hacen dad mensurable sino como una cualidad asociativa y emocional: por ejemplo,
nacer y que los enmarcan"36. el tiempo "parece" largo. La memoria, para rememorar un acontecimiento an­
Nuestra impresión es que a partir de este conjunto de reflexiones en tiguo, no remonta desde el presente hacia el pasado; ella "salta instantánea­
tom o a la producción de sentidos, a la dimensión semántica de la memoria y al mente hasta el punto deseado y lo data enseguida por asociación"39.
significado de las representaciones, se configura un segundo polo de atracción La vinculación de la memoria a lo cotidiano condiciona también la
del concepto de memoria. Tal como las bases sentadas por Halbwachs en tor­ percepción del tiempo: "lo cotidiano prepara las grandes transformaciones,
no a los marcos sociales, vimos que constituían un prim er polo de atracción. pero con su tem poralidad particular, una tem poralidad lenta", sostiene
Sobre esta dualidad volveremos al final. Balandier40. "Tiempo diluido de la existencia cotidiana", agrega Citrón41.
Rioux se refiere a las "impetuosas e inesperadas mareas de la memoria"42.
Todas imágenes que concuerdan con la concepción de memoria que se figu­
Memoria y temporalidades ra G. Duby: "La percepción del hecho vivido se propaga en ondas sucesivas
que, poco a poco, en el despliegue del espacio y del tiempo, pierden su am­
Suzanne Citrón nos habla de investigaciones realizadas por un etnólogo plitud y se deform an"43.
y una socióloga entre campesinos franceses, que m uestran la superposición, Razón tiene Le Goff al sostener que la m emoria es una de las aproxima­
en la palabra de los entrevistados, de una historia aprendida en la escuela, de ciones fundamentales a los problemas del tiempo y de la historia. Faltaría sa­
una historia conocida por transmisión oral y de una historia vivida, llegando ber, eso sí, cómo responde la historia-disciplina a las consecuencias de esta
así a una representación sincrética. aproximación...
Según los propios investigadores, más que un problema de confusión o
de mal aprendizaje escolar, se trata de que "la historia no es percibida como un
recorrido cronológico de acontecimientos referidos por sus fechas (eso que
Memoria: lugar, de múltiples pasajes
puede ser la lección de los manuales) sino como una serie a-temporal de gran­
des momentos temáticos. La sola gran distinción temporal es bastante sum a­ Haciendo una recapitulación general de lo dicho hasta ahora, llegaría­
ria: existe eso que fue en tiempos pasados, eso que fue 'del tiempo de los vie­ mos a lo siguiente: partiendo de una concepción de la memoria afincada en
jos' y eso que ha sido vivido por sí mismo"37. marcos sociales, es posible reconpcer dis.tlntas„ m-emorias, de -acuerda3..1os
Ajuicio de S. Citrón, el problema radica en la "estructura real del tiem­
po en la memoria de los hombres y de las mujeres; en la diferencia entre ese*25 CITRON, S„ op. cit., p.37.
FINLEY, M., Mythe, mémoire, histoire. Les usages du pasée, París, 1981, p.26-27.
BALANDIER, G., Los espacios y tiempos de la vida cotidiana, (entrevista a), in: Debats, N°10,
BACZKO, B., op. cit., p.34-35.
1984, p. 106.
BOZON, M. y THIESSE, A.-M., La representalion de l’histoire chez ceux qui la subissent,
CITRON, S., op. cit., p.38.
Thématisation et mythification, in: Manuels d ’histoire et mémoire collective, Colloque des 23,24,
RIOUX, J.-P., op. cit., p.29.
25 avril 1981, Université Paris-VII, citado en: S. Citrón, Enseigner l’histoire aujourd’hui. La mémoire
DUBY, G., Le dimanche de Bouvines, París, 1973, p.14.
predue et retrouvée, París, 1984, p.35.

56 57
i diferentes roles y grupos sociales...Estas distintas memorias son producidas historia reciente. La sociedad chilena no ha tenido la oportunidad de proce­
■en lugares y cuentan con soportes. Simultáneamente, se concibe la memoria sar colectivamente lo vivido en los últimos 30 años.
como proceso de producción de sentidos, de base semántica y expresados en ¡Y qué cosas importantes hemos vivido desde 1970 en adelante!
representaciones. Las memorias comprometen temporalidades. Efectivamente, 1970,1973,1983,1989, son algunos hitos -tal vez los más
Además de visualizar la variedad de aproximaciones existentes sobre importantes- de una historia que ha cambiado de rumbos violentamente. Cada
, el concepto de memoria y sus relaciones, debemos intentar una mínima siste­ cambio ha dejado sus huellas, sus trazas, sus heridas que no hemos podido
matización de ellas. aún reconocer, compartir ni s a n a r l o ha habido tiempo, primero, ni voluntad,/
/ La aproximación que propongo al concepto de memoria colectiva, tiene después, para la memoria. Y se ha ido im poniendo un olvido hecho de temo-'
/ que ver con la identificación de dos grandes polos en tom o a los cuales se res, ocultamientos y economías mal entendidas?"]
ordenan las distintas definiciones o concepciones de la memoria. Se trata del Se ha querido dar vuelta pronto la página, como si la historia pudiese
\ polo de la realidad social-cultural y el polo de lo cultural simbólico. Dos polos escribirse a punta de páginas inconclusas, relatos a medio terminar y cuentas
/ que atraen simultáneamente al concepto, que lo tensan, pero que, a mi juicio, sin saldar. No nos hemos dado el tiempo ni el coraje de la memoria, p l olvido
[ no tienen por qué llegar a desgajarlo. Lo dotan, más bien, de una doble signifi­ nos acecha. Nos hace creer que hemos cambiado, que ya no somos los mismos.:
cación, de una ambivalencia. Que podemos m irar hacia adelante, sin m iram os hacia adentro. Sin embargo/
\Un concepto de memoria así sistematizado, pienso que se acerca al modo la realidad se encarga de m ostram os lo contrario, como lo estamos viviendp
particular en que Amphoux y Ducret abordan la memoria colectiva. En efecto, en estas semanaáQ
ellos la presentan "como lugar de múltiples pasajes, no solamente entre lo in­ El caso más dramático es, sin duda, el de las violaciones a los derechos
dividual y lo colectivo, sino también entre pasado y presente, entre lo vivido y hum anos ocurridas en Chile entre 1973 y 1989. Hay allí una herida latente, una
lo vivo, lo dicho y lo no dicho, lo explícito y lo implícito, lo interior y lo exte­ pregunta abierta, una responsabilidad a asumir. Es la dimensión más dolorosa
rior. ..". Imágenes paradojales que hacen de la memoria colectiva un objeto de de nuestra memoria colectiva, la más traumática y por eso, tal vez, la más
análisis no convencional. difícil de procesar. Sin embargo, creemos que no será posible hacerlo si es que
De allí la necesidad, a juicio de estos autores, de evitar dos escollos: "de no se lo hace como parte de un esfuerzo global de recuperación de la memoria
una parte, uno no puede llevar la memoria colectiva a su definición monovalente, colectiva. No como un problema aislado, fácilmente estigmatizable y, por lo
canónica, cuyo solo uso correcto sería garante de cientificidad; de otra parte, tanto, distorsionable.
uno no puede tampoco contentarse con recolectar por todos lados imágenes La sociedad chilena debe hacer un esfuerzo consciente por abordar las
entre las cuales sería imposible llegar a encontrar una fuerza cohesiva". Se hace contradicciones y distancias que genera una historia reciente cargada de con­
necesario, entonces, "buscar los isomorfismos en la manera misma en que esas flictos. Debe crear los espacios necesarios para que la memoria de los diferen­
imágenes circulan entre los individuos y se aglomeran las unas a las otras para tes actores sociales se exprese en toda su complejidad. De este ejercicio está- ¡
dar cuerpo (connotativo y vivo) a la memoria colectiva". La interpretación del mos ciertos que saldrá no sólo lo negativo, lo doloroso o lo traumático; la me- \
corpus de imágenes o de enunciados obtenidos en el terreno debiera realizarse moria también es depositaría de los buenos momentos, de los crecimientos, de /
por la "identificación de tales isomorfismos u homologías44". las alegrías. En una palabra, de la vida.
! Chile se acerca al siglo XXI, entonces, a la cabeza de las economías dé .
libre mercado en América Latina, obnubilado por los éxitos de su modelo, pero
III. La especificidad del fin de siglo en Chile sin ojos para ver sus tremendas contradicciones, injusticias y debilidades. Enar£
bolando un proceso político de transición a la democracia también exitoso^ ,
En el caso específico de nuestro país, el diagnóstico de un fin de siglo ^ r ó qüe'no há lógfádo regenerar los vínculos entre una sociedad civil cada .
sin m emoria cobra m ayor vigencia aún por las particularidades de nuestra v t o j ^ ^ ® s m f e í ^ ^ |:^ p a r í ^ ^ : y j A n a sociedad p 3 |B ^ c o ñ s ^ n E a ^ r t o
administracnón dé un consenso cuyo fin es abortar ios conflictos que el .modelo •
genera. Con fuerzas arm adas que no terminan -si es que han comenzado- de
44 AMPHOUX, P.et DUCRET, A., op. cit., p.201-202.

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reencontrarse con la democracia. Con una realidad cultural que sufre los Reflexiones sobre memoria y olvido desde una
embates del neoliberalismo, que resiste precariamente el embrujo del mer­
cado y que en sus expresiones cotidianas aparece crecientemente cautivada perspectiva psico-histórica*
por el consumo. Y con una enorme deuda ética y moral, que se resiste a ser
ignorada. Elizabeth Lira3
¡Qué lejos está el Chile desarrollista de los años 60, el Chile socialista de
los años 70, el Chile dictatorial de los años 80! Pareciera que el Chile neoliberal
de los años 90 requería deshacerse de su pasado inmediato, olvidar su historia
reciente, para poder entrar al siglo XXI, encabezando el grupo latinoamerica­
no y bajo el aplauso admirativo de sus mentores.
La sociedad chilena necesita recurrir a su memoria para recuperar un
equilibrio que hoy parece dislocado. No se trata de desconocer los avances
realizados por el país -y con qué sacrificios- ni de oponerse obcecadamente a
\ su "modernización". Se trata de algo más profundo: la consistencia de nuestra
proyección histórica como sociedad depende de la capacidad que tengamos Introducción
de reconocer su pluralidad. Y eso comienza por el reconocimiento y valora­
ción de sus diferentes actores, sus identidades y sus memorias.
A ese esfuerzo hemos querido aportar con este Seminario y con esta Este documento es parte de una investigación y reflexión que estamos
presentación. desarrollando con Brian Loveman en relación a la reconciliación chilena entre
1814 y 1999. Por esta razón remitimos al lector en más de una ocasión al estu­
dio principal, ya que allí se encuentran los fundam entos de nuestro análisis.
Así como la reconciliación es un tema histórico, también lo es el tema del olvi-\
do. "Correr el velo del olvido" o dictar "leyes de olvido" han sido titulares del
la prensa y también eufemismos para designar la im punidad. La memoria, la \
verdad y la justicia, por decirlo de alguna manera, han sido "antitemas". El |
propósito del presente trabajo es compartir algunas reflexiones sobre estas te-'
máticas en diferentes momentos de la historia chilena, intentando relevar sus
dimensiones psicológicas. El hilo conductor es "la vía chilena de reconcilia­
ción" aunque en este trabajo haremos escasas referencias de ella.
En los períodos de transición política, después de guerras civiles, go­
biernos militares y dictaduras, la mayor conflictividad que permanece en las
relaciones sociales proviene de los efectos y consecuencias de la violencia polí­
tica, en particular de la represión ejercida desde el Estado, en nombre del bien
común y de la patria. Dicha violencia ha sido denunciada en todos los tiempos

Este trabajo se inspira y forma parte del trabajo de investigación que hacemos con Brian Loveman,
profesor de San Diego State University: “Estudio de la Reconciliación chilena y resistencias de la
Memoria”. (Proyecto Fondecyt 1970050). La primera publicación del estudio es: Las suaves cenizas
del olvido. La vía chilena de reconciliación 1814-1932. LOM Ediciones, 1999.
Psicóloga, Universidad Alberto Hurtado.

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bajo diferentes nombres: violación de derechos de gentes o de derechos humanos y con extraordinarios de las grandes masacres y se pierde en la estructura cotidiana de repre­
diferentes resultados. Esa violencia tiene efectos en la convivencia social y política (la sión, en la que se han "naturalizado" estos procedimientos, de tal forma que se aceptan
Ipaz social) y tiene, por lo general, efectos traumáticos sobre los que han sido definidos como inherentes al orden o como costos inevitables de pacificaciones necesarias, en aras
; como el enemigo y han sufrido directamente diversas formas de represión. Esta situa­ del bien común.
ción ha implicado casi siempre la existencia de un clima de polarización y de violencia Un registro privilegiado de la memoria social que, aunque existe, no
sistemática y prolongada que afecta a las personas en sus relaciones interpersonales, siempre es propiamente memoria viva, son las discusiones del Congreso, las
como resultado de la transformación de los grupos políticos en bandos antagónicos novelas "costumbristas" y la prensa que permite identificar las voces de los
dispuestos a definir a los otros como enemigos. actores. Allí se encuentra una memoria que espera ser reconstituida. Es allí ¡
Esta temática, reconociblemente contemporánea, ha formado parte de donde están las huellas de los conflictos insolubles, los antag o n ism o s1
la historia nacional desde sus inicios. Surge en el devenir de los conflictos que insobornables y las odiosidades irreductibles. En las discusiones del Congreso
se han producido en la sociedad chilena al confrontarse los diferentes proyec­ se encuentra también la "artesanía" política de los consensos y de la paz social
tos políticos para el país, las diferentes perspectivas en tom o a la utopía social, y sus costos políticos y sociales.
los conflictos específicos de poder y las formas con las que se han zanjado las Desde los inicios de la República, los procedimientos ingeniados para
diferencias en cada caso. En general se han intentado definir y terminar esos e n fre n ta r las consecuencias de los conflictos políticos y aseg u rar la
conflictos a través de guerras civiles, dictaduras y represión política. Las polí­ gobemabilidad y la paz social han sido leyes de amnistía, indultos, disposicio­
ticas represivas se han dirigido a im pedir y excluir la expresión política de nes legales y administrativas para la reintegración progresiva de los vencidos,,
determ inadas ideologías y por tanto, a los sujetos y medios de prensa que se pensiones, restitución de derechos y bienes confiscados, restitución de cargos
han identificado con ellas. Las m edidas adoptadas han implicado la dictación y honores militares. A ello se suma una fuerte y "convincente" argumentación;1
de regímenes de excepción y suspensión de las garantías individuales, faculta­ afirmando que la paz social depende del olvido de los agravios, odiosidades y
des extraordinarias al Presidente de la República, leyes tales como las de res­ conflictos previos y en la negociación conveniente de leyes de amnistía, cono- ;
ponsabilidad civil (siglo XIX) seguridad interior del estado, decreto ley 50 (1932), cidas casi siempre como "leyes de olvido"2. Las m edidas no difieren demasía-/
ley de “defensa de la democracia" (1948-1958) que puso fuera de la ley a los do entre uno y otro conflicto. Tampoco en 1990, en la que se creía estar produ­
comunistas, ley antiterrorista etc. Esas disposiciones y facultades "permitían" ciendo una transición inédita con un conjunto de procedimientos completa­
medidas tales como la deportación, la relegación, la cárcel, el exilio, la exone­ mente originales. Pareciera ser que esta sociedad utilizara los recursos de una
ración y destitución de cargos, la privación de la nacionalidad, la ejecución por memoria olvidada que cree reinventarse en cada oportunidad. Tal vez porque
sentencia o sin ella, por aplicación de ley de fuga. La tortura, la desaparición los conflictos tienen contenidos y estructuras dramáticamente redundantes.
de personas y el asesinato por actos anónimos de carácter terrorista no han Tanto en el pasado como en el presente estos problemas se han consti­
estado permitidos jamás por ley alguna. La tortura, sin embargo, ha formado parte de tuido en temas políticos cuyos aspectos más visibles y conflictivos han sido los
las prácticas represivas estatales desde el origen de la nación. Las medidas legales y las antagonismos ideológicos y políticos. Las raíces históricas de dichos antago­
prácticas ilegales vulneran los derechos y garantías individuales y constituyen viola­ nismos han coexistido con los liderazgos de las facciones que los han expresa­
ciones de derechos humanos. Algunas de ellas, como el secuestro y desaparición de do, identificando a sectores sociales y posiciones políticas. Esos antagonismos
personas, así como las torturas y los asesinatos anónimos, han sido siempre negados se experimentan y dan cuenta, casi siempre, no sólo de las visiones opuestas
por las autoridades en cada época. Todos esos procedimientos -legales e ilegales- cons­ sobre las utopías sociales y el bien común sino también de la significación so­
tituyen formas de violencia y han generado a su vez nuevos conflictos, abusos, injusti­ cial y personal de la política, significación que se proyecta, a su vez, como
cias y resentimientos entre los afectados y la población civil en general. Cada época ha elemento de identificación y pertenencia, con intensidades emocionales concordantes
tenido lo suyo. Sin embargo, con el paso del tiempo los hechos, sus consecuencias y su con esos significados. La lucha por la realización de esas ideas se transforma en un
impacto en la institucionalidad y en el funcionamiento de ella se desdibujan. Los jui­
cios se simplifican y los conflictos, como tantas cosas, terminan perdiendo el sentido
Ver Brian Loveman y Elizabcth Lira “Las suaves cenizas del olvido. La vía chilena de reconciliación
que tuvieron. La memoria que tenemos del pasado se ancla muchas veces en los hechos 1814-1932", Capítulo 1.

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objetivo vital. La oposición y los obstáculos a su realización suelen ser percibidos como con su familia bajo trágicas circunstancias, perdonando a quienes lo hicieron sufrir
una amenaza a la propia identidad y se desencadenan reacciones emocionales intensas, humillaciones, ofensas y la vejación de su encierro y locura. Para resolver su situación
buscando impedir que esa amenaza se materialice. La agudización y polarización de los social y legal se entrega a las autoridades para ser sometido a proceso. Blest Gana
conflictos políticos disminuye la diferenciación necesaria entre la defensa de la ideolo­ describe la situación como sigue:
gía como tal y la defensa de la propia identidad. La pasión política, tantas veces descri­ "La resonancia de los acontecimientos, origen del proceso, en las diversas Hasps
ta, aparece como un sincretismo emocional entre la ideología política y la identidad del sociales de la capital, hacía de los procedimientos del juez el punto de mira de la
sujeto (y del grupo) disminuyendo la posibilidad de "pensar" la ideología en cuanto curiosidad del vecindario. En la variable atmósfera de ese tribunal anónimo que re­
ideas que se oponen a otras ideas y que no son ni más ni menos que alternativas diver­ presentaba la pública opinión, las distintas fases que el curso del asunto iba desarro­
sas para pensar la realidad. Las emociones y las pasiones han sido registradas en diver­ llando alcanzaban variadas y variables proporciones. Siguiendo la ley del antagonis­
sos momentos como un poderoso componente de la polarización de los conflictos políti­ mo de los pareceres, rasgos característicos de toda sociedad civilizada, dos bandos
cos, en los que parece estar en juego algo más valioso que la propia vida. Es al mismo opuestos habíanse formado, al discutir las incidencias de la causa. Partidarios unos
tiempo un factor identificado como un obstáculo para la paz social. Las polarizaciones de la víctima y defensores de su familia, sus esfuerzos se encaminaban a propalar
han sido componentes permanentes de los conflictos y casi siempre se constituyen en argumentos en contra del agresor, hasta hacerlos llegar al recinto en que la justicia
su dimensión más irreductible. Las emociones son el significado vivo del conflicto y de sustanciaba los hechos y acopiaba los elementos de un próximo fallo".4
sus efectos en los individuos y grupos. La memoria es casi siempre ek/egistro de este Más adelante agrega:
proceso. Para ilustrar estas afirmaciones, hemos seleccionado algunos fragmentos de "(...) no menos ardientes otros en la defensa del prisionero, (...) no tar­
discursos que dan cuenta de formas de percibir estas dimensiones de la realidad e iden­ daron esos bandos en agrupar a sus parciales, según las divisiones políticas
tifican sensibilidades, prácticas sociales, conflictos políticos y estrategias para reinantes a la sazón. Los que alzaban su clamor pidiendo el pronto y ejem­
enfrentarlos. Esos fragmentos son parte del pasado y a la vez son actuales. Son relatos plar castigo del criminal eran pelucones. Defendíanlo a su vez con ardor
que nos informan cómo otros enfrentaron los dilemas que hoy tenemos y que, en cierta los pipiólos que reconocían en el reo al oficial dado de baja en Lircay. En la
forma, son pedazos vivos de una historia sobre la que no tenemos memoria. calurosa reyerta, al cabo de poco tiempo, los protagonistas del dram a iban
En 1830hubo una guerra civil. La batalla de Liicay dio como ganadores a los desapareciendo, el origen de las disputas borrándose, para dar margen a
conservadores (pelucones) y los liberales (pipiólos) fueron derrotados. El relato descri­ las encarnizadas recriminaciones con que los dos partidos se disputaban el
be la emocionalidad de la derrota: favor popular, en la eterna riña de vencedores y vencidos".5
"La furia de los vencedores no da cuartel a los vencidos. Más de seiscien­ Blest Gana ha compartido sus memorias sobre el pasado con los estu­
tos cadáveres quedan sobre el campo como testimonio del rencor que de ahí diantes chilenos de este siglo. Dicho desde esta óptica reflexiva, los recuerdos
en adelante van a adquirir las contiendas civiles. (...) La satisfacción del triunfo de generaciones sobre la Sociedad de la Igualdad, sobre el asesinato de Porta­
no aplaca la furia de los vencedores. Freire, borrado del escalafón, marcha al les, los dilemas personales y colectivos de la Independencia y de la Reconquis­
destierro. Sus compañeros de armas quedan reducidos a la miseria".3 ta o los conflictos políticos y sus efectos de divisiones y antagonismos al inte­
En la novela El loco Estero, Alberto Blest Gana se refiere a esos tiempos y a las rior de las familias, tienen las características de los recuerdos propios que se mantienen
odiosidades que dividían a hermanos, familias, grupos sociales y partidos políticos. En con cierta vaguedad e imprecisión en los detalles, pero con una noción nítida y clara
la novela, "el loco" es un capitán de la facción derrotada en la batalla de Lircay, quien del sentido de esos acontecimientos.6
fue declarado "loco" por sus familiares, quienes se identificaban con la facción vence­ Las odiosidades y resentimientos de Lircay perduran. En 1838, la discu­
dora y lo encerraron en un cuarto de su casa, usufructuando indebidamente de sus sión sobre la amnistía se manifiesta de diversas formas y la prensa titula:
bienes. Es liberado por un joven vecino enamorado de su sobrina, que comparte su
ideario político. El "loco" ¿ te ro reivindica su cordura y posteriormente se reconcilia

Alberto Blest Gana, El loco Estero, Santiago: Editorial Andrés Bello, 1983: 198-199.
Concha Cruz Alejandro y Maltes Cortez Julio Historia de Chile, 5“ edición, Sao Paulo, Brasil: Blest Gana (1983): 199.
Bibliográfica Nacional, 1995: 307. Ver Introducción de Las suaves cénizas del Olvido de Loveman y Lira.

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"Una lei de olvido quiera, el^ m nfundam m toJe esta acMsación esla venganza,p.olítica. (...) Lo que
tememos los que combatimos el informe, es el funesto ejemplo de invocar
El presidente de la República es el Padre de todos los chilenos; Estos le las pasiones políticas para actos en que sólo debe tenerse presente la ver­
deben como a tal respeto y obediencia, y él debe pagárselos protejiéndolos a dad i la justicia".9
todos sin distinción de partídos.(...) Este es el momento en que el Gobierno La Comisión de la Cámara de Diputados designada para informar de dicha
debe abrir sus brazos paternales perdonando extravíos inherentes a la revolu­ acusación no logró tener un informe de consenso sobre la acusación. Las pasiones fue­
ción".7 ron registradas en diversos momentos como elementos que influían en la percepción
Los discursos y discusiones en el Congreso, respecto a la dictación de del conflicto y por tanto en sus posibilidades de resolución. En el informe de minoría
leyes de amnistía y en particular respecto a las acusaciones constitucionales, don Domingo Arteaga Alemparte señaló:
estas últimas entendidas como procedimientos regulados para ejercer el juicio "No intento en manera alguna echar sombras sobre la integridad de
político, encauzan y confrontan las diferentes visiones ideológicas sobre el país, carácter i la sinceridad de convicciones del señor Diputado por La Unión
el ejercicio del poder y el gobierno y la gobemabilidad, no solamente desde las [Diputado Acusador Vicente Sanfuentes]. Hago cumplido honor a sus in­
diferentes concepciones éticas y políticas existentes en la sociedad, sino inclu­ tenciones. Pero me creo en el indeclinable deber de juzgar la disposición de
yendo también las emociones y pasiones asociadas a esos conflictos.8 Los princi­ su ánimo en esta cuestión. En su espíritu estaba profundamente arraigada
pales momentos de conflictos políticos pueden ser rastreados a través de las la persuasión de que los miembros de la Corte eran delincuentes, i esa per­
leyes de amnistía y de las acusaciones constitucionales contra los Presidentes o suasión había nacido en gran parte de motivos completamente personales.
ex Presidentes de la República y sus ministros del Interior. Los contenidos tanto La Comisión no tenía derecho a abrigar una persuasión semejante, si que­
de la acusación como la defensa dan cuenta de las percepciones del conflicto ría proceder con imparcialidad. Yendo a Melipilla, el honorable diputado
existentes y los valores que un sector de la sociedad considera que se han atrope­ por La Unión iba esclusivamente, aunque no se diera bastante cuenta de
llado en el ejercicio de la función política correspondiente. ello, a perseguir los rastros de un crimen. La Comisión no tenía derecho a ir
Anterior a las acusaciones -figura establecida en todas las constituciones allí sino a buscar la verdad con ánimo desprevenido".10
chilenas desde 1833- existía el juicio de residencia, al que fue sometido O'Higgins. Las descripciones y los comentarios acerca de las "pasiones políticas"
La documentación de ese juicio desapareció. Las acusaciones están registradas en en dicha acusación provienen de ambos bandos y enfatizan las suspicacias,
las actas del Congreso. La primera acusación constitucional contra un ex Presi- odiosidades y rencores como los factores más resistentes a la discusión política
/dente de la República se presentó contra Manuel Montt, en 1868, en su calidad de de los hechos en disputa.
/ Presidente de la Corte Suprema. Los contenidos de esa acusación hacen referencia En estas discusiones surgen los discursos de paz social que apelan de
; a problemas de diversa índole, pero principalmente el juicio político reavivó los manera recurrente al olvido de lo pasado como la única manera de lograr la paz.
antagonismos del decenio de su gobierno. Esta percepción hizo decir al Diputado Este olvido tiene diversas dimensiones. Él olvido personal, el olvido jurídico, la
señor Antonio Varas: amnesia y los consensos sobre lo qué hay que olvidar para lograr el olvido. Casi
"No es pues una justa indignación la que ha influido para que al de­ siempre, la tendencia ha sido asociar la paz social al desarrollo de un proceso de
bate se le de un jiro tan indigno i tan impropio de la Cámara. Es preciso reconciliación. Suele entenderse por reconciliación una definición, más o menos
buscar su esplicación en pasiones políticas desenfrenadas. Dígase lo que se concordada, de dar por superado el conflicto, soslayando la mayor parte de los
antagonismos y diferencias de manera deliberada. Esta actitud se sustenta en la
7 Recuerdos del Colo-Colo, 20 de Enero, 1838. creencia que, de esta manera, se asegura la paz social, suprimiendo el conflicto,
8 La acusación se inicia en la Cámara de Diputados con un libelo acusatorio presentado por 10 Diputados
anulando la legitimidad de las diferentes visiones y a veces negando en su base
en ejercicio, en el que se establecen los cargos de acuerdo a las disposiciones legales. La Cámara
designa una Comisión que informa sobre el libelo haciendo las investigaciones preliminares. la noción misma de conflicto. Esta percepción del modo como se resuelve el
Posteriormente la Cámara vota la acusación pudiendo ser rechazada en esta instancia por simple
mayoría. Si la Cámara la aprueba debe conocer de ella el Senado. En el caso de ser aprobada en el Cámara de Diputados. Sesión 3a Extraordinaria en 8 de noviembre de 1868: 143.
Senado se procede a las sanciones establecidas de acuerdo a la ley, las que normalmente significan la En Folletos Varios.(76 vol) Vol. 1 , 4 - 2 . Biblioteca del Congreso. Santiago. Imprenta de “La
destitución del funcionario acusado, entre otras sanciones. Libertad” 17 Octubre 1868 (fecha del discurso).

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conflicto y se apela a la reconciliación es percibida por algunos sectores sociales Hubo alevosía porque la Dictadura se preparó sigilosamente contra un pue­
como un discurso destinado directamente a evitar, aplacar o eliminar los conflic­ blo inerme, empleando la fuerza destinada a su defensa. La Dictadura causó
tos, sin una intención evidente y clara de reconocer la validez o de profundizar los mayores estragos en la fortuna, en la vida i en la dignidad de los ciudada­
en las causas de dichos conflictos para darles una solución. Es percibido tam­ nos; fue aleve, porque se produjo con sorpresa i pérfida porque se preparó
bién como un discurso que intenta invalidar, controlar o suprimir las odiosidades, con engaño. Se aumentaron deliberadamente los efectos de los delitos con
desconfianzas y temores desarrollados entre los grupos en conflicto, argumentan­ males innecesarios, como injurias, flajelaciones i ejecuciones capitales. Se
do que ellos han dado curso a confrontaciones violentas y que a nadie conviene declaró traidores a la patria a dignos ciudadanos con el propósito de añadir
revivir tales odiosidades, sin preten d er entender de dónde surgen tales la ignominia al sufrimiento.
odiosidades y desconfianzas ni menos qué habría que hacer para resolverlas. En (...) Finalmente, los autores de la Dictadura eran chilenos i la implantaron con­
diferentes momentos de la historia en Chile, principalmente en el siglo XIX, la tra chilenos. Ningún estímulo jeneroso, capaz de producir arrebato u obcecación,
respuesta de la autoridad reconocía la validez y legitimidad de la demanda por podrán alegar los acusados. Casi todos ellos habían permanecido estraños a las lu­
verdad y justicia, pero era considerada como una demanda inoportuna e im­ chas, i ninguno tenía afecciones, doctrinas o creencias comprometidas en ella. Su
practicable. La respuesta apropiada, se ha insistido, es el olvido, como condición condición política, siempre subalterna, hoi mismo no tiene sino el relieve que le da el
para lograr la pacificación buscada. reflejo siniestro de la Dictadura.
Olvido jurídico (amnistía) y olvido traumático (amnesia) no son sinónimos. (...) ¿Sería justo, sería equitativo que los delincuentes, que atropellaron
Hay también un olvido subjetivo que es el resultado de la atenuación de las emociones todos los derechos i garantías, quedaran impunes amparándose en las mis­
asociadas a los hechos y que es parte de la experiencia humana común. Sin embargo, las mas leyes por ellos anuladas? Ello sería funesto, porque importaría dejar es­
argumentaciones políticas esgrimidas a favor del olvido intentan suprimir sus diferen­ tablecido que la fuerza que viola el derecho aniquila el derecho i que el pue­
cias. Más aún, cuando se trata de una historia en la que opresión y represión se en­ blo que derroca el despotismo no tiene facultad para castigar a los déspotas
cuentran estrechamente unidas, las medidas de "olvido" resultan completamente in­ que lo establecieron durante largo tiempo. Tales ideas desquiciarían la moral
suficientes desde la experiencia de abuso e injusticia de los sectores más afectados. Las y el orden.
emociones no se extinguen, la memoria se encarga de mantenerlas vivas. (...) Los crímenes contra la patria, cualquiera sea el réjimen que impe­
La experiencia de miedo y paralización por el horror existente y el riesgo re, no deben quedar impunes. (...) Ha transcurrido ya tiem po bastante
de padecerlo ha sido tal vez la experiencia más masiva en la sociedad chilena en para que las pasiones se calmen i solo se oiga la voz de la razón. Los
el período post 73. Pero no es nueva, aunque nuestro "recuerdo" sobre otras crímenes de la Dictadura aparecen, sin embargo, enormes, porque son
experiencias anteriores no sea un recuerdo personal. Es u n conocimiento enormes. Los acusados violaron la lei fundam ental de la República, de­
mediatizado por otros testigos y por tanto aprendido a través de la lectura dis­ claración de la voluntad del pueblo, testimonio de su soberanía, expre­
ponible que relata hechos, anécdotas e interpretaciones del pasado sobre situa­ sión del derecho i prenda de paz i honor nacional.
ciones que pueden ser identificadas como análogas. Los hechos vividos marcan (...) Alzándose con las fuerzas organizadas i los tesoros públicos, llevaran el luto i el
una relación particular con la memoria -el recuerdo- y el olvido. Los hechos del tenor a los hogares de la tierra en que nacieron I así, rompieron la paz, comprometieron
pasado leídos contemporáneamente permiten la distinción entre visiones ideo­ el honor nacional, legado venerado de otras jeneradones, i traidonaron a la Patria. Por
lógicas diversas y las emociones asociadas a ellos: las que se suscitan en noso­ estos crímenes, los acusamos en representadón de la Cámara de Diputados y en nom­
tros y las que esos hechos parecen haber suscitado en sus protagonistas. bre de la Nación Chilena. Como jurado, el Honorable Senado habrá de juzgarlos
Memoria y verdad constituyen también dimensiones psicosociales y éti­ soberanamente, inspirándose en los dictados eternos de la justicia. Como cor­
cas que surgen desde diferentes sectores de la sociedad y que, muchas veces, poración política, tendrá presente que nada hai en la República más sagrado
intentan contrarrestar la im punidad jurídica que es inherente a las amnistías. que sus leyes.
Un ejemplo de ello es lo ocurrido en Chile en 1891. Julio Zegers- Beltrán Mathieu- Luis Barros Méndez " 11
Acusación Constitucional contra el Ministerio Vicuña (1891-1893):
"Ninguna circunstancia atenúa la responsabilidad de los autores de tan­ Acusación al Ministerio Vicuña. Boletín de las Sesiones Especiales en 1893. Imprenta Nacional,
tos crímenes. Solo circunstancias agravantes rodean esos grandes crímenes. Santiago. 1893: 16-19.

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Este texto pertenece a la introducción de la Acusación Constitucional contra Esta Comisión representó la perspectiva de los vencedores. La perspec­
el Ministerio del Presidente Balmaceda, conocida como la Comisión de "Verdad tiva de los vencidos se fue expresando de diversas maneras. Aparecieron li­
y Justicia" del Senado, iniciada en diciembre de 1891 en la Cámara de Diputados bros de testimonios que dieron cuenta de la otra cara de la guerra y del carác­
y finalizada en el Senado en 1893. ter brutal y feroz de la lucha fratricida. En 1922 fueron reenterrados en el Mau­
En conformidad a la parte cuarta del artículo 2 del Reglamento, el Sena­ soleo del Ejército los generales Orozimbo Barbosa y José Miguel Alcérreca,
do tomó conocimiento el mismo día 5 de octubre de una solicitud de la Hono­ quienes fueron muertos en el campo de batalla defendiendo al gobierno de
rable Comisión A cusadora en que pedía se acordara recibir prueba oral y do­ Balmaceda. Antes denigrados y denostados, al cabo de casi 30 años recibieron
cumental acerca de los siguientes capítulos: todos los honores militares.
1. - Prisiones arbitrarias. Los hechos experimentados por nosotros mismos o muy cercanos al recuerdo
2. - Flajelación i tormentos. personal conservan potencialmente la emodonalidad con la que fueron vividos. Se fun­
3. - Allanamientos ilegales de domicilios. den y a veces se confunden con las diferentes visiones de la realidad política así como
4. - Requisiciones i exacciones. con los juicios éticos que ellos han generado, lo que esclarece y dificulta la comprensión
5. - Violación de correspondencia. del rol de esa memoria y de ese olvido para el futuro. Por otra parte la memoria es
6. - Conato de golpe de Estado en Agosto de 1890. siempre parte de una experiencia individual o colectiva que hace referencia a elementos
7. - Seducción del Ejército. centrales de la identidad de sus portadores. Se recuerda algo que tiene sentido para el
8. - Reclutamiento por actos de fuerza i violencia. sujeto y esa significación es justamente el ancla de la memoria. ¿Qué hacer si la memo­
9. - Malversación de fondos públicos. ria parece estar invadida únicamente por las experiencias represivas? ¿Qué capacidad
10. - Soborno. de convocatoria tiene una temática cuyo eje central es el miedo, las pérdidas y la muer­
11. - Clausura a m ano arm ada de los Tribunales de Justicia. te? ¿Cómo separar las experiencias de pérdida y muerte de las experiencias de vida y
A estos cargos se agregan los siguientes: "haber creado tribunales espe­ resistencia a la muerte? ¿Cómo reencontrar el hilo de los proyectos que constituían las
ciales i hecho aplicar indebidamente leyes penales, privando por este medio de identidades colectivas y diferenciarlos de la muerte y el terror con los que se intentó
la libertad i de la vida a varias personas; haber privado a muchas personas del sepultarlos?
libre goce i completa posesión de sus bienes, haberles impedido o entrabado el ¡ La "Memoria" como dimensión subjetiva, a mi juicio, implica validar las me-
ejercicio de su industria i haber efectuado exacciones en especies i dañado o 1morías privadas de todos. La validez subjetiva de toda y cada memoria requiere ser
destruido propiedades particulares".12 Vreconocida en un marco de tolerancia y aceptación de la diversidad, pero al mismo
Se afirma también que "impidió la manifestación del pensamiento i toda clase f tiempo desde una noción de validación y autorreconocimiento de la propia memoria...
de reunión;.. .Organizó el espionaje y la delación; arrestó, mantuvo en prisión o des­ Todos los chilenos estuvieron expuestos a diversos tipos de situaciones percibidas como
tierro a numerosos ciudadanos;... diez mil chilenos perecieron en la lucha, i muchos amenazantes y eventualmente traumáticas, al menos a situaciones percibidas como
fueron asesinados sin forma de juicio o por sentencia de tribunales sin autoridad i sin tales según la diversidad de personas e intereses. Eso es innegable. A nivel psicológico
conciencia. No se respetó a las matronas ni a los niños; i ese despotismo, avivado por ninguna memoria puede ser descalificada o renegada como verdadera memoria ofalsa
odio salvaje se prolongó durante ocho meses sembrando terror i espanto". Se agrega a memoria... Es más, la rnemoria subjetiva de la sociedad se compone de las múltiples
ello "que los acusados son reos de traición y de violación de la Constitución" enume­ memorias privadas, de los hechos y sus variadas significaciones, no solamente diversas
rándose los artículos que habrían sido violados por la Administración que se enjuicia. sino también antagónicas. Las versiones de la memoria tienen validez para sus prota­
Se incluye expresamente la violación de las garantías individuales, de la libertad de gonistas, puesto que toda memoria es en primer lugar una memoria subjetiva. El relato
imprenta y la violación de la independencia del Poder Judicial al crearse tribunales de puede modificar los hechos "como fueron" pero da cuenta de un sentido, que tal como
excepción "i usurpadas las atribuciones de los existentes".13 es recordado nos habla del lugar desde donde se construye un significado para
su portador. Las memorias que dan cuenta de hechos y significaciones com­
Acusación al M inisterio Vicuña. (1893): 12. partidas pueden rescatar del olvido y de la renegación muchos de los valores y
Acusación al Ministerio Vicuña. (1893): 16. sentidos de las prácticas y de las experiencia vividas antes que la muerte se

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hiciera la amenaza definitiva. De los proyectos en juego en la sociedad chilena, los culpables de sus respectivos delitos. Y luego agrega, entrando a considerar
cabe preguntarse: ¿Para qué hacer de la memoria un tema de investigación?, las características de la mentalidad chilena, que en nuestro país "hay horror por las
¿Qué sentido tiene un tópico de reflexión como la "memoria"? sanciones" y que por lo tanto, la impunidad es, en definitiva, la regla que prevalece. Sin
La memoria ¿implica reconstituir adem ás de las innumerables subjeti­ participar, por cierto, de las opiniones generales de aquel historiador sobre el llamado
vidades, los juicios políticos y éticos sobre los mismos acontecimientos? ¿Qué gobierno de don Diego Portales, tengo que reconocer que en Chile existe una verdadera
lugar tienen en una "memoria social"? ¿Qué representan? ¿Cuál es su legitimi­ tendencia que se encamina a librar de todo castigo a los culpables de los más grandes
dad? Un ejemplo de los dilemas que están presentes en la historia chilena sur­ crímenes contra la humanidad o contra tos intereses nacionales.
ge en los siguientes planteamientos: De esta manera, se ha ido creando en la República la conciencia de que son
Acusación constitucional contra el ex Presidente de la República (dicta­ posibles las más grandes iniquidades sin que haya el menor temor que ellas
dura 1927-1931) Carlos Ibáñez del Campo: resulten sancionadas. Lo que ha ocurrido con los crímenes inauditos, que no
Dijo el Diputado Bravo: "El país no podrá tampoco estar tranquilo mien­ sólo ofenden el prestigio de nuestro país, sino hasta de la humanidad misma
tras existan en la judicatura los Ministros y Jueces que antes de dictar una
resolución miraban el ceño del Amo; el país no podrá estar tranquilo mien­ Acusación Constitucional contra el Presidente de la República en ejerci­
tras permanezcan en carabineros, esto es el más delicado de los servicios cio Carlos Ibáñez del Campo (1956).
puesto que atañe a la seguridad pública, las personas que hicieron causa co­ Dijo el Diputado señor Salinas:
m ún con el dictador de ayer y fueron cómplices o ejecutores de sus insanias. "No hay nada que puede ocurrir ya en este país que tenga la virtud de
Sancionar, repito, no es perseguir, y muy lejos de mi ánimo, señor Presi­ sorprender al más modesto de los ciudadanos. No hay ningún aconteci­
dente, está inducir al país a una campaña de persecuciones y odios, pero es miento político, social, económico que pueda causar sorpresa en el pueblo.
preciso no olvidar que nada hay que subleve tanto como el crimen impune, como la Ha ocurrido ya todo cuanto podía acontecer: la infamia, la felonía, la calumnia, la
deshonestidad y el abuso coronados con el éxito... La política del perdón y el olvido... traición, la mentira y el engaño; todo ha sucedido ya en este país, en este rincón de
Ojalá que el tiempo haga su labor suavizadora que siempre está llamado a desem­ América. El pueblo ha presenciado el acontecer permanente de esta dase de actuado-
peñar en todas las cosas de la vida; ojalá que la haga antes de vemos en nuevos nes".17
conflictos por obra exclusiva de esta graciosa política de la prudencia y del olvido.
Pero, entre tanto, no precipitemos la marcha de los acontecimientos pretendiendo Observaciones finales
olvido para heridas que aún están abiertas y claman una reparación".14
(...) Dijo el Senador señor Errázuriz:"(...) éramos el país jurídico por exce­
Es innegable que las diferencias en el enjuiciamiento del pasado es­
lencia dentro de la América y vimos la arbitrariedad y la injusticia convertirse
tán asociadas a dimensiones emocionales im portantes, porque ese pasado
en régimen. (...) Fuimos un país de esclavos, peor aún, la patria del terror (...)
hace referencia a experiencias extremas como el riesgo de perder la vida y el
y así, en la parálisis de la voluntad y la reguera del miedo llegamos al borde del
poder de dar muerte. Implica la percepción de amenazas intolerables de pér­
precipicio de la ruina económica y de la convulsión social que hoy nos atrae
didas m uy significativas y esenciales a la propia identidad, tales como la
con el atroz magnetismo de su obscura y terrible profundidad".15
patria, el hogar, la familia, el m odo de vida personal. Implica tam bién la
Acusación Constitucional contra el ex Presidente de la República Arturo
percepción de sufrimientos casi imposibles de imaginar, físicos y psicológi­
Alessandri Palma (1939).
cos. También está asociada a juicios políticos y éticos -visiones diferentes-
Expone el Diputado Informante señor López:
sobre el país, su pasado y su futuro. Cualquier proceso de reconciliación
"Un distinguido historiador de este país, analizando un episodio de la vida
política asumido seriamente tiene como obstáculo la persistencia de los efec­
de don Diego Portales (...) sostiene que una de sus principales virtudes consis­
tos de la violencia política y de las violaciones de derechos humanos, que per-
tió en su amor por la justicia y en su inquebrantable propósito de no eximir a
Cámara de Diputados. Sesión de 4 de abril de 1939.
Cámara de Diputados, sesión extraordinaria, 1 diciembre, 1931,1745. Énfasis nuestro.
Cámara de Diputados. Sesión 22a en martes 27 de noviembre de 1956: 1393 - 1414.
Cámara de Senadores, 16a. Sesión extraordinaria, 26 de Octubre de 1931: 349 y 350.

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manecen en el imaginario colectivo y en la subjetividad de las personas como Como se puede apreciar, desde la proposición de olvido ha surgido la
experiencias traumáticas personales o como miedo al futuro, al cambio o como apelación a la memoria. Esta apelación a la memoria enfatiza por una parte no
el tem or a la repetición de las experiencias vividas. Memorias cuyo dato prin­ olvidar el pasado de opresión y represión y por otra no olvidar el proyecto de
cipal es la emoción con que fueron experimentadas las cosas, conllevan juicios sociedad por el cual se luchaba. Esta distinción es importante. Muchas veces
éticos y políticos que potencian la emocionalidad fundiéndose en un recuerdo los llamados a no olvidar enfatizan fuertemente la memoria de la represión. La
cuyo significado esencial puede respirar bajo la piel de un olvido aparente. memoria de la represión apela al repudio moral de tales actos, pero requiere
El análisis realizado permite decir que no hay una sola memoria, sea social o ser vinculada al conflicto político en cuyo contexto cobra sentido. La apelación
histórica. Las distintas memorias se constituyen desde diversos lugares sociales, desde a la memoria, dadas estas experiencias, ha sido -en primera instancia- una
distintas experiencias, desde diferentes identidades, desde diversos significados y emo­ apelación a la memoria de la represión política. Un no olvidar "las violaciones
ciones. Reconocer esa dimensión implica una posibilidad para reentender lo sucedido y de derechos humanos". Una apelación a un "nunca más" sustentado en el re­
todo aquello que es simultáneamente olvidado y conmemorado, de manera que la ma­ cuerdo constante de las víctimas de la represión, en la conmemoración de las fechas
yor parte de los miembros de una sociedad se puedan identificar con ese proceso, aun­ significativas casi todas asociadas a la muerte y desaparición de las personas. La con­
que no siempre compartan las interpretaciones existentes sobre ese pasado. memoración de las víctimas, la creación de lugares de memoria de las víctimas es tal
Un reportaje sobre algunos dilemas del futuro en relación a las Fuerzas Arma­ vez el gesto más importante de la memoria. La pregunta "¿me olvidaste?" en las silue­
das en 1986 fue titulado "Penas sin Olvido". Decía: tas de los muertos y desaparecidos junto a sus nombres, fue una forma de interpelación
Dijo Augusto Pinochet: desarrollada desde los ochenta, en las manifestaciones públicas, para denunciar la des­
"Han surgido voces que, con peligrosos criterios revanchistas, pretenden so­ aparición y la muerte y ha sido una de las expresiones más claras de esta dimensión de
meter ajuicio a los integrantes del Ejército que lucharon por la liberación de la la memoria. Pareciera ser que el primer sentido de la memoria sería la conmemoración
mayoría ciudadana (...) El Ejército observa con preocupación esos criterios. No del resultado del horror para disuadir su repetición. Los dilemas que estas situaciones
se pretende interferir ninguna acción, pero sí debo expresar que hay un sector acarrean consigo se sitúan en el campo de lo político: la consigna "nunca más" es
que puede producir desajustes no esperados. Y eso sí que es inquietante".18 política y es ética, puesto que el "nunca más" surge de la conciencia de la humanidad
En 1995 la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos publicó post Holocausto, que por cierto es más que una declaración, un proceso a desarrollar.
"Nuestra propuesta para la Paz y Reconciliación en Chile", y decían allí: Sin embargo, nuestra apelación a la memoria hoy día tiene dos dimensiones
"La reconciliación no admite el olvido, porque el olvido es la negación de subyacentes: una más reflexionada que se vincula a la identidad y las diversas identi­
la existencia de miles de chilenos constructores de la sociedad, y precisamen­ dades existentes y una segunda que tiene relación con el duelo. Siempre habrá disiden­
te por eso hay que asumir de frente y sin tapujos esa realidad que se pretende cias y diferentes visiones de la sociedad, pero no siempre esas diferencias han termina­
dar por terminada. Hay que mantener en un obstinado presente con toda su do en antagonismos tales que han dado lugar al sufrimiento y a la muerte. Y cuando
sangre y su ignominia, algo que se está queriendo hacer entrar en el cómodo eso ha ocurrido la memoria y el olvido forman parte de las apelaciones públicas en el
país del olvido. (...) La verdad es un acto básico de reconocimiento de los proceso de superar el conflicto que tienen ineludiblemente dimensiones éticas y psico­
hechos e implica socializar una historia vivida pero no reconocida en toda su lógicas insoslayables.
dimensión. Necesitamos construir una memoria colectiva que eduque a las Hoy como otras veces en la historia se despliega una batalla por la me­
futuras generaciones en valores tales que impidan que la fuerza triunfe sobre moria. Una memoria disputada en diferentes espacios sociales y culturales. La
la razón, que el crimen sobre la vida, que la mentira sobre la verdad, que la memoria, por tanto, encierra como dimensión de reflexión política actual va­
im punidad sobre la justicia; la verdad debe constituirse en una de las fuerzas rios desafíos concretos que se manifiestan en la vida cotidiana y que definen
que guíe la conducta de la sociedad".19 los ámbitos de la memoria que esta sociedad privilegiará. El primer desafío es buscar
una manera de recordar a las víctimas más que la represión política como tal. Las
“Penas sin Olvido”, reportaje de Pablo Azocar y Milena Vodanovic. Revista APSI N° 170-13 al 26 víctimas dan cuenta con sus vidas de sus proyectos y de sus sueños. También de su
de enero de 1986: palabras de Augusto Pinochet el 19 de septiembre de 1986 en la Parada Militar.
dolor y de su muerte. Pero sus vidas y sus sueños exorcizan el riesgo de capturar y
Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos AFDD. “Nuestra propuesta para la Paz y
Reconciliación en Chile”. I o de Octubre de 1995. bloquear la memoria del pasado en el horror, asumiendo que ese horror no es el único

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contenido posible de la memoria. A veces la consigna "No olvidar" parece
Narra-memorias entre los huilliches
referirse únicamente a esta dimensión. La pregunta "¿me olvidaste?" subraya
la noción que toda represión política es concretizada en las personas y en los de San Juan de la Costa*
proyectos concretos.
Un segundo desafío es cómo la memoria de los proyectes e identidades persegui­
R olf Foerster G.1
das puede recuperar su legitimidad. Cómo se puede abrir la discusión sobre el conflicto
político del pasado, no solamente como "el pasado" sino sobre su sentido para el futuro.
Un tercer desafío es asumir la legitimidad de memorias diversas, contrapues­
tas e incluso antagónicas en la sociedad chilena cuya negación o descalificación sola­
mente ha conducido a bloquear la posiblidad de pensar el conflicto pasado y reciente.
Entre ellas hay memorias que dan cuenta no solamente de batallas y proyectos políticos
sino también de dimensiones éticas y valores sociales compartidos que se contraponen
a la muerte y a la destrucción, por ejemplo la memoria de la solidaridad.
Un cuarto desafío es recuperar la legitimidad de las memorias de la resistencia Introducción
de los vencidos -desde la lucha por la defensa de la vida y los derechos humanos a nivel
nacional e internacional-, así como la resistencia política y sus diversas vertientes y
someterlas a un análisis con perspectiva histórica sin abominar de unas o idealizar No existe una única narrativa huilliche que contenga la m em oria
otras y situarlas como componentes de esta diversidad de lugares, proyectos y memo­ huilliche, lo que existe son varias narrativas que podrían configurar algo así
rias que componen la sociedad. La legitimidad subjetiva de las memorias no soslaya el como «la memoria». Nosotros hemos podido distinguir cuatro narra-memorias: 1, aque­
juicio ético y político de carácter histórico sobre las acciones humanas de todos los lla que está contenida (estructurada) en tres conjuntos míticos; 2, la que se conserva y
actores de estos dramas y de sus responsabilidades en la producción del horror y del se cultiva en los memoriales de la Junta de Caciques; 3, la que se manifiesta en los
sufrimiento. relatos autobiográficos; y por último, la que estalla en la poética huilliche (Colipán y
Huenún). Ahora bien, cada una de estas narra-memorias tiene sus cultores: la primera
y la tercera, por la comunidad; la segunda por los caciques; la cuarta por los poetas. Por
último sobre su soportes: la primera se despliega en la oralidad; la 2 y 3 en la escritura,
la poética, cuarta, intenta conjugar ambas «tradiciones».
Vamos entonces a introducimos al mundo huilliche a partir de las sendas que
abren estas narra-memorias.

1. La memoria en los mitos

El corpus de la mitología mapuche-huilliche puede ser «reducido» a


tres conjuntos míticos: los relatos relacionados al mito pan-mapuche Tren-Tren
y Kai-Kai, al Inca Atahualpa y al Abuelito Huenteao. Estos conjuntos míticos le per-

Este trabajo forma parte del proyecto Fondecyt 1970905: «Memoria colectiva e identidad entre los
huilliches». ;
Antropólogo, Universidad de Chile. Departamento de Antropología.

76 77
miten levantar tres paradigmas relativos a los orígenes, a la Conquista y al proceso Nuestra hipótesis central aquí es la siguiente: los tres conjuntos míticos tienen
posterior. un área compartida, se trata de una lógica de las buenas distancias, la que puede ser
Tren-Tren y Kai-Kai encara simbólicamente los momentos en que nace y renace formalizada esquemáticamente de la siguiente manera: la pérdida de las buenas distan­
lo mapuche, de cómo ese proceso es inseparable de lo sagrado y de cómo el admapu y el cias -culturales, religiosas, paténtales, económicas- es la que provoca las malas distan­
mapu es un don divino (donde están involucrados los antepasados) que exige contra­ cias cósmicas (entre el cielo, la tierra y las aguas). El argumento mayor parece ser el
dones por parte de los vivos (en última instancia sacrificiales). También este mito enca­ siguiente: «estamos así porque perdimos nuestra tierra, porque ya no somos lo que
ra la espacialidad, los Tren-tren, como lugares de salvación, se despliegan por el mapu éramos, porque nos olvidamos de nuestra cultura, de nuestra lengua, de la "rogativa",
formando una verdadera cosmografía discreta de lo mapuche. Es por estas razones que etc.». Este argumento no esperanzador tiene su inverso esperanzador: «si recuperamos
numerosos investigadores han considerado a este mito como el núcleo o base de la lo que teníamos volveremos a ser lo que éramos».
«identidad de origen» de lo mapuche. La persistencia de este mito -la versión más La responsabilidad de dicha «pérdida» es tanto interna como externa. La
antigua que se conoce es del siglo XVII- tiene además un sentido político: los mapuches- causalidad externa es atribuida a los leupeloncos: las metáforas dominantes son dos:
huilliches son anteriores al Estado chileno, con ello y, sin saberlo posiblemente, «ellos nos quitaron la tierra» y «ellos desean nuestra muerte». Su substrato, que da
problematizan la hipótesis tradicional sustentada por numerosos investigadores chile­ cuenta de la causalidad intema, puede ser leídobajo la óptica de la reciprocidad (Mauss),
nos (Góngora) de que es el Estado que construyó a «la» nación chilena. es decir, la presencia de los leupeloncos es tematizada como la negación de la reciproci­
Con el mito del Inca Atahualpa se simboliza un hecho histórico, de algún dad y es dicha negación la que provoca la guerra (intema y extema) y lá cólera de los
modo irrepetible, la llegada del huinca, del hispano-criollo. Desde ese momento se dioses2. La causalidad interna tiene que ver fundamentalmente con los procesos de
desencadena un proceso que el mito tratará de significar desde un horizonte escatoló- ahuincamiento, veremos como la metáfora del zapato nos ayudara a ver cómo los
gico. La m uerte del Inka, el viaje de su cabeza a España y el de su cuerpo a las huilliches tematizan este asunto.
profundidades de la tierra mapuche-huilliche generan, al mismo tiempo, una disyun­ En resumen, como se puede apreciar, estos relatos tejen el pasado con el presen­
ción y una conjunción, que permite entender por qué los huilliches están pobres en te, elaboran un conjunto de códigos para interpretar el hoy, gracias al gesto de recordar
este mundo, y de cómo, cuando la cabeza y el cuerpo se unan, los problemas de los tanto hacia atrás como hacia adelante.
huilliches serán superados junto a su Inka.
Si el mito anterior sentaba las bases para una identidad de origen, éste lo hace
para una identidad de destino. .
2 Los Memoriales dé los Caciques del Butahuillimapu
La mitología y las diversas sagas sobre el Abuelito Huenteao -vive encan­
tado en la costa de Pucatrihue- narran las guerras y conflictos, tanto del pasado La memoria en los mitos funciona pre-reflexivamente, o si se quiere a la
como del presente, entre huincas y mapuches-huilliches. Gracias a esta divini­ manera de Lévi-Strauss, inconscientemente (a semejanza de ese inconsciente marxis-
dad las guerras em prendidas, como las movilizaciones realizadas en este siglo ta: «Los hombres hacen la historia, pero no saben que la hacen»). Distinta es la situa­
por recuperación de sus territorios, logran tener éxito. Huenteao aparece así como ción para el tipo de discurso que einerge desde los caciques huilliches de la
el gran m ediador entre los huilliches y las divinidades, de allí su culto en los Butahuillimapu. Ahora se aborda la memoria reflexivamente, es decir, determinados
nguillatunes como en otras ceremonias. acontecimientos del pasado son escogidos conscientemente para ser rememorados, otros
Estos tres conjuntos son también construcciones hermenéuticas que son olvidados, construyéndose así una narrativa cuya trama central son una serie de
hablan sobre el lugar de la víctima en la com unidad y en las relaciones Tratados y leyes sobre derechos indígenas, que se remontan a 1793.
interétnicas. El dram a es «pensado» sacrificialmente y se resuelve («actúa»)
por la m ism a vía. Cada conjunto mítico tiene su especificidad, en Tren-Tren/ 2 Lo señalado por Taussig para el área andina nos parece pertinente de ser homologable a nuestro
problema: «...aun teniendo en cuenta su desplazamiento, proletarización y explotación, los indios
Kai-Kai victimarios y víctima son internos; en Inca Atahualpa la víctima es interna,
mantuvieron la economía de reciprocidad, sobre todo, bajo la forma de una ayuda mutua en las relaciones
los victimarios son externos (los Impélemeos); y en Huenteao es la propia comunidad de producción. Lo que es sumamente significativo, como ilustrara Wachtel, es que los indios continuaron
la que se auto-sacrifica en la rogativa para evitar ser victimizada. evaluando sus relaciones con los nuevos amos, blancos o indios, según el criterio dé la reciprocidad,
a pesar de que se abusara de ellos o se les negara constantemente» (El diablo y el fetichismo de la
mercancía en Sudamérica, Nueva Imagen, México, 1993, pág.:251. El destacado es nuestro).

78 79
Jorge Iván Vergara piensa que la rememoración del Tratado de 1793 sería propia «... nunca han podido eliminamos
de este siglo ya que para el XIXno habrían antecedentes3. Desde la década de 1930 los ni borrar los recuerdos de lo que éramos indígenas,
caciques comienzan a exigir al Estado chileno el reconocimiento no sólo del Tratado de porque somos la cultura del cielo y la tierra,
1793-lo que debía traducirse en cuestiones concretas como devolución de tierras usur­ somos los antiguos descendientes y somos millones,
padas, liberación del pago de impuestos, tribunales especiales, colegios propios, etc.-, y aunque el universo entero se desplome,
sino que también de su autoridad como caciques. Estas demandas fueron canalizadas a nuestros Pueblos seguirán viviendo
través de Memoriales a las autoridades regionales y nacionales como también por me­ aun más allá del imperio de la muerte».
dio de actos públicos efectuados en la Plaza de Armas de Osomo. Si la mitología servía para establecer una «ideología» de las «buenas
Los Memoriales son un tipo de narrativa que se remonta al pasado, construye distancias» y de cómo al perderse permitían explicar la pobreza del huilliche,
una historia de los acuerdos entre las autoridades huilliches y huincas, de cómo se han la narrativa de los caciques sirve ahora para expresar cómo ellos pueden y
violado las leyes indígenas (Tratado de 1793, títulos de comisario), de cómo se han deben buscar los medios para lograr esas «buenas distancias» y así superar la
empobrecido, etc. Los Memoriales cuestionan en la línea del tiempo la desigualdad pobreza sin perder la identidad como pueblo.
económica y social entre mapuches y chilenos, constatan además que la superación de
las inequidades no pasa por la supresión de las diferencias «étnicas». Así, por ejemplo,
en el Memorial enviado por los caciques del Buta-huillimapu a las máximas autorida­ 3. La memoria autobiográfica
des del país (1936, publicado al año siguiente), constatamos cómo se tensiona la rela­
ción Estado-Nación a través de la apelación de lo huilliche desde tres coordenadas que En 1986 u n conjunto de instituciones convocaron a un concurso nacio­
se complementan, lo «inmemorial», la patria y lo universal. Las tres apuntan a la nal de autobiografías campesinas5. El mismo año el GIA publicó en cinco to­
búsqueda de un lugar digno de lo mapuche-huilliche en el escenario país, lo cual re­ mos la totalidad de las autobiografías enviadas, también editó un tomo espe­
quiere un lugar «correcto» (de «justicia») en la nación y en la ley (Estado). cial para las premiadas. Del conjunto de autobiografías alrededor de 40 -de
La relevancia dada por los caciques huilliches al Tratado de 1793 es enor­ mujeres y hombres, de jóvenes y adultos- corresponden a miembros de comu­
me y las razones son evidentes: en prim er lugar, hay un reconocimiento de la nidades de San Juan de la Costa.
existencia de un pueblo que es anterior al Estado (los mitos del Tren-Tren y Desde el texto de Paul de Man (Autobiography as De-Facement, 1979) se
Kai-Kai lo hacían, pero en otro plano y con otro actor: las divinidades). En segundo ha producido un cierto consenso en la idea que la prosopopeya es la figura que
lugar, el Tratado define un territorio huilliche. Por último, consolida a los caciques rige a la autobiografía. Según la RAE la prosopopeya «consiste en atribuir a las
como autoridades. De allí entonces que «Conmemorar el Tratado... [sea] una forma de cosas inanimadas, incorpóreas o abstractas, acciones o cualidades propias del
definir el lugar del pueblo mapuche-huilliche en la nación chilena» (Vergara 1998:5)4. ser animado y corpóreo, o las del hombre al irracional, o bien en poner el escri­
Lo último que interesa recalcar es que son los caciques los que han puesto los tor o orador palabras o discursos en boca de personas verdaderas o fingidas,
Tratados y las leyes indígenas en una trama, con ello han generado una narrativa que vivas o muertas». Así escribir «sobre uno mismo sería ese esfuerzo, siempre
tiene claras pretensiones políticas tanto hacia dentro como hacia fuera. En esa trama renovado y siempre fallido, de dar voz a aquello que no habla, de dar vida a lo muerto»
ellos mismos encaman un lugar, ellos son una suerte de significante flotante de un (Molloy).
doble juego: por un lado, son los representantes de los huilliches y, por otro encaman Esa escritura, dominada por la prosopopeya, genera una narrativa que nos per­
una historia, una genealogía del poder. Este es el marco, pensamos, para comprender mite adentramos en la relación entre la memoria colectiva (sin duda la de los mitos, y
su «Declaración solemne de 1991»: la de los memoriales) y la memoria individual.

La frontera étnica del Leviatán, Tesis Doctoral, Universidad de Berlín, Berlín, 1998.
En otro lugar de la obra de Vergara se señala ya no a la nación sino más bien el Estado: «Aunque la Las instituciones convocantes fueron: Área Pastoral de la Conferencia Episcopal de Chile; Comisión
ceremonia se restauró en 1983 bajo condiciones distintas a las que tuvo en sus comienzos, su N acional C am pesina (C N C ) y la C onfederación N acional de C ooperativas C am pesinas
transfondo se mantuvo: la reinlerpretaeión de los tratados coloniales como forma de redefinir el (CAMPOCOOP). Las instituciones que organizaron fueron: Grupo de Investigaciones Agrarias
vínculo con el Estado chileno» (1988:7). (GIA) y la Academia de Humanismo Cristiano.

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A primera vista las autobiografías parecen no mencionar ni tocar los repitas buenas con que cubrimos y esto también otros compañeros sufrían estas
temas que están presentes en los registros anteriores: no hay referencias a los mismas consecuencias de la vida del pobre» (pág. 447).
mitos y sólo hay dos menciones directas a los caciques. No obstante, dicha La escuela aparece con una fuerza enorme por ser el prim er lugar don­
ausencia es aparente ya que detrás de determinados motivos encontramos la de el sujeto es mirado, observado y valorado por un otro extraño. Américo
misma preocupación, las mismas tensiones, las mismas esperanzas, más aún Nullao Ancapichun (26 años) testifica:
la misma lógica hermenéutica para pensar la realidad social en la que están «Era más o menos la escuelita... y además ahí había estos chilotitos, ahora
«arrojados». La gracia está en que dichos temas son abordados con nuevas que le decimos los humeas, los blancos. Esos se reían de uno porque lo veían un
alegorías. Veamos una de estas, la metáfora de los zapatos. poco de malos trapos y siempre le faltaban los útiles para escribir y tenía que
estar pidiéndoles y se los prestaban y le decían ahí indios y a m í cuando me
La metáfora del zapato decían indios me sentía morir, me daba rabia, y ahí me quedaba. No era tanto
quizá porque uno sea indio le decían esas cuestiones, pero lo que más me daba
Si en el pasado los pies desnudos eran una señal de lo propio, ahora la rabia es que era pobre, me faltaban los zapatos...» (pág. 517).
ausencia de zapatos es signo de pobreza, siendo la pobreza problematizada Pero no es sólo en la escuela donde uno es observado (descalzo) tam­
como dolor y sufrimiento. Los zapatos, además, se relacionan directamente bién lo es en otros espacios públicos de encuentro: el fundo, la ciudad. Ser
con el «trabajo» y el «dinero». Los dos campos de significación se dan en los m irado por el otro y m irar al otro forma parte de los procesos de la mimesis. El
espacios públicos y de encuentro: la escuela, el fundo y la ciudad. texto de Francisca Guala Cañulef (60 años) nos alerta cómo los zapatos se trans­
Vamos por parte. La anciana Sara Ríos Huenchual (73 años) escribe: forman en un icono de una distinción, de una diferencia entre un yo y un otro:
«Mis estudios fueron en el colegio de monjas en San Pablo. Mi prima Clara en «Mi padre fu e de fam ilia pobre. A mi padre nunca le alcanzó para com­
tercero, la Rosa en segundo y yo en primera preparatoria. Ibamos descalzáis), los prarse un par de zapatos, toda la vida usó ojotas; mi madre sólo se ponía
zapatos no los conocíamos, ay - ay por la escarcha de la mañana. Viento y agua y zapatos cuando iba a la misa, ya que era la única parte donde ella iba.
barro. Para el almuerzo llevábamos un pedazo de tortilla.. .» (pág. 4). Durante toda nuestra infancia y parte de nuestra adolescencia mis herma­
El frío y la escarcha de los crudos días de invierno son recordados por esa nas y yo, no nos vestíamos con géneros comprados en la ciudad, sino que nos
ausencia. José Virginio Iñil Ñangue (71 años) rememora, al igual que Sara vestíamos con lana de oveja, telas tejidas en telares rústicos llamados bayetas, y
Ríos, esa etapa en un tiempo preciso, el escolar. Momento que obliga a todo sujeto a nuestras prendas interiores eran confeccionadas con telas de bolsas harineras.
abandonar el espacio familiar: Por esta manera de vestimos, nos sentíamos humilladas delante de la gente.
«A la edad de doce años ingresé a la «Escuela de Sociedad» así se llamaba en Zapatos usábamos sólo para ir a la misa. No conocía la ciudad ni los vehículos
aquel entonces. El profesor Juan José Panguinamún se puso de acuerdo con el caci­ hasta cuando tuve la edad de 16 años. Por la manera de vivir, tenía miedo y
que Félix Coliao de Panguimapu, se solicitó permiso a la Gobernación con una vergüenza a los señores que vestían muy bien y tenían dinero; me daba cuenta
nómina de un número determinado de alumnos, de la cual se informó al Juez de que aquellos miraban muy en menos a los pobres indios» (pág. 104).
subdelegación, don Efraín Peters. En dicha escuela estuve dos temporadas. En esos El sujeto descubre en la escuela una ausencia, una carencia: la pobreza que
tiempos los niños campesinos no nos poníamos zapatos y los pantalones cortos se condensa en no tener zapatos. Pero se no se trata de cualquier pobreza, lo que
arriba de las rodillas; y con unas heladas que parecen agujas. La casa que llamába­ falta es algo que otro tiene, y ese otro que tiene (zapato) es el huinca. Zulema del
mos escuela no tenía ni piso ni forro» (pág. 22-23). Carmen Quiaimán Cañocar (47 años) no duda entonces de colocar los zapatos al
Más joven que José Virgilio Iñil es Juan José Maripán, su texto nos señala que esa lado de otros objetos «no propios»:
experiencia escolar era vivida por un grupo discreto: «En esos años uno no se colocaba zapatos, me crié a pata pelá y, esa vez no había
«.. .apenas podíamos ir a la escuela porque no teníamos con qué protegernos radio, ni estufa, había que estar a puro fogón. M i vida fu e muy sufrida» (pág. 279).
del frío, la lluvia, porque ni siquiera conocíamos los zapatos, a patita pelada No obstante, también se sabe que los zapatos son un bien que se transa
teníamos que ir todos (los) días, a veces llorando de frío, ni tampoco teníamos en el mercado. El zapato se transforma ahora en una medida y por ello en una
suerte de moneda. Evaristo Segundo Naguil Huaiquihuena (54 años) escribe:

82 83
«Cuando comencé a trabajar ganaba $ 3 al día y trabaje 7 días y salí ganando $ degradada por su m adrastra y sus hijas (sin oposición de su padre), sus
21, con los cuales me compré mis primeros zapatos de mi vida, que con mi esfuerzo labores son la de la cocina y del cuidado de los animales. Logra gracias a la
me los gané. También me compré una camisa y un pantalón» (pág. 179). ayuda de un anciano -posiblemente la divinidad m ediadora: H uenteao- una
El dinero para los zapatos hay que obtenerlo, y éste no proviene de la varita mágica. Escuchemos a Adela cómo relata la parte final del cuento:
venta interna de algún bien familiar, sino de un salario: hay que trabajar en los «Y un día se fu e la vieja a misa. Era mísera. Se fu e con su hija, se vistieron bien,
fundos, los hombres, o en la ciudad como empleadas domésticas las mujeres. se arreglaron y a ella le dijeron que tenía que tener toda la comida preparada para
Juan José M aripán relata: cuando ellos lleguen. Está bien, lo voy a hacer, porque ella sabía hacer comida. Salie­
«Cuando ya fu i hombre de unos 16 años ya pude vestirme solo, ya con mi traba­ ron todos, una cierta distancia, sería lejos, la Misión [se trata de la Misión de San
jo, entonces conocí el primer par de zapatos» (pág. 447). Juan de la Costa]. Entonces ella dejó hecha todas sus cosas y dijo «yo también tengo
Terminemos la serie de testimonios autobiográficos con Rubén Rauque derecho ir a misa». Varillita de virtud, que le dijo, que Dios me ha dado me presente el
Paisil (36 años). Él describe la precariedad de su orden familiar, siempre al mejor coche, con dos tripulantes y las mejores ropas y zapatillas. Así que en cinco
borde de la pobreza, y cuya imagen en la siguiente: minutos ella se vistió, se puso una zapatillas con un enorme taco. La María se fu e en
«.. .mi padre se fu e cayendo al trago y se fu e descontrolando, yo no tenía zapa­ coche a Misa. Puta llegó una mina más elegante, entró a la iglesia se alumbró toda la
tos» (pág. 436). iglesia y todos mirando, pucha la mina buena decían, pucha la mina buena decían, de
adonde vendría. Y su gente estaban afuera en el coche. En una de esas la chica, cuan­
Recapitulemos: do ya se estaba terminando la misa, la chica partió y en eso que va subiendo el coche
se le cayó un zapato. Y un rico va y se pesca el zapato y él dijo que tenía que encontrar
a esa mujer que se le cayó el zapato y que se veía tan linda».
1. Los zapatos aparecen como una realidad (necesidad) en un espacio
público: la escuela, el fundo, la ciudad. En esos lugares donde los mapuche- El zapato aparece como el objeto -fetiche: es la única prenda descrita con cierto
detalle -«una zapatillas con un enorme taco»- capaz de transformar a una pobre niña,
huilliches son observados por los huincas.
2. En el vestir no hay grandes diferencias entre huincas y mapuches (en no deseada por nadie, en un «objeto» deseado por todos. Los zapatos hacen posible la
circulación universal del deseo, en otras palabras, la presencia de los zapatos borra toda
las escuelas) excepto en un punto: la desnudez de los pies.
diferencia. No obstante, hay un deseo que predomina sobre todos los otros: el rico tam­
3. La sociedad hispano-criolla ha hecho de los zapatos un signo (símbolo) de la
bién la desea y sólo él puede «pescar el zapato».
pobreza: un «patipelado» está más degradado socialmente que un «rotoso». De allí
Si la varita mágica hizo posible «el» zapato, ahora es el mercado el que lo
que los niños que han ido sin zapatos son observados y calificados por aquellos que
pone a disposición de todos(as). El mercado hace posible la utopía de «todas
tienen como pobres. Los sin zapatos aceptan la distinción y desde ese momento ellos
Íbamos a ser reinas». Con ello todo el sistema de diferencias comienza a desmo­
tienen frío y dolor en sus pies (en ninguna autobiografía se señala que dicho estado
ronarse. Adela Aucapán percibe esta realidad emergente como un caos y cuyo
comenzara en el hogar).
emblema son los futuros «zapatos de oro»:
4. Los zapatos posiblemente ponen de manifiesto el momento en que determina­
«La jaiva estaba amontonada ahí, uno llegaba, miraba la piedra, vamos sacando
dos sectores de la sociedad huilliche comenzaron a observarse y a desear desde el espejo
jaivas para fuera, canastadas, erizos, ahora, ¿por qué no buscan erizos? ¿por qué
huinca. Las autobiografías recuerdan ese momento preciso en que el yo huilliche se hizo
no va a haber una jaiva? porque todo se está terminando..., todo se está terminan­
inseparable en su auto-comprensión de los «pie-juicios» del otro.
do, después nosotros no vamos tener qué comer, no vamos a tener nada, vamos a
5. Los zapatos son el signo encubierto de una rivalidad histórica: huincas y
tener la plata amontonada, vamos a andar con zapatos de oro, de todo, y nosotros
huilliches deseaban lo mismo: la tierra; ahora la rivalidad se amplía alcanzando aque­
no vamos a tener qué comer»6.
llos bienes que definen un cierto estatus en una sociedad global: los zapatos. Tener
zapatos aparece así como una señal más de integración.
El cuento de La Cenicienta, narrado por Adela Aucapán, puede aquí ayu­
dam os a tener una visión más global al relacionar la narrativa autobiográfica con Una correlación con el mito del Shene Huinca: sólo él tiene dientes de oro (discreto), ahora todos
la mítica y la de los caciques. Cenicienta es la más pobre entre las pobres, vive tienen zapatos de oro (continuidad).

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El zapato de oro, el fetiche, circula de tal m anera que concluye en ancestrales, y gracias a ello se transform an en un nuevo sujeto (etnogénesis),
una acum ulación sin sentido ya que no perm ite com prar nada. Adela nos capaces ahora de «escuchar la respiración del río» o recibir de la divinidad
señala, entonces, que si el deseo huilliche es dom inado y regulado por el Abuelo H uenteao sus «recados desde la región celeste». O tam bién a través
Otro, las consecuencias son fatales: hace aparecer un hoyo negro siniestro de los peum a (sueños) rescatar un vínculo filial para así estar soñado por
donde todo lo huilliche p uede desaparecer, de allí la denuncia a ese tipo de los antepasados:
deseo. En otras palabras y articulando las otras narrativas: ese tipo de de­
seo m im ético rom pe todas las barreras, no sólo de las «buenas distancias» «Naufragio de mí mismo
sino que tam bién de las m alas, la abundancia absoluta en la cultura pro d u ­ en una geometría de voces enterradas
jo una escasez absoluta en la naturaleza, su reino es la no distancia, el caos
total, donde ya no hay vuelta. A José Dolores Colipán, quien con su alma
paralela a la nuestra, nos sueña desde otro mundo

4. La memoria poética Mudo es tu recuerdo, Padre, que me hace vivir


de la sangre cuajada de tu abandono
Los dos m ayores poetas huilliche -Bernardo Colipán y Jaime Luis Náufrago de m í mismo en tu geometría de voces
H uenún7- son conscientes de los desafíos que tienen por delante, saben que enterradas, guardo el trigo de tu última cosecha
con el "verbo" y la "escritura" deben establecer una "buena distancia" con la para fermentarlo en los cántaros
oralidad de la comunidad (mitos) y con la grafía de los caciques. El primer lugar de negros de silencio
encuentro es la memoria, y desde allí: Nada tengo
«.. .releer y refundar un pasado de manera tal, de reactualizar una historia ba­ sino fuerzas
sada en un universo simbólico propio». para arrebatarle al vacío, lo que por derecho
Para los poetas el tiempo de la memoria es «ese que circula por debajo pertenece a la memoria».
de la tierra, arrastrando los susurros de los antepasados y que traen recados
desde u n sueño azul», es ese tiempo, es tam bién «el soporte donde descansa la n. El segundo procedimiento es remitirse en «clave poética» a aquellos aconte­
Poesía Mapuche actual» (Colipán). cimientos que los caciques y las comunidades (la tradición intema) han considerado
Tres procedimientos para rememorar encontramos en esta poesía. como marcadores de «su» historia, de «su» temporalidad (su propio paso de lo conti­
I. En el primer procedimiento se establece una distinción entre dos tiem ­ nuo a lo discontinuo). La «clave poética» consiste en crear un nuevo lenguaje para que
pos (el cotidiano y el de la memoria), para rescatar de uno de ellos los «susurros» esos acontecimientos adquieran un status que subvierta el sentido que los ha tenido
de la memoria, esos susurros son fragmentos, trozos, retazos de la memoria, no borrados, tachados.
obstante permiten a quien lo vive que su «estar» «cuaje» -como nos dirá Colipán- Juan Huenún retoma en su obra aún inédita, Ceremonias, textos oficiales sobre la
bajo una m odalidad fuerte del ser. Los poetas van a encontrarse con la «tra­ matanzadeFbrrahue3. Comienza con el informe del Mayor Galvarino Andrade sobre los
dición», van a vivir y a experim entar con sus «peñis» (hermanos) los ritos sucesos del 22 de noviembre de 1912 para continuar con un poema que corresponde a la
parte relativa a la «Ceremonia de la muerte», donde rememora dichos acontecimientos de
Bernardo Colipán: Desde los Lagos, Antología Poesía Joven. Editor, Jorge Loncón, Ediciones
una manera particular: reconstruye un tiempo y un espacio no idílicos, que son
Polígono, Puerto M ontt (1993).«Poemas», en Colipán, Bernardo y Velásquez, Jorge Zonas de destruidos por los crímenes de Forrahue:
emergencia, Paginadura, Valdivia, pág. 65-75 (1994). «Cinco poemas», en Pentekun, N°3, pág. 61 -
70 (1995). «Hacia la interculturalidad y el bilingüismo en la educación chilena», CONADI (varios
autores) (1996). Detrás del silencio, estaba el hombre, (inédito, 1997). Pulotre: testimonios de vida En octubre de 1912 la comunidad de Forrahue se opuso a ser desalojados de sus tierras, la violencia se
de una comunidad huilliche (inédito, 1998). Colipán, Bernardo y Velásquez, Jorge Zonas de tradujo en el asesinato de trece huilliches (ver Jorge Veigara La matanza de Forrahue y la ocupación
emergencia, Paginadura, Valdivia (1994). de las tierras huilliches, Tesis de Licenciatura en Antropología, Universidad de Valdivia, 1991).

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Uno Las mujeres se preñaban en lo oscuro y en lo claro,
(Forrahue) y los hijos se criaban a la buena
de los bosques y los ríos.
«... alzaban sus manos ensangrentadas al cielo» Así era, mamita, así fue:
(Diario «El Progreso» de Osomo, 21 de octubre de 1912). las estrellas dejaron de alumbramos
la sangre de repente,
«No hablábamos chileno, ni paisano, y tuvimos que ocultarnos como zorros
castellano que lo dicen. en montañas y barrancos».
Copihue sí, blanco y rojo, La voz aquí utiliza una inversión, la del «buen salvaje» transm utado en
flo r de michay, un bárbaro alejado del verdadero lenguaje, de la verdadera religión, de la ves­
chilco nuevo. timenta, del pudor, de las buenas costumbres, del trabajo. A través de esta
No sabíamos de Virgen ni de Cristo, padrecito, ironía se nos quiere recordar que fue justamente esa visión la que hizo posible
ni del Dios en las Alturas. la matanza, ese día, como dice el epígrafe, donde los forrahuinos «...alzaban
Jugábamos tirándonos estiércol de caballo en los potreros; sus manos ensangrentadas al cielo».
robábamos panales a los ulmos y a las moscas, Si «el consenso es la etapa superior del olvido» (Moulian) los poetas
y pinatras a los hualles de la pampa; huilliches con su lenguaje, con su discurso, cuestionan todo posible consenso
mirábamos desnudos bañarse a las hermanas sobre el pasado, sobre la historia.
con manojo de quillay en el arroyo. III. El tercer procedimiento es valerse del lenguaje-memoria del otro,
Malo era. para re-vestirse con él, para estar de un modo distinto en él. Se trata entonces
Sí. ahora de «releer y refundar un pasado» desde el lenguaje del otro que me
Por eso vino envidia y litigio y carabina; contiene. Hablar desde ese lugar, subvertirlo con una nueva escritura que es
por eso se volvieron lobos los venados y los peces. inseparable de aquella ya emitida. ¿No es este gesto una conciencia clara de
Malo era, paisanito, malo era. los efectos de la enunciación en la memoria?
Comíamos caliente el crudo corazón de un cordero Colipán utilizará la crónica de Georges Marcgravius, Historia Rerum
en el lepún; Naturalium Brasiliae de 1648, que describe a los huilliches para desde ahí re­
rezábamos huilliche al ramo de laurel escribir el pasado. Leamos la parte primera del poema «De Chilensibus»:
junto a la machi; «Siempre andan descalzos.
matábamos con fuego al que mete huecuve Excepto en sus días de fiesta
contra el cuerpo y contra el alma. en que algunos se han visto con sandalias.
¡Brujo diablo, anda vete! decíamos escupiendo, Y no obstante creer en algunos hechos sobrenaturales
y el bosque más espeso vemos con admiración que ignoran
escondía a la lechuza. el uso de los zapatos.
Malo era, malo era. "Tienen cabezas grandes y anchas
No sabía vivir el natural antes amigo, no Creen que llueve cuando él estero
sabía.
suena más fuerte de lo acostumbrado.
Enseñan a sus hijos que la muerte
es el término de un ciclo y que volvemos
nuevamente a vivir en el corazón
de quien desea escuchamos.

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"Siembran o plantan lo que necesitan Memorias del pasado para el futuro
para el año siguiente".
No capitalizan.
No entienden de Propiedad Privada. Isabel Piper Shafir3
Dicen que en esta vida somos solo pasajeros.
No tienen riquezas.
"Viven sin ningún cuidado".
Com entando este poema Verónica Contreras y Mabel García9 precisan
que este recurso textual iría «en pos de componer una polifonía discursiva
donde cada sujeto -el cronista y la voz poética- contribuyen desde su patrón
cultural a perfilar el m undo indígena, a través de un diálogo entrecruzado que
valida posiciones, afirmando al «otro» o negando sus argumentaciones esta­
bleciéndose un verdadero juego verbal interCültural, todo lo cual irá en benefi­
cio del desenmascaramiento del estereotipo negativo que del mapuche huilliche
se ha querido establecer desde el punto de vista de la historia oficial y ajena a Los 17 años de dictadura militar vividos en nuestro país, con las viola­
la verdad cultural de este pueblo». Pensamos que el «desenmascaramiento» es ciones a los Derechos Humanos producidas por el régimen militar, han de­
más complejo, en la m edida que no se trata de dem ostrar solamente la false­ jado profundas heridas en el sentir y actuar de los chilenos. Esto se mani­
dad de estereotipo sino que también poner de manifiesto que el lenguaje que fiesta actualmente en la salud mental de esos afectados, pero también en la
lo vehiculiza forma parte del lenguaje desde donde se debe hablar para supe­ forma en que el conjunto de los chilenos nos relacionamos; en nuestras con­
rarlo, en la m edida que ese lenguaje se ha hecho carne de mi carne. ductas políticas y de participación social; en la forma en que enfrentamos
En síntesis: estas narra-memorias nos evidencian el espesor de las voces los conflictos, y en la polarización de los grupos sociales.
huilliches, su polifonía puede ser reducida a una lógica (la de las buenas/m a­ Los profesionales de salud mental que nos hemos dedicado al tema de los
las distancias), no obstante, nos dam os cuenta que cometeríamos un grave Derechos Humanos hemos usado el término de trauma político para referimos
error al creer sólo esto. La polifonía narrativa únicamente dem uestra que la al impacto psicológico y social de la represión política. Este concepto de trauma
casa del ser huilliche sigue estando habitada por una memoria llena de alego­ vinculado al contexto socio político, nos ha permitido entender los traumas in­
rías propias (y universales), las que dialogan tensionadamente con el Estado, dividuales, los traumas psicosociales, los traumas colectivos y sus repercusiones
con la esperanza de subvertir la cópula perfecta entre Estado y la nación, para en la vida social y en la vida cotidiana; y nos ha permitido articular estrategias
que nazca desde allí y en el territorio, en el mapu, lo m ulti cultural, lo de intervención en el campo clínico, psicosocial, histórico y político.
multi-nacional. Me h a preocupado especialm ente desarrollar las im plicancias de
conceptualizar el trauma como acontecimientos que mantienen su permanencia
en el tiempo y que incluyen distintos momentos de impacto o presión psíquica
que se suceden y acumulan durante un largo período, y que se van expresando
de distintas maneras. Esto me ha permitido entender el período de pos-dictadu­
ra como parte del proceso de traumatización global, el cual tiene características
propias y diferenciales (aunque también comunes) con las etapas anteriores. Esto
implica adoptar una concepción de trauma como proceso en contraposición a la

«La poesía de Bernardo Colipán en «la búsqueda de los pasos perdidos», (manuscrito y s.f.). Psicóloga. Universidad ARCIS. ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos
Humanos-CHILE)

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idea clásica de hecho traumático, entendido este último como un momento úni­ cotidianos, nuestras fantasías y narraciones del pasado, etc. Como toda prácti-
co que se presenta sorpresivamente, producto de una situación singular, contin­ 5 ca social, la memoria tiene el poder de construir realidades sociales; así, el
gente y pasajera, ligado a acontecimientos explícita y visiblemente violentos. l pasado surge con la memoria. Interpretar el pasado es construirlo y, como hay
Entender el traum a como un proceso implica la necesidad de realizar cambios ! muchas formas de interpretar un mismo acontecimiento, se pueden construir
profundos y globales para poder reparar el daño existente, asumiendo que el ■múltiples memorias. En este proceso, la memoria implica referirse a elementos
paso del tiempo, el olvido, el perdón y algunas medidas reparadoras nunca lle­ que están vivos en el imaginario o que pueden ser rescatados de él. No se trata
garían a ser suficientes. Esta concepción nos lleva a considerar un elemento cen­ de apelar a lo que pudo haber sido y no fue, sino de generar la posibilidad de
tral en las relaciones sociales: la memoria colectiva (Del Solar, G.; Piper, I.; 1994). que con nuestras prácticas se produzca algún cambio.
Existen estudios que han concluido que m uchos de los pacientes La realidad social es cambiante. El presente y el pasado están en continua cons­
traum atizados por el holocausto Nazi hacen referencia a que el período de trucción y entre ambos está la memoria, que les da continuidad. Mediante la memoria
m ayor dificultad para ellos había sido el de pos-guerra, el de su reinserción a se construyen y resignifican los acontecimientos. Sin embargo la realidad social no se
la sociedad. Incluso más que el vivido durante su reclusión en campos de con­ detiene en la construcción del pasado y del presente: se proyecta en el futuro. El futuro
centración. Esto hace pensar que resulta fundamental concebir el período de se construye con elementos del presente y del pasado que se consideran con un especial
pos-dictadura como uno en el que las víctimas directas de la represión política significado, con el significado del pasado y del presente. No se trata únicamente de
se ven inmersos en u n proceso cuya dinámica adquiere mecanismos nuevos y proyectar el presente y el pasado hada el futuro, se trata de considerar y eventualmente
propios de constituirse en traumáticos y que justamente tienen que ver con los >de crear las posibilidades a través de las cuales el futuro podrá desarrollarse. La memo-
procesos de inserción o de reinserción en una sociedad que aunque se vuelve ■iria es una acción del presente orientada a legitimar el ahora y a abrir o cerrar determi­
aparentem ente m ás acogedora, en realidad sostiene la bandera del olvido y nadas posibilidades para el futuro. (Vázquez, F.; 1997).
rechaza un trozo de la historia que constituye precisamente la vivencia de las
víctimas. Es en este período en que se explicitan las diversas (y en muchos Las memorias de la dictadura
casos contrapuestas) versiones del pasado.
Las palabras tranquilizan, porque lo que pertenece a lo conocido es contro­
lable, solucionable: aquello que es nombrable, aquello que puede pertenecer a una Se pueden construir m últiples memorias (de hecho es lo que pasa) y,
categoría ya instituida por la colectividad, se hace previsible y por lo mismo aunque no hay una de ellas que sea más correcta que otra, la forma en que
domesticable... (Fernández, P.; 1994. pág. 90) Nombrar el pasado es domesticarlo hablamos de los acontecimientos juega un papel esencial en su construcción.
y por eso nos importa tanto recordar. Sin embargo no es indiferente cuáles pala­ Es por esto que para comprender el proceso de constricción de la memoria
bras elegimos para ponerle nombre a las experiencias dolorosas del pasado. traumática es necesario analizar los efectos que tiene la manera en que recor­
Cuando hacemos memoria explicamos los hechos de determinadas ma­ damos los acontecimientos traumáticos del pasado.
neras y establecemos relaciones específicas entre ellos. Uno de los aspectos Para ello haré referencia a los resultados de una investigación reciente
más sobresalientes en relación con el pasado y la memoria es la articulación sobre las memorias de la dictadura2. Las siguientes reflexiones son parte del
narrativa de los acontecimientos, entendida en dos sentidos. En cuanto relato análisis del discurso realizado en dicha investigación. El material analizado se
de la progresión de los acontecimientos a través del tiempo y en cuanto a con­ obtuvo de 7 grupos de discusión realizados en distintos sectores del país.
formación de una trama (Vázquez, F.; 1997. pág. 260). Las narraciones que van construyendo las memorias del régimen militar
La mem oria no es una reconstrucción estática de los hechos del pasado, identifican violencia y dictadura. Así, ambos fenómenos se identifican y fusio­
sino una construcción colectiva, u n proceso de interpretación de los aconteci­ nan; las causas entre uno y otro se pierden y resulta indistinto referirse a cada
mientos que fueron o que pudieron haber sido. uno de ellos.
La memoria no es un receptáculo en el cual se almacenan estáticamente La violencia-dictadura constituye en el discurso un lugar de quiebre. La
los acontecimientos del pasado. Es una práctica social, de la que todos partici­
Los detalles de dicha investigación y sus resultados se pueden encontrar en el libro
pamos: la memoria la construimos en nuestras reflexiones, nuestros diálogos A Voces y Ecos de la Violencia, editado por M‘ Isabel Castillo e Isabel Piper en CESOC, 1998.

92 93
historia de Chile es planteada como un proceso de evolución progresivo, des­ Las memorias de la dictadura la constituyen en el acontecimiento de
de el punto de vista histórico y político. N uestra democracia se desarrollaba nuestro pasado, que marca nuestra manera de ser y actuar. La dictadura nos
progresivamente, profundizando la paz, la solidaridad y el bienestar. Parecie­ dañó de tal manera, que no podemos seguir adelante con nuestra Historia
ra que la sociedad chilena hubiese tenido una clara conciencia del sentido de interrum pida mientras el daño no sea reparado. Las conceptualizaciones so­
esta progresión y la estuviese siguiendo de m anera clara, aunque no exenta de bre el daño y la fractura de la sociedad, hacen pensar que no será posible llevar
obstáculos. Sin embargo este camino es interrum pido por la dictadura, que a cabo transformaciones políticas de fondo en la m edida en que no se realice
vino a alterar el sentido de la historia. un proceso real de reparación. Para que la reparación subjetiva sea posible, es
Los discursos le otorgan a la violencia-dictadura una fuerza tal, que ésta parece necesario que la sociedad cambie; pero, para que la sociedad pueda cambiar,
haber modificado tanto el destino del país, como la manera de ser de los chilenos. La es indispensable que el daño de la dictadura haya sido reparado. Así lo subje­
violencia-dictadura aparece así como un poder supremo, capaz de introducir un sello tivo se transforma en justificación de la dificultad para incidir sobre lo político,
permanente y de determinar la identidad de las personas y los grupos. La vivencia de pero al mismo tiempo lo político se constituye en un lugar argumentativo que
situaciones de violencia marca psicológicamente a las personas y grupos de tal manera justifica lo que no puede hacerse en el plano de las intervenciones psicológicas
que y a no vuelven a ser los mismos. La sociedad ha cambiado, se puede dividir en un y psicosociales.
antes y un después de la violencia-dictadura, y ese cambio se expresa en la manera de En la medida en que el sistema social aparece como inmodificable (por
ser de las nuevas generaciones (Piper, I.; 1998. pág. 110). culpa de la dictadura y sus efectos), la búsqueda de lo utópico desaparece
Las narraciones caracterizan a esta nueva generación de jóvenes y los compa­ como ámbito de acción. La pérdida de las ilusiones y las utopías se percibe con
ran detalladamente con las generaciones anteriores. La juventud de hoy se constituye un patético orgullo crítico. Situamos la vista en el pasado, construyendo las
como un otro, temible y difícil de comprender, más violentos que los de ayer, puesto que determinaciones que nos conducen a la inmovilidad en la que estamos. Nos
son una generación «producida por la dictadura». Son la muestra viviente del daño tranquiliza tener el pasado domesticado, y no nos damos cuenta que es preci­
que la dictadura le produjo a la sociedad (Piper, I.; 1998. Pág. 112). samente la inmovilidad con la que vemos esa domesticación la que nos pone
Se construyen en el discurso dos sujetos generacionales dialogantes respec­ en una situación sin salida. Seguimos hablando de la dictadura como si fuera
to a la relación entre antes y después del quiebre. Por un lado están los viejos que un ente ajeno a nosotros, algo maligno que nos ha transformado en lo que
afirman la existencia de un otro joven afectado por la dictadura y por lo tanto más somos. Ciudadanos apáticos, traumatizados, sin futuro.
violento. Por otro lado están los jóvenes que afirman la existencia de un otro daña­ Cuando se plantea como un acto de resistencia el denunciar lo ocurrido
do por la experiencia de una violencia que a ellos les resulta ajena y de la que no se en el pasado, el sostener la bandera del recuerdo por sobre la imposición del
sienten parte (Piper, I.; 1998). olvido, se produce una dicotomía que desde m i perspectiva es desafortunada,
Las preguntas: ¿cuándo ha existido más violencia, antes o ahora?, ¿dón­ esto es: la oposición antagónica entre olvidar vs. recordar.
de existe más violencia, en Chile o en otros países?, se formulan y responden El rol de defender el recuerdo, frente a una sociedad que supuestamen­
en tom o a la violencia-dictadura como un lugar de determinación. Si somos te sólo busca el olvido, nos ha llevadó a algunos a estar constantemente miran­
ahora más violentos que antes es porque vivimos la dictadura. Si los chilenos do hacia atrás, buscando construir una versión satisfactoria de lo ocurrido.
somos más violentos que otros pueblos es porque vivimos la dictadura. Entre Reconstruir un pasado de manera tal que nos aprisione y nos cierre las posibi­
los efectos de ella, podemos constatar una nueva manera de ser de las relacio­ lidades de futuro no constituye de ninguna manera una acción de resistencia.
nes sociales: polarizadas y más violentas. En este mirar hacia atrás, luchando contra un supuesto olvido, se ha perdido
Los discursos establecen una relación causal entre pasado-presente-fu­ el presente y la posibilidad de desarrollar proyectos políticos que miren hada el futuro.
turo. En el pasado se vivió la dictadura, lo que hace que ahora seamos más Lo que se pierde de vista es, por un lado, la violencia represiva al interior de las formas
violentos, y eso que somos ahora nos hace ver el futuro sin mayores perspecti­ democráticas (ej. de los presos políticos de hoy) y por otro lado la posibilidad de desa­
vas de cambio. La manera como estamos construyendo la memoria del pasa­ rrollar proyectos políticos de cambio.
do, nos pone en una situación paradojal: queremos superar los efectos del pa­ El antagonismo olvidar /recordar elude una tercera posibilidad, que es
sado que nos produce conflictos, pero son justam ente estos conflictos los que la existencia de un recuerdo acrítico, que re-traumatiza, de un espacio social
no nos dejan superar el pasado (Tocomal, X.; Vergara, M.; 1998. pág. 172).

94 95
donde sí se recuerda pero de manera tal que se le quita el contenido intrínseca­ Bibliografía
mente político al recuerdo, donde la memoria social se transforma en memo­
rias privadas, donde el pasado se constituye en la causa de la inmovilidad del Del Solar, G.; Piper, l. Inserción Social y Política de Jóvenes hijos de Dete­
presente y de la imposibilidad del futuro. nidos Desaparecidos y Ejecutados Políticos: un Estudio Exploratorio. Tesis
El recuerdo y el olvido constituyen espacios antagónicos solo en las so­ Universidad Diego Portales. Santiago, 1994.
ciedades totalitarias. El olvido se impone en aquellos sistemas sociales donde Fernández, P. La Psicología Colectiva un Fin de Siglo Más Tarde. Ed.
lo que se busca es la homogeneidad y donde se reprime la disidencia. En este Anthropos, Barcelona, 1994.
tipo de sociedad la defensa de la diferencia constituye un acto de resistencia,
Piper, I. Análisis Crítico del Discurso Psicológico en Derechos Humanos: una
pues ésta se constituye en un horizonte utópico, en una utopía que es efectiva­
Perspectiva PsicosociaL Proyecto de Investigación Universidad Autónoma de Barcelo­
mente u n otro lugar. El recuerdo deja de ser lo contrario al olvido en una socie­
na. Barcelona, 1997.
dad capaz de m anipular la diversidad. En una sociedad donde la manipula­
Piper, i. Los Discursos Sociales de la Violencia. En: Voces y Ecos de la Violen­
ción de la diferencia es posible, la administración de la memoria se puede trans­
cia. Ed. CESOC. Santiago, 1998.
formar en vehículo de dominación (Piper, I.; 1997). Tocornal, X.; Vergara, M.P. Construcción Social de la Memoria: El Régi­
Creo que es necesario pensar en una m anera liberadora de construir la
men Militar Como un Lugar de Determinación. Tesis Universidad Diego Por­
memoria. En nuestra forma de relatar los hechos del pasado, pareciera que la
tales. Santiago, 1998.
d ic ta d u ra no sólo am arró las leyes, sino que tam bién am arró nuestra
Vázquez, F. La Memoria Como Acción Social: Relaciones, Significados
memoria. Sin embargo la memoria es nuestra, la hacemos nosotros por medio
e Imaginario. Tesis Doctoral Universidad Autónoma de Barcelona. Barcelona,
de nuestras prácticas sociales, y por lo tanto nosotros tenemos el poder de
1997.
transformarla. Un autor por ahí (no recuerdo quién es) decía: deseo que pue­
das hacerte un pasado feliz; yo diría, deseo que podam os hacemos un pasado
que nos perm ita construir un futuro feliz.

97
96
La memoria y el futuro: las dificultades de la
construcción de tiempo social en Chile

Pedro E. GüelP

Hablar teórica y empíricamente sobre la memoria me resulta extraor­


dinariamente difícil. El carácter vivido, emocional y cambiante de los conte-
/ nidos de las muchas memorias nos dificulta reconstruir la objetividad y per­
manencia de aquel proceso social que llamamos "hacer memoria". No pre­
tendo ni puedo hacer teoría sobre la memoria. Entre otras cosas porque, jun­
to a otros, hemos llegado inesperadamente al tema de la memoria persiguien­
do otros temas. Me refiero a las investigaciones que llevamos a cabo en el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo como parte de las tareas de
elaboración de los Informes de Desarrollo Humano.
Nuestro punto de partida es la pregunta por los obstáculos y oportuni­
dades actuales para que los sujetos sociales gobiernen los cambios y la moder­
nización. Nuestra pregunta tiene que ver con las condiciones en las cuales la
sociedad define y construye futuro.
Quisiera exponer nuestros hallazgos preliminares y nuestro encuentro
inesperado con las memorias mediante una tesis m uy sum ariaiXa tarea de
imaginar y construir el futuro es inseparable del proceso de "hacer memoria".
Esto se explica tanto por la posición que posee la memoria colectiva en el ma­
nejo de la relación entre el orden social y el tiempo, como por las características
que esa relación posee en la vida moderna y especialmente por la relación
particular que la sociedad chilena actual ha establecido con sus experiencias y
sus esperanzas.

Sociólogo, Universidad de Chile. Doctor en Sociología, Universidad de Erlangen; Alemania. Con­


sultor del P.N.U.D.

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reflexiva o emocionalmente pero siempre intencionalmente, los vínculos entre
1. Un punto de partida: el pasado, el presente y el futuro. Tercero, esa construcción es problemática, por­
la dificultad de aspirar el futuro que podemos construir presente de espaldas a nuestra experiencia, o movemos
en la contingencia de modo contingente, sin intentar su moldeamiento desde
Una prim era constatación derivada de nuestros estudios cualitativos, ! nuestras aspiraciones de futuro, u obscurecer la contingencia del presente desde
que no creo que requiera de mucha justificación aquí, es la dificultad de la el encandilamiento que produce u n futuro sobredimensionado.
gente común para imaginar y desear futuro. El hecho es relativamente simple: La creación de tiempo disponible para la sociedad, es decir su distanciamiento
el futuro no se percibe como algo que pueda ser definido o llenado de conteni­ relativo de la inmediatez del presente, depende precisamente del tipo de vínculos que se
do gracias a la acción colectiva. El futuro existe e incluso para muchos ya llegó; establecen entre el pasado y el futuro. Y depende también del tipo de eficacia y conse­
basta leer los artículos de economía, de computación o ver las vitrinas de elec­ cuencias que se le asigna a la acción colectiva de los sujetos en ese tiempo.
trodomésticos. Pero ese futuro se percibe cerrado a la acción colectiva. Pero esas condiciones no son fáciles; no todas las alternativas nos están dispo-
Hay muchas preguntas qué hacerse frente a esta constatación. Para los | rtibles. Estamos condicionados por nuestros pasados y también por nuestros futuros, i
fines de esta discusión me parece relevante la siguiente: Si el futuro es aquel j Quiero decir, la disponibilidad del pasado y del futuro está delimitada por las conse­
tiempo social aún no usado y que debe ser llenado de contenido por la socie­ cuencias e imágenes de nuestras relaciones pasadas y actuales con el tiempo.
dad, es decir si el futuro es un tiempo disponible, ¿por qué mucha gente perci­ Volviendo a nuestra pregunta inicial: ¿por qué el futuro aparece cerrado? O
be que no dispone de ese tiempo? Como se ve nuestro problema es el de la dicho de otra manera: ¿por qué nos cuesta crear tiempo social? La respuesta a esa
producción social de tiempo. pregunta tiene que ver con la imagen que tenemos del sentido y eficacia de nuestras
aspiraciones y con la imagen social que poseemos acerca de la experiencia de haber
2. El tiempo y el orden social pretendido crear futuro en el presente del pasado. Lo primero tiene que ver con las
aspiraciones, lo segundo con la memoria.
No cometeré la osadía de teorizar sobre el tiempo. Pero supongo que
estaremos de acuerdo si digo que el tiempo es una brecha que instalamos en la 3. Las aspiraciones del futuro
contingencia e inmediatez del presente para distanciamos y enseñorearnos y el automatismo del presente
sobre ella. Uno diría, entonces, que el tiempo es la condición para la construc­
ción de orden social y que nada hay más hum ano que el tiempo. Pero como Despejemos primero de manera breve el tema de nuestras aspiraciones.
además somos occidentales y modernizados suponemos que el tiempo es un Según los resultados preliminares de nuestros estudios cualitativos, la gente
modo de relacionamos con el presente que está condicionado por la experien­ tiene dificultades para formular aspiraciones referidas a la vida colectiva. No
cia y por la esperanza. Por la experiencia y el aprendizaje que hemos hecho en parece tratarse de la dificultad para imaginar m undos posibles, sino de un
los presentes pasados con esto de querer transformar la contingencia del pre­ cuestionamiento a la eficacia misma del aspirar. Si el presente mismo se pre­
sente en orden social. Y por la esperanza de que lograremos hacerlo una vez senta como el resultado cuasi-automático de variables que no son manejadas
más en el presente del futuro. Es más, esperanza de que lograremos moldear el por los sujetos sociales -piénsese en el mercado, en la globalización, en los
tiempo futuro según la imagen del orden más deseable. poderes tácticos, en los equilibrios macroeconómicos- y eso es presentado como
El tema del tiempo en su acepción moderna nos señala tres cosas. Prime­ s exitoso, qué sentido tiene preguntarse por el tipo de orden colectivo que yop
ro, que desde la perspectiva del moldeamiento de la contingencia social, la per­ deseo. En un orden social que se presenta a sí mismo como autónomo respecto
cepción del pasado, del presente y del futuro forman una dinámica inseparable. de la subjetividad, las aspiraciones parecen no tener sentido.
Segundo, que se trata de una dinámica compleja. Desde que la modernidad, al Esto tiene, sin embargo, un efecto decisivo sobre nuestra relación con
poner relojes en la plazas medievales otorgó consistencia propia al presente, ya el futuro. El tiempo disponible deja de ser la coordenada en la cual la subje­
no disponemos de un pasado que defina automáticamente un futuro y del cual tividad aspira a moldear colectivamente el orden social y pasa a ser el esce­
se derive un único presente con sentido. Ahora estamos obligados a constmir,

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nario donde deben aprovecharse o desecharse oportunidades según criterios Encontramos en los adultos que fueron parte consciente del proceso político
de supervivencia o de éxito. Definido como inmediatez, el tiempo se hace pro­ desarrollado entre mediados de los sesenta y m ediados de los ochenta un cla­
picio para la individualidad y nefasto para la colectividad. ro recuerdo de haber soñado, de haber creído en los portadores de sueños, y
de haberse identificado con lo colectivo. Es una generación que tuvo tiempo
futuro.
4. La memoria, el futuro y la acción social Hoy ellos recuerdan esa experiencia como un engaño. Un engaño que
tiene menos que ver con los proyectos políticos y más con las relaciones consi­
Pero la inmediatez no sólo está marcada por la percepción de que el go mismos y con los demás. Sienten que los hicieron identificarse con una
presente es un resultado automático que no ha creado la subjetividad, sino sociedad artificial -la política-, que los usaron para las intenciones de otros, y
también por la memoria. que los hicieron pelearse entre ellos, es decir, que destruyeron aquello que no
La memoria tiene muchas capas, referidas cada una a ámbitos de expe­ era artificial, la sociabilidad cotidiana. La memoria del engaño divide, enton­
riencia distintos, a actores distintos y a tiempos pasados distintos. Para res­ ces, el m undo en dos. Por una parte "nosotros", el país real, el de las familias,
pondem os a nuestra pregunta inicial nos interesa un aspecto de esa memoria, el del fútbol dominical, el de la hora de colación en el trabajo, de las iglesias,
y nos interesa además la forma específica en que ella se actualiza hoy. Nos por otra parte, el país de los otros, de la política y de los políticos. De ahí surge
interesa la memoria del sentido y consecuencias del habernos soñado en el una mirada conspirativa de todo aquello referido a la representación pública.
pasado como actores del futuro. Como espero mostrar, nuestra dificultad de Esta m irada predispone a buscar segundas intenciones en los actores de lo
soñar el futuro no sólo está marcada por el automatismo del presente, sino que público.
ello se refuerza con la mala experiencia que recuerda la memoria del haber Los portadores de esta memoria creen que deben educar a sus hijos para evitar
sido actores o soñadores. que sean engañados. Las claves de esa socialización están en inculcarles la lógica
Nuestra memoria del haber soñado futuro está referida, según nuestros conspirativa y en mostrarles que quienes conducen lo público son los mismos y que
antecedentes, a cuatro tiempos distintos y a distintos actores. Para compren­ hacen lo mismo de siempre, es decir, construyen un país irreal en beneficio propio. Los
der su ilación hay que partir de adelante para atrás. hijos leerán su frustración del deseo de cambio, en buena parte, bajo este prisma.
a. El desencanto de los jóvenes: hay una conversación juvenil, especial­ Es notable comprobar la relación que muestran los estudios cualitativos
mente de clase media y baja, que está marcada por una imagen de la transición. entre la memoria desencantada juvenil y la memoria desengañada de los adul­
Ellos esperaron algo de ella. No parece tratarse de demandas por procedimien­ tos. Los padres parecen experimentar una doble satisfacción frente al desinterés
tos políticos, por economías solidarias o por otras cosas técnicas. Ellos aspiraron político de sus hijos: por una parte el desencanto da cuenta del éxito de su mi­
a un tiempo de cambio. Cambio de lenguajes, cambio de actitudes. Esperaron sión pedagógica: los hijos no serán tan fácilmente engañados como lo fueron
tiempo y espacio para ellos, con el reconocimiento a su diversidad que eso im­ ellos. Por otra parte, la actitud de los hijos es leída como una verificación de su
plica. Esperaron además, que les dieran razones para sentirse parte del carro propia memoria: ellos experimentan lo mismo que los padres ya descubrimos.
colectivo y subirse a él. Con fundamento o sin él, estos jóvenes se sienten hoy c. La memoria herida de la dictadura. Pero la memoria no es pura reac­
desencantados. Visto desde sus aspiraciones, este futuro, que se anuncia como ción impulsiva. La gente habla de su memoria y reflexiona sobre ella. Uno
concluido, no trajo el cambio. Según su mirada, todo parece ser lo mismo hecho puede observar en esos momentos reflexivos u n m alestar respecto de los im­
por los mismos. La constatación es que el futuro no fue para ellos. pulsos que surgen de la propia memoria. Es cierto que fue así, dirán, pero no
¿Pero de dónde obtienen estos jóvenes la memoria de lo que fue y de los nos gusta. Quisiéramos volver a encantamos sin miedo con la idea de cons­
que fueron como para constatar que hoy día es lo mismo y son los mismos y truir un orden común. En este punto la reflexión busca las condiciones del
luego desencantarse? em pezar de nuevo colectivo. Allí se menciona sobre todo la necesidad de
b. Aquí hay que referirse a la memoria del engaño portada por buena reencontrar los vínculos del país real, el vecino, el desconocido, el que piensa distinto,
parte de la generación de sus padres. Ciertamente las actitudes juveniles no las distintas generaciones.
son el resultado sólo de la socialización, pero la memoria del pasado no está Este deseo, sin embargo se encuentra nuevam ente con la memoria, con
referida únicamente a lo vivido en persona, sino también a lo transmitido.

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su capa más profunda y tal vez más extendida: la memoria herida por la
dictadura. Ella está marcada para muchos por la violación de los derechos
hum anos. Pero es más que eso. Es tam bién la m emoria del miedo, de la ver­
güenza y del odio. Una memoria que afecta a los dos bandos. Y, sobre todo,
una mem oria que sabe que cualquiera puede ser del otro bando y que cual­
quier conversación sobre lo realmente im portante puede desenmascarar lo
indecible: que estábamos en bandos irreconciliablemente opuestos y que nos
odiamos, nos tenemos vergüenza y nos tememos.
Las ansias de superar la memoria desengañada y desencantada reclama
sociabilidad-país, pero es precisamente esa condición la que la memoria actuali­
za una y otra vez, especialmente en estos días, como ausencia e imposibilidad.
d. La nostalgia del pasado dorado. La subjetividad busca entonces sali­
das, y aquí encontramos el cuarto tipo de memoria que quería mencionar, la
nostalgia del pasado dorado. Sin un futuro, tanto por la imposición automáti­
ca del presente como por las cortapisas de la memoria, pero no pudiendo re­
nunciar a la imaginación de algo mejor, la gente sueña hacia atrás. Los estu­
II Parte
dios cualitativos revelan una memoria que se construye a partir de la idealiza­
ción del país de antes, de la provincia, del barrio, de la seguridad social, de la Memoria y ciencias sociales
amabilidad del carabinero y de la alegría juvenil. La gente sabe que en el país
de antes muchas cosas eran peor que ahora. Fonasa era peor que las Isapres,
antes era más difícil que ahora tener auto o viajar y hoy los supermercados
están más llenos que antes. Pero antes no existía el temor, el odio y la vergüen­
za entre nosotros. La nostalgia del pasado no es institucional, económica o
política, sino una nostalgia de sociabilidad.
Pero la nostalgia no crea futuro, es una visita, obligada o voluntaria, al
pasado para instalarse ahí. A la nostalgia le falta la idea de la factibilidad y
novedad que se requiere para hacer futuro. La nostalgia no crea tiempo so­
cialmente disponible. Frente a la pregunta original, ¿por qué no soñamos un
futuro común?, podem os preguntam os ahora: ¿qué requerimos para soñar­
lo? En vistas de los antecedentes mencionados, parece que requerimos re­
construir aquel sujeto llamado "nosotros". Un nosotros más allá y después
de la vergüenza, el odio y el tem or recíproco. Un "nosotros" con confianza
en la eficacia de su acción más allá y después del desengaño y del desencan­
to. Y un "nosotros" cuyo tiem po esté abierto y aún por llenar más allá y des­
pués de la nostalgia. Es decir, a todas luces, la construcción del futuro parte
por u n procesamiento colectivo de nuestras memorias.

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Balance de un medio siglo:
historiadores y cientistas sociales
enfrentan el 2000

Julio Pinto Vallejos1

No son pocos los sectores de la sociedad chilena que se acercan al fin


de siglo atravesados por una especie de ansia de olvido. Alimenta ese im­
pulso, por una parte, la cercanía de tiempos traumáticos, y la permanencia
de heridas sin cicatrizar. Para algunos, los golpeados y los derrotados, el
olvido conjura el temor de que los traumas vuelvan a repetirse. Para otros,
los causantes o cómplices de dichos traumas, el olvido permite seguir dila­
tando la negativa a reconocer errores y asumir responsabilidades. Para los
inconformistas o desencantados, el olvido aparece como una protesta por
los sueños truncados y las fórmulas que no dieron los frutos esperados. Para
todos, en fin, el olvido -aunque sólo sea simulado- permite soportar las an­
gustias de un equilibrio evidentemente inestable, en la esperanza de que el
tiempo se encargará por sí solo de ir enterrando los dolores y diluyendo los
rencores.
Por si la acción del tiempo no fuese lo suficientemente terapéutica, la voluntad
de olvido también se ha visto estimulada por la sensación de triunfalismo que hasta
hace muy poco invadía nuestra "conviverícia" finisecular. Un siglo que para muchos
no ha sido sino una larga cadena de fracasos y frustraciones, parecía inesperadamente
concluir en una semblanza de éxito. El desarrollo y la modernización por fin parecían
abandonar la condición de sueños irrealizables para insinuarse como logros casi al
alcance de la mano. En un mundo que se moderniza a un ritmo sin precedentes, Chile
pasaba a ocupar un sitial expectante y esperanzados que le prometía finalmente re­
montar las porfiadas incapacidades del pasado. ¿De qué sirven entonces los recuerdos?
¿Con qué objeto volver sobre la multitud de propuestas fracasadas que sólo condujeron

Doctor en Historia de la Universidad de Yale. Director Departamento de Historia de la Usach.

