Está en la página 1de 8

bras, a lo menos con sus obras: No conozco vuestros para mí y para todos haré lo que conozca ha de ser más

favores; me desentiendo de vuestro amor; estoy cansa- del agrado de María santísima, mi dulce madre.
do de vuestro servicio, y así no quiero serviros mas; 2.° Súplica. Madre mía, Vos sois mi madre, y esto
Satanás será mi dueño, en sus brazos me echo, yo soy me basta: como buena madre, Vos cuidaréis de mi; una
su esclavo: muera Jesús, viva Satanás... madre natural a veces conoce lo que ha de necesitar su
¿No te estremeces, alma mía, al oír éste lenguaje? hijo, y no tiene con que socorrerle pero Vos tenéis co-
¿no te llenas de horror? ¿será posible que no lo sientas nocimiento de lo que he de necesitar, tenéis con qué,
allá en el fondo de tu corazón? ¿Dónde puede caber tenéis buen corazón, tenéis precepto de Jesús; así estoy
una ingratitud tan negra, una alevosía tan inaudita, y un seguro y confiado que cuidaréis de mi, y me daréis lo
orgullo tan insensato? ¡Oh buen Dios! no es extraño que he de necesitar.
que corran por los caminos de la iniquidad los que no Padre nuestro y Ave María.
os conocen; no es extraño que sigan los embelesos de
sus desenfrenados apetitos los que no han gustado la Conclusión como en la pág. 16.
suavidad de vuestras dulzuras; y que sirvan a vuestro
enemigo los que no han probado cuán dulce, cuán en-
vidiable es el yugo de vuestro servicio. Pero ¡que os
dejen los que os han conocido; que os ofenda quien ha MEDITACION XXXIII.
sentido vuestra amable presencia en su alma por medio Del amor al prójimo
de la gracia; que peque quien ha gustado los manjares
sabrosos de la buena conciencia, y el eterno banquete Oración preparatoria como en la pág. 15.
de su seguridad!... ¡Qué monstruosidad! ¡qué sacrile- Composición de lugar. Imagínate que ves a Jesucris-
gio ! ¡qué insulto contra Vos, o Señor de la majestad! to rodeado de sus Apóstoles y discípulos, y que les di-
¿Insulto? Sí, insulto es deciros claramente que es ce: Amaos los unos a los otros como yo os he amado...
preferible el pecado a vuestra gracia; que vale más ser- en esto conoceréis si sois mis discípulos, si os amáis
vir a Satanás que no a Vos: y esto hacen los pecadores los unos a los otros... Todo lo que haréis ¿vuestros her-
cuando pecan; cierran los ojos a vuestra luz para sepul- manos, yo lo tomaré como hecho a mí.
tarse en un abismo de tinieblas. ¡Ay de ellos!... que en Petición. Dadme, Señor, ese espíritu de caridad con
esto mismo tienen su castigo. No han querido ver, y que ame a mi prójimo como a mi mismo, más que a mi
han quedado ciegos; se han alejado de la fuente de to- mismo; que le ame como Vos le habéis amado hasta
dos los bienes, y se han precipitado en el golfo de to- dar por él la vida.
dos los males: han odiado la vida, y han caído en las
sombras de la muerte, Si se aleja el justo de su justicia,
¿por ventura vivirá? No, no vivirá1.
1 Ezech. xviii,24
320 305
Punto l.° MEDITACION XXXV.
Debes saber, alma mía, que Dios es el mismo amor, De la perseverancia.
Dios es caridad; esta virtud es la mayor de las virtudes, La oración preparatoria como en la pág. 15.
es más que la fe y que la esperanza; es como el sol en-
tre los astros, y como el oro entre los metales; ella da Composición de lugar. Imagínate que ves Jesucristo
vida a todas las virtudes, y sin ella ninguna acción tiene que te dice: acuérdate de lo que has recibido y aprendi-
valor ni merece para el cielo, aunque sean las obras do en estos ejercicios, y obsérvalo todo fielmente... Mi-
más heroicas. ra que vengo luego; guarda bien lo que tienes, no sea
que otro se lleve tu corona1 .
