Está en la página 1de 9

La teoría psicoanalítica

de Melanie Klein
Esta referente del psicoanálisis creó
una teoría que pretendía explicar la
mente infantil.

Oscar Castillero Mimenza


19 febrero, 2017 - 20:11
Comparte

Discípula de Sigmund Freud y una de las autoras del


psicoanálisis más importantes, Melanie Klein es
conocida por su ajuste del modelo psicoanalítico al
trabajo con niños, siendo una de las principales autoras
en trabajar con menores.

La teoría psicoanalítica de Melanie Klein, si bien


continuadora en numerosos aspectos con la obra de
Freud, destaca por ampliar y profundizar en aspectos del
desarrollo a lo largo de la infancia y crear un enfoque
más centrado en cómo se relaciona el individuo con los
objetos (entendiendo generalmente como tales otras
personas), siendo esta la base de la teoría de las
relaciones objetales.

 Quizás te interese: "Anna Freud: biografía y obra de


la sucesora de Sigmund Freud"

Melanie Klein y la teoría de las


relaciones objetales
La teoría psicoanalítica de Melanie Klein se basa
principalmente en su teoría de las relaciones objetales.
En esta teoría se establece que el sujeto se relaciona
con el medio a partir de las sensaciones e impulsos que
siente y proyecta sobre los objetos de su impulso. Las
relaciones con dichos objetos generan huellas
permanentes que marcarán la futura relación con otros,
internalizándose las experiencias vividas y originándose
en base a ellas la estructura psicológica del sujeto.

Así, la configuración psíquica de una persona estaría


basada en cómo se ha relacionado y como ha
internalizado la interacción con dichos objetos,
desarrollándose el individuo en base a ello. Es decir, que
los aprendizajes pasados tienen mucha importancia para
la teoría de Melanie Klein, a diferencia de la corriente
biologicista de la época, que defendía lo esencial de los
genes.
El individuo y su desarrollo
En la teoría psicoanalítica de Klein, el ser humano se
encuentra desde el nacimiento en un constante estado
de conflicto entre pulsiones de vida o amor y de muerte
u odio. A lo largo del desarrollo del ser, el sujeto deberá
ir superando las etapas y conflictos propios de la etapa
vital que se está viviendo, forjando un equilibrio entre lo
externo y lo interno a través de las relaciones con los
diferentes objetos y enriqueciendo con el tiempo su yo,
personalidad y carácter.

Durante dicho desarrollo el individuo va a pasar por


diferentes fases, variando el modo en que captamos la
realidad y relacionamos nuestros impulsos y deseos con
ella y alcanzando diferentes hitos y aspectos que nos
ayuden a generar un yo integrado que nos permita hacer
frente a los conflictos entre los deseos propios del ello y
la censura del superyó.

El Yo en el psicoanálisis
Si bien la obra de Melanie Klein es en gran parte
seguidora de la de Sigmund Freud, existen algunos
aspectos en los cuales se pueden encontrar
divergencias.

Una de las principales es que mientras el padre del


psicoanálisis considera que en el nacimiento el ser
humano es puro ello, en la teoría psicoanalítica de
Melanie Klein se cree que desde el parto el infante tiene
un yo primitivo que le permite vincularse con los objetos
y proyectar sobre ellos sus propios impulsos y conflictos
inconscientes.

Así, en un inicio las relaciones objetales se basarían en


la proyección de impulsos y la introyección de los
estímulos externos, para ir desarrollándose un yo más o
menos diferenciado en las diferentes etapas o
posiciones.

Las posiciones del desarrollo


En la teoría psicoanalítica de Melanie Klein se establece
que a lo largo del desarrollo el ser humano pasa por una
serie de etapas en las cuales va desarrollando el yo y
las relaciones con el entorno. Concretamente, establece
la presencia de dos posiciones concretas en la infancia
en que las relaciones objetales y las ansiedades
derivadas de ellas van evolucionando hacia una
integración del yo, la posición esquizo-paranoide y la
posición depresiva.

La autora propone un momento de aparición de cada


uno, pero no niega la posibilidad de que sujetos adultos
sufran algún tipo de regresión y/o fijación en alguna de
ellas. Así, la posición esquizo-paranoide estaría más
vinculada al surgimiento de trastornos psicóticos y la
depresiva a los neuróticos.

1. Posición esquizo-paranoide
Esta posición aparece siendo el primer tipo de relación
objetal, iniciada con el nacimiento y que tiende a durar
hasta los seis meses de edad. En esta etapa inicial del
desarrollo, el niño aún no es capaz de identificar qué es
el yo y que no, teniendo un pensamiento concreto y no
siendo capaz de distinguir elementos holísticos.

Al no ser capaz de distinguir el yo del no yo el niño no


puede integrar la existencia conjunta de aspectos
gratificantes y aversivos en un mismo objeto, con lo que
reacciona identificando los objetos de forma parcial
haciendo que considera la existencia de uno bueno que
le cuida y otro malo que le daña o
frustra (denominándose escisión a este mecanismo de
defensa), proyectando en ellos sus impulsos e intentos.
El ejemplo más importante y que más marcará al infante
es el del pecho materno, que en ocasiones le amamanta
y en otras le frustra.