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al estancamiento económico y el quiebre social? ¿Cuál es el sentido, en fin, de escarbar guas incertidumbres que ha reanimado la así llamada "crisis asiática". Otras proce­
en una memoria histórica que no ofrece ejemplos muy edificantes y sí en cambio moti­ den de algunos sectores de la intelectualidad que, retomando una vocación crítica
vos de sobra para el desaliento y la fractura? En esa óptica, el triunfalismo se sumaba que se estaba echando de menos, nos interpelan a someter esta confusa experiencia de
al trauma social para inducimos a "dar vuelta la página"; para anestesiamos en una fin de siglo a algún grado de procesamiento mental.2La historiografía, como es ob­
gratificante amnesia. vio, en tanto disciplinaenfocada por definición al ámbito de la memoria, no podía
A contrapelo de esas tendencias, sin embargo, comenzaron en los últimos tiem­ dejar de hacerse parte de esta tensión, o de sumarse a un necesario ejercicio de "psi­
pos a insinuarse otras que empujaban en sentido contrario. Al interior de los círculos coanálisis social" que de paso ratificase su legitimidad epistemológica en un momen­
de poder, la irrupción avasalladora de las fuerzas "globalizadoras" encendió algunas to en que ella parecía más cuestionada que nunca.
luces de alerta frente al peligro de perder toda forma de pertenencia o identidad cultu­ Con ese propósito en mente, el Departamento de Historia de la Universidad de
ral, disolviéndonos en una uniformidad informatizada cuyas pautas y valores se defi­ Santiago co-patrocinó el seminario "Memoria para un Nuevo Siglo", asumiendo la
nen en los centros hegemónicos (o más bien el centro hegemónico) del nuevo orden coordinación directa de un pie-seminario denominado "Balance de un Medio Siglo",
mundial, o en las impersonales coordenadas del mercado. que reunió a historiadores y dentistas sociales para reflexionar colectivamente sobre
La amenaza se hacía particularmente inquietante al contrastarla con la persis­ las grandes "líneas de sentido" del período 1950-2000. Se evaluaría allí críticamente lo
tencia de profundas grietas al interior del tejido social, emanadas del carácter mismo construido durante aquellos años, lo ganado y lo perdido, y lo que en ningún caso
del modelo y de su incapacidad para satisfacer a todos en forma equitativa. ¿Cómo debería desaparecer, orientando dicha evaluación hada algunas preocupadones prefe­
recuperar un mínimo de cohesión, si los elementos tradicionalmente sustentadores de rentes como los flujos y reflujos de la democracia y la justicia sodal; los méritos relati­
un sentido de comunidad -la cultura nacional, las experiencias compartidas, la propia vos de las distintas vías al desarrollo; la tensión nunca resuelta entre identidad y mo­
historia- perdían capacidad de convocatoria? A fin de cuentas, la modernidad triun­ dernización; o la cambiante relación entre el Estado y la sociedad civil. En términos
fante también parece requerir de una cierta dosis de recuerdos, para evitar su disolu­ más específicos, la convocatoria que circuló para el efecto proponía centrar el análisis
ción en la vacuidad de los mercados o su aniquilamiento en un estallido de furia social. en tomo a procesos considerados como "articuladores" de este medio siglo: la crisis del
Pero no es sólo para el poder que el olvido, en otras circunstancias tan buscado, "Estado de compromiso"; las propuestas de reforma estructural de los años sesenta; las
amenaza convertirse en arma de doble filo. Para los actores ajenos al poder, la calma causas y consecuencias del golpe de Estado de 1973 y la dictadura militar quede allí
política y el hedonismo consumista no han alcanzado a neutralizar la necesidad de emanó; la instalación y problemática consolidación del modelo neoliberal; y los dilemas
dotar al quehacer social de algún sentido más trascendente, cuya búsqueda remite una y tensiones de la Transición a la Democracia.
y otra vez al tema del camino ya recorrido. La formulación de la pregunta ¿para dónde El debate propuesto también quiso sopesar el papel que en los proce­
vamos? va de la mano con la ¿de dónde venimos? Si, por otra parte, la búsqueda de sos m encionados desem peñaron diversos actores históricos de relevancia,
sentidos condujese eventualmente al deseo de recuperar protagonismos, de volver a tales como los partidos políticos, las organizaciones sociales, los intelectua­
incidir de alguna forma en la construcción de futuros -o por lo menos en el manejo de les y profesionales, la juventud, la Iglesia, el empresariado, las fuerzas ar­
las propias vidas- la necesidad se vuelve aún más imperiosa. En tanto la noción de madas y los movimientos "emergentes" (en el sentido que se constituyen formalmente
construir, al igual que la de caminar, implica una cierta orientación teleológica, una como tales) de las mujeres, los campesinos y las etnias. No se pretendía, ciertamente,
meta hada la cual dirigirse, el rescate de la memoria se convierte en una tarea inescapable. levantar un "inventario" exhaustivo del medio siglo que concluye, sino más bien
En una palabra: la recuperación de la condición de sujetos también exige un rescate de problematizar lo que él nos deja como patrimonio o como desafío para enfrentar el
la memoria. nuevo siglo. Tampoco se esperaba que de allí surgiera una visión uniforme sobre las
Enfrentadas de esta forma a una c o y u n tu r a que parece estar simultánea y materias tratadas, pero sí que se diseñara un abanico de puntos de vista con cierto
contradictoriamente abocada a la búsqueda del olvido y el recuerdo, de la amnesia y grado de sistematicidad y confrontación de opiniones.
la memoria, diversas voces han comenzado a reinstalar entre nosotros la necesidad, y
más que eso la legitimidad, de recordar. Algunas de estas voces han emanado directa­
Se hace aquí referencia, evidentemente, a los influyentes escritos de Tomás Moulian (Chile Actual.
mente desde la sociedad civil, aguijoneada por episodios como la asunción de Augus­ Anatomía de un mito, Santiago, 1997); Marco Antonio de la Parra (La Mala memoria, Santiago, 1997);
to Pinochet como senador vitalicio o su prisión en Londres; o también por las anti­ y Alfredo Jocelyn-Holt (El Chile Perplejo. Del avanzar sin transar al transar sin parar, Santiago, 1998).

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Como es natural, la respuesta a la convocatoria, si bien bastante numerosa, un papel protagónico, sin ver en ello -al parecer- contradicción alguna con el fortaleci­
entusiasta, y diversa en su composición, no permitió abordar la totalidad de los ejes miento de la ciudadanía o la gestación de mecanismos más efectivos de participación y
temáticos definidos a priori. Por tal motivo, en su primer encuentro los participantes reconocimiento social. El derrocamiento de Salvador Allende, sin embargo, revirtió vio­
acordaron distribuirse en tomo a tres problemáticas que estimaron particularmente lentamente esa tendencia, clausurando por largos años toda forma de expresión democrá­
representativas del período, y que en lo personal les resultaban además de mayor inte­ tica y poniendo profundamente en cuestión las funciones redistributivas, "desarrollistes"
rés: la interacción entre democracia y Estado; el papel desempeñado por los movimien­ o de protección social que había venido asumiendo el aparato estatal. Convertido básica­
tos sociales; y la difícil convivencia entre los afanes de desarrollo económico y la nece­ mente en un instrumento impositivo y represor, el Estado dictatorial ciertamente hizo
sidad de conservar los equilibrios ecológicos. Así organizados, sostuvieron posterior­ posible la "refundación capitalista" de la que varios autores hablan, pero al precio de
mente varias reuniones para ir definiendo ponencias específicas, compartiendo avan­ renunciar a gran parte de lo que había definido su perfil durante la etapa anterior. De esta
ces y debatiendo en tomo al sentido general de su trabajo. El resultado final de todo forma> el advenimiento de la Transición a la Democracia se ha visto condicionado por
este esfuerzo se materializó en las presentaciones que les cupo realizar en el Seminario- una serie de "poderes fácticos" que logran hacerse fuertes incluso en ciertos sectores del
Encuentro "Memoria para un Nuevo Siglo", donde sometieron sus propuestas al jui­ propio Estado (las fuerzas armadas, el poder legislativo, el poder judicial), a la vez que
cio de otros participantes y del público, bastante masivo, que acompañó las alternati­ sigue sometido a un discurso hegemónico anti-estatista y profundamente desmovilizador
vas de dicho evento. en lo social. El retomo a la democracia no ha logrado en consecuencia retomar los anti­
Enriquecidas por esa puesta en común, las ponencias se sometieron a guos "proyectos democráticos" ni relegitimar al Estado como agente cohesionador de la
una nueva revisión por parte de sus autores y autoras para alcanzar la forma sociedad, sino que ha debido convivir con una preocupante "crisis de ciudadanía" y una
en que aparecen en esta publicación. Lamentablemente, compromisos previos peligrosa tecnocratizadón de la fundón pública.
y circunstancias diversas im pidieron que la totalidad de las presentaciones Dentro de este marco general, los textos de Leandro Sepúlveda (antropólogo) y
hayan llegado a ese punto, siendo dichas ausencias particularmente sensibles María Angélica Alanés (historiadora) demandan una recuperación de ese sentido de
en la sección titulada "Ecología y economía". Con todo, lo que figura en las ciudadanía, o de protagonismo histórico, que una denomina "utopía" y la otra "pro­
páginas que siguen constituye una muestra más que contundente de la cali­ yecto democrático", y que ambos estiman peligrosamente quebrantado por el efecto
dad y diversidad de las m iradas que confluyeron en tom o a este "Balance de combinado de los años de dictadura y lógica neoliberal. Hablando simultáneamente
Medio Siglo", así como del profundo compromiso con que los participantes como actores (porque en sus ponencias hay un profundo contenido testimonial) y como
asumieron la tarea. Antes de cederles definitivamente la palabra, sin embargo, analistas, estos autores invitan a una reapropiación de aquella vocación política, hoy
esta introducción quisiera concluir con una breve reseña de lo que cada una de tan desprestigiada, que alguna vez se vislumbró como instrumento de apertura social
las secciones ha term inado por configurar. y construcción de futuro. Tal como ellos ía reclaman, la política sólo puede relegitimarsé
si se pone al servicio de los actores sociales, en lugar de seguir actuando como mecanis-í
1. Estado y democracia mo mediante el cual éstos se mantienen subordinados a los "poderes fácticos". Se plan­
tea así una lectura en clave de liberacióh, y en denuncia de una realidad que estiman
hegemonizada por una muy mal disimulada voluntad de dominación.
Las siete ponencias que conforman esta sección parecen ordenar la historia del Desde una perspectiva menos explícitamente testimonial, y haciendo pie en lo
medio siglo en dos grandes ciclos -¿de "flujo" y "reflujo"?- en los que las coordenadas que él denomina 'los sujetos del trabajo" (particularmente aquéllos reunidos en tor­
"Estado" y "Democracia" se entrelazan problemática y, hasta podría decirse, caprichosa­ no a orgánicas sindicales como la antigua Central Única de Trabajadores), el histo­
mente. En un primer ciclo, cuyo inicio casi todos los autores y autoras proyectan mucho riador Augusto Samaniego reflexiona sobre la difícil articulación que las sociedades
más atrás de 1950, pero cuyo cierre todos concuerdan en situar en 1973, un creciente modernas han generado entre el Estado y la sociedad civil. Desde su particular pers­
anhelo democrático convivió con un Estado que también crecía en cuanto a sus funciones pectiva de análisis, la historia de este medio siglo materializa dicha tensión a partir
e impacto sobre la sociedad, y al que incluso se visualizó como el principal agente llamado de la búsqueda emprendida por los sectores populares para hacer efectiva, y compati­
a implementar mayores cuotas de democracia y justicia social. Casi todos los grandes ble, su calidad de ciudadanos libres en lo político, con la de sujetos sociales en lo
proyectos que por aquellos años se disputaron la conducción del país asignaban al Estado económico-estructural. Allí es donde radicaría el carácter profundam ente

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"democratizador" que él postula para la acción sindical previa a 1973, cuya finali­
mesocráticos y populares que en gran medida habían protagonizado la apertura
dad habría sido la de someter el conjunto del poder político, "desde las unidades
anterior a 1973.
productivas hasta la cúspide del Estado", al control del sujeto social. Así vista, la
La sección sobre "Democracia y Estado" concluye con un trabajo de carácter
experiencia vivida desde 1973 hasta la fecha no sería otra cosa que un "secuestro de
más monográfico de la historiadora Carmen Norambuena sobre la experiencia del exi­
soberanía", que los gobiernos de la Concertación no han sido verdaderamente capa­
lio y el retomo posterior a 1973, tal vez una de las instancias en que el divorcio entre
ces de corregir.
Estado y sociedad civil se expresó con mayor nitidez. La acción punitiva del Estado
Las ponencias de Sofía Correa, Verónica Valdivia y Luis Corvalán,
sobre un conjunto de ciudadanos a los que se estigmatizaba fundamentalmente por
todos historiadores, se hacen cargo igualm ente de la tensión que ha carac­ consideraciones ideológicas, ciertamente marcó una ruptura con el espíritu de apertu­
terizado las relaciones entre Estado y democracia, term inando generalmente ra que en general acompañó la democratización anterior, y constituye en ese sentido
por inclinar la balanza en favor del primero. Remitiéndose al período 1933- un ejemplo concreto de las dinámicas de flujo y reflujo que este conjunto de ponencias
1973, Sofía Correa llam a la atención sobre las num erosas mediaciones - ha contribuido a bosquejar.
corporativas, tecnocráticas, sectoriales- que desde mucho antes del adve­ Como se dijo en un comienzo, la naturaleza del encuentro no permitió que se
nim iento del régim en m ilitar restringían el ejercicio de una verdadera abordaran todos los temas que habría que considerar para dar cuenta cabal de la dialé­
representatividad ciudadana, p o r lo dem ás ya bastante lim itada por las ctica Estado-democracia durante el medio siglo revisado. Así por ejemplo, la participa­
num erosas exclusiones que hasta fines de los años sesenta circunscribieron ción de los partidos políticos, evidentemente actores no secundarios en esta materia,
al cuerpo electoral. En su lectura, los partidos políticos aparecen más como sólo fue tratada tangencialmente y no como un tema en sí mismo. Otro tanto podría
aparatos de control del derecho ciudadano que como vehículos para su decirse respecto de la Iglesia Católica, que en su dimensión institucional ha debido
expresión, y cuando la movilización social amenazó desbordar los espa­ intervenir más de alguna vez en el quehacer político de esos años. Tampoco estuvieron
cios que ésos y otros instrum entos de negociación habían delim itado, el presentes en el debate todas las perspectivas ideológicas, especialmente aquellas que se
conjunto del orden institucional se vino abajo. identifican con la propuesta neoliberal o el gobierno de las fuerzas armadas, y que sin
La fragilidad del orden democrático imperante antes de 1973 se ve duda también forman parte de los agentes de memoria que un balance como éste debe­
análogamente resaltada por la reflexión de Verónica Valdivia, quien llama la aten­ ría considerar. Sin embargo, las ponencias reseñadas ciertamente sirven para identifi­
ción respecto del papel tutelar que las fuerzas armadas siempre ejercieron a su res­ car líneas centrales de sentido -como se pretendía- y aportan orientaciones valiosas
pecto, no obstante la aparente "prescindenda" política que muchos observadores cre­ para organizar una de las etapas más complejas de nuestra historia.
yeron percibir en el mundo militar. Para esta autora, la debilidad de la sociedad civil
y la clase política nacional ha determinado que los grandes cambios históricos del
período, tanto la instalación del "Estado benefactor" como su reemplazo por el "mo­
2. Movimientos sociales
delo neoliberal", se hayan verificado bajo la conducdón de, y en conformidad con, el
diseño militan En su opinión, en la permanente dialéctica entre Estado y democracia La selección de este tema comouno de los tres ejes articuladores de nuestro
la última palabra siempre parece haberla tenido el primero, y dentro de él su sector balance revela la trascendencia que la mayoría de los participantes le atribuyó a los
más corporativo e impermeable. actores colectivos en el quehacer histórico de estos años, estableciendo una suerte
Luis Corvalán, por último, enfoca esta misma disyuntiva desde el ángulo de analogía, en tanto esos actores se sitúan casi por definición fuera de la esfera
m ás "clásico" de los sujetos sociales portadores de proyectos, más o menos estatal, con las preocupaciones centrales del grupo anterior de ponencias. Como se
identificables con las grandes identidades clasistas de este medio siglo. El agota­ manifestó tempranamente en el debate, se compartía una visión en la que los movi­
miento del antiguo "Estado de compromiso" generó los espacios para que esos pro­ mientos sociales aparecían ejerciendo una acción "democratizadora" que de algu­
yectos se instalaran en el debate público, lo que en la perspectiva del autor efectiva­ na manera marcó el período anterior a 1973, y cuya derrota a partir de ese año
mente se tradujo en una mayor democratización y desarrollo ciudadano. Sin em­ constituiría uno de los grandes retrocesos del fin de siglo. Surgieron en este con­
bargo, la confrontación violenta a que ello dio lugar terminó con la reimposición de texto algunas voces de alerta respecto del peligro de caer en una especie de
los "poderes tácticos" y un nuevo silenciamiento, aún vigente, de los sujetos mistificación de tales movimientos, asumidos como portadores de proyectos intrín­

112 113
secamente "benéficos" para la convivencia y el desarrollo social. Especialmente
vimiento sufre a partir de las protestas de los ochenta, transitando desde una acción
problemático resultó a ese efecto el examen de ciertos movimientos sociales de sig­ orientada fundamentalmente hacia lo reivindicativo, y en ese sentido cercana a la expe­
no más bien conservador, algunos de los cuales -los transportistas, el comercio
riencia "clásica" del sindicalismo, hacia una de carácter más bien " valórico", que por
minorista, los colegios profesionales- fueron claves en el derrocamiento del gobier­ su referencia a modelos de relaciones culturales o sociales, pareciera acercarse más al
no de la Unidad Popular. ¿Cumplen tales expresiones con la "espontaneidad" y la movimiento de mujeres. En este contexto la indesmentible fragmentación de los anti­
"autonomía" que se estima necesaria para definirlos como movimientos sociales?
guos movimientos colectivos daría lugar a movimientos que Espinoza define como
¿Puede llegar a hablarse, extendiendo la pregunta, de un "movimiento social" del
"moleculares", desplazando el debate desde los modelos globales de sociedad hada las
empresariado, con todo lo que ello implicaría respecto de la base social que acompa­
identidades particulares que se configuran a partir de posidones que pueden ser de
ñó al régimen militar? Cuestiones como éstas, altamente perturbadoras para la
género, étnicas, de derechos humanos o ecologistas, y que redaman su derecho a desa­
sensibilidad de los participantes en el seminario, quedaron por el momento sólo en
rrollarse en la diversidad.
el enunciado.
Coincidiendo parcialmente en ese diagnóstico, la ponencia elaborada
A partir de ellas, sin embargo, el grupo de "Movimientos Sociales" discutió res­
colectiva y multidisciplinariamente por Ximena Valdés, Loreto Rebolledo,
pecto de la correlación, para algunos virtualmente automática, entre movimientos y pro­
Diana Veneros y Teresa Valdés, caracteriza el movimiento sodal de mujeres como una
yectos de "liberación social", aunque marcando en algunos casos un cierto desplaza­
experienda claramente democratizadora, pero cuya acdón desborda desde lo político
miento entre una acción orientada fundamentalmente a lo ieivindicativo y otra, que sería
hacia lo sociocultural, desplazando las fronteras entre lo público y lo privado y
más propia de los movimientos post-1990, orientada a lo "cultural". Se reparó asimismo problematizando desde otro ángulo la reladón entre sodedad dvil y Estado. Para ellas,
en la aparente paradoja de la subsistencia -algunos incluso dirían "vigorización"- de la dinámica de flujo y reflujo ya señalada reiteradamente en estas páginas, se reconfigura
ciertos movimientos sociales durante la Dictadura, producto del cierre de los espacios en el ámbito del movimiento de mujeres como una alternancia entre "visibilidad" y
políticos y de la radicalidad que entonces adquirió la confrontación entre Estado y socie­ "latenda", a la que también puede asociarse una secuenda de memoria y olvido. Fren­
dad. En ese contexto, el efecto profundamente desmovilizador del gobierno militar se te a un presente que no vacilan en calificar como de "introversión" -en lo que también
habría visto desmentido por acciones como las protestas de 1983-86, y por el fortaleci­ habría una coincidencia con los otros movimientos analizados en esta sección-, las
miento de movimientos relativamente "nuevos", como los de pobladores y mujeres, aun­ autoras apelan precisamente a la memoria de los recorridos y las luchas del movimien­
que se reconozca el debilitamiento correlativo de algunos más tradicionales como el sindi­ to de mujeres como un elemento que puede contribuir a actualizar su ideario y fortale­
cal. De lo que no cabe duda es que el conjunto de estas expresiones entra a partir de los cer su identidad, reponiendo una acción colectiva que permita disputar el terreno a la
noventa en un estado de latenda, o abiertamente de crisis, que parecería responder tanto amalgama entre neoliberalismo y neoconservadurismo que parece hegemonizar nues­
a una voluntad política temerosa de que la base social recupere una cierta autonomía, tros destinos actuales.
como a una reconfiguración general denuesto cultura y nuestra sociedad. Este fenóme­ La ponencia de Jorge Rojas (historiador) y Antonio Aravena (sodólogo) reflexiona
no, de desenlace todavía incierto, evoca en el conjunto de los participantes en este pre­ sobre los trabajadores asalariados y los sindicatos, tal vez el más "clásico" de los movi­
seminario un sentimiento que oscila entre la preocupación, la búsqueda de nuevos refe­ mientos sociales del siglo XX. Comenzando con una reconstrucción bastante minudo-
rentes, y la añoranza de aquellos antiguos protagonismos -en los que muchos de ellos sa de los cambios que ha experimentado durante las últimas décadas el escenario en que
participaron en forma personal- que a su juicio humanizaron y potenciaron la historia estos actores se mueven, incluyendo la reestructuración económica, la precarización
del siglo XX. del empleo, la dispersión espacial y laboral, el debilitamiento del Estado como agente de
Una forma de incursionar concretamente en esta dinámica de flujo y intermediación y protección social, y lo que los autores definen como "la pérdida de
reflujo nos la proporcionan las ponencias de Mario Garcés (historiador) y Vi­ centralidad de las contodicdones de clase", su análisis pasa a ocuparse de las estrate­
cente Espinoza (sociólogo), quienes evalúan la historia del m edio siglo gias que el sindicalismo ha enarbolado para hacer frente a las nuevas condiciones. Y
sitúandose preferencialmente en la experiencia del movimiento póblacional. aunque no lleguen a manifestarlo explícitamente, lo que de allí se desprende es una
Así, mientras Garcés pasa revista al período en que estos actores se configuran como profunda discusión sobre el papel que este actor social está actualmente en condiciones
movimiento social, "tomando sitio", como él dice, en la sociedad chilena para luchar de asumir, y la pertinencia de seguirle atribuyendo el mismo grado de protagonismo
por su transformación global, Espinoza se detiene más bien en la ruptura que ese mo­ que alguna vez detentó.

114 •115
La reformulación de los roles sociales en un contexto de creciente pasividad y fundamento étnico, cultural, generacional o de preferencia sexual, que parecen ten­
atomización también sustenta la mirada que Héctor Concha dedica a lo que podría der más hacia la reivindicación de espacios sociales propios que a la formulación de
denominarse el "movimiento de los intelectuales", que a su juicio ha transitado desde proyectos sistémicos que abarquen el conjunto de la sociedad. Esta omisión resulta
una vocación eminentemente crítica y "refundacional", propia de los años sesenta, a particularmente singular cuando se considera que entre los "actores sociales" que
una más "sistémica" y consensual, que caracterizaría la década de los noventa. Se llevaron ponencias al seminario, según se puede apreciar en la sección correspon­
trataría entonces de otra forma de desmovilización, o de sometimiento a un cierto or­ diente de este libro, los representantes de tales movimientos tuvieron bastante pro­
den "táctico", reemplazando el activismo utópico previo al 73 por una actitud de resig­ minencia. En un plano análogo, tampoco hubo ponencias que se ocupasen del movi­
nación que poco tiene que ver con lo que la mayoría de los autores de estas ponencias miento campesino, sobre el cual a menudo se ha dicho que respondió más a inducciones
estiman propio de un movimiento social. extemas que a una capacidad endógena de movilización social. Surge así con bastan­
Como una fórmula para revertir dicho diagnóstico, la reflexión con que el histo­ te nitidez una imagen del papel histórico de los movimientos sociales que pone el
riador Gabriel Salazar cierra este grupo de ponencias postula a la "memoria social" como acento en su capacidad de interpelar autónomamente a los "poderes fácticos", y a
el principal antídoto con que la "baja sociedad civil" puede sobreponerse al conformismo pensarse sin inhibiciones como constructores legítimos de sociedad. Puede que éste
impuesto por el modelo neoliberal. Victimizados y agobiados por un sistema de domina­ no sea el papel que a este tipo de expresiones le deparará el futuro, pero de lo que no
ción que se ha instalado a sangre y fuego, los sujetos populares no estarían experimen­ cabe duda es que ningún balance que pretenda identificar a los grandes actores del
tando tanto un proceso de fragmentación o individualización, como podrían sugerirlo las pasado medio siglo podría haber dejado de asignarles un lugar de privilegio.
ponencias de Espinoza, Rojas y Aravena, o Concha, cuanto una especie de "repliegue
táctico" hada su capacidad instintiva de resistencia y supervivencia al margen de los
dictados del poder. Allí, en las profundidades de la base sodal, se estaría configurando 3. Economía y ecología
una nueva "plataforma para la acdón", uno de cuyos principales ingredientes sería pre­
cisamente la posibilidad de recuperar y procesar la memoria sodal-popular, incluido el Al levantar el inventario de los ejes temáticos que han definido la histo­
legado que en ella han depositado los antiguos movimientos sociales. Así, más que dicta­ ria transcurrida entre 1950 y el 2000, nadie vaciló en destacar el problema de la
minar un eclipsamiento de los protagonismos sodales, de lo que habría que hablar es de modernización económica, sus promesas y sus costos. Esta gran tarea social,
un cambio de rumbo que permitirá a los sujetos populares, siempre que resguarden su que durante una buena parte del período analizado se subsumió bajo el con­
autonomía ideológica y aprendan de su propia historia, "construir por sí mismos la rea­ cepto de "superación del subdesarrollo", estuvo detrás de varias de las "plani­
lidad que necesitan y proyectan". ficaciones globales" que caracterizaron los decenios de 1950 y 1960, así como
Así, las ponencias reseñadas se desplazan entre una poco disimulada nostal­ la dificultad de alcanzarla alimentó las dem andas de casi todos los movimien­
gia por los "antiguos" movimientos sociales, particularmente en lo que ellos tuvie­ tos sociales anteriores a 1973 (la posible excepción sería la lucha por el sufragio
ron de promesa de construir la historia "desde abajo" y remontar las eternas y reno­ femenino, aunque también cabe definir la exclusión política de la mujer como
vadas imposiciones de los "poderes tácticos"; una amargura igualmente evidente expresión de subdesarrollo). De iguál forma, el principal (y tal vez único) ar­
ante la derrota de tales movimientos por parte de la Dictadura y el modelo neoliberal; gumento legitimador del régimen instalado a partir del golpe militar se sus­
y una cierta ansiedad respecto de la capacidad de esos mismos u otros sujetos colecti­ tenta en el presunto éxito de la fórmula neoliberal, justamente allí donde antes
vos de retomar su condición de tales y enarbolar nuevas banderas de liberación. Por fracasaran el estatismo desarrollista, la Revolución en Libertad y la Vía Chile­
un asunto tal vez generacional, en esta última preocupación no pareció actuar como na al Socialismo: sólo la refundación capitalista apadrinada por las fuerzas
elemento tranquilizador (con la posible excepción del trabajo de Vicente Espinoza, y arm adas pudo dar al país aquella combinación de "orden y progreso" que
en menor medida el de Rojas y Aravena), aquella disposición "postmodema" de va­ desde el siglo XIX identifica a las modernizaciones bien logradas (aunque otras
lorizar en sí mism a la diversidad expresiva, y la disolución de las propuestas promesas de la modernidad, como la libertad política y la dignificación del
"hegemónicas" a las que tan propensos se demostraron los movimientos sociales an­ sujeto, hayan quedado a la vera del camino). En este aspecto al menos, dirán
teriores al '73. En tal virtud, no figuran mucho en estas páginas -salvo nuevamente los menos desencantados, el balance de medio siglo tendría que arrojar conclusiones
por referencias más bien secundarias- aquellos "nuevos" movimientos sociales de más optimistas que las hasta aquí esbozadas.

116 117
Las dos ponencias que conforman esta última sección claramente no comparten de medio siglo que en tantos otros aspectos ha resultado más preocupante que alenta­
ese optimismo. Desde el ángulo de la historia económica y la economía política, el dor. Al menos para los participantes en esta discusión, tampoco en este flanco habría
historiador Luis Ortega cuestiona el triunfalismo neoliberal en sus propios términos, demasiados motivos para la auto-complacencia.
señalando por ejemplo que el crecimiento promedio del país fue superior durante el
vilipendiado período de la ineficiencia estatista, con todas sus inestabilidades y falencias,
que diarante la larga refundadón dictatorial; o que es un error atribuir las "moderniza-
dones" sólo a los años posteriores a 1973, pues muchas de las atribuidas a este período
tendrían sus raíces claramente antes del golpe militar. Por otra parte, el balance de
nuestra supuesta modemizadónno puede obviar los altísimos costos sociales que ella
implicó, o la fragilidad intrínseca de un modelo que nos mantiene a merced de todos los
vaivenes y temblores que atraviesan la economía intemadonal.
En una perspectiva aún más radicalmente escéptica, el teólogo-historiador
Maximiliano Salinas pone en cuestión el concepto mismo de la modernización como
objetivo deseable de alcanzar. No puede levantarse como solución a los males soda­
les, dice él, un modelo que a través de u n daño ecológico cada vez más difícil de
revertir, termina destruyendo lo mismo que se desea rescatar: no sólo las sociedades
hum anas, sino la tierra que les da sustento, y la historia misma que se ha escrito
durante milenios de retíproca interacción. Sobra decir que esta impugnadón no se
aplica sólo al período de hegemonía neoliberal, sino a todos los regímenes que hicie­
ron del desarrollo o la modernización la gran panacea nacional: desarrollistas,
democristianos o marxistas. En esta lectura, por tanto, es la totalidad del medio siglo
analizado la que arrojaría un balance condenatorio, y sería claramente erróneo se­
guir hablando de "flujos" y "reflujos".
No cabe duda que la naturaleza de este veredicto está fuertemente con­
dicionada por las sensibilidades, muy poco empáticas con el modelo neoliberal,
de quienes participaron en este ejercicio evaluatorio. Tampoco es irrelevante a
este respecto que éste haya sido el tema que menos expositores convocó, lo
que se refleja claramente en el núm ero de ponencias que finalmente llegaron a
la etapa de publicación. Precisamente porque el plano de la economía es el que
mejor ha parecido defenderse del desencantó finisecular (aunque al realizarse
el seminario ya la crisis asiática se hacía claramente presente), o porque la
m ayoría de los economistas no abriguen actualmente grandes dudas sobre las
bondades del mercado (uno que sí las tiene, H ugo Fazio, estuvo presente en el
seminario), su análisis tal vez no encajaba m uy bien en un seminario cuyo
tenor se inclinó más bien hacia la crítica. En esta relegación de lo económico a
u n segundo plano, inadvertidamente, sí habría im perado aquí al menos un
elemento de sensibilidad "postmodema". Con todo, la gran pregunta que quedó
instalada en tomo a este tema fue sirealmente el problema del subdesarrollo ha queda­
do atrás, y si el éxito económico puede ser efectivamente el rasgo que redima un balance

118 119
"Sobre la melancolía permanente en los ojos".
Breves reflexiones desde una
antropología política

Leandro Sepúlveda V.1

C uando decidí participar en este evento, no tenía mucha claridad acerca


de lo que quería decir, y esas dudas se ahondaron, a pocos días de su inicio,
cuando descubrí con espanto que estaba incluido en una mesa sobre histo­
ria y movimientos sociales.
En realidad yo quería (interés vago) hablar algo sobre la política, y debo
reconocerlo, en un primer momento me asaltó un enorme deseo de hacer la
crítica a partir de la distancia. Lejano a cualquier referente con un mínimo de
organización, ejerciendo una crítica casi mecánica ante los acontecimientos
diarios, y con una sensación de rabia profunda ante muchos de los gestos de
este tiempo, me dispuse a redactar un texto plagado de imprecaciones; por lo
menos, que sirviera de desahogo. Pero, a m edida que me puse a escribir, reco­
nocí, una vez más, que ese estilo no me resulta (no sirvo para eso), y peor, me
fui dando cuenta de que me resultaría imposible separar algunas de las re­
flexiones, por así llamarlas, conceptuales, de cuestiones más íntimas, de mi
propia experiencia personal.
Siendo de la generación que el golpe lo pilló en la edad del pavo; que la
adolescencia la vivió como una mezcla imposible de, por una parte, el recono­
cimiento de la barbarie y por otra, la música disco, Travolta y la restricción
vehicular nocturna; la juventud en el pedagógico con empanadas y vino nave­
gado, y la prim era adultez, intentando levantar una barricada en la Villa Uni­
versidad Católica (prontamente superados por las hordas de jóvenes poblado­
res de la Jaime Eyzaguirre, mal que mal, ellos tenían mucho menos que perder
que nosotros); a estas alturas del partido, cerca de los 40 (¿segunda o tercera

Antropólogo. Investigador del CIDE y académico de la Universidad Católica de Valparaíso.

121
adultez?), me he dado cuenta que gran parte de las motivaciones que me ducida a miles de kilómetros de distancia, no pude hacer otra cosa que sacar
llevaron a participar en este encuentro, tienen que ver con un necesario ba­ las cuentas conmigo mismo.
lance de mi propia experiencia con la política y no simplemente un posicio- Como tenemos poco tiempo, vamos al grano:
namiento, que es siempre momentáneo y reelaborable. Entre muchas de las cosas novedosas que encontrábamos en nuestras
Aunque a prim era vista suene algo rebuscado, el título de esta ponencia lecturas de antropología, el lugar de la política para las antiguas culturas nun­
sintetiza la visión personal de mi propia generación, o mejor, de un nosotros ca dejó de sorprenderme. Esto, porque sintetizaba una relación particular y
algo indefinido pero que reconozco en los rostros de amigos y conocidos de lejana, atractiva pero distante, entre poder y palabra. En muchos grupos étnicos
/cerea de dos décadas. En un hermoso relato de Javier Marías, un fantasma se dice que el jefe "reina sobre las palabras", entendiendo por ello, la obliga­
repasa su pasado y saca cuentas con su memoria. Al recordar a su padre señala ción ritual de enunciar el orden colectivo.
i lo siguiente: "mi padre era un hombre taciturno y apuesto, con un poco de La palabra del jefe es, en realidad, la palabra de todos, y en ese contexto,
j melancolía en los ojos, quizá porque había sido republicano y había perdido la el gobernador, el jefe, no es más que el enunciador de un saber no dividido que
y guerra, y eso debe ser algo de lo que uno no se recupera nunca, de perder una se escucha, pero sólo para repetir todo lo que los demás ya saben. Se trata de
\ guerra contra los compatriotas y los vecinos". sociedades que no tienen, en rigor, un sector político y saberes especializados,
j De verdad creo que en parte, algo de eso somos nosotros. No me resul- pero pese a ello, constituye una práctica fundamental en la constante lucha de
j taría extraño que en 20 años más mis hijos recuerden la melancolía en mis ojos las sociedades frente al desorden o la desarticulación. Lo que le otorga un sello
V al observar por televisión los acontecimientos relacionados al juicio en contra propio es que se trata de una acción articulada absolutamente al resto de la
\ i e Pinochet en Inglaterra y España. vida social de la comunidad.
La política, como un esfuerzo de construcción de un sentido de acción La política, así las cosas, deviene en puro ritual, el poder se concentra
común ha sido, posiblemente más que es, parte importante de mi propio pro­ en la tribu, el orden se legitima en el colectivo (en mis años políticos, creo
yecto como ser humano. Me sorprende que me atreva a confesar esto en públi­ haber leído algo similar a eso sólo en los documentos de la convergencia socia­
co. Pero un deseo casi urgente de recuperar ese sentido de la política me obliga lista). Esto no deja de tener consecuencias relevantes. De hecho, nos encontra­
a u n ejercicio poco habitual de transparencia2. mos ante sociedades que se estructuran bajo otra noción de temporalidad. El
Sobre esta base, perm ítanm e hacer algo de memoria, recuperar un par futuro, tal como nos enseñan los aymaras, es algo que se tiene a las espaldas; lo
de ideas que nos ofrece la antropología y finalizar con una propuesta que, desconocido, lo impredecible. El concepto de proyecto o planificación resulta
aunque simbólica, tiene algo que creo m uy político: hacerme sentir parte de culturalmente incomprensible. De frente, ante los ojos, se tiene al pasado, y
ustedes. Mal que mal, para mí este es un año de aniversario. Hace 20 años sobre éste se construye el presente.
(volver a los 17) asistí a mi prim era manifestación pública en contra de la dic­ El mito es fundante, el rito reactualiza, permanentemente, las bases de
tadura (desde la Plaza de Almagro hasta la Iglesia de San Francisco, una ma­ la sociabilidad. Si se quiere, lo que puede entenderse como política en estas
ñana otoñal, de esas que son brillantes en las prim eras horas, unas pocas per­ sociedades, es fundamentalmente legitimación conservadora.
sonas marchando por una deshabitada calle San Diego), hace dos semanas, en En las sociedades modernas, eñ cambio, la palabra es un derecho del
el Parque O'Higgins, celebrando una brizna de justicia, aunque fuese pro- poder, derecho que constituye a ésta en saber legítimo. Es a través de la pala­
bra que se proponen órdenes y se generan consensos. No es mera reiteración
de lo sabido, es una búsqueda constante, es la lucha por definir lo real, lo bue­
Cuando los pensadores políticos nos abandonan, no debemos sentimos solos, siempre están los escritores:
Saramago nos ayuda a diferenciar entre signifleado y sentido de la política: “al contrario de lo que se
no o lo deseable (¿de qué otra manera puedo justificar los tediosos e inútiles
cree, sentido y significado nunca han sido lo mismo, el significado se queda aquí, es directo, literal, talleres de la perspectiva leninista en el análisis de todas las cosas posibles que
explícito, cerrado en sí mismo, unívoco, podríamos decir, mientras que el sentido no es capaz de se nos ocurrieran cuando estudiábamos en la Universidad? Tu palabra Señor
permanecer quieto, hierve de segundos sentidos, terceros y cuartos, de direcciones radiales que se van es la Verdad, etc.).
dividiendo y subdividiendo en ramas y ramajes hasta que se pierden de vista, el sentido de cada palabra
se parece a una estrella cuando se pone a proyectar mareas vivas por el espacio, vientos cósmicos, A través de la palabra imaginamos mundos posibles y, hasta con optimismo,
perturbaciones magnéticas, aflicciones”. enfrentamos los desafíos del porvenir. Puede ser que el tiempo matice las contradic­

122 123
ciones y diluya dudas, pero el recuerdo de mi actitud política a fines de los un modo diferente) que las culturas estudiadas por los etnólogos, se detiene
70 y durante los 80 (es decir, superada la edad del pavo y viviendo los mejo­ en un presente permanente: "la sociedad chilena vive un "presente omnipre- j
res años de nuestra juventud) está m arcada por el optimismo, a pesar de sente", que reprime la memoria del pasado y reserva al futuro para proyec-í
tratarse de u n tiem po que, m irado con otros ojos, no parezca del todo tos/proyecciones individuales"4.
motivante. Aunque el mercado diga lo contrario, queremos sostener la insostenibilidad de
Lo que sucede es que la política, en este sentido moderno, es fundamen­ tal proceso, y la emergencia de reclamos -por lo general, que surgen del pasado recien­
talmente una invitación al futuro. En realidad, no podemos imaginamos nues­ te- exigiendo ataduras, anclajes, vinculaciones básicas: todo aquello que nos permite
tras vidas sin proyecto, sin expectativas o metas constantes que alcanzar. miramos cara a cara y reconocemos unos con otros: eso fueron, para continuar con el
La utopía, que fue uno de los primeros vocablos políticos que hice mío, testimonio personal, los recitales del Teatro Carióla, el programa de Miguel Davanigno,
remite a esta necesidad imperiosa. Es la distancia que separa a las sociedades la Parroquia Universitaria, los recitales de la ACU o el Santiago Solidario. Es más,
frías y las calientes, tal como decía Levi-Strauss. Yo me hice parte de un con­ ¿qué otro sentido, profundamente político, tiene un encuentro como éste?
cepto de política profundamente moderno: escuchando a Paco Ibáñez cantar Recuperar ese concepto de política tal como lo asimilamos, con todas sus limita­
"la poesía es u n arma cargada de futuro", convencido que otros hombres -yo, ciones y frustraciones, me resulta, con todo, casi imprescindible.
entre ellos- superarían ese momento gris y amargo. ¿Es posible (o aconsejable) que los desencantados de casi 4 décadas, los
Por cierto, las limitaciones de este concepto son de sobra conocidas. El sufragistas de las causas perdidas, puedan rescatar -todavía- un concepto de
presente se posterga y se diluye entre los dedos, los valores pueden relativizarse la política como algo noble y necesario? Solamente queremos reseñar estas tres
en función de u n mañana mejor (de hecho, en gran parte dejé de participar en ideas en esa dirección:
los talleres justamente por ese motivo). Es el paradigm a de la política militante (1) La política es, en muchos sentidos, la dramatización de nuestra vida
por excelencia. Y, además, radical. El futuro no necesariamente es para uno, cotidiana. Nos reconocemos en la política en tanto reconocemos una historia
sino para u n nosotros algo vago, con una cierta sensación de abandono. Podía­ vinculada a nuestra propia historia, un ejercicio de decisión ética que tiene que
mos seguir fumando 20 lucky sin filtro al día sin preocupamos de la salud de ver con nuestras propias decisiones. Los valores colectivos constituyen nues­
nuestros pulmones. tros valores.
"Es por su fuerza dramática por lo que el héroe es reconocido" dice
Balandier; no puedo dejar de pensar que es esa imagen la que en mi adolescen­
Ese ya era un problema
cia me acercó a la figura de Allende. Creo que, con todas las variaciones del
caso, le ocurre todavía a muchos jóvenes. Y m ás aún, estoy seguro que es el
¿Pero qué decir de la política tal como se entiende hoy en día? En la reenganche de muchos de los que están en esta sala respecto a los últimos
actualidad, con el debilitamiento de las ideologías y la supuesta pérdida de acontecimientos que han sacudido, sobre todo, nuestra memoria.
sentido del enfrentamiento de ideas, propuestas y utopías, la política parece Si esto es así, creo que nos resultará difícil despolitizamos, o mejor di­
radicalizarse en un poderío3 de las apariencias y el aparentar. La palabra se cho, la despolitización que podemos sufrir, resulta pasajera; resulta incómoda
vedetizza (si se me permite utilizar tal vocablo) y el poder se desdibuja al al fin y al cabo, y nos exige nuevos movimientos en situaciones (momentos o
desdibujarse los referentes o sentidos de articulación. coyunturas) distintas. Aunque, claro, salidas pueden haber muchas, y esa ne­
Un tótem post-modemo se ha instalado en los espacios públicos del ima­ cesidad, ser pasto de cultivo para iniciativas oscurantistas del tipo club de los
ginario social. La palabra ha cambiado de dueño, la "visión empresarial de las corazones solitarios (esos que mezclan psicología social de tercera, dinámicas
cosas", com o señala Lechner, entroniza un deseo insaciable de éxito y, de educación popular, tecnología de punta y aranceles de primer mundo). El punto, en
sorprendentemente, nos encontramos ante una sociedad que al igual (pero de todo caso, es que la suerte no está sellada y la disputa por el sentido de la
política, ni con mucho, ha acabado.
H. Arendt defíne el poderío como una propiedad que se manifiesta en relación a objetos y personas,
pero, en esencia, independiente de ellas. El poder, en cambio, nunca es propiedad de un individuo,
Lechner, Norbert; “Modernización y democratización: un dilema del desarrollo chileno” ; Revista
pertenece al grupo, y existe sólo mientras éste no se desintegra.
Estudios Públicos" n°70; CEP, Santiago, otoño 1998:236

124
(2) La política, así las cosas, no es linealidad, no es un artefacto, no es lo. Tampoco creo que esté el horno para C anudos o Agapito Robles, incen­
abulia. Por el contrario, es una constante dialéctica (perdón por el vocablo) diando todo con su poncho de colores. Más bien creo que los melancólicos
entre institucionalización y desbarajuste. somos o deberíamos ser tipos lo suficientemente razonables para creer, toda­
La política es profundam ente hum ana cuando explota en ella la mani­ vía, en la razón. Si la política, como dice Balandier, puede definirse como la
festación del desorden: el trovado^ el pasquín, la revuelta, los revoluciona­ lucha perm anente contra la entropía, asumamos el desafío, aunque por eso
rios de los 60, los anarquistas catalanes del Partido Obrero de Unificación nos acusen de rebeldes y desordenados.
M arxista, POUM (mis m ás cercanos saben que si en algún lugar me hubiese He querido compartir estas reflexiones personales con Ustedes, porque
gustado m ilitar es en ese movimiento). Esta es otra ventaja de la m oderni­ un ejercicio de memoria personal tiene mucho también de colectivo. Desde
dad: ya no se trata únicamente de la conducta ritualizada; aunque encauza­ una ventana del local de mi trabajo, puedo ver la fachada de la casa de Lon­
da por órdenes rituales, el desbarajuste coloca en escena nuestros sueños, dres 38, que hoy lleva el núm ero 40. En un intento por borrar la memoria, el
creando el hom bre nuevo, cantando, y todo eso. núm ero 38 de la calle Londres ha desaparecido.
No es casualidad que hoy estén más de m oda los historiadores (los bue­ No puedo dejar de sentir desprecio por quienes creen que podrán
nos, como los que asisten a este encuentro) que los sociólogos. Se debe a un derrotam os en esa lucha política.
motivo m uy simple, tienen mucho más que decirnos sobre estas cosas. Pues bien, después de todo esto, sin ánimos de molestarlos, y asumien­
Si una vez fuimos rebeldes (aunque parezca el título de una canción del do mi condición de ciudadano, quiero finalizar estas pocas palabras invitán­
Dúo Dinámico), si una vez la cosa fue así, no existen motivos (por lo menos de dolos a formar una liga de melancólicos activos, insistiendo en lo que pocos
conciencia) para que otra vez no lo sea5. hacen: mirando y reelaborando nuestro pasado, insistamos en un futuro mejor
(3) Finalmente, la política, modernamente entendida, implica procesos (perdón por el vocablo), y con todo, seamos felices.
de reelaboración constante. A diferencia del jefe tribal y de lo que piensan los
burócratas neoliberales de fin de siglo, el lenguaje político puede constituir
(aunque sea en parte) la propia realidad política. Y el lenguaje no es sólo patri­
monio de quienes ejercen el poder.
Como ya parece que comienzan a darse cuenta los políticos de fin de
siglo, la eficacia de este lenguaje le debe poco a sus descripciones del m undo
real (si todavía creen que existe algo así) y bastante más a "sus reconstruccio­
nes del pasado, a sus presentaciones (aunque no verificables) del presente y de 0s
las potencialidades del porvenir".6 O sea, del lenguaje político que nosotros
aprendimos a hablar.
Recuperar la palabra, algo tan natural en las culturas tradicionales, /
parece ser u n desafío imprescindible del tiem po actual. Percibo una nece­
{/
sidad im periosa, u n sentim iento de piel respecto a esta tarea, pese a las
distancias profundas y el descrédito de quienes, en algún momento, senti­
mos cerca.
No me satisface ser un testigo am urrado de la sociedad del espectácu­

Melancólicamente cito la primera estrofa de la canción No es aixó de Lluis Llach: “no es esto,
compañeros, no es esto, por lo que murieron tantas flores, por lo que lloramos tantos anhelos.
Quizás debamos ser valientes de nuevo y decir, no, amigos, no es por esto” .
Balandier, G. El Poder en Escena; Ed. Paidós, Barcelona, 1992:1.

126 127
Para un memorial de fin de siglo.
El proyecto democrático 1950-2000

M. Angélica Ilíones1

I
La memoria es lo contrario al olvido, que es inactivo,
que es entre-muros, que es refugio, escondite,
que es individuo
y su vida como vida hacia la muerte.

La memoria es una conjugación de verbos que


juegan simultáneamente en la experiencia inconclusa.

En una obra de teatro popular escenificada en Tarapacá en 1900, se cele­


braba con gran optimismo el advenimiento del nuevo siglo. Al despedirse el
siglo XIX, le dejaba con orgullo al siglo XX como herencia sus grandes avances
tecnológicos, especialmente en materia de energía a vapor y electricidad. Sin
embargo, le planteaba una tarea pendiente, instando al siglo XX a que cum­
pliese esta inconclusa misión. Esta consistía en la fundación de la verdadera
democracia2.
Lo que quiero traer aquí a la mesa del verbo memoriar este medio siglo
es la experiencia democrática o la manifestación histórica del proyecto demo­
crático, al que podríamos definir como "práctica de ciudadanía": el juego de
libre expresión de diferencias y antagonismos.
Si bien la democracia como ciudadanía no es un fenómeno claro en Chi­
le hasta la década del 50, tal como plantea Tomás Moulian, algo ocurre en la

Doctora (c) en Historia P.U.C.CH. Investigadora Universidad de Chile.


S. González, M.A.Illanes y L. Moulian (ed.), Poemario popular de Tarapacá, ¡899-1910,
LOM, Dibam, Univ. A. Prat, Sigo., 1998, ver “Los que entran y los que salen”, pg. 103.

129
!•
década del 60 al respecto. Creo que ese es el momento en que el ideario y la práctica Salvador Allende, intentaba a través de ese mega-proyecto, volver a editar el Esta­
democrática adquiere hegemonía en nuestro país. do Asistencial de los años 20 que había logrado neutralizar la protesta social. Se
De este modo, pensamos que el proyecto de democratización social que buscaba, una vez más, construir hegemonía y consenso para paliar la ineficacia de
los artistas obreros nos encomendaron, alcanzó un punto máximo de su hege­ la coerción. Fue entonces cuando ella comenzó a aprender de política, ante los re­
monía en la segunda mitad de este siglo en nuestro país. No obstante, temo clamos de su padre contra el Fisco, su nuevo patrón en el Servicio y ante las cuen­
que finalizamos este siglo con la misma duda acerca del destino del proyecto tas de alzas de precios de frutas y verduras con que su madre, gracias a su nuevo
democrático, tal como lo planteaba el dram aturgo obrero de principios de si­ poder sufragista, terciaba en el debate.
glo. La pregunta de nuestro ensayo es, pues, doble: ¿cómo se expresó la hege­ Mucho más aprendió del mundo desde subalcón en las noches de sábado, cuan­
monía del proyecto democrático en la segunda mitad de este siglo? Y ¿cómo y do, frente a frente de su dormitorio de tercer piso, giraban en la música de la terraza del
porqué se pierde esta hegemonía en la hora que vivimos? Charles Club, a espalda desnuda y brazo alzado, tres movimientos corporales de una
sociedad de imprecisa silueta y acelerado cambio: el rock-and-roll, la emancipación
sexual y la represión policial, que dejaba como saldo cada madrugada de domingo,
botellas quebradas en medio de la calle, cayendo sobre ellas sus piernas de niña, deján­
dole una cicatriz para la buena memoria.
Tres rostros políticos interactuaban en el Chile de ese m edio siglo,
¿Qué es memoria sino historia testimonial? m anteniendo al cuerpo del país en un tenso equilibrio: el rostro autorita­
rio q ue, a p len o tan q u e y m etra lla , re p rim ía trab ajad o res; el ro stro
Nació en la primavera que abría paso a la segunda mitad del siglo XX. Nues­ asistencialista que acariciaba los cuerpos de todo el pueblo bajo la música
tra sociedad vivía el tiempo de las máscaras, cuando, desde los aparatos de poder se de la medicina pública, y el rostro democrático, que levantaba puños de
hablaba de "defensa de la democracia", mientras se eliminaba de los registros electo­ trabajadores en marcha, com batiendo por una m ayor distribución social
rales a los ciudadanos y se deportaba a los poetas: Neruda arrancaba por los pasos del poder. ¿Cuál de ellos pesaba más? ¿Cuál de ellos poseía la hegemonía,
cordilleranos de los bosques del sur, episodio andino de su "residencia en la tierra". esto es, la dirección y el consenso social?
El presidente González Videla llamaba a militares a su gabinete, quienes enviaban a La presencia del militarismo, de la represión y el autoritarismo consti­
sus soldados como rompe-huelgas del pueblo. Pura coerción; nula hegemonía, diría tuía una faceta clave de la historia chilena en el siglo XIX y XX. El asistencialismo,
Gramsci. Y tendría razón, al ver la porfía opositora del dirigente sindical Clotario por su parte, alcanzó un rango político en el siglo XX y un sistema de Estado
Blest, arengando a las masas en incansable movilización. Masas a las que ella aún no propiamente tal. No obstante, pienso que es el proyecto democrático el que
pudo ver u oír desde su barrio de Plaza Italia para arriba, durante aquellas mañanas posee, hacia los años 50 del siglo XX, la hegemonía, es decir, que alcanza una
de infancia cuando intentaba incansablemente coger los peces rojos de la pileta del prim acía que le perm itirá subordinar relativam ente el m ilitarism o y el
parque municipal en sus paseos con el delantal almidonado de la tarde. asistencialismo a su propio dinamismo. Este proyecto democrático, en el curso
Conoció el mundo del trabajo en esos almuerzos semanales y cortos de su de su lucha y de sus altos y bajos, había ido logrando otorgarle fisonomía his­
padre que llegaba del hospital y partía al servicio médico de los Trasportes Colecti­ tórica propia al proceso chileno que había configurado un movimiento popu­
vos del Estado o de Chiprodal, donde los pacientes trabajadores que atendía le de­ lar bastante autónomo en su relación con el Estado, escapando a los populismos
cían "yo no le como a usted las guatas, doctor". Tiempos de importantísimas refor­ clásicos latinoamericanos. Signo de que dicho proyecto democrático poseía la
mas en el campo de la salud pública y la previsión social que excitaba el debate en hegemonía, era que la coerción fracasaba una y otra vez y el asistencialismo de
el congreso, en la prensa y especialmente en los pasillos de los hospitales. Junto con nueva generación necesitaba acercarse crecientemente al pueblo en busca de
la reforma previsional, destinada a am pliar la asistencialidad pública a toda la la democratización de su función técnica.
población chilena, se creaba el Servicio Nacional de Salud, que centralizaría esa Fue la hegemonía in-crescendo de este proyecto democrático lo que le
vasta cobertura de salud social. De este modo, paralelamente a la coerción, el mi­ perm itió atravesar las calles de toda la ciudad, llegando hasta el propio cora­
nistro de Salubridad, Dr. Mardones, con el apoyo del médico y diputado socialista zón de su barrio de Plaza Italia para arriba, entrando al colegio de las m on­

130 131
jas, quienes pusieron al servició de las alum nas los buses del colegio yanqui consiste en una gobernabilidad popular disem inada por nuevos espacios de
para ir a catequizar niños los sábados a las poblaciones y a alfabetizar adul­ habitabilidad, la que va fundando una nueva ciudad o polis política. Esta es
tos calle Esperanza abajo. En un trascendental cambio de política, el colegio una ciudadanía "en derram e" por todos los intersticios de la sociedad, mul­
dejó de preparar niñas para dulces y bordados, abriendo sus puertas al Mi­ tiplicando los escenarios de la creación y confrontación política práctica y
nisterio de Educación para que las examinase y entrasen a la universidad. El narrativa; se va produciendo una suerte de "tribalism o político" que cumple
discurso del día de su graduación puso el acento no tanto en su misión de la función de generar orgánicas ciudadanas en distintos núcleos de la socie­
m adres, sino en el desafío que em prendía esta nueva promoción en su mi­ dad.
sión en el seno de la sociedad. Una vez en las universidades, muchas de ellas La irruptiva "visibilización" del pueblo y la invasión que realiza de to­
se refugiarían en la iglesia progresista, que a su vez se dejaría penetrar, a dos los espacios seudo-habitables de la urbe, tanto de los de plaza-italia para
puerta abierta, por la avalancha de lo social. arriba como los de plaza-italia para abajo, va a dibujar una nueva arquitectura
¿En qué consistía lo hegemónico de este proyecto democrático? ¿Cómo social urbana, caracterizada por su heterogeneidad y, especialmente por el aflo­
se expresaba y visualizaba? ¿Cuál era el discurso que sustentaba su hegemo­ ramiento de nuevos puntos críticos en cuanto a presencia y sobrevivencia. Los
nía social a nivel ampliado? Pues si hablamos de hegemonía estamos hablan­ "pobres", los sin-casa, son los primeros en atravesar las fronteras, avanzando
do más allá de ideología y acercándonos mucho al terreno de la persuasión hacia todos los sitios eriazos de los cuatro puntos cardinales. Ella los conoció
colectiva. avanzando Plaza-italia para arriba en su instalación por los sitios del barrio El
Cuando los historiadores europeos miran hacia la historia de América Lati­ Golf y a lo largo de la ribera del Mapocho en los precordilleranos lugares de
na de los años 50 y 60 la ven bajo las categorías de la "explosión demográfica", Bamechea y Lo Curro o en las cercanías de la Escuela Militar en el sector de
explicando a través de esta categoría los problemas sociales que se desencadena­ San Luis. L.' >.
rían3. Sin duda que la explosión demográfica es un hecho clarísimo, pero ésta tam­ La visibilidad corporal ineludible del pueblo fue produciendo un conocimiento'?
bién ocurrió en otras partes, tal como el famoso "baby boom" de Estados Unidos. específico que emanaba de dicha realidad, induciendo su pobreza al compromiso o a la
Las categorías demográficas no constituyen esencias; los historiadores, especial­ culpa. En dicho pueblo se visibilizaba la "crisis integral", al decir de Jorge Ahumada, ¡
mente los de Latinoamérica, sabemos que ellas están insertas en condicionantes de la economía chilena y latinoamericana, llamando a la urgencia de un cambio estruc­
socio-económicas, políticas y culturales específicas, que son las que en su conjunto tural. La necesidad del cambio se apoyaba en el acalorado debate y diagnóstico de una
e interacción pueden explicar nuestros procesos sociales. irresuelta dicotomía arriba/ abajo; que se definía no sólo localmente, sino de manera
No es el caso analizar específicamente estos problemas en este ensayo relati­ más importante aún, intercontinentalmente, entre USA y América Latina: aquel vi­
vo a la memoria de estos últimos 50 años. Pero sí nos interesa establecer un hecho viendo su gran d d o dorado, como diría Hobsbawn, gobernando económica y política­
que dice relación con la memoria visual de la estructura de la sociedad latinoame­ mente en América Latina, mientras ésta estaba sumergida en una pobreza visible y
ricana y chilena del período: la instalación masiva, corporal y cultural del pueblo dependiente.
latinoamericano en las urbes, especialmente en las capitales, colgando de los cerros En suma, la hegemonía del proyecto democrático se va configurando
en multicolores paredes improvisadas, a orillas de los ríos, en construcciones de como una red de gobernabilidad ciudadana y popular que, al mismo tiempo
desechos y en todas partes donde se pudiese estar en un m undo que giraba en que produce una práctica democrática, produce también un nuevo saber acer­
medio de cataclismos económicos, tecnológicos y naturales. ca de lo real social chileno y latinoamericano, conocimiento que aporta las ba­
Quiero entender el ideario democrático y su construcción hegemónica no sólo ses para una lucha ideológica o un pensamiento de raíz sudcontinental en vis­
como un discurso enarbolado por una intelectualidad orgánica en relación con el ta de la necesidad y deseo de distribución social del poder.
gobierno del pueblo o por el pueblo, sino también como una presencia corporal y
física de ese proyecto en el seno de la ciudad.'A partir de los años 60 hay una **!*
escenificación corporal del demos o pueblo, que produce una nueva ciudadanía. Esta
Por otra parte, la visibilización del pueblo y el ejercicio de nuevas
formas de ciudadanía que se desarrollan, así como la emergencia desde allí
Ver Eric Hobsbawn, Historia del Siglo XX, Grijalbo, 1998.
de un nuevo conocimiento, tendrá el efecto de rom per los compartimentos

132 133
estancos y los lugares tradicionales donde actuaba lo social y lo político. Al so y heterogéneo, el proyecto democrático diseminaba su hegemonía, al paso
mismo tiempo, ello constituyó un desafío en vista de una nueva construc­ que mostraba la realidad de la vida popular y voceaba su necesidad y su de­
ción de lo colectivo. Este nuevo colectivo se va dibujando como una renovada manda. El proyecto democrático se manifestó, así, como un gran despliegue,
articulación entre los movimientos, discursos y partidos tradicionales que re­ como una m area y una ola que avanzaba e inundaba los espacios y los
presentaban o buscaban conducir a los trabajadores, con los emergentes acto­ intertesficios de la sociedad, que se re-constituía una y otra vez en la vasta playa de su
res y problemas del pueblo en su carácter general de poblador. patria y que se agitaba en el deseo del poder.
, Al mismo tiempo, el Estado asistencialista va a tener que ampliar brus­ ¿Quién podía detenerlo, cuando incluso la Iglesia -la gran institución
camente su radio de acción, viéndose sobrepasado en el intento, mientras los elaboradora de discursos hegemónicos anti-socialistas en el siglo XX- dio un
cuadros universitarios abren las aulas para acudir a paliar las necesidades. La viraje decisivo en los años 60, poniéndose al lado de los desposeídos y echan­
universidad pasa a ser una escuela de la realidad nacional, donde circulan do las bases teóricas para un encuentro entre cristianismo y socialismo a tra­
abiertamente los discursos y las ideas de reforma. vés de una nueva teología: de liberación? Al mismo tiempo, numerosos cua­
El militarismo, si bien prosigue con su acción represiva, va siendo cues­ dros eclesiásticos desearon romper los márgenes tradicionales de su acción
tionado crecientemente frente al cuadro de las necesidades sociales sin resolu­ transfo rm án d o se en curas y m onjas pob lad o res para p articip ar de la
ción. Esto es, si bien no pierde presencia, va perdiendo hegemonía frente al gobemabilidad popular que allí se desencadenaba. Ella, que participaba en la
proyecto democrático y al asistencialismo que trata de responder al desafío "parroquia universitaria", donde se desarrollaban con fuerza estas ideas, sin­
que aquel significa. tió la necesidad de abandonar sus límites de Plaza Italia para arriba y partió a
Así, se va imponiendo un nuevo discurso, el de la hegemonía del proyecto de­ vivir a la población San Gregorio, en una com unidad de estudiantes poblado­
mocrático que se constituye sobre el imán de un nuevo y ampliado colectivo popular y res, coadyuvando a las iniciativas de gobemabilidad popular, especialmente
en tomo a la necesidad del cambio estructural. en el ámbito juvenil cultural.
El im án de lo colectivo en tom o a la visibilización del pueblo, su conoci­ En suma, la hegemonía del proyecto democrático se presentaba como un dina­
miento a nivel local, nacional y latinoamericano, bajo el diagnóstico del cam­ mismo de cambio que movilizaba a amplios sectores de la sociedad, sensibilizados con
bio estructural, fue otorgando al proyecto democrático un contenido peculiar "el pueblo", en busca de su encuentro en el camino de su ruta de fundación de
en los 60. Si este proyecto había estado im pregnado de profundización refor­ habitabilidad y gobemabilidad popular. Como resultado, se va produciendo una nueva
mista en los tiempos del Frente Popular y de lucha gremial y huelguística en arquitectura social del cuerpo corporal y cultural de la ciudad, desdibujándose los lími­
los años 50, en los 60 va a ir en busca de su verdadero concepto: el gobierno del tes otrora claramente trazados, así como las diferencias construidas entre-muros puer­
pueblo. Con esto el proyecto democrático alcanzaba su naturaleza y entraba a tas adentro. El proyecto democrático es hegemónico porque ya se escenifica en el afue­
su fase revolucionaria. ra, constituyéndose en un imán atractivo de fuerzas sociales diversas, de partidos e
Es el "gobierno del pueblo" la categoría que entró a configurar el campo instituciones otrora alejados del mismo y porque desencadena un proceso de cambio en
de lo público y la fuerza de lo colectivo. En nombre de la distribución social cadena, que va desde las opciones de vida personales hasta las colectivas.
del poder para fundar ese gobierno popular compitieron las candidaturas de El momento de maduración de su hegemonía queda justamente marca­
Frei y Allende en el 64. Es ese gobierno que, antes de ser gobierno, ha roto las do porque, poco a poco y crecientemente, ha ido articulando diversidad de
letras formales de su propio proyecto, instalando su visibilidad concreta en proyectos en torno al suyo. La diseminación se va construyendo, en última
todos los campos y escenarios de lo real: las poblaciones, los campos, las fae­ instancia, en tom o a una columna central capaz de constituirse en una volun­
nas, las ciudades, las universidades, las familias y las iglesias; gobernaba en la tad política de fuerza mayor.
m úsica, la poesía y la utopía. G obernaba en el continente. Y en esta su Había llegado la hora de que el proyecto democrático entrara a las grandes
gobemabilidad social consistía su hegemonía. Pertenecer a la sociedad y disputar una Alamedas.
cuota de poder en ella, consistía, pues, en subir al múltiple escenario del gobierno del
pueblo.
En este escenario múltiple, fraccionado, disímil, flexible, móbil, disper­

134 135
* * *
golpe militar, en cuanto habría venido a restablecer un orden supuestamente
El maestro del análisis político chileno del siglo XX, Tomás Moulian, dice roto entre el gobierno de Allende y la propia civilidad de izquierda, evitando,
,.j que el proyecto revolucionario de la Unidad Popular no tenía asidero real racional, no sólo la guerra civil, sino el caos. A pesar de las posturas del MIR y otros
• que fue un sueño y un juego de palabras4. Y ello es cierto. El analista político o el grupos, no hubo tal ruptura entre "pueblo" y gobierno. Faltó quizás la volun­
sociólogo mira el proceso desde el proyecto racional o político propiamente tal. Sin tad represiva que desplegó Fidel Castro después de la revolución cubana ante
embargo, los historiadores sabemos que pocos procesos revolucionarios tienen cla- la toma improvisada de fundos antes de la reforma agraria, pero no podemos
; ra racionalidad. La fuerza real del proceso es el deseo del poder o la ira del no-poder decir que ambos procesos dé gobemabilidad -sodal y gubernamental- no estaban pro­
que ya se había desencadenado previamente en Chile y, además, practicado a través fundamente articulados y que había distintas formas para su manejo.
de la gobem abilidad p o p u lar concreta en sus diferentes manifestaciones
** *
desde los años 60, de la que hablábam os anteriorm ente.
La U nidad Popular en el gobierno constituyó la realización histórica Si el gobierno político del pueblo ya existía en gran despliegue antes de
de ese deseo y, desde esta perspectiva -que quizás peque de historicism o ser gobierno institucional, las fuerzas de la coerción se prepararon bajo su superficie
hegeliano- ella no constituyó una derrota, sino una culminación. Este es el para derrocarlo en el momento preciso: sólo cuando avanzase, desde su gobierno en el
sentido de un cartel que portaba u n envejecido poblador en una de las tan­ afuera, hacia el palacio de La Moneda. Pero tampoco la acción coercitiva se desplegaría
tas m archas que inundaron por esos años la A lam eda y que ella miró y aquí de inmediato, apenas se pusiese el pueblo la banda presidencial (aunque ganas no
grabó im borrablem ente en su m em oria, que decía: "Este gobierno tiene faltaron). Actúa sólo cuando el gobierno democrático, en sus dificultades y debilidades,
colas, pero este gobierno es mío". le permite al militarismo coercitivo, alimentarse de los traspiés de su víctima, adqui­
Este "ser mío" el gobierno, expresa el concepto ya madurado de un actor popu­ riendo desde esta necrosis, su propia hegemonía, aliándose al proyecto político aristo-
lar con deseo de poder y expresa, al mismo tiempo, el sueño hecho realidad. Los proble­ crático-autoritario.
mas eran secundarios, la factibilidad era secundaria, la vía era secundaria: lo principal Es decir, el gobierno popular constituye el momento y el alimento de la recons­
-I era haber hecho andar la gobemabilidad popular a través de un camino que la había titución de la hegemonía del proyecto político autoritario y su re-combinación con la
i conducido al "gobierno mío". En esto consistía la base real de la revolución. pura coerción. Fue la oportunidad histórica de disolver, no sólo el proyecto democráti­
Una de las críticas más oídas y escritas respecto del gobierno de la Unidad co, sino también el proyecto asistencialista, el que, desde los años 20 había estado po­
Popular, se refieren al hecho de que, supuestamente, Allende no controlaba el proceso, niendo límites al capitalismo salvaje y a la pura represión. Todo esto fue reforzado "en
que éste se había escapado de sus manos y que el poder estaba en manos de los trabaja­ última instancia" por la economía neo-liberal que alcanzó, después de los años 80,
dores y sus no acatables dirigentes. bastante estabilidad, sustentada en gran medida en una millonaria capitalización so­
A pesar de que pudiesen haber muchos "hechos" que confirmasen lo cial previsional. Sin embargo, lo decisivo creo, es comprender su nueva hegemonía
anterior, esta es una crítica superficial y a-histórica. La gobemabilidad social y como "negativa", basada en un accionar tipo "águila negra"5.
popular ya estaba potenciada en Chile antes de ser el pueblo gobierno; dicha Desde la perspectiva de este pequeño ensayo, la pérdida de la hegemonía del
gobemabilidad se desarrolló mucho durante la Unidad Popular, presionando proyecto democrático sólo se comprende frente a la emergencia de otra hegemonía: la de
al gobierno por avances mayores en el terreno de las expropiaciones, por ejem­ la unión de la coerción con el autoritarismo aristocrático sobre la base de un funda­
plo. Pero no podríam os decir que esta gobemabilidad se desarticuló respecto mento negativo de gran potencialidad: en tomo a la negación del gobierno popular en
del gobierno central. Al entrar el proyecto democrático a la Alameda y a La Moneda La Moneda. Lo decisivo era derrocar ese "gobierno mío" que señalaba el cartel del
con Allende, permaneció allí, con él, hasta el final. poblador, el que había osado entrar al recinto sagrado de la mitología del poder aristo­
Pero la crítica anteriormente expuesta no sólo es refutable por su super­ crático resguardado por sus guerreros.
ficialidad, sino principalmente porque a través de ella se estaría avalando el Esta hegemonía política negativa ha sido encubierta por el efecto compara-

Tomás Moulian, Chile actual: anatomía de un mito, Ed. LOM, Arcis, Sigo., 1997. Tipo de águila peligrosa y carroñera que se alimenta de animales domésticos.

136 137
tivo entre el problem a económico que el gobierno de Salvador A llende vi­
vió y p o r el aparente éxito neo-liberal. Más allá de su ám bito y lógica Estado y democracia (en el medio siglo chileno).
econom icista, la clave de este proyecto neo-liberal consiste justam ente en Los sujetos del trabajo y la construcción de Estado
que restablece el orden mítico de la alianza entre los dioses, los señores y
los guerreros. Este factor cultural y político del m odelo económico es clave, Augusto Samaniego M.1
a m i juicio, p ara com prender su actual hegem onía: su arraigo tiene la fuer­
za tfe una mitología.
La detención de Pinochet en Europa y la ira desatada de la derecha
en Chile -que incluso logró el efecto de bloquear las manifestaciones po p u ­
lares de alegría p o r p arte de la m ayoría anti-pinochetista del país- desen­
m ascara el rostro de esta hegem onía; el señor y el guerrero son uno solo, a
pesar de la crisis asiática que asóla el m undo y de la caída del precio de
nuestros productos en el m ercado. ¿Qué im porta la crisis si el dios-guerre­
ro fun d ad o r H uitzilopochtl está preso?
1. Liberalismo y democracia

Tanto el pensamiento de Locke como el de Rousseau -aun con perspec­


tivas intelectuales diferentes, vinculados a procesos histórico/políticos distin­
tos- otorgan a la democracia un mismo fundamento: la voluntad de los ciudada­
nos. De allí, el concepto de soberanía popular.
La ideología liberal instala la democracia como la nueva forma de concen­
tración de todos los poderes: los que atingen al Estado y los que operan en y sobre
toda la sociedad. Bajo el ángulo del 'poder constituyente', el liberalismo no hace
distingos entre Estado y Sociedad Civil. (Siendo 'la Constituyente' todo el poder,
decide separar los 'poderes públicos', buscar uñ equilibrio entre ellos, etc.).
Pero, en la práctica, la democracia liberal separa tajantemente al ciuda­
dano libre (al sujeto con derechos políticos iguales) del sujeto social que cumple
un rol concreto en el proceso económico. La capacidad para ejercer los dere­
chos políticos queda, así, supeditada a la total separación de la política respec­
to de la economía.
El precepto de 'u n hombre = un voto' se abre paso dolorosamante. Des­
de la transformación de una democracia liberal de minorías en una democracia
liberal de masas, proceso que se inicia en las postrimerías del siglo XIX y culmi­
nará sólo en las post segunda guerra mundial. Pero, los ciudadanos que pue­
den votar -si bien se masifican incuestionablemente protagonizando mucha
historia contemporánea-, tienen un 'peso' político demasiado desigual. La con-

Historiador. Universidad de Santiago. Doctor de la Universidad de París VIII.

138 139
cepción liberal (clásica) tenía mucha razón al comprender que la cuestión viene deter­
minada y «está solucionada fuera del ámbito político, es decir, en la sociedad civil. Pero 2. ¿Qué es el Estado?
la única sociedad que soluciona la cuestión del poder fuera del ámbito político, es la
sociedad burguesa»2 Creemos que la teoría y la historizadón de las reladones entre los sujetos/movi­
¿Podía la idea democrática desarrollarse como la convocatoria ante los mientos sociales y la esfera del poder se benefidan decisivamente del sentido que le
sujetos populares a luchar por las 'igualdades', por la equidad de oportunida­ otorgara Antonio Gramsci a su investigadón, utilizando el conceptobinario 'sodedad
des, por las 'libertades' tras objetivos de socialización de los poderes económi­ civil/ sociedad política'. Ello implica la modificadón de la nodón hegeliana -usada por
cos; del cambio de las relaciones sociales de producción, de una efectiva socia­ Marx- de 'sodedad dvil'. Puesto que, si bien aquella no puede ser entendida al margen
lización/ democratización del poder político, desde la unidad productiva has­ de las relaciones sociales de producción, que son la base de su existencia concreta,
ta la cúspide del Estado? Sí pudo. Fue ese, precisamente, el contenido princi­ tampoco es real que la 'sociedad civil' en el capitalismo exista por oposición al Estado.
pal de los procesos históricos de un largo medio siglo en Chile; y, obviamente, El liberalismo, como dijimos, divorcia las condidones sociales de existencia del ejerci­
el terreno social y político en el cual se han desenvuelto las contradicciones do que el dudadano pueda hacer de los derechos políticos democráticos. Considerando
decisivas de nuestra historia y memoria. esa falsedad fundante déla ideaburguesa dé la democracia, Gramsci especifica la críti­
Digámoslo con palabras que se corresponden con la actualidad políti­ ca de la idea liberal acerca del Estado:4
ca: cuando los de arriba tocan (la música o la ideología de la democracia - «Los liberales» reclaman «el Estado, guardián nocturno». Desean que la ini­
liberal clásica), los de abajo han querido bailar (y construir para sí una reali­ ciativa histórica quede librada a la «sociedad civil» (es dedr, esendalmente, a la libre
dad democrática). Liberalismo y democracia han resultado ser conceptos an­ empresa) y «las diferentes fuerzas que pululan en sus seno», con el Estado como garan­
tagónicos, contradicciones históricas precisas. (A este respecto> por ejemplo, te del fair-play y del respeto a las reglas del juego.
cabe concluir que la apelación a un 'socialismo liberal' es un concepto vacío). - Así, identifican al Estado con el poder5 de los gobiernos y de las insti­
Los golpes de Estado que instauraron dictaduras de 'Seguridad Nacio­ tuciones -concebidas como 'perm anentes'- de la coerción y de la dirección de
nal' (Brasil, 1964; y, luego, el ciclo latinoamericano de comienzos de los 70) la sociedad.
realizaron el secuestro de la soberanía. Las FFAA eliminaron por la violencia las Cons­ Ahora bien, los sujetos del trabajo y todos los oprimidos -desde su pro­
tituciones liberales y se autodefinieron garantes de la institucionalidad y de la pia realidad en la sociedad civil-, aspiran a transformar la política y el Estado.
'constitudonalidad' que ellas mismas impusieron.3 De ese modo, las democratizacio­ De allí la nueva conceptualización gramsciana acerca del Estado, crítica de la
nes de los 80 (las llamadas transiciones a la democracia) no hacen sino reafirmar la ideología y de la política e historia del liberalismo:
ruptura con el concepto y con la práctica de 'la constituyente liberal'. La democracia
presunta no surge del derrocamiento de la dictadura y sus pilares. 'Las constituyentes'
de esas transiciones (actuales) se basan en un poder ajeno a la soberanía popular y, por
tanto, a la democracia. En Chile ni siquiera hubo una instancia constituyente y la «.. .los liberales («economistas») están de acuerdo con «el Estado, guardián nocturno» y desearían
Concertadón de Partidos por la Democracia (Plena) aceptó la Constitución de 1980, el que la iniciativa histórica fuese dejada a la sociedad civil y a las diferentes fuerzas que pululan en
su seno, con el Estado como garante del fair-play y del respeto a las reglas del juego (...) la
rol de garantes de la soberanía reclamado por las FFAA y los derivados legales que identificación del Estado con el gobierno... es justamente una representación de la forma corporativa-
aherrojan a una transición real. económica, es decir, de la confusión entre sociedad civil y sociedad política, puesto que es necesario
señalar que la noción general de Estado comporta elementos que hay que colocar en relación a la
sociedad civil». Agrega inmediatamente la ‘ecuación’: «...E stado = sociedad política+sociedad
civil, es decir, hegemonía acorazada por la coerción». (Gramsci: «C uadem i...» 6, 88)
Alfredo Jocelyn-Holt ha destacado, recientemente, que bajo el imperio del neo-liberalismo, el poder
subsume a la realidad de la política; entiendo que, desde la perspectiva del ciudadano el ‘hacer
política’, participar políticamente, ha terminado por perder sentido si no es con el fin de acceder a
cuotas de poder estatal. Muy de acuerdo: es una manifestación sustantiva de la separación entre
Franz J. Hinkelammert, «Democracia y Totalitarismo», Amerindia, Santiago, 1987: pág. 219. sociedad y política...Pero, ella emana -histórica y lógicamente- del liberalismo real. Cf. «Chile
Op. cit. pp. 214 - 217.
perplejo», Planeta, 1998.

140 141
«El Estado = (a la) sociedad política + (la) sociedad civil, es decir, hegemonía movimientos sociales?6 No es real dicha separación, ni tal inmunidad recíproca
acorazada de coerción». entre sociedad civil y sociedad política. De allí la significación teórica de pensar el
(Entendiendo que la «hegemonía», es casi sinónimo de la capacidad de direc- Estado como el proceso histórico concreto de las interrelaciones entre ambas esfe­
ción intelectual y moral sobre la sociedad entera). ras; la importancia, por ende, de la consistencia de una estrategia de 'movimien­
Esta crítica a la sociedad burguesa, pone de relieve la m edular relación tos' que hagan avanzar los intereses populares desde la sociedad civil, por sobre las
entre profundización de la democracia y concepción del Estado. La potenciali­ alienaciones y opresiones que encubre la dirección y coerción ejercida por otros
dad teórica de 'la ampliación del concepto de Estado' en Gramsci, reclama el intereses minoritarios en 'la sociedad burguesa'.
método histórico, el razonamiento sobre circunstancias concretas para hacer
posible el diálogo (ascendente, en espiral) entre práctica y teoría.
Praxis y teoría indican que: 3. Los sujetos del trabajo en nuestro medio siglo
- el Estado no es 'u n aparato' siempre ajeno a los actores sociales;
-los sujetos y los movimientos populares no se constituyen actuando
Cada vez que los sujetos populares creyeron y actuaron por la 'transfor­
perm anentem ente desde fuera y en contra del Estado. No es ese 'desde afuera'
mación de las estructuras', lo hicieron como sujetos del m undo concreto del
la única alternativa histórica de las luchas por la transformación/socialización
trabajo; reivindicaron derechos laborales, cuestionaron las relaciones sociales
del poder estatal.
en las empresas llegando a reclamar su participación en la gestión de las mis­
Los sujetos populares y sus organizaciones han ocupado y construido
mas, asumieron como propia la reforma agraria, etc. Igualmente, actuaron desde
posiciones dentro de la sociedad política y por la transformación del Estado.
los territorios donde reproducen la vida y terminan de realizar sus derechos
La memoria de aquella experiencia nos parece de enorme valor a fin de avan­
de 'ciudadanos' (sustentados por el salario ganado en la empresa como 'traba­
zar hacia una nueva hegemonía democrática. A condición de realizar una asi­
jadores'): luchas por la vivienda, el costo de la vida, la educación, el tiempo
milación crítica de esa historia social y política vivida. Criticismo que está lejos
libre, derechos de asociación y de sufragio, etc. Los asalariados se fortalecieron I
de hallarse concluido, respecto de la primacía de lo estatal y la primacía de lo
amplificando y complejizando el conjunto de relaciones de fuerzas que ubi-
político por sobre los movimientos sociales. A la vez, el razonamiento crítico
can, conceptualmente, al Estado en la dinámica interacción entre sociedad ci-
tendría que precavernos contra los reduccionismos. Por ejemplo:
vil y sociedad política.
a) el uso de una memoria (como se ha dicho 'adaptativa') que privilegie
De ese modo, entre 1952 (año del Congreso de Reunificación Sindical, que j
los legados 'heroicos' de movimientos sociales entendidos como demiurgos
creó la Central Única de Trabajadores de Chile - CUT) y 1973, el movim iento j
metafísicos, portadores de ideologías, estrategias y formas de lucha 'justas'
sindical creció hasta constituirse en el eje articulador de los demás movimientos i
por antonomasia. Movimientos que accedan espontáneamente a la política
populares. Sobre todo, la CUT logró representar al número creciente de asalaria­
identificándose con partidos 'clasistas' o 'movimientistas';
dos ante los componentes de la sociedad política: partidos, parlamento, gobierno.
b) o, al contrario, movimientos que decreten la perversidad de cualquier
Fue, al mismo tiempo, representante de esos movimientos populares ante la otra
vínculo con los partidos y de toda penetración en la esfera de la sociedad política.
fuerza decisiva de la sociedad civil: el empresariado.
Es decir, la absolutización de los momentos y las metas que se requieren * 1952/62: mientras en la conducción de la CUT prevaleció la ideología y el
para afirmar la autonomía (relativa) de los movimientos sociales. Lo anterior con­
método 'revolucionario' de 'la huelga general', la tasa de sindicalización permaneció
lleva el peligro de reducir la conformación de los movimientos sociales a una
estancada cerca del 12,5% de la fuerza de trabajo. Luego del III Congreso Nacional
reafirmación del pretendido divorcio (liberal) de io social' y 'lo político'. Desde
otro ángulo, se puede pretender pasar abrupta y 'espontáneamente' desde las razo­
nes teóricas que nos instan a profundizar la autonomía relativa de lo social, a una
nueva máxima destinada a orientar políticamente a los sujetos populares: éstos Tal tipo de razonamiento puede, de hecho, alentar conclusiones similares a las del panagerista de la
dictadura, respecto del proceso económico: desde los años ’20 o ’30 nada queda con signo positivo.
sólo podrían ser recreados en luchas 'desde fuera del Estado'.. .y de la sociedad La experiencia histórica de los movimientos populares propendiendo a ser protagonistas de la
política, constituida básicamente por los partidos...; ¿pero, ajena e inmune a los sociedad política, ¿carecen totalmente de valor?

142 143
(agosto de 1962), los partidos de izquierda (PC y PS) -ahora a la cabeza de la CUT- tificación de la estrategia sindical de la CUT con la UP parecía ser una de­
vincularon la estrategia sindical con el proyecto político de transformación 'socialista' mostración exitosa de la definición 'clasista' de la organización, en la medi­
del FRAP. El sindicalismo influyó, también, sobre la DC, afirmando el proyecto 'socia- da en que 'la nueva clase obrera' se radicaliza sum ándose a los objetivos
lista-comunitarista' de cambio social. anti-capitalistas. La constitución del Área de Propiedad Social (APS) es el
* 1963/70: en el contexto de 'la revolución en libertad', la estrategia de la terreno de luchas por incorporar a ella todo tipo de empresas no oligopólicas
CUT se basa en la defensa de la 'unidad sindical' (desde el sindicato único por em­ y, por lo tanto, jamás consideradas como expropiables por el programa de la
presa hasta la Central nacional). Esa estrategia resulta exitosa y se hace portadora de U.P., ni incluidas entre las 91 empresas 'estratégicas' por el gobierno. Así se
los grandes objetivos del cambio estructural: nacionalizaciones; apoyo a la reforma aceleraba la crisis de la conducción económica y de la capacidad del gobier­
agraria y a la sindicalización campesina; las propuestas de reformas bancaria, no y los partidos de la UP para mantener la iniciativa política.
tributaria; el apoyo a los movimientos poblacionales, de reforma universitaria, etc. La CUT, habiendo alcanzado la cúspide de su representatividad du­
Hacia mediados de 1970, la tasa de sindicalización superó el 34%. La CUT optó por rante el intento político/em presarial para derrocar institucionalmente a Allen­
comprometerse con el proyecto político de la izquierda: el programa de la UP. de (octubre de 1972), experimentó casi abruptam ente el estrechamiento de
* 1970/73: la profundización de las luchas de clases bajo los impactos de la su capacidad para orientar un movimiento sindical multipolarizado. La nueva
aplicación del programa de la UP, desafiaron el devenir del sindicalismo, su relación forma de organización territorial de los trabajadores que crean 'Cordones
con los partidos, el gobierno y, a la vez, su capacidad para responder a las nuevas Industriales' y la ineficacia que va manifestando el Acuerdo CUT/gobierno
actitudes e identidades de los sujetos populares que se incorporaban al proceso socio- para im plem entar la marcha de la participación de los trabajadores en la
político, en el curso de la agudización de la crisis nacional. gestión de empresas del APS (o 'intervenidas temporalm ente' por el gobier­
Los sindicatos legales crecieron el 3,4% en 1971 y el 18,8% durante el no), terminan p o r evidenciar el agotamiento de la estrategia sindical basada
prim er semestre de 1972. El ritm o del incremento de la organización sindical en el criterio de la unidad de los trabajadores. En efecto, la estrategia sindi­
sobrepasaba las formalidades legales. La tasa de sindicalización llegaba al 38% cal (gestada en los '60) se había subsumido en las políticas partidarias, que
en agosto de 1972. La coyuntura del 'paro em presarial' de octubre de ese año y se contraponían en el seno de la UP. La influencia de la DC en la CUT, a su
la contraofensiva sindical, llevaron -en nuestra opinión- la tasa de organiza­ vez, había impulsado a sectores importantes de asalariados a someterse a la
ción po r sobre el 40% de la fuerza de trabajo. estrategia política opositora.
La memoria colectiva, entonces, insta a pensar históricamente el 'auge' Los partidos de la UP y el gobierno carecían de estrategias viables. La
y la 'caída' de la estrategia de 'unidad de los trabajadores' vivida durante aque­ acción unida de comunistas y socialistas tuvo su momento inicial con el Frente
llas dos décadas, y que generó un amplio movimiento social en favor de la Popular en 1938. Luego, se impuso un período (relativamente largo) de se­
superación del capitalismo. paración, acompañada de un repliegue significativo del movimiento social
Desde los '60, nuevas formas de organización del trabajo en la gran y de la izquierda política. La acción conjunta se reinició con la prim era can­
em presa dan cuenta de las modernizaciones: la transición desde los méto­ didatura de Allende, en 1952. Todo aquel trayecto culminaría en el triunfo
dos pre-tayloristas a los tayloristas elevan la productividad donde se apli­ electoral de 1970, de manera tal que la experiencia de los mil días de Allende
can tecnologías avanzadas, al tiem po que producen fluctuaciones serias asumió una significación universal:
de la tasa de cesantía. Crece la dispersión de la pequeña y m ediana indus­ «.. .la enunciación vaga, pero reiterada y atrayente, de que sería viable el
tria, im plicando tam bién la atom ización del sindicalismo. El m ovimiento tránsito del capitalismo al socialismo sobre otros supuestos que los del enfrenta­
sindical enfrenta desafíos mayores para integrar la clase obrera tradicional miento armado y la dictadura del proletariado»7.
(núcleo m inero-fabril), junto a los asalariados de los servicios públicos, No obstante, la alianza política de la UP no era más amplia que lo que fuese
con los 'nuevos' sectores organizados en la industria transform ativa, los el Frente Popular. En 1970, los marxismos del PC y PS concluían que ambos par-
servicios modernos, el agro reformado.
La relación entre sindicalismo y política lleva a identificaciones cla­
ras con 'los proyectos globales' que tensionan al movimiento social. La iden­ Radomiro Tomic, en «Chile, 1970-1973. Lecciones de una experiencia», Madrid, Tecnos, 1977.

144 145
tidos garantizaban 'la hegemonía de la clase obrera' dentro de la UP. Mientras eos que los diversos sujetos sociales requerían para asumir sus roles e identidades en
tanto, la DC ocupaba el lugar que durante el frentepopulismo tuvo el P. Radical; es favor del cambio social. Estamos pensando en procesos de construcción de una con­
decir, la representación de la burguesía media, de categorías diversas de las capas ciencia autónoma de los actores populares. En verdad, procesos que permanecen aún
intermedias y, además, una importante influencia sobre masas de asalariados del inéditos. La lógica política agudizada por la crisis exigía al 'ciudadano' que optara por
trabajo manual. una trinchera partidista, que subsumiera a los movimientos sociales en 'el tiempo de la
La experiencia de la UP tuvo como matriz teórica, la concepción clásica de la acción política' exacerbada. La vorágine de la cuestión del poder ahogaba las experien­
destrucción del Estado burgués bajo la supuesta hegemonía de partidos que se veían a cias vividas colectivamente en 'el tiempo para fraguar el movimiento social'; es decir,
sí mismos dotados de una teoría acabada, inamovible y, por lo mismo, capaces de repre­ aquellas vivencias capaces de unir y dotar a los actores populares de una común volun­
sentar en el poder a la clase obrera y a otras masas populares. Sin embargo, esos parti­ tad de cambio. Y de unas prácticas que construyesen una 'sociedad civil' mucho más
dos imprimieron a sus enconadas contradicciones un supuesto sentido estratégico: la fuerte. Esa es la condición irremplazable para fortalecer la democracia; es decir, los
disputa sobre 'las vías' que podían conducirlos a ganar el poder y a desarrollar las sujetos y movimientos populares requieren dotarse de mayor autonomía (relativa) y
nuevas estructuras de un socialismo en Chile. más fuerza en su interacción con la 'sociedad política'. La multiplicidad de las organi­
Lo cierto es que, tanto el 'rupturismo' y la solución armada del problema del zaciones de la 'sociedad civil' actúa como la principal fuerza para democratizar la 'so­
poder (PS), como el 'gradualismo' y su vía política institucional (PC) argumentaban ciedad política'.
sus legitimaciones mediante la teoría de la revolución socialista codificada como mar­ La hegemonía (o dirección intelectual y moral) ganada por las clases
xismo-leninismo. Ambas 'estrategias' preveían como ineludible la dictadura del prole­ subordinadas será, entonces, resultado de la penetración de los movimientos
tariado' en tanto método que atribuía a los 'socialismos reales' el carácter de modelos sociales en la sociedad política. Y con la hegemonía se abre la posibilidad de
generales. Esas certezas 'teóricas' suponían que las sociedades y Estados socialistas desarmar 'los instrumentos de la coerción' del Estado burgués.
existentes habrían encamado históricamente la fusión entre la teoría y las prácticas Hoy, la tasa de sindicalización en Chile recién pasa del 15%. Ayer, la
que satisfacían a dicha teoría (y al ideal socialista). organización sindical se empinó al 40%.
Así, se hallaba denegada la posibilidad de una reelaboración teórica que Características evidentes del trabajo asalariado, son su fragmentación,
lograse proyectar la propia creación histórica cumplida a través de décadas de la precariedad de los contratos, la debilidad social y legal de sus organizacio­
luchas que vinculaban la democracia y el cambio anti-capitalista. Ante la en­ nes y la pérdida de los derechos laborales.
vergadura de 'lo nuevo', no pudo surgir una estrategia que comprendiese la La dimensión de los cambios -asociados a la 'refundación capitalista' y
profundización de la democracia como el camino del socialismo. a la adscripción a los mercados globalizados y nuevas exigencias de la divi­
Otro aspecto clave dice relación con el rol atribuido por las ideologías sión internacional del trabajo-, impusieron la reformulación del Estado: como
de la izquierda a los sujetos sociales en la transform ación social. El 'polo 'estado de excepdón'/terrorismo de Estado y como post-dictadura que funciona confor­
rupturista' anteponía la voluntad clasista para resolver el problema del poder. me al concepto de democracia restringida.
Para ello atribuía a ciertos sectores populares -importantes, pero minoritarios- El Chile de mediados de los 90 figuró como el país cuyos individuos realizan
la función de una vanguardia radicalizadora. El 'polo gradualista' destacaba más horas de trabajo por año. (En consecuencia, nadie debiera repetir:'.. .trabaja
la necesidad de ganar 'la batalla de la producción', del éxito económico para como chino', ignorando la categoría alcanzada por los chilenos). Las bajas tasas de
ampliar la base social de apoyo al cambio por vía institucional. Esa posición productividad, no hacen sino empeorar la calidad de vida.
intentaba continuar el camino recorrido con éxito, acumulando fuerzas socia­ Las etapas cumplidas por la dictadura fueron: primero (entre 1974 y 1982),
les, durante tres décadas al menos. Ahora, con el gobierno de Allende, lo deci­ la destrucción del modelo de acumulación del capital vinculado a la industriali­
sivo pasaba a ser el éxito económico, que a su vez dependía de la capacidad zación sustitutiva, a las estatizaciones y la reforma agraria; y, luego, (entre 1983
de transformar al APS, en el corto plazo, en el 'factor dom inante' de la eco­ y 1989) el desarrollo de las m odernizaciones. Así, en el año 1982 existían 1,2
nom ía nacional. millones de trabajadores cesantes (incluido el PEM ...). En 1990, el vuelco es
Ninguna de esas políticas -que envolvían distintos signos eje voluntarismo- enorme: los 'sin trabajo' habían dism inuido a 300 mil. En ocho años, un millón
pudo modificar la naturaleza de las prácticas sociales, ni abreviar los tiempos históri- de chilenos había modificado su situación ocupacional. Creció de manera funda­

146 147
m ental la categoría de asalariados; aum entaron también, 'los trabajadores por ponentes y al total del sistema político9. Esa dificultad interpela hoy, diariamente,
cuenta propia'8. la relación de los actores sociales con la política, con la democracia y el Estado. La
Por cierto, la reestructuración social no significa 'integración social', dignidad sociología instaló, casi al inicio del período del m edio siglo que nos antecede, la
del trabajo, previsión, seguridad. Los puestos de los asalariados no han cesado de ha­ noción de 'Estado de compromiso', subrayando la capacidad desplegada por la 'so­
cerse más y más precarios y desprotegidos ante los abusos. Los nuevos pobres en Chile ciedad política' a fin de ejercer la cooptación de los movimientos sociales desde los
-por extensión, el mundo popular- no son ciudadanos 'marginalizados' por efecto de la espacios donde se disputa el poder. En igual sentido, ocurre la rápida
cesantía. (Ni siquiera tiene gran significación el trabajo informal). La masa de trabaja­ instrumentalización de los procesos sociales por parte de los partidos, transfor­
dores está compuesta de asalariados y sus familias que pagan muy caras sus AFP, mando a esas fuerzas sociales en apoyo a sus lógicas específicas de participación en
FONASA o ISAPRES. Están entonces integrados, como lo quiere el sistema. La pobre­ el poder. Así, los partidos han desarrollado sus proyectos tomando en sus manos -
za y la injusticia social se reproduce conforme a la lógica capitalista de las moderniza­ diríamos de manera 'natural'- la representación de los movimientos surgidos en la
ciones, ventajas comparativas, competitividad, mercados altamente oligopólicos. sociedad...
La base del control de los trabajadores está en la empresa, en los me­ El medio siglo (largo) nos indica que las identidades de los sujetos del trabajo no
canismos de incremento de la tasa de plusvalía y en las formas de control se construyen ni re-construyen fuera de la historia realizada por ellos mismos. Las
social: imposición de máximas cadencias del trabajo, debilitamiento de la clases populares no se constituyen como movimientos y actores sociales en la 'infraes­
sindicalización, lucha sin cuartel contra todo intento de 'negociación colecti­ tructura'. No son sujetos inermes de las estructuras económicas. Se conforman, al
va' y contra la ampliación de los derechos sindicales que pudieran regular los contrario, a través de sus culturas, de la comprensión de sus experiencias vividas, de
mercados laborales. El Estado asume la tarea de resguardar la estabilidad de sus subjetividades.
ese sistema. Las privatizaciones de activos sociales (y rentables bajo gestión Creemos que los vínculos entre 'lo social' y 'lo político' pueden ser re­
estatal), el control de los índices macro-económicos del crecimiento y la con­ creados mediante la iniciativa permanente de los movimientos sociales, impo­
tención del gasto social, contrastan con el empeoramiento de la distribución niendo un 'nuevo respeto' por sus propias identidades y autonomías. Estas
del ingreso y el pregonado desarrollo con equidad. Y con la sustentabilidad ú ltim as se relativ izan po rq u e 'lo social' contribuye p o d erosam ente a
(social, ecológica) del desarrollo. reconformar la sociedad política (la fórmula 'utópica': politizar lo social, sociali­
Por todo lo dicho, cobra interés la pregunta que pudiera orientar una zar la política). El futuro es una comprensión de los caminos andados: los movi­
reflexión más comprehensiva; y que, según nos parece, merodea y avanza so­ mientos populares creando 'otra sociedad'.
bre las ciencias sociales. Y, sin duda, está ya presente en el pensamiento para la
acción. Ante el incuestionable peso del Estado sobre la sociedad chilena y su
historia; frente a la capacidad de sobrevida y reposición de los actores princi­
pales de la 'sociedad política' en el manejo del Estado, se mantiene la interrogante: ¿en
Chile, la 'sociedad civil' ha sido históricamente más débil de lo que estamos acostum­
brados a creer?
La pregunta considera, pero mira más allá, de la evidencia: en Chile se desa­
rrollaron grandes movimientos sociales, que impulsaron una voluntad de cambio
social y una alta politización de los actores populares. Sin embargo, permanecieron
(y permanecen hasta ahora) claras dificultades para que esos sujetos colectivos
realizaran sus 'conciencias' con la necesaria autonomía relativa frente a los com­

Este punto de vista crítico, tiene en cuenta la observación de Edgard Morin, «Pour sortir du XXéme.
A lvaro Díaz, “N uevas tendencias en la estructura social chilena” , en1Proposiciones n°20, siécle», Nathan, París, 1981: «La autonomía no es escapar a la dependencia, sino saber nutrirse
Santiago, 1991. de ella».

148 149
Notas sobre representatividad en el Estado.
Chile, 1933-1973

Sofía Correa Sutil1

Me ha parecido de interés traer a este panel sobre Estado y democra­


cia en Chile en la segunda mitad del siglo XX, un análisis de las formas de
representatividad social y ciudadana que caracterizaron al Estado chileno en
este período, para apreciar desde esta perspectiva la construcción de equili­
brios políticos que permitieron un alto grado de estabilidad institucional y la
preservación de derechos, libertades y garantías individuales, a la vez que poder
observar sus limitaciones, las que fueron portadoras del mismo colapso de
dichos equilibrios.
Si he diferenciado representación social por una parte, y ciudadana por
otra, es por la importancia que le atribuyo a la representación corporativa en el
Estado. Fue el descubrimiento de esta dimensión de la política latinoamerica­
na en los años 70 lo que llevó a algunos estudiosos a postular que estábamos
en presencia de Estados corporativos2. Creo que el punto fue exagerado, al
menos para el caso chileno, dado el peso de los partidos políticos en la repre­
sentación ciudadana. Sin embargo, la dimensión corporativa existe, y su im­
portancia no es poca. Constantine Menges la ha estudiado con detención3, su­
giriendo que en el caso chileno estamos ante un "quasi-corporativismo", si­
guiendo las categorías utilizadas por Joseph La Palombara en su análisis del
sistema político italiano de los años 50.

Doctora en Historia. Phild'Oxford University. Académica de la Universidad de Santiago.


Véase Philippe Schmitter, “Still the Century of Corporatism?”, en The New Corporatism. Social-Politi-
cal Structures in the lberian World, editado porFredrick B. Pike y Thomas Slritch (Notre Dame, 1974).
Constantine Menges, “Public Policy and Organized Business in Chile: A Preliminary Analysis”,
Journal of International Affairs vol. 20, N °2 ,1966.

151
En efecto, a partir de la década de 1920, cuando la intervención estatal De este modo, el poder social y económico del empresariado tuvo una expre­
en lo económico y social se intensifica y se crean nuevas instituciones para sión formal en el Estado, tanto a través de una representación sectorial garantiza­
llevarla a cabo, queda garantizada la representación empresarial en ellas. da legalmente, como a través de mecanismos informales y comportamientos políti­
De este modo, los directorios de las agencias gubernamentales y de las em­ cos vastamente aceptados.
presas públicas tuvieron una composición mixta, con representantes del Pre­ La representación ciudadana, por su parte, tenía claras limitaciones. En las
sidente de la República, parlam entarios de ambas Cámaras (desde 1946), elecciones presidenciales y parlamentarias de la década del 40, cuando las muje­
personal técnico, y representantes de una o más de las asociaciones empre­ res tenían vedados sus derechos cívicos, sólo estaba inscrito en los registros electo­
sariales: Sociedad Nacional de A gricultura, Sociedad de Fomento Fabril, rales un 11% de la población total; la abstención era aproximadamente un 20% en
Cámara Central de Comercio, Sociedad Nacional de Minería, o bien de la las elecciones parlamentarias, lo que daba un universo de votantes de alrededor
Confederación de la Producción y del Comercio que las agrupaba desde de 8% de la población, de los cuales Paul Drake calcula un 4 a 5% proveniente de
m ediados de los años 30. A diferencia de lo que caracteriza a un sistema sectores populares dadas las menores facilidades de inscripción que éstos tenían y
corporativista, se trata de organizaciones de carácter privado, no controladas su menor interés por ejercer los derechos ciudadanos, a lo que habría que agregar
por el Estado, y cuyos miembros pertenecen voluntaria y no compulsivamente los altos niveles de analfabetismo, el cual según información del censo de 1956
a ellas, pero que, sin embargo, tienen la representación única de todo el sec­ ascendía a un 42% en las zonas rurales bajando a un 14% en las ciudades.7
tor económico correspondiente.4 Un universo electoral tan pequeño podía ser con facilidad incorporado
La intensidad de la presencia de las asociaciones empresariales en los en redes clientelísticas o cohechado. La importancia del clientelismo en la po­
organismos públicos no era despreciable. A modo de ejemplo, en 1964 la Socie­ lítica chilena hasta los años 60 queda de manifiesto cuando uno se entera que
dad de Fomento Fabril nombraba directores en 28 de ellos, sin contar las em­ entre 1938 y 1958, el 55.2% de todas las leyes aprobadas en el Congreso tenían
presas del Estado.5 que ver con "asuntos de gracia".8A ello hay que agregar los numerosos favo­
De este modo, los directorios y consejos de las empresas públicas y de res que a través de los parlamentarios se canalizaban hacia la Administración
las instituciones gubernamentales en las áreas económica y social se convir­ Pública. Por su parte, el cohecho era practicado extensamente por casi todos
tieron en espacios de negociación entre el sector empresarial y la clase polí­ los partidos: hay cálculos para la elección presidencial de 1938 de que se cohe­
tica, incluidos personeros de los partidos de izquierda, presentes en dichas charía a un cuarto del electorado.9
instituciones y empresas ya fuese como técnicos, o como representantes del En los sectores rurales, el voto del inquilino era usualmente un voto
Ejecutivo o del Legislativo. cautivo del terrateniente, tanto por razones culturales como por la ausencia de
Por cierto, no fue éste el único espacio de encuentro, pues las asocia­ cédula única hasta 1958. Por eso, los resultados electorales del Valle Central
ciones empresariales mencionadas m antenían contactos informales con di­ favorecían a Conservadores y Liberales. Así, la sobre-representación de las pro­
putados y senadores de todos los partidos con excepción del Partido Comu­ vincias rurales en el Congreso Nacional aseguraba holgadas mayorías a los
nista. Sus dirigentes eran también convocados formalmente por los comités partidos de derecha.10
parlamentarios a la discusión de los proyectos de ley que afectaban al sector
económico correspondiente, habiéndose señalado que incluso las mismas Los cálculos de Paul Drake están en Socialism and Populism in Chile 1932-1952 (Urbana, 1978),
p. 15. Las cifras del censo de 1956 están tomadas de Federico Gil, El Sistema Político de Chile
asociaciones empresariales redactaban los proyectos de ley respectivos6. Muchas veces
(Santiago, 1969) pp. 35-36.
eran ellas las que aportaban los estudios técnicos que necesitaban los parlamentarios Véase Jorge Tapia Valdés, La Técnica Legislativa, Santiago, 1960, citado por Arturo Valenzuela,
para legislar. Political Brokers in Chile. Local Government in a Centralized Polity (Durham, 1977), p. 138.
Informe de la Embajada Británica en Chile al Foreign Office: From Sir C. Bentick to Viscount
Halifax, despatch N°102, Santiago, 26th. April 1938. FO 371-21437 A. 3536/571/9.
Constantine Menges, “Public Policy and Organized Business in Chile: A Preliminary Analysis", La sobre-representación de las zonas rurales se produce porque conslitucionalmente el número de
Journal o f International Affairs vol. 20, N ° 2 ,1966. diputados a elegir era de uno cada 10.000 habitantes, y la representación en la Cámara se fijó según
Véase Constantine Menges, op.cit. p. 349. ' el censo de 1930 no sufriendo posteriormente ninguna modificación a pesar del evidente crecimiento
Véase Constantine Menges, op.cit. de la población urbana en proporción mucho mayor que la población rural.

152 153
De manera que, tanto el control sobre el voto del inquilino como el dió a mesas de mujeres.11Es decir, entre 1946 y 1964 el electorado creció de menos
clientelismo y el cohecho, aseguraron que la política fuera una cuestión que se de quinientos mil votantes a dos y medio millones.
jugaba y dilucidaba entre elites partidistas, las que negociaban sus diferencias en La representación ciudadana desbordó a las elites partidistas.
el Congreso Nacional. La negociación política se deslegitima, y los espacios que la habían cobijado
Es evidente entonces que la representación ciudadana era limitada, y su acceso desechan este rol.
a las decisiones políticas estaba claramente mediatizada por las elites partidistas. Al Arturo Valenzuela y Alexander Wilde han destacado el hecho de que desdelos (
mismo tiempo, hasta fines de los años 40 todos los partidos estuvieron representados años 60 el Congreso Nacional deja de ser el espacio fundamental de la negociación \
en el Legislativo y pudieron competir por acceder al Ejecutivo. política, en la medida en que la planificación tecnocrática, que comienza con el gobier- \
Son múltiples los motivos que quiebran el equilibrio entre elites partidistas, no de Jorge Alessandri y se intensifica con el de Frei, disminuye la capacidad de los 1
y desestabilizan el juego político. Las presiones de la Guerra Fría y la consiguiente parlamentarios para negociar, pactar y regatear el intercambio de favores. De \
proscripción del Partido Comunista. El estancamiento económico con inflación. clientelística y pragmática, la política se vuelve rígida y priman las consideraciones
La formación de poblaciones callampas en los alrededores de Santiago. El "General ideológicas. Al interior de los partidos las elites parlamentarias, ágiles en la negocia­
de la Esperanza" barriendo con políticos y corrupciones clientelísticas. El surgi­ ción y el acuerdo, pierden poder frente a los cuadros técnicos; en la derecha, los partidos
miento de un partido como la Democracia Cristiana que aspiraba a representar a históricos terminan siendo reemplazados por un nuevo partido con hegemonía de los
toda la nación acorralando a izquierdas y derechas, disputándole un electorado que nacionalistas hasta entonces marginales en este sector.12
al parecer las elites partidistas se habían repartido en forma tácita: los obreros Paralelamente, desde el 64 los empresarios fueron incapaces de cooptar a los
sindicalizados para los partidos de izquierda, los empleados para los Radicales y el técnicos demócrata-cristianos que representaban al Ejecutivo en los organismos del
electorado de las zonas rurales para la derecha. El rechazo a las alianzas amplias Estado, porque la Democracia Cristiana buscó terminar con la influencia empresarial
que cunde entre los Socialistas. Los múltiples efectos de la Revolución Cubana en en la Administración Pública para poder convertir a ésta en un instrumento de cam­
el Continente... bio.
A los anteriores fenómenos de carácter político-ideológico hay que agregar la Cerradas las puertas de la influencia indirecta se da curso a nuevas for­
expansión aceleradísima del electorado, que rebalsó los marcos impuestos por las elites mas de presión directa con movilización social. Cohesionados en la Confede­
partidistas. ración de la Producción y del Comercio, el gran empresariado convocó a pe­
En la elección presidencial de 1946 había 631.257 ciudadanos inscritos, de queños y medianos empresarios para defender el derecho de propiedad a tra­
un total de población -de acuerdo con el censo del año 1940- de 5.023.539 habitan­ vés de un "movimiento gremial".13
tes; se computaron en dicha jomada electoral 479.310 votos. En la elección presi­ Los equilibrios institucionales se mostraron frágiles.
dencial de 1952, la cual contó por primera vez con la participación ciudadana de Desde el "Terremoto Ibañista" los temblores de diversas m agnitudes no
las mujeres, se contabilizaron 957.102 sufragios, de los cuales un 32,3% correspon­ cesaron, hasta que súbitamente todos los muros cedieron y el edificio entero se
dió a mesas de mujeres. En la elección presidencial del año 1958 el núm ero de desplomó.
inscritos en los registros electorales había alcanzado la cifra de 1.497.902 ciudada­
nos, de los cuales acudieron a las urnas 1.250.350 ciudadanos, con un 35,1% de
votos de mujeres. Para el momento de los comicios presidenciales de 1964, la ins­
cripción electoral se había vuelto obligatoria y la abstención fue penada por ley. El
núm ero de ciudadanos inscritos en los registros electorales se elevó a 2.915.121, y el
total de votantes fue de 2.530.697, de los cuales un 44,1% correspondió a mesas de Véase Germán Urzúa Valenzuela, Historia Política de Chile y su Evolución Electoral (Desde 1810
mujeres. En la elección presidencial del año 1970 las cifras no variaron mayormen­ a 1992), Editorial Jurídica de Chile, Santiago 1992, pp. 541, 553, 554, 592, 603, 635.
Arturo Valenzuela y Alexander Wilde, “El Congreso y la Redemocratización en Chile”, Alternativas
te: se contabilizó un total de 2.962.748 sufragios, de los cuales el 48,8% correspon- N° 3, Mayo-Agosto 1984.
Véase David F. Cusack, “ The Politics ofChilean Prívate Enterprise Under Christian Democracy",
tesis doctoral Universidad de Denver.