Ese amor o caridad es como un centro de donde sa-
len los radios, o un vértice de donde arrancan dos lí- Petición. Señor y Dios mío, dadme gracia para cum-
neas, que la una se dirige a Dios y la otra al prójimo. plir con perfección los propósitos que he hecho, y que
En estas dos líneas, o en estos dos preceptos, está con- sea perseverante en ellos hasta el fin de mi vida. Amen.
tenido cuanto han dicho los Profetas y la Ley. Con el Punto l.°
amor de Dios se conoce el amor que se tiene al próji-
mo, y el amor que se tiene al prójimo revela el amor ¡Qué dicha es la tuya, oh alma mía! Ahora si que
que se tiene a Dios; porque el que dice que ama a Dios puedes llamarte feliz. Has buscado al Señor en estos
y no ama a su prójimo, este falta a la verdad, porque es días de retiro, y le has hallado: te ha invitado en su casa
imposible que ame a quien no ve, que es Dios, el que el que te ama, y abriéndote los brazos de su misericor-
no ama a quien ve, que es su hermano. Debes conside- dia, te ha dado asiento en medio de su corazón. Pero en
rar detenidamente, alma mía, acerca de este amor o ca- recompensa de tan grande amor y de tantas finezas co-
mo ha usado contigo, quiere que le abras tú el tuyo, y
ridad para con tu prójimo, en tres cosas.
que agradecida le des un abrazo tan estrecho que no le
l.° Qué es esta caridad. La caridad es una virtud uni- sueltes jamás. Injuria la más atroz le harías si te separa-
versal que abraza a todos, a nacionales y extranjeros, a bas de su amada y escogida familia, y cargarías con
amigos y enemigos; a todos se extiende, a todos abra- aquel terrible ¡ay! del profeta Isaías: ¡Ay de los hijos
za, y a todos hace bien; por tanto aquellos que limitan desertores2!
su amor a sus compatricios, a los de su nación, y a los
de su genio, amigos o parientes, y no se cuidan de amar ¡Ay del que no persevera en el Señor! ¡ay del que
abandona su servido! ¡Qué ingratitud! ¡qué maldad!
a los demás, esos tales no tienen caridad verdadera.
¡Pasmaos, oídos! Después que por un exceso de su
2.° Cuál es el carácter de esa virtud. El Apóstol la amor ha perdonado Dios a un pecador y te ha restituido
explica en estas palabras: La caridad es paciente, be- a su gracia, si este es bastante atrevido para ofenderle
nigna; se alegra de los bienes ajenos como de los pro- gravemente, le dice a Dios con descaro, si no con pala-
pios; no se indigna con nadie, ni de nadie habla mal; a 1 Apoc. III 2 Vae Filii desertores (Isai XXX,1)

306 319
te, más interesado, más ansioso de los placeres de la todos hace bien y de todos se compadece; socorre
tierra? Con gran confusión lo confieso en vuestro di- cuanto le es posible las necesidades de todos; procura y
vino acatamiento. Basta ya de ingratitud, baste de per- promueve el bien, y con todas sus fuerzas impide el
versidad y dureza de corazón. Ayudadme con vuestra mal; en una palabra, la caridad anima y hace practicar
gracia poderosa; triunfe en mi vuestro amor; y ya que con gusto todas las obras de misericordia, corporales y
para ser alimento de mi alma obráis tantos milagros en espirituales.