Debido a la existencia de un objeto malo,


persecutorio, el infante desarrollará ansiedad y
angustia ante la idea de que éste pueda atacarle. De
este modo, se desarrolla un miedo paranoide que a su
vez despertará instintos agresivos y sádicos hacia el
objeto. Asimismo, son frecuentes la confusión y angustia
ante el desconocimiento de qué objeto se va a
encontrar.

Si el niño consigue introyectar el aspecto bueno de los


objetos (esencialmente el pecho bueno de la madre) a
través de la vivencia de más o mejores experiencias
positivas que negativas, conseguirá formar un yo sano
que le permita pasar a la siguiente posición.

2. Posición depresiva
Según el niño va madurando, empieza a tener un mayor
desarrollo del yo y una mejor capacidad de
discernimiento de lo que es el yo de lo que no, siendo
ahora capaz de observar que los objetos son
independientes de sí mismos. Esta etapa surge alrededor
de los seis meses después del nacimiento.

Se incorpora e introyecta el aspecto bueno de los


objetos, concretamente del pecho materno, y el niño es
capaz de integrar los aspectos agradables y
desagradables de los objetos. Poco a poco se ha pasado
a poder ver los objetos como un solo elemento que en
ocasiones puede ser bueno y en otras malo.

Disminuyen las pulsiones agresivas, y al observar que el


objeto es un ente independiente nace el miedo y la
ansiedad ante la posibilidad de su pérdida. Así pues, en
esta posición o etapa aparecen angustias de tipo
depresivo, que se añaden a las propias de la posición
anterior. Nacen los sentimientos de culpa y gratitud
hacia los objetos, y empiezan a aplicarse mecanismos de
defensa como la represión de instintos y el
desplazamiento.

El complejo de Edipo
Uno de los conceptos más polémicos de la teoría
psicoanalítica es el complejo de Edipo, que según Freud
aparece a lo largo de la etapa fálica alrededor de los tres
años de edad. En la teoría psicoanalítica de Melanie
Klein este complejo es bastante anterior, apareciendo
junto a la integración de los objetos parciales en un
objeto total durante la posición depresiva.

Dicho de otro modo, Klein considera que existe un


complejo de Edipo desde el momento en que el niño es
capaz de discernir que sus progenitores son individuos
ajenos a él, observando que existe un vínculo entre ellos
del que él no forma parte. El niño proyecta sus deseos
en dicho vínculo, generandose envidia y provocando
sentimientos ambivalentes al respecto.

Posteriormente aparecerá el complejo de Edipo


propuesto por Freud, en el momento en que se reduce la
ambivalencia y se realiza la elección entre el deseo por
un progenitor y la rivalidad e identificación con el otro.

 Artículo relacionado: "El Complejo de Edipo: uno de


los conceptos más polémicos de la teoría de
Freud"

El juego simbólico y la fantasía


inconsciente
La capacidad para expresarse verbalmente
y exteriorizar mediante la palabra pensamientos,
emociones, deseos y vivencias se va desarrollando a lo
largo de la vida. Esta capacidad requiere un cierto nivel
de desarrollo madurativo y de aprendizaje, así como de
una cierta capacidad de introspección.

Así pues, para un niño que no ha finalizado su desarrollo


es sumamente complejo ser capaz de expresar sus
pulsiones, deseos y angustias. Este es uno de los
principales motivos por los cuales el método de
la asociación libre propio del psicoanálisis freudiano no
podía ser originalmente aplicado a niños.

Sin embargo, los elementos pulsionales, los deseos y


miedos que forman parte de cada uno, están presentes
desde el nacimiento. Para la teoría psicoanalítica de
Melanie Klein, si bien en la infancia dichos elementos
pueden no ser conscientes pueden encontrarse
simbolizadas en la generación de fantasías. De este
modo, las fantasías inconscientes actúan como método
de expresión de los instintos básicos y las angustias,
proyectándose éstos en el juego y dirigiendo en gran
medida la actitud y la conducta infantil.

En este aspecto, una de las contribuciones más


valoradas por parte de la teoría psicoanalítica de
Melanie Klein es la introducción del juego simbólico
como método de evaluación y trabajo con menores. Para
Klein, el juego es un método de comunicación en el que
el infante exterioriza sus inquietudes y deseos
primigenios de forma indirecta. De este modo,
analizando el simbolismo encerrado en el proceso de
juego es posible observar las fantasías inconscientes
que rigen la conducta del niño de un modo análogo al
empleado en los métodos de asociación libre aplicados
en adultos.

A la hora de utilizar el juego simbólico es muy


importante el setting o ajuste de la situación, es decir
tener en cuenta que la necesidad de que las sesiones, el
tipo de mobiliario y juguetes sean adecuados para el
niño de manera que no le venga impuesto como debe
jugar. El niño debe escoger aquellos juguetes que quiera
utilizar por sí mismo, pudiendo a través de ellos expresar
de forma libre sus miedos, angustias y deseos.

También podría gustarte