154 155
Democracia, Fuerzas
Armadas y Estado

Verónica Valdivia Ortiz de Zarate7

Un balance acerca de los últimos cincuenta años de la historia de Chile


I no puede dejar al margen una reflexión respecto de la democracia chilena en
el siglo XX desde la óptica del rol que le ha cabido a las fuerzas arm adas en
los proyectos de transform ación estatal.lEn otras palabras, traer a la memo- ¡
ria la destacada in gerencia de los militares en la im plementación de los dos
proyectos de.m odernización del Estado ocurridos en esta centuria. Esto es,¡
la estructuración de u n Estado de Bien Com ún en los años veinte y treinta, y
su correlato en la ampliación de la participación ciudadana; y el m odelo
neoliberal que buscó modificar las características de ese. orden, restringien­
do ja n to las atribuciones de dicho Estado como la participación social. En
ambas ocasiones fueron los militares quienes estuvieron en la puesta en prác­
tica de esos proyectos.
Si bien en los dos períodos señalados los modelos alternativos de desa- !
rrollo y democratización emergieron de la sociedad civil, fue la presencia de las
fuerzas armadas en el gobierno la qúe hizo posible su puesta en vigencia. Vale
decir, fue necesario uningi&djtein^^ Tal cuestión obliga a meditar
acerca de la fortaleza de nuestra tradición ciyilista^Más aun, cuando ambas trans­
formaciones del Estado no lograron satisfacer las aspiraciones de importantes
núcleos sociales, especialmente de los sectores populares, pero también de las
capas medias y de las clases altas. En otras palabras, no se ha logrado estructurar 1
un Estado que dé lugar a una forma de convivencia que exprese los anhelos de |
libertad, igualdad y justicia, pero también de orden, que cruzan a los distintos Y
actores sociales. Esa incapacidad de articular un proyecto común ha dado a la s j

Magíster en Historia. Universidad de Santiago de Chile. r

Y
157

Éa¡i
fuerzas armadas un papel preponderante en los momentos de cambio, impri­ pulares y para la participación regulada de los nuevos actores sociales. La
miendo a las transformaciones un sello inconfundible. crisis económica al fin de la dictadura ibañista abre un período de dudas y
En el período transicional de 1920-1932, la convicción sobre la urgencia reticencias de parte importante de la elite política y de los partidos revolu­
de reformar aspectos sustanciales del Estado cruzaba todo el espectro social y cionarios respecto de las transformaciones hechas y del sentido y alcance
político. A pesar de ello, dentro de la clase política y de la sociedad civil no del Estado Benefactor, cuestión que está en el trasfondo de la debacle de
había consenso en tom o al tipo de sociedad a crear, ni siquiera respecto de un 1931-1932. Tanto el levantamiento de la m arinería en septiembre de 1931,
program a mínimo de reformas. Existían discrepancias acerca del rol del Esta­ como la República Socialista de Grove y los golpes y pronunciamientos mi­
do en m ateria económica, como de su función tutelar y de bien común en el litares que le siguieron, buscaban terminar con las dudas respecto al nuevo
ámbito social. Tampoco había acuerdo en relación a la necesidad de ampliar el Estado.
espectro político-ideológico, de la mantención del capitalismo o acerca de las En ese sentido, fue la debilidad de la sociedad civil y de la clase política
formas de representación de los distintos sectores sociales. Fue precisamente la que determinó que los militares asumieran un rol preponderante en el con­
esta imposibilidad de la clase política para llegar a un acuerdo que permitiera senso final en tom o al Estado Benefactor. La oleada militarista terminó con­
resolver la crisis dentro del marco institucional, lo que convirtió a los militares venciendo a la clase política que las reformas eran un precio mínimo a pagar
/ e n el recurso final para la resolución del conflicto. En otra palabras, se convir- para lograr la estabilidad institucional o, en el caso de la izquierda marxista,
■ tieron en los árbitros finales, esto es, no fueron los civiles, sino los militares para avanzar en la creación de la sociedad socialista del futuro. En ese plano,
/ quienes implementaron el proyecto reformista: el Estado de Bien Común. el nuevo Estado nació con el trauma de una imposición, del poder de la fuerza
En este proceso hay que diferenciar dos cuestiones centrales para el triun­ y, por tanto, de cierto escepticismo respecto de su alcance. A su vez, los milita­
fo de la opción reformista benefactora y el carácter que asumiría la «democra­ res no se retiraron de la escena política mientras su «cruzada» por el Estado de
cia» chilena: / Bien Común no pasó todas las pruebas. Así, la estabilidad democrática chile­
a) La prim era dice relación con las fuerzas arm adas y la justicia social. na, de la que tanta gala se ha hecho, se asentó en importante medida en la
Como es sabido, durante las prim eras dos décadas del siglo XX éstas habían convicción militar de que su «misión» había tenido éxito. El retiro de los mili­
evolucionado de una posición funcional al sistema de dominación oligárquica tares de la política estuvo estrechamente vinculado a la convicción de que su
y de economía abierta, a una estatista, de corte desarrollista y paternalista en proyecto de sociedad había logrado la adhesión de la mayor parte de la clase
térm inos sociales que coincidía con los sectores civiles reformistas. La necesi­ política y de parte importante de la sociedad civil.
dad de buscar una nueva estrategia de desarrollo económico y de evitar la b) El segundo aspecto se relaciona con las fuerzas armadas y el orden.
expansión del socialismo, cada vez más difícil de controlar a través de la repre­ Así como la justicia social coincidía con la cosmovisión nacionalista de las fuer­
sión dada la am plitud de la protesta social luego de la Primera Guerra Mun­ zas armadas, el orden era equivalente a la concepción verticalista, jerárquica y
dial, indujeron a la joven oficialidad militar a convertirse en uno de los princi­ disciplinada de los militares. Si el Estado debía asegurar a todos un mínimo de
pales impulsores de las reformas al Estado. La presidencia del general Carlos bienestar y de participación, asimisino debía ser su tarea la mantención de la
Ibáñez fue, sin duda, la que dio vida a una concepción del Estado como un estabilidad institucional. Si bien el Estado Benefactor esperaba neutralizar las
ente representativo de todos los intereses sociales. Tal concepción coincidía propuestas de corte rupturista y defender las opciones gradualistas, el sistema
con las experiencias que al respecto estaban ocurriendo en otras partes del fue preparado para responder ante eventuales embates contra la «armonía».
m undo, como con la cosmovisión nacionalista de los militares que veían al Como es sabido, la noción de Estado siempre implica cuotas de represión, ya
Estado como la expresión máxima de la «nación». El Estado Benefactor debía sea legal o de violencia física. En el caso chileno y en el proceso de reestructu­
ser, desde su óptica, el reflejo de la nueva sociedad -una sociedad «armónica»- ración del Estado que se comenta, ellas fueron articuladas por las fuerzas ar­
, cuestión que se ajustaba a las posiciones intervencionistas o de «Socialismo madas durante los años veinte y treinta, aunque perfeccionadas por la clase
de Estado» predom inantes en los núcleos políticos partidarios de la reforma. política en años posteriores. Tales reformas apuntaron a la creación de un or­
A unque el régimen militar ibañista implemento úna versión autoritaria de di­ ganismo destinado a resguardar el orden público, con un carácter paramilitar:
cho Estado, puso los pilares para la institucionalización de las demandas po­ el Cuerpo de Carabineros, como a la estructuración de una legislación que

i
158 159

tiÜi
definió la seguridad interior del Estado tipificando los delitos contra ella: desarrollo -industrialización por sustitución de importaciones-, hicieron
Decretos leyes de 1924 y 1925; «Ley de Seguridad Interior del Estado», apro­ emerger dudas respecto al rol del Estado y la relación con el capital nacio­
bada por el Congreso Termal de 1931; «Ley de Seguridad Interior del Esta­ nal y extranjero. A su vez, los síntomas de agotam iento que m ostraba el
do», aprobada por el Congreso democrático de 1937; «Ley de Defensa Per­ estilo de negociación y acuerdo político fueron fortaleciendo la vertiente
manente de la Democracia» de 1948; «Ley de Seguridad Interior del Estado» jerárquica y disciplinada de su cosmovisión social, en desm edro de la par­
de 1958. Las leyes de seguridad del Estado especificaron los límites de la ticipación. La inevitable inserción del país en el contexto de la G uerra Fría
participación ciudadana (legalidad de las huelgas, ideologías anti statu quo, las colocó bajo la influencia de la Doctrina de Seguridad Nacional a me­
etc.) dotando al sistema de recursos legales para actuar en caso de desborde diados de la década de 1950, reforzándolas doctrinariam ente y modifican­
de la negociación y el acuerdo político. Aunque éstos fueron los predomi­ do su percepción respecto de su propio rol en la estabilidad institucional.
nantes en las décadas centrales del siglo XX, la legislación represiva actuó Todos estos elementos se vieron agudizados durante los años sesenta al
como amenaza latente mientras el diálogo fue lo prevalente, y de modo eje­ eclipsarse la influencia del ibañismo, y por tanto del estatismo desarrollista,
cutorio cuando aquel perdió su validez, como por ejemplo durante la presi- laico, al producirse la m uerte del general Ibáñez, corroyendo la convicción
i dencia de Gabriel González Videla. La opción por el orden fue el reflejo del íntima de los militares en su propia obra. Hacia la década del sesenta, una
Icarácter de la democracia chilena: una democracia basada en la desconfian- vez más los institutos castrenses se sum aron a las fuerzas sociales que bus­
| za hacia el otro y surgida del miedo, no de la convicción. Los límites de la caban una revaluación de la democracia chilena y del rol del Estado. A un­
participación y de la reforma quedaron manifestadas en toda su amplitud que desde una óptica corporativa, las fuerzas arm adas comenzaron nueva­
con la Ley de Defensa Permanente de la Democracia y, posteriormente, con m ente a expresar sus inquietudes a través de movimientos conspirativos y
la aplicación de la Ley de Seguridad Interior del Estado de 1958 a los movi­ reivindicativos, hasta el punto de cuestionarse la democracia política exis­
mientos huelguísticos encabezados por la CUT y con la incorporación de los tente hasta el momento. El «Tacnazo» de 1969, sin duda, sintetizó las pro­
militares a tareas civiles. A m edida que la negociación y el acuerdo fueron fundas dudas que cruzaban las filas militares.
minados, los resortes represivos del Estado entraron en funcionamiento. Esta Los «desbordes» de la participación social producidos durante el go­
m irada represiva del Estado Benefactor da cuenta de los límites de la «de­ bierno demócratacristiano de Eduardo Frei Montalva y la Unidad Popular, a
mocracia» chilena, dubitativa en su concepción de los derechos ciudadanos. más de la acción expropiatoria del Estado, terminaron de alienar a los milita­
Las fuerzas arm adas que participaron en la reforma concebían al Estado como res con su concepción del Estado intervencionista y justiciero. La otra cara del
un ente paternalista, el cual a través de su acción benefactora debilitaría Estado de Bien Común -el orden- se vio claramente superado por el proceso
opciones más radicales. Así, el Estado de Bien Común era al mismo tiempo de democratización social alentado por la Democracia Cristiana y desatado
el Estado de la justicia social, de la estabilidad y el orden. La clase política se por el gobierno de Salvador Allende. El Estado, desde la óptica castrense, de­
sum ó a dicha concepción, formalizando la democracia. bía no sólo recuperar, sino además acrecentar su rol de defensor de las institi
Así, si bien el Estado Benefactor sin d uda logró importantes benefi­ ciones democráticas, restringiendo una participación que se revelaba como
cios sociales, económicos y culturales para los sectores sociales que hasta peligrosa;, Las dem andas sociales desbordaban la capacidad de un Estado es­
entonces habían estado marginados, también definió las fronteras de la par­ tructurado para graduar los cambios, impidiendo su radicalización. El Estado
ticipación y de los proyectos de sociedad. U na democracia «justiciera» y Benefactor entró en su fase final. En esta ocasión, como en los años veinte, la
«verticalista». Tales cuestiones despiertan dudas acerca de la fortaleza de la clase política, y una parte importante de la sociedad civil, que privilegiaba las
sociedad civil en la construcción y el tipo de democracia. reformas graduales y el orden, fueron alienadas por las políticas de la Unidad
Tal concepción de la democracia y el Estado alcanzó fuerza al inte­ Popular, revalorizando la estabilidad. Aunque el Estado Benefactor no fue cues-v-
rior de las filas militares, particularm ente en el ejército, las cuales fueron tionado del todo, las ansias de orden debilitaron la confianza en la fuerza de la
fieles a ella gran parte del siglo XX. La profundidad de la convicción estatista negociación y fortalecieron la cara represiva de ese Estado. Como en los vein­
no fue fácil de remover. No obstante, una gama de factores fueron debili­ te, la clase política abdicó de su compromiso con la institucionalidad y delegó
tándola lentam ente. Por una parte, los problemas creados por el modelo de en las fuerzas arm adas la resolución del conflicto. Las dudas que envolvían a

160 161
im portantes núcleos de la clase política respecto del tipo de democracia m ilitar de los setenta y ochenta tuvo el tiem po suficiente para asentar la
participativa existente hasta entonces, empujó a una parte de ella a convocar a nueva concepción estatal y descartar cualquier oposición, tanto civil como
los militares para solucionar el «impasse». Estos, a su vez, se tom aron el militar. La desconfianza que estaba en el origen del antiguo Estado permitió
poder dados sus persistentes recelos respecto de los políticos. que un proyecto marginador y antiparticipativo como éste alcanzara cierto
Las fuerzas arm adas que tomaron el poder en 1973 estaban claras que apoyo en algunos sectores políticos y sociales que validaron la exclusión y
debía procederse a una rectificación del modelo estatista subsistente. Tal con­ las restricciones a los derechos ciudadanos, pues satisfacía sus aspiraciones
vicción no alcanzaba acuerdo respecto de su carácter de justicia social, en el de orden.
cual aún muchos creían, pero sí en relación a la am plitud de la ideologías acep­ La «transición a la democracia» sólo fue posible, como en los treinta/i
tadas dentro del juego político y los mecanismos del Estado para resguardar cuando los militares estuvieron convencidos que su proyecto modem izador
las instituciones. El triunfo del general Augusto Pinochet sobre los generales del Estado y de la sociedad no sería desarticulado por sus herederos. A dife-)
Gustavo Leigh, Oscar Bonilla o Nicanor Díaz Estrada fue la evidencia de la rencia de la experiencia anterior, se cuidaron de dejar seguros resguardos para }
m uerte de una concepción justiciera del Estado y el triunfo de un Estado que su mantención.
enfatizaba sus roles en el tema del orden y la represión -esta vez ya no sólo a Las dificultades que los gobiernos civiles instaurados después de 1990
nivel de legislación, sino también de violencia física-, coincidentes con postu­ han encontrado para revertir dicha concepción del Estado, reflejan la perma­
ras autoritarias en lo político y neoliberales en lo económico. nencia de un modelo político que fue impuesto por la fuerza y que si bien no
La ideología neoliberal terminaba ofreciendo no sólo crecimiento eco­ ha convencido a toda la clase política, sí a una parte importante de ella. Los
nómico, permitiendo superar el estancamiento producido por el modelo susti- gobiernos de la Concertación han terminado haciendo sólo pequeñas modifi­
tutivo, sino al mismo tiempo, la despolitización de la sociedad al enfatizar el caciones al diseño original y consolidándolo en su globalidad. A pesar de una
Individualismo y la eficiencia, en desm edro de los valores de la solidaridad y acción social más amplia del Estado, el modelo neoliberal ha sido respaldado,
jde la participación política. El nuevo Estado neoliberal y autoritario ya no era como también se han legitimado las instituciones militares tutelares de la «de­
jaquel que aseguraba la justicia social -la cual fue abandonada en pos de las mocracia» y el carácter militarizado y represor de la policía. Como en los trein­
jfuerzas del mercado-, sino el que aseguraba el orden y el progreso, entendido ta, el proyecto implementado por los militares se ha consolidado. Como en­
como crecimiento económico e inserción en la nueva fase del capitalismo m un­ tonces, una parte importante de la sociedad civil m ira con escepticismo la es­
dial. La desvalorización de las ideologías vistas como peligrosas, redefinieron tructura creada.
al Estado desde una óptica represiva y excluyente. En ese marco, las fuerzas Así, el desafío de construir una democracia que dé cuenta de la plurali­
arm adas fueron atraídas nuevamente hacia una concepción policial del Esta­ dad y la diversidad sigue pendiente. En el fondo, el dilema entre justicia, liber­
do, en el cual a éste le cabía solamente asegurar a las fuerzas del capital las tad y orden aún no ha sido resuelto.
condiciones necesarias para su libre desenvolvimiento. Así, si bien el Estado
fue dism inuido en sus atribuciones económicas y sociales, creció en aquellas
referentes al orden público y social. La autonom ía otorgada a las fuerzas arma­
das en su ley orgánica, el Consejo de Seguridad Nacional o la conformación r
del Tribunal Constitucional reflejan la nueva concepción militar respecto del
Estado y la democracia: el cogobiemo cívico-militar.
El contexto de una dictadura militar que se extendió por más de quince
años (1973-1989) permitió desarticular al antiguo Estado Benefactor y dar for­
ma al nuevo sin que ello diera lugar a u n debate con expresión política. Al
contrario de lo ocurrido en los años treinta, donde la intervención militar fue
temporal y empujó el debate al interior de la propia sociedad civil, en los se­
tenta la autoridad retoma la visión social jerárquica y excluyente. El régimen

162 163
El Estado: balance de medio siglo

Luis Corualán Márquez1

Una óptica posible, entre otras, para analizar la historia estatal y política
de la segunda mitad del siglo XX es aquella que se sitúa en los sujetos portado­
res de proyectos de país.
Desde tal óptica, a mi juicio, se podría afirm ar que el contenido funda­
mental de dicha historia vendría constituida a lo menos por tres elementos
principales íntimamente ligados entre sí: 1) el agotamiento del patrón de desa­
rrollo adoptado por el país desde los treinta en adelante; 2) el surgimiento, en
los cincuenta, de tres proyectos globales, encam ados en distintos sujetos, que
se combatieron con creciente saña, proyectos que pretendían reemplazar el
patrón agotado; y 3) la imposición de uno de ellos luego del golpe militar de
septiembre de 1973 y su consolidación a partir de 1990.
Tales contenidos se reflejaron de manera específica en la evolución polí­
tica y estatal de nuestro país durante el lapso aquí analizado.

II

El patrón de desarrollo que entró en crisis a comienzos de los cincuenta,


obviamente, fue el sustitutivo de importaciones. Este, como es sabido, impli­
caba un considerable rol regulador del Estado, en el marco de un esquema
«hacia adentro». En torno a él, desde fines de los treinta, se verificó un consen-

Magísler en Historia, Usach. Doctor (c) en Estudios Americanos, IDEA.

165
so entre los principales sujetos sociales y políticos del país. Ello fue lo que El proyecto de la izquierda, que se apoyó esencialmente en un sujeto obrero
constituyó lo que algunos han llamado como «Estado de compromiso». y popular, identificó la crisis del esquema sustitutivo con la crisis del capitalismo
Dicho consenso tuvo enormes consecuencias políticas y estatales. Por en general. De allí que propusiera un proyecto hacia el socialismo. La emergente
un lado, figura un desarrollo de la ciudadanía. Por el otro, un estilo transaccional democracia cristiana, apoyándose en las nuevas clases medias, profesionales y
de procesamiento de los conflictos entre la clase política. En tercer lugar, una técnicos, juventudes y pobladores, postuló una modernización mediante lo que
legitimación, entre todos los actores, del marco institucional de los conflictos, llamó «reformas estructurales», que serían la materialización de una tercera vía. Y
demarcado por la constitución de 1925. Lo anterior, en cuarto lugar, vino uni­ la derecha, vinculada al gran empresariado, propugnó un proyecto basado en la
do a la legitimación de los mismos actores sociales y políticos participantes en empresa privada, la apertura de la economía, la desregulación estatal y el rol del
ese consenso, los que pasaron a limitar su accionar a los marcos institucionales. mercado, proyecto que finalmente devendrá en el esquema neoliberal.
Todos estos fenómenos, por cierto, constituyeron los contenidos de un claro Los sujetos que estaban tras los tres proyectos globales tenían represen­
proceso de democratización del sistema político. Dentro de éste, todos tuvie­ tación en una u otra instancia del Estado. Al interior de éste, por tanto, se des­
ron u n lugar, desde la derecha conservadora hasta la izquierda comunista y plegó una lucha que tenderá a agudizarse y a desbordarse al conjunto de la
socialista, la que oportunam ente había cambiado sus énfasis en la revolución sociedad. Esta lucha, en particular durante los sesenta, se tradujo en cierto
por un acento en la democratización. desequilibrio de fuerzas en favor de los sujetos populares y mesocráticos vin­
culados políticamente al centro-progresismo y a la izquierda, desequilibrio que,
El desarrollo de la ciudadanía que todo esto supuso, vino, de otra parte, por tanto, irá en desmedro de los sectores empresariales y de derecha. El Esta­
vinculado a la realización de los intereses corporativos de los estratos popula­ do de compromiso, que había sido puesto en jaque con la emergencia de los
res y mesocráticos. Las dem andas de éstos, en efecto, a través de los partidos, tres proyectos globales, vio ahora agudizada su crisis.
repercutían en el sistema institucional, donde buscaban satisfacción, estimu­ Algunos efectos de estos desarrollos en el plano político estatal fueron
lándose así la participación cívica. los siguientes.
Las m encionadas tendencias democratizadoras, sin embargo, se vieron Primero, se produjo una nueva oleada de desarrollo de la ciudadanía y
morigeradas al final del período debido a factores internacionales. La Guerra de la democratización del sistema político. Fue derogada la Ley de Defensa de
Fría, en efecto, influyó decisivamente en la promulgación de la «Ley de Defen­ la Democracia; se democratizó el sistema electoral a través de la cédula única.
sa de la Democracia», que excluyó al PC del sistema político. Este partido, sin Más adelante, durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva, se reformó la
embargo, lejos de optar por una alternativa antisistémica, intentará reinsertarse Constitución haciendo posible la ciudadanía de los mayores de 18 años y de
en el orden institucional p o r la vía de su democratización, cosa que se logrará los analfabetos; se dio pie, a través de distintas iniciativas legales, a la organi­
recién en el período siguiente, a fines de los cincuenta, mediante la conforma­ zación y participación en la vida cívica de nuevos estratos de la población,
ción del Bloque de Saneamiento Democrático. como los campesinos y los pobladores, etc.
Estos procesos democratizadores vinieron acompañados en el plano de
la cultura política de una creciente m entalidad utópica y anticapitalista. La
III dicotomía «reforma versus revolución», que en cierto sentido expresaba la
dualidad de caminos propiciada por la revolución cubana y la Alianza para el
El agotamiento del patrón de desarrollo sustitutivo de importaciones a Progreso, de algún modo evidenciaba la crisis de las soluciones conservado­
comienzos de los cincuenta, como se señaló arriba, trajo consigo la emergencia ras, las que pasaron a ser vistas como cosa del pasado. Se crearon, de este
de tres proyectos globales que pretendían sustituirlo. Uno correspondió a la modo, condiciones propicias para la implementación de proyectos de cambio,
izquierda, el otro al emergente centro democratacristiano, y el tercero a la de­ lo que, a su vez, puso a la defensiva a las fuerzas del empresariado y la dere­
recha. La lucha entre estos tres proyectos globales y la imposición y posterior cha, que pasaron a sentirse crecientemente amenazados. Ello, por cierto, es un
consolidación de uno de ellos otorga, como se dijo, el contenido fundamental factor explicativo de su evolución hacia posiciones autoritarias y de hecho con­
de la historia política de la segunda m itad del siglo XX. trarias a los procesos de democratización en curso.

166 167
En segundo lugar, se puso definitivamente fin al consenso que había de las bases de una profunda crisis estatal, claramente abierta durante el go­
caracterizado a la clase política bajo el Estado de compromiso. De la política bierno de Eduardo Frei Montalva, crisis que culminará entre 1970 y 1973.
transaccional se pasó a la política confrontacional en tom o a proyectos globales,
los que intentaron movilizar en su favor a todos los apoyos sociales que les
fuera posible. La polarización social y política se fue así convirtiendo en una IV
realidad. El gobierno de Frei Montalva fue m uy ilustrativo al respecto.
Adicionalmente, los proyectos globales fueron requiriendo para su even­ Entre 1970 y 1973, la polarización política y social de la que estaban
tual implementación, que el Estado como tal fuera en su integridad copado por las preñados los procesos descritos alcanzó niveles inéditos. Fue entonces cuando
fuerzas políticas y sociales que constituían su sustento. No fue casualidad que la la derecha transitó desde su protorrupturism o de fines de los sesenta a un
«Revolución en Libertad» se implementara a través de un gobierno de partido rupturism o abierto.
único, que pretendía superar el esquema de los tres tercios en su favor por la vía La mencionada polarización que se produjo durante estos tres años se
de conquistar la mayoría absoluta de las adhesiones sociales y políticas. vinculó al predominio de los rupturism os por sobre los gradualismos y a la
Lo que, en síntesis, se pasó a perseguir fue la obtención de triunfos y inexistencia de un centro pragmático capaz de llegar a acuerdos estabilizadores
derro tas totales e irreversibles, que dism inuirían esencialm ente o bien con el gobierno de la UP, cuestión que el Presidente de la República y la iz­
erradicarían a los adversarios m ediante la transformación estructural de la q u ie rd a g ra d u a lista siem p re in te n ta ro n . El re su lta d o de ello fue la
sociedad. Dentro de esta lógica, había que reestructurar el Estado en función deslegitim ación del marco institucional de los conflictos y el derrum be
del respectivo proyecto global. institucional del 11 de septiembre.
En tal contexto se produjo un tercer cambio importante. Ciertos actores En este proceso, la derecha consiguió los objetivos estratégicos que se
políticos dejaron de prestar su adhesión al marco institucional de los conflic­ propusiera a fines de los sesenta, es decir, la alianza entre ella, el empresariado,
tos, dando paso a posiciones rupturistas. En este sentido figura, por un lado, el los militares y ciertas clases medias. La deslegitimación del marco institucional
PS y el MIR, que consideraron que ningún cambio real era posible sin superar de los conflictos había terminado así siendo funcional a aquel rupturism o que
la institucionalidad burguesa m ediante una revolución armada. Por el otro, la pudo cooptar a las FFAA.
derecha, reestm cturada en el PN, evolucionando desde el liberalismo al nacio­ La dictadura militar que entonces se instauró implicó el comienzo de
nalismo, empezó a m irar con insistencia hacia los militares, imbuida de cierto una profunda reestructuración del Estado. Más allá de la cancelación de la
espíritu protorrupturista que se tradujo finalmente en la propuesta de confor­ vigencia de la Constitución de 1925, la esencia de esta reestructuración consis­
m ar una Nueva República, donde aquellos tuvieran un lugar en la administra­ tió en la inserción de las FFAA en los dispositivos del poder, la eliminación de
ción del Estado bajo los conceptos de Seguridad Nacional. La derecha, final­ los actores sociales y políticos de centro e izquierda de las instancias estatales
mente, asustada por el alza de los proyectos anticapitalistas del centro DC y de y el posesionamiento íntegro de estas por parte de los sectores conservadores.
la izquierda, se propuso generar una alianza de largo aliento en la que partici­ El Estado autoritario así conformado, además, se encargó de destruir,
paba ella, las FFAA, el empresariado y ciertas clases medias despolitizadas mediante inéditas y prolongadas cuotas de violencia, a los sujetos populares y
inquietas por el ascenso de los sujetos populares. Este bloque debía impulsar mesocráticos. De tal modo se resolvió la pugna entre los tres proyectos globales
una reconstitución del Estado, logrando así las condiciones políticas para la inaugurada en los cincuenta. Se impuso el proyecto de la derecha, que devino
implementación de su proyecto de m odernización capitalista1. en neoliberalismo.
Comunistas y democratacristianos, a contrapelo de lo anterior, m antu­ La reestructuración autoritaria del Estado terminó, por tanto, siendo
vieron su adhesión al marco institucional dentro del cual insertaron sus pro­ funcional a la implementación de este proyecto global.
puestas de cambio, aspirando a la modificación del orden legal sin ruptura y
desde adentro.
La tendencia al abandono de la adhesión al marco institucional de los
conflictos por parte de fuerzas políticas y sociales importantes, constituye una

168 169
m eso crático s en que an tañ o se ap o y aro n , o bien, en la m ed id a que
V esmirriadamente subsistían, a controlarlos burocráticamente a fin de que no
levantaran reivindicaciones disfuncionales a las nuevas realidades políticas.
Se podría decir que la implementación del proyecto global neoliberal De tal m odo, dichos p a rtid o s term in aro n in sertán d o se en el p o d e r y
registra dos fases principales con una transición entre una y otra. La primera abuenándose con los poderes fácticos. Así, los consensos parecieron volver a
abarca desde septiembre de 1973 hasta los primeros años de los ochenta. De­ predom inar entre los distintos sectores de la clase política chilena.
jando de lado todo lo referente a la destrucción de los sujetos populares y Es cierto que dichos consensos se centraron especialmente en el modelo
mesocráticos y a la cancelación de las medidas anticapitalistas del gobierno económico. En lo político, los llamados enclaves autoritarios son, en efecto, más
anterior, el contenido de esta fase consistió en la instauración de las llamadas bien materia de disenso. Pero la clase política de centro izquierda, en virtud del
modernizaciones. Incluyó también el diseño político institucional materializa­ «realismo», no está dispuesta a jugarse en contra de ellos y más bien espera que
do en la Constitución de 1980, con su correspondiente definición de los milita­ los poderes fácticos acepten su modificación. Entre tanto, de hecho los tolera.
res como garantes de la institucionalidad, Constitución que, como es sabido,
rigió desde marzo de 1981 sólo en su articulado transitorio.
Luego, se abrió paso a una especie de transición factual, que podríamos
VI
situar con la emergencia de las protestas nacionales en 1983. Esta transición
tuvo como contenido una crisis que consistió en el agotamiento de la adminis­ Este desenlace de los conflictos, los consensos a los que llegara la clase
tración militar debido a la reemergencia de los sujetos populares y mesocráticos política, con excepción de la izquierda extraparlamentaria, respecto del patrón
activada por la recesión de 1981. Tal crisis -más ciertas presiones internaciona­ de desarrollo a implantar, vino, sin embargo, seguido de una crisis de la ciuda­
les, especialmente norteamericanas- hizo posible un dificultoso e inestable danía, una de cuyas caras fue la disolución o jibarización de los sujetos
acuerdo entre los portadores del proyecto neoliberal y la clase política oposito- mesocráticos y populares.
; ra de centro izquierda, la que aceptó integrarse al marco institucional creado Tal crisis fue, por un lado, el resultado de las profundas mutaciones
| por la dictadura militar, desmovilizando de paso a los sujetos mesocráticos y culturales de las últimas dos décadas. De acuerdo a éstas, a diferencia de anta­
populares que reem ergían. Ello, p o r su parte, im plicó el aislam iento y ño, pasó a considerarse que las soluciones a los problemas tendrían más bien
í marginación de la izquierda radical, entonces todavía poderosa. carácter individual que colectivo. Ello, adicionalmente, se verificaría teniendo
A través de los mencionados acuerdos se crearon las condiciones para acceso al mercado como consumidor, cuya contrapartida es un redoblado es­
í que el proyecto neoliberal fuera adm inistrado por los civiles, con lo que gana- fuerzo laboral, lo que ciertamente tiene toda una connotación disciplinadora
| ría la legitimidad y estabilidad que los militares no le habían podido finalmen­ de los comportamientos de la población. La esfera pública, desde esta óptica,
te aportar. empezó a aparecer como irrelevante en tanto no interfiriera con la privada.
Como resultado de todo ello se abrió paso a la segunda fase del proyec­ Influye, en segundo lugar, en ja crisis de la ciudadanía, la renuncia de la
to neoliberal. Esta se inició a través de ciertas reformas a la Constitución de esfera política a discutir la cuestión de los fines, la que ya estaría resuelta con el
1980, unido a la vigencia de su articulado permanente. Tales reformas, en todo actual modelo societal, objeto de consenso. Privada de ese ámbito del debate,
caso, no eliminaron el carácter tutelar de las FFAA sobre el sistema político ni como lo señala Moulian, a la política pareciera quedarle reservado un terreno
su rol de garantes de la institucionalidad ni los llamados enclaves autoritarios, de preocupaciones más bien subalterno en tom o a la repartición de las cuotas
i Se celebraron entonces las elecciones presidenciales que permitieron que de poder, todo bajo la sospecha de cobijar prácticas prebendarías y corrupcio­
en marzo de 1990 asumiera un gobierno civil. A partir de allí el modelo pasó a nes. La separación entre ética y política que tal percepción supone, aleja de
ser adm inistrado por la DC y el grueso de la ex UP, ahora unidos en la todo civismo a la población, en particular a los jóvenes.
Concertación. Es decir, precisamente por aquellos segmentos de la clase políti­ La crisis de la ciudadanía potencialmente podría, de otra parte, traer con­
ca que habían sido derrotados en 1973. Por cierto que previamente ellos ha­ sigo una crisis de las legitimaciones demoliberales del Estado al evidenciar que
bían experimentado un largo proceso que los había conducido a renunciar a no existe el soberano por ellas supuesto ni, por tanto, tampoco su representación
j sus antiguas utopías y proyectos, a disolver a los sujetos populares y en las instituciones. Pero esto, claro está, no es más que una posibilidad.

170 171
Se llega así al fin de siglo con un Estado fuerte, funcional a un proyecto Exilio y retorno. Chile 1973-1994*
neoliberal, controlado férream ente p o r los poderes tácticos, es decir, el
empresariado, los militares y la derecha política, en estrecha alianza. Estos, en
parte obligados por los acontecimientos, pero en parte también en virtud de su Carmen Norambuena Carrasco1
visión y realismo político, no sin dudas ni conflictos internos, supieron opor­
tunam ente am pliar la base social de su proyecto, cooptar a la clase política
opositora compartiendo ciertas cuotas de poder con ella. Al proceder así, de
paso decapitaron a los declinantes sujetos mesocráticos y populares dificul­
tando con ello, en fin, la emergencia de proyectos alternativos al vigente.
Acorde con estas particularidades, el Estado fuerte existente fue, por
último, capaz de coexistir con un régimen de libertades públicas y con una
fo rm a lid a d dem o crática que p u e d e fu n c io n a r com o legitim ad o ra (y
disimuladora) de un poder real que, por otro lado, se siente protegido por los
llamados enclaves autoritarios, por lo cual no está dispuesto a disolverlos. En Se ha dicho que la diferencia fundamental entre la emigración y el exi­
todo caso, ese régimen de libertades públicas y tales formalidades democráti­ lio es el carácter de oligatoriedad de éste último, pues, las personas son com-
cas, como los últimos acontecimientos parecieran demostrarlo, quizás sean más pelidas de manera inminente a abandonar el país, por tiempo indefinido.
frágiles y epidérmicos de lo que aparentan. Desde otro ángulo, el exilio es uno de los tantos mecanismos de represión
utilizado por gobiernos de corte autoritario, para impedir el cumplimiento y
la influencia de proyectos políticos, al mismo tiempo que la imposibilidad de
continuar los planes de desarrollo personal que cada cual se ha forjado, todo
lo cual, finalmente, trastoca en forma radical la vida de las personas. Desde el
punto de vista sicosocial, el exilio implica una ruptura abrupta del individuo
con su entorno a la vez que un desarraigo de su medio social y cultural.2
No hemos tenido noticia de ninguna persona involucrada en el exilio
chileno que, al momento de abandonar el país, no pensara que el regreso
estaba previsto para algunas semanas o meses después. Cuando el horizon­
te de la vuelta se alejaba día a día, el ánimo de estos hombres y mujeres fue
lentam ente deteriorándose, provocando, en m uchos de ellos, problem as
sicológicos graves, ru p tu ras fam iliares, en fin, todas las secuelas de la
desadaptación. Los más visionarios y fuertes asumieron que el proceso sería
de mayor alcance e iniciaron acciones tendientes a desarrollar concientemente
un plan de inserción en la sociedad de acogida. Al mismo tiempo, muchos se
comprometieron en un movimiento de solidaridad con Chile y de presión al
gobierno militar.

En esta investigación participa como ayudante la estudiante de Magíster en Historia de la Universidad


de Chile, Gcorgina Vergara Aceituno.
Doctora en Historia. Universidad Complutense de Madrid. Académica de la USACH.
DIAKONIA. Acción Ecuménica. «La problemática del retom o de los refugiados latinoamericanos».
Cap.II, 1984.

172 173
Estas características del exilio han llevado a establecer que el proce­ no hubo ente o componente social que no se viera expuesto a una lucha
so genera siempre una ambivalencia y aparece siempre ligado a dos polari­ fratricida. Familia, escuela, sindicato, asociación, iglesia, universidad, nin­
dades inevitables, en las que el individuo se siente desgarrado; por un guna escapó de la avalancha arrolladora de los acontecimientos que uno tras
lado, el alivio tan esperado para una situación penosa y, por otro lado la otro iban provocando cada vez peores consecuencias.
angustia de partir, el miedo a lo desconocido, la ruptura de sus lazos y el El derrocamiento del presidente Salvador Allende no fue más que uno
abandono de un proyecto vital.3 de los eslabones de esta cadena, de esta hecatombe. Chile, un temprano ejem­
En suma, como muy bien lo han definido los especialistas: «El exilio plo de consolidación democrática en la América decimonónica y ejemplo de
es siempre destierro, uno de los «castigos» más antiguos: el que manda o solidez democrática en el siglo XX, caía estruendosamente y pasaba a integrar
gobierna, expulsa, aleja y relega a una persona del país, de la patria en que el grupo de países latinoamericanos caracterizados por los golpes y las dicta­
nació y creció: Significa oprobio, humillación, vergüenza, aun cuando com­ duras militares. De la noche a la mañana el país ponía enjuego de azar todo su
porte alivio y cese de la persecución y del acoso». patrimonio social y moral.
«Esta partida es un huir sin «despedida» que marca el comienzo del Tres etapas podemos distinguir en el proceso de exilio y retom o que
trabajo de duelo del exilio, que se impone como el de una partida no desea­ vivieron miles de chilenos luego del quiebre institucional que vive el país a
da y no «ritualizada», que alimenta el sentimiento de lo irrecuperable, de un partir de los acontecimientos de 1973.
«algo irrecuperable», algo que se ha perdido en algún lado, algo que se ha La primera es la que va desde 1974 hasta 1980, caracterizada por la sali­
interrum pido con demasiada brusquedad y que permanecerá como aquello da masiva de exiliados. La segunda, que cubre la década comprendida entre
que no podrá recuperarse».4 1980 y 1990, en que la salida de exiliados políticos disminuye, al mismo tiem­
Frente a esta situación, el afectado intenta explicarse su situación en tér­ po que se inicia el proceso de retomo. Por último, la tercera etapa, de 1990 a
minos políticos, reafirmándose en sus características de exiliado político. Hay 1994, que es la del retorno propiamente tal.
concordancia entre quienes tratan este tema que es esto lo que contribuye a
constituir su nueva identidad.
En Chile, desde los primeros tiempos de la vida republicana la historia
Primera etapa (1973 -1980)
del país consigna situaciones individuales y colectivas de expulsiones motiva­
das por asuntos políticos, pero que jamás tuvieron la connotación de masividad El sistema de salidas obligadas del país tiene su origen en el Decreto
del exilio político de los años setenta.5 Ley N°81 6, el cual facultaba al Gobierno para disponer la expulsión o aban­
Agotado el sistema político constitucional dispuesto por la Constitu­ dono del país de determinadas personas fueran estas nacionales o extranje­
ción de 1925, este tuvo su desenlace en una cruenta lucha ideológica que remo­ ras, cuando se tratara de situaciones derivadas del tiempo o del estado de
vió los cimientos de la nación chilena. Entre sus múltiples consecuencias el Guerra, o cuando así lo requirieran los altos intereses de la seguridad del
derrum be político trajo consigo una crisis social de vastas proporciones donde Estado. También expresaba que las personas afectas a tal disposición po­
dían elegir libremente su lugar de destino. El mismo Decreto expresaba que
Fanny Pollarolo y M ana Eugenia Rojas Escritos sobre el exilio y el retorno. 1978-1984. Edit.FASIC, las personas expulsadas o que hubieran sido obligadas a abandonar el país
1984. p.30. no podrían regresar sin la autorización expresa del Ministerio del Interior.7
M aría Isabel Castillo Vergara «Jóvenes chilenos que retoman: perspectivas para una reparación
social». ILAS (Instituto Latinoamericano de Salud Mental y Derechos Humanos). Ponencia
Los que no acataran esta disposición, se presumiría que lo hacían para aten-
presentada al I Seminario Internacional sobre «Consecuencias de la represión en el Cono Sur: sus
efectos médicos, psicológicos y sociales». Montevideo, mayo de 1986. p.39.
En este sentido se puede hacer mención al exilio a que se vieron forzados los proceres de la Diario Oficial de 6 de noviembre de 1973.
Independencia, como Bernardo O'H iggins; o los derrotados de la Guerra Civil de 1891 que puso La referencia se hacía a aquellas personas que hubieran salido del país por la vía del asilo; las que
fin al gobierno del presidente Manuel Balmaceda, o las persecuciones y consiguiente extrañamiento abandonaron el país en forma irregular; las que salieron expulsadas por el gobierno; las que estaban
en el prim er gobierno de Carlos Ibáñez del Campo y las consecuencias de la Ley de Defensa de la cumpliendo penas de extrañamiento; y las que fueron llamadas a presentarse ante la autoridad y
Democracia, dictada en tiempos del presidente Gabriel González Videla, que significó también la que encontrándose en el extranjero, no se presentaran.
salida del país de muchos militantes de la izquierda chilena.

174 175
tar en contra de la seguridad del Estado, siendo sancionada tal infracción con dos casos a personas que en ese momento se encontraban o estaban en calidad
de condenadas.
la pena de presidio mayor en su grado máximo.8
Complementario a lo dispuesto en el D.L.81, fue el Decreto Ley N°.604 Las disposiciones jurídicas hasta aquí descritas no dejan traslucir el im­
de 10 de agosto de 1974, que establecía que cualquier chileno o extranjero pacto que en las personas y su respectivo grupo familiar causaron. Más aún, si
que no se encontrara en alguna de las situaciones descritas en dicho decreto, se tiene en consideración que la gran mayoría no habían incluido abandonar el
también podía impedírsele la entrada al país. Concretamente aquellos que país en sus proyectos de vida, de corto o mediano plazo. Gran núm ero de
propagaran, de palabra o por escrito o por cualquier otro medio, doctrinas personas, a veces familias completas, optaron por el asilo en distintas embaja­
que tendieran a destruir o alterar por la violencia el orden social del país o das, debiendo el gobierno militar otorgar los salvoconductos pertinentes.
su sistema de gobierno. También, aquellos que estuvieran sindicados o tu­ En la práctica la llamada Política de Liberación o de Deportaciones signi­
vieran reputación de ser agitadores o activistas de esas doctrinas. También ficó la elaboración de listas sucesivas de 100 personas. En estas tomaron parte,
los que ejecutaran hechos que las leyes chilenas calificaran de delito contra junto al gobierno, organismos tales como el Comité de Refugiados, la Cruz Roja
la seguridad interior, la soberanía nacional o el orden público del país; los Internacional y el CIME (Comité Internacional para las Migraciones).
que realizaran actos contrarios a los intereses de Chile; y los que a juicio del La labor de los encargados de los organismos internacionales se inicia­
gobierno constituyeran un peligro para el Estado. ba con una conversación con los afectados para cerciorarse de la aceptación de
En otra disposición de la misma Ley, se lee que los chilenos a quienes se abandonar el país. Luego, los funcionarios se encargaban de realizar gestio­
les hubiese prohibido el ingreso al país, podrían solicitar, a través del consula­ nes ante diversos países a fin de ubicar a estas personas y sus familias. Países
do respectivo, autorización al Ministerio del Interior para ingresar al territorio como México y Venezuela aparecen entre los primeros en aceptar a estos de­
nacional. En el siguiente artículo, se indica que las personas afectadas por di­ portados.11 A la política de las deportaciones masivas también se fueron in­
cha prohibición que lo hicieren, serían afectadas con la pena de presidio ma­ corporando personas que encontrándose en libertad eran arrestadas y envia­
yor en su grado máximo.9 Estas fueron, en general, las disposiciones que sir­ das al exilio. Estando vigente tales disposiciones hubo, por cierto, situaciones
vieron de marco legal al exilio chileno. que las trasgredieron. Es decir, hubo personas que no eligieron destino, otras
En esta misma línea, acerca del origen jurídico de las expulsiones del que no fueron interrogadas acerca de sus determinaciones y, algunos que es­
país, al cumplirse un año del Gobierno Militar, se dictó una nueva disposición, tando en libertad fueron arrestados y sometidos a estas normas. No faltaron,
la que se dio a conocer a la opinión pública como «Programa de Liberación de tampoco, otros que estando fuera del país haciendo uso de alguna destinación
Detenidos Políticos», lo que ha sido considerado como el punto de partida de oficial, o siguiendo estudios de perfeccionamiento, no pudieron regresar por
las deportaciones masivas. El fundam ento del Gobierno fue: temor a ser sometidos a algunas de las normas restrictivas.
«En cuanto a los detenidos en virtud del Estado de Sitio, y a las perso­ El exilio chileno, con toda propiedad, podemos caracterizarlo como un
nas que se encuentran procesadas, a pesar de las graves responsabilidades proceso fundamentalmente familiar. Se ha estimado que el 76.15 % de los titu­
legales o morales que se ha logrado configurar en su contra, el gobierno anun­ lares de exilio fueron acompañados por sus respectivas familias, siendo la ma­
cia que está dispuesto a autorizar que, con la sola excepción de algunos casos yoría de ellos casados. El 79.35 % tenían familia integrada por dos, tres y cuatro
de especial gravedad, quienes lo deseen pueden abandonar definitivamente personas. También, se puede caracterizar como un proceso de sello masculino,
el territorio nacional. De no haber uso de ese derecho los .afectados quedarán pues, el 66.82 % de los titulares eran varones. Sin embargo, la presencia de un
sometidos a las normas propias del Estado de Sitio o a los resultados del pro­ 33.18 % de mujeres señaladas como causantes del abandono del país merece
ceso correspondiente».10 Esta norm a se aplicó e hizo extensiva en determina­ una especial consideración, en relación al grado de compromiso que éstas te­
nían con el derrocado régimen. Los hombres y mujeres comprendieron que si
Dccreto de Ley N°81 de 6 de noviembre de 1973. su grupo inmediato seguía en el país, se vería expuesto a represalias de diferen­
M aría Alejandra Barro Jofré «El derecho a vivir en la patria». Seminario para optar al grado de te tipo. De otra parte, frente a la amenaza externa el grupo nuclear se cohesionó
licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales. Universidad de Concepción, 1986. pp.122-128.
Discurso del General Augusto Pinochet. 11 de septiembre de 1974. Tomado del Documento «Sobre
la Política de Expulsiones» del Departamento Penal de la Vicaría de la Solidaridad. Mecanografiado, Diario El Mercurio de Santiago de 7 de enero de 1975.
sin fecha (siete págs.).

176 177
tomando la decisión, cuando se pudo, de no separarse, de partir o de reunirse en Segunda etapa (1980 - 1990)
el extranjero. Razones más que atendibles y confirmadas cuando examinamos
las causas que los retomados señalan como motivo de su extrañamiento.
La década de los ochenta se iniciaba con un clamor, principalmente de
En forma específica, las causales de salida se han agrupado de la si­
la Iglesia Católica; de propiciar el regreso de los chilenos, manifestándole expre­
guiente manera, en base a 8.698 casos de titulares de exilio: Conmutación de
samente al Gobierno la sugerencia de implementar una comisión que sin espe­
p en a 3.02%, A silado 11.42%, E x pulsado 5.08%, E x-D etenido 21.83%,
Reunificación familiar 0.58%, Persecución directa 30.89%, Ayuda a terceros rar necesariamente las solicitudes de los afectados determinara, efectivamente,
quiénes podían y quiénes no estaban autorizados a regresar al país.15
9.18%, Pérdida de trabajo (por razones políticas) 8.97%, Impedimentos políti­
La prensa interesada en el debate sobre el tema del retomo, lanzaba la
cos (estudiantes) 1.32% y Otras 7.70%.12
pregunta: ¿Por qué no pueden regresar todos los exiliados?, distinguiendo
Es interesante conocer los años en que se produjeron las salidas. El 52.11%
en el análisis cuatro situaciones: en primer lugar, el gm po que no lo había
(titulares) abandonó el país entre 1973 y 1976; y el 16.3% entre 1977 y 1980. Un
solicitado; luego el caso de aquellos que deseando regresar, no quisieran
10% entre 1980 y 1984.
someterse a las formalidades legales que la autoridad exigía; en tercer lugar,
Según los antecedentes y la documentación que poseemos habrían sali­
se reconocía a un grupo que era considerado como una amenaza para la paz
do del país 408.000 personas, siendo sus principales destinos Argentina (50.78%)
interna -situación reconocida por los propios obispos, según la prensa-, «en
Estados Unidos(7.87%) Venezuela (6.18%), Canadá (3.85%) Francia 3.68%, Ita­
cuyo caso no cabría discutir la posición gubernativa de negarles el ingreso al
lia (2.38%), Suecia (2.38%), y Australia (2.21 %).13
país»; y, por último, estaban aquellos que, no representando ningún peligro
En la dimensión hum ana del exilio, llama la atención el número de falle­
para la seguridad interna, habían visto rechazadas sus solicitudes, lo que se
cidos en el extranjero y las causas que provocaron estos decesos. Aunque nues­
podría deber a un error o también a que el criterio de la autoridad en estas
tras cifras son fragmentarias, dan una dimensión de un elemento más que se
materias, para calificar la peligrosidad de una persona, fuera distinto a la de
agrega al ya difícil problema que viven las familias chilenas.
quienes luchaban por el regreso de los exiliados.16
Entre 1974 y 1982, fallecieron en el extranjero setenta y una personas,
Cinco años después del golpe militar, al am paro de la Ley de Amnis­
35 hom bres y 13 mujeres. Las causales de m uerte sólo son un indicativo,
tía de 18 de abril de 1978 17, dictada con el fin de unificar y reconciliar a los
pero necesariamente habría que ampliar estos estudios. El 50% de los casos
chilenos, un gran número de personas intentó regresar al país, sin embargo,
tenía más de 50 años, siendo las edades extremas 16 y 85 años. De las causas
cada solicitud fue analizada conforme a los antecedentes políticos anterio­
de m uerte es sorprendente que, de los casos conocidos, el prim er lugar lo
res a 1973, lo que dificultó un retom o masivo.18 A la vez, la prensa oficialista
ocupa el suicidio (12 casos), el segundo el infarto (6 casos) y, el tercero, acci­
dentes y cáncer (cuatro casos cada uno).14
También contribuyeron a esto los llamados movimientos de protesta nacional, los que a partir de
mayo de 1983 presionan fuertemente, lo que llevó al gobierno a implementar un sistema de «listas»
Oficina Nacional del Retomo Informe Estadístico Final. Estadísticas basadas en información
en las que se permitió el retom o de centenarés de personas.
correspondiente a 18.042 titulares, que involucraban un total de 52.557 personas. Informe al mes
Diario La Segunda, página editorial, 10 de enero de 1981.
de julio de 1994. s.n.15 páginas.
D.L. N.2191. A la letra el art.l otorgaba la amnistía « ...a todas las personas que, en calidad de
Cálculos de estudio hecho por la Vicaría de la Solidaridad, en «Esquemq de la Represión en Chile.
autores, cómplices o encubridores hayan incurrido en hechos delictuosos, durante la vigencia de la
1973-1990». p.23. En este documento se lee: «El exilio económico estaba concentrado en Argen­
situación de Estado de Sitio, comprendida entre el 11 de septiembre de 1973 y el 10 de marzo de
tina, Brasil, Venezuela y Estados Unidos. En Canadá y Australia, el exilio político y económico
1978, siempre que no se encuentren sometidas a proceso o condenadas».
eran muy equilibrados y en el resto de los países primaba el exilio político.
El artículo 2 otorgaba la amnistía “ .. .a las personas que a la fecha de vigencia del presente decreto
Llama la atención el caso de Cecilia Orellana Aguirre, de 16 años, que se suicidó, en Francia.
ley se encuentren condenadas por los tribunales militares, con posterioridad al 11 de septiembre de
También en Francia, el de Rubén Pino Mendoza de 50 años, quien mató a su hijo de un balazo y
1973” . Este es lo más positivo del D.L. 2.191, puesto que la amnistía es otorgada a los presos
luego se suicidó. En Documentos exilio-retomo: aspectos legales. Actividades Comité Pro-retomo
políticos condenados y a aquellos que estuviesen cumpliendo penas de destierro en el exterior.
Solidaridad Internacional. Biblioteca Nacional, 1991. Otra información señala que el total de muertos
En 1978 el Movimiento de Izquierda Revolucionaria MIR, implemento la llamada «Operación
en el exilio ascendió a 136 personas, de las cuales tres fueron asesinadas (señor Orlando Letelicr,
Retomo», l.o que significó el ingreso al país de numerosos exiliados de forma clandestina.
señor Carlos Prats y señora Sofía Cuthbert) y otras 23 se suicidaron. Revista “Análisis”, N°23, del
5 al 11 de septiembre de 1988, p. 26.

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señalaba que muchas de las acciones calificadas de «terroristas o subersivas» de conflicto intrafamiliar y de desilusión, producto, muchas veces, de las adversi­
estuvieron protagonizadas por exiliados que habían logrado retom ar al país.19 dades del medio, especialmente se reflejan los sentimientos en relación a expecta­
A comienzos de 1981, en la prensa se leía una interesante fundamentación tivas no logradas. Todos los elementos causales de frustración, como dificultades
respecto del exilio y la reconciliación. En ella se hacía alusión a que en septiem­ de idioma, carencia de oportunidades de trabajo o de estudio, dificultades de adap­
bre de 1980 se había votado la nueva Constitución, aprobándola un 67% del tación escolar de los niños, pérdida de status social, frustraciones en el plano polí­
electorado. Una de sus disposiciones (artículo 24 letra c) expresaba que el Presi­ tico, miedo y temor, etc., se vuelcan en la familia. Esta se transforma en una espe­
dente de la República podrá, si a su juicio se produjesen actos de violencia cie de receptor de frustraciones que buscan su compensación o reparación.
destinados a alterar el orden público, «prohibir el ingreso al territorio nacional Pero, superadas esas dificultades, el individuo o las familias se propo­
o expulsar de él a los que propaguen las doctrinas a que alude el artículo 8 de la nen y tratan de alcanzar metas a corto, mediano o largo plazo. En estas últimas
Constitución o a los que estén sindicados o tengan reputación de ser activistas se incluye el deseo de reestructurar lo que el exilio determinó como quiebre y
de tales doctrinas, y a los que realicen actos contrarios a los intereses de Chile o ruptura. En un intento de proyectarse hacia el futuro, la persona crea un vín­
constituyan un peligro para la paz interior».20 culo entre éste, el pasado y el presente, que tiene características de balance de
A pesar que el art. 19 de la Constitución aseguraba: «El derecho a la todo lo vivido. Es una etapa de redefiniciones, y a nivel familiar se produce,
libertad personal y a la seguridad individual», es decir, el derecho de todas las nuevamente, una situación de alto riesgo para la cohesión del grupo, ya que
personas a residir en cualquier lugar de la República, el éxodo continuó, no aquí confluyen todas las experiencias acumuladas.
sólo por las causas motivadas por la situación inmediata al golpe de Estado, es La toma de decisión más fundamental que se plantea el exiliado en esta
decir, la persecución política de los primeros años, sino también otra, motiva­ etapa, es el retorno o la permanencia en el país de acogida. El tema es asumir la
da preferentemente por motivos económico-sociales. Esta salida fue origina­ condición de emigrante o retom ar al país.
da, entre otras causas, por los despidos masivos de la administración pública,
que se fundam entaban en la necesidad de disminuir el déficit fiscal y que afec­ El retomo
taron, principalmente, a los simpatizantes del anterior régimen.
Efectivamente, el período termina con índices económicos preocupantes, Transcurridos 10 años de la salida al exilio de los primeros grupos, el
pues la economía entra en recesión. El producto geográfico bruto descendió a deseo del regreso al país se intensifica. Sin embargo, la idea primera de un re­
menos de 11,2% y la desocupación se elevó a 26,4%.21 tomo para incorporarse a la lucha contra el régimen, se matiza con nuevas moti­
A pesar de las diferencias individuales y grupales que en cada caso adopta vaciones surgidas del propio exilio. Motivos familiares, anhelos largamente es­
o es vivido el exilio, los estudiosos del tema coinciden en reconocer que en el perados, fuertes nostalgias, van muchas veces superando a los de corte político.
proceso de adaptación a la nueva sociedad se distinguen las siguientes etapas22: Lo cierto es que la suma de causales va influyendo en la decisión de preparar el
Los primeros momentos en la sociedad de acogida están impregnados de senti­ regreso.23
mientos de confusión y euforia. Es necesario que las familias se reencuentren e
inicien la adaptación a la nueva realidad. Luego viene, generalmente, un tiempo
Carta de Aniceto Rodríguez que con motivo de la muerte, en Chile, de su segundo hermano,
escribe:...«Raúl se fue de la vida sin recibir mi despedida fraterna como ambos lo deseáramos. Lo
Diario El Mercurio, Santiago 20 de agosto de 1981.
mismo ocurrió hace siete años con mi otro hermano Robinet, a quien tampoco pude estrechar entre
Diario El Mercurio, 5 de enero de 1981. Este fue el caso de Jaime Castillo Velasco dirigente de la
mis brazos antes que muriera. A raíz de ese hecho triste, en 1980 les escribía a mis dos hermanos:
Democracia Cristiana.
«Sufrí al saber la muerte de nuestro querido hermano Robinet y no sé qué habría dado por estar junto
Documento «Programa de reunificación familiar. Reencuentro en el exilio». FASIC. Colección
a él para darle la postrer despedida. Él fue un romántico rebelde y un poeta... Al salir de Chile me
Documentos. Santiago, enero de 1991. p.50.
regaló una bandera nacional para que la llevase donde quiera que fuese, como un vínculo indestruc­
Carlos Corvalán y Carmen Contreras «Retomo a Chile: retom o en Chile». Ponencia presentada en
tible con la patria que dejaba... Así lo he hecho y pienso volver con ella, algún día, más temprano que
el Seminario Nacional sobre «La migración forzada y el retomo. Los desafíos de la transición.
tarde... no sé en este minuto si el reencuentro será pronto, lejano o imposible. Pero, seamos optimistas,
INCAMI (Instituto Católico Chileno de Migración). Santiago, septiembre de 1989. p.62. En este
y pensamos que los miedos se irán pronto y que yo podré volver a la patria con la bandera que me dio
trabajo se distinguen cinco etapas: la de llegada, la de la orientación, la de la desilusión, la de las
mi hermano caído y que flameará de nuevo junto a miles de otras banderas chilenas que regresarán
proyecciones futuras, y por último la etapa de la toma de decisiones vitales.
desde los cuatro puntos cardinales del planeta». Caracas, junio de 1980. Revista Hoy julio de 1986.

180 181
Estudios preliminares señalan que la idea conductora en el proceso de des para vivir son enormes. No faltan quienes ven en el exiliado una amenaza,
retom o es «reconquistar la identidad que la sienten perdida, o que se encuen­ algunos como un elemento básicamente provocador de disturbios y otros, sim­
tra en crisis durante el período del exilio». Sin embargo, el regreso significa un plemente, como un competidor más por un puesto de trabajo.
proceso de reinserción, más aún, enfrentarse a situaciones que el imaginario Luego viene el reencuentro, en la toma de conciencia que éste es su país
había ido construyendo de una m anera diferente a la que mostraba la reali­ y como tal hay que aprender a vivir en él. Los miembros de la familia, cada
dad.24 Muchos de los que regresaban no tenían resueltas de antemano muchas uno en su actividad cotidiana, familiar o profesional, comienzan a reinsertarse
cuestiones básicas como lo son el empleo, la vivienda, la escuela para los hijos, en los diversos niveles que la sociedad les ofrece y les exige.26
en fin, problemas que tarde o tem prano tendrán muchísimo más peso que lo Quizás a lo anterior se debe agregar los problemas que al interior de
previsto en la organización del regreso. las familias retom adas se detectó. Hijos que sólo conocieron este país por
Las personas con quienes hemos tenido comunicación lo confirman,25 referencias de sus padres y comprueban cómo nada se parecía a lo tantas
concordando en que a la llegada se produce un sentimiento de felicidad, de veces relatado.
euforia incontrolable de volver, el reencuentro con la familia, con los ami­ Las múltiples dificultades que afectaron a muchos de los retomados les
gos, con el barrio, con la cordillera, con el lenguaje. Es la etapa donde todos llevaron a reemigrar y regresar a sus países de exilio o a otros. Para los que
los sentidos están sobre-excitados, los sabores, los colores, los olores, las imá­ lograron rom per la imagen del Chile idealizado, el proceso de adaptación si­
genes, golpean por todas partes a este retomado. Pasado los primeros meses guió su curso, habiendo incorporado a su haber otras formas de vida en que
el asuntó cambia radicalmente, se empieza a descubrir otro Chile, el que a las añoranzas no estarán nunca ausentes.
juicio de los observadores recién llegados ha cambiado de tal manera, que Durante la década de 1980 se desarrolló una acción mancomunada de
para algunos se hace irreconocible. No hay concordancia entre la imagen de varios gobiernos y de Organizaciones No Gubernamentales de los países que
lo que se dejó con la que se observa. Pero esto no es sólo cuestión de imagi­ habían acogido a exiliados chilenos, los que junto al trabajo de sus similares
nario. Efectivamente, los cambios que se produjeron en el país en todo or­ nacionales pusieron en marcha programas de apoyo al retomo.27
den, fueron profundos. De partida el sistema político imperante, la política Entre las organizaciones chilenas hemos rescatado en prim er lugar la
económica en acción, unido a las transformaciones que la sociedad en gene­ Vicaría de la Solidaridad, dependiente de la Iglesia Católica, que desde los ini­
ral y las personas en forma individual, sufrieron. cios del gobierno militar prestó su ayuda a los perseguidos y sus familiares.
De otra parte, se produce en los retomados lo que en estudios migratorios De enorm e im portancia y trascendencia ha sido la Fundación de Ayuda Social
denom inam os «la nostalgia de las nostalgias», es decir, la añoranza del país y de las Iglesias Cristianas (FASIC), la cual desplegó diversos programas, desde
de la gente y de las formas como se vivió el exilio. El proceso de idealización 1978. El Comité Nacional Pro-Retorno de Exiliados, funcionó desde 1979 con un
de lo que se deja se vuelve a vivir, se idealiza la vida en el exilio. Luego viene program a de acogida y orientación a los retom ados; el Hogar Juvenil y Casa
el tiempo de las rupturas, de uniones familiares y de amistad que fueron muy
fuertes pero que se quiebran. Las relaciones solam ente se establecen con
otros retom ados, reproduciendo el esquema del exilio. Los profesionales de FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas) han sintetizado
la reintegración de los exiliados en varias etapas coincidentes con nuestras apreciaciones. Corvalán
Es también u n elemento de confrontación la imagen que los que han
y Contreras, op.cit. p.65.
permanecido en el país tienen de los retornados. A veces, los más cercanos, Entre los miles de testimonios llama la atención una carta dirigida por el Obispo Auxiliar de
piensan que el que regresa trae dinero, que dejó en el extranjero una buena Concepción Alejandro Goic a la Sra Lucía Hiriart de Pinochet, para que intercediera por el doctor
posición y no comprenden por qué regresan a un país en que las dificulta­ Edgardo Condeza Vaccaro y ayudara con su influencia a terminar con el exilio. «Escuche el clamor
de miles de chilenos. Interceda ante quien corresponda para que el doctor Edgardo Condeza Vaccaro
pueda vivir con su esposa, sus hijos, su madre, su tierra. Ayude a acabar con el drama del exilio».
En la respuesta, la Sra Hiriart, además de expresarle que la petición escapa a su ámbito de acción,
Un profesor universitario que vivió el exilio con su familia en Londres, nos comentaba que durante manifiesta: «Pienso que es muy triste indudablemente para una madre, no tener cerca a su hijo,
el primer tiempo vivían semana a semana pensando que en la siguiente sí regresarían. pero también creo que el hijo que le preocupa eligió libremente un camino distanciado de la paz
Documento «Apoyo para la repatriación a Chile y Argentina», pp. 12-14. Informe de evaluación, febrero común y por sus actividades contrarias al orden se fue del país...» Sin embargo, le expresa, el caso
de 1885. Redactado porLars Palmgrcn y Carl-Gustaf Svensson por encargo del organismo sueco SIDA. se encuentra en estudio, en esferas de gobierno. Solidaridad N.227, de julio de 1986.

182 183
de la Juventud «El Encuentro», nació en 1984 en Santiago, para la atención trativa que llevara a cabo tales propuestas en relación a lo que se estimaba una
de jóvenes retom ados sin recursos. Nos llamó, particularm ente, la atención reparación a los daños provocados por el exilio.
la labor desarrollada por la Fundación para la Protección de la Infancia Dañada Así, a los diversos grupos que tempranamente dedicaron sus esfuerzos
por Estados de Emergencia (PIDEE). En el m ismo año de 1985, se creó el Progra­ a apoyar el retom o de los exiliados, se sumó, en 1991, la creación de la Oficina
ma de Retorno y Apoyo Laboral (PRAL), cuyo objetivo fundam ental fue apoyar Nacional del Retomo.30
la reinserción laboral.28 Por otra parte, la salud m ental de los destinatarios Su principal disposición señalaba como objetivo fundamental: «Estu­
de los distintos program as no fue descuidada. El Centro de Investigación y diar, proponer e im pulsar la aplicación de planes, programas y proyectos diri­
Tratamiento del Stress (CINTRAS), creado en 1986, puso en práctica un pro­ gidos a facilitar la reinserción social de los exiliados que tengan o hayan tenido
gram a de salud mental individual y grupal destinado a la atención de los la nacionalidad chilena, así como de los hijos nacidos en el extranjero de padre
retornados. o madre exiliados que sean o hayan sido chilenos, que retomen o hayan retor­
El Servicio Universitario Mundial (WUS), a través de su accionar en Chile nado al territorio nacional».31 La ONR financió sus actividades con un aporte
(WUS-Chile) instauró a partir de 1978 un programa anual de becas para favore­ estatal menor, en tanto que el grueso fue financiado gracias a la cooperación
cer el retomo de profesionales y técnicos. Otra agmpación que funcionó a partir internacional.32
de 1980 fue el Comité de Derechos del Pueblo (CODEPU), desarrolló, además de Los logros de la Oficina Nacional del Retomo se pueden evaluar no sólo
sus dos programas de asistencia legal y de salud mental, un plan de apoyo en la a través del análisis numérico de los 19.251 titulares y de sus grupos familiares
formulación y orientación para la gestación de proyectos de trabajo. que ascendieron a la cantidad de 56.000 personas atendidas por esta institu­
No obstante la intensa labor de estos organismos no gubernamentales, ción, sino, en palabras de su director, por el significativo aporte que ésta hizo a
la asistencia dem andada por los retom ados superaba su capacidad de acción, la reconciliación nacional.
fundamentalmente debido a que los dem andantes eran familias a cuyos com­ Más allá de los problemas del retomo y de la reinserción, el trabajo de la
ponentes debía tratarse en forma individual, cada miembro requería una aten­ O.N.R. significó poner en contacto a través de la «Carta Informativa», a más de
ción diferenciada. Más tarde, al inicio de la transición democrática será el Esta­ cien mil chilenos residentes en distintos países del m undo. Además, el retomo
do quien también asumirá su parte de responsabilidad. significó para el país la llegada de unos 1.300 profesionales formados en el
El proceso de retom o se aceleró con la dictación de una normativa que exterior, sin costo para este país.33
en agosto de 1988 levanta en todo el territorio nacional el estado de emergen­ La edad de los titulares del retomo va mayoritariamente entre los 30 y
cia y el estado de peligro de perturbación de la paz interior, poniendo fin, los 49 años, acumulándose allí el 58.82%. En tanto que el 65.15% de los hijos
oficialmente, al exilio.29 de los retom ados se inscribe entre los 6 y los 20 años.
También hubo especial preocupación por el retorno de los académi­
Tercera etapa (1990 -1995) cos en el exilio. En el mes de diciembre de 1990, se realizó en Santiago el
seminario «Exilio-Retomo de Académicos-Intelectuales», patrocinado con­
juntamente por el gobierno, organismos internacionales, universidades, cen-
Luego del plebiscito del 5 de octubre de 1988, las elecciones presiden­
ciales de 1989 y el inicio del gobierno de la Concertación de Partidos por la
Democracia, se abrieron nuevas expectativas para los exiliados en cuanto a La Oficina Nacional del Retorno se creó por Ley N. 18.994 de 26 de abril de 1991.
las posibilidades de retomo. La propuesta fue crear una estructura adminis- Seminario Exilio y Retomo de Académicos e Intelectuales. «El Reencuentro Es Posible». Santiago,
diciembre de 1990. Imprenta PRISMA CHILE LTDA., septiembre de 1991. pp.135-148.
La colaboración fue recibida, entre otros, de parte la Comisión de las Comunidades Europeas y de
los gobiernos de Alemania, Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Holanda, Suecia y Suiza, que otorgaron
E1 trabajo de PRAL estaba respaldado por WUS-Chile, el Comité Internacional para las Migraciones cooperación bilateral; y los gobiernos España, Italia y Austria que realizaron programas especiales
(C1M), la Vicaría de la Solidaridad, la Pastoral de Derechos Humanos de Concepción, Diakonia de para el retomo de chilenos residentes en sus países.
Suecia y la Consejería de Proyectos para Refugiados Latinoamericanos. 136 médico-cirujanos, 135 ingenieros civiles, agrónomos y de minas, 51 arquitectos, 40 cirujano-
Decretos N°1.197 y N°1.198. Diario Oficial de 27 de agosto de 1988. dentistas, en total más de 550 profesionales. Informe Anual del Director de la O.N.R., 1993

184 185
tros académicos y organismos no gubernamentales. El interés central del se­ por el Estado, con fondos mayoritariamente provenientes de la cooperación
minario giró en tom o a promover un diálogo constructivo, desde los propios internacional.
académicos en proceso de retomo, sobre las posibilidades, las limitaciones y Finalmente, estimamos necesario seguir en la búsqueda de documenta­
las implicancias que significaba este proceso, luego de una ausencia prolonga­ ción pública y privada sobre este tema, fundamentalmente continuar con el
da de la sociedad nacional. Al mismo tiempo que buscar los múltiples caminos registro de testimonios a fin de que la amnesia no impida la conexión pasado-
de reinserción.34 presente. Así con la ayuda de una memoria que no se nubla ante la historia y
Tempranamente, en 1989, el actual senador Sergio Bitar expresaba «res­ una historia abierta a todas las vías de acceso al conocimiento, tendremos la
pecto a los recursos hum anos de tipo docente, también debemos aprovechar oportunidad de reconstruir mejor ese pasado, pues se ha dicho que la memo­
nuestro potencial especializado que está fuera del país...Tal vez nunca en la ria no selecciona y tampoco reproduce sino RECONSTRUYE.
historia, un país latinoamericano había tenido fuera de sus fronteras a una
cantidad tan alta de gente preparada como Chile. Si regresara al país toda la
gente que está en el exterior, un contingente que dom ina casi todos los idiomas
del m undo, que posee variado tipo de experiencias y que incluso conoce hasta
las calles de incontables ciudades, podríamos tener uno de los mejores servi­
cios de relaciones exteriores del mundo. Seríamos capaces de realizar una
comercialización insuperable de nuestros productos en el exterior».35
En la práctica esto se pudo constatar al analizar la profesión u oficio de
los retomados, el 50.81% se inscribe en el grupo de profesionales y técnicos y
el 19.15% como obreros y trabajadores asimilados.

Palabras finales

Efectivamente, podríam os considerar al exilio como otra forma de emi­


gración, distinguiendo en el proceso el carácter impositivo del mismo. Lo que
caracteriza al exilio chileno, a nuestro juicio, es su masividad. Los montos
estimativos varían entre cuatrocientos y seiscientos mil emigrados-exiliados,
sobre una población de 12 millones de habitantes, los cuales se distribuye­
ron por todos los continentes promoviendo, a través de sus propias acciones,
u n movimiento de solidaridad con el país, de extraordinarias magnitudes.
También lo caracteriza el hecho de un regreso masivo por vías particulares,
pues, sólo el 5% de los exiliados retom aron a través de las acciones dirigidas

Con ocasión del Seminario «Exilio-Retomo», presentamos a nombre de la Universidad de Santiago


de Chile la ponencia de esta casa de estudios en relación al tem a del retom o de académicos
«Reconciliación Universitaria» pp. 25-28, en El reencuentro es posible. ONR, SUM UAHC:
Santiago, 1991.
Sergio Bitar «Comentario», en P1IE: Ruptura y Construcción de Consensos en la Educación Chilena.
2da. Ed. ampliada. Santiago, 1989, pp.67-75.

186 187
Los pobladores tomando sitio en la sociedad
chilena, Santiago, 1957 -1970

Mario Garcés D}

Introducción

Nadie podría poner en duda la importancia social y política de esa ma­


yoría popular que conocemos como "los pobladores", como un sujeto social
que ha jugado roles m uy activos en la segunda mitad del siglo XX. Baste sólo
con señalar que durante el largo período autoritario, fueron ellos los que hicie­
ron más radicalmente visible su descontento, cuando se desencadenaron las
"Protestas Nacionales", entre los años 1983 y 1985. Incluso más, haciendo his­
toria contemporánea, se podría afirmar que fueron ellos los que "politizaron"
la crisis recesiva de los años 1982-83 y que prepararon de este modo la búsque­
da de una salida de transición o de retomo a la democracia.
Sin embargo, han existido razonables dudas entre los cientistas sociales
y políticos para determinar si los pobladores alguna vez han constituido un
"movimiento social" en sentido estricto. No es m i propósito entrar de lleno en
este debate casi escolástico de la sociología, sino más bien, a propósito de nuestra
memoria histórica, formular algunas observaciones acerca del período en que
los pobladores comienzan a hacerse más visibles política y socialmente en la
sociedad chilena. Si admitiéramos que los pobladores han constituido uno de
los movimientos sociales relevantes de la segunda mitad del siglo XX, tendría
que decir, que me voy a referir a su fase de constitución en tanto que tal movi­
miento, entre 1957 y 1970, cuando, a modo de proposición general de trabajo,
diré que los pobladores tomaron sitio en la sociedad chilena.

Doctor en Historia. P.U.C.CH. Director de ECO. Educación y Comunicaciones.

189

Ik... .
1. De los conventillos y las callampas La toma de La Victoria puso en evidencia el fracaso de las políticas de
vivienda popular de Ibáñez, que había prometido en 1952, term inar con las
a las villas y poblaciones poblaciones callampas, y estimuló a la administración Alessandri a poner en
práctica la primera política de Estado de envergadura para enfrentar el déficit
Si algo llama la atención al historiador social del período que va desde habitacional. El conocido DFL-2 hizo posible entonces acelerar los trabajos de
la segunda mitad de los cincuenta hasta fines de los sesenta, es el profundo urbanización en diversos lugares de Santiago, para erradicar pobladores de
cambio que vivieron los pobres de la ciudad en sus modos de inserción o en las callampas y en pocos meses en algunos casos, o en pocos años en otros,
sus modos de habitar la ciudad. En efecto, el panoram a en los cincuenta era el nacieron grandes poblaciones. Entre ellas la Población San Gregorio -en sólo
de un creciente deterioro de la habitación popular, o dicho de otro modo, San­ cuatro meses, en 3.900 sitios previamente habilitados, se instaló a 20 mil perso­
tiago y el país enfrentaban un "déficit habitacional" de tal m agnitud, que llevó nas-, y la mayor población popular de principios de los sesenta, la Población
a los políticos chilenos a reconocer, más de una vez, que se trataba ni más ni José María Caro, en donde se urbanizaron 9.000 sitios que en 1965, sumados a
menos que del m ayor problema social del país. Lo Valledor, daban habitación a 88.353 personas.
Si se trata de dar algunas imágenes para graficar el problema, diremos A pesar de la "obra de Alessandri", el déficit habitacional persistió a lo
que el Primer Censo Nacional de la Vivienda, reconoció en 1952 que el 31.7% de largo de su m andato y también la presión popular, que se expresaba, por una
la población de Santiago, es decir 569.200 santiaguinos, vivían en 117.252 vi­ parte, en un número siempre mayor de inscritos en la CORVI que las reales
viendas precarias: en departamentos o piezas en una casa, piezas de conventillos, capacidades de esta institución de absorber la dem anda popular por vivienda.
ranchos, rucas, chozas, callampas o alguna forma de vivienda colectiva2. Por otra parte, la presión se expresó también poniendo en juego los aprendiza­
Y si se trata de reconocer empíricamente la situación de los pobres, jes acumulados a partir de La Victoria, de tal m odo que el 22 de julio de 1961,
diremos que la M unicipalidad de San Miguel indicó más de una vez que el un grupo organizado de pobladores de diversos barrios de Santiago, tomaron
Zanjón de la Aguada era el principal cordón de miseria que rodeaba el sec­ sitios en la ex-Chacra Santa Adriana.
tor sur de la capital. Estimó el mencionado Municipio que unas 30 mil per­ De este modo, la acción del Estado bajo Alessandri, en lógica medio
sonas vivían en "un cordón interminable de casuchas infectas, mal olientes, asistencial, medio liberal, no fue suficiente para enfrentar el abultado déficit
donde miles de familias viven en la más absoluta prom iscuidad y en las de viviendas, de tal modo que el gobierno de Frei reformularía las políticas de
peores condiciones sanitarias, sin agua, alcantarillado y prácticamente sin vivienda, creando el respectivo ministerio, el MINVU, en 1965, y un vasto pro­
ningún servicio de urbanización"3. grama de construcción de viviendas, 360 mil en seis años.
Al Zanjón había que agregar las poblaciones callampas de las riberas Muy pronto sin embargo, habida cuenta de los siempre escasos fondos
del Río Mapocho y el Cerro Blanco, que eran las más conocidas de Santiago. estatales, pero también del terremoto de marzo de 1965 y los respectivos tem­
Pues bien, aunque siempre hay iniciativas anteriores, fue en el Zan­ porales de invierno de ese año, el gobierno de Frei se dio a la tarea de insistir
jón en donde literalmente "se encendió la chispa" que iba a transformar el más en encontrar "soluciones habitácionales" que en la construcción de vi­
orden urbano de Santiago. En efecto, luego de varios incendios de poblacio­ viendas definitivas. Nació entonces el mayor programa de viviendas para los
nes callampas del Zanjón, u n grupo de damnificados, apoyados por la iz­ pobres de Santiago: la Operación Sitio.
quierda y por la Iglesia Católica, estimó que ya no podían seguir viviendo Pero como el gobierno de Eduardo Frei Montalva no era un gobierno de
en tales condiciones y procedieron a "tom ar sitios" en la ex-Chacra La Feria, administración, sino que de cambio social y dotado además de una teoría acer­
el 30 de octubre de 1957. Allí, dieron origen al "Campamento de la Victoria" ca de los pobres urbanos -la teoría de la marginalidad-, que sugería nuevas
(hoy, Población La Victoria). propuestas de integración de los pobladores a la sociedad, antes de poner en
práctica la operación sitio, se realizó una verdadera "consulta popular", entre
el 16 y el 21 de agosto de 1965. Se llamó al pueblo organizado y no organizado
Primer Censo Nacional de la Vivienda, Santiago, 1952. a inscribirse en 14 lugares distribuidos en las principales comunas populares
Municipalidad de San Miguel, Actas, sesiones ordinarias, 8 de enero de 1953.
de Santiago. Los resultados fueron sin dudas reveladores y al mismo tiempo

190 191
preocupantes: se inscribieron 10 mil familias diarias, de tal forma que en seis nacieron entonces las Poblaciones Pablo N eruda y El Bosque 1 y 2. Los que
días que duró el llamado a los sin casa, se habían inscrito un total de 62.739 no alcanzaron sitio, hicieron nuevas tomas en 1970 y nació Patria Nueva y
familias, que representaban a irnos 300 mil capitalinos. Última Hora. En realidad, estaba naciendo la actual comuna de Huechuraba.
Aclaremos, la política de vivienda de Frei no sólo consideraba las "so­ Contem poráneam ente, al noroeste de Conchalí, se había iniciado la urba­
luciones habitacionales", sino que tam bién la construcción de viviendas de­ nización del Ex-Fundo El Cortijo, el que debió resistir dos tomas masivas,
finitivas, claro que la meta de construir 360 mil casas en seis años, sólo se la del 7 de noviembre de 1969 y la del 24 de agosto de 1970. D urante la
lograría en dos tercios de lo estimado. Paralelamente la política de solucio­ U nidad Popular se terminaría la construcción de 914 viviendas y se crearía
nes habitacionales creció mucho más allá de lo program ado, ya que los po­ un nuevo programa para construir otras 2.002 viviendas, de tal m odo que
bladores siguieron presionando, al menos por un sitio en la ciudad. El Cortijo sum aría un total de 2.916 viviendas.
En efecto, a mediados de 1966 se había logrado responder a la dem anda En el sector oeste, después de Herminda, vino Violeta Parra, cuando el 9
de 11.000 de los 62 mil inscritos, y se habían creado 22 nuevas poblaciones en de febrero de 1969, tres comités de sin casa, con apoyos del PC, del PS y de la
13 comunas de Santiago. Sin embargo, quedaban 50 mil familias, por decirlo propia DC, participaron en sucesivas tomas, que sólo en algunas semanas obli­
de una manera en "lista de espera" y dem oraban los planes de expropiación garon al Ministerio a repartir 3.074 sitios. Estaba naciendo la Población Violeta
de terrenos en Santiago así como los contratos para urbanizar sitios, amén que Parra, de la actual Comuna de Cerro Navia. Luego vendrían las operaciones
el sistema público no se adaptaba al ritmo de la dem anda social y los privados sitio y la construcción de San Luis Beltrán, Santa Corina y El Montijo, entre las
estaban más interesados en construir para los grupos medios y altos que para más conocidas. Paralelamente, en la comuna de Maipú se había expropiado el
los pobres. Fundo San José de Chuchunco, en donde m ediante operación sitio y tomas
Fue entonces, en este contexto, que el 14 de m arzo de 1967, se produjo la menores surgieron las Poblaciones Villa Francia y Robert Kennedy.
significativa toma de Herm inda de la Victoria, en la comuna de Barrancas. En el sector sur, los sin casa hacían también lo suyo y diversos comités
Prolongadas negociaciones siguieron a la toma de Herminda hasta que convinieron con el Ministerio de la Vivienda la expropiación del Fundo La
el Ministerio se allanó a comprar sitios para que los pobladores "en toma" Bandera, en el que sólo en 1970 se inició la asignación de seis mil sitios para
iniciaran las construcciones de sus viviendas. Pero, la situación de Herminda unas 30 mil personas. La toma de la "26 de Enero" que dio origen al campa­
pronto se reiteraría, las operaciones sitio no iban al ritmo de la presión de los mento del mismo nombre, amplió los planes de poblamiento de La Bandera, el
pobladores, que apoyados tanto por la Promoción Popular como por la Iz­ mismo año 1970. Y nuevas tomas, esta vez en m edio de la campaña presiden­
quierda, habían expandido sus viejas capacidades organizativas. Se aceleró cial, que dieron origen a los campamentos Elmo Catalán, Unión, Ranquil y 26
entonces el tiempo histórico y creció la organización de los sin casa, que entre de Julio, serían luego trasladados al sector sur oriente donde se instalaría el
el año 1969 y 1970 cambiarían por completo la fisonomía urbana de Santiago. conocido Campamento Nueva Habana, la actual Población Nuevo Amanecer.
Los pobladores a estas alturas ya no se concebían como asistidos por el Finalmente el sector oriente tendría su propia expansión, m ediante to­
Estado, sino que reivindicaban un derecho social, su sitio, y una vivienda dig­ mas y operaciones sitio en Lo Arrieta y Lo Hermida, que al igual que La Ban­
na en la ciudad. Y para ello, si el Estado no caminaba al ritmo de sus dem an­ dera partió con la asignación de seis mil sitios. Se le sumó luego La Faena
das, ya era posible moverse al ritmo del propio movimiento social. En térmi­ mientras avanzaban las obras de la Población Jaime Eyzaguirre. Los Comités
nos prácticos había dos caminos: lograr la asignación en una operación sitio o de sin casa de Ñuñoa hicieron en el intertanto su propia toma en terrenos de
tom ar sitios en una acción debidamente planificada. Macul y La Florida.
En este contexto, y ante el predom inio de discursos en favor del cam­ Como expresó un analista urbano hacia 1972, los campamentos se ha­
bio, Santiago estalló por sus cuatro costados. En la zona norte, a la opera­ bían constituido entonces en "la fuerza social más influyente en la comunidad
ción sitio que estaba dando origen a la Población La Pincoya, en junio de urbana de Santiago". No era para menos, en 1971, el gobierno de Salvador
1969, se sum aron los del Cam pam ento Pablo N eruda, que venían de una Allende debió iniciar en convenios con los campamentos, y modificando la
tom a en la calle Guanaco de Conchalí. Eran del Com ando de los Sin Casa estructura de la CORVI, la construcción de 70 mil viviendas.
de Conchalí, cuyos dirigentes repartieron, plano en mano, dos mil sitios y

192 193
Y mientras el discurso comunista tendía a criticar los programas de
2. De "masas independientes" a interlocutores vivienda de Alessandri por hacer de la vivienda una mercancía y no un dere­
reconocidos por el Estado, o de las tradiciones cho social, y comenzaba a desarrollarse una prototeoría acerca de los m uni­
organizativas que se potenciaron en los años sesenta cipios, desde DESAL -centro de estudios vinculado a la Iglesia Católica- se
comenzaba a elaborar la mayor teoría acerca de los pobres de la ciudad: la
teoría de la marginalidad.
A mediados del siglo XX, el sujeto popular por excelencia era la clase El principal nudo de esta teoría fue conceptualizar la marginalidad so­
obrera, tanto en sus capacidades organizativas -el sindicalismo- como por el pre­ cial como una disfuncionalidad social que requería de la acción intencionada
dominio de los discursos clasistas elaborados especialmente por la izquierda del Estado. Este debía, en interlocución con las consideradas débiles capacida­
política. Desde el punto de vista de la historiografía nacional, fue también en los des organizativas de los pobladores, interactuar con ellos para generar políti­
años cincuenta que debutaron las historias del movimiento obrero en Chile. cas de integración social. La política de viviendas de la DC y la Promoción
Los pobladores no eran "objeto de ciencia" todavía en estos años, inde­ Popular, que favorecería la organización de Juntas de Vecinos y Centros de
pendientem ente que la novela se adelantara a la historia para narrar las for­ Madres, serían los principales instrumentos para llevar adelante esta tarea,
mas de vida de los más pobres. También las asistentes sociales estuvieron a la una vez que la DC conquistó el gobierno.
vanguardia, dedicando sus memorias y estudios de grado a las poblaciones El discurso de la m arginalidad y su contraparte, la integración social,
pobres de Santiago, ya a principios de los años cincuenta. recibió además un contundente apoyo de la Iglesia Católica, que había procla­
Pero, independientemente de la debilidad discursiva en relación a los mado ya a fines de 1962 la necesidad de introducir profundas reformas en la
pobres de la ciudad, estos venían desarrollando sus propias iniciativas de sociedad chilena.5
auto-organización. En los años cuarenta, ya se podían reconocer diversas En este contexto, fue durante los años sesenta que se verificó la acción
Juntas de Adelanto, Juntas de Pobladores o Juntas de Vecinos y un Frente de mayor envergadura desde el Estado para promover la organización de los
Nacional de la Vivienda. En los cincuenta, el cuadro comenzó a modificarse pobladores, uno de cuyos resultados fue la promulgación de la Ley de Juntas
cuando se expandieron los más diversos Comités de Agregados, de Pobla­ de Vecinos y Organizaciones Comunitarias en 1968. Sin embargo, más allá de
dores, Fem eninos o sim plem ente de Vecinos. Se trataba de grupos de la eficacia de la ley, el discurso en favor del cambio y la organización a partir
autoayuda, de espacios de participación social y también de presión sobre el de la Promoción Popular tuvo expresión material en 17.435 cursos a los que
Estado. Ahí está el caso de La Victoria que surgió de la acción coordinada de asistieron 666.316 personas y 84.166 charlas y seminarios, según Informes de
diversos comités poblacionales. Promoción Popular. Sus resultados prácticos fueron la constitución de cerca
Dos actores fueron entonces relevantes entre los pobladores, la Iz­ de 20 mil nuevas organizaciones de base e intermedias.6
quierda política, en especial el Partido Com unista, y la Iglesia Católica. En Ciertamente los discursos en favor del cambio "construían socialmente
el caso del PC se em pezaba a constituir el prim er discurso en favor de un realidad" y en cierto modo, lo hacían más allá de las capacidades y las volun­
m ovim iento de pobladores, al punto que ya entre 1959 y 1961 se podía leer tades políticas en favor del cambio de la DC, que se debilitaron hacia fines del
en la Revista Principios diversas indicaciones encaminadas en esta direc­ gobierno de Frei.
ción.3 Paralelam ente la Iglesia Católica prom ovía la organización de Cen­ Fue entonces que la izquierda recuperó terreno político entre los pobla­
tro s d e M ad res y el H o g a r de C risto -V iv ien d as c o lab o rab a en las dores, especialmente entre los sin casa, que contaron con mayor legitimidad
erradicaciones de poblaciones callampas.4 para convertirse en interlocutores del Ministerio de la Vivienda. En efecto, entre
los miles de inscritos para la operación sitio se multiplicaron los Comités de
Bert, Andress “Los gerentes organizan el gran negocio con la vivienda popular” Revista Principios
N° 55, Santiago, marzo de 1959, pág. 37; Contreras L. Carlos, “La crisis de la vivienda”, Revista
El deber social y político en la hora presente (Pastoral Colectiva del Episcopado Chileno), Revista
Principios N° 61, Santiago, sept. de 1961, pág. 50.
Mensaje N° 114, nov. de 1962, págs. 577 y ss.
Sanhuesa, Enrique “Hacia un nuevo movimiento de pobladores” Revista Mensaje N° 90, Sigo,
Sexto Mensaje Presidencial, Stgo, 1970. Sección Anexos, págs, 145 y ss.
julio de 1960, págs. 256 y ss.

194 195
Sin Casa, que dieron forma a Coordinaciones y Comandos Comunales de Sin Reivindicación, conflicto y valores en los
Casa, la m ayor parte de ellos apoyados por el Partido Comunista, el Socialista
movimientos sociales de la segunda
y la Democracia Cristiana.
Y todavía en 1970, un nuevo actor político competiría por influir en la mitad del siglo XX
"dirección política" que debía seguir el movimiento. En efecto, el emblemá­
tico Campamento 26 de Enero, vinculado al Movimiento de Izquierda Revo­
lucionaria, sugeriría que las tomas de sitios se podían vincular a la "toma Vicente Espinoza1
del poder", es decir, que los pobladores podían jugar roles específicos en la
revolución, constituyendo núcleos de poder popular.
En suma, fue en los años sesenta, que los pobres de la ciudad, interpela­
dos por los discursos en favor del cambio social, expandieron sus capacidades
organizativas, transformaron la ciudad de Santiago y anunciaron su voluntad
de influir como movimiento social específico en la necesaria transformación
de la sociedad. Estaban tom ando literalmente sitios para vivir, pero al mismo El tema de la memoria puede presentarse también como el tema de la
tiempo estaban tom ando un sitio discursivo en la sociedad chilena de fines de continuidad de los movimientos sociales. Los movimientos sociales se reco­
los sesenta. El pueblo había comenzado a hacer visible su identidad ya no sólo nocen primordialmente en el conflicto con formas de dominación; pero el
en la fábrica, sino que también en el territorio. tiempo del conflicto es breve y rara vez entrega pautas de continuidad por sí
El proceso de constitución de esta identidad estuvo por cierto asociado mismo. ¿Qué queda después del estallido de una situación de conflicto? Y si
al ejercicio de un derecho social, el de la vivienda, pero suponía poner en prác­ queda algo, entonces dónde buscarlo. La respuesta más convencional es que
tica capacidades organizativas y comunitarias para construir los más extendi­ la continuidad del movimiento debe buscarse en los rastros que éste deja en
dos barrios de la ciudad. No se trataba en consecuencia sólo de apelar a la la institucionalidad, lo cual se aviene más que nada con la idea de "conquis­
clase, sino que también a la comunidad. Entre los pobladores, como movi­ ta de derechos" con que opera el sindicalismo. Por este camino los movi­
miento social, se harían más visibles estas dos dimensiones de su práctica y de mientos sociales se reconocerían sólo cuando su permanencia en el tiempo
los discursos asociados a ella, el de la clase y el de la comunidad. se acompaña por una organización que le otorga continuidad estratégica, la
existencia de formas de acción características y dem andas que son más o
menos homogéneas y estables.
En la historia chilena de los conflictos con la dominación sólo el sin­
d icalism o y en alg u n a m ed id a el m o v im ien to e stu d ia n til llen an los
prerrequisitos del m ovimiento social definido de esa forma. En los casos
de otras acciones conflictivas, notablemente las de los pobladores, el mo­
vim iento sólo parece existir cuando el conflicto alcanza algún grado de
centralidad política. Su tiem po corresponde al breve m om ento de la co­
yuntura, por lo que aparece como una serie de conflictos discontinuos,
donde el actor de interés rara vez ocupa una posición central o define por
sí mismo la coyuntura en la cual se le reconoce. De aquí que en estos casos
responder la pregunta por la continuidad sea clave no sólo para hablar de

D octoren Sociología. Universidad de Toronto, Canadá. Investigador IDEA.

196 197
la m em oria del m ovim iento, sino que para dem ostrar la existencia del redistribución del ingreso. De otro, el comienzo de un ciclo que me atrevo a
m ovim iento mismo. bautizar como valórico, caracterizado por la superposición de los elementos
Los elementos de continuidad vienen dados por un tejido social so­ de constitución del actor por referencia a m odelos de relaciones sociales.
bre el cual opera la subjetividad de los dirigentes sociales que generan es­ Estos elementos emergentes quedan algo ocultos por la descomposición de
trategias de acción colectiva a partir de las condiciones de vida. Los dirigen­ las formas de acción más tradicionales.
tes son los que p ien san el m ovim iento desde el p u n to de vista de su Los movimientos sindical, de pobladores y de mujeres, que están pre­
interacción estratégica con los agentes de la reproducción del orden. Su bio­ sentes a lo largo del período, adquieren predominio en distintas fases, que
grafía resulta un elemento clave para la continuidad del movimiento por­ corresponden a configuraciones diversas de disposiciones y condiciones. Los
que en ellos reside la memoria del conflicto. Las estrategias dirigenciales tres movimientos seleccionados pueden concebirse como componentes de un
operan movilizando los recursos de que dispone un grupo en una perspecti­ sistema de familias de acción colectiva, cada cual con sus orientaciones especí­
va estratégica. Ser dirigente requiere conectarse con un grupo social que está ficas, más allá de los objetivos declarados. Los pobladores si bien aparecen a lo
definido tanto por su posición en la estructura social como por una subjeti­ largo de todo el período presentan discontinuidad en su acción, diversidad en
vidad característica: se puede denom inar tejido social a la combinación de sus dem andas y variedad en sus formas de acción. El sindicalismo es el actor
una base social y una cultura. La acción colectiva movilizada por los diri­ con más credenciales en el período de referencia y representa las orientaciones
gentes se asienta entonces en redes sociales que permiten reconocer la posi­ reivindicativas del conjunto hacia la redistribución. El movimiento de muje­
ción estructural de la base social y se cohesiona en torno a procesos cultura­ res, finalmente corresponde a un movimiento cuyo desarrollo desafía las orien­
les de identificación social y proyecto. taciones culturales de tipo patriarcal presentes casi como sentido común entre
En otros trabajos he abordado el tema de la continuidad de la acción los actores de este campo.
colectiva entre los pobladores (Espinoza 1994,1998). El objetivo de la ponencia El artículo describe situaciones específicas en términos de la articula­
es algo más ambicioso pues junto con presentar una reconstrucción sociológi­ ción particular de tres familias de acción colectiva presentes entre los poblado­
ca de parte de la historia de los pobladores busca poner esta historia en rela­ res, y que pueden también expresarse como relaciones entre los pobladores, el
ción con otros actores del conflicto, en particular el sindicalismo y el movi­ sindicalismo y las mujeres. Las categorías, que buscan sintetizar cincuenta años
miento de mujeres. La selección de estos tres movimientos involucra un corte de historia social, tienen sentido en el debate intelectual porque surgen tanto
analítico cuya arbitrariedad debe justificarse. El punto de partida son los aná­ de la investigación histórica como del sentido que los propios actores otorgan
lisis relativos a los pobladores, de los cuales el sindicalismo y el movimiento a su acción (Espinoza 1988, Dubet et al. 1989). En este sentido, las categorías
de mujeres son sus parientes más directos. El sindicalismo porque sus orienta­ propuestas para el análisis constituyen un punto de referencia insoslayable ya
ciones redistributivas fueron la base para tematízar problemas de condiciones que representan la cristalización de un sentido histórico de la acción colectiva.
de vida que están al centro de la acción de los pobladores, especialmente los De ninguna manera se intenta imponer o demostrar modelos sociológicos uti­
que representa la vivienda. Las mujeres constituyeron por largo tiempo el com­ lizando para ello información histórica.
ponente social básico de las organizaciones de pobladores, sin que su peso
fuera notorio en el movimiento. En buena parte su ausencia se debe a la cegue­ Familias de Acción Colectiva
ra de género de los estudiosos y estudiosas, que las oblitera del análisis; sin
embargo las propias mujeres no alcanzan sino hacia fines de los 80 un grado
de autonomía que haga visibles sus orientaciones como un elemento específi­ La definición de su identidad que hacen los pobladores no responde a
co del m ovimiento de pobladores (Salman 1995). un principio único, sino que remite a la clase y la sociabilidad. Aunque el
El período que arbitrariamente impone la convocatoria al seminario rasgo principal sea la exclusión, el rango de acepciones del término va desde
comprende, a mi juicio, dos ciclos históricos diferentes. De una parte, el auge y la clase (por referencia estructural al sistema económico) hasta el pueblo o la
declinio de un ciclo de integración institucional que se inicia a comienzos de comunidad (por referencia a pautas de sociabilidad). La experiencia de vida
siglo y se cierra con las protestas de los ochenta, cuyo conflicto central es la de los pobladores se compone, de una parte, con elementos de exclusión: falta

198 199
ción del sindicalismo chileno (Campero y Valenzuela 1984). Entre los po­
de acceso al consumo, bloqueo a la movilidad social, o ausencia de integra­
bladores, esta corresponde plenam ente con las m ovilizaciones del tipo
ción. Pero de otra parte incluye también elementos de explotación: cesantía,
precariedad en el empleo, o desregulación de las relaciones laborales. Explo­ "toma de terrenos" que se dieron en Chile en los años 60 (Espinoza 1988).
tado y pobre sintetizan bien los sistemas de relaciones sociales entre los cua­ Las tomas realizadas durante los años 80, fueron m ás bien intentos falli­
les se desenvuelve la vida de los pobladores. Pese a la exclusión en que se do s an te la im p o sib ilid a d de los p o b la d o re s p a ra a b rir can ales de
encuentran los pobladores, ello no deriva automáticamente a la búsqueda de institucionalización del conflicto.
la ruptura del orden social ante la imposibilidad de integración. Sin embargo, Precisamente, el cierre de los mecanismos de institucionalización del
sí se pueden apreciar orientaciones a la autonomía del sistema político, lo cual conflicto abrió la compuerta a una orientación de tipo revolucionario entre los
se aprecia en la tensión no resuelta entre lo social y lo político. pobladores. La militancia revolucionaria y la acción reivindicativa comparten
A partir de los ejes de identidad y distancia institucional puede esta­ la referencia económica en la definición de su identidad, pero los diferencia el
blecerse un sistema de acción colectiva compuesto de cuatro familias que se grado de confianza en los mecanismos institucionales. Mientras los dirigentes
presenta en el Esquema 1. Las filas presentan principios de identidad y las reivindicativos buscan negociar los intereses de sus representados, los revolu­
columnas las estrategias de relación con el entorno social. Al interior de cada cionarios actúan desde la base social para crear su propio orden político, con­
cuadrante se presentan la denominación habitual del actor, su forma de ac­ cebido como expresión de los intereses anticapitalistas del proletariado. Este
ción más típica, y su referencia de orden social ideal. Cada cuadrante tolera tipo de orientaciones fueron (y son) más frecuentes entre los pobladores que
una escala o rango de definiciones aunque, por ahora, presentamos sólo los en el sindicalismo.
principios que organizan la acción. La identidad de los pobladores puede también expresarse en términos
no clasistas: ciudadano, pobre, gente, o pueblo, reflejan mejor la visión que
Esquema 1: Orientaciones de la acción entre los pobladores. muchos pobladores tienen de su condición. A un cuando puede aparecer el
deterioro de la confianza en los mecanismos de integración, ella da origen a
ESTRATEGIA una orientación de tipo comunitario. En una com unidad todos tienen cabida;
los une el ser los desheredados y la voluntad de vivir un orden solidario. Posi­
Participación Autonomía blemente las comunidades religiosas son las que mejor expresen esta orienta­
ción, aunque también es posible encontrarla en experiencias de organizacio­
Identidad Trabajadores Explotados nes laicas (M artínez/Valenzuela 1986, Razeto 1990).
Clasista Reivindicación Revolución Una identidad social no clasista se aviene perfectamente con expectati­
Estado bienestar Dictadura proletaria vas de m ayor participación política. El juego político debiera perm itir la inte­
gración de los grupos sociales postergados. La integración puede asumir di­
Comunidad versos matices, ya sea desde la participación directamente política hasta las
Ciudadanos
Identidad relaciones fundadas en la distribución clientelista de beneficios por el Estado.
Negociación Testimonio
Popular Solidaridad La participación en el sistema político es uno de los campos donde los pobla­
Democracia
dores m iran con más recelo. La referencia a la política evoca inmediatamente
la manipulación de sus intereses inmediatos por agentes extraños.
Las orientaciones anteriores se articulan como modelo de acción para
La orientación de tipo reivindicativa surge de una combinación de
abrir un ciclo reivindicativo que podemos fechar en 1953 con la fundación de
la identidad de clase con la confianza en el sistema institucional. Ella pue­
la CUT. En este ciclo el sindicalismo alcanza un alto grado de coherencia inter­
de presentarse como una formulación de las necesidades en términos de
na porque logra identificar su posición de clase obrera con sus propias orienta­
derechos. Si la pobreza deviene injusticia social, desde aquí es fácil des­
ciones comunitarias, una organización sindical y una opción por un modelo
prender la responsabilidad del sistema político en la solución de estos con­
de-sociedad regido por los trabajadores. La coincidencia casi perfecta de la
flictos. Esta orientación se inscribe con propiedad en los rangos de la ac­

200 201
posición económica, la cultura y su modelo de sociedad le otorgan al sindi­ coexisten por décadas entre los pobladores sin llegar a constituirse en movi­
calismo preeminencia sobre otros actores del conflicto social, como los estu­ miento social. En este período el jefe de hogar hace valer su autoridad sobre
diantes y los propios pobladores. De hecho, el primer aspecto que resaltaba su mujer y sus hijos; como para reafirmar su autoridad, mujer e hijos -cen­
entre los pobladores era su heterogeneidad interna tanto en términos de su tros de m adres y organizaciones juveniles- son incapaces de generar un
posición económica como de sus orientaciones valóricas o preferencias por modelo de acción que se ponga a la par con el jefe de hogar.
modelos de sociedad. Las dificultades para constituir un proyecto expresan la fluidez de las
No es sólo la coherencia del sindicalismo la que le gana el ascendien­ relaciones que subyacen la vida social de los pobladores. Su propia heteroge­
te sobre otros actores sociales, sino que la orientación reivindicativa se en­ neidad es lo que se exhibe al momento de buscar la unidad en un proyecto de
garza casi perfectamente con la centralidad del conflicto redistributivo en la las orientaciones a la acción. Su historia social parece organizada en función
sociedad chilena. En efecto, los años 50 marcan el fin del llamado período de criterios políticos y no remite al desarrollo de los cambios y crisis urbanas,
fácil de sustitución de importaciones e inauguran un período de crisis cícli­ etapas de transformación estructural, o procesos de modernización. La acción
cas que contrasta con el crecimiento de los 40. El conflicto redistributivo se de los pobladores no queda definida por la oposición a los propietarios, los
engarza con la redefinición de proyectos políticos, los cuales ponen énfasis transportistas u otros grupos sociales, sino que ella es dependiente del Estado
en la ampliación de la participación social, alcanzando el peak en los años y de los partidos. El rol de los componentes reivindicativos se desarrolla y se
1964-1973. De aquí que el conflicto redistributivo se orientase preferente­ repliega en función del contexto político, de las estrategias del Estado que de­
mente hacia la negociación con el sector público. finen los mecanismos institucionales y la oferta de recursos.
Entendamos bien, se trataba de una negociación que no excluía el con­ El problema se hace tanto más grave en los setenta cuando el modelo de
flicto, sólo que este se daba en una arena institucional y que esta misma fue acción sindical queda privado del soporte institucional que permitía su opera­
resultado de la presión abierta por el mismo sindicalismo; nada más lejos a ción reivindicativa. Mientras las condiciones de su acción cambian a partir de
este modelo que la cooptación. Por veinte años, de 1953 a 1973 el sindicalismo los setenta, más se autonomiza el movimiento de pobladores, pero su capaci­
operó sobre la base de una negociación cuyo referente privilegiado era el sec­ dad de acción se debilita y se produce la separación entre sus aspectos
tor público. Los conflictos a nivel de empresa se potenciaban en su relación instrumentales y expresivos. En condiciones de alta cesantía, crisis del movi­
con un campo institucional que la acción del sindicalismo también contribuía miento sindical y empobrecimiento general de la población, los pobladores se
a ensanchar. encuentran en una posición de centralidad que no alcanzan a jugar dadas sus
La orientación reivindicativa del sindicalismo subordinó otros actores limitaciones para resolver en un proyecto las orientaciones a la acción presen­
sociales, que se definieron por referencia a este; el símbolo de la subordinación tes en su interior. Ello es así porque la jerarquía de los cuatro componentes de
es la presencia de departamentos de pobladores y mujeres en la CUT. En el la acción siempre ha estado impuesta indirectamente, no en la forma de mani­
caso de los pobladores, su propia acción se inscribió en los rangos del conflicto pulación, sino por estrategias políticas o estatales sobre las cuales los poblado­
redistributivo. Su dem anda se concentró en la vivienda, que incluso se la con­ res ejercen un control muy débil. En la estructura misma de su acción son los
cebía como parte del salario indirecto, y sus métodos de acción se acercaron agentes exteriores quienes permiten vincular estas dimensiones de la acción,
progresivamente a la integración por medio del conflicto y la lucha institucional. por lo que el movimiento, siendo importante, es también dependiente e inclu­
Las mujeres permanecieron excluidas de este modelo de acción y fueron par­ so clientelista.
cialmente recuperadas por medio del énfasis que los programas de promoción Parte de la autonomización que ocurre en el movimiento de pobladores
y participación popular pusieron entre 1965 y 1973. Aun así, el peso de sus se aprecia en la consolidación de orientaciones propias entre las mujeres. Esta
dem andas en organizaciones comunitarias se vio opacada por las tomas de autonomía se plantea en términos de hacer visibles las mujeres, "sacándolas"
terreno que representaban el modelo de integración conflictiva en los marcos del ámbito privado hacia el público, a la vez que politizando el ámbito priva­
de la lucha redistributiva. do. La acción de las mujeres a partir de los ochenta expresa una latencia de
Por contraste con el sindicalismo que logra jerarquizar adecuadamente larga data, cuyo despliegue es posible por el cambio de las condiciones de
las orientaciones a la acción presentes en su interior, las orientaciones descritas acción del movimiento popular.

202 203
Aplicación histórica vantamiento de ciertos bloqueos institucionales, pero ellos no deben hacer creer
que se inscriben en un modelo general de lucha de clases en las que el "frente"
de pobladores se reuniría con los obreros; y aunque los pobladores mismos
En términos sociológicos, el período que cubre esta presentación puede son obreros, la lucha sindical y la de los pobladores permanecen relativamente
describirse en base a las articulaciones entre cuatro familias de acción colecti­ lejanas. En fin, la afirmación comunitaria acompaña la reivindicación, ella es
va: reivindicativa, participación populista, comunitaria, de ruptura. Las jerar­ la dimensión expresiva, ella es un recurso im portante de la acción, pero ella no
quías entre cada una de ellas marcan los escenarios estratégicos en los cuales es por sí sola el objetivo de la lucha.
opera el movimiento. Esta historia no es la de u n movimiento que se fortalece El período de las primeras ocupaciones de terrenos, principalmente la
o degrada al margen de otros. Si bien la acción colectiva de los pobladores de La Victoria, está dominada por una lógica puram ente reivindicativa; la
sirve como guía de la presentación, estos se constituyen como actor y movi­ institucionalización no es en sí un objetivo, sino la condición de éxito de la
miento social en un espacio de relaciones con otros movimientos sociales, en reivindicación. Igualmente, la comunidad es más un recurso de la reivindica­
particular el sindicalismo y el movimiento de mujeres. El siguiente esquema ción que un objetivo de la acción. Nada indica que haya en este período una
presenta los rasgos centrales de cada m ovimiento a lo largo de este período. lógica de ruptura. La reivindicación subordina la participación institucional y
la comunidad. Por lo tanto, los pobladores y las mujeres quedan sumidos no
Esquema 2. Evolución de la acción colectiva 1953-1999 sólo en la orgánica del movimiento sindical sino en la idea que sindicato, po­
blación y familia son una misma cosa.
SINDICALISMO POBLADORES MUTERES
Base Obrera Exclusión Género La promoción popular
Social
Demanda Redistribución Integración Diversidad
El período de la promoción popular, se caracteriza por la importancia
1953-73 Central Sindical Departamento Departamento de la iniciativa institucional y política y p o r un esfuerzo autónom o y
de Pobladores de Mujeres heterónomo de la organización comunitaria. La lógica reivindicativa existe
Paro General
Toma de terrenos Organización siempre, pero ella se canaliza a través de la política de institucionalización o
comunitaria bien ella se asocia a la lógica crítica de los partidos de izquierda que buscan
cambiar la naturaleza del sistema. La figura de las mujeres se hace visible en
1974-88 Referente Simbólico Autonomización Dinamización este período a través de organizaciones comunitarias propias, que proyectan y
Subordinación al Protestas comunitaria refuerzan su rol familiar reproductivo.
plan laboral Visibilidad Durante los años sesenta, las luchas de los pobladores pierden su fuerza
reivindicativa autónoma y se mezclan con la política nacional-populista de la
1989-99 Grupo de Interés Ritos Cotidianos Debate Cultural promoción popular. Este movimiento, vinculado al Estado y dependiente de
los partidos políticos, no se reduce simplemente al clientelismo debido al con­
Primeras tomas de terreno siderable desarrollo de las organizaciones comunitarias; estas son las que me­
joran las condiciones de vida y contribuyen m uy fuertemente a constituir la
identidad colectiva de un actor. El sistema institucional se relaciona de modo
Frente a lo que aparece sobre todo como una crisis urbana, la lógica que
populista con la comunidad, subordinando de esta forma la reivindicación,
domina este período inicial es la de la reivindicación, modelada desde el sindi­
aunque esta aparece embrionariamente vinculada con acciones de ruptura bajo
calismo. La participación institucional que se manifiesta entonces es menos el
un sello de autonomía clasista. El sindicalismo mantiene su centralidad, pero
objetivo de las luchas que un medio de satisfacer la reivindicación. El apoyo
los partidos políticos autonomizan la acción de los pobladores al utilizar su
aportado por los partidos, particularmente los de izquierda, acompaña el le­
potencial conflictivo como elemento desequilibrante en la disputa política.

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La Unidad Popular dem anda de apertura política. La firmeza del gobierno y las dificultades
económicas habían llevado al actor de las protestas a replegarse sobre sí
La acción reivindicativa se mantiene con el crecimiento del número de mismo. La iniciativa compromete entonces a los jóvenes al momento que
tomas, pero ella permanece sometida, tal como en el pasado, a la mediación de surgen las barricadas y los comandos de protesta.
los partidos políticos. Por razones más políticas y heterónomas que sociales y La acción de los pobladores durante los años 80 se organiza sobre la
autónomas el eje de integración política-comunidad creado por la política de base de la crisis de la acción reivindicativa y la institucionalización; la priori­
promoción popular se desplaza hacia uno de reivindicación-integración polí­ dad otorgada a los sentimientos comunitarios es, de forma minoritaria pero
tica. Pero este cambio puede ser interpretado tanto como un efecto de los cam­ real, cercana a las fuerzas de ruptura revolucionaria. Las organizaciones de
bios ideológicos en la esfera del gobierno y los partidos, como un desplaza­ mujeres, desarrolladas con creciente conciencia de género durante el período
miento autónomo de las prácticas. La gran lección de este período sigue sien­ solidario, pasan desde la animación comunitaria a la autonomía como movi­
do el fracaso de las tentativas de vincular la reivindicación a una lógica de miento. La vida cotidiana de la comunidad, muy cercana de la acción revolu­
ruptura revolucionaria por agregación de descontento. Esta tentativa fue ven­ cionaria —las estrategias de sobrevivencia familiares tienen su complemento
cida mayormente por la amenaza que representaba para la vida comunitaria; en los hijos guerreros— pero aún conectada con formas de acción institucional
en efecto, la ruptura revolucionaria rompía con las figuras del populismo en o reivindicativa, que aparecen como un horizonte antes que como certeza.
las que se inscribía toda la historia de las luchas de los pobladores.
El período de la Unidad Popular está dominado por la asociación de Qué pasa en los 90
una lógica reivindicativa, bautizada como participación popular, y también
por la mantención de la institucionalización. El esfuerzo se desplaza a los cam­ Digámoslo de una vez. Lo que más llama la atención en los últimos años
pamentos, la acción comunitaria pasa a un segundo plano, mientras que la es la ausencia de conflictividad en la sociedad; tanto que parece que los movi­
lógica de ruptura se autonomiza con experiencias como Nueva La Habana. mientos sociales hubieran desaparecido. Y no sólo eso, sino que pocos conflic­
Pero permanece en el marco de una política nacional-populista y la lógica de tos alcanzan legitimidad, por no decir centralidad, en la población. Recorde­
ruptura va como "al lado" del modelo general. El sistema institucional intenta mos por ejemplo que Lota pierde toda su fuerza simbólica y no motiva más
responder y canalizar las dem andas de los grupos de pobladores organizados, que declaraciones del sindicalismo. O vemos cómo el conflicto de los profeso­
cuya vida cotidiana aparece opacada por la política; la lógica de ruptura no res en 1998 se transforma en la movilización relativamente aislada de un gru­
aparece vinculada ni a los procesos reivindicativos ni a la vida comunitaria. po de interés. A mi juicio ello indica no tanto una debilidad coyuntural del
movimiento sindical como un cambio radical en las pautas de acción colectiva
Período de las protestas en las últimas décadas.
La ausencia de conflictividad ya parece demasiado larga como para co­
Los sindicatos y las organizaciones profesionales llamaron a las prime­ rresponder a una situación temporal, sea cual sea su explicación. Visto en pers­
ras protestas a las que se sum an los pobladores cuyas organizaciones de nin­ pectiva, se equivocaron quienes sostenían la tesis de una desintegración radi­
guna forma tuvieron la iniciativa. Los partidos políticos aprovechan entonces cal de la sociedad chilena. No hubo tal, ni desde el punto de vista valórico, ni
la brecha abierta para acrecentar su capacidad de intervención. De hecho las desde el punto de vista de la legitimidad del sistema político. Pero tampoco
protestas se dirigen también a los partidos políticos que debieron dar forma a acertaron quienes veían en los movimientos sociales fuentes de innovación y
la "dem anda democrática" del país. Más allá de la expresión de descontento cuestionamiento, como suponían los intelectuales ligados a organizaciones de
económico, los pobladores que participan en estas jornadas desean que se lo­ base. Arriesgando un poco quisiera conectar esta baja conflictividad con las
gre la unidad del pueblo capaz de ofrecer una alternativa a fin que se reabra el transformaciones en la sociedad chilena. Podemos hablar por ello de un cam­
proceso de negociación. Posteriormente, las protestas populares se desplaza­ bio en el ciclo de la acción colectiva.
ron hacia los barrios periféricos, donde la lógica comunitaria recubriría la El conflicto redistributivo pierde centralidad social, sin que sea reemplaza­
do por ningún otro; ni los conflictos étnicos, ni medio-ambientales, ni los dere­

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chos humanos, ni las asociaciones de diverso cuño logran generar un modelo
aún conserva su pertinencia si nos interrogamos por qué entonces no surgen
de acción de potencia comparable a la del sindicalismo. No es que la desigual­
otros dirigentes. Desde el punto de vista del tejido social, que ha cambiado radi­
dad haya desaparecido; al contrario, esta es más aguda. Tampoco que la organi­ calmente las bases de la organización de la sociedad chilena. En este momento
zación sindical sea reprimida. Más bien, las identidades de trabajador han per­ debemos considerar que la memoria se compone de buenos y malos recuerdos.
dido relevancia en medio de un proceso de crecimiento sostenido y movilidad Alain Touraine se refirió a esta situación como "clima de posguerra". Dentro de
ascendente dominada por la ideología de ías calificaciones individuales. Cuan­ cada dimensión hay elementos de gloria y heroísmo que ciertamente impulsan
do los trabajadores se están moviendo socialmente por medio de sus califica­ a la movilización, pero también recuerdos que son elementos que contrapesan,
ciones individuales, compitiendo con otros, es difícil que surjan movimientos reducen y hasta hacen desaparecer la voluntad de movilización.
de solidaridad. De otro lado, el sector público ha internalizado por cooptación La dimensión institucional ciertamente remite a la nostalgia por el mo­
el conflicto redistributivo. En efecto, las dem andas redistributivas se han delo de Estado benefactor, agente de movilidad de las clases medias, integrador
desconcentrado hacia el nivel local y aún en este nivel se han atomizado por de los grupos populares y redistribuidor del ingreso. Junto con esa imagen
medio de los proyectos. Cuando los conflictos alcanzan centralidad estos se protectora conviven las del desborde, inflación y la ingobemabilidad en la cual
sectorializan. desembocan los procesos de participación popular o redistribución del ingre­
La organización de la sociedad aparece dominada por la economía, con so. En una encuesta a pobladores de 1986, el grueso de ellos señalaba que el
una economía abierta al mercado internacional y que utiliza el mercado como gobierno de Allende era el que más los había favorecido, pero que no lo que­
mecanismo de asignación de recursos. Esta sociedad se impuso a partir de la rrían otra vez (Rodríguez/Uroni 1987). Las generaciones posteriores viven más
atomización de las relaciones sociales tanto a nivel de las asociaciones como a el m andato de llegar los más lejos de la pobreza que le sea posible, de acuerdo
nivel de las relaciones interpersonales, que se privatizan; esta atomización es con sus propios medios.
condición para la reproducción de este orden, por lo cual busca imponer la El crecimiento económico, el empleo y el equilibrio macroeconómico,
competencia y la calificación individual como principio rector de las relacio­ introducen una expectativa de progreso bastante modesto, toda vez que para
nes sociales. La atomización de los actores sociales a nivel de la estructura es más de la mitad de los hogares este se ha reducido a "superar la pobreza." Las
un prim er factor que incide en la baja movilización. expectativas de movilidad social ascendente llevan a poner todo el esfuerzo
A nivel político, la respuesta a la p regunta por las razones de la en la participación laboral remunerada, sin poner demasiada atención a la ca­
desmovilización en los noventa, debe considerar que la "gobemabilidad políti­ lidad de los empleos. El núcleo de esta carrera económica no está en la mani­
ca" tiene en la desmovilización social uno de sus componentes claves. El discur­ pulación consumista de los medios de comunicación; hay un "nunca más" que
so de la participación social en la última década ha estado orientado a favorecer lo pone la pobreza en la cual vivieron estas familias por décadas y de la cual
la institucionalización de los movimientos y la canalización de las demandas. quieren alejarse a toda costa, así como alejar de ella a sus hijos.
Los dirigentes de pobladores son hoy alcaldes o concejales, las dirigentas de
F inalm ente, m encionem os lo que es el atrib u to p rin cip al de la
mujeres están en el SERNAM y sus bases presentan proyectos al FOSIS, donde
desmovilización como es la ausenciá de centralidad del conflicto. De acuerdo
se encuentran con antiguos funcionarios de ONG. La institucionalización del
con los datos disponibles, la afiliación a organizaciones voluntarias entre los
movimiento social es el resultado del clima de negociación de la transición po­
pobladores es notablemente alta, involucrando entre 40 y 50% de la población
lítica de los 80, pero también de las orientaciones propias de las organizaciones
(INJUV 1999, CNSP 1996). Sin embargo, junto con el recuerdo glorioso de los
de la sociedad civil. Muchos de los actuales funcionarios públicos hace poco
paros generales o las protestas, persiste el m iedo al conflicto, a exponer las
más de diez años apedreaban o se tomaban las oficinas en las cuales hoy concu­
diferencias en público. Y ello es porque cuando este se expuso caló tan hondo
rren rutinariamiente a realizar su trabajo. Los dirigentes de base de los ochenta como para dividir lo que se consideraba inseparable.
pueden apreciar con más claridad que no todo lo que brilla es oro, ya sea que En estas condiciones, las bases constitutivas de los modelos de acción
quedaran a uno u otro lado de la institucionalidad. que caracterizaron los ochenta se han transformado radicalmente. Podemos
Ni el predominio del mercado, ni la dominación, ni la institucionalización describir la situación como un conjunto de redes sociales vacías de identi­
del movimiento son la respuesta completa a la desmovilización. La pregunta dad que no generan identificación colectiva. H ay posiciones pero no hay acto­

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res; y ya sabemos que no hay relación directa entre posición y comportamien­ En este terreno es el movimiento de mujeres el que mejor ha representa­
to. Si buscamos por el lado de los conflictos encontramos desde un incremento do las nuevas orientaciones de los movimientos populares. El movimiento de
de las manifestaciones descontroladas, movimientos de resistencia, movimien­ mujeres permaneció subordinado tanto al sindicalismo como a un movimien­
tos de defensa, expresiones de innovación cultural, con el mismo nivel de rele­ to de pobladores ciego a la dimensión de género. Tom Salman (1995) ha hecho
vancia de los conflictos redistributivos clásicos y aun la lucha de los derechos bastante justicia a este movimiento al mostrar cómo la militancia de mujeres y
humanos. jóvenes en organizaciones de pobladores en los 70 y los 80 ofrece la base sufi­
Al revisar los principios de diferenciación encontramos entonces una ciente para la recomposición de la movilización colectiva en los 80. A mi juicio
textura en la identidad popular que parece caracterizar un componente más el desafío planteado por la mujeres aún deja sentir sus ecos. En el plantea­
autonom ista, de identidad más diversa y con m ayor relevancia de la subje­ miento del movimiento de mujeres hay no sólo la reivindicación de una iden­
tividad. Los actores definen su participación basados en su responsabili­ tidad subordinada sino la extensión de las consecuencias de esta aparición en
dad y desde la libertad individual, de m odo que favorecen su alta diversi­ el plano de las relaciones sociales. De igual forma los movimientos étnicos, de
dad. De aquí que las discusiones y representaciones de los conflictos alu­ derechos humanos, medioambientales, plantean no sólo la distinción de su
dan paralelam ente a procesos de definición de identidad junto con mode­ identidad sino que sus planteamientos tienen consecuencias respecto de mo­
los de sociedad. La ausencia de antagonistas claros es lo que facilita la co­ delos de relación social y los valores, por lo cual se emparentan con debates
optación de los actores por el sector público, pero es lo mismo que acerca acerca de modelos de sociedad.
el debate hacia el plano político. El debate de la identidad, que es en reali­ Conviene dejar planteado, al menos a nivel de hipótesis, la diferencia
dad una combinación de elementos de identidad y totalidad, se define mejor radical que marcan los noventa respecto del período anterior. Esta consiste en
como u n debate norm ativo o cultural en términos que los elementos pre­ la superposición del eje de identidad con otro de totalidad de forma que los
sentes form an parte de los innegociables, pues atañen a la constitución principios de diferenciación se reflejan mejor como un debate sobre modelos
misma del actor2. de sociedad que de identidades definidas a partir de posiciones sociales. En
La base social, en estas condiciones, desarrolla una subjetividad que este campo de debate los principios de diferenciación permiten reconocerse
expresa no sólo los cambios en las posiciones sociales más relevantes, sino entre sí a los aliados e identificar los oponentes. No es relevante caer en el
la diversidad de experiencias de vida de sus integrantes. Si bien el Estado optimismo de anunciar un ciclo de recomposición de actores y movimientos
continúa siendo u n referente central de las organizaciones sociales, hay sociales. De hecho, muchas propuestas deben aún m ostrar su capacidad para
bastante espacio para esperar en m ovim ientos descentralizados. En tales transformarse en actores; más aún, el espacio cultural conservador es mucho
condiciones, las movilizaciones sociales asum irán un carácter parcial y frag­ más amplio que el innovador, por lo cual hay campo para orientaciones auto­
m entado, de búsqueda dentro de lo diverso, que corresponden con propie­ ritarias (que combinan autonomía del sistema político con valores conserva­
dad a lo que Félix Guattari denom ina m ovimientos moleculares. Este mo­ dores) o participativas formales cuando la orientación valórica conservadora
vim iento no se representa adecuadam ente como una jerarquía, como un se mezcla con simpatía por el sistema político. Ciertamente, las prácticas y
árbol con sus ram as o un organigram a con línea ejecutiva y departam en­ p ro p u estas in n ovadoras deberán inscribirse en lo que G u attari llam a
tos. La representación m ás adecuada es la de una red o rizoma, donde se micropolítica del territorio existencial, y que por algún tiempo se moverá en el
superponen conjuntos de relaciones dinámicas y cambiantes. En tales con­ testimonio, la defensa, el reconocimiento, el ejemplo, la diferenciación.
diciones no puede haber hegem onía de un sector sobre otro y el poder como
dom inación tiene menos plausibilidad que el poder como potencia.