esto admirable Sacramento, encended hoy en mi pecho 3.° Debes examinar de qué, espíritu estás animado
la hoguera de vuestra caridad, con la que siempre viva cuando amas a tu prójimo; si té mueve el amor de
en gracia vuestra, y después en la gloria os goce y glo- Dios, o más bien tu amor propio. Quizá hallarás que ni
rifique por toda la eternidad. Amen. aun así lo amas; tal vez encontrarás envidia en lugar de
2.° Súplica a María santísima. ¡Oh Madre mía, al- caridad, rencor en lugar de amor: mira si te entristeces
canzadme el vino del divino amor que a mi me falta; en las prosperidades de tu prójimo, y te alegras en sus
decidle a vuestro Hijo que está en el santísimo Sacra- desgracias y adversidades. De la abundancia del cora-
mento: Hijo mío, este pobrecito tiene vino; y estoy se- zón habla la boca, dice Jesucristo: por tanto, si tu cora-
guro que lo alcanzaré. Alcanzadme también la fe de zón está lleno de amor y caridad para con tu prójimo,
san Pedro, el amor de san Juan, el celo de Santiago, y hablarás bien de él; pero si está vacío de caridad, y
la devoción de los demás Apóstoles. Adornadme, Ma- abriga alguna maligna pasión de envidia, rencor o mala
dre mía, con aquellas virtudes que Vos sabéis he de ne- voluntad, al momento hablarás mal de él: ya murmura-
cesitar para acercarme del mejor modo posible al santí- rás, ya criticarás, ya ridiculizarás, exagerarás sus faltas
simo Sacramento. y disminuirás su mérito, cuando no lo niegues del todo
Alma de Cristo, santifícame. o lo atribuyas a una mala intención. La persona envi-
Cuerpo de Cristo, sálvame. diosa o falta de caridad es como la arada, que saca ve-
Sangre de Cristo, embriágame. neno de las mismas flores de donde las abejas sacan
Agua del costado de Cristo, lávame. miel. Las personas envidiosas, destituidas de caridad,
Pasión de Cristo, confórtame, son come aquellas moscas grandes o moscones que
oh buen Jesús, óyeme. siempre andan a caza de mataduras, y cuándo dan con
No permitas que me separe de ti. alguna se detienen con mucho placer a chupar el pus:
Del enemigo maligno defiéndeme. así se conocen las personas envidiosas y destituidas de
En la hora de la muerte llámame, caridad en el modo de indagar las faltas del prójimo y
Y mándame que venga a ti, murmurar de ellas: miserables, se complacen y deleitan
Para que con tus Santos te alabe en revolver tales miserias. Ya ves, pues, alma mía; de-
Por los siglos de los siglos. Amen. . bes tener caridad y así imitarás a las abejas; forma el
Padre nuestro y Ave María. rico panal, que será para de grande utilidad, al prójimo
Conclusión como en la pág. 16. de edificación, y de la mayor gloria de Dios.
318 307
AFECTOS. Punto 3.°
1.° Propósito. Os doy palabra, Dios mío, que haré Consideremos últimamente, alma mía, las utilidades
todo el bien que pueda a mi prójimo con limosnas, con- y ventajas que nos proporciona este pan divino, llama-
sejos, oraciones y buen ejemplo; y además sufriré con do Comunión, entre otros motivos, porque en él comu-
paciencia y humildad sus flaquezas, su genio y todo lo nica el Señor a cada uno de los fieles que le reciben en
que me pueda, molestar, y nunca murmuraré ni me gracia, el tesoro de virtudes, dones y merecimientos
quejaré de las ofensas que me haga, le perdonaré y ro- ganados en su santísima vida, pasión y muerte descu-
garé por él, a imitación de Jesucristo, Hijo vuestro y mi briendo con esta fineza no solo el amor con que dio su
soberano Maestro, a quien quiero seguir e imitar. vida por todos, sino la pronta y generosa voluntad con
2.° Súplica. Jesús mío, dadme gracia para poder que de nuevo moriría por la misma causa, si fuese me-
practicar las virtudes que Vos os habéis dignado ense- nester. Y como si para salvarnos fuera poco haber ofre-
ñarme con palabras y ejemplos, singularmente la cari- cido una vez su sagrado cuerpo en el ara de la cruz, le
dad, que tanto nos habéis recomendado. multiplica prodigiosamente innumerables veces cada
día en el altar por ministerio de los sacerdotes, con el
Punto 2.°
mismo fin. Ni satisfecho con participárnoslos dones de
La virtud de la caridad, o amor que hemos de tener su gracia por los demás Sacramentos y otros canales de
para con nuestros prójimos, es muy noble y santa, de beneficencia y misericordia, viene personalmente, y de
manera que debería practicarse solo por lo que es en si; su propia mano nos colma en este de celestiales rique-
pero además tiene motivos tan poderosos, que ni la so- zas, iluminándonos el entendimiento, inflamándonos la
berbia ni el amor propio los pueden resistir; basta refle- voluntad, mitigando el ardor de nuestras pasiones, re-
xionarlos; lo que tiene es que no se meditan, por esto formando nuestros sentidos, y dejándonos hasta en la
vemos la tierra desolada y perdida, sin caridad o amor misma carne la semilla de la mortalidad, con que resu-
del prójimo, porque no hay quien medite los poderosos citemos algún día para vivir eternamente.
