Está en la página 1de 2

Alexander Neill es un antropólogo que con su gran preparación permite la

fundación de una escuela que tendrá dos columnas importantes que son la
bondad complementada con la felicidad, esta escuela será llamada Summerhill
que, según su análisis personal da como aporte a su forma de ver la educación la
liberación sexual
Neill, fue un profesor cuya gran entrega se evidencia en cada hoja de su trabajo,
además de su trayectoria profesional docente; el determina sin tapujos o enredos
que no hay alumnos problemas sino padres y madres de familia con problemas y
concluye su obra que es el lugar con quien el niño se educa llámese maestros o
padres es el verdadero y real problema de la educación.

Es clara la postura de Neill en sus escritos, ya que sostiene y asegura que la


persona no nace mala, y desde que nace no hay que obligarlo a nada, más bien
permitirle crecer con amor y comprensión y que crezca libremente.
Es increíble que a pesar del tiempo el pensamiento de Neill y su enseñanza den
tanto a las nuevas generaciones ya que aún predomina en nuestro tiempo, este
pensamiento de libertad surgido en el siglo xx

El pensamiento de Neill y la escuela de Summerhill ejercieron una enorme


influencia en la filosofía educativa y en la disciplina de la pedagogía de la segunda
mitad del siglo XX. Por cierto, en su momento las reacciones ante este
pensamiento libertario en el área de la educación abarcaron todo el espectro,
desde la furiosa condena y el rechazo de plano hasta la apología sin reservas y la
aclamación entusiasta. Hoy, desde la distancia de los años, pueden examinarse
estas ideas sin tanto fervor y aquilatarse con serena imparcialidad su riqueza
innovadora y su carácter humanista. A. S. Neill ha ganado, sin duda, un lugar en el
panteón de aquellos pensadores que, cada cierto tiempo, vale la pena recordar.

Esa fue la tarea insobornable a la que Neill se entregó con pasión durante su
existencia: proporcionar felicidad a los niños en un mundo que no caminaba en
esos años —y no camina mucho tampoco hoy— por ese rumbo. Como otros
espíritus abiertos y fecundos en el campo de la filosofía educativa —Montessori,
Russell, Illich, por ejemplo—, concibió la felicidad a través de una pedagogía
basada en el afecto, la tolerancia y la sinceridad, y se dio de lleno a combatir
aquella actitud educativa que tiene como resultado directo la conformación de
pequeños neuróticos y agresivos: la educación basada en el temor, la imposición,
el autoritarismo y la mentira, factores que Neill agrupa y resume en su expresión
«antivida».

Escribió varias obras notables en las que expone sus ideas pedagógicas y su
crítica la educación represiva, entre otras: Maestro problema, Corazones y no
cabezas en la escuela y —la más importante y que sintetiza todo su pensamiento
— Summerhill. Un punto de vista radical sobre la educación de los niños.

A raíz de la publicación de su último libro mencionado (en 1960), Neill recibió


centenares de cartas escritas por padres e hijos de todo el mundo interrogándole
acerca de la aplicabilidad de sus principios educativos en otro ámbito además de
la escuela: en la formación del hogar, en la relación padres-hijos. Seleccionando
extractos de esas cartas y añadiendo sus respuestas a las preguntas, el maestro
escocés publicó otro libro valioso con ese material: Hijos en libertad.

También podría gustarte