Sin duda, el conflicto redistributivo puede adquirir relevancia en condiciones de recesión económica;
pero ello no llevará a un cambio de orientación de las tendencias aquí hipotctizadas. El movimiento
social es una expresión de subjetividad histórica, o historicidad, esto es la operación que la sociedad
realiza sobre sí misma en la producción de un nuevo orden. De allí que al pensar en términos de
escenarios estratégicos, podemos señalar que estamos al comienzo de un ciclo valórico.

210 211
El movimiento social de mujeres: memoria,
acción colectiva y democratización en Chile en la
segunda mitad del siglo XX

Ximena Valdés S; Loreto Rebolledo G;


Diana Veneros; Teresa Valdés E.7

[. Se nos ha extendido una invitación a examinar las grandes líneas de


sentido presentes en la sociedad chilena en los últimos cincuenta años.
Desde diferentes experiencias y distintas disciplinas proponemos una
mirada ai papel específico que ha tenido el movimiento de mujeres en este pro­
ceso, intentando comprender los legados que un movimiento social como el de
las mujeres ha dejado a la sociedad chilena. La reflexión encaminada se anuda
en un haz de preguntas que sin duda dan la posibilidad a más de un solo tipo de
respuesta: ¿ en qué medida un movimiento social de esta naturaleza ha sido el
motor de cambios culturales en la segunda mitad de este siglo? ¿cómo se inserta
el movimiento de mujeres en un tejido social y cultural en que se hilvanan, si­
multáneamente, la voluntad de disciplinamiento de sectores conservadores y
autoritarios con las resistencias y búsquedas libertarias -individuales y colecti­
vas- de las mujeres?
La tensión entre "memoria-olvido" presente en este debate nos hace
poner de relieve un hecho de nuestrb presente: son mujeres quienes hoy día
ofician de portadoras de la memoria de nuestro país en Inglaterra. Vaya nues­
tro homenaje, entonces, para Sola Sierra, Isabel Allende, Sofía Prats y todas las
mujeres que han expuesto -para juicio del m undo entero- los horrores vividos
por miles de chilenas y chilenos durante la prolongada dictadura militar. Este
hecho invita a pensar el modo como la acción colectiva logra sobrepasar la

Ximena Valdés es Licenciada y Mastcr en Geografía de la Universidad de París VII; Loreto Rebolledo
es Anlropóloga y Master en Etnohistoria de la Pontificia Universidad Católica de Quito; Diana Veneros
es Doctora en Filosofía, Brandéis University, 1997; Teresa Valdés es Socióloga de la Pontificia Universidad
Católica de Chile.

213
política del olvido impuesta desde los poderes institucionales y tácticos que
privada y de la vida pública y ha contribuido al desplazamiento de las fronte­
dom inan nuestra m uy limitada democracia2.
ras que separan lo público y lo privado. Asimismo, ha ido progresivamente
La tensión entre la memoria y el olvido constituye un eje altamente ex­ modificando la idea de que las diferencias por razones de sexo pueden dar
presivo de lo que ha sucedido en este siglo con las luchas de las mujeres, en origen a desigualdades.
que sus aportes, indiscutiblemente democratizadores, han tendido a ser barri­
Es esa la singularidad de su contribución al proceso de democratiza­
dos por la historia oficial. Hacer tabla rasa del aporte del movimiento de muje­
ción política y de la vida social en Chile. En este sentido, su rol mediador
res a los procesos democratizadores de nuestra sociedad implica entonces po­
entre sociedad civil y Estado ha sido fundamental para introducir cambios
ner en el debate también el papel que le cabe al discurso histórico en la repro­
en el ordenamiento social, particularmente para extender los derechos civi­
ducción del olvido y el ocultamiento de actores sociales que han contribuido a
les, sociales, económicos y políticos hacia las mujeres. Su potencial transfor­
los procesos de cambio cultural y democratización social y política.
m ador es sociocultural, además de político (Evers 1984).
El sostener tales afirmaciones implica aclarar lo que estamos entendien­
Visibilidad y latericia, silencio y presencia pública do por acción colectiva y por movimiento de mujeres. Entendemos el movi­
del movimiento de mujeres miento de mujeres como un proceso social amplio que, involucrando a innu­
merables actoras, en forma individual y colectiva da origen a un actor social a
p artir de un conflicto, de una identidad y de una voluntad de acción
Hacemos aquí un paralelo entre "memoria-olvido" con los planteamien­ transformadora portadora de un proyecto de cambio cultural que busca negar
tos de Alberto Melucci (1989), que conceptualiza la "visibilidad" y la "latencia" la negación de que es objeto cotidianamente (Valdés 1993). Siguiendo a Melucci
de los movimientos sociales, como una cadencia que relaciona a estos actores (1988), el movimiento conforma un sistema de acción colectiva basado en la
colectivos con la sociedad en que tienen lugar. Consideramos que es posible solidaridad, en la identidad compartida, que busca desplazar los límites del
asimilar estas fases en el movimiento social de mujeres en Chile con los proce­ sistema o la cultura imperante. Los conflictos sociales que originan hoy día los
sos de memoria y olvido. movimientos salen de la esfera económica tradicional hacia las áreas cultura­
Para ello podemos ubicar en el tiempo esa acción colectiva y señalar les: la identidad personal, el tiempo y el espacio de la vida cotidiana, las moti­
algunos de los rasgos que caracterizan al movimiento de mujeres de este siglo, vaciones y los patrones culturales de la acción individual. Los actores de los
su Cadencia de visibilidad e invisibilidad. conflictos son temporales y su función es revelar los proyectos, anunciar a la
Podem os ver u n m ovim iento de m ujeres pendular, de silencios e sociedad que existe un problema fundamental en un área que los afecta. Se
introversiones, de presencia pública interm itente pero recurrente. Flujos y re­ trata de actores que no luchan meramente por bienes materiales o para au­
flujos que parecen caracterizar la acción colectiva de las mujeres. Sin embargo, mentar su participación en el sistema, sino por proyectos simbólicos y cultura­
ellas han actuado reuniendo voluntades urdidas en lo cotidiano y han cuestio­ les, por un significado y una orientación distinta de acción social e intentan
nado, bajo las nociones de sometimiento, exclusión, discriminación o domina­ así, cambiar la vida de las personas.
ción, el modo como la sociedad ubica, clasifica y concibe el papel de las muje­ ® Con esta lente vemos a mujeres qúe, en forma autónoma y organizada,
res en la familia, la educación, el trabajo o la esfera política. Estas nociones han han irrum pido en el escenario público -en determinados períodos- con pro­
servido como argumento para afirmar la identidad de un movimiento social puestas de cambio por considerarse objeto de discriminaciones en sus dere­
que ha articulado a distintos grupos sociales tras objetivos comunes. Es un chos civiles y políticos, individuales, sociales y económicos. No nos estamos
movimiento que ha propuesto un m odo distinto de ordenamiento de la vida refiriendo, por tanto, a aquellas movilizaciones de mujeres que, si bien han
tenido presencia pública, han buscado la conservación del papel que la tradi­
Podemos preguntamos si es sólo su condición de familiares de las víctimas la que motiva esa
ción reserva a las mujeres; acciones ocasionales que, en general, sirven como
acción o si en este rol que asumen miles de mujeres, que se repite una y otra vez en toda America soporte a las corrientes conservadoras que asignan un papel esencialmente
Latina, no hay otros factores asociados a la experiencia genérica además del parentesco y los afectos privado, familiar y materno a las mujeres, naturalizando las diferencias entre
involucrados. los géneros.

214 215
Un punto de partida: derechos universales tas que disputaran el poder a las clases dominantes, al conservadurismo y el
y ciudadanía restringida sistema oligárquico de poder. Pero no fue el caso.
La sociedad chilena fue testigo, en la prim era mitad de siglo, de la
Para desarrollar estos argum entos, establecemos como punto de parti­ denuncia de la cuestión social, vio aparecer nuevas corrientes políticas pro­
da u n hecho que -simbólicamente- da cuenta del momento en que estaba gresistas, laicas y de izquierda; fue testigo de u n gran desarrollo del movi­
nuestra sociedad a mediados de siglo, a m anera de arqueología de lo que miento sindical, construyó progresivam ente un sistema de protección so­
más tarde será planteado por un segundo mom ento de visibilidad de este cial, reguló las relaciones capital-trabajo; el país se urbanizó, recibió las in­
movimiento social. fluencias de los avances en otros países, avanzó en materia educacional, y el
Cuando en 1945 la Academia Sueca otorgó a la Mistral el Premio Nobel mismo Estado intervino en el desarrollo económico. En fin, innumerables
de Literatura, ella no era ciudadana, no tenía derecho a voto. Sólo tras una cambios novedosos se instalaron en la sociedad chilena particularmente entre
larga y sostenida acción colectiva, las chilenas lograrían votar en las elecciones la década del veinte y los gobiernos de Frente Popular. Probablemente sólo
parlamentarias y presidenciales a partir de 19493. Recién entonces las mujeres se m antuvo intocado el m undo rural y el sistema de dominación hacendal
obtuvieron los derechos políticos. que reinó sin demasiado contrapeso hasta la reforma agraria.
Como la Mistral, a lo largo del siglo numerosas mujeres chilenas habla­ Sin embargo no se construyó una sociedad de iguales y los ideales libe­
ron de emancipación y buscaron, individual o colectivamente, desde la condi­ rales que se incubaron el siglo anterior apenas abrieron las puertas de las es­
ción obrera o profesional, a través de las letras o a través de organizaciones, cuelas, los liceos y las universidades a las mujeres, no sin resistencias políticas
caminos para arrancar de la desigualdad con la cual se construyó la primera y culturales. En esos años, el mayor ingreso de las mujeres a la educación per­
m odernidad en nuestro país. mitió que ocuparan ciertos espacios que el propio sistema de modernización
Esta prim era m odernidad se construyó en efecto homologando lo uni­ de la gestión pública les dejaba: profesoras fueron poblando el sistema educa­
versal a lo masculino. En este contexto, a las mujeres se les ofrecía protección y tivo, y enfermeras, aquél de la salud y la salubridad pública; las obreras de la
se les negaban derechos. El mismo Estado de Bienestar promovió la protección m anufactura aumentaron, pero los empleos para mujeres se concentraban en
a la m aternidad y legitimó, a través de una serie de dispositivos institucionales, el "inquilinaje citadino" y las casas particulares eran las mayores empleadoras
su papel en el ámbito doméstico, en el seno de la familia como su espacio en la de la fuerza de trabajo femenina.
sociedad. Las concepciones del salario, de las asignaciones familiares, repro­ En materia de acción colectiva y organización social hay quienes sostie­
dujeron en este marco, el papel de proveedores de los hombres y de figuras n en , in cluso, que d esd e com ienzos de siglo y la ex p erien cia de las
privadas/dom ésticas de las mujeres (Rossemblat 1995). mancomúnales obreras, las mujeres vieron retroceder su representación en el
movimiento sindical que sé desarrolla con posterioridad (Salinas 1987) y que
Disciplinamiento, pero también resistencia en esos años se construyó la idea de "compañera" en los discursos y prácticas
de la asociatividad de obreros y empleados como tributaria de los intereses de
clase y ocultando los intereses de género (Hutchinson 1995). Pese a ello, y des­
Podría decirse que no había lugar en ese entonces para pensar a las
de distintas vertientes sociales, las mujeres no dejaron de reclamar derechos y
mujeres como ciudadanas, o que no existía un ambiente propicio al cambio
animar organizaciones culturales, políticas y laborales. En este contexto sur­
social, o que el escenario político chileno no contaba con fuerzas progresis-
gió la lucha por el derecho a voto que aglutinó a las mujeres en numerosas
organizaciones y las concertó en la FECHIF (desde 1944), logrando que en 1949
En 1934 obtienen el derecho a voto en las elecciones m unicipales. El M ovim iento Pro-
se transformaran en ciudadanas.
Emancipación de la M ujer Chilena (MEMCH) se funda en 1935, época de grandes convulsiones
sociales y políticas, el que se suma a numerosas organizaciones de diverso cuño en la Federación
Chilena de Instituciones Femeninas (FECH1F) en 1944. Este conjunto de organizaciones lograrían
el voto en las elecciones nacionales.

216 217
Depósitos de la memoria: el legado del sufragismo: institucionalización, en que las líderes del movimiento privilegiaron la acción
en los partidos políticos y en los espacios que la nueva ciudadanía abría. La ola
"Queremos votar en las próximas elecciones" (1935-1949) que acompañó al sufragismo permeó las instituciones y numerosas mujeres se
fueron incorporando a nuevas tareas. El movimiento entró en una fase de la-
Mientras el sistema democrático, la cultura y las mentalidades, y el pro­ tencia.
pio proceso de construcción del "Estado de Compromiso" convivieron sin Simultáneamente, fue el tiempo del olvido, tupido velo tendido sobre el
mayores dificultades con la exclusión de las mujeres de los derechos políticos, quehacer incansable de las mujeres. Cuando en 1947 se creó la Asociación de
la experiencia del sufragismo chileno dejó u n conjunto de elementos que con­ Amas de Casa se estaba echando las bases de uno de los procesos organizativos
tribuyeron a democratizar el sistema político por un lado, y por otro, a colocar femeninos más significativos de esta segunda mitad del siglo veinte, procesos
en el debate otros aspectos no menos importantes que hacían referencia a la que alimentarán el renacer de la acción colectiva tras el quiebre democrático
condición femenina. del golpe militar. Se inició una red de centros de madres en constante expan­
Primero: la incorporación de las mujeres al debate de la ciudadanía en sión, tanto por la voluntad disciplinadora de los grupos en el poder, como por
una época en que las mujeres carecían de derechos políticos. el deseo de las propias mujeres de desplazar las fronteras de lo privado, de
Segundo: un debate público en que se enfrentaron corrientes conserva­ salir del encierro doméstico e incorporarse a un más allá, todavía no del todo
doras, liberal progresistas y de izquierda, más allá de las propias mujeres. público, pero ya en una avanzada en esa dirección5. Tupido velo que no quiso
Tercero: la inclusión de las mujeres, a partir de la conquista del voto, en ver cómo las invasiones paulatinas de terrenos, y después las tomas organiza­
las ofertas de los partidos políticos. das, tenían como principales actoras a esas mujeres que, en virtud de aquel
Cuarto: la acción colectiva para lograr el voto no fue ajena a otras ideas mandato -muy tradicional- de ser dueñas de casa, desplazaban una vez más
que circularon en las formas de asociatividad femenina de la época. La idea de las fronteras de lo privado y hacían pública su necesidad.
"emancipación" de las mujeres se agrega a los ideales de la igualdad incuba­ Asimismo, tupido velo que impide encontrar en los diarios de la época los
dos en el siglo XIX y esta idea es más propia de las mujeres que de los idearios rostros de las legisladoras que fueron abriendo camino para adecuar, al menos en
liberales y progresistas de la época. Aparece, además, contrapuesta a la noción parte, las leyes a las necesidades de las mujeres. Una excepción es Inés Enríquez,
de sometimiento, subordinación, dominación, esclavización, y en última ins­ primera diputada y promotora, en varias legislaturas, de la ley de divorcio6.
tancia servirá a las mujeres para construir los argumentos y cuestionar las des­ Pero en la memoria popular están instalados tanto los centros de ma­
igualdades en la educación, en la familia, en el campo laboral y en tanto sujeto dres, en tanto oportunidad de desarrollo para las mujeres, como las tomas de
ajeno sin derechos políticos. terreno y algunas leyes que concertaron a las mujeres de todos los sectores
Al luchar y conseguir el voto para las mujeres, no sólo se coloca en dis­ políticos, por ejemplo, a Wilna Saavedra (DC) y Mireya Baltra (PC), para lo­
cusión el tema electoral y el derecho a la ciudadanía, sino que ingresan al de­ grar salas cima en los lugares de trabajo y facilitar así la incorporación femeni­
bate público temas como la planificación familiar, el aborto y el divorcio, en un na al mercado laboral.
contexto de fuertes resistencias conservadoras al cambio en la condición de la Asimismo, es un tiem po de disciplinam iento, en que las mujeres
mujer4. El propósito del MEMCH era "sacar a la mujer de la casa para conec­ devinieron en intermediarias fundamentales de las políticas y program as di­
tarla con el m undo y sus problemas, entre los cuales era considerado impor­ rigidos hacia los sectores populares, convocadas por unos y otros por su rol
tante lo concerniente a su propia condición" (Kirkwood 1986:140). en la familia7. Tiempo de disciplinamiento de las mujeres también en aras de
Quinto: la demostración de que estas medidas democratizadoras no se
logran si las mujeres no las empujan. Se estima en un millón las mujeres que participaban en los centros de madres al producirse el golpe
Tras esta acción colectiva encaminada a la adquisición de derechos civi­ militar (Gavióla 1988).
les y u n a vez lo g ra d o el voto, v ino u n tiem p o de frag m en tació n e Lotty Rosenfeld, cineasta chilena, autora de dos videos sobre el movimiento de mujeres sobre el
sufragismo y el período 1950-1973, no consiguió imágenes ni fotografías de la mayoría de las
4 Una Encíclica papal de marzo de 1937, rechazó el concepto de emancipación de la mujer porque parlamentarías de los años 50 y 60.
“la separa de la vida doméstica y del cuidado de los hijos para arrancarla a la vida pública y a la “Aquí va la clase obrera, hacia el tríunfo, querida compañera. Y en el día en que yo muera, mi lugar
producción colectiva” (citado por Antezana 1987:239). lo tomas tú”, reza el himno de la CUT.

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los grandes proyectos de transformación social, pero tiempo de participa­ la agenda pública los problemas de la vida privada y el tema del poder en la
ción creciente en la búsqueda de m ás democracia, de más derechos. política. Todo ello, a pesar de la represión, de la manipulación ejercida sobre las
mujeres para desmovilizarlas.
"Democracia en el país y en la casa" (la década de los ochenta) La concertación entre mujeres de distintos sectores políticos (democrá­
ticos) y sociales tuvo su primera manifestación en el Departamento Femenino
Tres décadas después de la obtención del voto, irrum pe -en un nue­ de la Coordinadora Nacional Sindical que, en 1976, comenzó a conmemorar
vo escenario- el m ovim iento de mujeres. Bajo la dictadura m ilitar adquiere públicamente el Día Internacional de la Mujer. Las máximas expresiones de
presencia pública para reivindicar el retorno a la democracia y lo privado articulación del movimiento -en Santiago- serían el MEMCH'83, coordinadora
como u n asunto público y político. Los fines de los setenta y la década de de organizaciones políticas y sociales que retomó, con el liderazgo de Elena
los ochenta fueron m om entos en que n uestra sociedad estuvo deprivada Caffarena y Olga Poblete, los sueños emancipadores de los años 30, y Mujeres
de vida pública y política, en que la gran m ayoría de los chilenos estaba por la Vida (1983), grupo integrado por dirigentas sociales y políticas de todo
constreñido a sus casas sin poder ejercer sus derechos políticos, un contex­ el espectro opositor. Estas instancias convocarían las mayores movilizaciones
to com pletam ente diferente al que acom pañó al m ovim iento sufragista. de mujeres, contando con la masiva adhesión de todos los sectores políticos y
Paradojalmente, el movimiento de mujeres de los años ochenta adquiere sociales9. La consigna “Democracia en el país y en la casa", acuñada por el
cuerpo, voz y visibilidad pública cuando se desmantelan las formas históricas Movimiento Feminista, se hizo pública en 1983, en las escalas de la Biblioteca
de asociatividad política y social, y cuando los varones pierden su tradicional Nacional. Esta consigna poco a poco fue extendiéndose a todo el movimiento
protagonismo bajo amenaza de persecución, cárcel y exilio. Las vertientes que de mujeres, tanto chileno como latinoamericano.
alimentan y tejen este movimiento suman los variados problemas que enfrenta­ Desde las diferentes vertientes, no sin conflictos y tensiones, las mujeres
ban en ese entonces las mujeres: interpelan la violación de los derechos hum a­ organizadas fueron confluyendo en una visión e interpretación común sobre
nos, asumen la sobrevivencia familiar, cuestionan los modos de hacer política de la discriminación de las mujeres. Ello hizo posible un acuerdo sobre las “de­
los partidos y reponen la discriminación y subordinación de las mujeres como m andas de las mujeres a la democracia", la participación de una representante
una expresión más del autoritarismo que se ha apoderado de la sociedad.. No en las instancias de articulación social por la democracia, la elaboración de
son suficientes las amenazas para apagar las necesidades de estas mujeres. propuestas para un futuro gobierno democrático y, finalmente, su inclusión en
Fueron las organizaciones de derechos humanos, integradas casi total­ la agenda política de la transición.
mente por mujeres, las que primero aparecieron en la escena pública interpelan­
do al régimen militar por la muerte o desaparición de familiares. Por otra parte, De la visibilidad a la latencia
la aguda crisis a que es sometido el país por la instalación de una política econó­
mica de corte neoliberal hace que las mujeres de los sectores populares inventen Pero, ¿qué logró este movimiento de mujeres tras estos años de transición
estrategias de acción colectiva para su subsistencia y, en un contexto de aumento democrática, la consolidación de un nuevo paradigm a de desarrollo, la incor­
de la cesantía, crean ollas com unes y u n a asociatividad vinculada a la poración del país al mundo globalizado y la reducción del papel del Estado?
sobrevivencia (Valdés y Wéinstein 1994). Renace allí -modificada- la tradición
En los ochenta, el movimiento de mujeres había construido nuevos problemas a
organizativa de los centros de madres y la JAP, de los partidos políticos y las
comunidades cristianas de base. Grupos de mujeres profesionales y feministas8 partir de la reelaboración de las continuidades y los cambios que se hacían presentes en
una sociedad sometida a mutaciones compulsivas. La lucha por el retomo a la
van a cuestionar el modo en que en los partidos y la política reproducen las
democracia fue el vector que más fuertemente unificó a mujeres de distinta con­
discriminaciones sexuales y van retomando las ideas ya planteadas por la co­
dición social. Sin embargo, en este marco fueron planteados problemas tales
rriente feminista en el sufragismo de los años treinta y cuarenta, para reponer en
como la violencia privada, la situación de las mujeres solas, la discriminación
8 En 1977 se comienzan a constituir pequeños grupos de reflexión feminista que darán origen al
Círculo de Estudios de la Mujer, iniciador de los estudios destinados a dar cuenta del sistema de El acto masivo en el teatro Caupolicán “Hoy y no mañana. Por la Vida” (1983), la marcha “Somos
discriminación y subordinación de las mujeres vigente. +” (1985), la lom ada por la Democracia (1986), entre otras.

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laboral, la situación de las empleadas domésticas y los empleos precarios que el to e invisibilidad- se institucionalizan y resignifican las ideas y demandas ex­
modelo exportador ofrecía como horizonte laboral a las mujeres en un contexto puestas por las mujeres a la sociedad.
de flexibilización normativa y deterioro de los sistemas de protección social. No obstante estos períodos de silencio, la memoria parece ser un referente
Problemas inherentes a la sexualidad, el embarazo adolescente, el aborto y el privilegiado para la constitución de este movimiento: se apela a las huellas dejadas
divorcio fueron repuestos en la agenda del movimiento. por otras mujeres y su acción colectiva, para reconfigurarse y reinventar, o actuali­
Se cuestionó entonces, la no consideración de los problemas de la vida zar, su propio ideario y fortalecer su identidad. Las mujeres recurren una y otra vez
privada que afectaban prioritariamente a las mujeres en el campo de la política. a la historia para nutrirse.
Los partidos, las organizaciones sociales y el propio Estado fueron señalados ; En efecto, el movimiento de mujeres se caracterizó, tanto en su etapa
como lugares de reproducción de las desigualdades sociales por razones de sexo. sufragista como en aquella que buscó democratizar la vida pública y privada y
Vino, ahora, un nuevo período m arcado por la fragmentación y la reconquistar la democracia, por urdir un relato que mostrara este recorrido.
institucionalización: tanto de la acción del movimiento en ONGs y espacios Este trayecto no olvidó las primeras experiencias que buscaron emancipar a
abiertos por el retom o democrático, como de las propuestas del movimiento las mujeres chilenas y de esta forma se fueron anudando distintas figuras de
en organismos de gobierno. mujeres, desde aquellas anónimas obreras de las mancomúnales obreras, pa­
En efecto, la transición aseguró mecanismos institucionales y la crea­ sando por figuras que combatieron desde el anticlericalismo como Belén de
ción de dispositivos públicos para modificar las desigualdades y, desde este Zárraga en la pam pa salitrera la discriminación de que eran objeto las mujeres,
espacio institucional, comenzaron a elaborarse nuevas leyes, programas, orien­ hasta Olga Poblete y Elena Caffarena como exponentes de la lucha por los
tando recursos para enfrentar algunos de los problemas planteados por el derechos políticos, sociales y culturales.
movimiento de mujeres. Muchos quedaron fuera. Desde la lucha por el voto protagonizada por el MEMCH y las demás
Pero nuevamente, la institucionalización trasladó a mujeres del movi­ organizaciones de mujeres de la primera mitad del siglo, hasta el levantamiento
miento a los partidos, como ámbito privilegiado para alcanzar mayores cuotas de la consigna "democracia en el país y en la casa" bajo la dictadura, las fronteras
de poder. En ellos comenzaron a reivindicar mayor participación, no sin en­ entre lo público y lo privado fueron desplazadas por el movimiento de mujeres.
frentar poderosas resistencias, en un contexto donde los partidos habían recu­ Es propio de los procesos de m odernización y m odernidad el levanta­
perado el papel protagónico que habían tenido antes del 73. miento de la noción de secreto asociada a la vida privada y familiar (Perrot,
La acción colectiva visible declinó, pero no la acción por el cambio, lle­ 1998). Esto ha contribuido al desvanecimiento las distinciones entre el afuera
vada adelante desde distintas vertientes y espacios organizativos y en las que y el adentro, la familia y la política, lo público y lo privado. La noción de
las mujeres han continuado apuntando para empujar las transformaciones e derecho ingresó al m undo am urallado de la vida privada y al hacerlo produ­
incubar nuevas ideas para enfrentar el futuro (Frohmann y Valdés 1995). jo un nuevo escenario proclive a que los miembros de la familia comenzaran
a moverse por sus propios intereses, colocando en tensión los intereses fami­
Pasado y futuro: una nueva concepción liares con aquellos de los individuos, y a cuestionar la autoridad incontestada
del padre en la familia tradicional.
de ciudadanía La inclusión de una noción de derechos que se hace extensiva a las
mujeres, y el hacer de los asuntos privados problemas políticos, ha dado cuer­
El examen de estos decenios nos permite concluir que el movimiento de mujeres po a este movimiento de fronteras que ha puesto al descubierto nuevas for­
no tiene un itinerario, en la traducción literal de la palabra. Tiene un recorrido que m as de concebir la vida privada, la propia noción de democracia así como
puede reconstruirse a partir de ciertos períodos en que las mujeres se transforman -a aquélla de justicia social.
través de su acción colectiva- en actores sociales. Se manifiesta en forma inter­ Tal vez el mayor logro del movimiento de mujeres en los últimos cincuenta
mitente, en momentos históricos concretos, que tampoco parecen tener atribu­ años es haber posicionado un tema fundamental para la construcción de ciudada­
tos comunes. Entre estos períodos de emergencia -en que adquiere visibilidad nía y para el avance de la democracia: la ruptura de la dicotomía público/privado,
pública- y los períodos de introversión/latencia -entendida como ocultamien- aquella frontera que separa las cosas que requieren ocultarse de otras que necesi­

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tan exhibirse públicamente para que puedan existir, y la disolución tajante de la Bibliografía
distinción entre lo público -concebido como el reino de la libertad- y lo privado -
concebido como el reino de la necesidad-, en palabras de Hanna Arendt (1983).
Antezana-Pemet, Corinne A. (1997) El MEMCH hizo historia, Fundación
Biblioteca y Archivo de la Mujer, Elena Caffarena, Santiago.
El presente y el "país real"
Arendt, Hanna (1983) La condition de l'hom m e modem e, Calman-Levy,
París.
No obstante este movimiento de fronteras entre lo público y lo privado
al cual ha contribuido el movimiento de mujeres, para finalizar y como corola­ Caffarena, Elena (1952) Un capítulo en la historia del feminismo, Edito­
rio de estas reflexiones proponemos situam os en el "país real" que habitamos rial MEMCH, Santiago.
en vísperas del cambio de siglo, señalando nuevas preguntas. Chucryk, Patricia (1984) "Protest, Politics and Personal Life: The Emergence
Más allá de la invisibilidad pública del movimiento de mujeres en nues­ of Feminism in a Military Dictatorship. Chile 1973-1983", Ph.D. Dissertation, York
tro presente, más allá de la institucionalización de las demandas que éste puso University, Cañada.
en la esfera pública, lo que sin duda resta vitalidad a la acción transformadora
del movimiento de mujeres, a nuestro m odo de ver, otros elementos se conju­ Echeverría, Ménica (1996) Agonía de una irreverente, Editorial Sudame­
gan para explicar los bloqueos a los cambios culturales propuestos a lo largo ricana, Santiago.
de una trayectoria de acción colectiva. Evers, Tilman (1984) "Identidad: el lado oculto de los movimientos so­
El fin de siglo ha construido una singular asociación entre neoliberalismo ciales", Materiales para el debate contemporáneo N °l, CLAEH, Montevideo.
y neoconservadurismo, en la que se amalgama el liberalismo en lo económico
con el conservadurismo en lo cultural. En efecto, el neoliberalismo vino de la Frohmann, Alicia y Teresa Valdés (1995) "'Democracy in the Country and
mano del neoconservadurismo y ello ha contribuido a frenar el proceso de secu­ in the Home': The Women's Movement in Chile", en Basu, Amrita (ed) The
larización que vivió la sociedad chilena en el curso de este siglo, particularmen­ Challenges of Local Feminisms. Women's movements in global perspectives,
te a partir de los años treinta en adelante. Tal neoconservadurismo no sólo se Westview Press, Boulder, San Francisco, Oxford.
refleja en los discursos públicos de sectores de derecha y vinculados a las co­ Gavióla, Edda y otras (1985) Queremos votar en las próximas elecciones. His­
rrientes más integristas del catolicismo sino permea la sociedad chilena y parti­ toria del movimiento femenino chileno 1913 -1952, La Morada, FEMPRESS, Isis
cularmente a su clase política en un contexto de debilidad de la sociedad civil. Internacional, Librería Lila, Pemci/CEM, Santiago.
En este contexto cabe hacerse la pregunta si este es un fenómeno de
nuestro presente que se instala "por arriba", en los discursos dominantes, en Gavióla, Edda (1988) "Chile. Centros de Madres. ¿La mujer popular en movi­
los medios de comunicación, en la agenda pública y los cambios culturales transitan miento?", en Isis Internacional, Nuestra memoria, nuestro futuro. Mujeres e historia,
por otros lugares. O se trata de fenómenos que competen al cuerpo social en su conjun­ Ediciones de las mujeres N°10, Grupo Condición Femenina - CLACSO, Isis
to. O acaso, por el contrario, estamos frente a cambios de tipo cultural, a cambios en las Internacional, Santiago.
mentalidades "por abajo", a nuevas concepciones de la ciudadanía y a proce­ Gavióla, Edda, Eliana Largo y Sandra Palestra (1994) Una historia necesaria:
sos de m odernidad que no se ven reflejados en lo público debido al oculta- Mujeres en Chile 1973-1990, Impresión Akí y Aora Ltda., Santiago.
miento de estas transformaciones por la singular amalgama de nuestros tiem­
pos entre neoliberalismo-neoconservadurismo. Hola, Eugenia (1988) "Mujer, dominación y crisis", en M undo de mujer.
Más allá del legado del movimiento de mujeres a la sociedad chilena, de Continuidad y cambio, CEM, Santiago.
los avances y congelamientos de este proceso, un balance de fin de siglo impli­ Hutchinson, Elizabeth (1995) "La defensa de las hijas del pueblo. Géne­
caría, a nuestro m odo de ver, un ejercicio que concierne no sólo la reflexión en ro y política obrera en Santiago de principios de siglo" en Disciplina y Des­
tom o a los movimientos sociales sino la reflexión en tom o a los vectores que acato. Construcción de identidad en Chile. Siglos XIX y XX, SUR, Santiago.
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Santiago.

226 227
Trabajadores asalariados y movimiento sindical:
escenarios y tendencias*

Jorge Rojas Flores7


Antonio Aravena Carrasco2

Introducción

La recuperación de la memoria del movimiento sindical no debe con­


siderar solamente lo que haya sucedido en la época más remota de su histo­
ria. Una tarea importante que aún está pendiente es incorporar en la reflexión
el significado de los procesos más recientes.
Este artículo intenta describir las principales transformaciones que ha
experimentado el escenario en que actúan los trabajadores asalariados, bajo
distintas ópticas, así como las distintas posturas que han surgido en el movi­
miento sindical constituido para responder a ellas.

Los cambios en el escenario y los sujetos


ir
| Para describir los cambios que han operado en los escenarios de acción
y los sujetos involucrados es imposible eludir los distintos balances que se
hacen, sobre la base de diferentes planteamientos ideológicos. Nadie duda de
la existencia de profundas transformaciones en el plano económico, político,
social y cultural. Pero en su caracterización los autores difieren, a veces radi­
calmente.

Este artículo es una primera aproximación al tema. Hemos omitido las referencias bibliográficas.
i: Una versión más afinada será publicada en un próximo libro.
Licenciado en Historia, investigador del Programa de Economía del Trabajo, PET.
Licenciado en Sociología, investigador del Programa de Economía del Trabajo, PET.

229
A continuación nos limitaremos a señalar las principales transform a­ Esta "pérdida" no debe ser entendida en térm inos absolutos ya que
ciones que se han producido en las últim as décadas, según distintos plantea­ la desaparición de una actividad económica significa el flujo de la fuerza
mientos. Esto nos servirá para situar la discusión que se ha levantado sobre de trabajo de un sector a otro, lo que conlleva tam bién una transm isión de
el papel que le cabe hoy a los trabajadores asalariados y al sindicalismo en experiencias. Es previsible que la creciente m ovilidad de la m ano de obra
particular. hará más expansivo este fenómeno3.

1. Reestructuración económica y tradición organizativa .


2 La relevancia del trabajo asalariado

No es primera vez que la estructura socio-económica de Chile se ha trans­ El papel clave que cumple el trabajo asalariado en el sistema capitalista llevó
formado, modificándose con ello la composición de la mano de obra asalaria­ a que gran parte del debate ideológico se fundamentara en la oposición (y creciente
da. Por ejemplo, desde fines del siglo pasado, y sobre todo durante la Primera contradicción) entre capital y trabajo. Los partidos políticos de izquierda dirigieron
Guerra Mundial, se expandió el empleo industrial. En los años 30 se debilitó el sus principales esfuerzos de organización hacia este sector. Los trabajadores inde­
sector minero exportador que concentraba a u n importante núm ero de traba­ pendientes (pequeños productores, pescadores artesanales, campesinos) y, en gene­
jadores. Y durante todo el siglo ha dism inuido el peso demográfico de la acti­ ral, todos los sectores laborales subordinados social y económicamente fueron consi­
vidad agrícola. derados en una etapa muy tardía.
En las tres últimas décadas, la fuerza de trabajo ha observado un creci­ La crisis de la actividad industrial y el crecimiento del trabajo por cuenta
miento importante en la actividad financiera, comercial, de servicios y de trans­ propia, a partir de mediados de los 70s, llevó a que ciertos autores diagnosticaran el
portes y comunicaciones. La expansión del empleo no se ha producido siem­ debilitamiento progresivo del empleo asalariado (y del esquema político-ideológico
pre en los sectores m ás dinámicos de la economía. Los sectores eléctrico, que surgía del protagonismo proletario). En los años 90 la tendencia se revirtió y los
pesquero y minero se han desarrollado económicamente, pero han absorbido trabajadores dependientes han llegado a ser un 65,4% de los ocupados (en 1997),
escasa m ano de obra. recuperando la proporción que tenían en 1970, aunque internamente se han produ­
En algunos casos los cambios se han producido internamente. La indus­ cido transformaciones en su composición.
tria m anufacturera ha visto modificada su estructura, mantendiendo su parti­ En forma paralela se ha producido una "degradación valórica" del trabajo, y
cipación en la distribución de la fuerza de trabajo. En la minería ha tenido un del trabajo asalariado en particular. Una buena parte del segmento que antes queda­
im portante auge la gran minería privada, mientras las explotaciones tradicio­ ba culturalmente comprendido dentro del concepto de trabajador, ahora ha sido in­
nales (como el carbón) han entrado en su crisis final. corporado dentro de la categoría de empresario, con independencia de los niveles de
Los sectores que contaban con una im portante tradición (de negocia­ acumulación de capital que haya logrado.
ción, cultura organizativa, etc.) y que aportaban la principal cuota de afilia­
ción y de dirigencia en las organizaciones de carácter nacional han entrado en
profundos cambios. Esto ha significado en algunos casos u na crisis de .
3 La composición del mundo asalariado: empleados y obreros
sobrevivencia y reconversión (industria sustitutiva de importaciones y empre­
sas estatales); en otros, abrirse hacia fenómenos que se pensaban "superados" Según el modelo clásico, se suponía que el proceso de industrialización
(presencia de capitales privados en la gran minería). aseguraría un contingente creciente de obreros industriales. Sin embargo, la
La memoria histórica del sindicalismo estuvo ligada fundamentalmen­ tradicional distribución de la fuerza laboral ha variado, en especial la propor­
te a la industria, la minería y los servicios del Estado. Los que ahora son más ción entre empleados y obreros. Algunos han calificado estas transformaciones como el
expansivos (el financiero y comercial, por citar algunos) no cuentan con la
misma trayectoria y allí el sindicalismo se ha construido sobre la base de una Esto no es inédito en la historia de Chile. En parte, el mapa electoral de la izquierda se explica por
débil identidad social. estos flujos que han experimentado ciertos grupos de trabajadores (obreros salitreros hacia Atacama,
obreros de la construcción hacia zonas rurales, etc.).

230 231

¡fe
fin del proletariado, el predominio de los sectores medios y una tendencia ha afectado el tam año de los sindicatos. En 1988 tenían un prom edio de
creciente hacia la heterogeneidad social. 69,2 socios, y en 1995 había llegado a 54,5 socios. Si lo com param os con el
En Chile, junto a la expansión del sector industrial se produjo el creci­ periodo 1966-1970, cuando las cifras se elevaban a 122 afiliados prom edio
miento del empleo público (a partir de los años 40) y la subsistencia de formas p o r sin d icato , el cam bio parece n o table. Sin em bargo, el auge de la
laborales tradicionales (campesinado, inquilinaje). La homogeneidad social no sindicalización campesina ocultó un proceso tem prano de atom ización del
pasaba de ser una aspiración de los teóricos. La importancia relativa de los sindicalism o urbano, que había pasado de un prom edio de 127,7 socios en
empleados había ido en aumento desde los años 40. En 1960 era cercana al 20% 1966 a 65,4 en 1970. De ahí la im portancia que tenían las organizaciones
de los ocupados; en 1970 ya llegaba a un 28% y en 1992 era de casi un 33%. Los sindicales de nivel interm edio, como las federaciones ramales.
obreros, en cambio, disminuyeron su peso relativo desde un 45% en 1960, a un
30% en 1992. Si a esto sumamos la sindicalización de los obreros agrícolas y
campesinos en los años 60, el panoram a era de una compleja heterogeneidad.
.
5 El crecimiento del empleo femenino no doméstico
La legislación laboral de 1924 profundizó las diferencias entre obreros y
empleados, estableciendo instituciones y beneficios distintos. Esto se sumó a El crecimiento de la fuerza laboral femenina en labores no domésticas
la brecha salarial que sustentaba distintos status y condiciones de vida. A par­ es una tendencia nítida que lleva varias décadas. En un comienzo la expansión
del empleo estuvo ligada a la primera industrialización (a principios de siglo);
tir de los años 80 la proporción de obreros disminuyó, tanto por la crisis que
luego a la migración campo-ciudad (y junto a ello, al crecimiento del servicio
afectaba a la industria, como por la creciente importancia de los servicios y la
doméstico) y actualmente a los más recientes procesos de reestructuración pro­
actividad comercial. En materia legal se produjo la eliminación de la distin­
ductiva (trabajo agrícola, comercio, etc.).
ción entre obreros y empleados (con el nuevo Plan Laboral). Aunque esto no
Esto ha sido interpretado desde dos puntos de vista, que pueden ser
ha significado term inar con las diferencias culturales y sociales entre ambos
complementarios: como un proceso de creciente protagonism o de la mujer
segmentos, la base institucional que las profundizó y alentó ya no existe.
en la esfera pública (que se vincula con sus luchas políticas por conquistar la
Adicionalmente, al parecer se ha producido una pauperización de los estratos
ciudadanía), y también como un fenómeno de contención del precio del fac­
medios, lo que ha acortado las diferencias salariales entre obreros y emplea­
tor trabajo, sobre la base de la incorporación al mercado de trabajadores que
dos.
p erm an ecían re te n id o s en el ám b ito de la eco n o m ía do m éstica. La
feminización de la fuerza laboral ha provocado efectos en las relaciones la­
4. La dispersión del trabajador asalariado borales tradicionales (discriminación social y económica, ausencia de la típi­
ca "conciencia de clase", tensiones con los "roles m aternos", etc.) y el colap­
El tamaño promedio de las empresas se ha reducido en las últimas dé­ so del m odelo cultural del hombre-proveedor.
cadas. Los grandes establecimientos fabriles que concentraban a un número
im portante de operarios han dado paso a unidades económicas más peque­ 6. El debilitamiento del Estado y del campo de acción legal
ñas. La fórmula más recurrente ha sido la extemalización de servicios y de
etapas del proceso productivo. Esto no ha significado una desconcentración
en materia laboral
de la propiedad, sino en muchos casos una mayor flexibilidad en la gestión
que ha facilitado que se desarrolle un proceso de concentración económica en El nuevo sistema de relaciones laborales, impuesto a partir de 1978/79,
muchos rubros. La reducción del tam año promedio de los establecimientos ha significado un cambio en la larga tradición de intervención estatal e
también se ha fortalecido por la proliferación de microempresas. A esto se suma intermediación de los partidos políticos. En teoría el Estado se limita a asegu­
el hecho de que las mujeres asalariadas se concentran en las empresas de ta­ rar que los dos actores involucrados estén en condiciones de negociar adecua­
maño más pequeño. damente, sin participar en forma directa.
Todo esto ha atom izado la distribución espacial de los asalariados y Durante algunos años hubo cierta esperanza de que el distanciamiento
del Estado del movimiento sindical había sido algo propio del período de la

232 233
Dictadura. Con el retom o a la democracia se elevaron transitoriamente los ín­ sos humanos; otros creen que su situación quedará sujeta a un proceso de ne­
dices de afiliación, como reflejo de las expectativas que se habían desarrollado. gociación.
Pero pronto se constató que los mayores espacios alcanzados en ciertos ámbi­ Pero, de cualquier modo, la tendencia podría conducir hada una atenuadón de
tos no mejoraron sustancialmente la capacidad de negociación a través de la los conflictos, un espacio mayor para la negodadón, la confluencia de intereses entre el
institucionalidad laboral. Es más, en muchos casos las "prácticas desleales" capital y el trabajo, obien hada una "privatización" de los costos laborales que provo­
han provocado el abandono de la actividad sindical abierta y pública. can estas transformaciones.
Algunos aseguran que, con independencia de las intenciones que pue­
dan estar detrás, este nuevo escenario asegura una m ayor posibilidad para la
acción autónoma del movimiento sindical. Es probable que subsista la presen­ 8. La “modernización" que fortalece la conciencia de clase
cia de los p artid o s políticos en su seno, pero su m enor capacidad de
intermediación con el Estado les restará protagonismo y funcionalidad. La reestructuración productiva, los niveles salariales y la desprotección
En la práctica, el espacio legal de negociación se ha reducido. Existe un legal permiten proyectar, a algunos autores, que el empleo se desarrollará, en
alto porcentaje de trabajadores que ha perdido ese derecho dentro del actual forma creciente, en condiciones de precariedad. Los niveles de contratación
marco jurídico. Lo que algunos denom inan un "bajo nivel de conflictividad informal son altos, así como la inestabilidad laboral (a través de la contrata­
laboral" parece ser una contención forzada de las fricciones, por lo demás nor­ ción temporal y a plazo fijo, la recontratación, etc.) y la falta de cobertura en
males, en las relaciones entre capital y trabajo. La ausencia de estadísticas apro­ materia previsional. Los empleos calificados no crecerían a un ritmo suficiente
piadas dificulta m edir actualmente el peso que tienen los canales no legales como para llegar a contrarrestar esta tendencia.
para resolver esas tensiones. De este modo, el mercado del trabajo no estaría cumpliendo una fun­
ción de integración social, sino de reproducción de la pobreza, la marginalidad
<* 7. La "modernización" que debilita la conciencia de clase y la exclusión. Hasta mediados de los años 70 el trabajo asalariado se conside­
raba ligado a las estructuras formales de la economía, aquellas que conducían
Las nuevas formas de organización del trabajo (la informatización de hacia el desarrollo. El resto de la fuerza de trabajo quedaba en las estructuras
tradicionales, m ás atrasadas, en condiciones de pobreza (denom inadas
los servicios, la dispersión física de los trabajadores), las nuevas modalidades
salariales (ligadas a incentivos individuales) y las múltiples formas de flexibi­ "subempleo", "informalidad" o "estrategias de sobrevivencia"). La integra­
lidad laboral p ueden ser consideradas serias trabas para recuperar o resurgir ción al mercado de trabajo formal (calificado, con mejores salarios, estabili­
una identidad de clase. Ya sea que estos procesos de modernización económi­ dad) era considerado el camino para salir del subdesarrollo y, además, uno de
ca impliquen grados crecientes de satisfacción laboral o bien un empeoramiento los mecanismos que aseguraba la estabilidad del orden social. Hoy, señalan
de la calidad de vida, las nuevas condiciones no serían favorables para desa­ algunos autores, esta situación se habría alterado sustancialmente.
rrollar una conciencia social. Según este punto de vista, los procesos de flexibilización laboral es­
Según algunos, el típico trabajador moderno no tendría identidad de tán obtaculizando seriam ente el sentido de pertenencia a la empresa. Esta
se basaba, en gran m edida, en la identidad que surgía de la estabilidad en
clase, de oficio y tampoco identificaría sus intereses con los de la empresa. Sus
sentimientos de pertenencia serían débiles y dispersos (el grupo primario, la el puesto de trabajo. La identidad que surge del oficio tam bién estaría sien­
identidad profesional). do superada, con la flexibilidad que se requiere en las em presas m odernas.
En cambio, una interpretación optimista de la modernización producti­ Así como el viejo modelo del ascenso social en el puesto de trabajo y el
va observa un proceso virtuoso de involucramiento de los trabajadores, como status profesional asociado. La lealtad o el com prom iso corporativo han
perdido sentido en muchos segmentos de trabajadores. Esto abriría posibi­
condición de su sustentabilidad. Las nuevas formas de organización del traba­
jo y las necesidades de capacitación que dem anda la empresa moderna harían lidades a una nueva conciencia de clase ligada a la condición de trabajador,
indispensable su participación. Para algunos, en este escenario el sindicato puede ver en su sentido más puro.
en peligro su existencia si su función es sustituida por las modernas políticas de recur­

234 235
.
9 El legado de la semi-clandestinidad 10. Pérdida de legitimidad de la acción sindical

La sem i-clandestinidad de la lucha sindical, durante el período de la La concepción clásica de que el proletariado es el portador de un pro­
Dictadura, fue un elemento que actuó objetivamente en el debilitamiento de yecto transform ador ha sido desplazada por la idea de que el progreso social
las organizaciones sociales, incluyendo las sindicales. Pero no nos referimos está radicado en el em prendim iento personal, o m ás precisamente en la ini­
sólo a la persecución física que debieron enfrentar los dirigentes y al tem or ciativa empresarial. En la base de esta concepción hay un reconocimiento del
que esto irradiaba hacia el resto de los trabajadores. También hay que consi­ valor de las capacidades personales, en desm edro (o sustitución) de la rei­
derar los efectos indirectos que se proyectaron hacia el interior del movi­ vindicación económica. Esto ha sido defendido principalm ente por los sec­
miento sindical y que produjeron efectos más prolongados en el tiempo. tores empresariales y los círculos de derecha. Pero también se han sumado
La necesidad de actuar más en el plano "simbólico" (en representa­ argumentaciones desde la izquierda. La resistencia a toda negociación con el
ción de los que no podían expresarse públicamente) que en el de la fuerza Estado o cualquiera otra que implique cooptación o funcionalidad dentro
orgánica llevó a que la democracia interna del sindicalismo fuera limitada. del sistema ha llevado a que se legitime la autonom ía desplegada en el m un­
Su capacidad de lucha en el plano económico se dem ostró débil, por la mis­ do del artesanado o el em presariado popular.
m a razón. A esto se sum ó su estrecha dependencia del financiamiento exter­ La superación de la pobreza y el ascenso social ya no descansan en los
no, que aum entó por la dificultad de contar con socios que cotizaran. El mismos pilares tradicionales, que eran modificar las estructuras macro-socia-
protagonism o de los líderes se afianzó, junto con la escasa renovación de los les y desarrollar la capacidad de presión colectiva. Los objetivos ya no debe­
cuadros dirigentes. La presencia de los partidos políticos se hizo habitual y rían orientarse hacia la transformación político-social; tampoco hacia la acción
en la etapa más dura de la persecución fue quizás inevitable. de defensa de intereses gremiales o corporativos.
La prolongación de la D ictadura durante 17 años fue un factor adicio­ El sindicalismo, según una postura más radical, sería un último vestigio
nal que limitó las posibilidades de transm itir la cultura sindical hacia el con­ de la cultura colectivista, que funciona sobre la base de la defensa de intereses
junto de los trabajadores4. El "legado histórico", con sus aciertos y errores, supra-individuales. La modernización llevará inevitablemente a su extinción
quedó en poder de u n pequeño grupo que tuvo dificultad para percibir las final, en forma paralela al predominio de la acción individual, basada en los
nuevas sensibilidades que se estaban gestando. incentivos personales. El fenómeno principal que debe enfrentar el movimien­
Gran parte de la dirigencia sindical de los años de semi-clandestini­ to sindical es, por tanto, de orden cultural. Las identidades y los intereses de
dad se m antuvo en sus puestos al term inar la Dictadura. En el nuevo escena­ clase no estarían en proceso de transformación, sino de desconstitución.
rio siguió reproduciendo las prácticas que le habían sido habituales y efica­ La responsabilidad social de superar la pobreza ha sido endosada a los
ces5. Esta "brecha generacional" está siendo superada recién en los últimos sujetos populares, sean estos asalariados o trabajadores independientes. Los
años, en algunos casos a un alto costo personal. pequeños productores podrán salir de la pobreza si son capaces de asimilar las
leyes de la competencia. Lo que impera es el mecanismo de selección natural.
La valoración del empuje individual ha perm eado hacia los sectores popula­
res. Por ejemplo, el trabajo independiente creció en momentos de crisis, pero
esto no se revirtió al llegar la expansión económica. El sentimiento de autono­
mía ligado al trabajo por cuenta propia y las expectativas de mejores ingresos
Pasaron unos quince años antes que los actos del Primero de Mayo fueran algo más que una hicieron poco deseable regresar a una relación de dependencia.
conmemoración para los militantes más convencidos.
Por ejemplo, muchos dirigentes no tenían una representación clara de las bases sindicales, debido a
No solo la acción sindical ha perdido significación, según algunos, sino
la persecución predominante. Ello llevaba a crear sindicatos “fantasm as” (generalmente de que es el ámbito social en su conjunto el que se ha visto limitado en sus capa­
trabajadores independientes o interempresa) para obtenerla formalmente. También se extendió la cidades. La esfera de acción de los fenómenos sociales ha quedado subordina­
figura del “funcionario” sindical que vivía de ingresos provenientes de la cooperación internacional, da tanto a las dinámicas políticas como a las económicas. El status de lo social es muy
obtenidos por contactos provenientes de su militancia política.
estrecho, en comparación con la mayor legitimidad de las lógicas del mercado y de la

236 237
política. En el sentido común los derechos sociales, por ejemplo, no pueden tuales, técnicos y en alguna m edida de los políticos. Las tensiones y
sobrepasar los equilibrios económicos ni la capacidad de crecimiento del país; desencuentros que hoy vive el sindicalismo sería un producto de esta etapa de
tampoco pueden alterar los derechos individuales ni la tranquilidad pública. transición, es decir, de búsqueda de respuestas frente al nuevo escenario. Esta
es una visión relativamente optimista sobre el futuro del sindicalismo (no ha­
11. El cuestionamiento y las limitaciones del cambio social bría una crisis terminal), aunque condicionada a su capacidad de integración.

La idea de que el cambio social es lo que explica el curso de la historia ha perdido 13. La pérdida de centralidad de las contradicciones de clase
fuerza en el último tiempo. Aun cuando se puedan formular críticas al modelo hegemó-
nico de sociedad, hay un cierto consentimiento implícito de que el cambio no es inevi­ Aunque no siempre las posiciones fueron tan categóricas y simplistas,
table, o, por lo menos, que existe una tendencia contraria hacia la estabilidad y el or­ en el discurso sindical predominó la idea de que la única contradicción digna
den. Esta percepción (que se aleja de los anuncios de inestabilidad, creciente de ser atendida era la que se producía entre las clases sociales (en especial
descontento, etc.) implica abandonar la concepción tradicional de una trans­ entre el proletariado y el capitalista). De ella se derivaba otra contradicción
formación ascendente e incontenible, y aceptar el conservadurismo como un que nacía del modelo de desarrollo particular que se había impuesto en Chile:
componente que está presente en los sectores sociales. entre los intereses nacionales y los del capitalismo extranjero. En la práctica,
sin embargo, esta tensión no era más que la expresión a escala mundial del
12. El sindicalismo como factor de orden mismo enfrentamiento entre clases.
Este enfoque no ha sido completamente sustituido, pero existe una tendencia
A unque el sindicalism o fue considerado un factor de cambio d uran­ proclive a señalar que las tensiones que provoca la sociedad moderna ya no estarían
te m ucho tiem po, a m ediados de siglo se puso en d uda esta afirmación. enmarcadas en las contradicciones de clase, sino en otros ámbitos: las discriminaciones
Este cuestionam iento tam bién se difundió en Chile, aunque en un período de género, de edad, las diferencias étnicas, el status social, las tendencias centralistas,
más reciente. etc. El proletariado clásico no sería el referente principal que sería capaz de integrar
Quienes aspiraban a la transformación social señalaban que esta no se estas demandas de cambio. Al contrario, sería uno de los reproductores del orden domi­
generaría a partir de las reinvindicaciones económicas que plantean los sindi­ nante (etnocéntrico, excluyente, patriarcal, etc.).
catos, sino de las luchas protagonizadas por los marginados por el sistema, el
bajo pueblo. Se produjo, con ello, u n cierto desplazamiento del centro de aten­ Las estrategias del movimiento sindical
ción de los intelectuales, quienes se volcaron hacia los pobladores, los jóvenes
desempleados o subempleados, los sin-casa, los desencantados, como sujetos Las distintas estrategias que coexisten al interior del movimiento sin­
portadores del cambio sobre la base de una rebeldía propia de los excluidos. El dical plantean distintas respuestas al momento actual. Cada cual tiene como
movimiento sindical, en cambio, pasó a ser considerado un factor de orden, un sustrato una determ inada interpretación del pasado, destacando uno u otro
agente de resistencia, integrado al sistem a, dom esticado a través de su aspecto, m ostrando las limitaciones y potencialidades de cada época. Por
institucionalización. ello, junto con la identificación de cada estrategia y sus principales exponen­
En las actuales circunstancias, por ejemplo, el sindicalismo (o una parte tes, harem os una sintética m irada a esas interpretaciones.
de él) no pretendería cambiar la sociedad, sino solo retardar las transformacio­
nes que se están produciendo, para así reorientar sus estrategias y fortalecer
su capacidad de presión dentro del sistema.Desde otra vertiente, quienes no aspiran a
1. La ausencia de estrategias
la sustitución del actual modelo de sociedad capitalista señalan que la principal traba
que enfrentaría el movimiento sindical sería su limitada capacidad de adaptación a los Esta primera corriente es la que niega la posibilidad de constituir una
cambios. Esto sería propio de todos los movimientos sociales, a diferencia de los intelec­ estrategia global. Refleja la posición de dos tendencias: una que ve con pesi-

238 239
mismo las posibilidades del sindicalismo tradicional (calificado de inviable, memoria colectiva. Junto con ello adquirió un gran protagonismo en el escena­
desfasado, etc.); y otra que ve, sin una connotación negativa, la necesidad de rio nacional, que les llevó a consolidarse como un actor social y político impor­
delimitar el campo de acción propio del sindicalismo. Ambas ponen en duda tante, con gran capacidad de presión y movilización de masas.
la pertinencia (por distintas razones) de plantear proyectos y estrategias El antecedente directo de esta estrategia estaría en la antigua CUT, que actuó
globalizantes. Las propuestas de cambio sólo tendrían un ámbito restringido, durante los últimos veinte años de vigencia del modelo económico de sustitución de
local, adecuado a cada realidad específica. Al sindicalismo le correspondería importaciones y del sistema democrático que estableció una estrecha conexión entre los
la administración eficiente de los intereses particulares de los afiliados, repre­ procesos sociales y políticos, con una activa participación del Estado.
sentando sus dem andas ante la empresa y ofreciendo los "servicios" requeri­ Sin embargo, sus orígenes se remontan a los años anteriores, a la etapa
dos por los socios. fundacional del movimiento sindical. En respuesta a las difíciles condiciones
Esta visión tiene mayor fuerza entre los sindicatos base, alejados del laborales y de vida que enfrentaba el proletariado m inero e industrial, las co­
debate de las federaciones. En algunas grandes empresas esto es posible, debi­ rrientes anarcosindicalistas y marxistas empezaron tem pranam ente a dispu­
do a la mayor capacidad de negociación que tienen. tar su influencia en el movimiento sindical. Ambas empezaron a incorporar
En este tipo de sindicalismo no existe un sentido de totalidad, un pro­ un sentido más profundo a las demandas sociales y orientaron la acción del
yecto de sociedad, sino únicamente una función utilitaria, burocrática o un movimiento sindical, definiendo distintas estrategias en respuesta a las cir­
canal de comunicación hacia la empresa. Esto contradice la existencia de un cunstancias políticas y sociales.
movimiento social, en el sentido que lo entiende Touraine. Una de ellas fue la conformación de un partido político obrero que
El pasado no ocupa un lugar relevante en este enfoque, incluso se llega representara autónom am ente los intereses del proletariado. Si en algún m o­
a renegar de él, en cuanto se cree que éste no da respuesta a los problemas del m ento se pensó que éste podía ser el Partido Dem ócrata, los prom otores de
presente. Huérfanos de historia por opción, no se busca recuperar una tradi­ esa idea pronto se desencantaron por la integración que éste tuvo con el
ción perdida o refundar u n nuevo proyecto sindical. sistema. Finalmente fue el Partido Obrero Socialista y su continuador el
Para una visión tradicional, esta postura sería inédita en el sindicalismo Com unista, el instrum ento que un sector de trabajadores se dio para inte­
chileno, calificado generalmente como ideologizado y portador de un claro grar las dem andas sociales y políticas. Recabarren, uno de los gestores de
proyecto histórico. Sin embargo, en la práctica la historia del movimiento sin­ esta idea, todavía pisaba un terreno difuso. Por una parte, prom ovía la p ar­
dical dem uestra las tensiones que se producían respecto a este punto. La au­ ticipación electoral (tanto del partido como de los sindicatos); por otra, la
sencia de una ideología orientadora se ha profundizado en las últimas déca­ autonom ía de las organizaciones sociales en vistas a la em ancipación final
das, por diversas circunstancias, pero ello no implica el quiebre absoluto con del proletariado. Para conseguir este fin la lucha era ideológica, "m oral",
un pasado que se muestra bastante más ambiguo de lo que se supone6. política y económica. D urante este período no se prom ovía la unidad orgá­
nica del m ovim iento sindical, sino su agrupam iento en base a las orienta­
.
2 La estrategia clásica: confrontación de clase ciones ideológicas.
La existencia temprana de una corriente marxista al interior de las organizacio­
de raíz marxista-leninista
nes sindicales es una dicuristanda que explica la fuerzá e influencia que han tenido los
partidos políticos de extracción obrera (por lo menos en su origen) en el movimiento
Esta segunda estrategia recoge la historia del sindicalismo nacional an­ sindical.
terior a 1973, en tomo a ciertas dinámicas que prevalecieron durante cuarenta años. Con la instalación del modelo desarrollista, la intervención del Esta­
En ese período, el movimiento sindical generó una identidad que aún permanece en la do en materia económica y social y la nueva estrategia de alianzas en la iz­
quierda para llegar al gobierno, el papel del sindicalismo empezó a ser obje­
to de discusiones. Todavía subsiste la disputa sobre el real sentido que tuvo
La historiografía sindical, sobre todo en el caso chileno, se ha dedicado a estudiar con cierto detalle
el sindicalismo “consciente”, dejando a un lado sus formas menos “heroicas” o aquellas que sólo
su participación. Algunos ven una actitud de confrontación de clases, pero
expresarían la “falsa conciencia”. limitada a la reivindicación económica, quedando subordinaba en lo político a los

240 241
lincamientos y estrategias que establecieran los partidos políticos. Esto habría intento de dar continuidad a la estrategia de la antigua CUT: un sindicalismo
generado una débil "politización autónom a" del movimiento sindical, y, en que respondía a las alianzas de los partidos políticos (por entonces el frente
cambio, un alto protagonismo militante de sus dirigentes. antifascista), que mantenía su identidad de clase y se desarrollaba en el terre­
Esto, en parte, reflejaba una discusión ideológica. Por una parte, para no de la lucha económica y política.
una orientación vanguardista, el movimiento sindical solo podía tener aspira­ La presencia de los partidos políticos en las centrales y las federaciones
ciones económicas limitadas (reajustes globales, negociaciones por rama), radicando se mantiene hasta la actualidad, aunque el peso que tiene el movimiento sindi­
en el partido político revolucionario la conducción del proceso de cambio global. Otros, cal en algunos de ellos es m uy limitado. Más allá de las orientaciones que si­
como Clotario Blest, planteábanlo contrario, un mayor protagonismo del movimiento gue uno u otro partido (críticas radicales y m oderadas a la situación actual),
sindical en la conducción del proceso revolucionario. Ello implicaba una clara los mecanismos de interferencia siguen siendo m uy similares.
radicalización de las demandas y, en algunas coyunturas, la abierta desestabilización También está presente una cierta añoranza por recuperar el papel que
del sistema político. cumplió el Estado en el período anterior a 1973. La evaluación que se hace de
En la práctica, sin embargo, la politización del movimiento sindical fue esa etapa es poco crítica. La Dictadura es vista como una interrupción de un
creciente, así como estrecha su vinculación con los partidos políticos de iz­ proceso que estaba esencialmente bien encaminado.
quierda, en términos programáticos y electorales (por ejemplo, con el Frente
Popular y la Unidad Popular). Las corrientes anarcosindicalistas y social cris­ .
3 La estrategia de la "concertación social"
tianas fueron marginales (por lo menos entre los años 30 y 70) en la definición
de las orientaciones globales del movimiento sindical, aunque sectorialmente Al comenzar la década de los noventa, con el fin de la Dictadura, un sec­
podían tener un peso mayor. tor importante del sindicalismo planteó como eje central de acción en el nuevo
Además predom inó (no sin tensiones y desencuentros) la defensa de escenario (además de la restauración del histórico marco legal) un cambio en su
la u nidad orgánica del movimiento sindical. Esto se vio facilitado durante la relación con el gobierno y los empresarios. Comenzó a privilegiar fundamental­
etapa de la antigua CUT por la convergencia que existía, entre las diversas mente la búsqueda de acuerdos, el diálogo y la negociación con ambos. Después
vertientes, en torno al program a de reformas estructurales. de tener un rol activo en la recuperación de la "democracia", una parte de los
La difusa separación entre el ámbito de acción de los partidos políti­ dirigentes sindicales (los que tenían simpatías por el primer Gobierno de la tran­
cos y el m ovim iento sindical y su fuerte vinculación con el sistema de rela­ sición) se sumaban a un "proyecto nacional" que implicaba dar sustento social
ciones laborales legales provocó una pérdida de autonomía del sindicalismo al modelo político y económico que se deseaba construir, aun cuando ello impli­
frente a los partidos y el Estado. La interferencia que se producía en las elec­ cara sacrificar reivindicaciones profundamente sentidas por los trabajadores. Era
ciones (sobre todo en la CUT) era abierta. Una buena parte de la "fuerza" la "contribución" que se hacía al proceso de construcción.
que dem ostraba el sindicalismo radicaba en elementos que le eran ajenos: Por de pronto, se dejaron fuera gran parte de las demandas económicas
por una parte, su nivel de relaciones con los partidos políticos de izquierda, largamente postergadas. A partir de ese momento, el sindicalismo "oficial",
sus contactos con el aparato burocrático del Estado y la existencia de una representado por la mayoría que dirigía la CUT, abandonó las posiciones
tram a legal que le perm itía funcionar (fueros, financiamiento empresarial,
"confrontacionales", para cumplir un rol distinto en un nuevo escenario de
etc.). Es necesario considerar, de cualquier modo, que esta trayectoria fue el
posibilidades delimitado institucionalmente.
producto de una tendencia general de intervencionismo estatal, pero a la vez
Se producía así un cambio de estrategia en el sindicalismo "democráti­
u n reflejo de algunas circunstancias históricas específicas que no estuvieron
co y m oderno", en razón del nuevo contexto político nacional (una democra­
presentes en otros países donde existió u n movimiento sindical de similares
cia poco estable que debía ser consolidada) y de una tendencia más global, la
características al chileno.
ausencia de proyectos sociales alternativos tras la desintegración del "socialis­
Durante la Dictadura Militar, la reconstitución del movimiento sindical estu­
mo real". Como lo ha señalado Jaime Ruiz Tagle, "en 20 años el m undo laboral
vo marcada, además de la persecución y la semi-clandestinidad, por esta tensión no
en América Latina pasó de una conciencia de posibilidades casi inagotables a
resuelta. El nacimiento de la Coordinadora Nacional Sindical fue el primer
una conciencia de limitaciones múltiples".

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Este sindicalism o abandonó el tradicional enfrentam iento con el El costo político de confiar en los frutos del consenso ha sido alto. Quie­
empresariado y reconoció en él y en el gobierno, contrapartes con necesidades nes lo han sostenido a ultranza han perdido pronto la confianza de sus bases.
legítimas que debían ser atendidas. Del mismo modo dejó a un lado los pro­ Algunos dirigentes de militancia gobiernista han sorteando esta situación,
yectos alternativos, sintiéndose un actor integrado a las dinámicas del modelo restándose a la estrategia de la concertación en las dem andas específicas
de desarrollo del país. Optó por insertarse y participar en el sistema socio- (privatizaciones, reformas laborales), pero manteniendo la idea matriz de apar­
político y económico, haciéndose parte de él y co-responsable de su estabili­ tarse de la confrontación y privilegiar los acuerdos sociales.
dad. Sólo durante un corto período, en los años cuarenta, se había desarrolla­
do una política sindical de similares características. Tal integración demostró .
4 La estrategia de la "autonomía sindical"
su debilidad al poco tiempo.
La estrategia de la concertación social se materializó en el Acuerdo Mar­ Esta estrategia tiene antecedentes lejanos en la historia del movimiento
co (1990) y posteriormente en sucesivos Foros de Desarrollo Productivo. En la sindical, aunque su referente más cercano se encuentra en la etapa final de la
etapa inicial, los dirigentes sindicales confiaban en que la estrategia de la Dictadura. La conforman muchos grupos dispersos, que han buscado su coor­
Concertación consideraba introducir ajustes importantes al modelo vigente, dinación, y que se distancian tanto de la corriente "concertacionista" como de
guiados por criterios de equidad. Ello no suponía necesariamente revertir la la vertiente más tradicional, de raíz marxista, que lidera el Partido Comunista.
orientación de la econom ía, su inserción internacional, sus niveles de Constituye una corriente sindical con una concepción y estrategia diferente
competitividad y modernización tecnológica, y tampoco modificar el papel que se denomina "alternativa", aunque su hom ogeneidad intem a no es tan
que cumplía la actividad privada. Los dirigentes debían lograr que los frutos evidente.
del crecimiento se hicieran extensivos al resto de la sociedad, sobre la base de A partir de la participación que tuvieron algunos dirigentes sindicales
una negociación responsable y técnica. en la nueva CUT, se empezó a levantar una crítica a las prácticas electorales de
Con el correr de los años, sin embargo, los dirigentes proclives a esta la nueva central, que privilegiaba los acuerdos a nivel de partidos. Ese fue el
postura observaron algunas deficiencias en el esquema de la concertación so­ prim er punto de encuentro entre quienes, habiendo tenido militancia de iz­
cial. Esto les llevó a reformular sus formas de acción y a plantear un discurso q u ie rd a (por lo m enos en su m ayoría), d e n u n c ia b a n la au sen cia de
más crítico. La búsqueda de acuerdos y consensos tripartitos fue abandonada protagonismo del movimiento sindical y su dependencia de los acuerdos par­
como mecanismo exclusivo de interrelación con los demás actores sociales y tidarios.
políticos, incorporando de manera progresiva acciones de mayor presión, como Esto adquirió un carácter de m ayor confrontación ideológica con la
las movilizaciones sociales. Pero siempre, detrás de estas actitudes, estaba la firma del Acuerdo Marco, en 1990. A esto se sum aron, con el tiempo, los
aspiración de ver fortalecidos al interior del Gobierno, a los sectores progresis­ resultados que tuvieron las políticas laborales im plem entadas por el gobier­
tas o más proclives al sindicalismo. En otras palabras, las movilizaciones ser­ no y los múltiples cuestionamiento a la CUT, tanto por su am bigüedad polí­
virían para sensibilizar, para dem ostrar la capacidad de movilización que se tica com o p o r su débil estructuráx dem ocrática, y consiguiente escasa
tenía, su nivel de representatividad, la base real de las demandas. representatividad y pocjer de convocatoria.
En los últimos años, los hechos han llevado a que la ilusión de asegurar un Sin embargo, en el fondo esta corriente plantea -más allá de la co­
espacio de negociación con el Gobierno y los empresarios haya perdido un terreno real.
yuntura específica- una reconceptualización de la actitud del sindicalismo
El proceso empezó a dar muestras de múltiples tensiones y se hizo difícil mantener un
en el juego de relaciones sociales establecidas. Se reivindica una recupera­
planteamiento proclive a acercar posiciones hacia el Gobierno y los empresarios. La ción del protagonism o que históricam ente tuvo el sindicalism o en su etapa
militancia de los dirigentes sindicales no aseguraba un alto nivel de influencia en las de m ayor autonom ía, es decir, del sindicalism o en resistencia, proponien­
esferas de Gobierno, y más bien la práctica ha demostrado que esta era muy restringi­ do una revisión de los actuales objetivos y estrategias. En definitiva, se tra­
da. Más que influencia extema de los "partidos" de Gobierno en el movimiento sindi­ ta, según esta concepción, de constituir o reconstituir a un actor social con
cal, existe una especie de lealtad intema (a veces muy reñida y tensa) entre los dirigen­ m ás fuerza y cohesión.
tes que son partidarios del Gobierno. Esta corriente se autodefine clasista, aunque a la vez se plantea críticamente

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frente a la visión tradicional que sólo reconoce las contradicciones entre capi­ de las sociedades en resistencia; encapsularse en un neo-mutualismo (es decir,
tal y trabajo. Por ello, destaca la necesidad de incorporar a sectores que están resolver las necesidades de los trabajadores sin apelar a ayuda externa). Sus
enfrentados a otras contradicciones, como son las de género, de edad o de críticas al modelo tradicional de relaciones laborales (con fuerte intervención
pertenencia a una etnia. Esta opción estratégica ha ampliado las "alianzas" estatal y mediación de los partidos políticos) y en general a cualquier forma de
hacia organizaciones estudiantiles, poblacionales, indígenas, ecologistas, de institucionalidad laboral, se traducen en la ausencia de una alternativa dentro
mujeres, etc. de los marcos legales y un acercamiento tácito al modelo liberal de desregulación. En
Sin embargo, en la práctica, se privilegia que, en la búsqueda de modos alterna­ este mismo sentido hay una cierta añoranza por la época heroica del sindicalismo,
tivos de organización (que no pasan por la militancia política), se recupere la identidad cuando la lucha era frontal contra el capitalismo y el Estado tenía escasa presencia en
y tradición obrera, su cultura y simbología, así como el ejemplo de sus personajes más el campo social, lo que alejaba la posibilidad de la "cooptación de los movimientos
reconocidos (L. E. Recabarren, Clotario Blest) que caracterizaron la época más gloriosa sociales".
para los trabajadores en Chile. Incluso algunos dirigentes han demostrado tener una Otro aspecto no resuelto, y que se desprende del primero, es el de la
muy arraigada cultura proclive al "vanguardismo obrero". tensión que se provoca entre el nivel de radicalidad de sus planteamientos y su capaci­
Desde los años 80 hasta el presente han sido múltiples las orgánicas de hecho dad de representación y crecimiento. Mientras más crece el primer aspecto, mayor será
(no legalizadas) que han agrupado, sectorial o territorialmente, a esta vertiente del la brecha entre dirigentes y bases, a menos que se confie en la alta potencialidad de la
sindicalismo disidente: el Movimiento de Autonomía Sindical (Mas), la Coordinadora concientización. Si bien aquí no existe la tensión partido-sindicato (debido a que, en
de Maipú-Cenillos (nacida en 1994), la Multisindical y la Coordinadora de Sindicatos general, no hay militancia partidaria de los dirigentes), el problema se traslada al inte­
de Valdivia. También han estado involucradas algunas organizaciones reconocidas le­ rior del sindicalismo, que empieza a contar con una "minoría activa" politizada
galmente, como el Sindicato Nacional de Montaje Industrial (Sinami) y la Fe­ y más dispuesta a la acción directa (y que vuelca todo su discurso en el sindi­
deración de Sindicatos de la VI Región. Con algunas excepciones (como esta cato, como agente activo de cambio social) y un grueso contingente de trabaja­
última), una buena parte de las organizaciones mencionadas están constitui­ dores que se m uestran más ajenos a esos planteamientos.
das por importantes sindicatos de empresa, que cuentan con recursos y dan
cierta estabilidad al trabajo de coordinación. Esto se contrapone, en alguna
medida, con su propuesta de agrupar a los trabajadores más afectados por la
precariedad.
Toda esta base organizativa privilegia la acción directa, pero, en m u­
chos casos, no descarta los mecanismos legales. En buena m edida su activi­
dad se despliega en tom o a actividades culturales y de formación, y de soli­
daridad con movimientos huelguísticos. Las huelgas o actos de protesta que
han organizado han tenido distintos resultados. Sus continuas críticas a la
CUT, tanto por parte de los dirigentes que perm anecen dentro como fuera de
la central, le han dado protagonism o a sus planteamientos.
Sus posibilidades de crecimiento se ven enfrentadas a la necesidad de
definirse en tom o a ciertos temas claves. El principal de ellos se refiere a su
relación con el Estado. Ha sido clara su resistencia a integrarse a mecanismos o
espacios de negociación que las pueda am arrar a las "estructuras de domina­
ción". Pero todavía resulta una incógnita saber a qué nivel de radicalidad se
llevará este planteamiento. Sobrepasar la legalidad y defender la "autonomía"
puede ser entendido en muchos sentidos: romper con la cultura legalista cuando i
la legislación muestre sus limitaciones; concentrarse en la acción directa al modo

246 247
Acerca de la transformación de los
intelectuales: una reflexión

Héctor Concha Oviedo7

"...y aunque el olvido que todo destruye


haya matado mi vieja ilusión
guarda escondida una esperanza humilde
que es toda la fortuna de mi corazón"

Volver, Carlos Gardel

® Para asum ir un informe sobre el saber en Chile, una de las aristas de


aquel tendrá que enfrentar la categoría del Intelectual como problema a des­
cifrar, más allá de reducirlo a una función, status o estam ento particular, ras­
trear la trayectoria de su existencia como problem a a dilucidar y la peculiari­
dad de sus rasgos a partir de las condiciones de posibilidad creadas por su
ethos ideológico y entorno material, así como su transformación. El Intelet>\
tual, como cualquier otro agente histórico, sufre los cambios de su historicidad. \
Debemos dejar constancia que los estudios al respecto, en la producción cien­
tífica local, son escasos2, de allí las siguientes líneas como apuntes para una
reflexión.
Los Intelectuales, como objeto de estudio diferenciado, se inscriben
dentro de, al menos, dos tradiciones; la prim era de ellas tiende a diferen­
ciar a éste de acuerdo a su lugar en la cultura, la segunda en relación al

Magíster (c) en Historia. U. de Concepción.


El sociólogo José Joaquín B runner es uno de los académ icos nacionales que le ha dedicado
una m ayor atención. Ver: BRUNNER, José Joaquín, América Latina: Cultura y Modernidad,
Edit. G rijalbo, M éxico, 1992, adem as, Los Intelectuales: Esbozos y Antecedentes Para la
Constitución del Campo de Estudios, Vol. I y II, Edit. FLA CSO, Documentos de Trabajo nro.
135, m arzo, 1985. Del m ism o autor: Los Intelectuales y el Campo Cultural, FLA CSO,
Docum entos de Trabajo nro. 149, junio, 1982 y Educación Superior y Cultura en América
Latina, Función y Organización, FLACSO, Docum entos de Trabajo nro. 412, 1989.

249
poder. A grandes trazos podem os concluir que una de estas tradiciones un solo estrato que preserva la continuidad de la cultura a través de los
puede adjudicarse a Max Weber y la otra a Antonio Gramsci3. En estas no­ tiem pos, poseedores de una cierta solidaridad.6
tas nos ocuparem os del segundo de los nom brados, pues Weber está níti­ En Chile, una primera aproximación ya clásica, la encontramos en la obra
dam ente incorporado a la tradición del pensam iento sociológico, no obs­ de James Morris, Las Elites, Los Intelectuales y el Consenso7. El dentista estadouni­
tante ser considerado el más "histórico" de los Padres Fundadores de la dense, en la segunda mitad de la década de los años '60, emprendió el estudio de
sociología, baste recordar su clásico: La Ética Protestante y el Espíritu del Ca­ las 'relaciones Industriales' en el seno de la empresa y sociedad chilenas, no obs­
pitalismo. tante, Morris superó con creces el espíritu inicial de su exploración, incorporando
El pensador italiano A ntonio Gramsci constituye un aporte funda­ un capítulo sobre los Intelectuales. En la definición que intenta Morris encontra­
m ental al desarrollo conceptual y operacional del Intelectual como catego­ mos: sobre su origen social, básicamente la clase media, de allí provendría una
ría de análisis. Según Gramsci existiría una fuerte y constante conflictividad profunda insatisfacción con la situadón material que realmente poseen en rela­
social, donde la expoliación de que son víctim as las clases bajas se ve refor­ ción a la que aspiran, insatisfacción que le daría un perfil singular: su orientación
zada en la conciencia de las m ism as p o r los valores propios del grupo so­ izquierdista. Encontramos así la figura clásica del intelectual como vocero de gru­
cial dom inante, á través de ciertos A paratos Culturales: M edios de Comu­ pos sociales en ascenso, arüculadón en proceso de profunda mutación. Cabe re­
nicación Social, Educación e Iglesia. La labor de construir, o com batir se­ cordar que en el lapso de 1950 a 1975 las Universidades latinoamericanas pasan de
gún sea el caso, esta H egem onía recae en los intelectuales, orgánicamente ser una institución de élite a una de carácter masivo, el impresionante aumento de
pertenecientes a cada grupo en específico. Empero, esta relación entre los la matrícula dice directa relación con el aumento del activismo radicalizado, solo
intelectuales y la base m aterial sobre la que se construye la sociedad, en recordar la irrupdón del mirismo en la Universidad de Concepción, parte inte­
clave marxista, no es m ecánica, de allí la "apariencia" de independencia en grante de la mitología revolucionaria propia de la capital penquista. Dicho fenó­
relación al m undo económico, pareciendo form ar parte de un corpus autó­ meno es el que aprehende Morris. A manera de ilustración, para el caso peruano,
nom o. Para G ramsci no todos los grupos sociales generan orgánica- m ente existe un interesante estudio de Nicolás Lynch: Los Jóvenes Rojos de San Marcos.8
sus propios intelectuales, que den cuenta de su realidad y que le posicionen
en la lucha por la hegem onía social, aquellos grupos subalternos se harán 6 Otro investigador, de la misma matriz ideológica, que trata el tema de manera original es Paul Baran.
de éstos a través de los partidos políticos. De acuerdo con éste, cualquier Este considera funcional al sistema Capitalista la División del trabajo en manual e intelectual, siendo
persona puede qued ar eventualm ente en la categoría por él elaborada4, este último heredero y transmisor de los intereses del statu quo, al circunscribir su labor intelectiva a lo
inmediato, alienado en relación a lo global, a la manera como el trabajador manual se encuentra enajenado
"...e n el más alto grado se colocarán los creadores de las ciencias, de la en relación al fruto final de su esfuerzo productivo, de acuerdo a la lectura marxista de dicho fenómeno,
Filosofía, del arte, etc., en el nivel m ás bajo, los m ás hum ildes 'adm inistra­ “así, dentro del Capitalismo, es clásico que el trabajador intelectual sea el fiel servidor, el agente, el
tivos' y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, tradicional, acu­ funcionario y el vocero del sistema capitalista. Inevitablemente concibe el estado de cosas existente
m u la d a " 5, verbigracia: G erentes de em presa, Técnicos, Em pleados etc., como un estado natural, y se interroga sobre él sólo dentro del área limitada de su preocupación inmediata”
(p. 17). Para Batan el verdadero intelectiial es aquel que asume una visión integral del proceso socio-
am plio espectro que cum ple funciones esenciales al interior de la Sociedad histórico, en el cual se inserta su reflexión particular, destinada a analizar el sistema capitalista y a asumir
civil y el Estado. Gramsci utilizó el térm ino intelectuales en u n sentido lato; la defensa de un esquema alternativo. Los pilares de su actividad deben ser la búsqueda de la verdad y la
p o r u n a parte, cada una de las clases 'principales' desarrollan su propio valentía para exponerla, binomio que le permitiría enfrentar la Lucha de Clases desatada por los guardianes
estrato intelectual, por otra, el trabajo intelectual uniría a las personas en del orden,“(El Intelectual es) vocero de cuantas fuerzas progresistas contenga ésta en un período cualquiera
de la historia” (p.29) El propio Baran fue víctima de las embestidas del Maccarthismo. En: BARAN,
Paul y otros, Paul A. Baran, El Hombre y su Obra, Edit. Siglo XXI, Madrid, España, 1971.
L MORRIS, James, Las Elites, Los Intelectuales y el Consenso, edit. Del Pacífico, Santiago de Chile, 1967.
ttj Ver: CASTAÑEDA, Jorge, La Utopía Desarmada, Edit. Ariel, B s. Aires, A rgentina, 1993.
GRAMSCI, Antonio, Los Intelectuales y la Organización ele la Cultura, Edit. Juan Pablo, México, ENRÍQUEZ, Miguel, Con Vista a la esperanza, ediciones Escaparate, Santiago de Chile, 1995.
1975. LYNCH, Nicolás, Los Jóvenes Rojos de San Marcos, Edit. El Zorro de Abajo, Lima, Perú, 1990.
Cuestión que sostiene Kolakowski, Leszek, Las Principales Corrientes del Marxismo, Alianza RODRÍGUEZ ELIZONDO, José, Crisis y Renovación de las Izquierdas, Edit. Andrés Bello, Santiago
Editorial, Madrid, España, 1982. de Chile, 1995. S ALAZAR, Gabriel, Violencia Política Popular en las Grandes Alamedas, Edit.
GRAMSCI, Antonio, Op. Cit., p.18. SUR, Santiago de Chile, 1989.

250 251
Cabe concluir, junto con Brunner, que los grupos intelectuales en Chile han venido do a las doctrinas ultraliberales, en este retomo a los clásicos liberales, pero aho­
consolidando y expandiéndose al ritmo de crecimiento de la población universita­ ra como ideología omnicomprensiva: El Neoliberalismo.12
ria. Antes de 1960 nos encontramos con un intelectual 'tradicional', que sufrirá La naturaleza del Intelectual, aquel que coincidía en intereses críticos con
profundas transformaciones en los '60 y un sustancial cambio en los '80. "Hasta las demandas populares de 'liberación', ingresa así en un profundo proceso de
los años 1960 es posible que dichos grupos se identificaran todavía estrechamente mutación, que le acerca al Estado, aunque sea vía privados, para acceder al goce
con un cierto establishment relativamente cerrado, de estrechas interconexiones de sus granjerias. Junto con su transformación 'material' ha cambiado la forma
con la propiedad (de Capitales y de tierra), con un peso incontrarrestable en el de acercamiento a la 'realidad', el conocimiento escapa del ser al saber hacer, "El
Estado, y dentro del cual regían pautas tradicionales de adscripción y redes políti­ Conocimiento es Poder" señala la conocida fórmula del publicista estadouni­
camente mediadas de influncia (...) De allí que pueda hablarse, en el caso de ese dense Alvin Toffler, de amplia acogida en los círculos de poder del Washington
intelectual típico y hegemónico, del predominio de un intelectual tradicional"9. republicano, al parafrasear la célebre sentencia de Bacon13.
— /E l intelectual latinoamericano juega u n rol muy destacado en sus propias La explosiva presencia de la informática y los Mass Media, Leáse CNN,
sociedades, por lo tanto en Chile, acorde con el prestigio social que conlleva el INTERNET entre otros, al final de este Breve Siglo, ha posicionado en el cénit
poseer un determinado acervo de conocimientos, especie de conductor ideoló­ del debate teórico el problema del conocimiento, tan intrínsecamente ligado a
gico, mediador entre un Estado fuerte y una sociedad civil débil. La función nuestro tema, existiendo en los autores la percepción de estar en el um bral de
autoarrogada de dicho intelectual hablaría más de la incompetencia de la élite una época revolucionaria, la primera mañana de una sociedad transparente14,
política que de eventuales m éritos propios. Cabe consignar que en el para algunos.
subcontinente, tanto los académicos como los estudiantes universitarios, tienen El cambio aquí consignado, pasa por su nuevo rol de investigador (Con­
el status aludido, constituyendo los primeros una subcultura típica, propietaria sultor, para Gabriel Salazar)15, ligado a organizaciones de estudio cuyos prin­
de valores comunes, así como poseedora de una red de contactos e influencias cipales aportes provienen del exterior, lo cual tiene un doble filo: Por una parte
recíprocas que les mantiene unidos a lo largo de su vida profesional. Se labra así acceso al m undo académico extemo, líneas de investigación concordantes con
la clásica figura del erudito sentado en su escritorio, rodeado de hojas, libros y
fichas, ponencista de Congresos y Seminarios y productor de artículos. El inte­ Variados son los estudios que se refieren al fenómeno de la resurrección del Liberalismo Clásico o
lectual de los años '60 se desenvolvió en una atmosfera ideológica de cambio, ‘Neoliberalismo’ en las políticas económicas aplicadas a Latinoamérica que, por lo demás, se
clima cultural que condiciona sus posibilidades, delineando una Mentalidad inscriben en una tendencia de incierto futuro. Para los efectos de nuestra exposición, ver: FOXLEY,
característica10, construyendo la simbólica imagen del intelectual de izquierda, Alejandro, Experimentos Neoliberales en América Latina, Edit. FCE, México, 1988. en especial el
capítulo: “Ideologíay Cambios Institucionales en el experimento Neoliberal”, pp. 93-108. FLISFICH,
como la relación ideal a establecer entre éste y la vida político-social. Su Locus Angel, “El Neoliberalismo Chileno: Las Funciones del Dogmatismo", FLACSO, Documentos de
interpretativo está teñido de Desarrollismo y Dependentismo, unos más cerca­ Trabajo, nro. 146, junio, 1986. VERGARA, Pilar, Auge y Caída del Neoliberalismo en Chile, Santiago
nos al Estado, otros, más contestatarios; el Dependentismo alimentará a la iz­ de Chile, FLACSO, 1985.
quierda radical, para sufrir u n violento ocaso a partir de 197311, ingresando en Textos de difusión y de gran acogida en círculos no especializados, ligados a estructuras de dirección,
ver: DRUCKER, Peter, La Sociedad Postcapitalista, Edit. Sudamericana, Bs. Aires, Argentina,
un tobogán de total descrédito mundial en los '80, cediendo su lugar privilegia­
1993. TOFFLER, Alvin, El Cambio de Poder, Edit. Plaza y Janés, Barcelona, España, 1992.
En relación a la lógica seguida en estas notas, ver: FOUCAULT, M ichel, Microfísica del Poder,
las ediciones de la Piqueta, Madrid, España, 1987. LYOTARD, Jean Francois, La Condición
BRUNNER, José Joaquín, Op. Cit., p .1 2 ,1992. Postmodema, Informe sobre el Saber, Edit. Cátedra, M adrid, España, 1987. L a crisis del
DEVES, Eduardo, “La ‘Sensibilidad’ de los años sesenta en Chile”, Revista Universum, Edit. paradigm a m arxista, como otros Grandes relatos, ha traído consigo una relectura del problem a
Universidad de Talca, Chile, 1994. del poder, deslocalizándolo, configurándolo como un frío entramado, una Red, más una práctica
“Después de 1973 la TLDD (Teoría Latinoamericana del Desarrollo y la Dependencia), especialmente sobre los cuerpos que una propiedad y con él la problem ática del saber (el Saber/poder),
su componente marxista, ha experimentado una diáspora general: Geográfica, por la relocalización invirtiendo el esquem a tradicional de interpretación de la misma, de innegables repercusiones.
de la mayoría de los intelectuales que la crearon, y temática, por su creciente desarraigamiento de Este es un debate en curso. Entre otros, el mismo Lyotard, M ichel Foucault, Toni Negri, Félix
la realidad latinoamericana, y por el cambio de é sta ...“En: SALAZAR, Gabriel, “El Movimiento Guattari.
Histórico sobre Desarrollo y dependencia en Chile, 1950-1975”, Revista Nueva Historia, Londres, SALAZAR, Gabriel, Los Pobres, Los Intelectuales y el Poder, Chile, 1989-1995, Edit. PAS, Santiago
año 1, nro. 4,1982. de Chile, 1995, pp.12-13.

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criterios internacionales, criterios que además determinan en alto grado la ca­ los cuadros intelectuales de la izquierda chilena en el exilio, algunos de los
lidad de la producción intelectual: Temas de Punta, Bibliografía, Contactos cuales realizaron una profunda refundación de sus principios teórico-doctri-
(recordar la Red de Influencias académicas), etc. Por otra, se nos asoma la si­ nales. Ilustrativa es la entrevista de la periodista Patricia Politzer al ex-secretario
guiente lectura: Los intelectuales de los sesenta gozaron de una existencia eco­ General del Partido Socialista, en los años de la Unidad Popular, Carlos Alta-
nómica automantenida, por ello susceptible a los vaivenes de la economía na­ mirano que podemos encontrar en el libro del mismo nombre17. "Donde sí es
cional, en cambio, al depender hoy de una m oneda fuerte, se encuentran aisla­ posible constatar un cambio de alta monta es en las relaciones de producción
dos de las fluctuaciones que sufre la m ayor parte de la población y por tanto cognitivas, pues aquí han emergido gremios nuevos (digitadoras, programa-
no respondería orgánicamente a ésta. Esa es una hipótesis, pueden haber otras16. dores, técnicos de mantención, ingenieros culturales, etc.)"18.
El Intelectual, como todo actor histórico, es parte de la transformación Gabriel Salazar ha graficado de manera certera el circuito del nuevo
del ethos ideológico que ocurre en el m undo, situación que condiciona su pro­ mecenazgo, el de aquellos clientes que buscan respuestas a preguntas que ya
pia y cuasikafkiana metamorfosis. Entrada la década de los años setenta se llevan implícitas: es el caso del triángulo Empresas Consultoras - Estado y los
produce un enorme retroceso de la institucionalidad democrática en América pobres, siendo los primeros mediadores de los problemas 'reales' de estos últi­
Latina, los nuevos Regímenes Militares elevan a discurso oficial la Doctrina de mos. Ironizando, Salazar señala que se estaría poniendo en práctica la vieja
Seguridad Nacional, el ascenso castrense a la dirección del Estado marca el utopía hegeliana de construir la realidad a partir de la idea: "El foco científico
comienzo del ocaso del intelectual clásico, al ser despojado de sus fuentes tra­ es volteado así, de la dirección ciudadanos-hacia-el-sistema, hacia una direc­
dicionales de poder y difusión, léase: Depuración en las Universidades, prohi­ ción inversa y verticalista: desde-el-sistema-hacia (algunos) Ciudadanos(...).
bición para fundar y circular revistas sin previa autorización política, censura El paradigm a consultorial -base de la industria cognitiva en Chile- tiende a
de libros, etc. Comienza a florecer y a expandirse, desde la ascención al poder operar más en la dirección descendente del poder que en la dirección social
de Ronald Reagan, en los Estados Unidos, y M argaret Tatcher en Gran Breta­ ascendente del saber"19. Para Brunner los intelectuales que cuestionan los fe­
ña, el pensamiento neoconservador, ultraliberal en lo económico, que descar­ nómenos aquí descritos, no serían más que amargos nostálgicos de un pasado
ga toda su batería conceptual contra el Welfare State, en rápida declinación. idílico, adolescentes perpetuos que sufren una crisis de identidad y de certe­
Pronto sobrevendrá el colapso de la URSS y la estrepitosa caída del llamado zas, incapaces de asum ir su pérdida de status, al verse acorralados por dos
'Socialismo Real', dejando al Capitalismo sin una alternativa válida de refe­ frentes: por un lado la pérdida de coincidencia entre productores y difusores
rencia organizacional e ideológica. La caída de estos gobiernos hunde en el de los patrones culturales que la sociedad debería seguir y por otro, el fin de la
total desprestigio las tesis marxistas-leninistas, basamento ideológico de los confluencia histórica entre el movimiento popular y la intelectualidad crítica.
mismos, dejando el discurso público libre a la embestida neoliberal y al Capi­ ".. .Los circuitos culturales de masas, organizados por los medios y en primer
talismo, siguiendo a Hobsbawm, sin un desafío que enfrentar. lugar por la televisión, levantan frente a los intelectuales un universo alterna­
Este panoram a parece cambiar entrados los años 90, con la reinaugura­ tivo de circulación de las ideologías, obligándolos a adaptarse o volverse
ción democrática en el subcontinente. La Academia se abre al mundo: se periféricos"20. Todo lo sólido (el intelectual crítico) se desvanece en el aire (la
comienza a hablar con más fuerza de Postm odem idad, Globalización, Multi- imagen de tv), parece decimos.
culturalismo etc, etc. Especialmente sensibles a esta situación resultaron ser La dicotomía descrita por nosotros para los años 70, que lleva por carri­
les diferentes a los intelectuales portadores de la sensibilidad de los progresis­
En estas instituciones de investigación de ñnanciamiento externo . .Para el reparto de los dineros
tas '60, reprimidos por el régimen en el poder y a los intelectuales prooficialistas,
se aplica el mismo principio que emplea el comprador de fuerza o capacidad de trabajo en el modo
de distribución, es decir, el establecimiento de una división del trabajo en la cual los escalafones POLITZER, Patricia, Altamirano, Ediciones Melquíades, Santiago de Chile, 1990.
más altos van aprem iar a quien mayor eficacia y lealtad demuestra con su patrón (...) De ese modo SALAZAR, Gabriel, Op. Cit., pp. 12-13.
se establece una fórmula que va a informar la conducta futura de los dirigentes: la condición esencial Idem., p.20.
para dar la lucha por los derechos del pueblo es tener remuneraciones que excedan en muchas BRUNNER, José Joaquín, “Los Intelectuales y la Democracia”, En: STUVEN, Ana María,(Ed.),
veces las que poseen los eventuales defendidos”, artículo de James Petras, “Derecha Roja”, en: Democracia Contemporánea, Transición y Consolidación, Ediciones Universidad Católica de Chile,
revista Punto Final, Septiembre de 1996, p.17. Santiago de Chile, 1990.

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habría concluido, dominaría un nuevo consenso (¿o pacto epistemológico para
la transición eterna?), consenso que sustenta el andamiaje ideológico del Chile
Memoria, hermenéutica y movimiento
de fines de milenio, como lo quería Fukuyama. El disenso y la lucha ideológica de la 'baja sociedad civil'
serían parte de un pasado que se fue con la dictadura.
Estas reflexiones buscan dar cuenta de un fenómeno contemporáneo
(Chile sobre el 2000)
de reciente emergencia, en evolución, que parece ser solo la faz visible de una
problemática no asumida, la relación entre lo que hemos llamado condiciones Gabriel Salazaf
de existencia, los intelectuales y el saber. Ese es el horizonte de estas líneas,
aportar al debate con una perspectiva particular, polémica a veces. Este es un
ejercicio de la memoria, del intelectual que se pone frente a sí, que se asume en
sus paradojas y contradicciones. La memoria que le recuerda al olvido que no
le olvida.

I. El poder hermenéutico de la memoria social

Los hechos históricos - sean de la vida individual o de la vida en comu­


nidad- se imprimen en la memoria social con un sello 'empírico' tal que, a la
larga, terminan aglomerando esa memoria como una sólida fortaleza cognitiva
de pendón 'positivista'. Como logística de retaguardia, que a los hombres de
carne y hueso les permite, impertérritos, fraguar sus críticas, perfilar sus op­
ciones y decidir sus rebeldías. Es decir: invadir la historia desde abajo, pese a
todo, con la movediza arena del «sentido social de la realidad». Impregnándo­
lo todo con esa granulosa persistencia del criterio cotidiano de verdad que, a
menudo, opera como urna imparable erosión interna de los sistemas de domi­
nación que tratan de im poner verdades de 'realism o virtual' (símbolos
triunfalistas, simulacros de futuro-presente, m em orias de conveniencia,
voluntarismos comunicacionales, cosméticas de servicio público, etc.).
Es cierto que el empirismo de los hechos, caso a caso, no es el mismo. La
implantación del modelo neoliberal en Chile, por ejemplo, produjo hechos
'discursivos' (que han requerido de una recepción dominantemente intelec­
tual, para comprender en sí lo que es el modelo neoliberal); 'situacionales'
(que actúan de m anera contextual y gradual sobre los sujetos, como el merca­
do sobre el empleo, o la desaparición de prisioneros sobre sus amigos y fami­
liares) o 'sensoriales' (ser aprisionado, torturado o perder la vida). Los hechos,
en la memoria social, son empíricos, tanto cuando son intelecciones, que cuan-

1 Doctor en Historia Económica y Social, Universidad de Hull. Académico en la Universidad de


Chile y ARCIS.

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do son percepciones de cambio situacional, o cuando, llanamente, se trata recuerdos, que opera, en el sujeto individual o en las redes intersubjetivas, como
de sensaciones físicas de placer o dolor. Y lo son también cuando, a la larga, un verdadero poderhermenéutico interno, pues esos sujetos y esas redes son libres
las intelecciones devienen en sensaciones. para refractar los hechos y dar un 'sentido interpretativo propio' al conjunto de
Con todo, la implantación (dictatorial) del modelo neoliberal en Chile, 'huellas' que se atiborran en su memoria. Gobernando así los 'rebotes' de la
para la mayoría de los chilenos, ocurrió de m odo tal que el empirismo históri­ realidad exterior en la movediza realidad interior.
co de la realidad exterior resultó avasalladoramente 'activo', en tanto que el de Los hechos externos no son, pues, bólidos que llegan sin novedad hasta
los sujetos, abrum adoram ente 'pasivo'. De suerte que la suma algebraica de el fondo de las cosas. De hecho, al penetrar en la memoria social, tropiezan y se
esa asimetría no hizo más que acerar el 'positivism o' militante de la memoria 'enrarecen', pegajosamente, entre los encadenamientos hermenéuticos trans­
social. O sea: produjo una aglomeración granítica de la fortaleza cognitiva (de versales que, atados aún a los pasados remotos, configuran, caso a caso, no
retaguardia) del ciudadano medio. sólo nebulosas interpretativas, sino la autogravitante identidad de los sujetos.
¿Cabe esperar, por tanto, que el aceramiento positivista de la memoria Porque, a fin de cuentas, la identidad propia y el sentido de la historia son
social produzca ventiscas empiristas que erosionen el sistema de dominación logros auto-gestionados. Córneas endurecidas que, hacia adentro, protegen el
neoliberal? ¿Pasando los sujetos de una dolida posición de pasividad a una don indoblegable de la vida. Por eso, cuando, en el límite de una derrota obje­
asertiva condición de 'actividad'? ¿Transformando el dicho sistema, ahora, en tivamente devastadora, los sujetos levantan hermenéuticamente la 'mentira'
un objeto históricamente 'pasivo'? de su identidad, no están actuando irracional y demencialmente: están actuando
Eso depende, sin duda, del balance que los sujetos realicen de los he­ con el sentido racional y práctico necesarios para mantener de pie y en desa­
chos discursivos, situacionales y sensoriales acumulados hasta ahora en su rrollo su existencia vital. La porfiada hermenéutica se ejerce en responsabili­
memoria subjetiva e intersubjetiva. Desde antes de 1973 a esta parte. dad por la vida. Por ello, la configuración interpretativa de los recuerdos, en sí
¿Qué puede pesar más en ese balance? Desde luego, el sentir soberano misma, más que una 'verdad objetiva', es un 'hecho de libertad', un factum de
de la mayoría. Y además -por lo que empíricamente hoy se sabe- el hecho de autonomía, un bastión de identidad armado desde la memoria social, que se
que la mayoría de los chilenos está 'sensorialm ente' herido por la violación de opone, contrafactualmente, a la facticidad dictatorial que impacta desde lo
derechos hum anos perpetrada entre 1973 y 1990, 'situacionalmente' afectado exterior. Es ese poder hermenéutico el que da fuerza y vida a la porfiada fe
por la masiva precarización de los empleos hasta el día de hoy y -no lo menos- vital de los vencidos.
'intelectualmente' crítico por el sentido que adoptan los hechos y su propia Es que los sujetos recuerdan más -y más históricamente- que la realidad
inseguridad de futuro. exterior. Los poderes externos tienen, en el mejor de los casos, 'memoria ofi­
El empirismo pasivo que ha abrum ado a la mayoría social desde 1973 cial', que es sólo la parte externa, escrita y comúnmente ajena de la memoria
hasta hoy, ha adoptado la forma -al hacer el balance de la memoria colectiva- social. La minúscula cabeza visible de un témpano que, a la larga, y en el fon­
de una 'gran víctima' que, desde el fondo de esa memoria, se desaletarga, dis­ do, navega y gravita según la sumergida memoria subjetiva e inter-subjetiva.
poniéndose a hablar y actuar. No desde las cenizas de su sepulcro -no hay Los largos anaqueles de la memoria oficial almacenan, en hileras, los residuos
sepulcros para la memoria social-, sino desde el insospechado bastión de auto­ materiales de los hechos, pero no recogen los chisporroteos interfactuales que,
nomía configurado tanto por su atiborrada memoria empírica, como por su como rápidos topos, recorren las madrigueras, túneles y vericuetos de la me­
justiciera condición de victimidad. Porque la memoria social es, por redun­ moria social. Donde se fragua la conspiración contrafactual de la vida. Los
dancia, una inembargable propiedad social. Y porque la victimación, mientras poderes externos no saben de eso. No ven la subterránea articulación empírica
más extrema y dolorosa, más soberanía subjetiva genera en las víctimas, permi­ pero también hermenéutica de los impactos que gatillan sus m andatos en la
tiendo a éstas el gobierno histórico de sus recuerdos. memoria social. No captan la cablería subcutánea por la que circula a tientas la
La memoria social, por lo tanto, no contiene sólo las huellas pasivas mar­ empiricidad vital de los sujetos. Ni pueden gobernar, por tanto, la dirección
cadas a fuego por los hechos externos. También contiene las 'reacciones en cade­ que tomará la hermenéutica libre de los recuerdos colectivos.
na' que, transversal y soberanamente, chisporrotean entre esas huellas. Es decir: Por eso, la reacción hermenéutica de los sujetos no intenta dar un senti­
el 'empirismo transversal' de la autonomía y la soberanía subjetiva sobre los do 'objetivo' a los hechos (reflejando sólo la actividad hegemónica de la reali­

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dad exterior), sino uno de empiricidad contrafactual (que contrarrefleja, a través exterior, los 'alfiles solidarios'. Pero insuficiente para que ese bombardeo no
de la reacción mental y conductual, la actividad también hegemónica de 'su' quedara dentro de, y atrapado en, la memoria social. Tanto así que el clímax del
realidad interior). La empiricidad objetiva exige que se 'descubra' el sentido bombardeo (período 1973-1990) es, hasta hoy, también, el nudo central de esa
externo que traen cifrados los hechos que im pactan en los sujetos. La memoria. Podría decirse que, por eso mismo, recién el tiempo histórico se vol­
'empiricidad contrafactual' exige, encima de lo anterior, que se 'realice', a tra­ vió propicio para que los 'peones hermenéuticos' trabajen con calma la enor­
vés de la acción, el sentido subjetivo fraguado hermenéuticamente. La memo­ me información empírica acumulada. Podrá no haber allí afuera -como antes-
ria social media entre ambas fuentes de empiricidad. Por lo tanto, hay memo­ grandes sujetos colectivos, pero no hay duda que, bajo la supericie, se han
ria 'd e' los hechos y memoria 'para' la acción. Siendo, según se ve, ambas em­ multiplicado al infinito los topos hermenéuticos del «bajo pueblo». Por eso,
píricas, sólo que con direcciones contrapuestas (sobre todo en el caso del pe­ hoy, es el tiempo social de la memoria. Pero no sólo de la 'memoria objetiva' que
ríodo dictatorial reciente en Chile). registra -a veces dolorosamente-, uno a uno, los impactos recibidos, sino tam ­
y La memoria para la acción puede estar contextualizada y cercada por una bién de la 'memoria para la acción', que organiza todos los recuerdos, de con­
derrota 'externa' de magnitud superlativa para los sujetos -caso del movimiento junto, con vistas a la verdad futura. Como base y fundamento para la acción
popular chileno después de 1973-, pero eso no implica restar jerarquía, ni empí­ contrafactual.
rica ni histórica, a las acciones contrafactuales que han brotado y brotan, des­ Es ese fundamento el que nos interesa examinar en esta ponencia.
pués de la derrota, de esa memoria. Las acciones contrafactuales no tienen que
ser victoriosas en lo exterior para ser empíricas y para estar llenas de sentido II. Hermenéutica para la acción y estratos mnémicos
social. Pues no es la derrota sino elfactum hermenéutico inspirado en la conti­
nuidad de la vida lo que da a esas acciones su rango de verdad, su peso factual
y su jerarquía histórica. La lealtad a la vida implica privilegiar, como sentido La memoria subjetiva que se organiza hermenéuticamente en una rela­
básico, la acción, y a través de ésta, el futuro. La hermenéutica de la vida puede, ción de 'lealtad para con la acción', no pierde, por ello, ni su carácter empírico,
por ello, apoderarse del futuro con una fuerza tal, que puede llegar a tener ma­ ni incurre en traición a la objetividad. Pues su relación con 'lo objetivo' es do­
yor validez como verdad histórica que las 'verdades objetivas' determinadas ble: de un lado, por el impacto empírico de la realidad exterior en los sujetos
por el pasado o por los sistemas de dominación exterior. Cuanto más, si tiene (base del realismo pasivo, cognitivo o «ingenuo» de la memoria social) y, de
por delante la verdad forzosa de algún régimen dictatorial. otro, por el impacto empírico de la acción social sobre la realidad exterior (base
La historia de Chile 'exterior' ha sido, desde 1938, avasallante. Los 'cam­ del realismo activo, fáctico y productivo de los sujetos). Si la realidad objetiva
bios situacionales' han estallado uno tras otro, con violencia creciente sobre los es, a final de cuentas, un 'producto histórico', una forma esculpida por las
sujetos, especialmente después de 1973. La memoria social (popular, sobre todo) acciones convergentes de todos los sujetos, 'lo objetivo' no puede definirse
ha sido acribillada con impactos objetivos; aplastada por un bombardeo exter­ separándolo de -o ignorando su paso subterráneo por- la memoria social de
no que obligó y aún obliga a los sujetos a refugiarse en sí mismos, sin tiempo los sujetos. Y por tanto, tampoco puede ser definido al margen del 'hecho
suficiente para procesar hermenéuticamente el diluvio empírico que, por dé­ hermenéutico' que, en esa memoria, irispira la acción social que incide pro­
cadas, inundó sus vidas. Sin poder atinar, por tanto, a erigir una fortaleza ductivamente en la realidad exterior. El proceso histórico objetivo va animado
cognitiva, operable, de retaguardia; un factum de sentidos propios; un proyec­ internamente, en todo momento, por la construcción hermenéutica del 'senti­
to de acción hacia afuera hegemonizado por su hermenéutica interior. Cuan­ do social' que anima ese proceso.
do, después de 1992, el diluvio externo pareció amainar, no pocos observado­ Al hacer el balance 'social' del siglo XX chileno, es preciso, pues, hacer
res 'externos' concluyeron un diagnóstico sombrío: las identidades colectivas un inventario de doble entrada, que haga converger, de un lado, los impactos
estaban arrasadas; los perfiles de clase, incinerados, y las bases intersubjetivas de la realidad exterior en los sujetos de carne y hueso (principalmente de la
de la autonomía social, despanzurradas. Lo que queda, han dicho, es un bos­ baja sociedad civil) y, de otro, los 'hechos hermenéuticos' que determinaron
que quemado, de sujetos atacados de muerte lenta, por la individuación... las acciones de esos sujetos y su impacto en la producción de la realidad exte­
El bombardeo duró medio siglo. Tiempo suficiente para arrasar, en lo rior. Es evidente que los impactos de la realidad exterior han sido y son, en

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tanto que impactos, de tiempo presente (aunque su lógica objetiva 'implique' pero no le da, necesariamente, poder sobre ellos. No le da contrafacticidad sufi­
un tiempo mayor). Los hechos que llueven desde los sistemas dominantes se ciente. ¿Qué necesita, además de eso?
configuran, en la memoria social, como impactos de tiempo corto pero de re­ De una parte, requiere la concurrencia de recuerdos 'útiles y pertinen­
sonancia interna larga- Los hechos que em anan de los sujetos, en cambio, pue­ tes'. Es decir: que tengan capacidad para fortalecer el 'sentido' de la identidad
de que tengan una resonancia externa no sólo corta, sino además efímera y subjetiva y 'producir' con éxito la realidad externa requerida. De otra parte,
fugaz, pero su tiempo de gestación es de construcción ancha y profunda. Los requiere que esos recuerdos útiles y pertinentes sean invocados e interpreta­
sistemas de dominación dominan, por ello, sincrónicamente, en tiempo pre­ dos inter-subjetivamente; o sea: a través de intercambios orales y societales. La
sente, dando a sus 'hechos' una gran fuerza fáctica. Las acciones de los sujetos utilidad y pertinencia de los recuerdos para la acción sería un ejercicio pura­
impactan, en cambio, diacrónicamente, con escasa fuerza fáctica, pero con una mente académico si el ejercicio de selección correspondiente no se realiza al
poderosa y longeva fuerza hermenéutica. Si esas acciones pueden ser o son interior de una red o colectivo social que asegure, al menos, un grado signifi­
dominantes, no lo son, por tanto, a través de hechos puntuales de presente cativo de potencialidad de acción. Es importante, pues, 'recordar juntos'. En
'cronométrico', sino a través de procesos de sentido, que no son eventuales grupo, en comunidad, o 'en generaciones'.
sino más bien longilíneos, de duración 'histórica'. La selección de los recuerdos útiles opera sobre los recuerdos que ya están
Por tanto, la historicidad de los movim ientos sociales no hay que bus­ en la memoria social; pero si no están, es necesario traerlos e insertarlos en ella.
carla en su producción de hechos determ inantes (donde, con toda probabili­ La memoria para la acción, que no siempre está organizada en términos de per­
dad, se hallarán derrotas determ inantes), sino en su producción de procesos tinencia y poder sino de pasividad e impotencia, necesita ser apertrechada con
de m ediano o largo plazo (donde podrá hallarse el perfil de victorias insos­ todos los recuerdos útiles que la historia externa o la inter-subjetiva no hayan
pechadas). La historicidad de los movimientos sociales no debe ser examina­ depositado en ella, o que, por cualquier razón, hayan salido de ella. No basta,
da y juzgada según la objetividad factualista y corto-placista propia del sis­ pues, para potenciar la acción, ordenar los recuerdos de rápida evocación que
tema de dominación, sino según la objetividad procesalista y hermenéutica están allí a flor de piel: es preciso, también, enriquecer la memoria anulando el
que rige esos movimientos. Así, la potencia y eficacia históricas de los movi­ olvido, la amnesia provocada, y la posible ignorancia. Pues es preciso tener pre­
m ientos sociales d ep en d e, sobre todo, de la form a en que los sujetos sente que, si bien la memoria social cerca e inunda los impactos puntuales de la
involucrados organicen herm enéuticam ente las 'huellas mnémicas' que el realidad externa con una marea de recuerdos y oleajes hermenéuticos, los siste­
sistema de dom inación exterior va m arcando a fuego rápido en su memoria mas externos de dominación producen hechos sobre una extensión tan amplia
colectiva. La superioridad procesal de lo objetivo-hermenéutico sobre lo ob­ de tiempo y espacio que las memorias subjetivas no logran abarcarla, de modo
jetivo-factual radica en que la memoria social puede utilizar, en su trabajo que ellas quedan cercadas a su vez por el océano -en todo caso regulable- de su
configurativo, todas las huellas grabadas en ella por todos los presentes pa­ propia ignorancia. O sea: por esquirlas 'erráticas' de poder que los sujetos, por
sados (es decir: todo el pasado del sujeto), de m odo tal, que puede ofrecer, de pronto, no 'recuerdan'. Esa realidad exterior, como las resacas, ataca de revés,
para la acción subjetiva, una gama ancha y variada de 'modelos posibles de por la espalda. La cuestión es: ¿ese poder supletorio, para los sujetos, es incon­
acción'. Así, la lógica diversa de los recuerdos subjetivos puede rodear y cer­ trastable? ¿Algo que, definitivamente, escapa a la elástica amplitud de la memo­
car p o r todos lados la lógica unilateral de los hechos puntuales (a través de ria social?
los cuales la realidad exterior, de preferencia, 'ataca'). El cercamiento del he­ Esas preguntas pueden reformularse del siguiente modo: la memoria
cho externo por los abigarrados procesos herm enéuticos es uno de los facto­ social, ¿puede ser ensanchada para reducir sus bolsones de olvido y /o de ig­
res de autonom ía y libertad de los sujetos. norancia, incrementando así su eficiencia contrafactual ante el aparentemente
Ese cercamiento, sin embargo, por sí mismo, no produce eficiencia globalizado bombardeo verticalista (post-dictatorial) del modelo neoliberal?
accional exterior. La acción eficiente necesita algo más que una mera satura­ Todo indica que, de ser posible, lo es, y que, aun más: parece necesario. De
ción hermenéutica de los impactos recibidos. La rápida y abigarrada concu­ modo que el problema se reduce a cómo diseñar una operación socialmente
rrencia de todos los recuerdos al punto del impacto puede que dé al sujeto una 'metodológica': ¿cómo es posible detectar, identificar y llenar los bolsones de
nítida sensación de porfiada autonomía respecto de los hechos que lo invaden, olvido e ignorancia de la memoria social?