motivos que tenemos para ejercitar esta virtud. Vamos,
AFECTOS.
pues, a meditarlos, y son los siguientes:
1.° Admiración. ¡Oh Dios mío ¡cuán admirable os
1. ° Es precepto de Dios, y esto basta. Debes saber,
habéis mostrado en este compendio de vuestras mara-
alma mía, que despees de amar a Dios sobre todas las
villas, argumento de entrañable amor, y prenda segura
cosas, debemos amar al prójimo como a nosotros mis-
de eterna felicidad! Y yo ¡cuán ingrato a tan alto bene-
mos, aunque sea nuestro enemigo. Quizá el amor pro-
ficio! ¡cuán escaso y mezquino pará quien no se cansa
pio o la soberbia se resistirá, pero al momento se ha de
de ser mi liberalísimo bienhechor! ¡Qué poco fruto he
decir: así lo manda Dios, y si el enemigo no merece ser
sacado del uso y frecuente participación de esta fuente
amado, bien merece Dios ser obedecido; y por amor de
de todos los bienes! ¿Y qué digo fruto, si cada vez soy
Dios, y por la obediencia que le debemos, hemos de
peor, cada vez más indevoto, más vanó, más impacien-
amar a nuestros enemigos.
308 317
ser comida y bebida nuestra, y juntarse con nosotros 2.° El segundo motivo es la misma naturaleza huma-
espiritual y corporalmente con tan intima unión, que na. Hay un principio que dice: todo animal ama a su
así como no hay arte que pueda separar el alimento semejante; amar es querer y procurar el bien, luego nos
convertido en la sustancia del cuerpo, así no haya ni debemos procurar el bien los unos a los otros. Todos
arte, ni fuerza, ni cosa alguna que nos aparte de él. Pe- formamos un cuerpo moral y social, porque el hombre
ro en lo que más descubrió su finísima caridad fue en por naturaleza es social; luego como miembros de un
que, sabiendo todas las injurias, irreverencias y sacrile- mismo cuerpo nos debemos procurar el bien mutua-
gios que mientras el mundo durase había de recibir en mente, como observamos que lo hacen los miembros
la hostia consagrada de parte de los infieles, herejes y del cuerpo físico.
malos cristianos, pasó por todo, y no se detuvo en fa- 3.° Somos cristianos, la Religión nos enseña que to-
vorecernos así, con tal de alimentarnos con su misma dos somos hermanos, que todos tenemos un mismo Pa-
carne, unirse a nuestras almas estrechamente, hacernos dre, que es Dios, una misma Madre, que es María san-
de verdad felices, y colmar los deseos de su amoroso tísima, y que el mayor gusto que les podemos dar es
corazón. ¿Quién hubiera nunca imaginado estos exce- que nos amemos los unos a los otros como buenos her-
sos, si no nos diese la fe seguridad de su certeza? manos. Tenemos un mismo Redentor y Abogado, que
AFECTOS. es Jesucristo, todos somos criados para un mismo fin,
que es el cielo; todos tenemos unos mismos preceptos
1.° Reprensión. ¿Y cómo es que tú correspondes a que hemos de guardar, y unos mismos Sacramentos
tan gran merced con tanta frialdad, o por mejor decir, que recibir y verdades que creer, promesas que esperar
ingratitud y perfidia? ¿Cómo, habiendo tenido muchas y castigos que temer.