262 i 263
La memoria social incorpora, como se dijo, el recuerdo de los impactos abrum ador de esquirlas pletóricas de decadencia, a saber: oligarquismo abusi­
externos y el recuerdo de las acciones contrafactuales (o sea, su doble objetivi­ vo, desvirtuación de la política y las leyes, polarización extrema de la socie­
dad), a la vez que integra todo eso en un conjunto hermenéutico de relaciones dad, pobreza, conventillos, alcoholismo, prostitución, violencia delictual. La
dialécticas, de ida y vuelta, de reciprocidad, de conflicto, o como sea, pero integración hermenéutica y contrafactual de tales esquirlas (en la memoria
siempre de correspondencia biunívoca. Conjunto dinámico en el que, a la lar­ popular) no condujo a la 'generación de los 20' a privilegiar ni lo legal ni la
ga, perfila o sedimenta 'inquietos' períodos de tiempo y zonas temáticas, que violencia callejera, sino la 'asociatividad civil', la 'autonomía social' frente al
cada grupo, colectivo o generación de sujetos recibe, oraliza, adapta e historifica gobierno y los partidos políticos, y la 'propuesta de refundación sociocrática'
a través de su reflexión y acción. Bolsones mnémicos -en suma- que pueden del Estado, la Sociedad y el Mercado. Este estrato mnémico particular consti­
tener mayor o menor precisión recordatoria. Mayor o menor amnesia. Más o tuyó una 'memoria fresca' que m aduró y presidió las acciones sociocráticas
menos ignorancia 'objetiva'. Y que permiten, a la acción histórica de los suje­ emprendidas por gran parte de la sociedad civil entre 1918 y 1925. Sin embar­
tos, una mayor o m enor eficiencia. go, acosado y ajusticiado desde arriba («proceso a los subversivos y
Así, por ejemplo, los grupos y redes articulables bajo el rótulo de 'ge­ anarquistas») desde 1919, ignorado o reprimido sistemáticamente (gobiernos
neración del 38', que creció im pactada por la doble amenaza del «peligro autoritarios de Ibáñez y Alessandri) desde 1927, tendió a eclipsarse de la me­
negro» militarista y el «peligro rojo» bolchevista (según Arturo Alessandri moria oficial, donde fue transformado, desde 1938, en un recuerdo neutro so­
Palm a), reaccionó aferrándose, com o a tabla de identidad, a los textos bre «los orígenes de» o «la fase primitiva de» (por tanto, sin validez arquetípica)
constitucionalistas de la política. Su mem oria social integró aquellas ame­ el modelo estatista y legalista que dominó desde esa última fecha. Es obvio
nazas y esa reacción en una constelación histórica biunívoca, tensa, pero cla­ que transformar una constelación mnémica social en un discurso sobre el mero
ramente orientada al «respeto irrestricto de la ley». 'origen' de algo es, sin duda alguna, una forma política de olvidar (caso nota­
Muy diferente fue, casi medio siglo después, la sedimentación mnémica ble es el rol de mero 'fundador de partido' asignado a Luis Emilio Recabarren,
de la «generación de los 80», que, frente al terrorismo patente del Estado dicta­ el principal líder sociocrático de esta constelación). La generación de 1920, en
torial, reaccionó en masa aferrándose a la resistencia callejera, ignorando la cuya memoria 'fresca' se forjó esta constelación, a eso, debió soportar el paso
posible 'validez' de la Constitución dictatorial de 1980. La lógica integrada de de las décadas y las generaciones, y la 'caducidad' natural que eso percuta en
esta memoria fue también biunívoca y tensa, pero no se orientó hacia el respe­ la memoria social.
to irrestricto de la ley, sino hacia la profundización de la 'acción directa' de las II. Constelación histórica 1936-1973 (más o menos). Bombardeo externo
bases. Es decir: todo lo contrario. abrumadoramente político, gatillado desde un Estado que se presentó no sólo
Si la memoria social actual está constituida, entre otros, por estos dos -tan como 'hombre bueno' (desarrollista y social-benefactor) sino además como una
diferentes- 'estratos mnémicos', ¿cuál es su utilidad conjunta o separada para 'razón pública' situada tanto sobre la Sociedad como sobre el Mercado. A cuya
que los sujetos p opulares p u ed an definir de u n m odo herm enéutica y doble identidad necesitó rodearse de brazos repartidores de bien popular y
factualmente adecuado su conducta frente al modelo neoliberal actual? ¿Cuánto desarrollo nacional (y adecuados eos,echadores de votos agradecidos): los par­
sirve hoy privilegiar por sobre todo el legalismo político, o, al revés, la civilista tidos políticos. No fue, en este caso, el temor al autoritarismo o el rechazo a la
acción directa (callejera) de la masa social? corrupción lo que gatillo la reacción contrafactual de los sujetos de carne y
Cabe distinguir, en la m em oria social de la baja sociedad civil chilena hueso de la 'generación del 38', sino la brecha estimada entre la 'dem anda' (o
-aparte de los anotados-, un cierto núm ero de estratos o constelaciones necesidad social) y la 'oferta' estatal recibida (satisfacción real alcanzada). La
mnémicas (tensas y biunívocas) que se refieren a ciertos períodos 'objetivos' polarización biunívoca se dio aquí entre los distintos grados estimados del
de la historia nacional. Que constituyen, en cierto modo, el capital mnémico bien social (pugna entre la dem anda popular y la oferta estatal), y entre esti­
de esa baja sociedad civil. Cabe hacer un balance -escueto y riesgoso, pero maciones distintas de los costos globales que implicaba reducir esa brecha (con­
útil como introducción al problema- del grado de pertinencia y posible utili­ flicto entre los distintos intereses gremiales y /o parlamentarios). La masa so­
dad de cada una de esas constelaciones. cial del '38 y aun la de los '50 y '60 no llevó a cabo una configuración herme­
I. Constelación histórica 1890-1925 (más o menos). Bombardeo externo néutica unívoca y definida, pues quedó fluctuando entre proteger el marco

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sociedad civil pudo así dar algunos pasos significativos desde su instintiva re­
constitucional manteniendo la dem anda social regulada por la oferta política
sistencia callejera a la sapiente autogestión de la sobrevivencia local. De la ima­
(tesis de la generación del '38), o maximizar la oferta maximizando la demanda
gen de sí mismo como individuo-masa y masa reivindicativa, a la de actor
social, con derrota total del polo parlamentario opositor (tesis de la generación
participativo en la defensa y desarrollo de la 'vida' local. La autonomía civil fue
del '68). Es claro que este estrato mnémico particular no logró -o no tuvo tiem­
así encendida y reforzada tanto por la memoria protagónica de la resistencia
po- llevar a cabo una adecuada 'integración biunívoca' entre las hermenéuticas
(grabada a fuego como una real 'gesta' contrafactual) como por la memoria
entrecruzadas de una y otra generación, y de uno y otro polo de la política.
protagónica de la gestión autónoma y asociada de la identidad local (grabada
Como si -aunque el estrato mnémico era uno solo- las hermenéuticas hubieran
como 'otra' gesta contrafactual). La 'generación popular de los 80' integró am­
sido de suyo, en sí mismas, irreconciliables. Así, como 'memoria fresca', esta
bas gestas en una sola memoria 'mítica', que no sólo integró los bólidos factuales
constelación se grabó, oficialmente, como impasse ideológico más bien que como
de la dictadura, sino también, y sobre todo, su recordar juntos, su oralidad her­
una integrada memoria generacional; anomalía que permitió a terceros acto­
menéutica, sus proezas comunitarias, su rabia y la vida compartidas; es decir: el
res -los militares y sus asociados- instalarse como cuña y disparar sobre ambas
poder de su acción 'soberana'. Allí, en esa constelación mnémica, no tuvieron
hermenéuticas hasta anularlas. Como 'memoria fresca' perduró hasta fines de
cabida ni héroes políticos ni héroes militares (excepto como anti-héroes) sino,
los años 70, retom ando brevemente entre 1988-1990, pero desde 1992 tiende a
convertirse en una 'memoria mítica' (recordada, respetada y querida, pero, sólo, anónimos héroes sociales. Locales. De población. Como tal, inspiró la
(exitosa) contrafactualidad de resistencia, y la no menos exitosa contrafactualidad
como la de 1920, sin vigencia arquetípica).
III. Fase 1978-1992 (más o menos). Bombardeo abmmadoramente 'tácti­ de sobrevivencia.
IV. Fase 1992 y siguiente. Bombardeo de leyes y decretos 'buenos' que no
co', tendiente a introducir cambios estructurales de neta y ortodoxa inspiración
neoliberal, que desmanteló todo lo realizado hasta allí por el 'hombre bueno' y tienen como origen, sin embargo, un 'hombre bueno' como en la constelación
la 'razón pública' montada por la generación del '38 en complicidad con el ávi­ histórica 1936-1973, dado que el Mercado (que, en el recuerdo de las masas
do y masivo seguidor de ese hombre bueno (el movimiento de masas). La polí­ populares, nunca se ha constituido como hombre bueno) predomina sobre el
tica estatal operó como hegemonía in extremis (dictadura militar), se abolió la Estado (que sí podría constituirse). Por ello, las leyes buenas hablan pero no
majestad contractual de la ley civil y se im puso, por encima de todo, la convencen. La incredulidad hermenéutica de la masa popular se corresponde
'asociatividad' automática, invisible y foránea dél Mercado. La 'legalización' biunívocamente con la ilegitimidad del aparato legal impuesto por los pode­
tardía de todo eso fue, bajo cuerda, una victoriosa operación militar, que asoció res fácticos. Y también con la baja capacidad del Mercado para configurar una
a los políticos civiles como una útil comparsa obsecuente. El certero poder de oferta satisfactoria a las dem andas agregadas de los individuos. Sobre todo en
fuego que respaldó el bombardeo empírico de la «revolución neoliberal» no tuvo el plano laboral. La memoria social tiende a no distinguir entre esta constela­
como respuesta, de parte de la masa popular afectada, una meditada hermenéu­ ción histórica y la anterior, dejando en claro que la 'memoria fresca' de la de­
tica para el largo plazo, sino una rápida hermenéutica instintiva, para el plazo mocracia neoliberal carece de potencialidad para borrar la memoria de la dic­
corto. Que surgió, precisamente, de la autonomía instintiva de los sujetos tadura neoliberal. Más bien, tiendé a 'refrescarla'. De consiguiente, la direc­
victimados. La victimización de los contrarios (estrategia medular de los pode­ ción de las operaciones hermenéuticas coincide más bien con la línea de desa­
res fácticos), tiene la virtud, para los victimarios, de asegurar una dominación rro llo del 'hero ísm o an ó n im o '; o sea: con la au to n o m ía y capacidad
rápida, y para las víctimas, una autonomización rápida. La polarización fáctica autogestionaria de las asociaciones civiles de base. Como si la victimidad (que
potenció la autonomía de la sociedad civil -sólo la autonomía-, pero, a la vez, gatillo esa autonomía) aún continuara, propulsada ahora por el discurso auto-
desocializó el poder fáctico, sin debilitar su 'fuerza'. La transición política, en legitimante de la misma autonomía. La integración global de los recuerdos
tanto que legalización de lo fáctico, no desmontó la polarización, ni la mayor sociales apunta sin duda hacia el futuro. Configurando una memoria que, de
autonomía civil ni la mayor fuerza de los militares. Pero, por eso mismo, permi­ m odo creciente, se liga más a la lógica de la acción que a la inercial lógica
tió que la mayor autonomía de los sujetos continuara su desarrollo hermenéutico 'objetiva' del pasado.
redondeando constelaciones cada vez menos instintivas, al punto de dar vida a La memoria social 'trabaja' directamente con los materiales fácticos que
un proceso (o transición civil) de insospechada trascendencia histórica. La baja le entrega cada período (constituyendo la 'memoria fresca'), independiente­

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mente de lo que diga o haga el poder que maneja la 'memoria oficial'. Pero apoyada en ese tipo de memoria, los sujetos y actores puedan operar con pro­
también, como se dijo, con los 'estratos mnémicos' residuales de las constela­ yectos históricos de m ediano y largo plazo?
ciones históricas anteriores (que tampoco controla la memoria oficial). La ten­ La triple mitificación (de las Constelaciones II, III y IV) revela que están
dencia de la memoria social es a no tomar en cuenta la política de la memoria dados los fundamentos positivos para desarrollar y sistematizar una 'memoria
que domina el presente, sino la memoria de la política global, desplegada a lo para la acción', pero, tal vez, no están todos los ingredientes para potenciarla,
largo del tiempo, que da a los sujetos que recuerdan juntos una ventaja compa­ precisamente, como lógica de acción y de futuro, o como poder social cons­
rativa. Pero es la utilidad y pertinencia de esta memoria la que puede conver­ tructivo de realidad. Es posible que el 'plus' adicional que se requiere cabe
tir esa ventaja comparativa de tipo hermenéutico en una ventaja de tipo histó­ extraerlo de la misma fuerza reactiva, instintiva y espontánea que ha surgido
rico en la disputa por la construcción social de la realidad. En este sentido, es de los sujetos desde 1978, más o menos. Pero puede que eso sea -como ha sido
relevante precisar la extensividad real de esta memoria (si incluye todos los en el pasado- un proceso lento, de tentativa y zigzagueo y, por todo ello, frágil.
estratos mnémicos, o, por olvido espontáneo o provocado, ha excluido algu­ Puede que eso anime movimientos sociales que hagan el mismo recorrido de
nos), y la selectividad con que actúa respecto de los estratos que recuerda. los movimientos del pasado, y lleguen al mismo punto de non plus ultra. Pero
La memoria social (popular) actual parece configurarse de modo tal que ¿es esto lo que implica el ya mencionado proceso de transición por abajo?
excluye, por olvido y / o desconocimiento, el estrato mnémico correspondiente
a la Constelación Histórica I (período 1890-1925). Incluye positivamente -es III. Plataforma mnémica para el 2000
casi 'memoria fresca'- el estrato mnémico de la Constelación II (período 1936-
1973), pero de modo mitificante, pues cambia el signo negativo de la derrota
El estrato mnémico que proporciona bases identitarias de encuadre 'pre­
por el signo positivo de la mitificación (heroificación nacional de los líderes de
térito' para los sujetos y actores (populares) del año 2000 parece estar allí: es la
la generación del '38, como Salvador Allende, juntos y revueltos con los de la
memoria mitificada de la Constelación Histórica II (1936-1973). El estrato
generación del '68, como Miguel Enríquez o Víctor Jara, por ejemplo), con pro­
mnémico que proporciona bases 'frescas' para la proyección autopoiética y
liferación de símbolos y fetiches recordatorios. La mitificación no debe aquí
autogestionaria de esos sujetos y actores (populares) también parece estar allí:
entenderse como arquetipización, pues las huellas mnémicas de este estrato se es la memoria mitificada y arquetipizada de la Constelación III (1978-1992),
asumen hermenéuticamente en su calidad de memoria y en su condición de
sobre todo. Se ha configurado, al parecer, una sólida plataforma mnémica y
figuras a respetar, pero no necesariamente como arquetipos a imitar o repro­
cognitiva para la acción, sobre la cual podrían surgir 'nuevos' movimientos
ducir. Es evidente que las huellas de este estrato carecen de una 'alta' utilidad sociales en Chile.
en la definición de las acciones contrafactuales de los sujetos autonomizados
La cuestión es, como se dijo, que esa articulación (excepcional) de estra­
por el drástico bombardeo de la Constelación III (dictadura neoliberal). En
tos mnémicos surgió como reacción a la acción fáctica de la fuerza neoliberal.
cambio, es notorio que la memoria social actual incluye positivamente el estra­
Morigerada ésta por el advenimiento de la transición, la fuerza autogestionaria
to mnémico de las Constelaciones III y IV (neoliberales), en cuanto a la memo­
de los movimientos sufrió una merma notoria, pero no se ha producido des­
ria de la resistencia instintiva y de la acción autogestionaria, con relación a las
gaste alguno en la articulación estructural de los estratos mnémicos. De modo
cuales se configura una suerte de mitificación de héroes anónimos (los mis­
que la estimulación 'bi-polar' -patente hasta 1992- puede y debe ser sustituida
mos sujetos), pero arquetipizando sus conductas. Proceso que es muy notorio,
p o r u na auto-estim ulación uni-polar de p arte de los sujetos y actores
sobre todo, entre las mujeres populares, que desde 1992 tienden a imitarse a sí
autonomizados por la victimización fáctica y la continuidad legalista. ¿Cómo
mismas, según su actuación protagónica anterior a esa fecha.
se puede avanzar en este sentido?
La cuestión clave parece ser la siguiente: ¿es suficiente la hermenéutica
Al parecer, hay, cuando menos, dos orientaciones lógicas: 1) impulsar el
mitificadora y arquetipizadora de los estratos correspondientes a los períodos
desarrollo histórico de las 'redes microasociativas' que surgieron espontánea­
III y IV (neoliberales)? ¿Hasta qué punto esa hermenéutica sigue siendo 'ins­
m ente en la base social durante las Consteleciones III y IV y que hoy vegetan
tintiva', oriunda de los hechos presentes, sin apoyo en una extendida y medi­
estimuladas a medias por la descentralización centralista del modelo neoliberal,
tada 'm em oria para la acción'? ¿Basta la actual hermenéutica social para que,

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sin vuelo hermenéutico de trascendencia, y 2) im pulsar el desarrollo de: a) la Recordando medio siglo de evolución económica
información histórica profesional que pueda llenar los vacíos de los bolsones
social-recordatorios; b) las prácticas auto-investigativas de los actores sociales;
y economía política, 1950-2000
c) las instancias auto-educativas de esos mismos actores y, d) las acciones auto-
gestionarias de la baja sociedad civil, tendientes a incrementar su eficiencia en Luis Ortega1
términos de poder y desarrollo local.
Es evidente que en la coyuntura actual -dominada por la ausencia del
'hom bre bueno'- se requiere trazar y sistematizar una cartografía memorística
amplia y completa para reanudar el avance interrum pido en 1992. Entre otras
cosas, eso implica profundizar el conocimiento y extender la difusión y discu­
sión del estrato mnémico de la Constelación I (1890-1925), que es el que tiene
la m ayor similitud con la situación actual y del cual se pueden extraer mayo­
res reflexiones útiles para movimientos sociales que, al entrar el siglo XXI, ne­
cesitan operar incrementando al máximo su potencial auto-gestionario. Resca­ Imaginemos que en un poco más de diez años, cuando el país conme­
te que necesita ser conectado con una producción teórica autopoiética, que more su bicentenario, se realizarán numerosos encuentros en diversos ámbi­
tenga su autoría en los mismos sujetos de carne y hueso. El apoyo técnico- tos con el gran objetivo de hacer un balance de lo avanzado, de los logros y
profesional a la confección de esa cartografía debería ser maximizado, pero también de las frustraciones. Es factible que entonces se adopten estilos y uti­
en el entendido de que el protagonism o de la operación no radica en los licen materiales que permitan construir más seria y democráticamente nuestra
intelectuales sino en los actores de carne y hueso. Los movimientos sociales historia, para de esa manera avanzar por el difícil camino de reconstruir nues­
para el siglo XXI no deberían tener mentores ideológicos, pues, según la tra compleja -por no decir complicada- identidad nacional.
memoria de lo realizado por instinto durante las Constelaciones m y IV, los Y probablemente que el examen de la evolución de la economía en la
nuevos movimientos necesitarán producir por sí mismos la teoría que les segunda mitad del siglo XX será un ejercicio curioso, pues de una parte, desde la
perm ita construir por sí mismos la realidad que necesitan y proyectan. dimensión cuantitativa, no se enfrentarán mayores dificultades, ya que se conta­
rá con series largas confiables acerca de diversas variables para los últimos 60
años. Hasta allí llegará la tarea menos complicada; no deberían registrarse ma­
yores controversias, salvo en cuestión de décimas más o décimas menos.
Lo más complicado serán los términos del debate. Y ello pues es alta­
m ente probable que, como durante los 50 años en observación, la discusión
sea dominada por los economistas. Y esto, con excepciones que confirman la
regla, plantea dos tipos de problemas. En prim er lugar, los economistas han
logrado crearse una imagen de personas de alta capacidad técnica que em­
plean un lenguaje m uy especial, tan especial que logran explicar de manera
abstracta y con términos que no están al alcance del público en general, cues­
tiones complejas aunque muchas veces causen la perplejidad de la audiencia o
el lector no iniciado. En segundo lugar, los economistas han impuesto la visión

Licenciado en Estudios Iberoamericanos, Universidad de Londres. Doctor en Filosofía, Universidad


de Londres.

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analítica de corto plazo y ni siquiera en el contexto de las repercusiones de la discusión, no encontraban m ayor eco. Y nada en el medio nacional, ni la espec­
actual "crisis asiática" han intentado explicaciones de largo plazo; es más, a tacular baja del precio del cobre, o la del ingreso per cápita en 1998, ni la crisis
pesar de la intensidad y duración del fenómeno recesivo internacional de fin energética, abrieron espacio para un debate serio.
del milenio, no se discute por ejemplo el alto grado de sensibilidad y vulnera­ Tal vez el mayor debate será acerca de cómo se logró, o no se logró,
bilidad de la economía chilena actual con relación al ciclo internacional, e in­ alcanzar los niveles de ingreso, que según las palabras del Ministro de Hacien­
cluso se ha preferido hablar de "turbulencias" para referirse a lo que clara­ da vertidas en 1994, nos pondrían hacia el año 2007 en el umbral del desarro­
mente aparecía como un período recesivo. llo. Pero tal vez no se discutirá acerca de uno de los temas más complejos del
El que al publicarse este libro prácticamente no existiese debate sobre m edio siglo 1950-2000, aquél en que el país experimentó la aplicación de pla­
temas sensibles, tenía como resultado el que la visión hegemónica sobre nues­ nes económicos tan diversos como radicales: ese gran tema es el contraste en­
tro pasado económico de quienes impusieron el neoliberalismo a sangre y fue­ tre las tasas de crecimiento del PIB en democracia y en dictadura.
go p rácticam en te no en contrase co ntrapeso. P ara m u estra u n botón, Por razones que nunca he logrado comprender a cabalidad, nadie en el
incontestado; en 1994 uno de los principales arquitectos de la imposición del m undo de los estudios económicos y de la historia económica se ha detenido a
modelo económico neoliberal, Pablo Baraona Urzúa, planteó que: explicar "cómo y por qué" los gobiernos que desarrollaron su labor en un marco
"Tal vez la historia completa nos permita decir que Chile de estabilidad social e institucional, con el sistema democrático en pleno fun­
comenzó bien el siglo XX y lo terminó en buena forma. cionamiento y con las libertades públicas en plena vigencia registraron tasas
En el medio, 1925-1975, desde él punto de vista económico, medias de crecimiento superiores a las de la dictadura de Augusto Pinochet:
perdió el tiempo." los datos ya corregidos indican que la tasa de crecimiento promedio anual
Tan audaz afirmación, a pesar de ser falsa, no ha sido rebatida y no durante el gobierno de Jorge Alessandri fue de 3,7%, durante el de Eduardo
parece haber sido motivo de preocupación para quienes, se supone, hacen del Frei Montalva de 3,9%, en tanto que en los largos años de la dictadura la tasa
estudio de nuestro pasado económico su principal actividad. m edia anual fue tan sólo de 3,5% anual. Más aún si se toma el período 1950-
1971 -pues no se puede argum entar que el prim er año de gobierno de Salva­
dor Allende se desarrolló en u n ambiente de normalidad- la tasa de crecimien­
1. El crecimiento y el problema del poder to fue de 4,2 por ciento. De otra parte, la última década del siglo, a pesar de la
caída del ritmo de crecimiento en el último bienio, la tasa de crecimiento pro­
Sin embargo, las estadísticas m ostrarán que sólo después de 36 años de m edio fue la más alta del medio siglo.
inestabilidad -es decir, durante el 72 por ciento del período que nos preocupa- Si se discute este tema, será imprescindible tener en cuenta que entre
el PIB creció a una tasa media anual de 6,5 por ciento por trece años, pero que 1950 y 1970 la modernización en la producción de bienes y servicios fue muy
en los dos últimos años del milenio ésta cayó por debajo de la mitad de aquél importante; que de la mano de experiencias democráticas de diferente inspira­
promedio. Es decir, se terminó el milenio en una nota más bien desalentadora, ción -populistas, liberales, socialcrístianas y socialistas- se completaron o ini­
y con algunas incertidumbres. ciaron desde el sector público proyectos fundamentales para el desarrollo del
Y si bien en la prim era década del nuevo milenio la tasa anual de creci­ país, entre los cuales se destacan la siderurgia y ramas derivadas, la electrifica­
miento del PIB repuntó, la serie demostrará que no se logró retomar el ritmo ción, el petróleo y la petroquímica, la celulosa, los planes frutícola y forestal, la
que se registró hasta 1997... pero esa es otra historia. modernización de las telecomunicaciones. También se deberá tener en cuenta
Lo que sí será objeto de fuertes controversias, aunque no necesariamen­ que entre 1965 y 1971, después de grandes acuerdos políticos, se implementaron
te tema de grandes debates, serán las características del crecimiento, tanto acerca reformas tan decisivas, trascendentes y de repercusiones complejas como la
de las bases sobre las que se estructuró, como acerca de la forma en que se agraria y la nacionalización del cobre. Todo ello sin que se atropellaran los
distribuyeron los beneficios derivados y su impacto ambiental. Esta afirma­ derechos de las personas.
ción se hace pues en los inciertos días de fines de 1998, a pesar de que algunos El contraste con el período dictatorial no puede ser más profundo. Du­
sectores que de manera constante trataban de incluir esos y otros temas en la rante los años del régimen militar el gobierno controló el poder en forma total,

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se desarticuló al movimiento sindical, se sometió a una férrea disciplina a la 2. Economía y sociedad
m asa laboral, se m anipuló a las dirigencias em presariales, a la vez que
implementaron profundas transformaciones que implicaron la liberalización
de los mercados y del comercio exterior, la eliminación de los controles de La economía, en cuanto disciplina, transita de un status en que se le
precio, la desregulación del mercado de capitales y la reducción tanto del ta­ considera un instrumento fundamental para lograr el desarrollo armónico del
maño como de la actividad del Estado en la producción de bienes y servicios. país en un sentido inclusivo de vastos sectores sociales, a un instrumento de
En ese contexto, los análisis deberán explicar que los peores episodios castigo y sometimiento de los sectores mayoritarios de la población que ha­
recesivos del período 1950-2000 corren por cuenta de la dictadura, en particular bían tenido la osadía de intentar revertir el "orden tradicional de las cosas"
económicas.
durante la férula económica del grupo más ideologizado de los economistas
formados en la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Departamento de Pues a pesar de los logros ya señalados en cuanto al PIB, los encargados
Economía de la Universidad de Chicago. No deberá ser olvidado que la caída de la conducción económica del país desde 1975 hasta fin del siglo, es decir
del producto en 1975 fue de 12,9% en tanto que en 1982-83 fue de 15 por ciento. por la mitad del período analizado, se las arreglaron para distribuir el ingreso
Es cierto que en ambos casos las variables internacionales jugaron un rol decisi­ de tal manera, que en la víspera del nuevo milenio Chile detentaba por ya más
de una década el triste récord de tener junto a Brasil la distribución del ingreso
vo, pero también lo es que los equipos de economistas liderados por Sergio de
más regresiva de América Latina.
Castro y Pablo Baraona manejaron la situación de manera mediocre. Se deberán
comparar esas caídas del producto -las mayores desde 1929-1932- con la acumu­ En el medio siglo que nos preocupa, durante los años 1974 a 1990, el
lada en los turbulentos años 1972 y 1973 que fue de 4,4 por ciento. manejo económico fue de características tales que fue tremendamente eficien­
Y la comparación, desde el punto de vista de la necesidad de la memo­ te en la creación de pobres. Aquí los datos son de un manejo más complicado,
ria histórica, será fundamental debido precisamente a la tendencia a olvidar pero según ODEPLAN y el ministerio que le sucedió, el porcentaje de perso­
los episodios traumáticos que parece haberse apoderado del país. nas que vivían bajo la línea de pobreza pasó de 28,5% del total en 1969, a 36%
Tal vez la variable de más difícil control durante el medio siglo en consi­ en 1979 y a un extraordinario 45% en 1985.
deración haya sido la inflación, la que en 1951 fue descrita como "un verdade­ Habrá que trabajar también entonces la historia de la última década desde
ro flagelo" por el Presidente González. Ciertamente el peor período en este el ángulo de la tarea que tuvieron los economistas de los dos gobiernos post­
sentido es el del gobierno del Presidente Allende, con un promedio anual de dictadura con relación a la reducción del núm ero de pobres, que en 1997 se
218,1, seguido por el del Presidente Ibáñez con 60 por ciento; luego se sitúa el había reducido al 21 por ciento. En este sentido, tal vez los economistas chile­
promedio de la dictadura de 57,3 por ciento, el del gobierno del Presidente nos podrían realizar una contribución teórica sobre la materia pues los resulta­
Frei Montalva con 26,2 y el del Presidente Jorge Alessandri, con 26,2 por cien­ dos, al menos desde el punto de vista estadístico, son auspiciosos.
to. En la últim a década del siglo, no sin dificultades, el control de esta variable También son auspiciosos, aunque lentos, los avances en la última déca­
parecía estar asegurado. da del segundo milenio en la superación de im portantes déficit, como el
También la tasa de inversión como porcentaje del PIB registró niveles habitacional, de carreteras, obras de riego e infraestructura en general y que
más altos durante los períodos de vigencia del régimen democrático que du­ son atribuibles a la limitada actividad del régimen de Pinochet. Lo mismo es
rante la dictadura. Pero esta detenta la más alta tasa promedio de crecimiento aplicable en el plano de los servicios de salud y la educación, en donde las
de las exportaciones con 10,6 por ciento. Los gobiernos de Jorge Alessandri y diferencias de calidad y cobertura entre un sistema privado que no cubre las
Frei Montalva registraron 6,2 y 2,3 por ciento respectivamente. necesidades de más de el 15 por ciento de la población, y el sistema público,
Más allá de las variables, parece ser posible plantear un medio siglo de eran abismales a comienzos de la década de 1990.
cuatro décadas de inestabilidad, de fluctuaciones frecuentes y dramáticas, de Uno de los grandes cambios fue la transformación en negocio, en un
inflación de difícil manejo y una década final de crecimiento más parejo, pero medio para satisfacer la preocupación principal de la mayoría de los chilenos -
con una nota de incertidumbre al final. Sin embargo, la gran lección es que el el hacer dinero-, lo que hasta 1973 era considerado como servicio público. Esto
país creció más y se diversifico más en el marco de una sociedad abierta. no sólo comprendió la privatización de la m ayor parte de la actividad econó­

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mica, sino que además, y tal vez más importante, se tradujo en un cambio respecto de esta experiencia el que junto con transformaciones modemizadoras
valórico trascendental. En efecto, a fines del siglo XX la educación se ha trans­ intentadas en todos los sectores de la producción de bienes y servicios, fue
formado en un negocio altamente rentable en sus niveles básico, medio y su­ durante aquellos años en que por prim era vez se relativizó la vigencia del
perior, sin que exista una correspondencia entre la expansión del sistema y su concepto de propiedad privada. Se recordará cómo para la aprobación de la
calidad. Es más, en muchos ámbitos la denominación estudiante ha cedido el segunda ley de reforma agraria se reformó el Artículo N° 10 de la Constitución
paso a la de "cliente", mientras que el concepto "producto" reemplaza al de Política del Estado. También se recordará que durante ese período el rol del
resultado, artículo o libro en la creación de conocimiento. Lo mismo ocurre Estado en la economía se acrecentó de manera m uy marcada y que se comien­
con la atención de salud, en donde el acceso a servicios de calidad está deter­ za a insinuar una radicalización programática que lleva a que la negociación
minado por el nivel de ingreso del usuario. se haga cada vez más difícil.
Tal es el afán de hacer dinero que empresas creadas a través de arduos Pero nunca la confrontación y el rol del Estado habían alcanzado el ni­
esfuerzos que involucraron a toda la sociedad y que en la década de 1980 fue­ vel que registraron durante los turbulentos años del gobierno de Salvador Allen­
ron privatizadas m uy por debajo de su valor, fueron finalmente vendidas a la de, durante el cual la preparación de las condiciones para iniciar la transición
propiedad extranjera, sin que ello se traduzca en un mejor y más económico al socialismo a través de un programa que comprendió la expropiación del
servicio. En este plano se plantean algunas dudas acerca de la dimensión de la gran capital -nacional y extranjero-, la profundización de la reforma agraria,
supuesta "revolución empresarial", parte de las transformaciones del período vastas expropiaciones industriales que llevaron a que hacia el fin de la expe­
1973-1990. Pues si bien es cierto que en algunos sectores han emergido algu­ riencia más de quinientas empresas grandes, medianas y pequeñas estuviesen
nos empresarios de nuevo cuño, no lo es menos que el país sigue en este plano en manos del Estado, y la nacionalización de lo que entonces se denominaba
siendo testigo de la presencia de aventureros incapaces, o con capacidad por "las riquezas básicas" del país (cobre, hierro y salitre). La historia de aquellos
un tiempo limitado, de gestionar empresas de grandes dimensiones. años es conocida, pero en todo caso será necesario retomar el análisis con rela­
El libre mercado ha transformado a la sociedad chilena de manera radi­ ción a una dimensión hasta ahora poco trabajada: la del conflicto, la de la ver­
cal. De otra manera ¿cómo explicar que en el privatizado "negocio" de la muerte dadera "guerra" económica -interna y externa- que se vivió en esos mil días.
o de la construcción y gestión de los cementerios se produjeran acontecimien­ No debería quedar fuera de la mirada al gobierno de la Unidad Popular el que
tos tan grotescos como la quiebra de una cadena de "campos santos"? ¿Se re­ al final de sus días se habían registrado en el ámbito económico tres cuestiones
cordará que al momento de liquidarse los activos de la empresa en cesación de que resultaron fundamentales para el experimento económico que le seguiría:
pagos ello comprendió miles de cadáveres? se había terminado con el latifundio y se abrió la posibilidad de modernizar el
agro tanto desde el punto de vista de la producción como de la gestión; en
3. El proceso de cambio segundo lugar, se había nacionalizado el cobre, lo cual resultaría fundamental
para el manejo futuro de las finanzas públicas; y en tercer lugar el empresariado
fue debilitado hasta un nivel sin precedentes lo cual permitió que se le impu­
Pero tal vez lo más importante con relación a la evolución de la econo­ sieran políticas que le transformaron rádicalmente, junto con el sistema pro­
mía durante el período fueron los grandes intentos de transformación del sis­ ductivo y las relaciones sociales de producción.
tema económico. En realidad durante 30 de los 50 años que constituyen el Me parece que esos tres elementos son importantes para comprender lo
objeto de nuestra atención los períodos de reforma económica fueron cuatro, y que vino: el éxito de la revolución institucional e ideológica "que verdadera­
de intensidad y profundidad variada. mente podría considerarse una revolución capitalista que no había sido con­
El primero fue el programa de estabilización de inspiración monetarista sum ada", que comprende el paso de una economía dirigida por el Estado por
recomendado por la misión Klein-Saks, con una vigencia que puede ser reco­ más de 30 años al régimen liberal, basado en el mercado.
nocida entre 1956 y 1960. Según Pablo Baraona, la profundidad de los cambios era la condición
A continuación vino el intento reformista del gobierno del Partido De­ esencial para el éxito de un ejercicio de "terapia de la economía chilena [que]
mócrata Cristiano encabezado por Eduardo Frei Montalva. Interesa destacar era de corte mayor". Y tan profundo fue éste en cuanto a su alcance, que "dada

276 277
la m aduración de las ideas y la evolución, se fue aún más lejos", de lo que
alguna vez los propios graduados de Chicago habían imaginado. Es que junto Un insostenible estilo de vida: ecología e historia de
con la sum a del poder, los economistas de Pinochet recibieron un país que ya las mentalidades en Chile (desde la
había avanzado u n buen trecho por el difícil camino de la modernización eco­
nómica. 'O da a la erosión en la provincia de Malleco' de
Neruda al 'Discurso del Bío-Bío' de Parra)
1995 -1996

Maximiliano Salinas C.3

1. Introducción

En 1956 el historiador y sociólogo Lewis Mumford (1895 - 1990), un es­


tudioso destacado de la civilización urbana y de la cultura tecnológica en Oc­
cidente, en su libro "Las transformaciones del hom bre" habló del surgimiento
de u n llam ado 'hom bre posthistórico', de la aparición de una 'cultura
posthistórica', donde toda la realidad deviene 'cosa'. "El hombre posthistórico...
camina y lleva todo lo que le rodea a la destrucción...". "La cultura posthistórica
exige que todos los hombres sean tratados como cosas". El hombre posthistórico
tiene sólo un dios: la 'm áquina'. En esta cultura, los prototipos del 'hombre
posthistórico' lo constituyen el burócrata y el tecnócrata, que llevan todo lo
que les rodea a la destrucción de la vida. "En las grandes metrópolis y grupos
urbanos del m undo occidental ya se han echado los cimientos del contorno
posthistórico: la vida de un ascensorista de un gran edificio de oficinas es casi
tan monótona y vacía como llegará a ser la vida en su totalidad cuando la
cultura posthistórica haya borrado efectivamente todo recuerdo de u n pasado
más rico". (Lewis MUMFORD, Las transformaciones del hombre, Editorial Bue­
nos Aires 1960,190 -191).
Mumford definió el m undo 'posthistórico' como el fin de la vida, del
respeto y del reconocimiento de la vida a través de una violencia generalizada
y cotidiana en Occidente: "Esa tendencia a la violencia, a la aberración mental

Investigador Asociado de la US ACH; profesor de programa de Magíster en la USACH y Universidad


de Chile.

278 279
se manifiesta ya en Norteamérica a través del cine, la televisión y las historie­ Cancelado el mundo del futuro, sobrevendría el m undo de la adminis­
tas para niños. Esas formas de diversión están cada vez más entregadas a las tración de las 'cosas': el reinado del burócrata y del tecnócrata. Este horizonte
leyes de la brutalidad fría y la violencia física: son preparaciones pedagógicas se abrió resueltamente a partir de los setenta en Occidente: un tiempo de vio­
para el ejercicio práctico del homicidio y el genocidio,..." (Ibid., 198. Otras lación sistemática de los derechos humanos y de depredación desenfrenada
obras del historiador y sociólogo de los Estados U nidos:" La condición del hom­ de la tierra, al fin el más propio y cierto futuro del hombre. En los sesenta
bre" (1944), "La conducta de la vida" (1951), "La ciudad en la historia" (1961), "El señaló Ernesto Sábato: "el culto del Objeto es uno de los fetichismos que debe­
mito de la máquina" (1967); "Toda la obra de M umford presenta una preocupa­ rá superar el hombre occidental para rescatarse de su propia enajenación;..."
ción por el destino de la cultura occidental, frente al que se sentía progresiva­ (Ernesto SÁBATO, Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo, Santiago
mente pesimista al detectar la pérdida de lo que denominaba la 'sustancia 1968,11). Sólo 'cosas', sin vida, inermes ante una absolutista conciencia 'cientí­
hum anística'...", cfr. ESPASA, Suplemento 1991 -1992,157-158). fica' aparecieron como lo 'real': "La Ciencia Abstracta, heredera directa de aque­
También desde los años cincuenta ejerció una similar m irada frente a la lla razón helénica, se lanzó fríamente a la única tarea que le interesaba y que
civilización de Occidente desde América Latina Ernesto Sábato (1911 -), el es­ podía hacer: la conquista del Objeto. Y el hombre concreto, el hombre con cuerpo
critor argentino que abandonó el ejercicio de la ciencia en 1945 para dedicarse y sentimientos, con intuición y emociones, fue guillotinado... en nombre de la
a la literatura y a la crítica cultural (cfr. Hombres y engranajes, de 1951, Heterodo­ Universalidad, de la Verdad, y lo que fue más tragicómico, en nombre de la
xia, de 1953). De acuerdo a Sábato: "La (mecanización de Occidente es la más H um anidad". (Ibid., 80).
vasta, espectacular y siniestra tentativa de exterminio de la raza hum ana... Esto lo decía Sábato en 1968. La historia política del Cono Sur en los
Nuestros dioses no son más los dioses luminosos del Olimpo, que alumbraron setenta y los ochenta fue una aproximación real al m undo "posthistórico" de
al artista occidental desde el Renacimiento: son los dioses oscuros y crueles los objetos sin vida. Y, como una comprobación palmaria de esto, el propio
que presiden el derrum be de una civilización". (Ernesto SÁBATO, Hombres y intelectual argentino debió hacerse cargo de la 'cosificación' de sus semejan­
engranajes. Reflexiones sobre el dinero, la razón y el derrumbe de nuestro tiempo, tes. En 1983 fue elegido presidente de la Comisión Nacional sobre la Desapari­
Buenos Aires 1951, 52,106). Según Sábato, la pérdida de la dimensión de la ción de Personas (Nunca más, 1985). Finalmente, en los noventa, Occidente se
vida tenía que ver con el establecim iento de u n horizonte patriarcal de reveló a los ojos de sus observadores críticos más que nada como una 'máqui­
cosificación del m undo (Heterodoxia, 1953: p o r ejemplo, Patria y Matria, na', un gran mecanismo de producción y dominio, sin mayores referencias
masculinización y crisis, etc.). hum anas ni cósmicas, sin vitalidad alguna. Sum ergida en su condición
En los sesenta se colocó sobre la mesa la conciencia del 'fin' de la Histo­ 'posthistórica' (Rafael ARGULLOL, Eugenio TRÍAS, El cansancio de Occidente,
ria. La desaparición del futuro por obra del 'hom bre posthistórico' que todo lo Barcelona 1993). En la expresión del filósofo rum ano Emile M. Cioran (1911 -
podía reducir a 'cosas', de acuerdo al lenguaje de Lewis Mumford en 1956. En 1995): "El Occidente está agotado... Y existe u n cansancio histórico del Occi­
los sesenta escribió José M edina Echavarría, el pensador español vinculado a dente.. . El Occidente se apaga lentamente". (Cfr. La Época, Santiago, 22.1.1995).
la CEPAL: "La extinción de la filosofía de la historia en la que el hombre de A principios de los noventa, el tema del 'fin de la historia' volvió a ser coloca­
Occidente vivía, le deja de pronto sin una im agen de su futuro, sin una do en el plano de la discusión pública con ocasión de las ideas de Francis
prefiguración de su porvenir... Los Estados Unidos constituyen el único país Fukuyama, del consejo de planificación del departam ento de Estado de Was­
en que, según se dice, perdura aún intacta la herencia de la ilustración. Pero no hington, en su libro The end ofHistory, Nueva York 1991. ¿Se estaba admitiendo
sabemos hasta qué punto su fe en el progreso está realmente viva -no inerte- y de manera oficial el Estado 'posthistórico', cosificante y no-utópico, de Occi­
sigue como vigencia general... La experiencia más grave porque pasa el m un­ dente? (Cfr. Jürgen MOLTMANN, ¿Fin de la utopía, fin de la historia ?, en
do contemporáneo, es la que constituye la muerte de la Utopía.. N o hay 'ways Concilium 252,1994,371 - 375).
of life' que exportar. Y no son exportables porque las grandes sociedades in­
dustriales en sus actuales estructuras, quizás convergentes, han eliminado para
todos, en el m undo actual, la ilusión del futuro utópico." (José MEDINA
ECHAVARRIA, Filosofía, educación y desarrollo, México 1967,96).

280 281
2. Pablo Neruda y el despertar de la conciencia de la Tierra,
Tierra en los años cincuenta que darás a tus hijos,
m adre mía,
mañana,
El mismo año que Lewis Mumford anunciaba los peligros del hombre así
'posthistórico' en Occidente, Pablo N eruda publicó su "Oda a la erosión en la destruida,
provincia de Malleco" en sus Nuevas Odas Elementales (1956). En ella el poeta así arrasada
se duele de la muerte de la Tierra-madre, de su Tierra-madre. La muerte de la tu naturaleza,
tierra es el asesinato de la madre. La 'erosión' es la m uerte de la vida de la así desecha
naturaleza y de los hombres. La Tierra, viva y maternal, a la que se hablaba tu matriz materna,
como a una persona, ha sido cosificada, restándosele sus capacidades de sus­ qué
tentar la vida: pan
repartirás
"Volví a mi tierra verde entre los hombres?"
y ya no estaba
ya no estaba El responsable de esta desgracia vital y estética era el pretendido 'due­
la tierra, ño de la tierra', metáfora de la cosificación y de la muerte. El mismo no puede
se había ido... ser visto en la conciencia poética como un 'ser vivo':

Espesa "Sordo
madre y cerrado
m ía.....: como
ahora, pared
ahora de muertos
siente es el cerril oído
y toca del hacendado
mi corazón inerte.
tus cicatrices, Vino
robada a quemar
la capa germinal el bosque,
del territorio, a incendiar las entrañas
como si lava o m uerte de la tierra,
hubieran roto vino
tu sagrada substancia a sembrar
o una guadaña un
en tu materno rostro saco
hubiera escrito de frijoles
las iniciales del infierno. y a dejamos

282 283
una herencia de ingeniero,
helada:
raíces,
la eternidad del ham bre... copas verdes,
asesinada otra vez
fue la tierra las iglesias del follaje,
mía, y con
quem ada fue la copa originaria". el canto
de la pajarería,
N eruda finalmente se yergue en una postura a favor de la vida, y de la que volverá del cielo,
selva:
regresará a la boca de tus hijos
el pan que ahora huye con la tierra".
"Vamos
(Obras completas, Buenos Aires 1968,1,1247 - 1252).
a contener la muerte!
Chilenos de hoy,
araucas Apenas publicada esta oda, se desencadenó una discusión pública acer­
de la lejanía, ca del futuro de la Tierra en Chile. En un conjunto de reportajes publicados en
ahora, la revista "Ercilla" entre el 3 de abril y el 22 de mayo de 1957, y titulados Chile,
ahora mismo, ahora, desierto a cien años plazo, Rafael Elizalde Mac-Clure (1907 -1970), licenciado en
a detener el hambre Ciencias Políticas en la Universidad de Lovaina en 1930 y con postgradó en
de mañana, Ciencias Económicas en la Universidad de California del Sur en Estados Uni­
a renovar la selva dos en 1936, dio a conocer los daños ecológicos provocados por la adopción de
prometida, los sistemas de explotación económica más depredadores en Chile. Elizalde se
el pan hacía cargo de los temas desarrollados por Neruda. "Malleco es un clásico
futuro enfermo de la erosión. Fue granero de Chile. Rendía hasta 11 quintales de trigo
de la patria por hectárea. La erosión, causada por los roces a fuego, redujo la capa vegetal
angosta! a tal extremo que en el curso de 30 años, la producción bajó en 3 quintales y
medio por hectárea". Y también se recuperaba el concepto de tierra-madre:
Ahora "Resulta abismante que a pesar de que la tierra madre es la divina dispensadora
a establecer raíces, de todo ser viviente, sea el hombre, Supuestamente el más inteligente, quien
a plantar la esperanza, más la ultraje". (Ercilla, 3.4.1957). En concreto, Elizalde denunciaba: "La des­
a sujetar la rama trucción arbórea ha degenerado en una erosión tan grande que Chile puede
al territorio! ser una inmensa playa hacia el 2053". (Ercilla, 10.4.1957).
Es ésa Elizalde sabía que los daños eran de tales proporciones históricas que
tu sólo un cambio cultural o de mentalidad en relación a la Tierra podía cambiar
conducta de soldado, el curso de la catástrofe: "Ni la reforma de las leyes, ni la creación de las briga­
son ésos das forestales, ni las m edidas coercitivas podrán contener el estrepitoso alud,
tus deberes rumorosos sin un total vuelco del espíritu de conducta hacia la m adre naturaleza. Como
de poeta, se trata de una ardua labor a largo plazo para que penetre bien en las mentes,
tu plenitud profunda desde los primeros años de preparatoria, pareciera que ya no queda tiempo
para evitar la catástrofe. En realidad, el mal está hecho irremediablemente en

284 285
gran parte del territorio nacional,..." ("Chile al borde del precipicio. No lo
dejemos caer", Ercilla, 22.5.1957). eos para que el agua de las interminables lluvias horadara sus entrañas hasta
En 1958, Rafael Elizalde profundizó sus puntos de vista al publicar con el hundirla en impresionantes cráteres, rojos, sangrantes, que se alargan, soca­
respaldo del ministerio de Agricultura su libro La sobrevivencia de Chile. La conser­ van y ensanchan al infinito, haciéndola abortar toda su fecundidad, creando
así la desolación telúrica que termina por matar al hombre... En conclusión,
vación de sus recursos naturales renovables (Santiago, 1958). En este libro, el autor
explícitamente se inspiró en la Oda de Pablo N eruda que comentamos. Y termi­ cabe preguntarse si ante la pavorosa obra del hombre blanco en los cuatrocien­
tos años que ha dominado el país, es compatible el llamado progreso material
nó con el mismo llamado que hiciera el poeta ("Vamos a contener la muerte").
con la conservación de los recursos renovables" (Ibid., 26 - 26).
Una de las perspectivas que destacamos del trabajo de Elizalde es su sin­
Al fin, el tema histórico por excelencia es la vida amenazada de la Tie­
gular perspectiva histórica. Él se sitúa en una constante valoración de los cuatro­
rra-madre. Y tomar conocimiento de ello implica un cambio de la mentalidad,
cientos años de presencia depredadora de los blancos en Chile. Si bien a media­
un nuevo estado de conciencia, muy difícil de comprender desde la cultura de
dos del siglo XIX es cuando "empieza la explotación más despiadada de nues­
los blancos. En su momento, Elizalde vio a los ingenieros agrónomos y foresta­
tros recursos" (La sobrevivencia de Chile, 12). Elizalde remite una y otra vez a estos
les como los 'médicos' que harían conciencia de la enfermedad mortal de la
'cuatrocientos años', aunque siempre hace hincapié en los estragos más recien­
Tierra: "Sólo la plena conciencia en la ciudadanía de la gravedad de nuestra
tes: "Se estima que el territorio primitivamente estaba cubierto en un 45% por
enfermedad del suelo, podría provocar un vuelco total de la actitud nacional
bosques. Por lo tanto, en el curso de cuatrocientos años, el país ha perdido ya la
hacia la Madre Tierra, dispensadora de todo cuanto tenemos: el bienestar, la
mitad de su superficie forestal. Pero el proceso de exterminio se ha acelerado
libertad y hasta la vida m ism a... Los médicos, o sea, los expertos agrónomos y
enormemente en los últimos treinta años". (Ibid., 81). Según Elizalde, de 1900 a
forestales, que están a la cabecera de esta doliente Madre Tierra nuestra, escu­
1957 se habrían esterilizado en Chile 6.240 hectáreas al año (Ibid., 55).
chan el latido cada vez más feble de su corazón..." (Ibid., 156).
El autor emprendió un especial contraste entre la Tierra Chilena en los
siglos XVII y XVIII y su realidad a mediados del siglo XX, a través de la com­
paración con los relatos de los historiadores coloniales. En el siglo XVII, el río 3. Nicanor Parra y la maduración de la conciencia
Andalién en Concepción llamaba la atención por sus "alegres fuentes, entre de la Tierra en los años noventa
mil am enidades y bosques de laureles, mirtos, y otros árboles de extremada
fragancia y olor" (Alonso Ovalle). A mediados del siglo XX "ya no hay laureles
ni mirtos, ni am enidad alguna a lo largo de sus desnudas y erosionadas ribe­ El paso de las décadas de los sesenta, setenta y ochenta, colocó la reflexión
ras" (Ibid., 10). ecológica en un plano mundial de primer orden. A la par del avance del 'hombre
En el apartado "Balance, Chile al presente", el autor se detuvo especial­ posthistórico' predom inante de O ccidente, con su lógica burocrática y
mente en los efectos de la dominación blanca en la Araucanía, denunciada tecnocrática, objetivizante, se irguió el reconocimiento de la historicidad del hom­
particularmente por Pablo Neruda: "Pero es en la romántica Araucanía, donde bre como parte de la historia de la Tierra. La cultura 'posthistórica' de Occidente
los recursos renovables han sufrido los más crueles vejámenes,.... Si los Pa­ había perdido, por su misma estructura, el sentido de la historia. Reducida a su
dres Ovalle, Olivares, Rosales o Molina resucitaran y vieran con sus ojos aque­ condición productora de 'objetos', se sustentó irresponsablemente en la depre­
lla región tan alabada por ellos, seguramente llorarían... Pareciera como que dación de la Tierra pensada como un proceso infinito. Esta actitud se volvió
el hombre blanco con un torpe sentimiento de venganza por la feroz resisten­ insostenible a comienzos de los setenta. El Informe Mundial al Club de Roma
cia del indio que defendía su suelo, hubiese querido vengarse en la tierra sobre el Predicamento de la Humanidad, o Manifiesto de Roma, conocido con el
araucana, despojándola de sus adornos: sus árboles, flores y heléchos, silen­ título de "Los límites del crecimiento", de 1972, proclamó el carácter 'finito' de la
ciando sus pájaros cantores, exterminando sus gráciles huemules, dejándola Tierra. El modelo occidental de 'crecimiento' no podía perdurar indefinidamen­
desnuda, indefensa en la intemperie. Y luego después, sometiéndola a miles te, como un 'progreso ciego'. Se habló de un 'colapso' hacia el 2100 (Dermis L.
de suplicios y violaciones, em p ach án d o la de sem illas h asta h artarla, MEADOWS, Los límites del crecimiento, México, 1973).
apuñaleándola en sus laderas de arriba a abajo con el arado, abriendo así sur- Este manifiesto operó como un 'quiebre de una concepción de m un­
do', una 'crisis del proceso industrialista', una 'declaración de la bancarrota

286
287
de la ideología oficial del progreso' (cfr. Fem ando MIRES, El discurso de la mensuales de elementos contaminantes (cr. René MARTÍNEZ, Santiago, metró­
naturaleza. Ecología y política en América Latina, Santiago 1990,16,18,20). "La poli en crisis, AUCA, 37,1979,8 -14). Ya, en 1974, expertos de Naciones Unidas
Tierra es redonda y la redondez supone unos límites", expresaron los parti­ pronosticaron que en los diez años siguientes la ciudad de Santiago se trans­
cipantes de la Conferencia de Estocolmo de ese mismo año, con representan­ formaría en una 'ciudad letal' (cfr. El Mercurio, Santiago, 11.8.1974). Esto fue
tes de 110 países del m undo (cfr. La Conferencia de Estocolmo: Sólo una Tierra, un hecho prácticamente comprobado y desafortunado a fines de los ochenta
Barcelona 1972, 23 - 24). (cfr. Claudio LAPÓSTOL, Equidad para un desarrollo armónico de Chile, en Atenea
El estilo de vida de las naciones tradicionalmente modélicas conocidas 459 - 460,1989, 307 - 315; ACADEMIA DE MEDICINA DEL INSTITUTO DE
como 'ricas', pasaron cada vez más a ser vistas como depredadoras, insoporta­ CHILE, Contaminación atmosférica de Santiago, en El Mercurio, Santiago, 1.6.1990).
bles, insalubres. En la Conferencia de Estocolmo de 1972 se afirmó: "Los Esta­ El desafío de los noventa pasó a ser naturalm ente la crítica cada vez más
dos Unidos de América [del Norte], con un 6% de la población mundial, utili­ álgida a los m odelos del 'crecimiento lineal', aplicados de acuerdo a un
zan una tercera parte de la energía m undial, es decir, lo suficiente como para fundamentalismo que coincidió precisamente con la época de los regímenes
dar a cada ciudadano norteamericano el equivalente de unos cien esclavos". totalitarios de las décadas de los setenta y ochenta. ¿Qué mentalidad expresa­
(Ibid., 96). Veinte años después, en la conferencia de Naciones Unidas sobre el ron en ese m omento los chilenos? Según una encuesta realizada en marzo de
medio ambiente y el desarrollo, conocida como la Cumbre de la Tierra, cele­ 1992, el 68% de los chilenos estimaba más im portante la protección ambiental
brada en Río de Janeiro en 1992, se reiteró aún con más fuerza esta posición: que el crecimiento económico (cfr. Juan GRAU, Contaminación del aire y ruido,
"Cada conquista de la naturaleza que concretemos en lo sucesivo será, en rea­ Santiago, 1993,27). A nivel intelectual, el máximo desafío de la conciencia viva
lidad, en contra de nosotros mismos. El progreso ya no es más forzosamente de la Tierra pasó a ser la crítica cultural del modelo económico 'posthistórico'
compatible con la vida; no tenemos m ás derecho a la lógica del infinito; ésa es impuesto al grueso de la población con creciente violencia en el transcurso de
la gran ruptura epistemológica que simbolizará, tal vez, a los ojos de los histo­ la segunda mitad del siglo XX. Como señalara en los años cincuenta Rafael
riadores, la 'Cum bre para la Tierra'... El estilo de vida de las naciones ricas es Elizalde, una vez m ás el desafío se situaba en el campo de las mentalidades
ecológicamente irracional y... su desarrollo no puede actualmente calificarse colectivas. Y del sentido de la vida. En este sentido, el biólogo y Premio Nacio­
de 'sostenible'... La Tierra tenía un alma. Volver a encontrar y resucitar esa nal de Ciencias, Humberto M aturana (1929 -) expresó en 1994: "La vida hum a­
alma es la esencia del 'espíritu de Río'". (Boutros BOUTROS-GHALI, Paz, de­ na no es un mercado: es un sistema social... La noción del mercado como un
sarrollo, medio ambiente\ Santiago, 1992,46,50,66). factor fundamental de la vida hum ana trae consigo la orientación hacia la ava­
En el caso de Chile, la aplicación ingenua y totalitaria de una 'economía ricia, el enriquecimiento indefinido... Yo creo que el principal problema am­
del crecimiento' lineal durante las décadas de los sesenta a los ochenta, exacer­ biental de Chile es la trem enda inconsciencia social y ecológica de los grupos
bó ciertamente las formas de depredación de la Tierra que en los cincuenta hum anos económicamente dom inantes... Yo quiero ser mapuche 'gente de la
habían comenzado a criticar Pablo N eruda y el libro "La sobrevivencia de Chile" Tierra'. Yo quiero que todos los seres humanos seamos mapuches, gente de la
de 1958. En 1965, el 60% de la superficie de la cordillera de la costa de la zona tierra, y que nos conduzcamos en el entendimiento de que somos parte de ese
central estaba afectada por la erosión. El bosque nativo continuó disminuyen­ m undo". (Cfr. Marcelo MENDOZA, Todos queríamos ser verdes: Chile en la crisis
do progresivamente. Entre 1978 y 1987, el área boscosa nativa de las regiones ambiental, Santiago, 1994,30 - 51).
VII y VIII se redujo aproximadamente en u n 31%. En relación a la vida marina, En el campo de la historia de las mentalidades, el problema cultural de
entre 1980 y 1989, la biomasa de sardina 'española' se redujo dramáticamente los noventa no es pues la 'ausencia' de paradigmas, sino el desafío del 'cam­
de 9,3 a 2,7 millones de toneladas, etc. (cfr. Osvaldo SUNKELEd. Sustentabilidad bio' real del paradigm a del Occidente 'posthistórico'. Como ya lo expresó el
ambiental del crecimiento económico chileno, Santiago, 1997,61, 64 - 65, 72). Una Informe al Club de Roma de 1972: "El hombre ha llegado al punto en el que
verdadera metáfora de la irracionalidad de la 'economía del crecimiento' lo debe desarrollar una vía enteramente nueva para su evolución cultural" (Los
reflejó la expansión descontrolada de la ciudad de Santiago. Entre 1995 y 1975 límites del crecimiento, México, 1972, 26). Y aquí el problema de la 'identidad'
se perdieron 20.700 hectáreas de riego y 840 de secano en la región metropoli­ cultural, de la pregunta por saber quiénes somos, se revela crucial después de
tana. Además, a fines de los setenta, cayeron sobre Santiago 16.577 toneladas la comprobación del "agotamiento de la viabilidad del 'modelo nórdico' de

288 289
desarrollo, es decir, de los países más industrializados, como consecuencia in­ Cómo va a terminar
evitable de su carencia de conciencia sobre sus propios fines y límites". (Cfr. Algo que no comienza todavía...
Cumbre del Pensamiento: visión iberoamericana 2000, UNESCO, Antigua, Guate­
mala, 1993, 61). Capitalismo & Socialismo
En este contexto se puede situar social y culturalm ente la obra de Economicismos decimonónicos
Nicanor Parra (1914 -), poeta que asumió desde los años cincuenta la bús­ Anteriores al principio de finitud
queda de nuevos estilos de vida ("El poeta debe ser un vidente de nuevas Ni socialista ni capitalista
formas de vida...", Luis DROGUETT, Diálogo apócrifo con Nicanor Parra, en Sino todo lo contrario
Atenea XXXVI, 383,1959, 80). ecologista
Su preocupación por el tema de la Tierra se percibió ya en los años cin­ intransigente
cuenta (cfr. Defensa del árbol, en Poemas y Antipoemas, 1953). Sin embargo, a prin­ Entendemos x ecologismo
cipios de los setenta, en relación con el movimiento 'hippie' de los Estados Uni­ Un movimiento socioeconómico
dos, Parra comenzó a percibir el carácter decisivo del movimiento ecologista Basado en la idea de armonía
contemporáneo. En la década del ochenta, su postura no dejó lugar a dudas, De la especie hum ana con su medio
cuestionando en su raíz el patético conflicto m undial de la 'guerra fría' Que lucha x una vida lúdica
("Ecopoemas", 1982). "Ambos sistemas [capitalismo y socialismo], que se cono­ creativa
cen ahora como complejo industrial militar, quisieron resolver un solo proble­ igualitaria
ma. ..: el de la construcción del paraíso en la tierra. Ahora este paraíso en la tierra pluralista
es un sistema de artefactos: refrigeradores, casas, aviones..." (Entrevista en La libre de explotación
Bicicleta, Santiago, 17.12.1986). Los contendores no escapaban en absoluto del Y basada en la comunicación
horizonte 'posthistórico', burocrático y tecnocrático, del Occidente tardío. Y colaboración de grandes & chicos
En la década del noventa, y tras el fin de la 'guerra fría', Nicanor Parra
pudo plantear con legítima autoridad el tema de la historicidad y la consi­ Eso sí que una advertencia
guiente preocupación cuidadosa de la Tierra. En 1991, al recibir en México el a sea quien sea
premio 'Juan Rulfo', señaló en su "Discurso de Guadalajara": "Vuelta a la de­ Depredadores
mocracia para qué / Para que se repita la película? / NO: / Para ver si pode­ manga de langostas
mos salvar el planeta". (Nicanor PARRA, Discursos de sobremesa, Concepción, Un poquito de sentido común
1997,60). Cuestionando la persistencia de los modelos abstractos de la 'econo­ llévense el cobre
mía del crecimiento' en Chile, expresó en 1994: "Aquí no se respeta el princi­ llévense el cochayuyo
pio de finitud,.... Aquí no se toma en cuenta que los suelos chilenos que que­ llévense los mariscos + deliciosós
dan son muy pocos. Creo que son menos del 50%. Menos del 20% de la tierra La albacora
cultivable. Desde la época en que llegó don Pedro de Valdivia, el 75% ya está los locos
erosionado..." (Marcelo MENDOZA, op. cit., 110). la centolla
Con todos estos antecedentes se puede entender su "Discurso del Bío- Prácticamente ya no queda nada
Bío", pronunciado al ser nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad Pero cuidado con
de Concepción en 1996: el bosque nativo carajo
Se tendrán que batir con los mapuches!
¿Fin de la historia? _ Esta no es una república bananera
Me desayuno Aquí no hay corrupción

290 291
Este país es la copia feliz En el campo de la conciencia histórica de la Tierra en Chile desempeñó
del Edén en la segunda mitad del siglo XX un papel inobjetable la poesía de Pablo Neruda
O x lo menos una fotocopia y Nicanor Parra. Ellos abrieron, más allá de una dism inuida e insostenible
conciencia occidental de los 'objetos', el sentim iento de la vitalidad y la
en resumen h isto ric id a d de la T ierra. En esto, am bos c o n tin u a ro n con el
en síntesis pensamiento"distinto y distante... de los cánones occidentales del pensar" que
un buen romance: desarrolló Gabriela Mistral en la primera m itad del siglo XX.
Muchos los problemas Gabriela Mistral sostuvo el pensamiento indígena original que definió
Una la solución: al hombre como un ser que pertenece definitivamente a la Tierra: ella es su
Economía Mapuche de Subsistencia. madre, su esposa y su hija (cfr. F. SEPULVEDA, Gabriela Mistral: una ecología
(Nicanor PARRA, Discursos de sobremesa, estética, en Aisthesis 28,1995,60 - 71).
Concepción, 1997,137 -174).

4. Perspectivas

De los cincuenta a los noventa, a nivel de la conciencia de la Tierra, ha


tenido lugar un vuelco espectacular, acorde con la crisis y el agotamiento de
un m undo occidental que se envuelve en su propia cosificación. El desafío
histórico es la vuelta a la Tierra. Es necesario, imprescindible, elemental, el
regreso histórico a la tierra. Según el pensamiento del historiador norteameri­
cano Lewis Mumford en 1961: "En la actualidad, el fin de nuestra civilización
megalopolitana entera está demasiado patentem ente a la vista... Es tiempo de
volver a la Tierra y de hacer frente a la vida en toda su fecundidad, diversidad
y creatividad orgánicas, en vez de refugiarse en el m undo disminuido del hom­
bre posthistórico". (Lewis MUMFORD, La ciudad en la historia, [1961], Buenos
Aires, 1966,747). La única forma de salir de la asfixia del 'hombre posthistórico',
o 'posthum ano', es regresar a la historia. Recomenzar la historia del hombre
como parte de la Tierra. Y este regreso a la historia no puede ser sino final y
decisivamente un acto ético: "Sin una verdadera concentración en el amor en
todos sus aspectos, difícilmente podemos esperar rescatar la tierra y todas las
criaturas que la habitan de las insensatas fuerzas del odio, la violencia y la
destrucción que actualmente las amenazan". (Lewis MUMFORD, Las transfor­
maciones del hombre [1956], Buenos Aires, 1960, 270). "A mi juicio, el primer
paso para cambiar la actual tendencia del desarrollo, y, en consecuencia, de
preservar la integridad del Hombre y de la Naturaleza, radica en ensanchar la
conciencia moral universal. Esta conciencia moral universal, fue, por encima
del dinero y de los intereses políticos, la que detuvo la intervención americana
en el Vietnam y la que viene exigiendo un juego limpio en no pocos lugares de
la Tierra". (Miguel DELIBES, Un mundo que agoniza, Barcelona, 1979,164 -165).

292 293
III Parte
Arte y memoria
Reflexiones y creaciones:
la memoria en el arte

María Teresa Rojas1


i
I
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\¿<E1 arte no olvida»/evocan diversas voces congregadas en este libro.


Voces que desde un principio nos propusimos escuchar y comprender como
testimonio legítimo de nuestra propia experiencia. Bajo la premisa de que en
el arte subyacen experiencias significativas que marcaron a la sociedad chilena
del siglo XX, invitamos a un grupo de artistas y académicos dedicados a la
crítica y la historia del arte en Chile a repensar el tema de la memoria desde
sus motivaciones particulares. N o nos detuvimos en obras ni autores recorda­
dos u olvidados en los catastros oficiales, más bien apelamos a la relación en­
tre memoria y arte, en que, a diferencia de las ciencias sociales, el recuerdo
despliega su potencialidad subjetiva. Allí, éste es reivindicado como posibili­
dad de imaginar e invocar la historia; el pasado se reinventa y el artista le
otorga un nuevo significado.
Lamentablemente no todos publican en este libro, pero la reflexión de
cada uno de ellos fue de gran importancia en el seminario «Memoria para un
nuevo siglo» que realizamos en noviembre de 1998 en la Universidad de Santia­
go. En tomo a las mesas tituladas Arte y Memoria participaron Grínor Rojo,
Carlos Ossa, Bernardo Colipán, Juan Pablo González, Claudio Rolle, Andrés Del
Bosque, José Ángel Cuevas, Violeta Espinoza, Francisco Brugnoli, Agustín Ruiz,
Rodrigo Torres, Clemente Riedemann, Soledad Bianchi y Daniel Samoilovich.
También cabe agradecer la presencia de quienes participaron en las reuniones
previas al seminario, entre ellos Juan Barattini, Naín Nómez, Vicente Ruiz y Marco
Enríquez. Por otra parte, durante los tres días del encuentro presentamos la ex-

Historiadora, Universidad Católica.

297
posición de grabados de Guillermo Núñez, «Qué hay en elfondo de tus ojos». Ade­ sentidos a la obra de un autor, a veces, más allá de la conciencia de éste y
más, contamos con la presencia de un grupo de estudiantes de teatro de la Uni­ contribuyendo a establecer identidades propias del arte en un determinado
versidad de Chile, de un grupo musical estudiantil del Pedagógico y del cantautor contexto. Más aún, cuando hoy existen artistas, obras o movimientos cultura­
^Eduardo Peralta. A todos ellos queremos expresar nuestra gratitud por el com­ les que han sido borrados del relato histórico oficial, como las experiencias de
promiso e interés con el tema de la memoria, especialmente a Grínor Rojo y teatro experimental, los movimientos literarios regionales o las creaciones na­
Soledad Bianchi, quienes nos ayudaron a organizar las reuniones previas y el cidas en el exilio. Las obras que han sido publicadas en este último tiempo, así
seminario de la Universidad de Santiago. como las investigaciones que se llevan a cabo expresan la necesidad de recu­
Los artículos de este libro corresponden a las ponencias de algunos de perar en un relato común, como registro solidario, las distintas manifestacio­
los expositores del seminario. Centrados en una reflexión crítica sobre la im­ nes del arte en Chile. De esta manera, el arte no sólo completa el relato oficial,
portancia de recordar el arte en Chile, los autores otorgaron espacio a sus me­ sino que puede ser alternativo a éste, e incluso reivindicativo de voces nega­
morias personales, aquellas que los vinculan a la clandestinidad de los años das y olvidadas por la memoria oficial, "esa energía de conflicto suspensa en
setenta, a los años del silencio, al exilio, a los recuerdos del grupo de amigos de el arte puede elaborar otra memoria sin oficialismo ni recados, sin otoños ni
la universidad, a las canciones que evocan momentos felices o a los nombres nostalgias, una obra donde habitar, vivir y resistir el desafuero»... La memoria
de los que ya no están. Palabras sensibles, teñidas de nostalgia y de reivindica­ es un patrimonio que se reconstruye en el ámbito de lo intersubjetivo y que
ciones por una sociedad diferente. Fragmentos llenos de sentidos que nos ayu­ apunta a la búsqueda de la identidad. Se trata además de un acto político, un
dan a comprender mejor nuestro presente. intento por configurar visiones de m undo compartidas y representativas de
Los autores están vinculados a la música popular, al teatro y a la litera- deseos comunes. La memoria es una estrategia de sobrevivencia, es un esfuer­
, tura, ámbitos desde ios que se desprenden testimonios cargados de emotivi­ zo por restituir el entram ado histórico y avizorar en él la posibilidad de apro­
dad, evocadores de momentos pasados. Así lo señala uno de ellos: "La indaga­ piarnos de un destino.
ción en el pasado de la música popular urbana desde los hitos señalados por la La memoria no es sólo nostalgia, dicen algunos, sin embargo resulta
memoria individual, permite completar el cuadro ofrecido por la crónica ofi- difícil desembarazarse de ella, sobre todo cuando el dolor de los sueños perdi­
¡ cial, accediendo a una época desde el alma sensible de sus protagonistas y dos, de los nombres ausentes o del desarraigo de los que alguna vez partieron
desde las bases mismas de su identidad: sus recuerdos»... Una canción, un subsiste en cada una de sus creaciones. Generaciones literarias castradas, mo­
poema o incluso una obra de teatro se tom an documentos valiosísimos para vimientos estudiantiles inconclusos y exiliados que pugnan por dejar de serlo
reconstruir una memoria sobre la sensibilidad y sociabilidad del pasado. A se entremezclan entre los recuerdos, las rabias e impotencias hacia lo que algu­
partir de recuerdos individuales, o «memorias sueltas» como señalara el histo­ nos tipifican como un país desmemoriado o, peor aún, hacia una concertada
riador Steve Stem, se pueden comprender identidades colectivas, especialmente campaña por el olvido. Uno de ellos saca al escenario a Vicente Huidobro para
aquellas ligadas al m undo popular, cuya historia suele quedar al margen de escribir la sentencia: En un bello país de olvido / entre ramajes sin viento / y
los macro relatos históricos. Un buen ejemplo de esto último lo constituyó la sin memoria / olvidarte de todo / y que todo te olvide.
obra de teatro «La Negra Ester», que puso en escena una particular forma de Pareciera que esta relación traumática con el pasado tiñe la identidad
sociabilidad, un tanto trágica, un tanto cómica, que trascendió las fronteras y cultural del país, como si fuéramos más amnésicos de lo que imaginamos, o
permaneció en cartelera por casi diez años,... «Nos recuerda La Negra Ester bien, como si el dolor de los recuerdos aún no cicatrizara lo suficiente para
que no somos ni tan ingleses, ni tan finos y que la traición a lo que uno más hablar de nuestra memoria sin temores. Sin duda la memoria es nostálgica,
ama se repite en nosotros muchas más veces de las que quisiéramos y de las recuerdo amoroso, idílico e inconcluso de una historia truncada por el golpe
que somos capaces de reconocer». militar. Para algunos, la superación de la nostalgia es necesaria e imperiosa
También en el campo de la crítica de arte se han realizado investigacio­ porque inmoviliza e inhibe la posibilidad de pensar el presente de una forma
nes de la memoria cultural del país. En este sentido, el valor de la crítica es su más esperanzadora. Para otros, la nostalgia, «el ángel dulce de la nostalgia», se
carácter retroalimentador, en tanto reflexiona permanentemente sobre lo que transforma en estrategia de sobrevivencia frente a un presente que no recono­
se ha hecho, ofreciendo conceptualizaciones, criterios de análisis, otorgando ce y silencia las epopeyas y las tragedias del pasado reciente.

298 299
Entonces, para qué recordar se preguntan algunos, ¿para incrementar Sólo resta invitar al lector a leer las próximas páginas de este libro para
los datos sobre el patrimonio cultural, que bien sabemos sólo recuerdan unos percibir desde su particular m irada, y quizás para recordar y reflexionar con
pocos; para exorcizar fantasmas del pasado, o quizás para develar aquello que los autores, estos fragmentos de memorias a través del arte en Chile.
llamamos identidad y que nos cuesta tanto definir? Las respuestas son varia­
das, pero sin duda cada una vuelve sobre el presente y la imperiosa urgencia
de dotarlo de sentido y explicaciones,.. ."no se trata de rememorar y sentarse a
beber imágenes difusas, llenas de incertezas como el testimonio que las delata,
sino de recuperar el presente negado, la cotidianidad de los naufragios, el nom­
bre de los idos, las palabras de una literatura que espera o las vitrinas vacías
de la transición»... Recordar por tanto, no es u n ejercicio que nos lleve a cons­
truir catastros, es un acto de humanización que nos ampara, nos reúne y nos
lleva a fabricar preguntas y respuestas sobre nuestro presente. Por tanto, cabe
reivindicar también la m irada nostálgica del pasado y, por qué no, el desplie­
gue portentoso de lo que el olvido intenta ahogar.
A las reflexiones de críticos y artistas nacionales hemos sumado la del
poeta argentino Daniel Samoilovich, invitado extranjero del seminario «Memo­
ria para un nuevo siglo» y actual director de «Diario de Poesía». Samoilovich
nos ofrece una interesante mirada sobre la relación entre el trabajo de un poeta y
la memoria personal y colectiva en el que se inscribe. Al intento riguroso y cons­
ciente del historiador por conocer su objeto de estudio, Samoilovich contrapone
la obsesión por la escritura que mueve a un poeta y que, muchas veces, lo lleva
a descuidar el objetivo inicial por el que fue escrito un poema: «la memoria es la
madre de las Musas, pero como buena madre debe dejarlas partir después de
parirlas y educarlas». Mas esta independencia debe pagar el costo de la angustia
del poeta, pues la operación de recordar lo enfrenta a un pasado revestido de
incógnitas -no de anécdotas- que debe sacar a la luz: El miedo / o el recuerdo del
miedo / o la conciencia de no haber tenido / en realidad, el miedo suficiente.
A la memoria personal se suma la memoria de las palabras, de la lengua
del poeta, de la cultura. Nadie escribe de la nada, nadie prescinde de su pasa­
do y reinventa el mundo, pero el arte, la poesía en este caso, posee un potencial
creador de memoria al que no se puede renunciar,... "la poesía no puede resta­
ñar o redimir el pasado, pero puede hacer con él una memoria más rica que es
lo mismo que decir un presente más rico y valioso»... Una vez más se consa­
gra la importancia de la memoria en la construcción de sentidos, en la búsque­
da de identidades, desmistificando así el carácter cristalizado e inamovible de
los recuerdos.
Se trata de legitimar el privilegio de la memoria como condición de hu­
manidad. La suma de fragmentos en medio de la disociación actual es una
manera de iniciar el camino.

300 301
Memoria y poesía.
Mnemósine, madre de las musas

Daniel Samoilovich1

Un afortunado azar ha querido que este Encuentro coincidiera con días


sin duda claves para la construcción de una memoria que nos sirva para vivir
el presente, una memoria para América Latina y el m undo en estos meses fina­
les del siglo. La detención del tirano Pinochet en Londres, resulte de ella lo que
resulte, no podrá reparar el daño que ese hombre y los que lo respaldaron
hicieron a varias generaciones de chilenos; sin embargo, esa detención viene a
traer una luz de esperanza. Parecería que la verdad tiene, como se dice, patas
más largas que la mentira, y que la memoria y los valores civilizatorios, soste­
nidos con pertinacia y espíritu de justicia, pueden abrir un resquicio en una
situación que, la miremos por donde la miremos, no deja de ser una amnesia
por decreto, una institucionalización del crimen impuesta por la fuerza de los
militares y convalidada por la falta de miras de una parte significativa de la
clase política chilena.
En este marco tan vivo, tan apasionante, la charla de un poeta sobre
memoria y poesía podría ser algo técnica en u n sentido, algo demasiado per­
sonal, en otro; ni uno ni otro peligro serán rehuidos, pues si queremos hablar
de arte efectivamente necesitaremos hablar de cuestiones técnicas y de expe­
riencias personales, ya que es de esas cosas, entre otras, que el arte está hecho.
Tomaré, entonces, tres ejes, tres preguntas: una, ¿cómo funciona la memoria
en el trabajo de un poeta?; otra, ¿cómo han pensado distintos poetas y críticos
la relación del arte con la memoria y el pasado?; y, finalmente, ¿qué aportan
los poetas a la memoria colectiva? Para responder la primera pregunta necesa-

Poeta argentino. Director del periódico Diario de Poesía.

303
riamente tendré que hablar de mi propio trabajo, simplemente porque es el y el desprecio rto puede
único que conozco desde adentro; en la segunda trataré de pasar una brevísi­ apartarme de vos: no me importan
ma revista a algunas reflexiones sobre el tema, y en la tercera de formular una un pito tus sueños, pero arriba
hipótesis, ahora sí, más general. Empecemos entonces por el funcionamiento brilla el carácter débil de tus sueños,
de la memoria en el trabajo poético. un trigram a de plata
Empecemos reconociendo que los recuerdos aparecen cuando se les da estampado en el cielo nefasto.
la real gana. Aquellos que se han fijado como anécdotas resultan, en general,
estériles artísticamente; y no sólo tal o cual recuerdo, sino todo tema, está su­ La escena que da origen al poema es una escena vivida: una amiga cree
bordinado a las necesidades de la composición: el tema no es más que un color ver o dice que ve y que después no ve las luces de un barco un día de invierno
de la paleta, un instrumento del concierto. Quisiera ser más concreto, y para en la rada del puerto de Valparaíso; hasta donde me acuerdo, aquello no fue
eso voy a leerles un poema. Se llama: "A una escritora": nada, una suerte de exaltación semi-literaria, o que a mí me pareció semi-lite-
raria, por parte de ella, un leve fastidio por la mía; no me parece que yo sintie­
En la línea insegura que separa ra en el momento que aquello valía algo, vino y se fue como tantas cosas y sin
el m ar ceniciento del cielo ceniza embargo un día ante la hoja en blanco la escena retom ó con cierto carácter de
ves las luces de un barco: lucha no expresada ni resuelta, cierta tonalidad físicamente gris, moralmente
las ves y luego no las ves, es un barco ambigua. ¿Habría algo allí? Empecé a escribir, y, en un ritmo apenas marcado
fantasma, decís. Pero a tus palabras por la reiteración de acentos en la sexta sílaba de cada verso, el tema empezó a
las consume la fiebre del yo y tu frente ampliarse: surgió el valor plástico de esa encantadora expresión "aburrirse
nunca me había parecido así de angosta. como una ostra", surgió la cita de Kafka; el escritor que no escribe se enferma,
Quiero ver esas luces o más bien pero el escritor buscando temas -así la veía yo a ella- es un monstruo de egoís­
quisiera querer verlas: mo e infatuación; ella buscaba su tema en la bahía, yo, el otro monstruo, me
pero no están y maldita vengaba del aburrimiento buscando mi tema en ella; en ese fastidio había una
la falta que hacen, pizca de desprecio, en ese desprecio, contra toda political correctness, una so­
poco a poco nos vamos volviendo terrada nota de atracción sexual. En estas divagaciones la escena no se vuelve
más oscuros que el m ar y si de versos más clara; la ambigüedad que la volvía interesante se resuelve en un trigrama
se tratara, la música precisa del IChing, vale decir algo que es definido pero no concluyente; no se resuel­
de este oleaje de plomo la pone ve, en suma, nada, y yo creí sin embargo haber aprendido, mientras escribía,
tu sombra queriendo poetizar algo sobre mí, sobre ella, aún sobre el paisaje; haber hecho una cabriola que era
a la fuerza la bahía: el poema.
y las ostras de las que se dice Nótese que el carácter "recordado" de la escena no está puesto en esce­
que son epítome del aburrimiento na: los verbos del poema están en presente, y hay cierta impostación, cierta
tram ando la perla de un instante trampa, que consiste en revertir las asociaciones surgidas mucho después, al
en su sopor helado, allá en el fondo. escribir, sobre una experiencia que probablemente no las contuviera. Esa trampa
(Un escritor que no escribe, dice Kafka, me parece que es útil, ya que otorga a la escena cierta velocidad: el barco-las
es u n tipo específico de monstruo; ostras-Kafka-la apostilla a Kafka-sexo y desprecio-el trigrama, son asociacio­
falta poner que uno que sí escribe nes que disimulan su arbitrariedad tras la apariencia de una cadena "lógica",
también lo es.) superpuesta con un pasaje cronológico de la tarde a la noche; esta ilusión de
La luna necesariedad, de encadenamiento seguro, fatal, hubiera sido imposible si hu­
vuelve más blanca si cabe tu piel por la noche biera que distinguir con precisión entre los caracteres propios del momento

304 305
recordado y los agregados posteriores. Por otra parte: ¿cuáles son los caracte­ o si es un efecto que depende, como al principio, del carácter imperfecto de la
res propios del momento vivido? Ni lo sé, ni tiene ninguna importancia: si el evocación. ¿Hubo un desdoblamiento en el pasado, o el desdoblamiento se debe
poem a ha sido logrado, lo demás ha quedado subsumido, anulado en él; si a que efectivamente es "otro" (o sea, uno en el presente) el que recuerda a uno en
quiero pensar ahora en esa tarde "tal como fue", no puedo: la verdad es que no el pasado? Otra vez, lo evocado y la evocación cambian figuritas, pero ahora, a
sé ya m uy bien qué fue lo que "de veras" pasó. diferencia del poema anterior, lo hacen a vista y paciencia del público, contribu­
Diferente es la presencia de la memoria en este otro poema: yendo, creo yo, a la atmósfera de duda, falsa seguridad y distracción; hay una
angustia prudentemente rodeada, una extraña y sin embargo lógica sucesión
PISO ALTO "pasión-conversación sobre la muerte-fuga-soledad". La distracción es la clave
del poemita, pero otra vez no tengo nada claro si esa pincelada fue propia de la
Tengo miedo, dijiste, no hizo falta escena "real" o apareció luego: quizás las dos cosas, quizás la distancia entre la
que explicaras de qué. voz presente y la pasada reduplique, revele, un desdoblamiento que ya estaba
Entonces yo debo haber hablado de la m uerte presente "en la realidad"; o quizás no.
porque recuerdo citas, un par Tenemos, entonces, en los dos poemas, dos modelos: la operación de
de escritores de lengua alemana, recordar elidida, la operación de recordar exhibida, y cada modelo da ocasión
un proverbio italiano, rimado, a maniobras diferentes, que en ambos casos son cruciales: lo poco que pasa, si
Horacio, Catulo y quién sabe algo pasa, está en esas maniobras. En ambos casos el poema trabaja el recuer­
qué más. En mi recuerdo hablo do como buscando aprehender una experiencia, pero la experiencia de algún
sin dudar, como leyendo en voz alta, modo desaparece en él. Y digamos que debe desaparecer: si no lo hace, el re­
o como si alguien hablara por mí sultado tiene ese regusto a la vez demasiado crudo y demasiado convencional
mientras yo me sustraigo a tu atención que reconocemos con bastante seguridad como no-artístico. Si hay arte, es por­
para pensar en otra cosa. que las operaciones formales e imaginativas propias del arte han tenido éxito,
Nuestra ropa tirada por el piso y es ese éxito el que da como resultado la impresión de sinceridad; nunca, por
es una colección de excéntricos cadáveres, el contrario, la sinceridad o la potencia de la experiencia garantizan el logro de
rojos, verdes y grises, ahí una obra. La memoria es la madre de las Musas, pero como buena madre debe
donde un asesino los dejó; y se escucha, dejarlas partir después de parirlas y educarlas.
abajo, afuera, patinar El proceso de acercamiento al pasado es a veces un proceso angustioso
los autos en la calle mojada. para el escritor: pues hace falta librarse a la inquietud del pasado para que él
vuelva a existir en acto; no como recuerdo cristalizado, no como anécdota,
Acá el carácter de recuerdo sí está puesto en escena, y de hecho me parece sino como incógnita, como centro irradiante de incógnitas que son las que dan
que la clave del poema son ciertos efectos especiales que se introducen en esa sentido a la operación de recordar. A veces, se tira de una cuerdita, y enormes
operación de recordar: al principio hay un desdibujamiento, una inseguridad, pedazos de la propia historia empiezan a surgir, diez, quince, veinte años des­
"entonces yo debo haber hablado... porque recuerdo citas...", como si fuera pués; se trata de una memoria que depende, para operar efectivamente, de
necesario conjeturar de unos fragmentos otros fragmentos, como si se estuviera una iluminación. En los años 78 y 79 tuve la suerte de poder sustraerme du­
leyendo un texto antiguo con pedazos quemados o rotos; luego, preparado por rante un par de años al irrespirable clima social y político de la Argentina de la
el carácter algo mecánico, casi sonámbulo, del citar, carácter reforzado por el dictadura; viví esos años en Madrid, y durante ese tiempo no escribí una línea,
ritmo decasílabo de la enumeración de autores, se abre paso el tema del desdo­ ni en relación con lo que nos había pasado, a mí y a mi generación, ni con la
blamiento: "en mi recuerdo hablo/ sin dudar, como leyendo en voz alta/ o como experiencia de ser un extranjero sin medios, un sudaca en una sociedad que se
si alguien hablara por mí", y ese recuerdo de uno como otro, no queda claro si es estaba cerrando aceleradamente a la presencia de los latinoamericanos, que ya
"real", si realmente hubo un desdoblamiento en el pasado que el poema evoca, no despertaban, para la mayoría, incluso para la mayoría de los intelectuales,

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ni curiosidad ni simpatía sino un inocultable fastidio. Doce, trece años des­ también lo que surge en el proceso de escribir, cuyas exigencias formales y
pués, una frase que Ibsen les hace decir a unos duendes en Peer Gynt ("la fe no cuya dinámica propia van a ser, en su caso, más importantes que su material o
paga peaje, es el cuerpo lo que nos interesa") me metió en la cabeza una co­ sus objetivos.
nexión entre obvia y disparatada: si tenemos que pagar para entrar al Metro Como ven, estoy insistiendo más en la metodología diversa que en el
no es porque creamos tal o cual otra cosa, sino porque tenemos cuerpo; por la carácter individual del trabajo del poeta versus el social del historiador. Hago
mism a razón se nos exigen documentos: de hecho, nadie se los pediría a un esto porque no creo que el trabajo poético sea, en el fondo, tan estrictamente
espíritu. Bien, todo fue empezar, y tras la frase de los duendes burlones apare­ individual. O, si se quiere, creo que contempla la paradoja de que cuanto más
cían las incontables horas que me había pasado en el Metro de M adrid, porque individual y más artístico es, más social es. Para empezar, y más allá o más acá
era más barato y porque era más fácil orientarse allí; esa ciudad subterránea, de los fenómenos de la lectura, que son fenómenos sociales, está el carácter
extendida bajo la ciudad aparente, era el refugio del extranjero; allí, en una social de la lengua. Otra memoria, además de la propia, interviene en el texto
cabina de fotos automáticas saqué las fotos para el carnet de identidad cuando del poema: es la "memoria" de la lengua, y también la de los otros hombres
al fin conseguí que se me otorgara tal cosa: de cinco, en cuatro salí con los ojos que han usado esa lengua antes que él. Hay una experiencia acumulada en
cerrados, etcétera, etcétera. No tendría sentido contarles más, ni es el momen­ cada palabra de cada idioma, así como en cada operación gramatical autoriza­
to de leer esa serie de poemas "españoles", donde, otra vez más, se mezclan da o prohibida por él; parafraseando a Borges, hay una idea especial en el
cosas vividas, imaginadas e inventadas, repeticiones musicales, las fotos in­ hecho de que "luna" sea en español un sustantivo femenino, hay otra idea en
servibles, la única foto que sirve; una de cinco, como estar viviendo al veinte "moon", que es masculino: además, claro, está la diferencia entre el bisílabo y
por ciento, y el cinco, como un icono repetido, figura de una riqueza inasequi­ el monosílabo, la claridad de la ele y la oscuridad sonora de la eme. Estos son
ble, una multiplicidad esquiva. Poco a poco, escribiendo, empecé a descubrir también, recuerdos, como si fueran los recuerdos no de u n individuo, sino de
cómo había vivido dos años destilando, depurando de algún m odo el miedo una especie, condicionando la experiencia de los sujetos; y lo propio de la es­
pánico que no había querido vivir entre marzo del 76 y diciembre del 77, cuan­ critura poética es que depende, más que cualquier otro uso de la lengua, de
do mi vida dependía del azar, de algún dato que no fue chequeado, alguien esas singularidades sonoras de las palabras. Por otra parte depende, y mucho,
que habló y habló hasta hacerse finalmente informante a sueldo de la Armada, para poder decir, de una diferencia, de la introducción de alguna clase de no­
y sin embargo, por alguna razón, no dio mi nombre. vedad en el universo de lo que ya ha sido dicho.
Nos vamos acercando así a cómo ha sido pensada, con qué modelos, la
El miedo relación de la poesía con la memoria y el pasado. El asunto es verdaderamente
o el recuerdo del miedo excesivo, ya que no parece haber escritor en toda la literatura de Occidente que
o la conciencia de no haber tenido no se haya planteado de algún modo el problema, que no se haya colocado en
en realidad, el miedo suficiente. alguna posición respecto de su propia historia y la de su patria, el arte del pasa­
do o el pasado de su lengua; apenas será posible, entonces, hoy y aquí, esbozar
El trabajo del poeta se opone al trabajo de reconstrucción histórica, no algún aspecto de la cuestión. Para no remontamos a los griegos, como aquel
en el punto de partida, pero sí en el método. El historiador también depende, militar argentino, creo que fue el general Nicolaides, que se levantó una mañana
me imagino, de una pasión, de una relación de intriga con su objeto para que de 1980 y anunció a la república que la amenaza comunista contra la civilización
su investigación tenga sentido; pero necesariamente ha de proponerse en al­ se remontaba a veinticuatro siglos atrás, empecemos por este mismo siglo,
gún momento de un m odo expreso u n objeto. Calculo que a partir de allí nece­ específicamente por las vanguardias de principios de siglo, caracterizadas, muy
sita paciencia, prudencia, imaginación, buenas fuentes, atención a los detalles, en general, por un programa radical de ruptura con el arte del pasado y de diso­
un esfuerzo desplegado en el tiempo con u n ojo permanentemente puesto en lución de las fronteras entre arte y vida. Ambos proyectos, en cierto sentido,
sus hipótesis y otro en aquello que pudiera contradecirlas. El poeta más bien fracasaron: cuando Kazimir Malevich pinta su famoso cuadrado negro sobre
toma por asalto su experiencia, y sus reaseguros contra sus prejuicios son de fondo blanco, ese cuadrado no es, no puede ser, el punto de inicio de un nuevo
otra índole: alienta el hábito de aceptar lo que le intriga de su tema, sí, pero arte, sino sólo el señalamiento de una frontera infranqueable, a partir de la cual

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no hubo otra cosa que hacer que volver atrás (él mismo, marcado ese punto, Los últimos años han visto el avance de numerosas alternativas a esta
comienza el retroceso); y cuando Marcel Duchamp mete, primero una pala para idea de extraer una poética exclusivamente del futuro: está la idea de las uto­
nieve, después un inodoro, en una exposición, en rigor no quiebra la separación pías negativas, la vigorosa afirmación de una serie de rechazos más que de
entre arte y vida sino que, paradójicamente, más bien señala a las claras hasta sistemas completos a construir; en el mismo sentido funciona la afirmación de
qué punto la consideración de una obra como arte depende mucho, justamente, la cultura, las tradiciones, la historia y los derechos de las minorías; la asun­
de su inclusión en un circuito de consumo artístico. La existencia de ese circuito ción fuerte de una conciencia del dolor en la historia como advertencia y luz
es el fruto de un larguísimo proceso que separa al arte como esfera autónoma de para el presente (pienso aquí en ciertos poemas del reciente premio Nobel
las otras actividades humanas: y si esa esfera se rompe, en su interior no se en­ norirlandés, Seamus Heaney); la conciencia de los conflictos entre el indivi­
cuentra la verdad, sino un simple vacío. Estos dos "fracasos" son la contraparte duo y las instituciones sociales de todo género, conflictos que acusan a veces el
de otros dos correlativos triunfos: el arte de las vanguardias se transforma poco malestar en la cultura, otras las limitaciones de la razón. Algunas veces, no
a poco en el arte canónico del siglo XX, y el museo y la biblioteca, las dos bestias pudiendo hallar orientación ni en lo que ha sido, que no quiere idealizar, ni en
negras de las vanguardias, en instituciones bastante vigentes de renovación cul­ lo que será, sobre lo que no quiere o no puede hacerse muchas ilusiones, el
tural, e instrumentos activos de esa canonización de las nuevas tendencias. En el artista exhibe una conciencia acusada y sutil de lo que es, un rechazo enérgico
plano específicamente literario, estas derrotas y estos triunfos de sabor pírrico a lo que no quiere, un cuadro parcial de lo que sobrevive al sufrimiento, o
asumen un carácter m uy especial a la luz de otro fenómeno del siglo: la crisis de incluso una alegría que no lleva la marca de la satisfacción sino la del sarcas­
la alta cultura literaria como orientadora de la vida política y la vida social, y, mo, un sarcasmo en el que podemos reconocer una afirmación de vida. Aun­
más en general, la crisis de la lectura literaria. En ese contexto, a menudo nos que no vengan con los colores épicos de la construcción del futuro, sino en
encontramos en una situación al menos en apariencia opuesta a la de aquellos tonalidades ciertamente más grises o más negras, estas posturas igual resu­
vanguardistas (hay mil matices en esto, quizás convendría en este aspecto ceñir­ men aspiraciones a una vida distinta. Por el arte y la poesía, la experiencia
se por ejemplo al futurismo ruso) que querían arrasar toda la biblioteca, empe­ individual y la colectiva se vuelven pensables, abren paso a una elaboración
zar un nuevo arte literario desde cero: nosotros resultamos ser, hoy, conservado­ cuyo signo no está predeterminado y justamente por eso es más valioso. A la
res de la biblioteca. Insisto, hay mil matices en esto, y habría que resistir pregunta de Adorno: "¿Gomo puede haber poesía después de Auschwitz?", la
cerradamente también a la idea, entre idiota y mal intencionada, de condenar en poesía de Paul Celan da una respuesta práctica, una respuesta que no pode­
bloque la aventura de las vanguardias, que tanto ha enriquecido el arte del siglo mos sintetizar en una fórmula y que sin embargo está allí, volviendo pensable
y que, por otra parte, resultaba una coronación tan natural de tantos fenómenos el Holocausto y conservando a su vez, en sutil equilibrio, un núcleo irreductible
del siglo XIX, desde aspectos del romanticismo tardío, el decadentismo y el al pensamiento que es el que da la medida a la vez imposible y verdadera del
primitivismo en arte, hasta el anarquismo y el marxismo. Pero no podemos menos horror. Sobreponiéndose a las ideologías, e incluso a veces a la filosofía, el arte
que reconocer lo ilusorio de aquel sueño vitalista y futurista de rechazar la cul­ no puede renunciar a nada, ni a la conciencia, ni al recuerdo, ni a la amnesia, ni
tura y los mitos del pasado para encontrar una poética fuera de la cultura, en "la a la desesperación, ni a la alegría. Wystan Hugh Auden dijo una vez que el arte
vida misma", en el dinamismo de la historia y de la técnica, en un orden social no puede salvar la vida pero puede hacerla digna de ser salvada; esas palabras
futuro; y no sólo porque los nuevos órdenes devinieron pesadillas, sino también resuenan con especial fuerza en tiempos en que la indiferencia, el oportunis­
porque, examinados con cuidado, aquellos sueños debían mucho más al pasado mo y la falta de miras se han transformado en fuerzas políticas de primer or­
de lo que creían: tenían, ya como rechazo a la cultura, ya como redencionismo, den. Al afirmar la posibilidad de la significación, la poesía tiende a afirmar el
una historia de la que no eran conscientes. Un solo ejemplo: cuando Marx señala terreno mismo en que un debate político tendría sentido. Extendiendo la idea
que la Revolución Francesa de 1789 ha querido vestirse con los ropajes de la de Auden a nuestro asunto, diríamos que la poesía no puede restañar o redi­
república romana, y exhorta a buscar en el futuro, no en el pasado, la poética de m ir el pasad o, pero puede hacer con él una memoria más rica, que es lo mismo
la revolución obrera, no parece consciente de cuánto debe él mismo al romanti­ que decir un presente más rico y más valioso: y eso, creo yo, no deja de ser,
cismo a la Rousseau, a la idea romántico-anarquista de que la política sería inne­ como la detención del tirano, una señal de esperanza.
cesaria en una sociedad de iguales basada en el amor universal.

i
310 311
Música popular urbana como
vehículo de la memoria

1. Recordando lo no vivido
Claudio Rolle Cruz1

El tono paradójico del título hace referencia a uno de los rasgos dis­
tintivos del oficio de la historia cual es el de fundarse en un conocimiento
indirecto de los fenómenos que la interesan. Se hace historia de seres que no
hemos conocido directamente, de sus trabajos y sus días, sin ver sus gestos
ni escuchar muchas veces sus voces. Los historiadores dependen en impor­
tante m edida de los que otros han querido registrar, conservar, m emorizar y
también de lo que las mujeres y los hombres del pasado han deseado olvi­
dar, borrar, silenciar. ;Es parte del oficio del historiador el trabajar con los
silencios, con las palabras no dichas, con las palabras dichas y no registra­
das, con Jas palabras dichás y consideradas triviales, con los gestos, cor. los
ademanes y los sueñosJEs, me parece, también parte de la función sót a! del
historiador la de proponer posibilidádes de ordenamiento para los fragmen­
tos que nos llegan del pasado, recurriendo a lo que los documentos nos di­
cen y a lo que no nos dicen, conjeturando sobre lo que pudo ser ese pasado
que sólo conoceremos en una visión m ediatizada y parcial, con mucho de
ilusorio y de incierto, fuertemente marcada por las emociones y los senti­
m ientos, p o r las situaciones personales de tiem po y espacio. Escribía
Giuseppe Tomasi di Lampedusa en la introducción de su libro de memorias
"Creo que para todos, los recuerdos de infancia consisten en una serie de

Doctor en Historia, Universidad de Pisa, Italia. Académico del Instituto de Historia de la Universidad
Católica.

313
impresiones visuales, muchas de ellas clarísimas aunque desprovistas de sen­ contrario nos harían posible establecer un sistema de libre asociación prome­
tido cronológico. Escribir una crónica de nuestra infancia creo que es imposi­ tedor.! Existen por supuesto los monumentos de nuestra memoria musical,
ble; incluso empleando la mayor buena fe se daría una impresión falsa, mu­ nuestros referentes que sitúan y anclan nuestros recuerdos de la vida pública o
chas veces fundada en espantosos anacronismos. Por ello seguiré el método privada. Del mismo modo que durante los viajes es frecuente recordar los lu­
de reunir los argumentos intentando dar una impresión global más en el espa­ gares por olores o luminosidad, en este viaje en la vida a m enudo hacemos
cio que en la sucesión temporal. Hablaré del ambiente de mi infancia, de las referencias temporales y ordenamos la memoria con el auxilio de sonidos y de
personas que la rodearon; de mis sentimientos, de los que no intentaré a priori música. En este sentido nosotros construimos monumentos, ya sean persona­
seguir el desarrollo". les ó colectivos, en el sentido de que hacemos que producciones hum anas crea­
Invitado a participar en un proyecto que busca explorar las posibilida­ das con fines diversos como son por ejemplo las canciones, se conviertan en
des y las geografías de la memoria del Chile de la segunda mitad de esa cons­ signos del pasado que nos hacen recordar. Estos monumentos se constituyen,
trucción que llamamos siglo XX, me propongo apelar a materiales dispersos y se'fuñdhmeñtan, se solidifican y también cambian según cambia la sociedad
de variado valor que se han encontrado en ámbitos y espacios relacionados en que vivimos, y nos dan pistas de cómo han sentido y cómo han atesorado la
con mi historia personal y las circunstancias históricas que me han tocado jun­ experiencia otras personas, como la hemos atesorado nosotros mismos en un
to a mi generación. Quiere decir esto que apelaré a lo trivial y a lo que se ha pasado a veces no tan lejano.
juzgado trascendente, de m odo que junto a recuerdos de lo que socialmente se Así construimos mitos sociales y personales que alimentan las senten­
ha considerado como momentos históricos aparecerán los registros del conti­ cias populares casi universales acerca de la belleza y bondad de los tiempos
nuo de la historia silenciosa, modesta, persistente, de la existencia en el tiempo pasados, de los buenos viejos tiempos. Establecemos entonces rótulos, etique­
de cada uno de nosotros. tas que condicionan nuestra m irada y que invitan o frenan nuestra voluntad
Esta distinción a la que me refiero es elocuente pues no da una señal de de volver a sentir, de revisitar la experiencia pasada. Esto que se plantea en el
cómo vamos cambiando, de cómo nosotros los de entonces ya no somos los plano personal es amplificado en el plano social ya no sólo por el uso sino que
mismos no sólo en los cambios físicos sino sobre todo en como miramos el ahora, en una sociedad de masas con un m uy influyente sector dedicado a las
m undo, descubriendo cómo en ciertos momentos hemos rechazado determi­ tareas de persuasión y propaganda, de comunicación y modelaje de opinión,
nadas propuestas que nos parecían excesivas o hemos sentido entusiasmos se ha convertido en un persuasor poderosísimo. Las etiquetas que nos presen­
que hoy nos parecen incomprensibles. Al parecer ocurre que aparentemente tan los años felices, que nos hablan de décadas y años donde todo era posible,
grabamos en nuestra memoria con un registro menor aquello que tiene que que nos hacen ver que existía para la juventud un m undo lleno de promesas y
ver con lo cotidiano, con lo muchas veces repetido, con los sucesos de orden posibilidades y tantos otros casos son muy frecuentes y los medios de comuni­
diario, ordinarios, que sin embargo tienen u n registro más permanente, mas cación se alimentan de ellas cotidianamente, construyendo una imagen del
frecuente en nuestra memoria que los sucesos de tono mayor, extraordinarios, pasado que es aún más ilusoria que la que con esfuerzo tratan de lograr los
sea en un sentido festivo o dramático, que se distinguen por la excepcionalidad historiadores. Aquí la música popular juega un papel central pues da señales
dentro del cuadro general de la vida. precisas que congregan, que sirven como vehículos de identificación y recono­
Recorriendo los componentes que han conformado mi cultura musical cimiento, que actúan como especies de contraseña y de pasaporte para volver
me encuentro con una gran cantidad de elementos que vienen de un espectro a sentir parte de los años felices. Y esto puede significar desde recuerdos de
de la creación orientada a un fin comercial como es la música de jingles y la publicidad de la infancia más lejana hasta el sonido de Chile la alegría ya viene
adaptación y /o apropiación de fragmentos de otras músicas con este propósi­ y el triunfo del no por efecto de esa combinación a la que antes hacía referencia
to. Por un defecto de quienes hacemos historia no hemos guardado con igual de lo cotidiano y lo extraordinario. Estas son experiencias que todos podemos
cuidado esta componente de la memoria colectiva y personal de muchos de vivir y que de hecho experimentamos, con lo que se va evidenciando que to­
nosotros que ciertamente constituye u n ángulo de nuestra cultura. Entendien­ dos construimos la historia y que el recuerdo personal y el social se articulan y
do cultura como u n sistema de valores, imágenes y símbolos compartidos, los condicionan recíprocamente. La experiencia que Juan Pablo González ha reali­
sonidos, los ruidos tienen una significación que no es irrelevante y que por el zado indagando en la memoria musical de estudiantes de diversas carreras de

314 315
la Universidad Católica resulta ilustrativa en este sentido, lo mismo que la espacios y sus modos característicos nos habla de modos de ser, de preferen­
proyección sobre los años cuarenta a la que se referirá dentro de poco. cias y opciones, también de sujeciones e inducciones, en un ámbito que tiene
La memoria sin embargo no sólo se articula en torno a los momentos que ver con la expresión de emociones y en el que muchas veces los discursos
felices que exaltamos y preservamos como refugios frente a las adversidades más rígidamente articulados por las ideas bajan la guardia. Son como Aque­
o a las simples dificultades habituales de la vida. Sabemos bien que los mo­ llas pequeñas cosas que uno se cree que las mató el tiempo y la ausencia y que
m entos traumáticos dejan huellas que no por no ser siempre evidentes son como un ladrón nos acechan detrás de la puerta. Creo que la música popular
por ello menos importantes. De hecho la música popular ha creado impor­ nos proporciona un circuito por el que podemos, recorrer nuestr pásiido evo-
tantes expresiones que dan cuenta también de estas dimensiones del pasado ^ndóT coñF éxtuafeándo, reviviendo, recuperando fragmento0 in tiempo
colectivo y personal. En alguna m edida -aunque sea arriesgado sostenerlo- ^ ju e sé h a ido. En ésta línea creo que la investigación de la histoi de la música
la canción de denuncia social y el bolero tienen algo en com úñ en.el sentido popular nos da señales de cómo cambiamos y de cómo construimos nuestra
que ambas sé apoyan en la evocación de los aspectos menos felices de la propia imagen colectiva. Juan Pablo González tratará esto con mayor preci­
existencia que se acentúan más aun por la referencia explícita a la feíícidádT~ sión que yo. Para terminar esta intervención quisiera decir que es un gran pla­
perdida ó nunca habida. Esta dim ensión tiene im portancia para nuestro cer recordar lo no vivido y descubrir que hay en ello una posibilidad de esta­
propósito pues nos presenta los espacios y rincones del recuerdo que están blecer fructíferos contactos con las personas que ya no están y con un m undo
condicionados por el dolor. Se trata de un condicionamiento que no es inm u­ perdido con el golpe militar y con la transformación de la sociedad chilena en
ne a las influencias externas y que tam bién construimos socialmente. De he­ los años de dictadura y sus prolongaciones. Ese m undo valoraba de un modo
cho la creación musical tiene, me parece, alguna función balsámica que ayu­ distinto lo público y lo popular, lo que permitía que el país se alimentara de lo
da a soportar los malos momentos apoyándose en el recuerdo de lo vivido que venía de fuera reinterpretándolo y haciéndolo propio con aprecio y respe­
por otros que se han repuesto y los han superado. Dicho de otro modo la to de sí y sin triunfalismos.
socialización de experiencias conforta e interpreta a miles de personas que El recorrer el m undo de los sonidos y de la música de los años cuarenta
construyen su im agen del m undo recurriendo a un sistema de referencias es una experiencia apasionante en muchos sentidos y tiene que ver con el re­
compartidas. ¡Es en alguna forma consolador descubrir que desde siempre la cordar lo no vivido por los investigadores a cargo del estudio en curso pero
gente canta al am or y al desam or y que en este ámbito felicidad y dolor se que en cambio sí puede ser reconstruido por muchas personas que tienen la
alternan los roles como en una posta. Y constituye un componente de nues­ vivencia de esos años y sus ruidos, sonidos y música. Es una invitación a que
tra mem oria este rico repertorio de frases hechas o expresiones bolerescasj todos los que vivieron esos años hagan el oficio de los historiadores por un
También en el plano de la canción social la cuestión funciona de un modo momento y a que establezcamos una com unidad entre quienes vivieron ese
m ás o menos similar, estableciéndose lazos entre quienes no son contempo­ pasado y quienes quieren revivirlo, reconstruirlo. Por otra parte se trata de
ráneos pero que com parten impresiones y sensibilidades frente a los aspec­ valorar la memoria personal como un material constituyente de la memoria
tos m ás duros de la existencia. Se da en este plano una explícita referencia al colectiva y esta como un patrim onio a resguardar. Por último se trata de años
pasado -idealizado o no-, que viene a subrayar que el futuro tiene un cora­ determinantes pues serán los que vean la opción que Chile toma en materia de
zón lejano según sostiene un proverbio ruso, ya que este tipo de canción esferas de influencia cultural y se incorpore más decididamente al ámbito nor­
subraya la idea de que el porvenir se construye y que la historia la hacen los teamericano. Además serán esos años un periodo de crecimiento y de desafíos
pueblos. que tienen que ver con la modernización y la incorporación a la m odernidad
Hablaba hace un momento de las etiquetas y rótulos que aplicamos en que si bien se proyectará algunas décadas después pero que vale la pena estu­
la consideración del pasado y lo hacía pensando en que se puede asignar a la diar con atención a través de este viaje histórico y sonoro.
música popular u n activo papel en la configuración de un orden de la memo­ Viajar a ese m undo por los sonidos es un privilegio que me regalan mi
ria. Creo que es un camino interesante, atractivo y emotivo, de aproximación a oficio y mis compañeros de investigación.
nuestro pasado común y un resguardo frente a la sobreintelectualización que
en determinado momento ha aquejado a la historia: la música popular con sus

316 317
A pesar que la industria cultural desempeña cierto papel en la forma­
2. Música popular urbana como vehículo
ción de nuestros propios recuerdos, entregándonos formas de narración, ofre­
de la memoria ciéndonos hitos sancionados públicamente, y alimentando nuestro archivo
personal, la memoria se alimenta finalmente de la lectura que realizamos de
Juan Pablo González2 aquella narración, y de nuestras propias experiencias, generando hitos perso­
nales que son sentidos como los más significativos por sus protagonistas.
Si bien la música popular urbana es un objeto de atención reciente para La indagación en el pasado de la música popular urbana desde los hitos
la musicología, el avance en el estudio de esta música ha sido tan rápido en los señalados por la memoria individual, permite completar el cuadro ofrecido
últim os veinte años, que ya se habla de una "musicología popular". Esta por la crónica oficial, accediendo a una época desde el alma sensible de sus
m usicología, en raizad a en p arad ig m as antropológicos, sociológicos y protagonistas y desde las bases mismas de su identidad: sus recuerdos.
semióticos, ha desarrollado enfoques interpretativos que le ha permitido abor­ El presente texto narra una experiencia que se lleva a cabo en la Univer­
dar con cierta soltura la relación entre música, ser humano, y cultura. sidad Católica de Chile en el marco del curso "Música popular chilena del
La musicología popular estudia una música definida como masiva, siglo XX" y del proyecto de investigación "La industria musical en Chile en la
m ediatizada y m oderna, que es administrada por una industria especializada década de 1940", realizado en los institutos de Música e Historia.
y que está sujeta a los vaivenes de la moda. El registro grabado e impreso Paralelamente a la revisión de las revistas Radiomanía, Ecran,. Revista
dejado por esta industria es abundante y ha sido conservado por personas e Musical Chilena, y los diarios El Mercurio y La Hora, se realizaron entrevistas
instituciones públicas y privadas, constituyéndose en las fuentes mediales para semi-estructuradas a unos 120 hombres y 120 mujeres radicados en Santiago,
el estudio de la música popular urbana. que vivieron su juventud en ciudades, pueblos y campos del país durante la
Las grabaciones conservan el "sonido de la época" donde se sum an fe­ década de 1940. Se entrevistó a personas de distinta condición social, desde
nómenos como el arreglo, la práctica vocal e instrumental, la performance, y el campesinos hasta damas de sociedad, permitiendo reconstruir, en base a la
registro, la mezcla y la reproducción sonora, que han sufrido u n permanente memoria, un cuadro de la presencia, uso y sentido de la música popular en
proceso de transformación durante el presente siglo. Por otro lado, las partitu­ Chile hace medio siglo.
ras y cancioneros nos entregan textos escritos según normas de época y atesti­ Interesa saber la percepción que los entrevistados tienen de su juven­
guan usos y prácticas musicales específicas. Al mismo tiempo, en los diarios y tud; indagar en sus formas de diversión; conocer el papel que le otorgan a la
revistas especializadas existe abundante información sobre las actividades de música en su romance, socialización, entretención, y auto-definición nacional,
los artistas y de la propia industria musical, apreciándose énfasis y omisiones. generacional y genérica; determinar el papel de la industria en sus hábitos de
La atención de estas fuentes está dirigida más a la estrella nacional e consumo y práctica musical, y finalmente determ inar su conceptualización y
internacional que a la generalidad de músicos populares que participan de valoración de la música popular3. Los resultados de las entrevistas han permi­
una escena local, y a u n público eminentemente juvenil de clase media, ob­ tido constatar los siguientes hechos:
viando niños, adultos, ancianos, inmigrantes, obreros, o minorías étnicas, por 1. Existe cierta diferencia entre los hitos guardados en la memoria por
ejemplo. El problema con estas fuentes, entonces, es que la música popular los informantes y los hitos destacados por la prensa especializada de la época.
aparece circunscrita a aquellos fenómenos adm inistrados por la industria y Los hitos recordados se relacionan más con situaciones donde los informantes
cubiertos por la media. Esta música, en cambio, también posee una vida admi­ se sintieron partícipes, como las fiestas públicas o privadas, que aparecen es­
nistrada por sus propios usuarios, quienes la utilizan en contextos individua­ casamente referidas por una prensa más enfocada en la "estrella".
les y comunitarios, y la mantienen en su m emoria en forma independiente a 2. Existe una gran similitud en el repertorio recordado y valorado por
los vaivenes de la m oda y a los intereses dé la industria. informantes de ámbitos geográficos y socioculturales distintos, lo que reve-

En algunos casos, los entrevistadores seleccionaron a sus informantes en asilos de ancianos y en


Doctor en Musicología, Universidad Católica de Chile. Académico de la Universidad Católica. lugares públicos, en otros, los buscaron al interior de sus propias familias.

318 319
la la capacidad de aglutinación social de la música popular de la época y su ria se mantiene en la piel, y bastan unos pocos compases de una canción para
dispersión en el país durante los años cuarenta. La música mexicana, por evocar todo un tiempo pasado, el cual, aunque se recuerde con nostalgia, con­
ejemplo, que hoy marca el gusto de sectores populares, era apreciada tam­ tribuye a reafirmar lo que somos hoy.
bién por la clase media y alta durante la década de 1940, debido al impacto La música nos induce a ser fieles con lo que hemos sido, consecuentes
legitimador del cine. con lo que hemos hecho, y a estar conformes con lo que hemos vivido. Es que
3. Se recuerda u n m undo articulado en espacios, eventos, ocasiones, y la música nos hace vivir nuevamente el pasado, y en ese re-vivir reafirmamos
comportamientos definidos según normas sociales claras. Fechas, horarios, tipo lo que fuimos antes. No hay perspectiva crítica que valga cuando al encender
y cantidad de invitados, relación con los mayores, repertorio, cortejo, vesti­ la radio veinte años después de iniciado el romance, él le dice a ella: "querida,
menta, comidas y bebidas, todo permanece claramente estipulado en la me­ están tocando nuestra canción".
moria de los informantes.
4. Las esferas de lo público y lo privado adquieren nuevos matices. Exis­
te una proyección de lo privado hacia lo público, expresada en la vinculación
social de las familias, y en la preponderancia de los clubes sociales y de
inmigrantes. Además la calle y la plaza era más utilizada para pasear, conocer
gente, reunirse, conversar y celebrar las festividades.
5. La vitalidad de la vida musical de la época está sustentada en la abun­
dante vida social que se practicaba. Existían muchos espacios para la música en
vivo, los que ofrecían diversas fuentes de trabajo para los músicos. En varios
casos, la fiesta era la única oportunidad en que la gente escuchaba música4.
6. El desarrollo del registro, conservación y difusión del sonido genera
nuevas formas de consumo, práctica, y aprendizaje musical y de (endo/a)
culturación, y socialización. La radio y el disco son agentes aglutinadores.
7. Existe una fuerte vinculación de la música con los artistas cinemato­
gráficos. Se prefieren las películas en castellano, sin subtítulos. Desde el cine se
define la música como espectáculo, incluso las presentaciones en vivo se reali­
zaban entre las funciones de cine5.
La memoria individual tiene sus límites, en las entrevistas se observa
poca precisión en las fechas, confusiones de época, y es difícil avanzar más allá
de, digamos, setenta años atrás. La idealización del pasado es otro tópico co­
m ún al hablar de la memoria, como si los malos recuerdos tendieran a ser
reemplazados por los buenos. Al tratarse de la música, sin embargo, la memo­

Hugo A m agada (San Ftlípc, 1934) recuerda que en los años cuarenta el ambiente musical en
Santiago era de gran esplendor, pues todos los locales tenían sus orquestas, y existía gran competencia
entre ellos. Él tocaba en tres locales, de 16 a 20 hrs. en el Waldorf, desde las 20:30 en el Casino del
Cerro San Cristóbal, y en la noche en un local nocturno en Vivaceta 1226.
La llegada de los astros del cine mexicano a Chile, es recordada como un hito en la vida popular del
país. Se recuerda la venida de Jorge Negrete y de Miguel Aceves Mejías a la Estación Mapocho. Se
idolatra a Sarita Montiel y a Libertad Lamarque.

i
320 321
Negación y persistencia de ia memoria

Grínor Rojo1

Asistimos en Chile a un tiempo de negación de la memoria, eso es algo


que todos sabemos. Por todas partes nos asalta la evidencia de esa negación:
las películas de Patricio Guzm án no se m uestran en los canales de la televisión
chilena; las obras narrativas o de cualquier otra índole que se ocupan de las
barbaridades del golpe de Estado de 1973 no son bienvenidas por las casas
editoras; numerosos crímenes de la dictadura, cuyos perpetradores están aún
entre nosotros y muchos de ellos con renovados poderes, son ignorados, mini­
mizados, semiinformados o no informados en absoluto; cuando al ex-dictador
lo detienen en Gran Bretaña se da a conocer expedita y eficientemente el dis­
gusto de quienes lo apoyan pero no se da a conocer, o se da a conocer apenas,
la satisfacción que experimentan quienes padecieron en sus manos; los inte­
lectuales orgánicos de la transición escriben sesudos ensayos con el propósito
de m ostrar las falacias del utopismo folklórico del Canto General de Pablo
N eruda2; la aventura socialista de comienzos de los años setenta constituyó un
error irresponsable del cual los mismos que incurrieron en él se han arrepenti-

Doctor en Filosofía, Universidad de Iowa. Académico de la USACH y de la Universidad de Chile.


Después de citar “Amor América (1400)”, el poema que da principio al Canto General, comenta
José Joaquín Brunner: “La operación por la cual el poeta bautiza (nombra) la realidad procurando
darle consistencia sigue el itinerario desde la naturaleza primigenia a través de la historia y hasta la
cultura, trayecto en el curso del cual América adquiere un nombre que ya no invocamos en vano.
Hasta hoy mismo, la literatura produce y recrea, cambia y revisa, celebra y canta esa identidad del
origen, al punto que muchos que desean examinar a América Latina salen a rastrearla en sus cronistas,
novelistas y poetas. En vez de aceptar que se trata de relatos que la fabulan, suele pensarse que se
trata de expresiones -más hondas que cualquier otra- que reflejan algo oculto en la realidad; identidad
de Am érica, nuestro M acondo escrito en letra grande” . “E scenificaciones de la identidad
latinoamericana” en Cartografías de la Modernidad. Santiago de Chile. Dolmen, s.f., 195-196.

323
do por suerte, en fin. Pero la memoria persiste. Periódicamente se abre un les hace ninguna gracia que se proceda a la invocación de lo que fue ejercen
agujero en los textos de la negación y se cuela hasta nosotros un destello que todavía la suficiente influencia sobre el Estado y sobre la sociedad civil chile­
proviene desde un texto otro, desde ese texto otro que existió alguna vez y que nos como para im pedir que lo que fue salga de nuevo a la luz. Esa capacidad
hoy día tantos y tan laboriosamente se em peñan en desconocer. Teniendo es­ proviene de un negocio (formal o informal, lo mismo da) que ellos hicieron
tas evidencias frente a los ojos, yo quiero plantearme en lo que sigue la pre­ oportunamente con los actuales administradores del poder. Bajo amenaza, para
gunta acerca del porqué de esta negación de la memoria, por una parte, y por existir, los actuales administradores del poder se resignaron a olvidar.
otra, hacerme también la pregunta que se interroga por el dónde y el cómo de Pero, como digo, todo esto es tan abrumadoramente obvio que la única
su perduración. razón que se puede argüir para invocarlo es la obligación moral de la denun­
Voy a em pezar contestando a la primera de ambas cuestiones con la cia. Constituye así nuestra primera respuesta a la pregunta por la negación de
observación bastante obvia de que en nuestro país existe una política delibera­ la memoria en el Chile de los años noventa. Pero no es la única, ya que existen
da, oficial o semioficial, de promoción del olvido. Esa política es ostensible en también, en este mismo sentido, los argumentos piadosos. El "país" está ex­
los discursos de quienes adm inistran las instituciones de la República, donde hausto, es lo que nos cuentan los ángeles de la misericordia, no somos noso­
lo que se busca son hombres que o no conocieron el pasado o se sacudieron de tros sino la "gente" la que quiere olvidar. Ello por razones de salud mental,
su influjo y que por lo tanto debieran hacer las cosas de una manera distinta a por un deseo de autoprotección, por el amor a la vida, lo que es tan humano y
como se hicieron entonces. Así lo dem uestran las actividades de quienes nos también tan comprensible.
representan o dicen representamos. No hay que perder el tiempo, es lo que de Este segundo argumento, que convierte a la hipocresía en método, no
ordinario proclaman, en quehaceres improductivos y, lo que es peor, peligro­ aporta mucho más que el lado amable del argum ento anterior, de aquél que
sos. En cambio, debiéramos ser futuristas, m irar hacia adelante y preparar el justifica (y si es que justifica) la necesidad del olvido como una concesión he­
advenimiento de u n porvenir feérico, ocupándonos de empresas novedosas y cha por los agraviados a la estabilidad del proceso democrático. Allá nos reco­
de productividad garantizada. Olvidémonos de una vez por todas de nuestras m iendan que olvidemos por una cuestión de supervivencia, porque si recor­
querellas, porque si no lo hacemos, si insistimos en esta manía de recordar y damos demasiado los fantasmas de la dictadura dejarán de serlo e irrumpirán
reclamar la justicia que muchos sentimos que es la debida a nuestros muertos, a patadas en aquellos recintos que tienen que estarles vedados para uñ desen­
a nuestros torturados y a nuestros perseguidos, lo más probable es que se des­ volvimiento no grotesco de la civitas; acá nos dicen que lo hagamos porque
pierten de su sueño los espíritus del mal. La estabilidad de la democracia de­ eso es bueno para el bienestar de "la gente", porque la gente, después de tan­
pende así más que de nuestra buena disposición para reconciliamos con los tos horrores, ya no quiere sufrir más. Es como la historia del torturador malo y
enemigos de otrora, de nuestra buena disposición para desentendemos de nues­ el torturador bueno: el que actuaba por la vía del terror y el que lo hacía usan­
tros agravios. El olvido del deseo de que se haga justicia a unos delitos que no do el método del afecto y la dulzura.
pocas veces se adm iten cínicamente como tales constituye ni más ni menos Ahora bien, sin perjuicio del costado que acabo de bosquejar, de cuya
que el precio de la reconciliación. El aparato comunicacional, controlado hoy efectividad no me desdigo, a mí me interesa explorar aquí una hipótesis alterna­
tanto o más que durante el gobierno de Augusto Pinochet, colabora con esta tiva según la cual el olvido constituye un componente inextricable del modelo
política como sólo él sabe hacerlo. Ejecuta su trabajo ateniéndose y aun pro­ de sociedad que se encuentra en desarrollo entre nosotros. Dicho esto mismo
m ulgando el canon de lo que se dice y lo que no se dice, de lo que se muestra y con algo más de exactitud: sostengo en este documento que la expansión y la
lo que no se puede o no se debe mostrar. Recorta, acomoda, elimina. En una profundización del embate modemizador que estamos padeciendo los chilenos
palabra: censura. Se constituye de esa manera en el árbitro de todo cuanto los de este tramposo presente supone, "pasa" por una tendencia que se halla
chilenos quisiéramos saber y a lo que se nos autoriza o se nos niega el acceso. estructuralmente amarrada a un programa de negación de la memoria. Ño se
Todo esto es real. Está ahí, delante nuestro, lo vem os (y lo toleram os) trataría, por ende y en el último análisis, de una conspiración, esto es, de un
cotidianamente. Tampoco las causas de esta política de negación de la memo­ acuerdo establecido y firmado entre tales o cuales individuos, algunos de ellos
ria debieran sernos ajenas. Porque esos que hacen que el pasado sea una cosa de una maldad inconcebible y otros de una bondad sin medida, con vistas a la
innombrable siguen caminando por las calles del presente. Esos a los que no materialización de las ambiciones personales de los primeros o de la misericor­

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dia cristiana de los segundos, aun cuando también sea cierto que el poder polí­ ve también, en el análisis que él nos ofrece, en una situación de aislamiento. La
tico no es la red sin origen que los foucaultianos afirman que es y que al fin y al cultura constituye de hecho la sola explicación de la cultura. El texto cultural
cabo la responsabilidad de sus efectos les pertenece a sus actuales administrado­ contiene en sí la totalidad de las respuestas y, si no las contiene, peor será para
res del poder, y sólo a ellos, y que de esa responsabilidad los vamos a ver ese texto.
autoeximirse (de nuevo) cuando les llegue la ocasión de rendir cuentas. Por mi parte, considero que, si bien es cierto que la cultura posee una
Pero antes de adentrarm e en la hipótesis que me interesa demostrar, independencia relativa, que existe sin duda y que ha de ser respetada en cual­
permítaseme traer a colación algo que dice Octavio Paz en Los hijos del limo. quier descripción de este tipo que se haga, no lo es menos que la relatividad de
En el Capítulo I de ese libro famoso, cuando Paz se embarca en su caracteriza­ la misma es aquello que permite ponerla en contacto con las demás series que
ción del espíritu moderno, declara que uno de los dos rasgos principales que configuran el todo de la vida histórica y social. Marx señaló, por ejemplo, en el
lo identifican es la negación p o r parte de la m odernidad de la intuición Manifiesto del Partido Comunista, que crecer constituye una condición indis­
prem odem a de que en alguna parte habría "un tiempo sin tiempo". En ambas pensable para la existencia del capitalismo, que éste se encuentra sometido a
de sus versiones, la cíclica, que es la de la antigüedad preclásica y clásica, cre­ una ley de crecimiento necesario a cuya satisfacción debe abocarse so pena de
yente en la "recurrencia", y la lineal, que es la cristiana, creyente en la "eterni­ dejar de ser el que es: "La burguesía no puede existir sino a condición de revo­
dad"3. Lo que la m odernidad hace, arguye Paz, es reemplazar esa intuición lucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente,
prem odem a de u n tiempo paradisíaco o tiem po "de arraigo" (uso ahora la las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales [...] Una
expresión de nuestro Jorge Teillier) por la idea del tiempo como "ruptura", revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las
com o "cam bio" y, en últim o térm in o , com o fu tu ro inalcanzable. Tres condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la
formulaciones del poeta mexicano conviene retener a este respecto. Primera: época burguesa de todas las anteriores"8.
"la m odernidad no es nunca ella misma; siempre es otra"4; segunda: "lo mo­ Teniendo esto presente, percatémonos nosotros ahora de que una pers­
derno es autosuficiente: cada vez que aparece, funda su propia tradición"5; y pectiva no dialéctica del crecimiento consulta dos y sólo dos estrategias extre­
tercera: "la m odernidad es una suerte de autodestrucción creadora", es la "ne­ mas. O se crece ahí desde adentro, como una expansión de lo que existe, o se
gación del pasado y la afirmación de algo distinto" en su lugar6. En suma: crece a partir de la negación de lo que existe, como una seguidilla de quiebres
Octavio Paz nos está sugiriendo en Los hijos del limo que la negación de la sucesivos, como una sistemática y no poco histérica creación desde la nada. Es
memoria es u n fenómeno que nada tiene de fortuito, que no constituye el re­ evidente que el capitalismo favorece la segunda de estas dos estrategias extre­
sultado de circunstancias aleatorias, cualesquiera que ellas sean, sino que ese mas; que para la economía capitalista crecer es, desde ya y por una especie de
es u n factor que va unido al carácter mismo de la cultura moderna. Ser moder­ axioma al que se dará por supuesto sin más preguntas ni objeciones, un sinó­
no equivale para Paz a entrar en el juego de la "tradición de la ruptura"7, equi­ nimo de negar. El resultado es que esa economía estará instalando siempre,
vale a actuar sin antecedentes, a hacer de la originalidad (en el sentido dondequiera que ella se despliegue, lo nuevo, lo original, lo distinto. Romper
etimológico del vocablo según el cual cada acto constituye el comienzo y el fin con lo que es no constituye para el capitalismo un acontecimiento azaroso. No
de sí mismo) no una aspiración sino un destino. es por capricho que, obedeciendo a este estilo de funcionamiento económico,
Pero, claro está, Octavio Paz expone e interpreta los datos de la moder­ unos productos de consumo sustituyan a otros de manera habitual en los esta­
nidad en y desde un nivel de análisis compartimentalizado hasta el abuso. blecimientos comerciales, y sin que los que sustituyen sean por fuerza mejores
Como el tiempo de la modernidad, la cultura m oderna como un todo sobrevi- que los sustituidos. En este último caso, se diría que la obligación de cumplir
con la ley del crecimiento necesario deviene superior incluso a la capacidad de
las fuerzas productivas. Se hace como que se cumple, aunque eso no ocurra en
Octavio Paz. Los hijos del limo. Barcelona. Seix Barral, 1993, p. 27 et sqq. realidad.
Ibid., 18.
Ibid.
Ibid., 20. C. Marx y F. Engels. Manifiesto del Partido Comunista en Obras escogidas. Tomo I. Moscú.
Ibid. Progreso, 1973, p. 114.

326 327
En Chile, en los últimos veinte años, no ha habido una "revolución", mos más arriba, la de la "tradición de la ruptura", y que Paz declara, errónea­
como ha escrito hace poco el sociólogo Tomás Moulian9. En Chile, en los últi­ mente a mi juicio, como una característica central de la modernidad, de toda la
mos veinte años, lo que ha habido es u n proceso de regeneración capitalista, modernidad. La continua liquidación del pasado y la apuesta al presente como
de retorno del capitalism o sobre sus raíces p rofundas (lo que no debe si éste fuera sólo un momento dé tránsito hacia el progreso futuro, en el que sí
interpretarse como un retom o indiferenciado sobre los orígenes históricos del se hallaría incrustada la felicidad, pero una felicidad que por extraña paradoja
proceso capitalista en Chile y en América Latina, sin embargo). Por razones no llega jamás, es un rasgo no de la modernidad en general sino de la moder­
que sería m uy largo explicar, pero que tienen que ver con fenómenos regiona­ nidad cápifálistá. Paz incurre pues en la vieja tram pa metonímica de confun­
les y extrarregionales, el capitalismo latinoamericano y chileno experimentó dir la vela con el barco y el hum o de la chimenea con el lugar de donde éste
un debilitamiento paulatino con posterioridad sobre todo a la crisis de 1929. proviene.
Ese debilitamiento se hizo notorio y cada vez más inaceptable para las burgue­ Pero hay algo más que yo creo que no debiera perderse de vista. Porque
sías intem as y externas con posterioridad a la segunda guerra mundial, espe­ no estamos hablando aquí de la reactivación de un capitalismo cualquiera o, lo
cialmente en el curso de los años sesenta, cuando se empieza a constituir el que es igual, de una vuelta indiferenciada del sistema sobre la figura de su
nuevo orden económico del planeta a través de una dinámica expansiva cuya estreno decimonónico a base de la estrategia oligárquica de exportación de
fase culminante es la que hoy estamos viendo. De ahí lo de la globalización y materias primas y alimentos y de importación de bienes manufacturados. To­
demás, que en el fondo no es otra cosa que la cáscara ideológica, de la mano dos sabemos que desde los años treinta en adelante en América Latina se pre­
con u n salto cuantitativo en el campo de la tecnología de las comunicaciones tendió sustituir ese modelo estratégico por otro que cifró sus esperanzas en el
de masas, de la renovada mundialización del capital. desarrollo de una industria nacional y el que con la contribución teórica cepalina
Esto es lo que pasa en Chile hoy. Lo que los tecnócratas de la dictadura m antuvo su vigencia paradigmática durante las tres décadas que siguieron a
y después han venido poniendo en práctica en nuestro país es un proyecto de ésa. Pero la infraestructura industrial creada en el subcontinente en los años
, retomo del capitalismo sobre la cruda verdad de sí mismo, cuyos dos grandes treinta empezó a venirse abajo después de la segunda guerra y en Chile termi­
ejes están constituidos por el esfuerzo de reacumulación del dinero en las cuen­ nó de hacerlo junto con todo lo que se hallaba asociado con ella durante la
tas bancarias de aquellos que se subentiende que van a "hacerlo producir" hecatombe pinochetista del 73. El nuevo capitalismo, que como el otro tam ­
(como si el dinero tuviera una capacidad genésica natural y pudiera producir bién se basa en la exportación de bienes no elaborados y que aunque alcance
algo a través de su encuentro con la potencia no menos natural de unos seño­ en las próximas décadas un desarrollo mayor no será nunca un desarrollo sin
res espectacularmente dotados), por una parte, y por otra, un esfuerzo correla­ limitaciones, no es sin embargo equivalente al del comienzo. No lo es, porque
tivo de reinserción de nuestra economía local en la economía mundial. su suerte se liga ahora a la de un gran proyecto racionalizador del capital en el
De esto se derivan consecuencias múltiples, por supuesto, pero una de m undo, el que si vamos a dar crédito a las actuaciones e informes de los orga­
, ellas y no la menor es el desprecio por la memoria colectiva. Porque es eviden- nismos que se encuentran a cargo del tema (Fondo Monetario Internacional,
; te que una reactivación capitalista como esta que nosotros estamos describien­ Banco M undial, etc.), distribuirá la productividad del globo terráqueo entre
do radicaliza la segunda de las dos estrategias de crecimiento que apuntába- los distintos agentes que intervienen en el proceso según sean las ventajas com­
petitivas de los mismos. En el Brave New World del futuro, es bien sabido que
a irnos les tocará hacer unas cosas y a otros otras, pero que todos contribuirán
“Chile Actual proviene de la fertilidad de un ‘ménagc a trois’, es la materialización de una cópula
incesante entre militares, intelectuales neoliberales y empresarios nacionales o transnacionales. Coito
con lo suyo en el mercado ecuménico.
de diecisiete años que produjo una sociedad donde lo social es construido como natural y donde La cara ideológica de esta mundialización del capital es la llamada
(hasta ahora) sólo hay paulatinos ajustes.// Ese bloque de poder, esa ‘tríada’, realizó la revolución globalización. Con el pretexto de estar reivindicando la tesis filosófica moder­
capitalista, construyó esta sociedad de mercados desregulados, de indiferencia política, de individuos na, y por cierto que m uy justa, de una común hum anidad (es la tesis que per­
competitivos realizados o bien compensados a través del placer de consumir o más bien de exhibirse
consumiendo, de asalariados socializados en el disciplinamiento y en la evasión. Una sociedad marcada
mite que Pinochet esté preso en Londres, dicho sea de paso) y con la ayuda del
por la creatividad salvaje y anómica del poder revolucionario”. Tomás Moulian. Chile actual. Anatomía salto cuantitativo en la tecnología de las comunicaciones de masas al que no­
de un mito. Santiago de Chile. Universidad ARCIS, LOM Ediciones, 1997, p. 18. sotros aludimos más arriba (de hecho, se habla con frecuencia de una supuesta

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"revolución" de las comunicaciones de masas, o sea, de que serían las comuni­ el esfuerzo que hacen para ser dueños de una historia y de una identidad par­
caciones de masas las que a nosotros nos cambiaron la vida, lo que no pasa de ticular no es ni tiene por qué ser contradictorio con un esfuerzo paralelo de
ser una nueva superchería ideológica), se nos hace pensar que vivimos en la contribución a una historia y a una identidad general. Ni una ni otra debieran
era de la "aldea global". No seríamos ya ciudadanos de esta o de aquella na- considerarse como del coto exclusivo de ciertas naciones, sin embargo. Ni de
| ción, sino ciudadanos "del m undo". La única identidad eficazmente en pie ciertos grupos, ni de ciertos individuos, los que supuestamente estarían en
, resulta ser.de este m odo la identidad general. Las identidades particulares, si condiciones de "proponer" y de "leer" al "hombre" o al "sujeto general" mejor
es que ellas van a seguir existiendo, lo harán disminuidas, reducidas a una de lo que nosotros lo proponemos y leemos. En rigor, lo que esos pueblos o
presencia m ás bien pintoresca, un poco como ocurre con esos barrios "étnicos" esas personas o esos grupos de personas hacen es proponer y leer a partir de
que para deleite de turistas curiosos preservan en algunos de sus puntos cén­ aquello que está de acuerdo con sus propios intereses y que es algo que puede
tricos las grandes ciudades de los países metropolitanos. o no estar de acuerdo con lo que nos interesa a nosotros.
La renovada mundialización del capital constituye el origen de la reno­ Pero, como quiera que sea, lo decisivo en este punto de nuestro análisis
vada globalización y la renovada globalización constituye el origen del ataque es que la negación de la memoria en el Chile actual, además de obedecer a las
contra las identidades particulares y, m uy especialmente, contra las identida­ circunstancias coyunturales que se anotaron al principio, proviene de una ten­
des nacionales. La batería teórica que se ha puesto al servicio de este proyecto dencia lógica y necesaria del capitalismo y, dentro del marco más estrecho de
es conocida de sobra, aunque por sus excesos y por la obligatoridad del "cam­ la interpretación que ahora proponemos, con mayor razón del nuevo capita­
bio", que como ya se ha dicho constituye un rasgo clave del conjunto del siste­ lismo mundializado y globalizado. Es decir: un capitalismo ideologizado en el
ma (y, por lo tanto, también de sus mecanismos discursivos), últimamente ha sentido del desconocimiento cada vez menos encubierto de las identidades
apagado los decibeles de su virulencia. No voy a entrar yo aquí en la crítica del particulares y en beneficio de una admisible, aunque de difícil manejo, identi­
postm odem ism o, porque es un tem a que no cabe abordar en el curso de estas dad general. Por otra parte, queda claro igualmente que un pueblo sin identi­
páginas y porque tampoco tengo el tiempo que necesito para hacerlo, pero la dad nacional es un pueblo sin memoria y que un pueblo sin memoria es un
complicidad entre la ideología postm odem a, la de enunciados tales como el pueblo sin historia.
fde la descentralización de la estructura, la m uerte del sujeto, el fin de los gran­ , Pero no menos claro debiera quedam os el hecho de que una memoria
des relatos, el vaciamiento del sentido, la reducción de las estrategias de resis­ que se niega no es una memoria que desaparezca del m apa de la conciencia
tencia a las acciones puram ente locales, el predominio del borde, el margen y absolutamente. Lo dijó Freud cuando habló del retom o del reprimido y, mu­
el fragmento, etc., y el proyecto globalizador no constituye ya ningún miste­ cho antes que Freud, lo había dicho también José Martí. Me remito aquí a una
rio, al menos no lo constituye para aquellos de nosotros que tenemos los ojos de las metáforas más poderosas del patriota y poeta cubano, la del tigre que
abiertos y rehusamos convertimos en peones de un vehículo cuyo oscuro des­ huye espantado del fogonazo pero que vuelve de noche al lugar de la presa10.
tino no puede ser más manifiesto. Martí utiliza esa metáfora en "Nuestra América", cuando habla de los exclui­
Para los efectos de la presente discusión, advirtamos entonces que la dos en el proceso de la formación de las identidades nacionales latinoamerica­
. preservación del pasado es una actividad que no precisa de estímulos cuando nas durante el siglo XIX: "El indio, mudo, nos daba vueltas alrededor, y se iba
' lo que se quiere preservar es una determ inada consistencia identitaria. A una al monte, a la cumbre del monte, a bautizar sus hijos. El negro, oteado, cantaba
; mayor solidez de la identidad, la individual tanto como la colectiva, corres­ en la noche la música de su corazón, solo y desconocido, entre las olas y las
ponderá u n conocimiento mayor del pasado. Soy más yo mismo cuando más fieras. El campesino, el creador, se revolvía, ciego de indignación, contra la
sé de mí mismo, cuando conozco m i historia, cuando me he preocupado de ciudad desdeñosa"11. Lo que Martí tiene detrás suyo, cuando redacta las pági­
reconstmirla. Correlativamente, la historia nacional es la disciplina que culti­ nas de "Nuestra América", es el espectáculo escandaaoso de casi ochenta años
van de preferencia los pueblos que quieren ser más ellos mismos, porque esos
son pueblos que se respetan a sí mismos, porque piensan que lo que son y lo
José Martí. “Nuestra América” en Obras completas. VI. La Habana. Editorial Nacional de Cuba,
que fueron es valioso para ellos y para los demás. No es que esos pueblos
1963, p. 19.
tengan que descreer de la existencia de una común hum anidad, sin embargo, Ibid., 20.

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de guerras fratricidas durante las cuales las oligarquías latinoamericanas se
disputaron a mordiscos pedazos más y menos grandes de tierra y riqueza. Así Escritos sobre el exilio, el arraigo de la memoria y la
fue como articularon nuestras naciones, olvidándose de todo aquello que no búsqueda de la identidad perdida
cabía en los códigos de la presunta construcción ciudadana: del indio, del ne­
gro, del campesino. Era sólo el primero de muchos olvidos análogos, de m u­
chas exclusiones similarmente intrigadas. Después vendrían otras: la de los Naín Nómez1
proletarios, la de los pobladores, la de los homosexuales, la de los viejos, la de
la diferencia en cualesquiera que fuesen sus formas o expresiones. Por eso,
hoy, en este país, cuando la negación de la memoria tiene todos los visos de
haberse transform ado en una política de Estado, yo creo que conviene acudir
una vez más a los servicios de la metáfora martiana. Conviene advertirle a
estos hijos y a estos nietos de los olvidadizos caballeros decimonónicos que el
reprimido retom a, que el tigre vuelve, que todo eso que hoy se nos censura,
que todo ese pasado al que ellos no quieren prestarle oídos, persiste y va a
volver, que está volviendo ya, como lo anunciaba Martí, en la mitad de la no­
che y "al lugar de la presa". "Te das cuenta en cuanto empiezas que no puedes,
que la historia no sale de las desolladuras
de los rostros pintados en la niebla,
de los bigotes rancios del cliché;
te das cuenta que no puedes describir los enterrados,
que no puedes salvarlos, que la palabra "por qué"
que la palabra "quién" de todas maneras
no será escuchada, no servirá de perdón ni de lamento,
-rebaño de metáforas en el m ar de la lengua-,
te das cuenta que la memoria es cóncava, convexa, reversible,
que el dolor exacto a las tres de la mañana
entre botas relucientes y cabellos descolorándose
no será jamás un poema o un amuleto intelectual,
sino la pura y sangrante materia del instante
abriéndose a la muerte".
(Nómez, “De la memoria de tu país").

"Cuando acabe esta guerra


nos beberemos la sangre de todas las heridas,
el hilo, el laberinto de estos países,
el pliegue de ilusiones que tuvimos a los veinte (...)
cuando acabe esta guerra

Doctor en Filosofía con mención en Literatura, Universidad de Toronto. Académico de la US ACH.

332 333
me cruzaré de brazos y pies aunque es motivado por la desesperación de sobrevivir al hambre y la falta
en medio de la buhardilla atónita de huesos (...) de trabajo, lo desplaza al otro lugar con esperanzas de integrarse al nuevo
y me declararé de nuevo hogar, acompañado generalmente de su familia. El exiliado se ve obligado a
ciudadano de este país inexacto". abandonar su espacio familiar y sus bienes, sin elegir su lugar de destino ni
(Nómez, "Cuando acabe esta guerra"). su futuro. En el caso de la diáspora chilena generada por el golpe militar de
1973 y la dictadura que duró 17 años, exiliados y emigrantes se confundie­
C uando el poeta desconstruye, también construye y reconstruye. En es­ ron en una sola estampida, porque la expulsión -física y mental- fue la mis­
tos dos fragmentos de poemas, encontramos la descripción y la explicación, ma. Un estudio realizado en 1979 indicaba una serie de rasgos negativos que
pero también el deseo de fijar en la representación, la realidad movible de una caracterizaban la vida de los exiliados en un medio extraño y ajeno. Algunos
identidad desvanecida o al menos transitoria. El diálogo entre texto y contex­ de estos rasgos destacaban la necesidad de vivir una vida impuesta desde
to, entre pasado, presente y futuro, entre deseo e ilusión, frustración y espe­ afuera, la pérdida del significado del pasado y de la tradición propia, la ca­
ranza, entre patria y apátrida, entre nación y desgarro político y existencial, es rencia de biografía y antecedentes en el nuevo país, la pérdida de coordena­
el eje central en tom o al cual se m ueven las estrategias discursivas de los escri­ das geográficas, lingüísticas, ambientales y personales, la falta de motiva­
tores exiliados. Parafraseando a Thomas M ann, uno podría decir que cuando ción social en el país de refugio y el alejamiento de los intereses que impul­
se m uestra lo personal se acierta con lo nacional y tal vez con lo general hum a­ saban la vida en el país de origen. El destino inexorable del exilio se acom­
no. Aunque no todos los escritores expulsados de su país de origen lograrán pañaba, además, de una pérdida de la capacidad de comunicación y expre­
culminar el proceso de su escritura en forma satisfactoria, las distintas etapas sión. También se ha señalado como un rasgo im portante del exiliado sus
de su congelamiento son también marcas de una situación permanente de des­ dificultades para intentar vivir y trabajar en una sociedad ajena y /o hostil, lo
integración vital que trasciende a los propios exiliados y se constituye en des­ que implica la necesidad de superar el estrés psicológico. En este sentido, es
garro universal. En este sentido, construir y reconstruir es diferente de recupe­ necesario transform ar el estím ulo agresor -irritabilidad, insomnio, angus­
rar. Lo que reconstruye el poema no es ni lo real ni lo vivido, sino la búsqueda tia, depresión, flojera, enferm edades físicas- en un estím ulo positivo: un
de una identidad perdida ya para siempre, el mito de un pasado que ya es darse cuenta de la nueva situación sin borrar el espacio original. Lo mismo
inalcanzable en el futuro. Nadie puede evocar mejor que el texto poético el planteaba Julio Cortázar, cuando decía que se trata de hacer del estado nega­
gesto contradictorio del ser viviente que evoca imágenes y símbolos, para in­ tivo del exilio algo optimista, como una toma de realidad que permita ver a
tentar recuperar la memoria extraviada por una realidad que ahora se hace cierta distancia tanto al país del origen como al país del exilio.
hueco, fisura, vacío existencial, incomunicación, fractura espacial y temporal.
Aun considerando el hecho de que el fenómeno de nuestra emigración Claramente lo expresa el sujeto poético:
y nuestro exilio no ha sido una manifestación aislada, es importante verlo en "Mientras en la zona oscura
sus efectos personales y sus efectos universales. H oy día, el hambre, la guerra nuestra conciencia
y la represión m ovilizan a vastos sectores de la población mundial. Aislados volvía una y otra vez al horroroso país
por la com unicación global que hom ogeneíza y destruye la aldea tribal, de donde no quisimos salir nunca".
tijereteados de nuestros orígenes lingüísticos, mitológicos y espaciales, asimi­ ("Visitas de mi madre").
lados violentamente a una metrópoli cuyos símbolos comunicativos son anó­
nimos y productivos, competitivos y eficientes, nos reconocemos como exiliados Pero nada será ya nunca "natural" para el exiliado del interior que se
de toda utopía y toda construcción paradigmática del pasado, de toda solida­ quedó prisionero en un m undo que no le pertenece, ni tampoco para el exilia­
ridad y colectividad del presente. El exilio es, en este nuevo contexto, la condi­ do desterrado de su patria, que definitivamente perdió el m undo ni habrá arrai­
ción radical de vivir la crisis de la m odernidad desesperada. go para su vida. Para aquel que sufrió la dictadura por dos décadas en el exilio
Aunque exiliados y emigrantes sufren una situación parecida, sus cau­ interior, la censura y la autocensura ya no existen. Sin perdón, ni verdad, ni
sas y respuestas son distintas. El emigrante realiza un acto voluntario que, justicia, pero testigo y participante de las distintas fases del proceso dictato­

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rial, el exiliado interior se adapta y reafirma sus convicciones dentro del y los vecinos con los ojos atemorizados vigilaban las carreteras más
proceso de transición a la democracia. Pero aunque el autoexilio ha termina­ cercanas
do, ya nunca más será el de antes. Las utopías del pasado se han volatilizado los teléfonos funcionaban con monosílabos de espanto
o han cambiado hasta hacerse irreconocibles. Por su parte, el que se fue no y mis amigos desaparecían uno a uno del dial
tuvo elocución ni recuperación de la memoria. Se quedó allá o volvió acá, mientras los más sabios acordonaban sus órganos sexuales
pero en ambos casos sigue siendo un extraño en los dos mundos. Es un fenó­ y se retiraban a sus madrigueras
meno que puedo reconocer profundam ente después de haber vivido por 11 seguros de que tarde o temprano el peso de la injusticia caería sobre ellos".
años en Canadá. El proceso lo revive la narración poética, articulando la rea­ ("En el país del silencio")
lidad a sus símbolos.
Poesía mimética, voz de la tribu, recuperación y reestructuración creativa
"Entre las dos nostalgias de la m em oria que mistifica el pasado y niega el presente en su afán de
añoramos u n regreso iluminado por lo efímero, reinterpretar la frustración individual y colectiva. Este momento permanece
cuando aún sobrevive la irrealidad de los espejos. en la conciencia de los exiliados a veces para siempre, dejando traumas per­
manentes de identidad, obsesiones por la pérdida irreparable: hogar, hijos,
No somos profetas de nada. Apenas país, cultura, lengua, vida.
escribimos para ese buen salvaje de otro mundo, La segunda etapa a veces se mezcla con la primera y es asumida como
un fénix de alas blandas que nos fracciona la memoria una desintegración y fragmentación de este ya inexistente pasado, lo que in­
con su resta implacable cluye una desesperanzada y desilusionada actitud hacia el futuro. El presente
y no nos queda sino una receta de cocina desabrida es visto con sentimiento de vacío, soledad y no pertenencia:
convertida en sistema planetario".
("Experiencia canadiense III"). "No es que en el país el orden sentimental haya perdido su fiereza
ni que las nieves de antaño hayan disuelto estas minúsculas historias
Los discursos del texto poético siguen los mismos pasos del proceso de agrupadas a golpes de m em oria....
adaptación y /o desadaptación del emigrado-exiliado. El prim er momento del No es en fin que nosotros ciudadanos del m undo y dueños de un país
exilio continúa volcado hacia el espacio del origen, la memoria congelada por inexistente
el traum a y desbordada por la nostalgia hacia el paraíso perdido. La fijación no respetemos la magia tímida de estos gigantes rubios
en la cultura del país de origen es visto como un tiempo de plenitud, roto por su manera de pedir las cosas que es casi un castigo
el cataclismo social que saca al sujeto de la m adre patria: esos perros que revolotean como palomas por las casas alfombradas
esa discusión que casi nunca comienza
"Izm ur perecía ese olvido de las siluetas del viento.
y en el corazón de nosotros la impotencia crecía
y a pesar de que una gran cantidad de justos había muerto manando ¿O no tuvimos nada?
miel y pólvora ¿O todos esos vértigos no fueron sino fósiles y engaños?"
las azucenas no habían estallado y ningún dios se había mirado las ma­ ("Después de un largo viaje").
nos con asco".
("Los últimos días de Izmur") Una variante de este momento se articula con u n sentimiento de rebe­
lión que en la práctica se convierte en acción política dentro y fuera del país:
"Cuando salí a mirar el sol movilizaciones, guerrilla, acciones colectivas, solidaridad, propaganda, etc. El
el aire era irrespirable discurso poético reconstruye el deseo de acción en los textos:

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"Después de la pólvora y el asco eos y mentales, pero al mismo tiempo m uestra sus fisuras, sus huecos, sus
nos juntamos de nuevo en las calzadas vacíos. La patria puede ahora ser muchas, cualquiera o ninguna. No todos los
a rem endar el traje destrozado. exiliados asum en esta condición y la situación se incorpora con todos sus
Sabíamos que el deshielo venía cuestionamientos en el discurso poético. El escritor se convierte en el dueño de
y esta vez una doble patria, de una identidad multifacética y con muchas caras, que se
ningún judas llegaría a la hora identifica más con diferencias que con similitudes, más con lo híbrido y con­
para abrirles la puerta. tradictorio que con lo uniforme. Puede ser esta nueva forma de apropiación
cultural la que puede generar una escritura que se acepte como antagónica,
Vinimos de todas partes a combatir la peste". heterogénea y diversa, que implique la idea de lo "nuestro" como algo que
("La Peste"). trasciende la patria, la nación o el lenguaje:

"Y yo sé "En esta tierra la gente descansa en los veranos y se encierra en invierno
que en el país del silencio los niños nacen para ser felices
ningún escarabajo puede seguir contaminando el aire por mucho tiempo". las grietas se cierran con grandes bloques de cemento
("En el país del silencio"). y uno se hunde en un idioma donde lo bello es algo exótico...

La crítica social y el compromiso no se desnudan como un puro acto de De todo este tiempo
lenguaje político, sino que se revierten al texto y reencuentran su sitio en la que he tratado de conservar bajo llave en los papeles
descripción del m undo que proponen. Es el instante de la salida crítica, el aná­ y todavía...
lisis, la fundamentación estética de una búsqueda de espacios nuevos, que se
afirma en un pasado reinterpretado para crear el futuro: y todavía, me pregunto, de esa vida aguándose y blanqueándose
si lo que queda servirá para ir agrandando esta cita
"Este es el tiempo de la luz, el tiempo de los regresos, para ir ajustando estas piedras, estas transparencias enterradas,
de las transfiguraciones y las voces que se dispersan en el viento, si lo que queda de nosotros bastará
el tiempo en que los oídos y las bocas se encuentran en el aire. para cargar en las espaldas esta cifra enorme de porvenir
que nos espera
En que el diálogo vuelve, como después de un largo viaje".
como si hubiera estado siempre con nosotros". ("Después de un largo viaje").
("Crónica de peregrinos").
Es el momento del equilibrio de la búsqueda, el más sabio desde la pers­
Estos textos expresan la transición hacia el tercer momento, aquel que pectiva del reconocimiento de una nueva situación vital, la de la reconstruc­
m uestra la asimilación e interpretación que hace el exiliado de su nueva reali­ ción permanente de la memoria y del destino, pasado y futuro, aldea en ruinas
dad, al mismo tiempo que establece una perspectiva crítica y mediatizada ha­ y colectividad del mañana.
cia la realidad del país de la expulsión. Esta "integración cuestionada", que ¿Y qué sucede con los que regresan? Volver es siempre difícil y nunca se
alude a una nueva identidad, representa un momento de difícil equilibrio para logra completamente. El "horroroso país de donde no quisimos salir nunca"
asum ir en forma positiva y creadora ambas realidades. Se manifiesta como un no es el mismo. Tampoco nosotros. Ni para el escritor ni para los otros, porque
intento de balancear la relación entre las dos culturas, a través de mediaciones todo ha cambiado. Nuevas generaciones miran con desconfianza a los que
críticas, que provocan la aceptación de una nueva realidad social. La Patria se regresan, cargados de exóticas costumbres y lenguajes extraños. El escritor in­
hace patrias, la identidad se multiplica, se flexibiliza, amplía sus espacios físi- tenta explicar la nueva situación, pero separado de aquí y de allá, se balancea

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en la cuerda floja de un perpetuo movimiento, tratando de ser parte de ambas La experiencia y el discurso de nuestros exilios, dan origen a la repre­
culturas, de hablar sobre ellas, de contrastarlas, de forzarlas a dialogar, inten­ sentación poética de una nueva identidad que se cuestiona a sí misma, porque
tando aprender y enseñar lo que otros pueden decimos de manera más sabia. se reproduce al margen de su tiempo y de su espacio "natural" en forma infi­
Pero el escritor retom ado, pocas veces puede encontrar el equilibrio necesario nita. Es el "síntoma" de los grandes cambios de nuestro tiempo y de las gran­
para producir un discurso que le permita traspasar las hipotéticas barreras de des dudas que esos cambios han producido en nuestras creencias y nuestros
las identidades locales, continentales, nacionales y regionales. Escritor de nin­ sistemas culturales, políticos y sociales. Es el malestar más evidente de un ser
guna parte, el retom ado intenta, una y otra vez, recuperar lo mejor de los dos humano, cuya "metamorfosis" parece ya no tener límites, porque al perder la
m undos en un gesto básicamente simbólico-discursivo que, como todos los memoria y el origen, perdió las utopías, su imaginario y su realidad.
ritos, busca exorcizar la ruptura y escapar al maleficio. Ha entendido que en la
aldea global que nos vive: Patria, Ciudad e Identidad, son metáforas en perma­
nente construcción, goznes de una conciencia en desarraigo y movimiento per­
petuo, que se busca a sí misma en las huellas de su propia transformación. Por
eso, el poeta fluctúa entre la desesperanza o el escepticismo del apátrida perma­
nente y la pasión que busca nuevas utopías:

"N ada nos espera fuera de este movimiento


impreso en los cabellos
y esta catarata de hum o entre los dedos.

¿Yo qué hago aquí desnudo y sangrando


como u n ángel en medio de la luz?".
("Incógnita").

"Mientras las paredes sueñen, mientras los despojos


de los muertos se reúnan en una sola m irada más justa
y las estatuas nos tiendan sus brazos suplicantes
y los pueblos sigan buscando en la tiniebla
la llamarada ardiente de la tierra, porque
todo permanece en el torrente que somos, naciendo,
anocheciendo, desprendiéndose
y todavía y aún,
perpetuam ente".
("Ciclo natural, círculo mágico").

"Si la ciudad no existe


quiero volver a casa".
("La otra ciudad").

340 341
La memoria de las equivalencias

Carlos Ossa1

Hay una forma de olvidar que tiene por objeto instalar otra memoria.
Aquella donde la complacencia de los días es más fuerte que la furia de las
horas, la seducción de la actualidad más prepotente que el susurro de los sím­
bolos. Es una nivelación, se trata de limpiar las discrepancias, los recuerdos y
llenarlos de una totalidad amable prestada por el lenguaje. Sin embargo, tam ­
bién hay un derecho y una necesidad de olvido, aquél destinado a remendar
los pedazos de la vida, los fragmentos de existencias que vagan por la historia
en busca de una hebra de sentido y que sólo encuentran amparo en el acto de
practicar la memoria histórica, en su desparram o y sinuosidad.
Nos hemos acostumbrado a pensar el pasado como un monumento y
una vitrina, nos sirve para elegir cosas muertas, fijas, imposibles. Así, toda
experiencia se vuelve ilustrativa y la política nos arrincona en la dicotomía
usurera del pretérito inmóvil contra el presente veloz; el ayer es el patrimonio
de los dolores y las pérdidas y el hoy la luz redentora de la tecnología y las
finanzas. No se trata de una abundancia de olvidos, sino de una primacía de
recuerdos sin densidad, de comentarios y fechas, pero sin preguntas, sin deli­
rios. Formas vacías que coleccionan imágenes, voyeurismos de época que
rentabilizan la nostalgia y -al mismo tiempo- im piden que llegue esa biografía
despedazada de y por la catástrofe, llena de noticias otras, periféricas que ha­
blan de sujetos y no de acontecimientos.
Al sepultar los nombres, vencer los rostros y desaparecer los cuerpos,
todo pasado queda reducido a insignias y pendones, carece de tiempo y es
avergonzado por su insistencia en recordar lo desfigurado. Termina converti-

Licenciado en Teoría del Arte, Universidad de Chile, y en Comunicación Social, Universidad ARCIS.

343
do en un suburbio del alma. A la política le interesa confirmar la lógica A pesar de lo que piensen las máquinas de borrar, las claudicaciones
confrontacional entre el antes y el después, porque domina y controla las len­ políticas y sus actos de supresión narrativa, el silencio no separa los cuerpos
guas de la exhibición y el cálculo, necesita la publicidad de la secuencia y el de las voces, sólo los retira detrás de las escenas mediáticas, de los programas
progreso, para no hacerse cargo del peso y la responsabilidad de la memoria. mecanizados de conversación, de los concursos de cuerpos -curiosamente-
No todo el pasado se realiza en el pasado, advertía Walter Benjamín, donde la abundancia pretende abolir la dem anda de sentido por un conjunto
parte de él es el m odo de resistir las imposturas del presente, no sólo como un de superficies enviados a repletar los huecos y las fracturas. A doquinar y
archivo o un duelo, sino como lucha contra esa rutina de llenar de signos para alquitranizar las huellas, verter carbón sobre el sendero de la catástrofe para
vaciar de hombres y mujeres. imitar un camino recto y seguro y reducir las identidades a libretos. El pasado
Pensar la memoria, en un Chile que ecualiza las diferencias (les quita puede, entonces, ser reducido a pasado, y todo el problema de su pertinencia a
sus agudos y bajos) para simularlas en una cáscara presentada como plurali­ su vez empaquetado en la estrechez callejera de "pensar el futuro". Pero, ya lo
dad, descubre el falso valor de una cultura reconciliada consigo misma, satis­ decía Enrique Lihn: "La materia de la memoria no es el pasado sino nuestra
fecha de su triunfo de catálogo y en complicidad con una crítica dedicada a versión actual de esa zona inaccesible del tiempo, una instalación poética he­
sonreír a cualquier chatarra espiritual. Se intenta la restauración del sentido, cha sólo de palabras. No menos que de ellas".
desde una operación sin origen, excluyente, fija en garantizar la novedad y no El arte ha construido un idioma de la memoria, un sitio de m ultitudes
el producto, pues éste es la consecuencia efímera de aquélla. Existiría, enton­ del sentido que cruzan, ensamblan, tejen y descosen el vuelo espectral de las
ces, una estética patrimonial arrendando lenguajes breves para el hospedaje historias y los sujetos unidos a ellas. La memoria -también- fabrica paraísos,
de obras que protegen: "el orden y la composición de los significados negocia­ en lugar de lo que fue, no es irrefutable ni totalmente verdadera, urde, rasga la
dos -y consentidos- por la versión oficial del régimen de la transición demo­ piel y -a veces- nos hace desconfiar, sin embargo si la perdemos o convertimos
crática, m anteniendo a salvo la jerarquía de ciertos referentes mayúsculos que en un modelo informático que almacena todo -indiferenciadamente- habre­
permanecen indemnes, sin traza verbal de alteración ni deterioro"2. mos consagrado el olvido del olvido, la forma más perfecta de la muerte, por­
Es una ordenación de los códigos, una administración de la diversidad que ahí nada se devuelve y nada se encuentra, es el m ar sin horizonte.
para volverla equivalente a un discurso del porvenir donde todos encontrarán Hemos eludido el catastro, para distinguir algunos procesos, insistir que
su lugar. El espacio m ensurado y clausurante de la culpa de recordar y olvi­ la confrontación entre pasado y olvido, es una artimaña que busca detener los
dar: la edad perpetua o la hora veinticinco. cruces, cancelar las miradas y consagrar los calendarios. Es im poner un len­
N uestra memoria, ese viaje por la desposesión, m uestra los accidentes guaje y no contar una historia, es suponer que todo el pasado, incluso el ante­
que tienen los espejos de agua, al leve tem blor desm em bran el icono de por­ rior al 73, no es más que el desecho de un presente único y total. Es suponer
venir colocado en nom bre de los saberes instrum entales y los valores corpo­ que los muertos son una estadística inútil y un dolor m ezquino cuando la tele­
rativos. fonía celular es el futuro y la garantía de globalización, donde lo propio es
Se ha insistido en convertir al pasado en una amenaza, en el archivo ajeno y el cielo es una red de satélites que no buscan cuerpos sin sepulturas,
donde descansan todas las hogueras, en el cementerio de nuestros errores, en sino cuerpos ejemplares, tan ejemplares que sólo existen en imágenes.
una especie de sida social tratando de infectar la inmaculez de un pacto, la Contra esa forma del olvido que ofrece una memoria para desecharla y
estabilidad de un Estado, la estética de clase media de un país de domingos de distribuye un relato de polaroid, esa energía de conflicto suspensa en el arte
malls. ¿Para qué recordar? No se trata de rememorar y sentarse a beber imáge­ puede elaborar otra memoria sin oficialismo ni recados, sin otoños ni nostal­
nes difusas, llenas de incertezas como el testimonio que las delata, sino de gias, una obra donde habitar, vivir y resistir el desafuero. Tal vez al estilo del
recuperar el presente negado, la cotidianidad de los naufragios, el nombre de poeta boliviano Felipe Delgado: "Si te pregunta la Flora acordándose de mí no
los idos, las palabras de una literatura que espera o las vitrinas vacías de la le digas que me has visto, no le digas que la quiero, en un rincón del olvido, no
transición. le digas que la espero".

Nelly Richard: La insubordinación de los signos, pág. 33. Editorial Cuarto Propio, abril 1994.

344 345
Poesía y memoria

Clemente Riedemann 3

Parte uno: para una poesía de la memoria

"En un bello país de olvido


Entre ramajes sin viento y sin memoria
Olvidarte de todo y que todo te olvide"

(HUIDOBRO: Sino y Signo, de El ciudadano del olvido)

Casi mueve a risa que debamos reunimos aquí para defender la posición
que le cabe a la memoria en la percepción de una idea de país. Es un síntoma de
la debilitada salud mental en que se debate la comunidad nacional como secuela
de la barbarie autoritaria reinstalada en Chile en 1973 y continuada en los años
90 bajo formas más sutiles, vale decir,\tecnificadas, pero que sirven, por un lado,
al objetivo de garantizar impunidad a los responsables políticos de los graves
errores cometidos en materias que afectan los derechos de las personas y, por
otro, al de mantener a las grandes mayorías al margen de las decisiones acerca
de los temas y problemas que requieren de urgente atención.
De modo que ocuparse en recordar obviedades, como que la memoria
nos permite marcar el paso del tiempo, o que es la fuente de nuestra identidad,
la base existencial de nuestro proyecto de vida, o que sin memoria nunca sa­
bremos lo que somos o lo que queremos ser, sólo encuentra sentido en una
comunidad en proceso de cretinización. Por otra parte, la fantasía de preten-

1 Universidad de Los Lagos.

347

ÉÁ
der construir futuro a partir del olvido, proyecto avalado incluso por los secto­ ¿Cómo nos sugieren hoy que olvidemos? Lo primero que llama la aten­
res ilustrados e inteligentes de nuestra actual clase política, abre serias dudas ción es la insistencia en invitarnos a negar las características trágicas de lo
respecto de la capacidad de nuestros líderes de hoy para encontrar un camino sucedido y a reducirlo en la tesis de que hubo que aceptarlo como opción por
viable que conduzca a la comunidad nacional hacia acuerdos sociales amplios, el mal menor, en el contexto -supuesto- de una guerra regular. En segundo
donde sea posible recuperar un marco valórico mínimo que permita resolver término, se ha instalado la cooptación como instrum ento para filtrar -cuando
las disfunciones psicoculturales que manifiesta nuestra convivencia. no contener- la crítica formal en diferentes planos, proveniente de los agentes
¿Qué es lo que quieren que olvidemos? Se pretende evitar hacer la com­ sociales más lúcidos. En tercer lugar, la entronización sistemática del hedonis­
prensión de la violencia autoritaria como una agresión genocida del Estado mo en el inconsciente colectivo y cuyo objetivo es minar la capacidad para
vuelto en contra de su propia comunidad. Todo bajo la delirante hipótesis de resistir culturalmente a través de la asunción de compromisos compartidos.
que parte importante de ésta se encontraba al servicio de potencias foráneas. En cuarto lugar, el establecimiento de la banalidad como contenido de los dis­
Quieren que nos olvidemos de las arbitrariedades cotidianas sufridas durante cursos presentes en los distintos medios, pero especialmente en la televisión,
más de una década, en que no pudim os expresar nuestras opiniones; en que cuyo objetivo intermedio es reducir la problematización de la existencia con la
nuestras cartas llegaban abiertas; en que se nos despidió del trabajo o se nos finalidad de facilitar el adiestramiento masivo en la adquisición de hábitos
impidió estudiar, debido a la delación caprichosa de cualquier vecino, colega o consumistas. En quinto lugar, el posicionamiento del consenso forzoso como
funcionario de m enor categoría; años en que las universidades fueron dirigi­ única vía válida para la resolución de los conflictos, con lo que se impide dis­
das por militares en servicio activo y el arte era objeto de la censura castrense. cutir los temas y problemas a fondo y, de paso, se descalifica al conflicto en
Quieren que olvidemos los secuestros de que fueron objeto los civiles, a cual­ tanto trámite de confrontación valórica necesario para arribar a soluciones es­
quier hora y en cualquier lugar y las torturas brutales que muchos chilenos y tables. En sexto lugar, la descalificación de la disidencia y del disidente a quien
chilenas -incluidos menores de edad-sufrieron en el mayor desamparo jurídi­ se colige como desleal, cuando no de traidor. En séptimo lugar, la tecnificación
co que se recuerde, solo comparable a las agresiones sufridas por los patriotas de la burocracia, que implica incorporar tecnología informática para sistema­
durante la restauración hispánica. tizar y centralizar el control individual de las personas. Se trata, pues, de olvi­
Pero, sin duda, el más vergonzoso de los olvidos que desean imponer­ dar la tragedia, pero recordar las cuotas por pagar. La clase política no es ino­
nos, es el que se refiere al desaparecimiento de los cuerpos de las víctimas de cente de colaborar en este show del olvido, como tampoco es inocente de ha­
muerte. Niveles básicos de aptitud moral e intelectual, permiten tener presen­ berse esforzado en dar crédito a la fantasía de la reconciliación. Uno de los
te que la clausura del duelo es una necesidad hum ana ancestral, la que debe beneficios de la detención de Pinochet en Londres, es que ha puesto fin a esta
ser satisfecha entre miembros de una misma especie. ficción y abre alguna esperanza de mellar el carácter -hasta ahora invulnera­
Insistir en la patológica visión del adversario como un animal, significa, ble- de la impunidad.
en nuestra época, asumir la realidad con estructuras mentales incivilizadas, lo Es absolutamente necesario para la convivencia nacional que se termine
que resulta preocupante cuando se trata de instituciones públicas con alta ca­ con la impunidad. Su entronizamiento en todos los niveles del quehacer ciuda­
pacidad destructiva. dano resulta tan evidente como dañino para nuestras instituciones y un pésimo
modelo para las nuevas generaciones de connacionales, dando pie al descrédito,
"No son recuerdos los que se han cruzado el escepticismo, el relativismo valórico y la indolencia. Un país enfermo no po­
ni es la paloma amarillenta que duerm e en el olvido, drá competir con éxito en los exigentes mercados internacionales.
sino caras con lágrimas, / dedos en la garganta,
y lo que se desploma de las hojas:
la oscuridad de u n día transcurrido,
de u n día alimentado con nuestra triste sangre."

(NERUDA: No hay olvido, de Residencia en la tierra)

348 349
Parte dos: para una memoria de la poesía del ideologismo proselitista, por ejemplo- encarando el estudio de los principa­
les problemas de la sociedad contemporánea con el empleo de recursos expresi­
vos extraídos directamente de la comunidad lingüística -las palabras de la tribu-
"Interminable se haría mi ronda, mi coro, mis aires con ancha sal, (A escupitajo limpio / Yo me arrodillo y beso la tierra / A la vez que me como un
mis oídos de ayer, mi hoy con mi ¡ay!, mi m añana con un Elqui eterno churrasco).
donde un mi niño espante por siempre el olvido de mi frente
como una mosca mala".
Teillier: muertes y maravillas
(GABRIELA MISTRAL: Recado de las voces infantiles, de Materias)
Teillier nació en Lautaro en 1935 y aunque se incorporó al generalizado
éxodo provinciano hacia Santiago al promediar el siglo, él, anímicamente, nunca
Nicanor Parra: obra gruesa abandonó su pueblo y, literariamente, supo asumir el cosmopolitismo propio
de los buenos escritores sin desdeñar su cultura de origen. Más bien, constru­
La obra poética de Nicanor Parra constituye una demostración fascinan­ yó su obra desde la cultura de ese sur fronterizo cruzado por etnias amerindias
te de la infinitud de los caminos a seguir en la creación artística. Cuando se y europeas. Por sobre su crítico, autocrítico y lúcido spleen, Teillier fue un
piensa en la envergadura estética de los proyectos poéticos con los que el poeta poeta de éxito en el más noble sentido que tiene esa palabra ya sin sentido.
chillanejo hubo de convivir -Huidobro, Mistral, Neruda, De Rokha- pareciera Escribe, desde la poesía, para la vida y los que sobreviven en ella todavía a
imposible la construcción de una opción distinta y personal que aportara planos flote en el m ar tenebroso del mercantilismo.
de interpretación nuevos ytrascendentes de la realidad social desde la poesía. Su poesía es éxito en el ánim o de los hom bres y las mujeres que
La obra de Nicanor Parra fue un hito macrorreferencial para la genera­ deam bulan en estado de alerta vital y no en los bolsillos de los editores que
ción de poetas chilenos a partir de los años 50 y que salvó a nuestra poesía del prestan oxígeno a la literatura a cambio de protituirla para ofertarla a lecto­
anquilosamiento o la repetición decadente a la que parecía condenada con el res fomes que se acuestan con ella no para hacer el amor, sino para dormirse
surgimiento y la consolidación del proyecto poético nerudiano. (Jóvenes/ Es­ pronto. "Mi castigo es no querer sobrevivir la inm ortalidad", escribe Teillier
criban lo que quieran / En el estilo que les parezca m ejor/ H a pasado demasia­ en el poem a "Tras releer a Li Tai Po", a quien oye con la familiaridad con que
da sangre bajo los puentes / Para seguir creyendo -creo yo / Que sólo se pue­ se escucha hablar a un herm ano muerto. Y lo mismo a Char, a Perse, a Esenin.
de seguir un camino: / En poesía se permite todo.) Y sobre todo a Georg Trakl, con quien le unen clarísimos lazos de oscuridad.
Parra le devolvió a la poesía latinoamericana la posibilidad de concebir Teillier fue erudito sin pedantería. A nadie llamó para instrumentalizarle,
conceptualizaciones diferentes para la estética literaria; refundó una visión de para arrim arse asfixiado, sino para invitarle a com partir -en la fugacidad
m undo no autoritaria, una especie de catapulta diversificadora de opciones de eternizante del poema- un vaso de vino en el laberinto de los significados
trabajo y de tratamiento del lenguaje poético. Resituó a la poesía en el centro de paralelos.
la vida, como parte de ella y ya no sólo como aderezo retórico. La hizo un instru­ "Yo no sabía que iba a viajar bajo tantos cielos agonizantes", escribe
mento de análisis y comprensión de la cultura contemporánea, resignificando el desde el dolor, que no de la frívola soledad requerida por los excesivamente
valor de las experiencias cotidianas. El impacto de su lenguaje, por otra parte, ocupados del establishment.. "Yo no sabía que iba a cumplir 50 años sin na­
contribuyó a arrojar luz sobre valiosas obras de otros autores más jóvenes -Teillier, die". Teillier encamó la soledad de la poesía misma en el m undo que pierde
Lihn- las que sin el sacudón de asertividad que significó la antipoesía, más difí­ sus referentes ancestrales y que cree hallar compensación en la retórica del
cilmente hubiesen podido sobrevivir a la unidimensionalidad valorativa del aquí y el ahora, entendida casi exclusivamente como satisfacción del hedonis­
género imperante durante los años de la institucionalidad poética nerudiana. mo sensorial, restringiendo la instrucción del espíritu y el refinamiento inte­
"Obra Gruesa", cuya primera edición data de 1969, es un libro límite en la lectivo en los medios de comunicación social. Es también la poesía de la pro­
poesía latinoamericana del siglo XX. El género dejó de ser parte del decorado vincia avasallada por la dietética metropolitana (es decir, una estética light)
social e inició el ejercicio de un rol sociocultural más amplio -como desacralizador

350 351
que prefiere canonizar a quienes nunca reconocerán el calor de la leña, y no a actuar, cuestión que él supo resolver con singular gesto técnico, teatralizando
quienes se reúnen en tom o a ella para hablar del cochayuyo y las garlopas. él mismo el personaje-discursivo creado en su imaginación y superando los
Acaso la propia experiencia existencial de Teillier, con su rica sensibili­ márgenes del texto-libro.
dad poética arrinconada en los bares de la gran ciudad, exprese los límites del Por otra parte, cabe destacar su preocupación por el ejercicio de la crítica
proceso concentrador de recursos hum anos de la capital de Chile y prefigure literaria formal -demasiado sólida para ser abundante- aspecto de su trabajo
el inicio de una época nueva, en la que los chilenos y chilenas residentes en las que necesita ser sistematizado para beneficio de los autores jóvenes. El impacto
regiones, tengan oportunidad de alcanzar la plenitud hum ana y vocacional en de la obra de Lihn está recién en proceso de institucionalización en el sistema de
los lugares en que han nacido. Si esto no es así, es posible que el acento crítico- comunicaciones literarias del país. La postergación de un reconocimiento nacio­
decadente que caracteriza la poesía que se escribe en Santiago (y que la reali­ nal amplio se explica con sus propias palabras: "los agentes dominadores y do­
dad del centralismo yergue como "oficial") continúe marcando los estilos y minados de la censura, propician e instauran la escritura de la docilidad, efusio­
contenidos del género en el país. M ientras tanto, quienes hemos visto florecer nes sentimentales que flotan a favor de la corriente con su baba".
la higuera en la noche de San Juan (lo cual, por cierto, es una verdadera men­
tira) sabemos quiénes son nuestros poetas (catalizadores y custodios sin ejérci­ La dinámica grupal de los 60
to de lo más valioso que tienen la naturaleza y la cultura) y no esperamos que
nos iluminen sino los destellos de la imaginación, que alum bran para siempre.
La bifurcación Teillier-Lihn que se establece después de Parra, se con­
vertirá en dispersión de los referentes poéticos en la segunda mitad de los
Enrique Lihn: la musiquilla pobre del paseo Ahumada años 60. Se clausura la institución del vate universal y la actividad se reparte a
lo largo del país con el funcionamiento, más o menos formal, de diversos gru­
La poesía de E nrique Lihn continuó adelante con el proceso de pos: Trilce, Arúspice, Escuela de Santiago, Café Cinema, Tribu No, Tebaida,
racionalización del discurso poético iniciado por la antipoesía. La impronta suelen ser mencionados con distintos énfasis y propósitos metodológicos, a
crítica e irreverente de su expresión pudo, mejor que otros -emocionados pero veces, incluso, con fines meramente onomásticos. Pero cabe reconocer, al me­
lesos-, perforar los muros de la censura y saltar los de la autocensura, con ese nos, que una parte importante de la actividad poética relevante comenzó, en­
refinamiento que otorga el conocimiento acotado del objeto acerca del que se tonces, a desarrollarse fuera de Santiago. La consolidación de algunos centros
escribe. Así como Teillier se hizo cargo del Chile mítico en extinción heredado universitarios de provincia, el desarrollo del transporte, el progreso de la tec­
de la tradición m ral pueblerina, Lihn asumió en su poesía las contradicciones nología comunicacional y de los medios, la mejoría de la oferta laboral local,
del Chile cosm opolita surgido en la u rbanidad m etropolitana, donde la entre otros factores, explican parcialmente este acontecimiento.
marginalidad dejó de ser m ansedum bre fatalista para exteriorizar su resenti­ Uno de los efectos inmediatos de esta suerte de descentralización de la
miento a través de actitudes agresivas. actividad literaria fue el incremento de la difusión de la poesía, especialmente
Aunque su lenguaje se m antuvo cercano a la doxa, se cuidó muy bien, chilena, y la movilidad, a través de territorio nacional, de los distintos autores.
en su aparente cripticidad, de caer en la neutralidad valórica. Su lucidez estu­ Una notable contribución prestaron las revistas y boletines que editaban los
vo al servicio de lo recto y su lógica tenía como objetivo desarticular la false­ respectivos grupos, facilitándose la colaboración entre los escritores y propi­
dad y la im postura del pensamiento tanto en el discurso público como en el ciando la diversificación temática y estilística del trabajo. Una revisión de los
oficio literario, vía que profundizó después Juan Luis Martínez. En sus poe­ nombres de los integrantes de esos grupos, dem uestra que gran parte de los
mas, tras el proceso de desconstrucción al que somete las imágenes, asume autores que hacen hoy el status activo de la poesía chilena, estuvieron vincula­
como propio el patetismo de una realidad erguida sobre hipótesis falsas y pro­ dos a ellos (Ornar Lara, Federico Schopf, Oscar Hahn, Jaime Quezada, Floridor
pone, de continuo, la restauración de cierta ética mínima que haga posible la Pérez, Gonzalo Millán, Javier Campos, José Cuevas, Naín Nómez, Cecilia Vi­
convivencia. Para no decaer en el moralismo ramplón, prefirió el hum or -casi cuña, Claudio Bertoni, Juan Cameron). Con la instalación de la dictadura los
siem pre irónico, m ás fiel a su naturaleza ilustrada- de la representación grupos dejaron de funcionar y sus miembros se dispersaron, muchos de ellos
paródica, lo que le implicó una doble aptitud estética, la del pensar y la del al exilio, donde continuaron trabajando bajo condiciones distintas respecto de

352 353
las que enfrentaron quienes se quedaron en el país, complej izando aún más el co-testimonial; Mauricio Redolés, que trajo de vuelta una saludable actitud de
canon ascendente de la diversificación. desinhibición en el uso del lenguaje; Jorge Torres, que desde 1976 ha persistido
en el sur escribiendo una poesía que reúne escepticismo y experimentación;
Poética del estado de sitio Elicura Chihuailaf, el poeta mapuche que bien expresa el angustioso trance de
adaptación que vive su pueblo a una sociedad que le estigmatiza; Elvira
El discurso poético actual se alimenta, pues, de una multiplicidad de Hernández, cuya poesía ha permanecido lúcida, desde su ambigüedad, en el
discursos provenientes de distintas épocas y territorios, entre los cuales, los estudio de los iconos del lenguaje-país, sobrellevando la discriminación ma-
contemporáneos no siempre resultan ser los más relevantes. El mismo status chista y autoritaria del establecimiento poético nacional.
de la contemporaneidad está surcado por autores de distintas edades, calidades Por favor, entiéndanse estas palabras como una visión restringida y pre-
y estilos. Se llega a una conversación iniciada hace bastante rato en la que inter­ ferencial, nunca taxativa, de un escritor que ha hecho su trabajo apartado de
vienen muchos interlocutores que tienen en mente propósitos diferentes -seme­ los centros del poder. He procedido con escrupulosa parcialidad con el objeti­
jante a lo que puede advertirse en los chat de internet-. De manera que, salvadas vo de mantenerme apegado a mi propio parecer. Agradezco a los organizado­
estas relativizaciones ineludibles, se puede señalar a algunos autores más o res de este encuentro por la confianza depositada en mi persona y al público
m enos de m i generación -que alguna vez d enom iné "castrada", como presente por la atención dispensada.
radicalización de la desgracia respecto de lá anterior "diezm ada", pero que en
ningún caso es "NN", puesto que no estamos ni muertos ni anónimos, en tan­
to hemos publicado, y podemos aún escribir u n p ar de libros más, aunque sea
con voz de castrati- entre los que menciono con total gusto a Diego Maquieira,
particularmente por su potente obra La Tirana, un modelo de afiatamiento
entre coloquialidad, m etáfora, estilismo y hum or; a Raúl Zurita, básicamente
por su obra Purgatorio, donde más bellamente he leído la demencia y la cruel­
dad -signadas a nivel del lenguaje- de la prim era época de la dictadura, pero
donde es el lenguaje y no la anécdota el soporte de la belleza, abriendo posibi­
lidades expresivas indiscutiblem ente nuevas entre nosotros; a Juan Luis
Martínez, cuya obra La nueva Novela es, sin dudarlo, la que más ha expandi­
do nuestra conciencia acerca de las posibilidades expresivas de la palabra y la
imagen en la formación de síntesis y en la cons(des)trucción de sentido de la
realidad. Para mí es el N°1 de los poetas más cercanos a mi generación, es el
que más rotundam ente comunica el imperio de la racionalidad dominante y
desenmascara la hipocresía e inconsistencia de la retórica, no sólo literaria,
sino discursiva en ion sentido amplio. Hoy puede ser considerado un poeta
para poetas (quizás ni siquiera para todos los poetas), pero m añana sus traba­
jos serán consultados para enseñarles cómo pensar a los niños.
Otros los hay, que, yendo y viniendo, han hecho una contribución que
en el futuro podrá evaluarse con m ayor ecuanimidad: Rodrigo Lira, que po­
tenció u n discurso radicalmente depresivo y a quien puede considerársele víc­
tim a de la cultura psicótica impuesta por la dictadura; José María Memet, de
gran actividad en los primeros años del régimen militar cuando fue referente
contestatario obligado para los autores jóvenes de provincia con su poesía líri­

354 355
Músicas populares, memoria y nación
(o el caso de la invención musical de Chile)

Rodrigo Torres1

"Desde hace 25 siglos el saber occidental intenta ver el mundo.


Todavía no ha comprendido que el m undo no se mira, se oye.
. No se lee, se escucha".

Escuchar, memorizar es poder interpretar y dominar la historia,


m anipular la cultura de un pueblo, canalizar su violencia y su espe­
ranza.

Jacques Attali

En la experiencia cultural de este siglo la música popular aparece como


un fenómeno de especial gravitación y relevancia social. En sí remite a una
variada gama de prácticas y géneros musicales que tienen en común la im­
pronta de lo urbano, lo moderno y lo (mass)mediático. Nunca antes la música
fue tan cotidiana en la experiencia social y nunca antes alcanzó tal grado de
masificación como objeto de consumo. Con razón se ha considerado a la cons­
telación que estas músicas configuran como la más reciente ecumene musical
de Occidente.
Hoy, a fines del siglo, cuando notoriamente se erosiona el prestigio y
funcionalidad del Estado-nación y su monopolio político, pensar en el lugar y
sentido de las músicas populares para los individuos y la sociedad chilena, es
invocar un haz de cuestiones que resumen preocupaciones y tendencias centra­
les en la definición del país, como proyecto de moderna nación occidental, así
como los descalces de éste con la sociedad real. Desde la experiencia de estas
músicas -afirmamos-, es posible apreciar, por ejemplo, las fricciones sociales que
genera la idea de nación integrada y homogénea; o bien, la porfiada y problemá­
tica presencia de expresiones divergentes del canon oficial y son emblemáticas
de marginalidades históricas o de nuevos estilos de vida emergentes.

Musicólogo, Universidad de Chile.

357
Por otra parte, siendo la experiencia de la música popular, especialmen­ De esta forma, apelando al estatuto clásico grecolatino se relega a las
te a través de sus iconos fundamentales (músicos, obras y eventos), una di­ músicas populares del dominio del arte y se las ubica en un lugar intermedio y
mensión clave en el imaginario colectivo y en la construcción de modelos del ambivalente en el continuo cultural:
memoriar, de enorme importancia en la vida de cada generación, es también y "La música popular se encuentra en una posición intermedia entre el fin
por lo mismo, una fuente desde donde realizar una lectura del pasado alterna­ primordialmente estético de lo docto y la función primordialmente social
tiva a la de la historicidad hegemónica. de lo folklórico, sin que ello le impida, muchas veces con éxito, incursionar
Lo que intento poner de relieve sum ariam ente es el hecho -largamente en ambos sectores, especialmente en el segundo de ellos"4.
ignorado en los relatos académicos- de quefía música popular, por su ubicui-
Habitualmente las populares son categorizádas como las músicas de la
dad e intensidad emocional, es en Latinoamérica una forma privilegiada e
moda y del divertimento social -"(...) la música popular obedece a una
ifreemprázabie de su memoria, entendida ésta como mecanismo del proceso
moda y satisface necesidades de esparcimiento". (Claro op. cit.: 8); "su fun­
colectivo de hacer comunidad. Y es por ello puerta o puente que conduce ha­
ción es eminentemente de entretención (...)" (op. cit.: 9)-; siendo por ello
cia una más pléná'comprensión del pasado, a relativizar la representatividad
calificadas de triviales y efímeras, incapaces por tanto de trascender y de
de ciertas músicas erigidas ad etem um como cristalizaciones sonoras de un interpelar a lo hum ano profundo.
cierto relato de lo nacional, y apertura a la diversidad de sistemas musicales Si el arte es en sí memoria, ¿qué valor se les asigna a estas músicas po­
que cohabitan nuestro territorio. En el fondo, se plantea que una de las condi­ pulares como fuente y experiencia del memoriar colectivo en una nación como
ciones para crear "memoria para un nuevo siglo" -el lema de este seminario- la nuestra?
es el repensar el país desde la experiencia histórica de sus músicas populares, Para una visión contemporánea, atenta a la experiencia cultural real de
cuya consideración aquí reivindicamos como espacio social multifuncional: este siglo, es necesario dimensionar a las músicas populares ya no sólo como
generador de memoria, sede de la configuración de prototipos identitarios y un otro tipo o estrato musical, sino como una formación compleja que consti­
de la sedimentación de narrativas urbanas colectivas. tuye -afirma Bastos-, el tercer universal musical de Occidente5. El núcleo duro
de esta nueva ecúmene occidental cristaliza entre los años 30 y 60 de este siglo
Músicas cultas y populares en tom o al eje "jazz-rock" y consolida un sistema planetario, específicamente
ligado a la industria del entretenimiento y al show business6. De ahí que "cuan­
do las músicas populares aparecen, lo hacen en bloque, manifestándose como
Un problema para la perspectiva de interpretación anteriormente seña­
un fenómeno global de la modernidad reciente extendiéndose transversalmente
lada -y que en esta década ya comienza a resolverse2- es aquella posición res­
de occidente a oriente, del prim er al segundo y tercer mundos, y constituyén-
pecto de las músicas populares que, al adjetivarlas de "comerciales" y trivia­
les, les niega una funcionalidad artística y estética, atributo que la tradición
musicológica de Occidente ha reservado como dominio casi exclusivo de las
Loc. cit.
músicas doctas o cultas. Rafael Menezes Bastos, “Músicas Latino-Americanas, Hoje: Musicalidade e Novas Fronteiras’f, en
"La llamada música docta persigue principalmente un fin estético, es ela­ Actas del II Congreso Latinoamericano de la International Association for the Study of Popular Mu-
borada y presupone condiciones y preparación especial para realizarla. Es sic (IASPM), realizado en Santiago, 24-27 de marzo de 1997 (Santiago 1999:23). Emplea el concepto
tan necesaria como la educación, la ciencia o la tecnología, y, como ella encar­ de “universal” en cuanto lenguaje delimitador de un determinado sistema socio-cultural (“universo”).
El primer “universal” musical de Occidente fue el Canto Gregoriano, motor simbólico de un proceso
na mejor que ninguna los ideales de orden, equilibrio y belleza universal que colonizador que llevó la cristiandad -entonces el catolicismo- a toda Europa. El segundo “universal”
enunciaban los clásicos griegos, su influjo en la humanidad es vital".3 fue la Música Occidental de los siglos XVH-XIX, que la rediseñó como “concierto de naciones” en el
contexto de las relaciones de las naciones-estados modemos/coloniales. En esta cadena cada “univer­
sal” absorbe al anterior, reconstruyéndolo como pasado arquetípico y original.
Bastos considera al jazz y al rock como un continuo de “lenguaje”, atópico o desterritorializado -tanto
Al respecto ver, entre otros, los trabajos de Luis Advis, Sergio Araya, Juan Pablo González y Fabio Salas. como el Gregoriano y la Música Occidental de los siglos XVH-XIX- en su proceso de difusión mundial,
Samuel Claro Valdés, Oyendo a Chile, Santiago: Andrés Bello, 1979: 9. que no excluye sus realidades locales originarias tanto como su diversidad.

358 359
dose en un elemento particularmente relevante de construcción identitaria de de géneros urbano-populares era razón para ser estigmatizado de indigenista,
las naciones-estados modernos y de la expansión del 'concierto de las nacio­ criollista, folclorista, nacionalista, populachero, etc. Ese fue el caso, por ejem­
nes'"7. Este configura un marco internacional que incluye a cada nación parti­ plo, de Pedro Humberto Allende y Carlos Isamitt, compositores identifica­
cular y da consistencia en un solo tiempo -global y local, regional y nacional-, dos con la cultura criolla y mapuche respectivamente. Y el de compositores
a géneros como el tango, el bolero, la rumba, el samba, la cumbia, el merengue, como Pablo Garrido, Carlos Meló Cruz y Roberto Puelma quienes desarro­
el blues, el rock, etc. llaron en paralelo una actividad como músicos populares en géneros como
el tango, la canción y el jazz.
Es la eficacia de esta 'narrativa culta de lo artístico', promotora del uni­
Lo popular y lo nacional versalismo eurocéntrico, la que permite a Domingo Santa Cruz, decano de la
facultad universitaria más importante del país en esta disciplina artística, re­
Si la idea de lo po p u lar está íntim am ente vinculada al desarrollo de sum ir lacónicamente la situación del vemaculismo indígena y criollo en la
los m odernos Estados nacionales, en el caso latinoam ericano y desde los música chilena en un par de lapidarias frases: "Isamitt se ha quedado solo con
tiem pos de Sarm iento está adem ás vinculada al dilem a entre civilización y su leyenda araucana" y Pedro Humberto Allende "no tuvo seguidores (salvo
barbarie. U na posición extrem a ha sido el considerar lo popular, junto a lo uno que otro imitador) en su nacionalismo"8. En buenas cuentas, antes que
indígena, como u n peso m uerto en la m archa del progreso civilizador que promoverlo más bien se descalifica al vínculo del arte culto con el m undo ver­
redim e la barbarie. Esta noción, asim ilada a la categoría sociocultural del náculo y popular. Incluso tal vínculo se reduce a una mera referencia a la natu­
llam ado "bajo pueblo", junto con aquella otra asociada a lo popular-co- raleza, socialmente despoblada por cierto: "El paisaje y el clima de Chile son
m ercial están en las antípodas de la llam ada "alta cultura" -representación como los de Europa. ¿Para qué, entonces, empeñarse en hacer indigenismo,
trascendente del canon occidental-, y por ello am bas están fuera de su ex­ criollismo, o 'exotismo pintoresco'?"9.
clusiva esfera. Por otra parte, ya no sólo lo telúrico-rural (lo indígena y campesino)
En nuestro país el relato histórico central, ha tenido su sede y filtro constituirá el único referente de lo popular-nacional. En efecto, desde los
principal en instituciones oficiales (Iglesia, Estado), celosas discriminadoras años 30 y con la consolidación de la tríada mediática radio-disco-cine sonoro
de lo que no hace sistema con su lógica.fiEn el caso de lo musical, a partir de y el desarrollo de la "cultura de m asas", gradualm ente se legitim arán como
la década de 1930, con la refundación de una nueva institucionalidad artísti­ parte de lo popular-nacional expresiones musicales surgidas en las urbes,
ca bajo el alero estatal-universitario, se establecieron nuevos modelos de un con particular arraigo en los suburbios de la gran capital. |*rc>nto las músicas
proyecto cultural de sesgo académico, que adjudica a la música culta o docta urbanas populares serán el eje de un masivo circuito urbano de producción
la función artística por excelencia, a la tradicional vernácula (folclore) la fun­ musical, de poderoso influjo en la m oderna vida cultural del país. Si en la
ción de testimonio expresivo de un "otro" subordinado y distante, y a la prim era m itad del siglo lo popular fue segregado desde la "narrativa culta
popular la función de divertim ento social, cuya condición musical se consi­ de lo artístico", en los últimos 50 años y de la m ano con los procesos de desa­
dera degradada por comercializada y m asivajLa academia será entonces el rrollo industrial y cambios culturales y sociales, progresivam ente fueron per­
eje de la tuición oficial del arte y de la artesanía (música docta y folclórica, diendo su vigencia y sentido las barreras im puestas desde la "alta cultura" e
respectivamente), quedando las músicas populares urbanas solamente aso­ irrevocablemente fue cambiando la percepción de lo popular, al punto que
ciadas a la arrolladora industria cultural. una serie de prácticas y repertorios musicales considerados chabacanos, vul­
Hasta los años 50, para un compositor chileno representaba un conflicto gares, de mal gusto, huachacas, cebolleros, etc., llegarán a ocupar un lugar
entrar en relación con el campo de las alteridades del canon artístico oficial; destacado en las nuevas representaciones culturales. \¡
así, el registro y reelaboración de lo rural-popular (folclore campesino) o el uso
Citado por Gilbert Chase en Introducción a la música americana contemporánea. Buenos Aires:
Editorial Nova, 1958: 74.
Loe. cit. Op. cit.: 75.

360 361
Con el advenimiento de los años sesenta se agudiza la problemática hacer folclórico nacional. También exportamos nuestra música a todo el m un­
vecindad de las distintas clases y grupos sociales al mismo tiempo que se do y, lo que es más importante, enseñamos a am ar lo chileno y sus valores
abren puentes para transitar entre estos mundos culturales segmentados. tradicionales".
"Entregamos la tradición de un pasado glorioso, que nos debe servir en
Músicas populares y la invención musical de Chile el presente y en el futuro".10

Un debate permanente, casi mítico y que atraviesa en diagonal toda la


Nuevos géneros musicales / Nuevos referentes
historia patria, es el que gira en tom o a la identidad nacional. En esta perspec­ identitarios
tiva, la sociedad chilena ha generado en el seno de sus prácticas institucionales
diversos prototipos simbólicos que han cumplido -para su reproducción- la El descalce del canon de la hacienda y del huaso como representación
función identitaria, con sus respectivos programas y mecanismos de inclusión hegemónica de lo nacional comienza a ocurrir hacia la segunda mitad de la
y exclusión. Esta práctica fundamenta su acción en una suerte de "ideología década de 1950, en la cada vez más densa, diversa, conflictiva y acelerada vida
de las raíces", que en algunas posiciones extremas ha llevado su alteridad -lo de la metrópoli.
extranjero- al grado de la xenofobia. Durante la década de 1960, al tiempo que las ciudades crecen, surgen
En esta coyuntura algunos elementos de la cultura han sido selecciona­
nuevas formas de habitarlas, se multiplican los códigos, lugares y circuitos
dos, transformados en estereotipos y proyectados a todo el país; en tanto otros
asociados a la música y su uso masivo y cotidiano. Como formas de marcar
han permanecido desde siempre en las zonas sombreadas del mapa cultural
una presencia y /o u n dominio de tal o cual grupo, las músicas populares inva­
nacional.
den la ciudad. Además de los espacios habituales (teatros, locales nocturnos,
Un caso destacado, de carácter fundacional y aun de fuerte vigencia, es
radios, cines, etc.), ahora se multiplicará su cotidiana presencia en parques,
la reelaboración urbana de la música campesina del Valle Central, que instauró
plazas, colegios, instituciones, locomoción colectiva, lugares de trabajo, etc.,
un género local conocido como "música típica chilena" o "música criolla" o
por vía del creciente parque de radios a transistores y de programas musicales
"música huasa", y que cristalizó como estilo de creación, arreglo e interpreta­
realizados por DJ en las cada vez más numerosas radioemisoras, de los miles
ción musical hacia fines de la década de 1920.
de jóvenes aficionados con guitarras y cancioneros, y la eclosión por doquier
La hacienda, como metáfora del país, es aquí el modelo de base; de modo
de fiestas bailables juveniles en todos los barrios metropolitanos.
que lo que proyectan los conjuntos de este tipo, es una expresión con el sesgo
El posicionamiento urbano de grupos sociales que rondan y cuestionan
del hacendado y réplica de sus cánones. El prototipo cristalizador de esta co­
el poder -campesinos, obreros, estudiantes- se produce de la mano de nuevas
rriente es un cuarteto de jóvenes universitarios, llamado "Cuarteto Criollo
expresiones musicales que blasonan estas nuevas formaciones sociales y nu­
Chileno" en sus inicios y luego "Los Cuatro H uasos" (1927- ca. 1957), cuyo
tren sus subjetividades. El conjunto de todas ellas y su problemático convivir
influjo seminal se multiplicó en numerosas agrupaciones similares -Los Huasos
en la moderna urbe santiaguina es un referente de singular gravitación en la
de Chincolco, Los Provincianos, Los Huasos del Algarrobal, y particularmente
vida de esos agitados tiempos.
en Los Huasos Quincheros (1937-), principales cultores de esta expresión has­
! En lo que sigue mencionaré someramente aquellos géneros/movimien-
ta ahora. Con posterioridad al año 1973 esta agrupación adquiere rango de
tos musicales que en las últimas décadas han destacado por el grado de socia­
baluarte de la chilenidad oficial; por entonces sintetizan en las siguientes ex­
bilidad alcanzado y su capacidad de renovar el m odo en que el país se expresa
presiones el origen, función y sentido de este género:
y se representa a sí mismo. \
"Hacemos música del valle central porque es allí donde nació Chile. Es
allí donde se forjó la independencia y es allí donde nuestros proceres inculca­
ron el patriotismo".
"Hemos logrado imponer un estilo, una forma y un espíritu en el que­ “El patito... 40 años cantando”. Entrevista a Los Huasos Quincheros. En 7«ve«tMrf,N° 1, junio 1977:29.

362 363
Nueva Ola do por la Pontificia Universidad Católica de Chile. En la final de este evento,
en 1969, las declaraciones del autor y de uno de los intérpretes de la obra gana­
dora, "Plegaria a un labrador", hacen manifiesto el sentido de esta canción
Coléricos, rebeldes sin causa, numeroso sector de la juventud urbana
urbana, la cohesión del grupo de músicos que la promueve, su fuerte arraigo y
adolescente fue el protagonista de la crisis intergeneracional de los años 60,
quienes adoptaron como su música y baile emblemáticos el rock and roll nor­ compromiso con un amplio movimiento popular y su proyecto político:
teamericano y las réplicas locales de este y otros géneros derivados, como el "Dedico este triunfo a los campesinos y a los jóvenes de Chile. También
a los que hacen de punta de lanza para que los medios de comunicación
twist y el go-go.
"El año 58 nos juntamos por casualidad con Peter Rock en un festival de un difundan la música que el pueblo quiere oír".12
liceo y formamos un dúo y luego agregamos más gente: Franz Benko, Roly "(...) Se manifestó ahí algo que había estado latente hasta entonces y
Arangua, Servando Cerda, Toly Ramírez y René Donoso, con los que configu­ esa canción fue la experiencia de la consolidación del movimiento de la
ramos el primer conjunto de la Nueva Ola propiamente tal, "Los Lyons", y Nueva Canción Chilena. Todo cambió a otro plano..."13
empezamos a actuar en forma profesional en la Radio del Pacifico. "..resume muchas cosas, está imbricada en los acontecimientos histó­
Había otros grupos pero Peter fue el primero que se atrevió a dar la cara y a ricos, significa lo que está pasando en ese m om ento, así lo sintió la gente.
salir a cantar en jeans, con zapatillas, con una casaca que tenía un dragón en la Capta esa cosa épica del pueblo. Ganó el festival en otro sentido: ganó un
espalda y a competir con las grandes orquestas de la época [Huambaly, nuevo espacio para la N ueva Canción Chilena. Ganó, se avanzó y se die­
Peniques, Ritmo y Juventud]. En un festival que se hizo en el Teatro Caupolicán ron vuelta muchas cosas. Ahí se notó una nueva dim ensión de la canción
chilena"14.
para celebrar la Noche de los Músicos, estaban todas las orquestas de este país,
repleto el teatro y nos llevaron como una novedad rara. Eramos "los coléri­ "Chile está luminoso, caminando a pasos agigantados hacia un futuro
cos". Nos anunciaron y quedó la escoba... la gente empezó a gritar, a saltar, de liberación, luchando fuertemente porque no se nos quite de las manos
antes que tocáramos una sola nota. Nos conocían por la radio. El griterío era ese poder que costó tanto sacrificio y lucha. Creemos que Chile vive un
tan grande, que no podíamos escuchar lo que cantábamos. Ahí nos dimos cuenta momento m uy importante, en el cual la juventud juega un papel como nunca
que lo que hacíamos podía llegar a convertirse en algo realmente popular"11. lo hizo antes, por su vitalidad, energía y conciencia de lucha"15.
Con posterioridad al Campeonato M undial de Fútbol de 1962 realizado La perspectiva que se abre entonces a este movimiento de la canción
popular y los acontecimientos de los años posteriores, la transformarán en un
en el país y del impresionante éxito del "Rock del m undial" de Los Ramblers,
el movimiento nuevaolero se castellaniza y entra en su etapa culminante. nuevo emblema musical del país, dramáticamente proyectado al m undo con
el exilio y la diáspora posterior al golpe militar de 1973.
Nueva Canción Chilena: nueva épica para una nueva época Balada rockmántica o bolero-beat
Los estudiantes, intelectuales, artistas -rebeldes sin pausa-, que actúan
en referencia a horizontes épicos/éticos de sentido libertario y revolucionario, Si hasta los años 50 la "escuela latinoamericana de educación sentimen­
tal" tuvo su epicentro en el bolero centroamericano -con insignes protagonis­
elaboran sus propias expresiones identitarias. Adquiere importancia la pre­
tas chilenos, como Lucho Gatica-, tendrá en los años 60 un reciclaje renovador
gunta por la historia, por América, por el pueblo y su proyecto. Hace sistema
en nuestro país. Primero, comenzando la década, con el arraigo del bolero y el
con el m ovimiento artístico cultural progresista en marcha desde décadas an­
vals andinos (Perú, Ecuador), géneros cultivados por cantantes de gran popu-
teriores -del que Neruda es figura paradigmática-, y que logra consolidar un
duradero pacto social entre arte y política. Un hito cristalizador de este movi­
miento musical fue el Primer Festival de la Nueva Canción Chilena, organiza- Víctor Jara, Ercilla, julio 1969.
Eduardo Carrasco, entrevista inédita, 1980.
Op. cit.
Jorge Pedreros. Entrevista inédita realizada por Desiderio Arenas, mayo 1998. Víctor Jara, El Popular, Montevideo, 1969.

364 365
laxidad como Ramón Aguilera, Lucho Barrios (peruano), Luis Alberto Martínez nalista -"Todos juntos y en pelota"18-, es elocuente del rechazo institucional
y Palmenia Pizarro. que gatillan estos jóvenes y contrasta con el discurso de los propios m úsi­
"Dos cositas. cos respecto de su búsqueda:
Una, el bolero es el imperio de la cursilería, la apoteosis del lugar co­ "La música es una forma muy pura de comunicación. Creemos que ex­
mún, el arzobispado del concentrado de cebolla, la manufactura del suspi­ presa la cultura de un pueblo. La cultura chilena se está descubriendo a sí
ro, la intendencia de los corazones quebrados, el hotel de los cornudos. misma. Creemos que mientras más los artistas y los músicos busquen en
Dos, el bolero es la música preferida del pueblo".16 sus propias raíces, podremos reencontrar el sueño americano".19
Posteriormente, la súbita popularidad en 1969 de una versión local, Y una vez asentado en el país, lo que se llama rock desarrollará diferen­
m odernizada y con amplia proyección continental del cancionero romántico tes propuestas con fuerte arraigo social: es el caso del rock imprecatorio de los
instaurará un nuevo icono, hecho en Chile, del romance latinoamericano. Se 80 en la voz de Los Prisioneros y en los años 90 -década que se abría con el
trata de un género musical cuyo sonido característico, estructuras musicales, anuncio de resonancias quiméricas: ¡Chile, la alegría ya vienel-, jóvenes
tipos de letras, estilos de interpretación y de recepción, da generoso y renova­ poblacionales han otorgado rango emblemático a diversos estilos de rock, y
do cauce a la expresión del sentimiento popular y aunque motejado de "cebo­ cuya práctica local aglutina en su espacio a un vasto movimiento juvenil de
lla", hizo escuela en Latinoamérica, especialmente con Germaín de la Fuente y signo contestatario, expresivo de las problemáticas que viven los jóvenes.
Los Ángeles Negros, los primeros consagrados, y luego Los Galos. Otros gru­ Para la coda, dos cosas. Una, en el marco de la experiencia del país en
pos son Los Cristales, Los Golpes y Capablanca. los últimos 50 años, destacar la relevancia social y cultural de las músicas po­
"Las dos primeras canciones que grabaron Los Ángeles Negros, 'Por­ pulares en tanto han constituido un espacio fundam ental de expresión de las
que te quiero' y 'N unca te olvidaré', fueron canciones netamente románti­ nuevas sensibilidades y sentidos surgidos en la sociedad chilena en este tiem­
cas y ese estilo estaba pintado para México. Germaín era como un Yaco po; y dos, reivindicar a las músicas populares como m odalidad y lugar privile­
Monti, más limpio, con un vibrato más claro. Tenía además unos matices giado donde se cruza y articula el tiempo histórico con el tiempo del cotidiano,
similares a los que tenía la voz de Javier Solís. Era una balada sudamerica­ el imaginario social general con lo subjetivo individual, situación que las cons­
na con sentimiento mexicano, con letras populares, de muy fácil llegada. tituye en camino para transitar colectivamente hacia el futuro desde el des­
Por eso, el éxito fue internacional".17 concierto de este fin de milenio.

Rock chileno

M ovimiento de jóvenes surgido a fines de los años 60 y que en agru­


paciones como Los Jaivas se expresa como búsqueda de pertenencia a la
cultura local, de arraigo al terruño, es sin d u d a referencia de un dinám ico
segm ento de la juventud libertaria pero no directam ente adscrita a organi­
zaciones políticas. La transgresión de códigos y norm as de com portam ien­
tos se correspondía con resistencias y censuras del medio. Así, las prim eras
"críticas" a su actividad m usical en ese período -señalan integrantes del
grupo- fueron titulares y crónicas en la prensa cuyo tono de mofa sensacio-

Antonio Skármeta, “Ramón Aguilera. El bolero del fin del mundo” , en La Quinta Rueda, junio
1973, N° 7: 6.
Nano Concha, de Los Ángeles Negros. Entrevista inédita realizada por Desiderio Arenas, mayo Diario El Clarín, Santiago, enero 1970.
1998. Ricardo García, “Los Jaivas: modelo para armar”, Ramona, N° 9 0,17 julio 1973: 13

366 367
1988 La Negra Ester 1998

Violeta Espinoza1

La negra Ester estuvo en cartelera en Chile desde diciembre de 1988


hasta marzo de 1998, y aunque esta exhibición no fue continua se presentó en
tantos lugares repartidos por todo Chile que, sin lugar a dudas, fue un fenó­
meno nacional, pero no sólo por su relevancia en el medio teatral capitalino -
muchas veces sinónimo de "nacional" al ser im portante en Santiago-, sino por
una real llegada a amplios sectores populares en regiones. Por ejemplo, el en­
cabezado de una crónica con fecha 7 de septiembre de 1988 en el actualmente
desaparecido diario La Época decía: "En una carpa de circo llevarán el teatro a
las poblaciones", éstas sumaban 18 y correspondían a distintas comunas de
Santiago, "Así hay un acercamiento entre el teatro callejero y el teatro de sala",
decía en una entrevista citada ahí. Pasó el tiempo y finalmente el recorrido que
relata La negra Ester es el siguiente: Puente Alto (dic. 88), terraza Caupolicán
del Cerro Santa Lucía (ene., feb. 89), Magallanes (un gimnasio en mar. 89), San
Antonio (mar. 89 -hasta con reservas de santiaguinos en el litoral-), Estación
Mapocho (mayo 89), Canadá (mayó 89), París (junio de 89 -donde extienden
su período en cartelera una semana más dada la gran demanda-), Londres
(junio 89), Irlanda, Italia -hasta Cerdeña- y Suiza -Zurich- (agosto 89), vuelta a
Chile: Vicuña Mackenna 37 (desde el 8 de sept. 89 hasta el 8 de oct. 89), Cerro
Santa Lucía (nov. 89), La Serena (dic. 89), Viña del M ar (feb. 90), Los Ángeles,
Estados Unidos, (agos. 90), Santiago (sept. 90) reabren el Teatro Esmeralda),
México -Festivales Cervantinos- (oct. 90), en Copiapó y hasta Arica (nov. 90),
Parque Forestal (dic. 90), Tercera gira europea: Hannover, Estocolmo, Basilea y
Ginebra (ago. 91), México (oct. 91), Gira por Chile: Angol, La Serena, Ovalle,

Actriz y profesora de teatro, Universidad de Chile.

369
Illapel, Los Vilos, Viña del M ar (feb. 92). De vuelta con el elenco original Esta­ plieron un año en cartelera, porque entonces arm aron otra fiesta después de la
ción Mapocho -reestreno con lleno total- (enero 95), Plaza Vespucio (enero 95). representación y ahí las personalidades distinguidas estaban todas.
Con parte del elenco nuevo "Vuelve La negra Ester" a la Estación Mapocho A esta altura, con viajes y retornos, giras y fiesta de prim er aniversario,
(marzo 95). Aparece el video de "La negra Ester" la tercera semana de octubre con tanto éxito, estaba faltando ün registro del texto, de las décimas de don
del 95. "La negra no quiere parar" vuelve con el elenco original a la Estación Roberto Parra, pues el casette era una grabación sólo de las canciones, enton­
Mapocho (marzo 96). Quince funciones más programadas, con varios reem­ ces en el Otoño-Invierno de 1989, en el n° 98 de la Revista Apuntes, publicación
plazos del elenco original, actuando Andrés Pérez, Estación Mapocho (marzo semestral de la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica y con la
97). Octubre de 1998 "Negra Ester celebra en el Santa Lucía sus 10 años" octu­ colaboración de Fundación Andes, sale editado el texto de La negra Ester. De­
bre del 97. más está decir que se agotó la primera y hasta la segunda edición, por eso
En marzo de 1989 La negra Ester ya estaba brillando por luces propias en cuando la Editorial de Fondo de Cultura Económica publicó "Roberto Parra.
el ámbito musical y se vendía un cassette con toda la banda sonora de la obra. Poesía popular, cuecas choras y La negra Ester" en marzo de 1996 todos los
"Hacer cola, esperar pacientemente que se abrieran las puertas del recinto, de rezagados en la adquisición del texto, sobre todo estudiantes de teatro, vola­
pronto... tres personas; sin embargo, orquesta. Pues mediante su multiplicidad ron a comprarse un ejemplar.
lograron dar la dimensión de orquesta, de acompañamiento de fondo, de otro Claro que la consagración de quedar registrada como texto y como ban­
personaje más", esto se escribió el memorable 11 de marzo de 1989 (La Época). da sonora, en críticas, crónicas y entrevistas no fue la única manera de "pasar
Las canciones que se escuchaban eran un relato de todos los ritmos populares de a la historia" -en el sentido de quedarse en la memoria-, en noviembre de 1989
Chile en la década del 40: cueca, mambo, cumbia, bolero, tango, baladas, el him­ ganaron cinco Premios APES (Asociación de Periodistas de Espectáculo): Boris
no nacional. Los músicos Jorge Lobos, Guillermo Aste y Alvaro Henríquez hi­ Quercia (en el rol de Roberto Parra), Mejor Actor y Revelación del presente
cieron un recuento, un saludo a la memoria y tradición musical de nuestro país año; Rosa Ramírez (en el papel de la negra Ester), Mejor Actriz; Andrés Pérez,
y una partitura capaz de crear atmósferas, ritmo, expectativa y un viaje por Mejor Director, y La negra Ester, el mejor Montaje del Año.
muchas emociones y experiencias de Roberto Parra. La fiesta trascendió la esce­ El recuerdo de La negra Ester es tan amplio en Chile como extenso fue
na del cumpleaños de Doña Berta y se hizo carne en cada cuadro. su contacto con diversos sectores sociales de nuestro país. Por esos mismos
Profundizando la idea de fiesta: se entiende por ésta a una conmemora­ días, a m ediados del mes de noviembre, dieron una función en el Cerro Santa
ción o instancia formal y ceremoniosa o popular y efervescente, que se dife­ Lucía, donde la total recaudación iría en beneficio de programas de Educación
rencia de los días comunes por cualquiera de estas dos características mencio­ y Prevención del Sida que realiza la "Corporación Chilena contra el Sida". Su
nadas. La negra Ester, en su cariz trágico y en su expresión de mascarada mul­ dirigente Alejandro de la Carrera destacó "es la prim era vez que se hace frente
ticolor, tomaba el rol de fiesta en sí misma, y si acaso es cierto que no influía el públicamente a esta patología viral en un ambiente de celebración y amor por
calendario de rojo como es la costumbre de los días festivos, hacía, para los la vida, y no de desesperación o temor por la vida". Es interesante recalcar que
espectadores, u n día especial, una ocasión inolvidable, y siendo ella una oca­ en medio de galardones y enaltecimiento público el elenco tom a la mirada
sión extraordinaria capaz de transform ar un día común en un encuentro po­ hacia una parte de la sociedad m arginada y que casi siempre haya en los me­
pular, masivo y exultante desde las lágrimas hasta la risa provocada por un dios de comunicación social un lugar de difícil acceso, sin la sensibilidad nece­
despliegue de coprolalia nacional en todo su esplendor, entonces, claro que saria para comprender la abrumante realidad económica que significa un en­
era una fiesta; y al ser itinerante y m ultitudinaria en cada cita, ella era fiesta fermo de Sida en una familia chilena de recursos medios, ni tampoco el com­
nacional. Justo es entonces conmemorarla. Hay que señalar, además, que para promiso necesario para evitar que una tragedia de no tan pocos se transforme
que una fiesta se m antenga en cartelera 10 años, con gente distinta arriba y en un irreversible y tormentoso mal de muchos.
abajo del escenario, es que es m uy güeña. En febrero de 1991 fueron galardonados con el Premio Ollantay 1990,
Seguro que fue por esto y no por lo fina, selecta o aristócrata que llega­ mención "Nuevos aportes", que entrega el Centro Latinoamericano de Crea­
ron alcaldes, políticos, agregados culturales y dos Presidentes de la República, ción e Investigación Teatral. El organismo con sede en Venezuela dijo premiar
Patricio Aylwin Azocar y Eduardo Frei Ruiz-Tagle, sobre todo cuando cum­ a la compañía "por su acción sostenida en favor del rescate del teatro enraizado

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en lo popular y el aporte de imaginación y rigor artístico de sus puestas en R e l a c i ó n c o n e l c o n t e x t o h i s t ó r i c o
escena, así como por la renovadora labor pedagógica desarrollada en diversos
a p a r t i r d e l a d r a m a t u r g i a
países del continente" (El Mercurio, 21 de feb. 91).
"Ni Andrés Pérez ni Roberto Parra imaginaron la extraordinaria acogi­
da que tendría la obra" ese era un subtítulo en Buen Domingo el 26 de marzo Como dato anecdótico La negra Ester recordaba el terremoto de Chillán;
de 1989, el cual resume claramente la visión que los creadores y el elenco tu­ ese es un detalle, pero muy relevante, pues nos sitúa en el formato "realidad
vieron cada vez que vieron teatro lleno y se enfrentaran a los calurosos aplau­ de Chile hace algunas décadas".
sos en tantas citas regionales de Chile y en el extranjero. Se puede hacer otra interpretación, mucho m ás insidiosa, pero a mí me
Los que escribieron en Chile: gran parte de los escritores o personajes parece legítima en una ponencia, en tanto despliegue verborreico de un crea­
relevantes de nuestro medio cultural criollo y todos los críticos, cronistas y dor de textos que observa, en este caso paisajes escénicos, que tiene como lu­
periodistas de espectáculos quisieron escribir sobre La negra. gar para observar y sobre el cual versar no el lugar Amoenus, sino el Escénicus
Los medios de prensa que le dieron cobertura: La Época, El Mercurio, Ea Varius. La dram aturgia como hilo argumental se puede resumir en los tres
Segunda, La Tercera, las revistas Apsi, Análisis, Cosas. abandonos sucesivos que Roberto hace de Ester, una prostituta del burdel de
Las razones de tal resonancia: San Antonio "El Luces del Puerto", a quien amaba. Él la amaba porque volvía,
Las que dijo Andrés Pérez: "El eje del Gran Circo Teatro es hacer teatro porque reconocía él o los otros que él la amaba, y porque la última vez que la
popular", él insistió en variadas oportunidades en su carácter masivo y dedi­ abandona lo hace por el bien de ella. La primera vez que la deja es porque en
cado al pueblo, en el fondo sin sofisticaciones estilísticas, dirigida a un público Reñaca se dan mejor las papas, tenga usté harta paciencia le dice a la negra
general, para entretenerlos mientras se les cuenta una historia: y con interme­ Ester, que se descarga contra él en una serie de maldiciones sacándole en cara,
dio para comer, porque a la gente le da hambre, bien sencillo, y los personajes sobre todo que cuando ella lo conoció él no tenía nada y ahora que estaba
con harto maquillaje, porque el teatro para él es un espectáculo, u n despliegue vestío el piojillo resucitao se venía a dar ínfulas y se m andaba cambiar. Ella se
escénico grandilocuente, bullanguero para que la gente se junte y lo pase bien. va, Esperanza y las demás prostitutas le responden hacerle esto a la negra
Las razones que dijo la compañía: Willy Semler aludió al profesionalismo Ester, ella ques la que más te ama, mono para vos erai su rama., ándate a la
de Andrés Pérez, su dedicación y capacidad de organización. Aunque la ma­ misma mierda. Él se va. Luego, moribundo, es encontrado por dos amigos,
yoría reconoció que no se esperaban semejante batatazo, crítica, éxito y taqui­ que le avisan a la negra Ester dónde está: ella lo perdona, reconoce que lo ama
lla, destacó la dirección, la cohesión del equipo, la entrega de todos, empezan­ y que lo ha echado de menos, él lo mismo, por su parte. Todos los antiguos
do por la de Roberto Parra mediante la sinceridad y llaneza de sus décimas. amigos, gente circundante al Luces del Puerto celebran su vuelta, quieren
Las razones que dijeron los críticos pasaron por el talento de todos los mucho a la Estercita y quieren que ella esté feliz. Hacen una comilona con
actores, especialmente Boris Quercia (Roberto), Rosa Ramírez (Ester), María harto para tomar, él comenta después de recuperarse u n poco que se aburrió
Izquierdo (japonesita), Willy Semler (Esperanza), Aldo Parodi (el lacho y Juan de la fiestoca y que la Negra es parte de su escoria humana. No está la Negra
Puntilla)... El valor de Andrés Pérez como talento creativo del escenario, desa­ para escucharlo, él no se despide de ella y les da esta nueva a algunos del
rrollado en Francia, p or el discipulado de Arianne M ouchkine... El valor del burdel, éstos lo maldicen nuevamente. Va Roberto a ver a su familia al Sur, allá
texto del Tío Roberto por la profundidad de sentimientos expresada a través lo bañan, le dan ropa. Nicanor, Violeta, Ángel y su mamá le dicen que vuelva
de una bella, chilena y popular forma del lenguaje poético y porque la entrega donde ella, que se nota que él la ama. Anda hermano, correvuela, regresa don­
sincera de su autobiografía era de partida algo que pocos pueden tener de de la negra Ester, le dice esto la Violeta y él las enfila de regreso. Cuando vuel­
modo tan intenso, y más encima, entregarlo de una manera que posee en sí un ve está ella con un lacho, le dice que se olvide de ella y se va, viene María, una
valor artístico... hablaron de estilo, originalidad, barroco americano, de un de las niñas del burdel y le cuenta que está con un fulano m uy malo que le
cuanto hay: puras flores. (Hubiera sido un error no hacerlo aquí, puesto que el pega. Aonde me plantan me paro... como trompo cucarro Roberto y el lacho
recibimiento de los críticos en el extranjero no perdía línea sin loas). pelean por la negra, Esperanza interviene y muere acuchillada por el lacho.
Esta tercera vez Ester reconoce que ya no ser lo mismo, que ella tiene que velar

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por su futuro, que ya no es tan joven y que un viudo la pretende en serio y para R e l a c i ó n c o n l a s i t u a c i ó n e c o n ó m i c a y s o c ia l
bien. Roberto decide arreglar el casorio entre ellos. Habla con el señor Barahona.
a p a r t i r d e u n p e r s o n a j e
El m atrimonio se produce. Roberto se va. A los años vuelve, quiere verla.
Barahona le informa que la Ester se ha muerto, que hacía mucho tiempo que
esto había sucedido. Roberto, triste, con el corazón partió y sin siquiera poder Tomás Moulian en su exitoso libro "Chile actual: Anatomía de un mito”
term inar sus frases, reconoce que ella fue su gran amor. describe un proceso de transformismo en la economía nacional: cómo un siste­
Esta historia de traiciones puede contarse a grandes líneas así: La pri­ ma de derecha, neoliberal en extremo, aparenta ser algo que no es: un sistema
mera por tener más plata, la segunda por no com prender lo valioso de lo que que vela por los sectores más pobres de la sociedad chilena. Aparentar exter­
tenía y la tercera por no sentirse capaz de corresponder el amor de Ester con la namente algo que no se es en lo estructural. Ese mismo proceso se ve clara­
dedicación, compromiso y esfuerzo necesario, por esto al final la compromete mente en un personaje muy pintoresco de la obra: Esperanza, el travestí del
con otro que la quiere no sabe si más o menos que él, pero que le va a demos­ Luces del Puerto. No es el momento para calar más hondo en la historia de la
trar su amor del m odo seguro que ella sueña tener. dram aturgia chilena y recalcar que el prostíbulo es un lugar recurrente es nues­
En Chile, la prim era vez, la traición al sueño de promoción popular, de tra creación literaria para lo escénico, (podríamos preguntam os si la pugna
reivindicación social fue, además, la traición a la democracia, llevada a cabo entre el poder del dinero e integridad moral es un conflicto que se presenta
por las Fuerzas Armadas, grupos políticos de derecha y de centro-conserva­ seguidamente en nuestra historia -pero no es el momento-). El caso es que pese
dor (Democracia Cristiana). La segunda traición fue el Primer Gobierno de­ a que el burdel es un lugar reiterativo en la historia de la dramaturgia chilena,
mocrático post-dictadura, llamado de Transición que durante su m andato no no lo es el caso del travestismo.
cambió un ápice la Constitución que enmarcaba lo político en lo dictatorial, lo Podría ser una coincidencia, pero igualmente interesante de citar.
económico en lo neoliberal sin garantías a los estratos más desprotegidos, y lo
social en una restricción al poder, a las dem andas y a la voz o ejercicio de
opinión de m odo directo e integrado al poder político. La tercera traición es Relación con el contexto teatral a partir de la puesta
aquella que desarrolla la misma izquierda (ala PPD y PS) cuando constituye la en escena, el texto, el lugar, la actuación
C oncertación, A lianza PPD -PS -PDC, retractándose de sus dem andas
reivindicadoras de la promoción social, la democracia activa y real y la distri­
bución equitativa del crecimiento económico nacional. Esa Concertación no se La negra Ester viene a cambiar un panorama dentro de lo teatral: en
siente capaz de gobernar este país, sea por clausuras en las instancias econó­ prim er lugar incorpora el circo, por la inclusión de música o pequeña orquesta
micas, presiones... podemos elucubrar tanto... El caso es que deja al país en en vivo, fanfarrias, maquillajes coloridos.
un matrimonio conveniente para su futuro estable (¿en lo económico, político, Además hace cita en una carpa, como en los años años 60 lo hicieran los
social?) con la Democracia Cristiana, que dentro de todo y hasta la fecha (Di­ teatros universitarios en sus tareas de extensión cuando la Universidad sí te­
ciembre 98, pos caso Pinochet) ha evidenciado si no su profunda su concreta nía como quehacer fundamental el desarrollar actividades que impulsaran una
vinculación con la Derecha. honda de expansión cultural, pero no por la actual ley del chorreo, sino en
Chile ¿podría ser el país de las tradiciones: traiciones silenciosas? ¿Por directo, en vinculación concreta con las poblaciones y otros sectores periféricos
qué resuena tanto la negra Ester durante 10 años? ¿Por qué va tanto el público o económicamente menos altos.
a verla? ¿Resuena el tema en el inconsciente colectivo, en la memoria silencia­ Retoma otra tradición, que era la cultura de poesía popular que en los
da? ¿La traición es el tema? 60 y 70 se manifestara con distintos tópicos y que animara peñas y otras fiestas
populares.
La actuación, a través del habla y de los personajes retoma una línea
popular de creación que pugna o entra en conflicto con los personajes citados
en la televisión chilena, siendo notoriamente el perfil de estos segundos, en

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general, una m aqueta sin raigambre en las tradiciones y lo popular, sino por el a las expresiones artísticas: espero que sepan cumplir con su deber luchando
contrario, aludiendo a una elite ideal, negadora de todo cariz popular y /u hasta los últimos pesos, porque de eso depende no sólo la calidad de vida de
ordinario. todas aquellas personas talentosas de este país esquina, con vista al mar, sino
que además esa es una de las valiosas riquezas de nuestro país, y de eso de­
Conclusiones pende nuestra memoria como nación (es decir, como COMUNIDAD QUE VIVE
SOBRE EL TERRITORIO NOMBRADO COMO CHILE), origen de todos los
procesos de identidad.
En prim er lugar me voy a referir a ese paradigm a de identidad moder- Para terminar quiero replantear, una vez más, como tantos críticos y
na-postm odem a que ha invadido el inconsciente colectivo gracias a los gér­ periodistas a La negra Ester como un fenómeno, argum entando para esta cali­
menes, en su peor sentido -y no al germen en su buen sentido-, que han inocu­ ficación todas esas resonancias en nuestra memoria, tanto musicales como
lado la televisión, la publicidad y los malls a la población chilena: que somos poéticas y humanas -verídicas, autobiográficas y prototípicas- y por escenifi­
una nación m uy avanzada, tecnológica, rubia, alta, delgada, musculosa, efi­ car entre líneas muchos planos de nuestra realidad como país: un deseo de
ciente, acomodada, es decir exitosa, casi europea, es más, somos los ingleses juntarse y gozar en una fiesta multicolor, después de casi dos décadas de dic­
de Am érica... Creo que todo eso es una m entira bien grande: la mayoría de la taduras de uniformes militares grisáceos y serios -muy serios-; un tema que
gente de nuestro país no es tan exitosa en lo económico ni en lo social, y el volvía después de tantos años: la traición -esta vez la autoimpuesta que se
modelo con el cual han querido identificamos desde la pantalla chica creo que dirigía seguramente sin ninguna intención a la contingencia política, y mejor
más bien ha reforzado lo peor de nuestra nación: el arribismo y toda esa serie que eso esa mezcla de factores que como bomba alcohólica emborrachó todos
de olvidos premeditados que buscan hacer desaparecer sin rastro alguno cual­ los ánimos (y provocó reincidencias).
quier origen innoble o degradante, es decir, indígena y pobre. Nos recuerda La negra Ester que no somos ni tan ingleses, ni tan finos y
En este sentido me parece que La negra Ester se sitúa justamente en esa que la traición a lo que uno más ama se repite en nosotros muchas más veces
herida, fisura, descalce irreconciliable de nuestra memoria, y de m odo muy de las que quisiéramos y de las que somos capaces de reconocer.
sencillo pone el dedo en la llaga. ¿Por qué no hiere esa imagen pobre, impoten­ La negra Ester es parte de nuestra memoria vital como país, que no se
te, sufrida y triste que nos muestra? Porque no lo hace desde "arriba" aleccio­ olvida como los programas de televisión, aunque su registro no sea tan exten­
nándonos o enrostrándonos nuestro arribismo, sino mostrándonos una supues­ so como su existencia porque así como too lo gozáo, lo comío, lo tomao y lo
ta otra realidad, esa otra realidad no viene dada por lo teatral, sino por las bailao: no nos lo quita naiden.
décimas, un lenguaje alejado de lo cotidiano que nos ubica en una dimensión
distinta del habla, y por lo tanto de lo humano.
En segundo lugar quisiera retom ar la vieja lucha de los artistas de este
país, sobre todo los teatrales, por recibir apoyo del gobierno, no en lo moral,
sino en lo económico concretamente. La negra Ester partió pidiendo auspicios,
luego de ganado su merecido sitio de honor, tras varios años y giras, volvió a
pedir dinero, esta vez para pasarse a la pantalla grande y trascender aún más
en nuestra historia cultural en una inmortal textura: una película. Esto vendría
a ser una segunda Pérgola de las flores, un segundo hito de comedias musica­
les chilensis que del escenario tridimensional pasara a el color, la imagen y el
sonido impertérritos ante el paso del tiempo. Bien: esto no sucedió por falta de
presupuesto.
Quiero hacer un llamado a todas esa autoridades que hoy, mañana, el
próximo milenio, van a tener una real incidencia en el presupuesto entregado

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Fragmentos de la obra literaria del poeta
José Ángel Cuevas

fosé Ángel Cuevas

Recitales clandestinos

Desde los años 76 al 80 recuérdanse por parte de cierta gente, su partici­


pación en recitales clandestinos de poesía. En locales oscuros de los suburbios
del Gran Santiago, el mismo público era desconocido y estaba en silencio casi,
un patio de atrás, un restaurante de barrio, una sala de topless, había unas
pocas mesas y butacas o bancas, alguien repartía un vaso de vino casi siempre
tinto. Se fumaba mucho, mucho y había que prender unas velas para contra­
rrestar el olor a tabaco y humo. Estoy en La Granja, debajo de un edificio o
bloques de color café, al frente de una escalera subterránea, no se si era un
lugar para guardar desechos o muebles viejos. Allí había una treintena de per­
sonas que se ensoñaban siguiendo las imágenes poéticas. Yo me llamaba
"Arturo", también estaba "Cecilia" y "Bruno", allí en ese silencio de las calles
pasaban las patrullas a lo lejos, leíamos en voz no m uy alta. Yo mostraba frag­
mentos de Introducción a Santiago. Quiénes me acompañaban después se hi­
cieron conocidos por su lucha contra la ocupación militar de Chile, estábamos
invitados por el barrio, eran valerosos con sus chombas subidas y cigarros en
pleno invierno. Otra noche leimos en el Paradero 6 de Gran Avenida, había
mucha gente allí en la oscuridad de una Iglesia, en un jardín de atrás se sentía
el calor, la unión de personas en u n acto secreto.
Por último me viene a la mente, un acto realizado dentro de un campo
en los alrededores de Santiago, año 81. Yo leí "la destrucción de FF.CC." y
"1970" la gente bebía, era de día, la emoción me llegaba de vuelta, el estar allí

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junto a personas de valer en el peligro imaginable, recordando a sus asesina­ sufrí un fuerte castigo social
dos, los homenajeaban en medio de una ciudad, un país ocupado, en medio de Me llamo Luis Erices Garay
la muerte. Vivo en La Cisterna Población González M uñoz
Pasaje 8 / casa 17/ y voy en la micro de la Vida.
POEMA 101
Ey, por qué destituyeron mi persona?
gastado/desgastado de viajes suburbanos/carreteado Por qué me dejaron sin instintos/ sin dientes
en micros humeantes y g olpes/saltos/ p iedras/ horas y más horas Por qué me quitaron mis pantalones de gamuza
en hileras de vehículos detenidos/ mi vida
corre por un pasaje infinito me cortaron mis patillas rockeras
los paraderos cubiertos de gente que espera y sube y llora y se aprieta mis bigotes de manubrio
y se coloca allí con sus calvas/aros/senos/apretados y mis b o tas/ mi parka guevariana
¿Por qué, conchas de su madre?
Es una calle recargada / larga como una tortura Nadie lo sab e/ nadie me responde
filas/ fierros/ fibras de algo/ que se construye / o se destruye
Está bien ¿Acaso fue por la reforma agraria?
yo voy adentro de esta Gran Micro de la Vida o por la expropiación de cobre?
y cierro los ojos al h u m o / y veo a D ios/ veo el m undo D íganm e/ díganlo/¡Contesten Hijos de puta!
dando vueltas/veo la noche de m añana ¿O fue por la confiscación de la Banca y empresas monopólicas?