veces este fuego divino dentro del pecho, todavía no
arde en él la llama celestial? Conoce tu miseria, llórala 4.° Somos discípulos de Jesucristo, que con sus pala-
bras y ejemplos nos ha enseñado esa tan interesante
con amargura, reanima tu espíritu con actos repetidos
verdad, y con tal encarecimiento, que llega a decir que
de contrición, de fe, de esperanza y de caridad, y pide en esto conoceremos si somos sus discípulos, si nos
al amantísimo Jesús que se digne visitarte de nuevo amamos los unos a los otros como él nos ha amado; y
con su presencia, para que unido con él íntimamente en añade: que todo lo que haremos a nuestro prójimo, él lo
la sagrada Comunión, perseveres hasta la muerte en su tomará como hecho a sí mismo; y para hacer subir más
amistad y gracia, y después en el cielo le goces y ben- de punto esta caridad, nos revela una verdad asombrosa
digas por todos los siglos. y es; que cuando allá al fin del mundo nos vendrá a
2.° Resolución. Veo, Señor, que el amor es fuerte co- juzgar, elogiará y premiará a los que habrán amado y
mo la muerte; el amor os obliga a sufrirlo todo, a pasar hecho bien al prójimo, como si fuera a si mismo; y por
por todo. Yo me resuelvo a entregarme enteramente a el contrario, a los que no habrán amado y favorecido a
Vos; ya no viviré yo, sino que Vos viviréis en mí; yo su prójimo, como si a él se lo hubiesen negado, los
avergonzará y reprenderá públicamente, y por último
estaré muerto al mundo y a mí mismo. Viva Jesús, viva
los condenará al fuego eterno.
Jesús, viva Jesús.
316 309
5.° La conveniencia. Aunque este amor no fuera pre- AFECTOS.
cepto del Señor, por necesidad se debería amar al próji- 1.° Gracias. Gracias os doy, amantísimo Señor y
mo. Observa bien, alma mía, lo que paga en una casa o Dios mío, de vuestra infinita liberalidad para con esta
población en donde no hay amor de prójimo o caridad vil criatura, confundiéndome al mismo tiempo de haber
fraternal, o que no se aman los unos a los otros como sido hasta ahora de mi parte tan mezquino para con
buenos hermanos. ¡Oh Dios mío, qué desorden! ¡qué Vos. Pero con pesar y arrepentimiento os pido humilde-
confusión! más parece un infierno, que una casa, o po- mente que añadáis a este soberano favor el de conce-
blación... Dios retira de ella sus gracias y bendiciones, derme un espíritu y corazón nuevo, para que en le ade-
y los abandona a sí mismos, y ellos vienen a ser el ju- lante estime como es justo, y corresponda a tan señala-
guete de sus pasiones; no hacen bien ninguno, y están do favor con todo amor y fidelidad.
expuestos a cometer mucho mal, a juicios temerarios, 2.° Súplica. ¡Oh Virgen María! cuando Vos oísteis
sospechas, odios, murmuraciones, riñas, escándalos, y del Arcángel que erais la destinada para la grande dig-
a otros muchos gravísimos males; por esto dice san nidad de Madre de Dios, quedasteis confundida.
Juan, que el que no ama como debe a su prójimo está ¿Cómo quedará mi alma al oír y saber que Jesucristo,
muerto. Es Dios tan amante de este amor o caridad, Hijo del eterno Padre e Hijo de vuestras virginales en-
que se llama caridad; y donde hay caridad, allí está trañas, que está en el santísimo Sacramento, quiere ve-
Dios, allí hay paz y felicidad; más en donde no hay ca- nir a mi pobre corazón? Alcanzadme, Madre mía, un
ridad, no hay paz ni tranquilidad, no se guardan leyes, corazón manso y humilde como el vuestro; a fin de po-
no se observan preceptos, no se cumplen obligaciones, der albergar a Jesús, que tanto gusta habitar en los co-
no se practican virtudes, se pierden los bienes tempora- razones así dispuestos. Ayudadme, asistidme y acom-
les, se contraen enfermedades, se acelérala muerte, y el pañadme, Madre mía.
alma se va a los infiernos después de haber padecido
Punto 2.°
muchísimo en este mundo.
Considera en segundo lugar la grandeza del afecto,
AFECTOS. en el cual consiste propiamente la excelencia del bene-
1.° Resolución. Conozco que la caridad es una virtud ficio, porque fue afecto de amor ardentísimo, que es lo
tan necesaria, que sin ella no puede haber sociedad. Es- más digno de estimación. Llama más viva de lo que se
toy bien convencido de los motivos poderosísimos que puede pensar ardía en su pecho la noche en que institu-
tengo para practicar esta virtud, y así, Dios mediante, yó para nuestro bien este divino Sacramento. a la mis-
me ejercitaré en ella cuanto pueda. ma hora en que los hombres se estaban apandillando
para venir a prenderle y darle infame y cruel muerte,
2.° Súplica. Dadme gracia, Jesús mío, para ser cari- sabiéndolo el Señor, celebraba estas bodas como espo-
tativo a mi prójimo, que le auxilie cuanto pueda, y que so amantísimo, para quedarse con ellos hasta la consu-
nunca jamás le de que sentir con mis desórdenes y alti- mación de los siglos. Nos hizo además este regalo en
veces; que le bable siempre con afabilidad y dulzura, y forma de festín, bajo los accidentes de pan y vino, para
310 315
MEDITACION XXXIV. nunca con palabras agrias, rústicas y de menosprecio;
Del santísimo Sacramento. que me compadezca de sus penas y sufrimientos, y que
los remedie cuanto pueda.
La oración preparatoria como en la pág. 15.
Punto 3.°
Composición de lugar. Imagínate que ves a Nuestro
Señor Jesucristo en el cenáculo con sus amados Após- Considera, alma mía, los medios de que te has de va-
toles, y que tú también te hallas con ellos, que a todos ler para ejercitar bien esa virtud de la caridad o amor
lava los pies, y a ti igualmente que a ellos te lava los para con tu prójimo.
pies, y te da la sagrada Comunión. l.° No mires de propósito sus faltas y defectos, por el
Petición. ¡Ay Jesús mío!... Vos a mi lavarme los contrario, contemplarás el bien con que Dios le ha fa-
pies... Vos así lo queréis... hágase vuestra santísima vo- vorecido, y si en él no ves cosa que te pueda llamar la
luntad. Ya que me queréis lavar... lavadme, y quedaré atención para que le aprecies, piensa que es imagen de
más blanco que la nieve. Dios, redimido con la sangre de Jesucristo y destinado
para el cielo; que tal vez tendrá allá más gloria que tú;
Punto l.° y que aunque en el día sea malo, quizá se convertirá,
Considera primeramente, que tanto más estimable y hará penitencia, será fervoroso y contraerá más méritos
precioso es un don, cuanto mayor en sí, más crecido el que tú, como sucedió a un san Pablo, a la Magdalena, a
afecto de la persona que le da, y más ventajas y utilida- la Samaritana y otros.
des nos proporciona. Estas tres circunstancias concu- 1.° Has de saber distinguir el pecado del pecador; al
rrieron en sumo grado en la dádiva inestimable que nos pecado has de aborrecer, pero al pecador has de amar.