No soy quién para decir nada ¿Qué sé yo?


nadie dice n a d a / sólo soportar/ soportar
soportarlo to d o / estamos acostumbrados Soy un hijo de la mierda. Eso soy
con nuestros ojos muertos y rostros secos de chilenos Y estoy aquí callado y olvidado
Otra vida es la que yo q uería/ seguir en la orgía
¿Cuál podría ser el camino h o y ?/ ya que construí una casa de tomarse industrias/ Estar sentado en los Asentamientos
con una mujer indolente/ hijos que crecieron fuertes / hermosos Tocar la guitarra en las Industrias Ocupadas
Zapatear sobre el poder em presarial/ por siempre en el Tren
Ey, aquí yace el anarquista entristecido de esta p atria/ de la Victoria/ bailar cueca en cada ciudad embanderada
Una vida d u ra /d u ra / nadie respetó mis derechos individuales Eso era mi vida revolucionaria. Bien.
ni personales/pasaron los Años Oh, perdón por las añoranzas, memorias, neurosis de angustia
pero, aún no me mejoro Me perdí, me perdieron
aún no me repongo
no me hice comerciante/ no me fu i/ no tengo m ás mujeres
No soy anarco comunista y a / ni n a d a / soy una cosa inerte que la misma. Pagué u n alto precio.
un cadáver pero no lleno de m undo como Apollinaire/ ni Teillier
En mí resuenan risotadas/ y patadas Quizás me recupere/ quizás me apliquen electroshock
No soy capaz de levantar mi dedo gordo Quizás deba hacer una larga terapia/ p ero /
huyo como un ratón al prim er ruido Si no me mejoro de una v e z / de la noche a la m añana/

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Yo preferiría caer/ recaer/ seguir en esta micro de la Vida él había ganado el Premio de le Federación de Estudiantes de Chile 1971. (El
M orir con las botas puestas. Movimiento estudiantil de la época).
Toda la literatura joven cargada de "habla", acciones, vitalidad en tipos
Aproximaciones a una memoria cultural 70-90. como Skármeta, Carlos Olivárez, Ramiro Rivas, Fem ando Jerez. Poli Délano
era el maestro de los "novísimos" (prosistas). Y en poesía moderna: la Antipoesía
La formación del presente de Parra, parada sobre Bertoni, Silva Acevedo, junto a poetas como Waldo
Rojas, H ernán M iranda, Cecilia Vicuña, Jaime Quezada, Thito Valenzuela,
La época de que se va a hablar está fragmentada, un tramo de seis años Floridor Pérez, Ornar Lara entre otros, que crearon el grupo Trilce en Valdivia,
ubicado entre 1967 y 1973, con el estallido de la revolución en marcha, la Tribu No en Santiago, una gran escena, cuentan.
Musicalización de todo el país, los Beatles y Rollings en las áreas de la ciudad, Pero ninguno de nuestro grupo de dicharacheros, revoltosos y viajeros
pero sobre todo la instalación de la música latinoamericana en nuestras almas. a dedo estuvo conectado a institución alguna. En medio de toda esa intensi­
Maravillaba escuchar un huayno en el charango vibrante y la locura de la quena dad se halla Raúl Ruiz haciendo su inolvidable "Tres tristes tigres". Neruda
en las cuecas, bailecitos, Los Jaivas en la Peña de los Parra, de calle Carmen, estaba vivo, De Rokha se suicidó el 68, Parra andaba por los patios del Pedagó­
donde, como si fuera un templo, nos sumergíamos en América con los ojos gico conversando y discutiendo con los estudiantes a cada rato.
cerrados y un vaso de vino en la mano. La ciudad llena de tipos de pelo creci­ Otro aspecto: La lucha arm ada como utopía, la enorme utopía. Manifes­
do y mujeres de minifalda o con vestidos hasta el suelo, bellas, dulces. Todo tación de entrega total, fue una corriente del río que anidaba en las miles de
aquello Unido al Gran Movimiento Popular en fábricas, poblaciones y cam­ almas jóvenes. Frente al PC que era sólido como un viejo obrero disciplinado e
pos. Nosotros los estudiantes del Pedagógico nos hicimos Uno, con Los Noga­ inconmovible. La lucha entre el PC y el MIR era de cada día (o entre ultras y
les, Roosevelt, 26 de enero, sindicatos Fanaloza, Saba: la unidad obrero-estu­ reformistas). El MIR se creó precisamente después de la derrota electoral de
diantil. Un grupo de poetas de la facultad partió a Las Rejas y allí codo a codo Salvador Allende en 1964 "nunca más a una elección, es un camino de derro­
con los obreros y pobladores armamos grandes jom adas de lectura, nuestros ta" dijeron muchos, y formaron el MIR. El gran ejemplo era la Revolución Cu­
propios textos antipoéticos, rokhianos o comunistas. bana. La audacia del Che, la voluntad en la creación de condiciones revolucio­
Ese mismo espíritu de Enorme Entusiasmo fue el que siguió adelante en narias. Pero esta vez se ganaron las elecciones, el año 1970 (la lucha electoral) y
los tres años del Gobierno de Izquierda. No hubo barrio en que no se montó Salvador Allende fue por fin Presidente de Chile, "el Compañero Presidente".
una obra de teatro, un grupo de danza, aparecían afiches, boletines, talleres de Un río de multitudes en la máxima felicidad cubrió el país, fábricas, escuelas,
literatura, o se creaba un conjunto folklórico, todos aprendían a tocar guitarra, oficinas, muchedumbres de pobres se sintieron nacer de nuevo en algo así como
una m uestra triste de ello son los cantantes callejeros... La música andina "La Fiesta". En este sentido se ha impuesto un recuerdo espurio o parcial del
estilizada fue la música del "proceso" 70-73. tiempo llamado de "la UP", lleno de colas, falta de alimentos y bienes, de esca­
Una trem enda identidad se estaba foijando, otra historia, la nuestra, sez, disturbios que por cierto existieron, pero no se habla de la Felicidad Popu­
sacándose desde la busca y rebusca en las raíces. La Editorial Quimantú lanza­ lar, la lucha titánica de los desposeídos por crear un país nuevo, el total floreci­
ba tirajes de 20, 30, 50 mil libros, "Nosotros los Chilenos" del escritor Alfonso miento de la cultura y arte, las raíces del país llenas de vida. Un pueblo con
Alcalde, comidas y bebidas de Chile, trabajos populares, picasales, mineros, alegría de conquistar un nuevo destino, eso no se dice, sino el negro comunis­
cangrejeros, los grandes deportistas, el cine chileno. Otra televisión, otra parte mo, el racionamiento, las ineficaces empresas públicas. Es lo que sienten los
del país. Nos estábamos apropiando de Chile, recorríamos el país de punta a dueños del capital. Y es obvio.
punta sobre la carga de algún camión y después Perú, Bolivia, Argentina, Uru­ Ahora después de pasado el tiempo queda claro que todo el gran pro­
guay, Brasil. Traspasados y extasiados con América. La poesía era la vida mis­ yecto de Revolución está indisolublemente unido a la transformación de la
m a que después se transfiguraba en grandes textos de felicidad pública a tra­ cultura, tanto como el traspaso de la propiedad, es el estallido de las relaciones
vés de una conciencia. Este cronista había escrito un poema "M undial del humanas, el salir de la soledad y fragmentación del individuo, para Unirse
Sesentaidós", alegrías colectivas que llevaban su persona hacia adelante. Y con en un Todo con sus iguales. Se decía: "¿Usted está integrado compañero?" o

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bien: "Compañero yo no estoy participando". Y en verdad toda persona pue­ Raúl Mellado, Isabel Velasco, y tantos otros, los jóvenes Diego Muñoz, Díaz
de aprender, sacar de sí sus potencias: escribir textos, hacer teatro, cantar, Eterovic, Bruno Serrano, Aristóteles España, W. Garib, H eddy Navarro, Renato
sacar fotos, hacer arpilleras, etc., educarse. Construir, hacer comunidad, esa Serrano, J. Montealegre. Luis Sánchez Latorre era el presidente, defendieron la
es la idea en el proceso de vivir la vida. Emociona ver las películas que en dignidad del escritor durante muchos años, era un lugar, íbamos una vez a la
silencio hizo Patricio G uzm án: La Batalla de Chile, da alegría ver a los semana a sentimos libres, veo velorios y más velorios allí.
carretoneros, señoras de población, viejecitas, muchachos, junto a obreros Lo que vivimos en esa época fue llamado "el Apagón Cultural". No
más experimentados, todos con una conciencia de sí muy grande. Quinien­ había casi editoriales, ni diálogo de ningún tipo, no recuerdo ninguna novela
tas mil, un millón de personas en la calle como si nada, una gran escena. Una im portante, sólo José Rosasco historias de am ores y adolescentes, el ex­
Fiesta, pero amenazada, desde la misma noche del 4 de Septiembre del 70, surrealista Braulio Arenas le escribió un Canto a la Junta, o algo así. Se recuer­
una lucha que se fue haciendo desesperada. La última de las concentracio­ da a Antonio Montero y Francisco Rivas, los primeros relatos que se centraban
nes fue enorme, más de un millón de personas desfilaron el 4 de Sep. del 73, en el horror que estábamos viviendo, el poeta Memet, y la poesía clandestina
no se sabía que era la despedida. que en esas circunstancias cobra un valor enorme, en medio de la opresión.
La segunda etapa comienza allí mismo, una semana después acabó, los Para publicar era obligación llevar los originales a la División de Comunica­
conjuntos musicales, artistas de cualquier género fueron llamados a presentar­ ciones del Ministerio del Interior de la Junta Militar, ubicada en el Edificio
se para ser detenidos, mataron a Víctor Jara, el Quilapayún se asiló, el Inti Diego Portales (ex Unctad) y solicitar el permiso, pasaba tiempo y había que ir
salió, Ángel Parra cayó a un campo de concentración, N eruda m urió a la se­ a preguntar, a veces corrían los días, meses sin respuesta... como el caso de
mana, R. Ruiz, Skármeta, Poli Délano, A. Alcalde, Rojas, Millán, G. Atías, se una novela del escritor Montero. O libros que se prohibía su circulación como
fueron junto a miles y miles más. Se acabaron los grupos de teatro y folklore, "Mal de Amor" de Oscar Hann. ¿Quién habrá sido el censor? ¿Qué escritor?
de danza, los Encuentros en el Estadio Chile, las radios, la música chilena, los También había artistas de la dictadura. En TV estaba Gloria Simonetti,
actores se asilaron, Nelson Villagra, Shenda Román, Mireya Latorre, M. Gaete... Los Quincheros, Antonio Zabaleta, P. Maldonado, Pachuco, Pepe Tapia junto
Se acabaron las revistas La Onda, Ahora, La Quinta Rueda, Árbol de Letras... Los al escritor José Rosasco que después formaron el comando de artistas con
Grupos Poéticos. Ya no se pegaron más afiches de nada en las calles, ni poemas Pinochet el 89. De muchas personas que hoy están en la taquilla no se recuerda
gráficos. qué hacían en la época horrible.
En fin. Nacieron gm pos clandestinos y hacían recitales en poblaciones, en re­
Teillier se quedó aquí sentado en el Bar Unión Chica de la calle N ueva cintos de la Iglesia, el Grupo Andamio formado en la Radio Chilena (Miguel
York 11, con Rolando Cárdenas, tom ando y hablando de otra cosa, llegaban Davagnino) G m po Ada de la Granja, en Pudahuel, Conchalí... junto a los Gru­
Alvaro Ruiz, Carlos Olivárez y muchos jóvenes. Enrique Lihn en el depto. de pos Aumen de Castro, Indice de Valdivia, lugares de memorables encuentros
Estudios Humanísticos de la U. calle República, Jorge Guzmán, el profesor desde el año 1978, una fraternidad que quizás fue el fundamento de una carac­
Patricio M archant, N icanor Parra. Y Raúl Z urita, Eugenia Brito, Elvira terística de aquella época y de los poetas del Sur: la agrupación. Allí estaban
Hernández, Diamela Eltit que eran estudiantes. El año 1975 allí se formó un Rosabety Muñoz, Riedemann, Trujillo, Mario Contreras, Sergio Mancilla, el
grupo de teatro del Horror (Artaud), creado por Marchant, y él mismo enseña­ profesor Iván Carrasco. La formación del Colectivo de Escritores jóvenes y la
ba a Foucault, Derrida, se inició el estudio de otro tipo de pensam iento, Unión de Escritores Jóvenes, con Aristóteles España, Díaz Eterovic, Natacha
postestructuralista, llamado después posmodemismo. La ciudad era un in­ Valdés, Pía Barros,Verónica Poblete, Gregory Cohén, Diego Muñoz, Ricardo
menso vacío y desolación, no había información ni por prensa, televisión, ni Wilson, Antonio Gil, Vicente Parrini, Ornar López, Carmen Berenguer, Jaime
nada. La vigilancia era absoluta, m ucha gente desaparecía. Este cronista estu­ Lizama, Esteban Navarro, etc. Aparecieron pequeñas editoriales, artesanales,
vo a punto de caer en las manos de los aparatos de seguridad el año 1979, pero con mucha belleza y creatividad gráfica: Manuel Torres (Gráfica Margi­
rápidamente juntó poemas de cuadernos y publicó un folleto casi a mimeógrafo, nal) que le hizo libros a Rodrigo Lira, Juan Cameron, Arm ando Rubio y a mí
am arrado con alambre y partió a la SECH a refugiarse bajo una institución. mismo, que con dos o tres amigos poetas hacíamos unidad; Hernán Miranda,
Todos iban a la SECH a refugiarse, la Stella Díaz Varín, Coloane, M artín Cerda, Palmira Rosas, Vicente Parrini, creamos la Revista Barbaria, El Grupo San Diego.

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A veces iba a sentarme al bar Unión a conversar con Teillier y Cárdenas, con todos le enviaban sus textos a Valente. Alfonso Calderón hacía crítica en Hoy o
César Soto, poeta anarquista del Pedagógico que estaba escribiendo su Ercilla, Jaime Quezada, Carlos Olivárez. Después del 80 aparecieron APSI y
"Consummatum Est" una especie de Nuevo Testamento de la Era Atómica, etc. Cauce, y Análisis. La inmensa mayoría de las publicaciones eran autoeditadas,
El Grupo plástico " Escena de Avanzada" se creó a fines de los 70 con ac­ una cultura del resistir, en un estado anormal: el "Apagón cultural", pero con
ciones de Arte neovanguardista, escribiendo con hum o sobre el cielo, botar la presencia de una actividad persistente del "Otro Chile" que tenía sus luga­
leche en los caminos, y cruces en la línea del tránsito. El llamado Grupo CADA. res, su ética, su estilo.
Zurita, F. Balcells, Diamela, Lotty R... Dávila. De allí emergió Zurita, recrea­ Aunque lo cierto es que en las dimensiones nacionales se formó indu­
ción de una espacialidad Nueva de Chile delirante. dablemente una mayoría silenciosa, atemorizada, se consolidó ese abando­
La imagen del Cine Norm andie en la segunda cuadra de la Alameda no, terror, no participación. Esa mayoría se sentó frente al televisor a entrete­
desde el año 80, era "un lugar", así como el antiguo restaurante El Castillo, que nerse, alejada de todo. Y todavía sigue allí.
después fue vendido a u n francés el 83, allí se juntaba la nueva generación El país había estado profundamente enfrentado desde el 70-73: los de
también en el Jaque Mate, después al Café Ulm, que fue la Casona de San izquierda, la gente popular luchando para defender el comienzo de la revolu­
Isidro, todavía no salía Bellavista, que apareció a mediados de los 80, con un ción, la derecha y fascistas por destrozarla. Los tipos de centro engañados,
famoso Festival. Después se comercializó, se lumpenizó. m anipulados por las campañas de las grandes confederaciones. Después del
Me viene a la cabeza el libro "Lobos y Ovejas" de M anuel Silva Acevedo Golpe del 73, la izquierda sufriendo muerte, cacería, destrucción. Unos pocos
el año 76, toda la sensación y configuración del dominio de irnos seres por triunfadores apropiándose de todo Chile, torturando, asesinando impunemen­
otros en medio de un vértigo. Y Rodrigo Lira, un tipo de una poesía increíble, te. La clase media, arrepentida, conscientes de haber sido engañados, empo­
un habla de descolocación total, loca, desesperada, carnavalesca. Lo demás brecidos como personas y perdidas todas sus conquistas, logros salariales,
era literatura clandestina que en aquella situación de ocupación militar era pequeñas industrias quebradas, comercios, negocios. La mayoría silenciosa
una luz, levantaba el ánimo, era un enorme acto de valentía. (Por ahí deben frente a las Fiestas de Santis y Vodanovic en las Horas de Toque de Queda, allí
estar esas hojas mimeografiadas, alguna vez se les hará un gran homenaje, sentadas. Durante 15 años no hubo noche en el país, sólo algunos fines de
quizás cuándo). Para leer la revista Araucaria ir al centro Bellarmino, la prime­ semana se levantaba el Toque, dependiendo de la situación que evaluara el
ra Pluma y Pincel, la Bicicleta, que la pienso con gran respeto, no sé qué pasó Jefe de Zona de Emergencia en la Región Metropolitana y Provincia de San
con esa gloriosa gente. Y las peñas solidarias donde se veía a Isabel Aldunate, Antonio.
Tilussa, Rebeca Oñate, al grupo Ortiga, Santiago del Nuevo Extremo, Nano Todo lo que se relata es algo acontecido a una ciudad donde de pronto
Acevedo. No sé cómo Ricardo García fue capaz de hacer un maravilloso en­ detenían personas y no volvían más a sus hogares, su presencia era destruida
cuentro en el teatro Caupolicán antes del 80, donde estaba "la gente", el clima en los calabozos de los Servicios de S., por lo tanto había 60 mil agentes que
interior, los gritos, la música, la emoción dentro del famoso Caupolicán. In­ infiltraban, informaban, vigilaban todas las actividades que ocurrían en el país.
creíble, me digo ahora. En medio de una ciudad sitiada y totalmente vigilada. Escribir hoy, 1998, poesía contra la dictadura no es una gracia, ni rayar una
Se iba configurando otro recorrido, otro Chile marginal en lucha, pero muralla con ¡Abajo la Junta! Pero en cualquier día o noche de esos 17 años sí
m uy profundo y fuerte en calidad humana. U n espacio dentro del cual hay que lo era, especialmente del 73 al 80. Hacer un acto, una peña, era un riesgo
acciones, obras, rayados, mitines, bravura, dignidades, arrojo. "Flechos Con­ enorme, por ejemplo en la peña que se hizo en el Subterráneo de la U. de San­
sum ados", la obra de Juan Radrigán, la vi en el teatro Carióla de San Diego, tiago (ex Técnica) fue interrum pida y todos relegados a diversa zonas del Alti­
creo que el año 82. plano, o de Aysén. Pablo Neruda, Manuel Rojas, García Márquez estaban pro­
Yo había publicado ese mismo año "Introducción a Santiago" y antes ya hibidos en los liceos. Yo era profesor de Filosofía y quise ocupar algunos de
en 1979, pequeños folletos de poemas que curiosamente fueron bien recibidos esos textos para hacer pensar a los alumnos, se me dijo: ¡No! No están en uso
por Ignacio Valente, crítico del Mercurio, en un artículo sobre "Tres poetas sub­ (estaban amarrados todos aparte). A libros de lectura para niños de básica el
terráneos" que éramos lo que él llamaba las catacumbas de Chile: Carlos Trujillo director ordenaba sacarles ciertas hojas: "página 7,23, 60,79, etc., se cortan".
de Chiloé, Bruno Serrano y el suscrito. Eso fue en 1980. Flay que decir que El restaurante II Bosco todavía existía, otrora tan lleno de vida, de con-

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versaciones infinitas hasta el amanecer, diversas generaciones mayores y jóve­ LA CURIOSA VIDA DE MARIO MATAMALA
nes de los 60 y antes. Raúl Ruiz cuenta de tres mesas utópicas, los de la utopía
social, al fondo, los de la utopía Wittgensteniana cerca de la puerta, y los cinéfilos Cada día amanece para Mario Matamala
más cerca del baño. Pero ya el Bosco no era sino un mirador de agentes, des­ lleno de recuerdos va por la ciudad
pués fue demolido a mediados de los 80. sintiéndose como u n recién llegado
La aparición de Zurita me produjo una gran emoción, porque había carga con sú inconsciente,
releído a Chile, ampliado sus propiedades y pertenencias y comenzado otra los edificios siempre le dicen algo;
cosa, eso era lo que había que hacer, el inconsciente colectivo popular, los pa­ esa maravilla de vida
sos del Infierno en que estábamos metidos. Pero hay que reconocer que no esa increíble forma de vivir
estaba escrito con el lenguaje de la antipoesía, que es donde sí está el "habla" que tuvo en su cabeza.
del hombre común. También el gran trabajo de Juan Luis Martínez sobre los
significantes, una desconstrucción total de la poesía, de los lenguajes, en fin, Observa cómo cada cual está en su puesto
pero mis amigos y yo éramos los "chuchetas" que resistían, tratando de vivir, avanzado el día
no dejándose aplastar, m etiéndose en toda la escoria, los bares, callejones, po­ rectores/ choferes / transeúntes que van
blaciones, topless, empleo mínimo, casas de putas, trenes, campos... vendedores de m aní tostado,
Dos o tres veces caí en manos de las S.S., pero me escapé jabonado. Fui Gracias a Dios.
allanado muchas veces. Y por Toque de Queda estuve detenido o por ebriedad Y aunque no hubo Revolución como esperaba, y sí
muchas veces. Fui exonerado político de mi cargo de profesor. Pasé años en la feroces m atanzas, abusos, apremios,
cesantía, trabajé de mecánico, guitarrista, vendedor, etc. Y allí escribí, escribí, por larguísimo período,
ahora lo veo claro, para salir del aplastamiento y no dejarme caer. Y seguí, para
decir ese tiempo, y de los míos, la maravilla de la unión con los demás. Ser Todo eso ya pasó.
Compañero. Y después la antivida que nos atravesó.
Desde el 83 fueron apareciendo listas de personas autorizadas a regre­ El hombre se sobrepone siempre al infortunio
sar a su país, llegó Poli Délano, Soledad Bianchi, Guillermo Núñez, Germán y ahí lo vemos
Marín, J. Valdivieso A. Dorfmann, Skármeta, Quilodrán, F. Schopf, Faride Zerán, comiéndose un pastel,
algunos llegaron cambiados, como el Quilapayún que me desilusionó comple­ pensando en sus hijos, sus hijas,
tamente. Otros se fueron a m ediados de los 80, con Natacha Valdés, Juan En la más grande universalidad
Cameron, el narrador Calvo, estaban quizás en peligro. que pueda darse.
El año 90 se cerró una página de enorme altura humana, la lucha contra
la dictadura y se estructuró otra acción, en otras manos. Muchos de los actores Firme frente al tiempo.
de las grandes hazañas de los años 73-90 pasaron al olvido. Y aunque vida trae lluvias torrenciales
noticias perras
(continuará) gente que ya no puede más.

Matamala conversa,
ríe a mandíbula batiente

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Recorre grandes extensiones de vida
sentado en una micro.

AUTORIDAD

Yo fui autoridad en este pueblo


aquí venían los Trabajadores del Mar
los Comerciantes en artículos de seda
Me temían.
Eran salameros
las mujeres querían acostarse conmigo
Por mi p o d er/

Mi firma podía por sí sola dar curso a la alegría


o el dolor. IV Parte
Después caí junto a todo el Gobierno del país
ahora vuelvo al lugar Memoria y actores sociales
al cabo de tantos años
y nadie me saluda
ni me toma en cuenta
Ya no soy nadie.

DESILUSIÓN

Fue una gran desilusión para mí


verte salir
de una tienda de ropa usada.
Nunca imaginé esa indignidad
de tu parte
Buscar un vestido
envuelta en ese olor a fardo
y muerto norteamericano
que tienen las mujeres como tú
Que visten ropa usada.

390
Testimonios. La memoria insumisa

Miguel Urrutia Fernández1


A la memoria de la señora Sola Sierra Henríquez.

Testimonios. Entre el abuso y el exceso

Partam os inm ediatam ente por decir en qué sentido consideram os


insumisa a las memorias que son puestas en la forma de un testimonio: pensa­
mos que el testimonio actualiza la capacidad de la memoria de constituir m un­
dos antes que de referirlos. Precisamente, hemos dedicado la presentación de
los testimonios del seminario a la Memoria de la señora Sola Sierra, porque la
lucha colectiva que su figura aún representa, nos ha referido verdades inque­
brantables, pero más que eso, ha contribuido al agenciamiento de un m undo
de justicia y reparación que se mantiene como posibilidad de nuestro horizon­
te histórico. Sin embargo, la cuestión no puede reducirse a la simple reivindi­
cación de la subjetividad de los actores, como si el acceso a esa subjetividad no
estuviera mediado por el uso de lenguajes tanto orales como escritos. El len­
guaje puesto en uso como testimonió no puede, entonces, ser asumido como
u n recurso puramente denotativo, una herram ienta de la que dispone el sujeto
para designar directamente una realidad que le es existencial o territorialmente
propia.
Lo anterior es para nosotros la fuente de lo que hemos denominado el
abuso del testimonio, palabra esta última que utilizamos en el sentido de un
legado que se ofrece para circular y ser reinterpretado socialmente, y no única­
mente como una práctica en la que se hace evidente una verdad que antes sólo

Profesor de Historia y MagíSter en Sociología. Académico de las Universidades de Concepción y


Católica, Cardenal Raúl Silva Henríquez.

393
subyacía. Los abusos del testimonio generalmente se fundan en la "buena vo­ o matizan. Pero si, por otra parte, se trata de profundizar en las potencias so­
luntad", en la m edida en que no pretenden violentar su contenido atribuido2, ciales que podrían hacer frente al problema de la droga, es la segunda forma
mas al prescindir de las connotaciones que lo acompañan, se lo reduce a una de afirmar la que más directamente sirve a tal objetivo, siempre y cuando se
especie de diagnosis de lo obvio, donde la atención queda centrada en aquella renuncie a transformar la afirmación en algo tajante que lleve a confundir de­
situación que fue observada y posteriormente referida por el testimoniante. El terminados saberes con verdades generales del tipo la 'droga es mala'; y siem­
máximo rendimiento de esta forma de trabajar la memoria se obtiene al poner pre y cuando se reconozca que en el propio lenguaje hay elementos funda­
en marcha una especie de sicoanálisis colectivo, construyendo el inventario de mentales para movilizar las energías transformadoras de un colectivo, ya que
los traum as que es preciso administrar, la memoria se transforma así en un cada lenguaje incluye las reglas dinámicas con que una población hace uso de
ejercicio de sanación social, de identificación de las huellas dolorosas para pro­ él, las reglas del juego comunicacional que m uestran las estrategias de apro­
mover el duelo y la catarsis. Los testimonios de esta sección m uestran precisa­ piación colectiva de los tiempos y de los espacios. Es a esta segunda cuestión a
mente la otra cara de la memoria, aquella donde circulan las energías sociales la que nosotros le adosamos la problemática de los excesos.
del 'hacer en la adversidad', una memoria que antes de producir la armonía Creemos que, para el agente externo, una forma ética de conectarse con
visita los lugares del conflicto y la ruptura. un lenguaje social cuyas reglas le son ajenas, es proceder a partir de lo que
Por el camino del abuso se llega a discusiones bizantinas, por ejemplo, denominamos un exceso, entendiendo por tal, aquella falta de cálculo con que
acerca de la superioridad que tendría el testimonio subjetivo frente a las en­ se constituyen ciertas relaciones sociales, las que por cierto hoy se encuentran
cuestas y otros instrumentos de construcción de datos; superioridad que es en vías de extinción, incluso en el m undo popular (el compadrazgo, la fiesta,
indiscutible si de lo que se trata es de captar el m odo en que el testimoniante la pichanga, el 'allegarse' y todas las formas de reventones, implosivos como
observa y, por tanto, construye su realidad. Sin embargo, para asumir esta úl­ la droga, o explosivos como la protesta, que tienen lugar en la contingencia
tima perspectiva, hay que tom ar el lenguaje implicado en el testimonio, no inmediata de los sujetos populares). El exceso consiste en la práctica de un
sólo, ni fundamentalmente, como el reflejo de una realidad exterior a él. sujeto inmanente que regala una parte de sí mismo para fundam entar al otro
Compárense las dos siguientes formas de hacer afirmaciones: en el encuentro; el uno pasa entonces a constituirse en y por el otro, en un
(a) "el principal problema de esta población es el tráfico y consumo de proceso que no excluye ciertas formas de racionalidad, al menos aquellas que
drogas ya que fue la altern ativ a escogida p o r el 80% de u n a m uestra no aspiran a la colonización de los sentidos. El exceso contiene de manera in­
probabilística de sus pobladores"; m ediata la gratuidad propia del darse, cree posible la reciprocidad, pero no la
(b) "el principal problema de esta población es el tráfico y consumo de dro­ reduce a la form ación de consensos institucionales o de coordinaciones
gas ya que en la asamblea de la junta de vecinos varias señoras llegaron a llorar sistémico comunicacionales3.
cuando plantearon el temor que les daba ver caer a sus niños en 'la angustia'." El exceso específico a través del cual queremos encontramos con los
Ya de entrada debe precisarse que no existe en la realidad exterior a los testimonios aquí presentados, conlleva contenidos de tres tipos. En primer lu­
sujetos de una población nada que se llame "principal problema", en este caso gar, contenidos estéticos, únicamenté porque intentamos poner de manifiesto
se trata de una noción construida por el agente externo. El abuso consiste sen­ la conmoción que el testimonio provoca en nuestros sentidos. En segundo lu­
cillamente en olvidarse de este papel del agente externo, papel que no es de gar, contenidos irónicos, relativos al abandono de aquel tono grave que aspira
suyo abusivo. a comunicar alguna verdad inmutable e irrefutable, ironía entonces en el sen­
Si se trata de afirmar la fuerza con que la droga es socialmente percibida tido de llevar adelante una provocación que bien puede actuar sobre el propio
como una amenaza por los pobladores, ambas afirmaciones se complementan provocador. En tercer lugar, contenidos políticos, en el sentido de poner en
acto una voluntad abierta de poder, no sólo reconociendo la legitimidad de un
Es por esto que también consideramos como parte del abuso del testimonio, aquellas actitudes que
se remiten a su sola transcripción, cuestión que, según hemos observado en nuestros trabajos, es Aunque son notablemente estas últimas -descritas por N. Luhmann- las que predominan en la
reprobada por los propios testimoniantes, quienes reclaman para sí la distinción, hecha por los sociedad contemporánea; mientras que las primeras -propuestas por J. Habermas- continúan
intelectuales profesionales, entre actos de habla y de escritura. inspirando muchos de los actuales intentos de reforma social.

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habla, sino que intentando comprender su potencia, interpelándola y afirmán­ los Sánchez; de este panel no fue posible incluir el trabajo escrito del Colectivo
dola desde una otra potencia dialogante y afectuosa. Femenino de Salud Rayén, mientras que por otra parte, este panel no pudo
En síntesis, mientras el exceso inaugura los vínculos de una comuni­ contar con la presencia de la invitada señora Mireya García, secretaria general
dad liberadora de singularidad, el abuso se funda en una tal consideración de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos, de quien sí se ha
de los lenguajes que al interpretar sus hablas sólo reconoce discretas situa­ incluido el escrito que nos hizo llegar.
ciones objetivas del contexto del hablante, desatendiendo las intensidades
del relato y, a veces, sirviendo de aval para las formas de objetivación social Sindicato, autocuidado y derechos humanos.
gestionadas desde el Estado4.
No podíam os entonces perder de vista que el introyectar la palabra Entre el habla y la escritura
propia del "sujeto social" entre las hablas académicas, constituye una expe­
riencia delicada y nada nueva, de hecho, fue el m odo en que una sección de Como indicamos, dos de los testimonios presentados en esta sección
la etnografía transitó hacia la antropología bajo el gran paraguas de la ex­ del seminario no llegaron a ser registrados por escrito, mientras que otro no
pansión imperialista europea. De tal suerte que el "convite" del sujeto im­ pudo ser presentado oralmente, dejando sí, su registro en la escritura. Las
plica u n riguroso desafío m utuo, en que la exigencia mínima consiste en razones de esto no dejan de revestir interés para una discusión acerca del
elu d ir las "técnicas" d iscursivas de objetivación con que el sujeto es valor sociopolítico de las hablas subjetivas.
reinstalado en su original posición de subiectum (el que yace "debajo"). Don Alberto Muñoz, ex dirigente sindical y actual dirigente poblacional
Desde hace un tiempo sabemos que no basta con que el sujeto se nombre de Pudahuel, nos aclaró desde el inicio que no se encontraba en disposición de
por sí mismo, este acto no está dotado de un valor en sí. El valor del testimo­ dejar por escrito su ejercicio de memoria. Sólo en el momento del seminario
nio se produce conjuntamente con su puesta en uso; el valor se expresa en la empezamos a comprender esta actitud.
forma de circulación y registro social del testimonio. Los testimonios de esta Los recuerdos de don Alberto se concentraron en el periodo 70-73, zona
sección forman parte de una construcción donde la "experiencia narrada" se oscura para un tipo de memoria oficial, que habiendo participado del go­
insubordina contra toda pretensión de descubrir en ella un m undo subya­ bierno de aquella época, hoy sólo puede rememorarlo desde el terror a la
cente; intentando en cambio la producción de un m undo nuevo. ingobemabilidad. La Unidad Popular en tanto proceso sociopolítico, forma
Es bajo tales supuestos que organizamos los dos paneles con que el parte de ese gran im pensado nacional, que en algún sentido constriñe la
testimonio se hizo presente en el seminario. En el prim er panel participaron memoria de don Alberto, imponiéndonos, a todos, el tono de la sordina. Se
el joven poblador y dirigente de Lo Valledor Sur, Carlos Saavedra; la dirigenta trata de una compleja amalgama de poderes discursivos que trabajan esta
vecinal de Huechuraba, señora Pilar Macaya; el poblador y director de la memoria social como un cuerpo de signos a exorcizar. Pero estos signos no
Com unidad Terapéutica de La Legua, don Rafael Silva; y el señor Alberto corrompen el cuerpo social de don Alberto, es por eso que su acto de resis­
M uñoz, ex d irigen te sindical y actualm ente d irig en te poblacional de tencia consiste en la instalación inm ediata de la alegría que le refiere su
Pudahuel; sólo de las tres primeras intervenciones se registran aquí los tra­ recuerdo de la Unidad Popular. Don Alberto M uñoz hizo de "su porción de
bajos escritos. En el segundo panel participaron los señores G uillerm o seminario" la celebración insumisa de su memoria allendista.
Lincolao y Carlos Ruiz, del Centro Mapuche de Estudios y Acción; las seño­ Don Alberto Muñoz dejó en algunos de nosotros la evidencia de nues­
ras Luzmenia Toro y Gullermina Azagra del Colectivo Femenino de Salud tra amargura intelectual; su testimonio nos remitió al lugar de la vida donde
Rayén, y el dirigente del Movimiento de Liberación Homosexual señor Car- \ no se espera por grandes victorias, sino que se las construye con efímeras
\]
insolencias. Celebración de lo discontinuo, que no implicó renunciar a la
¿Qué es si no lo que ocurre con algunos autodiagnósticos participativos, donde se objetivan y crítica de la totalidad. Al contrario, la memoria celebrada por don Alberto es
jerarquizan demandas que bien podrían haber aparecido en las respuestas de un cuestionario cerrado? profundam ente reivindicativa, es memoria sindical, donde incluso la libido
¿Qué ventaja tiene este ejercicio cualitativo sino la de objetivar (reducir a una posición fija) a los
sujetos bajo un principio de realidad (quizá si en rigor debiésemos reemplazar el verbo “objetivar”
del cambio se aquieta en el salario y en el gesto de apoyo al compañero pre­
por el de “sujetar”)? sidente. Todo, al mismo tiempo que don Alberto nos narraba el modo en

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qué estas luchas de interés conformaron el territorio de encuentros afectivos seres queridos, naciendo como grupo de salud para curar a los heridos de las
donde los obreros de su sindicato llegaron a d ar parte del sueldo para que protestas, violentando sus propias identidades militantes, para reconocerse
otros pudieran alfabetizarse. En suma, el testimonio de don Alberto no ga­ pueblo-mujer-y-cuerpo. Tanto para ellas, como para don Alberto, señalamos
rantizó que su linaje fuese el de un proyecto orgánico de liberación clasista, lo positivo de su automarginación de la escritura, tampoco para condescender
tampoco el de una máquina colectivizadora del deseo molecular, fueron los con un sujeto popular infalible en sus intuiciones, sino que justamente para
chispazos libertarios de este testimonio, así como la alegría con que fue pro­ descargarlo de atribuciones objetivantes. El gesto de don Alberto Muñoz fue
nunciado, los que dejaron comprometida la palabra/praxis de las revolucio­ sencillamente el de la felicidad de recordar, así como el de las compañeras de
nes sociales; el testimonio como gesto cómplice de una palabra denostada Huechuraba fue el del nerviosismo y la huida, ambos provienen de un parsi­
en los afanes del poder-migaja, u olvidada en el rigor absorto de la crítica monioso discurrir histórico, antes que de sólidas autoconciencias o identida­
crítica. des firmemente centradas; este es su modo de negarse a la escritura, y es, de
Tampoco dejaron por escrito su testimonio las miembros del grupo paso, el modo en que se fugan del texto, dejando el campo abierto a la sugeren­
femenino de salud Rayen. Varias cosas no marcharon. La entusiasta señora cia y a la apropiación colectiva. Si el sentido se nos hubiera entregado ya com­
Ana María Poblete no llegó, se perdió en el laberinto de la Universidad. Las pleto; o mejor dicho, si al ponerlo por escrito se hubiesen creado condiciones
señoras Guillermina Azagra y Luzmenia Toro incrementaron su nerviosis­ para que nosotros proclamásemos el descubrimiento de su totalidad conectiva;
mo, cuando les pedimos acortar el testimonio que ya traían escrito; ¿cómo es entonces no habría quedado escritura para repensar la legitimidad plebeya
entonces que nunca llegó a estas páginas? Nos parece que, al cabo, se cortó del derroche allendista, o la revolución alquimista del frente Huechuraba. Sólo
el hilo de la complicidad académico-poblacional. por la grieta de la escritura denegada podíamos dejar escurrir nuestro propio
También pensamos que nos traicionó nuestro rechazo al despliegue de lo sentido, ya sin posibilidad de rellenarla completamente, sólo horadando en su
popular como espectáculo, por lo que desatendimos las formas estéticas que experiencia, amplificando el tiempo y nuestro propio deseo de transforma­
este grupo nos había sugerido para su testimonio. Fue así que durante el semi­ ción.
nario no logramos reavivar esos relatos que antes habían fluido con la naturali­ El de Mireya García, secretaria general de la Agrupación de Familia­
dad de los tecitos servidos en la sede social. Ahí bastaba un ademán de mano res de Detenidos Desaparecidos, es sólo en un sentido el caso contrario a los
para entender cuántos rincones habían recorrido las cinco mujeres de este colec­ dos anteriores; por los días del seminario ella se encontraba en Inglaterra,
tivo, encuestando a otras, para descubrir que la dictadura militar se quedó en en medio de una agitación tal, que su testimonio-ponencia no pudo siquiera
los hogares de Huechuraba, en las patadas del marido, en la falta de calenturas, ser leído en el evento. La ausencia de Mireya fue el signo paradójico de la
en la dependencia masiva de las benzodiazepinas. presencia mediática del dictador Pinochet Ugarte. Para entonces el semina­
Allí, en la sede, no sólo estaban a m ano los ungüentos y jarabes con que rio ya había sido copado por el desencuentro entre el ¿ex? tirano y el ¿ex?
estas mujeres curan los dolores del cuerpo; también vivimos la "fragmentaria imperio (violadores ambos de cuanta dignidad los seres humanos hayan lo­
continuidad" de las luchas poblacionales: la cohabitante radio popular con grado construir). Del mismo modo, o quizá de otro totalmente distinto, reso­
sus proclamas anticapitalistas y su música docta "para desalienar"; el paso nó el recuerdo de quienes, en la resistencia de la tiranía, sacrificaron sus
funcionario de los dirigentes clientelizados; la alegría redentora del lolo que vidas, es el eco múltiple que nos presenta Mireya en su escrito, cuya forma,
lucha por ganarle a la "angustia"; y sobre todo, el tranco histórico de unas si se quiere, protocolar, testimonia el tipo de agenciamiento colectivo, que
mujeres que desde la toma de Guanaco5, no han sabido detenerse, menos to­ ha terminado por poner al tirano en aprietos jamás pensados por la imagi­
davía durante la dictadura encarando a los tenientillos que les negaban a sus nación político-funcionaria de este país.
Si bien el escrito de Mireya no refiere los sentidos enarbolados a pro­
pósito de las escrituras en falta, nos remite a la fuerza de una sanción histórica,
Importante movilización popular iniciada el 26 de octubre de 1969 con la invasión de un terreno que se nutre directamente de su orientación al presente y al futuro.
ubicado en la esquina de las calles Guanaco y La Serena, en la comuna de Conchalí. Las pobladoras
lograron trasladarse a sitios asignados dando origen a varias de las poblaciones más emblemáticas
“Con las pancartas en alto llegamos a la democracia, con la firm e esperanza de
de la zona norte de Santiago. que reconstruiríamos moral, ética, económica, política, judicial y culturalmente

398 399
nuestro país; con la fe centrada en el derecho y los valores, esperamos respuesta a la masivo. Tanto lo dicho como lo escrito por Carlos nos refieren el derroche de
interrogante: ¿Dónde están? La impunidad penal y social ha sido la constante, la intensidades a que nos somete este, nuestro capitalismo periférico, en beneficio
desmemoria la intención velada o abierta de quienes desconocen el sentido de la del bienestar de las modernidades que se autentizan permanentemente desde el
historia." centro.
Sobrevivir, resistir y recordar, es por otra parte la jerarquía de intensi­
El testimonio de Mireya nos reafirma en lo que, para algunos, no de­
dades que configuran la propuesta de Carlos, la que como él plantea, se le­
ben ser más que regodeos discursivos. Refrendamos de este modo nuestras
vanta desde la comisa del odio y la potencia que caracterizan a su genera­
aprensiones y deseos respecto del uso social de la memoria, porque de lo que
ción "ochentista". Se trata entonces de un testimonio en que la potencia se
estamos hablando aquí, es, ni más ni menos, que de nuestro presente fascista,
de sus infiltraciones y capilaridades, de una barbarie semiotizada que no pue­ confiesa a sí misma el odio que la ha calado. El de Carlos conforma un dis­
de ya ser detenida con humanismos lloroncillos, incapaces de potenciar una curso sin límites demográficos definidos, pero con al menos un rostro que
se nombra y establece en el locus de la población, lugar constitutivo de una
nueva subjetividad popular.6
ética que, aunque colectiva, no aspira a moralizar más allá de su aquí-ahora.
Para leer el testimonio de Carlos hay que dejarse atorar por la palabra
Jóvenes de población, mapuche de ciudad y puesta en torrente, por la impudicia de una propuesta caosmótica, en que no
se encontrarán más equivalencias que las de una subversión gestionándose
homosexuales de cuerpo presente. a sí misma.
De la insumisión al alzamiento "(...) más que una síntesis, esto es un descarado pero tierno desorden de ideas
inconclusas, y hasta proféticas, con todo lo antiproféticos que somos, si hay algún
descargo que hacer, creo que no lo haremos, sólo asumimos que somos mutantes de
Comenzamos por referir una situación algo caprichosa. Resulta que -para
tomo y lomo, que de esta violación hemos nacido y que estamos navegando (...)"
el que escribe- la exposición de Carlos Saavedra resultó un tanto extraña, más
exactamente, nos incomodó el reflujo provocado en el auditorio, la formación, N o es este un registro m enor en los testimonios del seminario, hay
demasiado instantánea, de un consenso anti-intelectual bastante impreciso, que una significativa y general concomitancia, por ejemplo, en la ponencia-tes­
a lo menos contribuyó a invisibilizar la radical causticidad política de este testi­ timonio de Guillermo Lincolao y Carlos Ruiz; allí se encontrará el relato de
una memoria obstinada en reconstruir el proceso a través del cual ella mis­
monio. Lo contrario nos ocurrió al revisar el trabajo escrito por Carlos Saavedra,
ma fue perdida, transm utada en una desmemoria, la de un pueblo pública­
aquí, las melosidades adulatorias, con las que suelen suprimirse las particulari­
mente autonegado e íntimamente preservado por la inercia de una historia
dades de u n sujeto empírico, no sirven para escabullir la intensidad insurrecta
dura y poderosa. La experiencia de los mapuches urbanos actualiza una de
del testimonio. Se trata de una escritura en que se defiende la violencia implica­
las más clásicas discusiones occidentales acerca de la memoria, aquella don­
da en todo horizonte histórico, a través de una aceptación rigurosa y alegre,
de Nietzsche proclama el sano carácter de ciertas cuotas de olvido, y que en
tanto de la incertidumbre, como del carácter insondable de la decisión revolu­
la occidentalidad latinoamericana se sitúa en la paradoja borgiana de Funes,
cionaria. Sólo quien digiera el tono radical de la crítica planteada por Carlos
aquel muchacho que nada olvidaba. El valor, a nuestro juicio tremendo, de
puede darse a la tarea de buscar sus equivalencias en hegemonías de alcance
este testimonio es que arrebata el problema memoria-olvido de su registro
puram ente teórico, reinstalándolo én la experiencia colectiva del pueblo
Entendem os por fascista un régim en com pleto de signiniñcación y resignificación social
caracterizado por la rigidización unívoca de las subjetividades bajo principios clausurados y mapuche exiliado en la urbe, es ese el lugar y el tiempo que acoge las tensio­
autorreferentes de construcción de la realidad social (gobemabilidad, sexismo, razones de Estado, nes entre la memoria y el olvido, anticipando al filósofo y sus prescripcio­
etnocentrismo, equilibrios macroeconómicos, altemativismos forzados, etc.), restringiendo la idea nes; en el ejercicio irrestricto de una voluntad social de perm anecer en el
de multiplicidad a los ámbitos del consumo. De cualquier modo, aceptamos la distinción político- nuevo escenario de una vida que es siempre materia de reconquista.
cualitativa, históricamente introducida, entre la dictadura m ilitar y nuestra actual democracia;
únicamente nos negamos a persistir en el paradigma “del mal menor” y a la doble identificación No se trata únicamente de desconstruir la lengua invasora en que los
entre lo real y lo posible, cuya fórmula nos parece, de suyo, fascista. genocidas se han nombrado a sí mismos como civilizadores, se asume el impe­

400 401
rativo "de la sensibilización, del debate, de la confrontación de las viejas ideas nados de la sociedad, sin embargo la globalización no es más que la consecuencia de
que nos inculcaron, con las nuevas vivencias e ideas surgidas de una práctica la relación establecida entre los seres humanos, consensuada por quienes adminis­
de trabajo en común entre dos pueblos igualmente oprimidos (...)". tran el poder político y económico, y ellos están ocupando ese lugar porque nosotros
Si algo nos queda claro del testimonio m apuche urbano es su referencia así lo hemos permitido (...)"
a una forma de permanente reapropiación del sentido de la ciudad, a la que se La rebeldía del testimonio de Sánchez parece m anar de una dignidad
ha acudido atendiendo un último llamado del cuerpo biológico, devastado y hecha a pulso en el mejor de los abandonos, de otro modo no acertamos a
amenazado con variedad de maneras por la cruzada civilizatoria del capital. explicamos la conmoción sensual de su instalación pública. Estructurado
En su búsqueda, el pueblo m apuche subvierte la propia noción de sentido, como un discurso político, este testimonio se desdobla por obra de los cuer­
puesto que ella aparece tan lejos de la trascendentalidad como de la pragmáti­ pos que en él se implican. Quienes, además de leerlo, lo escuchamos en aque­
ca; el sentido que acompaña la instalación del mapuche en la ciudad, no es lla mesa del seminario, damos a su vez testimonio de la inquietud político-
aquel que le inserta en una estructura de derechos por la vía de la conciencia libidinal que allí se instaló. Cuánta distancia observamos entonces con res­
autodesplegada, sino que el de la reconstitución de un espacio físico para el pecto a esos otros ejercicios discursivos de clasificación y nominación con
encuentro de los cuerpos sobrevivientes, aquellos que en su carnalidad con­ que habitualm ente se consigue el reconocimiento científico; empero, tam ­
forman el testimonio irreductible de una "voluntad de ser" donde quiera que poco nos engañamos por los pasajeros estados de ánimo de un auditorio
se encuentren. algo heterodoxo; la lucha homosexual recién comienza, y nos remite al ori­
C om parable al m apuche es el testim onio presentado p o r Carlos gen de toda lucha, a su complejidad ética y a su resolución en la inmanencia
Sánchez, sólo que en este caso se trata de una instalación en la ciudad subje­ de una libertad practicada y ensanchada en un proyecto que es aquí-ahora.
tiva, tanto o más concreta que aquella otra de los cuerpos sobrevivientes. En
este último testimonio la hom osexualidad reclama en primer lugar el pro­
nunciamiento abierto acerca de la historia de sus represiones, y particular­ Lo cotidiano popular
mente el amplio círculo de complicidades que para ellas se han configura­
do. Alegato inmediatamente político en la m edida que desnuda la contin­ Los comentarios más breves, pero a la vez de m ayor compromiso, para
gencia incongruente de los 'mejores' hum anism os de izquierda que le han los testimonios de Rafael Silva y Pilar Macaya, el lector seguramente desli­
dado u n tono de lucha a este siglo XX. Lucha en que los homosexuales iden­ zará sobre ellos sus sentidos con un gusto qüe hará innecesaria cualquier
tifican precisamente su segregación más desgarrada y radical, la más aguda invitación sinóptica. Dicho gusto bien podría enmarcarse en esa actualmen­
ausencia de rostro hum ano para ejercer la acción política, y a la vez la provo­ te tan difundida revalorización de lo cotidiano.
cación para empecinarse en una experiencia de interpelación total. El recla­ "'Lo cotidiano': sólo abismo sinfondo, espiral de locura y muerte, vórtice de sufri­
m o de Sánchez desborda completamente la literalidad, para hablar desde miento (...) en el cual el poder materializa su metáfora difusa. Lugar del exterminio,
unos cuerpos que por mucho tiempo han incomodado a sus moradores, pero lo cotidiano, digámoslo, es lo invisible -lo verdaderamente espantoso, por tanto- de la
que ahora comienzan a ser reinventados como herramientas para incomodar dominación capitalista, la galería de espejos de la explotación, su transparente labe­
a todos los demás, incluso a los que practican una tolerancia predestinada al rinto (...) Cotidiana la muerte en la privada miseria de un mundo irremisiblemente
campo alternativo, es decir, sin rebeliones de fondo y forma contra el "ojo feo, moralmente intolerable, firm e sobre los ejes rectores de la abyección, la renuncia,
torvo" que sigue mirando a la sexualidad "de soslayo, y solamente centrada el arrepentimiento: mundo de sobrevivientes mortecinos, hechos de mil traiciones, de
en aspectos reproductivos. Negándose a aceptar que esta tenga tantas finali­ mil aceptaciones, de infinitas inercias."
dades como seres hum anos existan (...)". Con el testimonio de Sánchez so­ Palabras escritas por el filósofo español Gabriel Albiac precisamente
mos abruptamente enfrentados a nuestra responsabilidad en la producción para no estar de acuerdo con ellas, y sin embargo, en nuestro caso, nos resul­
de lo social, mostrando el pliegue que contiene todas las posibilidades que ta imposible desvinculamos de la dolorosa incitación a rebelarse. Pero como
configuran el presente. en toda rebelión, es preciso definir el contenido de su negación. Ese es el
"La globalización ha sido entendida como el enemigo de los explotados y margi- ejercicio que nos posibilita el testimonio de Rafael y el de Pilar, prototípicamente

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testimoniales por su alusión al m undo de la vida cotidiana, al acontecimiento A propósito de la memoria
de bajo relieve y la anécdota de alcance apenas moralizador, ¿sería entonces
posible constituir en esas narrativas el foco de alguna rebelión? Juzgue el lec­
tor. Por nuestra parte sólo diremos que la experiencia de lo cotidiano en el
m undo popular al que pertenecen Pilar y Rafael, es el continente de una Carlos Saavedra1
radicalidad sustancialmente distinta a la de los héroes cuya muerte refiere Albiac
("Todos los héroes han muerto" es el ensayo que da el nombre al libro de Edi­
ciones Libertarias, publicado en M adrid el año 1989).
La altisonancia de nuestras páginas anteriores no le resta voz a la pro­
ducción de la vida entera y relacional del pueblo, es sólo que consideramos
in suficiente el ejercicio político de in d u cir su autocontem plación. La
potenciación del futuro requiere poner en él la energía de la memoria popu­
lar, ese es el sentido de su ejercicio, la memoria no se contempla en un pasa­ I
do épico sino que se proyecta en la gestión colectiva de un futuro diferente.
Como ya dijimos al inicio de estos comentarios, la memoria popular mues­
Cuando nos referimos a la memoria tenemos la tendencia a aferramos a
tra una vocación por recorrer su propia fuerza creadora sin negar la urgencia los recuerdos, a la cadena de acontecimientos, hechos, estímulos y actos que van
de sus dolores. marcando nuestro paso, su trascendencia y accionar en la historia, desde la par­
"Recuerdo que yo le cantaba a la vecina Rosa y le cobraba dos dulces por actuación, ticular a la global o colectiva, nos referimos o acercamos a la mochila que todas
un dulce para m í y el otro para mi hermano menor (...) ¡Yo tuve mi negocio de volan­ y todos y cada uno de nosotros lleva, y a la mochila social,... en este caso especí­
tines, pero lo mejor de todo era subir a lo más alto del cerro y hacerlos volar." fico he y hemos sido convocados a intentar desabrochar los apretados nudos de
Los héroes de los relatos de Pilar y Rafael son, por cierto, ellos mismos, ésta, nuestra memoria colectiva, como sujetos o actores sociales, como epicentros
mas no por sustraerse al horizonte del poder capitalista que nos recuerda Albiac, del gran experimento, y sacar de ella los elementos que supuestamente nos ser­
sino por la producción de una experiencia particular al interior de ese poder, virán, o servirían, para comenzar la nueva cadena cíclica, el nuevo milenio, la
una particularidad que se clausura en la fragmentación de su mundo. Acerca construcción de la nueva cadena de la memoria. Y en ese ejercicio, sin lugar a
de esta fragmentación sólo nos resta opinar que ella no es una mera aparien­ dudas, he echado mano a las vivencias que han marcado mi accionar histórico a
cia, o mejor dicho es una apariencia ontológicamente constitutiva del m undo partir de lo que en mí evoca la palabra y el sentimiento de la memoria, marcan­
popular. El fragmento de la experiencia cotidiana del pueblo-Pilar y del pue- do de inmediato el paso en que mi memoria (la casi íntima) trae los aromas del
blo-Rafael, no encierra, creemos, ninguna teoría retotalizadora, es, sin embar­ Odio, o leído de otra manera, desde que tengo memoria ha existido la necesidad
go, y tal vez por lo mismo, testimonio de liberación de un sujeto con rostro, así de odiar y confrontarse partiendo por el brusco paso de la infancia a la adoles­
como también es señal de insurrección para todos los rostros dueños de ion cencia-juventud, con golpe incluido, asuritiendo de inmediato posiciones que
testimonio particular. requerían, en aquel entonces de no muchos espacios de reflexión, sino más bien
sólo de realización, marcados por el autoritarismo de todos los colores y con
todas las fundamentaciones... mi memoria habla de sentirme parte de la prime­
ra generación de Chilenos que emerge a la vida social, o construye sus primeros
esbozos de ésta, mediatizado o ayudado por la televisión, aquel bien de consu­
mo masivo que hacia finales de los setenta ya se ha posicionado en el mundo

Dirigente juvenil de Lo Espejo. Escritor.

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&L
como el puntal de la domesticación-dominación, es decir algo así como la pri­ ner algo... entonces conocimos de cerca que debíamos separamos de los dog­
mera generación marcada por el "ver" para creer, a diferencia de las generacio­ mas, de la linealidad, y adentramos en los ciclos o lo cíclico, cuestión que nos
nes anteriores, que más bien venían marcadas o ayudadas en la construcción de hace sentir la brisa de un nuevo ciclo histórico que se ha iniciado, en el que la
sus andamios sociales por el "escuchar" y el "leer", nosotros partíamos enchufa­ memoria que acarreamos se posicione como la catapulta que nos proyecte más
dos, conectados de manera distinta, aprendiendo códigos y lenguajes que hoy allá del odio, mostrándonos como creadores y articuladores de lo que puede y
más que nunca percibimos trastocaron el quehacer cultural, político y social del debe venir, algo no solo sustentable, sino que posible, y en el intento debemos
país, en medio del proceso revolucionario más grande y profundo vivido, y en­ arriesgar más, reconociendo que muchas de las estructuras y orgánicas que co­
cabezado por el Capitalismo como fuerza motriz (bastante alejado al que aspirá­ nocimos ya no sirven o servirán, que no sólo el Leviatán ha mutado, sino que
bamos nosotros...), aquel proceso que durante 25 años marcó el parto de esto, el nosotros también y nuestras formas de relacionamos y organizamos, o de nece­
nuevo país, reconvertido, y fruto del prim er experimento Neoliberal a nivel sitar organizamos, todo muta y se transforma y no debemos temerle a los cam­
m undial... entonces podría decir que mi memoria y recuerdos son los de un bios que están operando y que tienen como raíz el odio, que es en sí una fuerza,
laboratorio en el que todas y todos cambiamos, hasta sin quererlo, puesto que una parte de nosotras y nosotros que debemos saber asumir, desde el odio tam­
estuvimos obligadamente expuestos a la radiación de lo que venía, y tenían pla­ bién es posible construir, claro está desde la deconstrucción... tendremos enton­
nificado para nosotros, como supuesto proyecto de país, un laboratorio en el ces que hacemos cargo de nosotras y nosotros mismos si es que queremos avan­
que la violencia juega y ha jugado un rol vital, puesto que lo que ha estado en el zar, tendremos que asumir que la formación que recibimos de los setentistas no
centro y en pugna, no ha sido ni el Estado ni el poder (es lo que más ausente ha fue la suficiente, que los ritmos disco y la música punk sí nos ayudaron a enten­
estado), sino que un proyecto humano que apuesta a la involución y otro que der, tal vez más que la Hamecker; asumir que somos los hijos legítimos de la
supuestamente pudo encamar, o al menos lo intentó, la evolución, cuestiones dictadura, puesto que nos reconocen y nos reconocemos y que, en la actualidad,
que históricamente los humanos resolvemos de manera violenta, las paces o vivimos un peligroso desfase comunicacional y vivencial con los hijos de la tran­
transiciones pacíficas siempre son un estado transitorio entre confrontaciones, sición... al menos nosotros teníamos algunas claridades... a quién odiar y por
un extraño estado de acomodo velado... y ahí nos quedamos, algo ocurrió y nos qué organizar dicho odio y violencia... hoy no es apatía, es miseria de escena­
despistamos, las contradicciones se disfrazaron o mutaron y quedamos marca­ rios. .. no vale casi la pena odiar a los que se podría odiar... ociarles sería darles
dos por lo que sabíamos y entendíamos que debíamos y podíamos hacer, cues­ una importancia y trascendencia que no tienen. Yo, en particular he planteado la
tión que hoy nos está exigiendo saldar cuentas, mas cuando aquel proyecto de comisa del odio para recordar, para asumirse de mejor manera también, para
país que nos presentaron en pañales, para que como generación encabezára­ poder intentar un posicionamiento histórico que me permita leer mi realidad
mos, hoy agoniza en su ansiada e inalcanzable perfección que además es hoy, no sé si es la mejor ubicación, pero no puedo obviar mi esencia generacional
insustentable, nos hace y sigue haciendo daño, la falsedad del disfraz hace daño, que da claros indicios de que el ciclo de revoluciones proletarias se acabó, y que
negando los errores, que son el arte de la creación, al crear te arriesgas a equivo­ serán nuevos horizontes los que habrá que pintar, nuevos y alejados del
carte, y al crear crecemos, nos conocemos mejor, somos más hum anos... enton­ estructuralismo, nuevos e imperfectos, iihposibles para acercar lo posible... no
ces el frío misterio de los pasillos de la planificación tecnocrática nos sigue abrien­ he venido a relatar, sino a vivir de nuevo mi génesis, a confrontar todo lo que
do las heridas, nadie quiere pagar los platos rotos, nadie quiere arriesgar sus debe y puede ser cambiado... mi memoria de 25 años como país me plantea la
posiciones por lo que en medio del aparente caos la comodidad ha aparecido... interrogante de identidad que sé no podré responder solo, tal vez como conti­
ya no son tiempos de sueños, mucho menos de las aventuras, puesto que la nente. .. cuando nos referimos a la memoria tenemos la tendencia a aferramos a
nueva tecnología y su pragmatismo inmovilizador lo han superado todo como nuestros recuerdos,... si perdemos nuestra memoria, perdemos la oportunidad
la nueva droga que nos consume, y yo, y muchas y muchos con nuestro odio a de saber o intentar saber qué se siente ser humano.
cuestas, con la polaridad y la bipolaridad aún en nuestras retinas, que son,
querámoslo o no, nuestra memoria más cercana, la isla más cercana dentro de
este intrincado archipiélago en el que nos metieron vía fórceps, intentamos por
un lado sobrevivir, por otro resistir, y en conjunto recordar algo, para así propo­

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II que sólo bastaba con que los Obreros estuvieran unidos, pasábamos a un nuevo
momento, en que por primera vez sentíamos de verdad lo que significaba un
Difícil misión ha sido esta de intentar revisar pasos y desventuras en ajuste estructural (o una revolución a cabalidad), que algunos sólo remitieron al
medio de la comisa de este siglo, siglo 20, m irando desde esta grande Babilón, ámbito económico y tecnológico, sin ver como nuestra forma de sentir también
los azotes, no siempre tiernos, de estos últimos 25 años de historia, estos últimos se ajustaba (o la ajustaban...), cambiaba radicalmente... y conversando y con­
25 años como nación o país, intento o esfuerzo que requiere más de un ejercicio versando, entre onces, llegamos a una atrevida conclusión, que para nada es un
de abstracción, es sólo cosa de entender, o al menos intentarlo, el que este trozo cierre, tampoco la clausura, menos en un período que también hemos intentado
al que queremos remitimos, encama en parte, la antítesis de lo que son los 25 definir y al que haremos alusión más adelante,... todo intento de retrospectiva,
años de inicio de este siglo en Chile, y que culminan, según como nos pasan la colectiva o individual, y que en el supuesto de que sirve, nos permite revisar
historia en las escuelas municipalizadas, en la proclamación de la Constitución algo de lo que conocemos como Memoria Histórica o colectiva, debería partir de
del 25, carta que casualmente, es transformada, por no decir eliminada, justa­ la base de que en Chile ha venido operando una REVOLUCIÓN de corte capita­
mente en este período final de todo este cuentito marcando dos hitos, de su­ lista (nos referimos a la que opera en estos 25...), que como toda revolución, no
puesto cambio, dentro de la institucionalidad de esta Nación. Para qué hablar se ha remitido al mero acto de parar un supuesto proceso, o toma del poder, o
de lo que fue el principio del siglo a nivel mundial, y lo que es en este fin, algo así aparato estatal, no, sino más bien a abrir un nuevo camino de cualificación y
como de la esperanza a la resignación, del intento a la conformidad, de la trans­ profundización de un camino que a lo largo de nuestra historia conocida y mal
formación a la radicalización, de la diversidad a la uniform idad... y nosotras y enseñada, queda establecida (algo así como la consolidación del camino de la
nosotros en la Pobla, cualquier pobla, mirándonos el ombligo, sintiendo como el evolución capitalista), la de que Chile es y ha sido un país capitalista, o mejor
consumo es el paradigma de unidad nacional, e igualdad social, nosotras y no­ dicho cooptado, al igual que muchos, a dicha corriente, o incluso, dicho de ma­
sotros en la Pobla desarmados, recién comenzando a entender los profundos y nera más clara, siempre bajo el sometimiento de una clase sobre otra, no siendo
hasta graves, cambios socioculturales (qué concepto más "in") que ha operado necesario explayarse en este tema por lo obvio de las posiciones. Ahora bien, de
en la que podríamos llamar la "sociedad chilena" en estos últimos 25 años, lo qué nos ha servido llegar a este punto de acuerdo y supuesta claridad, ha sido
que para rematar podríamos definir como los de la MUTACIÓN, la que algunos para asumir el que nada ha sido ni es casualidad, y no es que en las revoluciones
determinaron como necesaria, para poder adaptamos a lo que venía, o ya está. todo esté fríamente calculado y planificado, como los del este intentaron mos­
Bien, si esta idea fuese la correcta, si esto es lo que estamos sintiendo, a lo que trar fracasando, no, todo lo contrario, cuando hablamos de casualidades, lo ha­
nos abocamos fue a preguntamos, en qué y cómo se notan más, en nuestras cemos en el sentido de que una vez más nos han ganado la partida, como po­
vidas y pensamientos, que necesariamente tienen que ver con opciones, estas bres, como explotados, o como nos queramos llamar, puesto que en una revolu­
mutaciones a las que hacemos alusión, y sin lugar a dudas salta de inmediato la ción en curso, como es este caso, el Caos, o las leyes de la impredicibilidad rei­
herencia del dolor (que hoy se asocia a la memoria, al recuerdo, y que se intenta nan, dejando atrás en cualquier momento el presente para posicionarse aquí o
disfrazar con un mero sacar rojos del calendario...), que trastoca la comunidad allá, en el pasado o en el futuro, que en apariencias son lo mismo pero sabemos
valórica que nos agrupaba y daba identidad, dolor violento que nos dejaba en que no lo son... qué queremos decir con esto, que ellos nos han mostrado un
claro que no siempre nos estábamos diciendo todo, o todo lo que realmente im­ presente preocupante y supuestamente trascendental, para que nosotros luche­
portaba, que en este país las cosas se decían pero a la vez y por un misterioso mos, nos apasionemos, y hasta nos confrontemos, para que soñemos, y hasta
azar no se decían, confundiendo las lealtades y la legalidad (que en este país de para que desde allí soñemos el y los cambios, no dejándonos ver el futuro, qui­
verdad no existen...), haciéndonos una magistral y colectiva lección de los prin­ tándonos la capacidad de abstracción que nos saque de la cancha chica y apreta­
cipios maquiavélicos, de que "el fin justifica los medios", y de que si la paz es da, desconectándonos de los dos cables imprescindibles para crecer y avanzar
necesaria y digna, ésta tiene dueños y tiene sus leyes, en las que no sabíamos, en la historia, la conexión que nos falta para entender realmente lo que nos pasa
cabían la tortura, el asesinato y la desaparición, entonces del "Piedra Roja" (fes­ y pasa, el pasado y el futuro, que son las dos gemas que completan la piedra de
tival rock, tipo Wustok) y la minifalda de Palomita Blanca, de la ingenuidad de la vida... de ahí la urgencia porque olvidemos y nos perdonemos, nos demos las
manos, una vez más, en un gesto innecesario ante la historia, una vez más nos

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hacen creer que el presente es el que importa, que todo se resuelve aquí, sin buena parte, intentando una vez más, formar a los que vienen, desfasados, mol­
decimos por supuesto que ellos ya tienen resuelto el futuro o lo que viene para deándolos a nuestro dolor y apatías, apareciendo entonces aquí el derrumbe de
ser más precisos, es más, nos han acomodado el pasado para que entendamos el aquel mito que ha tenido de cabeza a muchos sociólogos y parasicólogos, eso de
presente de esta manera, para que interpretemos las cosas así, y lleguemos a que esta generación no está ni ahí, ¿cuál generación?, si en realidad no existe esta
tales y cuales conclusiones, es más, podríamos llegar a decir que este supuesto categoría como pura, es decir, somos sólo un híbrido que mezcla la sobrevivencia
noble esfuerzo a que hemos sido convocados forma parte de este truco, algo así de unos y la aparición de otros, tal vez la realidad sea que los ochentistas derro­
como intentar y m edir hasta qué punto estos seres se están dando cuenta de la tados estén ni ahí y hayan transmitido dicho sentir, y placer, entonces cabría
gran jugada, que desde sus Neo templos de adoración, con ofertas y batallas preguntarse de quién es el protagonismo, ¿de quién fue el protagonismo de los
desesperadas por el último neumático a mitad de precio, no alcanzan a ver, y así, ochenta?, ¿de quién es el protagonismo hoy en los noventa?, ¿de quién fue el
con este nuevo catastro seguir ordenándonos las piezas... luego, en las onces protagonismo en los setenta?, no para cobrar, sino para entender de una nueva o
que vinieron, y con lo de la Revolución capitalista un poco más digerido, nos mejorada manera este rollo de la que ha pasado y lo que está pasando, abriéndo­
dimos a la tarea de entender, a nuestro modo, esto de cómo los choques o desfases nos a la búsqueda de los ritmos que desde la tierra fluyen y que hablan de lo que
generacionales han influido en cómo se nos ha ido atrofiando la memoria, y el podría venir... mirar o recuperar nuestra memoria apuntan a recoger de mejor
cómo esto ha trastocado nuestras apuestas que tienen bastante de derrotas y manera el mensaje que este presente nos está dando, el resto es para los historia­
porrazos, y partimos por asumir que en todo proceso colectivo, histórico, hay dores, y escuchar los ecos proyectivos que hablan de tal o cual futuro, que sabe­
protagonismos que dependen del lugar y momento en la vida de los seres hu­ mos es hoy, puesto que esa es otra gran victoria de ellos, el hacemos creer que el
manos, desde donde nos posicionamos para asumir este u otro desafío de vida, pasado, el presente y el futuro son cosas distintas, siendo que son lo mismo, no
que también involucra la muerte, y aquí aparece esto de la madurez, la expe­ existen como tal, esto porque tal vez el futuro sea el pasado, como para muchos
riencia y todas esas pescadas que a veces nos engrupen, entonces en estos últi­ lo es, y el pasado su futuro, como para otros ya también lo es... esto porque ellos
mos 25 años todo partió siendo encabezado por los sesentistas, que formaron a ya no hablan del presente, el presente es para los que no tienen nada, los carentes,
los setentistas, con sus dogmas, prácticas y deformaciones, luego, y una vez ini­ la pobreza dura, etc... para ellos ya la cosa está en el 2010, por decir algo, ahí está
ciada la nueva fase del Capitalismo en Chile, los setentistas, aún sintiendo el la disputa de la humanidad hoy, en el posicionamiento para entender qué so­
golpe, y un poco ahogados por el hum o del odio, la guerra que nunca existió, mos y hacia dónde vamos, en qué momento irrumpirá la ira del nuevo caos, que
como en los libros y las películas aparece, agarraron a los ochentistas y los for­ tiene mucho que ver con la era, y la transición que vivimos de una hacia o tra...
maron con los códigos de los setenta, con la radicalidad de aquellos años de la ellos saben que la historia no es lineal, sino cíclica, a nosotros, los municipaliza-
citrola y la revolución socialista con empanadas y vino tinto, con el don de la dos nos dan los héroes y la línea del tiempo que de nada y para nada sirve, sólo
palabra, con ritmos del llamado neo-folklore, iniciándose la guerra por la tierra para achatamos m ás... ellos saben que un ciclo histórico ha muerto hace un
prometida, con dogmas heredados, y verdades que hablaban de una sola posibi­ tiempo, y como toda muerte, ésta ha dado paso al proceso de transición y cam­
lidad da cambio y freno para lo que ya estaba en marcha, y que en apariencias se bio, de transformación de la materia y el espíritu, momento en el que difícilmen­
resolvería con una vuelta de mano, con un tomarse el poder y La Moneda, para te se pueden transformar los estados, los cambios en uno y otro sentido, de ahí
cubrir los agujeros de u n bombardeo que fue mucho m ás que eso... y de ahí algo que el status quo deba mantenerse a como dé lugar, a escala particular y global,
más familiar... que los espejismos son sólo eso, que el poder no es lo que el de ahí que las castas armadas sean más necesarias que nunca, sobre todo en los
poder dice, que nos faltó empoderamiento y echar a correr el proceso antagóni­ bolsones humanos más incivilizados y occidentalizados, como América Latina
co y paralelo, que para combatir a una Revolución hay que dejar que corra otra, por ejemplo... en este entre-ciclo, el caos aparece, así como esos gusanitos que
y que en dicho proceso de fricción, y como producto de él, veremos las luces de todos y todas llevamos dentro, y que una vez llegado el sabio momento, apare­
la batalla, en todas las dimensiones que esta corre, la batalla de la evolución de la cen para actuar devorando todo lo que hay que devorar, para desnudar lo que
Humanidad, que es lo que en definitiva está en juego en toda esta cosita, algo en esencia somos en algunos casos, un montón de huesos, para otras y otros, la
que va bastante más allá que este trocito de territorio... para rematar, los expresión maravillosa de un todopoderoso gordito, rubiecito y que vive en las
ochentistas hoy tomamos a estos noventistas, que con radicalidad nos m andan a nubes, literalmente... los gusanitos de la transformación están operando, están

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en todas partes, y a algunas y algunos les dan asco, sin entender que es necesa­ que parece fotocopia con poco toner de un experimento trabajado por setentistas
rio, que eso somos, esto somos, y que el pasado opera con ellos, y que el futuro y ochentistas, nos quedamos entonces esperando, que es un haciendo, lo que
opera con ellos, que son tan flexibles que no dan tregua a la rigidez, que los viene, porque lo presentimos, algo viene fuerte, algo incontenible, nosotras y
dogmas caen ante su trabajo diario y silencioso... quisiéramos aclarar que nues­ nosotros seguiremos juntándonos a tomar once, cambiando de lugar en los asien­
tras onces en ningún momento incluyeron té con peyote ni mucho menos, que tos, no en las posiciones, presintiendo que esto tal vez no era lo que nos habían
sólo nos dejamos llevar por el caos, sin ser creyentes... entonces interesante sería pedido que hiciéramos, pero qué le vamos a hacer, esto somos, y estos 25 años
dejamos abrazar por la impredicibilidad, al igual que cuando nos subíamos a un pesan, la hipocresía pesa y nuestra capacidad de asombro sigue a pmeba, en los
bote de fibra de vidrio, en las costas de Lota, específicamente en Coltauco para estándares de civilidad, y saldremos de aquí para caminar por las calles que
internamos mar adentro, sintiendo a cada salto entre ola y ola, una y otra posibi­ están llenas de señalética gubernamental, hablándonos de su inversión y pre­
lidad, sabiendo que los cambios son segundos y que el peligro está en ellos, pero ocupación. .. ahora se preocupan de los locos, cuando estamos todos locos, cuando
que la vida fluye de ese navegar incesante, que más que buscar estabilidad, de­ este edén está tapado de enfermedades mentales... nos hacemos responsables
bemos encontrar contradicción y por qué no decirlo, violencia, sí porque el mar de esto, e irresponsables de muchas cosas, porque no somos ni seremos cómpli­
pese a toda su belleza y romanticismo nerudiano, azota con violencia, transfor­ ces. .. estamos bajo el puente de esta Modernidad que no entendemos, puesto
mando las rocas, amoldándolas a su paso, claro está, con la paciencia de quien que lo m oderno supuestamente debería ir asociado con algo mejor, y sentimos
conoce los ciclos de la vida... que no es así, este es nuestro pequeño aporte a este altruista esfuerzo, que espe­
ramos en algo contribuya, contribuya a abrir los procesos, más que a cerrarlos,
más que una síntesis, esto es un descarado pero tierno desorden de ideas incon­
clusas, y hasta proféticas, con todo lo anti-profético que somos, si hay algún
descargo que hacer, creo que no lo haremos, sólo asumimos que somos imitantes,
Al mirar nuestra memoria, ya reconocemos que no somos los mismos, y
de tomo y lomo, que de esta violación hemos nacido y que estamos navegando,
que la posibilidad de un futuro, y de nosotras y nosotros en él, ya no son lo
no en internet porque no tenemos los m edios... lo que pasa es que muchas ve­
mismo, que nuestras poblaciones, construidas en los sesentas son sólo el casca­
ces, de verdad no recordamos quiénes somos, y un país que no recuerda lo que
rón de un nuevo ciclo histórico, en el que los sujetos, como el poblador urbano,
ha sido, no es, y mucho menos puede ser, es por eso que estos esfuerzos
ha mutado, porque el proletario ha mutado, porque los mapuches no eran y no
institucionales por dar orden a este desorden, dar democracia a esta dictadura,
son el campesinado pobre, son los mapuches, porque la mujer hoy es más prole­
j paz a esta histeria colectiva y reprimida fracasan y fracasarán porque son esfuer­
taria que el proletario de Manchester, porque hoy las niñas y niños son asalaria­
z o s que parten de lo antinatural, nuestra naturaleza es contradictoria y violenta,
dos y necesarios para la productividad... al mirar nuestra memoria vemos cómo
es animal y caótica, lo demás ha sido planificado por los ingenieros sociales y
el pasado es hoy y mañana, y que en el líquido amruótico en el que nos encontra­
políticos, por los que intentan manipular y lucrar... pero no hay caso, la huma-
mos debemos cuidar de él y los cordones que nos dan la vida, sin temor a asumir
nidad, nuestra humanidad, siempre se impone, la memoria nos ayudará para i
que no tendremos una sola memoria, que olvidamos sería un accidente genético
no sorprendemos, y saber tomar partido cuando haya que tom arlo... y llegará j
irreversible, al igual que reconciliamos, hoy el pasado aparente, el presente im­
el tiempo en que tendremos que hacemos responsables de esta mutación, y sa-
perfecto y el futuro posible requieren ser asumidos, enfrentados con violencia y ber que las consecuencias son siempre para bien, aunque duela.
pasión, para no seguir ocultando nuestra animalidad que ya no resiste esta estú­
pida racionalidad y orden de los que saben y los que no, los que matan y los que
Desde Lo Valledor Sur, 1998.
no, los que organizan la memoria y los que no, porque mientras se "Viva el
lunes" en nuestras poblaciones, un mar de mierda corre por las alcantarillas, y
no es casualidad que vengan de arriba hacia abajo, y todas lleguen al mismo
lugar, el recóndito fondo de ese tranquilo mar que te baña, que nos baña, copia
feliz del edén, edén regido por la consigna de "por la razón o la fuerza", copia

412 413
Memoria de l@s mapuche urban@s:
entre la integración con discriminación
y la organización con identidad

Guillermo Lincolao Garcés


Carlos Ruiz Rodríguez1

Etapas en la emigración mapuche a las ciudades

La emigración, casi siempre forzosa, de l@s mapuche hacia las ciuda­


des, podemos decir que comienza en 1541, con la fundación de Santiago, y a
la vez va unida con el desplazamiento de los habitantes originarios de los
territorios donde los invasores establecieron ciudades, villas, poblaciones y
otras formas de asentamiento.
A lo largo de cuatro siglos y medio ha habido diferentes etapas de la
emigración indígena a las ciudades, lo que llamamos el exilio mapuche. Por
eso nos vamos a referir específicamente al exilio m apuche de la segunda
mitad del siglo XX. Sin embargo, el proceso se acentuó a partir de 1881 y
cobró nuevo impulso a partir de la década de 1930-1940.
El establecimiento de l@s mapuche en las grandes ciudades chilenas en
este siglo, está enmarcado en la coyuntura nacional posterior a la «Pacificación
de la Araucanía» o como diríamos, a la Invasión del Wallmapuche (concluida
en 1881), a los intentos «modemizadores», «civilizadores» y «colonizadores»
del Estado chileno en nuestro espacio ancestral, a costa de nuestros territorios
y de la integridad de nuestras comunidades y formas de vida. También está
relacionado con la situación posterior a la Guerra del Pacífico y al auge salitrero
de Chile desde la década de 1880. Como consecuencia de la pérdida de territo-

Los autores pertenecen al Centro Mapuche de Estudio y Acción. Este forma parte del Consejo
Amplio por la Nueva Relación, que agrupa a organizaciones de reivindicación de los derechos
indígenas y populares. Entre otras, participan en «la Nueva Relación», el Foro por la Democracia,
el Consejo de Todas las Tierras, Revista Abya Yala, Coordinadora Selle’nam Maya, Colectivo
Libertario Las Casitas.

415

JÍL.
rios comunitarios y de la presión de la cultura winka por cambiar la mentali­ Una segunda generación fue formada por hijos cuyos dos padres fueron
dad de los m apuche habitantes de comunidades, se produjo la emigración de mapuche llegados a la ciudad a partir de la década de 1950, o también por hijos
muchos m apuche sin tierras hacia otros sectores y actividades de la misma de padre o madre recién llegados, con otro(a) progenitor(a) proveniente de la
«Araucanía» (aunque a veces fuera de ella, en Santiago o en el Norte minero), generación mestiza. También podemos ubicar en esta generación a los hijos de
sin romper radicalmente los vínculos con la com unidad de origen. Esta situa­ padre y madre mestizos, con uno o dos apellidos no mapuche. De estas combi­
ción se mantuvo hasta cerca de 1930. naciones surgió por una parte una generación relativamente integrada a la so­
La coyuntura m undial posterior a la gran crisis de 1929, que provocó ciedad chilena (siempre en los sectores populares), junto a otra generación con­
cesantía y recesión en todo Chile, causó que la zona agrícola cercana a los temporánea, en que hubo una mayor identificación como mapuche. Entonces,
territorios m apuche dejase de ser el polo de atracción de los mapuche emi­ en los años 50 y 60, como en todas las anteriores épocas, encontramos al mismo
grantes o exiliados. Los que hasta entonces fueron centros de destino de una tiempo familias de padre y madre mapuche, con vínculos aún fuertes con la
emigración local y regional (Nueva Imperial, Temuco, Angol, Valdivia, etc.) cultura ancestral, junto a familias que son producto de la mezcla, y cuyos víncu­
ya no pudieron absorber la oferta de m ano de obra mapuche, por lo que los con la cultura mapuche son más débiles y por ende susceptibles de ser corta­
mucha gente comenzó a emigrar a Santiago y otras grandes ciudades. dos por la influencia del medio globalizante.
Por ello, el grueso de la emigración m apuche hacia Santiago y otras Así, esta época, iniciada (más o menos) por 1950, podemos creer que
grandes ciudades, comenzó alrededor de 1935. En esta etapa, los emigrantes se cierra en 1979, con la promulgación por la dictadura, del Decreto Ley 2568,
fueron casi todos varones. La emigración m apuche femenina sólo comenza­ que perm itió y favoreció la división de las tierras de las com unidades al
ría unos diez a quince años después de que los primeros varones de las fa­ establecer la propiedad individual de las tierras y «abolir» la identidad
milias afectadas llegasen a las ciudades como Santiago; sólo unos 10-15 años mapuche; ello a la vez provocó la división de las familias, pisoteó los dere­
después del establecimiento de un varón mapuche en la ciudad, éste pudo chos d e l@s m ap u ch e urban@ s a su tie rra a n c e stra l y cau só m ayor
comenzar a atraer a las ciudades a sus herm anas y parientes. empobrecimiento, reiniciando el ciclo de emigración forzosa a las ciudades.
Como el perfil predom inante de esta prim era emigración es de varo­ Pero a la vez, la emigración que se iniciaría hacia 1979, aportaría un tipo
nes solteros, éstos se casaron o formaron parejas con chilenas (chiñura) y se diferente de conciencia de los problemas y expectativas del m undo mapuche
produjo una prim era generación que biológicamente era mestiza: lo que le y u n tipo de identidad m ás fuertemente ligado a la cultura ancestral, en re­
sucedió al winka de la época de Pedro de Valdivia, progenitor de mestizos con chazo con la cultura e ideología winka.
madre indígena, se repitió ahora pero al revés. Resumiendo, en la época de (más o menos) 1950-1980, podemos ha­
A esta generación biológicamente mestiza, correspondió una identi­ blar de una tercera generación o etapa en la emigración mapuche al medio
dad cultural ambigua. No hubo (ni hay en todos los casos del presente) una urbano en este siglo. En la generación del presente, ya no hay tantas perso­
identidad única, predominante, sino más bien una dualidad cultural, lo que su­ nas que se avergüencen de su apellidp; l@s pichikeche (niñ@s) reciben de nuevo
pone tener dos culturas o «no tener ninguna». Siempre cada persona tiene su nom bres verdaderamente mapuche, las familias urbanas se reúnen para cele­
propia identidad, en realidad, pero en este caso se trata de una situación críti­ brar ngillatún (rogativas) y el we tripantü o wiñoi tripantü (año nuevo, el 23-24
ca, en que ambas identidades y conjuntos de valores están en cuestionamiento, de junio), y también para jugar polín (chueca). H asta hay machi urbanos y se
causando confusión y falta de perspectivas, de adaptación y de esquemas de organizan nuevas formas de comunidad, asociaciones y consejos mapuche, en
valores. En el otro caso, de la dualidad cultural, la persona asume la identidad las comunas y territorios populares.
paterna para algunos efectos, generalmente dentro del seno familiar y en un
estrecho círculo, pero también asume la identidad materna frente a la sociedad
dominante.
Así, la cultura mapuche está en la casa. Pero la cultura chilena está en
la casa también, y además está fuera de ella. El problema es que afuera es
marginante y opresora, desde la infancia.

416 417
rechazo de la sociedad winka, a todos los niveles: no hay que centrar el
El rechazo de la sociedad chilena segregacionismo en las clases altas, porque es la misma gente de los sectores
a la identidad mapuche populares chilenos (físicamente tan mapuche como nosotros), los que comien­
zan burlándose de nuestro apellido y terminan negándonos las mismas opor­
En todas las épocas, vivimos la situación de ambigüedad o doble postura tunidades que se abren a otros de apellido foráneo, donde incluso los de
de la sociedad chilena ante l@s mapuche: todos los chilenos, según un himno, apellido español castizo son segregados frente a los de origen anglosajón,
francés o italiano.
somos «hijos de los aucas y del Cid», el rojo de la bandera es por «la sangre
araucana», dos animales ancestrales sujetan el escudo, la flor nacional es el Por eso la familia Payacán Mira logró que el primer apellido se cam­
copihue (que aunque parezca raro, en lengua mapuche no se dice copihue sino biase a Paya, como hicieron los padres del señor Darío Paya. Por lo mismo,
kozkella). En los colegios se habla del heroísmo de Caupolicán, Lautaro, Guacolda un señor de apellido Llantén, profesional destacado, comenzó a sufrir per­
y Galvarino. Neruda ensalza nuestras raíces en su Canto General, Violeta Parra secuciones en su trabajo, suponiéndole un origen indígena que al final el
también canta a Arauco. Pero también la escuela inculca a los niños chilenos apellido (que resultó vasco) no tenía. Por eso tantos mapuche, si no tienen
aberraciones acerca de los mapuche: los varones eran (o son) guerreros sangui­ recursos para cam biar legalmente sus apellidos, term inan por ocultarlo;
narios, opuestos a la civilización, borrachos, flojos, y las mujeres son brujas. Al preguntados por su apellido, lo pronuncian rápido y en voz baja. Es por lo
mismo tiempo, la generación de nuestros padres y madres es relegada, no a mismo que la talentosa cantante Marta Yupanqui Donoso, tuvo que triunfar
Pisagua, sino a la empresa panificadora (donde el hombre trabaja toda la noche) como Ester Soré, m ientras que por el contrario, el argentino A tahualpa
Yupanqui, efectivamente no se llamaba así2.
y al servicio doméstico (donde la mujer trabaja noche y día). Las mapuche son
apetecidas por las amas del siglo XX, porque no saben de leyes sociales, de libre­
tas y de imposiciones, y son muy obedientes. Los hombres trabajan en las labo­ La organización de los mapuche
res que ni los chilenos más humildes aceptan. En el campo, la comunidad sobre­
vive a duras penas, acosada por los usurpadores y por las presiones de los que
Paralelamente a lo que sucedía en el m edio urbano, en los años 40 y
apetecen nuestras tierras para una incipiente «modernidad» desarrollista, y eso
50, l@s m apuche m antuvieron en el sur una organización reivindicativa, defi­
que aún no llegamos a la globalización posterior a 1973.
nida o autoidentificada, más que como mapuche, como «araucana», sin la fuerza
¿Cuáles son en esta época los elementos generadores de marginación
de los que plantearon la República Indígena en los años 20 e inicios de los 30,
desde la sociedad dominante hacia el mapuche? sin la fuerza de los colonos chilenos y mapuche de Ranquil, masacrados en
El elemento físico no es el elemento central: los rasgos mapuche no di­
1934. Los años 40 y 50 son de reflujo de las luchas mapuche. Durante un año,
fieren mayormente de los de much@s chilen@s, especialmente en las décadas
sólo un año (1952-1953), Venancio Coñuepán fue Ministro de Tierras y Colo­
anteriores al implante de la ideología de la «aldea global» de esta época, en
nización, al servicio del gobierno de íbáñez. Los intereses de los gobiernos de
que cada vez se hace más manifiesta la discriminación racial ante hombres y
derecha lograron imponerse por sobre los de las organizaciones mapuche.
mujeres de físico mestizo: basta leer avisos de prensa ofreciendo empleo a per­
En los años 60, se produce la radicalización de la izquierda y fuerzas
sonas de «buena presencia», cuyos rasgos europeos se definen claramente. Ello
«progresistas» chilenas, y el movimiento indígena termina casi absorbido por
no ocurría tan descaradamente antes, aunque siempre l@s niñ@s y jóvenes
la corriente integradora. Los partidos de izquierda han asumido los emblemas
mapuche y mestiz@s tuvimos que sufrir de vez en cuando desprecios por nues­
mapuche: el personaje del diario El Siglo que lanza flechas cómicas al sistema,
tro físico; incluso en la década de 1930-1940 y quizás hasta 1945, hubo una
influencia nazista en algunos sectores, que despreciaban a los que tenían crá­
neos redondos y pómulos salientes.
Del mismo modo, debemos decir que la cantante lírica Rayén Quitral, aunque no provenía de las
El elemento m arginador más marcado en la sociedad chilena, está dado comunidades del sur del Biobío sino era originaria del pueblo mapuche-picunche de Vichuquén,
por la reacción de rechazo frente al apellido mapuche. El llevar un apellido asumió su verdadera identidad de mapuche. El escritor talquino Manuel Soto Morales, adoptó el
m apuche es el gran marcador que señala nuestra identidad y que condensa el pseudónimo Lautaro Yankas.

418 419
es Lautarito; el P.S. edita la revista Arauco y usa como emblema un tipo de de la propiedad individúa!. El Decreto Ley 2568 del año 1979 es la Ley Maldita
hacha de toki (más prehistórica europea que indoamericana) sobre el mapa de contra el pueblo mapuche, que no sólo dividió la tierra, sino enemistó a las
América Latina; surge el MAPU, con nombre de doble interpretación (como familias, a l@s herman@s y parientes, entre l@s que vendieron y l@s que no
sigla y como símbolo de lucha por la tierra) y con bandera que alude a la vendieron la tierra, entre l@s que estaban en el campo y l@s que habían emi­
cosmovisión mapuche. grado al exilio urbano.
Sin embargo, ningún partido tiene un programa que asuma las luchas Pero al mismo tiempo, este golpe contra la comunidad hizo que sur­
de los pueblos originarios. Para los teóricos marxistas, la servidumbre domés­ giera un nuevo tipo de organización mapuche, con luchas y reivindicacio­
tica es una capa social de las que no son clases; los propietarios de predios nes específicas: primero los Centros Culturales Mapuche, luego la organiza­
medianos y pequeños, independientemente de su filiación étnica, son «bur­ ción ADMAPU. Esta organización sirvió para reformular el modo de hacer
guesía agraria m ediana y pequeña», un sector que podría ser «ganado como política y acción en el m undo mapuche, pero a la larga reflejó el grado de
aliado táctico... o al menos neutralizado»; si el predio es m enor y el propieta­ división de la izquierda chilena, de la que no fue del todo independiente.
rio lo cultiva con su familia o uno que otro peón, es «pequeña burguesía agra­ Paralelamente, se produjo desde 1973 un nuevo exilio mapuche, pero ahora
ria»3. La cultura global debe integrar a los indígenas, para que puedan acceder radicado fuera de los Estados nacionales de Chile y Argentina, donde hasta
a los beneficios de la m odernización y del progreso. En el campo, la rei­ entonces habían residido los mapuche. En el exilio europeo, se formó el Comi­
vindicación principal, es la Reforma Agraria. A la izquierda chilena sólo le té Exterior Mapuche, cuyo aporte principal fue proponer un tipo de organiza­
interesan los planteamientos indígenas en favor del acceso a la tierra, no así las ción propiamente indígena, con autonomía con respecto a los partidos chile­
reivindicaciones del ejercicio de u n a cu ltu ra con cosm ovisión, lengua, nos.
espiritualidad, sociabilidad y medicina diferentes. Estas tampoco están en la De estos planteam ientos autonómicos, y a partir de la división de
orden del día, incluso para los propios mapuche. En 1971, un ínfimo grupo ADMAPU, que en su interior reflejaba ya la diferencia de estrategias de
propone crear el Partido Mapuche de Chile, PAMACHI, sin mayor éxito. Tam­ diferentes fuerzas políticas chilenas, surgió en 1989 un nuevo tipo de orga­
bién la izquierda chilena aporta su cuota de prejuicio y posterga los plantea­ nización, representada a la vez por el Partido por la Tierra y la Identidad y el
mientos de los pueblos originarios, en pos de las luchas globales. Salvo el MIR, Aukiñ Wallmapu Ngülam, Consejo de Todas las Tierras.
a través del MCR, que m ediante una política tam bién integradora, pero El Partido por la Tierra y la Identidad surgió como alternativa política
confrontacional, plantea y practica las recuperaciones de tierras indígenas y autónoma frente a los intereses de los partidos chilenos tradicionales, pero
campesinas que habían sido ocupadas por latifundistas, no hay otra política al mismo tiempo supeditado a los intereses de la Concertación por la Demo­
que acoja las luchas m apuche con sus especificidades. cracia. Creado inicialmente como una estructura permanente, representativa
Llegamos al golpe de Estado de 1973, que en tierra mapuche había co­ de los intereses de los pueblos originarios insertos en el Estado nacional
menzado antes del 11 de septiembre, con la represión, muerte y desaparición chileno, no consiguió hacer perseverar el proyecto autonómico, frente al fe­
de numeros@s activistas chilen@s y mapuche, permitiéndonos decir hoy, que nómeno de inserción de la dirigencia indígena dentro del aparato estatal,
la izquierda chilena sigue en deuda con los pueblos originarios, y no al revés, político y económico chileno, por lo que concluyó definiéndose en los he­
como a veces algunos plantean. Desde que las nuevas autoridades proponen chos como un partido instrumental electoral, lo que provocó su desintegra­
entregar el campo chileno y m apuche a la voracidad de una economía capita­ ción en la medida que la militancia no optó por la continuidad en tom o al
lista mundial, cerrando la etapa desarrollista y urbanizadora, para que Chile proyecto autonóm ico y se in teg ró a tareas d e gobierno d en tro de la
volviese a ser una economía agroexportadora, y con el poder que dan las ar­ Concertación y su instrumento integrador, la Comisión Especial de Pueblos
mas, se implanta un nuevo orden para las tierras mapuche, en lo que ha sido el Indígenas, CEPI.
mayor golpe contra la comunidad mapuche, no sólo desde 1881, sino acaso En 1989 tam bién se revivió la estructura política y social ancestral
desde 1540: la división de las tierras de las comunidades y el establecimiento mapuche: una organización independiente de la ideología globalizadora y del
concepto modemizador, estructurado de acuerdo a la forma ancestral de orga­
Partido MAPU. El carácter de la revolución chilena. Santiago, 1972, pp. 40-59. nización, representada ésta por las comunidades (Lof), conducidas por autori­

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dades ancestrales (Lonko, machi, werken, weupife, ngenpin), lo que hoy se ha Mientras las comunidades auténticas están indefensas ante el poder
denom inado Aukiñ Wallmapu Ngülam, Consejo de Todas las Tierras. El Con­ transnacional, algun@s mapuche sacan provecho de la coyuntura actual: La
sejo plantea en favor del pueblo mapuche las reivindicaciones estratégicas de ley 19.253, los medios de la CONADI y la actitud política oportunista de los ex
tierra, territorio, cultura, autonomía y autodeterminación. Además, ha desa­ izquierdistas (chilenos y mapuche) hoy dedicados al negocio de las Organiza­
rrollado el concepto e idea-fuerza de la N ueva Relación, de que hablaremos ciones No Gubernamentales (ONG), Consultarías y otras «captadoras de re­
más adelante4. cursos solidarios», ha prendido en ciertos sectores de indígenas que se benefi­
cian de su propio apellido y que se asocian ya con las transnacionales, ya con
El presente del pueblo mapuche verdaderas empresas de obtención de dinero supuestamente destinado a la
solidaridad con los pueblos originarios. Ello también debe tomarse en cuenta,
para poder explicamos el porqué de tantas organizaciones mapuche con ideas
La situación presente de los pueblos originarios, y de los mapuche en opuestas. Siempre ha habido luchadores y yanaconas.
particular, está marcada por la problemática de la presión desde el poder eco­ Sin embargo, la coyuntura del presente está marcada por el resurgimiento
nómico y político, por consumar la destrucción de la comunidad indígena, la de la voluntad mapuche por asegurar la preservación de la cultura ancestral,
usurpación de la propiedad indígena (comunitaria o individual), la desinte­
reivindicar las tierras y territorios usurpados por el Estado y los particulares, y
gración de la cultura y la asimilación a la sociedad globalizante. Para el pro­ defender las estructuras sociales, religiosas y culturales ancestrales.
yecto integrador, bajo el signo del desarrollo, heredero actual de las ideas de
civilización, progreso e integración, el Estado cuenta con la Ley Indígena 19.253
de 1993 y su instrum ento, la Comisión N acional de Desarrollo Indígena,
La Nueva Relación
CONADI. Este instrumento legal no cuenta con poder coercitivo frente a sus
propios contraventores; su texto original fue negociado por los parlamenta­ La Nueva Relación entre los pueblos mapuche y chileno es un con­
rios chilenos frente al poder de los grandes terratenientes que han constituido cepto o idea-fuerza desarrollada por el Consejo de Todas las Tierras y acogi­
su p ro p ied ad sobre la base de las tierras indígenas, y de las em presas da favorablemente por organizaciones populares chilenas, por la cual se es­
transnacionales que hoy acaparan la mayor parte de los recursos de tierras y tablecen vínculos entre la organización m apuche y los sectores más cons­
aguas, representados por la derecha política, hasta que el texto aprobado por cientes del pueblo chileno, que tam bién ha sido ancestralm ente mestizo,
el parlam ento chileno no representa una salvaguardia para los intereses de los explotado y marginado. Bajo un proyecto común, hoy mapuche y chilenos
indígenas. No sólo es débil frente a los problemas de tierras y aguas de las podemos actuar juntos, superando la automarginación que se había hecho
com unidades agrícolas, asimismo no cuenta con mecanismos de defensa ni de tradicional, superando los prejuicios recíprocos. El proyecto común pasa por
apoyo efectivo ante la discriminación social y cultural de que a diario son víc­ vencer al sistema económico mundial de corte neoliberal en lo económico y
timas los mapuche urbanos; no establece recursos ni mecanismos en favor de globalizador en lo cultural, proponiendo una nueva alternativa (nueva y
una educación verdaderamente no discriminatoria y los proyectos de educa­ antigua, en cuanto fue la de nuestros antepasados), que es una sociedad
ción intercultural bilingüe son aún de escaso alcance. Por último, siendo la pluricultural y multiétnica, donde los pueblos originarios tengan su espacio
voluntad política de las estructuras de poder, el consumar la integración de los propio y puedan ejercer su modo de ser y desarrollarse en plenitud, no sólo
pueblos originarios dentro de la sociedad global neoliberal, los instrumentos en lo económico, sino en todos los aspectos de la vida.
de este poder, como la CONADI y otras instituciones, no pueden optar por el Siempre hubo mestizos e incluso españoles que se unieron al pueblo
apoyo a la defensa de la integridad de las culturas originarias. mapuche, buscando un modo de vida que permitiese al ser hum ano satisfa­
cer mejor sus necesidades a la vez materiales y espirituales, frente a lo inar­
mónico, competitivo y destructivo del modo de vida y sociedad occidental.
Los principios del Consejo de Todas las Tierras se encuentran en el libro del mismo, El Pueblo
Pero desde la década de 1990, al calor de lás acciones en favor de las comuni­
Mapuche, su territorio y sus derechos (Temuco, 1997). dades mapuche en lucha por su territorio, y en vinculación con la reflexión
despertada en diversos medios por las conmemoraciones del 5o centenario de

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la llegada de los españoles a América, se ha desarrollado en el presente la idea
de la Nueva Relación, planteada en prim er lugar por el Consejo de Todas las
De la política de los consensos a la
Tierras. política de los cuerpos
El 21 de noviembre de 1993, fecha que conmemora el fin de la última
gran insurrección m apuche (en 1881, cuando se consumó la invasión chilena
al territorio mapuche), se realizó en el cerro Welén de Santiago una ceremo­ Carlos Sánchez1
nia en que participaron el Consejo y algunas organizaciones chilenas, sus­
cribiendo u n acuerdo de solidaridad y fraternidad. Desde entonces, las co­
m unidades y autoridades ancestrales en lucha por la tierra, territorio, iden­
tidad y autonom ía, tienen aliados perm anentes en las organizaciones que
han comprendido los problemas de fondo del pueblo mapuche.
A partir del wiñoi tripantü de 1998, con el renacer del ciclo anual indí­
gena, también vivimos un replanteamiento de la orgánica de la Nueva Rela­
ción culminando en agosto del año pasado con el relanzamiento de ésta, a
través del Consejo Amplio por la Nueva Relación. Desde entonces, este Con­ Introducción
sejo ha ido participando en numerosos everitos, generando otros y creciendo
en integrantes. A través de esta intensa actividad, vamos creando conciencia
en favor de las reivindicaciones del pueblo m apuche y en contra de todas las Nuestra participación en este encuentro tiene que ver específicamente
formas de opresión y discriminación que el mismo ha sufrido por siglos. A con la necesidad de recuperar para la historia el protagonismo de una de las
la vez luchamos contra la usurpación de las transnacionales, como contra la minorías más discriminadas de nuestra sociedad, con el hecho relevante sin
m entalidad y actitud discriminadora que se vive en lo cotidiano. Para ello, duda, de que somos precisamente nosotros, actores simbólicos de esas mi­
contamos con escasos medios: sólo tenemos a nuestro favor el trabajo perso­ norías quienes esta vez nos pronunciamos, sin intermediaciones y sin me­
nal de los miembros del Consejo Amplio, en favor de la sensibilización, del diatizar nuestro discurso por la exigencia que siempre nos impone la mira­
debate, de la confrontación de las viejas ideas que nos inculcaron, con las da ortodoxa de la sexualidad en nuestra cultura. Esta vez podemos decir, sin
nuevas vivencias e ideas surgidas de una práctica de trabajo en común entre pelos en la lengua, lo que a nuestro juicio deberíamos tener en cuenta, para
dos pueblos igualmente oprimidos y con un destino común de liberación. construir hacia un nuevo siglo, una relación distinta entre las personas.
Por ello nuestra exposición se dividirá en cuatro aspectos. El primero
de ellos, pretende echar una mirada retrospectiva a algunos hechos que gol­
pean la conciencia humana sensible a ío que hoy concebimos como derechos
universales, pero situándola en un contexto histórico mucho más amplio, que
pretende explicar dichos acontecimientos. Entendemos que los hechos son la
consecuencia de la forma en que se han consensuado las relaciones entre los
seres humanos. Y decimos que se han consensuado porque en ello los sectores
marginados y discriminados no hemos tenido participación.
En segundo lugar queremos situam os en el presente, con sus ambi­
güedades y categorías que reafirman los elementos fundacionales de una
cultura machista y autoritaria. Am bigüedades que nos abren espacios de

Dirigente del Movimiento de Liberación Homosexual, MOVILH.

424 425
expresión y libertad en un marco consensuado no por nosotros sino por el La política y sus consensos
mercado y por quienes lo administran. Y categorías que nos cierran las posi­
bilidades de establecer una relación entre las personas de manera mucho
menos negadora. Los desafortunados hechos que no queremos olvidar, para ser justos
Y por último, queremos echar una m irada crítica a los procesos de con las víctimas del holocausto, tienen su origen en la forma en que se con­
globalización y los diferentes discursos que lo critican. La globalización, cibe la política desde que esta fue y se constituyó en la filosofía de la admi­
como fenómeno que nos quita identidad, pero que a la vez nos proyecta al nistración del poder.
encuentro intercultural o a la resistencia. La experiencia nos indica que el poder delegado en representantes
que le dan sentido y forma al Estado como adm inistrador de una nación o a
una república, se ha convertido en un fin de la política y no en un medio
Una mirada hacia atrás para lograr que sean satisfechas las necesidades de los individuos o indivi­
duas que delegan su poder.
Histórico es el hecho, conocido por nuestros padres o madres y abue­ La existencia de un poder central, ya no como cuestión simbólica sino
los o abuelas sobre el genocidio cometido por la dictadura de Carlos Ibáñez como estructura política y social, se ha convertido en la negación del poder y
del Campo durante su prim er mandato, en que ordenaron asesinar a cientos la autodeterminación de los individuos, es como el dinero, que en lugar de
de homosexuales, con la justificación de que eran parte de la lacra social ser un valor de cambio, se ha convertido en una mercancía más, en un pro­
desechable. Fueron asesinados, de acuerdo a las crónicas de la época, bajo la ducto más.
razón de poner término a la delincuencia y la marginalidad, producida sin La gestión del poder, entonces, se ha transform ado en un fin de la
duda por la crisis económica de aquellos años, y que simplemente la políti­ política, y de allí que las transformaciones necesarias se han retardado para
ca era incapaz de esconder ni de m antener bajo control. Se asesinó impune­ el beneficio de las mayorías que no administran el poder.
mente a centenares de hombres homosexuales y personas que delinquían y Sucede entonces que en la aplicación de este principio, los que go­
que ponían en riesgo la seguridad de los sectores con mayor poder económi­ biernan sienten que pueden ejercer -y de hecho lo hacen- la capacidad de
co. N ada nuevo para nosotros en nuestros días. incrementar su poder, con el fin de mantenerse en él. Son capaces de modi­
Pero la acción homicida de aquellos años contó con la complacencia ficar las estructuras del poder, solo con el fin de mantenerse en él. Surgen
de muchos sectores de la sociedad, muchos se quedaron callados, y muchos las burocracias estatales, y surgen los apetitos de nuevas estructuras de po­
justificaron el hecho. Ni la derecha, ni la izquierda protestó en ese tiempo der hoy llamado mercado, como una nueva forma de administrarlo en forma
por las masacres. Solo después de la traición política hacia la izquierda es casi autónoma del Estado, que teóricamente está al servicio de las mayorías
que se vino a conocer la horrorosa herencia de m uerte de dicha dictadura. a las cuales está destinado a servir.
Antes nadie veía nada. Y es que aquí es donde queremos señalar nuestra La desviación de la política hacia un fin en sí misma, es uno de los
crítica a la política o mejor dicho al sentido de la política en nuestro país, en elementos que hace posible que los homosexuales, las lesbianas, las travestís
nuestra sociedad y en nuestra cultura. y otras minorías sexuales hayan sido objeto y aún hoy lo sean, de los más
Del mismo modo, en años posteriores, el gobierno de González Videla atroces crímenes que se han mantenido en la im punidad. No solo hablamos
persigue a la izquierda, y también a los marginados, llamados pobres, delin­ aquí de los crímenes cometidos por el Estado, sino aquellos cometidos por
cuentes y homosexuales, resultando miles de víctimas que son relegadas a otros individuos que sienten su pudor y moral ofendidos ante la insinua­
lugares alejados, y la norm a que sirve de corolario es la ley 11.625: la Ley de ción sexual de un individuo de su mismo sexo. Crímenes que no se justifica­
estados antisociales, que establece la existencia de granjas de confinamien­ ron bajo ningún punto de vista si se hubieran dado entre personas de dife­
to para los antisociales, entre los cuales se encontraban los homosexuales, y rente sexo.
esa ley fue establecida por un parlamento en u n acto de acuerdo y consensos En nuestra sociedad la sexualidad ha sido puesta en un baúl, en el
en los que no discreparon las izquierdas con las derechas. ropero, o en un clóset para hablar en términos contemporáneos. Pero la ra­

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zón por la cual ha sido puesta en el baúl nunca ha sido explicitada porque se llamamos una acción basada en el entendido que la política no es un fin en sí
parte de la creencia absoluta consensuada por todas las partes involucradas misma sino un medio para beneficiar a quienes constituyen el poder que re-
en la lucha política por el poder, de que la sexualidad hum ana es una cues­ p r e s e n ta .
tión privada, porque se nos ha enseñado a tener pudor cuando se hable de Pero en nuestra sociedad no esperemos a que esos m arginados se cons­
ella, es decir a tener sentido de la vergüenza, cuestión que no nos atrevemos tituyan en un poder liberador para el resto de los marginados. No. El solo
a denunciar cuando hacemos política. Nos avergonzamos de nuestro cuerpo hecho de pretender que una fuerza política liberadora de una minoría se
y ello está escrito hasta en la Biblia, la cual señala que estamos condenados institucionalice como una fuerza representativa a la cual se delega el poder
a sentirla como un sacrificio necesario para vivir. Muchos se han planteado de otras minorías, no es otra cosa que replicar el mismo modelo que se re­
la lucha contra el concepto de propiedad privada, sin embargo se reivindica chaza. Esa fuerza política será sin dudas, autoritaria, represiva y excluyente
la privacidad como un lugar al cual se somete nuestro cuerpo. Es decir, se de nuevas expresiones de la marginalidad.
reivindica la ruptura de las cadenas de lo privado en cuanto esta privacidad Es por ello que las mujeres alcanzan su derecho a voto, pero no se les
tiene que ver con los objetos, pero no se propone la liberación de nuestros permite todavía ejercer el poder político sino hasta después de la segunda
cuerpos. Y he aquí el asunto principal que tiene que ver con el ejercicio de la mitad del presente siglo, una vez que se asegura que no pondrán en juego el
política. Mientras la política no se plantee en sus fines la liberación de la sentido último de la política como un fin en sí misma.
sexualidad hum ana, siempre seremos esclavos de una cultura patriarcal y ¿Entonces qué ocurre? ¿Es que acaso no tenemos salida ante está si­
m ach ista, p o rq u e la p o lítica está h echa y d irig id a p ara u n a cu ltu ra tuación? ¿Para qué nos vamos a liberar? ¿Para ser nuevos esclavistas? No. Ya
androcéntrica. La liberación femenina nunca llegará a ser una realidad mien­ veremos más adelante de lo que se trata este asunto.
tras no se cuestione el carácter negador de la política respecto a nuestro cuer­
po y a nuestra sexualidad. M ientras no se reconozca la autodeterminación Los años 70 y la dictadura militar
de hombres y mujeres sobre su propio cuerpo seguirá habiendo desconoci­
miento e ignorancia respecto de éste. Un solo botón de muestra lo constitu­
ye el SIDA. No hablamos claro de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad... A fines de la década del los 60 se produce un estallido juvenil. La
entonces allí las consecuencias.... la pandem ia sigue su marcha. juventud se rebela ante los patrones culturales establecidos y ejerce una
Limitar la posibilidad de hablar de nuestra sexualidad y nuestro cuer­ enorme presión a escala mundial exigiendo cambios y adecuaciones. Se pone
po significa negar el conocimiento de cómo funcionamos y cómo nos rela­ en jaque el sentido opresor de la política y las estructuras que le resultan el
cionamos con nuestro entorno. Limitar esta posibilidad es perm itir que quie­ medio de sustentación del poder. Se comienza a hablar de la sexualidad de
nes adm inistran el poder influyan sobre nosotros a su antojo, regulándonos m anera mucho más abierta generando una reacción de pudor en amplios
en nuestro comportamiento y haciéndonos creer que ciertas normas y reglas sectores conservadores, comienzan a aparecer las primeras expresiones de la
establecidas "desde arriba" son reglas "naturales", contituyéndose en el con­ comunidad gay organizada. La revuelta estudiantil de 1968 es seguida de la
trasentido más absurdo que hayamos conocido en nuestra existencia. Se nos reacción gay en Nueva York y Europa, constituyéndose en las primeras ex­
enseñan cuestiones que no son ciertas como verdades absolutas. p resio n es de reb eld ía hom o sex u al a n te la re p re sió n e sta ta l e
Pero no sólo las minorías sexuales hemos sido víctimas de estos atro­ institucionalizada.
p ello s. Lo son ta m b ié n los m a rg in a d o s de los círculos d el p o d e r Y estos hechos tienen réplica en nuestro continente y en nuestro país.
institucionalizados y que no han alcanzado una identidad social que logre Casi simultáneamente se producen movimientos juveniles que se plantean
agruparlos en colectividades de pares con capacidad de incidir mediante la una crítica profunda a la hipocresía de la oligarquía y las formas de ejercicio
política en los círculos de poder. Y he aquí que damos razón a lo que antes del poder político. Se reivindica la reforma universitaria y se establece la
señalamos. Las comunidades marginadas, una vez que se organizan son ca­ necesidad de comenzar a hablar de educación sexual. Se introducen los pri­
paces de in c id ir de m o d o q ue la re p re sió n del p o d e r estab lecid o e meros pasos de la liberación femenina.
institucionalizado pueda dejar de existir. Y esa acción política en sí es lo que Pero este movimiento mundial de rebeldía, necesariamente era mani­

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festación de una inadecuada relación entre las estructuras de poder y los indi­ apertura cultural, ofrece mercado, ofrece libertad para elegir cosas, pero no
viduos. El Estado es incapaz de controlar a los individuos, puesto que el desa­ ofrece lib ertad p ara d ecid ir sobre n u estro p ro p io cuerpo. U na m asa
rrollo de la industria y la apertura de las relaciones comerciales exigen una desideologizada y sometida a una cultura heterosexista resultó ser entonces
nueva relación entre los individuos e individuas, son muchos los cesantes y pan comido para la aplicación de un modelo económico neoliberal. La co­
son muchos los jóvenes que comienzan a ver que el propósito de sus vidas es m unidad homosexual emergente se hizo parte de ese juego porque nunca
cada vez más ambiguo y preocupados de su porvenir es que comienzan a exi­ nadie quiso reconocer en ella un segmento social que cuestionara en el fon­
gir la regulación de la reproducción hum ana y la planificación familiar. do la cultura machista y tampoco nunca nadie la cuestionó.
¿Pero todo esto qué significa? Simplemente que eT Estado ya no está Pero del mismo m odo que la comunidad homosexual fue pan comido
solo en la administración de las riquezas ni es el dueño de los bienes colec­ p a ra el m odelo im p u esto , tam bién lo fu ero n los sectores p o p u lares
tivos. Las empresas privadas y los monopolios transnacionales comienzan a desvinculados de los partidos políticos de izquierda. Esa fue la misión del ré­
devorarse a los Estados y a competir con ellos. Y en nuestro país, esas empre­ gimen militar: aislar a la izquierda para permitir que grandes masas populares
sas tuvieron la fuerza suficiente para im ponerse ante un gobierno que se se hicieran parte del nuevo modelo que en adelante regiría la vida del país.
proponía precisamente evitar que sean los monopolios los que administra­ Sin embargo la comunidad homosexual se ve fuertemente remecida por
ran las riquezas porque lo hacían basados en el principio de la injusticia un elemento aparentemente ajeno a la política y la obliga a cuestionarse las
que implicaba la explotación. razones de su existencia. El SIDA se hace presente en los primeros años de la
Surge entonces lo que se ha llam ado irónicam ente la revolución década del 80 y lo que antes fue un genocidio intencionado y dirigido contra
contrarrevolucionaria, que potencia el surgimiento de un nuevo protagonis­ los homosexuales, en esta oportunidad se convertía en un hecho oportuno.
ta en la administración del poder: el mercado. Cinco años pasan antes de que se constituya un prim er agente de reivindica­
Se plantea que el m ercado no obedece ideologías, pero paradójica­ ciones propiamente gays, pero esta vez, relacionadas con un problema de sa­
mente se persigue a quienes ideológicamente cuestionan el neoliberalismo lud pública. Se exigía que el Estado se hiciera parte en una lucha contra una
económico propuesto por el régimen militar impuesto violentamente en 1973. epidemia que amenazaba a cientos de personas sometidas a la invisibilidad. El
En Chile no existía Movimiento Gay ni cosa parecida durante el período régimen militar nada hizo para evitar las muertes de los primeros homosexua­
dictatorial de los años 70. Nunca los partidos políticos se propusieron la libe­ les afectados por el VIH. Al contrario, justificaba dichas muertes culpando a
ración sexual o los derechos hum anos de las minorías discriminadas como los homosexuales de ser promiscuos, de realizar actos contra natura y un sin­
una reivindicación que formara parte de sus dem andas, constituyéndose en fín de otras explicaciones para justificar su inacción. Y en ello nuevamente la
un elemento que podía ser asimilado para la construcción de un modelo ex- izquierda y las derechas no quisieron mirar lo que estaba a la vista: la poten­
cluyente y profundam ente individualista. Se ofrece entonces en nuestro país cialidad de las minorías sexuales como agentes de transformación de las rela­
un escenario propicio para el surgimiento de u n ghetto ideológicamente con­ ciones entre los individuos y el poder político.
servador, consumista, favorecedor de la competencia, pero a la vez invisible, Con el fin de la dictadura militar surgen expresiones mucho más polí­
inocuo ante la moral de la hipocresía y fortalecedor de una cultura de doble ticas en la comunidad homosexual, que se plantean el cuestionamiento a las
estándar. Es precisamente con la dictadura militar que surgen las primeras bases de nuestra cultura machista, que ni siquiera se reivindican a sí mis­
discoteques exclusivamente gays, los primeros clubes privados de homosexua­ mos, sino que reclaman el respeto a sus derechos humanos como ciudada­
les. Sin embargo son perseguidos todos los sectores que ideológica y política­ nos que cumplen con los mismos deberes que los otros; reclaman la libera­
mente estaban vinculados a la izquierda. Esta fue incapaz a su vez de estable­ ción de la sexualidad hum ana como un elemento de integración de la socie­
cer un lazo de identidad con las minorías sexuales, porque también las consi­ dad y no de discriminación; y promueven finalmente la gestión colectiva en
deraba como un sector marginal, de poca incidencia en los procesos de trans­ el ejercicio del poder político y la autodeterminación individual respecto de su
formación de las estructuras de poder, y porque en el fondo, asum ir esas de­ cuerpo y su fuerza de trabajo.
m andas significaba cuestionar las bases de la política. Hasta el día de hoy, la sexualidad sigue siendo vista con ojo torvo, es
La dictadura militar no ofrece salidas a las minorías sexuales, no ofrece decir, de soslayo, y solamente centrada en aspectos únicamente reproductivos.