hizo el Señor de su cuerpo y sangre en el santísimo Sa- cuando veáis alguno que ha cometido un delito, pensa-
cramento. rás que si tú te hubieras hallado en la tentación que él
La grandeza del don no pudo subir más de punto, se ha hallado, tú habrías cometido el mismo pecado
porque fue como el sello y muestra mayor de todos los que él; y que si él se hallara en la posición que tú te ha-
beneficios, comunicando en él a cada uno de los fieles llas, y asistido de la gracia con que Dios te asiste, seria
todos sus bienes y tesoros, cuerpo, sangre, alma y divi- mejor que tú eres. No murmures por esto de tu próji-
nidad, con todos sus méritos, gracias y virtudes, y con mo; teme a Dios; piensa que la fragilidad que tiene uno
invención tan maravillosa, que ni al entendimiento del la puede tener otro, y que en el pecado en que ha caído
más encumbrado Serafín te hubiera ocurrido por toda tu prójimo caerás tú si Dios no te ayuda de un modo
la eternidad prodigio tan estupendo, fineza de amor tan especial; y además no pocas veces sucede que Dios
extremada; de suerte que con ser Dios infinitamente permite que nosotros o nuestros inmediatos parientes
sabio, bueno y poderoso, no puede en esta vida darnos vengamos a caer en las mismas faltas que censuramos
bien y tesoro que valga mas. en los demás. Y así hemos de tratar a los otros, como

314 311
nosotros quisiéramos ser tratados si hubiéramos incu- apodos y ridiculeces, pues que semejantes maneras no
rrido en aquellas faltas. solo van contra la caridad, sino que además revelan un
3.° Para conservar la caridad hemos también de ánimo vil, mal educado, e indigno de la sociedad hu-
cumplir con las obligaciones de nuestro estado, oficio mana.
o facultad. No pocas veces hay disgustos, riñas y rega- AFECTOS.
ño por faltar a su cumplimiento; así es que los padres y 1.° Súplica. Dadme, Dios mío, aquella caridad pa-
mayores se incomodan, los iguales se quejan, y los in- ciente, que por nada se altera; aquella caridad bienhe-
feriores murmuran cuando no se cumplen las obliga- chora, que a todos hace bien; aquella caridad universal,
ciones correspondientes. que a ninguno exceptúa.
4.° También se deben respetar los intereses ajenos, 2.° Resolución. Nunca me enfadaré con mis próji-
no coger ni desear lo ajeno: el hombre es más delicado mos. Si alguna vez me siento enfadado, callaré hasta
del bolsillo que de la sangre; no pocas veces sucede que se me haya pasado aquella incomodidad. Nunca
que los vínculos más estrechos de parentesco se rom- hablaré mal de nadie. Ni escucharé a los que dicen mal
pan por un vil interés. Lo mismo se debe decir de la del prójimo. Haré a todos el bien que pueda, con la
amistad ¡oh! cuántas amistades se rompen por un mez- ayuda de Dios nuestro Señor y protección de María
quino interés, cuántas compañías empiezan en nombre santísima.
de Dios, y por un sórdido interés acaban en nombre del
diablo, armando mil pleitos en que se pierde la caridad, Padre nuestro y Ave María.
la paz, y aun los mismos intereses: por esto Jesucristo Conclusión como en la pág. 16.
nos dice en su santo Evangelio, que no hagamos resis-
tencia al agravio; si alguno nos quiere armar pleito para
quitárnosla túnica, que le alarguemos la capa; y si al-
guno nos hiere en la mejilla derecha, que le volvamos
la otra. Que se pierda todo antes que la caridad... Dejé-
moslo todo en la mano de Dios, que poderoso es para
darnos más de lo que nos quitan, y justo es para volver
por nuestro honor. No deseemos la venganza, antes por
el contrario encomendemos al Señor a todos los que
nos han perjudicado, a imitación de Jesús.
5.° Para conservar la caridad, no solo se han de res-
petar los intereses y las personas, sino también su ho-
nor, tratando a todos con urbanidad y finura; no disgus-
tar a nadie con groserías, palabras descompuestas, con
312 313

También podría gustarte