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Negándose a aceptar que esta puede tener tantas finalidades como seres hu­ nozcan a sí mismas pero desde sus propios cuerpos, desde su sexualidad, para
manos existan, porque ésta es parte constitutiva que se expresa de manera lograr una verdadera integración. La existencia de ghettos, no significa inte­
gración, no queremos países, ni provincias, ni ciudades, ni pueblos ni calles
distinta en cada uno de ellos.
Sigue la sexualidad sometida al estrecho marco de lo privado y de lo gays ni lésbicas. Buscamos la integración, y ello implica reconocernos unos a
individual, pero con u n punto más en contra, ahora ya no existe la noción de otros desde nuestra corporalidad, desde nuestra vulnerabilidad, y desde nuestra
la propiedad colectiva que antes se representaba en el papel del Estado. Hoy el relación con la naturaleza y el entorno que nos rodea.
Estado no es el propietario de los bienes nacionales. Ahora el Estado es un La globalización ha sido entendida como el enemigo de los explotados
simple adm inistrador de servicios, que tam bién se pretende someter a lo y marginados de la sociedad, sin embargo la globalización no es más que la
privado. Entonces todo debe ser privado, y nada de lo que nos pase a cada consecuencia de la relación establecida entre les seres humanos, consensuada
por quienes administran el poder político y económico, y ellos están ocupan­
uno de nosotros es cuestión de interés de los demás. Nos des-solidarizamos
do ese lugar porque nosotros así lo hemos permitido; en consecuencia las co­
de los problemas comunes.
sas están como están porque hemos permitido que así ocurra o hemos tomado
Sin embargo hoy se comienza a reconocer la diversidad sexual, pero
decisiones sin tener toda la información que requeríamos, y mucha de esa in­
siempre en lo privado, como cuestión que a los demás no debe importarles.
formación la podemos obtener en el conocimiento de nuestro propio cuerpo,
Los homosexuales no podem os m anifestar nuestros afectos públicamente
de cómo funciona, de cómo siente, de cómo se mueve, de cómo se relaciona
porque constituye eso un mal ejemplo para los niños. Viejo argumento que
con nuestro entorno más inmediato.
no se sostiene u n segundo sobre las estadísticas que dem uestran que los
n iñ o s so n a b u sa d o s en m ás de u n 90% p o r con o cid o s o fam iliares Podemos extrapolar entonces el conocimiento de nuestro cuerpo al
heterosexuales, y que los delitos sexuales son cometidos en porcentaje pare­ conocimiento de nuestra com unidad, nuestra nación, nuestro continente,
cido por los llamados heterosexuales. nuestra cultura, nuestro planeta, y así sucesivamente.
Lo dicho hasta ahora son hechos para registrarlos en la historia, sin La crítica plana al proceso de globalización no nos llevará a resolver la
héroes o mártires, pero con miles de muertos en la invisibilidad. Constitui­ contradicción que implica la desigualdad y el no-reconocimiento a la digni­
mos hoy una masa sacrificada como fueron sacrificados los judíos, o los ne­ dad y derechos que cada uno de nosotros y nosotras tiene, de acuerdo a lo
gros o los in d íg e n a s, to d o s c o n sid e ra d o s n o -p erso n as p o r el p o d e r consensuado por los Estados luego de la Segunda Guerra Mundial y consa­
institucionalizado. grado en la Declaración Universal de Derechos Humanos, como un acto le­
gítimo del ejercicio del poder político.

La globalización
Conclusión
Pero el fenómeno más controvertido en nuestros días es el fenómeno
de la globalización. Fenómeno que ha producido que las minorías sexuales Sin duda, los elementos señalados en las páginas anteriores, son cues­
podamos extender nuestra influencia más allá de las fronteras y lograr que tiones que quisiéramos que nuestra sociedad tom ara en consideración. No
desde aquellos países que han logrado avanzar en nuestro reconocimiento tanto en el sentido de recuperar la memoria histórica, puesto que ella siem­
se im pongan condiciones a aquellos países menos poderosos. Pero ¡cuida­ pre queda registrada y de algún modo nos lleva a actuar en determ inada
do! No nos engañemos. Las minorías sexuales estamos conscientes que he­ dirección, sino más bien en proyectarnos hacia donde nos dirigimos de la m a­
mos jugado con las reglas impuestas por el mercado, y que no son esas re­ nera que vamos, entonces desde allí hacer una m irada crítica a nuestra histo­
glas las que nos van a liberar como sociedad. Es posible que con ello ganemos ria. Mirar o recuperar nuestra memoria histórica tiene sentido únicamente si
ciertos espacios de libertad, pero siempre dentro de un ghetto, con ello sola­ miramos hacia el futuro. No estamos de acuerdo con el olvido, no pretende­
mente hemos logrado correr la cerca más allá del límite que nos han impuesto. mos eso en nuestra actitud crítica al presente, porque entonces los pasos que
Es requisito necesario que otras minorías discriminadas y explotadas se reco

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demos hacia el futuro son pasos sin justicia, y es lo que hemos venido hacien­
El recuerdo y el darse cuenta
do por muchos siglos.
Pero tampoco queremos entender el reconocimiento a nuestro pasado
siendo excluyentes. Si vamos a recuperar nuestra memoria, si vamos a preten­ Rafael Silva E.1
der registrar ciertos hechos en la historia -cuestión que, insistimos, no es nece­
saria, porque los hechos se registran solos-, lo vamos a hacer mirándola
críticamente para descubrir de qué manera ella determina nuestro futuro, de
modo que este nuevo siglo se construya sobre la base de la justicia y el respeto
a nuestra dignidad. Por ello, creemos que recuperar nuestra memoria históri­
ca tiene sentido al hacemos solidarios de las dem andas de justicia de los dete­
nidos desaparecidos, de los ejecutados, de los pueblos originarios, de los jóve­
nes, mujeres, ancianos, prisioneros, mendigos, marginados, explotados y dis­
criminados de nuestra sociedad. Solo así creemos que podremos darle sentido
a nuestra existencia, y más aún con ello intentar establecer una nueva relación Recuerdo que fui un niño, sí, pero por poco tiempo, el alcoholismo de
entre las personas y nuestro entorno. Reconociéndonos en nuestra corporeidad, mi padre y los malos tratos a mi madre fueron m inando mis sueños infanti­
en nuestra existencia y en lo relativas que son nuestras verdades, de manera les, no importaba la pobreza, el hambre ni tampoco el andar a pies pelados o
que integremos los aportes culturales de cada una de las expresiones de la poco después con sandalias plásticas o "sacajugos" como solíamos llamar­
hum anidad en un sentido positivo y constructivo, con transparencia y respeto las, lo que importaba era que tenía una escuela y que los profesores se esme­
a nuestra dignidad humana. raban por enseñarme a leer y a comprender que el m undo no era solo La
Legua, que había algo más allá, claro que de repente no entendía que por no
hacer las tareas me castigaran físicamente y me preguntaba si cuando yo
fuera grande y eligiera ser profesor tendría que también golpear a los niños
de esa forma, entonces decidí que cuando grande no sería profesor.
Recuerdo que a nuestra población llegaban unos señores en autos,
con tem os y corbatas y por un día solucionaban todo, nos daban dulces,
había buena onda en mi casa, todo era felicidad, pero esto por un día sola­
mente.
Recuerdo que yo le cantaba a la vecina Rosa y le cobraba dos dulces
por actuación, un dulce para mí y el otro para mi hermano menor, o sea fui
artista empresario. Después la vecina Rosa me llevó de artista al local de la
Junta de Vecinos y me aplaudieron mucho, me felicitaron y de nuevo apare­
cieron los señores con sus temos y sus corbatas hablando m uy pituco, de­
cían: este niño tiene pasta de artista.
Recuerdo que también fui adolescente y que llegó la televisión. Esta
hablaba de cosas nuevas, de que el m undo era más allá de La Legua, de la
importancia de la palabra autonomía. También en esos tiempos llegó a la po-

D irigente de la Comunidad Terapéutica de La Legua y de la Red de Organizaciones Sociales


de La Legua.

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nos a los cual yo contestaba que no y muy orgulloso les decía que vivía en la
blación un cura súper choro que se llamaba Juan Kaiquer. Nos decía que noso­
población La Legua en la "república" de San Miguel y que era amigo de
tros éramos capaces, que a pesar de nuestras carencias podíamos procuramos
un mejor futuro, que teníamos que amar a nuestros padres y a todas las perso­ Mario Palestro, "dueño" de esta república.
nas sin discriminación de credos políticos ni religiosos y yo me preguntaba ten­ Al llegar a oídos de don Pablo N eruda, este se interesó en el niño
drá razón el cura Juan o mis padres que decían “estos momios de mierda están patudo a pesar de mi corta edad y un día se me acercó un viejo algo gordito,
contra los pobres" y le preguntaba al cura Juan y este me decía no importa, grande y de un hablar pausado y acogedor diciéndome que quería ser mi
¡ámalos a todos, pero tiraíto pa' la izquierda! Este cura Juan nos compró una amigo y que él también era amigo de Palestro, todo esto me inspiró confian­
casa en la calle Venecia, donde formamos un centro juvenil llamado "Que tu sí, za y nos hicimos amigos. Yo no me daba cuenta o al parecer no me importaba
sea sí", allí organizamos paseos a la playa, campo, cordillera y lo más importan­ que él fuera el poeta, el precandidato a la Presidencia de la República, lo que sí
te es que nos enseñó a pasear por dentro de nosotros, a conocemos, a darme me importaba era que teníamos un amigo en común (Palestro), y le interesaba
cuenta que mi don era el liderazgo y que lo podía usar para cosas malas o para el saber de mi república, de mi población La Legua, que hablaba de los pobres
bien mío y de los demás, en ese tiempo comencé a acuñar una frase de mi padre igual que mis padres. Después cuando de la parroquia San Cayetano nos lle­
que decía "hijo, sé que La Legua tiene cosas malas, pero cuando un líder se cansa vaban a las colonias a Punta de Tralca, lo encontré en Isla Negra que está al
y se va, más mala queda la población, aunque te canses sigue luchando porque lado y yo ponía la tetera en su casa y tomábamos "tecito" como él decía, junto
esa es tu responsabilidad". a una señora que nunca me presentó, pero que a veces se enojaba, pues yo
Ahora me doy cuenta que amo a La Legua más que a todo, no importa invitaba a 20 ó 30 amigos a esa casa, total era la casa de mi amigo y era una casa
si somos delincuentes, terroristas o ciudadanos de segunda clase, lo que sí bien entretenida. También en Punta de Tralca vivía en el seminario el cardenal
importa es lo que decían los señores de tem o y corbata que hablaban pituco, Raúl Silva Henríquez, con el cual caminábamos por la playa todas las maña­
porque sí somos artistas. nas y él aprovechaba de hablamos de la vida y de la gran posibilidad de tener
Cuando cumplí 13 años se produjo la separación de mis padres y nos un próximo gobierno más cercano a los pobres.
quedamos en La Legua junto a mi mamá. En esos años me dediqué a ayudar Después de unos años salí de vacaciones y fui a Viña del Mar a la casa
en la feria, o sea, le llevaba las bolsas a las vecinas y me ganaba unos pesos de un matrimonio amigo de mis padres y me retiré del trabajo, dejando a mi
que entregaba a mi mamá, esta acción me gustaba mucho y me fui acostum­ hermano menor en esa empresa, y yo viví un par de años en Viña, estos años
brando a tener mis m onedas, me acostumbré a trabajar y esto me llevó a me sirvieron y me siguen sirviendo mucho, pues al estar alejado de los míos
dejar de lado la escuela. Me puse más callejero, pero sin ser maldadoso. comprendí cuánto los quería, cuánto me hacían falta y valoricé hasta mi cama,
Después, al cum plir los 15 años, la M aría Concha, una m uy buena la que si bien dejaba mucho que desear, era mi cama, me di cuenta de la
pobladora, trató de convencerme de que siguiera estudiando, pero al no con­ im portancia de viajar, la importancia de alejarse y m irar desde fuera, mi
seguirlo me consiguió trabajo ya formal donde ella trabajaba y donde tam­ casa, mi familia, mi vida.
bién era presidenta del sindicato, esa etapa fue quizás la más importante de Al regresar de Viña me dediqué a participar en la parroquia, en gru­
mi vida. Ella sabía de leyes laborales y también los patrones -unos italianos-, a pos juveniles hasta los 18 años en que me tocó el servicio militar en la ciu­
los cuales quiero mucho, me enseñaron mucho de derechos y deberes del obre­ dad de Arica. Años en que sucedió el golpe militar, este es el tiempo más
ro, me sacaron libreta de seguro, me trataban muy bien y me daban la oportuni­ desgraciado de mi vida, pues mi hermano menor, mis amigos, mis vecinos
dad de ganarme unos pesos más encerándoles sus casas y lo más importante es fueron detenidos y la pasaron muy mal.
que me sentaban en su mesa y comí junto a sus familias. D espués de salir del servicio m ilitar llegué a Santiago b astante
En esos tiempos que trabajé con los italianos tuve la suerte de conocer desubicado, eran tiempos de dictadura y no había trabajo, por lo que me
a Pablo Neruda, con el cual fuimos m uy amigos. Resulta que al lado de la dediqué a hippie en la semana y el fin de semana jugaba fútbol, esas eran
empresa en la que yo trabajaba existía la imprenta Horizonte donde impri­ mis actividades. Bueno, como era vago tuve la oportunidad de viajar y por
mían el diario El Siglo, y hacia ese lugar me m andaban a buscar diarios vie­ ende conocer algo de mi país y su gente que todavía eran acogedores, pero
jos, entonces conversaba con todos y me decían que yo era hijo de los italia­ que cada vez se ponían más esquivos y su hablar cada vez más bélico. Tam-

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bien creo yo que la falta de trabajo y los problemas económicos se comenzaron frente del televisor y para hablarles de que los jóvenes con ese problema eran
a agudizar y por todo esto comencé a encontrarme con un Chile más apático, personas y que la sociedad somos todos.
más frío y cada vez más pobre, y mi herm ano m enor en el exilio, donde toda­ También nos dimos cuenta que la cantidad de personas con dependen­
vía está. cia aumentaba y agregamos a este programa un modelo de prevención infan­
Después comencé a centrarme en trabajar para mi sustento, y me casé til. Este programa en forma natural se expandió y ahora trabajamos en cinco
con una vecina con la cual tenemos una hija. En plena dictadura organiza­ poblaciones de nuestra comuna, con buena aceptación y logros. Nuestra idea
mos el comité independiente "Legua emergencia", del cual fui presidente y es llegar a las poblaciones, buscar líderes naturales que les interese el tema,
elegimos como sede mi casa, o sea la casa de mi suegra, pues vivo de allega­ capacitarlos y ayudarles a crear una organización y una vez que tengan un
do todavía, también en ese tiempo me eligieron dirigente del club de fútbol trabajo consolidado nos vamos a otra población para iniciar todo de nuevo.
Sportivo Sparta, perteneciente a la asociación El Pinar y de la cual fui dele­ Es importante hacer notar, que algunos de los jóvenes que han egresado
gado en representación de mi club. de nuestro programa de rehabilitación se están haciendo cargo de estos pro­
En ese tiempo conseguimos iluminar la cancha N° 1 de nuestro estadio. gramas de prevención en sus poblaciones. La idea es aprovechar el potencial
Después de trabajar varios años aportando mi grano de arena para de los pobladores para hacerse cargo de su realidad y de esa manera nuestro
recuperar nuestra democracia, ésta llegó y a mi población llegó la señora programa no cae en el patemalismo.
Patricia Flores, directora del program a Caleta Sur ofreciendo capacitación a A principios del año 95 a través de la parroquia San Cayetano llegó la
los pobladores interesados en el problema de la drogadicción, programa al idea de conformar una Red de Organizaciones Sociales en La Legua y co­
cual me integré un poco más tarde que mi esposa y debido a los cambios m enzamos a m adurar la idea y esta se hizo realidad. En abril del año 95
positivos que vi en ella me interesé, queriendo hacer un aporte para tratar fundamos la Red en la cual nos propusimos como objetivo mejorar la cali­
de mejorar nuestro entorno poblacional. dad de vida de las personas.
Ya como socio terapeuta me integré al equipo de operadores de la Esta Red no ha dejado de funcionar y actualmente convoca a 22 orga­
com unidad terapéutica, esta com unidad no tenía term inada su infraestruc­ nizaciones de base y representa a más de 1.200 personas de La Legua. Esta
tura, así es que ayudé en su construcción. En ese mismo año sufrimos una Red a principios de este año realizó elecciones de directiva y salí elegido
rup tu ra con esa organización y los pobladores que allí trabajábamos nos presidente por el periodo 98-99. Como logro de este año tenemos la obten­
hicimos cargo del funcionamiento de la Com unidad Terapéutica y de paso ción, en conjunto con la organización ECO, Educación y Comunicaciones,
nos convertim os en la única com unidad terapéutica en Chile operada en de un proyecto anual de escuela para dirigentes y recopilación de la historia
un ciento por ciento por pobladores. Al quedar con un "techo más alto" de La Legua. El mantener y aum entar el número de organizaciones partici­
(con m ás posibilidades de crear), nos dim os cuenta de las falencias que pantes, la participación en la red intersectorial de drogas, comunal de San
para los pobladores de escasos recursos tenían estas y de lo im portante Joaquín, elaborar un cronograma anual de actividades para la Red sin inter­
que podía ser incluir lo terapéutico en el trabajo com unitario que era lo ferir en las mismas de las organizaciones de base, son los principales objeti­
que más dominábamos. vos de la Red.
Entonces elaboré un program a de trabajo y un nuevo modelo de inter­ En lo personal creo firmemente en la capacidad de los pobladores para
vención para los jóvenes con el problema de la dependencia, una vez termi­ dar solución a sus problemáticas, creo que viviendo procesos de capacita­
nado mi trabajo lo presenté a nuestro equipo y les pareció muy buena la ción podemos llegar muy lejos, encuentro im portante la llegada de profe­
fusión de lo terapéutico y lo comunitario. M andamos un proyecto a una or­ sionales a nuestras poblaciones, pero no a solucionam os nuestros proble­
ganización religiosa y les pareció interesante, el cual todavía financian y mas, sino que a capacitarnos para que así nosotros seamos actores principa­
nosotros creemos que con buenos logros. Al trabajar con este tipo de jóve­ les en los procesos de procuramos una mejor calidad de vida.
nes nos dimos cuenta de la discriminación que ellos sufrían y me tocó de Creo que los pobladores no necesitamos el patemalismo, creo que los
nuevo elaborar un program a de desarrollo personal y sensibilización para pobladores necesitamos autonomía.
mujeres adultas en un horario de 15 a 18 horas. Un poco para sacarlas del

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Ahora me doy cuenta que las corbatas y temos practicaban el patemalismo Pinceladas de mí memoria. La mía, la de muchos
y que a la larga esto era malo.
Ahora, me doy cuenta que también tengo que amar a los momios, pero
tiraíto p a' la izquierda. Pilar Macaya1
Ahora me doy cuenta que no seré profesor, y no por esto de los casti­
gos, sino por los sueldos míseros que tienen.
Por último, debo decir que creo que es m uy importante escuchar a los
dirigentes "viejos", o Consejo de Ancianos, como les decimos en La Legua,
no cortar el eslabón que nos une a ellos, respetando que ellos hicieron todo
a pulso, y nosotros nacimos con una tecnología m uy avanzada, y por último,
nos fuimos olvidando de comunicamos en forma personal, y, como los vie­
jos no dom inan el fax o el computador, nosotros tendemos cada vez más a
dejarlos de lado.
Creo que cuando formemos una organización deberíamos preocupar­
nos de crear un sistema que integre a los distintos grupos etarios en forma
activa, porque de esa m anera nuestra historia social trascenderá a las nuevas Para mí la memoria, mi memoria tiene el valor de u n tesoro guardado
en un baúl, donde yo solo tengo la llave, pero lo mejor es que yo puedo sacar
generaciones.
lo que deseo, mis mejores momentos para disfrutarlos y los peores para sa­
car alguna experiencia.
No sé cómo podríamos vivir sin memoria, con ella sé quién soy, dón­
de viví, qué día es, a quién amo, qué me gusta, es todo. Sin ella es una cosa,
un cuerpo sin cabeza. ¡La memoria es mía! Pero también es la de muchos con
los cuales he participado y trabajado, con los miembros de mi comunidad o
población, es una memoria de todos los que hemos tratado de mejorar las
cosas. Es una memoria con muchos fracasos pero con algunos logros tam ­
bién, los menos tal vez, ya que la pobreza, la falta de oportunidades siguen
vigentes. Es decir, nuestra memoria nos permite reconocer las faltas, las ca­
rencias, los fracasos, pero es también fuente de aprendizaje para reconocer
las potencialidades de la comunidad, de los pobres que en su historia han
podido luchar y rebelarse.
Nací un 21 de noviembre de 1957, en una casona de Zapallar, llamada
"Quebrá Honda".
Nací en la casa y no en un hospital, eso dificultó más la cosa, mi padre
que asistió al parto, siempre me ha dicho que me tuvo que dar respiración ya
que estaba asfixiada, que me destapó los oídos, en fin, que me vio nacer.
En otra casona que era y es de la familia Echeverría Baeza, mi abuela
paterna era la encargada de la cocina.

Dirigenta social de Huechuraba.

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Cuando iba en segundo básico llegó la señorita Adelina Astorga, una
Comenzamos a vivir con mis abuelos en su casa. Mi mamá me cuenta
profesora muy linda, joven, que venía del norte, nos enseñó otras cosas, jue­
que como "allegados" tenían problemas así es que se fueron a arrendar, mi
gos, rondas, canciones, era más entretenido y me comenzó a gustar ir a la
madre se convirtió en lavandera y mi padre en obrero de lo que saliera.
escuela. Todo mi m undo pasó a ser la escuela. Lo malo era el aceite de baca­
Mi madre me ha contado que fue m uy difícil comenzar a construir la
lao que nos daban.
vida de ellos, que la pobreza era muy grande.
Mis padres también fueron haciendo la casa en la que viven hoy. En­
Mis 5 años, es una parte de mi vida que siempre me ha llamado la
tre los dos la edificaron. Mi papá en ese tiempo era pioneta de un camión,
atención porque no recuerdo el rostro de mi madre, nr el de mi padre, ni
además seguía al cuidado del jardín de "la quebrá honda".
caricias, ni juegos. Cada vez que me adentro en otros recuerdos veo a mi
Lo más cercano en que lo recuerdo es cuando me enseñó a leer y hacer
madre de espaldas lavando en una artesa, o grandes cuelgas de sábanas blan­
volantines, yo tuve mi negocio de volantines, pero lo mejor de todo era su­
cas, patios rociados y barridos, olor a tierra mojada, a lavaza, a leña quema­
bir a lo más alto del cerro y hacer volar mis volantines, además que me gus­
da, a humo. Tampoco recuerdo el rostro de mi abuelo Carlos, el padre de mi
padre, solo vagamente que me tenía sentada en sus piernas. taba mucho m irar de arriba hacia abajo el pueblo.
Con el terremoto del 68 se nos cayó parte de la casa, mi mamá luchó
Cómo llegamos a vivir a arriba en el cerro, no lo recuerdo. Solo sé que
harto para que nos dieran una mediagua, se fueron viendo algunos progre­
mi mamá se aburrió de arrendar y pasarlo mal. Como tenían ese sitio cons­
sos en los cerros, se separó la gente, los ricos abajo y clase media, los pobres
truyeron ahí unas piezas. Yo las recuerdo perfectamente. Eran de latas, de
hartos colores, por fuera de tarros grandes, se parecía al rancho de Condorito. arriba en los cerros.
Lo mejor era el techo que era de zinc galvanizado. El sitio era grande, así que A los doce años empezó mi odisea de qué iba a ser mi vida, más con el
ellos pensaban construir una casa. miedo que siempre tenía a la soledad o el fin del mundo, en aquellos años
Mi mamá se esmeró en dejar bonita la pieza que nos servía de dormi­ hablaban tanto del año 2000.
torio para todos, la forró por dentro y dispuso la cama de ellos, la cama mía Cumplí doce años y mi madrina me pidió que le ayudara a hacer las
donde dorm ía con mi hermana, se veía bonito. camas, que le llevara el desayuno a la cama, en fin me fue introduciendo en
En la otra hicieron una hornilla o fogón para que hiciera las veces de el trabajo doméstico.
cocina y comedor. Supongo que lo pasé bien aquí porque no tengo grandes Tuve que trabajar de niñera en una casa, no sabía cuánto me iban a
recuerdos. pagar, el arreglo lo hicieron con mi padre, así ocurrió al verano siguiente, y
No sé cuánto pasó, pero sí que vino un invierno tan feo, harto viento al otro ya me rebelé. Mi tío Nicolás que tenía tantas historias de injusticias
que se llevó el techo de la casa y se anegó toda. Nosotros vivíamos solos en sociales, de las salitreras del norte, me fue m ostrando un m undo de lucha.
esa parte ya que lo demás eran bosques de eucaliptos y quemados. Para mi mamá ellos eran unos rebeldes, eran upelientos y a mí me lavaban
Esto sucedió de m adrugada así que en la mañana nos fuimos a vivir a el cerebro.
una casa de la parte del pueblo. Yo no entendía mucho qué era eso de la política, de lejos observaba
Acá nació mi herm ano Elíseo, nació en el hospital de La Ligua. La que mi papá se juntaba con don Quelo Cisternas, que era de la Democracia
alegría de mis padres era muy grande porque fue un hombre. Todo era ale­ cristiana y muchas otras personas y tenían un candidato: Radomiro Tomic.
gría por este hijo. Como que mi papá se infló con este hecho y mi mamá para Vino el golpe, y de todo lo que me enteré, lo que nunca me quedó
qué decirlo, este hijo pasó a ser el centro de su vida. claro fue por qué. Se habían llevado al director de mi escuelita y al profesor
de matemáticas. Así pasaron los días y otro hito que marcó mi vida fue cuan­
Tres hermanas habíamos nacido antes que él, y dos hermanos más le
siguieron, volvimos a nuestro rancho. do allanaron mi casa como a las tres de la m añana. Un soldado grandote
entró donde tenían a mi papá, que era la pieza donde dormíamos nosotros y
Comencé a ir a la escuela, una escuela m uy pobre, todos los alumnos
dijo "vamos, estaba mal el dato". Ya nada sería igual, de alguna manera nues­
estábamos en la misma sala, usábamos delantal blanco y leíamos en el libro
"El Ojo", repetíamos del pizarrón tantas veces en voz alta O-J-O, la "p" con tras vidas habían cambiado, existía el miedo, cuando viajábamos veíamos
la "a" pa, etc. casas y casas con militares. Como niños que éramos, siempre el miedo, el

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toque de queda, miedo a que subieran al bus o tren donde viajábamos y pidie­ día cambié de estado, ahora era discapacitada, rol que tampoco existe en esta
ran los documentos, no sabíamos en ese entonces de todo lo que se sabe ahora, sociedad. Pero igual decidida a volver como fuera, llegué a Chile en junio
pero el miedo era algo palpante, estaba siempre ahí. Entre saltos y sobresaltos del 82 cuando el Mapocho hizo de las suyas, Santiago estaba cambiado, ha­
terminó el año escolar. bía metro, edificios, en casi nueve años era ya un "cachorro de jaguar", para
En casa de mi tía Dominga ya era una allegada, me iba bien en el mí sólo un triste maquillaje.
curso pero mi tía me incitaba a un trabajo. Me ubicó en una casa para traba­ Mi familia, padres y hermanos seguían igual o peor, había cesantía,
jar de empleada, con tanta pena que tuve que dejar el liceo en noviembre, ya hambre, desaparecidos, violencia, miedo todavía, empleo mínimo. Yo lle­
que ella no me podía tener más. gué donde mi tío Miguel y tía Dominga, comencé a buscar trabajo y no ha­
Regresé a Zapallar ya que en el verano podía trabajar de niñera y jun­ bía, sólo había para saunas, toples y otros. Ubiqué a mi hija con mis padres
tar dinero para ver qué iba a hacer. Bromeando le dije a mi primo Reinaldo en Zapallar y seguí buscando trabajo, encontré uno donde no me pagaban
que me iba a ir a Argentina. Hacía dos días que había llegado a Zapallar y mucho, pero el trato de la dueña de casa se notó distinto, me gustó y me
me encontré con una gringa que me preguntó “¿niña tú conoces a alguien quedé a trabajar ahí. Siempre me trataron como persona, me dejaron tiempo
que quiera trabajar en mi casa para cuidar estos niños?" (eran tres). Le dije para que siguiera estudiando, los fines de sem ana para que visitara a mi
"yo", me miró y me dijo "tú eres m uy chica" yo le dije que de los doce años hija, y lo que fue mejor, me aconsejaron para ver un médico, para que me
que cuidaba niños y que además era la mayor de nueve hermanos, me dijo viera mi cojera y pude seguir un tratamiento, ellos tenían dos niños a los
"te voy a tom ar a prueba un mes y vemos". Me conquisté a los niños con que amo mucho, igual que el afecto que les tengo a estas dos personas. ¡Qué
juegos, cantos, cuentos y hartas cuotas de paciencia y lo pasé muy bien, ene­ distinto es cuando la gente es más hechos y no palabras! Además pude ex­
ro, febrero, marzo y en abril estaba con ellos en Argentina. presar mis ideas, caceroleamos cuando hubo que hacerlo, protestamos cuan­
De todas maneras las condiciones laborales eran óptimas comparadas do había que hacerlo, había que gestar algo para dar forma al NO y mi pa­
con las chilenas. En ese tiempo los chilenos en Argentina, éramos como lo trón participó y varios personeros que hoy están en el gobierno.
son ahora los peruanos en Chile, el trato que recibíamos los extranjeros en Yo me había cerrado completamente al am or de un hombre sin pensar
migraciones era bastante malo, interm inables colas que eran custodiadas que el destino o Dios me tenían preparada la gran sorpresa, conocer a Eduar­
por militares con perros, había que amanecerse para tratar que la atendieran do, mi esposo, fue todo un suceso, y Cupido envió su flecha directo al cora­
o le dieran número. Yo trataba de ver lo positivo de estos encuentros ya que zón, fue amor a primera vista y lo mejor que fue correspondido, podríamos
conocí personas de Paraguay, Uruguay, Perú, Bolivia, Ecuador, México y chi­ llenar hojas y más hojas con nuestra vida cotidiana ya que cada día ha sido
lenos y chilenas. diferente y especial, cada día hemos ido construyendo nuestra vida juntos
Cual más, cual menos teníamos una historia parecida de pobreza, de para poder tener la familia que somos.
lucha y de ganas de llegar a alguna meta. América estaba herida y todos Después de hacer esté bosquejo de lo que ha sido mi historia, des­
creíamos que Argentina era el remedio. Todavía no sé por qué era el boom prendo la siguiente reflexión, porque en el fondo eso ha querido ser este
irse a Argentina. relato, un bosquejo. Que todo los temas de hoy: pobreza, discriminación,
En migraciones conocí al que sería mi compañero en aquellos años, él falta de educación, violencia, falta de oportunidad, cesantía, política de par­
era uruguayo y también andaba en busca de futuro. Supe lo que era el movi­ tidos, participación de la mujer, etc., todos tam bién fueron los de ayer, de
miento Tupac Amaru, de cómo se desaparecieron compañeros y compañeras mis abuelos, de mis padres y míos. Y por eso que después de pasar por todo
de él, se relacionaban con él los movimientos de izquierda Montoneros en esto es que creo que estoy inmersa en el m undo social, para que de alguna
Argentina. Vivimos en varios lugares, trabajamos en otros tantos trabajos, manera mis hijos y la sociedad del mañana tengan derecho a la educación, a
hasta que llegué a una fábrica de calzados y supe lo que era una huelga. la salud, que las mujeres seamos parte de la democracia.
Volver a Chile no era tan fácil, debía pasar por todo el escarnio fami­ La memoria, nuestra memoria es un espejo, es un cúmulo de expe­
liar y público de volver separada y con una hija y sin nada, más encima riencias, positivas y negativas, pero por sobre todo en mi caso es de perma­
enferma. Luego de que nació Mariana quedé mal de mis caderas y desde ese nente rebeldía. Nunca me he conformado con la situación que viven los sec-

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tores pobres de este país, siempre he tratado de luchar por el cambio de las
cosas y creo que la memoria es una herramienta para m antener la aspiración "El olvido está lleno de memoria".
por el cambio. En la historia de los pobres hay muchos fracasos y desilusio­ Un pasado/presente para construir futuro
nes, pero también hay grandes potencialidades. La esperanza por un m aña­
na mejor se asienta en nuestro pasado y en nuestro presente.
No sé cómo llegué al m undo social, sólo sé que me mueve la esperan­ Mireya García Ramírez'
za de un m undo mejor donde el ser hum ano prime por sobre todas las cosas
y que no sea a costa de él que se construya su progreso.
No quiero term inar esta historia sin antes darle gracias a mis padres
por la vida y por su lucha, que hoy es la mía, y la tuya y la de todos.

Gracias.

¿Por qué es necesario mantener viva y presente la memoria colectiva


de uno de los períodos de mayor avasallamiento de los derechos individua­
les y sociales en el Chile moderno?
La interrogante puede adquirir variadas reflexiones. Sin embargo,
existe un denominador común que las une en la comprensión vital que sig­
nifica la defensa irrestricta del derecho a la vida de todos los seres humanos
que habitamos esta larga y angosta faja de tierra, llamada Chile.
A pesar de que nuestra relación con hechos violentos y dolorosos de la
época republicana, como la matanza en la Escuela Santa María de Iquique o la
muerte de nueve pobladores en Puerto Montt el año 1969, aparecen como leja­
nos, adormecidos o negados, se ha tornado una necesidad de vida el no olvi­
dar, el trascender y actualizar, el remiramos en ellos en la búsqueda de signi­
ficados y elementos de reflexión contingente, como hilos conductores con un
presente que posee su propia especificidad, pero que nunca podrá ser presen­
tado como un segmento de vivencias encapsuladas en un hoy sin ayer.
El 11 de septiembre de 1973, marca y demarca la historia de nuestro
país en dos grandes concepciones de gobernabilidad: la democrática y la
dictatorial.
Ambas concepciones, opuestas y excluyentes, fueron las que se en­
frentaron en condiciones desiguales el día en que perdimos para siempre el
orgullo de la estabilidad y de la prescindencia de las fuerzas Armadas en la
vida política de nuestro país.

Secretaria general de la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos.

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La Constitución de 1925 establecía que el ejercicio de las funciones tor de terror bajo la llamada Doctrina de Seguridad Nacional, concepto ideoló­
estatales correspondía a órganos independientes, separados y recíprocamente gico y político im pulsado por los Estados Unidos y materializado en Panamá
fiscalizados; por ello, cuando la Junta Militar asum ió el m ando suprem o de en la llamada Escuela de las Américas. Esto, a pesar de que los países latinoa­
la Nación, no sólo se vulneró y alteró profundam ente el sistema gubernati­ mericanos, incluido Chile, fueron parte de los Estados que redactaron y pro­
vo que nos había regido, sino también se creó la institucionalidad adecuada clamaron, en 1948, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, com­
para vulnerar todos los derechos conquistados tanto sociales, como políti­ prometiéndose a asegurar el respeto universal y efectivo de los derechos y
cos, culturales o económicos. libertades fundamentales del hombre.
La destrucción violenta y desgarradora de lo construido como país, Alvaro del Barrio Reyna y José León Reyes, en una investigación sobre
sociedad, com unidad o familia, es hoy el trauma de Chile, y como todo trau­ el tema, señalan: "El terrorismo de Estado constituye el aspecto más notorio de la
ma, requiere de reconocimiento, de estudio, de indagación, de reflexión y Doctrina de Seguridad Nacional, traducido en un total desconocimiento del derecho a
también de propuestas, para lograr en el futuro una m irada menos dolorosa. la vida y de la libertad personal, en torturas y desaparecimientos cometidos con el
El Seminario "Memoria para un nuevo siglo: Miradas a la historia de alegado motivo de la lucha contra la subversión. El terrorista estatal es aún más exe­
los últimos cincuenta años", es una invitación a la evocación, a sumergimos crable que el terrorista extraestatal, al precaverse del aparato del Estado para delinquir,
',en lo que fuimos y en lo que somos como sociedad;\a detenem os y m irar ocultarse, protegerse o Imcerse impune. El tríptico que caracteriza la ideología del te­
hacia atrás sin los complejos que nos impone la m odernidad y a mirar hacia rrorismo de Estado es: secreto, clandestinidad e impunidad"2.
adelante con la fuerza que nos da la lucha por el derecho a la vida y la inte­ Es precisamente esta trilogía pasada y presente, la que centra nuestra
gridad de cada personaT3 atención, debido a que no hemos logrado im poner como un bien social y
Es una invitación a conmovernos con la realidad a que nos enfrenta­ ju ríd ico , p rin cip io s com o la v erd ad y la ju sticia en n u estro país, en
mos luego de haber sido bom bardeado el Palacio de La Moneda, a conmo­ Latinoamérica ni en el m undo, y es así como la figura delictiva conocida
vemos con nuestro desdibujado Chile post 11 de septiembre. Es una invita­ como "Desaparición Forzada de Personas" corresponde a la más siniestra de
ción a mirar el presente profundam ente conmocionado por su pasado. este terrorismo de Estado, constituyendo, a la vez, la violación más flagrante
Es una invitación a recorrer el Chile en que se disolvió el Congreso y y global que se conozca a los Derechos Humanos.
el Tribunal Constitucional; en que se proscribieron los partidos y se suspen­ La desaparición es el último eslabón de una fatídica secuencia que
dieron los derechos políticos; en que se incineraron los Registros Electora­ comienza con el secuestro, el encarcelamiento secreto, la tortura, la muerte y
les; en que se declaró interino el personal de la Administración Pública; en el ocultamiento de los restos, concretándose así la "desaparición forzada",
que se suspendió o restringió la libertad personal por los estados de emer­ que genera en la sociedad, la familia y los amigos, una ausencia inexplica­
gencia; en que se controló la actividad sindical; en que se intervino las uni­ ble, dolorosa y traumática.
versidades. La intención que subyace tras esta práctica, es neutralizar al enemigo
Ese herido Chile en que se reprimió masiva y sistemáticamente a pro­ y sus redes sociales, ya que surge en forma inherente el miedo a convertirse
tagonistas o simpatizantes del Gobierno Popular y a quienes armándose de en un desaparecido más. La ausencia inexplicada y violenta, enfrenta a la
valor y coraje intentaron frenar la barbarie desatada. Ese herido Chile, en sociedad a un temor permanente y a un sentimiento de indefensión dañino.
que la tortura se convirtió en una práctica gubernamental; la ejecución, al En 1941, Hitler puso en práctica un decreto, conocido más tarde como
margen de toda ley, en la nueva expresión de la justicia; la desaparición de "noche y niebla", en el que se exponía la forma mediante la cual el Estado
personas en la fórmula adoptada como castigo individual y social; el exilio Nazi esperaba llegar a la "solución final del problema judío". Este es uno de
en el camino para la sobrevivencia; la relegación en la forma más sutil de los primeros antecedentes en la historia de la hum anidad que nos enfrenta a
reprim ir el disentimiento y la organización. la desaparición de personas detenidas por agentes del Estado y recluidas en
C uando la hum anidad parecía haber com prendido y asimilado que centros de detención especialmente habilitados para los fines de exterminio.
nunca más podían volver a repetirse los horrores de la Segunda Guerra M un­
dial, América Latina se convertía, durante la década de los '70, en un produc­ Padilla, Elias: Olvido y Memoria.

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Luego de los horrores que se establecieron en el Tribunal de Nuremberg,
parecía certero pensar que el respeto a los derechos hum anos se constituiría
como el valor suprem o de las sociedades civilizadas, pero no fue así. En la
guerra de Vietnam se introduce el aspecto psicológico y la táctica se denomina
"almas errabundas".
En nuestro país, los prim eros desaparecidos son los sobrevivientes
del Palacio Presidencial; luego serían los dirigentes sindicales, políticos, es­
tudiantiles y sociales, los campesinos que vivían el sueño de la tierra propia,
los obreros organizados, los militantes clandestinos, los conscriptos patrio­
tas, los niños indocumentados.
Se inicia así el largo y tortuoso camino de la búsqueda, la interrogante
"¿Dónde están?" poco a poco comienza a cobrar forma y fuerza. Se busca in­
cansablemente, no se encuentran y nadie se hace responsable de sus detencio­
nes; más tarde se comprende que era parte del m étodo diseñado, financiado e
implementado desde el Estado.
La exigencia de Verdad se va uniendo a la exigencia de Justicia por los V Parte
crímenes perpetrados. En los Tribunales sólo se encuentra complicidad con los
autores materiales e intelectuales de los delitos. El Poder Judicial, claramente, De voluntarismo y memoria regional.
estaba al servicio del poder de las armas.
Con las pancartas en alto llegamos a la democracia, con la firme espe­ Otras reflexiones
ranza de que reconstruiríamos moral, ética, económica, política, judicial y
culturalmente nuestro país; con la fe centrada en el Derecho y los valores, es­
peramos respuesta a la interrogante "¿Dónde están?". La im punidad penal y
social ha sido la constante, la desmemoria la intención velada o abierta de
quienes desconocen el sentido de la historia.
I Si se pide olvido es porque hay memoria. Tener memoria es un derecho
/ que hay que asumir, pues nos permite reivindicar el pasado y reconocer en ese
i pasado las vías necesarias para entender y enfrentar el presente que vivimos.
1 La memoria colectiva es una construcción cultural y política, lo que va
j quedando grabado en la memoria del pueblo incentiva la reflexión y permite
í buscar caminos que posibiliten avanzar en la construcción diaria de una socie-
[ dad que no niegue sus dolores e injusticias. _
Los detenidos desaparecidos son una realidad de hoy, de ayer y de ma­
ñana; son parte de nuestras vidas individuales y colectivas; son la herida abierta
que nos define como sociedad. Los detenidos desaparecidos nos cruzan el alma
y los sentidos todos los días de nuestros días. . '

450
Reflexión sobre el fin del
voluntarismo democrático

José Bengoa1

Ayer, el diario inglés lndependent, traía una prim era página completa en
la que un ciudadano británico norteamericano relataba los 10 días pasados en
el Estadio Nacional de Chile hace 25 años atrás en el Santiago de 1973. Hoy,
cumplida una semana del arresto de Pinochet en "The Clinic" (nombre ridicu­
lamente expresivo del Hospital londinense donde se encuentra "arrestado" el
ex Presidente de la República de Chile), la BBC de Londres, de tam aña fama en
toda Europa y escuchada en el m undo entero gracias al cable, pasó más de una
hora de programas sobre nosotros mismos, sobre lo que somos, y lo que he­
mos sido los chilenos. Estar sometido a esta explosión de reflexiones sobre el
pequeño país en que me tocó nacer, mirando por la ventana estos vetustos
edificios de esta Universidad colonial, es una experiencia inenarrable frente a
la cual no puedo menos que reaccionar borroneando unas cuartillas con las
reflexiones que se me vienen encima. Porque a veces la realidad es mucho más
fuerte que los deseos.
Siento haber vivido una década de voluntarismos, de realidades in­
ventadas, de búsqueda de una normalidad que no existía. Nadie dice aquí
lo que quisimos ser en esta transición a la democracia a la chilena, nadie
habla de esos sueños de "dar vuelta la página", nadie dice nada de ese hacer
lo posible de vivir con la im punidad a cuestas y echarle pa' delante. Y nadie
dice nada de ello porque es m entira, porque, m alditam ente, es falso que
tengamos un proyecto de país, mientras no arreglemos cuentas con lo que
hemos sido y somos como sociedad profundamente afectada hasta el día de

Rector de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Profesor invitado de la Universidad


de Cambridge, Inglaterra.

453
hoy por los sucesos que nos vienen una y otra vez a llenar las pantallas de los na. Ha sido el título de numerosas conferencias para empresarios durante eS*-
televisores. Algo debemos tener que ver los chilenos con los griegos, porque tos años. ¿Cómo nos ven? ¿Creerán, se preguntaron muchas veces los políti­
en esta situación es el destino, las moiras aladas y con garras, las que vienen cos, que lo estamos haciendo bien en esta transición a la democracia? El Presi­
contra nosotros, nos interrum pen nuestros sueños de normalidad, de dem o­ dente se ha visto obligado, como parte de sus funciones autoatribuidas, a via­
cracia, de reconciliaciones solemnizadas antes de tiempo en alguna Misa del jar persistentemente de m odo de mostrar una imagen dinámica de un país que
Templo votivo de Maipú. ha dejado el pasado, que mira con entusiasmo al siglo veintiuno y que posee
entre sus muchos atributos (además de la cordillera, el vino y las mujeres), una
economía sólida, que le hará una "verónica" a la crisis asiática. Podemos afir­
La vida por la Patria mar sin pena ni gloria que todos esos esfuerzos de exportar una imagen atrac­
tiva y audaz se han ido al tacho de la basura en estos días de discusiones frente
¿Qué es un país sino un conjunto de símbolos? ¿Alguien creerá por si a la clínica/cárcel. Una señora que hace el aseo en el "College" de la Universi­
acaso que un país es un grupo de personas amigas, o un pedazo de tierra, o un dad, al saber que era chileno, me miró con cara de condescendencia y un poco
gobierno? ¿O, como creyeron los antiguos oligarcas, un grupo de familias? de pena. Trató de demostrar que ella no tenía por qué pensar que yo era de la
Como lo ha escrito una inglesa hace ya años, las naciones se construyen misma naturaleza que el señor que reposa en "The Clinic". Se rió, me miró de
imaginadamente, son "com unidades imaginadas". Son símbolos, conjuntos reojo y se fue. La imagen de país exitoso que trató de expresar el empresariado
de expresiones simbólicas: son nada y a la vez son todo. Es tan absurdo el criollo en estos últimos diez años, se ha puesto una vez más en entredicho.
tema que son millones los que han dado "la vida por la Patria". Ninguno de Como dicen en el campo, cuando alguien se muere, habría que decir: "Pinochet
ellos ha sabido bien lo que eso significa. Todo se reduce al final a la capacidad me lo dio, Pinochet me lo quitó".
de un colectivo de imaginarse de manera adecuada. Chile, en el imaginario Fue el arrestado en la Clínica por Scotland Yard, quien permitió, a san­
del mundo, sigue siendo un asunto de importancia, y no por los éxitos econó­ gre y fuego, textualm ente, que se im plem entara el m odelo económico
micos que no entusiasman ni desentusiasman a nadie. Porque nadie hace de exportador, la nunca bien ponderada economía social de mercado, y será él
un Almacén una Nación. No por casualidad, en la Alameda de Las Delicias, quien le pondrá la principal dificultad: la re-destrucción de la imagen del
eje vertebral de la ciudad y el país, se erigen estatuas de señores a caballo, con país. Cada vez que una delegación chilena salga de Pudahuel o Merino
espadas, con constituciones en la mano, en fin, personas que llenaron de sím­ Benítez, deberá pensar en el discurso explicatorio respecto a lo que todos en
bolos el país: desde el que dijo "el que sea valiente que me siga", hasta quien el m undo saben y quieren saber de lo que ocurre en Chile. Antes de vender
profetizó "se abrirán las anchas alamedas". Por cierto que los millonarios de­ una manzana o pelet de roble huacho, deberá explicar lo inexplicable.
jaron estam padas sus fortunas en algunas mansiones hoy en día venidas a Pinochet ha mostrado su enorme poder sobre el país:
menos y de las que nadie recuerda siquiera el nombre de sus dueños. Y debe­ maneja su imagen.
mos reconocerlo: de esos signos compartidos carecemos hoy día los chilenos. Nos guste o no nos guste. Sigue siendo el Dictador. Nadie le propuso
Por eso mismo se ha debilitado nuestra idea de país, de Nación, de sociedad venir a Inglaterra. Él decidió no sacar la visa que le daría la inm unidad di­
común. Muchos, hoy día, no darían "la vida por la Patria", debería decir, no plomática. Él se internó en The Clinic, pudiendo haberse internado en la
daríamos la vida por la Patria. Lo que sin duda es lamentable. Clínica Las Condes de Santiago, incluso con médicos y tecnología británica.
Él le dio la entrevista más arrogante posible al periodista Anderson del
Newyorker en el Hotel de Londres. Él involucró a Margaret Thatcher y ha
¿Cómo nos ven? provocado el mayor encono posible contra Argentina, al relatar la ayuda que
Chile le brindó en la guerra de Las Malvinas. La Thatcher lo ha reiterado. La
unidad latinoamericana una vez más se ha ido al traste. La capacidad de
Alguien en Chile, sobre todo preguntaría: ¿Cómo nos ven?, con ansie­
dad, después de 10 años de tratar de mejorar nuestra imagen interna y exter­ emporcar la imagen del país ha sido infinita.

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Buscamos, como generación que vivió la dictadura y reflexionó sobre lo
Operación ¿The Clinic? que ocurría y sobre salidas posibles, buscamos repito, no ser lo que éramos, no
parecemos a lo que habíamos sido, no mirarnos en el espejo, sino más bien
Lo ha logrado. A los 82 años muestra tener en vilo al país y ser capaz de romperlos. No estudiamos a fondo el origen dem uestra ira. De la ira de los
terminar con la ilusión de la transición a la democracia. "Yo el Supremo" diría unos y la ira de los otros. No nos dimos cuenta de la irreductibilidad del poder
Roa Bastos. El supremo en cálculo perverso. Nos preguntamos, pero después social en Chile. Quisimos contemporizar, en el fondo, con lo que había pasado.
de sufrirlo 25 años, podemos suponer que no hay tantos pasos en falso. Hicimos, todos, y me incluyo, un acto de contrición, propio de nuestra cultura
Aceptó la transición mientras le convino y la toleró. Cuando miró que católica, avalados por la Iglesia. Cerramos los ojos y dijimos "demos vuelta la
el juego se puso peligroso decidió, no sabría si consciente o inconsciente­ página". Hoy día, el mundo, la BBC de Londres (frente a la que siempre nos
mente, "patear el tablero". Los malos jugadores de ajedrez cuando van per­ hemos inclinado como fuente de reflexión seria y adecuada), los diarios influ­
diendo, se enojan, dan patadas al tablero y tiran las piezas por el suelo. Al yentes, la gente corriente en la calle, nos dicen con extrema brutalidad: uste­
igual que la Prensa Internacional, Pinochet no mira con delicadas sutilezas des, los chilenos, son unos salvajes del tercer m undo, porque no han resuelto
las diferencias del socialismo de antes y del de ahora. Ve que entregar el lo único que es preciso resolver: la justicia en la sociedad. Son irnos salvajes
poder a un socialista sería la demostración de su fracaso. que no son parte del m undo decente, porque su presidente/ dictador/ enfer­
Pinochet se ha determinado a concluir con el tipo de transición que había m o / preso, se pasea im punemente por el mundo. El periodista de la revista
comenzado con su derrota hace 10 años. Primero, hizo los flirteos hacia la derecha Newyorker le hizo una entrevista en un Hotel, antes de entrar en "The Clinic",
e izquierda y le dio la mano a Andrés Zaldívar, democratacristiano que vivió exi­ y él le dijo, con desparpajo, que le gustaba comprar en Londres, que le gusta
liado por él mismo en Madrid. Continuaron los gestos. Semanas atrás, una hija de pasear por esta ciudad, entrar a Harrods y tom ar el té. Eso dicen y hacen las
Pinochet dijo ante una revista del corazón que la derecha había sido "ingrata" con personas millonarias y poco respetadas, aunque aceptadas, de los países ára­
su padre. Lo que se cuece entre las ollas de la familia suele ser la verdad más bes, africanos, asiáticos, yugoslavos/ macedónicos y todos aquellos que son
verdadera acerca de los verdaderos sentimientos políticos del jerarca. expulsados en el imaginario colectivo de occidente, del m undo de los decen­
¿Qué lo hizo venir a Londres?, se pregunta toda la prensa local. ¿Será tes, del planeta de la gente que convive. ¿De qué sirve que en los supermerca­
acaso su necesidad de protagonismo? ¿Será la necesidad de no dejar la esce­ dos Marks and Spencer esté lleno de vino tinto chileno? ¿Alguien cree que es
na mundial? ¿Será una combinación de astucia y traición, como lo ha de­ posible poner en la balanza las exportaciones de vinos y frutas y la ausencia de
mostrado a lo largo de toda su vida? Ahora, a quien está traicionando, es a justicia? ¿Cómo pudo un gobierno democrático im aginar posible que el solo
todo lo que supuestam ente fue su obra: La Transición a la democracia pacta­ hecho de viajar por el planeta vendiendo productos junto a un avión repleto
da, la nueva imagen de Chile como país exitoso, todo ello y todo ello junto, de empresarios iba a cambiar "la imagen internacional de Chile"? Pecamos
posiblem ente. todos de arrogancia. Unos más que otros, pero finalmente el país aparece pla­
gado de im punidad, marcado por un destino horrible e incapaz de someter su
propia figura a la mirada del espejo, a la mirada de la realidad.
El fracaso del voluntarismo democrático

Independientemente de la hipótesis conspirativa anterior, este episo­


La profundidad cultural del once
dio de Pinochet en The Clinic, expresa con brutalidad el fracaso de una ge­
neración entre la que me cuento y con la que solidarizo, que trató, a punta de El asunto Pinochet es el final de un sueño autopretendido, de una
voluntad y voluntarismo, de resolver nuestros problemas pasados y levan­ profecía autocumplida, de un pensamiento deseado que trató de ser reali­
tar u n país posible. H oy día podem os agreg ar ap esad um bradam ente, dad y que fracasó porque la vida es mucho más fuerte y se impone frente a los
artificialmente. voluntarismos de cualquier tipo que fueran. Nos dam os cuenta, hoy día, una
vez más, que lo que ocurrió en el 73 fue muy profundo, no sólo para Chile,

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sino para el m undo, para mucha gente en el mundo. Las interpretaciones pue­ concluyó con la Unidad Popular. Muchos han insistido en las acciones de la
den ser muchas, pero no cabe duda que Chile del 70 fue una esperanza, una de CIA en el Golpe de Estado, muchos han analizado críticamente lo que ocu­
las últimas esperanzas antes de caer en esta desesperanza de fin de siglo, de rrió en el Gobierno Popular, el desorden político, la falta de planes realistas,
postmodernismos cínicos, de juventudes "tecno" con poco futuro en sus cabe­ la verbalización de un radicalismo incapaz de hacerse cargo de lo que afir­
zas rapadas. Para la generación que hoy día tenemos 50 años, Chile fue un maba y sobre todo, incapaz de hacerse cargo de los ataques que propinaba al
símbolo, como fue España para la generación anterior a nosotros. Ellos, nues­ sistema, a las otras fuerzas sociales y, en particular, a las Fuerzas Armadas.
tros padres, los nerudas y heminways, quedaron marcados por "España en el Sobre ese conjunto de materias, la izquierda chilena se hizo, como pocas,
corazón". No tuvieron edad para esperar los cuarenta años de Franco. Muchos una autocrítica práctica, más que teórica y escrita. Se bajó el nivel de la de­
se murieron antes de que el tirano franquista entregara, de viejo, el poder. Pero manda. Se dijo que era posible sólo hacer determ inadas propuestas, admi­
no hubo rendición. La que se rindió fue la generación que vino después, los nistración democrática de los procesos; muchos se afirmaron más de la cuenta
felipes gonzález que no conocieron de la guerra y que no tenían compromiso en los asuntos prácticos del Estado, dejando en el olvido las antiguas de­
con ella. No fue así en nuestro caso. Los mismos actores, en un acto de volun­ m andas y planteamientos. Se mostró un pragmatismo hábil para el logro de
tad que sigo respetando, pero que llega a su término, cambiaron sus posicio­ una transición pactada, pero no para enfrentar un conflicto del tamaño del
nes. Dijeron, ¡reconciliémonos! Veo en la televisión, leo en los diarios, que na­ que hemos tenido y tenemos en Chile.
die nos creyó a los chilenos. Por el contrario, nos hemos quedado como los La cuestión de Pinochet es simbólica o emblemática para la nueva
"tontos de América", ricos por fuera, tontos por dentro. etapa de "globalizaciones" que se inicia. Ya nadie cree en la ingenuidad
neoliberal del dúo Pinochet/ Thatcher. La solución de los problemas econó­
Una lectura desde el presente micos y sociales por la vía del despido de los obreros de las fábricas y la
privatización de las actividades estatales llegó a su fin. La figura de Allende,
"democrático y socialista", vuelve a estar en la primera línea de fuego de la
La imagen ha regresado el reloj hacia atrás. Se repite la historia, pero
Europa que se viene con el próximo siglo.
cada vez con nuevos matices y aproximaciones distintas. Hoy en día, Salva­
dor Allende ha aparecido más cercano que nunca al socialismo europeo y a
la socialdemocracia que vuelve a plantear sus alternativas diferenciadoras. "La utopía chilena al socialismo"
No es ninguna casualidad que es la Inglaterra de Tony Blair y de Cook, que
pone los Derechos Humanos sobre la mesa, la que "arresta" a Pinochet. Se Porque, y es lo que quería decir al escuchar durante una semana ente­
terminó el tiempo, también, del entusiasmo por las globalizaciones y la he­ ra las noticias, leer los diarios, pararme horas, ritualmente, en la puerta de la
gemonía del neoliberalismo americano. Europa quiere poner distancia con clínica de Pinochet en Londres, es lo único que se me ha venido a la cabeza:
los Pinochet. El viajero, o no se dio cuenta de ese cambio o si lo percibió, lo nuestro principal vínculo con la cultura occidental, con la decencia de occi­
hizo a propósito para sus objetivos internos. dente, con lo que podríamos entusiastamente denom inar pomposamente la
La izquierda democrática chilena leyó la caída de Allende en el marco "civilización occidental", está en que una vez, una sola vez, en nuestra his­
de la guerra fría. Muchos, quizás, extremaron sus posiciones "renovadas",
toria, propusim os un m odelo de justicia comprensible por la gente digna
producto de la finalización de la contienda entre los bloques. A partir de
del planeta. Fuimos los chilenos capaces de entregarle al m undo un sueño:
esta realidad imposible de transformar, la caída de la Unión Soviética y del
"la vía chilena al socialismo".
afamado Muro de Berlín, parte de la izquierda leyó el pasado con tintas más
El m undo no nos va a perdonar tan fácil a unos y a otros, a los chilenos
rojas que las que hoy día aparecen en la escena mundial. Se olvidó quizás en
que rompieron a sangre y fuego la vía chilena al socialismo, los pinochet, y a
esa lectura, del enorme deseo de justicia social que condujo a la Presidencia
los chilenos que nos hemos tratado de olvidar de esa utopía. Los unos trataron
del "Compañero Presidente". Quiero decir que, en muchos casos, se oscure­
de transformar esa relación con el m undo en una relación comercial, los otros
cieron las "características nacionales" del movimiento social y político que
nos fuimos quedando callados y tenemos poco que decir en este momento.

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Pero la im punidad es inaceptable. Ese sentimiento está en el fondo de la cultu­ todo tipo de personas. Se quiso expresar también que no pertenecíamos al Ter­
ra de estos países. Pinochet es un símbolo más allá de su persona y de sus cer M undo, caliente, tropical, latinoam ericano, salsero, cum bianero y
decisiones e incluso responsabilidades. Es el símbolo de haber roto ese sueño. candombero. Eramos los "ingleses de América", como se nos dijo en el cole­
Y el resto de los chilenos son muy poco apreciados en este momento, en esta gio, tantas veces, como diciendo: "mira bien chilenito, no eres indio como otros
coyuntura, porque no fueron, fuimos, capaces de tomar en nuestras manos lo latinoamericanos, no eres negrito, no eres así y no eres asá. Eres parte del m un­
que, a las finales, es el único pedazo de cultura decente que hemos tenido y do occidental, eres un transplante de la vieja Europa en América y, nada más y
que nos ha diferenciado de otras naciones sin ninguna pretensión de decencia. nada menos, que la vieja "bella Albión", la Britania de reyes y gente respeta­
ble". Como en los cuentos e historias de hum or negro, podría decirse que,
El gobierno es quien está preso junto con derretirse nuestra transparencia e identidad nacional en las oscuras
aguas del Guadalquivir español, ha sido el afam ado cuerpo de policía de
Scotland Yard quien ha terminado con nuestros sueños de ser "los ingleses de
En esta coyuntura, el gobierno chileno actual se ha visto encarcelado por América".
la historia. Aparece defendiendo al dictador/ enfermo/ preso. Posiblemente, no
hay otra alternativa. Esa conducta se decidió hace 10 años, cuando dijimos
emocionadamente que "N O " en el plebiscito y decidimos, en ese acto de Un futuro ético o nada
voluntarismo, no plenamente consciente -como Suele ser la historia de los pue­
blos-, transitar de esta manera a la democracia. Hoy día, los compañeros de antes, Pareciera que lo que viene por delante será la necesaria radical
funcionarios actuales del gobierno, muchos de ellos exiliados por Pinochet, sólo autocrítica acerca de nuestro voluntarismo soberbio y enfermizo. Habrá que
pueden decir en privado lo que piensan. Envían a Londres a unos expertos que ser implacable con la crítica a quienes se creen aún la imagen autodefinida
representan al "gobierno de Chile", y que tratan de salvar al general de las garras de una democracia perfecta y llena de orgullo por exportar espárragos a
de Scotland Yard. La imagen se desploma por minutos. Pasamos de ser una "na­ Taiwán.
ción exportadora" a ser una "nación de protectores de generales". El entendimiento Porque la expresión del voluntarismo de una transición apostada ha
de la complejidad de lo que ocurre en Chile, puede ser posible, en la medida que sido la soberbia. La soberbia del poder fáctico, la falta de aceptación míni­
exista buena voluntad por parte de los auditores extranjeros que escuchan. Pero, ma de la crítica. La apelación de enemigo del régimen de quien critica. En lo
al minuto de separarse, dirán entre ellos: ¡"estos chilenos"!; alguno, con cariño, personal, y conversando con mucha gente amiga, la crítica en Chile se había
agregará: ¡"pobres chilenos, miren en el problema en que están"! vuelto pecaminosa. La misma cuestión de los Derechos Humanos se ha trans­
formado en un asunto molesto para muchas personas e incluso autoridades.
Quienes se acercan a continuar con los reclamos de justicia son vistos m u­
Una identidad nacional derretida chas veces como personas anticuadas que no deberían continuar en estos
asuntos. La soberbia del poder había estado invadiendo muchos espacios de
Fueron pocos los que reaccionaron al momento en que se simbolizó la antigua izquierda. Este campanazo desde Londres podrá despertar a más
con mayor grado de esquizofrenia el voluntarismo que aquejaba de manera de alguno.
patológica a todo un sector de la sociedad chilena. El 91, recién comenzada ¿Qué consecuencias sobre la cultura y sobre la política, en Chile? No
la transición, se discutió qué llevar como símbolo de la identidad nacional a me atrevo ni a pensarlas. Pero, como dicen en el campo, que "no creo en
Sevilla. La cuestión del famoso Iceberg. Se lo sacó de la Antártida, se lo filmó, brujos Garay, pero de que sí los hay, los hay". No debería ser posible salir
se lo refrigeró, se lo llevó, fue observado por miles de personas y terminó sus nuevamente de este embrollo con las mismas políticas avestrucientas de los
días derritiéndose en las aguas calientes y podridas del Guadalquivir. Allí se últimos 10 años. Frente a esta ignominia se imponen actitudes éticas, de prin­
quiso expresar la transparencia de la sociedad chilena, el hielo milenario trans­ cipios, como se decía antes, definidas por algún parám etro relacionado con la
parente, obviamente de sus negocios, comerciantes, empresarios, gobierno y decencia. El atajo de los compromisos, del posibilismo en función de resulta-

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dos, se ha desplomado en medio de las risas del m undo que ven cómo Scotland Concepción: un antes y un después
Yard, en un acto de surrealismo a destiempo, deja "arrested" a un señor que
violó los sueños de la hum anidad en la segunda mitad del siglo veinte.
Es lo que se me ocurre decir. Alejandra Brito Peña7
Cambridge, 22 de octubre de 1998

En Concepción realizamos un Seminario-Taller, en el marco del proyec­


to que dio origen al "Seminario-Encuentro Memoria para un nuevo siglo. Chile:
miradas a la historia de los últimos cincuenta años". En este Taller participa­
mos 6 personas, 5 profesores de la Universidad de Concepción y un periodista
del diario El Sur2. La invitación fue a conversar y compartir nuestras experien­
cias y reflexiones acerca de la memoria, tanto colectiva como individual. Allí
fuimos centrando ciertos conceptos a partir de los cuales pensar y repensar la
ciudad, tratando de entender cómo se ha ido construyendo la memoria histó­
rica en el presente siglo, desde este lugar de fronteras.
La memoria no podemos entenderla como algo suelto ni menos aún
"objetivo", ya que ésta puede ser programada y manipulada. En tanto que,
como proceso de construcción, la memoria lleva implícitos olvidos, es un
juego dialéctico entre lo que está presente constantemente en nuestras men­
tes y lo que olvidamos, consciente o inconscientemente. A nivel individual
recordamos lo que podemos, y es lin proceso más difícil de programar, por­
que incluso momentos de nuestras vidas que quisiéramos olvidar, por el
dolor que nos han causado, no podemos borrarlos de nuestros recuerdos y
muchas veces vivimos atormentados con ellos. En cambio, a nivel colectivo
existe la posibilidad de program ar la memoria, situación que ha sido una
constante en la cultura oficial, y que los historiadores, sobre todo los socia-

Magísier (c) en Historia, Universidad de Concepción.


Las personas que participaron del taller fueron: Mauricio Oslria, Dpto. de Español; Manuel Anto­
nio Baeza, Arturo Duran y Alejandra Brito, Dpto. de Sociología; Héctor Concha, Dpto de Historia,
y Rodrigo Pincheira, periodista del diario “El Sur” .

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les, sabemos m uy bien, en tanto hay grandes invisibilidades, vacíos de suje­ fundación de la Universidad de Concepción, que surge como un proyecto
tos y de hechos que sesgan nuestra visión, y nuestra interpretación de la independiente de los sectores medios ilustrados, vinculados a las logias
historia. Sin embargo, es interesante comprobar cómo desde la propia nega­ masónicas. La idea era crear una universidad regional, que estuviese vincu­
ción se puede ir entrando por las fisuras que el sistema oficial deja, para lada al desarrollo económico regional y nacional. No podemos dejar de reco­
desde allí generar espacios alternativos de memoria: nocer que la memoria histórica de esta ciudad y región, está marcada por la
"que aparecen en una novela, en una obra de arte, por ejemplo, en una cantata o Universidad, las cosas no son igualmente dim ensionadas antes y después
en grupos alternativos, en marchas.... Esto constituiría el juego de la dialéctica de la creación universitaria, la que marca un auge cultural con amplio reco­
entre lo que se recuerda y olvida en diferentes sectores, donde influyen los intere­ nocimiento a nivel nacional y fuera de él.
ses, lo que se excluye, y excluir se hace conscientemente, no se excluye sin damos Otro hito im portante en la memoria penquista es la posición econó­
cuenta" (M. Ostria). mica alcanzada en el proyecto industrializador, iniciado por el Estado a me­
En estos procesos de olvidos y recuerdo veíamos que nuestro país tiene diados de este siglo, convirtiendo a Concepción en centro del desarrollo in­
a nivel colectivo menos sensibilidad en la preservación del pasado, y más dustrial. Esto se tradujo en transformaciones sociales y urbanas de conside­
bien desde el discurso oficial -desde distintas posiciones políticas que han ración. Las ciudades como Concepción y Talcahuano crecen, surgiendo nue­
ocupado el poder en los últimos 50 años- existe una tendencia a olvidar, de­ vas poblaciones estimuladas por las dem andas de mano de obra industrial
m ostrando u n a falta de sentido histórico que nos lleva a la constante que intensificó la migración campo-ciudad. Los trabajadores de las nuevas
refundación no solo de las ciudades sino de la historia, los movimientos nue­ industrias como Huachipato, Petrox, Inchalam y otras tuvieron oportunidad
vos "ya sea en el arte o en la política" tienden a plantearse como una opción de presenciar movilidad social a nivel familiar con el acceso de sus hijos a la
distinta a todo lo conocido y quieren ser fundadores del nuevo orden social. Universidad de Concepción. El surgimiento de grupos medios que surgie­
En este marco de refundación constante de la historia, es que mira­ ron al am paro del desarrollo industrial y educacional constituyen un rasgo
mos a Concepción, ciudad con un pasado y un presente, lugar donde el sur importante dentro de la identidad regional.
comienza. Este territorio marcado por una historia de fronteras, guerras y Estos dos hechos anteriores m uestran una visión positiva en los re­
sobresaltos telúricos por largos siglos. En ese marco de especificidad histó­ cuerdos de Concepción, son dos hitos que marcan procesos de desarrollo
rica se constituye la memoria de esta parte del país, muy marcada por lo que que ponen a la ciudad y la región en un protagonismo nacional. Eso signifi­
fue o pudo ser, intentando cumplir con los sueños que la enseñorearon des­ ca que no se puede comprender a este territorio de la misma manera antes y
de el comienzo. después de estos hechos, y así es recordado colectivamente; siempre se re­
Los procesos de construcción de memoria, en estos límites de frontera cuerda el esplendor de la Universidad, el protagonismo cultural en que lle­
constante, se dan a partir de marcos referenciales, de un antes y un después. gó a ponerse la ciudad.
Esto significa que los recuerdos de los habitantes están marcados por una Pero los recuerdos e hitos fundadores no son sólo positivos, también
constante reconstrucción de la ciudad, una "refundación" presente a lo largo el dolor marca la memoria de los lugareños. Las catástrofes telúricas, tan
de su historia, constituyendo escenas que permiten el reconocerse como parte constantes en la historia de este lugar, se manifestaron violentamente en dos
de este espacio, con una identidad llena de contradicciones, pero que permi­ oportunidades en este siglo, el terremoto de 1939 y el de 1960. Estos hitos
te una identificación con el ser penquista. son claves ya que dejan huellas materiales que m uestran el Concepción de
La idea presente en la memoria colectiva penquista, de la constante antes y después, construcciones en ruinas que se convierten en fantasmas
refundación de la ciudad, se explica por la recurrencia de los terremotos que que recuerdan lo que fue y que sirven de base a las continuas mistificaciones
la han destruido materialmente, lo cual ha obligado no sólo a reconstruirla, con que la memoria colectiva de esta ciudad se nutre, un ejemplo concreto
sino a cambiar su emplazamiento. de ello son las ruinas del Teatro de Concepción en la calle Víctor Lamas.
En esta historia marcada por las refundaciones, se constituye la me­ La construcción de la memoria a partir de un antes y un después que
moria colectiva de Concepción. En este siglo son varios los hitos que marcan caracteriza a esta ciudad, no forma parte de una idea futurista, es decir, hacerse
"los antes y los después". A comienzos de siglo el más significativo fue la parte del discurso oficial que ha tendido hacia el olvido, como herramienta de

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reconcialiación y de construcción de un "futuro pleno". Por el contrario, en Con­ ció callejero de alimentos, por ejemplo, esas mujeres que se ponen a la salida del
cepción existe una tendencia a mistificar el pasado; las épocas gloriosas que vi­ Keymarket vendiendo ataditos de verduras" (A. Brito).
vió en un momento de su historia, el gran centro cultural que fue, el recuerdo del Concepción, el lugar de las contradicciones, una ciudad moderna, con
TUC (Teatro de la Universidad de Concepción) -lugar de inicio para grandes una inversión creciente en los últimos 3 años en la construcción de grandes
actores y actrices-, están presentes en la memoria colectiva penquista. Existe una edificios, la apertura de grandes tiendas, etc.; y que por otro lado, esconde
añoranza de la Universidad como el gran centro de formación, no solo de profe­ una enorme pobreza en sus arrabales, palpables por cualquier visitante de­
sionales, sino de conocimiento nuevo, de expresiones artísticas florecientes, de bido a su cercanía con el centro. Hoy en día, existe cada vez más conciencia
nuevas ideologías, etc. de la necesidad de superar la mitificación del territorio, no conformarse con
La ciudad de Concepción como mito, se manifiesta claramente en las lo que algún día fue, crear nuevos elementos de identidad.
evocaciones que desde fuera se tienen de este territorio. Se nos menciona la Otro de los hitos claves en la memoria de este lugar, no le es exclusivo. El
fuerza que tuvieron los trabajadores del carbón y su importante contribu­ golpe militar de 1973, y su impacto aún palpable en nuestra sociedad dejan de
ción en la historia del movimiento obrero, la fuerza de sus mujeres (que aún manifiesto que es imposible hablar de memoria sin tocar este hito, fundador de
podemos ver en las calles penquistas vendiendo el famoso "pan de Lota" o un nuevo país, y que está presente a nivel individual y a nivel colectivo:
"pan minero", como una forma de paliar la grave crisis económica ocasiona­ "Soy de la generación que alcanzó a oler algo de lo que eran aquellas épocas
da con el cierre de las minas carboníferas de la región). Podemos mencionar antes del '73, porque me tocó vivir en un país que después fu e totalmente dis­
la fuerza del movimiento estudiantil de los ochenta o las organizaciones de tinto, después vino un tiempo en que los veinteañeros son desmemoriados..."
derechos hum anos en tiempos de dictadura. La Concepción revolucionaria, (R. Pincheira).
cuna del MIR, pareciera ser una ciudad que conserva su tradición y su me­ A nivel de grupo concordábamos que es imposible pensar nuestros
moria como estrategia de cambio. Sin embargo, la reflexión ha dejado de ser últimos 50 años como homogéneos:
el elemento que prima en esta ciudad que viendo agotados sus elementos "hay que dividir entre antes y después, yo no puedo decir que son homogéneos, mi
que la nutrían de identidad, como los mineros del carbón, se ha quedado en memoria y la memoria de Chile está dividida entre antes y después.... del '73"
el recuerdo del pasado glorioso, pero sin una clara proyección de futuro. (M. Ostria).
Estas situaciones hacen que el discurso de la ciudad se nos presente Uno de los puntos más sensibles, en relación a los cambios que el
muchas veces contradictorio, la añoranza por un pasado casi mítico, de gran­ golpe provocó en nuestra sociedad, fue el que se dio a nivel educacional,
deza y de sueños cumplidos, de la ciudad señorial de Pedro de Valdivia, nos donde se produjo una segmentación social muy fuerte, quitándole a los co­
devela cotidianamente sus contradicciones. Por ejemplo, hace 25 años a un legios y liceos fiscales su carácter de heterogeneidad social:
migrante nortino le impresionaba la cercanía de los arrabales del centro de "donde había una extraordinaria tolerancia, donde uno se encontraba con el
la ciudad: hijo del comerciante rico y con el hijo del carnicero, del ferrocarrilero y del
"Yo no soy de Concepción, pero llevo 25 años... yo nunca había visto una ciu­ profesor, eso hacía que uno se sintiera en el liceo viviendo el país, porque
dad donde los arrabales estuvieran tan cerca del centro, donde uno palpara la realmente tenía esa experiencia..." (M. Ostria).
contradicción, por lo mismo a mí me escandalizaba un poco. La preocupación Esta situación cambia radicalmente hoy en día, ya que cada colegio o
que hay por cambiar cada 6 meses las baldosas del centro y a 3 cuadras hay liceo está pensado para un sector social específico, la tolerancia es mínima, no
adoquines y a 5 cuadras la tierra. Esa contradicción a mí me impresionó y fu e se comparte desde un sentimiento de igualdad, los "ricos y pobres", ya no
una de las primeras cosas que comenté cuando llegué a Concepción" (M. Ostria) tienen opción de compartir una misma sala de clases, sino más bien se mez­
Hoy día la situación sigue siendo la misma, y para una migrante de clan en jomadas de "beneficencia y solidaridad" de los colegios de gente aco­
unos pocos años, la impresión es la misma: m odada hacia los colegios municipalizados más pobres. Ha dism inuido la
"uno camina 2 cuadras y llega a Caupolicán con Maipú y la ciudad cambia, se capacidad de aceptar las diferencias, lo que implica un alto grado de intole­
nos presentada imagen de una ciudad antigua, con un comercio callejero que no rancia, situación que se ha visto reforzada en la actualidad con la segmenta­
es como el de Santiago, ni como el del centro mismo de Concepción, es un comer­ ción social de la educación, que niega la posibilidad de conocer la diferencia.

466 467
1

Se interpone, de esta manera, en el proyecto educativo, el designio de la


Junta Militar. La escuela deja de ser lo que era, la cosa infalible, ya no se confía
en ella, produciéndose una especie de ocultamiento, de censura, donde se im­
pide una relación fluida entre los profesores/as y los alum nos/as, no se le cree
al profesor y éste desconfía de los estudiantes. Se imprime un sello de autorita­
rismo m uy fuerte donde los intereses de las autoridades y de los subordinados
se consideran opuestos, donde la idea de la educación como mecanismo de
superación de la pobreza desaparece. Hoy en día una gran cantidad de estu­
diantes universitarios miran su futuro con desesperanza, en tanto la sola cali­
ficación profesional no es suficiente para la inserción profesional en buenas
condiciones. Futuros profesionales sobre todo de las ciencias sociales, mani­
fiestan claramente sus sentimientos de angustia frente a un futuro incierto,
dejando en claro que no se les presentan muchas opciones y que aceptarán
trabajos donde, incluso, su calificación profesional es excesiva.
Frente a toda esta realidad, la que cotidianamente palpamos, es que no
tenemos claro hacia dónde transita no sólo esta ciudad o la región sino que VI Parte
tam p o co el país, en u n m arco de globalizació n, que tien d e hacia la
desterritorialización de las identidades, donde las tradiciones culturales con Memoria e historia: temas y
un pasado histórico se diluyen. Así, en nuestro espacio local podemos decir,
que en la actualidad las principales actividades productivas y aun el comer­ reflexiones de tesistas de los 90
cio urbano son ejercidos por grandes empresas extrarregionales.
La desaparición de parte de la historia se ha convertido en la actuali­
dad en un sello distintivo en este territorio, se han perdido radios regiona­
les, el comercio regional, los cines del centro de Concepción, un canal de
televisión regional, etc.
La situación que hoy se vive es de una tendencia cada vez más fuerte
a la desaparición de las identidades locales, tendencia que resulta conve­
niente dim ensionar frente a la pregunta: ¿existe alguna identidad que no
sea local?

468
Manifiesto

Taller de Historiadores Jóvenes


Angélica Pérez - Ximena Goecke

Proclamamos hoy:
EL DERECHO A LA MEMORIA.
Nos declaramos en Rebeldía
frente a la institución del Olvido.
Acusamos nuestra urgente,
asumimos nuestra imperiosa
necesidad de recordar
de re - conocemos
de re - encontramos
de re - construimos
de re - crearnos

II

Denunciamos la ausencia,
la renuncia, el silencio,
la impotencia,
de los historiadores
de aquellos que dijeron "nunca",
"no se puede",
"puede ser después".

471
III detectando las ausencias,
cuestionando los mitos,
M anifestam os acogiendo las carencias,
¡a viva voz! buscando los rostros
nuestra esperanza vital y las manos
de expresar de quienes se unieron
de recuperar y desgarraron
la densidad de la existencia hum ana en el sueño, la confrontación,
que se teje, el miedo y el dolor.
con hebras
provistas de significancia, VI
en el irrenunciable
e irreverente vínculo Nosotros proclamamos
del ayer EL DERECHO A LA MEMORIA,
del hoy, a recordar,
y del mañana. a relatar,
a re - descubrirse,
IV a re - crearse
en el lúdico acontecer
Nosotros éramos aquellos que bailaban de la temporalidad.
"el baile de los que sobran", Llamamos a apropiamos
y en "los doce juegos" se nos invitaba de la historia
a "no estar ni ahí", a descubrir al ser hum ano
a m irar hacia el futuro como vivencia y conciencia
como una prom esa... como color, piel, gesto, imagen,
mientras crecíamos viviendo emoción y palabra.
en libertad condicional,
sometidos al secreto, VII
al sumario
o a la violencia Renunciamos a la obligación
de la represión. de la objetividad,
Nos pronunciamos conscientes
V de nuestra subjetividad
y del valor de su relato.
De la euforia Recuperamos la facultad interpretativa
al desencanto de la historia,
fuimos explorando, la multiplicidad de memorias,
interrogando la diversidad de experiencias
las raíces, presentes

472 473
en el testimonio factual, Para no olvidar: memoria, identidad y proyecto
en la oralidad,
y en los finos hilos
que entrelazan
lo particular y lo colectivo. María Stella Toro; Isidora Salinas;
Leonora Reyes y Olga Ruiz1
VIII

Nosotros,
jóvenes historiadores,
reclamamos el reconocimiento
de la historia
como conocimiento
para la identidad,
pero también para la acción. Es posible definir a la generación de los ochenta como a todos los que
Nosotros proclamamos eran jóvenes cuando se vivía y participaba de las primeras protestas en la
EL DERECHO A LA MEMORIA. dictadura, de las incipientes organizaciones territoriales y estudiantiles que
se conformaban luego de los años callados, y, en definitiva, a los que en esa
época vieron y /o vivieron la represión y el miedo, pero también los fenóme­
nos culturales y políticos que emergían.
Así también es posible definir a la generación de los noventa como la
que vivió parte de su juventud con la inauguración del período democráti­
co, caracterizado por el repliegue de la sociedad civil y el predominio de una
clase política alejada del m undo social.
Ante esto, nos podemos llegar a definir como una generación sincrética,
es decir, que recoge experiencias de estos dos procesos significativos, una
generación que no se enmarca ni se identifica con un referente emblemáti­
co. Somos los jóvenes que nacimos y crecimos en dictadura, somos los que
empezábamos a vivir los sueños dé un cambio radical, ya que todo hacía
pensar que una nueva era se avecinaba. Vivimos la violencia y el miedo,
pero también la ilusión de un país que anhelaba cambiar u n dictador por un
gobierno de colores.
Este contexto refleja de algún modo nuestra situación como jóvenes
estudiantes de historia reflexionando sobre el pasado sin dejar de proyec­
tarnos hacia el futuro. A ocho años de gobierno democrático debemos dilu­
cidar y denunciar qué es lo que ha cambiado virtualmente y qué es lo que ha
cambiado de fondo.

Licenciadas en Historia, Universidad de Chile.

474 475
Enfatizamos el carácter generacional no con un afán de autorreferencia, Mientras a un sector mayoritario de la sociedad se le ha negado la
sino para acercamos al tema de la memoria desde nuestra experiencia, la p o sibilidad de soberanía epistem ológica, los hechos particu lares que
que nos lleva a asumir una identidad que no es neutra políticamente. Lo que cotidianam ente despliegan los distintos sujetos históricos, no constituyen
da cuenta de una subjetividad innegable. materia de estudio y análisis para la ciencia oficial, quien sólo los registra en
Hoy como historiadores jóvenes, nos posicionamos críticamente fren­ su versión delictual, anómica o anecdótica. La construcción de visiones de
te a la historiografía tradicional que ha constituido un conocimiento emana­ m undo no es exclusiva ni de los intelectuales ni de la clase política.
do desde los centros formales del saber, es decir, desde la "academia" y las Un hecho demostrativo de lo anterior es que en la actualidad, a nivel
esferas político-institucionales en las que se tom an las decisiones globales de discurso público, existe una tensión entre pasado y futuro. Lo que impli­
que afectan al conjunto de la sociedad. Esto ha significado que la "historia ca un sostenido afán de la clase política por "m irar hacia el futuro" soste­
oficial", en tanto interpretación de la realidad, se aboque a la investigación niendo la idea de que rememorar el pasado reciente constituye una traba en
del acontecer hum ano entendido como el acontecer histórico pasado de cier­ el proceso de reconciliación y modernización del país.
tos sectores de la sociedad, promotores de aquellos hechos que permiten la El ejercicio de recordar parece ser en la sociedad chilena actual, un
mantención de la idea de nación imperante. gesto de profunda irresponsabilidad política. Por el contrario, el olvido ha
En este marco, la historia se ha constituido -en el pasado y en la actua­ sido una condición indispensable para asegurar la estabilidad en el proceso
lidad- en un recurso sostenedor de las ideas patrias que han justificado, en de transición a la democracia. El imperativo del olvido se transforma en un
gran m edida, el discurso hegemónico de la clase dominante. La perspectiva acuerdo pactado por la clase política, de cierta manera asumido por la socie­
institucional sobre la que trabaja la historia oficial no incluye la compleji­ dad, como una forma de enfrentar un pasado "traumático". La memoria y
dad del acontecer histórico, porque sistemáticamente ha desconocido el ac­ los recuerdos son asumidos como una amenaza desestabilizadora, asignán­
cionar desplegado por sectores del escenario nacional como las mujeres, los dole características y consecuencias negativas para el fortalecimiento del
jóvenes, los pobres, los estudiantes. Sectores que no encajan con la lógica proceso democrático.
funcional que ha caracterizado a la historia de Chile, porque sus formas de En este contexto, pocas voces del m undo social se han hecho públicas,
resolución del problema de la sobrevivencia y sus luchas particulares pier­ más bien predom ina el silencio en una sociedad civil que desde sujetos y
den valor al no estar orientadas a fines nacionales (muy en boga en la actua­ espacios particulares se resisten a olvidar el pasado configurando, por ejem­
lidad) sino que hacia objetivos concretos cuya resolución se inscribe en el plo, organizaciones sociales que refuerzan en su accionar cotidiano la cons­
ámbito de lo local. trucción de identidades históricas.
La consecuente desvalorización de estos intentos de cambio puede Valorando el hacer historia de acuerdo a fundamentos que reconocen
tener dos dimensiones: una política, debido a que el accionar disperso y no la m ultiplicidad de sujetos y proyectos históricos, es que planteam os en
institucionalizado de los sectores históricamente postergados es considera­ nuestras tesis sumergimos en esta diversidad y ahondar en la subjetividad
do sin capacidad de autorrepresentación frente al Estado, por lo que se debe de sus portadores. Es preciso señalar que no pretendemos centrar nuestra
delegar a terceros -la clase política- la representación de sus contenidos polí­ labor en los grandes procesos totalizadores de la realidad histórica, pues
ticos e históricos. Otra, epistemológica, en tanto los saberes que sustentan el con sid eram o s que la h isto ria real, la de los h om bres y m ujeres que
quehacer histórico de los sectores populares son minimizados y no son con­ cotidianamente construyen su presente, no se articula a partir de totalida­
siderados válidos en térm inos cognitivos desde la perspectiva oficial y /o des, sino desde aquellos procesos particulares que sustentan la totalidad
académica. social.
Reconocemos que la cultura se construye en base a una heterogenei­ Nuestro posicionamiento, sin embargo, no se proyecta únicamente ha­
dad de prácticas consistentes en la interpretación, el ordenamiento y el con­ cia estudios que rechazan la validez de análisis generalizadores, sino que se
secuente conocimiento que los sujetos realizan para otorgar sentido a su pro­ plantea en relación a un diálogo constante entre el estudio de los procesos
pia existencia. Proceso que se realiza en las aulas de la academia, pero tam­ particulares y la revisión y construcción de aquellos conocimientos sobre lo
bién en el m undo de la calle, de la población, en los patios, en cada familia. general.

476 477
De esta m anera es que la historia se transforma en una herramienta Desde ahí emerge el interés por provocar niveles de intervención en
fundamental para replantear, analizar, discutir y reconstruir una idea de pa­ la realidad que apunten a potenciar la construcción de sujeto individual y
sado que se asume única y estática. Para esto, consideramos que no bastan colectivo.
las metodologías tradicionalmente utilizadas por los historiadores, ya que En relación a esto la memoria entendida como conocimiento histórico
éstas no perm iten dar cuenta de la subjetividad de los distintos sujetos his­ se valida como herramienta necesaria y eficaz para la generación de proyec­
tóricos. tos de cambio colectivos, así como para la revisión del cuerpo conceptual en
La oralidad constituye una fuente clave si es que pretendemos cons­ base al que se ha manejado tradicionalmente la idea de historia.
tru ir u n a h isto ria que incluya a aquellos sectores postergados p o r la Este posicionamiento nos permite pensar la historia desde una pers­
historiografía. Tales sectores utilizan la memoria colectiva como base del pectiva también política, lo que se traduce en la posibilidad de ampliar nues­
conocimiento de su propia historia. tros paradigmas de análisis y la visión tradicional de la historia, porque de­
El elemento característico de las llamadas fuentes orales, entonces, es jamos de entender los procesos como una sucesión de hechos lineales para
el recurso de la memoria colectiva e individual como mecanismo de conser­ comprenderlos como historia viva en donde coexisten diversas construccio­
vación y transm isión del conocimiento histórico. En este proceso general­ nes o ideas de proyectos.
m ente los sujetos seleccionan, jerarquizan y sistem atizan consciente o in­ Pensamos que es importante buscar y si es necesario inventar cuerpos
conscientemente los recuerdos. conceptuales más abiertos a la dinámica de la historia real, de la que nos
En una historia que se construye a partir de la memoria, la primacía hacemos parte todos cada día. Es importante que se valide el conocimiento
del tiempo presente sobre el pasado es innegable. Esto implica que las visio­ histórico como una fuente potenciadora y generadora de proyectos sociales
nes e interpretaciones acerca de la propia historia y de la realidad constitu­ basados en el rescate de las experiencias del pasado.
yen una construcción social e individual del presente, lo que se contrapone Desde nuestra perspectiva, la labor del historiador que se interesa por
a la idea de una historia neutra y objetiva. la historia reciente debe estar marcada por un compromiso con los actores y
La memoria aparece como una fuente histórica en permanente movi­ con el proceso mismo en el que interviene, proceso asum ido no como un
miento que configura visiones particulares de la realidad, ordenando y su­ apostolado que pretende simplemente visibilizar a los sin voz, sino como
perponiendo los hechos en un proceso dinámico que se encuentra determi­ una iniciativa práctica y reflexiva que nace de nuestras propias motivacio­
nado por diversos factores, los que se relacionan con el contexto social y nes. Las mismas que nos llevan a planteamos un sin número de interrogantes
económico presente de los sujetos, así como con la motivación y los objeti­ relacionadas con la memoria histórica que aún no nos podemos contestar.
vos que plantean recurrir a la memoria. Porque la memoria no consiste solo en recordar lo que pasó, sino que
En este proceso se nos presentan entrelazados aspectos biográficos es algo mucho más complejo que tiene sustento material, simbólico y psico­
con aspectos de la experiencia social-colectiva, lo que devela la relación que lógico, lo que profundiza nuestra intuición de que la memoria es un ele­
se establece entre las experiencias individuales y el contexto global en el mento vital de la existencia, es el recurso que necesitamos para mantener
que se insertan y explican. Sin embargo, si pretendem os otorgar a la memo­ latentes nuestros temores, nuestros rencores, nuestras utopías.
ria un sentido de construcción de identidad y proyección, y asumirla como
una acumulación de conocimientos y experiencias, se hace necesario aplicar
un razonamiento dialéctico que dé cuenta de esta interacción.
Esto implica la necesidad de que el tratam iento de nuevas fuentes sea
asumido desde una doble perspectiva: una, consistente en la fusión de los
diversos m étodos que entrega la disciplina; otra, establecer una relación
honesta entre el historiador y los sujetos históricos que no rehúya la posibi­
lidad de un acercamiento subjetivo a los temas que interesan estudiar.

478 479
El derecho a la memoria

Ximena V. Goecke (UC)


Sebastián Leiva (USACH)
Ma Angélica Pérez (UC)1

I
Durante los últimos meses, y especialmente en razón de cumplirse 25
años ya de tantos dolorosos episodios inaugurados con el Golpe Militar del
11 de septiembre de 1973, el tema de la memoria y el olvido ha venido a
colocarse en el centro de la discusión nacional. Y en este marco, como por lo
demás ha sido habitual en estos últimos años, la convocatoria de los grupos
hegemónicos ha sido a olvidar y superar el pasado, m irando hacia adelante,
hacia el futuro esplendor, hacia la tierra prometida.
No obstante, basta observar con atención las emociones, las actitudes,
las manifestaciones públicas, los reclamos y las urgencias a que se ha dado
lugar en los últimos días con motivo de la detención en Inglaterra del Gene­
ral (R) Augusto Pinochet, para comprobar que, en verdad, las distancias exis­
tentes entre presente y pasado son mucho menos reales, más dinámicas e
intrincadas de lo que la voluntad de las propias élites políticas quisieran.
Y esto debe recordamos, a quienes nos dedicamos a la historia, y por
ende, a rescatar la memoria de los pueblos, que m uy por el contrario de lo
que hasta ahora se nos ha intentado inculcar -aun dentro de la propia Acade­
mia-, "siempre es un mal síntoma cuando un gobernante intenta basar su
poder en el olvido colectivo"2, cuando se prohíbe tener "ojos en la nuca" y se
intenta dar lugar a un "sistema de desvínculos: para que los callados no se

Taller de historiadores jóvenes.


Mario Bcnedctti. Perplejidades de Jin de Siglo. Compañía Editora Espasa Calpe, Argentina, S.A., 1993.

481
hagan preguntones, para que los opinados no se vuelvan opinadores. Para En este marco, llegado el momento de ingresar a una carrera y de desa­
que cada personita, rota por dentro, no pueda nunca reconocerse en otras rrollar nuestros proyectos de investigación propios, no pudim os evitar la ten­
personitas también dolidas de roturas y desparramos, para que las minúscu­ tación y necesidad de abordar esas preguntas. El dar acogida y una salida a
las islas nunca formen, juntas, una vasta tierra firme"3. aquella agobiante sensación de vivir en un m undo que ha preferido no recor­
Por eso, como generación de jóvenes historiadores declaramos que dar en la historia aquello que permanentemente se trae a colación en la vida
NOS NEGAMOS AL OLVIDO; no por simple porfía o masoquismo, sino cotidiana o en el discurso público. De aquello que despierta la rabia, el odio, la
por el necesario rescate de la historicidad, de ese hilo conductor que permite pena o el dolor en muchos de nuestros compañeros etáreos, casi con tanta fuerza
a la sociedad reconocerse parte de un proceso, de un pasado, un presente y como en nuestros mayores.
un futuro posible que le dan claridad, decisión y esperanza. Y aun más, por­ Así pues, como generación de historiadores jóvenes no podemos ig­
que pensamos que en este contexto de miedos, silencios, desencanto e im­ norar el hecho de que hemos sido marcados por haber nacido (algunos), ha­
punidad, nos es necesario manifestamos a favor de recobrar el derecho per­ ber crecido y haber sido educados (todos) bajo la dictadura militar, y de ha­
dido en nuestra "sociedad de consensos" a manifestarse, hablar, interrogar­ ber cursado nuestros estudios universitarios en el contexto de un país en
se, criticar, valorar y recordar, es que consideramos indispensable proclamar "transición a la democracia": limitada, inconclusa y carente de profundidad.
el levantamiento de un nuevo derecho humano: el derecho a la memoria. Donde la historia nacional se nos aparece trunca; donde al leer los manuales
de historia esbozamos una mueca de insatisfacción, pues nunca se nos apa­
recen allí las preguntas y respuestas que buscamos; donde no aparece retra­
II tada la vida de muchos de los hoy jóvenes y niños chilenos, que como noso­
tros, tienen sus recuerdos más tempranos salpicados por la vivencia de ha­
¿Qué es lo que el Chile de los últimos cincuenta años nos ha heredado a ber crecido en medio de una extraña opresión, con ruidos de helicópteros,
nosotros los jóvenes? cortes de luz, días sin ir a clases por "el paro", días de "protestas nacionales"
Sin duda, y como primera cosa, nos ha insertado en un m undo de "mo­ o de "estado de sitio", noches sin salir por el "toque de queda", con "deten­
dernidad", sometido a crecientes y rapidísimos cambios tecnológicos, que ciones por sospecha"... y con importantes cargas emocionales, de violencia,
han impactado nuestras vidas tanto como la de los adultos. Un m undo urba­ miedo, angustia, depresión, introspección y desconfianza, que a primera vista
no, tecnologizado, individualista y consumista. Donde se lee poco y se mira podrían parecer inexplicables.
mucha televisión, donde se establecen y derriban constantemente modas e N uestras preguntas por consiguiente apuntaron entonces a diversos
ídolos de consum o masivo, se escuchan ritm os e ideas de origen diverso objetivos:
difum inándose en un marco ecléctico la tradición. Un m undo marcado por a) Llenar vacíos que dejó la propia práctica historiográfica, atrapada
una educación a-crítica, "bancaria", mecanizada en torno de la Prueba de en la coraza de la objetividad, arrinconada por el disciplinamiento y el te­
A ptitud Académica, y para la cual la historia constituye un mero montón de mor, pero también por las propias opciones de varios de nuestros predeceso­
fechas y hechos a memorizar, llena de estigmatizaciones respecto de los "bue­ res, que prefirieron optar por el cultivo de una historia "oficial"4, centrada
nos" y los "malos" y cuyo relato está plagado, al mismo tiempo, de grandes ; en grandes hechos y personajes, sustentados en el positivismo, en el anhelo
ausencias. Ausencias que, no obstante, se nos hacen evidentes en los múlti­ de hacer de la historia una "ciencia formal", renegando en consecuencia de
ples rostros que encontramos en nuestra vida cotidiana, donde con demasia­ su faz hum ana y de su inherente subjetividad, rechazando su potencial como
da frecuencia se nos hace presente el país que hemos heredado: un país di­ una forma de "conocer" pero también de "hacer".
verso, lleno de contradicciones, de controversias no agotadas, de emociones,
mitos y de odios, de una violencia cotidiana (oral y visual), de recuerdos “A lo largo de los siglos, América Latina no sólo ha sufrido el despojo del oro y de la plata....:
fragmentados, de temores y culpabilizaciones. también ha sufrido la usurpación de la memoria. Desde temprano ha sido condenada a la amnesia
por quienes le han impedido ser. La historia oficial latinoamericana se reduce a un desfile militar de
proceres con uniformes recién salidos de la tintorería” . Eduardo Galeano, Memoria del Fuego (I)
Eduardo Galeano. El Libro de los Abrazos. Pehuén Editores, Ltda. Santiago, Chile, 1996. Los Nacimientos. Tercer Mundo Editores, 1995.

482 483
b) Recuperar las huellas extraviadas en el silencio, el mito, el secreto, la del Presente, por consiguiente, supone el reconocimiento de una presencia: de
destrucción de los testimonios (fotos, afiches, murales, discos, libros, etc.), el algo que está siendo y que está aún inconcluso en el momento que se estudia.
exilio, las violaciones a los DDHH, la represión, la censura, el miedo y el Presencia que, mientras dure, mantiene una participación constante en los he­
disciplinamiento. chos, en el discurso y en la toma de decisiones; que se hace evidente en el
c) Revisar los hechos, las biografías, lo intentado, las innovaciones, hecho de que todos quienes habitan esa sociedad y temporalidad tienen algún
las propuestas, la herencia, lo fracasado, lo trunco, para conocer, compren­ grado de información, actitud y émocionalidad respecto de aquellos elemen­
der e interpretar lo sucedido. tos/problem as comunes. En fin, una presencia en los hechos y en las concien­
d) Intentar, finalmente, articular un relato interpretativo y crítico, in­ cias que posee por lo tanto la capacidad de afectar la realidad, ya sea para
corporando diversos planos y actores, intentando palpar y rescatar lo hum a­ darle continuidad como para transformarla.
no que da origen y habita esos procesos (lo particular vinculado a lo gene­ Todo lo cual lleva, a esta rama de la historia -con mayor ímpetu que a
ral... lo individual conectado a lo colectivo), aportando al mismo tiempo a la otras-, a sumergirse en la cotidianidad, en la coyuntura, en las emociones
reconstrucción de esos mismos actores sociales que hemos ayudado a recu­ despiertas, a registrar una prim era mirada hacia lo que nos ha dejado y nos
perar desde el olvido. va dejando -incluso a nosotros mismos como personas- huellas en la piel. Lo
que le constituye por tanto, en una historia no sólo marcada fuertemente por
la subjetividad 5 de la vivencia, sino también por cierta apuesta con respecto
III del futuro, y donde, por tanto, se van a fundir las propias esperanzas del
historiador con su deseo de plantear preguntas, de dejar constancia, de no
Tradicionalmente se ha señalado que la historia es una disciplina que olvidar, de "crear memoria".
estudia el devenir del hombre en el tiem po... a lo cual con no menos fre­
cuencia se ha agregado: en el tiempo pasado. No obstante, con suficiente
frecuencia se ha hecho mención a que también la historia es la mejor demos­ IV
tración empírica de que se m antiene a la vez una relación dinámica entre
dos movimientos paralelos e indivisibles: uno de continuidad y uno de cam­ Pensamos, por otra parte, que la memoria es una facultad del ser hum a­
bio, de inercia e innovación. Y así mismo, la historia tradicionalmente se ha no que nos permite ser capaces de construir dialécticamente una visión acerca
constituido en un espejo, en el cual los pueblos m iran buscando tanto ele­ del m undo en que vivimos, y a través de la cual damos cuenta de nuestro
mentos que han ido forjando su identidad tanto como las huellas y señas de propio ser en el mundo; es el medio del que dispone el ser hum ano para orga­
su progreso. En consecuencia, para nosotros, la historia chilena de los últi­ nizarse y reorganizarse, proponer una estrategia frente a la realidad, estable­
mos cincuenta años es, antes que una mera secuencia de hechos registrados cer conexiones múltiples, percibir la tem poralidad al llevar a cabo esas co­
en diarios y libros, antes que un pasado distante digno de ser observado nexiones hacia atrás o hacia adelanté, conocer e identificarse, habitar. Por con­
como algo ajeno a nosotros mismos, una parte del presente que vivimos. siguiente, comprender y re - construir la historia desde nuestro presente impli-
Cabe entonces la pregunta acerca de cuáles son los límites de "lo pre­
sente". Si consideramos que la realidad es una construcción psico-social (in­
“No puede el entendimiento entrar con paso seguro al recinto de las ciencias sociales si pretende hacerlo
dividual y colectiva) -un marco experiencial común (dentro de una organi­ bajo la concepción que el conocer es un conocer “objetivamente” el mundo, y por tanto, independiente
zación temporal convencional) a todos los seres hum anos en las más diver­ de aquel (aquellos) que hace la descripción de tal actividad. | ...] Ha sido precisamente esa noción del
sas escalas (locales, nacionales, regionales e incluso global)- podremos afir­ “conocer” la que ha bloqueado firmemente el paso del conocimiento humano a la comprensión de sus
propios fenómenos sociales, mentales y culturales.” | ... ] “El universo de conocimientos, de experiencias,
m ar que al hablar de la "realidad presente" hacemos referencia a la vigencia,
de percepciones del ser humano, no es posible explicarlo desde una perspectiva independiente de ese
actualidad o permanencia de esa construcción psico-social o de elementos mismo universo. El conocimiento humano (experiencias, percepciones) sólo podemos conocerlo desde
de ella en el imaginario de las personas y sociedades. Es decir, al hablar de sí mismo.” Bchncke, Rolf. “Al Pie del Árbol.” En: Malurana, Humberto y Francisco Varela. El Árbol del
un "presente" hacemos básicamente mención a una "presencia". La Historia Conocimiento, Editorial Universitaria, Santiago, Chile, 1984.

484 485
ca también aproximamos a las manifestaciones que ella posee en la memoria constantemente con la memoria, liberarla de sus limitaciones artificiosas en
viva de nuestro pueblo, de nuestra gente, puesto que las memorias particula­ pos de la pseudoarmonía, yendo activamente en búsqueda de aquellos indi­
res forman parte de memorias colectivas que se vinculan estrechamente con la cios que nos permitan reconstruir vitalmente la trayectoria de nuestros pue­
configuración de identidades colectivas: experiencias, repertorio de estrate­ blos e interpretar el sentido de ésta, incluso intentar mirar hacia su proyección
gias, significaciones, etc., comunes a un grupo social definido por categorías futura, asum iendo, en consecuencia, que la historia posee una función
muy variadas (de género, etéreas, étnicas, geográficas, socioeconómicas, etc.). liberadora, de siembra y cosecha de identidades y proyectos.
Afirmar lo anterior nos conduce pues a afirmar que nosotros, como his­
toriadores jóvenes, creemos que el olvido no existe, y que -como decía el escri­
tor uruguayo Mario Benedetti en una obra reciente- "el olvido es antes que V
nada, aquello que queremos olvidar"6, que quisiéramos poder olvidar. Y que
por consiguiente una afirmación, una solicitud o una imposición en el sentido Todo ello implica consecuentemente, que creemos en la capacidad
contrario es más bien una declaración de voluntarismo antes que una reali­ interpretativa, en la subjetividad del relato histórico -aunque honestamente
dad, puesto que todo participa de una u otra m anera en la transformación y manifestada y trabajada- y en su posibilidad de intervenir en la realidad, a tra­
recreación permanente de la realidad. De manera tal que, aunque desdibujados vés de la generación de conocimiento, de su contribución a procesos de (re) cons­
sus trazos factuales originales, "el pasado" se queda, nos va quedando im­ trucción identitaria, de la educación y de la difusión de los frutos de la investiga­
pregnado, formando parte del imaginario de nuestro pueblo, en nuestra cultu­ ción. Pero también conlleva desde nuestra perspectiva, un rescate de nuevas
ra, a través de múltiples y pequeños rastros (en la estructura simbólica, lin­ fuentes y formas de hacer historia, es decir, un re-planteamiento epistemológico
güística y la sociabilidad de los colectivos hum anos...), participando activa­ y metodológico que ha sido por largo tiempo postergado en la mayoría de las
mente y dialécticamente de los procesos de continuidad y cambio social. Don­ escuelas de historiadores locales, pero que durante largo tiempo ha estado pre­
de, en fin, cada palabra, cada gesto, cada símbolo va sacando a la luz un m un­ sente en la discusión de los historiadores a nivel mundial.
do nuevo que sin embargo proviene de un m undo viejo; mundos que como En este ámbito, nuestra apuesta está colocada en la realización de una
dice Maturana, "traemos a la mano con otros", cada vez que nos encontramos, historia con rostros concretos, de olores, imágenes, sonidos y múltiples di­
en el quehacer, en el diálogo, con otros. mensiones humanas, considerando cada hecho como una partícula dentro
Por las mismas razones, creemos pues que la memoria es tan poderosa de una multiplicidad de microuniversos que unidos componen la faz viva
e incontrolablemente libre, tan comprehensiva y dinámica en el ser hum ano de la historia. No nos basta el imperio del documento, ni la crítica formal. A
que, aun cuando la amnesia es posible y la censura tanto como la autocensura ellos queremos sum ar la voz viva de los pueblos, su bagaje cultural y sus
puedan inducir a una amnesia temporal, los hechos relegados de esa manera productos (artefactos, arte, mitología) en el sentido más amplio (y no sólo -
al inconsciente producen efectos que participan efectivamente en el medio como ha sido usual hasta ahora- como elemento decorativo), lo que implica
social. Si alguien pierde la memoria, si alguien sufre la marginación oficial abogar al mismo tiempo por una recuperación del relato, de las cualidades
o el olvido planificado, su ausencia del "m undo consciente" no deja de co­ narrativas de la historia para reconstruir el acontecer hum ano en directa re­
municar ni de afectar la realidad, aun cuando ese efecto sea negativo: el do­ lación con su manera de ser y operar en el tiempo.
lor o, peor aún, la rabia7. Relato donde el historiador del presente funde su propia interpreta­
En este marco, creemos nosotros, los historiadores debemos dialogar ción (que se hace evidente ya en la selección y organización de esa informa­
ción, pero que debe ir más allá configurando una propuesta de análisis y
comprensión de los fenómenos) con una labor restauradora del "alma" de
Benedetti, Mario. Op. cit. (1993).
“Hay una diferencia substancial entre el amnésico y el olvidador... el amnésico ha sufrido una gran aquel tiempo que estudia. Restauración de imágenes, colores, olores, for­
amputación (a veces traumática) del pasado; el olvidador se lo amputa voluntariamente.. .El olvidador mas, movimientos, gestos, palabras, sueños, de ese algo intangible y conmo­
no olvida porque sí, sino por algo, y puede ser culpa o disculpa, pretexto o mala conciencia, pero vedor, a veces hasta doloroso, que lo impregna todo y lo significa todo. Todo
que siempre es evasión, huida, escape de la responsabilidad”. Benedetti, Mario. Ibid. (1993).
lo cual supone considerar efectivamente a la historia como una disciplina ca­

486 487
I

paz de acercarse a la realidad como vivencia (experiencia concreta/ hechos), ble hallar líneas o claves de lectura que se repiten; hechos que se reiteran en
pero también como memoria (conciencia/organización selectiva), dimensio­ importancia e interpretación, dadas por el mismo pasado a que se refieren.
nes propias e ineludibles del ser hum ano en el tiempo, objeto y sujeto del Hay temáticas comunes; hechos; valoraciones; sentimientos; expresiones, en­
relato histórico. tre otros, y sin perder por ello el valor de su irrepetibilidad particular. Lo que
En consecuencia, el trabajo del historiador para nosotros, es el de cons­ nos permite encontrarnos, consciente y dialógicamente, con variadas dimen­
tituirse no sólo en una suerte de espejo, sino también en descodificador y exé- siones y temáticas humanas, las que por la unidad propia del texto oral, no son
geta de la realidad, en recreador de identidades y de propuestas; labor que fácilmente separables.
resulta no pocas veces ingrata -si el autor es verdaderamente honesto y crítico Todo lo anterior implica que nosotros como historiadores debemos
frente a su sociedad- por cuanto esta labor le podrá someter, eventualmente, a tom ar conciencia de que en el relato de vida se hallaban dos dimensiones
los costos del cumplimiento de ese rol en sociedades que -como la nuestra- esenciales contenidas en toda historia; la individual y la colectiva, y de que
muchas veces buscan desesperadamente el statu quo y la pseudoarmonía del el "historiar" implica, a la vez, "individualizar" a sus protagonistas, logran­
consenso a cualquier precio. do reconstruir el sendero en el cual esa dimensión particular se va articulan­
do con aquella que es compartida con otros, en una inseparable relación.
Lo anterior implica reconocer la unidad del testimonio oral como na­
VI rración coherente y compleja, en la cual hay un discurso implícito "presen­
te" desde el cual se parte a m irar el pasado y se proyecta al futuro, lo que ha
En términos metodológicos, esta apuesta por acercarnos como historia­ sido afirmado también por muchos otros profesionales que se han acercado
dores a la vivencia y a la conciencia de las experiencias humanas en el tiempo, al testimonio oral como fuente de conocimiento, agregándolo a las tradicio­
nos inclina de manera mayoritaria a optar por la oralidad, y por ésta como nales metodologías de conocimiento de la realidad.
método histórico más que como una simple herramienta. Oralidad entendida
como una de las formas de rescate del ser, como reconstrucción y potenciación
de un actor histórico, como recurso del renacer, de traer a luz un m undo en el Vil
diálogo, en el compartir de la memoria, del parir desde el manto del olvido
cuando se nos ha forzado al silencio. Son historias que asumimos como tan El problema sin duda es que en Chile, hoy, "para muchos el tema de la
válidas y subjetivas como la nuestra (ya que nuestro profesionalismo radica en memoria es un tema cerrado"8; para muchos, incluidos muchos historiado­
que el relato que presentamos ha sido "formalmente", "informadamente" y res. Pero, no podemos olvidar que "somos un cementerio donde duermen
críticamente constituido). todos los que hemos sido; pero esos que hemos sido no están muertos, por­
El problema de la verdad histórica se complica al plantearse que tras que despiertan al menor conjuro"9. Donde existe una "presencia" dialéctica
toda fuente a la cual se pregunta, sea del tipo que sea, hay un discurso, una del pasado en el presente, que ha sido tantas veces renegada pero que no
interpretación del tiempo pasado, que se proyecta desde el presente e inclu­ obstante atraviesa -muchas veces grotescamente- nuestra realidad, está vi­
ye también el futuro. Un discurso en que se confunden las dimensiones de gente en nuestros discursos, en nuestros temores, en nuestros recuerdos, en
presente, pasado y futuro, haciéndolas difícilmente distinguibles. Así pues, nuestro lenguaje. Una presencia no pocas veces "dolorosa", incluso "agresi­
la entrega de una interpretación que pretenda honestamente llegar a esta­ va", que impide la construcción de una historia que parta de la aceptación
blecer una posible "verdad histórica" debe plantearse necesariamente un del otro y de los dolores del otro; que reconozca las m utuas exclusiones y
diálogo con todos los discursos que hablan de ese pasado.... incluyendo el responsabilidades, que incorpore las voces de todos a un relato que nos acer­
propio, para a partir de ellos recrear la historia que finalmente también acon­ que a una visión global del proceso vivido, que nos permita valorar la expe-
tece de tal manera.Además, si bien de cada fuente se descubren discursos y
verdades propias, hay aspectos y códigos comunes que se desprenden de las Gu/.mán, Patricio. Chile, la Memoria Obstinada. Documental. 1996.
variadas voces particulares. En medio de toda la infinita diversidad es posi­ Ibid.

488 489
rienda hum ana, multidimensional y dinámica, en ella reflejada. Y sobre todo
educar en el respeto de la dignidad hum ana, de sus herencias y tradiciones y
ín d ice
de sus esperanzas de cambio.
En un proceso cuya diferencia fundamental, frente a aquellos intenta­
dos por la generaciones precedentes, estriba en que ya no queremos estable­
cer un program a único; en que ya sabemos de la relatividad del tiempo y ad­
quirimos la vacuna del pos m odernismo para pensar la sociedad y el conoci­
miento humano. N o manejamos el ejercicio de hacer historia, simplemente
Presentación
damos cuenta del estrecho nexo entre los tiempos pasado, presente y futuro
Mario Garcés D. 5
que ya no sentimos dramáticamente divididos, sabemos que su relación da
De la memoria suelta a la memoria emblemática:
cuenta de la vida hum ana y da pistas para ayudar a hacerla más plena, contri­
hacia el recordar y el olvidar como proceso histórico (Chile, 1973-1998)
buyendo a procesar el dolor y recuperar la esperanza, a generar y rescatar
Steve f. Stern n
formas de aproximación a la realidad, a recuperar valores y a re-crear las for­
mas de intervención en ella.
Así pues, entendem os que el derecho a la memoria es un derecho que I Parte
se ejerce a partir de nuestro presente y de las inquietudes que de él provie­ Teoría y memoria 35
nen, encontrándose estrechamente vinculada a personas, a actores que son
seres hum anos y en cuya particularidad podemos hallar un sendero qué dé La memoria y sus significados _
luces en torno de aquellas generalidades a las que nos referimos. Por tal Pedro Milos 37
motivo -lo reiteramos- proclamamos hoy, el derecho a la memoria. Memoria colectiva:___
entre la vivencia histórica y la significación
Pedro Milos 43
Reflexiones sobre memoria y olvido desde una
perspectiva psico-histórica
Elizabeth Lira 61
Narra-memorias entre los huilliches
de San Juan de la Costa
RolfFoerster G. 77
Memorias del pasado para el futuro
Isabel Piper Shafir 91
La memoria y el futuro: las dificultades de la
construcción de tiempo social en Chile
Pedro É. Güell 99

II Parte
M emoria y ciencias sociales 105

Balance de un medio siglo: historiadores y cientistas sociales


enfrentan el 2000
Julio Pinto Vallejos 107

490
Sobre la melancolía perm anente en los ojos. Un insostenible estilo de vida: ecología e historia de las
Breves reflexiones desde una antropología política mentalidades en Chile (desde la 'Oda a la erosión en la provincia
Leandro Sepúlveda V. 121 de Malleco' de N eruda al 'Discurso del Bío-Bío' de Parra) 1995 -1996
Para un memorial de fin de s ig la ..... Maximiliano Salinas C. 279
El proyecto democrático 1950-2000
María Angélica IUanes 129 III Parte
Estado y democracia (en el medio siglo chileno). ^ Arte y memoria 295
Los sujetos del trabajo y la construcción de Estado
Augusto Sa.nymiego.M- 139 Reflexiones y creaciones: la memoria en el arte
Notas sobre representatividad en el Estado. Chile, 1933-1973 María Teresa Rojas 297
Sofía Correa Sutil ,_151 Memoria y poesía. Mnemósine, madre de las musas
Democracia, Fuerzas Armadas y Estado Daniel Samoilovich 303
Verónica Valdivia Ortiz de Zarate 157 Música popular urbana como
El Estado: balance de medio siglo i vehículo de la memoria f
Luis Corvalán Márquez 165 Claudio Rolle Cruz; Juan Pablo González/j 313
-««Exilio y retorno. Chile 1973-1994. Negación y persistencia de la memoria
Carmen Norambuena Carrasco 173 Grínor Rojo 323
Los pobladores tom ando sitio en la sociedad chilena, Escritos sobre el exilio, el arraigo de la memoria y
Santiago, 1957 -1970 la búsqueda de la identidad perdida
Mario Garcés D. 189 Naín Nómez 333
Reivindicación, conflicto y valores en los movimientos sociales La memoria de las equivalencias
de la segunda m itad del siglo XX Carlos Ossa 343
Vicente Espinoza J9 7 Poesía y memoria
El movimiento social de mujeres: memoria, acción colectiva Clemente Riedemann 347
y democratización en Chile ¡«Músicas populares, memoria y nación
en la segunda m itad del siglo XX (o el caso de la invención musical de Chile)
Ximena Valdés S.; Loreto Rebolledo G.; Diana Valleros; Teresa Valdés E. 213 Rodrigo Torres 357
Trabajadores asalariados y movimiento sindical: 1988 La Negra Ester 1998
escenarios y tendencias Violeta Espinoza 369
Jorge Rojas Flores; Antonio Aravena Carrasco .229 Fragmentos de la obra literaria del poeta José Ángel Cuevas
Acerca de la transformación de los intelectuales: una reflexión José Ángel Cuevas 379
Héctor Concha Oviedo 249
Memoria, hermenéutica y movimiento IV Parte
de la 'baja sociedad civil' (Chile sobre el 2000) M emoria y actores sociales 391
Gabriel Solazar 257
Recordando m edio siglo de evolución económica Testimonios. La memoria insumisa
y economía política, 1950-2000 Miguel Urrutia Fernández 393
Luis Ortega 271 A propósito de la memoria
Carlos Saavedra 405
Memoria de l@s mapuche urban@s:
entre la integración con discriminación
y la organización con identidad
Guillermo Lincolao Garcés; Carlos Ruiz Rodríguez 415
P e la política de los consensos a la política de los cuerpos
Carlas. Sánchez» — ......... 425
El recuerdo y el darse cuenta
Rafael Silva E. 435
Pinceladas de m i memoria. La mía, la de muchos
Pilar Macaya 441
"El olvido está lleno de memoria".
Un pasado/presente para construir futuro
Mireya García Ramírez 447

V Parte
De voluntarism o y mem oria regional.
Otras reflexiones 451

Reflexión sobre el fin del


voluntarismo democrático
José Bengoa 453
Concepción: un antes y un después
Alejandra Brito Peña 463

VI Parte
M emoria e historia: temas y
reflexiones de tesistas de los 90 469

Manifiesto
Angélica Pérez; Ximena Goecke 471
Para no olvidar: memoria, identidad y proyecto
María Stella Toro; Isidora Salittas; Leonora Reyes; Olga Ruiz 475
El derecho a la memoria
Ximena V. Goecke; Sebastián Leiva; María Angélica Pérez 481

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